El voto electrónico bajo la lupa

12
Su trasfondo y la experiencia en Argentina El voto electrónico bajo la lupa

Transcript of El voto electrónico bajo la lupa

Su trasfondo y la experiencia en Argentina

El voto electrónico bajo la lupa

Director Luciano Galup

Coordinación EditorialSebastián De Toma

Diseño GráficoLucía Molina y VediaAntonela Andreotti

Corrección Ma. Laura Ramos Luchetti

IlustracionesValeria Suárez

ColaboradoresLionel AizenbergMariela Baladron Sebastián De TomaDiego de Charras

Fernando del ValleGustavo FontanalsFernando GelfoDamián LoretiLuis LozanoAndrea MallimaciIgnacio Mansilla DerquiCarolina Martínez ElebiGuillermo PérezDiego RodríguezJuan Pablo Ruiz Nicolini Carolina Singer

Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported. Para ver una copia de esta

licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/ o envía una carta a Creative Commons, 444 Castro Street, Suite 900,

Mountain View, California, 94041, USA.

FIBRA es una Publicación de Menta Comunicación SRL.

Av. de Mayo 570 5º35 CABA | 54 11 4342-6562

contacto@mentacomunicación.com.ar

Impreso en: Gráfica Sánchez | Puán 3564 - caseros - pcia bs as | 4716-0248

Dirección Nacional del Derecho de Autor. Inscripción Nº 5204951. 1° de abril de 2015.

www.revistafibra.info

04Editorial

06Internacionales

07Nacionales

08Empresas

SUMARIOAño 1 · Número 5

SUMARIO

10“Los programas se desprograman”La televisión y el video en la era de internet

15La pregunta por el públicoSobre la popularización de la

Televisión Digital Terrestre

78 Reseña

De la Concentración a la Convergencia. Políticas de medios a Argentina y América Latina, de Martín Becerra

30 ¿Borrar el archivo o escribir la propia historia?Apuntes sobre el derecho al olvido

37 Diversifica y reinarásHistoria, presente y perspectivas del Grupo Clarín

20¿Depende del cristal con que se mire?

Las constantes innovaciones en el mercado audiovisual

26"No se va a morir la televisión, pero está cambiando"Entrevista a Alejandro Burato,

CEO de Fav! Network

48 "Hoy en día el 80% de las salas cuenta con sistema de digitalización"Entrevista a Lucrecia Cardoso, presidenta del INCAA

42 Una manera de excluir a la competenciaEl Valor Plaza: Prácticas anticompetitivas del Grupo Clarín en la determinación del precio de la señal TyC Sports

53 "No es internet y tampoco es gratis"Sobre Internet.org

58 NAB 2015Buceando en el mar de novedades

64 El voto electrónico bajo la lupaSu trasfondo y la experiencia en Argentina

72 El rol del Estado en las telecomunicacionesEl tendido por parte de los Estados convierte a la infraestructura en un commodity para el sector.

Su trasfondo y la experiencia en Argentina

El voto electrónico bajo la lupa

Por Juan Pablo Ruiz Nicolini*

El voto electrónico no se inserta en el vacío, sino en un complejo entramado social, político, legal y electoral. Las dinámicas del sistema de partidos y el juego político democrático guardan estrecha relación con los procesos de reforma política. Tener esto presente puede fortalecer los mecanismos de gestión y control de los procesos electorales (Gobernanza Electoral) minimizando los efectos que afectan su legitimidad.

El voto electrónico no se inserta en el vacío, sino en un complejo entramado social, político, legal y electoral (…) Pero más allá de la evaluación que hagan los ex-pertos respecto del modo en que se encaran los pro-cesos de modernización tecnológica de las elecciones (…) lo cierto es que las decisiones últimas sobre estos temas están en manos de la dirigencia política. A ellos les cabe la responsabilidad de crear el contexto pro-picio para que el cambio sea aprovechado en toda su

magnitud.

María Inés Tula (2012)

La Gobernanza Electoral (GE) es definida por Marcelo Escolar (2010) como el conjunto de políticas públicas que “se ocupan de diseñar, gestionar, administrar y certificar el proceso mediante el cual se accede al po-der en contextos políticos democráticos”. Como la imagen espejada de un sentido común que pone el énfasis sobre la confianza, sostiene que se trata acá de la administración de la desconfianza (de los actores hacia el proceso electoral) y de la incertidumbre (falta de sesgos) en los resultados.

