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EJERCICIO ESCRITO El desmonte del bosque seco tropical en el Caribe Colombiano: La Guajira y el Valle del río Cesar a finales del periodo colonial 1 Camilo Alfonso Torres Barragán 200720870 “De esta ciudad del río de la Hacha, hasta el valle de Upar, ó ciudad de los Reyes, corre un gran trecho de tierra donde se levantan montes de este leño, y del valle de Upar hacia la Nueva Valencia, sigue el camino real por entre montes de árboles del Brasil…” Antonio Julián, tratado XI de La Perla de América, 1787 Hacia el final del periodo colonial, grandes porciones del Caribe colombiano eran descritas por habitantes, viajeros y funcionarios como lugares de espesos montes y bosques, llenos de maderas útiles 2 . Sin embargo, la imagen que uno se lleva si visita la región en la actualidad se parece más a una sucesión de llanuras de pastoreo y zonas semi-desérticas, con algunas franjas aisladas de bosque. En el mismo sentido, ecólogos y biólogos actuales concuerdan en que el paisaje del Caribe es uno de los más intervenidos por la acción humana en el país y señalan que sólo quedan algunos remanentes fragmentados de la vegetación “original” 3 . 1 Este artículo se presenta para optar por el título de Magíster en Geografía. Fue escrito dentro de los parámetros propuestos por el departamento de Geografía, pero también se buscó adaptar el formato con el objetivo de ser publicado en la Revista HALAC de la SOLCHA: http://www.fafich.ufmg.br/halac/ 2 Ver por ejemplo a De la Rosa, Nicolás. Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad y provincia de Santa Marta. (Bogotá: Banco popular, 1975 [1740]; Silvestre, Francisco. Descripción del reyno de Santa Fe de Bogotá. Escrita en 1789 por Francisco Silvestre, secretario que fue del virreinato y antiguo gobernador de la provincia de Antioquia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1968. ; y el informe del gobernador de la provincia de Santa Marta José de Astigarraga, citado en Restrepo Tirado, Ernesto. Historia de la Provincia de Santa Marta.(Bogotá: Colcultura, 1975). También hay varias descripciones del paisaje de la región en Herrera, Martha. Ordenar para controlar: ordenamiento espacial y control político en las llanuras del Caribe y en los Andes Centrales XVIII. (Medellín: La Carreta Editores; Uniandes, 2007), 4453. Desde un punto de vista paleoecológico se ha respaldado esta visión en, por ejemplo en Garcia, Yennifer. Tesis de Maestría en Biología: Flora palinológica de los humedales de los departamentos de Córdoba y Cesar(Bogotá:Universidad Nacional, 2011) 3 Mendoza, Humberto. "Estructura y riqueza florística del bosque seco tropical en la región caribe y el valle del río magdalena, colombia", Revista Caldasia 21, 1 (1999): 7094; Miles et al. "A global overview of the conservation status of

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EJERCICIO ESCRITO

 

El desmonte del bosque seco tropical en el Caribe Colombiano: La Guajira y el Valle del río Cesar a

finales del periodo colonial1

Camilo  Alfonso  Torres  Barragán               200720870

“De esta ciudad del río de la Hacha, hasta el valle de Upar, ó ciudad de los Reyes, corre un gran trecho de tierra donde se levantan montes de este leño, y

del valle de Upar hacia la Nueva Valencia, sigue el camino real por entre montes de árboles del Brasil…”

Antonio Julián, tratado XI de La Perla de América, 1787

Hacia el final del periodo colonial, grandes porciones del Caribe colombiano eran

descritas por habitantes, viajeros y funcionarios como lugares de espesos montes y

bosques, llenos de maderas útiles2. Sin embargo, la imagen que uno se lleva si visita la

región en la actualidad se parece más a una sucesión de llanuras de pastoreo y zonas

semi-desérticas, con algunas franjas aisladas de bosque. En el mismo sentido, ecólogos

y biólogos actuales concuerdan en que el paisaje del Caribe es uno de los más

intervenidos por la acción humana en el país y señalan que sólo quedan algunos

remanentes fragmentados de la vegetación “original”3.

                                                                                                               1  Este  artículo  se  presenta  para  optar  por  el  título  de  Magíster  en  Geografía.  Fue  escrito  dentro  de  los  parámetros  

propuestos  por  el  departamento  de  Geografía,  pero  también  se  buscó  adaptar  el  formato  con  el  objetivo  de  ser  publicado  en  

la  Revista  HALAC  de  la  SOLCHA:  http://www.fafich.ufmg.br/halac/  

2  Ver  por  ejemplo  a  De  la  Rosa,  Nicolás.  Floresta  de  la  Santa  Iglesia  Catedral  de  la  ciudad  y  provincia  de  Santa  Marta.  

(Bogotá:  Banco  popular,  1975  [1740];  Silvestre,  Francisco.  Descripción  del  reyno  de  Santa  Fe  de  Bogotá.  Escrita  en  1789  por    

Francisco  Silvestre,  secretario  que  fue  del  virreinato  y  antiguo  gobernador  de  la  provincia  de  Antioquia.  Bogotá:  Universidad  

Nacional  de  Colombia,  1968.  ;    y  el  informe  del  gobernador  de  la  provincia  de  Santa  Marta  José  de  Astigarraga,  citado  en  

Restrepo  Tirado,  Ernesto.  Historia  de  la  Provincia  de  Santa  Marta.(Bogotá:  Colcultura,  1975).  También  hay  varias  

descripciones  del  paisaje  de  la  región  en  Herrera,  Martha.  Ordenar  para  controlar:  ordenamiento  espacial  y  control  político  

en  las  llanuras  del  Caribe  y  en  los  Andes  Centrales    XVIII.  (Medellín:  La  Carreta  Editores;  Uniandes,  2007),  44-­‐53.  Desde  un  

punto  de  vista  paleoecológico  se  ha  respaldado  esta  visión  en,  por  ejemplo  en  Garcia,  Yennifer.  Tesis  de  Maestría  en  Biología:  

Flora  palinológica  de  los  humedales  de  los  departamentos  de  Córdoba  y  Cesar(Bogotá:Universidad  Nacional,  2011)  

3  Mendoza,   Humberto.   "Estructura   y   riqueza   florística   del   bosque   seco   tropical   en   la   región   caribe   y   el   valle   del   río  

magdalena,   colombia",  Revista  Caldasia    21,  1   (1999):  70-­‐94;  Miles  et  al.   "A  global  overview  of   the  conservation  status  of  

  2  

La desaparición de gran parte de los bosques caribeños es usualmente atribuida a la

ganadería y las actividades económicas de exportación de finales del siglo XIX e inicios

del XX4, por lo que hay pocos estudios sobre el impacto ambiental de estas actividades

en periodos anteriores. Sólo recientemente esta idea se ha replanteado y se ha propuesto

que la relación entre ganadería y deforestación data por lo menos de mediados del siglo

XIX5 y que la pérdida de cobertura forestal por acción humana se puede rastrear por lo

menos hasta 500 años atrás6.

Aunque hay excepciones 7 , las actividades económicas relacionadas con recursos

forestales en el Caribe en tiempos coloniales, como la ganadería y la extracción de

maderas, han sido estudiadas dejando a un lado el análisis de su impacto en el paisaje8.

En contraste, en otras partes del continente como en México y Brasil, el impacto

ambiental de la ganadería y la extracción de maderas ha sido ampliamente estudiado en

periodos tan tempranos como el siglo XVI9. En ese contexto, el objetivo general de este

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   tropical  dry  forests".  Journal  of  Biogeography,  33  (2006):  491–505;  Reynolds  et  al.  "Global  desertification:  building  a  science  

for   dryland   development".   Science,   316   (2007):   847–851;   Pizano,   Camila   y   García,   Hernando.   El   bosque   seco   tripical   en  

Colombia.  (Bogotá:Instituto  Alexander  Von  Humboldt,  2014)  

4  Ver  por  ejemplo  Pizano  y  García,  Los  Bosques  Secos;  (Mendoza,  1999),  Instituto  Alexander  Von  Humboldt  (1998),  Lozano  

(1986)  Rieger  (1976)  ,  Sugden  (1982)  y  Sugden  &  Forero  (1982).  

5  Van  Ausdal,  S.  (2009,  Noviembre).  Potreros,  ganancia  y  poder.  Una  historia  ambiental  de  la  ganadería  en  Colombia,  1850-­‐

1950.  Historia  Crítica  ,  126-­‐149;  Van  Ausdal,  Shawn.  "Un  mosaico  cambiante:  Notas  sobre  una  geografía  histórica  de  la  

ganadería  en  Colombia,  1850-­‐1950"  en  EL  PODER  DE  LA  CARNE:  Historias  de  ganaderías  en  la  primera  mitad  del  siglo  XX  en  

Colombia.  Ed.  Alberto  Flórez-­‐Malagón.  Bogotá:  Editorial  Ponitifica  Universidad  Javeriana,  2008.  48-­‐117;  J.  Cavelier,  T.  M.  

Aide,  C.  Santos,  A.  M.  Eusee  y  J.  M.  Dupuy,  “The  Savannization  of  Moist  Forests  in  the  Sierra  Nevada  de  Santa  Marta,  

Colombia”,  Journal  of  Biogeography  25  (1998),  901-­‐912;  Andrés  Etter,  Clive  McAlpine,  Kerrie  Wilson,  Stuart  Phinn  y  Hugh  

Possingham,  “Regional  Patterns  of  Agricultural  Land  Use  and  Deforestation  in  Colombia”,  Agriculture,  Ecosystems  and  

Environment  114  (2006),  369-­‐386.  

