DE VUELTA A LA AGORA GRIEGA?: la crisis permanente y el futuro de la democracia en el siglo XXI

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¿DE VUELTA A LA AGORA GRIEGA? La “crisis permanente” y el futuro de la democracia en el siglo XXI” 1 Silverio Zebral Filho 2 Mayo de 2015 Resumen: El presente artículo aborda los efectos de la llamada “crisis permanente” sobre la democracia del siglo XX y explora sus perspectivas de futuro de cara al siglo XX que se inicia. Empieza por caracterizar la “crisis” como resultado de transformaciones de fondo que han afectado los más variados aspectos de la vida social contemporánea en los últimos 50 anos, cuyo el legado fue un sociedad “posmoderna” comprimida, abierta, fragmentada, conectada y líquida. Identifica y describe las manifestaciones más comunes de la crisis en el ámbito de la vida económica, del sistema político, del los gobiernos y del liderazgo público – con especial atención a los déficits de representatividad, funcionalidad, capacidad y legitimidad que marcan la 1 Artículo especialmente escrito para el periódico Diálogo Político, publicado por el Programa Regional sobre Partidos Políticos y Democracia de la Fundación Konrad Adenauer (KAS). 2 Jefe de la Unidad de Innovación Gubernamental de la Secretaria de Asuntos Políticos de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Profesor-Adjunto de la The Graduate School of Political Management de la The George Washington University (GSPM/GW) en Washington-DC. 1

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¿DE VUELTA A LA AGORA GRIEGA? La “crisis permanente” y el futuro de la democracia en el

siglo XXI”1      

Silverio Zebral Filho2

Mayo de 2015

Resumen:

El presente artículo aborda los efectos de la llamada“crisis permanente” sobre la democracia del siglo XX yexplora sus perspectivas de futuro de cara al siglo XX quese inicia. Empieza por caracterizar la “crisis” comoresultado de transformaciones de fondo que han afectado losmás variados aspectos de la vida social contemporánea en losúltimos 50 anos, cuyo el legado fue un sociedad “posmoderna”comprimida, abierta, fragmentada, conectada y líquida.Identifica y describe las manifestaciones más comunes de lacrisis en el ámbito de la vida económica, del sistemapolítico, del los gobiernos y del liderazgo público – conespecial atención a los déficits de representatividad,funcionalidad, capacidad y legitimidad que marcan la

1 Artículo especialmente escrito para el periódico Diálogo Político, publicado porel Programa Regional sobre Partidos Políticos y Democracia de la FundaciónKonrad Adenauer (KAS).2 Jefe de la Unidad de Innovación Gubernamental de la Secretaria de AsuntosPolíticos de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Profesor-Adjuntode la The Graduate School of Political Management de la The George Washington University(GSPM/GW) en Washington-DC.

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democracia liberal representativa hoy día. Discute la brechaentre demandas ciudadanas del nuevo siglo y capacidadesestatales del siglo pasado, el mixto de desencanto yrevuelta con la política (en especial, entre los jóvenes) ylos desafíos de (re)legitimización de poder político.Advierte para el riesgo de captura de los gobiernosdemocráticamente electos por la tentación neo-populista(turbinada por la espectacularización da política) comorespuesta fácil – pero débil – a la superación de estosdesafíos. Por fin, propone una camino alternativo: elretorno del experimento democrático a sus orígenes (“laagora griega”) – hacia una “democracia subsidiaria”,adensada y activada con base en lazos comunitarios deinterés común entre múltiples grupos de identidad.

1. Introducción

Al buscar por la palabra “crisis” en el Google, el másconocido buscador de contenidos de la web, el internautapodrá acceder a 503 millones de hits. Haciéndose el mismoejercicio con la palabra “estabilidad”, llegase a sólo 35millones. Hay entradas para todos los gustos: la crisis dela deuda de los países en desarrollo, la crisis de losmisiles en Cuba, la crisis del matrimonio moderno y lacrisis ambiental - hasta un simpática y misteriosa meta-referencia: “la crisis de las crisis”

Estamos en crisis. Vivimos en crisis. La crisis – estedesvío de la normalidad que suponía episódico y anecdótico –parece hacerse presente de manera permanente en la vidasocial contemporánea3.

3 Una búsqueda por la expresión “crisis permanente” en el Google retorna un total de más de 569 mil entradas.

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Lo que más llama atención es que tal sensación deincertidumbre y desasosiego, dase en una época de abundanciamaterial nunca antes vista en la historia de la empresahumana. Como apunta Diamandis and Kotler (2014) en supirámide de la abundancia4, en el campo económico, lasproyecciones de las cantidades disponibles de alimentos,agua, abrigo, energía, conectividad, salud seguirán en lamisma tendencia ascendente que han despegado a 50 anos atrás– o, mejor, en paso acelerado; una vez potenciadas por losgaños exponenciales de productividad y reducción de costospreemitidos por la aplicación de las TICs a las más diversasárea de la economía.

Semejante tendencia si puede observar en el campo de laslibertades civiles y políticas, por medios de la evolucióndo Índice de Libertad, apurado por la organización no-gubernamental Freedom House (1980-2010) o por medio de laevolución de la cobertura geográfica de las categoría“democracia plena” y “democracia imperfecta” del Índice deDemocracia (ID)5, apurado por el semanario britânico TheEconomist entre 2001 y 2010. Cuando medido por el respecto alos derechos fundamentales (tales como lo de la libertad deexpresión o por medio de la realización continuada deelecciones frecuentes, libres y justas) en las distintasregiones del globo, el experimento reciente de la democraciaen el mundo moderno presentase como un rematado éxito –salvaguardadas las excepciones de costumbre.

Sin embargo, la percepción de permanente contingencia en elámbito de la vida privada o pública coadunase con unaprofusión sin igual de ensayos literarios decretando losmúltiples fines de las categorías analíticas alrededor delas cuales mucho de la vida intelectual que tuvo lugar en

4 Para la pirámide de la abundancia – inspirada en la conocida pirámide de jerarquía de las necesidades de Maslow, ver Diamandis & Kotler (2014), pg. 272.5 El ID se basa en los componentes a seguir: (a) el pluralismo de los procesoselectorales, (b) el funcionamiento del gobierno, (c) la participación política,(d) la cultura política y (e) las libertades civiles. Según el ID, por ejemplo,Brasil es considerado una democracia imperfecta. Sólo 24 países mejorclasificados son considerados democracias plenas

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los últimos 3 siglos se ha organizado. El fin del empleo[Rifkin (1995)]; el fin del Estado Nación [Ohmae (1995)]; elfin de lo normal [Galbraith (2014)]; el fin de la Historia[Fukuyama (1992)] o el fin del poder [Naím (2014)]: todasson narrativas elocuentes sobre elementos de un conjuntomucho más extenso de terminaciones y/o transformacionesabruptas de institutos sobre las cuales la vida moderna hasentado su base y sobre las cuales el experimentodemocrático moderno ha surgido y florecido. Como no podríadejar de ser, también en el campo de conocimiento, la crisisha cobrado su rol disruptivo – alcanzado el mundo de lasideas, sus definiciones y sentidos. Además de material, ladesorientación es también epistemológica, ontológica ysemántica – y, por lo tanto, simbólica.

¿Como llegamos a esto? ¿Que esto significa para elexperimento democrático moderno – de pasado glorioso yfuturo incierto? ¿Para donde vamos? ¿Cual es el futuroposible y deseable para la democracia en el siglo XXI?

Para Bauman (2000) estas son preguntas demasiado ambiciosaspara “un tiempo donde nada es hecho para durar”. Sinembargo, el presente artículo pretende dibujar los contornosde algunas respuestas – tan precarias y líquidas cuanto la(pos)modernidad que sobre ellas se impone.

Para tanto, nuestra hipótesis central – que nos es nueva,pero sí controversial – es la de que un conjunto específicode transformaciones de fondo ocurridas en último cuarto delsiglo XX han afectado sobremanera la sociedad y la culturamoderna6. El advengo de sociedades más abiertas y en red[Popper (1945); Castels (2012)]; la fragmentación socialsegún grupos de identidad y afinidad [Mafesoli (2004)], elpoder poliárquico [Dahl(1972)] o simplemente su fin [Naím(2014)] han “emparedado” los sistemas económicos y políticos

6 La pretensa amplitud y profundidad de estas transformaciones han autorizadoalgunos historiadores de la cultura a referirse a la “llegada de la eracontemporánea” – o, aun mejor, a una “transición de eras, en lugar de una era detransiciones”. Para detalles, ver Harvey (1991).

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vigentes – llevando una inesperada y desorientadoraobsolescencia del experimento democrático moderno tal cuallo conocemos hoy.

2. La crisis permanente: (re)definición y hipótesis

Tomada por su acepción común y corriente el en diccionario,la crisis es cualquier evento que resulta, o genera laexpectativa de resultar en, “(…) una situación inestable opeligrosa afectando a un individuo, grupo, comunidad o lasociedad como un todo. La crisis es un estado de situaciónde un sistema complejo (por ejemplo, la familia, laeconomía, el sistema político) en la cual el sistema sigueen función – pero de manera inadecuada (…)”. Una prontadecisión y una acción correctiva son necesarias paradevolver el sistema a una situación de equilibrio estable yrevertir el “estado de crisis” – aún cuando las causas dedicha inestabilidad son desconocidas. En resumen, la crisises una amenaza (percibida como relevante y creíble) a laestabilidad de un sistema complejo7.

Trasladada a la vida social, esta (re)definición reasaltaque la naturaleza primera del “estado de crisis” esinmaterial: la crisis fundase en la percepción colectiva de unaamenaza posible que se hace probable – aún que no resulteconcreta o real. Como toda percepción colectiva, “la crisis”germina en las múltiples interacciones sociales entrepersonas involucradas en la vida comunitaria. Y florece enla medida que estas interacciones disparan reaccionesemocionales individuales – miedo o euforia, calma oansiedad; excitación o hesitación – que llevan en cuenta elentorno visible y invisible (las instituciones, los rolessociales y las normas de conducta a ellos asociadas), perotambién camadas mucho más profundas del self (por ejemplo, elrepertorio de habilidades interpersonales y los valores de7 Como apunta Kooyman (2004), un sistema sencillo no entra en crisis. Es posiblehablar de la crisis energética, de la crisis económica y/o de la crisis delsistema carcelario (sistemas complejos), pero no de la crisis de un motor(sistema sencillo).

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fondo que rigen las decisiones personales cotidianas deuno).

Así que, decir que la crisis no es “real” resulta en unaimpropiedad ontológica. Como señalo Harvey (1991), “lacrisis no necesita estar en el mundo para instalarse”. Endefinitiva, la sensación del “estado-de-crisis” se instalade manera tan más contundente cuanto la brecha entre elmundo simbólico (el mundo de la cultura y de la sociedad) yel mundo material (el mundo de la economía y de la política)se vea alargada por fuerzas de cambio particularmentepotentes. La Fig. 01 presenta una versión esquemática deeste argumento.

