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Revista Estudios, Universidad de Costa Rica. No. 20, pág. 27-40, ISSN: 1659-1925/2007 LA DEVELIZACIÓN DE LA ESTATUA DEL GRAN HÉROE, QUIEN SE OFRECIÓ EN HOLOCAUSTO EN EL ALTAR DE LA PATRIA PARA REDIMIRLA DE LA ESCLAVITUD: JUAN SANTAMARÍA, 15 DE SETIEMBRE DE 1891 Patricia Fumero RESUMEN El presente trabajo analiza la develización de la estatua del héroe costarricense Juan Santamaría, el 15 de setiembre de 1891.[1 J El objetivo es contribuir con el estudio de uno de los ejes de la construcción de la identidad costarricense: el rescate sistemático de la Campaña Nacional (1856-1857) para la memoria colectiva de los y las costarricenses. El trabajo está dividido en tres partes. En la primera se analiza el papel de la estatuaria CÍvica y de las conmemoraciones. En el segundo apartado estudiamos algunos de los elementos que permitieron la formación de la identidad costarricense. En el tercero examinamos la develización de la estatua de Juan Santamaría, en Alajuela, y reflexionamos sobre el proceso que llevó a la recuperación oficial de la Campaña Nacional. Palabras clave: Costa Rica, estatuaria cívica, Juan Santamaría, identidad, conmemoraciones, historia ABSTRACT This paper analyses the inauguration of the statue of the Costa Rican national hero Juan Santamaría on September 15, 1891. The objective of this paper is to contribute to the study of the construction of Costa Rican identities. First , I analyze the role of civic statuary and commernorations. Second, elements that promote identity formation are examined. Third, I consider the process that led to the official interest in the National Campaign of 1856-57 and the role played by the inauguration of Santarnaría statue in the process. Keywords: Costa Rica, comrnemorations, Juan Santamaría, identity, history El presente trabajo analiza la develiza- ción de la estatua de Juan Santamaría, el 15 de setiembre de 1891. El objetivo es contribuir con el estudio de uno de los ejes de la construcción de la identidad costarricense: el rescate sistemá- tico de la Campaña Nacional (1856-1857) para la memoria colectiva de los y las costarricenses. El trabajo está dividido en tres partes. En la primera se analiza el papel de la estatuaria cívica y de las conmemoraciones. En el segundo apartado estu- diamos algunos de los elementos que permitieron la formación de la identidad costarricense. En el tercero examinamos la develización de la estatua de Juan Santamaría, en Alajuela, y reflexionamos sobre el proceso que llevó a la recuperación ofi- cial de la Campaña Nacional. LA ESTATUARIA CÍVICA Al complementar el estudio de la cultura política con el análisis del papel que juega la estatuaria cívica, los elementos simbólicos y los rituales en el proceso de construcción de identida- des, es posible lograr una visión más compleja de la política. Los elementos anteriormente enume- rados sirven para cumplir con varios propósitos, primero, a través de este tipo de simbología cívica

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Revista Estudios, Universidad de Costa Rica. No. 20, pág. 27-40, ISSN: 1659-1925/2007

LA DEVELIZACIÓN DE LA ESTATUA DEL GRAN HÉROE,QUIEN SE OFRECIÓ EN HOLOCAUSTO EN EL ALTAR DE LA PATRIA

PARA REDIMIRLA DE LA ESCLAVITUD: JUAN SANTAMARÍA,15 DE SETIEMBRE DE 1891

Patricia Fumero

RESUMEN

El presente trabajo analiza la develización de la estatua del héroe costarricense Juan Santamaría, el 15de setiembre de 1891.[1 J El objetivo es contribuir con el estudio de uno de los ejes de la construcción dela identidad costarricense: el rescate sistemático de la Campaña Nacional (1856-1857) para la memoriacolectiva de los y las costarricenses. El trabajo está dividido en tres partes. En la primera se analiza elpapel de la estatuaria CÍvica y de las conmemoraciones. En el segundo apartado estudiamos algunos delos elementos que permitieron la formación de la identidad costarricense. En el tercero examinamos ladevelización de la estatua de Juan Santamaría, en Alajuela, y reflexionamos sobre el proceso que llevó a larecuperación oficial de la Campaña Nacional.Palabras clave: Costa Rica, estatuaria cívica, Juan Santamaría, identidad, conmemoraciones, historia

ABSTRACT

This paper analyses the inauguration of the statue of the Costa Rican national hero Juan Santamaría onSeptember 15, 1891. The objective of this paper is to contribute to the study of the construction of CostaRican identities. First , I analyze the role of civic statuary and commernorations. Second, elements thatpromote identity formation are examined. Third, I consider the process that led to the official interest inthe National Campaign of 1856-57 and the role played by the inauguration of Santarnaría statue in theprocess.Keywords: Costa Rica, comrnemorations, Juan Santamaría, identity, history

El presente trabajo analiza la develiza-ción de la estatua de Juan Santamaría, el 15 desetiembre de 1891. El objetivo es contribuir conel estudio de uno de los ejes de la construcciónde la identidad costarricense: el rescate sistemá-tico de la Campaña Nacional (1856-1857) para lamemoria colectiva de los y las costarricenses. Eltrabajo está dividido en tres partes. En la primerase analiza el papel de la estatuaria cívica y de lasconmemoraciones. En el segundo apartado estu-diamos algunos de los elementos que permitieronla formación de la identidad costarricense. En eltercero examinamos la develización de la estatuade Juan Santamaría, en Alajuela, y reflexionamos

sobre el proceso que llevó a la recuperación ofi-cial de la Campaña Nacional.

