LA IGLESIA CATÓLICA Y LA MUERTE DE EVA PERÓN: ENTRE LA COOPERACIÓN INSTITUCIONAL Y LA...

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LA IGLESIA CATÓLICA Y LA MUERTE DE EVA PERÓN: ENTRE LA COOPERACIÓN INSTITUCIONAL Y LA RELIGIOSIDAD LOCAL (TUCUMÁN 1952) 1 En Ana Cecilia Aguirre - Esteban Abalo (coordinadores), Representaciones sobre historia y religiosidad. Deshaciendo fronteras. Colección "Universidad" Nº 39, Rosario: Prohistoria Ediciones, 2014 El duelo por la muerte de Eva Perón el 26 de julio de 1952 adquirió dimensiones inéditas. Contempló un despliegue de homenajes fúnebres oficiales, en los que la Iglesia y el gobierno asumieron un rol protagónico, pero también funcionó como un disparador de prácticas de religiosidad desbordantes. La multiplicación de funerales, misas, novenarios y procesiones por Evita otorgó gran visibilidad a las figuras de los curas párrocos, quienes ocuparon un lugar central en las manifestaciones colectivas de duelo al ser los responsables principales del oficio de las misas y funerales y de guiar las procesiones llevando en alto el retrato de Eva Perón. Es decir, los curas párrocos tuvieron un rol destacado acompañando activamente los homenajes religiosos, en los cuales sus funciones fueron requeridas por las organizaciones sociales. 1 Este trabajo constituye una versión revisada y modificada del artículo “Las manifestaciones colectivas de duelo frente a la muerte de Eva Perón (Tucumán 1952)” publicado en el Boletín Americanista, Año LXII.1, nº 64 (Barcelona, 2012). 1

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LA IGLESIA CATÓLICA Y LA MUERTE DE EVA PERÓN: ENTRE LA

COOPERACIÓN INSTITUCIONAL Y LA RELIGIOSIDAD LOCAL (TUCUMÁN

1952)1

En Ana Cecilia Aguirre - Esteban Abalo (coordinadores), Representaciones sobre

historia y religiosidad. Deshaciendo fronteras. Colección "Universidad" Nº 39,

Rosario: Prohistoria Ediciones, 2014

El duelo por la muerte de Eva Perón el 26 de julio de 1952

adquirió dimensiones inéditas. Contempló un despliegue de

homenajes fúnebres oficiales, en los que la Iglesia y el

gobierno asumieron un rol protagónico, pero también

funcionó como un disparador de prácticas de religiosidad

desbordantes. La multiplicación de funerales, misas,

novenarios y procesiones por Evita otorgó gran visibilidad

a las figuras de los curas párrocos, quienes ocuparon un

lugar central en las manifestaciones colectivas de duelo al

ser los responsables principales del oficio de las misas y

funerales y de guiar las procesiones llevando en alto el

retrato de Eva Perón. Es decir, los curas párrocos tuvieron

un rol destacado acompañando activamente los homenajes

religiosos, en los cuales sus funciones fueron requeridas

por las organizaciones sociales.

1 Este trabajo constituye una versión revisada y modificada delartículo “Las manifestaciones colectivas de duelo frente a la muertede Eva Perón (Tucumán 1952)” publicado en el Boletín Americanista, AñoLXII.1, nº 64 (Barcelona, 2012).

1

Como es sabido, la muerte de Eva Perón puso en movimiento

una serie de prácticas religiosas que desbordaron los

márgenes de la institución eclesiástica y que, desde la

perspectiva de la jerarquía, excedieron a la “ortodoxia

católica”. Las peregrinaciones por el alma de la difunta y

los altares domésticos erigidos en su nombre fueron

muestras de las expresiones de una religiosidad no

institucionalizada. En ese contexto, los curas párrocos

desempeñaron un rol complejo a partir del cual debieron

mediar entre las directivas obispales -interesadas en

resguardar la “doctrina”- y las expresiones locales de

duelo, que excedieron las formas de la liturgia fúnebre.

A diferencia de los trabajos historiográficos que

interpretaron en las expresiones de religiosidad disparadas

por la muerte de Eva Perón una competencia con el

catolicismo institucional, cuya magnitud habría

escandalizado a la jerarquía eclesiástica, nuestro abordaje

de tales expresiones recupera los estudios que pusieron en

tela de juicio las definiciones de religión derivadas de un

discurso clerical o “civilizado”. Es decir, se propone

entender al catolicismo como un corpus flexible y

socialmente articulado, en el que la “religiosidad local”

se encuentra en perpetua tensión con el sistema

eclesiástico pero a la vez es parte de su esencia2.

2 En su estudio, William Christian distingue dos tipos de catolicismo:el de la Iglesia universal basado en los sacramentos, la liturgia y elcalendario romano (catolicismo ortodoxo), y otro local vinculado a“lugares, imágenes y reliquias de carácter propio, en santos patronosde la localidad, en ceremonias peculiares y en un singular calendariocompuesto a partir de la propia historia sagrada del pueblo”

2

En este sentido, cabe destacar que más allá de los intentos

de la jerarquía por canalizar institucionalmente las

expresiones religiosas y capitalizar las manifestaciones de

duelo -tentativas que generaron tensiones con los curas

pero también con el gobierno- en el marco del duelo

predominó la cooperación institucional entre el poder

político y religioso. Los rituales fúnebres oficiales

crearon un escenario propicio para el robustecimiento de

los vínculos establecidos entre la Iglesia católica y el

gobierno peronista, donde el despliegue de manifestaciones

religiosas que congregaron a una multitud de fieles llevó a

interpretar entre distintos sectores de la Iglesia un

“resurgimiento” de la religiosidad del pueblo y de

expresiones de “fervor católico”.

