LAS TRAZAS DE LA PROTECCIÓN INTEGRAL DE DERECHOS EN CHILE: Prácticas, discursos y emergencia de un...

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1 LAS TRAZAS DE LA PROTECCIÓN INTEGRAL DE DERECHOS EN CHILE: PRÁCTICAS, DISCURSOS Y EMERGENCIA DE UN “NUEVO” SUJETO EN LAS RESIDENCIAS INFANTILES. Eje Temático: Construcción social de la niñez y la juventud en contextos de violencias Mesa: Discursos públicos sobre Niño/as y jóvenes en espacios societales contemporáneos. Dinámicas de visibilidad-invisibilidad Sabine Cárdenas Boudey ** Universidad de Chile I. Introducción La presente ponencia propone instalar en la conversación algunas reflexiones preliminares, respecto de la configuración del sujeto- niño de la protección especial del Estado en Chile, resultado la primera etapa del trabajo de campo de mi tesis doctoral en Ciencias Sociales. El contexto social de la reflexión se inscribe en las transformaciones del Sistema de Protección de la Infancia (SPI) en Chile, que se llevaron a cabo a partir de la década de los noventas con el propósito de adecuarlo a los principios de la Convención Internacional de los Derechos del Niño (CIDN) 1 . Me pregunto acerca de cómo se configura el sujeto- niño de la protección de la infancia en Chile, a partir de estos cambios, dados entre dos racionalidades opuestas: el régimen neoliberal chileno, y la de la protección integral de los derechos del niño. Argumento que el discurso de la protección de la infancia en Chile, se constituye al interior de las contradicciones dadas entre ambas racionalidades, dando lugar a una episteme que se nos muestra como coherente 2 , pero que en su paso del texto al contexto, deja expuestas sus contradicciones, en las que se subjetiva la protección y se configura el niño en sujeto de la misma. Para transitar en este campo complejo, se toma como eje, la noción del niño como sujeto de derechos que se analizará a partir de tres preguntas: ¿De qué ideas se constituye esta noción en el sistema de protección de la infancia chileno? ¿Cómo se articulan estas ** Doctor (c) en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Santiago de Chile, [email protected]. Se agradece a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), por el apoyo otorgado para la presentación de esta ponencia. 1 A partir de aquí utilizaremos las siglas SPI para hacer referencia al Sistema de Protección de la infancia y las siglas CIDN para referirnos a la Convención Internacional de los Derechos del Niño. 2 El discurso de la protección especial, es un campo en sí mismo que excede las fronteras de la ponencia, por lo que aquí solo se recogen algunos elementos esenciales para articularlos con las observaciones etnográficas.

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LAS TRAZAS DE LA PROTECCIÓN INTEGRAL DE DERECHOS EN CHILE:

PRÁCTICAS, DISCURSOS Y EMERGENCIA DE UN “NUEVO” SUJETO EN

LAS RESIDENCIAS INFANTILES.

Eje Temático: Construcción social de la niñez y la juventud en contextos de

violencias

Mesa: Discursos públicos sobre Niño/as y jóvenes en espacios societales

contemporáneos. Dinámicas de visibilidad-invisibilidad

Sabine Cárdenas Boudey**

Universidad de Chile

I. Introducción

La presente ponencia propone instalar en la conversación algunas reflexiones

preliminares, respecto de la configuración del sujeto- niño de la protección especial del

Estado en Chile, resultado la primera etapa del trabajo de campo de mi tesis doctoral en

Ciencias Sociales.

El contexto social de la reflexión se inscribe en las transformaciones del Sistema

de Protección de la Infancia (SPI) en Chile, que se llevaron a cabo a partir de la década

de los noventas con el propósito de adecuarlo a los principios de la Convención

Internacional de los Derechos del Niño (CIDN)1.

Me pregunto acerca de cómo se configura el sujeto- niño de la protección de la

infancia en Chile, a partir de estos cambios, dados entre dos racionalidades opuestas: el

régimen neoliberal chileno, y la de la protección integral de los derechos del niño.

Argumento que el discurso de la protección de la infancia en Chile, se constituye

al interior de las contradicciones dadas entre ambas racionalidades, dando lugar a una

episteme que se nos muestra como coherente2, pero que en su paso del texto al contexto,

deja expuestas sus contradicciones, en las que se subjetiva la protección y se configura el

niño en sujeto de la misma.

Para transitar en este campo complejo, se toma como eje, la noción del niño como

sujeto de derechos que se analizará a partir de tres preguntas: ¿De qué ideas se constituye

esta noción en el sistema de protección de la infancia chileno? ¿Cómo se articulan estas

** Doctor (c) en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Santiago de Chile,

[email protected]. Se agradece a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica

(CONICYT), por el apoyo otorgado para la presentación de esta ponencia. 1 A partir de aquí utilizaremos las siglas SPI para hacer referencia al Sistema de Protección de la infancia

y las siglas CIDN para referirnos a la Convención Internacional de los Derechos del Niño. 2 El discurso de la protección especial, es un campo en sí mismo que excede las fronteras de la ponencia,

por lo que aquí solo se recogen algunos elementos esenciales para articularlos con las observaciones

etnográficas.

