Introducción a la Mitología (Primera parte. 1 de 3)

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Introducción a la Mitología (Primera parte. 1 de 3) Hans van Kasteel, autor del volumen “Questions homeriques. Physique et metaphysique chez Homère”, trata sobre el significado del mito y el valor de la mitología. Este trabajo, debido a su amplitud, ha sido dividido en tres partes a las que se accede a partir de la primera. [Ir a la segunda parte] Índice primera parte – Preámbulo. El mito de Hércules – Características del mito

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Introducción a la Mitología (Primera parte. 1 de 3)Hans van Kasteel, autor del volumen “Questions homeriques. Physique et metaphysique chez Homère”, trata sobre el significado del mitoy el valor de la mitología. Este trabajo, debido a su amplitud, ha sido dividido en tres partes a las que se accede a partir de la primera.

[Ir a la segunda parte]Índice primera parte

– Preámbulo. El mito de Hércules– Características del mito

Preámbulo. El mito de HérculesEn sus Memorables, obra que consagró a los recuerdos acercade su maestro Sócrates, Jenofonte describe la entrevista entre éste y el joven Aristipo. Con el fin de exhortar a Aristipo para que adoptara la virtud, Sócrates le cuenta

una fábula que él mismo oyó al sabio Pródico; se trata del famoso mito de Heracles (Hércules) en la encrucijada de loscaminos: «Según este relato, Heracles estaba llegando al final de la infancia y al comienzo de la adolescencia, una edad en la que, finalmente, los jóvenes se independizan y manifiestan la futura orientación de su vida que seguirá elcamino de la virtud o del vicio. Heracles se alejó hacia unlugar tranquilo y se sentó, porque dudaba acerca del caminoa seguir. Entonces, se le aparecieron dos majestuosas mujeres» (Memorables II, 1, 21-22).

Resumamos la continuación. Las dos mujeres son diosas. La que se dirige a Heracles en primer lugar, representa al Vicio; intenta persuadir al joven héroe para que la acompañe por «el camino más agradable y fácil»: es la vía de la izquierda o siniestra. Luego, la otra mujer, la Virtud, propone convertir al adolescente en un «excelente artista de obras bellas y venerables»: es la vía de la derecha o vía derecha. Se inicia una discusión entre ambas mujeres. La Virtud acusa a su rival de falsedad, evidenciando el humillante revés al que, inevitablemente, conduce su camino. En cuanto a la recta vía, ciertamente «larga y difícil», permite al final «poseer la mayor de lasfelicidades». He aquí la conclusión que Jenofonte pone en boca de Sócrates: «Así es como, más o menos, Pródico exponía la educación de Heracles mediante la Virtud. Sin embargo, había adornado sus pensamientos con palabras aún más magníficas que lo que estoy haciendo ahora. Vale la pena, Aristipo, que las guardes en mente y que apliques tusesfuerzos a regular la conducta que llevarás durante el resto de tu vida» (Memorables II, 1, 34). 

Características del mito

Este relato reúne todas las características del mito: a) Estradicional. / b) Es, ante todo, oral. / c) Presenta un carácter ambiguo o equívoco. / d) Contiene una enseñanza hermética o alquímica. Proponemos desarrollar separadamente estos aspectos que, por otra parte, están estrechamente ligados.

 a) El mito es tradicional. Orígenes

Jenofonte remonta el origen de este mito a Pródico (siglo Va. C.). El tema de la bifurcación, no obstante, es mucho más antiguo. En efecto, Homero, el poeta de la Ilíada y de la Odisea (siglo IX a. C.), sitúa un curioso prado llamado de los Asfódelos en los infiernos: es el prado de los muertos. Según Platón, otro célebre discípulo de Sócrates, en este prado tiene lugar el juicio al que se someten los espíritus de los hombres: «Se les juzgará en el prado, donde está la bifurcación, de donde parten los dos caminos que conducen, el uno a las islas de los bienaventurados, elotro al Tártaro […]. Habrá que discernir con la mayor justicia el camino que seguirán los hombres» (Gorgias, 524a 3-9).

Hesíodo, contemporáneo de Homero, escribió: «Es fácil escoger el vicio, y se hace en masa: el camino es llano y muy próximo (1). La virtud, en lo que a ella se refiere, según el decreto de los dioses inmortales, está precedida por el sudor: el camino que conduce a ella es, al principio, largo, empinado y rudo, pero, cuando se alcanza la cima, entonces es fácil, a pesar de su dificultad inicial» (Los trabajos y los días, 287-292).

El filósofo Pitágoras (siglo VI a. C.) explotó abundantemente el tema de la bifurcación. Servio dice a este respecto: «Sabemos que Pitágoras de Samos dividió la vida del hombre a la manera de la letra Y. En efecto, la primera edad es indecisa y aún no se ha entregado ni a los vicios ni a las virtudes. En cuanto a la bifurcación de la letra Y, ésta comienza con la juventud; en ese momento los hombres siguen, bien sea a los vicios, es decir, el lado izquierdo, bien sea a las virtudes, es decir, el lado derecho. Persio se inspira en ello para decir: Temblorosos,los espíritus son conducidos a la encrucijada» (2).

Platón, filósofo pitagórico (siglo IV a. C.), también asocia esta encrucijada con el juicio y el discernimiento. El fragmento que citamos proviene del famoso mito de Er, enel que el Panfilio Er es testigo de lo que ocurre en los infiernos: «Los jueces celebraban una sesión entre estas dos partes. Tras haber discernido y juzgado, ordenaban a los justos que siguieran el camino de la derecha, que sube

al cielo […] y a los injustos, el de la izquierda, que baja[...]» (República, X 614c 4-8).

En otra obra, Platón, por boca de Sócrates, expone lo que la tradición griega enseña acerca de la ruta del Hades: «Nome parece que sea ni simple ni única. Ya que no se precisarían guías y, bajo mi punto de vista, nadie se equivocaría de dirección, si sólo hubiera una vía. En realidad, parece tener un gran número de divisiones y bifurcaciones. Lo digo según lo que me enseñan nuestros usos sagrados» (Fedón, 108a 2-6).

Virgilio, poeta latino (siglo I a. de C.) impregnado de Homero, de pitagorismo y, en definitiva, de toda la tradición filosófica y literaria griega, retoma el mismo tema en su descripción de los infiernos: «Éste es el lugar donde el camino se separa en dos direcciones. La derecha conduce bajo las murallas del gran Dite [Plutón]: es nuestro camino hacia los Campos Elíseos. En cuanto a la izquierda, ejerce sus castigos sobre los malvados y los envía al impío Tártaro» (Eneida, VI 540-543).

