Diez cartas de Antonio de Leyva a Carlos V

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Fernando José Pancorbo y Víctor Sauce Departamento de Filología Hispánica Universidad Autónoma de Madrid e-mails: [email protected] [email protected] Tlfno.: (+34) 666140111 Diez cartas de Antonio de Leyba que contienen muchas de las ocurrencias acaecidas en las guerras de Flandes en los años de 1527, 1528 y 1529. Resumen En el presente trabajo se presentan diez cartas escritas por Antonio Leyva a Carlos V en las que se informa al rey de la situación de Pavía, Génova y Alessandria. En ellas, se pueden leer las necesidades y peligros a las que están expuestas las tropas imperiales desde el año 1527 al 1529. Palabras clave: Antonio Leyva, Carlos V, Pavía, Génova, Alessandria. Abstract In this work, they are present ten letters writted by Antonio Leyva to Charles V where he explains to the king the situation about Pavía, Genova and Alessandria. Here, we can read about the needs and dangers that threaten to the imperial´s corps since 1527 to 1529. Keywords: Antonio Leyva, Charles V, Pavía, Genova, Alessandria. INTRODUCCIÓN El presente trabajo se centra en la edición de un volumen que colecciona diez cartas de Antonio de Leyva dirigidas al emperador Carlos V entre los años 1527 y 1529 desde Flandes, como anuncia el encabezamiento del epistolario. En ellas se pueden leer las necesidades de apoyo, bastimentos y tropas que le reclama al Sacro Emperador para poder soportar la resistencia en Pavía, el peligro en Génova, la espera de la llegada de las vituallas en Alessandria, etc. Es decir, la situación política y militar en estos años y en esta zona es muy delicada. Antonio de Leyva está soportando a duras penas el asedio de las tropas francesas enviadas por el rey Francisco I. Los antecedentes de estas cartas corresponden a los episodios bélicos relacionados con el sitio de Pavía. Allí, Antonio de Leyva, gran estratega y veterano militar curtido en la Guerra de Granada, fue capaz de resistir los ataques por parte de

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Fernando José Pancorbo y Víctor Sauce Departamento de Filología Hispánica Universidad Autónoma de Madrid e-mails: [email protected] [email protected] Tlfno.: (+34) 666140111

Diez cartas de Antonio de Leyba que contienen muchas de las ocurrencias acaecidas en las guerras de Flandes en los años de 1527, 1528 y 1529.

Resumen

En el presente trabajo se presentan diez cartas escritas por Antonio Leyva a Carlos V en las que se informa al rey de la situación de Pavía, Génova y Alessandria. En ellas, se pueden leer las necesidades y peligros a las que están expuestas las tropas imperiales desde el año 1527 al 1529.

Palabras clave: Antonio Leyva, Carlos V, Pavía, Génova, Alessandria.

Abstract

In this work, they are present ten letters writted by Antonio Leyva to Charles V where he explains to the king the situation about Pavía, Genova and Alessandria. Here, we can read about the needs and dangers that threaten to the imperial´s corps since 1527 to 1529.

Keywords: Antonio Leyva, Charles V, Pavía, Genova, Alessandria.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se centra en la edición de un volumen que colecciona diez

cartas de Antonio de Leyva dirigidas al emperador Carlos V entre los años 1527 y

1529 desde Flandes, como anuncia el encabezamiento del epistolario. En ellas se

pueden leer las necesidades de apoyo, bastimentos y tropas que le reclama al Sacro

Emperador para poder soportar la resistencia en Pavía, el peligro en Génova, la espera

de la llegada de las vituallas en Alessandria, etc. Es decir, la situación política y

militar en estos años y en esta zona es muy delicada. Antonio de Leyva está

soportando a duras penas el asedio de las tropas francesas enviadas por el rey

Francisco I.

Los antecedentes de estas cartas corresponden a los episodios bélicos

relacionados con el sitio de Pavía. Allí, Antonio de Leyva, gran estratega y veterano

militar curtido en la Guerra de Granada, fue capaz de resistir los ataques por parte de

las tropas francesas con apenas seis mil trescientos hombre, contravenidos por el

hambre y las enfermedades. En ese mismo tiempo, mientras se esperaba la

capitulación de Antonio de Leyva por parte franca, se anunció la bajada de las tropas

imperiales desde Alemania para apoyar la defensa del sitio de Pavía, formadas por

soldados germanos y austríacos bajo las órdenes de Jorge de Frundsberg. Francisco I,

al ver tales movimientos, decidió segmentar sus tropas y dividirlas entre Génova y

Nápoles para hacerse fuertes en tales emplazamientos. Mientras tanto, las tropas

mercenarias de Carlos V que estaban en este marco, empezaban a causar problemas

debido a que empezaban a reclamar sus salarios, lo que causó que los generales

españoles tuviesen que empeñar sus pertenencias para poder afrontar el pago de sus

soldados. En este aspecto, habría que destacar la postura de los arcabuceros españoles,

que decidieron seguir en el campo de batalla defendiendo Pavía de forma

desinteresada. Tardarían algunos meses en llegar los refuerzos mandados por

Fernando de Ávalos, marqués de Pescara; Carlos Lannoy, virrey de Nápoles; y Carlos

III, condestable de Borbón. Fue Ávalos quien consiguió tomar el puesto de avance

francés de Sant Angelo y cortar las líneas de comunicación entre Pavía y Milán.

Con la llegada de los refuerzos a Pavía se comenzó el fuego el 24 de febrero

de 1525. Tras la acometida de las tropas de Carlos V, las fuerzas francesas decidieron

recular y esperar, ya que eran conocedores de la mala situación económica de las

tropas enemigas, pensando que sería el mismo hambre quien acabaría con ellas. Las

circunstancias evolucionaron de forma totalmente contraria a las expectativas

francesas, ya que Antonio Leyva arengó a las tropas para que tomasen los medios

necesarios a partir de lo que hubiese en los campamentos franceses.

A pesar de las excelentes estrategias llevadas a cabo en el campo de batalla,

anulando, incluso, gran parte de la caballería francesa, las tropas de Francisco

consiguieron anular la artillería imperial. El rey franco mandó que la totalidad de su

caballería atacase, siendo tan grande el número de efectivos que la propia artillería

tenía que cesar el fuego para no causar bajas entre sus propias filas. De cualquier

manera, los arcabuceros de Alfonso de Ávalos dieron buena cuenta de ellos mientras

Lannoy, al mando de la caballería, y Fernando de Ávalos, dirigiendo a la infantería,

luchaban contra los franceses gobernados por Ricardo de la Pole y Francisco de

Lorena.

Fue en este momento cuando Antonio Leyva decidió sacar a sus hombres de la

ciudad para dar apoyo a las tropas que venían en su ayuda y que se estaban

enfrentando a los franceses, viéndose entre dos fuegos que no podían resistir. Los

soldados imperiales bloquearon la retaguardia de los franceses, imposibilitando, de

este modo, su retirada. Tras una espectacular victoria de las tropas de Carlos V, contra

todo pronóstico, Francisco I es apresado por el soldado vasco Juan de Urbieta y

trasladado a Madrid, donde permanecería encarcelado desde el 12 de agosto de 1525.

El 14 de enero de 1526 se firmó el tratado de Madrid, en el que Carlos V le

imponía unas duras condiciones y le obligaba a proceder a la concesión del

Milanesado, Nápoles, Flandes, Artois y Borgoña. Es a partir de este momento donde

empiezan a tomar encuadre las cartas que se presentan a continuación, puesto que las

tropas francesas volverían a causar graves problemas en Pavía, en Génova y en

Nápoles, además de los ya consabidos en Roma en el 1527. Desde de septiembre de

1527, momento en el cual Antonio Leyva se encuentra en Milán defendiendo desde su

posición las ciudades de Pavía, Alessandría. Su misión era la de mantener armadas y

abastecidas dichas ciudades ante los ataques del ejército francés que llegaban desde el

norte de la mano de Lautrec1. Sin embargo, continuamente es requerido a Leyva que

mande soldados y provisiones a ciudades como Génova que estaba siendo asediada

por mar por Andrea Doria.

A lo largo del epistolario, Leyva escribe a Carlos V desde cuatro ciudades:

Milán, Pavía, Voghera y Campaña. Este dato indica que Leyva tuvo que desplazarse

para presentar batalla según su rigor ya que Carlos V había concedido plenos poderes

para que «procedieran en todo caso como se lo requirieran las circunstancias, sin tener

que esperar a consultarle, pues por la confianza que tengo en ellos, les remito todo a

cada uno en su jurisdicción»2.