Los curas párrocos y los homenajes fúnebres oficiales

El campo de colaboración que trazaron la Iglesia y el

gobierno peronista fue el marco que encuadró los rituales

fúnebres oficiales desarrollados por la muerte de Eva Perón

el 26 de julio de 1952. Ante la noticia del deceso el

gobernador de la provincia Luis Cruz solicitó la

cooperación de las autoridades eclesiásticas para que

(CHRISTIAN, 1991: 17). Como ha señalado William Taylor, lejos depresentarlos como dos compartimentos estancos y diferenciados, alproponer el concepto de “religión local” Christian cuestiona la rígidadicotomía entre una religión local y una universal como opuestas(TAYLOR, 1999: 74). El autor prefiere este concepto al de “religiónpopular” dada la cantidad de sentidos a los que este último esasociado. En general, el concepto de religión popular ha connotadosentidos peyorativos y ha sido asociado a lo incivilizado, losuperticioso y lo pagano (AMEIGEIRAS, 2008).

3

garantizasen la apertura de todos los templos de la

diócesis “a fin de que el pueblo pueda entregarse a rezar

por el alma de Eva Perón”.3 Estas declaraciones procuraron

encauzar el desasosiego y la preocupación de la población

en el contexto de incertidumbre reinante. Las autoridades

de la diócesis adhirieron al duelo decretado en la

provincia, acatando lo dispuesto en las resoluciones

gubernamentales, y los mandatarios eclesiásticos enviaron a

Perón telegramas de pésame y alabanza donde se referían a

la primera dama como la “infatigable luchadora

inquebrantable y fiel colaboradora”, resaltando “sus

ideales de justicia y redención social” y “su amor por la

clase humilde y atribulada”4.

Apenas circuló la noticia del deceso por los medios

gubernamentales el Poder Ejecutivo provincial publicó un

decreto con las iniciativas que llevarían a cabo

conjuntamente la Iglesia y el Gobierno. Se dispusieron dos

actos religiosos: una Misa Pontifical de Réquiem en la

Catedral, oficiada por Mons. Aramburu, y una misa en la

iglesia de San Francisco, orden a la que pertenecía Evita

3 La Gaceta (en adelante LG), 27.07.1952. Para la reconstrucción de loacontecido en los días que secundaron la muerte de Eva Perón seguimoslas crónicas publicadas en La Gaceta, única fuente periodística que seconserva íntegra para el período bajo estudio. Este diario tuvo un rolopositor durante los primeros años de gobierno peronista que matizóhacia comienzos de la década del cincuenta. 4 Correspondencia Oficial, Joaquín Cucala, rector del Seminario deTucumán, a Perón y Mons. Aramburu a Perón, 27.07.1952, Archivo delArzobispado de Tucumán (AAT). Por su parte, la Junta Diocesana deAcción Católica resolvió oficiar una misa en la Catedral en sufragiodel alma de Eva Perón. Actas de reunión de la Junta Diocesana,6.08.1952, Archivo de la Acción Católica Tucumana (AACT).

4

como Hermana Terciara. Los considerandos del decreto

señalaron que ambas entidades harían oficiar funciones

religiosas en todos los templos de la ciudad. Durante los

días de duelo se multiplicaron por doquier las misas en

sufragio del alma de Eva Perón celebradas por el Vicario

Capitular o los sacerdotes diocesanos, a las que asistieron

las autoridades peronistas provinciales. El clima de fervor

religioso representado en las imágenes de las multitudes

que desbordaron los templos llevó a la prensa a hablar de

“un inédito acercamiento del pueblo a la iglesia”5.

Las misas oficiadas por el descanso de Eva Perón,

solicitadas por un amplio espectro de entidades peronistas,

católicas y asociaciones en general, se volvieron la

expresión por excelencia de adhesión al duelo.6 Los curas

enfrentaron un aluvión de pedidos de oficio de misas y

funerales solemnes. La cantidad de oficios religiosos que

se efectuaron en sufragio del alma de la extinta hasta el

15 de septiembre expresa elocuentemente esta situación, al

sumar 335 misas rezadas, 252 funerales solemnes y “los

novenarios de oraciones que se hicieron en todas las

iglesias parroquiales”7. En ese sentido, los sacerdotes

tuvieron un rol central y actuaron en vinculación estrecha

con las entidades y las autoridades peronistas locales.

5 LG, 8.09.19526 Resulta interesante destacar que numerosas asociaciones católicasmandaron a oficiar misas por el alma de Eva Perón. Entre ellas sedestacaron los jóvenes de Acción Católica, quienes formaron unadelegación que viajó a la Capital Federal y asistió al velatorio en laCGT. LG, 2.08.1952 7 Carpeta con Correspondencia Oficial, Informe elevado por Aramburu aBenítez de Aldama, subsecretario de Culto, 16.10.1952, AAT.

