La edición crítica de las crónicas de Rubén Darío. Problemas, soluciones y hallazgos

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1 La edición crítica de las crónicas de Rubén Darío Problemas, soluciones y hallazgos 1 Günther Schmigalle Karlsruhe, Alemania Congreso Internacional RUBEN DARIO ARCHIVOS Y REVISTAS DEL MODERNISMO EN LA ERA DIGITAL Universidad Complutense Madrid 29 y 30 de noviembre de 2012 1 Lengua. Revista de la Academia Nicaragüense de la Lengua, 2 a época, 37 (julio de 2013), pp. 228-249.

Transcript of La edición crítica de las crónicas de Rubén Darío. Problemas, soluciones y hallazgos

1

La edición crítica de las crónicas de Rubén Darío

Problemas, soluciones y hallazgos1

Günther Schmigalle

Karlsruhe, Alemania

Congreso Internacional

RUBEN DARIO

ARCHIVOS Y REVISTAS DEL MODERNISMO

EN LA ERA DIGITAL

Universidad Complutense

Madrid

29 y 30 de noviembre de 2012

1 Lengua. Revista de la Academia Nicaragüense de la Lengua, 2

a época, 37 (julio de 2013), pp. 228-249.

2

Cuando la crítica textual o ecdótica surgió en el siglo XIX, sus objetos preferidos fueron los

textos clásicos de la edad antigua, la Biblia, las epopeyas de la Edad Media, y algunos de los

grandes poetas nacionales, como Shakespeare, Goethe o Cervantes. La Iglesia se opuso un

buen tiempo a una práctica que parecía convertir la palabra de Dios en un tejido de tradiciones

manuscritas y orales, de copias, errores, coyunturas, palimpsestos y enmendaciones. En el

siglo XX, la crítica textual se extendió para abarcar también a los grandes poetas y escritores

modernos, buscando siempre la forma ideal, original, o por lo menos la más autentica posible,

de sus obras. Tenían que ser poetas grandes y obras significativas, para justificar la gran

inversión en tiempo y trabajo intelectual que implica la elaboración de una edición de ese

tipo: cuando un teólogo y escritor británico propuso aplicar la crítica textual a los cuentos de

Sherlock Holmes, lo hacía en un plan humorístico2. (Hoy, esa edición existe.

3)

En el caso de Darío, si las ediciones críticas de sus grandes libros de poesía ya fueron

aceptadas hace buen tiempo por los expertos y por el público académico, con la ecdótica

aplicada a sus crónicas nos encontramos todavía en un campo marginal, pero, creo, en un

campo muy fértil. Sea como sea, buscar la versión más auténtica de las crónicas darianas no

parece demasiado difícil. Los manuscritos de las crónicas de Darío se consideran como

perdidos: “Aseguran algunos autores que los ‘Manuscritos’ de los libros de prosa de Rubén

solían ser los recortes de sus colaboraciones a La Nación, ordenados por el poeta y pegados en

páginas de cuadernos”4, pero esos cuadernos no se han conservado. Por eso la principal fuente

de variantes en el texto de las crónicas es la existencia, en muchos casos, de una versión

publicada en periódico y otra en volumen. Y todavía cuando la versión en volumen se debe al

mismo Darío, como es el caso de sus libros en prosa desde Los Raros hasta Todo al vuelo, las

variantes no son problemáticas; es suficiente registrarlas en la edición crítica. Un problema

mayor son los volúmenes compilados después de su muerte por diversos editores. Entre ellos

había poetas, amigos y familiares de Darío, pero ningún filólogo. En muchos casos se

empeñaron en mejorar los textos darianos, y sus versiones mutiladas o tergiversadas fueron

retomadas por editores posteriores, creando filiaciones poco auténticas. En estos casos el

trabajo del editor crítico se parece a una vuelta a los orígenes o también a un trabajo de

limpieza. “Para Housman, la crítica textual fue en primer lugar una empresa moral. Porque el

2 Knox 1928.

3 Doyle 2005-2006.

4 Tünnermann Bernheim 2004: 171.

3

crítico de texto está comprometido con la busca de la verdad y el destierro del error. … La

perpetuación y multiplicación de errores durante la transmisión de textos a largo plazo es una

buena imagen o paradigma del engaño y de la deterioración humana en general: decimos

sobre textos, como sobre hombres o de ideas, que se corrompen. Determinar qué escribió

realmente un autor antiguo es, de una manera limitada pero significativa, volver a poseer una

certitud perdida, volver a ver las cosas como son en realidad”5. Vamos a poner unos ejemplos.

