¿La construcción del objeto de intervención?

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¿La construcción del objeto de intervención? Lic. Micaela González Delgado Material inédito para la asignatura de Intervención Pedagógica Profesional 6 de Enero de 2014 La idea es la de que el mismo objeto puede estar ante sus ojos y ante los míos, pero que yo no puedo introducir mi cabeza en la suya (o mi mente en la suya, lo que viene a ser lo mismo) de tal modo que el objeto real e inmediato de su visión se convierta también en el objeto real e inmediato de mi visión. Con "yo no sé lo que él ve" nosotros queremos decir realmente "yo no sé lo que el mira", donde 'lo que el mira' está oculto y él no puede mostrármelo; esta ante su visión mental. Wittgenstein La relevancia de abordar la “construcción del objeto de intervención pedagógica” profesional, radica en reflexionar un poco sobre aquello que se ha convertido en parte de lo cotidiano, al gestarse los procesos de intervención pedagógica profesional, que en realidad no son tan cotidianos. Pues al momento de problematizar, de qué procesos es resultado, pareciera que se diluye en las realidades en que nos hemos producido como sujetos transformadores del mundo. A esto, hay que añadir que cuando cuestionamos cuál es, parece que cruzamos caminos de indeterminación, dada la importancia de definir al objeto de intervención señalaré algunas cuestiones que nacen de esta problemática: ¿de dónde proviene lo que llamamos objeto? ¿Se puede construir o producir el objeto de intervención? ¿Quién gesta y para qué es necesario el objeto de intervención? ¿Qué procesos lo van constituyendo e institucionalizando en el espacio de intervención pedagógica profesional? Por lo que estas reflexiones, giran en torno a

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¿La construcción del objeto

de intervención?

Lic. Micaela González Delgado

Material inédito para la asignatura de Intervención

Pedagógica Profesional

6 de Enero de 2014

La idea es la de que el mismo objeto puede estar ante sus ojos y ante los míos, pero que yo no puedo introducir mi cabeza en la suya (o mi mente en la suya, lo que viene a ser lo mismo) de tal modo que el objeto real e inmediato de su visión se convierta también en el objeto real e inmediato de mi visión. Con "yo no sé lo que él ve" nosotros queremos decir realmente "yo no sé lo que el mira", donde 'lo que el mira' está oculto y él no puede mostrármelo; esta ante su visión mental.

Wittgenstein

La relevancia de abordar la “construcción del objeto de intervención pedagógica”

profesional, radica en reflexionar un poco sobre aquello que se ha convertido en

parte de lo cotidiano, al gestarse los procesos de intervención pedagógica

profesional, que en realidad no son tan cotidianos. Pues al momento de

problematizar, de qué procesos es resultado, pareciera que se diluye en las

realidades en que nos hemos producido como sujetos transformadores del mundo.

A esto, hay que añadir que cuando cuestionamos cuál es, parece que cruzamos

caminos de indeterminación, dada la importancia de definir al objeto de

intervención señalaré algunas cuestiones que nacen de esta problemática: ¿de

dónde proviene lo que llamamos objeto? ¿Se puede construir o producir el objeto

de intervención? ¿Quién gesta y para qué es necesario el objeto de intervención?

¿Qué procesos lo van constituyendo e institucionalizando en el espacio de

intervención pedagógica profesional? Por lo que estas reflexiones, giran en torno a

la complejidad que compromete hacer visible al objeto de intervención en los

límites de su comprensión, sustentados en la acción profesional y la apuesta de

saberes que ilustran diversos entramados que le dan vida desde las formas

subjetivas del sujeto que lo hace visible. Para ello, partiré de un acercamiento

conceptual en la primer parte del texto, después abordaré la necesidad de hacer

visible al objeto de intervención y por último mis reflexiones finales.

Acercamiento conceptual: el objeto y sus límites

En un intento por recuperar el concepto de objeto1 tenemos que considerar

cuestiones filosóficas, así el término "objeto", no fue usado por los filósofos

clásicos, lo introdujeron los escolásticos para referirse al contenido de un acto

intelectual o perceptivo, por lo que "ser objetivo" venía a significar un contenido del

alma, y no una cosa externa a ella, realmente existente. Sin embargo, los filósofos

modernos, como Descartes y Hobbes2, por ejemplo, invirtieron el significado del

término (que perdura en la actualidad) al aplicarlo no a la representación, sino a la

cosa o ente representado, que se considera exterior al alma.

