Esbozos de historia constitucional matizada

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1 Esbozos de historia constitucional matizada José Ramón Narváez H.

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Esbozos de historia constitucional matizada

José Ramón Narváez H.

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Índice

Prólogo ……………………………………………………………….p. 7

Introducción…………………………………………………………. p. 9

1. Protoconstitucionalismo nacional: 1808…………………………..p. 13

1.1 Hipótesis

1.2 Los temas públicos en 1808

1.3 Constitución material novohispana en 1808

1.4 Conclusiones al capítulo

2. Cádiz: su proyección en el trienio liberal mexicano……………….p. 25

2.1 Prolegómenos

2.2 El trienio liberal ¿constitucional?

2.3 Conclusión al capítulo

3. La idea de poder judicial en México durante la insurgencia………p. 35

3.1 El Estado jurisdiccional novohispano

3.2 Dividir el poder para controlarlo

3.3 La insurgencia romántica

3.4 La insurgencia intelectual

3.5 La insurgencia institucional

3.6 Historia de la vida judicial insurgente

4. Federalismo Mexicano y División Territorial……………………...p. 67

5. El concepto jurídico de Nación en tiempos de Juárez……………...p. 83

5.1 La Nación: un concepto jurídico-cultural importante

5.2 ¿Quién o qué es la nación en México?

5.3 De la Nación al Pueblo

5.4 El Pueblo-nación de los liberales mexicanos y en especial de Juárez

4

5.5 El ataque a la nación lo juzga la historia

6. La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia……….p. 97

6.1 La cuestión

6.2 La constitución moderna que sueña ser un contrato social

6.3 La construcción del imaginario constitucional

6.4 Acerca de la autoridad de la constitución

7. Vacuidad constitucional: apuntes para una historia de la justicia

constitucional mexicana …………………………………………….p. 117

7.1 Planteamiento

7.2 Las versiones de la historia del derecho procesal constitucional

7.3 El descubrimiento de la vacuidad constitucional

7.4 La Historia de la Justicia Constitucional mexicana

7.5 El Fiscal de la Suprema Corte de Justicia en el siglo XIX

7.6 El problema de la constitucionalidad y el Amparo Morelos

7.7 Conclusiones provisionales al capítulo

8. La defensa del Municipio mexicano a partir de la

Constitución de 1917…………………………………………………p. 137

9. La Justicia y el Petróleo: 1938……………………………………..p. 145

9.1 Un secreto a voces

9.2 El petróleo en el derecho mexicano

9.3 El petróleo en la Constitución de 1917

9.4 Algunas cuestiones económicas y fiscales

9.5 La cuestión sindical

9.6 La expropiación petrolera o de la defensa de la integridad judicial

9.7 Cultura jurídica, justicia y petróleo

5

10. El tema de la multiculturalidad en el derecho

y la justicia en México…………………………………………. ….p. 171

11. Derecho público y derecho privado: el giro copernicano que colocó al

derecho constitucional en la cima de la ciencia jurídica……………p. 185

11.1 El degrado del derecho civil en la modernidad

11.2 La reducción del derecho civil en la codificación

11.3 La crisis del derecho público en el siglo XIX y el renacimiento de

la ciencia del derecho privado

12. Historia de la protección de los derechos en México……………p. 195

12.1 Planteamiento del problema

12.2 Hacia la empatía como valor jurídico

12.3 ¿Quién o qué es la persona?

12.4 Primer nivel empático en el derecho: la alteridad

12.5 Segundo nivel empático: la justicia

12.6 El secuestro alquimista de la persona

12.7 De la voracidad jurídica y el derecho atrito

12.8 El derecho empático como protección normal de la dignidad

humana

6

7

Prólogo

Cuando José Ramón Narváez me pidió que escribiera unas líneas que pudieran

servir de presentación de la obra que ahora tengo delante, no pude negarme

porque nos une no sólo la amistad, sino líneas metodológicas muy afines, las

cuales hemos tenido oportunidad de discutir al menos en un par de foros

académicos. Creo que somos de la idea de que el estudio de la historia del

derecho constitucional debe cambiar de inmediato, que estamos dejando de

considerar aspectos bastante trascendentes por identificarnos con una línea

epistemológica ligada al formalismo y al positivismo, debemos ver más allá;

como José Ramón lo comenta la constitución es más que un texto, tal vez sea

un proceso, lo cual ya supone un reto enorme para los historiadores del

derecho constitucional pues implica innovar respecto de los métodos y abrirse

a otras perspectivas.

Dado que estamos en época de bicentenarios promovidos por Estados y

Gobiernos, y escasamente por sociedades e individuos, requerimos de

inmediato una declaración de buena fe en la que manifestemos abiertamente

nuestros intereses intelectuales, porque tenemos preocupaciones legítimas,

fruto del tiempo y las interrogantes que nos has tocado vivir y que influyen en

nuestra interpretación, no podemos prescindir de ello. Cualquier manifestación

que negara estos intereses y se declarara como neutra política e

ideológicamente estaría simplemente engañándonos, y posiblemente lo haría,

en pos de intereses personales y colectivos que se disfrazan de imparcialidad

científica. Queda claro la relevancia de esta cuestión si nos percatamos que

vamos a hablar de la formación del Estado nación en un contexto actual de

crítica e intento de superación de esta fórmula sociopolítica: el bicentenario es

de manera muy significativa del estado-nación y escasamente de otras

dimensiones. La independencia es separación y la misma implica que donde

había uno emergieron dos, cada cual con su identidad. Aunque ello significara

negar u ocultar la existencia de los que impedían dar la idea de unicidad y por

ende de identidad.

Estoy de acuerdo que sería muy importante el plantearnos una historia del

derecho propia, una historia del derecho latinoamericana, una historia del

8

derecho matizada y una historia del derecho del tiempo presente; porque

estamos conscientes que la escasa historia del derecho constitucional que hasta

ahora se ha escrito resulta un poco tendenciosa, un poco presuntuosa, un

mucho europeísta y excesivamente hipócrita, pues dice sólo tratar el pasado

para mirar nuestras raíces, sin ninguna pretensión política o ideológica, y sin

embargo hay detrás de esta historia una alta carga discursiva que silencia

sectores sociales y culturales enteros.

La reflexión de José Ramón no es de lo textual, es decir, de lo que los

artículos de las constituciones disponen. El texto es más bien medio. Lo suyo

es acerca del uso social del texto. Uso que es político, porque tiene que ver

con el poder su titularidad y ejercicio, y también sociocultural porque persigue

contribuir a la consolidación de una idea de sociedad, de Estado y de

individuo. A modo de ejemplo la Constitución Gaditana propone a indígenas,

a mujeres y a súbditos una comprensión de sí mismos.

Ojalá se multipliquen estudios como los que hoy tengo oportunidad de

prologar en otras naciones de América Latina, porque en el peor de los casos,

estaríamos sólo diversificando el conocimiento y enriqueciendo las

perspectivas, pero en el mejor de los casos, tal vez nos estemos acercando a un

cambio metodológico importante que implicaría que los estudios de derecho,

en general, sean más multidisciplinarios, más humanistas y más conscientes

del reto cultural que tienen por delante.

Prof. Dr. Eric Eduardo Palma

Facultad de Derecho, Universidad de Chile, 2010.

9

Introducción

No es extraño que el curso de derecho constitucional en un alto porcentaje se

destine a la explicación de un cierto tipo de historia constitucional, más aún,

en estos años cargados de consideraciones históricas los constitucionalistas se

autoproclaman como historiadores y comienzan a establecer paradigmas y

fijar posturas. Y todo esto parece necesario porque la constitución es en gran

medida producto histórico, su esencia es sobre todo histórica.

Justo por esto último es necesario esbozar algunas líneas metodológicas y

quizá sea plausible hablar de un estatuto epistemológico propio para la historia

constitucional, y podría irse más allá como lo han propuesto últimamente

Andrés Botero Bernal y Eric Eduardo Palma como un estatuto epistemológico

propio para la historia constitucional latinoamericana. Destaca por ejemplo el

hecho de que nuestras constituciones hayan sido confesionales distintas al

fenómeno norteamericano y francés, destaca también el hecho de mixtura

teórica y el mestizaje constitucional; nuestras constituciones en principio

tenían claro, al menos en el papel, la idea de ser un texto normativo

judicializable, cuestión que en Europa fue posible sólo hasta el siglo XX. Tal

vez estas consideraciones hagan necesario plantear nuestras propias

categorías, obviamente sin prescindir de aquellos elementos comunes de la

teoría constitucional y la historia del derecho, pero sí con un poco más de

creatividad y crítica. Al parecer la estereofilia (malinchismo decimos en

México) por las teorías europeas y norteamericanas, que supone una

colonización que es sólo posible gracias al colonizado que continua a utilizar

las formas coloniales.

La razón de que los constitucionalistas latinoamericanos hayan construido una

historia de bronce muy allegada a la teoría europea y a la norteamericana,

tiene una razón justificativa, en Estados Unidos, la constitución es la fuente de

todo el orden jurídico, y en ese sistema como en Europa la constitución es el

mejor medio (a pesar de todo) para garantizar las libertades, es decir, hay un

alto grado de autopromoción, pero además suena mucho a la construcción de

un discurso mitificado y dogmático que puede resultar peligroso ¿quién se

atrevería a hablar mal de una constitución (escrita)? Y sin embargo habría

muchas cosas que criticar y mejorar, el hecho de que resulte “políticamente

incorrecto” resulta incentivador para un historiador crítico, la misma reflexión

cabría en torno a los derechos. Y curiosamente lo que podría ayudarnos a

10

resolver este dilema es la propia historia constitucional, o mejor dicho un

nuevo tipo de historia constitucional, al contextualizar el texto constitucional

resulta evidente que existe un desfase entre su contenido y la realidad

constitucional del momento, y esto debe ser así, porque las constituciones

escritas son sobre todo eso, programas de gobierno, proyectos políticos y en su

caso, aspiraciones para libertades futuras. Es claro que el texto no puede

cambiar la realidad por más eficaz y performativo que sea su contenido.

Si en este momento México desapareciera como realidad, y alguien intentara

hacer la historia constitucional de este tiempo, no podría asegurar que en

México en el 2010 todos los mexicanos contábamos con una vivienda digna,

porque esto dista mucho de la realidad, porque lo que entiende el texto por

vivienda digna contrasta con lo que en el diversidad mexicana los mexicanos

entendemos y necesitamos como vivienda digna y porque quizá también

contrasta con los programas para llegar al objetivo y con el tratamiento que le

pudiera dar un tribunal, por lo que una consideración sobre el derecho a la

vivienda digna ofrecido sólo con el texto constitucional en la mano sería

bastante limitado; y este ejemplo puede extenderse a todo el contenido de la

constitución escrita en los diferentes momentos históricos y en los diferentes

textos constitucionales. Parece duro pero el constitucionalista no se ha dado

cuenta de la riqueza que envuelve el fenómeno constitucional y sigue

aguzando su mirada perdida en la tinta y el papel.

En fin, una historia constitucional matizada plantea una paradoja entre

continuidad y cambio, que debe solventarse en el ejercicio científico,

forzándonos al rigor que requiere una investigación comprometida, y que

pretende aportar algo; dejando de lado cómodas justificaciones históricas o

decorativas que devalúan nuestra disciplina1. Al final es sólo cuestión de

humildad científica, el constitucionalismo está lleno de prepotentes e

ilustrados que consideran que la culpa de todo es de la sociedad que se afana

en vivir su anomia.

La recomendación, es tener mucha prudencia y mucho estudio, lo cual dará,

como fruto deslindes conceptuales sobre los que se pueda trabajar y discutir,

1 De hecho, otro modo de entender la línea es la espiral, porque algunas cosas se repiten y otras no,

la historia es parcialmente circular o si se quiere parcialmente lineal. Frente a la globalización

asistimos a una descentralización, a una ausencia de poder muy similar a la de la Alta Edad media,

se repite la crisis de poder central pero el fenómeno es totalmente distinto porque hoy tenemos

organismos supranacionales y sistemas de comunicación que fomentan la desterritorialización en

sentidos diversos a aquellos medievales.

11

en resumen, unas cosas cambian, otras cambian parcialmente y otras

definitivamente son nuevas; un ejercicio simple, es la comprobación

semántica del uso de una palabra, por ejemplo ¿qué significa constitución en

la Nueva España? El primer paso sería averiguar el uso que se da a esta

palabra ‘constituciones de la Universidad’ por decir algo. El segundo paso,

consistiría en comparar que cosas tiene en común este uso, con el que hoy

damos a la palabra; por lo que una historia constitucional, bien podría arrancar

desde Roma en dónde el término constitutio efectivamente existe, una historia

matizada del derecho, no podría ser severa con una investigación que analizara

las similitudes entre polis y constitutio. Del mismo modo nos parecería

obtuso, que alguien se empeñara en afirmar que una historia constitucional es

sólo posible hasta que exista una constitución escrita, en el caso mexicano,

competirían Cádiz, Apatzingán y 1824, por ser el arranque de la historia

constitucional nacional.

Efectivamente, una historia matizada del derecho constitucional, es

necesariamente más ardua, puesto que implica mayor trabajo de reflexión,

análisis y compromiso con los resultados, mismos que no son de ningún

modo, fatales o dogmáticos, y que son susceptibles de discusión, en la medida

en que son instrumentos de trabajo para entendernos mejor y generar un

lenguaje común y mejores categorías conceptuales de análisis, tal vez

logremos que este lenguaje se relacione con el lenguaje común y corriente,

con las nociones que la sociedad tiene de esa institución, el que matiza y

considera a la sociedad está consciente de la comunicación necesaria entre las

categorías conceptuales y la realidad; de este modo, a nuestra idea de

constitución, se le contrapone la idea que la sociedad tiene de su constitución

y no sólo en lenguaje expreso, sino también en lenguaje alegórico. Este es el

gran reto: aterrizar el discurso.

El Autor

12

13

1. Protoconstitucionalismo nacional: 1808

Raza, nación, clase, y por detrás, por debajo o por arriba,

tribus, etnias, pueblos, estados…y las gentes a millones buscando

dónde, cómo y con qué identificar su destino

más allá de consigo mismos; desde dónde comprenderse

Wallerstein, Raza, nación y clase

1.1 Hipótesis

Existe un concepto jurídico de nación que hace referencia al sujeto titular de la

soberanía2. Las revoluciones de finales del s. XVIII, norteamericana y

francesa, sometieron a discusión tanto la soberanía como sus titulares3; estas

críticas fueron planteadas en Europa por autores como Sieyès o Condorcet. Se

trataba de determinar quién era el titular del uso de la summa forza a falta del

soberano; entonces se abrieron paso titulares como el pueblo4 -y aunque para

algunos éste constituyera un sinónimo de nación- en el discurso y en los

hechos la nación tuvo en el ámbito de una historia de las ideas, una

vinculación más cercana con conceptos como la identidad de la comunidad

2 Ver nuestro trabajo: NARVÁEZ; J.R.. “El concepto jurídico de Nación en tiempos de Juárez.

Construcción/destrucción de una cultura jurídica”, en Anuario Mexicano de Historia del Derecho,

número 20, 2008 , México, UNAM, pp. 173-187. 3 Recordemos que Jean Bodin definió la soberanía como “poder absoluto y perpetuo de una

República”, y al soberano como aquel que tiene el poder de decisión y de dar leyes sin recibirlas de

otro, que si bien no está sujeto a leyes escritas, si lo está respecto de la ley natural, este poder tiene

como característica el ser absoluto, perpetuo, supremo, ilimitado, indivisible e imprescriptible; Les

six livres de la republique, Paris, 1583; reimpresión Aalen 1961; otras versiones: The Six Bookes of

a Commonweale, tr. Richard Knolles, London, 1606, reprisa por Kenneth D McRae, Cambridge,

Mass., 1962; I sei libri dello Stato tr., Margherita Isnardi Parente, 2 vols. Torino, 1988. Para

Aquilino Iglesia, el concepto se remonta a la Edad Media y aunque la palabra soberano existe, la

noción es más bien relacionada con la de auctoritas; y en general con la idea de un poder absoluto,

en este caso tal vez con más antecedentes mucho más antiguos y antropológicos, IGLESIA

FERREIRÓS, A., “Soberanía y autonomía una consideración histórica”, en Autonomía y soberanía

una consideración histórica, Madrid, Marcial Pons, 1996, pp. 11-42. 4 Se tenga en cuenta que la teoría ya desde este momento había hecho la distinción entre soberanía

popular y soberanía nacional, ante la ambigüedad de la definición de Bodin que tenía por titular la

República (la cosa pública); La Constitución Francesa de 1793, bajo la influencia inmediata de

Rousseau estableció como titular al pueblo, según Juan Jacobo todo miembro del Estado es una

parte igual a un todo soberano que representa la voluntad general. el soberano es el pueblo, este

surge del pacto social, y como cuerpo decreta la voluntad general que se manifiesta a través de la

ley; ver los Capítulos VI y VII del Contrato Social escrito en 1762.

14

como origen del ordenamiento jurídico5, y constituye un imaginario

conformado por un sin fin de elementos intangibles y no necesariamente

democráticos.

Todo parece indicar que 1808 es un periodo influido más por la idea de nación

que por la de pueblo6, y la idea de nación a su vez identificada con el concepto

de constitución material7. El planteamiento era relativamente sencillo, a falta

de monarca la sociedad debía organizarse, asumir la soberanía y definir su

derecho, el problema era cómo hacerlo. Posibles soluciones obedecieron la

tendencia de la época: una Junta representativa, pero también comenzó a

circular la posibilidad de un Congreso Constituyente; no así la institución de

las Cortes que hacía referencia a una institución medieval. Además, otros

factores llevaron a que este movimiento que buscaba establecer un “nuevo

orden jurídico” se alejara formalmente de lo francés, por obvias razones, tal

elección intelectual pudo pesar tanto al grado de que el democrativismo

francés se considerara un peligro8, por lo que la idea de pueblo no fuera la

5 Todo parece apuntar que Juan de París es uno de los primeros autores en plantear la posibilidad de

un “reino nacional” en el siglo XIV, bajo la fórmula “el rey es emperador en su reino” París

aprovecha el conflicto entre Francia y el papado, para criticar la universalidad del derecho en sus

dos manifestaciones más comunes, el derecho romano y el canónico (propiamente todo el derecho

utrumque ius) de este modo justifica la posibilidad de generar un derecho nacional, producto de la

excepción del soberano al derecho imperial, es decir, soberanía nacional para decir el derecho, Cfr.

TRUYOL y SERRA, A., Historia de la Filosofía del Derecho y del Estado. De los orígenes a la

baja Edad Media (1), Madrid, Alianza, 1982, 7ª edición, pp. 395-398. Otro autor que podría darnos

luces en esta construcción de la soberanía nacional es ALIGHIERI Dante, Monarquía, Madrid.

Editorial Tecnos, 1992. 6 Todo parece indicar que en Aranjuez en 1808 se promulga el primer documento oficial en el que

se define jurídicamente la nación para el reino español: Reglamento para la Junta Suprema Central

y Gubernativa del Reino, Emilio De Diego en entrevista para el periódico ABC explicó que en

octubre de 1808, fue promulgado dicho reglamento en el que en el Capítulo III Artículo I se

especificaba que “los vocales de la Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino, reunidos en

cuerpo, representan a la Nación entera, y no individualmente a las provincias de las que son

diputados”. DEMICHELI, Tulio “1808: «La primera mención a la Nación se hizo al formarse la

Junta Suprema»”, ABC, Madrid, 25 de septiembre de 2008, sección cultura.

http://www.abc.es/hemeroteca/historico-25-09-2008/abc/Cultura/1808-la-primera-mencion-a-la-

nacion-se-hizo-al-formarse-la-junta-suprema_81217503881.html, consultada el 12 de noviembre de

2008. 7 Nos encontramos en un terreno fangoso entre palabras, ideas y contenidos, todos satelitales ante el

gran concepto: Estado moderno, Cfr. CLAVERO, B., “Institución política y derecho: Acerca del

concepto historiográfico de Estado Moderno” en Revista de Estudios Políticos, número 19, Centro

de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1981, pp. 43-58. 8 En un panfleto anónimo francés traducido al castellano que circuló por esa época con el título Los

crímenes constitucionales de Francia o la desolación francesa decretada por la Asamblea llamada

Nacional Constituyente en los años 1789, 90 y 91 aceptada por el esclavo Luis XVI en 14 de

septiembre de 1791, Imprenta de Salvador Faulí, 1811; se advertía de los peligroso e ilegítimo del

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mejor opción para 1808, sí en cambio, una fórmula que permitiera un re-

acomodo de las fuerzas políticas.

Fray Melchor de Talamantes y Francisco Primo de Verdad creían en la

representación en la idea de la “voz pública” que se haría manifiesta a través

de “tribunales superiores y corporaciones” juntas, regencias y congresos en

esta época, no son fenómenos de quiebre sino de transición, de gatopardismo,

como algunos las han llamado. La justificación podría ser la velocidad y

contradicción de la noticias, ¿cómo adaptarse si no se conoce la mejor opción

de cambio? Para algunos esta maleabilidad política es producto también de un

cambio cultural político9.

Entre junio y septiembre de 1808 se sucedieron en México algunos hechos que

conforman el primer planteamiento constituyente de México, a veces

autonomista, otras independentista pero siempre pactista, con tintes de golpe

de Estado, justificado a veces por el Estado de excepción que se vivía, miedos

y esperanzas se mezclaban en la búsqueda de la “voluntad nacional”10

.

Se detectan en las diversas reuniones convocadas por el Virrey, el

Ayuntamiento o la Audiencia, la preocupación por la impartición de justicia, y

una especie de control constitucional sobre las máximas autoridades11

.

1.2 Los temas públicos en 1808

constituyente francés en los siguientes términos: “nuestros llamados legisladores se intitulan

representantes del pueblo francés; pero no siendo el pueblo sino un ser colectivo, no puede ser

representado sino por él mismo, de donde se infiera, que los diputados del pueblo no son, ni pueden

ser sus representantes, sino solamente sus comisarios…la asamblea nacional no fue imaginada

entonces, sino por los diputados facciosos del tercer estado abandonados a su frenesí.” Reunión

violenta y surgida de la sangre que no debía llamarse nacional, y en donde los derechos del hombre

fueron declarados a través de crímenes según el autor, p. 3 y ss. 9 CÁRDENAS GUTIERREZ, Salvador, “La razón del estado en la Nueva España: siglos XVII y

XVIII”, en Ius fugit: Revista interdisciplinar de estudios histórico-jurídicos, número doble 3-4,

1994-1995 , pp. 309-330 10

Como lo muestra el expediente “Relación de lo ocurrido en México el 15 de septiembre de 1808,

con motivo de la prisión del sr. Iturrigaray”, tomo I, volumen IV, documento 258, Archivo General

de la Nación (en adelante AGN), colección documentos para la Historia de la Guerra de

Independencia. 11

AGN, Colección documentos para la Historia de la Guerra de Independencia tomo I, volumen IV,

documento 214.

16

Para 1808 existe una realidad estatal, incipiente pero estatal12

, un Estado plural

que en el lapso de unas semanas se convierte en Estado de Excepción (o de

sitio); y tal vez el juntismo mexicano sea clave para dar nacimiento al Estado

moderno en México, por que justamente esta presunción de ausencia del

Estado hace pensar en el Estado13

. Finalmente todo lo que se persigue es

distribuir y dividir el poder en ausencia del monarca.

La pluralidad jurídica antigua, plantea un control del poder muy eficaz a

través de una realidad pacticia, en donde el poderoso debe al menos respetar

los pactos. La configuración del Estado moderno supone la eliminación de

estos contrapesos comunitarios, y tendrá que echar mano de nuevos conceptos

como la soberanía “ejercicio absoluto del poder en un territorio”, ya no el

gobierno como administración de justicia sino como “relación entre

detentador y destinatarios del poder” y finalmente Estado como el fenómeno

más acabado de un sistema de poder.

La soberanía planteó serias interrogantes, pues al no ser divisible, originaba

ciertos presupuestos de abuso. De hecho la historia de la Revolución Francesa

y el mayo español de 1808, reflejan que la preocupación no era gratuita14

, y la

aprehensión de Verdad y Talamantes de algún modo también, aunque ellos

mismos plantearon, sobre todo el segundo, dividir el poder desde su

conformación.

12

Interesante compilación de ensayos referentes a este tema en: Revista de Historia Militar,

números extraordinario 1 y 2, año 2005, Ministerio de Defensa, Instituto de Historia y Cultura

Militar, Madrid. Además: TOMÁS Y VALIENTE, Francisco., Gobierno e instituciones en la

España del Antiguo Régimen, Madrid, 1982; CLAVERO, Bartolomé, Tantas personas como

estados: Por una antropología política de la historia europea, Madrid, 1986; HESPANHA,

Antonio Manuel, Vísperas del Leviatán: Instituciones y poder político, Portugal, siglo XVII,

Madrid, 1989; CLAVERO, B., GROSSI, Paolo, y TOMÁS y VALIENTE, F. (eds.), Hispania:

Entre derechos propios y derechos nacionales: Atti dell'incontro di studio, Firenze-Lucca, 25-27

maggio 1989, Milano-Firenze, 1990. 13

Seguimos la idea de Estevez Araujo de concebir a la constitución como un proceso dialéctico que

surge entre la afirmación/negación del Estado, o en la ya clásica enunciación de Agamben sobre el

Estado de Excepción como Estado constante. AGAMBEN, G., Estado de Excepción trad. Antonio

Gimeno Cuspinera, Pre-Textos, Valencia, 2004; y Estévez Araujo, J.C., La Constitución como

proceso y la desobediencia civil, Trotta, Madrid, 1994. 14

“¿Quiénes son los que se levantan? No hay caudillos. Son un maestro sillero en La Coruña, un

comerciante trapacero en Sevilla, un fraile en Valencia… Pero ese movimiento, lo que hace en sus

primeros pasos es romper la estructura de poder: asesina o depone y encarcela a las autoridades

militares que entonces encarnaban todo el poder del Estado.” CASINELLO, Andrés, “La guerra

peninsular de 1808: del entusiasmo victorioso a la frustración” en Revista de Historia Militar, año

2005, número extraordinario 2, op cit., pp. 99-124.

17

A través de justificaciones conceptuales que van desde Bodin en el s. XVI

hasta Montesquieu en el s. XVIII, la soberanía transita por avatares espinosos

para lograr justificar su calidad democrática y no convertirse en una tiranía de

la voluntad general, en el poder por el poder, por eso junto al nacimiento de

este concepto es necesario el de división del poder.

El concepto de la división de poderes es más o menos común en los autores

clásicos modernos, pero en justicia tendremos que hablar de dos en particular,

el primero es John Locke “…el poder absoluto arbitrario o el gobernar sin

leyes fijas establecidas, no pueden ser compatibles con las finalidades de la

sociedad y del gobierno... Es impensable poner en manos de una persona o de

varias un poder absoluto sobre sus personas y bienes…el poder legislativo

suele establecerse en manos de varias personas; éstas debidamente

conjuntadas, poseen por sí mismas, o en colaboración con otras, el poder de

redactar leyes…necesitamos que haya un poder siempre en ejercicio que se

encargue de la ejecución de las mismas mientras estén vigentes…ese poder

conlleva el derecho de la guerra y de la paz, el de formar tratados y alianzas y

el de entablar todas las negociaciones que sean necesarias con las personas y

las sociedades políticas ajenas. A ese poder podría denominársele

federativo”.15

Locke, es por tanto, el primero en utilizar el término poder en

este sentido, y el primero en enunciar dos de los tres poderes clásicos.

Algunas ideas circulan en la Nueva España que darán lugar a la insurgencia.

Contra la justificación de las autoridades y aristócratas peninsulares que

sugieren que la propiedad y el poder novohispano está concedido a los

americanos en administración, surge una construcción ideológica importante

entre los criollos que se funda en el derecho antiguo, como lo ha demostrado

Luis Villoro “La soberanía le ha sido otorgada al rey por la nación, de modo

irrevocable, y existe un pacto original, basado en el consenso de los

gobernados, que el rey no puede alterar”16

. La abdicación del rey es nula

porque no ha sido ratificada por la nación, sin embargo al no haber gobierno,

es necesario que se forme una junta con los representantes de los pueblos para

erigir uno nuevo. El concepto del pacto societatis ya trabajado por la segunda

escolástica, renace en las mentes de los insurgentes ilustrados como una

justificación para el cambio de gobierno.

15

LOCKE, J., Ensayo sobre el gobierno civil, Madrid, Ediciones y Distribuciones Alba, 1987, pp.

158-160. 16

VILLORO, Luis, El proceso ideológico de la revolución de independencia, CONACULTA,

México, 2002, p. 46.

18

Apoyados en autores como Vitoria, Suárez y Heineccio; los criollos como

Primo de Verdad, Azcárate, Servando Teresa de Mier y Jacobo Villaurrutia,

opinan que a falta de rey (interregno) es necesario establecer una nueva

constitución. El concepto de constitución no es nuevo, y se apoya en la misma

imagen del pacto medieval. Villoro hace referencia al fundamento expuesto

por los criollos proveniente de Alfonso X en las Siete Partidas “mas si el rey

refinado de esto no oviese fecho mandamiento ninguno…débense ayuntar allí

donde el rey fuere todos los mayorales del reyno, así como los prelados e ricos

ommes buenos e honrados de las villas, e después fueren ayuntados deben

jurar todos sobre santos evangelios que caten primeramente servicios de Dios,

e honra e guarda del señor que han pro y comunal de la tierra del reyno; e

según esto escojan tales omnes en cuyo poder lo metan, que le guardan bien y

lealmente”17

Villaurrutia, oidor de la Audiencia expone otro argumento: Cortés venció a

Moctezuma y a Cuauhtémoc para establecer un orden jurídico en la América

mexicana18

, existió un pacto entre el mismo Cortés y los moradores de estas

tierras para justificar la conquista, pero existió también un pacto entre los

conquistadores y la corona, toda esta realidad convencional conforma el orden

constitucional, la consecuencia sería un nuevo pacto. Servando Teresa de Mier

agrega que además esta constitución se formalizó a través de la Junta de

Valladolid convocada por Carlos V, en dónde se reconocía que las Indias eran

parte de la corona y por tanto mantenían su autonomía y conservaban las

facultades “de hacer leyes con consulta del rey y la misma jurisdicción

suprema en las Indias Orientales y Occidentales y sobre sus naturales”19

Jurisdicción suprema, la autonomía permite la coexistencia de varias

jurisdicciones, la soberanía no, porque es indivisible. Los insurgentes se

acercan a una conclusión necesaria, la independencia, porque si la nación

mexicana (no indígena, ni española sino criolla o mestiza en su caso) es

distinta, entonces necesita una constitución distinta apoyada en la voz de la

nación, porque la constitución originaria (llamada americana por Teresa de

Mier) ha sido adulterada.

17

Ley 3ª, tit. 15, part. 2ª. 18

“Voto sobre la proposición presentada por Villaurrutia” en: Documentos históricos mexicanos

(coord.) Genaro García, Museo Nacional, México, 1910, t. II, doc. 46. 19

Esta Junta desembocó en un texto positivo conocido como las Leyes Nuevas de de 20 de

noviembre de 1542, su antecedente inmediato eran la Junta y Leyes de Burgos. La Leyes Nuevas

recordaron solemnemente la prohibición de esclavizar a los indios y abolieron las encomiendas, que

dejaron de ser hereditarias, proclamaron resoluciones en beneficio de los indígenas y por tanto

conservan cierto sabor constitucional como carta reconocedora de derechos.

19

Primo de Verdad aseguraba en esos años desde el Ayuntamiento de México,

que antes que cualquier institución del ‘Estado’ existían en estas tierras los

Ayuntamientos (las reuniones de ciudadanos) entonces a falta de instituciones

estatales legítimas, los Ayuntamientos establecían constitución.

Pero esta nación criolla es distinta de aquella que sugiere Rafael de Riego:

Soldados, mi responsabilidad hacia vosotros es grande. Por lo tanto,

yo no podía consentir, como jefe vuestro, que se os alejase de

vuestra patria, en unos buques podridos, para llevaros a hacer una

guerra injusta al Nuevo Mundo; ni que seos compeliese a abandonar

vuestros padres y hermanos, dejándolos sumidos en la miseria y la

opresión. Vosotros debéis a aquellos la vida, y, por tanto, es de

vuestra obligación y agradecimiento el prolongársela,

sosteniéndolos en la ancianidad; y aun también, si fuese necesario,

el sacrificar las vuestras para romperles las cadenas que los tienen

oprimidos desde el año 14. Un rey absoluto, a su antojo y albedrío,

les impone contribuciones y gabelas que no pueden soportar; los

veja, los oprime y, por último, como colmo de desgracias, os

arrebata a vosotros, sus caros hijos, para sacrificaros a su orgullo

ambición. sí, a vosotros os arrebatan del paterno seno para que en

lejanos y opuestos climas vayáis a sostener una guerra inútil, que

podría fácilmente terminarse con sólo reintegrar sus derechos a la

Nación española. La Constitución, sí, la constitución basta para

apaciguar a nuestros hermanos de América20

.

Aquí comienza a ligarse ya la idea de nación resignificada y constitución

escrita, en Cádiz en 1812 esta cuestión va a ser importantísima, los mexicanos

Güridi y Alcocer y Ramos Arizpe proponían alargar el concepto de nación21

a

las castas que superaban en número a los españoles, todo esto para poder hacer 20

MANIFIESTO DE RAFAEL DE RIEGO Y FLORÉZ VALDEZ 21

Como apareció en el primer artículo de dicha constitución: “La Nación española es la reunión de

todos los españoles de ambos hemisferios.” Y se complementaba con la composición de la nación

como “La colección de vecinos de la Península y demás territorios de la Monarquía unidos en un

Gobierno ó sujetos á una autoridad soberana.”, en palabras del tlaxcalteca Güridi y Alcocer “"La

unión del Estado consiste en el Gobierno ó en sujeción á una autoridad soberana, y no requiere otra

unidad. Es compatible con la diversidad de religiones, como se ve en Alemania, Inglaterra, y otros

países; con la de territorios, como en los nuestros, separados por un inmenso Océano; con la de

idiomas y colores, como entre nosotros mismos, y aun con la de naciones distintas, como lo son los

españoles, indios y negros. ¿Por qué, pues, no se ha de expresar en medio de tantas diversidades en

lo que consiste nuestra unión, que es en el Gobierno?”, (Diario de sesiones de Cortes, 9 de enero de

1811, p. 329.)

20

una mejor constitución22

. El alargamiento del concepto lo trataremos a

continuación, en el numeral siguiente.

Llama poderosamente la atención que la mayor parte de los asuntos

encontrados en el Archivo General de la Nación para 1808 destaque el Militar:

nombramientos, deserciones, filiaciones, condecoraciones, etc. pareciera que

se intenta fortalecer el imaginario en un estado fuerte y bien constituido23

; a

partir de este año y hasta 1821, las autoridades indianas intentarán fortalecer la

identidad española a través de la conmemoración de la guerra de

independencia del reino contra Francia24

.

1.3 Constitución material novohispana en 1808

Parece ser que el teórico que mejor la ha definido es Costantino Mortati quien

la conceptualiza como la búsqueda de “las condiciones que deben considerarse

fundamentales para que un Estado pueda asumir una específica forma jurídica

22

Tema ya tratado por Chust y coautores: Chust, Manuel, La cuestión nacional americana en las

Cortes de Cádiz, Valencia, Fundación de Historia Social-Universidad Nacional Autónoma de

México, 1999; CHUST, M. y FRASQUET, I., “Soberanía, nación y pueblo en la Constitución de

1812”, Secuencia, número 57, México, 2003, pp. 39-62; CHUST, M. y SERRANO ORTEGA, J.

A., (coords.), Debates sobre las independencias iberoamericanas, Madrid, Iberoamericana

Vervuert, Estudios AHILA de Historia Latinoamericana, 3, 2007; CHUST, M. y SERRANO

ORTEGA, J. A., “Nueva España versus México: historiografía y propuestas de discusión sobre la

guerra de independencia y el liberalismo doceañista”, Revista Complutense de Historia de América,

número 33, Madrid, 2007; CHUST, M., “Las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812 y el

autonomismo americano, 1808-1837”, en Bicentenario: revista de historia de Chile y América, Vol.

5, número 1, 2006, pp. 63-84; CHUST, M. ,“Los orígenes de la representación nacional hispana: las

Cortes de Cádiz”, en Anuario de Estudios Bolivarianos, número. 10, 2003, pp. 11-32; CHUST, M.

y FRASQUET, I., “Soberanía hispana, soberanía mexicana: México, 1810-1824”, en Doceañismos,

constituciones e independencias: la constitución de 1812 y América, 2006, pp. 169-236; CHUST,

M. ,“Rey, Soberanía y nación: las Cortes doceañistas hispanas, 1810-1814”, en La trascendencia

del liberalismo doceañista en España y en América, 2004, pp. 51-76; CHUST, M., “El rey para el

pueblo, la constitución para la nación”, en El imperio sublevado: monarquía y naciones en España

e Hispanoamérica, 2004, pp. 225-254. 23

Por ejemplo: Indiferente de Guerra, caja 6184, expediente 073, que incluye las filiaciones del

regimiento de infantería de Nueva España durante 1808; y en la caja 200, expediente 2, los

nombramientos expedidos a nombre del rey a los oficiales y sargentos del regimiento fijo de

infantería de México; caja 200, expediente 7, más nombramientos para el regimiento de infantería

de dragones de México. 24

AGN, Impresos oficiales, volumen 44, expediente 58, fojas 303-305, Invitación a la

conmemoración de la muerte de los españoles asesinados en Madrid en 1808, programada para el 2

de mayo de 1821 en la catedral metropolitana como cada año.

21

y realizar sus tareas.”25

Las propuestas del Ayuntamiento de México y del

Virrey Iturrigaray son de juntistas y de ahí que tengan ciertos elementos

parlamentaristas, con todos los pormenores que ya se mencionaron, no existe

en concreto una propuesta para constitucionalizar el movimiento, pero tal vez

de hecho lo sea en sentido material. A partir de 1810 tendremos iniciativas

constitucionales en sentido formal.

1808 sería un momento más maduro respecto de 1810, es al menos más

consciente y menos romántico, el fenómeno juntista funciona como aquél que

describe Paolo Grossi al analizar la “levedad del poder político”, cae en la

cuenta que la descentralización produce la autonomía del derecho el cual se

identifica con la realidad ordenadora y cimentadora; inmune al desorden

caótico de la vida de cada día (la costumbre como constitución) desempeña la

función de plataforma estable y estabilizadora, de garantía de continuidad. Su

nivel no es el de la superficie batida por las intemperies políticas y sociales,

sino el estrato más profundo donde brotan los hechos normativos

fundamentales; y es obvio que la fuente productora y conformadora del

Derecho anida entre estos hechos26

La constitución como concepto adquiere así, confines mucho más amplios.

Como explica Grossi, el viejo término de lex hace referencia a una base ética y

consuetudinaria, la ley es “el resultado del consentimiento popular y la

promulgación regia”27

, es claro que la ley no surge de la alta esfera política

para ser aplicada a la sociedad sino que por el contrario surge en la sociedad y

sólo se eleva al príncipe para su promulgación. Durante 1808 el tambalearse

de este orden confronta distintos conceptos antiguos con modernos

constitución material contra Estado de excepción, como podemos leerlo en

una real orden:

Levantada en masa la valerosa Nación Española, ha tomado sobre sí

el glorioso y necesario empeño de recobrar la sagrada Persona de

nuestro Rey y Señor natural el Señor Don Fernando Séptimo,

sacrílega y alevosamente arrebatada de entre sus amados vasallos

por la traidora mano del pérfido Emperador de los franceses, para

consumar el horroroso designio de usurparle la corona que la

providencia divina, los derechos de la sangre, y la unánime voz de

los pueblos pusieron sobre sus católicas, piadosas y augustas sienes.

25

La costituzione in senso materiale, Giufrrè, Milano, 1940, pp. 16-17. 26

GROSSI, Paolo, El orden jurídico medieval, Marcial Pons, Madrid, 1996, p. 101. 27

Idem.

22

El trastorno que iban a padecer los templos, sus ministros y sus

tesoros, la tranquilidad de todos los vasallos, y sus propiedades, y

últimamente la suave legislación que nos gobierna, no solamente

visibles así como eran inevitables, sino trascendentales también a

estas Américas, para donde se disponían ya a transitar las escuadras

enemigas, con el objeto de sojuzgarlas; y cuando la barrera se ha

opuesto a tantos males son los robustos pechos de nuestros

hermanos de la Península, quienes con las armas en las manos han

elegido morir antes que consentir el oprobio a la Nación entera…28

De este modo podríamos hablar de múltiples constituciones no modernas,

como la materialización de la vida comunitaria y las normas que la permiten,

las cuales se formalizan en un sin fin de documentos que alcanzan al México

novohispano: constituciones, estatutos, Cartas puebla, Fueros, etc., por

ejemplo el Municipio realizaba la conjuratio por la cual se formalizaba el

nacimiento del Ayuntamiento a través del juramento de fidelidad común; con

el paso del tiempo esta aprobación se mitificó y se convirtió en una ficción

político-legal, el consenso era supuesto a priori29

.

Recientemente Häberle ha planteado directamente esta cuestión “Constitución

no sólo (como) un texto jurídico o un código normativo, sino también la

expresión de un nivel de desarrollo cultural, instrumento de la representación

cultural autónoma de un pueblo, reflejo de su herencia cultural y fundamento

de nuevas esperanzas”30

Considerando lo anterior, podríamos decir que el constitucionalismo mexicano

se ha quedado bastante rezagado, porque sólo se enfoca a estudiar las formas y

representaciones de un fenómeno constitucional más amplio que radica en la

cultura, en la sociedad y sus modos de vida (mores); este es el primer

momento, después viene la promulgación y todo el aparato administrativo

para formalizar el derecho, pero el derecho ya existía y toda este existencia la

hemos dejado de lado.

28

AGN, Indiferente Virreinal, Caja 4130, expediente 20, México 8 de octubre de 1808. 29

Cfr. NARVAEZ HERNANDEZ, José Ramón, et. al., 1857-2007 Legado constitucional,

Porrúa/Tecnológico de Monterrey, México, 2008. 30

HÄBERLE, Peter, Constitución como cultura, Universidad del externado de Colombia, Instituto

de Estudios Constitucionales Carlos Restrepo Piedrahita, Bogotá, 2002, pp. 71-72

23

Ciertamente la constitución escrita cumple una función importante en lo que

podríamos denominar primer nivel de la justicia, puesto que es justo que toda

sociedad tenga presentes las reglas del juego31

, pero es sólo el inicio de la

vitalidad jurídica.

Esta historia estaría incompleta sin la secuela, tanto en España como en

América, la constitución formal representa una especie de fetiche y a la vez

tabú. En España Fernando VII buscando legitimación jura la Constitución

dando a entender que así se formalizaba el pacto con la nación:

... Mientras Yo meditaba maduramente, con la solicitud propia de

mi paternal corazón las variaciones de nuestro régimen fundamental

que parecían más adaptables al carácter nacional y al estado

presente de las diversas porciones de la Monarquía española, así

como más análogas a la organización de los pueblos ilustrados, me

habéis hecho entender vuestro anhelo de que se restableciese

aquella Constitución, que entre el estruendo de las armas hostiles,

fue promulgada en Cádiz el año 1812.... He jurado esta

Constitución por la cual suspirabais y seré siempre su más firme

apoyo... Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda

constitucional.32

En México, Iturbide estaba compelido a formalizar a la nación dándole una

constitución escrita, en parte su abdicación se debe a la falta de cumplimiento

de esta promesa; por ejemplo en el Discurso de instalación del Congreso, el

emperador invita al “pueblo mexicano” a sentirse en la “posesión de sus

derechos” y decidir sobre su futuro, en cambio la nación es para Iturbide lo

que logró la independencia con su virtud e ilustración, es pasado. Entonces el

pueblo iniciará su “regeneración” con “la constitución del sistema benéfico

que ha de poner el sello a nuestra prosperidad”33

. Iturbide confía también en

que la constitución escrita solucionaría cualquier exceso, de las nuevas

autoridades, en sus discursos habla constantemente de una forma de dar inicio

a un proyecto nacional pero no como se hizo en España de forma

“demagógica y anárquica”, sino a través de los representantes adecuados, los

cuales funcionarían como un senado, compuesto de personas honorables de

experiencia que representarían a la Nación; estos hombres harían las nuevas

31

DIAZ RICCI, Sergio “Sentido y valor de una Constitución escrita”, en REVISTA JURIDICA, n. 9,

invierno 2005, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, Buenos Aires, pp. 164-197. 32

Manifiesto Regio de Fernando VII 10 de Marzo de 1820 33

Discurso de Iturbide al instalar el Congreso, febrero 24 1822.

24

leyes adecuadas a la realidad mexicana; lo cierto es que se siguió funcionando

con el antiguo derecho34

.

Cada vez más la idea de que la constitución escrita será la culminación de un

proceso histórico se hará presente, y esto paradójicamente se convierte en una

renuncia a la historia o al menos al conocimiento de una historia más real; se

va más bien apostándole a una síntesis histórica de bronce, que en el caso

mexicano suele ser maniquea y revanchista. Es decir, que se constituye un

escrito, para desconstituir una tradición; de este modo la nación se resignifica,

no es más la tradición sino un mito que se debía construir, y se utilizaron los

recursos propios de la tradición: los símbolos, del estandarte regio se pasa al

lábaro patrio; de lo real a lo nacional en escritos oficiales, privados y en la

literatura.

1.4 Conclusiones al capítulo

Entre la retórica y el uso jurídico, la nación aparece en el discurso

protoconstitucional de manera polivalente, a veces relacionada con la tradición

otras más ligada a un concepto jurídico de representación; ciertamente con una

utilización más técnica y menos romántica que patria. En este significado

técnico, la nación va a resignificarse y servir de puente entre el concepto de

constitución material y la nueva función de la constitución escrita como objeto

taumatúrgico, función que irá definiéndose en el siglo XIX.

No queremos abrir este espacio para que crezcan los nominalismos sino para

que la razón (la pura, la práctica, la instrumental, pero también la ética frente a

la ‘razón’ de Estado y la ‘razón’ nacional –valga la contradicción-) se abra

camino y adelantemos el momento interno constituyente de esto que consiste

en ser humanos, en que nadie tenga razón suficiente para matar o herir a otro,

ni construir absurdos.35

34

Discurso de Iturbide, al jurar como emperador, Mayo 21, 1822; y Discurso de Iturbide, en la

instalación de la Junta Nacional Instituyente, Noviembre 2, 1822. 35

BALIBAR, E. y WALLERSTEIN, I., Raza, Nación y Clase, IEPALA EDITORIAL, Madrid,

1991, pp. 7-9.

25

2. Cádiz: su proyección en el trienio liberal mexicano

2.1 Prolegómenos

Sólo unas breves palabras para decir que en esta ponencia intentaremos

además de mostrar algunos hechos relevantes que muestran la recepción de las

ideas constitucionalistas gaditanas en México, hacer una interpretación de los

hechos para plantear una historia de las mentalidades.

Entrando en materia debemos decir que el título pretende aprovechar una

metáfora, una analogía entre lo que se denominó el trienio liberal en España y

un posible trienio liberal mexicano, obviamente por efecto de la comunicación

humana, entendemos que la metáfora no sólo permanece anclada en un nivel

simbólico sino que efectivamente existen paralelismos, recepciones y

contestaciones entre los dos trienios.

De acuerdo a lo apenas expuesto proponemos que el fenómeno constitucional

gaditano sea visto más que como la elaboración de un texto como un proceso,

esto es, como un fenómeno dialéctico en donde las aspiraciones políticas de

una sociedad no se agotan en su formulación parlamentaria u oficial, sino que

permanecen latentes otras aspiraciones minoritarias, o simplemente pasadas

por alto, presentes en la sociedad que a través del uso o desuso de los causes

institucionales, permite concebir a la constitución como un proceso, y no sólo

como un documento36

.

De acuerdo a lo expuesto, hay que contextualizar la participación/aportación

de los mexicanos en las Cortes, en un doble sentido, primero como contraste

dialéctico de las propuestas peninsulares, pero en un segundo momento como

una tesis constitucional autónoma que tenía su antítesis en las resistencias y

reticencias en Nueva España.

36

Seguimos la idea de Estévez Araujo quien concibe a la constitución como un proceso dialéctico

que surge entre la afirmación/negación del Estado, o en la ya clásica enunciación de Agamben sobre

el Estado de Excepción como Estado constante. AGAMBEN, G., Estado de Excepción trad.

Antonio Gimeno Cuspinera, Pre-Textos, Valencia, 2004; y Estévez Araujo, J.C., La Constitución

como proceso y la desobediencia civil, Trotta, Madrid, 1994.

26

Los temas propios de este proceso constitucional serían los siguientes: a) La

anhelada igualdad jurídica y política (representación: Güridi Alcocer, Miguel

Ramos Arispe), b) el federalismo vs. el municipio (Miguel Ramos Arispe), c)

la idea de monarquía como una entidad administrativa autónoma y el

colonialismo, d) libertad en la producción agrícola, e) la esclavitud formal y

material, f) el vasallaje indígena, g) la abolición de la encomienda, h)

alcabalas, i) repartición de las justicias, j) las diputaciones, k) la definición de

la nación española y el multiculturalismo (José Güereña, diputado por

Durango argumenta que hay una obligación moral de tratar el asunto por los 6

millones de mulatos que existen), en especial la discusión de los artículos 22

(ciudadanía) y 29 (censos); l) vigencia forzosa e irrevocabilidad de la

constitución; m) el concepto de constitución. Aquí comienza a ligarse ya la

idea de nación resignificada y constitución escrita, en Cádiz en 1812 esta

cuestión va a ser importantísima, los mexicanos Güridi y Alcocer y Ramos

Arizpe proponían alargar el concepto de nación37

a las castas que superaban

en número a los españoles, todo esto para poder hacer una mejor

constitución38

.

37

Como apareció en el primer artículo de dicha constitución: “La Nación española es la reunión de

todos los españoles de ambos hemisferios.” Y se complementaba con la composición de la nación

como “La colección de vecinos de la Península y demás territorios de la Monarquía unidos en un

Gobierno ó sujetos á una autoridad soberana.”, en palabras del tlaxcalteca Güridi y Alcocer “"La

unión del Estado consiste en el Gobierno ó en sujeción á una autoridad soberana, y no requiere otra

unidad. Es compatible con la diversidad de religiones, como se ve en Alemania, Inglaterra, y otros

países; con la de territorios, como en los nuestros, separados por un inmenso Océano; con la de

idiomas y colores, como entre nosotros mismos, y aun con la de naciones distintas, como lo son los

españoles, indios y negros. ¿Por qué, pues, no se ha de expresar en medio de tantas diversidades en

lo que consiste nuestra unión, que es en el Gobierno?”, (Diario de sesiones de Cortes, 9 de enero de

1811, p. 329.) 38

Tema ya tratado por Chust y coautores: Chust, Manuel, La cuestión nacional americana en las

Cortes de Cádiz, Valencia, Fundación de Historia Social-Universidad Nacional Autónoma de

México, 1999; CHUST, M. y FRASQUET, I., “Soberanía, nación y pueblo en la Constitución de

1812”, Secuencia, número 57, México, 2003, pp. 39-62; CHUST, M. y SERRANO ORTEGA, J.

A., (coords.), Debates sobre las independencias iberoamericanas, Madrid, Iberoamericana

Vervuert, Estudios AHILA de Historia Latinoamericana, 3, 2007; CHUST, M. y SERRANO

ORTEGA, J. A., “Nueva España versus México: historiografía y propuestas de discusión sobre la

guerra de independencia y el liberalismo doceañista”, Revista Complutense de Historia de América,

número 33, Madrid, 2007; CHUST, M., “Las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812 y el

autonomismo americano, 1808-1837”, en Bicentenario: revista de historia de Chile y América, Vol.

5, número 1, 2006, pp. 63-84; CHUST, M., “Los orígenes de la representación nacional hispana: las

Cortes de Cádiz”, en Anuario de Estudios Bolivarianos, número. 10, 2003, pp. 11-32; CHUST, M.

y FRASQUET, I., “Soberanía hispana, soberanía mexicana: México, 1810-1824”, en Doceañismos,

constituciones e independencias: la constitución de 1812 y América, 2006, pp. 169-236; CHUST,

M., “Rey, Soberanía y nación: las Cortes doceañistas hispanas, 1810-1814”, en La trascendencia

del liberalismo doceañista en España y en América, 2004, pp. 51-76; CHUST, M., “El rey para el

27

La vida legislativa comenzada en 1813 se vio frenada por el regreso del

absolutismo que es en sí mismo una respuesta al liberalismo gaditano, y a su

vez plataforma para la formulación de un nuevo liberalismo revisado. En este

periodo destaca la crisis hacendaria y el aumento de impuestos que repercuten

en el interés social; también de destacarse para el proceso, la participación de

Rafael Riego como un fenómeno contestatario ibérico39

.

2.2 El Trienio Liberal ¿constitucional?

Los trienios liberales abren formalmente con la firma (obligada) de la

Constitución por parte de Fernando VII el 22 de marzo de 1820. En América

el regreso del liberalismo sirve como revivificante de la insurgencia.

En 1820 significa en América y España una aparente unidad y estabilidad

política. La mayor parte de los asuntos encontrados en el Archivo General de

la Nación para 1808 destacaban el Militar: nombramientos, deserciones,

filiaciones, condecoraciones, etc. pareciera que se intenta fortalecer el

imaginario en un estado fuerte y bien constituido40

; a partir de este año y hasta

1821, las autoridades indianas intentarán fortalecer la identidad española a

través de la conmemoración de la guerra de independencia del reino contra

Francia41

. Nueva España depende mucho de las noticias no actúa

inmediatamente porque sabe que el largo camino de la información hace a

pueblo, la constitución para la nación”, en El imperio sublevado: monarquía y naciones en España

e Hispanoamérica, 2004, pp. 225-254. 39

A propósito de la teleología de la constitución Riego decía.”Un rey absoluto, a su antojo y

albedrío, les impone contribuciones y gabelas que no pueden soportar; los veja, los oprime y, por

último, como colmo de desgracias, os arrebata a vosotros, sus caros hijos, para sacrificaros a su

orgullo ambición. sí, a vosotros os arrebatan del paterno seno para que en lejanos y opuestos climas

vayáis a sostener una guerra inútil, que podría fácilmente terminarse con sólo reintegrar sus

derechos a la Nación española. La Constitución, sí, la constitución basta para apaciguar a nuestros

hermanos de América”. MANIFIESTO DE RAFAEL DE RIEGO Y FLORÉZ VALDEZ.

40 Por ejemplo: Indiferente de Guerra, caja 6184, expediente 073, que incluye las filiaciones del

regimiento de infantería de Nueva España durante 1808; y en la caja 200, expediente 2, los

nombramientos expedidos a nombre del rey a los oficiales y sargentos del regimiento fijo de

infantería de México; caja 200, expediente 7, más nombramientos para el regimiento de infantería

de dragones de México. 41

AGN, Impresos oficiales, volumen 44, expediente 58, fojas 303-305, Invitación a la

conmemoración de la muerte de los españoles asesinados en Madrid en 1808, programada para el 2

de mayo de 1821 en la catedral metropolitana como cada año.

28

veces efímeras las actuaciones en ultramar. Por otro lado, Nueva España había

saboreado la independencia y no había resultado tan dulce, el restablecimiento

de la constitución y la jura de Fernando VII suponen dudas42

, más que

certezas, aunque a nivel oficial se insista en “retomar el camino”

Visto como un proceso constitucional, Cádiz representa de alguna manera la

tesis a responder, la gota que derramó el vaso para la independencia. La idea

paradójica de que la constitución en Nueva España tiene que ser un pacto pero

para ello hay que entrar en guerra para tener la posibilidad de negociar a través

del chantaje.

Las conjuras que se gestan en mayo de 1820 en la Ciudad de México,

representan la antítesis gaditana: interés del clero en un proceso

independentista paralelo, el argumento de la violencia que implicaba la jura de

Cádiz, el argumento de un orden constitucional preexistente basado en las

Leyes de Indias (ordum indianorum).

Finalmente el virrey jura esperando alcanzar así un poco más de tranquilidad

pública, pero la transición resulta muy pesada, al menos en el ámbito

simbólico y trae aparejada la revolución. Aparece Vicente Guerrero en la

sierra sur propugnando por un cierto pactismo y contra el constitucionalismo

moderno

…ocúpese usted en beneficio del país donde ha nacido, y no espere

el resultado de los Diputados que marcharon a la Península; porque

ni ellos han de alcanzar la gracia que pretenden, ni nosotros

tenemos necesidad de pedir por favor lo que se nos debe de justicia,

por cuyo medio veremos prosperar este fértil suelo y nos

eximiremos de los gravámenes que nos causa el enlace con España. 42

Algunas ideas circulan en la Nueva España que darán lugar a la insurgencia. Contra la

justificación de las autoridades y aristócratas peninsulares que sugieren que la propiedad y el poder

novohispano está concedido a los americanos en administración, surge una construcción ideológica

importante entre los criollos que se funda en el derecho antiguo, como lo ha demostrado Luis

Villoro “La soberanía le ha sido otorgada al rey por la nación, de modo irrevocable, y existe un

pacto original, basado en el consenso de los gobernados, que el rey no puede alterar” (VILLORO,

Luis, El proceso ideológico de la revolución de independencia, CONACULTA, México, 2002, p.

46.) Muy emblemático es el hecho de que el virrey Ruíz de Apodaca haya postergado la jura en

Nueva España.

29

Si en ésta, como usted me dice, reinan las ideas más liberales que

conceden a los hombres todos sus derechos, nada le cuesta, en ese

caso, el dejarnos a nosotros el uso libre de todos los que nos

pertenecen, así corno nos lo usurparon el dilatado tiempo de tres

siglos. Si, generosa- mente nos deja emancipar, entonces diremos

que es un Gobierno benigno y liberal; pero si como espero, sucede

lo contrario, tenemos valor para conseguirlo con la espada en la

mano, "Soy de sentir que lo expuesto es bastante para que usted

conozca mi resolución y la justicia en que me fundo, sin necesidad

de mandar sujeto a discurrir sobre propuestas ningunas, porque

nuestra única divisa es libertad, independencia o muerte.

Si este sistema fuese aceptado por usted confirmaremos nuestras

relaciones; me explayaré algo más, combinaremos planes y

protegeré de cuantos modos sea posible sus empresas; pero si no se

separa del constitucional de España, no volveré a recibir

contestación suya, ni verá más letra mía. Le anticipo esta noticia

para que no insista ni me note después de impolítico, porque ni me

ha de convencer nunca a que abrace el partido del Rey, sea el que

fuere, ni me amedrentan los millares de soldados con quienes estoy

acostumbrado a batirme. Obre usted corno le parezca, que la suerte

decidirá, y me será más glorioso morir en la campaña, que rendir la

cerviz al tirano43

.

El Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba tienen muchos elementos de

constitucionalismo “moderno” no tan claramente doceañista (aunque podrían

ser entendidos como un fenómeno paralelo y autónomo), pero al final

modernismo constitucional donde la frase “el texto lo soporta todo” se lleva a

su máximo extremo para servir de antítesis de una cultura jurídica con muchas

contradicciones44

.

43

CARTA DE VICENTE GUERRERO A ITURBIDE DONDE ACEPTA LLEGAR A UN ACUERDO

PARA PONER FIN A LA GUERRA DE INDEPENDENCIA, 1821, en BUSTAMANTE, Carlos

María, Cuadro Histórico de la Revolución de la América Mexicana, tercera parte, tercera época, t.

V, México 1827. Ver además: DEL ARENAL FENOCHIO, Jaime “La vía epistolar de la

Independencia”, en Beatriz Rojas (coord.), Mecánica política. Antología de correspondencia

política, Instituto Mora/UDG, México, 2006, pp. 33-39. 44

La pluralidad jurídica antigua, plantea un control del poder muy eficaz a través de una realidad

pacticia, en donde el poderoso debe al menos respetar los pactos. La configuración del Estado

moderno supone la eliminación de estos contrapesos comunitarios, y tendrá que echar mano de

nuevos conceptos como la soberanía “ejercicio absoluto del poder en un territorio”, ya no el

gobierno como administración de justicia sino como “relación entre detentador y destinatarios del

30

Un ejemplo de lo anterior es la panfletística que muestra un concepto de orden

constitucional confuso45

, por ejemplo, Villaurrutia, oidor de la Audiencia

expone el argumento de que Cortés al vencer a Moctezuma y a Cuauhtémoc

estableció un orden jurídico en la América mexicana46

, al mismo tiempo se

consolidó un pacto entre el mismo Cortés y los moradores de estas tierras para

justificar la conquista, pero existió también un pacto entre los conquistadores

y la corona, toda esta realidad convencional conforma el orden constitucional,

la consecuencia sería un nuevo pacto. Servando Teresa de Mier agrega que

además esta constitución se formalizó a través de la Junta de Valladolid

convocada por Carlos V, en dónde se reconocía que las Indias eran parte de la

corona y por tanto mantenían su autonomía y conservaban las facultades “de

hacer leyes con consulta del rey y la misma jurisdicción suprema en las Indias

Orientales y Occidentales y sobre sus naturales”47

Jurisdicción suprema, la

autonomía permite la coexistencia de varias jurisdicciones, la soberanía no,

porque es indivisible. Los insurgentes se acercan a una conclusión necesaria,

poder” y finalmente Estado como el fenómeno más acabado de un sistema de poder. La soberanía

planteó serias interrogantes, pues al no ser divisible, originaba ciertos presupuestos de abuso. De

hecho la historia de la Revolución Francesa y el mayo español de 1808, reflejan que la

preocupación no era gratuita: “¿Quiénes son los que se levantan? No hay caudillos. Son un maestro

sillero en La Coruña, un comerciante trapacero en Sevilla, un fraile en Valencia… Pero ese

movimiento, lo que hace en sus primeros pasos es romper la estructura de poder: asesina o depone y

encarcela a las autoridades militares que entonces encarnaban todo el poder del Estado.”

CASINELLO, Andrés, “La guerra peninsular de 1808: del entusiasmo victorioso a la frustración”

en Revista de Historia Militar, números extraordinario 1 y 2, año 2005, Ministerio de Defensa,

Instituto de Historia y Cultura Militar, Madrid, pp. 99-124. El concepto del pacto societatis ya

trabajado por la segunda escolástica, renace en las mentes de los insurgentes ilustrados como una

justificación para el cambio de gobierno. 45

Apoyados en autores como Vitoria, Suárez y Heineccio; los criollos como Primo de Verdad,

Azcárate, Servando Teresa de Mier y Jacobo Villaurrutia, opinan que a falta de rey (interregno) es

necesario establecer una nueva constitución. El concepto de constitución no es nuevo, y se apoya en

la misma imagen del pacto medieval. Villoro hace referencia al fundamento expuesto por los

criollos proveniente de Alfonso X en las Siete Partidas “mas si el rey refinado de esto no oviese

fecho mandamiento ninguno…débense ayuntar allí donde el rey fuere todos los mayorales del

reyno, así como los prelados e ricos ommes buenos e honrados de las villas, e después fueren

ayuntados deben jurar todos sobre santos evangelios que caten primeramente servicios de Dios, e

honra e guarda del señor que han pro y comunal de la tierra del reyno; e según esto escojan tales

omnes en cuyo poder lo metan, que le guardan bien y lealmente” (Ley 3ª, tit. 15, part. 2ª.) 46

“Voto sobre la proposición presentada por Villaurrutia” en: Documentos históricos mexicanos

(coord.) Genaro García, Museo Nacional, México, 1910, t. II, doc. 46. 47

Esta Junta desembocó en un texto positivo conocido como las Leyes Nuevas de de 20 de

noviembre de 1542, su antecedente inmediato eran la Junta y Leyes de Burgos. La Leyes Nuevas

recordaron solemnemente la prohibición de esclavizar a los indios y abolieron las encomiendas, que

dejaron de ser hereditarias, proclamaron resoluciones en beneficio de los indígenas y por tanto

conservan cierto sabor constitucional como carta reconocedora de derechos.

