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ISSN: 0213-2079 EL PRECIO DE LA FIDELIDAD DINÁSTICA: COLABORACIÓN ECONÓMICA Y MILITAR ENTRE LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y EL IMPERIO DURANTE EL REINADO DE CARLOS II (1665-1700) The price of the dynastic loyalty: economic and military collaboration between the Hispanic Monarchy and the Empire during reign of Charles II (1665-1700) Antonio José RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ UNED Correo-e: [email protected] RESUMEN: La política exterior del reinado de Carlos II, el último rey de los Austrias, nos es bastante desconocida, y más aún sus relaciones con el Emperador. Durante la segunda mitad del siglo XVII las relaciones polí- ticas y militares con el Sacro Imperio Romano Germánico cambiaron nota- blemente con respecto a las desarrolladas durante la Guerra de los Treinta años, cuando el intervencionismo político y militar hispano llegó a su apogeo en Europa. Durante el reinado de Carlos II la debilidad del monarca y los problemas sucesorios marcaron las relaciones de muchas naciones europeas. A lo largo de esta época la colaboración militar y financiera entre ambas ramas de los Habsburgo fue más necesaria que nunca, aunque las cosas habían cambiado notablemente. España, aunque necesitaba dinero, dio generosos subsidios al Emperador para intentar asegurar así su cola- boración militar en forma de reclutas alemanes para los ejércitos hispanos y ayuda militar para defender sus posesiones europeas frente al expansio- nismo francés. Pero el resultado de esta colaboración no fue siempre el esperado, lo que contribuyó a la separación entre ambas casas y a que la Sucesión de la monarquía no recayera en el candidato imperial. A lo largo de este artículo se analiza esta colaboración militar, apuntando nuevas claves para el análisis de las relaciones entre la Monarquía Hispánica y el Imperio. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 33, 2011, pp. 141-176

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ISSN: 0213-2079

EL PRECIO DE LA FIDELIDAD DINÁSTICA:COLABORACIÓN ECONÓMICA Y MILITAR ENTRELA MONARQUÍA HISPÁNICA Y EL IMPERIO DURANTEEL REINADO DE CARLOS II (1665-1700)

The price of the dynastic loyalty: economic and militarycollaboration between the Hispanic Monarchy and theEmpire during reign of Charles II (1665-1700)

Antonio José RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

UNED Correo-e: [email protected]

RESUMEN: La política exterior del reinado de Carlos II, el último reyde los Austrias, nos es bastante desconocida, y más aún sus relaciones conel Emperador. Durante la segunda mitad del siglo XVII las relaciones polí-ticas y militares con el Sacro Imperio Romano Germánico cambiaron nota-blemente con respecto a las desarrolladas durante la Guerra de los Treintaaños, cuando el intervencionismo político y militar hispano llegó a suapogeo en Europa. Durante el reinado de Carlos II la debilidad del monarcay los problemas sucesorios marcaron las relaciones de muchas nacioneseuropeas. A lo largo de esta época la colaboración militar y financiera entreambas ramas de los Habsburgo fue más necesaria que nunca, aunque lascosas habían cambiado notablemente. España, aunque necesitaba dinero,dio generosos subsidios al Emperador para intentar asegurar así su cola-boración militar en forma de reclutas alemanes para los ejércitos hispanosy ayuda militar para defender sus posesiones europeas frente al expansio-nismo francés. Pero el resultado de esta colaboración no fue siempre elesperado, lo que contribuyó a la separación entre ambas casas y a que laSucesión de la monarquía no recayera en el candidato imperial. A lo largode este artículo se analiza esta colaboración militar, apuntando nuevas clavespara el análisis de las relaciones entre la Monarquía Hispánica y el Imperio.

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 33, 2011, pp. 141-176

Palabras clave: política internacional, Carlos II, Leopoldo I, MonarquíaHispánica, Sacro Imperio Romano Germánico, Alemania, colaboraciónmilitar, guerra, subsidios económicos, reclutamiento, ejército, siglo XVII.

ABSTRACT: The Spanish foreign policy during the reign of CharlesII, the last king of Spanish Habsburgs, it is little-known, in especial therelationships with the Emperor. During the second half of the 17th centurythe political and military relationships with the Holy Roman Empirechanged notably with regard to those developed during the Thirty yearswar, when the Spanish political and military interventionism arrived to itspeak in the European continent. During Charles’s II reign the weaknessof the monarch and the successorial problems marked the relationships ofmany of the European nations. Throughout this time the military andfinancial collaboration between both branches of the Habsburgs was morenecessary than never, although the things had changed notably. Spain,although his need of money, it gave generous subsidies to the Emperortrying to ensure their military collaboration with German recruits for theSpanish armies and military help to defend their European possessionsfrom the French expansionism. But the result of this collaboration was notthe expected one, which contributed to the separation between bothmonarchies and to that the Succession of the monarchy didn’t relapse inimperial candidate. Along this article this military collaboration is analyzed,pointing at new keys for the analysis of the relations between the HispanicMonarchy and the Empire.

Key words: international politics, Charles II, Leopold I, HispanicMonarchy, Holy Roman Empire, Germany, military collaboration, war,economic subsidies, recruitment, army, 17th century.

Al margen de la política, los matrimonios, o la vida cortesana, dos de losaspectos que durante el siglo XVII más influyeron en las relaciones diplomáticasentre España y el Imperio fueron el dinero y la cooperación militar. Durante lasegunda mitad del siglo XVII España necesitó al Imperio como aliado ante Franciay como fuente básica de reclutamiento para sus ejércitos. Como contrapartida,el Emperador, ante su debilidad económica, necesitaba de los fondos y subsidiosque España le entregaba. Si bien a comienzos del siglo XVII las ambiciones, finesy causas de ambas potencias eran las mismas, conforme fue pasando el tiempolas dos monarquías se distanciaron enormemente. La causa religiosa aglutinó losesfuerzos militares y económicos de ambas naciones durante la Guerra de

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los Treinta Años, pero con el fin del conflicto se fue produciendo un alejamientocada vez mayor entre las dos ramas de los Habsburgo, ante la diversidad de susintereses, y pese a que siempre se consideraron fieles aliados1. Los Austrias deMadrid y Viena se necesitaron mutuamente durante todo el siglo XVII, aunquelas tornas cambiaron notablemente. Si a principios de siglo el Emperador era elque tenía que pedir ayuda a los españoles, con el tiempo serán los que tengan quereclamar mayor ayuda militar ante su clara debilidad.Aunque no siempre las expediciones militares de socorro se produjeran, o

fueran decisivas, Viena siempre permitió el reclutamiento de tropas alemanas ensus territorios a cambio de subsidios económicos. Ésta fue sin duda una de lasconstantes de las relaciones entre España y el Emperador, fundamentalmentehasta mediados de la década de 1680. De hecho, en muchas coyunturas bélicaslos alemanes fueron –tras los españoles– los soldados más abundantes dentrode los ejércitos de la Monarquía Hispánica2. El rey de España consiguió de laCorte imperial tropas, ya fuera mediante la cesión directa de regimientos impe-riales que pasaban al servicio de España, o bien mediante el reclutamiento decontingentes alemanes en el Imperio y los territorios patrimoniales de los Habs-burgo, siempre gracias al permiso del Emperador3. A cambio de esta contribu-ción militar –de estos soldados–, Viena recibía –directa o indirectamente–compensaciones económicas, tanto por el reclutamiento como por su ayudamilitar. Dentro de estas relaciones hubo distintas etapas durante el reinado deCarlos II, marcadas por las tensiones, los conflictos bélicos y las prioridades estra-tégicas de ambas potencias.

1.ª ETAPA (1665-1668): DE LA CONTINUIDAD A LA TRAICIÓN: LA GUERRA DEDEVOLUCIÓN Y EL PRIMER TRATADO DE PARTICIÓN

Los primeros años de las relaciones bilaterales se definieron por la conti-nuidad. Tras la muerte de Felipe IV a Leopoldo I le faltó tiempo para intentar unacercamiento con España, y pedir a toda costa una alianza y el fin de la Guerra

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1. Sobre la colaboración militar hispano-imperial durante el siglo XVI y la primera mitad delXVII: BERENGER, J.: «La collaboration militaire Austro-Espagnole aux XVIe-XVIIe siécles», en MOLINIÉ,A. y MERLE, A. (eds.): L’Espagne et ses guerres. De la fin de la reconquête aux guerres d’indépen-dance. París, 2005, pp. 11-33.

2. RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ, A. J.: «El ejército que heredó Felipe V: Su número y su compo-sición humana», en BERNARDO ARES, J. M. de (coord.): La sucesión de la Monarquía Hispánica,1665-1725. Biografías relevantes y procesos complejos. Madrid, 2009, pp. 265-296.

3. Para el reclutamiento de contingentes alemanes en el Imperio para Milán durante el reinadode Felipe IV: MAFFI, D.: Il Baluardo della Corona. Guerre, esercito, finanze e societá nella Lombardiaseicentesca (1630-1660). Florencia, 2007, pp. 99-106.

con Portugal, ya que este conflicto no beneficiaba a los intereses imperiales porqueEspaña estaba desviando demasiado su atención de Europa. Leopoldo I pretendíaconseguir –a través de la influencia sobre su hermana–, más subsidios para sucausa, a la vez de un seguro aliado para sus ambiciones políticas, continuando asíla tradicional unión dinástica entre las dos ramas de los Habsburgo. La demoraen su boda con la infanta Margarita retrasó el entendimiento, a pesar del interésmostrado por el Emperador por consumar lo antes posible la alianza matrimonial4.Durante los primeros años siempre hubo voluntad de llegar a compromisoscomunes. Con la muerte de Felipe IV el Emperador trató de estrechar lazos polí-ticos con la Monarquía Hispánica, intentando que con el fin del enfrentamientocon Portugal la monarquía se centrara en sus posesiones europeas, llegando apresionar a su hermana para ello. El Emperador deseaba recibir ayudas económicaspara sufragar sus deudas por el reciente enfrentamiento con los otomanos, a la vezque pretendía conseguir subsidios periódicos para mantener en Europa un pequeñoejército de 20.000 efectivos preparado para colaborar –en caso de necesidad– con losespañoles en Flandes5. La paz con Portugal no se produjo hasta 16686, y aunquelos subsidios económicos continuaron llegando a Viena, éstos ya habían sido apro-bados en tiempos de Felipe IV, ya que nunca hubo ni medios ni la necesidad definanciar un ejército imperial en Europa para que actuara a las órdenes de España.La invasión francesa de los Países Bajos, en mayo de 1667, que provocó

la llamada Guerra de Devolución7, fue sin duda un punto de inflexión en las

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4. Parece que uno de los motivos en la dilación de la boda, y el posterior viaje de la infanta aViena –a pesar del despliegue diplomático enviado a Madrid por el Emperador desde 1663–, era lanecesidad que tenía Felipe IV de utilizar todos los recursos económicos disponibles en la guerracontra los portugueses. El matrimonio no se celebrará hasta 1666, tras la muerte del rey. PFANDL,L.: Carlos II. Madrid, 1947, p. 120. También sobre la boda de la infanta Margarita: OLIVÁN SANTA-LIESTRA, L.: «El fin de los Habsburgo: crisis dinástica y conflicto sucesorio en la Monarquía Hispá-nica (1615-1700)», en NIETO SORIA, J. M. y LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO, M.ª V. (eds.): Gobernar entiempos de crisis. Las quiebras dinásticas en el ámbito hispánico 1250-1808. Madrid, 2008, pp. 45-64,en especial p. 51.

5. Consulta del Consejo de Estado, 10 de marzo y 15 de diciembre 1665. Carta del Empe-rador a Mariana de Austria, Innsbruck, 18 de octubre 1665. Carta del Embajador del Emperador aMariana de Austria, Madrid, 5 de diciembre 1665. Copia de carta del Marqués de Castel-Rodrigo,Gobernador de los Países Bajos, al Emperador, Bruselas, 9 de octubre 1665. Archivo General deSimancas [en adelante AGS], Estado Alemania Leg. 2.378.

6. Sobre la Paz con Portugal y el bando austriaco en la Corte madrileña: VALLADARES, R.: Larebelión de Portugal (1640-1680). Guerra, conflicto y poderes en la monarquía hispánica. Valladolid,1998, p. 195. Y en RODRÍGUEZ REBOLLO, M.ª P.: «El Consejo de Estado y la Guerra de Portugal(1660-1668)», Investigaciones Históricas, n.º 26, 2006, pp. 115-136.

7. Sobre este conflicto: RODRÍGUEZHERNÁNDEZ, A. J.: España, Flandes y la Guerra de Devo-lución (1667-1668). Guerra, reclutamiento y movilización para el mantenimiento de los Países Bajosespañoles. Madrid, 2007.

relaciones bilaterales entre Francia y España, y de éstas con el Sacro ImperioGermánico, marcando un cambio de tendencia con respecto al pasado. Aunqueaños antes de la invasión francesa muchas voces en los Países Bajos –especial-mente su gobernador, el Marqués de Castel-Rodrigo– vaticinaban que los fran-ceses atacarían, en España la perspectiva no parecía la misma. Pese a ello,continuamente se intentó un acuerdo con el Emperador para que en caso deataque francés actuara declarando la guerra y colaborara con los españoles en ladefensa de Flandes y el Franco Condado8.Ya en 1667, en los primeros compases de la guerra, se intentó implicar al

Imperio en el conflicto. Se intentaba no tanto la colaboración en Flandes contropas y medios, sino que el Emperador, junto con otros estados alemanes comoBrandemburgo, abriera otro frente contra los franceses en el Rin y Alsacia, paraque éstos tuvieran que destacar tropas en esa frontera y aliviar así la presión militarsobre los Países Bajos9. Aunque durante 1666 se habían suministrado subsidioseconómicos al Emperador para que ayudase reclutando soldados en Alemaniapara el ejército de Flandes10, lo cierto es que durante la guerra no se puede hablaren manera alguna de una colaboración hispano-imperial. Al poco de empezar lacontienda el propio Gobernador de los Países Bajos escribía a Madrid informandode que nada se esperaba del Emperador, al que parecía que habían sobornado losfranceses para evitar su intervención11. En Madrid, la sospecha de Castel-Rodrigoparecía confirmada, y durante el mes de junio el Consejo de Estado tenía claroque se necesitaba enviar dinero con rapidez para que Leopoldo I rompiera suneutralidad y formara un ejército que ayudara a la Monarquía Hispánica contraFrancia. El problema era que las consignaciones económicas españolas destinadasa la Corte imperial estaban muy atrasadas, y solamente se había cobrando la mitadde lo estipulado años atrás para la guerra contra el turco: 200.000 escudos poruna vez, y una consignación mensual de otros 25.000. Se intentó encontrar lafórmula para poder pagar al Emperador, pero Flandes necesitaba el dinero conmás urgencia, aunque la Hacienda española hizo todos los esfuerzos posibles paraenviar el dinero a Viena12.

