LA CONCILIACIÓN DE LAS CIENCIAS SOCIALES

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TRABAJO FIN DE GRADO FACULTAD DE DERECHO Departamento de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Empresa Grado en Derecho LA CONCILIACIÓN DE LAS CIENCIAS SOCIALES Autor: D. Rubén Martínez Alpañez Directora: Doña Isabel Mendoza García Murcia, Septiembre 2014

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TRABAJO FIN DE GRADO

FACULTAD DE DERECHO

Departamento de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la

Empresa

Grado en Derecho

LA CONCILIACIÓN DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Autor:

D. Rubén Martínez Alpañez

Directora:

Doña Isabel Mendoza García

Murcia, Septiembre 2014

TRABAJO FIN DE GRADO

FACULTAD DE DERECHO

Departamento de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la

Empresa

Grado en Derecho

LA CONCILIACIÓN DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Autor:

D. Rubén Martínez Alpañez

Directora:

Doña Isabel Mendoza García

Murcia, Septiembre 2014

DEFENSA TRABAJOS FIN DE GRADO

DATOS DEL ALUMNO

Apellidos: MARTINEZ ALPAÑEZ Nombre: RUBÉN

DNI: 48480959H Grado en Derecho

Departamento de: Ciencias Sociales, Jurídicas y Emp resariales

Título del trabajo: LA CONCILIACIÓN DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Dña. Isabel Mendoza García como Directora del trabajo reseñado arriba,

acredito su idoneidad y otorgo el V.º B.º a su contenido para ir a Tribunal de

Trabajo fin de grado.

En MURCIA a 8 de septiembre de 2014

Fdo. Dña. Isabel Mendoza García

Agradecimientos

A la familia y a mi familia, por constituir el núcleo básico y

fundamental de la sociedad democrática y suponer un apoyo imprescindible

y de valor incalculable en mi vida.

.

10

ÍNDICE.

INTRODUCCIÓN .....................................................................................................................................11

EL ORIGEN DE LA CRISIS ÉTICA DEL ESTADO DEL BIENEST AR ..........................................15

LA GLOBALIZACIÓN COMO PROBLEMA. ......................................................................................18

LA SOCIEDAD LIBERAL ......................................................................................................................22

LA DOCTRINA LIBERAL ......................................................................................................................26

LA IRRAZON COMO META ..................................................................................................................37

EL (NUEVO) DERECHO NATURAL ....................................................................................................43

UNA PRUEBA JURISPRUDENCIAL ...................................................................................................47

EL ORDOLIBERALISMO COMO OPORTUNIDAD ..........................................................................51

CONCLUSIONES ....................................................................................................................................56

BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................................58

11

“Tal vez, la Filosofía del Derecho consiste en anunciar lo nuevo que

nace, la excepción que está a punto de convertirse en regla”

Giuseppe Capograssi

INTRODUCCIÓN

Necesitamos un cambio.

En su anhelo por erigirse como verdaderas ciencias, las ciencias

humanas y sociales han favorecido, en su desarrollo, al sometimiento del

hombre a sus propias creaciones, hasta el punto de haber originado la mayor

de las crisis imaginables en la Historia de la Humanidad.

Crisis de incomparable magnitud, no sólo por el efecto económico y

social, medible, que ha provocado o está provocando en individuos, familias y

territorios, sino que, poniendo en cuestión el modelo de convivencia que

racionalmente nos hemos otorgado, ponen de manifiesto su más absoluta

incapacidad, siquiera para aportar de manera agregada una verdadera solución

práctica mediante la conciliación de posicionamientos y colaboración

interdisciplinar, que otorgue sentido, razón, o cuanto menos, cierta esperanza

para la consecución de los fines para los que el Hombre ha sido creado, para

12

alcanzar un horizonte de esperanza que les acompañe en su paso por este

mundo y construir un mundo mejor para las generaciones venideras.

En concreto, son la economía y el derecho aquellas “ciencias” que,

debiendo resultar útiles herramientas para resolución de aquellas situaciones y

prácticas que nos han sumido en crisis, han resultado de trascendencia capital

para alejar a la Humanidad en su conjunto y a la práctica de vida en sociedad,

con su anhelo propio emancipador, del ideal vital óptimo de convivencia,

olvidando sus verdaderas raíces, omitiendo cualquier lastre que les pudiera

suponer el respeto y sometimiento a una serie de normas universales, de

valores previos a cada una de ellas, que justificaron su nacimiento, dieron

sentido a su desarrollo y que deben seguir constituyendo la cimentación de

nuestra sociedad, teniendo en cuenta, más allá de las diferencias ideológicas,

religiosas o culturales que puedan existir, la realidad global en la que vivimos y

el denominador común existente en la base racional que justifica de por sí, la

existencia de tales ciencias.

En relación a la Economía, muchos son los ejemplos que podemos

traer a colación, desde la gestación de la propia crisis, hasta las

incomprensibles decisiones gubernamentales, contrarias incluso al propio

discurso ideológico, que caracterizan y protagonizan los titulares de cada

informativo. Vivimos en un mundo globalizado, al que los distintos Estados no

están sabiendo responder adecuadamente.

La crisis económica originada en el sector financiero e iniciada a través

de la caída de una concreta empresa privada que operaba en los mercados

financieros, contagió a todos y cada de los países desarrollados cuyo

desenfrenado desarrollo del mercado, por el otorgamiento de máximo

protagonismo y responsabilidad otorgado al capital, ha contado paralelamente

con la deshumanización de la Economía, con la entronización del dinero y la

total e incomprensible responsabilidad a los mercados, otrora y hoy en día,

justificativos de comportamientos individuales cuanto menos amorales y en

más ocasiones de las deseadas inmorales, que pueden llegar a resultar

inadvertidos y en gran parte disimulados por el logro económico obtenido. Se

hace patente en la sociedad la incomprensible premisa que afirma que “el fin

justifica los medios”, hasta el punto servirse de la persona, del prójimo,

13

utilizándolo como medio como una mera herramienta al uso y viéndolo en todo

momento como un adversario al que hay que aniquilar para obtener el fin. El

Nuevo Dios llamado Dinero.

En relación al Derecho, al igual que en la Economía, podemos verificar

en nuestro día a día continuos ejemplos de la pérdida de un horizonte

esperanzador en el desarrollo de la ciencia, desvirtuando su razón de ser y

olvidando por completo la dimensión ética que ha de justificar toda norma y que

en sí, aún hoy día la justifica, por la mera búsqueda y respeto a la ley en

términos de legalidad, careciendo completamente de legitimidad. Actos como

los continuos casos de corrupción, asociados normalmente al desarrollo

económico desenfrenado, incomprensibles fallos judiciales de alto impacto

(alarma) social, paulatina normalización o estandarización de la vida ordinaria,

continua intromisión a través de la configuración de normas (principal

herramienta gubernamental) en el ámbito personal y familiar, minorando la

libertad, hasta el punto de reducirla a su mínima expresión, más lo importante

pasa por un necesario adoctrinamiento normalizador que impide el desarrollo

humano y nuestra capacidad para alcanzar metas, necesarias tanto personal

como en la vertiente social del hombre.

Con el tiempo y la investigación en materia jurídica se ha venido

agrandando cada vez más la diferencia generada entre derecho y justicia,

disociando definitivamente y con “vocación emancipadora” a la legislación de

unos ideales previos de justicia universal dados al hombre. El mero

cumplimiento de la norma se convierte para la mayoría de individuos en un

continuo lastre a su capacidad para conseguir sus objetivos y para una minoría,

bien por ser poseedores de mayor información o por disponer de mayores

medios, en una oportunidad para eternizar procesos judiciales que culminen

tras la obtención de un acuerdo motivado, en la mayoría de las ocasiones y

siendo optimista, por la positivista interpretación de la norma, sin atender a la

intencionalidad previa y básica que justificó su promulgación.

Estos ejemplos genéricos son tan solo la punta del iceberg, bajo estas

realidades, cuanto menos, contamos con el preocupante devenir de la acción

política e intelectual. Tanto unos como otros han perdido la referencia, hasta el

punto de redefinir, sin llegar a afirmar que se trate de un plan premeditado para

14

aplicar un giro copernicano a nuestros pilares básicos, los esenciales términos

que constituyen los reales y verdaderos sistemas de convivencia, otrora

otorgados por consenso.

El liberalismo pasa a llamarse capitalismo, y se defiende como tal. La

legitimidad se contenta con el mero cumplimiento normativo, en un escenario

en el que, cada vez más, nos vemos sometidos al capricho de unos pocos que

por rédito electoralista o personal juegan peligrosamente con los objetivos

criterios otorgados a las normas, difuminándolos, y sustituyendo estos por

meras subjetividades oportunistas desintegradoras de la esencia de toda

nación. Nos encontramos ante “el pensamiento hegemónico de lo políticamente

correcto” 1

El debate en torno al aborto, la permisividad con respecto a proyectos

separatistas, el éxito del discurso marxista o trivialización de la familia a través

de la legalización del llamado matrimonio homosexual, constituyen más

ejemplos de la pérdida de razón de los dirigentes políticos, respaldados por la

ausencia de respeto al prójimo, ya se hable en términos personales o de

disciplinas científicas.

Se hace necesaria una revisión, un alto en el camino y una mirada

hacia atrás, para no seguir recorriendo senderos, sin duda alguna, erróneos.

Urge la recuperación de las doctrinas originales, de los clásicos, y la posterior

conciliación de las ciencias, dada la evolución de las mismas, y en este trabajo

se pondrán de manifiesto los puntos de partida a través de los cuales se puede

llegar a situar al Derecho y a la Economía en condiciones de conciliarlos para

servir a su razón de ser. Para ello, no será difícil demostrar la posibilidad que la

religión otorga para servir de nexo y basamento común a todas ellas.

1 Ballesteros Llompart, Jesús. Filosofía del Derecho, Conciencia Ecológica y

Universalismo Ético. Dialogo Filosófico, número 55, 2003.

15

“Tampoco es cometido del Estado convertir el mundo en un paraíso y,

además, tampoco es capaz de hacerlo”

Joseph Ratzinger

EL ORIGEN DE LA CRISIS ÉTICA DEL ESTADO DEL BIENEST AR

Se ha puesto de manifiesto que la crisis a la que hacemos referencia y

que, pese a los más o menos esperanzadores datos macroeconómicos, aún

estamos padeciendo, no es solamente una crisis económica.

Coincidiendo con Antonio Argandoña2, se puede afirmar que nos

encontramos ante una crisis ética en la que es el propio Estado con su práctica,

el que fomenta el comportamiento inmoral de sus individuos en sociedad.