Antonio Leyva no sólo informaba a su rey de cómo iba la situación en el Norte

de Italia sino que, como buen líder que era, le hacía saber de quienes habían sido los

                                                                                                               1  En las cartas de Leyva aparece siempre nombrado como como Lantreque. 2 Álvarez, Manuel . Historia de España. La España del emperador Carlos V (1500-1558; 1517-1556). Tomo XX. Ed. Espasa-Calpe. 1982.

soldados que más esfuerzos habían hecho al servicio de su majestad y solicitaba que

se le recompensase por sus hazañas y méritos, como es el caso de Jorge Frundsberg3.

En este ámbito, podemos leer la siguiente carta que Carlos V envía al Príncipe

de Orange y a Antonio Leyva el 16 de agosto de 1527, en la que se refleja la

preocupación del futuro sacro emperador por la situación de Génova y la concesión de

todas aquellas provisiones, tropas y vituallas que le sean necesarias.

Carlos V al duque de Ferrara

Valladolid, 16 de agosto de 1527

(Peligro que se hallaba la ciudad de Génova. Servicios del Duque a la monarquía de darle todo el apoyo que pidiere, tanto de bastimientos como de gente).

Príncipe muy caro y amado primo: los continuos serviçios que la ciudad de Génova, con singular fee y lealtad nos ha hecho, y los trabajos y daños que por mantenerse en mi servicio ha padescido, son tan grandes y a todos tan manifiestos que no conuyene aquí relatarlos, ny menos deziros la voluntad que de reconoscer y remunerar estos reynos tenemos, pues lo uno y lo otro, os es a vos muy notorio. Y porque somos informados que aquella ciudad está muy gastada por el continuo cerco que por mar ha tanto tiempo tenido y que no se podría buenamente deffender sy por nos no fuesse socorrida, hauyendo consideración a lo que a nuestro servicio importa la conseruación de aquella ciudad y por el grande amor que ansy al Duque como a todos los vezinos della con mucha razón tenemos, os mandamos y encargamos muy expressamente que proueays la dicha ciudad de la gente y bastimentos y otras cosas que houyera menester y el dicho duque os pidiere para su deffensa, e sy acaesciere que nuestros enemigos por la parte de tierra acometiessen ó tentassen alguna cosa contra la dicha ciudad, que en todo caso procureys de estouarlo, embiando sy menester fuere nuestro exército o alguna parte dél conforme a la necessidad en socorro de la dicha ciudad, y generalmente tengays de su guardia y deffensión muy especial cuydado, proueyendo lo que para ello paresciera conuenir, conforme a lo que el dicho Duque os pidiere, porque ansy cumple a mio seruicio.

Data en Valladolid a 16 de Agosto de 1527.                                                                                                                3 Enlas cartas aparece como Jorge Fanesperg.

Al príncipe de Oranges, ídem. A Antonio de Leyva, ídem.4

Esta misiva de Carlos V es una de las pocas que se conserva que están dirigidas

a Antonio Leyva. Si bien, la correspondencia de fechas entre esta carta y la primera

del epistolario no guardan relación, esta letra que le escribe el rey al gobernador de

Milán sirve de marco contextualizador y da pie y presentación a la colección de cartas

que se presentan en este trabajo.

INFORMACIÓN DEL VOLUMEN Y CRITERIOS DE EDICIÓN

El epistolario que hemos tomado como objeto de estudio se encuentra en el

Archivo Histórico Nacional de Madrid, bajo la signatura 50761/593e.

Su estado de conservación es un tanto malo, puesto que no se conservan las

portadas, ni las primeras y últimas páginas. El volumen no ofrece ningún tipo de dato

acerca de la procedencia de tales cartas ni de su editor, lo cual dificulta en gran

medida su estudio. Lo que ha llegado a nosotros es un total de 183 hojas.

En el compendio de cartas se puede ver que las cinco primeras cartas que aquí

están recogidas se encuentran repetidas y anexadas delante de la colección de las diez

letras que hemos analizado. Esto, sin duda, es un indicio claro de que se trata de una

primera, o segunda, edición de las epístolas puesto que tampoco podemos afirmar que

las cartas primeras que se encuentran adjuntas sean las escritas por puño y letra de

Antonio Leyva. Se podría argumentar que fuesen un borrador de la edición final del

volumen pero los indicios paleográficos y las marcas de escritura hacen ver

claramente que se tratan de escribientes distintos.

Por otro lado, son varios los aspectos que nos hacen pensar que el editor de

estas cartas no tenía el castellano como lengua materna. Esto se ve a través de

cuestiones gramaticales y lingüísticas que, aunque se pueda ver que estos textos son                                                                                                                4  Álvarez, Manuel, Corpus documental de Carlos V (1516-1539) Vol. I, Salamanca, ed. Universidad de Salamanca, 1973, p. 125.

anteriores a la regularización ortográfica del castellano, hay unas serie de normas

ortográficas y sintácticas que no se usaban en el castellano de la época. De cualquier

manera, estas informaciones son orientativas y no pueden considerarse como

definitivas, ya que no se encuentra en todo el volumen ningún tipo de dato

esclarecedor.

En cuanto a la edición del texto que se propone, hemos preferido ser lo más

respetuosos con él para ofrecer una lectura más cercana a la fuente original. A

continuación, se detallan aquellos aspectos que a los que hemos atendido tras

consideraciones previas de carácter filológico, valorando qué cambios podíamos

realizar sobre el original para facilitar el entendimiento de las cartas.

Abreviaturas:

- Se tendrán en cuenta los criterios gráficos de la presentación crítica. De este modo, las abreviaturas como sco o ihs xpo, ihu xpu, jhu xº serán desarrolladas como santo o Jesucristo.

- En cuanto a las abreviaturas de fórmulas de tratamiento, se desarrollarán en una nota a pie de página cuando los editores lo crean necesario.

- Se desarrollará el signo tironiano e o y según los criterios del editor.

Grafías:

- Se mantendrá la alternancia entre formas diptongadas y no diptongadas de una misma palabra (rogo – ruego).

- No se repondrán las vocales que no aparezcan en los diptongos, aunque serán desarrollados en una nota a pie de página en el caso de que el editor lo crea necesario.

- Los sonidos consonánticos palatatales de las grafías arcaicas (i, gi, gg, ig, ch, etc) serán intervenidos cuando sea necesario para una correcta interpretación fonética.

- Se repartirán u y v según su valor consonántico o vocálico.

- Se reflejará b y v según aparece en el documento.

- Se conservará la b en contextos como cibdad o Cabdal, pero se sustituirá por u cuando la b tenga este valor consonántico, como en cabsa o Abstria (causa o Austria).

- Se repartirán i, j según su valor consonántico o vocálico.

- La secuencia de vocal seguida de i final se representará acorde a los usos ortográficos actuales.

- Se respetará la tilde diacrítica para diferenciar el adverbio y´ de la conjunción copulativa y.

- Se suprimirá la h- en aquellas palabras que no se haya consolidado.

- No se repondrá la h- cuando no aparezca en el texto.

- No se reflejará la – h– interior (veher ver).

- En el caso de haber, se escribirá con h- y –b–, independientemente de cómo aparezca en el manuscrito. En el caso de la 1º y 3º persona del singular se escribirá he, ha o é, á, según aparezca en el documento.

- Se tendrán en cuenta los procesos de palatización y despalatalización que afecten a diversas variedades hispánicas (privillegio, lleña, pilloto).

- Se respetará la –ll en posición final salvo en el caso de mill, que se simplificará a mil.

- Se respetará la alternancia entre c y z (facer / fazer).

- La ss en posición inicial o postconsonántica se representará como s.

- En posición interior se respetará la alternancia entre -s-/-ss-.

- Se respetará la alternancia entre j y g ante e, i presente en el manuscrito.

- Se respetará la alternancia del documento entre j/ x, g.

- En los casos de t, d, z, se reflejarán tal y como aparecen en el texto.

- En el caso de –nd y –nt, se respetará el uso del manuscrito cuando la dental es etimológica (grand- Grant, segund- segunt- según), pero si no lo es se eliminará (algund- algunt algún).

- Se mantendrán los grupos consonánticos cultos cuando puedan implicar una diferencia fonética (dino/digno; chanciller/ canciller; escripto/ escrito).

- Se respetarán los grupos no etimológicos del tipo colu(m)pna, como posible disimilación para evitar la asimilación o palatalización de las nasales, pero no en duepno- dueño.

Numeración:

- Los números romanos aparecerán en mayúsculas y sin puntos.

- Se resolverá U como mil.

- Los números arábigos se mantendrán en cifra.

Mayúsculas y minúsculas:

- Se empleará mayúscula y minúscula para diferenciar entre el nombre propio (topónimos y antropónimos) y el común. Se distinguirá entre la fijación del apellido de segunda posición para ver si indica referencia en el conjunto

nominal (véase la diferencia entre Juan Pérez Curtidor y Juan Pérez, el curtidor).

Acentuación:

- Se adaptarán las reglas de acentuación actuales de la RAE.

