De la mano de Alicia - Boaventura de Sousa Santos

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BIBLIOTECA UNIVERSITARIACiencias Sociales y Humanidades

Sociologia· Filosofia Política

NUEVO PENSAMIENTOJURíDICO

Colección dirigidapor CristinaMoita Torres

COMITÉ EDITORIAL

DanielBonillaMaldonadoManuelJoséCepeda Espinosa

M aeríao Çarcía Vi/legas

Carlos Gavin·a DíazCristina Motta Torres

De la mano de Alicia

Lo social y lo político en la postmodernidad

Boaventura de Sousa Santos

TraducciónConsuelo Bernal

Mauricio Garcia Villegas

rnEdtctones Umandes

Uníverstdad de los AndesFacultad de Derechc Sigla dei Hombre Editores

Santos, Boaventura de SousaDe la mano de Alicia: lo social y lo político en la postmodernidad/Boaventura

de Sousa Santos; traductor Consuelo Bernal. -Santafé de Bogotá: Siglo dei HombreEditores, Facultad de Derecho Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes, 1998.

470p.: 21 em ---(Biblioteca Universitaria Ciencias Sociales y Humanidades. SerieNuevo Pensamiento Jurídico)

tncluve bibliografías.Título original: Pela Mão de Alice: o social e o político na pós-modernidade.

ISBN:958-665-012-X

1. Modernidad-Ensavos, conferencias, etc. 2. Postmodernidad-Ensayos,conferencias, etc. 3. Cambio social-Ensayos, conferencias, etc. I. Berna], Consuelo,García V., Mauricio, Ir. 11. Serie

303.4cd1gedAGD3498

CEP-Biblioteca LuisAngel Arango

La presente edición. 1998Título original: Pela Mão de Alice: o social e o político na 'pós-modernidade

Cortez Editora, 1995

©Boaventura de Sousa Santos

©Ediciones UniandesCra. 1E No. 18A-10 Santafé de Bogotá D.C.leis: 282 4066 - 286 92 11 Exts:2158-2133

Fax: 284 18 90 A.A. 4976

©Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes

©Siglo dei Hombre EditoresCr. 32 No. 25-50 Santafé de Bogotá D.C.

lei: 337 7700 Fax: 337 7665e-mail: [email protected]

TraducciónConsuelo Bernal

Mauricio García Villegas

Disei'iode ColecciónMauricio Melo

ISBN: 958-665-01 2-X(Colección) ISBN 958-&65-000-6

Panamericana Formas e Impresos S.ACalle 6.5 No. 94-72Santafé de Bogotá

Impreso en Colombia-Printed in Colombia

cultura Libre

La edición colombiana de este libro se debe ai interésdei Projesor Mauricio García Vtllegas en divulgar mi

trabajo para el público de lengua espafíola y ai carifío yprojesionallsmo con el que el Centro de /nvestigaciones50ciojurídicas -C/JUS- de la Universidad de los Andes

y 5igl0 dei Hombre Editores. acogieron este proyecto.A todos mls más sinceros agradec!mientos.

ÍNDICE

Prefacio 1Presentación o.' 7

IREFERENCIAS

1. Cinco desafios para la tmagmactón sociológica 13Ochenta\Noventa 13Entre la auto-teoría y la auto-realidad 15De las perplejídades a los desafios.......... 16

2. Todo lo sólido se desvanece en el aíre: i,Tambiénel marxismo? 0.0 21

Una historta para todos. 221890-1920 22Los afias treínta y cuarenta o ••••• 0 0.0 0.. 25De los aftas cincuenta a los afios setenta............... 25Los aftas ochenta .. ;............................................... 28

Un futuro para todos 33Procesos de determínacíón social.......... 38

Acción colecttva e identidad 42Dtreccíón de la transformación social........ 45

Referencias bibliográficas.......................................... 49

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11CONDICIONES DE INTELIGIBILIDAD

3. Once tesis con motivo de uno más de los descubri­mlentos de Portugal.............................................. 57

Referenclas bibliográficas..... 83

4. Lo social y lo politico en la traneíctón postmoderna ... 85Lo moderno y lo postmoderno en los países capita-

listas centrales 87El pnmer período...................... 92EI segundo período................................................ 96EI tercer período.................................................. 100

Portugal y e! desafio de la postmodemtdad .. 108Hacla una política postmodema: las mini-raciona-

lidades y la reslstencla 119Referencias bibliográficas.......................................... 131

5. EI estado y los modos de produccíón de! podersocial 137

Introducclón 137La distlnclón Estado/sociedad cívíl 139

Las raíces contradictorias de la dístínctón 139Las funciones latentes de la distinción Estado/so-

cíedad civil 144Hacía la construcci6n de una alternativa concep-

tual 147Las diferentes sociedades cívíles 147Las formas de poder social 148Cuadro estructural de las sociedades capitalistas.. 150

Hlpótesis sobre el Estado y las formas de podersocial en las sociedades semíperíféricas: eI caso de

Portugal.................................................................... 152Referenclas bibliográficas.......................................... 158

6. Modernídad, identldad y cultura de frontera 161Introducción 161La descontextualización de la identidad en la mo-

derntdad 163Las confrontaciones romântica y marxista 167EI regreso de las Identidades 172Los desafios en la semiperiferia................................. 177La cultura de frontera 181Referencías bibliográficas.......................................... 188

IIICIUDADANíA. EMANCIPACIÓN Y UTOPÍA

7. La soctotogía de los trtbunales y la democratiza-ción de la justlcia 193

Condiciones socíales y teóricas de la sociología delos trlbunales 193

Temas de la socíología de los tribunales .. 200EI acceso a la justlcla 20 ILa admínístracíôn de justícía como ínstítucíõn po-

lítica y profesíonaj 208Los conf11ctos socíales y los mecanismos para su

solucíón 211Hacía una nueva política judicial 214Referenclas bibliográficas.......................................... 219

8. De la idea de universidad a la untverstdad de ideas 225Fines stn fln .. 225La crtsts de hegemonía 232

Alta cultura-cultura popular 233Educacíón-trabajo 236Teoría-práctlca 240La universidad y la producttvidad 242La uníversídad y la comunldad 248

La crtsís de Iegtttmrdad 255La crtsís institucional 259

La evaluaci6n deI desempeno universitario 261Para una universidad de ideas 269

Teste para una uníverstdad pautada por la cien-cía postmodema 271

Díspostcíones transitorias e llustraciones 275Referencías blbl1ográflcas.......................................... 281

9. Subjettvídad. cludadanía y emanclpaclón 285Introducclón . 285Subjetividad y ctudadania en la teoría política

liberal................................................................... 287Subjetividad y cíudadanía en el marxismo 292EI surgímíento de la cludadanía social 296Subjetividad y ciudadanía en Marcuse y Foucault 299La crtsís de la ctudadania sociaL...... 301Las dos últimas décadas: expertmentactõn y con-

tradícctón 304

Las respuestas del capital: dífusíón social de laproduccíón y aíslamíento político dei trabajo .

Los nuevos movrmíentos sociales .Subjctwtdad y cíudadania en los nuevos movímíen-

tos sociales .Los NMSs y el sistema mundial: Brasil, África y

Portugal .Los anos noventa .Para una nueva teoría de la democracia .Para una nueva teoría de la emancipación .Referencias bibliográficas .

lO.Hacia una concepción multicultural de los derechoshumanos .

lntroducción .Sobre las gíobaítzactones .Los derechos humanos y ellibreto emancipatorio ..

11.El norte. el sur y la utopía .lntroducción .Los problemas fundamentales en los diferentes

cspacíos-tíempo .EI espacto-ttempo mundial ..

La explostón demográfica .La globalización de la economía .La degradación ambiental ..

El espacío-tíernpo doméstico .El espacto-tíempo de la producción .EI espacío-tíempo de la ciudadanía .

Las dificultades fundamentales .La utopía y los conflíctos paradígmátícos " .

Conocimiento y subjetividad .Patrones de transformación social .Poder y política .

Referencias bibliográficas .

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PREFACIO

En las últimas páginas dellibrolntroducctón a una Cten­cia Postmoderna (Introdução a uma Ciência Pós-Moderna­Afrontamento, 1989) afirmé que la refiexlón hecha allí so­bre la transtcíón entre los paradigmas eptstemológtcos-en­tre la cíencía moderna y la cíencía postmoderna- deberíacomplementarse con una reflexión sobre la transición en­tre paradigmas socíales. es decír, entre los diferentes mo­dos básícos de organizar y vívtr la vida en socledad. Dadoque, como sostenía en ese libro, las diferentes formas delconocimiento tienen una víriculacíón específica con lasdiferentes prácticas soctales. la idea era p ues. que unatransformación profunda en los modos de conocer, deberíaestar relacionada. en una u otra forma. con una transfor­macíón Igualmente profunda de los modos de organizar lasocledad. .

Dí]e, además, que míentras la transrcíón epistemológicame parecia relativamente clara y mi reflexión sobre ellarelativamente consolidada. la transtctón social era muchomás problemática y mí reflextón. sobre ella, incipiente. Porotra parte, mlentras la transición epistemológica podía y debíaser discutida en general, la transícíón social, pudíendo serdiscutida Igualmente en general, no podría dejar de teneren cuenta la extrema diversidad de las sociedades nacto­nales y, específlcamente, de la portuguesa.

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Durante los últimos cinco aüos, me dedtqué prioritaria­mente a la rellexi6n sobre la transtcíón entre los paradigmassoclales y sobre ellugar y las víctsttudes de las sociedadesserntpertfértcas en dícha transtctón, y en especial de lasociedad portuguesa. Esa reflexión todavíaestá en curso.pero las concluslones a las que he llegado hasta ahora,aunque fragmentarias, tlenen alguna consístencía globaly, por eso, decidi reunirias en este lIbro. Tengo en prepa­ración un análisis sistemático e integrado de los diferentesproblemas suscitados por la translclón paradígmáttca,tanto social como epistemológica. No obstante. como talanálísts dlfícllmente se entendería stn la Investlgaclón y lareflexiónque se hizo durante los dos últimos anos. es unarazón más para presentarle ai público los resultados pro­vístonales a que he llegado hasta ahora,

La mayoría de los textos aquí reunidos fueron escritosentre 1989 y 1994. Dos de ellos son Inéditos (segundo yundécimo capítulos) y los restantes fueron publicados enPortugal y en el extranjero en revistas o libros no siemprede fácil acceso. Todos los textos ya publicados fueron re­visados completamente para ínclutrlos en este libro. Es­critos a 10 largo de varias anos, no es de esperar que laconststencía entre ellos sea total. Por un lado, diferentesvibraciones sociales en eI momento de escrtbír, diferentesauditorias y diferentes contextos de escritura, ortgmaron,por clerto, diferencias de estilo y de énfasls analítico. Porotro lado, mts preocupaciones más permanentes, algunasde ellas obsesívas, terminaron por traducirse en repeticio­nes que no stempre fue posible eliminar.

Este libro está dividido en tres partes. En la prtmera parte.hago una reflexión sobre algunas de las referencias teóri­cas que han regulado ml ínvesugactón. En el prímer capí­tulo planteo algunas de mls perplejldades analíticas antelas transformaciones sociales en este final de sigla y enun­cio las vías por las cuales se pueden traducir en motivosde creattvídad sociológica.

En el segundo capítulo procedo a una evaluación del mar­xismo a la luz de la tradlclón te6rica de la socrología. conel objetivo de distinguir las áreas o dimensiones en que con­ttrrúa tenlendo actualidad, -y quízás más actualidad quenunca- de aquellas en que está desactualizado y que poreso debe ser revisado profundamente o incluso abando­nado.

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En la segunda parte, centro ml análisls sobre algunosde los aspectos de la crtsts de la modernldad como para­digma social. La referencla a la socíedad portuguesa ocu­pa' en esta parte. un lugar sobresaliente y los análisis sehan hecho a la luz de un cuadro teórico suficientementeamplio para localizar la socledad portuguesa, tanto en elparadigma de la moderrudad, como en su crtsís. Planteoalgunas hlp6tesls de trabajo sobre la sociedad portugue­sa que fueron objeto de una Investlgacl6n sístemáttca rea­lizada por mí y por otros ínvesttgadores dei Centro de EstudosSociais, de la Uníveraídad de Coimbra, cuyo trabajo másreclente puede ser consultado en Portugal: Um Retrato Sin­gular, Porto, Afrontamento. 1993. y también en varios li­bros publicados en la coleccíón Saber imaginar o Social, delas ediciones Afrontamento.

En el tercer capítulo. presento once tests sobre la socíe­dad portuguesa, a manera de manlflesto contra el discur­so mítico que, en sus múltiples versíones. ha dominado elanállsls de la identldad nacional.

En el cuarto capítulo descrtbo, en forma muy general.el paradigma socto-cultural de la modernldad y su trayec­torla histórica a lo largo de los diferentes períodos dei ca­pitalismo. Identifico los signos más evidentes de la crlslsfinal en que parece sumergído y enuncio algunos de lostopoiretóricos con base en los cuales es posible argumen­tar en favor de una postmodernldad Inquietante o de opo­sición. Síerido cíerto que la soctedad portuguesa es una delas sociedades europeas donde menos se han cumplldo lasexpectativas de modernldad, me pregunto tambtén, en es­te capítulo. sobre el sentido que tiene entre nosotros dis­cutir sobre la postmodernldad.

En el quinto capítulo presento los lineamientos gene­rales de una propuesta te6rlca sobre los modos de genera­ción del poder social. Esta propuesta, que tuvo su primeraformulaclón en el texto "On Modes ofProductlon ofSoclalPower and Law" en: Internattonal Journal of Sociology oJLaw (13 [1985J: 299-336), será materla de un tratamlentomás profundo en un próximo trabajo. En este capítulo. centroml crítica en la dlstlnclón dei Estado y la socíedad civil yformulo. esbozadagrosso modo. una alternativa teórica orien­tada a contextuallzar el poder estatal dentro dei conjuntode las formas de poder que círculan en la soctedad. Tarn­blén expongo algunas hlpótesls sobre las relaciones que

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hay entre las diferentes formas dei poder en la sociedadportuguesa.

En el sexto capitulo analizo las identidades de orígensexual. étnico y cultural a la luz dei proceso histórico quepretendió suprlmlrlas -además stn éxíto. como se puedeconstatar ahora- reflrléndome, a este propósito, a la críti­ca romântica y marxista y aI reduccionismo generado porla modernidad en su verstón hegemóntca. Trato. especial­mente, la cuestlón de la Identldad de la cultura portuguesay propongo una hlpótesis de traba]o sobre su caracte­rtzacíón.

En la tercera parte el análists se combina con la pros­pectiva y, en ambas formas. es mínima la consideraciónespecifica de la socledad portuguesa. En el séptlmo capí­tulo hago una resefta de los estudios sociológicos sobre laadminlstración de [usttcía, e identifico la contrlbución po­slble de estos estudios a la deftníctón de una nueva políti­ca judicial enfática con respecto ai imperativo político dela democratlzación de la justtcta y dei acceso ai derecho.

En el octavo capitulo procedo a un análísts crítico de lapostctón de la Uníverstdad en las sociedades contemporâ­neas. Doblemente desafiada por la socledad y por el Esta­do, la Universldad se enfrenta con la eventualidad, cadavez más próxima, de profundos cambias estructurales.Frente a la rigidez funcionai y organizacional que ha ca­racterizado a la tnstttucíón untversttarta, me preguntocómo se irá a adaptar a las nuevas condiciones. Propon­go. como solución radical. pasar de la Idea de Universidada la Unlversldad de las Ideas, para lo que formulo un con­junto de tesis y sue respectivas disposiciones transitarias.

En el capítulo novena retomo algunas de las cuestionesabordadas en los capítulos cuarto y sexto en relaci6n conel paradigma de la modernidad. EI exceso de regulacióny el déficit consecuente de emancipación en que, históri­camente, se ha traducido el paradigma de la modernidad,truncaron en diferentes formas la articulación entre sub­jetividad y ciudadanía y dejaron a las sociedades capita­listas contemporâneas ai borde de un bloqueo global de lasalternativas emanclpatorias. De ahí mí llamado hacla laforrnulacíón de una nueva teoría de la democracia y de laemancipación social.

En el capítulo décimo me ocupo de la difícil relaclón en­tre multlcultlralismo, globalización y protección a los de-

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rechos humanos. En el undécimo capítulo, la necesidad desobrepasar el bloqueo de las alternativas se refuerza a laluz de los problemas globales, con los que nos enfrenta­mos en este fin de sigro. dei hambre y la guerra, a laexploslón demográfica, de las aslmetrías entre paísesricos y países pobres a la degradación ambiental a escalaplanetarla. EI exceso de regulaclón modernista hace quetal bloqueo sólo pueda ser superado por la vía dei pensa­miento utópico; una de las tradtcíones suprimidas en lamodernidad que es necesario recuperar.

EI desarrollo de mís Ideas se beneflctó mucho del debatecon mís colegas dei Centro de Estudos Sociais, a quienesagradezco colectlvamente. La preparacíón final dei manus­crito se debe a dos personas: a mi asistente de investiga­ctón, Hermes Augusto Costa, quien revisó innumerablesveces el manuscrito, en forma minuciosa, y a LassaleteSimões, quien introdujo al computador las sucesivasversiones de los diferentes capítulos. Cada uno, en sucampo, demostró una competencia profestonal, un ceIoy una dcdícacíón que, sin sorprenderme, me dejó emocio­nado. Son por eso acreedores de un agradectmíento muyespecial.

Tamblén me gustaría agradecer a los editores de lasrevistas y libros donde fueron publicados, en otras versio­nes, algunos de los capitulos, así como a las entidades queorganizaron los eventos donde fueron presentados los ca­pítulos Inéditos.

Así, el prlmer capítulo fue publicado en las Actas do 2'Congresso da Associação Portuguesa de Sociologia (Estru­turas Sociais e Desenvolvimento, 10 volume. Lisboa, Edito­rial Fragmentos, 1993; 62-68). EI segundo capítulo, inédito,se basa en el texto de la ponencia presentada en el 8 0

Encontro de Filosofia, organizado por la Associação deProfessores de Filosofia, reallzado cn Coimbra dei 10 al12de marzo de 1992. EI tercer capítulo fue publlcado en ViaLatina, 1991: 58-64; Novos Estudos CEBRAP, 34 (1992):136-155; Luzo-Brastltan Review, 29 (1992): 97-113. EIcuarto capítulo fue publicado en versíones muy diferentesenOflcinas do CES, 1 (1998) y 8 (I 989); Otiati Proceedings,1(1989): 113-123;Doxa, 6 (1989): 223-263;Revued'ÉtudesInterdisciplinaires, 24 (1990): 77-118: Sociologia dei Dirttto,17 (1990), 3: 5-34; Austin Sarat and T. Kearns (orgs.)TheFate of Law, Ann Harbor, Untversrty of Míchigan Press,

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1991: 79-118: Lua Nova, 31 (1993): 181-207. El quintocapítulo fue publicado en OfICina do CES, 7 (1989); Actasdo 10 Congresso da Associação Portuguesa de Sociologia(A Sociologia e a Sociedade Portuguesa na Viragem do Sé­culo, volume 2. Lisboa, Editorial Fragmentos, 1990: 649­666). El sexto capítulo fue publicado en Revista Crítica deCiências Sociais. 38 (1993): 11-39. El séptimo capítulo fuepublicado en la Revista de Processo. 37 (1985): 121-139;Revista Uruguaya de Derecho Procesal. 1 (1985): 21-35;Revista Crítica de Ciências Sociais, 21 (1986): 11-37; JoséE. Faria [org.j.Dtreuc e Justiça. Sao Paulo, Ática. 1989: 39­65. El octavo capítulo fue publicado en la Revista Críticade Ciências Sociais. 27/28 (1989): 11-62. El noveno capí­tulo fue publicado en la Revista Crítica de CiênciasSociais. 32 (1991): 135-191. El décimo capítuloes exclu­sivo de esta verstón castellana y fue publicado en la revis­ta Anállsis Político, lEPRI, Universldad Nacional de Co­lombta, 31 (1997): 3-16. El undécimo capítulo está inéditoy es una verston muy ampliada de la ponencra presentadaen las Primeras Jornadas de la Facultad de Economía dela Universldad de Coimbra. realizadas el 28 y 29 de abrilde 1993.

