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El empleo de herramientas de debate asíncronas con alumnos de periodismo: entre el foro virtual y...
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El empleo de herramientas de debate asíncronas con alumnos de
periodismo: entre el foro virtual y la red social
Adolfo Carratalá (Universidad Rey Juan Carlos)
Resumen
La adaptación de la licenciatura en Periodismo al grado universitario supuso un cambio de
enfoque fundamental. La puesta en marcha de las nuevas titulaciones enmarcadas dentro del
Espacio Europeo de Educación Superior implicó un desplazamiento del eje vertebrador del
proceso de enseñanza-aprendizaje: del enseñar al aprender, del docente a los alumnos. Los
métodos dejaron de ser eminentemente expositivos y los estudiantes debieron asumir un rol
mucho más protagonista a lo largo de su camino formativo, una participación que se vio
favorecida por medio de estrategias como la programación de seminarios, la realización de
estudios de caso y la coordinación de dinámicas grupales, entre otras actividades.
La promoción del aprendizaje colaborativo también se vio muy potenciada gracias a la
introducción de las nuevas tecnologías en el desarrollo de las materias. La utilización de las
herramientas virtuales con las que los alumnos se encuentran notablemente familiarizados
contribuyó a que las asignaturas gozaran de nuevos espacios en los que desplegarse. Internet
se presentó, de este modo, como algo más que un canal de comunicación entre el docente y el
alumno. La red pasó a ser una extensión del aula universitaria, el lugar en el que las materias
podían continuar generando participación más allá de los encuentros presenciales. Esta
comunicación examina los resultados logrados mediante el empleo de dos herramientas de
comunicación asíncrona (foro del Aula Virtual y página de la red social Facebook) en la
realización de debates a través de Internet con alumnos de 2º de Grado en Periodismo durante
los cursos académicos 2010/2011 y 2011/2012, comparando la dinámica lograda en cada uno
de los dos espacios y analizando las ventajas e inconvenientes de ambas aplicaciones.
Palabras clave: docencia; innovación; aprendizaje colaborativo; nuevas tecnologías; EEES;
comunicación
Introducción: la transformación de un modelo
La firma de la Declaración de Bolonia (1999) supuso el pistoletazo de salida del llamado
Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Quince años después de aquel acuerdo, en el
que diversos países europeos decidieron hacer converger sus sistemas de enseñanza
universitaria, es momento de evaluar algunas de las muchas transformaciones a las que se
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vieron sometidos los antiguos planes educativos con el objetivo de adaptarse a un modelo en el
que la innovación y el protagonismo de los estudiantes debían ser el eje central del proceso.
Más allá de los cambios más claramente perceptibles, como fue la introducción de un nuevo
sistema basado en tres ciclos (grado-máster-doctorado) para así facilitar la homologación de los
estudios cursados en diferentes países del continente, fueron otros los que, pese a darse en una
dimensión menos expuesta a la opinión pública, dependieron en mayor medida de los actores
directamente vinculados con la acción de enseñanza-aprendizaje (docentes y alumnos/as) e
implicaron, asimismo, un verdadero cambio de enfoque respecto al anterior sistema. Es el caso,
por ejemplo, de la adopción de nuevas metodologías docentes. La revisión y actualización de
muchas asignaturas supuso reorientar por completo las estrategias y los métodos empleados
para el alcance de los objetivos propuestos en cada una de ellas.
Si hasta ese momento las metodologías habían quedado dirigidas al objetivo de enseñar, la
adaptación al EEES las guió hacia el aprender. El volumen de trabajo desarrollado por el
estudiante sustituía, de este modo, al trabajo realizado por el profesor en las clases presenciales.
De hecho, el diseño de créditos introducido en las nuevas titulaciones (ECTS) responde
plenamente a este cambio de perspectiva. Como indican Salamero y Ezquerra, “la principal
novedad de este nuevo sistema de créditos es que en su cómputo no solo se incluyen las horas
de docencia teórica y práctica impartidas en el aula —como sucedía hasta ahora—, sino que
también se tienen en cuenta las horas de trabajo que realiza el alumno fuera de esta” (2012: 2).
El reconocimiento de la responsabilidad del estudiante en su propio proceso formativo permite
contemplar la experiencia del aprendizaje como una acción en buena medida autónoma (el
alumno debe ser capaz de aprender a aprender con cierta independencia y asumiendo un rol
activo) y que va más allá de la realización de un curso reglado, extendiéndose a lo largo de la
vida. No obstante, esta nueva mirada también reconoce que el eficaz desarrollo del proceso
depende de manera notable de las interacciones que puedan establecerse entre los diferentes
actores implicados: entre el estudiante y el docente y entre el estudiante y el resto de
compañeros.
