Fallos de la CSJN sobre reconocimiento y ejecucion de sentencias extranjeras

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Aguinda Salazar, María c. Chevron Corporation CSJN, 04/06/13, Aguinda Salazar, María c. Chevron Corporation s. medidas precautorias. Medidas cautelares. Ejecución de sentencia. Embargo sobre bienes de sociedades vinculadas a la condenada. Exhorto de Ecuador. Convención Interamericana sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares CIDIP II. Orden público internacional. Violación del derecho de defensa y del debido proceso. Rechazo del exhorto. Publicado por Julio Córdoba en DIPr Argentina el 05/06/13 y comentado por R. M. Paiva en Revista Argentina de Derecho Comercial y de los Negocios, 29/07/14 y por L. Costante y A. Corti en LL 01/10/13, 4. Suprema Corte: I- La sala de feria de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil confirmó la sentencia del juez de primera instancia, que había dado curso al exhorto librado por un juez ecuatoriano y, en consecuencia, había ordenado el cumplimiento en nuestro país del embargo dictado por la suma de U$S 19.021.552.000 sobre bienes que pertenecen a Chevron Argentina SRL, Ing. Norberto Priú SRL, CDC ApS y CDHC ApS (fs. 765-8 de los autos A.253, L. XLIX). El tribunal evaluó la procedencia de la rogatoria en los términos de la Convención Interamericana sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares (en adelante, "CIDIP II''). Sostuvo que esa convención restringe las atribuciones del tribunal argentino para revisar una medida decretada por un juez extranjero. En ese acotado margen, concluyó que en este caso los sujetos afectados por la medida no lograron acreditar la existencia de motivos que ameriten rechazar su cumplimiento en nuestro país. En particular, y en cuanto aquí resulta pertinente, sostuvo que no hubo una afectación del derecho de defensa de los recurrentes en tanto éstos tuvieron oportunidad de manifestarse en estas actuaciones y en el proceso principal. Contra esa decisión, Chevron Argentina SRL, Norberto Priú SRL, CDC ApS y CDHC ApS interpusieron recurso extraordinario federal (fs. 815-37 de los autos A.253, L. XLIX), que fue concedido únicamente en cuanto se refiere a la interpretación de normas federales (fs. 866-7 de los autos A.253, L. XLIX). La denegación parcial ameritó la presentación del correspondiente recurso de queja (A.238, L. XLIX). II- En su apelación extraordinaria, los recurrentes alegan que la medida dispuesta por el juez ecuatoriano vulnera en forma manifiesta el orden público argentino y, en consecuencia, la sentencia apelada en cuanto dispuso su cumplimiento en nuestro país contraría el artículo 12 de la CIDIP II, que es una norma de carácter federal.

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Aguinda Salazar, María c. Chevron CorporationCSJN, 04/06/13, Aguinda Salazar, María c. Chevron Corporations. medidas precautorias.Medidas cautelares. Ejecución de sentencia. Embargo sobre bienes de sociedades vinculadas a la condenada. Exhorto de Ecuador. Convención Interamericana sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares CIDIP II. Orden público internacional. Violación del derecho de defensa y del debido proceso. Rechazo del exhorto.Publicado por Julio Córdoba en DIPr Argentina el 05/06/13 y comentado por R. M. Paiva en Revista Argentina de Derecho Comercial y de los Negocios, 29/07/14 y por L. Costante y A. Corti en LL 01/10/13, 4.Suprema Corte:I- La sala de feria de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil confirmó la sentencia del juez de primera instancia, que había dado cursoal exhorto librado por un juez ecuatoriano y, en consecuencia, había ordenado el cumplimiento en nuestro país del embargo dictado por la suma de U$S 19.021.552.000 sobre bienes que pertenecen a Chevron Argentina SRL, Ing. Norberto Priú SRL, CDC ApS y CDHC ApS (fs. 765-8 de los autos A.253, L. XLIX).El tribunal evaluó la procedencia de la rogatoria en los términos de la Convención Interamericana sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares (en adelante, "CIDIP II''). Sostuvo que esa convención restringe las atribuciones del tribunal argentino para revisar una medida decretada porun juez extranjero. En ese acotado margen, concluyó que en este caso los sujetos afectados por la medida no lograron acreditar la existencia de motivos que ameriten rechazar su cumplimiento en nuestro país. En particular, y en cuanto aquí resulta pertinente, sostuvo que no hubo una afectación del derecho de defensa de los recurrentes en tanto éstos tuvieron oportunidad de manifestarse en estas actuaciones y en el procesoprincipal.Contra esa decisión, Chevron Argentina SRL, Norberto Priú SRL, CDC ApS y CDHC ApS interpusieron recurso extraordinario federal (fs. 815-37 de los autos A.253, L. XLIX), que fue concedido únicamente en cuanto se refiere a la interpretación de normas federales (fs. 866-7 de los autos A.253, L.XLIX). La denegación parcial ameritó la presentación del correspondiente recurso de queja (A.238, L. XLIX).II- En su apelación extraordinaria, los recurrentes alegan que la medida dispuesta por el juez ecuatoriano vulnera en forma manifiesta el orden público argentino y, en consecuencia, la sentencia apelada en cuanto dispuso su cumplimiento en nuestro país contraría el artículo 12 de la CIDIP II, que es una norma de carácter federal.

Concretamente afirman que la medida procura la ejecución de una sentenciaextranjera obtenida en un proceso judicial viciado por fraude, extorsión y cohecho, en el cual las sociedades argentinas y danesas –aquí apelantesy cuyos activos han sido embargados- no fueron parte ni fueron condenadas, por lo que no pudieron ejercer su derecho de defensa en juicio. Se agravian de que se embarguen sus bienes sin haberles dado oportunidad de defenderse en el proceso ecuatoriano en que se condenó a un sujeto jurídico distinto.Por otro lado, aducen que el tribunal omitió tratar cuestiones conducentes oportunamente planteadas y prescindió de constancias agregadas a la causa, que demuestran la afectación de su derecho de defensa y el carácter fraudulento de la sentencia y del proceso llevado acabo ante la jurisdicción ecuatoriana.A fojas 58 a 62 de los autos A.238, L. XLIX, los recurrentes denuncian que la vigencia de la medida durante la tramitación del proceso afecta gravemente intereses esenciales de la Nación, por lo que peticionan que la Corte Suprema declare formalmente admisible la queja (fs. 52-7, de losautos A.238, L. XLIX) y suspenda el embargo (fs. 52-7 y 58-62 de los autos A.238, L. XLIX), en forma previa a emitir un pronunciamiento sobre el fondo de la cuestión planteada.III- La decisión apelada es equiparable a una sentencia definitiva de acuerdo con la doctrina de la Corte sobre la materia (Fallos 314:1202; 327:5751; 330:4930). El interés público de la actividad desarrollada por los recurrentes (artículo 1, ley 26.741) y la trascendencia económica delembargo me llevan a la convicción de que la decisión apelada puede producir agravios de carácter irreparable a intereses esenciales de la Nación vinculados con la política energética y el desarrollo económico del país. Así el caso involucra una cuestión de gravedad institucional, que, además, no podrá ser sometida a la jurisdicción de los jueces argentinos a través de un proceso posterior.El recurso extraordinario es admisible en cuanto cuestiona la inteligencia de la convención aprobada por nuestro país a través de la ley 22.921, que es una norma de carácter federal. A su vez, los agravios expuestos en el recurso de queja son idóneos para habilitar la competencia extraordinaria del Tribunal en virtud de la doctrina sobre arbitrariedad de sentencias. Esos agravios están inescindiblemente relacionados con las cuestiones federales planteadas, por lo que corresponde tratarlos de forma conjunta con ellas (Fallos: 321:703, 323:2519; 324:4307, entre muchos otros). En este marco, y de acuerdo a ladoctrina sentada en Fallos: 308:249 y 325:3464 y en los autos P. 1125. XLI, "Parrinello Rosa Noemí c/ Hernández Oscar Antonio" (sentencia del 27de septiembre de 2005), opino que corresponde hacer lugar a la queja.IV- No se encuentra controvertido que en la República de Ecuador se llevóa cabo un juicio contra la sociedad estadounidense Chevron Corporation, en el que ésta fue condenada al pago de una suma de U$S 19.021.552.000. En cumplimiento de esa condena y a los efectos de asegurar su ejecución, el juez ecuatoriano ordenó embargar bienes que no pertenecen a Chevron