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8. Copia de la carta del Marqués de Castel-Rodrigo a Leopoldo I, Bruselas, 9 de octubre 1665.AGS, Estado Alemania Leg. 2.378.Consulta del Consejo de Estado, 14 de enero 1666. AGS, EstadoAlemania Leg. 2.381.

9. Consulta del Consejo de Estado, 29 de septiembre 1667. AGS, Estado Flandes Leg. 2.106.10. Consulta del Consejo de Estado, 3 de abril 1666. Carta del Marqués de Castel-Rodrigo,

Gobernador de los Países Bajos, 26 de mayo 1666. AGS, Estado Flandes Leg. 2.105.11. Cartas del Marqués de Castel-Rodrigo, Gobernador de los Países Bajos, Bruselas, 8 de junio

y 4 de agosto 1667. AGS, Estado Flandes Leg. 2.106.12. Consulta del Consejo de Estado, 30 de junio 1667. AGS, Estado Flandes Leg. 2.106.

Consulta del Consejo de Estado, 21 de junio 1667. Carta del Conde de Castellar, Embajador español

En agosto el Emperador ofreció 25.000 hombres para acudir a la defensa delos Países Bajos, pero para ello reclamaba un subsidio de un millón de escudos,algo a todas luces desorbitado para las arcas hispanas, que en esos momentosapenas tenían medios para mantener al ejército, ya que aún sostenía una cruentalucha fronteriza para intentar recuperar Portugal. Estaba claro que el Emperadorvendía cara su colaboración con el fin de que los españoles desistieran de pedirsu ayuda y tener así las manos libres para pactar con los franceses13. La poca cola-boración incluso sorprendió al embajador imperial en Madrid, el Conde dePötting, que el 8 de agosto expresaba en su diario tanto el miedo que había en losambientes cortesanos de Madrid –debido a la inesperada guerra–, como su incre-dulidad ante la actitud del Emperador, que todavía no había tomado la resolu-ción de apoyar a España, pese a sus lazos de sangre con la reina regente14.En septiembre de 1667 se hicieron nuevamente los cálculos necesarios para

tantear a cuánto ascenderían los subsidios que debían ser entregados al Empe-rador para que formara un ejército en la frontera con Alsacia y Borgoña. En esemomento se estimaba que para establecer un ejército combinado de 30.000hombres, integrado por el Emperador y Brandemburgo, serían necesarios1.200.000 escudos15. En ese mismo mes el Consejo de Estado, pese a los apuroseconómicos, decidía enviar la primera remesa de dinero, 200.000 escudos, encontra de la opinión de don Juan. El bastardo real argumentaba que este dineroestaría mejor empleado en el reclutamiento de tropas y no en subsidios a unEmperador que parecía no tener intención de salir en defensa de la MonarquíaHispánica16. El embajador español en Viena –espectador de primera mano de loque ocurría en la Corte imperial– también se quejaba de la tibieza y pasividad deLeopoldo I, informando a Madrid de las pocas esperanzas que había en el socorro,a pesar de la negociación que se estaba llevando a cabo. De hecho, durante elinvierno de 1667 el Emperador dificultó el reclutamiento en sus territorios adistintos coroneles enviados desde Flandes, negándose a entregar las patentes,aunque ya en 1668 el reclutamiento se regularizó, y los españoles pudieronlevantar contingentes alemanes en las posesiones imperiales17.

en el Imperio, Luxemburgo, 11 de mayo 1667. Carta del Conde de Pötting, embajador del Empe-rador en España, Madrid, 10 de junio 1667. AGS, Estado Alemania Leg. 2.382.13. ORTEGA GALINDO, J.: España ante Europa al advenimiento de Carlos II. Bilbao, 1947, p.

293. Consultas del Consejo de Estado, 9 de julio y 17 de septiembre 1667. Cartas del Conde deCastellar, Viena, 21 de julio y 18 de agosto 1667. AGS, Estado Alemania Leg. 2.383.14. PÖTTING, F. E. de: Diario del Conde de Pötting, Embajador del Sacro Imperio en Madrid

(1664-1674). Edición de M. NIETO NUÑO. Madrid, 1990, vol. I, pp. 317-318.15. Consulta del Consejo de Estado, 29 de septiembre 1667. AGS, Estado Flandes Leg. 2.106.16. Consulta del Consejo de Estado, 17 de septiembre 1667. AGS, Estado Alemania Leg. 2.383.17. Consulta del Consejo de Estado, 10 de octubre 1667. Cartas del Conde de Castellar, Viena,

18 de agosto y 8 de septiembre 1667. AGS, Estado Alemania Leg. 2.383. Consultas del Consejo de

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El problema de la falta de colaboración del Emperador –según los ministrosespañoles– no era porque éste no quisiera, faltaran los medios o se hubiera rotola tradicional alianza entre ambas casas, sino porque Leopoldo I parecía estar malaconsejado por sus ministros. Las críticas españolas iban especialmente dirigidasal Príncipe de Lobkovic18 y al secretario Johann Weikhard de Auersperg19, queno facilitaban la negociación, además de a otros ministros que según el emba-jador estaban comprados por los franceses y que a sus ojos debían ser castigados,aunque el Emperador no parecía dispuesto a ello, para sorpresa de los españoles20.El Conde de Peñaranda, uno de los consejeros con más poder en tiempo de laregencia de Mariana de Austria, en una de las sesiones del Consejo de Estadodictaba de esta manera tan clara y concisa su opinión y las razones de la falta decolaboración:

… Dijo que siempre ha esperado muy pocas ayudas del Imperio, como diversasvezes lo ha referido en el consexo, y lo ha representado en sus votos, no porqueno esté muy seguro del buen ánimo del Sr. Emperador, sino porque se persuadea que será muy duro a los ministros de su Magestad Cesárea romper con laFrancia, y hecharse sobre sí una guerra nuestra…21.

A pesar de los preparativos, nunca se llegó a producir el socorro imperial,ante la rápida firma de la paz de Aquisgrán. La falta de colaboración quedabaenmarcada en la aproximación política entre Francia y el Imperio a raíz de unasconversaciones secretas en las que se dilucidaban temas que tenían que ver conla propia sucesión de la Corona española, ante la creencia generalizada de que elniño Carlos II no tendría la salud suficiente para llegar a reinar. El 19 de enero

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Estado, 5 de enero y 8 de mayo 1668. Carta del Conde de Castellar, 9 de abril 1668. AGS, EstadoAlemania Leg. 2.384.18. WOLF, A.: Fürst Wenzel Lobkowitz, erster geheimer Rath Leopold’s I (1609-1677). Sein

Leben und Wirken. Viena, 1869; SIENELL, S.: «Die Ersten Minister Kaiser Leopolds I: Johann Ferdi-nand von Portia und Wenzel Eusebius von Lobkowitz», en KAISER, M. y PECAR, A. (eds.): Derzweite Mann im Staat. Oberste Amtsträger und Favoriten im Umkreis der Reichsfürsten in derFrühen Neuzeit. Berlín, 2003 (Zeitschrift für Historische Forschung, Beiheft 32), pp. 317-330.19. Sobre su figura: MECENSEFFY, G.: «Im Dienste dreier Habsburger. Leben und Wirken des

Fürsten Johann Weikhard Auersperg (1615-1677)», Archiv für österreichische Geschichte, n.º 114,1938, pp. 295-509. Pfandl afirma que uno de los motivos por los que el Imperio abandona a Españadurante la Guerra de Devolución es porque ha movido una ficha política de gran importancia, yaque en el otoño de 1667 el ministro francés en Viena, Grémonville, logra inducir al Emperador«a cometer una enorme deslealtad» por medio de los dos ministros más influyentes, ya mencio-nados, para que se forme un tratado secreto de reparto entre Viena y París del territorio español.PFANDL, L.: Carlos II. Madrid, 1947, p. 161.20. Cartas del Conde de Castellar, 10 y 26 de abril 1668. AGS, Estado Alemania Leg. 2.384.21. Consulta del Consejo de Estado, 31 de octubre 1667. AGS, Estado Alemania Leg. 2.383.

de 1668 se establecía el primer tratado secreto de partición del imperio españolentre Francia y el Imperio22, signo evidente de que el Emperador –aunque siempreambiguo ante las peticiones de Madrid– nunca tuvo intención de intervenir en laguerra, sino que espera obtener más negociando directamente con Francia elreparto de la herencia del enfermo Carlos II, ya que tanto Leopoldo I como LuisXIV eran nietos de Felipe III, por lo que albergaban esperanzas de poder conse-guir algún día la Corona española23. La actitud del Emperador durante la Guerrade Devolución ha sido duramente criticada por la historiografía hispana, ya queno sirvió como el tradicional aliado de España que era, ni tomó partido en laguerra24. Este hecho es para algunos el inicio del invierno para las relaciones entreEspaña y el Imperio, siendo la primavera la Paz de Westfalia25. En estas relacionesel invierno será muy largo, ya que a pesar de sus fluctuaciones climáticas, conti-nuará durante el resto del siglo, ante la disparidad en los intereses de ambas naciones.La Guerra de Devolución marcará un importante cambió de tendencia en las

relaciones entre España, el Imperio y el resto de potencias europeas. La invasiónfrancesa de los Países Bajos fue vista por otras naciones europeas, y muy espe-cialmente por Holanda, como un enorme peligro para su propia estabilidad. LasProvincias Unidas sabían de la necesidad de que los Países Bajos constituyeranuna «barrera militar» que las protegiera de la ambición francesa26. En enero de1668 se estableció la llamada Triple Alianza entre Suecia, Holanda e Inglaterra, ala que se unió España. Mediante esta alianza militar y de defensa, distintas poten-cias europeas se unían en un frente común contra las aspiraciones francesas27.Durante la guerra España contó con otros apoyos en Alemania, especialmente

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22. PRIBAM, A. F.: Franz Paul Freiherr von Lisola (1613-1674) und die Politik seiner Zeit.Leipzig, 1894, pp. 390-412; BERENGER, J. : «Une tentative de rapprochement entre la France et l’Em-pereur: le traité de partage secret de la succession d’Espagne du 19 janvier 1668», Revue d’HistorieDiplomatique, 1965, pp. 291-314.23. KAMEN, H.: «España en la Europa de Luis XIV», en Historia de España de Ramón

Menéndez Pidal, tomo XXVIII. Madrid, 1993, pp. 211-216; COLLANTES FERNÁNDEZ, F. J.: Españay las Provincias Unidas durante la Guerra de Holanda (1668-1679). Tesis doctoral de la Univer-sidad Complutense leída en 1988. Madrid, 1991, p. 175; ORTEGAGALINDO, J.: España ante Europa...,op. cit., pp. 282-284; SÁNCHEZ BELÉN, J. A.: «Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispá-nica durante la regencia de doña Mariana de Austria», Studia Historica. Historia Moderna, n.º 20,1999, pp. 137-172; OCHOA BRUN, M. Á.: Historia de la diplomacia española. La Edad Barroca, II,volumen VIII. Madrid, 2006, pp. 92 y ss.24. ORTEGA GALINDO, J.: España ante Europa…, op. cit., p. 261.25. OLIVÁN, L.: Mariana de Austria. Imagen, poder y diplomacia de una reina cortesana.

Madrid, 2007, en especial pp. 228 y ss.26. Sobre el concepto de barrera: SERRANO DE HARO, A.: «España y la Paz de Nimega»,

Hispania, n.º 181, 1992, pp. 559-584 (aquí p. 573).27. LONCHAY, H.: La Rivalité de la France et de l’Espagne aux Pay-Bas 1635-1700. Bruselas, 1986,

pp. 235-238; EKBERG, C. J.: The Failure of Louis XIV’s Dutch War. North Carolina, 1979, p. 116.

en los electores de Brandemburgo y Brunswick-Lünenberg, que se comprome-tieron a aportar más de 20.000 hombres para la defensa de los Países Bajos, acambio de contribuciones económicas menos elevadas que las que planteaba elEmperador, aunque esta colaboración nunca fue efectiva ante el fin del conflicto28.Éste sería el inicio de una intensa relación de cooperación entre España y distintospríncipes alemanes, que con el tiempo dejará en un segundo lugar a la colabora-ción militar entre ambas ramas de los Habsburgo. Ante la falta de apoyo delEmperador, España buscará otros aliados en Alemania para conseguir así defenderlos Países Bajos. Esta oportunidad será aprovechada por otros estados como Bran-demburgo, Baviera, Cell, Münster u Osnabruck para conseguir beneficios econó-micos a la vez que luchaban contra las aspiraciones de los franceses y su imparablepotencial militar29.

2.ª ETAPA (1672-1680): SUBSIDIOS Y ALIANZAS DURANTE LAGUERRA DEHOLANDA

A nivel internacional, la Guerra de Devolución prefijó una serie de alianzasque tendrán como desenlace la futura Guerra de Holanda (1672-1678), con susconsecuencias dentro del panorama internacional. Las Provincias Unidas yEspaña estaban llamadas a entenderse, por lo que conformarán una alianza defen-siva y ofensiva que se formalizará a raíz del Tratado de La Haya, firmado el 30de agosto de 1673. Holanda se convertirá paradójicamente en el más decisivoapoyo del joven Carlos II, a cambio de la salvaguarda de su frontera ante lasapetencias francesas de expansión30. Los holandeses preferían una débil presenciaespañola que la problemática de tener como vecinos a los franceses, con sus grandesaspiraciones de dominio sobre Europa. Aunque la presencia hispana pudiera pareceralgo incómoda, siempre era mejor que su ausencia en esas latitudes31. El pacto entre

ANTONIO JOSÉ RODRÍGUEZ HERNÁNDEZEL PRECIO DE LA FIDELIDAD DINÁSTICA: COLABORACIÓN ECONÓMICA Y MILITAR ENTRELA MONARQUÍA HISPÁNICA Y EL IMPERIO DURANTE EL REINADO DE CARLOS II (1665-1700)

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28. Carta del Marqués de Castel-Rodrigo, Bruselas, 11 de marzo 1666. AGS, EstadoAlemania Leg. 2.381. Cartas del Conde de Castellar, Viena, 7 y 13 de diciembre 1667. Copia delpapel dado a su Majestad Cesárea por el ministro de los Duques de Lüneburg para el ajusta-miento del tratado con sus amos para el socorro de Flandes, 7 de diciembre 1667. AGS, EstadoAlemania Leg. 2.382.Carta del Conde de Castellar, Viena, 18 de agosto 1667. AGS, Estado AlemaniaLeg. 2.383.29. STORRS, Ch. D.: «Germany’s Indies? The Spanish Monarchy and Germany in the Reign of

the Last Spanish Habsburg, Charles II, 1665-1700», en KENT, C.; WOLBER, T. y HEWITT, C. (eds.):The Lion and the Eagle. Interdisciplinary Essays on German-Spanish Relations over the Centuries.Nueva York, 2000, pp. 108-129.30. HERRERO SÁNCHEZ, M.: El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678). Madrid, 2000. 31. GIL PUYOL, X.: «Visión europea de la Monarquía española como Monarquía compuesta,

siglos XVI y XVII», en RUSSELL, C. y GALLEGO, J. A.: Las monarquías del Antiguo Régimen ¿Monar-quías compuestas?Madrid, 1996, p. 92 y SERRANO DE HARO, A.: «España y la Paz de Nimega», op.cit., pp. 574-575.

