El tema de la Muerte en el cuento “A la deriva” de Horacio Quiroga

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BÜCHELER VINCENT BACHELIER 2 Langues et littératures modernes, Orientation générale El tema de la Muerte en el cuento “A la deriva” de Horacio Quiroga. Asignatura: Études de textes littéraires hispano-américains Profesora: Kristine Vanden Berghe Año académico: 2013-2014

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BÜCHELER VINCENT

BACHELIER 2

Langues et littératures modernes,

Orientation générale

El tema de la Muerte en el cuento “A la deriva” de Horacio Quiroga.

Asignatura: Études de textes littéraires hispano-américains

Profesora: Kristine Vanden Berghe

Año académico: 2013-2014

BÜCHELER VINCENT 2

“La muerte. En el transcurso de la vida se piensa muchas veces en que un día, tras años,

meses, semanas y días preparatorios, llegaremos a nuestro turno al umbral de la muerte.

Es la ley fatal, aceptada y prevista; tanto que solemos dejarnos llevar placenteramente

por la imaginación a ese momento, supremo entre todos, en que lanzamos el último

suspiro”.

Horacio Quiroga en “El Hombre muerto”.

BÜCHELER VINCENT 3

ÍNDICE

Pág.

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………….4

I. BREVE BIOGRAFÍA DE HORACIO QUIROGA EN CORRELACIÓN CON EL TEMA

DE LA MUERTE……………………………………………………………………………..5

II. ANÁLISIS DEL CUENTO “A LA DERIVA”…………………………………………….6

a) Trama……………………………………………………………………………..6

b) Narración…………………………………………………………………………7

c) Cuadro espaciotemporal………………………………………………………….7

d) La Muerte…………………………………………………………………………9

e) La Muerte como mito personal de Horacio Quiroga…………………………….11

f) Interpretación del título……………………………………………………….....12

III.CONCLUSIÓN……………………………………………………………………………13

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………..14

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INTRODUCCIÓN

La Muerte1 es algo inevitable. Sigue a la vida como la luna sigue al sol, como la

mariposa sigue a la oruga, como la primavera sigue al invierno y como el humo sigue a la

combustión. Es el ciclo de la vida como un modelo de fatalidad. No se puede cambiarlo. Que

lo aceptemos o no, no podemos escapar a la muerte porque es el resultado lógico de nuestra

presencia en la Tierra. Nacimos en diferentes lugares geográficos, bajo diferentes climas,

educados por parientes según diversas maneras, en función del origen social, con costumbres

y religiones diferentes. Pero a fin de cuentas, acabamos juntos sin ninguna distinción en la

vida tras la muerte también llamado el más allá. Apasionado por el tema de la muerte, busqué

a un escritor latinoamericano que hubiera encontrado a la Muerte durante su propia vida. La

búsqueda me condujo “[al] más grande de los cuentistas Americanos”2, Horacio Quiroga.

Durante la investigación descubrí el fatalismo de la muerte trágica que fue arraigada en su

vida. Horacio Quiroga obsesionado por la Muerte que lo torturó días tras días. Al fin de este

trabajo, no sólo he descubierto las técnicas narrativas y literarias de Quiroga sino también he

conocido a un escritor, lleno de tristeza, de culpa y afectado por la vida.

En esta investigación, elaboraré una breve biografía de Horacio Quiroga en

correlación con los episodios trágicos de su vida. Después, analizaré el cuento “A la deriva”

respeto a la trama, al cuadro espaciotemporal, a la narración y focalización, antes de estudiar

el tema de la Muerte. Luego, estableceré una relación de similitud entre la Muerte en sus

cuentos y su propia vida. Por último, intentaré dar una interpretación del título antes de

concluir con una breve síntesis.

1 El uso de la mayúscula se explica por el tratamiento del concepto, del tema de la Muerte. La muerte sin

mayúscula se reserva por el acto concreto de morir. 2 John A. CROW, profesor emérito del español en la Universidad de California, Los ángeles.

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I. BREVE BIOGRAFÍA DE HORACIO QUIROGA EN CORRELACIÓN CON EL TEMA

DE LA MUERTE.

Horacio Quiroga nació en Salto (Uruguay) en 1878 y murió en Buenos Aires

(Argentina) en 1937. Su vida fue marcada por una sucesión de muertes trágicas en su entorno

familiar. De acuerdo con Fleming, “la cifra del horror [en los cuentos de Quiroga] es la

muerte. Esta obsesión se puede explicar con sólo repasar su biografía” (1994: 21).