El objeto es la cosa representada, el sujeto es caracterizado por Heidegger en

acuerdo con la relación sujeto-objeto de donde se desprende el “yo humano”.

El inicio de la modernidad lo marca la búsqueda de la certeza de la

verdad en el sujeto, no ya en el objeto como en la época de los griegos.

Así el “representar” es al mismo tiempo un “anteponer” el objeto frente

al sujeto, pero también un “tomar algo en posesión”. Proceso que

comienza con Descartes, quien reduce la naturaleza a “res extensa”,

desvalorizándola como mero objeto para un sujeto; no solo como objeto

1 Viene del latín "obiectum" (lo que es puesto delante, lo contrapuesto).

2 Para Hobbes todo objeto vale relativamente, siempre en función de algo y el impacto que produce al

explorar la realidad activa sensaciones e imaginaciones, así como el fondo común de memoria y experiencia

formado den ellas. Por lo que en su uso práctico diluye la bondad absoluta del objeto en un acontecer de

buenos relativos –relativos, además, a la persona, a la circunstancia y al lugar–, deroga el estatuto de la

divinidad como principio y fin de las acciones humanas, e instaura como naturaleza de las relaciones

interpersonales el artificio de la convención.

de conocimiento, sino y más aún como objeto de “dominio” para el

sujeto, lo que le permitirá a los seres humanos convertirse en “amos y

poseedores de la naturaleza” como se enuncia en el Discurso del

método. (Laiseca, 2002:47)

Por otra parte, Kant en la crítica de la razón pura, al hablar del objeto, lo coloca

como el resultado de "pensar", una facultad cognoscitiva en lo dado en la intuición

sensible, externa al sujeto y como fuente de conocimiento entre las que ubica varias

fuentes: un aspecto sensitivo, la imaginación y la intuición. Considerando el

“espacio y tiempo como condiciones a priori de la sensibilidad, como formas

inherentes, no a los objetos, sino al sujeto que los intuye” (Kant, 2005:XVIII). De

ese modo, la importancia de la explicación kantiana nos resulta reflexiva, dado que

desde los modos de conocer podemos establecer el contacto con la realidad y

gestamos modos de conocer los objetos, esto nos conduce a colocar el primer

elemento analítico el objeto es intuido y organizado por nosotros en concordancia

con nuestros conceptos. Kant afirma que “un objeto está contenido en un concepto”

(2005:128), tal vez, de ahí nazca la ilusión que posibilita y es compatible con

principios reguladores e imaginarios en los que se expresa la irresistible manera de

dar vida a las cosas en las posibilidades de representación de las realidades a través

de los conceptos, ahora es necesario plantearnos de dónde proceden los conceptos

con que se refiere al objeto3. No cabe duda, de que el objeto: 1) es constituido y

significado a través de una necesidad; 2) proviene de la experiencia, misma que se

encuentra inscrita en la diversidad de formas de conocer, por tanto, es el lugar en

donde acontecen formas de representar los fenómenos, según los conceptos

enlazados a manera de síntesis productiva de la imaginación y cohesión combinada

de representaciones e imaginarios de quien los produce en el tiempo y espacio. De

ese modo, podemos decir que la significación que ahí se produce es restringida por

quien la realiza y las condiciones de posibilidad de la experiencia que, a su vez, son

3 Esto es importante, dado que en acuerdo con Kant “Todo conocimiento requiere un concepto, por muy

imperfecto u oscuro que éste sea” (:94) y pensar un objeto y conocer un objeto son cosas distintas (:115).

Dado que lo que representamos está plagado de condiciones de posibilidad que no pueden generarse en tanto

no exista el objeto, para poder pensarlo es necesaria su existencia y para poder conocerlo es necesario

pensarlo y representarlo en conceptos dotados de sentido y significación para quien los produce.

condiciones de posibilidad de los objetos que emergen de ahí, pero, también nace la

contradicción ante la posibilidad de existencia.