2

ideas? ¿Qué tensiones se advierte entre ellas? y ¿Cómo se subjetivan en las prácticas y

los discursos de una la residencia infantil?3 ¿Qué sujeto emerge como resultante de esta

dinámica?

Los datos que sirven de base a esta reflexión, provienen de un trabajo etnográfico

- notas de campo y las transcripciones de los talleres realizados con niños4 y adultos-,

realizado a lo largo del 2014 en una residencia infantil en Chile5.

La ponencia se organiza en dos partes. La primera, El texto, describe las lógicas

que constituyen al Sistema de Protección de la Infancia, los cambios realizados a este

sistema y el nuevo discurso en torno al niño, que articula y da sentido a tales cambios. En

la segunda parte, El contexto, se reflexiona acerca de las paradojas que surgen cuando el

texto transita al contexto, en este caso, el de vida cotidiana de la residencia infantil.

II. EL TEXTO: transformaciones del sistema de protección y la emergencia

de un nuevo discurso

En Chile, la Protección de la infancia es presidida por el Servicio Nacional de

Menores (SENAME)6, fundado en 1980 como una instancia reguladora que depende del

Ministerio de Justicia, con atribuciones técnicas, normativas y fiscalizadoras. Este

sistema inició un proceso de transformación institucional en 1990, como consecuencia de

los compromisos que el Estado chileno adquirió a partir de la firma de la Convención

Internacional de los Derechos del Niño (CIDN) y de la mano de la primer Política

Nacional “A favor de la Infancia y la Adolescencia” para el periodo 2001-20107.

Los cambios realizados en el ámbito de la protección de la infancia se articulan al

proceso de perfeccionamiento del régimen neoliberal8, que tiene su origen en la

3 Red de internados que forman parte del SPI. En estos espacios habitan NNA de 0 a 18 años, que han sido

separados de sus familias por la vía judicial, como una medida extraordinaria de protección especial y

temporal, por encontrarse en situación de grave vulneración de sus derechos. Actualmente esta red alberga

alrededor de 13000 mil niños, niñas y adolescentes. 4 El término niño en el texto hace referencia a todas las personas que tienen menos de 18 años. 5 A lo largo de este proceso llevaron a cabo dos talleres para explorar el discurso de los niños y los adultos

al respecto de sus experiencias y concepciones en torno a la vida en la residencia infantil. En el caso del

equipo se desarrolló un taller-diagnóstico, y en el caso de los niños se les incluyó en este diagnóstico a

través de una consulta infantil utilizando como herramienta el rap. Algunas viñetas que se muestran en el

trabajo fueron extraídas de las transcripciones de los talleres, otras son parte del diario de campo. 6 A partir de aquí se hará referencia a este sistema mediante sus siglas: SENAME. 7 Actualmente que ha regresado la coalición de partidos de centro izquierda al poder, se trabaja en una

nueva política para el periodo 2015-2025. 8 Se entiende por régimen, uno de los componentes del modelo político, el cual regula la relación entre el

Estado y la Sociedad: “resuelve los problemas de relaciones entre la gente (ciudadanía) y el Estado y de

cómo se gobierna la sociedad” (Garretón, 1991, pág. 103). Y por régimen neoliberal, aquel en el que el

Estado regula estas relaciones imponiendo en la vida de los ciudadanos las lógicas del mercado, tomando

medidas para corregir los problemas que surjan en el proceso de ampliación del mismo, mediante una

3

constitución promulgada en 1980 por la dictadura militar, en la cual se plantea, el

principio de subsidiariedad del Estado, lo que implicó la supeditación de la política social

a las lógicas del mercado (Garretón, 2012). Esta racionalidad contenida en la política

social, ha implicado que los derechos sociales fundamentales como salud, vivienda y

educación se mercantilicen, y que el Estado subsidiario tenga una función correctiva, que

se aplica de manera selectiva (Wacquant, 2012) a aquellos que quedan fuera de la

dinámica del mercado, esto es la condición socioeconómica actúa como un primer clivaje

para la delimitación de la población a la que se orienta la protección, en el caso de la

infancia, se focaliza en dos grupos. El de la primera infancia, a través de un sistema

universal delimitado por el rango etario (Chile Crece Contigo) y en grupos de poblaciones

pobres9 que son atendidas por el SENAME.

Las transformaciones del Sistema de Protección Especial de la Infancia, se

orientaron hacia el perfeccionamiento de la institucionalidad ya existente. Por una parte

la lógica subsidiaria y por otra se desplegó la lógica de la especialización de la atención

a este sector de la infancia. Estos cambios se sostuvieron a través de un nuevo discurso

que los dotó de coherencia y legitimidad, inscrito en la semántica de “la garantía de los

derechos”.

La lógica subsidiaria opera a través de dos procedimientos: subvención y

fiscalización, a partir del decreto de una ley que dispone un sistema de atención a través

de una red de organismos privados, llamados “colaboradores acreditaos del SENAME”10,

quienes concursan anualmente por los recursos del Estado (Congreso Nacional, 2005), de

acuerdo a las convocatorias para ejecutar los y programas que el gobierno desea

promover.