31

la independencia, porque si la nación mexicana (no indígena, ni española sino

criolla o mestiza en su caso) es distinta, entonces necesita una constitución

distinta apoyada en la voz de la nación, porque la constitución originaria

(llamada americana por Teresa de Mier) ha sido adulterada.

Ciertamente la constitución escrita cumple una función importante en lo que

podríamos denominar primer nivel de la justicia, puesto que es justo que toda

sociedad tenga presentes las reglas del juego48

, pero es sólo el inicio de la

vitalidad jurídica.

Tanto en España como en América, la constitución formal representa una

especie de fetiche y a la vez tabú. En España Fernando VII buscando

legitimación jura la Constitución dando a entender que así se formalizaba el

pacto con la nación:

... Mientras Yo meditaba maduramente, con la solicitud propia de

mi paternal corazón las variaciones de nuestro régimen fundamental

que parecían más adaptables al carácter nacional y al estado

presente de las diversas porciones de la Monarquía española, así

como más análogas a la organización de los pueblos ilustrados, me

habéis hecho entender vuestro anhelo de que se restableciese

aquella Constitución, que entre el estruendo de las armas hostiles,

fue promulgada en Cádiz el año 1812.... He jurado esta

Constitución por la cual suspirabais y seré siempre su más firme

apoyo... Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda

constitucional.49

Iturbide se ve compelido a culminar el proceso dándole una constitución

escrita50

a la nueva nación51

, y en parte su abdicación se deberá a la falta de

cumplimiento de esta promesa; en el Discurso de instalación del Congreso, el

48

DIAZ RICCI, Sergio “Sentido y valor de una Constitución escrita”, en REVISTA JURIDICA, n. 9,

invierno 2005, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, Buenos Aires, pp. 164-197. 49

Manifiesto Regio de Fernando VII 10 de Marzo de 1820 50

Cfr DEL ARENAL FENOCHIO, Jaime “El significado de la Constitución en el programa

político de Agustín de Iturbide, 1821-1824”, en Historia mexicana, vol. 48, número. 1, 1998, pp.

37-70. 51

Cfr. FERRER MUÑOZ, Manuel, La formación de un estado nacional en México: el Imperio y la

República federal, 1821-1835, UNAM, México, 1995.

32

emperador invita al “pueblo mexicano” a sentirse en la “posesión de sus

derechos” y decidir sobre su futuro, en cambio la nación es para Iturbide lo

que logró la independencia con su virtud e ilustración, es pasado. Entonces el

pueblo iniciará su “regeneración” con “la constitución del sistema benéfico

que ha de poner el sello a nuestra prosperidad”52

. Iturbide confía también en

que la constitución escrita solucionaría cualquier exceso, de las nuevas

autoridades, en sus discursos habla constantemente de una forma de dar inicio

a un proyecto nacional pero no como se hizo en España de forma

“demagógica y anárquica”, sino a través de los representantes adecuados, los

cuales funcionarían como un senado, compuesto de personas honorables de

experiencia que representarían a la Nación; estos hombres harían las nuevas

leyes adecuadas a la realidad mexicana; lo cierto es que se siguió funcionando

con el antiguo derecho53

.

2.3 Conclusión al capítulo

Cada vez más la idea de que la constitución escrita será la culminación de un

proceso histórico se hará presente, y esto paradójicamente se convierte en una

renuncia a la historia o al menos al conocimiento de una historia más real; se

va más bien apostándole a una síntesis histórica de bronce, que en el caso

mexicano suele ser maniquea y revanchista. Es decir, que se constituye un

escrito, para desconstituir una tradición; de este modo la nación se resignifica,

no es más la tradición sino un mito que se debía construir, y se utilizaron los

recursos propios de la tradición: los símbolos, del estandarte regio se pasa al

lábaro patrio; de lo real a lo nacional en escritos oficiales, privados y en la

literatura.

La idea de constitución en México en el trienio liberal aparece por un lado

como la formalización de un pacto (estatuto, ideario político), pero es a la vez

el pretexto para nulificar o exigir el pacto, por eso las precauciones, pareciera

que al final la elaboración del texto suscitara preocupaciones, pero aun más su

interpretación, es un momento de transición en el que premodernidad y

modernidad se enfrentan, tradición y racionalismo se confrontan.

En este contexto es necesario criminalizar a alguien para lograr la dialéctica

propia del constitucionalismo moderno, el enemigo público es el sublevado, el

52

Discurso de Iturbide al instalar el Congreso, febrero 24 1822. 53

Discurso de Iturbide, al jurar como emperador, Mayo 21, 1822; y Discurso de Iturbide, en la

instalación de la Junta Nacional Instituyente, Noviembre 2, 1822.

33

que se oponga al orden, y si ya se ha dicho que es difícil determinar cuál era

este, la criminalización está a la orden del día y se extenderá durante todo el

siglo XIX en la formación del Estado mexicano; hoy estás del lado de la

resistencia mañana del lado del orden instaurado y pasado en posibilidades de

ser derrocado por incumplir con cualquiera de los órdenes establecidos. Esto

genera necesariamente una doble moral al menos mucha confusión. En 1821

José María Betancur escribe lo siguiente:

…españoles europeos, la nación os jura que no volverán a molestar vuestros

oídos las espantosas voces que os afligieron en los primeros tiempos de

nuestra insurrección. Nuestras lágrimas corrieron a la par que las vuestras al

contemplar delito tan enorme, y muchos de los nuestros libraron a costa de las

suyas vuestras preciosas vidas del infernal cuchillo. Por ventura nuestra

aquellos tiempos de horror desaparecieron para siempre: los Americanos todos

garantizan sobre la fe pública vuestra felicidad: uníos a nosotros...unión íntima

e indisoluble con vosotros; he aquí uno de sus mas gloriosos empeños ¿Será

posible que vosotros mismos rompáis este vínculo de amor y gratitud, con que

la misma naturaleza os ha unido con nosotros para siempre?54

En el mismo sentido y el mismo año, Manuel Bárcena escribe en Puebla sobre

la justicia de la independencia también manifestando la preocupación de que

una petición justa pueda convertirse en una injusticia y cómo hacer para

evitarlo55

. La independencia es vista como un proceso revolucionario, la

revolución lleva a un cambio de orden constitucional, preocupa, y con razón,

que el cambio no sea excluyente y revanchista, preocupa la paradoja de cómo

hacer dicho cambio sin necesidad de destruir lo ya hecho, pesa la modernidad

que obliga a hacer tabula rasa y que resulta más conveniente para una política

demagógica; pero no es tan sencillo pasar de un día a otro de víctima a

victimario, tal vez por eso renunció (temporalmente) a ello Vicente Guerrero y

fue más sencillo que la transición la operara un hombre en el poder, pero

complicado la tuvo Iturbide obligado a realizar una revolución liberal, cuando

él no lo era, obligado a otorgar una constitución escrita cuando él tenía otra

idea de constitución en la cabeza.

54

BETANCUR, José María, Justicia de la independencia o apuntamientos sobre los derechos de

los americanos, Guadalajara, 1821. 55

BÁRCENA, Manuel, Manifiesto al mundo. La justicia y la necesidad de la independencia de la

Nueva España, Imprenta liberal de Moreno hermanos, Puebla, 1821.

34

Al final parece que Cádiz significa la cara bifronte de Jano, en el papel

mirando hacia delante, en su atribulada vida en América intentando entender

el pasado.

35

3. La idea de poder judicial en México durante la insurgencia

A manera de introducción exponemos brevemente un protocolo que

intentaremos desarrollar en este capítulo. La intención es rastrear en algunas

fuentes, el concepto que en la época se manejó respecto del Poder Judicial

como elemento constitutivo del Estado mexicano dentro de la teoría de la

división de Poderes, es cierto que en el mismo Estado novohispano podría

descubrirse una noción de la división de Poderes, pero es muy claro que para

el discurso insurgente esta idea aparece como innovadora y parte de un

programa jurídico-político para la constitución de un Estado autónomo o

independiente, según sea el caso.

En este caso nos ha parecido bastante útil reconstruir una especie de ‘historia

de las mentalidades’ en torno a lo que se concebía como división de Poderes,

verdaderamente un principio ‘poderoso’, considerado fundamental para todo

Estado moderno, y en consecuencia emancipador de las formas antiguas que

mezclaban funciones. Para el caso mexicano esta historia resulta

verdaderamente ilustrativa, porque la fase de tránsito del Estado jurisdiccional

al Estado moderno en México fue peculiar y no inmediata, como quiso

suponer durante mucho tiempo la historiografía.

La diversificación del concepto, es decir, la manera de entender la división de

Poderes, y en específico el Poder Judicial, hace suponer algunas dificultades

semióticas entre los usuarios del concepto56

. Esta valoración permitiría una

lectura diferente de las fuentes y elementos de comprensión del texto, más allá

de su mera redacción o lectura. Es, simplemente, una herramienta más para

acercarnos al estudio de la formación del Estado mexicano y de su Poder

Judicial, que esperamos pueda complementar las otras historias

(constitucional, política, institucional, legal) para poder entender mejor el

desarrollo de la administración de justicia en México.

56

Adolfo Posada señala en su “Estudio Preliminar” a la obra de Jellinek “La Declaración del

Derechos del Hombre y del Ciudadano (Madrid, 1907) que la indagación aún interpretativa de

conceptos que subyacen en un documento legal sería un estudio de ‘historia conceptual legislativa’

a diferencia de un estudio que implicara analizar “Las ideas que determinan el movimiento de las

instituciones , que quizá son su razón íntima, no se agotan en los conceptos formulados; su raíz

debe estar en la vida misma de las instituciones que las reflejan, y ellas no entrañan una existencia

abstracta y caprichosa, sino que por el contrario, forman parte del contenido mismo –dinámico y

fluyente- de la evolución social” lo que él llama ‘génesis conceptual jurídica’ en la edición del

Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2000.

36

3.1 El Estado jurisdiccional novohispano

Podemos definir lo judicial en el periodo novohispano, como una

administración de justicia compleja y abundante compuesta por la existencia

de diferentes tribunales, la mayoría de ellos especializados. Por mencionar

algunos: el Consulado de México como tribunal de mercaderes; los tribunales

eclesiásticos, en el ámbito del derecho canónico; el Juzgado General de

Indios; la Mesta, tribunal propiamente ganadero; el Tribunal de Minería, con

una actividad intensa en algunos momentos de la historia ‘colonial’ y cuya

regulación fue modelo de otros países; el tribunal universitario, en funciones

desde el siglo XVI; la Real Hacienda, tribunal atingente de las cuestiones

fiscales.57

Mucho más conocidos por su nombre, aunque a veces mal

interpretados, tenemos, con una importancia mayúscula, el tribunal de la

Inquisición y el tribunal de la Acordada, este último con significativas

implicaciones en el derecho penal, y ambos de gran peso y justificación

sociales58

.

La complejidad era sobre todo producto de la diversidad de facultades que

tenían las autoridades indianas; una de las más importantes de las cuales era,

por obvias razones, la jurisdiccional.

Respecto del orden institucional, es posible identificar dos órganos que

desempeñaban mayoritariamente funciones jurisdiccionales. Para el caso de

los territorios de la Corona española, el máximo tribunal lo representaba el

Consejo Real y Supremo de Indias, creado en 152459

como producto de una

escisión del de Castilla de 136760

.

57

DE LA TORRE RANGEL, Jesús, Lecciones de Historia del Derecho Mexicano, México, Porrúa,

2005, p. 191. 58

Otra de las características de la justicia antigua es la auctoritas como saber socialmente

reconocido sobre el que se funda; por tanto, se cuenta con el prestigio del tribunal para establecer la

eficiencia del mismo, la existencia de tribunales se justifica en su calidad de operador cultural. 59

La fuente para el conocimiento de este tribunal es SHÄFFER, Ernesto, El Consejo Real y

Supremo de las Indias, CSIC, Sevilla, 1947, 2 t. 60

Cuando se encontraba al interior del Consejo de Castilla se llamaba Junta de Indias. Dicha junta

había sido creada en 1511.

37

Para el caso de la Nueva España, nos encontramos con la Real Audiencia y

Chancillería de México,61

establecida, por Real Cédula, el 29 de noviembre de

1527.

En relación con la legislación orgánica que distribuía funciones a las

instituciones jurisdiccionales en el Virreinato, el antecedente siempre citado es

el Reglamento de las Salas civiles y criminales de la Real Audiencia de

México para que con los ministros aumentados puedan con más brevedad

evacuarse los pleitos atrasados de unas, y otras y tener pronta decisión los

corrientes promulgado por la Real Cédula de 13 de julio de 1739 y abrogado

por la de 16 de abril de 1742. Dentro de este punto, que podríamos denominar

‘historia legislativa de la administración de justicia en Nueva España’,

encontramos una trascendente reforma a la judicatura indiana, publicada por

Real Cédula de 6 de abril de 1776, en la cual cambió la integración de sus

salas y, por tanto, la distribución de las materias, cuestión más bien moderna

que especializa después de centralizar. La segunda reforma importante a la

justicia llegó junto con la promulgación de la Constitución de Cádiz, en

181262

.

La justicia menor también está sometida a una dosis de complejidad. La

primera instancia se encontraba encomendada a diversas autoridades que no

necesariamente eran jueces. Es importante remarcar esto, pues será justamente

lo que la modernidad atacará en principio, como factores retrógrados. Entre

las autoridades de justicia inferior destacan los alcaldes ordinarios, los

alcaldes mayores, los gobernadores y los corregidores. Para efectos de este

trabajo sólo los mencionaremos porque no es la idea presentar un panorama

completo de la justicia indiana, sino solamente la formación de contrastes que

se va generando a partir de la idea de un ‘poder judicial soberano’63

.

61

Aconsejamos la lectura del “Estudio Introductorio” a la obra de Eusebio Ventura Beleña,

Recopilación sumaria de todos los autos acordados de la Real Audiencia y Sala del Crimen de esta

Nueva España, escrita por GONZÁLEZ, María del Refugio, México, UNAM, 1991. 62

Hemos considerado oportuno dar un trato independiente a la situación gaditana en un artículo

posterior, aun si en fechas la insurgencia es muy cercana al proceso de la Cortes, parece ser que

tanto el proceso constituyente como la constitución de 1812 tuvieron poco eco en el

constitucionalismo que manejaron los ideólogos de la Independencia (véase, por ejemplo,

MIRANDA, José, Las Ideas y las instituciones políticas mexicanas. Primera parte 1521-1820,

Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México, 1978). 63

Sin embargo, aconsejamos la lectura del ensayo de Jaime del Arenal, “Instituciones Judiciales de

la Nueva España”, en: Revista de Investigaciones Jurídicas, no. 22, ELD, México, 1998.

38

3.2 Dividir el poder para controlarlo

Es tarea realmente ardua responder a la pregunta ¿cuándo se concibió por

primera vez la idea de dividir el poder? Sin embargo, es claro que algún

elemento antropológico subyace en este concepto, el cual resguarda la

filosofía popular en la máxima “divide y vencerás”.64

El ser humano ha afrontado de distintas maneras el poder a lo largo de la

historia, pero, a grandes rasgos, hay dos aspectos del poder que nos

preocupan: su ejercicio desmedido y las consecuencias que este ejercicio

pueda acarrear. Es por eso que la historia del control del poder es tan

legendaria como la historia del poder mismo y de la sociedad.

Por otro lado, la teoría del poder se ha encargado de atemperar la carga

peyorativa del concepto ‘poder’, asegurándonos que éste, como todo

instrumento humano, carece de valor hasta el momento en que es utilizado.

Ciertamente el ejercicio del poder, que a partir de Maquiavelo se convierte en

“arte de conservación propia antepuesta al cumplimiento de la palabra dada y,

si fuera necesario, al orden jurídico”65

origina una tensión muy particular entre

derecho y poder, que la ciencia jurídica moderna ha intentado resolver a través

del binomio ‘Estado de Derecho’, pero no sin contratiempos.

Recapitulando, y para no correr el riesgo de extraviarnos. El poder no es ni

bueno ni malo, el modo en que se ejerce es aquél que puede ser valorado; sin

embargo, sabemos que el ejercicio del poder necesariamente conlleva la

posibilidad de su abuso. Como bien lo decía Lord Acton: “El poder corrompe,

el poder absoluto corrompe absolutamente”, por lo que al margen del poder

nace siempre la preocupación por controlarlo. Una de las formas naturales y

más antiguas de control del poder es el derecho, como programa instaurador

de la justicia, que en su metáfora más célebre nos presenta una balanza con

medidas y contrapesos. Quizá por eso la idea antigua de que todo aquél que

ejerce el poder tiene relación con la justicia,66

corresponde a una visión ético-

jurídica del control del poder.

64

Tradicionalmente suele atribuirse a Aristóteles la primera división del poder: “apella (asamblea),

magistrados y cuerpo judicial”. La Política. Libro Primero, Capítulo I. 65

CÁRDENAS GUTIÉRREZ, Salvador “A rey muerto, rey puesto. Imágenes del derecho y del

Estado en las exequias reales de la Nueva España (1558-1700)”, en: Las dimensiones del arte

emblemático, COLMICH, CONACYT, Zamora, 2002, pp. 167- 202, p. 182. 66

Ibidem, pp. 177 y ss.

39

Para controlar el poder, éste se puede: desconcentrar, distribuir y dividir;

cuando las mismas comunidades tienen cotos de poder que se basan en pactos

entre los miembros de dicha comunidad, el poder centralizador de un monarca

tiene necesariamente que verse limitado por este elemento contractual. La

pluralidad jurídica antigua plantea un control del poder muy eficaz a través de

una realidad pacticia, en donde el poderoso debe al menos respetar los pactos.

La configuración del Estado moderno supone la eliminación de estos

contrapesos comunitarios, y tendrá que echar mano de nuevos conceptos como

la soberanía, “ejercicio absoluto del poder en un territorio”; el gobierno,

“relación entre detentador y destinatarios del poder”, y, finalmente, el Estado

como el fenómeno más acabado del sistema de poder.

La soberanía planteó serias interrogantes, pues al no ser divisible, originaba

ciertos presupuestos de abuso. De hecho la historia de la Revolución Francesa

refleja esta preocupación; e incluso el mismo arrepentimiento del padre

Hidalgo por los crímenes que cometieron sus huestes en la Independencia de

México, nos deja claro que no importa cómo se le nombre al poder, pero sí

que una vez encarnado, éste debe ser controlado.

A través de justificaciones conceptuales que van desde Bodin, en el siglo XVI,

hasta Montesquieu, en el s. XVIII, la soberanía transita por avatares espinosos

para lograr justificar su calidad democrática y no convertirse en una tiranía de

la voluntad general, en el poder por el poder. Por eso, junto al nacimiento de

este concepto es necesario el de división del poder.

El concepto de la división de poderes es más o menos común en los autores

clásicos modernos, pero en justicia tendremos que hablar de dos en particular,

el primero es John Locke, para quien “… el poder absoluto arbitrario o el

gobernar sin leyes fijas establecidas, no pueden ser compatibles con las

finalidades de la sociedad y del gobierno... Es impensable poner en manos de

una persona o de varias un poder absoluto sobre sus personas y bienes… el

poder legislativo suele establecerse en manos de varias personas; éstas

debidamente conjuntadas, poseen por sí mismas, o en colaboración con otras,

el poder de redactar leyes… necesitamos que haya un poder siempre en

ejercicio que se encargue de la ejecución de las mismas mientras estén

vigentes… ese poder conlleva el derecho de la guerra y de la paz, el de formar

tratados y alianzas y el de entablar todas las negociaciones que sean necesarias

con las personas y las sociedades políticas ajenas. A ese poder podría

40

denominársele federativo”.67

Locke es, por tanto, el primero en utilizar el

término poder en este sentido, y el primero en enunciar dos de los tres poderes

clásicos.

El segundo autor es Montesquieu, quien nos dice que “En cada Estado hay tres

clases de poderes: el legislativo, el... de las cosas pertenecientes al derecho de

gentes, y el ejecutivo, de las que pertenecen al civil. Por el primero, el

príncipe o magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y

corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra,

envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y

por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares.

Este último se llamará poder judicial; y el otro simplemente poder ejecutivo

del Estado… Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en

una misma persona… entonces no hay libertad, porque es de temer que...

hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo… Así sucede también

cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y ejecutivo.

Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los

ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y,

estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la

fuerza misma que un agresor. En el Estado en que un hombre solo o una

corporación... administrasen los tres poderes... todo se perdería

enteramente...”68

Es por tanto este pensador francés quien detalla perfectamente la teoría de la

separación de poderes, pero es además el padre del concepto de poder judicial,

el cual, advierte “…no debe confiarse a un senado permanente y sí a personas

elegidas entre el pueblo en determinadas épocas del año, de modo prescrito

por las leyes, para formar un tribunal que dure solamente el tiempo que

requiera la necesidad. De este modo el poder de juzgar, tan terrible en manos

del hombre, no estando sujeto a una clase determinada, ni perteneciente

exclusivamente a una profesión se hace, por decirlo así, nulo e invisible. Y

como los jueces no están presentes de continuo, lo que se teme es la

magistratura y no se teme a los magistrados.”69

El poder judicial debe erigirse

no sólo como independiente de los otros dos poderes, sino también de la

misma sociedad, que para entonces concibe a la justicia como una cuestión

inter pares. El advenimiento de la concepción igualitarista del liberalismo

67

LOCKE, J., Ensayo sobre el gobierno civil, Madrid, Ediciones y Distribuciones Alba, 1987, pp.

158-160. 68

Montesquieu, Espíritu de las Leyes, Libro XI, capítulo III. 69

Idem.

41

elimina formalmente las diferencias, por lo que el poder judicial debe ser antes

que nada independiente de cualquier ‘clase determinada’.

Este principio o concepto, pudo ser puesto a prueba en las constituciones

posrevolucionarias norteamericana y francesa. Si bien en estos dos

documentos se dotó de independencia estricta al poder judicial, el legislativo

continuó gozando de preeminencia sobre los otros dos poderes. El modelo

francés contemplaba que la observancia irrestricta al principio de legalidad,

suponía que el parlamento, dominado por la burguesía, controlara a los otros

dos poderes.

En Estados Unidos, por el contrario, se interpretaba que más que división de

poderes debía darse una distribución de responsabilidades. Pero bajo el

modelo expuesto por Madison70

, el Congreso podía de hecho destituir al

presidente, si éste intentaba vetar sus leyes, y mantenía amenazados a los

jueces que intentaran reinterpretarlas. Gradualmente se originó un cambio de

papeles y el ejecutivo adquirió preponderancia. A pesar de esta tendencia, la

respectiva y diferente legitimidad democrática del ejecutivo y el legislativo

que es propia del presidencialismo norteamericano, hace mantener la

independencia entre poderes.

Existe una discusión escolástica en torno al primer documento que consignó el

principio de división de poderes, y por tanto fue precursor en establecer un

‘poder judicial’71

. En Estados Unidos la primera que contiene el principio

sería la Declaración de Derechos de Virginia, de 177672

:

70

En 1788 Madison defiende la nueva constitución de los críticos que la atacan porque a su parecer

contraviene el principio de división de poderes. Argumenta que dicho principio en ningún momento

debía interpretarse como una ‘división simétrica’, sino que debía existir un ‘control mutuo’ entre los

órganos del Estado, cuestión que avalaba la experiencia constitucional inglesa y la breve, pero

contundente, experiencia constitucional regional norteamericana. 71

Esta discusión tiene relación con aquella otra que se planteó a finales del siglo XIX entre Jellinek

y Boutmy, sobre el origen de las ‘Declaraciones’ y del concepto jurídico de ‘derechos’. Para el

primero, la concepción americana es totalmente nueva respecto de sus antecedentes europeos.

Según el profesor de Heidelberg se debe a una concepción liberal-religiosa que mantiene en las

mentes de los ‘americanos’ la idea de emancipación y mueve a concebir de manera innovadora los

derechos y el control del poder. Para el segundo, habría matizaciones sobre un origen europeo, tal

vez inglés, de estos conceptos y, por ende, Francia no sería una mera repetidora de las ideas

americanas. JELLINEK, G., La Déclaration des Droits de L’Homme et du Citoyen, traducción y

notas de Georges Fardis, prefacio de M. F. Larnaude, Paris, Albert Fontemoing Editeur, 1902 ;

BOUTMY, M., “La Déclaration des Droits de L’Homme et du Citoyen et M. Jellinek”, en: Annales

des Scienses Politiques, 15/VII, Paris, 1902 ; y la respuesta de Jellinek, “La Déclaration des Droits

de L’Homme et du Citoyen“, en: Revue du Droit Public et de la Science Politique en France et à

42

(Quinto Numeral)

Que los poderes legislativo y ejecutivo del estado deben ser

separados y distintos del judicial; que a los miembros de los dos

primeros les sea evitado el ejercicio de la opresión a base de

hacerles sentir las cargas del pueblo y de hacerles participar en

ellas; para ello debieran, en períodos fijados, ser reducidos a un

estado civil, devueltos a ese cuerpo del que originalmente fueron

sacados; y que las vacantes se cubran por medio de elecciones

frecuentes, fijas y periódicas, en las cuales, todos, o cualquier parte

de los ex miembros, sean de vuelta elegibles, o inelegibles, según

dicten las leyes.

En cambio, la primera constitución formal sería la de Massachusetts en 1780,

que nos dice:

Art. XXX. In the government of this commonwealth, the legislative department

shall never exercise the executive and judicial powers, or either of them; the

executive shall never exercise the legislative and judicial powers, or either of

them; the judicial shall never exercise the legislative and executive powers, or

either of them; to the end it may be a government of laws, and not of men.

El antecedente de Massachusetts y otros, como el de New Hampshire,

sirvieron de base a la Constitución norteamericana de 1787:

l’étranger, Paris, t. XVIII, pp. 385-400 ; todo lo anterior traducido y comentado por Adolfo Posada

en España en 1907. 72

En ese mismo año, la Declaración de Independencia de las 13 colonias había establecido que “…

todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos

inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para

garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes

legítimos del consentimiento de los gobernados que cuando quiera que una forma de gobierno se

haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un

nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su

juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.” Aquí la

connotación de ‘poderes’ tiene relación con gobierno, facultades del gobernante y comienza a

establecerse un nexo entre su establecimiento popular y la disposición de los mismos para

garantizar los derechos. No obstante un párrafo posterior de la misma Declaración podría

aportarnos más luz: “Tampoco hemos dejado de dirigirnos a nuestros hermanos británicos. Los

hemos prevenido de tiempo en tiempo de las tentativas de su poder legislativo para englobarnos en

una jurisdicción injustificable.” Aquí es claro y directo el uso del término poder.

43

Article III. The Judiciary Section 1. Judicial Power Vested: The judicial

Power of the United States shall be vested in one Supreme Court and in such

inferior Courts as the Congress may from time to time ordain and establish.

The Judges, both of the supreme and inferior Courts, shall hold their Offices

during good Behaviour, and shall, at stated Times, receive for their Services a

Compensation, which shall not be diminished during their Continuance in

Office.

En Europa tenemos el artículo 16 de la Declaración de Derechos del Hombre

y del Ciudadano de 1789: “toda sociedad en la que la garantía de los derechos

no está asegurada, ni determinada la separación de poderes no tiene

Constitución”. Sin embargo, en el preámbulo la Declaración sólo señala dos

poderes, el legislativo y el ejecutivo.

La Constitución francesa de 1791 consagra:

Título Tercero. De los poderes públicos.

Artículo 1º La soberanía es una, indivisible, inalienable e imprescriptible.

Pertenece a la Nación; ninguna sección del pueblo, ni ningún individuo puede

atribuirse su ejercicio.

Artículo 2º La Nación, de donde dimanan todos los poderes, sólo puede

ejercerlos por delegación. La Constitución francesa es representativa; los

representantes son el Cuerpo Legislativo y el Rey.

Artículo 3º El Poder Legislativo es delegado a una Asamblea Nacional

compuesta de representantes temporales, libremente elegidos por el pueblo,

para ser ejercido por ella con la sanción del Rey, de la manera que más

adelante se determinará.

Artículo 4º El gobierno es monárquico, el Poder Ejecutivo es delegado al Rey

para ser ejercido bajo su autoridad, por Ministros y otros agentes responsables,

de la manera que más adelante se determinará.

Artículo 5º El Poder Judicial es delegado a jueces elegidos en tiempo por el

pueblo.

Esta enunciación del poder judicial francés ha originado una idea que luego ha

sido copiada en otros sistemas, y es que el constitucionalismo francés de aquel

tiempo, queriendo ser coherente con la mal entendida democratización,

concibe un poder judicial compuesto por jueces elegibles por votación,

cuestión muy apetecible si pensamos que la realidad a combatir es que “Ya no

hay ni nobleza, ni títulos de Pares, ni distinciones hereditarias, ni distinciones

de órdenes, ni régimen feudal, ni justicias patrimoniales, ni ninguno de los

44

títulos, denominaciones y prerrogativas que derivaban de ellos, ni ningún

orden de caballería, ni ninguna de las corporaciones o decoraciones para las

cuales se exigían pruebas de nobleza o que suponían distinciones de

nacimiento, ni ninguna otra superioridad que la de los funcionarios públicos

en el ejercicio de sus funciones.”73

La antigua concepción que supone que el

juez debe gozar de autoridad, prestigio y calidad moral, es deslegitimada en

aras de una democratización (modernización) del ‘oficio público’. La

inclusión del juez en el aparato burocrático tiene consecuencias ya apuntadas

desde Roma74

, y es que el juez, a diferencia de los funcionarios públicos de los

otros dos poderes, necesita de una confirmación social que no necesariamente

es democrática, porque a juzgar no debe llegar cualquiera, sino el que tiene

‘buen juicio’.

Es evidente que la filosofía política y la filosofía del derecho han revisado hoy

el principio de división de poderes. La forma del Estado constitucional que

hoy se plantea propone una división no tan geométrica que más bien parece

una separación oculta.

3.3 La insurgencia romántica

Existe una historia conceptual un tanto más desconocida sobre la soberanía, su

pervivencia y su división en el caso hispanoamericano; además, porque parece

ser un concepto más empírico que fue utilizado por los criollos para justificar

la revolución, el cambio de gobierno y, tal vez, la independencia.

En la Nueva España circulaban algunas ideas que darían lugar a la

insurgencia. Contra la justificación de las autoridades y aristócratas

peninsulares que sugerían que la propiedad y el poder novohispano estaba

concedido a los americanos en administración, surgió una construcción

ideológica importante entre los criollos que se fundaba en el derecho antiguo;

como lo ha demostrado Luis Villoro: “La soberanía le ha sido otorgada al rey

por la nación, de modo irrevocable, y existe un pacto original, basado en el

73

Preámbulo de la Constitución Francesa de 1791. 74

Entre la figura del iudex y la del arbiter, ante la imposición de algunos emperadores de un ‘turno

judicial’ (alborum arbiter) surgió un mecanismo anómalo de recusar a los jueces, hasta que las

partes lograban llegar al turno del juez que pretendían.

45

consenso de los gobernados, que el rey no puede alterar”.75

La abdicación del

rey es nula porque no ha sido ratificada por la nación; sin embargo, al no

haber gobierno, es necesario que se forme una junta con los representantes de

los pueblos para erigir uno nuevo. El concepto del pacto societatis, ya

trabajado por la segunda escolástica, renace en las mentes de los insurgentes

ilustrados como una justificación para el cambio de gobierno.

Apoyados en autores como Vitoria, Suárez, Heineccio, Xavier Alegre, los

criollos Primo de Verdad, Azcárate, Servando Teresa de Mier y Jacobo

Villaurrutia opinan que a falta de rey (interregno) es necesario establecer una

nueva constitución. El concepto de constitución no es nuevo, y se apoya en la

misma imagen del pacto medieval. Villoro hace referencia al fundamento

expuesto por los criollos, proveniente de las Siete Partidas de Alfonso X:

Mas si el rey refinado de esto no oviese fecho mandamiento

ninguno… débense ayuntar allí donde el rey fuere todos los

mayorales del reyno, así como los prelados e ricos ommes buenos e

honrados de las villas, e después fueren ayuntados deben jurar todos

sobre santos evangelios que caten primeramente servicios de Dios,

e honra e guarda del señor que han pro y comunal de la tierra del

reyno; e según esto escojan tales omnes en cuyo poder lo metan,

que le guardan bien y lealmente.76

Villaurrutia, oidor de la Audiencia y posteriormente presidente de la Suprema

Corte de Justicia en 1830, expone otro argumento: Cortés venció a

Moctezuma y a Cuauhtémoc para establecer un orden jurídico en la América

mexicana77

; existió un pacto entre el mismo Cortés y los moradores de estas

tierras para justificar la conquista, pero existió también un pacto entre los

conquistadores y la Corona. Toda esta realidad convencional conforma el

orden constitucional, la consecuencia sería un nuevo pacto. Servando Teresa

de Mier agrega que, además, esta constitución se formalizó a través de la

Junta de Valladolid convocada por Carlos V, en donde se reconocía que las

Indias eran parte de la Corona y por tanto mantenían su autonomía y

conservaban las facultades “de hacer leyes con consulta del rey y la misma

jurisdicción suprema en las Indias Orientales y Occidentales y sobre sus

75

VILLORO, Luis, El proceso ideológico de la revolución de independencia, México,

CONACULTA, 2002, p. 46. 76

Ley 3ª, tit. 15, part. 2ª, citado por Luis Villoro, El proceso…, p. 50. 77

“Voto sobre la proposición presentada por Villaurrutia”, en: Documentos históricos mexicanos

(coord.) Genaro García, México, Museo Nacional, 1910, t. II, doc. 46.

46

naturales”.78

Jurisdicción suprema, la autonomía permite la coexistencia de

varias jurisdicciones; la soberanía no, porque es indivisible. Los insurgentes se

acercan a una conclusión necesaria: la independencia, pues si la nación

mexicana (no indígena ni española, sino criolla o mestiza, en su caso) es

distinta, entonces necesita una constitución distinta, apoyada en la voz de la

nación, porque la constitución originaria (llamada americana por Teresa de

Mier) ha sido adulterada.

Miguel Hidalgo y Costilla, cura de Dolores, es, más que ningún otro

insurgente, producto de su tiempo, es el dializador natural de las ideas

insurgentes:

Establezcamos un congreso que se componga de representantes de todas las

ciudades, villas y lugares de este reino, que teniendo por objeto principal

mantener nuestra santa religión, dicte leyes suaves, benéficas y acomodadas a

las circunstancias de cada pueblo: ellos entonces gobernarán con la dulzura de

padres, nos tratarán como a sus hermanos, desterrarán la pobreza, moderando

la devastación del reino y la extracción de su dinero, fomentarán las artes, se

avivará la industria, haremos uso libre de las riquísimas producciones de

nuestros feraces países, y a la vuelta de pocos años, disfrutarán sus habitantes

de todas las delicias que el Soberano Autor de la naturaleza ha derramado

sobre este vasto continente.

A Hidalgo lo desbordaron los hechos, pues cuando se dio cuenta se encontraba

inmerso en una vorágine irrefrenable en la toma de los pueblos. Algunos

incluso han llegado a considerar que el arrepentimiento por los lamentables

hechos violentos de la primera campaña militar originó que ordenara la

dispersión en el Cerro de las Cruces, previendo las consecuencias

sanguinarias, a pesar de que esto le acarrearía la derrota, o más bien, la no

victoria sobre la Ciudad de México.

Pero el cura de Dolores también tenía en mente una lucha más intelectual que

armada. Anhelaba en el fondo, como hemos leído, un congreso, idea que

circulaba en la mayoría de los letrados de aquel tiempo. Observamos, además,

cómo empieza a formarse una idea taumatúrgica de la ley: “leyes suaves…

78

Esta Junta desembocó en un texto positivo conocido como las Leyes Nuevas de 20 de noviembre

de 1542; su antecedente inmediato eran la Junta y Leyes de Burgos. Las Leyes Nuevas recordaron

solemnemente la prohibición de esclavizar a los indios y abolieron las encomiendas, que dejaron de

ser hereditarias; proclamaron resoluciones en beneficio de los indígenas y, por tanto, conservan

cierto sabor constitucional como carta reconocedora de derechos.

47

que a la vuelta de pocos años” harán que “los habitantes de este vasto

continente” disfruten de “todas las delicias que el Soberano Autor de la

naturaleza ha derramado [sobre él]”. Pervive en Hidalgo un concepto antiguo

de Ley, como monición, como directiva racional,79

pero hay también un

elemento nuevo, estas leyes serán ahora dictadas por un ‘congreso’, por la

reunión de los representantes del pueblo, que sí saben lo que el pueblo quiere

porque provienen de él. Primo de Verdad aseguraba en esos años, desde el

Ayuntamiento de México, que antes que cualquier institución del ‘Estado’

existían en estas tierras los Ayuntamientos (las reuniones de ciudadanos).

Entonces, a falta de instituciones estatales legítimas, los Ayuntamientos

establecían constitución. No es del todo claro si se separa posteriormente el

poder, lo urgente es realizar el Congreso; desgraciadamente Hidalgo, como

hemos dicho, fue sobrepasado por los acontecimientos y no pudo llegar a ver

materializado su ideal.

A pesar de lo anterior, Hidalgo logró asumir el poder ejecutivo con amplias

facultades civiles y militares, bajo el nombramiento de capitán general y

protector de la nación, que a decir de él mismo, fue ratificándose a través de

la elección a posteriori que hicieron las personas de los pueblos a los que

llegó. Como titular del ejecutivo, integró modificó en varias ocasiones su

gabinete. Cómo mencionamos, en relación al legislativo, convocó a un

congreso nacional; y por lo que respecta a nuestro tema, decretó que la

audiencia se instituyera en tribunal superior de justicia, para lo cual nombró

provisionalmente a sus magistrados y ordenó que se hiciera justicia en nombre

de la nación. 80

Si bien es cierto que Hidalgo detentaba como protector de la nación, también

las funciones judiciales, no lo hizo directamente sino que nombró al licenciado

José María Chico, ministro de justicia, quien ya era ministro del interior; y

79

Las leyes buenas hacen buenas a las sociedades; como en Santo Tomás, la ley es “ordenamiento

de la razón encaminado a obtener el bien común por parte de quien tiene a su cargo el gobierno de

la sociedad”. Todavía Maquiavelo conserva esta idea de que el gobernante debe hacer leyes buenas

si quiere conservarse, o al menos es el primer presupuesto de todo gobierno que quiera permanecer.

Hidalgo tiene en mente las constantes reclamaciones de la ‘corrupción de la ley’ por parte de los

últimos gobiernos españoles y la idea moderna de que el pacto social ha sido vulnerado. La

insurgencia plantea una reforma legal. 80

CASTILLO LEDÓN Luis, Hidalgo, la vida del héroe, Morelia, Centro de Estudios sobre la

Cultura Nicolaita, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1993, p. 361. Los oidores

nombrados para hacerse cargo de la Real Audiencia fueron los licenciados José Ignacio Ortiz de

Zárate, Francisco Solórzano y Pedro Alcántara de Avendaño (p. 326).

48

posteriormente designó al licenciado José María Castañeda, exclusivamente

para este cargo.81

Los esfuerzos de Hidalgo serán capitalizados por Morelos quien de inmediato

heredará la idea del Congreso, el concepto de división de poderes y la

necesidad de plasmarlo en una constitución escrita82

.

3.4 La insurgencia intelectual

Cuando Ignacio López Rayón tuvo conocimiento de la muerte de Hidalgo,

convocó inmediatamente a una asamblea a los principales jefes y oficiales del

ejército insurgente, la cual debía verificarse en Zitácuaro, el 19 de agosto de

1811. La idea de López Rayón de una monarquía moderada en donde el rey

detentaría la jefatura del Estado pero estaría limitado por una ley nacional

(monarquía constitucional), comenzó a cobrar forma. De este modo, la

consecuencia natural era el reconocimiento del rey –en específico de Fernando

VII– como monarca de la América mexicana; la variante es que pedía que la

nación americana ejerciera el gobierno de su propio territorio.

La necesidad, entonces, fue la de constituir lo más rápidamente posible la

primera Suprema Junta Nacional Americana o Congreso Nacional

Americano,83

que se encarnó e inmortalizó con el nombre de Junta de

81

La justicia es un asunto primordial, en 1808 se había advertido lo siguiente: “No hay tranquilidad

sin orden. No hay orden sin leyes, sin tribunales que las hagan observar, y faltando la metrópoli, nos

faltan todos los tribunales supremos, que dan consistencia y firmeza a los menores. Este defecto no

se ha reparado. ¿Cómo habrá, pues, tranquilidad?” Nota 4 al pie de página a la proclama del virrey,

Gaceta extraordinaria de México, viernes 12 agosto 1808, tomo 15, número 77, folio 560,

atribuidas a Melchor de Talamantes. Genaro García, Op. Cit., tomo VII, página 443. 82

Se tiene noticia de un proyecto de constitución mandado elaborar por Hidalgo, pero hoy se

encuentra extraviado “Al entrar Calleja en Guadalajara, el doctor Maldonado huyó dejando entre

sus papeles una Constitución Orgánica de México. El número fue recogido y entregado por el

administrador de la imprenta a don Juan de Souza, oidor de la Audiencia, quien lo consignó al

Tribunal Judicial” (CASTILLO LEDÓN Luis, Hidalgo, la vida del héroe op. cit., p. 361.) 83

Aún en la nominación, la división de poderes es confusa en este periodo; a diversos órganos

colegiados se les llama indistintamente: Congreso, Junta, Corte, Tribunal, Asamblea o Consejo,

aunque sus funciones correspondan a uno u otro poder. Destacado es el caso de las “Cortes de

Cádiz”, que cumplen funciones legislativas: La idea medieval de corte o consejo como cuerpo de

notables que circundan al soberano hacía destacar la relación de preeminencia sobre el monarca; las

nuevas posturas, hemos dicho, dan preferencia al órgano legislativo, o más bien a un órgano que

represente la voluntad popular que desembocará en legislativo cuando intente plasmar esa voluntad

en una ley general.

49

Zitácuaro. Como sus homólogos, este órgano colegiado sería el vocero de la

soberanía nacional, pero tendría facultades legislativas, ejecutivas y judiciales,

con la posibilidad de fundar sus actos y resoluciones en el nombre de

Fernando VII.84

La nueva institución, según la Junta, estaría compuesta por

cinco vocales, para expresar y ejecutar la voluntad de la nación, o, como lo

indica el documento emanado de ella, para “que llenara el hueco de la

soberanía”. Con esto se cumplió el sueño del padre de la patria: realizar “un

congreso de representantes de todas las ciudades, villas y lugares del reino…

para hacer la buena ley… un buen gobierno y una buena administración de

justicia”, aunque en este caso, como en el del sueño de Hidalgo, en un solo

órgano.

López Rayón, además de presidente de la Junta, se arrogó el cargo de ministro

universal de la Nación que correspondían a los ministerios de Gracia y

Justicia, que ejercía José Ma. Chico, por despacho de don Miguel Hidalgo,

hasta su muerte85

. También concurrían en la persona de Rayón, el ministerio

de Estado y Despacho, que había detentado hasta entonces él mismo.

Por inspiración de López Rayón, José María Morelos y Pavón, cuarto vocal de

la Junta emanada de Zitácuaro, elabora 23 puntos para la Constitución,

84

A diferencia de Hidalgo, quien opinaba que toda declaración debía hacerse “en nombre de la

nación”, López Rayón fue más cauto –y quizá por eso menos reconocido en la historia patria–,

pues, por considerar que esto podía llevar a la infidencia y generar repudio hacia la insurgencia,

propone que se haga en nombre del rey de España, con la salvedad de que era ahora también rey de

la América mexicana (un rey para dos naciones). Por eso escribía a Morelos “Con esta política

hemos conseguido que algunos americanos, vacilantes por el vano temor de ir contra el rey, sean

(ahora) los más decididos partidarios que tenemos”. HERNÁNDEZ Y DÁVALOS, Historia de la

Guerra de Independencia de México de 1810 a 1821, México, Comisión Nacional para las

Celebraciones del 175 Aniversario de la Independencia Nacional y 75 Aniversario de la Revolución

Mexicana, 1985, Tomo I, Documento 284, Documento reservado de la Suprema Junta Nacional

Americana al teniente general José Ma. Morelos, de 4 de septiembre de 1811, página 874. Cuando

claudica Fernando VII, López Rayón cambiará radicalmente su política: “Sabed que la soberanía,

cuando faltan los reyes, sólo reside en la Nación. Sabed también que toda Nación es libre y está

autorizada para formar la clase de gobierno que le convenga”. LEMOINE VILLICAÑA, Ernesto,

Morelos, su vida revolucionaria a través de sus escritos y de otros testimonios de la época, México,

UNAM, 1965, Documento 25, Proclama del teniente general Morelos, Cuautla, 23 marzo 1812, p.

199. 85

El licenciado López Rayón jamás desconoció el trabajo de su antecesor, Miguel Hidalgo y

Costilla. De hecho, en varias ocasiones se encargó de desmentir los rumores de la ilegitimidad de su

nombramiento: “el 16 del pasado marzo, momentos antes de partir los señores Hidalgo y Allende

para Tierradentro, celebraron junta general para determinar jefes y comandantes de la división y

parte del ejército operante destinado en Tierrafuera, en la que fuimos electos los que suscribimos,

con uniformidad de votos”. Lucas Alamán, Historia de Méjico, México, Fondo de Cultura

Económica, 1985., tomo II, Apéndice, Documento 16, página 37.

50

conocidos como Sentimientos de la Nación, de 14 de septiembre de 1813.

Morelos expone:

1. Que la soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que sólo quiere

depositarla en el Supremo Congreso Nacional Americano, compuesto

de representantes de las provincias en igualdad de números.

2. Que los poderes legislativo, ejecutivo y judicial estén divididos en los

cuerpos compatibles para ejercerlos.

El generalísimo de Michoacán tiene una idea de lo que debe ser la

administración de justicia y el poder judicial en el contexto de una nueva

constitución. En la fundación de la Provincia de Techan, en 1811, se encarga

de establecer un “juez de conquista” para que aquellos “que no tuvieren juez

que les administre justicia o quisieran apelar de ella a Superior Tribunal”.86

Debe existir un tribunal máximo de casación establecido por la nueva

autoridad pública; la segunda parte, no incluida por Morelos, pero presumible,

para garantizar los derechos de los gobernados, cuestión que se lee en la

célebre declaración del siervo de la nación: “… que todo el que se queje con

justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el

arbitrio”.87

En otra ocasión, Morelos señala: “el poder judicial lo reconocerá el Congreso

en los tribunales actualmente existentes, cuidando no obstante, de reformar el

absurdo y complicado sistema de los tribunales españoles”.88

La nueva

administración de justicia, es decir, el cuerpo burocrático, los jueces menores,

seguirían siendo los mismos, lo que interesaba era crear el tribunal que

encabezara y materializara ese poder judicial, como veremos en el siguiente

capítulo.

Morelos está casi listo para asumir la dirección del movimiento insurgente,

pero no sólo eso, sino que también se está preparando para consolidar el

movimiento constitucional, que, como hemos visto, no fue ex novo y sí por el

contrario, fruto de varias ideas, conceptos y voluntades, a veces encontrados.

86

LEMOINE VILLICAÑA, Morelos…, doc. 10, p. 173. 87

GONZÁLEZ, Luis. El Congreso de Anáhuac 1813, México, Cámara de Senadores, 1963, p. 14. 88

DE LA TORRE VILLAR, Ernesto, La Constitución de Apatzingán y los creadores del Estado

Mexicano, México, UNAM, 1978, p. 300.

51

3.5 La insurgencia institucional

El nuevo periodo iniciado por Morelos tiene una finalidad clara, establecer

instituciones, pasar del discurso a los hechos89

. Los actos simbólicos y la

ritualística novohispana despiertan nuevamente en Morelos, quien comprende

que para ser una nación hay que empezar por aparentar serlo.

El Decreto constitucional para la libertad de la América hispana, fruto del

Congreso de Anáhuac, promulgado en Apatzingán el 22 de octubre de 1814,

tiene el objetivo preciso de rodear al movimiento insurgente de los elementos

sensibles a través de los cuales quede manifiesto que es posible la

independencia. No sólo hay que dividir los poderes, hay que crearlos. El

Decreto dice en su preámbulo:

El Supremo Congreso Mexicano, deseoso de llenar las heroicas miras de la

nación, elevadas nada menos que al sublime objeto de substraerse para

siempre de la dominación extranjera, y sustituir al despotismo de la monarquía

española un sistema de administración que, reintegrando a la Nación misma en

el goce de sus augustos imprescriptibles derechos, la conduzca a la gloria de la

independencia y afiance sólidamente la prosperidad de los ciudadanos, decreta

la siguiente forma de gobierno, sancionando ante todas las cosas los principios

tan sencillos como luminosos en que puede solamente cimentarse una

Constitución justa y saludable.

Uno de los propósitos que mueve a la insurgencia es, literalmente, el cambio

de ‘administración’, como lo menciona Luis Villoro90

, pues gran parte de la

insurgencia ilustrada criolla se está moviendo por el aliciente de poder ser

incluida en los cargos públicos. La administración de justicia está en manos de

peninsulares, se tiene noticia de un intendente que era criollo y el otro sería el

oidor Jacobo de Villaurrutia, de quien ya hemos hablado. Era, por tanto,

lógico que el primer reclamo, ante una creciente centralización y unificación

de la justicia, la inclusión en los cargos como juez.

89

Para entonces existían además de los Elementos de López Rayón y los Sentimientos de Morelos,

otros proyectos constitucionales, como el de Fray Vicente de Santa María, el de Carlos María

Bustamante, el del Lic. Severo Maldonado y el de Talamantes (MARTÍNEZ PEÑALOSA, María

Teresa, “Estudio Preliminar”, en: Morelos y el poder judicial de la Insurgencia Mexicana, Morelia,

Gobierno del estado de Michoacán, 1985, p. 45. 90

VILLORO, Luis, El proceso ideológico…, p. 22.

52

Dos son los artículos de este documento constitucional que hablan del

principio de división de poderes:

Artículo 11.- Tres son las atribuciones de la soberanía: la facultad de dictar

leyes, la facultad de hacerlas ejecutar, y la facultad de aplicarlas a los casos

particulares.

Artículo 12.- Estos tres poderes, legislativo, ejecutivo, y judicial no deben

ejercerse ni por una sola persona, ni por una sola corporación.

En el capítulo denominado “De las supremas autoridades” el Decreto era claro

en relación con la distribución de poder. Su artículo 44 dice lo siguiente:

“Permanecerá el cuerpo representativo de la soberanía del pueblo con el

nombre de Supremo Congreso Mexicano. Se crearán, además, dos

corporaciones, la una con el título de Supremo Gobierno, y la otra con el de

Supremo Tribunal de justicia.” Además de la curiosa enunciación de los otros

dos Poderes como ‘corporaciones’, podría pensarse que la intención

parlamentarista se ligara a una influencia más europea que norteamericana,

cuestión que además se confirmaría con el título del órgano judicial, el

Supremo Tribunal de Justicia.

Bien, este órgano que debía presidir el poder judicial,91

estaría integrado por

cinco personas, número que podría aumentarse si así lo determinaba el

Congreso y según lo requirieran las circunstancias (Art. 181). Los miembros

del Tribunal serían renovados cada tres años en la forma siguiente: “en el

primero y en el segundo saldrán dos individuos, y en el tercero uno: todos por

medio de sorteo, que hará el Supremo Congreso” (Art. 183). Además, habría

dos fiscales letrados, uno para lo civil y el otro para lo criminal (Art. 184), al

Tribunal se le daría el tratamiento de Alteza y a sus integrantes el de

Excelencia, pero sólo durante el tiempo de la comisión; los fiscales y

secretarios durante su ejercicio deberían ser llamados bajo el título de “su

Señoría”.

Como lo explica Martínez Peñaloza “… el Decreto constitucional para la

libertad de la América Mexicana promulgado en Apatzingán el 22 de octubre

de 1814. En él (…) se consagró el de la división de poderes y se definieron los

91

Aun si hay quien esgrime que dicho Tribunal no tuvo realmente existencia formal y por tanto no

fue vigente, podemos observar una vida judicial nutrida que le dio existencia substancial, cuestión

que demuestran los diferentes documentos que en torno a su creación se redactaron. Esta vida

constitucional real fue válida desde el momento en que una controversia fue dirimida y la sentencia

aceptada. Ver MARTÍNEZ PEÑALOZA, María Teresa, Morelos… cit.

53

órganos de gobierno y de administración entre los que estaban, desde luego,

los correspondientes al poder judicial.” 92

La jura de la Constitución de

Apatzingán representa, constitucionalmente hablando, un logro importante en

la formación de una nueva nación. Aquel día, en que se celebró el inicio de la

vigencia del nuevo documento constitucional, nos cuenta Bustamante, se

mandó acuñar una medalla de plata “…para celebrar la división de los tres

poderes, de que resulta la libertad pública… en el reverso de la inscripción que

dice: ‘La América mexicana en la división de los tres supremos poderes. Año

1814.’”93

La Constitución de Apatzingán logra la creación de instituciones que, si bien

incipientes, comenzaron a funcionar y dar vida a aquel documento: “La Carta

de Apatzingán cumple en la historia de México precisamente el papel de

fundar al Estado, y es por ello nuestra Constitución Constituyente. Los

postulados de la soberanía popular, la forma republicana de gobierno, la

división de poderes, las garantías individuales y el aliento programático que

recorre todo el texto serán los postulados en todo quehacer constitucional.”94

Una de esas instituciones insurgentes que da sustento a la hipótesis de la

vigencia de la Constitución de Apatzingán es justamente aquella que

encarnaba al poder judicial: “Hallazgos recientes demuestran que el Supremo

Tribunal establecido por la Constitución funcionó regularmente y se ocupó de

toda clase de asuntos. Los textos, fechados en 1815, son promociones de

particulares y acuerdos recaídos sobre ellos dictados por los más altos jueces

de la Independencia: por su forma y contenido es claro que los litigantes

sabían que ocurrían a un tribunal no sólo bien constituido sino capaz de hacer

verdadera la justicia.”95

No sólo eran buenos propósitos, “… la intención era constituir de inmediato el

Supremo Tribunal de Justicia, se infiere de una circular que el Supremo

Gobierno gira al Intendente de México, José Antonio Pérez, –y seguramente a

las de las otras Provincias en las que los insurgentes habían puesto

autoridades– en la que ordena: ‘Cuanto ocurra en todos los ramos de

administración pública, dará V.S. cuenta a este Supremo Gobierno, a

92

Ibid pp. 48-49. 93

Citado por MARTÍNEZ, Peñaloza María Teresa, Morelos y el poder judicial…op cit., p. 49. 94

GONZÁLEZ AVELAR, Miguel, La Constitución de Apatzingan y otros estudios, México,

SEPSETENTAS, 1973, p. 46. 95

Ibid, p. 47.

54

excepción de lo que pertenezca al ramo de justicia, a cuyo Supremo Tribunal

consultará V.S. lo que ocurra.” 96

Otros insurgentes también tomaron cartas en el asunto: “…el licenciado, José

María Ponce de León, futuro miembro del Tribunal, comenzó a figurar en

acciones relacionadas con lo judicial, como el encargo que recibió de

acompañar al comandante Lobato para hacer visita de la cárcel y el cuartel de

Ario, orden que es indicio, quizá de que los insurgentes pensaban quedarse por

largo tiempo en esa población porque se trataba de una actividad rutinaria o

también podría ser que fuera parte de los preparativos para la puesta en

marcha del Supremo Tribunal.” 97

3.6 Historia de la vida judicial insurgente

Robert Darnton nos dice:

L’histoire des mentalités. Este campo aún no tiene nombre en

inglés, pero sencillamente podría llamarse historia cultural… es

historia con espíritu etnográfico. Se tiende a creer que la historia

cultural se interesa en la cultura superior, en la cultura con C

mayúscula… el historiador de las ideas investiga la filiación del

pensamiento formal de los filósofos, el historiador etnográfico

estudia la manera como la gente común entiende el mundo…

actuando a ras de la tierra la gente común aprende la ‘astucia

callejera’, y puede ser tan inteligente, a su modo como los

filósofos… Si deseamos comprender su pensamiento debemos tener

presente la otredad… Al examinar un documento en sus partes más

oscuras, podemos descubrir un extraño sistema de significados…

los historiadores deberían advertir que las culturas modelan la

manera de pensar, aún en el caso de los grandes pensadores… los

96

MARTÍNEZ, Peñaloza María Teresa, Morelos y el poder judicial…, p. 50. 97

Ibid, p. 53.

55

intelectuales y la gente común se enfrentan al mismo tipo de

problemas.98

Intentaremos, en la medida de lo posible, contrastar a los ‘grandes pensadores’

con la gente común.

Noticias de aquellos años nos revelan la intención de algunas personas por

involucrarse en la dinámica insurgente de la administración de justicia. En el

siguiente documento observamos la petición que hace Ignacio Villalón al Lic.

Ponce de León para abogar por una persona que ha sido detenida por el

Supremo Gobierno. Villalón identifica a Ponce como uno de los encargados

de la administración de justicia del régimen insurgente, distinguiéndolo del

Supremo Gobierno, es decir, circunscribiéndolo posiblemente al Supremo

Tribunal, equivalente al Poder Judicial, pero, además, atribuyéndole la

facultad de revisar un acto de autoridad de otro Poder:

Exmo. Sor. Vocal Lic. D. José Ma. Ponce de León

Peribán, enero 28/815

Muy apreciable amigo y Sor.: Al caballero portador que lo es D. Jacinto

Calbillo, lo conducen preso por orden del Supremo Gobierno. Este sujeto

ignora en lo total la causa, pero marcha obediente y como absolutamente no

hay quien por su parte haga, ni agite y como por sus muchas atenciones suelen

demorarse las causas de algunos sujetos, estimaré a V. que por su parte se

agite y lo proteja en cuanto pueda, como V. lo sabe hacer con arreglo a las

sabias Constitución y Leyes…99

El Supremo Tribunal, asentado en Ario, Michoacán, comienza a funcionar

oficialmente el 7 de marzo de 1815. Durante su vida institucional despachó 98

DARNTON, Robert, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura

francesa, México, FCE, 2005, pp. 11-14. 99

Archivo General de la Nación, ramo Operaciones de Guerra, vol. 923, f. 229. En este expediente

se contienen otros asuntos de este ramo, que suponen la existencia de un tribunal (f. 236), o en otro

documento en que un comandante consulta a Ponce sobre el modo de integrar los expedientes de la

“sumaria de algunos reos acusados de infidencia” (f. 241).

56

asuntos de diversa índole, como: causas instruidas contra altos funcionarios

del gobierno, causas en segunda, o tercera instancia de resoluciones de

tribunales inferiores y cuestiones sobre competencia de éstos. Pero su función

más importante fue la de ratificar en su nombramiento a los representantes de

los otros dos Poderes, con lo que tuvo en sus manos la legitimidad del

gobierno insurgente.

En el acto inaugural del Supremo Tribunal participaron como oradores, por

parte del Congreso, el señor Alas, y, por parte del Supremo Gobierno, el

doctor José María Cos. Se dice que se gastaron 8 mil pesos para la función,

costo que posteriormente el Tribunal consideró excesivo y buscó subsanar.

El primer presidente del Tribunal fue Don Mariano Sánchez Arreola. Le

sucedieron en la presidencia Antonio de Castro y José María Ponce de León.

Los primeros ministros fueron, además de los tres citados: Mariano Tercero,

Pedro José Bermeo (secretario de lo civil) y posteriormente Juan Nepomuceno

Marroquín como oficial mayor, supliendo a Bermeo100

.

Ahora bien, para aquellos que quieren analizar el pensamiento de Morelos

desde la óptica del principio de la división de Poderes, un documento que

resulta valioso en este sentido es el que éste le dirige al Lic. Ponce como

enlace con los miembros del Supremo Tribunal:

Excmo. Sr. Ministro, Lic. D. José María Ponce de León:

(…) Dígame V.E. para cuándo estará junta esa Suprema Corporación, porque

nos interesa mucho su reunión y yo entiendo que no hay quien convoque a

ella; por lo que, y por cuanto se pueda predicar del Gobierno, debo decir a

V.E. que éste tiene ya siete días de estar funcionando en Puruarán, de acuerdo

con el Congreso, que está cerca de aquí, después de haber funcionado una

semana en Huetamo. Y que es necesario que V.E. se tome el trabajo de

convocar para estas inmediaciones a sus compañeros, porque se perjudica

mucho a la sociedad…

Puruarán, 16 de junio de 1815.

100

El recinto que albergó a este órgano supremo de la insurgencia mexicana se estableció en una

casona del poblado de Ario, Michoacán, la cual es actualmente propiedad del Poder Judicial de la

Federación.

57

José María Morelos101

Como vemos, el Siervo de la Nación tiene una idea muy clara de la separación

de Poderes, por lo que conmina a Ponce a convocar la reunión, sin arrogarse el

derecho de hacerlo él mismo.

La cuestión anterior queda de manifiesto en el juicio ante el Santo Oficio, en

que Morelos reconoce que la Constitución de Apatzingán “siempre le pareció

mal, por impracticable, y no por otra cosa”.102

Herrera Peña explica que esto

se debió no a los principios consagrados en ella, sino a que “tuvo divergencias

con sus compañeros diputados en lo relativo a la organización de los Poderes

en concreto, en forma práctica, en función de su eficacia. Verbi gratia,

siempre censuró que el Congreso retuviera todas las atribuciones de la

soberanía nacional.”103

Ahora analizaremos algunos documentos que muestran, en términos de cultura

jurídica, el uso del concepto por parte de los destinatarios. En el primer

expediente encontramos la solicitud de José Trinidad, gobernador indígena de

San Francisco Tuzantla:

Muy poderoso señor

José Trenidad indio gobernador y común de naturales del pueblo y cabecera

de San Francisco Tuzantla, parecemos ante V.A. y decidimos que por cuanto

hallarnos tan en sumamente pobres y sin tierras donde poder destender y

agregar a más naturales para abundancia de nuestro pueblo porque aunque en

tiempo de los europeos teníamos despacho para que se nos diera posesión

nunca se verificó y esto nos ha hecho preciso ponernos a las plantas de V.A.

para que se sirva de mandar se nos den dos potreros que son San Juan de Dios

101

SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA, Morelos, documentos inéditos y poco conocidos,

México, SEP, 1927, t. II, p. 284. 102

Respuesta de Morelos al capítulo 20 del acta de la acusación del promotor fiscal del Santo

Oficio. Inquisición de México. Año 1815. el señor Promotor Fiscal de este Santo Oficio contra José

María Morelos, cura de Curácuaro, cabecilla de la insurrección, Capitán de los insurgentes, por

varios delitos pertenecientes al Santo Oficio. Cárcel NO. 1. secretario Chavarri. SECRETARÍA DE

EDUCACIÓN PÚBLICA, Morelos, documentos inéditos, pp. 3-38. 103

HERRERA PEÑA, José, Morelos ante sus jueces, México, Porrúa, 1985, p. 240.

58

y San José que no se ofende a la Hacienda de Tiritipío ni a la de San Antonio

para tener amplitud de poder sembrar y por tanto: A V.A., suplicamos se sirva

de hacer como pedimos y para que conste lo firmo por el gobernador y común.

José Ma. de Acosta

(rúbrica)

Escribano de la República.104

En esta petición persiste un concepto de gobierno novohispano en donde las

facultades, producto de la división de poderes, no son entendidas, el

gobernador de San Francisco Tuzantla recurre a las nuevas autoridades, el

Supremo Congreso y el Supremo Tribunal, con la intención de que cualquiera

de ellas le resuelva un problema de dotación de tierras o mejor dicho de

ejecución de un “despacho”, como él mismo lo manifiesta. Pero resulta aún

más curioso que el Supremo Tribunal deje en manos del Supremo Congreso la

contestación a esta demanda en el sentido de que se “Ocurra al Intendente de

Provincia para que les administre justicia en lo que la tuvieren, otorgando las

apelaciones que se interpongan para este Supremo Congreso” lo que hace

suponer que el mismo Congreso podría servir como una instancia judicial

revisora aún con conocimiento del mismo Supremo Tribunal, por tanto

podemos presumir que los miembros del Supremo Gobierno no entendían la

división de poderes, cuestión justificable si se contextualiza no bajo un

pensamiento moderno, sino bajo un paradigma medieval como el de mezcla de

funciones o mejor aún de ausencia del principio de división de poderes.

