La Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares.

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EL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO Y PALEONTOLÓGICO

EN LAS OBRAS DE AMPLIACIÓN DE METRO DE MADRID

(2003-2007)

La Real Fábrica de Pañosde San Fernando de Henares

DIRECCIÓN Y COORDINACIÓN:

MINTRA, Consejería de Transportes e Infraestructuras

Jesús Trabada Guijarro Consejero Delegado

Antonio González Jiménez Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

José María Díaz Retana Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

Manuel Herrera Álvarez Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

Valentín Rodríguez Rodríguez Ingeniero Técnico de Obras Públicas

COLABORACIONES INSTITUCIONALES

Dirección General de Patrimonio Histórico. Consejería de Cultura y Turismo

José Luis Martínez-Almeida Navasqües Director General del Patrimonio Histórico

Belén García de Andoaín Rays Subdirectora General de Protección y Conservación del Patrimonio Histórico

Javier Jiménez Gadea Jefe de Sección de Actuaciones Arqueológicas, Paleontológicas y Etnográficas

COORDINACIÓN DE LA SERIE 2003-2007:

Pilar Mena Muñoz Arqueóloga. Dirección General de Patrimonio Histórico

Carlos Caballero Casado Arqueólogo. Coordinación Arqueología entre la D.G.P.H. y MINTRA

María Elena Nicolás Checa Paleontóloga. Coordinación Paleontología entre la D.G.P.H. y MINTRA

ASESORÍA CIENTÍFICA:

Jorge Morín de Pablos Arqueólogo

EDICIÓN

AUDITORES DE ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE S.A. (AUDEMA)

Coordinación Técnica y Diseño Gráfico Jorge Morín de Pablos Rui Roberto de Almeida Esperanza de Coig-O´Donnell Magro

Maquetación Rui Roberto de Almeida

PORTADA Grabado publicado en el Semanario Pintoresco. 1836.

Fachada de la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares. Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia

PRODUCCIÓN

Impresión y encuadernación

I.S.B.N.:

D.L.:

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN........................................................................................................................................9

UN PEQUEÑO PASO ...............................................................................................................................11

AMPLIACIÓN DE LA RED DE TRANSPORTES 2003-2007 ..............................................................15

I. DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA.......................................................................................................19

I. 1. Fuentes Documentales Para la Historia de San Fernando de Henares......................21 Susana Torreguitart (Archivo Municipal de San Fernando de Henares)

I. 2. Miscelánea de Fuentes Documentales de la Real Fábrica de San Fernando.............35 Mª Laura Cantallops Perelló (Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

I.3. Real Fábrica de San Fernando. Dos Siglos de Historia.................................................103 Mª Laura Cantallops Perelló (Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

II. MARCO GENERAL...........................................................................................................................125

II.1. Madrid Antes del Hombre. Fauna Singular de Madrid...............................................127 Jorge Morales y Mauricio Antón (Museo de Ciencias Naturales, CSIC)

II.2. La Ocupación y Explotación del Medio. Desde la Prehistoria a la Edad Moderna.........................................................................167 Jorge Morín de Pablos, Germán López López, Mario López Recio, Marta Escolá Martínez

y Rafael Barroso Cabrera (Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

II.3. De Torrejoncillo a San Fernando de Henares Pasando por Real Sitio de San Fernando........................................................................207 Ana Rosa Domínguez Santamaria (Historiadora)

II.4. Una Historia Olvidada. Anecdotas y Relatos del Real Sítio de San Fernando........237 Susana Torreguitart (Archivo Municipal de San Fernando de Henares)

III. EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS.................................279

III.1. El Marco Geológico............................................................................................................281 Fernando Tapias Gómez y César Arango Ollero (Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

III.2. La Fauna del Pleistoceno en el Valle del Jarama........................................................297 José Yravedra Sainz de los Terreros, Alejandra Alarcón Hernández y César Arango Ollero

(Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

III.3. Antecedentes de la Intervención.....................................................................................321

III.3.1. La Campaña de 1997 .......................................................................................323 Rosa Mª Barroso Bermejo*, José J. Alcolea González*, Pedro J. Jiménez Sanz*

y Amparo Aldecoa Quintana** (*Universidad de Alcalá de Henares y **Fundación Carpetania)

III.3.2. La Campaña de 2000........................................................................................335 Gregorio I. Yañez Santiago (Trabajos de Arqueología y Restauración) y

Francisco J. Marín Perellón (Instituto de Estudios Madrileños)

III.4. La Intervención Arqueológica de 2005-2007..............................................................349

III.4.1. Metodologia.........................................................................................................353 Ernesto Agustí García, José Antonio Gandullo, Jorge Morín de Pablos

y Francisco López Fraile (Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

III.4.2. La Excavación Arqueológica............................................................................367 Ernesto Agustí García, José Antonio Gandullo, Jorge Morín de Pablos

y Francisco López Fraile (Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

Anexo Planimétrico........................................................................................................417 Francisco López Fraile (Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

III.4.3. La Cultura Material...........................................................................................437 (Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

III.4.4. Conclusiones........................................................................................................473 (Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

III.4.5. El acondicionamiento y la difusión.................................................................483 Jorge Morín de Pablos y Esperanza de Coig-O´Donnell

(Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.)

IV. LA REBELIÓN DE LAS CONCIENCIAS: REALES FÁBRICAS Y ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL..................................................................491 Carlos Caballero (Dirección General de Patrimonio Histórico)

Introducción

El programa de Ampliación del Metro de Madrid 2003-2007 está finalizado. Los objetivos de este ambicioso Plan se han alcanzado. Los madrileños tienen a su disposición una importante oferta en materia de movilidad que les proporcionará mayores cotas de progreso y bienestar, y ya en MINTRA se sigue trabajando con el mismo entusiasmo y eficacia en futuros planes de ampliación. En definitiva, no hay que olvidar que la conquista de unos determinados objetivos coyunturales sólo indica que esperan nuevos trabajos y proyectos; es como si se diera un pequeño paso en cada objetivo que se suma a los anteriores y facilite los que están por llegar. Este intermedio entre unos y otros es el tiempo que tenemos para crecer, para reflexionar, analizar y valorar los procedimientos utilizados, para destacar en positivo las experiencias vividas.

Con la publicación del Libro “La Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares” damos continuidad a la política de difusión y transparencia de los proyectos de la Ampliación del Metro 2003-2007.

Este libro es un nuevo resultado de la colaboración entre la Dirección General de Patri-monio Histórico de la Consejería de Cultura y Turismo, y MINTRA, y complementa la reciente publicación sobre “El Patrimonio Arqueológico y Paleontológico en las Obras de Ampliación de Metro de Madrid 2003-2007”.

Esta colaboración, es un ejemplo de lo que debe entenderse por Arqueología preventiva o de gestión, que permite la necesaria conciliación del respeto a nuestro Patrimonio, a la par que facilita la realización de las grandes obras públicas, que son imprescindibles en el desarrollo de la Comunidad de Madrid.

Mediante esta fórmula, se ha articulado un procedimiento de actuación que ha concluido con el enriquecimiento y conservación del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico, que no sólo no ha sufrido menoscabo alguno, sino por el contrario, como consecuencia de la realiza-ción de una obra pública de la entidad de la acometida se ha conseguido su puesta en valor.

Cabe pues felicitarse por esta colaboración, y continuar por la senda iniciada, como medio para conciliar la salvaguarda del Patrimonio Histórico y el necesario desarrollo de las infraestructuras.

El libro que hoy tenemos el honor de introducir nos acerca, con el pretexto de las excavaciones arqueológicas durante la construcción de la estación de San Fernando de la prolongación de la línea 7, al mundo de nuestra historia cultural más reciente, siglos XVIII, XIX y XX.

Un grupo de especialistas, geólogos, biólogos, arqueólogos, paleontólogos, palinólogos, restauradores, etc., se ocupan en estas páginas de mostrarnos los últimos hallazgos acaecidos en las excavaciones realizadas. El libro se ha estructurado en tres bloques. El primero se ocupa de la documentación histórica; el segundo, es un marco general que va desde la vida antes del hombre hasta el presente y, por último, el tercer bloque se ocupa de las excavaciones, la cultura material y la puesta en valor de la Real Fábrica.

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Asistimos al nacimiento de Torrejoncillo y San Fernando de Henares; y nos pasearemos por las páginas de la historia de los siglos XVII y XVIII.

El paleontólogo e investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales Jorge Morales Romero, apoyado por las magníficas ilustraciones de Mauricio Antón establece un diálogo entre el hombre y el paisaje, que habrá que continuar. El libro se cierra con un interesante artículo de Carlos Caballero, una especie de artículo-escoba sobre las Reales Fábricas de Es-paña y la arqueología industrial.

Para terminar, merece mención especial, a destacar y agradecer, el enorme esfuerzo de los autores para incorporar los mejores gráficos, dibujos, planos, fotografías que harán la lectura de este libro fácil, agradable y en cierta medida, sorprendente.

Jesús Trabada GuijarroConsejero Delegado de MINTRA

José Luis Martínez-Almeida Navasqües Director General de Patrimonio Histórico

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Un pequeño paso

La Expansión

La red de Metro de Madrid se encuentra en un periodo de notable expansión; el desarrollo de los planes de ampliación de la misma en los periodos 1995-1999 y 1999-2003 puso en evidencia el valor añadido que supone incrementar su capacidad buscando un ámbito interurbano para la misma.

En las ampliaciones citadas, la red salió del municipio de Madrid en algunos casos, pero es el plan de expansión de 2003-2007 cuando se consolida tras el éxito que supuso la puesta en servicio de Metrosur en 2003. En el programa para el período 2003-2007 también la red de Metro se ha extendido más allá del ámbito urbano de Madrid; a través de Metronorte Alcobendas y San Sebastián de los Reyes están más cerca; dos líneas de metro ligero conectan Pozuelo y Boadilla del Monte con la red de Metro y Metroeste prolonga la Línea 7 a San Fernando de Henares y Coslada.

El compromiso

MINTRA, perteneciente a la Consejería de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, empresa responsable de las infraestructuras del transporte público se constituye, desde sus inicios, como una organización socialmente comprometida con los madrileños, y tiene entre sus fundamentos la responsabilidad de atender las necesidades ciudadanas de movilidad, y entre sus preocupaciones la recuperación de la memoria viva y la historia de la Comunidad de Madrid.

Estos hechos se concretan con una política activa de sostenibilidad y compromiso social principalmente en materia de Accesibilidad Universal y en la realización de un trabajo sistemático relacionado con la Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico

durante la ejecución de las obras.

El transporte público

El 5 de marzo de 2007 fue inaugurada la prolongación de la Línea 7; cerca de un total de 120.000 habitantes tendrán una posibilidad de mejorar las condiciones de habitabilidad de su entorno más inmediato. Pero algunos más se sentirán reconfortados en sus apreciaciones diarias. Recordamos, por ejemplo, algunos principios elementales reconocidos por los especialistas del transporte1,

1 Datos tomados de la U.I.T.P. (Union International des Transports Publics), y Consorcio Regional de Transportes de Madrid

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• Si todos fuéramos a trabajar en coche, el espacio necesario para el estacionamiento sería tan extenso como el dedicado a las actividades productivas.

• La contaminación, producida por la circulación automovilística, degrada la calidad del aire en la ciudad.

• El ruido deteriora la calidad de vida.

• Los transportes públicos respetan mucho más la vida de los ciudadanos que el vehículo privado.

• Sin atascos las ciudades son acogedoras y dinámicas.

• Por ejemplo; un recorrido domicilio-trabajo en coche consume 90 veces más espacio que el mismo trayecto efectuado en metro y 20 veces si se utiliza el autobús.

La protección

Las grandes obras de infraestructuras que protagonizan el adecuado desarrollo de las ciudades pueden colisionar en algunos casos con la protección de su patrimonio histórico; para evitarlo se necesita la realización de estudios previos que tienen como objetivo minimizar el impacto de un patrimonio arqueológico y paleontológico de incalculable valor.

Todos los proyectos y obras de la ampliación del Metro de Madrid (2003-2007) han contado con un control arqueológico y paleontológico supervisado por la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Consejería de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid. En estas labores de supervisión que se han desarrollado en la totalidad de las líneas y nuevas estaciones han participado más de un centenar de geólogos, arqueólogos y paleontólogos cuyo trabajo ha permitido, localizar y documentar algunos hallazgos arqueológicos y paleontológicos de especial relevancia2.

La convivencia entre ingeniería civil y patrimonio durante los trabajos de ejecución de las obras de prolongación de la Línea 7 del Metro de Madrid y en particular durante la construcción de la estación San Fernando y excavación de los restos de la Real Fábrica es un exponente convincente de la colaboración entre equipos multidisciplinares, prácticamente obligada por la complejidad que presentan hoy en día el desarrollo de los grandes proyectos de infraestructura.

La cultura

En nuestros días las sociedades occidentales entienden el Patrimonio como un conjunto de bienes culturales de carácter material o inmaterial llegados a nosotros como herencia del pasado, que suponen un disfrute durante el presente y que han de ser conservados para su transmisión a las generaciones futuras. Por estas razones el esfuerzo de las Administraciones Públicas se encamina a investigar la naturaleza de esos bienes a conservarlos y a hacerlos asequibles a la ciudadanía, cualquiera que sea su grado formativo y su situación sociocultural.

2 Ver la reciente publicación de MINTRA “El Patrimonio Arqueológico y Paleontológico en las obras de Ampliación de Metro de Madrid 2003-2007”

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Pero no olvidemos que la Historia no puede revivir el pasado; no es factible pensar en una reconstrucción certera e inamovible. Sin embargo sí es posible cambiar el sentido de las preguntas, reformular los planteamientos viejos o reinterpretar el hecho histórico cuantas veces sea preciso hasta aproximarlo a su contexto social y cultural.

El progreso y las interferencias

A medida que las sociedades y pueblos avanzan y progresan resulta más difícil acometer nuevas infraestructuras sin perturbar, de alguna manera, su propio significado cultural.

La ejecución de una gran obra de infraestructura se opone, por superación y en general, a estructuras y servicios anteriores que, en su momento, también significaron mejora y progreso.

De modo que nos encontramos con que el progreso presenta algunas caras bastante polémicas y contradictorias, valoradas de forma diferente según época y lugar.

Para superar estos enfrentamientos se precisa una Autoridad Legislativa con objetivos y con criterios de valoración muy bien definidos y contrastados, que permitan defender en el futuro que Cultura y Progreso no tienen que ser necesariamente opuestos, ya que ambos permiten a la Sociedad alcanzar mayores cotas de bienestar.

Las Autonomías

En los últimos veinte años las comunidades autónomas han asumido las competencias en materia de la protección cultural. A esta situación se ha llegado a raíz de la promulgación de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español. Este nuevo marco legislativo ha supuesto el fin de una larga etapa en la que las excavaciones arqueológicas estaban casi exclusivamente vinculadas con proyectos sistemáticos de investigación de carácter suprarregional. Las consideraciones a objetivos culturales más próximos a la ciudadanía, más íntimos y de interés puramente regional eran económicamente ignorados.

Las políticas autonómicas sobre la protección del patrimonio se centran en objetivos y momentos culturales más próximos. El interés de los ciudadanos por sus temas anima a las Administraciones Locales y Regionales a lanzar campañas para el fomento del respeto y conocimiento de una historia cercana que se integra rápidamente en una Historia querida, deseada e integrada en la Historia de los pueblos.

Legislación

Los cambios derivados de la aplicación de las normativas autonómicas en materia del Patrimonio Histórico han propiciado una mayor complejidad en la gestión del mismo, estableciendo varios niveles de intervención, alguno de ellos con carácter preventivo y obligatorio, al amparo de la aplicación de otras normativas colateralmente relacionadas con el Patrimonio Cultural, como las Leyes de Evaluación del Impacto Ambiental y Directrices y Recomendaciones Europeas suscritas por España y que aseguran la defensa de nuestro Patrimonio Histórico.

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Difusión

El título preliminar de la Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, Ley 10/1998 de 9 de Julio, art. 1, establece: “Las Administraciones Públicas desarrollarán su actuación en materia de Patrimonio Histórico de acuerdo a los siguientes fines: facilitar, difundir y estimular el conocimiento y aprecio por parte de los ciudadanos de los bienes culturales ubicados en la Comunidad de Madrid”. Así nace esta publicación sobre la Real Fábrica de San Fernando, para dar contenido a este mandato de marcado carácter integrador. El lector profesional o técnico, no es el único destinatario de este libro. Existen otros muchos sectores sociales interesados hoy en día, por estos temas, los cuales encontrarán en el texto que sigue amplia respuesta a sus inquietudes e interrogantes.

El enfoque plural y multidisciplinar que se ha dado a esta publicación responde claramente al mismo espíritu de colaboración y coordinación que se ha mantenido en los trabajos de seguimiento arqueológico y paleontológico en las obras de Ampliación de Metro de Madrid 2003-2007.

Los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos Antonio González, Director de Área de Mintra y Abelardo Silva, director de las obras de prolongación de la Línea 7, nos explican brevemente a continuación el significado y contenido del Plan de Ampliación de Metro de Madrid 2003-2007 y nos hacen un breve resumen de la prolongación de la Línea 7.

José María Díaz RetanaDtor. del Área de Proyectos y Obras II. MINTRA

Manuel Herrera Álvarez Dtor. del Área de Proyectos y Obras III. MINTRA

Valentín Rodríguez Rodríguez Ingeniero Técnico de O. P. MINTRA

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Ampliación de la red de transportes 2003-2007

Durante el período 2003-2007 La Comunidad de Madrid ha llevado a cabo con éxito la mayor ampliación de la Red de Metro de Madrid hasta el momento. En total se han construido 90 km de línea y 80 estaciones, lo que ha supuesto un aumento del 35% del total de la red, y se ha logrado una densificación del número de estaciones por kilómetro, alcanzando un ratio próximo a la unidad.

El Plan de Ampliación de la red del Metro de Madrid 2003-2007 ha supuesto, con una inversión de 4.352 millones de Euros, poner en servicio, 90 kilómetros de nueva red de Metro. Para la ejecución de los correspondientes túneles se han utilizando diferentes métodos constructivos en función de las características del trazado, del terreno existente en el subsuelo y del tipo de urbanización y edificación existentes en superficie. Así, se han utilizado el denominado Método tradicional de Madrid, el sistema de excavación entre pantallas, y la perforación mediante tuneladoras EPB.

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La diversificación de las actuaciones por los cuatro puntos cardinales caracteriza esta ampliación. Las obras se han llevado a cabo tanto en el interior del municipio de Madrid como en su corona metropolitana.

Se han conectado por medio del Metro barrios consolidados de Madrid como Carabanchel Alto, Chamartín, Hortaleza, San Cristóbal de los Ángeles, Villaverde y La Elipa, y barrios de nueva construcción: Montecarmelo, Las Tablas y el Ensanche de Vallecas. Igualmente, el Metro ha llegado hasta poblaciones del Norte de Madrid (Alcobendas y San Sebastián de los Reyes) gracias a la prolongación de la Línea 10 o METRONORTE, y por el este al Corredor del Henares (Coslada y San Fernando de Henares), mediante la prolongación de la Línea 7 o METROESTE.

Una singular característica de esta ampliación es la incorporación a la Red de Transportes de la Comunidad de Madrid de un medio de transporte con gran aceptación en algunos países europeos, el Metro Ligero, por medio de él se han conectado a la red de Metro municipios del Oeste (Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte) y barrios de nueva construcción del norte de Madrid (Sanchinarro y Las Tablas). Se trata de un sistema flexible, cómodo y accesible y adaptado a la demanda de transporte público de las citadas zonas.

METROESTE: prolongación de la línea 7

La prolongación de la Línea 7 – METROESTE – ha supuesto la construcción de siete nuevas estaciones y un intercambiador, en 10 nuevos kilómetros de Metro y con una población beneficiada de 120.000 usuarios potenciales.

La prolongación de la Línea 7 parte de la estación de Las Musas y, pasando por el Estadio Olímpico de La Peineta, se adentra en el municipio de Coslada, lo recorre siguiendo aproximadamente el eje de la Av. de la Constitución, donde tiene correspondencia con la estación de Cercanías de Coslada, para proseguir por la Av. Príncipes de España.

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Entra en el Municipio de San Fernando de Henares aproximadamente por la calle de la Cañada para finalmente girar hacia el sur a la altura de la Pza. de Fernando VI. El tramo final termina con una estación en las inmediaciones del futuro hospital de Coslada.

Mediante esta actuación se pretende dar accesibilidad a la zona donde se desarrollarán las futuras instalaciones Olímpicas, llevar servicio de Metro a las áreas de Coslada y San Fernando distantes del servicio de Cercanías y ofrecer una nueva alternativa al Corredor del Henares de entrada ferroviaria en Madrid.

Las ocho estaciones disponen de escaleras mecánicas y ascensores para garantizar una total accesibilidad, son amplias, cómodas y funcionales. La estación de San Fernando del Metro de Madrid, como su propio nombre indica, se encuentra en el municipio de San Fernando de Henares. Está situada en el casco histórico en el solar de la Real Fábrica de Paños de San Fernando, de la que hoy se conserva la fachada y parte del edificio del siglo XVIII reconstruido como casa consistorial. Fue abierta el 5 de mayo de 2007 junto al resto de estaciones que comprenden METROESTE, en la Línea 7.

El interior de la estación ha sido decorado con la obra de Ubaldo Cristobal denominado “La Real Fábrica”, consiste en un mural creado en una serigrafía sobre lona retroiluminada, de la histórica fachada de la antigua Real Fábrica de Paños, algo distorsionada, a modo de collage de diferentes colores, visible desde todos los niveles de la estación.

En el proceso de excavación de la estación fueron descubiertos parte de los muros de la fábrica -datados en el siglo XVIII- y otros restos arqueológicos.

Antonio González Jiménez, Director del Área de Proyectos y Obras I. MINTRA

Abelardo Silva Morán Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

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DOCUMENTACI

ÓN

HISTÓRICA

I

Los documentos de archivo constituyen un recurso historiográfico insustituible para la investigación sobre San Fernando de Henares. En este capítulo se ha trazado un panorama de los centros de archivo que custodian documentos tanto del real sitio como del posterior municipio de San Fernando, además se han apuntado los principales temas de investigación que pueden llevarse a cabo según la naturaleza del fondo documental.

Acta del Pleno del Ayuntamiento de San Fernando de Henares. 01-01-1910. AMSFH (Archivo Municipal de San Fernando de Henares). SIG. L-552

Perspectiva del edificio de la Real Fábrica

Proyecto de Reconstrucción del Antiguo Palacio Real de San Fernando de Henares. Revista Nacional de Arquitectura, nº 65

Luis Cervera Vera, 1947

I.1. Fuentes Documentales para la Historia de San Fernando de Henares

Susana TorreguitartArchivo Municipal de San Fernando de Henares

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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ARCHIVO GENERAL DEL PALACIO

El Archivo General de Palacio surge a partir de la iniciativa de los monarcas José I Bonaparte y de Fernan-do VII. José Bonaparte tuvo la idea de reunir en un solo archivo todos los documentos relacionados con el per-sonal, dependencias de la Real Casa y los procedentes de las Administraciones Patrimoniales. Fernando VII en 1814 da un impulso definitivo a la creación de este ar-chivo porque tiene la necesidad de conocer los derechos del Patrimonio Real y determinar los gastos de la Real Familia que hasta ese momento se confundían con los de la Hacienda Pública (Morterero Simón, 1977:7). Hay documentos sobre el Real Sitio de San Fernando en casi todos los fondos en los que está dividido este archivo.

Administraciones Patrimoniales

Dividido en secciones que corresponden con la do-cumentación administrativa de un Real Sitio: El Escorial, Aranjuez, El Pardo, La Granja de San Ildefonso y San Fernando, entre otros (Gonzalez Cristóbal, 1997:56).

Los documentos de la Administración Patrimonial de San Fernando (1730-1884) son de gran relevancia para la historia del Real Sitio en los siglos XVIII y XIX. Están descritos en un fichero por materias y dentro de cada materia las fichas descriptivas se encuentran ordenadas cronológicamente. Este fichero ha sido automatizado. Hay documentos desde la fundación del Real Sitio en 1746, siendo el volumen documental más destacado el correspondiente al siglo XIX.

Pueden ser ampliamente documentados en este fondo gran diversidad de temas como la organización administrativa, el hospicio, la explotación de cultivos, la contabilidad, los inventarios de bienes muebles e inmuebles, las disposiciones gubernativas, la vida cotidiana, las obras públicas, la caza y la pesca, los acontecimientos políticos, las epidemias, etc.

Otros fondos que contienen documentos sobre el Real Sitio son:

FUENTES DOCUMENTALES PARA LA HISTORIA DE SAN FERNANDO DE HENARES

La documentación que custodia el Archivo General de Palacio es de gran relevancia para la reconstrucción de múltiples aspectos de la historia del Real Sitio de San Fernando. En el fondo de Administraciones Patrimoniales se encuentran los documentos de la gestión administrativa del Real Sitio. Este conjunto documental se complementa con los documentos de otros fondos del archivo que se relacionan en este capítulo. Para la historia del siglo XX el Archivo Municipal de San Fernando de Henares se constituye como la fuente de información más completa.

Además se pueden encontrar documentos sobre San Fernando de Henares en otros centros de archivo. La referencia a cada archivo comienza con una breve introducción sobre su origen. A continuación se proporcionan unos apuntes sobre la sección y el fondo donde hay documentos de interés con el fin de dar unas claves básicas que hagan comprensible su ubicación. El primer centro de archivo estudiado es el Archivo General de Palacio que, como ya se ha comentado, es la fuente de información principal para los siglos XVIII y XIX. Después los archivos históricos de titularidad estatal, seguidos del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid y el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, ambos de titularidad autonómica y finalmente el Archivo Municipal de San Fernando de Henares. Este capítulo concluye con una relación de otros archivos y bibliotecas en los que también se ha encontrado documentación de carácter más puntual.

Aunque se han señalado las fuentes documentales más relevantes, siempre es posible y deseable que, en el desarrollo de nuevas investigaciones, aparezca algún documento de interés dentro de los fondos de cualquier otro archivo del rico panorama de nuestra nación.

En último lugar se debe apuntar que no se han re-lacionado las fuentes informativas sobre yacimientos ar-queológicos puesto que serán tratadas por los especialis-tas en la materia que colaboran en esta publicación.

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Fuentes Documentales para la Historia de San Fernando de Henares

Figura 1 - Croquis de la reforma de la Huerta Grande planeada por el administrador Vicente Collantes. Siglo XIX. Archivo General de Palacio, Sig. P-3450

Figura 2 - Plano de un sifón para un proyecto de regadío en el Raso de Retamar. Año 1858. Archivo General de Palacio, Sig. P-1390

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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la Junta de Obras y Bosques (González Cristóbal, 1997: 56). Dentro de este fondo hay documentos judiciales sobre el Real Sitio de San Fernando: causas y pleitos sobre delitos considerados mayores como son asesinatos, robos, daños a las posesiones reales y deudas con la Real Casa, la mayoría correspondientes al siglo XIX.

Planos y Dibujos

Constituyen este fondo los planos de edificios, jar-dines y obras públicas y también los dibujos de orna-mentaciones y detalles arquitectónicos de construccio-nes y jardines en Madrid, Sitios Reales y edificaciones de la Corona en otras provincias (González Cristóbal, 1997: 56). En cuanto al Real Sitio de San Fernando se conservan un total de 37 planos, entre los que destacan el geométrico de Vargas Machuca1, planos sobre insta-laciones industriales y batanes realizados por Juan Sardi-nero y la colección de planos del castillo y soto de Aldo-vea. Aunque hay un plano del soto de Aldovea fechado en el año 1598, la mayor parte tiene una cronología de finales del siglo XVIII y del siglo XIX.

ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL

El Archivo Histórico Nacional se crea en 1866 para recoger los documentos confiscados a las instituciones eclesiásticas en aplicación de las leyes desamortizadoras del siglo XIX. A estos primeros fondos documentales se fueron agregando otros de procedencia diversa, desde la Administración del Estado hasta archivos privados y colecciones. En este Archivo se conservan documentos en las siguientes secciones.

Sección Órdenes Militares (902-1987)

Forman esta sección los archivos de las Ordenes Militares españolas. Dentro del fondo de la Orden Militar de Santiago está la genealogía y las pruebas para la obtención del título de Caballero del primer gobernador del Real Sitio, Teodoro Ventura de Argumosa.

Sección Estado

Está formada por los documentos producidos por el

Administrativo

Surgió a consecuencia de una clasificación realizada en el siglo XIX. Contiene documentos sobre la gestión económica y administrativa de los bienes de las reales personas (González Cristóbal, 1997: 56). Dentro de este fondo están los títulos de propiedad, escrituras de compra, anexiones de territorios, deslindes y otra do-cumentación que testimonia la creación y configuración territorial del Real Sitio (1746-1856).

Registros

Este fondo está constituido por los documentos que han sido encuadernados en formato libro. Sobre el Real Sitio de San Fernando hay registros entre los años 1814 y 1870. Se pueden encontrar libros de cuentas, libros mayores y de caja claves para el estudio del funciona-miento económico de la real posesión, libros copiadores y libros registro de reales órdenes y decretos que refle-jan la organización administrativa, inventarios de bienes rústicos y urbanos, hojas de servicio de empleados, li-bros de alquiler de las casas y un Testimonio de Apeo y Deslinde del Real Sitio del año 1848.

Personal

Formado por los expedientes personales de los em-pleados de la Real Casa, incluyendo los del Real Sitio de San Fernando. Estos expedientes están ordenados en un fichero alfabético que está automatizado.

Reinados

Cada reinado desde Felipe II hasta el actual monarca Juan Carlos I conforma un archivo independiente (Gon-zález Cristóbal, 1997: 56). Aquí se pueden encontrar puntualmente documentos referentes al Real Sitio de San Fernando. Tiene especial interés la documentación del denominado Gobierno Intruso (1808-1812).

Jurídico

Formado por causas judiciales y pleitos tramitados por el Bureo también llamado Junta Suprema Patrimonial de Apelaciones y otros juzgados privativos de la Real Casa, además incluye los protocolos de las escribanías de

Figura 3 - Plano topográfico de la Plaza Redonda o Plaza de Fernando VI. Año 1845. Archivo General de Palacio, Sig. P-1390

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Fuentes Documentales para la Historia de San Fernando de Henares

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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y que tratan de aspectos diversos del gobierno de las mismas como son la importación de materias primas, medidas de fomento, maquinaria y comercialización de productos (Alfonso Alonso-Muñoyerro, 1997:209).

Sección Fondos Contemporáneos

Esta sección se crea en el año 1960 con documen-

tación procedente de algunos ministerios.

Ministerio de Hacienda

La mayor parte de los documentos son de los siglos XIX y XX aunque también pueden encontrarse algunos del siglo XVIII. En las Ordenes Generales de Rentas hay libros sobre las fábricas del Real Sitio en el siglo XVIII. En Propiedades y Desamortización hay documentos sobre el proceso de desamortización (1865-1871).

Delegación de Hacienda en Madrid

Documentación desde el siglo XVII hasta principios del siglo XX.

Fondo Histórico de Libros (1608-1845). En donde se pueden consultar libros del Catastro del Marqués de la Ensenada de la provincia de Madrid.

Fondo “Exento” de legajos (siglo XIX). Hay documenta-ción sobre el proceso de desamortización del Real Sitio (Crespo Nogueira, 1989:78-80).

ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS

En 1549 Carlos I funda el Archivo General de Simancas y partir de 1588 Felipe II ordena la transferencia periódica de los documentos producidos por los órganos de gobierno de la Corona de Castilla. Esta disposición se mantuvo vigente hasta comienzos del siglo XIX.

Este archivo custodia toda la documentación económica de la Corona de Castilla desde el siglo XV hasta los primeros años del siglo XIX con excepción de algunas series del Archivo Central del Ministerio de Hacienda y los Juros del Archivo Histórico Nacional (Plaza Bores, 1992: 218).

Consejo de Estado y la Secretaría de Estado en el siglo XVIII y primer tercio del siglo XIX. Aunque la mayor parte se refiere a relaciones internacionales, la Secreta-ría de Estado también se ocupaba de otros asuntos de gobierno del reino como lo era el Fomento. De hecho hay documentos sobre la Fábrica de Paños del Real Sitio (León Tello, 1980)2. .

También aquí, dentro de Títulos y Condecoraciones. Ordenes Civiles está el expediente de pruebas de Caballero de la Orden de Carlos III del administrador del Real Sitio de San Fernando José de Almarza fechado en 1791.

Sección Consejos Suprimidos

Consejo de Castilla

Este consejo se encargaba de asesorar al monarca en múltiples materias del gobierno. Dentro de la institución hay documentación sobre el Real Sitio de San Fernando y sus fábricas en:

Sala de Gobierno (1711-1834). Entre sus documentos destacan aquellos que hacen referencia a las reales fábricas

Figura 4 - Proyecto para la entrada de la Huerta Grande. Año 1843. Archivo General de Palacio, Sig. P-3444

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Secretaría y Superintendencia de Hacienda

Aunque los documentos de la Secretaría y la Super-intendencia de Hacienda llegaron al Archivo General de Simancas en un solo envío en el año 1830, los dos fon-dos documentales se describieron de forma diferenciada (Plaza Bores, 1992: 279).

Secretaria de Hacienda (1709-1799)

Tiene su origen en las reformas administrativas de 1714 y posteriores, su importancia va creciendo a medida

que disminuye la del Consejo de Hacienda que desaparece en 1795 ampliándose a partir de ese momento de forma notable las atribuciones de la Secretaría de Hacienda. En este fondo se pueden encontrar documentos sobre la Fábrica de Paños (Plaza Bores, 1992: 279)3.

Tribunal Mayor de Cuentas (1508-1789)

Son documentos contables de la Contaduría Mayor de Cuentas antes de trasformarse en 1828 en el Tribunal Mayor de Cuentas. Hay documentación sobre la Fábrica de Paños (Plaza Bores, 1992: 321)4.

Figura 5 - Soto de Aldovea. Año 1598. Archivo General de Palacio, Sig. P-1906

Fuentes Documentales para la Historia de San Fernando de Henares

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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Diputación Provincial

Contiene la documentación generada por la propia Diputación Provincial desde su creación hasta su des-aparición. Hay documentos de los años cuarenta y cin-cuenta del siglo XX sobre intervención de la Diputación Provincial en Obras Públicas del municipio de San Fer-nando, en especial caminos y carreteras.

ARCHIVO HISTÓRICO DE PROTOCOLOS DE MADRID

El Archivo Histórico de protocolos notariales de Madrid custodia los documentos producidos por los notarios madrileños desde 1504 hasta 1889.

Contaduría de Hipotecas

Las Contadurías de Hipotecas son las instituciones a través de las cuales se normaliza en España un sistema para dar publicidad a las transmisiones de dominio de bienes inmuebles. En 1768 se publica una real pragmática por la que se establece el Oficio de Hipotecas para registrar las traslaciones de dominio de bienes gravados con carga o hipoteca y también su liberación. El oficio queda a cargo de los escribanos de Ayuntamiento. Se mantienen en funcionamiento hasta que la ley Hipotecaria de 8 de febrero de 1861 crea los Registros de la Propiedad que les sustituyen.

ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN

Se crea en el año 1969 como archivo intermedio de la Administración Central del Estado. Los distintos mi-nisterios y otros organismos del Estado envían de forma más o menos periódica sus documentos a este archivo. La mayor parte de sus fondos documentales pertenecen al siglo XX.

En la Sección de la Administración General del Esta-do (Subsección Administración Periférica) y dentro del fondo de la Delegación Provincial de Regiones Devasta-das de Madrid hay documentos sobre proyectos de obras públicas en el municipio de San Fernando de Henares (1943-1958). Un proyecto y documentación sobre la re-paración del Patronato de Protección de la Mujer y otro proyecto de reconstrucción de la iglesia parroquial.

Dentro del fondo de la Administración Provincial y Municipal se pueden encontrar expedientes de renovación de las Comisiones Gestoras del Ayuntamiento de San Fernando de Henares y correspondencia, expedientes de concursos para el puesto de secretario del Ayuntamiento (1939-1949).

ARCHIVO REGIONAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Surge como un Centro de Archivo para la Adminis-tración Autonómica y para los fondos documentales de sus instituciones antecesoras.

Fondos de Diputación

Formados por los documentos producidos por la propia Diputación y los de sus instituciones antecesoras en la función de la Beneficencia Pública (Contel Barea & Duplá del Moral, 1993:66-67).

Hospicio de Madrid

Se pueden encontrar documentos sobre el Hospicio establecido en el Real Sitio de San Fernando y que posteriormente será trasladado a Madrid (Contel Barea & Duplá del Moral, 1993:70).

Figura 6 - Niños de la escuela con su maestro D. Benito. 1930. AMSFH, Sig. D-7

(Imagen cedida por Dnª Visitación Pérez Alvarez)

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Los libros de Contadurías de Hipotecas del Real Sitio de San Fernando tienen una cronología entre los años 1808 y 1862 (Duplá del Moral, 1999:172-174).

ARCHIVO MUNICIPAL DE SAN FERNANDO DE HENARES

La principal fuente documental para el estudio del municipio de San Fernando de Henares en el siglo XX es este Archivo Municipal. Se crea en el año 1991 y conserva los documentos generados por el Ayuntamiento de San Fernando de Henares desde el último tercio del siglo XIX hasta el año 2006. La organización de este fondo documental aparece reflejada en un cuadro de clasificación orgánico-funcional5 y los instrumentos de descripción son catálogos, inventarios e índices que pueden ser consultados en bases de datos.

Dentro de las secciones de este archivo se han destacado las series documentales de mayor relevancia para la investigación historiográfica sobre el municipio.

Gobierno

Los libros de actas de Pleno del Ayuntamiento (1902-2005) configuran una serie de inestimable valía para el estudio de múltiples aspectos de la historia de San Fernando, en ellos aparecen reflejados gran parte de los avatares de la vida del municipio, su crecimiento urbanístico e industrial, la vida cotidiana, los festejos, el eco de los acontecimientos políticos de la nación, el desarrollo de los servicios municipales, el medio ambiente etc. Dentro de cada acta de pleno se han descrito uno por uno los asuntos tratados y esta descripción está disponible en una base de datos junto con la imagen escaneada del acta correspondiente. Las series de libros de actas de la Comisión Municipal Permanente (1924-1984), Comisión de Gobierno (1985-2003) y Junta de Gobierno Local (2004-2005) completan la información ofrecida por las actas de Pleno. Estos libros han sido descritos de la misma forma que los libros de actas de Pleno y de igual modo se puede consultar su imagen digital vinculada a la descripción correspondiente de su base de datos.

Administración

Dentro de esta sección hay documentos sobre elecciones de los cargos del gobierno local desde el año 1901 hasta el momento actual que permiten el estudio de la evolución de los distintos sistemas de participación y el desarrollo de la ideología política de los ciudadanos.

Servicios

Los documentos sobre la ordenación del territorio (1972-2004): planes generales de ordenación urbana, planes parciales y especiales, estudios de detalle, juntas de compensación, etc., aportan una información insus-tituible para el estudio de la configuración y la evolución urbanística, económica y social de San Fernando de Henares.

Figura 7 - Acta del Pleno del Ayuntamiento de San Fernando de Henares. 01-09-1910. AMSFH, Sig. L-552

Fuentes Documentales para la Historia de San Fernando de Henares

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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1874. También se pueden encontrar amillaramientos del año 1877, documentos sobre la contribución industrial desde el año 1899, padrones de riqueza rústica a partir del año 1919 y padrones de edificios y solares desde 1921 por destacar algunas de las series de origen más antiguo.

La evolución de la agricultura, la industria y el comercio en este municipio a lo largo del siglo XX, los cambios de propiedad del territorio, el desarrollo de la fiscalidad, entre otros, son temas que ilustran ampliamente estas series documentales.

OTROS CENTROS DE ARCHIVO Y BIBLIOTECAS

ARCHIVO DEL ARZOBISPADO DE TOLEDO

Documentos del castillo y soto de Aldovea anteriores al año de su compra por Godoy en 1802 y su anexión al Real Sitio en 1804. Relaciones del Cardenal Lorenzana.

ARCHIVO CENTRAL DEL MINISTERIO

DE OBRAS PÚBLICAS Y URBANISMO

Hay documentos sobre la construcción de viviendas de protección oficial en al calle José Alix Alix de los años cuarenta y cincuenta.

Por medio del estudio de la serie documental de ex-pedientes de obras mayores y menores (1936-2003) se puede investigar de forma pormenorizada el urbanismo de la ciudad, la morfología de las edificaciones, la evolu-ción de la arquitectura y los modos de vida urbanos.

Los expedientes de Apertura de Industrias califi-cadas e inocuas (1964-2005) informan sobre el tipo de establecimientos industriales y comerciales que a lo largo del tiempo se han establecido en San Fernando de Henares, la evolución de la economía local, el consumo, el empleo y el medio ambiente.

Hacienda

Dentro de esta sección se conservan documentos fundamentales para los estudios sobre la historia económica del municipio.

Los presupuestos de gastos y de ingresos (1891-2006) y los libros y documentos de contabilidad (1903-2006) aportan información sobre el desarrollo de los servicios públicos municipales (sanidad, educación, cultura, beneficencia, policía, etc.).

También hay una abundante documentación de carácter tributario. Los documentos más antiguos son listas para el cobro de la contribución territorial del año

Figura 8 - Proyecto de escuela nacional para San Fernando de Henares. Año 1936. AMSFH, Sig. C-3-9

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ARCHIVO GENERAL MILITAR DE SEGOVIA

Documentos sobre el periodo de la Guerra Civil.

ARCHIVO HISTÓRICO DEL BANCO DE ESPAÑA

Dentro de la Secretaría hay un expediente de arrendamiento de un almacén en el Real Sitio propiedad del Banco de San Carlos a la Administración del mismo (Torreguitart Búa, 2005).

ARCHIVO DE VILLA DE MADRID

En la Secretaría se encuentra documentación sobre la construcción, reconstrucciones y uso del puente de Viveros.

BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA DE MEDICINA

Conserva una memoria manuscrita sobre la epide-mia de cólera del año 1865 escrita por Santiago Cifuen-tes y José Gastaldo, médicos del Real Sitio y un libro im-preso cuyo autor es José Gastaldo sobre el mismo brote epidémico (Gastaldo Fontabella, 1884).

BIBLIOTECA NACIONAL

Dentro de la sección de manuscritos. Entre varias publicaciones de interés destacan los diccionarios geográficos de Tomás López y de Pascual Madoz.

BIBLIOTECA DEL PALACIO REAL

Entre sus fondos bibliográficos hay un Testimonio de Apeo y Deslinde del Real Sitio de San Fernando del año 1848 y una publicación del Ministerio de Gracia y Justicia sobre las obras realizadas en el asilo de corrección de Nuestra Señora del Pilar entre los años 1908 y 1909 (Cabello y Lapiedra, 1910).

HEMEROTECA MUNICIPAL DE MADRID

Fondo de publicaciones periódicas donde a partir del siglo XX aparecen reseñas sobre acontecimientos que tuvieron lugar en el término municipal de San Ferrnando (Carrasco Redondo, 1996:338-339).

NOTAS

1 CATÁLOGO DE PLANOS.2 Asientos 309, 310, 316, 328.3Asiento 487, p.279.4 Asiento 724, p.321.5 MESA DE TRABAJO SOBRE ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUNICI-PALES (1996): Archivos Municipales: propuesta de cuadro de clasifi-cación de fondos de ayuntamientos.

Figura 9 - Repartimiento de la contribución de la riqueza urbana del municipio de San Fernando de Henares. 1918.

AMSFH, Sig. C-372-1

Fuentes Documentales para la Historia de San Fernando de Henares

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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BIBLIOGRAFÍA

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ÁLVAREZ-COCA GONZÁLEZ, M.J. (1998) “Archivo Histórico Nacional”, en Boletín de ANABAD. XXXVIII, n.1-2. Madrid.

CABELLO Y LAPIEDRA, L.M. (1910) Patronato Real para la represión de la trata de blancas: asilo-albergue de corrección de Nuestra Señora del Pilar situado en San Fernando de Jarama (Provincia de Madrid.) Documentos y planos referentes a todas las obras realizadas en el mencionado edificio y publicados con motivo de su terminación. Imprenta Alemana. Madrid.

CARRASCO REDONDO, M. (1996) “Entre la nostalgia y la ilusión”, en El Sueño de un Rey. Ayuntamiento de San Fernando de Henares. Madrid.

CAYETANO MARTÍN, Mª.C. (2001) Archivo de Villa. Ayun-tamiento, Departamento de Archivos y Bibliotecas. Madrid.

CONTEL BAREA, Mª.C. y DUPLÁ del MORAL, A. (1993) Fuentes de la Historia de Madrid. Real Sociedad Económi-ca Matritense de Amigos del País. Madrid.

CRESPO NOGUEIRA, C. (1989) Archivo Histórico Nacio-nal: Guía. Dirección General de Bellas Artes y Archivos. Ma-drid.

DUPLÁ del MORAL, A. (1999) Madrid en el Archivo Histó-rico de Protocolos. Comunidad de Madrid. Madrid.

FUENTE COBOS, C. de la (1983) Guía del Archivo General del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo. Ministerio de Cultura. Madrid.

GASTALDO FONTABELLA, J. (1884) El Cólera Morbo Asiático. Estudio hecho a la cabecera del enfermo en las epidemias de los años 1854 (en Valencia) y 1865 (en Madrid y en el Real Sitio de San Fernando). Imprenta de José de Rojas. Madrid.

GONZÁLEZ CRISTÓBAL, M. (1997) “Fuentes docu-mentales para el Estudio de los Reales Sitios en el Archivo Ge-neral de Palacio”, en Jornadas sobre el Real Sitio de San Fernando y la Industria en el siglo XVIII. Ayuntamiento de San Fernando de Henares. Madrid.

GUÍA DE ARCHIVOS MILITARES ESPAÑOLES (1995) Ministerio de Defensa. Madrid.

LEÓN TELLO, P. (1973) Índice General de la Sección de Estado (Dirección General de Archivos y Bibliotecas). Madrid.

LEÓN TELLO, P. (1980) Un siglo de fomento español (años 1725-1825). Ministerio de Cultura. Madrid.

MESA DE TRABAJO SOBRE ORGANIZACIÓN DE AR-CHIVOS MUNICIPALES (1996) “Archivos Municipales: pro-puesta de cuadro de clasificación de fondos de ayuntamientos”. ANABAD. Madrid.

MORTERERO SIMÓN, C. (1977) Archivo General del Pala-cio Real de Madrid: Inventario-guía del fondo documental.Patrimo-nio Nacional. Madrid.

PLAZA BORES, A. de la (1992) Archivo General de Simancas: Guía del Investigador. Ministerio de Cultura). Madrid.

La documentación existente sobre la Real Fábrica de San Fernando de Henares permite al arqueólogo conocer diferentes aspectos de la misma, que no están presentes en el registro arqueológico, complementándolo. Resultan especialmente interesantes las planimetrías, aunque escasas, los documentos, muy numerosos, y otros formatos gráficos como los grabados, las litografías y las fotografías históricas. En este capítulo se ha realizado una miscelánea para que el lector tenga la posibilidad de reconstruir la labor del arqueólogo y del historiador trabajando con estos documentos tan significativos.

Detalle del Mapa del Real Sítio de San Fernando, del lugar de Coslada y sus inmediaciones, con inclusión de Madrid y Alcalá de Henares. Siglo XVIII. Archivo Diocesano de Toledo

I.2. Miscelánea de Fuentes Documentales de la Real Fábrica de San Fernando

Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.

Mª Laura Cantallops Perelló

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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MISCELÁNEA DE FUENTES DOCUMENTALES DE LA REAL FÁBRICA DE SAN FERNANDO

La documentación sobre San Fernando de Henares y, en concreto, la referente a la Fábrica de Paños de San Fernando se encuentra dispersa en diferentes Archivos e instituciones de nuestro país, aunque el grueso de la información está en el Archivo General de Palacio. Desde el punto de vista arqueológico hay tres tipos de fuentes documentales que permiten al arqueólogo en su trabajo conocer diferentes aspectos de la Fábrica: las planimetrías, los documentos y otros formatos gráficos, como los grabados y las litografías.

Las planimetrías que se conservan sobre la Fábrica de Paños de San Fernando no son muy numerosas, entre las que destacan el Plano Geométrico del Real Sitio de San Fernando y su jurisdicción dibujado por Carlos Vargas Machuca (1796-1799) en tinta china y aguadas de colores sobre cartulina. También existen planimetrías de espacios relacionados con la fábrica como los dibujos en tinta y lavados en grises y verdes de Juan Sardinero sobre los batanes del río Jarama. A finales del siglo XIX se realizan diversos planos topográficos que se conservan en el Instituto Geográfico Nacional.

Las fuentes documentales sobre la Real Fábrica de San Fernando son muy numerosas, pero los documentos más significativos sobre la misma se encuentran en el Ar-chivo General de Palacio organizados por materias que incluyen desde la administración y los arrendamientos, hasta los apartados de carácter social como el dedicado al médico y a la botica. El listado de materias es amplio: abastos, administración y gobierno, agricultura, aguas, almacén, arrendamientos, ayudas y limosnas, bosques y montes, caminos, capillas, iglesias y conventos, casas, causas y pleitos, caza y pesca, censos, contaduría y te-sorería, contribuciones e impuestos, correspondencia, cuarteles, cuentas, daños y siniestros, débitos y deudas, deslindes, diezmos, epidemias, espectáculos, estadísti-ca, fábricas, ferrocarril, ganado, hospicio, informes, ins-trucción pública, inventarios, jardines y huertas, labran-za y plantíos, leñas y maderas, médicos y botica, molino de papel, Montepío, obras, personal, Reales Ordenes,

reglamentos, rentas, subastas, sucesos políticos, terre-nos, testamentos y ventas. La mayoría de los documen-tos localizados en los apartados de las fábricas, Hospicio y obras contienen información relevante para la inter-pretación del registro arqueológico.

El desarrollo de la prensa en el siglo XIX va a revolucionar el mundo del grafismo produciéndose una renovación en el mundo de las ilustraciones. Las revistas se acompañas de numerosas ilustraciones sobre los lugares de interés reproducidos de forma diversa, como grabados, litografías y, por último, la fotografía. En este sentido, señalar que se conservan importantes testimonios gráficos sobre la Fábrica de San Fernando, aunque su mayor dificultad es la dispersión de los fondos. Destacan los grabados de 1836 reproducidos en el Semanario Pintoresco que se conservan en el Archivo Municipal de Madrid. La Fábrica se ha representado idealizada con dos resaltes que nunca existieron, pero aparece la chimenea al fondo de la fábrica, error que se repite en otra serie de 1848. También se conserva de la misma serie un grabado sobre los batanes en el río Jarama. El artículo del Semanario Pintoresco recoge de forma detallada el funcionamiento de la fábrica de algodón, el número de trabajadores, las instalaciones y la producción.

Con el desarrollo de la fotografía son más numero-sos los testimonios gráficos sobre la Fábrica de San Fer-nando, aunque tienen el inconveniente que muestran el deterioro irreversible del edificio, así como su enorme dispersión en archivos varios y colecciones particulares. Especialmente ilustrativa es la fotografía de 1918 con la procesión de la Candelaria propiedad de D. Gregorio Cuenca López. En el Archivo del Colegio de Arquitec-tos de Madrid se conservan las fotografías realizadas en 1947 por Luís Cervera Vera y que muestran el enorme deterioro del edificio después de la Guerra Civil.

En este capítulo se ha realizado una miscelánea de las fuentes – cartográficas, documentales y gráficas - de la Real Fábrica de San Fernando. No pretende ser ex-haustiva, sino que el lector tenga entre sus manos la po-sibilidad de reconstruir la historia de la fábrica con estos testimonios tan significativos.

Documentación Cartográfica

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1 - Plano del Real Sítio de San Fernando, del lugar de Coslada y sus inmediaciones, con inclusión de Madrid y Alcalá de Henares.

Incluido en las Relaciones de Lorenzana

Siglo XVIII. Archivo Diocesano de Toledo

1

42

2 - Plano Geométrico del Real Sitio de San Fernando y su Jurisdicción.

Firma: el capitán Don José de Ybarra y el teniente Don José de Lanamendi del Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos. Dibujado por Don Carlos Vargas Machuca, cadete supernumerario de dicho cuerpo.

Escala: 600 varas castellanasTinta china y aguadas de muchos colores sobre cartulina. Guardado en una caja en forma de libro, junto con otro plano de El Pardo. 1205x1915 mm

Año: 1796 – 1799Archivo General de Palacio. Fondo: Planos y Dibujos. Nº de Orden: 3103. Sig. 3218

2

46

3 - Hoja kilométrica F2 de S. Fernando de HenaresAño: 1860Instituto Geográfico Nacional - Centro Nacional de Información Geográfica

3

50

4 - Detalle de la Hoja kilométrica F2 de San Fernando de Henares. Parcelario Urbano. Año: 1860Instituto Geográfico Nacional - Centro Nacional de Información Geográfica

4

54

5 - Litografías. Publicadas en el Semanario Pintoresco.

5.1. Fachada principal de la Real Fábrica. 18365.2. Fachada principal de la Real Fábrica. 18485.3. Batán, tendederos y demás oficinas. 18365.4. Batán, tendederos y demás oficinas. 1848

Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia

5

58

6 - Plano topográfico del Término Municipal de San Fernando de Henares. Mapa numerado 144/281396 Año: 1875Instituto Geográfico Nacional - Centro Nacional de Información Geográfica

6

62

7 - Proyecto de Reconstrucción del Antiguo Palacio Real de San Fernando. Revista Nacional de Arquitectura, nº 65Firma: Arquitecto Luis Cervera VeraAño: 1947

7

66

8 - Plano topográfico del Término Municipal de San Fernando de Henares. Mapa numerado 144/280209 Año: 1950Instituto Geográfico Nacional - Centro Nacional de Información Geográfica

8

7070

Fuentes Documentales

Descripción: Documento relativo a la incorporación a la Corona y al Real Patrimonio del lugar de Torrejón de la Rivera.

Año: 1746

Archivo General de PalacioSección Administrativa Patrimonial Legajo: 1265, Expediente 2

72

9

Descripción: Documento de anexión de Torrejoncillo a la Corona. Asunto transferido a Don Pedro Díaz de Mendoza, del Consejo de Hacienda.

Año: 1746

Archivo General de PalacioSección Administrativa PatrimonialLegajo: 1265, Expediente 4

74

10

76

Descripción: Hospicio. Informe acerca de la organización del Hospicio: ocupación de los pobres y vagos recogidos.

Año: 1766

Archivo General de PalacioSección Administrativa PatrimonialCaja: 10137, Expediente 10

11

Descripción: Hospicio. Lista de los pobres de ambos sexos que se han recogido en este Real Hospicio desde el día de su creación.

Año: 1767

Archivo General de PalacioSección Administrativa PatrimonialCaja: 10137, Expediente 10

80

12

Descripción: Hospicio. Lista de jornales y materiales referentes a las obras de retejo general del Real Hospicio.

Año: 1817

Archivo General de PalacioSección Administrativa PatrimonialCaja: 10137, Expediente 10

82

13

84

Descripción: Hospicio. Expediente sobre la casa-fábrica de algodones que reclama el Hospicio para sus internados y el administrador de este Real Sitio.Inventario de las máquinas y efectos propios de S.M. existentes en la casa que fue Fábrica de tejidos de algodón.

Año: 1816

Archivo General de PalacioSección Administrativa Patrimonial Fondo San FernandoCaja: 10142, Expediente 2

14

88

Descripción: Hospicio. Solicitud y planteamiento presentado por D. Pedro Gamez para que se le permita establecer una fábrica de lienzos.Carta a Su Majestad exponiendo las condiciones óptimas para el establecimiento de una fábrica y detalles sobre la sociedad, pobres, situación de los niños y de las mujeres.

Año: 1815

Archivo General de PalacioSección Administrativa Patrimonial Fondo San FernandoCaja: 10114, Expediente 54

15

1515

92

Descripción: Memoria del Real Sitio de San Fernando, en la que se describe el origen, el urbanismo, los terrenos agrarios, la fábrica de yeso, etc.

Año: 1846?

Archivo General de PalacioSección Administrativa Patrimonial Fondo San FernandoCaja: 10138, Expediente 12

1616

94

Descripción: Obras. Expediente relativo a la reforma necesaria en la Administración de San Fernando.

Año: 1869

Archivo General de PalacioSección Administrativa Patrimonial. Fondo San FernandoCaja: 10120, Expediente 2

17

98

Descripción: Obras. Expediente relativo a la reforma necesaria en la Administración de San Fernando.Lista de las fincas vendidas y hoja de servicios de un trabajador de la fábrica.

Año: 1869

Archivo General de PalacioSección Administrativa Patrimonial. Fondo San FernandoCaja: 10120, Expediente 2

18

El Real Sitio de San Fernando fue el primer intento de creación de una ciudad industrial en sentido estricto. Por un lado, se concentró en un único espacio arquitectónico un complejo fabril autosuficiente. Por otro, la fábrica se conformó como la semilla capaz de urbanizar el territorio circundante, dando origen a un pequeño núcleo de población. El desarrollo de la vida alrededor de la fábrica originó lo que hoy conocemos como el Real Sitio de San Fernando de Henares.

Fachada Principal de la Real Fábrica. Detalles del Balcón.

Proyecto de Reconstrucción del Antiguo Palacio Real de San Fernando de Henares. Revista Nacional de Arquitectura, nº 65

Luis Cervera Vera, 1947

I.3. Real Fábrica de San Fernando. Dos Siglos de Historia

Mª Laura Cantallops PerellóAuditores de Energía y Medio Ambiente S.A.

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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SAN FERNANDO: LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La Real Fábrica de San Fernando es el centro neu-rálgico de un despliegue urbano fruto de la “revolución industrial” propuesta por los Borbones. La nueva dinastía adoptó una actitud crítica frente a la tradición económica y social, e impulsó una reforma basada en los cánones racionalistas europeos, siguiendo a Francia como mode-lo. La racionalización de la realidad social del país vino acompañada de las nuevas teorías económicas del mer-cantilismo, concretamente las de Colbert, como medi-das básicas para solucionar los problemas de la industria y del comercio. Los principios de la política mercantilista se expandieron por toda Europa, considerándose uno de sus principios básicos la creación de una industria nacio-nal, de patrocinio privado o estatal, que evitaría la im-portación de materiales extranjeros.

La realidad española del último cuarto del siglo XVIII contaba ya con capital y maquinaria suficiente para llevar a cabo la industrialización del país. Cataluña

debe citarse como ejemplo clave a la hora de hablar de una industria de iniciativa privada, a diferencia del resto del país que se centró en el patrocinio estatal (Otero, 1986:138). Durante el reinado de Felipe V se llegó a legislar a favor de las manufacturas propias, prohibien-do, incluso, la entrada de tejidos asiáticos como expone el Real Decreto del 20 de Junio de 1718, por ejemplo. Ya durante el reinado de Fernando VI y en el ejemplo que nos ocupa, la creación de la Real Fábrica de paños finos de San Fernando era necesaria debido al bochorno que suponía la importación de paños ingleses trabajados con materia prima española (Rabanal Yus, 1974:1). El caso de la fábrica de San Fernando se vio, en su mo-mento, como el modelo a seguir para subsanar ambos lastres sociales, ya que las fábricas reales fueron el prin-cipal motor para la aplicación de las teorías mercantilis-tas. El Real Sitio de San Fernando fue el primer intento de creación de una ciudad industrial en sentido estricto (Otero, 1986:138). Por un lado, concentró en un único espacio arquitectónico un complejo fabril autosuficien-te, que abarcaba desde la obtención de la materia prima,

Figura 1 - Plano Geométrico del Real Sitio de San Fernando y su Jurisdicción. Archivo General de Palacio. Fondo: Planos y Dibujos. Nº de Orden: 3103. Sig. 3218

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hasta el trabajo y manipulación de ésta; y por otro, la fábrica se conformó como la semilla capaz de urbanizar el terreno colindante, dando origen a un pequeño nú-cleo de población. El desarrollo de la vida alrededor de la fábrica originó lo que hoy conocemos como el Real Sitio de San Fernando de Henares.

EL REAL SITIO DE SAN FERNANDO

El lugar de Torrejón de la Ribera fue incorporado a la Corona en 1746, con miras a convertirse en una pequeña ciudad industrial, patrocinio del Estado. El ca-rácter de autosuficiencia primó en todo momento y, al margen, de construir una fábrica a modo de nave indus-trial, la ciudad se ubicó en una zona abierta a la naturale-za para cubrir las necesidades básicas de abastecimiento. La tipología urbanística respondía al modelo del “Des-potismo Ilustrado”, según el cual la fábrica ordenaba el espacio colindante. De esta manera, las viviendas de los trabajadores se construyeron en la zona próxima al lugar de trabajo, disponiendo también la población de lugares de orden público como la taberna, la botica, el ayun-tamiento y la iglesia. Por real decreto comunicado al marqués de la Ensenada, el 29 de junio de 1746, ordena Felipe V la anexión de dicho lugar:

“Para efectos de mi real servicio y de utilidad pública conviene incorporar a la Corona y Real Patrimonio el lugar de Torrejón de la Ribera, sito en la del río Jarama con todo su territorio, y edificios, sotos, prados, río, fuentes, señorío, vasallaje, y juridicción, alcavalas, cientos, millones, y todas las demás rentas, pechos y derechos que le corresponden, y pueden corresponder, y así mando se execute dando al mismo tiempo equivalente proporcionado de bienes, efectos y oficios redituables pertenecientes a mi Real Patrimonio a el de los que perteneciere el dicho lugar y todas las demás cosas uno y otro a justa tasación: para todo lo cual y otorgar los instrumentos necesarios a la seguridad de uno y otro, os doy facultad y comisión formal a vos Marqués de la Ensenada de mi Consejo de Estado, mi Secretario de Estado y del despacho universal de Guerra, Indias, Marina y Hacienda, y Superintendente general de ésta, y para que la podáis delegar y sustituir en todo o parte en la persona que os pareciere”1.

El Marqués de la Ensenada transfirió el asunto a don Pedro Díaz de Mendoza, quién tomó posesión de To-rrejón de la Ribera en nombre del Rey el 30 de Agosto

del mismo año, debiendo pagar la Corona, por éstas, a sus dueños, don José de Velasco y Tejada y doña Fran-cisca Bolio y Santa Ana, residentes en México:

“Y habiendo pasado este Ministro al referido Lugar, y hecho tasar por personas inteligentes su territorio, edificios, molinos, y sotos con citación y asistencia de Don Onofre Romero Marmolejo, Presbitero Prebendado de la Santa Iglesia Colegial de la ciudad de Antequera, como apoderado de Don José de Velasco y Tejada y Doña Francisca Bolio y Santa Ana, su mujer, vecinos de Méjico a quienes pertenece lo referido con la Juridicción , Señorío y Vasallaje (...) Y enterado de todo ello he venido en aprobarlo, y he mandado al expresado Don Pedro Díaz de Mendoza que archive los autos practicados sobre este asunto en la Secretaría del Negociado de Incorporación (...)2”.

Pese a que el documento de incorporación a la Co-rona lo firmó Felipe V, el florecimiento de San Fernando como Real Sitio debe situarse bajo el reinado de Fernan-do VI, a cuyo nombre hace honor. La Junta de Comercio y Moneda propuso como gobernador con poder judicial a don Ventura de Argumosa, como cargo directivo del lugar y sus fábricas. Bajo su responsabilidad estarían no sólo los trabajadores de la empresa fabril sino también los demás habitantes del lugar, como consta en la carte-la, labrada en piedra, situada en la puerta principal de la fábrica:

“REINANDO EN LAS ESPAÑAS DON FERNANDO EL SEXTO Y SIENDO GOBERNADOR DON VENTURA DE ARGUMOSA, CABALLERO DE LA ORDEN DE SANTIAGO Y CABALLERIZO DE S.M. AÑO DE 1748”3.

Figura 2 - Cartela de la fachada

Real Fábrica de San Fernando. Dos Siglos de Historia

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La elección de Argumosa no fue en absoluto aleatoria, ya que contaba con un amplio currículo que lo habilitaba perfectamente para dichas funciones. En 1745 viajó al extranjero para conocer las metodologías de trabajo de las fábricas de paños (Rabanal Yus, 1983a:40), a la vuelta a España se incorpora, rápidamente, a su cargo de Gobernador en Torrejón de la Ribera, y en un futuro se encargará de la dirección de las fábricas de Guadalajara, San Fernando y Brihuega.

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS FINOS

ARQUITECTURA Y URBANISMO

En septiembre de 1746 comienzan las obras del complejo industrial. Resulta difícil encontrar un único constructor de la empresa, un arquitecto a quién otor-garle la autoría de la obra, aunque algunos investigado-res como Aurora Rabanal Yus defienden la importan-cia, en el proceso constructivo, de figuras como Mateo José Barranco y Manuel de Villegas, ambos en calidad de “maestros de obra”, así como los ingenieros Joaquín de Ripa y Elías Escot (Rabanal Yus,1996:125 – 126). Al margen de la autoría, la fábrica responde a una tipología sencilla de carácter cuadrangular con patio o con patio dividido en diferentes en el interior, novedad que se jus-tificaba a partir de las diferentes fases que precisaban la elaboración de los paños.

Las naves del edificio se dividían en dos pisos y cada uno estaba compuesto de tres crujías, sirviendo, nor-malmente, la central de pasillo o zona de distribución entre ambos laterales. Sobre estas crujías se levantaban bóvedas de cañón. Todo el edificio estaba rodeado por una tapia de ladrillo y piedra: “Empieza la población por el Palacio Real, cuya figura es un cuadrado perfecto que ocupa una superficie de ciento sesenta y cuatro mil ciento cuatro pies cuadrados, un grupo saliente en el centro de la fachada”4. En la fachada principal, orientada hacia el Este, sobresalía un resalto que hacia notorio el carácter administrativo de ese cuerpo, a diferencia de los demás destinados ex-clusivamente al trabajo industrial. En el cuerpo principal del edificio se abría un extenso zaguán, a su izquierda es-taban la contaduría y la tesorería de la fábrica, mientras que el despacho del gobernador y la capilla se abrían a la derecha. El piso noble de este cuerpo central tenía dos funciones, una industrial, utilizada para “almacenes y tendederos de lana” (Rabanal Yus, 1974:19), y otra resi-dencial, destinada al disfrute del Gobernador.

Figura 4 - Proyección de la Planta de la Real Fábrica de Brihuega. M. de Villegas, 1740-1750. Archivo General de Palacio. Fon-

dos: Planos y Dibujos, Sig. 419

Figura 3 - Vista actual de la Real Fábrica de Brihuega

Figura 5 - Plano de reconstrucción del Real Sitio de San Fernando. Luis de Cervera Vera, 1947

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La fábrica tenía una organización interior dividida en tres zonas, dependiendo de la función. En primer lu-gar, la función administrativa, que residía en el cuerpo principal; por otro lado, la función propiamente indus-trial, que ocuparía la planta baja de las restantes naves, así como el patio y alguna planta del piso superior y, por último, el almacenamiento de los paños, ubicado en los sótanos.

Como ya se ha apuntado con anterioridad, la casa - fábrica responde a un urbanismo que traduce a la perfec-ción la política del Despotismo Ilustrado (Domínguez, 1996:93). La Real Fábrica podría simbolizar la hegemo-nía del soberano, que a su vez se conformaba como el núcleo articulador de esta “microciudad”. El esquema urbano de San Fernando reflejaba, a grandes rasgos, el urbanismo barroco europeo, derivado “de soluciones es-paciales vinculadas a la teoría y práctica de la arquitectura militar, como son los temas urbanos del esquema radial apli-cado a la plaza circular, o el sistema de comunicación entre plazas de formas diversas” (Rabanal Yus,1996: 124). De este modo, frente a la fachada principal de la casa – fá-

brica se organizó la plaza cuadrada, en cuyo perímetro se articularon las viviendas de los obreros. Se trataba de pequeñas casas agrupadas en manzanas: “un total de trein-ta y dos casas, cada una con cuatro habitaciones, agrupadas en dos largas manzanas en escuadra” (Rabanal Yus,1974: 23). Las plantas bajas de estas viviendas se habilitaron para el comercio, carnicería, mercería, taberna, etc... La calle Real unía ésta plaza con la redonda, en la que se proyectaron ocho manzanas, agrupadas en forma tra-pezoidal, de las cuales seis debían destinarse a las casas de los trabajadores, de éstas se construyeron tan sólo dos. La plaza redonda aspiraba, además, ha convertirse en un centro de carácter administrativo y religioso ya que se habían propuesto una manzana de casas destinada al ayuntamiento y otra a una iglesia. Al margen de la concentración de la vida urbana alrededor del complejo fabril, existían otros núcleos de población dispersos por el Real Sitio, normalmente, cercanos al río y que cons-tituían los talleres del batán, del molino de papel y otros dedicados al tinte.

Figura 6 - Plano con la posible distribución funcional del interior de la fábrica (según Ana Rosa Domínguez, 1996, modificado)

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LOS OBREROS Y LA POBLACIÓN

El Real sitio se pobló con los trabajadores de la fábrica, tanto los nacionales como los extranjeros se alojaron en las viviendas obreras mencionadas más arriba. Se trata, por lo tanto, de una población que carecería de sentido sin la presencia de la fábrica. Desde el primer momento se recurrió a operarios extranjeros, particularmente holandeses y franceses, para encauzar la producción de paños, debido a que era difícil encontrar maestros hábiles en la materia en el país. En 1746 el enclave de Torrejón de Ribera estaba poblado por escasas familias, por lo que cuando a partir del año siguiente empezaron a llegar los nuevos operarios, el sitio se vio desbordado. En 1748, por ejemplo, llegaron por lo

menos treinta familias de fabricantes holandeses, y al no estar terminadas sus viviendas no hubo alojamiento suficiente para albergarlos, lo que empezó a ocasionar problemas de salud pública.

La plantilla de la Real Fábrica adquirió con la llega-da de los europeos un carácter cosmopolita: los holan-deses se encargaron de poner en marcha la fabricación de terciopelos y papel; los franceses iniciaron la fabrica-ción de sombreros; y los irlandeses, suecos y alemanes se encargaron de los tejidos (Otero,1986: 140). Según las relaciones de los gastos de la fábrica de paños, sabe-mos que la mayoría de cargos importantes recayeron en maestros extranjeros. Entre ellos destaca Jacobo Pettel, francés, experto maestro prensador; Cristóbal Mackena, irlandés, maestro de tejedores; además de Juan Grasvelt

Figura 7 - Plano de la casa destinada a la instalación de la fábrica de papel. Autoría de Juan Jardinero.Archivo General de Palacio. Fondos: Planos y Dibujos, Nº de Orden 3112. Sig. 464

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y Gerardo Fluister, maestros de origen holandés, tun-didores y perchadores (Rabanal Yus, 1983: 43-44). Al margen de éstos, la mayoría de ellos procedía de Ho-landa, país del que el gobernador Ventura de Argumosa hizo traer fabricantes de terciopelos, lienzos y de papel. Los operarios estaban contratados, normalmente, por cinco años, viajaban con sus familias, dedicándose sus mujeres e hijos, en ocasiones, a las labores de fabrica-ción. También poblaban Torrejoncillo otros colectivos menores, como el de los agricultores, los abastecedores de alimentos y demás necesidades básicas, así como el grupo de gobierno y de la administración.

La vida cotidiana de esta población durante el siglo XVIII pasó por numerosos altibajos, marcados la mayoría de ellos por las enfermedades, lo que terminó por convertirlo en un lugar inhóspito y poco salubre. El abastecimiento de alimentos se convirtió en una de las preocupaciones más importantes de los gobiernos, sobretodo en un lugar como este enclave, creado ex novo. La nueva población contaba con una taberna y una abacería en la que podían adquirirse alimentos básicos, además de otros establecimientos como la carnicería, la tahona, la mercería, la posada, el mesón, entre otros. Pese a que la alimentación era bastante aceptable, la carne y las legumbres no faltaron a los sanfernandinos, además del vino de notable calidad, a los pocos años de empezar la actividad industrial los habitantes empezaron a caer enfermos.

Éste fue el factor que determinó el fracaso de la fábrica y en consecuencia del Real Sitio, entendido como empresa industrial al servicio del Estado. Las epidemias de tercianas, junto con altas fiebres y agudas inflamaciones menguaron notablemente la población. Las causas, diversas, apuntan hacia unas condiciones de vida e higiene precarias, como la falta de espacio y la masificación de las pequeñas viviendas. Parece, además, que el consumo de agua no potable y los desordenes alimenticios, provocados por una ingesta insuficiente o por abuso, además de la mala aclimatación de los extranjeros, ayudaron al lugar a mantener la etiqueta de “poco saludable”.

En 1752 el Rey ordena que se establezca un hospital, a la vez que mandó investigar el lugar para aclarar los males que azotaban esa tierra. Las consecuencias fueron

nefastas para la industria, las obras cesaron en San Fernando y se construyó mientras un edificio en Vicálvaro para albergar parte de la producción y los materiales, hecho que anunció la decadencia del Real Sitio. En 1758 cuando la fábrica de paños ya no funcionaba en esta localidad, y se encontraba en estado deplorable, resuelve el Rey, por mediación de Argumosa, que se exploten las tierras fértiles, promoviéndose la agricultura. Para esta nueva empresa se propone a Juan Antonio Villanueva Pico como gobernador, al ser un excelente conocedor de la agricultura y la industria. Por esta época habitaban en el lugar unas doscientas personas, que aún temían el resurgimiento de las fiebres:

Figura 8 - Detalle del plano catastral de 1860 con la localización de la Huerta Chica

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“Señor: en el Sitio de San Fernando hai actualmente 48 vecinos ogares, sin contar los jornaleros sueltos, con los que ascenderán en todo al numero de 200 personas. Hasta ahora se han abastecido de carnes, vino, y pescado (...) De esto me parece que sería conveniente, y conforme a caridad dotarseles un cirujano, que les asistiese en sus dolencias: con seiscientos o setecientos reales de ayuda de coste (...)”5.

EL HOSPICIO

LA BENEFICENCIA

Uno de los principales quebraderos de cabeza de la política ilustrada fue acabar con el sector pobre de la po-blación. El número de vagabundos, o personas desocu-padas que no podían mantener un nivel de vida conside-rado como digno, ascendía en el último cuarto del siglo de las luces a 140.000 personas, aproximadamente. Los ilustrados optaron por una solución alternativa a la ac-ción de la Iglesia y al donativo de la limosna. En conse-cuencia, se crearon centros de acogida, hospicios, que además de proporcionar una cama y alimentos ofrecía, a los desamparados, la posibilidad de formarse en una profesión y trabajar en los talleres. Estas circunstancias son las que rodearon a la antigua fábrica de San Fernan-do. Por una parte, existía un complejo arquitectónico de enormes dimensiones, cuya inversión fue cuantiosa que estaba sin ocupar. Por otro, se podría alojar a un gran número de gente necesitada, hecho que pretendía terminar con la delincuencia y que, además mejoraría la calidad de vida de la sociedad madrileña:

“Con aprobación del Rey se han empezado a tomar y conti-nuaran tomando por el Conde de Aranda las deudas, providen-cias, para recoger en Madrid los vagos ociosos, y los mendigos sanos, y no estropeados con la piadosa ydea de darles destino en que se ocupen y empleen según su aptitud y circunstancias”6.

El conde de Aranda tomó la decisión de crear un nuevo hospicio durante mayo de 1766. Parece que uno de los motivos que le empujaron a tomar esta decisión fue el motín de Esquilache. En un primer momento, el Rey había designado los edificios de la fábrica de Vicál-varo como casa de corrección, que estaban ocupados por útiles y maquinarias de la fábrica de Guadalajara,

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Figura 9 - Detalles de los “tabiquillos” y del solado

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mientras se desalojaban se utilizarían las instalaciones de San Fernando, que a la larga, y por una cuestión de co-modidad, se convirtieron en el emplazamiento fijo:

“Y consiguiente a esto a resuelto S.M. que se destine el edificio, o edificios, que en Vicálvaro sirven para las fábricas de paños, al depósito de esa gente, atendiendo a la bondad de las aguas, al clima del mismo lugar y a la calidad de los propios edificios, pero como no se pueden desen estos con la prontitud que conviene por estar ocupados con los telares y pertrechos de la fábrica, ha determinado S.M. que interinamente se pongan los pobres y vagos en el sitio de San Fernando asta que se puedan trasladar a Vicálvaro (...)”7.

La dirección del hospicio de San Fernando se otor-gó a Pablo de Olavide, que tomó posesión de su cargo el 4 de junio del presente año. Olavide se encargará, también del gobierno y la administración del Real Sitio, sustituyendo a su antecesor José Villanueva Pico (Ra-banal Yus, 1983:67). Bajo su dirección el hospicio se dispuso a acoger alrededor de mil desamparados, que se

alojaron en un primer momento en las galerías bajas de las naves del antiguo edificio, y más adelante se constru-yeron habitaciones en las partes altas.

Los internos, una vez sanos, aprenderían distintos oficios para poder trabajar en los talleres de la fábrica. Olavide hizo el intento de establecer una fábrica de alambres y alfileres que no llegó a cuajar pero, de todos modos, a los internos, dependiendo de la edad y del sexo, se les ocuparía en diferentes labores. Las mujeres se encargarían de la costura, ocupándose las más pequeñas, por ejemplo, en hacer blondas; mientras que a los muchachos, al margen de enseñarles a leer y escribir, se les ocupó con trabajos que implicaban el uso de la fuerza física. Entre los acogidos, cabe destacar el grupo de mujeres infectadas de sífilis, para las que el gobernador dispuso la construcción de un “hospitalillo” para evitar el contagio. Los documentos conservados de la época, revelan el gran flujo de gente de pasó por allí durante el primer año. Desde su creación hasta el 13 de

Figura 10 - Detalle del plano catastral de 1860 con la localización del Hospital.

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mayo de 1767 se alojaron 804 varones (605 hombres, 186 muchachos y 13 niños) y 943 mujeres (642 mujeres, 283 muchachas y 18 niñas) (González Enciso, 1996:80). El gobernador se encargaba también, con ayuda de la figura del tesorero, ocupado en esta época por José de Almarza, de disponer el régimen de alimentos y los salarios que debieran cobrar los internos. La base de su alimentación era el pan, el arroz y otras legumbres, además del vino. En general puede afirmarse que hasta 1773 el hospicio no tuvo ningún problema notorio, bajo las direcciones de Pablo de Olavide, Nicolás de Rivera y Tomás Anzano. A mediados de la década de los 70 empiezan de nuevo los azotes de las enfermedades, se habla de la “vida licenciosa” de sus huéspedes y se hacen públicos los excesivos gastos.

Al margen de la actividad del hospicio como casa de acogida y de los diferentes talleres fabriles estable-cidos para los internos, resulta importante destacar en San Fernando, la instalación de la Fábrica de Tejidos de Lana, Seda de los fabricantes ingleses. La mezcla de te-jidos de los nuevos géneros de pañuelos hizo necesaria la modernización de éstos en España, para lo que se veía necesario contratar a técnicos extranjeros, concreta-mente ingleses, para que enseñaran a los aprendices au-tóctonos. En un primer momento se estableció una fá-brica para trabajar la lana y la seda en Guadalajara, pero al necesitar más espacio se pensó en un lugar más amplio como San Fernando. El principal obstáculo que veían en la elección era la salubridad del lugar. Las inversiones en obras públicas de José de Almarza, gobernador del Real Sitio, además de los informes del párroco y cirujano fa-vorables al clima de este enclave, vendieron finalmente la posibilidad de instalar allí la fábrica. En 1788 llegaron los ingleses y ubicaron su fábrica en un edificio que tuvo que alquilarse al Banco de San Carlos. Las diferencias entre los maestros y la dirección de la fábrica y la mala calidad de los productos, provocó que en 1791 el Rey cediera la fábrica a los Bertrand, un fabricante francés (y compañía) que se dedicó a los tejidos de lana y algodón. Tampoco funcionó el establecimiento industrial de los Bertrand, que tras serios problemas de avenencia con Almarza y varios problemas legales, tuvieron que cerrar la fábrica.

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LAS OBRAS DE LA CASA – FÁBRICA

En 1770 se nombra gobernador del Real Sitio a José de Almarza, cargo que conservará hasta el año 94. Al-marza intentará reactivar el lugar y para ello se acome-ten bajo su mandato numerosas obras para rehabilitar el edificio, entre las que destacan las nuevas conduccio-nes de agua para garantizar el saneamiento de la zona. El arquitecto encargado de trabajar en estos proyecto, entre 1771 y 1796 fue Francisco Sabatini, apoyado por su hombre de confianza, el aparejador José de la Balli-na. Hacia 1783 se reparó el embaldosado de las fábricas de lienzos, estambres y cáñamo establecidas dentro del hospicio (Rabanal Yus,1983:73).

Las conducciones de agua dulce se realizaron, en parte, para acallar las voces que criticaban la insalubridad del lugar. Por un lado, se realizó un nuevo desagüe con dirección al Jarama, para el que se contó con el trabajo otros aparejadores, y por otro se inició la reconstrucción de la cañería que proporcionaba agua al hospicio. Para este proyecto Almarza se sumergió en un proyecto bastante costoso con tal de garantizar la salubridad del lugar. Sabatini elaboró un presupuesto para conducir el agua desde el arroyo de Coslada hasta el hospicio y una de las plazas de San Fernando:

“En cumplimiento de la orden del Rey que V.E. se sirvió comunicarme en 11 del mes de julio próximo pasado ,motivada de la representación de la Junta de Hospicios, sobre la composición del viaje de las aguas que se dirigen para el consumo del Hospicio del Real Sitio de San Fernando y del informe que pasé a V.E. en 23 de junio asimismo próximo pasado, como también de la representación que hizo a V.E. Don José Almarza Governador de dicho Real Sitio, manifestando combenia mucho se condujese a dicho sitio y Hospicio el agua dulce que hay en el manantial que está en la cavecera del arroyo de Coslada y al pie de las altas viñas de Vicalbaro; Pasé con el fontanero de Madrid Don Antonio Rodríguez y asistencia del referido José Almarza al reconocimiento y hallamos el que eran las aguas de buena calidad (...)”8.