5

Resulta difícil dimensionar las experiencias sin

precedentes por las que transitaron los sacerdotes y,

especialmente, los curas párrocos, al presidir misas y

procesiones con antorchas, rezar responsos y dirigir

oraciones fúnebres ante las multitudes agolpadas en los

templos y en los altares levantados ex profeso. Los

sacerdotes debieron garantizar la apertura de las iglesias,

oficiar misas y contener ese “acercamiento inédito del

pueblo a los templos” que describieron una y otra vez las

crónicas periodísticas. Estas últimas también detallaron

las oraciones de los curas que ensalzaban la figura de Eva,

seguidas atentamente por la población que expresaba

“fervor” y “emoción”. Así ocurrió en el acto organizado el

10 de agosto por la CGT, el Poder Ejecutivo de la provincia

y las ramas masculina y femenina del Partido Peronista con

el fin de ofrecer el “último adiós a Eva Perón” en el que

el sacerdote diocesano José Amado Dip dirigió la oración

fúnebre. La crónica destacó que la oración del religioso

constituyó el momento más emotivo de los homenajes cuando

la multitud expresó su intensa congoja a través de llantos

y desmayos, dando lugar a la intervención del personal de

los puestos sanitarios8.

En la mayoría de los casos los homenajes oficiales se

llevaron a cabo alrededor de lo que la prensa denominó

indistintamente altares cívicos o simbólicos9, erigidos en8 LG, 11.08.1952. 9 Según el estudio de Julie Taylor, a fines de agosto cuando lacobertura del duelo comenzó a disminuir en Democracia se produjo uncambio importante: los altares erigidos en memoria de Evita comenzarona denominarse “altares cívicos”. Según la autora habría sido una

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las plazas principales de la ciudad y los pueblos del

interior de la provincia, como también en dependencias

gubernamentales, sindicatos, estaciones ferroviarias,

unidades básicas y escuelas. Tales altares representaban el

catafalco que resguardaba los restos de Evita, velados en

el Ministerio de Trabajo y Previsión (Capital Federal). El

altar cívico más importante de Tucumán fue erigido en las

escalinatas de la Casa de Gobierno, frente a la plaza

principal, a instancias de la CGT local: allí se llevaron a

cabo los principales homenajes cívicos y religiosos. El

altar consistía en una gigantesca cruz blanca donde la

población se reunió para realizar ofrendas florales y

colocar retratos de Eva Perón. Las “guardias de honor” a

cargo de miembros del Partido Peronista y de los gremios

obreros custodiaron este altar a lo largo del día siguiendo

un cronograma pautado desde sus órganos directivos10.

Al levantar un altar se convertía al espacio físico en un

lugar donde podía rendirse homenaje y elevar oraciones por

Eva Perón. Junto a las iglesias, estos espacios se

convirtieron en zonas de duelo, lugares destinados a las

respuesta a la presión ejercida sobre el periodismo para quemodificaran la imagen religiosa que transmitían (TAYLOR, 1981: 174).Por el contrario, el diario La Gaceta uso el término “altares cívicos” y“altares simbólicos” desde el principio. 10 La CGT y el PP formaron comisiones de homenaje que se encargaron deconfeccionar las listas de quienes harían las guardias (entre 2 y 3hs). La obligación de inscribirse en dichas listas no se hizoexplícita en la prensa, aunque los miembros del sindicato de obrerosdel ingenio Ñuñorco hicieron saber a través del diario local que eraobligatoria la concurrencia de sus afiliados a la custodia delretrato, así como la asistencia al novenario que, en memoria de EvaPerón, se rezó todos los días en la iglesia parroquial.

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honras fúnebres a las que acudía gente de diversas

procedencias11. Fue en esos espacios donde los sacerdotes

presidieron los homenajes a Eva Perón, integrando las

dimensiones religiosa y cívica y poniendo en escena los

cruces entre religión y política.

En este punto cabe detenerse a observar el formato que, en

líneas generales, siguieron los actos en los pueblos y

ciudades del interior de la provincia. En primer lugar se

oficiaba un funeral solemne en la parroquia a la que

pertenecía la entidad que impulsaba el homenaje.

Seguidamente, desde el templo salía la procesión de

antorchas hacia la plaza principal, donde se emplazaba el

“altar cívico” para hacer las ofrendas florales

correspondientes y dedicar oraciones al alma de Eva Perón.

El ejemplo de la localidad de Aguilares, ubicada al sur de

la provincia, fue representativo de este tipo de homenajes.

Los obreros de la industria azucarera ofrecieron un solemne

funeral en el templo local, el cual se vio “desbordado” por

la concurrencia, para después llevar flores al retrato de

Evita instalado en la plaza principal. Por la tarde,

rezaron el novenario en la iglesia y salieron en procesión

11 Fueron zonas circunscritas a las plazas principales de ciudades ypueblos, donde acudieron grupos de personas que se desplazaban enprocesión desde poblaciones cercanas o apartadas. En ese sentido, unode los acontecimientos más emotivos de las honras fúnebres fue lallegada de grupos de obreros del campamento Las Lenguas que,acompañados de sus esposas e hijos, recorrieron decenas de kilómetrospara rendir homenaje a Eva Perón y concurrir al templo de la ciudad deConcepción para asistir a su funeral solemne. A ellos se sumarongrupos de hombres y mujeres de poblaciones alejadas, “venidas a pie yportando en alto retratos del Gral. Perón y Eva Perón”. LG, 30.07.1952

8

de antorchas alrededor de la plaza hasta el altar cívico,

donde permanecieron en silencio hasta las 20.25 horas12.