Ahora bien, posteriormente Brentano y Husserl replantearán esa concepción del

objeto, reintroduciendo algunas de las aplicaciones y matices que los escolásticos

de la Edad Media habían dado al término. Brentano en la psicología desde un

punto de vista empírico, plantea que los fenómenos psíquicos4 contienen en sí

intencionalmente un objeto y sólo pueden existir fenoménicamente. Así, la

intencionalidad es necesaria y cobra relevancia puesto que el ser humano al

conocer dirige su atención hacia la experiencia desde lo pensado y deseado. De

aquí se desprende el segundo elemento analítico, la función de un acto psíquico no

es la de crear un objeto, sino de hacer presente a un objeto. En ese sentido, es un

efecto de darse-cuenta en el acto, la memoria y representación5, por tanto

captamos su singularidad en tanto que es presente como contenido. De ese modo,

representar simbólicamente al objeto es función del contenido intencional,

entonces cabría cuestionar, ¿cuáles son los rasgos de ese contenido intencional? Si

el contenido es intencional, además se combina con otros para formar uno solo

desde la abstracción, se constituye la representación que puede ser adecuada o

errónea, por lo que cabe reflexionar sobre cómo se establece “lo adecuado” y para

quién, puesto que lo que se encuentra en juego es el contenido intencional y el

objeto en el acto de la representación. No está de más plantearnos, ¿qué papel

juega el deseo en la representación al darse cuenta? Esta pregunta nace, al puntear

que las representaciones están formadas por actos de percepción, imaginación,

recuerdo y pensamiento, en donde deseo y representación son consecuentes al

contenido intencional pero no van juntos, puesto que: 1) el objeto intencional es un

4 Brentano define a los “fenómenos psíquicos como representaciones, y como fenómenos que descansan

sobre las representaciones, que les sirven de fundamento; todos los demás fenómenos pertenecen a los

fenómenos físicos” (1935:97) 5 Brentano ejemplifica que al representarme un sonido, encierra, no sólo una representación, sino, a la vez, un

juicio, un conocimiento: “Hablamos de una representación siempre que algo se nos aparece. Cuando vemos

algo, nos representamos un color; cuando oímos algo, un sonido; cuando imaginamos algo, un producto de la

fantasía. Gracias a la generalidad con que usamos la palabra, pudimos decir que es imposible que la actividad

psíquica se refiera de algún modo a algo que no sea representado. Cuando oigo y comprendo un nombre; me

represento lo que designa; y, en general, éste es el fin de los nombres, provocar representaciones”. (1935:148)

fenómeno que aparece y se hace presente, 2) objeto y acto son una unidad en la que

no son independientes, 3) la forma del objeto queda determinada por la modalidad

del acto y por las condiciones de satisfacción de las condiciones del contenido.

Por otra parte, Husserl en las meditaciones cartesianas, señala que en la

recuperación del mundo objetivo para el sujeto depende de la posibilidad de la

experiencia y en el curso acerca del objeto de 19076, señala que los objetos se

presentan como tales:

Poniendo el mundo entre paréntesis, éste no se destruye por sí, sino que

sólo se prescinde de él y se mira, sobre él, lo que hace posible su

representación (2012:103)

Esto nos conduce a plantearnos cómo se hace presentar el objeto, al confrontar el

sentido de este “aparecer” en que aparece el objeto. De aquí se desprende el tercer

elemento analítico, en la percepción y su retención se constituye el objeto temporal

originario, además de llevar consigo un determinado problema a saber y hacerse

presentar a través de la vivencia intelectual. Husserl lo toma como proveniente de

“apareceres” y toda especie fundamental de objetos corresponde a una constitución

particular que proviene de la vivencia significativa de los seres humanos que

conocen. Por tanto, los tres elementos importantes que hay que resaltar son en

relación a la correlación entre vivencia de conocimiento, significación y objeto,

pues de ahí nace el problema de la posibilidad de conocimiento7. Esto nos conduce

a señalar, ¿cuál es el sentido del conocimiento? ¿La relación conocimiento y objeto

de conocimiento? Así lo que está en el centro del problema es la posibilidad de que