La famosa rama dorada que permite a Eneas descender a los infiernos, reproduce, según Servio, esta bifurcación: «Según dice el poeta, por esta rama, que es una imitación de la letra Y, es por donde hay que buscar las virtudes» (Comentario a la Eneida, VI 136).

En fin, el tema de la bifurcación está tan divulgado, que incluso lo encontramos en el Evangelio según san Mateo: «Entrad por la puerta estrecha. En efecto, ancha es la puerta, y espaciosa la vía que conduce a la perdición; y numerosos son los que por ella pasan. Pero estrecha es la puerta, y angosta es la vía que conduce a la vida; y escasos son los que la hallan» (VII 13-14).

También vemos los mismos temas tratados con éxito por artistas posteriores. Así, por ejemplo, Bach compuso una bella cantata dedicada a la historia de Heracles en la encrucijada de los caminos, y Rubens la ilustró en una bellísima pintura.

En resumen, la bifurcación se sitúa ora en el otro mundo, ora en este mundo; se presenta a los jóvenes o a los espíritus de los hombres. Siempre va asociada al juicio, aldiscernimiento o a la discriminación. Veremos más adelante como este mito no sólo tiene un sentido moral, sino que también revela un sentido mucho más fundamental.

Así mismo, este breve esbozo muestra que se trata de un tema tradicional, tratado de generación en generación por poetas y filósofos. Lo mismo ocurre con el conjunto de los mitos: transmitidos de edad en edad, constituyen la unidad del pensamiento grecorromano.

No obstante, mucho más que la continuidad de los mitos en el tiempo, son sus fuentes lo que les garantiza su caráctertradicional. Los poetas, primeros inventores de los mitos, beben su inspiración en las fuentes de las Musas, como explica Platón: «¿Acaso no nos dicen los poetas que, como abejas, liban sus cantos de las fuentes situadas en algunosjardines y bosques de las Musas de donde mana la miel? (3).Hay un antiguo mito que no cesamos de contar y que ha obtenido el consentimiento de todos los demás: según este mito, cuando el poeta está instalado en el trípode de la Musa, pierde su razón; como una fuente deja fluir lo que brota [...]» (Leyes, IV 719c1-5).

También los filósofos pretenden beber de esta fuente. Un Cicerón, por ejemplo, no duda en afirmar en público: «Las cosas más elevadas, sé muy bien de qué fuente las he bebido» (4).

La fuente de las Musas o fuente musical, constituye el mismísimo fundamento del paganismo, como explica Servio: «Se llaman pagi a los pueblos, a partir de las ‘fuentes’, en griego, pegai, puesto que la costumbre es que los pueblos se creen a su alrededor. Del mismo modo se llaman pagani, ‘paganos’, a quienes, en cierto modo, beben de una única ‘fuente’, pegue» (Comentario a las Geórgicas, II 382).

b) El mito es oral. Mito y logosLa historia de Heracles nos ha sido transmitida mediante elescrito de Jenofonte. Pero, según este mismo escrito, Pródico ya la había recitado antes ante Sócrates y éste

último se la revela oralmente al joven Aristipo. Llegamos aquí a un aspecto fundamental del mito.

En efecto, el primer sentido de mito (mythos) es ‘palabra’,es decir, la que se dice y se oye, palabra alada, transmitida de viva voz, de boca a oreja; por oposición a la palabra escrita o leída, fijada y muda.

Mythos parece ser, pues, un perfecto sinónimo de logos, que designa también una palabra dicha oralmente. Los verbos correspondientes, mytheomai y lego, significan: ‘hablar, decir’; Homero, el más antiguo de los autores griegos, apenas usa el término logos (5); en cambio, utiliza muy a menudo mythos y siempre con el sentido que acabamos de indicar: «Tus palabras (mythoisin) y tus declaraciones me causan extremo placer» (Odisea, IV 597-598).

«¡Silencio! Temo que otro aqueo oiga esta palabra (mython) que jamás debería ser proferida por su boca» (Ilíada, XV 90-91).

Citemos el comentario de Eustacio acerca de estos últimos versos: «El verbo aguein, ‘proferir’, se aplica a la palabra animada, ya que la palabra proferida es un sonido vocal y vivo, al contrario de la palabra escrita» (Comentario a la Ilíada, t. III, p. 201).

Igualmente en la Ilíada, Iris, la mensajera de los dioses, pregunta: «¿Acaso debo llevar esta palabra (mython) a Zeus?» (XV, 202). Y Eustacio comenta:«Tampoco aquí, esta expresión se aplica a algo inanimado, sino al hecho de proferir, agein, un verbo del que deriva aggelos, ‘mensajero’» (Comentario a la Ilíada, t. III, p. 262).

Si embargo, desde un punto de vista etimológico, los sinónimos no existen. Simplificando, podríamos decir que el logos incluye más bien un aspecto racional e intelectual:lógico, mientras que el mito incluye sobre todo una faceta de fábula o fabuladora: mítica. Esta diferencia aparece másde una vez en Platón. Por ejemplo, el célebre Protágoras, después de haber presentado su enseñanza bajo la forma de un mito, sigue diciendo: «A este respecto, Sócrates, no

haré un discurso mítico (mython), sino razonado (logon)» (Protágoras, 324d6-7).

El relato mítico pertenece sobre todo al poeta; el discursorazonado, al orador:

«El poeta debe, si quiere verdaderamente ser poeta, crear relatos míticos (mythous), y no discursos razonados (logous)» (Platón, Fedon 61b3-4).

También podríamos decir que el logos va destinado a los quetienen uso de razón; el mythos, más gracioso y placentero, se dirige al niño que hay en cada cual: «¿Acaso debo haceros la demostración recitando un mito (mython legon), como un anciano a los jóvenes? ¿O bien debo explicarme mediante un discurso razonado (logoi)? […] Pues bien, me parece más agradable contaros un mito (mython legein)» (Platón, Protágoras, 320c3-7).

Generalmente son las ancianas y nodrizas quienes divierten a los niños con relatos mitológicos: «Los niños tienen ancianas a su servicio por el placer de oírles contar mitos(mythologesai)» (Platón, Hipias mayor, 286a1-2). «Quizás estas declaraciones evocan en ti un mito (mythos), como lo contaría (logesai) una anciana […]» (Platón, Gorgias, 527a4-5).

También san Pablo alude a estos «mitos de ancianas» (I Timoteo, IV, 7). Añadamos una reflexión del platónico Juliano (siglo IV d. C.): «Si algo hay que decir en favor de aquellos que fueron los primeros en dar forma a los mitos, creo que lo hicieron para las almas infantiles. Las nodrizas atan correas de cuero a las manos de los niños irritados por la salida de los dientes, para calmar su dolor. Los mitólogos actúan de modo parecido para con la pequeña alma, cuyas alas empiezan a crecer, que desea sabermás, pero que aún no es capaz de aprender la verdad: la riegan como se irriga un campo sediento para calmar, creo, el cosquilleo y el dolor» (Discurso VII, 206c-d).