Estableciendo el texto auténtico: Mimí Pinson

En 1902, el periodista francés Adolphe Brisson publicó una especie de novela documental,

basada en una investigación sobre el ambiente de los obreros en Montmartre. Le puso como

título Florise Bonheur, nombre (aparentemente auténtico) de una muchacha costurera con la

cual hizo amistad y que le facilitó el acceso a ese mundo todavía bastante desconocido del

público lector, a pesar del naturalismo y de las novelas de Émile Zola. Darío leyó el libro y

redactó una reseña que se publicó en La Nación, el 13 de abril de 1902, bajo el título “Las

transformaciones de Mimí Pinson”. Mimí Pinson es una griseta, protagonista de un poema de

Alfred de Musset publicado en 1840. La reseña de RD se concentra en la obrerita, la cual trata

de ubicar entre la tradición literaria (aparte de Musset, se refiere también a la obra de Murger,

Escenas de la vida de Bohemia) y la actualidad, agregando observaciones, impresiones y

experiencias propias y comparando las grisetas de antaño con las adineradas cortesanas de la

actualidad.

“Las transformaciones de Mimí Pinson” pertenece, cronológicamente, a la época de La

caravana pasa, pero por algún motivo que ignoramos, Darío no incluyó esta crónica en este

libro. Alberto Ghiraldo la rescató en 1925. Al incluirla en el volumen “Impresiones y

sensaciones” de su edición de Obras completas, hizo algunos cambios al texto, principal-

mente para hacer desaparecer todas las referencias al libro de Adolphe Brisson y ocultar el

hecho de que se trataba de una reseña. Borró párrafos enteros del texto de Darío e introdujo

algunas frases que no existían en el texto dariano. Su objetivo: aparentar que se trataba de una

especie de poema en prosa, surgido del cerebro de Darío bajo la inspiración la Musa. Le puso

además una fecha equivocada: 19006. Las Obras completas de la editorial Afrodisio Aguado,

5 Page 1983: 165.

6 Darío 1925: 83-95.

4

cuyo editor no tuvo acceso a La Nación, reprodujeron la versión de Ghiraldo7. Nosotros, en

nuestra edición de Crónicas desconocidas, presentamos el texto tal como apareció en La

Nación, tratando de hacerlo accesible como producto de lecturas y experiencias de Darío,

como un texto surgido en un contexto histórico específico8.

Estableciendo el texto auténtico: En la Isla de oro

De los dos viajes de Darío a Mallorca (el primero de noviembre de 1906 a marzo de 1907, el

segundo de octubre a diciembre de 1913) surgieron dos series de crónicas publicadas en La

Nación: la primera, bajo el título “En la Isla de oro”, publicada en seis partes, entre abril y

julio de 1907; la segunda, bajo el título “El oro de Mallorca”, publicada también en seis

partes, entre diciembre de 1913 y marzo de 1914. Esta segunda serie se puede caracterizar

como novela inconclusa, con personajes ficticios y una trama esbozada; su interés principal

reside en las confesiones del protagonista Benjamín Itaspes, que arrojan luz sobre la vida

íntima de Darío, mucho más que su Autobiografía. La primera serie “En la Isla de oro”

también suele clasificarse hoy como intento de novela, lo cual es más difícil de justificar ya

que se trata más bien de una serie de impresiones de viaje, de conversaciones y divagaciones

entre el poeta y sus amigos mallorquines, agregando un solo personaje ficticio, una dama

inglesa llamada “Lady Perhaps”. Contiene también muchos recuerdos de lectura, opiniones

sobre Santiago Rusiñol, sobre Ramón Llull, sobre el archiduque Luis Salvador, y una larga

polémica, única en la obra dariana, contra George Sand, mujer emancipada y “martirizadora

de poetas”. En fin, novela o no, lo que nos preocupa aquí es la historia de ese texto.

“En la Isla de oro” fue rescatada, como muchos otros escritos darianos, por el incansable

Alberto Ghiraldo, quien la publicó junto con otra novela inconclusa, El hombre de oro9. Y

como era de esperar, se esmeró en mejorar el texto:

a) Cambió el título “En la Isla de oro” en “La Isla de oro”.

b) Cambió en título del primer capítulo de “Divagaciones” en “Introducción” (ça fait plus

sérieux!).

7 Darío 1950-1953: 1/789-797.

8 Darío 2006: 131-142.

9 Darío 1937: 49-94.

5

c) Borró los cuatro primeros párrafos del primer capítulo, de manera que el relato ya no

comienza por “Vea usted – me dijo la rubia dama inglesa de ojos extraordinarios y de

boca de fruto” (¿comienzo demasiado frívolo?), sino por “He aquí la isla en que

detiene su esquife el argonauta del inmortal ensueño” (ça fait beaucoup plus sérieux!).