Cabe resaltar que los homenajes fueron presididos en la

mayoría de los casos por los curas párrocos. Es decir, los

sacerdotes oficiaron la misa, encabezaron la procesión con

antorchas y dirigieron las oraciones frente al retrato de

Evita en la plaza principal. Estas escenas se repitieron en

los principales centros de población, tales como Monteros,

Concepción, Acheral, Tafí Viejo, Bella Vista y Trancas.

Ahora bien, el lugar que ocuparon los sacerdotes en el

marco del duelo por Eva Perón no estuvo exento de

tensiones, surgidas fundamentalmente con la jerarquía

eclesiástica a causa de los límites que esta última buscó

imponer a la multiplicación de manifestaciones religiosas.

Como ha sido señalado, el oficio de misas fue una de las

formas más extendidas de expresar la adhesión al duelo

decretado por el gobierno13. En los días que siguieron a la

muerte de Eva Perón los sacerdotes diocesanos celebraron

una gran cantidad de misas a pedido de distintas

instituciones y organizaciones de la sociedad. Las

ceremonias religiosas no se desarrollaron solamente en el

marco de un templo ya que también se realizaron misas de

campaña, es decir, celebraciones llevadas a cabo en las12 LG, 31.07.1952. Eva Perón falleció a las 20.25 hs. del día 26 dejulio de 1952. Por lo general, los homenajes eran organizados paraculminar a esa hora.13 La celebración de misas, incluidas las de cuerpo presente, ocupabanun lugar central entre el ceremonial regido por el ritual romano. Elobjetivo principal era conseguir que el alma del difunto se aseguraseuna estancia corta en el Purgatorio y suavizar los posibles castigos(BARRAL, 2007).

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plazas principales y en las sedes sindicales o partidarias.

Tales oficios religiosos fueron ofrecidos cuando se estimó

que la participación de la población superaría el espacio

físico del templo. Sin embargo, como veremos a

continuación, en el contexto descripto adquirieron un

significado complementario al traducir pujas por las zonas

de duelo.

Los pedidos de misas de campaña enviados al obispado por

las autoridades civiles y las distintas organizaciones de

la sociedad fueron innumerables14. Tales solicitudes eran

elevadas a los curas párrocos, quienes necesitaban la

autorización del Vicario Capitular de la diócesis para

poder celebrar ese tipo de misas. Frente a la cantidad de

pedidos que llegaron en el transcurso del primer mes de la

muerte de Eva Perón, Aramburu resolvió en principio no

darles lugar, procurando que los oficios fúnebres se

realizaran en el ámbito de un templo. La autoridad

diocesana explicó los fundamentos de su decisión en una

carta al Ministro de Gobierno, quien había requerido una

misa de campaña en la plaza principal para conmemorar el

mes de la muerte de Eva Perón: “estamos obligados a velar

por la pureza y autenticidad de la disciplina eclesiástica

14 Los pedidos de misa de campaña eran elevados al obispado por loscuras párrocos, que solicitaban el permiso de la autoridad máxima dela diócesis para oficiarlas. Se encuentran pedidos provenientes dediversas entidades políticas, gremiales, culturales, educativas,deportivas, etc. (por ejemplo de las distintas escuelas de laprovincia, de unidades básicas, del Partido Peronista femenino ymasculino, de los sindicatos de obreros azucareros, los ferroviarios,personal de correos, organismos de gobierno, etc.). Carpeta concorrespondencia de parroquias, AAT.

10

y si en otras circunstancias se permitió la celebración de

misas de campaña […] entendemos que hoy, dando cumplimento

a las prescripciones del derecho y la liturgia, los oficios

fúnebres deben realizarse en el ámbito de una Iglesia”15. A

cambio, Aramburu le ofreció oficiar la misa en la iglesia

Catedral16.

Desde su rol de custodia de la doctrina, la jerarquía

eclesiástica persiguió el objetivo de encauzar las

manifestaciones religiosas de la población en la senda de

la religiosidad institucional, procurando acotar los

homenajes religiosos al espacio de los templos17. Las

iglesias eran los espacios donde se alojaba “lo sagrado”

por excelencia al haber allí una autoridad clara -el cura-

y pautas predeterminadas que regían las formas de la

religión. Por el contrario, la “campaña” era el lugar de lo

profano, un espacio más proclive a la multiplicación de las

manifestaciones religiosas heterodoxas. Sin embargo, frente

al caudal de pedidos de misa de campaña elevados por los15 Correspondencia oficial, Respuesta al ministro de gobierno Elizalde,23.08.1952, AAT.16 No obstante, el Ministro de Gobierno buscó la manera de oficiar lamisa en la plaza principal y recurrió al Ejército que, a través delCapellán Militar Manuel Ballesteros, auspició el funeral solemne conel que se conmemoró el cumplimiento del mes de la muerte de Eva Perón.17 Tradicionalmente los obispos procuraron controlar los rituales quese desarrollaron alrededor de la muerte. El inicio y el fin de la vidade una persona eran pasajes acompañados de una serie de ritos y gestosque a su vez encadenaban las prácticas y creencias propias de cadacomunidad. (BARRAL, 2007: 175-195). En la diócesis tucumana, elceremonial religioso que acompañaba a la muerte fue pautado por lanormativa eclesiástica que reglamentó la forma de las exequiasfúnebres, sus diferentes momentos y los aranceles que se cobraban.Segundo Sínodo Diocesano de Tucumán. Escuela tipográfica del ColegioSalesiano Tulio García Fernández, 1931, AAT.