Todos estos fragmentos ilustran el origen del término mitología, que luego se impuso: los mitos, ante todo, se relacionan con la palabra, el lenguaje hablado y la

tradición oral. El sabio san Jerónimo, en su versión latinadel Nuevo Testamento, traduce siempre la palabra griega mythos por ‘fábula’, del verbo fari ‘hablar, decir’.

Desde el momento en que se pone por escrito el mito, pierdesu carácter original y cae en el dominio de la mitografía, término mucho menos utilizado por los griegos. En el sentido estricto, el mito o la fábula se convierte entoncesen una leyenda: una cosa que hay que (saber) leer. La diferencia es importante. La más inspirada de las partituras, podría encantar a un melómano tanto como lo haría su interpretación, ya fuera instrumental o vocal, viva?

Los niños adoran escuchar los antiguos relatos mitológicos,del mismo modo que los cuentos de hadas, «llamados también con mucho acierto cuentos de nodrizas, para divertir a los pequeños» (6). El tesoro de los mitos griegos es inagotable: hay materia para llenar horas innumerables; para nutrir y encantar a los jóvenes espíritus durante las largas tardes de invierno; para, finalmente, instruirlos dichosamente. Efectivamente, «los niños no necesitan explicaciones pues son inteligentes y lo comprenden todo enseguida» (7).

c) El mito es ambiguoPero los niños crecen y tarde o temprano son razonables. Enla escuela, los alumnos que tienen la suerte de poder leer en griego la historia de Heracles, o a quienes se les cuenta algún otro mito, acaban, inevitablemente, formulandola misma pregunta que el joven Fedro hacía a su maestro: «¡Pero, dime, Sócrates, por Zeus! ¿Crees que este relato mitológico es cierto?» (Fedro, 229c4-5).

¿Son verídicos los mitos? ¿En qué medida? Oigamos lo que dice al respecto Eustacio, el comentador de Homero: «Notemos que el poeta utiliza siempre mito, en el sentido simple de ‘palabra’. El empleo de este vocablo para designar una palabra mentirosa se encuentra en los autores posteriores […]. Estos últimos lo han degradado para convertirlo en una palabra mentirosa, reservando logos, parala conversación humana ordinaria» (Comentario a la Ilíada, t. I,p. 26).

Platón es uno de esos autores posteriores: «El hecho de queno se trate de un mito ficticio, sino de un relato (logon) verídico, me parece muy importante» (Timeo, 26c5-6). «Entrelos discursos (logon) estaban los que eran míticos y los queeran más bien verídicos» (República, VII 522a 7-8).

Aunque Homero también asocia mythos a mentira: «Esta palabra (mythos) no es verídica» (Odisea, XXIII, 62). «Un eolio me engañó con su palabra (mythoi)» (Odisea, XIV, 379).«No dice la verdad, sino que tomó la palabra (mython) para lo contrario» (Odisea, XIII, 254).

Eustacio comenta este último verso del modo siguiente: «Habla para mentir. Pues lo contrario de la verdad es la mentira» (Comentario a la Odisea, t. II, p. 48).

No obstante, según Platón, el mito homérico, o el poético en general, expresa la verdad bajo sus apariencias engañosas:  «Lo que ayer nos exponías en un mito, transportémoslo ahora al plano de lo cierto […]» (Timeo, 26c7-8). «¿Acaso todo lo que dicen los mitólogos o poetas, no es precisamente una exposición sobre lo que ha sido, es o será?» (República, III 392d2-4).

Por otro lado, también el príncipe de los poetas y de los mitólogos, Homero, relaciona mito con verdad: «Comprende mipalabra (mython); te hablaré (mythesomai) sin error y sin ocultar nada» (Odisea, XIX, 268-269). «Diré (mythesomai) toda la verdad» (Odisea, XI, 507).

[Ir a segunda parte]_________NOTAS:1. La palabra griega leos se relaciona con la latina laevis ‘liso, llano’. Por otra parte, laios y laevus significan ‘izquierdo, siniestro’.

2. Servius, Comentario a la Eneida VI, 136. La cita proviene dePersa, Sátiras V, 3.

3. Platón, Ion 534a, 7-9. El filósofo asocia meli ‘miel’ y mele ‘cantos’.

4. Cicerón, Pro Licinio Archias, 13. La defensa en favor de Archias es una de los más notables que Cicerón haya pronunciado jamás. El poeta Archias estaba amenazado de expulsión, por no haber cumplido las formalidades que permitían a los extranjeros adquirir el derecho de ciudadanía romana; era un «sin papeles» de la antigua Roma.Cicerón consigue salvar a su cliente basándose casi exclusivamente en el argumento según el cual el poeta «estáinspirado por un soplo divino», y que los poetas son «hombres santos, porque nos han sido confiados, parece ser,como un don, un regalo que proviene de los dioses» (Pro Archias, 18).

Hoy en día, tal apología sería impensable; los tiempos bárbaros ya no lo permiten. En la Antigüedad, el proceso deArchias no fue una excepción. En Atenas, el poeta Sófocles ganó un proceso, sólo con citar ante sus jueces un extractode su última tragedia, cuyo contenido no tenía nada que vercon el litigio. Todo esto supone una sociedad en la cual laelite dirigente es, al mismo tiempo, una elite letrada.

5. Según Eustacio, arzobispo de Tesalónica y sabio comentador bizantino de Homero (s. XII): «Los Antiguos pretenden que la palabra logos era desconocida por Homero» (Comentario sobre la Odisea, t. II, p. 35). De hecho, la palabra sólo aparece una vez en la Ilíada (XV, 393), y una sola vez en la Odisea (I, 56).

6. E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope I, Arola ed., Tarragona 2000, p. 195.

7. Ibídem, p. 162.

Introducción a la Mitología (Segunda parte. 2 de 3)Hans van Kasteel, autor del volumen “Questions homeriques. Physique et metaphysique chez Homère”, trata sobre el significado del mitoy el valor de la mitología. Un artículo dirigido principalmente a los jóvenes.

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 Índice segunda parte– Verdad y mentira del mito– El mito es alquímico– El héroe y el adepto– La Gran Obra en la Odisea y en la Eneida Verdad y mentira del mitoLa conclusión es evidente: el mito mezcla verdad con mentira; contiene un sentido verdadero y un sentido falso. He aquí por qué Emmanuel d’Hooghvorst hablaba con tanto acierto de «la literatura equívoca de los antiguos mitólogos» (8). Citemos una vez más a Platón: «Quizás estemos cerca de alguna verdad; quizás también nos extraviemos en otra dirección. Sin embargo, a modo de juego, hemos compuesto un himno mítico, haciendo un discurso mezclado que no es del todo increíble […]» (Fedra, 265b7-c1).