Fig. 01 – “Mundo Simbólico (cultura y sociedad)y “Mundo Material” (economía y política)

Fuente: Adaptado de Kooiman (2004)

Esta re-definición y dinámica nos ofrece una primera pistaacerca del argumento central de esto artículo: vivimos uncreciente descompaso entre los cambios de alta velocidad enel mundo simbólico (cultura y sociedad) y rigideces queatrasan cambios adaptativos correspondientes el en mundomaterial (sistema económico y político).

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De alguna manera, aun poco clara, los sistemas del mundomaterial no se han podido adaptarse/acomodarse con lanecesaria rapidez y precisión a las mudanzas de fondo en elámbito de la cultura y de la sociedad. Es como se viviéramosuna época donde – después de la falencia del proyectomodernista – el mundo simbólico recobrara su dominanciasobre el mundo material8. Como en la triste y elocuentealegoría del escritor inglés Martín Amis: “vivimos un largointerregnum (…) una larga transición que no nos ha dejado unniño o un heredero, si no una viuda embarazada”9. El viejoya nos ha dejado, pero el nuevo no ha llegado todavía.

Este nuevo estado transitorio de cosas ha creado un nuevo“normal”: la crisis permanente. Sin medo de equivocarse, esposible decir que – que en su expresión (pos)moderna,contemporánea o simplemente transitoria – el “estado decrisis” ha adquirido características especiales.

La crisis permanente está compuesta por micro ciclos cortosy frecuentes – un led pizca-pizca intermitente de color rojoque se prende y se apaga en intervalos irregulares, como situviera defecto de fabricación. La crisis permanente tiene“auto-generación” – como las malas profecías auto-realizables. Y ha cobrado enorme grado de autonomía delmundo material: basta que sea percibida de modo difuso,tenue o incierto en el mundo simbólico para surgirexpresiva, contundente y, por veces, violenta en el mundoconcreto. La Fig. 02 presenta una versión esquemática deesta transformación, que configura un nuevo padrón para elestado de crisis en la posmodernidad - es decir, un “nuevonormal”.

Fig. 02 – El “nuevo normal”: la crisis permanente

8 La superación de la modernidad por la posmodernidad no es materia pacíficaentre sociólogos y teóricos de la cultura. Para una visión disonante alternativaà Harvey (1991), ver Berman (1984), Bauman (2000) y Latour (2009). 9 Amis (2010)

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Fuente: Elaboración del Autor

A pesar de percibidas como más severas y comunes, las crisispos-modernas no son más profundas o más frecuentes que sushermanas más viejas. Por fragmentadas e interconectadas; susalcances son si mayores, su contagio es más rápido y susimpactos más profundos. Sin embargo, sus efectos son menosduraderos en el tiempo, aún que – suprema paradoja –resulten permanentes en el tiempo por su acumulación,reiteración y sobreposición10.

En cuadro a la continuación, se presenta las característicasgenerales de la crisis en la posmodernidad en contrapunto alas crisis de la modernidad tal cual las hemos conocido.Estas diferencias nos serán útiles un poco más adelante parainformar la breve investigación sobre las fuentes de lasdistintas manifestaciones de la crisis en el sistemaeconómico y político actual que se emprenderá a lacontinuación.

Fig. 03 – La “crisis”: ayer y hoy

10 Un físico entrenado (“el observador”) en los misterios de la dinámica de lossólidos, describiría la crisis posmoderna (“el fenómeno”) como una ocurrencia deentropía exógena que afecta a un tejido social (“el objeto”) que detiene másconductividad, más ductibilidad, más resistencia y más flexibilidad que en elpasado.

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Crisis en la modernidad Crisis en la posmodernidad(actual)

Adversa y Destructiva Disruptiva y CreadoraConcentrada FragmentadaIdentificable DifusaEpisódica PermanenteCíclica Estocástica Inesperada AnticipadaMás endógena que exógena Más exógena que endógenaGenera incertidumbre Genera riesgoBaja externalidad Alta externalidad11 Efectos singulares duraderos Efectos múltiples

sobrepuestos

Fuente: Elaboración del autor

3. Interpretaciones de la “crisis”: la sociedad comprimida,abierta, fragmentada, conectada y líquida.

Mucho se ha escrito a la larga de las últimas 4 décadassobre es estado de crisis permanente del mundo moderno.Algunas de estas interpretaciones son útiles para mejorentender y caracterizar las transformaciones de fondo quetuvieran lugar en este tiempo. Desde ellas, es posiblederivar explicaciones plausibles y expresiones concretas desus efectos sobre el aparato institucional en que se funda ademocracia moderna. Además, con un poco de suerte, esposible deslindar algunos caminos hacia el futuro de lademocracia en el siglo XXI.

Como hemos visto, en el ámbito de la vida social y cultural,Harvey (1991) ofrece una primera interpretación sobre el estado

11 Baja/alta externalidad si refiere al potencial intrínseco de una “crisis” engenerar crisis hermanas en otras latitudes. Las crisis contemporáneas ocurren enun ambiente de elevada conectividad. Mecanismos de transmisión más fluidos y demayor alcance y capilaridad potencian la velocidad, la amplitud y la profundidaddel contagio. Todavía, los mismos circuitos que dan preemiten esta difusión,también preemiten la recuperación acelerada en el “pos-crisis”. Esto resulta quelos efectos directos de una crisis son más amplios y profundos - pero menosduraderos que en el pasado.

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permanente de crisis: el surgimiento, la escalada, laadopción masiva y la profundización de las herramientas detecnologías de información y comunicación (TICs) a los masvariados campos de la vida cotidiana de más y más ciudadanoshan generado una sensación permanente de brutal compresióndel espacio-tiempo.

Si pudiéramos imaginar un nuevo mundo marcado por bajoscostos de coordinación y costos marginales de producción debienes y servicios cercanos al cero, seria de esperarse quela economía de consumo masivo desee lugar a la economía doocio o a la economía compartida12. En realidad, esta es unatendencia emergente que se observa en países en buen partesde los países avanzados y entre elites económicas de lospaíses en desarrollo: se reduce la jornada laboral enFrancia y Alemania, se introduce el tele-trabajo en lalegislación laboral de España y México, se consolidan lasactitudes ciudadanas a favor del consumo consciente enBolivia y Australia, se difunde el uso compartido de bienesy servicios en Estado Unidos y Brasil13. Sin embargo, en una sociedad donde todo esta más cerca y sehace más rápido, la presión sobre el mundo material y lacompetición sobre sus recursos limitados – abundantes entérminos absolutos, pero escasos en términos relativos – estambién mayor. En estas mismas latitudes, se ve instalada laparadoja de la escasez medio a la abundancia. En Chile, lasoferta de cupos en escuelas de enseñaza superior nunca fuetan grande – sin embargo, las calles de Santiago suelenestar tomadas por estudiantes que no logran acceder o12 Para el concepto de sociedad sin costo marginal, ver Rifkin (2014). Para elconcepto de economía del ocio creativo, ver De Masi (2000). Para el concepto dela economía compartida, ver Botsman and Rogers (2010). 13 Toda una serie de herramientas y aplicaciones para teléfonos inteligentes handifundido la práctica de uso compartidos de bienes y servicios de consumo – condistintos niveles de penetración en los países de América Latina. Lasaplicaciones Uber (alquiler de vehículos de paseo para transporte comercial),Airbn (alquiler de habitaciones en residencias familiares), GetAround (usocompartido de vehículos de propiedad individual), Kickstarted (financiacióncolectiva de proyectos) y Grupon (consumo compartido de servicios personales,tales como peluquería, masajes y tratamientos estéticos) son ejemplos de estatendencia.

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mantenerse en el sistema. En España, la diversificacióneconómica y la especialización productiva impulsada por laadhesión al proyecto europeo han generado millones depuestos de trabajo al inicio de la década. Sin embargo,nunca fue tan difícil a un joven recién graduado ubicar suprimero empleo. La amplia mayoría de las democraciasmodernas ha establecido el sufragio universal como institutofundamental de su sistema de representación política.Todavía, nunca fue tan difícil que el interés de la mayoríadesorganizada y silenciosa de los individuos desfavorecidosresulte el hilo conductor de las decisiones públicas. Lasociedad comprimida impone un primer desafío para la reforma delos sistemas político y económico hoy vigentes: el desafíode la responsividad en medio a la velocidad. Lo lejano se hace máscerca; lo demorado se hace inmediato.

Los estudios del filósofo austríaco Karl Popper [Popper(1945), en especial] se ofrecen como base conceptual parauna segunda interpretación de la crisis permanente. Si es ciertoque estado-de-crisis permanente pueda derivarse de unainédita compresión del espacio-tiempo, el mundo posmodernotambién se ve potenciado por el adviento de economías másabiertas e integradas – que ofrecen más libertad para lacirculación de personas, conocimiento, bienes y servicios.

Una vez más, lo que suele percibirse como un avance positivo– y de hecho muy frecuentemente es así – exige algunamatización. Quizás una “consecuencia no pretendida” delacercamiento lento, gradual y continuo del mundo actual alideal popperiano de la “Gran Sociedad Abierta” sea laconsiderable reducción en la autonomía de los países paraimplementar políticas y programas públicos en acuerdo consus propios objetivos, prioridades y metas de desarrolloeconómico y político. Es decir, tan más abiertos a estosflujos transnacionales, tan menor es su espacio de maniobrapara diseñar e implementar dichas políticas. La políticalaboral y de protección social pasa a considerar los flujosmigratorios de trabajadores no-escolarizados. La políticaindustrial define sus prioridades en función de las

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potencialidades nacionales para capturar etapas de la cadenaglobal de valor definidas en otras latitudes. Leyes einiciativas de combate a la corrupción revelan conexiones deagentes públicos en el ámbito doméstico con redes del crimenorganizado transnacional que están más allá de los límitesjurisdiccionales del Estado. Proyectos de reforma radical desistemas político-electorales encuentran limitaciones encompromisos asumidos en la esfera internacional.14 La sociedadabierta constituye un segundo desafío para la reforma de lossistemas político y económico hoy vigentes: el desafío de laautonomía en medio a la libertad. Nada más es solamente local oglobal. La crisis permanente también se alimenta de una un terceratransformación de fondo – esta, si, de carácter más endógenoque exógeno – que ha alterado la conformación del tejidosocial característico de las sociedades modernas. Si elsiglo XX fue el tiempo de las luchas de clases alrededor delcontrol de los medios de producción y la regulación de laexplotación de la fuerza laboral, el siglo XXI promete serel siglo de la lucha por el reconocimiento de nuevasidentidades y roles sociales a través de lo reconocimientode sus derechos culturales, étnicos y/o de género. Comoapunta Mafesoli (2004), ha llegado el “tiempo de lastribus”.