6  Etter,  Andres,  McAlpine,  Clive  and  Possingham,  Hugh  (2008)  'Historical  Patterns  and  Drivers  of  Landscape  Change  in  

Colombia  Since  1500:  A  Regionalized  Spatial  Approach',  Annals  of  the  Association  of  American  Geographers,  98:1,  2  -­‐  23  

7  Ver  por  ejemplo  Fals  Borda,  Orlando.  Historia  Doble  de  la  Costa.    (Bogotá  :  Carlos  Valencia  Editores,  1980)  

8  Ver  por  ejemplo  Sourdis  Najera,  Adelaida,  “Estructura  de  la  ganadería  en  el  Caribe  colombiano  durante  el  siglo  XVIII”,  

Huellas  47-­‐48  (1996),  47;  Sánchez,  Hughes.  "De  esclavos  a  campesinos,  de  la  “roza”  al  mercado:  tierra  y  producción  

agropecuaria  de  los  “libres  de  todos  los  colores”  en  la  gobernación  de  Santa  Marta  (1740-­‐1810)".  Historia  Crítica,  43  

(2011):130-­‐155;  y  Bohórquez,  Jesús."Más  para  entretener  la  miseria  que  despertar  la  codicia":  los  frutos  del  comercio  y  los  

mercados  imperiales  durante  el  nacimiento  del  liberalismo.  Nueva  Granada  (1780-­‐  1810)".  Anuario  Colombiano  de  Historia  

Social  y  de  la  Cultura,  36,  1,  (2009):17-­‐53  

9  Ver  por  ejemplo  Butzer  y  Butzer."  The  ‘natural’  vegetation  of  the  Mexican  Bajío:  Archival  documentation  of  a  16th-­‐century  

savanna  environment".  Quaternary  International  43/44:161-­‐72.  1997;  Melville,  Elinor  K.  (1994).  A  Plague  of  Sheep:  

Environmental  Consequences  of  the  Conquest  of  Mexico.  Cambridge:  Cambridge  University  Press.;  Dean,  W.  (1995).  With  

broadax  and  firebrand  :  the  destruction  of  the  Brazilian  Atlantic  forest.  Berkeley:  University  of  California  Press.;  y  Funes  

  3  

escrito es mostrar el impacto que la ganadería y la extracción de maderas tintóreas

tuvieron sobre los bosques caribeños en las últimas décadas del periodo colonial.

En el periodo de estudio, que comprende desde mediados del siglo XVIII hasta inicios

del XIX, coinciden varios procesos históricos entrelazados que son cruciales para

analizar la relación entre habitantes y bosques caribeños. Por un lado, el Virreinato tuvo

un crecimiento demográfico importante que aumentó la presión sobre los recursos

naturales, incluidos los de los bosques de la región10. Por el otro, desde mediados del

siglo XVIII en la Nueva Granada y en el resto de Hispanoamérica se acudió a la

aceleración de la Reformas Borbónicas, que buscaron afianzar y profundizar el control

militar y económico de la Corona sobre sus colonias11. Dentro de estas reformas se

incluyeron tres de especial importancia para las relaciones entre los pobladores y los

bosques del Caribe: el edicto de libre comercio(1778)12, que abrió la economía colonial

legal y aceleró actividades como la ganadería y la extracción de maderas tintóreas; la

organización de un monopolio del palo de Brasil por parte del virreinato(1784-5)13; y el

impulso de campañas para fundar nuevas poblaciones, muchas veces en zonas boscosas

de la región14.

Un último elemento que vale la pena tener en cuenta en la periodización tiene que ver

con el contexto económico internacional y específicamente con las economías de

plantación en las islas del Caribe y las industrias textiles europeas. Para mediados del

siglo XVIII las plantaciones francesas, inglesas y holandesas del Caribe se mantenían

con grandes cantidades de mano de obra esclavizada, dejando poco espacio para la

producción agropecuaria, por lo que tuvieron que “importar” reses vivas y carne seca

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   Monzote,  Reinaldo.  De  los  bosques  a  los  cañaverales:  una  historia  ambiental  de  Cuba  1492-­‐1926  (La  Habana:  Editorial  de  

Ciencias  Sociales,  2008);  y  García,  Bernardo  y  González,  Alba  (comps.).  Estudios  sobre  historia  y  ambiente  en  América,  I  y  

II(México:  CEDDU,  El  Colegio  de  México  /IPGH1,  999)  

10  Meisel,  A.  (2011).  Crecimiento,  mestizaje  y  presión  fiscal  en  el  Virreinato  de  la  Nueva  Granada,  1761-­‐1800.  Cuadernos  de  

Historia  Económica  y  Empresarial  (28),  1-­‐96;  Meisel(edit),  A.  (1994).  Historia  económica  y  social  del  Caribe.  Bogotá:  

Uninorte.,  pp.  114-­‐115  

11  Fisher,  J.  R.  (1992).  Relaciones  económicas  entre  España  y  América  hasta  la  independencia.  MAPFRE:  Madrd.  

12  McFarlane,  A.  (1997).  Colombia  antes  de  la  Independencia:  Economía,  sociedad  y  política  bajo  el  dominio  Borbón.  Bogotá:  

Banco  de  la  República.  p.  165    

13  McFarlane,  1997.  

14  Barrera,  E.  (2000).  Mestizaje,  comercio  y  resistencia  :  la  guajira  durante  la  segunda  mitad  del  siglo  XVIII.  Bogotá:  ICANH.  

  4  

desde el Caribe neogranadino15. De la misma manera, en el contexto de la Revolución

Industrial, las textileras de los Países Bajos, Francia y España, exigieron grandes

cantidades de materias primas para sus procesos industriales, entre las que se incluyeron

los tintes de origen vegetal16. La gran mayoría de este comercio de materias primas

entre las colonias españolas y los demás imperios europeos se hizo por medio del

contrabando, muchas veces con complacencia e incluso participación de las autoridades

locales17.

De los tipos de bosques que existieron y existen en la región (bosque húmedo tropical,

bosque xerofítico y sub-xerofítico, entre otros) me concentro en los bosques secos

tropicales. Este paisaje era el más abundante en la región caribeña en el siglo XVIII

según documentos coloniales18 y según investigaciones paleoecológicas actuales19.

Adicionalmente, a pesar de ser uno de los paisajes más intervenidos en el país, los

bosques secos han recibido menor atención por parte del activismo ambiental y la

investigación científica que, por ejemplo, el bosque húmedo tropical20. De hecho, en la

actualidad sólo el 5% del bosque seco del país está en Áreas Protegidas y cerca del 60%

está clasificado como zona apta para uso ganadero y agrícola21. Teniendo en cuenta la

relación estrecha entre historia ambiental, activismo ambientalista y preocupación por

los conflictos sociales alrededor de los recursos naturales en el “tercer mundo”22, llama

la atención que este paisaje no haya recibido mayor atención desde este enfoque23.

                                                                                                               15  Sánchez,  2011,  págs.  130-­‐155  

16  Davis,  R.  (1973).  The  rise  of  the  atlantic  economies.  Londres:  Weindenfel  &  Nicolson.  

17  Sourdis,  1996,  pág.  47  

18  Más  adelante  explico  cómo  identifiqué  este  paisaje  a  partir  de  documentos  coloniales  que  no  nombran  tipos  de  bosques  

específicos.    

19  Mendoza,1999;  Pizano  y  García,  2014;  Etter  et  al,  2008  

20  Esto  era  señalado  por  Daniel  Janzen,    en  “Dry  Tropical  Forests:  The  Most  Endangered  Major  Tropical  Ecosystem”,  en  

Biodiversity,  ed.  E.  O.  Wilson  (Washington  DC:  National  Academy  Press,  1988).  Posteriormente  se  ha  avanzado  en  este  tema,  

ver  por  ejemplo  Mendoza,1999;  Pizano  y  García,  2014;  Instituto  Von  Humboldt,  1998.  

21  Pizano  y  García,  2014  

22  McNeill,  J.  (2003).  Observations  on  the  Nature  and  Culture  of  Environmental  History  .  History  and  Theory  ,  42  (4),  5-­‐43.;  

Leal,  C.  (2005).  Presentación  del  dossier  sobre  historia  ambiental  latinoamericana  .  Historia  Crítica  (30),  5-­‐11.;  Gallini,  S.  

(2009).  Historia,  ambiente,  política:  el  camino  de  la  historia  ambiental  en  América  Latina.  Nómadas  (30),  92-­‐102.  

23  Van  Ausdal  ha  tocado  el  tema  transversalmente  en  sus  trabajos  sobre  ganadería  y  lo  amplía  en  un  texto  que  se  encuentra  

en  prensa:    Leal,  Claudia  y  Van  Ausdal,  Shawn.  Paisajes  de  libertad  y  desigualdad:  historias  ambientales  de  las  costas  Pacífica  

y  Caribe  de  Colombia.  En  Barbara  Göbel  y  Astrid  Ulloa  (eds)  Desigualdades  socio-­‐ambientales  en  América  Latina.  Bogotá,  

Universidad  Nacional  de  Colombia  e  Instituto  Iberoamericano-­‐Berlín  (en  prensa).  

  5  

Algunos datos del estado actual del bosque seco en el país sirven como llamado a

investigar de manera más detallada los procesos históricos de transformación de este

paisaje en potreros y suelo agrícola. Un estudio publicado en 2014 calcula que la

cobertura “original” de bosque seco en Colombia era de aproximadamente 8.900.000ha

y que actualmente quedan sólo 717.000ha (8%), de las cuales más de la mitad son

remanentes fragmentados que se entrecruzan con zonas agropecuarias. De esa cobertura

original, la región Caribe albergaba alrededor de 6.300.000ha (71%), pero actualmente

quedan sólo 367.761ha, también muy fragmentadas24. Estos estudios también señalan

que de las zonas que anteriormente eran bosque seco, el 34% están cubiertas ahora por

pastos para ganadería, el 28% tiene diferentes usos agrícolas y el 15% han sido

reemplazadas por cuerpos de agua, arenales, suelos desnudos e infraestructura humana,

entre otros25 . Más allá del impacto visual de la desaparición de un paisaje, la

deforestación del bosque seco trae efectos secundarios como la disminución en la

disponibilidad de aguas corrientes y lluvias, la degradación y erosión de los suelos, la

pérdida de cerca del 90% de la biodiversidad animal y vegetal y en últimas, procesos de

desertificación26.