ambas potencias, tácito antes del Tratado de La Haya32, y oficial a partir de agostode 1673, fue una invitación para que a partir de esa fecha Luis XIV invadieranuevamente los Países Bajos, pese a que hasta el momento se había abstenido deenfrentarse a los españoles. Desde 1674 Francia centró sus ataques contra España,por lo que al final del conflicto los españoles fueron los máximos damnificadosde una lucha a la que habían sido arrastrados para defender a sus aliados. En laPaz de Nimega (1678) las pérdidas territoriales fueron importantes para España,mucho más que para el resto de los aliados o el Emperador.El conjunto de tratados de defensa entre Holanda y España –por un lado–,

y entre Holanda, Brandemburgo y el Emperador –por otro–, junto la tradicionalalianza hispano-imperial, configuraron el bando aliado que se enfrentó a Franciaen la guerra. El bloque aliado se vio incrementado notablemente con la incorpo-ración de otros pequeños estados alemanes, tanto los que ya eran aliados tradi-cionales de España y Holanda, como otros que se vieron atraídos a la causa enpro de la estabilidad de sus propios territorios frente al expansionismo galo. Deesta manera, a lo largo de la contienda se unieron otros estados al bloque aliadocomo: Münster, Cell, Osnabruck, Brunswick-Lünenberg, Tréveris, Maguncia oDinamarca, recibiendo todos ellos generosas contribuciones de España, y algunosde ellos también de la República Holandesa33.Las negociaciones para incluir al Emperador en el bando aliado, y sacarle así

de su indecisión, concernieron tanto a Holanda como a España. En 1671 elMarqués de los Balbases, embajador español en Viena, intentó que el Imperio secomprometiera a una alianza defensiva a dos bandas con España, aunque sin éxito,ya que los ministros imperiales convencieron a Leopoldo de lo poco ventajosaque era esta propuesta para los intereses del Imperio. Lo mismo intentó Holanda,aunque sin resultados positivos. Pero los franceses sí que consiguieron elcompromiso del Emperador, ya que Leopoldo, mientras seguía aún en tratoscon españoles y holandeses, firmó con el enviado francés –en Viena, el 1 denoviembre– un tratado secreto que aseguraba a Francia la neutralidad del Imperioen caso de guerra. Hasta principios de 1673 no se hizo público este tratado, quepuso en evidencia la tradicional fidelidad dinástica, generando las quejas deMariana de Austria. El Emperador, en prueba de su buena voluntad, reanudó

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32. HERRERO SÁNCHEZ, M.: «La monarquía hispánica y el Tratado de La Haya de 1673»,Diálogos Hispánicos de Ámsterdam, n.º 16, 1995, pp. 103-118.33. Copia de la traducción de la ratificación del Emperador al tratado particular con Holan-

deses firmado en La Haya en el 25 del mes de julio 1672. Consulta del Consejo de Estado, 15 denoviembre 1672. AGS, Estado Alemania Leg. 2.390. Consulta del Consejo de Estado, 19 de abril1671. AGS, Estado Alemania Leg. 2.388. Proyecto del tratado de Su Majestad y holandeses con elObispo de Münster, para enviar en carta del 18 de setiembre 1675. AGS, Estado Alemania Leg. 2.397.

las negociaciones, entregando a los Balbases un nuevo proyecto de tratado enel que se reclamaban importantes subsidios económicos e insistía en las venta-josas condiciones que, a cambio de su neutralidad, le ofrecía Luis XIV. De estamanera a Leopoldo I no le era posible continuar su política de ingenua dupli-cidad, y debiendo tomar forzosamente partido por los españoles o por los fran-ceses, se decidió por los primeros, no tanto porque en sus venas corriese sangreespañola, sino por los derechos sucesorios de su mujer, la infanta Margarita, ypor las generosas subvenciones económicas que obtendría de España yHolanda34. La sustitución de Lobkovic en la Corte imperial allanó el camino,ya que conllevó el hundimiento del partido pro-francés, y la posibilidad de unacercamiento con holandeses y españoles, a lo que ayudó la embajada extraor-dinaria de Pedro Ronquillo en Viena. La paz con los otomanos y los problemasde éstos en su frontera oriental por el avance de Persia también permitieron alEmperador poder centrar sus objetivos políticos en Europa. Pero sin duda elefecto definitivo para convencer a Leopoldo I a entrar en el bando aliado fueel compromiso español de contribuir con importantes subsidios35. A partir deseptiembre de 1672 España se comprometía a dar al Emperador un subsidiomensual de 30.000 reales de a ocho36, que ascendió a 50.000 a partir de agosto de1673, con el inicio de la guerra abierta entre España y Francia37. A este dinero sesumaban otros 45.000 thalers (o táleros) con los que contribuía Holanda para queel Emperador mantuviese un ejército de por lo menos 24.000 a 30.000 efectivosen apoyo de la causa aliada38.España, aunque generosa en sus intenciones, no siempre pudo cumplir con los

subsidios acordados, ante sus problemas económicos y la multitud de compromisos

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34. VILLA-URRUTIA, W. R. de: Relaciones entre España y Austria durante el reinado de la empe-ratriz doña Margarita, infanta de España, esposa del emperador Leopoldo I (1662-1673). Madrid,1905, pp. 118-121. Según este autor, para los austriacos toda la cuestión política se reducía a unacuestión económica: para firmar las alianzas, y sobre todo para hacer la guerra, pedían a sus aliados«dinero, dinero y más dinero». 35. BÉRENGER, J.: Finances et absolutisme autrichien dans la seconde moitié du XVII[e] siècle.

París, 1975, p. 409.36. A lo largo de 1671, como había sido frecuente durante los años anteriores, la diplomacia

imperial, tanto desde Viena como desde Madrid –a través del embajador Pötting–, intentó que Españacontribuyese con 20.000 escudos al mantenimiento del ejército del Emperador. Consulta del Consejode Estado, 6 de diciembre 1671. AGS, Estado Alemania Leg. 2.390. Carta del Marqués de losBalbases, 4 de mayo 1673. AGS, Estado Alemania Leg. 2.391.37. Cuentas de los subsidios entregados al Emperador desde el 20 de julio de 1672 hasta fin de

marzo de 1677. AGS, Contaduría Mayor de Cuentas [en adelante CMC] 3.ª época Leg. 2.445.Cartade don Pedro Ronquillo, Viena, 11 de enero 1674. AGS, Estado Alemania Leg. 2.393.38. Copia de la traducción de la ratificación del Emperador al tratado particular con Holan-

deses firmado en La Haya en el 25 del mes de julio 1672. AGS, Estado Alemania Leg. 2.390.

bélicos a los que debía hacer frente. La relación del dinero pagado por los espa-ñoles «para las asistencias y subsidios ordinarios del Emperador, y particular-mente para la ayuda de los gastos que su exército que tiene en el Imperio» –comoexpresan textualmente las cuentas– se nos muestra reveladora a este respecto.Entre septiembre de 1672 y finales de marzo de 1677, los españoles, según losacuerdos, debían haber entregado a la hacienda imperial 2.530.000 thalers –a razónde 30.000 mensuales hasta agosto de 1673 y 50.000 a partir de esa fecha–, aunquerealmente sólo pudieron remitir poco más de la mitad: 1.295.559. Hasta julio de1674 las consignaciones fueron bastante puntuales y se cumplieron, pero elproblema fue que desde esa fecha hasta marzo de 1675 no se pudo volver a enviarun real a la caja de la embajada española en Viena39. La dificultad se debía a quea partir de julio de 1674 España tenía que acudir a un nuevo frente bélico, Mesina,ya que la ciudad se había rebelado a principios de ese mes, lo que provocó quelos españoles tuvieran que formar un ejército en la isla para aplacar la subleva-ción, que contaba con el apoyo francés40. La monarquía debió destinar nuevosmedios a la guerra en el Mediterráneo y Cataluña, además de Italia, para asegurarla presencia española en dicha península. Desde el primer momento, Mariana deAustria –hermana del Emperador y reina regente de España–, a pesar de las nece-sidades militares y económicas que surgían en otras latitudes, actuó de contra-peso, apoyando las peticiones imperiales, e instando a los ministros españoles aque hicieran lo posible para enviar puntualmente el dinero a Viena, además deintentar que la diplomacia española presionara a los holandeses para que hicieranlo mismo y cumplieran puntualmente con sus subsidios41.Las decisiones políticas y financieras tomadas en Madrid y Viena tendrán

importantes repercusiones en otros frentes. Las substanciales contribucioneseconómicas españolas a favor del Emperador tenían como principal damnificadoel ejército que combatía en los Países Bajos, ya que al enviarse importantes sumasa Viena, Flandes se vio privado de ese dinero, esencial para la contienda. Un buenejemplo de esta cuestión la tenemos en el siguiente dato. Entre el 1 de enero de1673 y el 27 de junio de 1674 se proveyeron por distintos asentistas 2.547.041escudos de plata para las denominadas asistencias del Norte. De este dinero766.000 escudos fueron a parar a Viena y 1.598.000 a Flandes, enviándose el restoa las distintas legaciones diplomáticas hispanas en Francia, Holanda, Inglaterra

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39. Cuentas de los subsidios entregados al Emperador desde el 20 de julio de 1672 hasta fin demarzo de 1677. AGS, CMC 3.ª época Leg. 2.445.40. Sobre la revuelta y la guerra: RIBOT GARCÍA, L.: La revuelta antiespañola de Mesina: causas

y antecedentes (1591-1674). Valladolid, 1982; y La Monarquía de España y la Guerra de Mesina(1674-1678). Madrid, 2002.41. Consulta del Consejo de Estado, 9 de enero 1674. AGS, Estado Alemania Leg. 2.393.

y los representantes enviados a Polonia, Suecia, Dinamarca y otros pequeñosestados alemanes. Es decir, a Flandes se envió desde España poco más del doblede lo que se remitió a Viena, una cantidad a todas luces insuficiente para ayudara mantener el ejército que allí combatía, que cada vez más debía sostenerse sobrefondos locales y que quedaba condenado a ser cada vez más pequeño ante la faltade pagas42.Durante 1676 y 1677 los españoles intentaron ponerse al día en el pago de los

subsidios, pero nunca llegaron a conseguirlo del todo. Esto conllevó las conti-nuas quejas de los austriacos, ante el incumplimiento de las mesadas. Estasprotestas en ocasiones fueron contestadas tajantemente por el Consejo de Estado,que se quejaba de que en Viena «en vez de agradecer a los españoles la fineza desu obrar en Alemania, sólo se quejan»43. Las arcas españolas hicieron todo loposible para pagar a sus aliados, pese a lo cual esto no era reconocido por losmismos. Incluso a mediados de 1678, tras la nefasta campaña en Flandes del añoanterior –y a pesar de las pocas pagas remitidas al ejército de los Países Bajos–,Madrid contribuyó con 530.000 thalers para el mantenimiento del ejército impe-rial, con la esperanza de que su llegada a los Países Bajos contribuyera a resta-blecer la situación y recuperar las plazas perdidas44. Tras acabar la guerra, laHacienda española continuó enviando dinero a la Corte imperial, pero en menorcantidad, y pese a sus esfuerzos como mucho pudieron abonar una tercera partede los subsidios prometidos. Dentro de las provisiones generales de 1680, quehacían referencia a los gastos totales que debía afrontar la monarquía españolaen todos los sitios –ya fuera para pagar al ejército, la Armada, la diplomacia o ala Casa Real–, se destinaron a Alemania 400.000 escudos de plata, de los19.849.148 totales, lo que correspondía al 7,1% del total. A esta cantidad habíaque sumar también los 12.000 escudos que se enviaban directamente a la emba-jada en Viena45. Estas elevadas cantidades seguían empleándose para pagar partede la deuda, pero también para continuar con la política de alianza que tan caroestaba costando a España.Durante la guerra, desde el primer momento se intentó implicar al Imperio

en la defensa de los Países Bajos, aunque con escaso resultado. En febrero de

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42. Relación de las cantidades que se han proveído para Flandes, Alemania, embajadores y otrasasistencias del norte, desde 1 de enero del año pasado de 1673 y hoy 27 de junio de 1674. Consultadel Consejo de Estado, 6 de julio 1674. AGS, Estado Flandes Leg. 2.126.43. Carta del Conde de Harrach, Madrid, 17 de noviembre 1675. Consulta del Consejo de

Estado, 4 de septiembre 1675. AGS, Estado Alemania Leg. 2.396.44. Consulta del Consejo de Estado, 4 de abril 1677. AGS, Estado Alemania Leg. 2.398.

Consulta del Consejo de Estado, 4 de abril 1678. AGS, Estado Alemania Leg. 2.400.45. KAMEN, H.: La España de Carlos II. Barcelona, 1981, pp. 567-569.

1673, antes de que se declarara la guerra entre España y Francia, el Consejo deEstado resolvió premiar al Emperador con 100.000 thalers extra en Flandes parael mantenimiento de sus tropas en caso de que fueran a los Países Bajos46. Perolo cierto es que las tropas imperiales no estuvieron demasiado presentes –ni enlos Países Bajos ni en el Franco Condado–, pese a que en la primavera de 1673un contingente de cerca de 34.000 hombres saliese de las tierras hereditarias haciael Rin al mando del general Montecuccoli47. En 1674 se intentó que el Emperadorenviase con urgencia dos regimientos de infantería para colaborar en la defensade la Borgoña española, pero sin resultado, en parte debido a su rápida conquistapor los franceses, lo que impidió que las negociaciones con los ministros impe-riales –de por sí siempre largas– tuvieran efecto48. En Flandes las cosas fueronmejor, y durante ese año los ejércitos imperiales asistieron a la causa aliada en losPaíses Bajos, junto a las tropas holandesas y españolas, siendo imprescindiblesen la batalla de Seneffe (11 de agosto de 1674)49. La presencia del ejército impe-rial en Flandes, aunque necesaria para incrementar el contingente aliado, no salíapara nada barata a las arcas flamencas. Aparte de los subsidios entregados enViena, las tropas imperiales consumían en los Países Bajos 70.000 escudos al mespara pagar el pan de munición, además de otros 60.000 en subsidios que debíanser abonados allí50.Esta colaboración militar directa a favor de la defensa de Flandes no se volvió

a repetir durante los años siguientes, aunque los españoles apoyaron la causaalemana, colaborando en la toma de Tréveris (1675). A pesar de las continuasinstancias realizadas desde Flandes para que tropas imperiales se acuartelasen en

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46. Consulta del Consejo de Estado, 26 de febrero 1673. AGS, Estado Alemania Leg. 2.391.Sobre el ejército del Emperador, y los del resto de príncipes alemanes que aportaban hombres:WILSON, P. H.: German Armies: War and German Politics, 1648-1806. Londres, 1998, en especialpp. 44-61.47. Consulta del Consejo de Estado, 23 de agosto 1673. Nota del número de la gente de su

majestad cesárea, entre caballería e infantería, que marcha al Imperio, Viena, con despacho del 29de junio de 1673. Copia de la respuesta que se dio al Marqués de los Balbases por el Sr. Emperadorsobre la marcha del ejército, Viena, 26 de junio 1673. Carta de don Pedro Ronquillo, Viena, 21 deseptiembre 1673. AGS, Estado Alemania Leg. 2.392.48. Consultas del Consejo de Estado, 15 de abril y 10 de junio 1674.AGS, Estado Flandes Leg.

