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Ximo CompanyBorja Franco

Iván Rega Castro(Eds.)

Un juego de espejos en la temprana Edad Moderna

BRAMANTE EN ROMA, ROMA EN ESPAÑA

CAEM ARTE. PUBLICACIONESEl “Centre d’Art d’Època Moderna” de la Universitat de Lleida y el Grupo de Investigación Consolidado reconocido por la Generalitat de Catalunya “Art i Cultura d’Època Moderna” disponen de una línea editorial bautizada CAEM Arte. Publicaciones, dependiente del catálogo general de Edicions i Publicacions de la Universitat de Lleida. Estos asumen un compromiso de calidad y rigor en la producción científica que trasladan a CAEM Arte. Publicaciones; siendo así, establecen un sistema de arbitraje en forma de evaluación por pares independientes y revisión por un consejo de redacción y un consejo asesor compuestos por investigadores/as nacionales e internacionales pertenecientes a las especialidades correspondientes.

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UNIVERSITAT DE LLEIDA. SERVEI DE BIBLIOTECA I DOCUMENTACIÓ. DADES CIPBramante en Roma, Roma en España : un juego de espejos en la temprana Edad Moderna / Ximo Company, Borja Franco, Iván Rega Castro (eds.). Lleida : Centre d’Art d’Època Moderna (CAEM) : Edicions de la Universitat de Lleida, cop. 2014. – 240 p. : il. ; cm.

ISBN 978-84-8409-638-2I. Company, Ximo II. Franco, Borja III. Rega Castro, Iván 1 Bramante, Donato, 1444?-1514 2. Arquitectura del Renaixement - Itàlia

72Bramante, Donato

Director Ximo Company Climent, Universitat de Lleida

Secretaría De reDacción

María Antonia Argelich Gutiérrez, Universitat de LleidaGemma Avinyó Fontanet, Universitat de LleidaMarc Ballesté Escorihuela, Universitat de Lleida

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conSejo De reDacción

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conSejo aSeSor

Daniele Benati, Università di BolognaJosé Manuel García Iglesias, Universidade de Santiago de CompostelaNicola Jennings, The Courtauld Institute of Art, LondresVíctor Mínguez Cornelles, Universitat Jaume I de CastellóJuan M. Monterroso Montero, Universidade de Santiago de CompostelaCarmen Morte García, Universidad de ZaragozaMauro Natale, Université de GenèveGenaro Toscano, Université de Lille 3

Esta publicación, como el resto de los originales publicados bajo el sello CAEM Arte. Publicaciones, están sometidos a un proceso de evaluación por pares (peer review), que son siempre expertos nacionales e internacionales ajenos a la Universitat de Lleida y al Grupo de Investigación Consolidado de la Generalitat de Catalunya “Art i Cultura d’Època Moderna”.

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Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación sin la autorización expresa de los autores o editores de la misma.

ÍNDICEPRESENTACIÓN.............................................................................................................................................7

El poder del mito. Construcción y deconstrucción del universo bramantesco a través de su historiografía. A modo de introducciónBorja Franco.....................................................................................................................................................10

I PARTE

Bramante, el Papa Alejandro VI y la Comunidad Española en RomaXimo Company...............................................................................................................................................26

Bramante nella Roma di Alessandro VI, tra mecenatismo spagnolo e committenza “all’antica”Micaela Antonucci..........................................................................................................................................78

La Iglesia de Santiago de los Españoles en Plaza Navona: una historia a través del dibujoStefania Albiero...............................................................................................................................................92

Ecos y recovecos de los judeoconversos en la iglesia nacional de Santiago de los Españoles en Roma (siglo XVI)James W. Nelson Novoa...............................................................................................................................112

II PARTE

El templete de San Pietro in Montorio de Bramante: intereses de fundación y reproducción, y algunas paradojas resultantesLuis Arciniega García...................................................................................................................................128

Viajes de ida y vuelta. La recepción del Renacimiento en ValenciaMercedes Gómez-Ferrer...............................................................................................................................160

Reflejo y contrarreflejo: la recepción y asimilación del modelo arquitectónico bramantesco en CataluñaCarme Narváez.............................................................................................................................................184

Las dos caras de Jano: apostillas a Alonso Berruguete y Juan de Castillo, junto con algunas notas sobre la fortuna de Bramante en la Península IbéricaIván Rega Castro...........................................................................................................................................206

BIBLIOgRAfíA..........................................................................................................................................223

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Ecos y recovecos de los judeoconversos en la iglesia nacional de Santiago de los

Españoles en Roma (siglo XVI)

James W. Nelson Novoa*

Desde que comenzaron a surgir en el siglo XIV las iglesias de las las distintas comunidades en Roma –vinculadas casi siempre a un hospicio para los peregrinos de cada nación que pasaban por la Ciudad Eterna– fueron el escenario de estrategias de afianzamiento social tanto de parte de individuos como de grupos, dentro de las respectivas agrupaciones nacionales. Tal estructura tenía un doble fin: por una parte estaba dirigida a los ciudadanos que se hallaban en la ciudad de paso, brindando asistencia y ayuda; y por otra parte pretendía ser la institución que aglutinaba el grupo nacional dentro de la Urbe. La gestión de tal entidad exigía la presencia de administradores, de miembros del clero, de personas con una presencia más o menos estable en Roma y que se encontraban allí para algún motivo profesional que les permitía vincularse de manera activa a la cotidianidad de la vida de la iglesia nacional.