Dos agradectrntentos más, y muy especiales. A MariaIrene Ramalho. por cuya mesa de trabajo pasó, varias veces,todo el manuscrito y partes de él, obedientemente sujetoa un rigor analítico y estilístico, sin excesos. En particu­lar. a roi editor. José Sousa Ribeiro, por el estímulo que medío para la publicación de este libra. Sin él este libra tal veznunca hubiera visto la luz dei día.

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PRESENTACION

según una sana costumbre acadérníca, los maestrospresentan las primeras publicaciones de sus discípulos;de esta manera dan a conocer SUB nornbres Y SUB obrasen la comunidad científica. Me encuentro en una situa­cíón excepcional respecto de este principio de autortdad,no sóIo porque el profesor Boaventura de Sousa Santos esbien conocido en nuestro medro. sino porque siempre mehe considerado su alumno. Para justificar pues , al menosen parte. la falta de pudor que conlleva la redacción de estapresentacíón. sólo díspongo de la desígnactón de mí nom­bre por elmismo autor. Pero esto no alivia una responsa­bilidad que pienso sobrellevar siendo breve y ltrmtándo­me a lo que considero esencial para un lector ansioso porentrar en materia.

Lo más sorprendente y encantador de este libro es qui­zás el lenguaje. El autor no só lo explica y anaUza losconsabidos efectos epistemológicos de la falta de co­rrespondencia necesaria entre lenguaje y realtdad, entrelas palabras y las cosas. sino que se vale de esta lIberaciónde los enunciados pará reivindicar la posibilidad de crearuna nueva realidad social, dícténdola, ímagtnándola. Enesta apertura hacia el tngenío, utiliza con maestría losefectos cognoscitivos de la perplejidad y de la evocactón. através de la paradoja y de la metáfora. respectivamente.

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Con la pr íme r a , denuncia y pone ai descublerto lasinconsistenclas y atrocidades dei paradigma de lamodernldad. Con la segunda. reivindica el pensamlento defrontera -periférico respecto dei paradigma dominante ­para postular nuevas soluciones y nuevos rumbas. El lí­bro combina la creatlvidad liberadora de la metáfora conel esceptlcismo crítico y deconstructor de la paradoja ; laevocación persuasiva de la cultura latina se pone al me­jor servícío dei rigor desmitlflcador dei pensarntento crí­tico centro-europeo. Ni la utopia es uo desvario o uri eue­tio empalagoso ní la crítica es presa deI desaliento o ladesrdta . El autor lo plantea en términos más modestos:"afirmar sm ser cómplice, criticar sin desertar" y tambiénen términos marxistas "leer eI presente según una herme­nêutica de la eusptcacta y el futuro según una hermenêu­tica de la adhestón", todo lo cual recuerda la célebre dife­rencia gramsclana entre el optímtsmo de la voluntad y elpesrmtsmo de la razón,

EI tema central dellibro es la crtsts dei paradigma de lamoderntdad. Una crtsts que no sólo se refíere a la íncapact­dad de los países centrales para responder a los gran­des retos econornícos , ecológicos. políticos y soclalesque afronta el mundo actual, sino tambíén a la incapacl­dad de las cíencías sociales -y de las cíencías en general­para proponer soluciones que respondan a tales proble­mas. Pero esto dice muy poco sobre la orígtnaltdad deillbro: otros postmodernos han descrito en detalle los ele­mentos de esta crtsís: lo esencíal de su aporte está. encambio, en la manera como combina la crítica a los pre­supuestos epistemológicos de la moderrndad y, en espe­cial. a la ractonalídad cognoscitiva instrumental. con laexplicación deI agotamiento del desarroIlo social y en es­pecial de la capacídad emanctpatorta,

EI autor se vale de esta doble crítlca -eptstemológíca ysocial- para construir modelos explicativos. para mostrarla complejldad de los fenómenos sociales actuales y. sobretodo. para proponer soluciones que ímplícan una transfor­mación global. no sólo de los modos de produccíón, sinotambién de las cíencías socíales. de las formas de socíabt­lidad, de los universos simbólicos y de la relación con lanaturaleza ; en eíntests. postula una utopia, en el mejorsentido de la tradícíón que hace honor a esta palabra. EIdescrédito de esta tradtcíón en la modernidad -expllca- no

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es el resultado de la menor importancia de los contenidosy de las soluciones que plantea, sino más bien de la des­valorlzaclón de la perspectlva de mediano y largo plazo.Para la ciencia moderna la verdad de un objeto de estudtosólo podía ser encontrada en la disciplina específica co­rrespondiente a tal objeto y no en las relaciones entre este yotros objetos o disciplinas. Esta perspectiva epistemológicasobrestimó e l valor de lo específico en detrimento de lasrelaciones entre los objetos. En estas condiciones. lascíenctas socíales -y con ellas la administración pública ­evolucionaron hacla la espectaltzacíón, en un proceso quecorre a la par con problemas que, en cambio, tienden ha­cla la globallzaclón. No es de extraüar, entonces, que lassoluciones no sean eficaces. Lo necesario ha cedido su te­rreno a lo postble. Las alternatlvas globales. colectivas ymultifacéticas han sido desplazadas por las solucionespurituales , particulares y específicas. "Problemas étlcosy políticos -díce el autor- son transformados en problemasjurídicos". La gravedad de los temas hace más vtstble estedesfase entre realidades y soluciones y nos pone en una si­tua~lón de cambio paradígmátíco, social y epistemológico.El ejernplo más claro de esta encrucijada está en la protec-ción del media ambiente. .

De otra parte-no pretendo agotar lo esencial-Ia frecuen­te referencia que se hace en ellibro a Portugal, al contrariode lo que pudiera pensarse, es un elemento de interés adi­cional para el público latmoamertcano. Portugal tíene la di­ferencia necesaria que hace importante la semejanza. Loque nos atrae de este país es el punto de vista ajeno, sobrelo que es compartido. Mucho se ha dícho sobre la capací­dad de los extranjeros para percíbtr elementos y relacio­nes importantes. que escapan ai análisis de los nacíona­les, demasiado lnvolucrados en la coyuntura. Bakhtme, elgran pensador ruso, se refería a esta capacídad con el tér­mino de exotopía: a su juícto, una cultura sólo se revela entoda su complejidad y profundidad ante los ojos de unacultura extranjera 1, La mísma razón vale para el punto devista a~eno sobre lo parecido. En la periferia -en Lisboa.Medelhn o Guadalajara-la visión del mundo se parece: lamisma carga simbólica. la mtsma emotívídad, la misma com-

1. Citado por T. Todorov en: Las mo rales de la Hlstoria, Barcelona, Ed. Paídós.1993,p.26

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plíctdad, los mísmos amores, los mlsmos temores y sobretodo la mtsrna cornplejtdad. La globalizaclón t1ene eltriste efecto de ocultar estas discretas semejanzas,arraigadas en culturas y formas de vida ml1enarlas, bajoel escenario estridente y único del consumo, o mejor aún,como dtce el àutor, dei deseo dei consumo. Aios portugue­ses estamos más unidos por el centro hegemóntco que porla periferia. Este libro pone de presente la ímportancta deestas nuestras uníones profundas, de largo aliento.

Toda esta preocupaclón por la complejldad de la perife­ria explica el reciente interés del autor por un país comoColornbtaê: un país malogrado por la vtolericta que, noobstante, mantlene una sorprendente y precarla estabill­dad Institucional y una no menos sorprendente dlnámlcasocial. He aquí algunos de los factores contradictorios quehacen de Colombla un laboratorlo sín Igual para el estu­dío de fenómenos socíales en situaciones de extrema ten­slón. Este libro proporciona nuevas e Ingenlosas herra­mientas conceptuales para comprender la realidadnacional y nuevos alientos emancipatorios para lu­char contra la domínacíón y el desconclerto agazapadosen la crísts. una crísts que la violencia ha convertido en uneufemismo cada vez más insostenlble.

Maurlcío García Vl\legasBogotá, 20 de marzo de 1998

2. El profesor Santos dirige actualmente, en la Uníverstdad de los Andes deBogotá. una ínvesugactõn sobre jusUcta en Colombia, que está próxima aterminar y a ser publícada.

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REFERENCIAS

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CINCO DESAFÍOS PARA LA IMAGINACIÓNSOCIOLÓGICA

Los desafios. cualesqutera que sean, nacen siempre delas perplejidades productlvas. Así como Descartes ejercítóla duda stn haberla sufrtdo, estimo que hoy es necesarioejercitar la perplejldad sin sufrirla. Si quístéramos , comodebemos hacerlo, ser sociólogos de nuestras proptas cír­cunstanctas, debemos empezar por el contexto socío-tem­poral de donde surgen nuestras perplejldades.

OCHENTA \ NOVENTA

Desde el punto de vista sociológico, la década de losochenta, "será una década para olvidar? Dentro de la tra­dtctón de la soctología se encuentra la preocupación por la"cuestlón social", por las desigualdades soctales, por elarden! desorden autoritario y la opresión social que pare­cen Ir a la par con el desarrollo capitalista. A la luz de estatradición, la década de los ochenta es, stn lugar a dudas,una década para olvidar. Durante su transcurso. se pro­fundtzó en los países centrales la crisis deI Estado-Provi­dencia que ya venía desde la década anterior y. con ella,se agravaron las desigualdades sociales y los procesos deexclusión social (el 30% de los norteamericanos está ex­clutdo de cualquter esquema de seguridad social), de talmanera que esos países asumieron algunas de las carac-

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terísticas que parecían ser típicas de los países periféricos.De ahí que se hable de un tercer mundo Interior. En lospaíses periféricos. el empeoramiento de las condiciones so­clales, ya de por sí tan precartas, fue brutal. La deuda ex­terna, la desvalortzacíón Internacional de los productosque se ubícan en el mercado mundial y la dtsmtnucíón dela ayuda externa, llevó a algunos de estos países ai bordedei colapso. En la década de los ochenta, en África, murtómás gente de hambre que en todas las décadas anterioresde este stglo, SI las astmetrías soclales aumentaron en elInterior de cada país, ellas aumentaron todavía más en elconjunto de los países dei Norte que en el de los países deiSur. Esta sltuaclón, que algunos celebran o toleran comolos dolores necesarios del parto de un orden económico final­mente natural y verdadero, es declr, neoliberal, fue denun­ciada por otros como un desorden salvaje que es necesariosustituir por un nuevo orden económícomternacíonal. Laarrogancla de los prlmeros y la Impotencla de los segun­dos. pane definitivamente a la sociología en malas relacio­nes con la década de los ochenta.

Definitivamente, sí: pero, <',también Incondicionalmen­te? EI otro pllar de la tradlclón Intelectual de la socíolo­gía, es la preocupaclón por la partlcipación social y políticade los cludadanos y de los grupos socíales por el desarrollocomunltarlo y la acclón colectlva y por los movimientossocíaíes. A la luz de esta otra tradlclón, lo mínimo que sepuede declr es que la década de los ochenta se reivindlcó,de una manera sorprendente e Incluso brtllante. Fue la déca­da de los movlmlentos socíales y de la democracia, dei ftndei comunismo autorltarlo y delaparthetd, dei final dei con­flícto Este-Oeste y de un cíerta atenuaclón (<',momentánea?)de la amenaza nuclear.

Este es el claroscuro de la década anterior. Con ella te­nemos una relación de amor-odio. No la podemos olvidar.Tampoco la queremos repetir. Es evidente que las décadassólo exísten en nuestra ímagínactón temporal. Las trans­formaciones que ocurrleron ai final de la década de los ochenta,irrumpieron en la década de los noventa y ahora estamosconviviendo con ellas. <',Quéhacer con ellas?, <',por qué trans­formaclones están pasando las transformaclones?, <',quédesafios le plantean a la socíoíogía. a las ctencías soclalesy a las humanidades en general?, <',cómo nos van a afec­tar?, <',cómo las podemos afectar? No es fácll responder a

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estas preguntas, sobre todo porque ellas presuponen queno es problemática una postura epistemológica que lo escada vez más. Presuponen la separaclón sujeto-objeto: noso­tros aquí y las transformaciones allá afuera. Cuando enverdad, las transformaciones no son más que la transfor­macíón de todos nosotros, tanto de los científicos socialescomo de los no científicos socíales de este mundo.

ENTRE LA AUTO-TEORIA Y LA AUTO-REALIDAD

Sin embargo, es propío de la socíología reivindicar unpunto de vista de observación y análisls, un punto de vis­ta que, no estando por fuera de lo que se observa o anali­za. no se confunde directamente con él. lCuál es, pues, esepunto de vista y cómo mantenerlo en las actuales condi­ciones y en las dei futuro próximo? La rapidez, la profun­dídad y la Imprevlslbi1idad de algunas transformaclonesreclentes, le otorgan ai tiempo presente una característi­ca nueva: la realidad parece haberle tomado, definitiva­mente, la delantera a la teoria. Con esto, la realidad se vuelvehíper-real y parece teorizarse a sí misma. Esta autoteo­rlzación de la realidad es otro aspecto de la diflcultad denuestras teorías para darse cuenta de lo que ocurre Y» enúltima ínstancta, de su dífrcultad para díferenctarse de larealidad que, supuestamente, teortzan, Mlentras tanto, estacondíctón es Internamente contradíctorta. La rapidez y lamtensídad con que sucede todo, si bten por una parte haceque la realidad se vuelva híper-real, por otra parte, la trt­víalíza, la banaliza hasta hacerla una realidad incapaz desorprendernos o de atraparnos. Una realidad así se vuelve,a la postre, fácil de teorizar, tan fácil que la banalidad deireferente casi nos hace creer que la teoría es la propia rea­lidad con otro nombre, o sea que la teoría se autorrealiza.

Vivimos así una condtcíón compleja: un exceso de rea­lIdad que se parece a una falta de realldad; una auto-teo­rlzaclón de la realldad que dificilmente se distingue de laautorrealizaci6n de la teoria. En unas condiciones de estetipo, es dífíctl reivindicar un punto de análisls y, muchomás dtfíctl. mantenerlo. No está en la tradícíón de la socto­logía abdicar de esta reívtndícacíón y, valga la verdad, al­gunos factores favorecen su éxito. EI conflicto Este-Oestefue uno de los grandes responsables de que, durante todoel sígío XX, la socíología hubiera sido hecha con los con-

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ceptos y las teorias que heredamos dei stglo XIX. EI fln deiconflicto Este-Oeste le dto una oportunldad única a la crea­tlvidad teórica y a la transgreslón metodológica y episte­mológica; y esa oportunidad sólo será desperdiciada si nosolvidamos de que el fln dei conflícto Este-Oeste corre a lapar con el empeoramiento deI conflicto Norte-Sur. E. igual­mente, será desperdlclada si la IIbertad generada por laausencia de dogmas teórico-políticos fuera asfixiada porlos siempre víejos y siempre nuevos dogmas institucionalesfácticos.

La tradícíón de la socíología, en este campo, es ambt­gua. Ha oscilado entra la distancia crítica en relacíón conel poder Instltuldo y el comportamíerito organíco con talpoder; entre el guiar y el servir. Los desafios que se nosplantean extgen que salgamos de ese pêndulo. NI dirigir níservir. En vez de distancia crítica. proximidad crítica. Envez de compromiso orgáníco, involucramiento libre. En vezde serenidad auto-cornplactente. capacidad de asombro yde revolución.

DE LAS PERPLEJIDADES A LOS DESAFíos

"Cuáles son, pues, los desafios? Como díje ai principio,los desafios empiezan stempre por manifestarse como per­plejldades productivas. Destaco las cinco perplejldades sl­guientes que, me atrevo a prever. nos van a ocupar en lospróximos anos:

I. La primera perplejtdad consiste en lo siguiente: un re­planteamlento de las agendas políticas de diferentes paísesnos revela que los problemas más absorbentes son, comonunca, problemas de orden económico: inflación, desern­pleo, tasa de interés, déficit presupuestal, crisis financie­ra del Estado-Providencia. deuda externa, política econó­mica en general. Y lo mísmo ocurre si, en vez de replantearla política nacional, replanteamos la política internacio­nal: Integración regional (UE, CEI, NAFTA, Mercosur, Su­deste Asiático), comercio IIbre (Ronda Uruguay. Organlza­ctón Mundial dei Comerclo-WTO World 'frade Organlzatlon-),ayuda externa, etc. Sln embargo, y en aparente contradlc­ción con esto, la teoría y el análisis sociológico de los últi­mos diez afios han venido a devaluar lo económíco, en de­trimento de lo político, de lo cultural y de lo simbólico; han

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devaluado los modos de producclón en detrimento de losmodos de vida. Así mísmo, podemos decir que la críticaque se le ha hecho al marxismo se sustenta, en parte. enla devaluación de lo econômico. i,Esta contradicción seráno sóIo aparente sino también real? Y si fuera asi, lna es­taríamos fallando en el objetivo analítico y profundlzandonuestra propia margínalídadv, o, por el contrario. i,seráque eslos diferentes faclores y conceplos y las dlstinclo­nes en que se apoyan (economía, política, cultura), lodasheredadas dei stglo XIX, eslán superadas hoy en día y exl­gen una reconstruccíón teórica radical? en tal caso, lcómohacerla?

2. La segunda perplejidad puede ser planteada así: enlos últimos díez anos hemos aslstido a una dramática In­tens!flcaclón de las prácticas transnaclonales, de lainternacionalización de la economía al desplazamíentomastvo de las personas como mtgrantes o turistas; de lasredes planetarias de ínformacíón y de comunicación a latransnaclonallzaclón de la lógica dei consumtsmo de es­tas transformaclones. La margínauzacíón dei Estado na­cional, la pérdída de su autonomía y de su capacídad deregulaclón social, ha sido considerada como su principalconsecuencia. Sin embargo. en nuestra cotidíanídad,raramente nos vemos confrontados con el sistema mun­dial y, por el contrario, nos confrontamos obsesivamentecon el Estado, que ocupa las páginas de nuestros periódi­cos y los notlcleros de nuestras radlos y televisores y quetanto regula nuestra vida, no sólo para reglamentarla sinotambién para desreglamentarla. Entonces, "el Estadonacional será una unidad de análísts en vías de extínctóno, por el contrario, es hoy más central que nunca, aunquebajo la forma tendenciosa de su descentralización?, "Cuá­les son las responsabilidades específicas de la socíología,una disciplina que floreció con el intervencionismo socialdei Estado?, "será que ellntervencionlsmo social del Es­tado va a optar, en los próximos anos, por la forma deíntervencíontsmo no estatal? i,será que el Estado va crearuna sociedad civil a su imagen y semejanza? i,será que lasocíología es parte de la artimafta, o es parte del mecanis­mo que permite desarmaria?

3. La tercera perplejtdad o desofio es la siguiente: los úl­timos díez afies seüalaron decididamente el regreso ai In­dívíduo. EI agotamiento dei estructuralismo trajo consigola revalorlzaclón de las práctlcas y de los procesos y, en

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unas y otros, la revalorización de los índívtduos que losprotagonlzan. Fueron los anos dei análísts de la vida pri­vada, del consumíamo y deI narcisismo, de los modos y es­tilos de vida, dei espectador actlvo de la televtaíôn, de lasblografías y trayectorlas de vida, análisls ofrecídos por elregreso dellnteracclonlsmo, de la fenomenologia, de lo microen detrimento de lo macro. Sin embargo, en aparente con­tradicclón con esto, el individuo parece, hoy en día, menosindividuai que nunca; su vida íntima nunca fue tan públi­ca, su vida sexual nunca fue tan catalogada, su Iibertadde expreslón nunca fue tan ínaudíble y tan sujeta a crtte­rios de corrección política; su libertad de elecctón nuncafue tan dependíente de las escogencías hechas por otrosantes que por él. i,Estas contradicciones serán tan sólo apa­rentes?, i,será que la dísttnctón entre eI individuo y la so­cledad es otro legado declmonónlco dei que nos debemosliberar?, i,será que, por el contrario, nos liberamos prema­turamente deI concepto de alienación?, i,cómo reivindicarla preocupaclón tradicional de la socíología, con la partt­cipación y la creatividad soctales, en una situación en quetoda la espontaneldad dei minuto uno se transforma en elminuto dos, en artefacto mediatizado o mercantil de sí mís­mo?

