Imago: la lexicografía del "doctus usus"

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lmago: Ia lexicografía del <doctus usus, I Juan Luis CoNDE CALvo REÑJMEN Después de distinguir enhe los sentidos coloquialea (pübli.us usüs) y es- pecializados (doctus t6us) de las palabras, y situar el estudio de estos últimos en el tereno de la histoda de las ideas, el artículo indaga en algunas defini- ciones que los teóricos medievales ofrecen en torno al ambiguo concepto de imago, a firt de pot\erlas en relación con los conflictos ideológicos y extlalin- güísticos de todo tipo de los que aquéllas sor trasüüto. SUM[raRY Once a distinction is nade between current aenses Qtublicus uws) and specialized senses (¿ct¿6 ¡lj¡¡l) of words, and the study of the latter is esta- blished as a brarch of the history of ideas, the aficle considers some of the delinitions proposed about the ambiguous concept of imago by medieval scholars, in order to cast light upon the ideological atrd all kind of extralin- guistic co¡flicts of which those definitions tum out to be a result. -, ¿rt" t "uujo t o .ioo ."ntizado en el ma¡@ de !r prcyec.o de itrvest¡gación ñna¡ciado po. la Univ€sidad Complu.eme d€ Madrid. Cud¿ws de Füolosír CI!íti@ Estudiot lalin@ 6-1994. Edi,rorial Coúplute$e. Madrid

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lmago: Ia lexicografía del <doctus usus, I

Juan Luis CoNDE CALvo

REÑJMEN

Después de distinguir enhe los sentidos coloquialea (pübli.us usüs) y es-pecializados (doctus t6us) de las palabras, y situar el estudio de estos últimosen el tereno de la histoda de las ideas, el artículo indaga en algunas defini-ciones que los teóricos medievales ofrecen en torno al ambiguo concepto deimago, a firt de pot\erlas en relación con los conflictos ideológicos y extlalin-güísticos de todo tipo de los que aquéllas sor trasüüto.

SUM[raRY

Once a distinction is nade between current aenses Qtublicus uws) andspecialized senses (¿ct¿6 ¡lj¡¡l) of words, and the study of the latter is esta-blished as a brarch of the history of ideas, the aficle considers some of thedelinitions proposed about the ambiguous concept of imago by medievalscholars, in order to cast light upon the ideological atrd all kind of extralin-guistic co¡flicts of which those definitions tum out to be a result.

-,

¿rt" t "uujo

t o .ioo ."ntizado en el ma¡@ de !r prcyec.o de itrvest¡gación ñna¡ciado po.la Univ€sidad Complu.eme d€ Madrid.

Cud¿ws de Füolosír CI!íti@ Estudiot lalin@ 6-1994. Edi,rorial Coúplute$e. Madrid

to Jwn Luis Conda Cdlro

l. oPttblicus ttgusty <docttlg ustljt

Idm ri utem et consuetudine riae nostrae setmonisque nosttiinteryrctemw nec eam, ut quaom docti, wbo m nagnifrcentia netiaüuf,

M.T. CiceÁ\ De Amk¡t¡aW,2l

Iraque si ptoprin illo wbo qu6i publico 66 es et síc illum amtcun voca:¡i quoñodo omnes .dndida¡os <bonos ritos, ¡liciñ6 (...),

htc abbú. Sed si ali4uen amicum existiña:; cui non tantundem crcdisquanrun tibL wheñ?ntet etq! e¡ non 'atL\ iori v¡n v.,ae oni iri.tc

L. A. Séneca, ¿¿ 3,1-2

Los pasajes citados de los autores clásicos tros ayudanín a situarnos en €ltefieno de nuestra reflexión. En ambos se propone un sentido doble y distin-to de las palabms yilr¿¡r (en el caso de Cicerón) y anrcr'li¿ (etr el de Séneca).Estos dos sentidos se correspotrderían, apoyándonos en las expresiones lati-nas, con el do.t¡.1J üJ¿{J y el pubücus usus

Por distintas razones, ambos autores sugieren al lector que acepte uno delos usos con preferencia al otro: Cicerón propone en De amícitía \¡ apego

^lsentido de yi¡t¡6 alejado del que los ¿o¿li puedan darle (y al que acusa demagnifrcentía), en concreto aquél que descansa en la consuetudo y el sermo.En cambio Séneca advierte contra la falta de precísión e incluso de propie-dad del uso cotidiano (publia$) de amicitio, insinuando la existeocia de unsentido eerdaderor, propio, de la expresión.

Eslos dos acercamientos a la definición de significados, aparentementeincompatibles, vienen a delimitar dos fueas de estudio lóxico. La propuestade Cicerón (entender los vocablos según su sentido corriente en la conversa-ción), delimita el área de trabajo de una lexicografía que podemos denomi-nar (del lenguaje común,. Su habajo consiste en el análisis de los usos no-técnicos del lenguaje, pdkbras cuyos desi4nata adolecer de las que StephenLlllmann denomina¡ía (deñciencias de las palabras, 2, entre las que destacanla ambigüedad y la polisemia.

dolisemia, y (ambigüedad, ¡esultan, de hecho, dos caras de un mismofenómeno, separadas por la irtervención o no del contexto. Fueru d¿ contear)las palabras tienen un mayor o menor grado de polisemia, es decir, um ciertagama de posibilidades de idso. En cohtexto, esa polisemia puede reflejarsecomo ambigüedad, esto es, como incefidumbre respecto de cuál de esas po-sibilidades es la que se actualiza. Precisamente el contexto (i.e.. los condícío-¡¡¿s de ¡./-ro) se considera como el principal elemento desambiguador.

SiÍ eúbargo, @mbigüedad' no deja de ser, ella mism4 una exp¡esión po-lisémica- Quisiera concebirla aquí en los térmiÍos que william Empson pro-

--;iiiÍÁ""", t "g""¡.

y ¿srr¿, Madri.l, 19?7, p. 270 y ss-

Imago: /, kr¡t¿8¡¿¡-¿ ¿l.dochls usus,' 11

poÍe en su conocido trabajo de crítica literaria Se1,en Tlpes of AmbiSuitf.Al1í, escribe 3:

(Propongo usar la pálabra (anbigüedad) en un sentido anpliado, y con-sideraré relevante pa¡a ni tema cualquier rnatiz verb¡I, por ligero que sea"

qüe dé pie a reacciones alternativas ante el mismo fragmento de lenguaje.'