Corporation, sino a sujetos jurídicos distintos, a saber, Chevron Argentina SRL, Ing. Norberto Priú SRL, CDC ApS y CDHC ApS (fs. 1/4). Sobre la base de las vinculaciones societarias existentes, el juez ecuatoriano extendió los efectos de la condena al patrimonio de sujetos distintos del demandado y condenado (fs. 201-206 y 215-20).En la presente causa, la actora solicitó el cumplimiento en nuestro país de la medida ordenada por el juez ecuatoriano. En esa instancia, las sociedades afectadas –Chevron Argentina SRL, Ing. Norberto Priú SRL, CDC ApS y CDHC ApS- se opusieron a esa pretensión alegando que se embargaron sus cuentas bancarias, sus créditos por ventas, así como otros activos, alos efectos de ejecutar una condena contra una sociedad distinta –ChevronCorporation- dictada en un proceso en el que no fueron oídas ni pudieron ejercer su derecho de defensa.En este contexto, la controversia que la Corte Suprema debe resolver requiere determinar si esa decisión afecta nuestro orden público en los términos del artículo 12 de la CIDIP II.V- En mi opinión, la resolución apelada se aparta de las constancias de la causa y del derecho aplicable en cuanto concluyó que no hubo una afectación del derecho de defensa en juicio de los aquí apelantes.El embargo que dio origen a estas actuaciones recae sobre cuentas bancarias, créditos por venta de hidrocarburos, créditos litigiosos, cuotas sociales y participaciones accionarias que las sociedades argentinas Chevron Argentina SRL e Ing. Norberto Priú SRL tienen en nuestro país. Además, la medida recae sobre las cuotas sociales de esas sociedades argentinas que poseen las danesas, CDC ApS y CDHC ApS (v. fs. 1/4, anexos 3, 4, 5 y 29 de la prueba documental agregada).Los sujetos cuyos activos fueron embargados –Chevron Argentina SRL, Ing. Norberto Priú SRL, CDC ApS y CDHC ApS- son sociedades constituidas en la República Argentina y en el Reino de Dinamarca (anexos 30, 32 y 33 de la prueba documental agregada), que tienen personalidad jurídica propia y distinta de la de sus accionistas directos e indirectos (artículo 2 de laley 19.550 y artículos 30 y concordantes del Código Civil). En otras palabras, son personas jurídicas distintas de Chevron Corporation y, en ese carácter, tenían derecho a ser oídas, en condiciones de plena igualdad, por un tribunal independiente e imparcial para la determinaciónde sus derechos y obligaciones.De las constancias incorporadas a esta causa surge que los sujetos embargados no fueron demandados ni condenados en la causa "María Aguinda y otros c/Chevron Corporation (antes Texaco)", donde se dictó la sentencia condenatoria por la suma de U$S 19.021.552.000 contra un sujetojurídico distinto (fs. 201-206 y 215- 20). A su vez, de las piezas probatorias no surge que esas sociedades hayan intervenido y, en consecuencia, hayan tenido la oportunidad de ser oídas ni siquiera' en laetapa de la ejecución de esa sentencia. Por el contrario, de esas constancias surge que únicamente Chevron Corporation tuvo oportunidad de controvertir la procedencia, el mérito y la extensión de! embargo (en especial, fs. 216 vta. y anexo 19 de la prueba documental agregada).

A los efectos de procurar el cumplimiento de la sentencia, el juez ecuatoriano decretó que ''la ejecución de esta condena [la dictada contraChevron Corporation] sea imponible sobre la totalidad del patrimonio de Chevron Corporation" (fs. 201 vta.). Al definir el patrimonio de la sociedad condenada, concluyó –sin que ello haya sido precedido por un debido proceso- que "tal patrimonio está conformado por todas las empresas afiliadas y subsidiarias" (fs. citadas). Sin embargo, a partir de tal decisión, embargó los bienes –cuentas bancarias, créditos por venta de hidrocarburos, créditos litigiosos, cuotas sociales y participaciones accionarias- que pertenecen a sociedades que, si bien tienen una vinculación societaria con la condenada, son personas jurídicas distintas.De este modo, el juez ecuatoriano decretó una medida extendiendo los efectos de la condena dictada contra un sujeto a otros, que no fueron parte de ese proceso y sin que esa decisión haya sido precedida de un debido proceso donde los afectados hayan podido ejercer su derecho de defensa.Esa violación del derecho de defensa de los sujetos afectados no puede ser subsanada en este proceso, donde la revisión de los jueces del Estadorequerido no comprende el mérito, la procedencia ni la extensión del embargo y las defensas se limitan a las previstas en los artículos 4, 5 y12 de la CIDIP II.VI- En este contexto fáctico, cabe recordar que el derecho de defensa en juicio, que reconoce el artículo 18 de nuestra Constitución, integra el orden público argentino en tanto que es uno de los principios esenciales sobre los que se asienta nuestro ordenamiento jurídico. En el marco del reconocimiento de decisiones extranjeras, el ejercicio del derecho de defensa exige que haya existido para las partes del proceso extranjero laposibilidad de comparecer y de exponer sus argumentos, ofrecer y producirprueba, ser notificados de la decisión y tener la posibilidad de recurrirla. Tales son los contenidos mínimos de la garantía del debido proceso (artículo 18 de la Constitución Nacional) yesos contenidos integran el orden público local.Así lo ha decidido la Corte Suprema en un caso en el que se cuestionaba la ejecución en nuestro país de una orden judicial dictada por un juez extranjero (Fallos 319:2411). Allí, el Tribunal expuso que "el principio del debido proceso adjetivo está consagrado en el art. 18 de la Constitución Nacional, integra el orden público internacional argentino ya él debe conformarse no sólo todo procedimiento jurisdiccional que se lleve a cabo en jurisdicción argentina, sino también todo procedimiento que concluya en la sentencia o resolución dictada por autoridad judicial extranjera con efectos extraterritoriales en la República Argentina" (considerando 5°).De hecho, todas las normas que regulan el reconocimiento extraterritorialde sentencias extranjeras requieren expresamente que se haya garantizado el derecho de defensa en la jurisdicción foránea (artículo 517, inciso 2,Código Procesal Civil y Comercial de la Nación; Convención Interamericana

sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Arbitrales Extranjeros; Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1889; Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1940; Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional; Convención de Nueva York sobre el Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras; Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil, Comercial, Laboral y Administrativa; entre otros).VII- En mi opinión, la sentencia apelada en cuanto ordenó el cumplimientode una medida –dictada en el marco de un procedimiento en el que no se aseguró la defensa de los sujetos afectados- se aparta de la CIDIP II. Enefecto, el artículo 12 de esa convención prevé que un Estado no está obligado a ordenar el cumplimiento de un exhorto o carta rogatoria cuandoésta sea manifiestamente contraria a su orden público.Esa disposición es coherente con los principios que regulan el reconocimiento de la fuerza ejecutoria de las sentencias adoptadas por Jueces extranjeros. En efecto, el citado artículo 12 del convenio es congruente con lo dispuesto en el artículo 517 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, que supedita el reconocimiento de la fuerza ejecutoria de una sentencia extranjera a que ella "no afecte los principios de orden público del derecho argentino". En el marco del reconocimiento de sentencias extranjeras, -tal como lo advertí al dictaminar recientemente en la causa "Claren Corporation c/Estado Nacional (arts. 517/518 CPCC exequátur) s/ varios", C.462, L. XLVII, dictamen del 5 de abril de 2013-, ese control está previsto en una abrumadora cantidad de convenios bilaterales e internacionales suscriptospor nuestro país. A su vez, la gran mayoría de las legislaciones internasde los países del mundo supedita el reconocimiento y la ejecución de decisiones foráneas a la condición de que no afecten su orden público o sus políticas públicas fundamentales (cf., por ejemplo, Gerhard Walter y Samuel P. Baumgartner, "General Report", en The Recognition and Enforcement of Foreign judgements outside the Scope of the Brussels and Lugano Convention, Londres: Kluwer Law International, 2000).En la misma tendencia, la mayoría de las normas que regulan la cooperación internacional para el cumplimiento extraterritorial de actos procesales y de medidas cautelares prevé la atribución del Estado requerido de controlar que la medida no afecte su orden público (por ejemplo, artículos 8, 12 y 20 del Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional suscripto en Las Leñas el 27 de junio de 1992, aprobado por la Argentina mediante ley 24.578; artículo 17 del Protocolo de Medidas Cautelares de Ouro Preto, suscripto el 16 de diciembre de 1994, aprobado por la Argentina mediante ley 24.579).En definitiva, la cláusula del orden público ha sido el modo en que los tratados internacionales y las legislaciones internas han conciliado la defensa de los principios fundamentales del Estado requerido con el deberde cooperación internacional. A su vez, de las normas citadas surge que los Estados requeridos se reservan la facultad de decidir cuándo hay una

afectación de su orden público y no delegan esa cuestión en los jueces extranjeros.Por otro lado, cuando existe una afectación al orden público –como sucedeen el caso- el procedimiento previsto en el artículo 5 de la CIDIP II no es aplicable. En efecto, esa norma dispone el trámite que deben observar las oposiciones y tercerías que pueden plantear los sujetos embargados ante el juez del Estado requerido. En esos casos, el juez que recibe la rogatoria se limita a comunicarlas al juez del Estado requirente, que resuelve sobre su procedencia –con excepción del supuesto previsto en el último párrafo-.Ese procedimiento no sustituye la atribución que tienen los jueces del Estado requerido de rehusar el cumplimiento de una rogatoria que es manifiestamente contraria a su orden público en los términos del artículo12 de la convención. Ello no sólo surge de la interpretación armónica y sistemática de los artículos 5 y 12, sino que también es coherente con los principios expuestos que gobiernan el reconocimiento extraterritorialde las sentencias extranjeras.En suma, entiendo que lo expuesto es suficiente para rechazar el cumplimiento en nuestro país de la rogatoria librada por el juez ecuatoriano en tanto que la medida allí dispuesta –dictada en el marco deun procedimiento en el que no se aseguró la defensa de los sujetos afectados- es manifiestamente contraria al orden público argentino en lostérminos del artículo 12 de la convención.VIII- Por último, opino que corresponde hacer lugar a la petición de los recurrentes de que V.E., en forma previa a pronunciarse sobre el fondo dela cuestión planteada, haga lugar a la queja, declarando formalmente admisible el recurso extraordinario en relación con todos los agravios esgrimidos en él, y ordene en forma inmediata la suspensión de la resolución recurrida y del embargo trabado.En efecto, como expuse en la sección III, el caso reviste gravedad institucional. La traba de un embargo por un monto de U$D 19.021.522.000 sobre los activos y, en particular, las cuentas bancarias de sujetos que desarrollan una actividad de notorio interés público, a saber, la exploración y explotación de hidrocarburos, puede producir perjuicios irreparables a los intereses de la comunidad vinculados con la política energética y el desarrollo económico de nuestro país (artículo 1, ley 26.741), así como con las finanzas públicas (cf. por ejemplo, la presentación de fs. 533-8 del Fiscal de Estado de la Provincia de Neuquénen los autos A.253, L. XLIX). La gravedad del caso se acentúa considerando que los sujetos embargados no tuvieron oportunidad de ejercer su derecho de defensa en juicio en el marco del proceso desarrollado en el extranjero, donde no fueron demandados ni condenados.Esa gravedad institucional demanda la intervención de la Corte a los efectos de que no se produzcan perjuicios irreparables e irreversibles a intereses esenciales de la Nación (Fallos: 313:630 y 316:363) y a los efectos de resguardar la jurisdicción de ese Tribunal mediante el dictadode una sentencia útil (Fallos: 322:2424 y 325:3464). Concretamente, esa

