LO AFRICANO EN EL DEPORTE COLOMBIANO La paradoja de ser héroe discriminado

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LO AFRICANO EN EL DEPORTE COLOMBIANO La paradoja de ser héroe discriminado Por: David Leonardo Quitián Roldán 1 Somos los genuinos representantes de nuestros dioses, así digan que somos la personificación del demonio Manuel Zapata Olivella Bueno, desde que vivía ahí, en ese barrio en donde a uno como negro no le queda otra alternativa que el ring y la fama, marica. Sí, porque las demás profesiones, usted lo sabe, viejo Deibinson, son oficios pa´ blancos. Lamadre. Bueno, a no ser que usted, nojoda, como negro se meta a uno de esos oficios en los que hay que rebuscarse como acompañado de la medallita de la Santísima Trinidad (tres personas-divinas-y-un solo-Dios-verdadero) Cuento “El Flecha” de David Sánchez-Juliao Ya desde el título de este artículo se plantea una afirmación que para muchos puede ser discutible ¿qué tan africanos somos? ¿Cuánto de lo que actualmente damos por colombiano es realmente africano o viceversa? ¿Puede afirmarse que –de haberla- esa presencia e influencia africana impactó por igual a todos los habitantes de este país? Interrogantes que no son inéditos al ser tratados por autores nacionales como Manuel Zapata Olivella (1967, 1983), Jaime Arocha (1982, 2004), Claudia Mosquera (1998) y que entrañan aspectos históricos como los procesos surgidos con la abolición de la esclavitud en 1852; demográficos como los asentamientos afros en los litorales atlántico y pacífico; idiosincráticos como la maduración de unos 1 Sociólogo y Magister en Antropología de la Universidad Nacional de Colombia. Docente investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Incca de Colombia y de la Universidad de los Llanos.

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LO AFRICANO EN EL DEPORTE COLOMBIANOLa paradoja de ser héroe discriminado

Por: David Leonardo Quitián Roldán1

Somos los genuinos representantes de nuestros dioses, así digan que somos la personificación del demonio

Manuel Zapata Olivella

Bueno, desde que vivía ahí, en ese barrio en donde a uno como negro no le quedaotra alternativa que el ring y la fama, marica. Sí, porque las demás profesiones,

usted lo sabe, viejo Deibinson, son oficios pa´ blancos. Lamadre. Bueno, a no ser queusted, nojoda, como negro se meta a uno de esos oficios en los que hay querebuscarse como acompañado de la medallita de la Santísima Trinidad (tres

personas-divinas-y-un solo-Dios-verdadero)

Cuento “El Flecha” de David Sánchez-Juliao

Ya desde el título de este artículo se plantea una

afirmación que para muchos puede ser discutible ¿qué tan

africanos somos? ¿Cuánto de lo que actualmente damos por

colombiano es realmente africano o viceversa? ¿Puede

afirmarse que –de haberla- esa presencia e influencia

africana impactó por igual a todos los habitantes de este

país? Interrogantes que no son inéditos al ser tratados por

autores nacionales como Manuel Zapata Olivella (1967,

1983), Jaime Arocha (1982, 2004), Claudia Mosquera (1998) y

que entrañan aspectos históricos como los procesos surgidos

con la abolición de la esclavitud en 1852; demográficos

como los asentamientos afros en los litorales atlántico y

pacífico; idiosincráticos como la maduración de unos1 Sociólogo y Magister en Antropología de la Universidad Nacional deColombia. Docente investigador de la Universidad Pedagógica Nacional,Universidad Incca de Colombia y de la Universidad de los Llanos.

imaginarios que han resultados funcionales al discurso y al

hacer discriminativo- segregacionista y políticos si

ponemos en cuestión la pregonada igualdad ciudadana

declarada en la Constitución Política de 1991 y si

examinamos lo que en su momento se denominó “el

mejoramiento de la raza” (Pedraza, 1989) como condición sine

quanom para la consolidación del proyecto nacional.

Por otro lado está lo superfluo que pueden parecer esas

preguntas en pleno siglo XXI cuando, podrán decir muchos,

esas situaciones están superadas como lo demuestra la

elección de Barack Obama como presidente de la primera

potencia planetaria. Esos mismos que señalan la inutilidad

de los interrogantes en los que se plantean escenarios de

desigualdad social para los afroamericanos, esgrimen la

extinción del Ku Klux Klan en Estados Unidos, la inexistencia

del Apartheid en Sudáfrica y la llegada de políticos,

artistas y deportistas negros a la cúspide mundial de la

fama como ejemplos de la desaparición de la discriminación

étnica. Pelé, Muhammad Ali, Michael Jackson, Michael

Jordan, Colin Powel, Condolezza Rice, Beyonce, Oprah

Winfrey, Tiger Woods, las hermanas William y Lewis Hamilton

son algunos de las pruebas citadas para defender la

inocuidad de la discusión. Si “gente de color” -para

expresarlo con el eufemismo discriminatorio- pudo escalar

hasta las máximas posiciones ¿por qué se insiste en la

existencia del racismo? Para fortificar esa posición se

2

alude un complemento que luce contundente: los últimos

cuatro personajes citados alcanzaron la gloria y el número

uno en sus disciplinas, en ambientes tradicionalmente “para

blancos”.

En el artículo se insinuarán algunos elementos que

desvirtúan la inexistencia de la segregación cultural en

términos raciales y étnicos con todo lo problemático que

puedan ser las expresiones “racial” y “étnico” al contener

una carga imperial- hegemónica propia de los primeros

tiempos de la antropología. Negación que acude al

ritualismo de las barras bravas del fútbol que se oponen a

sus rivales desconociendo su existencia (“los de River no

existen” arguyen los de Boca) y que tiene como corolario la

negación del conflicto interno que hace el presidente

Álvaro Uribe en Colombia y el cambio de denominación de los

desplazados de la guerra intestina2 a quienes el ejecutivo

nacional llama “migrantes”3. Sin embargo el objetivo del

texto no es demostrar algo tan obvio –así varios insistan

en esconderlo- sino presentar algunos ejemplos de

resistencia real y simbólica que se enmarcan en una

estrategia de mayor vuelo al buscar la exaltación de lo

2 Según cifras de ACNUR los desplazados en Colombia llegó, en 2009, acuatro millones de personas. 3 La estrategia uribista consiste en reemplazar nombres propios yadjetivos por otros de menor jerarquía o más neutrales en términospolíticos. Su ejemplo más repetido es llamar “La Far” a la guerrillade las Farc, negándoles así su denominación de origen que las instalaen el plano del terrorismo internacional.