El sistema de subvenciones en el sistema residencial funciona “pago por día-niño-

atendido”11 y consiste en un subsidio diferenciado de acuerdo al nivel de especialización

política social en la que los beneficios sociales antes entendidos como derechos colectivos son empleados

como correctivos, que se aplican selectivamente y desde una perspectiva individualizante (Wacquant,

2012). 9 En estudio financiado por el SENAME, en el que se tomó una muestra aproximada de 5597 casos de NNA

del sistema residencial del SENAME, se encontró que el 86% de los NNA que ahí habitan se encuentran

en la línea de la pobreza o por debajo de ella (Martínez Ravanal, 2010). 10 Fundaciones, organismos no gubernamentales, muchos de ellos con una orientación religiosa. Algunos

con una larga trayectoria que se remonta incluso a principios del siglo pasado, otros más jóvenes, pero todos

tienen en común que han orientado su trabajo a la asistencia de este sector de la infancia y han tenido que

adecuar sus prácticas y discursos a los criterios actuales dictados por el SENAME. 11En el caso de las residencias infantiles, la subvención cubre aproximadamente el 60% de los gastos

implicados en la atención de cada niño, el 40% restante debe de ser cubierto por la institución de atención

directa que obtiene los fondos a través de la donación de individuos y empresas.

4

de la residencia y al número y tipo de intervenciones individuales realizadas

mensualmente12. Así mismo se compromete a los organismos privados a reorganizarse

para funcionar de acuerdo a la normativa indicada en las Bases Técnicas del programa al

cual se postula. En estas bases se definen los lineamientos generales para el

funcionamiento de la residencia, tanto en el ámbito administrativo como en el de las

formas de operación e intervención. Y para garantizar que se actúa en base a estas bases,

se diseñó un sistema de supervisión y control a través de una plataforma en línea

(SENAINFO), además de las visitas periódicas de un-a supervisor-a administrativo, que

revisa la contabilidad del centro; así como de uno-a supervisor-a técnico, quien vigila el

cumplimiento de las bases técnicas a través de la revisión de los expedientes, de entrevista

a los niños y los miembros del equipo, la inspección de las instalaciones. Esta lógica

genera tensiones entre los criterios de la subvención y las necesidades reales de la

residencia y por otra, instrumentaliza y judicializa la vida de una comunidad, imponiendo

de forma vertical y autoritaria los lineamientos operacionales que tienen un trasfondo

jurídico, dado que los niños se encuentran ahí a causa de una medida tomado por un juez.

La lógica de la especialización se articula con el sistema de subvenciones,

modulando los montos pagados en relación al nivel de especialización a partir del

principio de: mayor gravedad del daño, mayor especialización y mayor costo de la

intervención. El propósito es mejorar la calidad de la atención a través de un sistema de

clasificación detallado de las problemática y perfiles de los niños, y de criterios que

contribuyeran a modular las intervenciones de acuerdo al nivel de complejidad de la

problemática.

Tabla 1 Pautas de especialización y modulación de las intervenciones

Caracterización de las

problemáticas

Mamás adolescentes

Situación de calle

Discapacidad

Adicciones

Problemas conductuales

Maltrato

Abuso sexual

Explotación sexual comercial

Nivel de complejidad Alta

Media

Baja

Tipo de intervención Ambulatoria

Internamiento Tipo de programas Preventivos

12 Las intervenciones se organizan en cuatro grupos: individuales, psicosociales, familiares y comunitarias,

y debe reportarse mensualmente cuando menos una intervención mensual, que queda registrada en el

SENAINFO.

5

De intervención

Tipo de residencias

Para lactantes

Para mayores

Para mayores con programa especializado

Para mayores especializadas sin programa

Para mayores especializadas con programa especializado

Para niños con discapacidad

Para mamás adolescentes

Desde esta lógica la población en las residencias infantiles se distribuye de

acuerdo a tres criterios: edad13, tipo de problemática (sus combinaciones)14 y nivel de

especialización que se determina de acuerdo a la “gravedad del daño”.

Para comprender como se inscribe la especialización en el marco de los derechos,

es necesario recurrir a un cuarto componente que forma parte de los cambios realizados

al sistema de protección especial: la elaboración de un discurso ordenado y coherente que

parece desvanecer las contradicciones que lo constituyen.

La lógica del discurso de la protección especial, se tejen a partir de ideas

vinculadas a modelos de pensamiento y campos disciplinares distintitos, en los que se

tejen el campo jurídico con el médico o de la salud mental, a través del hilo conductor de

la noción de vulnerabilidad, como se muestra en la tabla siguiente:

“Niño sujeto de

derechos/ejercicio de

derechos”

“Niño vulnerable/vulneración de

derechos”

“Daño/reparación del daño”

Nociones que provienen

del ámbito jurídico y se

enmarca en el modelo de

los derechos humanos.

Nociones que combinan el ámbito

jurídico, el modelo de derechos

humanos, con el modelo de

vulnerabilidad desarrollado en el

campo de las Ciencias Sociales.

Nociones en las que convergen el

modelo de los derechos humanos

articulado al ámbito jurídico,

particularmente al tema de la

reparación de las víctimas, y el

modelo médico proveniente de las

Ciencias de la Salud.