El objetivo de la GE es, en un punto, encontrar modos de minimizar los problemas que afectan potencialmen-te su falta de legitimidad: el error sistémico, la mani-pulación política y el fraude. Y, siguiendo al autor, se pueden destacar tres modelos (puros e ideales) de es-trategias para maximizar el objetivo: la delegación téc-nica —que se concentra en la administración y gestión del proceso, siguiendo protocolos y rutinización de las burocracias— ; la delegación jurídica —que certifica y fiscaliza los procesos- y los contrapesos políticos —que se basan en los acuerdos políticos democráticos. Mien-tras que las primeras dos tratan de exteriorizar la GE1

1 La exteriorización surge del carácter endógeno de las institucio-nes de la GE: “su marco regulatorio y sus autoridades responsables son directa o indirectamente resultado histórico de las autoridades políticas electas por su intermedio” (Escolar, 2010, p.55)

de la dinámica política, el último apunta a lo contrario: incorporar la negociación política al corazón del asunto.

Un breve repaso de la situación de los recientes proce-sos de reforma política en la Argentina permitirá poner estos elementos en consideración.

Después del naufragio

Si ponemos la lupa sobre el caso argentino, encontra-mos que reformas como la ley Saenz Peña (1887), la incorporación del voto femenino (1947) o los mínimos de la ley Bignone (1983) son ejemplos de normas que traducen institucionalmente la distribución de poder, promoviendo modificaciones en la competencia política.

Ya al comenzar el nuevo siglo, las elecciones legislati-vas previas al fin del gobierno de la Alianza, en el año 2001, dan cuenta del proceso de descomposición polí-tica reinante. Calvo, et al (2002) destacan que “por pri-mera vez en la historia electoral argentina el voto de los dos partidos mayoritarios llegó a representar sólo un 30% del padrón electoral nacional, la tasa de participa-ción electoral fue menor al 75% del padrón y un 15% del padrón optó por el voto en blanco o voto nulo”.

Esta implosión del sistema de partidos nacional de fin de siglo tuvo como respuesta, durante el segundo gobierno kirchnerista, la sanción de la ley de democratización de la representación política, la transparencia y la equidad electoral. Más allá de los objetivos estratégicos y de cál-culo de sus impulsores y detractores, esta ley buscó, en parte, poner cierto orden a la dinámica de la competen-cia ya que, entre otras cosas, estableció la utilización de elecciones Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO) para la selección de candidaturas, delimitó re-quisitos a los partidos para mantener su personería jurí-dica y participar de elecciones y delineó un régimen de publicidad electoral más democrático.

En este marco algunos sectores intentaron además —sin

*En Twitter es @TuQmano

67

éxito— modificar el más común sistema de boletas que se utiliza en Argentina: boletas partidarias bloqueadas y cerradas, pero con la posibilidad de “cortar” entre categorías electorales (distinta a la “lista sábana”de Uruguay que no permite fraccionamientos).Sin em-bargo, algunas provincias (Córdoba, Santa Fe y Salta) sí impulsaron nuevos sistemas de votación para ese nivel de gobierno.

Los mencionados proyectos locales pretendían, en buena medida, sortear dificultades propias del siste-ma vigente. Las tradicionales boletas partidarias (múl-tiples, una por cada partido o alianza), sostienen sus detractores, generan inconvenientes relacionados con la capacidad de fiscalización y acciones fraudulentas. Esto se debe, en parte, a que la responsabilidad de provisión y control recaen sobre las fuerzas políticas de manera descentralizada.

Pero cada una de las provincias mencionadas optó por distintas alternativas de boleta única para solucionar los problemas del diagnóstico común sobre faltantes de bo-letas, acciones de fraude (como el “voto cadena”) o la lentitud en el conteo de los votos y su publicidad.

Mientras que en Córdoba y Santa Fe se dejaron de lado las boletas partidarias por variantes de boleta única en papel, la provincia de Salta fue el primer distrito del país de llevar adelante un proceso de in-corporación de tecnología electrónica a la etapa de votación del proceso electoral.