3

afro y el estado de igualdad por el que también luchan

mujeres e indígenas.

Cinco viñetas que intentan invocar el poder de los símbolos

para ilustrar situaciones como la discriminación positiva

(aupada en disposiciones legales como la “Ley de cuotas”

para las mujeres y en la “Circunscripción especial para

grupos étnicos y minorías políticas”4 en el caso de

población afrocolombiana e indígena), el determinismo

biológico (el mito eugenésico) expresado en el cliché que

sentencia que los “negros solo sirven pa’ deportistas” y el

determinismo cultural que describe a la población afro –y

por extensión a los habitantes de la Costa- como gente

“perezosa, rumbera, irresponsable y viva5”; imaginario que

contribuye al racismo patentizado en el chiste cruel que

pregunta ¿Qué hace un negro en bata blanca? Para luego

responderse que “vender paletas”6.

Los viñetas que a continuación se relacionan provendrán del

deporte no porque sólo existan resistencias y resiliencias

4 Se alude a la Ley 581 de 2000 que prescribe la participación de lasmujeres en al menos el 30% de los cargos en las tres ramas del poderpúblico del país. También a la Ley 649 de 2001, titulada de“Circunscripción nacional especial en la cámara de representantes paralas comunidades afrocolombianas, indígenas, de minorías políticas ycolombianos residentes en el exterior” que otorga cinco curules. Tresde ellas étnicas distribuidas así: dos para comunidades negras y unapara indígenas (los indígenas tienen dos puestos más en el Senado porla Circunscripción Nacional Especial).5 Jeitinha en términos de Da Matta (1982). 6 No sobra advertir que la bata blanca en Colombia –como probablementeocurra en otros países- es símbolo de la profesión médica.

4

en ese mundo (como acontece con al capoeira y el propio

deporte en Brasil), sino porque su capacidad de impacto en

la comunidad nacional los hace altamente significativos y

porque fueron los deportistas negros los primeros (como ya

lo habían hecho –a propósito del Bicentenario- sus

antepasados en tiempos de la Independencia y cómo aconteció

con los atletas estadounidenses en el Black Power de “México

68”) en expresar una posición política de abandono de la

condición subalterna por otra de sujetos descolonizados.

Tales viñetas se alimentan del trabajo etnográfico que el

autor desarrolló en su tesis de maestría (ver Quitián,

2009).

Cinco casos que hacen recordar que –exceptuando a Cochise

Rodríguez, Helmut Bellingrodt, Lucho Herrera, Juan Pablo

Montoya y Camilo Villegas- todos los campeones del deporte

colombiano son negros, incluyendo ese pletórico equipo del

Mundial de Italia 90 que también era dirigido por un negro

de formas finas: Francisco Maturana.

Cinco casos que hablan por si mismos y cinco personajes de

igual cantidad de deportes que nos sugieren una reflexión

en torno al significado de tener más melanina que los demás

y cómo esa característica físico- corporal incide con

inusual poderío en la manera cómo vivimos y nos

diferenciamos de los otros. Reflexión que lleva a preguntar

hasta qué punto esa ascenso social que provee el deporte a

5

la comunidad afro de Colombia es funcional a la praxis

segregacionista. Reflexión que a partir de esa verdad de

Perogrullo que afirma que el deporte colombiano –el que

concita la atención nacional, el de alto rendimiento- es

africano, es negro, nos conduce a la siguiente paradoja

¿Cómo es que aquellos ciudadanos que discriminamos –de los

que intentamos apartarnos- son precisamente los que nos han

dado mayor orgullo por sus gestas deportivas?

Una aclaración más allá de la semántica

En este texto se privilegia el uso de la expresión “negro”

y se usan como sinónimos los adjetivos derivados de “afro”.

La razón de ese proceder se basa en varias experiencias de

campo en las que fuimos interrumpidos por los entrevistados

cuando mencionábamos los términos “afro”,

“afrodescendiente”, “afroamericano” y “afrocolombiano”.

Otras tantas veces sentimos –en medio de las charlas e

interrogatorios- que no entendían estas expresiones (o,

quizá, que sonaban demasiado artificiosas en nuestros

labios); pero la gota que rebosó la copa y que nos hizo

emplear sin pudor la palabra “negro”, fue cuando Abel

Cassiani, entrenador de box de San Basilio de Palenque, nos

reprendió cariñosamente: “Doctores, llámenme

afrocolombiano, díganme negro sin pena alguna. Somos negros

y somos palenqueros, a mucho honor” (Entrevista del

20/11/2008). En consecuencia, declarándonos al tanto –en

6

términos generales- de la discusión vigente sobre lo que

significa ser y lo que entraña denominarse “afrocolombiano”

y/o “negro” en el mundo de hoy (específicamente en nuestro

ambiente nacional, particularmente en el ámbito académico)

y sin ningún interés validatorio de formas

discriminatorias, racistas y clasistas –soterradas y

manifiestas-; advertimos el uso de negro más como una

cualidad, cómo una entidad metafísica, como un “poder”,

cómo se desprende de algunos testimonios de este artículo;

más que como una descripción física.

Viñeta uno: la importancia de lo negro en Antonio Cervantes

Kid Pambelé

Antes de Pambelé, los grandes boxeadores colombianos que merecían el títulomundial no lo buscaban, porque pensaban que eso era mucho para ellos. Después de

Pambelé, hasta los boxeadores más malos creían que era fácil ser campeón. Ése estambién el síndrome de Gabriel García Márquez: ningún escritor colombiano seatrevía a buscar un editor internacional porque le parecía que eso era apuntar

demasiado alto. Después de García Márquez, cualquiera cree que se puede ganar elPremio Nobel. Entonces yo digo que García Márquez es el Pambelé de la literatura y

Pambelé es el García Márquez del boxeo.

Juan Gossaín

Mientras Luther King y “Bobby” Kennedy caían abatidos por

las balas asesinas de la intransigencia político- cultural

norteamericana; mientras Vietnam ardía en barbarie y en

México, en los previos de los Juegos Olímpicos, cientos de

estudiantes eran masacrados en la Plaza de Tlatelolco;

mientras en París daban carta de ciudadanía a la minifalda

7

y la pastilla anticonceptiva y en Brasil encontraban un

sustituto popular a la realeza de los extintos Pedros en

cabeza (“en los pies“) de ‘oh rei Pelé’; en Colombia

creábamos el primer instituto de la juventud y el deporte

(Coldeportes) y coronábamos a nuestro primer rey criollo;

el cesarense Alejo Durán Díaz quien fue proclamado como

soberano absoluto del Primer Festival de la Leyenda

Vallenata celebrado en la Provincia de Padilla y Valledupar

en el año de 1968. El Negro Alejo lograba ese éxito cuatro

años antes de que Pambelé lograse en Panamá su primer

título mundial ante Peppermint Frazer.