LA ESTATUARIA CÍVICA

Al complementar el estudio de la culturapolítica con el análisis del papel que juega laestatuaria cívica, los elementos simbólicos y losrituales en el proceso de construcción de identida-des, es posible lograr una visión más compleja dela política. Los elementos anteriormente enume-rados sirven para cumplir con varios propósitos,primero, a través de este tipo de simbología cívica

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se construye una doble relación en el imaginariocolectivo, entre la figura de los patricios y losvalores primigenios de la nación, y entre el ciu-dadano y los valores representados por la figuraescogida. La vigencia de la imaginería está deter-minada por el proceso de intercambio social, loque supone una transformación permanente delsignificado original que se pierde en el tiempo.El concepto de nación, promovido y difundidopor el Estado, se impone en el decorado urbanoa través de la escogencia de lo representado porla estatuaria cívica y el despliegue de símbolospatrios. De tal manera, podemos argumentar queel conjunto de rituales que se practican alrededorde la imaginería permite que se conviertan en uncomplemento simbólico-cultural del proceso deconstrucción de la nación. A su vez, los símboloscívicos constituyen un conjunto de signos ideo-lógicos, que junto con los cotidianos, artísticos,filosóficos o literarios, configuran el ambienteideológico (Bajtin citado por Silvestri, 1993, p.58) y forman parte de la conciencia social de lacomunidad. Una pregunta que surge en el estudiode este fenómeno es la siguiente ¿por qué se pri-vilegia la instalación de la estatuaria cívica en lasciudades y no en las áreas rurales? La respuestapuede ser la naturaleza misma de la conforma-ción de las ciudades modernas de fines del sigloXIX, las cuales se crearon a partir de la sumade inmigrantes. Esto supone que se convirtieranen ciudades plurales, seculares y sin identidadpropia, mientras que en las áreas rurales lasidentidades se mantuvieron localmente. Palmerplantea que en el San José de fines del siglo XIX,a nivel popular existía tanto un profundo loca-lismo vinculado con la municipalidad o con laaldea, como una relación con la autoridad centralmediada por vínculos con el patrón y el cura de sulocalidad, todo circunscrito por una concepciónde la comunidad política fuertemente teñida poruna noción católica y sagrada de su posición enel cosmos (Palmer, 1992, p. 179). Así, las ciuda-des necesitan reinventarse para asumir el nuevopapel asignado por los grupos dominantes, lo queresultará en un proceso de aculturación, es decir,de la asimilación, por parte de las poblacionesinmigradas, de los valores y de las costumbres delos citadinos (Lepetite, 1996, p. 128).

Segundo, a partir de la selección del lugaren el cual se coloca la imaginería cívica se pue-den definir los espacios vitales de las ciudades.La estatuaria cívica se transforma en un referenteespacial y del poder al brindar una serie de valo-res que permiten la consagración del poder quelos grupos dominantes desean proyectar. Olsen(1986) establece que los monumentos están dise-ñados para proyectar temor o admiración alobservador, para record arles la antigüedad de lasdinastías, el poder del régimen, la riqueza de lacomunidad, la verdad de la ideología que proyec-tan, las victorias militares o los triunfos de lasrevoluciones. Por ello, representan la riqueza, elpoder y la verdad.

Por último, al analizar como se conmemo-ra el calendario cívico podemos estudiar los ritosy las representaciones vinculados con la patria ycomprender el ideal cultural asociado al procesode construcción de la nación (Chartier, 1992).De esta forma, la transformación urbana bajoel ideal cultural de los liberales decimonónicosenlaza la cuestión urbana a la cuestión social,de allí nuestro interés en intentar comprender elvínculo entre lo social-individual y la identidadnacional. En efecto, al establecer un sistema designos, ritos y emblemas, este elemento simbóli-co permite la creación de una identidad relacio-nada con los valores, las acciones o los eventosque representan. El buen ciudadano podrá leer elsignificado atribuido a los símbolos cívicos cadavez que el signo o el rito se reproduzcan. Son elreconocimiento y la identificación que hacen losciudadanos los que permiten la reproducción ylegitimación del poder. Decididamente, se tratade lo simbólico, si se admite que el emblema sehace símbolo cuando adopta una carga de signi-ficados múltiples, situados en distintos gradosde conciencia y hasta de inconsciencia. De aquíse desprende el papel efectivo que tiene la ima-ginería como un factor ideológico e histórico.Al analizar la función de estos significados a lolargo del tiempo, se puede determinar su efectivi-dad como signos de representación del poder entiempos modernos (Fumero, 1997).

El aspecto simbólico está presente en elceremonial sacralizado de la nación. Nos refe-rimos a la ritualización de la conmemoración

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-entendida como un ritual instituido-, a lasprocesiones cívicas y a los desfiles patrióti-cos. En la inauguración o develización de losmonumentos históricos y los edificios públicos,también se perpetúa la memoria histórica. Lainvestigación sobre la estatuaria cívica, permiteel estudio del espectáculo y, la cultura políticaque promueven las conmemoraciones y de lacreación del sentimiento de pertenencia a unacomunidad real y del proceso de invención delas tradiciones. La cultura política es entendidacomo aquellas prácticas populares simbólicasy los valores nacionales asociados con el pro-ceso de legitimación del poder que pueden seraprendidos, apropiados e internalizados cuandose participa en las celebraciones, conmemoracio-nes y procesos electorales. En suma, la culturapolítica consiste en actitudes, normas y creenciascompartidas por los grupos sociales. El entendi-miento que los actores colectivos e individualestienen de sus instituciones, prácticas y grupospolíticos que operan en un contexto determinadorefleja la cultura política.

Según Hobsbawm (1997), la invenciónde tradiciones supone tres tipos básicos de pro-cesos: aquellos que simbolizan cohesión socialo pertenencia a grupos reales o a comunidadesartificiales; los que legitiman instituciones, esta-tus o relaciones de autoridad y los que priorizanla socialización, la enseñanza de creencias, sis-temas de valores y formas de comportamiento.Es en función de los intereses de los sectoresdominantes que se selecciona y organiza la sim-bología nacionalista mediante la oficializaciónde los nuevos días de fiestas patrias, el desplie-gue de los símbolos cívicos, de ceremonias, deconmemoraciones y de héroes. Estos elementos,cargados de significados intrínsecos, son utiliza-dos por el Estado para construir un nacionalismobasado en propuestas cívicas al crear símboloscomunes, en los cuales los nuevos ciudadanospueden encontrar una identidad a la vez colectivae individual.