- Se respetará la acentuación diacrítica en pares como nós/ nos, ó/o, ál/al, y´/y, é/e, á/a.

- Se contemplarán los problemas particulares que presentan los hiatos y diptongos (tenié/ tenía, reina/ reína, vío/ vio).

Puntuación:

- Se reflejará mediante el sistema actual de puntuación la sintaxis del documento, no la moderna.

Diez Cartas de

Antonio de Leyba

Que contienen muchas de

las ocurrencias acaecidas

en las guerras de Flan:

des en los años de

1527, 1528 y 1529

Carta I (f. 36 r.)

S. C. M.

La última que a V. Magd. escribí, fue a los ,,7,, del passado, y

lo que después ha sucedido es lo siguiente. Monsr. de Lantreque

vino a Los “29” del pasado sobre un lugar que se llama Castelazo en

el Alexandrino, donde el conde Bautista Ladrón tenía puestas dos

partidas de alemanes para sostener, y favorecer las vituallas que

venían a Alexandría, sin las quales no podía vivir: tenían orden (f.

36 v.) las otras vanderas para retirarse a Alexandría: Los enemigos

vinieron sobre ellos, y en la verdad ellos pudieron bien retirarse a

Alexandría; pero havía un capitán entre ellos, llamado Bultistán, el

qual, según después he entendido, estaba mal con otro capitán que

se llama Maximiano, que estaba dentro de Alexandría, de manera

que el otro Bultistán por este respeto no (f. 37 r.) quiso ir a

Alexandría: tomó el camino de un pequeño lugar que se llama el

Bosque, y aunque a él le parecía fuerte, en la verdad no lo era:

Monsr. de Lantreque los cercó, y los tubo cercados diezyocho días,

dándoles baterías, y haciéndoles muchas minas, porque el lugar no

tenía agua, y en la verdad ellos hicieron todo lo que se podía hazer;

pero al fin fue necesario rendirse, porque no (f. 37 v.) havía remedio

de defenderse: el partido fue que los alemanes se fuesen a

Alemania; y algunos cavallos ytalianos, y españoles que havía, los

despojaron, y después de despojados se vinieron a meter en

Alexandría: los alemanes no consintieron que fuesen sino por

Francia, y por no ser muertos de los villanos, me dicen, que los mas

de ellos se han acordado en el servicio de Francia, pero bien creo

que todos se (f. 38 r.) vendrán, como se llegue a nosotros, y ha

quedado con ellos un capitán que se llama Duy, hermano bastardo

del duque de Babiera. Antes de la venida de Monsr. de Lantreque

solicitaba yo al dux de Genova, para que hiciese gente, e hiciesse

reparar aquella ciudad, pues veía que venían franzeses; y ciertamte a

mi parezer hubo allí harta floxedad en esto. Últimamente, viendo

que los franzeses por una (f. 38 v.) parte combatían el Bosque, que

suizos, y grisones me venían por encima por el monte de Brianzo, y

que los venecianos estaban en Mariñán, me fue preciso retirarme a

Milán, de donde se hizo aquella jornada de cara que a V. Magd. he

escrito, y fue a tan buen tiempo, que ha sido causa de sostenernos

vivos hasta ahora, porque yo me hallaba en todas las necesidades

que se podían hallar en (f. 39 r.) este mundo, sin dinero, sin forma

de donde haverlo, sin vituallas en las tierras, poca gente, y ninguna

munición: plugo a Dios nuestro Señor, que con aquella jornada se

ha dado lugar a meter vituallas en las tierras, y los enemigos no han

venido tan a rienda suelta como venían: yo en este tiempo,

viéndome cercado de tantas necesidades, embié diversas vezes al

capitán Rivadeneyra al Gran Canciller, y al embaxador, a pedirles,

que pues veían la necesidad en que yo estaba, me mandasen socorrer

del resto de los cambios que quedaba, que era poca cosa, según

ellos decían: y que yo con aquel dinero esperaba en Dios defender a

Alexandría, Pavía, Milán y Como; y aún de embiarles mil ynfantes

para la defensión de Genova. Ni por cartas, ni mensajeros nunca con

el embajador se pudo (f. 40 r.) acabar; ni por protestas que le hize

hacer, ninguna cosa aprovechó: cambiáronme a decir la necesidad

que tenían de gente, y que les embiase quinientos españoles, y mil

ytalianos: yo respondí, que los españoles no los podía dar, porque

tenían mui pocos, y los que tenía los havía menester para defender a

Milán, y a Pavía, pero embié mil ytalianos hasta el Po, y les embié

a decir que les (f. 40 v.) remitiesen media paga con la qual irían,

pero tampoco lo quisieron hazer; y en la verdad creo, que aunque

fueran, ya no llevara remedio, porque las vituallas no podían entrar

en la ciudad, a causa de que los enemigos havían cargado mucha

gente por mar, y por tierra: y también entiendo, que la ciudad, o la

mayor parte de ella, era ya de acuerdo con Monsr. de Lantreqe., de

manera que ella se perdió (f. 41 r.) Domingo a los “48” del passado:

el modo, y forma como se perdió, el embajador creo qe. lo habrá

escrito a V. Magd..

El Duque se retiró al castillo, en donde está por orden de V.

Mag.d hasta ahora: perdiéronse las galeras, que es de lo que más

debe pesar. Genova se recuperará presto, si el campo de V. Mag.d,

que viene de Roma, haze lo que es obligado: por la pérdida del

Bosque quedó Alexandría desprovista de la gente que (f. 41 v.) era

menester para la defensa de ella, de manera q.e ha corrido mucho

peligro. Mons.r de Lantreque se vino a dos millas de Alexandría, por

estorbar que ningún socorro pudiese entrar en la ciudad, y yo,

viendo lo que importaba, determiné socorrerla; embié de aquí a el

conde Ludovico de Veljoyosso, y a su hermano el conde Alverico,

para que trabajasen en socorrer a otra ciudad, y meterle gente

dentro (f. 42 .) Porque havían de pasar el Po, que era harta

dificultad, è ir mas de “45” millas por donde estaba el campo de

franzeses; pero como ellos sirven de tan buena gana a V. M.,

determinados a ponerse a todo peligro, el conde Alverico, pasó con

cinco vanderas de ynfanteria ytaliana, y a despecho de todos ellos

quiso nuestro Señor, que entrase en Alexandría. El conde Ludovico,

como lo dexó pasado el Po (f. 42 v.) por encima de Valencia, hizo

demostración de querer pasar diez millas más abajo de allí con otras

siete vanderas que con él llevaba, a donde Monsr. de Lantreque con

toda su armada acudió.

En este tiempo, el conde Alverico entró, como digo a V.

Mag.d, en Alexandría; y como el conde Ludovico sintió la señal de

haver entrado, se volvió sano, y salvo, y dejó a Mons.r de Lantreque

plantado: de manera que (f. 43 r.) con la ayuda de nuestro Señor las

cosas de Alexandría están segurísimas, y espero en Dios, que será

mucha parte de la victoria.

En este mismo tiempo embió Mons.r de Lantreque mil

ynfantes al Nomanres, y Lomelina, para impedir que nos viniesen

vituallas; al encuentro de los quales embié al conde Filipo Tornielo,

con quinientos ynfantes, y cien Caballos, y lo hizo tan bien, que los

rompió, y mató (f. 43 v.) muchos de ellos, les tomó tres vanderas, y

los echó de todo el estado de Milán: los que se escaparon, fueron

tales, que creo no volverán mas a buscarnos.

Mons.r de Lantreque de está hasta aora en el Alexandrino; ha

comenzado a hazer un puente en el Po; dicen, que quiere venir sobre

Milán; otros me dicen, que quiere ir a encontrar el exército que está

en Roma, otros, que quiere estar (f. 44 r.) sobre Alexandría; hasta

ahora no se entiende lo q.e quiere hazer; aquí estamos esperándole, y

crea V. Mag.d q.e haremos todo lo posible por defendernos hasta

faltarnos los elementos; y lo peor es, que las ciudades están ya tan

gastadas, que ninguna substancia en ellas hay; y ciertamente se ha

hecho milagros en poder poner las vituallas en ellas: Con todo, si

los ytalianos no me faltan, que espero en Dios no lo (f. 44 v.) harán,

tengo por cierto con la buena ventura de V. Mag.d que nos

defenderemos por algunos días. V. Mag.d vea en la necesidad que

estamos y pues ve lo que cumple a su servicio, suplico a V. M. se

acuerde de nosotros, y mande hazer las provisiones que conviene en

la necesidad en que estamos: las cosas del Estado están en estos

términos: al exército de V. Mag.d que está en Roma he escrito de un

mes (f. 45 r.) acá diversas vezes, y he embiado hombres a posta; de

ninguno de ellos he tenido respuesta, y sé que mis cartas han llegado

allá, porque el duque de Francia las ha embiado a buen recaudo: la

más fresca nueva que tengo de el exército, es, que el duque de

Francia me escribe de 16” del pasado, que allí havía llegado un

hombre del exército de Orange, que se llamaba Antonio de Uden, al

qual dice que lo despachó el (f. 45 v.) príncipe de Gena, y no dice si

el exército era llegado allá; escríbeme, que el mismo día que llegó,

lo tornó a embiar, solicitando que caminase. El capitán George, que

está en Ferrara, y todos nosotros no hazemos sino solicitarlo a que

venga; si viene, V. Mag.d crea, que presto les despacharemos,

porque les es fuerza venir a la batalla, o irse de Ytalia, porque no

tienen ninguna tierra donde sostenerse, que gracias a Dios (f. 46 r.)