2.125. Consultas del Consejo de Estado, 28 de abril 1674. AGS, Estado Alemania Leg. 2.393.49. Verdadera relación (impresa) de la sangrienta batalla sucedida el día del ínclito Mártir San

Lorenzo, entre las armas cesáreas, católicas y holandesas, contra las del cristianísimo rey deFrancia. Sevilla, impresor Juan Francisco de Blas, 1674. Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza,Frías, Caja 1.422 d. 9. Consulta del Consejo de Estado, 7 de septiembre 1674. Cartas del Conde deMonterrey y del Duque de Villahermosa, Campo junto a Mons, 17 y 21 de agosto 1674. AGS, EstadoFlandes Leg. 2.126.50. Carta del Conde de Monterrey, Gobernador de los Países Bajos, Bruselas, 12 de julio 1674.

AGS, Estado Flandes Leg. 2.126.

Luxemburgo y reforzaran así la región, protegiendo también así las posesionesimperiales de Bonn y Tréveris51, los ejércitos imperiales ya no volverían a combatiren los Países Bajos, sino que hicieron frente a los franceses en Lorena y Alsacia52.En 1676, para justificar su retirada de la zona de operaciones donde combatíanlos restantes ejércitos aliados, los mandos imperiales alegaron que no se lespagaban los subsidios acordados53. Pero lo realmente decisivo fue el cambio enlos intereses estratégicos del Emperador, que junto con la irregularidad en lossubsidios hizo que durante los años siguientes la colaboración directa entre ambasramas de los Habsburgo no se produjera. A pesar de las continuas peticionesespañolas, a partir de 1676 Viena no colaboró militarmente en la defensa de lasposesiones españolas, ni tampoco permitió el reclutamiento de soldados en losterritorios patrimoniales de los Habsburgo. De hecho, en 1676 la República deHolanda rehusó seguir pagando los subsidios prometidos a Viena, anulando elacuerdo y negándose a satisfacer los atrasos, debido a que Viena no estabacumpliendo con lo pactado, ya que el Emperador había trasladado hacia el sursu guerra contra los franceses, lejos de los intereses holandeses. Pese a que Españase veía también damnificada con este cambio, los subsidios nunca se cortaron,aunque cada vez era más difícil conseguir el dinero para cumplir con los mismos54.A favor de la continuidad de los subsidios, los imperiales siempre alegaron

que seguían colaborando con la causa aliada en Alsacia, atacando la frontera fran-cesa. En septiembre de 1676 el ejército imperial comandado por Montecuccoliconseguía tomar Philippsbourg –tras 32 años de ocupación francesa–, victoriaque no compensaba que durante ese año las tropas imperiales no combatieranjunto con el resto de las aliadas en Flandes y que las acciones ofensivas hispano-holandesas –sobre Charleroi y Maastrich– fueran abortadas ante la falta dehombres y disparidad de criterios. Además, la lejanía de la plaza del teatro prin-cipal de operaciones no contribuía demasiado a la defensa de los Países Bajos55.Si bien en ese año las armas imperiales cosecharon una victoria simbólica, en 1677

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51. Carta del Duque de Villahermosa, 20 de marzo 1675. AGS, Estado Flandes Leg. 2.128.52. Cartas del Conde de Arquino, Viena, 11 y 25 de noviembre 1677. Consultas del Consejo

de Estado, 4 de octubre y 17 de noviembre 1677. AGS, Estado Alemania Leg. 2.399.53. Consulta del Consejo de Estado, 14 de febrero 1676. AGS, Estado Flandes Leg. 2.131.54. Consultas del Consejo de Estado, 24 de mayo, 5 de julio y 17 de diciembre 1676. AGS,

Estado Alemania Leg. 2.397. Copia de las letras que se despacharon a su majestad cesárea por losEstados Generales de la Haya, 30 de noviembre 1676. AGS, Estado Alemania Leg. 2.398.55. Carta del Duque de Villahermosa al Conde de Monterrey, Tirlemont, 30 de septiembre

1676. Biblioteca Nacional, Madrid, Manuscrito [en adelante BN, Ms.] 2.408 ff. 59 y ss. Carta delConde de Monterrey al Duque de Villahermosa, Loeches, 7 de octubre 1676. Cartas del Duque deVillahermosa a don Francisco de Borja, campo junto a Nivelles, 10 de julio 1676, y campo de Tirle-mont, 30 de septiembre 1676. BN, Ms. 2.411 ff. 28, 77 y 198.

su ejército se fue desplazando más al sur, hacía la parte alta del Rin. El ejércitoimperial que operó en la zona –ya al mando de Carlos de Lorena– no fue dema-siado grande, y carecía del material bélico y los pertrechos necesarios para efec-tuar un asedio en toda regla o tomar alguna plaza de consideración en Alsaciapara intentar así presionar a los franceses. Las operaciones imperiales en la zonafueron más bien depredatorias, ya que el ejército estuvo más interesado en sacarde los pueblos fronterizos las denominadas contribuciones56, para así financiarse,que en realizar nuevas conquistas en Francia57. De hecho, durante 1677 el ejércitoimperial del Rin no recibió refuerzos, ya que éstos terminaron despachándose aDinamarca y Brandemburgo, en apoyo de su lucha contra los suecos58 en Stral-sund y Stettin59. A raíz de que los franceses pusieran sitio a Valenciennes el Empe-rador actuó –ante la desesperada situación en Flandes y las continuas súplicasespañolas–60, ordenando a su ejército, compuesto por unos 20.000 hombres, quesaliera prematuramente en campaña para «divertir» a las fuerzas galas atacandoAlsacia61. El acto de generosidad de Leopoldo I –no sin que antes el embajadorimperial en la Corte madrileña pidiera cuentas y exigiera el pago de los subsidiosatrasados–62, no sirvió de mucho. De hecho durante ese año los franceses tomaronFriburgo (noviembre 1677), ante la pasividad del ejército del Duque de Lorena63,

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56. El sistema consistía en imponer una carga económica a los pueblos y campos circundantesa una plaza fuerte ocupada por un ejército. El dinero servía para proteger los lugares de los saqueosy de los enemigos. Éstas fueron ampliamente empleadas en Alemania durante la Guerra de los Treintaaños: REDLICH, F.: De Praeda Militari: Looting and Booty, 1500-1815. Wiesbaden, 1956, pp. 45-48,y «Contributions in the Thirty Years’ War», The Economic History Review, vol. XII, n.º 2, 1959,pp. 247-254. Para su uso en Holanda por los franceses: SATTERFIELD, G.: Princes, posts and parti-sans. The Army of Louis XIV and Partisan Warfare in the Netherlands (1673-1678). Leiden, 2003.57. Cartas del Conde Arquino, Naidorf, 23 de mayo y 13 de junio 1677. AGS, Estado Libro 137.58. Sobre esta contienda: BAIN, R. N.: Scandinavia: a political history of Denmark, Norway

and Sweden from 1513 to 1900. Cambridge, 1905, pp. 297 y ss. FROST, R. I.: The Northern Wars:War, State and Society in Northeastern Europe 1558-1721. Longman, 2000, pp. 212 y ss. 59. Consulta del Consejo de Estado, 4 de octubre 1677. Carta del Conde de Arquino, Viena,

4 de octubre 1677. AGS, Estado Alemania Leg. 2.399. Carta del Conde de Arquino, Viena, 14 denoviembre 1677. AGS, Estado Libro 137.60. De hecho el embajador español, el veterano Balbases, debió retrasar su marcha a Nimega

para intentar convencer al Emperador para que actuara, ante su buena relación con el mismo. Cartadel Marqués de los Balbases a Nithard, Viena, 21 de marzo 1677. Carta de don Francisco de Urbina,encargado de los papeles de la embajada hasta la llegada del nuevo embajador, Viena, 12 de abril1677. AGS, Estado Libro 137.61. Consulta del Consejo de Estado, 4 de mayo 1677. Carta del Duque de Villahermosa,

Bruselas, 17 de marzo 1677. AGS, Estado Alemania Leg. 2.398.62. Consulta del Consejo de Estado, 4 de abril 1677. Papel del Conde de Harrach, con el ajuste

de las cantidades que se deben al Emperador desde septiembre de 1672 hasta marzo de 1677. AGS,Estado Alemania Leg. 2.398.63. Carta del Conde de Arquino, Viena, 25 de noviembre 1677.AGS, Estado Alemania Leg. 2.399.

que ya había sido derrotado un mes antes en la pequeña batalla de Kochersberg,cerca de Estrasburgo, por el mariscal de Créqui64, retirándose el ejército de Alsaciaa finales de año con enormes pérdidas65.A pesar de los resultados cosechados en las negociaciones anteriores, antes

de la toma de Friburgo los ministros españoles se empeñaban en ver a los ejér-citos imperiales como los únicos salvadores de la catástrofe que se cernía sobreFlandes, de ahí que nuevamente convinieran entablar negociaciones con el Empe-rador, proyectando que su ejército se acuartelase lo más cerca posible de los PaísesBajos, aunque esto supusiese la entrega de más dinero66. Pero al caer esta plazaen manos francesas se perdió toda esperanza de socorro imperial, al reconocerseque el Emperador ni siquiera podía defender esa zona secundaría de operaciones,ni controlar el nuevo frente abierto contra Francia. De hecho en 1678 la situa-ción empeoró en la zona para los imperiales, que cosecharon nuevas derrotas antelos ejércitos franceses67. Aun así, durante ese año la diplomacia imperial conti-nuaba intentando acaparar los subsidios españoles, quejándose de los gastos dela guerra y afirmando a los enviados españoles que «la mejor muralla de Cata-luña vendrán a ser los ejércitos de Alsacia»68, algo a todas luces irreal. En estepunto, los españoles –ya convencidos de la imposibilidad del socorro imperial–no tendrán más remedio que intentar conseguir la paz con Francia en los mejorestérminos posibles69.El otro punto de la colaboración militar entre el Emperador y la Corona espa-

ñola –antes y durante la Guerra de Holanda– fue el reclutamiento. Desde prin-cipios de la década de 1670, ante la previsión de que un nuevo enfrentamiento conFrancia no tardaría en llegar, el Ejército de Flandes se reforzó notablemente, reclu-tando nuevos regimientos alemanes. Cada vez era más difícil para los españoles

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64. Cartas del Conde de Arquino, Viena, 2 y 24 de octubre 1677. AGS, Estado Libro 137.BLACK, J.: Cambridge illustrated atlas, warfare: Renaissance to revolution, 1492-1792. Cambridge,1996, p. 90. VOLTAIRE: El Siglo de Luis XVI. Original en francés de 1751, capítulo XIII.65. Consulta del Consejo de Estado, 4 de octubre 1677. AGS, Estado Alemania Leg. 2.399.66. Consultas del Consejo de Estado, 17 de noviembre y 19 de diciembre 1677. Carta del Conde

de Arquino, Viena, 11 de noviembre 1677. AGS, Estado Alemania Leg. 2.399. Consultas delConsejo de Estado, 21 de marzo, 4 de abril y 4 de junio 1678. AGS, Estado Alemania Leg. 2.400.De hecho, los españoles, ante la marcha de los Balbases, utilizaron a Montecuccoli como interlo-cutor ante el Emperador. A éste lo habían ganado para la causa hispana al concederle en 1677 unfeudo en Italia, el de Melfi, que ya estuvo en manos de Piccolomini. Decreto Real, San Lorenzo delEscorial, 21 de septiembre 1677. AGS, Estado Alemania Leg. 2.399.67. Correspondencia de Villahermosa, julio de 1678. BN, Ms. 2.413.68. Carta del Marqués de Falces, embajador español en Viena, 17 de julio 1678. AGS, Estado

Alemania Leg. 2.401.69. Copia de la carta del Conde de Arquino para el Duque de Villahermosa, Viena, 28 de abril

1678. AGS, Estado Alemania Leg. 2.400.

conseguir en los territorios imperiales los preciados reclutas alemanes católicospara sus ejércitos. Por este motivo debieron utilizar otros modelos de recluta-miento y buscar en otros lugares, conformándose con soldados de lugares máscercanos a los Países Bajos –más fáciles de conseguir y más baratos–, pero de peorcalidad, ante la facilidad de su fuga y la cercanía de sus hogares. El problema eraque los españoles tenían que solucionar distintas trabas para poder alistar soldadospara Flandes en territorios imperiales, debido tanto a la distancia y los problemasde comunicación, como a las negativas de Leopoldo I al reclutamiento, ya quelas levas españolas hacían competencia a las suyas, y a su ejército, cada vez másnumeroso. En 1671 los cinco nuevos regimientos que se pensaba formar, tantode caballería como de infantería, se reclutarían a través de distintos particularesen el círculo de Westfalia y Hamburgo, teniendo como competencia la recluta deotro regimiento que se levantaba para el Emperador en Aquisgrán a través delMarqués de Grana, gobernador de Bonn70.Este procedimiento de reclutar alemanes para Flandes en otros lugares, fuera

de los tradicionales feudos imperiales, era algo que ya venía siendo habitual enlos años anteriores –especialmente durante la Guerra de Devolución–, pero quea partir de estas fechas se fue generalizando, siendo cada vez menos los súbditosdel Emperador que luchaban en los Países Bajos. En 1672, antes del comienzo dela guerra, los españoles intentaron reforzar los regimientos alemanes que servíanen Cataluña a través del reclutamiento de nuevos contingentes, encargándose deello el conde Alfonso Porcia, que fue enviado a Viena junto a otro alto oficial delejército de Cataluña de origen alemán, ya que se esperaba que los contactos fami-liares del conde, sobrino del Príncipe de Porcia, antiguo primer ministro impe-rial, facilitaran el reclutamiento. Pero la recluta destinada a Cataluña no pudorealizarse ante la falta de dinero. Sí se consiguió que el Emperador permitiese elreclutamiento –para Flandes– de un regimiento de infantería de 2.000 plazas enSilesia, Moravia, Bohemia y Austria, a cargo del Conde Francisco de Schellardt.Este sujeto era un militar con 28 años de experiencia en Flandes, Alemania yMilán, y además vasallo del rey de España, por lo que era el candidato ideal. Esteúltimo regimiento se formó sin problemas y se pudo enviar de Viena a Hamburgo,para desde allí pasar a Flandes por mar. Aunque éste era el camino más largo, erael más seguro, ante las objeciones que ponían los electores del Rin al paso de tropaspor su territorio. La unidad era de buena calidad, ya que se estimaba que 900 delos soldados eran veteranos, costando todo unos 30.000 thalers, que fueronproveídos desde Flandes. El reclutamiento de este regimiento no encontró