Nuestro propósito es sacar a la luz la presencia de unos individuos ibéricos que residieron, en Roma durante periodos diferentes entre finales de siglo XV y XVI. Todos tuvieron una herencia particular y problemática, eran españoles y portugueses descendientes de judíos convertidos a la fe cristiana, un origen particular que conllevaba la sospecha por la naturaleza de sus prácticas religiosas. Algunos de los individuos que harán acto de presencia en estas páginas fueron altos miembros del clero, médicos, mercaderes y banqueros, estuvieron vinculados directamente a la iglesia nacional de los castellanos de Santiago y Ildefonso de los españoles. En algunos casos, la presencia de otros fue más sugerida que real, ligando, de alguna manera, la iglesia y la comunidad durante su estancia en Roma (Fig. 1). En otros su paso por la Ciudad Eterna fue corto, limitándose tan solo a algunos años. En un tercer grupo podríamos incluir aquellos para los que Roma fue la ciudad en la cual se afincaron hasta la muerte. Todos, sin embargo, vieron en Roma la sede de la Iglesia Católica, la corte de un soberano, el Papa, y la capital de un estado, los Estados Pontificios, el lugar donde podían optar por afirmarse como cristianos de fe indiscutible.

La iglesia nacional de Santiago y de San Ildefonso de los Españoles, el hospital de la nación castellana en Roma puede trazar su establecimiento en la segunda mitad del siglo XV, gracias al arzobispo de Ciudad Rodrigo, Alfonso de Paradinas (fallecido en 1485).1 A partir de esa fecha la comunidad castellana y leonesa en Roma podía contar con una institución de referencia, dotada, a partir de 1470, de estatutos propios2 y de 1491 con una estructura gobernativa que suponía la existencia de la figura de un rector o protector de la iglesia, del hospital y sus bienes que había de ser un clérigo, quien podía contar con la ayuda de dos representantes de la comunidad y una asamblea general de la nación castellana en Roma,

* El Dr. James W. Nelson Novoa es actualmente investigador postdoctoral contratado por la Fundação para a Ciência e a Tecnologia de Portugal, vinculado a Cátedra de Estudos Sefarditas Alberto Benveniste en la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa.

Nota del autor: Es preciso agradecer a los colegas Ana Isabel López Salazar Codes, Iván Rega Castro y Borja Franco la ayuda ofrecida para mejorar este texto.

1 Sobre los orígenes de las iglesias nacionales de España en Roma véase Fernández alonso, Justo: “Las iglesias nacionales de España en Roma. Sus orígenes”, Anthologica Annua, núm. 4, 1956, pp. 9-96. Sobre el hospital de Santiago en el mismo periodo véase Vaquero piñero, Manuel: “L’ospedale della nazione castigliana in Roma tra medioevo ed età moderna”, Roma moderna e contemporanea, núm. 1, 1993, pp. 57-81.

2 Fernández alonso, Justo: “Las iglesias nacionales de España en Roma...”, op. cit., pp. 40-42

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siendo don Bernardino López de Carvajal (1455-1523), a la sazón embajador de los Reyes Católicos en Roma, su primer gobernador.3

La erección de estas estructuras eclesiásticas en Roma coincidía con un momento tumultuoso en España, de profundos cambios tanto en sus instituciones como en la manera en que se presentaba al mundo, Roma siendo, claro está, el centro del mundo cristiano. Los reinados de Fernando II (1479-1516) y de Isabel (1474-1504) marcaron un antes y un después con el desarrollo de las bases de un estado cada vez más centralizado que coincidió con su expansión territorial tras el descubrimiento de América y las posesiones en el sur de Italia. Los Reyes Católicos dedicaron sus esfuerzos pues para cultivar y afianzar una imagen, sobre todo tras la toma de Granada, un evento que fue celebrado a través de Europa y muy especialmente en Roma, de ellos como la salvaguardia de la cristiandad, empleando humanistas como Fray Hernando de Talavera, Antonio de Nebrija y Bernardino de Carvajal para elaborar un discurso que presentaba a España como una nación empeñada en el proyecto de la cruzada nacional contra el enemigo musulmán y la herejía.4 Tales esfuerzos recibieron una respuesta positiva, culminando en la proclamación de ellos como Reyes Católicos por Inocencio VIII. En particular modo los monarcas se dedicaron a fortalecer tal imagen en Roma a través de una estrategia calculada de estar presente en la Ciudad Eterna a través de mecenazgo artístico, embajadas, una importante representación en la Curia romana y las dos iglesias nacionales en Roma, la de Santiago de los españoles y de Nuestra Señora de Montserrat de los catalanes y aragoneses.5

El PROBlEMA jUdEOCONVERSOUna oleada de persecuciones que tuvieron como mira las comunidades judaicas a través de España en 1391 fue, de alguna manera, el génesis del problema y luego obsesión judeoconverso. El saqueo y la destrucción de comunidades enteras tuvo como consecuencia una serie conversiones a la fe cristiana de parte de judíos que, en algunos casos, veían en el cambio de fe una manera de evitar la muerte y la persecución, en otros, tomando conciencia de la precariedad de su situación en la España cristiana vieron en la conversión un modo de salir de la marginalidad y de afianzar su posición en la sociedad.6 A la par de

3 Ibídem, pp. 46-48.4 ianuuzzi, Isabella: El poder de la palabra en el siglo XV: Fray Hernando de Talavera, Salamanca, Junta de Castilla

y León, 2009, pp. 449-463.5 Sobre la imagen de España en Roma forjada por los Reyes Católicos véase Fernández de CórdoVa miralles,

Álvaro: “Imagen de los Reyes Católicos en la Roma pontificia”, En la España Medieval, 28, 2005, pp. 259-354. Ibíd. Alejandro VI y los Reyes Católicos. Relaciones político-eclesiásticas (1492-1503), Roma, Edizioni Università della Santa Croce, 2005. nieto soria, José Manuel: “La política eclesiástica de los Reyes Católicos durante el pontificado de Alejandro VI”, De València a Roma a través dels Borja. Congrés conmemoratiu del 500 Aniversari de l’any jubilar d’Alexandre VI (València, 23-26 de febrer de 2000), Valencia, 2006, pp. 91-112. dandalet, Thomas James: Spanish Rome 1500-1700, New Haven, Yale University Press, 2001. Sobre las iglesias nacionales véase Fernández alonso, Justo: “Las iglesias nacionales de España en Roma...”, op. cit., pp. 9-96.