11

curas párrocos Aramburu debió negociar, cediendo ante la

insistencia de los sacerdotes, que buscaban evitar las

eventuales complicaciones derivadas de una potencial

negativa a tales solicitudes. De allí que Aramburu se

mostrara flexible frente a los pedidos de misas de campaña,

limitándose a sugerir que los oficios se llevaran a cabo

dentro de las iglesias.

Por ejemplo, ante el pedido del cura párroco de Concepción

de oficiar una misa de campaña por la salud de Eva Perón en

la plaza principal del pueblo, Aramburu concedió el permiso

con la condición de que “los asistentes no quepan en la

Iglesia” y solicitó al párroco que tratara en adelante “que

concurran si pueden a la parroquia”18. Ciertamente, era muy

difícil que la jerarquía eclesiástica pudiera sostener en

la práctica la decisión de limitar las misas de campaña,

sobre todo por tratarse de un contexto en el que muchas de

las entidades que auspiciaron los oficios religiosos

buscaron capitalizar las movilizaciones y las expresiones

de pesar. A esto deben sumarse las amplias expectativas de

los fieles que esperaban rendir fervorosamente sus

homenajes en espacios no acotados a la iglesia. De este

modo, si bien la jerarquía católica buscó a través de

distintas estrategias encauzar por el camino de la

18 Carpeta Parroquia de Concepción, carta del cura párroco JulioFerreyra a Mons. Aramburu, 23.07.1952 y respuesta de Aramburu24.7.1952, Archivo de la Diócesis de Concepción (ADC). Ya desde losmeses previos a la muerte de Eva Perón, frente a los pedidos de misaspara orar por su recuperación, Aramburu procuró que tales ceremoniasfuesen oficiadas en el marco de las iglesias.

12

institucionalidad a las manifestaciones de duelo, también

se adaptó a un contexto de demandas políticas y religiosas.

Cabe señalar lo ocurrido en la localidad Santa Lucía,

ubicada a la vera del ingenio homónimo, episodio que

reflejó los problemas que acarreaba a los párrocos el hecho

de no acceder a las demandas de las poblaciones locales,

aunque estas trastocasen las formas de duelo propias de la

liturgia católica. El sindicato que nucleaba a los obreros

del ingenio decidió oficiar una misa en su sede social. No

obstante, el cura párroco solicitó que la misma fuese

llevada a cabo en el templo local, condición para que la

autoridad religiosa avalase el homenaje. Dada esta

situación, los obreros se trasladaron a la parroquia con la

imagen de Evita y la colocaron en el catafalco, oponiéndose

a las órdenes del cura que amenazó con cerrar la iglesia si

no retiraban inmediatamente la foto de ese “lugar sagrado”.

Tras unos minutos de discusión los dirigentes sindicales

optaron, finalmente, por retirar la imagen. Sin embargo, en

repudio a la actitud del cura un grupo de obreros arrojó

pedradas a la casa parroquial y acusó al párroco de

“contrera”, situación equivalente a la que sufría

periódicamente el “único radical del pueblo” (MERCADO:

1997).

Como veremos a continuación, la muerte de Eva Perón

coadyuvó a la multiplicación de expresiones religiosas

populares vinculadas a los rituales fúnebres habituales en

las poblaciones. Buena parte de esas prácticas, tales como

la introducción de retratos de Evita en los templos, la

13

centralidad de su imagen en los altares y catafalcos o la

atribución a su figura de características sobrenaturales,

no necesariamente se encontraban reñidas con la tradición

católica.

Los curas párrocos y las expresiones de religiosidad local

frente a la muerte de Eva Perón

El oficio de misas y funerales solemnes no fueron las

únicas formas que adoptaron las poblaciones locales para

exteriorizar su adhesión al duelo. Ciertamente, la muerte

de Eva Perón activó un conjunto de experiencias religiosas

que desbordaron los márgenes de la institución eclesiástica

y que, desde la perspectiva de un sector de la jerarquía

católica y del arco opositor al gobierno, fueron vinculadas

a prácticas de religiosidad que lindaban con lo herético.

Las manifestaciones religiosas que quedaron grabadas con

mayor contundencia en la memoria colectiva fueron las

peregrinaciones y los altares domésticos erigidos para

rezar por Eva Perón. Durante los días de duelo se

multiplicaron las peregrinaciones que, en homenaje a la

difunta, partieron desde la provincia de Tucumán hacia el

santuario de la Virgen del Valle (Catamarca) o de

delegaciones de obreros que realizaron peregrinaciones a

pie hasta la Capital Federal para asistir al sepelio y

pedir por su alma.19 Paralelamente a tales demostraciones

públicas, una expresión religiosa estrechamente asociada a

la muerte de la primera dama fueron los altares domésticos,

19 LG, 31.07.1952 y 9.08.1952 14

pequeños santuarios organizados alrededor de un retrato de

Evita, compuestos generalmente por una cruz, velas y

algunas ofrendas florales. Su propagación en los hogares

peronistas de todo el país fue un fenómeno que la prensa

escrita de la época cubrió con detalle20.