En definitiva, bajo estas circunstancias, el hospicio se mantuvo hasta 1797, año en el que Godoy inició de-terminadas gestiones para instalar en este edificio una escuela militar, proyecto que fracasó, ya que siguió bajo las mismas directrices hasta 1800. Por lo que hace re-

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ferencia a las obras de rehabilitación, existieron varios intentos dirigidos por el arquitecto Juan de Villanue-va, con quien hubo problemas de acuerdo económico. Posteriormente, el edificio fue “ocupado” por las tropas francesas en 1808, que lo dejaron en un estado ruinoso, como cita un documento de 1825:

“la corrección siguió en San Fernando en donde se hicieron diferentes obras, cañerías, fuentes hasta que todas fueron destruidas con el Edificio, de resultas de la Guerra del tirano Napoleón, para cuya reparación, y equipo de una verdadera casa de reclusos no basta en el día un millon de reales, sin contar la subsiguiente manutención (...)”9.

LA FÁBRICA Y LA INDUSTRIA EN EL SIGLO XIX

San Fernando se convirtió en el siglo XVIII en un lugar de referencia obligada al tratar el tema de la indus-tria durante el período ilustrado. El empeño para que florecieran las fábricas fue constante desde los inicios. La primitiva Real Fábrica de paños finos marcó las pau-tas de las posteriores, incluso de los talleres del Hospi-cio. El Real Sitio se concibió como una ciudad industrial con un núcleo fabril autosuficiente.

Las grandes dimensiones del edificio estaban preparadas para albergar a más de mil trabajadores que realizarían un trabajo en cadena, alejado de los antiguos talleres manuales que sustentaban la economía familiar. Quizá el problema del continuo fracaso radique en la naturaleza de estas empresas. La creación de fábricas de patrocinio estatal suponía una inversión de alto nivel, pensadas para producir en masa se especuló, siempre, en obtener grandes beneficios.

El proceso de industrialización se desarrolló en España sobre unos cimientos poco recios, las innovaciones tecnológicas, a la vez que las nuevas prácticas económicas no iban de la mano de una revolución social. Como se ha visto en el caso de San Fernando existía un elevado porcentaje de población sumido en la pobreza y que además no estaba preparado para ejercer un oficio.

Erradicar la incultura de la población fue una de las principales consecuencias derivadas de la industrializa-

Figura 11 - Vista del aljibe

Figura 13 - Detalle de la cloaca

Figura 12 - Aspecto de las canalizaciones

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ción, pero el mal funcionamiento interno, y otras causas aleatorias, como en el caso de San Fernando, frenaron estos propósitos. Al respecto, resulta interesante tratar el fomento de la industria popular como alternativa a los procesos industriales (urbanos).

Con motivo del establecimiento de la “fábrica de los ingleses” (de tejidos de lana y seda), Campomanes (González Enciso, 1996:78) relató un discurso en el que analizaba la mejor manera de industrializar España y para ello consideraba que la solución estaba en practicar un tipo de industria popular. Defendía la idea de que todos los habitantes de los campos se dedicaran a la industria, y la importancia de que ésta pudiera realizarse en la casa familiar. Algunos documentos conservados del periodo de la instalación de la Fábrica de Tejidos de Lana, Seda y Algodón de San Fernando, proponen como modelo a los trabajadores ingleses y franceses:

“Buen ejemplo nos dan de ello los Yngleses y Franceses, entre los cuales he visto también seguir como un principio fundamental de la subsistencia de sus fábricas el no complicarlas

unas con otras y aumentar cuanto les es posible las de una misma clase en el país que eligiesen para plantificarlas. En las de Manchester, Sedan, Abreville, y otros en que desde mui antiguo se conocen las de paños, y se han multiplicado en cada casa, por lo que los naturales desde que nacen se acostumbran a las maniobras de esta importante industria, se cuida mucho de no mezclarlo con otra que pueda distraerlos de la que exercen desde niños y a esto es consiguiente que en ella emplean todos los medios de economía y de primor quales sugiere su constante práctica para conservar la superioridad, y preferencia de los consumidores”10.

Pese a los numerosos fracasos sufridos en el siglo anterior, en la primera mitad del siguiente siglo, las soli-citudes para establecer fábricas en San Fernando son no-torias, incluso volverá a funcionar como fábrica el recin-to industrial. Algunos empresarios se atrevían a arries-gar su capital, atraídos, seguramente, por la protección que seguía otorgando la Corona a dicho lugar, aunque para ello tuvieran arriesgar la salud de sus trabajadores. Sabemos, que en 1804 un nuevo brote de tercianas azo-taba a la población: “Las tercianas han empezado a reinar en

Figura 14 - Vista general de la chimenea al final de su excavación

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San Fernando en estos días, así como había sucedido en algunos años anteriores”11.

Alrededor de 1800, la Real Fábrica vivía los últimos días de los Bertrand, citada en páginas anteriores, y una fábrica de lana y algodón que fue autorizada a don Ma-riano March. De las solicitudes que llegaban, cabe des-tacar la propuesta de Don Pedro Gámez para establecer una fábrica de lienzos. La propuesta resulta interesante, más que por el modo de trabajar las materias, por la in-serción social de los más desfavorecidos, así Gámez hace especial hincapié en los desamparados, los presidiarios, los pobres y las mujeres públicas:

“En el caso de establecer en dicho Real Sitio de San Fernando la Fábrica de Lienzos, juntamente con el plantío y cosecha de lino, según tengo expuesto en mi plan nada hay más conforme a las paternales intenciones de S.M. que emplear en el referido establecimiento quatro clases de brazos útiles, que en otra parte serían grabosos y perjudiciales a el estado. La primera es la de los desamparados. Que mayor beneficio se puede proporcionar a estos niños que darles instrucción y enseñanza en la agricultura y en las artes. Esto se puede lograr completamente sacándolos de el colegio luego que sepan leer y escribir colocándolos al lado de los artesanos que les enseñen algún trabajo corporal, que al paso que robustecen el cuerpo hirán aficionándose a aquel (...) La segunda clase de brazos útiles en dicho establecimiento es la de algunos presidiarios, que son condenados a los trabajos públicos por ligeros delitos, estos suelen ser artesanos, y mozos de labranza, de los que dejando los necesarios para la limpieza de los paseos públicos, los demás se podrían destinar a los trabajos de el Sitio de San Fernando (...) Mereciendo los Hospicios las paternales miradas de S.M., y deseando por lo mismo, que se proporcionen algunas Huertas de mediana extensión donde puedan los pobres que en aquellos se albergan ensayarse en el ejercicio de las labores de el Campo se proporciona este medio en el Real Sitio de San Fernando para donde se pueden sacar el sobrante de los Hospicios. (...) La quarta la más desgraciada, la más perjudicial a la sociedad es la de las mujeres públicas que reprimidas por un gobierno sabio podrán ser útiles a el Estado encerrándolas por una laudable corrección donde tengan precisión de emplearse en trabajos propios de su sexo (...)”12.

La respuesta de la Corona es clara al detallar los motivos por los que deniega la petición, aferrándose al deplorable estado del lugar, la falta de alimentos, las malas tierras para la siembra del lino y la insalubridad

que ha acompañado a la historia del Real Sitio desde su fundación:

“Toda fábrica deve establecerse en Pueblos y Probincias donde los comestibles sean varatos, donde abunden las primeras materias, o la mayor parte de las que se necesiten, y donde sobren brazos para emplearse en ellas, y que la agricultura sea corta, pues de este modo la industria florece, gastos, dirección, y manejo de ellas, por cuenta de quien las establece, porque así sus manufacturas saldrán con perfección y comodidad de pre-cios, y por consiguiente la enajenación será cierta y segura, y de lo contrario la experiencia tiene acreditado demasiadamente las ruinas y pérdidas de las que se han establecido sin estos requisitos”13.

Más adelante, en 1824, sí se autorizará el estable-cimiento de una fábrica de tejidos de algodón y lana a Don Luis Murgón Armada, que se bautizó con el nom-bre de “María Isabel de Braganza”. En su petición Mur-gón afirmaba que pretendía aumentar la población de San Fernando con familias honradas y laboriosas. Para ello pedía el edificio ocupado por la Administración, las habitaciones reales y el edificio del batán:

“Don Luis Murgón Armada, capitán retirado. Expone que deseoso de contraer nuebos servicios y perpetuar la memoria de la Señora Reyna difunta, trata de establecer una fábrica de hilados y tejidos de lana y algodón en el Real Sitio de San Fernando, bajo el título de Real Fábrica de María Isabel de Braganza (...) se poblará aquel sitio de habitantes honrados, útiles y laboriosos, que enriquecerán aquella población proporcionando a V.M. unos productos de que carece en el día (...) Solicita se le conceda el edificio que en el día sirve de Administración bajo la condición de tener corrientes las habitaciones para que V.V.M.M. puedan descansar en ellas cuando pasen por dicho Sitio, y que se le de igualmente el batán arruinado que se halla en la orilla del Río (...)”14.

Desde la Administración no se tomó muy en serio esta petición ya que se veía en la figura de este capitán cierta precipitación y descaro en las bases de su proyecto:

“El arrojo de pedir la casa administración donde están las piezas destinadas al descanso de las Reales Personas con todos los terrenos que le pertenecen es solo propio de una imaginación acalorada; y de consiguiente la Secretaria es de dictamen que se desestime esta solicitud en todas sus partes”15.

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Pese a estas consideraciones, llama la atención, que finalmente se otorgara el permiso para el establecimiento de esta empresa, bajo un decálogo de condiciones, entre las que destaca el emplazamiento definitivo: las habitaciones que en su día ocupó Don Mariano March.

En 1829 se establece la Real Fábrica de San Fernando de Hilados, Tejidos y Estampados y se ubica en la casa – fábrica, cuyo estado era casi ruinoso. El rey Fernando VII concedió la apertura de esta empresa a un comerciante alemán, Enrique Dolfus, bajo determinadas condiciones. Dolfus se encargaría de reparar el edificio y mantener limpias las cañerías del abastecimiento de aguas (Domínguez, 1996:176-177), y a cambio no pagaría alquiler durante 20 años, además de proporcionarle, de manera gratuita, terrenos para usos alternativos.

La propuesta de este comerciante innovaba en el sentido que la Corona aportaba tan solo los bienes in-muebles, para ello tuvo que reconocerse el estado del edificio, destrozado durante la invasión francesa. Tam-bién las viviendas de los nuevos operarios se encontra-ban en estado ruinoso, los documentos de la época lo describen así:

“de resueltas de los desordenes cometidos en la época de la invasión francesa, fue uno el que los habitantes de aquel Real Sitio, prevalidos de la libertad con que obraron en la época citada derribaron los tabiques divisorios de las habitaciones para estenderlas a su antojo y comodidad, dándolas una capacidad indevida (...) a fin de evitar estos perjuicios convendrá que el Arquitecto de Palacio o su Teniente haga un reconocimiento de dichos edificios(...)”16.

En la fábrica se instalaron las máquinas necesarias para la impresión y contaba con diferentes salas de car-dado, hilado, tejido, muselinas, estampados y tenderos (Rabanal Yus, 1983:93).

Dolfus se tropezó con varios problemas, por un lado se criticó su política laboral, que se veía por algunos co-merciantes de Cataluña como una competencia foránea; por otro tuvo que enfrentarse con la financiación de la empresa y los elevados gastos, hecho que terminó por conceder la fábrica a la compañía de los Riera. Pese a que en los años siguientes la factoría floreció e incluso se hizo eco de sus productos el “Semanario Pintoresco” (31 de julio de 1836), la fábrica fracasó y San Fernando volvió a convertirse en un lugar abandonado.

Figura 15 - Vista del patio y de las bases de las pilastras

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EL EPÍGONO DEL REAL SITIO

En 1839 la reina Isabel II recibe un informe nefasto sobre el estado en el que se encuentra el Real Sitio. El abandono de la población y la ruina de los inmuebles do-minan el desolador paisaje. Coincide con esta realidad, el proceso de Desamortización de bienes eclesiásticos (Mendizábal, 1837), y de bienes generales, más adelan-te, en 1855 (Madoz), con el que se pretendió sanear la Hacienda Estatal. La Desamortización, en San Fernan-do, se centra en un principio en los terrenos colindantes al centro “urbano”.

En 1858 la reina suprime el cargo de administrador del Real Sitio, otorgando la dirección al administrador del Pardo (Rabanal Yus, 1983:105). Dos años más tarde, la casa- fábrica será incluida en el inventario general de edificios del Real Patrimonio junto con la casa- administración y las cuatro manzanas de viviendas (Carrasco Redondo,1996:213). El Real Sitio quedará declarado en venta según la ley del 12 de marzo de 1865, manteniéndose como tal hasta 1869 (Rabanal Yus,1983:109). Según la documentación conservada, parte de la construcción de este edificio pasó a pertenecer al Ayuntamiento de San Fernando, por donación o por cesión procedente del Real Patrimonio (1888) (Carrasco Redondo,1996: 217). El resto de la casa – fábrica sirvió, desde principios del siglo XX, como almacén, ya que conservaba parte de la estructura que se destruirá en la Guerra Civil. Durante el conflicto, el edificio sirvió como proveedor de materias primas, materiales de construcción, principalmente, y ya en la posguerra al-bergó a familias sin techo.

La salvación del edificio de la fábrica de San Fernan-do se acarició con el proyecto del arquitecto Luis Cer-vera Vera, en 1947. Cervera, dadas las múltiples obras y diferentes usos de la primitiva construcción, defendía la rehabilitación del edificio para darle un uso social, en la línea del espíritu del antiguo hospicio: “Se proyecta reconstruir el edificio, para dejarle en condiciones de poderse utilizar, previas pequeñas obras auxiliares de acoplamiento, en un gran centro de residencia cercano a Madrid” (Cervera Vera, 1947: 171). Pese a que el edificio se encontrara en ruinas, ya que la planta y la cubierta habían desapa-recido, el arquitecto proyecta una reconstrucción fiel

a la obra original, sin la modificación del volumen del Palacio, además de una reconstrucción “con el mismo es-tilo y carácter originarios, utilizándose para ello los mismos materiales, piedra y ladrillo visto”. La visión de Cervera es totalmente revisionista y conservadora, puesto que al margen de recurrir a la restauración de materiales intro-duce, tan sólo, cuatro escaleras situadas en los ángulos del edificio para la comunicación en vertical. El pro-yecto incluía, por supuesto, la instalación del servicio eléctrico, el agua corriente y la recogida y evacuación de aguas sucias. El proyecto quedó aparcado debido a su elevado coste.

Las ruinas de la antigua fábrica de San Fernando que fueron declaradas bien de interés histórico – artístico por el Ministerio de Cultura en 1983, consisten, en la actualidad, en el cuerpo principal de la fachada, habili-tado como ayuntamiento. En el año 2005 se iniciaron las obras para construir la nueva estación de metro de la línea 7.

NOTAS

1 A.G.P.: Sección Administrativa Patrimonial, legajo 1265/2

2 A.G.P.: Sección Administrativa Patrimonial, legajo 1265/4

3 La cartela se conserva de forma fragmentaria, la reconstrucción del texto fue posible gracias al geógrafo Tomás López.

4 A.G.P. Sección Administrativa Patrimonial, Cª 10.138/12

5 A.G.P. Sección Administrativa Patrimonial, Cª 10.109/12

6 A.G.P. Sección Administrativa Patrimonial, Cª 10.137/10

7 Ibidem

8 A.G.P. Sección Administrativa Patrimonial, Cª 10.112/25

9 Ibidem, Cª 10.146/5.

10 A.G.P. Sección Administrativa Patrimonial, Cª 10.137/10

11 Ibidem, Cª 10.112 / 74.

12 Ibidem, Cª 10.140 / 54.

13 Ibidem, Cª 10.140 / 54.

14 Ibidem, Cª 10.145 / 37.

15 Ibidem, Cª 10.145 / 37.

16 Ibidem, Cª 10.146 / 71.

Figura 16 - Vista de la fachada en 1981. AMSFH

Figura 17 - Vista general en 1947. AMSFH

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

122

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MARCO

GENERAL

II

El suelo que pisamos guarda las evidencias de su historia, desde lo que está ocurriendo ahora mismo hasta lo que sucedió en los tiempos más remotos. Las ciencias históricas, en nuestro caso la geología y la paleontología, nos permiten recrear la vida y los paisajes del pasado, podemos conocer como evolucionó nuestro entorno geológico, como se formaron las montañas y cuencas, como fueron cambiando con el transcurrir del tiempo; nos es posible conocer qué animales y plantas vivieron en estos paisajes geológicos, que en tiempos más recientes fueron paulatinamente habitados por nuestros ancestros. La pretensión de este trabajo es acercarnos a ese Madrid desconocido, cuya historia comenzó con los mares paleozoicos, hace ya más de 500 millones de años, en la que existieron bosques mesozoicos, coetáneos de la época de los dinosaurios, más tarde paisajes de sabana surcados por mastodontes, tigres diente de sable, rinocerontes, y una abundante y diversificada fauna miocena. Terminaremos con un vistazo a los tiempos más recientes del Cuaternario, en los que todavía habitaba en nuestra tierra una variada y singular fauna de mamíferos.

Cráneo del anficion Magericyon anceps. Ilustración realizada por Mauricio Antón

Vista panorámica de la Real Casa de VaciamadridAnónimo español. Óleo sobre lienzoPatrimonio Nacional. Monasterio de El Escorial

II.1. Madrid Antes del Hombre.Fauna Singular de Madrid

Jorge Morales y Mauricio Antón Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC

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INTRODUCCIÓN

Este artículo es una versión actualizada del publi-cado el año 2000 con el título de “Paisajes del Madrid Pre-histórico”, al que hemos añadido un apéndice con la des-cripción y figuración de la fauna singular del Mioceno de Madrid. Aunque el tiempo transcurrido, apenas 7 años, podría parecer escaso, han sido años de una intensa ac-tividad constructiva ; nuevas pistas en el aeropuerto de Barajas, remodelación de la M-30, autopistas radiales y de circunvalación, nuevas líneas de metro, sin olvidarnos de la intensa urbanización a la que se han visto someti-dos los pueblos y ciudades de la Comunidad de Madrid.

Muchas de estas obras se han realizado en la propia ciudad de Madrid y en su entorno más inmediato, como consecuencia y como cabría esperar, dada la estructu-ra geológica sobre la que se asienta la gran ciudad, el hallazgo de nuevos yacimientos paleontológicos se ha multiplicado espectacularmente. Pero no sólo este ansia constructora ha sido el único mecanismo de incremento del registro paleontológico madrileño, trabajos de in-vestigación del propio departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC (Mo-rales 2000, Morales et alii. 2004) y la finalización de los Mapas geológicos a escala 1:50.000 (Plan Magna) de la Comunidad de Madrid (Olmedo et alii. 2003 y 2004) o las excavaciones de los yacimientos de Somosaguas rea-lizadas por investigadores del Departamento de Paleon-tología de la Universidad Complutense (López et alii., 2000a y b; Cuevas, 2005 y Hernández, et alii. 2006) han contribuido de manera sustancial al incremento del conocimiento sobre la Paleontología de la cuenca de Madrid. Así pues, la actualización del conocimiento pa-leontológico de Madrid era necesaria, y este es el pro-pósito del presente artículo. Aunque también queremos advertir a los lectores que muchos de los nuevos datos son provisionales, en otras palabras los hallazgos son tan recientes que todavía muchos de los fósiles no están res-taurados, y los que lo están aun tienen que ser estudia-dos convenientemente. En cualquier caso aprovechamos la amable invitación para participar en este libro, para actualizar nuestro conocimiento sobre la Paleontología de la Comunidad de Madrid y ofrecer una visión sobre estos últimos y apasionantes hallazgos.

La Comunidad de Madrid posee un dilatado regis-tro histórico, tomado éste en un sentido amplio (geo-lógico, paleontológico, arqueológico, etc.), hoy nos es difícil imaginar el paisaje de grandes áreas de Madrid, no sólo en el pasado más remoto, sino incluso en el más re-ciente; ha sido tan fuerte el desarrollo humano al que ha estado sometido nuestro entorno que difícilmente po-demos concebir que en las grandes áreas hoy ocupadas por cultivos, autopistas, aeropuertos, urbanizaciones o ciudades, antaño hubo bosques, praderas y lagos que sustentaron floras y faunas mucho más diversas que las que todavía hoy nos es posible observar en algunas pe-queñas zonas más o menos inalteradas de la región.

Las ciencias históricas nos permiten recrear estos paisajes del pasado, podemos conocer cómo evolucionó nuestro entorno geológico, cómo se formaron las montañas y cuencas, cómo fueron cambiando con el transcurrir del tiempo; nos es posible conocer qué animales y plantas vivieron en estos paisajes geológicos, que en tiempos más recientes fueron paulatinamente habitados por nuestros ancestros.

Esto es posible mediante el estudio del contenido fósil de los sedimentos, mediante la investigación de los yacimientos paleontológicos. En Madrid se combina un variado patrimonio paleontológico; fósiles marinos pa-leozoicos y mesozoicos, plantas mesozoicas, vertebrados continentales terciarios y cuaternarios. Algunos de estos yacimientos son extraordinariamente ricos y todavía se están investigando, pero gran parte de nuestro patrimo-nio paleontológico ha sido irremediablemente destruido antes de poder ser estudiado.

Madrid puede enorgullecerse de ser una de las zonas del mundo en la que la Paleontología y la Prehistoria dieron sus primeros pasos; el Cerro de San Isidro, en el que los depósitos cuaternarios yacían sobre los sedimentos de edad terciaria, fue una de las primeras localidades europeas en suscitar la atención de los naturalistas, que reconocieron la presencia de animales muy diferentes a los actuales, asociados en el caso de los sedimentos fluviales cuaternarios a industria lítica.

Hoy queda poco del Cerro de San Isidro, engullido por la ciudad y transformado en asfalto y cemento. Las decenas de yacimientos cuaternarios del río Manzana-res, situadas aguas abajo del Cerro de San Isidro, no han

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Madrid Antes del Hombre. Fauna Singular de Madrid

corrido mejor suerte; al igual que numerosos yacimien-tos miocenos, hoy sepultados bajo la ciudad.

La investigación de estos magníficos sitios nunca fue completa, ni siquiera para la época en la que fueron descubiertos, una documentación inapreciable se ha perdido para siempre, gran parte de lo que hoy conocemos sobre la Paleontología de Madrid, proviene de los yacimientos descubiertos en las tres últimas décadas, a nuestro orgullo de poseer un patrimonio cultural conocido desde hace más de dos siglos, no puede sino unirse una profunda tristeza por esta enorme pérdida, en nuestras manos está procurar que no se vuelvan a repetir estos lamentables hechos (Morales, 2002).

MADRID DURANTE LOS TIEMPOS PALEOZOICOS Y MESOZOICOS

Situada en la parte central de la Península Ibérica, Madrid desde un punto de vista geológico, está forma-do por dos importantes dominios; las áreas montañosas pertenecientes al Sistema Central Español (sierras de Guadarrama, Somosierra, etc.) con relieves superiores a los 1.600 m. y las zonas correspondientes a la deno-minada Cuenca de Madrid, que abarcan casi las dos ter-ceras partes del territorio de la Comunidad, y se carac-terizan por presentar una morfología de superficies en las proximidades de la Sierra y de mesetas o páramos conforme nos alejamos de ella, ambas excavadas por va-lles fluviales, dentro de los cuales destacan los de los ríos Alberche, Guadarrama, Manzanares, Jarama, Henares, Tajuña y Tajo, este último define el límite meridional de la Comunidad de Madrid.

El dominio de la Sierra de Madrid presenta las evi-dencias geológicas más antiguas conocidas en nuestra comunidad, su historia es bastante compleja y la infor-mación paleontológica muy escasa, ya que las rocas pa-leozoicas son predominantemente granitos y rocas muy metamorfizadas, poco favorables para la conservación de los fósiles. Sabemos que durante gran parte del Pa-leozoico el área estuvo ocupada por un mar, los sedi-mentos depositados dejaron testigos fósiles de algunos de los organismos que los habitaron; como trilobites, moluscos, graptolitos, etc. (Arribas et alii., 1998).

Estos materiales sedimentarios fueron afectados por la Orogenia Hercínica, encontrándose fuertemente metamorfizados y plegados. En los momentos finales de la extensión ligada a la tectónica hercínica tuvo lugar la intrusión de la mayoría de los cuerpos graníticos, su emplazamiento principal se data entre 310 y 280 millones de años (Carbonífero superior). Entre las rocas paleozoicas con fósiles y los siguientes niveles fosilíferos existe un gran vacío en el registro fósil. Podemos suponer que el área estuvo en algún momento emergida y expuesta a fuertes procesos erosivos, en cualquier caso, si hubo formación de depósitos no ha quedado ninguna evidencia ni superficial ni profunda en nuestra comunidad (Fuster et alii., 1998).

El registro sedimentológico se vuelve a evidenciar a partir del Cretácico, con el desarrollo de sistemas fluviales (facies Utrillas de edad Cretácico inferior, cerca de 106 millones de años) que poco después serán cubiertos por sedimentos marinos. El desarrollo de amplias plataformas marinas de poca profundidad con evidencias de organismos constructores de arrecifes (corales, rudistas) son clara indicación de la ausencia de relieves importantes en lo que hoy es la Sierra de Madrid. No obstante, áreas continentales son detectadas por la presencia de importantes yacimientos con vegetales continentales, los yacimientos de Soto del Real, Torrelaguna y Guadalix de la Sierra, nos evidencian la existencia de floras del Cretácico superior desarrolladas en áreas costero-litorales bajo climas marcadamente estacionales, cálidos y húmedos en invierno, y tórridos y secos en verano (Diéguez et alii., 1993; 2000).

MADRID DURANTE EL TERCIARIO

El final del Cretácico y los comienzos del Paleógeno están marcados por un cambio drástico en condiciones paleogeográficas de la cuenca de Madrid, consecuencia de la elevación del Sistema Central y de la definitiva retirada del mar. El modelo geológico, que perdurará hasta comienzos del Cuaternario, se instala iniciándose un tipo de sedimentación diferente, claramente continental y en la que la proto-sierra de Madrid va a suministrar materiales terrígenos que se depositarán en

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

130

el centro de la Cuenca de Madrid, acumulándose una potente sucesión de sedimentos terrígenos y evaporíticos claramente continentales (Fuster et alii., 1998; Alberdi, 1985; Calvo, 2000a y b).

La casi totalidad de estos depósitos del Paleógeno están hoy cubiertos por los sedimentos más recientes - pequeños retazos se encuentran en áreas marginales de la sierra, sin que hasta el momento hayan suministrado

fósiles de vertebrados -, pero su gran potencia ha sido puesta de relieve mediante sondeos profundos y estu-dios geofísicos, pero éstos, no permiten conocer con precisión en qué condiciones ambientales se formaron. Se puede suponer que de forma análoga a la sedimen-tación miocena corresponden al avance de sistemas de abanicos aluviales, en los que se acumularon los mate-riales erosionados del nuevo relieve emergente, depo-

Figura 1 - Reconstrucción del paisaje del Cretácico superior de la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama.

131

sitándose más hacia el centro de la cuenca sedimentos lacustres carbonatados y evaporíticos.

Durante el Mioceno - entre 23 Ma y 1,6 Ma - una potente serie de sedimentos continentales (hasta 500m) se depositó en la Cuenca de Madrid. Procedentes de la Sierra, los materiales arcósicos, fruto de la degradación y erosión de las rocas graníticas y metamórficas, se de-positaron mediante un complejo sistema de abanicos

aluviales que desembocaban en un lago salino situado en el centro de la cuenca. En las zonas finales de estos abanicos y en los márgenes del lago, las arcosas pasan lateralmente a depósitos más finos; arenas y arcillas que progresivamente se intercalan con carbonatos y sedi-mentos yesíferos; más al interior de la cuenca el lago salino se evidencia por el depósito de yesos, anhidritas, halitas, etc. este tipo de ambiente se mantuvo hasta final

Ilustración de Mauricio Antón

Madrid Antes del Hombre. Fauna Singular de Madrid

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del Mioceno superior, tiempo en el que se detecta una reactivación tectónica de la cuenca con el desarrollo de incipientes cursos fluviales, a los que se superponen las “Calizas de los Páramos”, depósitos carbonáticos que se formaron en lagos poco profundos de aguas dulces.

Los depósitos de edad pliocena forman, en términos relativos, una delgada capa de sedimentos, fundamental-mente terrígenos, que, en partes centrales de la cuenca, están cubiertos por una costra calcárea de algunos me-tros de espesor. Estos depósitos constituyen el registro neógeno más reciente previo al encajamiento de la red fluvial cuaternaria.

La edad de los yacimientos miocenos conocidos en Madrid abarca aproximadamente un lapso de tiempo comprendido entre los 20 Ma a los 10 Ma, y biocrono-lógicamente corresponden a los periodos: Rambliense (Mioceno inferior), Aragoniense medio (Mioceno me-dio), Aragoniense superior (Mioceno medio) y Valle-siense superior (Mioceno superior).

La mayor parte de los yacimientos con vertebrados miocenos se encuentran en la franja de sedimentos pa-lustres depositados en la transición entre los abanicos aluviales y los márgenes del lago. Sin embargo, estos yacimientos sólo representan a una pequeña porción del registro geológico, la que ha sido descubierta por la erosión de la red fluvial cuaternaria, y que apenas alcan-za los 200 m de profundidad. De hecho, el yacimiento Mioceno más antiguo de la Comunidad, el de La Enci-nilla, Colmenar Viejo se sitúa en una pequeña depresión cercana a la Sierra y sin relación geométrica con el resto de los yacimientos de la Cuenca de Madrid. La fauna de La Encinilla está compuesta por dos carnívoros, Herpes-tides sp. (vivérrido primitivo) y Amphicyon giganteus; un rinoceronte, Protaceratherium minutum ( grupo de rinoce-ronte sin cuernos), un jabalí, Hyotherium major y dos ru-miantes primitivos (inermes) Angegameryx sp. y Teruelia cf. adroveri. Por correlación con otras faunas de la misma edad, situadas en la Cuenca de Loranca (Cuenca) pode-

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la Cuenca de Madrid

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Figura 2 - Posición cronoestratigráfica de algunos yacimientos de la cuenca de Madrid, según López Olmedo (2004)

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mos inferir que la fauna de Colmenar Viejo se desarrolló en un paisaje de clima subtropical cálido y relativamente seco (Quiralte y Morales, 2006).

Las faunas terciarias más típicas de Madrid corresponden al Aragoniense medio y superior (Mioceno medio) y se distribuyen por toda la parte central de la comunidad, actualmente ocupada por la ciudad de Madrid y su enorme entorno urbano (López y Morales, 1989; Morales, 1993; Morales, 2000; Peláez-Campomanes et alii., 2003; Olmedo et alii., 2004). Durante un lapso temporal de unos 3 millones de años, desde hace 16 millones de años hasta hace 13 millones de años del presente tenemos una sucesión casi continua de yacimientos que nos permite a partir de los restos fósiles de vertebrados conocer con precisión cómo fue el paisaje durante esta época (Morales, 1993; Morales et alii., 2000).

Podemos afirmar que durante el Mioceno medio de Madrid existió un marco ambiental muy homogéneo, marcado por unas condiciones de aridez y temperatura elevadas; las variaciones en el espacio y en el tiempo responden a una misma pauta, que se relaciona con las diferencias en la humedad. Ésta, aumenta progresiva-mente de los bordes de la cuenca al centro de la misma y del Aragoniense medio al Aragoniense superior. Esta tendencia hacia un aumento progresivo de la humedad ambiental, también asociada con una disminución de la temperatura, está registrada en otras cuencas continen-tales españolas para el mismo lapso temporal que el re-gistrado en Madrid (Soria et alii. 2000). Interpretación algo diferente se encuentra en Cuevas (2005), este au-tor interpreta el máximo de aridez durante la biozona E del Aragoniense y no en la D. Gran parte del argumento de este autor estriba en la desaparición de las formas ripícolas presentes en la biozona D, caso de los géneros Caenotherium y Dorcatherium. En nuestra opinión, sin ne-gar esta posibilidad, el conjunto de la fauna de macro-mamíferos sigue avalando un máximo de aridez para las faunas de la biozona D, las famosas “Faunas con Hispa-notherium”. La desaparición de los tragúlidos (Dorcathe-rium) debería ser mirada con precaución, puesto que su presencia en estas faunas es sumamente rara, y falta en muchos yacimientos, como los de las pistas de Barajas y los nuevos yacimientos de la M-30. El caso de la desapa-

rición de Caenotherium es más complejo, y la causa de su aparente extinción podría responder a causas diferentes a las puramente ambientales, como por ejemplo com-petencia con los mósquidos de tipo Micromeryx (ru-miantes inermes de pequeño tamaño), que comienzan a ser abundantes en esta época, o por la combinación de ambos factores. Pero en definitiva, la brusca y sorpren-dente desaparición de Hispanotherium y la disminución de los paleomerícidos, combinada con la abundancia de ciervos, nos sigue sugiriendo que las faunas de la biozo-na E vivieron en ambientes menos áridos que los de las “Faunas con Hispanotherium”. La mayor parte de la infor-mación sobre este periodo en la Comunidad de Madrid proviene como hemos ya mencionado del estudio de los yacimientos con vertebrados fósiles, pero existen algu-nos notables yacimientos con macro-restos de plantas y polen que suministran información paleo-ambiental de gran interés (Fernández Marrón et alii., 2004).

La composición faunística de estas faunas arago-nienses aunque es muy variada, tróficamente responde al mismo patrón; los micromamíferos son principalmente cricétidos (hamsters), esciúridos (ardillas terrestres), glíridos (lirones) y lagomorfos (pikas y conejos) - Peláez-Campomanes et alii., 2003; Sesé, 2006-; entre los carnívoros dominaban los anficiónidos (cánidos muy primitivos), los hemiciónidos (úrsidos primitivos) y los félidos (Salesa y Fraile, 2000); las formas macro-herbívoras tenían un amplio espectro de tallas, desde los grandes proboscídeos representados por los masto-dontes (siempre la misma especie: Gomphotherium angustidens) hasta pequeños rumiantes de la talla del actual dik-dik. Son constantes, entre los perisodáctilos, los rinocerontes, representados por formas sin cuernos como Hispanotherium matritense y Alicornops simorrense, éste último sólo empieza a ser abundante en los últimos tiempos del Aragoniense, o con cuernos como Dicerorhinus sansaniensis y los caballos, representados por formas muy primitivas clasificadas en diversas especies del género Anchitherium - forma que aún conservaba patas con tres dedos y dientes con corona muy baja (Sánchez et alii., 1998).

Entre los artiodáctilos destacan ciervos y antílopes, paleomerícidos - grupo de ciervos extintos con apén-dices craneales en la frente y nuca - como Triceromeryx

Madrid Antes del Hombre. Fauna Singular de Madrid

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

134

pachecoi, definido en el yacimiento de la ribera del Man-zanares conocido como La Hidroeléctrica y formas iner-mes (sin astas) similares al moschus actual. La presencia de jabalíes de talla considerable es también constante y junto a ellos un gran suido Conohyus simorrensis que desa-rrolló premolares masivos aptos para machacar nueces y otros frutos con cáscara, o incluso huesos (Made & Morales, 2003).

Existen en estas faunas aragonienses formas menos comunes, algunas de ellas notables caso de Magerictis im-perialensis definido en el yacimiento de Estación Impe-rial (encontrado durante el seguimiento de las obras del Pasillo Verde Ferroviario) y que representa la evidencia más antigua de una especie relacionada con el oso panda pequeño (Ailurus fulgens). Magerictis imperialensis es una de las formas más sorprendentes del registro fósil de Madrid

Figura 3 - Reconstrucción del paisaje del Mioceno medio (Aragoniense medio) de La Hidroeléctrica, Madrid. Este yacimiento ha sido reencontrado

135

(Ginsburg et al., 1997). Recientemente, material más completo ha sido encontrado en las excavaciones paleon-tológicas realizadas en el entorno urbano de Madrid.

El tránsito entre el Mioceno medio y superior está muy mal documentado en la Comunidad de Madrid, limitándose a algunos indicios en las calizas del Páramo en los alrededores de Colmenar de Oreja. Pero ya entrado el Mioceno superior destacan los yacimientos

del Vallesiense superior del Cerro de los Batallones (Torrejón de Velasco). Sin la menor duda son los yaci-mientos paleontológicos más singulares de Madrid y en conjunto e individualmente son yacimientos que pueden considerarse como “yacimientos con fósiles de conservación extraordinaria”.

durante las obras de soterramiento de la M-30. Ilustración realizada por Mauricio Antón

Madrid Antes del Hombre. Fauna Singular de Madrid

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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Hasta el año 2000 sólo se conocía un yacimiento en el Cerro de los Batallones, el que actualmente se deno-mina Batallones 1. A partir de 1999 se reactiva la ex-plotación de sepiolita en el cerro, y los seguimientos pa-leontológicos realizados durante el proceso de minería dieron lugar al descubrimiento de 3 nuevos yacimientos durante el año 2000 (Batallones 2, 3 y 4), en el 2001 uno más, Batallones 5, a finales del año 2002 se encon-tró Batallones 6, Batallones 7 en noviembre del 2004,

Batallones 9 en agosto de 2006, y Batallones 10, el últi-mo por el momento, fue encontrado en la primavera del año 2007. Algunos de estos yacimientos (Batallones 6, 7 y 9) no han sido excavados, ni siquiera prospectados, pero sí convenientemente protegidos, de forma que su excavación se realice en el futuro.

El resto de los yacimientos se encuentra en diferen-tes fases de excavación, como es lógico es Batallones 1 el yacimiento en el que se ha empleado más esfuerzo, y

Figura 4 - Reconstrucción del paisaje del Mioceno medio (Aragoniense superior) de Paracuellos 3, Paracuellos del Jarama, Madrid. En el horizonte

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por tanto el más estudiado. Después de 11 campañas de excavación se han obtenido más de 20.000 restos óseos, que mayoritariamente corresponden a animales carní-voros. La fauna determinada hasta el presente se com-pone de Anfibios; Reptiles: tortugas terrestres, lagartos; Aves: varias especies, mayormente rapaces; y diversos grupos de mamíferos como Insectívoros; Lagomorfos; Roedores: 5 especies; Carnívoros: 11 especies, entre las que destacan por su abundancia los tigres diente de sa-

ble, representados por dos especies (Antón et al., 2004, Salesa et al., 2005); Proboscídeos; Perisodáctilos: dos rinocerontes y un hiparion (Cerdeño y Alberdi, 2006); y Artiodáctilos: 3 especies, un bóvido de gran talla y dos rumiantes de tipo moschido (Sánchez y Morales, 2006).

El estudio del yacimiento de Batallones 1 ha pro-gresado notablemente durante estos últimos años, pero todavía queda un ingente trabajo a realizar. Desde un

se puede apreciar la sierra de Madrid, área fuente de los sedimentos que durante millones de años se depositaron en la cuenca de Madrid. Ilustración por Mauricio Antón

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punto de vista sistemático, las excavaciones realizadas en los niveles inferiores de Batallones 1 han confirma-do exhaustivamente que los carnívoros son abrumado-ramente mayoritarios. Este hecho se repite tanto para cada cuadro, como para el total de la cuadrícula. En la composición anatómica Paramachairodus ogygia (tigre

diente de sable de la talla de un puma) es con diferen-cia la especie mejor representada. Llama la atención que en número de restos, si excluimos los anteriormente mencionados de Paramachairodus, los siguientes en abun-dancia sean los pertenecientes a los otros dos félidos; el gran tigre dientes de sable Machairodus aphanistus y el

Figura 5 - Reconstrucción del paisaje del Mioceno superior del área del cerro de los Batallones, Torrejón de Velasco, Madrid. En el horizonte se

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félido pequeño Pseudaelurus sp. No queda otro remedio que pensar que la gran movilidad de los félidos, incluida su buena adaptación para trepar y saltar, en esta ocasión habría jugado en su contra, siendo el causante de la caída en lo que suponemos que fue una trampa. De forma que el sesgo de abundancia de los félidos con relación al res-

to de los otros carnívoros, sería un argumento adicional a favor de la hipótesis, cada vez más confirmada, de la existencia de una trampa natural de aproximadamente 20-30 m. de potencia. La preparación en el laborato-rio de la brecha ósea muestra que esta formada por una mezcla de huesos y dientes aislados, asociaciones óseas

aprecia el comienzo del gran lago que se instaló en la cuenca de Madrid. Ilustración realizada por Mauricio Antón

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de una misma especie y conexiones anatómicas de dife-rente tipo. El hallazgo de un esqueleto con los elemen-tos óseos en conexión anatómica de un rinoceronte fue el primer caso de un esqueleto casi completo de una forma no carnívora de gran talla. Se sitúa en los cuadros más profundos de la cuadrícula. Éste hecho por ahora no tiene una explicación, puede ser debido a la talla, pero tampoco se puede descartar una hipótesis similar para los carnívoros pequeños, esto es, que exista un gradien-te gravitacional en el depósito de los fósiles. Con poste-rioridad se realizó el hallazgo de un segundo esqueleto con los elementos óseos en conexión anatómica de un rinoceronte, se sitúa muy cerca del anterior también en los cuadros más profundos de la cuadrícula. Se trata de una especie de rinoceronte de gran talla y provista de un engrosamiento en los nasales para el asentamiento de cuernos. Esta especie es la primera vez que se encuentra

en el yacimiento, pertenece a un animal aún juvenil, ya que conserva parte de la dentición decidual (de leche), y su talla es notablemente mayor que la del rinoceronte anteriormente conocido en el yacimiento.

Conocemos que la acumulación de huesos se originó después de un corto proceso post-morten durante el cual tuvo lugar un transporte escaso o nulo. Así, la existencia de conexiones anatómicas (elementos del autópodo, fragmentos de columna vertebral, cráneos articulados con mandíbulas), la buena conservación de los huesos (los huesos rotos son muy raros), sin señales de exposición a la intemperie; la ausencia de sesgos en la composición anatómica de los carnívoros; la carencia de orientaciones preferentes en los huesos largos (depósito caótico), etc. indican que los agentes externos, fuesen bióticos o abióticos, apenas pudieron actuar. Existen muchos elementos óseos aislados, y en la brecha, los huesos están en contacto unos con otros, de forma que es frecuente encontrar deformaciones o roturas relacionadas con el contacto. Estos hechos sugieren que los restos óseos se debieron depositar en un sedimento que poseía una cierta plasticidad, permitiendo los reajustes y mezcla de los elementos esqueléticos.

Figura 7 - Reconstrucción del gran tigre dientes de sable Machairodus aphanistus, uno de los carnívoros más frecuentes de los yacimientos de Batallones 1 y 3. Ilustración realizada por Mauricio Antón

Figura 6 - Reconstrucción de la anatomía del félido dientes de sable Paramachairodus ogygia, vistas del esque-leto y de su apariencia en vida. Ilustración realizada por Mauricio Antón

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Existe un sesgo drástico en la composición de la fauna, la mayoría de los restos pertenecen a carnívoros. Es bien conocido que los carnívoros en las biocenosis actuales constituyen una mínima parte de la biomasa. Siendo su número por unidad de superficie muy pequeño, este hecho provoca que en los yacimientos paleontológicos formados sin intervención humana, la proporción de sus restos no sean nunca superior al 10% (que es un porcentaje notablemente mayor que su porcentaje de biomasa en los medios naturales). La explicación de este sesgo sólo es posible si postulamos la existencia de algún fenómeno natural que concentró selectivamente carnívoros en un área determinada, por ejemplo, la concentración de carnívoros de varias especies en el carroñeo.

A falta de otros análisis y estudios más profundos que están en curso, podemos inferir que nos encontramos ante una acumulación pasiva en el sentido de Lyman (1994), que podría cumplir los tres requisitos citados por este autor: 1.- Algún factor que atraiga a los animales año tras año, 2.- La posibilidad de que morir en este lugar sea más atractiva que en otro, 3.- Los animales se acumularon a sí mismos.

Se puede concluir que la existencia de cavidades funcionando como hoyos con agua explicaría la atracción de los animales a lo largo de un determinado tiempo, la propia necesidad de agua de los carnívoros o la posibilidad de carroñear sobre algún animal atrapado en la cavidad, explicaría la acumulación selectiva de carnívoros. No obstante, es necesario pensar en la existencia de procesos posteriores a la acumulación primaria de huesos que expliquen la orientación e inclinación de los huesos (Domingo et al., 2006). La existencia de fracturaciones, desplazamientos y superficies de compactación en las arcillas podrían sugerir que la masa original de sedimentos sufrió una fuerte compresión con desplazamiento cuando el sedimento aún conservaba propiedades plásticas.

Pensamos que estos hechos básicos sólo pueden darse asociados en trampas naturales (arenas movedizas, charcas de fangos, etc.) en las que los animales pudiesen quedar atrapados y cuya agonía atrajese a carnívoros, que a su vez quedaban también prisioneros, actuando la trampa como un mecanismo autoalimentado. Esto

explicaría la existencia del área de concentración, de un proceso post-morten de corta duración y también el sesgo cuantitativo.

El conjunto de datos expuestos nos permiten confeccionar un modelo sobre el funcionamiento de la trampa natural de Batallones. Se trataría de una cavidad de paredes lo bastante inclinadas (probablemente extra-plomadas), y con la suficiente profundidad como para impedir la salida de individuos adultos de especies que estaban tan capacitadas para el salto como cualquier tigre o leopardo actual. Por otro lado, no debía ser tan profunda como para disuadir a los carnívoros de saltar en primer término. Incluso dadas estas condiciones, determinadas circunstancias, tales como una prolongada sequía, pudieron contribuir a aumentar la propensión de los carnívoros a correr el riesgo de entrar en la trampa.

Como hemos mencionado el hallazgo de 8 nuevos yacimientos en el Cerro de los Batallones ha aportado una ingente cantidad de datos, hay que señalar que sólo con la formación de un equipo multidisciplinar hemos podido abordar el estudio de estos excepcionales yacimientos. Algunos datos interesantes que pueden facilitarnos una aproximación al conjunto paleontológico del Cerro de los Batallones pueden consultarse en Morales et al. (2004), Pozo et al. (2004) y Morales et al. (2006). A modo de resumen podemos decir que los yacimientos del Cerro de los Batallones reflejan la existencia de complejos procesos geológicos y biológicos. El más fundamental de ellos es el que dio origen a las cavidades que más adelante actuarían como trampas altamente eficaces.

El proceso de formación de las cavidades, sin excluir mecanismos aun más complejos, pudo estar relacionado con fenómenos de agrietamiento y fracturación de los sedimentos originales, a partir de los cuales se generó un medio de alta capacidad de infiltración del agua formándose túneles y cavidades. Este proceso es conocido como erosión en túnel o piping, las cavidades formadas pudieron tener una cierta resistencia y durabilidad por la presencia de niveles sedimentarios silicificados muy resistentes (Pozo et al. 2004). Pero esto es sólo el comienzo de la historia, puesto que estas cavidades por razones todavía por dilucidar actuaron como trampas, en las que quedaron atrapados todo tipo de organismos. Mientras se producía esta hecatombe

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las cavidades se estaban rellenando de sedimentos procedentes del exterior. Este proceso de colmatación llego a obliterar por completo las cavidades, formándose, en la parte superior de las mismas, depresiones de escasa profundidad que actuaron como zonas palustres, en la que nuevas asociaciones de fósiles quedaron depositadas. Así pues, la historia de estas cavidades es sumamente compleja y en los sedimentos conservados se refleja el proceso de relleno de las mismas, con al menos dos niveles paleontológicos diferentes; uno inferior sólo detectado por el momento en Batallones 1 y 3, que se interpreta como originado por trampas naturales, y otro superior representado en todos los yacimientos, menos en Batallones 3. Estos niveles superiores son radicalmente diferentes en los distintos yacimientos, y por esta razón suponemos que representan etapas diferentes e individualizadas de los últimos momentos de la historia de los rellenos.

A partir del Vallesiense superior y hasta el Cuater-nario existe una laguna casi total en la documentación fósil en la Comunidad de Madrid.

EL CUATERNARIO DE MADRID

El Cuaternario es la última de las eras de la escala geológica, su duración no alcanza los 2 últimos millones de años, ya que el límite inferior que se acepta generalmente y que lo separa del Terciario es 1,64 Ma, aunque algunos autores lo llevan hasta 1,8 millones de años antes de la actualidad. La justificación de una Era de tan corta duración, cuando es comparada con el Terciario (ca. 65 Ma) o con el resto de las eras, aún más largas, se debe a diversos hechos. Por una parte, el desarrollo de periodos de intenso frío denominados glaciaciones, con crecimiento espectacular de los casquetes polares, razón por lo que a esta Era se la conoce también como la “Edad del Hielo”. Sin embargo, hoy conocemos que

estos periodos de frío se remontan al final del Terciario, y además no son exclusivos del final de la historia de la Tierra, sino que se han producido cíclicamente en otras eras cada 200 Ma.

La individualización del Cuaternario como Era pro-viene de la visión antropocéntrica con la que contem-plamos todo los procesos que nos rodean; así, durante mucho tiempo, se vio al Cuaternario como el tiempo en el que el Hombre se había originado, emprendiendo el proceso de transformación que le ha llevado al desarro-llo de sociedades complejas. Hoy también sabemos que la historia del Hombre es bastante más antigua, y que la individualización de los homínidos se produjo bastante pronto durante el Plioceno inferior, hace más de 3 Ma.

No obstante, el Cuaternario sigue siendo visto como un periodo especial, tanto por lo anotado anteriormente, como por el hecho de que los procesos geológicos ocurridos en ese tiempo y de las faunas que han vivido en esa época se encuentran mejor conservados y menos transformados por procesos geológicos posteriores, siendo, por tanto, más accesibles a su investigación. Por esto, el estudio del Cuaternario nos informa de manera más completa sobre un aspecto esencial, que es la comprensión de los procesos biológicos y geológicos más recientes, por lo que su conocimiento es imprescindible para la comprensión de los procesos naturales de eras pasadas, de la naturaleza actual y de su evolución futura.

El Cuaternario, como hemos señalado, comienza hace 1.64 Ma, pero, en la cuenca del Tajo, (en la que se incluye la Comunidad de Madrid), al igual que sucede en las otras grandes Depresiones Ibéricas, poco antes de esta edad tiene lugar un cambio drástico en las caracte-rísticas fisiográficas de la cuenca, que hasta este momen-to presentaba un aspecto llano con escasos desniveles, en el que abundaban lagos, lagunas y charcas alimenta-das por aguas procedentes de los sistemas montañosos que circundaban la cuenca (Sistema Central, Montes de Toledo y Sierra de Altomira). El cambio se manifiesta en el paso de un sistema sedimentario endorreico, como el descrito, a un sistema exorreico, en el que las aguas procedentes de los relieves se organizan en una red flu-vial incipiente que dará lugar posteriormente a la red fluvial actual. La instalación de ésta supuso, por tanto, una transformación profunda en la geografía de la cuen-

Figura 8 - Reconstrucción del interior de la trampa de Batallones 1. Dos tigres dientes de sable (Machairodus aphanistus) alrededor de una carcasa de un rinoceronte. Ilustración realizada por Mauricio Antón

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ca, tanto por el desmantelamiento progresivo de los de-pósitos previos que da lugar a la aparición de los valles actuales, como por la generación de depósitos fluviales asociados a ellos, generalmente encajados unos en otros formando lo que se denominan terrazas fluviales.

Indirectamente, se conoce que la sedimentación de carácter “Terciario” pudo finalizar durante el Villafran-quiense, aproximadamente entre 2.5 a 2 Ma (Pérez-

González et al., 1989); pero la formación de la Raña (grandes abanicos aluviales de escasa pendiente coinci-dentes con los inicios del encajamiento de la red fluvial), y de los primeros depósitos de terrazas fluviales no po-seen una datación directa en la cuenca; la Raña posible-mente es posterior al Villafranquiense superior, lo que de alguna manera vendría a coincidir con el gran cambio faunístico reconocido en España para este tiempo, y que

Figura 9 - Reconstrucción del paisaje del Pontón de la Oliva, localidad con la asociación faunística cuaternaria más antigua de Madrid.

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supuso el fin de la fauna pliocena y el comienzo de las faunas cuaternarias.

La instalación de la red fluvial de Madrid ha sido un fenómeno complejo controlado por directrices estruc-turales previas, que en unión del factor litológico han influido decisivamente en la evolución geomorfológica, dando lugar a una serie de formas características debi-das a las distintas competencias ante la erosión de los

materiales miocenos, y su comportamiento frente a las deformaciones causadas por la tectónica y/o halocine-sis (deformación producida por el movimiento de masas salinas). El factor estructural, representado por nuevos movimientos tectónicos de fracturas anteriores al Cua-ternario controla las direcciones fundamentales de la red de drenaje, por lo que los ríos más importantes adaptan su curso a estas discontinuidades existentes en el basa-

Ilustración realizada por Mauricio Antón

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mento de la Cuenca de Madrid, dando lugar a lineacio-nes morfoestructurales, como pueden ser los escarpes en yesos que enmarcan sus valles (Silva y Hoyos, 1989).

Dentro de la Comunidad de Madrid, los depósitos cuaternarios más antiguos están representados por los sedimentos de las Superficies de Acumulación, que con forma de extensos planos inclinados, encajados sucesiva-mente en escalera, descienden desde los bordes del Sis-tema Central hacia los valles de los ríos Tajo y Henares, que fueron los primeros en establecerse. Son formas de enlace entre los ríos y los relieves. Los depósitos sedi-mentarios de estas superficies raramente alcanzan poten-cias mayores de 4 m, estando constituidos por arenas ar-cósicas similares a las terciarias. La más antigua de estas superficies, equivalente a la superficie de la Raña de la zona oriental, ocupa un espacio de tiempo importante sin restos faunísticos, ya que desde la edad estimada de ésta hasta los depósitos fluvio-kársticos del Lozoya (Pontón de la Oliva), con faunas del final del Pleistoceno inferior, hay casi un millón de años sin registro paleontológico.

En una etapa posterior a la red inicial formada por los ríos Tajo y Henares, se le unen los cursos casi per-pendiculares de los ríos Jarama, Manzanares y Guada-rrama, que se encajan en las superficies anteriores a favor de fracturas previas de direcciones aproximada-mente Norte-Sur. Un caso particular en la evolución de la red hidrográfica es el río Manzanares, que hasta las proximidades de Villaverde Bajo, presenta un sistema de terrazas similar al de los otros ríos de la Comuni-dad; pero, a partir de ahí, durante todo el Pleistoceno inferior, su cauce continuaba por la depresión de Prads-Guatén, cambiando su curso en el Pleistoceno medio hacia su valle actual por causas tectónicas (Silva et al., 1998). Por tanto, en dicha depresión se encuentran las terrazas antiguas, de +85 m hasta 40m, esta última con Mammuthus meridionalis. En el actual valle inferior sólo aparecen terrazas por debajo de los 20m, con faunas del Pleistoceno medio y superior.

Los depósitos más típicos del Cuaternario de Madrid están constituidos por depósitos fluviales formados por cantos, gravas, arenas, limos y arcillas que dan lugar a formas aplanadas y en escalera adosadas a los márgenes de los valles constituyendo lo que se denominan terrazas fluviales. La formación de terrazas no ha sido continua

a lo largo del Cuaternario, ya que entre dos de ellas hay siempre una fase de erosión, pero aunque muchas han desaparecido por erosión, sobre todo las más antiguas, las secuencias de los ríos principales Tajo, Henares, Ja-rama, Guadarrama y Manzanares son suficientemente representativas de la evolución geomorfológica de la Co-munidad. Las terrazas mejor conservadas se encuentran a partir del Pleistoceno medio (ca. 780.000 años).

Como hemos mencionado, la red fluvial de Madrid está fuertemente condicionada por las discontinuidades del basamento y, como no, por la estructura de los bor-des de la cuenca, en particular la Sierra de Madrid (Sis-tema Central) y los Montes de Toledo. Así, la red princi-pal discurre en dirección NE-SO, casi paralela a la Sierra de Madrid. Excepción a esta norma son los valles de los ríos Manzanares y Jarama que se disponen casi perpen-diculares a esta dirección predominante.

Dos tipos de estructuración de terrazas pueden re-conocerse en la Cuenca de Madrid. Uno está formado por terrazas escalonadas y colgadas unas con respecto a otras. Por lo general, presentan un número elevado de plataformas aluviales, por ejemplo, las del río Henares, con más de 20 niveles. De éstas, la más alta se sitúa a +210 m sobre el cauce actual. Estas características se encuentran en los ríos Jarama, Manzanares y Guadarra-ma. El segundo, también presenta terrazas escalonadas, pero las inferiores y bajas están solapadas o son com-plejas, con inversión de las mismas en largos tramos fluviales; esto ocurre en el río Manzanares aguas abajo del municipio de Madrid, en el Alberche en su salida a la Depresión, y en la confluencia Jarama-Tajo. En el primer caso es evidente la existencia de un control tec-tónico por elevación de un bloque de la cuenca; en las del segundo tipo, este control habrá sido realizado en función de la composición evaporítica del sustrato (Pé-rez-González et al., 1989).

La cronología o edad de estas terrazas es sólo rela-tiva basándose en las dataciones efectuadas a partir de los yacimientos paleontológicos y arqueológicos que se han encontrado en ellas. Tentativamente, Silva y Hoyos (1989) sitúan las terrazas de los ríos Manzanares, Jarama y Tajo de la siguiente manera: en el Holoceno, los niveles inferiores a los 5 m de altura relativa respecto al nivel actual; entre los 5 y 20 m corresponderán al Pleistoceno

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superior; entre los 20 y 80 m al Pleistoceno medio; y por encima de los 80 m al Pleistoceno inferior, corres-pondiendo al Plio-Cuaternario el resto de las superficies (erosión y/o depósito) relacionados con el encajamien-to de la red fluvial.

Otras formas de enlace, entre superficies y terra-zas, son los glacis con o sin depósito, que generalmente, forman parte de la morfología disimétrica de los valles: en una ladera terrazas fluviales y en la otra con glacis (Pérez-González et al., 1989).

Es evidente, que el proceso de formación de depó-sitos de superficies y glacis no favorece la formación de yacimientos paleontológicos, y hasta ahora no se cono-cen vestigios de fauna en ellos, puesto que los yacimien-tos se forman en zonas con características sedimentarias muy diferentes.

En la Comunidad de Madrid son escasos, pero ri-cos en fauna los depósitos fluvio - palustres y lacustres, como son los de Redueña, pertenecientes al Pleistoceno medio, cuyas calizas, fangos y arenas conservan macro y microvertebrados, así como gasterópodos.

Los depósitos cuaternarios con yacimientos paleon-tológicos más abundantes en diversidad se encuentran en terrazas fluviales asociadas a procesos neotectónicos, que dan lugar a procesos de subsidencia con lo que la velocidad de sedimentación es rápida y favorece la con-servación de la fauna, este es el caso de los areneros del valle inferior del Manzanares como Aldehuela, Arriaga, etc., con faunas del Pleistoceno medio final, o los del Jarama cerca de su confluencia con el río anterior como Áridos 1.

Las terrazas y llanuras aluviales son los sedimentos con mayor número de yacimientos cuaternarios en Ma-drid. No conviene olvidar que la mayoría de estos ha-llazgos se han producido como consecuencia de la inten-sa explotación a la que han estado y están sometidas las terrazas fluviales para la obtención de áridos. Desde los niveles más antiguos datados como Pleistoceno inferior final, caso de la Depresión de Prados-Guatén con Ma-mmuthus meridionalis, hasta prácticamente la actualidad existe una secuencia faunística casi continua. No obstan-te, nuestro conocimiento de la misma es muy limitado, debido a la escasa calidad de los muestreos realizados y a

Figura 10 - Las divisiones del Cuaternario basadas en los episodios glaciales detectados en el valle del río Danubio (cronología alpina; Günz, Mindel, Riss, Würm) tienen una difícil aplicación fuera del área geográfica en la que se definieron. Por esta razón se tiende a dividir al Pleistoceno en tres partes más convencionales: Pleistoceno inferior, medio y superior. La separación Plioceno /Pleistoceno se sitúa en 1.6 Ma, dato que coincide con el techo del episodio magnetoestratigráfico de Olduvai, que marca la separación entre las magnetozonas Gauss y Matuyama. La separación entre el Pleistoceno inferior y medio varía, según diferentes autores, entre los 780.000 años, límite entre las magnetozonas Matuyama/Brunhes, hasta los 950.000 años, tiempo en el que se detecta un corto periodo de polaridad normal, denominado Jaramillo, dentro de la magnetozona Matuyama. La separación entre el Pleistoceno medio y superior se sitúa aproximadamente hace 128.000 años, coincidiendo con la transgresión Eemiense en el Mediterráneo y con el último periodo interglaciar Riss-Würm de la cronología alpina. Finalmente, el límite Pleistoceno/Holoceno, se sitúa al final de la última gran pulsación fría, datada aproximadamente hace 10.000 años.

Las divisiones biostratigráficas de la figura son las propuestas por Ruiz-Bustos (1997), que tienen la ventaja de su gran sencillez; propone tres biozonas para el Pleistoceno, coincidentes con cada una de las divisiones cronológicas: MP 18 correlativa con el Pleistoceno inferior, MP 19 con el Pleistoceno medio y MP 20 con el Pleistoceno superior. Por su larga duración las dos primeras biozonas se subdividen en a y b. Una alternativa a esta propuesta puede encontrarse en los conjuntos faunísticos de Aguirre y Morales (1989). El problema desde un punto de vista de la microfauna de vertebrados ha sido recientemente discutido por Sesé y Sevilla (1996).

La biozona MP-18 ha sido dividida en dos subzonas; MP-18a marca el inicio del cuaternario, caracterizada por la aparición de los arvicólidos sin raíces dentarias (arrizodontos). Las faunas de esta subzona conservan elementos arcaicos, particularmente en los carnívoros. La subzona MP-18b agrupa una serie de yacimientos con faunas transicionales entre las del Pleistoceno Inferior y las del Pleistoceno Medio, bien representadas en los niveles inferiores de Gran Dolina - complejo kárstico de Atapuerca, en gris en la figura, TD= Gran Dolina, SH= Sima de los Huesos, T= Trinchera -. A este conjunto pertenecen los yacimientos del Pontón de la Oliva y Prado-Guatén en Madrid, que representan las faunas cuaternarias más antiguas de la Comunidad. La subzona MP-19a representada en Cúllar-Baza y Cuarterones (cuenca de Guadix-Baza) se caracteriza por la desaparición de numerosos taxones típicos del Pleistoceno inferior, junto con la aparición de Arvicola mosbachensis, siendo frecuente la presencia de Allocricetus bursae. Una segunda, MP-19b puede reconocerse con relativa facilidad, marcada por la aparición del caballo moderno (Equus caballus) y especies de mamíferos muy próximas a las actuales. El Pleistoceno superior significa la instalación de la fauna actual pero todavía persisten elementos típicos de la fauna de grandes mamíferos como son elefantes, rinocerontes y grandes carnívoros, cuya extinción marca el comienzo del Holoceno.

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la escasa atención (salvo contadas excepciones) dedicada al estudio de la fauna cuaternaria de Madrid.

Los sedimentos kársticos de la zona caliza del no-reste de la Comunidad son también ricos en yacimien-tos paleontológicos; este es el caso del yacimiento fluvio - kárstico del Pontón de la Oliva (figura 9), yacimien-to que puede considerarse como el más antiguo de la Comunidad de Madrid y que corresponde a la terraza de +45 m del río Lozoya, datado como final del Pleisto-ceno inferior (Sesé y Ruiz-Bustos, 1992). En el mismo karst se encuentran: el yacimiento de micromamíferos de la Cueva de Las Pinturas, edad Pleistoceno medio (Sesé y Ruiz-Bustos, 1992), la Cueva del Reguerillo con fauna del Pleistoceno superior, y la serie fluvio-palus-tre de Redueña que con una potencia de más de 100 m es una de las áreas más prometedoras para los estudios cuaternarios en la Comunidad de Madrid. La informa-ción paleontológica sobre la serie de Redueña es aún limitada, pero parcialmente corresponde al Pleistoceno medio (Cabra et al., 1985). El resto de los yacimientos del área de la Sierra de Madrid poseen una génesis simi-lar a los del karst del Pontón de la Oliva, estando ligados a procesos kársticos más recientes, tal es el caso de Pi-nilla del Valle (Alférez et al., 1982) de edad Pleistoceno medio-final.

En el yacimiento del Pontón de la Oliva se encuen-tra la fauna de mamíferos más antigua del Cuaternario de Madrid, datada como final del Pleistoceno inferior, compuesta por una gran variedad de especies; así en-tre los carnívoros existen dos formas: una hiena de talla grande (Pachycrocuta brevirostris) y un cuon - cánido que actualmente habita en Asia- . También, destaca la pre-sencia de un hipopótamo. Los rumiantes están repre-sentados por un ciervo y un bóvido de talla grande (Bos o Bison), los perisodáctilos por un rinoceronte (Diceror-hinus sp.) y un caballo de talla pequeña (Equus altidens). Es notable la presencia de un macaco (único yacimiento en Madrid), y entre los roedores un puercoespín (Hys-trix cf. major), ratas de agua, ratones de campo, conejos completan la asociación de micromamíferos, junto a tres especies de murciélagos que son formas características de los yacimientos kársticos.

Desde un punto de vista ambiental la fauna del Pon-tón de la Oliva es indicadora de una fase climática cálida,

así lo indica la presencia del puercoespín, del primate y del hipopótamo, formas actualmente confinadas al sur del mar Mediterráneo. La presencia de un paisaje con agua permanente y de cierta entidad vendría avalada por la presencia de hipopótamos.

En este mismo área, de edad más moderna se encuentran los yacimientos de Redueña, todavía poco estudiados, y la fauna de micromamíferos de la cueva de las Pinturas, en la que el carácter cálido de la fauna está más atenuado y la presencia de un lirón (Eliomys quercinus) indica la presencia de mayor cobertura arbórea. Algo más reciente es la fauna de Pinilla del Valle, este yacimiento se encuentra en el rellano de un abrigo calcáreo, y la acumulación refleja la acción antrópica, habiéndose encontrado restos de Homo. Como en otros yacimientos de ocupación humana, existe una fauna muy diversificada, compuesta por peces, anfibios, reptiles de pequeño tamaño, aves y mamíferos, entre los que destacan la presencia de castores, puercoespines, ciervos, caballos y rinocerontes (Dicerorhinus hemitoechus); osos, hienas, lobos, félidos y mustélidos se encuentran entre los carnívoros.

Mucho más conocidos son los yacimientos de las terrazas depositadas por los ríos madrileños durante el Cuaternario, y que han conservado importantes restos culturales de forma casi continua durante los últimos 300.000 años. No obstante, la mayor parte de los ha-llazgos paleontológicos realizados en ellas permanecen aún inéditos.

La mayor parte de estos yacimientos corresponden al Pleistoceno medio, caso del de ARIDOS 1 en Arganda que es, sin duda, uno de los yacimientos del Pleistoce-no medio mejor conocidos de Madrid (Santoja et al., 1980). La asociación de vertebrados fósiles está formada por una amplia variedad de peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. La mayor parte de las formas represen-

Figura 11 - Reconstrucción del paisaje de Aridos 1 en Arganda del Rey durante el Pleistoceno medio. Ilustración realizada por Mauricio Antón.

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tadas son muy próximas a las actuales, pero destaca la presencia de un castor (Castor fiber), hoy desaparecido en la Península Ibérica y del elefante antiguo (Palaeoloxo-don antiquus). El origen de la acumulación se interpreta como debido a la caza no selectiva e indiscriminada por parte del hombre paleolítico. El biotopo reconstruido a partir de los vertebrados sugiere un canal principal

de gran caudal, una llanura aluvial recorrida por canales secundarios y sembrada de charcas con plantas acuáti-cas, y una mayor dominancia de los espacios abiertos (pradera húmeda, prado seco y estepa) en los alrede-dores (López, 1980).Otros yacimientos del Pleistoceno medio son los de Transfesa, el clásico de San Isidro, el del arenero de Arriaga, etc. La presencia humana en la

Figura 12 - Reconstrucción del paisaje durante el Pleistoceno superior en el Arroyo de Butarque, Madrid.

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mayoría de estos yacimientos se evidencia por la exis-tencia de industria lítica.

Las especies más características de estos yacimientos del Pleistoceno medio fueron el elefante antiguo Elephas (Palaeoloxodon) antiquus, especie muy común en Europa durante todo el Pleistoceno medio y que alcanza el co-mienzo del Pleistoceno superior; el caballo, Equus caba-

llus, bóvidos de gran tamaño, como el uro o toro primi-tivo (Bos primigenius), especie que se encuentra durante todo el Pleistoceno extinguiéndose en el siglo XVII de nuestra era. El bisonte primitivo (Bison priscus) que se conoce en Europa desde el Pleistoceno Inferior y se ex-tingue en el Pleistoceno superior al final del Würm IV (Soto y Sesé, 1987). Dicerorhinus mercki, el rinoceronte

Ilustración realizada por Mauricio Antón

Madrid Antes del Hombre. Fauna Singular de Madrid

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de Merck, aparece en Europa en el Pleistoceno inferior y Dicerorhinus hemitoechus, el rinoceronte de estepa, que lo hace en el Pleistoceno medio, extinguiéndose ambas especies en el Pleistoceno superior al comenzar la últi-ma glaciación (Soto y Sesé, 1987). Los ciervos fueron comunes en estos yacimientos, en muchos casos clasi-ficados en la especie actual Cervus elaphus, otras formas presentes son Praedama sp. y Dama cf. clactoniana .

Las faunas del Pleistoceno superior en Madrid son escasas debido, más probablemente a la falta de investi-gación de este periodo, que a la ausencia de yacimientos de esta edad. Algunos de estos yacimientos son los de Arroyo del Culebro, Arenero de los Rosales, Arenero de Barbas, Adrián Rosas, etc. En líneas generales la fauna del Pleistoceno superior no presenta grandes diferencias con respecto a la del Pleistoceno medio, como rasgos más destacables se encuentran la aparición del mamut lanudo, Mammuthus primigenius, la del rinoceronte lanu-do, Coelodonta antiquitatis y la de grandes megacerinos (ciervos con astas hipertrofiadas) como Megaceros cf. gi-ganteus. Ciertamente algunas de estas formas podrían in-dicar un clima más riguroso que el templado del Pleisto-ceno medio, así Arsuaga y Aguirre (1979) atribuyen los depósitos de Arroyo del Culebro a un episodio de clima frío y bastante árido, muy continental y estacional.

El final del Pleistoceno superior significa la instala-ción de la fauna actual pero todavía persisten elementos típicos de la fauna de grandes mamíferos como son ele-fantes, rinocerontes y grandes carnívoros, cuya extin-ción marca el comienzo del Holoceno.

FAUNA SINGULAR DE MADRID:

TAXONES DE VERTEBRADOS MIOCENOS DEFINIDOS EN LA COMUNIDAD DE MADRID

REPTILES

QUELONIOS

Geochelone bolivari (Hernández Pacheco 1917)Localidad tipo: Barranco de los Mártires, Alcalá de Henares

Las tortugas gigantes fueron enormemente abun-dantes durante todo el Mioceno en el área de Madrid, sus restos se encuentran en todo tipo de sedimentos, pero raramente los ejemplares están bien conservados. Caso verdaderamente excepcional es el del yacimiento de la Maternidad de O’Donnell descubierto en el año 2007, en el que, no sólo se encuentran restos de ca-parazones excelentemente bien conservados, sino tam-bién huesos craneales y extremidades.

MAMÍFEROSLAGOMORFOS

OCHOTÓNIDOS

Lagopsis penai Royo Gómez 1928Localidad tipo: Barranco de los Mártires, Alcalá de Henares

Los lagomorfos de la familia de los ochotónidos, en la que se incluyen las pikas actuales, fueron el grupo más común y abundante de la microfauna de mamíferos del Mioceno medio de Madrid. Sus restos a veces se encuentran en grandes concentraciones, caso del yacimiento de Casa Montero, descubierto recientemente durante las obras de construcción de la M-50.

ROEDORES

CRICÉTIDOS

Cricetodon soriae nov. sp. Cárdaba, López Martínez, Salesa y Morales, J. 2006 (en Hernández Fernández et al., 2006)

Localidad tipo: Somosaguas Norte, Madrid

Los cricétidos (hamsters) fueron muy abundantes en las asociaciones de micro-vertebrados durante todo el Aragoniense madrileño. La especie definida en Somosaguas es la de mayor tamaño entre las conocidas de esta familia en los yacimientos del Aragoniense medio de Madrid.

CARNÍVOROS

AILÚRIDOS

Magerictis imperialensis n.gen., n.sp. Carnivora, Ailuridae

Localidad tipo: Estación Imperial, Madrid

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Magerictis imperialensis es el representante más an-tiguo conocido de la familia de los ailúridos, en la que se incluye al actual Oso panda pequeño. Este grupo de carnívoros tiene un registro fósil muy raro, lo que hace de los fósiles de Madrid auténticos eslabones perdidos para desentrañar la historia paleontológica del grupo.

ANFICIÓNIDOS

Magerocyon anceps n.gen. n. sp. Peigné, Salesa, Antón & Morales, 2007

Localidad tipo: Batallones 1, Torrejón de Velasco

Magerocyon anceps es el último representante en Es-paña de la familia Amphicyonidae, grupo de carnívo-ros actualmente extintos que fueron muy abundantes durante el Paleógeno y Neógeno de Eurasia y Norte Ámerica. Este grupo de grandes carnívoros está repre-sentado en al menos dos de los yacimientos del Cerro Batallones, con formas de talla grande con dentición hi-percarnivora.

PERISODÁCTILOS

ÉQUIDOS

Anchitherium ezquerrae (Von Meyer 1844)Localidad tipo: San Isidro, Madrid

Anchitherium matritensis n.sp. Sánchez, Salesa & Morales 1998

Localidad tipo: Estación Imperial, Madrid

Anchitherium procerum n.sp Sánchez, Salesa & Morales 1998

Localidad tipo: Paracuellos 5, Paracuellos del Jarama

Anchitherium alberdiae n. sp. Sánchez, Salesa & Morales 1998, Perissodactyla, Equidae

Localidad tipo: Paseo de Las Acacias, Madrid

Anchitherium cursor n. sp., Sánchez, Salesa & Morales 1998

Localidad: Alhambra-Tuneles, Madrid

Es notable la diversidad en especies del género Anchitherium en los yacimientos del Mioceno de Madrid. La especie Anchitherium ezquerrae definida por Von Meyer (1844) es dudosa al estar fundada en dientes aislados de

difícil interpretación. El restos de las especies definidas por Sánchez et al. (1998) se basan en abundante material dentario y postcraneal.

RINOCERÓTIDOS

Rhinoceros matritensis n. sp. Prado, 1864Localidad tipo: Puente de Toledo, Madrid

Hispanotherium matritensis n.gen. Crusafont & Villalta 1947

Localidad tipo: Puente de Toledo, Madrid

Crusafont & Villata (1947) crearon el género His-panotherium para la especie Rhinoceros matritensis definida por Prado (1864) en el Puente de Toledo. En realidad la especie fue determinada por paleontólogo francés Lar-tet, a partir de los restos que le envió Casiano del Prado. Sin embargo, al ser descrita y figurada por primera vez en el libro de Prado la autoría de la especie le corres-ponde al autor español. Este rinoceronte se caracteriza por poseer dientes con corona alta, cuyos valles están rellenos con cemento, y extremidades alargadas. Sus fó-siles son muy comunes de los yacimientos del Mioceno medio de Madrid, de forma que a las asociaciones de vertebrados fósiles de esta época se las denomina “Fau-nas con Hispanotherium”.

ARTIODÁCTILOS

PALEOMERÍCIDOS

Triceromeryx pachecoi n. gen. n. sp. Villalta, Crusafont & Lavocat 1946

Localidad tipo: La Hidroeléctrica, Madrid

Los paleomerícidos son rumiantes extintos, lejana-mente relacionados con los ciervos. Triceromeryx pachecoi exhibe un cráneo muy ornamentado con una protube-rancia bifurcada en la nuca y dos cuernos en los fronta-les.

CÉRVIDOS

Heteroprox moralesi Azanza 1989 Localidad tipo: Puente de Vallecas, Madrid

Heteroprox moralesi es un ciervo muy primitivo, con astas en las que a diferencia de los ciervos actuales no hay roseta. Las astas terminaban en tres puntas de talla desigual, y muy probablemente eran perennes.

Madrid Antes del Hombre. Fauna Singular de Madrid

Figura 13 - Reconstrucción de la apariencia en vida de la tortuga gigante Geochelone bolivari. Ilustración realizada por Mauricio Antón

Figura 14 - Reconstrucción de la apariencia en vida del ailúrido Magerictis imperialensis. Ilustración realizada por Mauricio Antón

Figura 15 - Cráneo del anficion Magericyon anceps. Ilustración realizada por Mauricio Antón

Figura 16 - Reconstrucción de la apariencia en vida de una especie robusta del género Anchitherium. Ilustración realizada por Mauricio Antón

Figura 17 - Reconstrucción de la apariencia en vida del rinoceronte Hispanotherium matritensis. Ilustración realizada por Mauricio Antón

Figura 18 - Reconstrucción de la apariencia en vida del paleomerícido Triceromeryx pachecoi. Ilustración realizada por Mauricio Antón

Figura 19 - Reconstrucción de la apariencia en vida del ciervo Heteroprox moralesi. Ilustración realizada por Mauricio Antón

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Agradecimientos

Nuestro más sincero agradecimiento a MINTRA (Conseje-ría de Transportes e Infraestructuras, Comunidad de Madrid) y a Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A. (Jorge Morín y Alejandra Alarcón) por la amable invitación a participar en este volumen. A la Dirección General de Patrimonio Histórico (Consejería de Cultura y Turismo, Comunidad de Madrid) por tantos años de apoyo incondicional a la Paleontología madrileña. A los compa-ñeros y amigos que han trabajado año tras año en los yacimientos paleontológicos de Madrid, sin su esforzada dedicación el conoci-miento de las extraordinarias faunas fósiles de Madrid no habría sido posible.

Este trabajo se ha hecho en el marco del proyecto CGL2005-03900 del Ministerio de Educación y Ciencia.

En el siguiente capítulo se lleva a cabo una visión de conjunto de los períodos prehistóricos e históricos previos a la construcción de la Real Fábrica, explicando los diferentes modelos de asentamiento y aprovechamiento de los recursos del entorno por parte del hombre. Se exponen diferentes ejemplos de la Comunidad de Madrid, centrándonos en la ocupación humana a lo largo del tiempo del valle del Henares, río vertebrador del ámbito de estudio.

Reconstrucción de la construcción de un tapial

Ilustración de Dionisio Álvarez

II.2. La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria a la Edad Moderna

Jorge Morín de Pablos, Germán López López, Mario López Recio,Marta Escolà Martínez y Rafael Barroso Cabrera

Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A.

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

168

LOS PRIMEROS POBLADORES:EL PALEOLÍTICO

Las terrazas cuaternarias del valle del río Henares presentan un alto potencial de conservación de restos arqueopaleontológicos en estratigrafía o en superficie, sitios en los que pudo asentarse el hombre paleolítico, o bien son niveles en los que la acción fluvial ha acumu-lado restos de sus herramientas y restos faunísticos. Los valles fluviales como los del río Henares fueron un foco de atracción tanto para los homínidos como para el resto de las especies animales en busca de recursos bióticos mediante la recolección, la caza o el carroñeo, si bien los homínidos durante el Pleistoceno se diferenciaban de sus competidores por el conocimiento de la fabricación de herramientas en madera (al ser un material perecedero no se conservan) y en materiales más duros, como la piedra. Por lo tanto, es común encontrarse en estos am-bientes fluviales e interfluvios evidencias de ocupación y explotación del medio por parte de microbandas de cazadores-recolectores atestiguadas por los restos líticos en cuarcita, sílex y otras materias primas talladas, para la fabricación de las primeras herramientas y utensilios para cortar madera, curtir pieles de animales, despeda-zar las carcasas de animales muertos o cazados, etc.

Si bien se conservan de forma excepcional eviden-cias del consumo de animales por parte de los homíni-dos y de la explotación y talla de sílex o cuarcita/cuarzo en la región, incluso estructuras de combustión (fue-gos, hogares, etc.), no se conservan los lugares de habi-tación, siendo cabañas y refugios construídos con palos de madera, ramajes y elementos de porte arbustivo en entornos al aire libre.

En San Fernando de Henares existen yacimientos paleolíticos contextualizados en las terrazas del Jarama como son la Casa de Quintana, Cerro de la Horca, Dehesa de Vaciadota, Balneario de Herreros, El Olivar o Gravera de Centrarido (Gamazo, 2002), el yacimiento en superficie de la Estación de San Fernando de Henares, con talla bifacial del Paleolítico Inferior y Medio (Baena et alii, 2002) in-terpretado desde principios del siglo pasado como mus-teriense (Pérez de Barradas, 1929; Obermaier y Pérez de Barradas, 1930; Santonja y Querol, 1977), el yaci-miento en superficie de la Dehesa de la Muñoza en San Fernando de Henares, con industria achelense y mus-teriense (Pérez de Barradas, 1929; Obermaier y Pérez de Barradas, 1930; Santonja y Querol, 1977). Además, existen puntos con hallazgos en superficie de industria levallois desde San Fernando hasta el km. 6 de la Carre-tera a Mejorada del Campo (Santonja y Querol, 1977), y destacan otros enclaves en la región como el yacimien-to en superficie de Cerro del Viso, situado al suroeste de Alcalá de Henares, con industria de cantos y lascas del Paleolítico Inferior y Medio (Santonja y Querol, 1977) y numerosos puntos en Mejorada del Campo conocidos desde principios del siglo XX (Baena et alii, 2002).

En El Cañaveral (Vicálvaro, Madrid) (Baena et alii, 2007) se han localizado evidencias de explotación de bloques de sílex in situ, es decir, en su posición original, detectándose estrategias de aprovisionamiento de sílex durante el Pleistoceno Superior, presentando conjuntos musterienses en los que las exigencias técnicas de la propia materia prima a tallar son mayores para producir lascas de forma estandarizada.