No es suficiente estudiar la forma cómolos símbolos fueron seleccionados, sino que esnecesario determinar cómo fueron apropiados orechazados por el espectador-ciudadano, en otraspalabras como son interiorizados por el conjunto

social. El valor subjetivo de la imaginería cívi-ca se evidencia al representar acontecimientospreseleccionados y al convertirse en referentesde la ciudadanía. La realidad que reflejan estádefinida por una visión socialmente establecida,por ello son un fenómeno ideológico. En suma,la imaginería cívica se convierte en un sistemade intercambio comunicativo en las sociedadesal transmitir contenidos culturales predefinidos.Así, la forma cómo los diferentes actores socialesutilizan su tiempo libre es una de las vías paraconocer las prácticas culturales y políticas de unasociedad. El Estado también utilizó el espaciobrindado por el esparcimiento para promoversu visión de mundo e inculcar valores comoel civismo, el patriotismo y, especialmente, elconcepto de nación, entre los recién concebidosciudadanos. La reorganización de las ciudades seconvirtió en otro elemento utilizado por los libe-rales para disciplinar a los sectores populares. Laestatuaria se convirtió en la metáfora del buenorden cívico, y su correcta lectura convierte a losespectadores en buenos ciudadanos.

LA FORMACIÓN DE UNA NUEVAIDENTIDAD: LA COSTARRICENSE

En la década de 1870 llega al poder unnuevo grupo político que inicia una serie dereformas tendientes a modernizar, en un sentidocapitalista y positivista, la sociedad y el Estadocostarricense. Así, la llamada República Liberal(1870-1914) se caracterizó por la búsqueda deuna mayor autonomía del Estado. En el ámbitoeconómico, los liberales se declararon defensoresdel modelo capitalista y restringieron su inje-rencia en los asuntos económicos, a la vez quepropiciaron la inversión extranjera. El ideal deprogreso estaba asociado al desarrollo materialproducto de los vínculos con los mercados inter-nacionales y la comercialización del café y delbanano. En el plano político, procuraron cons-truir un régimen electoral mente democrático.

En lo social, los gobiernos liberales secaracterizaron por un creciente control cuyo obje-tivo fue civilizar a los sectores populares. El ordenera considerado como una condición necesaria

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para lograr el progreso material y económico delpaís, de allí la necesidad de fortalecer la presenciadel Estado en el territorio costarricense, lo que enúltima instancia permitió ejercer un mayor con-trol social. El discurso liberal de civilidad estuvorelacionado con el desarrollo cultural de la socie-dad costarricense y con la promoción de nuevospatrones de comportamiento y valores morales,así como con la diversificación de los patrones deconsumo. Estos ideales estuvieron apoyados porla reforma educativa de 1885 la cual posibilitollevar los contenidos ideológicos a diversos secto-res sociales. En otras áreas buscaron constituir unEstado laico y soberano, libre de la intervenciónde la Iglesia en la sociedad civil y especialmenteen la educación, por lo que fomentaron el desarro-llo de un espacio de opinión pública y de culturaciudadana. Los conceptos que se privilegiaronfueron orden, progreso y civilidad entendidoscomo modernización en los ámbitos político,económico, social y cultural. La promoción detales ideales estuvo unida a un discurso sobre lasoberanía, la nacionalidad y progreso.

El orden liberal se representó en la jerar-quización del espacio social y en la escenifica-ción que suponen las conmemoraciones. A esteproceso se sumó la promoción de un sistema deeducación alternativo, fundamentado en la edu-cación informal, en el cual el espacio brindadopor las diversiones públicas representó un papelmuy importante. Así, los liberales emplearonel espacio ofrecido por las diversiones públicaspara promover su visión de mundo. Además,las creaciones artísticas que se instalaron en losparques permitieron, deliberadamente, que susespectadores percibieran ciertos cánones estéti-cos y valores que sirvieran como expresiones delsistema hegemónico y de la moralidad imperantea través del decorado urbano. Podemos analizareste fenómeno a la luz de los ejemplos brinda-dos por el Parque de la Estación, convertido enParque Nacional, en 1892 y la designación de unespacio en el casco urbano alajuelense que darálugar al Parque Juan Santa maría, en agosto de1891. La Secretaría de Fomento, el 22 de agostode 1888, considerando,

Que está dispuesto erigir un monumentoen honor de la memoria del heroico soldado Juan

Santamaría, y corresponde designar el lugar enque deba colocarse, por tanto, el Presidente de laRepública acuerda: Que el expresado monumen-to se coloque en el centro de una plaza que seformará en la parte oeste de la segunda manzanasituada al sur de la plaza principal de la ciudadde Alajuela. (CLD, 1888, pp. 499-500)

De la misma forma y con el objetivo deconsolidar en el imaginario nacional la CampañaNacional como un hito fundacional de la historiacostarricense, se dispuso designar la entraday remate de la capital, San José, como el sitioindicado para que los visitantes y nacionalesrecibieran la lección de civismo brindada por elMonumento Nacional, de esta forma se estable-ció que el

"... sitio conocido con el nombre de Plaza dela Estación [es el lugar idóneo] para colocarel Monumento que por decreto No. 35 [sic por18] de 27 de octubre de 1857 se mandó levantaren la Plaza Mayor de esta ciudad, hoy ParqueNacional, en conmemoración de los triunfosobtenidos por nuestro ejército en la guerra con-Ira los filibusteros." (e L D, 1892, T. ll, p. 55.)

En este contexto se develizó, el 15 desetiembre de 1891, la estatua a Juan Santamaría,en Alajuela y cuatro años después, también un 15de setiembre, el Monumento Nacional. En suma,la idea de nación -concebida como comunidadimaginada- surge al promoverse un nacionalismooficial (Anderson, 2000). Este nacionalismo fuediseminado por el Estado utilizando un conjuntobastante diverso de medios e instituciones, entrelas cuales la estatuaria CÍvica y las conmemora-ciones se convirtieron en el complemento simbó-lico-cultural de las reformas liberales (FumeroVargas, 1997).

El ascenso del nacionalismo se eviden-ció con la creación y uso de los símbolospatrios, entre otras actividades. Una muestra esel Pabellón Nacional, el cual se diseñó y se izópor primera vez el 12 de noviembre de 1848, enla Plaza Mayor de San José (hoy Parque Central)pese, a que es a partir de la década de 1870 que seempieza a desplegar sistemáticamente en las acti-vidades oficiales y civiles. Igualmente, la música

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del Himno Nacional, compuesta a mediados de1852 por José María Gutiérrez, comenzó a serejecutada en todas aquellas actividades oficiales,aunque su versión última es de 1903 después detres versiones (una de 1893, escrita por el colom-biano José Manuel L1eras, la segunda, de 1879,por Juan Garita y la tercera, de 1888, de JuanFernández Ferraz). La versión definitiva de laletra del Himno Nacional es del poeta anarquistaJosé María Zeledón, quien ganó el concursoque al efecto se convocó en 1903. Esta nuevaversión la interpretaron por primera vez dos-cientos estudiantes, el 15 de setiembre de 1903(Vargas Cullel, 1999). El despliegue de símbolospatrios y las conmemoraciones está asociadocon la necesidad creciente de incorporar a lossectores populares en las actividades cívicas. Deesta forma, a partir del arribo de los liberales alpoder también se inicia un proceso de cambio enla cultura política costarricense.