La proliferación de los altares dedicados a Eva Perón

coadyuvó a cimentar la noción de un “culto” a su persona y

abonó a la construcción de los mitos alrededor de su

figura. Se trató de expresiones que impactaron entre los

contemporáneos y que aún persisten en el imaginario

peronista y antiperonista. Desde el primero, la prensa

partidaria y los discursos oficiales explotaron la idea de

un culto a Eva Perón, aunque con un significado distinto al

que le atribuyeron los opositores. Este se centró en la

búsqueda de ensalzar la fidelidad de las masas peronistas

que, de alguna manera, veneraban a “su heroína” (TAYLOR,

1981: 174-175). Por el contrario, desde las esferas

antiperonistas se definió a la proliferación de altares

como un fenómeno “pagano” centrado en una suerte de “culto

idolátrico” instigado desde las esferas gubernamentales,

aspecto que explotaron los partidos opositores que buscaban

interpelar al electorado católico21. Cabe traer a cuenta -20 En especial, la prensa peronista hizo hincapié en la “intimadevoción” de la que era objeto Eva Perón en los hogares de la naciónargentina, (TAYLOR, 1981: 173). Democracia dedico páginas enteras decada edición a las fotografías y textos sobre el tema de los altareslevantados y las plegarias ofrecidas en honor de Eva Perón. La Gacetatambién cubrió con detalle el fenómeno de los altares erigidos enplazas e instituciones y publicó numerosas fotografías. 21 Tales imágenes abrevaron en un cuento corto de Jorge Luis Borges,que expresó de forma elocuente esta idea tan extendida entre lossectores antiperonistas. (BORGES, 1960).

15

aunque circuló posteriormente- un panfleto de la UCR

difundido en Tucumán en el que se llamaba a los católicos a

“reflexionar sobre la ola bárbara de paganismo desatada por

el régimen” que agraviaba a Dios “con actitudes

idolátricas”22. El mismo condensaba nociones arraigadas en

el imaginario antiperonista, en el que la apelación a un

vocablo como el de “barbarie” -palabra de una matriz

liberal que portaba una larga tradición en la historia

argentina- se entroncaba, en ese contexto, en el conflicto

de clase que el peronismo activó. Se trataba de una mirada

del mundo opositor cargada de sentidos y atravesada por una

visión más institucionalizada de la religión, propia de

sectores sociales medios y altos.

Aunque la historiografía sobre la Iglesia y el peronismo no

ahondó en el análisis de este fenómeno, las referencias a

esas expresiones populares las definieron como un reflejo

de la retórica oficial del gobierno, cuyo objetivo habría

sido santificar la figura de Eva Perón. De alguna manera,

prevaleció la idea de que la “apoteosis mística”23 generada

alrededor de su muerte contribuyó a socavar el apoyo22 Se trató de un panfleto difundido por el Comité Nacional entre loscomités provinciales para la campaña electoral a vicepresidente en1954, Doc. s/n, Biblioteca nacional, Archivos y coleccionesparticulares, Sección Arturo Frondizi, Fondo Centro de EstudiosNacionales, Caja nº 1354.23 En su estudio, Oscar Frigerio también abonó a la idea de competenciaen el campo de la religión. El autor señaló la “apoteosis mística” quese generó alrededor de la muerte de Evita, destacando que fueron lasmanifestaciones religiosas populares, tales como el culto con altaresen los hogares -que continuaron invocándola después de muerta-, quellevaron a la Iglesia a restar su apoyo inicial al gobierno, ya que“no podía menos que ver con espanto actitudes a las que caracterizabade paganas”. (FRIGERIO, 1990: 80).

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inicial que la Iglesia prestó al gobierno o bien favoreció

la acentuación de la “competencia” entre la Iglesia y el

Estado en el campo de la religión24. Es decir, las dos

ideas fuerza que recorren dichas interpretaciones son que

el florecimiento de un culto a Evita –instigado desde las

esferas oficiales- confirmó la intencionalidad del

peronismo de sacralizar sus manifestaciones y de

transformarse en una religión política, lo que llevó a

limitar la presencia eclesiástica en el ámbito público, y

que la multiplicación de expresiones religiosas populares

compitió con el catolicismo institucional25.

Desde una perspectiva diferente, Lila Caimari propuso

correr la mirada de las referencias oficiales a la santidad

de Evita -“fruto del crescendo discursivo del período más

que de convicciones religiosas en sentido estricto”-, e

interpretar las manifestaciones de duelo en el marco de las

expresiones fúnebres tradicionales, propias de un país con

una cultura católica arraigada (CAIMARI: 1995: 235-236). Si

bien la ola de religiosidad desencadenada por la muerte de

Eva Perón presentó aristas “ambiguas” desde el punto de

vista de la ortodoxia católica, no fueron más allá de los

24 Aunque de formas distintas, la hipótesis del peronismo como unareligión política esta presente en los trabajos de Roberto BOSCA(1997), Susana BIANCHI (1994) y Loris ZANATTA (2009). 25 Susana Bianchi partió del supuesto de una noción de “competencia”entre la Iglesia y el Estado en el campo de la religión, manifestada“a partir de los avances de ciertas formas de religiosidad popular quecompetían exitosamente con el catolicismo”. De acuerdo a ese esquema,tal disputa fue fuertemente estimulada en el contexto de la enfermedady muerte de Eva Perón, que vino a acentuar la incorporación de unasimbología religiosa favorecida desde el gobierno. (BIANCHI, 1994:31).