4. La cuarta perplejidad se puedejonnular asi: inicia­mos el stglo con rupturas socío-polittcas muy profundasentre socialismo y capitalismo; entre revolución y reforma,rupturas que, por ser tan importantes, se inscribieron enla tradlclón de las clenclas sociales. Sln embargo, !legamosa fln de síglo con una sorprendente desapartcíón o atenua­ción de esas rupturas y con su substitución por un nomenos sorprendente consenso respecto de uno de losgrandes paradigmas socío-poíítícos de la moderrndad: lademocracia. La década anterior no sólo vlvló muchos pro­cesos de dernocrattzacíón sino que instituciones ínsoepe­chadas, en este ámblto, abrazaban públicamente el credodemocrático. El Banco Mundial, a través dei principio de"condíctonalídad política" (polltleal condltlonallty), hace de­pender la ccncesíón dei crédito de la vígencía de la demo­cracia en el país ai que se lo otorga: míentras que la Agen­cia Internacional para el Desarro!lo de los Estados Unidos(AID) promueve, a gran escala, "Iniciativas para la demo­cracia" (democracy iniciatioes), con ei mtsmo objetivo devincular el desarro!lo con la democracia. Sln embargo, en

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aparente contradíccíón con esto, ocurren dos fenómenos,uno más vístble que el otro. Por un lado, si la democraciaestá menos cuestionada que nunca, todos sus conceptossatélites han sido cuestionados y declarados en crisis: lapatologíade la partlclpaclón, bajo la forma deI conforrmsmo, deiabstencionismo y de la apatía política; la patologia de lare­presentaclón, bajo la forma dei dlstanclamiento entre elec­tores y elegidos, dei desentendimiento de Iosparlamentaríos, dela margmalízacíón y la gubernamentaltzación de los parla­mentos' de la corrupción política, etc. Por otro lado, si con­sideramos la htstorta europea desde mediados dei stgloXIX, podemos verificar que la democracia y elliberalismoeconómico fueron stempre una mala compafiía la una parael otro. Cuando elliberalismo econõrníco prosperó, la de­mocracia sufrtó yvlceversa. Sin embargo, sorprendentemente,hoy la promocíón de la democracia a nível internacional sehace junto con el neoliberalismo y, de hecho, dependíen­do de él. i,Habrá aquí alguna íncongruencta o una arttma­na?, ;,algulen está tratando de enganar a alguten?', ;,seráque el triunfo de la democracia, que liquidó el confllcto Este­Oeste, se articula con el triunfo dei neoliberalismo cuyosresultados serán el empeoramlento dei confltcto Norte-Sur?,i,será que estos dos triunfos conjuntos van a generar nue­vos confllctos Norte-Sur tanto dentro dei Norte como den­tro dei Sur?, ;,cómo vamos a analizar las sociedades queson el Sur dei Norte (por ejcrnplo Portugal) o el Norte deiSur (por ejemplo Brasil)?

5. La quinta y última perplejldad se puedejonnular deIsiguiente modo: la íntensífícactón de la ínterdependenctatransnacional y de las interacciones globales, ya mencio­nada, hace que las relaciones sociales parezcan, hoy endia, cada vez más desterritorializadas, sobrepasando lasfronteras hasta ahora custodíadas por las práctlcas, elnacionalismo, el idioma, la ideoIogía y, muchas veces, portodo eso slmultáneamente. Sln embargo, yaparentemen­te en contradicción con esta tendencta, presenciamos undesajuste de las nuevas identldades regíonales y locales ci­mentadas en una revalorización deI derecho a las raíces,(en contrapostcíón con el derecho a escoger). Este localís­mo, a la vez nuevo y antíguo, otrora considerado premo­derno se considera, hoy en dia, como postmoderno y, confrecuericía, lo adoptan grupos de individuos "transloca­Iízados" (Slhks en Londres. fundamentalistas íelámícos en

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París), que no por eso pueden ser explicados por ungeniuslocl, o sea, por un sentido de lugar específico, Sln embar­go. se asienta stempre en la idea de terrttorto, sea ímagt­nario o strnbólíco. real o htper-real. De manera sernejan­te, el aumento de la movilldad transnaclonal Incluyefen6menos muy diferentes y contradíctortos: por una par­te, la movilldad de quíen tíene la Iniciativa de los procesostransnacionales que generan la movilidad, sea él, o ella, elejecutivo de una gran firma multlnaclonal, o el científicoque aslste a congresos. o el turista; y por otra parte, la mo­vilidad de qulen sufre esos procesos, sea él, o ella, elrefugiado, el inmtgrante, ellndígena o el nativo desplaza­do de su territo:rio ancestral. Adicionalmente, la movilidadtransnaclonal y la aculturlzaclón global de unos grupossociales parecen ir emparejadas con el encasillamiento yla ftjacíón de otros grupos soclales. Los campesinos de Bo­livla y de Colombla contrlbuyen, ai cultivar la coca, ai de­sarrol1o de una cultura transnaclonal de la droga y delos modos de vida desterrltorlalizados que le son propíos:pero ellos, los campesinos, están atrapados, tal vez másque nunca, en sus lugares de ortgen y de trabajo.

",Será que esta dlaléctlca de terrltorlalizaclón! desterrl­torializaci6n hace olvidar las víejas opresiones? Y será que",Ia víeja opreslón de clases -que la socíología Internacio­nal corre el ríesgo de olvidar prematuramente-, por sertransnacionalizable, hace olvidar, de por sí la presencia ohasta el empeoramiento de víejas y nuevas tírariias loca­les , de ortgen sexual, racial o étnico?

EI ejerclclo de nuestras perplejldades es fundamentalpara identificar los desafios que vale la pena responder. Ala postre, todas las perplejldades y desafios se resumen enuno s610: 6en condiciones de acelcracíón de la historia, comolas que vívímos hoy en día, es poslble poner la realidad ensu lugar stn correr el ríesgo de originar conceptos y teoríasfuera de lugar?

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TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE:",TAMBlÉN EL MARXISMO?

Con la expreslón "todo lo sólido se desvanece en el aíre",usada en el Maniflesto Comunista de 1848, Marx y Engelspretendían tipificar el carácter revolucíonarío de las trans­formaciones causadas por la modernidad y por el capita­lismo en los más diversos sectores de la vida social. Elámbtto, el ritmo y la Intensldad de tales transformacionesafectaban a tal punto modos de vida ancestrales, lealta­des hasta entonces índtscuttdas: procesos de regulaclóneconómíca, social y política considerados más que legíti­mos ínsustttutbles: práctlcas socíales tenidas por natura­les, de tanto ser confirmadas htstóríca y vívencíaímente,que la socledad dei sígío XIX parecía perder toda su soli­dez, evaporada, junto con sus fundamentos en un vérttgoaéreo, Se trataba de afirmar el radicalismo dei capitalis­mo, lo mlsmo que llevó a Bertolt Brecht a afirmar mástarde, que "lo que es radicai es el capitalismo, no el comu­nismo", EI radicalismo dei capitalismo residía en que él,lejos de ser s6lo un nuevo modo de produccíón, era la ma­nifestaci6n del surgtmiento de un nuevo y más amplio pro­ceso civilizador: la modernldad, y como tal, sígnífícaba uncambio social global, un cambio paradtgmáuco. EI uso Ire­cuente dei adjetivo "moderno" a lo largo dei Maniflesto esun testímonto de eso mismo. La gran complejtdad. Si noambtgüedad, dei Maniflesto, está en que en él se conde-

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na el capitalismo con la mísma estrategta dialéctica conque se celebra la modernidad. En el capitalismo, la mo­dernidad es un proyecto necesariamente incompleto. Lacíencta y el progreso, la libertad y la tgualdad. la racíonalí­dad y la autonomía sólo se pueden obtener plenamente másaliá dei capitalismo. Y todo el proyecto político, científicoy filosófico de Marx consiste en concebir y promover esepaso.

Por esta razón, Marx estaba plenamente conscientede que ai mísmo tiempo que la antigua solidez precapí­talista se desvanecía en el aíre, se instalaba otra soli­dez, instantáneamente rígida y resistente. La ley dehierro en las relaciones de producción capitalista, cuyasuperación o evaporación estaría a cargo del movtmíen­to obrero, un movírntento a su vez suficientemente só­lido y resistente para medtrse eficazmente con el ordenque pretendía sustítutr.

Marx siempre ímagtnó su producción teórica comoparte integrante de la solidez dei movimiento obrero co­munista y coherentemente Iustígó por su falta de soli­dez a otros movimientos y teorías socialistas tildados deutópicos por la misma razón, es declr, disolubles en elaíre por la fuerza de la lógica capitalista que ineptamentepretendían afrontar. La stmetr'ía antagóníca de la soli­dez dei capitalismo y dei marxismo y la hístorta de lasestrategías de cada uno de ellos para disolver ai otro enel aire, constituyen una de las leyendas centrales de lamodernidad en nuestro stglo y, en ella, la narrativa so­ciológica es una de las más apastonantes.

UNA HiSTORIA PARA TODOS

1890-1920

Las dos prlmeras décadas dei stglo XX, que culmínaroncon la Revolución de Octubre, parecían atesuguar que lafuerza revolucionaria dei marxismo sería capaz de hacerque a corto plazo, el capitalismo se desvaneciera en el aíre.En el lerreno de la producc!ón teórica y sociológica, esteperíodo, iniciado de hecho en la última década dei slgioXIX, se puede considerar como la edad de oro dei marxts­mo ': La admisión del marxismo entre las cíencías soctalesocurrió casi desde el primer momento. hasta el punto en

1 Sobre este periodo, ver Bottomore (1983: 110)

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que Marx es considerado, con justícta, como uno de losfundadores de la sociologia. Así, en el primer congreso desocíologia de 1894, varíos sociólogos (Tônnles, Ferrt, etc.)díscutíeron las teorías de Marx y el congreso de 1900 fuededicado totalmente a la discuslón dei materialismo his­tórico. En la última década dei síglo XIX, el marxismo em­pezó a ser estudlado en algunas universidades: en la Uni­versidad de Viena por Carl Grünberg, quien más tardevendría a ser el primer director dei lnstttut jür SoztaleForschung, donde se formó ia famosa Escuela de Frankfurty también en la Universidad de Roma, por AntonioLabriola. Durante este período se fundaron importantesrevistas marxistas de análisis político y reflexión teórica,talescomo: Die Neue Zelt, dirigida por Karl Kautsky, LeDevenir Social, dirigido por Georges Sorel, Der Kampj, dirigi­do por Oito Bauer y e! Archiv jur die Geschichie deSoziaitsmus und der Arbeiterbewegung, dirigida por el yamencionado Carl Gr ünberg.

Entonces se inició uno de los debates paradígmáttcos dela socíología contemporánea, entre la teoría de Marx y lateoría de Max Weber, otro de los grandes fundadores de lasoctología. un debate sobre los orígenes dei capitalismo,sobre el pape! de la economía en la vida social y política,sobre las clases y otras formas de desigualdad social, so­bre las leyes de transformación social y, en suma, sobreel socialismo. La riqueza de la reflexión marxista tíene quever, obviamente, con la pujanza del movimiento socialistadurante este período, y slendo también responsable de dosgrandes cismas dentro de esta reflexión, uno de carácterprincipalmente político y otro de carácter principalmenteepistemológico, que se han prolongado hasta nuestrosdías. EI primero, que podemos designar como la "contro­versia revtstonísta", fue desencadenado por los artículosde Eduard Bernstein enDie Neue Zeit a partir de 1896. EIargumento de Bernstein es por de más, conocido. Siel marxismo es una cíencta, se tiene que someter a lacomprobación de los hechos y los hechos no van en elsentido previsto por Marx: la miseria no ha aumentadosino que ha sucedido lo contrario; las c1ases no se hanpolarizado sino que, por el contrario. crecen las c1asesme­dias: el capitalismo parece disponer de energias sternprerenovadas para superar sus crrsts y éstas son cada vezmenos severas, ai contrario de lo que preveía Marx. Síen-

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do estos los hechos, el marxismo debe ser revisado pro­fundamente (Bernsteln, 1965). Las respuestas de Kautsky,RosaLuxemburgo, Labríola, los austro-rnarxtstas y Leninson igualmente conoctdas", Es importante recordar quedespués de este cisma, eI marxismo no volvió a ser eImísmo,

EI segundo cisma, de corte epistemológico, se presentócon los auetro-marxtetas . Max Adler, OUo Bauer, RudolfHilferding y Karl Renner. Inspirados por el neokantís­mo, y por el positivismo de Ernst Mach, trataron de trans­formar el marxismo eu una ciencia empírica. eu unasoclología de las sociedades capitalistas, concebida pordemás en términos muy diferentes de los de Bernsteln(este último muy influenciado por eI margínalísmo eco­nórníco). Combinando, como nadíe después de ellos , elactívísmo político y la reflexión teórica, los austro-rnar­xistas produjeron los análisis más innovadores de lassociedades de su tiempo y algunas de sus reflexíonessobre el domino dei Estado y dei derecho, dei naciona­lismo, de la Ideología y de la cultura, que hasta hoy nohan sido superados en agudeza y profundldad 3. Sln em­bargo, sobre todo después de 1917, esta concepclón cíen­ttfrstay socíologízante deI marxismo fue fuertemente cues­tionada por teóricos tan diversos como Karl Korsch (1923ver 1966), Lukacs (1923 ver 1971) y Gramscl (1929-35 ver1971)4.

Convergían estas pensadores en la idea de que la trans­formación deI marxismo en una ciencia positiva desar­maba su potencial revolucionaria. Las raíces deI marxismoeran hegelianas y hacían de él una filosofia crítica. unafilosofia de la práctíca, pero modificada haclala construc­clón de una vlslón libertadora y ernanctpadora dei mun­do en vez de un análisis sistemático y objetivo de la

2 Sobre el debate suscitado por Bernstetn consultar entre otros a Peter Gay(1952).

3 Son particularmente Importantes las contrtbuctones de Max Adler a la teoriadei Estado, pubUcada en 1922 (Adler, 1922); de Otto Bauer a la teoría deinacionalismo, publicada en 1907 (Bauer, 1924); de Hllferding a la teoria deicapitalismo organizado, sobre la que volveré en el cuarto capítulo, publica­da en 1910 (Hilferdlng, 1981) Yde Kar'l Renner a la sociologia deI derecho.publtcada en 1904 (Renner, 1976). En general, sobre la contrtbucíõn de losaustro-marxtstas. consultar a Bottomore yGoode (1978).

4 Entre los rectentes redescubrimlentos de los auetro-marxístas, consultar, enparticular, a Alberset ai (1979).

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sociedad capitalista. La tensión que así se generó enel interior deI pensamiento marxista, prevalece, comolo demuestran aún hoy en día, de modo antagónlco,corrientes tan Importantes como la Escuela de Frankfurt,y, más recientemente. eIllamado marxismo analítico.

Los afias tretnta y cuarenta

Las dos décadas sigulentes, los anos trelnta y cuaren­ta, fueron un período negro para el marxismo. Esta vez,eran el capitalismo Imperialista y el fascismo los que pa­recían tener la fuerza suficiente para desvanecer ai mar­xismo en el aire. Por caminos muy diferentes. tanto el re­troceso del movimiento socialista en la Europa occídental.como la pesadilla estalíntsta. fueron las sefiales de estomismo. En cuanto a este último hecho, la reflexíóri te6ri­ca termlnó con la liquldaclón de Plekariov. Bukhanln,Riazanov yTrotsky, para nunca más renacer. En esta me­dida, se puede decír que el estalínísmo dur6 hasta el co­lapso final dei régímen soviético ai término de la últimadécada. En Europa occídental. la reflexlón austro-marxís­ta y la de la Escuela de Frankfurt. sobrevlvleron ai precíode las difíciles condiciones deI exilio y la clandestinidad.

De los afios cincuenta a los afias setenta

A partir de los afios cincuenta el pensamiento marxistarenace con vigor, iniciando una fase brillante que seprolonga hasta el final de la década de los setenta. Profun­damentetransformada. la solidez radicai del marxismo sereafirma. de nuevo, como capaz de desvanecer al capita­lismo en el atre si no al capitalismo central, por lo menosal capitalismo periférico. Esa arrogancia la sustentan larevolucíón chína, los movtmtentos de descolonizaci6n y laabrupta creaci6n de nuevos países. muchos de ellos lide­rados por políticos con formación marxista. la revoluci6ncubana; y en países capitalistascentrales de Europa y deAmérica del Norte, el movtmtento estudiantil de ftnales dela década de los sesenta y prínctpíos de la década de lossetenta, e incluso, en las democracias europeas, el surgi­míentode fuertes partidos socialistas y comunistas.

La muy diversa naturaleza de estos procesos de trans­formacíón social y su dispersión por los diferentes espa-

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cios del sistema mundial tenían, por fuerza, que suscitarprofundas revístones deI pensamiento marxista. A partirde la revolución china, el pensamiento de Mao recorrtó lospalses periféricos y termlnó por produclr un cisma en elmovímíento comunista mundial. A su vez, la sítuacíón post­colonial poco se compagmaba con el marxismo europeo y,en verdad, contradecía mucho de lo que Marx había escri­to sobre el colonial1smo, específicamentesobre el colonia­lismo brttáníco en la Indía . La orígtnalídad deI contextocolonial suscitaba la ortgínalídad teórica y nadle vlo esomejor que Frantz Fanon. En Les Damnés de la Terre, dlceFanon: "La orrgmalídad deI contexto colonial reside en quela base económíca es tamblén la superestructura (... ). Sees rico porque se es blanco y se es blanco porque se es rico.Es por esta razón que el análtsís marxista debería prolon­garse un poco slempre que se aborde el problema colonial"(1974; 9). A su vez, el subdesarrollo de los países quehace mucho salieron deI colontalísmo. sobre todo en Amé­rica Latina, y con relaciones económicàs cada vez más in­tensas con los países desarrollados, llevó a una revtsíónprofunda deI análísts marxista de la economía mundial ydeI Imperialismo, deI que son los mejores ejemplos la teo­ría de la dependencla desarrollada por científicos soclaleslatino-americanos (Fernando Henrique Cardoso et aI1979) y la teoría deI sistema mundial elaborada por I.Wallersteln (1974: 1979). Por último, en Europa, el rena­cimiento deI marxismo, llamado generalmente "marxismooccídental", está vinculado con el descubrlmlento de ma­nuscritos de Marx hasta entonces desconocidos -como,por ejemplo,los Manuscritos Econômicos y Filosóficos de1844 y los Grundrisse de 1857-1858- y asume dos gran­des orlentaclones: por un lado, la teoria critica de la escuelade Frankfurt, de nuevo con sede en Frankfurt a partir de1953, bajo la dlrecclón de Adorno y Horkhelmer, a la quese fue uniendo una nueva generacíón de teóricos críticos,el más promlnente de los cuales es Jürgen Habermas, res­ponsable además de írnprímírle más consistenciasocioló­gtca -de una soclología antípostttvtsta- a la teoría crítl­ca'': por otra parte, el marxismo estructuralista francés,deudor de la reflexlón filosófica de Althusser (1965: 1970;1972) Y de la antropología de Lévi-Strauss (1965: 1967),

5 ConsultarIos escritos de Marx sobre et coíontaítsmo en Avínerr (1969).6 Aígunos de los textos más importantes dei debate metodológico suscitado

por la Escuela de Frankfurt se pueden Ieer en Horkhetmer y Adorno (1969).Adornoetal (1972); en Habermas (1971a; 1971b) y en Wellmer (1971. Con­sultar tambtén a Kola~owskl (1978: ver. 1Il ) y Jay (1973).

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pera también con las importantes contríbuctones de MauriceGodelier (1974: 1984) y de Lucien Goldmann (1970).