El siguiente asunto fue directamente atendido por el Supremo Tribunal:

María Ursula Celiz, vecina de este pueblo de Ario, ante la recta y bien

acreditada justificación de V.A. con el más profundo respeto hago presente:

que una hija mía entró a servir a la casa de las Señoras Dasas desde el día tres

de mayo del año pasado en la que no tuvo asignación alguna de salario por la

confianza y satisfacción con que les trataba y habiéndose disgustado a los diez

meses en dicha casa trató de ajustar la cuenta de lo que había ministrado, y

104

Archivo Histórico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Colección Bustamante, vol.

12, exp. 22, f. 41

59

hasta entonces supo que dos pesos eran solamente los que por su trabajo le

pagaban cada mes y salió restando la cantidad de veinte y ocho pesos. Dichas

señoras viendo que mi hija no tenía con que satisfacer dichas cantidades se

valieron del Subdelegado para que casi por fuerza pagara lo que debía o

volviera a servirles para desquitarlo. Mi hija no niega pagar la citada cantidad

pero tampoco puede condescender con lo que dichas Dasas quieren pagarle

cada mes, pues lo menos que debe ser en justicia son tres pesos, cuyo

multiplico abonará en cuenta de la ya mencionada cantidad y con lo que reste

pide por gracia se le tenga alguna espera o se le conceda irlo pagando en

abonos pues son muy cortos nuestros arbitrios y la familia muy crecida. En

estos términos: A.V.A. suplico acceda a mi petición. En lo que recibiré

merced.105

A pesar de que doña Úrsula manifiesta que no sabe firmar, tiene claro que el

asunto es judicial, es más, diríamos de jurisdicción laboral o, para entonces, de

jurisdicción civil, como contrato de prestación de servicios, y en relación a

una falta de acuerdo en la cantidad de la retribución; sin embargo, el Supremo

Tribunal resuelve enviarlo a la Junta Subalterna de aquellas provincias, como

un asunto de gobierno civil y no jurisdiccional.

He aquí un asunto en el que se consulta al Supremo Tribunal no respecto de la

administración de justicia, sino acerca de la procuración de la misma, y en

particular sobre la ejecución de la pena de azotes, antiguamente facultad

también de los tribunales. En este caso el Supremo Tribunal no lo delega y lo

resuelve él mismo. El Subdelegado de Huaniqueo, Telésforo José Urbina,

solicita al Supremo Tribunal la consideración poder continuar con la pena de

azotes, sobre todo a los indios, porque, “como buen ciudadano y lo que como

Juez experimento, como es: que los indios que gobiernan no son obedecidos

en todo ni de todos, por lo que aunque uno lo estrecha y ellos estrechan a los

demás, ni son obedecidos (y ni) pueden obedecer al juez que los manda pues

aún cuando (se les) castigara con la cárcel lo tomarían como por descanso

porque les falta el honor y el rubor”.106

A esta petición el subdelegado agrega

105

Archivo Histórico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Colección Bustamante, vol.

12, exp. 13, f. 21. 106

Austin University, Fondo Hernández y Dávalos, colección Latinoamericana, 6-6.169, citado por

Martínez Peñaloza, Morelos y el poder judicial…, pp. 150 y ss. Petición de Telésforo José Urbina,

60

la solicitud de fondos, pues ni si quiera hay para las velas, y al no haber

castigo no hay modo de forzar a nadie a realizar obras a favor de la

manutención de la cárcel.

El Supremo Tribunal resolvió así: “Juez de Huaniqueo en su informe que

precede, contéstole que debe sujetarse a repetidas órdenes superiores que

prohíben expresamente la pena o castigo de azotes en cualesquiera individuo

de la sociedad, pues para el castigo de los delitos y corrección de los vicios,

tienen las Leyes asignadas, las penas y remedios convenientes, sin necesidad

de recurrir a los azotes.”107

Una resolución bastante justa y, podríamos decir,

hasta basada en principios de equidad, es este caso en que se respondió por vía

económica a una consulta.

En otro asunto, el Administrador principal de Apatzingán solicita se le excuse

del artículo 32 de la Constitución, que prohíbe entrar en las casas de los

particulares y “para precaver las introducciones y efectos prohibidos, y que los

comerciantes no defrauden el erario nacional”.108

Al parecer de este

administrador están en contradicción el artículo que prohíbe el contrabando y

por tanto autoriza a la autoridad a hacer lo conducente para impedirlo, y el 32

mencionado, que impide hacer cateos.

Además, se presenta un nuevo problema, porque con el abatimiento del

gobierno español se anularon algunas exenciones que ahora se deben pagar a

consideración del administrador:

En el gobierno antiguo estaba establecido que los indios que traen loza no

pagaban alcabala por la excepción que el Rey les hacía pero la pagaba el

individuo que compraba. Esto se ha abolido con la insurrección y de nadie se

cobra. Según nuestro sistema no hay distinción entre los naturales que se

llaman indios, y nosotros que nos llamábamos españoles; sino que todos

Subdelegado (de Huaniqueo) de que se mantenga la pena de azotes en particular para los

indígenas. Denegación del Supremo tribunal de Justicia. 1815. 107

Ibidem. 108

Ibid., 7-1.548, pp. 159 y ss. El Administrador principal de Apatzingán, solicita instrucciones

sobre la aplicación del artículo 32 constitucional que previene la inviolabilidad del domicilio

particular en caso supuesto de ocultamiento de mercancía de contrabando; también sobre

obligaciones fiscales de artesanos indígenas y matarifes. Acuerdos del Supremo Tribunal de

Justicia. Parecer del fiscal. 1815, julio 31, Apatzingán, agosto 8 y septiembre 5 y 6, Uruapan.

61

somos ciudadanos, y siendo así no hallo mérito para que los conductores de

Patamba o Zinzunzan no paguen alcabala, y más cuando han subido este

artículo de sobremanera…109

El desesperado administrador ve con tristeza su imposibilidad de cobrar en la

aduana, y más aún de tener facultades para perseguir a los evasores, al día que

escribe la comunicación informa que ha embargado 102 varas de carranclán, 6

pañuelos de Ballaja y 2 coletillas de China. Pregunta al Tribunal qué debe

hacer.

En esta ocasión responde a la consulta el fiscal:

el citado artículo 32, no prohíbe absolutamente la entrada a las

casas de los ciudadanos, pues eso sería amurallar a los delincuentes

y enervar las providencias que contra ellos se dicten: antes sí dice,

que para los objetos de procedimiento criminal debe proceder los

requisitos prevenidos por la Ley. Esto es, entren, pero que sea con

un motivo racional para hacerlo, y un uso moderado de su

jurisdicción, sin faltar a los comedimientos debidos que no deben

estar jamás reñidos con la recta administración de justicia, y sin

atropellar los respectos individuales que a cada uno se le deben:

bajo cuyos principios, pueden legalmente entrar en las casas y

catearlas, siempre que haya interés de la Nación, y seguridad y

quietud de la Patria.110

Respecto de la exención fiscal a los indios, el fiscal responde “se guarde a los

naturales el privilegio antiguo sin innovar en nada lo establecido, como se

debe proceder en todos los casos, sobre que no haya distinta o contraria

determinación en nuestro liberal sistema.”111

Una respuesta bastante interesante, puesto que el discurso insurgente y

revolucionario, es más, el nacimiento de nuevas instituciones, no supone

trastocar ‘lo establecido’, justo por su estabilidad. El innovar es peligroso y el

privilegio antiguo debe ser respetado, el fiscal está respondiendo con sentido

109

Ibidem. 110

Ibidem. 111

Ibidem.

62

común y acorde a una praxis, pues lo otro hubiera significado una revuelta

indígena, como sucedió a mediados del siglo XIX.

Para el poco tiempo que operó el Tribunal, las comunicaciones son abundantes

y suponen tanto la actividad del mismo Tribunal, así como el conocimiento de

éste por parte de la sociedad. En algunos casos los peticionarios se refieren a

los “Tres Supremos Poderes” o “Tres Supremas Corporaciones”112

y, como

decíamos, interpelan a los tres como tradicionalmente se hacía, teniendo una

imagen unificada del “Supremo gobierno”. Esto se debe ya sea al

desconocimiento de la diferenciación de facultades o a intentar obtener

respuesta de cualquiera de los tres.

En relación con lo anterior, podemos señalar además otros asuntos en los que

se concibe al Supremo Tribunal como la instancia jurisdiccional más elevada:

“Serenísimo señor: bien sé que no debo elevar esta queja en primera instancia

a este Supremo Tribunal, y que el trámite regular toca a los Jueces inferiores y

que por denegada justicia, me tocaba ocurso; pero también sé que V.A.S.

quedará penetrado, si atiende a que una infeliz viuda sin recursos ni modo de

hacer conocer la justicia que le asiste, no suele lograr su intento por la

indigencia, sé también que nuestra Nación, organizado el sistema liberal y

justo que se propuso cuando dio la voz de la independencia, protege a los

ciudadanos y con más razón a los miserables; y sé por último, que el medio

que debo poner para que calmen mis males, es adelantar este paso,

presentándome ante el Supremo Tribunal de la Nación… implorando su

protección y reclamando todos los derechos que me favorezcan”113

En los casos atendidos por el tribunal encontramos, entre otros personajes, a

una viuda, a un arriero, a un indio de laborío, a padres de familia que

representan a sus hijos, a hermanos varones que representan a sus hermanas o 112

Que, por cierto, en una ocasión un militar dice que estas corporaciones están “compuestas de

sujetos del todo desconocidos”, pero que son “los Padres de la Patria, los médicos de la pública

salud” Ibid., 7-3.593, p. 217.Causa seguida al Teniente Coronel del regimiento de Caballería ligera

de Sta. María de los Lagos, por habérsele creído adicto a Cos cuando éste se separó del Gobierno

Insurgente. Acuerdo del Supremo Tribunal de Justicia, 1815, septiembre 15 y 25, Uruapan; octubre

19, Tlalchapa; noviembre 4, Ario. 113

Ibid., 7-2.571, pp. 180 y ss., Causa de doña Guadalupe Corona, vecina de Huandacareo, contra

el Bachiller Domingo Ibarra por abuso de confianza. Contestación de Ibarra. Acuerdos del

Supremo Tribunal de Justicia, 1815, abril 12, Ario; mayo 12, Huandacareo; septiembre 2,

Uruapan; octubre 14, Huetamo.

63

a sus madres, a autoridades locales que solicitan ayuda para aplicar el derecho,

a mujeres que directamente se presentan ante el tribunal, y a comerciantes de

todo tipo, quienes en la mayoría de los casos demandan a otras personas en

relación con bienes muebles, como robo, un caso por abuso de confianza;

otros asuntos están relacionados con propiedades o colindancias; otros con

relaciones familiares, como el asunto de la señora María Catarina Rodríguez,

por “infidelidad y malos tratos” por parte de su esposo; pero también hay un

sinfín de quejas y solicitudes de apoyo contra abuso de autoridad, privación

ilegal de la libertad, cohecho, tráfico de influencias, etcétera.

Entre los asuntos relacionados con la lucha de independencia destacan las

infidencias de ambos lados, recordemos que la desinformación estaba a la

orden del día: “A los indios les dijeron que debían seguir al cura por órdenes

del rey de España. Tenían que matar al virrey y a todos los demás españoles

peninsulares, y repartir sus bienes entre los pobres”.114

Así que era muy fácil

estar un día del lado de los insurgentes y al otro ser traidor, y por tanto

susceptible de ser aprehendido. En este caso juega un papel importante el juez

local o de derecho intermedio que se hace llamar “Juez Nacional” y en

algunos expedientes “el justicia”; este juez, antecedente del Juez de Distrito,

se circunscribe al partido judicial correspondiente y hace uso de los antiguos

juzgados –sólo en el área ocupada por los insurgentes.115

Es un juez letrado,

sujeto a la Constitución de Apatzingán,116

que se ocupa mayormente de la

“violación a derechos”, sobre todo de aquellos consignados por la Carta

Magna insurgente. A propósito de este documento, es citado por algunos

actores, lo que hace suponer que al menos se tenía noticia de él,117

pero aún

114

Es el comentario de Eric Van Young a un expediente del Ramo Criminal (vol. 34, exp. 3, 1810)

del Archivo General de la Nación, en: La otra rebelión. La lucha por la independencia de México,

1810-1821, México, FCE, 2006, pp. 23-24. 115

Provincias de Michoacán, Guanajuato, Guadalajara, Potosí, México y Tecpan. 116

Aunque por obvias razones aplica no sólo el derecho insurgente, sino que tiene que echar mano

del derecho antiguo, pero sobre todo de los principios de equidad. 117

“Por todo lo expuesto, la justificada integridad de V.A.S. se ha de servir mandar reprender al

Comandante de estos procedimientos haciendo lo mismo con el Juez Nacional previniéndole que

los militares no se mezclen en sus asuntos políticos, ni el Juez en lo militar y que se abstengan de

maltratar a los ciudadanos, quebrantando a cada paso la Soberana Constitución.” Archivo Histórico

del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Colección Bustamante, vol. 12, exp. 16, f. 28-29

vuelta.

64

más, pues como hemos dicho, algunas veces se citan específicamente sus

artículos.

Con el acoso de las fuerzas realistas, en algunas ocasiones el Tribunal tuvo

que dispersarse y trasladarse a distintas poblaciones de Michoacán y Puebla:

Puruarán, Uruapan, Huetamo, Tlalchapa, camino a Tehuacán y Tehuacán

mismo.118

El 6 de septiembre de 1815 se decreta la creación de la Junta

Subalterna Gubernativa para apoyar al Supremo Tribunal, pero en la práctica

lo que hizo fue desaparecerlo, pues algunos de los miembros del Tribunal se

desplazaron a la Junta, originando la inoperatividad de éste. De hecho no se

tienen más documentos del Tribunal a partir de la creación de la Junta

Subalterna Gubernativa.

La Junta también fue itinerante a causa de la persecución del ejército realista.

Se estableció en diferentes lugares, y regresó a Ario en una ocasión, al

separarse de las otras Corporaciones, para ir de ahí a Taretán y finalmente a

Jaujilla.

A pesar de sus múltiples facultades, y las vicisitudes que sorteó, la Junta se

ocupó de algunos asuntos que, a decir de Martínez Peñaloza, pueden hacernos

“constatar que la acción del poder judicial de la insurgencia no terminó con la

partida y desaparición del Supremo Tribunal de Justicia”.119

Sin embargo, la

Junta tuvo una vida aún más efímera que el Supremo Tribunal, y tornaba a un

concepto compuesto de la administración de justicia: “(sus facultades) serán

las mismas en lo militar que han tenido anteriormente el virrey como Capitán

General de esta América, y en lo ordinario conocer en las causas del Asesor,

Fiscal y secretarios del mismo tribunal, en las de los Intendentes de las

Provincias de su mando, las de sus tenientes letrados, a excepción de las que

pertenecen al Tribunal de este nombre”.120

Además, se ocupaba de: causas

civiles y criminales de los Generales de división, recursos de fuerza, revisión

de sentencias de muerte aflictivas o ignominiosas y de destierro que

118

Lo anterior se deduce de las comunicaciones que emite el Tribunal y que son fechadas en dichos

lugares. 119

MARTÍNEZ, Peñaloza María Teresa, Morelos y el poder judicial…, p. 67. 120

Decreto de creación de la Junta Subalterna, Capítulo 6º, De las facultades de la Junta por lo que

toca a la administración de justicia, en: LEMOINE VILLICAÑA, Ernesto, Morelos, su vida

revolucionaria…, pp. 572-582.

65

pronunciaran los tribunales subalternos, causas civiles y criminales en los

grados que tenían las Audiencias, segunda suplicación y recursos

extraordinarios.

Con la ejecución del generalísimo José María Morelos y Pavón por órdenes de

Calleja, el 22 de diciembre de 1815, fue decretada la abolición de las

instituciones insurgentes. Con esto terminó la breve existencia y vigencia del

poder judicial insurgente, lo que, como pudo observarse, sería difícil negar,

sobre todo por la repercusión cultural que es prueba de una vida que

trascendió en la sociedad de los territorios insurgentes de aquel tiempo.

66

67

4. Federalismo Mexicano y División territorial

El federalismo es un sistema de organización territorial en términos muy

amplios, no obstante, implica algunas otras cosas como un pluralismo, una

forma de convergencia de soberanías, una forma de control al poder del

Estado, y hay quienes aseguran que hasta una cultura específica. Para teóricos

como Loewenstein, el federalismo cambia de un Estado a otro, y aunque se les

puede clasificar, nunca se puede asegurar que sean lo mismo.121

El Federalismo mexicano es muy particular, por que como es bien sabido su

gran influencia viene del sistema norteamericano, no obstante el primer

acercamiento haya sido Cádiz. Por otro lado es un federalismo ‘construido’,

México adoptó el sistema y después hizo la división territorial, en estricto

sentido jamás se ‘federó’ y quizá sea esta la razón por la cual la división

territorial fue un problema constante durante todo el siglo XIX y factor de

conflicto de intereses hasta nuestros días. Sobre federalismo se ha escrito

bastante pero sobre división territorial casi nada a pesar de que nuestro

federalismo se base en ésta, en este punto la referencia obligada es a Edmundo

O’Gorman122

quién reconoce que esta historia en particular es “un laberinto

extenso y complicado”123

.

En este tema, como en muchos otros de historia del derecho en México, se

mezclan los viejos ordenamientos de la legislación indiana y los originados

por la nación independiente. Durante el período virreinal el territorio se

dividía de diferentes maneras, no contrapuestas sino complementarias: Una de

ellas era la división eclesiástica, dentro de ésta encontramos las siguientes

divisiones: división jerárquica, con la figura del provisor y organizada en

cuatro provincias o mitras, estas eran: Michoacán, México, Mixtecas y

Guazacualcos;124

división por evangelización, hecha en base a las provincias

encomendadas a las órdenes religiosas; por último, la división judicial, que

comprendía los distritos del tribunal del santo oficio.

La otra gran división territorial era la administrativo-judicial, dentro de ésta la

más conocida fue la realizada para el establecimiento de audiencias, en el caso

121

LOEWENSTEIN, Karl, Teoría de la Constitución, Barcelona, Ariel, 1976. 122

O’GORMAN, Edmundo, Historia de las divisiones territoriales de México, Porrúa México,

1966. 123

O’GORMAN, Edmundo, Historia de las divisiones territoriales de México, Porrúa México,

1966, p. 6 124

Cfr. Real cédula original de veinte de febrero de 1534, foja 23, Ramo Reales Cédulas (AGN).

68

de la Nueva España, el treinta de julio de 1535,125

y que se basaba, en gran

parte, en la división eclesiástica. En principio se hablaba de Distritos

Judiciales de las Audiencias, que eran en al inicio dos: México y Santiago de

Guatemala (1543),126

agregándose en 1548 la de “Guadalajara de la

Galicia”,127

y de la cual funcionaba como tribunal de apelación la de México,

en asuntos de más de quinientos pesos.128

Esta última segmentación a su vez

se subdividida en gobiernos, corregimientos y alcaldías respectivamente.129

Tomaremos como ejemplo para este ejercicio el reino de México, tal vez el

más importante, en primer lugar por ser ahí dónde se estableció la primera

audiencia. En algunos asuntos quedaban supeditadas las otras audiencias a la

mexicana, y esto no es otra cosa que el reconocimiento de la costumbre que

muchas veces hizo la Corona. Es por eso que no hemos hablado de un régimen

colonial,130

sino de un verdadero reino, virreinato; en donde la forma de

organización anterior al período hispánico fue reconocida, es decir, la

organización azteca en el reino de México.

El reino de México para su organización fragmentó su administración en cinco

provincias mayores: Tlaxcala, Puebla, Antequera, Michoacán y México.131

Esta división persistió hasta finales del siglo XVIII. Alejandro von Humboldt

en su viaje al interior del país reconoce la división de provincias internas e

intendencias.132

Otro sistema fue el originado por la Real ordenanza para el establecimiento e

instrucción de intendentes de Ejército y Provincia en el Reino de la Nueva

125

O´GORMAN, Edmundo, Historia de las divisiones territoriales de México, México, Porrúa,

1979, p..5 n. 4. 126

Recopilación de Indias, libro II, título XV, ley 6. 127

Recopilación de Indias, libro II, título XV, ley 7. 128

Real Cédula original de ocho de diciembre de 1550 que modificó a una anterior en que el monto

era de trescientos pesos. Vid, Historia de las divisiones..., p. 7 n. 14. 129

Recopilación de Indias, libro II, título XV, ley 1. 130

La Corona expresamente ordenó que no se utilizaran más los términos conquista y colonia, pues

la Nueva España era un reino como lo era Castilla. Vid, respectivamente, las Ordenanzas de Juan

de Ovando, de 13 de julio de 1573 y la Real cédula de 11 de junio de 1621. 131

Desde esta fecha puede hablarse del primer antecedente directo del estado de Hidalgo, la

provincia mencionada tenía dentro de sus límites al actual estado. 132

HUMBOLDT, Alejandro von, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, México,

Porrúa, 1992. Al explicar los caminos que salían de la intendencia de México en 1821 como “el de

Pachuca que conduce a las célebres Minas del Real del Monte, por el cerro Ventoso, cubierto de

robles, cipreses y rosales casi siempre con flores”, p. 313.

69

España,133

para evitar el centralismo colonial. Las intendencias eran realmente

los reinos. las provincias adquirieron el nombre de partidos y las alcaldías se

conservaron, la intendencia de México, que es la que nos ocupa, contaba con

alcaldías en su división interna, dentro de las cuales se reconocen los pueblos

del estado de Hidalgo.

Esta ordenanza creo algunas figuras jurídicas territoriales tales como el

Municipio término por el cual debemos entender a aquella demarcación

territorial “que cuenta con sus propias leyes”, es decir con un estatuto de

gobierno municipal; el Ayuntamiento es la “junta de personas destinadas para

el gobierno económico-político de cada pueblo (concejo, cabildo o

regimiento) se compone del alcalde o justicia y de los regidores, el

nombramiento puede hacerse por insaculación o elección de vecinos. En las

capitales de los departamentos, los puertos con 4,000 habitantes y los pueblos

con 8,000 con juez de paz. La mayoría duran un año, otros excepcionalmente

son perpetuos. Donde hay corregidor éste puede intervenir en el ayuntamiento.

Hay un escribano y un síndico que vigila y ayuda al público. Villa, población

con privilegios, es diferente de la aldea por que tiene jurisdicción propia.

En la convocatoria para las Cortes de Cádiz aparecieron los nombres de

algunos mexicanos, que con mucho agrado concurrieron a la península ibérica

a discutir sobre el futuro del reino, en España nuestros diputados observaron la

organización territorial y les agradó desde entonces para importarla a Nueva

España. Ramos Arizpe aseguraba que los conflictos sociales de 1810 en gran

parte habían ocurrido por la mala organización territorial,134

el centralismo

virreinal parecía dejar de atender muchas necesidades, de hecho en el siglo

XVIII, las provincias internas habían sido creadas para evitar la dispersión.

Pero los problemas son, desde entonces y hasta la segunda mitad del siglo

XIX, los mismos: Lejanía de las oficinas de la administración pública, lejanía

de los tribunales, condicionamiento presupuestal, falta de seguridad pública y

133

En palabras de Orozco y Berra y acerca de esta división nos dice “…fue mandada practicar en

1786, y en virtud de los artículos 57 y 58 de la Ordenanza, el virrey, conde de Revillagigedo,

encargó al coronel de infantería D. Cárlos de Urrutia, que formara una carta general de la Nueva

España. Formóla éste el año 1793, aprovechando no sólo los trabajos existentes, sino también otros

nuevos recogidos por los comisionados que desde 1791 fueron nombrados para recoger el censo

general de la colonia. La carta, primera que las nuevas divisiones políticas es sin disputa la mejor de

su clase…” Apuntes para la historia de la geografía en México, México, Imprenta de Francisco

Díaz de León, 1881. 134

Proposiciones de D. Miguel Ramos Arizpe, diputado por Coahuila, leídas en la sesión del día 11

de octubre de 1811. México en las Cortes de Cádiz, México, Empresas Editoriales, 1949, pp.131 y

133.

70

falta de gobierno efectivo. Fue entonces que se propuso la institución de las

diputaciones provinciales que intentaban lograr una mejor administración del

territorio. La Constitución española de 1812,135

en sus artículos 325 y 326,

habla de dichas diputaciones en las que habría un jefe superior nombrado por

el rey, un presidente, un intendente y siete individuos a manera de Cabildo; la

diputación vería la distribución de las contribuciones, entre muchas otras

cosas. La independencia que adquirieron las diputaciones provinciales sirvió,

en opinión de algunos autores, como antecedente de nuestro federalismo,

dichas provincias contaban con autonomía, las audiencias funcionaban en

función de éstas, como ‘última instancia’. El virrey operaría en esta nueva

concepción política el máximo poder ejecutivo.136

En cuanto a la división territorial, se continuó con la organización anterior,

con el matiz adicional de reconocer las provincias de oriente y occidente, y la

institución de las diputaciones provinciales. El liberalismo gaditano, que no

modificó en mucho el régimen territorial, conservó una división que con

esfuerzos fue tratándose de acoplar y acomodar a las necesidades de los

habitantes de las nuevas demarcaciones territoriales. A partir de esta fecha y

hasta finales del siglo posterior se seguirá discurriendo sobre el locus vivendi.

En Apatzingán, el 22 de octubre de 1814 se expidió un importante decreto

constitucional llamado Decreto Constitucional para la Libertad de la América

Mexicana, mejor conocido como Constitución de Apatzingán. El artículo 42

explica la “división en provincias”.

Durante la regencia posterior a la independencia, cuando gobernaba una Junta

provisional de insignes personajes, los intentos legislativos eran: ‘los de

reconocer la costumbre de los pueblos en su organización territorial’ así lo

menciona la Ley de bases para la convocatoria de Cortes de 17 de noviembre

de 1821, bases utilizadas por el primer constituyente mexicano. Durante el

gobierno del imperio, el generalísimo Iturbide se expidió un decreto que

arreglaba la administración militar, distribuyendo el territorio en cinco

capitanías generales, tomando como base la última organización virreinal. La

capitanía de México comprendía a Querétaro, Michoacán, el actual Hidalgo, y

135

Artículo 10 de la Constitución política de la Monarquía Española, firmada el 18 de marzo de

1812 y promulgada y jurada el 19 del mismo mes y año en España y en Nueva España el 30 de

septiembre del mismo año y refrendada en 1820. 136

Aunque la tendencia del texto de la constitución de Cádiz fue en el sentido de eliminar esta

institución, de hecho siguió existiendo, pero tan menguada que cuando Iturbide pide la abdicación a

O´Donoju, esté no se niega.

71

Guanajuato. Entonces el estado de México era una provincia con gran futuro

debido a su auge comercial. Su capital era la misma Ciudad de México.

Con la entrada en vigor del Acta Constitutiva de 1824,137

el problema

territorial se planteó en tres artículos - 6, 7 y 8 - sólo el 7 cambió respecto al

proyecto, este artículo detallaba cuáles serían las partes integrantes de la

federación que en el proyecto no eran aún claras; esto hace suponer un debate

que podríamos llamar ‘de escritorio’ para organizar territorialmente a la

nación. El artículo 6 se refiere a los “Estados libres, soberanos e

independientes”, y el 8, a la facultad del Congreso para modificar la

división138

. Desde la elaboración del Acta Constitutiva se vio conveniente

crear una Constitución, por lo que se nombró a una Comisión para tal efecto.

El primer proyecto fue rechazado, en cambio el segundo fue aceptado

unánimemente, en éste, el Estado de México era declarado entidad federativa,

y se le instituían una legislatura local y una gubernatura, convirtiéndose así el

Distrito Federal en entidad independiente.139

El artículo que contenía las partes

integrantes de la federación era el 5º, el cual enunciaba los estados y territorios

pertenecientes a la joven nación140

. El término utilizado por el constituyente es

el de “estado”, influencia norteamericana del término state.141

En 1824, a nivel local, se expidió en el nuevo Estado de México la Ley

orgánica provisional para el arreglo del gobierno interior del Estado,142

el

artículo tercero establecía ocho distritos, encabezados por un prefecto con

facultades gubernativas y económicas así como para la organización de los

137

Por una circular de Agustín de Iturbide se señalaron capitanías generales de provincia, las cuales

eran: Provincias internas de oriente y occidente; Nueva Galicia, Zacatecas y San Luis Potosí;

México, Querétaro, Valladolid y Guanajuato; Veracruz, Puebla, Oaxaca y Tabasco; y las

jurisdicciones de Tlapa, Chilapa, Tixtla, Ajuchitlán, Ometepec, Tecpan, Jamiltepec y Tepoxcolula,

en Miguel Domínguez, La erección del Estado de Guerrero. Antecedentes históricos, p.77. 138

Nótese que la división territorial era de vital importancia y por eso se encontraba en los primeros

artículos. 139

A través del decreto de 18 de noviembre de 1824 contenida en Dublán y Lozano, Colección, no.

438; el Congreso usando de sus facultades derivadas de la fracción XXVIII del artículo 50 , eligió a

la Ciudad de México como residencia de los supremos poderes, con un distrito contenido en un

círculo, “cuyo centro sea la plaza mayor... y su radio de dos leguas” 140

El territorio federal es también parte de la federación pero por sus características de posible

ingobernabilidad se hace depender directamente del poder federal, actualmente no existen más

territorios en la constitución de 24 los territorios eran: Alta California, Baja California, Colima y

Santa Fe de Nuevo México. 141

Ya en la ley de 8 de enero de 1824 se habla de estados y no provincias. Lleva el kilométrico

nombre de Ley para establecer las legislaturas constituyentes particulares en las provincias que

han sido declaradas Estado de la Federación mexicana y que no las tiene establecidas. 142

Decreto número 18 de 6 de agosto de 1824.

72

distritos o prefecturas, la imposición de multas, alcabalas y gabelas. El artículo

36 establecía las prefecturas. Los distritos, a su vez, se subdividían en

partidos, cada uno encabezado por un subprefecto, con excepción del partido

en el que estaba el prefecto, y en caso de ausencia lo suplía el último alcalde

de la municipalidad, que no era otra cosa que el pueblo en el que se asentaba

el partido y el siguiente nivel intermedio de organización territorial.143

Las

prefecturas a su vez se dividían en subprefecturas, como habrá alguno ya

deducido de la existencia del subprefecto. Esta organización es muy parecida a

la establecida en el periodo borbónico, en dónde prefecturas y subprefecturas

serían equivalentes a intendencias y subdelegaciones.144

Para 1834 el Estado de México se dividía en prefecturas o distritos, divididos

en su interior en partidos, y éstos a su vez en pueblos, en los que puede o no

haber ayuntamiento o pertenecer o no a un municipio. Algunas poblaciones

tenían el status de ciudades (dependiendo el número de habitantes), otras

podían ser catalogadas como villas, administraciones, lugares de rentas o

curatos (esto de acuerdo a la organización territorial eclesiástica).145

El 23 de octubre de 1835 se expide la Ley de Bases para la Nueva

Constitución, proyecto centralista que pretendía un cambio integral desde el

sistema político, pasando por la legislación y llegando a la organización

territorial. Dicha ley en su artículo octavo establece como organización

territorial la de los departamentos, muy propio del régimen central y de la

figura de derecho administrativo conocida como delegación. Con la consigna

de no perder el mando sobre los territorios, la constitución centralista fue

concebida el 30 de diciembre de 1836 y llevó el nombre de Bases y leyes

constitucionales de la República mexicana, que en sus dos primeros artículos

indicaba la forma de organización territorial. Una ley publicada el mismo día

que la constitución (cuestión que demuestra la importancia del tema) fijó los

límites de los departamentos, éstos conservaron parecida estructura geográfica

que la de los estados, siendo 24 los departamentos. Tejas146

se separó de

143

Colección de Decretos del congreso Constitucional del estado Libre y Soberano de México,

espedidas en su primera reunión, los años de 1824, 1825, 1826, 1827, y en su reinstalación en

1830, vol. I, pp. 20-30. 144

MORENO COELLO, Georgina, El Estado de México, la historia de un proceso de definición

territorial; 1824-1917, México, UNAM, 1923, p. 45. 145

Las diócesis a que podían pertenecer los curatos eran México, Puebla o Michoacán, que

correspondían al territorio del entonces Estado de México. 146

Sólo pertenecía nominalmente, ya no se ejercía autoridad sobre ella a partir de la guerra de 1836

y el Tratado de Velasco. La cuestión quedó zanjada el 1º de marzo de 1837 cuando el Congreso

estadounidense reconoció a Texas.

73

Coahuila; Aguascalientes, que tenía la vigilancia gubernamental, alcanzó su

autonomía y, por último, los territorios de Nuevo México y las Californias se

anexaron respectivamente a Colima y a la Alta y Baja Californias.147

En cuanto al territorio del Estado de México, éste se convirtió en

departamento el cuál se dividió en trece distritos148

. Los distritos se dividieron

en partidos, que no fue otra cosa que una nueva denominación de las

prefecturas que formaron los distritos y los partidos que siguieron siendo los

mismos, esto en el caso del departamento de México149

.

A partir del 13 de junio de 1843 rigió para todo el país un nuevo

ordenamiento, Bases de Organización Política de la República Mexicana,

también de corte centralista. Ley muy importante a pesar de su corta vigencia

de tres años. No cambió respecto al número y extensión de los departamentos,

el único cambio sustancial se dio en el uniformar el trato hacia los

departamentos, puesto que en 1836 existían algunos departamentos con trato

excepcional y que no era otra cosa el que fueran considerados como

territorios,150

los cuales debían tener una “sujeción más inmediata a las

supremas autoridades”.151

Los niveles intermedios siguieron siendo los

mismos: distritos y partidos. En el departamento de México no hubo ningún

cambio digno de mención, pues el cambio territorial era de orden general, y el

gobernador del departamento no consideró conveniente hacer ningún cambio

respecto del tema que nos ocupa.

Otro documento constitucional para el país, en la constante lucha por definir el

gobierno, fue el Acta Constitutiva y de Reformas de los Estados Unidos

Mexicanos152

de 1847, se volvía al régimen de 1824. Por un año se discutieron

147

Esta división, que en la constitución citada aparecía como provisional, a partir del 30 de junio de

1838, por una ley de esta fecha, quedó como definitiva. Vid, Dublán y Lozano, Colección, op. cit.,

no. 1963. 148

Disposiciones de la junta departamental no. 4. División del territorio del Departamento en trece

distritos y subdivisión de estos en partidos, vol. II, pp. 396-398. 149

ROMERO QUIROZ, Javier, El Estado de México, marcos históricos y geográficos, Gobierno

del Estado de México, 1984, p. 60. Decreto de 22 de marzo de 1838. 150

Historia de las divisiones…, op. cit., p. 95. 151

Dublán y Lozano, op. cit,, Colección, no. 2721. 152

Colección de Leyes Fundamentales que han regido en la república mexicana y de los planes que

han tenido el mismo carácter desde el año 1821 hasta el de 1857, Imp. Ignacio Cumplido, México,

1857, p. 308. Sobre este documento es importante el artículo 3º que mencionaba: “Los distritos,

ciudades y pueblos que se han separado de los Estados o Departamentos a que pertenecen, y los que

se hayan constituido bajo una nueva forma política, volverán a su antiguo ser y demarcación, hasta

74

algunas reformas, y luego se dejaron por la paz a causa de la guerra con

Estados Unidos. En 1849 se tornó a la organización existente en 1836, es decir

once prefecturas153

. Para 1852 existían sólo ocho prefecturas154

.

La dirección del país fue asumida nuevamente por un gobierno centralista en

1853, o mejor dicho terminó el corto periodo federalista para dar paso a la

“serenísima” persona de Santa Anna, quién expidió las Bases para la

administración de la República, hasta la promulgación de la constitución.155

Nuevamente se reorganizó el territorio. Entonces había veintidós

departamentos, seis territorios y un distrito. En lo correspondiente al Estado

de México, permanecían las mismas prefecturas que ahora se llamarían

distritos, seguirían existiendo los partidos y las municipalidades. El distrito es

una organización meramente administrativa y creada para un mejor control

político, las municipalidades implican el establecimiento de un cuerpo

legislativo llamado cabildo, por lo que de las municipalidades podemos decir

de eran verdadero ‘nivel intermedio’ y no simplemente una ‘unidad

administrativa’, aunque para efectos territoriales fuera más pequeña la

municipalidad que el distrito.

El decreto de 7 de septiembre de 1855, reconoce los límites que el estado tenía

en 1827. Seis días más tarde se elabora el Estatuto Provisional para el

Gobierno Interior del Estado de México, y se mencionan algunos cambios en

cuanto a la organización territorial.

Regresando al plano nacional nos encontramos con el Estatuto Orgánico

Provisional de la República Mexicana conocido como el Código Lafragua,

nombre debido al redactor,156

la división que preveía era de veintidós

departamentos, seis territorios y un distrito. Los departamentos “se llamarán

Estados”.

que el gobierno, tomando en consideración las razones que alegaron para su agregación, provea lo

que convenga al bienestar de la República...”. 153

Memoria de las secretarias de relaciones y guerra, justicia, negocios eclesiásticos e instrucción

pública del Gobierno del Estado de México, leída a la honorable legislatura en las sesiones de los

días 1º y 2º de mayo de 1849 por el secretario de esos ramos (anexo 5). 154

MONTIEL, Isidro A., Memoria de la Secretaría de relaciones y guerra del gobierno del Estado

de México. Leída por el secretario del ramo en los días 29, 30 y 31 de marzo de 1852, Anexo 1. 155

Dublán y Lozano, Col., op. cit., no. 3807. Estas facultades las tenía el general López de Santa

Anna por el plan de 6 de febrero de 1853. 156

Estatuto orgánico provisional de 15 de mayo y expedido por Ignacio Comonfort, en: Colección

de Leyes Fundamentales Colección de Leyes Fundamentales que han regido en la república

mexicana y de los planes que han tenido el mismo carácter desde el año 1821 hasta el de 1857,

Imp. Ignacio Cumplido, México, 1857, p. 323

75

La tesis federalista va a quedar “definitivamente consagrada en la

Constitución de 1857”,157

la creación de los estados de Morelos e Hidalgo en

1869 significaba, según se explicó en la exposición de motivos “el desterrar el

sistema centralista que, en 1836 y 1843, aquejó a la República…¿Qué

prestigios podía tener en la actualidad una Constitución central, ni qué bienes

había de dar al país este funesto sistema de gobierno, que se identifica con

todas nuestras calamidades y desgracias?”158

La lente con la que se veía la

reforma era la del sistema estadounidense, a tal grado que, como ya se apuntó,

se pensaba hacer una copia idéntica del sistema federal y crear una ciudad

especial para hospedar la capital, quitando este rango a la ciudad de México.

No pocas veces la discusión giró en torno al cambio de los poderes federales y

a la creación de nuevos estados, en cierto sentido, sonaba lógico intentar una

copia estadounidense, pues se observaba el apogeo que la nación vecina iba

adquiriendo, por otro lado la base de la reforma era la Constitución de 1824,

que tenía todo el sello de las trece colonias. La crítica que aquí cabe hacerse es

la aplicable a cualquier copia la falta de creatividad y el problema de la

adaptabilidad de una sociedad a un sistema a veces estrecho159

. La política

tiene como particular elemento el uso de la prudencia ese “saber obrar”, y a

nuestros legisladores les faltó originalidad para crear, en un caso concreto

como era nuestro país, un sistema concreto de gobierno y de organización

política.160

Mucho se ha dicho sobre el particular, pero lo que es evidente es

que México no era un conjunto de colonias aisladas, sino una nación de

privilegios y corporaciones (en el sentido más sociológico de la palabra).

Encontramos en la Carta Magna del 57 el resultado de la eterna paradoja entre

cambiar y subsistir, pero no debemos caer en maniqueísmos oficialistas, pues

ni los conservadores omitieron el progreso, ni los liberales se despojaron en un

instante del antiguo régimen. De ahí que la reforma tenga algo de bueno y

algo de malo, el cambio de realidad era el objetivo de la Constitución de 1857,

157

BURGOA, Ignacio citado por FAYA VIESCA, Jacinto, El federalismo mexicano. Régimen

constitucional del sistema federal, México, INAP, 1988, p. 77. 158

Exposición de motivos de la Constitución Política mexicana de 1857, citada en FAYA VIESCA,

Jacinto, El federalismo mexicano, op. cit., p. 76. 159

Sobre el problema de la adaptación de un ordenamiento extranjero a una sociedad diversa de

aquella para la que fue creado, nuestro trabajo: Recibir y Concebir el derecho en la historia, en:

Revista Telemática de Filosofía del Derecho, no. 7, España, año 2004, http://filosofiayderecho.com. 160

Como un símil de lo que pasó en 1857 podemos decir que fue como lo que ocurriría si un médico

recetara la misma medicina para un segundo paciente que tiene una enfermedad parecida a uno que

le antecedió, el resultado podrá deducirse, y es que o tiene suerte el médico y le asienta bien el

medicamento o le causa un daño. En mi opinión en México pasó lo segundo.

76

pero se excedió161

, porqué el derecho implica sociedad y ésta no cambia

porque un ordenamiento lo diga.162

La creación jurídica de estados, ha sido vista por la doctrina como el punto de

consolidación del federalismo mexicano “(el) régimen federal adoptado en la

Constitución de 1857 se fue consolidando, al menos en el aspecto jurídico-

constitucional, mediante la asunción de dos modalidades: la creación de los

Estados de Coahuila, Hidalgo y Morelos y el establecimiento del

Senado…”.163

Es un modo en que el Federalismo artificial se justificó,

permitiendo procesos democráticos (o por lo menos así nos lo hacen saber) en

el que una sociedad organizada podía ser aceptada, con una personalidad

jurídica propia y la con posibilidad de participar a su propio gobierno. Un

trinomio que se expresa como: participación

popular/republicanismo/federalismo democrático. En esta suerte de teoría

general de la erección de una entidad federativa, se sostiene otra más

conocida que se llama teoría general del Estado, él cuál se constituye y se

modifica hacia su interior y que algunas veces observa momentos críticos que

amenazan su existencia. Pero que deja ver también su vulnerabilidad y partes

parte menos auténticas que rayan en la artificialidad. El qué una entidad

federativa sea creada hace suponer que pueda existir un proceso similar para

un Estado nacional, siempre y cuando no nos olvidemos los ingredientes

necesarios: Población, territorio, gobierno, ley; agregaríamos como elementos

fruto de este estudio: la identidad de grupo y la necesidad social y económica.

La caótica vida nacional de mitad del siglo XIX es determinante para el

análisis de la conformación de muchas de nuestras instituciones. En aquel

entonces se creó el juicio de amparo, comenzó la vida legislativa y se organizó

la república. Brillaron entonces los literatos, letrados, políticos, diputados; las

dificultades forjaron caracteres recios y críticos. Las dificultades a las que nos

referimos no son otras que la inestabilidad que obligaba a las familias a

moverse de un lado a otro huyendo de las tropas, ya fueran interventoras o

161

CARPIZO, Jorge, Conferencia: Hacia una nueva constitucionalidad, Instituto de Investigaciones

Jurídicas de la UNAM, el 2 de febrero de 1999. 162

La política debe ser ascendente, es decir, ir de los sistemas de organización social más simples a

los más complejos, y de éstos al gobierno. El problema mexicano se ha llamado paternalismo, la

política se hace en Palacio Nacional y los actos de gobierno se distribuyen más que para favorecer,

para justificar. Si un plan nacional determina crear mercado en ciertos municipios convendría saber

si no en algunos de esos municipios son más necesarios hospitales, y la única manera de saberlo es

preguntarlo. 163

El Federalismo…, op. cit., p. 67.

77

nacionales, pues implicaba requisas, robos, despojos, abusos; y todo en

nombre de la guerra, en donde “todo se vale”.

La fragmentación del Estado de México en distritos militares orilló al

gobierno federal a reconocer la capacidad de gestión de comunidades políticas

como la de Hidalgo el distrito militar tenía independencia fiscal y para efectos

prácticos se le daba el tratamiento de estado y tomaba el nombre de su

cabecera; tendría como jefe de gobierno a un comandante lo que lo llevaba a

cierta independencia administrativa y política, sus diputados serían electos a

través del voto, dependiendo del número de habitantes. Cada distrito contaba

con un Tribunal Superior de Justicia, por lo que la organización judicial la

hacía cada distrito.164

El decreto de 7 de junio de 1862 les concedió a los distritos militares la

posibilidad de elegir diputados,165

este decreto que en realidad es de un día

anterior, aunque su publicación fue el día 7, reglamentaba sobre los once

cantones militares erigidos en decreto de 22 de mayo de 1862,166

promulgado

por el general Francisco Ortiz de Zárate, quien tenía facultades especiales,

facultades que poseía también el general Felipe Berriozábal, y que otorgaba el

ejecutivo por conducto de los ramos de Hacienda y Guerra y para defender al

estado de las invasiones y conflictos populares.167

La época que estamos narrando es una de las más ricas en acontecimientos. La

riqueza de esta época se manifiesta en la literatura; así algunos autores

plasmaron en sus obras la situación social que se vivía no sólo de manera

general en el territorio nacional, sino concretamente en el Estado de México.

Ignacio Manuel Altamirano refiriéndose a la prefectura de Yautepec en 1854

narra en su novela El Zarco: “Por aquel tiempo y en aquellas comarcas, tales

hechos no eran, por desgracia, sino frecuentes. Los bandidos reinaban en paz,

pero, en cambio, las tropas del gobierno, en caso de matar, mataban a los

hombres de bien... estando el país de tal manera revuelto...que nadie sabía ya a

quien apelar...”.168

El mismo autor cuenta en su novela llamada Clemencia las

peripecias de una familia jalisciense que huye de las fuerzas francesas en

164

MENES, Juan Manuel y GUERRERO, Raúl, Historia de la administración de justicia en el

estado de Hidalgo, Pachuca, Gobierno del estado de Hidalgo, 1983, pp. 35. 165

Dublán y Lozano, op. cit., no. 5654, pp. 474-475. 166

LÓPEZ GONZÁLEZ, Valentín, Como nació el estado de Morelos..., op. cit., supra, p. 21. 167

Ibidem.. 168

ALTAMIRANO, Ignacio M., El Zarco, Porrúa, México, 196, p. 42, Col. “Sepan Cuantos”, no.

61, 125 p.

78

1863-64, y así dice de la situación: “ ...las legiones francesas, acompañadas de

sus aliados mexicanos, avanzaban sobre poblaciones inermes que muchas

veces se veían, obligadas por el terror, a recibirlos con arcos triunfales, y

puede decirse que nuestros enemigos marchaban guiados por las columnas de

polvo de nuestro ejército que se replegaba delante de ellos”.169

Los caminos eran malos y las lluvias los hacían intransitables. Esta falta de

comunicaciones originó una independencia administrativa. Por lo que en 1862

para la defensa de la nación, el estado se partió en tres distritos militares y la

organización interna fue sencilla y dio buenos resultados.170

Un distrito militar no correspondía necesariamente a un estado, sino que era

una forma de organización territorial que preveía la entonces Secretaria de

Guerra para poder repeler los posibles ataques de los ejércitos invasores;

cuando el gobierno civil se veía de alguna manera debilitado, y era muy

común observar esto en el siglo XIX en todo el territorio nacional. A cargo del

distrito estaba un gobernador, que podía ser un civil o un militar, pero que en

su posición de “jefe supremo” de esa región adquiere, en el momento de su

investidura, una comandancia militar. La organización judicial se conserva y

sólo se fragmenta171

, al igual que las oficinas del fisco y los municipios.

Acerca de los distritos militares como de las comandancias hay muy poco

escrito, pues todo se manejaba a través de decretos y órdenes internas que se

conservan en archivos militares.

El segundo imperio vino a reconocer muchas de las viejas formas de

organización territorial. Manuel Orozco Berra entregó en 1865 un documento

que planeaba dividir el territorio en 50 departamentos, y argüía tres elementos

de división: Un mayor número de fracciones políticas; Respeto a los límites

naturales; Posibilidad de subsistencia de la unidad territorial dividida.172

169

ALTAMIRANO, Ignacio M., Clemencia, Porrúa, México, 1973, p. 4,. Col. “Sepan Cuantos”, no.

62. 170

Primero se dividieron en once cantones. 171

Es decir, que se conservan los mismos tribunales, con la peculiaridad de que se instituye, de no

haberlo, un Tribunal Superior de Justicia. 172

MORENO COELLO, Georgina, El Estado de México..., op. cit., supra, p. 137-138.

79

Se intentaba, entonces, respetar la existencia de las regiones sancionadas

legalmente, es así que para el Estado de México habría seis divisiones173

.

Estos departamentos se dividirían en ocho distritos cada uno y estos a su vez

en municipalidades.174

En 1862 se erigió el estado de Campeche, que antes era un distrito que

pertenecía a Yucatán,175

y por decreto de 26 de febrero de 1864, se divide

Nuevo León, para dar origen a Coahuila, que el 18 de noviembre de 1868, se

constituyó en un nuevo estado.176

Durante gran parte del siglo XIX se dieron discusiones sobre el sistema de

gobierno que nos habría de regir, y al final de las cuales, las armas decidieron

que sería el federalismo, utilizado de manera clara desde el triunfo de la

Constitución de 1857 pero que se fortalecería hasta la década de los 70’s, con

la institución del Senado. Desde entonces, nuestra particular forma de

organización estatal es la de una federación, lo que implica, entre muchas

otras cosas, la coexistencia de dos órdenes jurídicos; una Constitución que

establezca las bases sobre las cuales se desarrollará la vida política y todo el

sistema social,177

órdenes jurídicos derivados, como lo son las constituciones

de los estados miembros de la federación, sus leyes, sus propios poderes;

autonomía de los estados miembros y mecanismos de preservación de la

integridad del orden, que implica la participación de los estados en las

reformas a la Constitución Federal y un sistema de resolución de conflictos de

competencia.178

Desde la Constitución de 1824 se planteó la posibilidad de que un sistema

federal como el mexicano, pudiera erigir algunos territorios en estados179

o

agregarlos a los existentes.180

173

RIVA PALACIO, Vicente, México a través de los siglos: historia general y completa del

desenvolvimiento social, político, religioso y militar, artístico, científico y literario de México desde

la antigüedad más remota hasta la época actual, Ballesca, México, 1899, 5 vols., vol. V, p. 692. 174

O´GORMAN, Edmundo, Historia de las divisiones territoriales de México, México, Porrúa,

1979, pp. 163-165. 175

DUBLÁN y LOZANO, Col. 5563 176

DUBLÁN y LOZANO,, Col, 6457. 177

En países con un régimen centralista no es necesaria una constitución escrita, porque sólo existe

un orden jurídico que necesita de reglas en un solo sentido. En el sistema federal son dos los

órdenes jurídicos y por eso se necesitan dos tipos de reglas. 178

Cfr. GAMAS TORRUCO, José, El federalismo mexicano, México, SEP, 1975, Col.

Sep/SETENTAS. 179

La parte expositiva del proyecto de la Comisión de 19 de noviembre de 1823, que se encuentra

en los debates del acta constitutiva de la federación, nos habla del espíritu federal y lo encierra en el

80

El centralismo tuvo no sólo una, sino dos oportunidades de ser aplicado en

México pero no se compara con los casi 130 años ininterrumpidos que

mantiene el federalismo, aún si se quiere con todas sus grandes deficiencias.

Un análisis utilitarista podría hacer pensar que el sistema federal era

justamente aquello que necesitaba México para conformarse como Estado

moderno; de hecho si se leen las actuales críticas a nuestro federalismo, es

muy raro que se encuentre alguna que vaya en el sentido de erradicarlo y

volver al centralismo, es más bien el apunte sobre sus defectos en el plano

municipal, fiscal y electoral, pero no en su esencia misma.

Hasta aquí queda claro que el federalismo mexicano es especial y tiene sus

propias características. En el año 1868, cuando Benito Juárez volvió al

gobierno después del segundo imperio y fue restituida la Constitución de

1857, comienza México a vivir su federalismo, que de facto se interrumpió

con el porfiriato; no obstante, una muestra clara de que se intentaba dar el

mejor cauce a nuestra forma de organización política es la petición de formar

estados, entidades federativas, que dentro de la federación buscan mejorar su

situación social y económica. En un inició el federalismo mexicano se

fundaba, o por lo menos así se decía, en la identidad social de un determinado

grupo. Aunque pareciera en algunos casos que la afirmación de identidad de

un grupo y por tanto la autonomía, fueran un ataque al federalismo, lo anterior

en el caso que nos ocupa funcionó como pretexto o justificación, dentro del

territorio del Estado de México existiría un grupo con determinadas

características de identidad, con antecedentes históricos y cosas para probarlo,

que buscaba se reconociera su organización dentro del marco del federalismo.

La federación tendría entonces la obligación de estudiar el caso y ver si era

viable la petición, pues podría iniciarse una división infinita de las entidades,

cosa que un municipio fortalecido abatiría; y se deben prever los sistemas de

resolución de conflictos que se originarán entre las partes resultantes. Es algo

parecido a lo que ocurrió con las provincias al inicio de nuestro federalismo,

eran territorios que iban a acoplarse a una organización común como lo era la

federación, no es que se crearan o se formaran estados.

principio general: “(los estados) ni fuesen tan pocos que por su extensión y riqueza pudiesen en

breves años aspirar a constituirse en Naciones independientes, rompiendo el lazo federal, ni tantos,

que por faltas de hombres y recursos viniese a hacer impracticable el sistema” en: O´GORMAN,

Edmundo, Historia de las divisiones territoriales de México, México, Porrúa, 1979, p.171, n. 5. 180

CONTRERAS RODRÍGUEZ, Héctor, El debate sobre el federalismo y centralismo”, México,

Cámara de Diputados, 1971, p. 72.

81

La creación jurídica de entidades federativas en México ha significado un

proceso de adaptación de un federalismo no necesariamente auténtico, hasta el

día de hoy observamos en México problemas de carácter territorial en la

Frontera Sur, entre estados, todavía el siglo anterior se siguieron creando

entidades, el Distrito Federal, hoy asentado en Ciudad de México es bajo

estricta observación. Este es uno de esos fenómenos del derecho positivo en el

que podemos verificar cómo en el derecho moderno se ha abierto una gran

brecha entre mundo real y la realidad jurídica, el Estado moderno busca por

todos los medios convertirse en el único creador de derecho, es por eso que el

reconocerle a un hecho su existencia jurídica positiva a veces lleva a tensiones

y esperas bastante largas. Se podría justificar al Estado en estas esperas porque

es el modo de constatar su operatividad, o su validez pero entre la constatación

y la certificación se da una vida intermedia que necesariamente es jurídica.

La cohesión jurídica, la identidad nacional no son cosas que pueda otorgar un

documento legal, son los triunfos de una sociedad que ha entendido que en

ellos se cifra su supervivencia como tal. En muchos países a pesar de tener

años de aplicación de un Código Civil son tantas las regiones en dónde siguen

predominando reglamentos locales, fueros o usos y costumbres que

positivamente no existen o no se les reconoce el valor que debieran tener. Es

por eso comprensible que el Federalismo sea considerado como ideología, de

corte iluminista, quizá el sistema federal es conveniente si se gesta y

desarrolla en una sociedad que se ha perfilado hacia ese derrotero, pero el que

sea impuesto ocasiona, como hemos visto, problemas de carácter práctico en

donde ‘la federación’ no confía en sus federados, en dónde se sujeta a una

nación a un sistema rígido para su mejor control político, en este sentido sí

que es iluminista y puede llegar a ser artificial.

En México ha jugado un papel importante el desarrollo de la identidad

nacional porque eso ha permitido dar movilidad al federalismo, los pueblos,

las organizaciones territoriales se han ido adaptando por su afección hacia la

nación, a modo de adecuarse a las reglas del juego. Son pocos los

movimientos escisionistas que se han visto en México, como también son

pocos los regionalismos, esto ha favorecido a la construcción de una nación,

más que de una federación.

82

Siempre tendremos necesidad de raíces y de identificarnos con la ‘tierra de

nuestros padres’ la patria, pero no debe llegar a confundirse con

nacionalismos hostiles que desembocan en racismo. Vivimos en un mundo

que intenta imponernos una nacionalidad pero la libertad tendrá también que

tener otros causes porque la búsqueda de mejores oportunidades ha

ocasionado la emigración y por tanto el cambio de nacionalidad. Lo que ahora

debemos lograr es no crear excluidos, sino responsables de frente a la

sociedad en la que cada uno deba participar. Sociedad que en un tiempo fue el

estado de Hidalgo y buscó legitimarse a través de un procedimiento jurídico,

porque las sociedades al igual que los seres humanos, necesitan garantías de

su existencia, porque es justamente esto lo que le solicitamos al derecho el que

nos ayude a organizarnos y a vivir mejor en sociedad.

83

5. El concepto jurídico de Nación en tiempos de Juárez.

Construcción/destrucción de una cultura jurídica

En voyant enfin une grande nation,

composée de tant d´hommes divers,

n’avoir plus qu’un sentiment, qu’une pensée,

marcher et se conduire comme si tout

entière n’était qu’un seul homme!”181

Portallis

5.1 La Nación: un concepto jurídico-cultural importante

Durante el siglo XIX el concepto de nación jugó un papel fundamental en la

recuperación romántica de los valores regionales, idea ligada a las libertades

originarias y siempre relacionada con un pasado y una historia que la

condicionaban de cierta manera. Como lo explica Chabod, la nación es “la

reacción contra las tendencias univerzalizantes de la Ilustración, que había

buscado leyes válidas para todo gobierno, en cualquier parte del mundo, bajo

cualquier clima y en las tradiciones más disímiles, y había proclamado iguales

las normas para el hombre prudente, esa reacción no podía sino poner en el

centro lo particular, lo individual, es decir, la nación singular”182

La nación como intentaremos demostrar, es un concepto jurídico, pero antes

que nada es cultural, es decir, se basa en un conjunto de imágenes que le son

propias a una sociedad, existe en dicho concepto una especie de consenso

implícito entre los gobernados y el gobernante, aunque a veces la balanza se

incline hacia alguno de ellos. Un concepto jurídico-cultural porque justifica el

ejercicio de un gobierno, el que de alguna manera sostiene la comunidad, al

grado de justificarlo, garantizarlo o al menos tolerarlos, rota la nación, no

existe pacto que sostenga al gobierno, y sólo por medios artificiales o

impositivos será posible mantenerla unida, creyendo en una tradición (y por

tanto anterior) común.

181

Citado por LONG M. y Monier J.C., Portalis. L’Espirit de justicie, París, 1997. 182

CHABOD, Federico, La idea de Nación, México, Fondo de Cultura Económico, 1997, p. 20.

84

En la segunda mitad del siglo XIX los funcionarios públicos iniciaban su

cargo con el siguiente juramento que muestra la intención de fundar el

gobierno, como arriba indicábamos, en un encargo realizado por la nación, la

que podría exigir responsabilidades, en términos jurídicos, por la falta de

cumplimiento:

¿Prometéis guardar y hacer guardar la Constitución de los Estados Unidos

Mexicanos, las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente

el encargo que el pueblo os ha confiado conforme a la misma y mirando en

todo por el bien y prosperidad de la Unión?...Sí así lo hicieres, la nación os lo

premie; si no, os lo demande.

En términos de representación, la nación es aquella unidad de responsabilidad

de donde emana el poder, aquel reducto más puro donde la voluntad de una

comunidad llamada Estado, puede encontrarse aún sin tantas enmendaduras.

Cierto, la Nación en términos novohispanos puede ser territorio, puede ser

jurisdicción como lo demuestra en la primera parte de su trabajo Rafael

Estrada Michel183

, pero una vez presentes las ideas emancipadoras, la Nación

es aquella que demanda su independencia, es aquella capaz de determinar su

forma de gobierno184

.

De acuerdo a lo anterior el concepto de nación es básico para entender el de

constitución, de hecho así lo expresa uno de los grandes teóricos de la nación,

Mancini, para quien todos los elementos disímbolos que son parte de una

nación, no hacen a la nación, sino el que puedan estar unificados en una

‘voluntad general’, la constitución por tanto “como origen y comunidad de

intereses” que genera según el italiano “un derecho imprescriptible y sagrado

a organizarse en Estado”185

, sobre la comunidad de intereses Mancini además

escribió “una nacionalidad comprende un pensamiento común, un derecho

común, un fin común: esos son sus elementos esenciales…donde los hombres

no reconocen un principio común, aceptándolo en todas sus consecuencias,

donde no hay identidad de intención para todos, no existe Nación sino

multitud y agregación fortuita que una crisis basta para disgregar”186

183

ESTRADA MICHEL, Rafael, Monarquía y Nación entre Cádiz y Nueva España, México,

Porrúa, 2006, pp. 169 y ss. 184

Ibid. p. 644. 185

Cfr. MANCINI, Pasquale S., La nazionalità come fondamento del diritto delle genti, Torino,

Giappichelli, 2000. 186

MANCINI, Pasquale S., “Nazionalità. Qualche ide sopra una costituzione nazionale” en: Scritti

editi ed inediti, Edizione Nazionale, t. VI, pp. 125-126.

85

Otro de los grandes teóricos modernos de la Nación que hablan del

fundamento jurídico de ésta, es Renan, quién desde su célebre frase “La

nación es el plebiscito de todos los días”187

hace posible este concepto en el

consenso común. Acerca de este plebiscito corriente nos dice que “Una nación

es un alma, un principio espiritual. Dos cosas que, en verdad, tan sólo hacen

que se constituya esta alma, este principio espiritual. La una está en el pasado,

la otra está en el presente. La una es la posesión en común de un rico legado

de recuerdo; la otra es el consentimiento actual, el deseo de vivir juntos, la

voluntad de seguir haciendo valer la herencia que se ha recibido indivisa”188

Esta conciencia común, o unidad moral, se basa en la idea de un pasado

común y en mecanismos eficaces que constaten (lo más cotidianamente

posible) la voluntad de seguir unidos, Renan combate como fundamento de la

nación: sólo la historia, que nos llevaría nos dice, al historicismo, y tampoco,

un fundamento divino que nos llevaría al absolutismo.

5.2 ¿Quién o qué es la nación en México?

El proyecto de nación en México, parece seguir a pie juntillas la teoría

renaniana arriba mencionada, el jaloneo ideológico se situaba en determinar

cuál era la herencia indivisa sobre la cual fundar la nación, y por tanto, el

problema llevaba a preguntarse por el momento en el que había de fijarse el

pacto hacia la unidad moral. Ya en 1813, Servando Teresa de Mier, en su

Historia de la Revolución de la Nueva España se avoca al asunto de

determinar en donde se halla el fundamento histórico de la constitución, Mier

llega a considerar que dicho pacto se encontraba probablemente en las Leyes

de Indias como un “pacto solemne y explícito que celebraron los americanos

con los reyes de España…y está autenticado en el mismo código de sus leyes.

Ésta es nuestra magna carta”189

Y es que para cuando escribió Teresa de Mier su historia, ya Gottfried Herder

había teorizado sobre este pasado de “libertades originarias” que fundadas en

el clima y la historia dan lugar a la nación y le otorgan ese carácter de

‘impenetrabilidad’ del que habla Chabod al comentar este párrafo “permanece

arraigada (la nación) a su suelo como una planta…un Estado debe apoyarse en

187

RENAN, ¿Qué es una nación?, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1957, p. 107. 188

Ibid p. 106 189

TERESA DE MIER, Servando, Historia de la Revolución de Nueva España, antiguamente

Anáhuac, o verdadero origen y causas de ella con la relación de sus progresos hasta el presente

año de 1813, Imprenta de la Cámara de Diputados, México, 1922, t. II, p.166-167.

86

las bases naturales, hacer concordar sus leyes con las leyes naturales del

pueblo: no ir detrás de leyes ajenas. Y contra la ley escrita.”190

Para Herder la

costumbre debiera ser fuente primordial de la constitución.