hasta ahora no la han ganado, y espero en Dios que no la ganaran. El

duque de Saboya se ha ver con el exército francés de acá de los

montes: no ha dejado de hazer todo el mal oficio que ha podido,

hasta desvalijarme los hombres de armas que estaban alojados en el

Novares, y saquearme los trigos que venían para Milán: ha hecho

todas las demostraciones de enemigo que podía hazer: yo (f. 46 v.)

lo he sufrido todo, pensando que lo haría remediar, y porque

conocía que a la Sra Ynfanta le pesaba de ello: después que el

exército vino de Francia, todo el mal que puede, haze

descaradamente. Parézeme que erraría, si no diese cuenta de ello a

V. Mag.d, para que ordene lo que más fuere de su servicio, y sepa yo

cómo me he de tratar con él, porque en la verdad no se puede más

sufrir lo qe (f. 47 r.) de su estado nos hacen.

Al dux de Genova he escrito por diversas vezes, diciéndole

que se tenga, que el exército de V. Mag.d está cerca, y que luego le

socorreremos; no sé lo que hará; el castillo es bueno, y se puede

tener mucho tiempo. El embajador con “300” españoles que se han

salvado, está en Montaño, tierra del conde de Flisto; he embiado allá

para recobrarlos, y no sé si el (f. 47 v.) embajador querrá venir, yo

tengo harta necesidad de los españoles. El exército de Lantreque

tiene suyos cinco mil tudescos, tres mil franceses, tres mil ytalianos,

tres mil de gente de armas, quinientas lanzas de número, y veinte y

cinco piezas de artillería, las doze son gruesas, y las treze de

campaña.

Humildemente suplico a V. Mag.d, tenga memoria del conde

Ludovico de (f. 48 r.) Veljoyoso, y de su hermano, porq.e sirven tan

bien, que no se podría más decir, y lo mismo hacen el conde Filipo,

Galeazo de Uirago, y su hijo el Cavallero, el qual con su compañía

de cien cavallos ha sido el primero q.e entró en Alexandría: estos

sirven con las armas en las manos, y házenlo tan bien que no se

puede ponderar. También suplico a V. Mag.d tenga en memoria a

Bartholome de Mazy, a (f. 48 v.) su hermano Ludovico de Mazy, y

a Géronimo de Castior presidente del senado, a Antonio Rabi, a

Luis de Salara, y a Ludovico de Corte, vicario de esta ciudad,

porque todos estos sirven con tanta voluntad, y afición, que no se

puede pedir más, sin embargo, que los enemigos les hazen grandes

partidos a todos, por quitarlos del Servicio de V. Mag.d, en el qual

están tan finos como es razón. (f. 49 r.)

Yo he recibido del embajador de Genova hasta ahora diez mil

escudos; y sepa V. Mag.d que desde que yo volví a tener cargo de

este estado hasta ahora, he gastado más de cuenta, y sesenta mil

ducados, como verá V. Mag.d por la cuenta de los escribanos de

ración, que embiaré a V. Mag.d por el primer correo que parta; y ha

sido necesario vivir este exército por sus dineros, porque de otra

manera no hubiera sido posible meter (f. 50 r.) vituallas en las

tierras; pero ya no se puede hazer más, sino vivir de las vituallas que

en las tierras tenemos, lo qual puede durar mui poco.

Somos a tres de setiembre; y por lo que se entiende de los

enemigos, muestran querer firmarse sobre Alexandría; más en Dios,

que allí se les dará buen recado.

Del duque de Ferrara tengo cartas de 27 del pasado (f. 50 r.),

en que me avisa que el exército de V. Mag.d se está todavía cerca de

Roma; que era venido allí el virrey, y que se trataba por mandado de

V. Mag.d sobre si será bien poner en libertad al Papa, para lo qual

eran juntos allí todos los capitanes del exército: muestra el otro

duque mucho pesar de que el Papa se dexe, diciendo que no

conviene al servicio de V. Mag.d: plegue a Dios que lo haga con este

(f. 50 v.) se lo que dice. Escríbeme el otro duque, que Lantreque le

ha escrito, embiándole un gentil-hombre a hablar muy cortésmente,

diciéndole, que quiera senior al Rey de Francia, y a la Liga; y que él

ha respondido que es servidor de V. Mag.d, y que no ha de faltar a

su servicio, embiándole con la respuesta a un gentil-hombre con las

mismas cortesías; Dios quiera que sea como lo dice; pero a mi no

me plaze nada (f. 51 r.) la gente que tiene tantas pláticas: yo no dejo

cada día de solicitar al exército de V. Mag.d, pero poco me

aprovecha hasta ahora; no sé lo que hará de aquí adelante.

Aquí, pensamos que se hazen maravillas en defendernos,

porque, sepa V. Mag.d la verdad, entre españoles y alemanes con los

que están en los castillos no somos en todos más de seis mil, y

quinientos hombres; con los quales se ha de defender a (f. 51 v.)

Alexandría, Pavía, Milán, Como, Lecco, Trezo, y Piziquitón, el

Castillo de Mona, y el de Vigeren: con toda nuestra poquedad, hasta

ahora, gracias a nuestro Señor, no hemos perdido cosa de las que

hemos querido guardar; y espero en Dios, que por algún día nos

defenderemos: es cierto que Milán está tan al cabo de toda cosa, que

ya no nos puede sufrir: esto es lo que mas siento, y juntamente con

(f. 52 r.) esto no tener un real.

Vea V. Mag.d en qué estado me hallo; con qualquiera ayuda que de

Roma me viniese, se podría presto concluir esta guerra; no sé lo que

ellos harán, pero aquí se hará todo lo posible, y aún parte de lo

imposible.

Esta carta embio por vía del Señor de Mónaco, por la qual me

pareze que Vuestra Magestad podrá mandar escribir (f. 52 v.) que

será la más segura. Los enemigos publican, que el castillo de

Genova se les ha rendido, y que el Dux ha hecho sus patios, pero no

lo sé de cierto.

Ya he escrito a Vra Magestad de la muerte de el abad de

Náxera que Dios perdone, suplicándole sea contento de hazer

Merzer a Bartholomè de Mary de el Oficio de Tesorero General

de(f. 53 r.) este estado, en el qual lo he puesto hasta ver lo que

ordena Vuestra Magestad, a la qual vuelvo a suplicar humildemente,

sea contento de hacerle la dicha Merzer, porque será mucha parte

para sostener las necesidades de el dicho estado; y lo haze tan bien,

que Vuestra Magestad se lo debe; además de que será dar buen

exemplo a los otros de el estado que sirven (f. 53 v.) a Vuestra

Magestad; cuya ymperial persona y estado, con acrezentamiento de

victorias, reinos, y señoríos, Nuestro-Señor guarde, y prospere como

se desea.

De Milán, a quatro de setiembre de mil Quin.tos veinte y siente.

De V. Mag.d humilde Vasallo, y seruor., que sus ymperiales pies, y

manos besa.

Antonio de Leyba

Carta II (f. 54 r.)

S. C. M.

A los seis del presente recibí una Carta del S.r de Monacho, en

que me dice como las galeras de Andrea Doria han ido a aquella

costa, y le han saqueado, y quemado un lugar que se llama Mertore;

y que él no dejará por ninguna cosa de ser buen servidor de V.

Mag.d, y me ruega que yo suplique a V. M., mande se le pague

cierta suma de dineros que se le debe, porque con ella hará gente,

para poderse defender, y servir a (f. 54 v.) V. Mag.d. Por lo que yo

he visto, pareze que tiene mucho deseo de el servicio de V. Mag.d,

como lo ha mostrado, y muestra cada día: importa ahora mucho

aquel lugar; y por tanto suplico a V. Mag.d, lo mande contentar,

pues veo lo que cumple a su servicio, porque por aquella vía podrá

saber mas brevemente de las cosas de Ytalia.