6 Este cursillo dictado por Husserl de 4 horas y sus cinco conferencias introductorias dictadas fueron

compiladas y publicadas en la Idea de la fenomenología. 7 Husserl se plantea al respecto algunas preguntas: Pero ¿cómo puede el conocimiento estar cierto de su

adecuación a los objetos conocidos? ¿Cómo puede transcenderse y alcanzar fidedignamente los objetos? Se

vuelve un enigma el darse de los objetos de conocimiento en el conocimiento, que era cosa consabida para el

pensamiento natural. En la percepción, la cosa percibida pasa por estar dada inmediatamente. Ahí, ante mis

ojos que la perciben, se alza la cosa; la veo; la palpo. Pero la percepción es meramente vivencia de mi sujeto,

del sujeto que percibe. Igualmente son vivencias subjetivas el recuerdo y la expectativa y todos los actos

intelectuales edificados sobre ellos gracias a los cuales llegamos a la tesis mediata de la existencia de seres

reales y al establecimiento de las verdades de toda índole sobre el ser. ¿De dónde se, o de dónde puedo saber

a ciencia cierta yo, el que conoce, que no solo existen mis vivencias, estos actos cognoscitivos, sino que

también existe lo que ellas conocen, o que en general existe algo que hay que poner frente al conocimiento

como objeto suyo? (1982:29)

el conocimiento alcance certeramente su objeto y la respuesta de Husserl es

contundente al situar el sin sentido y contradicción de buscar la esencia del

conocimiento8, puesto que lo que está en cuestión es la posibilidad de

conocimiento.

El conocimiento natural, que progresa, en las distintas ciencias, siempre

acompañado del buen éxito, está completamente seguro de que alcanza

certeramente su objeto, y no tiene motivo alguno para encontrar aporía

en la posibilidad del conocimiento ni en el sentido del objeto conocido.

Pero en cuanto la reflexión se vuelve a considerar la correlación entre

conocimiento y objeto (y, eventualmente, también el contenido

significativo ideal del conocimiento en su relación, por una parte, con el

acto de conocimiento, y, por otra, con el objeto de conocimiento),

surgen dificultades, incompatibilidades, teorías contradictorias que se

supone, sin embargo, bien fundamentadas; cosas todas que impulsan a

conceder que la posibilidad del conocimiento en general, en lo que hace

a su adecuación con los objetos, es un enigma. (1982:42)

Entonces, si el conocimiento en todas sus formas, es una vivencia psíquica

(conocimiento del sujeto que conoce), la intencionalidad, es su redescubrimiento,

muestra el modo en que existen, en la conciencia, los objetos; éstos no son nada

real, sino que existen de un modo intencional: existen como polo-objeto necesario

Así, la intencionalidad resulta ser un concepto decisivo en el desarrollo de la

fenomenología: para Husserl ya no es una propiedad de la conciencia sino su ser

mismo. Por tanto, el sentido del objeto como objeto, es objeto de un conocimiento

posible, que es cognoscible por principio perceptible, representable y determinable.

De modo tal que Husserl señala:

El conocimiento es cosa distinta del objeto del conocimiento; el

conocimiento esta dado, pero el objeto no está dado; y, sin embargo, el

8 El conocimiento es, pues, tan sólo conocimiento humano, ligado a las formas intelectuales humanas, incapaz

de alcanzar la naturaleza de las cosas mismas, de las cosas en sí (1982:30).

conocimiento ha de referirse al objeto, ha de conocerlo. ¿Cómo puedo

entender yo esta posibilidad? La respuesta, naturalmente, es: Solo

podría entenderla si la referencia pudiera darse ella misma como algo

visible.≫ Si el objeto es y permanece siendo transcendente y el

conocimiento y el objeto están realmente desgajados, claro que no

puede ver nada y que su esperanza en una vía de llegar sin embargo de

algún modo a claridad, incluso deduciendo de presupuestos

transcendentes, es una patente necedad. (1982:49)