En concreto, con motivo de los trabajos arqueológicos previos a la obra de prolongación de la Línea 7 de Metro, Tramo IV, en las estaciones 9, 10 y en el Túnel entre pantallas, se localizaron en estratigrafía varias piezas (núcleos y lascas del Paleolítico Antiguo –Inferior/Medio-) elaboradas en sílex local fundamentalmente, también en menor medida en ópalo, con rodamiento diverso (alto, medio y bajo), desplazadas al lugar por la acción de diferentes arroyos que erosionan los afloramientos de sílex de los cerros situados al sur de la zona y dejan agregados secundarios de fragmentos y clastos naturales de sílex, aprovechados para la talla lítica. La procedencia del silex/ópalo encontrado en la Figura 1 - Reconstrucción de cabaña

Figura 2 - Reconstrucción de homínidos tallando herramientas líticas

Figura 3 - Reconstrucción de escena de vida cotidiana en una cabaña

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zona de estudio se encuentra en el Cerro de Las Herreras. Este cerro deja expuesto, entre las calizas, dolomías y arcillas de su formación, unas bandas subhorizontales de sílex/ópalo, que, por la erosión natural de las avenidas y fenómenos fisicoquímicos, han ido depositando los restos de material encontrados en la zona. Debido a la cercanía del material de origen y la dureza del sílex/ópalo los restos no aparecen muy rodados, siendo en general de textura muy angulosa. La dispersión del sílex y ópalo natural llega a las inmediaciones de las estaciones, acumulándose en los materiales cuaternarios adyacentes a las obras.

Los grupos organizados en microbandas de econo-mía cazadora-recolectora darán fin con el paso a las so-ciedades productoras a partir del Neolítico.

INICIOS DE LA ECONOMÍA DE PRODUCCIÓN:

EL NEOLÍTICO

Si las evidencias de las primeras sociedades produc-toras son tremendamente escasas en la Comunidad de Madrid, en el caso del área que nos ocupa los yacimien-tos excavados de este período son totalmente inexisten-tes, conociéndose la implantación del Neolítico única-mente por dudosos materiales procedentes de recogidas superficiales y por la comparación con el entorno más inmediato. Junto a este factor, el total desconocimiento del sustrato poblacional preexistente dificulta aún más el conocimiento de la implantación y desarrollo de la economía de producción en la zona de estudio.

Persiste en este momento un poblamiento dual, con hábitat en cuevas o covachas en los ambientes serranos y poblados abiertos al aire libre, próximos a los princi-pales valles fluviales. Uno de los mejores ejemplos lo constituye el yacimiento de La Deseada (Díaz del Río y Consuegra, 1999), dónde junto a una serie de estructu-ras subterráneas de almacenaje se identificó una cabaña semiexcavada con planta oval y una serie de postes pe-rimetrales, en la que se pudieron diferenciar varias fases de ocupación.

Esta dualidad de poblamiento podría ser reflejo de distintas pautas económicas, con una mayor implanta-ción del pastoreo en los contextos serranos mientras

Figura 5 - Estación 10, Línea 7, Tramo IV. Industria lítica

Figura 4 - Estación 10, Línea 7, Tramo IV. Mapa geológico con el origen del sílex

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

que la agricultura adquiriría un mayor peso en los asen-tamientos de las cuencas fluviales, o bien de desplaza-mientos estacionales relacionados con la explotación de distintos nichos ecológicos.

Asistimos a partir de este momento a la intensifica-ción de la explotación del medio natural, con la defo-restación de áreas extensas para destinarlas al cultivo, el establecimiento de redes de intercambio o la explotaci-ón intensiva de determinados recursos como puede ser un claro ejemplo las labores extractivas realizadas en las minas de sílex de Casa Montero (Vicálvaro, Madrid).

La cultura material vendría representada por cuen-cos hondos y hemiesféricos, botellas, vasos globulares y ollas cilíndricas en cuanto a las formas cerámicas, y cordones lisos, acanaladuras, ungulaciones, impresiones y aguadas a la almagra en lo que a las decoraciones se re-fiere. El conjunto lítico estaría representado por un sig-nificativo número de láminas y microláminas así como armaduras geométricas, preferentemente trapecios y triángulos. Resulta también frecuente la presencia de molinos, hachas y azuelas pulimentadas.

Figura 7 - Galerías de Casa Montero (Vicálvaro, Madrid)

Figura 6 - Industria lítica (Barranco del Herrero, San Martín de La Vega, Madrid)

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

LAS PRIMERAS SOCIEDADES METALÚRGICAS:CALCOLÍTICO Y EDAD DEL BRONCE

El conocimiento de la metalurgia del cobre no su-pone, como pudo pensarse en un primer momento, un desencadenante del cambio social sino que más bien re-presenta una más de las innovaciones fruto de los pro-cesos de intensificación y especialización económica que serán origen y motor de desarrollos de complejidad y estratificación social de los que podrían ser reflejo la re-alización de obras comunitarias como los fosos y zan-jas excavados en determinados yacimientos calcolíticos como los documentados en Las Matillas o La Esgaravita (Díaz del Río, 1996a), o la diferenciación social de de-terminados enterramientos de la Edad del Bronce.

Para el Calcolítico se han establecido dos fases, una más antigua o Precampaniforme, como sería el caso de El Capricho (Barajas, Madrid) y otra más reciente o Cam-paniforme, documentada en el Camino de Yeseras (Blasco et alii, 2007). Ambas fases cuentan con repertorios ma-teriales muy similares con la excepción de las citadas ce-rámicas incisas, por lo que tal vez en ciertos casos sería más correcto hablar de Calcolítico “acampaniforme”.

Durante el Calcolítico y la Edad del Bronce continúa la ocupación en la zona de cerros poco elevados, predo-minando los asentamientos en llano, en las terrazas de los cursos fluviales estando documentados en la mayoría de los casos los denominados “fondos de cabaña”. Los patrones de asentamiento no difieren sustancialmente a lo largo de ambos momentos, como demuestra el que pese a documentarse yacimientos con una única fase como El Juncal o El Capricho, un buen número de ya-cimientos muestran ocupaciones o reocupaciones en períodos de tiempo muy dilatado que abarcan distintas fases del Calcolítico y de la Edad del Bronce, como la Esgaravita (Martínez, 1979), Las Matillas (Díaz del Río et alii, 1997), el Camino de Yeseras o Ecce Homo.

Se mantiene la tradicional realización de cabañas construidas con materiales orgánicos, asociadas a “fon-dos” de pequeñas dimensiones que, aunque ya se en-cuentran en los asentamientos anteriores a este momen-to, tienen durante el Calcolítico y la Edad del Bronce una mayor profusión y concentración, creando lo que se ha dado en llamar “campos de silos”. Seguramente es-tos “fondos” estuvieron en relación con estructuras más amplias, que constituirían las verdaderas viviendas, las cuales, en la mayoría de los casos, han desaparecido o sólo se han documentado restos tan fragmentarios como pellas de adobe, que en ocasiones muestran improntas del entramado vegetal, o fragmentos de revoques y en-lucidos. En lo referente a estas estructuras de habitación los datos de los cuales disponemos no son muy abundan-tes, aunque uno de los más claros ejemplos lo constituye la cabaña de El Capricho, con planta circular delimita-da por una zanja perimetral y postes de sustentación. Así mismo se documentan en su interior una serie de estructuras de almacenaje subterráneas. Otro ejemplo sería la cabaña de El Juncal, en la que pese a no poder delimitarse con nitidez su planta, se identificó una serie de muretes de tendencia rectilínea realizados en adobe o tapial.

En la construcción de la Línea 7, en la Estación de la Peineta, se localizaron dos fosas. Un podría interpretar-se como un silo, mientras que la otra cubeta de menores dimensiones podría tratarse de un hogar, mostrando cla-ros indicios de combustión en su interior.

Los conjuntos vasculares del Calcolítico estarían re-presentados preferentemente por formas simples como los cuencos, cuencos hemiesféricos y ollas globulares, con acabados muy variables y decoraciones muy escasas como acanaladuras o triángulos incisos con punteado in-ciso en su interior. La producción lítica de este momento es realmente pujante, con una variedad de tipos entre los que destacan los denticulados, perforadores, raspadores o puntas de proyectil, junto a una producción laminar sistematizada. Por su parte, durante la Edad del Bronce, junto a estas formas simples aparecen también ollas con perfiles ondulados o con los cuellos más destacados así como cazuelas carenadas. Al igual que durante el Calco-lítico, las decoraciones son muy escasas y se limitan a in-cisiones, digitaciones y ungulaciones, preferentemente

Figura 8 - Reconstrucción de las explotaciones en mina de Casa Montero (Vicálvaro, Madrid). Ilustración de Dionisio Álvarez

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Figura 9 - Val de La Viña (Alovera, Guadalajara). “Fondos” o “silos” de la Edad del Bronce

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en el borde y a algunas decoraciones plásticas como los cordones digitados o mamelones, elemento este último, que también se constata en momentos precedentes. El repertorio tallado se reduce ligeramente, resultando los dientes de hoz las piezas más significativas, junto a una industria laminar en regresión cuantitativa y cualitativa.

Las pautas económicas resultan muy similares en las ocupaciones de ambos períodos, basada fundamental-mente en una economía mixta agrícola y ganadera, en la que prácticamente la única diferencia radicaría en el grado de intensificación a lo largo de las distintas fases. Esta economía agraria vendría avalada por la presencia de elementos relacionados con la siega y la recolección, el almacenaje y la transformación de los productos ve-getales, así como la identificación de semillas de trigo y cebada en varios silos de Las Matillas (Alcalá de Henares, Madrid), junto a la presencia de especies domésticas en detrimento de la fauna salvaje, predominando los ovi-cápridos, suidos y bóvidos, aprovechando no solamente los recursos cárnicos sino también y de forma crecien-te, lana, pieles, leche o fuerza de tiro (Harrison, 1993). También en este momento se intensifican las explota-ciones de distintos recursos minerales tanto del entorno inmediato como de ambientes serranos, afianzándose las redes de intercambio a larga distancia, apareciendo ele-mentos de origen foráneo como el fragmento de copa argárica localizada en una de las estructuras de La Esga-ravita (Alcalá de Henares, Madrid).

Desde el punto de vista ritual o simbólico, son pocas las evidencias que podemos citar. En lo que al registro funerario se refiere asistimos al desarrollo del colecti-vismo funerario del que no se posee constancia en el entorno inmediato de nuestro área de estudio pero sí en los ambientes serranos próximos, como el ejemplo del desaparecido dolmen de Entretérminos (Losada, 1976) o el enterramiento múltiple en la covacha de El Rebolosillo (Díaz del Río, 1996b). Estas prácticas funerarias colecti-vas se diluirán paulatinamente en los últimos compases del Calcolítico para quedar plenamente afianzadas du-rante la Edad del Bronce, momento en que se generaliza la inhumación individual, generalmente amortizando antiguas estructuras de almacenaje ya en desuso como puede apreciarse en el cercano yacimiento de La Dehesa (Macarro y Silva, 1996).

Figura 11 - “Fondo” o “silo” de la Edad del Bronce excavado (Caserío de Perales, Getafe, Madrid)

Figura 12 - “Fondos” de La Peineta (Madrid)

Figura 10 - “Fondo” o “silo” de la Edad del Bronce amortizado (Caserío de Perales, Getafe, Madrid)

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EL NACIMIENTO DE LAS SOCIEDADES COM-PLEJAS: EL BRONCE FINAL Y LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO

Durante el Bronce Final, y coincidiendo con los pa-trones de asentamiento observados en etapas anteriores, la mayoría de los asentamientos conocidos se encuen-tran situados en lugares llanos, en las terrazas bajas de los grandes ríos, aunque tampoco faltan las ocupacio-nes en altura confirmados por los hallazgos del valle del Henares, en los cerros de El Viso y Ecce Homo (Alma-gro-Gorbea y Fernández, 1980). Se trata de poblados al aire libre situados en la vega, vaguadas y terrazas del río Henares, incluso en cerros levemente alomados, cuyo emplazamiento obedece a la explotación económica del entorno, las fértiles vegas fluviales para labores agrícolas y los pastos para el ganado, sin poseer un carácter mar-cadamente estratégico o defensivo. En los últimos años la práctica de nuevas técnicas de excavación ha cambia-do enormemente la visión que se tenía tradicionalmente de este momento, localizándose hábitat, como Las Ca-mas (Villaverde, Madrid) formado por grandes cabañas cercanas a los cuarenta metros de longitud y asociados a ellas todos los procesos productivos –fabricación de cerámicas, metalurgia, etc.

Respecto a la cultura material es frecuente encontrar en los repertorios cerámicos formas con carenas muy marcadas, de reducido tamaño, además de morfologías semiesféricas, troncocónicas y globulares, algunas con bordes cilíndricos. Los acabados varían desde los simples alisados a los espatulados o el bruñido, con decoración incisa, excisa, pintada, grafitada o aguadas a la almagra, además de digitaciones y ungulaciones en los bordes de las piezas (Crespo y Cuadrado, 1990). Por su parte, la producción lítica experimenta un descenso en lo refe-rente al repertorio tipológico, perdurando el elemento de hoz como pieza más significativa, unido a un progre-sivo empobrecimiento de la producción laminar y una pervivencia del macroutillaje pulimentado vinculado a labores de transformación de los productos agrarios.

Figura 13 - Vista aérea de los agujeros de poste que formaban la estructura de la cabaña de Las Camas (Villaverde, Madrid)

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Figura 14 - Reconstrucción virtual de la cabaña de la Primera Edad del Hierro de Las Camas (Villaverde, Madrid)

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Figura 15 - Ejemplos de cerámicas de la Primera Edad del Hierro

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EL MUNDO PRERROMANO: LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO

Es en este momento cuando parece apreciarse con mayor claridad la dualidad en cuanto al poblamiento, ya que pese a continuar la ocupación de las vegas de los ríos, se generaliza la ocupación de cerros con mayores condicionantes defensivos y control visual del territo-rio. Generalmente son poblados de pequeño tamaño que pocas veces sobrepasa 1 hectárea de extensión, con relativa proximidad entre unos y otros y ubicación en lugares altos tipo cerros testigos con superficie ame-setada, espolones, escarpes o laderas, dominando con frecuencia las zonas fértiles de los valles. En la zona de estudio no se han excavado yacimientos de este tipo, pero contamos con un ejemplo de lo que sería este tipo de hábitat en el cercano yacimiento del Cerro de La Gavia (Villa de Vallecas, Madrid). A partir de este momento los asentamientos comienzan a tener un carácter más es-table, dándose en ciertos casos una organización interna definida, consecuencia de un asentamiento permanente de la zona, con utilización de estructuras arquitectónicas de mampostería para el zócalo de los diferentes ámbitos habitacionales o estructuras defensivas realizadas con elementos pétreos calizos como sería el caso del yaci-miento del Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid).

La mayor parte de los yacimientos incluidos en este horizonte cultural se levantan en puntos no ocupados hasta el momento, con la excepción del cerro del Ecce Homo, en cuya cima se han encontrado restos de ocupa-ciones anteriores, aunque tampoco en este caso se pro-duce una verdadera superposición de hábitats, sino más bien una coincidencia espacial en la localización de los asentamientos ocasionales por parte de grupos de cro-nología muy diversa.

Las unidades habitacionales aquí documentadas se disponen sin orden aparente. Las huellas de estructu-ras que se han conservado evidencian una planta de ten-dencia oval que en el segundo de los conjuntos presenta además un perfil lobulado. Por otra parte, la existencia, en ambos casos, de pequeños orificios distribuidos en el interior de la superficie e interpretados como posibles huellas de postes, hace pensar en la colocación de po-sibles medianeras que permitirían delimitar diferentes espacios (Almagro-Gorbea y Dávila, 1988).

Finalmente, y aunque no se poseen testimonios di-rectos relacionados con el mundo funerario a diferencia de lo que sucede en las anteriores etapas culturales, asis-timos en estos momentos a la implantación de nuevas prácticas mortuorias que se pueden extrapolar a par-tir de los datos conocidos en el entorno más inmediato,

Figura 16 - Reconstrucción parcial del poblado del Cerro de La Gavia (Villa de Vallecas, Madrid)

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preferentemente en la provincia de Guadalajara, donde la cremación sustituye a las inhumaciones practicadas con anterioridad (Penedo et alii, 2001). A partir de es-tos momentos comienzan a documentarse necrópolis de incineración situadas en las proximidades de los pobla-dos, preferentemente en las vegas de los ríos. Los res-tos óseos humanos eran cremados e introducidos en una urna funeraria, acompañada por objetos del ajuar del difunto, tanto objetos de uso y adorno personal como panoplia guerrera, incluso, en algunos casos, con ofren-das de animales.

LA ÉPOCA ROMANA

La Península Ibérica se incorporó a la órbita romana como consecuencia de la pugna mantenida entre Roma y Cartago por el dominio del Mediterráneo occidental, cuando, tras la primera guerra púnica, la República ro-mana trasladó la lucha a Hispania. El Senado envió a la Península Ibérica en el año 218 a.C. a Publio Escipión

con el propósito de privar a su enemigo de un territorio vital para el abastecimiento cartaginés.

El dominio de la Carpetania, territorio en el que estaría incluida en la antigüedad la zona de estudio, constituyó pronto un objetivo para los romanos por su carácter de zona de paso para los que desean trasladarse desde el valle del Duero hasta la depresión del Tajo o viceversa. Estas tierras fueron escenario entre los años 200-180 a.C. de luchas de cierta importancia entre las armas romanas y los pueblos indígenas. A partir del siglo I a.C. comienza un proceso de paulatina romanización del territorio y asimilación de las tribus que lo habita-ban, ahora de forma pacífica. Gradualmente los indíge-nas fueron adoptando el modo de vida romano.

La llegada del mundo romano conllevó un proceso urbanizador que la arqueología registra bien. La cultura romana se desarrolló antes en la urbs, donde se concen-tran las bibliotecas, termas, palestras, etc. Sin embargo, las transformaciones también se sintieron en el ámbito rural. Los romanos llevaron a cabo un auténtico desa-rrollo de la agricultura.

Figura 17 - Reconstrucción virtual de la ciudade romana de Complutum (según VV. AA., 2005)

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LA CIUDAD

Dentro de la zona de estudio el único núcleo urba-no es la ciudad de Complutum (Alcalá de Henares). Esta ciudad contaba con una amplia población, división de funciones, centro administrativo y comercial, etc.

La transformación urbana de Complutum parece ini-ciarse en la década de los años 60 d.C. y se prolongará durante más de 70 años, surgiendo una ciudad plena-mente romana que cuenta con un trazado ortogonal, diversas infraestructuras urbanas, edificios públicos de gran envergadura, etc. (Rascón, 1995, 163 ss.).

Los trabajos arqueológicos de excavación desarro-llados en las últimas décadas han permitido conocer mejor la trama urbana complutense, que muestra una planta ortogonal a la que quedan vinculados determi-nados establecimientos situados en la periferia urbana. A diferencia de otros centros urbanos, Complutum no se vió afectada por la crisis que sacudió al Imperio en época tardía. De hecho, en el siglo III d.C. continúan en uso sus principales edificios públicos (basílica, termas y ninfeo) e, incluso, entre finales del siglo III y comienzos del IV se ha podido documentar una revitalización urbanística que se traduce en la rehabilitación de los edificios pú-

blicos. Asimismo, a este momento corresponde la cons-trucción de nuevas edificaciones de carácter privado que presentan importantes elementos decorativos y espacios de prestigio o ceremonia (Rascón, 1995, p. 177 ss.).

EL ÁMBITO RURAL

Es evidente que, a falta de grandes núcleos urbanos en la zona objeto de estudio en época romana, nuestro conocimiento se circunscribe sobre todo al ámbito rural. En efecto, la mayoría de los datos que ha suministrado la arqueología se deben a excavaciones en yacimientos de carácter rural, generalmente villas que aprovechaban la diversidad de recursos agrarios y ganaderos que propor-cionaban las riberas fluviales del Jarama y del Henares.

Resulta complicado definir con exactitud qué es una villa. La definición clásica la describe de manera ambi-gua como una construcción enclavada en el campo (“Ager cum aedificio fundus dicitur”, Digesto I, 16, 211). La villa, sin embargo, es mucho más que eso: es un centro autosufi-ciente sobre el que gira buena parte de la vida rural, de ahí que una definición más exacta del término sentencie que la villa es una urbs in rure.

Figura 18 - Reconstrucción virtual de un atardecer en un asentamiento romano de ámbito rural (según VV. AA., 2005)

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

La tipología de las villas es, sin embargo, muy am-plia, aunque la mayoría de ellas se pueden englobar en dos categorías: villas de tipo mediterráneo, con estancias dispuestas alrededor de un patio central que actúa de distribuidor de los distintos ambientes, y villas de corre-dor, con estancias dispuestas en línea. De forma genéri-ca, pueden definirse también una serie de características comunes a todas las villas: en todos los casos se trata de establecimientos de tipo agropecuario de carácter lati-fundista, que están situados en la proximidad de alguna vía de comunicación, aunque algo lejanas por motivos de seguridad. Además, las villas se disponen en terrazas fluviales, cercanas al cauce de los grandes ríos, en nues-tro caso los cursos del Henares y el Jarama, si bien lo suficientemente alejadas de estos cauces para evitar el riesgo de inundación ante una crecida. Esta ubicación en las cercanías de los ríos es especialmente importante en lo que se refiere a la explotación agraria, porque implica la explotación de la riqueza de los suelos, así como otros recursos ligados al entorno del río (pesca, agua, ganade-ría ribereña, huertas, etc.).

En cuanto a la subsistencia, las villas se levantan en áreas de rico y variado ecosistema, próximas a bosques y

monte bajo, generalmente en un lugar en el que concu-rren factores muy diversos desde el punto de vista agrí-cola y forestal que les permite la posibilidad de explotar todos los recursos que aquél les ofrece (caza, madera, productos del bosque, etc.).

Dentro de la villa pueden distinguirse varias zonas. La primera a la que hay que hacer referencia es lógica-mente el área residencial (pars urbana). Esta zona corres-ponde a la residencia del señor y actúa como escaparate de su grandeza y prestigio social. Aquí es donde se en-cuentran los mayores niveles de lujo y ostentación de todas las edificaciones que conforman la villa, puestos de manifiesto en la calidad constructiva de las estancias, en la decoración parietal, en sus pavimentos y en el mo-biliario. Es la zona destinada al descanso y disfrute, pero también de gestión de los asuntos que atañen a la admi-nistración de sus propiedades.

Además de la residencia señorial, la villa contaba con una serie de dependencias de las que en última instancia dependía su subsistencia y su economía. Habría que ha-blar aquí de los establos, gallineros y recintos dedicados a las aves de corral, de fundamental importancia no sólo con vistas a la dieta sino también a la hora de mejorar los

Figura 19 - Reconstrucción de establos de un asentamiento romano rural de tipo villa (según VV. AA., 2005)

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rendimientos de la explotación agraria (estiércol). Todas estas dependencias integran lo que se denomina la pars rustica, en la que se incluirían también las viviendas de la servidumbre. Junto a ellas habría que mencionar las dependencias que componían la pars fructuaria, recintos destinados al procesamiento de los productos agrarios (bodegas, molinos, etc.) y de los recursos del territorio (ferrerías, hornos, etc.).

Dentro del territorio objeto de estudio se han docu-mentado numerosas villas, algunas de las cuales han sido objeto de excavación o son conocidas desde antiguo. En la vega del Jarama, con motivo de la intervención de la construcción de la T-4 del Aeropuerto de Barajas, se han localizado numerosos asentamiento rurales, desgracia-damente todavía no se han publicado los resultados.

El corredor del Henares presenta una mayor densi-dad de poblamiento. Aquí se han documentado numero-sos asentamientos de época romana entre los que cabe citar: el de Torres de la Alameda, varios registrados en el término municipal de San Fernando, el cerro de San Benito en Torrejón de Ardoz, el de la Estación de Meco,

Figura 20 - Detalle del valle del Henares con la ubicación de los yacimientos romanos conocidos (según Caballero, 2006)

Figura 21 - Detalle del valle del Jarama con la ubicación de los yacimientos romano conocidos (según Caballero, 2006)

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

el del Cerro del Viso y, de forma muy especial, el yaci-miento de la villa del Val en la propia Alcalá de Henares. La villa en cuestión se encuentra en un cruce de cami-nos, a unos 4 kms de Complutum y bien comunicada con ella. Existen restos de una villa de cronología altoimpe-rial. Además, se pudo constatar la existencia de otra villa edificada en el siglo III y con vida durante toda la cuarta centuria, de la que se ha identificado una zona termal, así como un área destinada a zona de trabajo

Queda referirse, por último, a un yacimiento que si bien no pertenece a la Comunidad de Madrid merece ser destacado por su importancia y por su cercanía a la zona de estudio. Se trata de la villa de Val de la Viña (Alovera, Guadalajara). Las excavaciones han documentado un establecimiento de carácter agropecuario de 1 hectárea de extensión, distinguiéndose zonas de habitación, zonas de producción, donde destacan restos de un torcularium dedicado a la producción de vino, con dos prensas y otras áreas relacionadas con el almacenaje y la estabulación de

ganado. Este asentamiento formaría parte de la densa red de poblamiento rural que se fue formando a partir de las épocas julio-claudia y flavia en el valle del Henares y que se materializó en forma de pequeños establecimientos agropecuarios dispersos que caracterizaron social y económicamente el territorio objeto de estudio.

Figura 22 - Villa del Val (Alcalá de Henares, Madrid). Reconstrucción (según VV.AA. 2005)

Figura 23 - Vista aérea del asentamiento hispanorromano de Val de la Viña (Alovera, Guadalajara). Foto: Audema

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Figura 24 - Reconstrucción parcial del asentamiento hispanorromano de Val de la Viña. Ilustración a grafito de Enrique Navarro

Figura 25 - Reconstrucción 3D de la prensa de Val de la Viña. Ilustración de Francisco López Fraile

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Figura 26 - Planimetria arqueológica de la unidad transformadora de Val de la Viña. Ilustración de Francisco López Fraile

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LA ÉPOCA DE LAS INVASIONES

La primera gran oleada bárbara en Hispania se produjo hacia el año 409 como consecuencia de la guerra civil entre dos usurpadores, Constantino III y Geroncio, con el emperador romano legítimo Honorio, de estirpe hispana. Durante este período de profunda inestabilidad política, uno de los bandos atrajo para su causa la ayuda de vándalos, suevos y alanos que, tras ver la indefensión general del territorio peninsular, se dedicaron al saqueo de las grandes villas que encontraron a su paso.

Dentro de este panorama general, la zona objeto de estudio constituyó un importante centro de comunicaciones en la Antigüedad Tardía. En Complutum confluían diferentes calzadas que atravesaban el país de norte a sur y de este a oeste. Los primeros bárbaros siguieron estas vías de comunicación y los desastres

de sus razzias se dejan sentir en las villas situadas a lo largo de dos grandes vías de penetración: la que une Pompelone (Pamplona) con Asturica Augusta (Astorga) y la que desde Caesaraugusta (Zaragoza) iba en dirección a Toletum (Toledo) para desde allí enlazar con la de Augusta Emerita (Mérida), la capital por aquel entonces de la diócesis Hispaniarum.

Esta primera oleada apenas ha dejado vestigios ar-queológicos apreciables en la zona, si bien es posible do-cumentarla en el reaprovechamiento de las estructuras de algunas villas arrasadas como el alcalaíno de la villa del Val, situada en las inmediaciones de una calzada romana. La villa fue reaprovechada por un grupo de invasores. En la sala del mosaico del Auriga Victorioso los nuevos ocu-pantes reordenaron la estancia y construyeron una caba-ña de madera dentro de la antigua habitación de la villa siguiendo técnicas constructivas diferentes a las romanas (Díaz del Río et alii, 1991, 181-200).

Figura 27 - Mapa de asentamientos tardorromanos y visigodos de la Comunidad de Madrid (según Caballero, 2006)

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

Figura 28 - Reconstrucción del episodio de reocupación de la villa Del Val, Alcalá de Henares, Madrid (según Díaz del Río et al. 1991)

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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EL PROBLEMA DE LOS REPARTOS DE TIERRA Y EL ASENTAMIENTO DE LOS VISIGODOS

Parece existir un acuerdo generalizado en que el asentamiento de los visigodos en Aquitania II se realizó mediante el sistema romano de hospitalitas, según el cual dos tercios de la tierra pasaron a manos de los godos y el tercio restante quedó en poder de los romanos -sortes go-thicae et tertia romanorum- (Thompson, 1971, 155; King, 1981, 230; García Moreno, 1989, 47ss.). Este reparto de tierras debió producirse a costa de las grandes propie-dades (Thompson, 1971, 155-157), ya que lo contrario supondría un grave quebranto social que sería contrario al espíritu pacífico del foedus (García Gallo, 1940-41: 44-53).

Dos noticias recogidas por la Chronica Caesaragustana para los años 494 (“Gothi in Hispanias ingressi sunt”) y 497 (“Gothi intra Hispanias sedes acceperunt”) confirman la entra-da de contingentes godos en Hispania en esas fechas. Am-bos pasajes han sido interpretados de forma muy distinta según los diferentes autores que se han ocupado de ellos, pues mientras que algunos investigadores hacían referen-cia a los asentamientos de masas de población goda en tierras peninsulares ante la creciente presión franca (Or-landis, 1987, 60-61, Palol, 1970, 23-32), otros, más acer-tadamente a nuestro juicio, los relacionan con la inten-ción de la corte de Tolosa de ejercer un control efectivo sobre la península (García Moreno, 1989, 80, Domínguez Monedero, 1985, 174-179).

Desde los estudios de Abadal (Abadal, 1969, 97ss.) viene aceptándose un doble asentamiento en Hispania tras la derrota de Vogladum: uno de carácter popular, circuns-crito a la Meseta castellana, y otro de tipo aristocrático-militar, eminentemente urbano. El que aquí nos interesa es el primero, el que tuvo como protagonistas a las masas de población visigoda y como escenario las tierras del cen-tro de la Meseta y, por tanto, las de la actual Comunidad de Madrid. En este sentido, las últimas excavaciones en nuestra Comunidad arrojan nuevas luces sobre el asenta-miento de estas poblaciones en la Península Ibérica.

Algunos historiadores identifican el área de pobla-miento godo con la banda de tierras situadas entre el Duero y el Tajo, influidos sin duda por la denominación

Campi Gothorum dada por la crónica Albeldense al terri-torio situado al sur de Asturias (Chron. Albeld. VII 2; XV 3-5, Abadal, 1969, 97ss., Sánchez Albornoz, 1985, 60-62), aunque la mayoría de los autores, guiados por la disper-sión de las necrópolis con elementos de ajuar de tipo ger-mánico, prefieren restringirlo al área de Castilla la Vieja y su reborde suroriental, al triángulo que conforman Tole-do-Palencia-Tarazona, con una intrusión en la zona extre-meña (Reinhart, 1945, 1946 y 1951, Palol, 1970: 32-34, Thompson, 1981, 154-155, García Moreno, 1987, 332-333, Schlunk-Hauschild, 1978, fig. 16).

La llegada de contingentes góticos a la Meseta caste-llana plantea, con todo, no pocos problemas. Entre ellos está, sin duda, el del grueso demográfico de estas pobla-ciones inmigradas. Las cifras de población que se manejan oscilan entre un 5 y un 10 % del total de la población hispana estimada para la época –sólo el 1% para Reinhart (Reinhart, 1951, 7-9)–. Hay que tener en cuenta, no obs-tante, que estos datos hipotéticos están referidos al total estimado para la población hispana sin tener en cuenta que el asentamiento se produjo mayoritariamente en un área muy determinada y, como escenario que había sido de un importante conflicto bélico, parcialmente despo-blada (Palol, 1970, 31ss.). Sin querer exagerar el valor real de esta inmigración germánica, no cabe duda que el impacto que supuso para este territorio debió tener una cierta magnitud.

Por otra parte, el establecimiento de estos contin-gentes debió conllevar también problemas en su rela-ción directa con la población provincial. Se ha señalado que una de las causas de la elección de la Meseta central como lugar de asentamiento de estas gentes pudo ha-ber sido precisamente la baja tasa demográfica estimada para la región, sin duda la más castigada por la situación de crisis política que se vivió a comienzos de la quin-ta centuria (Palol, 1970, 31ss.). Asimismo debió pesar el hecho de que la entrada en la Península se realizara por los Pirineos occidentales (Reinhart, 1951, 16) y la probabilidad de que este área fuera controlada previa-mente por los reyes visigodos de Tolosa. En efecto, pa-rece detectarse un interés evidente de Teodorico I y de Eurico por establecer guarniciones que controlasen las principales vías de comunicación entre Mérida y Tolosa, así como las zonas fronterizas con áreas dominadas por

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

otros pueblos –con el NO suevo, la Tarraconense orien-tal y Bética, controladas aún por el poder imperial o la aristocracia filorromana-. Esta circunstancia facilitaría el asentamiento en un área importante que permitía a la par el dominio militar de la península y el control de la vía que unía Mérida, a la sazón capital de la diocesis His-paniarum, y Tolosa (García Moreno, 1987, 331ss.).

De forma paradójica, la arqueología parece desmen-tir esta teoría. De hecho, a excepción de algunas necró-polis cercanas a núcleos urbanos (Complutum, Toledo, Palencia o Mérida) y de otras situadas en pasos de serra-nía (Castiltierra y Daganzo), las restantes, se caracteri-zan por la ausencia de armamento y parecen obedecer a otra clase de consideraciones, vinculadas sobre todo a la explotación agraria del territorio. Indudablemente es-tas gentes debieron mantener algún tipo de relación con las guarniciones militares dispuestas en las ciudades más cercanas. Conviene tener en cuenta que la escasez de armamento en las necrópolis visigodas puede responder a otra clase de criterios, algunos de tipo ideológico, y a consideraciones difíciles de precisar (Ardanaz Arranz et alii, 1997, 409-452). Esta sorprendente ausencia de ar-mamento en las necrópolis visigodas ha llamado siempre la atención a los investigadores, más aún teniendo en cuenta la comparación de éstas con los cementerios de otros pueblos germánicos y al hecho de que el ejército de las Völkerwanderungszeit responde a la noción de pue-blo en armas. Una posible explicación de dicha ausencia es que esté relacionada con la importancia que el regalo tuvo en el mundo germánico primitivo, o quizá que ten-ga relación con la temprana cristianización del pueblo godo. En cualquier caso, conviene recordar una vez más que la ausencia de armas en los ajuares de las necrópolis godas no es exclusiva de los cementerios hispánicos y es algo que diferencia a los pueblos germánicos orientales con respecto de otros pueblos germanos (Zeiss, 1933-35, 142, Bierbauer, 1994 a, 46-47 y 1994 b: 172, Kiss, 1994: 164).

Como antes hemos adelantado, una de las razones que pudieron influir en la elección de la Meseta como tierra de asentamiento de los godos es que ésta constituía un área de baja densidad demográfica y amplias expecta-tivas de desarrollo ganadero y que, además, no represen-taba una gran extensión con respecto al total peninsular.

Es decir, se trata de un área bien delimitada y lo sufi-cientemente amplia para satisfacer el ansia de tierras del pueblo godo (Pérez Prendes, 1986), como reducida para mantener los lazos familiares de la Sippe (Reinhart, 1946, 301) y estructurar así una defensa militar efectiva desde los núcleos urbanos. De ahí precisamente la importancia estratégica y militar que adquieren determinados puer-tos de paso para controlar la comunicación entre Toledo y Palencia, los asentamientos en torno al corredor del He-nares-Jalón o en el eje Mérida-Toledo, así como el propio papel protagonista que comienza a detentar la urbe del Tajo en época tan temprana como el reinado de Teudis.

Existe además un factor histórico de gran trascen-dencia que podría ayudar a comprender por qué el asen-tamiento se realizó en esta zona. Es sabido que durante la usurpación de Constantino III, Geroncio llegó a pactar el saqueo de los Campi Pallantini tras la derrota de los pa-rientes del emperador (Arce, 1982: 156). A estas incur-siones habría que unir las devastaciones producidas tras la entrada de suevos, vándalos y alanos (Arce, 1982, 156, García Moreno, 1989: 44-45) que afectarían sobre todo a las grandes posesiones que jalonaban las dos principales vías de acceso: la que llevaba a Asturica Augusta, seguida por vándalos hasdingos y suevos, y la que se dirigía hacia la Bética, a través de Madrid-Toledo, tomada por los ván-dalos silingos y alanos.

Fue precisamente el clima de grave inestabilidad po-lítica en el que estaba sumida la península lo que obligó al foedus de Walia y Constancio por el que los visigodos actuarían de acuerdo con los intereses de la clase senato-rial romana para poner fin a las correrías bárbaras en His-pania. El tratado de 418 concedía a los godos la provincia de Aquitania Secunda ad inhabitandum, es decir, sin inde-pendencia política, simplemente para habitarla a cambio de los servicios militares que eran propios de la federa-ción. Lo que sigue es un periodo marcado por una enor-me inestabilidad que se prolonga hasta 429 (paso de los vándalos a África) e incluso más allá de la década de los 40 en el occidente peninsular dominado por los suevos y en el valle del Ebro, en la Tarraconense occidental, asolado por la Bagauda (Sánchez Albornoz, 1985, 59 ss.; Orlandis, 1987, 37ss.; García Moreno, 1989, 49ss.). Este periodo acabará finalmente con el control visigodo y el arrincona-miento de suevos y vascones hacia áreas periféricas.

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Es dentro de este contexto histórico donde hay que incluir la destrucción y posterior reaprovechamiento de numerosas villae situadas en el recorrido de las vías roma-nas, tal como se ha documentado para el área madrileña en el yacimiento de Tinto Juan de la Cruz -Pinto- y en la complutense villa del Val (Méndez-Rascón, 1989; Díaz del Río et alii, 1991, Barroso et alii, 1993a, 1993b, 1993c, 1995, 1996 y 2002; Barroso y Morín, 2002). Igualmente, hay que enmarcar en este panorama general caracteriza-do por las depredaciones de bárbaros y posterior asenta-miento visigodo la serie de necrópolis que se sitúan sobre o junto a estas villae, como es el caso de las anteriormente citadas, la de Cordiente (Guadalajara), Cacera de las Ra-nas (Aranjuez), Herrera de Pisuerga (Palencia), Carpio de Tajo (Toledo), etc.

Lo que nos interesa resaltar aquí es precisamente esta relación que documenta el registro arqueológico en-tre villae romanas destruidas y necrópolis visigodas exca-vadas sobre ellas, porque podría suponer un apoyo a la hipótesis planteada por Orlandis y García Moreno, de la inexistencia en Hispania de repartos de tierras como los realizados en la Aquitania II tras el foedus de 418 (Orlan-dis, 1975, 543ss.; García Moreno, 1989, 80ss.). Según ambos historiadores, en España los visigodos se apode-rarían de los Bona vacantia et caduca mencionados en la legislación tardoimperial, y de la Res privata del empe-rador, ahora en manos de los monarcas visigodos. Sin duda, las villas cercanas a las principales vías utilizadas por las distintas oleadas bárbaras (la calzada de Burdiga-la-Asturica y la que se dirige hacia la Bética) fueron un apetecible botín para los nuevos inmigrados. Intereses militares y aquéllos derivados del proceso de identidad nacional (Stammesbildung) influirían decisivamente en la concentración de efectivos humanos en un territorio no excesivamente amplio, pero que a la vez permitía el do-minio de todo el territorio peninsular a través del con-trol de ciertos enclaves estratégicos. Ciertos topónimos que parecen aludir a repartos de tierras como los que establece el sistema de hospitalitas pueden explicarse, sin embargo, porque a la hora de hacerse con algunas pose-siones de los latifundistas se siguió el procedimiento que era habitual entre romanos y visigodos.

La baja demografía de la zona y la lógica huida de esclavos y colonos de los latifundia devastados (muchos

de los cuales pasarían a engrosar a buen seguro las filas de los bárbaros según se deduce del conocido testimonio de Salviano para las Galias) serían factores que facilitarían el asentamiento pacífico de estas gentes. Gran parte de las nuevas poblaciones debieron establecerse por su cuenta en grupos compactos tratando de mantener los lazos de la Sippe. A ellos corresponderían quizá los topónimos de tipo étnico señalados en su día por R. Menéndez Pidal. Otros grupos, especialmente aquéllos que ocuparon los territorios cercanos a los grandes centros urbanos, esta-rían formados por las clientelas de la aristocracia allí esta-blecida (Barroso y Morín, 2002).

Además, no es imposible que los largos años de pe-regrinatio vividos por el pueblo godo hasta su definitivo asentamiento en el sur de las Galias influyeran en el pre-dominio de los intereses ganaderos sobre los agrarios. Desde este punto de vista, la Meseta castellana y la zona ocupada al norte de Mérida constituirían un espacio espe-cialmente propicio para el establecimiento de los visigo-dos, que se asegurarían así una importante base económi-ca y unos territorios complementarios para el desarrollo de un pastoreo trashumante. En este sentido, diversas dis-posiciones legales recogidas en el Liber Iudiciorum (L.V. VIII 4 26-27; VIII 5 5) han sido interpretadas, acertadamente a nuestro juicio, en relación con el pastoreo trashuman-te (Klein, 1981, 21; King, 1981, 225ss., López-Barroso, 1993, 64 ss.), sirviendo de claro antecedente a la prepon-derancia de los intereses ganaderos en la Castilla medieval en un momento en que la estructura agraria romana pa-rece haber desaparecido en el centro peninsular. Quizá se explique así el progresivo traslado de los centros econó-micos desde la periferia hacia el centro peninsular tras la definitiva consolidación de Toledo como capital del reino visigodo (Lacarra, 1964, 237-238), cuya expresión más explícita es, a nuestro juicio, la fundación en tiempos de Leovigildo de Recopolis como sede regia (Ioh. Bicl. Chronica, 578, 4) y el relevo que la ciudad del Tajo obtiene de la sede emeritense como centro creador del arte hispanogodo.

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

LA ÉPOCA HISPANOVISIGODA

Durante los primeros años de su presencia en la Pe-nínsula los visigodos actuaron como foederati, es decir, como aliados del Imperio para poner freno a las corre-rías de suevos, vándalos y alanos. Durante el reinado de Eurico se establecieron las primeras guarniciones visi-godas con objeto de controlar el territorio peninsular, pero no fue, sin embargo, hasta después de la derrota de Vogladum (507 d.C.) cuando los visigodos, forzados a

abandonar el sur de las Galias pasaron a instalarse en la Península Ibérica.

Hasta el reinado de Leovigildo (finales del s. VI), el reino visigodo se desangra en sucesivas guerras civiles. Con este rey, el reino de Toledo se afianza definitiva-mente sentando las bases del desarrollo político y cul-tural que tiene lugar en la primer amitad del siguiente siglo. No obstante, desde mediados del siglo VII el prin-cipio hereditario de la Monarquía goda va a provocar la creciente feudalización del Estado, fragmentándose el

Figura 29 - Mapa peninsular con las vías y localización de los asentamientos visigodos en la Meseta

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poder político ente los diversos duques provinciales, a su vez enfrentados entre sí. En este contexto, la inva-sión islámica de 711 que pondrá fin al reino visigodo se explica en buena medida gracias a los pactos que los nuevos invasores contrajeron con estos duques, quines seguirán ejerciendo el control de su territorio a cambio de ciertas condiciones.

LAS NECRÓPOLIS Y EL ASENTAMIENTO VISIGODO

La estratégica disposición de las objeto de estudio dentro de la trama viaria peninsular explica la abundancia de necrópolis visigodas que indican un cierto grado de ocupación visigoda del territorio.

El panorama general dibujado en líneas anteriores parece confirmarse arqueológicamente en Complutum,

Figura 30 - Necrópolis visigoda de Complutum (según A. Méndez y S. Rascón, 1989)

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

núcleo que cuenta con un número de necrópolis visigo-das o de época visigoda realmente elevado. Los cemen-terios complutenses se distribuyen a lo largo de dos vías de comunicación: la vía que desde Complutum se dirige hacia la Meseta Norte (Depósito de Daganzo, Daganzo de Arriba y km. 2 de la carretera de Daganzo) y la cal-zada que marcha hacia Zaragoza (c. Victoria, Afligidos 0, Camino de los Afligidos, Equinox, Azuqueca y Alovera). Algunas de estas necrópolis prueban la presencia de vi-sigodos en Complutum desde la segunda mitad del s. V, momento en que la antigua ciudad romana se había con-vertido en un estratégico cruce de caminos (Fernández Galiano, 1976 y 1978, Méndez-Rascón, 1989).

EL POBLAMIENTO

La población en época visigoda se concentraba en los cursos bajos de los ríos Jarama y Henares. Las ricas vegas de estos ríos permitían un aprovechamiento agrí-cola y ganadero, a la vez que servían como caminos en unos momentos en el que als vías de comunicación no eran abundantes.

COMPLUTUM

Sin duda, Complutum actuó como un importante centro aglutinante de población en estos momentos has-ta su declive a comienzos del s. VI y, al contrario de lo que sucede en la gran mayoría de los centros urbanos peninsulares, la ciudad experimentó una renovada vita-lidad que duró hasta bien entrado el s. VI. Este fenóme-no se explica en parte al establecimiento de una sede episcopal en la antigua ciudad romana, pero sobre todo gracias al estratégico emplazamiento de Complutum en la vega del Henares, controlando la red viaria peninsu-lar. La vía principal de este momento, que comunicaba Mérida y Zaragoza atravesaba sus calles, y de ella par-tían otras dos calzadas que se dirigían hacia la Meseta norte (Asturica) y hacia el Mediterráneo (Carthago Nova). La cercana necrópolis de Daganzo de Arriba, de donde procede una importante colección de espadas visigodas, parece poner de manifiesto la importancia del control estratégico de esta zona.

A partir de la segunda mitad del s. VI Complutum en-tró en un profundo declive, aunque ya en fecha anterior, a comienzos del s. V, los patrones urbanísticos romanos habían dejado de aplicarse. Las causas de su desaparición son múltiples, pero indudablemente debió pesar mucho el creciente protagonismo de Toledo. La fundación de Recopolis por Leovigildo debió suponer también un duro golpe para los intereses complutenses.

Durante este periodo (ss. V-VI) la vida urbana prosi-guió en el antiguo núcleo complutense, si bien con unas pautas diferentes a las que había seguido en época roma-na. En época visigoda, la ciudad parece crecer hacia el NE, atraída hacia las inmediaciones del templo martirial advocado a los Santos Justo y Pastor. Se advierte, por tan-to, una transformación radical en la topografía urbana del municipio complutense que implica el abandono de la antigua urbs imperial y la creación de un nuevo centro nuclear en torno al martyrium y la sede episcopal. Y es que, en efecto, Complutum debe particular fama al hecho de haber sido el escenario de la pasión de los santos niños Justo y Pastor, quienes, según refiere la tradición, sufrie-ron martirio en tiempos del præses Daciano (Passio Iusti et Pastoris). Ambos eran hermanos e hijos de padres cristia-nos y murieron decapitados “in Campo Laudabili”. A finales del siglo IV Paulino de Nola enterró a su hijo recién nacido junto a las sepulturas de los mártires complutenses sin citar los nombres de éstos (Paul. Carmen XXXI 605-610). Pocos años después, Aurelio Prudencio (Perist. IV 41-44) menciona como timbre de gloria de la ciudad a los san-tos Justo y Pastor, aludiendo la existencia en su época de dos sepulcros (Vallejo Girvés: 1999, 203-224). Según San Ildefonso, fue el obispo de Toledo Asturio, ya retirado a Complutum y llevado de una admonición sobrenatural, el autor del hallazgo de sus reliquias (Hild. Tol. Vir. Illust. I). Según el testimonio del santo toledano, Asturio no regre-só nunca a su sede, razón por la que es considerado el no-veno obispo de Toledo y el primero de la ciudad complu-tense. San Ildefonso, que escribe su obra hacia el año 660, señala además que la memoria de los Santos Niños había sido olvidada en tiempos de Asturio, a comienzos del s. V. Es evidente, a la luz de los testimonios de Paulino de Nola y de Prudencio, que este último dato es difícilmente verosímil. Es posible que, como en otros casos, San Ilde-fonso no haga sino ensalzar el papel del obispo toledano

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en la difusión del culto a ambos mártires, quizá por haber levantado una construcción que honrara su memoria so-bre un antiguo martyrium de dimensiones más modestas. No debe olvidarse que en éste, como en otros casos, el obispo toledano enmarca su narración dentro del terreno de la tradición (“dicitur”, “ut antiquitas fert”). De esta forma, a través de su antecesor, lo que San Ildefonso pretendería en realidad sería enaltecer la sede toledana, objeto último de su obra, sede que en su tiempo comenzaba a ser reco-nocida como principal de las metropolitanas de España y que ostentó siempre una tutela efectiva sobre el obispado complutense.

En cualquier caso, sabemos que el culto a los Santos Niños estuvo extraordinariamente difundido por la Espa-ña visigoda. De hecho, aparecen citados en varios textos litúrgicos de la época, como el martirologio jerominia-no, algunos calendarios mozárabes (que fijan su fiesta el 6 de agosto), el oracional de Tarragona, etc. Conocemos, asimismo, deposiciones de reliquias de estos mártires en sendas iglesias de Asidonia (a. 630) y Acci -a. 652- (Vives: 1969, nº 304 y 307). Hacia mediados de la séptima cen-turia, San Fructuoso levantó en las retiradas montañas del Bierzo un monasterio (Val. Berg. Vita S. Fructuosi III 91) bajo la advocación de los mártires complutenses (según se desprende de la regla fructuosiana: Fruct. Reg. XVII) en el lugar que aún hoy día se llama Compludo y donde años más tarde se retiraría del mundo otro famoso padre del monacato hispano: San Valerio (Sotomayor: 1979, 76-77, Vallejo Girvés: 1999).

El resto de las necrópolis complutenses se concen-tran en la vía que se dirigía a Caesaraugusta. El cementerio de la ciudad, la necrópolis de Afligidos 0, estuvo en uso desde la segunda mitad del s. V hasta finales del s. VI. Se encontraba situada a las afueras de la urbe, a los lados de la vía que se dirigía a Zaragoza. Esta práctica era habitual en época romana y continuó vigente en los comienzos del periodo hispanovisigodo hasta la generalización de los en-terramientos en torno a las iglesias. En la segunda mitad del siglo VI la necrópolis fue sustituida progresivamente por un nuevo cementerio, Camino de los Afligidos, situada a 1,5 Km y en las cercanías de una villa tardorromana, cu-yos materiales fueron reutilizados para la construcción de las sepulturas. Las causas del cambio resultan más difíciles de comprender, quizás por la conversión al catolicismo

de los visigodos o, más plausiblemente, porque el espacio urbano se extendiese de forma dispersa a lo largo de la calzada. La nueva “ciudad” no respondería entonces a las pautas urbanas romanas, sino más bien a una sucesión de casas y tierras de labor en las que el mundo urbano y el rural se funden sin solución de continuidad.

EL CAMPO

La mayor parte de la población vivía en el medio rural, bien en aldeas o en pequeñas agrupaciones for-tificadas. El conocimiento de la zona objeto de estudio ha mejorado notablemente con la localización de asen-tamientos en la vega del Jarama como: La Huelga, El Ma-lecon, Las Charcas, Prado Galápagos, Frontera de Portugal, El Guijo, El Bajo del Cercado, etc. (véase Morín, 2006)

Los yacimientos arqueológicos de “La Huelga” y “El Malecón” se encuentran localizados en el sector central de la Comunidad de Madrid, dentro de la vega del Ja-rama, y se hallan inscritos en el recinto comprendido por las obras de Ampliación del Aeropuerto de Madrid/ Barajas. Los trabajos de excavación arqueológica, de-sarrollados en los citados yacimientos, han supuesto la recopilación de información significativa acerca de las características de asentamientos de carácter netamente rural, datables en diversas etapas a lo largo del período medieval, en principio, en época hispanovisigoda, pero también islámica y, en un momento posterior, bajome-dieval, éste último entre los siglos XIII y XIV (Rodrí-guez Cifuentes y Juana García, 2006)

Los resultados obtenidos tras la excavación arqueo-lógica del yacimiento de Las Charcas arrojan nuevos datos sobre el panorama arqueológico existente sobre el mundo visigodo en las zonas centrales de la Meseta. Estos datos indican que nos encontramos ante un hábi-tat de orientación económica agropecuaria con una es-tructuración espacial de carácter orgánico asentado en la margen derecha del río Jarama en consonancia con otros emplazamientos similares del centro peninsular. El tipo de asentamiento visigodo encaja perfectamente con los modelos conocidos: fondos de cabaña aislados o con estructuras asociadas (Fase I) y estancias construi-das a base de zócalos de piedra y alzado de tapial (Fase II) que han sufrido en parte el arrasamiento generado

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

Figura 31 - Detalle de El Guijo (Barajas, Madrid). Fot. Arqueoestudio

Figura 32 - Vista general de Las Charcas (Barajas, Madrid). Fot. Arqueoestudio

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por las labores agrícolas modernas. Este tipo de asen-tamientos rurales diseminados por el valle del río Jara-ma se establecieron con un fin residencial y económico de marcado carácter agropecuario e ilustran el cada vez mejor conocido ámbito rural durante el periodo visigo-do (Rodríguez Cifuentes y Domingo Puertas, 2006).

Los trabajos de arqueología en Prado Galápagos han documentado diferentes fases de ocupación que enlazan con el periodo tardorromano, atestiguadas por la pre-sencia de una villa hasta mediados del siglo VIII d.C., cuando se aprecia un cambio en el registro arqueológi-co, apareciendo materiales de cronología omeya. Se trata de un asentamiento de carácter rural, donde se aprecian dos núcleos de poblamiento diferenciados y una necrópolis dispersa asociada al poblado (Marcos Sánchez y Galindo, 2005a).

El yacimiento Frontera de Portugal esta situado al norte del Casco Histórico de Barajas, y al sur de la ca-rretera M-110. Se trata de una zona de vega junto a los arroyos de Tía Martina y La Plata, que confluyen en el río Jarama. La extensión del yacimiento es reducidas, siendo de aproximadamente 50 x 20 metros. Las es-tructuras identificadas corresponden a fondos de caba-ñas (excavadas en el subsuelo, de planta ovalada y con techumbre de tejas –documentado en los niveles de de-rrumbes-), agujeros de poste y silos de almacenamien-to. Asociado a una cabaña se ha documentado un hogar, que indica la posible función residencial de la cabaña en un ámbito rural. En cuanto a la cultura material, el conjunto de fragmentos cerámicos recuperados en los diferentes estratos es muy escaso, tipológicamente ads-cribibles a la segunda mitad del siglo VII d.C. / primera mitad del siglo VIII d. C. (Marcos Sánchez y Galindo, 2005b).

La agricultura constituyó, como se ha dicho, la base económica de estos asentamientos. El escaso desarrollo técnico y una deficiente utilización de la fuerza de trabajo limitaban el rendimiento de las cosechas. Desde el punto de vista económico, la diversidad geográfica que caracte-riza las tierras de las vegas permitía un aprovechamiento diversificado. Los cursos medios y bajos del Henares y Jarama permitían dedicar parte de estas tierras a cultivos cerealísticos y hortícolas.

En los primeros siglos de la presencia visigoda en nuestra zona parece existir una cierta continuidad con la tradición alimenticia romana, basada en los alimentos pa-nificables, las legumbres, el vino y el aceite de oliva. Sin embargo, a partir del s. VII, parece documentarse una pre-ponderancia de los usos ganaderos, según se desprende de la importancia de las disposiciones que sobre este parti-cular aparecen recogidas en el Liber Iudiciorum. De hecho, alguna de estas leyes parece testimoniar la existencia en época visigoda de una activa trashumancia de ganados. Sin duda ésta se dio en ámbitos localmente complementarios como pueden ser las llanuras del sur de Madrid y la zona boscosa que ocupaba el norte y centro de nuestra Comu-nidad. Este sistema supone que los ganados subiesen en verano a los pastos de la sierra y en invierno bajaran a las llanuras del sur. Esta importancia de la actividad ganadera implicaría a su vez un cambio en la dieta alimenticia, en la que cada vez cobrarían mayor importancia los productos cárnicos, las grasas y los derivados lácteos.

No debe desdeñarse tampoco la importancia del aprovechamiento de las zonas boscosas. El bosque per-mitía la explotación de diversos productos alimenticios (bayas, hongos y miel), caza, madera y carbón vegetal, así como la explotación en montaraza del ganado porcino y ovino. Las áreas boscosas, a veces en forma adehesada, abundantes en la región de Madrid en la actualidad, serían aún más extensas en tiempos remotos, pues la gran masa forestal que hoy día ocupa el monte de El Pardo estaría unida a otros importantes enclaves boscosos de la región como el Soto de Viñuelas al norte o la Casa de Campo al suroeste. El bosque ocuparía, pues, la mayor parte del territorio, incluida la zona objeto de estudio. Es preci-samente aquí, como demuestra la toponimia mozárabe de la zona (Leganés, Salvanés, Móstoles, etc.), donde se ubicarán los principales núcleos de población de la época (Fuentes, 2000).

El comercio en época hispanovisigoda abarca dos ti-pos de relaciones: el intercambio internacional de objetos de lujo, donde se mueven mercaderías de alto valor aña-dido, y el comercio local destinado a objetos y alimentos de uso cotidiano. El estudio del comercio exterior en la región madrileña resulta sumamente complejo dada la es-casez de datos para la región, aunque es posible trazar un breve panorama de las grandes áreas comerciales desde las

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

que arriban los productos exteriores. La posición central de nuestra región, en el centro del nudo de comunica-ciones romanas, y la cercanía a ciertos núcleos del poder visigodo - Toledo y Recópolis (Guadalajara) - a buen seguro le permitiría el intercambio de productos de alto valor económico con la costa atlántica, Europa continental –a través de las Galias– y el mundo mediterráneo.

El comercio interior debió de ser, sin duda, mucho más importante, y afectaría a mercaderías de signo muy diverso. Para su desarrollo resultaba fundamental el man-tenimiento de la red de calzadas heredadas del mundo romano, que no siempre debieron conservarse en buen estado. El transporte se realizaba con caballerías, bien transportando los productos en carros y carretas o car-gando directamente las mercancías a lomos de los ani-males. Desgraciadamente, en muchos casos los caminos resultaban impracticables debido a las inclemencias me-teorológicas de los meses invernales, de lo que se hacen eco las actas conciliares, o por el bandolerismo provocado por la mala situación económica del país.

ÉPOCA MEDIEVAL

Las líneas generales del asentamiento árabe en la zona objeto de estudio están determinadas por los siguientes factores:

• Posición clave de Quala’at Abd al Salam (Alcalá la Vieja), vigilante en el paso de la Alcarria a Toledo, en un cerro de la margen izquierda del Henares, frente a la ermita de la Virgen del Val.

• Pervivencia de la vía romana de Mérida a Zaragoza.

• Importancia de la fundación musulmana de Talamanca por su situación destacada en la estructura viaria general, unida a la de Algete, donde se derivaba el camino de Arganda por Torrejón de Ardoz.

La economía hispanomulmana en la zona será fun-damentalmente agraria, con un foco industrial produc-tor de cerámica muy importante en Alcalá de Henares. Se conocen diferentes yacimientos en Barajas, confluen-cia del Jarama y Henares, cerros de El Viso y Alcalá la

Vieja, etc. Las excavaciones realizadas con mitivo de la construcción de la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas han dado como resultado la pervivencia del hábitat de muchos yacimientos hispanovisigodos en época emiral y califal, esto sucede en los enclaves de Prado Galápagos, La Frontera y el Guijo.

En los años 1989 y 1990 se realizaron excavacio-nes de urgencia en el yacimiento de Vereda de Sedano o Las Fuentecillas (San Fernando de Henares), actualmente destruido. Los restos localizados, a pesar de los proble-mas estratigráficos y la propia destrucción del entorno, que no han permitido identificar estructuras de habita-ción asociadas a los basureros, es un claro testimonio de ocupación durante el periodo musulmán.

No se trata de un testimonio aislado, sino que se encuentra vinculado al conjunto de restos islámicos documentados en la misma terraza del Jarama hasta su confluencia con el Henares, así como gran parte de las márgenes de este último río con una cronología a partir del s. IX.

El yacimiento de Vereda del Sedano forma parte de un conjunto de explotaciones agrícolas de la Vega del Jarama, de las cuales hay evidencias históricas y arqueológicas (yacimientos de Daralcalde, Vaciabotas, etc.), y está a su vez vinculado a la zona controlada por el grupo bereber de los Banu Salim, que hasta el siglo X ejercerá su influencia en la zona comprendida entre el Jarama y el Henares, desde la que organizarán un complejo sistema de defensa, que extendiéndose hacia el Manzanares y Guadarrama buscará hacer frente a las incursiones provenientes de las tierras toledanas. La desaparición del Califato supondrá un cambio en la autoridad que gestiona el territorio, acontecimiento que no implicó la desaparición del poblamiento, cuya continuidad se ha comprobado en las excavaciones arqueológicas hasta el s. XII, coincidiendo con la consolidación de los nuevos pobladores cristianos en los valles del Jarama y Henares.

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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Figura 33 - Cerámicas de Huelga de Malecón

Figura 34 - Reconstrucción de la labor de construcción de un tapial. Ilustración de Dionisio Álvarez

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La Ocupación y Explotación del Medio Desde la Prehistoria Hasta la Época Medieval

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El Real Sitio de San Fernando de Henares tuvo una corta existencia, ciento veintidós años (1746-1868). Esta circunstancia hace que se piense que su historia no fue tan importante como la de otros Reales Sitios, por ejemplo La Granja, Aranjuez, El Escorial…Sin embargo, en ese período de tiempo, así como en los siglos precedentes y posteriores, el Real Sitio de San Fernando nos legó un patrimonio de gran importancia, no sólo para la historia de la Comunidad de Madrid, sino también para la de toda la Península.

Fernando VI (detalle de la La familia de Felipe V), de Van Loo. Museo Nacional del Prado. Madrid

II.3. De Torrejoncillo a San Fernando de Henares Pasando por Real Sitio de San Fernando

Ana Rosa Domínguez SantamaríaHistoriadora

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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INTRODUCCIÓN

Cuando se menciona el término Real Sitio de San Fernando muchos habitantes de la Comunidad de Ma-drid, incluso familiarizados con temas históricos, no lo asocian con San Fernando de Henares y bastantes des-conocen que en algún momento existiera tal Real Sitio, quizá porque su vida fue corta (1746-1868) o porque el entorno de la zona no reúne en la actualidad las caracte-rísticas con las que asociamos a los enclaves que tienen el título de Real Sitio, por ejemplo La Granja, Aranjuez, El Escorial… Pero lo cierto es que el Real Sitio de San Fernando existió y nos legó un patrimonio que cada vez nos merece mayor consideración; las páginas que siguen tratan de su pasado y de su situación actual.

El entorno del Jarama en el actual término de San Fernando de Henares sabemos que estuvo habitado des-de antiguo, importantes yacimientos arqueológicos ex-cavados, destruidos o en excavación, como el llamado del Camino de las Yeseras, así nos lo atestiguan. Entrado el siglo XV, a orillas del Jarama, y quizá teniendo como referente un pequeño torreón, se fundó Torrejonci-llo, pertenecía al alfoz madrileño y pronto fue cedido al Conde de Barajas, jugosa cesión si tenemos en cuen-ta que, además de la pequeña torre de referencia, tenía uno de los molinos de harina que había repartidos por las orillas del Jarama. La mayor parte de la documenta-ción que se conserva sobre el lugar se encuentra en el Archivo de la Villa de Madrid, la noticia más antigua está fechada en 1481, y aparece nombrado también como Torrejón y con diversos apellidos: de la Ribera (o de la Rivera), del Jarama o de la Vega, que no hacen más que concretarnos la situación física del pequeño enclave. El estar ubicado en una amplia vega, a orillas del Jarama, con amplios sotos y frondosas arboledas silvestres, abun-dante caza y pesca, sin duda lo hacían un lugar agradable para el recreo, así debieron pensar los arzobispos tole-danos que instalaron una residencia a poca distancia, en Aldovea, el propio rey Felipe II que construyó una casa de recreo en Vaciamadrid o el señor de Torrejoncillo que hizo lo propio en sus dominios, de esta última edifica-ción queda el topónimo Casa Quemada. También la villa de Madrid tenía una importante propiedad en este en-torno: El Negralejo, a la que personajes destacados de

la Villa y Corte acudían a pasar días de caza y diversión previa licencia del Corregidor madrileño.

Mediado el siglo XVIII el rey resolvió que para fines del Real Servicio y utilidad pública se incorporara a la Coro-na, y Real Patrimonio, el lugar de Torrejón de la Ribera. El plan que existía bajo la mencionada utilidad pública era establecer una fábrica de paños superfinos de cuenta de la Real Hacienda. Detrás de la expresión Real Servicio quizá estuviese la idea de que el lugar sirviese para descanso y recreo de la real familia y sus acompañantes, según puede deducirse de alguno de los usos que se le dieron y de ciertos testimonios documentales que lo corroboran. En un principio el nombre con el que los empleados de la Corona se referían al lugar que se estaba proyectando era el de Torrejón de la Ribera o también Torrejón Real de la Ribera; a partir de 1749 los documen-tos emitidos en el enclave aparecen con el nombre San Fernando, quizá este cambio tuvo que ver con la visita (primera y última que sepamos) que realizó su patroci-nador Fernando VI a estas Reales Fábricas el 14 de oc-tubre de 1749, según cuenta muy orgulloso el ministro Carvajal. Pero si estos eran los nombres oficiales, tam-bién en la documentación se filtran los nombres que uti-lizaban los trabajadores y técnicos que vivían en el lugar; como durante años estuvieron habitados Torrejoncillo y la población nueva, sus habitantes las nombraban como la población de abajo y el Pueblo Nuevo o población de arriba respectivamente. Poco a poco al nombre oficial San Fernando se fue anteponiendo el término Sitio y finalmente Real Sitio. Como Real Sitio de San Fer-nando se mantuvo hasta 1868 cuando dejó de ser pro-piedad real, y por tanto Real Sitio, y se convirtió en vi-lla de San Fernando de Jarama, lógico si tenemos en cuenta que el Jarama es el río que pasa más cerca del núcleo urbano y atraviesa el término. Pero los cambios no quedaron ahí, porque en Octubre de 1916, y sin más explicaciones, en las actas municipales aparece el cambio de apellido quedando el nombre de San Fernando de Henares, quizá por pertenecer al partido judicial de

Figura 1 - Diseño del terreno del Real Sitio de San Fernando junto al río Jarama y canal que va al molino de papel. 1804.Archivo General de Palacio. Planos, 1315

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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Alcalá de Henares o por estar en el ámbito de la zona que ahora conocemos como Corredor del Henares .A pesar del nuevo apellido la gente siguió utilizando el nombre anterior hasta mucho tiempo después, por ejemplo Ca-milo José Cela en su Viaje a la Alcarria menciona el paso del viajero por San Fernando de Jarama, aunque la obra se publicó en 1948. Como el nombre San Fernando de Henares parece que no convencía a todos, en 1968 el Ayuntamiento sanfernandino en sesión extraordinaria propuso que se cambiase por el de Real Sitio de San Fernando de Jarama argumentando razones históri-cas; la propuesta prosperó a medias y, desempolvado el título de Real Sitio, aunque hacía un siglo que el lugar había dejado de ser propiedad real, comenzó a titularse Real Sitio de San Fernando de Henares y así se ha llegado hasta el momento actual.

Tras este breve repaso a la historia onomástica del que fue Real Sitio de San Fernando y hoy es municipio de San Fernando de Henares, pasemos a conocer los restos patrimoniales de este enclave dieciochesco que tuvo un planteamiento excepcional: un real sitio de ca-rácter industrial trazado en función de una fábrica de aspecto palaciego.

EL REAL SITIO DE SAN FERNANDO: PLANIFICACIÓN, DESARROLLO Y SITUACIÓN ACTUAL DE UN PROYECTO ILUSTRADO

La existencia del Real Sitio de San Fernando se de-sarrolló durante poco más de 120 años (1746-1868), se ideó con la pretensión de que fuese un lugar ejemplar y para conseguirlo no se reparó en los gastos, pero casi desde el primer momento tuvo mala fortuna: epidemias, fábricas de distintos ramos que no funcionaron, mala gestión… A pesar de estas circunstancias la Corona se empeñó en mantenerlo, de manera que a partir de 1804 compró más tierras y se dio un nuevo giro a la explota-ción, se dejaron las actividades industriales en manos de particulares, aunque sin perderlas de vista la Corona, y se potenció la agricultura. La Guerra de la Independen-cia dejó el lugar maltrecho. Se intentó de nuevo insuflar algo de vida, es decir, algo de capital, pero el estado de las arcas públicas no permitía dispendios y la reina Isabel

II decidió prescindir de él y venderlo en 1865. Esta cir-cunstancia se hizo realidad con La Gloriosa que derrocó a Isabel II e hizo, entre otras cosas, que el Real Sitio de San Fernando entrase a formar parte del Patrimonio que fue de la Corona y fuese declarado en venta. Se vendieron con lentitud tierras y edificios, los compraron, lógicamente, quienes tenían dinero, unas cuantas familias, algunas re-sidentes en Madrid aunque ligadas a San Fernando. Ese cambio de propietarios del patrimonio y de la condición del lugar tuvo su reflejo en el nombre del mismo, que pasó de ser el Real Sitio de San Fernando a ser la villa de San Fernando de Jarama, como antes vimos, iniciando sus habitantes una nueva vida ya sin la protección directa de la Corona. Con la reimplantación de la Democracia, los nuevos Ayuntamientos e incluso el Gobierno Central tuvieron nuevos planteamientos respecto a la conserva-ción del patrimonio, en 1983 el Ministerio de Cultura declaró el casco antiguo de San Fernando Conjunto his-tórico-artístico y ese mismo año algunos sanfernan-dinos empezaron a tomar conciencia de la importancia que tuvo el lugar en otras épocas a través de la obra de Aurora Rabanal titulada El Real Sitio de San Fernando. Historia, arquitectura y urbanismo; pero había que recupe-rar los edificios y recuperar la memoria del pasado. Esta preocupación por recuperar el pasado del Sitio tomó de-finitivamente cuerpo en 1996, coincidiendo con el 250 aniversario de su fundación; se dieron pasos en la recu-peración de la historia (Exposición relativa al Real Si-tio de San Fernando inaugurada por los Reyes, Jornadas sobre el Real Sitio de San Fernando y la industria en el siglo XVIII, publicaciones…) y se inició la recuperación del patrimonio, lo que en buena medida se está consi-guiendo. Por estos motivos, y con el fin de no repetir muchos de los datos que yo misma he expuesto en otras ocasiones, dibujaré a grandes rasgos el panorama en el que surge el Real Sitio de San Fernando, su desarrollo y cómo se encuentran sus elementos más significativos en el momento actual.

MARCO HISTÓRICO

Para situarnos en el tema resulta necesario recor-dar que al iniciarse el siglo XVIII comenzó a reinar en España el primer monarca de la Casa de Borbón, Felipe

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V, que había accedido al trono tras haber sido nombrado sucesor por su pariente Carlos II y después de una guerra que supuso cambios políticos, económicos y culturales en los territorios de la monarquía hispánica. En el terre-no político, el rey de España pasó de serlo de un conjunto de reinos juntos pero apartados que lo reconocían como su señor y él a su vez se comprometía a respetar sus leyes y constituciones privativas, a ser un rey absoluto como el rey de Francia Luis XIV; en lo económico, pese a la interpretación mantenida durante años, cuando Felipe V accede al trono encuentra una economía saneada, la acertada política económica llevada a cabo por el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa en los años 80 del siglo XVII había conseguido bajar la inflación y estabilizar la moneda, la población había aumentado, el comercio y la industria se estaban desarrollando, algunos estudiosos se interesaron por la evolución del pensamiento de Galileo a Newton y la decadencia de la monarquía hispánica, no admitida hoy por todos los his-toriadores, se había superado; en lo externo, cambió la vestimenta, el protocolo o el aspecto de las residencias reales; en definitiva, se impusieron aires nuevos pero sin romper del todo con el pasado, ya que en ese nexo de unión radicaba la legitimidad de la nueva monarquía.

El rey Felipe V, según la opinión dominante, era un personaje indeciso, inseguro, piadoso, melancólico, in-telectualmente poco brillante y como gobernante estuvo influenciado por sus dos esposas, sobre todo la segunda (Isabel de Farnesio), y sus ministros que resultaron ser: unos capaces, otros simplemente ambiciosos e incluso se coló en palacio algún impostor. El reinado de Felipe V, al decir del profesor Kamen se divide en dos etapas: 1700-1724 /1724-1746, separadas por el efímero rei-nado de su hijo Luis I, por tanto, el nacimiento del Real Sitio de San Fernando se produjo en el que el citado profesor llama segundo reinado del primer rey de la di-nastía borbónica española.

La política económica que aún imperaba en toda Europa, incluida España, era el mercantilismo, que su-ponía la protección de la producción nacional, el desa-rrollo del comercio exterior y el convencimiento de que la posesión de metales preciosos era signo característico de riqueza. El proyecto de Colbert, que tan eficaz había resultado en Francia, era el ejemplo a seguir en España.

Dentro del proyecto colbertista nos interesa especial-mente el asunto de las manufacturas reales que Colbert potenció, para ello hizo copiar los géneros que se pro-ducían en los países limítrofes con el fin de ser auto-suficiente, contrató trabajadores extranjeros, adjudicó monopolios y estableció algunas manufacturas de lujo.

En el plano técnico no hay que olvidar que a lo largo del siglo XVII se habían ido produciendo desarro-llos industriales en diferentes países europeos: Inglate-rra, Alemania, Holanda, Flandes… que se convirtieron para España en abastecedores de géneros de buena calidad, cantera de obreros especializados a los que con promesas mil se trajeron a España y ejemplos a imitar o en los que practicar espionaje industrial, como más adelante veremos.

De Torrejoncillo a San Fernando de Henares pasando por Real Sitio de San Fernando

Figura 2 - Felipe V (detalle de La familia de Felipe V ). Van Loo. Museo Nacional del Prado. Madrid

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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Ideológicamente hay que señalar que los políticos españoles, o que trabajaban para la Corona española, poco a poco fueron haciendo suyo y poniendo en prác-tica el objetivo último de la Ilustración: hacer felices a los súbditos fomentando la riqueza, para ello, recorde-mos, había que educar a la población para que fuera útil pero no culta, así produciría más, viviría mejor y sería más feliz.

La consecuencia práctica de los planteamientos an-teriores es el resurgir de la agricultura a través de las ro-turaciones de tierras, las colonizaciones y la aplicación de nuevas técnicas, sin olvidar la puesta en práctica de grandes obras públicas. En el ámbito industrial, además de las manufacturas reales, continúan existiendo talleres artesanos controlados por los gremios, se multiplican las industrias rurales o domésticas por todo el país e incluso algún historiador considera que en Cataluña se produjo una pequeña revolución industrial al sustituir el algodón a

la lana e ir poco a poco implantándose las innovaciones técnicas que desde hacía tiempo existían en Inglaterra. Además, perdidos los territorios europeos, la Corona puso sus ojos en América, se explotaron con mayor efi-cacia sus recursos y se consiguió establecer un próspero comercio.

Centrándonos en las manufacturas reales convie-ne recordar que eran instalaciones de diversos ramos, puestas en marcha por la hacienda pública, con la idea de cumplir varios fines: evitar la salida de materias primas y la compra de productos manufacturados, dar empleo a la numerosa población desocupada y servir de ejemplo a empresarios particulares para que instalasen manufac-turas similares. Algunas de estas manufacturas privadas llegaron a tener un grado de calidad en sus producciones suficiente como para hacerse acreedoras del disfrute de una serie de privilegios, entre los que estaba la utili-zación del título de Real Fábrica. La manufactura real

Ripoll OlotBerga Gerona

Manresa TarrasaMataró

SabadellBarcelona

Reus Gelida

Zaragoza

LANAS

LANAS

LANAS

Valencia

Cuenca

Buñol

Alcoy

Murcia

CartagenaLorca

SEDASÚbedaBaeza

Bilbao Tolosa

Vergara

BrihuegaGuadalajara

Madrid

Toledo

Granada

Córdoba

Segovia

Ezcaray

Oviedo

Llérganes

LANAS

LINOS

ValladolidZamora

Ávila

Talavera

Sevilla

Cádiz

El FerrolLa Coruña

La Cavada

Arsenales

Siderurgia

ZapateríaSombrerería

SedasLanas

LenceríaIndianasAlgodón

ManufacturasReales

Papel

San Fernando

La Granja

San Fernando

ManufacturaReal Lanas

Sombrerería

Papel

Algodón

Sedas Lencería

Figura 3 - Mapa de manufacturas en España (siglos XVIII-XIX)

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que en principio más nos interesa es la Real Fábrica de Paños de Guadalajara, fundada en 1719 a instancias de Alberoni y que en los años 40 del siglo XVIII se en-contraba aquejada de diversos problemas, los cuales no hicieron desistir a la Corona en su empeño de mante-nerla, por el contrario se fundaron dos sucursales, en San Fernando y Brihuega respectivamente, con la idea de superar los problemas detectados en la fábrica madre; es en esta coyuntura, por tanto, en la que aparece en la Historia el Real Sitio de San Fernando.

PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO DEL REAL SITIO DE SAN FERNANDO

Como he señalado en distintas ocasiones, a mi pa-recer, un equipo técnico de la Secretaría de Hacienda, en los años 40 del siglo XVIII, buscó un lugar que re-uniese unas condiciones que consideraban indispensa-

bles para establecer una fábrica de paños y en torno a ella una población, otras instalaciones industriales y la explotación de tierras de cultivo para alimentar a esa población. Tampoco debieron olvidar que el lugar fue-se lo suficientemente agradable como para que sirviese para el descanso y disfrute al rey, su familia y su alta ser-vidumbre si en algún momento decidían visitarlo.

Las condiciones que les parecían indispensables eran la existencia en abundancia de agua y madera, pero tam-bién buscaban que el lugar tuviese materias primas o buenas comunicaciones para conseguirlas con rapidez, que estuviese cerca de la Corte y tuviese tierra fértil; también debieron considerar una circunstancia favora-ble la abundancia de caza en los sotos, ya que esta acti-vidad era una de las favoritas de la familia real. En este punto resulta necesario acudir a las fuentes geográficas que tomaron tanto auge en la época, ya que nos per-miten corroborar que el lugar elegido reunía las con-diciones requeridas; se han elegido sobre todo, aunque

De Torrejoncillo a San Fernando de Henares pasando por Real Sitio de San Fernando

Figura 3 - Plano del Real Sitio de San Fernando, del lugar de Coslada y sus inmediaciones, con inclusión de Madrid y Alcalá de Henares. Relaciones de Lorenzana. 1785. Archivo Diocesano de Toledo.

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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no únicamente, las llamadas Relaciones del Cardenal Lo-renzana, culto prelado que era Arzobispo de Toledo en la segunda mitad del siglo XVIII y pasó un interroga-torio a las poblaciones de su jurisdicción orientado, al parecer, a obtener una información de tipo geográfico y quizá también con una finalidad impositiva; el Cape-llán Mayor de San Fernando D. Mauricio de Puymedon fue especialmente cuidadoso y remitió, además de las respuestas, el mapa que se adjunta. Sobre el agua, dice el Capellán que la proporcionaba el Jarama y era abun-dante, delgada y sana, servía para beber, para regadíos y para cualquier otra industria, lo que no contaba era que el río estaba sometido a unos ciclos de sequías y desbordamientos que no le permitían llevar un caudal constante y sus aguas no siempre eran tan apropósito para beber, de manera que al establecerse la población se condujo agua del nacimiento del camino de Ambroz, que resultó ser muy salobre, por lo que hubo de recurrirse de nuevo a la del río para posteriormente hacerse otra conducción, ésta desde el cerrillo y arroyo de San Cristóbal (en el término de Coslada) cuyas aguas parece que eran de mejor calidad. De todas formas, a pesar de sus pro-blemas, el hecho de recurrir al Jarama para abastecerse de agua para beber se repetirá a lo largo del tiempo.

Ligado al Jarama está el Camino de Aragón y Cata-luña, o Camino de Francia por La Junquera, importan-te vía de comunicación que a la altura de San Fernando atraviesa el río mediante un puente, el puente de Viveros, el cual durante siglos trajo de cabeza a caminantes y ha-bitantes de la zona porque de vez en cuando el río se lo llevaba y los primeros tenían que atravesarlo mediante puentes provisionales, barcas o vados, y los segundos, además de estos inconvenientes de uso tenían que pagar de su bolsa el coste de las obras. Mediado el siglo XVIII, debido al numeroso comercio desde Barcelona, Aragón, Nava-rra, la Francia y mucha parte de la Rioja, el puente se había quedado estrecho, por lo que se decidió ensancharlo y consolidarlo. Por mandato del Consejo de Castilla, de hacer el proyecto de las obras se encargó el Comisario de Guerra D. Marcos de Vierna y los arquitectos D. Ma-rio Alfonso Jordanes y D. Pedro Fol tasaron la obra en 1.360.000 reales de vellón, que se pagaron con el pro-ducto del pontazgo, el sobrante de las sisas de Madrid y con 360.000 reales que aportaron los pueblos situados de cuarenta leguas en contorno de dicho puente. Mientras se hacía la obra, el tráfico se desvió por un puente provisional de madera que el río se llevó en octubre de 1772, quedando la alternativa de cruzar el Jarama

Figura 5 - Puente de Viveros sobre el río Jarama

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por las barcas situadas en Algete, Paracuellos y Mejo-rada. En 1775 se dieron por acabadas estas obras, tal y como nos recuerda un hito situado en uno de los extre-mos del puente, hoy de peligrosa lectura dado el tráfico intenso que soporta, tráfico que provocó hace unos años la ruptura del pretil que con tanto esmero se colocó en el momento de su construcción y en la actualidad está groseramente reparado con unos bloques que se dife-rencian de forma ostensible de los originales. Años des-pués de construirse el puente, se puso en pie una nueva casa-administración para dar cobijo a los encargados de cobrar el pontazgo.

Dos leguas y media cortas separaban nuestro Real Si-tio de Madrid y una senda, que en épocas de lluvias a veces se convertía en una sima, unía el Real Sitio con el Puente de Viveros.