«En los relatos mitológicos de los cuales hablábamos antes,[…] ajustamos lo máximo posible la mentira con la verdad: ¿acaso no hacemos algo útil?» (República, II 382c11-d3).

Esto es lo que hace Homero, según escribe Eustacio en su Comentario sobre la Odisea: «No modifica los mitos sólo por el gusto de la ficción, sino que, según sus propias palabras, “explica numerosas mentiras parecidas a la verdad”, y “mentiras de las cuales uno podría no darse cuenta”» (Introducción)

También dice Homero: «La lengua de los hombres es voluble; encierra numerosas palabras (mythoi) de todas clases. A menudo, los relatos se extienden aquí y allí» (Ilíada, XX 248-249).

El comentario de Eustacio sobre la Ilíada es muy claro: «Conestas palabras, el poeta alude al sentido de sus propias palabras, a la abundancia de su discurso y a su doble lenguaje» (t. IV, p. 157).

Los personajes homéricos están hechos a la imagen de su creador. En la Ilíada, Aquiles, el personaje central, es increpado en estos términos: «¡Hablas francamente y tus dichos (mython) son mentirosos!» (XXII, 281).

Platón confirma esta curiosa paradoja por boca de Sócrates:«Ha sido claramente demostrado que un mismo hombre es mentiroso y verídico. Por consiguiente, si Ulises es mentiroso, también es verídico; y si Aquiles es verídico, también es mentiroso. Ambos hombres no son distintos ni opuestos, sino que se parecen» (Hipias menor, 369b3-7).

En cuanto al héroe de la Odisea, es famoso sobre todo por el relato de sus aventuras ante Alcínoo, rey de los feaciosy su esposa. Este relato abarca enteramente los cantos IX aXII. Es, precisamente, en los últimos versos del canto XII,donde aparece por primera vez en la literatura griega el verbo compuesto mythologeuein, ‘decir mitos’.

«¿Por qué hacerte el relato mitológico (mythologeuo)? Ayer ya te contaba estas cosas en tu palacio, a ti y a tu poderosa esposa. De lo que ha sido dicho muy claramente,

detesto rehacer un relato mitológico (mythologeuein)» (XII, 450-453).

Eustacio comenta así la última frase: «Se trata de decir enun doble lenguaje lo que ha sido dicho muy claramente» (t. II,p. 35).

En definitiva, los mitólogos tienen la lengua bífida, lengua cuya forma evoca, por otra parte, la de la letra Y. Cuando la palabra se vuelve escrita no es indiferente que mythos contenga una Y. Nos permitimos citar al autor de El Hilo de Penélope: «Convendremos que esta Y debía entrar, según la antigua grafía, en la composición del término ‘mito’, con el fin de avisar al prudente lector que no hay mito sin equívoco» (9).

En el estudio de la mitología, para distinguir lo verdaderode lo falso es necesario tener discernimiento. El sentido realdel mito de Heracles, enfrentado a las dos diosas, aparece ahora con toda su luz: no se trata de una elección moral que deba hacer el hombre, sino de la inteligencia que se tieneo no se tiene, de la palabra divina o profética. ¡Eso es eljuicio!

«La letra Y era para los pitagóricos el signo de la discriminación y de la elección. Era el símbolo de Hérculesen la encrucijada de los caminos. Las dos astas de la Y evocan las dos enseñanzas posibles contenidas en la misma letra: la vía de la izquierda o sentido siniestro; es la vía ancha por la que muchos se pierden. La otra, la de la derecha, es estrecha y espinosa, por ella unos pocos se salvan; es la de la gnosis, tan desacreditada, y con razón»(10).

«Vemos aquí una alusión a la famosa letra Y, cuyas dos astas, una hacia la derecha y otra hacia la izquierda, simbolizan la discriminación necesaria para la comprensión de los textos, pues la misma letra de la enseñanza escrita posee siempre dos sentidos, de los cuales uno es siniestro o de la izquierda, y el otro, el de la derecha, muestra la vía del saber» (11).

Así, en la Ilíada, al Tersita, el simple, quien habla «sin medida» (Ilíada, II 212), se le califica de akritomythos, (Ibid.II 246) ‘que habla sin discernimiento’, o que ‘no distinguela palabra’, es decir: que no distingue lo verdadero de lo falso.

En la Odisea, al contrario, no sucede lo mismo con el cíclope, después de que Ulises y sus compañeros le clavaranen el ojo la estaca que habían confeccionado en forma de Y.

«Es la medida devuelta al ogro, al gigante desmesurado, se la introducen en el ojo. Esta regla de oro se expresa por la letra Y. Medir también es comparar, discriminar entre lo puro y lo impuro […] a partir de este momento Polifemo sabrá servirse de este árbol Y, hincado en su ojo» (12)

El mito es alquímicoJenofonte atribuye la invención del mito de Heracles a Pródico, el sabio. A menudo, en las obras de inspiración moderna, los mitos se atribuyen a lo que, abusivamente, se denomina una sabiduría popular. Se trata de un prejuicio típico de nuestra época que no reposa sobre ningún fundamento. Los antiguos jamás reconocieron sabiduría alguna en la multitud. La sabiduría, haciendo una perogrullada, es el atributo de los sabios. Así, los mitos siempre son patrimonio «de los filósofos y de los poetas instructores de los pueblos» (13).

«Los antiguos filósofos escondían los secretos más profundos de su saber bajo la ficción de historias poéticasy divertidas. Enseñaban sin profanar y así, bajo una forma mitológica, transmitían la memoria de su tradición a la multitud de avaros e ignorantes» (14).

«Sin embargo, ¿se ignora acaso que la Ilíada y la Odisea eran la Biblia de los griegos? ¿El código de su saber y de su verdad? ¿Acaso esta Biblia contendría sólo historias sin fundamento? ¿Quién lo creería? ¿Habrían atravesado mileniosestos poemas sólo para venir a contarnos historias infantiles? Contemporáneo de aquellos egipcios hieráticos, cuya civilización entera tendía hacia el misterio de la regeneración, cien años después de Hiram y Salomón, ¿el autor de la Odisea no tenía nada que decir, salvo

futilidades? Creer esto, sería como pasar al lado de la realidad sin verla, como los rústicos pretendientes en presencia del dux Mentes» (15).