La modernización, la secularización y la urbanización han,cada cual a su modo, disminuido la conciencia de clase yapagado las fronteras sociales rígidamente demarcadas enfunción de la propiedad de los medios de producción. Noblesy aristócratas propietarios de tierra; capitalistaspropietarios de emprendimientos industriales y la pequeñaburguesía comercial; burócratas y tecnócratas del aparatoestatal; operarios trabajadores de la industria y

14 La literatura internacional ha adoptado en término en idioma inglés “policyspace” para referirse a este espacio para la maniobra política que detiene elGobierno para convencer y movilizar los actores involucrados en un programapúblico – en cierta medida, guardando analogía con el término “fiscal space” –este último designando las disponibilidades fiscales corrientes que detiene unEstado para ampliar los gastos públicos.

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trabajadores rurales campesinos ya no son categoríasreferentes alrededor de las cuales se organiza la produccióncapitalista, si conforma el sistema de partidos políticos ose definen los beneficiarios-meta de programas sociales.Para el bien o para el mal, las nuevas relaciones capital-trabajo, la profusión de nuevas ocupaciones y profesionessurgidas con la 3ª. Revolución Industrial, el declive de lafamilia tradicional han preemitido a cada individuo pasar ajugar distintos roles sociales a la vez, haciendo obsoletasmuchas de las rígidas dicotomías que han marcado el siglopasado. Abundan empleados que mantienen sus propiosnegocios, funcionarios que son emprendedores adentro delservicio público, estudiantes que dan clase como monitores,asistentes o profesores adjuntos en otras instanciasacadémicas, jóvenes que desempeñan roles de jefes de familiaa la más tierna edad, ancianos que vuelven a los bancosescolares o que son amantes de deportes radicales. En laposmodernidad estamos invitados a vivir diversas vidas, aúnque dispongamos de una sola.

Finalmente, además del fin de clases sociales en su acepciónmarxista y de las nuevas posibilidades de que un mismoindividuo pudiera desempeñar distintos roles sociales a lavez, la contemporaneidad ha traído una transformación aúnmayor: la emergencia de nuevas identidades en el ámbito dela vida pública y privada. Surgen a los borbotones, a todaorden, en todos los campos, con signos privados y agendapúblicas bien definidas: ambientalistas verdes, punks deperiferia, yuppies workaholics, clubers notívagos, hipstersdescolados, skinheads nacionalistas, activistas LGBTs y todoun amplio mosaico de grupos de identidad (no más, de interés– si no de identidad) que comparten, de modo permanente ocontingente un sentido de pertenencia que transciendelímites geográficos en la velocidad de las conexiones de labanda ancha que potencia las redes sociales.

Resulta evidente que todo un abanico de organizacionesmodernas responsables por la representación política, lacoordinación económica, el diálogo social y/o el

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empoderamiento comunitario (por ejemplo, los partidospolíticos de masa, los clubes empresariales, los sindicatos,los consejos escolares de padres e hijos) ya no puedenseguir funcionado a contento referidas à “clasesproductivas” y/o “grupos de interés” mientras su propiossujetos ya se toman en cuenta de manera distinta,afiliándose a un otro abanico de identidades, según otrotipo de subjetividades, bajo otros vínculos de solidariedad.La sociedad fragmentada impone un tercer desafío para lareforma del sistema político y económico hoy vigente: eldesafío de la equidad en medio a la diversidad. Ya no somos uno;estamos varios.

Es Castells (2006 y 2012) quien ofrece la más detalladainterpretación acerca de la más evidente transformación defondo ocurrida en el pasaje del milenio. Las TICspotenciadas por la difusión de la banda larga y pelovulgarización de los aparatos de comunicación móvil hapropiciado la emergencia da sociedad conectada: la “sociedaden red”.

Los impactos que trae la sociedad en red son innumerables –y el detalle suena desnecesario. Se acelera el ritmo de lasactividades productivas por medio de la colaboraciónasíncrona que permite la continuidad 24/7 de un procesoproductivo o servicio por medio de su repartición de susetapas o jornadas laborales por distintas localidades delglobo aprovechando los distintas zonas horarias. Lamovilización social en contra una decisión del poderpolítico se ve facilitada, así como la coordinación deacciones de atención a las victimas de un desastre natural.La sociedad en red rompe las barreras geográficas que nosimpone el mundo físico en términos de las distancias y delos costos de transporte. Nos acerca de lo que está llegosin tener que traerlo hasta nosotros. Nos aleja de los quenos es cercano, preemitiendo formar identidad, elegirafinidades y construir fidelidades más allá de las fronterasdel vecindario inmediato.

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Lo que suele pasar desapercibido es que el efectomultiplicador de la sociedad conectada potencia sobremaneralas demás transformaciones mencionadas a la anterioridad. Lasociedad en red crea la infraestructura para que lacompresión del espacio-tiempo incida sobre la vida de lagente común; viabiliza la apertura de las fronterasnacionales a los flujos transnacionales o – sencillamente –las sobrepasa; y preemite la conexión y desconexión en temporeal de individuos y movimientos sociales con agendassimilares dispersos alrededor del globo y/o inmersos en lasredes sociales.

Nuevamente, las organizaciones modernas que hemos creado –con mandatos y jurisdicción bien definidos - ya no puedendar cuenta de regular, competir o combatir la extra-territorialidad característica de organizaciones nacidasdurante la segunda mitad del siglo pasado: las empresasmultinacionales, las ONGs globales y las obscuras conexionesen red del crimen organizado internacional. La sociedadconectada impone un cuarto desafío profundo para la reformadel sistema político y económico hoy vigente: el desafío dela regulación en medio a la complejidad. Un tiempo donde eldesconocido suele estar sentado en la sala de estar.

Finalmente, vivemos en tiempo de sociedades líquidas – ocomo prefiere Bauman (2000), una “modernidad líquida”. Untiempo donde – como toma nota Berman (1982) citando KarlMarx en su Crítica à Economia Política – “todo que es sólido, sedeshace en el aire”. Una vez más, lo evidente abunda: admiramos nuestros padres yabuelos por las juras de amor eterno que siguenintercambiando en las fiestas de familia sin creer enrelaciones de pareja más duraderas que un verano.Desaseémonos con naturalidad de costoso aparatoselectrónicos en nombre de la última novedad tecnológica,sancionando la obsolescencia programada y el ciclo delproducto como estrategia de las industrias para garantizarla lealtad del cliente y el crecimiento continuado de las

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ventas. Valorizamos la diversidad y la experimentación sincuidar de la profundidad de estas experiencias.

De tiempos en tiempos, cambiamos de todo lo que nos hadefinido hasta aquel entonces: cambiamos de casa, de empleoy de patria. Cambiamos de religión, de partido político y deideología. Cambiamos de hobby y de carrera. Cambiamosnuestras más arraigadas convicciones y nuestros sueños másetéreos. Cambiamos de cara - y até de género. Conocemos lamejor música de todos los tiempos de la última semana. Vimosintensa y desatentamente la extrema paradoja contemporánea:la crisis permanente es, sobretodo, una crisis depermanencia. La sociedad líquida impone un quinto y definitivodesafío para la reforma del sistema político y económico hoyvigente: el desafío de la consistencia en medio a la contingencia.Nada está hecho para durar.

En resumen, vivimos el adviento de una “era trans”: lostrastornos de la sociedad de espacio y tiempo comprimidos,las organizaciones transnacionales de las sociedad abierta,las transgénicos y transgéneros novedosos de la sociedad enfragmentos, las múltiples transacciones de la sociedad enred y el transitorio permanente de la sociedad líquida.

Sin embargo, se equivocan los que creen que estastransformaciones de fondo nos han libertado de la tarea deseguir lidiando con los dilemas de la época moderna –aquellos a los cuales fuimos presentados por nuestrasabuelas y abuelos y a los cuales juzgamos haber respondidocon la creación de las organizaciones de la democraciamoderna. Las tensiones entre el monismo y el pluralismo (enel ámbito epistemológico), el cosmopolitismo y personalismo(en el ámbito de la cultura); el bien común y la libertadindividual (en el ámbito de la filosofía moral); la economíade mercado y el Estado de bienestar (en el ámbito de laeconomía política); y el crecimiento económico y eldesarrollo humano (en el ámbito de la economía deldesarrollo); la isonomía jurídica, la meritocracia y laequidad distributiva (en el ámbito de la justicia social); y

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la centralización y la subsidiariedad (en el ámbitoadministrativo del Estado) siguen presentes en las diatribescontemporáneas.

Lidiar con tensiones irresueltas de pasado, con lasinsuficiencias del presente y con las incertidumbres delfuturo – ahora inmersas en un tejido social mucho másfrágil, de entramado irregular y conexiones intrincadas;hecho para no durar – es la tarea a la cual somos llamadosen el nuevo siglo. Contestarlas a contento es el mayordesafío de acción colectiva de nuestro tiempo.

4. Manifestaciones de la crisis permanente: economía, política, gobierno y liderazgo público

No cabe duda de que estas transformaciones de fondo hanafectado nuestro juicio colectivo sobre el legado de lamodernidad – este tiempo de tantos aciertos y asombros. Elmovimiento lento y gradual de estas placas tectónicasreconformando el tejido social en lo cual nos toca hoy vivirha cobrado sus efectos el distintos campos de nuestra vidamaterial y simbólica común. Estos efectos nos invitan areformar expectativas con relación al futuro cercano.

No obstante, aún no queda enteramente claro de que maneraestas transformaciones generan manifestaciones especificasde la crisis permanente en ámbito del sistema económico, delsistema político, del liderazgo público o de la tarea degobernar. En definitiva, ¿la naturaleza primordial de lacrisis es económica (relativa al mundo de la producción ydistribución)? O es una crisis de contornos marcadamentepolíticos (relativa a la conformación de las organizaciones)o de las “reglas del juego” (relativas a las instituciones)?Se trata de una crisis de liderazgo (relativa a lacomunicación de visiones de un futuro compartido)? O deestatalidad (relativa a la capacidades del aparato público)¿O es todo, al mismo tiempo, ahora?

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4.1. La crisis en la economía:

Es en el campo económico que la crisis se manifiesta demanera más evidente. Más allá de sus efectos sobre el mundosimbólico, la inflación galopante, la pérdida de empleo, lapobreza extrema tienen su lugar en las condicionesmateriales concretas y cotidianas de los individuos. Sonmanifestaciones “gráficas”, elocuentes, fáciles deidentificar – pero difíciles de entender de maneracongruente y en profundidad. Por esta razón, se suben másfácilmente a las páginas de los diarios y las pantallas detelevisión – trayendo consigo los vendedores de ilusiones ylos profetas de Apocalipsis de turno; además de algunospocos especialistas confiables asombrados con lo que haocurrido.