Respecto a la madera, el Capellán Mayor de San Fernando informa que no hay montes ni bosques algu-nos, aunque en la vega hay sotos con abundantes hierbas y árboles silvestres. El geógrafo Tomás López nos da más detalles al concretar que en los sotos había más de vein-te mil árboles silvestres (álamos, chopos, fresnos, alisos, sauces, mimbres…) La tierra era fértil sólo en parte, ya que …a poniente y mediodía (hay) una conocida porción de cerros con canteras de pedernal y yeso…, menos mal que …en la parte de oriente es todo vega. En cuanto al clima, que en el momento en el que Puymedon informa era una cuestión muy sensible para el Real Sitio de San Fer-nando, opinaba que era similar al de los pueblos circun-dantes aunque confiesa que en las primaveras, veranos y estíos los jornaleros que trabajan en la vega …en don-de no pueden evitar las muchas humedades y calores padecen tercianas, cuartanas y tabardillos (fiebre tifoidea)…Algo habitual en la época, y una de las razones que, al pare-cer, influyeron en el traslado de la Real Fábrica de Paños desde Aceca a Guadalajara.

La zona que los técnicos eligieron para su expe-rimento industrial no era de realengo sino de señorío, por tanto la Corona la hubo de comprar, en ella existía un pequeño enclave que en la documentación aparece nombrado como la villa de Torrejón de la Ribera o de la Rivera, del Jarama, de la Vega o Torrejoncillo, según vimos en páginas anteriores.

A mediados del siglo XVIII la villa se hallaba casi arruinada, con pocas casas y menos habitantes y su término casi abandonado y sin cultivo alguno. Los edificios más relevantes eran una iglesia pobre y peque-ña dedicada a Nuestra Señora de la Purificación y las cuatro paredes de una casa de recreo que había sido in-cendiada en la Guerra de Sucesión y en ese momento era un palomar, el lugar era conocido como Casa Que-mada. Otro elemento fundamental para poner en pie el proyecto industrial que los técnicos soñaban, era la mano de obra que hubo de traerse de fuera, lo que trajo numerosos problemas.

Antes de pasar adelante y para cerrar este asunto de la elección de un lugar para fundar un Real Sitio indus-trial, quizá puede ser de interés señalar la presencia de un personaje con poderío en la zona que también está presente en Brihuega (residencia veraniega de los arzo-bispos toledanos) donde en 1750 se instaló otra fábrica de paños también dependiente de Guadalajara, es el In-fante D. Luis (hijo de Felipe V y hermanastro de Fernan-

De Torrejoncillo a San Fernando de Henares pasando por Real Sitio de San Fernando

Figura 6 - Detalle de la barca de Arrebatacardos en Mejorada.Archivo de Villa. Madrid. Secretaría 3-43-1.

Figura 7 - Apeos y títulos del Soto del Negralejo y la Matilla. Archivo de Villa. Madrid. Secretaría 3-43-1.

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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do VI) que fue arzobispo de Toledo entre 1735 y 1754. D. Luis cuando ocupaba la sede toledana llevó a cabo una intervención arquitectónica muy importante en el cas-tillo de Aldovea (propiedad durante siglos del arzobis-pado de Toledo) al que convirtió en residencia palaciega, circunstancia en la que pudieron influir el espléndido paisaje de la zona y la abundancia de caza, actividad a la que al parecer era muy aficionado; años después, el castillo y el soto de Aldovea se incorporaron a San Fer-nando. En el caso de Brihuega tenemos constancia de la influencia del Infante en el establecimiento de la fábrica de paños, de momento no hemos encontrado el mismo tipo de documentación referida a San Fernando, pero no parece demasiado aventurado pensar que quizá D. Luis pudo intervenir con su consejo en la elección del término de Torrejoncillo para establecer un nuevo Real Sitio con complejo industrial incluido. Además la pre-

sencia familiar de este personaje no quedó ahí, porque en 1802, su hijo D. Luis, también arzobispo de Toledo como lo había sido su padre, vendió a Manuel Godoy, cuñado del arzobispo por estar casado con su hermana la Condesa de Chinchón, Aldovea por cinco millones de reales, para volver a venderlo en 1804 a Carlos IV por casi tres millones más, ¡todo un negocio!

Por un real decreto de 29 de junio de 1746, Felipe V resolvió incorporar a la Corona Torrejoncillo de la Ri-bera y comenzó a gozarlo Fernando VI el primero de sep-tiembre de 1746, ya que en el tiempo que transcurrió entre la incorporación y el goce del lugar murió Felipe V. Una vez comprado el lugar por parte de la Coro-na, no sabemos si pagado, el nuevo rey nombró como gobernador a un hombre experimentado en estas tareas D. Ventura de Argumosa y un ingeniero militar, cuyo nombre aún desconocemos, tomó las riendas del

Figura 7 - Vista del Palacio de Aldovea, en el término municipal de San Fernando de Henares

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asunto para hacer el trazado de un pueblo de nueva plan-ta, alejado del río y que debería ser ejemplar, también se inició la roturación de tierras, la plantación de árboles, la construcción de una red de regadío y obras para con-trolar la corriente del irregular Jarama.

En el trazado de la ciudad se incorporaron los tres elementos del urbanismo barroco: línea recta, perspec-tiva y uniformidad, como podemos apreciar con clari-dad en uno de los planos del último Plan de Ordenación Urbana de San Fernando. Una línea recta que parte des-de del balcón del gobernador del Sitio, en el centro de la fachada de la fábrica, es el eje longitudinal de la plaza Cuadrada, coincide con la calle de Oriente, en la que convergen dos bocacalles (de la tahona y de la taberna), continúa en la plaza Redonda para prolongarse hacia la vega, además en esta plaza Redonda seis líneas que se unen al eje principal constituyen una estrella muy carac-terística también del urbanismo barroco. En la majes-tuosa fachada de la fábrica queda claramente plasmada la exaltación del monarca; viviendas y establecimientos de abastos, instrucción, sanidad y orden público rodean la inmensa plaza Cuadrada y en torno a la plaza Redon-da, presidida desde el siglo XIX por una airosa estatua

de Fernando VI, deberían haberse situado en las ocho manzanas trapezoidales previstas, además de viviendas, los dos centros institucionales más importantes del Si-tio: el Ayuntamiento y la Colegiata, que no iglesia. A partir de este núcleo, la población sin ningún límite po-dría crecer hasta el río. Pero el Pueblo Nuevo, a pesar de haberse plantificado lejos del río para evitar proble-mas de insalubridad parece que los tuvo, y ésto unido a otros problemas organizativos, como la falta de vivienda cuando empezaron a llegar los primeros trabajadores -circunstancia que también se había producido en Gua-dalajara-, hizo que diez años después de su fundación las obras quedasen paralizadas. Se habían construido hasta ese momento: la manzana de la fábrica de paños, las dos de la plaza Cuadrada y las dos trapezoidales contiguas que constituían dos de los ocho tramos de la plaza Re-donda; de los seis tramos restantes unos se habían ini-ciado y otros sólo estaban replanteados; con todo, dos arquitectos que tasan la ciudad en 1756 opinaron que los edificios construidos y los planteados formaban un plano de una ciudad de buen aspecto y cómoda distribución… sensa-ción que sigue teniendo hoy el visitante que por primera vez pone el pie en San Fernando, y le queda confirmada

De Torrejoncillo a San Fernando de Henares pasando por Real Sitio de San Fernando

Figura 8 - Plano del trazado barroco de San Fernando de Henares (según el Plan General de Ordenación Urbana de San Fernando de Henares)

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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si puede gozar de la visión del perfecto trazado barroco desde el ventanal situado sobre la puerta principal de lo que fue la fábrica y hoy es el ayuntamiento. Y dos últi-mas consideraciones sobre el plano: no deja de llamar la atención que teniendo casi todo el territorio del térmi-no de Torrejoncillo por construir, en total, según el Ca-pellán Mayor de San Fernando, una extensión de …más de media legua por la parte de Norte a mediodía, y quarto de legua caminando de Oriente a Poniente…el anónimo perso-naje que trazó la ciudad lo hizo sin perder una vara de terreno, en el borde mismo de la Cañada Real Galiana. ¿Se debe este trazado a un deseo de establecer el núcleo urbano lo más alejado posible del río o al principio que con posterioridad se impuso de colocar las industrias lo más alejadas posible del casco urbano? No olvidemos observar que incluso las viviendas de los trabajadores de la plaza Cuadrada están separadas de la fábrica por una calle que corre paralela a su fachada Una memoria descriptiva elaborada por técnicos del .Ayuntamiento de San Fernando de Henares hace unos años, aporta una visión sin duda más certera: el eje longitudinal de la po-blación del que antes hablábamos llega sólo a la fachada de la fábrica, …la fábrica así se independiza, y por ello gira .Este giro, de unos 10º con respecto al eje norte-sur, hace que se manifieste en todo su esplendor… Este giro a su vez provoca que la plaza cuadrada, aunque al entrar en ella así nos lo parezca, no lo sea del todo, según podemos observar en dicho plano.

Una vez hecha la presentación general de la ciudad, vamos a entrar en detalle en alguno de sus elementos. Comenzaremos, como parece lógico, por la razón de ser de la nueva población: la fábrica de paños.

Al planear el edificio de la fábrica se debió pensar que al menos debería requerir tres condiciones: ampli-tud, solidez y luz, a lo que se podría añadir, visto el resul-tado final, majestuosidad; iba a ser un edificio multiusos: fábrica de paños, sede del gobernador del Sitio y habi-tación de los reyes y su alta servidumbre en las temporadas que tuviese a bien pasar en aquel Sitio. Su aspecto más palaciego que fabril no era excepcional en la época en este tipo de edificios, tenemos los ejemplos de la Real Fábrica de Paños de Guadalajara que fue en su origen palacio de los marqueses de Montesclaros y ya en el siglo XIX, conver-tido en academia militar y hechas algunas variaciones en Figura 9 - Palacio de Montesclaros. Fotos del siglo XIX y del XX,

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la fachada seguía manteniendo un aspecto palacial, o la Fábrica de tabacos de Sevilla a la que Bonet Cozzea bau-tizó con un apelativo que podría servir para las tres fábri-cas que estamos mencionando: Palacio de la industria. Un aspecto impresionante, pero más fabril, tiene la fábrica de paños de Brihuega, donde a partir de 1768 se trasladó la fábrica de San Fernando, y que hoy en buena parte se conserva. En este caso se eligió una rotonda a la que se fueron añadiendo naves longitudinales, según se fue ampliando la fábrica, lo que, al decir de los brihuegos, vista desde el páramo alcarreño le da la apariencia de una gigantesca sartén. Finalmente, en este recorrido por los distintos edificios que ocupó la fábrica de San Fernando hay que mencionar un convento que los Trinitarios Des-calzos de Madrid tenían en Vicálvaro y en el que desde 1753 a 1756 funcionó la fábrica de San Fernando en ve-rano, y desde esa fecha hasta su traslado a Brihuega fue sede permanente de la fábrica sanfernandina. El edificio del convento para convertirse en fábrica sufrió tres años de obras, la planta es cuadrangular con un gran pa-tio en su interior y el edificio tiene amplias ventanas, trasladada la fábrica se convirtió en cuartel, que en el siglo XIX fue uno de los escenarios del levantamiento de O’Donnell conocido como la vicalvarada, y en la actua-lidad es sede universitaria tras habérsele añadido otras edificaciones que mantienen el mismo planteamiento ar-quitectónico del primer edificio: construcciones en tor-no a un gran patio.

Vayamos ahora a datos concretos de nuestra fábrica. Era un edificio de gran tamaño, 164.104 pies cuadrados, con una amplio patio central, presidido por una fuen-te, en torno al cual se levantaban las naves del edificio que se componían de tres crujías, sirviendo la central de pasillo o comunicación de las otras dos. Sobre estas crujías había bóvedas de cañón sustentadas por pilares que servían de forjado al piso superior. Todo el edificio estaba rodeado por una tapia de ladrillo y piedra. Esta construcción estaba previsto que albergase almacenes, dependencias de trabajo, contaduría, despacho y vivien-da para el Gobernador del Real Sitio, era un ejemplo modernísimo de fábrica concentrada. La fachada prin-cipal, incluido el resalte que tiene en el medio, medía 403 pies (112 metros) y estaba orientada hacia el Este, las restantes fachadas tenían una medida de 403 pies y

De Torrejoncillo a San Fernando de Henares pasando por Real Sitio de San Fernando

después de la reforma de 1909 (Nueva Alcarria, 1995)

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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Figura 10 - Vista aérea del actual campus universitario de Vicálvaro. En primer plano el edificio de la antigua fábrica (según http://www.urjc.es/)

Figura 11 - Fachada de la antigua Fábrica de Tabacos de Sevilla

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De Torrejoncillo a San Fernando de Henares pasando por Real Sitio de San Fernando

Figura 12 - Plano y detalle interior de la fábrica de Brihuega

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medio. La puerta principal del edificio, coronada por una cabeza mitológica y una cartela explicativa, se abría a un amplio zaguán del que partía la escalera principal y desde el que se accedía al patio, debajo de la escalera principal se construyeron unos sótanos que servían de almacenes y a los lados del zaguán se encontraban: la contaduría y tesorería a la izquierda y el despacho del Gobernador y el oratorio, que sería durante mucho tiempo la iglesia del Sitio, a la derecha. En el ala de po-niente un zaguán daba acceso a una escalera por donde se ascendía al piso superior y a las dependencias de fa-bricación, en las crujías de la parte derecha del zaguán sabemos que había un lavadero y prensas y el resto de las oficinas se dispondrían siguiendo la secuencia del pro-ceso de fabricación, excepción hecha de los tintes o el batán que debido a su necesidad de agua en abundancia se colocaron cerca del río. Tenía 7 metros de altura. En la fachada norte se hicieron dos añadidos que no apare-cen en la descripción que se hizo en 1756, en ellos se instalaron los comunes (retretes) en el más amplio y una hornilla para calentar las placas de las prensas en el de menor tamaño. La planta alta estaba previsto que tuviese un doble uso: industrial y residencial; la parte dedicada

a usos industriales (almacenes y tendederos de lanas) no llegó a acabarse; la residencia del gobernador, que daba a la fachada principal y se abría al exterior con un balcón corrido, contaba con 21 habitaciones y se caldeaba con otras tantas chimeneas francesas. Cinco metros de altura tenía esta planta. En el tejado, en principio de tejas de color añil, se abrían varias buhardillas. Desde el punto de vista material, el cuerpo saliente de la fachada era de piedra blanca de Corpa y Redueña, lo mismo que los la-terales del piso bajo y el zócalo de las restantes fachadas, con almohadillado en las esquinas, el resto era de ladri-llo y los cimientos de pedernal fino; los muros tenían una anchura de 1.5 metros en la planta baja y 1.2 metros en la planta superior. La mayoría de las amplias ventanas que proporcionaban luz y ventilación a la fábrica pare-ce que se pintaron de color verde y se protegieron con pesadas rejas.

La construcción de este gran edificio se hizo con rapidez, mientras, Ventura de Argumosa, que ya había sido nombrado Gobernador del Sitio, viajó por diferentes países europeos, que él conocía bien, reclutando mano de obra especializada y tomando buena nota, con o sin permiso, de la maquinaria y funcionamiento de

Figura 13 - Grabado de la fachada de la fábrica. Semanário Pintoresco, 1836. Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia

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diversas manufacturas; en 1748 comenzó la fabricación. Además de esta fábrica de paños finos y superfinos, en San Fernando se instalaron otras fábricas de menor importancia aunque también relacionadas con la industria textil; los productos fabricados eran: terciopelos, lienzos y sombreros. Las fábricas de terciopelos y lienzos se establecieron en 1748 y en 1750 ya se habían trasladado a Talavera y León respectivamente; la fábrica de sombreros, instalada en 1749, poco después se llevó a Vicálvaro y de allí a Madrid. También funcionó con poco éxito un molino de papel y se mantuvieron otras industrias que existían desde antiguo en la zona, tal es el caso de los hornos de cocer ladrillos y baldosas, hornos de yeso, un molino harinero o un molino de aceite.

En la fábrica de paños pronto se hicieron patentes los mismos defectos que tenía la fábrica de Guadalajara: mala organización de la maquinaria, falta de dinero, dificultades en los transportes y además los trabajadores empezaron a tener graves problemas de salud, por lo que la fábrica se trasladó primero a Vicálvaro, como ya se señaló, y en 1757, debido sin duda al derroche que suponía para la Real Hacienda sostener las fábricas que componían el que podríamos denominar complejo industrial Guadalajara (Guadalajara, San Fernando y Brihuega) se arriendan por cinco años a la compañía de los Cinco Gremios Mayores de Madrid y el edificio de la casa-fábrica de San Fernando, en su parte industrial, es

utilizado sólo como almacén de la citada compañía, la fabricación siguió en Vicálvaro. En 1767 las fábricas del complejo industrial Guadalajara vuelven de nuevo al poder de la Real Hacienda y la administración de la fábrica de San Fernando pasa a depender de manera definitiva de la administración de Guadalajara. En 1768 la fábrica de San Fernando se traslada de Vicálvaro a Brihuega y en 1778 acabó en Guadalajara, donde en 1822 se da por terminada su existencia.

Cuando el edificio de la fábrica de San Fernando quedó prácticamente sin uso, le dieron una nueva uti-lidad acorde con el pensamiento ilustrado al instalar en él un hospicio, en 1766, bajo la dirección de Olavide; hechas las obras correspondientes, e incluso instalados diversos talleres, el edificio recobró cierta vida indus-trial, los que fallaron parece que fueron los laborantes demasiado acostumbrados a vivir a la sopa boba. En 1801 el hospicio de San Fernando se trasladó a Madrid y para el edificio de nuestra fábrica se propusieron distintos usos aunque ninguno llegó a ser definitivo. Durante la Guerra de la Independencia, las tropas francesas que estuvieron acuarteladas en la fábrica la deterioraron considerable-mente; fue después almacén de granos y frutas, cobijo de fusileros y guardabosques reales… Y tras varias ten-tativas, en 1829 el fabricante Enrique Dolfus solicitó el citado edificio, que se hallaba inhabitable, próximo a la ruina y sin uso, para establecer una fábrica de tejidos de

Figura 14 - Grabado de la fachada de la fábrica con error debido a la inclusión de una segunda chimeneaLa Gaceta Industrial , Año XIV, No. 6, 1878.

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algodón y estampados. En abril de 1830 se inaugu-ró la nueva fábrica tras haberse instalado la maquinaria imprescindible para la impresión, el cilindro, una gran prensa mecánica, el taller de los impresores, la plancha, la máquina para grabar y otra para estampar fondos lisos. Estas máquinas primero se movían por me-dio de una gran rueda de hierro tirada por caballerías, luego se movieron mediante vapor. Un dibujante un tanto imaginativo de la publicación titulada Semanario pintoresco, en 1836 hizo el dibujo tantas veces repro-ducido de la fábrica sanfernandina relativo a la etapa de funcionamiento a la que nos estamos refiriendo y que aquí podemos observar.

Pero Dolfus no pudo afrontar solo el negocio y tuvo que formar compañía con Felipe Riera y consortes, que en 1832 se hicieron de forma exclusiva con el mismo. Felipe Riera, Antonio Jordá y Eusebio Page, manten-drán la fábrica e incluso la cederán a sus descendientes, ya que en una Cédula Catastral de 30 de junio de 1866 constan como propietarios de la Fábrica de hilados La Sociedad de los SS. Page, Jordá y Cª representada por su so-cio Director D. Luis Page aunque en dicho documento se menciona que la fábrica está paralizada en la actualidad. Años después, en 1878, La Gaceta Industrial publica la ilustración que aquí podemos observar, semejante a la publicada en el Semanario Pintoresco aunque con alguna variación (destaca una chimenea en su parte derecha) que de momento no sabemos si era real o fue inventada por el dibujante.

Lo que sí fue una realidad es que el edificio fue per-diendo el uso para el que fue construido y llegó a ser utilizado sólo como almacén de cosechas y sin duda a convertirse su mantenimiento en una pesadilla para sus propietarios. En la última Guerra Civil y su posguerra inmediata, ante la falta de materiales de construcción y la necesidad de viviendas, como ocurrió con muchos de los grandes edificios sin uso, hubo familias que se insta-laron entre sus muros y fueron desapareciendo ladrillos, sillares, rejas, láminas de plomo…

Los dueños del que fue edificio estrella de San Fernan-do, en un último intento de sacar provecho a la que fue tiempo atrás majestuosa propiedad, en 1947, encargaron al arquitecto Cervera Vera un proyecto de reconstruc-ción para ser utilizado como residencia para los posibles

bañistas de las playas que se construirían en el Jarama, según el proyecto planeado en la República; el presu-puesto ascendió a más de diecisiete millones de pesetas y fue desechado, de manera que la que fue Real Fábrica continuó sin uso y en imparable deterioro. En 1951, el solar y los restos de la fachada pasaron a manos de la Sociedad Echeveste y Cía, S.A. que construyó en ese suelo dos naves y emprendió una actividad industrial relacionada con el vidrio. Con la reimplantación de los Ayuntamientos democráticos todas las corporaciones municipales sanfernandinas se plantearon como ob-jetivo la recuperación para la ciudad del solar y la fachada de la fábrica, objetivo que se alcanzó, tras una la-boriosa y sin duda hábil negociación, en agosto de 1996, siendo Alcaldesa Montserrat Muñoz y Asesora Jurídica del Ayuntamiento Carmen Criado.

Respecto a las casas planificadas, hay que señalar que sólo se llegaron a concluir cuatro manzanas que se dedicaron a viviendas y a algunos de los establecimientos necesarios para la población. Estas viviendas, con planta baja y principal o sólo baja, constaban de cuatro piezas y su chimenea, contaban con desvanes, en algunos casos disponían de un gran patio interior, otras tenían corrales y estaban pensadas para trabajadores industriales, lo que produjo más de un problema cuando quienes las habitaron fueron en su mayoría labradores, algunos de los cuales tenían animales pero no sitios donde encerrarlos, de manera que los metían en las habitaciones de las casas o los ataban a las puertas de las mismas. También eran habituales los incendios, porque hacían fuego en cualquier lugar de la vivienda y no en la cocina en la que utilizaban leña y no carbón como estaba previsto; además, cuando por necesidades de la explotación del Sitio llegaban muchos obreros y faltaban casas, se ocupaban las buhardillas que habitualmente servían para almacenaje ocasionándose los problemas consiguientes.

De estas casas, que fueron construidas con solidez y tienen en la actualidad distintos niveles de conserva-ción, destacaremos la que tiene el número 16 de la Plaza de España (antigua plaza Cuadrada) ya que en su trasera, en el siglo XIX, se construyó un granero y hoy ambos inmuebles tienen la calificación de Bienes de Interés Cultural. En la misma plaza, algunas casas del chaflán de la fachada norte en 1868 se reconvirtieron en Ayun-

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tamiento, al que en 1958 se añadió una torre coronada por un reloj; en 1982 se hizo una nueva obra de restau-ración y adecuación de la Casa Consistorial aunque no la última, según veremos.

La antigua calle de Oriente, hoy llamada Libertad, conduce a la plaza Redonda en la que se construyó poco de lo que se había planificado para las ocho man-zanas trapezoidales de frente curvo, en total se constru-yeron casas en dos de las ocho fachadas, se sacaron y elevaron los cimientos del Ayuntamiento y se abrieron las zanjas para la Colegiata. Posteriormente se edificaría la fábrica de tejidos de lana, algodón y seda en la man-zana noreste, en concreto sabemos que en 1792, a propuesta del Administrador del Sitio José de Almarza, el arquitecto Juan Sardinero dispuso la construcción de un edificio de dos niveles, bajo y principal más buhardi-llas, y una crujía alrededor de un patio al que luego se unió un nuevo espacio en el que se construyeron otras edificaciones auxiliares y una huerta.

Finalizada la Guerra de la Independencia, en 1817 se instalaría en este espacio la Casa-Administración, que hechas las obras pertinentes contaba con oficinas, graneros, cuadras y almacén de aceite, y más tarde se habilitaron unas habitaciones reales en el ala de me-diodía por si en algún momento ocurriere a SSMM y Altezas frecuentar este Sitio que nada tendrá de extraño, atendida su frondosidad y bella situación mediante la cual podría en poco tiempo y a poca costa competir con Aranjuez, según argu-mentaba quien en ese momento era Administrador del Sitio. Las habitaciones que se habilitaron para los regios visitantes eran más bien modestas: salas y alcobas para el rey, la reina y su camarera, un salón, una cocina y retretes; es decir, lo justo para descansar algo, comer y asearse. Su uso se limitó a ser un lugar donde hacer un alto en el camino hacía los baños de Trillo y Sacedón, sobre todo Fernando VII con su tercera esposa, y a pasar jornadas de caza y divertimiento en este Sitio cercano a la Corte.

Conocemos con todo detalle cómo estaban decora-das porque el pintor que se encargó de esta tarea man-tuvo un largo pleito para cobrar por el trabajo realizado, y cómo estaban amuebladas a través de diversos inven-tarios contenidos en la documentación sobre el Real Si-tio, el calificativo ya se lo pusimos antes: modestas. Por

si querían tener un momento de asueto al aire libre, el espacio de la huerta se reconvirtió en un jardín que con-taba con emparrados, fuente en el medio, una estufa y un estanque para el riego.

Cuando el patrimonio del Real Sito se puso en ven-ta, concretamente en 1870, la familia Page, que ya he-mos mencionado ligada a la Real Fábrica, compró esta edificación y en 1908 Elisa García Page de Carreras la cedió al Patronato Real para la represión de la trata de blancas con el fin de establecer en ella un albergue para acoger a Jóvenes extraviadas .Tras hacer una profunda reforma se utilizó para los fines mencionados hasta la Guerra Civil, durante la cual fue utilizado como cuartel y quedó en no muy buen estado. Ya en la posguerra, en 1944, la arqui-tecta Rita Fernández Queimadelos, por encargo de Re-giones Devastadas, lo reconstruyó, y en los años sesenta toda la manzana de la que fue Casa Administración fue derribada, manteniéndose dos edificaciones en el fondo

Figura 15 - Plano del Real Sítio de San Fernando. Detalle de la Casa de la Administración y Habitaciones Reales.

Archivo General del Palacio. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.138/12.

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del amplio solar, las espléndidas jambas de piedra de una puerta de la cerca y una fuente que debió presidir el jardín al que antes nos referimos; el nuevo edificio que sustituyó al anterior fue realizado por Luis García de la Rasilla.

En la manzana inmediata a la que fue Casa-Admi-nistración, desde los años 30 del siglo XX se encontraba un cuartel de la Guardia Civil, por cuyas dependencias parece que pasó, y no precisamente en visita protocola-ria, Miguel Hernández.

Una maltratada estatua de Fernando VI, escul-pida en caliza y no carente de calidad, desde 1844 pre-side la plaza Redonda, auténtico corazón de la ciudad, y observa desde su pedestal los cambios que se han ido produciendo en el que fue su Real Sitio. El motivo ofi-cial por el que la estatua llegó a San Fernando es con-memorar la reconciliación entre Isabel II y su madre Mª Cristina, el motivo real parece que fue dar un acomo-do digno a una de las estatuas que se habían hecho para decorar la fachada del Palacio Real y en ese momento estaban sin uso.

Las calles de la Huerta y de la Presa, que parten de la plaza Redonda, permiten el reencuentro con las importantes actividades agrícolas de la Huerta Grande o de la Vega, auténtica joya del Real Sitio, y con la Presa, elemento fundamental del sistema hidráulico que regulaba la corriente del irregular Jarama y junto con compuertas y caces permitía el riego. Las 175 fanegas de la Huerta Grande se enmarcan en una superficie poligonal rodeada por los Caminos (hoy paseos) de la Agujeta, María Cristina, de los Plátanos y de los Chopos. En el centro de la huerta había cuatro puentes para las cuatro entradas principales y dos espaciosos caminos que se reunían formando cuatro calles en la gran plazuela circular situada en el punto central. Las puertas de la reina, del rey, del tejar y de la agujeta cerraban las entradas principales y se calcula que en ella podrían plantarse hasta doce mil árboles frutales.

El cultivo de miles de selectos árboles frutales, así como de fresas, melones, sandías, espárragos o alcacho-fas, y el recreo se unieron en esta huerta. En su ángu-lo noroeste se construyó una casa-almacén denomina-da Casa de la fruta y una casilla del Guarda al noreste.

Figura 16 - Estatua de Fernado VI

Figura 17 - Detalle de las compuertas de paso de agua de la cacera

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Cuando el patrimonio del Real Sitio pasó a manos de particulares, la Huerta Grande mantuvo su uso agrícola y las actividades recreativas a principios del siglo XX se centraron en la práctica del tiro de pichón, para lo cual se instaló un quiosco en la plaza central.

Atípica en cuanto a planteles y edificaciones que se hicieron en ella era la Huerta Chica. Tenía un caber de siete fanegas, estaba situada al costado norte de la fábrica de paños y contaba con planteles de árboles frutales y olivos que se alternaban con cuarteles plantados de es-parragueras, alcachofas y forrajes que se regaban con las aguas recogidas en un estanque. A la huerta se accedía por dos puertas y en su recinto se construyó un molino de aceite. En el resto de las tierras de labor disponibles se sembró, según las épocas, trigo, escaña, cebada, al-garrobas, guisantes, mijo, habas, centeno, avena, maíz, garbanzos, judías, almortas, patatas… Se plantaron vi-des, olivos, moreras y se estableció un vivero con cuyas plantas se repoblaban el propio Sitio y otras fincas tanto de Patrimonio como de particulares. Se pusieron árbo-les de sombra y adorno en calles, plazas y en el jardín que se trazó cercano a la Casa-Administración, donde asimismo se cultivaban plantas de flor: dalias, alhelíes, minutisas, tulipanes, azucenas, clavellinas…

En 1865, como se recordaba más arriba, Isabel II de-cidió mantener entre las propiedades de la Corona sólo unos cuantos Reales Sitios, en esa relación publicada en la Gaceta de Madrid el día 18 de mayo no se menciona San Fernando, por tanto entró en el grupo de los que se resolvió poner en venta. Pero a la reina no le dio tiempo a poner en práctica este posible negocio inmobiliario y fueron los políticos del Sexenio revolucionario quienes lo pusieron en venta tras declararlo, como antes decía-mos, Patrimonio que fue de la Corona. Tierras y edificios se vendieron y la única fábrica que quedaba en funciona-miento acabó también desapareciendo, de manera que poco a poco se borró de la memoria de los sanfernandi-nos su pasado industrial, e incluso el imaginario popu-lar convirtió a la fábrica de paños finos y superfinos en fábrica de tapices por motivos que de momento no hemos podido aclarar.

El pensamiento de Campomanes que subyace en su Discurso sobre el fomento de la industria popular respecto a que las grandes fábricas son ruinosas, no incentivan

al trabajador y desaparecidas no dejan rastro porque no responden a una actividad espontánea y arraigada, en el Real Sitio de San Fernando se cumplió punto por punto, pero las huellas de un pasado esplendoroso, aunque efí-mero, permanecen.

SITUACIÓN ACTUAL DEL PROYECTO ILUSTRADO REAL SITIO DE SAN FERNANDO

Aunque el Real Sitio de San Fernando desde su fun-dación había atravesado etapas de máximo cuidado y etapas de dejadez y había sido testigo de un ir y venir de población según la oferta de puestos de trabajo en fábri-cas y tierras de cultivo, el paso de la condición de Real Sitio a Villa fue fundamental en la manera de mantener su patrimonio. Sabemos que las tierras pasaron a manos de particulares sin demasiados problemas, pero los edifi-cios tardaron en hacerlo, siendo, por lo que parece, uno de los principales compradores la familia García Page, a la que pertenece Nazario Calonge importante propie-tario que fue nombrado por el Ayuntamiento vecino de de San Fernando en enero de 1921 a pesar de residir en Madrid, no obstante lo cual la Corporación le requirió en diferentes ocasiones que arreglase las numerosas ca-sas que eran de su propiedad y tenía arrendadas.

Las vicisitudes por las que atraviesa la que fue Real Fábrica de Paños hasta pasar a ser propiedad del mu-

Figura 18 - Puerta de la Huerta Chica, conservada en la Calle Coslada

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nicipio en 1996 ya se mencionaron antes, pero qué ocurrió después. Los arquitectos ganadores de un con-curso de ideas para construir un nuevo Ayuntamiento y un Centro cívico, en parte del solar, fueron Sol Madri-dejos y Juan Carlos Sancho Osinaga y en su proyecto in-cluyen descripciones sobre el estado de la fachada como las que siguen:

Tan sólo queda actualmente parte de la fachada principal El resto del solar se utiliza como vertedero de las industrias… que existen sobre el asentamiento de la antigua Fábrica. Esta fachada se manifiesta como un “muro” con toda su carga histórica y estereotómica. La fachada presenta un deterioro desigual… permanece el cuerpo central con cinco vanos y dos alturas…el ala sur es prácticamente inexistente… El cuerpo final del ala norte queda unido en continuidad con una basa del edificio, con algunos comienzos de arranques de ventanas. En la visión trasera de la fachada, el trasdós, se observa la total degradación… visión agónica y dramática de la memoria histórica de lo que fue un edificio.

La solución que propusieron los arquitectos men-cionados consistió en construir una pieza singular, un edificio entre dos plazas (la antigua plaza Cuadrada y la que se trazará en el solar de la fábrica) y con dos caras totalmente diferentes: la cara que da a oriente se corres-ponde con los restos de la fachada de la fábrica que que-darán insertados en un muro neutro y mirará al trazado barroco de la ciudad, la cara de poniente se resuelve con piedra Travertino Navona y se abre a la modernidad de una nueva plaza propia del siglo XXI. El edificio tendrá 17.75 metros de crujía y mantendrá la altura de la cor-nisa existente.

Al decir de los arquitectos, tres gestos condicionan el edificio: los recorridos (espacios valorados por la luz y el movimiento), la superposición vertical y horizontal (que le otorgan gran versatilidad de usos y circulacio-nes) y el vacío (un gran vacío en la caja de 8x8x8 en la nueva fachada que da luz al centro cultural, la sala de recepciones y la sala de actos).

La superficie útil ocupada por el Ayuntamiento, el Centro cívico y la Policía Municipal, que también tiene

su sede en el edificio, son: 4.951,2 metros cuadarados. Amplitud, solidez, luz y majestuosidad siguen siendo las señas de identidad de este espléndido edificio.

La nueva gran plaza estará rodeada de edificios modernos dedicados a viviendas y usos comerciales, te-niendo como estrella, durante mucho tiempo esperada, la estación de Metro. Ocupará el lugar que ocupaba el inmenso patio de la Real Fábrica.

El gran espacio de la que fue Plaza Cuadrada y hoy es Plaza de España se reparte entre el arbolado, espacios infantiles, de reunión y de paso, y se encuentra a la espera de poder trazar en ella un ambicioso pro-yecto paisajístico una vez que se hayan sometido a un plan de restauración en profundidad las casas que la rodean, las cuales hoy tienen diversos niveles de con-servación y diversos aspectos, de manera que han per-dido la uniformidad que era una de sus señas de iden-tidad iniciales. En el espacio de los patios traseros que tenían dichas casas se ha proyectado construir una calle peatonal de 8,25 metros de anchura paralela a la alinea-Figura 19 - San Fernando de Henares hacia 1890

Figura 20 - Puerta principal del actual Ayuntamiento de San Fernando de Henares

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Figura 21 - Plano y maqueta del proyecto de Recuperación de la Antigua Fábrica de Paños y Rehabilitación de la Plaza de España(según EMS, Empresa Municipal de Suelo, y Ayuntamiento del Real Sitio de San Fernando de Henares. 2005)

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ción de las fachadas que dan a la Plaza y unos bloques de viviendas. La ejecución de este ambicioso proyecto se encuentra en fase de negociación entre los vecinos y el Ayuntamiento. Las primeras viviendas que cambiaron de uso fueron las del chaflán de la fachada norte, que en 1868 se convirtieron en Ayuntamiento, edificio que a su vez sufrió dos remodelaciones, como vimos en el apar-tado anterior, sin tener en cuenta el aspecto primitivo de las casas. En febrero de 2001, ya con el nuevo edificio de la Casa Consistorial en pie, el Ayuntamiento de San Fernando de Henares aprobó en Comisión de Gobierno el proyecto de ejecución de una Biblioteca Central en ese lugar. El arquitecto Enrique Hermoso hizo una propuesta dando una máxima protección a la idea de la Plaza al reconstruir el aspecto original de las fachadas de la Plaza de España y de la Calle Libertad, en cambio de-cidió eliminar parte de la fachada que daba a la avenida de la Constitución, ya que no tenía nada que ver con las viviendas originales. El resultado final ha sido casi má-gico, ya que el arquitecto ha metido un edificio de cristal con una biblioteca dentro, en un envoltorio que en dos de sus fachadas mantiene, con pocas variaciones, el as-pecto que debió tener en el siglo XVIII y en la tercera, con un muro de hormigón y una malla de perfiles me-tálicos, ha seguido una composición de macizos y vanos igual a la de la Plaza. La superficie útil de la Biblioteca es de 2.130 metros cuadrados.

La casa que tiene el número 16 de la Plaza de Es-paña, según vimos más arriba, cuenta en su parte trasera con un granero construido en el siglo XIX y ambas edi-ficaciones han sido adquiridas por el Ayuntamiento para alojar al Museo de la Ciudad. La propuesta elegida ha sido la presentada por el mismo arquitecto autor de la Biblioteca Central, Enrique Hermoso, e incluye dos alternativas; en la primera, se propone independencia entre la casa y el granero que quedarían separados por la calle peatonal más arriba mencionada.; en la segunda alternativa se propone unir la casa y el granero, de for-ma que el Museo ocupe toda la superficie de la finca. La elección definitiva aún no está hecha, pero la idea arquitectónica está clara: construir un museo moderno en un edificio antiguo, modificando lo menos posible la ima-gen del edificio, sobre todo el granero, ya que cuenta con elementos suficientemente singulares como para in-

tentar no sólo conservarlos sino destacarlos, y todo ello respetando la unidad que constituye la Plaza de España.

De las vicisitudes por las que ha pasado la Casa-Administración ya hemos tratado antes, sólo recor-daremos aquí los usos actuales del que fue centro de acogida de pobres chicas malas. En el conjunto de edificios construidos en los años sesenta cercanos a la plaza de Fernando VI actualmente tienen su sede una resi-dencia de menores protegidos, el centro de educación de personas adultas, la escuela de idiomas, la Casa de la Mujer, la Concejalía de Educación y una sala de ex-posiciones en la que fue iglesia del centro de acogida; unos árboles de porte considerable y unas plantas bien cuidadas entre las que se encuentra sin uso una fuente que debe ser la del antiguo jardín de la Casa-Administra-ción, nos transportan a otra época. También del pasado quedan en pie dos edificios al fondo del solar, uno de los cuales conserva aún una función agropecuaria, y las jam-bas de piedra de una de las puertas de la antigua cerca que en 1996 gracias al interés de unos y la generosidad

Figura 22 - Puerta, de la Casa de la Administración, hoy tras su traslado, sirve de entrada a la sala de exposiciones Juan Carlos I

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de otros se trasladaron y hoy son la entrada exterior de la sala de exposiciones.

El cuartel de la Guardia Civil, tras quedar sin uso y ser temporalmente okupado, se derribó y en la actuali-dad se está construyendo en su solar un edificio que será sede de diversas asociaciones.

Una casa situada en una de las dos fachadas cons-truidas en el siglo XVIII, muy modificada, y en estado lamentable, mantiene un balcón que nos recuerda el es-mero con el que se construyeron los edificios del Real Sitio san fernandino.

Sin salir del núcleo urbano aún podemos contemplar una huella del pasado en lo que hoy es calle Coslada, en el costado norte de la Fábrica de Paños, son las jambas de piedra de una de las Puertas de la Huerta Chica que hoy sirven de entrada a la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación, patrona que fue de Torrejoncillo.

De los cientos de olivos plantados en las inmedia-ciones del núcleo urbano queda algún ejemplar de tron-co añoso entre los bloques de casas, como vestigio del que fue por su número rey del arbolado sanfernandino. Las calles de la Huerta y de la Presa nos ponen en contacto con el pasado agrícola y sus huellas que en el aparta-

do anterior vimos. Una pila de piedra, preservada con una pequeña reja, en la calle de la Cañada nos recuerda que la vía fue uno de los principales caminos de la Mes-ta, con el cual nos volvemos a encontrar a la altura del Puente de Viveros, aquí la Cañada recupera mediante un cartel su nombre completo: Senda Galiana, no así el puente, que, pese a los intentos de unos cuantos por conseguirlo, se encuentra innominado lo mismo que el río que salva, de manera que los que transitan de forma habitual por estos parajes y los media, ante la pérdida de la memoria de sus nombres de siempre, los han rebauti-zado: el puente no es de Viveros sino de San Fernando, quizá por estar en parte en su término municipal, y el río Jarama es tomado por el río Henares, posiblemente por la misma razón. Dos carteles con sus nombres ver-daderos, puestos por el sin duda diligente Ministerio de Fomento, evitarían tales confusiones.

En el Jarama los madrileños, de momento, ya no nos podemos bañar como lo hacíamos hasta entrada la década de los años cincuenta, hoy nos queda a algunos el recuerdo de lo vivido y a todos la posibilidad de revivir el ambiente a través de la novela El Jarama de Sánchez Fer-losio, aunque su autor hoy no la quiera recordar. Además

Figura 23 - Recreación del aspecto final que tendrá la Biblioteca Central de San Fernando(según Ayuntamiento de San Fernando de Henares, 2006)

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este pasado lúdico unido al baño, en el San Fernando de Henares actual tiene un recuerdo de lujo en el espléndi-do Centro de natación construido por los arquitec-tos García-Mansilla y Tuñón, entre 1994 y 1998, que en 1999 fue finalista en el Premio de arquitectura Mies van der Rohe y del cual el Colegio de Arquitectos de Madrid recomienda no perderse la observación del cerramiento de piezas de hormigón apiladas.

Del que fue Real Sitio de San Fernando que-dan en el San Fernando de Henares actual vestigios cada vez más valorados, la tarea de recuperar su histo-ria está en marcha y tendrá un empuje importante con la puesta en funcionamiento del Museo de la Ciudad; sus habitantes actuales en apariencia poco tienen que ver con aquellos que llegaron con sus enseres industriales a cuestas mediado el siglo XVIII, aunque algunos trabajen en actividades industriales, no sé si la dignidad del traza-do del centro de la ciudad en la que habitan imprimirá carácter.

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De Torrejoncillo a San Fernando de Henares pasando por Real Sitio de San Fernando

La Historia también está hecha de pequeñas historias. El transcurrir cotidiano de las vidas de los pobladores del real sitio, su religiosidad, sus escuelas o la forma de enfrentarse a grandes tragedias como la guerra de la Independencia o las epidemias de cólera son objeto de estudio en este capítulo. En ocasiones se han utilizado transcripciones de documentos de la época con la intención de trasladar al lector a la atmósfera del día a día de un tiempo pasado.

Interior de una galera

Laboratorio Fotográfico. Biblioteca Nacional de España. Madrid.

II.4. Una Historia Olvidada. Anécdotas y Relatos del Real Sitio de San Fernando

Susana TorreguitartArchivo Municipal de San Fernando de Henares

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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INTRODUCCIÓN

El transcurrir de la vida de los pobladores del Real Sitio de San Fernando estuvo determinado fundamen-talmente por dos realidades presentes desde su origen en el año 1746. De un lado, el edificio de la Real Fábri-ca de Paños que es el corazón urbano de la ciudad y el motivo de su construcción. Las casas de la plaza cuadra-da, actual plaza de España y de la plaza redonda, actual plaza de Fernando VI, fueron edificadas para alojar a los trabajadores europeos especializados en la manufactura de paños que llegaron con sus familias para ocuparse en la nueva fábrica y enseñar su oficio a los españoles que también se establecieron en la recién nacida población. Todos ellos junto con el pequeño grupo de antiguos po-bladores del enclave de Torrejón de la Ribera fueron los primeros habitantes del Real Sitio.

Los distintos usos y avatares del edificio de la Fábrica determinarán en buena medida la personalidad de los habitantes del Real Sitio y el acontecer de sus vidas. Primero, un establecimiento industrial. Después, a partir del año 1766 y hasta 1801 el edificio se transforma en hospicio para alojar a un gran número de pobres como una de las medidas represivas del motín de Esquilache. Su primer director, Pablo de Olavide, informa que tiene una capacidad para albergar a mil personas (Rabanal Yus, 1983:68), pronto el establecimiento se ve desbordado porque el 13 de marzo de 1767 se contabilizan 1.747 internos entre hombres, mujeres y niños (Domínguez Santamaría, 1996:130). En el periodo de la Guerra de la Independencia estuvieron durante un tiempo acuartelados 1.500 soldados franceses1. Después, la apertura de la fábrica de tejidos de algodón en abril de 1830, provoca la llegada masiva de nuevos trabajadores industriales2. Todo este ir y venir de gentes configura la historia de la ciudad.

La otra realidad son los extensos y ricos recursos na-turales y agrícolas que los distintos administradores en mayor o menor medida intentaron aprovechar a través de su explotación directa o arrendándolos a propietarios privados. La hierba de los sotos se utilizaba como pasto para alimentar al ganado, también se extraía leña para su venta y para los hornos de ladrillo que había en el lugar. La abundante pesca de los ríos Jarama y Henares y la

caza de conejos de los sotos se sacaban a subasta periódi-camente para su arrendamiento. Había tierras dedicadas al cultivo de cereales, fundamentalmente trigo y cebada, que servían el primero para hacer pan y el segundo para alimentar al ganado. También se plantaron gran cantidad de olivos para fabricar aceite y se establecieron viveros de distintas especies de árboles que servirían para la re-población de otras fincas de la Real Casa. En la mag-nífica Huerta Grande se cultivaban frutas y verduras. Los cultivos, junto a la tahona, la taberna, la abacería y la carnicería establecidas en la ciudad y explotadas por arrendatarios de la Administración, posibilitaban que la población se alimentara adecuadamente.

Los ríos Jarama y Henares eran fuente de riqueza pero también causaban abundantes quebraderos de ca-beza ya que sufrían frecuentes crecidas y en los veranos, al disminuir el cauce del agua sobre todo en el río Jara-ma, ésta se estancaba y propiciaba que los habitantes de la real posesión enfermaran de fiebres tercianas. Las cre-cidas intentaron evitarse con la construcción de presas y otras obras hidráulicas cuyo éxito fue escaso. Se acome-ten obras para la canalización del agua hasta el hospício y la población (Rabanal Yus, 1983: 80). Estas dos fuentes junto con otra más en el patio de la casa de la adminis-tración situada en la plaza redonda, garantizaba el sumi-nistro de agua (Domínguez Santamaría, 1996:165).

Jornaleros agrícolas y en menor medida labradores, previo pago de una cantidad mensual en concepto de alquiler, ocuparon las casas de la ciudad cuando la primera experiencia fabril no tuvo éxito y conformaron, junto con los empleados de la Administración, la población estable del Real Sitio. La Administración acometía de forma más o menos periódica reparaciones en las viviendas para que se mantuvieran en buen estado. En

Figura 1 - Plano del Real Sitio de San Fernando de Henares. 1829. Archivo General de Palacio. Sección Administrativa, SIG. C-10138-12

Figura 2 - Apeo deslinde y amojonamiento del castillo Soto y sitio de Aldovea.1790. Archivo General de Palacio. Sección Administrativa.

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la época de la dominación francesa, en el año 1810, sus interiores fueron modificados por los propios moradores para adaptarlas a las necesidades de la agricultura, pero más adelante la Administración dispone que se restauren los espacios originarios encargando al arquitecto real Juan Francisco Rodrigo la dirección de las obras de reparación3. En ocasiones hubo graves problemas de alojamiento, sobre todo cuando se abre la fábrica de tejidos de algodón en 1830 y la población se satura con los trabajadores que llegan para ocuparse de la producción.

A las órdenes del administrador estaba la plantilla de empleados de la real posesión. Los mas numerosos eran los guardas que se encargaban del orden público y de velar porque no se robara o se dañara la real propie-dad. En ocasiones había un escribiente que actuaba de secretario y un boticario y en el siglo XIX se contrató de forma estable a un médico y a maestros de prime-ras letras. Los sueldos del cura párroco y los sacrista-nes también eran abonados por la Administración. Estos empleados tenían derecho a una paga en su jubilación pero solo obtenían licencia para retirarse del servicio

activo cuando el deterioro de su salud no les permitía desempeñar sus funciones. También las viudas y los hijos recibían pensiones. Los varones perdían la pensión cuan-do encontraban empleo y las mujeres cuando se casaban. Por último, los empleados disfrutaban de vivienda gra-tuita y, en ocasiones, la Administración les proporciona-ba alimentos y leña4.

Con el fin de ofrecer un panorama diverso sobre la vida cotidiana en el Real Sitio se han seleccionado cinco temas. Los dos primeros ofrecen pinceladas so-bre aspectos cotidianos como son la vivencia religiosa a través del estudio de la hermandad de la Purificación y la educación para los niños y las niñas. A continuación se relacionan las causas más frecuentes que provocaban alteraciones en la vida cotidiana a través del análisis de documentos judiciales. En último lugar se han seleccio-nado momentos históricos que convulsionaron todo el país en el siglo XIX: la Guerra de la Independencia y dos epidemias de cólera, con el fin de relatar cómo vivieron los habitantes del Real Sitio aquellos excepcionales y te-rribles acontecimientos.

Figura 3 - La Eira. Francisco de Goya. 1786. Fundación Lázaro Galdiano

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LA RELIGIOSIDAD. LA HERMANDAD DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO Y LA PURIFICACIÓN DE NUESTRA SEÑORA

En el año 1782 algunos vecinos y empleados de la Administración del Real Sitio fundaron una cofradía a la que dieron el nombre del Santísimo Sacramento, Nues-tra Señora en el Misterio de su Purificación y de las Benditas Ánimas del Purgatorio. Las cofradías tenían la significativa misión de ayudar a crear lazos de unión y compañía en-tre los miembros de la comunidad local. Los hermanos y sus familias compartían la alegría de las celebraciones y se acompañaban en el momento terrible de la muerte.

El documento de las ordenanzas de la cofradía co-mienza con la aprobación de las mismas por el arzobispo de Toledo, Francisco Antonio Lorenzana. Los primeros capítulos están dedicados a la modalidad de admisión de los nuevos miembros, a los distintos cargos directivos y sus funciones.

En principio cualquiera que lo solicite puede entrar en la hermandad, aunque no se deja de especificar que: “...con tal que sean de buena vida y costumbres...”5.Hay una clara excepción, no se permitía el ingreso a enfermos o a personas de edad muy avanzada. La cofradía, cuando fallecía uno de sus miembros, cumplía una labor asis-tencial y para que la institución tuviera una economía saneada que le permitiera desarrollar sus tareas, intere-saba que los hermanos en el momento del ingreso tu-vieran buena salud y una edad que no hiciera temer una muerte próxima.

Una vez admitido, el nuevo hermano debía pagar una cantidad fija por su ingreso junto con dos reales de vellón para obtener el documento que le acreditaba como miembro de pleno derecho. También tenía que pa-gar veinte reales de vellón por adelantado al comienzo de cada año, y los nuevos hermanos, fuera cual fuese su mes de ingreso, debían pagar junto a la cuota de ingreso esa anualidad completa. Las viudas de los miembros que hubieren fallecido, siempre que no se volvieran a casar, podían seguir perteneciendo a la hermandad pagando la mitad de la cuota anual, es decir, diez reales de vellón. A los morosos, en ocasiones, se les ofrece la posibilidad de pagar a plazos, pero si no saldan la deuda son expulsados de la organización.

El capítulo tercero regula las funciones de los cargos directivos de la cofradía. La estructura está formada por ocho cargos que, por orden de importancia, son: el her-mano mayor, dos consiliarios de juntas, un tesorero de caudales, dos mayordomos de fiestas, un tesorero de cera y por último, un contador secretario. Los cargos tenían carácter electivo entre todos los hermanos a excepción del cargo de hermano mayor que debía recaer siempre en el gobernador del Real Sitio o su equivalente6.

A continuación el documento especifica las obli-gaciones de cada cargo. La máxima autoridad recae en el hermano mayor que es el encargado de presidir la cofradía en todos sus actos y el responsable de que se guarden las ordenanzas. En sus ausencias, que debían ser frecuentes dado el alto cargo que ostentaba dentro de la Real Casa, era sustituido por el consiliario de juntas más antiguo. El tesorero de caudales era el encargado de recaudar los ingresos y pagar los gastos por medio de documentos de libranzas, que debían ser firmados tam-bién por el hermano mayor o su sustituto y asentados en los libros de contabilidad por el contador secretario. Las ordenanzas especifican que en el caso de que hubiera algún problema de liquidez el tesorero no está obliga-do, como es habitual en otras organizaciones, a cubrir la cantidad que falta con sus bienes personales. Esta dis-posición tiene la intención de evitar que, ante riesgo de perder el patrimonio personal, ningún cofrade quisiera ocupar el cargo.

Los mayordomos de fiestas ostentan unas funciones de gran relevancia ya que bajo su responsabilidad está que todas las fiestas y actos de la hermandad se celebren con éxito, en especial la fiesta de su patrona, pudiendo disponer para ello de los caudales necesarios. Hay otro tesorero, el denominado de cera, al que se le encomien-da la custodia de los bienes de la cofradía. En último lu-gar, el contador secretario se encargaba de asentar en los libros de la cofradía todos sus acuerdos, de llevar al día los libros de cuentas y custodiar todos los documentos pertenecientes a la hermandad. Se constata una organi-zación precisa con una clara distribución de tareas para que la vida y objetivos de la hermandad se desarrollen con éxito.

Los cargos a excepción del hermano mayor podían ser renovados anualmente en la Junta General que se ce-

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lebraba a principios de cada año y en la que se informaba del estado de las cuentas y de las decisiones tomadas por los miembros directivos en los doce meses anteriores. El hermano mayor proponía tres sujetos para cada uno de los oficios y todos los miembros de la congregación participaban en la elección de los candidatos para cada puesto.

Era una organización muy participativa en la que las personas elegidas para el desempeño de los oficios no podían renunciar a sus obligaciones durante ese año a menos de que tuvieran motivos de extrema gravedad y así los juzgara la congregación, en cuyo caso, las orde-nanzas determinan que inmediatamente se elija a otro cofrade para ocupar el puesto vacante.

La festividad de la Purificación de Nuestra Señora era la de mayor relevancia de las celebradas en el Real Sitio. En el año 1790 se concluyen las obras para traer agua dulce a la población y se elige para inaugurar la fuente el día de la fiesta de la Purificación: “…determinaron echar el agua al tiempo que salía la procesión de la Iglesia en cuyo motivo fue satisfacción de todos los habitantes…”7.También lo atestiguan los documentos contables de la Adminis-tración en los que los gastos dispensados para esta fies-ta son con mucho superiores a los gastos de otras. En un documento de 1808 sobre las cantidades entregadas al párroco del Real Sitio para los gastos de las distintas festividades, hay un apunte contable para la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora de 400 reales frente a los 30 reales para San Fernando8. La festividad de la Pu-rificación se celebra el 2 de febrero y recibe también el nombre popular de la fiesta de la Candelaria. No se escatimaba en gastos, era usual tirar pólvora en forma de cohetes para saludar a la patrona y se hacían representa-ciones teatrales denominadas comedias de santos inter-

pretadas por los cofrades o por actores profesionales.

En las ordenanzas se especifica que el mayordomo de fiestas no puede hacer convites en nombre de la or-ganización. Esta cláusula fue introducida para conjurar

Figura 4 - Procesión de la Candelaria. 1906.Archivo Municipal de San Fernando de Henares

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la ruina económica ya que era costumbre en muchas lo-calidades que estos cargos organizaran comidas o desa-yunos en los que el derroche y la ostentación traían la bancarrota a la organización.

Desde tiempos muy anteriores al siglo XVIII las pro-cesiones tenían una gran importancia como expresión pública y pedagógica de la Fe. El desarrollo de la liturgia de la misa en latín hacia que fuera un rito más complejo para la religiosidad popular que las procesiones, celebra-ciones en las que el pueblo participaba de forma activa y solía tener un gran protagonismo.

Tomar parte en estos acontecimientos era una de las funciones más relevantes de la cofradía del Real Sitio. En el capítulo destinado a las obligaciones de los hermanos se señala que en los días del Corpus, Jueves y Viernes Santo y Domingo de Ramos todos los cofrades debían asistir a las procesiones engalanados con las insignias de la hermandad y portando velas encendidas.

La regulación de los oficios de difuntos siempre apa-rece en los textos fundacionales de todas las congregacio-nes. Ante el grave trance de la muerte los miembros de la comunidad se unen para afrontarlo juntos.

En las ordenanzas se determina: “...les hara la her-mandad su entierro en publico acompañado de todos los her-manos con diez y ocho achas de un pabilo, encendidas, y las insignias de la hermandad, amortajado el cadáver con el habito de San Francisco y alumbrandole con dos cirios mientras estu-viere de cuerpo presente: misa, oficio de difuntos y de sepultura cantado...”.9

Vestir al hermano fallecido con el hábito de San Francisco era una costumbre instaurada en épocas leja-nas. Esta indumentaria constituía la expresión simbólica de la pobreza y sencillez con la que el hombre se enfren-ta a la muerte, ningún bien material de este mundo vale en el mas allá.

Se cuida especialmente que no falte la cera para ilu-minar el tránsito a la otra vida. Los cofrades portan velas encendidas para acompañar al hermano hacia la región de la Luz y la Gloria.

Los hijos mayores de siete años también tenían de-recho a la asistencia de la hermandad en su muerte, no los menores. En esta disposición se manifiesta en toda su crudeza la aterradora mortandad que sufrían los niños. Era tan habitual la muerte antes de los siete años que

Figura 5 - Muerte de San Francisco. Iglesia de la Santa Croce, Florencia. Fresco de Giotto. 1319-1328

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resultaba inviable para la hermandad sufragar los gastos de sus entierros.

Se determina la sepultura de los hermanos dentro de la Iglesia de Torrejón de la Ribera y la celebración de dieciocho misas rezadas en un altar privilegiado o en el altar de ánimas de la parroquia. La hermandad también debe asistir en la conmemoración anual del día de difun-tos y, si tiene fondos suficientes, se celebrará cada año un aniversario y función de ánimas por sufragio de los hermanos difuntos.

Las misas servían para ayudar al hermano a purificar su alma, de hecho era mentalidad común que cuanto más poderoso se había sido en este mundo más misas debían ser encargadas para depurar almas que fueron sometidas en vida a mayores tentaciones. Junto con este componente religioso estaba el social ya que el número de misas encargadas era equivalente al rango que la persona fallecida ocupaba en la jerarquía social.

Estas celebraciones tenían un coste preciso estable-cido en el documento de concordia con el cura párroco del Real Sitio: “... que por parte de dichos fundadores y toda la hermandad junta se obligan al citado señor parroco...y a todos sus sucesores: es a saber, por cada uno de los entierros de hermano o hermana en los terminos y circunstancias que queda advertido setenta reales de vellon y dos velas de cuarteron ...por hijos mayores de siete años veinticinco reales....setenta y dos reales para las dieciocho misas rezadas...”.10

La asistencia de todos los miembros de la cofradía a las celebraciones era obligatoria, y la infracción a esta regla se castigaba con multas que se imponían en las reuniones de la hermandad.

Los miembros de la Cofradía de la Purificación de Nuestra Señora y sus familias vivían y morían en comunidad. No era casual que entre ellos se llamaran hermanos pues compartían las alegrías y las tragedias del vivir.

Figura 6 - Entierro de un campesino cerca de Zamora. Gustavo Doré. Laboratorio Fotográfico. Biblioteca Nacional de España. Madrid

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LA EDUCACIÓN. ESCUELAS DE PRIMERAS LETRAS

La enseñanza de las primeras letras estaba al alcance de unos pocos y se encargaban de impartirla los colegios de instituciones religiosas, los preceptores y maestros particulares que trabajaban en las casas de las familias más pudientes, o los ignorantes “dómines”, que abrían escue-las itinerantes en cualquier pueblo. Esta realidad empezó a cambiar cuando llegaron los ilustrados al poder. Los intelectuales ilustrados de nuestro país estaban a favor de una instrucción gratuita para todos los ciudadanos.

Uno de los primeros intentos relevantes para la extensión de la educación tuvo lugar en el año 1783, concretamente el 11 de mayo. Carlos III emite una real cédula por la que se crean escuelas gratuitas en Madrid para la educación de las niñas. Al principio, el estable-cimiento de estas escuelas tenía una finalidad benéfica, de hecho estos establecimientos fueron puestos bajo la dirección de una Junta de Caridad. En el año 1791 se crearon en Madrid escuelas públicas gratuitas de pri-meras letras para niños, implantándose este modelo en otras ciudades.

Nuestra ciudad dependía directamente de la Coro-na, por lo que la selección de maestros y los gastos de las escuelas los costeaba la Real Casa. La enseñanza era gratuita tanto para los hijos de los empleados de la Admi-nistración como para el resto de los niños cuyos padres vivían y trabajaban en el Real Sitio. Primero se estableció la escuela de niños y, unos años más tarde, la de niñas.

La primera noticia documental de la que tenemos constancia hasta el momento se remonta al año 1815, concretamente al 10 de febrero, cuando varios vecinos de San Fernando escriben al administrador del Real Sitio, Pedro Antonio Sobrado, un memorial en el que expresan su preocupación por la falta de atención a la educación de sus hijos por el encargado de llevarla a cabo, que no era otro que el sacristán menor, Luis Martín Panadero, a la sazón responsable de tener a punto el reloj de la torre.11

El administrador pide un informe al cura párroco y a su teniente, confirmando ambos las quejas de los ve-cinos. Una vez comprobada la veracidad de los hechos, Sobrado solicita al mayordomo mayor, el Duque de San Carlos, que provea la plaza de maestro de primeras le-tras con otra persona más adecuada.

Figura 7 - Los trabajos de los niños. Grabado de Trichoa. París, colección particular

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Mayordomía aprueba la sustitución. Una real orden fechada el 29 de junio de 1815 nombra a José Villafuerte maestro de primeras letras de San Fernando, con un sueldo de diez reales diarios que posteriormente se verán incrementados a doce. El nuevo maestro no se libró de la obligación añadida de cuidar del reloj de la torre como lo hizo el sacristán.12

Los vecinos parecen encantados y su contento llega a tal extremo que en enero de 1816 solicitan al administrador que se les permita publicar un anuncio en la Gaceta de Madrid en el que agradecen efusivamente los esfuerzos del maestro para enseñar a los menores. El escrito refleja de forma ejemplar como se hacían los exámenes públicos y la mentalidad del momento:

“Para Formar idea de lo útil que es el zelo de los Superiores y Magistrados por la instrucción de la Juventud, basta mirar el quadro que en el día presenta el Real Sitio de San Fernando.

Sumergidos los Niños en el pozo de la ignorancia por fal-ta de buenos Maestros, hizo presente a S.M. Dn Pedro Antonio de Sobrado, Teniente Gobernador, Administrador y Guarda mayor de dicho Sitio quan necesario era proveer de un Maes-tro de primeras letras....tubo a bien elegir para este fin a Dn José Villafuerte quien hace poco mas de cinco meses exerce este encargo con admirable aprovechamiento de sus alumnos, y contento general de todos los habitantes, el que deseando ha-cer una demostración del fruto que han producido sus tareas, convocó a todo el Pueblo para un público examen de los Niños en la casa Gobernación, presidiendo este acto dicho Teniente

Figura 8 - Grabado. Escuela del siglo XVIII

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Gobernador, y siendo Jueces o Censores los dos Señores Sacerdotes, Cura Párroco y su Teniente ofreciendo el Presidente a sus expensas premios correspondientes para los tres mas adelantados.

Verificado este acto serio, se presentaron en el los Niños haciendo cada uno ver su adelantamiento en sus planas, leyendo indistintamen-te con mucho sentido en los libros que les ponían delante, y respon-diendo con despejo y claridad a quantas preguntas les hicieron así de doctrina Cristiana, como Catecismo histórico, Caligrafía y Aritmética. No se puede ponderar la admiración que causó a todos los concurren-tes un adelantamiento inesperado en tan corto tiempo…”13.

Villafuerte, como el resto de los empleados del Real Sitio, recibía de forma más o menos regular su escaso salario y tenía asegurado un techo que le proporcionaba el Real Patrimonio. En peor situación estaban sus colegas contratados por los ayun-tamientos cuyas retribuciones igualmente bajas eran percibidas con mucha menor frecuencia y además debían adelantar el cos-te del alquiler de los locales que les servían de casa y escuela. La escena del desalojo de maestros de sus habitaciones y el cierre de locales para escuela por impago de alquileres era situación frecuente.

Incluso Villafuerte se libra de un proceso de depuración política llevado a cabo en el año 1825 y por el que debían pasar todos los maestros de primeras letras con títulos expedidos antes del 7 de marzo de 1820. Una real orden determina que “no se presente a purificación el referido maestro, en atención a estar mandado que ningún individuo de su Real Servidumbre y Patrimonio se purifique”.14

Sin embargo, no fue bien tratado en comparación con otros empleados de la Real Casa. A finales del año 1838 y sin ningún motivo conocido, se le separa del cargo de maestro de primeras letras en San Fernando para nombrarle segundo escribiente de las Reales Caballerizas. Villafuerte no acepta el nuevo cargo por tener muy mermadas sus facultades visuales, que son básicas para ejercer este oficio. Aunque pide con rei-teración que se le asigne otro puesto más acorde con su caren-cia visual sus solicitudes siempre son desestimadas. En el año 1852 con sesenta años cumplidos y después de veintitrés años ejerciendo la enseñanza Villafuerte solicita su jubilación.15

Figura 9 - Colección abecedario con figuras de vendedores de Madrid. Siglo XVIII. Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia

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El convulso siglo XIX fue la época del estableci-miento y consolidación del modelo de Estado Liberal. Una de las piedras angulares del liberalismo político es el principio de soberanía popular. La educación debe capacitar al pueblo, protagonista de la nueva teoría po-lítica, para la toma de decisiones, para el voto. Por este motivo los liberales desean crear un sistema educativo que garantice la instrucción elemental para todos.

Los principios revolucionarios franceses fueron asu-midos por los liberales españoles en la Constitución de Cádiz de 1812. En su artículo 25 determina que, a partir del año 1830, todos los que ejerzan derecho a voto de-berán saber leer y escribir y en su artículo 366 el esta-blecimiento de escuelas de primeras letras en todos los pueblos de la monarquía.

Querían una educación pública, gratuita y centra-lizada. Pero el desfase entre las ideas y la realidad, entre las leyes y la situación de hecho, fue abismal. Múltiples causas de carácter político y económico hicieron que la financiación de la enseñanza primaria se asignara a los ayuntamientos. Los municipios se veían imposibilitados para afrontar adecuadamente el coste de las escuelas. Las leyes desamortizadoras de los bienes municipales, promulgadas en el año 1855, despojaron a las exiguas arcas de los ayuntamientos de fuentes de ingresos bási-cas. Paradójicamente, dos años después, se promulga-rá la ley Moyano que establece la enseñanza universal y obligatoria para todos los niños entre seis y nueve años bajo responsabilidad y financiación municipal.

En el Real Sitio de San Fernando la enseñanza de las primeras letras, aun compartiendo gran parte de los problemas generalizados en todo el país, se encontraba en mejor situación. Al estar bajo la administración di-recta de la Corona contaba con una escuela permanente para niños a diferencia de la mayor parte de los munici-pios españoles con población similar que tenían escuelas llamadas “de temporada” a cargo del párroco o de algún vecino que funcionaban únicamente en aquellos meses del año en que los niños no eran requeridos para traba-jar en las tareas agrícolas. Además había una escuela de niñas, establecimientos realmente escasos por no decir casi inexistentes en el mundo rural.

Irene Godos empezó a trabajar como maestra para las hijas de los empleados de la Real Casa en el año 1846

en el Real Sitio de El Pardo. Muchos años más tarde, en 1861, fue trasladada al Real Sitio de San Fernando donde ejerció su oficio hasta 1867, fecha en la que se jubiló.16

Irene Godos era una maestra con título para ejercer su profesión que obtuvo con la máxima calificación. Su preparación se podría considerar una excepción ya que, en aquellos años, gran parte de sus compañeras de oficio no habían ni siquiera pasado los exámenes que exigían demostrar conocimientos no demasiado elevados de las materias que posteriormente tendrían que impartir en sus clases. Las asignaturas eran las labores “propias de su sexo”, es decir, costura e higiene doméstica, junto a la lectura, religión y un ligero barniz de humanidades. En el siglo XIX la mujer sigue jugando el mismo papel que en las centurias anteriores, desde su infancia tenía fijado un perfil único de esposa y madre.

La propia maestra es consciente de su escasa forma-ción y en un documento que escribe para entregar a una comisión de inspección que visita su escuela en 1856 afirma:

“…debería haber un profesor destinado exclusivamente a la enseñanza de la lectura, escritura, aritmética, geografía, his-toria y demás ramas que comprende la parte literaria, porque los conocimientos de una señora no son tan profundos y extensos como los de un caballero, y si la profesora fuese la encargada de esta enseñanza, tendría con precisión que dedicar algún tiempo al estudio, no podría atender tanto las labores y resultaría atra-so en el principal punto de la instrucción de las niñas…”17. A la maestra no se le olvida cuidar del decoro de sus pupilas: “…y para evitar los inconvenientes que pudiera haber en que fuese un profesor el encargado de esta enseñanza, el local debería estar dispuesto de modo que todas las lecciones fuesen en presencia de la profesora…”18.

Sus retribuciones, como ocurría con el resto de los maestros, eran escasas. Irene Godos cobraba 6 reales diarios y, en su larga vida laboral, únicamente disfrutó de una subida de salario. Se vio obligada a realizar traba-jos de costura por las noches al igual que la gran mayoría de compañeros de profesión ocupados en todo tipo de empleos para poder sobrevivir, en grave detrimento de sus funciones docentes.

Figura 10 - Ilustración del Catón Moderno

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Dentro de este negro panorama nuestra maestra se podía considerar afortunada, como empleada de la Real Casa, contaba con vivienda gratuita y tenía cubiertos los gastos de médico y botica.

Otro de los problemas más graves para conseguir educar a los niños y las niñas residía en el alto grado de absentismo escolar. Los tiempos eran muy duros y la familia necesitaba de su trabajo para seguir adelante. La maestra se lamenta:

“…debería fijarse que número de faltas de asistencia se deberían tolerar; exceptuando las de enfermedades o jornadas, por que hay niñas que sus padres las ocupan en coser o en ganar de otro cualquier modo y después de haber faltado seis u ocho meses a la escuela, cuando les parece o las tienen sin ocupación, las vuelven a enviar a la enseñanza, habiendo ya adquirido defectos y resabios perjudiciales para las demás…”.19

A partir de la promulgación de la ley Moyano en 1857 la enseñanza elemental se convierte en obligatoria para todos los niños entre seis y nueve años. Lo cierto es que la escuela reunía niños de todas las edades y además compartían todos el mismo espacio para la clase.

En el año 1865 se realiza una estadística para cono-cer el estado de la enseñanza primaria y el resultado en la escuela de niñas de San Fernando es el siguiente: de las treinta y seis niñas que acudían con alguna regulari-dad a la escuela, ocho eran menores de seis años, dieci-séis tenían la edad legal para estar en la escuela primaria y doce eran mayores de nueve años.20

Los datos de la estadística no dejan lugar a duda sobre el tipo de conocimientos impartidos. Veintitrés niñas recibían clases de doctrina cristiana y lectura, sólo cinco aprendían escritura, aritmética y gramática castellana. A la pregunta sobre cuantas alumnas hacían labores de costura se responde treinta y seis, es decir toda la clase.

La estadística testimonia que el local destinado a la escuela acababa de ser reformado en el año 1861 y que el Ayuntamiento había colaborado asumiendo el coste de su empapelado. Por lo tanto se contaba con buenas instalaciones a diferencia de la mayor parte de las escue-las cuyos locales solían estar en estado ruinoso, carentes de luz y ventilación. También la escuela estaba dotada con un modesto material escolar proporcionado por la

Administración del Real Sitio y que para la época era todo un lujo.

Gracias al reglamento de las escuelas de primera educación para los empleados de la Real Casa del año 1849 podemos conocer el transcurrir de un día cualquiera:

“TITULO 3º. De la admisión de niños, horas de enseñanza y régimen de la Escuela

Art. 15 Durarán los ejercicios de Escuela tres horas por la mañana y tres por la tarde en todo tiempo, excepto las tardes de canícula en que podrán ser de dos horas o de una;

Art.17 El Maestro elegirá entre los discípulos más aplicados, inteligentes y adelantados, el número de Ayudantes que juzgue necesarios para que les auxilien en los ejercicios de las diferentes clases;

Art.20 Según vayan entrando los discípulos, se presentarán a saludar al Maestro y en seguida colocarán sus sombreros etc, en el lugar señalado, tomando después su asiento sin causar desorden;

Figura 11 - Reglamento de escuelas de 1849

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Art. 21 Antes de comenzarse los ejercicios examinará el Maestro si están presentes todos los discípulos, pasando lista general para tomar nota de los que faltan;

Art. 22 Examinará también el Maestro si los niños se presentan en la Escuela con el debido aseo, procurando que se conserven limpios, y anotando los que parezcan descuidados en esta parte, para corregirlos si es defecto personal, o escitar con prudencia el esmero de sus padres;

Art. 23 Hecho este reconocimiento, se dará la señal para que se arrodillen los niños, y el Maestro rezará en alta voz una breve oración que repetirán todos.

TITULO 4º Premios y Castigos

Art. 32 Al concluir los ejercicios diarios, el Maestro distribuirá pequeños billetes de premio a los discípulos que hayan sobresalido en las clases;

Art. 34 Con los premios semanales se formará la lista de honor, que debe fijarse en sitio conveniente de la Escuela durante la semana siguiente;

Art. 36 Después del examen mensual….se anotarán los nombres de los discípulos más distinguidos…podrán estar inscritos en la lista de honor durante un mes, podrán llevar una cinta o medalla dentro de la Escuela hasta el mes siguiente;

Art. 38 En la imposición de castigos procurará el Maestro evitar que la repetición de unos mismos venga a ser causa de que le niño castigado pierda la vergüenza. Por consiguiente cuidará de variarlos acomodándolos al carácter individual de los discípulos, sin faltar nunca a la justicia;

Art. 39 Entre los diferentes medios que puede emplear el Maestro para evitar los castigos corporales, deberán ser los mas comunes: 1º. Hacer leer al discípulo la máxima moral que haya violado….borrar su nombre de la lista de honor….colocarle en un sitio separado a la vista de todos, de pie o de rodillas, por media, o una o mas horas…retenerle en la Escuela por algún tiempo después de que hayan salido los demás…expulsión temporal de la Escuela, y la última de todas será la expulsión definitiva de aquellos niños incorregibles que puedan perjudicar a los demás con su ejemplo”.21

Cuando se desamortiza el Real Sitio en 1868 la en-señanza primaria pasa a manos del Ayuntamiento que a pesar de su precariedad económica hará todo lo posible por mantener este servicio para los habitantes de San Fernando.

Figura 12 - Grabado que representa una de las primeras propuestas de pluma fuente, la efectuada por Francisco de Paula Martín en su Taquigrafía castellana o Arte de escribir con tanta velocidad como se habla, y con la misma claridad. Madrid: Imprenta de la viudad de Vallín, 2ª ed., 1813

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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LA JUSTICIA. DELITOS Y PENAS

Al fundarse el Real Sitio de San Fernando en 1746 se establece que el gobernador, en ese momento, Ventura de Argumosa, impartiría en primera instancia la justicia real entre los empleados y habitantes de la nueva ciudad. Más adelante el cargo de gobernador desaparece y las funcio-nes de gobierno las ejerce un teniente gobernador o un administrador que será la figura encargada de juzgar en primera instancia los delitos menores cometidos en San Fernando. El juicio de los delitos de mayor envergadura como son los de asesinato, robo y daño a las posesiones reales y las apelaciones a las decisiones tomadas por el administrador serán tarea del Bureo, también llamado Junta Suprema Patrimonial de Apelaciones, institución que surgió durante el reinado de Carlos V y que estaba encargada de resolver los pleitos entre los empleados de la Real Casa.

El engranaje de la justicia comienza a partir de una denuncia. La denuncia es presencial, la persona o personas que han sufrido el daño se presentan en el despacho o en la casa del teniente gobernador y denuncian lo que les ha ocurrido o han presenciado. Es el fiel de fechos el encargado de poner por escrito la declaración del denunciante.

No pasan veinticuatro horas cuando el teniente go-bernador y el fiel de fechos toman las primeras declara-ciones a los testigos en sus propias casas. El interroga-torio es exhaustivo. El número de testigos varía según sea el tipo y las circunstancias de los delitos. Si la falta se comete en público la pieza judicial puede alcanzar unas proporciones nada desdeñables porque los testigos se multiplican. Las preguntas son las mismas para todos. No así las respuestas. Hay ocasiones en las que todos los testigos coinciden en su declaración pero también ocu-rre que en la lectura de los documentos del proceso se observa con claridad que hay testimonios absolutamente contradictorios.

Los documentos estudiados sobre la justicia imparti-da en primera instancia en el Real Sitio son de finales del siglo XVIII y de la primera mitad del siglo XIX.

Los documentos judiciales constituyen testimonios de gran valía no solo para reconstruir la mentalidad, las-

costumbres y las relaciones sociales, sino también los planteamientos políticos del momento. Comencemos documentando una idea de gobierno a la que los ilus-trados dedicaron importantes esfuerzos: el control de la población. Los gobernantes consideran fundamental que para que exista un buen gobierno y un orden social estable es necesario controlar los movimientos de los individuos con el fin de evitar la subversión.

En nuestro Real Sitio en el año 1799 tiene lugar la tramitación de una causa judicial que ilustra de algún modo la necesidad que había de control sobre los mo-vimientos de las personas. El documento comienza al denunciar un grupo de vecinos que Juan Sabat tenía alo-jado en su casa a un forastero desde hacía quince días y que el desconocido nunca salía de su casa por el día, sólo lo hacía por la noche. El teniente gobernador llama a Sa-bat para que le informe sobre la persona que tiene en su casa y éste declara que es un amigo francés que viene a España a vender sus mulas. La autoridad determina que

Figura 13 - Alguacil. Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia

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el inquilino debe abandonar San Fernando pero pasan ocho días y el francés sigue alojado en el domicilio de este vecino.

El teniente gobernador dispone entonces la inme-diata detención de Sabat y de su visitante y el embar-go de los bienes que portaba este último, ordenando la apertura de diligencias y la recogida de declaraciones de testigos para averiguar la personalidad e intenciones del forastero. Los criados de Sabat y otras tres personas que fueron una noche a jugar a su casa a los naipes, en concreto a un popular juego de aquel entonces llama-do Truquiflor, manifestaron que el misterioso inquilino parecía buena persona. Por fin se tomó declaración al visitante que dijo llamarse Pedro Laentrada y que con-tinuaba viviendo con Sabat porque todavía no había ce-rrado el negocio de la venta de unas yeguas en Alcalá de

Henares. Después del fin de las pesquisas se les libera, devolviéndose sus pertenencias al viajero. Pero a Sabat se le condena al pago de las costas de la causa judicial por haber desobedecido la orden de sacar de su casa al francés y no haber notificado a la autoridad previamente su presencia.22

En el pensamiento iluminado la prevención del deli-to es clave para que el orden social sea bueno. El objetivo es que a través de un conjunto de medidas de vigilancia y educación el delito sea cada vez más impensable, de tal forma que los tribunales y las penas queden limitados para casos excepcionales.

Los ilustrados quieren establecer con la población una relación de tutela paternalista con la que pretenden cambiar los hábitos y costumbres, persiguen transfor-mar la cultura de las clases populares en aquellos aspec-

Figura 14 - Jugadores de Naipes. Grabado. Laboratorio Fotográfico. Biblioteca Nacional de España. Madrid.

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tos considerados irracionales y tendentes a la desestabi-lización social. Por esa razón se persigue el consumo de alcohol, pues los hombres bajo sus efectos se convierten en seres que han perdido la racionalidad y dejan de tener deseos de trabajar. Se llegarán a prohibir las corridas de toros, la música nocturna, el juego y el uso de armas y el temor a los desordenes hará que se reglamenten las fiestas populares.

En el afán de transformar lo que ellos consideran populacho en gente ilustrada llegan incluso a prohibir el uso en público de determinado tipo de lenguaje casti-gando al infractor con penas de cárcel. En el Real Sitio es habitual que los administradores emitan documentos en los que intentan reprimir las expresiones y costumbres populares seguramente con poco éxito, como muestra parte del texto de un auto emitido por el administrador José Almarza en 1793:

“…El Sor. D. Joséf Almarza dijo que siendo intolerable el abuso que se nota de la facilidad con que muchas personas de ambos sexos sin educación profieren por las calles palabras escandalosas y obscenas con acciones indecentes y para evitar uno y otro manda que ninguna persona de quales quiera calidad y edad que sea proferirá en las calles ni en otra parte palabras escandalosas y obscenas antes bien guardaran toda moderación y compostura pena a los contraventores de que se les destinara por la primera vez a ocho días de cárcel, doble a la segunda y por la tercera se agravarán en caso de reincidencia al arbitrio de dicho sor gobernador y para que llegue a noticia de todo y nadie en caso de contravención pueda alegar ignorancia se manda pondrán en los parajes públicos copia a la letra de este auto…”.23

Según los documentos judiciales los delitos que se cometían con mayor frecuencia en aquellos años en España eran los relacionados con la violencia vecinal. Una violencia no profesionalizada que sucedía entre gentes que vivían cerca y que eran de igual condición social. La consecuencia más común eran lesiones de di-versa gravedad.

El Real Sitio de San Fernando no es ajeno a este tipo de delitos y son numerosos los autos y causas judiciales sobre riñas y agresiones. Los agredidos iban a la casa del teniente gobernador a cualquier hora del día o de la noche, reclamando justicia. A partir de ese momen-

Figura 15 - Ciego. Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia

Figura 16 - Vendedor.Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia

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to el teniente gobernador hacía lo posible para aclarar los hechos y aplicar las penas más acordes con el daño causado.

Es frecuente que la riña tenga lugar durante la celebración de un festejo, a la alegría desbordada se suman los vapores del alcohol organizándose una mezcla peligrosa. La pelea siempre comienza con un intercambio de palabras que van subiendo de tono hasta que se produce la agresión.