«La Odisea, esta Biblia de los griegos, ha perdido su sentido y, poco a poco, se ha convertido en una obra literaria […] La intención de los grandes poetas de la Antigüedad era la revelación y no la “literatura”, ya que la función de los aedos era profética; no hay poesía sin musa, es decir, sin inspiración, en el sentido preciso de la palabra” […]. La profundidad inquieta y molesta a los espíritus superficiales y mediocres. El racionalismo les tranquiliza. Por otro lado, la simple belleza literaria, essólo un reflejo de la corteza, que se contente con ello quien quiera» (16).

«Vemos en estos cuentos numerosos indicios de un antiguo y noble linaje, que se remonta a los orígenes mismos de la tradición, que constituye el honor de la humanidad. No nos cabe la menor duda de que un desconocido adepto de la gaya ciencia se encuentra en el origen de estas fábulas que relatan a los niños los misterios de una Edad de Oro, de laque la nuestra está actualmente muy alejada. Si estas fábulas han perdurado, es porque su perfume de verdad las ha asociado a la memoria de los hombres, como por un instinto profundo que se vincula a los signos de la tradición olvidada» (17).

El héroe y el adeptoEl adepto es aquel que alcanza o realiza la Gran Obra, o elGran Arte. «Hércules fue, por sus famosos trabajos, una figura del adepto de la Gran Obra» (18). En efecto, según el texto de Jenofonte, Pródico describe «la educación de Hércules por la Virtud», por esta gran dama llamada Areté, es decir, el gran Arte, según la etimología tradicional de la palabra griega. Así, Hércules sigue otra vía que la de aquellos que «no tienen medida ni peso como en el Arte que los hubiera educado» (19). De este Arte nos hablan constantemente los mitólogos: «Entre todas las formas del arte, la poesía es, sin duda, la más digna de admiración aquí abajo, ya que tiene por materia la más noble función humana: la palabra. La poesía, la verdadera, se confunde con la profecía. Los antiguos no dudaban que los poetas

estuvieran poseídos por un ser divino, la musa. Sin musa, no hay poeta. […] Pero, esta poesía anuncia un arte todavíamás noble, que sólo encuentra su justificación en sí mismo,en la gratuidad de un eterno reposo: es la fiesta en la queel rey púber se divierte y ríe en su Olimpo, tal es el granArte al que aspiran, mediante las operaciones de la Gran Obra, los sabios quymicos: si escribimos esta palabra con una Y bicorne, ¿no será porque Virgilio, nuestro divino poeta, recibió su saber y su arte de este cuerno?» (20).

«Los grandes poetas de la Antigüedad han cantado el gran Arte y así nos han transmitido su recuerdo, y entre ellos, Ovidio» (21).

«Los grandes poemas de la Antigüedad no eran obras literarias en el sentido moderno, sino revelaciones poéticas de la Gran Obra, que también es un Gran Arte. La Odisea no escapa a esta definición» (22).

«La Odisea, escribíamos, es un poema iniciático, una revelación sobre la Gran Obra, como lo fueron los textos bíblicos y las célebres obras poéticas del pasado. En ellassólo vemos literatura, porque nuestros espíritus siguen la moda y nuestro gusto se ha debilitado» (23).

¿Cuál es el objeto de este Arte, de esta Obra? Es la regeneración del hombre caído, su apoteosis. Hércules sigueun camino sembrado de pruebas y trabajos, pero al final, alcanza el Olimpo y sus dioses inmortales: «Los poemas homéricos eran contemporáneos del profeta Elías. Aunque la tradición de la regeneración física del hombre sea muy antigua, pues data del principio de la humanidad, no es, sin embargo, patrimonio exclusivo de Israel. Los misterios de la palingenesia o nuevo nacimiento son universales, al igual que la tradición y la enseñanza que a ellos se refieren. Según la historia romana, Eneas y Rómulo habrían conocido, ellos también, esta apoteosis al final de su existencia terrestre» (24).

«La poesía homérica es un himno a esta radiante humanidad, cuyos hombres formaban con los dioses una comunidad de viday de pensamiento, que iba hacia la apoteosis del héroe

divinizado. ¿Acaso no es éste el objeto de la Tradición quenos viene de nuestro Padre Antiguo? » (25).

La Gran Obra es la obra a la que se dedican los quymicos, también llamados hermetistas, ya que su único maestro es Hermes, el Toth egipcio. La palabra griega quymeia significa ‘fusión’: la Gran Obra es la obra quymica que permite la fusión del hombre con Dios. Virgilio, por ejemplo, escribe: «¡He aquí la Obra, he aquí la labor! Pocos hombres […] han sido capaces de ello: aquéllos que los dioses engendraron» (Eneida, VI, 129-131).

El comentario de Servio sobre la Eneida es explícito: «Es unlenguaje poético, o bien el de la ciencia profunda de los filósofos […]. Los dioses los engendraron, porque las potencias superiores, mediante una fusión, se unían a sus cuerpos, y así es como creaban a los héroes» (VI, 129-131).

Quien dice quymica o ‘fusión’, dice enseñanza relativa a los metales y en particular al oro, que es el principio de la inmortalidad: «Creemos que el sentido último en la interpretación de los mitos, sólo puede ser entendido desdeun punto de vista hermético, en particular alquímico. Se trata del arte y de la ciencia de la regeneración física y completa del hombre y de toda la naturaleza mediante la piedra filosofal, lo que Varrón llamaba, como ya hemos visto, “los secretos iniciáticos del rey”. A menudo se confunde la alquimia con la simple fabricación del oro, pero se olvida que su intención es mucho más profunda y queestá en relación directa con la palingenesia, palabra griega que significa “nuevo nacimiento”» (26).

«No obstante, los poetas antiguos no escribían para decir futilidades y la profundidad de su inspiración estaba en relación a su propósito. Las ficciones poéticas y los floreos de estilo no eran más que un lenguaje encubierto. Por lo tanto, el lector debe despojarse aquí de todos los prejuicios que el racionalismo y el espíritu moderno le hayan aportado. La Eneida es una historia real, la del oro filosofal que alcanza su perfección a través de los sufrimientos de la Gran Obra. Dicha hipótesis ya había sidoexpresada por Dom Pernety y otros antes que él» (27).

«La Eneida es un canto a la gloria de la edad de oro de Roma, yde la cual, por lo demás, el autor debía anunciar el retorno en su IV Bucólica» (28).

«La Odisea es, como la Ilíada, un romance de caballería análogo a nuestros cantares de gesta, cuyo sentido homéricono puede negarse. […] Al igual que el ciclo del rey Arturo y la mesa redonda, la Odisea es la historia de una búsqueda,la del oro fino» (29).

«El tema de toda revelación es la gnosis del oro físico, este sol terrestre, objeto de todos nuestros deseos. Tal es también, ya lo hemos escrito, el significado profundo de la Odisea, monumento desconocido de la filosofía hermética»(30).