Que me perdonen/ si yo me quejo/ pero me gusta más como la canta Alejo

Soy Pacífico, soy Caribe/ y en Santa Marta juego fútbol con el Pibe

Quiero gritarlo/ lo voy hacé/ ¡Viva Palenque y viva Pambelé! (Fragmento

del vallenato “Pa’ Mayté” de Carlos Vives).

Antonio Cervantes nació en el primer pueblo liberto de la

Nueva Granada: San Basilio de Palenque, en las goteras de

la primera ciudad que soportó, en Suramérica, un asedio

filibustero y la segunda (detrás de Caracas) en alcanzar

la Independencia de los españoles, aquel glorioso 11 de

noviembre de 1811, lo que le valdría -luego de resistir un

sitio de más de tres meses- ser designada con el honroso

mote de “la Heroica“. Pambelé vio la luz mundana en tierra

doblemente emancipada: la de los descendientes africanos

8

que tal como lo canta Joe Arroyo en “Rebelión”7 no

toleraron más la esclavitud colonial y la de criollos que

inspirados en la traducción de los Derechos del Hombre de

Antonio Nariño, se alzaron contra la Corona española

alegando autonomía política del Imperio Borbón. De

contera, el Kid Pambelé germinó en la navidad del año en

que sucumbió el holocausto nazi y con él la II Guerra

Mundial, que daría nacimiento a la Organización de

Naciones Unidas.

El culto a su figura se debía, explica Juan Gossaín, a que Pambelé fue el

hombre que nos enseñó a ganar. “Antes de él –añade- éramos un país de

perdedores. Nos consolábamos conjugando el verbo casitriunfar. Vivíamos

todavía celebrando el empate con la Unión Soviética en el mundial del 62.

Pambelé nos convenció de que sí se podía y nos enseñó para siempre lo que

es pasar de las victorias morales a las victorias reales” (Salcedo, 2005:

21).

Una comparación forzada diría que Antonio Cervantes fue

nuestro “Cassius Clay”. Claro que esa aseveración puede

constituir una herejía para muchos ya que el peso pesado

7 Un fragmento de canción reza: Quiero contarle mi hermano un pedacitode la historia negra/ de la historia nuestra, caballero/ Y dice así:/en los años 1600/ cuando el tirano mandó/ las playas de Cartagena/aquella historia vivió/ Cuando aquí llegaban esos negreros/ Africanosen cadenas besaban mi tierra/ Esclavitud perpetua/ Coro: Esclavitudperpetua (bis) […] Un matrimonio africano/ Esclavos de un español/ Elles daba muy mal trato/ y a su negra le pegó/ Y fue allí, se rebeló elnegro guapo/ Tomo venganza por su amor/ Y aún se escucha en la verja/No le pegue a mi negra/ No le pegue a la negra (bis)/ No, no, no, no,no (bis)…

9

estadounidense es considerado el mejor de todos los tiempos

en su arte; sin embargo esa encarnación del “ser nacional”

expresada por el hijo preferido del pueblo palenquero, no

se le puede endilgar al “Loco de Louisville” que no llega a

tanto en cuanto a personificación del habitus8 de la patria

del Tío Sam por la dificultad que entraña la diversidad

étnico- racial que hace de EE.UU. una nación de

inmigrantes. Pero eso no impide que veamos a Muhammad Ali

como un icono de las comunidades afroamericanas al fungir

como militante de las Panteras Negras, de los

antibelicistas (fue objetor de conciencia en Vietnam cuando

dijo “no voy porque es una guerra de blancos contra rojos y

amarillos en la que mueren negros”) e, incluso, como

activista del islamismo (se rebautizó como Muhammad y se

enroló con los Black Muslims); todo un prontuario

emancipatorio que lo contrapone a otro ídolo de la época:

James Dean, al apoyar su rebeldía en la causa antirracista

y el segregacionismo propios de su Kentucky natal y del

país gringo en general… Un testimonio que describe de

cuerpo entero al medallista de oro en “Roma 1960”; a aquel

que arrojara a la calle su presea dorada luego de que no lo

atendieran en un restaurante de su país por el ‘incorrecto’

color de su piel, es el siguiente:

8 Expresión sociológica acuñada por Pierre Bourdieu que podría sersinónima del “Talante” al que se refería el político conservadorÁlvaro Gómez Hurtado. El habitus es el sistema subjetivo de expectativasy predisposiciones adquirido a través de las experiencias previas delsujeto.

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Muhammad Alí, 188 centímetros de altura y, en sus mejores tiempos, 86

quilogramos de peso contra los 192 centímetros y 112 kilos de Big Foreman

(…) Foreman representaba al buen negro, al integrado, al americanista, al

negrito yanqui que apoya a los soldaditos en Indochina. Foreman era

huraño, introvertido, feo, no caía demasiado bien. Alí es todo lo contrario. La

prensa y los aficionados le adoran. Bravucón, sólo la calidad de sus puños

podía igualarse a su afilada lengua con la que cargaba frente a todo y frente

a todos. Irá al Congo, al mismísimo infierno, con tal de recuperar algo que

cree suyo (Romero, 2007: 2).

Algo parecido ocurre con el boxeador de San Basilio de

Palenque, quien para el imaginario público colombiano

combina la candidez del provinciano con la socarronería del

pueblerino; el Viejo Pambe (considerado por la revista The Ring

como el segundo boxeador del mundo, detrás de Alí, en 1974)

es el autor de varios aforismos que han hecho leyenda; el

más conocido -y el más desmentido- es el que dice “es mejor

ser rico que pobre”.

El culto a su figura se debía, explica Juan Gossaín, a que Pambelé fue el

hombre que nos enseñó a ganar. “Antes de él –añade- éramos un país de

perdedores. Nos consolábamos conjugando el verbo casitriunfar. Vivíamos

todavía celebrando el empate con la Unión Soviética en el mundial del 62.

Pambelé nos convenció de que sí se podía y nos enseñó para siempre lo que

es pasar de las victorias morales a las victorias reales” (Salcedo, 2005:

21).