Sirva como ejemplo esta causa criminal contra Ignacio Cayuela y Antonio Perales, mancebos de la fábrica de tejidos que la noche del 4 de Mayo de 1793 agredieron a Benito Torres:

“… que como a cosa de las once y media a las doce en que se concluio el baile de la boda, salió el que declara tocando una viguela en compañía de Antonio Perales, Juan Antonio y Pedro Gonzalez, hermanos a dar musica por el pueblo, y dando vuelta por la plaza después de algún rato se encontraron que iban tambien

tocando Fernando Gonzalez, Benitos Torres, Saturno Conejero, Felipe Bargas y otros varios y que llegando enfrente de ellos les dijo el declarante que se uniesen todos en compañía a lo que respondió Benito que no quería. Que el declarante le dijo: Benito ya te puedes ir a tu casa. Que a este tiempo pasó el Fernando la viguela que iba tocando y que Benito le estaba dando con el codo al Fernando para que volviese a tocar. Que en vista de esto dijo Pedro Gomez que iba en la compañía del declarante: si volvéis a tocar se os a de romper la viguela, a cuio dicho la cogió Benito diciendo a ver si ay algun guapo que me la venga a romper, a cuio tiempo el Antonio Perales le dio un palo en la dicha viguela que se la hizo pedazos, a cuio lanze que llegó la muger de Benito, diciéndoles eran unos picaros, que si su marido no tenía ella tenía para todos. Que entonces cada uno se fue a su casa…”24.

Los testigos del grupo de Cayuela respaldan su declaración, obviamente el testimonio del agredido, Benito Torres, es el contrario. El teniente gobernador dispone que Ignacio Cayuela y Antonio Perales paguen las costas del proceso judicial y les apercibe para que no

Figura 17 - El Bebedor. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado. Madrid

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Real Sitio. También dispone el inicio de una causa crimi-nal contra Mariana Barvarán y su inmediata detención.

Se toma declaración a Agustina Rubio en su domicilio. La mujer está postrada en la cama a causa de la paliza. Este es le relato de lo sucedido según la víctima:

“… que la causa de allarse aporreada fue que estando la que declara la tarde del miércoles de esta semana lavando en el río la ropa de su casa, bajo Mariana Barvaran, tambien a lavar, empezo a poco rato que allí estaba a hablarla, palabras muy injuriosas a las que la declarante no contestaba, y aun las mismas que estaban junto a ella la decían que tuviese paciencia, hasta tanto que prorrumpiendo en palabras tan ofensivas como fueron decirla que había perdido la honrra en su lugar, y que había venido a taparla a este. Lo que en vista de esto le repuso todo aquello que la misma le decía, y las mismas que estaban lavando, la hicieron que recogiese su ropa, y se subiese al lugar, quien lo hizo así con intención de venir

salgan de su casa por las noches ni causen otro alboroto porque su reincidencia traería consigo castigos mayores. Benito Torres y su mujer María Aguado también son llamados al orden y se les prohíbe salir por la noche advirtiéndoles del mismo modo que si vuelven a resultar envueltos en algún altercado recaerán sobre ellos mayores penas.

Las mujeres no son ajenas a practicar la violencia. Existen numerosos documentos sobre altercados entre mujeres, originados casi en su totalidad por faltas ver-bales al honor, que concluyen en violencia física. El die-cinueve de octubre de 1791 Mariana Barvarán propinó una brutal paliza a Agustina Rubio que la dejó malherida. En ese estado y acompañada de su marido se presenta en la casa del teniente gobernador, que al ver la gravedad de las lesiones ordena que se vaya a su domicilio donde pasará a reconocerla y emitir un informe el médico del

Figura 18 - Escena de riña callejera. Laboratorio Fotográfico. Biblioteca Nacional de España. Madrid

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a dar cuenta a su merced y que a poco rato de aver estado en su casa vio entrar a la Mariana Barvaran con su madre y tía que empezó con las mismas razones que el rio amenazándola, y que viéndose acosada por estas echo andar para venir a casa de su merced, pero que en el mismo echo la Mariana Barvaran, la agarró de los cabellos, la vatió en tierra y la empezó a dar golpes, esforzándole la Isabel Sánchez, su tía a que la diese mas y mas hasta que llegando varias gentes las separaron viniendo entonces a dar quenta a su merced…”.25

Las mujeres que estuvieron con ellas lavando la ropa respaldan el testimonio de Agustina Rubio. El teniente gobernador condena a Mariana Barvarán, a su madre y a su tía al pago de los gastos del proceso judicial y del tratamiento médico de Agustina Rubio y también a que en un plazo no superior a tres días partan al destierro a un destino alejado al menos dos leguas del Real Sitio por un tiempo de cuatro años. La pena del destierro es muy común para atajar estas situaciones de violencia vecinal, sobretodo en el caso de los individuos reincidentes. Evitándose la posibilidad de encuentros se evitan también los altercados.

Entre los años 1766 y 1801 el edificio de la Real Fábrica de Paños pasa a convertirse en el hospicio de San Fernando. Esta institución tiene como origen la repre-sión del motín de Esquilache. En el hospicio se recluían hombres, mujeres y niños que abarcaban un amplio aba-nico de marginación: pequeños rateros, madres solteras, pobres de solemnidad, niños expósitos, mujeres denun-ciadas por sus maridos por desavenencias matrimonia-les, todos ellos sometidos a un duro régimen carcelario. Por tanto no es extraño que los más diversos incidentes se sucedieran con relativa frecuencia. Como ejemplo, el robo de telas y comida que llevaron a cabo dos reclusos del hospicio en el año 1793. El teniente gobernador del momento, Francisco Ventura Mayolí, nos hace un relato detallado de los hechos:

“…Pedro Ruiz de Coca y José María Aguirre, el primero destinado en el almacén de dicha Real Casa, y el segundo en la cocina, como habían extraviado tres piezas de lienzo, las dos de lino y la otra de estopa, carne, pescado y garbanzos, todo propio de la casa, y que en la confesión verbal que estos habían echo, declararon que parte de estas piezas las habían vendido a varios vecinos de este sitio…”26.

Se toma declaración a los vecinos implicados que reconocen que han comprado los géneros robados y son obligados a devolverlos, además las autoridades los aperciben para que no vuelvan a comprar nada que les ofrezca la gente alojada en el hospicio.

Las fugas y los motines también eran acontecimientos relativamente frecuentes. En el año 1786 un número elevado de reclusas se amotinaron ocasionando graves daños en el edificio. El director del establecimiento describe el acontecimiento del siguiente modo:

“…hallamos todo el cuartel de mujeres tumultuado, rotos los tabiques de las buhardillas, destrozado todo el tejado por haber subido a el una gran parte de las mujeres con el objeto de ver si podían escaparse, rompieron también algunos tabiques de las habitaciones bajas para el mismo fin, y así mismo, rompieron los tornos, tablas de las camas, hasta llegar a hacer fuego quemando el esparto y jergones…”27.

Figura 19 - Las Lavanderas. Francisco de Goya.Museo Nacional del Prado. Madrid

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verlas a sus propietarios se considera falsa. La sentencia condena a los acusados a dos años de trabajos públicos en el Canal de Castilla y a pagar los gastos del proceso. Los reos suplican poder cumplir la pena en la prisión más próxima a los pueblos donde viven sus familias. El tribunal accede y determina que cumplan su condena en la prisión de Toledo o en la de Madrid.29

Aun siendo duras las sentencias, las penas mayores recaen contra aquellos que dañan las posesiones de la Real Casa. Una simple gamberrada, como fue la muerte de varias palomas del palomar de Casa Quemada, trajo consigo a dos vecinos de San Fernando en el año 1787 la sentencia de cinco años de servicio de armas y seis de destierro.30

Aunque los expedientes judiciales por agresiones vecinales y pequeños robos son relativamente numerosos, únicamente hay constancia documental de un robo cuya violencia extrema trajera consigo la muerte. Este suceso acaeció el día 6 de febrero de 1828. Varios individuos entraron con violencia en el edificio de la Administración para robar y mataron a tiros a un oficial de labor y a un criado. Los culpables fueron detenidos varios meses después y juzgados en Madrid. Hubo trece encausados de los cuales sólo tres eran vecinos del Real Sitio. Fueron mandados ejecutar ocho y el resto sufrieron penas de presidio.31

Este último expediente concluye esta breve panorá-mica sobre las alteraciones de la convivencia provocadas en gran medida por la escasa educación y la pobreza material de aquellos tiempos.

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

La Guerra de la Independencia convulsionó todos los rincones del país y el Real Sitio de San Fernando también se vio cruelmente afectado. Un informe del administrador de San Fernando, Francisco de Trigo y Rojas, fechado el 30 de diciembre del año 1808 relata de forma detallada las continuas incursiones realizadas por las tropas francesas en el Real Sitio a lo largo de los primeros meses del inicio de la guerra32. El saqueo fue constante a pesar de las órdenes contrarias de los mandos militares.

Tanto en el siglo XVIII como en el XIX una gran mayoría de la población vivía directa o indirectamente de las tareas del campo y muchos de los trabajadores eran jornaleros. La economía era muy frágil. La sucesión de varios años de malas cosechas, aunque fueran pocos, traía consigo una crisis económica y para aquellos que estaban en la base de la sociedad, para los más pobres, irremisiblemente el hambre y la miseria. Esta realidad se reflejará de forma evidente en la gran incidencia de los delitos por robo, el segundo tipo de delito más nu-meroso después de las agresiones entre iguales.

Los robos más frecuentes eran los relacionados con la subsistencia: comida, caza y pesca en posesiones privadas o pequeñas cantidades de dinero. El número de robos con un gran botín era mucho menor. San Fernando en esto no se diferenciaba del resto de la nación y son frecuentes los procesos por pequeños robos. Se han seleccionado dos como muestra del tipo de delito y de las penas más frecuentes.

La riqueza de recursos naturales hizo que fueran frecuentes los procesos por caza ilegal en la real posesión, como ejemplo una causa criminal contra tres individuos por entrar a cazar sin permiso en San Fernando. Los documentos están fechados en el año 1825. La situación se vuelve muy grave para dos de los acusados por disparar armas de fuego a los agente de la justicia cuando fueron a detenerles y se refleja en la sentencia que emite el administrador del momento, Zacarías García Bueno que les condena a cuatro años de presidio.28

La condena de presidio es relativamente actual. En épocas anteriores los castigos solían ser físicos (mutilaciones o muerte), pero los ilustrados consideran que incluso los delincuentes son una fuente de trabajo valiosa que no debe ser destruida, ya que con su esfuerzo pueden contribuir al bien común. En el siglo XIX se da un paso más en la concepción del castigo del delito, se considera que la libertad individual es uno de los bienes más preciados de la persona y por tanto, su pérdida es un buen correctivo.

En 1835 dos jornaleros roban un caballo y una yegua a un vecino de San Fernando. Las investigaciones delatan que la excusa de los ladrones consistente en que toma-ron prestadas las caballerías con la intención de devol-

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La tropa aprovechaba la impunidad que proporcionaba la noche para desobedecer las órdenes.

Se quemó toda la leña almacenada y también se hizo leña de cuantos enseres podían utilizase para avivar el fuego; puertas, carros, ruedas, arados, tornos, telares y todas las maderas labradas y sin labrar que tenían los maestros carreteros. El invierno era riguroso, la tropa muy numerosa y necesitaba calentarse.

El ejército también se llevó las mulas y los bueyes, dejando sólo tres pares de las primeras que ya estaban muy viejas para hacer con efectividad las tareas agrícolas.

Se llevaron para el sustento de los caballos y de la tropa todos los cereales y la paja de los graneros y pajares de la Administración y de casas particulares.

No dejaron ni un carnero de las ciento quince cabezas que había en el Real Sitio. Veinticinco se mataron y la tropa dio buena cuenta de la carne en el mismo lugar, el resto fueron requisadas para servir de alimento a los

soldados franceses heridos. El mismo destino sufrieron las piaras de cerdos.

Lo peor eran las incursiones de partidas descontroladas de soldadesca que campeaban a sus anchas sin el control de ninguna autoridad militar. Trigo y Rojas describe la terrible inseguridad en la que vivieron:

“…en el presente mes con las partidas once han llegado aquí, sin oficial, sargento, ni jefe alguno atropellando y amenazando para que se les diera vino y otros comestibles que no había ni hay, viéndome en varias ocasiones conducido a empellones a la taberna y otros parajes por los soldados que vienen sin licencia ni orden, a mi parecer, llegando al extremo de meterse en mi misma sala cuatro usares y hacerme sacar el poco vino que tenía en mi casa y bebérselo todo a mi presencia sentados a mi mesa, y me vi perdido con toda mi familia para salir de este grande apuro…”33.

El administrador concluye su informe afirmando que “no se puede absolutamente seguir las labores en

Figura 20 - Fracaso de Napoleon y José I en España. Laboratorio Fotográfico. Biblioteca Nacional de España. Madrid

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casas de la plaza de España que fueron arrendadas junto a un molino harinero a Mariano March en 1800 para la fabricación de paños. Y la otra era un edificio en la plaza redonda que se acondicionó como fábrica de tejidos de algodón y seda gestionada hasta ese momento directamente por la Real Hacienda bajo la dirección de distintos fabricantes.

En un primer momento se decide que las dos insta-laciones sean arrendadas a particulares y que restablezcan su producción. Con tal fin se ratifica el arrendamiento a Mariano March de la primera de las fábricas e incluso se le ofrece que tome a su cargo también la fábrica de teji-dos de algodón de la plaza redonda. Sin embargo, casi un año después, se ponen todos los recursos a disposición de la producción agrícola. En junio de 1810 Francisco de Trigo y Rojas emite un informe en el que aconseja que se rescinda el contrato con March porque no ha puesto en funcionamiento la fábrica y su espacio puede ser utiliza-

esta Hacienda, así por la falta de ganado, como por no tener recursos para la subsistencia y manutención de estos habitantes”34. El estado tanto de la real posesión como de su vecindario es dramáticamente lamentable.

A comienzos de 1809 la mayor parte de la mitad norte del país se hallaba bajo control de las armas france-sas y el ejército regular español había sido prácticamen-te destruido. En Madrid se estableció el nuevo monarca junto con su nuevo gobierno formado por personajes llegados de Francia y algunos ilustrados españoles que recibieron el nombre de afrancesados.

Es hora de volver a hacer productivo el Real Sitio de San Fernando y con este fin se toman una serie de resoluciones. Se promulga un real decreto el 1 de septiembre de 1809 disponiendo el arrendamiento a particulares de todas las tierras, huertas y edificios de la real posesión35. Entre las diversas edificaciones destacaban dos fábricas. Una estaba formada por varias

Figura 21 - Desastres de la guerra. Francisco de Goya

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do para vivienda de los labradores que han arrendado las tierras de cultivo de San Fernando36.

En una situación de guerra la producción de alimen-tos se convierte en prioridad de los gobernantes para poder abastecer suficientemente a las tropas. Las ricas tierras de San Fernando deben producir al máximo y lo más importante es atender a las necesidades de las labo-res agrícolas. Trigo y Rojas tiene especial interés en ha-cer de las edificaciones del Real Sitio espacios adecuados para que habiten los labradores que han arrendado tanto las tierras como las casas. Además de pedir que se rescin-da el arrendamiento de March con el fin de alojar a un mayor número de labradores, aprovecha la necesidad de reparar los tejados y las chimeneas de algunas casas para solicitar una remodelación de los espacios interiores de las mismas:

“…siendo absolutamente indispensable la reparación de varias casas propias de S.M. que ocupan los vecinos… esta disposición se considera muy justa, en atención a que no solo pagan corriente sus respectivos alquileres todos los vecinos que las ocupan (cuyo producto anual asciende a unos siete mil reales) sino también por haber tomado en arrendamiento los citados vecinos las tierras labrantías del término de San Fernando y es preciso darles alguna anchura en sus habitaciones para que puedan recoger sus ganados y frutos los nuevos labradores… se conservaran los edificios y pueden producir mas si se reparan y arreglan para labradores”37.

Se dispone que el arquitecto real Juan de Villanue-va informe sobre las obras. Manuel de la Ballina es el encargado del reconocimiento de las edificaciones. En agosto de 1810 Villanueva desaconseja las obras por lo elevado de su coste. A pesar de esta negativa, la destruc-ción de los espacios interiores de las viviendas se llevará a cabo directamente por los inquilinos con el benepláci-to del administrador ya que los documentos testimonian que, pasados algunos años, se acometieron una serie de obras con el objeto de devolver a las casas su estructura original38.

Pero había dificultades mucho más graves para que San Fernando se convirtiera en una próspera propiedad. En el Real Sitio estaban acuartelados alrededor de mil quinientos soldados de la Guardia Real. Los suministros de este destacamento corrían a cuenta de la real pose-

sión. Se proporcionaba pan, carne, vino, aceite, judías, sal y leña que ascendía a un gasto mensual aproximado de 12.500 reales de vellón, insostenible para las men-guadas posibilidades de esta Administración39.

Y para colmo de males eran cada vez más frecuentes las incursiones de guerrilleros españoles que hostigaban al enemigo saqueando aquellos lugares que estaban bajo el dominio directo francés. El Ejército Imperial contaba con el doble de efectivos que el ejercito español, estaba formado por militares expertos que adquirieron su ve-teranía durante años de lucha en distintas campañas eu-ropeas. El Ejército Español era todo lo contrario, tenía una limitada capacidad de maniobra y estaba insuficien-temente preparado.

Incapaces de mantenerse en campo abierto ante tropas superiores en número, armamento, preparación técnica y movilidad, los españoles abandonaron el tipo de guerra regular para adoptar otro modo de combatir. Por primera vez en la historia bélica se utilizó un nuevo tipo de estrategia: la Guerrilla.

Para que la Guerrilla sea efectiva es preciso contar con el apoyo activo de la población civil, que propor-ciona unos servicios imprescindibles a los combatientes como son abastecimientos, información, escondite y cuidados sanitarios. El apoyo popular hace de todo el territorio un medio hostil para el enemigo y favorable para las acciones de los guerrilleros.

Formaban parte de la Guerrilla individuos de ori-gen muy diverso, desde soldados del ejército regular que habían quedado desenganchados de sus unidades, campesinos, gentes de ciudad e incluso contrabandistas y bandoleros. Sólo era necesaria la existencia de un ca-becilla para formar una partida de guerrilleros, aunque el individuo en cuestión no tuviera ninguna experiencia de batalla. Tal es el caso de Ramón García Robledo, que una vez terminado el conflicto, fue uno de los muchos aspirantes a ocupar el puesto de administrador del Real Sitio de San Fernando. Los méritos que adujo para con-seguir el empleo eran sus triunfos bélicos y sus palabras reflejan la facilidad con la que se podía formar un grupo guerrillero:

“Don Ramón García Robledo vecino de la villa de Buitrago y hacendado en el lugar de Orcajo de la misma jurisdicción a

Una Historia Olvidada. Anécdotas y Relatos del Real Sitio de San Fernando

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del aspirante a administrador y de su partida guerrillera suscritos por los alcaldes de los pueblos situados en la zona de actuación de la misma. Estos papeles documen-tan el apoyo de la población civil a los combatientes:

“Información recibida a su instancia en el lugar de la Serna en 2 de julio de 1812 con tres testigos que confiesan el buen porte observado por el Don Ramón y su partida en los 2 años largos que ha estado con ella. No ha causado el menor perjuicio pidiendo sólo las raciones puramente necesarias y sin que la tropa haya cometido ningún delito feo. Haciendo el mayor daño de los enemigos, dando reiteradas pruebas de buen pañol y amante de la Patria….”41.

Los grupos guerrilleros actúan únicamente cuando tienen certeza de su triunfo, el cual se mide no sólo por las pérdidas humanas y materiales causadas al enemigo sino por el tremendo desgaste psicológico y moral que se provoca. Así ocurrió en el Real Sitio la noche del 3 de septiembre del año 1810 en la que, según palabras del administrador, Francisco de Trigo y Rojas:

los Reales Pies de V.M. expone: Que deseoso de contribuir por su parte en el exterminio de las huestes del tirano opresor de vuestra Real Persona y asolador de la España, abandonó su mujer e hijos, su casa e intereses, presentándose a la Junta Provincial de Guadalajara con trece caballos propios del exponente con los quales formó una partida de caballería que aumentó progresivamente con la qual ha hecho los señalados y distinguidos servicios…..como lo acredita una compulsa de treinta y ocho documentos que entregó a la Secretaría de Despacho de Gracia y Justicia….”40.

El mérito principal para conseguir el trabajo era el haber arrebatado al enemigo unos legajos de documen-tos pertenecientes a la Administración del Real Sitio de San Fernando por lo que se consideraba, después de su lectura, la persona con más conocimientos sobre esta real posesión y por lo tanto el sujeto más preparado para su gobierno.

Entre los documentos que García Robledo aporta para respaldar su solicitud hay informes de la conducta

Figura 22 - Guerra de la Independencia. Regimiento Patria y Fernando VII. Album de la Infantería española desde sus primitivos tiempos hasta el día. Serafín Mª de Soto, Conde de Clonard.

1862. Lámina 69. Instituto de Historia y Cultura Militar. Biblioteca Central Militar

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“Haora que son las siete de la mañana de este día, acabo de recibir la desgraciada noticia verbal que me ha traído uno de los mozos de San Fernando de parte de Dn Julián Burgos, Guarda Almacén que no esta en disposición de dármela por escrito; como esta noche a la una, han llegado al pueblo de San Fernando una partida de empecinados en gran numero, y han muerto a sablazos a Dn Pedro Baquerizo, empleado en aquellos dominios que hacía mis veces en mi ausencia, y han robado las cuatro mulas únicas que había en la era propias del Rey, y quanto han encontrado en la Casa Administración de dinero, ropas mías, y de todos los dependientes, en sus mismas casas, y según las voces, y expresiones que les han oído los vecinos desde sus casas de donde no dejaron salir a nadie, ya que no me encontraron a mí, quitaron la vida a el que hacía mis funciones, que sin duda era un celoso dependiente.

Se han llevado igualmente a un tal Juan Puyol abastecedor de la taberna de nación francesa que hace mas de 20 años que estaba en San Fernando.

Es quanto detalle puedo dar a V.E. según las noticias que he tomado del mozo, y lleno de la mayor sorpresa por este acontecimiento, y espero de la consideración de V.E. me dispensará al pasar yo personalmente a San Fernando sin la seguridad suficiente, para examinar exactamente todos los daños, y desgracias que pueden haber ocurrido para lo qual espero las ordenes….”42.

Es obvio que el administrador no se caracteriza por su valentía y no aparecerá por el Real Sitio hasta la llegada el día 9 de septiembre de tropa francesa, en concreto cuarenta hombres de Infantería y diez de Caballería.

Los asaltantes fueron especialmente crueles con el representante del administrador que simbolizaba a falta de éste el poder del ejército de ocupación francés. Un informe del médico cirujano del Real Sitio determina que le asestaron siete heridas de sable en la cabeza y una en el pecho43. Esta muerte tenía como fin provocar miedo entre aquellos que se habían decidido a colaborar con el gobierno francés.

A lo largo de durísimos seis años de guerra se logró lo que en un principio parecía inimaginable: doblegar al gran Ejército Imperial. En diciembre del año 1813 la lucha finaliza, los ejércitos franceses deben abandonar la Península Ibérica y el rey José Bonaparte deja la Corte para ser reintegrada la dinastía borbónica en la figura del rey Fernando VII.

El Real Sitio de San Fernando ha sido absolutamente devastado. Inmediatamente se emprende la ardua tarea de la reconstrucción.

LAS EPIDEMIAS DE CÓLERA

Los primeros años del siglo XIX Europa creía esperanzada que las grandes epidemias que asolaron el continente en los siglos pasados habían sido dejadas atrás. La terrible peste había sido erradicada y la viruela se batía en retirada tras el descubrimiento por Jenner de una vacuna en el año 1796. Pero surgió una nueva pesadilla: el cólera.

Esta enfermedad, que tiene su origen en la India, la desencadena una bacteria, el vibrio cholera, que libera una toxina en el intestino delgado causando una fuer-te diarrea que provoca la muerte rápida por deshidra-tación. Se propaga por medio del agua y los alimentos

Figura 23 - Episode de la Guerre d’Espagne, lármée français traverse les défiles de la Sierra de Guadarrama. Nicholas Antoine Taunay.

1808. Versailles, châteaux de Versailles et de Trianon

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y rápidamente se extiende hacia el occidente dejando a su paso millones de muertos.

El vibrio cholera se introduce en nuestro país por el puerto de Vigo en enero de 1833. Lo portan voluntarios polacos enrolados en la Guerra de Sucesión de Portugal que tiene lugar en esos años. La enfermedad se propaga por toda la nación y en el verano de 1834 llega a Madrid. Esta primera oleada epidémica causo en España trescientos mil muertos y condujo a la población a una histeria colectiva.

En el Real Sitio el administrador del momento, Mi-guel de Aleas, intenta tomar medidas preventivas un año antes de la llegada del cólera a Madrid. La situación era de especial riesgo porque estaba recién inaugurada la nueva fábrica de tejidos de algodón que necesitaba un gran número de operarios para su funcionamiento. La

contaminados. Sin síntomas previos una persona sana podía morir en pocas horas y en un estado terrible, ade-más no se sabía como curar a los que caían enfermos. Todo esto hacía que el cólera causara terror.

El cólera ataca sobre todo a los sectores de pobla-ción más pobres, aquellos mal nutridos que sobreviven hacinados en viviendas sucias y oscuras. En ese momen-to, en Europa se dieron una serie de factores que pro-piciaron su extensión: la revolución en los medios de transporte, la intensificación de las rutas comerciales en el Mediterráneo, el aumento de las peregrinaciones de musulmanes a la Meca y la movilidad de unos ejércitos que estaban colaborando en la formación de los imperios coloniales. En resumen, el gran aumento del movimien-to de personas por todo lo largo y ancho del continente. El primer brote epidémico llega a Rusia en el año 1831

Figura 24 - Familia de Mendigos. Laboratorio Fotográfico. Biblioteca Nacional de España. Madrid

269

capacidad de hospedaje era muy limitada, las casas ya estaban ocupadas por los empleados de la Administra-ción, produciéndose un problema grave de escasez de alojamientos adecuados que obligaba a los trabajadores a hacinarse en buhardillas y otros espacios absolutamente insalubres. Aleas solicita a la Mayordomía Mayor que se habilite un local para atender a los enfermos y una botica permanente en el Real Sitio. Además dispone la limpieza de todas las habitaciones y la expulsión de algunos traba-jadores de la fábrica que era imposible alojar en ningún lugar por falta de espacio44.

El 30 de junio de 1834 es detectado un brote de cólera en la villa de Vallecas. Las autoridades se alarman porque la epidemia está a punto de caer sobre el Real Sitio. La angustia es grande porque ninguna de las medi-das solicitadas por Aleas en el año anterior se ha llevado a cabo. En aquellos difíciles momentos, el médico del Real Sitio, Juan Bautista Hernández, escribe un valiente memorial dirigido al administrador donde expone clara-mente la situación de indefensión de la población frente a la plaga que se avecina y cuales son las medidas que hay que adoptar con urgencia. Hernández afirma:

“.... En este Real Sitio se contienen un número excesivo de habitantes en proporción de los edificios que hay para colocarse, sin embargo de haber echo la necesidad habilitar parajes como son guardillas que en su origen ni al presente pueden tener otro objeto que el de guardar muebles inútiles. Estas reuniones de tantos individuos en locales mal ventilados, y pequeños, sin limpieza, ocupados por obreros indigentes que carecen de los útiles necesarios e indispensables en la vida social, en una palabra con una total inobservancia de policía sanitaria, es el retrato fiel y las condiciones en que se encuentran el mayor numero de estos moradores.

En vista de esto ¿quién dudará de la exposición que tiene esta población a ser el origen de infinidad de males y el teatro en que se pueden verificar las mas terribles escenas si por desgracia se manifestase en ella el cólera Asiático que se nos aproxima?...”45.

Hernández se atreve a acusar con claridad a los dueños de la fábrica de ser los principales culpables de la situación al no haber construido las viviendas que prometieron a la Administración. El médico es tajante:

“...La fabrica solo aparentó dar principio a la construcción de casas, prometiendo de palabra que ayudaría en lo necesario a sus clientes; resultando que luego que el cólera se templó en Sevilla y demás poblaciones de Andalucía se templaron también los principios de las obras, dejando esta población sumergida en la misma miseria y en mayor peligro en razón del aumento de operarios desde aquella época...”46.

Posteriormente, advierte que sería absolutamente injusto expulsar a la gente que sobra para evitar el con-tagio. Hernández se cuestiona:

“...¿Expulsarlos de la población como medida de precau-ción? Este sería al parecer un medio cruel y exigiría su ejecu-ción una grande violencia atendiendo a que se les privaba de la subsistencia y que el establecimiento experimentaría un notable detrimento...”47.

Figura 25 - Enterramiento con cólera. Laboratorio Fotográfico. Biblioteca Nacional de España. Madrid

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sita para atajar la enfermedad y, por fin, el 30 de julio llegan las medicinas.

Los propietarios de la fábrica contratan por un año a otro facultativo, Carlos Rodríguez, pagándole un suel-do de quince reales diarios. También se comprometen a retribuir a Hernández con doce reales al día por la aten-ción a los trabajadores del establecimiento. Finalmen-te se emplea a dos enfermeros, Manuel Narejo y Joséfa Sillos, por el tiempo que dure la epidemia pagándoles seis reales diarios. Para acoger a los enfermos Hernán-dez arrienda un local a las afueras de la población y lo acondiciona como hospital provisional48. A los vecinos se les recomienda que mantengan sus casas limpias y las rieguen con vinagre todos los días. También se dispone, como era costumbre, quemar por las noches en las calles grandes haces de hierbas aromáticas porque se pensaba que purificaban el aire.

Opina que, por la inminencia de la enfermedad, no queda tiempo para construir nuevos edificios y también que, si brota el mal en San Fernando, los hospitales de la Corte no podrán atender a los enfermos del Real Sitio porque ya están absolutamente colapsados por la aten-ción a los barrios de la ciudad de Madrid.

Las disposiciones que deben ser tomadas con urgen-cia por las autoridades son tres. En primer lugar, ya que no hay tiempo para la construcción de casas, propone la construcción de barracas o tiendas de campaña para alo-jar a las familias que viven hacinadas en las buhardillas. En segundo lugar, especifica que es necesario contratar a otro médico que le ayude a cuidar de la salud de los habitantes de San Fernando durante este periodo excep-cional. Y por último, reitera la necesidad de establecer una botica. Hernández consigue todos los recursos que pide. El boticario mayor de la Real Casa abastece a San Fernando de los medicamentos que el facultativo nece-

Figura 26 - Estado de la evolución de la epidemia de cólera morbo entre los días 26 al 28 de Julio de 1834. Archivo General de Palacio. Caja 10.148/51

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Teniendo en cuenta la precariedad o ineficacia de algunas de las medidas adoptadas se puede afirmar que hubo suerte, ya que enfermaron pocas personas y la epi-demia concluye a finales del mes de agosto. El hospital se clausura definitivamente el 7 de septiembre.

La lucha contra esta epidemia cuyas oleadas asolan Europa, provoca una frenética actividad sanitaria y social nunca antes conocida. Los gobiernos se dieron cuenta que la salud no pertenecía al ámbito privado sino que era un problema de todas las naciones que debían cola-borar para evitar la propagación de la enfermedad. Para lograr una coordinación más eficaz los responsables de la sanidad de algunos países europeos se congregan en París en 1851 en la Primera Conferencia Sanitaria Inter-nacional, a esta reunión seguirán muchas otras.

También es el inicio de la medicina preventiva, des-pués de años de observación y estudio se van conocien-

do los gérmenes causantes de las enfermedades infecto-contagiosas y se aclaran sus mecanismos de transmisión. Esto permite organizar la higiene pública sobre bases científicas tomándose una amplia serie de medidas pre-ventivas como el control del abastecimiento de aguas potables y alcantarillado, la desecación de aguas estan-cadas y la limpieza de los espacios urbanos.

Paulatinamente la enfermedad se combate con ma-yor eficacia como ocurre en el brote epidémico de 1865. El médico, Santiago Cifuentes junto con su ayudante José Gastaldo, elaboran una memoria detalladísima del transcurrir de la epidemia y de las medidas adoptadas en el Real Sitio49.

El documento empieza haciendo referencia a las fiebres intermitentes y tercianas que acosan a los habi-tantes de San Fernando todos los veranos a causa de las aguas estancadas de los ríos Jarama y Henares y que en

Figura 27 - Visita al Hospital. Luis Jiménez de Aranda. Museo Nacional del Prado. Madrid

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en tan lamentable situación.Para la provisión de la botica se pide ayuda a la Real Casa que suministra gratuitamen-te todas las medicinas necesarias, costeando también los desinfectantes y las fumigaciones. El boticario encarga-do de elaborar los preparados farmacológicos, Narciso Hebras, en un arranque de generosidad dona quinientos reales para el socorro de los pobres afectados por el có-lera.Las autoridades de la ciudad han intentado desarro-llar todas las medidas a su alcance con el fin de evitar la epidemia y, en el caso de que se produzca un brote, estar preparados para combatirla de forma eficaz. Una actitud muy diferente a aquella de la epidemia del 34, donde únicamente se tomaron las medidas reclamadas por el médico Hernández cuando ya se había declarado la enfermedad en el Real Sitio.

El 25 de septiembre de 1865, a pesar de los esfuerzos de prevención sanitaria, el cólera hace su aparición en San Fernando, se presenta el primer caso absolutamente dramático: Un niño de tres años que en pocas horas pasa a ser la primera víctima de la enfermedad. El cólera reinará en San Fernando durante treinta y ocho trágicos días en los que la pericia médica y la fortaleza humana serán puestas a prueba.

Cifuentes relata que la numerosa población flotante de jornaleros procedentes principalmente de Madrid, Galicia y Valencia, ocupados en las tareas agrícolas de su extensa vega, huye del Real Sitio cuando aparecen los primeros casos de cólera. Sólo se quedaron los vecinos que vivían en las casas del pueblo y algunos otros cuya vivienda eran los caseríos agrícolas alejados de la pobla-ción entre tres y diez kilómetros. En total quinientas treinta y dos personas.

Cuando estalla la epidemia el alcalde del Real Sitio, Pedro Antonio Jiménez, se lo comunica al gobernador civil de Madrid, informándole diariamente de cuanto ocurre en la población. Las autoridades ponen a disposición de los facultativos los carruajes de la Administración para la visita a los enfermos y un carro para el transporte de los muertos al cementerio.

Desde el primer momento se lucha para evitar las aglomeraciones de personas y muy especialmente en aquellas casas en las que había enfermos. Eran el practi-cante y las enfermeras los encargados de fumigar diaria-

ese año 1865 fueron especialmente virulentas. Sobre los cuerpos debilitados, propensos a contraer cualquier otra dolencia, se cierne la terrible plaga del cólera.

En el mes de agosto llegan noticias de que en Ma-drid hay algunas personas afectadas. Inmediatamente el Ayuntamiento y la Junta de Sanidad se reúnen encargan-do a Cifuentes que prepare unas instrucciones higiénicas que son difundidas a través de un bando fechado el 18 de agosto. En este bando se anuncia que una comisión compuesta por el alcalde, el cura párroco, un miembro del Ayuntamiento, otro de la Junta de Sanidad y el médi-co visitarán todas las casas para comprobar su limpieza, condiciones higiénicas y que no hubiera hacinamiento. Asimismo se prohibe almacenar basura en los corrales y verterla en las calles de la ciudad.

La visita además sirve para hacer recomenda-ciones sobre como limpiar las habitaciones, las ropas de cama, los vestidos y cuáles son las comidas más ade-cuadas. A todos los habitantes se les pide encarecida-mente que avisen al médico en cuanto sientan la menor indisposición, asegurándoles que no deben preocuparse por el pago de honorarios pues la asistencia será gratuita incluso para aquellos que no son vecinos o no tienen trabajo. Otra de las disposiciones es señalar vertederos fuera de la ciudad para depositar las basuras y la creación del primer servicio gratuito de recogida.

De igual forma se prohibe dormir en las calles y en el campo y vender alimentos sin ser previamente inspeccionados por una comisión pericial cuyos miem-bros los nombra la Junta de Sanidad y el Ayuntamiento. Esta comisión tendrá la función de reconocer diaria-mente todos los comestibles retirando de la venta los que no reúnan buenas condiciones para el consumo. La Administración acondiciona un local como hospital que se aprovisiona por medio de donaciones de los vecinos.

Para la atención del hospital, además de los médi-cos, se nombra practicante a Félix Sotoca, sangrador y cirujano menor del Real Sitio. Igualmente se contrata a un enfermero que paga la Administración y a tres enfer-meras, pagadas por el Ayuntamiento, que deben alternar su trabajo entre el hospital y los domicilios de los afecta-dos en aquellas casas donde hubiera muchos enfermos o que, por el temor al contagio, se les hubiera abandonado

273

mente las casas de los convalecientes, el hospital, la iglesia parroquial y la oficina de la Administración. El resto de las casas de San Fernando también se fumigaban por los propios habitantes a los que se les explicaba cómo debían hacer la fumigación.

Las casas afectadas se regaban diariamente en varias ocasiones con agua saturada con ácido fénico. Las ropas de vestido y cama se rociaban con alcohol del mismo ácido, que diluido en agua era utilizado por el practicante y las enfermeras para lavarse. En las letrinas y debajo de las camas se colocaba cal viva con un poco de agua.

Los médicos dispusieron que todas las ropas de los coléricos fueran lavadas en un punto del río Jarama más bajo y separado de aquel donde lavaban su ropa el resto de los vecinos sanos.

Cuando se producían los fallecimientos de forma inmediata se transportaban los cuerpos al cementerio. Se les daba sepultura entre ocho y diez horas después, certificándose su muerte y cubriéndose los cadáveres con una espesa capa de cal. Las casas de los fallecidos eran desocupadas, fumigadas, picadas sus paredes y blanqueadas.

Figura 28 - Memória acerca del cólera morbo asiático que ha reinado en el Real Sitio de San Fernando en el Otoño del año 1865.Biblioteca Nacional de la Real Academia de Medicina

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Con mayor o menor acierto en las medidas tomadas y en los cuidados a los enfermos, San Fernando se vio libre de la epidemia de 1865 treinta y ocho días después de producirse la primera muerte. Cifuentes nos proporciona el número de afectados, un total de cuarenta y cinco, de éstos doce fallecidos, dos eran niños menores de cinco años. Entre la población enferma, veinticuatro eran mujeres y el resto hombres. En cuanto a sus profesiones la mayoría eran jornaleros.La prueba se ha superado y los médicos han aprendido a luchar de manera más efectiva contra esta enfermedad.

El Real Sitio de San Fernando es desamortizado. Entre los años 1869 y 1870 se llevó a cabo la venta de todo el territorio y los edificios de la población. Las tierras se compraron casi de forma inmediata y su excelente calidad hizo que se pagasen a un precio muy superior al resto de las tierras del valle del Henares que sufrieron la desamortización civil. No así los edificios de la ciudad que salieron a subasta en varias ocasiones hasta su adjudicación definitiva. San Fernando deja de ser un Real Sitio y se convierte en una pequeña población de menos de mil habitantes dedicada casi en su totalidad a las tareas agrícolas (Gómez Mendoza, 1978).

Los vecinos, fieles a sus costumbres, consultaron a Cifuentes sobre la conveniencia de hacer hogueras en las plazas con carbón de piedra, azufre y otras sustancias resinosas para hacer fumigaciones colectivas. El médico manifiesta que estos remedios le parecen perjudiciales y sin ninguna utilidad aunque no se opone a que se lleven a cabo.

Se recomienda a los habitantes de San Fernando que se abriguen más de lo habitual, que no se quiten la ropa si sudan, evitar los bruscos cambios de temperatura, las corrientes de aire y la acción directa del sol. Recomendaciones muy difíciles de cumplir si tenemos en cuenta que la mayor parte de ellos eran jornaleros que para conseguir su sustento y el de sus familias tenían que desarrollar un duro trabajo al aire libre.

También se aconseja sobre la alimentación adecuada. Cifuentes advierte que es necesario seguir comiendo, ya que se habían dado casos de gentes que por temor al contagio restringían radicalmente sus comidas. Asimismo aconseja no comer demasiado para evitar las digestiones pesadas y en especial por la noche. Prohíbe la ingesta de frutas y verduras crudas.

El cólera provocó que los Gobiernos se sintieran implicados en la mejora de la higiene colectiva y privada. La presión que ejercieron los médicos fue muy importante, todos los facultativos de la época incluidos Cifuentes y Gastaldo consideraron fundamental para la erradicación de la enfermedad que se tomaran medidas para garantizar la higiene colectiva:

“...La policía urbana de las poblaciones, debe ser esmerada y como la ciencia aconseja: los albañales, alcantarillas, sumideros y demás receptáculos de aguas pluviales e inmundas, deben ser cuidados y limpios a fin de evitar sus estancaciones y el desprendimiento de las miasmas que produce…Las calles y plazas públicas deben ser barridas diariamente y después regadas sin hacer barro...No permitir depósitos de sustancias y artículos de mal olor y repugnantes a la vista: los mataderos, mercados, puestos de frutas, fondas, cafés, tahonas y todos los establecimientos donde se expendan los artículos de comer y beber deben ser esmeradamente vigilados a fin de que estos sean sanos y de buena calidad y en dichos establecimientos haya la más exquisita limpieza...”50.

275

NOTAS

1 ARCHIVO GENERAL DE PALACIO (en adelante, A.G.P.). Reinados. Gobierno Intruso. Caja 83/1.

2 Una noticia publicada en el Semanario Pintoresco del 31 de julio de 1836 habla de 633 trabajadores (RABANAL YUS, 1983:92).

3 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.142/3.

4 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Cajas 10.106/1 y 5, 10.111/17, 10.142/3, 10.143/60, 10.144/24, 10.145/54, 10.150/27.

5 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.111/18.

6 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.178/4.

7 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. San Fernando. Caja 10.112/39.

8 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.141/4.

9 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.111/18.

10 Ibídem.

11 A.G.P. Personal. Caja 1.095/31.

12 Ibídem.

13 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.143/1.

14 A.G.P. Personal. Caja 1.095/31

15 Ibídem.

16 A.G.P. Personal. Caja 436/5.

17 Idem.

18 Ibídem.

19 Loc. cit.

20 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.126/1.

21 A.G.P. Administrativo. Caja 16.322/5.

22 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.107.

23 Idem.

24 Ibídem.

25 Loc. cit.

26 ARCHIVO REGIONAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID (en adelante, A.R.C.M.). Real Hospicio de San Fernando. Legajo 61.

27 Ibídem.

28 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.107.

29 Ibídem.

30 Loc. cit.

31 A.G.P. Jurídico. Cajas 529, 530 y 531.

32 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.138.

33 Ibídem.

34 Loc. cit.

35 A.G.P. Reinados. Gobierno Intruso. Caja 83/13.

36 A.G.P. Reinados. Gobierno Intruso. Caja 83/14.

37 Ibídem.

38 A.G.P. Reinados. Gobierno Intruso. Caja 83/14.

39 A.G.P. Reinados. Gobierno Intruso. Caja 83/1.

40 A.G.P. Personal. Caja 10.232/54.

41 Ibídem.

42 A.G.P. Reinados. Gobierno Intruso. Caja 83/20

43 Ibídem.

44 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.147/47 y 71

45 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.148/51.

46 Ibídem.

47 Loc. cit.

48 A.G.P. Administraciones Patrimoniales. Real Sitio de San Fernando. Caja 10.148/5.

49 BIBLIOTECA DE LA REAL ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA. “Memoria acerca del cólera morbo asiático que ha reinado en el Real Sitio de San Fernando en otoño del año 1865”.

50 Ibídem.

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EL

YACI

MIENTO

ARQUEOLOGICO

DE

LA

REAL

FÁBRICA

DE

PAÑOS

III

Desde un punto de vista geológico, el espacio ocupado por la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares queda encuadrado dentro de la Cuenca terciaria de Madrid, situada al noreste de la Submeseta Sur y perteneciente a una cuenca mayor como es la del Tajo. Más concretamente se localiza en el valle del curso medio del río Jarama, dentro de su margen derecho, a unos 1500 m. del cauce actual y próximo a la confluencia de este río con el Henares, el cual da nombre al municipio. Existen además otros elementos fisiográficos que caracterizan la morfología del terreno, como son los arroyos tributarios y las superficies altas o mesas situadas al suroeste.

En este espacio la mayoría de los materiales geológicos son de edad cuaternaria y están asociados a la formación de terrazas fluviales y sobre todo a su posterior enterramiento por parte de los sedimentos procedentes de los abanicos aluviales generados por la activación de una falla que presenta una dirección subparalela al propio valle. Estos materiales cuaternarios pueden presentar restos fósiles y aparecen al este de la zona afectada por las excavaciones arqueológicas, a unos 2 o 4 m. de profundidad, ya que superficialmente existen unos niveles de arcillas arenosas asociadas a suelos de inundación, agrícolas y a rellenos antrópicos. También aparecen materiales terciarios, como yesos y arcillas, que afloran en superficie en el lado oeste de las excavaciones.

Mapa geológico del entorno de la zona de estudio

Hoja kilométrica de la topografía catastral.Término del Real Sitio de S. Fernando de HenaresAño: 1860Instituto Geográfico Nacional

III.1. El Marco Geológico

Fernando Tapias Gómez y César Arango OlleroAuditores de Energía y Medio Ambiente S.A.

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

282

1. CONTEXTO GEOLÓGICO

La zona de estudio se sitúa dentro de la Submese-ta sur peninsular, la cual se encuentra constituida por la Depresión o Cuenca del Tajo, ubicándose próxima al centro de la subcuenca denominada Cuenca de Madrid. Pertenece a la Comunidad Autónoma de Madrid y se lo-caliza en el Término Municipal de San Fernando de He-nares y más concretamente en su casco antiguo.

Las excavaciones arqueológicas realizadas en el en-torno de la antigua Real Fábrica de Paños de San Fer-nando, ocupan gran parte de la superficie afectada por la construcción de viviendas tras el ayuntamiento y por las obras de la Estación 7 “San Fernando” de la Linea 7 de Metro.

En las inmediaciones de la zona de estudio, se pue-den identificar varios elementos fisiográficos como son hacia el este los ríos Jarama y el Henares en su confluen-cia con el anterior, además de las terrazas fluviales de dichos ríos y los abanicos aluviales de los arroyos tribu-tarios en la misma zona de estudio, además de las super-ficies altas o mesas situadas al suroeste.

Estos materiales geológicos que se han encontrado durante la excavación, tanto de las propias obras como de las actuaciones arqueológicas y también los alrededo-res, quedan enmarcados dentro de los que constituyen la citada Cuenca de Madrid. Si bien en la zona de estudio se han observado sobre todo materiales cuaternarios aso-ciados a la generación de abanicos aluviales y al enterra-miento de terrazas fluviales, en el resto de la cuenca son mayoritarios los afloramientos de materiales terciarios, sobre los cuales actúan en el cuaternario varios procesos erosivos y deposicionales que originan la morfología del relieve actual, así como la localización de los sedimen-tos asociados a la red de drenaje. Esta cuenca, junto con la depresión intermedia de la Cuenca de Loranca al este, conforman el conjunto sedimentario continental que rellena la Fosa o Cuenca del Tajo. La cual representa una cuenca continental cerrada, cuyos depósitos de relleno son mayoritariamente terciarios (ver Figura 1). Estratigrá-ficamente el relleno de dicha cuenca, incluye dos series sedimentarias distintas: Serie Inferior, con unidades ple-gadas y atribuidas comúnmente al Paleógeno (Eoceno y

Oligoceno), y Serie Superior Tabular (o plegada local-mente en los bordes) atribuida al Neógeno (Mioceno y Plioceno).

Esta fosa y sus sedimentos, están delimitados y con-dicionados por los relieves y los materiales geológicos que les rodean. Por un lado, hacia el noroeste se en-cuentra el Sistema Central, que junto con los Montes de Toledo al suroeste constituyen el Zócalo o Macizo hercínico, formado por granitos, gneises y pizarras de edad paleozóica y precámbrica. En segundo lugar, es-tán los macizos mesozoicos que conforman la Cadena Ibérica y la Sierra de Altomira desde el noreste hasta el sureste, compuestos en su mayoría por materiales cal-co-margosos y terrígenos característicos de ambientes marinos, de los cuales también existen unos pequeños afloramientos junto con sedimentos continentales del Eoceno en Torrelaguna y el Valle de Lozoya, en la zona de la Sierra de Madrid, donde aparecen plegados, pero también aparecen en el fondo de la cuenca sobre el zó-calo hercínico.

1.1. TERCIARIO

Es entre el Oligoceno superior y el Mioceno cuando se originan la mayor parte de los sedimentos que rellenan la Cuenca de Madrid. Como consecuencia de los sucesi-vos pulsos tectónicos alpinos de esta época, se produce distintos sistemas de abanicos aluviales coalescentes al pie de las zonas elevadas (sierra) que llegan hasta el cen-tro de la cuenca. Estos materiales neógenos del Mioceno se distribuyen horizontalmente a modo de orlas concén-tricas en tres grandes conjuntos (ver Figura 2):

Figura 1: Marco geológico general para la zona de estudio.

- A: Situación de la Cuenca o Fosa del Tajo dentro de la Península Ibérica.- B: Cuenca de Madrid dentro de la Cuenca del Tajo. Modificado de Pérez-González (1994).- C: Geología general de la Cuenca de Madrid, con la ubicación de la zona de estudio dentro de la Comunidad Autónoma de Madrid (2007)

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- El conjunto de materiales más noroccidental, lo constituyen las Facies de borde o cercanas al área fuente de la sierra (Facies Madrid o Toledo, numeradas en el Mapa y Corte Geológico de la Figura 3, como unidad 4 y 11). Compuesto por sedimentos de origen detrítico, como arenas arcósicas de granulometría variable, en función de la proximidad del área fuente, en este caso del Siste-ma Central. Según la terminología geotécnica y en fun-ción de su porcentaje en arcillas, se puede correlacionar este tipo de materiales con las denominaciones de Arena de Miga, Arena Tosquiza, Tosco Arenoso y Tosco.

La Facies Madrid o Toledo está principalmente cons-tituida por arenas feldespáticas provenientes de la me-teorización y arrastre de los materiales que constituyen los relieves graníticos y metamórficos de la sierra. Estos

materiales conforman una avanzadilla hacia el centro de la cuenca, enriqueciéndose en lechos arcillosos que al-ternan con niveles de granulometría mayor. Los niveles no ofrecen continuidad al presentar aspecto lenticular característico de un medio de sedimentación enérgico, configurado a partir de arroyadas y mantos difusos. En los alrededores de la zona de estudio no aparecen este tipo de materiales.

- Otro conjunto lo forman las Facies intermedias, de transición o de margen lacustre, con materiales detríticos finos a muy finos, tipo arcillas poco arenosas, arenas mi-cáceas o limos con niveles carbonáticos y de sílex. Esta facies englobaría a las denominadas unidades geotécni-cas de “tránsito Tosco-Peñuela” y “Peñuela” (unidad 3 y 6

Figura 2 - Ubicación de la zona de estudio dentro de una reconstrucción de distribución horizontal de facies de la Cuenca de Madrid durante el Mioceno. Representa un Bloque diagrama o esquema evolutivo ideal de unos abanicos aluviales asociados a un frente montañoso tectónicamente activo. Modificado de Eugster y Hardie, 1975.

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representadas en el Corte Geológico) que se sitúan en la zona terminal de los abanicos aluviales colindantes con la facies detrítica. Podrían definirse como una sedimen-tación caracterizada por la mezcla de materiales trans-portados con otros autóctonos. Los niveles superiores de este tipo de facies suelen presentar niveles de silex, se pueden encontrar en los alrededores del Cerro de la Herradura, del Alto del Esparragal y en la mesa situada en la Ciudad San Pablo.

- Y por último las Facies centrales o salinas hacia el cen-tro de la cuenca en las áreas lacustres, con sedimentos de origen químico-evaporítico, como los yesos y carbo-natos. En este tipo de depósitos se va aumentando el porcentaje de yesos masivos a medida que aumenta la profundidad. Son los materiales numerados como uni-dad 1 en el Mapa y Corte Geológico de la Figura 3, y constituidos por yesos y margas yesíferas que suelen aparecer a cotas inferiores, aflorando en superficie hacia el este a ambos márgenes del río Jarama, no observán-dose en las inmediaciones de la zona de estudio.

Esta distribución horizontal de las facies de la cuenca se mantiene durante todo el Mioceno, si bien, este esquema se complica en la vertical debido a la existencia de episodios tecto-sedimentarios separados por discontinuidades internas, diferenciándose tres grupos o conjuntos de unidades litológicas genéticamente interrelacionadas y depositadas durante un mismo lapso de tiempo, bajo unas condiciones macroclimáticas comunes. La Unidad Inferior esta datada desde el inicio del Mioceno inferior hasta parte del Mioceno medio y se caracteriza por un predominio de las facies centrales o evaporíticas sobre las de borde. En la Unidad Intermedia se observa una progradación de las facies de borde sobre las centrales con más carbonatos que yesos, y en la Unidad Superior (durante el resto del Mioceno superior) se produce la sedimentación por la influencia de la red fluvial intramiocena (Capote y Carro, 1968) junto con la precipitación a techo de las Calizas del Páramo. Seguidamente en el Plioceno comienza un aumento de las condiciones de aridez que junto con continuados impulsos tectónicos provocó sucesivos procesos de arrasamiento de los materiales

terciarios generando la Superficie del Páramo. También se produce el establecimiento de los niveles de rañas en el norte de la cuenca, iniciándose el periodo erosivo y la incisión de los principales cauces fluviales favorecidos posiblemente por los colapsos kársticos del sustrato yesífero y por la reactivación de las fallas del basamento de la cuenca, quedando resquicios de los materiales originales terciarios a modo de cerros testigo a lo largo de los amplios valles de los ríos, como ocurre con el Cerro Almodovar (Figura 3).

1.2. CUATERNARIO Y GEOMORFOLOGÍA

El tránsito hacia el Cuaternario se caracteriza por un enfriamiento en el clima de forma muy gradual pero muy letal para numerosas especies que quedan extintas. Es en las etapas más tempranas, de la sucesión climática cuaternaria, cuando se generan amplias superficies de arrasamiento sobre las arenas arcósicas groseras de la Unidad intermedia miocena, depositadas con anteriori-dad. Estas formas de erosión son coetáneas en su génesis con las primeras terrazas del sistema Jarama-Henares, por lo tanto, son posteriores a la Raña y de edad Pleis-toceno inferior antiguo (Pérez González 1994), aunque hasta hace poco se les asignaba una edad genérica Plio-cuaternaria. La continuada incisión de los principales cursos fluviales, darán lugar a las superficies divisorias o “Rampas arenofeldespáticas” (Vaudour 1979), que han hecho de divisoria de aguas, hasta la actualidad (Super-ficie de Madrid – Fuencarral), de las cuencas de los ríos Jarama al este y Manzanares al oeste. Estas divisorias, labradas en las arcosas gruesas del Aragoniense superior, están conformadas en realidad por dos niveles distintos (S1 y S2).

Figura 3 - Mapa y Corte geológico con la leyenda correspondiente a los materiales geológicos asociados al valle de Jarama, con la situación de las excavaciones arqueológicas realizadas (2007). Según las Hojas 559 y 560 del Mapa Geológico de España, IGME (1989).

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Seguidamente a la formación de las superficies o rampas, la red fluvial se encaja progresivamente en su-cesivos episodios de incisión, ensanche y relleno, dan-do lugar a un conjunto de terrazas escalonadas y glacis formados topográficamente por debajo de las citadas superficies (San José, MAGNA 1989). Las terrazas sue-len estar compuestas por secuencias de gravas, arenas y limos. Los materiales que componen los glacis pue-den proceder de las arenas y arcillas terciarias, o bien de las propias terrazas cuaternarias. A su vez, la continua generación de procesos erosivos y de incisión, origina también coluviones, abanicos aluviales y episodios de erosión remontante asociados a los cursos fluviales prin-cipales y de los tributarios, en donde se depositarán los sedimentos del fondo de valle.

Otra característica del encajamiento de la red flu-vial, es la disimetría que presentan los perfiles transver-sales de los valles, constituidos por largas vertientes en sus márgenes derechas, estructuradas en glacis y terra-zas (hacia el oeste), y vertientes más cortas y pronuncia-das en sus márgenes izquierdas (Goy, Pérez-González y Zazo 1989) al este, con glacis y coluviones.

El modelo de construcción de los valles cuaterna-rios está controlado por varios factores. Por un lado las fluctuaciones climáticas (ciclos glacial-interglacial) solo en lo referente a disponibilidad de aportes hídricos y flu-jo de sedimento desde las cabeceras (Silva 2003), ya que en la actualidad no se dispone de un modelo preciso de influencia de esa alternancia climática en la construcción de los valles fluviales (Pérez-González 1994). Por otro lado, el elevado número de terrazas y la disimetría de los valles pueden ser debidos a factores tectónicos de levan-tamientos isostáticos y ajustes de bloques. Y finalmente los cambios de geometría en las secciones transversales inferiores de los valles tienen su origen, principalmen-te, en los controles litológicos-estructurales de las facies yesíferas y salinas que afloran al este y sureste de Ma-drid (Pérez-González, 1971), estos tramos de los ríos pueden estar sujetos a procesos de hundimiento, cuando drenan la facies evaporíticas centrales de la cuenca de Madrid. Estos procesos de subsidencia sinsedimentaria relacionados con el posible karst subyacente, determi-nan el engrosamiento de las terrazas, la inversión de las mismas, así como las fracturaciones, deformaciones de

relativo radio, la disimetría de los valles y la desviación de los cursos finales de los afluentes.

De este modo a lo largo del valle del río Jarama se han ido depositando varios niveles de terrazas a medida que el propio río se iba encajando. Se han llegado a iden-tificar hasta 20 niveles de terraza más la llanura aluvial. Existe una división de estas, así las comprendidas entre +3-5m y +40-42m conforman las Terrazas de Campiña que son las mejor conservadas, el resto se encuentran bastante disectadas, sobre todo las que quedan por enci-ma de los +90-95m. En la zona de estudio, se encuen-tran representadas parte de las Terrazas de Campiña del Pleistoceno medio - superior, las cuales parecen haber sufrido algún proceso de hundimiento o colapso, al que-dar enterradas por los depósitos de abanicos aluviales asociados a la desembocadura de los arroyos tributarios del Jarama en su margen derecho. Históricamente han aparecido asociados a estas terrazas, sobre todo aguas abajo, numerosos restos de industria lítica y de fauna pleistocena.

Dentro del Holoceno se encuentran los niveles casi actuales del relleno del fondo de valle, del río Jarama y de los distintos arroyos. Estos depósitos de la llanu-ra aluvial, presentan una topografía totalmente plana, constituyendo el nivel más bajo de sedimentos dejados por estos cursos fluviales. Están constituidos por arenas, limos y arcillas de inundación. Además de estos depósi-tos se desarrollan otros asociados a fenómenos erosivos en las laderas, como glacis formados por arenas y limos frecuentemente cementados con carbonatos de origen edáfico, también pueden darse depósitos de abanicos aluviales, coluviones y depósitos de pie de talud, según exista mayor pendiente en la ladera.

En esta época desaparece la fauna de grandes mamí-feros debido a unas condiciones climáticas más cálidas y a una mayor presión por parte de las poblaciones hu-manas. Por otro lado, queda conformada la morfología de la red fluvial actual, también asociada a las sucesivas ocupaciones y usos del suelo que han tenido lugar en la zona, como actividades agrícolas, vertederos, construc-ción de instalaciones recreativas y de vías públicas.

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También existe otra clase de materiales afectados, que van a corresponder a distintos tipos de relleno an-trópico asociados a las actividades humanas citadas en el párrafo anterior, predominando los constituidos por arenas con distinto porcentaje en arcillas y proporción variable de restos agrícolas y constructivos.

2. DESCRIPCIÓN DE LOS MATERIALES GEOLÓGICOS ENCONTRADOS

Las excavaciones arqueológicas realizadas en el en-torno de la antigua Real Fábrica de Paños de San Fernan-do de Henares se sitúan en la zona oeste y noroeste de la superficie afectada por la construcción de viviendas tras el Ayuntamiento y por las obras de la estación 7 “San Fernando” de la línea 7 de Metro.

La excavación realizada en San Fernando de Henares con motivo de las obras de edificación afectó a materia-les del sustrato terciario en su parte oeste y cuaternarios en la este. La excavación para dichas edificaciones, se inició en la cota 584 m. y alcanzó los 569 m. A conti-nuación se describen los diferentes materiales encontra-dos, siguiendo la nomenclatura que se les ha asignado en el perfil estratigráfico realizado en el lado sur de la obra (Figura 4).

2.1. MATERIALES TERCIARIOS (MIOCENO INFERIOR-MEDIO)

Se han podido observar los perfiles excavados en el seguimiento de las obras constructivas y documentar las arcillas y yesos terciarios a lo largo de la zona Oeste del área de afección. De este modo se han observado los siguientes materiales geológicos del Mioceno medio (formados hace entre 18 y 11 millones de años), de base a techo se han diferenciado estas unidades:

UNIDAD T2

Sucesión monótona de lutitas verdes grisáceas en ni-veles milimétricos, ocasionalmente hay niveles de arenas micáceas muy finas, nódulos centimétricos de carbona-to, estructuras de escape e inyecciones de yeso diagené-tico en fracturas perpendiculares a la estratificación.

Son depósitos de ambiente de margen palustre-la-custre somero con variaciones en el espesor de la lámina de agua.

UNIDAD T1

Está constituida por yesos tableados y nodulares entre lutitas marrones y verdosas dispuestas en una al-ternancia centimétrica, los yesos masivos tienen una po-tencia máxima de 30 cm. siendo la estructura edáfica dominante, se observan estructuras de escape, procesos kársticos que van desde el centímetro al metro, yeso secundario fibroso cristalizado a favor de diaclasas entre las arcillas y dos niveles de intraclastos de yeso a cotas 582 m. y 576 m.

En su contacto con la unidad T2 hay una costra ferruginosa.

Es un depósito de ambiente lacustre con oscilaciones en el espesor de la lámina de agua.

2.2. MATERIALES CUATERNARIOS (PLEISTOCENO MEDIO-HOLOCENO)

Estos depósitos son las formaciones geológicas más recientes y están caracterizadas principalmente por los depósitos fluviales del río Jarama y por los conos aluvia-les de los arroyos tributarios que drenan perpendicula-res al río.

En el caso concreto de San Fernando de Henares los materiales cuaternarios son muy importantes porque gran parte del Término Municipal se asienta sobre ellos, además, es en estos materiales donde se han encontrado un gran número de los restos fósiles de algunos de los mamíferos que habitaron San Fernando entre el Pleisto-ceno medio y el superior (hace entre 500.000 y 10.000 años). A continuación se describen dichos materiales y las causas que condicionan su deposición.

Figura 4 - Mapa geológico del entorno de la zona de estudio y perfil estratigráfico de detalle de los depósi-tos encontrados bajo las excavaciones arqueológicas realizadas en San Fernando de Henares.

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El gran espesor de este paquete es el producto de un rápido enterramiento de los sedimentos depositados provocado por la actividad de una falla distensiva de di-rección N-NE que hace de contacto mecánico entre los materiales terciarios y los cuaternarios.

En los perfiles excavados durante el seguimiento de las obras constructivas se han observado y documentado los materiales cuaternarios a lo largo de la zona este del área de afectada. De base a techo se han observado los siguientes materiales a lo largo de la excavación de la obra:

UNIDAD 1

Bloques, cantos y gavas con intercalaciones de len-tejones de gravas y arenas gruesas. El espesor máximo observado es de 3 m. La esfericidad de los bloques, can-tos y gravas es baja pero su redondez es alta, la selección es muy mala; composicionalmente son metasamitas, pegmatitas y cuarzo. El paquete está clastosoportado o matrizsoportado según zonas y cementado por fluidos yesíferos diagenéticos, posteriormente disuelto en algu-nas zonas.

Los lentejones de gravas y arenas gruesas tienen una mala selección y muy diferentes grados de esfericidad y redondez. Composicionalmente los clastos son de cuar-zo, feldespatos, ortosa, pizarra, y turmalina. Estos len-tejones están clastosoportados y cementados por fluidos yesíferos diagenéticos.

Las estructuras sedimentarias observadas (estrati-ficación cruzada planar y cantos imbricados) muestran paleocorrientes con direcciones S-SE. El contacto con el material 2 es discordante y a techo del paquete hay una costra ferruginosa. Estos sedimentos se corresponden con los de un río braided de cantos, gravas y arenas.

UNIDAD 2

Arenas muy finas-finas-limosas de color verdoso con 1 m. de espesor, los clastos son de cuarzo, feldespatos, ortosa, micas y turmalina, ocasionalmente se observan cantos blandos de lutitas miocenas. El paquete se en-cuentra parcialmente cementado por fluidos diagenéti-cos yesíferos inyectados por los planos de estratificación y de diaclasado.

Las estructuras sedimentarias (estratificación cruza-da planar) indican una paleocorriente S-SE. Este nivel también presenta a techo costras ferruginosas en planos discontinuos y pequeños nódulos. Estos materiales son depósitos de llanura de inundación que rellenan el pa-leorrelieve de la unidad 1.

Tanto la Unidad 1 como la 2 pertenecen a una terraza fluvial del Pleistoceno medio-superior que queda hundida respecto a su posición inicial con el nivel de base del río (posiblemente +24-34) y soterrada por los depósitos posteriores debido a la actividad de la falla.

Figura 5 - Unidad 1, bloques y cantos con intercalaciones de gravas y estratificación cruzada hacia el S-SE.

Figura 6 - Detalle del contacto entre la unidad 1 y la 2, se observa el paleorrelieve y la costra ferruginosa existente entre ambos.

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UNIDAD 3

Arcillas marrones con cristales de yeso secundario en “nidos” y aislado, este nivel es muy rico en restos óseos de micromamíferos. Su espesor y continuidad es constante en todo el área de excavación.

Se trata de un depósito correspondiente a las facies distales de un cono aluvial existente en la desembocadu-ra de uno de los arroyos tributarios del propio Jarama en su margen derecha. En el presente estudio ha sido nom-brado arroyo de los Esparragales por tener su cabecera en el Alto de los Esparragales y no haberse encontrado referencias sobre su nombre.

UNIDAD 4a

Arcillas-limo-arenosas en niveles de cinco a diez centímetros agrupadas en un paquete de 6 m., apare-cen clastos centimétricos de sílex, sepiolita y carbonatos transportados a favor de las laderas por gravedad. En todo el paquete son frecuentes los entramados de raíces a techo y los niveles milimétricos oxidados a muro que indican un pequeño parón en la sedimentación sin desa-rrollo de vegetación. En este depósito es donde han sido hallados todos los restos de macromamíferos.

La estructura dominante es la laminación paralela aunque también aparece estratificación cruzada dando una dirección de paleocorriente hacia el N-NE. La cris-talización de yeso secundario es frecuente en este de-pósito. Esta Unidad al igual que la 3 es un depósito de coladas de lodo de facies distales de cono aluvial.

UNIDAD 4b

Lentejones de arena-grava compuestos por clastos de cuarzo, feldespatos, ortosa, yeso, sepiolita, carbonatos, sílex y cantos blandos de lutitas miocenas. Su esferici-dad, redondez y selección es buena menos en los clastos de sílex que son poco esféricos y muy angulosos. Presen-tan laminación paralela y ocasionalmente estratificación cruzada en surco con paleocorrientes hacia el N-NE.

Estos lentejones son más abundantes en la parte me-dia del paquete, tienen una continuidad observada de 5 a 70 m y una potencia máxima de 40 cm. Son depósitos de canal e intercanal de las facies canalizadas situadas en la parte más distal del cono aluvial.

UNIDAD 4c

Conglomerado clastosoportado de bloques cantos y gravas con un espesor de 30 cm. a 1 m., la selección, esfericidad y redondez son malas. Los clastos están com-puestos por cuarzo, feldespatos, ortosa, sílex, sepiolita, carbonatos y cantos blandos de lutitas miocenas. Apare-cen en el perfil excavado intercalados entre el depósito 4a y el 7 con base erosiva.

Presentan estratificación planar grosera. Son depó-sitos de debris flow y avenidas turbulentas que llegan a las facies distales del cono aluvial.

Figura 7 - Unidad 4 en la que se pueden apreciar los lentejones de arenas y gravas.

Figura 8 - Contacto entre la 4 y la 5 en el que aparece una bioturbación centimétrica.

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UNIDAD 5

Está constituida por arenas finas-medias-gruesas, la selección es buena y su esfericidad y redondez son medias. El paquete tiene a techo bioturbación centimétrica. Los clastos están compuestos exclusivamente por cuarzo, feldespatos y ortosa.

Las estructuras sedimentarias observadas (lamina-ción paralela, estratificación cruzada planar y cruzada en surco) muestran unas paleocorrientes hacia el N-NE.Son depósitos de facies medias-proximales de cono aluvial.

UNIDAD 6

Se trata de un conglomerado clastosoportado de bloques cantos y gravas con un espesor de 1 m., la se-lección, esfericidad y redondez son malas. Los clastos están compuestos por cuarzo, feldespatos, ortosa, sílex, sepiolita, carbonatos y cantos blandos de lutitas mioce-nas. Aparecen en el perfil excavado intercalados entre el depósito 4a y el 7 con base erosiva.

Presentan estratificación planar grosera. Es un de-pósito de debris flow que llega a las facies distales del cono aluvial.

UNIDAD 7

Está constituida por arenas finas-medias-gruesas, la selección es buena y su esfericidad y redondez son me-dias. El paquete tiene un espesor de 4 m y lentejones de

arcillas intercalados. Los clastos están compuestos ex-clusivamente por cuarzo, feldespatos y ortosa.

Las estructuras sedimentarias observadas (lamina-ción paralela, estratificación cruzada planar y cruzada en surco) muestran unas paleocorrientes hacia el N-NE. Son depósitos de facies medias-proximales de cono aluvial.

UNIDAD 8

Arcillas limosas verdes con un espesor de 50 cm. Depositadas en un ambiente de llanura de inundación del arroyo Esparragales.

UNIDAD 9

Arcillas marrones con nódulos carbonáticos de car-bonatación de raíces a techo. Depositado en un ambien-te de llanura de inundación del arroyo Esparragales.

UNIDAD 10

Arcillas marrones muy ricas en materia orgánica. Suelos agrícolas.

UNIDAD 11

Arcillas verdes con nódulos ricos en materia orgánica que rellenan las cavidades kársticas de las intercalaciones de yesos y lutitas miocenas.

Figura 9 - Unidad 7 con laminación paralela y estratificación cruzada en surco.

Figura 10 - Relleno kárstico subhorizontal (unidad 11) y contacto entre las unidades T1 y T2 con costra ferruginosa.

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2.3. NIVELES O MATERIALES ANTRÓPICOS (RELLENOS)

Asociados a la excavación arqueológica, se han ob-servado varios restos constructivos, objetos de la propia excavación, así como depósitos de relleno dispuestos sobre la anterior superficie. Así mismo, la unidad geo-lógica identificada es el nivel bajo el cual se observan las distintas entidades constructivas de la Real Fábrica.

UNIDAD 12

Esta constituida por arenas arcillosas con abundantes restos constructivos, así como de materia orgánica y restos de suelo agrícola.

3. CONCLUSIONES

3.1. MATERIALES TERCIARIOS

El sustrato terciario de San Fernando de Henares está formado por el cambio de facies entre los yesos ta-bleados y nodulares (T1) y las arcillas verdosas (T2), dichos materiales presentan relaciones de continuidad estratigráfica tanto en la vertical como lateralmente. Las arcillas verdosas se corresponden con un ambiente de borde del lago salino con características pantanosas y los

yesos tableados y nodulares son resultado de la precipi-tación química en un lago salino somero.

Cabe destacar la presencia entre los yesos tableados y nodulares intraclastos decimétricos de yeso a cotas de 582 y 576 m. que interpretamos como el reflejo en las partes internas de la cuenca de movimientos alpinos en el Aragoniense inferior-medio (16-14,5 M.a.) que ele-van los yesos y los exponen a la erosión provocando su deposición en esta zona del lago.

3.2. MATERIALES CUATERNARIOS

En base a los datos de campo obtenidos podemos agrupar los materiales cuaternarios en dos ambientes deposicionales, uno el perteneciente al río Jarama y el otro al cono aluvial del arroyo Esparragales. Estos dos cuerpos sedimentarios se pueden separar usando crite-rios de composición de los clastos, por los límites que marcan las costras ferruginosas y por las paleocorrientes medidas. Así pues los materiales 1 y 2 son depósitos de barras y relleno de canal de terrazas del río Jarama y del 3 al 10 pertenecen al cono aluvial de arroyo Esparragales en facies distales, medias-proximales y de debris flow.

La gran potencia del cono aluvial, está posiblemente relacionada con una falla extensional. Las observaciones de campo muestran una dirección NNO del plano de falla que coincide con la dirección del río Jarama en este

Figura 11 - Detalle de la unidad T1. Figura 12 - Detalle de los intraclastos en la unidad T2.

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tramo, además, se observa la migración del cauce del río desde su margen izquierda a la derecha. Todo esto unido al giro, hasta alcanzar una dirección E-O, que ma-nifiestan los tramos finales de los afluentes y los conos aluviales de la margen derecha del río Jarama indicarían un basculamiento hacia el SO posiblemente provocado por el movimiento de un bloque del zócalo o bien por fenómenos de colapso kárstico relacionados con la diso-lución de los yesos miocenos.

La edad del cono aluvial se puede establecer en el Pleistoceno medio en base al hallazgo de Equus caba-llus (Pleistoceno medio) y de la industria lítica datada en el Paleolítico inferior-medio (Pleistoceno medio). Teniendo en cuenta el hundimiento de la terraza, res-pecto a su posible ubicación inicial sobre los materiales terciarios, previo a la actividad de la falla se podría situar a una altura relativa por encima de la cota 584 m. a 24-34 m. de la cota del río. Esta altura respecto al nivel de base del río se puede correlacionar con los niveles de terraza del Jarama, documentados por Pérez González (1994) a +26 m. y +32 m. datados en el Pleistoceno medio terminal.

Esta edad coincide con la obtenida en los trabajos realizados en la cuenca del Jarama por Silva (1988) y Gi-ner (1996) donde datan la máxima actividad neotectó-nica y la deposición de espesores anómalos cuaternarios en el Pleistoceno medio.

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La evolución de la vida animal en nuestro planeta presenta una pauta recurrente: la de numerosas asociaciones faunísticas que se van sucediendo en el tiempo y en el espacio. Estas asociaciones han ido cambiando paulatinamente en un doble proceso cíclico de extinción y dispersión de nuevas especies. La aparición de especies puede venir motivada por diferentes condicionantes como los cambios climáticos, el aislamiento de poblaciones, la adaptación a nuevos nichos ecológicos, etc., del mismo modo la extinción puede estar motivada por algunos de estos factores, u otros como la mayor presión trófica.

En este apartado se presentan los datos preliminares de los restos paleontológicos obtenidos en materiales geológicos del Período Cuaternario durante la vigilancia arqueopaleontológica efectuada en el “Proyecto de Viviendas en el entorno a la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares”. A través de ellos se intentará aportar datos acerca de cómo era la vida durante el Pleistoceno en esta localidad madrileña.

Perfil geológico con hallazgo paleontológico

III.2. La Fauna del Pleistoceno en el Valle del JaramaJosé Yravedra Sainz de los Terreros, Alejandra Alarcón Hernández

y César Arango OlleroAuditores de Energía y Medio Ambiente S.A.

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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1. INTRODUCCIÓN

En el transcurso de la evolución de la Tierra se han ido sucediendo numerosas asociaciones faunísticas. Estas han ido cambiando a lo largo del tiempo en un doble proceso cíclico de extinción y dispersión de nuevas es-pecies. La aparición de estas especies puede venir mo-tivado por diferentes condicionantes como los cambios climáticos, el aislamiento de poblaciones, la adaptación a nuevos nichos ecológicos, migraciones, etc. Del mis-mo modo la extinción puede estar motivada por algunos de estos factores, u otros como la mayor presión trófica. La paleontología es la ciencia que se encarga de estudiar todos estos procesos y de reconstruir a través de los fó-siles los ambientes y la vida del pasado.

En este apartado se presentan los datos preliminares de los restos paleontológicos obtenidos en materiales cuaternarios durante la vigilancia arqueopaleontológica efectuada en el “Proyecto de Viviendas en el entorno a la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares”, pertenecientes al tramo paralelo a la calle Gonzalo de Córdoba de San Fernando de Henares. A través de ellos, se intentará aportar datos acerca de cómo era la vida durante el Pleistoceno en esta localidad madrileña.

La muestra recogida no es muy numerosa cuanti-tativamente, pero permite obtener una representación faunística muy interesante. En total se han recuperado 104 restos óseos de macrovertebrados en niveles cua-ternarios pertenecientes a Equus caballus (caballo), Bison sp (bisonte), Bos primigenius (uro), Bos-Bison (gran bóvi-do), Dicerorhinus sp (rinoceronte), Cervus elaphus (cier-vo) y restos indeterminados de un proboscidio, además de un carnívoro de pequeño tamaño. Asociados a éstos, y en niveles inferiores, se han recuperado restos de ma-lacofauna y de micromamíferos, determinando por el momento la presencia de Orictolagus sp (conejo) y arvi-cólidos (topillos). En la unidad en la que aparecieron los primeros restos de microfauna se ha tomado una mues-tra de 1 Tn de sedimento con la finalidad de completar la información paleoecológica y ambiental de esta época.

2. METODOLOGÍA

La fauna de los yacimientos paleolíticos es un ma-terial con un gran valor interpretativo, ya que permi-te explicar parte del comportamiento humano, como reconstruir las condiciones ambientales y ecológicas de cada época. Por ello, en este trabajo se van a estudiar los perfiles taxonómicos, identificando familia, género y especie (cuando sea posible), los perfiles esqueléticos y la tafonomía de los restos hallados, para ver que circuns-tancias han influido en los procesos de fosilización.

Es muy importante que la identificación taxonómica se haga con gran rigor, ya que la determinación errónea de un taxón puede implicar interpretaciones paleoeco-lógicas diferenciadas. En este trabajo para el recono-cimiento de las especies se han utilizado las siguientes referencias bibliográficas: Lavocat (1966), Pales & Lam-bert (1971), Schmid (1972), Martin & Blázquez (1983) y Hilson (1992). Para el caso de la diferenciación entre Bos y Bison se ha seguido a numerosos autores (Lawrence 1951; Bibikova 1958; Olsen 1960; Radulescu & Cobres 1966; Radulescu & Herman 1971; Altuna, 1972; Slot Moyer 1988; Stampfli 1963; Descumbres, 1980; Argant & Argant, 1983; Delpech, 1983; Brugal, 1983-1984; Sala 1986; Clot, 1986; Cardoso 1993; Card, 1993; Au-guste 1994; Guadelli 1999; Altuna & Mariezkurrena, 2000; Paleta 2001; Buhsainidze, 2002; Bricki, 2003; Ka-cimi 2003), así como documentación gráfica y las obser-vaciones personales realizadas con las colecciones óseas del IPH (Instituto de Paleontología Humana de París) y del laboratorio de Arqueozoología de la universidad de Aix-En-Provence.

Además de valorar qué especies aparecen, es im-portante ver la frecuencia que presentan, porque puede tener ciertas implicaciones económicas en el comporta-miento humano, de confirmarse la intervención antró-pica (lo cuál se verá en el apartado tafonómico). Para ello se han utilizado las unidades de cuantificación del Número de Restos (NR) y el Número Mínimo de In-dividuos (MNI), siguiendo en este caso a Brain (1969) frente a Binford (1978), en las que se tiene en cuenta la edad, el sexo y la lateralidad de cada hueso.

Los perfiles esqueléticos existentes en un yacimien-to pueden ser una consecuencia de diversos procesos

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como la conservación diferencial, el comportamiento humano, el sesgo anatómico de carnívoros y otros. Por ello, junto al análisis anatómico, se analizará la tafono-mía con el fin de valorar qué incidencia han tenido los diferentes procesos.

Dada la cantidad de huesos que comprenden los esqueletos, para el tratamiento de los datos se ha op-tado por dividir los elementos esqueléticos en cuatro categorías. Estas son las del cráneo (cuerno, mandíbula, maxilar, dientes), el axial (pelvis, escápula, vértebras y costillas), el apendicular superior (húmero, fémur, tibia, fíbula, ulna y radio) y apendicular inferior (metapodios, carpos, tarsos, falanges y sesamoideos). Referido a esta agrupación la inclusión de la escápula entre el esqueleto axial se debe a criterios estructurales, ya que según su morfología y características esponjosas y planas lo aseme-jan más a los elementos axiales que a los apendiculares, de tal manera que tafonómicamente ante los procesos destructivos que operan en los yacimientos se compor-tará de manera similar a como lo hace el esqueleto axial. Por otro lado, se reconoce que esta asignación es discu-tible si nos fijamos en los patrones de fragmentación y desarticulación ya que las sociedades cazadoras-recolec-toras tienden a desarticular los cuartos delanteros com-pletamente. Por este motivo, también se tratarán los perfiles esqueléticos en función de la representación de los cuartos delanteros en contra de los traseros, estando los delanteros formados por la escápula, húmero, radio, ulna y metacarpos y los traseros por la pelvis, el fémur, la tibia y los metatarsos.

Pero en ocasiones, el estado de conservación de los restos no permite determinar a qué elemento anatómi-co corresponden los restos hallados. En los casos en los que no se puede precisar a qué elemento pertenecen los restos diafisiarios (parte media de los huesos largos), se han asignado a elementos diafisiarios apendiculares superiores (húmero o fémur), mediales (tibia y radio) o inferiores (metacarpos o metatarsos), ya que algunos criterios como el grosor de la cortical, la forma o la sec-ción sí permite establecer estas diferencias (Barba & Do-mínguez, 2005). Cuando los restos son inidentificables anatómicamente y específicamente se ha optado por do-cumentar el tipo de hueso que puede ser, distinguiendo para ello cuatro grupos. Esponjosos para los fragmentos

de epífisis o de huesos compactos, diafisiarios, axiales, y craneales.