La Gran Obra en la Odisea y en la Eneida

Más precisamente, Ulises en la Odisea y Eneas en la Eneida representan este principio de oro. Según la filosofía hermética o alquímica, nuestro mundo, como todo ser vivo, está animado por un soplo, un espíritu, un alma: es el mercurio vulgar o el oro volátil. Este yerra, ligero,por el mundo, constantemente irritado, ya que está insatisfecho: su único deseo es el de fijarse, de corporificarse, de adquirir un peso. Se trata de la idea platónica aún no concretizada, es decir, vana:

«Según la inspiración hermética de la Odisea, Ulises sería el oro de los filósofos, siempre irritado en su vagabundeo,mientras permanece en estado volátil, intentando siempre fijarse en su tierra con Penélope, su legítima esposa» (31).

«El héroe principal del poema, Ulises, cuyo nombre significa ‘el irritado’, no es otra cosa, hemos dicho, que el mercurio vulgar, que no es el del termómetro, sino el oro volátil en busca de su tierra, Itaca; permanece vagabundo e irritado mientras no la encuentra» (32).

«Así pues, nuestro oro volátil, viajando en su navío mercurial sobre el mar del mundo, ha perdido su Itaca, su tierra ancestral, es decir aquella que le es propia. No

puede, pues, realizar su deseo: corporificarse en la purezade su naturaleza. Helo, de este modo, arrastrado por las corrientes de este mercurio vulgar, Espíritu Universal, lejos de su realización, como alma ligera; la idea del oro en su navío. Ahí el oro no tiene rostro y está como vacío» (33).

«El vagabundeo de Ulises y sus numerosas aventuras recuerdan a las del mercurio vulgar que yerra sin cesar en busca de su propia tierra» (34).

Sin embargo, cuando este oro esté fijado en un lugar conveniente, se vuelve elocuente: se le puede comparar a la idea fijada por la palabra: «Así pues, nuestro oro puede servolátil o fijo, espiritual o corporal, noble o vulgar, mineral o metálico, glorioso o despreciado, manifestado o no, perdido o reencontrado, muerto o vivo, veneno o medicina. De eso nos hablará Homero en el canto IX de la Odisea. El oro es quien habla; Ulises empieza, para su huésped, el sabio Alcinoo, la famosa narración de sus aventuras. En efecto, aquí la naturaleza fija del oro da lecciones, pero no las recibe de nadie» (35).

«Ulises cuenta estas aventuras al sabio Alcinoo, su anfitrión, al final de su vagabundeo. Es una revelación hecha por el oro de los filósofos a aquél que lo aloja. Encontraremos estas narraciones en los cantos IX a XIII de la Odisea» (36).

«Repitámoslo, Ulises no es otro que el oro de los filósofos, y ya hemos tenido ocasión de escribirlo, a propósito de la estancia de Ulises en casa de Alcinoo, rey de los feacios; los relatos de Ulises son como las confidencias del oro al alquimista, un secreto transmitido y guardado bajo el sello de la ficción. ¡No hay que creer que el oro no tenga musa! ¡Pero hay que tener ojos y oídos!» (37).

«Estos relatos son como las confidencias del oro al alquimista. Enseña su arte real, que un rey protege y guarda en sí mismo: confidencias de un rey a otro rey, secreto guardado bajo el sello de la ficción» (38).

Ya hemos puesto de relieve que los relatos de este metal elocuente son cualificados por el mismo Homero de mitológicos. Añadamos que, según un comentario de Eustacio, el mito puede efectivamente identificarse con un metal. He aquí lo que escribe el poeta:

«No esperes conocer todas mis palabras (mythous)!…Tú, cesa de preguntarlas todas, y no las busques (metalla)! » (Homero, Ilíada, I 545-550).

Y puntualiza Eustacio: «El verbo metallan siempre significa en Homero: ‘buscar con empeño’. De este verbo deriva metalluein, “buscar”, utilizado respecto a lo que se encuentra bajo tierra. Las cosas que se desentierran se llaman metalla, ‘metales’, llamados así porque se piensa en ellos después de todo el resto (metalla)» (Com. sobre la Ilíada, t. I, p. 212).

Todo lo que ha sido dicho precedentemente a propósito de lainspiración hermética o alquímica de los poemas homéricos yde la mitología en general, será confirmado por la etimología misma de la palabra mythos.

Introducción a la Mitología (Tercera parte. 3 de 3)Hans van Kasteel, autor del volumen “Questions homeriques. Physique et metaphysique chez Homère”, trata sobre el significado del mitoy el valor de la mitología. Un artículo dirigido principalmente a los jóvenes.

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Índice de la tercera parte– Etimología de Mythos– Mythos y thymos– Itinerario mitológico– Reflexión final. Sobre las lenguas clásicas 

Etimología de MythosEn la Ilíada, Ulises forma parte de aquéllos que «tejían palabras (mythos)». (III, 212) A Eustacio, la imagen le suscita el siguiente comentario: «Es una expresión metafórica relativa al funcionamiento complejo del telar. En efecto, combinando la trama y la urdimbre, se realiza untejido. Igualmente, combinando las palabras, se produce un relato. También se constatará que en base a esta analogía, la tela de Penélope en la Odisea, representa las palabras de los filósofos» (t. I, p. 328).También se puede leer en el Hilo de Penélope: «La Biblia de los Griegos no tiene sentido sin el hilo dejado por nuestra Penélope. Sólo ella, en efecto, ve la trama con que están tejidas las fábulas» (39).

Aún más, leamos la continuación del comentario de Eustacio:«Hay que saber que la expresión homérica: “tejer relatos” incitó a algunos de entre los autores posteriores a componer versos según el modelo de una tela, les daban el nombre de “telas”. Cada verso desarrollaba el mismo número de letras; a lo ancho se leía una cosa, pero en profundidad, otra, de modo a obtener distintos sentidos. Eneste tipo de versos, se tenía, en cierto modo, la urdimbre por una parte y la trama por otra» (t. I, p. 328).

Según la antigua exégesis rabínica, se aplica el mismo procedimiento de composición a algunos versículos bíblicos en el texto original hebreo. También aparece en los famososcuadrados mágicos, compuestos por números, o incluso palabras que constituyen frases. El acróstico es otra forma, relativamente simple y aún utilizado actualmente. Finalmente, el palíndromo, palabra o frase que se puede leer al revés, también es una ingeniosa variante. ¿Acaso noestá dicho acerca de Penélope: «Es la esposa fiel que espera en casa, “la que ve la trama”; dicho nombre es muy apropiado a esta tejedora que desteje (o del revés)» (40).