En realidad, las crisis económicas y financieras nos parecentan familiares porque siempre estuvieran ahí. Una miradalongitudinal en el Indicador Compuesto de Crisis Regional yMundiales (BCDI, por su sigla en Inglés) compilado porReinhart y Rogoff (2009) revela un siglo XX marcado por unaenorme volatilidad en los precios relativos en los mercadosde bienes y monedas alrededor del globo.

Fig. 04– Crisis Económico-Financieras en el Siglo XX (1900-2010)

[BCDI – Composite Regional and World Crisis Index (min =0/máx = 200)]

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Fuente: Reinhart y Rogoff (2009)

Sin embargo, asentado en el sugestivo título del libro, elargumento central de Rogoff y Reinhart (2009) es lo de que,en esta oportunidad, “estamos adelante de una crisisdistinta”. Parte de estas singularidades contemporáneasresidiría en la naturaleza “líquida” de los instrumentosfinancieros – vehículos mutantes hechos para reconfigurarsea cada transacción que cargan informaciones imprecisas – yen la velocidad de sus intercambios – que solamente un mundoextremadamente “comprimido”, de economías abiertas ymercados conectados podría preemitir. En definitiva, nimismo en concepto de “moneda” ha resistido a lastransformaciones de la contemporaneidad. Transformada envehículos de inversión estructurada (VIEs), la monedafiduciaria – este invento lapidar del capitalismo moderno -ha perdido parte de sus funciones de unidad de cuenta, dereserva de valor y de medio de transacción15.

Sin embargo, más allá de la sofisticación de losinstrumentos financieros, ¿que distinciones fundamentaleshay entre la tragedia de la Gran Depresión de los anos 30s yla Gran Recesión iniciada en 2008? ¿La presente crisis es15 Para detalles sobre esta transición, ver Eichengreen (2004).

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nada más que una reverberación de la burbuja de las“empresas.com” del inicio de los años 90s o de las crisiscámbiales que engolfaran los mercados emergentes (Rusia,Brasil, Turquía, entre otros) al final de la misma década?¿Como la primera crisis del siglo XXI se diferencia de sushermanas mayores nacidas en el siglo XX? ¿Que hace susalcances más amplios, su contagio más rápido y sus impactosmás profundos - aún que sus efectos sean menos duraderos?¿No deberíamos esperar que la 3ra. Revolución Industrialhubiera preemitido locaciones más eficientes de lasinversiones, una economía más productiva, una vida materialmás abundante y - por lo tanto – una sensación deestabilidad más duradera?

Ocurre que, en el campo de la economía real, el problemamás agudo que tenemos por delante ya no es lo de la escasezde los recursos, bienes y servicios que preemiten girar elmodo de producción capitalista, si no lo de la distribuciónde sus resultados. El presente mal-estar económico es,sobretodo un malestar desigual: un problema de escasezrelativa. El desafió fundamental de próximo siglo ya no eslo de la superación de la pobreza extrema – a solucionarsehasta 2020, según datos del Banco Mundial – sino laprofundización de la desigualdad de caráctermultidimensional entre personas y países16. Esta tendenciaes particularmente preocupante en las economías emergentes(China, Rusia, Brasil, entre ellos) en las cuales viven másde un cuarto de los jóvenes del mundo y en América Latinadonde la percepción colectiva del alargamiento injusto17de16 En el caso de América Latina, Lopez-Calva & Lustig (2010) apuntan en la direccióncontraria: cuando medida por el Índice de Gini (IG), la desigualdad de ingreso se hareducido en la casi totalidad de los países latino-americanos entre 1995 y 2005. Sinembargo, se aplicamos el método de Alkire-Foster [Alkire (2015)] que considera ladesigualdad multidimensional (más allá del ingreso familiar) queda evidente la tendenciade alargamiento de la brecha. La combinación riesgosa de crecimiento forzado aceleradopela elevación del gasto público con baja productividad y la captura del gasto socialestructural del Estado por los estratos medios en razón de su capital político-electoralpracticada por la amplia mayoría de los países de la región desde la segunda mitad de losaños 00s ya no es capaz de producir los mismos niveles de crecimiento económico de ladécada pasada y, por otro lado, sigue distribuyendo el resultado económico de maneradesigual. Para detalles sobre esta dinámica, ver Zebral Filho (2012).17 Si hay que tener presente que parte de esta desigualdad es moralmente justa (cuando sebasa en el libre arbitrio y en la meritocracia), es mister reconocer que una parte

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la brecha social ha generado conflictividad y tensión socialen el pasado recién.

Además, aún que sea posible entender que la desigualdadpueda ser moralmente aceptable cuando justa (en algunoscasos, hasta deseable), la desigualdad muy pronunciada escontraproducente tanto para los objetivos económicosprevalentes en la mundo material (como, por ejemplo, elcrecimiento y la paz social) como para la consolidación devalores morales supervenientes (como, por ejemplo, latolerancia, el pluralismo y la libertad negativa) en elmundo simbólico.

Otra manifestación de la crisis en el campo de la economíapolítica es la pérdida de autonomía y el déficit deautoridad del Estado Nacional en sociedades comprimidas,abiertas y conectadas. Un aparato estatal sobre-demandadoque depende de un capitalismo turbinado para financiarsetendrá de acomodarse a la volatilidad de los humores demercados situados más allá de las fronteras nacionales.Cuando la dinámica del capitalismo de curto-plazo – marcadapor el ritmo de los informes trimestrales de las grandesempresas transnacionales y por el sube-y-baja de las bolsasfinancieras – presta incertidumbre a las proyecciones delespacio fiscal, la acción estatal de largo plazo se encurtao se encoje.

Una sociedad más fragmentada crea dificultades adicionalespara la planificación desde la centralidad estatal – tantoen la identificación de los sujetos de las políticaspúblicas (que surgen en mayor número y cargan demandascontingentes y menos precisas) cuanto en la identificaciónde los problemas à tratar (que siguen este mismo padrón).

substantiva de la desigualdad hoy presente tiene que ver con las condiciones iniciales aque uno se ve sujeto al nascer – en especial, con las limitaciones cognitivas que unohereda de las relaciones familiares en la infancia que influencian la capacidad que unoadquiere para hacer elecciones informadas al largo de la vida entre las alternativas decamino que dispone para alcanzar el bien-estar. Esto nada tiene que ver con libertadnegativa de Berlin (1958), sin no con la libertad positiva de Sen – la de tener la chancey capacidad cognitiva de hacer elecciones consistentes y congruentes en el tiempo. Paradetalles del argumento, ver Sen (1992).

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Además, tan menos generales sean estos problemas y tan másestén referenciados en comunidades des-territorializadas,más agentes especializados y organismos intermedios conactuación directa en los territorios (por ejemplo, juntas devecinos, asociaciones de clase, organizaciones filantrópicasy clubes sociales rotarianos) necesitan verse movilizadospara canalizar demandas hacia arriba y entregar solucioneshacia abajo. Mismo cuando realizada con base en estructurasde incentivo o mecanismos de mercado bien diseñados18, laplanificación del desarrollo económico encuentradificultades en la complejidad derivada de una fragmentaciónsocial que no conocía hace 30 años.

Por otro lado, la fragmentación combinada a la apertura y lacompresión del espacio-tiempo preemite que la acumulacióncapitalista se expanda el rededor del globo, incorporandonuevas vanguardias productivas a las redes globales devalor, por medio de una nuevísima división internacional deltrabajo.

La expansión de los mercados y las presiones sociales sobreel Estado desde el tejido social van haciendo apagando – porobsolescencia – las fronteras materiales y simbólicas entreEstado-Mercado-Comunidad. Las iniciativas, proyectos,organizaciones o actores ya no son enteramente públicos,privados, sociales o comunitarios: combinase de maneracontingente al contexto, objetivos y recursos disponiblesformando entes híbridos cuya categorización es un desafío ensi mismo.

El estado-de-crisis y transición también alcanza losfundamentos ontológicos, epistemológicos y metodológicos dela ciencia económica.

En el campo ontológico, la fragmentación y la transitoriedadhan dificultado la identificación del problema económico, su

18 Se refiere à incentivos no-monetarios que toman en cuenta motivaciones no pecuniarias yà mecanismos de determinación de precios que son capaces de internalizar externalidades. Para detalles, ver Olson (1971).

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diagnóstico preciso y el abanico de sus posibles soluciones.En menos de un siglo, la explicación modelar acerca de latrayectoria divergente entre el desempeño económico entrelos países desarrollados y retardatarios han transitadodesde el (i) determinismo geográfico, (ii) la abundancia derecursos naturales, (iii) las relaciones de intercambio delcomercio internacional, (iv) el rol de los valoresculturales, (v) la preponderancia de la institucionespolíticas y – en la última década – en (vi) la gobernanzapública y en (vii) la efectividad de los gobiernos. De modocorrelato, la tarea primera a la cual se impone la economíacomo ciencia social ha cambiado: primero, entender elcrecimiento y la producción; después la distribución y eldesarrollo; hoy día el bien estar y la felicidad. No escoincidencia que la métrica del éxito de las naciones hatransitado desde Producto Interno Bruto hacia el Índice deDesarrollo Humano - IDH; desaguando hoy día el Índice deNacional de Felicidad – IDH.

En el campo epistemológico, la ciencia económica experimentauna transición de métodos y procedimientos en dirección alparadigma científico propio de las ciencias delcomportamiento. La “ciencia lúgubre” que nació como apéndicede la filosofía moral y despegó para el estrellatoincorporando los métodos predictivos de las cienciasnaturales (en especial, la física y la química); vaacercándose a pasos largos de los modelos de aprendizaje enfeedback-loop de las ciencias evolutivas (en especial, de labiología y de psicología). Los modelos econométricoslineares que obliteraran la contabilidad nacional dan lugara los algoritmos complejos. El homo economicus moderno - queya fue homo moralis iluminista – es hoy el homo socialiscontemporáneo.

4.2. La crisis de la política

En que pese los enormes cambios engendrados por estastransformaciones de fondo sobre el sistema económico, sus

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efectos suelen ser aún más dramáticos en el ámbito de lasinstituciones y organizaciones del sistema político.

De modo análogo a la esfera económica, cabe preguntarnos:¿no deberíamos esperar la emergencia de sociedades másabiertas, más interconectadas, de relativa abundanciamaterial, en las cuales personas y comunidades puedenexpresar libremente sus identidades y demandas particulareshubiera resultado en la consolidación definitiva de lademocracia como modalidad preponderante de gobernaza de losasuntos públicos y, en paralelo, al virtual desaparecimientode violencia política en el mundo moderno y secularizado?¿El camino hacia la ”Gran Sociedad Abierta” poperiana no deberíacorresponder a la vigencia de la Pax Perpetua kantiana?

