Diez cartas de Antonio de Leyva a Carlos V
Transcript of Diez cartas de Antonio de Leyva a Carlos V
Fernando José Pancorbo y Víctor Sauce Departamento de Filología Hispánica Universidad Autónoma de Madrid e-mails: [email protected] [email protected] Tlfno.: (+34) 666140111
Diez cartas de Antonio de Leyba que contienen muchas de las ocurrencias acaecidas en las guerras de Flandes en los años de 1527, 1528 y 1529.
Resumen
En el presente trabajo se presentan diez cartas escritas por Antonio Leyva a Carlos V en las que se informa al rey de la situación de Pavía, Génova y Alessandria. En ellas, se pueden leer las necesidades y peligros a las que están expuestas las tropas imperiales desde el año 1527 al 1529.
Palabras clave: Antonio Leyva, Carlos V, Pavía, Génova, Alessandria.
Abstract
In this work, they are present ten letters writted by Antonio Leyva to Charles V where he explains to the king the situation about Pavía, Genova and Alessandria. Here, we can read about the needs and dangers that threaten to the imperial´s corps since 1527 to 1529.
Keywords: Antonio Leyva, Charles V, Pavía, Genova, Alessandria.
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo se centra en la edición de un volumen que colecciona diez
cartas de Antonio de Leyva dirigidas al emperador Carlos V entre los años 1527 y
1529 desde Flandes, como anuncia el encabezamiento del epistolario. En ellas se
pueden leer las necesidades de apoyo, bastimentos y tropas que le reclama al Sacro
Emperador para poder soportar la resistencia en Pavía, el peligro en Génova, la espera
de la llegada de las vituallas en Alessandria, etc. Es decir, la situación política y
militar en estos años y en esta zona es muy delicada. Antonio de Leyva está
soportando a duras penas el asedio de las tropas francesas enviadas por el rey
Francisco I.
Los antecedentes de estas cartas corresponden a los episodios bélicos
relacionados con el sitio de Pavía. Allí, Antonio de Leyva, gran estratega y veterano
militar curtido en la Guerra de Granada, fue capaz de resistir los ataques por parte de
las tropas francesas con apenas seis mil trescientos hombre, contravenidos por el
hambre y las enfermedades. En ese mismo tiempo, mientras se esperaba la
capitulación de Antonio de Leyva por parte franca, se anunció la bajada de las tropas
imperiales desde Alemania para apoyar la defensa del sitio de Pavía, formadas por
soldados germanos y austríacos bajo las órdenes de Jorge de Frundsberg. Francisco I,
al ver tales movimientos, decidió segmentar sus tropas y dividirlas entre Génova y
Nápoles para hacerse fuertes en tales emplazamientos. Mientras tanto, las tropas
mercenarias de Carlos V que estaban en este marco, empezaban a causar problemas
debido a que empezaban a reclamar sus salarios, lo que causó que los generales
españoles tuviesen que empeñar sus pertenencias para poder afrontar el pago de sus
soldados. En este aspecto, habría que destacar la postura de los arcabuceros españoles,
que decidieron seguir en el campo de batalla defendiendo Pavía de forma
desinteresada. Tardarían algunos meses en llegar los refuerzos mandados por
Fernando de Ávalos, marqués de Pescara; Carlos Lannoy, virrey de Nápoles; y Carlos
III, condestable de Borbón. Fue Ávalos quien consiguió tomar el puesto de avance
francés de Sant Angelo y cortar las líneas de comunicación entre Pavía y Milán.
Con la llegada de los refuerzos a Pavía se comenzó el fuego el 24 de febrero
de 1525. Tras la acometida de las tropas de Carlos V, las fuerzas francesas decidieron
recular y esperar, ya que eran conocedores de la mala situación económica de las
tropas enemigas, pensando que sería el mismo hambre quien acabaría con ellas. Las
circunstancias evolucionaron de forma totalmente contraria a las expectativas
francesas, ya que Antonio Leyva arengó a las tropas para que tomasen los medios
necesarios a partir de lo que hubiese en los campamentos franceses.
A pesar de las excelentes estrategias llevadas a cabo en el campo de batalla,
anulando, incluso, gran parte de la caballería francesa, las tropas de Francisco
consiguieron anular la artillería imperial. El rey franco mandó que la totalidad de su
caballería atacase, siendo tan grande el número de efectivos que la propia artillería
tenía que cesar el fuego para no causar bajas entre sus propias filas. De cualquier
manera, los arcabuceros de Alfonso de Ávalos dieron buena cuenta de ellos mientras
Lannoy, al mando de la caballería, y Fernando de Ávalos, dirigiendo a la infantería,
luchaban contra los franceses gobernados por Ricardo de la Pole y Francisco de
Lorena.
Fue en este momento cuando Antonio Leyva decidió sacar a sus hombres de la
ciudad para dar apoyo a las tropas que venían en su ayuda y que se estaban
enfrentando a los franceses, viéndose entre dos fuegos que no podían resistir. Los
soldados imperiales bloquearon la retaguardia de los franceses, imposibilitando, de
este modo, su retirada. Tras una espectacular victoria de las tropas de Carlos V, contra
todo pronóstico, Francisco I es apresado por el soldado vasco Juan de Urbieta y
trasladado a Madrid, donde permanecería encarcelado desde el 12 de agosto de 1525.
El 14 de enero de 1526 se firmó el tratado de Madrid, en el que Carlos V le
imponía unas duras condiciones y le obligaba a proceder a la concesión del
Milanesado, Nápoles, Flandes, Artois y Borgoña. Es a partir de este momento donde
empiezan a tomar encuadre las cartas que se presentan a continuación, puesto que las
tropas francesas volverían a causar graves problemas en Pavía, en Génova y en
Nápoles, además de los ya consabidos en Roma en el 1527. Desde de septiembre de
1527, momento en el cual Antonio Leyva se encuentra en Milán defendiendo desde su
posición las ciudades de Pavía, Alessandría. Su misión era la de mantener armadas y
abastecidas dichas ciudades ante los ataques del ejército francés que llegaban desde el
norte de la mano de Lautrec1. Sin embargo, continuamente es requerido a Leyva que
mande soldados y provisiones a ciudades como Génova que estaba siendo asediada
por mar por Andrea Doria.
A lo largo del epistolario, Leyva escribe a Carlos V desde cuatro ciudades:
Milán, Pavía, Voghera y Campaña. Este dato indica que Leyva tuvo que desplazarse
para presentar batalla según su rigor ya que Carlos V había concedido plenos poderes
para que «procedieran en todo caso como se lo requirieran las circunstancias, sin tener
que esperar a consultarle, pues por la confianza que tengo en ellos, les remito todo a
cada uno en su jurisdicción»2.
Antonio Leyva no sólo informaba a su rey de cómo iba la situación en el Norte
de Italia sino que, como buen líder que era, le hacía saber de quienes habían sido los
1 En las cartas de Leyva aparece siempre nombrado como como Lantreque. 2 Álvarez, Manuel . Historia de España. La España del emperador Carlos V (1500-1558; 1517-1556). Tomo XX. Ed. Espasa-Calpe. 1982.
soldados que más esfuerzos habían hecho al servicio de su majestad y solicitaba que
se le recompensase por sus hazañas y méritos, como es el caso de Jorge Frundsberg3.
En este ámbito, podemos leer la siguiente carta que Carlos V envía al Príncipe
de Orange y a Antonio Leyva el 16 de agosto de 1527, en la que se refleja la
preocupación del futuro sacro emperador por la situación de Génova y la concesión de
todas aquellas provisiones, tropas y vituallas que le sean necesarias.
Carlos V al duque de Ferrara
Valladolid, 16 de agosto de 1527
(Peligro que se hallaba la ciudad de Génova. Servicios del Duque a la monarquía de darle todo el apoyo que pidiere, tanto de bastimientos como de gente).
Príncipe muy caro y amado primo: los continuos serviçios que la ciudad de Génova, con singular fee y lealtad nos ha hecho, y los trabajos y daños que por mantenerse en mi servicio ha padescido, son tan grandes y a todos tan manifiestos que no conuyene aquí relatarlos, ny menos deziros la voluntad que de reconoscer y remunerar estos reynos tenemos, pues lo uno y lo otro, os es a vos muy notorio. Y porque somos informados que aquella ciudad está muy gastada por el continuo cerco que por mar ha tanto tiempo tenido y que no se podría buenamente deffender sy por nos no fuesse socorrida, hauyendo consideración a lo que a nuestro servicio importa la conseruación de aquella ciudad y por el grande amor que ansy al Duque como a todos los vezinos della con mucha razón tenemos, os mandamos y encargamos muy expressamente que proueays la dicha ciudad de la gente y bastimentos y otras cosas que houyera menester y el dicho duque os pidiere para su deffensa, e sy acaesciere que nuestros enemigos por la parte de tierra acometiessen ó tentassen alguna cosa contra la dicha ciudad, que en todo caso procureys de estouarlo, embiando sy menester fuere nuestro exército o alguna parte dél conforme a la necessidad en socorro de la dicha ciudad, y generalmente tengays de su guardia y deffensión muy especial cuydado, proueyendo lo que para ello paresciera conuenir, conforme a lo que el dicho Duque os pidiere, porque ansy cumple a mio seruicio.