Dentro del estudio tafonómico se realizará un análisis de las alteraciones fosilfdiagenéticas pre y postdeposicionales, haciendo posteriormente hincapié en todos aquellos aspectos relacionados con la actuación biológica de carnívoros, seres humanos etc.

Entre las alteraciones de carácter fosildiagenético destacamos el estudio de la exposición subaérea, los procesos hídricos o las alteraciones químicas ya que pueden aportar información acerca de la sedimentación de los restos y de las condiciones ambientales habidas durante su proceso de enterramiento. Tras el estudio de estos procesos, se analizará la acción biológica producida por raíces, bacterias, carnívoros y la propia intervención humana.

La metodología seguida para la observación de las marcas se ha realizado mediante la utilización de lupas de mano de 10X, 15X y 20X y una lupa con más aumentos para los casos más complejos. En cuanto a la fracturación se ha seguido a Vila & Mahieu (1992) y Alcántara et al. (2006), analizando el tipo de fractura, el borde, el ángulo y el estado (si es fresco o seco).

Para el estudio osteométrico se ha seguido a Dryesh (1976) y Barone (1986). Las siglas que van utilizarse son:

NR: Número de RestosNISP: Número de Restos IdentificablesMNI: Número Mínimo de IndividuosAD: AdultoIN: InfantilSEN: SenilJUV: JuvenilL: Longitud (para piezas dentales y para huesos)A: Ancho (para piezas dentales).DAP: Diámetro antero posterior de la epífisisDT: Diámetro trasversal de la epífisis

La Fauna del Pleistoceno en el Valle del Jarama

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3. VALORACIONES ZOOARQUEOLÓGICAS Y PALEONTOLÓGICAS

3.1 TAXONOMÍA

La lista faunística de los macromamíferos documen-tados hasta la fecha en la vigilancia arqueopaleontológica realizada en el “Proyecto de Viviendas en el entorno de la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares incluye los siguientes taxones:

Orden PROBOSCIDEA Illiger, 1811Familia ELEPHANTIDAE Gray, 1821Género Paleoxodon o Mammuthus.Material significativo: Varios restos.Discusión: Su gran fragmentación y mala conser-

vación no permiten determinarlos anatómicamente ni realizar una clasificación taxonómica a nivel de género.

Orden PERISSODACTYLA Owen, 1848Familia EQUIDAE Gray, 1821Género Equus Linnaeus, 1758Especie Equus caballus Linnaeus, 1758Material significativo: 1 fragmento de maxilar

izquierdo que conserva parte del M1 y M2 y M3

completos; 1 molar superior; 1 molar inferior; 1 fragmento de cráneo que presenta dentición (P2–M1 en ambos maxilares, con presencia de P1 (“diente de lobo”) en el maxilar izquierdo); 1 fragmento de metatarso; 1 carpo y 1 escafoide.

?

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Familia RHINOCEROTIDAE Gray, 1821Género Dicerorhinus Gloger, 1841Especie Dicerorhinus spMaterial significativo: Fragmentos pertenecientes a una mandíbula; 1 tibia; 1 carpo y 1 vértebra.Discusión: La mala conservación de los restos no ha

permitido concretar si se trata de Dicerorhinus mercki o Dicerorhinus hemiotechus.

Orden ARTIODACTYLA Owen, 1848Familia CERVIDAE Goldfuss, 1820Género Cervus Linnaeus, 1758Especie Cervus elaphus Linnaeus, 1758Material significativo: 2 astas

Familia BOVIDAE Gray, 1821Género Bos Linnaeus, 1758- Bison Smith, 1827Material significativo: 1 molar inferior; fragmentos de vértebras; 1 fragmento de pelvis y 1 fragmento de radio-ulna. Discusión: Su taxonomía a nivel de género no

ha podido ser concretada (uro o bisonte) debido a su conservación. En cambio, otros restos pertenecientes a grandes bóvidos sí han podido ser determinados taxonómicamente como se expone a continuación.

?

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Género Bos Linnaeus, 1758Especie Bos primigenius Bojanus, 1827Material significativo: 1 fragmento de maxilar de un individuo joven con P3-M3 izquierdo. Discusión: La asignación de esta pieza a Bos primige-

nius se ha hecho siguiendo los criterios morfológicos de Herich (2003). Según este autor los molares superio-res de uro en vista basal tienen un contorno cerrado a diferencia del bisonte en el que es más rectangular. En nuestro espécimen el entostilo es largo, lo cual sucede en el uro, y no en el bisonte que lo tiene más corto. Otra evidencia que tenemos, es que los molares de este maxilar son largos mesio-distalmente, lo cual es dife-rente en bisonte, que los tiene más cortos. Junto a estos rasgos es probable que se puedan identificar otros igual-mente diagnósticos, el problema es que la mayor parte del maxilar se encuentra concrecionado y no permite observar bien cómo están las raíces dentarias. De todos modos, por los comentarios realizados, parece ajustarse a uro.

Género Bison Smith, 1827Especie Bison sp.Material significativo: 1 radio.Discusión: El mal estado de conservación de la su-

perficie de la diáfisis no permite observar las caracterís-ticas que diferencian a bisonte y uro, en cambio la epífisis proximal sí permite observar estos caracteres. De esta forma y siguiendo a Descumbres (1980 fig 16) frente a Stanfli (1963) se observa como en la epífisis proximal no se aprecia la tuberosidad lateral que sí está desarrollada en el uro. También se observa que la fosa que separa las dos cavidades articulares que articulan con el húmero tiene un desarrollo poco profundo, el cual es más mar-cado en el uro. En base a ambos criterios este elemento pertenecería a Bison. La superficie articular de la epífisis proximal se muestra alargada y uniforme lo que coinci-de con bisonte, ya que en Bos es más circular e irregular. Asimismo se aprecia como los bordes de la epífisis, en su cara posterior se muestran ligeramente convexos, lo que siguiendo a Delpech (1983) y Card (1993) corres-ponde con Bison. La cara anterior de la epífisis proximal

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es sinuosa en Bison, y la cara posterior no presenta el en-trante profundo, límite de la zona medial y lateral para la ulna que suele presentar Bos (Fig 16 de Descumbres 1980; Brugal, 1983, 1984).

La parte que articula con la ulna, en Bos, la ulna es más incisiva y penetra más que en Bison, que sólo forma un ángulo agudo, además en Bos se extiende más lateral y medialmente. En Bison se dispone la ulna sin penetrar tanto en la superficie articular, siendo el borde articular más ondulado y profundo (Brugal 1983, 1984).

Para la epífisis distal, la faceta articular que articula con el escafoide discurre de forma moderada y los bordes parecen más paralelos, lo que lo asemeja más a Bison. Además, y siguiendo a Brugal (1983, 1984), Sala (1986) y Stanfli (1963), se comprueba que las facetas articulares se muestran bien desarrolladas y que la faceta articular es larga, lo cual lo asemeja a Bison ya que con Bos, es menos largo por la consecuencia de la incurvación del borde medial de la faceta hacia el interior (Sala 1986).

También se advierte como la sutura existente en-tre el radio y la ulna es observable mediante una ligera incisión, lo cual se da en Bison y no en Bos donde es casi inapreciable (Brugal, 1983, 1984, Sala, 1986, Stanfli, 1963). En el lado palmar, la cresta del proceso estiloide está muy desarrollada, lo cual es un rasgo de Bison (Sala, 1986, Stanfli, 1963). El proceso styloideo ulniano es lar-go, masivo y plano en su extremo, lo cual es algo que se produce en Bison y más plano en su extremo que con Bos, que es más apuntado.

Siguiendo los índices propuestos por Delpech (1983) se observa que nuestro espécimen supera el parámetro de 45-58 propuesto para Bos, por lo que se ajusta más a las mediciones de Bison. Con relación a su longitud, el tamaño de nuestro espécimen es menor que el de otros radios de Bison peninsulares, pero mayores que los del Riss de Francia (Moulle, 1992).

Radio L DAP DT DAP DT

La Compuerta - 69 119 - -

San Fernando 320 64 111 73 110

Riss Francia - 45 96 - -

Riss Francia - 56 114 - -

Orden CARNIVORA Bowdich, 1821Familia MUSTELIDAE Fischer, 1817Material significativo: 1 fragmento de hemimandíbula

que presenta parte de la dentición.Discusión: Posiblemente se trate de un mustélido

pero habrá que esperar a su extracción del material que lo engloba para poder realizar una determinación taxonómica más precisa.

Aunque nos encontramos con una colección escasa, la determinación de algunos taxones nos permite aportar ciertos datos acerca de la fauna que habitaba San Fernando de Henares durante el Pleistoceno Medio-Superior.

Se han recuperado los restos pertenecientes al me-nos a 10 individuos de cuatro órdenes y seis familias di-ferentes, lo que implica una gran variabilidad específi-ca teniendo en cuenta el escaso NMI documentado. El taxón que más restos ha aportado es el Equus caballus (tabla 2), animal que junto con el Cervus elaphus son los que han proporcionado un mayor MNI con un total de al menos 2 individuos. El resto de los taxones únicamente están representados por un ejemplar.

NR % MNI %

Bos/Bison 4 3,8 1 10

Bison sp 2 1,9 1 10

Bos primigenius 1 1 1 10

Cervus 2 1,9 2 20

Dicerorhinus sp 4 3,8 1 10

Proboscidio 1 1 1 10

Equus caballus 7 6,7 2 20

Carnivoro indet. 1 1 1 10

Grand-Muy Grande 13 12,5 - -

Grande 61 58,7 - -

Med-Pequeño 1 1 - -

Indet. 7 6,7 - -

Total 104 - 10 -

Como sucede en la mayoría de los yacimientos, prácticamente la totalidad de la asociación faunística ha-llada está formada por herbívoros ya que los carnívoros Tabla 1 - Estimaciones biométricas para radio de Bison

Tabla 2 - Representación taxonómica de la macrofauna

La Fauna del Pleistoceno en el Valle del Jarama

313

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constituyen una mínima parte de la biomasa debido al lugar que ocupan en la cadena trófica, disminuyendo sus posibilidades de preservación. Lo que sí llama la aten-ción es que la mayoría de los restos obtenidos durante los trabajos de vigilancia arqueopaleontológica pertene-cen a grandes mamíferos (rinoceronte, caballo, grandes bóvidos) estando ausentes los tamaños intermedios.

Paleoambientalmente por el momento no hay demasiados datos, pero la presencia de bisonte puede ser un indicador de climas fríos. La determinación de este animal, nos permite especular con la posibilidad de que los restos de rinoceronte y elefante que tenemos asociados pudieran pertenecer al mamut y al rinoceronte lanudo, pero hasta que se obtengan nuevos restos con mejor estado de conservación esto sólo es una hipótesis.Asimismo el análisis de la muestra de microfauna permitirá obtener más taxones que aportarán nuevos datos ampliando el conocimiento sobre las asociaciones faunística presentes en este área, los paleoambientes y la biocronología de los niveles muestreados.

Perfiles Anatómicos Bos/Bison Bison Bos Carnivoro

pequeño Cervus Dicero Probosci Equus Grande Grande / muy grande

Pequeño / medio Ind.

Asta 2 7

Craneal 1 1 1 1

Mand./ Max. 1 1 30 9

Diente 1 2

Vértebra 1 1 13

Costilla 1

Radio 1 2

Carpo 1 1

Escafoides 1

Pelvis 1

Tibia 2

Metatarso 1

Diáfisis 6

Axial 4 1

Indet. 1 7 2 7

Total 4 2 1 1 2 4 1 7 61 13 1 7

3.2. PERFILES ESQUELÉTICOS Y TAFONOMÍA

Esqueléticamente se encuentran unos patrones poco representativos debido a la escasez de la muestra. A pesar de ello, se puede afirmar que están representadas todas las secciones óseas, ya que se han documentado elementos craneales, apendiculares y axiales.

Desde una perspectiva tafonómica se han observado diferentes alteraciones de carácter fosildia-genético. En primer lugar hay que destacar el bajo grado de conser-vación de la superficie ósea, así hay desconchamientos y erosiones que no han permitido observar otro tipo de alteraciones, como las producidas por los agentes bioló-gicos, o las que pudiera producir el ser humano. Así, no se han obtenido evidencias de vermiculaciones, marcas de diente o marcas de corte. Los motivos por los que no se han podido observar las superficies óseas se deben también a otros factores. Por un lado al desconchamien-to de las corticales, en algunos casos producidos por la abrasión sedimentaria, la cual se ha producido cuando

Figura 10 - Restos de microvertebrados fósiles procedentes de niveles Cuaternarios

Tabla 3 - Perfiles esqueléticos de los taxones identificados en San Fernando

La Fauna del Pleistoceno en el Valle del Jarama

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ciertas corrientes hídricas arrastran los huesos sobre el sedimento abrasivo. Según el rodamiento sabemos que algunos huesos fueron transportados por las corrientes hídricas provocando el arrastre mencionado y su corres-pondiente abrasión. Por otro lado, al no darse un ro-damiento muy intenso, se puede decir que en la mayor parte de los casos las corrientes hídricas se estuvieron desplazando sobre el hueso, transportando con ellas se-dimentos que han terminado por erosionar las superfi-cies de los huesos.

Otro factor es el concrecionamiento y la carbonata-ción de las superficies óseas, producido mediante proce-sos de disolución de carbonatos en corrientes de escasa energía, que terminan por precipitar sobre los huesos, y diluirse provocando su adhesión a la cortical del hueso y su posterior concrecionamiento. Por lo tanto, hay que reseñar que la mayor parte de los huesos están relacio-nados con los procesos hídricos.

Junto a estas alteraciones es destacable que la mayor parte de los huesos presentan unos patrones de fractu-ración transversales en seco debidos a procesos de tipo fosidiagenético.

En cuanto a las alteraciones de tipo biológico, el mal estado de conservación de las superficies óseas no ha permitido observarlas, lo que implica que no se pueda precisar si humanos o carnívoros han intervenido sobre los restos óseos ni por tanto que la acumulación ósea se deba a algún proceso natural no biológico.

4. CONCLUSIONES

Durante el desarrollo de los trabajos extractivos del “Proyecto de Viviendas en el entorno a la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares”, concretamente,

en el tramo paralelo a la calle Gonzalo de Córdoba de San Fernando de Henares, el equipo de vigilancia ar-queopaleontológica detectó numerosos restos paleon-tológicos en niveles del Pleistoceno Medio-Superior. Tras el estudio preliminar del material obtenido, se de-termina que se trata de una acumulación ósea de origen natural formada por algunos restos de macromamíferos (Dicerorhinus sp, Equus caballus, Bos / Bison, Bison sp, Bos primigenius, Elephas sp, Cervus elaphus, un carnívoro inde-terminado de pequeño tamaño) y de micromamíferos (arvicólidos, lagomorfos).

Los restos macropaleontológicos fueron documen-tados en niveles de arcillas limo-arenosas con clastos de sílex, sepiolita y carbonatos pertenecientes a la uni-dad 4a. Estos materiales, de origen coluvial, presentan abundante cristalización de yeso secundario, por lo que la mayoría de los restos se encuentran muy cementados. El grado de conservación de los restos es variado, en-contrándose desde esquirlas óseas hasta huesos comple-tos e incluso fragmentos craneales que conservan parte de la dentición. Desde una perspectiva paleoecológica, la única especie por el momento que permite precisar aspectos climáticos es el bisonte que en conjunción con el caballo y sus restos, indica una situación de medios abiertos de pradera. Esta atribución podría indicar cier-tas atribuciones frías si los restos de rinoceronte y del proboscidio que se han recuperado perteneciesen a res-tos de mamut y rinoceronte lanudo, pero el mal estado de conservación de estos huesos, no ha permitido reali-zar una determinación taxonómica más precisa.

En la unidad 3, constituida por niveles arcillosos con cristales de yeso secundario, se han encontrado concen-traciones de restos de microvertebrados. Actualmente, se está procesando una muestra de 1 Tn de sedimento perteneciente a esta unidad. Por el momento se han ha-llado restos de arvicólidos y de lagomorfos, pero si los resultados de este análisis son los esperados, se podrán recuperar un gran número de taxones que permitirán conocer mejor la cronología, la paleoecología y el pa-leoambiente de estos niveles.

Si taxonómica y paleoecológicamente la muestra obtenida es significativa, tafonómicamente se puede concluir que se trata de una acumulación de origen na-tural no antrópica, ya que no se han observado eviden-

Estado Nº R %

Concreccionamiento 97 93,3

Abrasión 87 83,7

Rodamiento 8 7,8

NR total 104

Tabla 4 - Restos con alteraciones fosildiagenéticas

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cias que lo relacionen con el ser humano o con procesos de actividad biológica. Así, no se han apreciado marcas de corte, ni de percusión ni patrones de fractura en fresco. El mal estado de conservación de las superficies óseas no permite observar alteraciones como las marcas de corte, de diente o de percusión, además los patrones de fractura son en seco y de carácter fosildiagenético postdeposicional.

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Graffiti localizado en un bloque de piedra del sótano de la Real Fábrica

El solar que ocupa la Real Fábrica de Paños de San Fernando ha sido objeto de tres intervenciones arqueoló-gicas en estos últimos veinte años. La primera en el año 1997 estuvo motivada por el Proyecto de Rehabilita-ción de la fachada principal de la Real Fábrica de Paños con el objetivo de edificar el nuevo Ayuntamiento y Centro Cívico. Los arqueólogos Rosa María Barroso Bermejo y José Alcolea González realizan las primeras intervenciones arqueológicas entre los meses de abril y mayo de 1997. Las conclusiones de estos primeros trabajos llevaron al conocimiento del perímetro ocupado por los sótanos de la Real Fábrica. La segunda in-tervención arqueológica tuvo lugar en el año 2000 y estuvo a cargo de la empresa TAR, bajo la dirección de Gregorio Ignacio Yáñez. En esta intervención se descubren elementos arqueológicos de gran importancia para la interpretación de los hallazgos que tendrán lugar posteriormente en las sucesivas campañas de 2005, 2006 y 2007.

III.3. Antecedentes de la Intervención

Detalle de la escalera de acceso al sótano de la Real Fábrica

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III.3.1. La Campaña de 1997Rosa Mª Barroso Bermejo*, José J. Alcolea González*,

Pedro J. Jiménez Sanz* y Amparo Aldecoa Quintana***Universidad de Alcalá de Henares y **Fundación Carpetania

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

1. INTRODUCCIÓN

Hace ya 10 años que se realizó la primera interven-ción arqueológica llevada a cabo en el solar de la ma-drileña Real Fábrica de Paños de San Fernando. Entre el 22 de abril y el 17 de junio de 1997 se hicieron los trabajos arqueológicos que pretendemos reconstruir brevemente en estas líneas, previos a la rehabilitación del edificio como Nuevo Ayuntamiento y Centro Cívico del municipio de San Fernando de Henares. El proyecto de recuperación se había fallado en 1994 en el Concurso de Ideas convocado por la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento. La sensibili-dad artística e histórica del conjunto, así como el propio proyecto de obra, resuelto en la construcción de un am-plio sótano, motivaron la actuación arqueológica en lo que sin duda es un edificio emblemático del Madrid de los tres últimos siglos.

En ese momento se conservaba del edificio, aunque muy deteriorada, la fachada principal orientada al Este, con su frente de cara a la Plaza de España. Sus 112 m. de largo determinaban el eje longitudinal del recinto, marcando con un cuerpo central el polo de simetría de la entrada principal. Dos alas laterales completaban su frente, de ellas la sur prácticamente derruida. Su cara trasera, la visible desde nuestra zona de trabajo, mostra-ba su total estado de degradación, con la piedra porosa y muy erosionada, y cornisas descolgadas, de forma que

la excavación no debía aproximarse demasiado por el riesgo de derrumbe que existía en ese momento.

Encontramos un solar interior con un aspecto fran-camente penoso, lleno de contenedores, escombro y ba-sura por su uso como vertedero de las naves allí asenta-das. El sector previsto para la construcción correspondía al ala este del antiguo edificio cubriendo un espacio rec-tangular pegado al cuerpo principal de la fachada, con sus 112 m. de longitud por 17,75 m. de ancho.

2. LOS TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS

2.1. PLANIFICACIÓN

Dos eran las cuestiones principales que guiaron nuestro proyecto inicial de actuación en el solar de la antigua fábrica así como las distintas variaciones y fases de ampliación que fuimos realizando. En primer lugar era importante conocer la conservación de la base de la fachada del edificio, su cara histórica, pues este era uno de los primeros objetivos de la rehabilitación que se iba a acometer por parte de la empresa constructora. Y en segundo verificar la existencia de dependencias subte-rráneas que parecían deducirse de los sondeos geológi-cos, con resultados demasiados heterogéneos, y de los datos conocidos por las fuentes documentales.

Figura 1 - Planta del solar y área de excavación

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La Campaña de 1997

Así, en el área sur del solar consideramos necesario el planteamiento de un primer corte pegado a la fachada del edificio que en este sector apenas conservaba altura y por lo tanto menos riesgo de caída, con el fin de ver el estado de la cimentación. La existencia en la zona de uno de los sondeos geotécnicos previos a la actuación arqueológica nos permitió, contando con la autorización de los técnicos de la Comunidad modificar nuestro proyecto inicial, ampliar el corte y adecuarlo a las dimensiones necesarias de 10 x 1 m. determinando la zona únicamente como sondeo de control estratigráfico comparativo con los depósitos del área norte, como veremos, bastante diferentes.

Los trabajos se centraron mayoritariamente en ese sector norte de la crujía, el área afectada por la futura planta sótano, en donde estaba prevista por la construc-tora un vaciado intensivo de 3,5 m de profundidad y la colocación de pilares de hormigón. En un primer mo-mento planteamos una cuadrícula de 7 x 2 m. corte 2, a la altura del ala lateral norte de la fachada, que fue ampliada realizando un corte de 18,5 x 6,5 m. y una posterior apertura completa de los sótanos.

Aún siendo descartada la existencia de sótanos en el área sur de la crujía, lo que corresponde con el interior del frente y el ala sur de la fachada, era importante documentar los restos de estructuras de construcción conservados por lo que planteamos una limpieza del escombro y un sondeo controlado de toda la zona, utilizando medios mecánicos, para después pasar a trabajo manual si fuera necesario.

El estudio de este sector en su tramo central se completaría con un corte de 8 x 2 m. junto al del sótano, excavado de forma manual, intentando documentar restos de la edificación, la organización del zaguán y dependencias de la nave, el acceso al patio del edificio, o bien localizar restos de solados originales (Fig. 1).

2.2. DESARROLLO DE LOS TRABAJOS

La primera tarea fue la de desbroce y desescombro de la superficie del solar que nos permitió certificar el mal estado del sector sur, donde había habido movimiento de tierra previo a nuestra actuación, y el mejor estado

de conservación del sector norte en el que se centrarían nuestros trabajos.

El corte 1 de control estratrigráfico situado al sur del recinto mostró una estratigrafía uniforme de limos aluviales sobre los que reposa directamente la cimenta-ción del edificio construida a base de gruesos bloques de sílex trabados con un mortero muy compacto. La es-tratigrafía esta libre de relleno, y a diferencia de la zona norte no hubo estructura subterránea alguna.

No ocurre lo mismo en el corte 2 en el que tras la retirada de escombro comienza un nivel de tierra ma-rrón oscura con algunos restos constructivos y materia-les en el que inmediatamente encontramos un arranque

Figura 2 - Detalle de los yesos de las paredes del sótano

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

de escalera en sentido este-oeste, perpendicular por tanto a la fachada, que confirmaba la existencia de es-tancias subterráneas en el edificio y nos obligaba a una importante ampliación de las previsiones iniciales de ex-cavación de este sector, realizándose un corte de 18,5 x 6,5 m. en el que seguimos abriendo lo marcado por cierres y muros de forma mecánica para después realizar trabajo manual.

La excavación, tal cual se muestra en la figura ad-junta (Fig. 4), documentó inicialmente dos naves rec-tangulares con muros realizados con grandes bloques de sílex y cantos de cuarcita trabados con mortero gris de arena y cal muy compacto, destacando el muro central de 2 m. de grosor que a su vez debió formar parte de la cimentación de la nave este del edificio. Sobre ellos se elevaba una cubierta abovedada, en ese momento ya

arrasada y formando parte del grueso del sedimento de colmatación del interior. Las paredes se encuentran fo-rradas de ladrillo de obra, revestidos en algunos sectores de la nave de yesos blancos y negros bien conservados, con un primer tramo encalado (Fig. 2).

Una sencilla escalera de un único tramo con once peldaños formados por dos o tres bloques de piedra caliza (Fig. 3) accede a una primera nave longitudinal de 4 m de anchura en la que la única estructura destacable es una abertura o tronera abocinada en la pared oeste del recinto.

Paralela a ella, se abre una nueva nave longitudinal a la que se accede por un estrecho vano de 1,30 m. a modo de pasillo que conecta ambas naves. Su progresión hacia la fachada, en una zona con abundante sedimento, nos permitió reconstruir la estratigrafía completa del lugar que a continuación comentaremos, localizando el único resto de solado conservado en el tramo excavado.

Evidentemente era necesario conocer en su totali-dad la planta del sótano que en ese momento ya mostra-ba una dimensión considerable como para que la direc-ción facultativa de la futura obra valorara su integración en la rehabilitación del edificio, así como certificar si la escalera era el único acceso posible a estas estancias, o bien pudiera existir en el sector norte de la crujía aún sin abrir, una entrada para carros que diera acceso a un dis-tribuidor desde el que las mercancías almacenadas en los sótanos fueran canalizadas a las distintas dependencias.

Para ello realizamos una apertura parcial y contro-lada del resto de su extensión, aunque sin profundizar por la proximidad a la fachada y el peligro de derrum-be. Confirmamos de esta forma que no hay otra entra-da transitable al sótano que la escalera localizada en la primera fase de excavación y obtuvimos una planta de sótano definida por tres naves con un muro norte que cierra la construcción.

Figura 3 - Escalera de acceso al sótanoFigura 4 - Planta del área excavada y estratigrafía del sótano

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

La documentación escrita sobre el sótano, naves, cimientos, yesos y lumbreras (Rabanal, 1983: 161) con-cuerda con los hallazgos. Es rectangular y estructurado en naves paralelas que se comunican entre si por peque-ños pasillos (Fig. 6). La central, la de menor anchura, que sirve de comunicación entre la nave este y oeste, termina hacia la fachada en una sala cuadrangular con

un pilar central. Esta sala posee dos salidas una hacia la primera nave de los sótanos, que continua, adosada a la cimentación de la fachada, hasta la mitad de la crujía, y otra, no practicable para personas o carros, que la co-necta con el exterior a través de una abertura abocinada en rampa. Dicho vano parece poseer una evidente fun-cionalidad de iluminación o carga y descarga de mercan-cías, que se introducirían en los sótanos de almacena-miento a través de la pequeña rampa existente, tal como parece ocurrir también con el documentado en la nave oeste en los comienzos de la excavación.

Estratigráficamente la estructura subterránea es poco compleja, con un fuerte nivel de relleno constitui-do por tierra clara con abundante yeso y cascote cons-tructivo, especialmente ladrillos y restos de baldosas, así como desechos de acondicionamientos como tuberías, que en apariencia responden a una brusca colmatación del espacio subterráneo. En un fragmento de paramento desprendido, quizás del primer piso del edificio, aunque lo encontramos formando parte del relleno, podía ob-servarse la existencia de un graffiti grabado (Fig.7).

Que el revestimiento de yeso de las paredes se in-terrumpiera siempre a una cota de - 3,10 m confirmaba esta profundidad como cota original del suelo del recin-to, aunque inicialmente en ninguna de las naves del só-tano quedara resto alguno de solado o base preparatoria, sino un nivel de tierra suelta formado por una abundan-te matriz yesífera que originariamente pensamos podía ser un preludio de los limos y arenas de base.

La excavación de un pequeño corte siguiendo un vano que interrumpía el muro este en dirección a la fa-chada, no sólo mostró la progresión del trazado del só-tano hacia este sector, sino también los primeros restos de suelo, realizado a base de una arcilla apisonada con lechada de cal que reposaba sobre una ligera cama de pe-queños guijarros. Bajo ellos una capa de arena que debió servir de base y nivelación de las piedras (Fig. 4).

La secuencia estratigráfica quedaba ahora más clara, pues bajo los niveles de derrumbe y suelo con base de arena reaparecía el mencionado nivel yesífero con abun-dantes restos de sílex que a diferencia del suelo se con-servaba por una buena extensión de las naves del sótano llegando hasta las cotas de cimentación de – 3,75.

Figura 5 - Nave oeste del sótano

Figura 6 - Planta esquemática del sótano de la Real Fábrica

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La Campaña de 1997

La limpieza detenida de dicho nivel en la nave oes-te reveló una proporción muy alta de piezas líticas re-tocadas, con útiles arcaicos de muy buena factura. Fue por ello que nos pareció procedente una experta con-firmación del carácter antrópico del nivel y sobretodo conocer su funcionalidad, pues no dejaba de ser tierra acarreada expresamente para la construcción del sub-suelo del sótano. Para ello contamos con la ayuda de D. Fernando Moreno, profesor de Geografía Física de la Universidad de Alcalá, quien ratificó la formación arti-ficial del depósito y por lo tanto la situación secundaria de la industria lítica que contenía. El yeso especular y pulverulento con abundante sílex formaba una especie de zahorra selectiva que sirvió de base del suelo y aislan-te de la humedad del sótano, salvaguardando su notable profundidad respecto a la rasante de la calle. Su nivel infrayacente estaba formado por limos y arenas propios de la base natural.

La excavación del nivel de yesos en la nave oeste mostró además la existencia de dos estructuras inferio-res arrasadas pero, en lo que se conservaba, excavadas en las arenas de base. Ambas tienen forma aproximadamen-te oval, siendo la fosa 1, interceptada por los muros del sótano. Su relleno era de arenas completamente estériles lo que no nos permite afirmar con certeza su naturaleza. En todo caso nos parece difícil caracterizarlos como fon-dos de cabaña prehistóricos, y la hipótesis más plausible es la de haber servido de pozos de trabajo durante las fases originales de explanamiento y acondicionamiento de los sótanos, previas al solado original.

Finalmente, la limpieza controlada de la zona sur de la crujía, y la excavación del corte 3 planteado fuera del sótano, contiguo a él, localizó restos de cimenta-ción muy arrasada de las dependencias de la nave en esta zona, sobre los que se elevaban restos de muros y tabi-ques hechos de ladrillo. Lo más destacado son los restos de un tramo de encachado de cantos, el pavimento que debía formar del zaguán del edificio y del patio, tal ha sido constatado en excavaciones posteriores (Agustí et al. 2006), proporcionándonos una cota de referencia entre el piso del edificio y el suelo de los sótanos.

El tramo encachado esta enmarcado por una serie de piedras de granito a modo de umbral cuya situación coincide con el eje central de paso de la fachada. Una

Figura 7 - Graffiti localizado en un bloque de piedra del sótano

Figura 8 - Umbral de acceso al patio

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

de ellas presenta un fuerte rebaje lateral que ligado a los tres pequeños agujeros centrales entre el pavimento y las losas nos permiten pensar en la presencia de una puerta de cierre con sus anclajes correspondientes hacia el interior. Al otro lado, prácticamente el perfil del cor-te, no había piedra sino arcilla anaranjada y una baldosa de barro que aunque levantada, preludiaba un tramo de suelo o demarcación de empedrado como los también localizados en posteriores excavaciones del resto del edificio (Agustí et al. 2006: 407).

2.2. LOS RESTOS MATERIALES

Como es usual el material más común encontrado en la excavación fue la cerámica, con numerosos frag-mentos de recipientes muy fragmentados. Se trataba de cerámica de uso común, con formas globulares y semie-sféricas, mayoritariamente correspondientes a ollas y cuencos moldurados, así como platos. Muchas de ellas, especialmente las primeras, son lisas, con engobes roji-zos y algunas señales de fuego, mientras que los cuencos y platos con mucha frecuencia están vidriados en tonos marrones oscuros, melados, y verdes. Los que lo hacen en blanco suelen ser de mejor calidad, destacando una pieza con motivo geométrico exterior en azul cobalto sobre blanco estannífero.

Asas de sección circular y pitorros delatan entre los fragmentos la existencia de jarras y botijos, pertenecien-do a estos últimos muchos fragmentos de pastas porosas encontrados especialmente en el sótano. El gran estado de fragmentación de los restos, propio de los niveles de colmatación descritos en el sótano, o el estado de ruina de la planta baja de la edificación, convierte en destaca-do el hallazgo de un pequeño cuenco vidriado con restos de huesos de animal al interior, por lo demás una pieza de uso doméstico común (Fig. 9).

Junto a la cerámica encontramos material metáli-co, una bala de proyectil y piezas de hierro en avanzado estado de oxidación. Varios clavos de cabeza circular, varillas, láminas una de ellas de navaja, un pequeño reci-piente, un cepo, un embellecedor de una puerta o ven-tana. También varios fragmentos de madera que pare-cen pertenecer al marco de una puerta (Fig. 12 ).

Los materiales líticos localizados en la excavación se concentran en la estructura subterránea, formando parte del nivel artificial utilizado como aislante del suelo del sótano al que ya nos referimos anteriormente. Todos ellos están realizados en sílex. Parece lógico pensar que las piezas líticas en cuestión se extrajeran de depósitos miocenos en los alrededores del edificio, con el fin de facilitar las labores de transporte. Asimismo, las carac-terísticas de la industria recuperada nos hacen pensar en el desmantelamiento de un yacimiento cercano lo que, como señalamos en su momento en nuestro informe, es un dato interesante a recordar de cara a otras actuacio-nes arqueológicas de zonas aledañas.

Aún a falta de un análisis petrológico, el mismo tipo de sílex, mayoritariamente grisáceo claro, con una pro-porción menor de piezas en colores melados, remite a esos mismos contextos cercanos, siendo el más gene-ralizado en los cercanos valles del Henares y Jarama. Como curiosidad no esta de más recordar que en uno de los cerros que se elevan sobre la vega de este último río madrileño se ha encontrado recientemente el yacimien-to de Casa Montero, Vicálvaro (Capote et al., 2006), una mina de explotación de sílex de época neolítica que también constata distintos usos del lugar durante el Pleistoceno Superior, y fases modernas y contempo-ráneas.

Evidentemente con materiales fuera de su contexto original no es el momento de realizar complejas estadís-ticas pero si nos parece interesante destacar, al menos,

Figura 9 - Cuenco con restos óseos en su interior

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La Campaña de 1997

Figura 10 - Restos cerámicos encontrados en el sótano de la Real Fábrica

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

la coherencia industrial del conjunto localizado en el só-tano. Esta se muestra en la gran abundancia de lascas, soportes que aparecen frecuentemente retocados con un evidente predominio de las raederas y los denticulados (Fig. 13). El material nucleiforme es escaso, con pocos bifaces, que cuando aparecen lo hacen frecuentemente aprovechando lascas. Estas características se combinan con un cierto arcaismo industrial, con escaso desarrollo de los soportes laminares, de la técnica Levallois y un evidente predominio de los soportes espesos.

Es difícil un avance crono-cultural pero por su tipo-logía lo más probable es su inclusión en conjuntos pro-pios del Pleistoceno Medio de la zona.

3. SÍNTESIS FINAL

Los trabajos en el solar ocupado hoy por el Ayun-tamiento de San Fernando de Henares, se centraron en el área ocupada por la antigua nave este de la Real Fá-brica de Paños empleada en tiempos por dependencias destinadas a vivienda y administración, pues además de la contaduría y tesorería acomodaba el cuarto y despa-cho del gobernador, así como la capilla (Rabanal, 1983: 158; Domínguez, 1996: 97). La excavación localizó res-tos muy mal conservados de los muros y estructuras de cimentación de la primitiva nave, así como el umbral que actuaría de divisoria entre el zaguán de la entrada de acceso principal, ligada a la fachada, y el patio del edificio.

Sin duda la documentación más interesante fue la del sótano situado tras el ala norte de la fachada, y bajo la escalera principal, que cumplía las funciones de alma-cén de los paños fabricados. Su edificación supuso un importante vaciado del área hasta los limos y arenas so-bre los que se asienta la construcción, siendo inexisten-tes los restos arqueológicos anteriores, así como las evi-dencias de reformas de su estructura que parece ser se mantuvo sin apenas modificaciones o añadidos, por más que su utilidad debiera alterarse en los distintos avatares sufridos por el edificio a lo largo de su historia.

Sin restos materiales diagnósticos es difícil fechar la destrucción de estas naves subterráneas, con la caída

Figura 11 - Fragmentos de madera

Figura 12 - Piezas líticas. Denticulado y lascas retocadas l l d l d

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La Campaña de 1997

de las bóvedas de cubrición, pero posiblemente puede asociarse a un momento tardío de la vida del edificio, quizás la decadencia y deterioro que sabemos sufrió el conjunto durante la Guerra Civil.

Tampoco hay que olvidar el esfuerzo constructivo de acarreo de materiales desde un entorno cercano para aislar las naves subterráneas, y con ello proteger los pa-ños allí almacenados, poniendo de manifiesto importan-tes problemas de humedad que podrían tener relación con los numerosos episodios históricos de inundación y crecidas que se conocen en el Jarama. La presencia de terrenos anegados dentro del trazado del Real Sitio y su saneo mediante plantaciones fue una constante en la historia de la ciudad hasta el punto de llevarse a cabo obras hidráulicas con un nuevo cauce para el Jarama en 1814 (Rabanal, 1983).

De las márgenes del Jarama podrían venir los mate-riales líticos y yesíferos con los que se explana el suelo del sótano, destruyéndose algún yacimiento cercano. Resulta paradójico que la expansión urbana, construc-tiva y viaria de Madrid, que tanto ha afectado al registro arqueológico de las terrazas de los ríos de la capital en los últimos años, tenga precedentes ya en el siglo XVIII, en uno de las primeras ampliaciones de la ciudad realiza-da por los Borbones cuyo eje fue sin duda la Real Fábrica de Paños.

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Detalle de un embaldosado del Área 2000

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III.3.2. La Campaña de 2000Gregorio I. Yañez Santiago* y Francisco J. Marín Perellón**

*Trabajos de Arqueología y Restauración ** Instituto de Estudios Madrileños

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

UNA BREVE RECAPITULACIÓN SOBRE EL ORIGEN E HISTORIA DEL REAL SITIO DE SAN FERNANDO

Gracias a los trabajos de Aurora Rabanal Yus (Raba-nal Yus: 1974), es bien conocida gran parte de la histo-ria de San Fernando de Henares. Su origen se debe a su creación como Real Sitio dependiente del Patrimonio Real merced a un Real Decreto de 29 de junio de 1746, mediante el cual Felipe V decide incorporar el antiguo lugar de Torrejón de la Ribera, en las márgenes del Ja-rama. El advenimiento al trono de Fernando VI en ese mismo año explica el origen de la denominación actual, pues vino a tomar como nombre el onomástico del nue-vo monarca. Así pues, comienza a llamarse el Real Sitio de San Fernando.

La creación de este Real Sitio se relaciona con dos aspectos a tener en cuenta: bajo el patronato real, se di-seña una población de nueva planta que cuenta con una manufactura dedicada a la producción de paños. Urba-nismo de nueva planta y sede de una importante manu-factura real dependiente de la Superintendencia de Ha-cienda serán, por tanto, las directrices que modelarán los primeros años de su desarrollo.

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO

Los datos conocidos apuntan que la construcción de la Real Fábrica se inició de inmediato tras la promulga-ción del Real Decreto de 1746. Las obras debieron de concluirse en 1749, sólo tres años después, y el resul-tado nos habla de un conjunto fabril de extraordinarias dimensiones para la época, tanto por el volumen y pro-porciones del edificio como por las partidas de presu-puesto empleadas en su construcción.

La documentación de las construcción de esta Real Fábrica se encuentra, afortunadamente, completa. Todo lo dependiente del Real Sitio de San Fernando puede consultarse hoy en el Archivo General de Palacio, sección de Administraciones Patrimoniales, subsección de Real Sitio de San Fernando. El proceso

constructivo de la Real Fábrica tiene su correlato en las series y subseries del Archivo General de Simancas, en el que -igualmente por fortuna- se pueden consultar y reconstruir los procedimiento y ritmos de la erección de este conjunto.

Por último, la evolución posterior de la Fábrica, pri-mero destinada a la producción de paños, luego como Hospicio de Pobres en el reinado de Carlos III, y, ya en el siglo XIX, como establecimiento fabril de manufactu-ras de algodón, existe abundante documentación en el Archivo General de Palacio.

LA RECONSTITUCIÓN PLANIMÉTRICA DEL CONJUNTO

El apartado de la reconstrucción ideal del edificio no cuenta, desgraciadamente, con el mismo volumen de datos gráficos. Los proyectos originales no han sido hallados aún, y la desaparición material del propio edifi-cio sólo nos permite reconocer su impronta en el tejido urbano del actual San Fernando de Henares. De aquel conjunto sólo quedaron en pie, hasta hace bien poco, los restos de su crujía principal, reconstruida recientemen-te para albergar el actual Ayuntamiento. El resto se ha perdido y, a excepción de planos generales del antiguo Real Sitio, dibujados en el siglo XVIII, no existen planos de detalle que nos permitan reconocer a primera vista las estructuras, partes y orden constructivo del edificio originario.

Las posibilidades para reconstituir este conjunto son, no obstante, relativamente factibles. Por una par-te, la estructura unitaria bajo la cual fue concebida la Real Fábrica y los plazos de ejecución de la obra hablan de un edificio realizado de una sola vez, del que existen abundantes descripciones que permiten identificar cada uno de sus elementos: en torno a un patio cuadrangu-lar, cuatro grandes crujías de dos plantas sobre rasante, además de sótano. A su vez, cada una de estas crujías se ordenaba en tres naves longitudinales, atajadas en fun-ción de las necesidades de su uso. Las sucesivas partidas de cuentas nos permiten detallar los elementos que in-tegraban cada una de las partes del conjunto: escaleras, materiales empleados en cada área, ventanas, puertas,

337

La Campaña de 2000

solados, paramentos, muros, cubrición, etc. En segundo lugar, el mantenimiento de su impronta en el tejido ac-tual permite aventurar que gran parte de su estructura construida bajo rasante se encuentre intacta, toda vez que este extremo fue constatado en la intervención ar-queológica previa al acondicionamiento de las ruinas de la crujía principal como Ayuntamiento.

EL PROCESO CONSTRUCTIVO DE LA REAL FÁBRICA (1746-1749)

Los trabajos para el comienzo de la construcción del complejo se iniciaron en 1 de septiembre de 1746. Previamente, se formó Junta para la organización de los trabajos, así como la elaboración de un Reglamento, que estipulaba las funciones y salarios del personal integrado en la nueva obra. Se refiere el nombre de Mateo Barranco, maestro de obras, como responsable de los trabajos de construcción, aunque en la labor urbanística del trazado del conjunto se exija la colaboración de ingenieros, otros maestros de albañilería, cantería y carpintería, e incluso inventores. La supervisión de toda la construcción corría a cargo de Ventura Argumosa, caballero de Santiago y caballerizo mayor del Rey. Los gastos para su construcción corrieron a cargo de la Dirección General de Rentas, dependiente de la Superintendencia de Hacienda. Así, en los tres años que median entre septiembre de 1746 y octubre de 1749, cuando el propio monarca decide visitar San Fernando de Henares para contemplar los progresos de la obra, el Intendente hablaba de un monto general de dos millones de reales de vellón empleados hasta entonces en los trabajos de construcción.

Un informe posterior, de 1753, describe sucinta-mente el conjunto. Nos remitimos a la transcripción co-mentada realizada por Aurora Rabanal:

«El edificio principal del Real Sitio, construido para fábrica de paños, que contenía además en su interior los almacenes, oficinas, contaduría y habitación para el goberna-dor [...] en lo alto, formaba en planta una figura casi rec-tángula, por diferir poco en sus líneas. Su fachada principal, única parte que, aunque fragmentariamente, sobrevive hoy, mirando a Oriente, medía cuatrocientos tres pies, y presentaba en el centro un resalto de ciento seis pies de

largo, que se proyectaba veintiseis pies en la plaza cua-drada de la población, funcionando como verdadera fa-chada del edificio. Las fachadas de Poniente y Mediodía medían cuatrocientos tres pies y medio, mientras que la del Norte medía cuatrocientos uno y medio. Ésta poseía dos resaltos agregados al cuerpo del edificio, ocupados respectivamente por los comunes y la hornilla y caldera».

Volviendo a la crujía oriental, Aurora Rabanal nos refiere que «en la parte baja de este cuerpo central so-bresaliente se abrían seis ventanas, cuatro por fachada y dos por costado, de trece pies de largo por siete de ancho, formando vuelta rebajada, cada una de ellas con su repisa de cantería de la misma piedra blanca y rejas de hierro ama-zorcado; su parte alta, adornada con su barandilla de hierro, que forma balcón.

Esta fachada de Oriente se hallaba construida toda de buen cimiento de pedernal fino, y sobre él, desde la superficie [hasta] arriba, hecho de cantería de piedra blanca de Corpa y Redueña, todo ello bien fabricado, con sus resaltos [en] forma de arquitectura de zócalo, pilastras con su cornisamento, con sus pedestales y remates, todo de piedra, dejando entre pilastra y pilastra su adorno de ventana con su frontis en ellas. En la parte alta, se había utilizado cantería únicamente en los ciento veintiséis pies y medio del dicho resalto que es el cuarto del Gobernador, y los veintiséis que salen a la plaza, y en los dos cuerpos que hay en cada lado que forman torres, de cuaren-ta pies y medio de fachada. Entre las torres, y el resalto de en medio, se extendía un terrado en cada lado, de ciento seis pies, emplomado, haciendo coronación con la dicha facha-da, con los enunciado pedestales; una barandilla de hierro vinculaba los dos terrados, circulando también el resalto y formando un gran balcón a lo largo de la fachada.

En la planta cerrada, tradicional, se insertaba la novedad de un patio de enormes dimensiones, amplio espacio previsto para la ejecución de diferentes operaciones al aire libre, necesarias para la elaboración de los paños, y que al mismo tiempo proveería de luz abundante las crujías interiores, factor indispensable en un establecimiento de este género: ha venido dejado un patio, o plaza dentro [...], la cual es tan capaz que después de lo que ocupa la fuente que tiene en medio, queda capacidad para los tendederos de dichos paños y demás maniobras que semejantes fábricas traen consigo. Esta fuente era toda ella de piedra de la misma calidad que la fachada, y poseía dos

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

pedestales que servían de surtideros para tomar el agua y dos zócalos para sentar los cántaros; el manantial que la proveía se encontraba en el valle por donde va el camino de Vicálvaro, mirando al Mediodía. Para facilitar su uso, y para el mejor manejo de las fábricas, existían en el patio dos cruces de losa de piedra berroque, de las que, además, toda esta casa fábrica se hallaba circulada. Las medidas de este patio eran de 278 pies por su fachada de Oriente, 277 y medio i por la de Poniente, 276 por la del Norte y 275 y medio por la del Mediodía. Las restantes fachadas, interiores y exteriores, estaban también construidas de buen cimiento de pedernal y cal, y sobre él, sentado un zócalo de cantería que resalta dos dedos, y desde él [hasta] arriba, todo de fábrica, formando la alba_ilería sus guarniciones a las ventanas, sus impostas y resaltos de acometimiento de torres; todas ellas, excepto la principal, hecha de cantería, poseían aleros de madera, y las ventanas exteriores iban provistas de rejas.

A la mano derecha entrando por el zaguán principal por bajo de la escalera principal, estaban situados los sótanos, que servían de almacenes, con sus separaciones para varios destinos, que formaban diez piezas de bastante extensión, abo-vedadas, construidas, al parecer, después de la fábrica princi-pal, y que se extendían hasta la fachada Norte, por debajo de las dos crujías. Se componían de paredes de albañilería, bóvedas tabicadas, que recibían los pisos de la fábrica, con sus lumbreras correspondientes.

La planta baja se hallaba perfectamente concluida, y re-matada de yeso negro y blanco, hechas todas las divisiones, [...] solados todos sus pisos de baldosa, hecha a propósito, de pie y cuarto en cuadro, a excepción de la galería donde está el estan-que [...], que está solada de losas de medio pie de berroqueña. Tres crujías formaban galerías en toda su circunvalación, a excepción del espacio ocupado por los zaguanes princi-pales y escaleras. Dos órdenes de pilastras por banda, com-puesta de cepa de mampostería, y desde la superficie [hasta] arriba, [...] de albañilería, formando sus impostas, de las que arrancaban arcos de una a otra, de cuatro pies de grueso, macizas sus enjutas, sujetaban las bóvedas, [...] todas ellas con mucho ámbito y capacidad, como para el destino que se construyeron, de cañones [...] con sus lunetos de obra de tabi-cado y doblado, engatilladas por tirantes de madera, en cada pilastra el suyo. A la mano derecha como se entra se encon-traba el despacho del señor Gobernador; a la izquierda, la

Contaduría y Tesorería, y más allá del cuarto de aquél, el oratorio y capilla. En el centro del espacio ocupado por las manufacturas, había sus respectivos repartimientos para el surtimiento de las fábricas; las prensas estaban en la galería que da vista a Poniente, donde había además otro zaguán y escalera, y un estanque, que servía de lavadero.

La escalera principal, perfectamente concluida, con su barandilla de hierro, comunicaba con el piso alto, levan-tado en toda la circunvalación, utilizado, al parecer, para almacenes y tendederos de lana, exceptuando el cuarto principal que está sobre la fachada principal, destinado para el Gobernador, compuesto por veintiuna piezas, todo él perfectamente rematado, usual y corriente, con los acomodos de chimeneas francesas [y] de guisar. La parte de esta planta empleada para el uso de la fábrica quedó sin concluir, ni jarrar de yeso, ni solar, sin poner puertas yi ventanas. La cu-brición era de armadura de par y picadero en las galerías grandes, y en la del medio, de parhilera, con buenas made-ras, y con sus buhardillas correspondientes para su venteo, [...] toda ella tejada de Teja de la Ribera» (Rabanal Yus, 1974: 272-275).

DESCRIPCIÓN DE LOS TRABAJOSARQUEOLÓGICOS ACOMETIDOS EN EL AÑO 2000

La intervención arqueológica se llevo a cabo durante el mes de mayo del 2000. Los trabajos se concentraron en la zona donde se apreciaba la existencia de restos de las naves industriales construidas en los años 60, propiedad de la sociedad Echeveste y Compañía. Por las características de los restos -pavimentos de hormigón armado y muelles de cargas realizados en el mismo material-, fue preciso el uso de maquinaria pesada, a fin de demoler y despejar estos materiales del solar y acceder a los niveles inferiores, en los que podían ubicarse previsiblemente vestigios significativos de la Real Fábrica de Paños. La secuencia de estos trabajos de demolición se inició en el zócalo norte de la nave Roca, situada al oeste del solar, donde se conservaban elementos arquitectónicos de la antigua Real Fábrica, cifrados en la existencia de gran parte del zócalo de sillería de su fachada norte.

339

La Campaña de 2000

Consecuentemente, fue necesaria una primera fase de retirada de las plataformas de hormigón existentes, así como de los muros de los muelles de carga que que-daban como testigos del uso industrial del solar durante los últimos años. Estas labores se realizaron de forma in-tensiva en la nave situada al oeste del solar y en el frente norte de todo el complejo industrial.

Una vez despejado el solar, se eligieron varias zonas para la apertura de áreas de trabajo, la mayoría de ellas situadas al oeste de las naves, a fin de delimitar la facha-da de la crujía occidental de la Real Fábrica. El resto de

las áreas se situaron en zonas donde se presumía de la existencia de elementos arquitectónicos determinados, como el estanque central en el patio, representado en varias planimetrías históricas, o la apertura de un área para intentar localizar el muro de cierre de la crujía nor-te del edificio.

Otra área de trabajo fue determinada por los restos del zócalo de la fachada norte de las naves. En ella pudo observarse, en el reconocimiento visual previo a los tra-bajos, la existencia de elementos constructivos origina-les. En esta zona los trabajos consistieron en desconchar

Figura 1 - Situación del solar en el parcelario de San Fernando de Henares

340

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

todo el frente del citado zócalo con el objeto de docu-mentar los citados elementos y determinar su estado de conservación.

Los trabajos en las áreas abiertas se desarrollaron en varias fases. La primera de ellas fue la excavación del de-pósito acumulado durante el proceso de destrucción del edificio bajo el cual se encuentran los restos “in situ” del edificio. Posteriormente, una vez terminada la fase de excavación y delimitados los elementos pertenecientes a la fábrica, se procedió a una limpieza e identificación de los mismos para su documentación fotográfica y pla-nimétrica.

ÁREA 1000

Su apertura se motivó por la presencia de elementos arquitectónicos identificados al comienzo de los trabajos como pertenecientes a la Real Fábrica, concretados en sillares del zócalo de la fábrica. Tales evidencias, unidas a su ubicación en el solar, deberían permitir la identifi-cación de la esquina Noroeste del edificio histórico. Se trabajo en un área aproximada de 203 m²., documen-tándose elementos pertenecientes a su planta baja. Del examen de la cimentación de la fábrica, conservada en este área prácticamente completa, ha permitido el regis-tro de su composición y medidas. Los tabiques interio-res se han perdido completamente, a excepción de los escasos restos documentados. Los solados, conservados parcialmente, se identifican como propios delos Siglos XVIII y XIX, definiéndose varios tipos, todos ellos en loseta cerámica.

A partir del registro realizado se han podido iden-tificar una serie de elementos arquitectónicos relacio-nados con la fundación y posterior abandono de la Real Fábrica de Paños, así como de la ocupación posterior del solar para su uso industrial.

El edificio original sufrió a lo largo de su historia una serie de reformas, sobre todo interiores, debido a los distintos usos a los que se destinó. Los elementos es-tructurales diferenciados en esta área corresponden fun-damentalmente a su primera época: cimentación, zócalo de sillares de piedra caliza y parte de los pavimentos in-teriores, y ventana con derrame interno documentada.

Figura 2 - Situación de las áreas

Figura 3 - Área 1000. Unidades

341

La Campaña de 2000

Posteriormente y relacionado con un nuevo uso del edi-ficio, se acometen una serie de reformas que consisten fundamentalmente en una nueva distribución del espa-cio interior y la necesidad de crear un nuevo acceso al edificio en su esquina NO. Estas reformas pueden estar relacionadas con el espacio definido como hospital que aparece en la hoja kilométrica de 1860/70. Los elemen-tos registrados de este periodo corresponden fundamen-talmente a restos de la división interior y pavimentos del referido hospital. Es quizá durante este periodo cuando la ventana descrita anteriormente es cegada.

El edificio se deteriora por su abandono tras 1939. A partir de estas fechas sufre una expoliación de sus ma-teriales para su reaprovechamiento en otras construc-ciones. De este periodo data la interfase de destrucción de parte de la cimentación hallada en esta área, sobre todo en su esquina NO. Al mismo tiempo, se forma el depósito con los restos de materiales no aprovechables, además de los usualmente formados en el proceso de deterioro natural de un edificio en ruinas (amontona-mientos producidos por derrumbes).

La construcción de las naves industriales en la dé-cada de 1960 supuso un acondicionamiento del terreno para su nuevo uso, nivelando los terrenos y aprovechan-do buen número de las estructuras del antiguo edificio. Este es el caso de los restos de fachada norte de la Real Fábrica, aprovechada como zócalo de la nave industrial.

ÁREA 2000

Este área se ubica al oeste de la misma nave indus-trial, coincidiendo con el eje E-O del solar. El objetivo de los trabajos era la localización del acceso a la fabrica por su crujía oeste. La superficie abierta -aproximada-mente 183 m² -, se encontraba afectada por diferentes elementos estructurales de la nave industrial. Durante los trabajos se documentaron varias unidades estructu-rales pertenecientes a la Real Fábrica.

En este área se han podido identificar dos vanos abiertos desde una estancia definida por un suelo rea-lizado con grandes losas de granito labrado, alguna de

Figura 4 - Vista del suelo en el área 1000

342

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

ellas con perforaciones y ranuras de escasa potencia. Es-tas perforaciones y ranuras debieron estar relacionadas con la instalación de algún tipo de maquinaria pesada de uso industrial. El acceso a este cuarto se realiza desde el interior de la fábrica, pasillo o habitación, y desde el propio zaguán de entrada, al estar en un nivel superior a la superficie de uso de la planta baja dÁe la fábrica. Esta habitación, realizada con posterioridad a la fundación de la fábrica, fue reaprovechada para distintas funcio-nes. Esto se constata al registrarse la inutilización de las perforaciones descritas anteriormente. La posterioridad de su construcción puede observarse en su lado este, principalmente bajo los restos de la escalera de acceso, donde se aprecia suelo y nivel de uso anterior, y sobre el cual se ha acometido la construcción de la nueva fábrica. Este extremo también se constata en los restos de su acceso desde el zaguán.

La cimentación y muro de fachada presenta un claro nivel de destrucción/expoliación de los sillares del zó-calo así como de los materiales de la propia cimentación seguramente a partir del abandono del edificio tras la Guerra Civil de 1936.

Al norte del zaguán, afectada por una tubería de fibrocemento de la nave, se localizó una gran vasija en-terrada en un suelo de guijarros, la cual poseía fábrica de ladrillos determinando su boca. En el resto del área se ha podido documentar restos de tabiquería interior y suelos (cerámica, guijarros y granito). Todos estos ele-mentos se encuentran muy deteriorados y en gran parte perdidos, quedando restos de poca entidad.

ÁREA 3000

Situado al SO del solar, abarca una superficie cer-cana a los 197.50 m². El objetivo de la apertura de esta área fue localizar la esquina SO de la fábrica y documen-tar los restos del interior del edificio en este punto.

El la excavación del área 3000 se ha podido cons-tatar la expoliación total del muro y cimentación sur de la fábrica, quedando únicamente como testigo de su ubicación y desarrollo, la zanja de cimentación/expolia-ción. Esta actividad provocó un corte en la cimentación y muro oeste de la fábrica al tiempo que afecto a otros

Figura 5 - Área 2000. Unidades

Figura 6 - Vista general del área 2000.

343

La Campaña de 2000

elementos estructurales del edificio. Si comparamos el grado de conservación con las demás áreas, el suelo de ésta se ha conservado casi en su totalidad, definiéndose distintos espacios delimitados por marcos de loseta ce-rámica y pilares. Cabe destacar en uno de estos espacios la presencia de agujeros, aberturas y otros elementos, que indican la huella de una determinada actividad, fa-bril relacionada con la manufactura textil, o bien de uso doméstico.

ÁREA 4000

El objetivo que se pretendía con la apertura de esta área, de una extensión aproximada de 77 m²., era la lo-calización y documentación de los restos de la fuente/estanque que tenía la Real Fábrica de Paños en el centro de su patio interior. Las unidades registradas en este área corresponden a los restos de la citada construcción, de

Figura 7 - Área 3000. Unidades

Figura 8 - Vista general del suelo en el área 3000

344

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

la que apenas se ha preservado el muro perimetral de la-drillo en aparejo a sardinel. Su forma y límites han podi-do definirse a partir de los restos de suelo interior. Junto a estos elementos se han registrado otros relacionados con el suministro de agua y diseño de su estructura exte-rior (esto, es, unidad 4013, que podría estar relacionado con un pilón o elemento similar). La forma y estructura del estanque se corresponde con la dibujada en la Hoja Kilométrica de 1860. La fuente/estanque fue expolia-da o destruida con anterioridad a la construcción de las naves industriales, y, como en el caso de las estructuras registradas en otras áreas, en periodos posteriores a la Guerra Civil de 1936.

ÁREA 5000

Este área se corresponde a la franja de limpieza rea-lizada en el frente norte de las naves, que coincide con la fachada de la fábrica. Como ya se ha comentado, los restos de la antigua construcción eran apreciables en este lugar, ocultos por un grueso revestimiento de la-drillo y enlucido de cemento. Los trabajos consistieron en desconchar esta capa a lo largo de su frente y lim-piar la superficie de coronación de los restos del muro para registrar su grosor, técnica constructiva y estado de conservación. Una vez concluidos los trabajos, pudo apreciarse que tanto la cimentación como el zócalo de la fachada norte de la fábrica estaban poco afectada por la construcción de las naves, manteniéndose a lo largo de todo el frente excepto en las zonas de los muelles de carga y en su extremo sur, donde fue cortado durante los trabajos de construcción del Ayuntamiento. En este sector se practicó una ampliación para documentar la potencia de la cimentación y el estado del suelo exterior de la fábrica, recuperando restos de un pavimento de cantos rodados que rodearía la mayor parte del edificio. También se pudo observar cómo la cimentación presen-ta al exterior una estrecha zarpa.

Los restos recuperados en este área pertenecen a la continuación del muro norte de la fábrica descubiertos en el área 1000 y seccionados por la construcción de los muelles de carga de las naves industriales y otras estruc-turas de acceso a las mismas. Las características estruc-

Figura 9 - Área 4000. Unidades

Figura 10 - Vista del área 4000.

345

La Campaña de 2000

Figura 12 - Vista del suelo en el área 1000

Figura 11 - Área 2000. Unidades

346

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

turales son idénticas a las comentadas o descritas para el área 1000. Destaca la localización de una pieza caliza (5013), único resto de la entrada norte de la RF. Aquí se ha conservado parte del muro de ladrillos de la fachada, al mismo tiempo que se ha podido registrar el nivel de uso exterior, realizados con losas de granito y guijarros.

ÁREA 6000

Este área se definió con el propósito de localizar la posición del muro posterior, fachada interior de la crujía norte. Para ello se acometió desde el muelle de carga de las naves una zanja hacia el este.

En ella se ha podido registrar la expoliación de la cimentación en esta zona dejando como testigo, como en el caso del área 3000, la zanja de cimentación/expoliación, posteriormente rellena con materiales de desecho.

CONCLUSIONES

Finalizada la documentación de las áreas abiertas, ha podido constatarse la existencia de restos de la antigua Real fábrica, ubicando y delimitando su planta dentro del solar. A la vez, se han documentado elementos es-tructurales pertenecientes a las divisiones internas y ex-ternas del edificio.

Los muros de las crujías se encuentran arrasados y expoliados, quedando como único testigo de su estruc-tura la fachada norte, en la cual se ha recuperado parte del zócalo realizado con sillares de piedra caliza y que forran el muro realizado con sílex y cantos rodados, pre-sentando la misma composición que la cimentación. Las caras interiores de los muros están revestidas con una capa de revoco cara vista.

Los restos de suelo recuperados presentan notables grados de deterioro en algunas zonas, aunque en ocasio-nes, como en el caso del área 3000, se apreciaun mejor estado de conservación. Las divisiones de los espacios internos del edificio han desaparecido en su totalidad, quedando escasos restos “in situ”. La superficie de uso en el exterior de la fábrica, recuperada en parte, permite localizar la composición y disposición, como se detalla en el pavimento de guijarros documentados en el área 5000.

Se han podido definir algunos accesos interiores y exteriores de la fábrica, concretamente la entrada a la misma en su fachada oeste. También se han localizado y documentado vanos abiertos en los muros norte y oeste, que corresponde a ventanas de la planta baja del edificio.

Tanto en el área 2000 como en la 3000, se ha podido registrar elementos que pueden estar relacionados con la maquinaria y/o elementos de la manufactura textil, no descartando otro tipo de función que este relaciona-da con la infraestructura y organización de este edificio.En resumen, las estructuras originales encontradas en las seis áreas excavadas pertenecen a la Real Fábrica de Paños de San Fernando, edificada entre 1746 y 1749. La composición de sus aparejos y disposición de sus es-tructuras nos hablan de un edificio que posee un notable grado de homogeneidad, en el que, lamentablemente, se

Figura 13 - Área 6000. Unidades

347

La Campaña de 2000

constatan secuencias cíclicas de uso y destrucción. Gran parte de los distintos pavimentos pertenecen a utiliza-ciones posteriores del edificio tras 1749, bajo los usos de hospicio de pobres y fábrica de manufacturas de algo-dón. A la postre, la última, -y definitiva- destrucción de los elementos constructivos del edificio se deben a una demolición parcial tras la Guerra Civil, seguida de un proceso de ruína y reaprovechamiento de su materiales. La ocupación posterior del solar por naves industriales, producida entre 1960 y 1963, gracias a que se ciñó a las líneas de fábrica del edificio originario, y merced a la estructura constructiva de estas naves (disposición de tablero sobre estructuras originarias y rellenos de arenas, material de derribo y zahorra), ha permitido la preservación de los restos constatados en la excavación arqueológica.

El resto de la Real Fábrica de Paños, por la dispo-sición de los vestigios hallados, se encuentra en su casi totalidad bajo el nivel de suelo. No obstante, no puede determinarse el estado de conservación de los mismos, pues el grado de destrucción y expolio constatados en algunas áreas dificultarían en grado notable su manteni-miento. Es muy recomendable, en todo caso, hacer ex-tensiva la constatación de su existencia de forma similar a la realizada en las seis áreas excavadas. En todo caso, debe hacerse hincapié que, junto a los restos conserva-dos y los ya integrados en el edificio del Ayuntamiento actual, constituyen los últimos vestigios de la Real Fá-brica de Paños de San Fernando, una magna construc-ción del Siglo XVIII y que debe servir para perpetuar la memoria histórica del municipio en un futuro.

Ficha técnica:

Realización de la excavaciónTrabajos de Arqueología y Restauración, S. L.

Director de la excavaciónGregorio Ignacio Yáñez Santiago

Arqueólogos colaboradoresEduardo Moreno Lete y Miguel Contreras Martínez

Historiador Francisco José Marín Perellón

Coordinación y supervisión científica y técnica Antonio Méndez Madariaga (Dirección General del Patrimonio Histórico-Artístico, Consejería de Educación y Patrimonio Histórico, Comunidad de Madrid).

BIBLIOGRAFÍA

RABANAL YUS, A. (1974): “Noticias sobre el Real sitio de San Fernando y sus Reales Fábricas”. Anales del Instituto de Estudios Madrileños. X. pp. 257-294.

RABANAL YUS, A. (1983): El Real Sitio de San Fernando. Historia, Arte y Urbanismo. Madrid.

La última intervención arqueológica realizada sobre la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares, a cargo de Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A. (AUDEMA) y bajo la dirección de Ernesto Agustí, vino derivada de dos proyectos constructivos. Por un lado, la construcción de la estación 7 de la prolongación de la línea 7 del Metro de Madrid a Coslada y San Fernando de Henares, quedando englobado en la línea denominada METROESTE, promovida por MINTRA (Madrid, infraestructuras para el transporte) y ejecutada por DRAGADOS. Por otro lado, el proyecto de construcción de un nuevo edificio en forma de U que engloba las trazas del antiguo edificio y enmarca el solar en sus fachadas a las calles Coslada, Gonzalo de Córdoba y las medianerías posteriores de la calle Cañada, se situaría en la zona exterior a los restos de la Real Fábrica, y cuya zona interior quedará convertida en plaza pública, promovido por la EMS (Empresa Municipal del Suelo) de San Fernando de Henares. Las excavaciones arqueológicas han permitido documentar el uso y abandono del edificio durante más de dos siglos. Los datos obtenidos facilitan nuevas lecturas de este tipo de instituciones en la época de la Ilustración, así como conocer los procesos de industrialización en nuestro país.

Vista general del área excavada

III.4. La Intervención Arqueológica de 2005-2007

Auditores de Energia y Medio Ambiente S.A. (AUDEMA)

351

La Intervención Arqueológica de 2005-2007. Introducción

INTRODUCCIÓN

La intervención arqueológica realizada en la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares vino motivada por la confluencia en el espacio que ocupaba de dos proyectos, uno de obra civil y otro de edificación. Por un lado, la construcción de la estación 7 de la prolongación de la línea 7 del Metro de Madrid a Coslada y San Fernando de Henares, quedando englobado en la línea denominada METROESTE, promovida por MINTRA (Madrid, infraestructuras para el transporte) y ejecutada por DRAGADOS. Por otro lado, el proyecto de construcción de un nuevo edificio en forma de U que engloba las trazas del antiguo edificio de la fábrica y enmarca el solar en sus fachadas a las calles Cos-lada, Gonzalo de Córdoba y las medianerías posteriores de la calle Cañada, que se situaría en la zona exterior a los restos de la Real Fábrica. El antiguo patio de la misma quedará convertido en plaza pública. El proyecto de edificación promovido por la EMS (Empresa Municipal del Suelo) de San Fernando de Henares y ejecutado por GRUPO DICO.

Los trabajos de arqueología fueron desarrollados por el Departamento de Arqueo-logía, Paleontología y Recursos Culturales de AUDITORES DE ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE. Los primeros trabajos comenzaron en Enero de 2005, finalizando la última campaña en diciembre de 2007. Estos tres años de trabajos en los que ha participado un equipo interdisciplinar de más de cien personas han sido coordinados por Jorge Morín de Pablos, mientras que las campañas de excavación han sido dirigidas por Ernesto Agustí García, con el apoyo del estudio de las fuentes documentales de María Laura Cantallops Perelló. La campaña del año 2005 con una codirección de Fracisco José López Frai-le; la del 2006, siendo codirectores José Antonio Gómez Gandullo y María Hernández Martínez y, por último, la del 2007, por José Antonio Gómez Gandullo y José Manuel Curado Morales. Los trabajos paleontológicos fueron coordinados por Alejandra Alarcón Hernández, mientras que la dirección corrió a cargo de Margarita Corrochano del Pino, Vanesa Dones García, Rosario Alcalde Fuentes y César Arango Ollero. Finalmente, la asesoría geológica estuvo a cargo de Fernando Tapias Gómez y Daniel Regidor Ipiña.

Jorge Morín de Pablos

Director del Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales

Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.

Aspecto de la excavación y del registro arqueológico correspondiente

352

III.4.1. Metodología

Ernesto Agustí García, José Antonio Gómez Gandullo Jorge Morín de Pablos y Francisco J. López Fraile

Auditores de Energia y Medio Ambiente S.A.

354

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

INTRODUCCIÓN

La intervención arqueológica en el antiguo solar que ocupaba la Real Fábrica de Paños de San Fernando ha sido sumamente compleja debido al gran número de es-pecialistas que ha participado en las diferentes fases y su duración, más de tres años. Se efectuaron tres campañas de excavación que consistieron en la excavación manual de toda el área afectada por la construcción de la esta-ción de la línea 7 y todo el perímetro de las viviendas del entorno de la plaza. La campaña de 2005 se centró en el sector más meridional del patio y la nave occidental de la Real Fábrica. La intervención de 2006 se ciñó al perímetro exterior de la Real Fábrica, que estaba ocu-pado por una serie de instalaciones industriales ligadas a los trabajos de la misma, como era la presencia de una chimenea de vapor. La última intervención hasta la fecha se centró en el patio de la fábrica, localizándose la fuente que estructuraba el espacio, así como diversos estanques y canalizaciones. También se excavó parte de la nave oc-cidental y septentrional. Queda pendiente la excavación total del patio de la Real Fábrica cuando se lleven a cabo los trabajos de acondicionamiento de la plaza.

De forma paralela a los trabajos de excavación en área se ha desarrollado un programa de seguimiento ar-queopaleontológico, en el que se han localizado restos faunísticos del Pleistoceno Medio y Superior.

EL SISTEMA DE REGISTRO: BASE DE DATOS, DIBUJO, FOTOGRAFÍA Y VIDEO

La excavación en las tres campañas se efectuó en área, siguiendo el método propuesto por E. C. Harris tras sus trabajos en Winchester (Harris: 1979, 1991 y 1992), posteriormente adaptado por Carandini en yaci-mientos clásicos (Carandini: 1976 y 1981), y en estos últimos años complementado por las investigaciones de M. O. H. Carver sobre yacimientos urbanos (Carver: 1979 y 1981), así como los trabajos de J. M. Solías Arís, J. M. Huélamo Gabaldón y J. Coll Conesa en el edificio de la Inquisición de Cuenca (Solías Arís et alii: 1990), cuyas fichas de trabajo son las utilizadas con ligeras mo-dificaciones. Dicha metodología encuentra su base fun- Figuras 1 a 4 - Trabajos de excavación en área

355

La Intervención Arqueológica de 2005-2007. Metodología

damental en el registro sistemático, con posibilidad de informatización, de los datos cualitativos de toda unidad estratigráfica, entendiendo como tal cualquier elemento identificable de la realidad. La ventaja principal del sis-tema de Harris consiste en la posibilidad de conversión de los datos cualitativos recogidos en el campo en datos cuantitativos, y es a partir de esa cuantificación de las unidades estratigráficas de donde sale una definitiva re-lación ordenada de las mismas en una matriz o diagrama de secuencia que pretende reflejar el funcionamiento y evolución de un yacimiento a través de las diferentes etapas cronológicas.

La base de datos

La documentación utilizada para la recolección de datos en la excavación arqueológica fue realizada sobre una base de datos que incluye una serie de fichas elabo-radas en 1983 por el equipo Baix Llobregat del Pla de l’Atur de la Generalitat de Catalunya. Además, y dado que se trabajaría sobre un determinado tipo de recintos independientes, se creó una ficha de ámbito con el fin de recoger datos específicos de los mismos. En total se realizaron tres fichas de excavación: Ficha de diario, de unidad estratigráfica y de ámbito. Figura 6 - Elaboración de la Base de Datos

Figura 5 - Toma de datos en fichas de excavación

Figura 7 - Ejemplo de matriz / diagrama Harris

356

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

1. Ficha de Diario

La ficha de diario recoge de manera sistemática los trabajos realizados en cada jornada de excavación. La ca-becera es muy similar a la ficha de Unidad Estratigráfica, que veremos a continuación, viéndose complementada en las dos rúbricas siguientes con los datos personales de las personas responsables del trabajo de campo y con la rela-ción de las fichas U.E. que se elaboren ese día. Sigue un detallado informe en el que se describen cuantos datos y observaciones se consideren de importancia, incluyendo los detalles a primera vista no valorados en principio; así como, las interpretaciones iniciales y sugerencias sobre lo que se está excavando. Después del epígrafe correspon-diente al material aparecido en la jornada de trabajo que merezca una primera estimación, finaliza la descripción con la documentación gráfica habitual, y en el caso de toma de muestras, con el fin de posteriores análisis físico-químicos en el laboratorio, el registro de las mismas.

2. Ficha de Unidad Estratigráfica

La ficha U.E. se refiere a la documentación de cada unidad estratigráfica, es decir, cualquier elemento iden-tificable de la realidad, tanto estratos, capas o niveles, que se señalarán con un número inscrito en un círculo, como elementos debidos a la creación humana, ya sea por construcción, ya por denudación, que se anotan en el interior de un cuadrado. En el encabezamiento de la ficha se anotan los datos principales referentes al lugar, cam-paña, cata, etc., que precederán a la información subsi-guiente. De forma previa a la definición de composición de la unidad (apartado en el que se describe de manera minuciosa el aspecto visible, cualidades y características de la misma), existen tres espacios en los que se anota cuanta información gráfica existe sobre el elemento o unidad estratigráfica. Al epígrafe “Composición” suceden los referentes a la situación espacial de la unidad, en re-lación con otros estratos o elementos del conjunto de la carta arqueológica. De las observaciones sobre el terre-no, puede extraerse una interpretación inicial que tras un riguroso estudio de laboratorio se verá o no confirmada o ampliada. Los cuatro espacios finales completarán la información que nos ofrece la excavación de la unidad, señalando en la última de ellas las fichas de inventario que se obtengan en el laboratorio sobre los materiales exhumados, de los cuales los más representativos debe-

rán anotarse durante la elaboración de la ficha en su casi-llero o epígrafe correspondiente.

3. Ficha de Ámbito

La ficha de ámbitos se refiere a cada uno de los distin-tos recintos que han podido identificarse en el curso de la excavación, con el fin de individualizarlos y que pueden hacer referencia a diferentes espacios de habitación, con diversas posibilidades de uso. Como en casos anteriores, la ficha de ámbitos comienza con una serie de epígrafes que aluden a los datos generales de la intervención (exca-vación, localización, yacimiento, sector, corte, etc.) para después centrarse en los aspectos concretos, que plan-tea la excavación de los ámbitos. En primer lugar, pasan a describirse cada uno de los elementos que conforman los distintos ámbitos, esto es, las estructuras de sustenta-ción, pavimento, cubiertas, etc. que se han documenta-do durante la intervención. Posteriormente, atendiendo a los datos proporcionados por la técnica constructiva o que suministra la propia excavación, se adelanta una interpretación de la posible funcionalidad de cada uno de los ámbitos, así como una cronología de los mismos. Por último, la ficha se acompaña de una serie de datos informativos que hacen referencia a la documentación que se ha realizado sobre el particular, hablamos de la recogida de muestras (detallando el tipo de éstas: granos, maderas, tierra, etc.) e información gráfica (planimetría de cada ámbito, alzados y fotografías). Este último punto es especialmente importante, siendo preciso contar con una buena planimetría de todos los ámbitos en la que se indiquen los detalles de interés de cada uno de ellos. No menos importante es la documentación gráfica que se extrae de la excavación; ésta puede ser decisiva a la hora de interpretar diferentes aspectos a posteriori, destacan-do sobre todo:

El dibujo de campo

La excavación arqueológica en extensión es la fase de la intervención que ha generado una mayor cantidad de documentación gráfica, ya que se han dibujado a es-cala 1:20 más de 13.200 m2. Se ha elaborado un dibujo de tipo “tradicional” sombreado con lápiz de grafito, que ha sido escaneado y tratado digitalmente con programas

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de diseño gráfico. Se han realizado dibujos de las estruc-turas (muros, derrumbes, canalizaciones, etc.), además de las planimetrías de localización topográfica, incluida la ubicación de cimentaciones y otros elementos estruc-turales. No obstante, esta documentación que antes po-día resultar totalmente completa y correcta se ha visto complementada por la utilización de los nuevos sistemas de documentación en 3D. Incluso se puede llegar a ob-tener mayor cantidad de datos, revirtiendo en la calidad de la información del registro documental. Las nuevas tecnologías, nacidas de otras disciplinas como la Topo-grafía o la Geografía, comienzan a utilizarse de manera cada vez más habitual en el seno de la Arqueología. La Fotogrametría de un lado, y el empleo de escáneres de 3D, por otro, han revolucionado la forma de entender la metodología de documentación arqueológica. La ca-lidad del registro ha mejorado de manera considerable gracias a las posibilidades de visionado del 3D y la reso-lución de las imágenes. Se pueden extraer cuantas vistas

se deseen: plantas, alzados, secciones, perspectivas, etc. con texturas y color que imitan fidedignamente la rea-lidad. Este sistema de dibujo se utilizó para documentar la fragua-chimenea que ocupaba la esquina suroeste de la Real Fábrica.

Figura 8 - Dibujo arqueológico de campo

Figura 9 - Dibujo arqueológico de campo. Detalle de la zona de prensado en la nave oeste

La Intervención Arqueológica de 2005-2007. Metodología

Figuras 10 a 13 - Ejemplos de diferentes técnicas de dibujo y presentación de la información estratigráfica

Figuras 14 y 15 - Modelo 3D (textura alámbrica y fotográfica) de la chimenea

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

Figuras 16 a 18 - Fotografias aéreas al princípio de la interven-ción, durante los trabajos de excavación y al final de los mismos

Figuras 19 - Fotografia en blanco y negro

Figuras 20 y 21 - Fotografias térmicas

Figuras 22 y 23 - Grabaciones en vídeo digital

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La documentación fotográfica y vídeo

En cuanto a la documentación fotográfica, se han realizado fotografías de todas las unidades estratigráficas de la intervención, así como fotografías de detalle de los elementos más representativos. La documentación se ha realizado en formato digital y fotografía analógica -papel color, blanco/negro-. Indicar que también se realizó un reportaje utilizando una cámara térmica para localizar las canalizaciones subterráneas, éste realizado por el Es-tudio de fotografía de José Latova. Finalmente, señalar que se realizaron tres vuelos de fotografía aérea utilizan-do un globo aerostático, así como una plataforma eleva-dora para un reportaje general, también realizado por el estudio de José Latova.

De forma paralela a la documentación fotográfica se grabó en vídeo digital (Formato 16/9) la totalidad de los trabajos arqueológicos. Este trabajo de documenta-ción fue realizado por Sonia Jaque Ovejero. Las imáge-nes obtenidas han servido para elaborar un documental que muestra los trabajos realizados –Próxima Estación San Fernando- y un largometraje –Meeting point o días de cam-po- que habla del encuentro de un grupo de personas con inquietudes e intereses diferentes reunidos en la excavación de la real fábrica –arqueólogos, ingenieros, arquitectos, políticos, peones, vecinos, etc.

LA TOMA DE MUESTRAS

La práctica de la arqueología actual se ha convertido en un proceso en el que participan diferentes especia-listas procedentes de todas las disciplinas. La práctica arqueológica basada en una arqueología objetual ha sido sustituida por una metodología más rigurosa con el pro-pio registro arqueológico. En este sentido, hay que seña-lar que el proceso de excavación supone una destrucción del propio yacimiento por lo que la intervención debe contemplar la recogida de todo tipo de muestras para ser procesadas en laboratorio.

Esta práctica es habitual en las excavaciones de pre-historia o protohistoria reciente y deben ser incorpora-das de la misma manera a la práctica de la arqueología moderna y contemporánea.

En la Real Fábrica de Paños de San Fernando se recogió la totalidad de la fauna que se individualizó por U.E., dentro de bolsas adecuadas para su conservación. También se cribó una muestra importante del sedimento para la localización de la microfauna. El estudio faunístico fue realizado por José Yravedra Saínz de los Terreros. En este sentido, señalar que durante el seguimiento paleontológico de los movimientos de tierras se localizaron más de un centenar de restos de macrofauna, que han sido restaurados y estudiados por Alejandra Alarcón y José Yravedra. También se realizó un programa ambicioso de toma de muestras micropaleontológicas, que han dado resultados positivos.

En la Real Fábrica también se tomaron muestras po-línicas, que buscaban dos objetivos. Por un lado, la posi-bilidad de poder reconstruir los jardines o la vegetación

Figuras 24 y 25 - Foto y consolidación de hallazgos de fauna

La Intervención Arqueológica de 2005-2007. Metodología

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existente en el patio. Por otra, se tomaron muestras de los niveles pertenecientes al Pleistoceno Medio y Supe-rior para reconstruir el ambiente; a estos datos hay que sumar los obtenidos en el análisis palinológico y de la microfauna.