Una breve mirada en la evidencia empírica acerca de laevolución de la democracia y de la violencia políticaalrededor del globo compilada junto a la base de dados delproyecto Polity IV/CPS (2013)19 puede darnos una pista de laevolución reciente de esta disyuntiva.

En efecto, la Fig. 05 evidencia una súbita elevación delnúmero de países bajo el régimen democrático desde lasegunda mitad de los años cuando los efectos de lastransformaciones disparadas pela revolución digital nacidaen las economías desarrolladas amplían su alcance hacia lospaíses emergentes – hasta aquél entonces, designados“periféricos”. Entre 1995 y 2010, el número de paísesclasificados como “democráticos’ ha saltado de 58 (cincuentay ocho) para 92 (noventa y dos). Además, un númerosubstancial de países ha experimentado un cambio de laautocracia a la anocracia, evidenciando un proceso colectivode transición hacia regimenes políticos más abiertos, libresy participativos.

19 Trata-se de una categorización por “tipo de regime” con en base en la escala continuade un indicador compuesto por 6 dimensiones - apurado pelo Integrated Network for Societal ConflictResearch (INSCR) con base en el Center for Systemic Peace (CSP) de la The University of Maryland.Para detalles acerca de la metodología utilizada, verhttp://www.systemicpeace.org/inscrdata.html

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Fig. 05 – Evolución de la Democracia vs. Anocracia vs.Autocracia

(países con más de 500mil habitantes, 1800-2010)

Fuente: Polity IV/CPS (2013)

Sin embargo, la violencia política alrededor del globo no haexperimentado cambios tan pronunciados. Aún que en la Fig.06 se observe una reducción substancial de los conflictosciviles à partir de 1993, la llegada de un nuevo ciclo dedesaceleración económica mundial en 2007-2008 parece tenercobrado sus efectos sobre este tendencia descendiente,produciendo un pequeño recrudecimiento. La distribuciónregional de los conflictos entre las distintas regiones delglobo tampoco se ha alterado a la larga de la segunda mitaddel siglo XX.

Fig. 06 – Evolución y distribución de los conflictos civilesalrededor del mundo

(numero de conflictos, 1960-2010)

Fuente: Polity IV/CPS (2013)

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Guardando estrecha semejanza con es sistema económico, lafunción primordial del sistema político no es la deasignación eficiente de bienes materiales segundo demandasmutuamente excluyentes. El sistema político recibe,interpreta, acoge, organiza y prioriza la atención ademandas materiales según intereses rivales. Dicho de modosencillo, el sistema político no asigna “recursos”: asignael “poder” para asignarlos.

Así que una de las potenciales explicaciones para elfenómeno de desacoplamiento entre la democracia formal y dela paz social esta asentado en un problema de ladistribución desigual del poder de influir sobre laasignación de los resultados materiales de la democracia.Esta hipótesis sugiere que, de modo correlato a lo que pasaen el ámbito económico, el desafío fundamental que tenemospor delante en el mundo político, no es lo de la falta dedemocracia, si no de su escasez relativa. No se trata deobtener más legitimidad por ampliación del sufragioelectoral, ni de incrementar la representación de segmentossociales específicos por medio de cotas electorales, ni deampliar los espacios para participación y el controlciudadano de las decisiones públicas, ni de más funcionariosy mandatos para aumentar la acción gubernamental. Sin unareconfiguración del mecánica fundamental de la democraciamoderna, el puro y sencillo incremento de estos institutoslegítimos, meritorios e deseables poco alterará el balancefinal de resultados entre dueños, amigos y enemigos delpoder.

El mundo comprimido, las economías abiertas, la sociedadfragmentada y las comunidades transnacionales conectadas enred requieren una amplia reforma de los institutos,organizaciones y procedimientos de definen el experimentodemocrático moderno como lo conocemos hoy. Este desafío noes lo de más democracia, si no lo de mejor democracia. No eslo de defender y/o promover esta democracia que ahí esta; si

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no lo de dibujar un otra democracia que esta por venir –adaptada a siglo XXI.

En el camino hacia la democracia del siglo XXI, el primerpaso es tener en cuenta que la democracia del siglo XX hacemucho à dejado de existir. La democracia moderna en suacepción procedimental mínima – el sufragio masivo de “unhombre, un voto” según la regla de la mayoría – es unaimposibilidad en sociedades complejas.

Como enseña Dahl (1972), vivemos en poliarquía – o, mejordicho, en una “democracia poliárquica” – donde la regla demayoría sigue vigente criterio definidor del conflicto deinterés alrededor de una decisión colectiva, pero elsufragio universal ya no es el principio definidor delquórum legítimo de estas decisiones. En poliarquía, novotamos por todo, a todo el tiempo. Ni todos ciudadanos sonllamados a pronunciarse sobre decisiones públicas complejaso parroquiales como, por ejemplo, la gestión de residuostóxicos generados por una usina nuclear, el mensaje másefectivo para la próxima campaña de combate a la adición alas drogas o la frecuencia con que el poder municipal deberecoger la basura en la plaza central del barrio. Ni todostienen interés en tener voz y voto en todas y cada elecciónpública. Ni todos revelan el mismo nivel de interés odetienen el mismo poder de influencia. Ni todos estáncapacitados a hacerlo de manera informada.

En una sociedad más fragmentada, la democracia poliárquicase ve reforzada. Ciudadanos se organizan según grupos deinterés (cada vez menos) o de identidad (cada vez más) yparticipan de la vida pública de modo descontinuado segúnsus vinculaciones temporarias à grupos contingentesincentivadas por el contexto y por el ejemplo de sus pares.Eligen representantes políticos que se presentan comodefensores de sus agendas particularistas transfiriéndolesmandatos cada vez más vinculantes. Presionan el poderpúblico para que la acción gubernamental diseñada portecnócratas especializados y implementada por burócratas

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sobrecargados tenga en cuenta las especificidades de suscomunidades. Por fin, demandan que la entrega de losservicios públicos por los “agentes de campo”20 cuentetambién con la participación de organizaciones comunitarias.

En una sociedad más interconectada – y, por lo tanto, máscompleja – la diversificación productiva y laespecialización funcional llevan a una tecnificación de lasdecisiones públicas del otro lado del balcón. Antes asentadaen la construcción de consensos mínimo de largo plazo, latarea básica de dar buen gobierno pasa a ser la desolucionar problemas complejos, con acciones urgentes y decorto plazo – que, además, requieren conocimiento técnico yexperiencia previa para que sean efectivas.

Así, el espacio primordial de las decisiones públicas queafectan la vida del ciudadano común va, gradualmente,migrando del parlamento (según, el modelo de Westminster)hacia la burocracia estatal (según el modelo weberiano) ydesde ahí a los órganos reguladores independientes yagencias ejecutoras especializadas (según el modelo de la“Nueva Administración Pública”). Sin juicio de mérito oconveniencia, el control democrático de las decisionespúblicas se desvaí en el avance de la “poliarquización”.

Cuando combinada al nuevo tejido social – y en buena parteimpulsada por elle – la “democracia poliárquica” pone a loselementos constitutivos de la democracia de masa de la eramoderna en una dinámica de múltiples crisis interconectadasy cumulativas. De manera esquemática y simplificada, laFigura 07 busca ilustrar esta situación:

Fig. 07 – La democracia moderna en crisis permanente: la“(in)gobernabilidad”

20 Traducción libre de término orginal en inglés “street-level bureaucracy”. Para una definición más precisa ver Lipsky (2010). Capítulo 1.

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Fuente: Elaboración propia del autor. Tomemos, por ejemplo, la participación ciudadana en nuestrosdías – especialmente en las Américas. La evidencia empíricaen la región apuntar hacia un creciente déficit departicipación popular en los procesos electorales medida porla elevación discreta, gradual y constantes del absentismo.Algunas explicaciones más sofisticadas atribuyen estedéficit al declive de la acción humana en la esfera pública[Sennett (1992)], a los cambios en la dinámica demovilización de las masas [Tarde (1901), Ortega y Gasset(1926) y Eco (1982)] o a la debilitación de los lazoscomunitarios [Putnam (2000)]. Otras interpretaciones máspedestres transitan entre la desconfianza hacia lospolíticos; la apatía hacia una política cada día más auto-referente; una actitud cada días más irónica hacia lapolítica como espectáculo y la creciente revuelta ciudadanade cara a los privilegios injustificados y malas conductasrecurrentes de los líderes políticos y de los agentespúblicos.

Apatía y revuelta suenan como sentimientos encontrados, peroesta es solo más una de las aparentes contradicciones quehabitan el núcleo constitutivo de la “democraciapoliárquica”. Son manifestaciones típicas en sociedadescomprimidas (donde la prisa, el aprieto, la raqueta y lainseguridad de la vida metropolitana desincentivan el uso yla ocupación cotidiana del espacio público), abiertas

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(donde lo político disfruta de menos autonomía para daratender expectativas infladas), fragmentadas (donde laidentificación política y las afiliaciones partidarias soncontingentes) y líquidas (donde los movimientos socio-culturales se dan ollas irregulares; cuyas demandas yliderazgos que no son hechos para durar).

El sociólogo y exPresidente de la República de Brasil (1994-2002), Fernando Henrique Cardoso lo pone en claro en susmemorias:

(…) La sociedad contemporánea no hiervetodo el tiempo. Calienta, hierve, y luegocalma, enfría. Pero el debate reaparecemás adelante. Con sus altibajos, idas yvenidas de los temas, es el acto y elcostumbre de debatir que es - por decirloasí – continúo. De vez en cuando, y porcaminos imprevistos, el debate converge yconduce a la acción colectiva. Y laacción tiende a amplificar muyrápidamente gracias a las tecnologías decomunicación. En el extremo, los casosexcepcionales pueden escalar hastagenerar un cortocircuito en el sistema(…) [Cardoso (2002)]

Para subsanar parte de la apatía y la revuelta que resultanen el absentismo electoral creciente o las cada vez másfrecuentes protestas callejeras; el mundo político en crisisha apelado, vía de regla, para el asistencialismo y elclientelismo como expedientes garante de su propiasupervivencia. En otros tiempos, estos eran estratagemasútiles para jimiquear el apoyo ciudadano a los líderespolíticos electos y mitigar la crisis de representatividad que essubyace a las democracia representativas – en especial, lasque adoptan un sistema de representación preponderantementemayoritario. Sin embargo, en la medida que la motivación

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central del voto deja de ser material (con base en elinterés) y pasa a ser simbólica (con base en la identidad),estos expedientes van perdiendo efectividad, disminuido susdividendos electorales. En sociedades más fragmentadas, lasmúltiples identidades son más difíciles de precisar yreconocer. En sociedades más abiertas que van avanzandohacia la abundancia material, la captura de los interesespor la vía de la asistencia o de la clientela va quedandomás onerosa.