En los párrafos que siguen se reseñarán las generalida-des del voto electrónico, señalando posibles ventajas y algunos riesgos, refiriendo a las especificidades del sistema Vot.Ar utilizado en Argentina.

¿De qué hablamos cuando hablamos de voto electrónico?

El voto electrónico, siguiendo la propuesta de María Inés Tula (2008), “hace referencia a la incorporación de nuevas tecnologías en las distintas fases del proceso electoral (…) y no sólo al acto de votar con ‘máquinas’ o ‘urnas electrónicas’ el día de los comicios”. La autora señala que la incorporación de tecnología en distintas etapas del proceso electoral permitió, por ejemplo, su-perar dificultades de la GE en contextos de grandes ex-tensiones territoriales y de ciudadanos habilitados para

emitir su voto y elevó también el nivel de confianza al acelerar procesos que contribuyen a reducir las sospe-chas de parcialidad. Por otro lado, la autora enumera potenciales riesgos que estos instrumentos deberían superar para respetar los principios fundamentales de-mocráticos del voto (universalidad, secreto, integridad y auditabilidad), sobre todo en los aspectos relaciona-dos a la seguridad, su lado más cuestionado.

Estas apreciaciones están plasmadas en un informe téc-nico que realizó la autora a pedido de una comisión para la reforma política en Córdoba en el año 2008. En este, Tula describe detalladamente el abanico de esfe-ras y funciones sobre las cuales cabría prestar atención a la hora de evaluar la introducción tecnológica al pro-ceso comicial. En algún punto, estas se resumen en los Ocho requisitos básicos para la adopción de sistemas de votación electrónica:

1. Fuerte presencia del Estado como garante del derecho de sufragio y como regulador del proceso de modernización.

2. Modernización previa de las primeras fases del pro-ceso electoral.

3. Gradualidad en su implementación

4. Infraestructura de telecomunicaciones mínima

5. Extensa e intensa campaña de difusión pública

6. Transparencia

7. Incorporación de un comprobante físico del voto

8. Actualización de las normas existentes en materia de seguridad

Las críticas

A pesar de que existen académicos, técnicos, políticos y organizaciones de la sociedad civil que participan de debates sobre estas cuestiones hace casi una década en nuestro país, las últimas semanas el debate parece haber ganado un protagonismo bastante particular. La relevancia de este año electoral sumado a que el sistema esté por implementarse en la Ciudad Autó-noma de Buenos Aires (con su centralidad a la hora de imponer temas en la agenda pública) son posibles factores explicativos de este fenómeno.

68

Su trasfondo y la experiencia en ArgentinaEl voto electrónico en Argentina

Varias de las críticas se fundan en las fallidas expe-riencias de Holanda y Alemania. En la primera se re-virtió el uso del sistema electrónico luego de que un grupo autodenominado “Wedont´t trust votingcompu-ters” ("No confiamos en las máquinas de votación")dejara al descubierto la facilidad con la que puede te-ner cualquier persona acceso a los equipos y la frágil estructura de seguridad sobre la que se organizó esta experiencia. En Alemania, el Supremo Tribunal Consti-tucional germano prohibió la utilización del voto elec-trónico recurriendo al “principio de publicidad de las elecciones, el que ordena que todos los pasos esen-ciales de la votación deban estar sujetos al control público” (Tula, 2012; p.11).

Seguridad

Como bien señala Tula en los trabajos antes citados, la mayor preocupación alrededor de estos desarrollos se concentra en la seguridad de la tecnología. Beatriz Busaniche y Javier Smaldone (miembros y colaborado-res de Vía Libre, institución que “trabaja políticamente en el área de nuevas tecnologías, y procura defender los derechos ciudadanos en entornos mediados por tecnologías de información y comunicación”) son des-tacados críticos del uso del voto electrónico.

Siguiendo el ejemplo de otras demostraciones so-bre vulnerabilidades tecnológicas, como el caso holandés, Smaldone desarrolló un ejercicio simple mediante el cual expuso potenciales debilidades del Vot.Ar: la boleta podía ser modificada con una apli-cación instalada en el dispositivo celular. A su vez, esto podía conllevar a mecanismos de compra de votos toda vez que la aplicación hiciera una lectura del voto antes de ser depositado en la urna. A pesar de que sus objeciones fueron refutadas, o al menos dejadas de lado por las autoridades competentes, la seguridad es un punto central de la legitimidad del sistema, por lo que su sometimiento a críticas y evaluaciones puede fortalecerlo.