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tradicionales problemas de forma e interpretación de la

religiosidad popular26. En la misma dirección que Taylor,

Caimari sugirió vincular el fenómeno de los altares con las

tradiciones propias de una religión popular en torno a la

muerte, en la que los santuarios domésticos vehiculizaban

el rezo “en memoria de” y no “a” los difuntos (CAIMARI,

1995 y TAYLOR, 1981: 174-175).

Teniendo en cuenta la propuesta de Caimari, consideramos

que las manifestaciones de religiosidad popular que se

activaron con la muerte de Eva Perón deben situarse en el

marco de una sociedad profundamente atravesada por

expresiones de religiosidad no institucionalizada27. Como

han dado cuenta otros estudios, las prácticas tradicionales

de religiosidad en torno a la muerte, entre las que se

26 “Una ola de religiosidad popular, con todos los problemastradicionales de tal fenómeno, no es lo mismo que la instauración deun culto herético en el seno de un país de antigua cultura católica”,(CAIMARI, 1995: 236).27 A lo largo del período, emergieron sistemáticamente expresionesdiversas de una religiosidad local que trascendieron a la institucióneclesiástica y a la liturgia tradicional. Entre las más resonantesfiguraron la devoción al “señor del milagro de los Luna” -una imagenque apareció en la propiedad de una familia que se arrogaron laorganización del culto prescindiendo de los agentes eclesiásticos-, laaparición del “niño santo” de Trancas, cuyos seguidores le atribuíanun poder “sanador”, y el fenómeno de la “niña santa” de villa SanCayetano. Sobre la aparición del “niño santo” en Trancas LG,31.03.1951; Sobre la devoción al Cristo “que llora” LG, 5.08.1948;Sobre los sucesos en Villa San Cayetano LG, 7.02.1955, 8.02.1955,16.02.1955, 27.02.1955. En todos los casos, la jerarquía católicareprobaba estas manifestaciones. Frente al fenómeno de la niña santa,el obispo advirtió a sus seguidores que la Iglesia era la únicainstitución con potestad de definir cuándo un hecho sobrenaturalrepresentaba un milagro (advertencia que, sin embargo, no alcanzó paramitigar la devoción de la población). “Comunicado del Obispo dirigidoa los fieles”, LG, 16.02.1955.

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contaban la erección de altares domésticos para orar por el

alma del difunto, formaban parte del horizonte cultural del

noroeste argentino28. En ese sentido, las observaciones de

Caimari abren la posibilidad de cambiar el foco de análisis

y ampliar las preguntas con las que la historiografía

abordó el tema de los homenajes fúnebres a Eva Perón. Cabe

preguntarse por los vínculos entre la religiosidad local y

las manifestaciones de duelo por la muerte de Evita. Es

decir, por los modos a través de los cuales se integró su

muerte en el universo religioso preexistente. Consideramos

que detener el análisis en el rol de los curas párrocos,

quienes avalaron y propiciaron las honras fúnebres -que a

su vez dieron cuenta de las formas de la religiosidad

local- puede ayudarnos a avanzar en la dirección propuesta.

Como ha sido señalado, la Iglesia católica acompañó a la

población en la exteriorización del duelo y los actos de

homenaje. Esta labor fue realizada fundamentalmente por los

curas párrocos, quienes en su mayoría expresaron de forma

contundente su adhesión al duelo presidiendo las

28 Cynthia Folquer ha analizado las prácticas en torno a la muerte comoobjeto de culto en el horizonte cultural del noroeste argentino. Entreellas, se destaca la erección de altares domésticos en los que se rezapor el alma del difunto (FOLQUER, 2012: 408-419) y (FOLQUER, 2012a).Asimismo, en su estudio, Ameigeiras explica que el “culto a losdifuntos” tiene una profunda vigencia en el catolicismo popular y quese relaciona no sólo con el intento de “integrar” la muerte a la vida,o de sacralizarla como un tránsito, sino también “con la presencia deun cierto sentido trágico que lleva a considerar muy especialmente laexistencia del dolor y de la muerte”. El autor considera que unamuestra de ello se encuentra en la vigencia, especialmente en elcatolicismo popular de origen rural, de los responsos, de los llamadosnovenarios, los trisagios, el alumbrar las almas y los distintos tiposde velorios (AMEIGEIRAS, 2008: 35).

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actividades organizadas en las localidades del interior de

la provincia. Ciertamente, los curas párrocos bendijeron

los altares públicos y privados, oficiaron misas de campaña

en plazas y sedes municipales, presidieron las procesiones

con antorchas llevando en sus manos el retrato de Eva Perón

y exaltaron su figura cuando se dirigieron a la población

en las misas y homenajes. De ese modo, los curas párrocos

tuvieron un rol central en la escenificación del duelo,

donde se articularon las tradiciones de una religión

prescrita y una religión observada, es decir, una religión en

tanto práctica29. Dicho de otro modo, los sacerdotes fueron

un elemento aglutinante a partir del cual las honras

fúnebres se expresaron mediante las formas de la

religiosidad local.