Lo que hace que cobre relevancia la restitución del sentido y la reflexión en el modo

propio de acercarse a las cosas mismas, dado que la tarea más importante es la

interrogación, la duda, la pregunta en donde la tarea del pensamiento consiste en

hacer visible la experiencia de lo que viene a nuestro encuentro y hacer accesible el

modo propio del ser de las cosas, del darse el objeto mismo9 en su constitución. El

fundamento de estos actos fundamentales es la forma en que se constituye en actos

de pensamiento informado de tal o cual otro modo. “Y las cosas, que no son los

actos de pensamiento, están sin embargo, constituidas en ellos, vienen de ellos a

estar dadas; y, por esencia, solamente así constituidas se muestran como lo que

son.” (Husserl, 1982:85) Ante ello, sólo en el conocimiento se constituyen las

regiones de objetos que vienen a darse, a hacerse presentar y a determinar el

sentido de todas las correlaciones de su posibilidad de hacerse aparecer, en todas

las formas del darse y en lo que aparece, se estima o quiere en la posibilidad de

aproximarse al ser del objeto(s) mismo(s).

Por otra parte, Wittgenstein aunque no realiza una interpretación explícita de los

objetos, si se puede inferir a partir de sus ejemplos mostrados en el Tractatus y el

cuaderno marrón y azul, propiedades de los objetos. De ese modo, plantea que la

9 Husserl enfatiza en la cuarta lección: Hay múltiples modos de objeto y, con ellos, múltiples modos del

llamado ≪darse los objetos≫; y quizá el darse del ser en el sentido de la llamada ≪percepción interna≫ y, a

su vez, también, el darse del ser de la ciencia natural y objetivadora no son sino algunos entre los modos de

darse, mientras que los otros, aunque calificados de no existentes, son también modos de darse, y solo porque

lo son pueden contraponerse a aquellos y ser diferenciados de ellos en la evidencia (1982:78).

sustancia se vincula al objeto, y que los objetos son entidades reales10, así lo que el

análisis de la experiencia revela es que ésta es siempre de “apariencias” de objetos y

nunca de los objetos mismos. Esto es revelador, dado que Wittgenstein11 afirma

que “el objeto de nuestro pensamiento no es el hecho, es una sombra del hecho”

(1976:61). Los objetos son simples y están representados en el lenguaje por los

nombres, así que “el que una imagen sea un retrato de un objeto determinado

consiste en haber sido derivada de este objeto de un modo particular” (1976:62).

La dificultad, es que el objeto, es objeto de nuestro deseo y se relaciona con nuestra

experiencia, lo que nos hace perder nuestra firme posesión de los objetos que nos

rodea. De ahí que la importancia del concepto objeto como elemento de la

representación, nos sirve por ser el más simple para conectar las experiencias, se

les puede atribuir propiedades y es un prerrequisito del lenguaje. De tal forma que

los objetos no son más que el modo en como conectamos las experiencias, le damos

significatividad y posibilidad de representación simbólica y cognoscitiva del

mundo. De aquí se desprende el cuarto eje analítico: El objeto es importante para

el funcionamiento del lenguaje, es indispensable para la verbalización de la

experiencia y la comprensión del mundo que ha de nombrarse de forma

particular.

Por lo que es necesario a problematizar los límites del objeto de intervención,

formular la distinción entre sujeto de la, para y en la intervención, nos lleva a

señalar de inicio que el sujeto no es el objeto. Problematizar esto nos remite a

considerar la distinción entre objeto y sujeto. Adorno ya señalaba que:

Quien emprenda consideraciones sobre sujeto y objeto tropezará con la

dificultad de que es preciso indicar qué se entiende por ellos. Es

evidente que los términos son equívocos. <Así sujeto> puede referirse

tanto al individuo particular como a determinaciones generales, según

10

Wittgenstaein señala que: “El hablar del hecho como de un "complejo de objetos" tiene su origen en esta

confusión (cf. Tractatus Logico-philosophicus). Supongamos que preguntamos: "¿Cómo se puede imaginar lo

que no existe?" La respuesta parece ser: "Si lo hacemos, imaginamos combinaciones no existentes de

elementos existentes”. (1976:60) 11

Pues él señala: yo creo que puede parecer que un objeto está ante nuestros ojos incluso cuando no lo esté

(1976: 104)

el lenguaje de los prolegómenos, de Kant: “la conciencia en general”. La

ambigüedad no puede eliminarse simplemente mediante una aclaración

terminológica. Ambas significaciones, en efecto, se implican

recíprocamente; apenas podemos aprehender la una sin la otra

(1980:143)