En 1970, 33 años después de Ghiraldo, Roberto Ibáñez, en sus Páginas desconocidas de

Rubén Darío, incluyó una versión correcta de “En la Isla de oro”, basada en una transcripción

directa del diario La Nación10

. A partir de esta fecha, los editores de la primera narración

mallorquina de Darío tenían la posibilidad de escoger entre el texto de Darío transcrito

correctamente por Ibáñez, y el texto de Darío mutilado por Ghiraldo. Curiosamente, que yo

sepa, todos han preferido la versión de Ghiraldo. Ejemplo: el libro de Luis Miguel Fernández

Ripoll, publicado en 2001 y basado en su tesis doctoral del año 1986. Después de una

excelente introducción donde describe los viajes de Darío a Mallorca e interpreta

detenidamente sus obras mallorquinas, el autor presenta una edición muy bien anotada de las

dos “novelas”. Solamente, en el caso de “En la Isla de oro” presenta la versión de

Ghiraldo…11

Y sin embargo, una nota a pie de página (p. 175) demuestra que el autor conoce

perfectamente la historia del “doble rescate” de “En la Isla de oro”. No es posible que no se

haya dado cuenta de las diferencias substanciales entre la versión de Ghiraldo y la de Ibáñez.

¿Por qué no trató de averiguar cuál de las dos versiones es la más auténtica? Ignoramus et

ignorabimus.

Estableciendo las fechas correctas: la supuesta visita de Darío a Lourdes

La dramática vida de Rubén Darío de Edelberto Torres sigue siendo la más completa, la más

detallada, la insuperada y quizás insuperable biografía del poeta. La octava edición, publicada

en Nicaragua hace dos años gracias a los esfuerzos de Myrna Torres, hija del autor, y del

editor Melvin Wallace, da testimonio de su actualidad. Torres tuvo la inmensa ventaja de

contar con la colaboración de contemporáneos y amigos de Darío que aún vivían. Era un gran

buscador de materiales y un buen estilista. Su narración tiene un hilo rojo que fascina al

lector: la guerra implacable que le hizo a Darío su cuñado y cruel enemigo, Andrés Murillo,

10

Darío 1970. 11

Fernández Ripoll 2001: 175-225.

6

que logró destrozar para siempre la felicidad personal y la vida tranquila anheladas por el

poeta. Y sin embargo, hoy tenemos acceso a materiales que no estaban al alcance de Torres.

Apoyándonos en la edición crítica de las crónicas darianas, podemos corregir y mejorar

algunos datos de su gran libro.

Está, por ejemplo, la supuesta visita a Lourdes. Torres afirma que a inicios de 1900, Darío,

como corresponsal de La Nación, después de recibir la orden de trasladarse de Madrid a París

para “cubrir” la Exposición Universal, visitó el santuario de Lourdes como peregrino. Desde

la primera hasta la cuarta edición, se puede leer en el libro de Torres que el 11 de febrero

Darío estaba de rodillas “ante la virgen blanca esculpida en mármol”12

. ¿Y por qué el 11 de

febrero? Pues el 11 de febrero es la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, ya que “del 11 de

febrero al 16 de julio de 1858, Bernadette Soubirous, una pobre y analfabeta niña de catorce

años, aseguró haber visto en 18 ocasiones a la Virgen María en una gruta de la localidad de

Massabielle, al occidente de Lourdes, en Francia”13

. ¿Y por qué piensa Torres que el 11 de

febrero del año 1900 Darío estaba en Lourdes? No lo sabremos nunca, ya que en las primeras

ediciones de su biografía, Torres no indicaba sus fuentes. En la quinta edición del año 1980, el

11 de febrero desaparece sin explicación alguna, y la supuesta peregrinación de Darío ocurre

“un buen día”, pero sin fecha exacta14

. Pero en esta edición, más científica que las anteriores,

Torres indica su fuente: se trata de una crónica que apareció primero en el tomo VIII de las

Obras completas editadas por Ghiraldo, y después en el tomo IV de las Obras completas de la

editorial Afrodisio Aguado, bajo el título “Diorama de Lourdes. Bernadette”15

. Ese texto, a

medio camino entre el poema en prosa y la impresión de viaje, contiene algunos detalles que

parecen indicar la presencia del autor en el lugar de los hechos, es decir la presencia de Darío

en Lourdes. No lleva fecha de composición, ni de publicación. Lourdes, se sabe, se encuentra

en los Pirineos, a medio camino entre Madrid y París; Darío redactó su última crónica

madrileña el 31 de marzo de 1900, y su primera crónica parisiense el 20 de abril de 1900.