Decíamos, la constitución es la de la nación, y la nación es pasado, pero no un

pasado simplista o historicista, sino pasado jurídico como en el caso de Teresa

de Mier y Herder, de hecho el mismo Chabod explica como “la antigua

libertad (se hacía) basándose en la historia jurídica”191

, esta idea de libertad,

explica Chabod, aparece a partir de su tratamiento por “juristas alemanes que

se valían de la historia para demostrar sus tesis de derecho público…la historia

se convierte en servidora del derecho, que sirve para apuntalar construcciones

jurídicas” con esto, según el autor francés, inicia la historia de las instituciones

(la de Maquiavelo y Guicciardnini, y posteriormente Bodin192

) que más tarde

sería historia de la civilización (historie de la civilisation/ Kulturgeschichte)

cuyo máximo expositor sería Baudouin, un jurista193

.

Hasta aquí nos parece claro que existen elementos sólidos para avanzar un

concepto jurídico de nación, ciertamente habrá varios conceptos, sería

interesante establecer el concepto cultural, en nuestro caso, en tiempos del

liberalismo decimonónico.

5.3 De la Nación al Pueblo

En sus inicios, el concepto jurídico de nación en México194

, está íntimamente

relacionado con el de representación195

“Siendo ya otra la voluntad general de

190

Citado por: CHABOD, Federico, La idea de Nación, op. cit. , pp. 60-64. 191

Ibid, pp. 54-55, que podría extenderse según este autor a otros pensadores como Montesquieu,

Grocio, Conring o Toman. 192

Sobre todo a partir de su obra Methodus ad facilem historiarum cognitionem (1566) 193

Autor de la Historiae Universae et eius cum iurisprudentia connectione (1541) 194

Ciertamente no soslayamos la presencia gramatical de nación en aportaciones insurgentes y por

tanto prolegoménicas de la nación mexicana, tal es el caso del nombramiento de Hidalgo como

capitán general y protector de la nación, o el rico documento de José María Morelos y Pavón Los

Sentimientos de la Nación, todos ellos basado en una noción ambigua sobre todo desde el sustento

ya sea étnico, ya histórico, a veces se hablaba de México, otras veces de las Ámericas, o bien del

Anáhuac; en fin, a veces el antecedente era hispánico, otra veces indio, y algunas más mestizo. En

el plano jurídico destaca, además del protectorado de Hidalgo, los Congresos llamados desde

entonces nacionales y los documentos constitucionales como los Elementos Constitucionales de

López Rayón, y la Constitución de Apatzingan, en donde se hace referencia a la nación, insistimos

como algo todavía indeterminado. 195

Idea también presente desde muy temprano “Establezcamos un congreso –escribe Hidalgo- que

se componga de representantes de todas las ciudades, villas y lugares de este reino, que dicte leyes

87

la Nación que la del año (18)21, deben ser otros los poderes y naturalmente

otros también los apoderados: decir que los poderes de los diputados no tienen

límites cuales quieran que sean los términos en que se dieron; que los pueblos

no tienen ya voluntad sino en sus enviados; y que estos han de ser obedecidos

en cuanto ellos crean mas conforme a su felicidad; y no a la voluntad

general.”196

De este modo, la nación no es el pueblo sino sus representantes,

la nación es lo que el mandato indique, no son intereses generales abstractos,

son las cláusulas de un contrato.

Pero eso no es todo, para otros la nación es el elemento salvador, porque es el

modo de hacer frente a los despotismos locales. Un panfleto anónimo que

circulaba en 1823 va dirigido: “A la nación mejicana, esto es, a la maza de

todos los ciudadanos que la componen, pertenece exclusivamente el derecho

de dictar, por sí o por medio de legítimos apoderados, la constitución que

quiera establecer…no hay corporación ni individuo que tenga ni pueda tener

autoridad que no sea expresamente derivada de la nación.”197

Quizá no eran

tan claro qué o quién era la nación, pero se entendía que en cualquier caso

debía mediar la representación198

; así la nación puede ser la reunión de “todas

la provincias”, la reunión de todos los ciudadanos; pero si nos referimos a la

representación, la nación podían ser las provincias reunidas, el gobierno que

emanara de la unión de esas provincias, pero las provincias a su vez eran

suaves, benéficas y acomodadas a las circunstancias de cada pueblo. Ellos entonces (los miembros

del congreso) gobernarán con dulzura de padres, nos tratarán como a sus hermanos, desterrarán la

pobreza -moderando la devastación del reino y la extracción de su dinero- fomentarán las artes;

avivarán la industria; haremos uso de las riquísimas producciones de nuestros feraces países, y a la

vuelta de pocos años, disfrutaremos sus habitantes de todas las delicias que el soberano autor de la

naturaleza ha derramado sobre este vasto continente”. Documento número 164, Manifiesto que el

señor don Miguel Hidalgo y Costilla, Generalísimo de las Armas Americanas y electo por la mayor

parte de los pueblos del reino para defender sus derechos y los de los conciudadanos, hace al

pueblo, Valladolid, diciembre 15 de 1810, HERNÁNDEZ Y DÁVALOS, Historia de la Guerra de

Independencia de México de 1810 a 1821, México, Comisión Nacional para las Celebraciones del

175 Aniversario de la Independencia Nacional y 75 Aniversario de la Revolución Mexicana, 1985,

tomo II, pagina 303. 196

“Manifiesto que hace la diputación provincial del Estado Libre de Xalisco, del derecho y

convivencia de su pronunciamiento en República federada” Guadalajara, 16 de junio de 1823, en:

Colección de los decretos, circulares y órdenes de los poderes legislativo y ejecutivo de Jalisco,

vol. 1, pp. 5-22; citado por ÁVILA, Alfredo, En nombre de la Nación. La formación del gobierno

representativo en México, CIDE/TAURUS, México, 2002, p. 246. 197

Folleto “Viva la soberanía de la nación mexicana” abril, 1823, Archivo General de la Nación,

ramo Gobernación, caja 47 bis, expediente 25. 198

“Lo que constituye la representación nacional no es precisamente una asamblea elegida por la

nación y encargada de concurrir a la formación de las leyes, sino la identidad de ideas, de intereses

y de sentimientos que existe entre el cuerpo que hace las leyes y el pueblo para el cual son hechas”

El Federalista número 13, de 5 de agosto de 1823.

88

representadas por comisarios, mandatarios o compromisarios que debían

responder a sus propias legislaturas; pero finalmente las provincias existían y

para que la nación existiera era necesario que convocase a un Congreso.

Lo interesante es que este debate propició un sentido de responsabilidad en los

representantes, y la tensión entre el provincialismo y el gobierno

representativo sirvió de contrapeso, lo anterior es evidente en una discusión

que parecía nimia, el artículo 3º199

en el que habría de ponerse que la

soberanía estaba radical o esencialmente en la nación, la primera opción

implicaba un control sobre los representantes pues la soberanía no se

renunciaba por parte de la nación; en cambio, reconocer que era radicalmente,

suponía que los representantes se harían de todo el poder; decidieron poner

ambas, pero la discusión giraba en torno a la nación porque “El pueblo no

tiene el derecho de establecer, mandar y de ordenar; y la única función de

soberanía que tiene el pueblo, es señalar y nombrar sus diputados en quien

tenga mayor confianza, para que estos en nombre del pueblo puedan

establecer las leyes fundamentales y determinar la forma de gobierno.”200

Detrás de las discusiones que hemos presentado, hay una clara desconfianza

hacia el ciudadano medio por parte de las representaciones locales, y del

centro hacia las representaciones locales, Fray Servando Teresa de Mier no lo

pudo explicar mejor “Llámese a cien hombres, no digo de los campos ni de los

pueblos, donde apenas si hay quien sepa leer, de México mismo, de esas

galerías háganse bajar cien hombres, pregúntenseles, que casta de animal es

república federada, y doy mi pescuezo si no responden treinta mil destinos. ¡Y

esa es la pretendida voluntad general con que se nos quiere comulgar como

niños!”201

, esta profecía política, nos dice Alfredo Ávila “reafirmaba su credo

en que ‘el pueblo’ era incapaz de expresarse, por lo cual requería de sus

representantes, únicos capaces de conocer que sería lo mejor para todos”202

de

este modo se generó la idea de una infancia política, una inmadurez por parte

del pueblo.

En términos netamente jurídicos, el derecho a representar, radicaba en quien

tuviera en sus manos la soberanía, era evidente que después de 1821 la 199

MUÑOZ FERRER, Manuel, La formación de un Estado nacional en México. El Imperio y la

República federal: 1821-1835, México, UNAM, 1995, p. 218. 200

Intervención del Diputado Valle, 2 de abril de 1824, en: Actas constitucionales mexicanas (1821-

1824), vol. VIII, p. 20. 201

LEE BENSON, Nettie, “Fray Servando Teresa de Mier, federalista”, Secuencia, número 3,

septiembre-diciembre, México, 1985, p. 159. 202

ÁVILA, Alfredo, En nombre de la Nación, op cit.. p. 268.

89

soberanía la detentaba la nación, por tanto si la tiene la nación no la pueden

tener los estados en lo particular “Soberanía tanto quiere decir como super

omnia es decir que una nación tiene los derechos innatos de gobernarse a sí

misma: si es pequeña, inmediatamente formando sus leyes, y si es grande, por

medio de la persona o personas a quienes delega esta facultad”203

Durante la primera mitad del siglo XIX, las cosas irán cambiando

gradualmente, los contrapesos irán disminuyendo, y una clase burguesa liberal

irá en ascenso, el concepto de nación comenzará a devaluarse y a dar paso al

de pueblo, que es más general, más abstracto, más libre de la posible

vinculación a conceptos corporativos y contractuales, o de representación; una

por otra, mientras la nación permite el lobbing entre agrupaciones, permite la

transición y pervivencia de elementos antiguos; el pueblo es más apto para

hablar de igualdad, para hablar de individuos directamente asociados a la gran

corporación que es el Estado.

Así, en la sesión del 9 de septiembre de 1856 se discutió brevemente la

redacción del artículo 39 de la futura Constitución, según nos dice Emilio O.

Rabasa, en este ámbito se dio lugar a una discusión breve sobre el tema de

quién detentaba la soberanía si la nación o el pueblo “este fundamental tema

(que) ha pasado como cambio sin trascendencia o ha sido interpretado como

mero giro semántico, la verdad es que resultó de consecuencia”204

y las

consecuencias son en el sentido antes dicho, a nación jurídicamente hablando,

significa de algún modo, reconocer la posible influencia de una “sociedad de

sociedades”205

, el pueblo es un concepto indeterminado, somos todos y por

tanto es nadie.

En la mencionada sesión de la que hablábamos en el párrafo anterior

“El señor Emparan, sin oponerse a las ideas del artículo (39), creyó que

estaban claramente expresados, en el artículo 3º del Acta Constitutiva, que

203

Intervención de Jacabo Villaurrutia en: “Algunos reparos a los del Sr. diputado D. Francisco

García por J.D.V.” en: Águila Mexicana, III, número 237, 7 de diciembre de 1823. 204

RABASA, EMILIO O., El pensamiento político del constituyente de 1856-1857, México,

Porrúa/UNAM, 2006, p. 100. 205

En el ya célebre concepto del iushistoriador florentino, la sociedad antigua es el conjunto de

grupos o gremios que nivelan el ejercicio del poder a través de los múltiples ordenamientos que dan

lugar a los mismos, pero que también brindan protección a sus integrantes, frente a las apetencias de

gobiernos centralizadores que han surgido a los largo de la historia GROSSI, Paolo, “De la sociedad

de sociedades a la insularidad del Estado. Entre edad media y edad moderna.”, en: Derecho,

sociedad, Estado, COLMICH, ELD, UMSNH, Zamora, Michoacán, 2004, pp. 35-60.

90

dice: ‘la soberanía reside radical y esencialmente en la nación…creía que era

mucho mejor que se hablara de la nación que del pueblo (Arriaga)

defendiendo el sistema federal no veía a la nación sino al pueblo, en la

soberanía de los estados y en los actos municipales.”206

El artículo 39 quedó finalmente redactado del siguiente modo “La soberanía

nacional reside esencialmente y originariamente en el pueblo. Todo poder

público dimana del pueblo, y se instituye para su beneficio. El pueblo tiene en

todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su

gobierno.”

Desde la redacción del artículo 39 de la Constitución de 1857, nuestra historia

constitucional da por hecho que la soberanía reside en el pueblo, en 1916 por

unanimidad el Congreso Constituyente aprueba los siguientes artículos:

“Art. 39.- La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el

pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de

éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o

modificar la forma de su gobierno.”

“Art. 40.- Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República

representativa, democrática, federal, compuesta de Estados libres y soberanos

en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación

establecida según los principios de esta ley fundamental.”

“Art. 41.- El pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión,

en los casos de la competencia de éstos, y por los de los Estados, en lo que

toca a sus regímenes interiores, en los términos respectivamente establecidos

por la presente Constitución Federal y las particulares de los Estados, las que

en ningún caso podrán contravenir las estipulaciones del Pacto Federal.”

Así las cosas, “el concepto, pues, de la nacionalidad, tal como hoy lo

entendemos, es un concepto más bien elaborado en el campo de las ciencias

jurídicas, y que tiene importancia para la sociología como expresión de un

agregado humano, quizás el más sólido y coherente que haya conocido la

humanidad.”207

206

ZARCO, Francisco, Historia del Congreso Extraordinario Constituyente de 1857, México,

INERM, 1987, p. 331. 207

ESPINOSA, Héctor Enrique, Estudio sociojurídico de la nacionalidad en México y la Nación

Indoibera, México, UNAM, 1934, pp. 19-20.

91

De este modo el siglo XIX pasó gradualmente, de una idea más gremial

basada en el concepto de nación de corte pragmático, a una idea más

romántica que sirvió a los gobiernos liberales para establecer el estado

moderno basada en el concepto de pueblo; no obstante, no se renunció a

utilizar la palabra nación, si bien se le supedito al concepto de pueblo, tanto es

así, que se hablaba y se habla de Estado-nación.

5.4 El Pueblo-nación de los liberales mexicanos y en especial de Juárez

Hablar de la segunda mitad del siglo XIX en México, es hablar de pasiones

encontradas, de traumas e ideales, de obsesiones, de grandes construcciones

discursivas:

“una de las obsesiones de los políticos del siglo XIX fue instaurar el Estado

nacional. Pero la construcción de un Estado de dimensiones nacionales, con

fuerza disuasiva en el dilatado territorio y un sistema uniforme de leyes e

instituciones públicas, en lugar de promover el equilibrio entre el centro y la

periferia fortaleció el sistema federal y redujo las esferas de participación de

los estados y municipios.”208

La nación que había ocupado un lugar institucional, que había funcionado

como un concepto jurídico, se convertirá en un término retórico-poético, un

ideal identitario cargado de imágenes, Benito Juárez supo aprovechar cada una

de ellas, incluida la Constitución de 1857, más simbólica que eficaz:

“Al resumir los ideales de soberanía política y territorial, independencia y

respeto de los derechos individuales, la Constitución de 1857 se convirtió en

emblema del Partido Liberal. Junto con este símbolo aparecieron otras

imágenes y alegorías de la patria, la república y la nación. Al contrario de los

emblemas anteriores, asentados en la pertenencia étnica y el territorio

ancestral, o en la imagen religiosa, los símbolos liberales son seculares,

republicanos y cívicos, la aparición de un programa dedicado a crear símbolos

que expresaran la unidad y los valores nacionales.”209

El Presidente de la República que estuvo en la promulgación de la

Constitución de 1857 y que luego la desconoció, Ignacio Comonfort, hablaba

208

FLORESCANO, Enrique, Historia de las historias de la nación mexicana, México, Taurus,

2002, p. 345. 209

FLORESCANO, Enrique, Imágenes de la patria, México, Taurus, 2005, p. 151.

92

muy claro sobre el emblema constitucional en la Clausura del Congreso de

1856:

Al retirarnos á gozar de las dulzuras de la vida privada, podéis estar ciertos de

que el gobierno…cuidará de conservar la paz y el orden, hará por los medios

legales que la administración de justicia sea recta y cumplida: impulsará las

mejoras materiales de que tanto necesita el país, procurará perfeccionar la

noble institución de la fuerza armada, de manera que sirva a sus importantes

objetos, sin ser un gravamen para la nación; …y en suma, atenderá á la

seguridad e independencia de la nación, y promoverá cuanto conduzca a su

prosperidad, engrandecimiento y progreso. Si contra las disposiciones que

dicte con tal objeto, así como contra el restablecimiento del orden

constitucional, se alzare la rebelión queriendo sobreponerse a la voluntad

nacional, usaré á la vez con prudencia y energía del poder que la nación me ha

confiado para sofocarlos; y si fueren superiores á mis fuerzas, consideraré esta

circunstancia como una gran desgracia para mí.210

El Congreso le respondió como legítimo representante del pueblo, porque la

nación, lo ha dicho Comonfort en el párrafo anterior, era él, el presidente de la

República, así al Congreso le quedaba la representación popular: “Los

actuales representantes, al volver al común de ciudadanos, de donde los sacó

la voluntad del pueblo, hacen los mas fervientes votos por la felicidad de ese

mismo pueblo, para quien siempre han deseado y anhelarán siempre, orden,

progreso, libertad.”211

A la sociedad le quedaba el anhelo, la posibilidad de un cambio, la idea de una

transformación que ofrecía la Constitución, por eso es emblema, y por eso,

cambio y constitución son conceptos indisociables: “Constitución y Reforma

ha sido la aspiración de los hombres pensadores y de las clases desvalidas que

tienen el instinto de su bienestar; Constitución y Reforma ha sido la esperanza

de los oprimidos… Constitución y Reforma son…la esperanza que de nuestra

existencia y de nuestra nacionalidad tiene el mundo civilizado, Constitución y

Reforma deben ser pues el programa del Gobierno.”212

La nacionalidad se

salva en la Constitución y la Reforma como emblemas, como programa

permanente del gobierno, como justificación del Estado. Tres eran los grandes

desafíos: “construir una república asentada en leyes; infundirle a los

210

El Monitor Republicano, Gacetilla de la Capital, México, jueves 19 de febrero de 1857, p. 3. 211

Idem. 212

ZARCO, Francisco, Historia del Congreso extraordinario Constituyente, 1856-1857, México,

COLMEX, 1956, p. 167.

93

ciudadanos un espíritu nacionalista; y definir los medios para alcanzar esas

metas, que a la postre fueron la educación, la literatura, las artes, los símbolos

nacionales y el fortalecimiento del Estado…la historia y la educación debían

ser modeladoras del ‘carácter nacional’”213

Juárez, como dijimos, supo aprovechar todos estos elementos para convertirse

en la nación “Juárez elevó a la categoría suprema el principio de soberanía

nacional y se identificó con la estirpe de los grandes libertadores

americanos.”214

Al ser indígena Juárez reclamó para sí una nacionalidad

originaria, y por tanto con mejor derecho para representarla “Juárez manejó la

ejecución de Maximiliano como una defensa de la antigua nación

indígena…en el manifiesto donde explicó su decisión de ejecutarlo, Juárez

consideró el establecimiento del Imperio en 1863 como una agresión ‘a la

nación del Anáhuac’, y él mismo se asumió como el heredero de ‘mi

progenitor Cuatimoctizin’…afirmó ‘heredamos la nacionalidad aboriginal de

los aztecas, y con pleno goce de ella, no reconocemos ni soberanos, ni jueces,

ni arbitrios extraños’.”215

.

Como vemos, sigue presente la idea de justificar una nación en un pasado

común, que debe traducirse en un orden jurídico específico, para salvaguardar

dicho patrimonio. Una vez que se ha establecido quien es el heredero legítimo

de ese pasado común hay que decir que este es el vocero de la nación Juárez

justifica su regreso a la Presidencia en 1865 del siguiente modo “La voluntad

general expresada en la Constitución y en las leyes que la nación se ha dado

por medio de sus legítimos representantes, es la única regla a que deben

sujetarse los mexicanos para labrar su felicidad a la sombra benéfica de la paz.

Consecuente con este principio que ha sido la norma de mis operaciones, y

obedeciendo al llamamiento de la nación, he reasumido el mando supremo.”216

La representación quedó atrás, Juárez salva la legalidad en muchos de los

casos, pero en otros muchos la usa a su favor para justificar algunas acciones

que en otras circunstancias no serían tan válidas, a él mismo se le atribuye la

frase “a los amigos justicia y gracias, a los enemigos la ley sin más”, así

regresa al Presidencia, se reelige y obtiene del Congreso facultades 213

FLORESCANO, Enrique, Etnia, Estado y Nación. Ensayo sobre las identidades colectivas en

México, México, Aguilar, 1999, p. 434. 214

Ibid. p. 435. 215

Ibid. p. 436. 216

“Manifiesto del presidente Juárez a la nación. Ciudad de México, 18 de diciembre de 1861” en:

Documentos, discurso y correspondencia, (comp.) Jorge L. Tamayo, México, Secretaría del

Patrimonio Nacional, 1964-1970, tomo V, 1965, p. 459.

94

extraordinarias, con base en la ley, pero con una legitimidad cuestionada;

todas estas acciones las emprende en nombre del pueblo “única fuente pura

del poder y de la autoridad”217

El problema es el mismo, porque determinar

quién o qué es el pueblo no es asunto sencillo, pero creemos que tampoco

asunto que les interese a los liberales de la segunda mitad del siglo XIX,

incluido Juárez.

5.5 El ataque a la nación lo juzga la historia (a modo de conclusiones del

capítulo)

En la maravillosa epístola que dirige Juárez a Maximiliano puede aportarnos

más luces sobre la cuestión del concepto jurídico de nación, relacionado con la

historia y la voluntad popular:

…Yo que por mis principios y mi juramento soy él llamado a

sostener la integridad nacional, su soberanía y su independencia,

tengo que trabajar con mucha actividad, multiplicando mis esfuerzos,

a fin de corresponder al sagrado depósito que la nación, ejerciendo

sus facultades soberanas… Me decís que, ‘abandonando la sucesión

de un trono en Europa, abandonando vuestra familia, vuestros

amigos, vuestras propiedades y lo más caro del hombre, vuestro país,

habéis venido con vuestra esposa Doña Carlota a tierras distantes y

no conocidas, solo por obedecer un llamamiento espontáneo de una

nación que fija en vos la felicidad de su porvenir’. Admiro hasta

cierto punto toda vuestra generosidad, pero me sorprende mucho

encontrar en vuestra carta la frase llamamiento espontáneo, pues yo

había visto antes que cuando los traidores de mi país se presentaron

bajo su propia autoridad, en Miramar, a ofreceros la corona de

México con algunas actas de nueve o diez ciudades de la nación, no

percibisteis en eso sino una farsa ridícula, indigna de la seria

consideración de un hombre honrado y decente. En contestación a tal

absurdo exigisteis la expresión libre de la voluntad nacional, como

resultado del sufragio universal. Esto era pedir una imposibilidad;

pero era el justo deber de un hombre honorable hacerlo: ¡Cuán

grande, pues debe ser mi sorpresa, al veros venir al territorio

mexicano, sin que se hayan cumplido alguna de las condiciones!....

Pero hay una cosa que está fuera del alcance de los falsos y

217

“Discurso pronunciado por el presidente Juárez en la clausura del Congreso de la Unión. Ciudad

de México, 31 de mayo de 1862”, en: Discursos y manifiestos, 1905, p. 70

95

perversos, y esta es la sentencia tremenda de la historia. Ella nos

juzgará.218

Ante un México dividido, un peligro inminente, pero además en los mismos

términos en qué el mismo Juárez lo había planteado, un llamamiento popular,

el presidente mexicano de hecho cavila sobre la cuestión, pues se planeta si

pudiera ser electo Maximiliano por sufragio universal, y él mismo se responde

que es imposible, y 9 o 10 ciudades no justifican el cambio de poder en

México, mucho menos que el bando contrario, ahora traidores, hayan estado al

frente de dicho llamamiento.

En cualquiera de los casos a los que llevaría la decisión de Maximiliano y la

del propio Juárez, detrás del gobierno debe estar la nación, ésta es el sustento

jurídico del mismo. En términos de representación -para el periodo en el que

nos movemos- el pueblo y lo popular comienzan a convertirse en un factor

importante, tanto que subsume al de nación, ambos se convierten en nociones

dispersas; dispersión que sirve para justificar casi cualquier conducta política.

Como sea, cualquier conducta política, y por tanto pública, en el mundo

decimonónico mexicano, sólo puede tener como juez a la historia, hoy

afortunadamente contamos con otros elementos para juzgar al mal gobierno

aunque no son suficientes y no son lo eficaces que deberían ser.

Permanece así, el peso simbólico de la nación, que hasta hoy busca su

fundamento, su pasado común, y entonces se convierte en necesaria la

historia; permanece también, el peso simbólico de la Constitución, que incluso

hasta hoy busca su fundamento, y que podría ser la nación, y entonces,

también, con gran imperiosidad se hace necesaria la historia en este caso, la

historia del derecho.

218

Periódico "La Independencia", Colima, 28 de septiembre de 1864, reproducida por el Boletín

Bibliográfico de la Secretaría de Hacienda y Crédito público; Sep. de 1964.

96

97

6. La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia

6.1 La Cuestión

Del texto Constitucional de 1857 se dicen muchas cosas, algunos sugieren que

nunca rigió, que era un documento de muy alta calidad jurídica pero poco

eficaz, que motivó una guerra, que puso a discutir a los juristas de una nación

por medio siglo, que originó una revolución social, la primera en tomar en

serio los derechos, la que potenció el juicio de garantías; las voces son

muchas, ya desde aquél mismo año de su promulgación, no hay consensos,

más bien es un debate nacional que duro cerca de 60 años; la bandera liberal,

el triunfo de una ideología que finalmente se instauró entre las líneas de su

sucesora, la Constitución de 1917, por cierto aún vigente.

Intentaremos esbozar una historia cultural de esta Constitución, tratando de

escuchar el sin fin de voces que provocó desde su existencia, mientras unos

festejaban otros se manifestaban, algunos la juraban y salían al teatro a

escuchar la opera en su honor, otros se negaron a jurarla y salieron a las calles

con palos y piedras dispuestos a resistirla. En algunas ciudades las campanas

de los templos saltaron al vuelo, en otras las iglesias se mantuvieron con las

puertas cerradas y adentro los sacerdotes con los inconformes se organizaban.

Para algunos era el documento que cambiaría el rostro político y jurídico de

México, para otros era el anuncio de una catástrofe social.

Así que hablaremos poco del contenido de la Constitución y de su génesis, y

más bien nos enfocaremos a explicar el ambiente, los personajes y las

pasiones que suscitó algo que es más que un texto, y sin embargo sigue siendo

sólo papel y tinta. En cualquiera de los casos no podemos hoy por hoy decir

que a la historia del derecho le compete sólo el análisis legal, pareciera que en

algunos sectores de la historia, el historiador del derecho fuera un bicho raro al

que se le obliga sólo a hablar de leyes, los usos y práctica que se convierten en

costumbre, el expediente judicial con la información de los procesos y la

jurisprudencia, la doctrina vertida en prensa y libros; todas estas fuentes

estarían reservadas al historiador social; como si estos sectores estuvieran

contagiados del positivismo jurídico y entendieran que el derecho es sólo ley,

sólo producto del Estado. En fin, que hoy podemos contar con investigaciones

desde la historia y desde la historia del derecho en que se toman elementos

disímbolos siempre con el afán de entender mejor, porqué una sociedad en un

98

tiempo determinado cumplía o no cumplía cierta normatividad, tal vez porque

la misma sociedad se lo había encomendado a ciertos representantes, o porque

creía que algunas personas gozaban de más autoridad para indicarle lo que le

era mejor para alcanzar su bienestar, o quizá porque eran normas que se

habían conservado así de una generación a otra; como sea, la historia del

derecho debe cumplir una función social y explicarnos los elementos que han

hecho de un tipo de normas más o menos válidas.

6.2 La Constitución moderna que sueña ser un contrato social

Sobre la Constitución de 1857 pesaron muchas expectativas que no pudieron

cumplirse. Más que en ningún otro momento de nuestra historia, la

constitución, entendida como ley moderna, tuvo más vigencia; si era verdad

que un texto, que un conjunto de caracteres escritos sería capaz de transformar

la realidad, entonces cumpliría su función; sin embargo la simple noticia de su

promulgación suscitó en todo el país un sin fin de manifestaciones. La

constitución en su papel de fuente única del derecho estaba dejaba de cumplir

aquél ideal señalado desde la mitología griega como una de las principales

finalidades de dikè: traer la paz (eirene).

Leemos en una relación de hechos de aquella época, que la Constitución de

1857 constituía no una bandera de paz, sino una caja de explosivos:

El 11 de marzo de 1857 se promulgó la Constitución firmada y jurada el 5 del

mes anterior. Desde que la nueva ley entró en vigor, según reconoce don Justo

Sierra, ‘no hubo un día sin un pronunciamiento, sin una sedición, un motín,

una revuelta en algún punto de la República’ y ‘nada podía volver a sus

quicios: conciencias, hogares, pueblos, campos y ciudades, todo estaba

profundamente removido.’ José María Vigil, autor del último tomo de ese

papasal acartonado e insoportablemente mendaz que se titula México a través

de los siglos, explica la general perturbación diciendo que ‘el verdadero objeto

de la Constitución no esa consignar hechos adquiridos, sino establecer

principios que significaban innovaciones sustanciales, y esto solo bastaba para

comprender que no podía considerársela como el ‘iris de la paz’ sino como

bandera de guerra. Así pues, siendo la Constitución bandera de guerra, los

99

mexicanos empezaron a matarse, que era de lo que se trataba, y no de procurar

la paz y el bien común que, se supone, son finalidades de ley.219

El derecho antiguo tenía en cuenta un ordenamiento subyacente a toda

sociedad, Paolo Grossi nos habla es más, de costumbre constitucional, al

analizar la “levedad del poder político” el profesor florentino cae en la cuenta

que la descentralización produce la autonomía del derecho como una labor de

frónesis “El Derecho se identifica con la realidad ordenadora y cimentadora;

inmune al desorden caótico de la vida de cada día (la costumbre como

constitución) desempeña la función de plataforma estable y estabilizadora, de

garantía de continuidad.”220

Más aún, las múltiples constituciones antiguas,

como la materialización de la vida comunitaria y las normas que la permiten,

se formaliza en un sin fin de documentos que alcanzan al México

novohispano: constituciones, estatutos, Cartas puebla, Fueros, etc.

efectivamente existía la preocupación por constatar el animus asociandi de los

miembros de cada comunidad que se constituía, por ejemplo el Municipio

realizaba la conjuratio por la cual se formalizaba el nacimiento del

Ayuntamiento a través del juramento de fidelidad común; con el paso del

tiempo esta aprobación se mitificó y se convirtió en una ficción político-legal,

el consenso era supuesto a priori, sin embargo en 1857 se intentó una empresa

temeraria: hacer jurar a todo ciudadano mexicano la Constitución, para lo cual

diversas autoridades políticas dispusieron las más peregrinas solemnidades,

comenzando por el Congreso Federal:

Hace apenas unos cuantos días que se cumpliera el primer siglo del

juramento de la Constitución, que fue promulgada el 12 de febrero

de 1857. Con el testimonio del inimitable Fidel, permitidme evocar

ante ustedes la solemne ceremonia. ‘En lo hondo del salón se hacía

casi la tiniebla, y allí esperaban el toque de la victoria, los soldados

de la idea, vencedores en la lucha, y los que, con sus armas rotas y

en nobles actitudes, veían salir los privilegios, los fueros y los

dioses que habían sido objeto de su culto…”; la Cámara se abrió a

las doce del día; las galerías formaban una masa compacta de

rostros humanos llenos de agitación. Las gentes buscaban los

lugares en que se hallaban Zarco, con sus narices largas, su melena

y su figura volteriana; Ocampo con su cabello echado hacia atrás,

su ancho rostro y sus ojos atrevidos; Arriaga, el apóstol, con sus

219

Gómez Arana, Guillermo, La Constitución de 1857 –una ley que nunca rigió-, México, Editorial

Jus, 1958, p. 11. 220

Grossi, Paolo, El orden jurídico medieval, Marcial Pons, Madrid, 1996, p. 101.

100

pequeños ojos, su boca recogida, dulce y discreta, y su gran corazón

iluminando su semblante. Bajo el dosel, León Guzmán, ardiente,

susceptible, de palabra afiligranada, delgado y en su acción y en sus

modales dulcísimo. Repentinamente y sin preparación, en medio del

general bullicio se abrió la puertecilla de la izquierda del dosel y

apareció, destacándose como una visión, don Valentín Gómez

Farías; con trabajoso andar por el peso de sus 76 años y el peso de

sus enfermedades, firmó diciendo: ‘este es mi testamento’.

Firmaron Guzmán y los Secretarios…pusiéronse de pie los

diputados y en un silencio religioso y augusto, tendieron sus manos

hacia delante…A las tres y cuarto de la tarde invadió el salón la

corriente de plumas, entorchados, bastones y espadas de la comitiva

de Comonfort. Lo habían recibido, Mata, quien fuera compañero de

Juárez, de Ocampo, de Arriaga, de Montenegro, ‘tirante, obstinado,

pero observante de los principios.’; ‘integérrimo magistrado de alta

ciencia, aunque bilioso, circunspecto, moderado y de gran crédito

en su partido’; Albino Aranda, el despierto y valiente tapatío;

Ibarra, iluminado por el recuerdo inmortal de Ramos Arizpe;

Cendejas, ‘aventajado médico, que se había condenado con sublime

arrojo al suplicio de una locura fingida para no dejar rastro que

comprometiese a sus compañeros de conspiración; ‘Muñoz, ‘el

severo creyente que buscaba la conciliación del Evangelio y la

Constitución’ y el hacendado Justino Fernández, quien siempre

retaba al enemigo de frente.221

El juramento de la Constitución222

involucró a los tres poderes, por lo que

respecta al ejecutivo, la crónica es la siguiente:

A las tres y cuatro de la tarde se presentó S.E. con su comitiva en el

salón del Congreso, á cuya entrada fue recibido por la misma

221

Gaxiola, F. Jorge, León Guzmán y la Constitución de 57, Sobretiro de la revista el Foro, México,

1957, pp. 3-4. 222

No nos detendremos sobre el acto solemne y teatral en el Congreso de la Unión, cuando Valentín

Gómez Farias de rodillas y frente a los evangelios juró la constitución, en cualquier caso

aconsejamos la lectura directa de la crónica hecha por Francisco Zarco, Historia del Congreso

extraordinario constituyente (1856-1857), en la edición de El Colegio de México, México, 1956,

pp. 1289 y ss. Además está el estudio de Jorge Adame Goddard, “El juramento de la constitución de

1857” en: Anuario Mexicano de Historia del Derecho, número 10, 1998, pp. 21-37. Recordemos

aquí, además, que el juramento a la Constitución era previsto desde 1812 en el ordenamiento

gaditano; de hecho, uno de los argumentos para restarle importancia al asunto, es que en 1824,

muchos sacerdotes diputados habían jurado el documento constitucional.

101

comisión; y acompañado por ésta hasta el lugar en que prestó el

juramento bajo la fórmula asentada. En seguida fue á ocupar su

asiento bajo el dosel, y allí pronunció un discurso que le fue

contestado por el Sr. vice-presidente Guzmán, quien le entregó el

ejemplar autógrafo para su publicación. Concluido este acto, el Sr.

presidente de la República se retiro del salón, acompañado por la

comisión del congreso hasta la puerta de salida, y en este momento

las músicas militares tocaban el himno nacional, hacían salvas las

baterías de la plaza, y se repicaba a vuelo en las Iglesias223

.

En la capital de la República, la solemnidad implicó también un festejo, los

periódicos de la época destacaban el repique de las campanas de las iglesias,

en el fondo quería destacarse (aunque un poco por exageración) la aceptación

tácita del clero, al menos en la Ciudad de México. El editor del Monitor

Republicano además sugería que la promulgación de la Constitución

implicaría el final de la guerra civil y la institucionalización de la lucha

política a través del sistema electoral:

Hoy firmarán todos los señores diputados la constitución. Hoy

también se presentará á jurarla, ante la cámara, el Excelentísimo

señor presidente de la República. El nuevo código fundamental

comenzará a regir desde el 16 de Septiembre próximo. Hasta

entonces continuará el señor presidente en el goce de las

amplísimas facultades concedidas por el plan de Ayutla. Concluida

y promulgada la constitución ¿qué pretexto tomarán los enemigos

del orden? ¿Con qué carácter empuñaran las armas? Ahí está la

urna electoral: ella demuestra la voluntad nacional.224

Sin embargo no todos estaban de acuerdo en la idea de que la Constitución por

sí misma sería elemento pacificador, es más, en el mismo día en que se

encomiaba su promulgación, el diario daba cuenta de voces disidentes que

tenían un común denominador, el dudoso origen del documento:

Sobre la nueva constitución hay varias opciones. Ninguno la tiene

por obra perfecta, ni aún los mismos que la han formado. Unos

creen que esos defectos proceden que es democrática en demasía;

piensan otros que viene de su imperfección de que no se han

223

El Monitor Republicano, Crónica Parlamentaria, México domingo 8 de febrero de 1857, p. 4. 224

Idem.

102

consignado en ella todos los principios y todas las consecuencias de

esa democracia. Entre estos contrarios pareceres existe una opinión

que parece común á todos los bandos, resiente de las circunstancias

extraordinarias de que ha sido hecha.225

Pero como hemos dicho, la jura de la Constitución fue motivo de celebración,

incluso de los festejos más estrafalarios:

Parece que para solemnizar el juramento de la Constitución se

concederá una amnistía. Un suceso tan fausto no podía ser

celebrado de mejor manera. El Gran Teatro Nacional, ofreció en la

noche una Ópera Italiana, La Traviata, como parte de su programa

general; sin ofrecer una gala especial. Según sabemos se está

disponiendo en el teatro Nacional, una escogida y selecta función

para celebrar dignamente el juramento de la constitución. Se

ejecutará la magnífica ópera La Norma teniendo a su cargo el papel

de Oroveso el Sr. Ottaviani.226

A propósito de esta amnistía que menciona el Monitor Republicano, el

gobierno otorgó la misma con motivo de los festejos del juramento

constitucional:

He aquí el decreto expedido por el supremo gobierno para celebrar

el juramento de la Constitución. Esta medida revela toda la nobleza

de los sentimientos del gobierno. ¡Cuán diferentes son los de la

reacción! ¡Cuánto contrasta este decreto con los proyectos

sanguinarios y bárbaros de los conspiradores! He aquí el decreto de

que hablamos, el cual nos presentará materia para hacer algunas

reflexiones.

Ministerio de Justicia Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública

El Exmo. Sr. Presidente sustituto de la República, se ha servido

dirigirme el decreto que sigue: ‘El ciudadano Ignacio Comonfort,

presidente sustituto de la República mexicana, á los habitantes

sabed: Que en uso de las facultades que me concede el art. 3 del

plan proclamado en Ayutla y reformado en Acapulco, y para

solemnizar el juramento de la Constitución política de los Estados

225

El Monitor Republicano, Crónica Parlamentaria, México domingo 8 de febrero de 1857, p. 4. 226

El Monitor Republicano, Teatro Nacional, México, martes 10 de febrero de 1857, p.3.

103

Unidos mexicanos, dada el día de hoy, he tenido á bien decretar lo

siguiente:

Art. 1º Se concede indulto á los individuos de tropa de las clases de

sargento abajo, y á los paisanos de las mismas clases han figurado

en las filas de los sublevados de carácter militar, y que hayan sido

sentenciados por delitos políticos, aun cuando se les hubiere

aprehendido con las armas en la mano. La autoridad respectiva

sobreseerá en las causas pendientes contra reos de esta misma clase.

Art.2 No se comprenden en esta gracia, ni los delitos comunes ni el

perjuicio de tercero.

Art.3 Los sublevados de la clase que expresa el art.1, que dentro de

un mes, contado desde la publicación de este decreto en la capital

de cada Estado, solicitaren el indulto, lo obtendrán en los mismos

términos y con las excepciones del artículo anterior.

Art.4º A los que con el carácter de jefes y oficiales hayan figurado

en la sublevación, ó hayan sido aprehendidos como conspiradores,

y á los paisanos, no comprendidos en los artículos 1º y 3º, si

solicitaren el indulto se les otorgará en los términos que el gobierno

estime conveniente.

Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido

cumplimiento. Palacio del gobierno nacional en México, á 5 de

Febrero de 1857.– I. Comonfort. –Al ciudadano José María

Iglesias’ y lo comunico á V. para su inteligencia y fines

consiguientes. Dios y libertad. México, Febrero 5 de 1857.–

Iglesias”227

Pero no todos estaban de acuerdo con esta medida, parecía que faltaba un

acuerdo político y nacional antes que forzar las cosas a través de un

documento constitucional:

He aquí la opinión del Trait d’Union: ‘No hemos aprobado, ni

aprobaremos el decreto de amnistía. Apreciando en todo su valor

las nobles intenciones del Sr. Comonfort, creemos que, bajo el

punto de vista gubernamental, la medida es inoportuna; y queremos

que si por desgracia la ocasión se presenta, tal vez muy pronto, se

recuerde que nuestra débil voz, impotente y humilde, no ha

aplaudido un acto de clemencia que sacrifica la parte sana por la

parte dañada de la sociedad. La opinión pública, sabedlo, aplaude

227

El Monitor Republicano, Amnistía, México, miércoles 11 de febrero de 1857, p.4.

104

una medida de clemencia, cuando es oportuna. Aprobaría la

amnistía si la rebelión que acaba de sucumbir hubiera sido

verdaderamente la expresión de opiniones políticas extraviadas,

pero sinceras, no fuera más que un hecho accidental y aislado; pero

muy lejos de ello, no se encuentra en el fondo de todo lo que ha

pasado más que el robo, la traición y el asesinato, una costumbre

inveterada de insurrección no contra las autoridades políticas sino

contra toda autoridad social. La amnistía pues, es más bien una

amenaza que una esperanza.228

La Constitución debía ser presentada como un logro, como un pacto, a pesar

de que en la práctica seguía discutiéndose su validez, el discurso final en el

cierre de las sesiones del parlamento que la elaboró, Ignacio Comonfort,

presidente de la república dio el siguiente mensaje cargado de un triunfalismo

adelantado:

La convocatoria de 17 de octubre de 1855, fijó un año para la

duración de vuestras tareas y hoy se cumple ese plazo, dentro del

cual habéis desempeñado la más importante de ellas, formando la

constitución jurada el 5 del actual, y que debe comenzar á regir, por

haberlo dispuesto así vosotros mismos, el 16 de septiembre

próximo. En ese año memorable se han realizado grandes

acontecimientos, siendo los más prominentes la conquista de la

igualdad legal y la desamortización de una gran parte de la

propiedad raíz. Ambos principios han venido á ocupar un lugar

honroso en el nuevo código fundamental, después de haber quedado

vencedores en la opinión. La oposición que encontraron, dio lugar á

discusiones en que se probó que ellos no atacan la religión católica,

a cuya conservación tendían por el contrario, el deseo del gobierno

y de sus actos. En este mismo sentido, a saber, defendiendo

inflexiblemente las regalías de la nación, y usando y haciendo

respetar su soberanía, pero como hijo obediente y fiel de la iglesia

católica romana, de la que no se separará, se propone el mismo

gobierno, continuar cualquiera discusión que sobre estos u otros

puntos, pueda ofrecerse en lo sucesivo. La presente solemnidad,

señores representantes, es una prueba irrefragable del respeto con

que el gobierno ha cumplido las más importantes promesas de la

revolución de 1854. Los enemigos del sistema representativo

228

El Monitor Republicano, La Amnistía, México, jueves 12 de febrero de 1857, p.3.

105

pierden hoy la esperanza de obtener un triunfo, apoyados en el más

eficaz de los auxilios: nuestra discordia. Vosotros tenéis la

conciencia de que el gobierno ha garantizado la más absoluta

libertad en vuestras deliberaciones. Ardua es la tarea que vuestra

confianza ha impuesto al gobierno interino; la preparación del

campo en que la semilla constitucional ha de fructificar; pero confía

que todos los mexicanos le prestarán su auxilio para llenar tan

delicada misión; se promete que vosotros mismos, ya sea como

simples ciudadanos, ó bien revestidos con algún carácter público,

cooperareis al feliz logro de objeto tan interesante; y sobre todo,

espera que la Divina Providencia se dignará a proteger como hasta

aquí, la causa del pueblo mexicano. En el cumplimiento del deber

de pacificar la República, todo anuncia que los resultados no

tardarán en corresponder satisfactoriamente á los esfuerzos del

gobierno. La guerra civil, reducida ya solamente á Tampico y á la

Sierra-Gorda, está a punto de desaparecer en esas comarcas donde

se restablecerá la tranquilidad y el orden, en virtud de las

providencias que últimamente se han dictado. Al retirarnos a gozar

de las dulzuras de la vida privada, podéis estar ciertos de que el

gobierno cultivará con esmerada solicitud las relaciones que unen a

México con las potencias amigas: cuidará de conservar la paz y el

orden, hará por los medios legales que la administración de justicia

sea recta y cumplida: impulsará las mejoras materiales de que tanto

necesita el país, procurará perfeccionar la noble institución de la

fuerza armada, de manera que sirva a sus importantes objetos, sin

ser un gravamen para la nación; hará los mayores esfuerzos por

formar un sistema de hacienda nivelando los gastos con los

ingresos; y en suma, atenderá á la seguridad e independencia de la

nación, y promoverá cuanto conduzca a su prosperidad,

engrandecimiento y progreso. Si contra las disposiciones que dicte

con tal objeto, así como contra el restablecimiento del orden

constitucional, se alzare la rebelión queriendo sobreponerse a la

voluntad nacional, usaré á la vez con prudencia y energía del poder

que la nación me ha confiado para sofocarlos; y si fueren superiores

á mis fuerzas, consideraré esta circunstancia como una gran

desgracia para mí. Mas si por el contrario el Ser Supremo que

tantos favores me ha concedido ya, se dignare agregar á ellos, el de

que el 16 de Septiembre, día tan fausto para nuestra patria, pueda yo

ver reunido en este recinto el primer congreso constitucional, y

terminado el poder absoluto, entregar el depósito del gobierno á la

106

persona electa para desempeñarlo, por el pueblo mexicano, creeré

que no tengo sobre la tierra otra felicidad á que aspirar, y volverá á

la vida privada lleno de esperanza en la prosperidad de la República

y de profunda gratitud á la Providencia de Dios229

.

El presidente del congreso, contestó:

El congreso extraordinario constituyente pone hoy término á los

trabajos que le encomendaron el plan de Ayutla: Dos fueron los

puntos principales de su augusta misión. La expedición de un

código fundamental, y la revisión de los actos de la administración

dictatorial de Santa Anna y del gobierno provisional que le sucedió

y aun existe. En cuanto al primer punto, la obra del congreso está

concluida. La constitución queda sancionada; y V.E. con la suma de

facultades necesarias para llevar á ejecución sus soberanos

preceptos. ¡Plegue á Dios que en esta constitución encuentre el

pueblo mexicano los bienes supremos que tanto anhelo, y que le

cuestan ya tan dolorosos sacrificios, la paz, el orden, la

libertad.…Viva satisfacción experimenta el congreso al reconocer

los servicios que el gobierno ha prestado á la república,

conquistando importantes mejoras. También le es grato reconocer

los grandes esfuerzos que ha hecho por mantener el orden, la paz y

el reinado de la legalidad. Los actuales representantes, al volver al

común de ciudadanos, de donde los sacó la voluntad del pueblo,

hacen los más fervientes votos por la felicidad de ese mismo

pueblo, para quien siempre han deseado y anhelarán siempre, orden,

progreso, libertad.”230

Parecía que la constitución era más bien un salvoconducto, más que un pacto,

el presidente de la república obligado a utilizar sus poderes extraordinarios

había concentrado el poder y a través de la Constitución de 1857, el legislativo

y el ejecutivo acordaban un mandato que marcaría la actividad del ejecutivo

quien se encargaría de traer el orden, el progreso y la libertad al pueblo. Esto

no fue inmediato, para Emilio Rabasa fue necesario que transcurrieran los

229

“CLAUSURA DE LAS SESIONES DEL SOBERANO CONGRESO CONSTITUYENTE”, en:

El Monitor Republicano, Gacetilla de la Capital, México, jueves 19 de febrero de 1857, p.3. 230

Idem.

107

años, pero además esto no fue en beneficio de una constitucionalización del

sistema sino una especie de fetichismo constitucional:

Después del triunfo, la Constitución fue emblema; pasado algún tiempo, su

acción protectora cambió el emblema en ídolo. El predominio del partido

avanzado extendió la fe constitucional por cuanto es la nación mexicana, y los

ataques rudos de los conservadores lastimados a aquel objeto de veneración,

sublimó el sentimiento general que lo colocaba en un tabernáculo para la

adoración ciega de sus adeptos. Se le llamó sabia, augusta, sacrosanta; los

constituyentes fueron calificados de ilustres, padres de la patria, salvadores de

la nación; pero esto era obra de fe, esa fe resultado de una multitud de

sentimientos en confusión; porque la ley seguía tan ignorada como antes, y la

historia de su formación más ignorada todavía. En realidad, su conocimiento

era lo que menos importaba por entonces para el bien del país: lo que se

necesitaba era prestigiarla, salvarla de las veleidades de la raza, de la

inconstancia de las convicciones y de la indiferencia

surtiría taumatúrgicamente, efectos en todo el territorio. Sólo uno de los

pueblos, y ya que era imposible el prestigio que se funda en la razón y en el

interés de la sociedad, que es el que debe sostener las instituciones, bien valía

el que brotaba de la fe y que convertía la ley suprema en un objeto de

veneración fanática.231

6.3 La construcción del imaginario constitucional

Como hemos visto, Rabasa habla de una fe, de un culto fanático que tuvo sus

propios ministros, sus rituales, y que generó mitos que todavía perviven en

algunos casos. Por eso desde los primeros días después de la promulgación,

era importante comenzar a crear un imaginario en el que se sustentara toda

esta ideología, por ello se recurrió a solemnizar de las formas más peregrinas,

se creía que una vez anunciada día había transcurrido y en la capital se dio una

parada de las guarniciones con sus bandas musicales para rendir pleitesía a un

texto, a un conjunto de hojas de papel y tinta:

Solemnemente fue publicada ayer la constitución. Concurrieron a

este acto el Sr. gobernador, los miembros del Exmo. Ayuntamiento

231

Rabasa, Emilio, La Constitución y la dictadura, Cien de México, CONACULTA, México, pp.

98-99.

108

y todos los cuerpos de la guarnición con sus correspondientes

músicas. En celebridad de este acto solemnísimo se iluminó en la

noche el palacio municipal.232

Por otro lado se entendía que todo aquél que renegara de esta nueva religión

nacional, sería un apóstata y un traidor:

¿Por qué no se izó ayer el pabellón nacional en la catedral, ni en

ninguna de las demás iglesias al promulgarse la constitución? ¿Será

que todavía los padres se creen superiores á la ley? Investigaremos

lo que haya sobre el articular y hablaremos con la franqueza de

costumbre.”233

El mismo periódico detallaba que “Ayer se publicó

por bando en esta capital el decreto para el juramento de la

Constitución. Parece que es punto acordado no exigir el juramento á

los obispos y demás dignatarios de la Iglesia. Sabemos, sin

embargo, que muchos curas, virtuosos, honrados, modestos, esa

parte desheredada del clero, que parece opresión por el clero alto,

están dispuestos a jurar el código fundamental, porque saben que,

ante todo, deben ser mexicanos, y porque comprenden las palabras

de luz y de vida del Evangelio.234

Las solemnidades alcanzaron a todos los burócratas:

Ayer á las siete de la mañana, reunido el Exmo. Ayuntamiento en

cabildo, en el salón de sesiones, juro solemnemente la Constitución

conforme á lo dispuesto en el art. 3 de la ley del 17 del corriente. En

seguida prestaron el juramento todos los jefes de guardia nacional,

y policía del Distrito. Juraron también todos los empleados de las

oficinas del ayuntamiento y gobierno del Distrito. El Exmo. Sr.

gobernador del Distrito recibió los juramentos. El pabellón

nacional, estuvo enarbolado en palacio municipal.235

El juramento a la constitución originó una disputa y un malestar social, en la

mayoría de los casos se desconocía el contenido de la Constitución, sin

232

El Monitor Republicano, La Constitución, México, jueves 12 de marzo de 1857, p.4. 233

El Monitor Republicano, Preguntas, México, jueves 12 de marzo de 1857, p.4. 234

El Monitor Republicano, La Constitución, México, jueves 19 de marzo de 1857, p.3. 235

Ibidem., p.4.

109

embargo la polarización de la sociedad mexicana, causó una serie de

altercados ideológicos y provocó una persecución contra quien no estuviera a

favor del texto constitucional por lo que fuera, aún por no conocerlo.

Se dice que algunos empleados se han rehusado a jurar la Constitución se nos

han mencionado algunos nombres, entre los que en este momento recordamos

los de los dos empelados de la Aduana de esta capital. Estamos recogiendo los

datos necesarios, y publicaremos una lista de las personas que no han querido

jurar el nuevo código constitutivo.”236

Era importante denunciar a los

traidores, pero también aplaudir a los que habían ya cumplido con el

juramento para que sirviera de incentivo a los indecisos: “En toda la

guarnición, estados mayores y oficinas militares, dice el Siglo, no ha habido

un solo individuo que se niegue a jurar la Constitución.”237

, en otros casos la

cuestión no era tan clara sobre quién estaba obligado a jurarla: “Los

empleados del Montepío no han jurado, porque dicen que ese es un

establecimiento particular. Pero ¿cómo puede ser esto, cuando estos

empleados reciben sus despachos del gobierno? El Sr. Lazpita, director del

Montepío, ha renunciado ese empleo. Nosotros creemos que es preciso hacer

cumplir la ley con energía, y sin excepciones de ninguna clase.238

Y es que el juramento no debía ser un acto mecánico o sólo formal, el término

jurar significa un compromiso espiritual, y quizá esta transacralización era la

que estaba molestando la conciencia de algunos; la naturaleza del juramento

se hace palpable en la siguiente noticia:

236

El Monitor Republicano, El juramento de la Constitución, México, sábado 21 de marzo de 1857,

p.4. 237

El Monitor Republicano, El ejercito, México, sábado 21 de marzo de 1857, p.4. 238

El Monitor Republicano, Montepío, México, sábado 21 de marzo de 1857, p. 4. En el mismo

periódico se daba cuenta de la lista de empleados que en correos habían ya jurado la constitución

“Reunidos en la administración general de correos con objeto de jurar obediencia á la constitución

política del país, espedida por el soberano congreso constituyente y sancionada por el supremo

poder ejecutivo en 5 de febrero de 1857, dieron cumplimiento á este acto los empleados que

suscriben en cumplimiento del artículo 121 que así lo previene. México, Marzo 19 de 1857.

Guillermo Prieto.– Luis Gutierrez Correa.– Wenceslao Palacios.– Ignacio Sánchez Hidalgo.–

Antonio José Villada.– Manuel Pimentel.– Francisco de P. Romero.– Jesús José Irrizan.– Agustin

Gochicoa.– Ignacio Reyes y Salas.– José Antonio Vargas.– José Borrego.– Ignacio Cisneros.–

José Rafael Ortega.– Pedro Abascal.– Vicente Vitalva.– Juan Perez Maldonado.– Manuel Aburto.–

Manuel Rojas .– Gabriel Durán.– Fernando Sort.–Agustín Martínez.– Pablo García . – Trinidad

Vázquez.– José Rafael Rivera.– J.M. Ruiz Espino.– Antonio Gómez, empleado de la principal de

Veracruz.– Ignacio Diez de Bonilla.” El Monitor Republicano, Juramento de la Constitución,

México, sábado 28 de marzo de 1857, p.3.

110

La Pata de Cabra publica ayer el siguiente párrafo: ‘La oficialidad del cuerpo

nacional de Tiradores Guerreros, ha jurado ayer la constitución política del

país. Cuando estos actos se ejecutan con el corazón y no por fórmula, hay en

ellos algo de sublime de fuego a luego se nota la sinceridad del hombre (…) y

la Malicia del perverso. Un capitán del mencionado cuerpo, después de prestar

el juramento de estilo, dijo ‘Señores, juro además, acudir al primer llamado de

la patria y sostener con mi vida ese código que antes he jurado respetar,

porque él ha sido escrito con la sangre del pueblo á que pertenezco.’ La

sinceridad con que fue pronunciado este nuevo juramento, la espontaneidad

con que fue hecho y la franqueza que revelaba la fisonomía del joven capitán,

conmovió á los concurrentes, y un entusiasmo general fue la prueba mas cierta

del eco que había hecho en aquellos corazones republicanos. Aun tiene la

libertad hijos que la sostengan. Aun hay almas sinceras que comprenden la

magnitud de un juramento, y que estamos ciertos jamás traicionaran sus

principios.239

Una vez jurada en la capital, las solemnidades debían extenderse a todos los

pueblos de México, apoyadas de la buena voluntad de las distintas

autoridades; muy cerca de la Ciudad de México, las solemnidades iban

llenándose de folklore:

El domingo 22 del actual, se ha verificado en Tlalpan, cabecera del Distrito de

su nombre, la publicación y juramento de la constitución, de la manera más

solemne y en medio del más puro y vivo regocijo. A las 8 de la mañana se

hallaba ya reunido el batallón del Distrito de Tlalpan en número de mas de

600 plazas debiendo advertir que el entusiasmo de los individuos que lo

componen, como amantes de la libertad, no conoce límites, pues hay

compañías que han ocurrido al llamado de la autoridad desde seis leguas de

distancia. A las doce del día se hallaba en el salón de cabildos del ilustre

ayuntamiento, el prefecto, juez de letras, sub-prefecto, ayuntamientos,

administradores de rentas y contribuciones del Distrito, y entonces salió el

bando nacional publicando la constitución del país, precedido de batidores de

caballería y de infantería: seguían cosa de seis músicas, la banda, y bajo las

mazas del ayuntamiento los capitulares de los doce ayuntamientos de Distrito,

cubriendo la retaguardia el batallón de Tlalpan mandado por el teniente

coronel C. Gregorio de Medina, y el escuadrón del Distrito de Tlalpan

mandado por su comandante el comandante del escuadrón L. Benito Rójula.

Concluida esta ceremonia siguió la del juramento de la Constitución,

239

El Monitor Republicano, Juramento, México, viernes 27 de marzo de 1857, p. 4.

111

haciéndose este acto con las formalidades requeridas y por todas y cada una de

las autoridades, y al fin por el batallón de Tlalpan ante su bandera reinado en

todo este acto un patriótico y religioso entusiasmo. Consignamos estos hechos

porque ellos honran á la autoridad que los ha promovido y dan esperanza, si

se imitan, de un buen porvenir á la República.240

Junto a la expansiva idea de implantar la solemnidad del juramento

constitucional y el espíritu de denuncia, comenzó a darse la costumbre del

Monitor Republicano de publicar el estado de la cuestión de la jura, día a día:

“Ha sido jurada ya la Constitución en Morelia. Hasta ahora no sabemos si

habrá sido jurada en Puebla. ¿Por qué este retardo estando Puebla tan

cerca?”241

Como se ha mencionado no estaba definido que sólo se hiciera el juramento

en las capitales de las entidades federativas, tenemos noticias de municipios

como el siguiente: informa el Jefe Político del Cantón respectivo al

comandante general del Departamento de Jalisco, que el Alcalde en turno de

Zapotiltic informa que “reunidos para la Sesión de un día, a fin del juramento

que previene el supremo acto de 17 de marzo último, los ciudadanos alcaldes

y regidores, como también el administrador de correos, síndico y mayordomo

de propios; resolvieron resolutivamente no hallarse en disposición de jurar la

Constitución del Congreso Constituyente.” Se ordenó al jefe del cantón

interviniera con la fuerza pública para no tolerar semejante acto de infidencia

pues “de otra manera quedará despreciada, tanto esta ley fundamental, siendo

esta acto de desobediencia, el primero que prepare a una nueva revolución.”

La subversión se propagó a los poblados de Tonila y San Gabriel.242

El Arzobispo de México complicó las cosas al enviar una circular en la que

decía a fieles y curas “que no se puede jurar lícitamente la constitución, en el

caso de que alguno de los que la ha jurado se acerque al tribunal de la

penitencia, se le exija que retracte el juramento públicamente, de ser posible,

ante la autoridad en que se prestó el juramento.”243

240

El Monitor Republicano, La Constitución, México, sábado 21 de marzo de 1857, p.4. 241

El Monitor Republicano, La Constitución, México, miércoles 25 de marzo de 1857, p.3. 242

Colección de documentos inéditos o muy raros relativos a la reforma en México, Instituto

Nacional de Antropología e Historia, México, 1957, Archivo de la Defensa Nacional, documento

no. 143, p. 18. 243

El Monitor Republicano, sección: Gacetilla de la capital, 27 de marzo de 1857.

112

En Querétaro el 28 de marzo fue jurada por todos los preceptores de primeras

letras, excepto uno, Juan Balvanera; en el Colegio del Estado se suplieron a

los profesores de filosofía moral y escolástica por negarse a jurar la

constitución, y a los detractores se les puso a disposición de la comandancia

militar244

.

En Aguascalientes el cronista informaba “Estamos en vísperas de una crisis

con el juramento de la Constitución, las conciencias han sido explotadas muy

eficazmente y hasta aquellos jóvenes que creía profesaban las máximas más

completas del liberalismo, hoy los veo tímidos y llenos de preocupaciones.”245

En este estado varios miembros del Tribunal Superior de Justicia se negaron a

jurar la Constitución. De este modo podemos decir que el juramento o no

juramento de la constitución no fue un acto privativo de una clase social, el

asunto llegó al mismo Ministerio de Justicia, dos de los magistrados del

Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, se negaron a jurar la

Constitución; el primero de ellos, Ignacio Solares, había acudido a la

solemnidad del juramento, pero para no dejar lugar a dudas escribió al

presidente del Tribunal explicando que sólo asistió pero no debía considerarse

eso como juramento y si en su caso se considerara así, la misiva era una

retractación formal, el castigo fue la destitución. El magistrado Manuel G.

Aguirre aclaró aún más sus razones:

Considerando como más prudente el medio de no haber asistido al

acto del juramento de la Constitución, ni deseando concurrir al

despacho del tribunal, para dar a entender que no me hallo

dispuesto a prestar dicho juramento, no había dado por escrito

ninguna explicación; pero procedo, desde luego a cumplir, haciendo

una breve explicación que me ponga a cubierto de la nota de

rebelde: Es público y notorio que el I.S. Arzobispo ha manifestado

de modo muy solemne no ser justo prestar el juramento de que se

trata; pues bien, yo ciudadano de la República, pero hijo también de

la Iglesia Católica, tengo que obedecer uno de dos mandamientos

contradictorios, el que me impone el poder civil como ciudadano o

el del prelado eclesiástico en mi calidad de cristiano, en tal

conflicto, mi resolución es por el segundo extremo; pero no lo

adopto sin manifestar al mismo tiempo que en cuanto está de mi

parte hago lo que puedo por prestar mi obediencia a la potestad

244

Ibidem., 30 de marzo de 1857. 245

Idem.

113

civil, y en tal virtud: 1º que protesto y con plena voluntad mi

completa obediencia a la Constitución en todo lo que no afectare a

mi conciencia como católico; y 2º que para dar al Supremo

Gobierno una señal del profundo respeto con que recibo sus

disposiciones, me someto, desde luego, a la pena de destitución y a

no invocar a mi favor el artículo 47 de la ley vigente sobre

administración de justicia, según la cual no podría yo ser

renunciado sin previa causa justificada en el juicio respectivo.246

Como bien lo explica este juez, que es un caso histórico de objeción de

conciencia, en el juramento a la constitución se presentaban son dos extremos,

que se tenían por antagónicos, la constitución debiera significar en cambio, un

espacio en donde concurren diversidades que encuentran lo común y lo

adoptan como marco de acuerdo.