Su padre murió accidentalmente cuando aún era un bebé, su padrastro ([Quiroga] mismo lo

encuentra muerto) comete suicidio, después de quedarse paralítico, accionando el gatillo de la

escopeta con el dedo del pie. En 1901 murieron dos de sus hermanos; al año siguiente es el mismo

Quiroga quien asesina de un involuntario tiro en la boca de su amigo Federico Ferrando; y, a los

seis años de casado, en diciembre de 1915, su primera esposa se suicida con bicloruto [sic] de

mercurio. El 18 de febrero de 1937, a los cincuenta y ocho años, Quiroga tiene una conversión con

los médicos que lo asistían y toma conciencia de su cáncer incurable. Decide quitarse la vida. Al

día siguiente, Horacio Quiroga es encontrado muerto por haber ingerido una dosis de cianuro. Fue

la vitoria de su adversaria, no abstracta y siempre presente, la muerte. Para cerrar el ciclo de

muertes, meses después se suicida su hija mayor, Eglé […] y su hijo Darío, años después (Roque

da Silva 2002: 171).

La decisión del autor de quitarse la vida puede ser explicada por su enfermedad. A

causa del tumor maligno y no operable, Quiroga realizó que “fue el perdedor […] [y] por

exceso de pánico o de coraje […] [tomó] la iniciativa una forma de perder la partida con

dignidad y orgullo, de quedar con la última palabra, bebió el cianuro y [salió] a encontrar

[la Muerte] (Fleming 1994: 24). Se sabía vencido por la fatalidad de la Muerte que durante

toda su vida le había rodeada y no tenía “ganas de vivir otra agonía. [Prefirió] el veneno […]”

(Herrera de Noble). Por lo tanto, “abandonó por la noche el hospital para comprar los

bastantes gramos de cianuro para eludir para siempre la insistencia de una vida compleja y

admirable, ahora ya inútil” (Onetti). En realidad, Horacio Quiroga se mató cuando él

“plenamente [comprendió] que su mal no [tenía] cura y que entre sufrir y no sufrir [era] fácil

la elección” (Faye Grajales Castaño 2009: 20)3.

3 Fuente: Horacio Quiroga, el cuentista de la muerte en

http://www.mipunto.com/temas/3er_trimestre05/quiroga.html (No consultable mas).

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II. ANÁLISIS DEL CUENTO “A LA DERIVA”.

“A la deriva” y diecisiete otros cuentos pertenecen al libro Cuentos de Amor de

Locura y de Muerte4 publicado en 1917. En estos relatos, los temas más recurrentes son “la

tragedia, la enfermedad, las obsesiones, el vicio y la locura” (Faye Grajales Castaño 2009:

17), sin olvidar el tema de la Muerte. Como señala Fleming, “como tal obsesión, la muerte

está presente en la mayor parte de los relatos: es acción principal, final, detalle incidental o

circunstancia de casi todos ellos” (1994: 47). El tema de la Muerte fue por Horacio Quiroga

su tema favorito y además, Shoemaker menciona que, “en realidad, hay pocos escritores que,

como Quiroga, maticen con tanta riqueza la confrontación entre el hombre y la muerte”

(1978: 248). “Con la publicación de Cuentos de amor, de locura y de muerte, en 1917,

Quiroga dio la primera muestra de su genio y empezó a recorrer el camino que lo llevaría a

consagrarse como el gran maestro de la narración breve latinoamericana” (Gutiérrez 2001).

A. Trama.

“A la deriva” se trata de un hombre que pisa una serpiente venenosa que lo muerde

en el pie. Al principio, pide ayuda a su esposa que le da caña5 pero sin resultado. Decida

entonces hacer un viaje por el río hacia el pueblo de Tacurú-Pucú para encontrar a alguien que

le ayude y por lo tanto salvarse. Sin embargo, los esfuerzos del protagonista van a ser inútiles

y Paulinoel hombremuere en la canoa, sin alcanzar su meta.