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Así mismo el campeón de los welter juniors es el mejor

exponente de lo que Da Matta (1982) llama el espíritu

‘jeitinho’ (la manera de ser) que está colmado de

‘malandragem’ (viveza) que le hizo emplear muchas veces el

discurso autoritario (propio de la Colombia burocrática)

resumido en la pregunta “¿Usted sabe con quién está

hablando?” que después reeditaría el futbolista Faustino

Asprilla cuando, cansado del asedio de la prensa, le

reclamó a un insistente periodista que quién era el para

molestarle cuando él (El Tino) se ganaba 50 millones a la semana.

“¿Quieres dólares? ¡Entonces pegáaa negro hijueputa, pegáa o te volvés a

comer mierda a Palenque!” le gritó con rabia Ramiro Machado desde su

esquina al Kid Pambelé que no se atrevía a superar su timidez para ganarle a

“Peppermint Frazer” el título mundial de la welter junior (Jimeno, 1993:

3).

El grito le recordó a Pambelé –nos relata el periodista

Ramón Jimeno- que ganar significaba dinero y no hacerlo era

resignarse –esta vez para siempre- a ser lo que eran sus

padres: vendedores de frutas en las calles de Cartagena y

Caracas.

Como si le hubieran inyectado un pase al 90% en la yugular, el shock de la

adrenalina fue tal que Pambelé encontró a los pocos segundos la

combinación de jabs y la entrada precisa para que para colocar a

Peppermint el gancho de izquierda que sembraría la fama del Kid. Frazer

12

permaneció con sus ojos cerrados, estático, sin ver ni oír el conteo de

Herrera, horizontal sobre la lona del tinglado del Nuevo Panamá, en medio

del abrupto silencio de 15 mil hinchas que fueron a ver cómo el cuarto

campeón mundial que ese año tuvo el istmo apaleaba al palenquero…

(Jimeno, 1993: 3).

¿Se necesita ser de color para subirse a un cuadrilátero?

¿Es necesario tener ancestro africano para fajarse a puños

en un ring? La respuesta es relativa. Se debe responder

negativamente si se mira la fría estadística mundial: los

países de la otrora “Cortina de hierro” todavía mandan en

boxeo aficionado y México y Argentina, por citar dos

ejemplos, contaron y cuentan con excelsos oficiantes del

guanteo. Además, extraordinarios pugilistas como Jack

Dempsey, Rocky Marciano, Roberto “Mano de piedra” Durán,

Julio César Chávez y Óscar de la Hoya tuvieron (tienen) la

tez blanca o, en todo caso, no negra. Y, para el ámbito

colombiano, Miguel Happy Lora funge como contraevidencia

del postulado del boxeo como una práctica negra.

David Quitián: ¿Tiene algo que ver, el vivir cerca del mar, o sea ser costeño

o habitante de una isla en todo caso, y el hecho del color de la piel, el ser

negro, el ser descendiente africano en últimas, afrodescendiente para ser

buen boxeador?.

Martín Valdez: si, si tiene mucho que ver con la idiosincrasia, el biotipo, la

forma de ser de la persona, la característica nuestra nos da para ese

deporte que es tan alegre, que es como si fuera un baile, una danza,

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entonces son muy propias pues para la gente de esta zona del mundo como

es Centroamérica y el Caribe, que tiene esa gran mezcla de las tres grandes

razas (Entrevista del 8/05/2008).

Sin embargo, el listado de oficiantes y de celebridades

afro al menos quintuplica al de los de piel blanca y

trigueña. El asunto parece baladí, pero no lo es. Tampoco

se pretende con este análisis echar leña al viejo y todavía

no superado dilema de la “superioridad de razas” que tanta

barbarie y sangría ha producido en nuestra historia. Es

más: partimos de no cohonestar con el término “raza” que,

de por si entraña una estrategia imperialista y

discriminativa. También admitimos que es un “asunto

incómodo” en antropología del que los maestros recomiendan

“alejarse lo más rápidamente posible”. No obstante, no

podemos huir ya que debemos registrar que el color de la

piel es una característica fundamental del boxeo en

Colombia y que la expresión “raza” es utilizada con

frecuencia por los propios boxeadores que le dan, en casi

todos los casos, un matiz de orgullo étnico y racial para

decirlo en término de ellos.

David Quitián: Abel te la voy a hacer, te voy a hacer la pregunta directa:

¿ser negro ayuda a ser buen boxeador?, es decir, yo puedo decir

afrodescendiente pero estoy utilizando la palabra “negro” y ahorita

digamos, acaba de ganar las elecciones de Estados Unidos un negro, un

afrodescendiente, en este caso un afroamericano, pero el boxeador blanco,

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el boxeador negro, ¿el color de la piel da un plus, una cosa adicional?, ¿tú

qué crees?

Abel Cassiani: Influye mucho, influye mucho porque… al decir “negro” no

me molesta, me llena de orgullo, es decir que… la raza negra es más fuerte,

no solamente para el boxeo, para cualquier tipo de deporte que se necesite

y también para cuando el negro surge en la universidad también se va

profundamente, somos muy inteligentes, sino que hay que tener en cuenta

que anteriormente parece que a la raza negra no se le daba oportunidad de

avanzar, ya hoy en día nos han dado oportunidad para que avancemos en

lo que queramos y ustedes lo están viendo hasta dónde está llegando la

capacidad de cada uno de nosotros con todo lo que queramos hacer

(Entrevista del 20/11/2008).

La mayoría de los pugilistas élite de Colombia tienen

ancestro africano y que el color de la piel es algo más que

mera coincidencia. Negarse a la evidencia es un error que

obvia una característica que, quizá, tenga un proceso

inverso al de los estereotipos: no es que se deba ser negro

para ser boxeador, es que todo boxeador debe ser negro en

Colombia.

-¿Te da lo mismo boxear con un rival blanco que con uno negro?

-- Si, aunque me siento más relajado ante un “blanquito”

-¿Cómo así?

-- Pues que nunca he perdido con un blanco y ¡no me imagino la burla

cuando eso pase! (Entrevista televisada a Alexis Ángulo,

15

emitida en el Programa de TV “Giroscopio” el

15/08/2008).