Data en Valladolid a 16 de Agosto de 1527. 3 Enlas cartas aparece como Jorge Fanesperg.
Al príncipe de Oranges, ídem. A Antonio de Leyva, ídem.4
Esta misiva de Carlos V es una de las pocas que se conserva que están dirigidas
a Antonio Leyva. Si bien, la correspondencia de fechas entre esta carta y la primera
del epistolario no guardan relación, esta letra que le escribe el rey al gobernador de
Milán sirve de marco contextualizador y da pie y presentación a la colección de cartas
que se presentan en este trabajo.
INFORMACIÓN DEL VOLUMEN Y CRITERIOS DE EDICIÓN
El epistolario que hemos tomado como objeto de estudio se encuentra en el
Archivo Histórico Nacional de Madrid, bajo la signatura 50761/593e.
Su estado de conservación es un tanto malo, puesto que no se conservan las
portadas, ni las primeras y últimas páginas. El volumen no ofrece ningún tipo de dato
acerca de la procedencia de tales cartas ni de su editor, lo cual dificulta en gran
medida su estudio. Lo que ha llegado a nosotros es un total de 183 hojas.
En el compendio de cartas se puede ver que las cinco primeras cartas que aquí
están recogidas se encuentran repetidas y anexadas delante de la colección de las diez
letras que hemos analizado. Esto, sin duda, es un indicio claro de que se trata de una
primera, o segunda, edición de las epístolas puesto que tampoco podemos afirmar que
las cartas primeras que se encuentran adjuntas sean las escritas por puño y letra de
Antonio Leyva. Se podría argumentar que fuesen un borrador de la edición final del
volumen pero los indicios paleográficos y las marcas de escritura hacen ver
claramente que se tratan de escribientes distintos.
Por otro lado, son varios los aspectos que nos hacen pensar que el editor de
estas cartas no tenía el castellano como lengua materna. Esto se ve a través de
cuestiones gramaticales y lingüísticas que, aunque se pueda ver que estos textos son 4 Álvarez, Manuel, Corpus documental de Carlos V (1516-1539) Vol. I, Salamanca, ed. Universidad de Salamanca, 1973, p. 125.
anteriores a la regularización ortográfica del castellano, hay unas serie de normas
ortográficas y sintácticas que no se usaban en el castellano de la época. De cualquier
manera, estas informaciones son orientativas y no pueden considerarse como
definitivas, ya que no se encuentra en todo el volumen ningún tipo de dato
esclarecedor.
En cuanto a la edición del texto que se propone, hemos preferido ser lo más
respetuosos con él para ofrecer una lectura más cercana a la fuente original. A
continuación, se detallan aquellos aspectos que a los que hemos atendido tras
consideraciones previas de carácter filológico, valorando qué cambios podíamos
realizar sobre el original para facilitar el entendimiento de las cartas.
Abreviaturas:
- Se tendrán en cuenta los criterios gráficos de la presentación crítica. De este modo, las abreviaturas como sco o ihs xpo, ihu xpu, jhu xº serán desarrolladas como santo o Jesucristo.
- En cuanto a las abreviaturas de fórmulas de tratamiento, se desarrollarán en una nota a pie de página cuando los editores lo crean necesario.
- Se desarrollará el signo tironiano e o y según los criterios del editor.
Grafías:
- Se mantendrá la alternancia entre formas diptongadas y no diptongadas de una misma palabra (rogo – ruego).
- No se repondrán las vocales que no aparezcan en los diptongos, aunque serán desarrollados en una nota a pie de página en el caso de que el editor lo crea necesario.
- Los sonidos consonánticos palatatales de las grafías arcaicas (i, gi, gg, ig, ch, etc) serán intervenidos cuando sea necesario para una correcta interpretación fonética.
- Se repartirán u y v según su valor consonántico o vocálico.
- Se reflejará b y v según aparece en el documento.
- Se conservará la b en contextos como cibdad o Cabdal, pero se sustituirá por u cuando la b tenga este valor consonántico, como en cabsa o Abstria (causa o Austria).
- Se repartirán i, j según su valor consonántico o vocálico.
- La secuencia de vocal seguida de i final se representará acorde a los usos ortográficos actuales.
- Se respetará la tilde diacrítica para diferenciar el adverbio y´ de la conjunción copulativa y.
- Se suprimirá la h- en aquellas palabras que no se haya consolidado.
- No se repondrá la h- cuando no aparezca en el texto.
- No se reflejará la – h– interior (veher ver).
- En el caso de haber, se escribirá con h- y –b–, independientemente de cómo aparezca en el manuscrito. En el caso de la 1º y 3º persona del singular se escribirá he, ha o é, á, según aparezca en el documento.
- Se tendrán en cuenta los procesos de palatización y despalatalización que afecten a diversas variedades hispánicas (privillegio, lleña, pilloto).
- Se respetará la –ll en posición final salvo en el caso de mill, que se simplificará a mil.
- Se respetará la alternancia entre c y z (facer / fazer).
- La ss en posición inicial o postconsonántica se representará como s.
- En posición interior se respetará la alternancia entre -s-/-ss-.
- Se respetará la alternancia entre j y g ante e, i presente en el manuscrito.
- Se respetará la alternancia del documento entre j/ x, g.
- En los casos de t, d, z, se reflejarán tal y como aparecen en el texto.
- En el caso de –nd y –nt, se respetará el uso del manuscrito cuando la dental es etimológica (grand- Grant, segund- segunt- según), pero si no lo es se eliminará (algund- algunt algún).
- Se mantendrán los grupos consonánticos cultos cuando puedan implicar una diferencia fonética (dino/digno; chanciller/ canciller; escripto/ escrito).
- Se respetarán los grupos no etimológicos del tipo colu(m)pna, como posible disimilación para evitar la asimilación o palatalización de las nasales, pero no en duepno- dueño.
Numeración:
- Los números romanos aparecerán en mayúsculas y sin puntos.
- Se resolverá U como mil.
- Los números arábigos se mantendrán en cifra.
Mayúsculas y minúsculas:
- Se empleará mayúscula y minúscula para diferenciar entre el nombre propio (topónimos y antropónimos) y el común. Se distinguirá entre la fijación del apellido de segunda posición para ver si indica referencia en el conjunto
nominal (véase la diferencia entre Juan Pérez Curtidor y Juan Pérez, el curtidor).
Acentuación:
- Se adaptarán las reglas de acentuación actuales de la RAE.
- Se respetará la acentuación diacrítica en pares como nós/ nos, ó/o, ál/al, y´/y, é/e, á/a.
- Se contemplarán los problemas particulares que presentan los hiatos y diptongos (tenié/ tenía, reina/ reína, vío/ vio).
Puntuación:
- Se reflejará mediante el sistema actual de puntuación la sintaxis del documento, no la moderna.
✚
Diez Cartas de
Antonio de Leyba
Que contienen muchas de
las ocurrencias acaecidas
en las guerras de Flan:
des en los años de
1527, 1528 y 1529
Carta I (f. 36 r.)
+
S. C. M.
La última que a V. Magd. escribí, fue a los ,,7,, del passado, y
lo que después ha sucedido es lo siguiente. Monsr. de Lantreque
vino a Los “29” del pasado sobre un lugar que se llama Castelazo en
el Alexandrino, donde el conde Bautista Ladrón tenía puestas dos
partidas de alemanes para sostener, y favorecer las vituallas que
venían a Alexandría, sin las quales no podía vivir: tenían orden (f.