Tenía suficiente tiempo, pues, para visitar el santuario, aunque no en febrero, sino en abril. Y

la idea de que Darío fue a Lourdes para fortalecerse en la fe de sus antepasados, antes de

enfrentarse a las tentaciones de París, entusiasmó a muchos dariistas, que se pusieron a

repetirla incansablemente: “Parte para París haciendo una visita al santuario de Lourdes”16

.

12

Torres 1952: 235-236; Torres 1982: 230. 13

http://www.oblatos.com/dematovelle/index.php?option=com_content&id=1233:11-de-febrero-fiesta-

de-nuestra-senora-de-lourdes&Itemid=166, página consultada el 30 de agosto de 2013. 14

Torres 1980: 461; Torres 2010: 429. 15

Darío 1924: 145; Darío 1950-1953: 4/470-484. 16

Valle-Castillo 1992: 528; Valle-Castillo 2000: 203.

7

“Parte para París y hace una visita al santuario de Lourdes”17

. “En 1900 estuvo el poeta en

Lourdes y su impresión es positiva”18

. “En el otoño viaja por Italia y con motivo del Año

Santo visita al papa León XIII. Estas experiencias, sumadas a su visita al santuario de la

Virgen en Lourdes, lo conmueven profundamente”19

. “En el camino hacia París visita

Lourdes, de la que dejará sus impresiones, años más tarde en La caravana pasa”20

. “Parte

hacia París en donde hace una visita al santuario de Lourdes”21

. “Visita el Santuario de

Lourdes, en Francia”22

. “El 11 de febrero Darío está de rodillas. … ¿Pedía quizás un milagro

para dejar de beber?”23

Se nota que algunos autores se imaginan que Lourdes es un barrio de

París, pero que ninguno examinó la fuente de la supuesta peregrinación de Darío.

Sin embargo, una lectura atenta de la crónica “Diorama de Lourdes” tal como apareció en las

Obras completas de Ghiraldo y de Aguado, despierta algunas dudas: ese texto pinta un paisaje

de verano, y no un paisaje de abril (y mucho menos de febrero). En abril, la nieve cubre

todavía los Pirineos, y los peregrinos y enfermos prefieren quedarse en sus casas. Avanzamos

un paso más y consultamos la cronología de las crónicas de La Nación, establecida hace

algunos años por Susana Zanetti: veremos que la que nos interesa fue publicada el 21 de

marzo de 1894, bajo el título completo: “Diorama de Lourdes – Bernadette – Impresiones –

Zola y su nueva novela”24

. No puede, pues, reflejar una visita que tuviera lugar en 1900.

En fin, si tenemos acceso a una colección de La Nación y leemos la crónica original, vemos

que el texto consta de doce párrafos, numeradas en cifras romanas de I a XII, y que en

Ghiraldo y Aguado estamos frente a una versión mutilada, de la cual fueron eliminados los

párrafos IX, X, XI y XII. Las referencias que se encuentran en estos párrafos permiten ubicar

la crónica en su contexto. El mundo intelectual, en Francia, en ese momento estaba dividido

entre los adeptos del naturalismo, del materialismo, del darwinismo, cuyo protagonista

principal era Zola, por un lado; y los partidarios de las corrientes neo-cristianas y neo-

religiosas, por el otro. El anuncio de Zola, en 1891, de que su próxima novela trataría del tema

de Lourdes, despertó grandes expectativas; se hablaba de curar el cisma, se vaticinaba una

conversión del gran escritor, parecida a la de su colega Joris-Karl Huysmans y seguida

17

Valle-Castillo 1993. 18

Montero 1997: 133. 19

Rossi de Fiori 2004: 254. 20

Oviedo Pérez de Tudela 2008: 51-52. 21

Valle-Castillo 2010: 22. 22

Rivera Montealegre 2012: 409. 23

Guido 2005: 39. 24

Zanetti 2004: 142.

8

posiblemente de su admisión a la Academia Francesa, a la cual había aplicado vanamente...25

En marzo de 1894 se anunció que Lourdes se publicaría por entregas en La Nación, lo cual

provocó una animada discusión en las páginas del diario, bajo el lema “¿Cree Zola en el

milagro?”. Algunos lectores atacaron ferozmente a Zola, apoyándose en los argumentos de

Max Nordau; otros, que lo habían leído, lo defendieron, entre ellos el general Lucio V.