En el cuento, encontramos a tres protagonistas. Primero, el protagonista principal se

llama ‘el hombre’ desde la primera línea del cuento. Vive en la selva y la conoce

perfectamente. Su nombre es mencionado solamente una vez por Dorotea, su esposa que vive

con él en la selva. Ella es una protagonista segundaria que sólo aparece en el cuento cuando

Paulino le pide alcohol. Esta salvación en la bebida puede ser explicada por “[la] mentalidad

primitiva [del hombre que] le impele primero a buscar un posible paliativo en el alcohol y

luego, al darse cuenta de la gravedad, emprende el viaje con la pierna inflamada y cubierta de

manchas lívidas” (Collard 1958: sp). Por fin, el antagonista del hombre es la serpiente

venenosa que le muerde, causando su propia muerte y la del protagonista principal.

4 Sin coma en el título, según [la] expresa indicación [de Horacio Quiroga] (Fleming 1994: 89).

5 Aguardiente obtenido por destilación de melazas de caña de azúcar, con una riqueza alcohólica máxima legal

de 75 grados. L. Fleming. (ed.) (1994). Horacio Quiroga. Cuentos. Madrid: Cátedra (Letras hispánicas), p. 131.

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B. Narración.

En “A la deriva”, la historia es narrada desde un punto de vista externo, en la tercera

persona del singular. El narrador es omnisciente porque tiene acceso al pensamiento y a los

sentimientos del hombre porque en efecto, “la muerte [está] contada desde las sensaciones de

la propia víctima” (Fleming 1994: 46). También encontramos dos diálogos que sirven para

aumentar la dramatización de la historia. Sin embargo, aunque el narrador sea omnisciente,

los lectores nunca se dan cuento de qué se encuentra en el más allá porque el narrador

solamente trae palabras tangibles que pertenecen al Mundo real, al mundo de los vivos

(Mendoza 2009: 31).

D. El cuadro espacio-temporal.

“El ambiente donde se [desarrolla] « A la deriva » se sitúa en el territorio de

Misiones [en Argentina], y la selva y el río vienen a ser personajes secundarios del drama

donde se mueven los personajes” (Arango 1982: 155). El Paraná es el río por lo cual Paulino

“viaja en la canoa a Tacurú-Pacú luchando desesperadamente con la muerte que lo ececha

[sic] minuto a minuto” (Arango 1982: 156). Collard afirma que “es lógico […] que las

circunstancias de la muerte sean brutales y aun atroces” (1958:278) en los cuentos de Quiroga

porque vivir en la selva misionera no fue fácil y sin peligro:

Misiones en la época de Quiroga, era casi aislado de toda civilización. Su fauna perpetuamente al

acecho, su flora de emanaciones a veces mortales, su clima caracterizado por temperaturas

extremas, lluvias torrenciales y períodos de sequía; los tipos regionalesaventureros, [eran]

hombres fuera de la ley, aprovechadores sin escrúpulos, obreros embrutecidos por el trabajo y el

alcohol […] (Collard: 1958: 278).

Además, Fleming añade que vivir en la selva implica peligros como las víboras, las

insolaciones, los ríos crecidos o las infecciones sin médico que son tantos medios tentar a la

Muerte (1994: 24).

Analicemos la interacción entre el hombre y la serpiente en el relato:

Faye Crajales Castaño observa que el hombre y la serpiente tengan uno mecanismo

propio para la defensa: lo del hombre es el machete y lo de la serpiente es el veneno (2009:

77). El medio de defensa de la serpiente es natural. Es decir que la víbora no utiliza ningún

elemento fuera de su naturaleza propia para atacar al hombre. En cambio, el hombre no tiene

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un elemento interno que le permite defenderse. Por lo tanto, tiene que emplear otros

elementos materiales para atacar y sobrevivir, como lo del machete (Faye Grajales Castaño

2009: 78). El uso del arma para dislocar a la serpiente está exprimido en el pasaje siguiente:

El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban

dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, y hundió más la

cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de lomo, dislocándole las

vértebras6.

Además, desde el punto de vista de la hermenéutica7, “la serpiente en espiral por lo

general, es símbolo de un ciclo de vida-muerte o de cambio continuo”. “Las vértebras es [sic]

algo que permite [sic] una semejanza con la condición de vertebrado del ser humano, puesto

que al romperse el ciclo vital de la serpiente, simbólicamente, comienza a romperse también,

el ciclo del hombre (Faye Crajales Castaño 2009: 78).