6 mitre Fernández, Emilio: Los judíos en Castilla en tiempo de Enrique III: el pogrom de 1391, Valladolid, Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Cultural, 1994. baer, Yitzhak: Historia de los judíos en la España cristiana, trad. José Luis Lacave, Barcelona, Riopiedras, 1998, pp. 95-110. roth, Norman: Conversos, Inquisition and the Expulsion of the Jews from Spain, Madison, The University of Wisconsin Press, 2002, pp. 22-47.

1. [página anterior] Vista del paisaje urbano entre la Via dei Pellegrini y Piazza Navona (con San Giacomo degli Spagnolien), a finales del siglo XVI. Detalle del grabao de Antonio Tempesta, Pianta di Roma, 1593.

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este movimiento de conversión, que habría hecho de ello, cristianos a todos los efectos, pesaba la sospecha de que, en realidad tales conversiones no fuesen, en muchos casos, sinceras. El odio anti-judaico, tan presente a nivel popular y fomentado y alimentado por miembros del clero durante el periodo medieval, hacía que ni siquiera estas conversiones pudieran bastar.7 La acusación de marranismo, una palabra a que se ha atribuido varios orígenes, referida a cómo los judeoconversos conservaban rasgos de la práctica de la fe judaica cuando no eran, de hecho, judíos encubiertos viviendo bajo la apariencia de la cristiana, les seguía de manera insistente.8 El siglo XV vio el ascenso social de un número conspicuo de judeoconversos quienes llegaron a adentrarse en los rangos de la Iglesia, la corte, la administración pública, las finanzas y la enseñanza universitaria, un hecho que provocó no poco malestar, resentimiento y envidia en la sociedad española del momento.9

La presencia considerable de judeoconversos en las altas esferas de la sociedad, supuesto o real, quienes fueron sospechados de inducir otros conversos a mantener, de alguna manera, vivas, ciertas prácticas judaicas y el temor de la participación de de éstos en una suerte de quinta columna, sino aliados con el mayor enemigo del mundo cristiano del momento, los otomanos, hizo que importantes miembros de la corte y de la Iglesia exigían una respuesta. Tal respuesta cobró forma de tribunal con la Inquisición, bajo amparo y gestión real. Fue concedido a Fernando e Isabel por el papa Sixto IV (1414-1484) en gran parte para combatir la herejía que creaba peligro en sus reinos y sobre todo el marranismo, en la bulla Exigit sincerae devotionis affectus del 1 de noviembre 1478.10 En poco tiempo se sentaron las bases de tribunales inquisitoriales en localidades como Sevilla (1480), Córdoba (1482), Ciudad Real y Jaen (1483), Toledo (1485), para luego extenderse a Aragón en 1484.11 Los tribunales eran enteramente autónomos, bajo la tutela de la Consejo de la Suprema y General Inquisición, creada en 1483, con su primer gran inquisidor Tomás de Torquemada (1420-1498).

7 Sobre la presencia judaica en España durante el periodo medieval véase Baer, Yitzhak: Historia de los judíos..., op. cit. Castro, Américo, España en su Historia. Cristianos, moros y judíos, Buenos Aires, 1948. amador de los ríos, José: Historia social, política y religiosa de los judíos en España y Portugal, Madrid, Imprenta de T. Fortanet, 1875-1876.

8 Sobre los origines del término véase el clásico trabajo de Farinelli, Arturo: Marrano (storia di un vituperio), Gimebra, Leo S. Olschki editeur, 1925. Los trabajos sobre los marranos son abundantes. Citamos tan solo los siguientes: netanyahu, Benzion: The Marranos of Spain: from the late 14th to the early 16th century, according to contemporary Hebrew sources, Ithaca, Cornell University Press, 1999. roth, Cecil: A History of the Marranos, Philadelphia, The Jewish Publication Society, 1959. roth, Norman: Conversos, Inquisition..., op cit. benito ruano, Eloy: Los orígenes del problema converso, Madrid, Real Academia de la Historia, 2001.

9 roth, Norman: Conversos, Inquisition..., op cit., pp. 117-156, 10 El texto de la bula se encuentra en llorCa, Bernardino: Bulario pontificio de la Inquisición española en su periodo

constitutional (1478-1525) según los fondos del Archivo Histórico Nacional de Madrid, Roma, 1949. Para los orígenes del tribunal véase netanyahu, Benzion: The Origins of the Inquisition in Fifteenth-Century Spain, Nueva York, 1991. Para la historia del tribunal de la Inquisición véase llorente, José Antonio: Historia crítica de la Inquisición en España, Madrid, Libros Hiperión, 1981. Lea, Henry Charles: A History of the Inquisition of Spain, 3 vols, Nueva York, 1906. kamen, Henry: La Inquisición española: una revisión histórica, The Spanish Inquisition, Barcelona, Editorial Crítica, 2005. pérez, Joseph: La Inquisición española. Crónica negra del Santo Oficio, Madrid, Martínez Roca, 2005. garCía CárCel, Ricardo, Orígenes de la Inquisición Española. El tribunal de Valencia, 1478-1530, Barcelona, Península, 1976.