Una última noticia del juramento:

Ayer ha sido publicada en esta capital por bando nacional, y con la

solemnidad debida la nueva constitución política de la República; y

la que hoy debe ser jurada ante el gobierno del Estado (de

Querétaro) como la en el salón del congreso, por lo empleados y

demás funcionarios, tanto del Estado como de la Federación. Para

solemnizar como es debido este acontecimiento, se dispuso que

ayer y hoy, como días de festividad nacional, hubiera iluminaciones

en la plaza principal y palacio, invitando al vecindario para que

iluminaran sus casas. Se pensó, que hoy después del juramento de

la constitución, pasaran la autoridades y demás empleados de esta

ciudad, a la santa iglesia parroquial, para que por medio de un Te

Deum, dar gracias al Ser Supremo por los beneficios que se ha

dignado dispensar a los mexicanos, que después de más de tres años

de una continua guerra fratricida, al fin ha aparecido la ley

fundamental de la nación.247

Obviamente el Te Deum no se dio porque tanto el párroco como otros

sacerdotes de la entidad estaban de “reaccionarios” empezando por el cura

246

Archivo General de la Nación, “Expediente sobre juramento a la Constitución”, Tribunal

Superior de Justicia del Distrito, en: Cabrera, Lucio, La Suprema Corte de Justicia a mediados del

siglo XIX, México, SCJN, 1987, documento 21, pp. 276-277. 247

Idem.

114

Rodríguez de San José de Iturbide en la Sierra Gorda, que había ya reunido a

un grupo de personas que se encontró con las fuerzas de San Luís Potosí.248

6.4 Acerca de la autoridad de la constitución: una conclusión al capítulo

El debate sobre el juramento se prolongó en los meses sucesivos a la

promulgación de la constitución, se discutía sobre quién estaba obligado a

jurarla, qué se debía hacer con los que no la juraran, a partir de cuándo se

debía jurar, cómo se debía jurar, y en fin, tantos por menores formales, que la

constitución pasó al olvido, Cosío Villegas tiene una hipótesis al respecto:

La Constitución de 57 fracasó en definitiva no por sus contradicciones o sus

lagunas. Como lo hemos dicho más de una vez, los hombres que la vieron

funcionar advirtieron sus defectos, sabían cómo remediarlos y comenzaron a

hacerlo. Fracasó porque cuando fue redactada en 56, cuando se la transformó

con las leyes de Reforma y cuando operó en la República Restaurada, el

mexicano veía en las libertades política e individual la clave de todos los

secretos, la solución de todos los problemas: de los políticos desde luego, pero

también de los económicos y de los sociales. Si esa fe del mexicano de

entonces hubiera sido suficiente fuerte; si el mexicano se hubiera abrazado a la

libertad para hallar en ella el remedio de todos sus males, su curso hubiera

sido menos tranquilo, su progreso económico menor, pero habría alcanzado

una organización democrática sólida.249

Para el historiador hispano, México no hizo caso a la Constitución de 1857

porque no estaba preparado para la libertad, por eso apostó al régimen de

Porfirio Díaz que le prometió progreso económico, pero sobre todo paz, no

quisimos pagar el precio de la libertad, y entonces 1917 significaría una toma

de conciencia, un arrepentimiento; nos parece que aún la visión de Cosío

Villegas es taumatúrgica, y la del siglo XX mexicano no está muy alejada de

ello, la Constitución no funcionó simple y sencillamente porque el texto

normativo no hace a la norma, sino debiera ser al contrario.

Hoy que despertamos del sueño parlamentarista, que comenzamos a ser más

críticos de ese fetichismo constitucional (aunque no lo suficiente) parecen más

248

Idem. 249

COSÍO VILLEGAS; Daniel, La constitución de 1857 y sus críticos, Fondo de Cultura

Económica, México, 4ª ed., 1998, pp. 156-157.

115

válidas las reflexiones de un Emilio Rabasa que detectó ya en su momento la

idolatría constitucional que bien se resume en una poesía que apareció

publicada el 29 de marzo de 1857, que muestra el idilio de una época y que

hoy suena no tan lejana cuando se escucha todavía muchas voces que

consideran un texto como el único medio de nuestra salvación:

Al Soberano Congreso

A ti que leyes dictas con prudencia,

Que aseguran la paz del mexicano,

Hoy entusiasta el pueblo en su demencia

Patriótica, ¡oh! Congreso Soberano,

Al protestarte humilde su obediencia,

Acción de gracias, sí, te brinda ufano;

De gratitud y amor hoy impelido,

Al mirarse por ti ya constituido.

116

117

7. Vacuidad Constitucional: Apuntes para una historia de la justicia

constitucional mexicana

“Los límites de la jurisdicción constitucional

no están ni pueden estar geométricamente dibujados…

Las fronteras no siempre son nítidas.

A veces diríase que no son líneas, sino más bien marcas

en el sentido territorial medieval”

Francisco Tomás y Valiente

(Historiador del Derecho y Presidente de la

Corte Constitucional española)

7.1 Planteamiento

La constitución escrita está necesariamente incompleta, el derecho procesal

constitucional nos muestra en primer plano una constitución ‘en construcción’,

si bien en la práctica esto es evidente, no lo es en el discurso, un discurso que

ha quedado rezagado, consagrando principios que hoy se presentan como

vacíos250

, sin un significado y sin ningún valor social, por tanto incoherentes y

a veces ilegítimos. Para entender esta disociación entre la práctica y la teoría,

es necesario analizar la evolución histórica del ‘concepto’ de constitución.

Baste por ahora saber que existen dos nociones de constitución, una amplia y

otra restrictiva, la constitución es un hecho, un modo, una forma, una

institución por la cual se manifiesta una sociedad, o bien es sólo un pacto

escrito entre el detentador del poder y los gobernados, por supuesto que

aconsejamos como siempre una postura prudencial, un justo medio entre estos

dos extremos, podemos utilizar tentativamente el concepto de Loewenstein

“Convicciones comúnmente compartidas y ciertas formas de conducta

reconocidas que representan principios sobre los que se basan las relaciones

entre detentadores y destinatarios del poder” 251

.

Durante la exposición de este trabajo parecerá que existe una apología de la

constitución material, esto lo hacemos por razones metodológicas, pues ha

250

Es la lúcida reflexión de MONGIN, Oliver, El miedo al vacío. Ensayo sobre las pasiones

democráticas, FCE, México, 1993; el autor plantea este desencantamiento en términos

marramaonianos, por la democracia, en nuestro caso por un orden constitucional que se nos

aseguraba sería protector de nuestros derechos y no solamente declarativo “¡Fin de la historia,

apaciguamiento de las pasiones ideológicas! La impresión del vacío es muy impactante: la ineptitud

de la política para tratar las pasiones del individuo…” (p. 53) una de las pasiones es la justicia en

que la política en este caso constitucional, también demostró su ineptitud. 251

LOWENSTEIN, Kart, Teoría de la Constitución, Barcelona, 1983, p. 216-222.

118

sido tan excesiva la asociación mental entre constitución formal y derecho que

hemos perdido de vista aquél otro mundo que urge recuperar, y esto no es de

ningún modo una excentricidad de la historia del derecho, es un planteamiento

que hace también el constitucionalismo más actual, tal es el caso Peter

Häberle que concibe a la “Constitución no sólo (como) un texto jurídico o un

código normativo, sino también la expresión de un nivel de desarrollo cultural,

instrumento de la representación cultural autónoma de un pueblo, reflejo de su

herencia cultural y fundamento de nuevas esperanzas”252

Es verdad que la constitución como contrato social pretende regular y

controlar el poder, por eso lo distribuye, lo limita y este principio está presente

no sólo en la historia constitucional sino en una historia que podríamos llamar

del control del poder a través de la justicia, aquí no necesitamos que exista

constitución escrita, basta que haya un poder y una sociedad que desea

limitarlo. Pero cuando se logra limitar al poder, utilizando un documento

escrito llamado constitución, entonces se generan algunos problemas que la

doctrina ha intentado solucionar:

a) La separación entre la realidad social y el documento escrito,

expresado en la frase “letra muerta”

b) La instrumentalización sectaria de la constitución, como en el

caso de los totalitarismos europeos del siglo XX, en donde

regímenes ‘constitucionales’ negaron impunemente derechos

fundamentales, y

c) (el caso que nos ocupa) La creación de un mito llamado

complitud, que lleva a concebir un sistema cerrado y acabado

que impide que la constitución pueda perfeccionarse o más

bien, que podamos perfeccionar nuestra percepción de los

mejores posibles mecanismos para alcanzar la justicia.

Bajo el supuesto de que la constitución nos protege surge lógicamente la

pregunta y ¿quién protege a la constitución? y es que la primera premisa de la

‘defensa constitucional’ es la de proteger a la constitución escrita del mismo

que la ha elaborado como proponen Sieyes y Constant253

, advirtiendo los

excesos a los que había llegado el liberalismo constitucional francés.

252

HÄBERLE, Peter, Constitución como cultura, Universidad del externado de Colombia, Instituto

de Estudios Constitucionales Carlos Restrepo Piedrahita, Bogotá, 2002, pp. 71-72 253

Estos dos autores han sido estudiados por los conservadores y se consideran los precursores del

Supremo Poder Conservador que hoy ha podido ser revalorizado como una forma de control

constitucional aún a pesar de los excesos que se le reputan, como dicen la intención es lo que

119

Este trabajo surge de la necesidad metodológica de delinear los cauces

epistemológicos por los cuáles acercarnos a aquella realidad denominada

“justicia constitucional” que hoy es un claro concepto jurídico, pero que al

aplicarlo a la historia podía resultar un poco tiránico imponiendo categorías

nuevas a realidades anteriores, y no es un nominalismo vetusto el que nos

movía intentando encontrar en que momentos históricos de nuestro derecho se

utilizó de una u otra manera algunos términos como constitución, amparo,

jurisdicción constitucional, etc., sino más bien, identificar acontecimientos en

los que el derecho intentaba dar solvencia a la necesidad de controlar el poder

y por tanto de defender un orden constitucional, existiera o no constitución

escrita, como en el caso de la constitución novohispana254

.

7.2 Las versiones de la historia del derecho procesal constitucional

Eduardo Ferrer Mac-Gregor ha distinguido dos momentos distintos

dentro del Derecho Procesal Constitucional, el primero al que podríamos

denominar fase sustancial255

y que es justamente la que estamos definiendo

en este trabajo, esta fase podría ser amplia o restringida dependiendo el

cuenta. Ver el trabajo de CRUZ BARNEY, Oscar, “El Supremo Poder Conservador y el control

constitucional” en: Derecho Procesal Constitucional, (coord. Eduardo Ferrer Mac-Gregor), tomo II,

pp. 957-972, p. 967 254

Son los estudios que ha realizado Salvador Cárdenas entorno a la imagen de la Constitución

novohispana que se realiza a través de representaciones simbólicas como el águila bicéfala o los

arcos del triunfo, los resultados de la investigación estarán en Imágenes de la Constitución

Mexicana, que está en prensa en la Suprema Corte de Justicia de La Nación. En cuanto a lo que

respecta a la palabra ‘constitucón’ de origen latino, debemos advertir que su uso es muy difundido

en el antiguo régimen incluida Nueva España, sólo que el concepto es diferente, la principal

diferencia es que antiguamente se usa de modo plural para referirse a diferentes realidades, hoy la

soberanía prevé un concepto diferente, de tipo excluyente cfr. FIORAVANTI, Maurizio,

Constitución. De la Antigüedad a nuestros días, Trotta, Madrid, 2001. 255

En esta distinción entre la justicia constitucional como fenómeno y como ciencia, es evidente

que si bien el estudio de las figuras de defensa y control constitucional nacen en el siglo XX, el

fenómeno es mucho más antiguo y, dependiendo los presupuestos históricos que el investigador esté

dispuesto a aceptar, podemos remontarnos a una antiquísima idea de anteposición de la verdad por

parte del pueblo al detentador del poder. Véase FOUCAULT, Michel, La verdad y las formas

jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1996. El introductor del Derecho Procesal Constitucional en México,

Eduardo Ferrer Mac-Gregor, contempla como elemento “metajurídico” de una nueva ciencia el

sentido común dorsiano (Ensayos sobre derecho procesal constitucional, México, Porrúa/Comisión

Nacional de los Derechos Humanos, 2004, p. XVIII), en pocas palabras, la ratio iuris, es decir que

el dilema justicia-descubrimiento de la verdad sólo puede ser resuelto no desde una forma

preconcebida, sino a través del ejercicio prudencial, de una habitual tendencia a dar a cada quien lo

suyo.

120

concepto de constitución que se maneje, como decíamos, si se acepta que

existe una constitución real o histórica se podría hacer una historia del derecho

procesal constitucional extensa en la que entrarían instituciones procesales

creadas para proteger el orden constitucional, tales como los amparamientos o

cartas amparatorias, el fiscal, regente y procurador en algunas de sus

facultades; etc256

. En cambio, para quién constitución signifique sólo un

documento escrito habría que esperar a las constituciones formales como

Cádiz y la de 1824 (y quizá los documentos constitucionales insurgentes) para

evaluar si en su articulado existen mecanismos de protección constitucional,

haciendo una historia un poco más reducida. La segunda fase que llamaríamos

científica, surge a partir de los estudios de Kelsen, en concreto la pugna con

Schmitt publicada en 1928 en su obra “Garantía jurisdiccional de la

constitución”, en la cual el jurista checo sugería una instancia diferente a la de

los tres poderes revisora de las actividades constitucionales de los mismos, a

diferencia de Schmitt que proponía dejar esta revisión en manos del ejecutivo.

Esta segunda fase continuará desarrollándose después de la posguerra con el

distinguido procesalista florentino Piero Calamandrei, de ahí que se anteponga

el procesal al constitucional; posteriormente en España pero con fortuna en

nuestro país Niceto Alcalá y Zamora es el primero en utilizar el término. Sin

embargo se atribuye la fundación material de esta ciencia a Héctor Fix-

Zamudio a través de su fructuosísimo trabajo como ensayista en innumerables

publicaciones. Por último, habría que mencionar al constitucionalista Sentís

Melendo que propone que la nueva rama sea derecho constitucional procesal.

Sin embargo en América Latina ha tenido más éxito la anteposición de lo

procesal a diferencia de Europa, sobretodo España, en la que se opta por

Justicia Constitucional, cuestión de enfoques y enunciaciones, acomuna a

todos la misma necesidad, la idea de generar instrumentos judiciales que

256

El iushistoriador Bernardino Bravo Lira, nos proponía un ambicioso proyecto de investigación

entorno a la historia de la justicia constitucional en América Latina, para el profesor chileno figuras

como la segurança brasileña y el procurador virreinal tienen muchas similitudes de acuerdo a la

defensa de un orden constitucional, pero además se remontan a antecedentes remotos medievales en

la figura romanista agravaminem apelación contra actos de gobierno, que en la cultura antigua se

entiende como un procedimiento que se puede iniciar de oficio, el amparo mexicano del siglo XIX

nace a falta de esta realidad. Además quedarían pendientes de estudiar todas las instituciones de

origen castellano que de alguna manera tuvieron ingerencia en nuestro derecho como: El interdicto

de homine libero ad exhibendo Recurso de fuerza, recurso de injusticia, intercessio, interdicto de

amparo, los justicias. Y que decir de las Siete Partidas, derecho vigente en México, la Tercera

Partida (tit. XXIII) nos habla de cuatro recursos para combatir una injusticia: la alzada, la merced,

la restitución y la revisión. Otra institución bajo análisis debería ser sin duda la Suplicación (todavía

presente en la Recop. de 1681) y por último aunque cada vez menos aceptada de influencia directa

de los Procesos forales aragoneses o juicio de manifestación.

121

permitan por un lado hacer eficaz el derecho constitucional y por otro regular

los excesos inconstitucionales de las autoridades. El auge de esta fase se ha

manifestado en varios congresos y en nuevos Institutos que reúnen a los ahora

especialistas de la materia, tal vez el logro más acabado es esta misma Revista

en la que se publican los resultados de las investigaciones de constitucionalista

y procesalistas257

.

7.3 El descubrimiento de la Vacuidad Constitucional

Queremos hacer una contrahistoria, es decir, presentar el contraste, a veces

irónico, de la mitología moderna del derecho, para así resaltar las virtudes del

mensaje que nos propone el derecho procesal constitucional. Básicamente nos

referimos al ideal de la complitud258

, un término que hemos venido utilizando

en estos últimos años, rescatado de las matemáticas y presente en otros

idiomas y que expresa la noción de concebir un sistema legal perfecto sin

vacíos, en el cuál el juez tiene solamente una actitud pasiva, como mero

enunciador de la norma, mientras el sistema generado por una constitución

formal se conciba completo entonces será difícil que en el proceso de

elaboración del derecho existan fuentes diferentes a la ley, por lo que el

sistema legal tendrá que dotarse de principios autoritarios, diría Paolo Grossi

absolutistas, que justifiquen la posibilidad de leyes injustas, tales principios

como el representación popular, soberanía y sobretodo el de legalidad

sacralizan a la ley haciéndola infalible, única fuente del derecho, perdiéndose

la característica propia de la legislación su racionabilidad, su capacidad de

dirigir, legis magitra est, decía el aforismo latino, la ley moderna goza de

coercitividad no necesitaría demostrar su racionabilidad y en algunos casos su

constitucionalidad, pues lo otro, argumenta el modernismo jurídico, sería caer

en la inseguridad jurídica.

La idea del vacío legal se crea durante la exégesis francesa que se planteó la

posibilidad de subsanar las lagunas del ordenamiento a través de de la

interpretación259

. Algunos autores que han desarrollado el tema como Vanossi,

257

Cfr. FERRER M., Eduardo, Ensayos sobre derecho procesal constitucional, México,

Porrúa/Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2004. 258

También como completitud, y más imprecisamente totalidad o plenitud del ordenamiento

jurídico nacional. Goldschmidt prefiere el adjetivo hermeticidad del sistema. 259

Tal el planteamiento más antiguo al vacío legal lo hizo Ludovico Antonio Muratori justo en el

inicio de la codificación moderna en su obra Los defectos de la jurisprudencia, de 1742.

122

nos proponen que no existe un consenso sobre qué cosa son las lagunas del

derecho, hay autores como Busso que piensan que las lagunas estarán siempre

presentes pues reflejan la imperfección humana, Zitelmann cree que no

existen pues hay siempre un modo de integrar el ordenamiento a través de la

analogía260

, por lo que e incorrecto llamarlas lagunas y serían más bien

correcciones. Donato opina que el principio de complitud no debiera referirse

al ordenamiento sino a la hermenéutica en donde el juez hace posible la

integración de la norma261

. Para Coviello es mejor tomar una postura

pragmática y fingir que no existen “se puede decir que no hay lagunas en la

ley, con este fundamento se justifica el principio de las legislaciones modernas

por el cual el juez no puede rehusarse a resolver un caso práctico con la

excusa del silencio de la ley sin hacerse reo de denegación de justicia”262

. La

teoría italiana es la más avocada a este problema desde Carnelutti apoyado en

la ciencia procesal a Del Vecchio en la filosofía del derecho. El mismo Kelsen

se interrogó sobre la clausura del sistema y es famoso su diseño piramidal del

mismo, el cuál niega las lagunas del derecho porque el principio de que lo que

no está prohibido está permitido hacen presumir a la libertad como conducta

que llena esos huecos. Otros como Aftalión, Alchourrón Bulygin, o Amedeo

Conte263

; han planteado innovadoras teorías sobre la lagunocidad del

ordenamiento.

Ahora bien, la mayoría de estos planteamientos eran paliativos a la crisis que

había originado la codificación sobre todo civil, pero en este caso nos interesa

la codificación del derecho del Estado es decir, de la Constitución. En este

punto podemos identificar dos tipos de lagunas, las normativas y las lagunas

axiológicas264

. En principio diríamos que no debiera existir diferencia entre la

integración de las lagunas en general y la que se hace del ordenamiento

constitucional, al día de hoy rige especialmente la autointegración, pero la

justicia constitucional ha descubierto la vacuidad y nos propone una

interpretación un poco más abierta en donde el juez constitucional puede

participar en el perfeccionamiento del orden constitucional y nosotros iríamos

260

Lück im Recht, Laipzig, 1903, p. 26 261

Il problema delle lacune dell’ordinamento giuridico, Milano, SEL, 1910. 262

COVIELLO, N., Diritto Civile italiano, Milano, 1924, p. 82. 263

Le probleme des lacunes en droit, Bruxelles, E. Brylant, 1968. 264

Por cierto de este tipo de lagunas de reciente aparición la obra de DE LA TORRE MARTÍNEZ,

Carlos, La Recepción de la filosofía de los valores en la filosofía del derecho, Instituto de

investigaciones jurídicas de la UNAM, México, 2005, en donde el autor nos propone una serie de

líneas a seguir en cuanto a la integración de las lagunas constitucionales a través de la interpretación

judicial problema que también ha analizado GUASTINI, Ricardo, “Principi di diritto e

discrecionalita giudiziale”, en: Diritto e Diritti, Electronic Law Review, Ragusa, 1996-2005.

123

más allá diciendo que participa en el acercamiento entre la cultura

constitucional (o constitución material) y la constitución formal. Obviamente

no faltaran los detractores, como ya veremos, que en esto ven un peligro al

que denominan “gobierno de los jueces” o el problema del “juez legislador”, o

la llamada “judicialización” la historia es por eso maestra, pues nos muestra

un sin fin de ejemplos en el que a través del trabajo de los jueces se logra un

gobierno del derecho tan distinto del hoy anhelado y manoseado Estado de

Derecho que supone la sujeción del derecho a la política. Es claro que la

integración constitucional está mirando hacia horizontes lejanos, Carducci nos

habla de constitucionalismo multinivel265

, la interpretación se vuelve más

heterointegrativa y se comienza a echar mano de jurisprudencia internacional

y otras fuentes olvidadas en la edad legolátrica.

7.4 Historia de la Justicia Constitucional mexicana

Ya mencionamos algunas instituciones novohispanas, que podrían estudiarse

para efectos de la elaboración de una historia de la justicia constitucional,

además dijimos podría llegar a ser una historia interesante pues tendría

muchos puntos de común con otros países latinoamericanos. Pero

enfoquémonos por ahora en una historia de la justicia constitucional en stricto

sensu, es decir, para cuando ya existe un ordenamiento constitucional escrito y

mecanismos formales para asegurar una jurisdicción constitucional. A

continuación mencionaremos algunos ejemplos proponiendo una lista no

exhaustiva de temas a estudiar: para algunos teóricos los Elementos

Constitucionales de López Rayón pueden ser ya considerados parte del

expediente constitucional del México independiente, en el artículo 31, el

jurista introducía la figura del habeas corpus, más intuitivamente que por

conocimiento de la institución, pues “las noticias (eran) escuetas y

parciales”266

. En el Decreto Constitucional para la libertad de la América

Mexicana, la junta de notables encabezada por Morelos incluyó dentro de su

articulado el juicio de residencia al modo español pero en este caso, a él

estarían sujetos los tres poderes (que habían nacido con la división de poderes

asumida por este documento) en caso de atentar contra la constitución y sus

leyes. Si consideramos que la reglamentación de los derechos fundamentales

es ya un tipo de mecanismo de control constitucional habría entonces que

265

Michele Carducci, Tecniche Costituzionali di Argomentazione normazione comparazione, Lecce,

Pensa Multimedia, 2003. 266

PEREZ DE LOS REYES, Marco A., Historia del Derecho mexicano, vol. 2, Oxford University

Press/UNAM, México, 2003, p. 244.

124

incluir además otros documentos y la Constitución de la Monarquía española

de 1812, mejor conocida como Constitución de Cádiz.

Una vez que México se independiza comienza a trabajar en un documento

constitucional ya desde el gobierno del emperador Iturbide, pero será el

segundo Congreso el que tendrá éxito en la empresa. Tendríamos que

mencionar al federalismo mexicano como un modo de control del poder, pues

la finalidad que se busca y que se puede deducir de los debates, es la de

distribuir el poder. Pero hay otro elemento de análisis en relación al

federalismo y la justicia constitucional, y es que esta última no fue

prerrogativa de aquél, es decir, la justicia constitucional en nuestro país fue

aceptada y puesta en marcha tanto por federalistas como por centralistas267

,

tanto por liberales como por conservadores. La Constitución de 1824

contemplaba un procedimiento para interpretar la constitución en el Título VII

Sección única. Llamado De la observancia, interpretación y Reforma de la

Constitución y Acta constitutiva, el control constitucional es plenamente

ejercido por el poder legislativo: “Artículo 164.- El congreso dictará todas las

leyes y decretos que crea conducentes a fin de que se haga efectiva la

responsabilidad de los que quebranten esta constitución o la acta constitutiva.

Artículo 165.- Sólo el congreso general podrá resolver las dudas que ocurran

sobre inteligencia de los Artículos de esta constitución y del acta constitutiva”.

Las Bases Constitucionales de 15 de diciembre de 1835, contemplaban en su

artículo 4º una enigmática frase: el supremo poder nacional (suma de los tres

poderes) establecerá un arbitrio suficiente para que ninguno de los tres

(poderes) pueda traspasar los límites de sus atribuciones.

Pero serían Las Leyes Constitucionales de 1836, conocidas como Las Siete

Leyes, las que haría efectiva la existencia de un arbitrio superior a los tres

poderes y conocido como Supremo Poder Conservador268

, “Segunda Ley,

267

Es justo la hipótesis de ABREU y ABREU, Juan Carlos, “La justicia constitucional a dos fuegos:

Federalistas vs. centralistas” en: Historia de la Justicia en México. Siglos XIX y XX, Suprema Corte

de Justicia de la Nación, México, 2005. 268

Sobre el particular ya mencionamos el trabajo de Oscar Cruz Barney, pero también el de

MARTINEZ SOSPREDA, Manuel, “Sieyes en México: acerca de las fuentes del Supremo Poder

125

Artículo 12.- Las atribuciones de este Supremo Poder son las siguientes: I.

Declarar la nulidad de una ley o decreto dentro de dos meses después de su

sanción, cuando sean contrarias a Artículo expreso de la Constitución y le

exijan dicha declaración o el Supremo Poder Ejecutivo o la alta Corte de

Justicia, o parte de los miembros del Poder Legislativo en representación que

firmen dieciocho por lo menos; II. Declarar, excitado por el Poder Legislativo

o por la Suprema Corte de Justicia la nulidad de los actos del Poder Ejecutivo,

cuando sean contrarios a la Constitución o a las leyes, haciendo esta

declaración dentro de cuatro meses contados desde que se comuniquen esos

actos a las autoridades respectivas; III. Declarar en el mismo término la

nulidad de los actos de la Suprema Corte de Justicia, excitado por alguno de

los otros dos poderes, y sólo en el caso de usurpación de facultades. Si la

declaración fuere afirmativa, se mandarán los datos al tribunal respectivo para

que sin necesidad de otro requisito, proceda a la formación de causa, y al fallo

que hubiere lugar; IV. Declarar por excitación del Congreso general, la

incapacidad física o moral del Presidente de la República, cuando le

sobrevenga; V. Suspender a la alta Corte de Justicia, excitado por alguno de

los otros dos Poderes Supremos, cuando desconozca alguno de ellos, o trate de

trastornar el orden público; VI. Suspender hasta por dos meses (a lo más) las

sesiones del Congreso general, o resolver se llame a ellas a los suplentes por

igual término cuando convenga al bien público, y lo excite para ello el

Supremo Poder Ejecutivo; VII. Restablecer constitucionalmente a cualquiera

de dichos tres Poderes, o a los tres, cuando hayan sido disueltos

revolucionariamente; VIII. Declarar excitado por el Poder Legislativo, previa

iniciativa de alguno de los otros dos Poderes, cuál es la voluntad de la Nación,

en cualquiera caso extraordinario en que sea conveniente conocerla; IX.

Declarar excitado por la mayoría de las juntas departamentales, cuándo está el

Presidente de la República en el caso de renovar todo el Ministerio por bien de

la Nación; X. Dar o negar la sanción a las reformas de Constitución que

acordare el Congreso, previas las iniciativas, y en el modo y forma que

establece la ley constitucional respectiva; XI. Calificar las elecciones de los

senadores; XII. Nombrar el día 1 de cada año dieciocho letrados entre los que

no ejercen jurisdicción ninguna, para juzgar a los ministros de la alta Corte de

Justicia y de la Marcial, en el caso y previos los requisitos constitucionales

para esas causas”. Sobre este Súper Poder se ha dicho bastante y se ha escrito

Conservador”, en: Revista Jurídica Jalisciense, año 6, no. 3 septiembre-diciembre, 1996,

Departamento de Estudios e Investigaciones Jurídicas, Universidad de Guadalajara, pp. 249-284;

también MIJANGOS y GONZALEZ, Pablo, “El primer constitucionalismo conservador. Las Siete

Leyes de 1836”, en: Anuario Mexicano de Historia del Derecho, vol. XV, Instituto de

Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 1999.

126

otro poco ya desde sus mismos detractores en el siglo XIX como ejemplo

Emilio Rabasa, pues consideraban que era excesivo e injustificado su actuar

sujeto sólo a Dios, como se decía. Lo cierto es que existe una preocupación

por defender la constitución de los embates que pueda hacerle el mismo

detentador del poder, existía entonces una teoría y una figura francesas

plasmadas en la jury constitutionnel que parecieron óptimas entonces y

trasplantables a nuestro derecho, podemos condenar el experimento pero

podemos aplaudir la intención como un antecedente del control constitucional

contemporáneo.

Obviamente destaca y ofusca la escena decimonónica la creación del Amparo

mexicano, que si bien ha sido largamente estudiado, sus matices en cada época

histórica, sus diferentes vertientes y aplicaciones no se han agotado,

comenzando por el estudio pendiente sobre su nacimiento en la Península de

Yucatán y su probable vida en la misma, o la discusión sobre la primera

sentencia de Amparo potosina, que podría no gozar necesariamente de la

primogenitura como lo ha demostrado Manuel González Oropeza269

.

A continuación desarrollaremos dos casos particulares sobre control

constitucional que pueden servir de ejemplo para descubrir las potencialidades

de una historia de la justicia constitucional.

7.5 El Fiscal de la Suprema Corte de Justicia en el siglo XIX270

El fiscal271

responde a dudas de ley, hace pedimentos a las autoridades de

todos los rangos, revisa recursos e impugnaciones, interviene en casos

criminales trascendentes, atiende reclamos y demandas, revisa las acusaciones

269

Los orígenes del control jurisdiccional de la Constitución y de los Derechos Humanos,

Comisión Nacional de los Derechos Humanos, México, 2003. 270

Apareció como parte del Estudio Preliminar del facsimilar de la obra de José María Casasola

Colección de alegaciones y respuestas fiscales, estendidas en varios negocios civiles y causas

criminales que se han visto en el Supremo Tribunal de Justicia de la Nación, habiendo entre las

últimas algunas bastante célebres, SCJN, México, 2005. 271

Antecedentes castellanos: El tema respecto al nexo que pudiera existir entre las formas antiguas

de estas fiscalías-procuradurías, las facultades de la administración de justicia en España e Indias en

relación con el nacimiento de las nuevas figuras de la justicia constitucional puede ser encontrado

de modo implícito en los escritos de José Sánchez-Arcilla Bernal. Entre otras obras ver:

“Procurador Fiscal y Promotor de la Justicia, Notas para su estudio”, en: Revista de Derecho

Procesal Iberoamericana, IV, 1982, pp. 675-702 y “Consejo y Tribunal Supremo de España e

Indias (1809-1810). Notas para su estudio, En la España Medieval V”, en: Estudios en memoria de

D. Claudio Sánchez-Albornoz, Madrid, 1986, II, pp. 1.033-1.050.

127

finales y resuelve problemas de competencia entre jueces. Como podemos

observar, es un mundo en el que se confía en el juez y se le da libertad sin

constreñirlo a la ley; lo importante es que resuelva, que descubra la ratio iuris.

Ahora bien, respecto al secuestro de la facultad fiscalizadora por parte del

Ejecutivo a finales de siglo, so pretexto de la salvación del principio de que un

solo poder no puede ser juez y parte, ha resultado al parecer un poco ajustada

porque la representación social se ha diluido en una incipiente (casi nula)

labor de investigación por parte del Ministerio Público, pero además debido a

una ausencia palpable en asuntos de “interés social”, que quizá últimamente

ha tenido que venir a rellenar, con su altas y sus bajas, un sistema de

protección no jurisdiccional de los derechos humanos.

No queremos cometer una injusticia historiográfica al ver con ojos

contemporáneos una realidad que no es, pero pareciera que a veces el fiscal

ejercita una especie de control constitucional, pues en caso de que la ley sea

injusta puede intervenir –y de hecho está facultado para ello– en su aplicación.

Conocemos muy bien la noción de ley que maneja el jurista decimonónico

mexicano, sobre todo aquél de la segunda mitad de siglo, es decir, aquella idea

de la ley perfecta, surgida como fruto de la enunciación de la voluntad general

depositada en el parlamento; no obstante, en estas alegaciones esto no es tan

claro, pues si bien el fiscal jamás declarará una ley inconstitucional, sí puede

responder –como en el caso específico de las primeras páginas de las

respuestas fiscales– a un juez local sobre si puede o no aplicar una ley que se

considera en algún punto injusta. Así, cuando se somete a consideración del

fiscal Casasola una ley hacendaria que pretendía obligar a los particulares a

adquirir bienes –que nadie había querido– de subastas de remanentes de las

garitas. La respuesta es contundente y fundada en el antiguo derecho (la Curia

Philipica, la Recopilación de Castilla, la Real resolución de 20 de octubre de

1777, y la Novísima Recopilación): no se puede obligar a ningún particular a

adquirir un bien público contra su propia voluntad y no es válido sustentar

dicha “adjudicación forzada”, por interpretación a contrario sensu, en el hecho

de que si el gobierno expropia e indemniza lo hace por el bien común y en

base a la ley, ni tampoco argumentando que es una “contribución” para el

Estado, porque las contribuciones deben estar dispuestas en las leyes de

manera clara, según lo establece la Constitución.

128

Ya se habló de la petición hecha a Casasola para que conociera la “anti-

constitucionalidad”272

del Tratado Guadalupe-Hidalgo273

y luego sobre su

aplicación en un caso específico sobre la posibilidad de otorgar la amnistía

(antecedentes de las acciones de inconstitucionalidad). Sin embargo, existe un

caso todavía más curioso, en el que se solicita una respuesta a una “duda de

ley” sobre qué autoridad estaba facultada para requerir al gobernador de una

provincia (pp. 447 y ss.) una especie de “antecedente de las controversias

constitucionales”.

Por último, encontramos algunos casos peculiares sobre el denominado

“recurso de fuerza”, de orígenes medievales, que supone la atracción, por

parte de un tribunal secular, de algún caso de un tribunal eclesiástico del que

deba conocer en revisión. El fiscal, facultado como en el antiguo régimen para

conocer de esos asuntos en los que interviene el fuero eclesiástico, ejercita

literalmente en un caso concreto el “recurso de fuerza” solicitado por el

devoto provincial de los carmelitas, contra el provisor del arzobispado, en

relación con la venta de un inmueble, y también a través de un recurso de

fuerza se resuelve un asunto sobre el presupuesto no devuelto de una

capellanía.

Pero en otros casos se le solicita al fiscal requiera al gobierno devuelva el

edificio del Colegio Seminario de San Juan Bautista en Guadalajara, pues se

ha utilizado para fines distintos a los previstos en la donación, es decir, que el

fiscal debe defender el interés social y no solamente funge como representante

del Estado, en este caso es muy claro, una institución aún si bien eclesiástica

tiene un Colegio que aporta beneficios a una comunidad si el gobierno

desamortiza sin razón y en perjuicio de la comunidad entonces le fiscal

interviene y solicita al gobierno respete un bien inmueble que otorga un

beneficio social.

Por último, decíamos que el fiscal puede también resolver conflictos de

competencia, cuando así se lo solicitaban las partes, entre jueces de diferentes

jurisdicciones y grados, así como entre jueces y distintas instancias de

gobierno –como capitanías o comandancias–, es decir, ejercía una forma de

control constitucional. 272

Cabe mencionar que el documento constitucional que para la fecha es el que sirve para sustentar

una defensa, control o justicia, es el de las Bases de Organización Política de la República

Mexicana de 12 de junio de 1843. 273

Para saber más cobre este tratado ver: SOBERANES FERNÁNDEZ, José Luis y VEGA

GÓMEZ, Juan Manuel, El Tratado de Guadalupe Hidalgo en su sesquincentenario, México, Centro

de Estudios Constitucionales México-Centroamérica/ Instituto de Investigaciones Jurídicas de la

Universidad Autónoma de México/ Corte de Constitucionalidad de Guatemala, 1998.

129

El análisis de las Alegaciones y Respuestas Fiscales revela la actividad de un

funcionario judicial que demuestra en parte la resistencia a la modernidad

jurídica y se sitúa como un remanente indiano dentro de nuestro Poder

Judicial, que se manifiesta ajeno al ideal liberal y más homologado hacia el

sistema norteamericano, y, por otra parte, vemos en este análisis, un Poder

Judicial que convive con la creciente construcción de un sistema legalista y

trata de ajustarse y a veces resistirse.

7.6 El problema de la Constitucionalidad y el Amparo Morelos274

Emilio Velasco, abogado litigante analiza de manera pormenorizada la

cuestión del ahora famoso “Amparo Morelos”275

. Todo se originó a raíz del

abuso de poder que intentaba perpetrar Francisco Leyva, o por lo menos así lo

tiene claro la historiografía. Lo cierto es que este personaje, que era

gobernador del Estado de Morelos en 1871 y sabía que pronto terminaría su

mandato, realizó una serie de actos político-legislativos con el fin de allanar la

reelección, pues ésta no era permitida por la Constitución local vigente, que

para entonces era la de 1870, basada en la Federal de 1857.

Leyva se había mostrado como un cacique ensimismado en el poder; sus

intenciones reeleccionistas venían a refrendar un gobierno de abusos que “…

con ejemplar paciencia [le sufrió el pueblo], sostenido por la esperanza de que

llegado el término legal, podría liberarse de aquella plaga y encomendar la

dirección del estado a otro hombre que mereciera su confianza”.276

No sucedió

así, pues el señor Leyva se reeligió mediante algunos usos electorales

indebidos y continuó ocupando la gubernatura, aun a pesar de la revisión que

hizo el Congreso de Morelos de dichos actos, para absolverlo al final277

.

274

Es la sección conducente al Estudio Preliminar de la edición facsimilar de la obra de Emilio

Velasco, El Amparo Morelos. Colección de artículos publicados en “El porvenir”, SCJN, (en

prensa). 275

En su momento Manuel González Oropeza rescató la importancia de este “caso”: “El Amparo

Morelos”, en Homenaje a Jorge Barrera Graf, México, UNAM, 1989, t. II, pp. 811-836. 276

Pacheco, Francisco, La Soberanía del estado de Morelos, México, imp. Díaz de León y White,

1876, p. 4, citado por Moctezuma Barragán, Javier, José María Iglesias y la Justicia electoral,

UNAM, 1994, p. 86. 277

Frías y Soto, Hilarión, Defensa pronunciada ante la legislatura de Morelos, erigida en Gran

Jurado, México, Imp. del Comercio N. Chávez, 1873.

130

Tal vez todo hubiera seguido su curso, a no ser porque Francisco Leyva

promulgó la Ley de hacienda de 13 de octubre de 1873, que no era otra cosa

que el presupuesto fiscal para 1874, con la que contemplaba gravar los

inmuebles de cinco hacendados por un monto de setenta mil pesos mensuales,

siendo que los ingresos de todo el Estado para ese año ascenderían a ciento

ochenta y dos mil pesos. En pocas palabras: cinco personas contribuirían con

más de la mitad del presupuesto general278

.

Nace así el famoso Amparo Morelos, el cual fue interpuesto por estos cinco

personajes morelenses, y cuyo fondo va más allá de la simple inconformidad

con tan gravosos impuestos, ya que cuestiona la legitimidad de la elección del

gobernador, situación que haría a dicha ley inconstitucional per se. El amparo,

presentado por Ramón Portillo, Joaquín García Icazbalceta, Pío Bermejillo,

Isidoro de la Torre y José Toriello,279

a través de su representante legal, Julián

Montiel y Duarte, por violación al artículo 16 de la Constitución Federal, iba

sobre todo a desmembrar el proceso ilegítimo por el cual Leyva había llegado

a la gubernatura nuevamente, pues no había alcanzado las dos terceras partes

de los votantes, que era el requerimiento que él mismo había fijado en la

reforma al artículo 66, a lo cual habría que agregar que dicha reforma fue

realizada de modo ilegítimo, violando así el artículo 149 de la Constitución de

ese Estado.

Además, la misma ley de presupuesto era también de dudosa legitimidad, pues

en su aprobación no se había alcanzado en la legislatura el quórum para su

aprobación, debido a que un diputado, de nombre Vicente Llamas, ostentaba

dicho cargo de modo inconstitucional. Es entonces cuando la Suprema Corte

ha de intervenir con una sentencia que no sólo confirmaba su independencia,

sino también abría un debate acerca de sus facultades280

.

278

El caso suscitó mucho interés entre los juristas de la época, el periódico EL FORO, registró

algunos análisis de aquellos años, el más nutrido fue el de José María del Castillo Velasco con el

título “Reflexiones sobre la cuestión de Morelos y las facultades de los tribunales federales”, mismo

que apareció por entregas en los números 127, 128, 131, 132, 134, 135, 136, 137, 138 y 139; en el

primer semestre de 1874 en el t. II, citado por Cárdenas, Salvador, “La Cultura Jurídica Mexicana

en el periódico El Foro” Estudio Introductorio de la obra titulada: El Foro. Periódico de

Jurisprudencia y Legislación, compilación de los tomos I a IV (1873-1876), p. 17 (en prensa). 279

La mayoría de estos hombres son connotados empresarios de la época. 280

Un detalle pormenorizado de los hechos en Montiel y Duarte, Isidro, Alegato presentado al

juzgado de distrito del Estado de Morelos en el juicio de amparo que ante él promovieron algunos

propietarios del mismo estado por violación al art. 16 de la Constitución de 1857, México, Imp.

Díaz de León y White, 1874.

131

El Juez de Distrito Ignacio Merlo emitió su sentencia el 14 de marzo de 1874,

confirmando la violación al artículo 16 constitucional debido a que la ley no

se había aprobado por el quórum necesario. El juzgador se abstenía de revisar

la parte conducente a la legitimidad de la reelección del gobernador, por

considerar que no estaba en sus facultades. Los representantes de la

Legislatura del Estado de Morelos, Hilarión Frías y Soto y Joaquín M.

Alcalde, elevaron a la Suprema Corte algunos escritos tratando de deslindar la

responsabilidad del gobernador y del Congreso Local. Después de un debate

dividido, el Máximo Tribunal determinó, en revisión, que los tribunales

federales sí podían intervenir en cuestiones que pusieran en duda la

legitimidad de los Poderes Locales, pues la soberanía tiene como límite el

respetar las garantías individuales.

La Suprema Corte resuelve con base a lo ya delineado en los casos de

Hidalgo, Querétaro y Yucatán, es decir que se ocupa de la incompetencia de

algunas autoridades locales, aunque en el amparo Morelos la misma división

entre los Ministros originó una sentencia acordada, que satisfacía un poco a

todos, pero esto la hizo también contradictoria, en la misma, se decía que era

ilegítimo el nombramiento de Llamas como diputado local porque era jefe

político del distrito que lo nombró, pero en el caso de Leyva la Corte se

abstuvo de calificar su legitimidad y por tanto su competencia para proponer

la Ley de Hacienda. Dicha contradicción suscitó un estudio interesantísimo

del ministro José María Iglesias para explicar y razonar su voto281

, a raíz del

cual otros juristas de la época se dieron a la tarea de escribir sobre el tema, ya

fuera para defender la mal entendida soberanía de los Estados o para apoyar a

la Corte en su decisión, como es el caso de Emilio Velasco. Dos pensadores

políticos de la época, de gran peso y que no estuvieron muy de acuerdo con la

sentencia de la Corte, fueron Vicente Riva Palacio282

y Basilio Pérez

Gallardo283

.

Como dato complementario, debemos mencionar que la ejecutoria de la

Suprema Corte no fue notificada, el gobierno de Leyva acusó al juez de

distrito de un robo ridículo y lo mandó apresar, poniendo en su lugar a un

suplente, el cual, por obvias razones, se guardó de notificar la ejecutoria. La

281

Estudio Constitucional sobre las facultades de la Corte de Justicia, México, Imp. Díaz de León

y White, 1874. 282

La Soberanía de los estados y la Suprema Corte de Justicia, México, Imp. de J.M. Aguilar Ortiz,

1874. 283

Opiniones de los constituyentes y del sr. Lic. D. José María Iglesias sobre los artículos 16 y 101

de la Constitución, México, Imp. Díaz de León y White, 1874.

132

Suprema Corte, a su vez, contraatacó destituyendo al suplente y restituyendo

en su encargo al propietario. Al final se buscó el modo en que la sentencia no

llegara a su destino, pero la voz de algunos juristas no se dejó esperar y en

poco tiempo fue conocida por toda la comunidad de juristas.

Desde un inicio el autor nos manifiesta que su intención no es indagar sobre

los hechos que dieron lugar al Amparo sino sobre el escozor y debate que

planteó el mismo así nos dice “nuestras miras se detienen en la cuestión

constitucional” (p. 5) la sentencia no sólo consideraba como ‘inconstitucional’

la Ley de hacienda sino también la reforma habilitada por Leyva para poderse

reelegir, por lo que se encontraba en un supuesto de incompetencia “por

ilegitimidad” (p. 6). Esto es inusitado si se tiene en cuenta que las

destituciones de gobernadores (consideradas fuero constitucional) eran

calificadas ya sea por el Poder Ejecutivo o por el Legislativo pero no por el

Judicial284

.

El licenciado Emilio Velasco se pregunta en las primeras páginas que

conectores existen entre la constitución federal y la constitución de los estados

y la adecuación de la segunda hacia la primera en el marco del federalismo y

del mal entendido “respeto de las soberanías” en pocas palabras ¿qué tanto

debía condicionar la constitución federal a las constituciones de las entidades

soberanas?285

La respuesta es sencilla para Velasco en cuanto que el pacto

federal supone al menos el reconocimiento de un sistema republicano y

284

En el análisis que Linda Arnold hace sobre la naturaleza del Suprema Corte mexicana, esta

autora identifica como la teoría constitucional reconoce que la soberanía sólo radica en principio en

el poder legislativo y formalmente en los estados. En una Controversia originada entre la Suprema

Corte y el estado de México en 1834 que llevó al sistema a una ‘crisis constitucional’ a raíz de la

aplicación de la Ley Caso tuvo que ser resuelta por el ejecutivo, de aquí se desprendió la famosa

disertación de Manuel de la Peña y Peña a favor del Poder Judicial que durante el siglo XIX tuvo

que resistir el embate y la mala fama que le crearon los otros dos poderes, ARNOLD, Linda,

Política y Justicia. La Suprema Corte Mexicana (1824-1855) UNAM, México, 1996, sobretodo el

capítulo VIII (pp. 165-178) “La Supremacía judicial federal y el derecho local”. 285

Esta pregunta es complementada en la página 10 con una reflexión puntual existen dos tipos de

normas constitucionales en una constitución de las entidades federativas: lo que se ordena en

función a la constitución federal y lo es en “parte un derecho constitucional local” sin embargo en

todo el contexto estos conectores entre constituciones locales y la federal suman lo que el autor

llama “derecho constitucional nacional”. En este orden de ideas la constitución de las entidades

federativas debe contener medios de defensa para la protección del derecho constitucional local es

sentido estricto, pero en lo referente al derecho local que forma parte del derecho nacional estos

medios de defensa corresponderían a la Constitución federal (no queremos ser apologistas ni mucho

menos imponer categorías actuales a reflexiones anteriores pero aún si bien los conceptos no son

aún claros entorno a una justicia constitucional sí se plantean en el texto ya la existencia sustancial

de mecanismos procesales en la constitución).

133

representativo, este mínimum debe ser respetado por las partes que componen

la federación y no se puede alterar según el artículo 109 de la Constitución de

1857. Lo interesante es planteado por Velasco en la continuación de su

disertación en el Artículo II: si existe esta conexión entre constituciones esto

supone que si la constitución local es atacada existiría en la constitución

federal “una garantía” (p. 8) que estaría implícita en el artículo 41 de la

constitución federal de 1857 que contempla la organización federal. De este

modo cualquier atentado contra una constitución local, cuando esta no

contempla medios de defensa, dicha protección podría ser subrogada por la

constitución federal a través de sus poderes, en este caso el judicial.

Ahora bien, la sentencia de la Corte había desechado el entrar a analizar el

asunto electoral y se era verdad que no se habían reunido los dos tercios de los

votos, nos parece que por varias razones, la primera de ellas la expone

Velasco pues de hacerlo hecho “era necesario que se hiciese cargo de los

expedientes electorales; que decidiera sobre la validez o nulidad de los votos

emitidos; que resolviera si hubo o no suplantación de votos” es decir, que se

constituyera en tribunal electoral, cuestión que para la fecha era materialmente

difícil de llevar a cabo. Pero entendemos que una vez resuelta la cuestión de

fondo que era la inconstitucionalidad de la reforma en el artículo referente a la

reelección, la misma reelección es ilegítima. Una cuestión resulta interesante

en el estudio de Velasco y es que la materia electoral para este jurista debe ser

fundamentalmente de carácter regional “la facultad reservada a los estados

para hacer el escrutinio en sus elecciones locales, es también de un carácter

definitivo en cuanto a los actos de escrutinio; pero ni una ni otra razón es

motivo para que se considere final la acción de una legislatura declarando

gobernador constitucional a quien no puede ejercer autoridad conforme a

leyes.” (p. 16) por eso es necesario que exista un recurso para evitar que

“usurpación semejante quede consumada” (p. 16) en este caso el medio

procesal fue el amparo, pero la Corte no teniendo otros instrumentos

procesales tuvo que calificar este punto como “un simple hecho” según nos

explica Velasco.

Para seguir entendiendo lo que en esta época podemos llamar ‘intuiciones de

una jurisdicción constitucional’ veamos lo que más adelante el autor nos

explica en el Artículo V “Es incuestionable que la paz, la seguridad y la

libertad de un Estado pueden peligrar, y a fin de precisar los remedios fijados

por la Constitución para esas eventualidades, es necesario determinar las

134

causas de donde ellas se originan”286

(pp. 27-28) estas causas nos explica

Velasco, pueden ser externas, internas o por abuso de los gobernantes locales,

es obvio que en el caso que nos ocupa se coloca en el tercer supuesto, es decir,

un “peligro por ambición o usurpación”, es interesante observar cómo a pesar

de existir un difundido concepto de constitución en términos formales, aquí

los peligros enumerados comportan no sólo ataques a la constitución formal

sino también a la material la cual puede ser vulnerada ya sea por una gavilla,

que implica crimen organizado y que en su momento puede llegar a

desestabilizar el orden constitucional, o bien la intromisión de un gobierno

extranjero, o como en este caso, el abuso de poder. Así que podríamos hablar

de una protección en sentido lato y una protección en sentido específico,

además esta última, contenida en la misma Constitución federal “…así como

la Constitución procuró proteger a los gobernados de los Estados contra las

violencias o fuerzas de los gobernados, no tomó menos empeño en proteger a

los últimos contra la ambición o usurpación de los gobernantes.” (p. 29) Des

teste modo uno de los objetos de la constitución es “restringir la acción de los

gobiernos, de manera que al ejercer sus facultades no opriman o hagan

violencia al resto de la sociedad” (p. 30) El problema lo detecta nuevamente

de modo intuitivo Velasco pues si se vulnera la constitución “tanto da que no

haya Constitución, o que habiéndola los gobernantes no respeten las

restricciones que se les imponen…una usurpación si recurso alguno para el

pueblo; las constituciones, las garantías que el pueblo ha buscado en ellas

serán inútiles, sólo prevalecerá el derecho de la fuerza” (p. 30) el problema

podría ser planteado del siguiente modo: sí la Constitución significa una

protección para los gobernados ¿quién protegerá al protector de los

gobernantes?. Para entonces el único ‘remedio’, y así lo llama Velasco, es el

Poder Judicial de la Federación, concretamente (en ese momento histórico) el

juicio de amparo “La Constitución previó que los derechos asegurados por ella

podían ser violados por las autoridades, y con ella podían ser violados por las

autoridades, y con fin de impedirlo estableció el juicio de amparo. Si los

poderes de un Estado expiden una ley o ejercen un acto que dañe un derecho

de los consignados en la Constitución, la federación no desaparece ante el

Estado, sino que por medio de sus tribunales declara que esa ley no puede

aplicarse a los quejosos; y si el Estado no quiere respectar la sentencia, se le

obliga por la fuerza.” (p. 38)

Velasco además intenta una teoría de la constitución interpretando la

constitución de 1857, ya dijimos que ha discurrido sobre la constitución

286

Las cursivas son nuestras.

135

federal, la local y la nacional, ahora nos dice desde la óptica del particular

federalismo mexicano287

esta constitución no es necesariamente “un pacto

entre los Estados. En el preámbulo se dice que el objeto de la reunión de los

representantes es constituir a la nación; no se expresa que sea el de celebrar

una alianza entre los Estados…más explícito todavía el art. 40, se afirma en él

que es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república

representativa, democrática, federal, compuesta de Estados; así es que el

pueblo mexicano es el que ha formado la Constitución; no es ella la obra de

los Estados.” (pp. 40-41) Independientemente de que averiguáramos que es el

pueblo mexicano y cuál es su voluntad (sobre todo de dónde obtenerla) lo

cierto es que Velasco en una cosa tiene razón la constitución de 1857 refleja

aquella constitución sustancial que en lo referente a las soberanías y la

interacción federal tiene sus propios matices.

Sin embargo es todavía difícil a Velasco hacer una propuesta sobre estos

posibles mecanismos con los que la Suprema Corte cumplirá “uno de los más

nobles deberes que le ha impuesto el pueblo mexicano” y que es su

protección, pues en términos exegéticos se pensaba que estos mecanismos

pudieran estar implícitos interpretando el texto de la constitución, una

interpretación muy ajustada.

Lo interesante de esta reflexión hecha por un constitucionalista, es el análisis

de la potencialidad de la Constitución como derecho adjetivo y de la grande

responsabilidad que esto comporta a la Suprema Corte que es vista por este

diplomático decimonónico, como una institución que salvaguarda los derechos

de los mexicanos contra el abuso de poder.

7.7 Conclusiones Provisionales al capítulo

Como habrá podido notarse, nuestra propuesta está aún en ciernes, la idea

inicial al comenzar a escribir, era la de sugerir un protocolo de investigación

sobre el cuña poder construir y debatir, es una tesis que espera tener pronto

secuelas y antítesis, pero es además un proyecto académico que hemos

planteado extender en principio a Colombia y Brasil en donde hemos iniciado

un programa de estudio sobre el tema. También existe ya la firme intención de

287

En la segunda parte de su obra, Emilio Velasco despliega un sin fin de recursos arrancados al

derecho comparado, básicamente comparando con el common law, y hace gala de una

cultura/erudición que distinguió a los hombres de su época; descubre así las intrincadas tramas que

distinguen un federalismo de otro y una forma diferente de administrar justicia.

136

realizar algunos ciclos de conferencias en México al que se han suscrito

historiadores y constitucionalistas, de hecho, este año hemos ya realizado el

primero en Puebla con notables frutos y consensos, por ejemplo entorno a los

antecedentes del juicio de amparo en México.

Esperamos que se sumen a esta iniciativa muchos otros investigadores, eso es

justo la ciencia jurídica, un trabajo dialéctico en el que se confrontan

perspectivas sobre qué cosa es el derecho y sobre cómo queremos entenderlo.

137

8. La defensa del Municipio mexicano a partir de la Constitución de 1917

El Municipio representa en nuestro medio constitucional un “factor real de

poder” 288

; es, por tanto, una institución de gran importancia, aun si en la

doctrina289

y en la práctica, han surgido diversos debates sobre su naturaleza,

misma que es considerada en dos grandes sentidos290

: el primero de ellos ve al

Municipio como un nivel de gobierno o de administración pública; en

términos jurídicos, como una delegación, es decir, que ejerce poder de manera

delegada pero no es poder público; a este sector lo denominaremos

“formalista” pues todas estas teorías consideran que el Municipio se adapta a

formas preestablecidas por la legislación o la estructura administrativa del

Estado; el resultado de esta concepción es una administración más

centralizada y vertical291

. Por otro lado tenemos las teorías que miran al

Municipio como una realidad social, histórica y hasta espontánea; a este sector

lo llamaremos “comunitarista”; la administración aquí se concibe como

horizontal y descentralizada.

Ya el célebre iusocialista español, Adolfo Posada, a principios del siglo XX

consideraba que en la visión formalista se concibe al Municipio como “un

organismo con su sistema de funciones para los servicios, que se concretan y

especifican más o menos intensa y distintamente en una estructura: gobierno y

administración municipales propios, desarrollado en un régimen jurídico y

político más amplio”; en cambio en la visión comunitarista, más sociológica, 288

De acuerdo con la célebre definición de Lasalle que advierte sobre la existencia de factores

reales de poder (¿Qué es una constitución?, 1862); pero también, de algún modo entendido en

nuestra tradición, como uno de los elementos básicos dentro del concepto de constitución histórica

trabajado por Martínez Marina (Teoría de las Cortes o Grandes Juntas Nacionales, Obras

Escogidas Atlas, Madrid, 1966-1968-1969 – capítulo XIII), antes delineado por Jovellanos

(Apuntamientos y deducciones relativos al Derecho Público de España, Sevilla, 1774), y más tarde

en Carl Schmitt (Teoría de la Constitución, 1928) y López Austin (La Constitución real de México-

Tenochtitlan, México 1961); es decir, el Municipio como una entidad constitucional en sentido

material. 289

Aconsejamos dar una ojeada a la bibliografía que se encuentra al final de este estudio. 290

HERNÁNDEZ, Antonio María, Derecho municipal. Parte general, UNAM, México, 2003, pp.

173 y ss. Este autor argentino, nos muestra la diversidad conceptual que existe en torno al

municipio y de la que podemos recoger que existen dos grandes concepciones. 291

Esta concepción tuvo influencia en la práctica por ejemplo en Francia cuando la Asamblea

Constituyente decretó el 14 de diciembre de 1789 la abolición de todas las municipalidades, dando a

las ciudades y poblados la calidad de comunas en 1793, Vivien, relator de la ley de 1837, dijo al

respecto: “Los municipios no son más que una simple división administrativa del territorio;

constituyen la última de las circunscripciones de las que desciende la autoridad pública.” Citado por

ALBI, Fernando, Derecho municipal comparado del mundo hispánico, Aguilar, Madrid, 1955, pp.

23.

138

se concibe “como el núcleo social de la vida humana total, determinado y

definido naturalmente por las necesidades de vecindad.”292

Obviamente la defensa del Municipio, presupone una concepción del mismo,

esto es, ¿qué vamos a defender?293

Esta discusión teórica influyó en la práctica

jurisprudencial mexicana. La integridad del municipio en nuestra historia ha

pasado por varias facetas.

El Municipio tiene una larga historia mestiza, en la cual se fusionaron dos

concepciones, la primera es aquella prehispánica que suele relacionarle con el

calpulli, unidad social que se basaba en la auto organización comunitaria:

“Calpulli (del náhuatl calpulle ‘casa grande’ o ‘caserío’), territorio y unidad

social cuyos miembros estaban emparentados entre sí; también, base de la

estructura política, económica, social, religiosa y militar dentro de la nación

azteca. Los miembros de un calpulli poseían la tierra en forma colectiva con

derechos individuales de uso; todo adulto casado tenía derecho a recibir una

parcela y cultivarla; para ello, el administrador de los bienes inscribía en sus

registros a todo varón desde el momento de su matrimonio. A quien no

hubiere heredado de su padre una parcela, el calpulli tenía obligación de

otorgársela. El derecho se perdía cuando una familia lo abandonaba, se

extinguía sin dejar sucesión o no lo cultivaba en un lapso de tres años

consecutivos. Con el transcurso del tiempo estas reglas sufrieron numerosas

excepciones. Los dignatarios, funcionarios, sacerdotes, comerciantes y

artesanos no cultivaban la tierra. Los cuatro territorios o calpullis en los que se

dividió originalmente Tenochtitlán fueron Mayotla, Teopan, Cuepopan y

Atzacualco.”294

Desde otra parte del mundo encontramos como antecedente al municipio

medieval castellano, ligado a una tradición romanista, pero que adquirió

características muy específicas, sobre todo en torno a los mecanismos

jurídicos que permitían su estabilidad y pervivencia; estos mecanismos en

concreto eran llamados fueros o cartas forales y corresponden en cierta

medida, al documento constitutivo del mismo Municipio que establecerían una

292

POSADA, Adolfo, El régimen municipal de la ciudad moderna, Librería general de Victoriano

Suárez, Madrid, 1927, 3ª ed., p. 52-53. 293

Cfr. DE LA GARZA, Francisco, El municipio, historia, naturaleza y gobierno, JUS, México,

1947. 294

Voz: "Calpulli," Enciclopedia Microsoft Encarta, Online 2007, http://es.encarta.msn.com,

además ver: LÓPEZ CHAVARRIA, José Luís, “Incidencias del derecho romano y el calpulli azteca

en el municipalismo mexicano”, en: Estudios jurídicos en homenaje a Martha Morineau, tomo I:

Derecho Romano. Historia del Derecho, UNAM, México, 2006, pp. 331-342.

139

serie de prerrogativas frente al rey, y de sus miembros respecto de las

autoridades; en algunos fueros se han llegado a detectar reconocidos ya el

habeas corpus, denominado recurso de manifestación, y la inviolabilidad del

domicilio; además de que existían, en algunos casos, instituciones procesales

encargadas de la defensa de los derechos de los súbditos adscritos a

determinados municipios conocidos como “justicias”295

.

Siguiendo en el recorrido cronológico, resulta simbólica la erección del primer

ayuntamiento en el continente americano en la Villa Rica de la Vera Cruz296

,

el 22 de abril de 1519; este primer concejo estuvo integrado por Alonso

Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo como alcaldes; Alonso de

Ávila, Sandoval y los hermanos Alvarado como corregidores; Juan de

Escalante como alguacil, Pedro de Alvarado como capitán y Diego Godoy

como escribano.

El Municipio fortaleció su autonomía durante el periodo virreinal; respecto de

esta importante función Hira de Gortari nos dice que: “En la Nueva España,

como parte del imperio español, se implantó el sistema de intendencias, con la

pretensión de uniformar el ejercicio de gobierno y administración territorial.

Propósito inacabado, pero que fue modelo para definir y delimitar varias

circunscripciones territoriales, posteriormente provincias y estados. Esfuerzo

matizado, por el realismo que se impuso, al respetar el tejido administrativo

anterior, constituido por las alcaldías mayores y los pueblos, al convertirlas en

partidos y adecuarlos como partes de las recién creadas intendencias”297

; por

su parte Herrera Peña nos dice sobre la protección que brindaba a la identidad

la idea de municipio-comunidad que: “los cabildos de los ayuntamientos -

españoles e indígenas- administraban, unos, las ciudades y villas españolas, y

otros, los pueblos indígenas. Ambos eran jurídicamente de igual jerarquía y

estaban organizados de manera semejante. Las funciones ejecutivas las

desempeñaban los regidores, y las judiciales, los alcaldes. Sus resoluciones 295

Cfr. GARCÍA-GALLO, Alfonso, “Aportación al estudio de los Fueros”, en: Anuario de Historia

del Derecho Español, 1956, vol. 26, p 387-446; y BARRERO GARCÍA, Ana María, “El Derecho

local en la Edad Media y su formulación por los reyes castellanos”, en: Anales de la Universidad de

Chile, Estudios en honor de Alamiro de Ávila Martel, 1989, vol. 5ª, Nº 20, p 105-130. 296

En concreto en la playa de Chalchihuecan, después de los actos respectivos de apropiación y

apoderamiento en nombre de la Corona que realizó Cortés con base en las prácticas medievales. 297

HIRA DE GORTARI, Rabiela, “Nueva España y México: Intendencias, modelos

constitucionales y categorías territoriales, 1786-1835”, en: Scripta Nova. Revista electrónica de

geografía y ciencias sociales, Universidad de Barcelona, Barcelona, 1 de agosto de 2006, vol. X,

núm. 218 (72). http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-218-72.htm. HERRERA PEÑA, José, Raíces-

históricas, políticas, constitucionales- del Estado mexicano, México, 2003, online septiembre 2007,

http://jherrerapena.tripod.com/bases/base1.html#_ftn3.