En opinión de Gros y Adrián, “el aprendizaje se concibe como el resultado de una construcción
activa y social del conocimiento compartida con otros iguales”, lo que implica incorporar
actividades que faciliten “un proceso de diálogo construido entre todos los actores, donde el
profesor deja de ser el centro de la actividad para convertirse en un participante más del grupo
con funciones de orientación, moderación y liderazgo intelectual” (2004: 4). Las ventajas de
incorporar métodos de enseñanza en los que la participación del alumno resulta clave son
evidentes si nuestro principal propósito es el desarrollo de competencias: “son más formativos
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que meramente informativos, generan aprendizajes más profundos, significativos y duraderos y
facilitan la transferencia a contextos más heterogéneos” (Fernández, 2006: 42).
Las NNTT como aliadas en la implantación de metodologías colaborativas
Las metodologías colaborativas o cooperativas permiten incorporar dinámicas de participación
que, por un lado, ayudan a hacer del proceso de aprendizaje una experiencia compartida en la
que los alumnos asumen un papel protagonista y, por otro, contribuyen al desarrollo de una
estructura de colaboración e interdependencia de la que pueden resultar beneficiados todos los
participantes en el proceso de aprendizaje. Según Hurtado et al., “para que se produzca la
colaboración se requiere, por una parte, una tarea común en la cual los participantes trabajan
juntos para producir algo que quizá no podrían producir individualmente, y por otro lado, la
utilización de entornos que permiten la interacción cooperativa facilitando la comunicación, la
coordinación y la colaboración” (2011: 175).
En este sentido, las nuevas tecnologías, además de resultar esenciales para el desarrollo de la
evaluación continua y formativa, se presentan como claras aliadas en la implementación de este
tipo de actividades (Guerra et al., 2010: 146), facilitando así que la interacción entre los
estudiantes no se vea limitada por las restricciones espacio-temporales de las relaciones
presenciales y favoreciendo la adquisición de destrezas en el uso de unas herramientas que
formarán, con mucha probabilidad, parte de su futura labor profesional (Martín, 2010).
Las herramientas que podemos encontrar en la llamada web 2.0 –tanto síncronas como
asíncronas- deben ser, por lo tanto, aprovechadas para poner en marcha actividades y propuestas
que difícilmente podrían ser realizadas en nuestras aulas (Gros y Adrián, 2004: 3) y, de este
modo, desarrollar entornos de aprendizaje en los que estructurar nuevas metodologías docentes
que respondan a los planteamientos didácticos del EEES, otorgando más protagonismo a los
alumnos, integrando diferentes recursos, ofreciendo la posibilidad de retroalimentación y trabajo
cooperativo, gran cantidad de input y acceso a otras fuentes de información (Farias Batlle et al.,
2013: 3). Tal y como indican Siemens y Weller:
“Internet ha alterado muchas de las relaciones de poder tradicionales en la enseñanza.
Tareas que antes eran responsabilidad del cuerpo docente están ahora bajo el control de
los estudiantes: buscar información, crear espacios de interacción, formar redes de
aprendizaje, etc. […] Gracias al uso de los medios sociales, los estudiantes tienen la
capacidad de relacionarse e interactuar entre ellos (y en algunos casos, directamente con
investigadores y profesores)” (Siemens y Weller, 2011: 158).
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Debates virtuales: aprender cooperando a través de la red
Los debates que pueden llevarse a cabo en entornos virtuales son un buen ejemplo de cómo la
tecnología ha mejorado las posibilidades de interacción –y, por lo tanto de cooperación- entre el
docente y el estudiante y, especialmente, entre los propios estudiantes, con todas las
posibilidades que este ejercicio de diálogo tiene para el desarrollo de competencias y
capacidades que el EEES considera de carácter transversal y que difícilmente pueden abordarse
en el trabajo en el aula. Además, su carácter de herramienta de comunicación asíncrona ofrece
muchas facilidades para programar su empleo a lo largo de una acción formativa, determinando
el periodo durante el cual los alumnos podrán participar en él, que a su vez decidirán el
momento y el lugar o dispositivo desde el que hacerlo, gestionando con autonomía sus recursos.
El desarrollo de debates virtuales es, pues, una de las principales estrategias que pueden poner
en marcha aquellos docentes interesados en que sus estudiantes gestionen tareas basadas en el
aprendizaje colaborativo en la medida en que el debate “consiste en el logro de un objetivo
común de construcción y compartición de conocimiento entre un grupo formal de estudiantes,
siempre con la participación del docente” (Salamero y Ezquerra, 2012: 4).
Como indicábamos, las competencias que el debate virtual permite potenciar son múltiples y,
muchas de ellas, resulta difícil abordarlas en el entorno presencial. Según señalan Férriz Papí et
al. (2011: 2), las competencias transversales cuya mejora es posible conseguir mediante las
discusiones asíncronas son:
- Capacidad de análisis
- Estructurar el pensamiento de manera lógica
- Desarrollar un discurso persuasivo
- Defender una argumentación concreta
- Dirigir negociaciones
- Discernir acciones a desarrollar
- Resolver nuevas políticas y conflictos
Asimismo, podríamos completar el listado con las aportaciones de otros docentes e
investigadores que, tras emplear este tipo de estrategia de aprendizaje, destacan, entre otros, la
aportación de juicios de valor (Salamero y Ezquerra, 2012: 5) o la cooperación e interacción
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social (Hurtado et al., 2011: 175) como actitudes que pueden ser ejercitadas por medio de los
debates virtuales.