Capacitación

Otro de los elementos que aparece con fuerza, tanto en el debate coyuntural como en los trabajos acadé-micos e informes técnicos sobre experiencias de voto electrónico, es la necesidad de una profunda capa-

citación a votantes, autoridades, fiscales y demás participantes de los procesos electorales acerca del funcionamiento y procesos del nuevo sistema. Entre las recomendaciones particulares, como vimos, se postula que el proceso debe avanzar de manera pro-gresiva, generando instancias de control, corrección y posibilitar aprendizajes y adecuaciones de las nor-mativas a la nueva dinámica electoral. En palabras de Tula (2012), “gran parte del éxito o fracaso de un comicio con máquinas electrónicas de votación po-dría adjudicarse a la correcta o incorrecta campaña

de difusión y capacitación” (p.16). Las experiencias que analizaremos en detalle más adelante difieren profundamente en este aspecto.

Implementación

Otros argumentos críticos enfocan sobre la labor técnica–administrativa alrededor de los procesos electorales. Esto refiere a algunos de los componen-tes de la GE como las licitaciones a partir de las cua-les se contratan bienes y servicios necesarios para la organización de los procesos, y los mecanismos de auditoría y control necesarios para garantizar la transparencia. En particular, para los casos concre-tos de Argentina, Busaniche denuncia determinados aspectos cuestionables en relación a la licitación y la empresa proveedora, la patente de su desarrollo tec-nológico, el proceso de auditoría salteño, e incon-gruencias entre la normativa electoral de la CABA y características del sistema de votación que se pro-grama utilizar, entre otros.

69

Su trasfondo y la experiencia en ArgentinaEl voto electrónico en Argentina

Más allá de los casos mencionados de reversión del voto electrónico, en países como Brasil, Venezuela e India, las alternativas electrónicas para la emisión y conteo de los votos en un proceso electoral han ido ganando terreno en los últimos años, solucionando algunos de los problemas de su gestión y reforzando la confianza en el sistema. En Argentina algunos dis-tritos han empezado a plantear la alternativa, siendo Salta la provincia que más lejos ha llegado: este año se completará la cuarta ronda electoral en la que uti-liza un sistema electrónico. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con una trayectoria diferente, apunta en la misma dirección.

El voto electrónico en Argentina. La expe-riencia de Salta y CABA con la Boleta Única Electrónica (BUE)

En el año 2009, el gobierno de la Provincia de Salta firmó un convenio con el Tribunal Electoral a partir del cual se dio a inicio a una prueba piloto del sistema de voto electrónico, no exenta de dificultades. En marzo

de ese año se estableció un convenio con la Universi-dad Tecnológica Nacional de La Plata para la utilización de un sistema de urna electrónica pero, cinco meses después, a raíz de las modificaciones en los cronogra-mas electorales nacional y provincial, se cambió de es-trategia (y de sistema). Se convocó a la empresa Magic Software Argentina (MSA)— que ya estaba contratada para proveer sus servicios en el escrutinio— para que lleve adelante una primera prueba piloto en la totali-dad de las mesas del municipio de San Lorenzo y dos mesas de la ciudad de Salta, los dos distritos que com-ponen el Departamento Capital.

Dos años después comenzó el proceso gradual que, según se manifestaba en ese momento, incorpora-ría la totalidad del padrón electoral de a tercios cada dos años. Este objetivo inicial fue dejado de lado y, ya en las elecciones de 2013, el 100% del padrón de la provincia votó con la nueva tecnología para todas las categorías provinciales en disputa en cada una de las localidades. La CABA, por su lado, con marchas, con-

70

Su trasfondo y la experiencia en ArgentinaEl voto electrónico en Argentina

tramarchas y decisiones judiciales de por medio, ha establecido que las próximas elecciones generales se realicen con el mismo proveedor y un sistema similar.