11 Para el periodo fundacional de los tribunales en España véase meseguer Fernández, Juan: “Fundación y crisis diplomática”, en Historia de la Inquisición en España y América, Madrid, Centro de Estudios Inquisitoriales, 1984, pp. 231-293.

Tal medida no se siguió con completa unanimidad y naturalmente uno de los grupos que protestaron fueron los judeoconversos mismos. Poco tiempo después de la introducción del tribunal en Sevilla éstos aprovecharon para enviar a Roma procuradores o representantes para protestar contra la arbitrariedad y la injusticia del funcionamiento de la justicia inquisitorial en España. En un primer momento, en parte a través de sus esfuerzos consiguieron cambios en la política de Roma hacia el tribunal en España. Los primeros años del funcionamiento de los tribunales vieron una serie de bulas que supusieron un duro revés para los anhelos de los monarcas y provocaron una agria crisis diplomática entre las cortes de los Reyes y Roma durante los pontificados de Sixto IV (1471-1484) y de Inocencio VIII (1484-1492).12 Aparte hacer valer sus razones contra el funcionamiento de los tribunales en España con el fin de parar su funcionamiento los judeoconversos tuvieron a su alcance otra poderoso instrumento en Roma para protegerse contra la justicia inquisitorial: la posibilidad de apelar contra las sentencias de los tribunales al tribunal de la Cámara Apostólica, el órgano administrativo de la Iglesia Católica que tiene jurisdicción en el mundo interno y a la Penitenciaria Apostólica a la cual compete el foro interno de los creyentes.13 Los judeoconversos que acudían a Roma o que dependían de procuradores que mandaban allí podían luego ostentar las decisiones favorables de estos dos tribunales, sobre todo el de la Penitenciaria, que confirmaban la ortodoxia de sus receptores en la forma de breves que tenían que ser respetados en España.14 Aunque en la práctica a menudo tales documentos no fueron respetados su existencia fue un motivo más para enfrentamientos en los monarcas y el papado.15

dOS PRElAdOS jUdEOCONVERSOS EN ROMADos de los individuos que llevaron sus apelaciones a Roma contra las sospewchas de la herejía marrana que pesaban contra ellos y sus familias eran prelados de origen judeoconverso quienes estuvieron en Roma durante el pontificado del valenciano Rodrigo Borja (1492-1503) que fue obispo de la Ciudad Eterna con el nombre de Alejandro VI (1492-1503) Juan Arias Davila (1461-1497), el obispo de Segovia, fue a Roma en 1490 para defender el honor de su difunto padre. De origen converso, su padre, Diego Arias Dávila, fallecido en 1466, había sido contador, escribano mayor y tesorero mayor bajo Enrique IV (1425-1474), un miembro de la pequeña nobleza que fue acusado de judaizante.16 Como resultado de

12 Véase los documentos publicados en martínez díez, Gonzalo s. j.: Bulario de la Inquisición española hasta la muerte de Fernando el Católico, Madrid, Editorial Complutense, 1997, pp. 96-105, 106-109 y 110-115.

13 Sobre las apelaciones de los judeoconversos véase lea, Henry Charles: A History..., op. cit., vol. 2, pp. 104-108. Sobre el tribunal de la Penitenciaria Apostólica véase tamburini, Filippo: Ebrei, saraceni, cristiani: vita sociale e vita religiosa dai registri della Penitenziaria Apostolica, secoli XIV-XVI, Milán, 1996. jaritz, Gerhard; torstein, Gerhard; salonen, Kirsi (eds.): The Long arm of Papal authority. Late medieval Christian peripheries and their communications with the Holy See, Budapest, Central European University Press, 2005 y jaritz, Gerhard; torstein, Gerhard; salonen, Kirsi (eds.): The Apostolic Penitentiary in local contexts, et usque ad ultimum terrae, Budapest, Central European University Press, 2007.

14 lea, Henry Charles: A History..., op. cit., vol. 2, pp. 105-106 y gil, Juan: Los conversos y la Inquisición sevillana, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2000, vol. 1, pp. 99-101.

15 lea, Henry Charles: A History..., op. cit., vol. 2, pp. 107-112. 16 Fue, además regidor de Toledo, Madrid y Segovia y señor de Alcobendas, Villaflor, Casasola, San Agustín,

Pedrezuela y Villalba. Su mujer, Elvira González, fue también de origen converso. Sobre el asunto véase gonzález noValín, José Luis: “Juan Arias Dávila, obispo de Segovia y la Inquisición española”, en Segovia en el siglo XV.

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las acusaciones contra su familia por judaizantes que fueron promovidas en 1486 por Tomás de Torquemada, Dávila pidió que el caso fuese instruido por Iñigo Manrique de Lara, el obispo de Córdoba.17 Tras un periodo inicial durante el cual las denuncias contra él y su familia se recogieron el proceso empezó en 1489. Una de las sospechas fue que su padre y madre habían sido enterrados more judeorum y en un gesto que tal vez confirmó tal sospecha el obispo de Segovia mandó desenterrar sus restos.