Fue este un período de gran creatívídad teórica en elquese produjeron sofisticados análisls críticos deI Estado Ca­pitalista -Habermas (1973), affe (1972; 1984; 1985), C.W.Mills (1956), Poulantzas (1968; 1978) Y Millband (1977a;1977b: 1983)-, de las clases y confltctos soclales en los paí­ses capitalistas avanzados -Poulantzas (1968), Touralne(1965: 1973) y, ai final de la década del setenta, Erlk a.Wrlght (1978) yTherborn (1978)-. y deI papel creclente dela cultura y la Ideología-Marcuse (1970), Bourdleu (1970),Raymond Willlams (1958: 1977), Therborn (1982). Así sedesarrolló una socíoíogía marxista con muchos matices ya su lado, una brlllante historiografia de Insplraclón mar­xista, de Fernand Braudel (1983; 1992), a Erlc Hobsbawm(1979: 1982) y de E.P. Thompson (1968); y, entre ambas,una tnvesttgactón sociológica histórica de gran creattví­dad, como la de Barrtngton Moore (1966) e ImmanuelWallersteln (1974). SI para algunos autores la obra de Marx,sujeta muchas veces a ejercicios de exégesís escolástica,era el punto de partida y el punto de llegada deI análísts(Poulantzas y Wrlght, por ejemplo), para otros era, apenas,el punto de partida (Bourdíeu, Habermas, Gouldner, Glddens)e incluso, para otros no era stqutern el punto de partida,aunque su ínvesttgactón sólo fuera ínteltgtbte contra untelón de fondo donde abundaba el marxismo, síendo el casomás notable, Foucault. Se trabaron encarnlzados debates(como, por ejemplo, entre althusserianos y anti-althusse­r1anos y entre los estructuralistas y los fenomenólogos), en loscuales subyacían casl stempre, divergenelas estratégicassobre el movimiento socialista, sobre su compostctón ysobre su vtabtltdad. sobre el papel desempenado en él porla clase obrera, sobre la relevancia de los nuevos actoressocíales y de las nuevas agendas emanclpatorlas-, debatesa los cuales el movtrníento estudlantil le había conferidouna nueva prioridad.

Se puede declr que en este período fue la solidez deI mar­xismo la que, de alguna manera, se volvíó contra él mismoylo desvanecló en el alre. Los signos de fuerza se transmuta­ron en signos de debilldad. Uno de los factores sociológicosde la transformación fue, por cíerto, la creclente discre­panela entre el vigor y la sofistlcaclón de los debates ínte­lectuales y la medíocrtdad real deI movlmlento socialista,desertado por una clase obrera muy diferente de la que hícíe­ra la hlstorla dei marxismo y estrangulado entre partidos

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comunistas que sólo muy tardía e incompletamente descu­brieron las realidades de los regímenes democráticoseuropeos y de los partidos socialistas que preferían la ges­ti6n deI capitalismo a su transformación e, incluso conalguna coherencia, pasaron a abandonar, por anacróntca, lareferencia matricial al marxismo.

Si para casi todos los científicos sociales era claro queMarx se equivocó en sus previsiones acerca de la evoluciónde las sociedades capitalistas, lo más importante era, sinembargo. reconocer que estas sociedades se habían transfor­mado a tal punto desde mediados dei síglo XIX, que cual­quiera que hubtera sido el mérito analítico de Marx parael estudio de la sociedad de su tiempo, sólo con profundasrevisiones, sus teorías tendrían alguna utilidad analíticaen el presente. Cada uno a su manera, Alaín Touraine I1974)Y Daniel Be11 (1965; 1973) víeron en el presente una rup­tura radical con el pasado: sefialaron como socíedad post­industrial una nueva solidez que desvanece en el aíre tantoal capitalismo industrial como, según su mejor concien­cia crítica, aI marxismo. De esa reflexi6n sac6 Bell, comoconsecuencia, el fin de las ídeologías, y Tourame, la nece­stdad de repensar profundamente a los actores y a la acciónsocial, A partir de mediados de la década de los setenta,las revístones más o menos globales deI marxismo no sehrcíeron esperar. En 1978 Habermas public6 Racia unareconstrucción dei materialismo histórico (1978). En 1981ven la luz Una Crítica Contemporânea del MaterialismoHistórico de Anthony Giddens (1981) YLa Crisis dei Mate­rialismo Histórico de Stanley Aaronowítz (1981 I.

Los afios ochenta

La década de los ochenta es bajo diferentes formas, ladécada deI postmarxísmo. Más que en cualquier otro pe­ríodo anterior, la solidez y el radicalismo deI capitalismoganó ímpetu para desvanecer al marxismo en el aire y,esta vez, para desvanecerio, aparentemente. eon mucha fa­cilidad y para siempre. La ascensión de los partidos con­servadores en Europa y en los E. V.A., eI aislamiento pro­grestvo de los partidos comunistas y la descaracterizaciónpolítica de los partidos socialistas, la transnacionalizaciónde la economía y la sujeclón férrea de los países periféricosy semiperiféricos a las exígencras deI capitalismo multma-

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cionaly de sus ínstttucíones de apoyo, el Banco Mundial y elFondo Monetarlo Internacional; la consagración mundialde la lógica económica capitalista bajo la forma neoliberaly la consígutente apología dei mercado, de la libre iniciati­va, del Estado mínimo y de la mercantilización de las rela­ciones soctales: el fortalecimiento. sm precedentes. de lacultura de masas y la celebraclón en ella de estilos de viday de ímagtnartos sociales individualistas, prívattvtstas yconsumístas, militantes reaclos a pensar en la posibilidadde una sociedad alternativa al capitalismo o stquíera a ejer­citar la solidaridad, la compasión o la revolución contra lainjustlcla social; la caídaaceptada de goblernos de orien­tación socialista a manos deljuego democrático, conside­rado antes como burguês. en Nicarágua. en Cabo Verde yen otros países y, finalmente, el rotundo y casl increíblecolapso de los regímenes comunistas de Europa dei Este,todos estos factores fueron convergíendo para transformaraI marxismo, a los ojos de muchos, en poco más que unanacronismo.

Esta es la condición en que nos encontramos. Antes deanalizar más en deta11e y hacía el futuro qué es lo que con­tiene o no, es necesario considerar que la relación entre elmarxismo y la socíología se dió en la década de los ochen­ta de manera muy compleja. A medida que se multtplica­bano las "grandes revisiones" deI marxismo perdíeron suagudeza polérníca, de algún modo se trlvlalizaron y abrle­ron campo para que cada uno construyera, a su manera,su marxismo y su postmarxismo. Las revisiones de la tra­dición marxista dieron orígen a su propla tradíctón y algunosde los debates enque se tradujeron enrtquecíeron decididamen­te el patrtmonio de lasoclología. Cuatro de esos debates merecenreferencia especial, todos ellos de corte postmarxtsta, peroen los que la herencia de Marx es un factor estructural­mente decisivo.

EI primer debate es sobre los procesos de regulación so­cial en las sociedades capitalistas avanzadas: los períodosde estabilidad y de crtsís en la acumulación de capital yen la regulación salarial, y los papeles que desempeftanen e110s los intereses organizados dei capital y dei trabajoy, sobre todo, el propío Estado. La teoría de la relación enFrancia y la teoría de la estructura social de la acumula­ción en los E. U.A., son los frutos más interesantes de estedebate (Aglietta, 1976; Aglietta y Brender, 1984; Boyer,

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1988a y 1988b). El segundo debate se reflere a los proce­sos de formacl6n y de estructuracl6n de las elases en so­ciedades capitalistas. con la teoria dei valor-trabajo en queMarx basa su coricepcíón de la explotacl6n, con las nue­vas elases y las contradtccíones de clase, un debate en elque Erlk O. Wnght ha sido uno de los prlnclpales animado­res (Wrlghtet ai. 1989). Eltercerdebatees sobre la prlma­cía o no de la economia, de las relaciones de produccíón ode las elases en la explicacl6n de los procesos de transfor­mación social. Tal primacía considerada anteriormentecomo tntocable, en el campo marxista. venía stendo cues­tlonada desde la década anterior sobre todo por aquellosque veían el papel dei Estado y, en general, de los factorespolíticos, como demasiado Importantes para poder ser consi­derado como un mero epifenómeno de la economía. Offe(1984: 1985) en Alemanla, Mlchael Mann (1987) y NlcosMouzelis (1986) en Inglaterra, y Theda Skocpol (1979) yPeter Evans (1979). entre otros, en los E.V.A., anlmaroneste debate", El cuarto debate es sobrela naturaleza de lastransformaclones culturales dei capitalismo -de la culturade masas a la comunlcacl6n multímedíátíca, de la realidadInformática a la realtdadvtrtual, de los fundamentalismosmaniflestos y estigmatizados a los fundamentalismosocul­tos yesttgmatizadores,de Roy Líchtenstem a la arqultecturapostmoderna- y su Impacto en la transformactón de la mo­dernldad o en el surgímíento de las postmoderrndad, undebate en el que Fredríc Jameson ha sido la figura central(Jameson, 1988; Ke ller , 1989). El quinto debate. menosabstracto y más político. tíene que ver con la evaluacl6ndei desempeno político de los partidos socialistas y comu­nistas y dei movímtento obrero en general en Europa. SIpara algunos la lucha de elases democrática le trajo ga­nanclas Inestlmables a la clase trabajadora (Walter Korpt,1982). para otros ella puso en elaro que una verdadera op­cíôn socialista. de ser posíble, seria muy poco atractlva parala elase trabajadora, ya que stgnííícaría el canje de unapérdlda clerta e Inmedlata por una ganancla Inclerta ymedlata (Przeworakt, 1985).

Fuera de los países centrales, Ia dísolucíôn dei marxismoen el atre fue tal vez menos marcada y la sociologia de íns­píracíón marxista contlnu6 produciendo reflexlones y aná-

7. Consultar también a Evans, Rueschemeyery Sckocpol torgs.j 1985.

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ltsts valiosos. A título de ejemplo, se pueden citar los es­tudios sobre los nuevos movimientos sociales y sobre losprocesos de transtcíón democrática en América Latina ylos estudios de sociologia hlst6rlca sobre el contexto colo­nial y postcolonlal de la Indla, sobre todo los que R. Guhaha venldo publicando en la lmpreslonante coleccl6n deSuba/tem Studies (Guhav org.. 1989).

EI perfil postmarxlsta de la década de los ochenta tleneun rasgo fundamental: es anttreduccíonísta, antídetermí­nísta y procesalista. La atrlbucl6n de la prlmacía explica­tiva a los factores económicos (la economia, las clasessoctales), elllamado reducclonlsmoeconomlclsta. es cri­ticado fuertemente, bíen sea porque se considera que eldeterminismo en general es tnsosteníble, o porque se con­sidera equivocada la versl6n marxista dei determinismo.una versión que hace írnpostble conceptualízar en SUB

proplos términos tanto los factores políticos. como los fac­tores culturales, a los que sín embargo, se les atrlbuye unaimportancia creciente en los procesos de estructuraciónyde transformacl6n social. Por otra parte, el postmarxlsmo dela década anterior es postestructuralista y este campo deaccl6n tlene una fuerte dependencla de Foucault y de la re­flexión teórica en la lingüística. en la semíóttca, en la teo­ria literarla y aún en el pslcoanálisls.

Ya ha durado bastante el debate dentro de la teoria mar­xista sobre tensión o equilibrio entre estructura y accíón,entre. por un lado. Ias preocupacíones y poslbilldadessoctales que preexísten a la accíón de los Indlvlduosy gru­pos sociales y que la condicionan de un modo más o me­nos decisivo y. por otro lado. Ia autonomia. Ia creatlvldady la capacldad de los mísmos Indlvlduos y grupos de cam­biar las estructuras y transformar la socledad por la via desu accl6n y de sus práctlcas. Obviamente. esta tensl6n noes específica del marxismo. Recorre toda la tradícíón so­ciológica, la cual se puede leer como una controversia con­t�nuada entre los que favorecen la accl6n y las práctícas(la sociologia fenomenológíca ínteracctontstal y los que fa­vorecen las estructuras (la tradícíón parsoniana). Pero enel marxismo. esta controversia asume una tonalidad espe­cífica que le lIega de fuera, de la necesldad de caracterizarla accl6n revolucionaria y. específlcamente. de definir lacomposlcl6n y la estrategta dei movímíento socialista. SIel período anterior, sobre todo la década de los sesenta,

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favoreció una interpretación estructural, la década de losochenta favorecíó una ínterpretacíón antlestructural. Unade las reconstrucciones más recíentes y ambiciosas del mar­xismo, el marxismo analítico (Elster, 1985) 8, favorece porseparado la acclón y tamblén la acclón Individual. en de­trimento de las estructuras.

Independientemente de si el marxismo analítlco es real­mente un postmarxismo, en este último se pueden identi­ficar dos modos diferentes de cuestionar la articulaciónacctón-estructura tal como ella se fue constltuyendo ytransformando en la tradícíón marxista. El prímercuesttonarntento es el de los que sin refutar. en principio.el cuadro conceptual de la dualidad acclón-estructura,cuestionan el modo como la acción fue concebida en la tra­dición marxista. En este campo, la crítica más aguda ymás innovadora vino de la socíología feminista. Más ade­lante volveré sobre ella. Por ahora basta mencionar que elfeminismo vino a cuestionar la preferencia de la accíón enel marxismo, de las prácticas, de las identidades y deI po­der de clase, en menoscabo de otras formas de construc­ción de la subjetívídad social y, concretamente. las formasde construcclón de la subjetivldad basadas en la Identidady la dtscrtmínactón sexual. La llamada de atención sobrela importancia y el peso específico de la explotación del tra­bajo y de la Identidad femenínas. no sólo en el campo de laproduccíón capitalista, sino también en el campo domés­tico y. en general. en la esfera pública. constituyó la con­trtbucíón más Importante para la sociologia de los aüosochenta.

EI segundo cuestlonamlento de la dualidad accíón-es­tructura es de alguna manera, más radical que el anterior,porque pone en juego esa dualidad como un todo. Una delas posiciones más Influyentes de la década es la de Ernes­to Laclau y Chantal de Mouffe (1985). Para ellos, la socie­dad no tiene esencía, no .tíene identidad estructura1. Es unconjunto de práctlcas díaléctícas que se artlculan de dife­rentes maneras. EI perfil de la acción social se deriva de laarticulación específica que le subyace y que varía con loscambias de arttculactôn. Las prácticas socrales no tienen,pues, nlngún esqueleto estructural que las sustente nl esposlble distinguir en ellas compartlmlentos costfícados

8 Una de las más sofisticadas reconstrucctones del marxismo se puede leer­en G. A. Cohen (1978).

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como, por ejemplo, la economía, la política, la cultura. Porla misma razón, no hay actores socíales privilegiados, seanellos el obrero o cualesqutera otro. Una posición, en con­secuencía, radicalmente postmarxista.

La década de los ochenta fue, pues, una década en queel marxismo pareeió desvanecerse definitivamente en elaíre, una metáfora que ai final de la década adqutríó la vero­strntlítud propla de la literalldad en la evaporacíón de losregímenes comunistas dei Este europeo, Se trata pues desaber si ahí terrnínó el futuro dei marxismo. Es de eso delo que me ocuparé en la segunda parte de este capítulo.

UN FUTURO PARA TODOS

EI breve recorrido que acabo de hacer por la tradiciónteórica marxista tuvo por objeto llamar la atenctón sobreel hecho de que, cuando hoy se evalúan las muchas, po­cas o inexistentes perspectivas futuras del marxismo. talevaluación tiene que hacerse en el contexto de un pasadode reflexlón teórica y análísts sociológico que es mucho másextenso y más rico de lo que vulgarmente se estima. No esta­mos pues ante una moda teórica de los aftas sesentaque,como muchas otras del mísmo período, no está de moda queahora esté de moda. Estamos deiante de uno de los píla­res de las clenclas socíales de la modernldad y todo lo queocurra en él no puede dejar de repercutir en eI conjuntode eIlas. Y recíprocamente, las transformaeiones por lasque habrán de pasar las ctencías socíales, en los próximosafios , no pueden dejar de tener efectos más o menos pro­fundos en esos pilares.

Tales transformaciones ocurrirán, como siempre suce­dló en el pasado, por la novedad de los problemas y de losdesafios con que se enfrentan los científicos socíales enuna época dada, En última mstancta, es la condlclón deipresente la que coridícíona el pensamiento pensado dei pre­sente y lo Impulsa a despensarse y a repensaree. Es a laluz dei presente que debemos evaluar los límites y las pers­pectivas de la tradícíón marxista, Todo lo que fuere evalua­do negativamente de ella, se desvanecerá en el aire.

Antes de pasar a esa evaluación, son neeesarias dos ano­taciones generales. La primera es que no existe un dogmamarxista. No hay una versión o interpretación autorizada

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de lo que verdaderamente dljo Marx, o quíso decír. No hayuna ortodoxia a la que se tenga que rendir lealtad incon­dicional oi, por el contrario. tienen mucho sentido las pro­testas de renegacíón o de abjuración. Marx se debe situaren pie de igualdad con los demás fundadores de la socío­logía moderna, Max Weber y Durkheim. Nunca ninguno deestas autores fue objeto de canonización o de ortodoxia enlos mísrnos términos en que lo fue Marx. En una pincela­da de socrología dei marxismo se puede declr que, cano­nízacíón y ortodoxia SOTI propíos de universos de conoctmtentoque pretenden ser directamente conformadores de la prác­tica social, como es el caso, por cjcmplo, de la teología odei pstcoanálísts. En la medida en que Marx pretendió co­locar en el mismo plano gnoseotogico la comprensiónde lasociedad capitalista tal como el1a existe y su transforma­cíón futura. se volvtó vulnerable a los procesos de canontzación y de ortodoxia y a la consecuente ínverstón de losprocesos de vertflcacíón: en vez de evaluar la práctíca des­de una teoría, que si falia, se daria por descartada. se pro­pone la evaluación de la teoría desde la práctíca, condu­cíendo, en caso de que esta falle, a la condenacióny ai ostracismode la práctíca. Marx tuvo un atisbo de esa vulnerabllldadcuando. como lo reftere Engels en carta a Bernstein, con­frontado con la slmplificación de sus ideas porsus segui­dores franceses. protestá diciendo que no era marxista(Marx y Engels, 1973: 388).

La segunda anotación relacionada con lo anterior, esque el campo gnoseolõgíco de la comprensión y de la ex­plicación de la sociedad dei presente es distinto dei campognoseoíõgico de la díreccíón de su transformactón, Las cíen­elas sociales de la modernídad siempre tendíeron a confundirlos dos campos. A pesar de que se cuidaron de una traduc­ción organizada de sus ideas en procesos de transforma­ción social, Max Weber y Durkheím no se cohtbíeron aimomento de hacer prevístones y de apuntar en díreccío­nes deseables e indeseables de transformaclón social. Loque los distingue de Marx en este campo, es el hecho de queSUB prevtsíones se mantuvieron dentro deI cuadro capitalista,míentras que las de Marx pretendían ir más adelante. MaxWeber y Durkheim se límttaron a prever vartactones deIpresente. y por eSQ en SUB prevtsrones fallaron menosestruendosamente que Marx. Pera. por otra parte, al tratarde prever más lejos y más radicalmente, Marx presentó. tal

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vez involuntariamente, una de las últimas grandes utopíasde los tternpos modernos: y hoy está claro que todo el so­cialismo es utópico o no es socialismo. Es pues necesarioasumtr plenamente el carácter utópico de la propuestatransformadora de Marx y, de lo que ahora se trata es desaber si a finales de stglo podemos desechar las utopías y,en caso negativo. si la utopía de Marx todavía nos sirve osi la debemos sustituir integral o parcialmente por otra.

",Cuál es pues la condición dei presente y qué contribu­cíón podemos esperar dei marxismo para comprenderla ytransformarla?

He venido sosteniendo que nos encontramos en una fasede transición paradígmátíca, entre el paradigma de la mo­dernidad, cuyas sefiales de crtsts me parecen evidentes, yun nuevo paradigma con un perfil vagamente descubríble.todavía stn nombrar y que a falta de nornbre se designacomo la postmodernidad. He venido sosteniendo que esatransícíón es sobre todo evidente en el dorntnto epístemo­lógico: por debajo de un brillo aparente, la clencia moder­na -que el proyecto de la moderntdad consideró como lasolución privilegiada para la progresíva y global raciona­lización de la vida social e individual- se ha convertido, el1amísma, en un problema sin solucíón, generador de irra­cionalidades recurrentes. Hoy pienso que esa transiciónparadigmátíca, lejos de confinarse ai campo epistemoló­gico, se presenta en el campo social global: el proceso decivilización instaurado por la conjunción de la modernidadcon el capitalismo y. en consecuencta, por la reducción delas posibilldades de la modernidad a las postbílídades decapitalismo, entró aparentemente a su etapa final. Más ade­lante volvere sobre este tema. Por ahora mencíonaré tansólo dos de los síntomas dei agotamíento de ese proceso decivilización.