En 1888, Bernardo Soto anunció que reto-maría y ejecutaría los decretos emitidos por elPresidente Juan Mora Porras, en 1857, en loscuales se determinaba la realización de un com-plejo escultórico que coronaría las glorias obteni-das durante la Campaña Nacional de 1856-1857.Irónicamente serán sus sucesores, José JoaquínRodríguez (1889-1894) y Rafael Iglesias (1894-1902) quienes cosecharán los beneficios de estainiciativa. Ambos utilizaron la develización delMonumento Nacional a la Campaña Nacionalpara legitimar sus cuestionados gobiernos. De talmodo que la recuperación de la Campaña Nacionalpermite analizar la forma en que el Estado liberalcostarricense logró seleccionar y organizar la sim-bología nacionalista en función de sus intereseshegemónicos, mediante la oficialización de nuevosdías de fiestas patrias, de ceremonias y de héroes.

El papel cívico de la estatuaria se ponede manifiesto en la forma en que se financia-ron estas obras. Muchos de estos iconos patriosfueron subvencionados mediante la suscripciónpública y el aporte del Estado. Para erigir laestatua al soldado Juan el pueblo participó -pordecreto- en una suscripción pública, de igualforma se financió la contratación del MonumentoNacional, en 1888. Con este fin, en 1887, elPresidente Bernardo Soto (1885-1889) acordó:

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... promover una suscripción nacional destinadaa ese objeto {erigir un monumento a la memoriade Juan Santamaria en Alajuela] la cual debelevantarse en cada provincia por los respectivosgobernadores y comandantes militares, quienesdarán cuenta cada quincena a este Ministerio{Secretaría de Guerra] de las cantidades reco-gidas para depositarlas en el Banco de la Unión,y enviar la lista de los contribuyentes, a fin quese publique en el Diario Oficial (CLD,1888,pp.376-377).

Debido a que el dinero recolectado no fuesuficiente, en julio de 1887, se asignó la canti-dad de cinco mil pesos del Tesoro Público paraauxiliar la construcción del monumento referido(CLD, T. Il, pp. 115-116). El total de gastos de ladevelización del bronce al soldado Juan superólos 13.000 pesos (ANCR, Congreso, 1915, Doc.11486, fA). Sobre los gastos que supuso la deve-lización del Monumento Nacional, no existendatos precisos (La Gaceta, 210, 08 de setiembrede 1895, p. 1). Las fiestas de 1895 asociadas atal develización duraron más de un mes para lossectores dominantes y tres días para los secto-res populares, lo cual demuestra el interés delos políticos por consolidar su imagen públicaen los visitantes extranjeros y las elites locales.El uso de la estatuaria cívica como una manifes-tación del poder político no era una táctica polí-tica nueva. Una de las primeras inauguraciones(las cuales casi siempre eran develizaciones) seformalizó el 15 de setiembre de 1876, cuando enel marco de tres días de fiestas patrias, se colocóuna estatua en la Plaza de Armas, encima de lafuente. El cronista del periódico El Costarricensela describió de la siguiente manera:

Una especie de estatua simbólica del tipode nuestros aborígenes ... La estatua de la libertad,perfectamente representada, con una bandera de laNación en la mano izquierda y en la otra un pedazode cadena simbólico de cómo rompimos las cade-nas de la esclavitud, cambiando la degradante yhumilde condición por la de ciudadanos libres (ElCostarricense,8 de setiembre de 1876, p. 2).

Una década después de la inauguración deesta estatua, ellO de agosto de 1887, el GeneralBernardo Soto develizó, en el Parque Morazán, el

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busto de su suegro, el general Próspero Fernández(1882-1885), a quien "la República era deudorade grandes beneficios." Pese a la oposición políti-ca que se gestó por la instalación de esta estatua,los liberales intentaron reelaborar y legitimaruna figura de por sí cuestionada, en el marcode las negociaciones fronterizas que Soto reciénhabía terminado con el Presidente de Nicaragua,Evaristo Carazo (1887-1889) (Fumero, 1996). Deesta manera se aprovechó la coyuntura política yla movilización popular para legitimar la develi-zación del busto de Fernández.1

La develización del busto de Fernández seefectuó el mismo día que el Presidente Soto llegóa la capital procedente de la provincia de Limóny, tras hacer una estratégica parada política enCartago. En la estación del Ferrocarril al Atlántico,en San José, fue recibido con una ovación espontá-nea y merecida programada y organizada de ante-mano. Se calcula que a esta actividad asistieronalrededor de 4.000 personas, entre los cuales figu-raban 700 alumnos de diferentes escuelas públicasde San José. Se prepararon diversiones públicasy un espléndido lunch para que participaran lossectores populares. Soto y su comitiva caminaronde la estación al Atlántico, escoltados por un bata-llón de infantería hacia el Parque Morazán luegode atravesar un arco de honor (Víquez, 1887, pp.219-222). Este tipo de actividades abrió paso a unanueva de cultura política en Costa Rica en la cualse integró a los sectores populares como partici-pantes activos en las representaciones cada día mássistemáticas del poder.

Juan Rafael Mora (1850-1859) fue el pri-mer presidente en celebrar la Campaña Nacional.Sin embargo, el elevado costo económico yhumano que supuso la guerra limitó las posibi-lidades de utilizarla como base para articularproyectos políticos y culturales más amplios.Con la caída de Mora en 1859 y su posteriorfusilamiento en 1860 -junto con el General JoséMaría Cañas-, la Campaña fue cubierta con undiscreto silencio oficial, lo que impidió que losgobiernos subsiguientes, desafectos a la figura deMora, celebraran la campaña contra el filibuste-rismo yankee. La recuperación simbólica de laguerra de 1856-1857 tuvo que esperar casi treintaaños, cuando la intelectualidad liberal rescató la

I

Campaña Nacional como base de la nacionalidadcostarricense.