La tecnología desarrollada por MSA –Vot.Ar- es plan-teada por muchos como una alternativa superadora, dado que varias de sus características acompañan las recomendaciones de Tula (2008; 2012): a) la impresión y grabación del voto (en un chip) desde la terminal en una misma boleta que posibilita su chequeo por parte del elector, la fiscalización de autoridades y delegados de las fuerzas políticas, y la auditabilidad y replicación ex post; b) un rápido y efectivo conteo de los votos a partir de la lectura electrónica de la boleta (reduciendo potenciales riesgos sistémicos y acelerando el proceso para publicitar los resultados provisorios) y c) la exclu-sión del padrón electoral del dispositivo de votación (reaseguro de la integridad del voto).

En los próximos meses dos de los 24 distritos que con-forman la República Argentina tienen programado ele-gir su máxima autoridad política a través de un particu-lar sistema de emisión devoto electrónico. Por primera vez la totalidad del padrón de ambos distritos utilizará el sistema Vot.Ar para tomar esa decisión. La diferencia reside en que la del 17 de mayo será la cuarta opor-tunidad (contando únicamente elecciones generales) para los salteños, mientras que en el caso de la CABA la totalidad del electorado debutaría con el sistema.

Aquí resulta útil retomar los ocho puntos básicos que recomendaba Tula para la implementación del voto electrónico. La experiencia salteña pareciera aprobar ese primer test, pese a algunas limitaciones (que pue-de ejemplificarse con algunos cuestionamientos sobre el proceso de auditoría tras las recientes elecciones primarias). En cambio, la Ciudad de Buenos Aires se alejaría de esos preceptos, sobre todo en cuanto a su implementación universal en una misma elección y la escasa promoción y capacitación desarrollada.

Efectos en el comportamiento electoral

Por último, quiero detenerme en un aspecto que recibe menos atención en el debate público: la in-fluencia del diseño de los sistemas de votación so-bre el comportamiento electoral. Como ya se dijo, ni el tipo de boleta ni sus diseños son

triviales. Es lógico esperar que la tecnología que se utili-za y las características específicas de la misma tengan un efecto potencial sobre el comportamiento de los actores que interactúan con ella.

En palabras de Leiras y Calvo (2011), por ejemplo, “los sis-temas de votación pueden facilitar o dificultar la elección de miembros del mismo partido en contiendas de distinta categoría; por este motivo, es de esperar que afecten la proporción de votos cruzados que se registra” (p.8).

Existe una gran variedad y diversidad de trabajos que analizan el vínculo de estos procesos con modificacio-nes en el comportamiento electoral. Desde una pers-pectiva politológica podemos destacar, para una escala regional, la investigación de Daniel Hidalgo cuyo estudio muestra a través de un experimento natural, cómo la introducción de la tecnología en Brasil tuvo como coro-lario “efectos democratizadores”. A nivel local, Ernesto Calvo, Marcelo Escolar y Julia Pomares coordinaron una evaluación experimental sobre diferentes diseños de votación electrónica llevados adelante durante las elec-ciones porteñas de 2007. El Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), por su lado, elaboró una serie de documentos a lo largo de las elecciones de 2011 y 2013 en el que analizan la implementación de nuevos sistemas de vota-ción en Córdoba, Santa Fe y Salta, sobre el cual también evaluaron la percepción de los actores en el proceso de incorporación gradual de la BUE.

Haciendo uso de distintas metodologías y unidades de análisis estos trabajos tienen entre sus conclusiones un punto común central: el diseño del sistema de votación tiene efectos sobre el comportamiento de los electores, el cual influye en cuáles son los resultados electorales.Una breve comparación de los casos provinciales antes citados ayudará a ilustrar esto:

La provincia de Santa Fe, por ejemplo, optó por un modelo en el que se agrupan todos los candidatos de todos los partidos en boletas separadas por categoría electoral. Cada voto se cuenta en función de las mar-cas que se realicen sobre cada una de las categorías en boletas impresas y depositadas en urnas diferenciadas.

Los resultados de las últimas elecciones nos proveen alguna información sobre posibles consecuencias de este diseño (al verificar la distancia de votos obtenidos

71

Su trasfondo y la experiencia en ArgentinaEl voto electrónico en Argentina

entre las opciones para Gobernador y las listas legisla-tivas —muy claro en el caso del PRO, donde su lista legislativa obtuvo el 39% de los votos del candidato a Gobernador— , o las dificultades para el conteo y/o carga de resultados que generaron problemas a la hora de publicitar los resultados provisorios).