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70. Avisos de Bruselas del 8 de agosto 1671. Archivo Secreto Vaticano [en adelante ASV], Segre-taria di Stato Fiandra 60.

oposición imperial, sino más bien colaboración, pudiéndose reunir los hombrescon rapidez, algo que no siempre ocurrió durante la década de 167071.En 1673 el Emperador aumentó su ejército en 12.000 nuevos efectivos (8 regi-

mientos de caballería e infantería), dejando cada vez más difícil la tarea de reclutarhombres para los ejércitos españoles72. Las ambiciones españolas por conseguirnuevos soldados fueron mayores en 1674, ya que se intentó reclutar más hombres.A comienzos del año se proyectó una recluta para Flandes de 8.000 infantes enlas tierras imperiales, aunque muy pronto se tuvo que rebajar la cifra hasta los4.000. La leva estaría a cargo del Conde de Daun y del Barón de Kilmanseik, queformarían dos nuevos regimientos de infantería alemana. El primero de ellos eragentilhombre de cámara del Emperador, que con el tiempo se convertirá enMariscal de Campo (Feldmarschall) del ejército imperial73. El segundo coronel,el Barón de Kilmanseik, había llegado a Flandes recientemente como TenienteCoronel del Regimiento reclutado en 1672. Los méritos de los dos coroneles lesavalaban, siendo a la vez los sujetos apropiados para encargarse del reclutamiento,al tener contactos en la Corte de Viena. El Emperador puso muchos reparos alreclutamiento, ya que los territorios imperiales estaban sobrecargados de levas,aunque al final accedió a que éste se realizara en Austria y en Silesia. Aunque seesperaba que el Emperador ayudara entregando algunos soldados veteranos, nopudo ser así, aunque los regimientos fueron de buena calidad, ante la aplicaciónde los coroneles. El coste fue de 73.000 thalers, de los que 62.000 fueron sumi-nistrados directamente por las arcas de los Países Bajos. Los dos regimientos sereclutaron, aunque no llegaron a reunir 4.000 efectivos. Los problemas para captarhombres, ante el gran número de levas que se producían en toda Alemania, hacíadifícil que los regimientos se completaran, a lo que se unía la larga travesía, porlo que el desgaste entre las tropas fue alto. En junio el regimiento de infanteríade Enrique Godofredo de Kilmanseik llegó a los Países Bajos, presentando alsueldo 1.046 efectivos, una cifra muy inferior a los 2.000 concertados74. En esas

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71. Consultas del Consejo de Estado, 25 de enero, 6 y 21 de marzo, 20 y 31 de mayo 1672.Carta del Marqués de los Balbases, Viena, 21 de abril 1672. AGS, Estado Alemania Leg. 2.389.Consulta del Consejo de Estado, 22 de enero 1672. AGS, Estado Flandes Leg. 2.117. Condicionespara la leva del regimiento de infantería alemana alta de dos mil hombres del Conde de Schellardt,12 de mayo 1672. Archives Générales du Royaume de Bruxelas [en adelante AGRB], Secretariatd’État et de Guerre T. 100 Libro 61. Diversas patentes del regimiento Schellart, 20 de mayo 1672.AGRB, Secretarie d’Alemagne I. 074 Legs. 731 y 732.72. Consulta del Consejo de Estado, 22 de enero 1673. AGS, Estado Alemania Leg. 2.391.73. Su nombre completo era Johann Wilhelm Anton Reichsgraf von und zu Daun, siendo su

hijo, Wirich Philipp von Daun, un importante militar durante la Guerra de Sucesión española.74. Consultas del Consejo de Estado, 28 de enero, 6, 21 y 28 de abril 1674. Carta del Marqués

de los Balbases, Viena, 8 de marzo 1674. AGS, Estado Alemania Leg. 2.393.Muestra del Regimiento

fechas ya las reclutas de alemanes para el ejército de Flandes se realizaban funda-mentalmente en otros lugares y no en las tierras imperiales. En 1674 se reclutaron10 nuevos regimientos alemanes para el ejército de Flandes, previniéndose quesegún lo capitulado reunirían un mínimo de 13.600 hombres, de los cuales comomucho 4.000 se reclutarían en las tierras del Emperador, levantándose el resto acargo de empresarios particulares en las cercanías de los Países Bajos, pero tambiénen Hamburgo, Brandemburgo y otras ciudades hanseáticas75.En cuanto al reclutamiento, durante la Guerra de Holanda el Emperador no

fue el aliado esperado, ya que al aumentar notablemente su ejército no podíaseguir permitiendo a los españoles que reclutaran miles de hombres en sus terri-torios. Pese a ello, la última gran leva de tropas en tierras del Emperador se produ-cirá en 1675, cuando se recluten diversos regimientos para servir en la Guerra deMesina76. Ya en noviembre de 1674 los españoles habían intentado que el Empe-rador cediese tropas para la guerra, ante la insurrección de dicha ciudad, acaecidaen julio de ese año. Aunque en ese momento se pidieron dos regimientos vete-ranos de las tropas imperiales, el Emperador no estaba en condiciones de aceptarla propuesta, aunque permitió a los agentes españoles que efectuaran una reclutaen sus territorios, enviándose 80.000 reales de a ocho para financiarla77. En totalse reclutarían para Mesina 6.000 infantes, en cuatro regimientos, eligiéndose comocoroneles a oficiales que ya antes habían servido en los ejércitos de la monarquía:los barones de Carsestein y Soye, y los condes Maximilian Ernst Stahremberg yAlfonso Porcia. El reclutamiento de los regimientos se realizó sin contratiempos,a pesar de que los soldados preferían alistarse en las banderas del Emperador. Losalemanes debían concentrarse en el puerto de Trieste, para luego pasar en barcosparticulares a Nápoles, y desde allí a Sicilia. El precio por cada soldado vestido,armado y puesto en Trieste era de 18 reales de vellón, mientras que el transportecorría a cargo de las arcas napolitanas. Entre abril y finales de junio el embarquede los tres primeros regimientos alemanes se efectuó sin problemas, pudiendollegar a Pescara 4.700 soldados. Los problemas empezaron con el embarque delcuarto regimiento, el del Conde de Porcia. La República de Venecia, fiel aliadade los franceses, interceptó uno de los convoyes de transporte, que llevaba algo

Kilmanseik, 28 de junio 1674. Extracto de las capitulaciones hechas por el Marqués de los Balbases,10 de enero 1674. AGRB, Secretarie d’Alemagne I. 074 Legs. 733 y 734.75. Relación particular del estado de los medios para este presente año de 1674, enero 1674.

AGS, Estado Flandes Leg. 2.125.76. Esta leva también ha sido estudiada en: RIBOT GARCÍA, Luis: La Monarquía de España y

la Guerra de Mesina..., op. cit., pp. 177-182.77. Carta del Marqués de los Balbases, 15 de noviembre 1674. AGS, Estado Alemania Leg.

2.393.Cartas de don Pedro de Medrano, Madrid, 13 y 20 de noviembre 1674. AGS, Estado AlemaniaLeg. 2.394.

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más de 500 soldados. Aunque la república liberó a los oficiales de la expedición,a los que dejó volver a Trieste, junto con las armas de toda la tropa, ya que altratarse de un asiento las armas habían sido aportadas por el coronel. Los soldadosfueron desembarcados en territorio veneciano con la intención de que desertarany dificultar así las operaciones militares españolas78. De hecho el Regimiento dePorcia nunca pudo enviarse a Nápoles, ante la negativa veneciana a permitir elpaso por el Adriático de navíos con tropas para Nápoles. Aunque en octubreel regimiento se acuarteló en Styria, al final –ante los costes de alojamiento y losproblemas de transporte– se debió permitir que Porcia y sus hombres –unos 700efectivos– pasaran a servir en las tropas imperiales, con la condición de que launidad pudiera ser recuperada en cuanto fuera posible, ya que los costes de reclu-tamiento habían sido pagados por los españoles79.Durante los años siguientes la diplomacia española trató de reclutar más tropas

en los territorios imperiales –como había sido habitual durante más de 150 años–,pero sin demasiado éxito. En 1676 se pidió la colaboración del Emperador paraque consintiese que algunas de sus tropas veteranas pasasen a Mesina, pero a pesarde los subsidios ofrecidos nada se consiguió. A lo largo de 1677 y 1678 las nego-ciaciones españolas se centraron en recuperar el Regimiento del Alfonso Porcia,para que pudiera pasar a Milán. En 1678 sólo tenía 558 efectivos, por lo que senecesitaban importantes cantidades para su recluta y transporte. Al final el regi-miento nunca se llegó a recuperar, pese a las continuas instancias españolas, debidoa los continuos contratiempos, no recibiéndose ninguna compensación econó-mica por parte del Emperador80.A pesar de los incesantes problemas, el reclutamiento de tropas para el ejército

de Milán continuó, aunque en pequeñas cantidades. Entre 1675 y 1676 se realizó

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78. Consultas del Consejo de Estado, 19 y 21 de abril y 28 de junio 1675. Cartas del Marquésde los Balbases, Viena, 10 y 24 de enero, 4 y 18 de abril 1675. AGS, Estado Alemania Leg. 2.395.Cartas del Conde Alfonso Porcia, Viena, 5 y 13 de septiembre 1675. Cartas del secretario Barto-lomé de Legasa, Madrid, 13 de septiembre y 19 de octubre 1675. Cartas del Marqués de los Balbases,Naidorf y Viena, 30 de mayo y 13 de junio 1675. AGS, Estado Alemania Leg. 2.396. Cuentas delMarqués de los Balbases de los gastos de la embajada en Alemania, 1670-77. AGS, CMC 3.ª épocaLeg. 2.876.79. Consulta del Consejo de Estado, 22 de diciembre 1675. Cartas del Marqués de los Balbases,

17 y 19 de septiembre y 17 de octubre 1675. AGS, Estado Alemania Leg. 2.396. Carta del CondeFelipe de Arquino al Marqués del Carpio, Naidorf, 13 de junio 1677. AGS, Estado Libro 137.80. Consulta del Consejo de Estado, 24 de mayo 1676. Carta del Marqués de los Balbases, 2

de abril 1676. AGS, Estado Alemania Leg. 2.397. Carta del secretario de la embajada, Viena, 7 deenero 1677. Carta de Bartolomé de Legasa, Madrid, 20 de abril 1677. AGS, Estado Alemania Leg.2.398. Consultas del Consejo de Estado, 18 y 19 de abril 1678. Carta del Conde Arquino, Viena, 3de marzo 1678. AGS, Estado Alemania Leg. 2.400. Carta del Marqués de Falces al Marqués delCarpio, embajador en Roma, Viena, 6 de agosto 1679. AGS, Estado Roma Libro 138.

la recluta de algunas compañías sueltas de infantería en las proximidades de Milán,lo que compensó el desgaste de las unidades presentes en el ejército, por lo que sepudieron enviar contingentes alemanes a Sicilia. De hecho, los primeros alemanesque llegaron a la isla fueron las 7 compañías del regimiento del Conde Alejandrode Buquoy, que se embarcó en el puerto de Finnale en febrero de 1675 con 522efectivos. Gracias a las nuevas reclutas, en abril de 1676 otras tres compañías sueltaspudieron enviarse a Sicilia con 218 hombres. El reclutamiento de infantería alemanapara Milán también permitió aumentar el ejército de Milán, aunque escasamente,a través de 6 nuevas compañías francas de alemanes. En total, entre unas reclutas yotras, se debieron reclutar unos 1.200 infantes, parte de los cuales se despacharona Sicilia. En 1678 se intentó que el Emperador diera permiso para efectuar unarecluta en tierras austriacas de 900 infantes y 800 caballos para el ejército de Milán,aunque su resultado fue incierto. Lo mismo ocurrió en 1680, cuando el Emperadorconcedió a los españoles dos regimientos de infantería y uno de caballería paraservir en Milán (2.000 infantes y 800 caballos). A pesar de las órdenes, la falta dedinero entorpeció la negociación, y finalmente las tropas nunca se mandaron aMilán, a pesar de que se reconocía que dicho estado formaba parte del Imperio81.Aunque a lo largo de estos años se llegaron a reclutar pequeños contingentes paraMilán, lo cierto es que el reclutamiento en tierras imperiales era insuficiente paralas aspiraciones españolas, y para que todos los ejércitos de la monarquía mantu-vieran el número suficiente de soldados alemanes. Especialmente en Flandes seprecisaban tropas, pero a esas alturas estaba claro que era imposible alistar los sufi-cientes hombres en los territorios patrimoniales de los Habsburgo. En enero de1678 el Consejo de Estado intentó abrir negociaciones con el Duque de Hannoverpara comprar sus tropas, ya que eso «sería muy conveniente para sustituir a las queno da el Emperador», aunque estos soldados eran herejes. Por aquellas alturas lanecesidad de tropas era más importante que los recelos religiosos españoles, algoque en otros tiempos habría sido impensable82.Para acudir a la defensa territorial de los Países Bajos, y poder defenderse de

los franceses, España tuvo que contar cada vez más con la colaboración militar

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81. Carta del Marqués de Falces, Viena, 3 de agosto 1679. Carta de don Pedro Coloma, 20de noviembre 1679. Consulta del Consejo de Estado, 23 de diciembre 1679. Consulta delConsejo de Estado, 29 de febrero 1680. Carta del Marqués de Falces, Praga, 20 de enero 1680.AGS, Estado Alemania Leg. 2.920. Cartas de don Manuel de Lira, Madrid, 29 de febrero, 13 demarzo y 24 de abril 1680. AGS, Estado Alemania Leg. 2.921. Consulta del Consejo de Estado,23 de mayo 1676. Relación de la muestra que se ha tomado en el Final a 19 de abril 1676. AGS,Estado Milán Leg. 3.388. Relación de la gente de guerra que se ha enviado a Sicilia…, 18 deenero 1677. AGS, Estado Milán Leg. 3.390.Muestras del ejército de Milán, 1678. AGS, EstadoMilán Legs. 3.392 y 3.396.82. Consulta del Consejo de Estado, 25 de enero 1678. AGS, Estado Alemania Leg. 2.400.