Aunque hay remanentes aislados de bosque seco en la mayoría de la región Caribe, en

este escrito me concentro en las zonas de La Guajira y el Valle del río Cesar, que

actualmente albergan cerca del 30% de lo que queda de este paisaje en Colombia27. En

el primer capítulo, explico cómo durante el final del periodo colonial La Guajira se

caracterizó por la proliferación del contrabando de materias primas relacionadas con la

ganadería vacuna y la extracción de maderas tintóreas como el Palo de Brasil por parte

de los indígenas guajiros, lo que ejerció presión sobre los bosques secos y las praderas

naturales de la región. En el segundo, analizo cómo el Valle del río Cesar tuvo también

esta combinación de actividades, pero relacionadas con el abastecimiento de Cartagena

y Riohacha y la organización de un estanco de Palo de Brasil por parte de la Corona                                                                                                                24  Vale  la  pena  mencionar  que  a  pesar  de  esta  fragmentación,  en  el  Caribe  se  encuentran  algunos  de  los  bosques  secos  

tropicales  mejor  conservados  según  Pizano  y  García,  2014  y  Díaz  Merlano,  J.  M.  (2006).  Bosque  Seco  Tropical  -­‐  Colombia.  (B.  

d.  Occidente)  consultado  el  10  de  agosto  de  2014  http://www.imeditores.com/banocc/seco/indice.htm  

25  Pizano  y  García,  2014  hacen  este  cálculo  basándose  en  los  trabajos  anteriores  de  Etter.    

26  Janzen,  1988.    

27  Pizano  y  García,  2014  

  6  

Española, que también afectó sus bosques. Un elemento transversal en los dos casos son

las campañas de fundación de nuevas poblaciones que emprendieron los dirigentes

españoles desde mediados del siglo XVIII y tuvieron como objetivos zonas

“despobladas”, que generalmente eran boscosas.

Lo que explico en esos dos capítulos y en esta sección introductoria es resultado del

análisis de fuentes documentales y cartográficas de los siglos XVIII y XIX. Entre éstas

resaltan numerosos informes y mapas hechos por funcionarios de la Corona española en

la colonia que ofrecen descripciones del paisaje de la región y permiten ser comparadas

con las de viajeros que pasaron por el Caribe en el siglo XIX. De esta manera comencé

a identificar cambios locales en la ubicación y cobertura del bosque seco que empezaron

en la etapa final del periodo colonial. Sumado a esto, estas mismas fuentes ofrecen

algunas pistas sobre las actividades relacionadas con dichos cambios de paisaje como la

ganadería y la extracción de maderas.

El lenguaje escrito y visual utilizado en las descripciones y mapas de paisaje realizadas

en los siglos XVIII y XIX proponen algunos retos metodológicos que vale la pena

señalar. En primer lugar, los “testigos” de la época eran en general funcionarios,

militares y comerciantes que no utilizan un lenguaje botánico específico para referirse al

tipo de paisaje que observaban, por lo que no es fácil saber, por ejemplo, a qué tipo de

bosque o especie de árbol se referían particularmente. Sin embargo, muchas veces

estaban interesados en nombrar los productos que se podían extraer de dichos bosques

como tintes y maderas finas, lo que me permitió identificar las especies de árboles que

pertenecían a bosques secos. En segundo lugar, términos actuales como “destrucción” o

“degradación” no pertenecen al periodo de estudio y muchas veces tienen un juicio

moral detrás28, por lo que identifiqué y elegí usar el término más común en los

documentos para referirse a la eliminación de la cobertura boscosa: “desmonte”.

Por último, los mapas producidos en la época no tenían como intención mostrar los

tipos de vegetación de cada lugar, sino que perseguían objetivos militares, fiscales o de                                                                                                                28  Sobre  los  relatos  pesimistas  o  Declensionist  Narratives  que  son  comunes  en  la  Historia  Ambiental  ver  Leal  y  Van  Ausdal,  

en  prensa,  pág.5  y  Worster,  Donald.    Dust  Bowl:  The  Southern  Plains  in  the  1930s.  (Oxford:  Oxford  University  

Press,  1982)  

  7  

resolución de litigios por tierras, por lo que no se pueden interpretar con la exactitud de

una fotografía aérea. Sin embargo, sí se pueden tomar como un referente válido para

entender el aspecto del paisaje en cada zona que retrata el mapa; más cuando los que

produjeron dichos mapas tuvieron contacto directo con el terreno que describen.

A partir de esta información recopilada de fuentes históricas elaboré el Mapa 1 que

ubica las dos áreas de estudio. Para construir el mapa utilicé colores, texturas y algunas

convenciones de los mapas del siglo XVIII, pensando en replicar el aspecto del paisaje

que se muestra y describe en los documentos de la época.

Mapa 1

  8  

La idea de elaborar este mapa es ponerlo en diálogo con la cartografía producida en

investigaciones recientes que comparan la cobertura “original” del bosque seco y su

cobertura actual. Estos estudios utilizaron información de mapas de biomas, de

actividades agroecológicas y de áreas protegidas y la complementaron con imágenes

satelitales29. A continuación muestro dos de estos mapas (Mapa 2 y Mapa 3) como

ayuda visual para comprender la dimensión del “desmonte” del bosque seco que se

llevó a cabo, por lo menos desde finales del siglo XVIII. En los capítulos que siguen,

incluyo mapas a menor escala que retratan las zonas de actividad ganadera y de

extracción de maderas tintóreas en cada zona de estudio hacia finales del siglo XVIII.

Mapa 2 : Cobertura original de boque seco tropical vs. Cobertura actual. (Pizano y

García, 2014)

                                                                                                               29  Etter  et  al,  2008  fue  la  base  para  la  mayoría  de  ellos.    

  9  

Mapa 3: Usos de la tierra y tipos de paisaje en 1600 y en 1800 (Etter et al, 2008)

Como se puede ver en los mapas y como explico en los siguientes capítulos, las zonas

donde hubo actividades de ganadería y extracción de maderas, sumadas a la fundación

de nuevas poblaciones, coinciden con lugares donde el bosque seco ha desaparecido en

su mayoría y ha sido reemplazado por principalmente zonas de ganadería. De esta

manera, en lo que sigue de este texto espero mostrar que la presión sobre el bosque seco

se da por lo menos desde la segunda mitad del siglo XVIII.

  10  

La  Guajira  

En esta región se pueden observar hoy algunos remanentes de bosque seco,

específicamente en los Montes de Oca, la Sierra de Perijá y El Cerrejón; pero es difícil

encontrar un bosque de más de 7km2 que conserve buena parte de sus características

originales30. La mayoría del paisaje está dominado por suelos semi-áridos, matorrales

espinosos subtropicales y algunos parches de bosques espinosos o xerofíticos31. La

insuficiencia de bosques hace que la extracción de maderas sea mínima32 y la escasez de

praderas que el pastoreo se limite casi exclusivamente a especímenes caprinos,

adaptados a sequías y suelos con poca vegetación33.

Este paisaje sorprendería a un habitante de La Guajira de mediados del siglo XVIII,

para el que las zonas áridas serían la excepción dentro de una región cubierta más bien

de extensas praderas naturales de provecho para la cría de ganado vacuno y varias

porciones de bosques llenos de maderas útiles para la construcción, la combustión y la

extracción de tintes. Los relatos y mapas del siglo XVIII muestran dos subregiones en

las que se divide la Guajira: la alta y la baja34. La primera, más al norte es en general

más seca y con poca vegetación, pero también alberga bosques húmedos en la parte alta

de la sierra de Macuira y bosques secos en otras serranías más bajas. En contraste, La

Guajira baja es menos seca y alterna algunos parches de bosques secos con sabanas y

praderas naturales35.

                                                                                                               30  Instituto  Von  Humboldt  ,  1998  

31  Instituto  Von  Humboldt,1998;  Díaz  Merlano,  2006  

32  En  informe  sobre  sector  forestal  en  Colombia  de  2012  Guajira  ni  siquiera  figura  como  departamento  con  potencial  para  

esta  actividad.  http://www.inviertaencolombia.com.co/Adjuntos/Perfil_Forestal_2012.pdf  

33  Según  los  Censos  Bovino  y  Caprino  de  2012,  La  Guajira  es  la  20º  productora  de  ganado  vacuno,  mientras  que  es  de  lejos  la  

primera  en  producción  caprina.  Con  cerca  de  350.000  cabezas  de  ganado,  esta  región  está  muy  por  debajo  del  promedio  

nacional  que  es  cercano  a  los  600.000;  y  de  otras  zonas  del  Caribe  como  Cesar  que  llegan  1.300.000.  Fuente:  

http://www.ica.gov.co/Areas/Pecuaria/Servicios/Epidemiologia-­‐Veterinaria/Censos-­‐2013/Especies-­‐Consolidado-­‐

Nacional.aspx  

34  Barrera,  2008  y  Polo  Acuña,  2012.  Indígenas,  poderes  y  mediaciones  en  la  Guajira  en  la  transición  de  la  Colonia  a  la  

República  (1750-­‐1850).  Bogotá:  Universidad  de  los  Andes.  

35  Barrera,  2008  y  Polo  Acuña,  2012,  pp.  29-­‐39    

  11  

De cualquier manera, los bosques, aunque no se puede decir que eran abundantes, sí se

encontraban en la mayoría de la región, aspecto del paisaje que no pasó desapercibido

para los funcionarios españoles del siglo XVIII. Por ejemplo, Antonio de Arébalo36

describe en un informe de 1770 los frutos que se encuentran en La Guajira y destaca la

“gran porción de palo de tinta en montes de Oca, Macuira y Cojoro…”37. Antonio

Julián38, en 1787 habla también sobre las múltiples zonas donde se explotaba el palo de

Brasil: “hallase en las inmediaciones del río de el hacha (…) hasta el valle de Upar (…)

se corta en los montes de un pueblo llamado Moreno”39.

Como complemento a los relatos, hay algunos mapas de la Guajira que permiten

explorar cómo era su paisaje. En la parte inferior del Mapa 6 se ve la población de

Moreno, uno de los lugares señalados por Antonio Julián como de extracción del palo

de Brasil y a su izquierda se ven algunos bosques representados por árboles dispersos.

También se alcanza a distinguir un suelo verdoso que pude representar pastales o

sabanas. Hacia la derecha del mapa se representa un terreno sin vegetación y de color

blanco amarilloso, aparentemente más árido.

                                                                                                               36  Matemático  e  ingeniero  militar  español,  encargado,  entre  otras  cosas,  de  fortificar  Cartagena  

37  Arébalo,  A.  (1770-­‐1776  (2004)).  La  pacificación  de  la  provincia  del  Río  del  Hacha.  Bogotá:  El  Áncora  Editores.  