El año siguiente, en marzo del 1490, se marchó a Roma para defender su familia contra las acusaciones que pesaban sobre ellos y contra él pues según las normas canónicas como obispo quedaba exento de la justicia inquisitorial y su caso se podía apelar directamente a Roma. Fue un viaje del cual no volvió. Se defendió ante Alejandro VI con éxito. Librado del peso de las acusaciones Arias Dávila vivió los últimos años en la Ciudad Eterna donde consiguió crear para si una modesta carrera en la corte. Acompañó al hijo de Alejandro VI, el cardenal Juan Borja como parte de la legación para la coronación de Fernando II en Nápoles en 1494 antes de fallecer en Roma en 1497, el honor de su familia intacto y habiendo podido defenderse de las acusaciones de marranismo que se extendieron a él.

Al mismo tiempo que el prelado segoviano conseguía despejar las dudas sobre su ortodoxia otro prelado castellano se encontraba en Roma, empeñado en una defensa semejante y en construir una carrera en el seno de la Curia romana. Pedro Aranda, el obispo Calahorra también hizo valer sus dignidades eclesiásticas para despejar las acusaciones de marranismo que pesaban sobre su padre, Gonzalo Alonzo. Al final no pudo contar con la misma suerte del obispo de Segovia. Tal como Arias Dávila, Aranda acudió a Roma, en torno a 1490. Un proceso se había iniciado en 1487 por el tribunal de Valladolid contra su padre que luego se extendió a él, instruido por Torquemada a petición de Fernando e Isabel.18

Al inicio del proceso Aranda era ya un personaje destacado tanto en Roma como en Castilla. Clérigo de la Cámara Apostólica desde una temprana edad en 1477 fue nombrado obispo de Calahorra y el 1482 presidente del Consejo de Castilla.19 Cuando se inició el proceso contra él y su familia la actitud fue tajante. Inocencio VIII recordó a Torquemada que la Inquisición no tenía jurisdicción sobre los obispos y que por lo tanto el caso de Aranda se podía resolver tan solo en Roma. Fue con tal fin que emprendió el camino hacia la Ciudad Eterna donde, en 1490, bajo Inocencio VIII se celebró un proceso puramente formal contra

Juan Arias Dávila obispo y mecenas, Salamanca, 1998, pp. 181-199. testuzza, Giorgio: “Fuga di un ‘marrano’? Dalla Spagna a Roma: Juan Arias Davila vescovo di Segovia (1461, 1497)”, La Rassegna Mensile di Israele, vol. 64, núm. 3, 1998, pp. 41-52. edwards, John: “Juan Arias Dávila of Segovia. ‘Judaizer’ or Reformer?”, en Cultures in Contact in Medieval Spain: Historical and Literary Essays Presented to L.P. Harvey, , Londres, King’s College Medieval Studies, 1990, pp. 71-86. Los documentos del proceso han sido publicados por Carrete parrondo, Carlos: Fontes Iudaeorum Regni Castelle III. Proceso inquisitorial contra los Arias Dávila segovianos: un enfrentamiento social entre judíos y conversos, Salamanca, 1986.

17 gonzález noValín, José Luis: “Juan Arias Dávila, obispo… op. cit., p. 183.18 Sobre el caso Aranda véase Foa, Anna: “Un verscovo marrano: il processo a Pedro de Aranda (Roma

1498)”, Quaderni storici, 99, 1998, pp. 533-551. Ibíd. “Converts and conversos in sixteenth-century Italy. Marranos in Rome” en The Jews of Italy: Memory and Identity, Meryland, University Press of Maryland, 2000, pp. 109-129. lópez martínez, Nicolás: Los judaizantes castellanos y la Inquisición en el tiempo de Isabel la Católica, Burgos, Publicaciones del seminario metropolitano de Burgos, 1954.

19 Foa, Anna: “Un verscovo marrano...”, op. cit., p. 534.

él para liberarle de qualquier sospecha de herejía. Abjuró de cualquier error tocante a la fe de la cual podía haber sido culpable y la cuestión de marranismo parecía zanjada.20 Una vez despejada tal duda comenzó una carrera brillante y prometedora en Roma. Bajo Alejandro VI en 1493 fue nombrado notario apostólico, el año siguiente nuncio en Venecia, cargo que desempeñó hasta 1497, mayordomo del Papa y Maestro del Sagrado Palacio. Su acceso al cardenalato parecía tan solo una cuestión de tiempo.21 Pocos años después, fue nombrado gobernador de la iglesia de Santiago en 1496 después de que Bernardino de Carvajal dejara su cargo. El prelado de origen judeoconverso legó su huella en la iglesia, proyectando su ampliación y empeñándose en mejorar los medios musicales en la iglesia y aumentar la solemnidad de las fiestas en ella.22

Su ascenso fulgurante bajo el papa valenciano sufrió un revés completo y radical cuando el 21 de abril 1498 fue arrestado y acusado de una serie de delitos contra la fe y su actuación como ministro de la Iglesia. En un consistorio secreto fue acusado de marranismo, de practicar, de manera oculta, ritos judaicos, rezando en hebreo, de degollar animales según las exigencias dietéticas de la ley mosaica, de consumir carne en los días de abstinencia y de poner en duda pasajes de las Sagradas Escrituras.23 El 14 de noviembre de ese año fue depuesto de sus cargos y Carvajal volvió a ser nombrado gobernador de la iglesia en su lugar. Una casa de Aranda, cerca de la iglesia de San Luís de los Franceses, fue confiscada por Alejandro VI y fue donada a la iglesia de Santiago de los Españoles por el papa valenciano, casa que existe todavía.24 Aranda fue confinado en el castillo de Sant’Angelo donde murió en 1500 cuando una parte del techo se desplomó y el obispo de Calahorra murió aplastado en la cárcel.