Siguiendo la dirección propuesta por Séneca, en cambio, nos veríamosabocados a una lexicogr fía del doctus ¿rs¿A una precePtiva donde ya noexisten (falsosr sentidos (i.e., donde se p¡etende eliminar la posibilidad de¡eacciones diferentes ante un mismo enunciado): por ese camino, las pala-bms se han transformado en téminos glJe designan cotcep¡o; entendidos,en expresión de Ladislav Zgusta a, como (un caso especial de designalumbien definido'.

En el primer caso, rlos encontramos en el ámbito del (lenguaje usual"(publicus usus), en el segtndo del (lenguaje especializado, (dactus usus). Et\ocasiotres es posiblé constatar cómo uno y otro uso siguen sus propios caminos de forma progresivaúente divergente,

En tanto que el habajo de seguimiento y estudio de la p¡imem área designificados tiene sus propios problemas, derivados prccisamente de la (ina-sibilidad, de sus ¿¿s,8r¿¿t4 en el caso de la segunda área podría decirse quese abandona la lexicografía para entrar directamente en el te¡reno de la ¡rslo-

Es obvio que el grado de interés de este seguimiento flucÍia notablemenieen función de los términos objeto de estudio. Resulta comprensible que sea entomo a nociones abst¡actas, que transportan valores culfural€s muy @ltosD, es-

pecialmeÍte ambigüas en la conve$ación co¡ri€nte, donde la lucha se¿ más en-conada- Cuando la selección afecf^ a vi:ttus o ¿micil¿ palabras-clave en laconstnrcción de teorí¿s filosóficas y ¡eligiosas que aspiran a influir directamen-te en la vida comunitaria, el rastreo nos siüía ante un auténtico estudio d¿ loscoñflictos ideológicos de lna cultura o una época dada. La imposición de una uotra forma de entender tales palabras, la necesi¿lad de precisar sus límites, pasapor una formulación pretendidameote excluyente que transmite el (ve¡daderc

sentido, de la expresión la defrnhióndel óoctr.t$, del teódco.En este trabajo pretende ilustrarse esta (lexicografía del ¿o¿t r ¿$¿¡s) en el

caso de la noción de imdSo en el latín medieval. Para ello se indaga eÍ las de-finiciones de los teódcos medievales, tayendo a la luz algunos de los conflic-tos ideológicos subyacentes y de los cuales soÍ trasunto sus folmulaciones

'W.E¡npto".S"*"r¡¡oolAa¿r8a¡f,PensuinBooks,Loúdon,1965(-1930),1:(IPro-pose to use the word (mbiguity) in a exte¡d€d sense, and shall think relevml to ny sübject úyve¡bar rua¡ce, hówever slight, shicb gives .ooú for arlemative reactiotu lo the sane piece of

4 L. zeúr4 Manüal of Lexiúgap¡], Tho Hague-Paris, 19? 1, 32-33: "a speciál case of well

12 .IMn Luit Coñtl¿ Calvo

2. Polis€mia y ambigü ed^d de imago

Err s! Historía de la estéticq al tratar la cuestión de la terminología estéti-ca de la Alta Edad Medi4 wladyslaw Tatarkiewicz se expresa de la siguientemanera 5 (los subrayados son míos):

¿os ronanos tradujeroÍ los términos estéticos griegos al latín, y los es-üito¡es cristianos emplearon la te¡mi¡ología latina. Pero sü léxico tue p¡o'ducto de ne€esidades cotidianas y religiosas antes que científicas, lo quecondujo a qüe la nisma palab.¿ se usara con w os senti¿os t s¡n n¡nguwp¡ecüió¿ Así s€ enpte¿ban distintos términos para expresar la misma idea

-como podemos obserar en los sinóninos recogidos por Sán Isidoro-, ola misna voz tería diversas ¿plicaciones, una¡ veces prácficas, y o¡ras sim-bólico-religiosas o estéticas.

Así, por ejemplo, /sx¡d sisnificaba "rostro", "símbolo" o "foÍna'. La\oz foma ef^ eapteada en un sentido jwídico y lilosófico (colno lo esencialdel Ser platónico o aristotélico) o estético (cono "^dorno"r. Imogo d6igna-bd la repletentac¡ón o rcíato de &alquiet set yivien4, así .omo una alegoío dclos sercs suwanatutules (...\

Como yenos, ddde los pincipios del cli.stianiwo se fue fonnndt así unAteminología estética que es¡aba ena de ambigi¡"¿ades r pol emia."

Estas palab¡as resuenan como un eco bastantes páginas más adelante,cuando el autor se ocupa de los planteamientos estéticos de la Baja EdadMedia, y más concretamente, de la escolástica tardía ó:

(Así en los textos de los €scolásticos tardíos no encontramos siquiera lasaccidenlales observaciones estéticas que hemos advertido en la¡ obras deSanto Torn¡ís o San Bu€naventura. Lo único que hay allí son opiniones mar-ginales, bastante parecidas a las de los esc.itores del siglo xrr, quie¡es al per-feccionar los conceptos lógicos y n€tafísicos, contribüyeron indirectamenteal desarrollo de ta estética- En efecto, Duns Escoto y Guillerno de Occamsiguieron perfeccionando los mismos €oÍceptos de forma y figura, de idea ycreació¡, de ¿¡te e tnrg¿4 y a consecüencia de su labor,los conceptos que-daron definidos con mayor pre€isión, revelándose al nismo tiempo su po¡i-semid y los díve$os natices de su signifca¿o.r

Y, rniís abajo 7:

dquellos ejenplos de an isis conceptual de Duns Escoto y Guilernode Occam p¡ueban que en la última fase de la escolástica la denonhadavía moderna- ei interés por la estética tue prácticamente nulo, aporta¡dosin embargo nuevos elementos a esta disciplina. Así tueron ordenados y¿cl¿¡¿¿or ciertos conceptos estéricos, y además esto se hizo de la manera ti

5 \t/.'f^r^tkiewicz, Htroia dz l¿ ¿$é¡¡¿¿ (3 vols.), Akal, Madrid, 1989, vóI. 2, 89.