36 v.) las otras vanderas para retirarse a Alexandría: Los enemigos
vinieron sobre ellos, y en la verdad ellos pudieron bien retirarse a
Alexandría; pero havía un capitán entre ellos, llamado Bultistán, el
qual, según después he entendido, estaba mal con otro capitán que
se llama Maximiano, que estaba dentro de Alexandría, de manera
que el otro Bultistán por este respeto no (f. 37 r.) quiso ir a
Alexandría: tomó el camino de un pequeño lugar que se llama el
Bosque, y aunque a él le parecía fuerte, en la verdad no lo era:
Monsr. de Lantreque los cercó, y los tubo cercados diezyocho días,
dándoles baterías, y haciéndoles muchas minas, porque el lugar no
tenía agua, y en la verdad ellos hicieron todo lo que se podía hazer;
pero al fin fue necesario rendirse, porque no (f. 37 v.) havía remedio
de defenderse: el partido fue que los alemanes se fuesen a
Alemania; y algunos cavallos ytalianos, y españoles que havía, los
despojaron, y después de despojados se vinieron a meter en
Alexandría: los alemanes no consintieron que fuesen sino por
Francia, y por no ser muertos de los villanos, me dicen, que los mas
de ellos se han acordado en el servicio de Francia, pero bien creo
que todos se (f. 38 r.) vendrán, como se llegue a nosotros, y ha
quedado con ellos un capitán que se llama Duy, hermano bastardo
del duque de Babiera. Antes de la venida de Monsr. de Lantreque
solicitaba yo al dux de Genova, para que hiciese gente, e hiciesse
reparar aquella ciudad, pues veía que venían franzeses; y ciertamte a
mi parezer hubo allí harta floxedad en esto. Últimamente, viendo
que los franzeses por una (f. 38 v.) parte combatían el Bosque, que
suizos, y grisones me venían por encima por el monte de Brianzo, y
que los venecianos estaban en Mariñán, me fue preciso retirarme a
Milán, de donde se hizo aquella jornada de cara que a V. Magd. he
escrito, y fue a tan buen tiempo, que ha sido causa de sostenernos
vivos hasta ahora, porque yo me hallaba en todas las necesidades
que se podían hallar en (f. 39 r.) este mundo, sin dinero, sin forma
de donde haverlo, sin vituallas en las tierras, poca gente, y ninguna
munición: plugo a Dios nuestro Señor, que con aquella jornada se
ha dado lugar a meter vituallas en las tierras, y los enemigos no han
venido tan a rienda suelta como venían: yo en este tiempo,
viéndome cercado de tantas necesidades, embié diversas vezes al
capitán Rivadeneyra al Gran Canciller, y al embaxador, a pedirles,
que pues veían la necesidad en que yo estaba, me mandasen socorrer
del resto de los cambios que quedaba, que era poca cosa, según
ellos decían: y que yo con aquel dinero esperaba en Dios defender a
Alexandría, Pavía, Milán y Como; y aún de embiarles mil ynfantes
para la defensión de Genova. Ni por cartas, ni mensajeros nunca con
el embajador se pudo (f. 40 r.) acabar; ni por protestas que le hize
hacer, ninguna cosa aprovechó: cambiáronme a decir la necesidad
que tenían de gente, y que les embiase quinientos españoles, y mil
ytalianos: yo respondí, que los españoles no los podía dar, porque
tenían mui pocos, y los que tenía los havía menester para defender a
Milán, y a Pavía, pero embié mil ytalianos hasta el Po, y les embié
a decir que les (f. 40 v.) remitiesen media paga con la qual irían,
pero tampoco lo quisieron hazer; y en la verdad creo, que aunque
fueran, ya no llevara remedio, porque las vituallas no podían entrar
en la ciudad, a causa de que los enemigos havían cargado mucha
gente por mar, y por tierra: y también entiendo, que la ciudad, o la
mayor parte de ella, era ya de acuerdo con Monsr. de Lantreqe., de
manera que ella se perdió (f. 41 r.) Domingo a los “48” del passado:
el modo, y forma como se perdió, el embajador creo qe. lo habrá
escrito a V. Magd..
El Duque se retiró al castillo, en donde está por orden de V.
Mag.d hasta ahora: perdiéronse las galeras, que es de lo que más
debe pesar. Genova se recuperará presto, si el campo de V. Mag.d,
que viene de Roma, haze lo que es obligado: por la pérdida del
Bosque quedó Alexandría desprovista de la gente que (f. 41 v.) era
menester para la defensa de ella, de manera q.e ha corrido mucho
peligro. Mons.r de Lantreque se vino a dos millas de Alexandría, por
estorbar que ningún socorro pudiese entrar en la ciudad, y yo,
viendo lo que importaba, determiné socorrerla; embié de aquí a el
conde Ludovico de Veljoyosso, y a su hermano el conde Alverico,
para que trabajasen en socorrer a otra ciudad, y meterle gente
dentro (f. 42 .) Porque havían de pasar el Po, que era harta
dificultad, è ir mas de “45” millas por donde estaba el campo de
franzeses; pero como ellos sirven de tan buena gana a V. M.,
determinados a ponerse a todo peligro, el conde Alverico, pasó con
cinco vanderas de ynfanteria ytaliana, y a despecho de todos ellos
quiso nuestro Señor, que entrase en Alexandría. El conde Ludovico,
como lo dexó pasado el Po (f. 42 v.) por encima de Valencia, hizo
demostración de querer pasar diez millas más abajo de allí con otras
siete vanderas que con él llevaba, a donde Monsr. de Lantreque con
toda su armada acudió.
En este tiempo, el conde Alverico entró, como digo a V.
Mag.d, en Alexandría; y como el conde Ludovico sintió la señal de
haver entrado, se volvió sano, y salvo, y dejó a Mons.r de Lantreque
plantado: de manera que (f. 43 r.) con la ayuda de nuestro Señor las
cosas de Alexandría están segurísimas, y espero en Dios, que será
mucha parte de la victoria.
En este mismo tiempo embió Mons.r de Lantreque mil
ynfantes al Nomanres, y Lomelina, para impedir que nos viniesen
vituallas; al encuentro de los quales embié al conde Filipo Tornielo,
con quinientos ynfantes, y cien Caballos, y lo hizo tan bien, que los
rompió, y mató (f. 43 v.) muchos de ellos, les tomó tres vanderas, y
los echó de todo el estado de Milán: los que se escaparon, fueron
tales, que creo no volverán mas a buscarnos.
Mons.r de Lantreque de está hasta aora en el Alexandrino; ha
comenzado a hazer un puente en el Po; dicen, que quiere venir sobre
Milán; otros me dicen, que quiere ir a encontrar el exército que está
en Roma, otros, que quiere estar (f. 44 r.) sobre Alexandría; hasta
ahora no se entiende lo q.e quiere hazer; aquí estamos esperándole, y
crea V. Mag.d q.e haremos todo lo posible por defendernos hasta
faltarnos los elementos; y lo peor es, que las ciudades están ya tan
gastadas, que ninguna substancia en ellas hay; y ciertamente se ha
hecho milagros en poder poner las vituallas en ellas: Con todo, si
los ytalianos no me faltan, que espero en Dios no lo (f. 44 v.) harán,
tengo por cierto con la buena ventura de V. Mag.d que nos
defenderemos por algunos días. V. Mag.d vea en la necesidad que
estamos y pues ve lo que cumple a su servicio, suplico a V. M. se
acuerde de nosotros, y mande hazer las provisiones que conviene en
la necesidad en que estamos: las cosas del Estado están en estos
términos: al exército de V. Mag.d que está en Roma he escrito de un
mes (f. 45 r.) acá diversas vezes, y he embiado hombres a posta; de
ninguno de ellos he tenido respuesta, y sé que mis cartas han llegado
allá, porque el duque de Francia las ha embiado a buen recaudo: la
más fresca nueva que tengo de el exército, es, que el duque de
Francia me escribe de 16” del pasado, que allí havía llegado un
hombre del exército de Orange, que se llamaba Antonio de Uden, al
qual dice que lo despachó el (f. 45 v.) príncipe de Gena, y no dice si
el exército era llegado allá; escríbeme, que el mismo día que llegó,
lo tornó a embiar, solicitando que caminase. El capitán George, que
está en Ferrara, y todos nosotros no hazemos sino solicitarlo a que
venga; si viene, V. Mag.d crea, que presto les despacharemos,
porque les es fuerza venir a la batalla, o irse de Ytalia, porque no
tienen ninguna tierra donde sostenerse, que gracias a Dios (f. 46 r.)
hasta ahora no la han ganado, y espero en Dios que no la ganaran. El
duque de Saboya se ha ver con el exército francés de acá de los
montes: no ha dejado de hazer todo el mal oficio que ha podido,
hasta desvalijarme los hombres de armas que estaban alojados en el
Novares, y saquearme los trigos que venían para Milán: ha hecho
todas las demostraciones de enemigo que podía hazer: yo (f. 46 v.)
lo he sufrido todo, pensando que lo haría remediar, y porque
conocía que a la Sra Ynfanta le pesaba de ello: después que el
exército vino de Francia, todo el mal que puede, haze
descaradamente. Parézeme que erraría, si no diese cuenta de ello a
V. Mag.d, para que ordene lo que más fuere de su servicio, y sepa yo
cómo me he de tratar con él, porque en la verdad no se puede más
sufrir lo qe (f. 47 r.) de su estado nos hacen.