El dux de Genova entregó el castillo, y ciertam.te (f. 55 r.)

creo que no ha errado por tener voluntad de servir a V. Mag.d; pero

me pareze q.e ha andado muy floxo en esta empresa: crea V. Mag.d,

que por falta de dineros se ha perdido Genova; y lo peor es, que él, y

el embajador los tenían, y nunca por cosas q.e con ellos he hecho se

los he podido sacar; y si me los dieran en el tiempo que yo los

pedía, no se perdía Genova, porque yo tuviera modo de embiarles

mil hombres, los (f. 55 v.) quales sin dinero era imposible

embiarlos: si con el duque se pudo recabar que hiciese gente quando

los franzeses venían, y repararse aquella ciudad, por cartas que yo le

escribí, ni por protestas que el Martinendo le hizo; y siempre ha

andado con mañas de hazer la unión, que él, y ellos deseaban; ni

para haserla, ni defenderla supieron darse maña: yo de los pocos

españoles que aquí tenía (f. 56 r.) le he de dejar siempre dos

vanderas, que eran quatrocientos hombres: parézeme que de los

pocos que yo tenía que guardar, hacía buena parte con ellos; y con

todo esto les embié mil ytalianos, y a Bartholomè de Zassis delante,

para que les embiasen media paga con que pudiesen llegar allá, y ya

los halló que havían capitulado con un rey de armas de (f. 56 v.)

Lantreque. Este es la verdad de lo que yo sé que ha pasado en

Genova; y si otra cosa han dicho a V. Mag.d, solo esta es la verdad:

el Gran Canciller estaba en Genova quando yo embié a decir que

fortificassen la tierra, e hiciesen gente, y me embiasen dineros, pero

ni lo uno, ni lo otro quisieron hazer.

Del embaxador yo he recibido 57 de quads y no más, si

también dixeren otra (f. 57 r.) cosa, sepa V. M. que esta es la

verdad.

Mons.r de Lantreque se ha puesto sobre Alexandría, y ha

quatro, o cinco días que no haze sino batirla, espero en Dios que no

hará nada, porque la tierra es muy fuerte, y hay dentro mucha gente,

y buena, y bastante artillería, y municiones: hasta ahora, gracias a

Dios, el exército de franzeses, el de venecianos, y el duque

Francisco, no (f. 57 v.) nos han tomado cosa q.e sea de importancia,

y espero en Dios, que no las tomarán en muchos días. De el exército

de V. Mag.d no sé mas de lo que he dicho en mi antecedente.

El duque de Ferrara me escribe de “29” del pasado con el

hermano del señor del Carpi, havía ido a socorrer un castillo que él

le tiene cercado, llamado Noni, que es del otro señor del Carpio, y

que los suyos habían (f. 58 r.) roto el socorro, y que los enemigos

venían gritando, Francia, y Marco: paréceme que lo siente mucho;

pueda ser, que sea ocasión para hacerlo declararse más claro de lo

que está.

En Plasencia está un cavallero que se llama conde Casdro, y otro

que se llama el conde Avello; el uno es guelvo, y el otro gevelino, y

los más principales hombres de aquella ciudad: he platicado con

ellos, (f. 58 r.) porque me pareze que harían mucho al caso para las

cosas de Parma, y Plasencia, y aún también seria mucho favor,

porque son hombres de cuenta: la misma platica se tiene con Juan

Gerónimo de Casdro, capitán de gente de armas del rey de Francia,

que es grandísimo amigo del conde Ludovico Veljoyosso, tanto

como hermano; espérolos a todos quatro aquí dentro de (f. 59 r.)

dos días, pienso que nos conservaremos, y será mucho al caso para

el exército de V. Mag.d. Al duque Francisco embié a decir lo que a

V. Mag.d escribí; no me ha respondido, ni tampoco ha querido

responder al protonotario Caracio lo que le escribió lo mismo:

muestra mui poca voluntad de servir a V. Mag.d; ni de que sus cosas

se vean por justicia. Las tierras del Gran Canciller de V. Mag.d (f.

59 v.) las ha dado a sus servidores, y Lantreque no quiere q.e dé

nada; creo, que no están ahora muy conformes. No hay al presente

otra cosa de que avisar a V. Mag.d, cuya ymperial persona, y estado,

con acrecentamiento de victorias, reinos, y señoríos, Ntro. Señor

guarde y, prospere como se desea.

De Milán a 7 de setiembre de 1527

= De V.M. hum.te Vasallo, y sero 9.s.P.y M. B.

Antonio de Leyba

Carta III (f. 60 r.)

S. C. M.

Por la vía de Genova, y Monacko he escrito a V. Mag.d la

pérdida de Genova quatro vezes: plegué a Dios que mis cartas hayan

llegado allá; y por si acaso no fuesen llegadas, diré sumariamente lo

que acá ha pasado, y es, que viendo la venida de franzeses por la

parte de Alexandría, y otro exército de venecianos por Mariñán, y

quatro mil suizos, y grissones por el monte de Brianzo,

considerando lo que importaba Genoua, y Alexandría, acordé (f. 60

v.) de la poca gente que tenía, embiar a Alexandría la vanda de el

conde Bautista Ladrón que eran mil, y ochocientos alemanes, y con

ellos doscientos caballos, y tres compañías de ynfantería ytaliana,

que ciertam.te bastaban para defender Alexandría a toda la

christiandad: yo embié al conde Bautista Ladro allí, porque ha que

tiene cargo de coronel en este exército de V. Mag.d desde que esta

guerra se comenzó, y siempre le he visto bien (f. 61 r.) servir, y se

halló conmigo en Gania: fue a Alexandría, y diose la mejor maña

que pudo a meter vituallas en ella, de que havía mucha nezesidad no

solamente allí, sino es en todo el estado; y para este effecto tenía la

gente fuera de Alexandría. Yo viendo la venida de franzeses, y que

estaban ya cerca, embié a decir al conde Bautista, que metiese toda

la gente dentro de Alexandría: a él le pareció no hacerlo; dejó dos (f.

61 v.) vanderas en Castelazo, y con las otras se puso en Alexandría:

los enemigos vinieron sin que él lo supiese, y dieron sobre las

vanderas que estaban en el Castelazo, de manera que no se pudieron

retirar a Alexandria: les fue forzoso irse a una breña que se llama el

Bosque, donde los tubieron cercados quince días combatiéndolos, y

echándoles la breña a cuestas: al último se huvieron de rendir como

Lantreqe quiso: perdido (f. 62 r.) el Bosque, el conde Baut.ta me

embió a decir, que le embiase trescientos ynfantes, que con ellos

defendería a Alexandría; yo me hallaba en toda necesidad, así de

gente como de dineros, para hacerlo; pero con todo trabajé tanto, q.e

le embié al conde Alverico de Veljoyoso con los trescientos

ynfantes, y al cavallero de Virago con cien caballos, y entraron a

tiempo que el campo les venía a ponerse encima: hicieron dentro

todo lo que (f. 62 v.) debían hazer como buenos cavalleros; Lantreq

los batió floxamente: El conde Bautista Ladrón dice, que se le

amotinaron los alemanes, y que no querían defender más. El conde

Alverico protestó por escrito que hacía mal, y que no se quería

hallar en ello, y que la tierra, o breña se podía defender: no

aprovechó lo uno ni lo otro, para que dejase de concertarse con

Lantreqe, y los capítulos fueron, que los alemanes fuesen a

Alemania (f. 63 r.) y los ytalianos con el Conde Alverico; que por

seis meses no pudieses venir a Milán, y si no, que el conde fuese

preso; el qual se ha ido, y se le ha embiado a buscar al campo de

Roma, a solicitarlo que venga: muchos de los que han estado dentro,

dicen que el conde Bautista Ladrón ha hecho mal, y que ha pecado

en ruindad, y otros dicen, que ha sido vileza de ánimo: hasta ahora

no he podido averiguar la verdad: (f. 63 v.) pero si él ha hecho

ruindad, no sé de quién se puede fiar más en el mundo. En el

Bosque fue hecha prisionera la mujer del otro conde, y sus hijos, y

Lantreq. se los volvió; por lo qual se sospecha ser verdad lo que se

dice. Lo que en Alexandría hacían los enemigos, era tan poco, que

ninguna causa havía para que huviesen de rendir. Viendo la perdida

de Alexandría, y la poca gente que éramos repartidos por todo el (f.

64 r.) estado, acordamos de juntarnos aquí en Milán todos los

españoles, y alemanes que en este estado hay, y toda la gente de

armas y caballos ligeros de V. Mag.d que yo aquí tengo, y mil

ytalianos con la persona del conde Filipo Tornielo: pero Batechala

nos hizo quedar aquí, por no haver las vituallas que convenía en

Pavía para toda la gente, y también por no perder esta ciudad,

porque perdida esta, se perdía todo.