Por un lado, la converstón del progreso en acumulacióncapitalista transformá a la naturaleza en srmple condiciónde produccíón, Los límites de esta transformación empíe­zan a ser evidentes hoy en día y los alarmantes rtesgosy perversidades que acarrea, comíenzan a ser demostra­dos con los pelígros de una catástrofe ecológica, cada vezmás ínmtnente. Por otro lado, siempre que el capitalismotuvo que enfrentarse con sus crísts endémícas de acumu­lación, lo hízo ampliando la mercantilización de la vidaextendíéridola a nuevos bíenes y scrvícíos y a nuevas rela-

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clones socíales. haciéndola lIegar a puntos dei globo has­ta ese entonces no integrados a la economía mundial. Poruno li otro camíno, tal proceso de expansíón y ampliaciónparece estar a punto de alcanzar límltes catastróficos. Lamercantilización de bienes y servícíos hasta ahora librescomíenza, hoy en dia. a incluir en la blogenétlca ai propíocuerpo humano; cuando eSQ suceda. no será posíble ir másaliá. En cuanto a la Integraclón dei planeta Tíerra en laeconomia capitalista mundial. Ias dos úl tírnas décadas detransnacionalizaci6n de la economía parecen haber concluí­do definitivamente eI proceso histórico que se ínícíó en laépoca de los "dcscubrtmtentos".

Slendo este. a grandes rasgos. el cuadro general de lacondtcíón dei presente. ",qué tlene el marxismo para con­tribuir a su comprensión y superactón? A primera vista.muy poco. El marxismo es una de las más brillantes re­flexiones teóricas de la moderrudad, uno de sus más ge­nulnos productos culturales y políticos. SI la modernldadse torna hoy en día más problemática que nunca, el mar­xismo estará cada vez más cerca deI problema que enfren­tamos que de la solución que pretendemos encontrar. Enconsecuencta. hay que distinguir. En el plano epístemo­lõgtco. el marxismo puede contribuir poco para ayudarnosa recorrer la transición paradígmátíca, Marx demostró unafe Incondicional en la cíencía moderna y en el progreso yla raclonalidad que ella podia generar. Pensó tamblén queel gobierno y la evolucíón de la sociedad podían estar su­jetos a leyes tan rigurosas como las que supuestamentengen la naturaleza, en un antícípo del sueüo más tarde ar­ticulado con el positivismo de la ciencia unificada. La crt­tlca epistemológica de la cíencta moderna no puede dejar asíde incluir al marxismo.

En el plano socio-polítlco las cosas son diferentes. Latranstcíón paradígmátíca ha venído a ser entendida de dosmaneras antagónicas. Por una parte están los que piensanque la transición paradígmátíca reside en una doble vert­ftcacíón en primer lugar. que las promesas de la moder­ntdad, después de que ésta dejó reducir sus posibilidadesa las dei capitalismo. no fueron ní pueden ser cumplidas;y. en segundo lugar. que después de dos síglos de promís­cutdad entre la modernldad y el capitalismo. tales prome­sas, muchas de ellas emanctpatortas, no pueden sercum­plidas en términos modernos ni según los mecanismos

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dlseiíados por la modernidad. Lo que es verdaderamentecaracterístico del tiempo presente es que, por primera vezen este síglo, la crtsts de regulación social corre a la parconla crisis de ernanctpacíón social. Esta versión de la transt­ción paradtgmãtíca es lo que designo como postmoderni­dad Inquietante o de opostción. La segunda verstón de latransíctón es la de los quepíensan que lo que está en cri­sts final es precisamente la Idea moderna de que hay pro­mesas, objetivos transhtstórícos para cumplir y, más aún,la Idea de que el capitalismo puede ser un obstáculo parala realízactón de algo que lo trascíenda. Las sociedadesno tlenen que cumpllr lo que esté más allá de ellas y lasprácticas soctales que las componen no tienen por natu­raleza alternativa, ní pueden ser evaluadas por lo queno sono Esta versrõn de la transrcíón paradígrnát íca eslo que designo como postmodernidad reconfortante o decelebración.

A esta última verstõn. que hoy es mayoritaria en los paí­ses centrales, el marxismo no tiene nada con qué contri­buir. No sucede lo mismo con la primera verstón, que es laque he venido defendtendo". Para esta verslón es esencíalla Idea de una alternativa radical a la socíedad actual yMarx formuló más coherentemente que nadíe, una alter­nativa semejante. La cuestlón está pues en saber en quémedida la alternativa de Marx. que es tan radicalmenteantlcapitalista como moderna. puede contribuir para laconstrucción de una alternativa que se asume como post­moderna. La respuesta no puede ser genérica. Genérica esapenas la advertencia, ya hecha más arriba, de que la co­herencia necesarta entre la comprensión de la condiciónpresente y la idea de una alternativa radicai a ella no Im­plica que una y otra ocurran en el mismo plano gnoseo­logíco. La sociologia de Marx es. en general. coherente conla utopía de Marx, pera no se confunde con ella. Trataréde determinar, a conttnuactón. la contrtbucíón de Marxen las siguientes tres áreas temáticas: procesos de de­terminación social y autonomía de lo político, acción co­lectíva e identldad y dírecctón de la transformaclón social.

9 Ver más adelante el cuarto capitulo.

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Procesos de determinación social

Uno de los grandes méritos de Marx es haberse centra­do en eI análísís de transformaciones macro-socíales. Comodlce un sociólogo no marxista, Anthony Glddens: "EI aná­ltsts de los mecanismos de la producclón capitalista hechopor Marx (... ) contínúa siendo el núcleo necesarío de cual­quíer tentativa para comprender las transformaciones demasas que han barrldo el mundo desde el stglo XVIll"(1981: 1). Pero Marx no se limltó apresentar un macro­análísts dei capitalismo; formuló, aunque no de un modosistemático, una nueva teoría de la historia, -el materia­lismo histórico- según la cuallas sociedadesevoluctonan,necesaria y determinísticamente a lo largo de varias fases,según leyes que muy sumariamente pueden ser formula­das de la sígutente manera: el nível de desarrollo de lasfuerzas productlvas (el nlvel de desarrollo tecnológico y dela productívídad dei trabajo, etc.) determina y explica elconjunto de las relaciones sociales de produccíón, o sea,la estructura econômica de la sociedad; a su vez, la estruc­tura econômica de la socíedad, llamada "base econômica".determina y explica las formas políticas. jurídicas y cultu­rales que domtnan en la soctedad, es decír, la "superes­tructura". Hoy son pocos los que aceptan, en esta verstón,el materialismo histórico. Las críticas que se le han hechotienen que ver, por un lado, con su determinismo y evolu­cionismo y por otro, con su reduccionismo econorníctsta.Tal como sucederá con las demás temáticas, evaluaré elmaterialismo histórico a la luz de nuestra condícíón pre­sente. Dejo por ahora de lado las objeclones epistemoló­gicas y meta-teóricas a una concepción determinlstay evolu­cionista de la socíedad, ya que el determinismo de Marx nose puede analizar por fuera dei contexto intelectual y dela época en que él vívtó y escribió.

El determinismo le permitió a Marx desarrollar unaserie de conceptos (fuerzas producttvas, relaciones de pro­duccíón, modos de producclón) que le permitleron proce­der a un análísts global de la socíedad capitalista y definirla dirección de su transformación futura. Ese análisis, apesar de ser incompleto, continúa síendo valioso hoy y losconceptos que Marx desarrolló para efectuarlo continúanteniendo un gran valor heurístico. Lo que hoy no tíene vali­dez es el hecho de que Marx, fiei a las premisas culturales

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Ue la modernldad de su tlempo, no haya podido poner lacuestión de la dirección de la transforrnactón social fueradei cuadro legal de las necesldades evolucionistas, convir­tiendo así la cuestlón de la necesldad de la díreccíón en lacuestión de la díreccíón necesarta. Hoy es evidente que Marxfalló estruendosamente en la forma como planteó esta cues­tión y la respuesta que le dto, EI análísts dei presente y deipasado, por más profundo que sea, no puede aumtntetrarmás que un horizonte de posibilidades, un abanico de fu­turos posibles; la conversión de uno de ellos en realidades el fruto de la utopía y de la conttngencía. Pero si es así,en general, lo es mucho más en un período de transtcíónparadígmátíca como el que estamos atravesando. En talesperíodos, los procesos sociales son tan fluidos y turbulen­tos que lo que resulta de las interacciones entre ellos es,en gran medida, una incógnita. Para utilizar el conceptode Prtgoginc. estamos en una situación de "bífurcacíón" enque el menor cambio en el sistema puede producir un des­vío de largas proporciones. Estamos en una época en quela conttngencía parece sobrepasar a la determinación.

Sln embargo, esto no significa que la socíedad sea to­talmente contingente o indeterminada, como pretendenLac1au y Mouffe. Entre un determinismo cerrado y la In­determinación total. vartos autores han propuesto versto­nes moderadas del materialismo histórico como, por ejcm­pio, E.O. Wríght. A. Levine y Sober (1992), por un lado, yNícos Mouzelis (1990), por el otro. La propuesta de Wright,Levtne y Sober es especialmente sofisticada. De acuerdocon ella, es todavía la correspondencia o la contradicciónentre las fuerzas productivas y las relaciones de produc­ción la que genera las condiciones necesarias y la dtrec­cíón de la transformación social. así como con los mediosde ésta (la lucha de c1ases); pero, ai contrario de lo que reivin­dica el materialismo histórico ortodoxo, tal propuesta nogenera las condiciones suficientes y, por esa razón, se li­mita a definir un "mapa histórico" de posíbtlídades.

En rní oplnión, y teníendo en cuenta lo que díje atrás so­bre la transición paradígmátíca. esta verstón moderada deimaterialismo histórico es incluso demasiado fuerte, como re­sultará claro con mi exposícíón sobre el segundo esquema dela teoría de la historia de Marx. el reducclonismo econó­mico. Las máximas teóricas de Marx a este respecto­concretamente la metáfora base-superestructura- sonmsosteníbíes y, de hecho, ni Marx las sostuvo integralmente

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en sus estudios históricos. Tanto él como Engels, a medidaque pasaron los anos, fueron dedicando un interés crecíen­te a las interacciones recíprocas entre la base y la super­estructura, más que a la influencia unilateral de la prímerasobre la segunda.

La ínsosteníbíldad del reduccionismo econômico se basaen dos razones prlnclpales. La primera es que la explica­ción a partir de la estructura econômica tiende a transfor­mar los fenômenos políticos y los fenômenos culturales enepifenómenos, stn vida ní dinâmica propías. y como tal nopermite pensarIas autónomamente, en sus propios térmi­nos, y según categorias que identlfiquen su específtctdady la espectfícídad de su interacción con procesos socialesmás globales. Esta limltaclón se ha venído agravando a me­dida que avanzamos en nuestro sigla en el transcurrir dela creciente intervención del Estado en la vida econômicay social, de la politlzaclón de los Intereses sectorlales másimportantes y, sobre todo, durante las últimas décadas,dei dramático desarrollo de la cultura de masas y de lasIndustrlas culturales. Pero la insostenlbilidad dei reduc­cionismo econômico resulta, por encíma de todo, deI hechode que, a medida que avanzamos en la transición paradíg­mática, es cada vez más difícil distinguir entre lo econó­mico, lo político y lo cultural. Cada vez más, los fenómenosmás importantes son simultáneamente economtcos. polí­ticos y culturales, sln que sea fácll, o adecuado, tratar deseparar estas diferentes dimensiones. Éstas son produc­to de las ctencías soctales dei stglo XVIll y hoy se revelanmuy poco adecuadas, siendo una tarea urgente de loscientíficos sociales descubrir otras categorías que lassustituyan.

Como vimos, el materialismo histórico moderado de ErikO. Wrtght, Levíne y Sober es todavia demasiado reduccio­nísta. incluso descontando que en el análisis metodológicode las explicaciones causales tal reduccíontsmo está substan­cialmente atenuado, tema que aquí no puedo desarrollaraunque en breve regresaré a él. La Insostenlbilidad delreduccíorusmo económico no significa que la estructuraeconómica no tenga un valor crítico. Tan sólo significa quetal valor no se puede determinar a prior! y que, tenlendoque ser comparado empíricamente, puede variar de un proce­so histórico hacta otro proceso histórico. Por otra parte,significa que el análisis de las interacciones recíprocas

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entre lo económico, lo político y lo cultural-cn la medida enque sea poslble continuar distingulendo entre ellos- presupo­ne que cada uno de ellos está construido conceptualmentecon autonomía. En el campo marxista, esta constrocción no hasido fácil, y por eso mismo, ha sido una preocupaclón cen­tral en el mencionado campo postmarxista. Las solucionespropuestas por Bourdieu son particularmente innova­doras. Recientemente, Nicos Mouzelis ha propuesto elconcepto dei modelo de domlnaclón política de raizweberlana para equípararlo con el concepto dei modelo deproducción económica. Los intentos se multiplican. Por roiparte, he venrdo desarrollando el concepto de espacíosestructurales y de los modos de producción dei poder paradar cuenta de las estructuras más importantes que esta­blecen los parámetros y, en consecuencia, también loslímltes de la contlngencia o sea, los horizontes de postbtlí­dades I o . Si es cierto que el marxismo busca un equilibrioestable entre la estructura y la accíón, pienso que, hoy endía, siendo incorrecto abandonar del todo la idea de es­tructura, es necesario pluralizar las estructuras con el finde desarrollar teorías que favorezcan la apertura de los hori­zontes de posibilldades y la creatlvldad de la acción.

La promoctón de la creatividad de la acción es una tareacrucial dei tiempo presente. Porque en la fase de transícíónparadígmátíca el sistema social entra en un desequillbriocreclente y ei aumento de la conttngencía tlende a generarsituaciones de caos. EI caos, que el orden y el progresomodernos pareciera que hubieran mandado al basurero dela hístorta. regresa hoy, tanto en la eplstemología como enlos procesos socíales. Lejos de ser, por esencía, negativo,el caos es un horizonte dramáticamente ampliado de po­stbílídades y, como tal, contlene, como níngún otro, posi­billdades progresistas y poslbilldades regresivas. Pocotiempo antes de rnortr, Félix Guattari nos exhortaba a dis­tinguir entre el caos democrático y el caos autorttarto. Paraesto son necesarias dos condiciones: por un lado, la discri­mlnaclón entre las diferentes formas de poder, la amplia­ción de lo político y su conceptualización autónoma y, porel otro, una reflexión centrada en la promocíón de la crea­tívídad de la acción individuai y colectíva. Las defícíencíasde la tradícíón marxista en cualquíera de estas condicio-

10 Sobre este tema. ver Santos {l995, 1995) Y también el quinto capítulo.

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nes s.on,conoC,idas. P,ero. en lo que respecta a la segundacondtctón, la situacion es mucho más compleja. Esto melIeva a la segunda área temática en la que la evaluación deimarxismo a la luz de las condiciones del presente se im­pone con especial agudeza: la cuestión de la acción colec­tiva y de las identidades soctales.

ACCIÓN COLECTIVA E lDENTlDAD

Ya dije, aunque esto sea controvertible, que en ml optníónla obra de Marx, como un todo, busca obtener un equtlí­brio, aunque inestable, entre estructura y acclón: los hom­bres y las mujeres no son los productos de la hlstoria sinosus productores. Lo que es más, Marx, al contrario de losotros fundadores de la socíología, le atrtbuye a hombres ymujeres, en cuanto clase trabajadora, no sólo el ínteréssino también la capacidad de transformar por completo lasocíedad capitalista a través de la acclón revolucionaria.Constituidas en el seno de las relaciones sociales de pro­ducción y, en consecuencia, en la base económica de lasocíedad, las clases y las luchas de clase tlenen, no sólo lapreferencía explícattva de la socíedad capitalista, sino tam­btén la prelaclón de su transformaclón. La dívístón de lasocíedad en clases con intereses antagónicos, no síendooriginal de Marx, tiene en Marx la formulación más softs­tI,cada y constituye uno de los patrlmonlos de la SOCiolo­gia contemporánea. marxista o no marxista. Sin embargohoy en dia. los términos precisos de esta formulación son:curiosamente, uno de los puntos más problemáticos de latradición marxista.

En primer lugar, la evoluclón de las clases en las socie­dades, capitalistas no síguío la ruta trazada por Marx. Enlos países centrales la proletarización fue mucho más sinuo­sa, los campeeínos no desaparecíeron tan rápídamente comoSe había pre~Isto, la clase obrera se volvió más heterogêneaen vez de mas homogénea. lo que en últimas también su­cedió con la burguesía; surgíeron importantes clases me­dias, se htcíeron evidentes otras formas de opresión no atri­bUlbl,es dlrectamente a posiciones de clase. En los paísespertférícos, el campesinado perrnanecíó, durante muchotiempo, como un enorme marsocial salpicado de íslas -los cen­!I0s urban~s- de clases sociales propiamente capitalistas; lamtegracró n en relaciones sociales capitalistas fue

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considerada, muchas veces, menos opresiva que su exclu­stón: y, finalmente, las formas de opresíón y domlnaciónbasadas en la raza, en la etnia, en la relígtón y en el sexose mostraron por lo menos tan importantes como las quese basaban en la clase.

En segundo lugar, surgíeron, sobre todo en las últimasdécadas, poderosas fracciones de clase sin una base na­cional determinada, clases transnacionales que de algunamanera, invirtieron lo previsto por Marx: hoy en día, másque nunca, el capital está unido a nivel mundial mientrasque el trabajo está cada vez más acosado, ya que, la lla­mada "libre círcutacíón de las personas" tiende síempre aexcluirlo. En tercer lugar, las luchas de clase asumieronformas insospechadas por Marx. Las revoluciones obrerasno ocurrieron en los países centrales y, en los países peri­féricos o semípertférícos donde hubo revoluciones de oríen­tacíón socialista, la participación de la clase obrera, cuandola hubo, fue problemática. Si la clase obrera tuvo una fuer­te participación en la revolución rusa, perdió poco despuésel control de ésta y luego, en 1918, el intento revoluciona­rio fracas6 en Alemania para nunca más recuperarse. EnChina, la clase revolucionaria fueron los campesinos, enÁfrica fueron los movimientos de liberación de composi­clón muy heterogênea y en América Latina los procesosrevolucíonartos. por ejemplo el de Cuba, contaron caslsiempre -tníctalmente por lo menos- con la oposición delos partidos comunistas. supuestamente representantesde la clase obrera Industrial.

Por otra parte, en los países centrales las luchas de ela­se dieron lugar paulatinamente a compromisos de clase,a la concentración social, al compromíso histórico, a la tns­titucionalización de los conflíctos, al neocorporattvísrno, enftn, a las formas políticas de la social democracia, ai Esta­do-Providencia y a la regulación social fordista. Por últi­mo, sobre todo en las tres últimas décadas, los rnovímten­tos y las luchas políticas más Importantes en los paísescentrales e Incluso en los países periféricos y semípertfé­ricos fueron protagonízadas porgrupos soctales congregadospor Identidades no directamente claststas: por estudtantes,por mujeres, por grupos étnicos y religiosos, por grupospacifistas, por grupos ecológicos, etc.

Ante esto, no sorprende que tanlo la prímacía explica­tiva, como la prlmacía transformadora de las clases hoy

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estén síendo radicalmente cuestionadas. Las dos atrtbu­ctones de primada son autónomas en el plano teórico,aunque interrelacionadas. Por mt parte, pienso que la pri­mada explicativa de las clases es mucho más sostenibleque la primacía transformadora. En cuanto a esta última,la evaluacíón histórica parece ser, por demás, coricluyen­te en cuanto a su indefensibilidad. Incluso aceptando quees fácil definir y delimitar la clase obrera, es muy dudosoque ella tenga interés en el tipo de transformación socia­lista que le fue atríbutdo poreI marxismo y. aun admitiendoque tenga ese ínterés, es todavía más dudoso que ella ten­ga capacidad para concretarlo. Esta vertftcacíón, que hoyparece tndtscuttble, ha llevado a muchos a concluir la írn­poslbllldad o la Indeseabilidad de una alternativa socialis­ta. Más adelante volveré sobre este tema.