Al dux de Genova he escrito por diversas vezes, diciéndole
que se tenga, que el exército de V. Mag.d está cerca, y que luego le
socorreremos; no sé lo que hará; el castillo es bueno, y se puede
tener mucho tiempo. El embajador con “300” españoles que se han
salvado, está en Montaño, tierra del conde de Flisto; he embiado allá
para recobrarlos, y no sé si el (f. 47 v.) embajador querrá venir, yo
tengo harta necesidad de los españoles. El exército de Lantreque
tiene suyos cinco mil tudescos, tres mil franceses, tres mil ytalianos,
tres mil de gente de armas, quinientas lanzas de número, y veinte y
cinco piezas de artillería, las doze son gruesas, y las treze de
campaña.
Humildemente suplico a V. Mag.d, tenga memoria del conde
Ludovico de (f. 48 r.) Veljoyoso, y de su hermano, porq.e sirven tan
bien, que no se podría más decir, y lo mismo hacen el conde Filipo,
Galeazo de Uirago, y su hijo el Cavallero, el qual con su compañía
de cien cavallos ha sido el primero q.e entró en Alexandría: estos
sirven con las armas en las manos, y házenlo tan bien que no se
puede ponderar. También suplico a V. Mag.d tenga en memoria a
Bartholome de Mazy, a (f. 48 v.) su hermano Ludovico de Mazy, y
a Géronimo de Castior presidente del senado, a Antonio Rabi, a
Luis de Salara, y a Ludovico de Corte, vicario de esta ciudad,
porque todos estos sirven con tanta voluntad, y afición, que no se
puede pedir más, sin embargo, que los enemigos les hazen grandes
partidos a todos, por quitarlos del Servicio de V. Mag.d, en el qual
están tan finos como es razón. (f. 49 r.)
Yo he recibido del embajador de Genova hasta ahora diez mil
escudos; y sepa V. Mag.d que desde que yo volví a tener cargo de
este estado hasta ahora, he gastado más de cuenta, y sesenta mil
ducados, como verá V. Mag.d por la cuenta de los escribanos de
ración, que embiaré a V. Mag.d por el primer correo que parta; y ha
sido necesario vivir este exército por sus dineros, porque de otra
manera no hubiera sido posible meter (f. 50 r.) vituallas en las
tierras; pero ya no se puede hazer más, sino vivir de las vituallas que
en las tierras tenemos, lo qual puede durar mui poco.
Somos a tres de setiembre; y por lo que se entiende de los
enemigos, muestran querer firmarse sobre Alexandría; más en Dios,
que allí se les dará buen recado.
Del duque de Ferrara tengo cartas de 27 del pasado (f. 50 r.),
en que me avisa que el exército de V. Mag.d se está todavía cerca de
Roma; que era venido allí el virrey, y que se trataba por mandado de
V. Mag.d sobre si será bien poner en libertad al Papa, para lo qual
eran juntos allí todos los capitanes del exército: muestra el otro
duque mucho pesar de que el Papa se dexe, diciendo que no
conviene al servicio de V. Mag.d: plegue a Dios que lo haga con este
(f. 50 v.) se lo que dice. Escríbeme el otro duque, que Lantreque le
ha escrito, embiándole un gentil-hombre a hablar muy cortésmente,
diciéndole, que quiera senior al Rey de Francia, y a la Liga; y que él
ha respondido que es servidor de V. Mag.d, y que no ha de faltar a
su servicio, embiándole con la respuesta a un gentil-hombre con las
mismas cortesías; Dios quiera que sea como lo dice; pero a mi no
me plaze nada (f. 51 r.) la gente que tiene tantas pláticas: yo no dejo
cada día de solicitar al exército de V. Mag.d, pero poco me
aprovecha hasta ahora; no sé lo que hará de aquí adelante.
Aquí, pensamos que se hazen maravillas en defendernos,
porque, sepa V. Mag.d la verdad, entre españoles y alemanes con los
que están en los castillos no somos en todos más de seis mil, y
quinientos hombres; con los quales se ha de defender a (f. 51 v.)
Alexandría, Pavía, Milán, Como, Lecco, Trezo, y Piziquitón, el
Castillo de Mona, y el de Vigeren: con toda nuestra poquedad, hasta
ahora, gracias a nuestro Señor, no hemos perdido cosa de las que
hemos querido guardar; y espero en Dios, que por algún día nos
defenderemos: es cierto que Milán está tan al cabo de toda cosa, que
ya no nos puede sufrir: esto es lo que mas siento, y juntamente con
(f. 52 r.) esto no tener un real.
Vea V. Mag.d en qué estado me hallo; con qualquiera ayuda que de
Roma me viniese, se podría presto concluir esta guerra; no sé lo que
ellos harán, pero aquí se hará todo lo posible, y aún parte de lo
imposible.
Esta carta embio por vía del Señor de Mónaco, por la qual me
pareze que Vuestra Magestad podrá mandar escribir (f. 52 v.) que
será la más segura. Los enemigos publican, que el castillo de
Genova se les ha rendido, y que el Dux ha hecho sus patios, pero no
lo sé de cierto.
Ya he escrito a Vra Magestad de la muerte de el abad de
Náxera que Dios perdone, suplicándole sea contento de hazer
Merzer a Bartholomè de Mary de el Oficio de Tesorero General
de(f. 53 r.) este estado, en el qual lo he puesto hasta ver lo que
ordena Vuestra Magestad, a la qual vuelvo a suplicar humildemente,
sea contento de hacerle la dicha Merzer, porque será mucha parte
para sostener las necesidades de el dicho estado; y lo haze tan bien,
que Vuestra Magestad se lo debe; además de que será dar buen
exemplo a los otros de el estado que sirven (f. 53 v.) a Vuestra
Magestad; cuya ymperial persona y estado, con acrezentamiento de
victorias, reinos, y señoríos, Nuestro-Señor guarde, y prospere como
se desea.
De Milán, a quatro de setiembre de mil Quin.tos veinte y siente.
De V. Mag.d humilde Vasallo, y seruor., que sus ymperiales pies, y
manos besa.
Antonio de Leyba
Carta II (f. 54 r.)
+
S. C. M.
A los seis del presente recibí una Carta del S.r de Monacho, en
que me dice como las galeras de Andrea Doria han ido a aquella
costa, y le han saqueado, y quemado un lugar que se llama Mertore;
y que él no dejará por ninguna cosa de ser buen servidor de V.
Mag.d, y me ruega que yo suplique a V. M., mande se le pague
cierta suma de dineros que se le debe, porque con ella hará gente,
para poderse defender, y servir a (f. 54 v.) V. Mag.d. Por lo que yo
he visto, pareze que tiene mucho deseo de el servicio de V. Mag.d,
como lo ha mostrado, y muestra cada día: importa ahora mucho
aquel lugar; y por tanto suplico a V. Mag.d, lo mande contentar,
pues veo lo que cumple a su servicio, porque por aquella vía podrá
saber mas brevemente de las cosas de Ytalia.
El dux de Genova entregó el castillo, y ciertam.te (f. 55 r.)
creo que no ha errado por tener voluntad de servir a V. Mag.d; pero
me pareze q.e ha andado muy floxo en esta empresa: crea V. Mag.d,
que por falta de dineros se ha perdido Genova; y lo peor es, que él, y
el embajador los tenían, y nunca por cosas q.e con ellos he hecho se
los he podido sacar; y si me los dieran en el tiempo que yo los
pedía, no se perdía Genova, porque yo tuviera modo de embiarles
mil hombres, los (f. 55 v.) quales sin dinero era imposible
embiarlos: si con el duque se pudo recabar que hiciese gente quando
los franzeses venían, y repararse aquella ciudad, por cartas que yo le
escribí, ni por protestas que el Martinendo le hizo; y siempre ha
andado con mañas de hazer la unión, que él, y ellos deseaban; ni
para haserla, ni defenderla supieron darse maña: yo de los pocos
españoles que aquí tenía (f. 56 r.) le he de dejar siempre dos
vanderas, que eran quatrocientos hombres: parézeme que de los
pocos que yo tenía que guardar, hacía buena parte con ellos; y con
todo esto les embié mil ytalianos, y a Bartholomè de Zassis delante,
para que les embiasen media paga con que pudiesen llegar allá, y ya
los halló que havían capitulado con un rey de armas de (f. 56 v.)
Lantreque. Este es la verdad de lo que yo sé que ha pasado en
Genova; y si otra cosa han dicho a V. Mag.d, solo esta es la verdad:
el Gran Canciller estaba en Genova quando yo embié a decir que
fortificassen la tierra, e hiciesen gente, y me embiasen dineros, pero
ni lo uno, ni lo otro quisieron hazer.