La “vulnerabilidad”, de acuerdo a la política de infancia, se explica por la

condición del niño como un sujeto en desarrollo y por su condición social. Y la

13 En relación a la edad existen aquellas residencias para lactantes menores de seis años, las residencias

para mayores a partir de los 6 años y residencias para mayores que se avocan a una población más acotada

que puede ser en el rango de seis y doce años o de doce hasta los 18 años. 14 Niños con experiencias de maltrato, abuso sexual, abandono, violencia, explotación, embarazo

adolecente, adicciones, niños que viven en la calle, trabajadores, infractores de ley y con discapacidad.

(SENAME, 2014).

6

vulneración ocurre cuando los derechos no son ejercidos. La protección especial entonces

es resultado de un proceso que restablece los derechos vulnerados y repara sus efectos

mediante la “rehabilitación del daño causado” (Chile, 2000, pág. 23).

El discurso que he denominado “de la protección de la infancia”, enuncia

jurídicamente al niño como “un sujeto de derechos” y lo semantiza a partir del modelo

médico que se fundamenta en la distinción de normalidad/anormalidad.

El modelo de la vulnerabilidad imprime a la anormalidad una condición temporal,

creando la ilusión de la existencia de una situación previa “normal”, que fue alterada por

una acción de vulneración, sujeta de ser reparada y devolver al individuo al supuesto

estado de “normalidad” inicial15.

En síntesis, el sistema actual se constituye a partir de cuatro componentes

interdependientes, articulados por un discurso. La focalización, que mantiene y reproduce

la separación de la infancia normal y la anormal; la subsidiariedad, que garantiza que las

prácticas se orienten y focalicen al tratamiento del daño de la infancia anormal, a partir

de un sistema normativo y uno de fiscalización; la especialización que visibiliza y enuncia

los tipos de daños posibles y los procedimientos para intervenirlos y el discurso que

sostiene y justifica esta lógica desde el paradigma de la protección de derechos.

Estos componentes operan como lógicas sobre las cuales se organiza el sistema

de protección especial. El discurso de la protección junto con las disposiciones de la

norma técnica, los procesos de supervisión y evaluación, que se articulan a la subvención,

se imponen a la vida cotidiana y sus emergencias, definiendo el locus y la arquitectura de

las prácticas que realizan los equipos operativos. Se entiende a estas lógicas como líneas

de fuerza del dispositivo de la protección que instalan las coordenadas entre las cuales se

despliegan las prácticas en la residencia infantil y se configura la subjetividad de los niños

y adultos que en ellas participan.

III. DEL TEXTO AL CONTEXTO: reflexiones a partir del análisis de un caso

1. Descripción general de una residencia infantil

La residencia que nos sirve de referente empírico para pasar del texto al contexto,

es administrada -como la mayoría de residencias-, por una fundación de orientación

15 Esta temporalidad que se traduce en las bases técnicas de las residencias infantiles, en términos de plazos

y planes con mínimos y máximos de tiempo para reestablecer la “normalidad”.

7

religiosa. Tiene una población de 22 niños en un rango que puede ir de los 6 a los 18 años.

El 60% de los niños ha permanecido ahí por más de un año, y el resto de 2 a 5 años. El

equipo actual está conformado por seis “tías”16”, que asumen el rol educativo que

debieran tener los educadores de trato directo17, una psicóloga18, una psicopedagoga, una

terapeuta, recién contratadas; un encargado de la organización de las actividades

deportivas y los paseos, una encargada de la atención médica, un psiquiatra y un

sacerdote. Estos dos últimos, acuden una o dos veces por semana- y a ellos se agregan

una persona encargada del aseo y un director, que hace un año trabaja en la institución.

La población se distribuye en tres pequeñas casas, que siguen el diseño de la casa

básica chilena (vivienda de interés social), de acuerdo a la edad y el grado de complejidad

de la problemática diagnosticada. Cada casa está a cargo de una dupla de “tías”. Estas

mujeres trabajan en turnos de tres días o dos continuos y descansos de igual periodo. La

participación del psiquiatra quien regula la medicación de los niños, le da un estatus de

residencia con programa especializado. De manera que los tribunales de familia canalizan

a esta residencia a aquellos niños que han sido diagnosticados con un trastorno mental.

El 74% de los niños tiene indicación diagnóstica para ser tratado con medicamentos19.

La gestión de las tareas cotidianas depende de que la residencia tenga el equipo

completo, de lo contrario algunas actividades dejan de realizarse. Por ejemplo, al inicio

del año había algunos niño que tenían más de un año sin estudiar porque los habían

expulsado de las escuelas en las que fueron matriculados y no se había logrado contratar

16 En Chile los niños utilizan este vocablo para referirse a los adultos cercanos a ellos, profesores, amigos

de sus padres, incluso vecinos. 17 El salario de las “tías” en relación a la carga que significa su trabajo, es poco remunerado, además de

que las tareas que realizan son más cercanas a la de una asesora de hogar que la de un educador, por lo que

un educador profesional no se interesa en asumir este tipo de puestos. La formación de las “tías” llega a la

enseñanza media y en ocasiones tienen una carrera técnica en enfermería que las habilita para el cuidado

de enfermos.