Tras el abandono del denominado patrón oro y la entrada y puesta en

marcha del denominado sistema fiduciario, los países dejaron de mantener su

moneda ligada a una adecuada referencia que permitiera conocer el verdadero

valor de la misma. Desde la entrada en vigor del sistema, la capacidad de los

Estados para emitir moneda se incrementó considerablemente, hasta el infinito,

con la única restricción dada por los indicadores de conveniencia económica.

2 Argandoña, Antonio, El Estado del Bienestar ¿Crisis Económica o Crisis Ética?

Documento de investigación número 333. 1997. IESE. Universidad de Navarra.

16

La moneda, el dinero, se convertía en una herramienta más al servicio del

sistema político, perdiendo completamente su referencia.

El análisis matemático (económico) pasa a ser protagonista en la toma

de decisiones monetarias y cada vez más, el protagonismo de los mercados de

divisas es palpable, permitiendo, ahora más que nunca, la especulación

monetaria, unida a la innovación financiera. Esta innovación financiera permitió

el desarrollo de los mercados de capitales, hasta el punto de que, cada vez

más, se torna el capital como referencia de negocio internacional, desplazando

completamente a la mercancía, a los bienes y servicios y a su finalidad.

“El error mayor de la Escuela neoclásica/monetarista, la absolutización

del dinero constituye no sólo una autentica confusión de valores sino una

auténtica idolatría”3

La crisis económica y financiera ha puesto de manifiesto la necesidad

de replantear el Estado del Bienestar. Este replanteamiento del mismo, que

justifica la afirmación de su crisis de legitimidad, no está siendo

adecuadamente enfocado por los agentes. Los orígenes del mismo justifican la

existencia y necesidad de que los Estados provean de determinados bienes y

servicios al sistema, si bien, la consolidación del mismo, se convirtió en una

mera carrera por incrementar la presencia del Estado en las vidas de todos y

cada uno de sus ciudadanos cuya única regla de medida era la capacidad de

gasto que mostraban las distintas administraciones públicas. En ese sentido, el

camino a recorrer ante la crisis ha sido, y es, el mismo que el protagonizado

por el supuesto incremento acometido años atrás. Todo se mide en base al

dinero, y es por ello que desde los poderes públicos el intento está pasando por

no revisar el verdadero alcance y límites de los bienes y servicios que debe

proveer a la sociedad en general, y meramente se ha centrado en reducir,

penalizar, o socializar mediante la rebaja económica generalizada, ese Estado

3 Ballesteros Llompart, Jesús. Escuela Neoclásica, Valores y Derechos. Cuadernos

Electrónicos de Filosofía del Derecho. Número 26. Año 2012

17

generador de dependientes sin la necesaria revisión del verdadero papel, del

alcance al que debe limitarse el Estado del Bienestar.

“Nos encontramos ahora ante un capitalismo que puede ser

considerado de izquierdas, no naturalmente en el sentido de la izquierda

clásica jacobina, que defendía la igualdad económica, y la prioridad del

derecho al trabajo, sino en el sentido de la “izquierda freudiana”, que trata de

invertir a Freud y establece el primado del principio de placer sobre el principio

de realidad. Se trata en efecto de la supremacía de la “cultura del antojo”

término que une el carácter visual de lo apetecible provocada por el marketing

y su volatilidad e inconsistencia.”4

La consolidación y desarrollo de los derechos de tercera generación,

puede seguir su camino en el Estado del Bienestar independientemente de la

crisis económica. Es obligación del ser humano procurar cuanto sea necesario

para consolidar un mejor mundo donde vivir y la incapacidad de los agentes

políticos animada por el desvarío intelectual supuestamente experto, no ha

sabido adaptarse a tales cambios, generando, o cuanto menos, promoviendo,

una verdadera crisis de legalidad.

4 Ballesteros Llompart, Jesús. La Insostenibilidad de la Globalización Existente: De la

financiarización a la Ecologización de la Economía y la Sociedad. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de Elche. Volumen I. Número 8. Febrero 2012. págs. 15-36

18

“Uno puede estar a favor de la globalización y en contra de su rumbo

actual, lo mismo que se puede estar a favor de la electricidad y contra la silla

eléctrica.”

Fernando Savater

“El verdadero éxito de la globalización se determinará en la medida en

que la misma permita disfrutar a cada persona de los bienes básicos de

alimento y vivienda, educación y empleo, paz y progreso social, desarrollo

económico y justicia.”

Juan Pablo II

LA GLOBALIZACIÓN COMO PROBLEMA.

La problemática desde la que debemos partir es la inadaptabilidad de

los distintos agentes a una convivencia global, en especial en lo concerniente a

la inadaptabilidad de los Estados y de los que los dirigen, al nuevo escenario

global. Las empresas o mejor dicho, el capital y el sector financiero han sido

capaces de liderar el movimiento globalizador mediante procesos de

innovación de razonable justificación pese a sus fatales consecuencias. Este

hecho ha llevado en ocasiones a la consideración de la globalización como un

19

mal para el Estado social, la convivencia y el mundo en general tal y como hoy

lo concebimos, debido a la generación de las asimetrías que puede llegar a

implicar.

En cambio, el mercado, se ha consolidado como referencia y

estandarte al que no se puede culpar de los males que la globalización genera,

del incremento de la brecha entre ricos y pobres, bien hablemos de estados o

bien de individuos.

Las asimetrías generadas por la globalización pueden resolverse sin

necesidad de pensar en teorías distintas a la actual configuración del Estado-

nación, por más que acometan rigurosos análisis y teorizaciones que justifiquen

pormenorizadamente determinadas consecuencias que genera la actual

configuración de dichos Estados-nación.

Siguiendo las palabras de Riutort, “se hace necesario en este momento

una reinterpretación de la filosofía política ante la nueva imagen que el mundo

nos ofrece”, si bien, se debe adelantar que es intención de este estudio poner

de manifiesto que puede llegar a constituir una verdadera reinterpretación el

retorno a un punto de partida otrora incuestionable, base para la constitución

de esta configuración o imagen, que el hombre en su pretensión absolutista y

positivista ha usurpado a través de la búsqueda de una verdad que ha de venir

dada.

El planteamiento que debe proponerse pasará por repensar los

procesos de mundialización y redefinir las categorías filosófico-políticas,

minimizando los costes que genera la globalización a partir de la consolidación

de un verdadero marco de justicia global desde una perspectiva cosmopolita,

abandonando la centralidad y extensión de los actuales discursos.

Con dicho propósito, resultará útil aprovechar la distinción realizada por

Beck5 entre Globalismo, Globalidad y Globalización, con la finalidad definir la

realidad actual y reconfigurar de manera adecuada el alcance del globalismo al

que Beck hace referencia.

5 Beck, Ulrich, ¿Qué es la Globalización? Barcelona. Paidós Año 1998 Págs. 26-29.

20

Afirma Campillo con respecto la globalización6:

“Para unos, se trata de un término engañoso con fines ideológicos,

pues no nombra una sociedad radicalmente nueva, sino que más bien disfraza

lo que es una etapa más del proceso de expansión geográfica, transformación

tecno-económica y hegemonía político-cultural del capitalismo moderno, en

este caso bajo el poder imperial de Estados Unidos; para otros, en cambio, si el

término se ha impuesto de forma tan rápida7 y tan generalizada, es porque

nombra la irrupción de un nuevo tipo histórico de sociedad, que habría surgido

en las últimas décadas del siglo XX, que estaría poniendo en cuestión las

estructuras sociales y mentales precedentes, tanto tradicionales como

modernas.8”

En cambio, es de destacar que en este escenario han sido las tesis

neoliberales utilitaristas y monetaristas, en palabras de Bernat Riutort9, las que:

“Propugnan ajustes estructurales que refuerzan las posiciones

institucionales del capital y debiliten las del trabajo y la ciudadanía."

El capital asume el liderazgo a partir de ese momento y el sector

financiero, asume el poder, lo cual resulta de suma importancia citar, dado que

empieza a imponerse nuevamente la tesis de que hay que dejar funcionar al

mercado e intervenir lo menos posible. Comienza desde este momento a

fraguarse la indisoluble asociación mercado-globalización como causa y

consecuencia de uno sobre otro, cuya retroalimentación no hace sino crecer a

6 Campillo, Antonio. Biopolítica, Totalitarismo y Globalización. Universidad de Murcia.

2010

7 Para Campillo, la Globalización se ha convertido en el concepto político dominante y eje de los grandes debates histórico-políticos desde el final de la Guerra Fría, en consonancia con otros autores como Beck op.cit., o Castell, M. La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura, Madrid, Alianza, 3º Ed. 2005 – 06.

8 Campillo, Antonio, Biopolítica, Totalitarismo y Globalización. Universidad de Murcia. 2010.

9 Riutort Serra, Bernat. Globalización y Cambio de las Categorías Filosófico-políticas, en Quesada Fernando, Ciudad y Ciudadanía, Madrid, Trotta, 2008. Pág. 123.

21

partir de ese momento, todo esto bajo la característica, básica, de la ampliación

de las redes informacionales que potencian dicho proceso globalizador. La

actuación de los Estados no es liberal y estos se han convertido en policías de

la dictadura capitalista, al servicio de sus empresas mientras que no

desarrollan aquellas políticas que propugna el liberalismo.

El único gran relato posible hoy en día es la Globalización, y no como

discurso teórico sino como realidad palpable. Los discursos han de basarse en

resolver, dar explicación y ordenar su entramado y la generación de asimetrías

que pueden llegar a generar las actuaciones de los agentes que en él operan.

El Estado-nación debe redefinir su funcionamiento y abandonar su

actual y positivista empeño por alcanzar la perfección social mediante la

elaboración de leyes cuyo fin último pasa por erigirse como único referente,

dinamitando la libertad individual, y sustituyendo los tradicionales valores y

creencias básicos y racionalmente aceptados por mero interés o conveniencia

sectorial (política).

La actual configuración de los Estados-nación ha de sobreponerse a la

primacía del capital siendo necesario en este proceso un claro distanciamiento

de las tesis defendidas por la “izquierda alternativa”10, es decir, el movimiento

antiglobalización carece de sentido así como las teorías separatistas que

incluso pueden clasificarse como anárquicas, en relación a la consolidación de

relaciones transnacionales de carácter tanto social como mercantil. Este

posicionamiento sin futuro debe ser abandonado.