La posibilidad de desarrollar tal multiplicidad de competencias y su carácter asíncrono no son
las únicas ventajas. La familiarización de los estudiantes universitarios –todos ellos
pertenecientes a la generación de nativos digitales (Parra et al., 2013: 5)-, con las aplicaciones
tecnológicas y las similitudes –tanto de apariencia como de mecanismo de funcionamiento- de
los entornos virtuales donde se desarrollan los debates con esos programas a los que los
alumnos están tan habituados favorece que encuentren esta herramienta como “atractiva e
incentivadora” (Salamero y Ezquerra, 2012: 4).
En definitiva, la utilización de este método de trabajo colaborativo posibilita el alcance de
diversos objetivos que, aun resultando de notable importancia en la preparación universitaria de
cualquier profesional, son todavía mucho más esenciales cuando se trata de estudiantes de una
titulación vinculada con el mundo de la comunicación, pues gran parte de las destrezas y
competencias ejercitadas mediante la participación en estos debates pasarán a ser elementos
fundamentales de su perfil profesional como expertos comunicadores, factor imprescindible
precisamente en un momento en el que el ejercicio de la opinión periodística evidencia claros
déficits1. Esas habilidades conforman buena parte de las finalidades principales de este
ejercicio: fomentar el intercambio de ideas y el uso del debate como disciplina intelectual,
estimular el pensamiento crítico a partir de lecturas que aporten base teórica, mejorar la
comprensión de los conceptos teóricos planteados en la asignatura, ayudar a que los alumnos se
habitúen a trabajar de forma cooperativa, contribuir al desarrollo de destrezas comunicativas,
ejercitar la elaboración de argumentos y estrategias imprescindibles en la futura práctica
profesional, contribuir a que los estudiantes definan su opinión ante una cuestión problemática
proyectando su propio criterio como futuros profesionales y lograr que los alumnos hagan un
buen uso del lenguaje y una buena gestión de la información (Hurtado et al., 2011: 176).
El foro: la plaza virtual donde intercambiar impresiones
El foro es una de las aplicaciones más empleadas para desarrollar debates virtuales, se encuentra
habitualmente presente en las plataformas digitales que las universidades ponen a disposición de
1 En los últimos años, diversos autores han alertado de cómo se construyen los discursos de opinión que
encuentran cabida en los medios de comunicación españoles, subrayando, por ejemplo, cómo las tertulias
radiofónicas no responden a menudo a lo que debería entenderse como debate, resultando en cambio
conversaciones estridentes que avivan la polémica divisora y postulan la confrontación frente a la
concordia (Sánchez, 2006: 80; Taibo, 2010: 60).
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profesores y alumnos y es muy sencillo de manejar. Pérez Sánchez ofrece una definición sobre
él en la que subraya las posibilidades de interacción comunicativa que ofrece:
“Podemos definir el foro virtual como un espacio de comunicación formado por cuadros
de diálogo en los que se van incluyendo mensajes que pueden ir clasificados
temáticamente. En estos espacios los usuarios, y en el caso que nos ocupa, foros
educativos, los alumnos pueden realizar nuevas aportaciones, aclarar otras, refutar las de
los demás participantes, etc., de una forma asincrónica, haciendo posible que las
aportaciones y mensajes de los usuarios permanezcan en el tiempo a disposición de los
demás participantes” (Pérez Sánchez, 2005: 3).
La participación de múltiples usuarios a lo largo de las discusiones que se generan en esta
herramienta la convierte en una apuesta segura para iniciar una estrategia de aprendizaje
colaborativo. Junto con otras importantes funciones (intercambio de información; debate,
diálogo y comunicación; espacio de socialización…), el trabajo cooperativo sobresale como uno
de los puntos fuertes del foro virtual. De este modo, podemos encontrarnos con foros dedicados
a diferentes objetivos: que los alumnos discutan o debatan a partir de una determinada
propuesta, que intenten resolver de manera colaborativa los problemas que van encontrando
durante la realización de un trabajo, que realicen una tarea de modo grupal, llegando a acuerdos
y consensos, que compartan experiencias, aclaren dudas… (Pérez Sánchez, 2005: 6, 17). En
cualquiera de los casos, la herramienta favorece que “cada participante reconozca las
aportaciones de los demás, reflexione sobre ellas y construya sus aportaciones según su propio
ritmo de aprendizaje”, generando un conocimiento que es resultado de un proceso dialógico, “en
el cual el grupo negocia conjuntamente el significado de los contenidos que se discuten en el
foro” (Gros y Adrián, 2004: 4).
A esta idoneidad para su aplicación en el ámbito educativo, cabe sumar las numerosas ventajas
que el foro virtual reúne independientemente del uso que se le dé a la herramienta. En este
sentido, debemos señalar que, entre otras cuestiones, los foros de discusión en línea permiten
integrar la participación de grupos numerosos de individuos de manera ordenada, favorecen el
desarrollo de conversaciones de cierta profundidad, posibilitan revisar detenidamente las
aportaciones realizadas hasta el momento para así preparar la respuesta con calma y llevar a
cabo contribuciones bien elaboradas (Férriz Papí et al., 2001: 11).