de las tropas de otros estados alemanes, compensando así el escaso apoyo impe-rial. A finales de 1676, a los 50.000 thalers mensuales que se daban al Emperador,había que sumarles al menos otros 105.000 más que recibían Brandemburgo,Münster, Cell, Osnabruck, Brunswick-Lünenberg, Tréveris, Maguncia y Dina-marca, tanto por colaborar en la defensa de los Países Bajos, como para sufragarlas operaciones militares que se estaban llevando a cabo contra Suecia, fervientealiada de Francia. Aparte, también se daban a los holandeses otras cantidades encompensación por su ayuda naval, al combatir una de sus escuadras en el Medi-terráneo. Estos subsidios también mantenían importantes retrasos en el pago,más incluso que los que se daban al Emperador, lo que generaba las quejas demuchos electores que contribuían con tropas en Flandes83. Según los datos denoviembre de 1675, se debían haber dado 2.061.664 reales de a ocho a todos ellos,ya fuera por las levas realizadas como por los subsidios acordados. Pero la realidadera que sólo se habían pagado 857.312, el 41,5% del total84. Al año siguiente losimpagos aumentaron, debido a que las arcas españolas en los Países Bajos estabanexhaustas y no podían acudir a la vez al mantenimiento del ejército de Flandes ya las pensiones dadas a los aliados. En diciembre de 1676 sólo se habían podidoabonar menos de una tercera parte de las cantidades comprometidas a los aliados,de una manera algo desigual, ya que algunos príncipes alemanes habían recibidomás que otros. Esto era lógico ya que no todos se habían implicado de igualmanera en la defensa de los Países Bajos, y no siempre sus ejércitos lucharon allí,a pesar de los subsidios pactados85.La colaboración aliada en Flandes durante la Guerra de Holanda no fue tan

importante como cabría esperar, pese a todo el dinero aportado. Los mandosespañoles siempre se quejaron de sus homólogos imperiales y holandeses, y de supoco interés en colaborar en la defensa de los Países Bajos. Tanto holandeses comoalemanes estuvieron siempre más pendientes de sus propios intereses estratégicosque de los de España, y en ocasiones se negaron o tardaron demasiado en orga-nizarse para socorrer las plazas hispanas que estaban sitiadas. Los españoles,

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83. Consulta del Consejo de Estado, 4 de septiembre 1675. Carta del Obispo de Osnabruck,17 de agosto 1675. Impreso (en español) del Elector de Tréveris, sobre las razones y motivos quecorren a su favor. AGS, Estado Alemania Leg. 2.396.Memoria de los subsidios a que está obligadosu Majestad por diferentes tratados concluidos con los aliados, 2 de diciembre 1676. AGS, EstadoFlandes Leg. 2.131.84. Carta del duque de Villahermosa, Bruselas, 27 de noviembre 1675. Resumen de lo que se

está debiendo de subsidios a los aliados…, 27 de noviembre 1675. AGS, Estado Flandes Leg. 2.131.85. Relación de lo que importan los subsidios concedidos por su Majestad a los Príncipes

aliados…, diciembre 1676. AGS, Estado Flandes Leg. 2.133.Relación de la composición de los ejér-citos que se hallan en favor de los Países Bajos, 6 de agosto 1677. AGS, Estado Flandes Leg. 2.134.Plano de campaña de este año, 5 febrero 1678. AGS, Estado Flandes Leg. 2.135.

aunque tenían un ejército de más de 50.000 hombres –especialmente antes de1676–, apenas tenían tropas suficientes para presidiar adecuadamente las guarni-ciones y ciudades de los Países Bajos, por lo que los ejércitos operacionales eranfundamentalmente aliados (holandeses y alemanes, especialmente de los prín-cipes y obispos de la zona, como Münster, Cell, Osnabruck, Brunswick-Lünen-berg o Brandemburgo, y a partir de 1678 de Gran Bretaña)86. Pese al dinerosuministrado, España se debía conformar con sus malos resultados militares antesu incapacidad para poder reclutar y mantener importantes fuerzas propias enlos Países Bajos, cada vez más debilitados territorial y económicamente por lasagresiones francesas. Con el paso del tiempo la monarquía española debió confiarla defensa de los Países Bajos a lo que Maquiavelo denominaba ejércitos auxi-liares, que no eran de provecho para nadie menos para sí mismos87. Las palabrasdel Marqués de Falces, embajador español en Viena, ilustran notablemente laamargura española por los resultados de la guerra:

V. Mgtad tenia tres guerras, la de Sicilia, la de Flandes, la de Cataluña, y la peorde todas, la de los aliados, que le han vendido a V. Mgtad comprando la perdi-ción con tanto dinero88.

3.ª ETAPA (1680-1687): LA GUERRA CONTRA LOS OTOMANOS

Durante la década de 1680 el Imperio militarmente se centró en su fronteraoriental, ante la invasión otomana que llegó hasta las puertas de Viena89, desen-tendiéndose del resto de los problemas europeos, lo que fue aprovechado porFrancia para atacar las posesiones españolas. Las relaciones entre España y elImperio durante la década de 1680 siguieron centradas en las mismas cuestionesque en épocas anteriores, aunque las nuevas tensiones surgidas en Hungríahicieron todavía más imposible cualquier colaboración mutua, al enfrentarse ambas

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86. Declaración general hecha el 23 de agosto de la gente de guerra…, 1672. AGS, EstadoAlemania Leg. 2.119. Consulta del Consejo de Estado, 12 de junio 1672. AGS, Estado AlemaniaLeg. 2.118.Consultas del Consejo de Estado, 9 de enero, 8 y 28 de mayo 1675. Carta del Duque deVillahermosa, Gobernador de los Países Bajos, 20 de marzo 1675. AGS, Estado Alemania Leg. 2.128.Carta del Duque de Villahermosa, Gante 18 de febrero 1676. AGS, Estado Alemania Leg. 2.131.Copia de la carta del Conde de Egmont para el secretario Miguel de Iturrieta, 29 de agosto 1678.AGS, Estado Flandes Leg. 2.137.87. MAQUIAVELO, N.: Il Principe. Original de 1532, capítulo XIII.88. Carta del Marqués de Falces, Viena, 17 de julio 1678. AGS, Estado Alemania Leg. 2.401.89. Sobre este conflicto y la posterior expansión austriaca: HOCHEDLINGER, M.: Austria’s Wars

of Emergence, 1683-1797. Londres-Nueva York, 2003.

potencias a problemas y asuntos cada vez más diferentes. Los españoles centraronsus pretensiones en el apoyo militar imperial en caso de ser atacados por Francia,tanto en los Países Bajos como en Italia. En esta ocasión el territorio más amena-zado por los franceses era el ducado de Luxemburgo, que desde 1682 estabavirtualmente bloqueado por el ejército francés. Al formar parte Luxemburgo delterritorio imperial, la diplomacia española intentó nuevamente que el Emperadorestableciese la Garantía imperial, y defendiera el Círculo Burgúndico90. Las nego-ciaciones fueron siempre difíciles ante la disparidad de objetivos de ambas monar-quías. Ante ello, en 1682 los españoles propusieron sobornar a los ministros delEmperador con un subsidio anual de 2.000 escudos, con la intención de que lapolítica imperial virase hacia los intereses españoles y que las tropas imperialesse enviaran a las cercanías de los Países Bajos y garantizaran la pervivencia espa-ñola en aquellas latitudes91.Las negociaciones emprendidas no dieron los resultados esperados ante la

evolución de los acontecimientos. Desde 1682 los españoles trataron de colaborareconómicamente en el mantenimiento del ejército imperial, a través de un tratadoen el que España se comprometía a mantener 20.000 efectivos de los 70.000 exis-tentes, a cambio de que éstos pudieran pasar a Flandes o Italia si fuera necesario,y defender así, de una manera más efectiva, el Círculo Burgúndico y el resto delas posesiones españolas que formaban parte del Imperio. Aunque se estudiaronlos costes de la propuesta, para lo que sería necesario la aportación de 50.000reales de a ocho al mes –lo suficiente para mantener un ejército de 15.000 infantes,4.000 caballos y 1.000 dragones–, al final todo quedó suspendido ante la nuevaguerra contra los otomanos92. En contraprestación a la colaboración militar encaso de necesidad, España ofrecía dinero, un recurso que el Emperador siemprenecesitaba. De hecho, desde 1680 Madrid había intentado subsanar la deudacontraída por los subsidios impagados durante la Guerra de Holanda. Aunquenuevas cantidades se entregaron al Emperador, éstas fueron escasas debido a la

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90. Consulta del Consejo de Estado, 6 de septiembre 1681. Carta del Marqués de Borgomanero,Embajador español en el Imperio, Wiener Neustadt, 31 de julio 1681. Carta de don Manuel de Liraal Marqués de Canales, Madrid, 20 de agosto 1681. AGS, Estado Alemania Leg. 3.922.Consulta delConsejo de Estado, 21 de febrero 1682. Carta del Marqués de Borgomanero, Viena, 12 de abril 1682.Copia de la proposición que el Marqués de Borgomanero presentó al Sr. Emperador, 3 de abril1682. AGS, Estado Alemania Leg. 3.923. Consulta del Consejo de Estado, 2 enero 1683. Carta delMarqués de Borgomanero, Viena, 19 de noviembre 1682. AGS, Estado Alemania Leg. 3.924. Cartade don Vicente Gonzaga, Madrid, 21 de septiembre 1683. AGS, Estado Alemania Leg. 3.925.91. Consultas del Consejo de Estado, 14 de julio y 13 de octubre 1682. AGS, Estado Alemania

Leg. 3.923.92. Carta del Marqués de Borgomanero, 1 de julio 1682. AGS, Estado Alemania Leg. 3.923.

Carta del Marqués de Borgomanero, Viena, 14 de julio 1682. Consulta del Consejo de Estado, 3 denoviembre 1682. AGS, Estado Alemania Leg. 3.924.

crisis económica que asolaba Castilla. Las intenciones hispanas eran claras,solventar la deuda para que el Imperio se ocupara de proteger las posesiones espa-ñolas en Europa, pero los problemas económicos no lo hacían posible, por lo quese intentó buscar distintas fórmulas, barajándose conceder al Emperador la mitadde lo que producían las décimas eclesiásticas que se cobraban en Italia. Éstas seterminarán concediendo en 1682, pero para un fin diferente, la lucha contra losotomanos93.Ante la nueva guerra estaba claro que Leopoldo I debía concentrar sus

recursos y su ejército contra los turcos, por lo que no pudo socorrer a España, ylas propuestas anteriores quedaron anuladas94. Durante esta época tampoco fueposible reclutar tropas en los territorios imperiales, pese a las constantes peti-ciones cursadas por los embajadores españoles. Aunque en 1681 se autorizó unaleva de 3.000 hombres para el ejército de Milán, comenzando las gestiones parael reclutamiento a través de intermediarios, las órdenes fueron revocadas ante lanecesidad de hombres que tenía el Emperador para la nueva guerra que afron-taba. En 1685 se volvió a intentar que se permitiese la recluta, pero quedó claroque en los países hereditarios no sería posible. Incluso se intentó que se permi-tiese a los españoles hacer la leva en otras partes de Alemania en nombre delEmperador, pero nunca se concedió95. A partir de esas fechas serán muy pocoslos soldados que llegarán para reforzar el estado de Milán, pese a que en otrostiempos los alemanes habían sido numéricamente una fuerza importante96.Aunque algunas compañías pudieron reclutarse en las cercanías de Milán, elmayor contingente de alemanes que llegó a Lombardía lo hizo de otra de las pose-siones españolas: Sicilia. En 1683 el regimiento del coronel Miguel de Ulbin, unade las unidades que había luchado en la Guerra de Mesina, llegó de aquella isla97.

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93. Consulta del Consejo de Estado, 14 de noviembre 1680. AGS, Estado Alemania Leg. 3.921.Consulta del Consejo de Estado, 17 de septiembre 1682. AGS, Estado Alemania Leg. 3.923.94. Carta del Duque de Osuna, 13 de agosto 1682. Consulta del Consejo de Estado, 22 de

octubre 1682. AGS, Estado Alemania Leg. 3.923.95. Carta del Marqués de Borgomanero, 14 de septiembre 1681. AGS, Estado Alemania Leg.

3.253. Consultas del Consejo de Estado, 11 y 25 de marzo y 17 de diciembre 1682. Copia de laproposición que el Conde Carrafa hace para la leva de 3.000 alemanes, 20 de noviembre 1681. AGS,Estado Alemania Leg. 3.923. Consultas del Consejo de Estado, 15 de marzo, 8 de abril y 20 de mayo1683. Cartas del Marqués de Borgomanero, Viena, 16 de enero, 11 de febrero y 8 de abril 1683. AGS,Estado Alemania Leg. 3.924. Consulta del Consejo de Estado, 20 de febrero 1685. AGS, EstadoAlemania Leg. 3.927.96. Sobre el ejército de Milán y su fuerza numérica: RIBOT GARCÍA, L. A.: «Milán, Plaza de

Armas de la Monarquía», Investigaciones Históricas. Época moderna y contemporánea, n.º 10, 1990,pp. 203-238.97. Consultas del Consejo de Estado, 31 de marzo, 17 de septiembre y 15 de diciembre 1682.

AGS, Estado Sicilia Leg. 3.502. Muestra del ejército de Milán, 15 de diciembre 1684. AGS, EstadoMilán Leg. 3.435.