jUdEOCONVERSOS EN ROMALos ecos del problema judeoconverso llegaron a Roma, sobre todo durante el periodo fundacional del tribunal de la Inquisición en España, periodo que, como hemos tenido ocasión de ver, provocó momentos de grave tensión en Roma y la corte de Fernando e Isabel. La expulsión de los judíos de España en 1492 hizo que la presencia de ibéricos de origen judaico fuera real y concreta en la Ciudad Eterna. La península italiana fue una de las metas predilectas de éstos y es sabido que el papa valenciano les recibió en Roma, donde, a comienzos del siglo XVI los judíos españoles llegaron a constituir comunidades importantes.25 Pocos años después, el problema judeoconverso se hizo presente en Portugal

20 Ibídem, p. 536.21 Ibídem, p. 113.22 miralles, Álvaro: Alejandro VI y los Reyes Católicos..., op. cit., p. 121.23 Foa, Anna: “Converts and conversos...”, op. cit., p. 113.24 miralles, Álvaro: Alejandro VI y los Reyes Católicos..., op. cit., p. 122, Vaquero piñeiro, Manuel: La renta y

las casas: el patrimonio inmobiliario de Santiago de los Españoles de Roma entre los siglos XV y XVII, Roma, L’Erma di Bretschneider, 1999, p. 92.

25 Sobre la expulsión y las metas de los judíos españoles véase sestieri, Lea: “1492, l’espulsione dalla Spagna e i Paesi di rifugio” en E andammo dove il vento ci spinse. La cacciata degli ebrei dalla Spagna, Génova, Casa editrice Marietti, 1992, pp. 7-26. motis dolader, Miguel Ángel: “Diaspora de los judíos del reino de Aragón en Italia” en XIV Congresso di storia della Corona d’Aragona, sul tema la Corona d’Aragona in Italia (secc. XIII-XVIII). Sassari-Alghero 19-24 maggio 1990. Vol. 4, Sopravivenza ed estensione della Corona d’Aragona sotto la monarchia spagnola

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cuando, tras un decreto de expulsión en diciembre del 1496 el rey portugués D. Manuel (1469-1521) decidió exigir la conversión de la población judaica que aún se encontraba allí a la espera de salir del reino en octubre del 1497.26 Como resultado el reino Atlántico contó, de manera abrupta, con millares de judeoconversos y la distinción entre cristianos viejos y nuevos, un hecho que provocó las mismas sospechas que había en España y que sería la base de la Inquisición en Portugal, cuando, en 1531 el tribunal fue concedido al rey D. Juan III (1502-1556) por el papa Clemente VII (1523-1534). Tal como el caso de España el tribunal tan solo empezó a funcionar tras una lucha diplomática agria entre la corte portuguesa y Roma.27

Un testimonio singular de la presencia judeoconversa en Roma a finales del siglo XV fue el auto de fe celebrado delante de la iglesia de los dominicos de Santa Maria sopra Minerva el 29 de julio 1498. En él centenares de judeoconversos españoles quienes vestían el sambenito a modo de juicio inquisitorial caminaron desde la basílica de San Pedro donde confesaron y se arrepintieron de sus errores ante el embajador español, el gobernador de Roma y otras autoridades eclesiásticas hasta la iglesia de los dominicos donde colgaron sus ropajes, uno de los símbolos por antonomasia del funcionamiento de la Inquisición en España.28

Tal acontecimiento extraordinario, tanto por su forma como por el número de personas involucradas, es una muestra de la imagen que podía existir en Roma de los judeoconversos, individuos sobre quienes pesaba la sospecha de un vínculo continuo con la fe judaica que ellos o sus antepasados habían abandonado. Pero no todo fue solo marranismo. La Ciudad Eterna fue, a lo largo del XVI, un lugar en que judeoconversos, tanto españoles como portugueses, estuvieron presentes para consolidar la imagen de ellos como católicos fieles y convencidos. Ocuparon los rangos del clero, de los hombres de comercio y de la ciencia. Algunos de los médicos ibéricos quienes vivieron un tiempo en Roma de mayor prestigio eran de origen judeoconverso. El médico y humanista Andrés Laguna segoviano de origen judeoconverso Andrés Laguna (ca. 1511-1559) estuvo en Roma entre 1545 y 1553, como médico del cardenal Francisco Mendoza de Bobadilla (1508-1566), influyente teólogo y obispo de Coria y Burgos y, por un tiempo, del papa Julio III (1550-1555). Durante la estancia romana de casi una década Laguna consiguió redactar y publicar obras científicas y obtuvo beneficios eclesiásticos para él y su familia.29

(secc. XVI-XVIII), Sassari, Delfino editore, 1997. kamen, Henry, “The Mediterranean and the Expulsion of Spanish Jews in 1492”, Past and Present, 1988, 119, pp. 30-55. Sobre los judíos españoles y Roma y sus comunidades véase berliner, Abraham: Storia degli ebrei di Roma, Milán, Rusconi, 1992. stow, Kenneth R: “Prossimità o distanza: etnicità, sefarditi e assenza di conflitti etnici nella Roma del sedicesicimo secolo”, La Rassegna Mensile di Israele, 1992, vol. LVIII, 1-2, pp. 61-74, toaFF, Ariel: “Alessandro VI, Inquisizione, ebrei e marrani. Un pontefice a Roma dinanzi all’espulsione del 1492” en L’identità dissimulata. Giudaizzanti iberici nell’europa cristiana dell’età moderna, Florencia, Leo. S. Olschki editore, 2000, pp. 15-25. paVonCello, Nello: “Gli ebrei di origine spagnola a Roma”, Studi Romani, 1980, vol. 28, 2, pp. 212-215.