140

fundamentales eran aprobadas por el virrey, aunque en la práctica funcionaban

con gran autonomía, en razón de la distancia. Sus miembros, a diferencia de

virrey y oidores, no eran designados por el rey sino por los vecinos más

distinguidos de ciudades, villas y demás lugares del reino. Notable fue la

eficacia de los cabildos españoles de América, llamados criollos, para

administrar, proteger, embellecer y servir las ciudades del continente a su

cargo. Con base en su experiencia en el manejo de los asuntos públicos, los

ayuntamientos se constituyeron en juntas de gobierno y ejercieron el poder

durante la crisis política en la que la antigua España quedó bajo el dominio

napoleónico. Tales serían los casos de Caracas, Santa Fe de la Nueva Granada,

Quito, Santiago de Chile, Buenos Aires, etcétera.”298

Papel por demás decisivo, el que tuvo el Municipio en el periodo pre

insurgente; en 1808 “el ayuntamiento de la Ciudad de México, con base en las

Leyes de Indias, arguyó dos cuestiones fundamentales: primero, que la

renuncia de Fernando VII a la corona era nula así como la consiguiente cesión

de bienes de la monarquía española a Napoleón, y que, en caso de ser válida,

esta nación era la legítima heredera, en lo que le correspondía, de la corona;

segundo, que era conveniente que Iturrigaray (el Virrey) siguiera al frente del

gobierno, aunque ya no con su antiguo carácter de virrey sino con una nueva

calidad política, la de encargado del reino, para reafirmar la cual era necesario

que convocara a un congreso nacional.”299

En 1812, la Constitución de Cádiz pretendió reglamentar la institución

municipal en los artículos 309 a 324, donde contemplaba un sistema

desconcentrado a través de los propios votantes registrados en el censo de los

pueblos300

.

Durante la construcción de la nación en 1823, había sido determinante el

Municipio en la discusión del federalismo; esto lo podemos verificar en el

Estado de México y hacerlo extensible a otras entidades federativas “Tanto en

su etapa de construcción de la entidad federativa, como en la consolidación de

la centralización interna, encontramos a las municipalidades y a los

municipios, como una de las instituciones principales que ayudaron a forjar la

unidad política y económica)”301

; esta primera organización federal, cifró su

298

Idem 299

Idem. 300

QUINTANA ROLDÁN, Carlos, Derecho municipal, Porrúa, México, 1998, pp. 63-64. 301

SALINAS SANDOVAL, María del Carmen, El municipio decimonónico como base del

federalismo del Estado de México. Visión General, Documentos de Investigación, El Colegio

141

éxito en las redes locales de representantes, las juntas electorales se

conformaban a partir de éstos, que muchas veces eran los mismos miembros

del cabildo, con voz y voto para presionar tanto a las autoridades estatales

como federales302

.

El régimen constitucional proveniente del Congreso Constituyente de 1856

condujo al Municipio a una esfera más organicista que funcional la

indefinición sobre su naturaleza, tuvo consecuencias de índole práctica; en el

artículo 72 de la Constitución de 1857 se alude a la elección popular de las

autoridades públicas municipales y judiciales; el artículo 31 impone la

obligación a todo mexicano a contribuir en los gastos de la Federación, Estado

o Municipio; teóricamente el ayuntamiento estaría en posibilidades de exigir

contribuciones para funcionar y de este modo tener cierta independencia

económica, pero en la práctica esto era de difícil, por no decir, imposible

aplicación; el artículo 36 establecía además la obligación de todo ciudadano

de inscribirse en el padrón municipal. El problema desde entonces se presentó

respecto de autoridades que, provenientes de la Federación o de la entidad

federativa, exigían a los Municipios determinadas prestaciones. Durante la

intervención francesa el Estatuto Provisional, que sirvió como documento

constitucional, dividió al territorio en departamentos, a su vez subdivididos en

distritos y seguidamente, en municipalidades. Sin embargo los prefectos

imperiales, el consejo de gobierno, y los subprefectos para los distritos

centralizaban la administración de los Municipios, los alcaldes eran elegidos

por la jefatura de los departamentos; las contribuciones que debía dar cada

ayuntamiento, eran determinadas por el Emperador a petición de los concejos

municipales.

Durante el porfiriato, los jefes políticos nombrados centralmente para

administrar los municipios, tomaron mucha fuerza; tanta, que dentro de las

demandas sociales de los líderes de la Revolución Mexicana fue una de las

inconformidades más reiteradas; así, destacan el Programa y Manifiesto del

Partido Liberal Mexicano, que en su Exposición Previa hablaba de “La

suspensión de los jefes políticos, que tan funestos han sido para la República

como útiles al sistema de opresión reinante es una medida democrática, como

lo es también la multiplicación de los municipios y su robustecimiento.”303

Mexiquense, Toluca, no. 64, 2003, p. 6. ver ÁVILA, Alfredo, En nombre de la Nación. La

formación del gobierno representativo en México, CIDE-Taurus, México, 2002. 302

Idem 303

“Programa y manifiesto del Partido Liberal Mexicano” en: Los hermanos Flores Magón.

Manifiesto del Partido Liberal Mexicano, Comisión Nacional para las celebraciones del 175

142

Encontramos además que los hermanos Flores Magón establecen como puntos

del Programa en los artículos 45 y 46 la libertad municipal “(45) supresión de

los Jefes Políticos” y la “(46) reorganización de los Municipios que han sido

suprimidos y robustecimiento del poder municipal.”

El Plan de San Luis también habló de la libertad de los ayuntamientos y los

derechos del ciudadano; aquí, Francisco Indalecio Madero hizo resaltar que

bajo el principio de “no reelección” debían estar también contemplados los

presidentes municipales304

.

El Plan de Ayala305

fue la base para que Emiliano Zapata en 1911 dictara la

Ley General sobre Libertades Municipales en el Estado de Morelos; en ésta se

reguló la autonomía política, económica y administrativa del Municipio.

Por último, el Plan de Guadalupe306

permite el establecimiento de la libertad

municipal como una institución constitucional.

Como corolario habría que mencionar a Luís Cabrera, Andrés Molina

Enríquez307

, y a Winstano Luís Orozco308

que de alguna manera dieron Aniversario de la Independencia y 75 Aniversario de la Revolución Mexicana, 1985, pp. 19-50,

número VIII. 304

Textualmente: “Tanto el poder Legislativo como el Judicial están completamente supeditados al

Ejecutivo; la división de los poderes, la soberanía de los Estados, la libertad de los Ayuntamientos y

los derechos del ciudadano sólo existen escritos en nuestra Carta Magna.” En la introducción del

Plan que se firmó en San Luís Potosí el 5 de octubre de 1910. 305

Firmado en el estado de Morelos, el 25 de noviembre de 1911. 306

Hacienda de Guadalupe, Coahuila, 26 de marzo de 1913. Aunque la referencia aparece en las

Adiciones, de 12 de diciembre de 1914, firmadas en Veracruz, textualmente: Art. 2° El primer jefe

de la revolución y encargado del Poder Ejecutivo expedirá y pondrá en vigor, durante la lucha,

todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las necesidades

económicas, sociales y políticas del país, efectuando las reformas que la opinión exige como

indispensables para restablecer el régimen que garantice la igualdad de los mexicanos entre sí; leyes

agrarias que favorezcan la formación de las tierras de que fueron injustamente privados; leyes

fiscales encaminadas a obtener un sistema equitativo de impuestos a la propiedad de raíz;

legislación para mejorar la condición del peón rural, del obrero, del minero y, en general, de las

clases proletarias; establecimiento de la libertad municipal.” 307

MOLINA ENRIQUEZ; Andrés, Los grandes problemas nacionales, Imp. De A. Carranza e

Hijos, México, 1909, en especial la “Crítica de la circular de 9 de octubre de 1856” del capítulo III,

donde menciona: “los Ayuntamientos tenían un carácter marcadamente urbano. Se constituían para

el gobierno y defensa de las poblaciones…” 308

OROZCO, Wistano Luis, Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos, Imp. De El

Tiempo, México, 1885. En el escrito intitulado Los ejidos de los pueblos Orozco nos dice lo

siguiente: “Cuando se restablecieron la República y la Constitución, y los bienes eclesiásticos se

habían disipado como nublado de humo, la codicia extendió su mano rapaz sobre los bienes de los

municipios.” (Los ejidos de los pueblos, Ediciones El Caballito, México, 1975 p.182)

143

sustentó teórico a las demandas sociales, cuestión que influyó primero en el

mismo Jefe del Ejército Constitucionalista, don Venustiano Carranza309

; y

posteriormente en el Constituyente queretano de 1916, tal es el caso de

diputados como Alfonso Cravioto, Heriberto Jara, José Natividad Macías,

Froilán C. Manjarrez, Francisco J, Múgica, y por supuesto, Pastor Rouaix;

cuyas propuestas avalaban un cambio sustancial en la distribución de la

propiedad que sólo era posible rediseñando la naturaleza del Municipio. Pero

la cuestión no cambió materialmente la situación: “En el Congreso

Constituyente de Querétaro, se debatieron los postulados del zapatismo como

las propuestas de Carranza en materia municipal; sin embargo, la autonomía

municipal propuesta en el proyecto carrancista –sustentado en la libertad plena

en materia hacendaria-, fue motivo de numerosos y apasionados debates que

culminaron con el rechazo de la propuesta, que propiciaría más tarde la

consolidación de un poder autoritario y centralista que marginarían la

autoridad municipal y al municipio mismo.”310

Finalmente, en la Constitución de 1917 se recoge sólo la fórmula carrancista

del Municipio Libre “como la base de la organización política y de la

administración pública de los estados” tomando en consideración tres

principios:

I.- Cada municipio será administrado por un ayuntamiento de elección popular

directa y no habrá ninguna autoridad intermedia entre éste y el gobierno del

Estado.

II.- Los municipios administrarán libremente su hacienda, recaudarán todos

los impuestos y contribuirán al gasto público del Estado en la proporción y

términos que señale la legislatura local.

III.- Los municipios estarán investidos de personalidad jurídica para todos los

efectos legales.

Sin embargo, faltaba generarle un espacio institucional, pues al no

relacionarse el Municipio dentro de los poderes, porque se decía que éstos

309

Carranza expidió un decreto sobre la libertad municipal que establecía en su artículo único “Los

Estados adoptarán para su régimen interior la forma de Gobierno Republicano, Representativo y

Popular, teniendo como base de su división territorial y de su organización política el Municipio

libre, administrado por Ayuntamientos de elección popular directa, y sin que haya autoridades

intermedias entre estos y el gobierno del Estado.” Además en el proyecto de constitución Carranza

presentó un Municipio autónomo en materia fiscal. 310

DE LOS REYES HEREDIA, Oscar, “Consideraciones en torno al Municipio Libre en México”,

en: Derecho y Justicia. Cuadernos de trabajo, Departamento de Ciencia Política y Derecho.

División de Humanidades y Ciencias Sociales, Tecnológico de Monterrey, México, octubre, 2003,

no. 5, p. 13.

144

eran sólo tres (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), se dejó a aquel en un estado

de indefensión; la confusión entre “niveles de gobierno” (vertical) y poderes

de la unión (horizontal), trajo como consecuencia, la falta de legitimidad del

Municipio para interponer la defensa procesal que establece el 105

constitucional que se refiere a las controversias constitucionales; y tampoco

podía promover el amparo, por dos razones que desestiman este recurso: la

primera razón se dio desde 1917 y hasta 1921 de la Quinta Época del

Semanario Judicial de la Federación, al establecer que el Municipio no estaba

legitimado para interponer el amparo porque éste se reservaba para proteger

las garantías individuales y no para defender derechos políticos; con esto se

dejaba no sólo sin oportunidad a los ayuntamientos por constituirse, sino

también a aquellos constituidos. Así, los poderes ejecutivo o legislativo

locales podían, legítima o ilegítimamente, anular elecciones de los miembros

del ayuntamiento, o declarar acéfalo el gobierno municipal, y,

excepcionalmente, modificar el Municipio agregándolo a otro, o

seccionándolo.

La segunda razón por la cual el Municipio o sus representantes311

, estaban

imposibilitados para interponer el amparo fue su legitimación procesal activa,

ya que al ser agrupación en su momento no podía ser quejoso; por otro lado,

se trataba de una autoridad y la mayor parte de las veces necesitaba acudir al

amparo en tal calidad312

.

311

Ciertamente la práctica nos ha llevado a una asociación de ideas por la cual hemos homologado

al Municipio con el órgano de gobierno del mismo, advertimos que aunque esto es válido para el

análisis jurisprudencial, en un sentido más amplio, es obvio que el Municipio es algo más. 312

Recordemos que el Municipio puede acudir al amparo siempre y cuando lo haga ‘como si fuera

un particular’ por ejemplo en el caso de un contrato incumplido y de un fallo adverso que se puede

combatir por dicho medio.

145

9. La Justicia y el Petróleo: 1938

9.1 Un secreto a voces

La mayoría de los mexicanos sabemos hoy en día, que el petróleo es un tema

importante en cualquier agenda nacional. Nuestra economía ha dependido

fuertemente de la producción del oro negro. Pero el petróleo es siempre un

asunto controversial, forma parte de nuestra cultura, forma parte de la

conciencia nacional, que se debate entre el orgullo histórico de haberle hecho

frente a las potencias extranjeras y el deficiente manejo de nuestros recursos

naturales. En el inconsciente colectivo subyace la paradoja del México rico en

recursos y el México miserable de los millones de pobres.

Al centro de la polémica arriba mencionada, aparece la justicia, esta matrona

que ha estado cubierta de los ojos, en aquel entonces, desde hace un par de

siglos; tal vez no vea, pero tiene que blandir su espada para hacer cumplir lo

que la balanza le indica. En los platillos de la balanza se colocan elementos

disímiles, razonamientos diversos que van mostrándonos un paisaje complejo;

pero hay además otras cuestiones que no se pusieron en aquella balanza,

razonamientos que permanecieron resonando quizá en el aula de la Escuela

Nacional de Jurisprudencia, en el Auditorio de la Barra de Abogados, en el

recinto del Senado, en las discusiones de la Suprema Corte de Justicia y

finalmente entre las líneas de los artículos 27 y 123 de la Constitución de

1917.

Me parece que en aras a una investigación objetiva, tendríamos que dudar de

aquello que aprendimos en nuestros libros de texto, echar mano de las

diferentes fuentes, las legales, las hemerográficas y las bibliográficas, y por

qué no, de las jurisprudenciales.

Un primer cuadro nos ofrece el estudio de algunos conceptos importantes: la

soberanía nacional313

, la propiedad nacional, el mismo concepto de nación314

;

313

“La soberanía de la Nación es un comodín que en los aspectos políticos de la teoría del Estado

complementa, en su caso, los razonamientos primarios de la legitimidad” la expropiación será

dotada de este rasgo de soberanía y por tanto legítima; en este sentido, aquélla es considerada, como

uno de los grandes “actos de soberanía nacional”. (ARNAIZ AMIGO, Aurora, “La soberanía del

Estado sobre los recursos nacionales estratégicos” en: HERRERA REYES, Agustín y SAN

MARTÍN TEJEDO, Lorea, México a cincuenta años de la expropiación petrolera, México,

UNAM, 1989, pp. 127-140, p. 129.) 314

En la sesión del 9 de septiembre de 1856 el Constituyente discutió la redacción del artículo 39, al

parecer de Emilio O. Rabasa, una discusión breve de “este fundamental tema (que) ha pasado como

146

los derechos sociales, en específico el derecho de asociación, el sindicalismo y

la huelga; por otro lado, la reforma judicial y el papel de la justicia en un

sistema político como el que teníamos en la década de los treintas. Aquí

apelaría en específico a una historia conceptual cultural315

, es decir, no sólo el

concepto de una cultura ilustrada que anuncia con bombo y platillo que en

México desde 1917 existen los derechos sociales, que efectivamente somos

soberanos y que podemos disponer de nuestra propiedad nacional libremente,

y que este aprovechamiento será siempre en beneficio de la nación; más bien

un concepto que además de lo anterior, tome en consideración los temores y

las ilusiones de una sociedad, los motivos económicos, sociales, políticos e

ideológicos que movieron al gobierno de Lázaro Cárdenas a realizar la

expropiación. En cualquiera de los casos descubriremos que la justicia es un

ejercicio de dialéctica y convicción; dialéctica porque implica el choque de

posturas y la construcción de una justificación, convicción porque el juez debe

convencerse y debe convencer a los demás, de que esa justificación era la más

acertada en ese momento y de acuerdo a los elementos que se le presentaron.

Aquí la historia de la justicia juega un papel preponderante, porque se

muestran las contrariedades de un sistema judicial específico, que debe

afrontar sus prejuicios, pero que además está imbuido en el pensamiento de su

época. Todo sistema de justicia es producto cultural de su tiempo, pero

paradójicamente, como institución social, tiene la misión de colaborar en la

mejoría de tal sociedad.

Por otro lado, en el ejercicio prudencial de la justicia, muchas razones deben

omitirse al dar a conocer una sentencia, no es cuestión de opacidad o falta de

democracia, sino una manifestación de auctoritas, una justificación, -

obsérvese, que la palabra justificación proviene de la misma raíz que justicia-,

es decir, es lo que se considera justo en ese momento, si es que el juez

realmente está empeñado en hacer justicia.

Decíamos que la dificultad para conocer todas las razones que movieron a un

juez o tribunal a establecer tal o cual criterio, no es un defecto democrático,

puesto que el juez en estos asuntos trascendentales, tiene como misión cambio sin trascendencia o ha sido interpretado como mero giro semántico. La verdad es que

resultó de consecuencia”314

. La redacción original heredada del Acta Constitutiva de 1824 decía que

la soberanía residía en la nación, la propuesta era para redactar que residía en el pueblo. Entonces el

concepto que atribuía a la nación un carácter representantivo específico se disolvió, y dio lugar a

uno más indeterminado como el de pueblo. 315

Cfr. NARVAEZ HERNANDEZ, José Ramón, “Historia conceptual del derecho y cultura

jurídica” en: Problemas actuales de la historia del derecho en México, México, Porrúa, 2007.

147

proteger la Constitución, y en concreto a ésta, como manifestación de lo

público. El juez define, defiende y expresa la República, ciertamente, en

nuestro caso es una República democrática, pero primero es República. Por

eso es muy importante valorar si el juez o tribunal pudieron deliberar con

libertad, si hicieron el esfuerzo por conservar su independencia, no siempre es

posible, como es también imposible hablar de una pureza total en la que no

medió influencia alguna, al final de cuentas es justicia humana y como dije

antes producto cultural. Es propiamente en este tipo de asuntos como el de la

expropiación petrolera, que una justificación ‘con apego a la ley’ no es

suficiente y que no es posible lograr la convicción de un pueblo en la justicia

fundando una sentencia; hay algo más detrás de una decisión judicial, y no son

sólo intereses políticos, o complicidades, es un aspecto místico de

complacencia, en el que todos los esfuerzos deberían estar enfocados no

solamente a dar cada uno lo que le corresponde, sino a convencernos de que

eso procura un bien común, aún si en principio nos sentimos agraviados. La

justicia además de virtud personal, es un fin que se alcanza en comunidad.

9.2 El petróleo en el derecho mexicano

Primero analizaremos el petróleo como parte de la propiedad de la nación. El

planteamiento de la naturaleza del petróleo es más o menos sencillo, desde el

derecho indiano los minerales son siempre del rey316

, esta propiedad

real/estatal sobre el subsuelo se conservará por el efecto de la transmutación

soberana.

El 7 de julio de 1853 Antonio López de Santa Anna promulgó un decreto en el

que expedía la Ley sobre la expropiación por causa de utilidad pública317

, esta

316

Ordenanzas de Minería de Carlos III de 1783, artículos 1-3 “Las minas son propias de mi Real

Corona. Sin separarlas de mi Real Patrimonio, las concedo a mis Vasallos en propiedad y posesión,

de tal manera que puedan venderlas, permutarlas, arrendarlas, donarlas, dejarlas en testamento por

herencia o manda de cualquiera otra manera enajenar el derecho que en ellas les pertenezca en los

mismos términos que los posean, y en personas que puedan adquirirlo, de tal suerte que se

entiendan perdidas siempre que se falte al cumplimiento de aquellas en que así se previniere y

puedan concedérsele a otro cualquiera que por este título las denunciare. Son minas propias de la

Real Corona no sólo las minas de oro y plata, sino también las de piedras preciosas, cobre, plomo,

estaño, azoque, antimonio, piedra calaminar, bismuto, salgema, y cualesquiera otros fósiles, ya sean

metales perfectos o medios minerales bitúmenes o jugos de la tierra.” 317

DUBLÄN, Manuel y LOZANO, José María, Legislación mexicana o Colección completa de las

disposiciones legislativas expedidas desde la Independencia de la República, México, tomo VI, p.

587, disposición 3932.

148

ley contenía 81 artículos, declaraba que toda propiedad es inviolable, y

establecía los requisitos de expropiación:

(Artículo 1) La expropiación solo puede verificarse por causa de utilidad

pública, con los requisitos siguientes:

I. La ley o decreto del gobierno supremo que autorice los trabajos u obras de

utilidad común, para los cuales se requiera la expropiación.

II. La designación especial hecha por la autoridad administrativa, de las

propiedades particulares á las cuales deba aplicarse la expropiación.

III. La declaración de expropiación hecha por la autoridad judicial.

IV. La indemnización previa a la ocupación de la propiedad.

Esta ley determinaba sobre qué tipo de propiedades se podría expropiar, cómo

fijar la indemnización y el modo en que se pagaría la misma. Preveía una

“declaración judicial de expropiación”.

Así, la primera mitad del siglo XIX representa un derecho transitorio en el

muchos de los elementos del derecho colonial sobrevivían, por ejemplo las

concesiones sobre tierras despobladas en el norte del país seguían haciéndose

en los mismos términos y con fines del doblamiento y colonización de dichos

territorios; muchos extranjeros, sobre todo norteamericanos, se ajustaron a las

políticas públicas de colonización, pero la insuficiencia de los gobiernos

decimonónicos mexicanos, y las constantes guerras hicieron que dichas

concesiones se descuidaran y que los concesionarios abusaran de sus

condiciones especiales. Sin embargo no era claro en el siglo XIX sobre que

propiedades podría ejercer su control el gobierno, no era claro cuál era la

propiedad nacional y mucho menos era claro en qué medida podrían participar

los extranjeros en el uso y explotación de esta propiedad. La reivindicación

sobre el petróleo en 1938 no es de ningún modo una pretensión autónoma

desde el punto de vista histórico, es un símbolo de una reivindicación

pendiente sobre bienes de los que a lo largo de nuestra historia hemos sido

despojados318

.

Para 1857, la cuestión no había cambiado tanto; sin embargo muchos autores

atribuyen el problema de la sobreexplotación de nuestros recursos petroleros

318

Por ejemplo de los territorios del norte del país por parte de los Estados Unidos o de la Isla de la

Pasión por parte de Francia. En 1884 Jesús Rubio rindió un informe sobre todas las concesiones en

manos de extranjeros, entre las cuales se encontraban muchas que ya se reclamaban como propias

por parte de dichos extranjeros. (Archivo General de la Nación –AGN-, Administración Pública

Federal s. XIX, Gobernación, Relaciones exteriores 14 de junio de 1884, Caja 53, Expediente 22).

149

por parte de extranjeros, al tratamiento lacónico que la Constitución de 1857

dio a la propiedad:

Artículo 27. La propiedad de las personas no puede ser ocupada sin su

consentimiento, sino por causa de utilidad pública y previa indemnización. La

ley determinará la autoridad que debe hacer la expropiación y los requisitos

con que ésta haya de verificarse.

Si consideramos que la falta de regulación constitucional, es producto de una

ideología, tendremos que reconocer, que aquella dio paso a una situación

jurídica imprecisa, en donde se prefirió la propiedad privada y se autorizó la

expropiación319

, cuestión muy acorde con las Leyes de Reforma que buscaban

desamortizar la tierra. Cabe resaltar que desde entonces se consideraban

importantes dos requisitos la utilidad pública y la indemnización, aunque en

este caso debía ser previa.

El Código Civil de 1870 en su artículo 892 repetía el principio de su mentor

francés de 1804, el propietario de la superficie lo era también del subsuelo; a

pesar de que el mismo código y luego su sucesor de 1884 mencionaran

también que en los casos particulares aplicaría la legislación minera, ésta,

consideró que no eran necesarios el denuncio y la adjudicación para poder

explotar el subsuelo, el Código de Minas de 1884 en su artículo 10

expresamente considera que la explotación del petróleo puede hacerse en estos

términos320

.

En 1892 aparece la Ley de Minería, publicada por Porfirio Díaz que continúa

con la idea de reconocer la explotación del subsuelo por parte de los

particulares, pero además permite la “libre exploración”(artículo 13) dando

lugar a una propiedad “irrevocable y perpetua” (artículo 5) y una “completa

libertad de acción industrial para trabajar de manera que mejor les convenga”

(artículo 22).

319

Esta institución de origen moderno está ya contenida en la Declaración de los derechos del

hombre y del ciudadano de 1789 como una de las pocas salvaguardas que el Estado se reservaba

frente al derecho absoluto de los particulares a gozar y disponer de su propiedad, así el gobierno por

causa de necesidad pública podría enajenar la propiedad privada. El derecho administrativo se ha

encargado de configurar esta institución y hoy la mayoría de los Estados cuentan con esta

posibilidad con diferentes variantes. 320

PATIÑO CAMARENA, J., La hazaña… op. cit. p. 31 y GONZALEZ, María del Refugio, “La

legislación minera durante el siglo XX” en: Minería Mexicana, México, Comisión de fomento

minero, 1994, capítulo 10 (pp. 249-263), p. 255.

150

Durante la segunda mitad del siglo XIX encontramos diversas concesiones

sobre ríos, caminos, tabaco, construcción y explotación de ferrocarriles;

concesiones que van de la mano con el nacimiento de la incipiente industria

mexicana. Por ejemplo, en 1848 la Secretaría de Gobernación investiga sobre

algunas concesiones que tienen buques españoles para pescar en las costas de

Yucatán321

. En 1852 se investiga sobre concesiones de tierras en las

Californias322

. Sin embargo, no es claro el tratamiento en general y habría que

detenerse en cada uno de los casos, a veces se habla de contratos públicos, a

veces de títulos, otras veces de concesiones y otras se mezclan los términos.

Paulatinamente conforme nos acerquemos al final del siglo XIX, los gobiernos

irán interesándose por las tierras incultas, por aquellas abandonadas, y la

reglamentación sobre los baldíos aumentará; en estos casos, lo que ha sido

recuperado, deslindado o simplemente identificado como propiedad de la

nación, podrá eventualmente otorgarse en diferentes modalidades a los

particulares, uno de los instrumentos que se utiliza es la concesión.

La Ley de 1901 agregó a este régimen permisionario la distinción entre

permisos y patentes, ambos otorgados por el Ejecutivo, con la posibilidad de

solicitar la expropiación para el establecimiento de oficinas y talleres,

quedaban exentos de todo impuesto salvo el del timbre (que era ridículo

respecto de las ganancias); sin embargo, el gobierno porfirista aprovechó para

solicitar un informe anual a los concesionarios y la entrega del 3 al 7 % de los

dividendos a la Tesorería General de la Federación. En 1905, Lorenzo Elízaga

e Ibarra, presentó un proyecto de ley proponiendo que el petróleo se

considerara propiedad pública, dicho proyecto suscitó una discusión acalorada

que llegó hasta la Academia Mexicana de Jurisprudencia y Legislación323

,

principalmente se discutía el tipo de propiedad que podía tenerse sobre el

petróleo, máxime que en muchos de los casos, se hablaba de yacimientos aún

por hallar. Ya desde este proyecto se planteó la cuestión de la retroactividad

de alguna disposición en la que se controvirtiera la propiedad sobre el

petróleo324

.

321

AGN, Gobernación s. XIX, vol 444, exp. 5. 322

AGN, Gobernación s. XIX, vol. 399, exp. 11) 323

Diario de Jurisprudencia, tomo VII, número 47, 4 de febrero de 1906. 324

SENTÍES, Octavio, “Petróleo y Derecho. Seguimiento mexicano”, en: HERRERA REYES,

Agustín y SAN MARTÍN TEJEDO, Lorea, México a cincuenta años de la expropiación petrolera,

México, UNAM, 1989, pp. 109-1126, p. 116.

151

La Ley Minera de 1909 confirió a los bienes mineros la calidad de bienes del

dominio directo de la Nación; sin embargo, el petróleo específicamente se

siguió considerando propiedad exclusiva de los dueños del suelo.

A principios del siglo XX se creó el Departamento del Petróleo que dependió,

en principio, de la Secretaría de Fomento. En 1917 formaba parte de la

Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo. A partir de 1925, contaba con

agencias e inspecciones técnicas. El Departamento tenía a su cargo solicitudes

de permiso de perforación de pozos petroleros y permisos para ejecutar obras

de transporte, almacenamiento y refinación de hidrocarburos; supervisar la

exploración y explotación petroleras; vigilar las obligaciones de los

concesionarios y contratistas y llevar a cabo mediante personal técnico,

investigaciones científicas concernientes a la industria del petróleo y reunir

datos técnicos y estadísticos. En marzo de 1937 fue creada la Administración

General del Petróleo cuyas funciones serían: llevar a cabo la exploración y

explotación de los terrenos de reserva petrolera nacional; procurar el

desarrollo de las industrias; regular el mercado interior y la exportación del

petróleo; facilitar el adiestramiento del personal técnico mexicano en los

trabajos de la industria petrolera; ejecutar toda clase de operaciones y obras de

producción, adquisición, enajenación, transporte, almacenamiento, refinación

y distribución del petróleo, gas y sus derivados; otorgar contratos para la

explotación de terrenos de reserva; construir oleoductos y refinerías y

contratar empréstitos de cualquier monto325

. Otra de las dependencias que

tuvieron que ver con el petróleo fue la Dirección General de Industria

Paraestatal de Operación Energética creada en 1918 entre otras de sus

funciones se encargaba de controlar las concesiones a las industrias petroleras;

otras dependencias fueron la Dirección General de Minas y Petróleo, la

Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal y la Secretaria del

Patrimonio Nacional..

Previa a la reunión del constituyente de 1916, la cuestión petrolera mereció

algunos decretos dentro de los que destaca el del gobernador de Veracruz

Cándido Aguilar en el que se estableció, que en tanto no existiera una

legislación expresa para los hidrocarburos, estos requerirían autorización del

gobierno del Estado (1 de enero de 1915). El Plan de Guadalupe además, fue

325

Nueva Guía General corregida y muy aumentada de los acervos que resguarda el Archivo

General de la Nación, Departamento del Petróleo (216), 1905-1981, Instituciones

Gubernamentales: época moderna y contemporánea, Administración Pública Federal S. XX,

Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.

152

adicionado respecto del petróleo el 12 de diciembre de 1914; con lo que estaba

todo listo y dispuesto para la constitucionalización de la materia petrolera.

9.3 El petróleo en la Constitución de 1917

La propiedad de la nación en una visión constitucional, corresponde en gran

medida a la idea de territorio como componente del Estado, en donde la

población haría las veces de titular de la propiedad; sin embargo, la teoría

constitucional es distinta, puesto que propone dos tipos de propiedad, una

originaria y una derivada; la originaria corresponde a la nación y la derivada a

los particulares, por lo que se deduce que la nación y la población son dos

cosas distintas. Tal vez la respuesta a lo anterior la encontremos en la

transmutación de la soberanía326

, lo que María del Refugio González llama el

tránsito del señorío del rey a la propiedad de la nación327

. Lo anterior no es

inocuo, toda vez que será el argumento que se discutirá en torno a la redacción

del artículo 27 de la Constitución de 1917, para establecer la distinción entre

propiedad originaria y derivada; los dos grandes teóricos de la propiedad

pública en México a partir de los principios del derecho social como lo fueron

Molina Enríquez328

y Wistano Luis Orozco329

, consideraron que debía

volverse al principio en el que el rey detentaba una propiedad originaria o

326

Salvador Cárdenas nos sugiere que esta transmutación se originó con la fórmula “a rey muerto

rey puesto” por la cuál ciertos autores opinaron que una vez que faltaba el soberano, la fuerza

política que unificaba a la nación, llamada soberanía, no se perdía sino que subsistía sobre el pueblo

(no en el pueblo), posteriormente el liberalismo decimonónico irá perfilando la idea de que esa

soberanía efectivamente reside en el pueblo, pero en cuanto a la propiedad, la titularidad permanece

en el soberano, en el caso de México, en el presidente de la república, que es el mandatario por

excelencia, el representante legal de la nación para ejercer el derecho de propiedad. “A rey muerto,

rey puesto. Imágenes del derecho y del estado en las exequias reales de la Nueva España (1558-

1700)”, en: Las dimensiones del arte emblemático, Bárbara Skinfill y Eloy Gómez Bravo (eds.),

Zamora, Michoacán, COLMICH/CONACYT, 2002. 327

GONZALEZ, María del Refugio, “Del señorío del rey a la propiedad originaria de la nación” en:

Anuario Mexicano de Historia del Derecho, V, 1993, pp. 129-150, p. 129. El señorío no es otra

cosa más que el dominio formal sobre una cosa, es un sinónimo de propiedad, el dominio útil lo

tienen los vasallos y esta es una posesión, el rey es un señor más y el reino un señorío más dividido

entre varios posesores que son los súbditos (p. 130-131) 328

Enríquez mencionaba textualmente respecto de la propiedad, que el “error nacional de cien años”

sería reparado por el Constituyente de 1917 compaginando “nuestra legislación futura con la

colonial”. MOLINA ENRIQUEZ, Andrés, “El artículo 27 de la constitución” en: Boletín de la

Secretaría de Gobernación, México, septiembre de 1922, Imprenta de la SEGOB, p. 14. 329

OROZCO, Wistano Luis, Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos” México, Imp. De

El Tiempo, 1885.

153

señorío330

, y que ahora tendría la nación, como he dicho, a través del

presidente de la república, este argumento es elaborado a partir de una

concepción que intenta hacer frente al liberalismo que produjo la constitución

de 1857 al no regular claramente el asunto de la propiedad, y por lo que estos

autores suponían, se había llegado al colmo en el régimen porfirista generando

cacicazgos que detentaban grandes porciones de tierra, de este modo, la

nación tendría un argumento para pedir la reivindicación de estas tierras, y

proceder al reparto agrario.

El proyecto que Carranza había sugerido como artículo 27 contenía elementos

interesantes para nuestro estudio:

La propiedad privada no puede ocuparse para uso público, sin previa

indemnización, la necesidad o u utilidad de la ocupación deberá ser declarada

por la autoridad judicial, en el caso que haya desacuerdo sobre sus

condiciones entre los interesados.

El proyecto preveía la intervención del poder judicial para declarar la utilidad

pública, aunque Venustiano Carranza en su discurso de 1 de diciembre de

1916 detalló cómo sería esta intervención “La única reforma que con motivo

de este artículo (27) se propone, es que la declaración de utilidad sea hecha

por la autoridad administrativa correspondiente, quedando sólo a la autoridad

judicial la facultad de intervenir para fijar el justo valor de la cosa de cuya

expropiación se trata.”331

Respecto del petróleo, el proyecto autorizaba su explotación a “sociedades

civiles y comerciales” siempre y cuando la superficie de las propiedades

330

El fundamento legal que se esgrimió a lo largo de nuestra historia respeto de esta propiedad

originaria es una disposición de Felipe II de 1578, luego ratificada en dos ocasiones y puesta en la

Recopilación de Leyes de Indias (lib. IV, tit, XII, ley XIV) que decía: “Por haber nos sucedido

enteramente en el Señorío de la Indias y pertenecer a nuestro Patrimonio y corona Real los baldíos,

suelos y tierras, que no estuvieron concedidos por lo señores reyes nuestros predecesores, o por nos,

o en nuestro nombre, conviene que otra la tierra que se posee sin justo título, se nos restituya según

y como nos pertenece, para que reservando ante todas cosas lo que a nos, o a los virreyes,

audiencias y gobernadores pareciere necesario para plazas, propios, pastos y baldíos de los lugares y

consejos, que están poblados; así por lo que toca al estado presente en que se hallan: como al

porvenir, y al aumento, que puede tener, y repartiendo a los indios lo que buenamente hubieren

menester labrar, y hacer sus sementeras, toda la demás tierra, quede y esté libre y desmembrada

para hacer merced y disponer de ella a nuestra voluntad” 331

Nueva Edición del Diario de los Debates del Congreso Constituyente de 1916-1917, Ignacio

Marván Laborde (compilador), México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2006, tomo I, pp.

1000.

154

rústicas no fuera mayor de la estrictamente necesaria y que el Ejecutivo de la

Unión fijara en cada caso.

Carranza agregó además en su discurso “se os consulta la necesidad de que

todo extranjero, al adquirir bienes raíces en el país, renuncie expresamente a

su nacionalidad, con relación a dichos bienes, sometiéndose en cuanto a ellos,

de una manera completa y absoluta, a las leyes mexicanas, cosa que no será

fácil de conseguir respecto de las sociedades, las que, por otra parte

constituyen, como se acaba de indicar, una amenaza seria de monopolio de la

propiedad territorial de la república.”332

Carranza presagiaba el problema al que se enfrentaría México respecto de las

empresas extranjeras y el petróleo.

El artículo 27 se discutió el 29 de enero de 1917, los diputados encargados de

su redacción fueron Pastor Rouaix y José Natividad Macías. Durante el

Debate el diputado Ibarra preguntó si por la explotación del petróleo por parte

de los particulares, la nación recibiría un tanto por ciento de las utilidades

líquidas “Ustedes saben que hasta ahora que se han considerado como

propietarios por ejemplo, de los manantiales de petróleo, a los dueños del

terreno, éstos, por permitir a las compañías la perforación de pozos, ha

recibido cantidades de dinero, sin poner absolutamente nada de su parte para

la explotación de dichos pozos. Hay compañías, si no estoy mal informado,

que pagan hasta el veinte por ciento de las utilidades líquidas: los que pagan

entre todos asciende a millones de pesos; y si en los sucesivo se va a

considerar a la nación como propietaria de esas riquezas, nada más justo que

sea ella ahora la que reciba ese tanto por ciento”333

Era claro que si el petróleo en la nueva Constitución iba a ser de la Nación, era

necesario que la Nación obtuviera algo de su beneficio, se estaba fraguando ya

una reivindicación de éste tipo de riqueza, y era claro para el diputado Ibarra

que ahí había un recurso importante para el Estado mexicano y sugería que en

la Constitución se redactara también la obligación de las empresas a aportar al

arca pública parte de sus dividendos.

El artículo fue votado por unanimidad, por los 150 diputados presentes.

332

Ibid. p. 1001. 333

Ibid. p. 1030 y ss. Sesión permanente del 29 de enero de 1917.

155

Ciertamente, el derecho contemporáneo arranca en México con la

Constitución de 1917, aún vigente aunque con múltiples reformas. La doctrina

tiene claro que el derecho de propiedad sufre en su elaboración legal,

múltiples deformaciones334

, el mismo artículo 27335

nos reporta un déficit

conceptual, vemos un poco la redacción original de 1917336

:

Art. 27.- La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los

límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación, la

cual, ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los

particulares, constituyendo la propiedad privada.

Esta no podrá ser expropiada sino por causa de utilidad pública y mediante

indemnización.

Las confusiones más recurrentes originadas por la redacción de esta norma,

son entre la definición de dominio y la de propiedad; y entre estas dos y la de

derechos reales: por ahora digamos que para efectos constitucionales la

propiedad originaria corresponde a la Nación y el dominio al particular es una

especie de aquella, llamada por la doctrina propiedad derivada; todas estas

categorías a su vez serían subespecies de los derechos reales, derechos que

tratan de las cosas337

.

334

Por ejemplo Oscar Morineau, derechos reales y el subsuelo en México, FCE, UNAM, 1997, p.

199 y ss. 335

Comos antecedentes de la Constitución de 1917 encontramos los siguientes: “El presidente no

podrá ocupar la propiedad de ningún particular ni corporación, ni turbarle en la posesión, uso o

aprovechamiento de ella, y si en algún caso fuere necesario para un objeto de conocida utilidad

general, tomar la propiedad de un particular o corporación, no lo podrá hacer sin previa aprobación

del senado y en sus recesos del consejo de gobierno, indemnizando siempre a la parte interesada, a

juicio de hombres buenos, elegidos por ella y por el gobierno” Sección 4ª., artículo 110 de la

constitución de 1824; Constitución de 1857: “La propiedad de las personas no puede ser ocupada

sin su consentimiento, sino por causa de utilidad pública y previa indemnización. La ley

determinará la autoridad que debe hacer la expropiación, y los requisitos con que esta deba

verificarse.” 336

La redacción del artículo suele atribuírsele a Venustiano Carranza, aunque la discusión

parlamentaria terminó por cambiar y adicionar amplias partes del precepto constitucional;

concretamente la parte que tiene que ver con los energéticos la dirigió el diputado e ingeniero Pastor

Rouaix quien confesó más tarde que la discusión se realizó con “premura e imprevisión” tanto que

no dio tiempo de recoger lo que cada diputado opinó al respecto (Pastor Rouaix, Génesis de los

artículos 27 y 123 de la Constitución Política de 1917, México, Ediciones del Partido

Revolucionario Institucional, 1984, p. 134.) 337

Los Derechos reales son a saber, no limitativamente: La Propiedad, el Usufructo, la

Servidumbre, la Hipoteca, la Prenda, la Enfiteusis y la Superficie; aunque es cierto que la Propiedad

constituye el mejor ejemplo de Derecho Real. Quedarían además pendientes las definiciones de ius

156

Respecto de la primera forma propietaria que distingue el constitucionalista de

1917, encontramos la originaria, y en particular la que corresponde a la

‘federación’ entendida como nación, la confusión se extiende a diversas leyes,

en las que no se hace la distinción entre lo que es de la nación y lo que es de la

federación, esta última debe entenderse además, como gobierno federal, en

concreto como poder ejecutivo338

.

Continuando con la lectura del 27 constitucional entramos a la definición de

otro tipo de propiedad, la privada que por exclusión sería aquella que no es

originaria, a esta propiedad la teoría la llama derivada:

La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada

las modalidades que dicte el interés público, así como el de regular el

aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, para

hacer una distribución equitativa de la riqueza pública y para cuidar de su

conservación. Con este objeto se dictarán las medidas necesarias para el

fraccionamiento de los latifundios; para el desarrollo de la pequeña propiedad;

para la creación de nuevos centros de población agrícola con las tierras y

aguas que les sean indispensables; para el fomento de la agricultura y para

evitar la destrucción de los elementos naturales y los daños que la propiedad

pueda sufrir en perjuicio de la sociedad.

utendi, fruendi y abutendi; sobretodo en esta época en la que los ‘valores bursátiles’ tienen gran

peso; además de las nociones de inalienabilidad e inembargabilidad, 338

ADAME GODARD, Jorge, “La defensa posesoria del concesionario de bienes públicos” en:

Derecho civil y romano. Culturas y Sistemas Jurídicos Comparados, Universidad Nacional

Autónoma de México, México, 2006, pp. 451 y ss. Adame menciona además que la Suprema Corte

lo ha interpretado así a partir de una tesis aislada producto de un amparo en revisión de 17 de mayo

de 1929. Pero también puede verse la tesis aislada, Quinta Época, Segunda Sala, Semanario Judicial

de la Federación, XLV, p. 5453, “El párrafo tercero del artículo 27 constitucional, al disponer que

‘la nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que

dicte el interés público’, otorgó expresa y directamente esa facultad a la nación, que está

representada por el Gobierno Federal, y excluyó de su ejercicio a los poderes de los Estados. No

puede estimarse que el término ‘Nación’ para los efectos de la disposición constitucional citada,

debe entenderse en un sentido que comprenda a las entidades federativas, por que en el tecnicismo

del derecho público y dentro de la terminología que usa la Constitución Federal, por ‘Nación’

solamente puede entenderse a la Federación, cuyo órgano genuino es el Gobierno Federal. Por otra

parte, aunque es cierto que el segundo párrafo del artículo 27 constitucional, concede a los Estados

el poder de expropiar por causa de utilidad pública, no por esto puede considerarse que aquéllos

tengan facultad para legislar sobre ocupación temporal de la propiedad rústica, que se encuentra en

determinadas condiciones, a título de arrendamiento forzoso.” Amparo administrativo en revisión

2250/34. Villa Rogelio. 21 septiembre de 1935. Mayoría de cuatro votos. Disidente: Agustín

Aguirre Garza. Relator: Agustín Gómez Campos.

157

Esta construcción constitucional me suscita algunas preguntas en cuanto a las

modalidades de la propiedad, ¿son las mismas modalidades del acto jurídico,

como condición, carga y modo?, o quizá ¿una serie de restricciones y deberes

jurídicos, que se imponen al propietario? En cualquier caso faltaría aclarar ¿la

diferencia entre límites y modalidades de la propiedad? La Suprema Corte

sustentó en una tesis aislada de 1954 que

Por modalidad a la propiedad privada debe entenderse el establecimiento de

una norma jurídica de carácter general y permanente, que modifique la forma

jurídica de la propiedad. Son pues, dos elementos los que constituyen la

modalidad: el carácter general y permanente de la norma que la impone y la

modificación substancial del derecho de propiedad, en su concepción vigente.

El primer elemento exige que la regla jurídica se refiera al derecho de

propiedad, sin especificar ni individualizar cosa alguna, es decir, que

introduzca un cambio general en el sistema general y, a la vez, que esa norma

llegue a crear una situación jurídica estable. El segundo elemento, esto es, la

modificación que se opere en virtud de la modalidad, implica una limitación o

transformación del derecho de propiedad; así, la modalidad viene a ser un

término equivalente a la limitación o transformación. El concepto de

modalidad se aclara con mayor precisión, si se estudia el problema desde el

punto de vista de los efectos que aquella produce, en relación con los derechos

del propietario. Los efectos de las modalidades que se impriman a la

propiedad privada consisten en una extinción parcial de los atributos del

propietario, de manera que éste no sigue gozando, en virtud de las limitaciones

estatuidas por el poder legislativo, de todas las facultades inherentes a la

extensión actual de su derecho339

.

Ahora entramos a otra distinción contenida en el texto constitucional, también

artículo 27, que es la del dominio directo (el cual daría lugar a una acción

reivindicatoria), y por ende el indirecto (que daría lugar a una acción de

dominio útil):

Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los minerales o

substancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos

cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos, tales como los

minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la

339

Quinta Época, Sala Auxiliar, Semanario Judicial de la Federación, CXX, 590, Amparo civil

directo 2995/45. Fajardo de Ancona Julia y coagraviados. 3 de mayo de 1954. Unanimidad de

cuatro votos. Ausente: Ángel González de la Vega. La publicación no menciona el nombre del

ponente.

158

industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal de gema y las salinas

formadas directamente por las aguas marinas. Los productos derivados de la

descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite trabajos

subterráneos; los fosfatos susceptibles de ser utilizados como fertilizantes; los

combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno

sólidos, líquidos o gaseosos.

Ahora bien, este dominio de la nación, originario y directo, tiene además otras

características que el precepto constitucional en comento contiene:

En los casos a que se refieren los dos párrafos anteriores, el dominio de la

Nación es inalienable e imprescriptible, y sólo podrán hacerse concesiones por

el Gobierno Federal a los particulares o sociedades civiles o comerciales

constituidas conforme a las leyes mexicanas, con la condición de que se

establezcan trabajos regulares para la explotación de los elementos de que se

trata, y se cumplan con los requisitos que prevengan las leyes.

El problema que había sugerido el liberalismo decimonónico era que en aras a

conseguir la circulación de la riqueza, era necesario poner la propiedad

nacional en manos de particulares que la hicieran producir, pero esto no

necesariamente conducía a un desarrollo armónico de la sociedad, la mano

invisible smithiana, jamás llegó a México, así que había que detallar qué tipo

de propietarios de la propiedad derivada habría y dentro de éstos, los

concesionarios, en el caso que nos ocupa, del petróleo, cómo funcionarían:

La capacidad para adquirir el dominio de las tierras y aguas de la Nación, se

regirá por las siguientes prescripciones:

I.- Sólo los mexicanos por nacimiento o por naturalización y las sociedades

mexicanas, tienen derecho para adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus

accesiones, o para obtener concesiones de explotación de minas, aguas o

combustibles minerales en la República Mexicana. El Estado podrá conceder

el mismo derecho a los extranjeros siempre que convengan ante la Secretaría

de Relaciones en considerarse como nacionales respecto de dichos bienes y en

no invocar, por lo mismo, la protección de sus Gobiernos, por lo que se refiere

a aquéllos; bajo la pena, en caso de faltar al convenio, de perder en beneficio

de la Nación, los bienes que hubieren adquirido en virtud del mismo. En una

faja de cien kilómetros a lo largo de las fronteras y de cincuenta en las playas,

por ningún motivo podrán los extranjeros adquirir el dominio directo sobre

tierras y aguas.

159

Por último, el párrafo del 27 constitucional fundamento de la expropiación

como instrumento del Estado para disponer de la propiedad nacional.

Considerando el antecedente real al que me refería, existían tres clases de

patrimonios reales según explica Patiño Camarena a) el real patrimonio, que

corresponde a la casa real; b) el patrimonio privado del rey, propio y personal

del monarca y c) el tesoro real, que sirve para administrar al reino340

; en 1917

el Estado mexicano como dije, requería de un sustento teórico para restablecer

estos tres patrimonios, y puso los medios legales para hacerlo, pero no

determinó cómo se distinguirán una vez entrados en el ámbito de lo público,

así ahora, el edificio de la Secretaría de Gobernación es propiedad de la

nación, como el petróleo, como las costas, como el edificio del Congreso de la

Unión, bienes todos ellos que cumplen finalidades distintas. Pero por ahora

concentrémonos en la posibilidad de que el poder ejecutivo pueda ejercer una

acción reivindicatoria sobre propiedades que son de la nación (todas lo son)

siempre y cuando justifique “la causa de utilidad pública” e indemnice al

propietario que en tal momento será un mero poseedor (propietario derivado):

Las leyes de la Federación y de los Estados en sus respectivas jurisdicciones,

determinarán los casos en que sea de utilidad pública, la ocupación de la

propiedad privada; y de acuerdo con dichas leyes la autoridad administrativa,

hará la declaración correspondiente. El precio que se fijará como

indemnización a la cosa expropiada, se basará en la cantidad que como valor

fiscal de ella figure, en las oficinas catastrales o recaudadoras, ya sea que este

valor haya sido manifestado por el propietario o simplemente aceptado por él

de un modo tácito, por haber pagado sus contribuciones con esta base,

aumentándolo con un diez por ciento. El exceso de valor que haya tenido la

propiedad particular por las mejoras que se le hubieren hecho con

posterioridad a la fecha de la asignación del valor fiscal, será lo único que

deberá quedar sujeto a juicio pericial, y a resolución judicial. Esto mismo se

observará cuando se trate de objetos cuyo valor no esté fijado en las oficinas

rentísticas.

Así, en la Constitución de 1917, el petróleo es considerado como propiedad

originaria de la Nación y por tanto ésta, ejerce el dominio directo sobre él,

pero con la posibilidad de otorgar una concesión para su explotación. Este

cambio de naturaleza jurídica fue producto de una inercia histórico-legal, pero

340

PATIÑO CAMARENA, Javier, La hazaña jurídica petrolera (1914-1938), México, Porrúa,

1990, 2ª ed., p. 5.

160

también de la postura nacionalista que sugirió Venustiano Carranza, los

empresarios extranjeros no tendrían en principio por qué temer, puesto que

siempre se había llegado a un arreglo, incluso con Francisco I. Madero, sobre

la participación de los gobernantes en los dividendos generados por la

industria petrolera341

; además, una vez nacionalizado el petróleo las empresas

seguirían gozando de la posibilidad de solicitar concesiones, ahora ayudadas

por el Estado que ya no tendría el impedimento legal de expropiarle a

particulares; pero la historia fue otra.

El 25 de noviembre de 1936 apareció publicada en el Diario Oficial de la

Federación la Ley de Expropiación, que contaba con 21 artículos; entre otras

cosas enumeraba las causas de utilidad pública, el artículo 1, fracción VII

habla de la “defensa, conservación, desarrollo o aprovechamiento de los

elementos naturales susceptibles de explotación”.

9.4 Algunas cuestiones económicas y fiscales

A partir de finales del siglo XIX, el petróleo se convirtió en una cuestión que

originaba polémicas en materia económica, y paulatinamente, en materia

fiscal, hasta llegar a representar el 35% de los ingresos mexicanos.

Las empresas radicadas en México a partir de 1920, exportaban con mucho

éxito el petróleo mexicano, pero este recurso natural estaba sujeto no sólo a su

precio, sino a un mercado internacional y a la calidad de la inversión que

sobre él se realizaba, es decir, el auge petrolero nos duró poco; y aunque

nuestra economía por casi un siglo ha dependido en gran medida de él, no

aprendimos en esos 100 años a planear a futuro, y esto, influyó en lo jurídico.

México como exportador importante de petróleo. Hacia el inicio de los años

20s, con una producción que representaba la cuarta parte de la producción

mundial, las exportaciones petroleras ocupaban un lugar preponderante en el

mercado mundial. En 1921, esas exportaciones representaban más del 50% del

valor de las exportaciones totales del país. Durante el resto de los años 20s y a

lo largo de los 30s las exportaciones fueron disminuyendo y después de la

341

Cfr. ÁLVAREZ DE LA BORDA, Joel, “La compañía mexicana de petróleo ‘El Águila’ y la

cuestión fiscal 1912-1917”, en: MEMORIAS DEL SEGUNDO CONGRESO DE HISTORIA

ECONÓMICA. La historia económica hoy, entre la economía y la historia México, Asociación

Mexicana de Historia Económica, A.C. Facultad de Economía, UNAM, 2004,

http://www.economia.unam.mx/amhe/memoria/memoria.html de: 12 de marzo de 2007.

161

nacionalización de 1938 México fue expulsado de hecho de ese mercado. Esto

hizo posible orientar la producción hacia un mercado interno en expansión, lo

cual correspondía, además, al proyecto de desarrollo y se situaba también en la

línea de un lugar más importante que el mercado interno venía adquiriendo

desde la segunda parte de la década de los 20s.342

Así, el siglo XX presenta una hipótesis que basó el desarrollo económico

mexicano en la explotación del petróleo para lo cual era necesaria una

legislación adecuada. Esta idea del desarrollo del mercado interno a partir de

sus propios recursos, surgió mucho antes de la misma expropiación,

jurídicamente hablando, es 1917 la toma de conciencia en este ámbito

económico-legislativo que debe observarse no sólo a la luz del artículo 27

constitucional sino también del 28 y del 123.

El desarrollo del mercado interno no es un proceso que se inicia con la

nacionalización de 1938: En vísperas de la nacionalización, una parte

creciente del petróleo producido se dirigía ya al mercado interno, una

situación que prefiguraba el futuro papel del petróleo. En 1937, la producción

del petróleo crudo alcanzó 47 millones de barriles y las exportaciones de

crudo y de productos derivados fue de alrededor de 25 millones de barriles, es

decir, 53.2% de la producción total: el resto se consumía ya internamente.343

Es obvio que si el petróleo comenzó en las primeras décadas del siglo XX a

convertirse en un factor económico importante, el Estado mexicano cifrara en

él no sólo su recuperación económica sino también su emancipación social, y

si el orden constitucional es la suma de estos factores (económico y social) es

posible adelantar una conclusión aun antes del 18 de marzo de 1938. En

cualquiera de los casos, la mayoría de autores344

desde la perspectiva

económica o fiscal, observan los presagios de un conflicto anunciado que

inició tal vez en 1917 y que se fue postergando hasta 1938, en el que diversos 342

DE LA VEGA NAVARRO, Ángel, “Mercado interno, mercado internacional, de 1938 a los

setentas”, en: MEMORIAS DEL SEGUNDO CONGRESO DE HISTORIA ECONÓMICA. La

historia económica hoy, entre la economía y la historia México, México, Asociación Mexicana de

Historia Económica, A.C. Facultad de Economía, UNAM, 2004,

http://www.economia.unam.mx/amhe/memoria/memoria.html de: 12 de marzo de 2007, p. 1. 343

Ibid, p. 3. 344

Por ejemplo HABER, Stephen, MAURER Noel, RAZO, Armando, “When de Law doesn’t

matter: The rise and decline of the mexican oil industry, en: MEMORIAS DEL SEGUNDO

CONGRESO DE HISTORIA ECONÓMICA. La historia económica hoy, entre la economía y la

historia México, México, Asociación Mexicana de Historia Económica, A.C. Facultad de

Economía, UNAM, 2004, http://www.economia.unam.mx/amhe/memoria/memoria.html de: 12 de

marzo de 2007.

162

factores de poder, tuvieron que llegar a las instancias judiciales “Como se

sabe, las empresas utilizaron diversas estrategias para oponerse a los nuevos

decretos reglamentarios y fiscales, desde la presión diplomática hasta los

recursos legales como el amparo. Otra forma fue el boicot, esto es, una

resistencia pasiva y de protesta, o simplemente ignorar las nuevas

disposiciones.”345

Las empresas petroleras conocían bien el camino, ante una nueva embestida

del gobierno para fijarles algún impuesto, recurrían a un amparo, los

argumentos eran siempre los mismos; por un lado la irretroactividad de

cualquier decreto o ley, y por otro la falta de capacidad del Ejecutivo para

legislar en materia de energéticos. Resultaban tan apetecibles las ganancias

que generaba el petróleo que algunos gobiernos locales intentaron también

establecer sus impuestos sobre aquél; tal es el caso emblemático del

gobernador de Veracruz, Adalberto Tejeda en 1923. A nivel federal en 1919

se presentaron cerca de 80 demandas de amparo contra decretos que

pretendían cambiar los títulos porfiristas por concesiones, las empresas

arguyeron que no les aplicaba el decreto retroactivamente346

. La Suprema

Corte de Justicia de la Nación resolvió el 30 de agosto de 1920 que el artículo

27 constitucional no era retroactivo en cuanto se refería a derechos originarios

que se tenían con anterioridad a la adquisición por parte de las empresas347

,

con lo que la constitución quedaba salvada pero también las concesiones. Este

criterio es considerado por algunos autores como el antecedente más directo 345

UHTHOFF, Luz María, “Fiscalidad y Petróleo”, en: MEMORIAS DEL SEGUNDO CONGRESO

DE HISTORIA ECONÓMICA. La historia económica hoy, entre la economía y la historia México,

México, Asociación Mexicana de Historia Económica, A.C. Facultad de Economía, UNAM, 2004,

http://www.economia.unam.mx/amhe/memoria/memoria.html de: 12 de marzo de 2007, p. 18. 346

Idem. 347

Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, Instancia: Pleno, tomo X, página 887

“ARTICULO 27 CONSTITUCIONAL. El párrafo IV del artículo 27 constitucional, no puede

estimarse retroactivo ni por su letra ni por su espíritu, pues no vulnera derechos adquiridos. Este

precepto establece la nacionalización del petróleo y sus derivados, amplía la enumeración que hacen

las anteriores leyes de minería pero respetando los derechos legítimamente adquiridos antes del 1o.

de mayo de 1917. Amparo administrativo en revisión. Internacional Petroleum Company. 8 de

mayo de 1922. Mayoría de nueve votos. El Ministro Enrique Moreno no intervino en este negocio,

por las razones expresadas en el acta del día. Disidente: Patricio Sabido. La publicación no

menciona el nombre del ponente. En este punto en particular el poder Judicial Federal venía

unificando su jurisprudencia, considerando como lo hiciera antes de 1925 el Juez Primero

Supernumerario de Distrito en el asunto de The Texas Corporation of Mexico S.A. que “no existe

retroactividad en la aplicación de la ley, ya que las normas anteriores aplicables a la minería y al

petróleo, no podrían contener principios absolutos e inflexibles puesto que, al permitir la

explotación del petróleo a los superficiarios, esa facultad podría ser retirada en vista del derecho

eminente de la Nación para modificar el régimen de propiedad” citado por SENTÍES, Octavio,

“Petróleo y Derecho op cit. p. 124.

163

de los Tratados de Bucarelli de 13 de agosto de 1923348

, a través de los cuáles

México obtiene de manera provisional el reconocimiento de Estados Unidos

que, entre muchas otras cosas pedía el reconocimiento de los derechos que

tenían las compañías petroleras norteamericanas.

Hay algo más que agravó el conflicto y es que las empresas petroleras, sobre

todo las norteamericanas, ejercían una especie presión o chantaje sobre los

gobiernos mexicanos, recordemos que durante las décadas previas a la

expropiación, los Estados Unidos habían invadido el territorio mexicano; la

anarquía fiscal y las condiciones de privilegio que algunas empresas petroleras

mantenían frente a los gobiernos mexicanos349

, les servían como medios de

defensa a las mismas empresas frente a cualquier pretensión mexicana. En este

sentido es emblemática la problemática de la Huasteca350

, de 1924 a 1938, el

problema sindical mezclado con problemas con los indígenas de la zona

fueron de alguna manera canalizados por las empresas norteamericanas; en

1927 Burton W. Wilson encabezaba acciones sediciosas investigadas por el

gobierno mexicano351

. Lázaro Cárdenas vivió personalmente estos problemas

cuando fue Jefe de Operaciones Militares en la huasteca veracruzana352

.

Un duro golpe se propinó a las empresas petroleras el 2 de enero de 1935, al

declarar inexistentes las franquicias en materia de impuestos y nulificar

derechos de exploración y explotación otorgados, desde principios de siglo, a

la compañía de petróleo “El Águila”, esto sirvió para que en 1937 el gobierno

incorporara miles de hectáreas de terrenos petrolíferos pertenecientes a

empresas extranjeras.

348

BECERRA GONZALEZ, María, Principios de la Constitución mexicana de 1917 relacionados

con el subsuelo, antecedentes doctrinales y legislativos, principios fundamentales contenidos en la

Constitución en su versión original y cambios operados después de 1917 en el mismo texto

constitucional, México, UNAM, 1967, pp. 64-65. 349

AGN, Instituciones Gubernamentales: época moderna y contemporánea, Administración Pública

Federal S. XX, Gobernación Siglo XX, Investigaciones Políticas y Sociales (Galería 2),

Generalidades, Caja 0030, Congresos, cámaras, exposiciones, museos y sociedades. Investigaciones

y actividades 0030 – 052, Junio de 1929 - Julio de 1929. Lugares: Distrito Federal Asunto:

Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, solicita se investigue la existencia en el Territorio

Nacional de compañías petroleras, comerciales y mineras que funcionen sin llenar los requisitos

legales vigentes. 350

AGN, Luchas y agitaciones políticas, revoluciones, motines, sublevaciones, noviembre 1924-

junio 1938, Clasificación 313.1-1193. 351

AGN, Luchas y agitaciones políticas, revoluciones, motines, sublevaciones, febrero 1925- julio

1925, Clasificación 313.1-626. 352

CELIS SALGADO, Lourdes, “Consideraciones generales sobre la expropiación petrolera” en:

HERRERA REYES, Agustín y SAN MARTÍN TEJEDO, Lorea, México a cincuenta años de la

expropiación petrolera, México, UNAM, 1989, pp. 65-70, p. 68.

164

Hasta aquí puede observarse que la cuestión fiscal es uno de los motivos que

originó el conflicto petrolero entre el gobierno mexicano y las empresas

petroleras, aunque la causas directa del conflicto sea una desavenencia entre

los trabajadores de la industria petrolera y los mismos dueños de las empresas,

como a continuación veremos.