10 Término obtenido de García-Santesmases, Antonio. Laicismo, Agnosticismo y

Fundamentalismo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2007.

22

“De lo que se trata, si se quiere intervenir en la vida pública con un

mínimo de rigor y eficacia, es, primero, no andarse por las ramas, luego

adquirir alguna preparación para no decir ni cometer demasiadas tonterías y,

finalmente, actuar con realismo”

Vicente Alejandro Guillamón

LA SOCIEDAD LIBERAL

Vivimos en una sociedad liberal caracterizada por no respetar los

principios básicos del liberalismo. Vivimos en un mundo globalizado,

interconectado, liberal y social. En la mayor parte de territorios impera el

liberalismo como forma de vida. La libertad ha quedado constituida como el

principal y más importante valor sobre el que construir y desarrollar los

Estados. En palabras de G. Sartori11:

“la democracia liberal ha triunfado”

11 Sartori, G. Una nueva reflexión sobre la democracia, las malas formas de gobierno y la

mala política, Revista Internacional de Ciencias Sociales 129. Año 1991, pp. 459 y 472, notas 1 y 2;

Teoría de la democracia. Los problemas clásicos, tr. S. Sánchez. Madrid: Alianza, 1988, vol. 2, pp.

470 ss

23

En cambio, y por la necesidad de delimitar la pretensión de este

trabajo, se puede observar como en la práctica apenas existen diferencias

entre las políticas que desarrollan los gobiernos de izquierdas y de derechas.

La puesta en marcha de un nuevo contrato que abarata el despido, la bajada

de salarios como mecanismo de obtención de incrementos de productividad o

la congelación de las pensiones no son medidas que caractericen a una u otra

ideología, sino que es común a todas ellas.

No existen diferencias entre gobiernos de izquierdas o de derechas, y

nos encontramos actualmente en un paradigma en el que la diferencia de facto

entre una y otra ideología radica meramente, según establece Roberto

Rodríguez12:

NUEVO LIBERALISMO

SOCIAL

NUEVO LIBERALISMO

CLÁSICO

Individualismo social Individualismo posesivo

Revuelta contra la

exclusividad de la libertad negativa

y la apuesta por complementarla

con la libertad positiva

Propiedad privada como

derecho cuasiabsoluto y de amplio

alcance

Establecimiento de ciertos

límites a los derechos de

propiedad

Libertad entendida en

sentido exclusivamente negativo

Promoción de igualdad

ante la ley y la igualdad de

oportunidades

Reducción de la igualdad

a la igualdad ante la ley y, en

contados casos, a la igualdad de

oportunidades entendida como

“carrera abierta a los talentos”

Mayor y mejor

redistribución de la riqueza a

Rechazo de casi toda

forma de redistribución de la

12 Rodríguez, Roberto, La Tradición Liberal. En Ciudad y Ciudadanía, Madrid, Trotta,

2008 Pág. 29

24

través de procedimientos de

justicia social

riqueza y la renuncia a la justicia

social

Amplio grado de

intervencionismo estatal y ciertos

aspectos del Estado del bienestar

Reducción al mínimo o,

incluso, la desaparición de las

tareas del Estado

Democracia representativa

y potenciación de la participación

política de la ciudadanía

Democracia protectora y

elitista.

En definitiva, diferenciaciones subsidiarias de la garantía de la libertad

individual como premisa de mantenimiento del Estado-nación, que llevan a la

justificación de teorizaciones extremistas, cuya finalidad queda diluida por

pretender justificaciones incuestionables, es decir, meras diferencias

ideológico-teóricas que en más ocasiones de las deseables se hacen

inobservables en la práctica.

La libertad constituye el eje legitimador de todo gobierno demócrata. Y

en realidad los gobiernos de occidente están fundamentados como

democracias liberales. Será importante establecer en el terreno de la práctica,

la co-implicación de ambos términos, democracia y liberalismo, de forma y

modo que todo gobierno demócrata promueva y se estructure en base a la

garantía de libertad de sus individuos y a la vez, que todo gobierno que

promueva la libertad se establezca necesariamente como un gobierno

demócrata.

Así como Popper define la democracia “como un medio para evitar la

tiranía”, podemos y debemos referirnos al liberalismo como el único medio para

mantener la democracia. En palabras de Rodríguez Magda.13:

“La libertad marca la diferencia entre lo legítimo y lo ilegítimo y otorga

el suficiente espesor como para establecer catalogaciones políticas, entre las

13 Rodríguez Magda, Rosa María. Transmodernidad. Barcelona, Anthropos, 2004

pág. 70

25

cuales la de izquierda y derecha diferencia sólo los subgrupos por desgracia en

ambos frentes”

Siguiendo a la autora, es posible superar el vocabulario aún hoy

vigente y se hace necesario, cometido que excede este trabajo, redefinir, o al

menos dejar de usar indistintamente según se convenga términos tales como

capitalismo, clase obrera o ideología burguesa y adaptarlos a la realidad actual.

Y establecida la libertad como eje central legitimador del desarrollo de

las políticas de los actuales Estados-nación, se debe reconsiderar el debate

libertad-igualdad en el terreno de las prácticas, en referencia al ejercicio del

“buen gobierno”, y bajo la premisa de que cualquier intento de igualar

positivamente a la ciudadanía sería incompatible con el liberalismo, atender a

aquellas prácticas del ejercicio de buen gobierno que impliquen la aceptación

por la ciudadanía y la corresponsabilidad individual ante las prácticas de

gobierno. Cuando me refiero al término igualdad como igualdad positiva hago

referencia al intento por parte de los gobiernos de garantizar iguales resultados

a los individuos.

En este sentido el reto ha de pasar, dado el escaso margen que

permiten las prácticas políticas habituales, y la situación actual de los Estados,

por analizar, establecer, y delimitar las estrategias y mecanismos puestos en

marcha por los agentes en la actualidad, en aras del establecimiento del orden

necesario en el orden globalizador, hoy por hoy inabarcable, advirtiendo:

1. Que la verdad aparece centrada en las formas de discursividad

científica y en las instituciones que la producen;

2. Que la esfera político-económica induce constantemente a su

producción;

3. Que circula, se difunde y se consume en una amplia red de

aparatos informativos y educativos,

4. Que los grandes aparatos políticos y económicos la producen y

transmiten, pero no de forma exclusiva;

26

5. Y que el campo de debate y enfrentamiento se produce en torno

al juego de la verdad14

14 Michel Foucault, Verdad y Poder, 1971 en Michel Foucault, Estrategias de Poder.

Obras esenciales. Volumen II Barcelona, Paidós, 1999 págs. 41-45, obtenido de Cortés Rodríguez, Miguel Ángel. Poder y Resistencia en la filosofía de Michel Foucault, págs. 104-105. Rasgos característicos que constituyen la verdadera economía política de la verdad.

27

“El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta

de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y

avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia

aislada”

Papa Francisco

LA DOCTRINA LIBERAL

F.V. Hayek se ha constituido como el pensador liberal más importante

e influyente de las últimas décadas. Analizando sus teorías se debe poder

mostrar el seguimiento por parte de los Estados-nación de las tesis defendidas

por el pensador austriaco para, independientemente del resultado de dicho

análisis, prestar especial atención a la configuración de leyes en el ámbito de

dichas teorías.

Según afirma Roberto Rodríguez15,

“La posición liberal conservadora más representativa al respecto acaso

sea la de F. Hayek o J Buchanan que creen que, además de las funciones de

protección, el Estado debe ser capaz de realizar otras <<funciones de

15 Rodríguez, Roberto, La Tradición Liberal. En Ciudad y Ciudadanía, Madrid, Trotta,

2008. Pág. 27

28

producción>> absolutamente imprescindibles para el buen funcionamiento de

una sociedad libre y para el desarrollo y crecimiento económicos…….siempre

que actúe de forma subsidiaria con la iniciativa privada y siempre que se limite

a <<financiar pero no gestionar>>”.

Si bien, a muy grandes rasgos la afirmación de Rodríguez es correcta,

debe matizarse por cuanto al alcance del papel que deben representar tanto los

gobiernos como los poderes legislativos bajo las tesis hayekianas, aspecto este

que será tratado a partir de este momento.

La teoría de Hayek se va a basar en la tradición, entendida esta como

un conjunto de conocimientos, prácticas y creencias aprendidas y transmitidas

de generación en generación. F. Hayek establece como origen y causa de la

actual concepción de la civilización al orden extenso establecido a partir del

nacimiento del comercio, para el cual fue indispensable la posibilidad de

consecución de fines individuales plurales mediante la base de la propiedad

privada. Hayek define la libertad como “la posibilidad de que los individuos o

subgrupos puedan dedicar sus esfuerzos a la consecución de una amplia

variedad de fines, fijados en función de sus particulares conocimientos y

habilidades”.16 Para que cada individuo pueda de esta forma conseguir

adecuadamente sus propios fines, se le ha de otorgar la posibilidad de

establecer adecuados mecanismos para el control y la transmisión de los

medios con los que cuenta, siendo así mismo necesario por su parte la

existencia de “dominios privados” para disponer discrecionalmente según sus

gustos y preferencias.

“lo importante es advertir que el desarrollo de la propiedad plural ha

sido en todo momento condición imprescindible para la aparición del comercio

y, por lo tanto, para la formación de esos más amplios y coherentes esquemas

de interrelación humana, así como las señales que denominamos precios”17

16 Hayek, F.A. La Fatal Arrogancia. Madrid, Unión Editorial, 2010 pg. 66 17 Ibíd. pág. 68

29

Hayek, de una manera ciertamente especulativa aunque no carente de

coherencia, no dando importancia a la secuencia histórica específica del

proceso, establece el origen de la propiedad privada (que él denomina

propiedad plural) asociándola a la capacidad creadora que sobre cada cosa

tuviera o hubiera tenido el hombre.

Es importante destacar, la perspectiva dicotómica adoptada por Hayek

por cuanto a las características, necesarias aunque no suficientes, de cambio

en la moralidad individual para el establecimiento de la civilización, tal y como

hoy la consideramos, para la consolidación de su denominado, orden extenso.

Así, caracteriza Hayek al individuo tribal como un ser solidario y altruista,

siendo además dicha solidaridad y altruismo, caracteres necesarios para el

sostenimiento familiar, incluso del subgrupo (familia) en la actualidad, y ha sido

el abandono de tales caracteres, en su esfera pública, y en términos históricos,

que no en el más estrictamente particular, lo que ha permitido al individuo

interrelacionarse y generar por vía evolutiva el actual sistema de normas

reguladoras de conducta humana, sin el cual el individuo no hubiera podido

alcanzar semejantes cotas de interrelación, comercio y, en definitiva, evolución

y desarrollo, hasta el punto de afirmar que si hubiera mantenido el individuo

tales valores privados e innatos en la interrelación comercial, jamás habría sido

posible la consecución y consolidación de nuestra actual civilización y todo ello

gracias al incremento demográfico y capacidad, aprendida, para integrar a

individuos ajenos a cada grupo dentro de él.