A pesar de que España estaba sumida en enormes problemas militares yeconómicos, actuó siempre en apoyo de la causa cristiana y de sus primosalemanes. Ante la crisis económica de 1680, España debió utilizar otras fórmulaspara seguir contribuyendo con dinero a la causa contra los otomanos, ante suincapacidad para enviar dinero en efectivo. En 1682 se pudieron enviar 50.000reales de ocho y en 1683, con motivo del sitio de Viena, se pudieron remitir conurgencia 120.000 escudos desde Milán, que al cambio en Austria serían realmente125.152 escudos, ante el mayor valor de la moneda española. Debido a la inca-pacidad de continuar entregando subsidios mensuales para colaborar en la luchacontra los turcos se concedió al Emperador el resultado de varios impuestoscobrados en Italia, como la mitad de las décimas eclesiásticas. El resultado de estegravamen era elevado, ya que en tiempos del emperador Fernando II se habíanconseguido por esta vía 600.000 ducados para ayudar a la causa alemana98. Estohacía que este impuesto fuera también codiciado por el rey de Polonia, ya quedurante los últimos años se habían realizado diversos acercamientos diplomáticosentre las dos potencias que habían dado lugar a una alianza99. El rey polacopretendía esta concesión debido a que sus tropas habían resultado decisivas en laliberación de Viena. Pero durante los años siguientes el problema fue sin dudala facultad para cobrar estos impuestos, y que el resultado de los mismos llegaraa Viena100. En 1687 se envió al Emperador la renta de los beneficios vacantes enItalia, que ascendía a 100.000 escudos, dinero que hubiera hecho más falta paraauxiliar a alguna de las plazas norteafricanas que estaban siendo atacadas por losmusulmanes, como Larache101.También se buscaron otras medidas económicas extraordinarias para ayudar al

Emperador, mostrándose la Corona, el clero y el pueblo español muy concienciados

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98. Consultas del Consejo de Estado, 22 de abril y 18 de mayo 1683. AGS, Estado AlemaniaLeg. 3.924. Consulta del Consejo de Estado, 13 de enero 1684. AGS, Estado Alemania Leg. 3.926.Consultas del Consejo de Estado, 30 de diciembre 1684 y 8 de enero y 11 de diciembre 1685. Rela-ción de lo que se ha concedido al Emperador para la guerra contra el turco y el dinero que se haenviado, diciembre 1685. AGS, Estado Alemania Leg. 3.927.99. De hecho la liberación de Viena y las campañas militares fueron contadas por el rey de

Polonia al de España por carta. Traducción de la carta que el rey de Polonia escribió a su Majestad,Tienda del Gran Visir cerca de Viena, 13 de septiembre 1683. AGS, Estado Alemania Leg. 3.925.100. Consulta del Consejo de Estado, 22 de enero 1686. AGS, Estado Alemania Leg. 3.928. Sobre

la batalla de Viena del 12 de septiembre de 1683: BUTTLAR, G.: «Belagerung und Entsatz von Wien1683», Militärhistorische Schriftenreihe, n.º 46, 1983; BROUCEK, M.; LEITSCH, W.; VOCELKA, K. yWIMMER, J.: Zbigniew Wójcik, Der Sieg bei Wien 1683. Viena-Varsovia, 1983; KROENER, B. R.:«Wien 1683. Internationale Politik und Kriegführung im 17. Jahrhundert – Probleme derForschung», Zeitschrift für historische Forschung, n.º 12, 1985, pp. 181-216.101. BAVIERA, Príncipe Alberto de y MAURA GAMAZO, G. (eds.): Documentos Inéditos refe-

rentes a las postrimerías de la Casa de Austria en España. Madrid, 2004, vol. I, p. 32.

en defender la causa cristiana. A petición del Emperador se intentó enviar aAustria toda la plata superflua (la que sólo servía para la ostentación) de las igle-sias de toda la monarquía. También se intentó la secularización de algunas abadíasde Italia, y en España la entrega de algunas rentas de las encomiendas de lasÓrdenes Militares españolas y las de San Juan, pidiéndose un donativo generalal clero. Durante el año anterior se había solicitado un donativo para luchar contralos franceses, aunque éste no había tenido efecto. Pero ante la guerra contra losinfieles el clero español fue mucho más generoso, y en total ofrecieron 95.050reales de a ocho, aunque hasta finales de 1685, ante las dificultades económicas,sólo se habían podido cobrar 78.300. También, de forma particular, distintosnobles y Consejos de la monarquía participaron con dinero para socorrer alEmperador. El Consejo de Hacienda reunió 25.000 reales de a ocho, el de Castilla10.000, el de Italia 20.000, el de Inquisición 30.000, el de Órdenes 8.000 y el deIndias 12.000, tanto en dinero como en condenaciones. En total los Consejospudieron reunir 105.000 reales de a ocho. Con todos estos procesos se inten-taba conseguir dinero con rapidez y enviarlo a Viena, ya que directamente lamonarquía no podía contribuir con más102. Incluso durante los años siguientesse intentó aumentar los donativos para la causa cristiana en Hungría, aunqueno siempre fue posible. En 1686 se propuso, a instancias del Nuncio papal,aplicar a la guerra el caudal que venía de Indias para el mantenimiento de losSantos Lugares de Palestina. Este dinero procedía de las limosnas recaudadasen Indias para el mantenimiento de los templos cristianos en Tierra Santa, ypagar así a los turcos. Pese a la necesidad se resolvió que la medida no podríallevarse a cabo porque los turcos podrían realizar alguna represalia, al debér-seles dinero, por lo que los religiosos que allí estaban quedarían expuestos a laira musulmana103.Desde el primer momento el Emperador reclamó también a España ayuda

militar directa para socorrer Viena, pidiendo que las tropas españolas que seencontraban en Milán acudiesen al socorro. Pero esto no era posible, ya queFrancia, con su política de Reuniones, estaba realizando una guerra no declaradaa España, y muchas de las posesiones españolas peligraban. Aprovechando queel Imperio se hallaba sumido en una guerra, desde finales de 1683 Francia actuócon impunidad. Atacó la ciudad de Luxemburgo, que cayó en el verano de 1684,

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102. Traducción de la carta del Emperador para Su Majestad pidiendo la plata superflua de lasiglesias para la guerra del turco, Linz, 24 de noviembre de 1683. Minutas sobre el dinero enviadopor los Consejos, septiembre de 1683. AGS, Estado Alemania Leg. 3.925. Consultas del Consejode Estado, 30 de diciembre 1684 y 11 de diciembre 1685. Relación de lo que se ha concedido alEmperador para la guerra contra el turco y el dinero que se ha enviado, diciembre 1685. AGS, EstadoAlemania Leg. 3.927.103. Consulta del Consejo de Estado, 26 de octubre 1686. AGS, Estado Alemania Leg. 3.928.

y a pesar de poner sitio a Gerona la ciudad resistió104. En Italia, el enfrentamientocon España no fue directo. Luis XIV bombardeó Génova, tradicional aliado deEspaña, por lo que los españoles tuvieron que enviar tropas en auxilio de la repú-blica. Ante este panorama la colaboración militar directa fue difícil. Con la Pazde Ratisbona (1684) la tensión entre España y Francia se rebajó, lo que posibi-litó el envío de alguna ayuda militar directa. En un primer momento se intentócomprar algunas tropas de las que Holanda prescindía para formar un cuerpo deejército y ponerlo al servicio del Emperador en nombre del rey de España. Perola medida era imposible, ya que ni siquiera había dinero para pagar adecuada-mente a las tropas que servían en Flandes105. A pesar de que era insostenible que España formara un ejército para ayudar

al Emperador, la paz posibilitó la llegada al ejército imperial de voluntarios espa-ñoles y valones. Numerosos españoles participaron, a partir de las campañas de1685 y 1686, en las operaciones militares que tenían lugar en Hungría, imbuidosdel tradicional espíritu de cruzada o, en el caso español, de reconquista. Aunquenuméricamente los voluntarios españoles no aportaron demasiado al ejército cris-tiano, su valor y veteranía fue ampliamente alabado y premiado. Los súbditos dela monarquía española –ya fueran españoles, italianos o valones– se integraronen el ejército imperial como cuadros de mando veteranos, algo aceptado de buengrado por los generales imperiales. Según un informe español, a mediados de 1686al menos eran 34 los súbditos de la monarquía que servían como oficiales en losregimientos del Emperador. Esto se debía fundamentalmente a que muchos vete-ranos, principalmente del Ejército de Flandes, habían pasado voluntariamente aservir a las fuerzas imperiales. Algunos de éstos eran oficiales sin cargos efectivos,que veían en la guerra de Hungría una posibilidad de continuar con sus servicios.Pero otros muchos eran oficiales que tenían sus puestos en los Países Bajos, porlo que su deseo de ir a luchar contra los otomanos les privaba de sus grados y delos altos cargos que desempeñaban. Pese a ello, el gobierno español siempre se mostróbenévolo, e intentó que el Emperador reconociese los grandes méritos de sussúbditos. Entre los más destacados militares que fueron a luchar contra los turcosencontramos a Jacques Fariaux, el encargado de la defensa de Maastricht en 1673, oal Conde de Tilly. Además, otros muchos nobles valones se alistaron, al igual queotros oficiales españoles que servían en el Ejército de Flandes106.

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104. GIRBAL, E. C.: El sitio de Gerona en 1684. Gerona, 1884; GRAHIT Y PAPELL, E.: El sitio deGerona en 1684. Gerona, 1893.105. Carta del Marqués de Borgomanero, 21 de septiembre 1684. AGS, Estado Alemania Leg. 3.926.106. Carta del Marqués de Grana, Gobernador de los Países Bajos, Bruselas, 18 de abril 1685.

Carta del Jacques Fariaux, Vizconde de Maulde, Bruselas, 27 de junio 1685. Carta del Duque deMansfelt, embajador imperial, Madrid, 4 de mayo 1685. AGS, Estado Alemania Leg. 3.927.Consulta

Desde Barcelona también salieron algunos voluntarios, tanto catalanes comoespecialmente soldados que habían servido en el ejército de Cataluña. En mayode 1686 llegó a Viena una compañía de 50 españoles, al mando del capitán JuanDíaz Pimienta, descendiente de una ilustre familia consagrada a la milicia. Lacompañía se incluyó en el Regimiento de Montecuccoli, y recibía doble pagarespecto del resto de la infantería alemana, lo que respondería a la calidad y vete-ranía de sus hombres. A esta compañía la seguían otros 500 hombres, por lo quecon ellos se intentó formar un regimiento español, aunque nunca se consiguió107. Los voluntarios españoles, aunque no fueron muchos, fueron alabados por

los contemporáneos por su valor, especialmente durante el sitio de Buda. Ademásde los oficiales que se integraron en el ejército imperial, y de los voluntarios quellegaron a formar unidades propias, hubo otros muchos particulares que de formaindividual fueron voluntarios a la guerra, incluyéndose tanto en las fuerzas impe-riales como las bávaras. Especialmente entre éstos se hallaban importantes nobles,como los duques de Béjar y Escalona, o los marqueses de Llaneras y Valero, entreotros. En el asalto del castillo de Buda los españoles se destacaron notable-mente108, muriendo heroicamente el Duque de Béjar109. Tras la toma de la ciudad,el propio Duque de Lorena escribió personalmente a la Corte madrileña paraagradecer su colaboración, alabar el valor de los españoles y dar el pésame por lamuerte del Duque de Béjar110. En otros casos los voluntarios eran técnicos espe-cialistas, como don Antonio González, inventor, artillero e ingeniero, que graciasa sus conocimientos e ingenios contribuyó a perfeccionar los ataques realizadossobre la plaza y a optimizar el bombardeo artillero111.La monarquía española celebró la liberación de Viena y la toma de Buda como

si se tratara de victorias propias, debido al gran impacto que tuvieron entre el

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del Consejo de Estado, 8 de julio 1686. Carta del Marqués de Borgomanero, Viena, 30 de mayo1686. Lista de los oficiales vasallos del rey que hay en el ejército del Emperador, mayo 1686. AGS,Estado Alemania Leg. 3.928.107. Carta del Marqués de Borgomanero, Viena, 30 de mayo 1686. AGS, Estado Alemania Leg.

3.928.108. El valor de los españoles queda confirmado hoy en día por una placa que en 1934 se colocó

en la ciudad de Budapest para conmemorar su heroísmo.109. Sobre este hecho, y especialmente sobre la gran cantidad de impresos y folletos que durante

la década de 1680 se realizaron en España para elogiar el valor del duque: RODRÍGUEZ JOULIA SAINT-CYR, C.: «La muerte de don Manuel Diego López de Zúñiga, Duque de Béjar (16 julio 1686)»,Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, tomo LXXVII, 2, jul.-dic. 1974, pp. 521-564.110. Cartas del Marqués de Borgomanero, Viena, 8 de agosto, 5 y 8 de septiembre 1686. Consulta

del Consejo de Estado, 23 de septiembre 1686. Carta en francés del Duque de Lorena, Buda, 20 dejulio 1686. AGS, Estado Alemania Leg. 3.928.Carta de don Alonso Carnero, 8 de marzo 1687. AGS,Estado Alemania Leg. 3.929.111. WELL, Alfredo: «Los voluntarios españoles en el Sitio de Buda (1686). Don Antonio

González y el Duque de Béjar», Revista España, n.º 111, 1886, pp. 439-448.

pueblo. De hecho el Consejo de Estado decidió que la toma de Buda se celebrasemás allá de su propio significado, de la misma manera que se había hecho con latoma de Mesina años antes. Con la liberación de Viena la Corona celebró unacabalgata real, y la toma de Buda fue igualmente conmemorada, concediendoCarlos II importantes mercedes a los descendientes del Duque de Béjar112 –entrelas que se encontraba la concesión del Toisón de Oro a su hijo de tan solo seisaños–113, además de otras gracias y honores a los voluntarios españoles que habíanparticipado en la contienda a favor de la causa cristiana114.Durante los años siguientes el Emperador pidió repetidamente subsidios

económicos para continuar la guerra contra los otomanos. En 1687 uno de losCancilleres de la Corte imperial exigió al embajador español la continuidad delos subsidios, o en su defecto alguna de las rentas concedidas durante los añosanteriores. La respuesta del embajador fue que se haría lo posible para continuarasistiendo al Emperador, pero que los graves problemas económicos por los queatravesaba España no permitían otra cosa. La carta enviada por el embajadorBorgomanero, por su lenguaje directo y sin tapujos, poco corriente en la diplo-macia, se nos muestra como un documento revelador. La carta, sin duda, es unbuen resumen de las relaciones entre España y el Imperio durante esta época. Enella el embajador se quejaba en un tono amargo de lo poco obtenido a cambio detodo el dinero aportado por los españoles, y de lo poco que estaba aportando elImperio en la defensa de la monarquía:

… no ignorándose los millones que de España havian pasado a Alemania, ylos exércitos que se havian embiado, y en fin, todo lo que se havia gastado enlas elecciones de los emperadores, que si aora, por los contratiempos que haviapadecido la monarquía de V. Mgtad no se podía hazer lo que se deseava, eramenester conpadezer y creer que en conponiendose un poco las finanzassiempre seria la misma España para asistir a S. Mgtad Cesárea […] Es menesterque aquí se acuerden (en Viena), de que quien ha sustentando esta monarchiaha sido la de V. Mgtad, y que aora es preciso saber conpadecer y asistir a España,[…] Añado que si piensa esta monarchia poderse mantener por sí sola, esmateria ridícula, pues ya contra el poder de la Francia no puede bastar, y que

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112. Consulta del Consejo de Estado, 23 de septiembre 1686. AGS, Estado Alemania Leg. 3.928.Avisos de Madrid, 7 y 21 de octubre 1683. ASV, Segretaria di Stato Spagna 160. Avisos de Madrid,5 de septiembre 1686. ASV, Segretaria di Stato Spagna 165.113. WELL, A.: «Los voluntarios españoles…», op. cit., p. 446.114. Entre ellos se encontraban tanto ascensos militares, como recomendaciones y goces de

encomiendas de las Órdenes Militares: Carta del secretario don Alonso Carnero, Madrid, 8 de marzo1687. Carta del Marqués de Borgomanero, Viena, 18 de noviembre 1687. AGS, Estado AlemaniaLeg. 3.929.

assi el verdadero camino es el de mantener la de V. Mgtad que es la que real-mente en todo el mundo forma la verdadera representación de la augustísimacasa que V. Mgtad mantiene al Imperio y la Italia, que V. Mgtad con los PaysesBajos, tiene el forzoso empeño de ingleses y olandeses para su defensa, que V.Mgtad tiene la llave del oro que entra en Europa y que con tantos reynos comotiene, todos le consideran, como quien tiene el verdadero fondo para resta-blezer la balanza del mundo. Que si bien las finanzas se han descompuesto yque los grandes gastos a que V. Mgtad ha sido obligado, le tienen con falta demedios, que esto se puede remediar y se remediaría, y que si juntándose a loreferido el hazerse una paz ventajosa con el turco, quedaría en un instante reco-brada la augustísima casa, y en mayor auctoridad que antes, pero que sipendiente esta guerra se dexase dar un gran golpe a la monarchia de V. Mgtadpoco importaría que la Cesárea hubiese hecho grandes conquistas en oriente,pues todo lo perdería en occidente, dexando dar una herida mortal a España115.