Del embaxador yo he recibido 57 de quads y no más, si
también dixeren otra (f. 57 r.) cosa, sepa V. M. que esta es la
verdad.
Mons.r de Lantreque se ha puesto sobre Alexandría, y ha
quatro, o cinco días que no haze sino batirla, espero en Dios que no
hará nada, porque la tierra es muy fuerte, y hay dentro mucha gente,
y buena, y bastante artillería, y municiones: hasta ahora, gracias a
Dios, el exército de franzeses, el de venecianos, y el duque
Francisco, no (f. 57 v.) nos han tomado cosa q.e sea de importancia,
y espero en Dios, que no las tomarán en muchos días. De el exército
de V. Mag.d no sé mas de lo que he dicho en mi antecedente.
El duque de Ferrara me escribe de “29” del pasado con el
hermano del señor del Carpi, havía ido a socorrer un castillo que él
le tiene cercado, llamado Noni, que es del otro señor del Carpio, y
que los suyos habían (f. 58 r.) roto el socorro, y que los enemigos
venían gritando, Francia, y Marco: paréceme que lo siente mucho;
pueda ser, que sea ocasión para hacerlo declararse más claro de lo
que está.
En Plasencia está un cavallero que se llama conde Casdro, y otro
que se llama el conde Avello; el uno es guelvo, y el otro gevelino, y
los más principales hombres de aquella ciudad: he platicado con
ellos, (f. 58 r.) porque me pareze que harían mucho al caso para las
cosas de Parma, y Plasencia, y aún también seria mucho favor,
porque son hombres de cuenta: la misma platica se tiene con Juan
Gerónimo de Casdro, capitán de gente de armas del rey de Francia,
que es grandísimo amigo del conde Ludovico Veljoyosso, tanto
como hermano; espérolos a todos quatro aquí dentro de (f. 59 r.)
dos días, pienso que nos conservaremos, y será mucho al caso para
el exército de V. Mag.d. Al duque Francisco embié a decir lo que a
V. Mag.d escribí; no me ha respondido, ni tampoco ha querido
responder al protonotario Caracio lo que le escribió lo mismo:
muestra mui poca voluntad de servir a V. Mag.d; ni de que sus cosas
se vean por justicia. Las tierras del Gran Canciller de V. Mag.d (f.
59 v.) las ha dado a sus servidores, y Lantreque no quiere q.e dé
nada; creo, que no están ahora muy conformes. No hay al presente
otra cosa de que avisar a V. Mag.d, cuya ymperial persona, y estado,
con acrecentamiento de victorias, reinos, y señoríos, Ntro. Señor
guarde y, prospere como se desea.
De Milán a 7 de setiembre de 1527
= De V.M. hum.te Vasallo, y sero 9.s.P.y M. B.
Antonio de Leyba
Carta III (f. 60 r.)
+
S. C. M.
Por la vía de Genova, y Monacko he escrito a V. Mag.d la
pérdida de Genova quatro vezes: plegué a Dios que mis cartas hayan
llegado allá; y por si acaso no fuesen llegadas, diré sumariamente lo
que acá ha pasado, y es, que viendo la venida de franzeses por la
parte de Alexandría, y otro exército de venecianos por Mariñán, y
quatro mil suizos, y grissones por el monte de Brianzo,
considerando lo que importaba Genoua, y Alexandría, acordé (f. 60
v.) de la poca gente que tenía, embiar a Alexandría la vanda de el
conde Bautista Ladrón que eran mil, y ochocientos alemanes, y con
ellos doscientos caballos, y tres compañías de ynfantería ytaliana,
que ciertam.te bastaban para defender Alexandría a toda la
christiandad: yo embié al conde Bautista Ladro allí, porque ha que
tiene cargo de coronel en este exército de V. Mag.d desde que esta
guerra se comenzó, y siempre le he visto bien (f. 61 r.) servir, y se
halló conmigo en Gania: fue a Alexandría, y diose la mejor maña
que pudo a meter vituallas en ella, de que havía mucha nezesidad no
solamente allí, sino es en todo el estado; y para este effecto tenía la
gente fuera de Alexandría. Yo viendo la venida de franzeses, y que
estaban ya cerca, embié a decir al conde Bautista, que metiese toda
la gente dentro de Alexandría: a él le pareció no hacerlo; dejó dos (f.
61 v.) vanderas en Castelazo, y con las otras se puso en Alexandría:
los enemigos vinieron sin que él lo supiese, y dieron sobre las
vanderas que estaban en el Castelazo, de manera que no se pudieron
retirar a Alexandria: les fue forzoso irse a una breña que se llama el
Bosque, donde los tubieron cercados quince días combatiéndolos, y
echándoles la breña a cuestas: al último se huvieron de rendir como
Lantreqe quiso: perdido (f. 62 r.) el Bosque, el conde Baut.ta me
embió a decir, que le embiase trescientos ynfantes, que con ellos
defendería a Alexandría; yo me hallaba en toda necesidad, así de
gente como de dineros, para hacerlo; pero con todo trabajé tanto, q.e
le embié al conde Alverico de Veljoyoso con los trescientos
ynfantes, y al cavallero de Virago con cien caballos, y entraron a
tiempo que el campo les venía a ponerse encima: hicieron dentro
todo lo que (f. 62 v.) debían hazer como buenos cavalleros; Lantreq
los batió floxamente: El conde Bautista Ladrón dice, que se le
amotinaron los alemanes, y que no querían defender más. El conde
Alverico protestó por escrito que hacía mal, y que no se quería
hallar en ello, y que la tierra, o breña se podía defender: no
aprovechó lo uno ni lo otro, para que dejase de concertarse con
Lantreqe, y los capítulos fueron, que los alemanes fuesen a
Alemania (f. 63 r.) y los ytalianos con el Conde Alverico; que por
seis meses no pudieses venir a Milán, y si no, que el conde fuese
preso; el qual se ha ido, y se le ha embiado a buscar al campo de
Roma, a solicitarlo que venga: muchos de los que han estado dentro,
dicen que el conde Bautista Ladrón ha hecho mal, y que ha pecado
en ruindad, y otros dicen, que ha sido vileza de ánimo: hasta ahora
no he podido averiguar la verdad: (f. 63 v.) pero si él ha hecho
ruindad, no sé de quién se puede fiar más en el mundo. En el
Bosque fue hecha prisionera la mujer del otro conde, y sus hijos, y
Lantreq. se los volvió; por lo qual se sospecha ser verdad lo que se
dice. Lo que en Alexandría hacían los enemigos, era tan poco, que
ninguna causa havía para que huviesen de rendir. Viendo la perdida
de Alexandría, y la poca gente que éramos repartidos por todo el (f.
64 r.) estado, acordamos de juntarnos aquí en Milán todos los
españoles, y alemanes que en este estado hay, y toda la gente de
armas y caballos ligeros de V. Mag.d que yo aquí tengo, y mil
ytalianos con la persona del conde Filipo Tornielo: pero Batechala
nos hizo quedar aquí, por no haver las vituallas que convenía en
Pavía para toda la gente, y también por no perder esta ciudad,
porque perdida esta, se perdía todo.
Los españoles seremos hasta (…) hombres, los alemanes (…):
La tierra, aunq.e es mui grande, la hemos fortificado lo mejor que se
ha podido. En Pavía he puesto al conde Ludovico de Veljoyoso con
(…) ytalianos mui buenos, veinte y cinco hombres de armas, y cien
caballos geros. La tierra lo quiere mucho, y ellos propios me lo
demandaron. Él juntó todos aquellos ytalianos, y les hizo una
narración, como convenía (f. 65 r.) al servicio de V. Mag.d, en que
les dijo, que el que no quisiese, o no tuviese ánimo para estar allí
dentro, se fuere con Dios: ninguno hubo, que no fuérase de servir
fielmente, y morir en servicio de V. Mag.d, antes de hazer otra cosa:
La tierra está muy bien fortificada, y con vituallas para dos meses.
El conde es tan buen cavallero, y tan aficionado al servicio de V.
Mag.d, que tengo por cierto, que (f. 65 v.) se dejará hazer antes mil
pedazos, que hazer la menor falta del mundo a su honra, ni al
servicio de V. Magestad.