Pero esa creencia no solamente obra para el territorio

nacional, también en Estados Unidos se comparte esa idea,

como se deduce de la expresión “esperanza blanca” con que

eran anunciados los “challenger” (retadores) blancos que le

disputaban el cetro mundial a campeones negros. Otro hecho

solidifica ese asunto y su fundamento va más allá de la

presunción de que “la raza negra era más fuerte” y hunde

sus raíces en la segregación y la desigualdad civil:

durante cerca de dos décadas (en los 20’s y 30’s) del siglo

pasado, existió una suerte de veto para boxeadores “de

color” a los que no se permitía desafiar a monarcas

blancos, llegándose el caso de que hubieran dos

clasificaciones: las de blancos y las de negros.

Es el turno de Fred. Curtis lo ha “animado” a pleno antes de su entrada en el

ring “¡No olvides que eres de Woodlawn, negro!” Está terriblemente nervioso,

pero entra de golpe en las costillas de su adversario, un joven mexicano

achaparrado al que da una paliza salvaje en dos asaltos (Wacquant, 2006:

235).

Viñeta dos: el ritmo endiablado de Willington Ortiz

“No me caben dudas acerca de que Wily ha sido el mejor de se época. No sólo enColombia, sino en toda Sudamérica. En toda la región no había futbolista más hábilque él. Su capacidad de desborde, la rapidez de sus movimientos y la valentía que

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poseía hicieron que su figura ocupara un lugar brillante entre los años 71 y 88,cuando le llegó el momento de su retiro, privándose Colombia de un jugador cuyo pares difícil que aparezca en nuestro balompié”

Gabriel Ochoa Uribe

Willington Ortiz vio la luz del mundo en el preciso año en

que el siglo XX se dividió en dos mitades iguales. Nació en

el departamento de Nariño, en el pueblo negro de pescadores

que es Tumaco. Sus primeros años los vivió como todos los

infantes que se debaten entre la pobreza y el juego hasta

que, un día cualquiera, del mes de septiembre de 1971,

Jaime Arroyabe se lo llevó para la fría capital, junto a

Eladio Vásquez, ubicándolos en las divisiones inferiores de

Millonarios, luego de un cuadrangular amistoso que el

conjunto albiazul disputó en la ciudad tumaqueña.

De esa especie de safari (cazar “buenas piezas deportivas”

para exponerlas en la Capital) nunca se arrepentiría

Arroyabe quien observó como ese azabache pequeñín superaba

en una baldosa a sus contrarios y distraía con su finta a

jugadores y espectadores. Desde esa lejana tarde Willington

se encargó de no defraudar a su descubridor, convirtiéndose

–como escribiera Jaime Ortiz Alvear- “en un gambeteador

irrepetible, como la sonera Celia Cruz”. Es que existe, agrega

el periodista, gente que no tiene clonación, (que) es genuina, diferente.

Así fue Willington Ortiz, un romántico para jugar, que era diestro, veloz e

indescriptible por cualquier lugar del terreno.

17

Un periodista radial, Iván Mejía Álvarez, suele repetir en

sus programas que Willington Ortiz fue nuestro Pelé, otros

colegas suyos –en el lenguaje metonímico que gustan en

usar- van más allá al agregar “el Viejo Willy es Colombia”.

Pero ese empleo metafórico no es exclusivo de nuestros periodistas: el

dramaturgo Nelson Rodríguez asegura que la nacionalidad brasilera reside

en todos los atributos físicos y personales de Edson Arantes Do Nacimiento:

desde el color ébano de su piel, su ascendencia africana, su malicia lusitana,

su gracia para la finta (el amague, también propio de la capoeira), para la

danza (la gambeta, bellamente expresada en la samba); su creatividad (él

inventó al número “10” del fútbol moderno), su generosidad caribeña, su

valentía hermafrodita de indígena amazónico9 y su ambición mestiza que le

erigiera como el mejor de su generación y como el mejor por siempre; de allí

que sea difícil cualquier parangón con otro futbolista ya que hasta

Maradona10 luce incompleto al lado de Pelé. (Quitián, 2007: 117).

Willington Ortiz ‘colgó los guayos’ un 15 de marzo de 1989.

Se retiró a los 39 años cuando ya cargaba sobre su lomo el

remoquete de viejo con que cariñosamente se le designaba. Su

última franela fue la del América de Cali. Willington,

además de endiablado delantero, ha sido entrenador de una

selección nacional juvenil y actor de Televisión; también

9 El nombre de “Amazonas” se debe al pavor ocasionado en las huestes deFrancisco de Orellana por tener que enfrentarse a indígenas (mujeres,claro está) de igual ferocidad a las del mito griego. 10 Pelé bromea sobre el particular al decir “Que Maradona se compareconmigo cuando patee con la derecha y sepa cabecear”

18

condujo una escuela de formación deportiva bautizada con su

nombre de pila y dirigió al Unión Meta, de la tercera

categoría en Villavicencio.

Gracias a la Copa descubrí por qué los colombianos hinchaban tanto con

Willington Ortiz: era un delantero extraordinario. En el 73 vino a Avellaneda

con Millonarios. Debe haber habido bronca en el primer partido, que

ganaron los azules en el Campin, porque los cuatro defensas rojos hacían

cola para pegarle. Y era gente dura. Cada vez que el moreno tocaba la

pelota, ¡pum! Lo bajaban. Cualquiera se hubiese acobardado. Willington, no.

Fue una y otra vez, los buscaba, recibía, los gambeteaba, volvía a recibir un

guadañazo y volvía a reincidir. No pudieron pararlo ni a palazos. ¡Qué

jugador! (Barraza, 2004).

También fue congresista de la república en el periodo 2002

– 2006 al ser elegido por circunscripción electoral

nacional a la cámara representando a las negritudes del

país. Willington fue electo con 22.410 votos de

colombianos, muchos de los cuales debieron sufragar por él

en perenne agradecimiento de las muchas jugadas con que el

negro deleitó a los amantes del fútbol.