La consolidación de la Campaña Nacionalcomo eje del proyecto liberal de construcción dela nación y la nacionalidad costarricense, -enten-dida como una nueva forma de identidad colec-tiva y secular- estuvo asociada con la coberturaque proporcionó el sistema educativo para finesdel siglo XIX y las primeras décadas del sigloXX. De este modo, la infraestructura educativaformal sirvió para movilizar un contingente decostarricenses que se aprestaron a conmemoraranualmente la gesta de Rivas a partir de 1916(Díaz, 2006). El apoyo que la educación ofrecióal Estado fue determinante al brindar el conte-nido cívico mediante la enseñanza de la historiapatria, los himnos y el respeto a los símbolose iconos nacionales. El caso específico de lasfiestas nacionales en ocasión de la develizaciónde la estatua del héroe alajuelense y del com-plejo escultórico conmemorativo de la CampañaNacional, constituyó un marco de referencia quepermitió la institucionalización de la misma. Esteproceso supuso el rescate de la tradición populary la institucionalización, para la cultura oficial,de la figura de Santamaría y, la consolidaciónde la celebración y conmemoración popular del15 de setiembre como fecha que marcó el iniciode la vida republicana y democrática, a partirde la develización del Monumento Nacional.Consecuentemente, la Campaña Nacional seincluyó en el primer compendio de historia deCosta Rica que se publicó por recomendaciónde la Secretaría de Instrucción, hacia 1894. Eneste trabajo aun no se incluye la figura de JuanSantarnaría. El 11 de abril no se institucionalizasino hasta 1915 (Mendez, XXXX). Sin embargo,al pie del Monumento Nacional, el 15 de setiem-bre de 1895, el Ministro de Guerra, GeneralJuan Bautista Quirós resaltó el importante papeljugado por la Campaña Nacional transformadaen una guerra de independencia sustituta. En sudiscurso indicó lo siguiente:

Señores, si en 1821 hicimos conquista pacíficade nuestra independencia, más tarde en 1856 y1857, sellamos con sangre generosa, con actosde heroísmo sublime y con esfuerzos denodados,

FUMERO: La develización de la estatua del gran héroe, quien se ofreció en holocausto ...

propios de la leyenda, la obra incruenta, perotrascendental, de nuestros padres, demostrandode esta suerte, al cabo de treinta y cinco años,que éramos dignos de la independencia paranosotros conquistada por nuestros gloriososantecesores, y que sabíamos apreciar y defenderel rico legado de libertad que nos viene trans-mitiendo de generación en generación, como undepósito sagrado e invulnerable ... La campañacontra el filibusterismo cosmopolita vino a ser deeste modo para Centro América, el complementode su independencia, su consagración de pueblolibre (La Gaceta, 18 de agosto de 1895, pp. 3-4).

En esta ocasión, la apropiación oficial dela Campaña Nacional se tradujo en la creación yconsolidación de una conmemoración más parael calendario nacional. La creación de nuevastradiciones está Íntimamente ligada al procesode socialización, en el cual se inculcan creencias,sistemas de valores y nuevas formas de compor-tamiento a los diversos sectores de la sociedad,en este caso, la costarricense.

EL CASO DEL SOLDADO JUAN(15 DE SETIEMBRE DE 1891)

¿Por qué una estatua a Juan Santa maría yno a Juan Alfaro Ruiz? Esta fue la pregunta queRicardo Jiménez hizo el 15 de setiembre de 1891,momentos antes de que se develizara la estatuaa Juan Santamaría, en Alajuela. Y él mismo, ensu calidad de presidente de la Corte Supremade Justicia respondió de la siguiente manera alexplicarle a la multitud que se congregó alrede-dor de la estatua, que

al erigirla al primero [Juan Santamaría] nosólo se paga una deuda de gratitud para conel tambor valeroso ... sino que ... se exalta yconmemora lo que hubo de grande en aque-llas expediciones del [18] 56 y 57... por mane-ra viene a ser esta estatua un monumento alpueblo humilde, a los desconocidos de SantaRosa, el Río y Rivas, el heroísmo anónimo quesalvó a la Nación (La Gaceta, No. 216,18 desetiembre de 1891).

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El primero en referirse a la heroicidad deJuan Santa maría fue el ex gobernante de NuevaGranada (hoy Colombia) José de Obaldía, el 15de setiembre de 1864 mientras se hallaba en elexilio. Esta disertación no fue publicada en losperiódicos, sino que circuló a partir de unosfolletos que fueron impresos por el gobierno deJesús Jiménez (1863-1866, 1868-1870). En 1883,el exiliado hondureño Álvaro Contreras retornólas palabras de Obaldía y destacó en un edito-rial la importancia de la hazaña del tamborcilloalajuelense. Ese editorial, a la postre, propicióque se aglutinara la tradición local y los interesesdel Estado costarricense. Por tanto, en mediode los problemas políticos que tuvieron queenfrentar los gobiernos de la década de 1880, laCampaña Nacional fue un elemento determinanteen el proceso de construcción de la nacionalidadcostarricense. El Gobierno asumió la iniciativaalajuelense de erigir la estatua al soldado Juany la promovió en el ámbito nacional mediante laconvocatoria de una suscripción nacional, la cualreforzó la condición militar del héroe. Aunquelo recogido en esta ocasión no fue suficientepara completar el costo que supuso el bronce, almenos se logró que los militares y la ciudadaníase imaginaran como integrantes de una comu-nidad nacional al participar en la consecuciónde fondos. La iniciativa sirvió también para quelos veteranos de la guerra participaran en ladevelización de la estatua del gran héroe, quiense ofreció "en holocausto en el altar de la Patriapara redimirla de la esclavitud." Una estrategiasimilar se utilizó con motivo de la develizacióndel Monumento Nacional en 1895.