“En este sentido, nuestra capacidad racional no consiste tanto en

conocer el mundo y en interpretar las conquistas humanas, cuanto en ser

capaces de controlar nuestros instintivos impulsos”18

Es imprescindible advertir en esta evolución como actualmente, en

pleno siglo XXI, el individuo establece sus interrelaciones y “prioridades

morales”. Nos encontramos ante un individuo hoy en día cibersolidario¸ que

encuentra, en general, su máxima expresión de desarrollo en la competencia

18 Ibíd. pág. 56

30

individual con sus congéneres, restringiendo la solidaridad a determinados

actos públicos y/o aportaciones tales que se puedan desarrollar en su más

estricto ámbito de intimidad. En palabras de Rodríguez Magda, de la dimensión

estética de la ética, la ética como espectáculo:

“Somos éticos porque podemos permitírnoslo, alejados de la penuria o

la precariedad, tenemos gestos solidarios con los que naufragan en ella, los

rezagados, aquellos para los que la vida sigue en la esfera de la necesidad sin

haber alcanzado la del diseño”19

El individuo que definimos es un individuo que ha aprendido a ser

individualista, orientado al éxito personal, incluso desde su perspectiva más

estética, siendo su dimensión ética, solidaria y altruista, la piedra de toque que

confirma su éxito en la sociedad actual, lo cual es de suma importancia, en

tanto en cuanto, que se constituye como básica la dimensión moral del

individuo. Un individuo que ha aprendido a ser amoral e incluso inmoral en lo

laboral al que le ha permitido cubrir un vacío a través de la muestra pública de

determinadas iniciativas o actos solidarios en los que llega a participar.

Volviendo al orden extenso hayekiano, este quedaría establecido a lo

largo del lento periodo evolutivo tal y como se ha producido la evolución

biológica del hombre, siendo origen de los incrementos de población

experimentados por la Humanidad, aprendiendo cuales son las pautas de

comportamiento y hábitos necesarios para la consecución del éxito personal (o

grupal). El hombre fue capaz de llegar a ser racional porque aprendió ciertas

tradiciones que heredó de aquellos que, a lo largo del tiempo, lograron, no sin

traumas, ganar la batalla a la adaptabilidad del entorno.

INSTINTOS

RAZÓN

COSTUMBRE Y TRADICIÓN

19 Rodríguez Magda, Rosa María. Transmodernidad. Barcelona, Anthropos, 2004

págs. 144-145

31

Si bien Hayek reconoce la importancia de la razón en el ámbito de la

elección sobre acciones, y bajo la premisa de que todo proceso de evolución

del hombre ha implicado en cada momento ejercicios de razonamiento y que

estos han favorecido el actual paradigma social, es totalmente contrario al

racionalismo constructivista por cuanto a “su capacidad para crear

deliberadamente una civilización y un orden social tal como el proceso de su

razón le permitía diseñar”.20

La libertad individual, la propiedad privada y la justicia, que se declaran

aprendidas por el hombre a través del proceso evolutivo, constituyen los pilares

básicos de la civilización.

Es necesario un sistema de normas, según Hayek, que garantice que

cada individuo pueda perseguir sus propios intereses particulares, en base a

sus gustos y preferencias, normas que a lo largo de la historia se han ido

aprendiendo, a través del método prueba y error, y que han ido consolidando la

actual civilización. Con esto, se pone de manifiesto la necesidad de la

existencia de un poder coactivo que aplicando tal sistema de normas garantice

la posibilidad de consecución, libre, de fines al individuo.

Para Hayek, históricamente los poderes públicos han entorpecido el

avance de la civilización. Aún así, se hace necesaria la existencia de un

sistema de normas que permitan otorgar estabilidad dentro de los órdenes

espontáneos generados. Hayek, enemigo del racionalismo constructivista,

fuente del socialismo, hace un intento por teorizar el sistema más adecuado de

buen gobierno, renunciando por momentos incluso a sus premisas liberales.

Pese a ello, torna imposible para el pensador austriaco establecer el adecuado

sistema de funcionamiento de los Estados.

Por no referirse directamente a los objetivos de este trabajo, no será

cubierto en concreto detalle por cuanto al abandono de sus teorías

tradicionalistas en el establecimiento de su “buen sistema de gobierno”, pero si

es necesario para justificar el hilo argumental de este trabajo, destacar la

disgregación y pérdida de método al final de su teoría. Sirva como ejemplo la

20 Hayek, F. Clases de Racionalismo. Conferencia pronunciada el 17 de abril de

1964 en la Universidad Rikkyo de Tokio y publicada en The Economic Studies Quarterly, Tokio vol. XV, 3 1965, en Estudios de Filosofía, Política y Economía, Madrid, Unión Editorial, 2007.

32

siguiente paradoja que grosso modo podemos advertir al leer a Hayek,

enemigo del socialismo y defensor de los ordenes espontáneos y libertad en el

mercado. Bajo la definición de Estado de Derecho en Hayek, existe la

posibilidad de establecer un régimen impositivo por parte del gobierno que

grave las rentas generadas en el territorio, tanto de empresas como de

particulares por encima del 95%, otorgando menos de un 5% de dicha riqueza

generada al destino que cada individuo establezca según sus propios gustos y

preferencias. El 95% de gravamen puede estar, siempre bajo las definiciones

de Hayek, justificado por interés general, siempre que dicho gravamen respete

los mínimos establecidos de que debe contener una ley y sean acordados

según los gustos y preferencias de los ciudadanos.

Parte Hayek de la dicotómica moral del individuo para instintivamente

ser altruista mientras que para evolucionar debe renunciar a dicho altruismo y

solidaridad, ser libre, establecida como premisa insustituible la institución de la

propiedad privada. Con la finalidad de ser lo más altruistas posibles, Hayek

impone el mercado, a través del sistema de precios, como mecanismo más

justo posible. Esto es así dado que existen asimetrías informativas que con la

interacción en el mercado de los distintos agentes con información asimétrica

favorecen el orden extenso de la civilización. El individuo debe ser libre para

perseguir y conseguir sus fines, siempre y cuando no entorpezca a otros

individuos que, igualmente, persiguen los suyos. El mercado crea sinergias que

el individuo por sí mismo no puede llegar a crear, al menos,

intencionadamente. Ha de existir por lo tanto una serie de “normas abstractas

de aplicación universal” que garanticen la interrelación entre individuos, que

hayan sido aprendidas debido al éxito experimentado, en términos históricos,

por aquellos grupos que se han sometido a dichas normas. Estas normas

servirán desde la estructura del Estado-nación, exclusivamente para

salvaguardar los órdenes espontáneos históricamente generados.

La mayor preocupación de Hayek radica en el contenido de dichas

normas. Tales normas deben asegurar el mayor grado de libertad individual

posible:

33

“El mayor grado de libertad posible para todos podría conseguirse

mediante restricciones uniformemente aplicadas en virtud de normas

abstractas que hicieran imposibles las coacciones discriminatorias o arbitrarias,

contra cualquier sujeto y evitaran la invasión de las esferas de libertad de los

individuos”21

Hayek, en principio, y solo al principio, se muestra contrario a la

intervención racional del individuo en la elaboración de leyes con objetivos

concretos. Cualquier norma elaborada bajo la intencionalidad de obtener unos

determinados fines sobre la ciudadanía, no va a ser justa, sino que más bien

redundará, a la larga, en un mayor grado de injusticia dada la limitada

capacidad del individuo (o grupo de individuos) para disponer de toda la

información necesaria para la toma de decisiones. Las leyes hayekianas han

de limitarse a mantener y proteger la libertad individual y la propiedad privada.

Lo justo se ha de referir a la acción humana concreta y no podemos,

racionalmente, establecer como justo un estado de cosas, posición o

determinada distribución, distinta a la llevada a cabo por el mercado. Sus

efectos, en tanto en cuanto no resultarán predecibles, aspecto que da por

descontado Hayek, llevarán a un verdadero estado de injusticia.

Las normas, según Hayek deben estar sometidas al imperativo

categórico kantiano22 en el sentido de que han de ser universales, no pueden

chocar unas con otras y han de ser dictadas sin atender a finalidades

concretas. Deben cubrir dichas normas cualquier situación que suceda en el

futuro sin ningún tipo de discriminación por su aplicación y hasta el propio

legislador ha de estar sometido a las mismas. Toda norma que emane del

poder legislativo ha de indicar a cada individuo lo que no puede hacer, siendo

necesario para que goce de su plena libertad y salvaguarda de su propiedad

privada la libertad de acción con la finalidad de obtener sus más deseados

objetivos.

21 Hayek, F.A. La Fatal Arrogancia. Madrid, Unión Editorial, 2010, pág. 115 22 Hayek, F.A. Estudios de Filosofía, Política y Economía, Principios de un orden

social liberal, Madrid, Unión Editorial 2007 pág. 240

34

Hayek se ve obligado a proponer un nuevo sistema de organización

del Estado habida cuenta de que los sistemas vigentes han degradado el

concepto de democracia23 en términos de calidad representativa del pueblo

soberano, originada esta degradación por el otorgamiento de poder ilimitado, y

no solo coactivo sobre condiciones universales y abstractas, a los distintos

gobiernos. Nótese que Hayek va a estar preocupado y simplemente sirva como

justificación el feroz ataque al socialismo que caracteriza a toda su obra, por los

límites en términos de contenido a la hora de reorganizar su ideal estado socio-

liberal en términos de poder gubernamental de coerción. En cambio, Hayek no

atiende a situar en términos cuantitativos donde se ha de situar el límite del

intervencionismo del Estado24, llegando incluso a aceptar que para

determinados fines, de interés público, puedan llegar a redactarse normas en

términos positivos que obliguen a determinados miembros del colectivo a

actuar de una determinada forma por el interés general.

En aras de poner límite a la situación hacia la que han tendido los

gobiernos democráticos occidentales, de gobierno ilimitado, al no establecer

adecuadamente, e independientemente de la definición teórica otorgada a cada

estamento, la llamada división poderes, Hayek va a redefinir, los límites

competenciales de los distintos poderes del Estado, con la esperanza de que,

preservando el orden de mercado, se alcance una especie de competencia

perfecta entre las distintas y delimitadas esferas de acción de los gobiernos.