doctrina demanda la suspensión de los efectos de la sentencia recurrida ydel embargo hasta que Y.E. resuelva en definitiva la cuestión de fondo planteada (Fallos: 316:363 y T. 114. XLVII, ''Recurso de hecho T.,R.L. - apoderado de lista verde bordo c/ Sindicato de Empleados de Comercio de la Capital federal s/medida cautelar", sentencia del 29 de abril de 2011).La Corte ha ejercido su facultad de suspender los procedimientos, aun en casos donde se encuentran reunidos los presupuestos del artículo 258 del Código Procesal en lo Civil y Comercial –invocado por el tribunal a quo enesta causa-, siempre que existan razones de orden institucional que justifiquen la medida (Fallos: 170:266; 245:425). En el sub lite, esa doctrina exige la suspensión inmediata del embargo pues ese es el único remedio eficaz para evitar los perjuicios que la continuación del procedimiento podría traer aparejada para intereses esenciales de la Nación.IX- Por las razones expuestas, opino que corresponde que V.E. (i) en forma previa a pronunciarse sobre el fondo de la cuestión planteada, hagalugar a la queja, declarando formalmente admisible el recurso extraordinario en relación con todos los agravios esgrimidos en él, y ordene en forma inmediata la suspensión de la resolución recurrida y del embargo trabado; y (ii), oportunamente, declare procedente el recurso extraordinario y revoque el pronunciamiento apelado.- Buenos Aires, 22 demayo de 2013.- A. Gils Carbó.Buenos Aires, 4 de junio de 2013.-Vistos los autos: “Aguinda Salazar, María c. Chevron Corporation s. medidas precautorias”.Considerando:Que las firmas Chevron Argentina S.R.L., Ingeniero Roberto Priú S.R.L.; CDC Aps y CDHC Aps han interpuesto recurso extraordinario contra la sentencia dictada por la sala de feria de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil que, al confirmar la de primera instancia, dispuso la ejecución de diversas medidas precautorias contra sus bienes ordenadas por el presidente subrogante de la Corte Provincial de Sucumbíos, República del Ecuador y cuyo cumplimiento fue solicitado a lostribunales argentinos en los términos de la Convención Interamericana sobre el Cumplimiento de Medidas Cautelares (CIDIP-II).El recurso fue parcialmente concedido, en lo concerniente a la interpretación y aplicación al caso del art. 5° de la Convención y fue rechazado en cuanto a los agravios fundados en la doctrina de la arbitrariedad de sentencias. En relación con este último aspecto, la demandada presentó el correspondiente recurso de queja por ante el Tribunal.2°) Que en el pleito ha sido controvertida la inteligencia de diversas cláusulas de un tratado de cooperación internacional en materia procesal -CIDIP-II- y la sentencia ha sido contraria al derecho que la recurrente ha fundado en ellas, de modo que el recurso se ajusta a las previsiones del art. 14, inc. 3° de la ley 48 (Fallos: 118:127; 276:327 y 319:2411).

Por otra parte, si bien las resoluciones que hacen lugar o rechazan medidas cautelares no son sentencias definitivas, en los términos del art. 14, primer párrafo, de la ley 48, esta Corte ha entendido que deben ser equiparadas a tales cuando el derecho invocado solo puede ser protegido en la oportunidad en que se invoca, como es el caso, puesto quela CIDIP-II tiene por exclusivo objeto la cooperación en materia de medidas cautelares. Además, esa equiparación se justifica cuando se irroga un perjuicio de difícil o imposible reparación posterior, tal comoocurre en el caso en atención a la trascendencia económica del embargo dispuesto.El adecuado tratamiento de los agravios hace necesario resolver de maneraconjunta el recurso extraordinario concedido por el a quo y la presentación directa que hiciera la demandada en relación con el resto delos argumentos dirigidos contra el fallo apelado.3°) Que el sistema creado por la Convención establece el deber que tienenlos tribunales de cada uno de los Estados Parte de dar cumplimiento a lasmedidas cautelares decretadas por jueces de otro Estado Parte (art. 2°), con la importante aclaración de que este último podrá rehusar hacerlo cuando “sean manifiestamente contrarias a su orden público” (art. 12).4°) Que esta Corte ha resuelto en diversas ocasiones que el principio deldebido proceso adjetivo (art. 18 de la Constitución Nacional) integra el orden público internacional argentino, no solo en procedimientos de carácter penal (Fallos: 328:3193), sino también en aquellos que versan sobre derechos de contenido patrimonial (Fallos: 319:2411). En este último pronunciamiento señaló que a dicho principio "debe conformarse no sólo todo procedimiento jurisdiccional que se lleve a cabo en jurisdicción argentina, sino también todo procedimiento que se concluya en la sentencia o resolución dictada por autoridad judicial extranjera con efectos extraterritoriales en la República Argentina” (Fallos: 319:2411, considerando 5°).5°) Que, tal como lo pone de resalto la señora Procuradora General y se desprende de la rogatoria emitida por el tribunal ecuatoriano, se trata en autos de medidas cautelares dispuestas en el procedimiento de ejecución de una sentencia dictada en Ecuador por el cual se condenó a lafirma Chevron Corporation a pagar la suma de U$S 19.021.552.000 (fs. 1/1 vta.). En dicho proceso se decidió también que los efectos del fallo se extendían a las sociedades subsidiarias de Chevron Corporation, en particular a las aquí demandadas Chevron Argentina SRL e Ingeniero Roberto Priú, y los titulares de sus cuotas sociales (fs. 201 y sgtes.)Está fuera de controversia, asimismo, que las sociedades apelantes no hantenido participación en el pleito seguido contra Chevron Corporation y que son personas jurídicas distintas cuyos patrimonios se ha decidido unificar con el de esa firma a los efectos de ejecutar la indemnización. En efecto, según puede leerse en los fundamentos de la resolución dictadapor el juez del Estado requirente, las medidas cautelares contra las sociedades constituidas en la República Argentina y los titulares de sus cuotas sociales fueron tomadas sobre la base de la teoría del

"levantamiento del velo societario y desestimación de la personalidad jurídica", punto sobre el cual, dice el magistrado, no es procedente contender, pues "tal decisión se encuentra ya ejecutoriada" (fs. 201).6°) Que la decisión de declarar inoponible la personalidad jurídica tienecarácter excepcional en nuestro derecho y solo puede ser tornada bajo ciertas condiciones establecidas por la ley (art. 54 de la Ley de Sociedades 19.550). Asimismo, en tanto la personalidad jurídica es un derecho de la sociedad que protege no solo su patrimonio, sino también atiende a los legítimos intereses de quienes han contratado con ella, este dispositivo excepcional no puede ser puesto en práctica sin la previa sustanciación, por vía principal o incidental, de un proceso contradictorio con efectiva posibilidad de defensa.7°) Por consiguiente, resulta aplicable al sub lite el criterio seguido en el ya citado precedente de Fallos: 319:2411, para concluir que la decisión tornada por la justicia del Ecuador de imponer medidas cautelares sobre los bienes de las sociedades demandadas, en razón de haberse decretado, sin audiencia previa, la inoponibilidad de su personalidad jurídica, las ha privado de este derecho, con afectación de principios que integran el orden público internacional argentino (arts. 17 y 18 de la Constitución Nacional), circunstancia que obsta al cumplimiento de la carta rogatoria.Por otra parte, al haberse cerrado la cuestión a toda controversia, dado que ha sido ya resuelta con carácter de cosa juzgada, se torna innecesario ingresar a la consideración sobre la pertinencia de aplicar aeste caso el arto 5°, primer párrafo, de la Convención, en tanto remite ala jurisdicción del juez que libró el exhorto la decisión sobre terceríasu oposiciones planteadas por las personas afectadas por las medidas.Por ello, de conformidad con lo dictaminado por la señora Procuradora General de la Nación, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada. Con costas. Reintégrese el depósito de oportunamente, devuélvanse los autos.-R. L. Lorenzetti. E. I. Highton de Nolasco. E. S. Petracchi. J. C. Maqueda. E. R. Zaffaroni. C. M. Argibay.Disidencia del señor ministro doctor don Carlos S. FaytConsiderando:1º) Que contra la sentencia dictada por la sala de feria de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil el 29 de enero de 2013, que confirmó la de la anterior instancia y dispuso la traba de diversas medidas precautorias sobre sus bienes, las empresas Chevron Argentina S.R.L., Ingeniero Roberto Priú S.R.L., CDC Aps y CDHC Aps, interpusieron recurso extraordinario, que fue parcialmente concedido, en lo concerniente a la interpretación del arto 5° de la Convención Interamericana sobre el Cumplimiento de Medidas Cautelares (CIDIP) y denegado respecto de la tacha de arbitrariedad de dicho pronunciamiento, aspecto sobre el cual sededujo la correspondiente queja ante el Tribunal.2°) Que la decisión impugnada dio a curso a la traba de medidas cautelares, solicitada -mediante carta rogatoria- por el presidente