La crisis de representatividad es, sobretodo, la crisis devehículos más tradicional: el partido político. Lospartidos políticos de masa que se formaran à partir delinicio del siglo XX con la adopción del sufragio universalpor la gran mayoría de los sistemas políticos – sean ellos,democracias, anocracias o autocracias – ya no son másfuncionales para acoger y interpretar la voluntad popular ytraducirlas en representación política. Organizados paraagregar preferencias con base en intereses económicos,canalizar demandas materiales y ofrecer espacios derepresentación con base en clases sociales inmutables ybien definidas, los partidos “de los empresarios”, “de lostrabajadores”, “de los ruralitas” o de “los religiosos” yano cuadran en el mundo de ambientalistas, punks, lésbicas,defensores de la prensa libre y un sin número de activistassociales de todas las matices. En la contemporaneidad, laapertura y la conectividad alimentan la fragmentaciónpreemitiendo la exploración de roles sociales múltiples ysimultáneos por un mismo individuo. Cuando las identidadesse multiplican y preferencias pasan a ser transitorias, laidentificación partidaria se reduce y la representaciónpolítica pierde fuerza y significado. La conformación de la“demanda política” (es decir, el nuevo electorcontemporáneo, sus valores, preferencia, conducta y agendas)ya no se reconocen en la “oferta política” (los partidospolíticos de masa y sus candidatos de perfil generalista).

Como apunta Offe (2007), por el lado de la oferta política,el monopolio de acceso al poder detenido por los partidos

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políticos en la democracia moderna ha llevado a su excesivaburocratización y jerarquización. Los resultados sonconocidos: un alejamiento progresivo de la cúpula directivaa las bases sociales, el enfrascamiento cotidiano en laadministración de la máquina político-electoral y laelevación de la conflictividad en razón de la crecientelucha por su control.

Alternativas temáticamente especializadas y técnicamente máscapaces para canalizar de demandas ciudadanas específicas ydispersas hacia los espacios de toma de decisiones públicas,el surgimiento de las organizaciones no-gubernamentales enlos años 70-80s fueran el alerta temprana de la crisis queen aquel entonces se avecinaba. El gradual desaparecimientode agremiaciones políticas tradicionales, la súbitaemergencia y posterior liquefacción de grupos de abanderadossin cohesión ideológica o convergencia programática para lospróximos comicios y la multitud de candidatos independientesque se postulan en repetidas elecciones en diversos paísesde América Latina y Asia en los años 90 fueran el síntomamás evidente de esta disfuncionalidad. El surgimiento de la“democracia callejera” y la emergencia de los llamados“movimientos sociales desorganizados” (sin liderazgodefinido y movilizados a través de las redes sociales) enlos años recientes constituye el capítulo definitivo de laobsolescencia lenta, gradual y segura de los partidospolíticos como los conocemos. El sistema político también enfrenta una crisis de funcionalidaden su función de traducir de la representación política(que, como hemos visto, carece de legitimidad de origen) enelección pública eficiente (que demanda autonomía decisoriay ausencia de captura por agentes privados).

En poliarquía21, los resultados de las políticas públicassuelen ser capturados por minorías sociales que setransforman en mayorías políticas en la medida que logranmovilizar su aparato institucional para influenciardisputas en torno de decisiones ante a las cuales detienen21 Ver Dahl (1972).

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alto grado de interés – aún que parroquiales yparticularistas. En estos casos, estos grupos de interéssuelen adoptar narrativas que enfatizan su pretenso rol deagentes de la “voluntad popular”, del “bien común” o del“interés nacional” empeñados en “asegurar beneficiosconcretos en favor de una colectividad más amplia”, mientrasesconde los costos difusos de la decisión pública capturadapara la colectividad en el largo plazo. Privatizan-se en elpresente los beneficios concretos de corto-plazo para losmiembros del grupo. Socializase los costos inciertos delongo-plazo con los excluidos y con las generacionesfuturas.

Sin embargo, estas son también movilizaciones “líquidas” –que se activan y se desactivan de acuerdo con la urgencia,relevancia, interés y capacidad de influencia que soncapaces de construir alredor de la disputa. Ocurre que, comoescribió Baudrillard (2008), de manera general, las mayoríaspolíticas que se forman a cada elección pública en el mundosimbólico no corresponden a mayorías sociales en el mundoreal. Minorías sociales se hacen mayorías políticas ruidosasmientras las mayorías sociales silenciosas, legítimamentedesinteresadas, son transformadas en minorías políticas paraefecto de la elección pública específica en cuestión. Ladinámica característica del juego político pasa a operarsepor capturas múltiples – legítimas o no, no viene al caso –de las múltiples decisiones públicas por múltiples interesesparroquiales de turno y no la consolidación del interéscolectivo por medio del ejercicio reiterado de lademocracia. Los problemas de captura de la elección pública suelenresistir a la creatividad de pensadores y operadorespolíticos dedicados a la (re)ingeniería institucional entodas las latitudes. La experiencia internacional en materiade reforma de instituciones políticas es tremendamentediversa y sus resultados heterogéneos y decepcionantes22.Repetidas veces, North (1990) y Olstrom (1990) han22 Ver Andrews (2004)

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demostrado que la evolución institucional es un procesolento y gradual – como el proceso de selección natural –donde los cambios introducidos por el ingenio humano suelenproducir pocos experimentos exitosos y muchas consecuenciasno pretendidas. Además, muchos otros institucionalistasreputados han dado cuenta de la influencia de factoresextra-institucionales (por ejemplo, la Historia, la cultura,la religión, la violencia) sobre el desempeño de lasinstituciones políticas.

Sin embargo, en el caso de América Latina, boa parte de ladisfuncionalidad de los sistemas políticos en la región sealimenta de un diseño institucional algo raro: lacohabitación de la regla mayoritaria para la ocupación delos cargos electivos en el Poder Ejecutivo y la reglaproporcional en la formación de la representaciónlegislativa. La larga mayoría de los sistemas político-electorales de laregión están conformados por una rara combinación depresidentes, gobernadores y alcaldes directamente electos deforma mayoritaria (al modo del presidencialismo americano) ylegislaturas multipartidistas indisolubles formadas pormedio del voto proporcional (al modo de los sistemaparlamentaristas europeos). Abranches (1988) ha bautizadoeste armado institucional como “presidencialismo decoalición”. Se trata de un híbrido que suele producirgobiernos débiles en razón del constante bloqueo de laagenda legislativa de interés del Ejecutivo por la ausenciade mayorías parlamentarias permanentes y/o la elevación delcosto político de la formación de mayorías transitorias ycontingentes. Los resultados son conocidos: la asignación deposiciones en el aparato estatal por el poder político deturno, captura de las decisiones públicas por grupos deinterés afiliados a agrupaciones políticas y, en muchoscasos, actos de corrupción practicados en nombre de lagobernabilidad.

Innumeras proyectos de reforma de las reglas electorales,del sistema de partidos y del proceso legislativo han

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fracasado por tomaren como estrategia reparadora laprofundización de modelos y categorías del pasado mientrasel contexto se veía completamente alterado por el futuro quellegaba. Acomodados a las reglas vigentes, los líderespolíticos se han recusado a pensar nuevos vehículos derepresentación más adecuados a la fragmentación social. Deigual manera, profesionales y operadores de la política hanevitado experimentar ritos legislativos alternativos queinhiban vetos, bloqueos y capturas de las eleccionespúblicas de modo a restaurar la funcionalidad de lossistemas sin afectar el sistema de balances y chequeos quepreserva la separación entre los poderes republicanos.Inmersos en discusiones académicas auto-referentes quecuestan a transcender fronteras disciplinares y las cátedrasuniversitarias, los pensadores de la política tampoco hanpropuesto experimentos institucionales verdaderamenteinnovadores capaces de habilitar el ejercicio de una “nuevapolítica” – hoy inmersa en un tejido social radicalmentedistinto.

4.3. La crisis del liderazgo público

La crisis de funcionalidad también es una crisis del liderazgo políticotradicional.

Como señala Bauman (2000), al contrario do que supone elsentido común, la sociedad líquida ha magnificado laimportancia y el rol protagónico del liderazgo en lapolítica. Desde el final de la 2ª. Guerra Mundial, lossistemas políticos nacionales y las instituciones degobernanza global han avanzado sobremanera en laconsolidación de mecanismos de diálogo y decisión colectivaconcertada, preservación del la soberanía de los paísesperiféricos y protección del los derechos de las minorías –entre otras esferas. Según elle, a las puertas del sigloXXI, el desafío fundamental de mundo político ya no es máslo de la conformación de reglas de convivencia estables,percibidas como justas y suficientemente eficientes para

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delimitar lo que vale y lo que no vale en el juego político.Es desafío político del nuevo silgo es la imposibilidad delejercicio efectivo del poder:

“En el pasado, la pregunta central parecía ser “que hay que hacer”.Sin embargo hoy, la pregunta fundamental es “quien puede hacerlo”.Es una pregunta no más sobre mecanismos de construcción deconsensos mínimos para llegar a una decisión colectiva, pero sobreinstrumentos de acción colectiva. Las viejas herramientas de acciónya no funcionan más de modo apropiado y, al mismo tiempo, lasnuevas formas de acción colectiva que se requieren aun no fueraninventadas o, las que van emergiendo de modo experimental, nofueran aun testadas en la práctica. (…) Esta no es una crisis de de lapolítica (sobre decidir lo que hacer), es de poder (sobre tener lacapacidad de hacer lo que se ha decidido).

No hay lugar a duda que en sociedades comprimidas, abiertas,fragmentadas y conectadas, la brecha entre decisión y accióntiende a alargarse. La compresión del espacio-tiempo generala expectativa de que las decisiones se vean traducidas enacciones casi de modo inmediato. Mismo cuando graduales yselectivas, la apertura de los Estados a la participación enla comunidad de las naciones implica, en muchos casos, encompromisos en la esfera internacional que reducen lasalternativas de curso de acción aceptables asociados adecisiones políticas anteriores. La fragmentación socialcomplica la identificación de un líder único a quien sepueda confiar la articulación de un mínimo denominador comúnde intereses entre todos los segmentos, tendencias, gruposde interés e identidad. En sociedades híper-conectadas, elliderazgo político esta sujeto a rendir cuentas frecuentes ypermanentes à reiteradas e instantáneas contestaciones.Ascendido por la cultura moderna al olimpo de los dioses; ellíder político carismático, sabio y inalcanzable se devuelvea la plaza de los hombres – pedestre, falible, contestable yal servicio de sus pares.