Lo interesante en esta nueva configuración planteada por Hayek es

llegar a determinar si va a ser suficiente su planteamiento para evitar las

actuales tensiones que viven los gobiernos occidentales. En concreto en

España, debates tales como el matrimonio homosexual, la educación básica de

nuestros jóvenes, e incluso el establecimiento de normas que permitan a los

ciudadanos la libre elección de la denominada “muerte digna” en casos de

extrema precariedad de salud, mantiene una bipolaridad exacerbada entre

ideologías. Será necesario determinar la suficiencia del intento de 23 Hayek incluso llega a proponer el abandono del término democracia, sustituyéndolo

por el término demarquía, sistema de gobierno limitado en el que la autoridad más alta está formada por la opinión y no por la voluntad particular del pueblo. Véase Hayek, F.A. Nuevos Estudios de Filosofía, Política, Economía e Historia de las Ideas. Madrid, Unión Editorial 2007 págs. 124 a 130.

24 Williams, Juliet, De nuevo en el camino: Hayek y el Estado de Derecho, Papel Político, núm. 9-10, octubre 1999.

35

reconfiguración de poderes del Estado, para llegar a minimizar y/o incluso

concluir, debates de esta índole.

Santesmases25, plantea como necesarias dos condiciones para

legitimar el Estado social, a saber, por un lado, la apuesta por el igualitarismo

(entendido este en términos de solidaridad entre clases) y universalización de

los servicios públicos y por otro lado el mantenimiento de una economía

competitiva que permita avanzar y consolidar tal estado social.

En Hayek se va a plantear tal tesitura, estableciendo el problema en la

confusión de tareas entre el poder legislativo y el gobierno. Para Hayek el

legislativo ha pasado a ser, en vez de un organismo del que emanen normas

abstractas de recta conducta, una herramienta al servicio del gobierno

respondiendo en todo momento al dictado de leyes con la finalidad de dirigir y

organizar al gobierno.

“El carácter de las instituciones parlamentarias modernas ha sido de

hecho completamente modelado por las necesidades del gobierno democrático

más bien que por las de la legislación democrática en el sentido estricto del

término”26

Hayek va a proponer que el poder legislativo, al que va a llamar en su

modelo de Estado y de constitución Asamblea Legislativa, esté formado por un

grupo de representantes que no estuvieran comprometidos con partidos

políticos, con reputación y autoridad en la vida civil. Deben ser elegidos por

largos periodos de tiempo, unos quince años, y así mismo establece un

sistema generacional e indirecto de representación, a través del cual se tendría

la posibilidad de acceder y elegir a dicha Asamblea Legislativa a los 45 años y

hasta los 60, periodo a partir del cual deberían de ocupar un cargo honorífico o

funcionarial neutral.

25 García Santesmases, Antonio. Estado, Nación, Ciudadanía y Bienestar. Ciudad y

Ciudadanía: Senderos contemporáneos de la filosofía política, coordinado por Quesada Castro, Fernando. 2008 págs. 178 -179

26 Hayek, F.A. Derecho, Legislación y Libertad, Madrid Unión Editorial, 2006 pág. 391

36

Resulta paradójico, en aras de la defensa del liberalismo y de la

mínima incidencia del sector público en el orden espontaneo mundial que, con

la finalidad de preservar el orden del mercado, siendo necesario restringir el

papel de las leyes a aquellas abstractas neutrales reguladoras de la conducta

en términos negativos de los individuos para salvaguardar su libertad, incluso

proponga Hayek la organización de clubes territoriales que preparen desde los

dieciocho años a aquellos futuros legisladores. Así mismo, también resulta

significativo que posteriormente a la expiración de su mandato legislador, y con

la finalidad de salvaguardar la neutralidad en la toma de decisiones de los

mismos, todos los miembros de la asamblea legislativa asuman puestos de

trabajo funcionariales olvidando por completo aquella reputación y solvencia

que les ha permitido acceder como miembro de dicha asamblea. Hayek no

duda a la hora de ampliar el tamaño del sector público, aspecto que también

podemos observar a la hora de organizar el poder judicial, incorporando varios

estamentos regulatorios de la labor desarrollada por cada miembro de cada

estamento (tribunal constitucional, organización de la administración de justicia,

etc.)

Esta asamblea legislativa no podrá tener relación competencial alguna

con respecto al resto de estamentos. Así el Tribunal Constitucional deberá

también tener concretada su labor a determinar el carácter coactivo de la labor

desarrollada por cualquier de las Asambleas, no pudiendo decantarse por una

u otra competencialmente hablando. Asigna completa validez a la Asamblea

Gubernativa, la cual estará regida de similar forma a como lo están regidos los

actuales parlamentos, tanto en términos de elegibilidad como de funcionalidad,

en aras de facilitar la labor del ejecutivo para la consecución de sus fines que

serán fundamental y exclusivamente la salvaguarda de la paz, la libertad y

justicia en la Gran Sociedad.

“Poco hay que decir de la segunda asamblea, o sea la gubernativa,

porque pueden servir de modelo los órganos parlamentarios existentes,

desarrollados principalmente para desempeñar funciones de gobierno”.27

27 Ibíd., pág. 485

37

Hayek desarrolla durante toda su obra el modelo ideal de democracia

socio-liberal, y es a la hora de establecer en términos exactos la forma en que

ha de organizarse dicho Estado, no sin titubeos e intentos ocurrentes, cuando

reconoce que el Estado democrático es el único posible, que este debe ser

efectivamente igualitario y solidario, y no establece claramente cuáles deben

ser los límites cuantitativos que debe tener dicho Estado.

Mientras que el debate actual sobre el liberalismo gira en torno al

adecuado tamaño que ha de tener el sector público, Hayek incluso reconoce

válidos los actuales gobiernos occidentales así como su labor y sistema de

organización. Limita Hayek al Estado sobre cuáles son las funciones que debe

desempeñar, prestando suma importancia a la libertad individual que ha de

proteger toda iniciativa legislativa y pese a que reconoce durante toda su teoría

la posibilidad y necesidad de establecer un adecuado tamaño del sector

público, que va a definir en función de las preferencias de cada individuo,

consideradas estas en términos agregados sobre el deseado tamaño del

mismo en función de los costes que supone su sostenimiento, cayendo en la,

tan defendida, tesis de que el individuo o cualquier grupo de ellos va a ser

incapaz de disponer de la información necesaria para la toma de decisiones

generales que afecten a la totalidad de los individuos.

En definitiva, Hayek hace una lectura de la situación de los distintos

Estados-nación que no duda en mantenerlos tal y como están concebidos en la

actualidad y se muestra incapaz de poner límites al desempeño y labor de un

buen gobierno, de un buen gobierno liberal.

Dicho lo cual, continúa haciéndose necesario llevar a cabo un

adecuado análisis de las relaciones de poder que están establecidas en la

actualidad, donde la sociedad civil, las empresas, en especial aquellas del

sector financiero y determinados grupos de presión parecen liderar el desarrollo

de nuestra sociedad globalizada, generando las tan sabidas tensiones

existentes, por ejemplo, entre territorios dentro de un mismo estado, entre

religiones y/o entre distintas formas de organizar un gobierno.

38

“La ley es la prescripción de la razón, ordenada al bien común, dada

por aquel que tiene a su cargo el cuidado de la comunidad”

Santo Tomás de Aquino

LA IRRAZON COMO META

La evolución de las ciencias tratadas en este trabajo, Economía y

Derecho, desde su aspecto más fundamental, y siguiendo el hilo conductor de

toda la obra, se ha caracterizado por su tendencia a situarse en los extremos,

en aras a lograr al menos determinadas evidencias, bien matemáticas, bien

“meramente racionales” en términos de estructura con paradójicos e

irreverentes resultados en la práctica. El hombre, en su ansia por conquistar a

través de la razón todos los campos posibles, deviene en un camino de no

retorno, o cuanto menos de doloroso retorno, que cuanto menos, merece ser

revisado.

Por un lado, contamos con la defensa a ultranza del individualismo, se

consolida en el discurso teórico al individuo como centro y fin de la actividad no

ya política sino vital, desplazándose por completo, desde el inicio de cualquier

propuesta liberal, la dimensión social del individuo que per se viene justificada

por su propia naturaleza. En cambio, por otro lado, se sigue la práctica desde

39

cualquier ámbito consistente en depender del Estado benefactor, reconociendo

la finitud del individuo de manera indirecta, pero reclamando como si de un

verdadero derecho se tratase, todo un conjunto de caprichos y disparates que,

según que teorías, bien pueden quedar justificados por la propia evolución del

hombre.

La pérdida de referentes ha caracterizado a la ciencia y concretamente,

la renuncia al reconocimiento de la dimensión ética de cualquier ciencia, que si

bien, se puede llegar a reconocer que también experimenta evolución en sí

misma, no debe confundirse, ni ha de servir de justificación, a cualquier

ocurrencia o carencia meramente recognoscible en el ámbito exclusivamente

privado y subjetivo del propio individuo.

La relación entre las instituciones y el individuo a través del derecho,

con la evolución positivista de la norma y aprovechamiento egoísta de la

llamada práctica de lo políticamente correcto requiere una revisión justificativa

sin reparos ni lastres, sin prejuicios ni miedos con la finalidad de recuperar la

dimensión ética de la ciencia que nunca debió haber abandonado.

Hombre e institución están ligados en sí mismos. Según afirma Manuel

Ballester28:

“Toda institución nace para la ayuda y promoción de sus miembros.

Nace de la vida, de la fuerza vital, para encauzar ese dinamismo. Toda

institución está animada por una finalidad. Esa finalidad es el sentido de la

institución, lo que hace que esté viva: su espíritu. El fenómeno institucional es,

por tanto, una plasmación de esa dimensión esencial del hombre que los

griegos llamaron política. La institución es natural para el hombre. Sin

instituciones, el hombre sería un animal”:

En ese sentido, como bien advierte el autor, puede ocurrir que la

situación para la cual fue creada la institución cambie. En ese sentido, señala,

28 Ballester, Manuel. Averroes y la Civilización: La encrucijada entre razón y fe.

Jornadas Universitarias Relaciones Occidente-Próximo Oriente (Cristianismo e Islam). Universidad Cardenal Herrera-CEU.