Mansilla, amigo de Darío. El 14 de abril La Nación publicó un resumen del debate en el cual

la redacción del diario, con una franqueza hoy inconcebible, tildaba a algunos lectores de

“pobres de espíritu”. El 15 de abril comenzó la publicación de la novela por entregas. La

crónica de Darío sobre Lourdes es el texto más poético producido por esta discusión. Otros

puntos culminantes del asunto, independientemente de las discusiones en La Nación, fueron

el 19 de septiembre de 1894, día en que la novela fue puesta en el Índice por la Iglesia,

prohibiendo su lectura a los católicos creyentes, y el 26 de enero de 1895, día en que el

anatema eclesiástico cayó sobre toda la obra de Zola.

No hubo, pues, visita o peregrinación de Darío a Lourdes, al menos que, durante su primera

estancia en París, entre el 15 de junio y el 3 de agosto de 1893, haya viajado de París a Lourdes

en el sleeping-car del Pyrénées-Express, como lo hiciera Zola el año anterior… Pero eso no es

probable: si lo hubiera hecho, hubiera mencionado esta visita en su segunda crónica sobre

Lourdes, la que fue incluida en La caravana pasa. Pero se sabe que en esa crónica Darío no

habla: se limita a hacer preguntas. El único que allí habla es Gonzalo Núñez, el famoso músico y

ocultista puertorriqueño, amigo de Darío y de Amado Nervo; su conclusión sobre el problema de

Lourdes es: “No creo que esos milagros sean hechos por Dios, y si no lo son, son obra de su

enemigo”26

. Concluimos por nuestra parte que “Diorama de Lourdes” es un texto de ficción y

que Darío nunca visitó la pequeña ciudad donde la Virgen apareció a Bernadette Soubirous.

Comentando los textos: el abate Claude

Además de averiguar la forma auténtica y la fecha correcta del texto, la edición crítica suele

brindar también un comentario para facilitar la comprensión del mismo. Simplificando un

poco, se pueden diferenciar dos tipos de comentario, que llamaremos el comentario escueto y

el comentario amplio. El comentario escueto se mantiene subordinado al texto y se conforma

25

Las candidaturas de Zola a la Academia Francesa fueron rechazadas en total diecinueve veces, durante

los años 1890-1898. 26

Darío 2000-2005: 1/187.

9

con aportar informaciones para aclarar dificultades puntuales que el lector puede encontrar en

él. El comentario amplio acompaña al texto, mantiene un diálogo con él, lo recontextualiza y

lo interpreta. Para poner un ejemplo, si Darío en una crónica narra su desencuentro con

Verlaine, el comentario escueto apunta que Paul Verlaine era un poeta francés nacido en tal

fecha, muerto en tal fecha, y que sus obras principales se llaman así y así. El comentario

amplio pregunta si el desencuentro tal como lo narra Darío es plausible, si existen otros

testimonio sobre el mismo, cómo era la vida de Verlaine en la época en la cual Darío lo

conoció, cómo fue su trato con otros poetas franceses y extranjeros, etc.27

El comentario

amplio podría llamarse la conciencia crítica del texto. En el caso de textos clásicos como el

Quijote o de la Destruición de las Indias28

, encontramos a veces un comentario amplio

estructurado en dos partes: una combinación de notas breves a pie de página que facilitan la

lectura, y unas notas finales extensas para el lector que quiera profundizar en algún tema. En

el caso de los clásicos, el comentario amplio suele presentar un resumen de la recepción

crítica de la obra, de manera que el lector, con respecto a cualquier párrafo del Quijote o verso

de Hamlet, puede verificar cómo tal párrafo o verso fue interpretado en el transcurso de los

siglos. Tratándose de las crónicas de Darío, cuya recepción crítica hasta la fecha ha sido casi

nula, el énfasis del comentario amplio no puede hacer hincapié en la recepción de estos textos,

sino en su génesis.

Como el comentario amplio tiene mucha afinidad con la investigación de los textos y con su

interpretación, llega a veces a hallazgos inesperados, que permiten enriquecer hasta la

biografía de Darío. Vamos a poner dos ejemplos.