38  Escritor  y  profesor  jesuita  nacido  en  España.  

39  Julián,  A.   (1787).   La  perla  de  América:   provincia  de   Santa  Marta.   Consultado   el   20  de   agosto  de  2012  en   la  Biblioteca  

digital  Luis  Ángel  Arango:  http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/perla/indice.htm  

  12  

Mapa 4

Detalle de mapa de la Guajira, ordenado por el virrey Manuel Guirior en 1773. En AGI-

MP-PANAMA,184

A la par de estas referencias a bosques, hay también menciones de varios cultivos. Por

ejemplo, Francisco Silvestre en 1789 resalta las riquezas de la Guajira, asegurando

también que “abunda el palo de Brasil, como podría abundar el tabaco, añil, algodón, y

otros frutos de temperamento caliente…”40. Y en el mismo año, según el ingeniero

español Joaquín Fidalgo41, los guajiros “ cultivan algún algodón, caña de azúcar, maíz

y las raíces y frutas indígenas de América”42. Si volvemos a pensar en el paisaje actual

de La Guajira, varios de estos cultivos no parecerían viables en las condiciones

contemporáneas de la región43.

Sin embargo, el paisaje actual sería tal vez más creíble para un visitante de La Guajira

en el siglo XIX, que encontraría una sucesión de praderas, zonas semi-desérticas y

                                                                                                               40  Silvestre,  1950  (1740)  

41  Ingeniero  y  marino  español  encargado  por  la  corona  del  levantamiento  cartográfico  del  Caribe  entre  1792  y  1810.  

Fidalgo,  Joaquin.  Notas  de  la  Expedición  Fidalgo  (1790-­‐1805).  Bogotá:  Instituto  Internacional  de  Estudios  del  Caribe,  1999.  

42  Fidalgo,  1999,  p.  32  

43  Solo  hasta  finales  de  la  década  de  1990  llegaron  programas  agrarios  a  La  Guajira  que  desarrollaron  un  sistema  para  

plantar  hortalizas  en  sus  suelos  desérticos.  http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-­‐573044  

  13  

pequeñas porciones de bosques. Para Felipe Pérez44, encargado de recopilar los escritos

de la Comisión Geográfica de Codazzi en 1861, las llanuras eran el paisaje más común

en la región. En sus palabras: “la mayor parte de las faldas y ramblas de esta región se

hallan cubiertas de árboles frondosos entrelazados con plantas trepadoras, mientras que

el resto se manifiesta revestido de gramíneas, cuyo color pálido contrasta notablemente

con el oscuro matiz de los bosques”45.

Hacia finales del siglo XIX, Henri Candelier46 describe que, apenas después de cruzar el

río Calancala al norte Riohacha, se encontró con “ Una gran llanura desnuda,

entrecortada por lagunas y pastos; ni una sola sombra… Y pronto, entramos en un

bosque espinoso, con vegetación raquítica...”. La descripción de Candelier, mantiene

también la división de la que hablamos antes y que se pudo ver en el mapa, entre la

baja y la alta Guajira: “Toda la parte al sur de esa línea hasta el río “La Ranchería” y los

“Montes Oca”, no es sino una vasta llanura compuesta por pastos, pequeños bosques

espinosos o lagunas”47.

En estas descripciones volvemos a encontrarnos con la combinación entre bosques y

praderas que parecía recurrente en las descripciones del siglo XVIII, pero hay algunos

cambios. En primer lugar, los bosques mencionados por Pérez y Candelier se limitan a

las elevaciones y sus faldas, como las sierras de Macuira y Chimare, que en la Guajira

actual son una especie de oasis de vegetación entre el paisaje desértico. En segundo

lugar, aparentemente las praderas se han mantenido más que los bosques secos, que

parecen haber dado paso otro tipo de vegetación. En tercer lugar, los bosques no

parecen ya del tipo seco tropical, sino de otros más cercanos a la vegetación desértica,

con matorrales bajos y espinosos, conocidos actualmente como el bosques espinosos o

xerofíticos. Las gramíneas o malezas nombradas por Pérez, por ejemplo, son

                                                                                                               44  Escritor  y  político  al  que  el  presidente  Tomás  Cipriano  de  Mosquera  le  encargó  la  tarea  de  continuar  con  el  trabajo  de  la  

Comisión  Geográfica,  suspendida  por  la  muerte  de  Agustín  Codazzi.  Logró  publicar  dos  tomos  en  1862  y  1863  

respectivamente.    

45  (Pérez,  1863,  pp.  17  -­‐18  )  

46  Viajero  francés  también  del  siglo  XIX  

47  Candelier,  H.    Banrepcultural.  (Bogotá:  Banco  de  la  repúublica,  1890).  Consultado  octubre  27,  2013,  en  Biblioteca  Digital:  

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/riohacha/rioindice.htm  

  14  

indicadores de la degradación del suelo48. En la actualidad, según el Instituto Von

Humboldt, la mayoría del bosque en La Guajira ha desaparecido o se ha transformado

en ecosistemas más desérticos como bosques xerofíticos49.

Lamentablemente no hay estudios paleoclimáticos sobre precipitación, humedad y

temperatura en La Guajira para los siglos XVIII y XIX50, que nos puedan dar una

explicación global sobre estos cambios en el paisaje, por lo que vale la pena preguntarse

por los factores humanos que puedan haberlos provocado. A partir de los relatos

históricos que he expuesto hasta ahora hay por lo menos dos elementos que me

llamaron la atención y que voy a exponer a continuación: primero, el énfasis en la

disponibilidad de boques de maderas tintóreas; y segundo, la continua mención de

grandes praderas con capacidad para numeroso ganado.

Comencemos por el principio: ¿Qué tienen estas maderas tintóreas que tanto interesaron

a las personas importantes de la época? El consumo de maderas como el palo de Brasil

se llevaba a cabo en los países europeos, donde era utilizado como base para tintes. Al

disolverse en agua, la médula pulverizada de este árbol produce un tinte rojizo llamado

brasilina que sirve para hacer pinturas y para teñir textiles como lana, seda y algodón51.

Por estas cualidades, su extracción estuvo entre las primeras actividades europeas

durante el periodo de la conquista, junto con la extracción de perlas y el tráfico de

aves52. Alcanza un auge comercial durante el proceso europeo de Revolución Industrial

                                                                                                               48  M.D.  Sánchez  y  M.  Rosales  Méndez  (edit).  Agroforestería  para  la  produción  animal  en  América  Latina.  (Roma:  

Organización  de  las  Naciones  Unidas  para  la  Agricultura  y  la  Alimentación,  1999)  

49  Instituto  Von  Humboldt  (1998);  (Díaz  Merlano,  2006)  

50  Existen  trabajos  para  el  siglo  XX  como  Ramírez,  Jorge  y  del  Valle  Jorge.  Paleoclima  de  La  Guajira,  Colombia;  según  los  

anillos  de  crecimiento  de  Capparis  odoratissima  (Capparidaceae).  Revista  de  biologia  tropical    09/2011;  59(3):1389-­‐1405;  y  

otros  que  se  van  atrás  millones  de  años  como  el  que  desarrollan  actualmente  el  Smithsonian  Institute  of  Tropical  Research  y  

la  Universdidad  del  Norte.  

51  Hay  un  reciente,  pero  muy  activo  interés  por  la  historia  de  los  tintes.  Véase  por  ejemplo:  Molas  Ribalta,  P.  "La  política  del  

tinte  en  la  España  del  siglo  XVIII".  Espacio,  Tiempo  y  Forma  7  (1994):  55-­‐68.;  Fox,  R.,  &  Nieto-­‐Galán,  A.  (Eds.).  Natural  

dyestuffs  and  industrial  culture  in  Europe,  1750-­‐1880.(  Canton:  Watson  Publishing  International,  1999.;  Nieto  Galán,  A.  

Colouring  textiles.  (Bellaterra:  Universida  Autónoma  de  Barcelona,  2001)  

52  Davis,  1973  

  15  

entre los siglos XVIII y XIX porque su demanda provenía de lugares donde crecían

rápidamente las industrias textiles como Inglaterra, Francia y los Países Bajos53.

Aunque hubo intentos de la Corona española por aumentar el comercio legal de esta

materia prima, como se explicará en el siguiente capítulo, el comercio ilegal lo superó

siempre en frecuencia y tamaño54. En este caso, islas “extranjeras” del Caribe, como

Curazao, Jamaica y Haití eran la conexión entre las zonas de extracción de las costas

americanas y otros mercados Europeos. Durante la mayor parte del siglo XVIII los

comerciantes de los Países Bajos acapararon una buena parte del palo de Brasil porque

poseían “el secreto” para convertirlo en tinte55 y porque, al estar rotas las relaciones

comerciales entre España e Inglaterra, los holandeses pasaron a ser intermediarios

comerciales entre estas dos naciones 56 . Este rol cambió tras los procesos de

independencia americanos al permitirse el comercio directo con Inglaterra y al surgir

nuevos destinos comerciales como Estados Unidos y Alemania57.

El comerció de tintes no era entonces un fenómeno marginal, según Fidalgo, hacia

1789, los indígenas de la Guajira tenían la capacidad de abastecerse y comerciar con

total autonomía frente a los españoles, ya que “tienen abundancia de palo de tinte que

también extraen los tratantes…”58. La ubicación ventajosa para el comercio atlántico, la

ausencia de autoridad española y el contexto industrial internacional parecían favorecer

a los Guajiros59.

Pero, sumado a estos factores históricos, quiero resaltar que no era casualidad que en los

bosques secos de La Guajira abundaran los palos de tinte. Tal vez la característica más

llamativa de los bosques secos es que mantiene una cobertura boscosa constante, pero

pierde completa o parcialmente el follaje durante las épocas secas cada año y lo

                                                                                                               53  Davis,  1973  

54  Dean,  1995;  McFarlane,  1997;  Meisel,  2011  

55  Narváez  y  la  Torre,  1965,  p.  44  

56  McFarlane,  1997  

57  Fox  &  Nieto-­‐Galán,  1999  Molas  Ribalta,  1994  

58  Fidalgo,  1999,  p.  32  

59  Polo  Acuña,  2012  y  Barrera,  2008  

  16  

recupera durante el invierno60. Al no tener follaje todo el año, los árboles del bosque

seco deben protegerlo durante las temporadas húmedas, por lo que han desarrollado

formas de defensa contra los herbívoros. Además de espinas, ejercen una defensa

química por medio de alcaloides y taninos producidos especialmente en las hojas más

jóvenes. Estos compuestos repelen o incluso afectan el sistema nervioso de los posibles

depredadores61. Esta habilidad de producir taninos es de especial interés para este

estudio porque, aunque logran defender a los árboles de insectos, bacterias y hongos,

representan un elemento atractivo para otros depredadores: los humanos.