Los españoles seremos hasta (…) hombres, los alemanes (…):

La tierra, aunq.e es mui grande, la hemos fortificado lo mejor que se

ha podido. En Pavía he puesto al conde Ludovico de Veljoyoso con

(…) ytalianos mui buenos, veinte y cinco hombres de armas, y cien

caballos geros. La tierra lo quiere mucho, y ellos propios me lo

demandaron. Él juntó todos aquellos ytalianos, y les hizo una

narración, como convenía (f. 65 r.) al servicio de V. Mag.d, en que

les dijo, que el que no quisiese, o no tuviese ánimo para estar allí

dentro, se fuere con Dios: ninguno hubo, que no fuérase de servir

fielmente, y morir en servicio de V. Mag.d, antes de hazer otra cosa:

La tierra está muy bien fortificada, y con vituallas para dos meses.

El conde es tan buen cavallero, y tan aficionado al servicio de V.

Mag.d, que tengo por cierto, que (f. 65 v.) se dejará hazer antes mil

pedazos, que hazer la menor falta del mundo a su honra, ni al

servicio de V. Magestad.

En cómo he puesto al capitán Aponte con tres vanderas de ytalianos:

la tierra es muy fuerte, y tiene poco que guardar: por ahora ninguno

creo irá a darles empacho: en Leco ha dejado la compañía de

Villaturiel, y en Frezo la de Diego López de Sossa, (f. 66 r.) para

que, si algún socorro nos viniese de Alemania, se pueda recibir: de

esta manera nos hemos repartido, porque ningún otro remedio

podíamos tener, y plegué a Dios que esto nos aproveche. Lantreque,

tomada Alexandría, se vino derecho aquí por el camino de

Viagrassa, vinieron en todo el campo hasta una yglesia que se llama

S.n Cristoval, una milla de esta ciudad: jueves “26” de el presente yo

les embié (f. 66 v.)a recibir al capitán Pedrarias, con doscientos

escopeteros, y algunos caballos, y dioles tan buena mano, que se

tornaron a alojar tres millas mas atrás en un lugar que se llama

Corzo, donde estuvieron jueves y viernes; el sábado siguiente se

levantaron, y fueron la vía de Pavía, a donde el mismo día a la

noche yo embié otras tres vanderas, las quales espero en Dios

habrán entrado: los términos en que aquí (f. 67 r.) estamos son

estos.

De Roma, ni de persona del campo de V. Mag.d nunca ha

havido carta desde de la muerte de el abad de Naxaza, sino es una

de Alarcón, en que me dice las diferencias que hay entre el virrey, el

príncipe de Orange, el marqués del Gasto, la ynfanteria española, y

Juan de Urbina, de manera que todo lo de allí anda revuelto; y bien

se parece en lo poco qe allí hazen: yo los he (f. 67 v.) avisado por

personas ciertas, y por vía del duque de Ferrara con toda la prisa que

pude, pero ni lo uno, ni lo otra ha aprovechado hasta aquí; y

ciertamente pareze, en lo que hazen, que estas no son cosas que

tocan a V. Mag.d,: y quando esto fuese perdido, lo que Dios no

quiera, tengo por cierto que las cosas de Nápoles no pasarían muy

bien: yo no dexo cada día de solicitarlos, y decirles lo que conviene

(f. 68 r.) para su venida; no sé lo que harán: aquí se haze más de lo

posible, y tenemos vituallas para dos meses. V. Mag.d debe hazer

paz, o buena guerra, porq.e aquí me faltan todas las cosas, gente, y

dineros, y principalmente que los alemanes se me amotinan cada

semana, y el país ya no puede mas, porque no hay que comer para

ellos ni para nosotros, especialmte no pudiendo sembrar la (f. 68 v.)

gente: de manera, que Vuestra Magestad sea cierto, que aquí no se

puede mas vivir de esta manera: nosotros hazemos todo lo posible

hasta que no quede hombre vivo; pero Vuestra Magestad perderá lo

gastado, y muchos de estos sus Servidores que aquí se hallan.

Yo he recibido de el embajador de Genoua Lope de Soria

cincuenta y seis mil escudos, y sepa V. Mag.d q.e (f. 69 r.) desde que

yo vine aquí asta oy, he gastado en cosas que no se han podido

escusar, mas de 160 de escudos, los quales se han buscado del

estado, y de otras persona que aquí me los han prestado; lo qual verá

V. Mag.d por la cuenta de los escribanos de racio de V. Mag.d, que

embiaràn, dónde, y en qué se han expendido. Y certifico a V. Mag.d

que a mi no me queda sino un jubón, un saio, y un caballo, que todo

lo demás lo he vendido , dado, y empeñado pos servir a V. Mag.d:

por lo qual humildem.te (f. 69 v.) suplico, que mande V. M. proveer

estas cosas, porque están en términos que no sufren mas dilación.

Si V. M. quisiere embiar dineros con que aquí podamos

sostenernos, la mejor vía sería por Fúcar y Vélez de Alemania. Si el

campo de V. M. llegase aquí, habría poco q.e son pocos, y mui ruin

gente. La última letra que tengo de V. M. es de 2 de julio pasado

= Ntro Sor guarde

De Milán a 29 de set.re de 1527

= De V. M. Vª =

Ant.o de Leyba.

Carta IV (f. 70 r.)

S. C. M.

Por otras dos del pasado he dado aviso a V. Mag.d de todo lo que

acá pasa; y lo que es necesario sepa V. Mag.d, es que los franzeses

que fueron a Carmona batieron la ciudad; pero los mil ynfantes que

yo embié de aquí, llegaron a tan buen tiempo, que fueron la causa de

la salvación de aquella ciudad: los franzeses se retiraron una milla

atrás, y allí están: el día 29,, llegaron al campo de franzeses con el

marqués (f. 70 v.) de Salvia hasta setecientos alemanes,

quatrocientos españoles y dos mil saboyanos, y a la hora que

llegaron los embiaron a Carmona: espero que no harán nada, porque

en Carmona hay más de tres mil ynfantes, cien hombres de armas, y

cien cavallos ligeros del marqués de Mantua y los de la tierra sirven

de mui buena gana. El marqués de Mantua está a diez millas de

Carmona, y los venecianos con él: ayer, que fue (f. 71 r.) el último

del pasado, llegó allí el duque de Urbino, el qual es governador del

exército de venecianos: escríbeme el marqués, que el duque viene

con orden de hazer todo lo que convenga en servicio de V. Mag.d;

presto lo veremos, porque si ellos quieren, no volverá franzés a

pasar. En estos términos están las cosas de Carmona; de lo de Milán

tiene V. Mag.d noticia por el abad de Nájera; y por el próspero de las

cosas de Plasencia (f. 71 v.) hago saber a V. Mag.d, que yo he

descubierto un tratado, que a no revelado Dios, estuviera aquella

ciudad imposible de remedio; y por aquella vía no hay que andar,

que ya somos asegurados como conviene.

A 29,, del pasado el duque de Ferrara entró en Reco con trato

de la parte, y se apoderó de la ciudad: la ciudad ella se tiene, y es

bien fuerte; no se lo que harán: Con el duque viene Renco (f. 72 r.)

de Xeri, el qual ha embiado un trompeta a Parma, a que se rinda al

rey de Francia, como a su capitán: El governador de Parma, y la

ciudad respondieron muy bien, que eran para defenderse; no se

tampoco como lo harán, porque están muy lejos de nosotros:

siempre en las cosas de la yglesia hay estos motivos hasta la

creación del Papa, el qual, espero en nuestro Señor, que será a

devoción de V. Mag.d; (f. 72 v.) y así lo creen los franzeses. Esto es

lo que acá pasa: esta ciudad la tengo muy bien abastecida, y muy

bien fortificada; y aunque me ha quedado poca gente, con la que

tendré espero en Dios que no se alabarán de la venida; y de esto V.

Mag.d sea más que por cierto, si acá vienen: yo he embiado los

españoles que ahora han llegado, y espero socorrerlos, que así he

hecho con los ciento que llegaron primero con (f.73 r.) el almirante:

de acá o hay mas que hazer saber a V. Mag.d mas de suplicarle que

tenga memoria de mis servicios, y de mi honra, pues en todo lo que

yo puedo no falto al servicio de V. Magestad, ni soy para faltar en

quanto tubiere vida: y nuestro señor acreciente la uida, y estado de

Vuestra Magestad como por Vuestra Magestad es deseado.

De Pavía a primero de octubre de mil, (f. 73 v.) quinientos

veinteysiete.

De Vuestra Magestad humilde vasallo, que sus reales pies, y

manos besa

Ant.o de Leyba.

Carta V (f. 74 r.)

S. C. M.

De todo lo pasado, he dado cuenta a V. Mag.d; y lo que al

presente hay que hazer saber a V. Mag.d, es, que la parte de

franzeses que estaba sobre Carmona ha quedado con poca honra, y

menos provecho, porque han perdido mas de seiscientos hombres de

los mejores, y así se han retirado a su campo que estaba sobre

Milán. Los mil ynfantes que yo embiè a Carmona, llegaron a tan (f.