El 9 de abril de 1906 apareció en La Nación la crónica “El general y el abate”29

. Su prota-

gonista principal es un abate francés que dejó los hábitos y se puso a recorrer el mundo; se

enamoró locamente de una mujer en una ciudad de provincia de la Argentina; tuvo varios

hijos con esa mujer, que luego lo abandonó; se entregó al alcoholismo; y vivió un tiempo en

Buenos Aires, formando parte de los círculos literarios a que pertenecían Darío y Eugenio

Díaz Romero y de quienes Darío ha dicho: “Se comprende que la sobriedad no era nuestra

principal virtud”30

. Su alcoholismo empeoró; el general Mitre lo salvó en una situación muy

difícil; al fin resolvió volver a Francia, pedir perdón, hacer penitencia y reintegrarse a la

27

Schmigalle 2011. 28

Cervantes 2001; Las Casas 2009. 29

Darío 2006: 492-499. 30

Darío 1915: 167.

10

iglesia, con la ayuda de un cardenal pariente suyo. Darío, después de ser su amigo en Buenos

Aires, lo fue nuevamente en París. Además de la crónica mencionada, le dedicó un capítulo de

su autobiografía31

. Otros literatos, como Rufino Blanco Fombona, lo entrevistaron también,

por recomendación de Darío 32

.

En la crónica citada, Darío abrevia el apellido del abate con la letra C…; en su autobiografía

dice que su apellido fue Claude; de una tarjeta postal conservada en el Seminario Archivo

deducimos que su nombre completo fue Charles Marie Claude. En los Archivos Históricos de

la diócesis de París hemos encontrado algunos datos sobre él: nació el 28 de marzo de 1853

en Rambervillers (Vosgos), fue ordenado como sacerdote en Saint-Dié (Vosgos) el 23 de

mayo de 1876, se desempeñó como profesor en el colegio de Rambervillers de 1876 a 1880 y

luego como preceptor en la casa del señor Farcy, 22 bulevar de los Capuchinos, Paris (IIo), fue

nombrado vicario de la iglesia Saint-Pierre de Montrouge el 23 de noviembre de 1881, y de la

de Saint-Pierre du Gros Caillou el 4 de enero de 1889, y abandonó la diócesis de París en

junio de 1889. Ya en mayo de aquel año el consejo arzobispal le amenazaba con retirarle su

celebret. Todavía no hemos encontrado documentos sobre su vida en Argentina, ni sobre su

retorno a Francia y al redil de la iglesia. La “cartuja en una isla cerca de Niza” a la cual, según

Darío, se retiró, se puede identificar: se trata de la abadía de Lérins, en la isla de Saint-

Honorat, cerca de Cannes más bien que de Niza. La postal que el abate envió a Darío el 2 de

diciembre de 1906 trae una foto de ese claustro, que parece fortaleza o cárcel. La tarjeta,

dirigida al departamento de Darío en el número 3 de la rue Marivaux, “frente al costado de la

Opera Cómica”33

, fue redirigida “chez Mme

de Montfort, 2 de Mayo, 10 Villa ‘El Terreno’34

,

Palma de Mallorca (Baleares)”. El texto de la postal, corto pero bilingüe, dice: “Muchos

recuerdos!!! Amitié, félicité --- Charles Marie Claude” (2-XII-1906. Carpeta 78 / n.° 4479)35

.

En cuanto a su parentesco con un cardenal, mencionado también por Darío, pareciera que el

abate Claude fue hijo de una de las numerosas tías del cardenal François-Désiré Mathieu

(1839-1908), escritor prodigioso, muy identificado con el papa León XIII36

. Por medio de la

correspondencia de este purpurado se podrían sin duda verificar algunos de los detalles más

rocambolescos que Darío refiere sobre su amigo. También sería interesante localizar las

“inéditas homilías” del abate, admiradas por Darío. En cuanto al contexto histórico, los libros

31

Darío 1915: 187-189. Cf. Jirón Terán 1999: 47. 32

Blanco Fombona 1903: 177-179. 33

Contreras 1930: 96. 34

No “El Torrero” (Torres 1980: 565; Torres 2010: 525). 35

Villacastín 1987: 476. 36

Renard 1925: 550.

11

de Albert Houtin brindan una abundante documentación sobre los sacerdotes que

abandonaron la iglesia, para siempre o por un tiempo, en aquellos años de crisis modernista37

.

Tarjeta del abate Claude (anverso)

Tarjeta del abate Claude (reverso)

37

Houtin 1908; Houtin 1910.