Su carácter asíncrono la convierte en una herramienta que se puede utilizar y consultar en
cualquier momento, sin necesidad de pactar ningún horario concreto entre los diferentes
usuarios. Esta disponibilidad permanente (Salamero y Ezquerra, 2012: 4) se encuentra
estrechamente relacionada con el mayor grado de reflexión que es posible observar en las ideas
y opiniones expuestas a través de los foros, pues precisamente el hecho de que no exija una
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interacción inmediata y esta pueda dilatarse en el tiempo permite, como ya hemos apuntado, que
los participantes en la discusión cuenten “con más tiempo para organizar y escribir las ideas
propias, y reflexionar sobre las opiniones de los demás participantes” (Pérez Sánchez, 2005: 3).
La implementación de las redes sociales en la enseñanza superior
Las redes sociales digitales son aplicaciones informáticas cuya estructura de nodos permite que
personas con intereses comunes se pongan en contacto a través de Internet y exploten
conjuntamente recursos como el establecimiento de subgrupos, la mensajería pública o privada
o el chat, entre otros (Espuny et al., 2011: 173).
El empleo de estas herramientas se encuentra muy extendido y parece que el número de
usuarios no deja de crecer. De acuerdo con los datos aportados por ComScore en 2009, el
número de personas que usaban estas aplicaciones en España superaba los 13 millones,
destacando Tuenti (con 5,6 millones de usuarios) y Facebook (con 4,3) como las más exitosas
(Gómez y Tapia, 2011: 3). Según otro estudio, realizado en 2011 por la empresa consultora Top
Position, el 97,8% de los jóvenes españoles que va a comenzar la carrera conoce y utiliza
habitualmente Internet, y prácticamente el mismo porcentaje -el 97,7%- está presente en una o
más redes sociales (tres de cada cuatro, en Facebook) (Padilla Castillo, 2012: 7). Un año más
tarde, en su informe sobre Social Media, Nielsen confirmaba que, aunque el acceso desde el
ordenador estuviera descendiendo a favor de la conexión móvil, el aumento de la audiencia
única de la aplicación de Facebook para teléfonos celulares crecía hasta un 88% año tras año
mientras que la 5ª Oleada del Observatorio de Redes Sociales de The Cocktail Analysis avalaba
el papel dominante de las grandes redes sociales (Facebook, Twitter y Tuenti) y aportaba nuevos
datos: el 91% de la población internauta española tiene cuentas activas (lo que implica una
media de 2,31 redes por individuo) y la red social Facebook sobresale como la favorita,
seduciendo al 83% de internautas (el 29% asegura que cada día la utiliza más y el 63% declara
usarla para comentar temas relacionados con el estudio o el trabajo) (Parra et al., 2013: 3-4).
Todos estos datos exigen que la enseñanza y la docencia universitaria del EEES aprendan a
aprovechar las funciones y potencialidades de las redes sociales, a las que todavía se les da poco
valor educativo inmerecidamente (Padilla Castillo, 2012: 677). Según Gómez y Tapia, las redes
sociales tienen el innegable valor de acercar el aprendizaje informal y el formal ya que
“permiten al alumno expresarse por sí mismo, entablar relaciones con otros, así como atender a
las exigencias propias de su educación” (2011: 5) y, para Siemens y Weller, es evidente que el
potencial educativo de las redes sociales es prácticamente ilimitado, pese a que las prácticas
pedagógicas actuales a menudo no consigan capturar ese potencial, principalmente porque “el
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legado del modelo de flujo de información en un solo sentido utilizado en muchas aulas
ralentiza la innovación” (2011: 158).
Por ello, coincidimos con la importancia que algunos autores atribuyen a la inclusión de estas
aplicaciones en la enseñanza universitaria: permiten ir más allá de las horas de clase, implican
una interacción activa y constante entre los alumnos y profesores, cumplen con lo previsto en el
marco del EEES y convierten a la enseñanza en un proceso cíclico, en el que las clases
presenciales pueden seguir en la red social y las contribuciones que en esta se desarrollan
pueden aprovecharse para iniciar la siguiente sesión en el aula física (Túñez y Sixto, 2011).
Estos motivos adquieren mayor peso aún entre estudiantes de Periodismo y Comunicación, pues
su participación en redes sociales se encuentra en incremento, sobre todo con fines
comunicativos y relacionales según indican algunas investigaciones (Martínez y Torrado, 2011),
su atracción por los temas de actualidad se presume máxima y, además, deben desarrollar
durante su formación las competencias necesarias como para participar con solvencia y rigor en
el debate público, en un momento en el que el ejercicio de la opinión está siendo, como ya
hemos apuntado, tan pervertido por numerosos medios de comunicación.