En cómo he puesto al capitán Aponte con tres vanderas de ytalianos:
la tierra es muy fuerte, y tiene poco que guardar: por ahora ninguno
creo irá a darles empacho: en Leco ha dejado la compañía de
Villaturiel, y en Frezo la de Diego López de Sossa, (f. 66 r.) para
que, si algún socorro nos viniese de Alemania, se pueda recibir: de
esta manera nos hemos repartido, porque ningún otro remedio
podíamos tener, y plegué a Dios que esto nos aproveche. Lantreque,
tomada Alexandría, se vino derecho aquí por el camino de
Viagrassa, vinieron en todo el campo hasta una yglesia que se llama
S.n Cristoval, una milla de esta ciudad: jueves “26” de el presente yo
les embié (f. 66 v.)a recibir al capitán Pedrarias, con doscientos
escopeteros, y algunos caballos, y dioles tan buena mano, que se
tornaron a alojar tres millas mas atrás en un lugar que se llama
Corzo, donde estuvieron jueves y viernes; el sábado siguiente se
levantaron, y fueron la vía de Pavía, a donde el mismo día a la
noche yo embié otras tres vanderas, las quales espero en Dios
habrán entrado: los términos en que aquí (f. 67 r.) estamos son
estos.
De Roma, ni de persona del campo de V. Mag.d nunca ha
havido carta desde de la muerte de el abad de Naxaza, sino es una
de Alarcón, en que me dice las diferencias que hay entre el virrey, el
príncipe de Orange, el marqués del Gasto, la ynfanteria española, y
Juan de Urbina, de manera que todo lo de allí anda revuelto; y bien
se parece en lo poco qe allí hazen: yo los he (f. 67 v.) avisado por
personas ciertas, y por vía del duque de Ferrara con toda la prisa que
pude, pero ni lo uno, ni lo otra ha aprovechado hasta aquí; y
ciertamente pareze, en lo que hazen, que estas no son cosas que
tocan a V. Mag.d,: y quando esto fuese perdido, lo que Dios no
quiera, tengo por cierto que las cosas de Nápoles no pasarían muy
bien: yo no dexo cada día de solicitarlos, y decirles lo que conviene
(f. 68 r.) para su venida; no sé lo que harán: aquí se haze más de lo
posible, y tenemos vituallas para dos meses. V. Mag.d debe hazer
paz, o buena guerra, porq.e aquí me faltan todas las cosas, gente, y
dineros, y principalmente que los alemanes se me amotinan cada
semana, y el país ya no puede mas, porque no hay que comer para
ellos ni para nosotros, especialmte no pudiendo sembrar la (f. 68 v.)
gente: de manera, que Vuestra Magestad sea cierto, que aquí no se
puede mas vivir de esta manera: nosotros hazemos todo lo posible
hasta que no quede hombre vivo; pero Vuestra Magestad perderá lo
gastado, y muchos de estos sus Servidores que aquí se hallan.
Yo he recibido de el embajador de Genoua Lope de Soria
cincuenta y seis mil escudos, y sepa V. Mag.d q.e (f. 69 r.) desde que
yo vine aquí asta oy, he gastado en cosas que no se han podido
escusar, mas de 160 de escudos, los quales se han buscado del
estado, y de otras persona que aquí me los han prestado; lo qual verá
V. Mag.d por la cuenta de los escribanos de racio de V. Mag.d, que
embiaràn, dónde, y en qué se han expendido. Y certifico a V. Mag.d
que a mi no me queda sino un jubón, un saio, y un caballo, que todo
lo demás lo he vendido , dado, y empeñado pos servir a V. Mag.d:
por lo qual humildem.te (f. 69 v.) suplico, que mande V. M. proveer
estas cosas, porque están en términos que no sufren mas dilación.
Si V. M. quisiere embiar dineros con que aquí podamos
sostenernos, la mejor vía sería por Fúcar y Vélez de Alemania. Si el
campo de V. M. llegase aquí, habría poco q.e son pocos, y mui ruin
gente. La última letra que tengo de V. M. es de 2 de julio pasado
= Ntro Sor guarde
De Milán a 29 de set.re de 1527
= De V. M. Vª =
Ant.o de Leyba.
Carta IV (f. 70 r.)
+
S. C. M.
Por otras dos del pasado he dado aviso a V. Mag.d de todo lo que
acá pasa; y lo que es necesario sepa V. Mag.d, es que los franzeses
que fueron a Carmona batieron la ciudad; pero los mil ynfantes que
yo embié de aquí, llegaron a tan buen tiempo, que fueron la causa de
la salvación de aquella ciudad: los franzeses se retiraron una milla
atrás, y allí están: el día 29,, llegaron al campo de franzeses con el
marqués (f. 70 v.) de Salvia hasta setecientos alemanes,
quatrocientos españoles y dos mil saboyanos, y a la hora que
llegaron los embiaron a Carmona: espero que no harán nada, porque
en Carmona hay más de tres mil ynfantes, cien hombres de armas, y
cien cavallos ligeros del marqués de Mantua y los de la tierra sirven
de mui buena gana. El marqués de Mantua está a diez millas de
Carmona, y los venecianos con él: ayer, que fue (f. 71 r.) el último
del pasado, llegó allí el duque de Urbino, el qual es governador del
exército de venecianos: escríbeme el marqués, que el duque viene
con orden de hazer todo lo que convenga en servicio de V. Mag.d;
presto lo veremos, porque si ellos quieren, no volverá franzés a
pasar. En estos términos están las cosas de Carmona; de lo de Milán
tiene V. Mag.d noticia por el abad de Nájera; y por el próspero de las
cosas de Plasencia (f. 71 v.) hago saber a V. Mag.d, que yo he
descubierto un tratado, que a no revelado Dios, estuviera aquella
ciudad imposible de remedio; y por aquella vía no hay que andar,
que ya somos asegurados como conviene.
A 29,, del pasado el duque de Ferrara entró en Reco con trato
de la parte, y se apoderó de la ciudad: la ciudad ella se tiene, y es
bien fuerte; no se lo que harán: Con el duque viene Renco (f. 72 r.)
de Xeri, el qual ha embiado un trompeta a Parma, a que se rinda al
rey de Francia, como a su capitán: El governador de Parma, y la
ciudad respondieron muy bien, que eran para defenderse; no se
tampoco como lo harán, porque están muy lejos de nosotros:
siempre en las cosas de la yglesia hay estos motivos hasta la
creación del Papa, el qual, espero en nuestro Señor, que será a
devoción de V. Mag.d; (f. 72 v.) y así lo creen los franzeses. Esto es
lo que acá pasa: esta ciudad la tengo muy bien abastecida, y muy
bien fortificada; y aunque me ha quedado poca gente, con la que
tendré espero en Dios que no se alabarán de la venida; y de esto V.
Mag.d sea más que por cierto, si acá vienen: yo he embiado los
españoles que ahora han llegado, y espero socorrerlos, que así he
hecho con los ciento que llegaron primero con (f.73 r.) el almirante:
de acá o hay mas que hazer saber a V. Mag.d mas de suplicarle que
tenga memoria de mis servicios, y de mi honra, pues en todo lo que
yo puedo no falto al servicio de V. Magestad, ni soy para faltar en
quanto tubiere vida: y nuestro señor acreciente la uida, y estado de
Vuestra Magestad como por Vuestra Magestad es deseado.
De Pavía a primero de octubre de mil, (f. 73 v.) quinientos
veinteysiete.
De Vuestra Magestad humilde vasallo, que sus reales pies, y
manos besa
Ant.o de Leyba.
Carta V (f. 74 r.)
+
S. C. M.
De todo lo pasado, he dado cuenta a V. Mag.d; y lo que al
presente hay que hazer saber a V. Mag.d, es, que la parte de
franzeses que estaba sobre Carmona ha quedado con poca honra, y
menos provecho, porque han perdido mas de seiscientos hombres de
los mejores, y así se han retirado a su campo que estaba sobre
Milán. Los mil ynfantes que yo embiè a Carmona, llegaron a tan (f.
74 v.) buen tiempo, y lo han hecho tan bien que han sido la
salvación de aquella ciudad que era de grande importancia: también
quisieron tentar a Plasencia; mas yo la tenia tan bien prouista, que
hubieron por bien de dejarla estar: las cosas están en estos términos,
u los enemigos comienzan a andar no tan bravos couinieron: espero
en Dios, y en la buena ventura de Vuestra Magestad, que (f. 75 r.)
muy presto estarán del todo mansos. Ellos se juntarán entre mañana,
y hoy, y de tres cosas han de hazer la una; o dar la batalla a Milán y
tentar su fortuna, que si lo hacen, creo será la ruina suya; o han de
venir aquí, donde espero en Dios se les dará la cuenta que es razón;
o se han de volber por donde vinieron: estar allí donde están, no es
posible, assí (f. 75 v.) por el mal tiempo, como porque de aquí les
rompo cada día las vituallas, y se les hazen mil males: y certifico a
V. Mag.d q.e desde que aquí me encerré hasta hoy, más de
ochocientos cauallos les hemos tomado, entre gente de armas,
archeros, y sacomanos: de Milán cada hora les asaltan el campo y
les hazen mil daños; y en fin por todos respetos estos no pueden (f.