Los taninos son útiles también para la producción de tintes y otras sustancias que sirven

para curtir cueros, por ejemplo, lo que ha generando la explotación del bosque seco

tropical. Un buen ejemplo la mencionada brasilina, el tanino producido por el palo de

Brasil (Haematoxylon brasiletto y Caesalpinia echinata), que le da al núcleo del árbol

la capacidad de producir un pigmento rojizo. A eso se suma la existencia de varias

especies de maderas finas, como el guayacán (Bulsenia arborea) y el ébano

(Caesalpinia ebano) que sirven para la construcción 62 .Al comprender estas

características naturales del bosque seco se hace evidente que fueron factores históricos,

políticos, económicos y además biológicos lo que jugaron “en contra” del bosque seco

en esta época.

En los siguientes mapas (5 y 6), comparo la ubicación de las zonas de extracción de

maderas tintóreas identificadas a partir de fuentes históricas, con dos mapas actuales

que muestran la cobertura original de bosque seco en La Guajira y los remanentes

actuales de este paisaje63. Como se puede, varios de los puntos de extracción de

maderas tintóreas del Mapa 5 coinciden con zonas que hicieron la transición de bosques

secos a praderas y paisajes transformados en el Mapa 6. Basándome en esta evidencia y

en las descripciones anteriores propongo entonces que el contrabando de maderas

tintóreas ayudó a disminuir la cobertura de bosque seco en La Guajira, desde la segunda

mitad del siglo XVIII.

                                                                                                               60  Instituto  Von  Humboldt,  1998  

61  Díaz  Merlano,  2006  

62  Plan  De  Manejo  Parque  Nacional  Natural  Tayrona,  ministerio  de  medio  ambiente,  vivienda  y  desarrollo  territorial,  2006.    

63  Elaborados  a  partir  de  Pizano  y  García,  2014  

  17  

Mapa 5

  18  

Mapa 6: Cobertura original y actual del bosque seco en la Guajira

Elaborado a partir de mapas de cobertura original y actual del bosque seco en Pizano y

García, 2014.

  19  

Pero la extracción de maderas no fue el único factor de cambio de paisaje; y aunque

influenció el paso de bosques a praderas, no puedo asegurar que cumplió el mismo

papel en el paso de praderas a desiertos. En las fuentes del siglo XVIII se reitera la idea

de que varias partes de la Guajira tenían pastos y agua disponibles para mantener

grandes cantidades de ganado vacuno y de varios tipos; en contraste con el de tipo

caprino que es el que abunda en la actualidad64. En los textos del siglo XIX, continúan

las menciones sobre el ganado, mientras que los bosques llenos de maderas útiles

aparentemente pasaron a un segundo plano. Esto por supuesto puede estar ligado a los

intereses de los testigos que se citan acá, pero también puede tener que ver con un

avance de las llanuras y de la vegetación desértica sobre los bosques. El reemplazo del

ganado bovino, criado en general en praderas, por el caprino, resistente a paisajes con

menor disponibilidad de agua y forraje, puede ser un indicador de que la Guajira se fue

secando con el paso del tiempo.

La ganadería se inició en el Caribe desde las primeras décadas de la invasión europea,

pero en La Guajira su aporte al mercado interno siempre fue limitado65. De hecho en

general el comercio entre las colonias españolas y la metrópoli era insuficiente para lo

que se producía. Esto llevaba a que sus colonias buscaran llenar este vacío comercial

tratando directamente con las potencias enemigas de manera ilegal; y dejando a España

como un simple intermediario por medio del limitado comercio legal66. La gran

expansión de la ganadería en el Caribe se dio durante el siglo XVIII con el proceso de

ampliación de la frontera española, que trataré en el siguiente capítulo, y con el aumento

de la demanda desde las islas extranjeras del Caribe.

Desde el siglo XVII, ingleses, holandeses y franceses anexaron territorios en el Caribe

que para mediados del siglo XVIII se habían convertido en verdaderas industrias

azucareras de plantación. Islas como Jamaica o Curazao utilizaron grandes cantidades

de mano de obra esclavizada para la producción de azúcar, dejando poco espacio para la

                                                                                                               64  http://www.ica.gov.co/Areas/Pecuaria/Servicios/Epidemiologia-­‐Veterinaria/Censos-­‐2013/Especies-­‐Consolidado-­‐

Nacional.aspx  

65  Sánchez,  2011  y  Sourdis,  1996  

66  Tirado  Mejía,  Álvaro.  (1971).  Introducción  a  la  historia  económica  de  Colombia.  Bogotá:  La  Carreta,  p.  71);  De  la  Pedraja,  

R.  (1981).  La  Guajira  en  el  siglo  XIX:  Indígenas,  contrabando  y  carbón.  Desarrollo  y  Sociedad  (6),  329-­‐356.  p.  334)  

  20  

producción agropecuaria67. Esto creó un mercado para que habitantes del Caribe

neogranadino comerciaran reses vivas y carne seca para abastecer esas economías68,

junto con cueros, caballos y mulas69.

Los funcionarios españoles del siglo XVIII resaltaban los buenos pastos y en general las

excelentes condiciones del territorio para criar ganados. Antonio de Arébalo, por

ejemplo, describe en un informe de 1770 “Los frutos que produce esta provincia por el

beneficio de sus buenos pastos, son la abundancia de crías de ganado vacuno, mular y

caballar, cueros al pelo y cebo”70. Asimismo, Francisco Silvestre en 1789 describe

también las riquezas de la Guajira, señalando que “aquel territorio es excelente para cría

de ganados y caballos…con considerables ganados de Hasta, y caballos, copiosas

salinas y otros útiles frutos que comercian con extranjeros, especialmente con los

holandeses de Curazao” 71. En el mismo año, Fidalgo señalaba de manera más detallada

la distribución de los pastos y reiteraba la importancia del contrabando“Todas las costas

[...] son áridas y estériles, pero las tierras llanas del interior, y en los valles de las sierras

se producen excelentes pastos para ganados, con que alimentan y crían en abundancia

del vacuno, caballar y mular […] que continuamente extraen los tratantes para las islas

de Jamaica y Curazao”72 .

Cabe resaltar que en este comercio los guajiros no eran participantes pasivos que

esperaban la llegada de extranjeros a sus costas para hacer intercambios. Se encuentran

registros de indígenas viajando a Curazao a llevar ganado, como el de 1764 en el que se

dice que “… el Indio Paredes trajo de Curasao una Balandra cargada de Pólvora, Balas,

Fusiles, y Maíces para proveer sus indios. Pacho Gómez ha embarcado cantidad de

bestias de españoles, y ganado para lo mismo"73. Sin embargo, al igual que en el caso

del palo de Brasil, no fue únicamente la ineptitud o complicidad de los españoles, ni la

                                                                                                               67  Davis,  1973      

68    Sánchez,  2011  

69  MÚNERA,  Alfonso,  “Ilegalidad  y  frontera,  1700-­‐1800”,  en  Historia  económica  y  social  del  Caribe  colombiano,  Bogotá,  

Ediciones  Uninorte-­‐Ecoe  Ediciones,  1994,  pp.  111-­‐155  pp.111-­‐154  

70  Arébalo,  A.  (1770-­‐1776  (2004)).  La  pacificación  de  la  provincia  del  Río  del  Hacha.  Bogotá:  El  Áncora  Editores.  

71  Silvestre,  1968  (1789)  

72  (Fidalgo,  1999,  p.  32).  

73  AGN,  Milicias  y  Marina  119,  f.  300    

  21  

gran capacidad mercante de los guajiros lo que les permitió convertirse en grandes

exportadores ganaderos.

La existencia de grandes llanuras naturales parece haber sido una gran ventaja para la

cría de ganados sin necesidad de tener conflictos por la tierra. El bosque seco, además

de alicientes para la explotación de sus maderas, ofrece también atractivos para la cría

de ganado. Las temporadas secas ayudan a combatir las plagas y la maleza y a

desacelerar la degradación de los suelos causada por la continua lluvia. Esto facilita el

desarrollo de muchas actividades económicas tropicales como la cría de ganado74.

Sumado a estas “ventajas”, la facilidad del bosque seco para ser desmontado con

quemas intencionadas y su propensión a los fuegos inintencionados juegan también en

su contra y a favor de la ganadería. Por si fuera poco, entre la vegetación que ofrece el

bosque seco, el árbol de la tara o dividivi (Caesalpinia coriaria), da unas semillas de las

que se extrae una resina que sirve para el curtido de cueros, facilitando más esta

actividad.

Un último elemento relacionado con la cría de ganado, que además sirve de indicador

para el cambio de paisaje en La Guajira es la disponibilidad del agua ducle. Aunque

había muchos pastos, el agua dulce no era de fácil acceso en muchas partes de la

provincia, de hecho, en el plano de 1773 que se presentó algunas páginas atrás, hay una

leyenda que dice “Que esta provincia es abundante en buenos pastos, aunque hay

escasez de agua en muchas partes”.

Ahora bien, tomando como ejemplo la zona de Bahía Honda en La Guajira, se puede

ver que aunque el agua no abundaba, sí parecía haber algunos pozos naturales que

posteriormente desaparecieron. En otro plano, también de 1773, se muestra una laguna

(derecha) y varios pozos de agua dulce (izquierda), y se asegura que, junto a los buenos

pastos que hay en las cercanías “sirven para fundar hatos y estancias de labor”.

                                                                                                               74  (Janzen,  1988)  Pizano  y  García,  2014  

  22  

Mapa 7

Detalle de un plano de Bahía Honda hecho en 1773 en el que se proyectaba la

construcción de varias baterías y un fuerte. En AGI MP-PANAMA-183

Sin embargo, si damos un salto en el tiempo, a la segunda mitad del siglo XIX, las

referencias a lagunas, pozos y otras fuentes de agua dulce que encontramos en los

mapas del siglo XVIII contrastan con la descripción que hizo Jorge Isaacs al visitar esta

bahía en 1883: “Bahía-Honda carece de agua corriente y no la hay en muchas leguas de

distancia”. Aunque no menciona la vegetación de la zona, sí nos da un indicio sobre la

menor disponibilidad de agua, que podría ser indicador también de cambios en la

vegetación y en los usos del suelo.