Por lo tanto, habría dos formas de simbolizar el rompimiento de los ciclos. El

primero se encuentra representado por la separación de las vértebras del animal y el segundo

es el veneno mortal introducido por la serpiente en el cuerpo del hombre. De esta manera,

habría una continuidad del ciclo de la serpiente que se proyecta en el cuerpo físico del

hombre. La rivalidad entre la naturaleza y los seres humanos se expresa en el rompimiento de

la estabilidad de la vida del hombre. El hombre viviendo con el veneno de la serpiente no es

por consiguiente posible (Faye Crajales Castaño 2009: 79).

Por último, la conclusión es que la naturaleza (la selva o el campo) no sea solamente

un elemento tangible porque tenga una fuerza superior: dicte el destino a cada uno de los

personajes. Los protagonistas, que sean conscientes o no, molestan al equilibrio de la

naturaleza y para vengarse y defenderse, los animales y las plantas usan de los mismos

mecanismos naturales de defensa o reparación. Subrayemos que los seres humanos estén

percibidos como ‘extraños’ por la naturaleza y esta percepción resulta en el contacto directo

con la Muerte. Por consiguiente, la muerte del hombre parece ser natural dentro del ciclo de la

vida-muerte: la serpiente está molestada, ella responde, el hombre muere. El equilibrio es por

lo tanto restablecido (Faye Grajales Castaño 2009: 138).

Cuanto a la temporalidad del cuento, no hay ningún marcador temporal en la historia

pero gracias a las descripciones precisas de la selva en “A la deriva”, el tiempo debe ser

6 L. Fleming. (ed.) (1994). Horacio Quiroga. Cuentos. Madrid: Cátedra (Letras hispánicas).

7 hermenéutica s. f. Disciplina que estudia la interpretación de los textos con el fin de averiguar su verdadero

sentido < http://es.thefreedictionary.com/hermen%C3%A9utica>.

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cuando Quiroga vivió en Misiones, es decir entre 1910 y 1917, según el lugar de escritura de

sus cuentos.

D. La Muerte.

En los cuentos de Quiroga nunca se presenta una “muerte común” porque lo que

interesa a Horacio Quiroga es “mostrar en forma real o fantástica por qué los personajes

mueren y cómo mueren” (Arango 1982: 155). En “A la deriva”, como lo hemos analizado en

las líneas previas, el qué se explica por una mordedura de víbora y el cómo se ilustre en una

lenta agonía en la canoa que sigue aumentado como lo señala Roque da Silva en:

La acción va evolucionando así como la intensificación de la gravedad de la herida, revelada por la

descripción de la agonía del hombre y observada desde las sensaciones del personaje. […] Los

dolores van aumentado y ya llegan a la ingle. En poco tiempo el veneno va avanzando, tomando

todo el cuerpo del hombre y otros síntomas, además del dolor, aparecen: el vómito, las manos

dormidas, el vientre hinchado con manchas lívidas y dolorosas. (2002: 173).

En “A la deriva”, “la atención se centra no sólo en la muerte trágica [del hombre],

sino en el esfuerzo físico y sicológico al no querer aceptar la muerte como un hecho real”

(Arango 1982: 155). Efectivamente, Quiroga declara explícitamente que el hombre luche para

sobrevivir en “[…] el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a su

canoa”8.

Para “dar mayor dramatismo a la situación” (Collard 1958: sp), el paisaje está

descrito como lo que sigue:

El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes altas, de cien metros,

encajonan fúnebremente el río. Desde las orillas, bordeadas de negros bloques de basalto, asciende

el bosque, negro también. Adelante, a los costados, detrás, la eterna muralla lúgubre, en cuyo

fondo el río arremolinado se precipita en incesantes borbollones de agua fangosa. El paisaje es

agresivo y reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma

cobra una majestad única9.

Este pasaje tiene por finalidad de anunciar la muerte porque de acuerdo con Arango,

el río se convierte en un presagio fúnebre, símbolo de Muerte. En efecto, este símbolo puede

ser encontrado en “las palabras hoya, encajonan, lúgubre, silencio de muerte, [que] son

portadoras de símbolos de muerte par el campesino de Misiones” (Arango 1982: 156).