Especialmente los jóvenes estudiantes universitarios realizan muchas más interacciones a través
de redes sociales, comunicándose con varias personas en un corto periodo de tiempo, que
presenciales. Este simple hecho es útil para promover una comunicación creativa en el entorno
docente. Ello ha propiciado cierta introducción de entornos virtuales en la práctica docente
habitual, que permiten la integración y puesta en marcha de estrategias de aprendizaje
colaborativo y la aplicación de nuevas metodologías educativas, favoreciendo la interacción y
participación activa del estudiante (Hurtado et al., 2011: 175).
Son varios los autores que coinciden en valorar la promoción del aprendizaje autónomo y, muy
especialmente el colaborativo, como una de las más positivas aportaciones de las redes sociales
a la experiencia de enseñanza-aprendizaje (Farias Batlle et al., 2010: 1-6; Gómez y Tapia, 2011:
7; Espuny et al., 2011: 173; Panckhurst y Marsh, 2011: 238): favorecen las metodologías activas
y participativas, el intercambio y el desarrollo de conocimiento por parte de grupos reducidos de
iguales, la consolidación de comunidades de aprendizaje, animan a los estudiantes a ser más
independientes y a asumir mayor responsabilidad en su propia formación.
Pero no son estas sus únicas ventajas. Además de lo expuesto, es preciso recordar que las
aplicaciones de medios sociales permiten a los alumnos asimilar competencias tecnológicas y
comunicativas, tomar conciencia clara de la importancia de nuestras identidades públicas,
adiestrarse en herramientas que serán de gran importancia en su futuro profesional (Farias Batlle
et al., 2010: 3-5), fomentar el diálogo entre compañeros, promover la compartición de recursos,
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facilitar la colaboración, desarrollar destrezas de comunicación (Siemens y Weller, 2011: 157),
motivar y cohesionar al grupo, favorecer el sentimiento de pertenencia y promover un mayor
sentimiento de libertad (Panckhurst y Marsh, 2011: 238). Y, todo ello, mediante el empleo de
aplicaciones con las que los estudiantes ya se encuentran en buena medida familiarizados y que,
según los datos sobre cuándo y dónde las emplean (básicamente en tardes del periodo lectivo
desde sus domicilios), son muy aptas para actividades de trabajo autónomo o en grupo (Gómez
y Tapia, 2011: 13-15).
Pese a todo, los estudios realizados hasta el momento indican que todavía queda mucho camino
por recorrer en la introducción de las redes sociales en el ámbito universitario. Por un lado, parte
del profesorado comparte un importante sentimiento de rechazo frente a la posibilidad de
integrar el uso de estas herramientas (Gómez y Tapia, 2011: 7). Por otro, los usuarios no suelen
emplear estas aplicaciones con propósitos educativos sino para conversaciones sociales y
muestran cierta resistencia a que los centros de educación superior y los docentes pretendan
hacer un uso formal de estas herramientas, invadiendo su espacio social (Siemens y Weller,
2011: 160). En esta línea, estudiantes encuestados a este respecto se han manifestado muy poco
entusiastas y muestran muy bajas expectativas respecto a las posibilidades educativas de las
redes sociales, destacando únicamente su concepción como herramientas para compartir
documentos y fotografías (Espuny et al., 2011: 180-181).
Para hacer frente a esas dificultades, es preciso que los docentes no empleen las redes sociales
para transmitir información ni controlar el aprendizaje sino para facilitar la interacción con el
estudiante y fomentar el diálogo educativo (Siemens y Weller, 2011: 160). Padilla Castillo
también realiza algunas sugerencias para promover el empleo de estas redes en la universidad:
abrir un perfil en Facebook o Tuenti para cada asignatura, mantenerlo actualizado diariamente
con enlaces a webs interesantes, promover que los estudiantes puedan –por grupos- ser los
community managers de ese perfil e incentivar que –como parte de la asignatura- el alumno se
implique en el mantenimiento del perfil añadiendo enlaces y contenidos (2012: 677-678).
Como hemos indicado, de entre todas las aplicaciones de redes sociales, Facebook sobresale
como una de las mejores opciones para integrarlas en el ámbito educativo superior. Pese a que
algunos autores consideran que en esta herramienta hay demasiado ruido y ofrece mecanismos
de control demasiado débiles (Gómez y Tapia, 2011: 6), el hecho de que sea una de las
aplicaciones más populares la convierte en una red que los educadores deberían aprovechar para
fines académicos (Siemens y Weller, 2011: 159), empleando, por ejemplo, las opciones que
permiten crear grupos con acceso reservado exclusivamente a los alumnos de la asignatura,
como han demostrado algunas experiencias docentes (Parra et al., 2013: 2).
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Planteamiento del estudio
A partir de las consideraciones que hemos sintetizado en los anteriores apartados, pretendemos
analizar los resultados obtenidos a partir de la puesta en marcha de dos herramientas asíncronas
de debate –el foro virtual y una página de la red social Facebook- durante el desarrollo de la
asignatura Teorías de la Comunicación. La experiencia que será objeto de examen fue llevada a
cabo durante el segundo cuatrimestre de los cursos académicos 2010/2011 y 2011/2012 con
alumnos y alumnas matriculados en 2º del Grado en Periodismo en la Universitat de València.