lmaqo: la lerkogrofía.lel.docústsvs, 13

pica del escolasticismo tardíq revelando primero la d,n ó igüedad y politemíade los mismos y mos¡rdr¡¿o lueqo la vbjaíví.1ltd y rclativirlad de las conLupcb-nes que la estética tftrdicional había fenido pot objetfuas y absolutns.,

A juzgar por estos textos, podemos observar cómo a lo kryo de mda kEdad MedirA la a¡¡bi€üedad y polisemia de la noción de imdgo no dejan dese¡ motivo de codlictos. Los conflictos que provoca la polisemia, y que pro-ducen reacciones diferentes por pafte de un intérprete, pueden sel más o me-nos agudos. Cua¡do se trabaja sobre palab¡as de gran calado intelectu¿l,como es el caso, nunca son desdeñables. Vemos cómo la lógica, la metafísicay la religión se enÍecruzan con la estética conformando una tupida marañaideológica. A lo largo de la literatura medieval en latín numerosos autoreshacen de la deñnición de ,ma8o una tarea, y no por casualidad. 1m¿8o pasacomo una Íunzana de la discordia por muchos conflictos culturales, políti-cos y científicos de Ia Edad Media.

Conüene advefir, por tanto, que en nuestro esodio no solamenteestamos persiguiendo un problema de significado, sino un estudio de la ¡ela-ción de todo un ámbito cultu¡al (desc¡ibible en los términos (cultura medie-val esc¡ita en latínr) co¡ la noción de dmagen'.

Dado que el propio Tatarkiewicz sitúa la raíz de los problerias del sig¡i-ficado de imdSo en sus usos clásicos, convendrá una revisión p¡evia de losmismos que nos sitúe en condiciones de avanzar en nuesta indagación.

J. Las raiceq de la cueslión: im¿B¿en loq clásicos

3.L El phhteamientu del ThLL

El Thesarurus Linguae Ld¡i¡r¿g en su ¿fículo dedicado a ima8o, distribu-ye sus sentidos en tres apartados:

1) De eo, quo¿ imitando assimilntum est alicui rei, i q. effigizs, simula-

2) De foma vel habitu pletumqw extemo; d¿ naturu vel moribus.3) Singulaia"

Si se observa dicha distribución se notará que los apafados 1 y 2 esLínconstruidos de acuerdo con un eje de contraste que contempla el conceptoen tanto que dnterdependienter y en taÍto que (independienteD de otro.

En el primer apartado se col¡templa imago en su rcl^ción cor otra et..lidada la que podemos dar el nombre de @iquetipo' o (modelo,. De ahí que algu-nas de las sinonimias que el I¿¿¿ propone sean effigie.so simulaüum

Dentro de este primer grupo de acepciones, conforme a una perspectivaque pudiéramos llamar /¿ldciord¿ se establece una doble distinción:

14 Juan Lui.s Conde Calvo

P ruev a kt no tío IMITAT I O N I SP nev alet ho tío S I M I LI T UDI NI S.

La visión celacional) se desdobla así en tomo a dos nuevos conceptos.Er el p¡imer caso (a), se focaliza la atenciórr sobre la relación entre r/, o/r'-ginal y una cop¡4 entendiéndose tndgo como la (copia': es lógico que aquíse propongarr sinonimi^s como umbra o simuldr¿. En el segundo (b), la re-lación se contempla en tétmi¡ros d,e s! semejonzct esto es, ¡-ftago puede pre-senta¡se como (analogíaD elltte seres animados y cosas, y también comomediador entre unos y otras, como representante suyo. Equivale entoncesa symbohtm o signut4 o traduce el griego (¿r'fó¡r o (fiim¿ri.s'- La Iglesia loutiliz4 seBin el diccionario, como sinónimo de praefrgurutio, allegoria oryPus.

Po¡ el contÉrio, en el apartado 2, el concepto ( imagrt se coísidera persq sir atender a su condición de dependencia. Resulta entonces un equiva-lente de /o¿m4 y puede peflJ¡'ütat con specíes, frgura, phantasma o aspecd.ts.

Respecto al apafado 3, resulta a mi juicio poco relevante y, hasta ciet-to punto, innecesario. Los tres ejemplos que se incluyen pueden muy bienencuadrarse en una de las dos perspectivas ar¡tenores: por ejemplo, quei,¡ugo ttB.dnzca el sentido platónico de ddea, puede poüe¡se en iehciónconlos sentidos descritos en el apartado 1.

3 .2. Los conflictos en época clásica: una visión ¿liacrónica

Es ésta una sistematización sinüónica de los datos corespondientes alperíodo crorológico que abarca el Zll¿ y que deja sin esclarecer, por supropio planteamiento, ciertos aspectos históricos de la conformación deeste conceplo. Podemos completar y contrastar este cuadro con 1a descrip-cióí diacñnica qúe arrojan los resultados del trabajo de Raimund Dauis.De acuerdo con su estudio, puede observane una doble evolución de lanoción imagodesde e¡ lattn arcaico allardto,

Pof un lado, imago observa rna progresiva ampliacióh d¿ su signifrtt-¿4 esto es, de su gama de aplicaciones. Hasta la época de Cicerón, el voca-blo posee un valor restringido a la representación (mundana,, concreta-mente a la de seres humanos. Esa palabra no se aplica nunca a las imágenesde los dioses e:

¿a imagen de los dioses se designa solam€nre con simulaüum y síg-nut\ ¡\nca co¡ statua e imago, co¡ los .$e símdacnn y signun esráa eclara contlaposición.'

li¡5ñ, t*go. u"t^u.hwsq ruñ B¡abesrifr d.t Rdru¡ Heidelbel& 1e?5-e tó¡4, 141: (Das Gólterbild wi¡d ¡u¡ ¡it r¡t k¡ft urd s¡*¿!¿ bezeicbrer. ¡ie nir s¡ar@

\nd iwgo,wo siñ a@ñund s,g¡mir deutlich€m cesensatz sleber!.

a)b)

Imago: ¡a ¡¿¡ico8ldfa d¿¡(doctus usus"

Y luego ro:

(Lá inago nünc¿ está süjela a vatoración estética, sino que tiene u¡ valorsocial y moral. Su objetivo eslz posteibtis ñeho LHasta Cicerón ¡,"¡¿g¿ es lapalabra que transnite, popia y esencialnente, el concepto rr€figi€, r€trato",vinculado con la troción de un parecido p¡opio de la copi¿'

Esta restricción al (retrato humano'. desvinculada de valor afístico. sólose romperá más ta¡de, cuando, previos usos críticos o satíricos en Vanón yLucrecio, pasa a aplicarse también a las imágenes de dioses y, con¡igl¡iente-mente, a incorporar un valor artístico (,,Kunstbildu, en la expresión alemanade Daut).