8 L. Fleming. (ed.) (1994). Horacio Quiroga. Cuentos. Madrid: Cátedra (Letras hispánicas), p. 131.

9 L. Fleming. (ed.) (1994). Horacio Quiroga. Cuentos. Madrid: Cátedra (Letras hispánicas), p. 133.

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Según Leonor Fleming, el recurso técnico-estilístico para el tratamiento de la muerte

en “A la deriva” es “la estafa de la inconsciencia final (el contrapunto)” (1994: 48). El

contrapunto se explica por una percepción optimista del desenlace a través la víctima pero

equivocada. Por lo tanto, el contrapunto se expresa por un falso estado de bienestar ante la

Muerte como encontrado en:

El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo de la canoa, tuvo un violento

escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó pesadamente la cabeza: se sentía mejor. La pierna

le dolía apenas, la sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración.

El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y aunque no tenía fuerzas para

mover la mano, contaba con la caída del rocío para reponerse del todo. Calculó que antes de tres

horas estaría en Tacurú-Pucú. El bienestar avanzaba y con él una somnolencia llena de recuerdos.

No sentía ya nada en la pierna ni en el vientre10

.

Este pasaje muestra claramente que el hombre “[confunda] los efectos del veneno

con una sensación de mejoría” (Roque da Silva 2002: 174).

Es importante observar que una vez más, la naturaleza no es pasiva sino activa. Sirve

para engañar al hombre creyendo mejorarse, es decir reforzar la ilusión y sensación de

bienestar. En el pasaje siguiente, la naturaleza sirve no sólo para “parar la velocidad de la

acción” (Arango 1982: 159) y “aliviar la tensión” (Collard 1958: sp) sino también para

mostrar “una cierta suavidad, una tranquilidad casi transcendental” (Roque da Silva 2002:

174). Por lo tanto, esto contrapunto marca al mismo tiempo “una esperanza para la víctima”

(Arango 1982: 159) y también un fatalismo expresado por Roque da Silva en “la canoa, ya a

la deriva, gira sobre sí misma y da la sensación de que no hay nada que hacer” (2002: 174).

El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río se había coloreado también. Desde

la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular en

penetrantes efluvios de azahar y miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó muy alto y en

silencio hacia el Paraguay11

.

Además, como señala Roque da Silva, la “somnolencia toma su consciencia [la del

hombre] y le hace pensar en recuerdos” (200: 174) mostrado en lo que sigue:

¡Alves! gritó con cuanta fuerza pudo, y prestó oído en vano.

¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! clamó de nuevo, alzando la cabeza del suelo. En

el silencio de la selva no se oyó un solo rumor […]12

.

10

L. Fleming. Op. Cit., p.133. 11

L. Fleming. Op. Cit., p. 134. 12

L. Fleming. (ed.) (1994). Horacio Quiroga. Cuentos. Madrid: Cátedra (Letras hispánicas), p. 133.

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Esta tentativa muestra que los procesos mentales del protagonista están afectados por

la Muerte porque es claro que su compadre no puede oírle y por consiguiente ayudarle. Esto

fracaso tiene un significado potente respecto a la condición humana: lo único que los seres

humanos tienen es el tiempo, son de tiempo y intentan tener más tiempo cuando saben que el

fin ha venido (Mendoza 2009: 28). Por la tanto, “[el personaje se opone] a su propia muerte,

mediante los mecanismos de la imaginación” y “este autoengaño, como producto de la

imaginación y el inconsciente del hombre agonizante, se abstrae de toda categoría lógica y

secuencial presente en el tiempo real de los hechos narrados” (Faye Grajales Castaño 2009:

137).

Por último, observemos las últimas líneas del cuento. Nunca encontramos un palabra

mortual como “murió” o ‘estaba muerto”. Descubrimos sólo un hecho abstracto de Muerte.

En efecto, de acuerdo con Arango, “Quiroga nos informa del fin del protagonista

indirectamente. No nos habla de su muerte como hecho concreto; solamente nos sugiere que

Paulino cesa de respirar” (1982: 159).

El hombre estiró lentamente los dedos de la mano.

Un jueves…

Y cesó de respirar13

.

E. La Muerte como mitología personal de Horacio Quiroga.

La mitología personal puede ser definida por lo que sigue:

La mitología personal representa el conjunto de creencias, sentimientos, reglas de comportamiento

e imágenes interiores que nos ayudan a interpretar el mundo, a construir explicaciones y a dirigir

nuestro comportamiento. La fuente de los mitos personales es la misma de donde surgen las

propias motivaciones, los sentimientos, las vivencias, los sueños y las esperanzas. Es el territorio

donde se definen nuestros conceptos de lo que está bien y lo que está mal, nuestra idea de lo que es

éxito o fracaso, donde cumplimos el programa socio-familiar o donde nos rebelamos contra él.