Por ello no caeré en una conceptualización, dado que ello implicaría escapar de la

complejidad y complicaciones que se derivan de capturar “algo objetivo,

subjetivamente, mediante el concepto determinado” (Adorno, 1980:143). Es

necesario acotar que no se los puede pensar separados, dado que como argumenta

Adorno, ambos se encuentran mediados recíprocamente: el objeto mediante el

sujeto, y, más aún y de otro modo, el sujeto mediante el objeto. Sin embargo,

Althusser advierte sobre “la pretensión de que hay un „sujeto constituyente‟ (es) tan

vana como lo es la presunción de un sujeto de la visión en la producción de lo

visible (...) el „sujeto‟ no juega el papel que él cree sino el que le es asignado por el

mecanismo del proceso” El “proceso sin sujeto ni fines” del Althusser “autocrítico”,

planteando la cuestión desde la óptica de Hegel, no dice otra cosa: “no hay sujeto

del proceso: el proceso mismo es el que es sujeto”.

Puesto que la intervención vista desde un ángulo tripartita; 1) como un espacio

temporal plagado de sospecha; 2) como una construcción simbólica imaginaria

predeterminada y; 3) como venir-entre asumiendo un papel intersticial, nos

conduce a rebasar la idea de un sujeto de la, para o en la intervención. El problema

es superar esa disolución de posibilidad que niega las relaciones del sujeto con la

práctica frente a un juego aleatorio contradictorio que recurre a la distancia y

direcciones a que llevan las preposiciones, olvidando la multiplicidad lógica

requerida para representar el estado de cosas elemental. Es así que la intervención

se gesta en torno a un objeto y el objeto corresponde a una figura, misma que debe

tener una multiplicidad lógica que lo figurado para poder ser representado12. Hay

que plantear que en este problema lo que está en juego es la forma en que se

12

Por eso tal vez Wittgenstein en el Tractatus coloca especial énfasis en este aspecto.

conecta el sujeto13 con el objeto, a través de la práctica como articulación de lugares

en los cuales una acción producente del ser y quehacer del sujeto, permiten la

constitución de fuerzas indispensables para la interpretación que da lugar a la

intervención como una estética de lo inacabado para hacer visible al objeto de

intervención al que se le atribuirán ciertas propiedades. De ese modo, el objeto de

intervención no es definible, sino únicamente nombrado, puede ser descrito

“desde-fuera” dado que es un elemento de representación con propiedades

contingentes. Esto es así, porque es producto del análisis de la experiencia plagada

de apariencias de objetos y nunca de los objetos mismos, así que es producto de

aprehensión cognitiva que se captura a través del lenguaje y se significa con

palabras. Así que los límites del objeto representado, presentado y capturado en la

aprehensión cognitiva tendrá los límites del lenguaje de quien lo produce, lo piensa

y re-crea en un espacio y tiempo determinado.

La necesidad de hacer visible al objeto de intervención

Hablar del objeto de intervención nos lleva a pensarlo desde dos polos de tensión:

1) un eje temporal que representa la tensión existente entre la demanda social, la

necesidad de la población a quien se dirige la acción profesional y los deseos de

quien hace visible el objeto de intervención en acuerdo a intereses teóricos,

políticos o profesionales. 2) un eje de legitimidad en el que tiene lugar otro tipo de

tensión, esta tiene que ver con el sistema de significados que circulan en la

existencia del objeto de intervención, sus formas de connotación formales y

técnicas con sus contradicciones y dispersiones constituidos por los límites del

mismo.