Daut obse¡va cómo, con el paso del tiempo, el significado se amplía aúnmás. Desde la época de los poelas ¿u$isteos puede usarse para la representa-ción de cualquier fenómeno de la rcalidad, motivo escénico o fo¡ma mitoló-gica o divina. Este movimiento de ampliación designativa no hace sino acen'tuarse en épocas posteriores r1(el subrayado es úío):

(En el testimonio de pi¿tot inagí arius (E lict |mp.7,9) puede recono-cerse, para la palabra tndgo que presupone, una amplitüd del significado lomás efensa posible ("pintura" también en el ámbito arÍesañ). Esta e'trcmaextensión senántica de la palabla se ha he.ho siqn¡licativa pam el latín ñe¡lie-valy las lensuas tumánicas.,

El segundo aspecto destacable en la evolución semántica de ;mrg¿ esláemparejado con el paso de su priúer significado al más amplio de (represen-

tación a¡tísticaD. Daut observa cómo, al dar cuenta del griego (eitdrD por me-dio de esta palabra latin4 Cicerón infoduce ocasionalmeÍte (De ¡n.2,1)también el debate griego respecto de las formas representa¡vasr la imdgo es(zr&fo, en oposición a la (r,¿¿lar, del modelo vivo. Así, en cont¡aposición ala primitiva identificación de la imagen y la ertidad por ella ¡epresentad¿(sobrc todo en el caso de las imágenes divinas), la noción de ¿mdgo entra etuna nueva oposición: la oe¡dad' ya no está en la imagen, sino fuera y enoposición a ella, en la ütalidad de la realidad.

Es en este ámbito en el que hay que situar el uso ocasional de in¿¿go

como dmagen de dioses\ enl|ug¿r de simulacrur¡ por parte de V¿rrón (R¡¿t¿

1,1,4) y Lucrecio (2,609). Las ¡azones de esa decisiót en ambos casos es sa-

tí¡ica, pero de signo contrado: mient¡as en Lucrecior como puede suponerse,es de sig¡o antirreligioso, en Varrón, antifigurativo. (BilderfeindlichkeitD lo

--l; illj+2, .o¡. ¡^oso unlerliegl nie ¿islhetischer werlu¡g, st¡n.lesse¡ har sie sozialennnd morarischen wert. Ihr ziel ist die pos'elitotis ñehoúL /a¿so isr bis aui Cicero ds Wortdas de¡ Begrifi "Bndnis, Porl¡¿it", verbü¡der mit der Vorstellwg ábbndhafter li¡¡lichteit, ei-genilich und wesentlicl rregt,.

,' ¡¡i¿, 145: dn dem Beleg p¡.tor ¡flagihaúut (EdicL inp. Diocl. 7, 9) lá$t sich lür das vo.aüszüsetzende wort t'¿8¿ ein úóglichst weiler Bedeutu¡gsln1ang e.keúnen ("Bild auch deshandwerklicleD Bereichs.). ,iese ¡iusse*te Be¿eutuhgsa$weitung des Wott6 ist lit Mittellateikk-che md die tumút.hen Spn.heh be.leutsan sewotdeb.

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16 Juan Luís Con¿e Catvo

denomina Daut, y apunta cómo esta hostilidad que Varrón exhibe hacia larepresentación figurativa de la divinidad prefigu¡a un ¡opor de la polómicap¿trística.

Estos dos movimientos de desarrollo del concepto (la prog¡esiva ampliaciónde sü gama de usos y el surgimiento de una oposición con el orquetiporiobre labase de laoerdad') nos sitúan en condiciones de describir et debate posterior

(Nos ayudan también a comprender las limitaciones de la rlexiiografía delu(o comun'. repre\enlada por ei frl/. que no otrece dcmasiada luz-robre ladiversidad de reacciones a que conducirían los usos del vocablo, por ejemplo,sob¡e los lectores de los pasajes mencionados en Varrón o Lucrecio_)

4. I,a'agoenl,-teorí^mediev¡l:definicionescomotrasuntodeconflictos

4.7 . Imagen I realídad: ht <mentira del arte,

Cuando Isidro de Sevilla oñece la siguiente definición r2:

tPictura esr imago exp¡.mens speciem aticuius rei, quae dum visa tuerit,rld recor.lluionem mentem reducir. picru¡a autem dicta quasi fictura. Este0im iraso frú¿, nonl)etuas,.

¿por qué 1() hace de una manera tan aparentemente errática? ¿por qué, pore.iemplo, no se hace ninguna ¡eferencia al lr¿¿l¿ o material de la-pitrtuta, a'losmateriales o al proceso de pintado, y se la considera sólo en su;ondición de' imilación"? ¿Porque ¡nclu) e esa "impertinente" reflexion sobre la realidad )la ficcion. asociada a rmago? tJno podfl¿ pregunlarse a.imismo por qué e.pefinente la referencia a la función cecodatoriao de la pintura, i poitantodela imago.

Pues bien, todas estas decisiones deben estar en consoÍancia con la vi-sión que ocupaba los intereses intelectuales delsidoro ale SeüIla.

Uno de los temas mayores que recorre la Edad Media en torno a la cues-tión de la imdSo -heredada, como vimos, de la Antigüedad clásica es el quese plantea en torno a la relación entre la imagen y la realidad. Esta cuestiónse deja ver en distintos momentos y circunstancias de la literatura medievalen latín, y está asociada a cuestiones teológicas tan impofantes como Ia posi-bilidad o no de representación de los seres sobrenaturales; o a litigios fiiosó-ficos y estéticos tales corno la comprensión mismadela noción de (aÍe,.