Debido a las dudas que la figura deSantamaría presentaba para algunos sectores, ycon el objetivo de esclarecer, legitimar e institu-cionalizar el delicado asunto de Santamaría, elGobierno se preocupó de levantar declaracionesentre los veteranos de la Campaña Nacional antesde la develización del bronce. Con este objetivose levantó en 1891 la Información ad-perpetuam:heroísmo de Juan Santamaría: batalla del 1l deabril de 1856 (Chacon, 1891). En la informaciónad perpetuam lo que se intenta es demostrar unhecho que podría quedar en el futuro sin prueba,tuvo carácter declarativo, y se buscó determinar

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la quema del Mesón por Juan Santamaría. Estaactividad fue promovida por el Club Liberal deAlajuela, y apoyada por el Municipio. Las declara-ciones se presentaron en San José y Alajuela duran-te el día 8 de agosto de 1891 (Gallegos, 1966).

El ambiente político nacional se mantuvotenso a partir de los acontecimientos que lleva-ron a José Joaquín Rodríguez a la Presidencia,sobre todo después de la persecución políticaque se desató en ese momento. En esas circuns-tancias, la develización y la conmemoración delseptuagésimo aniversario de la independenciacentroamericana le ofrecieron a Rodríguez unespacio para practicar una política conciliatoria.Esta circunstancia fue aprovechada por el gober-nante para congraciarse con la ciudadanía aldecretar que se concedía la más amplia amnistíaa favor de todos los que se encuentran penadospor causas políticas (La Gaceta, 18 de setiembrede 1891, p. 1).

El impacto político que supuso la activi-dad del IS de setiembre, con la inauguración delprimer monumento a las glorias nacionales fueresaltado por Rubén Darío al apuntar que allífueron juntos "el botón rojo y la escárpela trico-lor; los de Rodríguez y los de Esquivel... a ver elvencimiento de la idea de la patria, sobre todaslas ideas parciales y de cuerpos políticos" (Da río,1891). La prensa que cubrió el evento tambiéntomó nota de la importancia política de la acti-vidad y el estatus al cual Santa maría había sidoelevado "el libertador de la República," y resaltólo que se esperaba de los sectores populares: agra-decimiento, nacionalismo y civilidad. La seccióneditorial del periódico oficial La Gaceta del 18 desetiembre se refiere de la siguiente forma:

Como complemento de la festividad celebraday deseoso el Gobierno de que tanto en el ani-versario de la independencia nacional, comoal erigirse la estatua consagrada al Libertadorde la República, gozaron los costarricenses quesufren alguna pena por causas políticas de lalibertad de que habían sido privados, trayen-do a sus hogares la tranquilidad perdida y elconsuelo, ha dictado el decreto que con estafecha se publica, concediéndoles la más ampliaamnistía.

Que este rasgo de magnanimidad y depatriotismo del Jefe de la Nación obtenga de losagradecidos la debida recompensa en honor anuestras instituciones, en bien del orden y de latranquilidad de la República y en provecho de launidad y concordia que debe reinar entre todoslos ciudadanos bien inspirados en el porvenir dela patria (La Gaceta (18 de setiembre de 1891).

A la develización, Rodríguez fue acom-pañado por una comitiva oficial, la cual estabacompuesta, en orden jerárquico de aparición, porlos supremos poderes, el Ministro de SerenísimaMajestad Católica, altos dignatarios de la Iglesiay Camilo Mora en representación de su padre,Juan Rafael Mora, y de su tío José JoaquínMora. También participaron Rafael Cañas ennombre del general José María Cañas, goberna-dores y munícipes, cónsules extranjeros, perio-distas, miembros del Estado Mayor y el ComitéMunicipal de las fiestas de Alajuela.

Las fiestas cívicas comenzaron el 14 desetiembre en la noche después de que llegó el trenrepleto de cartagos, heredianos y josefinos. Laciudad de Alajuela se vio invadida de visitantesque participaron en dos días de fiestas nacionales.Para las 8:00 de la noche se tenía programado lasiluminaciones y una retreta a cuatro bandas frenteal bronce. El IS de setiembre como era costumbre,la ciudadanía despertó con las salvas de los caño-nes y la música de las bandas por la población. Losactos oficiales empezaron con el arribo del señorPresidente y su comitiva. Posteriormente llegó eltren de "inválidos de la Campaña Nacional," a loscuales se les hicieron los honores respectivos. Almismo tiempo, se honraba a la comitiva oficialcon un banquete. Debido al tiempo que la comiti-va oficial se había tomado en el banquete oficialentre el champagne y el almuerzo el Ministro deGuerra, Rafael Iglesias hizo el siguiente llamadoa los invitados especiales

... apenas queda tiempo para llegar al progra-ma oficial. Debemos perdonar hoy los dulcesplaceres de la mesa regalada de la educación yla amistad; pero no impide que yo beba y pro-ponga que bebamos todos por la Patria y porJuan Santamaria (El Heraldo 22 de setiembrede 1891, p. 2).

FUMERO: La develización de la estatua del gran héroe, quien se ofreció en holocausto ...

Luego del brindis la corrutrva oficialemprendió el camino y, al llegar a la PlazaPrincipal, los esperaban las tropas que se habíanformado ya. En el nuevo parque había una enor-me concurrencia para comenzar la ceremonia.Se calcula en más de 1.500 las personas queasistieron a la develización (La Prensa Libre,20 de setiembre de 1891, p. 2). El primer ora-dor fue el ministro de Guerra, Rafael Iglesias,quien hizo un recuento de los actos heroicos de1856 y 1857. Enfatizó en que la estatua era unarecompensa al heroísmo de Juan Santamaría,por lo que estableció que la Patria le abría hoylas puertas de la inmortalidad. También invitó alos soldados a imitar su ejemplo, y agradeció lapresencia a los representantes de los Moras y losCañas y a los "inválidos de la Campaña, [a quie-nes llamó] restos mutilados de aquel ejército."Iglesias terminó en forma emotiva su discurso aldecirle a la concurrencia que se prepararan "parasaludar al héroe de Rivas, al soldado heroico del1I de abril de 1856. ¡Compañeros de armas deJuan Santamaría, descorred el velo que lo cubre,mostrad lo a la posteridad!" (La Prensa Libre, 18de setiembre de 1891, p. 2). Sobre ese discurso,Darío dijo que

II

¡Bello fue aquel final ... cuando hizo descubrirel monumento y apareció el 'Erizo' con su teaempuñada! ... Las bandas hicieron estallar entrueno marcial y armónico, el himno patrio ... lasmujeres en los balcones agitaban los paíiuelosy buscaban las flores del corpiíio; lloraban conardiente júbilo, los caballeros de sombrero depelo y los trabajadores de chaqueta y sombrerode pita ... iY temblando de emoción, los inválidosde los viejos batallones y los soldados nuevospresentaban las armas! (Daría, 1891).