El diseño utilizado en Córdoba despliega en una mis-ma boleta todas las categorías electorales, y existe la posibilidad de hacer un voto de “lista completa” ha-ciendo una única marca en un primer casillero. La ex-pectativa en este caso, a diferencia de Santa Fe, es que la probabilidad del voto cruzado sea inferior, aunque mayor que con el sistema tradicional de boletas parti-darias con las categorías “pegadas”.

La provincia de Salta fue la primera en incorporar un modelo de votación con tecnología electrónica. La mis-ma ofrece una primera alternativa de elección entre voto completo o diferenciando por categorías electora-les. Aunque no tenemos aún una medida precisa del efecto, esta decisión pareciera ubicar al sistema en un punto intermedio entre las otras dos alternativas, por los grados de libertad que propicia para el voto cruzado.

¿Por qué debería importar esto? Porque este resultado puede, en el límite, llevar a una situación de Gobier-no Dividido (cuando los poderes legislativo y ejecutivo están controlados por distintas fuerzas políticas) y, en una situación extrema, a la parálisis de gobierno.

Si el elector tiene preferencias definidas hacia diferen-tes fuerzas para distintas categorías, el sistema vigente en la mayoría de las elecciones del país permite reali-zar la operación. Si la decisión política es avanzar hacia nuevas tecnologías para superar algunas dificultades ya mencionadas del sistema vigente, se puede avanzar hacia modelos que contemplen esta situación. Facilitar o dificultar el voto cruzado a partir del diseño puede resultar determinante.

Conclusión

Los sistemas de votación son parte importante de un conjunto grande de procesos de la Gobernanza Elec-toral. Según las definiciones que acá utilizamos, su objetivo es generar mecanismos para administrar la desconfianza sobre el sistema y asegurar la imprevisi-bilidad de los resultados. Escolar (2010) destaca cómo

esta desconfianza se nutre de errores sistémicos (invo-

luntarios, como consecuencia de la magnitud del tra-

bajo que se realiza), pero también de la manipulación

política como “conducta ilegítima y potencialmente

ilegal, si el contexto social de su aparición no la reco-

noce como habitual y políticamente aceptable”(p.65),

entre los que pueden encontrarse los diseños del ma-

terial electoral; y, por último, el fraude a partir de actos

abiertamente ilegales que proponen “alterar por me-

dios no reconocidos (ni legítima ni legalmente) los pro-

cedimientos y resultados de la gobernanza electoral”

(p.65). Ejemplo de esto son las alternativas de ataque

tecnológico que publicita Smaldone.

Mencionamos acá tres modelos que buscan minimizar

la presencia de estos factores con el objeto de maxi-

mizar los niveles de confianza sobre el sistema político

en general, y sobre las reglas de acceso al poder en

particular. Cada uno de estos modelos de legitimidad

se concentran en alguna de las dimensiones de la GE:

una técnica, otra jurídica y una última política.

Como Tula (2012) en la cita que abre esta colum-

na, Escolar destaca el rol central que tiene la política

en la gestión de los procesos electorales. Y sostiene

que al realizar una “internalización explicita de la

reforma institucional como una práctica fundamen-

talmente política y técnicamente necesaria, se reco-

nocería su carácter endógeno y con ello su relación

estructural con el sistema de partidos y el juego po-

lítico democrático” (2010, p.75).

Las reglas no son neutrales, son distributivas. En un

contexto democrático, quienes impulsan las reformas

probablemente están buscando maximizar su cuota de

poder; pero al mismo tiempo necesitarán legitimar las

reglas a partir de las cuales promueven ese objetivo. La

negociación política en los procesos de reforma afecta-

rá de ese modo el dinámico juego que determina cier-

tos equilibrios institucionales.

La introducción de un nuevo sistema de votación

—electrónico, en este caso— en la CABA y en Salta

creo que será mejor entendida si tenemos en cuenta la

dinámica antes descripta.

/fibrarevista @fibrarevista72

Su trasfondo y la experiencia en ArgentinaEl voto electrónico en Argentina

/fibrarevista @fibrarevista