76 r.)estar aquí. Esto es lo que aquí passa; de lo demás que sucederá,
daré aviso a Vuestra Magestad, a la qual humildemente suplico,
tenga memoria de mis pequeños servicios, que aunque no son tan
grandes como yo deseo, no dejo de hazer en todo lo que puedo,
proponiendo la vida cada hora en servicio de Vuestra Magestad. (f.
76 v.)
Nuestro Señor acreciente la vida, y Estado de V. Magestad,
como Vuestra Magestad desea. De Pavía a siete de Octubre de mil
quinientos, veinte y siete.
De Vuestra Magestad humilde Vasallo, y serV.or que sus
Reales Pies, y Manos besa.
Antonio de Leyba
(Página 77 en blanco por delante y detrás.)
Carta UI (f. 78 r.)
+
S. C. M.
La letra de V. Mag.d de primero de abril he recibido, la qual
vino a mi poder a “18” de mayo; y por la merzer, que V. Mag.d me
ha hecho de la encomiendo de (…) y por las merzedes que me
promete, humildemente beso los pies, y manos de V. Mag.d, y
ciertamente aunque mis servicios no han sido tantos como yo
quisiera, la voluntad no ha faltado, ni faltará en quanto yo viviere; y
porque en esta tierra ha havido muchas necesidades (f. 78 v.) y
muchos peligros en tiempos mui malos de remediar, como se ha
podido muy bien ver por los que a V. Mag.d han servido,
humildemente suplico a V. Mag.d, se quiera particularmente
informar de la manera que yo he servido, (porque en esto recibiré yo
la mayor merzed que se me podría hazer) así en la batalla, como en
defender a Pavía, donde yo quedé sin ninguna provisión, ni
munición, con solos tres barriles de pólvora (f. 79 r.) sin un tumbano
de harina, y sin un carlín; antes se debía a la gente dos pagas, y sin
haver quedado un hombre en la ciudad, porque todos huyeron
quando uieron que Milán se havía perdido, y los reparos de la
ciudad todos por tierra, los quales no havían podido ser aderezados
por la mortandad grande q.e en la tierra havía, y la gente de guerra
no eran tantos como se necesitaban, porque venían tales de Francia,
que (f. 79 v.) la mitad no podían tomar las armas en las manos.
Los molinos de la ciudad nos faltaron luego, porque la
artillería de el rey nos los llevó, por lo que me vi en grandísima
necesidad; y con gran trabajo hicimos molinos, descubriendo las
sepulturas de los muertos, para de las piedras hazer ruedas, de suerte
que fue bastante para podernos sostener: carne no teníamos ninguna,
sino de caballos: para la (f. 80 r.) pólvora era menester buscar el
salitre por los muros, y canavas de la ciudad; aunq.e no havía
mucho, no nos faltó para tirar con escopetas, y arcabuzes; de mis
amigos, y parientes busqué yo treinta y ocho mil escudos, con que
socorrí la gente, aunque con grandísimo trabajo, porque las pláticas,
y prometimientos del rey de Francia eran tantos quantos se podrían
pensar; pues a todo el mundo era notorio, que en aquella (f. 80 v.)
ciudad consistía la victoria de esta empresa; sosteniendo las batallas,
y combates que cada día nos daban, y los muros havían quedado de
tal suerte, que combatíamos pica a pica; y los daños que de nosotros
recibieron, (creo que V. Mag.d los ha sabido ) así en la salida que
hacíamos de la tierra, como en defenderla quando nos acometían,
fueron innumerables. Con todos estos trabajos, y necesidades
sostuvimos a (f. 81 r.) Pavía desde ueinte y dos de octubre hasta
ueinte y quatro de febrero, donde yo he dado, y gastado de lo que
tenia, así caballos, como ropa, a los alemanes, por tenerlos
contentos, y he perdido cuarenta y siete parientes, y criados, siendo
yo dos vezes herido, la una en la batalla, y la otra en la tierra, y otras
muchas necesidades, que por ser muy largas las dejo de decir:
gracias a Ntro. Señor, y a la buena (f. 81v.) ventura de V. Mag.d,
que de Pavía ha salido el fruto, y victoria que todos deseamos.
A V. Mag.d suplico, que si estos servicios lo han merecido,
me haga dos merzedes; la una, hazer merzed a los que conmigo
trabajaron en seruir a V. Mag.d, con tantos trabajos, y peligros; y la
otra, que V. Mag.d me haga tan señalada a merzed, como lo es la de
quererse informar muy por extenso de la manera que yo he (f. 82 r.)
servido a V. Mag.d; y con esto seré tan satisfecho, como si todas las
merzeces del mundo se me hizieran. Los que en Pavía, y en la
batalla han servido conmigo a V. Mag.d, Son los que cito en este
memorial.
Garci Manrique, Capitán de Su M. Y. de gente de Armas.
Sancho López, LugarTen.te del Conde de Altamira.
Rodrigo de Bargas, Teniente de gente de Armas.
El Comendador Urias, (f. 82 v.) Maestre de Campo.
D.n Francisco Sarmiento, Lugar=Teniente de Gente de Armas
Aponte, capitán de Cavallos ligeros.
Salamanca, Capitán de Cavallos ligeros.
Rosales, Capitán de Cavallos ligeros
Barragán, Capitán de Ynfanteria Española.
Capitanes de Alemanes
El Conde Bautista Ladrón
Conde (f. 83 r.) Maximiano Zeque
Acabadas estas cosas, pedí yo lizencia al virrey para irme a mi
casa, así por reposar, como por buscar para pagar mis deudas, el
qual no me la quiso dar; antes me ha dicho de parte de V. Mag.d,
que yo quede aquí con esta gente, mientras él va a poner el rey en
Nápoles; y me ha dicho, q.e he cumplido mucho al servicio de V.
Mag.d: yo estaré por todo este mes de junio, y en este tiempo V.
Mag.d podrá proveer lo que conviene a su servicio; y es necesario
que se haga con toda diligencia, porque no es posible poder sufrir
esto más sin ser pagador: la gente de armas se quedó en grandísima
necesidad por lo mucho que se les debe, por lo qual no es posible
ponerles orden ninguna, ni menearlos a donde fuere menester; y en
lo mismo (f. 84 r.) está la ynfanteria, que a causa de no ser pagada,
no se puede mouer, y todo lo de el exército está así, cavallos ligeros,
y artillería; por la qual, Ytalia osa intentar con tramas, y con todo lo
demás; que si el exército estuviese como es razón, no se pondrían en
lo que se ponen; y porque la gente no puede vivir estando junta, por
no tener con que pagar las vituallas, tengo (f. 84 v.) temor de que
recibamos algún daño, aunque no dejará de hazer mas de lo posible
para remediarlo.
En las cosas de Ytalia no se engañe V. Mag.d, que no hay
nadie en ella, pues desea la grandeza de V. Mag.d; y siempre que
puedan mostrar su buena voluntad, lo harán. Y pues Dios ha dado a
V. Mag.d tan gloriosa victoria, la guerra, o paz que se haya de hazer,
sea presto, antes que las (f. 85 r.) fuerzas de Francia puedan tomar
ser, ni el miedo de lo presente se les olvide, y quando las cosas se
pueden hazer con paz, se deben hazer con ella, pues siempre esto es
lo más seguro; porque las guerras traen muchas necesidades, y las
cosas se vienen a poner en muchos peligros.
Suplico a V. Mag.d me perdone, si me alargo más de lo que
debía, porque la mucha voluntad que tengo de (f. 85 v.) servirle, me
haze decirlo: y porque en todo hablará Francisco de Morales Criado
mío, a V. Mag.d humildemente suplico, le mande dar fe.
Nuestro Señor acreciente la uida, y estado ymperial de V.
Mag.d, como por V. Mag.d es deseado. Fecha en Boguera a 23 de
Mayo de 1528.
De V. Mag.d humilde Vasallo, y Criado, q. S. M b.
Antonio de Leyba
Carta VII (f. 86 r.)
+
S. C. M.
De Boguera escribí a V. Mag.d, dándole cuenta de lo que acá
pasaba, y de cómo el virrey me havía mandado de parte de V. Mag.d
que yo quedase aquí con esta gente de armas hasta que llevase al rey
a Nápoles, y pudiesse volver, que sería por todo el mes de junio; y
aunque tenía mucha necesidad de ver a mi casa, y de ir a pagar las
deudas que debo, quise (f. 86 v.) antes cumplir con el servicio de V.