Posterior a la develización de la estatua,Ricardo Jiménez ofreció su discurso. A conti-nuación lo hizo como orador invitado, MarcelinoPacheco, quien en su disertación comparó el reco-nocimiento de la heroicidad de Juan Santamaríacon el proceso que tuvo que pasar Cristo paraser aceptado como redentor. Al finalizar los dis-cursos, el poeta nacional Luis Flores leyó unosversos extensos y viriles, los cuales al igual que

L,

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los discursos fueron reproducidos por la prensa(El Heraldo, 22 de setiembre de 1891, p. 2). Acontinuación se entonaron tres diferentes versio-nes del Himno Patriótico a Juan Santamaría: unocompuesto por Emilio Pacheco, musical izadopor Rafael Chaves y cantado por jóvenes, seño-ritas y niñas de Alajuela, quienes al finalizarsu participación depositaron, individualmente,una corona a los pies de la estatua. Segundo, elhimno compuesto por Emilio Pacheco Cooper,musical izado por Pedro Calderón y dirigido porel maestro José Campabadal, cantado por cientocincuenta miembros de la sociedad cartaginesa,y el tercer himno fue compuesto por el heredianoGordiano Morales. Esta versión fue ejecutadapor las cuatro bandas (Alajuela, Heredia, SanJosé y Cartago). No se cantó la letra por nodisponer del tiempo suficiente en Heredia paraorganizar un coro para tal efecto. Finalmente, seinterpretó el pasodoble Juan Santamaría, com-puesto por Octavio Morales con la letra del poetaEmilio Pacheco Coopero Al ritmo del pasodoblecomenzó el desfile del ejército, seguido por elcuerpo de inválidos. Con esta actividad finaliza-ron los actos oficiales enfrente de la estatua. Laimportancia de las actividades musicales eviden-cia el papel determinante que la música tuvo enla conformación de la nacionalidad costarricense(Vargas Cullel, 2004).

Paralelamente, en la gradería ubicada enuna casa frente al parque, un grupo de civilesencabezado por Juan J. Gutiérrez improvisó supropio programa el cual fue interrumpido cons-tantemente por la policía, pese a que el discursofue elocuente, de corte liberal, e invocaba elderecho inviolable de la libertad de expresión. Laparticipación de Gutiérrez fue tomada en cuentapor la crónica que del evento efectuó el periódicodel Partido Constitucional, debido a que en eldiscurso campeó cierto espíritu de republicanis-mo (El Constitucional, 22 de setiembre de 1891).Después de Gutiérrez hizo uso de la palabra, eljoven liberal, Lisímaco Hoyos:

... este joven, a pesar de invocar el derechoinviolable de la libertad de la palabra y el pen-samiento, que dijo estaba consignado en nuestraconstitución, fue interrumpido varias veces en

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su discurso por agentes de policía. El seíiorHoyos tuvo rasgos de verdadero entusiasmopatriótico y mereció justos aplausos, Después yanadie se atrevió a hablar (Rudini, El Heraldo,19 y 20 de setiembre de 1891, p. 2).

En esta tribuna popular, también intentóparticipar el sector de los obreros. Fue FranciscoMata Ulloa quien, en nombre de la Sociedad deArtesanos, pretendió dar un discurso que le fueimpedido pronunciar. Pese a la represión poli-cial, el documento se reprodujo en el periódicodel Partido Constitucional pocos días después.Esta tribuna popular tuvo limitaciones en el usode la palabra y supuso enfrentamientos entre losmiembros de los sectores populares y los agentesde la policía. Pese a ello, la prensa neutralizó elconflicto, al resaltar y divulgar su propia visiónsegún la cual durante los actos conmemorativosno se produjo ni un solo hecho que desdijera laarmonía y paz que reinó en todas las ánimas(La Gaceta, 18 de setiembre de 1891, p. 2). Lasanteriores participaciones espontáneas popularesse consolidaban en la cultura popular costarri-cense y se encuentran en diferentes manifes-taciones, movilizaciones y develizaciones delValle Central de fines del siglo XIX y primerasdécadas del siglo XX.

Mientras todo esto ocurría, la comitivaoficial se dirigía al Palacio Municipal, en dondeel presidente Rodríguez esperó a los veteranospara ofrecerles una recepción y los respectivoshonores militares y se servirles bien merecidoun refresco. En 1891, sólo dos de los altos jefesdel ejército costarricense que participaron enRivas estaban vivos, ellos eran el general VíctorGuardia y el general Federico Fernández. Laausencia de Guardia a las actividades que se rea-lizaron el "santo día de la patria," fue comentadapor la prensa. Por su parte el general Fernández,al hablar durante el brindis, reforzó el discursooficial al establecer que Juan Santamaría simbo-liza el patriota y al valeroso ejército costarricen-se que combatió en Rivas (La Prensa Libre, 29 desetiembre de 1891, p. 2). Asimismo, enfatizó enla importancia de la solidaridad y el compromisocostarricense por la causa centroamericana. Estediscurso centroamericanista se verá reforzado en

los textos que se publicaron en la prensa y en losdiscursos de los invitados especiales y oficialescon motivo de la develización del MonumentoNacional, cuatro años después.

En la noche del 15 de setiembre de 1891,para los sectores populares se ofrecieron juegosartificiales y una retreta a cuatro bandas, y parala elite se organizó un baile de gala que terminóen la aurora del día siguiente. La preparación detodas estas actividades tuvo una amplia difusiónen los periódicos, desde fines de agosto hastaprincipios de octubre, lo cual evidencia el papelque juega la prensa en la reproducción y construc-ción en el colectivo de la imagen de lo nacional.Las notas sobre el evento motivaron a los perió-dicos a diseñar suplementos para conmemorar el15 de setiembre de 1891. Tales suplementos dejanver el papel de los intelectuales costarricensesque colaboraron de diversas formas al resaltar laimportancia de la gesta.