Pero, en gracia de discusión, digamos que el ‘Viejo Willie’ sufrió las mismas

dificultades de infancia y discriminación que Pelé; su descubrimiento fue tan

azaroso como casual y su promoción social resulta modélica para la moral

burguesa occidental: los dos saltaron de oscuros equipos parroquiales a

clubes capitalinos; de allí -en tiempos de retiro- a la pantalla chica y luego a

19

la dirigencia política. Otra coincidencia que comparten tiene que ver con el

espíritu suramericano; mientras en Francia no hay duda que el mejor

futbolista de ellos es Platini y en Alemania Beckenbauer; en Brasil existe

división pública entre Garrincha y Pelé y en Colombia entre el Pibe

Valderrama y Willington Ortiz. Rematemos con este apunte: el delantero

tumaqueño alcanzó a jugar en tiempos del rey brasilero y su primer equipo

profesional: Los Millonarios de Bogotá, es de los pocos clubes del mundo que

se dio el gusto de derrotar dos veces al invencible Santos de Edson Arantes

(en 1967 y 1971). (Quitián. 2007, 117)

Viñeta tres: la socarronería de Bernardo Caraballo

Si Antonio Cervantes es el jeitinho de Palenque. Si Pambelé

es el malandragem costeño y ha sido “El único coloso que se

atrevió a dinamitar su propia escultura”11 fue porque tuvo

predecesores que le contagiaron ese habitus. Entre ellos

Bernardo Caraballo “el hombre que partió en dos la historia

del boxeo” al ser el primero en retar a un campeón del

mundo, lo cual ocurrió en 1964 cuando fue noqueado en

Bogotá por el monarca del peso gallo, el brasilero Éder

Jofre.

Por eso el día que me llevaron a Montería, al Estadio 18 de junio, a la

primera pelea fuera de Lorica, pasó lo que pasó. Claro, viejo: tenía yo ya el

ánimo en las rodillas. Pero, erda, subí al cuadrilátero brincando y tal,

haciéndome el contento. Iba a pelear con el Jhonny González, la mano de

11 Frase de Juan Gossaín recogida en el libro de Salcedo Ramos (2005, 48). 20

piedra más fuerte de todo Córdoba. Erda: y ahí pasó lo que pasó: Me agarró

el Jhonny en el primero y tas, un manducaso a la cara y yo, chás, a la lona,

como quien dice a besarle los pies a Coltejer. Ñerda, y en el momento en

que el referee empezó a contar, uno, dos, tres, cuatro, chás, se fue la luz en

el estadio, marica. Erda, y se hizo un silencio duro, hondo, crudo, mano. Pero

el referee siguió contando en el oscuro cinco, seis, siete, y cuando iba por

ocho, chás, llegó la luz de nuevo. Nojoda: me imagino la cara del referee y

la del público, y la del Jhonny, marica, cuando encontraron la lona vacía.

Porque, nojoda, yo, cuando llegó la luz, estaba como a cuatro cuadras del

estadio, caminado pa’ mi casa, marica. Salí volando, como una flecha. Siiií:

yo a ese man no me le paraba más (Fragmento de cuento “El

Flecha” de Sánchez- Juliao, 1981:45).

Antes de seguir, una aclaración: el jeitinho necesita, para

su puesta en escena, del otário (el engañado, el tumbado) y

de los espectadores que sufren o gozan del entuerto y a

los que les llegará, en el juego de la vida, infinidad de

ocasiones para estar en una de las puntas de la triada:

jeitinho, otario, espectador. Si no hay alarde después del

engaño, ante el público de ocasión o ante familiares y

amigos de cuadra, se pierde la razón de ser del número (en

caso contrario ¡que nos desmienta Muhammad Alí!). Sirva

como ejemplo, el siguiente trozo de entrevista a Bernardo

Caraballo:

David Quitián: después del retiro y de la pensión de Puertos de Colombia

¿Qué hacías en el terminal, campeón?

21

Bernardo Caraballo: bueno, legalmente, le voy a decir la verdad, yo fui

estibador, duré doce años de estibador, tirando sacos y esto… una vez, en el

muelle, se me cayó una estiba, ¡Plop!.. Y en esos momentos pasaba el

gerente general, que era el doctor Villate, recuerdo. Yo me agaché a

componer la estiba, y de pronto él volteó y me vió y le dijo al chofer: “dale al

carro para atrás, ¿Ese no es Caraballo?”, el chofer le dijo: “si, ese es

Caraballo”, entonces echó pa’ atrás, inclusive mis compañeros me dijeron:

“viste Caraballo, ahí viene el gerente general porque tu casi lo matas con la

estiba, te van a botar”, entonces yo dije: “No hombe, yo soy el campeón,

déjalo que venga”,

DQ: (risas)

BC: entonces, cuando él llegó, él se bajó. Era el doctor Villate, era de Tunja.

Llamó al supervisor, llamó al jefe de muelles, se lo trajeron, y le dijo: “Oiga,

usted ¿Cómo tiene esta gloria que le dio gloria a Colombia, usted lo tiene

tirando bultos ahí?’ ¡Ponga ese tipo de mensajero!, en cualquier oficina con

un sueldo bueno.

DQ: ah ¡caramba!, cero regaños, lo que dijo fue, ¿qué pasó aquí?, o sea, él se

indignó.

BC: si. Y enseguida me mandaron para la casa y me dijeron que me viniera

al día siguiente, bien vestido. Después fui bien vestido, y me pusieron de

mensajero donde estaba la crema, en el Fondo Social (Entrevista del

8/05/2008).

Caraballo se sabía privilegiado. Se sabía admirado. Se

sabía campeón o, al menos, como lo dijera Walberto Salcedo

(entrevista del 8 de mayo), se sabía como “un campeón sin

corona” y eso le permitía una licencia frente a los demás

22

mortales. Licencia que trascendía el mero hecho de echar a

perder una estiba en el segundo puerto comercial de

Colombia.

Cuando Caraballo disputó el título mundial, en 1964, ante Edder Jofrey le

dedicó -a través de la radio y la tele- la pelea "al mansito ese que está allá"

refiriéndose al presidente de la República de entonces (Guillermo León

Valencia). La cosa es que Caraballo perdió la pelea (más por ingenuidad que

por incapacidad) y al día siguiente fue citado en Palacio de Nariño. Su

entrenador -medio en sorna, medio en serio- le dijo: "Ves Caraballo, el Presi

te va a joder por perder y por llamarlo 'man'", ante lo cual el pugilista

cartagenero respondió "¡Qué vaaa... ese man podrá ser el Presidente, pero

yo soy el campeón!!!".

La Segunda cuenta que Caraballo fue el primer nacional en traer al país un

par de tenis con luces incluidas. Se trata de esos foquitos insertados en la

suela de los zapatos, que se activan cada vez que se toca el suelo y que hoy

son la sensación de los niños. Pues bien, todos en "El Corralito de Piedra"

narran como Caraballo mandaba -en las noches- a bajar las cañuelas (los

fusibles de alta tensión) del barrio en dónde vivía pa' salir a caminar -con

andadito de Fercho Durango- con su flamante adquisición ¡Todo un

chicanero! (Tomado de

http://www.eltiempo.com/blogs/blogota/2008/11/en-la-

heroica-con-la-leyenda-d.php)

Viñeta cuatro: el cuerpo del delito de Faustino Asprilla

23

“En Faustino Asprilla hay pues dos personalidades que se contradicen pero que vivenen el mismo cuerpo espigado, fibroso y genialmente instintivo, en esa inteligencia que,en el fútbol, es una manera de dignificar el uso de los pies con el cerebro que los guía.