12

Comentando los textos: una amante

“Mi esposa es de mi tierra; mi querida, de París”, dice Darío en el prólogo a sus Prosas

profanas. El poeta tuvo varias queridas en París, pero una de ellas tiene nombre y apellido: su

“nombre de guerra” o seudónimo de artista fue Marion de Lorme. Darío la conoció cuando

llegó a París en el verano de 1893, con “una buena suma de sueldos adelantados” del

presidente de Colombia, Rafael Núñez38

. Un biógrafo la llama “cierta hetaira de coturno”39

,

ya que sus amores fueron gratos, pero no gratis. Cuando se conocieron, Darío tenía 26 años;

ella tenía 24. La menciona en varias crónicas, entre ellas en las famosas “Reflexiones del Año

Nuevo parisiense”, donde la rubia Marion figura con la Bella Otero y Liane de Pougy entre

las mujeres más fatales del fin de siglo40

. Pero hasta en 1912, cuando dicta su autobiografía,

cuenta brevemente la historia de su relación y manda un nostálgico saludo a su amante de

antaño41

.

Marion de Lorme pertenecía a una categoría de hetairas a quienes se les pagaba “con cuadros,

con estatuas o con libros recién publicados”42

. Su mansión, llena de obras de arte, se en-

contraba en la avenida Victor Hugo, no muy lejos de la casa donde vivió y murió el gran

poeta de Francia, cerca de la pastelería del señor Gagé, donde “se dan y se reciben citas para

las intrigas y pasatiempos lúbricos”43

, y cerca del “hôtel” de su colega y rival Liane de

Pougy44

. A parte de las intrigas amorosas propiamente dichas, la bella Marion, que utilizaba

para su correspondencia un lujoso papel de cartas con el lema “Me abro de noche”45

, tenía

otros ingresos: en enero de 1893, su nombre surge en el contexto del escándalo de Panamá.

Como Émilienne d’Alençon y otras de su medio, había cobrado fuertes cheques de los

constructores del canal, por haber convencido a sus clientes más pudientes a invertir sus

fondos en la fraudulenta compañía. Se les amenazaba a las damas con un juicio por

corrupción, que, según parece, no se concretizó46

. En una entrevista con el escritor Victorien

38

Darío 1915: 141-142. 39

Contreras 1930: 77. 40

Darío 1901: 152. 41

Darío 1915: 156. 42

Guzmán 1893: 65. 43

Guzmán 1893: 60. 44

Chalon 1994. 45

Buffet 1930: 38. 46

Henri de Weindel, “Le chèque d’Émilienne”, Fin de Siècle, 24 de enero de 1893.

13

de Saussay, la rubia belleza ha contado su vida47

. Después de una infancia dramática e infeliz,

debutó a los diecisiete años como cantante en el Alcázar del Invierno. Teresa y Paulus fueron

sus maestros, y el público aplaudía su actuación y su voz de soprano en piezas como Manon,

la Cagnotte y Un bébé. Se retiró del teatro (en 1886 según parece) para vivir tranquila con un

hombre amado, lo cual no se logró: más bien cuenta con mucha emoción la historia de los

jóvenes que se han matado, o han querido matarse por ella, por culpa (por supuesto) de los

padres. Anuncia --punto culminante de la entrevista-- que volverá pronto a las tablas, sin dar

más detalles. En junio de 1893 – Darío llega a París el 15 o el 16 de este mes— Marion figura

entre las acusadas del famoso escándalo del baile de las Cuatro Artes, pero es absuelta48

. A

continuación, se mantiene en los titulares por medio de los pequeños incidentes habituales: en

julio de 1893 (Darío está todavía en París), cuando una tribu de indígenas de la Costa de

Marfil es instalada en una exposición antropológica en el Jardín de Aclimatación, Marion

decide averiguar “cómo son los Paï-Pi-Bri enamorados” y queda encantada con su aventura49

.

Un poco después le roban su billetera, pero la logra recuperar50

. Durante una carrera de

caballos, anuncia su próximo traslado a una mansión de la avenida de Wagram51

, más

suntuosa todavía que la de la avenida Victor Hugo52

. En diciembre se resfría durante un baile,

sufre de pleuresía, pero se recupera53

. Un artículo nos lleva al segundo piso del pequeño hôtel

estilo Renaissance, donde Marion, al terminar su dura jornada, es desvestida por su criada,

antes de precipitarse en “su famosa cama de palo de rosa incrustado con maravillosas

porcelanas de Sèvres, donde la fantasía de un artista ha pintado unos remolinos de amores y

ha reproducido, para evocar el gran siglo de la pasión, los rasgos de la duquesa de

Lamballe”54

. Todos los años, en la primavera, los reporteros enumeran las bellezas que

desfilan en sus carruajes en las avenidas del Bosque de Bolonia o asisten en las carreras de

caballos de Longchamp. El nombre de Marion no falta, pero siempre va incluido en el grupo

de las semi-mundanas, nunca sube al grupo más alto de las “artistas”, donde figuran