18 La psicóloga realiza fundamentalmente tareas administrativas ya que es la encargada junto con el

trabajador social, de diseñar e implementar el plan de intervención individual de cada niño cuyo propósito

final es la salida de la residencia. Su labor transita entre el llenado diario del sistema en línea SENAINFO,

y ahora el nuevo sistema implementado por el sistema judicial, la asistencia a los juzgados para el

seguimiento de los casos de los niños, la elaboración de informes, el llenado de expedientes y las visitas

familiares.

19Los trastornos diagnosticados más reiterativos son los Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD),

Síndrome de Déficit de Atención con y sin Hiperactividad (SDAH y SDA), aunque también hay otros,

aunque menos presentes como son el Daño Vincular Severo, Trastorno Disocial con descontrol de

Impulsos, Trastorno de Lenguaje, Ecopresis y Trastorno límite de la Personalidad, Manipulación,

Impulsividad. Los medicamentos que se les administra son: Metilfenidato, Risperidona, Divalproato,

Aradix, Fluxetina y Melatonina.

8

una psicopedagoga que realizara las gestiones pertinentes y le diera seguimiento y

acompañamiento a los niños. El trabajador social renunció el mismo día que yo inicié mi

participación, un mes más tarde se integró un nuevo trabajador social que renunció mes

y medio después, quedando a la deriva el trabajo de seguimiento y acompañamiento de

las familias, el trabajo de seguimiento a través del llenado de las bases de datos y los

expedientes y la coordinación con profesionales expertos que los atienden. El equipo de

las tías quienes realizan las funciones de educadoras de trato directo, no está completo,

es difícil conseguir personal para este puesto ya que las condiciones del trabajo son muy

duras en términos emocionales, lo que se dificulta aún más cuando no se tiene el perfil

profesional adecuado, además de que el salario es bajo en relación a la responsabilidad

que representa. De manera que en el equipo se incluyen personas contratadas por día a

través de una agencia de cuidadoras de enfermos.

2. Constitución de la vida cotidiana: prácticas, discursos e interacciones

En este apartado se expone la subjetivación de las tramas del discurso de la

protección en las prácticas cotidianas de la residencia infantil y sus efectos en la

configuración del sujeto-niño de la protección especial de derechos.

a. La residencia como un lugar de paso

La residencia es un espacio percibido como un lugar de paso. Porque en su

objetivo se plantea que su función es la reintegración de los niños en el menor tiempo

posible (ver más arriba “la noción de vulneración como una situación temporal”). La

estancia del niño en la residencia es considerada como algo fortuito, como un tropiezo

producido por la vulnerabilidad de la familia, que al fortalecer sus capacidades logrará

superar. Sin embargo por lo general, las historias de estos niños y sus familias se

desarrollan en un contexto de pobreza transgeneracional, en las que la precariedad es la

constante en torno a la cual se constituyen distintas estrategias de organización y

sobreviviencia. Además de que algunos niños han vivido siempre en el sistema

residencial y otros no tienen un familiar que acepte hacerse cargo de ellos.

La residencia como lugar de paso se constituye también a partir de la idea de que

el internamiento en estos lugares tiene efectos colaterales negativos para los niños, porque

en el proceso de adaptación a estos espacios adquieren malas conductas:

(…) acá han llegado muchos niños muy tranquilos, yo he conversado con ellos, y se vuelven

agresivos acá, con el sistema, ellos mismo me lo han dicho con sus palabras: “Tío esto es como

una cárcel si yo no me pongo choro con los demás niños, los demás niños abusan de mi”. Igual

9

que en una cárcel, se tienen que hacer agresivos o choros a la fuerza, no en todos los casos, pero

si en algunos de ellos (Taller diagnóstico, sesión del día 30 de abril del 2014).

Su paso por la residencia les produce un estigma:

“Pero en ese sentido los chiquillos de alguna manera buscan, el asimilares, por eso odian

identificarse con el Hogar, y yo de verdad me alegro que no tengan identidad con el Hogar, porque

a lo mejor eso los va a impulsar a salir de acá. No quieren ser reconocidos como un niño de hogar,

no quieren ser tratados como un niño de Hogar, porque los discriminan nomás” (Taller

diagnóstico, sesión del día 30 de abril del 2014).

Y a largo plazo los excluye socialmente:

P1Si, yo creo que todo este sistema de hogares de niños en protección, que está regido por el

SENAME, hoy día, eh, es, poco eh alentador para que un niño pueda desarrollarse como un niño

igual a cualquier otro niño fuera del Hogar. Hoy día está todo dado para que un niño quede

marcado de por vida de que es un niño de Hogar.

P2 ¿Qué cosas lo marcarían?

P1 Eh, su poco estudio, porque al final son niños que prefieren abandonar el colegio que educarse,

su desarraigo con la sociedad, en donde ellos prefieren y pretenden estar cautivos de este Hogar

que los mantiene ciertamente protegidos, alimentados y que se yo, pero fuera de su entorno en el

cual después tienen que desarrollarse. (Taller diagnóstico, sesión del día 30 de abril del 2014).