Estos dos ejes aluden a lo que es susceptible de ser modificado producto de ubicar

el problema de donde emerge y la necesidad o demanda que suscitan los diferentes

actores sociales que comparten escenarios. Justo aquí se encuentra la problemática

13

En tanto que el sujeto es constituyente y constituido, aparece como una nada que separa y une, y articula

por tanto, por su “ser práctico” en el tiempo y el espacio el desplazamiento de su transformación en el quiebre

de lo que transforma, a su vez, con su intervención en el mundo.

que esto nos presenta, la liberación de la función del objeto de intervención en la

estructuración de los límites del espacio, lo que le da una cierta relatividad, como si

desde el interior de la subjetividad se erigiera hacia un exterior con la investidura

simbólica de las representaciones y por la mirada o el deseo. Entonces, el objeto de

intervención es intuido y organizado por nosotros en concordancia con nuestros

conceptos en la intimidad del lugar de la representación provocada por la

invención, colocación, control y disponibilidad de información conforme a una

combinatoria ilimitada de relaciones de la función del problema a atender

profesionalmente.

Efectivamente, al objeto se le da existencia al hacerse común unidad de un acto

psíquico cuya función no es la de crear un objeto, sino de hacer presente a un

objeto. En ese sentido, es un efecto de darse cuenta en el acto, la memoria y re-

presentación, cuya frontera absoluta entre interior y exterior se funda en la

ilegibilidad del texto que se torna conflictiva, polémica desde quien la piensa e

interroga al interpretar, en términos de apropiarse de una acumulación de cosas.

Mismas que no son un continente fijo sino que tienen una función práctica, una

función de vaso comunicante de lo imaginario. Ahí, en el interior y exterior de estos

procesos, se encuentra el comienzo de la percepción del objeto de intervención y en

su retención se constituye el objeto temporal originario, además de llevar consigo

un determinado problema a saber y hacerse presentar a través de la vivencia

intelectual. Por otra parte, en el interior y exterior, se juega el comienzo de

relaciones y correlaciones de equivalentes simbólicos que revelan al objeto de

intervención y acerca al profesionista al mundo de los sujetos sociales. En este

marco de significaciones se trasluce el cruce de signos que no tienen una

naturalidad inofensiva, puesto que la complejidad sugiere que el objeto de

intervención se consuma en el funcionamiento del lenguaje, pues es indispensable

para la verbalización de la experiencia y la comprensión del mundo que ha de

nombrarse de forma particular.

Sin objeto no hay intervención y su naturalidad y funcionalidad está adaptada a un

fin, en acuerdo con pulsiones y necesidades entre relaciones simbólicas. Así como

la coherencia de donde procede la materialidad de ese objeto de intervención

elaborada de forma abstracta y sistematizada con naturalidad a lo que le confiere

presencia en el marco de la intervención profesional.

Reflexiones finales

De ese modo el potencial de su posibilidad será el potencial de su concreción. Una

posibilidad inherente a una realidad concreta, en donde el objeto abstraído de su

función y relativo al sujeto, constituye un sistema de fuerzas plagadas de una

cadena de significados. Esto quiere decir que el objeto de intervención es un

símbolo producto de lecturas particulares, que le confieren una firma particular,

una singularidad de alguien que interroga, sin hacer que se reduzca a estas

determinaciones. En este caso los objetos de intervención podríamos visualizarlos

con características tridimensionales: 1) su situación práctica como articulación de

lugares, espacios y territorios; 2) las particularidad del objeto, lo que le da su

existencia y concreción que lo legitiman; 3) las relaciones subjetivas en donde

residen características constituyentes que encierran un proyecto, otorgan un

sentido y significado de cambio. Esto nos permite considerar en el objeto de

intervención, distintos ángulos desde donde se le puede problematizar y pensar,

tomando en cuenta aspectos de producción de significados y sentidos que suponen

la posibilidad de su presentación concreta. Sin embargo, en lo que hay que poner

especial énfasis es en que, también se corre el riesgo de producir efectos no

deseables como:

Al no considerar los límites del objeto de intervención y las formas en que el

sujeto que lo hace visible, se puede generar una visión distorsionada, que

más tarde manifestara malestar en el lugar de la práctica en la cual la

intervención nace de la interrogación para el cambio.

El objeto de intervención al nacer de las formas de representación de quien

le hace visible corre el riesgo de contener los límites del lenguaje y visión de

mundo de quien lo produce.

Por tanto, el objeto de intervención es una orientación en la cual se vehiculiza un

espacio temporal, tanto como una construcción simbólica predeterminada y ese

modo de venir-entre asumiendo un papel intersticial de interpretación, invención

y acción de la intervención profesional.

Bibliografía

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