47

Victorien du Saussay, “Nos interviews: Marion de Lorme”, Fin de Siècle, 11 de febrero de 1893. 48

“Tribunal Correctionnel de Paris (11° ch.)”, Gazette des Tribunaux, 24 de junio de 1893 y 1. ° de julio

de 1893. Se trataba, en realidad, de dos bailes: el de “Quatre-z Arts” del 8 de febrero de 1893, y el del

“Fin de Siècle” del 1° de marzo de 1893, el primero organizado por el estudiante de artes Henri

Guillaume, el segundo por Émile Mainguy, director del periódico mundano Fin de Siècle. “Marie

Delorme, llamada Marion, veinte años” figuró en el segundo; ella fue una de tres acusadas por “ultraje

público al pudor”. El fallo fue emitido el 30 de junio y provocó una rebelión estudiantil que tuvo que ser

reprimida por el ejército y de la cual Darío fue testigo benévolo (Darío 2008; Schmigalle 2005). 49

Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 30 de julio de 1893. 50

Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 17 de agosto de 1893. RD partió de París el 2 o el 3 de agosto. 51

Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 15 de abril de 1894. 52

Bonnefont 1895. 53

Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 21 de diciembre de 1894. 54

“Petits couchers: Marion de Lorme”, Fin de Siècle, 25 de diciembre de 1894.

14

Émilienne d’Alençon, la Bella Otero, o Liane de Pougy. El éxito de esta última, que además

de hetaira es actriz y bailarina, y pronto será escritora, molesta mucho a Marion, y el reportero

menciona discretamente que “cierta belleza rubia, una de las joyas de Citera, ya no duerme

bien por causa de los éxitos de la bella Liane. Bien pronto buscará en un escenario de bulevar

los aplausos de los parisienses, y seguramente su bella sonrisa sabrá conquistas aún a los más

difíciles”55

. En fin, en julio de 1896, en su mansión de la avenida de Wagram, durante una

fiesta con sus allegados más íntimos, se escenifica la pieza escrita por Marion, en la cual ella

misma desempeña el papel principal: El hombre del mundo, pieza autobiográfica y además

“pièce à clé”, “donde se ponen en la escena unos personajes muy reales y muy conocidos del

mundo parisiense”56

. La pieza, que pudo haberse llamado “Aquel joven que quiso matarse

por mí”, no llegó nunca a una representación pública; tampoco se ha publicado el texto. La

amante parisiense de Darío fue una actriz y escritora frustrada…

Conclusión

Averiguar la forma auténtica y la fecha correcta de un texto, acompañarlo con un comentario

adaptado a sus características, facilitar el acceso por medio de índices completos, son ele-

mentos de una edición crítica que no solamente permiten una mejor comprensión de las cró-

nicas de Darío, sino también contribuyen a su interpretación, a la investigación dariana y

pueden llegar hasta corregir y profundizar nuestro conocimiento de la biografía del poeta.

Para terminar, una sugerencia práctica. Darío publicó sus textos en numerosos periódicos de

muchos países, pero aproximadamente un 70% de sus crónicas se publicaron en un solo

diario: La Nación de Buenos Aires, de la cual fue colaborador durante 26 años (1889-1915).

A partir de 1899, como su corresponsal en España y Francia, La Nación le pedía 4 correspon-

dencias mensuales. Tenemos la buena suerte de que este diario todavía existe. En la Calle

Bouchard de Buenos Aires tiene sus oficinas y un buen archivo histórico. Allí compré una

parte de los microfilmes de La Nación; otra me mandaron de la Biblioteca del Congreso de

Washington, donde la colección comienza en 1906. El precio no fue exorbitante. Pienso que

toda institución especializada en Rubén Darío debería hacer un esfuerzo para adquirir la

versión histórica de ese diario, ya sea en microfilme, ya sea (como corresponde a la edad de la

55

Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 26 de abril de 1894. 56

Le Diable Rose, “Écos”, Fin de Siècle, 5 de julio de 1896.

15

telemática) en forma digitalizada, para ponerla a la disposición de sus lectores. De esa manera

se facilitaría el acceso a los originales de muchos textos darianos, se evitarían algunos de los

errores que hemos tenido que analizar en esta ponencia, y se podrían leer sus crónicas no

solamente en su forma original, sino también en su contexto histórico, ya que muchos de los

amigos, maestros y contemporáneos con quienes Darío mantuvo un diálogo permanente,

publicaron también en las páginas de La Nación.

16

ANEXO:

FOTOGRAFIAS DE MARION DE LORME

(Fuente: Bibliothèque nationale de France, Département des Arts du spectacle)

17

18

19

20

21

22

23

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