En el transcurso de los trabajos se recogieron mues-tras de maderas para su estudio antracológico, labor de-sarrollada por Ethel Allué. Finalmente, señalar que se flotó parte del sedimento para la localización de semillas y otros elementos orgánicos. Quedan pendientes la rea-lización de análisis de los morteros para confirmar las diferentes fases de ejecución de los trabajos, así como de fitolitos para averiguar los contenidos de las vasijas.

EL TRATAMIENTO DE MATERIALES MUEBLES

Los trabajos de tratamiento de datos y materiales extraídos en la intervención arqueológica se realizaron en un espacio adecuado en las cercanías de la obra, siem-pre que las condiciones de seguridad lo permitieron.

Un trabajo realmente importante es el proceso por el cual los objetos se individualizan por U.E. dentro de bolsas adecuadas para su conservación y transporte, di-ferenciadas por tamaño, material, fragilidad, singulari-dad. Cada bolsa/caja lleva su identificación básica (To-pónimo, código de intervención, sector, área, ámbito y número de U.E.).

La cerámica se guardó en bolsas de plástico de di-versas dimensiones, y éstas dentro de cajas normaliza-das, siendo muy importante la consigna de que no se transportaría ninguna bolsa que no estuviera dentro de su caja correspondiente.

Respecto al material constructivo se cuantificó en la excavación y sólo se guardó una muestra significativa,

o bien aquellas piezas que tenían alguna singularidad. Se trata casi siempre de canalizaciones, losetas y ladrillos.

En cuanto al metal, el vidrio y la materia orgánica trabajada, se individualizaron pieza a pieza todos estos materiales y se introdujeron dentro de bolsas de cierre hermético.

Dentro de toda intervención arqueológica se debe de proceder a que todo objeto que pueda sufrir alteraciones post-extracción sea restaurado para su conservación y así se ha realizado en la excavación de la Real Fábrica de San Fernando.

Figuras 28 y 29 - Recogida de muestra de madera de una de las vigas de apoyo al techo de la Fábrica

Figura 27 - Recogida de una columna de muestras polínicas

Figura 26 - Fotos y reconstrucciones 3D de granos de polen. Reconstrucciones de Francisco López Fraile.

Columna izquierda: Ericaceae (Arbutus unedo): Madroño; Asteraceae; Pteridófito, Espora trilete: Helecho; Nymphaea-ceae (Nymphaea): Nenúfar.

Columna derecha: Asteraceae; Chenopodiaceae / Amaran-thaceae; Asteraceae; Chenopodiaceae / Amaranthaceae

La Intervención Arqueológica de 2005-2007. Metodología

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

La idoneidad de los productos de conservación a utilizar y la metodología de aplicación fue establecida de acuerdo con los criterios de de conservación-restaura-ción vigentes en la normativa legal, así por ejemplo se puso especial cuidado en el respeto de los criterios de reversibilidad, documentación, etc.

Referente a la limpieza y siglado de los objetos, in-dicar que se ha realizado la limpieza de todo el material arqueológico extraído. Aquellos materiales que, por ra-zón de su constitución o fragilidad (materia orgánica, hueso trabajado, metales, vidrio, piedra, pintura mural, mosaico, etc.), necesitaban de un tratamiento de con-servación específico, se fijaron unos criterios de actua-ción establecidos de acuerdo con los técnicos del Museo Arqueológico Regional. Asimismo, se siglaron todas las piezas y restos extraídos en el yacimiento, indicando el número de código, la referencia estratigráfica y el nú-mero de la pieza; el siglado se realizó con tinta china sobre una cartela de resina acrílica, del tipo Paraloid. El siglado es una herramienta básica en el tratamiento del material arqueológico, pues es el procedimiento ideal para la identificación de las piezas en el museo, tanto por los técnicos del museo, como por parte de los estudiosos que quieran trabajar en el futuro sobre los materiales.

Referente al almacenaje definitivo del material ar-queológico, cuando éste ya estaba limpio, inventariado y siglado se guardó para su almacenaje definitivo; la cerá-mica se guardó por U.E., y dentro de cada U.E. por tipos cerámicos. Las formas se separaron en bolsas diferencia-das de los fragmentos informes; si las U.E.’s no contaban con muchos artefactos se guardaron más de una U.E. por caja, indicándolo en la etiqueta correspondiente; los metales, el vidrio y la materia orgánica se guardó en contenedores herméticos de plástico, para mantener las condiciones de conservación necesarias para cada tipo de objetos; las etiquetas finales se realizaron por orde-nador; los materiales que tengan que ser restaurados tu-vieron un tratamiento individualizado y pasaron a un La-boratorio de Conservación-Restauración, donde fueron sometidos a un tratamiento específico; por otro lado, los materiales que fueron dibujados y que forman parte del catálogo de la memoria definitiva se individualizaron en cajas separadas, con una identificación propia. El dibujo arqueológico de los materiales es una pieza básica para

Figura 30 - Siglado y inventário de hallazgos muebles

Figuras 31 y 32 - Trabajos de restauración / consolidación y dibujo de cerámicas

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la interpretación de las piezas arqueológicas por parte de los distintos investigadores arqueológicos, pues se realiza con unos principios estandarizados aceptados de forma general por la comunidad científica y que facilitan las comparaciones entre materiales, no sólo de nuestra excavación, sino con otras.

Finalmente, el material arqueológico, una vez tra-tado y estudiado, se depositó en el Museo Arqueológico Regional de Madrid.

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Figura 33 - Ejemplos de dibujo de materiales arqueológicos.

La Intervención Arqueológica de 2005-2007. Metodología

Vista general del empedrado y de la fuente

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III.4.2. La Excavación Arqueológica

Ernesto Agustí García, José Antonio Gómez Gandullo Jorge Morín de Pablos y Francisco López Fraile

Auditores de Energia y Medio Ambiente S.A.

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

El conjunto de intervenciones arqueológicas ya se-ñaladas ha permitido estudiar varias estructuras inmue-bles de la Real Fábrica con metodología arqueológica, conociendo aspectos relacionados con la edilicia, la eco-nomía y la vida de sus gentes. En cuanto a la exposición de este tema, no se realizará una exposición descriptiva de cada una de las intervenciones por campañas, algo que podría resultar bastante confuso, especialmente para la ubicación de las estructuras excavadas en el solar por el lector; así, se ha optado por realizar una exposición en la que se diferencian tres ámbitos generales, con in-dependencia de la campaña a la que pertenezcan. Estos ámbitos son: el edificio, el patio y el perímetro exterior de la Real Fábrica.

EL EDIFICIO

La intervención arqueológica se ha centrado en las naves norte, oeste y sur. La nave meridional se excavó a comienzos del 2005, la nave oeste fue excavada en dos fases, la primera a comienzos del 2005 y la segunda en agosto-septiembre del 2007. Finalmente, la nave norte se excavó también en la campaña de 2007.

En vez de realizar una descripción repetitiva de ele-mentos en ocasiones idénticos, como es la propia edili-cia de las naves de la Real Fábrica, se realizará una expo-sición con una definición de la estructura arquitectónica de la Real Fábrica, que es común a todas las naves, para después, en el apartado de cada nave, realizar los co-mentarios que afectan exclusivamente a cada nave.

La excavación arqueológica de la Real Fábrica de Paños ha permitido estudiar la envergadura de la cons-trucción del edificio. En este sentido, hay que señalar que la fachada monumental situada en el lado Este, ac-tualmente la sede del Ayuntamiento de San Fernando de Henares supera los doce metros de altura, también las 3 naves del edificio debían alcanzar esta altura; además éstas medían unos 110 metros de longitud, nos encon-tramos por tanto con una construcción monumental.

Figura 1 - Vista general de la Real Fábrica

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La Intervención Arqueológica de 2005-2007. La Excavación Arqueológica

Figura 1 - Plano de situación

Figura 2 - Planimetría con las distintas campañas de excavación

Figura 3 - Planimetría esquemática de la Fábrica con los principales vestigios documentados en las intervenciones

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

La construcción de la Real Fábrica precisó de un largo proceso de movimiento de tierras, que necesitó de dos duros trabajos. Por un lado, la excavación de sendas zanjas para el muro exterior y el interior del patio. Estas zanjas miden unos 2,30-2,40 metros de ancho por otros 2 m. de profundidad, lo que supuso un movimiento de 347,8 m3. Por otro lado, y no menos importante fue el trabajo de nivelación, sobre todo en la nave norte. Este trabajo supuso el relleno de las irregularidades del terreno, labor necesaria para colocar a nivel el enlosado de la Real Fábrica.

La labor de nivelación supuso en algunos puntos elevar la cota más de medio metro todo el área. Esti-mando como media esta cota, habría supuesto rellenar alrededor de 1.332 m2, unos 666 m3, tan solo en la nave norte. Si entendemos que la zanja exterior precisó un movimiento de tierras semejante al calculado para el in-terior, la tierra de ambas zanjas permitió sin problemas crear una superficie horizontal para todo el suelo de la Real Fábrica.

Esta poderosísima cimentación que se ha definido tan solo en medidas, se completó con un sólido con-glomerado. Hay que recordar que el edificio tenía que sostener paños de 12 metros de altura y que los muros oscilan entre 1 y 1.15 metros de ancho, como cifras más extremas, lo que permite hacernos una idea del disposi-tivo de cimentación que se organizó para sostener unos paramentos de tal envergadura.

Del muro perimetral externo, conocemos muy bien la cimentación que tuvo nuestra Real Fábrica, compues-ta de grandes bloques de silex, alguno de cuarcita, mez-clados de manera anárquica entre sí, trabados con una argamasa de color blanquecino. Esta zapata de cimen-tación era necesaria, teniendo en cuenta la naturaleza geológica del terreno de arcillas muy plásticas y yesos de fácil disolución, hasta el punto que el subsuelo de la Real Fábrica albergaba gran cantidad de cavidades de varios metros de profundidad, creadas por la circulación del agua, como se ha podido documentar en el propio seguimiento del vaciado del solar.

Figura 4 - Detalle de la fosa de cimentación del muro interior de las naves

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Además, la Real Fábrica dispuso de pilares interio-res que en una doble hilera permitieron sostener la te-chumbre. Los pilares de sustentación original estarían realizados sobre una fosa de cimentación, rellena por bloques de sílex y cuarcitas de forma irregular, traba-das con mortero de arena y cal de color blanquecino. En algunos sectores sobre la cimentación de los pilares documentamos el arranque de los pilares, realizados en ladrillo macizo trabado con mortero de arena y cal. La alineación de pilares recreaba un pasillo central que re-partía habitaciones hacia el exterior del edificio y hacia el interior, mirando al patio. El pasillo central quedó separado de las habitaciones, además, por un estrecho tabique de tapial enfoscado, de 18 cm. de media, que ha sido muy bien documentado en la nave oeste, y media-namente bien en la nave norte y sur.

El pavimento, construido con losetas cerámicas, no fue siempre de buena calidad, muchos parches así lo denuncian, los socavones, muy frecuentes, como se ha podido constatar en múltiples puntos del solar, una mala cocción y un constante transporte de la maquina-ría arruinaron con frecuencia el pavimento, que precisó constantes reparaciones. La disposición del pavimento en diagonal, dotó al edificio de un aire distinguido, tanto en los pasillos como en las habitaciones colaterales se aprecia esta disposición del enlosado.

Como ya hemos adelantado el suelo de la nave, está compuesto en su mayoría por baldosas de barro coci-do, de 27 x 27 centímetros; este suelo, se encontraba bastante deteriorado y disgregado, presentando varias reformas, consistentes en reparaciones puntuales reali-zadas bien con el mismo tipo de baldosas o con ladrillo macizo. Las baldosas se asentaban sobre un preparado de arena y cal de color blanquecino.

Es evidente, tanto si se observa el edificio desde el exterior, como si se deambulaba por los pasillos y ha-bitaciones internas, que este era majestuoso y monu-mental. Quedaba claro que el proyecto quería recalcar el papel innovador de la Real Fábrica, con una imagen de esplendor y solemnidad de la industria española; los operarios, muchos de ellos de procedencia extranjera, debían de ser los primeros en conmoverse y motivarse ante el reto que asumían.

Figura 5 - Detalle de la cimentación del muro perimetral externo de la nave

Figura 6 - Nave oeste, pilar 1. Caras norte y oeste

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

Figuras 7 y 8 - Nave Oeste

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Figuras 9 y 10 - Detalles de los “tabiquillos” de la Nave Oeste

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Figura 11 - Detalle del suelo en la nave oeste

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La presencia de bisagras, clavos, escuadras y apliques decorativos de indudable aire dieciochesco, nos habla de las puertas y ventanas de madera que tuvo la estructu-ra. Las bisagras eran alargadas, de hasta 17 cm. Hay que pensar que tanto las ventanas, como las puertas, aunque no se han documentado, debían de ir en consonancia con las dimensiones del resto del edificio.

La clavetería también es muy numerosa. Algunos clavos son especialmente contundentes y muy posible-mente formaron parte de la viguería de la techumbre. No hay datos que permitan ampliar la documentación referente a este aspecto, así que todo parece indicar que ésta fue una estructura muy sencilla, de entramado de madera, un artesonado sencillo. Los clavos más pe-queños localizados en el transcurso de las excavaciones debieron de formar parte del mobiliario de la Real Fá-brica, muebles, puertas, ventanas, estantes, maquinaria (telares) etc.

Las escuadras de gran formato (también de 17 cm.) y los apliques decorativos engalanaban las puertas, do-

tándolas de un aire noble y distinguido. El aplique que conservamos, con un trazado de lazos rematados en vo-lutas, disponía de un tirador o llamador, algo muy co-mún en la época.

Sin embargo, el diseño funcional del edificio no se cuidó en absoluto. Resulta tremendamente desconcer-tante que un edificio de proporciones tan monumenta-les no cuidase de manera fehaciente el abastecimiento de agua, tan necesario para la labor que allí se iba a de-sarrollar. En las distintas naves del edificio no se aprecia una clara conexión con las estructuras hidráulicas, tan numerosas en el patio y tampoco con el exterior. Esta cuestión además se planteó a posteriori y supuso gran-des quebraderos de cabeza para los gestores de la fábri-ca, requiriendo de constantes y frecuentes reparaciones. El diseño del edificio se planteó como el que realizaría un arquitecto de palacios en la época, haciendo hincapié en engalanarlo, pero descuidando lo funcional, aspecto éste que lastraba el edificio desde sus orígenes, máxime, si tenemos en cuenta el uso al que estaba destinado.

Figura 12 - Degradaciones en el suelo de la nave oeste

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

LA NAVE OCCIDENTAL

La intervención arqueológica llevada a cabo entre enero a marzo de 2005 permitió investigar en profun-didad sobre la estructura de la nave más occidental de la Real Fábrica; es decir, la opuesta a la actual fachada del ayuntamiento de San Fernando de Henares, pero los trabajos no se completaron hasta septiembre del 2007 con el desarrollo de trabajos de excavación que docu-mentaban la totalidad de la estructura.

La excavación del ala oeste, puso al descubierto el acceso trasero a la Real Fábrica. Un camino de guijarros denuncia este acceso, que se adentraba parcialmente en la propia nave, se trataba de un suelo encachado compuesto por cantos de cuarcita de pequeño tamaño. Es evidente que este camino fue el acceso de servicio, el que los operarios emplearon comúnmente en su trabajo diario, reservándose la actual fachada del ayuntamiento para otras facetas de la vida de la Real Fábrica, ges-tiones particulares del gobernador y recepción de personalidades.

En el proceso de excavación de esta nave lo primero que se pudo documentar fue que los restos conservados de la Real Fábrica se corresponden a sus últimas reformas y acondicionamientos, la inmensa mayoría del siglo XIX.

Entre las últimas reformas realizadas en el edificio anteriores a la guerra civil (conflicto que dejó en ruinas el edificio), datables a finales del siglo XIX debemos de destacar, sobre todo, las obras de excavación de calzos para el apuntalamiento de las bóvedas del techo de la misma, que han sido muy bien documentadas en el ala occidental.

Estas estructuras de apuntalamiento son muy curio-sas. Consisten en cajas de forma rectangular, realizadas rompiendo el suelo original de la nave, que se revisten de yeso, y colocándose por encima un madero horizon-talmente. En el interior de la caja, que serviría de apoyo a otros dos maderos, estas se colocarían verticalmente y sujetarían otra viga de madera sustentando el techo abo-vedado. De estas cajas de puntales hemos documentado

Figura 13 - Vista general de la nave oeste

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La Intervención Arqueológica de 2005-2007. La Excavación Arqueológica

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cincuenta a lo largo de toda la nave. En el relleno de una de las cajas de puntales y bajo los restos de la viga de madera, apareció una moneda de Alfonso XII con fecha 1879, que nos indica la fecha aproximada del apuntala-miento de la bóveda, indicando ya el mal estado de la misma.

También se ha documentado una prensa, la cual se eleva sobre un podium de unos 50 cm. de altura. El pavi-mento esta constituido por grandes losas rectangulares de granito, elementos que sin ningún género de duda permiten reconstruir el trabajo que se desarrolló en la Real Fábrica.

En esta nave se erigió también en la esquina NW el famoso hospital. Desconocemos sus dimensiones exac-tas, pues el plano no es muy explícito, no dejando claro el cierre del mismo. Nos referimos en concreto a la lon-gitud del hospital. Por otro lado, la anchura del hospital, si puede ser estudiada, es la de una habitación lateral, lo que significa una anchura de 4,80 m. (anchura muro externo-pilar central), a 5,80 (anchura muro externo-tabique del pasillo).

Una curiosa estructura tipo cubeta, se localiza en la zona del hospital. Esta estructura plantea múltiples inte-rrogantes. El primero y más importante, es si fue parte del mobiliario del hospital o por contrario, es una es-tructura independiente. Hay que decir, que la inexisten-cia de materiales en la cubeta ha impedido pronunciarse

acerca de la funcionalidad de dicha estructura, con lo que la pregunta quedará en el aire; en cualquier caso la cubeta es una estructura subterránea, cuya edilicia, sin lugar a dudas antigua, debe datarse entre fines del siglo XVIII y fines del siglo XIX. Una trampilla de apertura permitía cerrar el compartimiento, unos rebajes latera-les lo dejan claro.

Figura 15 - Cubeta. Posible sotanillo o área de almacenaje.

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Figura 14 - Planimetría de la nave oeste

Figura 16 - Acceso a la nave oeste

Figura 18 - Detalle de los apuntalamientos

Figura 17 - Pavimento de prensa

Figura 19 - Zona de emplazamiento del hospital

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LAS NAVES SEPTENTRIONAL Y MERIDIONAL

Los elementos descubiertos en estas dos naves son cuantitativamente de menor relevancia, pero no por ello de menor im-portancia. Quizás lo más interesante sea la documentación en la nave norte de una fase anterior a la construcción de la Real Fábrica que ha permitido documentar los trabajos de nivelación previos a la disposi-ción del pavimento.

Figura 21 - Nave norte. Detalle del suelo de nivelación

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Figura 20 - Planimetría de la nave norte

Figura 23 - Planimetría de la nave sur

Figura 22 - Nave sur. Puede observarse el expolio del muro interior

El nivel de conservación de las estruc-turas es muy deficiente debido a su expo-lio como material de construcción después de la Guerra Civil española. En el caso del muro interior de la nave sur ha sido expo-liado hasta sus cimientos, quedando exclu-sivamente la zanja, que se encontraba col-matada con escombros.

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EL PATIO DE LA REAL FÁBRICA

Obviamente, un edificio de las dimensiones ya men-cionadas, dispuso de un patio de dimensiones no menos monumentales, en el se ubicaron diversas estructuras, que hemos podido documentar entre la intervención de enero-marzo del 2005 y julio-agosto del 2006. Este pa-tio ha sido interpretado tradicionalmente como un espa-cio monumental y como tal cuenta con algunos elemen-tos de este tipo, por ejemplo una fuente. Sin embargo, pronto se le dotó de un espacio funcional para labores de auxilio en la elaboración de paños, colocando pile-tas, como lugar de paso y ocio de los trabajadores de la fábrica.

LA FUENTE

En agosto del 2006, se pudo documentar totalmen-te una estructura que ya había sido analizada al menos parcialmente, en la intervención de enero-marzo del 2005. Sin embargo, la intervención realizada en el 2006 descubrió elementos de gran interés, como el trazado perimetral de la fuente y las conexiones hidráulicas de la misma, que han permitido insertar dicha estructura en la seriación cronológica general.

La fuente disponía de un muro perimetral de la-drillos, unidos con un mortero rosado, su disposición a tizón vertical, evidencia el interés que los constructo-res se tomaron en reforzar una construcción, que debía de aguantar fuertes presiones, este muro además, contó con una cimentación de grandes bloques de silex; asi-mismo, el muro de ladrillo recibió varios enfoscados para impermeabilizar la estructura; el enfoscado de ar-cilla rosada, es contemporáneo a la propia construcción de ladrillo, no ocurre lo mismo con el enfoscado de ce-mento, que debemos de datar en algún momento inde-terminado del siglo XX. La base original de la fuente era una plataforma elíptica, con ladrillos cuidadosamen-te colocados, en una estructura ordenada con forma de “espina de pescado”.

Obviamente, la fuente sufrió reparaciones y readap-taciones del uso, la gran cantidad de estructuras hidráuli-cas anejas a la fuente, evidencian un constante replanteo Figura 25 - Vista general de la fuente

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Figura 26 - Planimetría de la fuente

Figura 24 - Planimetría del camino empedrado del patio

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Figura 27 - Detalle de la fuente

Figura 28 - Detalle del suelo de la fuente

Figura 29 - Detalle de las canalizaciones de la fuente

Figura 30 - Final de los trabajos de excavación en la fuente

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del propio empleo de la construcción, seguramente mo-tivado por el colapso de las instalaciones hidráulicas, que como ya sabemos se produjo desde el siglo XVIII. Éste se debía a la mala calidad del agua, por lo que solían quedar cegadas con facilidad. La reparación del siglo XX, trató de revitalizar una estructura que debía de estar fuerte-mente dañada, y las filtraciones probablemente debían de ser notables. Seguramente el abandono era ya consi-derable, con lo que su funcionalidad debió de resentirse y ello explica el impacto de la obra, que enmascaró no-tablemente la obra original, hasta hacerla invisible al ojo actual. Es interesante señalar que esta reparación con-sistió en la colocación de ladrillos reutilizados, cogidos con mortero y enfoscados con cemento, con lo que toda la obra original fue completamente forrada, incluso se añadió un muro transversal, en el punto más oriental de la fuente, también de ladrillo reutilizado.

En cuanto a la cronología de la llegada a la fuente de canalizaciones, que se pudieron documentar y datar con fiabilidad, se puede decir que habrá ocurrido a finales del siglo XVIII. Tal hecho nos permite plantear la hipóte-sis, de que esta estructura debió de estar ya en uso en ple-no siglo XVIII. Hasta la fuente llegan dos canalizaciones de tubería, con clara trayectoria desde el área excavada a finales del 2005. Ambas llegan hasta el pozo de decan-tación. Curiosamente, el mismo mortero rosado de los ladrillos de la fuente se observa en la construcción de dicho pozo.

El carácter fragmentario de los elementos encontra-dos en la misma estructura dificulta pronunciarse más sobre la función inicial de la propia fuente, es decir, sí se trataba de una fuente “ornamental”/ “palaciega”, o bien de una estructura para uso “industrial”. La ausencia de

datos, no debe de extrañar: sequías, vaciados para su lim-pieza, etc, nos han legado una estructura prácticamen-te vacía para la arqueología. La cronología podría haber apoyado, pues de haber sido una construcción de época de Fernando VI, hubiera sido más una construcción de tipo palaciego, que si se hubiese construido en tiempos de los Cinco Gremios de Madrid, cuando lo industrial sin duda, hubiese primado. Más claro y evidente parece el uso que tuvo en pleno siglo XX como “estanque”, a juzgar por la loza recuperada, con un uso como lavadero, tesis corroborada además, por ancianos de la zona.

LA GALERÍA

La galería, que atraviesa la fuente a una cota infe-rior, es una estructura levantada en ladrillo, unida con un mortero blanquecino, más bien arenoso, mide 9 metros y medio de longitud, con una bóveda de medio cañón, que se empleó para techar el conjunto. El acceso se reali-zaba por un pozo, de planta cuadrada de 61 cm. de lado.

El pozo disponía de 3 palomeros laterales en cada extremo del pozo, para poder encajar los pies y facilitar la bajada y subida a la galería; los palomeros tienen for-ma cuadrada de tejadillo; el pozo tiene una profundidad de 1’77 metros, accediéndose así, a la galería por una entrada de arco de medio punto, de 1’29 m. de altu-ra hasta la clave y 93 cm. hasta el arranque del arco; curiosamente, el interior de la galería no es un suelo totalmente plano, pues a la mitad de la galería, a unos 5 metros de la entrada el suelo, sufre un escalonamiento ascendente de los ladrillos elevándose 60 cm. sobre el suelo; finalmente, la galería acaba sobre la pared de la UE 34, adosándose a esta estructura.

Figura 31 - Sección esquemática de la Fuente

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La evidente relación que existe entre la fuente y la galería, plantea una batería de cuestiones complejas, pero de extraordinario interés. ¿Cuándo se construyeron estas estructuras? ¿Qué estructura es más antigua? ¿Por qué?

Nos inclinamos por una construcción inicial de la fuente y posterior de la galería. Para sostener esta hipó-tesis de trabajo debemos apoyarnos en detalles construc-tivos, pues no existe ningún elemento estratigráfico en nuestro apoyo, ya que galería y bóveda están totalmente en contacto, impidiendo por tanto trazar algún tipo de relación. Pese a estas dificultades, creemos que existen varios argumentos muy interesantes, que arrojan luz so-bre la cuestión y que se deben de considerar:

1- Mientras la fuente se construyó con mortero rosa-do, compacto y arcilloso, igual que en el pozo de de-cantación, evidenciando pertenecer a un mismo con-junto (hasta el punto que dicho pozo, fue el punto de traída de agua para la fuente), la galería, en cambio, se construyó con mortero blanquecino, muy arenoso. Lo más interesante de estos detalles, es que la galería se adosa a dicho pozo de decantación y por tanto, sólo puede ser posterior la galería, al conjunto fuente-pozo de decantación.

2- La canalización UE 52 debió de ser el punto de desagüe de la fuente; sin embargo, aparece arrasado, circunstancia que debe de explicarse por la construc-ción del acceso para la fuente.

3- La construcción de la galería, además, debió de dañar severamente a la estructura arquitectónica de la propia fuente: el muro de ladrillos aparece agrietado, tumbado, incluso hundido en el punto más próximo al pozo de decantación; el propio suelo de la fuente tiene una ligera caída en el centro de la plataforma, a lo largo de la trayectoria de la galería.

No obstante, aunque queda despejada la incógnita de la secuencia de las estructuras arquitectónicas, dis-ta mucho de poderse concretar, con cierta precisión, la cronología de la estructura que aquí estudiamos. Sabe-mos, que en tiempos de la Guerra Civil española estas galerías fueron utilizadas como refugio de la población (pero no sabemos, si ésta en concreto fue una de ellas); también sabemos, que la fuente es una construcción del

siglo XVIII; por tanto, el lapso de tiempo se importante. La galería no esta construida en cemento, detalle que juega a favor de su antigüedad, pues sobre la fuente se empleó cemento de este tipo, lo que hace pensar en que la reparación de la fuente y la construcción de la ga-lería son dos acontecimientos separados en el tiempo. Obviamente, estructuras como -esta, cuyo último fin es ocultar algo, no dejan constancia documental escrita, di-ficultando aún más su estudio.

Respecto al uso que pudo haberse dado a esta es-tructura hay algún dato seguro: el uso humano que se dio a la galería, pues dispone de palomeros, por tanto, facilitaba el acceso del hombre; su ubicación debajo de una fuente hace impensable que se hubiese empleado para guardar alimentos, la humedad es incompatible con esta función; evidentemente, se buscó esta localización con un claro fin de ocultación; pero salvo las informa-ciones de los ancianos que conocieron la Guerra Civil, poco más puede decirse. Después la galería quedó abier-ta y fue tratada como un vertedero.

Figuras 32 y 33 - Acceso a la Galería. Vista de ambos lados

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EL ESTANQUE

El estanque es una estructura de planta más o me-nos rectangular, limitada por muros que se conservan perfectamente en el sector más occidental. Globalmen-te, la estructura está flanqueada por dos gruesos muros, que no se adosan al estanque, pese a ello es muy eviden-te que el estanque esta totalmente condicionado en su construcción y dimensiones por estos dos muros, pues la entrada del estanque destruyó precisamente a uno de estos muros, por lo que a todas luces el estanque es pos-terior a estos dos muros y su diseño hubo de adaptarse a la disposición paralela de los mismos. Sin duda, estos dos muros impidieron que personas ajenas se beneficia-sen del agua que almacenaba el estanque.

Un grueso encachado de bloques de silex y cantos rodados cogidos con un durísimo mortero de cal con-forma la losa de cimentación de la estructura. Por en-cima del mismo se colocaron varias capas de enlosado, losetas y ladrillos. La estructura perimetral o de con-tención se conserva tan solo en el ángulo NW y W: en el ángulo NW es un muro de ladrillos claramente reuti-lizados y cogidos con un mortero pobre; más entidad, por el contrário, tiene el murete W, de piedra (cantos de silex y de arenisca), cogidos con hormigón; incluso se ha podido documentar además, una capa de enfoscado cali-zo, muy duro, que a primera vista pudo haber permitido impermeabilizar la estructura y facilitar la contención de líquidos.

Debemos de destacar una estructura de duro tapial, constituida por un barro especialmente duro y compac-to, con bloques de granito y ladrillos; creemos que nos encontramos ante una evidencia de que la estructura central del estanque tuvo en su día un murete de se-paración que por su entidad y características permiten intuir un posible cambio de uso de la estructura; posi-blemente, en este momento su función de estanque dejó paso a área de hábitat sin más. Pero todos los indicios apuntan en otra dirección, a que el estanque pudo haber sido ampliado en un momento dado, pero muy próximo a la construcción inicial, pues las losetas están presentes

a uno y otro lado de este muro de separación. Es más, si nos fijamos en los dos muretes de la UE 60 paralelos e inmediatos al muro UE 14, podemos advertir cómo ambos muros no están correctamente alineados, denun-ciando el hecho de que pueda tratarse de dos estructuras diferentes, o dicho de otra manera, que tenemos dos estanques distintos. Obviamente, habría que explicar ambos estanques como parte de un mismo complejo, en el que el procesado de algún producto, requería de al menos dos contenedores diferenciados, pero próximos entre sí.

La estructura hidráulica debió de recibir constan-tes refuerzos. Así se interpreta al menos la estructura de planta cuadrada [UE 63], al sur del estanque, que apa-rece completamente adosada; además, esta estructura debió de ser el punto de llegada de varias canalizaciones: una oquedad central así reafirma esta hipótesis.

Más complejo resultaría explicar la presencia de un gran bloque compacto de tapial, de color marrón-sie-na, junto a uno de los muros; creemos que puede ser una estructura de base o sustentación de una superes-tructura no conservada. Tan solo en el centro apareció la impronta de unos carbones, que, por la forma cuadran-gular, debemos de pensar que sirvió para sustentar algu-na viga. Su posición claramente periférica del conjunto, hace difícil pensar en una techumbre general para todo el conjunto; además, esta estructura es única, sin que se coordine con otras semejantes o parecidas, con lo que debemos de pensar que el punto permitió la instalación de un apeo, para trabajar en los estanques; tampoco se descarta que se trate de una estructura o elemento ante-rior al estanque por la cota en la que apareció.

El abandono del estanque favoreció el expolio de la estructura, bastante evidente en toda la zona más orien-tal de esta construcción, pues falta el enlosado y enla-drillado del sector occidental, así como los muros de contención de la estructura.

Cronológicamente, de entrada, puede subrayarse la posterioridad en el tiempo de esta estructura frente a la fuente, pues la fuente surte al estanque de agua por 2 ca-nalizaciones una encima de la otra; además, el estanque desaguaba en el gran colector ejecutado para el desagüe de la fuente.Figura 34 - Vista interior de la Galería

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Figuras 35 a 37 - Estanque. Detalles constructivos Figura 38 - Vista general del estanque

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Figura 41 - Planimetría de detalle del estanque

Figura 39 - Detalle del estanque Figura 40 - Estanque. Sección parcial

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EL GRAN COLECTOR

De todas las canalizaciones documentadas es el gran colector que atraviesa parcialmente la excavación en sentido N-S, la estructura de mayor envergadura. Su profundidad y su anchura evidencian que se trata de un trabajo aún más importante que la propia galería; inclu-so, si alzamos la mirada en el corte del perfil que pro-dujo la excavación de marzo del 2005 para el acceso de maquinaria pesada al Metro, podemos intuir que la en-vergadura es sencillamente sorprendente.

El gran colector no es una única estructura, arqueo-lógicamente hablando: se trata, de una construcción que fue reformada, sufriendo una transformación tan notable, que debemos de decir que cambió por completo su fisonomía; la primera obra quedo obsoleta, pues un compacto sedimento limoso rellenaba la estru-ctura y repetidos aportes pluviales habían cegado el canal. Fue preciso una reparación igual de importante que la obra original, pues se aprecia un ensanchado y recrecido de los muros en la UE 18 (muro superior) sobre la UE 24 (muro original e inferior). Además, se aprecia cómo sobre la UE 24 se dispuso un enlosado de grandes losas cerámicas llamado UE 23, que conformó la base de la nueva construcción, curiosamente, en el tramo del gran colector excavado en el sector 2 este en-losado se hizo con piedras calizas, con un rebaje central. La solidez de estas piezas habla de la importancia de esta construcción.

Las diferencias en la edilicia de ambas obras son muy notables: mientras la UE 24 es de ladrillos completos y bien colocados, no ocurre lo mismo con la UE 18, mu-cho más anárquica y de ladrillo reutilizado.

Otra cuestión interesante de estudiar es el remate final del gran colector junto a la fuente. De su estudio, se ve perfectamente cómo el gran colector fue en reali-dad una gran cloaca. Una rampa para salvar el desnivel y una gran piedra de granito permitían evacuar el agua directamente en él.

Pero no eran sólo estas canalizaciones las únicas que llevaban aportes hídricos al gran colector. En el centro del patio, la gran canalización de bóveda, así como el desagüe del estanque (del que ya hemos hablado) vertían

sus aguas en el gran colector. El desagüe del estanque es una curiosa construcción que constaba de ladrillos y piedras en los laterales y de 3 grandes piedras de granito actuando como base de la canalización, en una dispo-sición en rampa que permitía una fácil evacuación del agua proveniente del estanque. En el sector 2 se localizó junto a la zanja de expolio del muro interno de la nave norte otro desagüe similar.

Adosado al gran colector tenemos la que puede considerarse la segunda gran canalización de la exca-vación. Es la que siempre hemos llamado “canalización de bóve-da”, Sus dimensiones, por las que podría pasar a gatas una persona, hablan sin duda, de un trabajo de gran envergadura. Su similitud constructiva con la pro-pia galería, es llamativa. La presente canalización es una estructura de bóveda de medio cañón, con una anchura de 66 cm. (muy similar a la galería) y una altura hasta la clave de 64 cm. Los muros laterales de la canalización están formados por 8 hiladas de ladrillos, cogidos a soga y tizón; además, dispuso de una base de 3 hiladas de la-drillo.

Cronológicamente, la canalización de bóveda es posterior a la primera obra del colector UE 24, siendo con total seguridad, contemporánea de la segunda obra del colector UE 18, el triángulo de conexión de ambas estructuras junto al muro UE 14 deja claro esta hipótesis, pues las hiladas de ladrillo de la canalización de bóveda y de la segunda obra del colector UE 18 están completamente integradas; además, la segunda construcción UE 18 dispuso de bóveda, como la UE 20, pues en dos puntos pudimos documentar este extremo, debajo del muro UE 14 y en perfiles que hay junto a la calle Coslada, ya fuera de la excavación y producto del seguimiento.

La construcción de la obra original del gran colector debe de situarse hacia finales del siglo XVIII, en tiempos de Sabatini, posiblemente, entre 1780 y 1797. La datación que se baraja para la canalización de bóveda y la reforma del gran colector nos llevaría a un intervalo de tiempo corto en torno a los años 30’ y 40’ del siglo XIX.

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Figura 43 - Vista frontal del Gran Colector

Figura 42 - Detalle del Gran Colector

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EL PERÍMETRO DE LA REAL FÁBRICA

Conociendo que el entorno de la Real Fábrica esta-ba aislado de la vía pública por una valla y que, por tanto, también dicho entorno era de alguna manera una pro-longación del edificio dieciochesco, fue preciso excavar también esta área, en la que gracias a la existencia de la documentación –planimetrías y grabados-, se conocía la posibilidad de encontrar edificaciones de gran interés, de la que la chimenea fue sin duda la principal.

LA FRAGUA-CHIMENEA

La estructura excavada en la esquina suroeste de la Real Fábrica durante la campaña de octubre-diciem-bre del 2005, es una de las muestras más interesantes de Arqueología Industrial tratadas con metodología ar-queológica de la Comunidad de Madrid. La existencia de grabados del siglo XIX, que denunciaban la existencia de una alta chimenea en la parte posterior de la Real Fá-brica en la esquina SW de la misma, nos puso sobre avi-so. A pocas semanas de iniciar la excavación en la zona, contactamos con la propia base de la chimenea.

La fragua-chimenea era una sólida construcción eri-gida cuando ya existía la Real Fábrica de San Fernando, adosando sus muros a esta monumental construcción. La fragua-chimenea, debió de seguir caminos muy pa-ralelos a la Real fábrica.Posiblemente durante la Guerra de la Independencia pudo haberse arruinado, debido a su importancia estratégica (fabricación de armamento); aunque aquí el nivel de arrasamiento de nuestro horno imposibilita poder hablar de restauraciones. Sea como sea, en los años 1829-39 se retoma la actividad indus-trial en el complejo de la Real Fábrica de San Fernando de la mano de Enrique Dolfus, un empresario de Mul-house (ciudad francesa fronteriza a Alemania), y prueba de ello es que la chimenea está en pie, reconstruida o no,

Figura 44 - Vista general de la Fragua-Chimenea

Figura 45 - Planímetria de detalle de la Fragua-Chimenea

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como puede verse en un grabado del Semanario Pinto-resco de 1836 (AA.VV.; 1996, p. 169), un detalle clave para interpretar el horno.

La primera referencia planimétrica a la existencia del horno que está adosado a la Real Fábrica es el Kilo-métrico de 1860 (MADOZ, P.; 1845-50, p. 36), donde aparece plenamente integrado en el conjunto. La Real Fábrica dispone de una tapia rodeando todo el conjunto con toda una serie de dependencias (graneros, almace-nes, cuadras y deposito de lozas) de las que el horno formaba parte. Sin embargo, es complicado saber el mo-mento final del horno, pues no existen datos fiables al respecto.

El conjunto de la fragua-chimenea, era un edificio ciertamente sólido, no obstante podía perderse gran parte del calor y de la energía si los muros no eran lo su-ficientemente robustos. Por ello, las aperturas no debían de ser muy amplias, todo lo contrario, creemos que el acceso era más bien estrecho; en cuanto a la ubicación el acceso debido a la presencia de un orificio a modo de gozne, debió de situarse en el muro Norte, más o menos en el centro.

Tras atravesar la puerta se entraba en un espacio amplio, una especie de vestíbulo que estaba parcialmente enlosado por ladrillos, dispuestos en hiladas a soga y tizón.

En el centro se puede ver un bloque prismático de ladrillos, cuya interpretación es variable, desde soporte de alguna estructura que hubiese funcionado como mesa de trabajo, quizás para disponer algún elemento básico para el horneado, la tesis más factible en este sentido es que hubiese sido la mesa para el yunque, o quizás, como pilar de sustentación de la techumbre, por el carácter centralizado en el vestíbulo de este bloque prismático. Personalmente, nos inclinamos más por la primera hi-pótesis, ya que todavía pueden verse en las últimas fra-guas estructuras de este tipo, que solían colocarse siem-pre cerca del fuego. En este sentido sería muy verosímil nuestra hipótesis.

Justo en el muro occidental puede verse una per-foración, que por la inclinación de la canalización que estaádetrás, es claramente de salida y que habría permi-tido evacuar fluidos desde el interior del horno al exte-

rior, sin abrir la puerta y, por tanto, perder energía. Por tanto, parece un canal aliviadero del horno.

En el muro más oriental puede verse una apertura denunciada por un enfoscado, que nos habla de la forma del vano, abierto en el vestíbulo y más cerrado en la ha-bitación contigua. La idea era la misma: evitar la perdida de energía calorífica, en este caso sobre una habitación cerrada.

La habitación o mejor dicho habitaciones que había tras la compuerta oriental tenían un uso variable. Pu-dieron haber sido carboneras en las que se agolpaba el combustible a emplear en la combustión, independien-tes de las salas de combustión y dentro del complejo para evitar la pérdida de energía.

El último cubículo permitía la captación de agua gracias a la llegada de una canalización que perforó el muro del horno, con el único objeto de permitir abaste-cer de agua al horno para labores variadas.

Los espacios al sur del vestíbulo deben de interpre-tarse como los hornos propiamente dichos. Están sepa-rados por un grueso muro y existen claras diferencias entre los hornos a uno y otro muro; el más occidental fue parcialmente desmontado, ignorándose la razón, por lo que para entender mejor la estructura que tenían es-tos hornos debemos observar el que se conserva mejor a su lado: la embocadura conserva un resalte, con el ob-jeto de disponer allí una portezuela, el suelo del horno estaba enlosado con ladrillos en hileras a soga revestidos de un enlucido; el fondo se remataba con un muro de trazado curvo; detrás de este murete, quedaba un espa-cio más o menos cuadrado.

El complejo se remata en el muro sur con una pla-taforma, que pensamos era la base de la chimenea pro-piamente dicha. En la plataforma al menos la planta era cuadrada, pero es imposible saber el alzado real, pues el grabado (Grabado del Semanario Pintoresco, 1836) no es precisamente muy explicito en esta cuestión, aun-que a todas vistas parece de sección circular; si fuese así, la sección cambiaría a medida que se ascendía en altura cambiando de cuadrado a círculo. Una cuestión muy interesante es la separación horno-chimenea. En chimeneas de este tipo de cronología similar como la de Meisenthal (Francia), se puede ver la separación entre

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Figuras 46 y 47 - Vistas de la Fragua-Chimenea

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horno y chimenea; también en los planos de la chimenea del Ministerio de Agricultura puede verse este carácter exento de chimenea y horno.

Parece claro que el horno no se empleó (al menos sis-temáticamente) para fabricar ladrillos y tejas, pues en una relación de este tipo de estructuras de 1846 (Archivo de Pa-lacio, caja 10138/12.) se citan cuatro distintos que se sitúan en:

a) Casa-quemada, junto a la Huerta de la Vega.

b) El del Raso del Retamar, junto a la Casa de Galapagar.

c) Otro esta situado junto a las tapias de la Vega de Galapagar.

d) El Horno de Isidro, junto a las tapias del olivar de Aldovea.

Además, el registro arqueológico es nulo en estas piezas, lo que permite descartar esta hipótesis claramente, incluso el material documentado es contemporáneo y ni siquiera se fabricó en Madrid pues, pertenecen a la Unión Cerámica Alicantina.

Otra teoría que descartamos sobre el uso que pudieron tener estos hornos es la de calentamiento de agua para uso doméstico o para industria textil. Nos basamos en dos argu-mentos: por un lado, al analizar el kilométrico de 1860 (AA.VV.; 1996), vemos la presencia de un estanque que captaba agua de lluvia. Dos de nuestras canalizaciones partían preci-samente de este punto y es evidente que la cantidad de agua no debió de ser suficiente como para montar un servicio de estas características; por otro lado, la canalización 1013 en-tra pero no sale, por lo que el agua se empleaba directamen-te sobre el horno y no para montar un dispositivo externo.

Habiendo estudiado varias hipótesis terminamos decan-tándonos por la teoría de que el horno debió de emplearse en labores metalúrgicas en general; por un lado la presencia de alguna que otra escoria y la alta cantidad de piezas de

Figuras 48 y 49 - Detalles de la cámara de combustión

Figura 52 - Modelo 3D (textura alámbrica y fotográfica) de la Fragua-Chimenea. Ilustración de Francisco J. López Fraile

Figura 53 - Reconstrucción hipotética de época de la Fragua-Chimenea. Ilustración de José A. Gómez Gandullo

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Figuras 50 y 51 - Detalles de la cámara de combustión de la Chimenea

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hierro recuperadas, son buena prueba de que se fundían altas cantidades de metal (hierro, plomo y bronce). Pero no solo se fundía metal sin más, sino que su manipula-ción debió de ser algo muy corriente: tanto las piezas de plomo con rebabas propias de fundición como el amplio repertorio de planchas de plomo recuperadas y vasos con sustancias fundidas adheridas denuncian este uso.

La presencia de una cañería que entraba en el com-plejo del horno, es un dato más a tener en cuenta. El agua suele emplearse en establecimientos tipo fragua, para enfriar las piezas de metal cuando éstas requerían un estado más sólido. Además, al estar el complejo ce-rrado, no se perdía energía.

Asimismo, junto a estos datos arqueológicos debe-mos de unir otros de carácter geográfico-histórico, pues en planos antiguos como el catastral de 1950 se ve el

topónimo de la fragua en la zona; por otro lado, no hay que olvidar que la calle de la fragua pasa muy cercana a la de Gonzalo de Córdoba, calle a la que da el horno; por ello, la hipótesis de que el complejo del horno estu-diado, sea la fragua que viene recogida en los planos, no nos parece nada desdeñable, aunque debemos entender que el empleo de estos hornos, tenía un uso polifuncio-nal muy claro; aunque más centrado en el mundo de la metalurgia y la manipulación del metal en general.

Los datos cronológicos sobre la fragua-chimenea están asimismo muy claros, pues existen datos sobre las canalizaciones muy concluyentes que permiten seguir la seriación de construcciones de este tipo, hablándo-se de tres momentos, el último a datar en los años 80’ del siglo XVIII (Archivo de Palacio, caja 10112/34). La relación existente entre canalizaciones y la fragua-chi-

Figuras 54 a 57 - Reconstrucción virtual simplificada de la Fragua-Chimenea. Ilustración de Francisco J. López Fraile

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menea es evidente, pues una de estas estructuras rompe uno de los muros del horno, entrando dentro; por tanto, el horno ya debía de existir y por ello, la construcción debe situarse en algún momento indeterminado entre la construcción de la Real Fábrica (1746-1749), momento en el que se construyen las primeras canalizaciones y los años 80’ del siglo XVIII, cuando Sabatini realizó el ter-cer grupo de canalizaciones. La Real Fábrica con todo su complejo perteneció durante este periodo a la Hacienda Real, pero la gestión fue variada, llamando la atención el periodo (1757-1767), momento en que la Real Fá-brica fue arrendada a los 5 Gremios Mayores de Madrid y que parece el más propicio para la construcción del horno, que pudo haber sido empleado en diversas tareas de los gremios. Su construcción también pudo haberse realizado en los primeros tiempos de Sabatini, con el segundo grupo de canalizaciones, pero nunca posterior a este momento, o con el tercer grupo de canalizaciones que ya son claramente posteriores, pues su trayectoria se adapta a la planimetría de la chimenea.

ESTRUCTURAS ANEJAS

Junto a la chimenea se han documentado otras es-tructuras en el perímetro exterior de la Real Fábrica. Se trataba de construcciones muy elementales de piedra cogida con mortero, en ocasiones de ladrillo, delimi-tando espacios rectangulares; estos muros de no más de 45-50 cm., de ancho están muy arrasados, casi siempre de 20-30 cm. de altura, en ocasiones hasta 50 cm.

Los planos de época y de detalle nos informan sobre su funcionalidad. Así tenemos en el perímetro exterior, junto al ala norte las leñeras; en el sector NW el alma-cén de lozas, del que pudo documentarse un pequeño muro de grandes bloques de silex junto a la chimenea corriendo el ala sur de la Real Fábrica las caballerizas, de las que documentamos muros de ladrillos y piedra cogidos con hormigón.

En un apartado aparte tenemos dos empedrados en el perímetro externo, los dos documentados junto a la nave occidental. El más septentrional se sitúa a la altura de la presa, el más meridional a medio camino entre la chimenea y el acceso trasero.

Figuras 58 - Vistas del empedrado exterior

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Figura 59 - Planimetría de las estructuras anejas

Figura 60 - Planimetría de los empedrados exteriores

Figuras 61 - Detalle de empedrado Figuras 62 - Detalle de empedrado y canalización

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LAS CANALIZACIONES DE LA REAL FÁBRICA

Son tan numerosas las canalizaciones documentadas, en los 3 ámbitos considerados (edificio, patio y perímetro exterior), y tan distinta su tipología arquitectónica que hemos preferido tratarlas en un epígrafe diferenciado.

Para el estudio de las canalizaciones de la Real Fá-brica se propuso desarrollar tres líneas de investigación que podemos resumirlas en tres bloques, una primera de análisis topográfico, de la hidrografía de la zona; un segunda línea de investigación eminentemente arqueo-lógica, apoyándonos en gran medida en el material re-copilado en el proceso de excavación, y una última línea de investigación de carácter histórico. En este trabajo obviaremos el primer análisis, señalando tan sólo el bu-zamiento general del terreno en sentido W-E hacia el río Henares, que es el sentido de drenaje de las aguas en el solar de la Real Fábrica.

El estudio de las canalizaciones ha permitido dife-renciar aquéllas que han funcionado como desagües, de las que han sido utilizadas como vías de suministro de agua. El planteamiento topográfico, la trayectoria y las estructuras aledañas han permitido definir claramente la funcionalidad de cada una de ellas.

Tan sólo en la excavación de Octubre-Diciembre del 2005 se han podido documentar hasta 10 canaliza-ciones. Esto hizo plantearnos la necesidad de desarrollar un estudio tipológico, pues parecía que un estudio de las canalizaciones es de gran utilidad para identificar y dife-renciar distintas fases constructivas en la Real Fábrica, al ser las canalizaciones estructuras que terminan impac-tando en prácticamente la totalidad de las estructuras del edificio.

Aunque todas las canalizaciones son de ladrillo y una argamasa caliza o yesosa, no todas responden al mis-mo diseño, por lo que debemos de hacer un repaso a las distintas creaciones tipológicas que se idearon:

1- Estructura de “Borde escalonado”, llamada así por-que la hilada superior recrea un escalón; generalmen-te, suele tener 4 hiladas en altura, una preparación o solado como primera hilada de ladrillo, sobre ella se dispuso la tubería protegida a los lados por 2 hiladas Figuras 63 y 64 - Canalizaciones del tipo borde escalonado

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de ladrillo, tapado todo el conjunto con una hilada re-tranqueada y perpendicular al eje longitudinal de la canalización.

2- Estructura de “Caja Rectangular”, llamada así por-que en sección transversal recrearía un rectángulo. El ancho de no más de 45 cm., dispondría en corte transversal de no menos de 8 hiladas, quizás 9 hila-das, 2-3 de solado, después se dispondría la tubería que iría encajada entre 3 hiladas; entonces se cubría el conjunto con 3 hiladas de cubrición.

Podríamos hablar incluso de dos variantes, de este tipo de conducción una más ancha de 3 hiladas, con ladrillos dispuestos a tizón en el centro, y dos hiladas laterales; y una más estrecha de tan solo dos hiladas una a soga y otra a tizón.

3- El último tipo es el de “Caja de Canal”, no docu-mentada completamente, ofrece, un curioso canal de-limitado por ladrillos unidos en su base por la cara lar-ga-estrecha; estos ladrillos van flanqueados por otros que van dispuestos de manera convencional (asenta-dos en su base por la cara de plano horizontal), dentro del canal se situaría la tubería tapada por argamasa.

4- Las canalizaciones de tejadillo y las canalizaciones de tejas contrapuestas completan el esquema tipológi-co, son tipos documentados en el patio.

Tras cruzar los datos relativos a la circulación de las canalizaciones, a su posición estratigráfica y apoyarnos en la tipología que hemos analizado para cada canaliza-ción, datos todos ellos que preferimos obviar para no cansar al lector, podemos hacer un esquema general de la sucesión cronológica de las canalizaciones. En cual-quier caso, debemos subrayar que el dato de la estrati-grafía y el dato de la edilicia son de capital importancia para entender la sucesión de obras de canalización que se operó en las inmediaciones de la Real Fábrica.

En un primer momento debió construirse el grupo de canalizaciones de “caja rectangular estrecha” viendo la disposición y circulación de acuerdo a las cotas.

En un segundo momento se construyeron todas las canalizaciones de la edilicia de “borde escalonado”; un grupo inconexo entre sí. Creemos que canalizaciones de este tipo documentadas en el entorno de la chime-nea estaban construidas antes de la delineación del mapa Figuras 65 y 66 - Canalizaciones de caja rectangular y de canal

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Kilométrico del 1860, pues en este mapa se puede ver el estanque de Gonzalo de Córdoba y nuestras canali-zaciones apuntan claramente hacia este estanque como punto de recogida de agua. También en este momento se construyen las de tejadillo.

En un tercer momento se construyó el “Conjun-to perimetral de la fragua-chimenea” este conjunto de canalizaciones esta completamente determinado en su trayectoria por la fragua-chimenea. Algunas de las cana-lizaciones de este grupo en el entorno perimetral citado operaron como desagüe de dicha estructura, aguas reca-lentadas que eran evacuadas de la fragua.

Desde el punto de vista histórico, el análisis de las canalizaciones también aportó mucha luz. Los datos más antiguos que tenemos sobre obras hidráulicas se remon-tan ya al siglo XVIII. Sabemos que durante la construc-ción de la misma Real Fabrica auspiciada en tiempos de Fernando VI (1746-1749) se inicio la construcción de obras hidráulicas.

Incluso existen referencias indirectas, p.e. cuando en tiempos del Conde de Aranda (1766) la Real Fábrica fue utilizada como hospicio, se prefiere realizar aljibes de captación del agua de lluvia para evitar según se dice: “el gran costo de traer el agua potable del exterior”. Por tanto, la solución de las canalizaciones había sido adoptada sin lugar a dudas ya a mediados del siglo XVIII, derivándose en otras soluciones más económicas en el mismo siglo.

También es un dato que debemos de subrayar el pa-trocinio regio. Quizás, los mismos arquitectos de Fer-nando VI y Carlos III fueron los que debieron de tomar la decisión de construir canalizaciones. Tampoco, debe descartarse la influencia de las excavaciones de Pompeya, iniciadas en tiempos de Carlos III, y el descubrimiento de la espectacular ingeniería hidráulica romana, influencia que no soló debió de calar en nuestras infraestructuras, sino que también debió influir en la construcción de ca-nalizaciones en los principales edificios de gran calado de la época. La Real Fábrica debió de ser sin duda un pro-yecto pionero en este sentido.

En este contexto, la información del Archivo de Palacio es de capital importancia para entender mejor todas las canalizaciones encontradas, pues en dicho ar-chivo se citan hasta tres momentos de construcción de

canalizaciones en San Fernando, el tercero fechado cla-ramente en los años 80’ del siglo XVIII, trabajos que dirigió el mismo Sabatini.

Así, tras finalizar el proyecto original, se realizaron diversas obras de infraestructuras. Se cita en concreto la construcción de zanjas para la red de abastecimiento de aguas. Esta documentación proporciona además un dato muy interesante, como es la traída de agua desde el naci-miento del camino de Ambroz (Archivo de Palacio, Caja 10112/24.). El topónimo más cercano encontrado con el nombre de camino de Ambroz se encuentra en el ter-mino municipal de Madrid, junto a la colonia de Las Ro-sas. Se hace difícil pensar que el agua proceda de este lu-gar, pues hay una distancia en línea recta de 5 kilómetros y medio; en todo caso, debemos pensar en una llegada del agua desde algún punto del Oeste; la idea tampoco es muy descabellada pues en los mapas geológicos pueden verse canteras de yeso que podrían haber alterado la cali-dad de las aguas, tal y como se nos dice.

Figura 67 - Vista de canalización de tipo “tejadillo”

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En un segundo momento (Archivo de Palacio, Caja 10109/46) se informa que las aguas eran muy salobres, razón por la que las primeras canalizaciones fueron aban-donadas. Además, que las tuberías han quedado macizas, por la toba, por lo que se hicieron canales nuevos que traían el agua del río. En esta línea, nosotros hemos do-cumentado sustancias adheridas a algunas tuberías, que denuncian claramente el problema de la acumulación de esta toba creando capas que iban cegando las cañerías.

En un tercer momento que viene claramente fecha-do en los años 80’ del siglo XVIII, Sabatini realizó un proyecto de canalizaciones para traer el agua del Cerri-llo y Arroyo de San Cristóbal, que pertenece a Coslada (Archivo de Palacio, Caja 10112/34). Consultando los planos topográficos para situar geográficamente los ac-cidentes geográficos citados, dichas canalizaciones sólo podrían haber llegado a la Real Fábrica desde el Norte, desde el NW o desde el W como máximo, es decir, en el arco que va de las 9:00 a las 12:00; el dato es sen-cillamente básico, pues permite situar la seriación de canalizaciones propuesta en el apartado arqueológico y trasladarla a su interpretación histórica. En un mapa topográfico del 1944 el topónimo de San Cristóbal esta situado, claramente, al W de la Real Fábrica de San Fer-nando (AA.VV.; 1996, p. 331).

Si tuviéramos que paralelizar los 5 tipos de cons-trucciones ya documentadas con las fuentes históricas no existirán muchos problemas, pues la información es suficientemente abundante y lo que es más importante precisa:

1- El primer conjunto construido debió de ser el del conjunto de canalizaciones de edilicia de Caja Rectangular Estrecha, es el conjunto de canalizaciones que traen el agua del Arroyo Ambroz o camino Ambroz, su cronología debe de limitarse a 1749-1765, aproximadamente.

2- El segundo conjunto tuvo una construcción clara-mente en dos momentos, pero ambos en un lapso de tiempo que va de 1766 a 1779. Se trata, de las estruc-

turas de Borde Escalonado; primero debió de cons-truirse la 1110, casi con toda seguridad atravesaba el espacio que hoy ocupa el horno, cuya construcción supuso la rotura de algunos muros del mismo. Sabe-mos que es el momento en el cual se optó, como nos han relatado las fuentes de época del Conde de Aranda y del Hospicio, por traer el agua de los aljibes cerca-nos (que en el kilométrico pueden verse junto a la esquina SW). Así se construyeron varias conducciones de este tipo, que traen el agua precisamente de esa zona. También en este momento deben de datarse las canalizaciones de “tejadillo” del centro del patio, que aparecen aquí destruidas por las del tercer momento.

3- Después debió de construirse el último conjunto que rodea el horno, el “conjunto perimetral de la fra-gua”, conjunto que termina por destruir las anteriores canalizaciones ya obsoletas; es, además, una canaliza-ción de drenaje, no de captación de aguas. Es un pe-ríodo en el que se opta por canalizaciones de mayor envergadura, habida cuenta de los problemas genera-dos en las décadas anteriores, por lo que se emplean canalizaciones de hasta 9 hiladas (frente a las 3-4 de antes) y una tubería de un diámetro mucho mayor; es el momento también en el que debemos de datar esta fase constructiva que, de acuerdo a los datos del Archivo de Palacio, debe situarse entre (1780-1789).

4- Las canalizaciones de tejas contrapuestas son obras del siglo XX, realizadas durante la posguerra.

Figura 69 - Detalle de canalización

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Detalle del plano general

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Anexo Planimétrico

1. Plano general de la fábrica2. Ala oeste, parte 13. Ala oeste, parte 24. Ala oeste, parte 35. Ala norte6. Ala sur7. Patio8. Mapa texturizado en relieve9. Modelo 3D de la chimenea

Francisco J. López Fraile Auditores de Energia y Medio Ambiente S.A.

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Detalle de sello

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III.4.3. La Cultura Material

Auditores de Energia y Medio Ambiente S.A.

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Las excavaciones llevadas a cabo en el solar que perteneció a la Real Fábrica de Pa-ños fueron pródigas en materiales cerámicos, contando con más de 3000 piezas y frag-mentos, la mayoría han sido catalogados como cerámica doméstica de los siglos XVIII, XIX y XX. Los materiales corresponden a diferentes formas, todas ellas comunes y de usos prolongados en el tiempo, esto es, pertenecen a formas funcionales no sujetas a las modas y gustos de las diferentes épocas, y por ello mismo resulta complicado establecer una cronología que limite temporalmente los rellenos. No sólo se extienden en el mar-co cronológico sino también en el espacial, son tipologías que han arraigado en la vida cotidiana, que el pueblo utiliza de manera habitual y normalizada, y salvo por pequeñí-simos, a veces inapreciables rasgos diferenciales, el cántaro de época contemporánea que se encuentra en Castilla será semejante al que podemos encontrar tanto al norte como al sur de la Península.

Las tipologías están bastante definidas en grandes grupos: cuencos, platos, cangilo-nes, fuentes, bacines, lebrillos y jarritas. En su mayoría presentan vidriados al interior que oscilan entre los colores melados, rojizos, verdes y blancos en sus diferentes gamas. Cabe destacar algunas de las piezas en cuyo vidriado melado levemente amarillento se observaba un moteado pardo bastante peculiar y que se trata de un rasgo de distinción de los alfares de Alcalá de Henares, donde, por la cercanía geográfica, es indudable su procedencia.

Destaca la aparición de vasos de noria, también llamados cangilones, de los cuales encontramos dos estilos diferentes, aunque de capacidades similares. Mientras que algu-nos de ellos constan de un cuerpo globular, un estrangulamiento a media altura, destina-do a la sujeción de lo que es el vaso a la rueda de la noria, y un borde recto ligeramente exvasado que llega a los 8 ó 9 centímetros de altura, el segundo grupo posee una base estrecha y perforada (no les preocupa que esté perfectamente cerrada y en algunos casos incluso lo abren a propósito cuando la pasta está aún fresca) de unos 6 ó 7 cm. de diá-metro que va creciendo hasta los 15 ó 16 que tiene la pieza en su máximo desarrollo, de borde recto y sin estrangulamientos. Su altura total también alcanza los 16 cm. Llevan dos molduras adheridas (es decir, no se hicieron con el resto de la pieza en el torno sino que fueron acopladas después) destinadas a las sujeciones a la noria, y éstas no rodean la pieza en su totalidad sino que desaparecen a la vez que aparece un aplanamiento en el la-teral, también realizado en fresco, que facilita que no gire la pieza en la rueda o estructu-ra de madera sobre la que se asienta. De este segundo grupo sólo unos pocos cangilones presentan trazos, quizás decorativos, de vidriado.

Otro de los grandes grupos son las escudillas, abundantemente registradas, similares a cuencos, cuyos diámetros oscilan entre los 15 y los 18 centímetros, y de unos 7 u 8 de altura, este tipo de cerámica suele presentar un vidriado al interior, es muy abundante, ya que era la utilizada como menaje cotidiano. Se encuentran dos variantes estilísticas entre las escudillas o cuencos: los de borde liso y los de borde moldurado, esto es, con una carena, de variable pronunciación, que se sitúa a unos 2 centímetros del borde. Su factura, de producción artesanal, ha dejado huellas tanto al exterior por las huellas del torno y la mano del alfarero, como al interior, en algunos vedríos que conservan marcas de atifles. Éstos también son pequeños objetos de cerámica, en forma de trípodes, y se colocan en el horno para separar las piezas durante su cocción.

Los platos son más uniformes en sus tipologías aunque varíen, por supuesto, en cuanto a los tamaños. Por lo contrario, en los cuencos se encuentran gamas de color bastante amplias en sus vidriados: verdes, ocres, morados, rojos, blancos, etc. Suelen presentar generalmente esmaltes blancos que recubren la pieza tanto en el anverso como por el reverso, y, en ocasiones, las tan extendidas decoraciones en azul tan de moda des-de los siglos XVI y XVII, heredadas en cierta manera de las decoraciones de la cerámica islámica, por un lado y de las porcelanas orientales por otro. Decoraciones que pasan desde el filete sencillo azul en el ala, hasta otras más complejas, como las famosas tala-veranas de la serie de Los Helechos, del XVII, o como la serie de las camelias, también perteneciente a los hornos de Talavera de la Reina pero ya de producción del XIX, siglo en que la camelia es una de las flores de moda. Estas piezas se corresponden con modelos de los siglos XVIII y XIX, que tratan de “competir” con la loza, que está en plena expan-sión por toda Europa.

También se han documentado diversas lozas, que si bien tienen un origen inglés, comienzan a inundar en estos años el continente. Surgidas de la competencia con la por-celana oriental, las lozas se afianzan como una elección más sofisticada que la cerámica común pero accesible para muchos bolsillos. Como tantas otras cosas en el siglo XIX, su uso por parte de la burguesía afianzará su producción y mercado, sobre todo la loza lisa blanca, y la estampada, siendo esta última de mayor proyección, pues acoge entre sus decoraciones los grabados, una de las artes preferidas de este siglo. Tal ha sido su éxito popular que estas decoraciones han llegado a nuestros días y se han convertido en codi-ciadas piezas de coleccionista. Entre los ejemplos hallados en las excavaciones de la Real Fábrica de Paños destacan bordes con la característica orla de la Sevillana Pickman, ins-pirada en los finos encajes tejidos en los países del norte. Se han documentado asímismo fragmentos de las decoraciones centrales de la colección “Vistas”, también de la Cartuja. Otro ejemplo en azul con motivos que copian los modelos geométrico-orientalistas in-gleses denominados Willow, de la fábrica de Staffordshire. También entre estas decora-ciones se encuentran fuentes con paisajes de clara influencia inglesa por las arquitecturas y jardines que retratan.

En España aparecen ejemplos notables como las vajillas Pickman (La Cartuja, Se-villa) y otros quizás menos afortunados, pero no por ello de peor calidad, como los de las fábricas de La Amistad de Cartagena, la de Pola y Cía. en Asturias, o Falco Calleja y Cía. en Valdemorillo (Madrid). Todos ellos pertenecientes al S. XIX constituyen un buen ejemplo del intento de industrialización que se llevó a cabo en España por iniciativas pri-vadas, algo bastante inusual hasta entonces en un país extremadamente agrario, con una economía atrasada, donde la única inversión en el sector industria procedía del gobierno absoluto de los monarcas y no siempre con el éxito deseado. Claro ejemplo de ello se observa en la propia Real Fábrica de Paños objeto de nuestro estudio.

Figuras:

1. Cuencos / escudillas; 2. Cangilones; 3. Cangilones; 4. Lebrillo y bacín; 5. Bacín y tube-rías; 6. Lozas: tazas y tazones; 7. Lozas: fuentes; 8. Lozas: platos; 9. Lozas: platos y cuencos; 10. Lozas: platos; 11. Cangilon. Reconstrucción 3D y malla alámbrica; 12. Plato y fuente. Reconstrucción 3D y malla alámbrica.

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A la vista de un yacimiento de las características y dimensiones de la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares, la envergadura de los trabajos allí realizados y la modernidad de los restos y estructuras, resultaba más que previsible la ingente cantidad de material arqueológico en metal que se iba a obtener en el proceso de las excavaciones. A tenor de lo cual nos vemos obligados, al realizar una pequeña introducción al estudio de los mismos, a englobarlos en dos grandes grupos entre los metales:

• En primer lugar, los que pertenecen al mismo edificio como tal, es decir, por su vida como fábrica de paños, fábrica-hospicio después, y residencia de di-versos cargos oficiales hasta bien entrado el siglo XIX. Este grupo si bien abarca mayor espacio temporal, también aporta un mayor número de piezas como es lógico.

• El segundo grupo, no obstante numeroso también, lo conforman el gru-po de los objetos que se encuentran en la fábrica, debido a la ocupación de la misma por soldados durante la Guerra Civil Española, ya que, a principios de si-glo el edificio semiabandonado mantenía en pie algunos de sus muros y estancias, los cuales debieron servir, dadas sus dimensiones, para acoger y cobijar diversas tropas militares.

A la hora de analizar, lo primero que se diferencia son los distintos materiales que encontramos dentro del metal, resultando ser, casi en su totalidad, de hierro en sus dife-rentes aleaciones, aunque también se conservan de manera notablemente más reducida, algunos bronces, objetos de plomo y aluminio, pero éstos son apenas relevantes en nú-mero e importancia de las piezas.

Centrándonos en el primer subgrupo, en el edificio en sus diversas funciones, tan sólo en su estructura contaría con diversos útiles metálicos que servirían de cohesión a la viguería, evidentemente de madera, de ahí las ingentes cantidades de clavos de diversos tamaños y calibres que han aparecido, se aprecia que su número es extraordinario, pero lógico, sus dimensiones oscilan desde los 25 centímetros, son los denominados clavo tra-bal, propio de las viguerías y destinado a ensamblar los maderos de mayores dimensiones, a otros ejemplares más pequeños de unos 6 centímetros, que se conocen como clavos de chilla, de espiga larga y piramidal que se emplea generalmente para la clavazón de los techos. Lo que respecta al grosor del conjunto, su sección es cuadrada mayoritariamente, y oscila también entre los 1,5 y los 0,6 centímetros. Junto a los clavos, es también con-siderable el número de goznes, pomos y herrajes que seguramente debieron pertenecer respectivamente a ventanas, puertas y mobiliario del edificio.

Se han recuperado y posteriormente restaurado tres cerraduras que conservan prác-ticamente el mecanismo intacto, aunque inservible de manera práctica, sí ilustrativa, cuyas dimensiones son considerables, llegando una de ellas a sobrepasar los 30 centímetros.

Entre esta colección de objetos se encuentra también un pequeño balaustre cuya función no está clara, pero que pertenece con total seguridad al mobiliario del edificio.

Pestillos, planchas, embellecedores, etc. Todos ellos en diferentes estados de conser-vación han sido documentados desde finales del siglo XIX.

Por otro lado el segundo gran bloque, correspondiente a los objetos relacionados con la Guerra Civil, entre ellos un gran número de cartuchos y munición que se encuentra en distintos estados de conservación, algunos incluso completos y sin detonar, pertenecen a los fusiles utilizados en aquellos momentos de manera frecuente por el ejército español, como el Mauser, por ejemplo, aunque se han rescatado también otro tipo de balística no tan frecuente. Entre otros destaca la aparición de una insignia del bando Nacional, cuya decoración esmaltada se ha perdido en su mayoría, conservando apenas el azul que servía de fondo a la placa, en la cual se distingue su pertenencia al Primer Batallón automovilístico.

Aparecen también entre los restos alambrada de espinos, tuercas, bielas, tornillos, varias planchas metálicas de hierro, etc. Resulta evidente la pertenencia de todos estos objetos al distinto equipo armamentístico que acompaña las tropas militares. Sin embar-go, no siempre resulta posible especificar qué maquinaria o mecanismo conformaban.

Aparte de estos ejemplos esbozados brevemente, se han encontrado multitud de objetos pequeños de metal, desde medallas religiosas, entre las cuales se hallan algunas con efigies de Santos y Vírgenes, u otras más sencillas con una cruz griega inscrita. Entre la particular colección se encuentran hasta gemelos que aún hoy se conservan completos, prácticamente intactos, y algunos ínfimos como alfileres de costura, que han logrado sobrevivir al abandono de la fábrica y sus posteriores avatares.

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Durante la intervención arqueológica en la Real Fábrica de San Fernando de Henares se han localizado una serie de piezas monetales. Las más antiguas de estas piezas pertene-cen al reinado de Felipe IV (1621-1665), aunque también se documentan monedas de los reinados posteriores, hasta llegar a un ejemplar de la II República española. En total se han documentado 17 monedas completas e identificables, así como diversos fragmentos, que en la mayoría de los casos no aportan ninguna información, pero en otros pueden darnos diversos datos sobre su periodo de acuñación o sobre su valor.

Las primeras monedas se encuadran en los Austrias menores. En este momento de la historia moderna española el panorama económico muestra una arcas de Hacienda exhaustas, pero la necesidad de conseguir fondos para continuar las políticas belicistas europeas sin aumentar los impuestos directos hace recurrir a la masiva acuñación de monedas de vellón, primero y, más tarde, la política de resellos (sobrevaloración facial con uso de marcas de valor en las propias monedas).

La mayoría de las piezas documentadas en la excavación son monedas de este periodo. Estas piezas, al tener una vida tan larga en el tiempo, ser acuñaciones de poca calidad y pasar varias veces por las cecas para que les fueran impuestos los diferentes resellos, suelen estar en un estado bastante precario y los ejemplos que encontramos en San Fernando de Henares no son excepción. Se han localizado piezas que contienen hasta cinco resellos en este yacimiento, pero se conservan ejemplos de algunas que tienen has-ta ocho resellos, lo que implicaba que la moneda terminara siendo una chapa de cobre llena de resellos, muchos de ellos irreconocibles.

En la Real Fábrica se ha recogido una pequeña representación de los vellones y bronces acuñados por la Corona española desde este periodo inicial hasta ya entrada la peseta y el sistema métrico decimal. Ejemplos de este momento son las piezas de Alfon-so XII (5 céntimos 1879 y otra moneda de 10 céntimos sin poder especificar fecha de acuñación) halladas en el transcurso de los trabajos. Señalar que la moneda más moderna localizada durante la intervención ha sido una peseta de la II República (1937), que viene a coincidir con los últimos momentos de uso de la Real Fábrica.

Finalmente, señalar que se recuperó un curioso ejemplar de felus marroquí, fe-chado en los últimos años del siglo XIX, pero que tiene una continuidad de uso en la zona hasta casi mediados del siglo XX. Quizá relacionado con la que estaría en el lugar de un destacamento del Ejército nacional en la guerra civil.

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Perfiles Taxonómicos

Los taxones que han podido reconocerse en la Fábrica de Paños de San Fernando son Ovis aries, Capra hircus, Ovis /Capra, diferentes razas de Canis familiaris, Felix catus, Equus caballus, Bos taurus, Cervus elaphus, Sus sp., Sus domesticus, Lepus europeus, Vulpes vulpes, Canis lupus y Orictolagus cuniculus entre los mamíferos, y algunos otros animales como galápago o restos de Alectoris rufa, Gallus gallus y algún ave indeterminado.

En total se han analizado más de 7716 restos óseos en la parte interna de la fábrica y 1043 en la parte externa. Entre ellos destaca el grupo de los ovicápridos con el 70% y el 60% respectivamente del total de los restos, presentando tanto restos de oveja como de cabra. Tras éstos siguen entre los domésticos la vaca, que es muy abundante en la parte externa y después el perro, entre el que hay identificadas diferentes razas, el cerdo y en última instancia el caballo, el gato y el gallo. Entre las especies salvajes destaca el ciervo seguido del conejo, el corzo, el jabalí, la liebre, el zorro, la perdiz y el lobo. De todos modos hay que destacar cómo en la parte externa el único grupo importante es el de los ovicápridos, no sólo por ser el más abundante, sino que también por el hecho de localizarse la mayor parte de los restos de vaca en el revuelto.

En el NMI (= número mínimo de indivíduos) , el predominio de los ovicápridos sigue haciéndose manifiesta, pero a diferencia del NR (=número de restos) no es tan acusada. En el NMI la oveja sigue siendo más abundante que la cabra, y entre el resto de animales destaca el aumento del caballo respecto a la vaca, al igual que la del perro y el gato que son los animales más abundantes después de los ovicápridos en la parte externa.

En la parte externa siguen predominando los ovicápridos, pero en el NMI no sólo mantienen su predominio, sino que además la aumentan porcentualmente, destacando en este sentido la reducción de la vaca, lo cual se debe a que la elevada fragmentación de ciertas partes anatómicas ha contribuido al aumento de su NR. Los demás animales presentan porcentajes similares, y no tienen diferencias importantes.

En las edades los dos conjuntos se comportan de manera similar, caracterizados por el predominio de los adultos, y con una relativa mayor importancia de los juveniles entre los ovicápridos, y también entre los suidos.

La estacionalidad sólo se ha podido comprobar en el grupo de los ovicápridos, y en ellos se ha podido precisar que en la parte interna, la mayor parte de los individuos de oveja murieron a lo largo de todo el año. La cabra también fue sacrificada durante todo el año, con especial incidencia entre el otoño y la primavera. En la parte externa se ha visto que la mayor parte de los casos en los que se ha podido precisar la estación de muerte se corresponde con el otoño y el invierno.

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Usos económicos de los animales representados. Perfiles esqueléticos y tafonómicos

Los perfiles esqueléticos nos indican que todos los animales de la parte interna están representados completamente ya que aparecen todas las porciones anatómicas. En la parte externa la abundancia de huesos en niveles de revuelto desvirtúa algo la muestra. Así en la parte externa hay un perro y una vaca completamente representada que ha con-tribuido aumentar las partes axiales y apendiculares inferiores. Entre los ovicápridos, el animal más abundante, predomina el axial, pero todas las porciones están representadas, lo cual nos indica que este animal está completamente representado en el yacimiento, y que no hay diferencias significativas entre la representación esquelética de la parte ex-terna y la interna.

Los datos tafonómicos nos indican una buena conservación de la muestra ósea y una baja incidencia de los procesos fosildiagenéticos destructivos. Igualmente es escasa la incidencia de los carnívoros, como reflejan sus reducidos porcentajes de marcas de diente, lo cual nos ha permitido contar con prácticamente la totalidad del conjunto óseo. En lo referente a la intervención humana, los porcentajes de marcas de corte son escasos pero afectan a los ovicápridos, la vaca, el caballo, los suidos, el perro y el ciervo y parecen vincularse al aprovechamiento cárnico de estos animales. De todas formas según la zona del yacimiento hay animales con marcas o sin ellas. Así, el caballo en la parte interna no muestra marcas de corte, igual que el perro en la externa, y siempre son porcentajes bajos de marcas.

Al no haber unos porcentajes de marcas importantes, y al ser el grupo de los ovicápridos el que las presenta en una mayor cantidad, podemos decir que unido esto a la avanzada edad de la mayor parte de los individuos representados y a la escasa fragmentación de los restos apendiculares en todos los taxones, es posible afirmar que la mayor parte de los animales como los ovicápridos o la vaca tuviera unos usos diferentes a los estrictamente cárnicos, reservando más esta función a animales como el ciervo, los juveniles de los ovicápridos y los suidos, de manera que tanto la vaca como los ovicápridos podrían ser destinados a la producción láctea o lanar.

Entre las alteraciones de origen humano destaca que la mayor parte de las marcas antrópicas se relacionan con los procesos de desarticulación y desmembración. Así en los ovicápridos, la fracturación de los huesos largos obedece más a este proceso que a la fracturación para acceder a la médula, de manera que existen cortes limpios en las metadiáfisis diferentes de los que mostrarían una fracturación destinada a la explotación medular, que se caracterizaría por una explotación en torno a la mitad de las cañas o una mayor fragmentación. Sólo en casos más concretos como la mandíbula se ven marcas de corte ligadas a la extracción de la lengua, que se sale de la mera explotación cárnica.

Por último hay que destacar que si los porcentajes de marcas de corte son escasos, los de huesos quemados son mayores en la parte externa, pero la mayor parte de estos huesos quemados están en niveles de revuelto y el calentamiento que han sufrido es bastante superficial, por lo que parece responder más a procesos postdeposicionales que a causas alimenticias.

Modelo 3D (textura alámbrica y fotográfica) de la chimenea

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III.4.4. Conclusiones

Auditores de Energia y Medio Ambiente S.A.

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

La Real Fábrica de San Fernando ha sido testigo de diversos avatares históricos, algunos de los cuales han dejado claramente huella sobre el edificio y la arqueo-logía ha recogido precisamente esas pruebas para inter-pretarlas en un contexto más amplio.

EL PROYECTO FABRIL Y LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La Revolución Industrial fue el primer fenómeno histórico que dejó su huella en la Real Fábrica; es más, la máxima razón de ser de nuestra Real Fábrica es pre-cisamente el propio fenómeno industrial. El cambio di-nástico permitió, sin duda, acelerar la modernización del país. Los Borbones fueron pronto conscientes del retraso de la nación y producto de esta situación fue la construcción de establecimientos industriales, como el nuestro, diseminados por gran parte de la geografía na-cional, destacando una fuerte concentración en lo que a establecimientos regios se refiere en la Comunidad de Madrid.

El lugar de Torrejón de la Ribera fue incorporado a la Corona en 1746, con miras a convertirse en una pe-queña ciudad industrial, bajo el patrocinio del Estado. El carácter de autosuficiencia primó en todo momento y, al margen de construir una fábrica a modo de nave indus-trial, la ciudad se ubicó en una zona abierta a la naturale-za para cubrir las necesidades básicas de abastecimiento. La tipología urbanística respondía al modelo del “Des-potismo Ilustrado”, según el cual la fábrica ordenaba el espacio colindante. Así las viviendas de los trabajadores se construyeron en la zona próxima al lugar de trabajo, disponiendo también la población de lugares de carácter público como la taberna, la botica, el ayuntamiento y la iglesia.

Pese a que el documento de incorporación a la Co-rona del solar de la Real Fábrica data de tiempos de Fe-lipe V, el florecimiento de San Fernando como Real Si-tio debe situarse bajo el reinado de Fernando VI, a cuyo nombre hace honor. La Junta de Comercio y Moneda propuso como gobernador con poder judicial a don Ventura de Argumosa, como cargo directivo del lugar y sus fábricas. La elección de Argumosa no fue en abso-

luto aleatoria, ya que contaba con un amplio currículo que lo habilitaba perfectamente para dichas funciones. En 1745 viajó al extranjero para conocer las metodolo-gías de trabajo de las fábricas de paños (Rabanal Yus, A.; 1983, p.93).

La construcción de la Real Fábrica se va a inspirar en modelos franceses e italianos, siguiendo los postula-dos racionalistas de la época así como los principios de la Ilustración, entre los cuales la educación se veía como rama principal para el desarrollo social. El Real Sitio de San Fernando fue de hecho el primer intento de crea-ción de una ciudad industrial en sentido estricto (Otero, G.; 1986, p.138). Por un lado, concentró en un único espacio arquitectónico un complejo fabril autosuficien-te que abarcaba desde la obtención de la materia prima hasta el trabajo y manipulación de ésta; y por otro, la fábrica se conformó como la semilla capaz de urbani-zar el terreno colindante, dando origen a un pequeño núcleo de población, que daría origen al pueblo de San Fernando de Henares.