En latín medievat, el término irndgo si¡ve para designar todo tipo de re-presentaciones, bien sean religiosas o profanas, por vía de la pintura o de laescultura 13. En tanto que equivalente o t¡aduccióD del griego Gikób,, imaRo

', Isidoro de sevilla, &ym¿l¿8¡i¿a xIX 1ó.1r U¡ ejeúplo de representación icónica no .eligiosa cs et peculia¡ y farragoso re¡ro <ler

ába1e Hildegard¡ G. xn) cn süs Pá),r¿u (1. 47 p. 114? c): (Si atiqua lu¿g¿ seclndun aliquem

lnago: /¿ leücos¡¿l¿ del"doctus usus" 11

estuvo en el centro de conflictos que se ventilaban en gdego en el Oriente bi-zantino. Me refiero en concreto a esa (cuestión bizantinar que es la querellapor el culto a las imágenes y que dividió durante el siglo l,ln al mundo cristia-no en dconoclastas, e dconolatas,: (uno de esos escasos acontecimientoshistóricos en qu€ las convicciones artísticas se pagaban con la libertad y, a ve-ces, con la üda, 14.

Para los iconoclastas -a la postre de.rotados- las talas y pinturas religio-sas eran absurdas, si no directamente blasfemas. La diünidad era i¡representa-ble porque, segln ellos, ida imagen es incompatible con la natumleza de 10 divi-no' r5. Rep¡esentar! pues, a la divinidad mediante imágenes plásticas resultabaa su juicio no solamente impropio, sino irealizable.

Tatarkiewicz resüme asílas causas de aquella disputa 16:

¿a causa fonda¡nental del enfrentamiento tue el antagonismo €ntre dosdoctrinas teolósicas ydos conceptos del arle inspirados por ellas. Pero lo tuetambiát el contrste e¡tre las dos cultura¡ que chocaron en Bizaoc;o:]a cultu-ra plástica de los griegos y la abstracta del Oriente. Y tampoco podemos olvi-darel conflicto ent¡e dos disfntos grupos sociales: en contra de las inígenesse declararon la dinastía y la corte y, vincülados con ellas, los .epresentantesde la¡ altas jerarqüias eclesiásticas, nie¡tras que el €lero, los nonjes y amplias

P¡ralur ad laesionen etad nortem illius, el situnc ille farn apud se habel. ei¡ocere no¡ v¿letNan hómó inierdun per t ¿A¡kzúaledicilur, itaquod inde laeditur et aúens sil,,.

Salvo eror en ni transc.ipció¡ de la ficha manuscrita corespo¡diente del ¡1rella¡et ¡.I¡¿itil¿ir¿lb!¿f (del que proceden ¡unerosos pasajes aquí citados y a ctryos a¡chivos luve accesogracias a la aúabiliddd del profeso¡ Peter Dinter. Ia palabra da¡n' sólo puede e¡tendesecono un gerúanisúo incrusrado en el tcfo ((belechoD.

Los ejenplos de tn¿g¿ páÉ dcsignar a u¡a represe¡tación religiosa son ¡umerosos:1. (Emt aureú ir uexillis regüm iúago beat. Marie Virgi¡is. quc Toleta¡e p¡ouincie el ro,

ciusHispmiesempertulnxefititetpatrona,(C¡d¡¡.@d¿lToktlaao-..\j8Oc.\243,tib.VIII. cap. X. De victona .hristi¿¡orun et st.age saftacemrum, 7).

2. (Quod ferebarur wiberrus, pictorc Roman misso. in@8ü¿h eiüs in tabula pi¡gi fe¡se,úr..., (Wilh. Maltu ponL 55, cr. rr25).

3. kEr in uno quoqüe .e c ep¡aculo ex bis que i¡ circuilu ejus su¡t, due apostolorum lft¿d-8t,¿r forins{us scürpu¡tur' ( Lib¿r Saicti lacobi -ct 1 t 5Q- l1 51, 7, 2 De Tribus Lampadibuo.

¡. (Nünc i¿ú d€ tDaAnibw e¡ p6¡e6, quibus decu ecclesianm aüg€rur, dicen.la suntzJigúD (Walahlii¿8 Sttabo, abb, AuBiehtLt, Libellut d¿ datdib ¿t incrcmentis quamdam in ob-enoriónibB eccLsiú¡icis rcru,¡, 8. p. 482 -840/2-).

5. .Crandes iD delubris ves¡is imagines tud pictoia tm rulpbno añe ellabotarü tdo-randas vobis propo¡itis, (,¡¡e¡a /!¿ .o¡r, ed. G. Nien€yer. 19ó3, 3, p. 79, 2 -úediádos s.

A juzear por estos ejenplos. puede obseraKe qüe ¡tds¿ puede desisnar tanto a una ina-gen escültÓ.ica (una t¿lla) como pidórica (una pintu.a) de u¡á úanera poco rigurósá: en I se

tmta indüdablemente de ura pinlura, así cono en 2i en canbio, e¡ 4 se olo¡e ¿.picturá, de-signando, port@to-cono en 3-. dalla,.5. en canbio, muefra su cóndición de (hipe.ónino'con respecto al par de alternati\as. Er su oposicióa a <piüur@, pot tonto, (imaqo, aúMna como

'a W. Tata¡kiewicz, o¿ c¡i, 42,

18 Jutn Luis Con¿e Calvo

capas de la sociedad, fieles a la tadición y necesirados de imágenes concretaspara su fe, defendieron encar¡izadamente los iconos.,

Este problema no quedó limitado a Bizancio ni al siglo \.Tr. Todavía enel siglo xn, el alemán Oliverus escribía en sus ¿pi¡tol¿¿ r?:

(Inagines litteft sunt laicorun, We eos nobis ad memoiam raocan\ qto-rum sunt im¿g¡rd, devotionem excitant, et ex eis numquam vifus agreditur.,

Evidentemente aquí i¿l¡a8?n¿s son imágenes religiosas, y estos sorr los ar-gumentos iconolatras de la polémica: son las l€tras de los analfabetos, queevocan a sus representados y, po¡ consiguiente, estimulan la devoción y lapiedad. Uno welve a encontmr aquí Ia referencia al factor cecordatodo,que aparecía también en Isidoro y puede juzgar su pe¡tinencia.

En su conflicto con la realidad -y mucho más en conflicto con la realidad sobrenatu¡al , la noción de imdgo se ve a lo largo de la Edad Media so-metida a dos tipos de mirada: una (peyorativa, y otm qositivaD, seg¡in si esami¡ada la dirige un planteariento (moral) o un planteamiento <técnico, o, sise quie¡e, (estético'.