Nace tanto del inconsciente colectivo, como de los condicionamientos sociales y familiares que a

todos nos afectan (Octavio Déniz14

).

Hemos visto que la Muerte trágica forma parte de la vida de Horacio Quiroga desde

su infancia hasta su propio suicido. Pero no conocemos cuál fue su pensamiento sobre la

Muerte. A esta pregunta, Ángel responde que:

13

L. Fleming. (ed.) (1994). Horacio Quiroga. Cuentos. Madrid: Cátedra (Letras hispánicas), p. 134. 14

Escritor, astrólogo y terapeuta trabajando en España.

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Quiroga, a pesar de haber presenciado la muerte de cerca, no la acepta, le parece absurda, más aún

cuando viene de manera trágica; es por eso que la muerte alucinada opera como salida catártica del

escritor, conjurando los demonios que hay en su interior, uniendo así la realidad objetiva con la

creación literaria en un exorcismo creacional (2009).

El rechazo de la Muerte por Quiroga se expresa evidentemente en su cuento “A la

deriva” a través de la alucinación de Paulino. Esta ilusión “[le] sirve como mecanismo de

negación de un hecho inminente” (Ángel 2009).

Por último, la muerte alucinada, presente en numerosos pasajes de la obra de

Quiroga, constituye su mito personal, conectando su obra con los diversos recodos de su vida

y garantizando así la profundidad existencial de sus relatos y la autenticidad de su literatura”.

(Ángel 2009).

F. Interpretación del título.

El título del cuento “A la deriva” puede significar que no importa cuanto luchamos

contra la ley de la naturaleza porque ella siempre ganará. Los seres humanos solamente son

temporales en el Universo porque no pueden derrotar a la muerte pero la naturaleza, ella,

siempre existirá.

BÜCHELER VINCENT 13

III. CONCLUSIÓN.

Al fin de este trabajo, puedo afirmar que los episodios de la vida personal de Horacio

Quiroga en relación con la muerte trágica y su estancia en la selva misionara influenciaron su

obra literaria. Como lo afirma Collard, “[…] La muerte aparece con una constancia tal, con

una persistencia que tan pronto es sutil como evidente, que constituye el hilo central y la

preocupación más tenaz de Quiroga” (1958: sp).

“« A la deriva » nos cuenta el viaje desde la vida hasta la muerte con los reacciones

físicas del protagonista” (Mendoza 2009: 27) que no quiere abandonar la vida. Como expresa

Pollmann, la literatura de Quiroga se mezcla con la realidad: “la literatura no es nunca un

juego absoluto y una realidad aparte con lógica propia. Es cosa de vida y muerte y también de

crimen” (1986: 138).

La naturaleza y la selva, no sólo son trasfondo sino también sirven por un lado para

aumentar la dramatización de la muerte y por otro lado para aliviar la tensión del relato. El

fatalismo de la Muerte es claro en “A la deriva”, significando que sin importar que luchemos

para sobrevivir contra la ley de la naturaleza porque nos esfuerzos son vanos. Efectivamente,

“[…] la naturaleza no […] premia ni perdona […]” (Rodríguez-Monegal 1967: 75) y es ella

que “causa el incidente que conduce al destino fatal de los personajes” (Faye Grajales Casteño

2009: 7). “La muerte representa la frontera sin regreso, es decir, una vez pasado el umbral

fronterizo del término de la vida, la muerte recae como un no retorno a la frontera que la

divide, es decir, se puede pasar hacia la muerte, pero ya no hay regreso al campo que la

delimita y que es la vida” (Duarte 2005: 117).

Para Rodríguez-Monegal, “lo que da jerarquía a este cuento [“A la deriva”] es la

eficacia de cada línea: nada sobra, nada falta tampoco” (1967: 85). Ese cuento revela la

influencia de Edgar Allan Poe, resultado por el uso de una prosa tensa, donde no empleó

adjetivos grandilocuentes y la sobriedad fue causa del mayor momento de síntesis narrativa

(Gutiérrez 2001). Por lo tanto, Horacio Quiroga “aplica a la perfección su decálogo” como

subraya Asencios Príncipe15

, y merece el título de “perfecto cuentista”16

.

15

Augusto Asencios Príncipe, Escuela de Post Grado, Facultad de Letras y CC.HH., Maestría en Literatura. 16

Référence

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