En cuanto a la prtmacía explicativa, la importancia cau­sal privilegiada de las clases y de los conf11ctos de clase enlos procesos socíales capitalistas ha estado íntimamenteligada aI materialismo histórico: la formaclón de las ela­ses se origina en la estructura económica y por eso com­parte con ella la eftcacía determinante sobre los procesossociales. Formulada así, la primacía explicativa fue muycriticada en la década de los ochenta. La crítica más pro­funda y consecuente provino de la socíología feminista. Nocabe aquí dilucidar la gran variedad de perspectivas quecomprende la sociologia feminista. En general. y para usaruna expresión de lrls Young (1990). el feminlsmovlno a de­mostrar que la opresión tiene muchas facetas, una de lascuales es la opresión de las mujeres por la vía de la díscrtmt­nación sexual. AI privilegiar la opresión de clase el marxis­mo puso en segundo lugar y en el fondo ocultó la opreslónsexual y, en esa medida, su proyecto emancipatorio quedóirremediablemente truncado. Ante esto, no es extraüo quela relación entre el feminismo y el marxismo haya sido,sobre todo desde el principio de la década de los ochenta,muy problemática -ernpezando por el libro de MicheleBarrett (1980)- y que las feministas hayan buscado susreferenctas teóricas en otras corrientes de pensamiento nomarxista, notoriamente en Foucault, Derrida y Freud. Sipara las feministas marxistas la primacía explicativa delas clases es admisible desde que esté articulada con elpoder y la política sexual, para la mayoría de las corrrentes feministas no es posible establecer, en general. Ia prl-

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macía de las clases sobre el sexo o sobre otro factor de podery de desígualdad y algunas feministas radicales atribuyenla prlmacía explicativa aI poder sexual.

Si tuviéramos en mente lo que se dice a finales de la déca­da de los setenta sobre el surgímíento de análisls socioló­gicos que le confieren al Estado y a la política la primacíaexplicativa sobre las clases, se puede concluir que la déca­da de los ochenta fue dominada por la competencia entreclase, Estado y sexo como factores explicativos de las es­tructuras y de las prácticas sociales, teniendo nosotrosque agregar ahora la etnia y la reltgíón. Dentro deI campomarxista, se procura mantener la primacía de las clasesaunque en forma limitada. En el marxismo analítico, la pro­puesta más avanzada es la de Erik Wrlght. Levine y Sober:partiendo del concepto de las asimetrías causales, estosautores proponen que la prtmacía explicativa de las clasessólo puede ser establecida en presencia y en funclón delos objetos de explicación (os explananda). No cabe aquímencionar los problemas que suscita esta propuesta. Melimito a exponer mi propta conclusión sobre eI debate gene­rado por ella. En prlmer lugar. Ias clases son un factor deprimordial tmportancía para la explícactón de los proce­sos socíales. pero tal ímportancía sólo se puede cotejar enanálisis concretos y no se necesita para sustentarIa de laestlpulación abstracta de la prlmacía explicativa. En se­gundo lugar. es un error reduclr la Identlflcaclón. forma­cíón y estructuración de las clases a la estructura econó­mica de la socledad. Las clases son una forma de poder ytodo el poder es político. El valor explicativo de las ela­ses depende de las constelaclones de diferentes formasde poder en las prácticas socíales concretas. Una farní­lia obrera de la periferia de Lisboa sufre simultáneamenteel poder de clase, el poder sexual. el poder estatal y hasta.si fueran tnmtgrantes africanos, el poder étnico. Verdade­ramente sólo la constelaclón de estos poderes es política.Esta cuestión me conduce a una breve y final referenciasobre la tercera gran área temática a través de la cual lacondícíón del presente interpela al marxismo: la dírecctónde la transformacíón social.

Dirección de la transjormación social

Uno de los mayores méritos de Marx fue haber intenta­do articular un análisis exigente de la sociedad capttalís-

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ta con la construcción de una voluntad política radical detransformarIa y superarIa en una sociedad más líbre. másIgual, más justa y, finalmente, más humana, Ya hice refe­rencia a que la coherencia entre eI análísts del presente yla construcclón de la voluntad dei futuro no es un actocientífico, dado que los dos procedlmlentos tlenen lugar enplanos gnoseológicos distintos, Es un acto político quearticula el análtsts científico con eI pensamiento utópico,También mencioné que Marx le atribuy6 la construcciónde la voluntad de transformaclón a la clase obrera, a la quetambién le vío capacldad para ello, y que la historia se re­husó a confirmar esa expectativa de Marx. En vista de esta,ahara se trata de saber si una vez que el sujeto históricode Marx falló a su cita con la hlstorla, por lo menos hastaahora, con él también falló la utopía de la transformaciónque se le atribuía. Se trata. adernás de eso y aún más ra­dicalmente, de saber si esta averrguacíón tiene algún In­terés hoy en día.

A esta segunda cuestión ya respondí arriba. Para quiencomo vo, piense que estamos a punto de entrar en un pe­ríodo de translclón paradígmáttca, ia utopía es más nece­sarta que nunca. La crísts final de un determinado sistemasocial reside eri que la crtsts de regulación social ocurre si­multáneamente con la crisis de emancipación. La acumu­lación de las trracíonalídades reside en el peltgro inmlnentede catástrofe ecológica, en la míserta, en el hambre a queestá sujeta una gran parte de la poblacíón mundial-cuandohay recursos dísponíbles para proporclonarles una vidadecente y una pequena mtnoría de la población vive en unasocledad de desperdicio y muere de abundancla 11_ en ladestrucclón, por la guerra de poblaclones y de comunidadesen nombre de prlnciplos étnicos y religiosos que la moder­nldad parecía haber descartado para slempre, en la drogay en la medtcaltzacíón de la vida como solución para unacottdtantdad alienada, asfixiante y stn solucíón. Todas estasy muchas otras írracíonalídades se acumulan ai rntsmo tlempoque se profundíza la crisis de las soluciones que proponela modernidad, entre ellas el socialismo y su máximo deconscíencta teórica postble, el marxismo. Las írractona­lidades parecen racionalizadas por la mera repettcíõn.

De esta manera, estimo que necesitamos la utopía tan­to como la boca necesita del pan. Marx nos ensefíó a leer

11 Ver más adelante el décimo capítulo.

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la realidad existente sígutendo una hermenéutica de lasusptcacía y nos ensefíó leer las sefíales del futuro segúnuna hermenéutlca delaadhesión. La primera enseüan­za contínúa siendo preciosa hoy en día y la segunda sevolvió pelígrosa. Marx creyó, sin reservas, en el desarro­110 neutro e Infinito de las fuerzas productívas, en el pro­greso como proceso de racionalización científica y técnicade la vida, en la explotación sin límites de la naturaleza,para atender a las necesidades de una sociedad de abun­dancla para todos. En suma, la utopía de Marx es antetodo, un producto de la modernidad y en esa medida, noes suficientemente radical para guiarnos en un período detranstcíónparadtgmátíca. Debido a un desequillbrlo crea­do por la cíencía moderna entre la capacidad de accíón,que cada vez es mayor, y la capacldad de prevísíõn, quecada vez es menor, el futuro es hoy para nosotros, al con­trario de lo que fue para Marx, slmultáneamente máspróximo y más ineserutable. Nunca estuvo tanto en nues­tras manos; pero nuestras manos nunca fueron tan igno­rantes sobre si lo que acartcían es una paloma o una bom­ba. Por esta razón, y tal como oeurre en general con lamodernidad, debemos ir a buscar a Marx con frecuenciapara confrontar nuestros problemas; debemos hacerlo,excepto para buscar la solucíón.

AI final dei slglo la única utopía realista es la utopíaecológica y democrática. Es realista, porque se aslenta enun principio de realidad que está compartido cada vez másy que, en consecuencia, tiene las virtualidades que Gramscicreía que eran imprescindibles para la construcción de ideashegemónicas. Ese principio de realidad consiste en la con­tradíccíón creciente entre el ecosistema del planeta Tierra,que es finito, y la acumulaclón de capital, que tlende a serInfinita. Por otra parte, la utopía ecológica es utópica por­que su realización presupone la transformación global, nosólo de los modos de producción sino también dei conoct­miento científico, de los modos de vida, de ias formas desocíabtlídad y de los universos simbólicos y, presupone, sobretodo, una nueva relacíón paradígmátíca con la naturalezaque sustltuya a la relación paradígmátíca moderna. Es unautopía democrática porque la transformación a que aspi­ra presupone la repoltttzacíón de la realidad y el ejercíctoradical de la ciudadanía individuai y coíecttva, Incluyen­do en ella la carta de los derechos humanos de la natura-

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leza. Es una utopía caótica porque no tiene un sujeto his­tórico privilegiado. Sus protagonistas son todos los que enlas diferentes consteiaciones de poder que constltuyen lasprácticas soctales, tienen conciencia de que su vida estámás condicionada por el poder que otros ejercen sobre ellosque por el poder que ejercen sobre los otros. Fue a partirde la concíencía de la opresión que en las últimas tres dé­cadas se formaron los nuevos movtmientos sociales.

Los nombres de las utopías son siempre serní-cíegosporque sólo ven por dónde se camina y no para dónde secamina. En cuanto a mí, llarno a esta utopía socialismo,con la esperanza de que siendo no obstante una designa­ciónsemi-ciega, tarnbtén sea, por lo menos, una destg­naclón semi-vidente. Slendo esta la utopia, i,qué tipo decoherencia o articulación suscita con el actual análísts so­ciológico? En respuesta a esta pregunta-que, como se notará,es la contraria de la que formuló Marx-, Marx vuelve a serimportante como poderoso e imprescindlble punto de par­tida. La idea de Marx de que la sociedad se transforma porel desarrollo de contradicciones es esencial para cornpren­der ia socledad contemporánea, y el anállsls que hízo dela contradícctón que asegura la explotación dei trabajo enlas sociedades capitalistas, sígue siendo genéricamenteválida. Lo que Marx no vio fue la arttculacíón entre ia ex­plotaclón dei trabajo y la destrucclón de la naturaleza y,en consecuencía, la articulación entre las contradiccionesque producen una y otra.

Inspirado en James O'Connor (1991a y 1991b) Yen KarlPolanyl (1944), considero que el capitalismo está constl­tuido, no por una, sino por dos contradtccíones. La primeracontradlcclón, formulada por Marx, y simbolizada por latasa de explotaclón, expresa ei poder social y político deicapital sobre el trabajo y tamblén la tendencia dei capitalhacia las crtsts de sobreproducctón. La segunda contra­díccíón Invoiucra las llamadas condiciones de producción,o sea. todo lo que se trata como mercancía a pesar de nohaber sido producido como tal, por ejemplo, la naturaleza.La segunda contradíccíón consiste en la tendencia dei ca­pital a destrutr sus proplas condiciones de producción síempreque, enfrentado a una crisis de costos, trata de reductrlospara sobrevívír ante la competencia. A la luz de esta doblecontradlcclón, -entre capital y trabajo y entre capital y natu­raleza-el capital tiende a apropiarse, de una manera autodes-

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tructiva, tanto de la fuerza de trabajo como del espacío, dela naturaleza y dei medio ambiente en general. La impor­tancla de esta reconceptuaclón dei capitalismo, cuyos de­taIles no es posible presentar aqui, reside en que eIla aclaraque la subjetívízactón dei trabajo pretendida por la utopiano es postble sin la subjetivización de la naturaleza.

Esta reconceptuación ilustra bien cómo las mismas condi­ciones que en nuestras sociedades de fines de stglo recla­man una hermenéutica de sospecha deI tipo de la queMarx emprendló, igualmente reclaman una profunda re­vísíón y transformación del marxismo tal como lo conocemos.La solidez dei marxismo reside esenclalmente en quenecesitaremos esta hermenéutica de sospecha para deci­dir sobre qué partes dei marxismo deben desvanecerse enel atre. Emplearia contra el marxismo, con el objeto deagudizar, no de obnubilar, la voluntad de utopia es, hoyen día. tal vez la mejor manera de honrar la briIlante tra­dición que él implantó. Sobre todo hoy cuando, como de­da Walter Benjamin, la crtsís. la verdadera crtsís. es quetodo continúe como está.

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II

CONDICIONES DE INTELIGIBILIDAD

3

ONCE TESIS CON MOTIVO DE UNO MÁS DE LOSDESCUBRIMIENTOS DE PORTUGAL

1. Portugal es un país inteltgible.

Portugal ha sido, generalmente considerado, tanto porlos extranjeros como por los proptos portugueses, un enig­ma, una socíedad paradójica. Aun recíenternente. HansMagnus Enzensberger se preguntaba cómo es que Portugalstendo uno de los países menos desarrollados de Europa.es capaz de tanta utopía (dei sebastianismo a la revolucióndei 25 de abril de 1974), a tal punto que, ciertamente, se­ría una gran potencia en una "Europa de los deseos"(1987). Mucho antes que él, hace poco menos de cien aüos,Antero de Quental exclamaba, en un tono más pesímtsta:"Nunca un pueblo contempló tantos tesoros stendo, al mts­mo tiempo tan pobre" (1982: 264).

A pesar de ser un país europeo y de que los portugue­ses han sido apreciados como un pueblo afectuoso, abíertoy sociable, Portugal es considerado como un país relativa­mente desconocído. No obstante tener una larga historiade froriteras abiertas y de "tnrcrnacícnaltsmo" -desde losdescubrtmíentos de los siglas XV y XVI hasta la tnmígra­cíón de los afios sesenta- Portugal es considerado comounpaís exótico, ídíosíncrásíco. Desconocimiento y exotismo sonpues temas recurrentes cuando se trata de proponer unaaprectacíón global dei pais y de su pueblo. Generalmente

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se cree que el exotismo es la causa del desconocimiento.Propongo la hipótesis opuesta, la de que el exotismo es unefecto del desconocimiento. En otras palabras , poco sesabe sobre Portugal y por eso se le considera como a unpaís relativamente exótico.

2. En cuanto objetos de discursos eruditos. los mitos son lasideas generales de unpaís sin tradiciónfl10sójlca ni cientjfl.CQ. Elexceso mítico de interpretación es el mecanismo decompensac!ón del déficit de realidad, típico de élitesculturales limitadas. encerradas (y marginalizadas) en elbrillo de sus ideas.

A partir dei siglo XVII. Portugal entró en un largo períodohistórico dominado por la represión ideológica. el estan­camiento científico y el oscurantismo cultural. un perío­do que tuvo su primera (y larga) manifestación en la Inqui­sícíón y la última (así lo esperamos) en los cast cincuentaanos de censura salazartsta. La violación recurrente de laslibertades cívicas y la actítud hostil ante la razón críticahizo que acabara por dominar la crítica de la razón gene­radora de los mitos y olvidos con que los portugueses te­jieron sus desencuentros con la historia. EI desconocí­miento de Portugal es ante todo un autodesconocimiento.Lo encubierto es la imagen de la ígnorancía de nosotrosmísrnos reflejada en un espejo complaciente.

El exceso mítico de la interpretación sobre la sociedadportuguesa se explica en gran medida por la reproduccíónprolongada. y síempre restringida, de élites culturales deraiz literaria, muy reducidas en número y casi siempre ale­jadas de las áreas de decisión de las políticas educacativasy culturales. Así, teridíeron a funcionar en circuito cerra­do. suspendidas entre el pueblo ignaro, que no tenía nadaque dectrles, y el poder político convencido de que nada lesquería decir. Nunca tuvieron una burguesía o una clasemedia que intentara "traerlas a la realtdad": nunca pudíe­ron comparar o verificar sus ideas y tampoco fueron respon­sabilizadas por su eventual impacto social. Sin términosde comparación y sm campo de verificación, acabaron pordeséonfiar de las "ídeas aplicadas" (como decía Tocquevillede los franceses) y de quten, déspota o pueblo. Ias pudieseaplicar. La marginalidad social las hizo irresponsables.Pudíeron decir todo impunemente sobre Portugal y los por­tugueses y transformar lo dícho, en una determinada ge­neracíón o coyuritura. en la "realidad social" sobre la cual

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se puede dtscurrtr en la generación o en la coyuntura si­guiente, La híper-lucídez nunca fue más que una ceguerailuminada: y la ceguera de las élites culturales produjo lainvlsibilidad deI país.

3. La "futrla" no "estáer:iferma" ni "necesita tmJnmleniopsiquiátriro".

Las prácticas sociales siempre tienen una dimensión sim­bólica. A fuerza de repetirlos y de inculcarlos, los mitossobre la socledad portuguesa son parte de nuestra reali­dad social y como tal deben ser analizados. En la segundamitad del stglo XIX y a prtrictpíos deI síglo XX nacíeron enlos países desarrollados de Europa las ciencias soci~les.

Fundadas críticamente en el pensamíento social y políticoiluminista dei stglo XVIll, tenían por vocactón desrnttíftcarlas creencías sociales aceptadas hasta entonces, como pen­samiento rtguroso de una forma de pensar stn rigor (sen­tido común). Es clerto que cada teoría social propuesta erade por si algo arbitraria y. en esa medida. no podía dejarde crear algún nuevo mito en el proceso de destrucción delos existentes. Aunque esos nuevos mitos fueran la índus­tria de Satnt-Stmon, el espíritu positivo de Comte, la con­cienciacolectiva de Durkheim. la racíonalídad de Max Weber,el socialismo de Marx o ellnconsciente de Freud. tarnbíéneran mitos nuevos porque se aceptaban en competenciacon otros mitos y en esa medida. contenían en sí a sus con­traríos. Y tamblén porque. conservadores o progresístas.no eran reaccíonartos: presuponían y aceptaban la efer­vescente dinámíca social de su tiempo y no se cohibían porel hecho de ser confrontados por la realidad que les sobre­pasaba.

Verdaderamente desmitificador y desmistificador fue elconjunto de las cíencías soclales y no nínguna de ellas en par­ticular. Ese conjunto evoluctonô orgânica y equilibradamente(aunque con algunos sobresaltos) en los países centrales.No fue el caso de los países periféricos o semíperífértcos. comoPortugal. Los comienzos exaltantes de la "Generac!ón deCoimbra"l fueron sofocados por la misma (y siempre di­versa) represión censora que. con algunas ínterrupcío­nes. habría de. dominar los stgutentes cíen anos de nues-

1 Nota deI T.; Debate Intelectual intenso, critico y modernizador. entre los es­tudiantes de la Universldad de Coimbra alrededor de 1970.

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tra bloqueada moderrudad, Los primeros y durante muchotiempo, los únicos estudíos sociológicos empíricos sobrela sociedad portuguesa fueron realizados por sociólogosextranjeros. A su vez Salazar identificaha sociologia consocialismo. al mtsmo tiempo que en los países desarrolla­dos la soctología desempefiaba un papel creciente en laconsolidación social deI capitalismo.

Terminada (i.,ctefinitivamente?) la represión con la revo­lución dei 25 de abril de 1974, se crearon algunas condi­ciones para el desarrollo, tan tardío como urgente. de lasciencias socíales. Sín embargo, sería un comienzo difícil yde lenta gestación, sobre todo para las cíenctas sociales,que hacían depender SUB análtsís de trabajo empírico stern­pre complejo y casi siempre e08t080. En estas circuns­tancías, era de prever que tomara la delantera la cienciasocial más arbitraria, el pstcoanáltsis, una ciericía, ade­más, doblemente arbitraria en cuanto transpone (por cul­pa del propio Freud) el análísts dei individuo social sobreel arrálts ts de la sociedad-como~individuo.EI análisis ar­bitrario duplica el mito, incluso cuando su intenci6n esdesmontarlo. Así sucedi6 con nuestros psicoanalistas-so­ciales, muchos y de varios matices.

A pesar dei brillo seductor de algunos análisis, la arbi­trariedad que contienen reside en que en eIlos, Portugal espor antonomasia, el analista. Este adquíere la calidad deinformador privilegiado, único y universal (un procedi­míento inaceptable en las cíenctas socíales menos arbitra ~

rias). Lo que él dice de nosotros sólo le concierne a él peroai transformarse en universo, nos marcianiza y es por esoque SOmos considerados locos y con necesidad de trata­miento psiquiátrico.