9.5 La cuestión sindical

El sindicalismo venía creciendo desde 1917, en especial el de los petroleros; a

partir del auge de los años veintes, éste se fortaleció obtuvo prebenda para los

trabajadores petroleros sobre el resto de los demás trabajadores, en los albores

del conflicto en 1935, los líderes de los sindicatos más grandes de la industria

petrolera lograron finalmente formar una sola agrupación nacional, que en sus

inicios llegó a representar aproximadamente al 80 por ciento de los

trabajadores petroleros mexicanos. Posteriormente, el Sindicato de

Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) presentó a 17

compañías extranjeras un contrato colectivo (de 165 páginas) que abarcaba

toda la industria, exigiendo un aumento salarial de 30 millones de pesos

(aproximadamente $8,3 millones de dólares) y una extensa participación

obrera en la administración. Fue el rechazo de los gerentes foráneos a un

nuevo acuerdo negociado por el gobierno lo que llevó a la nacionalización del

18 de marzo de 1938.353

El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, obtuvo su

registro ante el Departamento del Trabajo en 1935, con esto cualquier empresa

dedicada a alguna actividad relacionada con el petróleo tendría que negociar

con este sindicato. Fue así que esta agrupación se propuso la firma de un

contrato colectivo de trabajo el aumento solicitado rondaba en los 65 millones

de pesos.

En el mes de mayo de 1937 inició una huelga nacional de proporciones

mayores, fue el presidente Lázaro Cárdenas quien aconsejó al sindicato acudir

353

BROWN, Jonathan C., “Ciclos de sindicalización en las compañías extranjeras”, en:

MEMORIAS DEL SEGUNDO CONGRESO DE HISTORIA ECONÓMICA. La historia económica

hoy, entre la economía y la historia México, México, Asociación Mexicana de Historia Económica,

A.C. Facultad de Economía, UNAM, 2004,

http://www.economia.unam.mx/amhe/memoria/memoria.html de: 12 de marzo de 2007, p. 1.

165

a los tribunales. La demanda interpuesta por el Sindicato de 7 de junio de

1937 es muy breve, contra las siguientes compañías:

Compañía Mexicana de Petróleo “El Águila” S.A., Huasteca Petroleum

Company, Pierce Oil Company S.A., California Standard Oil Company de

México, Petróleos de México S.A., Compañía Petrolera Agwi, S.A., Penn

Mex Fuel Oil Company, Stanford y Company, Richmond Petroleum Company

of Mexico, Explotadora de Petróleo “La Imperial” S.A., Sabalo Trnsportation

Company, Compañía de Gas y Combustibles “Imperio”, Mexican Gula Oil

Comapny, Mexican Sinclair Petroleum Corporation, Consolidated Oil

Company of Mexico S.A., Compañía Naviera “San Cristóbal” S.A, Compañía

Naviera “San Ricardo” S.A., Compañía Naviera “San Antonio”, S.A.

El denominado “conflicto de orden económico” fundado en el artículo 7º,

Título 9º de la Ley Federal del Trabajo, demandaban el establecimiento de las

nuevas condiciones de trabajo que no se habían cumplido, además, el pago de

salarios a los miembros del Sindicato y daños y perjuicios desde el 28 de

mayo de 1937 hasta el día en que se reanudaran las labores.

La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje nombró a una comisión especial

de prestigiados académicos para resolver el problema, esta comisión se integró

por Jesús Silva Herzog, Mariano Moctezuma y Efraín Buenrostro, quienes

dictaminaron que la compañías petroleras debían aumentar los sueldos y

prestaciones de sus obreros por 26 millones pesos, 12 millones más de los que

las compañías habían dicho; pero además argumentaban las petroleras, que si

se atendía plenamente al dictamen de estos expertos la suma total era aun

mayor, cerca de los 41 millones. En cualquier forma la Junta a través del

grupo Especial 7 aceptó el dictamen y emitió un laudo el 18 de diciembre de

1937, el 29 de ese mismo mes las empresas presentaron amparo ante la

Suprema Corte de Justicia de la Nación

Como dije, el conflicto sobre el petróleo inició siendo laboral, los trabajadores

petroleros solicitaron una reconsideración de su estatus y obtuvieron buenos

resultados por parte de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje; a las

compañías petroleras les parecía que todo esto formaba parte de un gran

complot en el que se unían todos los poderes de la unión y la misma sociedad

y no estaban tan alejados de la realidad, pues el sentimiento nacionalista que

agrupó a las diferentes grupos de la sociedad mexicana comenzó a fructificar,

pero esto no fue espontáneo, sino el fruto de un proceso que duró al menos dos

décadas:

166

Las compañías interpusieron una demanda de amparo en contra del fallo

laboral frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual, el 1 de

marzo de 1938, sostuvo todos y cada uno de los puntos del fallo. Las

compañías alegaban que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje les

estaba negando la garantía de igualdad otorgada por la constitución y las leyes

mexicanas. Los ejecutivos petroleros declararon que tanto los sindicatos como

el gobierno del presidente Cárdenas, que estaba a favor de los trabajadores,

habían influido indebidamente el proceso de arbitraje. El Juez Primero de

Distrito en Materia Administrativa rechazó una última demanda de amparo

por parte de las compañías en contra del laudo de la comisión el viernes 11 de

marzo de 1938. Durante los procedimientos judiciales de los últimos cuatro

meses las compañías sacaron del país sus bienes de capital. De esta forma se

fijó el escenario para la confrontación final entre los obreros y las compañías.

Los petroleros extranjeros tendrían que pagar aumentos salariales con un

monto de 26.3 millones de pesos y conceder a los líderes sindicales una

participación activa en la administración del personal. Cuando en 1938 las

compañías repudiaron incluso el fallo de la Suprema Corte Mexicana a favor

de los trabajadores petroleros, el Presidente Cárdenas no tenía más remedio

que nacionalizar la industria.354

La cuestión va más allá de una simple decisión de la Suprema Corte de

Justicia de la Nación, pues con ella el máximo tribunal se sumaba a un

movimiento nacional de reivindicación, una actitud que implicaba valentía y

fortaleza institucional aun a pesar de la presión internacional a la que sabía se

atendría:

El presidente de la Jersey Standard también señaló que, debido a las presiones

tanto del gobierno como de los obreros, las compañías nunca habían logrado

un juicio preliminar imparcial ante la Suprema Corte.355

Así, la Corte tuvo que hacer consideraciones que iban más allá de una simple

decisión judicial subsumida a la ley, y tuvo que asumir el papel que la historia

le estaba indicando.

354

BARBOSA CANO Fabio, “El movimiento petrolero en 1938-1940”, en Los sindicatos

nacionales en el México contemporaneo: Petroleros, Javier Aguilar, coordinador, México, GV

Editores, 1986, 59-62. 355

BROWN, Jonathan C., “Ciclos de sindicalización , op cit., p. 21, información publicada en el

New York Times,el 20 de marzo de 1938.

167

9.6 La expropiación petrolera o de la defensa de la integridad judicial

El 1º de marzo de 1938, la Cuarta Sala de la Suprema Corte de Justicia de la

Nación, integrada por los ministros Salomón González Blanco, Javier López

Sánchez, Octavio M. Trigo, Alfredo Iñárritu y Xavier Icaza, dio a conocer su

fallo éste último ministro se excuso de participar en el fallo porque las

empresas petroleras lo acusaron de ser parcial y apoyar a los obreros porque

era amigo de Vicente Lombardo Toledano356

.

La resolución consta de 16 considerandos, la Sala dio respuesta a todos y

concluyó:

La justicia de la Unión no ampara ni protege a las compañías

petroleras contra los actos reclamados de la Junta Especial número

siete de la Federal de Conciliación y Arbitraje, del Presidente de

dicha Junta Especial que fungió como Presidente de la Junta para el

efecto de tramitar y resolver el conflicto, del Presidente Titular de la

Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y del Actuario a quien

corresponda la ejecución del laudo; consistiendo dichos actos en el

laudo de dieciocho de diciembre de mil novecientos treinta y siete,

dictado en el expediente 305/937, formado con motivo del conflicto

de orden económico promovido por el Sindicato de Trabajadores

Petroleros de la República Mexicana en contra de la empresas

quejosas y en la ejecución del laudo, a cargo de las tres últimas

autoridades mencionadas.

Con esta decisión, el laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje

queda firme y las compañías petroleras quedaban así, obligadas a acatarlo,

para lo cual la Junta fija, como fecha límite el 7 de marzo, como las

compañías no cumplieron en tiempo, el 15 de marzo, la Junta las declara en

rebeldía. “La conocida soberbia e intransigencia de las empresas petroleras

para no acatar las decisiones de los tribunales mexicanos y, fundamentalmente

la ejecutoria de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es explicable por la

acumulación de elementos internacionales y por la certidumbre inalterable de

un periodo económico extranjero que se resguardó en la segura protección e

intervención de sus gobiernos. También, aparece la sombra del desdén hacia

México y hacia las facultades y firmeza del titular del poder ejecutivo.”357

356

PATIÑO CAMARENA, J., La hazaña… op. cit. P. 120 357

CELIS SALGADO, Lourdes, “Consideraciones generales sobre la expropiación… op cit., p. 69.

168

Así el 18 de marzo el Ejecutivo mexicano, expropió por causa de utilidad

pública y con destino al patrimonio nacional, los bienes muebles e inmuebles

de las 17 compañías petroleras que se negaron a acatar el laudo de 18 de

diciembre de 1937 confirmado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación,

el 1 de marzo de 1938.

El decreto expropiatorio reconoce cómo principal motivo la actitud asumida

por las compañías petroleras negándose a obedecer el Mandato de la Justicia

Nacional que por conducto de la Suprema Corte, las condenó en todas sus

partes a pagar a sus obreros el monto de la demanda económica que las

propias empresas llevaron ante los Tribunales Judiciales por inconformidad

con las resoluciones de los Tribunales del Trabajo, impone al Ejecutivo de la

Unión el deber de buscar en los recursos de nuestra legislación un remedio

eficaz que evite definitivamente, pare el presente y para el futuro, el que los

fallos de la Justicia se nulifiquen o pretendan nulificarse.

Y no sólo eso, sino que Lázaro Cárdenas justifica la expropiación en la

urgencia que demanda el interés público y que ha sido defendido por el

Máximo Tribunal y que ahora el Ejecutivo respalda en aras a preservar la

soberanía:

es evidente que el problema que las compañías petroleras plantean

al Poder Ejecutivo de la Nación con su negativa a cumplir la

sentencia que les impuso el más Alto Tribunal Judicial, no es un

simple caso de ejecución de sentencia, sino una situación definitiva

que debe resolverse con urgencia. Es el interés social de la clase

laborante (sic) en todas las industrias del país el que los exige. Es el

interés público de los mexicanos y aun de los extranjeros que viven

en la República y que necesitan de la paz y de la dinámica de los

combustibles para el trabajo. Es la misma soberanía de la Nación,

que quedaría expuesta a simples maniobras del capital extranjero,

que olvidando que previamente se ha constituido en empresas

mexicana, bajo leyes mexicanas, pretende eludir los mandatos y las

obligaciones que le imponen autoridades del propio país.

169

Una vez hecha la expropiación “las manifestaciones de entusiasmo en apoyo

al presidente fueron imponentes. Todas las clases sociales, sin exclusión

mostraron su solidaridad al gobierno de la República.”358

9.7 Cultura jurídica, justicia y petróleo

El petróleo había estado en manos extranjeras durante el siglo XIX y hasta

1938, la mayor parte de este tiempo se debió a un consenso mexicano, tal es el

caso de la empresa el Águila S.A., en dónde el consejo administrativo estuvo

desde sus orígenes conformado por políticos y empresarios mexicanos que

participaban de los dividendos de esta empresa, que llegó a representar el 50

% de la inversión en este ramo en 1910359

.

La idea nacionalista que llevó a justificar la reivindicación de nuestras

riquezas petroleras, estaba presente en todos los ámbitos, por ejemplo en el

educativo con Vasconcelos en la Universidad Nacional y Justo Sierra en la

Preparatoria Nacional; pero no era una idea excluyente sino por contrario, este

socialismo internacional que tanto fascinó a Cárdenas, se basó en la idea

mundial de recuperar un sentimiento nacional a la par que se reconocía a la

familia internacional de trabajadores de lo cuál a decir de Toynbee y

Tannenbaum, México fue ejemplo.

La expropiación representó un momento nacional en el que el sistema jurídico

logró coordinarse y apoyarse en la cultura de una sociedad “el 18 de marzo de

1938 el presidente de México, Lázaro Cárdenas, recuperaba para el país la

riqueza que, junto con otras, había sido enajenada por intereses extraños a la

Nación. Con este acto el presidente Cárdenas daba un nuevo y extraordinario

paso en el logro de las metas que se había señalado la Revolución iniciada en

1910”360

¿Qué es entonces la Nación? Y ¿qué es lo propio de la Nación?, en 1938

México respondió a través de sus instituciones, a través de su Corte Suprema;

asumió las consecuencias de sus actos y de su historia, respondió junto con

358

Ibid, p. 126. El único movimiento mexicano en contra de la posible expropiación petrolera,

corrió a cargo del general de División Saturnino Cedillo quién se rebeló en San Luís Potosí en 1937. 359

ÁLVAREZ DE LA BORDA, Joel, “La compañía mexicana de petróleo ‘El Águila’ op cit. 360

ZEA, Leopoldo, “Cultura e ideología en el cardenismo” en: HERRERA REYES, Agustín y SAN

MARTÍN TEJEDO, Lorea, México a cincuenta años de la expropiación petrolera, México,

UNAM, 1989, pp. 53-62, p. 53.

170

Renan, que nación es “el plebiscito de todos los días”, nos pusimos de

acuerdo, nos unimos y vencimos

Sobre el equilibrado reparto de sacrificios y beneficios habría de levantarse la

Nación. Una Nación que sería fuerte, porque dentro de ella participarían, sin

discriminación, los diversos grupos sociales que la forman, conciliando sus no

menos diversos intereses. La Nación así fortalecida por la conciliación de sus

intereses podría, no sólo defenderse de la voracidad externa, sino inclusive,

recuperar riquezas que habían sido enajenadas. Las exigencias de las voraces

compañías petroleras extranjeras en 1938, daría la oportunidad al gobierno de

la Revolución para recuperar una riqueza que debía servir para el desarrollo de

la Nación mexicana361

.

Se dice que la historia es maestra de vida. Muchas cosas podríamos concluir

del asunto petrolero, pero nos queda que una moraleja bien clara: la unión

hace la fuerza. Es necesario en toda comunidad contar con un elemento de

identidad, que la comunidad se imagine a sí misma como comunidad diría

Benedict Anderson; pero esta idea debe ser lo suficientemente flexible, su

artificialidad, sería en detrimento de su fuerza disuasiva.

361

Ibid. p. 54.

171

10. El tema de la multiculturalidad en el derecho y la justicia en México

Un tema fundamental de nuestro constitucionalismo actual, nos referimos al

tema de los derechos indígenas, damos por entendido que tanto

constitucionalmente el Tribunal en cuestión a partir de 2007 puede realizar

funciones interpretativas teniendo como indicador la constitución federal,

cuestión no sólo saludable sino que además forma parte de una tendencia

necesaria.

En el año 2001362

reformamos el artículo 2o constitucional para reconocer el

carácter multicultural de la nación mexicana. Por primera vez en México

aceptamos que la nación se compone de varias culturas y que aquellos que

tienen un origen pre occidental son parte de aquello que llamamos nación,

término no solamente sociológico sino con una carga de juridicidad363

porque

de este concepto derivan situaciones jurídicas y se desprenden derechos y

obligaciones. El problema es que se volvió a cometer el error de siempre, se

hizo la reforma indígena sin los indígenas, un contrasentido que venimos

arrastrando desde hace 200 años, los 3 poderes del Estado mexicano cerraron

sus oídos a una realidad avasallante, y tenemos que conformarnos entonces

con la redacción de un artículo constitucional hecho “para “ ellos364

.

Puesto que por el momento sólo existe este derecho constitucional indígena,

tendremos que atenernos al mismo y tratar de aprovecharlo en beneficio de los

propios pueblos indígenas y sus habitantes. De la lectura del artículo

constitucional en cuestión, deriva la necesidad de dotar al sistema jurídico

362

Reforma publicada en el Diario Oficial el 14 de agosto de 2001, Decreto por el que se aprueba

el diverso por el que se adicionan un segundo y tercer párrafos al artículo 1o., se reforma el

artículo 2o., se deroga el párrafo primero del artículo 4o.; y se adicionan un sexto párrafo al

artículo 18, y un último párrafo a la fracción tercera del artículo 115 de la Constitución Política de

los Estados Unidos Mexicanos. 363

Ver NARVAEZ HERNÁNDEZ, José Ramón “El concepto jurídico de Nación en tiempos de

Juárez. Construcción-destrucción de una cultura jurídica.” en: Anuario Mexicano de Historia del

Derecho, volumen XX, 2008, pp. 173-187. 364

Como es bien sabido la iniciativa presentado por el ejecutivo y aprobada por el Congreso y las

legislaturas necesarias para la reforma, llegó a ser cuestionada a través de más de 300 controversias

constitucionales que llegaron a la Suprema Corte interpuestas por municipios indígenas de diversas

entidades federativas, la Corte desechó estas solicitudes con lo que el Estado mexicano reafirmó

una postura que ha mantenido por 200 años que implica la creación occidental del derecho indígena

(absorción) y no su reconocimiento, por lo que en términos lógicos hay una contradicción interna

que invalidaría el derecho indígena mexicano, ver ESPINOZA SAUCEDA, Guadalupe, LÓPEZ

BÁRCENAS, Francisco y ZÚÑIGA BALDERAS, Abigail, Los pueblos indígenas ante la Suprema

Corte de Justicia de la Nación, Convergencia socialista, Centro de Orientación y Asesoría a

Pueblos Indígenas y Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, México, 2002.

172

mexicano de los instrumentos necesarios para la protección de los indígenas,

pero además el Estado mexicano quedaría comprometido con la protección de

lenguas, culturas, costumbres, recursos y formas específicas de organización

social.

Ahora bien, el análisis de la cuestión indígena y de la multiculturalidad (que

en nuestro contexto constitucional están íntimamente vinculados como temas)

debe partir por un lado del artículo 2º constitucional teniendo en cuenta lo que

corresponde a la sentencia que estamos comentando porque es el parámetro al

que está sujeto también el juez electoral que es un tipo de juez constitucional,

pero también sería importante analizar el derecho de los tratados, el derecho

internacional público porque México está obligado también a ello, aunque nos

pese la soberanía y tengamos una historia negativa de irresponsabilidad

internacional365

.

El precepto dice que:

La Nación tiene una composición pluricultural sustentada

originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que

descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del

país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias

instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de

ellas.

Este párrafo sugiere una lectura descriptiva lo que en lógica se llama

argumento apodíctico, es evidente que existen grupos indígenas con

antecedentes previos a la conquista, puede o no gustarnos la redacción, pero lo

cierto es que el re-conocimiento de esta realidad implica lo que a continuación

normará el artículo. El segundo párrafo nos dice:

365

México es, por ahora, el último país en aceptar la jurisdicción de la Corte Interamericana de

Derechos Humanos, además de aceptar la Convención Americana con reservas, sumándole que

supedita los tratados no sólo a la constitución sino a la interpretación constitucional de la Suprema

Corte que en poquísimo o en nada atiende la regulación interamericana, ya ni que hablar de la falta

de un sistema de absorción de las recomendaciones y/o sentencias del sistema interamericano en

materia de indemnización. Se menciona esto porque es un tema importante a nivel jurisdiccional

interamericano el tema indígena.

173

La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio

fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones

sobre pueblos indígenas. Son comunidades integrantes de un pueblo

indígena, aquellas que formen una unidad social, económica y

cultural, asentadas en un territorio y que reconocen autoridades

propias de acuerdo con sus usos y costumbres.

Como es bien sabido, al inicio este artículo era sólo programático, las nuevas

adiciones intentaron hacerlo pragmático. Aunque intentando problematizar el

contenido de este primer párrafo, queda todavía mucho por entender y conocer

que tanto un pueblo indígena determinado conserva o no sus instituciones, y

que calificación jurídica se puede dar a esta conservación y en su caso al

cambio366

; pongamos un ejemplo: la constitución garantiza las instituciones

indígenas, como puede ser el caso de un sistema de elecciones, supongamos

que en un pueblo indígena el grupo encargado de llevar a cabo las elecciones

decide cambiar el sistema lo que origina una pugna que divide en opiniones al

pueblo, o incluso peor, resultan electos dos candidatos distintos, producto de

los distintos sistemas de elección; algunas corrientes contemporáneas

sugerirían que se evalúen los argumentos de uno y otro bando, porque tal vez

está justificado el cambio; el problema sería el de la autodeterminación, el

pueblo debería decir cuál es el sistema que considera más adecuado, pero en

este caso hay una disputa, no necesariamente debe prevalecer el sistema más

antiguo, y ni siquiera tal vez el más racional a los ojos del buen observador

occidental, pues esto implicaría asimilación que es contra la multiculturalidad.

Un caso que por algunos de sus supuestos podría encuadrar en la problemática

a penas señalada sería el de Eufrosina Cruz, quien el 4 de noviembre de 2007

ganó una elección para el gobierno municipal de Santa María Quiegolani, en

Oaxaca, bajo el sistema de usos y costumbres, pero se le notificó que no tenía

derecho a votar y ser votada por ser mujer y la comunidad decidió, por usos y

costumbres anularle el triunfo; aquí el problema ni siquiera es entre un sistema

tradicional y uno nuevo sino sobre el mismo sistema tradicional. Eufrosina

acudió al Instituto Electoral de Oaxaca para denunciar la violación a sus

derechos políticos; sin embargo, ese instituto avaló la decisión que desconocía

el triunfo de la mujer indígena con argumentos que perfectamente podrían

366

Una experta en interpretación jurídica como lo es la profesora Tecla Mazzarese nos ha planteado

justo este problema, puesto que nuestros Estados se han olvidado de la costumbre, ahora que tienen

que juzgar en ocasiones tratando de hacer una interpretación acerca de esta fuente, no existen los

elementos hermenéuticos ni bibliografía, ni foros donde se discutan este tema, en concreto el de

¿cómo interpretar la costumbre? Dejamos por ahora planteada la cuestión.

174

hacerse pasar por constitucionales pero que parecen injustos y pero aun,

discriminatorios. Desgraciadamente Eufrosina no continúo por la vía

jurisdiccional, puesto que de hacerlo, nos hubiera permitido observar que

hubiera resuelto la autoridad jurisdiccional y se hubiera sentado un precedente

importante.

Otro problema hermenéutico que se puede presentar, y al que se han

enfrentado constituciones como la nuestra, que han reconocido la

“indigeneidad”, es definir bajo qué condiciones o supuestos estamos frente a

un indígena. En cualquiera de los casos hay que apelar a la identidad, y aquí

ya entramos en un sector filosófico, lo idéntico es similar a sí mismo, no cabe

la comparación, pues si no estaríamos en presencia de otro concepto igual de

complicado (o más) como lo es la igualdad. Ahora bien, la identidad es un

asunto personal, dicho filosóficamente suena muy bien, pero en la práctica

¿hasta dónde permitir que lo idéntico se identifique? En el caso colombiano

por ejemplo, el derecho permite que cada uno de autodefina pero ha originado

el problema de la instrumentalización de la identidad, personas que se dicen

de una etnia para recibir del gobierno programas destinados a dicha etnia,

sucede algo similar en las cuestiones de género con personas que han

cambiado de sexo; entonces ¿cómo definirnos? Seguramente la respuesta no

es individual, porque en la práctica no existen sujetos aislados sino personas,

con toda la carga conceptual de la idea de persona como entes relacional que

forma parte de una sociedad en la cual se genera un orden que es origen y

motivo del derecho367

.

Un asunto relacionado con el tema arriba expresado es el que conoció la

Suprema Corte de Justicia de la Nación en el Amparo directo en revisión

1624/2008, en la sesión del miércoles 5 de noviembre de 2008, la Primera sala

de la Suprema Corte de Justicia de la Nación decidió amparar a Jorge

Santiago, indígena oaxaqueño al que se le seguía proceso por la ingestión de

huevos de tortuga, cuestión que el defensor de oficio federal, argumentó fue

de acuerdo a sus usos y costumbres. El ministro ponente defendió el proyecto

puesto que con una decisión a favor del quejoso, se estaría materializando el

beneficio que otorga el artículo 2º de la Constitución.

Con esta sentencia y en el futuro próximo con las tesis surgidas de ella, se

avanza en el entendimiento de la condición de nuestros indígenas y la

367

Ver NARVAEZ HERNÁNDEZ, José Ramón, La persona en el derecho civil (Historia de un

concepto jurídico), Porrúa, México, 2005.

175

adecuación de los sistemas tradicionales al sistema jurídico mexicano; entre

los argumentos esgrimidos se encuentran aquellos por los cuales se extiende el

criterio formal por el cual el juez que conoce el amparo no puede incluir en

etapas posteriores el argumento de la indigeneidad del sujeto bajo proceso, o

el que algunos indígenas hablen además de su dialecto otros idiomas.

Sigamos adelante en el análisis de la reforma constitucional, parece que ésta

postula una disyuntiva muy interesante en clave democrática: sí existe la

posibilidad de un nuevo derecho reconocido por el Estado mexicano esto

implicaría dos acciones que en la práctica podrían contraponerse; la primera:

si aceptamos que el derecho es un fenómeno social que se desarrolla en el

seno de un grupo que busca organizarse y darse un ordenamiento para

alcanzar el bien común, entonces tendríamos que armonizar a través de

procesos de diversa índole, los diferentes ordenamientos existentes

(reconocimiento jurídico y formal de la pluralidad jurídica) si esto se hiciera

sin el reconocimiento estatal estaríamos de todos modos frente a un fenómeno

jurídico que toma en consideración la existencia material de una constitución

plural a través de un instrumento que ha existido siempre, la costumbre. La

segunda: si en cambio reconocemos como derecho sólo el producto del

legislador entonces habría que diseñar una Ley indígena que materializara el

artículo 2º constitucional, cualquiera de las dos opciones tiene sus

complicaciones.

En cuanto a la segunda opción, que es la que ha elegido unilateralmente el

gobierno mexicano, y ante la cual los indígenas resultaron más tolerantes e

intentaron incluso solventarla, se planteó entonces la creación de una ley sobre

los asuntos indígenas, entre las diversas propuestas, los indígenas a través de

un proceso parlamentario propio, tomaron unos Acuerdos en San Andrés

Larrainzar, e intentaron validarlos ante el poder legislativo mexicano, el

gobierno se empeñó en desoírlos, vino incluso una propuesta de ley por parte

de una Comisión mixta, denominada para la Concordia y Pacificación

(COCOPA), nacida con el propósito de solucionar el conflicto chiapaneco, en

su momento el poder ejecutivo presentó su propia propuesta, también lo

hicieron algunos partidos políticos, organizaciones no gubernamentales y uno

que otro académico.

La discusión sobre el derecho indígena no ha terminado por el contrario, la

preocupación aumenta y los temas de encuentro y desencuentro entre los

pueblos indígenas, sus integrantes, la sociedad y el Estado mexicano presentan

siempre nuevas interrogantes, muestra de ello puede ser la misma consulta

176

nacional que hizo el Poder Judicial Federal y que dio como producto final el

llamado Libro blanco, donde también se observaron algunas propuestas sobre

‘Justicia Indígena’. Las insistentes demandas de algunos indígenas a las

autoridades mexicanas, incluida la Suprema Corte y el Tribunal Electoral,

urgen a repensar el tema368

.

En general las propuestas sobre una ley indígena se centran en lo

siguiente:

Protección a los pueblos indígenas

Acceso real a la educación y capacitación

Acceso garantizado a la justicia

Mayor participación política

Mayor representación política

Promover y preservar las manifestaciones culturales de los pueblos

indígenas

Garantizar la satisfacción de las necesidades básicas

Desarrollar y promover la creación de trabajos

Promover el desarrollo productivo

Reconocimiento de los pueblos indios en la Constitución

Ahora bien, se decía al inicio de este apartado sobre la cuestión internacional,

en ese sentido suele citarse como un hecho emblemático el que México

ratificara en 1991 el Convenio 169 de la Organización Internacional del

Trabajo (OIT), esto supuso un compromiso internacional, puesto que en dicho

convenio el estado mexicano se compromete a legislar y proteger los

derechos, tanto colectivos como individuales, de los pueblos indios.

Por otro lado México al ser una federación, ha permitido la diversificación de

los esfuerzos369

: en el nivel federal se han adecuado (por no decir remendado)

varias leyes a la reforma constitucional, las más importantes son370

: 368

Muestra de ello es lo ocurrido recientemente en la resolución de la Primera Sala de la Suprema

Corte de Justicia acerca de los detenidos por la masacre en Acteal, la cual no dejó satisfechas las

demandas de justicia de los indígenas involucrados en el caso, si bien pueden esgrimirse

argumentos de tipo procesal, parece que a la Suprema Corte se le pide cada vez con más insistencia

que tome en serio su papel como intérprete de la Constitución y resuelva con argumentos no sólo

formales sino de justicia material. 369

Que es justamente lo que dice el artículo 2º constitucional “El derecho de los pueblos indígenas a

la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad

nacional. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se hará en las constituciones y

leyes de las entidades federativas, las que deberán tomar en cuenta, además de los principios

177

1. El artículo 27 constitucional que dispone, en su fracción VII, que las

tierras indígenas deberán protegerse.

2. El artículo 164 de la Ley Agraria dispone que los Tribunales Agrarios

suplirán las deficiencias en los planteamientos de derecho que realicen los

indígenas.

3. En la Ley de la Procuraduría Agraria se establece que los grupos

indígenas tienen derecho a ser asesorados, asistidos y representados por este

organismo en sus reclamaciones y promociones agrarias ante diversas

dependencias y autoridades federales, estatales y municipales.

4. En el artículo 52 del Código Penal Federal se especifica que “...Cuando

el procesado perteneciere a un grupo étnico indígena, se tomarán en cuenta,

además, sus usos y costumbres.”

5. El artículo 28 del Código Federal de Procedimientos Penales señala que

“...Cuando el inculpado, el ofendido o el denunciante, los testigos o los peritos

no hablen o no entiendan suficientemente el idioma castellano, se les

nombrará, a petición de parte o de oficio, uno o más traductores... podrá

escribirse la declaración en el idioma del declarante...”

6. Este mismo Código regula especificidades para los hablantes de lengua

indígena en sus artículos 103, 124, 128, 146, 154, 198, 220 bis, 223.

7. La Ley General de Educación señala en la fracción IV del artículo 7 que

“...se promoverá, mediante la enseñanza de la lengua nacional -el español-, un

idioma común para todos los mexicanos, sin menoscabo de proteger y

promover el desarrollo de las lenguas indígenas”.

En cuanto a las entidades federativas se han hecho cambios en las

constituciones locales y se ha legislado en asuntos indígenas en algunas de

ellas, entre las más destacadas está la del estado de Oaxaca, promulgada en generales establecidos en los párrafos anteriores de este artículo, criterios etnolingüísticos y de

asentamiento físico.” 370

Una útil recopilación en la que se encontrarán los textos completos no sólo de los documentos

legales referentes al tema en México sino en la mayoría de los países latinoamericanos ver a

GONZALEZ GUERRA, Gisela, Derechos de los pueblos indígenas. legislación en América Latina,

México, Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1999. Nuestro iter jurídico en este tema se abre

con la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas, de 10 de marzo de 1995.

178

1998. Ya en 1997, se habían modificado los artículos 12 y 16 de la

Constitución Estatal para reconocer, en el primero, las formas de trabajo

colectivo tradicional, principalmente el tequio; y, en el segundo, la

composición pluriétnica del estado, definiendo y otorgando derechos,

individuales y sociales a los indígenas.

La Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de

Oaxaca que funda sus antecedentes en nueve artículos de la Constitución

Estatal y 13 leyes reglamentarias toda esta ‘reforma orgánica’ puede dividirse

en dos grandes temas: uno referido al reconocimiento de los pueblos indígenas

como sujetos de derecho y, otro, a los derechos reconocidos, que a su vez

pueden subdividirse en varios bloques: derechos culturales, educación,

organización social, justicia y derechos políticos. La Ley oaxaqueña establece

a grandes rasgos que las disposiciones establecidas en materia indígena

constituyen las prerrogativas mínimas para la existencia, supervivencia,

dignidad y bienestar de dichos pueblos y comunidades indígenas, tales

disposiciones serán supletorias en materia de derechos y obligaciones de los

pueblos y comunidades indígenas. Además la ley reconoce como pueblos

indígenas a: amuzgos, cuicatecos, chatinos, chinantecos, chocholtecos,

chontales, huaves, ixcatecos, mazatecos, mixes, mixtecos, nahuas, triques,

zapotecos y zoques, así como a las comunidades indígenas que conforman

aquéllas comunidades, el ordenamiento oaxaqueño tiene como finalidad la

protección, también, de las comunidades afromexicanas y de los indígenas

pertenecientes a cualquier otro pueblo procedentes de otros estados de la

República y que residan dentro del territorio del estado de Oaxaca, por lo que

la Ley es sólo enunciativa en el caso de reconocimiento de personalidad

jurídica, cuestión que se avala al definirse y reconocer las personalidades del:

Estado, los pueblos indígenas, las comunidades indígenas, y otros conceptos

como: autonomía, territorio indígena, derechos individuales, derechos sociales

y sistemas normativos internos.

Otros estados también se han dado a tarea similar y han legislado en materia

indígena, modificando algunos artículos en sus constituciones estatales para

reconocer la pluriculturalidad; otros han elaborado una legislación ad hoc,

entre ellos: Chiapas, Veracruz, Puebla, Nayarit, Quintana Roo y San Luis

Potosí.

Los cambios legislativos y los convenios internacionales firmados por

México, orillan cada vez más a que el Estado reconozca los derechos (al

179

plural) de los pueblos indígenas, y que estos cuenten cada día con más

protección legal para el desarrollo libre de sus culturas y formas de vida371

.

Continuando con la glosa del 2º constitucional, la parte siguiente en el análisis

pretende generar criterios más prácticos para resolver posibles conflictos en la

interpretación de lo que podríamos llamar principios constitucionales en

materia indígena que son la autodeterminación, que es la capacidad propia de

cada pueblo para asumir sus instituciones, derechos y obligaciones y en lo

individual la capacidad de cada miembro de la comunidad para tomar

conciencia de su identidad y de lo ésta conlleva; la autonomía, que es la

libertad de generar sus propias normas en consideración de los compromisos

adquiridos; usos y costumbres, como las formas tradicionales por las que se

norma la comunidad.

Los criterios a los que nos referíamos están contenidos en las siguientes

fracciones y se refieren a la materialización de la garantía que la Constitución

hace de los principios antes citados:

I. Decidir sus formas internas de convivencia y organización social,

económica, política y cultural.

Como venimos diciendo de nada serviría que las comunidades indígenas en

México contaran con los principios que citábamos sino contaran con la

capacidad de decidir sus formas de autogobierno, es la posibilidad de

materializar la autarquía a la que se refería la filosofía política clásica y que es

propio de toda comunidad, ante la crisis de la comunidad nacional, que mejor

opción que fortalecer este tipo de comunidades más pequeñas.

II. Aplicar sus propios sistemas normativos en la regulación y

solución de sus conflictos internos, sujetándose a los principios

generales de esta Constitución, respetando las garantías

individuales, los derechos humanos y, de manera relevante, la

dignidad e integridad de las mujeres. La ley establecerá los casos y

371

Como ejemplo emblemático señalamos la existencia material y abundante de la justicia indígena,

no de la elaborada por el Estado para ellos, sino propiamente de la justicia ejercida en las

comunidades indígenas, que podríamos llamar justicia comunitaria y que algunas veces suele

interactuar con la justicia oficial, ver nuestro trabajo: NARVÁEZ HERNÁNDEZ, José Ramón, “La

otra justicia. Una experiencia de justicia comunitaria”, en: Problemas actuales del derecho social

mexicano, ITESM/Porrúa, México, 2007, pp. 95-119.

180

procedimientos de validación por los jueces o tribunales

correspondientes.

Por el tema que nos ocupa esta fracción es muy importante, casi cada palabra

nos ocuparía un estudio independiente; iniciando con la calificación que da a

orden jurídico indígena como un “sistema normativo”

III. Elegir de acuerdo con sus normas, procedimientos y prácticas

tradicionales, a las autoridades o representantes para el ejercicio de sus formas

propias de gobierno interno, garantizando la participación de las mujeres en

condiciones de equidad frente a los varones, en un marco que respete el pacto

federal y la soberanía de los Estados.

IV. Preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos

que constituyan su cultura e identidad.

A propósito de este tema y también relacionado con la fracción VIII de este

artículo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha analizado algunos

asuntos372

. La Primera Sala concedió amparó a Jacinta Francisco Marcial

indígena ñhä-ñhú, puesto que durante el proceso judicial no contó con un

defensor de oficio que conociera su cultura y hablara su lengua. Francisco

Marcial, fue arrestada el 3 de agosto de 2006, acusada de secuestro; se le

condenó a 21 años de prisión y dos mil días de salario mínimo.

El caso se desencadenó en marzo de ese año, cuando miembros de la Agencia

Federal de Investigación llegaron a la plaza central de la comunidad de

Santiago Mexquitlán y realizaron un operativo antipiratería, lo que derivó en

un enfrentamiento. Los agentes aseguran que fueron retenidos por un grupo de

comerciantes. Jacinta apareció fotografiada en diarios locales, lo que se utilizó

como prueba de su participación.

Los ministros de la Primera Sala concluyeron que el juez del caso

malinterpretó los artículos 2 y 20 constitucionales, los cuales establecen el

derecho de los indígenas a contar con una defensa adecuada, por lo que

revocaron su sentencia y concedieron el amparo.

372

Por ejemplo puede verse el Amparo Directo en Revisión 28/2007, Dionicio Cervantes Nolasco y

otro.

181

El derecho a un traductor o intérprete, coincidieron, significa que las partes

involucradas en un proceso que no dominen el idioma deben contar con los

medios suficientes para una eficaz comunicación.

VIII. Acceder plenamente a la jurisdicción del Estado. Para garantizar ese

derecho, en todos los juicios y procedimientos en que sean parte, individual o

colectivamente, se deberán tomar en cuenta sus costumbres y especificidades

culturales respetando los preceptos de esta Constitución. Los indígenas tienen

en todo tiempo el derecho a ser asistidos por intérpretes y defensores que

tengan conocimiento de su lengua y cultura. Las constituciones y leyes de las

entidades federativas establecerán las características de libre determinación y

autonomía que mejor expresen las situaciones y aspiraciones de los pueblos

indígenas en cada entidad, así como las normas para el reconocimiento de las

comunidades indígenas como entidades de interés público.

Diremos sólo algunas cosas con respecto a esta fracción, porque el tema lo

amerita373

. El Acceso a la justicia se hay constituido como un tema

fundamental de nuestro estados contemporáneos, es la garantía por excelencia,

sino hay acceso no hay nada. Para Cappelletti, uno de los grandes exponentes

de este concepto, sea que lo consideremos como un derecho subjetivo o

como una garantía, resulta claro que este principio se encuentra a la base de

todo ordenamiento jurídico que permita “al pueblo ejercer sus derechos y/o

solucionar sus conflictos” y que establezca”que el sistema legal debe ser

igualitariamente accesible a todos y, además estar encaminado a que su

funcionamiento sea individual y socialmente justo”.374

Por ende, el justiciable es el protagonista por excelencia de la trama judicial y

sus intenciones lo son también. Siguiendo a Luc Boltanski, no podemos

“renunciar a las ilusiones de los actores… debemos tomar a las personas en

serio”375

, sólo así lograremos:

La legitimación de los argumentos, de las propuestas, de las acciones que

requieren de los actores sociales que conocen, interpretan y manipulan los

373

La cuestión es interesantísima porque supone que para un efectivo acceso a la justicia que los

tribunales, sobre todo los constitucionales entiendan el elemento multicultural y puedan tutelarlo del

mejor modo posible, el problema lo enfrentan también tribunales como los europeos donde deben

tratar de armonizar intereses y derechos, ver por ejemplo: CASSESE, Sabino, I tribunali di Babele.

I giudici alla ricerca di un nuovo ordine globale, Donzelli, Roma, 2009. 374

CAPPELLETTI, Mauro y GARTH, Brian; "General Report", en Access to Justice. A World

Survey, Milano, Giuffré Editore, 1978. P. 6. 375

BOLTANSKI, Luc. L`amour et la justice comme competences. Paris, 1990.

182

recursos culturales…un terreno hecho de principios que se consideraban

comunes y a los cuales se podía apelar como legítimos…la historia de las

ideas se abre a esta historia social a partir de motivaciones internas, para

comprender mejor como la fuente ha sido construida; y por tanto, como los

mismos comportamientos se han presentado.376

Para concluir, cabe señalar que, en mi opinión, este enfoque podría ser útil

para descubrir una historia de los derechos fundamentales en México en los

inicios del siglo XX, cuando a la Constitución comienza exigírsele (a

diferencia del siglo XIX en que poco o nada se le demandó) operatividad. El

derecho subjetivo es muchas veces utilizado como pretexto justamente para no

cumplirse, esto es muy claro en el constitucionalismo mexicano

decimonónico, que entronizó los derechos pero no explicó los procesos para

hacerlos eficaces. La ausencia de un derecho adjetivo o procesal originó una

tensión que determinará el destino del siglo XX: un siglo de concienciación,

pues el hombre de ese siglo descubrió cómo la Constitución podía ser

manipulada y comenzó a buscar los medios para defenderla, protegerla y

controlar el poder a través de ella, considerándola garante de esos derechos.

La defensa constitucional se hizo a través de la administración de justicia, por

medio del juicio de amparo, pero no es tan simple, porque en México es

necesario dar lectura a esta cultura específica del procesalismo constitucional

que se transformó en legalismo institucional y generó un doble lenguaje entre

formalidad e informalidad, entre cultura de la administración de justicia y

cultura del justiciable que muchas veces confluyen, pero no por ello resulta

posible leer una a través de la otra, sino que es necesario distinguirlas, pues

son diferentes. El problema es que en gran parte este doble discurso ha

querido trasladarse al proceso constitucional electoral, lo que ha originado un

retraso en un acceso efectivo377

.

Continuando con el comentario al artículo 2º constitucional, el inciso B

desarrolla una serie de compromisos por parte de la Federación, los Estados y

los Municipios “para promover la igualdad de oportunidades de los indígenas

y eliminar cualquier práctica discriminatoria, establecerán las instituciones y

determinarán las políticas necesarias para garantizar la vigencia de los

376

CERUTTI, Simona. Giustizia sommaria. Pratiche e ideali di giustizia in una società di Ancien

Régime, Feltrinelli, Milano, 2003. P. 21. 377

Es una de las críticas que recientemente han hecho Manuel González Oropeza y Carlos Baez

Silva: “La desconcentración del control de la constitucionalidad en México”, en Estudios

Comparados de Jurisprudencia II, Suprema Corte de Justicia de la Nación (en prensa).

183

derechos de los indígenas y el desarrollo integral de sus pueblos y

comunidades, las cuales deberán ser diseñadas y operadas conjuntamente con

ellos.” Este marco normativo es que propiamente nos permitiría hablar de

acciones y discriminación positivas, es más, nos permitiría hablar de un

principio rector de toda política pública o acto administrativo, incluido el

proceso, por el cual todo servidor estaría obligado a ser equitativo en relación

con los indígenas, es decir a tratar de asistirlos en cualquier momento para

lograr una igualdad material respecto de los servicios que presta el estado.

Por último, respecto del tema que nos ocupa el Código Federal de

Instituciones y Procedimientos Electorales (2008) en su artículo 4 tutela los

siguientes derechos:

1. Votar en las elecciones constituye un derecho y una obligación que se

ejerce para integrar órganos del Estado de elección popular. También es

derecho de los ciudadanos y obligación para los partidos políticos la igualdad

de oportunidades y la equidad entre hombres y mujeres para tener acceso a

cargos de elección popular.

Además los artículos 25 inciso e, 78 fracción V y 219, todos ellos contemplan

la discriminación positiva en materia de género, pero por lo que aquí se ha

explicado y se explicará parece necesario también iguales disposiciones en

materia indígena. La misma sugerencia se trasladaría a la Ley general de

sistemas de medios de impugnación en materia electoral.

184

185

11. Derecho público y derecho privado: el giro copernicano que colocó al

derecho constitucional en la cima de la ciencia jurídica

11.1 El degrado del derecho civil en la modernidad

Tal vez sea un lugar común en la historia del derecho pensar la antigüedad

como mayoritariamente de derecho civil378

, en confrontación con la

modernidad de derecho público, sobre todo constitucional. Tal vez esta idea

tenga origen en una categoría curiosamente moderna, que implica la división

mental entre lo privado y lo moderno, digo mental porque en la práctica, como

lo ha estudiado Paolo Cappellini379

, el derecho es más bien intermedio;

revisemos por ejemplo el argumento más difundido sobre el que se basa dicha

división: lo público se refiere a aquél derecho que surge de la organización

social, claro, la más evidente es el Estado, y esto nos llevaría a ulteriores

problemas, inicialmente el de definir al Estado; pues bien, en este argumento,

lo civil, dicho también privado380

, significaría aquello que se genera al margen

de la organización política, en su caso del Estado; este argumento parte de

378

Aunque existiría un posible argumento derivado de la filosofía del derecho griego, sobre todo en

Aristóteles, quien al distinguir entre justicia conmutativa y justicia distributiva, estaba de algún

modo, dando origen a dos ámbitos jurídicos diferentes; caso análogo es el uso de Aristóteles para

explicar el principio de división de poderes, ambos casos me parecen caen en el historicismo y la

extrapolación. En este orden de ideas, Radbruch asigna no sólo cada justicia a un derecho sino que

establece, que el concepto de equidad aristotélico, sería equivalente al derecho social

(RADBRUCH; Gustav, Introducción a la filosofía del derecho, Fondo de Cultura Económica,

México, 2005, p. 33). 379

CAPPELLINI, Paolo, “Privato e pubblico” en Enciclopedia del diritto, vol. XXXV, Milán, 1986,

pp. 660-687, ahora en Storia del diritto moderno. Tre saggi, Milano, Giuffrè, 2003. Para el profesor

florentino la distinción obedece a tres factores la sobrevaloración del derecho constitucional, una

distinción interna de carácter técnico y el prejuicio, radicalización o reduccionismo a la que

conduce el debate sobre origen histórico del Estado. 380

Sobre el concepto de privado Paolo Zatti decía en una Conferencia que llevaba el título

Variaciones sobre “privado” razonando de derecho de familia, en la Universidad de Florencia, el

16 de diciembre del 2002. El termino latino privus que significa “aquel que está delante” representa

la raíz de palabras como ‘particular’ y ‘privilegio’; mientras que privatus significa “exentado de

aquello que vale para un grupo”; de ambos términos se deduce que “el privado es un poder ante el

cual otro poder, el público, se detiene” el problema es que al poder público se le pide al igual que

detenerse de tutelar, y entonces el Estado debe obrar la “liberación del individuo de un sector

privado” tal es el caso del menor que viene maltratado por sus padres, el Estado vulnera la familia

para tutelar al menor; no obstante nos dice Zatti, existen aun lugares “del privado de mas

privacidad, delante a los cuales el Estado se detiene por ejemplo de frente al mar amniótico para

llegar al nasciturus que es un sujeto a proteger”, ver también, de este autor junto con G. Iudica:

Linguaggio e regole del diritto privato, casi e domande Cedam, Padova, 2001.

186

preconceptos modernos, el más importante es el que considera que lo político

y el Estado son estructuras no sociales, por lo que el derecho surgiría de dos

lugares fundamentales la sociedad (particularizada) y el Estado (generalizado

a través de la voluntad popular)381

.

La razón por la cual puede hablarse de un degrado del derecho privado en la

modernidad, es porque ésta, apostó, como bien sabemos, a dar preferencia a la

fuente jurídica estatal, la ley; y por efectos del monismo jurídico, todas las

demás dependen de ella, como lo ha explicado Paolo Grossi382

.

Lo anterior lleva a concebir como más importante el derecho público, porque

es lo que interesa a la colectividad, pero no sólo eso, sino que con el paso de

los años, el derecho público se constituyó como origen mismo del derecho

privado, al grado que hoy el derecho privado debería constitucionalizarse383

.

Aunque cualquier radicalización es igual de imperdonable, como el caso de

intentar privatizarlo todo, donde en realidad sólo unos cuantos particulares se

beneficiarían. Quizá el ejemplo histórico jurídico más relevante en este

sentido sea la codificación, en dónde un documento jurídico que funciona

como constitución del Estado burgués, hecha por un régimen de Estado nación

monopoliza todo el derecho, con excepción del contrato que será ley entre las

partes y con un diseño que permitirá la libre circulación de los bienes.

Pero refirámonos al concepto clásico de ciencia jurídica para saber si esto es

cierto. El derecho romano que es el primero de los modelos científico-

jurídicos, construido con la aportación de los juristas, se concibe sobre todo,

como ius civile, al grado que el concepto de ley en algunas épocas, es privado.

Pero no quiere decir que existía una preferencia de este sobre el público, sino

simplemente que no existía la división. Durante la Baja Edad Media, la ciencia

jurídica transformada en utrumque ius, conserva la unidad384

, y aún con la

interferencia cuasi estatal, por ejemplo de un Barbaroja, el productor del

derecho continúa siendo la sociedad y quien le da forma es el jurista. La idea

de la trans-formación del derecho producido por la sociedad, se ha condensado

desde el derecho romano, en el concepto de jurisprudencia que significa

381

También puede verse el artículo de CERRONI, Humberto, “ Sulla storicità della distinzione tra

diritto privato e diritto pubblico”, en Revista Internazionale di filosofia del diritto, no. 37, 1960. 382

Scienza giuridica italiana. Un profilo storico, 1860-1950, Giuffrè, Milano, 2000, pp. 115-116. 383

GUZMÁN BRITO, Alejandro, El derecho privado constitucional de Chile, Ediciones

Universitarias de Valparaíso, de la Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 2001, pp. 15 y

ss. 384

Cfr. CALASSO, Francesco, “Ius publicum e ius privatum nel diritto comune classico”, en Annali

di storia del diritto, no. 9, 1965

187

construcción/descubrimiento del orden. Italo Birocchi ha demostrado que esta

unidad conceptual puede extenderse hasta los inicios del humanismo, donde

aun apoyados en el pasaje del Digesto D.1.1.1.2385

, se buscaba una posible

división del derecho en materias, todavía nebulosa386

.

La razón de la unidad científica del derecho se debe a que finalmente detrás

del mismo debería estar como productora del derecho la comunidad, el

abandono de este paradigma en la modernidad obedece a las mismas razones

por las que se le hizo la guerra a la comunidad; para la modernidad la única

comunidad legítima es el Estado, por tanto es obvio que sea el Estado el único

productor del derecho, de este modo se hace necesario distinguir qué es lo que

corresponde a éste y qué lo que corresponde a la sociedad. En todo este

proceso, los juristas también resultan afectados, pues de la calidad de

intérpretes, y como mediadores entre realidad, norma y aplicación; tendrán

que conformarse en la modernidad con explicar el contenido de la norma, que

además ha perdido su vinculación con la comunidad.

En el esquema arriba apuntado, el derecho privado se convierte en las reglas

que el derecho público dicta al respecto, y no sólo eso, sino que el derecho

público ha robado al privado los conceptos más importantes, recordemos que

en gran parte una ciencia es tal por conservar y acrecentar un propio lenguaje.

En tal sentido podemos citar por ejemplo el concepto del contrato o pacto, o el

concepto de representación, y también podría incluirse el de mandato.

Sin embargo, el derecho privado permanece como la ciencia más acabada por

la infinidad de principios que ha recogido a lo largo de su historia, principios

que han nacido sobre todo de la práctica, que si bien forman parte de una

noción amplia de la política, como forma de organización social, están antes

que ésta como orden social válido; de hecho podría establecerse una fórmula:

a mayor política menos derecho y a la inversa, tal es el caso de la Alta Edad

Media y del actual derecho de la globalización, ambos, de mayor contenido

privado387

.

385

“Huius studii duae sunt positiones, publicum et privatum. Publicum ius est quod ad statum rei

Romanae spectat, privatum quod ad singulorum utilitatem: sunt enim quaedam publice utilia,

quaedam privatim. Publicum ius in sacris, in sacerdotibus, in magistratibus constitit. Privatum ius

tripertitum est: collectum etenim est ex naturalibus praeceptis aut gentium aut civilibus.” 386

BIROCCHI, Italo, “La distinzione ‘ius publicum/ius privatum’ nella doctrina della scuola culta

(François Connan, Hugues Doneau, Louis Charondas Le Caron)”, en Ius Commune, no. 23,

Frankfurt am Main, 1996, pp. 139-176. 387

Cuestión que Paolo Grossi pone en evidencia en L’Europa del Diritto, Roma-Bari, Laterza,

2007. El común denominador de la época medieval y la actual es la ausencia del Estado por lo que

188

Reconozco que en este análisis, yo mismo he caído en la tentación

performativa de la modernidad, pues finalmente el derecho como fenómeno

ordenador, surge y se pone a prueba en la sociedad, los juristas y la ciencia

jurídica, se encargan de darle la mejor forma posible, el Estado al suplantarlos

intenta hacer lo mismo, pero es la sociedad la que confronta y exige su mejora,

por eso el derecho no puede apartarse de binomios como creación y

descubrimiento, “estabilidad y revolución”388

, “forma y reforma”389

, “tradición

y progreso”390

. Al ser la sociedad la productora y a su vez la utilizadora del

derecho, el derecho es a la vez público por general, y privado por ser utilizado

por los particulares. Por esta misma razón la ciencia jurídica medieval

estableció como ius commune aquello que era para todos, aunque su contenido

era creado en la práctica por los particulares391

.

la sociedad busca a través del derecho su salvación “nosotros no olvidaremos jamás que el derecho

no pertenece a la sola superficie de la sociedad, sino que por el contrario, es una realidad radical, es

decir, relacionada profundamente con sus raíces; no olvidaremos jamás que, antes de ser un

mandato, el derecho es una mentalidad, expresa lo que es la costumbre y la ordena, expresa los

valores de una cultura y ordenándola la salva. Por eso, sin descuidar sus conexiones con el poder,

dedicaremos una atención preponderante al derecho que ordena la vida cotidiana de los particulares

y que comúnmente llamamos hoy ‘derecho privado’, porque la fisiología del derecho está

entrelazada en instituciones que permiten mi pacífica convivencia con otros.” (p. 7) 388

Es el binomio que utiliza Max Weber para analizar la legitimidad del derecho moderno en su

obra Economía y sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 640. 389

BERMAN, Harold J., La formación de la tradición jurídica de Occidente, México, Fondo de

Cultura Económica, 1996, p. 29. 390

“El sabio concierto entre tradición y progreso. El Derecho, según lo entienden los romanos, tiene

su basamento en unos principios. Tales principios, enraizados, a su vez en un mundo de creencias,

sentimientos, impulsos, necesidades políticas, económicas y de otra varia suerte, no se vierten del

todo, con precisiones contables o mesurables, en lo jurídico positivo. Sin embargo, en el todo que es

la vida colectiva actúan, difusa e impalpablemente, cual complementos que aseguran la razón de

ser, la vitalidad y la validez misma del Derecho” IGLESIAS, Juan, Derecho romano, Barcelona,

Ariel, 2004, 15ª ed., p. 54-55. 391

“Ya desde Búlgaro se había obtenido uno de los significados de ius publicum era aquél de ius

commune, esto es un derecho que se aplicaba generalmente a todos; y todavía más claramente

Piacentino, después de haber afirmado ‘ius publicum dicitur multis modis’ había en particular

distinguido un significado de ius publicum=ius commune omnium y otro significado en el cual

aquél ‘constitutum est in domino cuiuscumque rei publice’ ”. BIROCCHI, Italo, “La distinzione

‘ius publicum/ius privatum’, op cit… p. 140.

189

11.2 La reducción del derecho civil en la codificación

Otro lugar común es la idea ya apuntada, de que la codificación significó la

reducción de la producción del derecho, sobre todo civil, siendo una de las

primeras materias atendidas por los codificadores; quizá pudiera argumentarse

que la codificación fue sólo un momento más de la ciencia jurídica que

buscaba la sistematización, pero se sabe que dicha sistematización cambió en

gran medida la forma de concebir el derecho y la forma de interpretarlo.

Más allá de los simplismos como el de un Bugnet quien opinaba que la

educación jurídica debía resumirse en la explicación del Código Civil392

,

tenemos que admitir que el Código napoleónico de 1804 dio un giro a la

ciencia jurídica a partir de la aplicación de los artículos 4 y 5 por los cuales se

obliga al juez a juzgar393

en base a la ley, el juez se convierte en la voz de la

ley “El juez que se niegue a juzgar, con pretexto del silencio, obscuridad o

insuficiencia de la ley, podrá ser acusado como delincuente por denegación de

justicia” y “Se apercibirá a los jueces que terminen con una disposición

general o reglamentaria las causas que conocen” El Código sin preverlo del

todo, se convertía en fuente única394

.

El Código en este sentido, funciona como una Constitución395

“la noción de

ordenamiento que contiene se equipara en efecto con la ley...la fuente

exclusiva de todo el derecho”396

El derecho civil se mezcla con el

constitucional sobre todo397

en la parte del Título Preliminar398

, respecto de la

392

La frase es “No conozco el derecho civil, no enseño más que el Código Napoleón”, en:

LABARCA PRIETO, Domingo A. Savigny y la Codificación en: Savigny y la Ciencia del Derecho.

Revista de Ciencias Sociales Facultad de Ciencias Jurídicas, Económicas y Sociales, no. 14,

Universidad de Chile, Valparaíso, 1979. Tomo II. 393

Algunos autores consideran este silogismo es innecesario “es obvio que el juez debe juzgar” vid.

GROSSI, P., Assolutismo giuridico e diritto privato, Milano, Giuffrè, 1998. 394

Cfr.. BOBBIO, Norberto, Il modelo giusnaturalista, en: La formazione storica del diritto

moderno in Europa, Firenze, Olschki, 1977. Vol. I pp. 73 y ss. Es también la posición de

TARELLO, G., Le ideologie della codificazione nel secolo XVIII. Corso di Filosofia del Diritto,

ECIG, Genova, 1972. 395

Así opinan GROSSI, P., Assolutismo giuridico e diritto privato, cit. y CLAVERO, B., Happy

Constitution. Cultura y Lengua constitucionales, Trotta, Madrid, 1997. 396

CLAVERO, B. Ama Llunku, Abya Yala: Constituyencia Indígena y Código Ladino por América,

Centro de Estudios políticos y constitucionales, Madrid, 2000, p. 146. 397

También en la parte del concepto de persona podemos observar disposiciones de carácter

constitucional en la mayoría de códigos, Cfr. DE GIACOMO, Claudio, Identità e soggetti nella

teoria dei diritti, Edizioni Scientifiche Italiane, Nápoles, 1995.

190

confusión con el derecho público399

(a pesar de autodenominarse Code civil),

encontramos también en el Título preliminar lo siguiente: “La ley solamente

dispone para lo futuro y no tiene efecto retroactivo”

Del mismo modo el Titulo preliminar nos dice: “No se podrán derogar, por

convenios particulares, las leyes que interesan al orden público y a las buenas

costumbres”

De aquí podemos obtener un panorama de las fuentes del derecho civil que

quedaron olvidadas a partir del siglo XIX: la doctrina que se volvió exégesis,

la jurisprudencia que se convirtió en explicación de las leyes civiles y

comenzaron las sentencias a casarse con la constitución, la costumbre porque

dejó de considerarse fuente, los principios del derecho porque se ajustaron a

una interpretación sistemática de la ley400

.

11.3 La crisis del derecho público en el siglo XIX y el renacimiento de la

ciencia del derecho privado

A pesar de lo ya señalado en el numeral anterior es importante decir que muy

pronto el modelo monopolizador del derecho entró en crisis; con sus bemoles

pero de manera eficaz Friedrich Karl von Savigny enfatizó el descuido de los

codificadores en relación con la costumbre, a pesar de que la mayoría de los 398

GIULIANI, Alessandro, Le preleggi, gli articoli 1-15 del Codice Civile, UTET, Turín, 1999 p. 3

y ss. 399

El Allegemeines Bürgerliches Gesetzbuch für die Gesammten Deutschen Erbländer der

Österreichischen Monarchie (Código General Civil para todos los Territorios Hereditarios

Alemanes de la Monarquía Austríaca) de 1811 conocido como el ABGB, es el primero en sugerir

una distinción entre derecho público y privado (DEZZA, Ettore, Lezioni di Storia della

Codificazione civile. Il Code Civil (1804) e l’Allgemeines Bürgerliches Gesetzbuch (ABGB, 1812),

Torino, G. Giappichelli Editore, 1998). 400

La inclusión de los principios generales como norma supletoria a falta de ley, había sido una

moda impuesta al parecer por el código carloalbertino Cerdeña de 1838 (art. 15), aunque el ALR

prusiano de 1794 refería a los “principios recogidos en el propio código” y otros como el ABGB en

1811 fueron más allá disponiendo la analogía y a falta de ésta los principios del derecho natural

como supletorios a la ley (parágrafo 7); Seabra el codificador portugués habría propuesto en 1850

que se incluyera a la equidad, finalmente el proyecto portugués con reformas, fue aprobado en 1867

con la expresión “los principios del derecho natural”, no me extiendo más porque sería motivo de

un estudio distinto el de las normas de interpretación contenidas en los Códigos Civiles,

recomendamos la lectura de lo escrito por Sandro Schipani “Principia iuris. Principium potisima

pars. Principi generali del diritto. Note sulla formazione di un concetto”, en Nozione, formazione e

interpretazione del diritto dall’eta romana alle esperienze moderne. Ricerche dedicate a F. Gallo,

3, Nápoles, 1997, 631 ss.; traducción al español en Roma e America. Diritto Romano Comune, 3,

1997, 3 ss.

191

proyectos de códigos mencionaban haber recogido esta fuente, era claro que

con el paso del tiempo esa costumbre perdía totalmente su esencia, el

concepto de volksgeist savigniano, era una reacción al anquilosamiento que se

preveía con la codificación; en el numeral titulado “El Estado, derecho

político, derecho privado, derecho público”, de su famosa obra Sistema del

derecho romano actual nos dice:

Si dirigimos una ojeada sobre el conjunto del derecho, lo veremos dividido en

dos ramas: el derecho político y el derecho privado. Tiene el uno por objeto el

Estado, es decir, la manifestación orgánica del pueblo, el otro, contiene todas

las relaciones de derecho existentes entre particulares, y es la regla y la

expresión de estas relaciones. Tienen, sin embargo, estos dos órdenes de

derecho muchos rasgos de semejanza y muchos puntos de contacto...pero no

debe creerse que haya habido en la historia una época anterior a la fundación

del Estado, y en que el derecho privado tuviese existencia incompleta. Todo

pueblo, desde que su vida aparece, está ya constituido como Estado cualquiera

que sea, por otra parte, su forma.401

Savigny justifica la necesidad de un derecho nacional porque vive en una

realidad estatal402

que tiene necesidad de explicar ese nuevo fenómeno, pero al

mismo tiempo realiza una apología del derecho privado histórico, justo en el

momento en que la codificación está siendo laureada por toda Europa. Con

Savigny y sus discípulos, surge una tendencia bifronte, por un lado el derecho

debe tener en cuenta su contexto histórico y social, pero por otro es necesaria

la abstracción e identificación de los principios caracterizadores de cada

derecho nacional, denominados conceptos, que se manifiestan a través de la

401

Sistema del derecho romano actual, Madrid, F. Góngora y Compañía, editores, Madrid, 1878,

tomo I, p. 34. La edición fue coordinada por Manuel Durán y Bas, quien nos dice en la presentación

de la obra para el público español: “Por profunda y dilatada que sea la influencia del derecho

público en la vida y civilización de los pueblos, no excede en extensión, ni aventaja en importancia

a la del derecho privado. Organiza el primero vastos y variados intereses; preside a las diversas

relaciones que debe sostener el Estado así en su vida interna como externa; pero con ser de tanta

trascendencia las relaciones de coexistencia de los Estados considerados como entidades políticas y

como seres jurídicos; de su organismo; de la dirección de las fuerzas sociales para cooperar al

desenvolvimiento de la actividad individual; de la autoridad del Poder social para el mantenimiento

del orden jurídico y de la moralidad de las costumbres, no le son inferiores en lo elevado de su

origen, en la dignidad de su naturaleza, y en los trascendental de su fin, las relaciones que ordena y

los intereses que armoniza el derecho privado… El hombre y la sociedad, para vivir y

desenvolverse en conformidad a su naturaleza, encuentran protección más completa e influencia

mas inmediata en las instituciones del derecho privado…La protección general del Estado, sin ser

menos real, es más indirecta; la influencia de las leyes políticas en sus diversas formas, sin ser

menos positiva, es más lejana.”(p. VII-IX) 402

Recordando que él, defiende la unidad conceptual entre Estado y pueblo.