Como apunta Naím (2014), el poder que se ve carente de laautoridad carismática y pendiente de constante

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(re)legitimación desde un tejido social menos homogéneo, másdesinteresado y menos dependiente esta obligado a “convencerantes de hacer”. Para (re)legitimarse, este poder enfrentasu encrucijada: (i) busca construir una agenda consensualmínima con base en el más mínimo de los mínimosdenominadores comunes como único curso de acción democráticoposible – y, en consecuencia, abdica de una agenda degrandes transformaciones o (ii) pone en práctica un variadomosaico de micro-acciones de clientela que atienden y/ovinculan pequeñas parcelas de la población – y, enconsecuencia, naturaliza la captura como el “nuevo normal”de la democracia poliárquica. Para el bien o para el mal,este “nuevo” poder es uno de lo cual se espera mucho, peroque puede poco o casi nada.

En el mundo simbólico, esta desilusión con la potenciatransformadora del poder político en la posmodernidadimplica en la adopción de una nueva narrativa y de un nuevoposicionamiento por los candidatos a ejercerlo. Use la bandapresidencial o una camiseta; tenga a la mano una pena o unapancarta; esté sentado en el palacio o parado en la tarimade la plaza pública; el líder carismático” que otrora fueracapaz de animar multitudes por crear y comunicar la visiónde un futuro compartido va dando lugar al “líder-gerente” –un solucionador de problemas complejos, capaz de gestionarde modo eficiente las demandas del presente orientado poruna planilla de cálculo y una encuesta de opinión. Cuando el lugar es la plaza o la red, nadie mejor queCastells (2012) para caracterizar con precisión estatransición:

“(…) Esta es una concepción vieja del Poder - que sinvanguardias, los líderes y los programas la Política no eseficaz. Las redes de movimientos sociales características denuestro tiempo rechazan tales fórmulas, ya que, según ellos,se reproducen el mismo modelo antidemocrático derepresentación – sea izquierda o derecha. No sonmovimientos para defender un programa, pero para

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cambiar la sociedad y la política. Su diseño está siempre endesarrollo, porque para ellos el “proceso” (es decir, ladeliberación democrática y global en la red y en la calle) esel “producto”. Los movimientos existen en el espacio públicodel ciberespacio y el espacio público urbano. Cuando larepresión es fuerte, buscan refugiarse en la red y luegovuelven a surgir en nuevas formas. Son “rizomáticos”¿Quién los entiende menos son los intelectuales deizquierda, que siempre soñaron con la producción de unprograma para las masas sin conciencia. Sin embargo yapasado este tiempo. La conciencia es colectiva y co-evoluciona en la red.

Lo que escapa a Castells, todavía, es que este liderazgolíquido que emerge desde las redes a las calles (líquidocomo la modernidad de Bauman), su agenda fragmentada (“nodefienden un programa, no pretenden un producto”) y enormedéficit de legitimidad (“representan a todos y a nadie”)están llamados a dialogar con el liderazgo políticotradicional incrustado en los palacios y parlamentos –detentores de mandatos, agenda, responsabilidades e alzadade decisión bien definidas. ¿Como establecer el diálogofructífero entre el poder rizomático (auto-denominado“democrático” y tachado de “inconsecuente”) y el poder real(auto-denominado “legítimo” y tachado de “aristocrático”)?Que hacer si la calle no ofrece el mandato, la agenda y laresponsabilización necesarios para la celebración decompromisos que se pretendan duraderos en torno de latransformación del sistema político? Finalmente, la crisis del liderazgo público se alimenta decrisis de efectividad de la comunicación política lostiempos modernos – que ha experimentado una impresionantetransición en materia de medios, mensajes y mensajeros desdelos multitudinarios comicios en plaza pública hacia laconversación cotidiana a través de las redes sociales.

En sociedades abiertas, híper-conectadas, fragmentadas, laatención ciudadana a lo que ocurre en la vida pública

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también se hace líquida. Gergen (1998) enseña que elejercicio efectivo del liderazgo político en los tiemposactuales implica en hacer comunicación política paraciudadanos desinteresados e inmersos en sociedades urbanassobrecomunicadas por imágenes y palabras. Llamarles laatención – conectarse, para después comunicar y convencer –requiere muchas veces de expedientes poco ortodoxos. En estenuevo mundo, la “política del espectáculo” no es soloopción. Suele ser una imposición del contexto. Unsubproducto indeseable de las transformaciones de fondo queafectan el sistema político en el cambio de milenio.

4.4. La crisis de los gobiernos

La crisis de capacidad y fiscalidad de los gobiernos es otramanifestación del estado de crisis permanente que abarca elmundo político. En sociedades comprimidas, abiertas,fragmentadas, conectadas y líquidas, el desafío de entregarbienes y servicios públicos en cantidad, calidad, frecuenciay especificidad adecuada es una tarea de alta complejidad.El problema de la acción gubernamental en este contexto estriple: (i) la escala y la urgencia de las demandasciudadanas en sociedades abiertas y conectadas, (ii) lacomplejidad de precisar problemas y identificarbeneficiarios en sociedades líquidas; y (iii) la dispersiónde las redes y estandarización de los métodos de entrega deservicios públicos en sociedades fragmentadas.

La literatura neo-institucionalita y sus intérpretes [Olson(1971), Sturznegger and Tommasi (1998) y IDB (2006), entreotros] conoce bien los problemas de acción colectivasubyacentes a la acción gubernamental llevada a cabo enambientes de reforma y/o cambio. Entre ellos, se destacan:

(a) dilemas de agente-principal: ocurre cuando un agente esdesignado (por ejemplo, por medio de un contrato o mandato)o se hace cargo de la implementación de una decisión tomadapor un sujeto principal que tiene rango más elevado. En dilemase instala cuando: (i) el interés de agente y el interés del

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principal no estén alineados (por ejemplo, el contrato sea“incompleto” o “imperfecto”) o cuando (ii) la estructura depreferencias de ambos sean distintas (por ejemplo, elmandato no sea suficientemente “imperativo” de modo a evitarinterpretaciones). Esta falla de conexión – o mejor dicho,de transmisión – a largo de la cadena de autoridad puedegenerar enorme dificultades para tareas comunes demandas enuna situación de conflicto de interés característica delsector público: la negociación de un acuerdo en materiafiscal, el comprometimiento de la realización de una obrapública y la responsabilización de un agente público por unaconducta impropia en el ejercicio de sus funciones. Por ellado del poder ciudadano – particularmente en el caso demovilizaciones operadas por medio de las redes sociales quetransbordan a las calles en la forma de protestas y accionescolectivas – estas tareas de gobernanza se transforman enverdaderos “juegos de ciegos”. La vinculación de losmanifestantes a la autoridad de los líderes de estosmovimientos es precaria y contingente. La responsabilizaciónindividual por las acciones colectivas es casi inexistente.

(b) altruismo y oportunismo: esta disfunción ocurre cuandoactores inicialmente desinteresados y no directamenteafectados por el enfrentamiento en curso se suman a laacción colectiva para expresar su solidaridad a losafectados (“altruismo”) o para aprovecharse, sin incurrir encostos, de potenciales beneficios relativos a estavinculación (“oportunismo”). (c) problemas de reputación: esta disfunción ocurre cuando noexiste la expectativa de cumplimento de promesas entre losindividuos movilizados bajo una acción colectiva o entre laspartes involucradas en un proceso de negociación. Una fallade reputación es un incentivo latente a la defección de unade las partes en un acuerdo basado en una solución decompromiso (sin previsión de “enforcement” en razón del nocumplimento por una de la partes).

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Cuando a estas disfunciones constitutivas de la accióngubernamental se suman a la complejidad de gestión de laspolíticas públicas que nace de la apertura, deinterconexión, de la fragmentación, de la compresión y de laliquidez de las sociedades contemporáneas, el repertorio dehabilidades directivas de los líderes del servicio público ylas capacidades funcionales de la tecnocracia de losgobiernos de América Latina revela su patente insuficiencia.

Aún que un diagnóstico preciso de esta brecha esté más alládel propósito de este artículo, la tabla a la continuaciónayuda a darnos cuenta de las múltiples transiciones sobrelas cuales se fundamenta la profunda incapacidad de losgobiernos actuales en traducir elecciones públicas enacciones gubernamentales efectivas:

Fig. XX – Un nuevo modelo operativo para la accióngubernamental en democracia

Siglo XX Siglo XXICrecimiento BienestarAutoridad NudgingGobierno Electrónico [E-Government] Gobierno Digital y Móvil [Mobile

Government]Economia de la competición[Competition]

Economia de la colaboración [Co-petence]

Economia de consumo [MarketEconomy]

Economia de partilla [Sharing-economy]

Diseño Políticas Públicas [Policy-Making Process]

Co-diseño centrado en el usuario/beneficiario

Innovación Gubernamental Innovación SocialFinanzas Públicas y Presupuesto Finanzas Sociales y Crowdfunding Inversiones Públicas Alianzas Público-Privadas Incentivos Monetarios [Prizes] Incentivos de Reconocimiento

[Awards]Estándares Heco-a-la-medida [Taylor-made]Eficiencia Efectividad Confidencialidad de los datos Transparencia y Acceso a la

InformaciónCaptura de las decisiones Participación en la decisiones Servicios Públicos Servicios al Público

Fuente: Elaboración propia del autor

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Además, el desafío de la acción gubernamental en sociedadesfragmentadas es – también y sobretodo – un desafío degobernanza colaborativa para lo cual las antigas estructurasjerárquicas de comando ya no sirven más.

Como apunta Bevir (2013), o proceso de gobernar nonecesariamente supone una organización con base en unajerarquía vertical de actores. Atores organizados enestructuras más horizontales competitivas (con el“mercado”) o cooperativas (como las “redes”) pueden producircoordinación e tomar decisiones colectivas que vinculen atodos o a una parte de sus miembros.

En este sentido, en la contemporaneidad, los modelos degobernanza de políticas públicas o de gestión de losconflictos de interés alrededor de estas políticas públicaspueden tomar la forma de jerarquías, de mercados y/o deredes – o aún una forma combinada o híbrida intermedia entreestos tres cánones. Sin embargo, en América Latina estasformas canónicas preservan su purismo y parecen apartadascada cual a su nicho de conforto. Por su lado, la vidapública sigue gobernada por jerarquías que transmitenórdenes por cumplir con base en autoridad formal. Por otrolado, la vida privada sigue cada vez más (des)gobernada porhíbridos, con prevalencia de estructuras de mercados conbase en competición y de redes horizontales que funcionancon base en la cooperación y la colaboración. Finalmente, la crisis de capacidades se transmuta en crisisde fiscalidad cuando el déficit de habilidades directivas ycapacidades funcionales de la tecnocracia weberianaencuéntrase con la generosidad irresponsable delasistencialismo y del clientelismo. La teoría política sueledenominar el producto más común de este encuentro como(neo)populismo.