subrogante de la Corte Provincial de Sucumbíos, República del Ecuador, dentro del marco de la citada convención de cooperación judicial internacional.3º) Que las recurrentes al agraviarse contra la sentencia impugnada, adujeron, entre otros motivos, que las medidas cautelares que las afectaban habían sido dispuestas en un pleito dirigido contra Chevron Corporation en el cual no tuvieron participación, dado que, según expusieron, se trata de personas jurídicas distintas de la corporación petrolera demandada en Ecuador, a las que se les había extendido la sentencia dictada contra aquella empresa por aplicación de la teoría del "levantamiento del velo societario" cuestión que, manifestó el magistradoecuatoriano a fs. 201 "se encuentra ya ejecutoriada".4º) Que es reiterada jurisprudencia del Tribunal que las decisiones relacionadas con medidas cautelares, ya fuere que las ordenen, modifiqueno revoquen no constituyen sentencia definitiva a los efectos de la admisibilidad del recurso regulado por el arto 14 de ley 48 (Fallos: 310:681; 313:116; 327:5068 y 329:440, entre otros)5º) Que, no se observan en el presente caso, motivos que justifiquen el apartamiento del criterio jurisprudencial al que se ha hecho referencia en el considerando anterior.6º) Que ello es así porque conforme lo ha establecido el Tribunal a él “…le corresponde -en la medida de su jurisdicción- aplicar los tratados internacionales a que el país está vinculado…ya que lo contrario podría implicar responsabilidad de la Nación frente a la comunidad internacional" (Fallos: 318:514, "Giroldi").7º) Que los Estados Parte de la Convención Interamericana sobre el Cumplimiento de Medidas Cautelares dispusieron que sus autoridades jurisdiccionales darán cumplimiento a las medidas cautelares que, "…decretadas por jueces o tribunales de otro Estado Parte, competentes en la esfera internacional, tengan por objeto: […].b. El cumplimiento de medidas necesarias para garantizar la seguridad de los bienes, tales como embargos y secuestros preventivos de bienes inmuebles y muebles, inscripción de demanda y administración e intervención de empresas" (arto 2°).A tal efecto el art. 1º de la Convención al referirse a qué debe entenderse, a los fines de su aplicación, por “medidas cautelares” pone en evidencia la amplitud del compromiso asumido dado que comprende a “todo procedimiento o medio que tienda a garantizar las resultas o efectos de un proceso actual o futuro en cuanto a la seguridad de las personas, de los bienes o de las obligaciones de dar, hacer o no hacer una cosa especifica, en procesos de naturaleza civil, comercial, laboral y en procesos penales en cuanto a la reparación civil”.En un sentido correlativo a la amplitud del compromiso asumido por los estados firmantes de la convención, ésta dispone que: “Cuando se hubiere trabado embargo o cualquier otra medida cautelar en materia de bienes, lapersona afectada por esa medida podrá deducir ante el juez al cual se le libro el exhorto o carta rogatoria, la tercería u oposición pertinente

con el único objeto de que sea comunicada al juez de origen al devolvérsele el exhorto ..La oposición se sustanciará por el juez de lo principal, conforme a sus leyes" (art. 5°, énfasis agregado) o La norma internacional restringe, únicamente, los supuestos de inaplicabilidad porel Estado requerido a aquellos casos en que: “el afectado justifique la absoluta improcedencia de la medida (en los que) ..el juez del Estado de cumplimiento podrá levantar dicha medida de acuerdo con su propia ley" (art. 4) Y cuando las medidas R..s.ean manifiestamente contrarias a su orden público" (art. 12).8º) Que en este punto no se advierte que la traba de las medidas cautelares requerida en la rogatoria resulte "manifiestamente contraria" a nuestro ordenamiento, cuando las normas procesales que rigen en la materia expresamente disponen que: "Las medidas precautorias se decretarán y cumplirán sin audiencia de la otra parte. Ningún incidente planteado por el destinatario de la medida podrá detener su cumplimiento"(art. 198 del Código Procesal civil y Comercial de la Nación).Tal conclusión se robustece si se tiene en cuenta que tanto la Convenciónde cooperación judicial internacional como nuestro ordenamiento interno distinguen con precisión las características de la discusión que puede plantearse respecto de este tipo de medidas y la que se desarrollará en oportunidad de disponerse la ejecución de la sentencia.Es clara la Convención en este aspecto cuando dispone: "El cumplimiento de medidas cautelares por el órgano jurisdiccional requerido no implicaráel compromiso de reconocer y ejecutar la sentencia extranjera que se dictare en el mismo proceso." (art. 6º)En un sentido concordante el art. 517 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, entre otros requisitos para que una sentencia extranjera pueda ejecutarse, exige: "que la sentencia no afecte los principios de orden público del derecho argentino" (inc. 4) y "que la parte demandada contra la que se pretende ejecutar la sentencia hubiese sido personalmente citada y se haya garantizado su defensa" (inc. 2), extremo, este último, que, de acuerdo con los rasgos distintivos de un proceso cautelar, no se exige para ordenar una medida de esa naturaleza.Por ello, habiendo dictaminado la señora Procuradora General de la Nación, se desestima el recurso extraordinario planteado, con costas, asícomo la queja que corre agregada por cuerda. Declárase perdido el depósito de fs. 3 bis de la presentación directa y, oportunamente, procédase a su archivo. Notifíquese y devuélvase el expediente principal al tribunal de origen.- C.S. Fayt.

Zapata Timberlake c. Stehlin. CSJNCSJN, 03/11/88, Zapata Timberlake, Marta María Guadalupe c.Stehlin, Carlos José Federico.Matrimonio celebrado en el extranjero (EUA). Divorciodecretado en México. Incompatibilidad de caracteres. Causalno prevista en nuestro ordenamiento. Indiferencia.Jurisdicción internacional. Domicilio conyugal en EUA.Sumisión de las partes a la jurisdicción mejicana. Análisisde la jurisdicción indirecta. Falta de afectación de lajurisdicción argentina. Matrimonio celebrado en Argentina.Manifestación del contrayente de ser soltero. Nulidad.Impedimento de ligamen. Rechazo. Aplicación del derechoextranjero. CIDIP II sobre Normas Generales. Teoría del usojurídico.Publicado por Julio Córdoba en DIPr Argentina el 18/05/07, en Fallos 311:2247, enED 133, 589, con nota de A. P. Radzyminski y en M. B. Noodt Taquela, DerechoInternacional Privado - Libro de casos, 2 ed., Bs. As., La Ley, 2006, 174/184.

Buenos Aires, 3 de noviembre de 1988.-Considerando: 1°) Que doña M. M. G. Z. T. demanda por nulidad de matrimoniocontra don C. F. S. por la causal de bigamia, pues sostiene que al tiempo decontraer matrimonio en Buenos Aires en el año 1955, su cónyuge manifestó sersoltero cuando en realidad era casado y tenía un matrimonio subsistente en elextranjero, como surge de la partida acompañada que acredita su casamiento con V.A. C., celebrado en el Estado de Nueva York en el año 1942.2°) Que el demandado contestó el traslado y negó los hechos invocados; enparticular, el matrimonio anterior alegado por la actora, ya que adujo que paraesa época estaba fuera de los Estados Unidos participando de la SegundaGuerra Mundial. Expresó que no recordaba nada de lo alegado por su contraria yque a ella le correspondía probar sobre la existencia y validez del matrimonioconforme con las leyes del lugar de celebración. Opuso la excepción de falsedadmaterial del instrumento y solicitó que, en su oportunidad, se rechazara lademanda.3°) Que con posterioridad a la apertura de la causa a prueba, se presentó doña E.L. H. de N. solicitando ser tenida por parte como tercera coadyuvante, pues adujoque la sentencia podía eventualmente lesionar un derecho propio, dado que laactora demandaba la nulidad de su matrimonio para hacer valer luego el que ellahabría celebrado con R. N. y, consecuentemente, atacar de nulidad el matrimonioH.-N..4°) Que la demandante se opuso a esta presentación con fundamento en lo dispuestopor el art. 84 de la Ley de Matrimonio Civil, en razón de no encontrarse incluidala tercero dentro de las personas con legitimación para intervenir en el proceso,oposición que fue desestimada por la alzada por resolución de fs. 356/357, lacual fue objeto del recurso extraordinario deducido por la demandante a fs.363/369 con resultado negativo (fs. 398).5°) Que con anterioridad al dictado de la sentencia de primera instancia, latercero acompañó al juicio diversa documentación con el fin de acreditar que elmatrimonio S.-C. había sido disuelto por sentencia dictada el 29 de febrero de1944, en Méjico, así como el posterior matrimonio de V. C. en París, en diciembrede 1947, con invocación de su calidad de divorciada de C. F. S..La actora, por su lado, negó que la supuesta sentencia mejicana hubiesemodificado el impedimento de ligamen originariamente invocado, ya que no se habíahecho valer con anterioridad en el país y su validez estaba condicionada a sureconocimiento en tiempo oportuno. Afirmó que mientras la sentencia no hubierasido objeto de recepción por la autoridad pertinente, no producía efecto algunoconforme con la legislación nacional; que así era también en Francia en donde seautorizó el matrimonio previo control por parte de las autoridades francesas; queel demandado Stehlin debió obtener el exequatur para poder contraer matrimonio,conforme con lo dispuesto en los arts. 517 519 del Código Procesal, sin el cualla sentencia sólo era válida en Méjico.Sostuvo también que al fallo acompañado no se le podía conceder eficaciaextraterritorial por ser contrario al orden público, ya que las leyes sobrematrimonio tienen tal condición y no puede soslayarse este aspecto, pues lacausal de incompatibilidad de caracteres no está incluida entre las previsionesdel art. 67, amén de que la doctrina y jurisprudencia unánimemente rechazan elreconocimiento del divorcio por dicha causal. Por otra parte, el juicio no fue