No es infrecuente -sobre todo, causalidad o no, en los textos más antiguos que he analizado encontar la noción de irxrgo asociada a calificativosdenostadores (fullax, vand....) o connotada directamente de manera negati-va 13. En esos casos, la idea asociada a la im¿go es la de la copia enfrentadacon el modelo, el plagio con el original, lo falso col1 1() auténtico, la ficcióncon la realidad.

--:;itims, ,episroto¿, s p .297. L9 (dar^d^s er t22t ).

l. (FolLLt ¡ñago e¡ vúa rsr pulc.itudo, mulier tiñeú Deuú ipsa laudabituD, (Lea¡dro deSe!ill^, De i6titurion¿ rnginuú et Cotuetuptu Mún¿¿ ed. lsjne Velázquez, FUE, Madrid, 1979,

2. derquirenti nihi (...) nultae rerum /all¿oün óccuneb^rr imagiañ (Ibiden, pólogo62t,

3. (Iosquianot Haec herba et i¡sana vocatrr, qniá üsus eius pericülosüs est; denique sibibaDr vel edatur, insaDian lacif lel soú¡i iñagin¿m twbidatu (lsidoto, Er!úologiatum L.xv[,9,41)-

4. (Tinend¡ itaque es. huma¡a vita. et nrllum cále¡da, qrae sic fugniva *, si. lubric4sic peridlosa, sic br€vis. sic incerta. ut quasi umbr¡ aut tn¿g¿ ¡ü1 nubs áüt nihil ¡ur inane dis-solveris' (Colunbano, /at@r¡o V, 2 -540-ó 15-}

En eslos texlos se advierle un uso de ¡¿a8o con un senddo negalivo: lo que no es arténdco,

De becho, !¡ se¡lido nega.ivo cercüo al modeúo castellano @púieúcia', "lineiúien1o'(=din'nado,), heredado del clasicismo, se múliene er látín nedie!ál en üsos ao 1écni.os de l¡pálabm. En el siglo ¡¡. Juan de Salbbury escribe contra l^ ambiciones mundaús de los ecle-

(Sed ero ut bis liceal qui carnales sunt contendere de principalu, ui¡is eclesi¡ticis hoc üs-qüequaque arbitror esse illicitun. Car¡aiiuú lame¡ eienplo süb ;n¿8?t¿ r¿l¡8rb,¡ obrepit in-pietás, et im ¡o¡ modo contenditlr p¡o sace¡dotio sed !ugn¡1un, (P¿lt./¿/i.ú, tib. VII], cáp.23,8094).

rmagot la lexicografíd del adocús \süs" 19

4.2. Di.os como atista: el ptubleno <imago dei"

En palabras de Albert Blaise le:

lrPara cie(os Padres, no hay diferenc¡a entre ¡r¡ago y sim¡litudo.Paraoiros, in¿8¿ represen¡a los dones natu¡ales y rir/¡¡¿r¡¡do, la gracia, la el€v¿ciónpor encima de ¡a naturaleza, el estado de justicia o¡iginal antes de la cáída,qüe hay que intentar recuperar mediante la initación de Cristo 20.'

¿Dedónde surge semejante distinción léxica?Uno de los puntos de conflicto más interesantes que, dura¡te la Edad

Medi4 afectar al debate sobre la deñnición de irrdgo se deriva de la posi-ción crítica que el vocablo tieie e¡ la Vulgata, y concretamente en G¿¿7,24 donde se rcfiere la creación del hombre por Dios. La expresión /dcrQ-müs hominem ad i.tnaginem et sinílitudinzm ¿os¡l¡12¡, suscitó una polémicainterpretativa en la que se fundieron disputas teológicas y filosóficas allado de las estrictamente estéticas.

El problema, tá] como lo r€fiere Dürig ,r, surge en tomo a las especulacionesgnósticas, que basaban en ese pasaje el fundamento de su dualismo teórico enÍeDios y una mate¡ia prcexistente. Conviene r€cordar que la ve$ión griega dice\ktltbikóna, q\te asu\¿ez traduce €l original relel¿ Por snp Íe, ad sitnílítudinemresponde al griego (¿¿tt'homoíosin (demuth en el origlnal).

Según Dürig, sería Ireneo el primero que, en sD Conúa los herejes, esta-blece una distinción conceptual ent¡e ambos giros, interpretando el pasajecomo una (doble' semejarza: se$ín (e¡,tóm,, la semejanza del hombre conDios se establece en términos de lo (bajo', lo frsico o natural, aquel pa¡eci-do que el hombre no puede perder. Por el cont¡ario, la semeja¡za seginqhomoíosis' incluye lo (elevador, la (gracia,, aquello que el hombre sípuede perder. A parti¡ de ertonces se produce una escisión ideológica yun debate eÍ torno a esta cuestión de la crcación en el que se ventilan unbuer número de cuestiones, teológicas y profaras, filosóficas y estéticas ,2.

En los oígenes de la estética escolástica, iniciada en €1 segundo cuarto del

1e A. Blaise, Le vocabdaíe Latin d6 ptircipaü th¿mes l¡t!18r4!¿s, Brepols, TüÍ¡oút, p-ó25, not¿: dour ce¡t¡ins P¿res, il ¡'y a pas de différence eitre iñoEo er sihilnu.lo. Pott d'N-tres, ,rugo rcpÉse¡te les dots naú¡el, et similúudo, la $¿ce, l'élévation audesu de Ia nalure,l'él¡t de jusli@, o¡igi¡ele avút la chute. qu'il hut tendre d relrouver pa¡ I'imitalion du Ch¡isi,-

,0 Cfi Albero MaCro, S¡n h meoL,II, 14,90,Ip. l'12b. 12: Geres. I, 26: "Faciamus homi¡em ad iwg¡nen et sinilit ?iaeu ¡ostEn". lbi elose: "1m8¿ est ir n¿turalibus, siuilrrdo

Hono¡ius Auguslodunensis (cr l15l /8). üposüio in Caitica Caaticorua I. I /2. p. 363 A.üoc atr!ú difred ihtet iñaEinen et similitüinen\ qrod iñdgo esl in essertia naturae sir¡lt!-do vero i¡ imitalone bo¡i vel úalii ituaginú Dei Mtnra aliter habenls. sth¡lrld,¡ah pecca¡-

,t W. DnnA Imogo. Ein Beilrcg zw Tminolosie wd Theologi¿ dq rctuiKheh LiMgi., Mi¡tcher. 1952.82y s.,, Cfr. R. A. Ma¡kus. dmSo ard s¡nr¡k¿o in Auglsti¡e', REAU9 l0 (1961),125-143t A.Solig¡ac, dmage et resemblúcq II B dars la patr¡stique l¿ttre*, DSp T , \971, 1406-1425.