Dos personalidades que viven vidas paralelas, actitudes en pugna. Una, la deldisciplinado y recursivo futbolista; otra, la del camorrero del barrio que en su Tulúa

nativa aprendió a darse trompadas y a sacar un ‘fierro’ porque ese era tal vez ellenguaje primitivo de un poder callejero que muchos convirtieron en cultura”

Óscar Collazos

Faustino Asprilla nació en ‘el corazón del Valle’ en el

seno de un humilde hogar cuyo padre era cortador de caña de

azúcar. Fausto llegó a la Tierra 4 meses después que el

hombre arribara a la Luna. Cuando estuvo en competición su

peso rondaba las 142 libras y en su cédula de ciudadanía

consta que mide 1,80 metros; en tanto que su estructura

física es longilínea. Su historia ya es grande, tan así,

que este morocho inauguró para el país una dinastía de

futbolistas, muchos de los cuales reclaman su linaje

directo con Faustino.

Asprilla es referenciado en el colectivo social por en tres

actos que fueron noticia nacional; embriagado propició un

tiroteo en las calles de su pueblo natal donde más adelante

se vio involucrado en una sonada riña con un conductor de

camión cuando este chocó su coche. Así mismo, se recuerda

con especial morbo la ocasión en que el Tino agredió a unos

periodistas de televisión que le acosaban por unas

declaraciones referidas a unos de los hechos citados atrás.

Asprilla empujó y le enrostró a un incisivo periodista éste

24

interrogante ¿Sabe usted cuánto me gano al día? ¿Cuánto se

gana usted? Dos versiones crueles de la antonomásica

pregunta jeitihna, que tuvo eficaz utilidad: el periodista

se evaporó.

Pero tal vez el hecho que más recuerdan los colombianos

ocurrió en pleno mundial de Francia 98 cuando Asprilla fue

expulsado de la Selección por las fuertes declaraciones que

dio al ser excluido del primer partido frente a Rumania.

Las airadas opiniones del tulueño le dieron la vuelta al

mundo ya que destapó los problemas internos del grupo

colombiano. Faustino terminó su vida futbolística en el

Club de la Universidad de Chile, equipo mediante el cual se

convirtió en la ‘vedette’ del torneo austral por su

relación con top models; pero también por el fotomontaje de

la prensa sensacionalista que lo disfrazó de ‘cowboy’

gracias a los disparos al aire que el Tino hizo con una

pistola de fogueo, mientras animaba a sus compañeros

gritándoles: “corran cabrones si quieren ser campeones”

(Quitián, 2006: 124).

“Goles son amores” dice el refrán popular. No obstante, esto no operaba

para Faustino Asprilla quien no era aceptado por el severo padre de su

novia, entre otras cosas, por el color de costa pacífica de su piel. Para

Hernán Darío Gómez el rendimiento del joven ariete tulueño no era

explicable; ya no tenía el brillo ni la puntería de meses atrás. Lucía distante,

retraído y apático de las actividades grupales que antes le parecían tan

25

amenas. En últimas, pensaba el ‘Bolillo’, había que mandarlo a la suplencia

debido a ese bajonazo deportivo.

La formula surtió efecto ya que Fausto no esperó un segundo partido en el

banco de emergentes cuando explotó y corrió a contárselo todo a su técnico

amigo. Claro que la hora no fue la más apropiada: la una de la madrugada,

lo que no fue impedimento para que Hernán Darío abordara su camioneta

en pijama y fuera junto con el, hasta entonces desconocido futbolista, a la

casa del intolerante suegro que se desarmó al ver ante la puerta de su casa

al DT del Nacional y de la selección Colombia.

Obviamente, la mediación fue exitosa y Faustino a partir de allí cobró su

vena goleadora dedicándole muchos tantos a su amada reconquistada.

Como colofón de esta historia es expresable el hecho de que Asprilla todavía

rompe redes si le dan el menor espacio; pero en lo que respecta a la

noviecita de este relato he de decir que debe estar en brazos de otro hombre

porque las relaciones de la mujeres con el delantero vallecaucano duran

tanto como Bolivia en el mundial de Usa 94 (Tomado de

www.futbolred.com/cuentosdefutbol/davidquitian)

Indisciplina, desparpajo, irreverencia, malicia indígena,

son algunos de los adjetivos que los periodistas han

empleado para definir al hábil delantero vallecaucano. Lo

significativo del asunto es que la astucia que le atribuían

no era un invento de la prensa y de ella hacía gala el

deportista dentro y fuera de las canchas. Sin embargo, un

detalle diferenció a Asprilla de sus predecesores negros:

26

además de la idolatría del país futbolero (entendida como

la popularidad en el universo masculino que se apasiona por

este deporte), el “Tino” fue figura en medios de farándula

por salir con modelos y actrices, por sus escándalos

nocturnos y por el mito alrededor de su miembro viril luego

de unas reveladoras fotografías en la que su pene sobresale

por debajo de su pantaloneta: “no tenía pantaloncillos para

ponerme” aseguró con espontaneidad Asprilla cuando le

preguntaron sobre el incidente. Al respecto, la pluma del

periodista apodado MEPORTO, brinda luces sobre ese mundo de

hormonas y feromonas que rodeaba al Tino. Aquí un trozo

testimonial del boxeador negro Rodrigo Valdéz:

En la ceremonia del pesaje, Valdéz debía dar 146 libras y para no afrontar la

dificultad de unos gramos de más, eterno tormento de los boxeadores,

subió a la báscula desnudo. Le llamó la atención el que una rubia,

manifiestamente mareada, se acercara con su Kodak, a tomarle fotos,

repitiendo el click de la cámara, directamente bajo su ombligo. Después le

preguntó el nombre y le dijo que ella también regresaría a New York,

terminadas sus vacaciones en Las Vegas (Porto, 1978: 37).