No he encontrado pruebas de desmonte relacionado con ganadería en la Guajira, como

las que se verán en el siguiente capítulo. Sin embargo, se han estudiado los efectos de

ganado sobre los suelos75, como la disminución en la disponibilidad de aguas corrientes

                                                                                                               75  Ver  por  ejemplo  Bisigato,Alejandro;    Bertiller,  Monica.  "Grazing  effects  on  patchy  dryland  vegetation  in  northern  

Patagonia",  Journal  of  Arid  Environments,  Volume  36,  Issue  4,  August  1997,  Pages  639-­‐653;  Hanke  W,  Böhner  J,  Dreber  N,  

  23  

y lluvias, la degradación y erosión de los suelos, la pérdida de cerca del 90% de la

biodiversidad animal y vegetal y en últimas, procesos de desertificación76. Por lo se

podría pensar que esta actividad participó en la desertificación de La Guajira que hoy

llega al 87.5% del suelo77. Más aún cuando se le suma el desmonte relacionado con la

extracción de maderas tintóreas que se mencionó en la primera parte del capítulo. De

hecho, un informe sobre esta región presentado por el Instituto Alexander Von

Humboldt señala que el 65% de las tierras que han sido deforestadas y eran bosque

seco presentan desertificación. Lo que significa que muchas de esas tierras están tan

degradadas que hoy en día no pueden sostener producción agrícola o ganadera alguna78.

En los siguientes mapas (8 y 9) hago una comparación entre las zonas que identifiqué

como ganaderas a partir de fuentes del siglo XVIII y los diferentes tipos de paisajes que

hay en la actualidad en la Guajira. Partiendo del hecho de que se necesitan praderas,

llanuras y en general paisajes con algún tipo de pasto para mantener cantidades

importantes de ganado, con los mapas quiero mostrar que muchas de las zonas que en el

siglo XVIII eran de ganadería son desérticas o semi-desérticas en la actualidad.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   Jürgens  N,  Schmiedel  U,  Wesuls  D,  Dengler  J.  "The  impact  of  livestock  grazing  on  plant  diversity:  an  analysis  across  dryland  

ecosystems  and  scales  in  southern  Africa.".  Ecol  Appl.  2014  Jul;24(5):1188-­‐203;  y  M.D.  Sánchez  y  M.  Rosales  Méndez  (edit),  

1999.  

The  impact  of  livestock  grazing  on  plant  diversity:  an  analysis  across  dryland  ecosystems  and  scales  in  southern  Africa.  

Hanke  W,  Böhner  J,  Dreber  N,  Jürgens  N,  Schmiedel  U,  Wesuls  D,  Dengler  J."  

M.D.  Sánchez  y  M.  Rosales  Méndez  (edit).  Agroforestería  para  la  produción  animal  en  América  Latina.  (Roma:  Organización  

de  las  Naciones  Unidas  para  la  Agricultura  y  la  Alimentación,  1999)  

76  (Janzen,  1988)  Explica  que,  aunque  la  diversidad  vegetal  delbosque  seco  es  bastante  limitada  frente  a  la  de  los  bosques  

húmedos  por  ejemplo,  albergan  cantidades  más  cercanas  de  especies  de  mamíferos  e  insectos.    

77  CorpoGuajira,  2012  

78  http://www.humboldt.org.co/investigacion/proyectos/en-­‐desarrollo/item/158-­‐bosques-­‐secos-­‐tropicales-­‐en-­‐colombia  

  24  

Mapa 8

Mapa 9: Paisajes de la Guajira, basado en informe de CorpoGuajira 2012

  25  

Para hacer una historia completa de los cambios de paisaje en La Guajira faltaría

estudiar procesos económicos que pueden haberse llevado a cabo a lo largo del siglo

XIX y el XX, pero en este capítulo vimos algunos indicadores tempranos de

transformaciones en los suelos, la cobertura de bosque y la disponibilidad de agua.

También se pudieron ver unos indígenas guajiros activos en el comercio internacional y

con una gran capacidad para transformar los paisajes por fuera de la autoridad española.

Espero que este capítulo haya servido para que no se de por sentado el carácter

“natural” del paisaje desértico de La Guajira. En el siguiente capítulo, se abordan las

mismas actividades económicas de ganadería y extracción de maderas tintóreas, pero en

territorios que en su mayoría estaban dentro de la autoridad española o en proceso de

entrar en ella.

 

 

 

 

  26  

El  Valle  del  río  Cesar  Si en La Guajira se destacaban las extensas praderas, en el Valle del río Cesar se

exaltaba la combinación de planicies favorables para la cría de ganado y densos bosques

con abundantes maderas útiles79. Este Valle, corresponde actualmente a parte del

departamento del Cesar; y a lo que en el siglo XVIII se conocía como la región de

Valledupar, es decir, lo que comprendía toda el recorrido del río Cesar “desde El Banco

hasta cerca de Río Hacha”80. Si se compara con la región actual, los potreros son el

paisaje más común y los bosques se limitan a las riveras de los ríos.

Foto 1: Remanentes de bosques secos en el Valle del río Cesar

Foto aérea de los alrededores de Chiriguaná, Cesar, tomada de Google Earth el 20 de

octubre de 2014

Entre esas madera útiles que menciono en el párrafo anterior también resaltaba el palo

de Brasil al igual que en La Guajira. Según Antonio Julián en 1789, “De esta ciudad del

río de la Hacha, hasta el valle de Upar, ó ciudad de los Reyes, corre un gran trecho de                                                                                                                79  Saether,  S.  (2005).  Identidad  e  independencia  en  Santa  Marta  y  Riohacha,  1750-­‐1850.  Bogotá:  ICANH.,  pp.  40-­‐42)  

80  Striffler,  L.  (1986).  El  río  Cesar:  Relación  de  un  viaje  a  la  Sierra  Nevada  de  Santa  Marta  en  1876.  Bogotá:  Imprenta  

Nacional.  pág.  21  

  27  

tierra donde se levantan montes de este leño, y del valle de Upar hacia la Nueva

Valencia, sigue el camino real por entre montes de árboles del Brasil (…)se corta en los

montes de un pueblo llamado Moreno, y del valle de Upar”81

Mapa 10

Detalle de mapa de proyecto para un camino que una Valledupar con Santa Marta,

1767, en el que se ven las ciudades de Valledupar y Valencia rodeadas de bosques y

llanuras. También se alcanza a ver un corral.

Como mencioné en el capítulo anterior, este tinte tenía una gran demanda en Europa;

demanda que era suplica casi exclusivamente por medio de contrabando. Sin embargo,

después del Reglamento de Comercio Libre, hubo intentos desde el gobierno Virreinal

por participar en el lucrativo negocio. Con este reglamento se suspendió el monopolio

del puerto español de Cádiz para la recepción de mercancías desde las colonias, se

disminuyeron o eliminaron varios impuestos al comercio y se permitió el comercio

intercolonial y con colonias de naciones aliadas como Francia82. Por eso entre 1784 y

1789 El Virrey Antonio Caballero y Góngora intentó organizar un monopolio de palo de

Brasil para financiar la campaña militar en el Darién, lo que implicaba que se fomentaba

y centralizaba el corte y acopio de esta madera en varias bodegas administradas por el

gobierno español83.

La mayor explotación de palo de Brasil en la región se concentró al sur de la ciudad de

Valledupar. En las poblaciones de Salguero, El Toco y Las Lajas estaban ubicadas las

factorías o lugares de corte de esta madera tintórea, que era transportada en

                                                                                                               81  Julián,  A.   (1787).   La  perla  de  América:   provincia  de   Santa  Marta.   Consultado   el   20  de   agosto  de  2012  en   la  Biblioteca  

digital  Luis  Ángel  Arango:  http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/perla/indice.htm  

82  Mcfarlane,  1997  

83  Íbid.  

  28  

embarcaciones a lo largo del río Cesar y después a lomo de mula hasta los almacenes de

la corona84. Durante el periodo en que funcionó el estanco del palo de Brasil podían

llegar a los almacenes reales más de 500 cargas mensuales de palo de Brasil proveniente

de Valledupar85. También llegaban cargas de palo de otras poblaciones de la provincia

como Pueblo Nuevo, Badillo, San Juan, Fonseca, Barrancas, Molino, Villanueva, Toco

y Rio Hacha86. Teniendo en cuenta que cada carga correspondía a 20 troncos de

aproximadamente 25kg87, una extracción mensual de 10.000 troncos o 12,5 toneladas

no es nada despreciable.

No es fácil calcular el impacto real de esta actividad sobre la cobertura del bosque en la

región. Teniendo en cuenta que este árbol tardaba más de 20 años en alcanzar el tamaño

suficiente para que su médula fuera adecuada para la elaboración de tintes y valiera la

pena cortarlo (ver imagen), me parece muy poco probable que se haya plantado.

Foto 2: Corte transversal de palo de Brasil a los 12 y a los 27 años88

Fuente: http://www.ipci-canada.org/pernambuco

                                                                                                               84AGN,  Anexo,  Administración  de  aduanas,  caja  1-­‐carpeta1,  ingresos  y  egresos,  ff.1-­‐190  

85  AGN,  Real  hacienda-­‐cartas,  legajo  21,  ff.  744-­‐755.  En  las  cuentas  de  los  reales  almacenes  se  registra  el  ingreso  de  3914  

cargas  en  los  primeros  6  meses  de  1789.  

86  AGN,  Anexo,  Real  Hacienda,  legajo  31-­‐carpeta  2,  cuentas  de  cargo  y  data  

87  Ingresos  palo  de  Brasil  en  España,  en  AGI,  Audiencia  de  Santa  Fe,1212  

88  A  medida  que  crece,  la  médula  del  árbol  va  aumentando  su  tamaño  y  adquiriendo  un  tono  más  intenso.  Por  esto  tarda  por  

lo  menos  20  años  para  alcanzar  su  edad  “útil”  para  la  extracción  del  tinte.  