26 Sobre la expulsión y la conversión forzada en Portugal véase soyer, François: The Persecution of the Jews and Muslims of Portugal, Leiden, Brill, 2007.

27 El estudio clásico de los primeros años de la Inquisición en Portugal es herCulano, Alexandre: História da origem e estabelecimento da Inquisiçao em Portugal, Lisboa, Livraria Bertrand, 1975.

28 El hecho, recogida por varias fuentes se encuentra estudiado por Foa, Anna: “Converts and conversos...”, op. cit., pp. 109-110.

29 gonzález manjarrés, Miguel Ángel: Andrés Laguna y el humanismo médico, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2000, pp. 60-68. andretta, Elisa: Roma Medica. Anatomie d’un système médicale au XVIème siècle, Roma, École

lA CAPIllA FONSECA EN SANTIAgO dE lOS ESPAÑOlESUn testimonio duradero de la presencia de los judeoconversos en Roma es la capilla de la familia Fonseca, actualmente la primera capilla a la derecha que se encuentra al entrar en la iglesia por el Corso del Rinascimento en unas obras que trasformaron el espacio urbano de Roma en los años veinte del siglo pasado (Fig. 2). Dicha capilla fue dedicada a la Resurrección por su fundador, el mercader y banquero portugués António da Fonseca (1515-1588) judeoconverso oriundo de Lamego, en el norte de Portugal. Fonseca, un miembro de primera orden de la comunidad portuguesa de Roma, llegando a ostentar el cargo de gobernador de la iglesia nacional portuguesa de San Antonio varias veces entre 1561 y 1588 se encontraba en la ciudad a partir, por lo menos de 1556.30 Durante los más de treinta años que ejerció de banquero en la Urbe fue una referencia constante tanto para personas que querían enviar fondos a Roma a partir de Portugal o España y de personas que querían enviar dinero a la Península Ibérica. Fue el banquero con el cual el embajador portugués en Roma podía contar para recibir su sueldo, dinero que muchas veces él le prestaba, el individuo al cual sendos clérigos acudían para poder recibir sus beneficios eclesiásticos que tramitaba a través de letras de crédito. Al morir en febrero 1588 dejó una casa en Roma repleta de objetos exóticos y orientales y retratos de reyes portugueses y pontífices.31 La casa como tantos elementos más de vida pública que Fonseca ostentaba en Roma daba la imagen de un mercader-banquero gentilhombre ibérico, una suerte de intermediario entre la península ibérica y Roma.

Fonseca llegó a la Urbe con un pasado decididamente “manchado” por sus orígenes de cristiano nuevo. Su mujer, Antónia Luis, también cristiana nueva, había sido interrogada por el tribunal de la Inquisición en Lamego.32 Un hermano suyo, Jerónimo Fernandes, había sido encarcelado por el mismo tribunal, saliendo de las mazmorras tan sólo algunos años después. Otro hermano, Jacome da Fonseca fue el primero de la familia Fonseca en alcanzar la Ciudad Eterna, en 1542. Allí, durante diez años ejerció la profesión en la cual António se iba destacar luego, ocupándose también de la venta de especies.33 Repentinamente Jacome abandonó Roma en 1555 tras la muerte de Julio III para alcanzar el imperio otomano donde se habría convertido al judaísmo, cambiando de nombre y apellido.34

française de Rome, 2011, pp. 281-282. nelson noVoa, James: “Andrés Laguna in Papal Rome. The documents of the Mozoncillo ecclesiastical benefice”, Minerva, núm. 25, 2012, pp. 211-236.

30 Sobre Fonseca véase bastos mateus, Susana; nelson noVoa, James: “A Sixteenth Century Voyage of Legitimacy. The Paths of Jácome and António da Fonseca from Lamego to Rome and Beyond”, Hispania Judaica, núm. 9, 2013, pp. 169-192.

31 Para los inventarios véanse nuestras publicaciones: “Unicorns and bezoars in a Portuguese house in Rome: António da Fonseca’s Portuguese inventories”, Agora, Estudos Clássicos em Debate, núm. 14.1, 2012, pp. 91-112, “Gusti e saperi di un banchiere portoghese a Roma nel Rinascimento”, Giornale di Storia, núm. 10, 2013, http://www.giornaledistoria.net/index.php?Articoli=557D0301220A740321070500777327.

32 bastos mateus, Susana; nelson noVoa, James: “A Sixteenth Century Voyage of...”, op cit., pp. 172-173.33 Véase mi artículo “Portugal in Rome: Glimpses of the Portuguese New Christian representation in Rome

through the Archivio di Stato of Rome”, Giornale di Storia, núm. 3, 2010.34 Véase mi artículo “From the Eternal City to the Sublime Gate: The Fonsecas of Lamego betwixt and

between Rome and the Ottoman Empire”, Oriente Moderno (en imprenta).