De manera que el hogar como espacio de protección y reparación se constituye

contradictoriamente como un espacio que marca a los niños con un estigma y los excluye

socialmente. Para comprender como es que esto se produce es necesario explorar las

prácticas cotidianas.

b. Función y orientación de las prácticas cotidianas del equipo

La función reparatoria se comprende y define como una intervención a cargo de

los especialistas (psicólogo, psiquiatra, psicopedagogo, profesor). En la cotidianeidad,

aunque hay muchos adultos, todos están en sus oficinas, cada uno intenta hacer su parte.

El equipo técnico20 fundamenta su actuar en la asistencia: alimentación, proveeduría

material, transporte de los niños; las gestiones interinstitucionales con los centros

terapéuticos, las escuelas, el SENAME y los tribunales de familia; y las tareas

20 Al interior del equipo operativo se distingue entre el equipo técnico que hace referencia a los

profesionales quienes se ubican espacialmente en un edificio al frente de las casas donde viven los niños, y

los no profesionales que hacen referencia a las “tías”.

10

administrativas: diseño y seguimiento de los planes de intervención individual, búsqueda

de familiares. Se agrega la rendición de cuentas que involucra procesos diarios de llenado

de una base de datos para el seguimiento de cada niño, cada intervención, hasta el llenado

de expedientes, la redacción de informes tanto para el juez-a como para el SENAME. Por

su parte, las “tías” tienen a su cargo el aseo de las casas, el lavado de ropa, la preparación

de la comida, el servicio de los alimentos, al margen de la participación de los niños en

estas tareas. Ellas acompañan a los niños a las terapias, los envían a la escuela, les dan

los medicamentos, y los acuestan por la noche. En las reuniones, la atención del equipo

se orienta en “los casos”, la asistencia y la buena conducta en la escuela, en los efectos y

la modulación del tratamiento psiquiátrico, los avances en la terapia: si esta semana “ha

estado más tranquilo”, si “ya se repuso luego de la crisis o la descompensación”. Ante

los conflictos que se dan entre los niños y con los adultos, las respuestas del equipo suelen

darse en términos de nuevos cambios de casa, de escuela, un ajuste en la dosis, una terapia

más ad hoc a las nuevas conductas disruptivas que está presentando, o de un modo más

drástico, con un cambio a una nueva residencia, más especializada; o se espera a que

llegue la persona que lo resolverá: la nueva terapeuta, la “tía” que falta. Estrategias que

buscan una intervención más adecuada, más especializada y particular para el caso en

cuestión, más cerca de la falla y más lejos del niño.

c. La vida cotidiana: desestructura que estructura

La residencia se muestra en las antípodas del imaginario del antiguo orfanato que

operaba bajo una disciplina férrea, rutinas rigurosas, duros castigos y una moral religiosa

inspirada en del temor de Dios. La regulación de las relaciones se rige a partir de un

laissez faire/laissez passer, que deja muchas de las veces un espacio vacío que es tomado

por los niños que aplican la ley del más fuerte.

Los niños no siguen una rutina cotidiana y no reconocen la autoridad de los

adultos. No tienen responsabilidades vinculadas a la residencia, más allá de ir a la escuela.

Esto se entiende como una cuestión de protección de derechos “ellos solo deben jugar y

estudiar”.

Quienes van a la escuela por la tarde deambulan inventando juegos por la mañana

o ven televisión; los que asisten a la escuela en la mañana, pueden sumarse a las

actividades culturales y deportivas vespertinas, organizadas por un grupo de voluntarios

y un par de profesores pagados por la institución. ¿Cómo se hace para convocarlos a una

actividad en una hora particular si no hay autoridad? Los profesores conversan, invitan,

esto a veces se puede prolongar por una hora o más, de pronto llegan dos o tres niños y

11

se inicia la actividad, luego se van y llegan otros, mientras el resto en sus casas ve

televisión (hay una en cada casa), juegan en sus celulares, escuchan música, piden

dinero21 para comprar alguna golosina en la tienda cuando es la hora de la merienda.

Luego se sirven de comer más noche, dejan los trastes y utensilios en la mesa, sin lavar.

En una ocasión los acompañé a un partido de vóleibol profesional, mientras los adultos

estaban atentos al partido, los niños inventaban creativos y riesgosos juegos en las gradas

de un pequeño estadio, provocando el disgusto de los espectadores que se incrementaba

al ver que no había un adulto responsable que pusiera orden.

c. El niño, sujeto en resistencia-sujeto en dependencia

Los niños suelen resistirse a ser reparados. La paradoja del equipo es tener que

reparar y no poder hacerlo. Ese sujeto jurídico enunciado en el discurso de la protección,

es un niño que habla, y por lo tanto, para que la reparación se lleve a cabo, se requiere la

mediación de su voluntad. Pero los niños llegan a la residencia en contra de ella y se

rehúsan a toda propuesta que provenga del equipo. Por ejemplo, José de 10 años, quién

reingresó a la escuela tras haber pasado un año sin estudiar por haber sido expulsado, a la

mitad del ciclo escolar dijo que no quería ir más, y no fue más, no hubo quién lo hiciera

ir. Las tecnologías utilizadas han perdido su efectividad y los adultos su autoridad. Pero

al mismo tiempo, los niños quedan a la deriva; si en alguna ocasión escapan, regresan y

permanecen. Se pliegan a lo único que tienen: “Podemos dormir calientitos, no como

otros huevones que andan pidiendo pancito” (Frase de uno de los raps elaborado por los

niños).