Al igual que el ‘Pibe’ Valderrama, Higuita, Leonel Álvarez

y el ‘Gato’ Pérez, Faustino Asprilla ha quemado sus últimos

cartuchos con iniciativas en las que vende su imagen a

través de la televisión; no como jugador, sino como

participante y actor de programas en donde su personalidad

obra como gasolina para el rating. Su última salida fue

27

aparecer desnudo en la portada de la revista Soho12, una

publicación tipo Playboy de circulación nacional. Con esa

carátula Asprilla ratificó su condición de sex simbol

(convirtiéndose en el primer colombiano en la historia

editorial del país que aparece sin ropa en la portada de

una revista de farándula) y logró dar con la perfecta frase

de campaña política –en su aspiración al Congreso de

Colombia- que dice: “Por ti la meteré toda”.

Viñeta cinco: las lecciones de María Isabel Urrutia

Con la otra “Negra grande de Colombia”13 que es Marisa

Urrutia se cumplen varios de los fatalismos propios de ser

negro en el país: un origen humilde y una vida de pobreza

signada por el analfabetismo, la violencia intrafamiliar,

la marginalidad y falta de oportunidades. La aparición del

deporte de alto rendimiento como una oportunidad de ascenso

social y de adquisición de estatus ante el camino cerrado

para otras posibilidades de rápida movilidad como el

modelaje (que no requiere de formación académica, pero que

exceptuando maniquíes negros como Belky Arizala es

territorio colonizado por “las blancas”14) y el mundo

12 Cf. / Soho/ No. 89, septiembre 2007.

13 La primera es la folclorista y cantante Leonor González Mina.14 El Reinado Nacional de la Belleza se celebra –paradójicamente- en elotrora puerto esclavista de Cartagena de Indias. El certamen que,según reza su eslogan, elige cada año a la mujer más bella deColombia, sólo ha elegido a una mujer negra en su edición de 2001cuando fue coronada Vanessa Mendoza.

28

artístico (especialmente la música en ritmos como la salsa,

el merengue y el vallenato) que se abrió a la comunidad

afro desde que actor Óscar Borda debutó en “Los Colores de

la Fama” en 1988.

Sin embargo, el ambiente atlético no es lo que el

romanticismo presentado por la prensa sugiere: es una

actividad de padecimientos que reproduce los sacrificios

por los que se llega a él. Acaso su única diferencia con la

dureza de la vida real es que alimenta la esperanza de una

vida mejor, aunque esconde una verdad desoladora: sólo unos

pocos, la minoría, triunfan.

Uno se mete al boxeo para dejar de aguantar hambre ¡pero aquí se sigue

aguantando! Ya que pa’ dar el peso siempre hay que cuidar lo que se come y

a medida que se acercan las peleas, que es cuando más se trabaja en el

gimnasio, y más hambre da en vez de comer más, nos disminuyen la ración

de comida (Entrevista con Óscar Torres 17/03/2008).

Para colmo de males María Isabel Urrutia escogió, si no la

más inclemente, una de las más difíciles y peligrosas artes

del medio olímpico: la halterofilia, una disciplina que

desde su nombre a nadie le interesa. Si hubiese escogido el

fútbol, el ciclismo o el boxeo (deportes tradicionalmente

masculinos) al menos tendría asegurado el interés de los

noticieros que indistintamente dividen su sección de

deportes en estas tres disciplinas. La Urrutia no se

29

inclinó por el fútbol que –como pasa en toda América

Latina- es el deporte más popular y el más mediático. Ella

no volcó su interés por el ciclismo que fue declarado por

el Congreso de la República como “El deporte nacional”,

siendo una disciplina que ha entregado muchas victorias al

país (como el campeonato mundial de los 4.000 metros

persecución individual de ‘Cochise’ Rodríguez en 1971 y la

“Vuelta a España” de Lucho Herrera en 1987); tampoco se

decidió por el boxeo que es el deporte con más títulos en

Colombia: 34 (incluidos tres bronces olímpicos).

Veintinueve de ellos obtenidos por costeños (la pesista

nació en la Costa Pacífica en la ciudad de Cali) y

veinticuatro alcanzados por afrodescendientes como ella.

¿Cuáles fueron las razones para que terminara en las pesas?

La respuesta es tan absurda como ridícula: no era buena en

ninguno de los deportes en que se probó y “no había nadie

que quisiera meterse al equipo de pesas” como ella misma

suele relatar ante los medios de comunicación. Por rechazo

y por descarte, entonces, llega esta negra al homoerotizado

mundo del arranque y el envión. Para escapar a la pobreza y

al fatal mundo del rebusque termina cumpliendo la fatalidad

de los negros colombianos: practicando un deporte.

El otro lugar común que recorre la pesista es dar en una

disciplina individual: está demostrado –con una suerte de

odioso determinismo- que los colombianos resultan ineptos

30

(dentro y fuera del deporte) para los deportes de conjunto

y para el trabajo en grupo. Basta mirar los títulos

mundiales obtenidos para darnos cuenta de esa evidencia

irrefutable.

Hoy por hoy María Isabel es una mujer con un reconocimiento

y un estatus impropio para su género y grupo poblacional

(exceptuando a la Ministra de Cultura, Paula Moreno quien

también es negra): ella, como Willington Ortiz y Edgar

Perea15, fue representante a la Cámara por las negritudes

en el Parlamento y no es raro verla comentando su

especialidad deportiva en radio, prensa y televisión.

Definitivamente lo logró: a través del deporte llegó a la

calidad de heroína, logrando hacer recesiva la

discriminación que, por ahora, no le vuelve a hacer sentir

que –según sus propias palabras- que es una ciudadana de menor

valía que los demás.

¿En qué radica la grandeza de María Isabel? ¿Qué hace su

medalla olímpica en Sídney 2000 mejor que las de otros

colombianos? La respuesta es tan sencilla como venenosa

para el pueblo machista, racista y clasista que todavía

somos: ella se impuso en la categoría de 75 kilogramos pese

a ser mujer, pese a ser negra y pese a ser pobre, siendo

hasta ahora el/ la única deportista del país que se cuelga

una medalla de oro y sube al cajón más alto de unas justas15 Narrador deportivo afrodescendiente que fue elegido para una curul del senado y que actualmente es el embajador de Colombia en Sudáfrica.

31

olímpicas.

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realizada el 08/05/2008

Abel Cassiani (entrenador de box de San Basilio de

Palenque), realizada el 20/11/2008

Alexis Ángulo (boxeador de la Selección de Bogotá),

realizada el 15/08/2008

Bernardo Caraballo (leyenda cartagenera del boxeo),

realizada el 08/05/2008

Walberto Ahumedo (periodista cartagenero), realizada el

08/05/2008

Óscar Torres (boxeador de la Liga de Bogotá), realizada el

17/03/2008.

34