40

no cuenta con más alternativas que flexibilizarse, opción ardua difícil “pero

posible”, o bien, quedarse obsoleta. Se puede advertir que, reconociendo que

tal vez fue entendido dentro del ámbito de obsolescencia por el autor, existe la

posibilidad de que la propia institución lejos de flexibilizarse, en su intento,

adquiera una nueva dimensión que lleve a la misma a justificarse por sí misma.

Pudiendo abarcarlo desde el ámbito de la obsolescencia, será preciso advertir

que la práctica observada consiste en hacer evolucionar a la institución no

desde la justificación de su propia creación, es decir, el fin que se persiguió con

su creación y que sitúa en origen al hombre, sino que pasa a ser la propia

institución el fin, pasando el hombre a constituirse con un mero medio que

deberá ahora adaptarse, a través de las continuas modificaciones de la norma,

a una institución que se ha de justificar a sí misma. Este hecho, no es más que

la consecuencia de otorgar el máximo protagonismo a una razón negadora de

fe, que, en última instancia, lleva a la negación de todo valor previo dado al

hombre, que lo aleje de lo comúnmente mal entendido como racional,

despojándolo de su dimensión ética, e incluso reduciendo a la nada su

moralidad a través del enfrentamiento, incierto y sin sentido entre la fe y la

razón.

Esta razón negadora de la fe, bien justifica el devenir positivista que ha

venido experimentando la ciencia jurídica. Hoy por hoy, y no son pocos los

ejemplos que se pueden citar al respecto, dejando al margen la evolución y

consolidación positivista que bien puede encontrarse en numerosos textos29 el

concepto de legitimidad ha sido denostado, cualquier referencia ética de la

norma ha dejado de ser necesaria. En palabras de Domínguez Perals30: “este

positivismo se opone a plantear problemas de legitimidad y de justicia, negando

la posibilidad de un discurso racional sobre valores”. Siendo aún de mayor

envergadura el efecto generado tras adueñarse, casi podemos decir que en

exclusiva, de la razón, tal vez en aras a la consecución de un ideal máximo e

irreductible, que no puede ser dado por la creación conceptual del hombre,

contraviniendo la máxima de Santo Tomás de Aquino que establece que, es la

29 Se puede observar una síntesis muy pragmática en Domínguez Perals, Caridad.

Iusnaturalismo versus Iuspositivismo. Revista parlamentaria de la Asamblea de Madrid. Número 16. Junio 2007.

30 Ibíd. pg. 138

41

razón la herramienta que permite el descubrimiento del Derecho Natural,

siendo precisamente esta la básica motivación de conciliación entre lo que Dios

ha revelado y lo que la razón ha descubierto.

Este devenir sin rumbo establecido ha procurado que, con el paso de

los años, el Hombre, el individuo, se haya convertido meramente en un

cumplidor de normas, destacando, precisamente en más ocasiones de las

deseadas, aquel que es capaz de superar con su práctica, la perversidad de la

norma.

El hombre se convierte así en una suerte de herramienta del derecho y

al servicio del mismo, en tanto en cuanto, la excesiva centralización, el

aislamiento del mismo, tanto en relación a otras disciplinas como en la propia

práctica evolutiva del mismo, ha llevado a que todo el protagonismo evolutivo,

recaiga no ya en la tradición, defendida por ejemplo por F.A. Hayek, o por la

tradición católica instaurada en sólidos valores dados al Hombre, sino que se

atiende meramente al acatamiento de normas, otorgadas por unos pocos,

desde el Leviatán hobbiano, en una suerte de pacifista dictadura, que como

toda dictadura, limita la capacidad individual, siendo tales normas, tal vez y

siendo irónicamente optimistas, consensuadas discursivamente a modo

habermasiano pero manteniendo la insalvable distancia que por definición

separa a esta corriente del ideal de justicia.

Merece especial atención, independientemente de centrar el trabajo en

la maximización de las capacidades individuales a través de adecuados

sistemas de convivencia en sociedad, en tanto en cuanto que la finalidad del

mismo, así como de las ciencias tratadas en él son sociales, atender, no ya al

más que tratado debate entre iuspositivismo y iusnaturalismo, sino, en el

campo de la práctica, a la consolidación de un adecuado marco jurídico

estable, ajeno a la voluntad de quien pueda llegar a ostentar el poder en un

determinado momento, que garantice, cuanto menos, un marco de igualdad

individual basado, precisamente, en la “adecuada” fundamentación de las

estructuras creadas por el Hombre.

En este sentido, y como se viene defendiendo en este trabajo, es un

hecho que las sociedades, actualmente son liberales. Los Estados-nación

avanzados, se consolidan en torno a democracias liberales, por lo tanto se

42

torna necesario, hacer un repaso por las tendencias teóricas emanadas de las

más recientes plumas liberales.

Sobre la sociedad liberal como comunidad posible y justa31, los autores

Alfonso Galindo y Enrique Ujaldón no dudan en esgrimir, cuantas

justificaciones teóricas fueren necesarias, para separar los conceptos de

derecho y justicia, si bien, concluyen, característica comprobable durante la

lectura de toda su obra, situándose en mitad de camino entre las distintas

corrientes dadas.

Así, dada la finitud del hombre, y su anhelo de trascendencia, por otro

lado inalcanzable, sitúan al individuo liberal como un permanente explorador,

cuya realidad viene dada, precisamente por el camino que viene a recorrer,

independientemente del necesario cuestionamiento de los terrenos que lleva

andados. Para los autores, es el derecho, a través de la idea de imparcialidad,

el que, sin conseguirlo, busca acercarse al concepto de justicia, tal vez

prometido, si bien inalcanzable en la práctica. Los autores del denominado

tercer liberalismo, si bien, humildemente hacen el reconocimiento de manera

implícita en su obra, dejan de lado la dimensión ética que debe sostener toda

sociedad, entendiendo y reduciendo el concepto de justicia a su mero

reconocimiento individual, definiendo la misma (la sociedad liberal) como

aquella sociedad caracterizada por estar permanentemente abierta a lo posible,

sin más límites que la aspiración a que las instituciones permanezcan en

constante proceso de adaptación por alcanzar y/o mantenerse en un

posicionamiento neutral que maximice las posibilidades individuales. Para los

autores:

“la neutralidad del liberalismo que defendemos no implica renunciar a

los propios valores, sino estar dispuestos a revisarlos y a justificarlos ante los

demás”32

Afirman los autores que el límite está establecido en el respeto y

fomento de los derechos (cambiantes y negociados) individuales,

independientemente, negando la posibilidad de que el Estado pueda imponer.

31Galindo, Alfonso y Ujaldón, Enrique. La Cultura Política Liberal. Pasado, presente y

futuro. Biblioteca de Historia y Pensamiento Político. Tecnos. 2014 32 Ibíd. Pág. 213

43

En este sentido se debe atender pues a la construcción de los límites del

Estado que, si bien deben respetar los derechos individuales anteriormente

mencionados, estos, siquiera han de ser constituidos de alguna manera,

manera que siendo optimistas la razón puede llegar a explicar y que sin duda

alguna puede llevar a establecer determinados límites irrevasables

independientemente de la posibilidad de justificar a través de ejemplos

históricos su evolución en el pasado.

Se pone de manifiesto pues un tratamiento positivista de la ciencia, en

este caso filosófica, renunciando a cualquier encorsetamiento dado por

determinados principios o fundamentales previamente otorgados.

Reconociendo, por ejemplo, inconsistencia de la Declaración Universal de

Derechos Humanos, no dudan en alegar como límite aquellos Derechos, que

serán, sin duda alguna y bajo su tesis, otorgados “irónicamente” y evocados y

avocados al libre albedrio con presencia de Estado.

44

“La multitud de leyes frecuentemente presta excusas a los vicios”

René Descartes

EL (NUEVO) DERECHO NATURAL

Sin necesidad de acatar por completo su teoría, puede seguirse

argumentalmente las tesis establecidas por R.M. Dworkin, debido, entre otras

cosas, a las posibilidades de veracidad que ofrece uno de los pensadores más

influyentes en filosofía del derecho de los últimos tiempos en términos de

oposición a las tesis positivistas. Es por esto que, teniendo en consideración

que no queremos llamar “nuevo derecho natural” o “nuevo iusnaturalismo” a la

tercera vía declarada por el profesor de Harvard, si reconocemos la practicidad

argumental que supone servirse de sus teoría para establecer las más claras

críticas al pensamiento positivista.

En ese sentido, debemos partir, como hace Dworkin33 de la necesaria

ausencia de ajenidad en el jurista. El jurista no debe proclamarse “ateo”,

debiendo, efectivamente, asumir los presupuestos morales implicados en la

construcción de la norma. Detrás de toda norma, existe una fundamentación de

33 Obtenido tras la lectura de Prieto, L. Constitucionalismo y Positivismo. Fontamara.

1997

45

la misma y esta no debe ser olvidada por aquel que ha de aplicar, o bien hacer

valer y respetar, tal norma.

El Derecho, siguiendo la línea argumental dworkiniana, no puede

quedar delimitado a un conjunto de reglas aplicables, estas, por tratarse como

tal, pueden y deben consistir meramente en un hacer o un no hacer cualquier

cosa, en cambio, existe la posibilidad de establecer, por encima de las normas,

un conjunto de principios que rigen el derecho en sí mismo.

De esta forma, estos principios, otorgan la posibilidad de aplicabilidad

en una determinada dirección que será aquella, efectivamente que venga

determinada por la fundamentación o justificación de la elaboración de la

norma, lo cual no es incompatible con el carácter dinámico del derecho en el

sentido de poder decidir en cualquier sentido a favor o en contra ante un

determinado caso concreto en su aplicación.

El Derecho pues, ha de verse como una práctica conducente a la

interpretación y/o justificación de la aplicación de la norma y no como un

conjunto de hechos, en el sentido de enumeración detallada de los actos

producidos por el hombre, de manera secuencial, a la hora de establecer una

norma, incluso, en el momento en que se pueda generar el debate en torno a la

idoneidad por cuanto a la aplicabilidad de tal norma.

En cambio, no resultaría idóneo para nuestra argumentación

quedarnos en este punto, en el sentido de continuar por esta vía en tanto en

cuanto, puede el lector argumentar en términos “incluyentes”34 cualquier

posicionamiento positivista. La finalidad consiste, durante todo el trabajo, en no

conformarnos con meros espacios de consenso, intentando establecer una

base sólida de aspiración universal siempre hablando en términos de

aplicabilidad práctica, reconociendo la dificultad y limitación en el reto

planteado, teniendo en cuenta, sobre todo, las ventajas con que cuenta la

corriente iuspositivista por cuanto a capacidad para ser explicada.