llevado con los recaudos más elementales para que se lo considere un procesoválido, pues medió abuso de la función judicial y la decisión se dictó porconfesión de parte y en oposición a lo dispuesto por el art. 70 de la ley 2393.6°) Que en ambas instancias se rechazó la demanda de nulidad. La alzada hizomérito de la teoría de la especialidad en materia de nulidades de matrimonio paranegar que la falta de inscripción previa de la sentencia de divorcio o de veniapara contraer matrimonio fuesen causales previstas en nuestra legislación parainvalidar un matrimonio. Sostuvo que en el caso no era necesario el exequáturpara admitir la eficacia de la sentencia y que había mediado ademásreconocimiento involucrado al haberse acreditado el matrimonio francés de V. C.,el cual no sólo quedaba liberado del exequátur sino también de otros requisitosdel reconocimiento, ya que sólo debía verificarse si la sentencia extranjeraconculcaba o no nuestro orden público.Afirmó el a quo que, en función de lo dispuesto por los arts. 517 a 519 del citadocódigo, al tratarse del mero reconocimiento de la sentencia extranjera no eranecesario que se cumplieran los trámites de conversión establecidos en dichosartículos; que no hubo violación del orden público por la aceptación del divorciovincular, porque tanto al tiempo de la celebración del matrimonio como alpresente, en el país se lo admitía y admite; que por tratarse de un divorciollevado a cabo en el extranjero por cónyuges domiciliados también en elextranjero, no había punto de conexión con nuestro país y en nada resultabaagraviado el orden público nacional.Aceptó el tribunal que el juez mejicano tenía jurisdicción y que no invadió lacorrespondiente a la argentina; que a partir del caso "Rosenstiel" los juecesneoyorquinos aceptaban que el domicilio no era un requisito previo para lavalidez y eficacia extraterritorial de una sentencia dictada por los tribunalesmejicanos; que tal criterio debía regir el caso en virtud de la actualidad delorden público que rige en materia de derecho internacional privado; que noresulta lesionado el correspondiente a nuestro país por el hecho de admitirse eldivorcio por la causal de incompatibilidad de caracteres; y que en la evolucióndel derecho matrimonial moderno, el divorcio-sanción ha dejado lugar al divorcio-remedio que permite una solución de esa índole.Sostuvo la cámara que el punto relativo a la intervención de la tercero estabaprecluso y que no se podía replantear la cuestión en el proceso, pues aquéllahabía tenido lugar por resolución firme y, por lo tanto, debía rechazarse elrecurso de nulidad sustentado en dicha causal.Consideró, asimismo, que la parte había consentido los argumentos del falloreferentes al reconocimiento involucrado que surgía del matrimonio de V. C. enFrancia en 1947, hecho que configuraba un fundamento autónomo y que daba valideza la sentencia apelada, al margen de los resultados disímiles que con relación aambos esposos podrían derivarse del hecho de no aceptarse la eficaciaextraterritorial del divorcio mejicano.7°) Que contra ese pronunciamiento la actora dedujo el recurso extraordinariocuya denegación origina la presente queja. La diversidad de temas propuestos porambas partes justifica un examen pormenorizado de algunos puntos que, deprosperar, llevarían a la deserción del recurso por incumplimiento de recaudosformales, o bien a la apertura a prueba o a la invalidez de las actuaciones porindebida participación asignada a la tercero, sin perjuicio del tratamiento de

las restantes cuestiones que, como federales, se intenta someter a laconsideración del Tribunal.8°) Que, con carácter previo, resulta conducente formular algunas apreciacionescon referencia a los recaudos de fundamentación autónoma requeridos por conocidajurisprudencia del Tribunal, pues la tercero ha insistido en que el escrito de laapelante no cumplía en forma adecuada con aquéllos, ya que al omitir aspectosrelevantes de la causa obligaba a la lectura del expediente para comprender lascuestiones planteadas y su relación con la materia federal en debate,circunstancia que justificaría la improcedencia de la vía intentada.Al respecto, cabe señalar que si bien es cierto que esta Corte ha exigido que elrecurso contenga una relación "clara y sucinta" de los hechos de la causa y de suvinculación con los temas constitucionales propuestos, no ha requerido fórmulassacramentales ni considera que se pueda transformar a tales recaudos defundamentación en el cumplimiento de ritos innecesarios que redunden en menoscabode la defensa en juicio de la persona o de sus derechos.En tal sentido, aunque los antecedentes expresados por la recurrente no abarquencon nitidez la totalidad de los numerosos y complejos temas propuestos, de lalectura del contexto del escrito de interposición del recurso surge –cuando menosen forma mínima- satisfecho el punto de que se trata, sin que parezca adecuadoinsistir más allá de lo razonable en el cumplimiento de tal fundamentación,cuando el Tribunal estima suficientemente deslindada la materia que la demandantepretende que sea examinada como federal.9°) Que, por su incidencia en el resultado del pleito, corresponde considerar lacuestión relativa a la intervención de la tercero, aspecto que fue debatido en lainstancia ordinaria y que dio lugar en su momento a que la actora dedujera unrecurso extraordinario contra la resolución de la alzada que admitió suparticipación en los términos del art. 90, inc. 1°, del Código Procesal Civil yComercial de la Nación.A pesar de que la demandante no interpuso queja con respecto del rechazo de talrecurso, ello no impide el replanteo de la cuestión en la instanciaextraordinaria, ya que es conocida la jurisprudencia de esta Corte en punto a quelas cuestiones decidida por autos no definitivos durante el trámite del juicio yque no hayan sido consentidas por la parte, pueden ser propuestas conposterioridad al fallo final de la causa, siempre y cuando resulte acreditado elmenoscabo a las garantías constitucionales invocadas oportunamente (Fallos:293:439; 296:76; 298:113; 300:1136; 303:340; 307:109 causa S.528.XX "S., H. E. c.M. O., S.", del 25 de marzo de 1986).Con referencia a este tema, se aprecia que el nuevo planteamiento efectuado porla apelante no va más allá de la transcripción del dictamen de la Comisión deJuicio Político de la Cámara de Diputados de la Nación, en el cual se destaca quehabría mediado un apartamiento de una importante y habitual doctrina yjurisprudencia vinculadas con esa cuestión, sin que se haya tratado el asuntosobre la base de las disposiciones establecidas en la Ley de Matrimonio Civil –art. 84-, ya que sólo se lo ha considerado en función de las reglas ritualesvigentes, con lo cual –se sostiene- se ha admitido una intervencióninsalvablemente nula y se ha atentado contra la garantía del debido proceso.No obstante que, en principio, debe reconocerse legitimación para intervenir enel juicio sólo a las personas contempladas en la ley, pues la actuación del

ministerio fiscal podría cubrir con eficacia la defensa del interés público, loque redundaría en la protección del interés que pudieran tener eventualmente losterceros en evitar un proceso fraudulento, el examen de las presentes actuacionespone de manifiesto hasta la evidencia la necesidad de evitar toda inteligenciarigurosa de las normas de fondo y de paliar las consecuencias perjudiciales quepodrían derivarse de una comprensión restrictiva del problema.La necesidad de armonizar los derechos emergentes de la Ley de Matrimonio y losprocedimientos encaminados a su defensa, encuentra en la decisión de la alzadauna opinable solución que, por su propia naturaleza, no puede ser objeto derevisión en la vía intentada, no sólo porque ha contemplado la actuación de latercero desde una perspectiva coadyuvante de la defensa alegada por el demandado(art. 90, inc. 1°, citado), sino porque tampoco se ha derivado de su intervenciónmenoscabo alguno al derecho de defensa en juicio de la actora.La garantía del debido proceso no excluye la posibilidad de que intervenganterceros que pudieran ver afectados sus propios intereses, sobre todo si sólo seles da una participación accesoria y subordinada (art. 91, código citado). De ahíque no cabe anular lo actuado por quien, asumiendo la defensa desde esa posiciónjurídica –que encuentra obviamente limitadas sus posibilidades de actuar-,acredita en forma inequívoca un comportamiento ambiguo por parte del cónyugedemandado que lleva a hacer excepción al principio anteriormente enunciado. Estaaseveración se justifica si se considera que ha mediado oportunidad suficiente dedefensa y que invalidar lo actuado y admitir la posibilidad de un nuevo procesopara demostrar lo que en esta causa se ha probado, importaría un dispendio inútilde actividad jurisdiccional.De ahí, pues, que aun cuando no mediara óbice para requerir una decisión acercade la participación de la tercero en la causa, pues ni la cosa juzgada ni lapreclusión podrían válidamente alegarse frente a las razones expresadas, medianmotivos de entidad suficiente para aceptar que la actuación de aquélla no se haapartado de los límites impuestos en la resolución de fs. 356/357, ni con ello sehan vulnerado los derechos superiores aducidos, bien que el criterio de la alzadaresulte opinable en relación con lo que establecen las normas no federales enjuego.10) Que en cuanto a la apertura a prueba para lograr la designación de un peritoen derecho internacional y a la agregación de material tendiente a demostraraspectos vinculados con las tesis sustentadas por la recurrente, de conformidadcon lo dispuesto por el art. 280 del Código Procesal, no cabe admitir lapretensión aludida ni la alegación de hechos que no hubiesen sido invocados conanterioridad, máxime cuando no se trata de los específicamente contemplados porel art. 163, inc. 6°, del Código Procesal, supuesto ajeno al que resulta delrequerimiento formulado por la parte, sobre todo cuando tal petición tiendeindudablemente a suplir una falencia de la defensa.La oportunidad adecuada para solicitar las medidas de prueba que ahora intenta lademandante, en el supuesto de resultar procedentes de acuerdo con los términos desu presentación de fs. 711/719, habría sido al tiempo de objetar la denuncia delhecho extintivo efectuada por la tercera a fs. 700/706, mas en esa oportunidad sealegaron una serie de razones que, unidas a las que luego también se adujeron alrespecto en el escrito titulado "continúa contestación traslado", no comprendíanpedido alguno sobre el tema en tratamiento.