74 v.) buen tiempo, y lo han hecho tan bien que han sido la

salvación de aquella ciudad que era de grande importancia: también

quisieron tentar a Plasencia; mas yo la tenia tan bien prouista, que

hubieron por bien de dejarla estar: las cosas están en estos términos,

u los enemigos comienzan a andar no tan bravos couinieron: espero

en Dios, y en la buena ventura de Vuestra Magestad, que (f. 75 r.)

muy presto estarán del todo mansos. Ellos se juntarán entre mañana,

y hoy, y de tres cosas han de hazer la una; o dar la batalla a Milán y

tentar su fortuna, que si lo hacen, creo será la ruina suya; o han de

venir aquí, donde espero en Dios se les dará la cuenta que es razón;

o se han de volber por donde vinieron: estar allí donde están, no es

posible, assí (f. 75 v.) por el mal tiempo, como porque de aquí les

rompo cada día las vituallas, y se les hazen mil males: y certifico a

V. Mag.d q.e desde que aquí me encerré hasta hoy, más de

ochocientos cauallos les hemos tomado, entre gente de armas,

archeros, y sacomanos: de Milán cada hora les asaltan el campo y

les hazen mil daños; y en fin por todos respetos estos no pueden (f.

76 r.)estar aquí. Esto es lo que aquí passa; de lo demás que sucederá,

daré aviso a Vuestra Magestad, a la qual humildemente suplico,

tenga memoria de mis pequeños servicios, que aunque no son tan

grandes como yo deseo, no dejo de hazer en todo lo que puedo,

proponiendo la vida cada hora en servicio de Vuestra Magestad. (f.

76 v.)

Nuestro Señor acreciente la vida, y Estado de V. Magestad,

como Vuestra Magestad desea. De Pavía a siete de Octubre de mil

quinientos, veinte y siete.

De Vuestra Magestad humilde Vasallo, y serV.or que sus

Reales Pies, y Manos besa.

Antonio de Leyba

(Página 77 en blanco por delante y detrás.)

Carta UI (f. 78 r.)

S. C. M.

La letra de V. Mag.d de primero de abril he recibido, la qual

vino a mi poder a “18” de mayo; y por la merzer, que V. Mag.d me

ha hecho de la encomiendo de (…) y por las merzedes que me

promete, humildemente beso los pies, y manos de V. Mag.d, y

ciertamente aunque mis servicios no han sido tantos como yo

quisiera, la voluntad no ha faltado, ni faltará en quanto yo viviere; y

porque en esta tierra ha havido muchas necesidades (f. 78 v.) y

muchos peligros en tiempos mui malos de remediar, como se ha

podido muy bien ver por los que a V. Mag.d han servido,

humildemente suplico a V. Mag.d, se quiera particularmente

informar de la manera que yo he servido, (porque en esto recibiré yo

la mayor merzed que se me podría hazer) así en la batalla, como en

defender a Pavía, donde yo quedé sin ninguna provisión, ni

munición, con solos tres barriles de pólvora (f. 79 r.) sin un tumbano

de harina, y sin un carlín; antes se debía a la gente dos pagas, y sin

haver quedado un hombre en la ciudad, porque todos huyeron

quando uieron que Milán se havía perdido, y los reparos de la

ciudad todos por tierra, los quales no havían podido ser aderezados

por la mortandad grande q.e en la tierra havía, y la gente de guerra

no eran tantos como se necesitaban, porque venían tales de Francia,

que (f. 79 v.) la mitad no podían tomar las armas en las manos.

Los molinos de la ciudad nos faltaron luego, porque la

artillería de el rey nos los llevó, por lo que me vi en grandísima

necesidad; y con gran trabajo hicimos molinos, descubriendo las

sepulturas de los muertos, para de las piedras hazer ruedas, de suerte

que fue bastante para podernos sostener: carne no teníamos ninguna,

sino de caballos: para la (f. 80 r.) pólvora era menester buscar el

salitre por los muros, y canavas de la ciudad; aunq.e no havía

mucho, no nos faltó para tirar con escopetas, y arcabuzes; de mis

amigos, y parientes busqué yo treinta y ocho mil escudos, con que

socorrí la gente, aunque con grandísimo trabajo, porque las pláticas,

y prometimientos del rey de Francia eran tantos quantos se podrían

pensar; pues a todo el mundo era notorio, que en aquella (f. 80 v.)

ciudad consistía la victoria de esta empresa; sosteniendo las batallas,

y combates que cada día nos daban, y los muros havían quedado de

tal suerte, que combatíamos pica a pica; y los daños que de nosotros

recibieron, (creo que V. Mag.d los ha sabido ) así en la salida que

hacíamos de la tierra, como en defenderla quando nos acometían,

fueron innumerables. Con todos estos trabajos, y necesidades

sostuvimos a (f. 81 r.) Pavía desde ueinte y dos de octubre hasta

ueinte y quatro de febrero, donde yo he dado, y gastado de lo que

tenia, así caballos, como ropa, a los alemanes, por tenerlos

contentos, y he perdido cuarenta y siete parientes, y criados, siendo

yo dos vezes herido, la una en la batalla, y la otra en la tierra, y otras

muchas necesidades, que por ser muy largas las dejo de decir:

gracias a Ntro. Señor, y a la buena (f. 81v.) ventura de V. Mag.d,

que de Pavía ha salido el fruto, y victoria que todos deseamos.

A V. Mag.d suplico, que si estos servicios lo han merecido,

me haga dos merzedes; la una, hazer merzed a los que conmigo

trabajaron en seruir a V. Mag.d, con tantos trabajos, y peligros; y la

otra, que V. Mag.d me haga tan señalada a merzed, como lo es la de

quererse informar muy por extenso de la manera que yo he (f. 82 r.)

servido a V. Mag.d; y con esto seré tan satisfecho, como si todas las

merzeces del mundo se me hizieran. Los que en Pavía, y en la

batalla han servido conmigo a V. Mag.d, Son los que cito en este

memorial.

Garci Manrique, Capitán de Su M. Y. de gente de Armas.

Sancho López, LugarTen.te del Conde de Altamira.

Rodrigo de Bargas, Teniente de gente de Armas.

El Comendador Urias, (f. 82 v.) Maestre de Campo.

D.n Francisco Sarmiento, Lugar=Teniente de Gente de Armas

Aponte, capitán de Cavallos ligeros.

Salamanca, Capitán de Cavallos ligeros.

Rosales, Capitán de Cavallos ligeros

Barragán, Capitán de Ynfanteria Española.

Capitanes de Alemanes

El Conde Bautista Ladrón

Conde (f. 83 r.) Maximiano Zeque

Acabadas estas cosas, pedí yo lizencia al virrey para irme a mi

casa, así por reposar, como por buscar para pagar mis deudas, el

qual no me la quiso dar; antes me ha dicho de parte de V. Mag.d,

que yo quede aquí con esta gente, mientras él va a poner el rey en

Nápoles; y me ha dicho, q.e he cumplido mucho al servicio de V.

Mag.d: yo estaré por todo este mes de junio, y en este tiempo V.

Mag.d podrá proveer lo que conviene a su servicio; y es necesario

que se haga con toda diligencia, porque no es posible poder sufrir

esto más sin ser pagador: la gente de armas se quedó en grandísima

necesidad por lo mucho que se les debe, por lo qual no es posible

ponerles orden ninguna, ni menearlos a donde fuere menester; y en

lo mismo (f. 84 r.) está la ynfanteria, que a causa de no ser pagada,

no se puede mouer, y todo lo de el exército está así, cavallos ligeros,

y artillería; por la qual, Ytalia osa intentar con tramas, y con todo lo

demás; que si el exército estuviese como es razón, no se pondrían en

lo que se ponen; y porque la gente no puede vivir estando junta, por

no tener con que pagar las vituallas, tengo (f. 84 v.) temor de que

recibamos algún daño, aunque no dejará de hazer mas de lo posible

para remediarlo.

En las cosas de Ytalia no se engañe V. Mag.d, que no hay

nadie en ella, pues desea la grandeza de V. Mag.d; y siempre que

puedan mostrar su buena voluntad, lo harán. Y pues Dios ha dado a

V. Mag.d tan gloriosa victoria, la guerra, o paz que se haya de hazer,

sea presto, antes que las (f. 85 r.) fuerzas de Francia puedan tomar

ser, ni el miedo de lo presente se les olvide, y quando las cosas se

pueden hazer con paz, se deben hazer con ella, pues siempre esto es

lo más seguro; porque las guerras traen muchas necesidades, y las

cosas se vienen a poner en muchos peligros.