Cuanto menos, si no fuera posible determinar de una vez por todas, la

metodología adecuada para el establecimiento de los universales, si, cuanto

34 Término utilizado como referencia a partir de Waluchow, W.J. Positivismo Jurídico

Incluyente. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S. A. Madrid 2007

46

menos, aproximarnos, encontrando el espacio de consenso que permita la

conciliación doctrinal y el inicio de la fundamentación adecuada en términos de

establecimiento de sociedad justa.

¿Acaso no puede el ser humano llegar a concluir racionalmente lo que

es bueno o malo, lo que es justo o injusto? No cabe siquiera hablar de la

imposibilidad de determinar un orden universalmente justo cuando se es capaz

de establecer el concepto de justicia en sí mismo.

La acción humana no debe quedar sujeta al libre albedrío siquiera

consensuado y el hecho de que podamos determinar la existencia de un orden

que puede llegar a ser cambiante con el tiempo, no impide ni restringe la

posibilidad de afirmar que, por el simple hecho de ser hombre no ha de ver

depender su condición de un hipotético bondadoso legislador que lo reconozca

como tal.

Establece Bobbio35 que el iusnaturalismo puede ser considerado tanto

como ideología, como Teoría General del Derecho y como método. En este

sentido, se hace necesario reconocer la finitud del ser humano para

comprender o situarse como origen y meta de todo incluso de su propia

naturaleza, debiendo aceptar la posibilidad de conformarse en su finitud, ahora

sí, pudiendo afirmar en términos Wittgensteinianos que ante el retorcimiento de

la pala, llegado el lecho rocoso, el hombre, reniega de su propia realidad e

insiste en conquistar cotas posiblemente inalcanzables por el mero hecho de

no reconocer el deterioro de la pala.

El Derecho Natural constituye y debe erigirse como el Derecho de la

Esperanza . Esperanza, necesaria para el ser humano que justifica los intentos

de intelectuales positivistas para sustituir, supuestamente a través de la razón,

al ser superior que no pueden ni deben justificar, sin reconocer que es el

intento realizado la aproximación a través de la razón, la justificación de su

existencia, y de sus creaciones, y en este caso, el Derecho.

Desde el derecho natural, en términos prácticos, podemos afirmar que

35 Bobbio, N. El carácter del Iusnaturalismo obtenido de Domínguez Perals, Caridad.

Iusnaturalismo versus iuspositivismo. Revista Parlamentaria de la Asamblea de Madrid. Número 16. Junio 2007. pg.142

47

“una interpretación será verdadera cuando lo que en ella se expresa

resulta ser la dirección o regulación de la conducta más adecuada para la

realización del bien humano en la situación de que se trate, y resultará

consiguientemente falsa en el caso contrario”.36

De esta forma, se puede y se debe tener en cuenta la posibilidad de

poder categorizar lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, tarea esta muy

practicada por la corriente positivista para justificarse a sí misma, alcanzando

adecuadas y generalizadamente satisfactorias, por cuanto a justificación

racional se refiere, en relación a la práctica gubernamental actual, centro y

referencia de este trabajo.

36 Massini-Correas, Carlos Ignacio. Iusnaturalismo e Interpretación Jurídica. Dikaion

Vol. 19. Número 2. Págs. 399-425

48

“La defensa de la libertad tiene que ser dogmática, sin concesión

alguna al oportunismo, aún cuando no sea posible demostrar que, al margen

de los efectos positivos, su infracción pueda comportar algunas consecuencias

perjudiciales. La libertad sólo puede prevalecer si se acepta como principio

general cuya aplicación a caos particulares no tiene necesidad de justificarse”

F.A. Hayek

UNA PRUEBA JURISPRUDENCIAL

El Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las

Libertades Fundamentales reafirma textualmente:

“su profunda adhesión a estas libertades fundamentales que

constituyen las bases mismas de la justicia y de la paz en el mundo, y cuyo

mantenimiento reposa esencialmente, de una parte, en un régimen político

verdaderamente democrático, y, de otra, en una concepción y un respeto

comunes de los derechos humanos de los cuales dependen”

Y asimismo afirma:

“animados por un mismo espíritu y en posesión de un patrimonio

común de ideales y de tradiciones políticas, de respeto a la libertad y de

primacía del Derecho, a tomar las primeras medidas adecuadas para asegurar

49

la garantía colectiva de algunos de los derechos enunciados en la Declaración

Universal”

Cabe preguntarse, a la vista del articulado del convenio, así como de

los más destacables aspectos reafirmados al inicio si es posible la conciliación

práctica del respeto a unos fundamentales, previamente dados y comúnmente

aceptados, ideales de libertad de pensamiento, libertad de religión, de justicia y

respeto a la vida privada o es necesaria la permanente revisión al objeto de

adaptar la normativa, incluso la fundamental y/o constitucional a los,

llamémosle caprichos narcisistas o consensos relativistas , en términos

prácticos.

Es necesario conocer si a la hora de poner en práctica la norma,

constituye restricción o límite la existencia de unos universales previamente

dados a la elaboración de la norma.

Además, será necesario demostrar pese a no haber tratado en

profundidad la problemática que deriva del dilema en todo el trabajo, si en un

escenario democrático y liberal, es posible, manteniendo el respeto a unos

universales previamente dados, seguir defendiendo y justificando la existencia

per se de las instituciones tal y como las hemos definido, en el sentido de servir

al bien común, siendo necesario para ello no sólo el mantenimiento de

posiciones de neutralidad, sino la acción discriminatoria, ya sea positiva o

negativa, en aras a un mayor bienestar generalizado que redunde en mayores

cotas de bienestar individual.

La declaración tomada como referencia, de 1950, data de una fecha

suficientemente alejada tanto por el tiempo transcurrido como por los

acontecimientos experimentados para poder afirmar o negar la posibilidad de

tener que aceptar la evolución y permanente negociación de las normas

rectoras del ordenamiento jurídico y, por ende, de la práctica política.

En el caso Angeleni c Suecia (caso 10491/83 1986), se pone de

manifiesto el respeto a los derechos fundamentales como es el de libertad

religiosa, con la promoción y respeto a unos condicionamientos o

fundamentales que sirvan de fundamento básico de ordenación social. Así, se

deriva de la sentencia que el hecho de que el Estado imponga el estudio de la

50

disciplina religiosa no atenta contra tal derecho fundamental. El respeto a la

libertad religiosa y en el caso concreto del que nos referimos, el respeto de la

autoridad sueca a la libertad religiosa de sus ciudadanos, no debe confundirse

ni debe soslayar la necesaria difusión y conocimiento por parte de tales

ciudadanos de la doctrina cristiana en general.37

Otro ejemplo al respecto lo podemos encontrar en el respaldo a la

disolución de un partido político de ideología islamista, caso Refah Partisi38 que

establece que “el Estado implicado puede razonablemente impedir la

realización de un proyecto político incompatible con las normas del Convenio,

antes de que sea puesto en práctica mediante actos concretos que corren el

riesgo de comprometer la paz civil y el régimen democrático en el país"

Estos dos ejemplos, pueden ser tratados desde una doble óptica, por

un lado, se pueden esgrimir, en aras a una supuesta democracia, e igualdad de

derechos, todo un conjunto de argumentaciones para elevar al grado de

derecho cualquier capricho del pensamiento, en un intento de igualar,

minusvalorando, el protagonismo con que cuenta la religión católica en el

proyecto de construcción europea.

Por otro lado, este y otros muchos ejemplos39 pueden y deben ser

contemplados desde la óptica al reconocimiento de existencia de unos límites

que no pueden ser sobrepasados. Dichos límites están constituidos por un

conjunto de universales que nos han sido dados al hombre por su propia

condición de hombre y no por el hecho de haberlos negociado por voluntad

personal o consenso de algún tipo, independientemente de la mayor o menor

racionalidad que se le pueda llegar a otorgar.

37 Obtenido de resumen crítico en contra de lo estipulado en la sentencia obtenido en

Solar Cayón, José Ignacio. Pluralismo, democracia y libertad religiosa: consideraciones (críticas) sobre la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Universidad de Cantabria.

3838 López-Jacoiste Díaz, E. (2003). “Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso de Refah Partisi y otros contra Turquía: Legítima disolución de un partido político”. Anuario de derecho internacional. XIX, 443-464.

39 Puede consultarse un conjunto de ellos en Los Menores en el Derecho Español. Derechos del menor a la libertad ideológica, religiosa y de culto. Obtenido en http://www.difusionjuridica.com.bo/bdi/biblioteca/biblioteca/libro155/lib155-6d.pdf. Han sido igualmente consultados, viendo refrendada la línea argumentativa seguida en el trabajo el Texto Proyección Nacional e Internacional de la Libertad Religiosa. Ministerio de Justicia. Dirección General de Asuntos Religiosos. Imprenta Nacional del Boletín Oficial del Estado. Año 2001

51

Incluso en la doctrina del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos,

se puede contemplar el necesario respeto a dichos universales. Así mismo, se

reconoce en la propia doctrina, por el sentido de la sentencia, a la religión

católica como pilar fundamental no excluyente, de difusión de valores y

referencia, precisamente, del propio proyecto europeo.

Constituye y debe constituir una verdadera referencia, la tendencia

seguida por el tribunal referenciado. Europa es un proyecto inacabado, en

continua evolución, en el que continuamente podemos apreciar distensiones

originadas por la diversidad de los ciudadanos de los países miembros.

Europa, eternamente en construcción puede anteponerse como ejemplo y

referencia de sociedad cambiante, necesitada de continua, rápida y eficiente

adaptación a los requerimientos sociales pre establecidos en los países

miembros, adaptándolos y adaptándose a ellos mismo.

Incluso en este entorno en construcción, dinámico y cambiante, se

pueden observar en la práctica, de otro lado exitosa, un conjunto de

universales respetados, insustituibles e incluso el origen de los mismos, la

religión católica, cuenta con las bondades y respeto atribuible a una auténtica

disciplina de la verdad.

52

“Obra de tal modo que tu nivel de consumo pueda convertirse en

máxima de conducta universal para ser compatible con condiciones de vida

dignas de la presente y futuras generaciones”

Jesús Ballesteros Llompart

EL ORDOLIBERALISMO COMO OPORTUNIDAD

El más pragmático ejemplo de la posibilidad de conciliación entre el

respeto a los fundamentales, e incluso al origen divino de tales universales

aludidos puede ser observado en el comportamiento de la máxima autoridad

jurídica en materia de protección de derechos en el territorio europeo.