El empleo de estas aplicaciones se enmarca dentro de una renovación metodológica que fue
diseñada con el objetivo de actualizar la materia –que había respondido tradicionalmente a un
enfoque eminentemente teórico- al nuevo planteamiento que supuso la implantación del EEES y
que exigió, como hemos visto, la adopción de nuevas estrategias basadas en el aprendizaje
cooperativo (Carratalá, 2012).
Para ello, fue preciso introducir aquellos métodos que pudieran facilitar que los alumnos
adquirieran las competencias vinculadas con esta asignatura, relativas a la comunicación y a la
creatividad, interpersonales, valores éticos y emocionales y también aquellas vinculadas con la
comprensión del entorno y con el desarrollo del autoaprendizaje (Estrada y Rodrigo, 2007). Con
ese objetivo, algunas investigaciones ya habían recomendado renovar las estrategias docentes e
incorporar “metodologías de enseñanza y sistemas dinámicos de prácticas y de carácter
investigador que completaran a las clases magistrales” haciendo uso de “seminarios sobre
temáticas concretas con grupos reducidos” y otorgándole mayor peso a “la participación en
foros, weblogs y demás soportes web” (García y García, 2009: 289).
Por un lado, el foro virtual se empleó dentro del espacio de trabajo “Aula Virtual” que la
Universitat de València activa a docentes y estudiantes para aprovechar las posibilidades que
ofrece la plataforma en las distintas asignaturas. En este caso, el objetivo era poder llevar a cabo
debates y discusiones vinculados, principalmente, con los contenidos de la asignatura –
respondiendo así a la función de reforzar contenidos curriculares indicada por Pérez Sánchez
(2005: 6)- de modo que no se vieran limitados por la duración de las sesiones presenciales, de
dos horas cada una. En el foro, tanto el acceso como la participación quedan restringidos a los
alumnos matriculados en la materia. La participación de los estudiantes en esta herramienta fue
valorada con un 5% de la evaluación final. Como han señalado oportunamente investigaciones
previas (Férriz Papí et al., 2011: 7; Salomero y Ezquerra, 2012: 7-8), en la valoración de la
participación de los alumnos en el foro se tuvieron en cuenta tanto criterios cuantitativos
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(número de participaciones) como cualitativos (oportunidad, calidad argumentativa,
complejidad de ideas, corrección de la expresión…).
Por otro lado, fue creada una página dentro de la red social Facebook llamada “Teories de la
Comunicació – PE –UV”. A ella pudieron unirse de manera voluntaria (pues en este caso la
participación en la herramienta no fue considerada para evaluación) todos los alumnos y
alumnas de la asignatura que lo desearon. En la página de la materia en esta red social, los
estudiantes tuvieron la opción de, no solo compartir y opinar sobre los contenidos de actualidad
que encontraran relevantes en el marco de la asignatura, sino también de comentar noticias e
informaciones en un espacio abierto a cualquier internauta registrado en Facebook.
El objetivo del estudio es conocer qué tipo de participación e implicación despertó la
introducción de estas herramientas en la acción de enseñanza-aprendizaje, aproximándonos a la
interacción que protagonizaron los estudiantes mediante el uso de ambas aplicaciones desde un
punto de vista cuantitativo. En este sentido, son seis las principales preguntas de investigación a
las que pretendemos dar respuesta:
1. Cuál fue el número de temas de debate introducidos en cada uno de los espacios a lo
largo de ambos cuatrimestres
2. Cuántas propuestas de discusión fueron aportadas por el docente de la materia y cuántas
fueron fruto de la iniciativa de los alumnos y alumnas
3. Qué porcentaje de los alumnos y alumnas matriculados en la asignatura se vieron
involucrados en el desarrollo de debates en ambas plataformas
Encabezado de la página de la asignatura en la red social Facebook
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4. Cuál fue el número total de contribuciones realizadas por los estudiantes a través de
cada una de las herramientas
5. Qué porcentaje de los alumnos y alumnas que intervinieron tanto en el foro virtual
como en la página de Facebook adoptaron un rol especialmente activo, proponiendo
temas de debate e iniciando las discusiones
6. Cuál fue la frecuencia de participación de los diferentes estudiantes implicados en el
desarrollo de los debates a través de ambas aplicaciones
Resultados
Número de temas de discusión generados
La primera cuestión que merece nuestra atención es el volumen de discusiones o propuestas de
debate generado en cada uno de los espacios abiertos para ello. Como podemos observar en el
gráfico que acompaña a este apartado, la página de la asignatura creada en la red social
Facebook acogió un mayor número de temas a partir de los cuales desarrollar un debate.