Y en el verso ya citado, ¿no hemos visto a Ulises «tomar lapalabra (mython) al revés»? (XIII, 254). Así pues, al aplicar este procedimiento de origen homérico a la palabra mythos, y escribiéndola al revés, se obtiene thymos. Homero, por otra parte, asocia estas dos palabras desde el comienzo de la Ilíada, cuando el sacerdote Crises suplica a

Agamenón: «Pero el hijo de Atreo, Agamenón, experimentaba desagrado en su espíritu (thymo): lo despachaba de malas maneras, añadiendo una ruda palabra (mython)» (I, 24-25).

Eustacio hace notar: «A causa de la relación anagramática que se manifiesta entre thymos y mythos, se produce un falsoeco, como se indicará más adelante» (t. I, p. 26).

Aparece el mismo comentario respecto a la Odisea: «Ya hemosindicado en otra parte que una cierta elegancia aparece conla relación anagramática entre thymos y mythos» (t. I. p. 290).

En la obra homérica, son innumerables los pasajes en los que las dos palabras aparecen una al lado de la otra y estoconfirma la relación etimológica, en el sentido antiguo deltérmino, que el poeta establece entre ellas.

Mythos y thymos¿Qué significa exactamente la palabra thymos? Emparentada al vocablo latino fumus, ‘humo’,designa primeramente un soplo: el espíritu, el alma. Expresa tambiéneldeseo del corazón, el mismo corazón, el valor. Finalmente, significa la cólera. La palabra está ligada al verbo thyo: ‘lanzarse,precipitarse con furor’, hablando del viento o del mar, y también: ‘desear ardientemente’.

En resumidas cuentas, el thymos es un alma, un soplo, un espíritu agitado como por una tempestad, sometido a un deseo furioso y a la cólera. En el capítulo precedente, hemos evocado «este alma del mundo vagabunda, celosa y siempre insatisfecha, parecida a la Juno de la Antigüedad» (41). Añadamos alguna cita relativa a este tema: «En cuantoa la volátil Juno, es aquel aire tan rebelde y tan errante que los discípulos del Arte tienen tanta dificultad en fijar. La errante Juno está perpetuamente celosa de lo que no posee» (42). «Ulises, cuyo nombre significa el irritado […]se parece a la diosa Juno de los romanos que la Eneida nos muestra colérica y celosa de Eneas, hijo de Venus o la belleza de los cuerpos. También hemos asociado a Ulises unode los grandes nombres sagrados de los misterios de Eleusis, Hue, ¡llueve! es el nombre que mejor corresponde aeste mercurio vagabundo» (43). «De acuerdo con el lenguaje

de sus antiguos misterios, los griegos dieron a este mercurio que se encierra en el odre, el nombre sagrado de Hue, es decir, ¡Llueve! Es el nombre más adecuado para este espíritu vagabundo, siempre irritado e insatisfecho, que busca perpetuamente corporificarse en un lugar adecuado. Eladepto del arte químico es el único que puede ayudarle, poreso es el más preciado de los hombres» (44). «He aquí el oro de la vida o mercurio vulgar, errante y no fijado, suspendido en el gran Océano que envuelve nuestro globo. Yahemos visto que uno de los nombres del oro volátil, en los misterios de Eleusis, era Hue ¡llueve! En este estado, que corresponde al mundo platónico de las ideas, el genio de Hue piensa el mundo sin tener su peso. Es un mago sin magia, mudo, errante, en perpetua búsqueda de un lugar, de un habitáculo terrestre y fijo, pues este pensamiento desea hablar, decirse, definirse, pesar como cuerpo y tener medida, ya que el logos platónico está definido como la medida de todas las cosas. Este errante no puede realizar su gran deseo: formar su fruto en el Arte, por eso se llama Ulises, el irritado»  (45). En efecto, «el deseo de Hue», es «el deseo de hablar» (46). «Todos buscan aquello que podría fijarles, tal como la palabra fija el pensamiento y le da peso» (47). «¡Oh cocer el viento en una palabra! » (48).

Menelao es uno de estos adeptos del Arte: «Llegó a fijar este espíritu universal, madurarlo y hacerle hablar. Este mercurio vulgar, cuando es fijado en forma de mercurio fluido, se convierte en el de los filósofos y […] por esto se supone que habla. Mercurio era el dios de los ladrones yde los oradores»  (49).

A la luz de esta enseñanza, se comprende que un tipo de conversión es necesaria para obtener las metamorfosis de thymos en mythos. Fijar las ideas, concentrar el pensamiento ligero en un decir grávido de sentido, dar la palabra a este espíritu mercurial, cogerle la palabra, hacer hablar este Mercurio o Hermes: he aquí el objetivo del hermetismo.

Homero no cesa de atestiguarlo: «El benéfico Hermes meditaba en su espíritu (thymon)…y le dijo esta palabra (mython)» (Ilíada, XXIV 679-682). «Tras haber retomado su aliento y concentrado su espíritu (thymon) en su corazón, contestó con estas palabras (mythosin)» (Odisea, XXIV 349-

350). «Fijó estas ideas en su espíritu (thymo)… y hablando en voz baja, me dijo esta palabra (mython)» (Odisea, XIV, 490-492) «Concibió un proyecto en su espíritu (thymo)… y ledijo esta palabra (mython)» (Ilíada, VII 44-46). «Ella dijo esta palabra (mython): ¡Oídme! Os diré aquello que los dioses inmortales me ponen en el espíritu (thymo)» (Odisea, XV, 171-173).

«El Padre de los hombres y de los dioses empezaba diciéndoles estas palabras (mython), ya que se había acordado en su espíritu (thymon)» (Odisea, I, 28-29).

Se hallarán decenas de ejemplos de este género en los poemas de Homero. Demuestran que el thymos es el origen del mythos, es decir, de la palabra dicha y, en definitiva,de la mythologia.

Itinerario mitológicoLa literatura mitológica es apasionante, pero vasta. A los lectores deseosos de abordarla, sugerimos algunos autores escogidos. Los que escribieron en griego:HOMERO: la Ilíada y sobre todo la Odisea; los Himnos Homéricos.HESIODO: los Trabajos y los días y sobre todo la Teogonía.PINDARO: las Odas; autor difícil, pero mitólogo ilustrado.ESQUILO, SÓFOCLES Y EURIPIDES: sus tragedias desarrollan detalladamente un número considerable de mitos conocidos.PLATON: este filósofo inventó varios mitos que son famosos,por ejemplo, en la República (el mito de la caverna, el mito de Er), en el Banquete, etc.APOLONIO DE RODAS: demasiado poco conocido, autor de las Argonauticas.PLUTARCO: su Isis y Osiris es fundamental.Los que escribieron en latín:VIRGILIO: la Eneida, perla de la literatura latina.OVIDIO: los Fastos y sobre todo, las Metamorfosis, obra clásica básica, que reúne casi toda la mitología antigua.ESTACIO: la Tebaida.APULEYO: autor del Asno de oro, o Metamorfosis.Entre los comentadores antiguos citemos a: PORFIRIO y EUSTACIO (para Homero) y a SERVIO (para Virgilio).