4. Portugal es un pais único, integrado en un sistema mundialconstttuido por muchos países, todos únicos. Las ciencias socinlesson imprescinIlibles en la detem1inación de tal singularidad.

Como solamente hay un sistema mundial, no es posiblehacer camparaciones con otros sistemas que sean exterio­res a él. De esta manera, la singularidad de los diferentespaíses tan sólo reside en el modo diferente y específico comocada uno se integra en el sistema mundial. Más allá de esta,no es legítimo hablar de orrgmalídad. La ortgtnaltdad es ladiferencia sin limites y como tal, fácilmente puede ser pos-

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tulada. AI contrario, la diferencia es la ortgínaltdad limi­tada y como tal, tiene que ser determinada con la mayorobjetividad posible.

El análísts de las diferencias, aI contrario dei análisis delas originalidades, excluye el análists psicoanalitico y exí­ge el análísts sociológico, en el amplio sentido de los aná­lísts producidos por el conjunto de las ctencías sociales.En este dominio, las díftcultades con que nos encontramosson enormes. Dos merecen referencias especíales: una insti­tucional y otra teórica.

El apoyo institucional ai desarrollo de las cíenctas so­cíales en los últimos qutnce anos en Portugal ha sido es­caso y mal orientado. Tenemos una comunidad joven decientíficos sociales, que se haya más actualizada en com­paracíón con la comunidad de los analistas míticos y pstco­analíticos. Sin embargo, ha tenido mucho menos apoyoinstitucional que esta última. Apoyo institucional se en­tíende aquí en el sentido más amplio, incluidas las políticasculturales y científicas dei Estado, los medtos de comuni­cacíón social. la formación de opíntón por parte de íntere­ses organizados (asocíacíones, partidos, etc. I, EI brillo delos análísts de los analistas míticos y psicoanalíticos constí­tuye un capital simbólico altamente rentable en la democracia.EI modo específico como el poder político y democráticomenosprecia a sus élites culturales stn prtvarse de los di­videndos que ellas generan consiste en neutralízarlas cultu­ralmente a través de la cooptación política. Porque no tienenel "peso de la realidad social" (les pesa, por lo menos, en laconctencíaj, las élites culturales de matriz mítica y pstcoana­lítica son más fácilmente movilizables hacía inversionescoyunturales consideradas importantes por el poder polí­tico. A nivel de los medios de comunicación social y de losintereses organizados, la utilización de estas élites resul­ta en especial de su capacidad para producir un conoci­miento instantâneo y con una disonancia cómplice.

La comunidad de los científicos socíales ha recibido mu­cho menos apoyo institucional y la mantfestactón más cla­morosa y escandalosa de eso han sido los programas dedesarrollo científico financiados por la comunidad euro­pea, empezando por el Programa Cíencta. Tales programas,cuando no excluyen totalmente de su ámbito a las cíencíassocíales (como sucedió con el Programa Ciencia), le otor­gan un lugar secundarísimo,lo que es particularmente grave

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en nuestro caso, si se tiene en cuenta que las cíenctas so­cíales están en una poslcl6n consolidada de take off yenconsecuencia, en condiciones de garantizar, a medianoplazo un conoclmlento confiable, plural y complejo sobrela sociedad portuguesa. Pera además de grave, esta exclu­síón es insensata, toda vez que, dada la calldad de los recursoshumanos, su juventud y su soctaltzacíón aún dominanteen una actitud de dedícacíón entusiasta por el trabajo cien­tífico, la inversión, así sea moderada, en esta comunidadproducíria seguramente importantes y abundantes resul­tados científicos.

Los megaprogramas comunttartos son, pues, programastanto de conoclmlento como tamblén de desconoclmlento.Son por enclma de todo, programas de desconoclmientosocial. Cabe preguntar entonces a quíén y por qué lntere­sa el producto de este desconocimiento. Las cíerictas físi­co-naturales aplicadas están específicamente pertrecha­das para determinar diferencias cuantltatlvas, por ejemplodiferencias de desarrollo tecnológíco. AI contrario, ias cíen­cías sociales están pertrechadas tanto para determinardiferencias cuantltatlvas (niveles de rendímíento. tasas demortalldad, etc.), como diferencias cualltatlvas (estructu­ra de clases, modelos de consumo y sus relaciones con losmodelos de producciôn características de la sociedad civiletc.). En cuanto las diferencias cuantltatlvas legítíman losmodelos de desarrollo socío-económíco hegem6nlcos, lasdiferencias cualltatlvas pueden ser Indicadoras de la ne­cesidad de buscar modelos alternativos de desarrollo.

En este momento, dado el tipo de íntegracíón que se adopt6en la Untón Europea, hay un Interés político por suprimircualquter cuestlonamlento dei modelo de desarrollo hege­móníco. Por eso, los megaprogramas de desarrollo cientí­fico apuntan, por un lado, a producir conocimientos sobretodo aquello en que somos diferentes, porque somos me­nos desarrollados que los demás países de la comurndad:por otro lado, apuntan a.producír desconocimientos sobretodo aquello en que somos diferentes porque, somos cualltatl­vamente distintos.

5. Portugal es una soctedad en desalTOUo intermediD. Su análIstses particularmente oomp/ejo y no es posib/e sin una audaz /nno­vación teórica.

Además de las dlflcultades instltucionales, las cíencíassoclales enfrentan en Portugal algunas dlflcultades teórl-

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caso Portugal es una socíedad de desarrollo ínterrnedío.Algunas características socíales (tasa de crecímíento pobla­cíonal , leyes e tnstttucíones, aígunas práctlcas de consumo,etc.) se aproximan a las de sociedades más desarrolladas;mientras que otras (infraestructuras colectívas , políticasculturales, tipo de desarrollo industrial, etc.) se aproxí­man a las de sociedades menos desarrolladas. Las teoríasy las categorías analíticas utilizadas por las cíenctas 50­

cíales para caracterizar los procesos y estructuras socialesfueron creadas teniendo en cuenta las sociedades centrá­les o más desarrolladas (elllamado prlmer mundo), o lassociedades periféricas (elllamado tercer mundoly se adaptandificilmente a las sociedades Intermedias como Portugal,Si tenemos en cuenta los indicadores sociales normalmen­te utilizados para contrastar el prtmero y el tercer mundo(clases soclales y estratiflcacl6n social, relaciones capital!trabajo, relaciones Estado! socledad civil, estadístlcas so­cíales, modelos de consumo o de reproducción social, etc.l,fácilmente se concluye que Portugal no pertenece a níngu­no de esos mundos.

En ausencía de una adecuada innovación teórica, se co­rre el rlesgo de anallzar la socíedad portuguesa por lo ne­gativo. por aquello que ella no tiene cuando se comparacon las sociedades centrales o con las sociedades perifé­ricas. Tal negatlvldad es otra forma de desconocimiento ypor eso, tambíén es campo fértil para anállsis míticos ypara estipulaciones de exotismo que, en este caso, sonefectos de la Incongruencla de los instrumentos analíticos.La innovacl6n te6rlca apunta a captar la espectftcídad denuestras prácticas sociales, econômicas, políticas y cultu­rales con el prop6slto de convertlrlas en potencialidadesuniversalizantes en un sistema mundial caracterizado porla competencía entre los Estados.

No se trata de insuflar nacionalismos reactívos o reac­cíonartos si no de medir riesgos e identificar -st no inclusoinventar- oportunidades en una dinâmica transnacionalcada vez más volátil. En 1762 Rousseau crlticaba en ElContrato Social a Pedro el Grande de Rusia por no respetarla Identidad nacional rusa: "Quiso hacer alemanes e Ingle­ses, cuando era necesario empezar a hacer rusos: le impi­díó a sus súbditos que alguna vez se transformaran en loque eIlos podrían ser, persuadiéndolos de que eran lo queno son", (1968: 125). Es conocida la reacctón encoleriza-

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da que esta aprecíacíón de Rousseau suscitá en Voltaire.Entre las posiciones de estos dos ilustres philosophes esnecesario identificar la díaléctíca de 10 nacional y de 10transnaclonal, de lo local y de lo universal, AI final el poetaAlfonso Duarte la vislumbróen dos versos Iapídaríos: "Qule­ro ser europeo: quíero ser europeo en cualquíer rincón dePortugal".

6. Los portugueses son portugueses. No son, por ejemplo. espa­fioles dfterenJes. ÚJ que lospottuqueses son o no son, es cada vez máselprod1JcIn de Wla negocioci6n de senJidD de ámbitrJ trrmsnacionaL

Los intercambíos de bienes ma tertales y de bienes sim­bólicos a nivel mundial se intensificaron mucho en los úl­timos veinte anos, debido a tres factores principales: latransnacionalización de los sistemas productívos (un de­terminado producto final puede estar constltuldo por npartes producidas enn países diferentes); la dtsernínacíónplanetarta de Informaciones e rmagenes: y la transloca­lización masiva de personas como turistas, trabajadoresmtgrantes a refugiados. Esta intensificación de las interac­clones globales parece desarrollarse según una dlalécticade desterritorialización-reterritorialización.

Con la intensificación de las interacciones y de las in­terdependencias, las relaciones sociales se desterrítorta­lizan en la medida en que pasan a cruzar froriteras quehasta hace poco estaban vígtladas por aduanas, naciona­lismos. idiomas, ideologías y frecuentemente por todosellos al mismo tiempo. Con esto, los derechos a opcionesse multiplican indefinidamente y el Estado nacional, cuyaprincipal característica es la territorialidad, deja de seruna unidad privilegiada de interacción y se hace relati­vamente obsoleto. Pero por otro lado y en aparente con­tradicción con este proceso, están surgtendo nuevasidentidades locales y regíonales construidas sobre la basede nuevos y viejos derechos raizaLes.

Este nuevo-viejo localismo, hasta hace poco considera­do como un residuo de la premodernídad, está recodificadoahora como postmoderno y asume incluso una dimensiónepistemológica con la reivindicación de un conocimientolocal, desde la crítica de los cánones literarlos y artísticoshegemónícos hasta la revítalízacíón de los nuevos-víejos funda­mentalismos (íslárruco. judaico, neoliberal). Este localismo,

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-que a veces está protagonizado por pueblos translocali­zados y no es, en esta medida, reconduclble hacía ungeniusLoei específico- se basa siempre en la idea de terrítorto,sea él imaginaria o simbólico. real o hiperreal. Las relacio­nes socíales en que se traduce, est.án investidas de unacompleja tensíón interna. una vez que su desterrttoríalízactóncorre a la par con su reterrttoríalízactón. Los discursos conven­cíonales sobre la "ídentídad nacional" o sobre el "carâcternacional" han sido construidos a partir de un genius loeimitificado, abstracto y mlstlflcador y los discursos más re­cientes nos han glosado y han Ignorado slstemáticamentela dialéctica que se acaba de referir, con la excepcíón, nosíempre lograda, de Eduardo Lourenço.

En un "estudio" sobre el "carácternacional portugués",Jorge Dias traza así, en 1950, la "personalídad de base" delos portugueses. "EI portugués es una mezcla de soüadory de hombre de accíón o, mejor, es un soiiador activo ai queno le falta cíerto fundamento práctico y realista". "En elportuguês hay una enorme capacidad de adaptaclón a todaslas cosas, ideas y seres, srn que eso Implique pérdida decaracter". "EI portugués tíene un vivo sentido de la natu­raleza y un fundamento poético y contemplativo estáticodiferente dei delos otros países latinos" (1971: 19). "EI por­tugués no degeneró". "En el momento en que el portuguéses llamado a desempenar cualquler papel Importante, poneenjuego todas sus cualidades de accíón, abnegacíón, sa­crlflcio y coraje, y cumple como pocos" (1971: 20). "Aun­que no le falte, a veces, un fondo práctlco y utilltarlo, sumayor motlvaclón es síempre de tipo Ideal" (1971: 21)."Para el português, el corazón es la medida de todas lascosas" (1971: 23). "EI espírltu portugués es adverso a lasgrandes ilustraclones, a las grandes ldeas que sobrepasaneI sentido humano" (1971: 25). "Elfondo contemplativo deialma lusitana se cornplace con la repetición o con la ínmo­vílídad de la ímagen" (1971: 27). "Esa enorme capacldadde adaptaclón, es una de las constantes dei alma portu­guesa" (1971: 31). Y, finalmente, "es un pueblo paradójlcoy difícil de gobernar. Sus defectos pueden ser sus virtudesy sus virtudes sus defectos, según las ctrcunstancías delmomento" (1971: 33).

Dudo que no se pueda decir lo mísmo con respecto a cual­quíer otro pueblo, o de cualquler grupo social adecuadamentenumeroso y estable. Sín embargo, este tipo de caracterl-

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zactón es casi consensual entre nuestras élites culturalesy que a fuerza de ser repetido, constituye un auténticosentido común sobre los portugueses, el "arquetípo deihombre portugués" que, según António Quadros, no sedebe confundir con variantes regtonaíes y sociales y co­rresponde a la transtemporalidad de un proyecto nacionaltransmitido a través de generaciones (1986: 78).

Se trata de un sentido común fabricado por las élitesculturales que, como cualquíer otro, es evidente y por esono necesita ninguna verificación. Por eso es hostil a cual­quíer análisis sociológico: "De ahí que la aproximación so­ciológica, con sus tnvesttgactones y sus entrevistas, pocoo nada nos revele" (A Quadros. 1986: 79). Tal sentido comúnapenas puede ser ilustrado por infinitas instancias de con­firmación, sean el manuelino2 los géneros ltterartos máscultivados. el sebastianismo, el tipo de colonialismo, laestructura deI idioma. En cualquiera de sus matíces, es unsentido cornún conservador ya sea porque se fundamentaen una vteton naturalista de la historia, ya porque reivin­dica para las élltes la responsabilidad de su reproducción.Es la "paideta esencialmente portuguesa" de que hablaA.Quadros "una retvíndícacíón que, o empieza por las élttes,por las clases letradas, o jamás será posible" (i 986: 61).

Este sentido cornún se basa en tres topot retóricos fun­damentales. EI prtmero es que somos espaüoíes diferen­tes. Somos los contrapuestos a partir de un rondo de com­plícídad. Para Jorge Dias, la relígíostdad portuguesa notiene el carácter abstracto, místico o trágico propio de laespanola, "ttene ... un sello humano acogedor y tranquilo".Por eso "no se yerguen en las aldeas portuguesas esas rgle­stas enormes y solemnes, tan características deI paísajeespafiol" (1971: 19,24). Para Unamuno, entrevistado porAntonio Ferro, "el português es un castellano stn huesos".EI castellano tiene algo de langosta. EI português. ai con­trario, es como un molusco (Ferro, 1933a: 175). Fidellnode Figueiredo subraya los contrastes entre la literaturaespafiola y la portuguesa: "Ia épica espanola. originalmen­te castellana es medieval, popular y continental; la épicaportuguesa es renacentista, culta, oceánica, impregnadade llrismo y siempre corre por el surco que le labrõ el ge­nío de Camões. Ellirtsmo português es de orígen consti-

2 N. deI T: ~EI marruelrno"- verstõn portuguesa dei estilo gótico.

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tucíonal: elllrismo espafiol es una adquístcíón erudita, ela­borada, tardia" (1935: 135). Para Natálla Correia, Espanay Portugal son inseparables macho y hembra (1988: 62).

En este juego de espejos se destacan los contrastes, lascompllcidades. Si para Ftdelíno de Figueiredo la llteraturaportuguesa tiene un apoyo destberízante (1935: 43), paraNatália Correia, "Portugal es elgran intérprete de la Espa­na de las Espanas" (1988: 31). Tal como antes de ella, RI­cardo Jorge partia dei "caos étnico de la Península Ibéri­ca" para defender que fuera dei amor a la mdependencta,"no somos híspanos. hispana es la tíerra, híspana es lagente" (1922: 5). Cast ai mtsrno tíempo. Antonio Sardinhabasaba su propuesta dei "supranacionallsmo htspántco"y de la "internacional cristiana" en el hecho de que los hís­pánícos, "no tenlendo dei 'hombre' una idea de 'Individuo'sino de 'persona', su expansíón se determina por un írreprímí­ble instinto universalizadorporque la 'persona' se les maní­fiesta cn total coincidencia con la humanldad" (1924: VII).

Por otro lado, las comparacíones, a veces nos favorecen(Jorge Dias, Fidelino de Figueiredo), a veces nos desfavo­recen (Eduardo Lourenço). Para este último Espana ade­más de ser "uno de los grandes milagros de este fin de sigla",es "una de las pocas culturas míticas de Occidente", "noes un pueblo que se pueda olvidar o se deje olvidar". Encambio "nuestro caso fue -es- un poco diferente. Por nues­tra fragilidad natural, en parte, y tambíén por una buenados ís de íncurta" (1988: 79,81,84).

EI segundo topos dei sentido común elitista sobre losportugueses es que en el carácter portugués se mezclanelementos contradictorios, lo que le confíere una ambígüedady una plasticldad especiales. Según Jorge Dias, la saudadees un estado de almasuigeneris que se deriva de una "men­talldad compleja que resulta de la combmacíón de facto­res diferentes y a veces opuestos", combínacíén de "trestipos mentales distintos: el lírtco sofiador -más emparen­tado con el temperamento céltico- el fáustico de tipo ger­mántco y el fatalista de tipo oriental" (1971: 20). ParaAgostinhoda Silva, "es de portugueses la unión entre contrartos"(1988: 97) en cuanto que para Natália Correia la "plasti­cídad dei hombre portugués" transcurre desde dondeconfluyen tres grandes influencias contradictorias: la me­dtterránea. la atlántica y la continental (1988: 8). Francis­co Cunha Leão, citado por António Quadros, le atribuye a

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los portugueses "una sensibilidad contradictoria, a vecesafirmativa, a veces depresíva" (1986: 80); y el proplo AntôníoQuadros concluyó que "Ia aparente tndeftnícíón dei carác­ter português. anotado por algunos extranjeros es en elfondo, el resultado de esa tentativa interior de conctltacíónde los contraríos, evitando los radicalismos: conciliaciónde los opuestos como tierra y mar, cálculo y aventura, pa­ctencía y temertdad, sueno y matemática" (1986: 81). Fi­nalmente, Eduardo Lourenço le atribuye ai "surgtmícntotraumático" dei Estado portugués que seamos un "rebafioincreíblemente frágil para haber podido aparecer y miste­riosamente fuerte para atreverse a subsistir". De lo queresulta la "conjugación de un complejo de inferioridad y desuperioridad" (1982: 20-21).

EI tercer topos consiste en la oscilación entre visionespositivas y vtsrones negativas de la condtctón del "hombreportugués". Míentras el prtrner estudío de Jorge Dias so­bre el carácter nacional. que data de 1950, es opttmísta,el segundo estudlo, que data de 1968, es profundamentepestmísta. Pregunta si ""podemos, con todo, pensar que elcarácter nacional se va a mantener indefinidamente igual,cuando las circunstancias en que las que se formó se es­tán alterando rápida y profundamente?" Responde que noy entre las razones tncluye muchos de los factores de transna­ctonalízacíón que mencioné arriba: "la acción del emigran­te, dei turista, dei cme, de la televtstón, de las lecturasbanales de las revistas con portadas eróticas, tienen quealterar fatalmente la personalidad de base nacional". Poreso "la suavidad de las costumbres y el temperamento cor­dial de nuestro pueblo van slendo sustltuldos por durezay grosería" (1971: 43,44,46,48). Para Antónío Quadros, enla corriente de Jorge Dias, "el hornbre portugués no dege­neró, apenas está adormecido o aletargado" (1986: 86). Lanegatividad de la sítuactón presente está en que en ellapredomina el Velho do Restelo 3 sobre Gama': "Lo que pa­rece predominar hoy en Portugal es la cara negativa, noc­turna, caduca dei prototlpo, del modelo o de la imagen sublí­madora que el portugués ya tuvo de sí mísrno" (1986: 62).

3 N. dei T: En elllbro Las lusíadas dei gran poeta épico português Luís decamoes. e! vtejo do Restelc simboliza la restetencta de una parte de la po­bfactón a la expanstôn atlántica.