11) Que, en lo atinente a la aplicación del derecho extranjero en virtud de loestablecido enla Convención Interamericana sobre Normas Generales de DerechoInternacional Privado, aprobada por ley 22.921, cuyo artículo 2° impone a losmagistrados la obligación de aplicar el derecho extranjero tal como lo harían losjueces del Estado cuyo derecho resultare aplicable, sin perjuicio de lo que laspartes pudieran alegar y probar respecto de la existencia y contenido de la leyextranjera, cabe señalar que la referencia de la actora sólo se plantea porprimera vez al deducir la apelación extraordinaria, por lo que constituye elfruto de una reflexión tardía (Fallos: 267:194; 278:35; 276:314; 279:14; 307:563;630, 770) y resulta ineficaz para habilitar la vía intentada.Por otra parte, la referida convención no impone a los jueces de la Nación eldeber de investigar oficiosamente el contenido e interpretación de las leyesextranjeras dadas en los países miembros, pues esta carga continúa pesando sobrela parte que alega la existencia de preceptos jurídicos que el juez o el tribunalno tenga el deber de conocer, sin perjuicio de las medidas que pudieren adoptarseen los supuestos de duda sobre puntos suficientemente invocados y controvertidos.Al margen de lo expresado, se advierte que en la interpretación del derechoextranjero el tribunal ha actuado en la forma en que, según su comprensión delasunto, estima que habría procedido un juez del Estado de Nueva York si hubiesetenido que fallar el caso, como surge de los fundamentos dados en supronunciamiento (fs. 913/921), particularmente al señalar que la jurisdicción deljuez mexicano no resultaba objetable desde la perspectiva del derecho del Estadoen donde se hallaba el domicilio de los esposos.De cualquier modo, aunque la parte aduce la existencia de una cuestión federalvinculada con la aplicación de dicha convención, lo cierto es que su tratamientonada agrega a los derechos y situaciones debatidas, ni se aprecia que la decisiónadversa a los derechos de la apelante guarde relación con un tratado que no sólono fue invocado oportunamente, sino que su contenido implica la admisión de unadoctrina –uso jurídico- cuya aplicación se ha hecho en la causa en función de losustentado por las partes de modo coincidente y de los elementos aportadosdurante el trámite.12) Que en cuanto a los agravios que se vinculan con el carácter federal queasigna a las normas que regulan la soberanía jurisdiccional argentina,corresponde poner de relieve que no se ha impugnado la competencia de los juecesargentinos para juzgar sobre la eficacia extraterritorial de las decisionesemanadas de jurisdicciones extrañas al país, según las reglas y principios delderecho internacional público y privado, ni se trata aquí de examinar sentenciasdictadas con exclusión indebida de los jueces del país, ya que el meroreconocimiento de fallos extranjeros dictados en materia de derecho ordinario, entanto no afecten disposiciones de orden constitucional, no va más allá deconfigurar una cuestión fáctica y de derecho común y procesal.Es, pues, la vinculación de la materia sometida a juzgamiento con los derechos ylas garantías superiores lo que confiere entidad federal a los puntoscomprendidos en las sentencias extranjeras cuyo reconocimiento se requiera, masla circunstancia de que los temas propuestos tengan atinencia o sean de ordenpúblico, no basta para hacerlos federales ni para asignar tal carácter a lasdisposiciones procesales que hacen a su eficacia en el país, particularmentecuando de esa forma no se menoscaba la competencia de los jueces nacionales y que

queda en pie la posibilidad de ocurrir por vía del recurso extraordinario en lashipótesis propias del art. 14 de la ley 48 o en las de arbitrariedad que pudiesenacreditarse.Por ello, y sin perjuicio de señalar que no hubo planteo anterior que justifiquela actuación de esta Corte respecto de los arts. 517 a 519 del citado código, enel tratamiento dado por la alzada a los temas derivados del reconocimiento de lasentencia extranjera, no se advierte prescindencia de la ley ni que se hayasoslayado indebidamente la cuestión vinculada con la competencia del juezextranjero, pues tales aspectos han sido examinados en términos suficientes conrelación a la índole de los agravios y de las pruebas traídas a la causa,decisión que, en función de esos antecedentes y de lo sustentado por la propiademandante, excluye la procedencia de la vía intentada.13) Que las objeciones referentes a que no se ha resuelto la cuestión poraplicación de las normas argentinas de jurisdicción internacional, dado que no sehabría hecho jugar el art. 104 de la Ley de Matrimonio Civil, según lo dispuestopor el aludido art. 517, inc. 1°, aparte de que la doctrina del precedente"Rosenstiel vs. Rosenstiel" enunciada por la cámara para justificar lacompetencia de los jueces mejicanos por sumisión de las partes, implica examinarla cuestión desde una perspectiva insuficiente si se atiende al texto completodel fallo, son igualmente ineficaces para lograr la apertura del recurso.El agravio exige una breve referencia a las posiciones sustentadas por larecurrente acerca del problema, pues la cuestión pasa, en definitiva, por lacompetencia de los jueces mejicanos para decidir sobre el divorcio segúncriterios vigentes en la jurisdicción del domicilio de los esposos. Al respecto,aquélla sostuvo que no le interesaba cuestionar si la sentencia había sidodictada o no por juez competente, pues no estaba allí la cuestión que debíadilucidarse en el caso (conf. fs. 715/716), para agregar en la expresión deagravios que el tema era una pérdida de tiempo y una cosa que a nadie interesabay absolutamente inservible (fs. 794 vta.).Tal apreciación bastaría para excluir su examen en la vía elegida; empero, comotambién la demandante hizo referencia ante la alzada a otros precedentes queguardaban atinencia con el problema de la jurisdicción e intentó demostrar que elprocedimiento para la obtención del divorcio tenía un fondo inmoral, ya quecarecía de los recaudos del debido proceso, vulneraba normas de fondo de nuestralegislación –art. 70, ley 2393- y no debía reconocerse el fallo en función de lodispuesto por el referido art. 517, inc. 1°, corresponde formular algunasapreciaciones sobre el tema.En primer lugar, al referirse al caso "Rosenstiel vs. Rosenstiel" –fallado porlos tribunales del Estado de Nueva York en el año 1965- , la actora expresó quepara esa época había habido un cambio en el criterio de los precedentesanteriores, pues no se exigía ya que el domicilio estuviera en la jurisdicción enla que se obtenía el divorcio para reconocerle validez (véase fs. 809 vta./810),pero sostuvo que tal criterio era inaplicable en razón de que el juicio seguidoentre las partes era muy anterior (año 1944) y que no se podía retrotraer unacompetencia que –para la fecha del fallo que disolvió el vínculo- era reclamadaen forma exclusiva por el Estado de Nueva York (fs. 811 y siguientes).Con más precisión aludió al tema al admitir que el divorcio decretado en Méjicosería válido si hubiese sido juzgado con posterioridad al año 1965, pero que no

lo era con relación a la época de la sentencia de divorcio, pues el criterio delos tribunales neoyorquinos reclamaba el juzgamiento de tales asuntos encoincidencia con lo dispuesto por el art. 104 de nuestra Ley de Matrimonio Civil,para concluir más adelante que, como los aludidos tribunales no le habríanreconocido eficacia extraterritorial a la sentencia, el vínculo entre las partesno se habría disuelto y nuestros jueces no podrían declararlo disuelto a posteriori.Como se ve, la parte no objetó que la doctrina del precedente "Rosenstiel"justificase la solución del a quo en caso de ser aplicable, ni mucho menos hizomérito de que el criterio de dicho precedente se asentase en otros aspectos quelos admitidos en ambas instancias; por lo que sus apreciaciones actuales resultantardías para someterlas a la consideración del Tribunal (Fallos 278:35, 363;279:14; 307:462).La pretensión de la apelante acerca de que el tribunal debió averiguar el textode la sentencia aludida, ya que por la complejidad de las cuestiones debatidasera esencial extremar la prudencia en el estudio del tema para evitar poner enindefensión a una de las partes, no resulta otra cosa que la búsqueda de unpaliativo a una actuación de la defensa que podría ocasionarle consecuenciasperjudiciales, mas resulta inoperante para alterar criterios en materia derecaudos del remedio federal que son conocidos y pacíficamente aceptados en ladoctrina, amén de que responden a razones de mérito suficiente que justifican lasolución adversa al planteo (Fallos: 281:304; 257:44; 265:372; 266:239; 268:129;307:462).No era el a quo quien debía investigar acerca de si el criterio del precedente"Rosenstiel" imperaba aun en el estado de Nueva York, ya que fue la propiademandante quien lo sostuvo y la tercero admitió también que así era confundamento en las opiniones doctrinales que oportunamente mencionó; de modo queno puede justificarse la actitud de la parte cuando se refiere a que el tribunalhabría aplicado una jurisprudencia inexistente para conferir jurisdiccióninternacional al juez del divorcio.La posibilidad de investigar en profundidad el derecho extranjero debióplantearse al contestar el traslado del hecho extintivo alegado por la tercero,pues tal situación habría permitido un amplio debate sobre la doctrina de losprecedentes y su evolución; pero al aceptar la recurrente que los tribunalesneoyorquinos –a partir de 1965- no exigían el domicilio en la jurisdicción en laque se obtuvo el divorcio para reconocerle validez, mal se puede alegar encontrario o afirmar que se ha prescindido de un hecho notorio; menos aunpretender la designación tardía de un experto en derecho internacional paraexpedirse sobre el punto.14) Que, por ser ello así, aparece como absolutamente injustificado el reprocheque se formula al tribunal cuando se afirma que se imponía una adecuadadiligencia de su lado para ejercitar en forma imparcial la administración dejusticia, lo que no se lograba con el sólo manejo de material bibliográfico,puesto que tal aseveración prescinde de lo actuado en la causa y de las posturasasumidas por ambas partes respecto del tema, según se ha señalado en losfundamentos precedentes, de modo que no cabe exigir otro examen del puntoreferente a la jurisdicción internacional desde esa perspectiva, ya que losplanteos que hallaron respuesta en la sentencia de la alzada no lo hacíannecesario.