La tarea consistirá en conocer la posibilidad de conciliación práctica

entre las distintas formas de organización de gobierno, que hemos

caracterizado en todo momento como democracias liberales, la práctica y

ejercicio del derecho tal y como lo conocemos y el establecimiento de un marco

tal que permita superar los principales problemas que ha generado la crisis

actual y que han sido exclusivamente originados por el atrevimiento humano al

desplazar la imagen divina pretendiendo usurpar su posicionamiento,

reduciendo a la persona al nivel de mera herramienta o ser vivo que es capaz

de actuar racionalmente para justificar su falta de racionalidad en el

procedimiento.

53

Será necesario establecer, dada la realidad actual, un marco de

convivencia y consolidación de derechos vistos estos como obligac iones

básicas, neutrales, imparciales y que permitan mantener al hombre un atisbo

de esperanza, el cual debe constituir su motivación fundamental para vivir y

convivir en sociedad.

Y así, como es necesario respetar los universales ante la crisis ya

demostrada, en la práctica del derecho positivo, será necesario atender a la

maximización, no ya de utilidad, sino de otorgamiento de un escenario de

desarrollo de capacidades básicas a cualquier individuo que tienda a su

maximización, totalmente compatible con el denominado Estado del Bienestar

(siendo necesario reconfigurarlo en el sentido de volver a establecerlo en su

verdadero y originario punto de partida, sin caprichos relativistas) así como

garantizar la compatibilidad con la economía de mercado como mejor

mecanismo (o sistema de convivencia) demostrado, pese a mal aplicado,

constituido por el pensamiento liberal.

Como ya se ha mencionado en otros pasajes de este trabajo, una de

las principales causas originarias de la actual crisis generalizada que vivimos

viene dada por la sustitución o desplazamiento de la referencia económica.

Desde el desarrollo exponencial vivido por el sector financiero y el mercado de

capitales originado en la década de los 70, el dinero se ha constituido como

guía y referencia de todo sistema. El dinero ha pasado a constituirse como el

fin último de la actuación humana, favorecido por corrientes de pensamiento

liberal que han llevado, lo que debe constituirse como una forma de vida (el

liberalismo) a constituirse como un mero modelo matemático, generador de

resultados medibles y cuantificables solamente en términos económicos (el

capitalismo).

Existe una alternativa.

“El humanismo económico es una síntesis de dos corrientes filosóficas,

a saber: del ordoliberalismo y del humanismo. Mientras que el ordoliberalismo

se deduce de las concepciones liberales y, por tanto, formula suposiciones

sobre el modo de funcionamiento de la sociedad, el humanismo ofrece un hilo

54

conductor ético para una configuración de la sociedad que haga justicia al

hombre”40

El Ordoliberalismo tiene su origen en el denominado “milagro Alemán”

acaecido tras las guerras mundiales. Esta vertiente del liberalismo nacido al

amparo de la Universidad de Friburgo tiene como "padre intelectual" W.

Eucken, y cuenta como principales exponentes a un grupo de economistas,

principalmente, W. Röpke, A.Rüstow, Müller-Armck y L. Erhard, constituyentes

de la denominada Economía Social de Mercado.

Siguiendo la línea expuesta por Jesús Ballesteros41 el principal acierto

del ordoliberalismo radica en la primacía del derecho frente al orden

espontaneo. Se hace necesario para constituir una verdadera economía libre,

un mercado eficiente, el establecimiento de un escenario que garantice el

respeto y seguimiento de las denominadas virtudes sociales.

Es labor del hombre, en este caso del dirigente, acometer los procesos

necesarios para establecer una economía sostenible en el largo plazo y que

esté a la altura de la dignidad del hombre.

Así, Röpke, por ejemplo, establece la necesidad de superar el

capitalismo en tanto en cuanto este fomenta la generación de monopolios y

oligopolios. Para el autor, la primera y difícil tarea de la Economía Social de

Mercado será la eliminación total de los monopolios, así como de cualquier

práctica que fomente su constitución. De esta forma, nos encontramos según el

autor, y continuamos siguiendo a Ballesteros, con que la Economía Social de

Mercado, al ser un producto de la cultura, va a necesitar sobreponerse a las

mismas dificultades en su construcción o establecimiento que la propia

democracia.

En este sentido, el liberalismo constituye más que un mero orden

económico determinado o manera de interrelación más o menos independiente,

40 Afirmación formulada por Skwiercz sobre la tercera vía instaurada por Röpke,

obtenida de Böhmler Andreas A. El Ideal Cultural del Liberalismo. La Filosofía política del ordo-liberalismo. Unión Editorial. Biblioteca Nueva de la Libertad. 1998.

41 Ballesteros Llompart, Jesús. La insostenibilidad de la Globalización Existente: de la Financiarización a la Ecologización de la Economía y la Sociedad. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de Elche. Volumen I. Número 8. Febrero 2012. Págs. 15-36.

55

más o menos intervencionista del individuo en sociedad. El liberalismo (el

ordoliberalismo) se constituye como un modelo cultural, como una forma de

vida que incluye e incorpora necesariamente un conjunto valores que,

efectivamente, han sido previamente dados al hombre en su condición como tal

y no por caprichosa decisión humana.

El ordoliberalismo pues se constituye bajo la premisa de que “un orden

social justo se basa en una sociedad construida a partir de un Estado

subsidiario, cuyo papel sería principalmente el permitir el genuino ejercicio de la

libertad y la responsabilidad individual”42.

Esta forma de ver el liberalismo, tiene importantes consecuencias en

términos de justicia, dado que, ahora sí, al implementar el ideal de orden social

justo, se hace necesario revelar dosis de responsabilidad individual en aras a

garantizar la libertad individual y la igualdad de oportunidades, entendiendo el

derecho, como un conjunto de obligaciones, de deberes con responsabilidad

individual.

Siguiendo a los pensadores ordoliberales, se puede establecer una

correlación, según sus teorías, directa y positiva entre el grado de crisis social y

el respeto a determinados valores. Si bien, Derecho y Política no pueden

separarse y sus relaciones se han de regir por derecho positivo, es necesario

para el mantenimiento de un orden social justo, que la política se mantenga en

una relación de respeto, que buenamente puede ser consensuado, ético

suficiente, en la sociedad.

“El ordoliberalismo, es un movimiento interdisciplinario que busca la

superación de la especialización moderna, en los ámbitos prácticos, pero

igualmente, por eso mismo, en el ámbito teórico, porque, sencillamente, su

punto de partida central es la observación vital de una interacción e

interdependencia de todos los órdenes de la vida.”43

42 Plasencia, Luis. Ordoliberalismo, Responsabilidad individual e Igualdad. Redseca.

Mayo 2012 43 Böhmler Andreas A. El Ideal Cultural del Liberalismo. La Filosofía política del ordo-

liberalismo. Unión Editorial. Biblioteca Nueva de la Libertad. 1998 pág. 339.

56

El ordoliberalismo, es pues, no ya la fundamentación en sí de los

valores universales que necesariamente han de quedar establecidos para

garantizar una adecuada ética política, el ordoliberalismo debe entenderse

como un intento de orden que equilibra las potencias del orden liberal social.

Para el ordoliberalismo, en todo momento, se hace necesario el intento

de llegar a través de la razón al establecimiento de un marco ético y religioso

que garantice la humanización del orden natural del mercado, sin

contraponerse a él sino todo lo contrario, dejándolo actuar con la salvedad de

que todo acto denominado social ha de someterse a dicho respeto o marco

ético religioso mínimo.

“los ordoliberales entienden espontáneamente que la ética anclada en

valores religiosos es la única garantía de una vida social más o menos

armoniosa”44

44 Ibíd. Pág. 345

57

“La esperanza es el sueño del hombre despierto”

Aristóteles

CONCLUSIONES

Estamos en crisis y vivimos en crisis. La crisis no es sólo económica.

Lo económico ha sido la punta del iceberg que ha puesto de manifiesto las

consecuencias originadas por la pérdida de un horizonte vital en el ser humano.

El hombre se emancipa de su propia condición e inicia un recorrido sin atender

a las consecuencias, creyente de su propia capacidad.

En este camino, de positivización de la ciencia social, esta, obligada

por definición, se ha visto avocada a alejarse de sus propios orígenes, e incluso

a perder su condición de social por cuanto a la interdependencia, necesaria

que ha de darse y respetarse precisamente entre todas ellas para constituir o

garantizar un marco de convivencia, una sociedad global efectivamente justa.

La limitación de la capacidad racional de los individuos, y su anhelo por

alcanzar el posicionamiento ocupado por un Dios que declaraban muerto, ha

servido, por un lado, para experimentar avances sobredimensionados en

determinadas áreas o disciplinas, simultaneados, por otro lado, con una

permanente demostración de su incapacidad conciliadora para mantener un

orden tal que garantice un marco ético sostenible en el largo plazo.

58

La disciplina económica y la jurídica, en la práctica, han experimentado

una evolución en el mismo sentido si bien, alejándose la una de la otra,

encerrándose en su propia especialización.

La práctica política, y el mantenimiento de las instituciones se han visto

reducido a una mera justificación para el mantenimiento del actual paradigma,

con la finalidad de amedrentar cualquier posibilidad de cambio, por

esperanzadora que esta pudiera resultar. En este proceso, se ha visto obligado

como preso de su propia causa a caminar por senderos aparentemente

iluminados y liberados de todo prejuicio que pudiera causar un efecto limitante

en su incomprensible anhelo.

Pero existe un punto de retorno, alcanzable, y esperanzador donde

precisamente será la esperanza en la consecución de los objetivos sociales la

linterna que permitirá guiar al hombre, al individuo, de manera adecuada hacia

su vida en sociedad.

El retorno a los principios básicos de la ciencia y el reconocimiento de

la existencia de unos valores previos y universales otorgados por la religión (y

concretamente podemos afirmar que es el cristianismo el principal valedor) e

independientemente de que se esté a favor o en contra de cualquier religión,

constituyen y han de configurar el viejo-nuevo paradigma, para que sea el

sentido común, el sentimiento de pertenencia y el respeto al prójimo desde la

asunción de responsabilidades, necesario para siquiera soñar con tal horizonte

esperanzador.

El papel de las instituciones y de la vida política han de retornar a su

subordinado posicionamiento en relación a los intereses de los individuos que

constituyen cualquier sociedad.

No es el respeto, siquiera el consenso sino el reconocimiento de la

verdad lo que nos va a permitir situarnos en el camino adecuado para superar

la crisis de la sociedad actual.

59

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