Buena parte de las relaciones entre niños y adultos se estructuran entre los intentos

para que los niños hagan lo que se espera de ellos y la resistencia de los niños a hacer lo

que los adultos les indican. En ocasiones los niños pasan de la resistencia al desafío, a la

amenaza que llega a desembocar en ataques frontales. Las rejas enrejadas con una maya

fina que envuelven el lugar donde trabaja el equipo técnico, son producto de esos ataques.

Las rejas quedaron ahí como un símbolo de esta relación. A través ellas los niños solicitan

hablar con algún miembro del equipo, entablan conversaciones, así como gritan su enojo

que se acompaña con patadas que hacen retumbar las paredes.

21 Pedir dinero y robar son dos estrategias que utilizan para obtener cosas materiales. Hay muy pocos

juguetes en el lugar, suelen ser robados, aunque ellos reciben grandes cantidades de regalos durante la

navidad porque hay empresas que una o dos veces por semana les organizan una fiesta y les dan obsequios,

sin embargo, pronto desaparecen y quedan como antes, juegan con cosas viejas que encuentran por ahí,

vestigios de otros juguetes que ellos mismo destrozaron.

12

d. La falla como El soporte subjetivo de la vida cotidiana

Lo anterior parece sostenerse a partir de una idea peligrosa, en tanto que obstruye

toda posibilidad para la construcción de un de un sentido individual y colectivo respecto

del estar ahí, más allá del hecho de ser señalados por tener una falla y deber repararla: la

creencia de que los problemas cotidianos, los conflictos, las crisis, las resistencias de los

niños a participar, se desprenden de los trastornos emocionales y mentales que padecen

de acuerdo a los diagnósticos de psicólogos y psiquiatras: “no es fácil trabajar con ellos

porque no son capaces de regularse y no son capaces de sostener por mucho tiempo la

atención”, suelen decir los miembros del equipo.

La idea del trastorno mental y el problema emocional actúa como un catalizador

que explica, racionaliza y ordena la disonancia que se produce cuando los niños “hacen

cosas que no son de niños”, tales como agredir físicamente a otras personas, fingir que se

masturban ante la expectativa de la reacción en su observador, tener interacción sexual

con otros niños, utilizar un lenguaje soez que escandaliza hasta al más rudo, subirse a los

techos, robar, negarse a ir a la escuela, etc. Una nota del diario de campo ilustra cómo

esta idea se despliega en las prácticas cotidianas y obtura, la posibilidad de una actividad

tan rutinaria como sentarse todos juntos a comer:

Entré a la casa uno y la tía estaba preparando la once: tecito, marraqueta22 con mantequilla. Le

pregunté si los iba a llamar para tomar once ahora, pero me dijo que no, porque generalmente

los niños iban llegando “así nomás”, “porque es muy difícil que ellos hagan caso”, “ellos son

así porque tienen problemas, un daño”, decía eso mientras me señalaba con el dedo su cabeza,

“están enfermos”, su tono de voz enfatizaba estas dos palabras, como si yo preguntara algo que

era por todos sabido, demasiado obvio. Inmediatamente después de este intercambio, Julián23

entró a la casa, iba con otro niño cuyo nombre aún no conozco, me pidieron unas monedas,

estaban juntando plata para comprar un helado. Y la tía que estaba terminando de poner los

alimentos en la mesa, les dio una moneda de 100 pesos y les abrió el portón para que fueran a la

tienda (Notas de campo tomadas el 12 de marzo del 2014).

Aquí una anécdota recogida en el diario de campo, que da cuenta de cómo la idea

de enfermedad se filtra y mediatiza las relaciones cotidianas:

Una tía, de esas contratadas por la agencia externa y con muy poco tiempo de estar ahí, tocó a

la puerta del galpón donde trabaja el equipo técnico, a su lado venía Danilo, un niño bajito y

22 Pan típico chileno que se come en las onces o merienda. 23 Todos los nombres han sido cambiados para garantizar la confidencialidad de la residencia y sus actores

quienes colaboraron en la investigación.

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muy delgado de 11 años, se ve más pequeño de lo esperado para su edad cronológica y está en

la casa No. 1 (esto significa que pertenece al grupo re “los casos más complejos”. Tenía cara de

enojo, fruncía el ceño y paraba la trompa, hacia un evidente esfuerzo para mostrar su molestia

a través de los gestos de su rostro. Una expresión cotidiana entre los chicos, es común verlos con

esa cara, molestos, enojados por alguna cuestión. Abrí y la tía, una señora de más de 60 años,

regordeta, con una expresión de preocupación en el rostro, tenía una mirada que me interrogaba,

casi me suplicante. Me explicó que Danilo saldría el sábado con su papá, pero que él insistía en

irse ahora y quería llamarle por teléfono para que viniera por él. Le respondí que yo era una

voluntaria, les dije que entraran para que la psicóloga le facilitara el teléfono a Danilo para

llamar a su padre, Danilo se adelantó y la tía quedó ahí de pie, y me dijo: “vaya usted tía, dígale

que el cabro quiere irse hoy, la verdad a mí me da miedo ese cabro, vaya usted”. La psicóloga

le prestó el teléfono a Danilo, quien habló con su papá y luego de ello se quedó más tranquilo,

porque le confirmó que pasaría por él el sábado en la mañana ya que antes no le era posible

(Notas de campo tomadas el 14 de marzo del 2014).