4.ª ETAPA (1688-1697): LA GUERRA DE LOS NUEVE AÑOS Y EL FUTURO DE LA

SUCESIÓN

Durante la Guerra de los Nueve Años (1688-1697) España se vio de nuevoarrastrada a una guerra a través de sus aliados, y como había ocurrido antes, fuela más damnificada. Los Países Bajos estaban demasiado esquilmados, y su ejér-cito era la sombra del que había sido en otros tiempos, por lo que la defensa deFlandes quedó en manos de los aliados. Las tropas imperiales tampoco fueronresolutivas para la defensa de las posesiones españolas, a pesar de que el dinerosiguió llegando a Viena, aunque en menor cantidad y de forma más esporádica.Desde 1691 Leopoldo I reclamó repetidamente el envío de los 100.000 ducadosprocedentes de los galeones de Indias que se le habían prometido para podercontinuar la guerra contra los franceses y turcos. La cobranza fue complicada,ya que los españoles tenían otras prioridades, como Flandes. Al final los subsi-dios llegaron, aunque en 1693. A este dinero se le sumaban otras cantidades quese daban a las tropas imperiales que luchaban en Saboya a favor de la causa aliada,junto a españoles y saboyanos. En 1693 se pagaban 500.000 escudos para el soste-nimiento y la provisión del pan de munición de las tropas imperiales que servíanen Saboya116.

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115. Carta del Marqués de Borgomanero, Viena, 20 de febrero 1687. AGS, Estado AlemaniaLeg. 3.929.116. BAVIERA, Príncipe Alberto de y MAURA GAMAZO, G. (eds.): Documentos Inéditos…, op.

cit., vol. I, pp. 287, 289-290, 292, 299, 301, 315 y 319. GARZÓN PAREJA, M.: La Hacienda de CarlosII. Madrid, 1980, pp. 192-194.

Las fuerzas imperiales que formaban parte del contingente aliado en Italiaascendían en 1691 a 4.500 hombres, y estaban muy por debajo de las fuerzas queaportaban españoles y saboyanos. Durante los años siguientes las fuerzas impe-riales aumentaron, y participaron en las batallas de Staffarda y Marsaglia, peroaunque su intervención ayudó a la causa aliada, su contribución fue menor de laque esperaban los españoles117. A partir de 1695, ante el cese de las hostilidadesen Italia, algunas tropas imperiales pudieron enviarse a Cataluña, debido a la deli-cada situación de este frente118. La expedición, en la que participaban dos regi-mientos de infantería imperial, con su propio alto mando, estaba dirigida porJorge de Darmstadt, hijo del landgrave de Hesse-Darmstadt y pariente de la reinaMariana de Neoburgo. En total eran unos 2.200 efectivos, que aunque contribu-yeron a aumentar el ejército de Cataluña no ayudaron a mejorar significativa-mente la situación en el principado. De hecho, los alemanes arrancaron notablescríticas entre los mandos españoles, debido a sus desorbitados sueldos y al grannúmero de oficiales que tenían los regimientos. Desde el principió había 1,5soldados por cada oficial imperial, un verdadero abuso en comparación con laorganización del resto de las tropas españolas119. La importancia de este socorroimperial, más que en el plano militar, estuvo en sus repercusiones políticas. Elbando austriaco en la Corte española se vio reforzado, y Jorge de Darmstadtllegará a ser nombrado Virrey de Cataluña en 1698120.La defensa de los Países Bajos, en cambio, quedó en manos de los aliados y

de distintos estados alemanes, pero no de las tropas del Emperador. Aunque éstasse desplegaron en el Alto Rin, su número fue muy inferior al de etapas ante-riores121. En Flandes la aportación alemana fue importante. Estados como Bran-demburgo, Baviera, Hannover o Württemberg enviaron miles de hombres paraparticipar en las operaciones militares aliadas y defender las ciudades de los PaísesBajos, ante la debilidad de las fuerzas hispanas. Con la elección de Maximiliano IIManuel, Príncipe elector de Baviera, como Gobernador de los Países Bajos, las

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117. Consulta del Consejo de Estado, 9 de julio 1691. Relación de la gente que ha salido acampaña, 21 de junio 1692. AGS, Estado Milán Legs. 3.415 y 3.417.118. ESPINO LÓPEZ, A.: Cataluña durante el Reinado de Carlos II. Política y guerra en la fron-

tera catalana, 1679-1697. Barcelona, 1999; y «El declinar militar hispánico durante el reinado deCarlos II», Studia Historica. Historia Moderna, n.º 20, 1999, pp. 173-198.119. Consulta del Consejo de Estado, 23 de julio 1695. AGS, Estado Milán Leg. 3.422.Muestra

del ejército de Cataluña, diciembre 1695. AGS, Guerra Antigua Leg. 3.038.120. RAGÓN I CARDONER, J.: «El último virrey de la administración habsburguesa de Cataluña:

Jorge de Darmstadt y langrave de Hessia (1698-1701)», Pedralbes, n.º 2, 1982, pp. 263-271. LEÓNSANZ, V.: «Colaboración del ejército imperial con el hispánico de Carlos II», en GARCÍA HERNÁN,E. y MAFFI, D. (eds.): Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica: Política, Estrategia y Culturaen la Europa Moderna (1500-1700), vol. I. Madrid, 2006, pp. 121-152.121. Proyecto de la distribución de tropas de los aliados…, 1691. AGS, Estado Flandes Leg. 3.884.

fuerzas bávaras participaron muy activamente en la defensa de Flandes e Italia.Si bien muchos de los príncipes alemanes recibían generosas contribuciones espa-ñolas por la cesión de sus tropas, el elector bávaro dio un paso más allá, al impli-carse directamente en la empresa, ante su nombramiento como Gobernador delos Países Bajos122. Ya antes otros príncipes habían aspirado a ese puesto, comoel elector de Brandemburgo123, pero el candidato bávaro, pese a la poca tradiciónde colaboración con los españoles, tenía importantes factores a su favor. Elprimero era la religión, al ser católico, ya que la mayoría de los pretendientes eranprotestantes. Pero a su favor también jugaban sus conexiones con el Emperador,ante su matrimonio con la hija del mismo, que también tenía opciones al tronode España. Poco después el hijo de la pareja, Joseph Ferdinand de Baviera, fuenombrado Príncipe de Asturias. Su elección se producía ante sus claros derechosde sangre, pero también por ser el candidato favorito de la Reina Madre y de losholandeses e ingleses, además de que su padre había hecho sin duda méritos paraello, ante el apoyo militar que daba a los territorios españoles124. El Príncipe electorde Baviera fue el encargado de la defensa de los Países Bajos, y sus tropas tuvieronun importante peso incluso tras el fin de la Guerra de los Nueve Años. En 1698 elpríncipe se ofreció a aumentar los contingentes que permanecían en los Países Bajoscon otros 10.500 efectivos, a los que se debían de sumar los que ya estaban presentesallí y el regimiento bávaro que servía en Cataluña125. La implicación bávara fueimportante, ante las claras opciones que mantenía Joseph Ferdinand a heredar laCorona española, pero incluso tras la muerte de éste Baviera se mostró partidariade la «opción francesa», y apoyó a Felipe V. Sus motivos eran tanto para contra-ponerse al Emperador, ante las aspiraciones del elector a que un día alguno de susherederos se ciñese la Corona Imperial –como realmente llegaría a ocurrir momen-táneamente en el siglo XVIII–, como por seguir su colaboración con España, antelas opciones que representaba el apoyo. Maximiliano II continuó siendo Gober-nador de los Países Bajos tras la llegada de Felipe V, y su implicación fue nueva-mente importante en la Guerra de Sucesión, hasta el punto de que Baviera llegó aser ocupada por las tropas austriacas y sus hijos capturados126.

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122. Cartas del Marqués de Gastañaga, Gobernador de los Países Bajos, 18 agosto 1689 y 21 denoviembre 1691. AGS, Estado Flandes Legs. 3.882 y 3.884. Copia de la traducción del tratado conel Elector de Brandemburgo, 18 de julio 1690. AGS, Estado Alemania Leg. 3.896. Consulta delConsejo de Estado, 9 de mayo 1690. AGS, Estado Milán Leg. 3.411.123. Consulta del Consejo de Estado, 21 de noviembre 1691. AGS, Estado Flandes Leg. 3.885.124. VAN KALKEN, F.: La fin du régime espagnol aux Pays-Bas. Bruselas, 1907. KAMEN, H.:

«España en la Europa de Luis XIV», en Historia de España de Ramón Menéndez Pidal, tomoXXVIII. Madrid, 1993, pp. 238-239.125. Consulta del Consejo de Estado, 8 de noviembre 1698. AGS, Estado Flandes Leg. 3.893.126. Este tema también en: VANKALKEN, F.:La fin du régime espagnol aux Pays-Bas. Bruselas, 1907.

Durante esta época final la situación había dado un giro radical con respectoa las décadas iníciales y centrales del siglo. Si bien en esos primeros momentos elmás claro apoyo de España en Europa era el Emperador, ante la pasividad bávaray el enfrentamiento abierto con los príncipes protestantes, a finales de siglo lascosas habían cambiado mucho. Durante la Guerra de los Nueve Años los espa-ñoles obtuvieron más apoyo de otros pequeños estados alemanes, independien-temente de su religión, que del Emperador. Baviera o Brandemburgo aportaronmás hombres para la defensa de los territorios españoles en Italia y los PaísesBajos que el Emperador, a pesar de que todos recibían subsidios económicos delos españoles. El motivo no era otro que para el Imperio era mucho más lucra-tiva la guerra de expansión contra los turcos en Hungría que un enfrentamientodirecto que contra los franceses, ya que apoyando a los aliados poco conseguiría.Todos estos factores militares y económicos, al igual que la propia política,influirán en la Guerra de Sucesión española, aunque generalmente no hayan sidotenidos muy en cuenta por la historiografía.

CONCLUSIONES

Durante la mayor parte del reinado de Carlos II el Emperador actuó enocasiones más como un soldado mercenario, que sin paga no lucha, que como unfiel aliado y pariente de la monarquía española, vendiendo cara su fidelidad. A lolargo del reinado del último rey de los Austrias, debido a la debilidad política ymilitar, España necesitó más que nunca la ayuda imperial en compensación a losfavores y el dinero enviado a Viena durante la Guerra de los Treinta años. Perolo cierto es que no fueron demasiados los reclutas obtenidos en los feudos impe-riales, siendo también pocos los ejércitos imperiales que lucharon para defenderlas posesiones españolas en Europa. En general, a lo largo de la segunda mitaddel siglo XVII las políticas imperiales giraron en torno a la resolución de suspropios problemas, algo lógico por otra parte, ya que el Emperador fue bastanteinteligente con su política de recibir mucho dando poco a cambio. Pero estaactitud minó sus apoyos en la Corte española. Durante la regencia de Carlos IIla influencia imperial fue clara, pese a su escasa voluntad de apoyar a Españadurante la Guerra de Devolución, sucediéndose las concesiones españolas debidoal influjo del Emperador sobre su hermana Mariana, pero a mediados de la décadade 1670 las cosas cambiaron ante la llegada al poder de don Juan y otros múltiplesfactores, como la elección de una princesa francesa como esposa de Carlos II, pesea que la candidata mejor situada hasta el momento era la hija del Emperador. Hastala Guerra de los Nueve Años España siempre intentará contar con el Imperio comoaliado, y en todas las negociaciones políticas los enviados españoles lo tendránen cuenta, aspirando a que participe como un miembro más. Los subsidios

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económicos españoles continuaron concediéndose hasta el final, aunque cada vezen menor cuantía, ya que los intereses no eran los mismos, por lo que a la largasupondría un claro cambio de tendencia.Los españoles intentaron tener siempre de su parte al Emperador en sus

conflictos contra Francia, ofreciendo a cambio dinero. Pero en muy pocasocasiones fueron compensados con la colaboración militar que pretendían encontrapartida de las enormes cantidades de dinero que invirtieron en un aliadoque no fue tan fiable, pese a su parentesco, como debiera. Los intereses políticosy el dinero tuvieron un mayor peso en las relaciones entre España y el Empe-rador que los lazos familiares, haciendo que estos dos primeros factores siempredecantaran la intervención imperial. El Emperador, que siempre ganó en su polí-tica interesada, también tuvo cosas que perder, especialmente en cuanto a lasopciones de que uno de sus hijos se hiciera con el trono español. La cuestión suce-soria fue uno de los ejes más importantes dentro de las relaciones exteriores dela monarquía durante el reinado de Carlos II –como muchos historiadores handefinido–127, y en ésta, la política de hechos consumados importó, actuando encontra de los intereses imperiales. El Emperador se sentó a la espera de la sucesiónde Carlos II como si se tratase de una fruta madura que caería por su propio peso,sin actuar a favor de España para reafirmar sus aspiraciones. Las consecuenciasde la política imperial fue el fin de la hegemonía de los Habsburgo sobre Europay la pérdida de confianza de España en el Imperio, lo que finalmente ayudó a queun Borbón asumiera el trono de la monarquía española.

NOTA SOBRE LAS MONEDAS: (equivalencia de 1670)1 thaler (reichthaler o tálero) = 90 kreutzers o 1 real de a ocho1 florín = 60 kreutzers1 escudo = 50 pattards (placas)1 real de a ocho = 48 pattards (placas)1 ducado = 110 kreutzersFuente: AGS, CMC 3.ª época Leg. 2.445.

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127. Especialmente durante la época de la regencia: GÓMEZ-CENTURIÓN JIMÉNEZ, C.: «La suce-sión a la monarquía de España y los conflictos internacionales durante la menor edad de Carlos II(1665-1679)», en ALCALÁ-ZAMORA, J. y BELENGUER, E. (coords.): Calderón de la Barca y la Españadel Barroco, vol. I. Madrid, 2001, pp. 805-835. Para los años finales (1697-1700), con algunas acer-tadas reflexiones sobre el tema y el porqué de la elección del candidato francés: RIBOT GARCÍA, L.:«La sucesión de Carlos II. Diplomacia y lucha política a finales del siglo XVII», en SOBALER SECO,M.ª de los Á. y GARCÍA FERNÁNDEZ, M. (coords.): Estudios en homenaje el profesor Teófanes Egido,vol. 1. Valladolid, 2004, pp. 63-99.