Podemos decir que la inclusión de asuntos en el medio social fue más del triple de los hilos de
discusión iniciados en el foro virtual: 98 temas frente a 28. Es preciso indicar que no hay
diferencias en este sentido entre los dos cuatrimestres seleccionados para llevar a cabo el
examen. La página de Facebook siempre sobresale como el espacio donde se plantean más
temas como propuestas de discusión, aunque estas aparecen mucho menos desarrolladas que los
asuntos con los que se comienzan los debates en el foro virtual, pues en el medio social el
enlace a una noticia basta como sugerencia de debate mientras la herramienta de foro exige una
elaboración más cuidada del tema con el que se desea abrir una discusión.
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Iniciación de los temas: ¿alumnos o docente?
Si importante resulta conocer el número de temas planteados en cada uno de los espacios,
también es capital saber quién es el responsable de introducir esas propuestas de discusión.
Curiosamente, encontramos diferencias notables entre ambas herramientas. En el caso del foro
virtual, la mayoría de los temas de debate abiertos a lo largo del curso fueron fruto de la acción
de los estudiantes. De las 28 discusiones desarrolladas en este espacio, más de la mitad -16
(57%)- nacieron a partir de la iniciativa de los alumnos. En la red social pasó todo lo contrario y
el contraste allí fue todavía mucho mayor. Los temas insertos en la página de Facebook fueron
en su inmensa mayoría -92 de 98 (94%)- producto de la acción del docente, mediante la
inclusión de enlaces a noticias e informaciones. En este caso, sumando ambos cuatrimestres,
solo 6 temas publicados en la página de la red social pudieron atribuirse a la voluntad iniciadora
de los estudiantes.
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La actitud de los alumnos ante el foro virtual y ante Facebook
La suma de los alumnos y alumnas matriculados en la materia durante los dos cursos
académicos sometidos a estudio indica que, en conjunto, eran 139 los estudiantes que podrían
haberse involucrado en la discusión y en el aprendizaje colaborativo a través de los dos espacios
digitales que estamos analizando. Por ello, es preciso conocer cuántos de ellos se vieron
finalmente implicados en esa tarea.
En el caso del foro virtual, podemos observar que algo más de la mitad del grupo decidió
intervenir en algún momento en las discusiones que en él se desarrollaban. Así hicieron 78 de
ellos (56%) frente a 61 (44%) que no se sumaron en ningún momento a las conversaciones
articuladas por el resto del grupo.
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La situación que observamos en el caso de la página de Facebook es bien distinta. En ella es
mayoría el número de alumnos que decidió no intervenir en ningún momento en los
comentarios y opiniones que se fueron exponiendo a partir de los diferentes contenidos
enlazados en este espacio2. En concreto, comprobamos que tan solo 16 (12%) de los estudiantes
matriculados en la asignatura optaron por hacerse visibles en este entorno mediante la expresión
de su punto de vista sobre los asuntos debatidos en él. El resto, una abrumante mayoría de 123
alumnos, no se animaron a participar y colaborar con el resto de compañeros en esas
discusiones3.
2 Es preciso indicar que, pese al bajo número de estudiantes involucrados en las discusiones propuestas en
la página de la asignatura en la red social Facebook, fueron muchos más los que decidieron “seguir” la
página para recibir notificaciones de las actualizaciones (nuevos temas de debate sugeridos, nuevas
informaciones enlazadas) que fueran llevándose a cabo. En el momento de elaborar esta comunicación,
cerca de año y medio después de la impartición de la asignatura, el número de seguidores era todavía de
62, lo que supondría en torno a un 45% de los alumnos y alumnas matriculados en la materia durante los
dos cursos académicos que estamos observando. No obstante, dado el carácter público de la página, es
imposible afirmar que la totalidad de los usuarios fueron estudiantes de la materia, pues podría haber
entre ellos cualquier persona con perfil en esta red social.3 Las únicas contribuciones que se han valorado han sido las interacciones discursivas de los estudiantes.
La red social Facebook también permite que los usuarios muestren su agrado o conformidad con una
publicación o un comentario haciendo clic sobre una opción llamada “Me gusta”. En la página de la
asignatura se registraron 48 acciones de este tipo durante los dos cuatrimestres analizados, pero no son
incorporadas al análisis por no tratarse de una implicación real en el desarrollo de ningún debate.
1195
Número total de contribuciones
Si atendemos al número total de aportaciones realizadas por los alumnos en cada uno de estos
dos espacios, vuelve a ser el foro virtual el que destaca como ámbito privilegiado para la
participación de los estudiantes. En este sentido, la herramienta de discusión y debate que
facilita el Aula Virtual de la universidad registró una muy notable participación de los
estudiantes, alcanzándose las 288 intervenciones de alumnos y alumnas a lo largo de los dos
cursos examinados, sumando tanto las contribuciones que se daban como inicio de un hilo de
discusión como aquellas que se generaban como respuesta a esos comentarios preliminares. En
el caso de la página de la materia alojada en la red social Facebook, esta participación fue
mucho menor, dado que tan solo se recogieron 34 participaciones sumando los datos de los dos
grupos de estudiantes cuya participación analiza este estudio.
1196
Roles de los participantes: ¿Iniciadores o contribuidores?