Hay indudablemente un exceso de lenguaje al atribuir a la alzada falta dediligencia, exceso que puede entenderse en función del ardor puesto en la defensade los intereses de la actora, pero que no resulta justificado si se tiene unclaro conocimiento de los antecedentes del caso, a menos de que se piense que porvía de imputaciones inadecuadas e injustas pueda lograrse demostrar laarbitrariedad de una sentencia que no ha hecho más que reconocer –en ciertosaspectos- lo que las propias partes habían admitido. Tal exceso lleva a estaCorte a formular a los profesionales firmantes del escrito un severo llamado deatención.15) Queda subsistente todavía la cuestión referente a si al aplicar la doctrinadel precedente "Rosenstiel" –tal como fue admitido sin discusión de las partes-que data del año 1965, se justifican las impugnaciones de la recurrente acerca deque se ha aplicado una jurisprudencia posterior y no la vigente al tiempo deldivorcio, a pesar de que ello le causa un grave perjuicio y se aparta de ladoctrina de este Tribunal en materia de irretroactividad de los precedentes y delos principios nacionales e internacionales relacionados con la aplicación paralo futuro de la ley y de la jurisprudencia.En tal sentido, interesa poner de relieve que las afirmaciones de la apelanteacerca de que lo que importa es la jurisdicción al comienzo de la acción,jurisdicción que no tenía el juez mejicano ni aun si fuera aplicable el caso"Rosenstiel", aparte de que no la tenía tampoco cuando se casó la actora en elaño 1955, implican el tratamiento de dos cuestiones diferentes, ya que a estar alos términos anteriormente expresados dicho asunto habría quedado excluido de suplanteamiento en la instancia extraordinaria, de modo que no cabe volver sobre ladoctrina –aceptada por los tribunales de Nueva York a partir del año 1965-relativa a que el domicilio no es un requisito indispensable en caso de divorciopara aceptar la validez extraterritorial de la sentencia.De igual modo, no resulta admisible la objeción acerca de que habría mediadoaplicación retroactiva del precedente mencionado, pues en este aspecto el a quo hadado fundamentos suficientes de carácter no federal cuya revisión resultaimprocedente en la vía intentada, máxime cuando ha hecho hincapié acerca de que,por aplicación de la teoría del uso jurídico, la cuestión debía ser juzgada segúnel principio de actualidad del orden público, que impone examinar los planteoscon el criterio vigente al tiempo del pronunciamiento.No se aprecia, pues, que la solución propiciada por la alzada, en la medida enque tiende a juzgar el problema de la jurisdicción de los jueces mejicanos con elcriterio con que lo habrían hecho probablemente los jueces neoyorquinos sihubiesen tenido que juzgar el caso hoy, implique la aceptación del principio deretroactividad que se aduce, ya que la aplicación de precedentes superados a lafecha del presente fallo llevaría a juzgar cuestiones que hacen al orden públicocon menoscabo de los principios que forman el contenido mismo de esa noción.Cuando en la decisión de las causas pendientes se hacen valer criterios deactualidad en lo relacionado con el orden público, no hay defecto defundamentación respecto del principio alegado, ni el caso guarda analogíasuficiente con los precedentes de esta Corte invocados por la recurrente; por loque al estar en juego una noción variable en su contenido e imperativa para losmagistrados al tiempo de juzgar, la solución dada mediante fundamentos razonables

o que no contienen graves vicios de razonamiento, resulta exenta de losrequisitos para admitirla como arbitraria.Por ello, no cabe sino compartir el criterio de la tercero cuando sostiene que esfalaz hacer creer que ahora se afecta un proceso concluido desatendiendo normasde jurisdicción obligatorias, pues aquí estuvo en juego la extraterritorialidadde la sentencia mejicana y se debe determinar si, a la fecha en que talextraterritorialidad debe operar, es admisible para el orden públicointernacional traducir el juicio de mérito que probablemente el juez del Estadode Nueva York formularía hoy si el caso accediese a sus estrados: este juicio deprobabilidad es privativo de los jueces ordinarios.16) Que en cuanto a que la causal de divorcio admitida por la ley mejicana noestaría prevista por nuestra legislación, cabe señalar que el tribunal ha dadoargumentos suficientes al examinar ese aspecto y no se advierte lesión alguna deorden constitucional derivada del juzgamiento del caso, ya que mal podríaaplicarse la legislación argentina a situaciones que no tienen punto de conexióncon nuestro país, por no haberse celebrado aquí el matrimonio ni tener domicilioen el país los esposos.Lo referente al régimen de las causales de divorcio de nuestra legislación haceal orden público interno, pero no puede condicionarse el reconocimiento de lassentencias extranjeras que han disuelto vínculos matrimoniales, a que haya unaabsoluta identidad entre las de ambos países, ni la legislación argentina puedeerigirse en norma universal sobre el tema, pues basta sólo con que la causaladmitida no sea contraria de alguna manera a las disposiciones constitucionalesvigentes, supuesto éste que no se configura ni se ha invocado con seriedad en elcaso.Por lo demás, desde la incorporación del divorcio en los términos del art. 67 bisa la Ley de Matrimonio Civil por la ley 17.711, mantenido por la ley de reformasal régimen del matrimonio en ciertos aspectos, se ha atenuado el ámbito de laprohibición que contenía dicha ley en sus orígenes en su art. 70, por lo que nose advierte en la comprensión del tema dado en la sentencia, razón de méritosuficiente para justificar las afirmaciones de la apelante referentes a laprescindencia del control del orden público y a que la admisión de la causalreferida se opone a lo dispuesto en el art. 14, inciso 2°, del Código Civil.17) Que, por las razones expuestas, resulta prácticamente innecesario examinar elpunto referente a la conexión entre el divorcio decretado en Méjico y el derechoargentino, puesto que aun cuando se hallare en juego la habilidad de la actorapara contraer nuevas nupcias, esta circunstancia surge a posteriori delmatrimonio y divorcio de extranjeros domiciliados y llevado a cabo en elextranjero, de modo que la pretensión de aquélla de invalidar su matrimonio pararecuperar su aptitud nupcial no puede ser buscada mediante vías inadecuadas, sinque se aprecie relación alguna entre los problemas que aquí se debaten y losenunciados doctrinales sentados por esta Corte en la causa "Sejean" (LL 1986-E,648).No se advierte, tampoco, que la tercero intente negar a la demandante su libertadmatrimonial, ya que sólo ha perseguido mediante su participación en la causa ladefensa de un interés propio en forma subordinada y accesoria al demandado, y asícomo éste solicitó en su momento el rechazo de la demanda y estuvo de acuerdo conla incorporación de los documentos que se vinculaban con la invocación del hecho

extintivo (fs. 700/706 y fs. 709/710), del mismo modo la tercero ha logrado –sinmenoscabar el derecho de defensa de la actora- neutralizar una pretensión quepodría haber tenido una grave incidencia en su situación personal.18) Que, frente a las consideraciones expresadas, carece de toda significaciónexaminar las objeciones de la recurrente vinculadas con el reconocimientoinvolucrado de la legitimidad del divorcio que surgiría del segundo matrimonio deV. A. C. en Francia en el año 1947, aparte de que esa cuestión fue decidida enprimera instancia en términos adversos a la actora y no motivó agravios concretosal respecto, hecho que importa el consentimiento del fallo y que impide todaimpugnación ulterior en la instancia extraordinaria (Fallos 257:44; 266:239;268:129; 307:461).19) Que, en tales condiciones, corresponde desestimar esta presentación directa,pues las cuestiones que se plantean directamente como federales no son tales, nise aprecia que las garantías constitucionales que se dicen vulneradas tenganrelación directa e inmediata con lo resuelto o hayan sido objeto de planteoconstitucional oportuno.