En el imaginario de la tía, Danilo es peligroso24, él lo sabe y aprovecha el temor

de la tía para infundirle miedo a través de su gestualidad, y de esta manera ambos

alimentan la desconfianza uno en el otro.

Los malestares, el aburrimiento, los enojos, los conflictos, la destrucción, los

abusos, la desconfianza, la desesperación, que surgen en la vida cotidiana, son

interpretados y tramitados a través de la falla como explicación causal de lo que acontece

en la residencia, el vale todo y por tanto el nada importa, se muestra como un efecto de

los problemas mentales y emocionales de los niños, con la que los adultos explican y

justifican estas relaciones vehiculizadas a partir del dejar hacer/dejar pasar. La idea de

anormalidad que se instala en la conciencia colectiva del grupo, obstruye la posibilidad

de pensar los niños a partir de otros referentes, cifrados más allá de la salud/enfermedad.

La falla y su reparación se instalan como El sostén subjetivo a partir del cual los adultos

y los niños dan sentido al internamiento, el soporte en torno al cual se configuran los

vínculos entre niños y adultos y la identidad del “niño de Hogar”.

24Los niños son concebidos como seres peligros en tanto que los adultos no saben hasta donde pueden llegar

sus reacciones cuando tienen una “crisis” en la que suelen subirse a los techos, tomar piedras y amenazar

con ellas e incluso tirarlas y dañar a otros, amenazar con cuchillos o hacerse daño ellos mismos, gritar,

golpear, amenazar. Estas crisis tiene un contexto, suele haber una historia desencadenante, generalmente

vinculada a un tema que les es doloroso como sería su madre, la familia, un disgusto con el adulto tutor,

etc. El miedo de los adultos genera culpa, ellos mismos afirman que no es posible albergar ese sentimiento,

aunque en otros momentos dicen que si lo han experimentarlo.

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La paradoja de la residencia es que en las formas en que se comprende su objetivo

que es reparar, están contenidas también las imposibilidades de llevarlo a cabo, porque el

niño al ser presionado para constituirse en objeto de reparación, se niega a ello”. El dejar

hacer/dejar pasar, es producido de imposibilidad para abordar a los niños desde los

marcos de enunciación del discurso de la protección. En esta imposibilidad, quedan

ambos atrapados, todo intento por resolver los problemas que emergen al objetivar al niño

en el territorio constituido desde el referente de la falla, y la falta de otros referentes,

reproduce e incrementan la tensión original entre niños y los adultos, y la imposibilidad

de intervenir, legitima el discurso de la protección. En esta dinámica, como lo explica

Irving Goffman, los niños al oponerse a aceptar el rol de enfermo que se le ha asignado,

refuerzan el argumnento institucional que lo mantiene interno (Goffman, 2004).

IV. Corolario

El análisis de este caso permite ver como el discurso instituido se vehiculiza en la

vida cotidiana instituyendo una relación en la que se reproducen las relaciones

adultocéntricas y autoritarias que configura los patrones de dominación de la infancia,

que el discurso de los derechos del niño pretende transformar. En este, caso el discurso

de los derechos leídos en el marco de la institución de la protección de los derechos de la

infancia, obscurece estas relaciones, que se legitiman mediante la noción de restitución

de derechos y reparación. Pero en la práctica, contraviene el discurso de los derechos, el

niño no es considerado como un ser hablante, no media su voluntad en el proceso, la

reparación se centra en la falla, y al resistirse nuevamente se le ignora como un ser

hablante, justificando dicha resistencia desde la falla. Se intenta una y otra vez llevar a

cabo la reparación (ir a la terapia, a la escuela, al psiquiatra, tomarse la pastilla, mandarlo

a otra casa, a ora escuela, a otra residencia, etc.), porque además la institución está

comprometida económicamente a hacerlo. Pero en tanto más se intenta reparar, más lejos

se está del niño, quién queda desujetado, sin rutina, sin metas, sin propósitos claros y

posibles, en torno a los cuales organizar su vida, re-constituir su identidad, sin otro lugar

de enunciación más que la falla y la reparación, a las que queda sujetado.

El discurso de la protección se subjetiva a través de la idea de la falla que se

constituye como El soporte a partir del cual se organiza de la vida cotidiana en la

residencia.

La desregulación de la vida cotidiana es estructurada por la idea de la falla, y la

conducta desregulada del niño en este contexto, es a su vez estructurante de este principio,

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ya que lo legitima. El argumento de la falla del niño como problema, invisibiliza el

vínculo que se teje entre el niño y los adultos, la institución de la protección y su discurso,

que colabora en la construcción de este niño “desregulado e incontrolable”, obturándose

las posibilidades de enunciar al niño desde otros lugares. El problema es siempre el niño

cada vez más problemático, que ante nuestra mirada perpleja se ha transformado en un

ser ingobernable.

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