192

práctica reiterada del derecho, la jurisprudencia, finalmente, también, un

sistema403

. El derecho privado de este modo se constituye en método,

ciencia,404

jurisprudencia en sentido lato, en saber, en ratio.

Por eso no es raro que Rudolf von Ihering reaccionará desde el derecho

público405

contra la tendencia arriba señalada, por considerarla demasiado

dogmática, el derecho debiera buscar fines no principios inmutables, esto llevo

a un giro en la cientificidad del derecho, desde entonces el derecho público

comenzó enormes esfuerzos por mostrarse científico, dogmático, pero además

depurado; por ejemplo Laband al hablar del “método jurídico para estudiar el

derecho público”406

opinaba que la cientificidad del derecho público, estaba en

su depuración, en distinguirlo de otros saberes, para tener una noción pura del

mismo407

. Gerber respecto del método denominado jurisprudencia productiva,

asigna al derecho privado alemán una tarea progresiva pero siempre

permaneciendo dentro de la sistemática del modelo del derecho romano408

.

Sin embargo, la contestación más famosa al menosprecio del derecho privado

por parte del público, es en la propia Francia a través de Françoise Geny, y la

obra más destacada en este sentido es Método de investigación y fuentes en

403

Cfr. CAPPELLINI, Paolo, Systema Iuris, Per la storia del pensiero giuridico moderno, 2 tomos,

números 17 y 19 Milano, Giuffrè, 1984 y 1985. En las páginas de esta obra encontramos una

historia de los orígenes del sistema jurídico, sobre todo en la modernidad y especialmente en la

Pandectistica, reflexiones apoyadas en abundante documentación que nos muestran un concepto que

definió el estudio del derecho durante el siglo XIX. 404

Cfr. LABARCA PRIETO, Domingo, A., "Savigny y la ciencia del derecho", Revista de Ciencias

Sociales. Facultad de Ciencias Jurídicas, Económicas y Sociales, núm. 14, Universidad de Chile,

Valparaiso, 1979. 405

Aunque es bien sabido que Ihering era profesor de derecho romano y derecho civil, en este

último sector se concentró su obra jurídica, pero su obra iusfilosófica parece más bien hablar de un

derecho intermedio: “El Derecho es el trabajo sin descanso, y no solamente el trabajo de los poderes

públicos, sino también el de todo el pueblo. Si abrazamos en un momentos dado toda su historia,

nos presenta nada menos que el espectáculo de toda una nación, desplegando sin cesar para

defender su derecho tan penosos esfuerzos como los que hace para el desenvolvimiento de su

actividad.” Más delante hablará de esfera individual o privada y después de la social. IHERING,

Rudolf, “La lucha por el derecho”, en Estudios Jurídicos, José Delgado Solís editor, México, 2001,

edición facsimilar de la española hecha por Adolfo González Posada, p. 10. 406

LABAND, Das Staatsrecht des Deutsche Reiches, 1911, citado por WILHELM, Walter,

Metodologia giuridica nel secolo XIX, Giuffrè, Milano, 1974, p. 5. 407

Ibidem, p. 6. 408

Cfr. GERBER, CARL FRIEDRICH VON, System des Deutschen Privatrechts.

Jena, Verlag von Friedrich Maucke, 1848-49. Es de resaltar que este teórico alemán es considerado

también el padre del “derecho político” el cuál, también a su parecer, debía ser tratado de forma

autónoma en relación a elementos que pudieran contaminarlo como la política o la economía

(Grundzüge eines Systems des deutschen Stattsrercht, Linz, 1885, p. 8.)

193

derecho privado409

, desde la misma presentación hecha por Raymundo

Salleilles a la obra de Geny, se destaca cómo este nuevo método, pretende

liberar de su rigidez a la interpretación del derecho civil en los parámetros que

le marca el Código civil; la interpretación que preocupa es la del derecho

privado, por eso Geny trata de plantear una teoría del derecho libre que no

circunscribe al derecho privado, de hecho la lectura del Método de

investigación da la impresión de referirse a una teoría general del derecho.

En el mismo contexto francés, un autor poco conocido en el ámbito de lengua

castellana escribió en 1845 un Tratado de interpretación de las leyes donde

señala expresamente al derecho intermedio, me refiero a Mailher de Chasat:

El derecho civil en la época de la revolución, probó todas las vicisitudes del

derecho público del que no era sino dependiente; éste a despecho de todo lo

que existía, parecía no construir mas que un solo hecho: la destrucción, salvo

para reconstruir sobre nuevas bases que no eran conocidas ni estaban

probadas. Pronto la legislación civil devino monstruosa y los legisladores

mismos, obligados a abandonar sus trabajos regresaron sobre sus propios

pasos.

Es evidente que en este caos de medidas legislativas, de leyes violentas y

absurdas, que deshonraron para siempre esta parte de nuestros anales, no se

podría encontrar una verdadera legislación: frutos amargos de luchas que las

facciones mantenían entre ellas, las leyes aparecían y desaparecían casi al

mismo tiempo; la sacudida general impresa a todas las instituciones sociales,

dejó huellas profundas en las costumbres de la nación. De ahí los numerosos

cambios proporcionados en muchas partes de la legislación410

.

Aunque después Chasat hable también de la legislación intermedia como un

producto del derecho revolucionario que pretendía introducir una nueva

concepción interpretativa del derecho con apego a la ley y las antiguas

instituciones, destaca también en este autor que el problema vuele a situarse

en el contexto del derecho civil y respecto del Código Civil específicamente,

este problema lo llevará a sus últimas consecuencias el socialismo jurídico

europeo.

409

Revise la versión castellana, 2ª edición publicada por editorial Reus de Madrid, 1925. Tanto

Geny como Salleiles eran profesores de derecho civil. 410

MAILHER DE CHASAT, Antoine, Tratado de la interpretación de las leyes, México, Suprema

Corte de Justicia de la Nación, 2007, (edición facsimilar traducida de la original publicada en París

en 1845.), p. 57, § XXXV “Derecho intermedio”.

194

195

12. Historia de la protección de los derechos en México

12. 1 Planteamiento del problema

Es tan recurrente escuchar reivindicaciones de todo tipo en relación con los

derechos, que hoy el discurso es tan contradictorio que parece insostenible que

pueda darse en la realidad. Con el mismo argumento de defensa de los

derechos, un país realiza una invasión militar a otro para hacerlos efectivos,

con el mismo argumento un tirano se niega a dejar el poder para preservarlos.

El discurso sirve para permitir la imposición de políticas neoliberales por parte

de organizaciones internacionales monetarias o de administradores del

mercado mundial en países pobres, y es el mismo discurso, a veces con el

mismo contenido, que utilizan los gobiernos de esos países para permitirlas en

lo particular, aunque en lo general tales gobiernos justifiquen su existencia en

la oposición hacia tales organizaciones.

Es la naturaleza discursiva de los derechos, la que permite la flexibilidad

ideológica y su éxito; su bondad, su proyección al futuro hacen posible que el

discurso subsista como tal, es decir, sin necesidad de pasar a los hechos. Claro

que esto podría tacharse de hipocresía, de discordancia entre el discurso y la

realidad, cuestión perfectamente entendible en una cultura occidental todavía

racionalista que busca sustento en la posibilidad de arreglar el caos que

presenta el mundo a través, aunque sea sólo, de la racionalidad convertida en

una buena imagen del mismo.

La idea de estar sometidos a un discurso taumatúrgico revive viejas

reminiscencias, por un lado alguien pudiera pensar que el hombre debe estar

siempre vinculado a un mito, pues es la esperanza la que lo lleva a sobrevivir

psicológicamente un mundo de injusticias; alguien más agregaría que el mito

ha sido superado en la modernidad y hoy se vive de certezas verificables en la

práctica; ambas visiones son generales y hacen necesario el matiz, ni la

antigüedad carecía de certezas ni la modernidad ha prescindido del mito.

Y justo esta pervivencia del mito en la actualidad, o más bien, del mecanismo

por el que una sociedad confía más en la imagen de un orden justo posible,

que en su real posibilidad de lograrlo, nos hace pensar que el tema nos

conduzca a una historia de la filosofía por un lado y a una filosofía de la

historia por otro; puesto que tendríamos que rastrear en la historia del

196

pensamiento occidental la formulación de una doble idea: de aquella por la

cual el ser humano combate la injusticia, y aquella otra por la cual busca

ejercer y que se le permita tal ejercicio, de facultades con proyección social;

ambas ideas obviamente se vinculan, pues se sufre injusticia cuando se limita

el ejercicio de las facultades con proyección social. La filosofía de la historia

serviría para aclarar el origen del discurso, su uso y su contenido.

Más argumentos nos llevan a considerar que es importante atender la cuestión

de los derechos desde la historia. Resulta que el discurso por su naturaleza es

performativo, es decir, tiende a sugerir una forma que puede llegarse a

verificar en la realidad, Win Wenders, afamado cineasta mencionó alguna vez

que incluir en sus películas buenas imágenes del mundo pueda llevarnos a un

mundo mejor; pero no necesariamente, y es justo este detalle el que debe

tenerse en cuenta en una consideración histórica. Explicado de otro modo,

puede hacerse la historia del discurso presentándose como la historia de la

realidad, y llegara el momento en que ambas historias se confundan al grado

de creer que la segunda es necesariamente la primera, lo cual llevaría a afirmar

que cualquier otro tipo de historia, sobre todo en el caso de los derechos, es

incorrecta; porque ¿quién puede negar que desde 1789 ya existía en Europa la

idea de igualdad? Y si embargo existe una historia de la desigualdad.

Claro está que no negamos que exista una bondad implícita en la

performatividad del discurso, las ideas se dice mueven al mundo, es necesario

un plan, una lista de esperanzas; lo que intentaremos denunciar a través de

este ensayo es un exceso que al parecer es económica y políticamente

redituable, para eso tendremos que analizar cómo funciona el discurso en la

historia.

Otra cuestión interesante en torno a la historia del discurso sobre los derechos,

es que parece que algunas categorías conceptuales tienen un nacimiento dentro

de un contexto histórico preciso, de hecho semánticamente los derechos

nacieron en la modernidad, luego han ido adquiriendo diversas advocaciones

que un análisis histórico-conceptual llevaría a contextualizar411

, es decir que

nacen como producto de un pensamiento, de una cultura, lo cual podría

ayudarnos a entender mejor el propio concepto y quizá su impacto en

determinada sociedad. El discurso tiende a homogeneizar las categorías

411

En cualquier caso nos parece que es incorrecto ya sea por ignorancia o por malicia (se obtienen

muchos beneficios económicos impartiendo cursos sobre derechos) intentar un discurso sobre los

derechos en sociedades que ni tenían la palabra, ni el concepto y mucho menos la vivencia de los

mismos.

197

conceptuales y casi por consecuencia, a presumirlas como intemporales e

inmutables, esto entra en contradicción con otro elemento del discurso, que es

el progresivismo pues los derechos irían en constante ascenso por lo que a

cada época histórica correspondería un nivel de optimización de los mismos.

Aquí nuevamente correspondería hacer un análisis matizado, pues como ya

advertíamos arriba, existen a nivel antropológico elementos que podrían ser

comunes al ser humano como el aborrecimiento a la injusticia, pero también

es verdad que en la práctica este aborrecimiento se da en mayor o menor

medida, e incluso las formas que adquiere, legales, institucionales y

funcionales son distintas. Por lo que el problema se plantearía como la

búsqueda alternada de lo común y de lo diverso a través de la razón práctica,

nada sencillo, pero indispensable.

Finalmente todo viene a caer en la necesidad de una sinceridad discursiva, y

tiene que ser así porque el tema de los derechos nos involucra y toca muchas

fibras íntimas, abraca tantos espacios de la vida pública que es obvio que sean

muchos los interesados en hablar del tema, la misma idea de los derechos

actualmente está ligada a un espacio de diálogo plural que en principio

enriquece el debate pero también lo hace más complejo y difuso, dispersión

que en términos del discurso es aprovechable no siempre para buenos fines.

Ante la abundancia de literatura sobre los derechos, y el sin fin de

planteamientos, lo que algunos autores han llamado inundación o

desbordamiento de los derechos, parece necesario establecer algunos niveles

del discurso, sobre todo para ponernos de acuerdo, tampoco esto último debe

llevarnos a un anquilosamiento tal que impida continuar con la resolución de

otros problemas concernientes a los derechos, pero sería muy conveniente que

cada discurso iniciara con un reconocimiento de su propio nivel, es decir,

respecto de su contenido performativo en el momento en el que se enuncia.

Nuevamente los matices, por lo apenas expuesto, parece que no existe sólo un

discurso, sino que estaríamos en presencia de varios discursos, algunos

contextualizables o otros contextualizadores, dicho de otro modo, unos

identificables en un momento y espacio determinados (discurso en estricto

sentido) y otros actuales respecto de ese momento y espacio y del propio

discurso (meta discurso); ambos grupos de discursos comparten una cosa, la

utilización del método histórico.

Pongamos algunos ejemplos a manera de ilustrar. Los derechos denominados

humanos son un discurso en sentido estricto, contextualizable en Europa (con

la colaboración de Estados Unidos) a partir de 1945, hoy el meta discurso

198

sobre los derechos humanos lleva a homologarlos con los derechos del

hombre de 1789 (que son otro discurso en sentido estricto) se diría, también

contextualizables en Europa, pero atención, que estos derechos del siglo XVIII

sólo aplicaban a los franceses con lo que el análisis tendría que matizar sobre

el resultado, puesto que el meta discurso dirá algo así como: “Europa como

sociedad liberal es la cuna de los derechos, veamos que dice Europa hoy que

deban ser los derechos”; y lo que diga hoy Europa o lo que se piense que

pueda decir será el discurso en sentido lato, lo cual tendrá repercusiones

políticas, legales, institucionales y culturales.

Puntos para una charla

En esta historia es preciso distinguir entre los nombres y las cosas que

esos nombres nombran, o como Unamuno lo decía más poéticamente

“no pensamos con palabras, pensamos palabras” es claro que los

derechos como realidades facultativas inherentes a la persona existen en

la práctica jurídica y que ‘eventualmente’ pueden enunciarse

normativamente; pero es necesario distinguir en qué nivel discursivo

nos movemos.

Los niveles discursivos deben situarse en un espacio temporal, en el que

adquieren vigencia o dejan de tenerla, como lo menciona Aquilino

Iglesia “las ideas nunca funcionan en la vida de forma abstracta, sino

que lo hacen de forma concreta. Si la historia puede presentarse como

un sistema de creencias, es preciso encarnar las palabras en un sistema

vital. El jurista lo sabe bien: nunca el sentido de una palabra de un

artículo de un código puede ser interpretado de forma aislada.”

Contextualizar la historia de los derechos en México significa:

distinguir las formas en que se han nombrado los derechos en nuestro

ámbito espacio-temporal: privilegios, garantías, derechos del hombre,

derechos del ciudadano, derechos humanos, principios. Sin caer en un

nominalismo peligroso, conviene hacer un análisis no lineal de estos

conceptos que darán por resultado adelantado una polivalencia de la

noción de derechos.

Los contextos, las palabras y los contenidos:

a) Los derechos en el Estado jurisdiccional

b) Los derechos en el discurso insurgente

c) Breve historia de la recepción de ideas europeas respecto de los

derechos en México

d) Los derechos en el primer constitucionalismo mexicano

e) Los derechos en el centralismo

199

f) Los derechos en el liberalismo

g) El juicio de amparo como juicio protector de los derechos (protección

jurisdiccional)

h) Los derechos en el porfiriato

i) Los derechos en la Revolución

j) Los derechos y el paradigma revolucionario

k) Los derechos humanos en el siglo XX en el mundo y en México

12.2 Hacia la empatía como valor jurídico

“…soy otro cuando soy, los actos míos

son más míos si son también de todos,

para que pueda ser, he de ser otro,

salir de mí, buscarme entre los otros,

los otros que no son si yo no existo,

los otros que me dan plena existencia,

no soy, no hay yo, siempre somos nosotros…”

Octavio Paz

Aunque la palabra proviene del griego εμπάθεια, etimología que significa

sentir en común, y que se define como la “capacidad de identificarse con

alguien y compartir sus sentimientos”412

, su uso es más bien contemporáneo y

cuasi neologista. Concepto situado entre las sutiles líneas de la filosofía, la

psicología y la sociología, ha tenido gran éxito a partir del trabajo de Edith

Stein publicado bajo el título Sobre el problema de la empatía413

.

Efectivamente, nos urge mucho una reflexión seria sobre la relación

intersubjetiva, fundamento de todo planteamiento social, que ya desde el

momento histórico en que Stein la pensó, adquiriría bastante relevancia414

,

pero más aún hoy, en que la pluralidad y el multiculturalismo sugieren no sólo

el análisis de la mera relación, sino de los polos, en términos de filósofa

412

Diccionario usual, Real Academia Española, 23ª ed., Madrid, 2005. 413

El concepto comenzó a utilizarlo Husserl a principios del siglo pasado, pero fue su discípula,

Edith Stein, quien en su laudada tesis de doctorado en la Universidad de Leida en 1916, Zum

Problem der Einfühlung, le sacó mayor provecho. La obra de Stein ha sido recientemente publicada

en castellano, traducción realizada por José Luis Caballero Bono en editorial Trotta, Madrid, 2004. 414

Stein es el catalizador filosófico de un desencanto generalizado por los derechos fundamentales a

raíz de las dos guerras mundiales y que a su vez replantearán el surgimiento de una nueva teoría de

los derechos. El Derecho empático serviría como un camino intermedio y más realista dentro de una

cultura de los derechos, en tanto que anclado en la realidad empírica permite percibir los momentos

discursivos de la teoría de los mismos.

200

breslava, del sujeto empatizador y del sujeto empatizado, de ahí que gran parte

de la filosofía sobre la persona alguna vez haga cuentas con la idea de

empatía, de alteridad, de otredad.

El derecho no podía quedar exento de esta reflexión, sobre todo en el sentido

en que lo trataremos a continuación, como una realidad humana e

intersubjetiva, como un fenómeno solamente explicable a través de la persona,

como concepto relacional. Desde la óptica empática, los derechos humanos,

adquieren una dimensión completamente distinta de aquella que suele

manejarse, es más, la teoría empática del derecho funciona como una crítica

de la teoría de los derechos, que basan su desarrollo en la toma de conciencia

por parte de individuo de ciertas prerrogativas en principio, oponibles al

Estado.

Pero como ya decíamos, antes de formular una relación empática es necesario

indagar sobre las funciones empírico-conceptuales de la persona, es más,

intentaremos aquí vincular estas funciones a una capacidad que a través de la

historia a fascinado a algunos filósofos, nos referimos en específico la matriz

social, y si bien no encontraremos en la historia de la filosofía netamente

detallada una capacidad empática, es casi posible entrever, cómo interactúan

ciertas funciones humanas con una lógica empática en el concepto de persona,

veamos.

12. 3 ¿Quién o qué es la Persona?

Mucho se ha dicho y escrito en relación a la persona, y sin embargo seguimos

sin saber quién es. En el derecho esta pesquisa no ha sido mucho más

afortunada que en la filosofía. No obstante, decía el derecho clásico, que la

medida de todo derecho es el hombre. No hay definición del derecho que no

incluya al ser humano, y a pesar de ello, nuestra filosofía jurídica se ha

deshumanizado en los dos últimos siglos, apostando a la construcción de un

sistema que prescinde de la parte humana y que pretende alcanzar su

perfección sustituyendo al hombre por objetos, en esta última etapa, por

mercancías415

.

415

Como bien lo explica Juan Carlos Abreu “…la globalización, superestructura artificiosa, ha

reafirmado aquella ficción, a partir de la construcción de un imaginario en el que no existen

fronteras ni limitantes, y el paradigma del ejercicio de la libertad individual y el albedrío queda

condicionado por las directrices que marca el consumo como vehículo para satisfacer necesidades

creadas por las grandes corporaciones mercantiles que cosifican a la persona y la depositan en las

201

La persona continúa a ser el receptáculo más viable de una teoría de los

derechos, entre el universal abstracto que representa y la representación

empírica misma. Creemos que puede existir un justo medio interpretativo en el

que la persona pueda seguir desempeñando su papel primordial de ‘ente

relacional’, es más, en sí misma, la persona es una realidad analógica, pues se

concibe persona en la medida en que interactúa con otras personas416

.

Para algunos filósofos como Marcel Mauss, la persona es un concepto

jurídico, cuyo nacimiento se verificó en Occidente, en época clásica y

coincide con la reflexión sobre los que es ius417

. Ciertamente, la raíz griega

prosopon ( ) daría lugar a pensar que este término es reducto de

la filosofía, pero la historia conceptual hoy puede reivindicar no sólo la

semántica sino la semiótica del uso de esta noción. Nos explicamos en

seguida. Prosopon significa máscara, esta trágica metáfora ha sido

interpretada como la ‘resonancia de la voz’418

o en su caso como la re-

presentación de un personaje. La persona en la antigüedad no es

necesariamente el ser humano. Esto, que podría resultarnos verdaderamente

retrógrada tiene una función empática que posteriormente analizaremos.

Decíamos, persona como manifestación de una voluntad a través de la palabra,

persona como re-presentación de un papel en un escenario que podemos

llamar perfectamente comunidad. El uso griego circunscrito al teatro, no

permite otra interpretación, y así lo demuestran los escasos ejemplos de su

utilización en los textos griegos. Así que el uso, goce y disfrute de esta palabra

se dará inicialmente con el derecho romano419

, que según el jurisconsulto

Gayo, sería la primera de las tres partes que integran el ius420

.

masas…” “La persona humana, el Estado y el Derecho frente a la globalización” en: Congreso

internacional de derecho mercantil. Culturas y sistemas jurídicos comparados, Instituto de

Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 8-10 de marzo, 2006. 416

Podríamos decir que la persona es naturalmente diacrónica, equivocista, en la medida en que

‘rompe’ o en otro sentido, actualiza, los universales que se presume tiene inmanentemente por lo

que aquella expresión cotidiana “cada cabeza es un mundo” habría que agregar “pero todas son

cabezas” el hombre es medida del derecho en tanto que usa su recta ratio (en términos

ciceronianos) para descubrir que es lo más justo “vivimos las layes en la medida en que nos hacen

libres” (Pro Cluentio, 53.146) 417

MAUSS, Marcel, Teoría general della magia ed altri saggi, Einaudi, Torino, 1965, p. 352 418

En la raíz latina per-sono, se entiende mejor, - el que suena- que en este uso se define por el que

lo escucha. 419

Cierto, que con posterioridad pasará a ocupar su función más trascendente en la teología que

primero utilizó el término hipóstasis para luego explicar el misterio tridentino, ahora sí con la

palabra persona. El Concilio ecuménico Constantinopolitano II, del 553, determinará que en Dios

202

La persona421

es entonces, aquello que se presenta al otro, es relación

analógica422

, y esto es también el derecho, en términos de Celso “el arte de lo

bueno y lo equitativo, por el que uno da al otro lo que le corresponde”. El

derecho es acercamiento, medición, comparación, tasación, proporción,

correspondencia, correlación, concordancia. Pero es también dación, entrega

(traditio), re-conocimiento. El derecho no puede nacer de un

ensimismamiento, es todo lo contrario, pacto, convención, alianza,

compromiso, obligación. Por tanto, lo más personal, es el derecho y así

mismo, lo más jurídico, es la persona.

Derivada de esta idea exterior e intersubjetiva de la persona423

, está otra que

tiene que ver con la característica más importante del derecho, su calidad

social, pues si el derecho es sólo posible entre al menos dos personas, el

derecho es sólo viable en una sociedad. Aquí la cuestión se complica un poco

más, porque así como el derecho es imposible sin la sociedad, no es posible

una sociedad sin derecho. Un poco aquello del huevo y la gallina. Se

complica, porque la falta de claridad en el concepto derecho lleva a pensar que

este es un producto de la sociedad es más, de una sociedad politizada e

institucionalizada. Pero este asunto, debate de toda la historia de la filosofía

del derecho, no debe desviarnos de nuestro punto de análisis, porque derecho

y sociedad se implican necesariamente y su gozne es la persona.

Esta inmanencia social de la persona, es la parte más importante para entender

la generación del derecho, la persona esta consustancialmente ligada a la

producción del derecho en la medida en que va relacionándose a la

comunidad, es decir, cuando comienza a compartir ciertos estatutos con los

hay una sola naturaleza o sustancia y tres personas o subsistencias (en trisin hypostásesin egoun

prosópois); y que en Cristo hay una sola subsistencia o persona (mían autou ten hypóstasin, étoi hen

prósopon) y dos naturalezas, divina y humana, unidas en la misma subsistencia (ek dyo physeon...

tes theías physeos kai tes anthropines, tes henóseos kath" hypostasin). 420

Las otras dos son las cosas y las acciones. Esto aparece consignado en las Institutas en la

introducción. 421

La palabra latinizada ‘persona’ nos manifiesta en un sentido onomatopéyico un misterio casi

cabalístico, parecido al nombre de Dios, desconocido a los hombres. En la cultura hebrea Dios, es

“el que es” (YHWH), así mismo persona es ‘per’ medio, instrumento del ser ‘sono’, mi persona es

aquello a través de lo que soy. 422

Analogía como semejanza, como identidad y no como igualdad ciega o univoca. 423

El tema de la intersubjetividad había sido tratado por Recasens, quien siguió un recorrido de

reflexión similar pero se concentró más en la personalidad. RECASENS SICHES, L., Vida

humana, sociedad y derecho: fundamentación de la filosofía del derecho, ahora en hipertexto en:

w.w.w.cervantesvirtual.com de: 12 de mayo de 2004.

203

demás miembros, es más la misma sociedad, producto artificial de estas

relaciones, sólo es posible en la medida en que estos compromisos van

encarnándose. Por lo anterior podemos concluir parcialmente que la persona

es compromiso, Jüng desde la psicología nos dice “La persona no es algo

<<real>>. Es un compromiso entre el individuo y la sociedad bajo un título,

ocupa un empleo, y es esto o aquello. En un cierto sentido aquello es real, pero

en relación con la individualidad del sujeto en cuestión es como una realidad

secundaria, un mero compromiso, en el cuál a su vez participan algunos otros

además de él. La persona es una apariencia, una realidad bidimensional, como

burlonamente se le podría definir.”424

Aquí una aclaración necesaria, e importante. Hay un ámbito, que no requiere

de re-conocimiento de la sociedad y que se entiende superior y anterior a la

misma, que está inscrito en la naturaleza humana, este sector que los juristas

llamaban derecho natural, planteado en parte por Aristóteles, desarrollado por

Cicerón y consolidado por Santo Tomás es a veces la piedra en el zapato de

muchas posturas iusfilosóficas ya sea por su idealización, ya por su negación,

lo cierto es que esta área es hoy renovada por las discusiones en torno a los

derechos humanos, pero tan antigua como la reflexión sobre el derecho,

plantea una relación de la comunidad para con ciertos miembros que obligaría

a ésta a protegerlos, en donde es imposible desvincular solidaridad y derecho.

Hoy que afanosamente construimos de modo artificial una cultura de los

derechos, que nos es otra cosa, que una renovación ética, podemos decir que

esta es otra de las características del derecho antiguo que se han ido diluyendo

en nuestro derecho moderno, y que ha tocado a la historia del derecho hacer

énfasis en esta pérdida que se refleja no sólo en nuestro individualismo

(entiéndase incapacidad comunitaria) sino que también somos más

irresponsables.

Esta protección dispensada por la comunidad es necesaria, aunque a veces el

exceso pueda producir motes de paternalismo y control personal, pero el

sentido comunitario del derecho mueve a las personas, en principio a ser

solidarias y por tanto empáticas. Así, el derecho antiguo está necesariamente

ligado a una dimensión más generosa, en cuanto que se rige por una

cosmovisión más humilde y reicéntrica que basa la construcción de sus

relaciones en función de la realidad, la diversidad salta a la vista. Así llegamos

a la tercera característica del derecho antiguo en relación a la persona su

424

JUNG, Carl G., L’io e l’inconscio, Paolo Boringhieri, Torino, 1948, p. 54.

204

pluralidad, pues se basa en la diversidad de personas que son evidentemente

diferentes entre ellas, tienen algo en común, pero reconocen sus diferencias425

.

Hasta aquí parece, que queda claro que la persona es tan importante para el

derecho, como el derecho lo es para la persona. La persona es por tanto un

concepto jurídico que distingue al ser humano. En algunas teorías sobre los

derechos humanos, las unidades semánticas ‘derechos’ y ‘humano’

representan un papel disolvente, pues los derechos son políticas o idearios, y

lo humano es algo intangible y por tanto, impracticable, como diría Borges “lo

genérico puede ser más intenso que lo específico” intenso en el sentido

sentimental, pero no pragmático, digo humano para decir todos, digo todos,

para decir ninguno. De ahí que lo fundamental de los derechos no sea su

vinculación universal (solamente) sino la persona que es siempre específica,

de ahí la urgencia por redescubrirla.

12.4 Primer nivel empático en el derecho: la alteridad

Para entender la empatía es necesario entender la alteridad426

, la cual funciona

como un contraste necesario para entender la relación entre el concepto

persona y la teoría del sujeto, y es que, este último es incapaz de responder, a

la demanda de alteridad427

. El sujeto sea 'el yo' o sea 'el otro' es siempre el

mismo, es el objeto sobre el que recaen derechos y obligaciones, en cambio la

persona plantea siempre una distinción el tercero428

, el otro, porque la persona

425

Esta lectura analógica de la antigüedad supone una discusión escolástica acerca de los

estamentos, pues la diferencia estadual comportaría diferentes derechos, sin embargo es notorio que

esta característica de la antigüedad, que implica algunas desventajas presenta otras ganancias que

sería oportuno señalar para analizar su recuperación: 1º el sentido comunitario que obliga a los

diversos respecto de un objetivo común (bien común, Res publica), 2º la posibilidad de identificar

‘el proyecto de vida’ (munus), 3º la idea de generar una libertad funcional y por tanto más

responsable. Paolo Grossa recurría a la metáfora arquitectónica de las iglesias góticas que cuentan

con un sin fin de intercesiones a diferentes alturas y con diversas funciones, sin esta diversidad sería

imposible la catedral. 426

Preferimos por cuestiones poético-globales el término alteridad de ‘alteritas/alter’ otro, lo que es

fuera de mí, porque es más común en la mayoría de idiomas, y suena mejor que otredad. 427

En castellano es también permitido el uso del término ‘Otredad’ pero hemos verificado que se

utiliza más el término alteridad, del latín alter, otro. 428

El tercero hace más bien referencia a la justicia como lo indica Ricoeur “la posición del tercero,

lugar desde el que habla la justicia, es también el lugar desde el que habla Lévinas, en la medida en

que su Decir se inscribe en un Dicho.”(RICOEUR, Paul, De otro modo. Lectura de De otro modo

que ser o más allá de la esencia de Emmanuel Lévinas, Anthropos, Barcelona, 1999, p. 27.)

Justamente Levinas se refería en el libro reseñado por Ricoeur a la justicia como “la comparación

de los incomparables...la justicia exige la contemporaneidad de la representación...el Decir se fija en

205

representa. El sujeto cumple y exige cumplimiento a un sistema (por ser

sistema, predispuesto), la persona se confronta con su similar (o su diverso)

aún tautológico, pero podríamos enunciarla como ‘Persona Alterna’ o

‘Alteridad personal’.- un planteamiento gnoseológico de concepción del

‘otro’.

En el realismo filosófico propio del derecho natural el sujeto que conoce, tiene

un valor especial, tanto como el objeto que se conoce. El derecho que en la

antigüedad se obtiene de la naturaleza, la persona es fundamental para

entender la relación de un ser humano con otro; en la noción de persona, el

objeto a observar es otra persona, es decir ‘un tercero’ por lo que debiera darse

una especie de ‘epistemología recíproca’, porque si no se correría el riesgo de

‘cosificar a la persona’ como de hecho sucede en el derecho moderno y como

hemos visto es más fácil que suceda con el término sujeto. Es decir, la medida

de mi construcción conceptual de persona debiera ser la persona empírica que

subyace en todos aquellos que no son yo.

Este es justo el problema que plantea el concepto de ‘dignidad humana’, como

ese ver en ‘el otro’ una persona en su totalidad a pesar de las diferencias

‘accidentales’ que se pudieran encontrar en la observación común. Por eso,

insistimos, el derecho es ‘compromiso’ recíproco más que una exigencia de

respeto.

Es una gran tarea la que tiene la filosofía del derecho, que debe generar una

contra-cultura en oposición a aquella en la que domina desde hace más de dos

siglos, la idea de ‘explotación del otro’ como una forma de propietarismo

individualista, el derecho propio entendido como privilegio y el derecho del

otro entendido como abuso.

A este fenómeno que Corradini y Palombella llaman “asimetría de la

intersubjetividad”429

. No podemos tasar a los otros teniendo como modelo a

Dicho: Precisamente se escribe, se hace libro, derecho, ciencia.” Es decir, que la medida de mi

justicia (en el caso que fuera yo juez o fuera a proponer un sistema de derecho) debiera ser

necesariamente el tercero, que la historia o la doctrina (Lo Dicho) nos señalan su situación (El

Decir). Observamos que se hace necesario una fijación y un modo de decir que a para efectos de

nuestro tema se presenta a nosotros como codificación. En esto coinciden las deducciones del

reformismo de finales del XIX- inicios del XX con la teoría de la Alteridad, es necesario el Código

(o al menos la llave para descifrarlo) del tercero, para actualizar la justicia. 429

La intersubjetividad entendida como la entienden estos autores: “El ego no existe sin el alter, el

sujeto no existe sin otro sujeto, el ser-para-sí no existe sin el ser-para-otro, el alma no existe sin la

historia. Y la relación entre el alma y la historia es la relación entre el privado y el público. Una

206

nosotros mismos, esto es justo lo que hace el legislador moderno, aspira a

crear ciudadanos con base en un diseño a veces impuesto por la política otras

veces por la economía, algunas más por la ciencia, pero pocas por la realidad.

En nuestros Estados hobbesianos de ciudadanos limitados en su

concupiscencia violenta, esta limitación, nos dice Levinás, es también

limitación a la responsabilidad respecto del tercero, la relación entre yo y el

otro es la legitimación del Estado: “La justicia exige y funda el Estado.

Ciertamente aquí hay una reducción indispensable de la unicidad humana a la

particularidad de un individuo del género humano, a la condición de

ciudadano. Derivación. Si bien su motivación imperativa sea inscrita en el

derecho mismo de otro hombre, único e incomparable. Pero la justicia misma

no podría hacer olvidar el origen del derecho y la unicidad de otros que

además recubren la particularidad y la generalidad de lo humano”430

En este

sentido las libertades fundamentales son “la justicia en revisión de la justicia y

en espera de una justicia mejor”431

. Hemos querido citar en este paso a

Levinás porque aún no siendo jurista trata temas de profunda importancia para

el derecho, baste pensar que la idea de justicia y tercero es un problema que ha

dominado el debate del siglo pasado tal como el acceso a la justicia o el justo

proceso, que no son otra cosa que formulaciones procesales para limitar el

poder que vulnera el derecho de algunas personas.

La teoría de los derechos corta de tajo este nivel empático al considerarse

producto subjetivo e individual, por ejemplo en un primer momento Mauricio

Beuchot atribuye el nacimiento de los derechos humanos a la reflexión de la

segunda escolástica dónde es ya claro un concepto de derechos subjetivos432

relación en la cuál se consuma toda la vida: con su perenne dialéctica entre la voz del individuo, que

de vez en cuando sale del coro para tentar la ser solista, y el coro continúa su canto sin

disturbarse...No se nos puede encerrar en la dimensión meramente privada de la existencia, en el

<<individualismo obsesivo>>. Pero ni mucho menos cancelar el privado a favor del público, de la

<<sociabilidad invasiva>>. No basta una mutación de la conciencia para cambiar el mundo. Pero ni

mucho menos se puede creer que los problemas privados dependan enteramente de la política. El

alma debe reclamar su derecho a la autonomía, el derecho a la autonomía del privado. Pero no

puede dejar que la historia vaya por su lado, como un barco a la deriva. Sobre ese barco estamos

también nosotros. Y si naufragará, también nosotros naufragaremos.” CORRADINI, Domenico y

PALOMBELLA, Gianluigi, Unità e sapere del soggetto, Giuffrè, Milano, 1983, pp. 162-163. 430

LÉVINAS, Emmanuel, Tra noi, saggi sul pensare all’altro, Jaca Book, Milano, 1998, p. 230. 431

Ibid., p. 231. 432

Cómo es bien sabido de la polémica Villey-Tierney nos resulta que es posible que las primeras

enunciaciones de un concepto sobre derecho subjetivo como derecho facultad, pertenecen a los

canonistas del s. XII en especial Marsilio de Papua y de dónde Ockam las leería para hacer sus

teorías (GUZMÁN BRITO, Alejandro, “Historia de la denominación del derecho-facultad como

‘subjetivo’”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, no. XXV, Valparaíso, 2003, pp. 407-443, p.

207

“Nosotros defendemos la tesis de Blandine Barret-Kriegel, de que los

derechos humanos son derechos naturales, y que surgen en el siglo XVI en la

Escuela de Salamanca, singularmente con Bartolomé de las Casas.

Aportaremos la argumentación que ella no desarrolla en su trabajo, y que será

una reflexión histórico-filosófica acerca del surgimiento y proceso de

consolidación de la idea de derecho subjetivo. Por ello efectuaremos ahora un

repaso histórico y sopesaremos las pruebas que pueden darse a favor del

momento del origen de los derechos subjetivos, el cual autoriza a hablar

también del nacimiento de los derechos humanos.”433

Lo anterior nos lleva a

dos conclusiones, la primera que los derechos, (diferentes al derecho) serían

producto de la emancipación del sujeto que asume su individualidad y

compele a un obligado abstracto a respetarlos, (en el caso de Bartolomé de las

Casas, a la corona española) con lo que se elimina toda posibilidad de una

mediación social y por tanto de la participación de la persona.

La segunda conclusión es de tipo conceptual, y es que derechos subjetivos

aquí equivalen a derechos humanos434

, cuestión harto discutida desde la

perspectiva de la hermenéutica analógica porque los derechos humanos no son

un concepto unívoco, positivo, acabado, presente en toda la historia, ni

tampoco son convencionalismos adaptables a cada cultura, debe en cambio

mediar un trabajo hermenéutico para conceptuar cada uno de estos productos

históricos por separado. En el caso de la Escuela de Salamanca, no

encontramos jamás enunciado el término ‘derechos humanos’435

pero además

el concepto de humanidad que maneja Bartolomé de las Casas no es el mismo

que el del siglo XX, porque si bien de las Casas apela a los derechos naturales

en la práctica sugiere que estos sean circunscritos a los súbditos españoles y

por extensión a los indígenas a partir del codicillo isabelino, pero

407.) tanto Marisilio como Ockam impelidos por la disputa entre el Papa y los franciscanos quienes

defienden por primera vez la idea de sujeto aislado y exento de la comunidad. 433

BEUCHOT, Mauricio, Derechos humanos. Iuspositivismo y Iusnaturalismo, UNAM, México,

1995, p. 25. 434

Aún si bien en el mismo libro y en aquél otro titulado Filosofía y derechos humanos, siglo

veintiuno editores, México, 1993, Beuchot hable de la ‘noción de derechos humanos en Santo

Tomás de Aquino’ por ejemplo. 435

Creemos que el concepto de derechos humanos goza de total autonomía por las siguientes

razones: 1. A diferencia de otros conceptos similares como ‘derechos del hombre’, ‘derechos

subjetivos’ o ‘derechos fundamentales’, los derechos humanos prescinden del elemento soberanía,

son supraestatales y están por encima de la reflexión nacional, 2. Su consagración y enunciación

distintas después de la Segunda Guerra Mundial ponen en evidencia la necesidad de distinguirla de

otras categorías conceptuales, 3. Los destinatarios son universales y por tanto la garantía de los

mismos está más allá de la pertenencia a una nación aún si pueden ser garantizables por algunas

naciones en particular.

208

curiosamente no a los negros que se encuentran en una situación distinta.

Además habría que agregar que la doctrina actual es unánime en el sentido de

la equivocidad de los derechos subjetivos436

.

Bartolomé de las Casas es ya un autor moderno porque supone la vinculación

directa entre el individuo y el soberano, aquí la calidad empática y personal

del derecho se ha perdido, el derecho está a punto de ser desvinculado de la

justicia, que es la que lo mantiene unido a una dimensión ética y de alteridad

que le aporta validez (en cuanto valores) y fuerza.

12.5 Segundo nivel empático en el derecho: la justicia

El segundo nivel de la empatía es la justicia, tema tratado por Santo Tomás en

la Secunda secundae, específicamente en la Quaestio 58, artículo 2º “La

justicia, ¿se refiere siempre a otro?” y responde “ya que el nombre de justicia

comporta igualdad, por su propia esencia la justicia tiene que referirse a otro,

pues nada es igual a sí mismo… la justicia propiamente dicha requiere

diversidad de supuestos; y por eso no existe a no ser de un hombre a otro”

agrega que cuando se hace referencia a la justicia de un individuo sólo se dice

en sentido metafórico o análogo puesto que “las acciones son propias de las

personas y de los que forman un todo, más no, propiamente hablando, de las

partes”. Él mismo en la cuestión 57 responde al dilema de si el derecho es

objeto de la justicia diciendo que “lo primero de la justicia, dentro de las

demás virtudes, es ordenar al hombre en las cosas que están en relación con el

otro” a diferencia de otras virtudes la justicia requiere de alteridad y el

derecho al ser objeto de la justicia y entendido como ‘lo justo’ es

preponderantemente empático en cuanto ars boni et aequi, descubrir lo justo

es descubrir que le corresponde a otro. La vinculación entre justicia y derecho

funciona en la antigüedad como un sucedáneo antropológico de los derechos,

el límite del poderoso, el límite de la acción del otro sobre mí y de mí sobre el

otro, es lo justo, la idea derecho se basa en reciprocidad (do ut des,) en

acuerdos, en contrapesos, es ius437

.

436

Cfr. CARPINTERO, Francisco; MEGÍAS, José J., RODRÍGUEZ PUERTO, Manuel J. y

MORA, Enrique V., El Derecho Subjetivo en su Historia, Cádiz, Universidad de Cádiz, Servicio de

Publicaciones, 2003. 437

Difícil precisar la etimología de ius pero dos hipótesis nos dicen que podría provenir de yugo o

de iuvare salud, misma raíz de ad-iuvare ayudar, en ambos casos hay una relación de compromiso,

recordemos que en Roma es a veces más vinculativa y fuerte la idea de promissio, dar la palabra

que el contrato mismo.

209

Ciertamente, como recuerda Ricoeur, es más fácil percibir ‘lo injusto’, de la

‘indignación’ que nos procura el hecho injusto produce la reflexión de que es

‘lo justo’, en este sentido, el acto de juzgar como lo llama Ricoeur, es en

principio un acto que establece una ‘justa distancia’ y podría entenderse no-

empático, pero este elemento propio de la “naturaleza pacífica del derecho”

como la llama el filósofo francés, es finalmente empático “Esta justa distancia

entre los copartícipes enfrentados, demasiado cerca en el conflicto y

demasiado alejados por la ignorancia, el odio o el desprecio, resume bien,

creo, los dos aspectos del acto de juzgar: por un lado, zanjar, poner fin a la

incertidumbre, establecer las partes; por otro lograr que cada cual reconozca el

grado en el que el otro participa en la misma sociedad, en virtud de lo cual

podría estimarse que el ganador y el perdedor del proceso han obtenido cada

uno su justa parte en este esquema de cooperación que es la sociedad.”438

Así,

el desconocimiento de la empatía en el incumplimiento de la obligación (de

dar, hacer o no hacer) que produce lo injusto, genera a su vez una idea

empática de responsabilidad (requerir que respuesta del otro) es un acto

comunicativo que descubre a un “sujeto capaz real” como lo llama el

excatedrático de la París X, y que es el destinatario concreto que completa la

idea de derecho.

12.6 El secuestro alquimista de la persona

En el planteamiento contemporáneo del concepto persona, subyacen algunos

vicios heredados de siglos anteriores, el principal nos parece, es la

singularidad de la persona439

, la persona “como individuo aislado, mónada

cerrada hacia el externo, sujeto inmune a la influencia ejercitada por el

‘otro’”.440

El derecho moderno emprende una batalla campal contra una idea

que tenía mucha utilidad en el mundo antiguo “El equilibrio alcanzado con la

doctrina de Santo Tomás se rompe al inicio de la edad moderna, dando lugar a 438

RICOEUR, Paul, Lo justo, Caparrós editores, Madrid, 2003, p. 182. 439

Hemos dicho hasta aquí que a partir de las posturas franciscanas del s. XII comienza a fraguarse

la idea de desvincular al ser humano de su matriz comunitaria, posteriormente el subjetivismo

basado en la idea cartesiana del cogito ergo sum propone la construcción conceptual del ser humano

como ‘arquitecto de su propio destino’ propietario de sí mismo y diría Rousseau, por extensión de

lo que le pone a disposición la naturaleza, entre estas cosas el otro. La primera elaboración de los

derechos se plantea en términos de singularidad humana por lo que la eliminación del elemento

empático supone una deficiencia que se refleja en la instrumentalización de los derechos por parte

del Estado, en apariencia en constitucional y en falta de juridicidad entendida ésta como la

posibilidad de instrumentos fácticos para hacer eficaz la protección de la persona que se comprende

en la idea de ‘hacer justicia’, que implica una función social y pacificadora del derecho. 440

MARCI, Tito, Persona e società, Jouvence, Roma, 2001, p. 75

210

un periodo de crisis que dura hasta el debate actual...La ruptura con la

concepción clásica viene sobretodo de la obra de Descartes, el cuál despedaza

la unidad del hombre, reduciendo a dos substancias independientes una de la

otra, el alma, res cogitans, y el cuerpo, res extensa, de la cual sólo la primera

es presumiblemente persona.”441

Elevándose así el pensamiento o lo pensado a

la calidad de persona existens, y el cuerpo a mero receptor.

El segundo golpe lo infiere Locke quitándole la sustancialidad, no olvidemos

que en el mundo antiguo persona es “substancia individual de naturaleza

racional” como lo había magníficamente expresado Boecio, para los creadores

del Estado, como Locke, la sustancia es oscura y debe ser suplida por la

conciencia442

, pero olvidaba el inglés, que sustancia hace referencia a una

dependencia externa/interna de la persona al mundo, mientras que la

conciencia es sólo interna. Caminos similares seguirán Leibntz y Hume

quienes leyeron en clave jurídica a Kant “La personalidad es la propiedad de

un ser que tiene derechos y por tanto una cualidad moral”443

cuando soy

consciente de ser sujeto de derecho soy persona: “La crisis moderna del

concepto de persona se acentúa, en el siglo XIX, con el idealismo, el cual, aún

enfatizando la subjetividad hasta el grado de hacerla un momento del mismo

proceso del Absoluto, la concibe todavía como simple momento, negándole

aquella ensíeidad, esto es aquella sustancialidad, que, según la concepción

clásica, es en cambio la primera condición de la dignidad de la persona.”444

Hoy nuestros planteamientos acerca de los derechos humanos y la dignidad de

la persona carecen muchas veces de sentido, son conceptos que no significan

nada, pues el destinatario natural que debía ser la persona como ente

comunitario, deja de tener razón de ser, al convertirse en individuo.

A esto es lo que llamamos secuestro alquimista de la persona, un concepto con

claras connotaciones colectivas que poco a poco va encerrándose en su propio

espacio hasta convertirse en un objeto más manejable por parte de las nuevas 441

BERTI, Enrico, Genesi e sviluppo del concetto di persona nella storia del pensiero occidentale,

en: Persona e Diritto. Atti del Convegno intredisciplinare internazionale, Udine, Missio, 1990, pp.

17-34, p. 23. 442

Y aún la conciencia tendría una función externa de empatía como lo explica Laing “La

conciencia de sí, en el uso del ordinario término designa dos cosas. Un percatarse de sí, por uno

mismo, y un percatarse de uno mismo como objeto de la observación de otro.” LAING, R.D., El yo

dividido, FCE, México, 2006, p. 102. 443

Cfr. KANT, Immanuel, Scritti politici e di filosofia de la storia e del diritto, UTET, Torino,

1956. 444

BERTI, E., Genesi e sviluppo del concetto di persona, cit., p. 24. Es aquella naturaleza humana,

ahora llamada por un alumno de Evans. Pirtchard (e indirectamente de Levi-Strauss): La Identidad

Humana, JAUREGUI, José Antonio, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 2001.

211

organizaciones políticas de la modernidad. Detallamos en seguida el recorrido

filosófico de aquél otro concepto llamado individuo.

La noción de individuo es muy querida por el pensamiento moderno, ésta, ha

originado en la política una bipolaridad que reciente el derecho. Cuando se

radicaliza la teoría del individuo, justamente en aquello que se denomina

individualismo, normalmente se llega a negar a la persona, porque quizá el

elemento más distintivo de la noción persona sea el de la interacción, la

persona no existe en relación a sí misma existe con relación a otra persona, su

contenido es siempre relacional, como nos parece ha quedado explicado. En

cambio el individuo presume una auto creación. El individuo no existía en el

mundo antiguo, o mejor aún, el ser humano difícilmente se consideraba

individuo, esta es una noción moderna nacida con Descartes y llevada a sus

últimas consecuencias en los últimos dos siglos. En esta ocasión no nos

ocupamos del individuo -si bien el lenguaje legislativo use alguna vez el

término creemos que lo utiliza sin noción de causa y en la mayoría de los

casos de modo errado- pero reconocemos la utilidad intrínseca del concepto

porque el individuo resulta ser (aún etimológicamente) la síntesis más simple

y por tanto la menos condicionada del ser humano, pero es justamente este el

problema del uso del término ‘individuo’ porque este puede ser utilizado para

otros entes que no necesariamente corresponden al hombre.

Para Descartes, el ser humano podía estar seguro sólo de las cuestiones que le

eran evidentes por su inmediatez, toda trascendencia posterior debía ser

calificada de dudosa. En este procedimiento epistemológico que algunos

atribuyen al racionalismo otros al protestantismo, y algunos otros al mismo

agnosticismo moderno; resulta claro que hay un desprecio por aquello que la

filosofía llamaba metafísica, más allá de lo inmediato. En el plano del

pensamiento, lo más inmediato es la conciencia, la sensación del ser, o más

bien, del siendo; el cogito ergo sum cartesiano significa un enclaustramiento,

para ser hay que dudar, actividad muy acorde con el concepto de capacidad.

La existencia fluye en la teoría de Descartes de adentro del sujeto hacia la

realidad, el sujeto que se constituye en cuasi-creador del mundo exterior, el

derecho no será la excepción.

La persona cifra sus derechos en función de las diferentes relaciones que

sustentan su vida en comunidad, da y recibe. El Individuo cifra su condición

jurídica en su enclaustramiento, se defiende del exterior del que duda,

entonces es necesario ceder parte de su libertad para garantizarse cierta

seguridad, pues fuera de él pueden existir otros como él, creadores de derecho,

212

que demandarán de él cosas que a lo mejor vulneren su situación. Es un

mundo más desconfiado, egoísta y lúgubre, pero sobre todo, incomunicado.

Divide y vencerás decía la célebre frase latina, aquí tiene toda su fuerza, el

Estado dividió a las corporaciones, se auto instituyó como única corporación

válida, vinculante de cada ser independiente, no autónomo, sino aislado,

solitario, controlable.

12.7 De la voracidad jurídica y el derecho atrito.

Este sujeto de derecho que pocas veces considera la vida, sobre todo la vida de

los demás. Este sujeto de derecho que piensa sólo en él y en sus pertenencias,

desgraciadamente no es el único. El Estado no tardó en darse cuenta que un

modo práctico para justificar su existencia era la de ofertar derechos, nuestra

concepción social del derecho se transformó en una concepción pública, el

Estado es el único generador de derecho, él nos libera y nos constituye en

personas en cuanto sujetas a su derecho. El derecho hoy es cosa pública, no en

cuanto a que es de todos, sino en cuanto a que es asunto estatal. El Estado

tiene por tanto que producir derechos para que el particular los consuma, el

efecto es fácilmente deducible. Una sociedad de individuos con la

preocupación constante por apropiarse de más y mejores derechos,

negociaciones todos los días que sólo hablan de ‘demanda de derechos’ y

pocos compromisos. Hasta el lenguaje se ha adaptado a esta mercadotecnia:

generaciones de derechos para una mejor vida. Adquisición gradual de

derechos, todos consumiendo derechos.

Entonces surge la preocupación porque este mundo irresponsable se basa

nuevamente en una ley que no es la de la justicia, la modernidad no se supera,

se fortifica, al grado que lo posmoderno, es más moderno. En este mercado de

derechos, en el que es difícil moderar los apetitos jurídicos hay que poner

controles, pero estando divorciada la ética con la vida humana, nadie se atreve

a pedir un cambio de vida, no vaya a ser que pase por moralista, entonces se

recurre al castigo, porque es lo más sencillo, la fórmula “pan y circo” no

necesariamente se refiere a la variedad sino a mantener ocupada a la sociedad

y controlada. Consume derechos y guárdate de hacerlo sólo en la medida de tu

capacidad de recibirlos, cualquier abuso en el sistema será severamente

castigado. Bajo la premisa “premio castigo” nuestra sociedad busca la

redención asimilando sus temores, cuestión que por obvias razones prefiere el

sistema político. Así esperamos lograr el orden jurídico, el bien común, no

porque estemos convencidos de su bondad intrínseca, sino porque no nos

213

queda de otra, porque de lo contrario seríamos castigados. La Cultura de la

legalidad, que no es cultura, es un inhibidor eficaz que nos mantiene lo

suficientemente ocupados, como para pensar en cambiar. Trámites, papeles,

disposiciones, entre más confuso sea, es mejor; la inmediatez del documento

atrofia la reflexión e impide la argumentación. Una especie de funcionalismo

jurídico apuesta diariamente a soluciones prácticas y cada vez más rápidas que

no permiten compromisos a largo plazo y por tanto hacen imposible fundar

sociedades autopoyéticas.

Pobres de nuestras sociedades: atritas por temerosas, justas por ajustadas a la

ley, desalmadas por pensar en una muerte menos mala, más que en una vida

mejor.

Nuestras sociedades se basan por tanto en el miedo, en la desazón, en el vacío,

sobre todo en éste último, producto de nuestra separación con la comunidad

“Cuando el individuo se lanza al vacío… ya no es más que una pedazo de piel,

ha perdido toda sensibilidad, es la utopía absoluta, la apoteosis del estado de

naturaleza. Es nuestra robinsonada.”445

En este panorama orweliano, de

constante temor y desconfianza, es difícil plantear un derecho empático, pues

no existe el otro. De aquí la urgencia a disminuir el miedo y a generar

estructuras de confianza uno a uno, no como pretendió la modernidad, la

confianza en una mítica comunidad estatal “…contrato de confianza recíproca

es el origen de un profundo malentendido que afecta a las representaciones del

espacio público.”446

Este compromiso no debe ser un falso nacionalismo,

hacia una comunidad romántica que en el fondo no representa ningún

compromiso, no. El compromiso en términos jurídicos, es siempre objetivo y

personalizado y justo por estos elementos obligatorios, aquella función

metajurídica del honor, la palabra dada y el buen nombre en el compromiso

adquieren juridicidad. Cumplo como persona, con mi persona, el

incumplimiento trae aparejado un deterioro de mi personalidad. Ha hecho

mucho daño el divorcio entre causa e imputabilidad, atribuido en gran parte a

las teorías kelsenianas, desvinculando hecho, hecho jurídico y acto jurídico,

además, fruto de una mala traducción. De este modo obramos no

jurídicamente (entiéndase antijurídicamente) hasta que no caemos en la

hipótesis legal (entiéndase hasta que somos descubiertos). Somos, como ya

hemos apuntado, una sociedad no sólo temerosa y desconfiada, sino peor aún

irresponsable.

445

MONGUIN, O., El miedo al vacío. Ensayo sobre las pasiones democráticas, FCE, Buenos

Aires, 1993, p. 37. 446

Ibid, p. 54.

214

12.8 El derecho empático como normal protección de la dignidad humana

El derecho debería ser naturalmente empático, pero como no lo es, hacemos la

propuesta. Primeramente, debiera existir un autoconvenicimiento, permitido y

fomentado ‘por quien tiene a su cargo la consecución del bien común’, de que

el derecho es un producto social. Por segunda cosa, debiera existir una fuerte

propaganda, tarea de la ciencia jurídica, para inducir una cultura contrita del

derecho, es decir, un apegamiento a los compromisos, por amor a la justicia.

El concepto jurídico de persona, como concepto fundamental447

, debiera ser la

base de una hermenéutica analógica de los derechos448

, porque la persona no

es solamente un ente comunitario que se disuelve en la colectividad, pero

tampoco es sólo individualidad pura con posibilidades de exigir libertades

inmanentes que ni siquiera comprende; no es un ser encerrado en una cultura

local, ni mucho menos el irresponsable ciudadano del mundo desvinculado de

todo compromiso con una comunidad concreta; la persona es el ser humano

con libertad funcional, con libertades y compromisos, con identidad individual

pero parte de un orden jurídico que busca la justicia, con derechos y

obligaciones.

Bajo la óptica antes señalada, los derechos son un logro de la ciencia jurídica

pero hay que tener ciertas previsiones: “la insistencia acerca de los derechos

debe ser valorada positivamente; es el signo de una civilización jurídica que

pretende renegar de aberraciones de un pasado todavía cercano contra el

sujeto y sus sacrosantas libertades, libertades comúnmente ligadas a su

dimensión moral, religiosa, cultural y por tanto para tutelarse a como de lugar.

447

Cfr. MATTI, Niemi, Hohfeld y el análisis de los derechos, Fontamara, México, 2001, en este

estudio se analiza la teoría de los conceptos jurídicos fundamentales elaborada por Wesley

Newcomb Hohfeld a la luz de los derechos, tanto estos como la persona son conceptos jurídicos

fundamentales, sin embargo la perspectiva histórica sugiere un trato particular de los conceptos

como lo ha sugerido Reinhart Kosellek, pues lo conceptos no sólo cambian de generación a

generación, sino que además se diversifican dentro de la cultura, hoy mismo, tenemos diferentes

conceptos de derechos, el que se maneja en declaraciones, el del discurso académico y que el tiene

la sociedad. 448

El cuál a decir de José Ignacio Gutiérrez de Velasco significaría “deconstruir los derechos

humanos, transformándolos en una política cosmopolita que vincule en forma sinóptica las

conceptualizaciones emancipatorias de los derechos humanos”, “Hermenéutica analógica de los

derechos humanos” en: DE LA TORRE RANGEL, Jesús Antonio (comp.), Hermenéutica

analógica, derecho y derechos humanos, Universidad Autónoma de Aguascalientes,

Aguascalientes, 2004, pp. 89-128, p. 128.

215

Dicho esto creo sin embargo, que se deba tener cuidado de un enfasis excesivo

que nos lleva a absolutizar cada derecho…no olvidemos jamás que estos

derechos son conferidos al particular no en cuanto isla solitaria sino junto a

otro y a muchos otros, son conferidos al particular en cuanto sujeto inserto en

una comunidad históricamente viva. Por tanto: plenamente comparto el

tratamiento sobre derechos, pero esto debe ser también junto a la búsqueda de

una ética de la responsabilidad”449

Ciertamente, los derechos cumplen una función mediática entre el Estado y la

persona y es el sentido que guardan en la fórmula ‘Estado de Derecho’, que

obligan al poderoso a ceñirse a unos límites, al legislador a elaborar leyes

acordes a principios que los anticipan y al juez constitucional a mantener el

equilibrio entre los principios aceptados a través del constitucionalismo y

aquellos valores de donde nacieron o debieron nacer aquellos principios.

Los derechos, en el sentido conceptual histórico específico que han asumido

en la segunda mitad del siglo XX, denominados derechos humanos, incluyen

una vinculación entre el esquema conceptual constituido por una comunidad

nacional y un posible esquema universal, vinculación que ha sugerido la

creación de instituciones, de legislación, de jurisprudencia, de doctrina y hasta

de costumbre. La paradoja a resolver y a la cual la hermenéutica analógica

puede dar algunas pistas, es la que se origina entre la sinopsis de derechos más

universal y aquellas que en orden descendente se van presentando en relación

con la persona y su vida comunitaria, una paradoja que la historia del derecho

explicaba a través de las implicaciones entre el derecho común y los derechos

particulares o propios, que se intentó solucionar en la idea de un ius gentium,

que tenía razón de ser en la praxis contenida en el paradigma judicial obra de

la prudencia y válida por su carácter racional y eficaz. Analógicamente

hablando, no podemos construir una vía franca entre el esquema universal y

cualquiera de los esquemas sucesivos de camino hacia la persona, asumiendo

una abstracción de lo que consideramos persona en modo unívoco, pero

tampoco podemos justificar un relativismo fruto de la idea soberana, por el

cual cada nación asigna un esquema de derechos a sus miembros, la empatía

nos muestra, en los diferentes niveles (de persona a persona, de comunidad a

persona, de comunidad a comunidad, de comunidad a Estado, de Estado a

Estado y de Estado a persona) que “tener un derecho” no puede significar

solamente “pretender legítimamente algo de alguien” porque “reivindicando

un derecho pongo en juego un complicado cruce de expectativas que implica a

449

GROSSI, Paolo, Prima Lezione di diritto, Laterza, Milano, 2003, p. 118.

216

los otros conciudadanos; reivindicando un derecho pongo en juego valores de

fondo y convicciones culturales de la sociedad de la que formo parte”450

Yo soy responsable de todo y de todos, decía Borges. En el relato

“Acercamiento a Almotásim” el personaje principal es un estudiante de

derecho hindú que asesina a un intocable y no sabe si es él el asesinado o es el

asesino que huye. En su huída, este pasante de derecho, se refugia en una zona

marginal, donde se descubre igual a aquellos entre los que se esconde. Con

diferentes referencias a espejos, Borges nos dice, que somos una claridad

parcial, suma de ‘reflejos’ de lo que los demás ven de nosotros, aunque

siempre hay quien tiene el delirio de encontrar "en algún punto de la tierra al

hombre que es igual a esa claridad". Nuestra vida es la suma de los momentos

vividos a través de los demás, esto nos acerca tímidamente a una idea vaga de

quien somos.

El derecho empático es un espejo, abominable si se quiere como en la

literatura borgiana, abominable porque nos reproducimos en él y nos damos

cuenta de nuestro absurdo modo de ser. Cuando exigimos al espejo, el espejo

nos exige a su vez, y es una lucha que no termina. Y ¿si me comprometiera

con el que tengo enfrente? y ¿si por caso el también se comprometiera

conmigo? que sociedad feliz seríamos.

450

COSTA Pietro, “Derechos”, en: FIORAVANTI, Maurizio, El Estado Moderno en Europa.

Instituciones y derecho, Trotta, Madrid, 2004, pp. 45-64, p. 45.