A modo de ejemplo pueden mencionarse los homenajes

religiosos que se realizaron en la Villa de Trancas

(departamento homónimo) y en Monte Grande (departamento

Famaillá). En estos casos se observó una de las maneras a

través de las cuales la muerte de Eva Perón puso en

movimiento una arraigada religiosidad local. Para expresar

sus sentimientos de pesar, la población de Trancas y las

zonas rurales aledañas transportaron la imagen de San

Francisco Solano desde la villa hasta la “fuente milagrosa”

que llevaba el nombre del santo patrono local, a 7 Km. de

distancia30. La peregrinación fue encabezada por el cura29 Sobre la negociación entre religión en cuanto práctica y religión encuanto prescripción (CHRISTIAN, 1991). 30 Unos kilómetros hacia el norte de Trancas se conserva el “Pozo delPescado”, una fuente considerada milagrosa ya que fue allí dondeFrancisco Solano hizo brotar agua para saciar la sed de sus seguidores

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párroco, Juan Urbanc, junto a funcionarios provinciales y

nacionales, dirigentes gremiales, unidades básicas,

delegaciones escolares y obreros de colonias agrícolas

vecinas. Durante todo el trayecto se pidió, a través de

oraciones, por el alma de Eva Perón31. En el caso de Monte

Grande, la muerte de Eva Perón coincidió con las misiones

que llevaban a cabo en la zona los sacerdotes Lorenzo Picón

y Felipe Ganz. La culminación de las mismas consistió en la

bendición de la cruz colocada en una loma del lugar, para

lo cual organizaron una peregrinación de fieles. Por

iniciativa de la población la columna portó un retrato de

Evita y oró en sufragio de su alma durante los 6 Km.

recorridos hasta el pie de la cruz, donde depositaron el

cuadro. Finalmente, los sacerdotes bendijeron el retrato y

rezaron por su eterno descanso32. En el mismo sentido cabe

destacar el homenaje religioso organizado en la ciudad de

Tafí Viejo por la Sociedad de Ayuda Mutua y Beneficencia.

Después de la misa oficiada en el templo de la Inmaculada

Concepción, la procesión salió portando la imagen de la

Virgen de las Mercedes, patrona de la institución, cuyo

destino fue la sede social de la entidad organizadora. A su

llegada, en el salón de actos colocaron la imagen de la

Virgen al pie del altar levantado en homenaje a Eva Perón y

y de los primeros tranqueños. La fiesta que recuerda este milagro secelebra el domingo siguiente al de Pascua. El ejemplo de Trancasdemuestra el modo en que se recurrió a creencias y prácticasreligiosas locales para rendir homenaje y pedir por Eva Perón.31 LG, 1.08.195232 LG, 8.08.1952

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elevaron rezos por su alma. Se dispuso que la Virgen

“acompañaría” a Eva Perón durante los días de duelo33.

En suma, los curas párrocos acompañaron los homenajes

fúnebres en las distintas localidades, donde sus funciones

fueron requeridas por las organizaciones sociales. Los

párrocos participaron de las movilizaciones religiosas,

oficiaron las misas y funerales solemnes y presidieron las

procesiones con antorchas. En ese sentido, la coyuntura

abierta por la muerte de Eva Perón representó en su máxima

expresión la imbricación entre peronismo y catolicismo,

escenario en que los curas fueron, en gran medida, los

motores del despliegue de homenajes religiosos. Teniendo en

cuenta su activa participación, cabe preguntarse hasta qué

punto la Iglesia sufrió un desplazamiento del espacio

público o vio amenazado su monopolio de la movilización

religiosa masiva.

Conclusiones

La noticia del deceso de la primera dama impactó

profundamente en las poblaciones azucareras de la

provincia, donde el ascendiente de la figura de Evita había

calado hondo. En sus visitas a Tucumán Eva Perón se había

jactado del vínculo especial que la unía a los obreros

azucareros tucumanos. La adhesión por parte de la población

local se volvió explícita durante los días de duelo, donde

la diversidad de los homenajes alcanzó dimensiones

inéditas. Las manifestaciones de duelo comportaron un33 LG, 10.08.1952

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amplio espectro que fue desde rituales fúnebres oficiales

hasta vastos homenajes religiosos más vinculados a

prácticas vernáculas en torno a la muerte. De este modo, el

deceso de Eva Perón puso en movimiento una serie de

prácticas religiosas locales que desbordaron la iniciativa

de la jerarquía.

En ese contexto, la presencia de los curas fue requerida

por las organizaciones sociales para presidir los homenajes

fúnebres en los pueblos de la provincia, en los que

expresaron aspectos de una práctica devocional menos

institucionalizada. Los curas diocesanos motorizaron los

rituales fúnebres en las zonas de duelo –que trascendieron

el espacio de los templos- y a través de su figura se

propició la articulación de dos dimensiones, la del

catolicismo institucional -referido a la liturgia fúnebre

de la Iglesia- y las tradiciones religiosas locales en

torno a la muerte. Tal mediación daba cuenta del rol

bifronte de los curas, quienes hicieron las veces de

representantes de la institución eclesiástica respondiendo

a los ritos y a su doctrina, pero también se desempeñaron

como pastores de la grey local atentos a sus demandas. A

diferencia de interpretaciones precedentes que señalaron en

la muerte de Eva Perón la proliferación de un culto popular

a su persona que desafió las formas y compitió con el

catolicismo institucional, consideramos que la religiosidad

local puesta en movimiento en ese contexto no estuvo reñida

con el catolicismo sino que, por el contrario, formaba

parte de las prácticas que modelaban la piedad mortuoria de

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las poblaciones. Tal imbricación se vio expresada en los

homenajes religiosos por la muerte de Eva Perón, los cuales

dieron cuenta de una frondosa religiosidad local canalizada

principalmente por la acción de los curas párrocos.

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Fuentes inéditas

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