Durante el período liberal, la prensa repre-sentó un papel importante al punto que para losperiodistas el triunfo del presidente Rodríguez enla campaña electoral de 1889 era producto de laintervención de la prensa por eso no extraña queen 1891 se invitara a los gacetilleros al baile degala, con el objetivo de que cubrieran el evento.El representante del periódico El Heraldo en lainvitación que publicó este periódico, recordó alas damitas que "hará una crónica del baile y, lesadvirtió que las más simpáticas y complacientescon él, figurarán en primer término [en la cróni-ca]. No olviden pues este dato" (El Heraldo, ll desetiembre de 1891, p. 2).

La actividad a su vez permitió que loscomerciantes aplicaran las modernas técni-cas de mercadeo que invitaban al consumo.Aprovecharon la ocasión para promocionarnuevos productos que bautizaron con nombresvinculados al evento, como fue el caso del "per-fume exquisito [Juan Santamaría], preparadocon la esencia concentrada de las más olorosasFLORES DE ALAJUELA en honor del insignepatriota, el héroe mártir, del 11 de Abril. Deventa en la Botica del Comercio" (La República,16 de setiembre de 1891, p. 4). Además, se vendióuna variada selección de fotografías tomadas porel reconocido fotógrafo costarricense Fernando

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Zamora, el día del magno evento. Estas y otrasactividades comerciales denotan el papel que lasfiestas cívicas y las conmemoraciones empiezan ajugar en el dinamismo de las economías locales.

Según la prensa, al finalizar los feste-jos y al abordar el ferrocarril de regreso a suscasas todos los visitantes estaban satisfechos porlas fiestas patrias, solo la tropa de Heredia, aldespedirse de la provincia y ya en los vagonesdel ferrocarril, lanzó un "[muera Alajuela!', tandespreciable como que nadie hizo caso de él"(El Constitucional, 22 de setiembre de 1891).Las rivalidades locales entre Alajuela y Herediahabían quedado en evidencia desde el momentoque el representante de la provincia de Herediano se presentó a los actos oficiales.

EPÍLOGO

La celebración del 15 de setiembre fueconsolidándose a lo largo de la segunda mitaddel siglo XIX e inicios del siglo XX como lodemuestran estudios recientes (Díaz, 2001). Lafiesta de la patria había creado su propia ritua-lización, por este motivo, para algunos conside-raban necesario celebrar el 15 de setiembre lasglorias nacionales producto de la Campaña de1856-1857. Uno de los intelectuales que ofrecióuna justificación adecuada fue Cleto GonzálezVíquez, al escribir que

... natural parecía haber inaugurado la estatuade Santamaria un once de abril; más ya no pudose el día del aniversario de Rivas [pese a que laestatua arribo a Alajuela en marzo}, ningunafecha más propia que el 15 de setiembre ... juntovan bien, pues, la fecha de la proclamaciónincruenta de nuestra independencia y la fiestadedicada a quien significa para nosotros eltriunfo sobre los invasores filibusteros, a quiennos pone a la vista la sangre vertida por nues-tros mayores en defensa del campo santo de lapatria ... No hay que dudarlo. Era preciso, paraapreciar cuanto vale la libertad, obtenida en1821 un poco de regalo, que hubiese necesidadde mantenerla ferro et igne. Hoy la tenemos

\ ganada, y Santamaria quedará siempre en la

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historia de Costa Rica como uno de los padresde su independencia (El Heraldo, 17 de setiem-bre de 1891, p. 2).

El tránsito de una tradición local hacia unatradición nacional había comenzado. En el colegiode Cartago, el domingo 20 de setiembre, bajo ladirección de Juan Rudín sorprendió a la sociedadcartaginesa con una espléndida velada en honoral inmortal Santamaría. Rudín justificó la veladaal manifestar que siendo republicano como era,no podía ver con indiferencia las glorias que estaRepública ha consagrado a Juan Santamaría, glo-rias que le recordaban al héroe de su país [Suiza],Guillermo Tell (El Heraldo, 24 de setiembre de1891, p. 2). Asimismo, esa misma noche en elPalacio Municipal de Cartago, se ofreció un bailede gala en conmemoración del 15 de setiembre yal Ricaurte tico, Juan Santamaría. En ese bailehubo varios discursos, de los cuales se reprodujoen la prensa el dictado por Carlos Franco Salazar(La Prensa Libre, 25 de setiembre de 1891, p. 2).En su discurso, Salazar enfatizó en la necesidadde consolidar una unidad nacional y sobre todola urgencia de elevar más y más el patriotismo enun periodo en el cual la nación y la nacionalidadestaban en construcción.

Los pensadores liberales entendieronque la recuperación y relectura de la CampañaNacional les iba a brindar la oportunidad deutilizarla con el objetivo de iniciar el procesode construcción una identidad nacional y de lanación costarricense. Los discursos real izadosen 1891 tuvieron que repetir el recuerdo de lagesta heroica debido al relativo desconocimientoque del evento tenían la mayoría de los nuevosciudadanos, como resultado del discreto silencioque cubrió la Campaña Nacional a partir del fusi-lamiento de Mora y Cañas en 1860. Igualmente,el Estado se preocupó en desmentir lo planteadoen el libro de Historia de Costa Rica escrito porLorenzo Montúfar, quien argumentaba en eltexto que la hazaña llevada a cabo por el inmor-tal Juan Santamaría no es más que un mito (ElHeraldo, 30 de agosto de 1891, p. 2). Las afirma-ciones de Montúfar motivaron la contratación dediferentes intelectuales para que reescribieranla historia y exaltaran la Campaña Nacional de

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1856 Y 1857 en los textos escolares y de historiainterpretándola como una guerra de independen-cia sustituta.

Aunque se promovió la ritualización delII de abril desde 1891, no es sino hasta 1915 quese decreta el II de abril como feriado obligatorio,con el objetivo de que la celebración fuera respe-tada y recordada por los costarricenses (ANCR.Serie Congreso, Doc. 11486,1915, f. 4). Podemosterminar este artículo con las palabras del edito-rial de La Gaceta, del 13 de setiembre de 1891,

.. .por una coincidencia feliz y deliberada hoyse celebra el descubrimiento de la estatua aJuan Santamaria, en la ciudad de Alajuela,en la conmemoración de la muerte de aquelsoldado el JJ de abril de 1856, en Rivas, hechoque en parte considerable afirmó la libertad deCentroamérica obtenida en 1821 (La Gaceta, 13de setiembre de 1891, p. 2).

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