LA CONSTRUCCIÓN DE LA REAL FÁBRICA

En septiembre de 1746 comienzan las obras del complejo industrial. Resulta difícil encontrar un único constructor de la empresa, un arquitecto a quien otor-garle la autoría de la obra, aunque algunos investigado-res como Aurora Rabanal Yus defienden la importancia, en el proceso constructivo, de figuras como Mateo José Barranco y Manuel de Villegas, ambos en calidad de “maestros de obra”, así como los ingenieros Joaquín de Ripa y Elías Escot (Rabanal Yus, A. 1996, p. 125–126). Al margen de la autoría, la fábrica responde a una tipo-logía sencilla de carácter cuadrangular con patio; este dividido en diferentes espacios en el interior, novedad que se justificaba a partir de las diferentes fases que pre-cisaban la elaboración de los paños.

Merece la pena detenerse en la definición de la es-tructura del edificio, Las naves del edificio se organiza-ban en dos pisos y cada uno estaba compuesto de tres crujías, sirviendo, normalmente, la central de pasillo para acceso a las laterales. Sobre estas crujías se levanta-ban bóvedas de cañón. En la fachada principal, orientada

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hacia el Este, sobresalía un resalto que hacia notorio el carácter administrativo de ese cuerpo, a diferencia de los demás destinados exclusivamente al trabajo indus-trial. En el cuerpo principal del edificio se abría un ex-tenso zaguán, y a su izquierda estaban la contaduría y la tesorería de la fábrica, mientras que el despacho del gobernador y la capilla se abrían a la derecha. El piso noble de este cuerpo central tenía dos funciones, una industrial y otra residencial destinada al disfrute del Gobernador. La fábrica tenía una organización interior dividida en tres zonas, dependiendo de la función. En primer lugar, la función administrativa, que residía en el cuerpo principal; por otro lado, la función propiamente industrial, que ocuparía la planta baja de las restantes naves, así como el patio y alguna planta del piso superior y, por último, el almacenamiento de los paños, ubicado en los sótanos.

Las excavaciones arqueológicas han permitido do-cumentar muy bien el desarrollo hidráulico del com-plejo fabril. El primer conjunto de canalizaciones que debe de corresponderse con este primer momento constructivo es un conjunto homogéneo, con una edili-cia de “caja rectangular Estrecha”. Es el momento en el que las canalizaciones traen el agua del arroyo Ambroz o camino Ambroz, cuya cronología debe de fijarse entre 1749-1765. Estas canalizaciones son las primeras que se construyeron en el Real Sitio.

La industrialización del Real Sitio implico además la importación de maestros artesanos especializados en diversas funciones. Así, desde el primer momento se re-currió a operarios extranjeros, particularmente holan-deses y franceses. Esta situación no debe de extrañar, pues salvo en Cataluña, no existía en nuestro país una industria textil de corte industrial suficientemente de-sarrollada. Los holandeses se encargaron de poner en marcha la fabricación de terciopelos y papel; los france-ses hicieron lo propio con la fabricación de sombreros; y los irlandeses, suecos y alemanes se encargaron de los tejidos (Otero, G.; 1986, p. 140).

La vida cotidiana de esta población durante el siglo XVIII pasó por numerosos altibajos marcados la mayo-ría de ellos por las enfermedades, lo que terminó por convertirlo en un lugar inhóspito y poco salubre. Las epidemias de tercianas, junto con altas fiebres y agudas

inflamaciones, menguaron notablemente la población. Las causas, diversas, apuntan hacia unas condiciones de vida e higiene precarias, como la falta de espacio y la masificación de las pequeñas viviendas. Parece, además, que el consumo de agua no potable y los desórdenes ali-menticios, provocados por una ingesta insuficiente o por abuso, además de la mala aclimatación de los extranje-ros, ayudaron al lugar a mantener la etiqueta de “poco saludable”. En 1752 el Rey ordena que se establezca un hospital, a la vez que mandó investigar el lugar para acla-rar los males que azotaban esa tierra, lo que supuso el cese de la producción.

En 1758, cuando la fábrica de paños ya no funciona-ba en esta localidad y se encontraba en estado deplora-ble, resuelve el Rey, por mediación de Argumosa, que se exploten las tierras fértiles, promoviéndose la agricul-tura. Para esta nueva empresa se propone a Juan Antonio Villanueva Pico como gobernador, al ser un excelente conocedor de la agricultura y la industria.

EL HOSPICIO AL AMPARO DE LA ILUSTRACIÓN

Uno de los principales quebraderos de cabeza de la política ilustrada fue acabar con el sector pobre de la po-blación. El número de vagabundos, o personas desocu-padas que no podían mantener un nivel de vida conside-rado como digno, ascendía en el último cuarto del siglo de las luces a 140.000 personas, aproximadamente.

Los ilustrados optaron por una solución alternati-va a la acción de la Iglesia más centrada en donativos y limosnas; la Ilustración se apoyaba en la razón y en la cultura para acabar con muchos de los vicios y proble-mas derivados del antiguo régimen. Para los ilustrados combatir la pobreza y todo lo que conlleva se debía de hacer con centros de acogida, hospicios, que además de proporcionar una cama y alimentos ofrecía, a los desam-parados, la posibilidad de formarse en una profesión y trabajar en los talleres.

El conde de Aranda tomó la decisión de crear un nuevo hospicio en mayo de 1766 en San Fernando. Se trata de una decisión muy pragmática; por un lado exis-tía un complejo arquitectónico de enormes dimensio-

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nes, cuya inversión había sido cuantiosa y que estaba sin ocupar; por otro lado, se podría alojar a un gran número de gente necesitada.

Posiblemente, los desmanes del motín de Esquila-che fueron un detonante importante para decidir crear el hospicio. La preocupación ante acontecimientos de este tipo debió de calar en la corte y aunque el mismo Rey había designado los edificios de la fábrica de Vicálva-ro como casa de corrección, al estar ocupada por útiles y maquinarias de la fábrica de Guadalajara y mientras se desalojaba, se decidió que se utilizarían las instalaciones de San Fernando como hospicio, que a la larga, y por una cuestión de comodidad, se convirtieron en el emplaza-miento fijo del mismo.

La dirección del hospicio de San Fernando se otor-gó a Pablo de Olavide, sustituyendo a su antecesor José Villanueva Pico (Rabanal Yus, A.; 1986, p. 67). Bajo su dirección el hospicio se dispuso a acoger alrededor de mil desamparados, que se alojaron en un primer mo-mento en las galerías bajas de las naves del antiguo edi-ficio, aunque más adelante se construyeron habitaciones en las partes altas atenderlos.

Olavide intentó establecer una fábrica de alambres y alfileres que no llegó a cuajar pero, de todos modos, a los internos, dependiendo de la edad y del sexo, se les ocuparía en diferentes labores. Las mujeres se en-cargarían de la costura, ocupándose las más pequeñas, por ejemplo, en hacer blondas; mientras que a los mu-chachos, al margen de enseñarles a leer y escribir, se les ocupó con trabajos que implicaban el uso de la fuer-za física. Entre los acogidos, cabe destacar el grupo de mujeres infectadas de sífilis, para las que el gobernador dispuso la construcción de un “hospitalillo” para evitar el contagio. Olavide trataba de conjugar los principios mercantilistas con los ideales ilustrados; de esta manera se daban la mano la industria y la enseñanza (piedra an-gular de la Ilustración).

En general puede afirmarse que hasta 1773 el hos-picio no tuvo ningún problema notorio, bajo las direc-ciones de Pablo de Olavide, Nicolás de Rivera y Tomás Anzano. A mediados de la década de los 70 empiezan de nuevo los azotes de las enfermedades, se habla de la “vida licenciosa” de sus huéspedes y se hacen públicos los excesivos gastos.

La arqueología también nos da luz sobre esta épo-ca. El segundo conjunto de canalizaciones datable entre 1766 a 1779, es el de las canalizaciones de “borde es-calonado”; es el momento en el cual se optó como nos dicen las fuentes de época del Conde de Aranda y del Hospicio, por traer el agua de los aljibes cercanos.

LAS REFORMAS DE ÉPOCA DE ALMARZA (FINES DEL XVIII)

En 1770 se nombra gobernador del Real Sitio a José de Almarza, cargo que conservará hasta el año 94. Al-marza intentará reactivar el lugar y para ello se acome-ten bajo su mandato numerosas obras para rehabilitar el edificio, entre las que destacan las nuevas conducciones de agua para garantizar el saneamiento de la zona. El arquitecto encargado de trabajar en estos proyecto, en-tre 1771 y 1796 fue Francisco Sabatini, apoyado por su hombre de confianza, el aparejador José de la Ballina.

El periodo de gobierno de Almarza será un tiempo de fuertes reformas. Hacia 1783 se reparó el embaldo-sado de las fábricas de lienzos, estambres y cáñamo es-tablecidas dentro del hospicio (Rabanal Yus, A.; 1986, p. 73).

Quizás el acontecimiento clave de la era Almarza fue la instalación de en la Real Fábrica de los fabricantes ingleses, que llegaron a San Fernando en 1788; con su contratación Almarza quería romper con los patrones de corte filo-francés y quería promover modelos de corte inglesa, al ser Inglaterra la cuna de la industrialización.

Las diferencias entre los maestros y la dirección de la fábrica y la mala calidad de los productos, provocó que en 1791 el Rey cediera la fábrica a los Bertrand (y com-pañía), un fabricante francés que se dedicó a los tejidos de lana y algodón. Tampoco funcionó el establecimiento industrial de los Bertrand, que, tras serios problemas de avenencia con Almarza y varios problemas legales, tu-vieron que cerrar la fábrica.

Pero las reformas más importantes fueron las de las conducciones de agua. Sabemos que las cañerías reali-zadas se encuentran colapsadas por el agua salobre y el contenido tan alto de toba o sarro petrificado, proble-mas bien documentados en la excavación. Las conduc-

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ciones de agua dulce se realizaron, en parte, para acallar las críticas de insalubridad del lugar. Para este proyec-to Almarza se embarcó en un proyecto bastante costo-so con tal de garantizar la salubridad del sitio. Sabatini elaboró un presupuesto para conducir el agua desde el arroyo de Coslada hasta el hospicio y una de las plazas de San Fernando. En las excavaciones arqueológicas vemos cómo un mortero rosado, muy compacto, es la nota más peculiar de estas construcciones, (hablamos de la fuente, de los pozos de decantación, así como el gran colector o estructura inferior). Los proyectos de construcción de nuevas canalizaciones ocupan a Sabatini el periodo comprendido entre 1771 y 1796. La era Almarza es la fase de las canalizaciones de “caja rectangular ancha”: son construcciones de sólidas estructuras de hasta 9 hi-ladas (frente a las 3 ó 4 de la estrecha), con tuberías de diámetro mayor; es el momento que según los datos del Archivo de Palacio hay que datar entre 1780-1789.

Todas las obras de esta época tienen una uniformi-dad constructiva muy notable que se aprecia en el mor-tero rosado, en el modulo de los ladrillos, en la coloca-ción de los mismos; la fábrica es evidente que es muy antigua y que responde a patrones en boga en el siglo dieciocho. En el plano kilométrico-catastral de 1860, podemos ver, además, el dibujo en planta de la fuente con forma oval, situada en el centro de la plaza de la Real Fábrica. Para nosotros la datación de la fuente debe remontarse a tiempos en los que Sabatini trabajó en el Real Sitio, pues tras 1808, por efecto de la Guerra de la Independencia, las dificultades del momento y la ruina de la fábrica haría difícil explicar una construcción de este calado. Además, la construcción de la canalización que desaguaba en el río Jarama (según el Archivo de Pa-lacio de época de Sabatini), que creemos sólo puede ser el gran colector inferior, llega justo hasta la fuente, por lo que todas las construcciones de mortero rosado, tanto las de traída de agua, como las de conservación, como las de desagüe, forman un conjunto único, que debe de datarse en los mismos años, sin duda en tiempos de Saba-tini; ahora bien no es descartable la existencia de alguna estructura anterior.

Nuestra fuente, construida a fines del siglo XVIII, es una obra que derrocha la influencia del arquitecto Sa-batini, que como sabemos había trabajado ampliamente

para Carlos III, en multitud de proyectos tanto en Nápo-les como en Madrid. Por tanto, no debe extrañar que nuestra fuente beba directamente de prototipos itálicos y ésta es la dirección que hemos seguido en nuestra in-vestigación. Debemos situar nuestra fuente en el rococó y entenderemos mejor algunos detalles. Sabemos que personalidades de la arquitectura como Borromini, gran amante de las cúpulas elípticas, transformó en aquella época la arquitectura, y que sus diseños también ter-minaron por calar, en otras estructuras arquitectónicas. Además, sabemos que nuestro Carlos III fue el rey que excavó Pompeya y Herculano, en unos tiempos en los que el amor por lo arqueológico se puso de moda con gran ímpetu. Las ruinas de Pompeya, pero también las del foro de Roma, influyeron e inspiraron a multitud de artistas y por supuesto, también arquitectos. Por tanto, no sería raro ver a Sabatini y sus contemporáneos, tomar apuntes en los lugares que ya hemos mencionado. Si-guiendo esta línea de la investigación, veremos como el rococó se abraza al mundo imperial romano de una ma-nera muy curiosa, para terminar este viaje en San Fer-nando. A finales del siglo XVIII, existió un auge por las fuentes elípticas, moda que terminó por llegar a nuestro Real Sitio.

La fragua-chimenea se ha datado gracias a las relacio-nes existentes de esta construcción con las canalizacio-nes que interfieren en ella. Una de estas canalizaciones (de borde escalonado, del segundo momento) rompe uno de los muros del horno, entrando dentro; por tan-to, el horno ya debía de existir; por ello, la construcción debe situarse en algún momento indeterminado entre la construcción de la Real Fábrica (1746-1749), momento en el que se construyen las primeras canalizaciones, y los años 80’ del siglo XVIII, antes de que Sabatini realice el tercer grupo de canalizaciones.

El hospicio se mantuvo en la dinámica señalada hasta 1797, año en el que Godoy inició determinadas gestiones para instalar en este edificio una escuela mi-litar, proyecto que fracasó, ya que siguió bajo las mis-mas directrices hasta 1800. Vemos como los ideales han cambiado, pasando página a la Ilustración, eran sin duda otros tiempos.

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LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA E INICIOS DEL XIX

San Fernando fue de los primeros pueblos en alzarse contra los franceses. Sabemos que el edificio fue ocupa-do por las tropas francesas en 1808, pues era un punto muy estratégico en el camino de retirada a Francia, en caso de peligro. Tras la derrota, en su retirada las tropas francesas dejaron la Real Fábrica en un estado ruinoso, como cita un documento de 1825.

Pese a los numerosos fracasos sufridos en el siglo an-terior, en la primera mitad del siguiente siglo, las solici-tudes para establecer fábricas en San Fernando son noto-rias e incluso volverá a funcionar como fábrica el recinto industrial. Algunos empresarios se atrevían a arriesgar su capital atraídos seguramente por la protección que seguía otorgando la Corona a dicho lugar, aunque para ello tuvieran arriesgar la salud de sus trabajadores.

Alrededor de1800, la Real Fábrica vivía los últimos días de la fábrica de los Bertrand, citada en páginas an-teriores pasando el proyecto brevemente a don Mariano March.

De las solicitudes que llegaban, cabe destacar la propuesta de Don Pedro Gámez para establecer una fá-brica de lienzos. La propuesta resulta interesante, por el interés que se toma en la inserción social de los más desfavorecidos. Así, Gámez hace especial hincapié en los desamparados, los presidiarios, los pobres y las mujeres públicas. Es, sin duda, una propuesta imbuida por el es-píritu de la Ilustración. Pero la Corona descartó la em-presa aferrándose al deplorable estado del lugar, la falta de alimentos, las malas tierras y la insalubridad.

Más adelante, en 1824, sí se autorizará el estableci-miento de una fábrica de tejidos de algodón y lana a Don Luis Murgón Armada, que se bautizó con el nombre de “María Isabel de Braganza”. En su petición Murgón Ar-mada afirmaba que pretendía aumentar la población de San Fernando con familias honradas y laboriosas. Desde la Administración no se tomó muy en serio esta peti-ción, ya que se veía en la figura de este capitán cierta precipitación y descaro, pero llama la atención, que fi-nalmente se otorgara el permiso para el establecimiento de esta empresa bajo un decálogo de condiciones.

En 1829 se establece la Real Fábrica de San Fernan-do de Hilados, Tejidos y Estampados y se ubica en la casa-fábrica, cuyo estado era casi ruinoso. Fernando VII concedió la apertura de esta empresa a un comerciante alemán, Enrique Dolfus, bajo determinadas condicio-nes. Dolfus se encargaría de reparar el edificio y man-tener limpias las cañerías del abastecimiento de aguas (Domínguez; 1996, p.176-177), y a cambio no pagaría alquiler durante 20 años, además de proporcionarle, de manera gratuita, terrenos para usos alternativos.

La propuesta de este comerciante innovaba en el sentido que la Corona aportaba tan solo los bienes in-muebles. Para ello tuvo que reconocerse el estado del edificio, destrozado durante la invasión francesa. En la fábrica se instalaron las máquinas necesarias para la im-presión y contaba con diferentes salas de cardado, hila-do, tejido, muselinas, estampados y tenderos (Rabanal Yus, A.; 1986, p. 93).

Dolfus se tropezó con varios problemas, por un lado, se criticó su política laboral, que se veía por algunos co-merciantes de Cataluña como una competencia foránea; por otro, tuvo que enfrentarse con la financiación de la empresa y los elevados gastos, hecho que terminó por conceder la fábrica a la compañía de los Riera. Pese a que en los años siguientes la factoría floreció e incluso se hizo eco de sus productos el “Semanario Pintoresco” (31 de julio de 1836), la fábrica fracasó y San Fernando volvió a convertirse en un lugar abandonado.

La construcción sufre un fuerte frenazo y tan solo asistimos a reformas puntuales en este momento. Cree-mos que bien en tiempos de Murgón Armada o de En-rique Dolfus y más fácilmente en el segundo, debió de realizarse la reforma del gran colector, con la construc-ción de la (UE 18), así como la construcción de la gran canalización de bóveda UE 20. En el Informe del 14 de Enero de 1832 se detalla el problema que las aguas “llo-vedizas” o torrenciales producen en el interior del patio por la inexistencia de un desagüe. Las obras señaladas estarían motivadas por dicho informe sin lugar a dudas.

En 1839 la reina Isabel II recibe un informe nefas-to sobre el estado en el que se encuentra el Real Sitio, un estado de abandono y de ruina de los inmuebles do-mina el desolador paisaje. Coincide con esta realidad, el proceso de Desamortización de bienes eclesiásticos

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(Mendizábal, 1837) y de bienes generales, más adelante, en 1855 (Madoz), con el que se pretendió sanear la Ha-cienda Estatal. La Desamortización, en San Fernando, se centra en un principio en los terrenos colindantes al centro “urbano”. La precariedad del inmueble obliga a la reina en 1858 a suprimir el cargo de administrador del Real Sitio, otorgando la dirección al administrador del Pardo (Rabanal Yus, a.; 1986, p. 105). Dos años más tar-de, la casa- fábrica será incluida en el inventario general de edificios del Real Patrimonio junto con la casa- admi-nistración y las cuatro manzanas de viviendas (Rabanal Yus, A.; 1986, p. 105).

FINALES DEL SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL SIGLO XX

El Real Sitio quedará declarado en venta según la ley del 12 de marzo de 1865, manteniéndose como tal hasta 1869 (Rabanal Yus, a.; 1986, p. 109). Según la do-cumentación conservada, parte de la construcción de este edificio pasó a pertenecer al Ayuntamiento de San Fernando por donación o por cesión procedente del Real Patrimonio (1888) (Carrasco Redondo M.; 1996, p. 217). El resto de la fábrica sirvió, desde principios del siglo XX, como almacén, ya que conservaba parte de la estructura que se destruirá en la Guerra Civil.

Dado que en el kilométrico de 1860 no aparecen otras estructuras junto a la fuente, debió de ser solo a partir de este momento y sobre todo desde 1888, mo-mento de una cesión parcial al Ayuntamiento de San Fernando de Henares, cuando se construye toda una serie de estructuras para aprovechamiento del espacio como almacén municipal. Hablamos de los muros docu-mentados en el patio junto al estanque. Asistimos a un momento de clara crisis: los materiales son reutilizados y las construcciones son deficientes y de escasa entidad.

Durante la Guerra Civil, el edificio sirvió como proveedor de materias primas, materiales de construc-ción, principalmente. La Real Fábrica debió de sufrir fuertes impactos de artillería durante la Guerra Civil, dañando la estructura del edificio muy seriamente. Por otro lado, la gente debió de refugiarse. Probablemente la Galería que se construyo bajo la fuente date de este

momento. La dura posguerra permitió que las ruinas fueran el refugio de familias que quedaron sin hogar por la contienda.

La salvación del edificio de la fábrica de San Fernan-do se acarició con el proyecto del arquitecto Luis Cer-vera Vera en 1947. Cervera, dadas las múltiples obras y diferentes usos de la primitiva construcción, defendía la rehabilitación del edificio para darle un uso social, en la línea del espíritu del antiguo hospicio. Pese a que el edificio se encontrara en ruinas, ya que la planta y la cubierta habían desaparecido, el arquitecto proyecta una reconstrucción fiel a la obra original, sin la modificación del volumen del Palacio. El proyecto quedó aparcado debido a su elevado coste.

A mediados del siglo XX, sobre los años 60, la firma Echeveste, decide instalarse en el solar de la Real Fá-brica. Fruto de este proyecto fue la construcción de las zapatas de hormigón que cruzan la excavación, así como el muro de hormigón y ladrillo que limita el solar.

Las ruinas de la antigua fábrica de San Fernando fue-ron declaradas bien de interés histórico – artístico por el Ministerio de Cultura en 1983. En la actualidad, tan solo se conserva el cuerpo principal de la fachada, habi-litado como Ayuntamiento. En el año 2005 se iniciaron las obras de para construir la nueva estación de metro de la línea 7, que ha motivado la presente intervención arqueológica.

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III.4.5. El Acondicionamiento y La Difusión

Auditores de Energia y Medio Ambiente S.A.Jorge Morín de Pablos y Esperanza de Coig-O’Donnell Magro

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Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el solar de la Real Fábrica de San Fernando de Henares con motivo de la construcción de la Línea 7 de Metro y el proyecto de edificación, han permitido el estudio de la Real Fábrica en profundidad. Las campañas arqueológi-cas llevadas a cabo entre 2005 al 2007, con una extensión cercana a los 11.000 m2, han sacado a la luz importan-tes restos inmuebles asociados a la fábrica que deben ser integrados en los proyectos de obra civil y edificación planeados en ese espacio. El proyecto de conservación y acondicionamiento de los restos de la Real Fábrica es, sin duda, una interesante apuesta que intenta conciliar los vestigios del pasado y las necesidades del presente del municipio de San Fernando.

LA CONSERVACIÓN

Las excavaciones arqueológicas han permitido do-cumentar y conocer mejor los 200 años de vida de la Real Fábrica. Se trata de un yacimiento único para la historia de la localidad, ya que supone el nacimiento de San Fernando como ente poblacional con vida propia. Está situado en el centro de la actual población y magní-ficamente comunicado con la capital con la nueva línea de metro.

Los trabajos de conservación se han limitado a con-solidación y protección de las estructuras localizadas. En esta fase en primer lugar, como se ha señalado en páginas anteriores, se consideró necesario acometer una rigurosa documentación de los restos exhumados. Se elaboró una ficha específica de Elemento arquitectónico para definir los elementos a proteger y consolidar, que se complementó con la documentación gráfica necesa-ria. Previamente se había realizado, a escala 1:20, toda la planimetría del yacimiento y los alzados de los para-mentos y perfiles.

Posteriormente, y entre los propios trabajos de consolidación, se procedió a la limpieza de los suelos y estructuras, así como a la desherbización mecánica de toda la vegetación aparecida una vez acabada la fase de excavación, teniéndose gran cuidado a la hora de des-enraizar la vegetación, ya que gran parte de la misma aparece adherida a las estructuras. Figuras 1 a 6 - Varios aspectos de los trabajos de conservación

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La Intervención Arqueológica de 2005-2007. El Acondicionamiento y La Difusión

Una vez quedó limpia la superficie del yacimien-to, fue el momento de proceder a la consolidación de los muros. En primer lugar, sobre los alzados y después sobre los solados. El plan de protección de los muros consistió en entibarlos con unos muretes de ladrillos que se colocaron a 10 cms de las estructuras murarias y superaron, en al menos 20 cm, la altura de los mismas. Una vez terminado el encofrado, se procedió al relle-nado con arena de miga hasta cubrir por completo los muros. La cubrición se realizó con geotextil. El resto de las estructuras, fundamentalmente suelos, quedaron cu-biertos con fibra geotextil con el fin de preservarlos de los agentes externos. Se eligió este material, compuesto por filamentos de propileno, gracias a que es permea-ble, incorruptible y adaptable a las estructuras.

EL ACONDICIONAMIENTO

En estos momentos, la Dirección General de Patri-monio, el equipo de excavación y el estudio de arqui-tectura de Andrés Perea, de acuerdo con MINTRA y la EMS de San Fernando, están desarrollando un proyecto de acondicionamiento del sitio, cuyos planteamientos generales adelantamos en las próximas líneas.

En primer lugar, la actuación se planteó como ele-mento de transición entre el San Fernando Histórico y el presente dinámico de la ciudad, transformando el solar de la antigua fábrica en un espacio público históricamen-te emblemático y desocupado durante largo tiempo.

Este proyecto es el resultado de la liberación del ámbito ocupado por la Real Fábrica de Paños, cuyos ves-tigios documentados arqueológicamente quedan incor-porados al diseño del conjunto. La relación formal con el edificio del Ayuntamiento, ya incorporado a los restos de la Real Fábrica, y la dualidad que respecto del edificio como bisagra establece con la Plaza de España, consti-tuye un inédito, singular y complejo discurso históri-co-urbanístico.Por lo demás, el acondicionamiento de los restos de la Real Fábrica de San Fernando se plantea como una oportunidad de convertir este espacio, junto con el futuro Museo de Historia de San Fernando, en un espacio de explicación de la historia de la localidad.

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

LA DIFUSIÓN

La difusión de los resultados de las intervenciones arqueológicas se ha desarrollado a dos niveles. La prime-ra dedicada a los especialistas en la materia para ello se ha participado en Congresos Internacionales (IV Congreso Internacional de Musealización de Yacimientos Arqueológicos), Congresos Nacionales y Regionales (II y IV Jornadas so-bre el Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid), escrito artículos en revistas especializadas (Apuntes de Arqueología, Rehabilitación&Restauración). Se ha participa-do también en un libro colectivo que muestra las inter-venciones arqueológicas en la ampliación de las líneas de Metro, editado por Mintra. Finalmente, se ha elaborado la Memoria de la intervención arqueológica, que se pu-blica en la serie de Audema Arqueología, así como un número sobre la fauna del yacimientos, publicado en la serie Audema Arqueozoologia.

El segundo bloque, no menos importante ha sido la difusión de los resultados en charlas y coloquios. En este sentido, cabe destacar la realización de una semana de puertas abiertas en la que se explicaron los resultados de la excavación a la población de San Fernando.

Figura 7 - Proyecto de edificación del arquitecto Andrés Perea

Figura 8 - Portada de la monografía de zooarqueología F 8 P d d l f d l

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La Intervención Arqueológica de 2005-2007. El Acondicionamiento y La Difusión

Figura 9 - Inicio del vídeo Próxima Estación: San Fernando

Figura 10 -Carátula del documental Meeting Point o Días de Campo

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LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

Figuras 11 a 16 - Visitas guiadas de las Jornadas de Puertas Abiertas

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La Intervención Arqueológica de 2005-2007. El Acondicionamiento y La Difusión

BIBLIOGRAFÍA

LIBROS

Excavaciones arqueológicas en la Real Fábrica de Paños de S. Fernando de Henares, Madrid (siglos XVIII-XIX). MArq AUDE-MA-Serie Época moderna/contemporánea, nº 1, Madrid. En prensa.

ARTÍCULOS EN LIBROS

“Proyecto de Prolongación de la Línea 7 del metro de Madrid a Coslada y San Fernando de Henares. Tramo III: Coslada – San Fernando de Henares. Estación 7. Solar de la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares”. La Protección del patrimonio cultural de la Comunidad de Madrid en las obras de ampliación del Metro, 2003-2007, pp. 393-417. MINTRA, Comunidad de Madrid. 2006.

ARTÍCULOS EN REVISTAS

“La Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares: la intervención arqueológica”. J. Morín (coord.) Arqueología en las Reales Fábricas. Apuntes de Arqueología, XXI: 14-17. Boletín del CDL de Madrid. 2005.

“La industrialización llega a Madrid. La Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares. Estación 7 de la Línea 7 de Metro”. Apuntes de Arqueología, XXII: Paleontología y Arqueología en las obras de M-30 y del Metro de Madrid. CDL. Junio 2006.

“La Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares: la intervención arqueológica”. Restauración & Rehabilitación. En prensa.

CONGRESOS NACIONALES

“La Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares. La intervención arqueológica en la estación 7 de la línea 7 de Metro (Tramos II y III)”. II Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid (2005). En prensa.

“Cerámicas de la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares. La intervención arqueológica en la estación 7 de la línea 7 de Metro (tramos II y III)”. II Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid (2005). En prensa.

“Metales de la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares. La intervención arqueológica en la estación 7 de la línea 7 de Metro (tramos II y III)”. II Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid (2005). En prensa.

“Numismática de la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares”. II Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid (2005). En prensa.

“De Real Fábrica a Hospicio. La intervención arqueológica en el solar de la Real Fábrica de Paños de San Fernando”. III Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid (Ateneo de Madrid, 29-30 de noviembre y 1 de diciembre 2006). En prensa.

La Rebelión de las Conciencias: Reales Fábricas y Arqueología Industrial

Carlos Caballero

IVDirección General de Patrimonio Histórico

La perspectiva con que los historiadores se enfrentan a los acontecimientos del pasado cambia con el tiempo, al ritmo que marcan los nuevos estudios y las modificaciones que se producen en la sociedad: las Reales Fábricas promovidas por la Corona española a partir del siglo XVIII se valoran hoy de forma distinta a como se hacía hace sólo unos años pero, paralelamente, ha cambiado el valor que se le da a los vestigios industriales del pasado.

De este modo, si en las Reales Fábricas se ve ahora un frustrado intento de industrializar y dinamizar el país, y se amplía poco a poco el conocimiento que se tiene de las causas de ese fracaso, las ruinas de las industrias en desuso se aprecian cada vez más como testimonios de la sociedad que las construyó y utilizó. Paulatinamente, el patrimonio industrial abandonado se está convirtiendo en un objeto de estudio para el arqueólogo y en algo más que un contenedor de vieja maquinaria oxidada, para ser considerado como un elemento más del patrimonio histórico que es preciso recuperar y para el que ha de buscarse una forma adecuada de presentarlo al público, a un público que, a menudo, fue el usuario de esa misma industria.

Fachada de la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares, rehabilitada como sede del Ayuntamiento

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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LA REBELIÓN DE LAS CONCIENCIAS: REALES FÁBRICAS Y ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL

“Siempre nuestros gloriosos Reyes han parado su principal atención en dar ocupación ventajosa al pueblo y no dejarle ocioso y miserable”.

Campomanes

Son los inconformistas quienes mueven al mundo: detrás de los avances que jalonan la historia de la Hu-manidad se esconden innovaciones tecnológicas, pero también cambios de tendencias que permiten valorar los acontecimientos del pasado de forma más justa. Del va-lor que hoy se da al esfuerzo ilustrado para industrializar España mediante factorías auspiciadas por la Corona, y del que se otorga a los vestigios industriales del pasado, y de cómo las conciencias se han rebelado contra lo que parecía un trato injusto (benévolo para el primero, cruel para el segundo), es de lo que se trata en este texto.

Cuando, en 1721, Felipe V, el primer Borbón espa-ñol, puso en marcha la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara en Madrid, uno de los principales pilares que sustentaban su proyecto era la incorporación de tecno-logía avanzada para conseguir la producción en serie. No siempre, sin embargo, se trató de innovaciones recien-tes, pues a menudo, se recurrió a invenciones puestas en práctica mucho tiempo atrás, tanto en la Edad Media, en la que se registraron considerables avances, especial-mente en lo que se refiere a la utilización de energía hidráulica o de recursos mineros para producir la ener-gía motriz (Gimpel, 1981), como en la Edad Moderna, momento en el que se redactaron algunos tratados me-morables sobre maquinaria, como el titulado “Los vein-tiún libros de los ingenios y las máquinas”, atribuido al italiano afincado en España Juanelo Turriano. El Rena-cimiento había significado, en fin, la generalización del uso de todo tipo de máquinas energías hidráulicas, pero el escenario idóneo para aplicar esa ingeniosa maquina-ria a la industria no se creará en España hasta el siglo XVIII, cuando la Ilustración sea la encargada de poner en marcha el engranaje necesario.

La Ilustración fue, por tanto, el vehículo, y la Francia del colbertismo, el modelo que había de imitarse, dan-do al Estado el papel primordial en la industrialización (Helguera, 1991: 52). Las primeras manufacturas auspi-ciadas por el Estado, o por gente próxima a la Corona, se miraban en el espejo de las manufactures royales promovi-das por Colbert en Francia en la segunda mitad del siglo XVII y, apenas un lustro después de la fundación real de la Fábrica de Tapices, la iniciativa privada se hacía eco de los nuevos planteamientos industriales, y el Conde de Aranda costeaba en Alcora, a partir de 1726, una fábrica de lozas que acabó por convertirse en una prestigiosa fac-toría, más tarde asumida por la Corona, y en la prime-ra fábrica española de objetos suntuarios auspiciada por el capital privado (Mañueco, 2005: 17). Por lo demás, salvo este precoz ejemplo alcoreño, y pese a que las fun-daciones reales se sucedieron en los años siguientes, no habrían de encontrar mayor reflejo en la iniciativa par-ticular durante la primera mitad del siglo XVIII, quizás como un síntoma de lo que habría de suceder.

Y ello pese a que se trataba de lograr un objetivo para el bien común, pues la meta primordial que se per-seguía con las Reales Fábricas, o al menos así se enunció fue reducir el gasto derivado de las importaciones, tra-tando así de equilibrar la maltrecha balanza de pagos he-redada de los Austrias, para lo que se llegó a aplicar un fuerte proteccionismo aduanero (Helguera, 1991: 62).

En menor medida, se pretendía abastecer los Reales Sitios de objetos suntuarios y, como corolario, presti-giar a la Corona poniendo bajo su auspicio la producción de objetos de lujo. Se buscaba igualmente racionalizar el trabajo fabril, no sólo a nivel regional -mediante una ade-cuada distribución de las factorías, a priori allí donde la iniciativa privada no alcanzaba a desarrollarlas (Aguilar, 2007: 84)-, sino también dentro del propio complejo industrial, con la distribución funcional de los espacios.

Las bases de la política industrial las fijaría más tar-de Campomanes en su Discurso sobre el Fomento de la Industria Popular, de 1774, que algún autor ha descrito como “tan ingenuo, como bienintencionado” (Requena, 1996: 196), una opinión basada en el espíritu general del texto, expresado en frases como “las costumbres arregladas de la nación crecerán al paso mismo que la industria y se consolidarán de un modo permanente.

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Es imposible amar el bien público y adular las pasiones desordenadas del ocio. La actividad del pueblo es el ver-dadero móvil que le puede conducir a la prosperidad, y a ese blanco se dirige el presente razonamiento” (Rodrí-guez Campomanes, 1774: Advertencia).

Materializar esas buenas intenciones requería de un plan, de unas estrategias a corto y medio plazo. Por ello, para tratar de racionalizar la producción, las Reales Fábricas dividieron pronto su actividad en tres ramos (Cruz, 2007: 32): las primeras se dedicaron a la produc-ción de tejidos, tanto alfombras y tapices, como paños de lana; por otra parte, se establecieron numerosas in-dustrias militares, en particular fundiciones de artillería (Eugui, Orbaiceta, Sevilla, Barcelona, etc…), y otras ya existentes, en especial los arsenales de El Ferrol o Cartagena, fueron controlados por el Estado, que asu-mió también la gestión de las minas y otros monopolios fiscales, como el tabaco (fabricado en Madrid y Sevilla) o la pólvora (producida en Villafeliche). Finalmente, un bloque considerable de Reales Fábricas estuvo constitui-do por aquellas factorías consagradas a la producción de objetos de lujo, principalmente cristales (en La Granja) y porcelanas (Buen Retiro). Este empeño industrializa-

dor, aunque se concentró en algunas zonas, no desdeñó regiones como Galicia (Filgueira, 1997: 7) en las que, hasta entonces, la actividad fabril había sido reducida.

Por otro lado, para la puesta en marcha de tan am-bicioso plan se necesitaba de la construcción de edificios nuevos, factorías promovidas, sufragadas, mantenidas y explotadas por el Estado, aunque otra estrategia seguida con frecuencia fue asumir una factoría privada con la es-peranza de incrementar la producción de un bien consi-derado esencial: tal fue el proceso seguido con las salinas del valle de Añana, en Álava, controladas por el Estado a partir de 1801 (Plata, 2003), o en la siderurgia de Sar-gadelos, dedicada a producir armamento para la Corona a partir de 1794 (Filgueria, 1997: 9); ocasionalmente, el Estado compraba una factoría existente, como sucedió con la ferrería de Eugui, adquirida en 1546 como antece-sora de la Real Fábrica de Armas que empezó a producir en 1766 (Rabanal, 1987: 30). Y, circunstancialmente, el proceso se invertía, y era la Corona quien cedía a los par-ticulares la gestión de alguna Real Fábrica, como sucedió en la de Algodones de Ávila y, por dos veces, en la de Paños de Talavera de la Reina (Peñalver, 1996: 181).

Figura 1 - Fachada de la Real Fábrica de Tapices de Madrid, estado actual

La Rebelión de las Conciencias: Reales Fábricas y Arqueología Industrial

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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Los objetivos sociales, los planteamientos teóricos y los resultados estéticos han hecho que, durante decenios la historiografía haya tenido para las Reales Fábricas un juicio benévolo, basado en los valores generales supues-tos a la Ilustración y en los apreciables méritos artísticos de los edificios construidos al efecto. Aún a finales de los años 80 del siglo XX Aurora Rabanal escribía así al tratar de las fábricas del Pirineo navarro: “La creación

de las Reales Fábricas de municiones de hierro colado de Eugui y Orbaiceta es buena muestra del cambio que supuso el paso de una industria rural de tipo tradicional, representada por la ferrería, al nuevo concepto espacial que representa la “Real Fábrica” y la población indus-trial, consecuencia, en ambos casos, del desarrollo de una nueva mentalidad racional, generadora de una orde-nación funcional del espacio de producción de la fábrica,

Cuadro 1

REALES FÁBRICAS EN ESPAÑA

Latón, Cobre y Cinc de San Juan de Alcaraz Relojes de Madrid

Metales de San Jorge del Munco, Albacete Salitre de Madrid

Hojalata de El Salobre, Albacete Tapices de Santa Bárbara, Madrid

Fusiles de Oviedo, Asturias Tejidos de Chinchón, Madrid

Hojalata de Fontameña, Asturias Naipes de Macharaviaya, Málaga

Municiones de Trubia, Asturias Arsenal de Cartagena, Murcia

Tejidos Estampados de Algodón, Ávila Cristales y vidrio de Santa Lucía, Cartagena, Murcia

Fundición de Cañones de Bronce, Barcelona Lonas y jarcias de Cartagena, Murcia

Arsenal de San Fernando de La Carraca, Cádiz Pólvora de Murcia

Municiones de Jimena de la Frontera, Cádiz Salitre de Lorca, Murcia

Paños de Almagro, Ciudad Real Salitre de Murcia

Pólvora de Ruidera, Ciudad Real Seda a la Piamontesa de Murcia

Relojes de Ciudad Real Municiones de Eugui, Navarra

Arsenal de El Ferrol, Coruña Municiones de Orbaiceta, Navarra

Tejidos de Cuenca Pólvora de Pamplona, Navarra

Municiones, S. Sebastián de La Muga, Gerona Tejidos de lana de Ezcaray, La Rioja

Pólvoras de Granada Paños de Béjar, Salamanca

Paños de Brihuega, Guadalajara Astillero de Guarnizo, Santander

Paños de Guadalajara Municiones de La Cavada, Santander

Anclas de Hernani, Guipúzcoa Municiones de Liérganes, Santander

Cañones de Placencia, Guipúzcoa Acero de La Granja, Segovia

Municiones de Tolosa, Guipúzcoa Cristales de La Granja, Segovia

Lino de León Lienzos de La Granja, Segovia

Municiones de Sargadelos, Lugo Paños superfinos de Segovia

Aguardientes y Naipes, Madrid (después, Fábrica de Tabacos) Fundición de Cañones de Bronce, Sevilla

Alfombras Turcas de la calle de San Bernardo, Madrid Tabacos de Sevilla

Lencería y Pintados de Aranjuez, Madrid Espadas de Toledo

Lozas de La Moncloa, Madrid Seda de Talavera de la Reina, Toledo

Paños de San Fernando de Henares, Madrid Abanicos de Valencia

Paños de Vicálvaro, Madrid Abanicos de Valencia

Paños finos de Valdemoro, Madrid Lozas de Alcora, Valencia

Papel de San Fernando de Henares, Madrid Seda de Vinalesa, Valencia

Platería de Martínez, MadridPólvora de Villafeliche, Zaragoza

Porcelana de El Buen Retiro, Madrid

Nota: se incluyen Reales Fábricas fundadas por la Corona y otras de iniciativa privada asumidas más tarde por el Estado, además de las que recibieron la consideración de Real Fábrica a título meramente honorífico.

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según las diferentes fases del proceso de trabajo, dando lugar al nacimiento de unas tipologías arquitectónicas específicas, que no se dudan en repetir, una vez probada su eficacia, y a la aparición de la vivienda obrera, con una separación clara entre el espacio urbano y el propia-mente industrial” (Rabanal, 1987: 103).

El tamiz del tiempo, y la asunción de una perspec-tiva más social desde la que enfrentarse al análisis, han motivado que las luces de la Ilustración hayan dejado paso a ciertas sombras, especialmente en lo referente a la idea de promover las Reales Fábricas. Su peculiar arquitectura, reflejo del poder y fiel a cánones clásicos, con marcados ejes de simetría y una airosa sucesión de patios cerrados por crujías largas de poca altura, había hecho que se les prestase atención más como monumen-to que como factoría, y que los valores artísticos hayan llamado la atención más que las circunstancias sociales: ha existido más una preocupación por estudiar el con-tenedor (vgr. Rabanal, 1996), que por conocer la mano de obra que allí trabajaba en largas jornadas, con opera-rios bajo estricto control (Aguilar, 2007: 85).

Pero nuevos datos aportados por la arqueología y la documentación han golpeado las conciencias de los historiadores, que ahora valoran el proyecto real de otra manera, y asumen que, de modo global, las Reales Fá-bricas distaron de ser un éxito. En más ocasiones de las que sin duda era deseable, la fábrica estaba abocada al fracaso ya desde el origen por una mala elección del em-plazamiento: este mismo volumen refleja cómo la Real Fábrica de San Fernando se instaló en uno de los lugares más inadecuados posibles, en una zona pantanosa procli-ve a la aparición de paludismo y fiebres tercianas y, aun-que esas circunstancias se pusieron de manifiesto a poco de comenzar la producción fabril, eso no fue óbice para que, años después, se perseverara con la idea de trasla-dar a San Fernando otra manufactura real, proponien-do instalar en el mismo lugar la de Porcelana del Buen Retiro (Mañueco, 1999: 21), e incluso se trasladara allí alguna industria privada, como la pañería de Morata de Tajuña (Corella, 1996: 255). Otras veces no se trataba de haber escogido un entorno insalubre, sino de locali-zar la factoría en un emplazamiento desacertado desde

Figura 2 - Del Discurso de Campomanes (1774) al Plan Nacional de Patrimonio Industrial (2007):casi dos siglos y medio de historia industrial en España

La Rebelión de las Conciencias: Reales Fábricas y Arqueología Industrial

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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la óptica geopolítica: así sucedió con las Reales Fábricas de Armas de Eugui y Orbaiceta, en el Pirineo navarro y a cuatro pasos de la frontera con Francia, país que, en el inicio de los conflictos con España, convirtió am-bas factorías en blanco fácil y estratégicamente eficaz, bombardeándolas sin mayores impedimentos (Sánchez Delgado, Unzu, 1988: 30).

Entre otras razones derivadas de la mala ubicación de algunas de las factorías promovidas por la Corona no ocupa un lugar insignificante el alejamiento de las mate-rias primas necesarias para la producción: la necesidad de madera o carbón para el abastecimiento de los hornos era una circunstancia que, a menudo, o no se había previsto, o no se había calculado con la precisión deseable ya que, aunque se dispusiese de masas boscosas en el entorno de las factorías, las Reales Fábricas las consumían a veloci-dades vertiginosas. Así, esta circunstancia lastró siderur-gias como las de Orbaiceta (Sánchez Delgado y Unzu, 1988: 30), lejana a los recursos y abierta en 1784 como consecuencia del altísimo consumo de combustible de la cercana fábrica de Eugui (Rabanal, 1987: 64), La Ca-vada, donde fue necesario idear un ingenioso sistema de traslado de leña a través del río Miera, basándose en una sucesión de presas y otras obras de fábrica (Sierra, 2006) o Sargadelos, donde con anterioridad a la fundación de la fábrica fue preciso repoblar la zona (Filgueira, 1997: 8).

Se pone así de manifiesto que la Corona no reparó en gastos a la hora de construir fábricas y de alimentar-las, pero su ciertamente ambiciosa política industrial no encontraba contrapartida, sin embargo, en la creación de un tejido social que sirviera para sustentar la produc-ción. Quizás en este proceso de creación y crisis de las Reales Fábricas españolas se hace patente, como en pocos campos, el ubicuo lema ilustrado (“todo para el pueblo, pero sin el pueblo”), y se descubre cómo los principales promotores de la idea, adalides del Despotismo ilustra-do (Campomanes, Uztáriz y, en menor medida, Jove-llanos y Floridablanca), desconocían la base social sobre la que se pretendía instalar la producción industrial de la Corona, de tal modo que las Reales Fábricas tendieron a posarse sobre el pueblo llano como un fino manto de aceite lo hubiera hecho sobre el agua de un embalse: sin vocación de mezclarse. Ciertamente, las Reales Fábri-cas dieron trabajo a un elevado número de trabajadores

Figura 3 - Ruinas de la Real Fábrica de Armas de Orbaiceta, en el Pirineo Navarro

Figura 4 - Noria reconstruida perteneciente a la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro (Madrid)

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oriundos de los lugares en los que se instalaban, lo que contribuyó a elevar el nivel de vida de esas comarcas, pero las condiciones laborales no eran, precisamente, las mejores para esos obreros especializados, a menudo niños, que habían de trabajar en jornadas de once o doce horas (Mañueco, 2005: 19). Las malas condiciones de vida, en fin, de un numeroso personal que, a menudo, vivía en el entorno del núcleo fabril, y alguna circuns-tancia adicional, como el hecho de que alguna vez fue preciso desahuciar a los habitantes de algún lugar para facilitar la instalación de la fábrica dieron lugar a conti-nuas protestas y hasta alguna huelga, como la registrada en Sargadelos en abril de 1798, precursora de las re-vueltas que, once años después, acabaron con la muerte del promotor de la industria local, Ibáñez, un ambicioso visionario que había instalado en el lugar una siderurgia y fábricas de loza y vidrio (Filgueira, 1997: 9).

La elección del personal encargado de poner en marcha cada proyecto fue, quizás, otra de las razones del fracaso global. Los planteamientos teóricos se ha-bían realizado desde lugares distantes de los futuros em-plazamientos de las industrias, y a menudo se recurrió al envío de especialistas traídos del extranjero. En reali-dad, lo que se hacía con esto era mantener vigente una tendencia ya iniciada un par de siglos antes por Felipe II, quien había hecho traer de Austria a expertos para esco-ger el emplazamiento y montar la maquinaria de la nue-va Casa de la Moneda de Segovia, inaugurada en 1583 (Murray et al., 2006: 21). A partir de ese momento, y especialmente con las Reales Fábricas del siglo XVIII, la presencia de extranjeros al frente de las factorías espa-ñolas fue una constante: así, el Conde de Aranda trajo de Provenza especialistas en loza para su fábrica de Al-cora (Mañueco, 2005: 19), Bonicelli, antiguo director de la fábrica de Capodimonte (Nápoles), fue nombrado por Carlos III primer responsable de la del Buen Retiro (Mañueco, 1999: 49), Albert y Collier fueron encar-gados de la Real Fábrica de Algodones de Ávila (Sie-rra, 2000: 70), Frank Richter se encargó de Sargadelos, Jean Maritz de la artillería de Sevilla, Vandergoten y Stuyck dirigieron la Real Fábrica de Tapices de Madrid, Wolfgang de Mucha organizó el sistema de captación de recursos de La Cavada, en Santander (Sierra, 2006), Schepers siguió los pasos de Bonicelli en el Buen Retiro,

Figura 5 - Una de las presas del sistema de abastecimiento de troncos de la Real Fábrica de Armas de La Cavada (Cantabria)

Figura 6 - Vista general del complejo del Real Ingenio de la Moneda de Segovia, en proceso de rehabilitación

La Rebelión de las Conciencias: Reales Fábricas y Arqueología Industrial

LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE SAN FERNANDO DE HENARES

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Graubner dirigió la fábrica de hojalatas de Alcaraz… La nómina es, en todo caso, interminable, y se completó con la participación de profesionales de diversos oficios: conviene, quizás, recordar que la aportación extranjera a la producción de paños de San Fernando es gigantes-ca. Tras ellos, por debajo de ellos, si lo que se quiere es restablecer el orden jerárquico y no respetar sólo el temporal, desarrollaron su trabajo hombres de una valía indiscutible, ilustrados emprendedores cuyo papel está siendo, poco a poco, reivindicado en los últimos tiem-pos (Tuda, 2000), nombres como Bartolomé Sureda, Ventura Sit, Agustín de Betancourt o Antonio Ibáñez, y sin los cuales no podría entenderse el proyecto indus-trializador español que cabalgó entre los años finales del XVIII y los primeros del XIX.

Si recurrieron a extranjeros para poner en marcha el proyecto, tampoco, en fin, sirvieron las Reales Fá-bricas para mejorar el nivel de vida del pueblo, al que se pensaba culturizar por el peculiar procedimiento de la industrialización, y el fracaso fue especialmente duro a la hora de acabar con el sector pobre de la población, una de las más insistentes propuestas del discurso de Campomanes (1774: VI), y ello pese a que se estable-cieron en algunos Hospicios, también bajo el auspicio real, Escuelas – fábrica, en realidad talleres artesanales que pretendían enseñar un oficio a los auspiciados y que ellos contribuyeran a la industrialización con su trabajo (Helguera, 1991: 74).

En todo caso, las Reales Fábricas fracasaron en su idea inicial de impulsar la maltrecha economía españo-la, y su rentabilidad económica fue muy escasa como consecuencia, en esencia, de la mala elección de los productos y de los mercados y, en particular -, por su baja productividad, derivada de un grado muy bajo de mecanización, lo que permitía elaborar manufacturas de gran calidad, pero a precios muy poco competitivos, en especial con los importados de Europa. Se partió de una serie de industrias - piloto (Helguera, 1991: 66) dedica-das por lo general a los tejidos, y así nacieron las fábri-cas de Tapices de Madrid y las de paños de Guadalajara, San Fernando, Brihuega y Ezcaray. El fracaso, en fin, de esta iniciativa estatal contrasta con el resultado obtenido en otras regiones donde el capital privado controlaba la actividad fabril, como Cataluña, y donde se aprovechó

la circunstancia de que, en el fondo, el país contaba ya, en el último cuarto del siglo XVIII, con maquinaria y capital suficiente para poder industrializarse (Cantallops y Hernández, 2007: 294).

Los avances tecnológicos en los que se basaba la in-cipiente industrialización española originaron empresas singulares, entre las que sobresalió el Real Gabinete de Máquinas, asentado en el Palacio del Buen Retiro, apoyado por Floridablanca y gestionado por un grupo de jóvenes técnicos con la enorme figura de Agustín de Betancourt al frente (González Tascón, 1996). Desde la distancia, puede hoy juzgarse que las empresas industria-les de los Borbones estaban en el siglo XVIII abocadas al fracaso con una firmeza irrevocable; las dimensiones del desastre habían de ser directamente proporcionales a la magnitud de la empresa y, por supuesto, el ambicioso Real Gabinete de Máquinas no había de ser menos en este cúmulo de desgracias. Este primer museo tecnoló-gico español, que reunió a figuras de la talla de Sureda y Betancourt, sentó las bases para el paso de la protoin-dustrialización ilustrada al antecedente de la Revolución Industrial (Romero y Sáenz, 1996) pero, inmerso en la misma coyuntura que las Reales Fábricas, tuvo una cor-ta vida: inaugurado en 1792, fue duramente golpeado por la Guerra de la Independencia en 1808 y, aunque parte de su maquinaria se trasladó, con el tiempo se per-dió su pista para siempre; su memoria y un atisbo de la grandeza del proyecto, fue recuperada, ya a finales del siglo XX, en una exposición organizada por el Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo (Romero y Sáenz, 1996).

Si, al margen de la incoporación de nueva tecno-logía, lo que se propuso la gran empresa de las fábricas reales era organizar el territorio mediante la creación de un tejido industrial, objetivo ciertamente ambicioso para la época, pero fiel al espíritu ilustrado, sólo cabe concluir que tampoco se consiguió, y tan sólo en algunos lugares la fábrica se convirtió en el centro de un nuevo urbanismo, basado en la creación de espacios funciona-les asociados a la factoría. En este sentido, sobresalen los casos de las fábricas de armas de Eugui y Orbaiceta, en el Pirineo navarro, donde el espacio se divide claramente en dos zonas, habitación y producción (Rabanal, 1987: 79), o el de San Fernando de Henares, donde la fábrica

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es el germen de una nueva población asentada sobre una antigua, Torrejón de la Ribera, a la que suplanta de tal manera que cabe, en todo caso, hablar de una funda-ción ex novo (Cantallops y Hernández, 2007:394). En esa nueva población, además del enorme espacio que cen-traliza el conjunto, se construyeron dos plazas, una cuadrada para alojar las viviendas de los trabajadores, y otra redonda, donde ubicar los edificios institucionales (Agustí et alii. 2005: 15). Finalmente, entre las pre-misas urbanísticas más fielmente seguidas estuvo la de instalar las fábricas de artículos de lujo en los arrabales de las grandes ciudades, reservando una localización ru-ral para aquéllas de géneros de primera necesidad, o de productos cuyas materias primas o fuentes de energía así lo exigían (Rabanal, 1996).

Lo cierto es que, sin excepción, todas las Reales Fábricas fueron naufragando, cerrando sus puertas o reorientando su producción entre los años finales del siglo XVIII y los primeros del siglo XIX. Para la mayoría de ellas la Guerra de la Independencia fue un

duro golpe, que cercenó de raíz algunas de las más significadas, como el Buen Retiro o Guadalajara, una de las mayores manufacturas textiles estatales de todos los tiempos (Delsalle, 1998: 174), y sumió en la crisis a otras, como Tapices de Santa Bárbara o Cristales de La Granja. Gonzalo Anes (1996: 30) ha señalado cómo, pese al esfuerzo industrializador realizado por la Corona, la distancia entre la economía española y la de los principales países europeos era a finales del siglo XVIII mayor que a comienzos de la centuria, cuando España se despertaba apenas de la crisis heredada de los últimos Austrias. La gestión pública había supuesto el gasto de sumas de dinero mucho más elevadas de lo previsto, para obtener el antieconómico resultado de baja productividad a altos precios, en un contexto en el que la iniciativa privada no acababa de arraigar y, en todo caso, no podía competir con los medios de la Corona. Las Reales Fábricas pecaron de no incluir al pueblo entre sus potenciales clientes, lo que, si bien estaba conforme con la esencia de la filosofía ilustrada,

Figura 7 - El edificio de la Real Fábrica de Paños de Brihuega destaca sobre toda la población (Foto: Auditores de Energía y Medio Ambiente)

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resultaba nefasto para su balance económico, máxime cuando los consumidores no obtenían ventajas por la existencia de las manufacturas reales, ya que los costes altos de producción impedían que el precio fuera todo lo bajo que pudiera ser si hubiera libre concurrencia.

El propio Anes (1996) concluye que las Reales Fá-bricas “debían perecer y perecieron” porque, “además de sacrificar la industria libre, se destruían a sí mismas con sus reglamentos prolijos, con la mala administración de sus recursos, con los asientos con el gobierno, con la desacertada elección de oficiales y con la ineficacia y dis-pendios propios de la gestión pública de las empresas”.

En ese clima adverso, otros factores contribuyeron al desastre: la persistencia del sistema gremial fue otro de los catalizadores del fracaso, especialmente por su marcada tendencia al inmovilismo en lo referente a la organización del trabajo y al rechazo a las innovaciones tecnológicas. El propio Campomanes reconoció en 1783 que los paños seguían fabricándose del mismo modo que

tres siglos antes (Benaul y Sánchez, 2003), de tal suer-te que aún a comienzos del siglo XIX las manufacturas reales dedicadas al tejido en Castilla, lastradas por una enorme burocracia, vivieron ajenas a los adelantos que deberían haber provocado la introducción de nuevas máquinas (Sierra, 1997: 214).

Paralelamente, la industria popular fomentada por Campomanes, ajena a la innovación y entendida como un complemento de la agricultura, que debía seguir siendo la principal actividad del país, resultó a todas luces ineficaz, y sólo en aquellos lugares en los que se pudo crear un tejido industrial ajeno a la agricultura, y capaz de crecer por sí mismo, fue posible sentar las ba-ses de la industria moderna, contraviniendo los irreales e ingenuos planteamientos de Campomanes, a los que, de un modo menos benévolo, podría directamente ta-charse de inmovilistas.

En todo caso, es probable que una de las más nota-bles causas del fracaso de la política de las Reales Fábri-

Figura 8 - Fachada de la Real Fábrica de Cristales de La Granja, sede de la Fundación Centro Nacional del Vidrio

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cas fuera anteponer las importaciones como problema básico de la economía, en vez de considerar el consumo creciente de una población en aumento, y no prever que no bastaba con la Monarquía como único cliente (Re-quena, 1996: 202). Los errores cometidos en el último tercio del siglo XVIII y una coyuntura política cierta-mente adversa, con las guerras con Francia e Inglaterra, impidieron ver los resultados reales que hubieran podido alcanzarse, porque después de la Guerra de la Indepen-dencia ya nada volvió a funcionar de igual manera. En 1816, la solicitud de Bartolomé Sureda de instalar una fábrica de hilados en Mallorca fue desaconsejada así por Juan López de Peñalver: “atendido el estado de nuestra industria, la falta actual de establecimientos para pro-pagar las luces, y la especie de organización económica que hay en este país, donde el saber y el ingenio sacan poco fruto de sus tareas…” (Sierra, 2000: 81), ponien-do de manifiesto el cansancio ilustrado tras decenios de batallar contra coyunturas nefastas.

En fin, ni con continuos cambios de ubicación, ni con reorientación de la producción de las fábricas, ni con la adopción de nuevas maquinarias o con la concen-tración de los esfuerzos en alguna de las principales fue posible salvar de la crisis al sistema de las Reales Fábri-cas, pese al empeño puesto en algún caso: en 1817, se realizó un especial esfuerzo por revitalizar la gran fac-toría de paños de Guadalajara, tocada de muerte desde la guerra con Francia, y se concentraron en ella esfuer-zos, maquinaria y personal procedentes de otras del en-torno, como Ávila o Segovia, pero la fábrica cerró sus puertas definitivamente en el siguiente vaivén político, en 1822.

Ciertamente hay que reconocer algún aspecto po-sitivo en la acción de la Corona con la creación de las Reales Fábricas -más allá de los puramente estéticos, ensalzados tradicionalmente-. Es cierto que se generó empleo, se asentó a parte de la población y, ocasional-mente, se llevó la prosperidad a alguna localidad en la que se ubicó una Real Fábrica (Requena, 1996: 194), pero Campomanes pretendía cimentar la industrializa-ción del país sobre algunas bases, cuando menos, des-acertadas: el Discurso trata de la incorporación de la no-bleza al mercado de trabajo (“los caballeros y las gentes acomodadas pueden ayudar a sus renteros”), y pretendía

que los agricultores dedicasen su tiempo libre a trabajar en las manufacturas, para que no disminuyese el núme-ro de labradores en el Estado. Porque no siempre los grandes hombres saben ejecutar sus buenas iniciativas, la idea excelente de importar a España el mecanismo idea-do por Colbert en Francia un siglo antes no encontró, en contrapartida, un mecanismo que permitiera aplicar-la, dado el profundo desconocimiento que el universo ilustrado parece demostrar de su pueblo, al menos en este aspecto.

En consecuencia, la Real Fábrica de San Fernando de Henares reúne todos los elementos esenciales del pro-yecto borbónico, como cabía esperar por su fundación en el apogeo de estas manufacturas (Helguera, 1991: 76), y como ha quedado de manifiesto después de las di-versas campañas de excavación arqueológica realizadas desde 1997. Ligadas siempre a obras civiles, estas inter-venciones se encuadran dentro de lo que, desde hace tan sólo medio siglo, se viene denominando, con mayor o menor exactitud, “Arqueología industrial”. Conmueve pensar que, hace no muchos años los vestigios industria-les de la real factoría fernandina hubieran pasado inad-vertidos y hubieran sido ignorados durante la construc-ción de las nuevas infraestructuras y dotaciones, basta con repasar rápidamente lo que ha sido la historia del solar hasta nuestros días: creada la nueva industria sobre una pequeña población en 1746, y fracasada no mucho después, pese a diversos intentos por reflotarla, el re-cuerdo de la Real Fábrica fue aniquilado precisamente por la perpetuación en el espacio de actividades pro-ductivas que arrasaron las estructuras del XVIII; el lugar perdió, ya en el siglo XX, la memoria de su uso origi-nal, y quedó como un espacio industrial molesto y deca-dente, primero, y como un solar abandonado, después, hasta que las intervenciones arqueológicas realizadas han permitido conocer lo esencial de su estructura y de su historia, como exponentes del cambio de mentalidad vivido en estos años respecto al patrimonio industrial, aunque el camino podría haber sido bien distinto.

Cuando la fábrica de San Fernando era ya una ruina, y de su pasado industrial apenas nada quedaba, surgió del Estado la absurda idea de reconstruir el “Palacio Real” (sic) de aquella localidad, pintoresco proyecto que, sin duda, evocaba el desconocimiento a que se había llegado

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sobre la historia del edificio, y del cual se encargó Luis Cervera, quien dio a sus bocetos su característico aire es-curialense, tan acorde, por lo demás, con el espíritu del régimen. Era 1946 y aquel proyecto nunca ejecutado no impidió la ruina de las estructuras industriales fernandi-nas. Paralelamente, en el mundo exterior, se acuñaba un nuevo término, “Arqueología Industrial”, para refe-rirse a los vestigios fabriles que, por entonces, podían registrarse a lo largo y ancho de una Europa arrasada por la II Guerra Mundial; Douet (1997: 108) destaca que el término se utilizara por vez primera no en una revista “académica”, sino en una modesta publicación titulada “El historiador amateur”, situando fuera de los circuitos científicos un movimiento de valorización del vestigio industrial que significaba que, contra la destrucción de

la guerra, la conciencia de los historiadores se rebelaba elevando a categoría de resto arqueológico la huella de aquellos edificios que, hasta poco antes, habían contri-buido con su molesta presencia cotidiana en la periferia de las ciudades al bienestar económico de la sociedad.

Sentadas las bases, apenas unos años más tarde surgió la disciplina propiamente dicha, también como consecuencia de una reacción académica contra la des-trucción de un edificio industrial: la demolición de la estación ferroviaria de Euston, en Londres, generó en 1962 un movimiento contrario al derribo que acabó dando origen a la arqueología industrial (Martínez Pe-ñarroya, 2002: 201). Al año siguiente, uno de sus pio-neros, Kenneth Hudson, fijó los objetivos de la naciente disciplina en el descubrimiento, catalogación y el estudio

Figura 9 - Ruina de la Real Fábrica de San Fernando de Henares en 1947

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de los restos físicos del pasado industrial, para conocer a través de ellos aspectos significativos de las condiciones de trabajo, de los procesos técnicos y de los procesos productivos (Hudson, 1963). Era lógico, considera Ca-sanelles (1996: 84), que el país que había encabezado la industrialización de la vieja Europa, el Reino Unido, fuera el primero en otorgar un valor añadido al patrimo-nio industrial y en reivindicar su conservación y estudio y así, por primera vez, en los años 60 del siglo XX, sur-gieron desde la sociedad voces para conservar un patri-monio que ella misma había utilizado, y paulatinamente se fue modificando la imagen que se tenía de la industria pesada. Un nuevo hito tuvo lugar en 1968 en Alemania (Zweite, 2005), donde se generó un acalorado debate acerca de la conservación de la nave de máquinas de la

mina Zollern, en Dortmund; el movimiento, que se re-solvió con la conservación del edificio, puso además de manifiesto que la importancia artística de los complejos industriales no podía ser el único criterio a favor de su conservación, pues había que tener en cuenta también aspectos socioeconómicos, históricos y tecnológicos, además de aclarar la futura utilización, organización y financiación de esos edificios e instalaciones que habían perdido su función original.

En esta toma en consideración del patrimonio in-dustrial como objeto de estudio tienen su particular protagonismo iniciativas particulares y colectivas; entre las primeras, sin duda, los reportajes fotográficos de los Becher, dedicados desde finales de los años 50 a recorrer Europa para plasmar en imágenes los vestigios industria-

Figura 10 - Fachada de la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares, en la crujía rehabilitada como sede del Ayuntamiento

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les de otras épocas, edificios e instalaciones en desuso o a punto de estarlo (castilletes de extracción de minas, ga-sómetros, depósitos de agua, naves industriales…). En-tre las iniciativas colectivas, en fin, debe ser considerada la creación de un organismo internacional que aglutinase todas las iniciativas de defensa del patrimonio industrial: The International Commitee for the Conservation of the Industrial Heritage (TICCIH) que, creado en 1973 en Ironbridge, promovió la firma en Moscú, en 2003, de la llamada Carta de Nizmhy Tagil para el Patrimonio In-dustrial (Fernández Posse, 2007: 19). Simultáneamente, desde los primeros años del siglo XXI la UNESCO ha demostrado una especial sensibilidad con el patrimonio industrial, duplicando en apenas seis años el número de elementos industriales incorporados a la lista de Patri-monio Mundial (véase cuadro 2), y prestando notable atención a las instalaciones vinculadas a la Revolución Industrial. En esencia, se asume por todos los relacio-nados con el patrimonio industrial que, por varias ra-zones inherentes a sus especiales características, se trata de un patrimonio particularmente frágil, como resume Humanes (2007: 45), tanto por el elevado número de elementos susceptibles de ser conservados que, además están sujetos a continua transformación y ya no son eco-nómicamente rentables en sí mismos por haber perdido su función tecnológica inicial; a ello hay que añadir que los espacios industriales a menudo ocupan grandes su-perficies de un único propietario, enclavadas en espacios urbanos privilegiados o susceptibles de ser ocupados por la ciudad en expansión. Finalmente, no hay que olvidar que, a su absoluta desprotección legal, hay que unir el hecho de que, ni en la Administración ni en la sociedad, exista sensibilización hacia este patrimonio, lo que origi-na una total disparidad de criterios a la hora de determi-nar qué ha de hacerse con los vestigios industriales.

En España, en fecha relativamente temprana -aun-que con el tradicional retraso para asimilar avances-, cabe mencionar como pioneros los talleres de arqueología in-dustrial realizados en Orbaiceta desde 1986, coincidien-do con campañas de excavación en la Real Fábrica de Armas (Sánchez Delgado y Unzu, 1988). En apenas dos decenios la arqueología de las industrias ha ganado espa-cio en España, hasta convertirse en una disciplina propia: así, y por limitar la relación a Reales Fábricas, se han rea-

lizado excavaciones de diverso alcance en la de Cristales de La Granja (Fernández Esteban, 2005), donde también se han recuperado vestigios de maquinaria (Pastor y de las Casas, 1996), en las Salinas de Añana (Plata, 2003), en el Real Ingenio de la Moneda de Segovia (Caballero, Martín y Fernández, 2005), o en las fábricas de paños de Brihuega (Cantallops y Hernández, 2007) y San Fernan-do de Henares, objeto de este volumen.

Con todo, desde los años finales del siglo XX tiene lugar en las grandes ciudades españolas un proceso distinto, la desindustrialización o, al menos, la desaparición de las naves que acogían industrias pesadas, y la sustitución de polígonos enteros de instalaciones fabriles por nuevos barrios de viviendas. Se trata, en muchos casos, de eliminar del paisaje urbano edificios industriales que carecen de la antigüedad suficiente como para contar con protección legal, de suprimir instalaciones de las que sólo se recuerda las molestias que causaba su proximidad y de las que no se considera su valor artístico o arquitectónico por tratarse de cons-

Figura 11 - Fotografía de los Becher

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trucciones relativamente recientes, vinculadas a menudo a la actividad laboral de muchos de los ciudadanos que observan impasibles su paulatina (o no tan lenta) destrucción. No obstante, algunas voces se están alzando contra la sistemática destrucción de estas instalaciones, despachadas a menudo en los informes arqueológicos con simples líneas que aluden al origen moderno de las instalaciones industriales desmanteladas ante los ojos del arqueólogo.

Al tiempo, y desde los primeros años 90, se está creando una infraestructura para el estudio y la valoriza-ción del patrimonio industrial en desuso. En particular sobresale una de las iniciativas más celebradas, la puesta en marcha conjuntamente en la Facultad de Sociología de la Complutense y en la Escuela de Arquitectura de la Politécnica (Candela, Castillo y López García, 2000 y 2002), coincidente con la elaboración en varias comu-nidades autónomas de inventarios de patrimonio indus-trial a nivel regional.

La protección legal de estos espacios es, sin embar-go, todavía escasa, cuando no insuficiente o, simple-mente, inexistente. Rara vez por sí mismos, y en alguna ocasión más por estar incluidos en Zonas Arqueológicas de amplio alcance (como la Fábrica de Gas de Madrid, situada en las Terrazas del Manzanares), se ven sujetos a la normativa que obliga a su excavación arqueológica ante cualquier labor de rehabilitación. Pero los edificios más modernos pueden ser demolidos sin mayores im-pedimentos, incluso cuando alguno de ellos estuviera dentro de algún catálogo de edificios singulares, como sucedió con la pagoda de Fisac y con la antigua factoría Monky, ambas en Madrid. Es significativo comprobar cómo el cambio de mentalidad con respecto al patri-monio industrial se ha operado por lo que se refiere a edificios relativamente antiguos, pero la proximidad en el tiempo y, sin duda, la memoria de los efectos negati-vos que toda industria produce en la población, impide apreciar los valores de unas estructuras que, en todos los casos, son edificios singulares e irrepetibles. Los planes urbanísticos más recientes de las grandes ciudades espa-ñolas se han limitado a trazar nuevos barrios sobre te-rrenos industriales, y sus ejecutores no fueron sensibles al impacto de la urbanización sobre esas antiguas zonas fabriles hasta mucho tiempo después del comienzo de

la demolición de las industrias (Fernández y Caballero, 2004: 119), de las cuales a menudo nada sobrevive, al margen de lo debido al chocante respeto que las chi-meneas de ladrillo generan en las conciencias, y que se conservan por doquier, a menudo descontextualizadas, como recuerdo incierto de no se sabe bien qué pasado fabril de un determinado barrio.

Cuadro 2

EDIFICIOS Y PAISAJES INDUSTRIALES INCLUIDOS EN LA LISTA DE PATRIMONIO MUNDIAL DE LA UNESCO

Motivo País Año

Mina de sal de Wieliczka Polonia 1978

Minas de cobre de Roros Noruega 1980

Salinas Reales de Arc-et-Senans Francia 1982

Paisaje industrial de Ironbridge Gorge Gran Bretaña 1986

Minas de plata de Potosí Bolivia 1987

Minas de plata de Guanajuato México 1988

Fábricas de Azúcar del valle de los Ingenios Cuba 1988

Mina de plata de Rammelsberg Alemania 1992

Taller siderúrgico de Engelsberg Suecia 1993

Monumentos industriales de Banská Stiavnica Eslovaquia 1993

Planta siderúrgica de Völklingen Alemania 1994

Fábrica de tratamiento de cartón y madera de Verla Finlandia 1996

Canal de Midi Francia 1996

Minas de oro romanas de Las Médulas España 1997

Molinos de Kinderdijk-Elshout Países Bajos 1997

Línea de ferrocarril de Semmering Austria 1998

Elevadores del Canal del Centro Bélgica 1998

Paisaje industrial de Blaenavon Gran Bretaña 2000

Mina de carbón de Zollverein Alemania 2001

Fábricas del valle del Derwnet Gran Bretaña 2001

Colonias industriales de Saltaire Gran Bretaña 2001

Fábrica de hilados de New Lanark Gran Bretaña 2001

Minas de cobre de Falun Suecia 2001

Antigua Estación Victoria de Bombay India 2004

Centro marítimo mercantil de Liverpool Gran Bretaña 2004

Estación de radio de Varberg Suecia 2004

Imprenta Plantin Bélgica 2005

Fábricas de salitre de Humbrestone y Santa Laura Chile 2005

Ferrocarriles de montaña India 2005

Ciudad minera de Sewell Chile 2006

Puente colgante de Portugalete España 2006

Antiguas instalaciones industriales del tequila México 2006

Sistemas de irrigación Omán 2006

Paisaje minero de Cornualles y Devon Gran Bretaña 2006

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Figura 12 - Vista general de las Salinas de Añana (Álava), en proceso de rehabilitación (Foto: Adolfo Guillén)

Figura 13 - Vista de La Casa Encendida (actual centro cultural de Caja Madrid)

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En cuanto a la normativa de Patrimonio Histórico, sólo ocasionalmente brinda protección a las antiguas in-dustrias: no merece mayores comentarios el elocuente dato de que el patrimonio industrial no supera, en 2007, el 1 % del total de los bienes que integran el Patrimonio Histórico Español (Humanes, 2007: 44). Esa desprotec-ción, pues la Comunidad de Asturias fue la primera en incluir el patrimonio industrial en su legislación, y eso sucedió ya en 2001 (Candela, Castilllo, López García, 2002: 163), y las dificultades intrínsecas que conlleva un tipo de Patrimonio para cuya conservación es preciso crear un clima favorable previamente, estuvieron en el origen de la redacción, ya en el siglo XXI, de un Plan Nacional de Patrimonio Industrial: “Antes de la puesta en marcha del Plan (…) las leyes autonómicas de Pa-trimonio sólo daban protección a aquellos elementos relevantes relacionados con la historia de la ciencia y de la técnica y, de los bienes considerados industriales, se valoraban sobre todo los más antiguos -norias, molinos, salinas…- es decir, los que en realidad son pre o proto-industriales, en ocasiones con más valor etnográfico que industrial” (Fernández Posse, 2007: 20). En su primer desarrollo este Plan contempla actuaciones en 49 con-juntos industriales para los que, además, se propone la categoría de Bien de Interés Cultural y, entre ellos, se incluyen cuatro Reales Fábricas: la de pólvora de Villa-feliche (Zaragoza), la de Metales de Riópar en San Juan de Alcaraz (Albacete), la de Artillería de Sevilla y las minas de Almadén (Ciudad Real).

En este estado de cosas, los más representativos edi-ficios industriales en desuso, bien por su arquitectura, bien por su significado sociocultural en la población que los acoge, reciben hoy nuevos destinos: a menudo, se rehabilitan como museos dinámicos donde explicar al gran público la actividad que en esas factorías se desa-rrollaba; tal tendencia se extiende tanto en edificios (así, el Real Ingenio de la Moneda de Segovia), como en es-pacios abiertos, entre los que sobresale el proyecto que se está desarrollando en las salinas de Añana, una im-presionante extensión dedicada a la explotación salinera que está siendo rehabilitada desde comienzos del siglo XXI (Plata, 2003). En otros lugares, se mantiene la pro-ducción, como en la Real Fábrica de Tapices de Madrid, aunque lo normal es que se limite a ocupar un espacio

reducido, o haya sido trasladada a un edificio contiguo de nueva planta, y la actividad industrial conviva con las actividades museísticas: tales son los casos de las fábricas de Sargadelos (Lugo) y La Granja (Segovia), o de la red de museos adscritos al Museu Nacional de la Ciència y la Técnica de Catalunya; en un plano similar, también, el museo del Dique, en el astillero de Puerto Real (Mar-tínez Vázquez de Parga, 1996). Una solución a la que frecuentemente se recurre es convertir el edificio indus-trial en un contenedor que, en la mayoría de los casos, está destinado a actividades culturales, como ha sucedi-do en Madrid con la factoría cervecera de El Águila, hoy sede del Archivo Regional; las antiguas centrales eléctri-cas de la Ronda de Atocha y el Paseo del Prado, centros culturales de Cajamadrid (la Casa Encendida) y La Caixa (Caixaforum), entidad esta última que también ha re-cuperado en Barcelona una antigua factoría modernista junto a Montjuïc para sede del Caixaforum barcelonés; el tanque de combustible de Cepsa, en Santa Cruz de Tenerife (sede de espectáculos), o las naves del antiguo Matadero de la Arganzuela, en Madrid, que albergan nuevos espacios culturales; de igual modo concluirá la recuperación para sede de un museo estatal de la Real Fábrica de Tabacos de Madrid. Es evidente que el uso de estos enormes edificios como contenedores culturales es una solución limitada, por lo que se proponen algu-nos usos distintos, también dentro del sector terciario, y así se rehabilita como hotel la Real Fábrica de Paños de Brihuega, siguiendo el ejemplo de uno de los antiguos silos de grano de Viena, utilizado en la actualidad como alojamiento turístico (Caicoya, 1996).

Otras iniciativas, no estrictamente de arqueología industrial, estudian industrias más recientes y abogan por la conservación de un patrimonio industrial más moderno, más arraigado en las memorias que en las conciencias, como sucede con las fundiciones tipográfi-cas, en particular la de Richard Gans, cuyo edificio to-davía puede verse en la madrileña calle de la Princesa (Penela y García Moreno, 2004; 2006, García Moreno, 2006), o atestigua la exposición dedicada a dos siglos de industrialización en Valencia. En Madrid, en fin, dentro de un simpático proyecto denominado Andén 0, tras decenios de abandono se recupera para Museo del Me-tro la antigua estación de Chamberí, con su decoración

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original, y se ha habilitado como complemento el histó-rico edificio de la nave de motores de Pacífico, debido a Antonio Palacios en los primeros años 20.

El auge de la arqueología industrial (denominación bajo la cual, en la actualidad, se agrupan también es-tudios que no siempre recurren a la metodología ar-queológica), y del estudio del patrimonio industrial se ha debido en parte a su capacidad para remover las con-ciencias, a recordar a los ciudadanos que los edificios fabriles no son un episodio lejano de su historia sino, a menudo, parte de su vida misma, y por ello han de realizarse estudios no ya puramente históricos o arqueo-lógicos, sino también sociales y sociológicos, valorando en qué medida la industria contribuyó al crecimiento de una determinada población, de una determinada época, y su cierre, a su decadencia.

No obstante, el nuevo destino del patrimonio in-dustrial sigue siendo objeto de interminables debates,

pese al cada vez mayor arraigo en las conciencias de la necesidad de su conservación y estudio. La desindustria-lización ha acelerado el proceso de concienciación, ver-tiginoso en España por el violento cambio de mentalidad que ha hecho de cualquier espacio abierto un terreno potencialmente urbanizable y que ha arrasado con el suelo industrial en las áreas periurbanas. Pero desde el TICCIH se ha llamado la atención sobre el hecho de que musealizar no tiene que ser, necesariamente, la única solución para el edificio industrial abandonado (Berge-ron, 1998), y que es preciso buscar un procedimiento adecuado para cada caso. Puede que esta sociedad ace-lerada no necesite de museos sobre todas y cada una de las actividades humanas, pero sí precisa de aquello que le permite mantener viva su memoria, sus raíces, y re-cordarle de dónde viene, y para garantizar los buenos resultados, es preciso que los investigadores se tomen su tiempo para estudiar el patrimonio industrial, para ana-

Figura 14 - Fachada de la Real Fábrica de Tabacos de Madrid, en proceso de rehabilitación para sede de museo

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lizar cómo presentarlo al público, y para valorar cómo el público puede sacar el mayor provecho de las instala-ciones fabriles en desuso. Más allá de la ruina, de toda ruina, el resto arqueológico de cualquier época encierra siempre un pedazo de la sociedad que lo creó, y es eso lo que se trata ahora de recuperar, de reconstruir, no tanto el edificio o la tecnología, como el contexto social y económico que lo hizo posible. Con tiempo, y estu-diando los intereses y las necesidades de los ciudadanos, el patrimonio industrial podrá acercarse al pueblo con mayor fortuna de lo que, hace más de doscientos años, lo intentó Campomanes.

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Figura 15 - Antigua nave de motores de Pacífico, futuro Museo del Metro de Madrid (www.madridesmadrid.com)

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AGRADECIMIENTOS

Archivo Diocesano de ToledoArchivo General de la VillaArchivo General de Palacio

Archivo Municipal de San Fernando de HenaresBiblioteca Nacional de España

Biblioteca Histórica del Colegio de Arqueología de MadridChâteaux de Versailles et de Trianon

Fundación Lázaro GaldianoInstituto de Historia y Cultura Militar

Centro Nacional de Información GeográficaMuseo de Historia de Madrid

Museo Nacional de Ciencias NaturalesMuseo Nacional del Prado

Servicio de Arqueología de Alcalá de HenaresDragados

Empresa Municipal del Suelo San Fernando

y en especial alExmo. Ayuntamiento de San Fernando de Henares