  29  

Lamentablemente no hay documentos que describan la forma en que se cortaba el palo

de Brasil ni la forma en que afectaba al resto del bosque. La única referencia al respecto

que he encontrado en fuentes primarias es la del funcionario español Antonio Narváez y

la Torre quien, preocupado por la conservación del árbol hacia finales del siglo XVIII,

decía: “…sin embargo de que hay montes abundantísimos de él, he encargado el

cuidado de su renovación por el mucho que se consume, y de que no se corte el que

renace” 89. Por ahora podemos comparar esa visión de “abundantísimos montes” con el

paisaje transformado y eminentemente llano del Valle del río Cesar actual, en el que

escasamente se encuentran ejemplares de palo de Brasil90 y la cobertura de bosque es

limitada, como vimos en los mapas de Etter y Pizano y García.

Dando un salto en el tiempo hasta la década de 1870, el viajero francés Luis Striffler

describe cambios en el paisaje al momento de su llegada a Valledupar que se relacionan

con el corte de grandes cantidades de árboles. Asegura que el cause del río Cesar se

divide en dos brazos debajo de Valledupar, pero no por causas naturales, sino debido a

“un desmonte desconsiderado que se hizo, habiéndose obstruido con los troncos de los

árboles”91. Teniendo en cuenta el auge de la extracción de palo de Brasil en el último

par de décadas del siglo XVIII; y además que el transporte de los troncos que se

cortaban se hacía moviéndolos en los ríos, se puede pensar que algo tuvo que ver con el

desmonte desconsiderado del que habla Striffler. La ubicación, “debajo de Valledupar”,

coincidiría además con la de algunos de los pueblos donde más se extrajo esta madera.

Vale la pena nombrar un dato que señala también, Striffler. Menciona que menciona al

suroccidente de Valledupar, vio algunas cargas de palo de Brasil listas para ser llevadas

a Riohacha en el caserío de Los Corazones,. (Striffler, 1876, pág. 209). Acá llama la

atención que se lleve palo de Brasil hacia Riohacha, teniendo en cuenta que este se

extraía en abundancia en el pueblo de Moreno, que es mucho más cercano a este

puerto. Esto puede verse como un indicio de que ya no se extraía palo de Brasil en las                                                                                                                89  (Múnera,  1994,  págs.  40-­‐41).  

90  Rey   Sinning,   E.   (2010).   Tesis   para   optar   por   el   título   de  Maestría   en  Historia   de   Colombia:   De   la   liturgia   católica   a   la  

liturgia   republicana:   fiestas   e   imaginarios   políticos   en   la   Santa  Marta   del   siglo   XIX.   Cartagena:   Universidad   Pedagógica   y  

Tecnológica  de  Colombia,  Universidad  de  Cartagena.p.  34.    

91  Striffler,  L.    El  río  Cesar:  Relación  de  un  viaje  a  la  Sierra  Nevada  de  Santa  Marta  en  1876  ,  Bogotá:  Imprenta  Nacional,  

1986:  pág.  21.  

  30  

cercanías de Riohacha y la disminución del bosque en La Guajira que se mencionó en el

capítulo anterior puede ser uno de los motivos.

Pero el corte del palo de Brasil era sólo una de las preocupaciones de la Corona

relacionadas con los bosques en la región del Cesar. La gran cantidad montes, no en el

sentido de elevaciones o montañas como lo comprendemos ahora, sino en el de bosques

de espesa vegetación, tenían la connotación de ser sitios de refugio y escape, y de estar

fuera de la autoridad real y eclesiástica92. Esta percepción no carecía de fundamento: los

indígenas chimila que habitaban en los montes de la región habían logrado crear un

miedo generalizado en los habitantes españoles de la región. Por ejemplo, según

Antonio Julián, los Chimilas eran “(...) corsarios, inquietos, crueles, y traidores... el

terror de los que navegan el río Magdalena, tienen siempre en consternación y susto a

los que viajan por la provincia”93. Por su puesto, hay que tener en cuenta que los

chimila estaban defendiendo un territorio que ocupaban mucho antes de la llegada de

los españoles, pero la percepción generalizada hacia ellos era muy negativa.

Estos bosques plagados, no sólo de recursos madereros, sino también de “corsarios

crueles y traidores”, fueron objeto de una serie de campañas en la segunda mitad del

siglo XVIII para fundar nuevas poblaciones españolas y combatir a los chimilas94. Este

esfuerzo por desplazar las fronteras hizo parte de un proyecto de mayor escala de

pacificación y colonización que incluía a la mayoría de colonias españolas y era

impulsado desde la Metrópoli por el mismísimo Carlos III y su ministro José de

Gálvez95. Algunas de las campañas exitosas, no sin antes pasar por múltiples fracasos,

se llevaron a cabo en territorio Chimila y lograron la fundación de varias poblaciones96.

En estos verdaderos procesos de colonización participaban tres tipos de actores:

religiosos misioneros, militares y sobre todo muchos pobladores de todos los

                                                                                                               92  (Herrera,  2007,  pp.  44-­‐53)  

93  Julián,  1787  

94  Rey  Sinning,  Edgar.  “Resistencia  chimila:  ni  aniquilados,  ni  Vencidos”,  Palabra  10,  agosto  de  2009.  

95  Kuethe,  A.  J.  (1978).  Military  Reform  and  Society  in  New  Granada,  1773-­‐1808.  Gainesville:  University  of  Florida.  Pág.  117  

96  (Múnera,  1994,  págs.  119).  

  31  

estamentos, que ayudaban a hacer contrapeso a la población indígena, desmontando y

preparando la tierra para cultivos y ganado97.

Y más que el palo de Brasil, el ganado parecía ser la principal preocupación y motivo

para ampliar la frontera española. Según Sourdis, el ganado fue el producto de mayor

peso en le desarrollo de la economía y el mercado interno en el Caribe. Cartagena, la

ciudad clave de la Corona española en la Nueva Granada se surtía de hatos ubicados en

los alrededores de Mompox y en la provincia de Santa Marta, que incluía a Valledupar,

específicamente entre Valencia de Jesús y Chiriguaná, y el sur de la Guajira. Por esta

razón no se podía descuidar el abasto permanente de reses y carne seca para la ciudad

más importante de la región98.

Según Antonio Narváez y Latorre, mariscal de Campo de los Reales Ejércitos de la

Provincia, de Valledupar “se pueden sacar en cada año 4 o 6 mil novillos que valen de 5

a 6 pesos, y 300 a 400 mulas a 25 pesos”99. Se tiene además registro hacia finales del

siglo XVIII de la existencia de 152 haciendas de diversos tamaños en la jurisdicción de

Valledupar y Pueblo Nuevo, que tenían una capacidad de cerca de 56.000 vacunos 100.

Teniendo en cuenta que actualmente en la ganadería extensiva se necesita de por lo

menos una hectárea por cabeza de ganado101, podemos pensar en que había por lo

menos 50.000 hectáreas dedicadas a la ganadería en sólo en la región del Valle del río

Cesar.

Esto, claro esta, teniendo en cuenta sólo la ganadería legal que estaba destinada al

mercado interno. Aunque la mayoría de la producción gravitaba alrededor de la

demanda de Cartagena, si se tiene en cuenta el contrabando que iba dirigido a

extranjeros, la cifra puede aumentar. Los ganados para el contrabando se llevaba hasta

                                                                                                               97  Kuethe,  1978,  pág.  133  

98  Sourdis,  1996  

99  Narváez  y  la  Torre,  A.  ((1778)1965).  Escritos  de  dos  economistas  coloniales  :  don  Antonio  de  Narváez  y  la  Torre  y  don  

José  Ignacio  de  Pombo.  Bogotá:  Banco  de  la  República.  

100  AGN.  Colonia:  Abastos,  tomo  12,  ff.  672-­‐685.    Tomado  de  Sourdis,  1996  

101  http://fedegan.org.co//plan-­‐estrategico-­‐de-­‐la-­‐ganaderia-­‐colombiana-­‐2019  y  Integración  de  las  actividades  forestales  

con  la  ganadería  extensiva  sostenible  y  la  restauración  del  paisaje  de  Z.  Calle,  E.  Murgueitio  y  J.  Chará.  En  

http://www.fao.org/docrep/017/i2890s/i2890s06.pdf      

  32  

Riohacha por un camino que salía de Soldado, en Valledupar, donde se vendía a los

ingleses. En este contrabando había muchos funcionarios y españoles implicados, pero

siempre se culpó únicamente a los indios guajiros. Sourdis menciona por ejemplo que

hacia 1801 hubo una escasez de ganado en Cartagena y se culpaba al gobernador de

Santa Marta que estaba obligando a los momposinos que tenían hatos en su jurisdicción

a vender una porción a la ciudad de Valledupar. El gobernador argumentaba una

escasez en Valledupar también, pero en realidad lo que hacía era vender el excedente a

los ingleses. A parecer se sacaron más de 6mil reses de esta manera102.

Ahora bien, ¿todo este ganado se criaba mediante el desmonte del bosque seco? Según

Van Ausdal no, porque en esta región la ganadería se desarrolló principalmente en

praderas naturales hasta bien entrado el siglo XIX y el auge de la ganadería y su presión

hacia los bosques de tierra caliente comenzó alrededor de 1850”103. Sin embargo, a

partir de un proceso de población, desmonte y creación de hatos que se llevó a cabo en

Chiriguaná, quiero mostrar que por lo desde mediados del siglo XVIII la ganadería se

hizo a costa del bosque, en especial del bosque seco; y que la fecha de 1850, como

inició de presión sobre los bosques se puede correr casi un siglo hacia atrás.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que las condiciones en que se desarrolla el

bosque seco, que son una combinación entre baja altitud (0-1000m), temperaturas

promedio altas (17°-35°C), precipitación anual de entre 700 y 2000 mm y uno o dos

periodos de sequía al año104, lo ha hecho coincidir con zonas históricas de ampliación de

la frontera agropecuaria105. En segundo, como mencioné anteriormente las temporadas

secas ayudan a combatir las plagas y la maleza y a desacelerar la degradación de los

suelos causada por la continua lluvia, lo que facilita el desarrollo de muchas actividades

económicas tropicales como la cría de ganado y gallinas, y la siembra de algodón, arroz,

frijoles, , y pastales106. Es decir, que había condiciones para expandir los potreros a

costa de los bosques desde antes del siglo XIX.