La verdadera «clave de las fábulas», se halla, hoy en día, en El Hilo de Penélope I de Emmanuel d’Hooghvorst. A lo largo de

un centenar de páginas, el autor revela el sentido fundamental de la mitología, no sólo homérica y virgiliana,sino de su totalidad.

Reflexión final. Sobre las lenguas clásicas

Sin embargo, estos autores antiguos pierden gran parte de su sabor, de su fuerza y de su precisión, cuando no son estudiados en su lengua original. Solicitamos aquí particularmente la atención de los jóvenes lectores.

El estudio del latín y del griego ya no está de moda, al menos de momento. En toda Europa, estas dos lenguas sagradas y vivas, tras haber merecido ser el honor de la humanidad durante dos milenios y medio aproximadamente, son eliminadas de la enseñanza estatal, profana y moribunda. La iniciativa, sin precedentes en la historia deOccidente, pero ejecutada con deliberación fría, e incluso agresiva, proviene de una elite política tecnócrata y bárbara. Sus representantes, mentes débiles y mediocres se apoyan en la pasiva complicidad de una multitud penosamenteignorante, alimentada por la televisión, ordenadores e internet, incapaz de tener sentido crítico y sin visión de futuro.

Nos hallamos al fin de una civilización. ¿Implica esto que nuestros jóvenes, o al menos los más inteligentes de entre ellos, estén irremediablemente condenados a perder su herencia?

Durante la turbia época que siguió la caída del Imperio romano, hombres preclaros, cuyos nombres, algunos, perduraron, reunieron discípulos en los escasos monasterioso escuelas que resistieron a la oleada bárbara. Les transmitieron los conocimientos tradicionales y seculares, salvando así del olvido, para las futuras generaciones, la herencia antigua de Europa. Sin ellos, las luces de la EdadMedia y del Renacimiento serían impensables.

En este finalizado siglo XX, algunas valerosas escuelas, dispersas, desafiando el conformismo, sobre todo aquél que caracteriza la enseñanza nacional, que atonta y embrutece, siguen transmitiendo una ciencia sin la cual el

vocablo humanidades sólo es un inmenso engaño: la ciencia del griego y del latín.

A los jóvenes que aún tengan una mínima preocupación por suporvenir, el sentido de la formación humanista y científica, la intuición de los valores estables y reales, el valor y la independencia de sus opiniones, a éstos, nos permitimos aconsejarles que se entreguen a fondo, con amor y entusiasmo, a lo que hace al humanista, u hombre verdadero: el estudio del latín y del griego.

El autor del presente artículo no ignora los prejuicios quecirculan sobre ambas lenguas; prejuicios difundidos por aquéllos que intentan justificar su ignorancia, y por los envidiosos. En su adolescencia, él también sufrió las críticas extrañadas o enojadas de aquéllos que no comprendían la ventaja de dedicarles incluso sus estudios universitarios. ¿Acaso su utilidad social, profesional o económica no es casi nula?

Dos o tres decenios más tarde, este mismo autor, gracias a Dios, aún está bien. Y, si vive, trabaja, come, bebe y duerme como la mayoría de los hombres, se considera, por otra parte, extremadamente privilegiado.

En efecto, si ningún precedente a lo largo de la historia permite afirmar la perennidad de una sociedad que se fía dela máquina, es decir del artificio y del engaño, la experienciademuestra, al contrario, que todo aquello que tiene realmente valor y peso acaba por imponerse y revelarse y, en este momento, ya no tiene precio. Sin embargo, quienes lo adquirieron jamás podrán ser separados o despojados de ello. Meditemos, a este respecto, la advertencia de Cicerón, orador, filósofo y hombre político formado: «Las demás actividades no convienen en toda ocasión ni en todo momento, ni en todo lugar. En cambio, los estudios humanísticos de los que hablo, son un alimento para los adolescentes y un éxtasis para la gente mayor; realzan una vida apacible, y protegen y consuelan en la adversidad; proporcionan placer en la vida privada y jamás son un obstáculo en la vida pública; nos hacen compañía durante lanoche, de viaje, en el campo» (Pro Licinio Archias, 16).

El estudio de latín y del griego debe comenzarse cuando se es joven. Luego, generalmente, es demasiado tarde. En este sentido, el mito de Heracles muestra la irreversibilidad dela elección del adolescente.

«Hace ya treinta años, nuestro amigo Louis Cattiaux decía: Ya nadie puede oponerse a las tinieblas que van espesándosesobre el mundo. Se refería, por supuesto, al espesor de losnecios. El olvido nos amenaza, y nuestros hijos, si no tenemos cuidado, al no tener herencia, tampoco tendrán porvenir. Al abolir las lenguas clásicas, nos abandonamos anosotros mismos, y al no tener antepasados, tampoco tendremos verdadera descendencia, es decir, herederos. Dentro de pocos años ya nadie leerá a Virgilio, ni a él ni a nadie, excepto a los cómics. Como sucedió en Egipto, que tanto brilló en el mundo, el mensaje antiguo también se perderá en las arenas del olvido. Así es como los pueblos pierden su alma”. ¿Cómo podríamos resignarnos? ¿Se callará parasiempre en el corazón de los hombres, aquel que fue el mayor poeta de nuestro Occidente? Era hermoso, sin embargo,cual mensajero de los dioses olímpicos. Una humanidad entera se borraría con él, pero ¿quién lo siente todavía así?» (50).

«Decenas de miles de turistas, beneficiarios de la instrucción obligatoria, recorren cada año la bahía de Nápoles. ¿Pero, cuántos han ido a recogerse ante la tumba del mayor poeta de Occidente? […] Pero, ¿quién lee todavía a Virgilio como poeta del Arte quymico?» (51).

«¿Dejaremos dormir aún por mucho tiempo, sepultadas en la ignorancia, las antiguas revelaciones cuyos herederos deberíamos ser? ¿Permaneceremos todavía mucho tiempo en la indigencia intelectual, sin pasado y sin recuerdo, es decir, sin educación? El hermetismo es una vieja historia, una historia que comenzó con el mundo; ¿acaso creemos poderobrar útilmente sin haber reconocido a nuestros antepasados?» (52).

«En este siglo volcado en lo técnico, el progreso económicoy la producción, muchas luces se han apagado. ¿Ya no hay entre nosotros más que rumiantes y bestias salvajes? ¿Quien

encenderá su linterna al espíritu del sol para ir al encuentro del Hombre?» (53).

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