2O Juan Luis Con¿e Catvo

siglo xn¡, descuella la figura d€ ciovanÍi Fidanza (1221-1274), más conocidopor su apelativo monacal, Buenaventura- Suya es la siguiente definición ,r:

(DicituÚnago quod alterum exprimir et imi¡atur.,

¿Por qué esa inclusión de la idea de nexpresióno? En la definición deimaSo pot parfe de Buenaventura no conviene olvidar las secuelas de la polé-mica antedicha a propósito del Génesis: como observa Edgar De Bnryne ,a,ta teorí,r del atte de Bu¿naventura es sugeida por Ia .loctrina de la creaciótL

En tanto que fünciscano, vincülado, por t¿nto, a la filosofia platónica através de laversión agüstiniana (y enfrentado en más de un debate ideológicoa los dominicos, seguidores de planteamientos aristotélicos y cr¡yo más desta-cado representante sería Tomás de Aquino), se basa en la teoría del ejempla-rismo. No es éste lugar para entrar en una discusión po¡menorizada de susteoías. Baste adveÍir de qué manera sus nociones estéticas, filosóficas y teo-lógicas se funden en tomo a imdgo en una solución de especial alcance y di-riamo\ ..modernidad".

La (imagen, es, segr:n Buenaventura, no sólo una imitación de lo realeústente o imagina¡io, sino una expresión del genio del a¡tista. El objetivo dela\ anes representativa( hacia las que ob\iamente Buenaventura ;o sientela menor hoslilidad no coneiste ranlo en represenrar el objeto material y er_te¡ior, como la (idea interior( que se halla en la mente d;l artista ,5. Íodaobra es bellaenla medida en que iguala el ideal que la ha concebido 26.

Una doble comparación nos a'udará a comprender mejor el alcance dela nocion de i/rkgo en Buenarenrura. Comparesé. en primerlugar. con la de-ñnición de pr.ruld de lcidoro. mencionada más arriba. la riguiei're afirmaciondel franciscano:

(Ptcr¡¡rd dupliciter cognicilur, aut sidt pictum, aur sic.nt ¡mago 27 .r

. Desde esta pe$pectiva, todo resabio de hostilidad hacia el a¡te represen-

tativo se ha esfumado. Se abre la posibilidad de una conside¡ación dila pin-tura en tanto qüe representación de un modelo (real o imaginario) y en tantoque producto en símismo. Ese producto puede evaluarse por si mismo, inde-pendientemente de qué representa: incluso represetrtando la fealdad del pro-pio diablo, si ésta está bien corseguida,la pintura será bella.

Es cierto, por otr¿ parte, que esa postura hacia la emancipación del arteimaginario de süs modelos, ya había sjdo iniciada el siglo antérior por parte

¡ 1,t¿¿¿, d.31. p.2, a. r, q.1(I,540): l(Sicur exemplar secundum proprietatem voc¡buli {ri-cit exp¡essionem per noduú áctiyi -ude eremplar dicitur ad cuius inilatio¡em ñt aliquid-sic e conaatio ¡z¿ao per nod úñpass\li er dnnül imago quo.l dtrtum dpnmü et ihratuñ,.

2a E-deB yn , Díul¡os ¿e ¿stétid d.l¡e¿l(3 voh.), Gredos, Madnd. i958.IIl.22?.¿5 W Tárdki€wicz. ¿p. dr,246.:6 E. de Bruyne. o¿.¡¿,220.,? / S¿nr, d. 3, p. l. a. un., q- 2. Recuérdese la obseración hechá en ¡a nota 12 sobre la

condició¡ de létuino no marcado de ¡,@go con ¡especro a ¿idr¡¿

Inago: 1¿ ldi.¿s¡¿Éí¡ d¿l"doctus usus" 21

de los monjes de Chartres y San Víctor, enfrentados a este respecto con el ri-gor cisterciense. Así, un eminente miembro de la tmdición de CharÍes, JuandeSalisbüry(c. 115-1180),ofrecelasiguientedefinición,3:

(1ru9o est cuius generatio per imitationem fit.,

Es patente la ausencia de cualquier connotación negativa en la propuesta.Sin embargo, aún se contempla la imdgo como mera reproducción. La impor-tancia de Buenaventuú est ba en ese salto hacia la (expresividad' artística,ausente del debate hasta el momento.

5. La (návaj¡) de Occam: un sum¡rio de los conflictos

Todavía en el siglo xrv, el padre del nominalismo Guillermo de Occam seve er la Íecesidad de secciotrar con su célebre (navajar el concepto de imd-ga Esta es su prolija indagación en lapolisemia de lapalabra,e:

(a) Strictissine et sic ¡ñ¿g¿ est substantia formata ab afifice ad snnili-tidinen alterius (...) Sic accipiendo imaginem de ratione imaginis ¿.'¡, 4¿odfrat ad imitat¡onem i ius,.uius est imagq boc rameÍ non competit sibi ex na-¡u¡a sua. sed ta¡rum ?f, ¡¿lc\rion? aSenrir.

b) Alio nodo accipitur ;¿¿g¿ pro tali formato, r¡v¿ frat a¿ imitationenaheríLt. sive noL

c) Tertio modo pro omni univoce producto ab alio, r]Idod secundunlationem sute ploductionis ptoduc¡tur ur simile.Et lsto modo filius potest diciinago patis"

En esta tripleta de acepciones, Occam pasa revista a u¡ buen cúmulo delos problemas hasta aquí abordados: se establece u¡a pdmera oposición en-tre los sentidos a) y b) frente a c) sobre el eje (obra artística/obra natural,, -yque parece apuntar a un desgaje del problema teológico de la creación delresto de las cuestiones (estéticas).