Mag.d, que con mis necesidades, y así quedé a cumplir lo que se me
mandó: ahora me pareze que el dicho virrey ha tomado otro camino
de irse a España con el rey, sin que ninguno de los que acá
quedamos en servicio de V. Mag.d, lo haya sabido hasta ahora; y
como esta partida ha sido tan repentinamente, ha puesto en Ytalia
mucha (f. 87 r.) alteración: el exército queda muy mal proveído de
todo lo que le conviene, con mucha deuda, y sin ningún remedio de
donde se haya de pagar, porque está mal alojado, y muy largo, y no
se puede hazer otra cosa a causa de no poderlo pagar; plegue a Dios,
que no sea causa de algún desorden. De venecianos, de quien se
esperaba haber una buena suma de dineros, creo que no los darán (f.
87 v.) por haver visto esta partida del virrey, sin haver tomado con
ellos alguna resolución. V. Mag.d mande proveer estas cosas de el
exército, pues ve lo que importan a su servicio, y sea con toda
diligencia porque no sufre dilación.
Ya Vuestra Magestad sabe, que yo ha quatro años que estoy
en esta guerra, sin haver salido un paso de ella, (p. 88 r.) en la qual
yo he gastado, y expendido todo lo que he podido haber, y he
empeñado mi casa por muchos años. Creo, que Vuestra Magestad
no se ha informado de la manera que yo he servido; por esto, y por
dar cuenta a Vuestra Magestad de lo que acá ha pasado,
humildemente suplico a Vuestra Magestad, mande, se me dé
licencia, para que pueda (p. 88 v.) ir a besarle sus reales manos; y lo
demás, Morales criado mío lo suplicará a Vuestra Magestad, a la
qual humildemente suplico, le mande dar crédito.
Ntro. Señor guarde y prospere la vida, y real Estado de V.
Mag.d, como por V. Mag.d es deseado.
De Milán a 16 de Junio de 1528.
= De V. M. hum.de Vasallo.
Antonio de Leyba
(Página 89 en blanco)
Carta VIII (f. 90 r.)
+
S. C. M.
Yo creo, que a V. Mag.d sea manifiesto, como Jorge
Fanespergh ha servido; y cierto me parezería errar, si no digesse a
V. Mag.d que le he visto ser verdadero servidor de V. Mag.d, por lo
qual es digno de muchas merzedes. Por su causa los alemanes
fueron a Roma sin dineros: él ha hecho, y haze todo lo q.e puede,
para que los que aquí tengo sirvan a V. Mag.d como es razón: ha
hecho quanto ha podido, porque este exército (f. 90 v.) no se
volviese a Alemania: así mando como está sigue el campo, y haze
en todo mas de lo que puede: a V. Mag.d humildem.te suplico, por lo
que conviene a su servicio, mande tratar muy bien sus cosas, y
hacerle merzedes, porque además de que se haze con el lo que se
debe, será dar buen exemplo a los otros, para que sirvan bien a V.
Mag.d: ha perdido un hijo en Roma en servicio de V.M. y el coronel
Gaspar su hijo (p. 91 r.) que estaba aquí conmigo, ha estado en
Alemania mui malo de heridas, y enfermedad; pero volverá luego al
servicio de V. Mag.d: Jorge está malo también como V. Mag.d sabe;
y assí como está, puede más con esta gente de Alemania que todos
juntos: vuelvo a suplicar humildem.te a V. Mag.d, le mande tratar de
manera que esté contento, porque así conviene a su servicio, y él lo
mereze; y yo recibiré tan señalada (f. 91v.) merzed, como si a mi
propio se hiciese: además de esto viene el capitán Valentín, el qual
ha servido en todas las guerras pasadas mui fielmente a V. Mag.d, a
quien, humildem.te suplico, le presté entera fe, y crédito, y le haga
toda merzed, porque en verdad él la mereze mui bien, y yò la recibiré
como si la hiciese a mi propio. Ntro. S.or
Carta IX (f. 92 r.)
+
S. C. M.
Allá va Diego de Oseguera, el qual ha servido mui fielm.te a
V. Mag.d en todas estas guerras pasadas por hombres de armas, y
últimamente ha sido Alférez de Chevara, maestre de campo; y
porque sus obras merezen toda merzed, humildemente suplico a V.
Mag.d lo haya por encomendado, y le mande hazer algunas
merzedes, porque en verdad él las mereze muy bien, y yo las
recibiré como si a mi propia persona las hiciereis; y a (f. 92 v.) más
de esto; en el día de la batalla de Pavía tomó a Santememes, capitán
e gente de armas de el rey de Francia, el qual le hizo talla, y rescate
de dos mil ducados, y Carlos de Lannoy virrey de Nápoles, (que
esté en gloria) quiso, y hubo el dicho prisionero para sí,
prometiendo al dicho Oseguera la mencionada suma de dos mil
duchados en mi presencia, de los quales (f. 93 r.) hasta el día de hoy
no ha habido nada; y porque se hizo esto siendo yo presente, a fin
de que no queden los leales servidores de Vuestra Magestad, sin ser
renumerados de sus servicios, doy de todo lo sobredicho fe a
Vuestra Magestad, ser verdad.
Nuestro Señor guarde, y prospere la vida, e ymperial estado
de Vuestra Magestad (f. 93 v.) con acrecentamiento de reynos, y
señoríos, como por Vuestra Magestad es deseado.
Fecha en Milán a quince de marzo de mil quinientos veinte y
Nueve.
De V. M. humildísimo servidor, y vasallo, que sus ymperiales
pies, y Manos besa.
Antonio de Leyba
Carta X (f. 94 r.)
+
S. C. M.
Una letra de V. Mag.d, he recibido de treze del pasado, sobre lo que
acá ha pasado en la batalla, de lo qual V. Mag.d ha sido por todos
nosotros avisado. Lo que al presente hay que hazer saber a V.
Mag.d, es que nosotros hemos perdido una gran ocasión de no
acabar en todo esta empresa, porque al exército de V. M. no fue
posible el día de la batalla hacerle sujetar los enemigos, y después se
nos amotinaron; y han (f. 94 v.) estado seis días sin querer partir,
pidiéndonos cosas muy injustas, de las quales el abad de Nágera
particularm.te da entera relación a V. Mag.d: es gente terrible, y es
menester tanto dinero para mantenerlos, que no sé quien los pueda
sufrir; y la guerra no aprovecha, no executándose la ocasión buena
que Dios nos da: Los enemigos pasaron por acá con aquel desorden
que suelen llevar los exércitos que van desbaratados (f. 95 r), y más
lo fueran, si se pudieran sujetar como conviene.
La elección que V. Mag.d ha hecho del virrey de Nápoles, y de
aumentar este exército su fuera menester, fueron dos provisiones
muy buenas y muy convenientes al servicio de V. Mag.d; pero
aumentar el exército no es menester al presente, a Dios gracias; solo
se es menester dinero para sostenerlo: y viendo la necesidad que de
esto hay, (f. 95 v.) aquí se ha acordado hazerla empresa de Genova,
si Lodi no nos da embarazo porque será preciso tomarla.
Este exército de V. Mag.d ha llegado hoy día de la fecha aquí
a Mariñán, y mañana, Dios queriendo, iremos de aquí, de lo que en
adelante suceda, será V. Mag.d auisado.
Nuestro Señor guarde
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes primarias:
Anónimo, Diez Cartas de Antonio de Leyba Que contienen muchas de las ocurrencias acaecidas en las guerras de Flan:des en los años de 1527, 1528 y 1529, s.l. et s.d., AHN, bajo la signatura 50761/593e.
Obras de consulta:
ÁLVAREZ, Manuel, Corpus documental de Carlos V (1516-1539), Vol. I, Salamanca, ed. Universidad de Salamanca, 1973.
----------- Carlos V, el César y el Hombre, Madrid, ed. Espasa Calpe, 1999.
ANÓNIMO, Retratos de españoles ilustres con un epítome de sus vidas, Madrid, ed. Imprenta Real de Madrid, 1791.
BLEIBERG, Germán, Diccionario de Historia de España, vol. 2. Madrid, 1986.
BLOCKMAN, Wilm, The world of emperor Charles V, Amsterdam, ed. Royal Netherlands Academy of Arts and Sciens, 2000.
CASTELLANO, Juan Luis, Carlos V, Europeísmo y universalidad: Congreso Internacional, Vols. II y III, Granada, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000.
GIONO, Jean, La batalla de Pavía, Peter Owen Ltd, 1965.
KENISTON, Hayward, Francisco de los Cobos, secretario de Carlos V, Madrid, ed. Castalia, 1980.
LOSADA, Juan Carlos, Batallas decisivas de la historia de España, Madrid, ed. Aguilar, 2004.
MARTÍNEZ, José, Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558): Congreso Internacional, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001.
---------- La corte de Carlos V, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000.
TRACY, James D., Emperor Charles V, impresario of war: campain strategy, international finance, and domestic politics, Cambridge, ed. Cambridge University, 2002.