Goijman c. GomerCSJN, 11/05/04, Goijman, Mario D. c. Gomer S.A.C.I.Acuerdo arbitral. Arbitraje CCI con sede en Nueva York.Excepción de incompetencia de los tribunales argentinos.Procedencia. Internacionalidad del arbitraje.Publicado por Julio Córdoba en DIPr Argentina el 18/12/06, en Fallos 327:1424, enED, en DJ 2004-3, 645 y reseñado por M. B. Noodt Taquela, A. V. Villa y J. C.Córdoba en DeCITA 5/6.2006, 478.Dictamen del Procurador Fiscal de la CorteI. La sala B de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, rechazó elrecurso de apelación interpuesto por el actor contra la sentencia del juez degrado que hizo lugar a la excepción de incompetencia opuesta por la demandada (v.fs. 2071/2072).Para así decidir, remitió al dictamen del señor Fiscal General cuyos fundamentosdijo compartir.Manifestó asimismo, en lo aquí interesa, que por tratarse de asuntos de índoleexclusivamente patrimonial y de carácter internacional -como resulta del acuerdoen que se basa la acción y de la incorporación de socios extranjeros- la prórrogade jurisdicción pactada satisface las exigencias del art. 1° del Código Procesal

Civil y Comercial de la Nación. Añadió que el art. 8°, apartados "f." y "h." delconvenio (fs. 548/558), no ofrecía dudas sobre la voluntad de las partes desometerse a la ley de Illinois (EE.UU.), y de que cualquier controversia fueraresuelta por medio de arbitraje obligatorio de conformidad con las reglas de laCámara de Comercio Internacional de la Ciudad de Nueva York.II. Contra este pronunciamiento el actor interpuso el recurso extraordinario defs. 2078/2083, cuya denegatoria de fs. 2188 motiva la presente queja.Impugna a la sentencia por arbitraria, y le reprocha que haya prescindido deconsiderar que, conforme a doctrina, un asunto es internacional cuando aparece detal modo conectado a múltiples sistemas jurídicos nacionales que pueda suscitarun conflicto internacional. Afirma que en la especie no se advierte ni lapluralidad de sistemas ni el conflicto de jurisdicción.Critica, asimismo, que no se haya atendido el argumento de que la parte que opusola incompetencia se encuentra demandada ante los tribunales de su domicilio,solución que, según el recurrente, contempla la conveniencia de ambas partes dadoque nadie puede sentirse agraviado de ser demandado en su domicilio, máxime si nose ha invocado el perjuicio que de ello pueda derivarse.Alega, por otra parte, que se ha soslayado la cuestión de que los sujetos de larelación sustancial objeto del proceso son personas jurídicas argentinas ydomiciliadas en la República Argentina, remarcando que no tienen domicilio en elexterior, ni se encuentran relacionados a varios sistemas jurídicos.Manifiesta que no se ha considerado que la convalidación de la nulidad de laresolución de fojas 1553, en cuanto resolvió previamente la excepción de defectolegal en violación de lo que establece el artículo 353 del Código Procesal -inferida del hecho de no haber deducido recurso contra la misma-, importó unanueva prórroga de la jurisdicción a favor del tribunal de origen, pues el defectoatribuido para admitir la excepción de defecto legal no era obstáculo paraconocer los términos de la prórroga supuestamente establecida a favor de jueces oárbitros extranjeros.Respondiendo a uno de los argumentos del dictamen fiscal, expresa, que no sealcanza a advertir porqué su parte debió solicitar la nulidad de la cláusula deprórroga en la oportunidad que contempla el art. 177 del Código Procesal, cuandoésta se refiere a nulidades procesales, noción en la que no se encuentraaprehendida la señalada por su parte.Finalmente, aduce que tampoco se ha considerado que, aún de admitirse la validezde la prórroga en cuestión, el art. 8, apartado letra f) del acuerdo, autoriza lapromoción de cualquier acción legal ante los Tribunales Comerciales Ordinarios dela ciudad de Buenos Aires, y que la mención "de conformidad con la Convención deNueva York" que la antecede, significa que la demanda podrá deducirse antes estostribunales y eventualmente ejecutarse con sujeción a los términos de la mentadaConvención si ese fuera el caso.III. Cabe señalar, en primer término, que V.E. tiene dicho que si bien, comoregla, los pronunciamientos que resuelven cuestiones de competencia noconstituyen sentencia definitiva a los fines del artículo 14 de la ley 48, cabehacer excepción a dicho principio cuando la decisión impugnada importa - como enel caso - privar al apelante de la jurisdicción de los tribunales argentinos parahacer valer sus derechos y, por consiguiente, de obtener el eventual acceso a la

instancia federal por agravios de naturaleza constitucional (v. doctrina deFallos: 310:1861; 322:1754).Ahora bien, respecto a la invocada arbitrariedad de la decisión, estimo que lasconclusiones del a quo -conforme lo desarrollaré a continuación-, no son refutadasmediante argumentos conducentes, toda vez que se advierte que las críticas delquejoso, además de reiterar asertos ya vertidos en instancias anteriores, sólotrasuntan una opinión diversa a la sostenida por el juzgador, insuficiente, porende, para demostrar que ésta adolezca de una decisiva carencia de fundamentación(v. doctrina de Fallos: 302:1491).Así, los agravios relativos a que no se trataría de un asunto internacional, aque las partes son argentinas y se domicilian en este país, y a la convenienciade ser demandado ante los tribunales del propio domicilio, encuentran suficienterespuesta en las consideraciones del dictamen fiscal a las que remitió lasentencia. En efecto, luego de referirse a los términos de la prórroga dejurisdicción convenida en la cláusula N° 8 del acuerdo, el fiscal general señalóque la amplitud de lo libremente estipulado y la incorporación, en virtud de lacapitalización de la sociedad demandada, de socios financieros internacionales(sociedades extranjeras domiciliadas en los Estados Unidos de Norteamérica), lollevaban a juzgar procedente la prórroga de jurisdicción pactada. Destacó alrespecto, la vinculación acordada entre el contrato de empleo del actor, con laserie de pactos referidos a la suscripción, oferta y venta de acciones, fusióncon terceras empresas, y forma de recupero de la inversión, entre otros,circunstancia -dijo- que pone de relieve la existencia de un negocio de inversióninternacional que excede de una mera relación social interna en la que se hacuestionado la rescisión del vínculo laboral entre actor e inversores,independientemente de la ubicación del domicilio social de la accionada, dadoespecialmente el sometimiento a arbitraje obligatorio y que fueron fijados a losefectos respectivos, domicilios especiales en los Estados Unidos (v. fs. 2069vta./2070). Estos argumentos, reitero, no fueron debidamente rebatidos por elrecurrente, más allá de las diferencias con el criterio del juzgador antesapuntadas.Otro tanto cabe decir acerca de la crítica referida al tratamiento de laexcepción de defecto legal, pues, como se manifestó en el dictamen que nutre aldecisorio cuestionado, la incompetencia planteada en forma conjunta y simultáneaen el mismo escrito, enerva los argumentos sobre un supuesto consentimiento de lajurisdicción nacional por parte de la accionada (v. fs. 2070, último párrafo), alo que no resulta ocioso agregar, que el defecto legal fue invocado en relacióncon la traducción de los contratos en los que se sustentó la demanda, de modo queno parece irrazonable que se lo haya tratado con anterioridad a juzgar la validezde la cláusula que establece la prórroga de jurisdicción.En cuanto a la objeción del argumento concerniente a la extemporaneidad delplanteo de nulidad de la cláusula de prórroga, entiendo el dictamen del señorFiscal alude a que dicha nulidad debió promoverse oportunamente por la víaincidental que contempla el art. 177 del Código Procesal Civil y Comercial de laNación. Por otra parte, cabe señalar que esta observación sobre la oportunidaddel planteo no fue decisiva para arribar a la solución que propició el a quo,toda vez que tal requerimiento de nulidad se basó en la aseveración de que elasunto sometido a juicio no era internacional sino puramente interno, argumento

que, como se ha visto precedentemente, mereció adecuada réplica en la sentenciasobre la base de fundamentos que el apelante no logra rebatir.Por último, en cuanto al reproche relativo a la omisión de considerar que el art.8, apart. "f" del acuerdo, autorizaría la promoción de cualquier acción legalante los Tribunales Comerciales Ordinarios de la ciudad de Buenos Aires deconformidad con la Convenciónde Nueva York para Reconocimiento y Ejecución deLaudos de Arbitraje Extranjeros, vale recordar que, conforme a abundantejurisprudencia de V.E., el juez no está obligado a expedirse sobre todos losargumentos expuestos por las partes sino sólo respecto de aquellos que fuerenconducentes para fundar sus conclusiones y resultaren decisivos para la soluciónde la controversia (v. doctrina de Fallos: 307:2216; 320: 2278; 322:270, entreotros).A todo evento, se advierte que este argumento resulta impropio para variar elresultado del conflicto, toda vez que según el mentado art. 8°, apart. "f", laintervención de los tribunales comerciales locales se encuentra circunscrita -como se ha visto- a los términos de la Convención de Nueva York sobre elReconocimiento y Ejecución de Sentencias Arbitrales Extranjeras (v. fs. 555 y1527/1529), y no se advierte en la especie la existencia de sentencia o laudoarbitral alguno que pretenda ser reconocido o ejecutado ante los tribunalesargentinos.Por todo lo expuesto, estimo que debe rechazarse la presente queja.- Noviembre 18de 2003.- N. E. Becerra.Buenos Aires, mayo 11 de 2004.-Considerando: Que aun cuando los agravios del recurrente se refieren a unamateria federal, como lo es la concerniente a la interpretación y aplicación denormas contractuales de jurisdicción internacional (Fallos: 293:455;321:48, 2894), corresponde desestimar la presentación directa por las razonesexpuestas en el dictamen del señor Procurador Fiscal que esta Corte comparte,cuyos términos se dan por reproducidos en razón de brevedad.Por ello, de conformidad con el dictamen que antecede se desestima la queja.- E.S. Petracchi. C. S. Fayt. A. Boggiano. A. R. Vázquez. J. C. Maqueda.