Es cierto que buena parte del recrudecimiento del populismoen América Latina puede ser atribuido a la llegada al poder

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político de mayorías sociales cuyos representantes – aún que“democráticamente electos” han demostrado poco aprecio conlos valores de la democracia liberal moderna – dicha“aristocrática” o “burguesa”. En este sentido, el neo-populismo no seria mera una amenaza exógena – al revés,representaría una expresión endógena, nacida desde lasdisfuncionalidades que el experimento democrático moderno haacumulado en sus entrañas. Sin embargo, cabe preguntar¿porque, en buena parte de los casos, estos regimenes siguenelectoralmente legitimados por mayorías silenciosas mientrasminorías ruidosas denuncian sus riesgos hacia la vidademocrática que, por su vez, sigue prestigiada, al menos enel campo de las ideas, en las encuestas de opinión que serealizan en el continente? En resumen, porque mismo despuésde los retumbantes fracasos en los anos 70 y 80, el(neo)populismo sigue vivo y pungente en varios países deAmérica Latina?

Ninguna respuesta a esta pregunta podrá ofrecer pistasútiles para el desmanche del experimento neo-populista ennuestra región caso no se tenga presente un doble hecho: (i)las “fortalezas” del populismo encuentran una oportunidad deéxito y propagación sin igual en tejido social actual y (ii)deliberadamente, el populismo presenta un auto-narrativaauto-interesada de profundización y redención del idealdemocrático – nunca de su eliminación o superación. El neo-populismo es la respuesta fácil a la crisis de lademocracia moderna en su dimensión simbólica. Potente yurgente como la sociedad comprimida. Preteñidamentegenerosa e incluyente como la sociedad abierta.Pretendidamente múltiple como la sociedad fragmentada. Unexperimento que transciende jurisdicciones y no encuentralímites en la Ley como la sociedad híper-conectada. Corto-plazista à propósito, así como la sociedad líquida que loacoge. El neo-populismo se presenta como un simulacro dealternativa viable a la democracia moderna en su dimensión

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material. Oblitera la crisis de legitimidad multiplicandomecanismos de democracia directa y jimiqueando eleccioneslibres, frecuentes y justas. Adopta el mimetismo isomorfo delas instituciones políticas de democracias consolidadas (porejemplo, los partidos políticos, el rito legislativo y laseparación de poderes) para hacer parecer legítimo sucompromiso con el pluralismo democrático y con losprincipios republicanos. Supera la crisis de funcionalidad,naturalizando y acogiendo la captura como fenómeno políticolegítimo, aseverando que las decisiones y los recursosmateriales movilizados por el Estado deben mismo estar àservicio exclusivo de las mayoría políticas – aún que endetrimento de los derechos de las minorías salvaguardados enLey. Transforma la crisis del liderazgo político enredención, por medio de la concentración del poder dedecisión y agencia alrededor de líder providencialcarismático y singular. Hace uso de la espectacularizacióncomo expediente mediático padrón para compensar el déficitde atención ciudadana hacia la política. Ignora la crisisfiscal del Estado y distribuye generosidades aquí y acholacomo si viviéramos en un presente permanente.

Finalmente, en busca de legitimarse en el mercado de lasideas políticas, los gobiernos populistas se presentan comogobiernos “populares”. Su “majoritarianismo” es la expresiónde la verdadera democracia – espejada en los ejemploshistóricos de pretensos casos de éxito económico yestabilidad política de las democracia iliberales delSureste Asiático y/o del autoritarismo competitivo en elcontinente africano que contraponen las democraciasliberales y aristocráticas fallidas de Europa y EstadosUnidos. Así, evitan la desconfianza ciudadana que mina lalegitimidad de origen de los gobiernos fiscalmenteresponsables, porque pretendidamente son – al fin y al cabo– la democracia que entrega à todos, de todo y siempre.

Que no haga margen para equivocaciones: aceptar elexperimento (neo)populista no es resignarse à una formaalternativa de gobernanza democrática menos ambiciosa del

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punto de vista institucional o, por otro lado, más adecuadaa la conformación más intrincada y heterogénea del tejidosocial en el siglo XXI. No es dar paso a una democracia másdirecta, menos intermediada, libre de las inconvenienciasdel sistema de balances y contra-balances entre los poderesrepublicanos y problemas de agencia entre entes federadosque complican y atrasan tanto las decisiones cuantos lasacciones urgentes de la democracia. Es rendirse, sindeliberaciones, a un experimento incierto y dudoso que hacede la democracia no más que un vehículo para otrospropósitos - un bus lleno de invitados ajenos a sutradición. Es rendirse al imponderable, al indeseable.

El neo-populismo es el lobo autoritario disfrazado decordero democrático.

5. Conclusiones:

¿Que hacer? ¿Como conciliar las transformaciones de fondoque tuvieran lugar en los últimos dos cuartos del siglopasado y la democracia moderna centenaria que hemosconstruido sin rendirnos à aventuras iliberales travestidasde “populares”? ¿Como reverter o minorar los efectosadversos de la crisis permanente sobre la economía, sobre lapolítica, sobre los gobiernos y sobre el liderazgo públicode manera harmónica, experimental y innovadora a la vez?¿Como podemos reformar la democracia tal cual la conocemoshoy y crear su futuro posible de manera que los demócratasdel futuro puedan reconocer en la criatura los valores ycompromisos centenarios de sus creadores? ¿Seremos capacesde explorar nuevos caminos si despegarnos del hilo queconecta el origen al destino y sírvenos de guía parasalvarnos de los atajos inciertos?

Por muchos anos, el avance de la modernización, de laurbanización y de la masificación animaran lo que Berman(1982) ha caracterizado como el proyecto moderno: eldecidido declive de la esfera pública, la centralización de

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las decisiones, la estandarización de la oferta de bienes yservicios, la prisa metropolitana, la crisis cíclicas que detan repetidas se hacen permanentes. La modernidad hademandado demasiado a su democracia - esta pobre señorabicentenaria – rogándole cosas que nada tiene que ver con elprevalencia de la voluntad de la mayoría y con la protecciónde los derechos de las minorías. Descontentes, exasperados yalgo perdidos con esta “viuda embarazada”, tratamos debuscarle sentido, adjetivándola: democracia liberal,democracia electoral, democracia procedimental, democraciarepresentativa, democracia callejera, democracia integral –entre tantos apellidos de semántica imprecisa.

Como hemos discutido, el proyecto de la democracia liberalrepresentativa y sus elevados costos-de-transacción en lagestión del poder político se ve en estado de crisismaterial y simbólica. Sin embargo, tenemos también presenteque no debemos – por ningún modo o razón – reemplazarlo porel majoritarianismo turbinado de democracia iliberalcallejera – que, en definitiva, tiene poco de democracia ynada de libertad. ¿Qué hacer?

Hay una alternativa: la democracia subsidiaria. La adopciónradical de la devolución subsidiaria como principioorganizativo de la distribución del poder político, da laasignación de los recursos económicos y – por extensión – deorganización de la estructura administrativa del aparatoestatal. La (re)habilitación de las comunidades locales comoente protagónico de lo público. La democracia “de punta-cabeza”. La democracia “de punta cabeza” reconoce que la respuesta ala crisis permanente no se va dar por la vía del (re)diseñoinstitucional – el hardware del sistema político. Lademocracia subsidiaria entiende que el camino es reescribirel software: reestablecer los lazos de confianzacomunitarios, adensar nuestras comunidades y movilizarlasconvocándolas a tareas colectivas verdaderamente relevantespara la vida común. Es reivindicar lo público al nivel

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local, retornando las decisiones hoy tomadas en oficinasfrías de las metrópolis urbanas hacia las organizacionesintermedias y juntas de vecinos que se ubican en lasdiversas esquinas del mundo. Es creer en el buen sentido yla responsabilidad solidaria de la gente común y corriente,retornándoles el comando del destino de sus propias vidas.En la democracia subsidiaria, una sociedad sana no esdeterminada por la perfección de sus instituciones si no porla salud de sus relaciones comunitarias.

La democracia subsidiaria tampoco acepta como necesario eltrade-off clásico entre libertad y seguridad que ha asentadola preservación de la libertad y de la de la propiedadindividual en la Ley y transferido la protección de la vidaal Estado – principio básico sobre el cual se edifica elcontrato social tal cual lo conocemos. Al revés, pretendeenmendarlo, proponiendo que la realización de laspotencialidades humanas por medio de la defensa das laslibertades negativas y pela reafirmación de las libertadespositivas con base en el fortalecimiento das ligacionescomunitarias.

Esta nueva visión de la democracia implica un amplio procesode devolución del poder político y de los recursoseconómicos a las comunidades locales. Un proceso gradual dedeconstrucción de la estructura del Estado Nacional y suretorno a las tareas clásicas de los tiempos de sucreación. Se trata de conceder a las comunidades locales ladecisión de transferir poderes hacia arriba, conformando susinstancias supervenientes para fines de coordinaciónintegración desde abajo – y no al revés. Tratase ceder a lascomunidades la propiedad de los recursos naturales yeconómicos y el derecho de proteger estas propiedades de laeventual acción expropiadora de instancias superiores.Tratase de dar el Estado una estructura radicalmentedescentralizada, horizontal – en la cual los balances ychequeos de los pactos federativos nazcan de la intrincadarede de interdependencias colaborativas entre entes

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federados similares y no de expedientes autoritativosoriginados por una autoridad superior de nivel nacional.

La visión que propugna la democracia subsidiara es unretorno lento, gradual y seguro – aún que experimental yadaptativo – hacia la democracia ancestral en susprimordios: a la agora griega. Un re-encuentro con unejercicio más frecuente, más informado, más relevante econsecuente de política en temas comunitarios – que demenores y secundarios, pasan à cruciales y relevantes. Unavisión de más “politkós” (poder de “los ciudadanos”, el sentidooriginal griego para la palabra “política”) con menos“politicus” (poder “del Estado”, el sentido latino de la mismapalabra).

Nuevas instituciones y organizaciones van a emerger el eneste proceso devolutivo: algunas anómalas, otrasirreconocibles a la primera vista. Tengamos presente que yahubo un tiempo donde el poder hereditario era un decisióndivina, el sufragio universal era una amenaza a la pazsocial, y el derecho del voto a las mujeres un capítulo dela destrucción de la familia nuclear. Si gestionamos laexperimentación institucional manteniendo vivo y nutriendonuestro compromiso colectivo con la con la libertad, con lademocracia y con la República, estos valores y sus prácticasnos servirán de guía y filtro para asimilar lo útil yapartar lo que no sirve.

Con los ideales del pasado, con las manos en presente y conlos ojos en el futuro; tratemos empezar a dibujar lademocracia del futuro. Es tarea urgente. Manos a la obra.

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