De entre los alumnos y alumnas que se implicaron en los debates virtuales articulados a través
de estos espacios de trabajo, es importante diferenciar quiénes asumieron un rol de mayor
iniciativa, introduciendo y proponiendo nuevos temas en torno a los que iniciar una
conversación, y cuántos mantuvieron una actitud menos propositiva, dedicándose únicamente a
contribuir con sus respuestas y comentarios al desarrollo de la discusión.
Los segundos dominaron en ambas aplicaciones. En el caso del foro virtual, 13 alumnos y
alumnas –el 17% del total de los que intervinieron- se decidieron a sugerir temas de debate,
iniciando hilos de discusión que, en muchos casos, lograron generar numerosos comentarios,
como demuestra el hecho de que buena parte de los debates más concurridos fueron planteados
por los alumnos, como puede apreciarse en la siguiente imagen, donde estos hilos aparecen
resaltados en rosa, frente a los subrayados en verde, propuestas introducidas por el docente de la
materia:
1197
Los 65 estudiantes restantes únicamente intervinieron para compartir qué opiniones e ideas les
generaban las diferentes propuestas de discusión que otros habían planteado. En el caso del
espacio creado en la aplicación Facebook, los porcentajes son muy similares, aunque los valores
reales mucho más inferiores debido al escaso número de estudiantes que participaron de manera
activa en él. Así, observamos que tan solo 3 alumnos (19%) se animaron a introducir un
contenido a partir del cual pudiera generarse interacción con otros usuarios de la página,
mientras que otros 13 (81%) decidieron participar solo comentando aportaciones ajenas.
1198
Frecuencia de participación: ¿intervenciones aisladas o recurrentes?
El último aspecto que queremos observar en este análisis comparativo sobre la participación de
los alumnos universitarios en las aplicaciones de foro virtual y Facebook es la intensidad de
participación que se dio en cada uno de estos espacios. Es decir, si la implicación de los
alumnos fue anecdótica o si, en cambio, hubo una participación regular, con contribuciones
frecuentes por parte de estos. Como comprobamos en los gráficos, la gran parte de los alumnos
se limitaron a realizar pocas aportaciones (41 de los que participaron en el foro dejaron entre
uno y dos comentarios, mientras que lo mismo ocurrió con 12 de quienes intervinieron en la
página de Facebook). A partir de cinco contribuciones en el caso del foro y de tres en el caso de
Facebook, son muy pocos alumnos los que continúan interviniendo.
1199
Conclusiones
Los resultados expuestos nos permiten identificar claras diferencias entre los debates virtuales
desarrollados en estas dos herramientas asíncronas. Por un lado, la página de la asignatura en
Facebook destacada como un espacio más dinámico en el que la fácil actualización de
contenidos favorece la inclusión de un mayor número de propuestas de debate. Por su lado, el
foro virtual sobresale por motivar una mayor participación e implicación de los estudiantes.
Ambas herramientas coinciden en recoger una acción de los alumnos fundamentalmente
1200
reactiva, por medio de respuestas y comentarios, acogiendo –especialmente la red social- pocas
muestras de sugerencia de temas de debate no aportados por el docente. Del mismo modo,
podemos observar que, tanto en un espacio como en otro, son muy pocos los estudiantes que
mantienen una participación constante y regular, siendo amplia mayoría los que únicamente
intervienen en estos debates de manera ocasional.
No es fácil interpretar la, por lo general, preferencia por el foro virtual frente a Facebook entre
los estudiantes cuya participación hemos examinado. Entendemos que el factor evaluable del
foro no puede ser por sí mismo motivo suficiente que permita interpretar tal disparidad de
implicación en uno y otro espacio, fundamentalmente por el escaso peso que supone la tarea en
la evaluación final. Otras posibles causas pueden estar en la resistencia que, según indicamos,
algunos estudios han identificado entre los jóvenes, poco habituados al empleo de estas
aplicaciones con fines educativos y desconfiados ante el uso académico de un espacio que están
acostumbrados a utilizar para sus conversaciones sociales. Asimismo, la multiplicidad y
diversidad de temas planteados en la página de la red social podría haber jugado un elemento de
saturación y dispersión frente a la mayor estructuración y orden presentes en los debates
desarrollados en el espacio del foro virtual.
Futuras investigaciones deberán profundizar en estudios similares para poder corroborar estas
tendencias y hallar las razones que las expliquen. Asimismo, consideramos que el examen aquí
expuesto debe ser completado con nuevos análisis que aborden el fenómeno desde una
perspectiva más cualitativa que permita obtener información sobre aspectos como los
siguientes:
- Calidad y profundidad del proceso argumentativo reflejado en las contribuciones de los
estudiantes
- Extensión justificada de las aportaciones realizadas al debate
- Interrelación de las nuevas opiniones incorporadas a la discusión con aquellas
aparecidas anteriormente, mostrando interés por interaccionar con el resto de
participantes y de integrar la nueva aportación en el hilo discursivo desarrollado hasta el
momento
- Corrección y precisión de las aportaciones
- Tipología de temas que despiertan más interés entre los estudiantes
1201
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