Suplico a V. Mag.d me perdone, si me alargo más de lo que

debía, porque la mucha voluntad que tengo de (f. 85 v.) servirle, me

haze decirlo: y porque en todo hablará Francisco de Morales Criado

mío, a V. Mag.d humildemente suplico, le mande dar fe.

Nuestro Señor acreciente la uida, y estado ymperial de V.

Mag.d, como por V. Mag.d es deseado. Fecha en Boguera a 23 de

Mayo de 1528.

De V. Mag.d humilde Vasallo, y Criado, q. S. M b.

Antonio de Leyba

Carta VII (f. 86 r.)

S. C. M.

De Boguera escribí a V. Mag.d, dándole cuenta de lo que acá

pasaba, y de cómo el virrey me havía mandado de parte de V. Mag.d

que yo quedase aquí con esta gente de armas hasta que llevase al rey

a Nápoles, y pudiesse volver, que sería por todo el mes de junio; y

aunque tenía mucha necesidad de ver a mi casa, y de ir a pagar las

deudas que debo, quise (f. 86 v.) antes cumplir con el servicio de V.

Mag.d, que con mis necesidades, y así quedé a cumplir lo que se me

mandó: ahora me pareze que el dicho virrey ha tomado otro camino

de irse a España con el rey, sin que ninguno de los que acá

quedamos en servicio de V. Mag.d, lo haya sabido hasta ahora; y

como esta partida ha sido tan repentinamente, ha puesto en Ytalia

mucha (f. 87 r.) alteración: el exército queda muy mal proveído de

todo lo que le conviene, con mucha deuda, y sin ningún remedio de

donde se haya de pagar, porque está mal alojado, y muy largo, y no

se puede hazer otra cosa a causa de no poderlo pagar; plegue a Dios,

que no sea causa de algún desorden. De venecianos, de quien se

esperaba haber una buena suma de dineros, creo que no los darán (f.

87 v.) por haver visto esta partida del virrey, sin haver tomado con

ellos alguna resolución. V. Mag.d mande proveer estas cosas de el

exército, pues ve lo que importan a su servicio, y sea con toda

diligencia porque no sufre dilación.

Ya Vuestra Magestad sabe, que yo ha quatro años que estoy

en esta guerra, sin haver salido un paso de ella, (p. 88 r.) en la qual

yo he gastado, y expendido todo lo que he podido haber, y he

empeñado mi casa por muchos años. Creo, que Vuestra Magestad

no se ha informado de la manera que yo he servido; por esto, y por

dar cuenta a Vuestra Magestad de lo que acá ha pasado,

humildemente suplico a Vuestra Magestad, mande, se me dé

licencia, para que pueda (p. 88 v.) ir a besarle sus reales manos; y lo

demás, Morales criado mío lo suplicará a Vuestra Magestad, a la

qual humildemente suplico, le mande dar crédito.

Ntro. Señor guarde y prospere la vida, y real Estado de V.

Mag.d, como por V. Mag.d es deseado.

De Milán a 16 de Junio de 1528.

= De V. M. hum.de Vasallo.

Antonio de Leyba

(Página 89 en blanco)

Carta VIII (f. 90 r.)

S. C. M.

Yo creo, que a V. Mag.d sea manifiesto, como Jorge

Fanespergh ha servido; y cierto me parezería errar, si no digesse a

V. Mag.d que le he visto ser verdadero servidor de V. Mag.d, por lo

qual es digno de muchas merzedes. Por su causa los alemanes

fueron a Roma sin dineros: él ha hecho, y haze todo lo q.e puede,

para que los que aquí tengo sirvan a V. Mag.d como es razón: ha

hecho quanto ha podido, porque este exército (f. 90 v.) no se

volviese a Alemania: así mando como está sigue el campo, y haze

en todo mas de lo que puede: a V. Mag.d humildem.te suplico, por lo

que conviene a su servicio, mande tratar muy bien sus cosas, y

hacerle merzedes, porque además de que se haze con el lo que se

debe, será dar buen exemplo a los otros, para que sirvan bien a V.

Mag.d: ha perdido un hijo en Roma en servicio de V.M. y el coronel

Gaspar su hijo (p. 91 r.) que estaba aquí conmigo, ha estado en

Alemania mui malo de heridas, y enfermedad; pero volverá luego al

servicio de V. Mag.d: Jorge está malo también como V. Mag.d sabe;

y assí como está, puede más con esta gente de Alemania que todos

juntos: vuelvo a suplicar humildem.te a V. Mag.d, le mande tratar de

manera que esté contento, porque así conviene a su servicio, y él lo

mereze; y yo recibiré tan señalada (f. 91v.) merzed, como si a mi

propio se hiciese: además de esto viene el capitán Valentín, el qual

ha servido en todas las guerras pasadas mui fielmente a V. Mag.d, a

quien, humildem.te suplico, le presté entera fe, y crédito, y le haga

toda merzed, porque en verdad él la mereze mui bien, y yò la recibiré

como si la hiciese a mi propio. Ntro. S.or

Fecha en Campaña a 26 de Julio de 1528.

= de V. M. = Ant.o de Leyba

Carta IX (f. 92 r.)

S. C. M.

Allá va Diego de Oseguera, el qual ha servido mui fielm.te a

V. Mag.d en todas estas guerras pasadas por hombres de armas, y

últimamente ha sido Alférez de Chevara, maestre de campo; y

porque sus obras merezen toda merzed, humildemente suplico a V.

Mag.d lo haya por encomendado, y le mande hazer algunas

merzedes, porque en verdad él las mereze muy bien, y yo las

recibiré como si a mi propia persona las hiciereis; y a (f. 92 v.) más

de esto; en el día de la batalla de Pavía tomó a Santememes, capitán

e gente de armas de el rey de Francia, el qual le hizo talla, y rescate

de dos mil ducados, y Carlos de Lannoy virrey de Nápoles, (que

esté en gloria) quiso, y hubo el dicho prisionero para sí,

prometiendo al dicho Oseguera la mencionada suma de dos mil

duchados en mi presencia, de los quales (f. 93 r.) hasta el día de hoy

no ha habido nada; y porque se hizo esto siendo yo presente, a fin

de que no queden los leales servidores de Vuestra Magestad, sin ser

renumerados de sus servicios, doy de todo lo sobredicho fe a

Vuestra Magestad, ser verdad.

Nuestro Señor guarde, y prospere la vida, e ymperial estado

de Vuestra Magestad (f. 93 v.) con acrecentamiento de reynos, y

señoríos, como por Vuestra Magestad es deseado.

Fecha en Milán a quince de marzo de mil quinientos veinte y

Nueve.

De V. M. humildísimo servidor, y vasallo, que sus ymperiales

pies, y Manos besa.

Antonio de Leyba

Carta X (f. 94 r.)

S. C. M.

Una letra de V. Mag.d, he recibido de treze del pasado, sobre lo que

acá ha pasado en la batalla, de lo qual V. Mag.d ha sido por todos

nosotros avisado. Lo que al presente hay que hazer saber a V.

Mag.d, es que nosotros hemos perdido una gran ocasión de no

acabar en todo esta empresa, porque al exército de V. M. no fue

posible el día de la batalla hacerle sujetar los enemigos, y después se

nos amotinaron; y han (f. 94 v.) estado seis días sin querer partir,

pidiéndonos cosas muy injustas, de las quales el abad de Nágera

particularm.te da entera relación a V. Mag.d: es gente terrible, y es

menester tanto dinero para mantenerlos, que no sé quien los pueda

sufrir; y la guerra no aprovecha, no executándose la ocasión buena

que Dios nos da: Los enemigos pasaron por acá con aquel desorden

que suelen llevar los exércitos que van desbaratados (f. 95 r), y más

lo fueran, si se pudieran sujetar como conviene.

La elección que V. Mag.d ha hecho del virrey de Nápoles, y de

aumentar este exército su fuera menester, fueron dos provisiones

muy buenas y muy convenientes al servicio de V. Mag.d; pero

aumentar el exército no es menester al presente, a Dios gracias; solo

se es menester dinero para sostenerlo: y viendo la necesidad que de

esto hay, (f. 95 v.) aquí se ha acordado hazerla empresa de Genova,

si Lodi no nos da embarazo porque será preciso tomarla.

Este exército de V. Mag.d ha llegado hoy día de la fecha aquí

a Mariñán, y mañana, Dios queriendo, iremos de aquí, de lo que en

adelante suceda, será V. Mag.d auisado.

Nuestro Señor guarde

De Mariñan a 3 de Maio de 1529.

De V. M. = Ant.o de Leyba.

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes primarias:

Anónimo, Diez Cartas de Antonio de Leyba Que contienen muchas de las ocurrencias acaecidas en las guerras de Flan:des en los años de 1527, 1528 y 1529, s.l. et s.d., AHN, bajo la signatura 50761/593e.

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