                                                                                                               102  Sourdis,  38-­‐48  

103  2009,  pág.  148  

104  Instituto  Von  Humboldt  (1998)  

105  Pizano  y  García,  2014  

106  (Janzen,  1988)  

  33  

Teniendo esto en cuenta, veamos el caso de Chiriguaná. En el año 1800 se desata un

pleito unas sabanas en Chiriguaná entre un hacendado y un grupo de libres que

aparentemente poblaron sin permiso los terrenos de su hacienda. Según el documento,

libres y gente esclavizada fueron empleados a principios del siglo XVIII por el fundador

de la hacienda “San Antonio del Dividivi” en “los desmontes y limpieza del terreno y

defendiéndolo de las invasiones de los indios bárbaros…”107 . No se especifica el

número de personas empleadas, pero si se dice que fue una gran cantidad que trabajó

por un largo tiempo, lo que coincide con lo planteado por Van Ausdal para el siglo XIX:

desmontar un terreno no era fácil ni barato108.

Después del proceso de desmonte, muchos se quedaron en esos nuevos terrenos y

comenzaron a armar sus ranchos e incluso a levantar pequeños hatos. Para 1803, un

censo en el sitio de Chiriguaná muestra que sus habitantes poseían 7.057 cabezas de

ganado vacuno y 3.717 (caballos, yeguas, burros), 3000 cerdos y 350 ovejas, todo esto

acompañado de actividades agrícolas que incluían plátano, cacao, maíz, arroz y

trapiches de caña109. Además de esta descripción detallada del proceso de desmonte, el

pleito cuenta con un mapa del sitio de Chiriguaná, en donde se ve la hacienda de San

Antonio del Dividivi y la “sabana del dividivi”.

                                                                                                               107  AGN,  tierras  del  Magdalena,  132,  f.  415v.  Tomado  de  Sánchez,  2011  págs.  129-­‐138  

108  Van  Ausdal,  2009  

109  AGN,  Tierras  del  Magdalena,  132,  ff.  193-­‐194.  El  documento  esta  fechado  en  Chiriguaná  el  día  23  de  diciembre  de  1803  

 

  34  

Mapa 11

Tierras del hato de San Antonio de Dividivi 1789– AGN, MAPOTECA:SMP.4,REF.128A.

El mapa nos muestra a la izquierda un brazo del río Cesar y algunas filas de árboles que

irrumpen en una gran sabana. Aaunque es posible que hubiera praderas naturales, el

nombramiento de procesos de desmonte y “limpieza” de los bosques de la región

sugiere otra cosa para este caso. Por supuesto no hay una descripción del tipo de bosque

que desmontaron los esclavos, pero el nombre de la hacienda “San Antonio del

Dividivi” es bastante sugerente sobre el tipo de paisaje que existió cuando se fundó: un

bosque seco con árboles de dividivi. Este es un caso excepcional por la completa

documentación escrita y cartográfica que se encuentra, pero al revisar otros mapas me

gustaría plantear la hipótesis de que no fue un proceso aislado.

  35  

Aunque en el mapa de San Antonio no es muy notorio, en el siguiente plano se puede

ver la estructura de las haciendas, que en general estaban compuestas por bosques,

cultivos y pastos, con fronteras muy evidentes. En el siguiente plano, por ejemplo, se ve

una propiedad que tiene dos ranchos, plantaciones de maíz, “playones” donde pueden

pastar las bestias y una porción considerable de un denso bosque.

Mapa 12

Valencia de Jesús: Río César y Caño de la Despensa, 1798 – AGN, MAPOTECA:SMP.4,REF.508A

  36  

En el plano anterior no es claro si esos playones eran naturales o habían sido resultado

del desmonte, pero en los siguientes, que mapean un terreno mayor, las cosas se ven

diferentes. En estos planos aparecen varias haciendas situadas a partir del eje de los ríos,

que cumplían la función que cumplen actualmente las vías de comunicación. En este

primer plano, por ejemplo, vemos la ubicación de las propiedades alrededor de los ríos

Cesar y Guatapurí. Las zonas marcadas con líneas rectas son las fronteras de las

haciendas, que terminan donde empiezan los montes y palotales Realengos, es decir,

una especie de baldíos que pertenecían a la Corona.

Mapa 13

Tierras en los ríos Cesar y Garupar, 1784 – AGN, MAPOTECA:SMP.4,REF.360A

En este plano la división entre llanos y montes es mucho más caprichosa que en el

anterior y hace más difícil creer que las haciendas no se hicieron a expensas de los

bosques que las rodean. En el siguiente plano, se muestra esquemática, pero más

evidente, la manera en que las haciendas y específicamente los potreros se fueron

  37  

desarrollando hacia adentro de los bosques, teniendo como eje los ríos. Se muestra el río

Guatapurí en la mitad, y de su ronda salen potreros que aparentan pequeñas islas en un

mar de cerros.

Mapa 14

Valledupar: Tierras del Potrero de Valerio, 1806 – AGN, MAPOTECA:SMP.4,REF.510A

Al ver este desarrollo esquemático de los potreros hacia el interior de los bosques, no

puedo evitar recordar los patrones de deforestación modernos en las grandes selvas del

Amazonas, que se hacen evidentes en fotografías satelitales como la siguiente.

  38  

Foto 3: Patrones de forestación

Tomada de “Fotos de deforestación en América Latina”,

http://www.mongabay.com/images/external/2006/satellite/sat_braz_101.jpg

En la actualidad, estos patrones se crean a partir de un eje principal de deforestación, del

que salen “brazos” que se van ampliando hasta unirse y convertirse en zonas

agropecuarias. En los mapas que he mostrado, los ríos Cesar, Guatapurí y Garupal, entre

otros, sirven de eje para los “brazos” de las haciendas que se convirtieron en potreros.

No es descabellado plantear que estos brazos pueden haberse unido en las siguientes

décadas y hayan sido percibidos como llanuras “naturales”.

Hablando de la segunda mitad del siglo XIX, Van Ausdal, menciona estas llanuras y

documenta muy bien un rápido crecimiento de la ganadería y la presión sobre los

bosques de las tierras calientes, a partir de una revolución tecnológica que estuvo

relacionada con la llegada del alambre de púas, nuevas especies de pastos y razas de

  39  

ganado introducidas110. Con este capítulo, más que debatir sus hipótesis sobre cómo se

desarrolló la actividad ganadera, quise mostrar que en la región del Valle del río Cesar,

la combinación ganadería y extracción de maderas tintóreas generó una presión sobre el

bosque seco que precedió al periodo estudiado por Van Ausdal; y que los patrones de

desmonte del siglo XVIII pueden haber servido de base proceso de acelerada

potrerización de los bosques que señala dicho autor.

 

Conclusiones  

A lo largo de este escrito vimos dos casos de desmonte del bosque seco en el Caribe

colombiano: La Guajira y el Valle del río Cesar. Al compararlos podemos ver una

diferencia en el tipo de actores que dominaron las actividades económicas basadas sobre

recursos forestales: mientras que en la Guajira los indígenas guajiros manejaron grandes

cantidades de ganado y palo de Brasil para la exportación fuera del control español; en

el Valle la transformación del paisaje estuvo en manos pobladores de todos los

estamentos, pero en general bajo el impulso de funcionarios españoles. El impacto en el

paisaje de cada una de las actividades analizadas también es diferente. En La Guajira,

por ejemplo, la ganadería no se hizo necesariamente a costa de bosques como en el

Valle, pero sí pudo haber tenido impacto sobre los procesos de desertificación de los

suelos de las llanuras naturales. En cuanto a la extracción del palo de Brasil, en la

Guajira es bastante probable que haya hecho desaparecer porciones enteras de bosque

seco; y en el Valle, con una cobertura boscosa tan densa, parece haber hecho parte dlel

proceso de desmonte ligado a la actividad ganadera.

Con este artículo, además de describir algunos procesos tempranos de desmonte del

bosque seco tropical en el Caribe colombiano, busqué también poner en evidencia la

importancia de tener en cuenta la materialidad de la naturaleza en los estudios sobre

cambios de paisaje e Colombia, como ha sido señalado recientemente por Leal y Van

Ausdal111. Con ese objetivo en mente mostré algunas particularidades del bosque seco

tropical que ayudan a comprender mejor su relación con la ganadería y la extracción de                                                                                                                110  Van  Ausdal,  2009  

111  Van  Ausdal  y  Leal,  2014  (en  prensa)  

  40  

maderas tintóreas. En primer lugar, la ubicación de este bosque en tierras bajas lo ha

hecho coincidir con algunas zonas históricas de ampliación de la frontera agropecuaria

en Colombia112. En segundo lugar, el bosque seco pierde su follaje durante los periodos

secos del año, lo que lo ha llevado a desarrollar medios químicos de defensa como la

producción de taninos para proteger sus hojas de herbívoros y hongos113. Sin embargo,

algunos de esos taninos sirven también como materias primas en procesos de tintura de

textiles y curtiembre de cueros, por lo que, aunque logran defender a los árboles de

herbívoros y hongos, representan un elemento atractivo para otros depredadores: los

humanos. En tercer lugar, las temporadas secas desestimulan la llegada de plagas, lo

que facilita la producción agrícola. Por último, el bosque seco presenta cierta facilidad

para ser deforestado por medio e quemas y de su quema resultan en general aptas para

actividades ganaderas114.

En esa misma línea, espero que el trabajo haya mostrado que hay fuentes escritas

disponibles para ver el estado de paisajes pasados y también que existe una variedad

importante de fuentes cartográficas son un complemento importante. En cuanto a los

mapas presentados, mi intención fue hacer uso de las herramientas visuales de la

cartografía del siglo XVIII para poner en manifiesto la visión de la época sobre los

paisajes. Por último, que el trabajo sea un llamado a analizar y comprender mejor el

impacto histórico y ambiental de procesos de gran escala como la ganadería que, según

Etter, ocupa el 75% de los paisajes transformados en el país115; así como de procesos de

impacto local como la extracción de maderas tintóreas, que no ha sido estudiada en

Colombia.

                                                                                                               112  Pizano  y  García,  2014  

113  (Díaz  Merlano,  2006)  

114  (Janzen,  1988)  Pizano  y  García,  2014  

115  Etter  et  al,  2008  

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