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Fue, sin lugar a dudas, con vistas a hacer obviar tal pasado oscuro, para escapar de un contexto que le podía perjudicar en Portugal y para seguir los pasos del hermano Jacome que Fonseca decidió afincarse en Roma, donde alcanzó unos niveles de prestigio y de afirmación que no habría tenido nunca en Portugal. Al fallecer su mujer, Antónia, en 1582 decidió vincular su familia a la iglesia de Santiago de los Españoles, solicitando a Gregorio XIII (1572-1585) para poder recibir la capilla dedicada a los santos Cosme y Damián en la iglesia nacional castellana y leonesa como capilla perpetua de su familia. Fonseca la transformó dedicándola a la Resurrección. La decisión no fue casual. En 1579 se había fundado la cofradía de la Resurrección, la más importante y prestigiosa de aquella iglesia nacional, que se destacaba en Roma por la pompa de su procesión pascual.35 Afrescada por Baldassare Croce (1558-1628) y por Cesare Nebbia (1526-1614), con escenas ligadas a la

35 Fernández alonso, Justo: “Santiago de los Españoles y la Archiconfradía de la Santísima Resurrección de Roma hasta 1754”, Antologia Annua, núm. 8, 1960, pp. 279-329.

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2. Capilla Fonseca o de San José, nave colateral de la epístola (ca. 1582-1584). Chiesa di Nostra Signora del Sacro Cuore, ant. iglesia de Santiago de los Españoles en Plaza Navona, Roma [Foto del autor].

temática de la Resurrección, la capilla existe aún, con los sepulcros de Fonseca, de su mujer y una inscripción que reza Antonius de Fonseca lusitanus patria lamacensis fieri fecit. (Fig. 4) Optando por la iglesia de Santiago Fonseca se unía también a España, que a partir de 1581 dominaba también Portugal cuando Felipe II fue aclamado Felipe I de Portugal por las cortes de Tomar, Fonseca se declaraba parte de la nación española a la cual su país se encontraba unida. Su testamento también legó cantidades de importantes de dinero para misas en la iglesia de Santiago y obras de caridad. De esa manera su pasado judeoconverso se encontraba, de alguna manera, olvidada, eclipsada y superada. El recuerdo de su pasado familiar incómodo y problemático queda zanjado con una inscripción recordando sus orígenes y las lápidas de él y de su mujer. La capilla Fonseca es, sin lugar a dudas, la prueba más tangible de la presencia judeoconversa en la iglesia nacional de la nación castellana y leonesa en Roma. António da Fonseca, el primero de la familia judeoconversa en radicarse en Roma sentó las bases de la presencia que perduró durante siglos. La familia Fonseca llegó a mezclarse con la nobleza romana, con mercaderes, banqueros, médicos y miembros del clero presentes en la Ciudad Eterna. Difícilmente se podría sospechar de sus orígenes problemáticos e incómodos.36

36 Sobre la familia Fonseca véase dominiCis, Claudio de: “La famiglia Fonseca di Roma”, Strenna dei romanisti. 1992, pp. 159-174.

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3. Inscripción al lado derecho, en mármol. Capilla Fonseca o de San José. Se lee «Ad. Honorem resurrectionis domini noestri iesu cHristi. anno mdlXXXiV» [Foto cortesía de Angelo Marinelli].

4. Inscripción al lado izquierdo, en mármol. Capilla Fonseca o de San José. Se lee «antonius de Fonseca lusitanus Patria lamacensis Fieri Fecit» [Foto del autor].

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CONClUSIÓNHemos tenido la ocasión de ver como Roma fue, en los siglos XV y XVI un lugar de refugio y cobijo para los judeoconversos ibéricos que vieron su suerte cambiar para peor tanto en España como en Portugal. Era el lugar donde uno se podía reinventar, se podía rehabilitar, hacer olvidar un pasado incómodo o comprometedor e intentar transformarlo. Lejos de tierras ibéricas en esa ciudad que presumía de ser la patria de todos uno podía intentar borrar toda huella de orígenes dudosos que podían suponer los problemas que solían conllevar en casa. Siendo la sede del Papa, la capital del mundo católico, era, naturalmente, el lugar donde uno habría de consagrarse como católico fiel y sin sospecha de prácticas y creencias heréticas, donde un pasado judaico, imaginado o real, se podía enterrar de modo definitivo.

La iglesia nacional de Santiago fue, de alguna manera, una suerte de telón de fondo por la cual este drama humano, este juego difícil de actuación y disimulo pasaba. Siendo la institución más importante que aglutinaba los residentes ibéricos en Roma, ubicada en uno de los espacios urbanos de mayor importancia, Piazza Navona, el paso por la iglesia era, de alguna manera, casi obligatorio para cualquier habitante ibérico en la ciudad, tanto para los que se encontraban de paso como para los que se empeñaban en hacer de la Ciudad Eterna su morada fija. Algunos, como Pedro Aranda y António da Fonseca, se involucraron directamente en la vida de la iglesia, de su gestión y sus obras, dejando huellas en la vida y la conformación física del templo. Otros eran, muy probablemente personas que tuvieron que lidiar con los individuos que se reunían en torno a la iglesia y que constituían el núcleo fijo de la vida social de la comunidad castellana en la Urbe.

Tras la creación del tribunal de la Inquisición en España y Portugal, las expulsiones de los judíos de ambos países y la conversión forzada en Portugal, Roma cobró una importancia sin igual para los judeoconversos. Era el lugar donde podían dirigir sus súplicas y apelaciones, donde se podían definir como hijos de la Iglesia y afianzar. La iglesia de Santiago y San Ildefonso de los Españoles, era, de alguna manera, uno de los espacios en la Ciudad Eterna con los que los judeoconversos tenían que contar, un modo, tal vez, de poder acercarse a la Península Ibérica que había provocado su destierro a tierras italianas. Fue en Roma que tal vez podían asociarse con aquellas tierras que significaban para ellos exclusión y exilio. Las pisadas de estos individuos en aquel espacio que fue, durante siglos, producto de los españoles en Roma, tal vez no resuenan a día de hoy, pero las huellas de los judeoconversos siguen latentes en su construcción.