La relación enÍe a) y b), por su pafie, plantea una oposición semejante ala que organiza el artículo del ffr¿¿: perspectiva relacionada/perspectiva in-trínseca. La acepción a), por su parte, pa¡ece una suma de las definiciones deSalisbury (hincapié en la relación de imitdt o) y de Buenaventura (hincapiéen la idea expresiva a travós de la noción de íntentia aqentis). Er b), pot elcontrario, imdSo se contempla como concepto p¿¡ Je, en una perspectiva no-relacional, al igual que el segundo bloque del T¿erdr¡¡Á.

La cercanía de estas distinciones a la de los modernos lexicógrafos nopuede pasar desape¡cibida (no en vano es un ejercicio de nominalismo), así

como su dependencia sustantiva del debate propio de su época (detectableen las precisiones de a) y en el dertio modo,).

,e Qmestiones in Iv sent¿ntiarum libtos, t d.3,9. IA B.

22 Juan Luk Conde Cabo

Estas cuestiones, que hemos considerado someramente hasta aquí -yque no pueden ni pretenden agotar el cúmulo de conflictos ideológicos sub-yacentes-, puede resumirse de la siguiente manem:

L." Teoria d¿ la reprcsentación: lugat de lo natunl y ¿le lo soblenaturaLLahostilidad o simpatía hacia la posibilidad y el valor de las formas representa-tivas subyace du¡ante toda la Edad Media a cualquier intento de deliniciónde tn¿ga Hemos visto, con Dau1, cómo la cuestión se arrastra desde la Anti-güedad clásica por parte de quienes consideran toda forma de representa-ción como (mrt¿D, y en definitiva, como ofalsa,, frente a la vitalidad de la ¡ea-lidad. Este debate empieza vinculado a la posibilidad o no de representaciónde la divinidad o los seres sobrenaturales er general ((iconoclastas, contradconolatras)), pero se proyecta más allá en una mirada confiada o, por elcontÉrio, desconfiada sobre la-s formas representativas. l-a noción de imagose convie¡te de este modo en una palabra-clave sobre la que se proyecta unaactitud peyorativa o positiva, un prejuicio moral o una disposición puramen-te técnica o estética;en torno a ellase dirime ura batalla propia de una visióngeneral que aún no concibe el alte como una actividad creativa, sino que sesitúa frente al fenómeno afístico como frente a un ditema entre el (original)'yla (copiar.

Esto no es sólo v¿lido para las representaciones plásticas: afecta tambiéna la rep¡esentación litemria y, en general, a cualquier tipo de <ficciónr. Enuna actitud no del todo ajena a la cuestión, los pdmeros filósofos griegos, ennombre de1 (lo8o.r acusaron de (mentirososD a los poetas que hansmitían yrecreaban vi€jos mitos. En otro terreno, el litera¡io, un contemporáneo deGuillermo de Occam, Giovanni Boccaccio se ve obligado a defenderse con-tra quienes argumentan conÍa la (mentira del arter 30:

(Dico poet¿i non esse menda€es (..-) Poetarun ficriones nuli adherenrspecie m neÍdacii, eo quod non si. mentis eorum que¡quan fing€ndo fa-

2." Una visión de la jerutquía de los sercs y d.el lugat del set humano en laCreación

La cuestiótr (sobrenatural/naturab no es más que una faceta de una pro-funda discusión del lugar del ser humano en relación con el resto de las cria-turas que pueblan el mundo medieval, sobre su posición en la 4erarquía delser'. La teoría estética de Buenaventur4 por ejemplo, derivada de la teoríade la creación, tiene un componente muy claro en este teÍeno. Así a partirdel Génesis, divide la semejanza en geneÉl en imago y similítudo.La imagoencierra algo de cualitativo, la simililu¿o algo de cuantitativo. Más exacta-menle 1t , 1^ simílitudo es un géne¡o con dos especie* asimílitudo univocatio-

30 Genealogio d¿o@ Eeariliüm, XIV, 13, 8.ri F.Collerone,¡t¡ro¡üd! Ialitosofía,tI,B^rceloú,t989,,265-

Im.aso: Ir leicoqrulía d¿l (doct]u:i 5" 23

nis sive participationisr y la (simílitudo ímitatinrdr et ¿rp¡¿rsior¿r,. Puesto que,según la doctrina del ejemplarismo, se sigue que hay algura semejanza entrelas criafums y Dios, Buenaventum observa que la primera clase no convienea la relación entre las criaturas y Dios, porque no hay término común alguÍo.Dentro de la segunda clase encontramos, en gradación ascendente, la ¡rmál4el wstigí my la imaga

Buenaventura admite que toda criatura es un v¿rt8r'urn Dei, pero sola-mente la criatura racional es ,7ta8o ,e¿ porque se parece a Dios en la pose-sión de ciertas potencias espirituales que le permiten conformarse cada vezmás a su creador,

3." Ottas aQstíones. Solamente de manera muy desdibujada hemos po-dido señalar aquí cómo la definición de irn¿go pasa también por e¡frenta-miento entre clases y grupos sociales, hadiciones filosóficas y monacales r,.Estos, a su vez, reúiten a cuestiones del máximo interés. Una de ell¿s, de laque no nos hemos ocupado, es la cuestión de la libertud huttu)na- Robert Ja-velet 33 ha elaborado un estudio de la cuestión de i/r?rgo donde puede seguir-se esta discusión: ha observado cómo este problema esti{ latente en la dis-tinción de Ireneo entre (cuerpo

^¡imado, (oeión,-imago) y (Espíritu

divinizador, (.homoíosis*similíndo) y cómo resurge al primer plano de laÉflexión religiosacon el tema de la imagen-semeianza en el siglo xII.

' De especial i¡terés es la cüestiór abierla en el siclo n respeclo de la noción de a¡te e¡lrelos cist..cienses (pafidarios de una alsterjdad prcve.bial) y lás escuelas de Ch¿íres y Saú Víclor(nás abie(os a Ia experiencia mu¡da¡a ¡ por consisuierte, al áre)-

! R, Javelet, {La ¡éitrt¡oductiotr de la liberté da¡s les notio¡s d image e1 de ressemblaúce,coneues conne dy¡anisme'. en A- zinnerno (ed.), D¿¡ Bqufdet Reptuehtat¡o itu Mürelabe4Berlin/Nueva Yo.k, 1971, l-34.