4 N. dei T: Vasco de Gama, el navegador português que descubrló e] camtnomarítimo hacía la Indías.

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Un pesímtsmo semejante se encuentra en el psicoanálisismítico de Eduardo Lourenço en cuanto que Natálía Correia,más opttmtsta, le atrlbuye a los portugueses el encargo exage­rado de cumplir "cabalmente la Espana de las Espanas".

EI exceso mítico de este discurso. que es uno sólo aun­que múltíple, se maníflesta en la arbitrarledad y la selec­tivldad con que manipula la hlstorla dei país y la relaclóntelescópica que establece con las transformaciones socta­leso políticas, económicas y culturales del sistema mundialdei que Portugal hace parte. Decídíendo a su gusto el com­promíso que le conviene con la realidad sociológica pasa­da y presente del país. le es fácil asumir un carácter gene~ral y abstracto, declararse evidente y decretar el futuro. Nopuede pues, ser enfrentado en su terreno. Antes debe serconsiderado como un fenómeno sociológico en sí mtsmo yser analizado como tal.

Como sentido común de las élites culturales. el discur­so mítico dice ciertamente mucho sobre ellas y muy pocosobre el ciudadano común. Sin embargo, en la medida enque es permeable a las evidencias del discurso mítico y lasíntertortza, el ciudadano común las integra en su prácticasocial y por esa vía hace de ellas un lugar común de otrotipo, mucho más amplio, que suscita un análisls socíoló­gico diferente. MI hlpótesis de trabajo es que, dada ia dis­tancia entre las élites culturales y el cíudadano común, elnivel de íntertortzacíón debe ser relativamente ba]o.

Las ctencías socíales deben centrarse en el análisis deImodo específico como la díaléctíca de ia desterrltorlallzación­reterrltorlalizaclón de las prácticas socíales se desenvuel­ve en Portugal. Tres hlpótesls merecen especial atención:(1) el fin dei largo proceso de desterrltorlalízaclón colonialsuscita diferentes movímtentos de reterrltorlalizaclón (elImpacto múltiple dei hecho de que el país retome, despuésde cinco sígloe, los límítes de su terrltorlo); (2) estos movi­míentos (de los cuales la reclente producclón dei sentidocomún sobre Portugal formado por las élites culturales esapenas un ejemplo) tenderán a asumlr formas ambíguasy contradtctorías, dado el surgímtento casi inmediato deun nuevo proceso de desterritorialización (la integraciónen la comunldad europea); (3) la deficiente maduraclón delos movimientos de reterritorialización originados ahí pue­de conducír a la falta de Identidad o ai desperdlclo de lasoportunidades creadas por el desterritorio emergente deEuropa.

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EI objetivo no puede quedarse en la creación de un co­nocimiento científico-social sobre la condición de Portugalen el sistema mundial. Es importante por enctma de todo,transformar ese conocimiento en un nuevo sentido comúnsobre los portugueses, menos mistificador pero más pro­porcionado. menos festivo pera más eficaz. menos glorio­so pera más emancipador. Un consenso autocrítico que notenga la veleldad de, con su generalidad, superar las mu­chas rupturas econômicas, socíales. políticas y culturalesque atravíesan a la sociedad portuguesa.

7. Portugal es una sociedad semiperiférica. Terminado elciclo dei imperio, Portugal está por renegociar su posiciónen el sistema mundial. No es posible que en un futuropróxtmo sea promovido al centro dei sistema nt degradadohacia su periferia. Es más probable que su posiciónintermedia se consolide sobre nuevas bases.

Mencíoné en la tesis 5 que el conjunto de los indicadoressociales (en el sentido más amplio) le confiere a la socíe­dad portuguesa el status de sociedad en desarrollo inter­media o semípertféríco en el contexto europeo, un statusque comparte con Grecia, Irlanda y, hasta cterto punto,con Espana. Las sociedades en desarrollo intermedio ejer­cen una función de tnterrnedíactón en el sistema mundial.sirviendo simultáneamente de puente y de barrera entrelos países centrales y los países periféricos. Su modelo deespecialización, por ejemplo, tiende a ser dominado por lasproducciones que se desvalorizan en el plano internacio­nal y que por lo tanto dejan de interesar a los países cen­trales, como puede ser paradígmátícamente ilustrado conel caso de la producción textíl en los últimos cincuenta anos.

En el caso de Portugal, la función de intermediación sebasó, durante cinco stglos, en el ímperto colonial. Portu­gal era el centro en relacíón con sus colonias y la periferiaen relacíón con Inglaterra. En un sentido menos técnico,se puede declr que durante mucho tiempo fue un país si­multáneamente colonizador y colonizado. EI25 de abril de1974, Portugal era el país menos desarrollado de Europay al mtsmo tiempo el único detentador deI mayor y másduradero ímperto colonial europeo.

EI fin del ímperío colonial no determlnó el fin dei carácterintermedio de la sociedad portuguesa, pues éste estabainscrito en la matriz de las estructuras y de las práctícas so­ciales dotadas de una fuerte resístencra e inercia. Pero el

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final de la funcíón de intermediación de base colonial hizoque el carácter tntermedto que en parte se apoyaba en ella,quedara de aígún modo en suspenso a la espera de unabase alternativa. Esa suspensión social permitió que en elpost-25 de abril (entre 1974-1976) fuera socialmente creíblela pretensión de Portugal de equipararse con los paísescentrales e, incluso en algunos aspectos, asumir posicionesmás avanzadas que las de ellos. En 1978, el Fondo MonetarloInternacional destruyó la credibilldad de esa pretensión.Desde entonces, Portugal entró en un período de renegocía­cíón de su posícíón en el sistema mundial, buscando con ellauna base que llenara el vacío dejado por el derrumbamien­to delimperlo. En los prtncípíos de la década de los ochentaya estaba claro que esa base tendría como elemento íun­damentalla integración en la comunidad europea.

Porque la UE es el centro de una de las tres grandesregíones deI sistema mundial-los centros de las otras re­giones son el Japón y los E. U.A.- la lntegración en la UEtiende a crear la ílu síón verosímil de que Portugal, por in­tegrarse en el centro, pasa a ser central y el discurso polí­tico predominante ha sido el gran agente de la ínculcacíónsocial de la tmagínacíõn deI centro: estar con Europa es sercomo Europa. Además, cuando se analiza detalladamen­te el Interior dei centro, es fácil verificar que la realidadsígue un camíno diferente a la de ios discursos. En los úl ­tímos diez anos, la diferencia entre los rendimientos nacío­nales máximo y mínimo en el interior de la comunidadnose atenuó y, con respecto a algunos índices, incluso au­mentó la distancia social entre las regiones más desa ­rrolladas y las menos desarrolladas de la corriuntdad. Elmodelo de desarrollo seguido en Portugal durante los úl­timos díez afios tiene un mayor potencial periférico quecentralizante. Se basa en la desvalorización internacionaldei trabajo português ai optar por privilegiar, entre lossectores de exportación, a aquellos que se encuentran en uncrecíente proceso de desvalortzacíón internacional como,por ejemplo, el sector textil. En consecucncta, el patrónde cspecíalízacíón productiva de nuestra economía bajó enlos últimos diez anos mícntras que el patrón espafíol au­mentó. Portugal tiene hoy una de las tasas más bajas dedesempleo de Europa, pero también tiene una de las másdegradadas relaciones salarlales. Es decir que se prtvílegíóla cantidad de empleo en detrimento de la calidad, lo quesucede a menudo en los países periféricos.

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Eu suma, las sefiales de descenso son más fuertes quelas de ascenso. En ese contexto, las relaciones entre Portugaly Espana asumen una acuidad especial. El ascenso de Bra­sil en el sistema mundial corrió a la par con el descenso deArgentina, lo cuallleva a preguntarse si el auge indiscuti­ble de Espana que algunos (el sociólogo Salvador Gíner,entre otros) ya consideran como un país central, no aca­rreará el descenso de Portugal. Cíertamente. aquí resideuna de las bases sociológicas para el más rectente impul­so dei iberismo (Natália Correia. Eduardo Lourenço. Vas­co Pulido Valente. João Palma Ferreira, entre otros). EI"federalismo ibérico" de hecho ya está en curso, pero nopor la vía de las renacidas creencias en hispanidades míti­cas sino en buena medida, como consecuencia de la actua­ción de las grandes multinacionales que establecen suscuarteles generales en Madrid o Barcelona y toman comounidad de acción a la Península Ibérica.

Es probable que la lntegración en la UE mantenga dentrode cíertos límítes el descenso de Portugal, pero no es me­nos probable que para eso Europa se desarrolle en tresritmos: 1) países centrales, 2) Espana y 3) Irlanda, Portugaly Grecía, Si así fuese, Portugal consolidará sobre una nuevabase su posición semiperiférica en el sistema mundial.También es postble que de esa posición hagan parte ciertoselementos de continuidad con la relación colonial: Portugaltratando de consolidar, ahora en el ámbito de la UE, una re­lación prtvtlegtada con sus antíguas colonias, actuandouna vez más (aunque de modo muy diferente) como correa detransmtsíón entre el centro europeo y la periferia africanade habla oficial portuguesa. Los discursos míticos de la vo­cación atlántíca beben aquí algunas gotas de credibllidad.

8. Por el tipo y por la historicldad especifica de su nivel dedesarrollo intennedio, la sociedad portuguesa es muyheterogênea. Se caracteriza por articulaciones complejasentre prácticas sociales y universos simbólicos discre­pantes, que penniten . la construcción social, tanto derepresentantes de centro, como de representantes de laperiferia.

El hecho de que Portugal haya sido durante muchos síglosy simultáneamente el centro de un gran imperio colonialy la periferia de Europa es un elemento estructurante bá­sico de nuestra exístencta colectiva. Portugal fue eI únicopaís colonizador que fue considerado por los otros paísescolonizadores como un país nativo o salvaje. AImismo tiem-

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po que nuestros víajeros diplomáticos y mílítares descri­bían los curiosos hábitos y modos de vida de los pueblossalvajes con que hacían contacto en eI proceso de cons­truccíón deI ímperto, víajeros. diplomáticos y militares deInglaterra o de Francía, describían, ya con curtostdad, yacon desdén, los hábitos y modos de vida de los portugue­ses. tan extranos para ellos. hasta eI punto de parecerlespoco menos que salvajes. Si los misterios deI "carácternacio­naI" fuesen susceptibles de ser revelados. sería necesariobuscar en esta duplicidad de ímágenes y representacionesla clave para la pretendida plasttctdad. ambígüedad e in­defmícíón que los discursos mítico y psícoanalíttco le atri­buyen ai "carácter dei hombre português".

Debido a un modo específico de formación de rendímíen­tos y, en particular, al peso de los rendimientos no sala­riales de las familias, las normas de consumo son másavanzadas en nuestra sociedad que las normas de produc­ctón. En cuanto aquellas nos aproximan a los países cen­trales, éstas tienen algunas semejanzas perturbadorascon los países periféricos (trabajo infantil, salarios rezaga­dos, represión sindical en la fábrica, etc.). La articulaciónentre ambas en las prácticas cotidianas y en nuestrosmapas simbólicos de ortentacíón de la acción social danortgen a codificaciones sorprendentes y en ocasionesaberrantes de la realídad. justificando, con igual credibi­lIdad, representaclones sociales típicas de las sociedadescentrales al lado de representaciones sociales típicas delas sociedades periféricas. Tal vez aquí resida el "misterio"de la coexistencia en el "hombre portugués" deI complejode inferioridad frente a los extranjeros aliado de una hiper­trofia mítica que genera megalomanías y quimeras (Fran­cisco Cunha Leão. António Quadros, Eduardo Lourenço).

La coexístencía de representaciones socíales discrepan­tes y su accionar diferenciado concordante con los contex­tos de la acción le confiere a las prácticas sociales una ctertainestabilldad que se manifiesta como subcodificaclón y aper­tura a nuevos sentidos. De ahí, el asomo de verdad de lasinterpretaciones idealistas del "português como un molus­co" (Unamuno), "con capacidad de adaptación a todas lascosas" (Jorge Días), "esenclalmente cosmopolita" (Fernan­do Pessoa).

La mísma arttculactón entre elementos heterogêneos esdetectable en múliiples dominios. Sólo un ejemplo. Portu-

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gal sígutó un modelo de desarrollo agrícola y de relacionesagricultura-industria muy diferente de aquel que fue adop­tado por los países más desarrollados de Europa. En con­secuencta, Portugal tiene el más alto porcentaje europeode poblacíón que vive en el medio rural y ei típico obreroportuguês es aún hoy un semíproletarto, plurtactívo, esdecír, obtiene simultáneamente rendimientos dei trabajoindustrial y de ia agricultura. "Será tal vez por eso que. "elportuguês tiene un vivo sentido de la naturaleza y un fon­do poético y contemplativo estático. diferente dei de los otrospueblos latinos" (Jorge Dias)?

La pequena agricultura famillar portuguesa no se mo­dernizá como la europea (mecanización, insumos químicos,gestión. comercialización). por lo cual, con frecuencia, esconsiderada como premoderna, subsistiendo a través decomplejas articulaciones con la agtcultura y la industriamodernas. Pero esta codificación como premoderna es depor sí inestable y abíerta a otras codificaciones. La sobre­produccíón, ia dedicación exclusiva y la degradación deimedia ambiente que caractertzan a la agricultura moder­na han sido cuestionadas últímamente, hasta el punto deque ya se habla de una crtsts final de este modelo de agri­cultura. Con la crisis de la agricultura moderna. el déficitde modernidad de la agricultura familiar portuguesa tíen­de a atenuarse. Además de reivindicar la posícíón de losecologistas. es muy postble que este modelo agrícola searecodíftcado y de premoderno pase a ser postmoderno porlas comblnaciones práctícas y simbólicas que se presen­tan entre lo económíco y lo social. entre lo productivo y loecológico, entre ritmos mecânicos y ritmos cíclicos. Curio­samente, está en nuestra condición semiperiférica (que in­cluye políticos y gobiernos semiperiféricos) destruir estemodelo por exígencía (mal dirigido) de la integración en laDE en el preciso momento en que él gana credibilldad en­tre grupos emergentes, cada vez más numerosos, pero stnembargo, sin poder suficiente para influir decisivamentela política europea. Patéticamente. algún día tendremosque inventar, stempre con atraso, lo que ya tuvimos cuan­do éramos "atrasados", Tal como sucede hoy con el fomen­to de la lengua portuguesa en los países por donde estuvoelimperio y I o la emígracíõn.

La heterogeneidad social propia de la arttculacíón en­tre los elementos premodernos, modernos y postmodernos

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se verifica más allá de los sectores de la produccíón mate­rial. En el caso de la atención a la salud, por ejemplo, Iamedicina popular desempena un papel importante y es enmuchos casos la medicina de primera mstancta. Tanto ensu versión naturista (infusiones, curanderos, etc.) comoen su verstón sobrenaturallsta (brujas, promesas. etc. I, Iamedicina popular es utilizada como primera opción o comoúnico recurso frente a la inaccesibilidad (física o financie­ra) de la medicina alópata. Las deftcíencías dei servicio nacio­nal de salud, en proceso de líqutdactón, tienen algo que vercon la "fuerte creencia en los milagros y en las solucionesmilagrosas" que Jorge Dias le atribuyó al "carácter nacio­nal". Como quíera que s ea. en Portugal. el cuidado de lasalud es el resultado de una articulación compleja entretres tipos de atención médica: la medicina oficial estatal.la medicina oficial privada y la medicina popular,

La coexistencia, a muchos otros niveles, de la moderni­dado de la premodernidad y de la postmodernidad en lasociedad portuguesa. una coexistencia dinámlca yapa­rentemente duradera, es tal vez el factor más determinantede nuestra específicidad que merece un cuidadoso análl­sis soctolõgrco, sobre todo en el momento en que nosdes­territorializamos de nuevo, esta vez en dirección hacía elcontinente,

9. En Portugal. el Estado ha desempefiado un papel privile­giado en la regulación social. Un papel desempefiado conmucha ineftctencia y con mucha distancia entre repre­sentantes y representados. De ahí la recurrencia afenômenos de carnavalización de la política.

En las sociedades de desarrollo intermedlo el Estado tíen­de a ser externamente débil e interiormente fuerte. La fuer­za dei Estado reside menos en la capacídad de gobernarpor consenso (Iegttímacíón). como sucede en los Estadosdemocráticos centrales, y más en la capacidad de movill­zar diferentes tipos y grados de coercíón social (autorita­rismo. tanto bajo la forma democrática dei populismo y deiclíenteltsmo, como también bajo la forma no democráticade la dictadura). La historia moderna dei Estado portuguésse caracteriza por oscilaciones. más o menos prolongadasy acentuadas entre el predomírrío de la Iegtttmacíón y elpredorntnío dei autoritarismo. habíerido este último. bajodiferentes formas. dominado en conjunto.

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La centralidad dei Estado se ejerce con grandes dosis deínefíctcncta. Entre muchos otros factores que la explícan,se debe resaltar el hecho de que entre nosotros funcionen,con mucha más dlficultad que en los Estados de los paí­ses centrales, las dicotomías que están en la base deI Es­tado moderno, tales como las sígutentes: Estado/socledadcivil, oficial/no oficiai, formal/Informal, público/privado,La prevalencla de fenómenos de populismo y de cliente­lismo contrlbuyen, en gran medida, a que la lógica de laaccíón dei Estado (estatal, oficial, formai, pública) sea Inter­penetrada a cada paso, e incluso subvertida por lógicasasocíatívas particulares con suficiente influencia para orien­tar a su favor, y de modo no oficial, Informal y privado, laactuación deI Estado. Un fenômeno que en general se puededesignar como la privatización deI Estado (recursos esta­taies puestos ai servtcío de grupos de individuas, en pro­cura de sus intereses particulares) y que en períodos demo­cráticos transforma los partidos. sobre todo eI gobernante,en mecanismos privilegiados de movíltdad social. No es osa­do pensar que aquí reside la faceta deI "carácter nacional"para "sobreponer la simpatía humana a las prescripcionesgenerales de la ley", la cual "hízo que durante mucho tlem­po la vida social y pública girara en torno aI deseo y la so­llcltud de cualquter amigo. Se hacían Intrigas para pasaren los exámenes, para salir exento dei servicio militar, paraconseguir un empleo, para ganar un ltttgío. en fin, paratodas las dlficultades de la vida". Y Jorge Dias agrega, conmás Ingenuldad de la que le es usual: "hoy en dia (1950),tal hábito tradicional ha sido rechazado y ya casi no exis­te" (1971: 30).

Si la ineficiencia clientelista crea intimidad entre el Es­tado y los grupos con poder social para movilizarla, por otrolado crea distancia con los sectores sociales menos pode­rosos, los cuales tienden a ser la mayoría. De ahí el dtstan­ciamiento entre representantes y representados que le haconferido, hasta ahora, una gran Inestabilidad a los períodosdemocráticos, ai mlsmo tlempo que ayudó a ia estabilldadde un régtmen antídernocráttco fundado constitucionalmen­te en dícha distancia, el Estado Nuevo.

Además, esta distancia es un fenómeno más amplio ycomo ya lo mencioné en la tesis 2, también caracteriza alas relaciones (o mejor.Ja ausencía de relaciones) entre lasélites culturales y las clases populares. Manifestación de

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esto mísmo -para limitarme a un tema ya mencionado- esla falta de repercuslón social, bten sefialada por Fernan­do Catroga, de las varias írrupctones dei íbertsrno comotópico de debate entre las élites culturales. Entre 1850 y1880 se publicaron 150 títulos sobre la cuestlón ibéricasín que el debate desembocara en algún movímíento socialsignificativo (F, Catroga, 1985: 419 y ss.).

La distancia entre representantes y representados haceposible la carnavalización de la política. Por carnavaliza­ción de la política entlendo la asimilación mtmétíca de losmodelos de actuaclón de los Estados y de las sociedadespolíticas (eu sentido gramsciano) de los países centrales,stn que los agentes políticos los intertorrcen en las orten­taciones operacionales de la acción política y los convier­tan cn práctlcas políticas coherentes y duraderas. Este tipode asimilación produce un efecto de descanonización delos procesos ideológicos. un distanciamiento lúdico fren­te a los efectos de la gobernaclón y conflere a ésta un tonogeneral de farsa.

Son muchas las manifestaciones de la carnavalizaciónde la política. Doy dos ejemplos, uno dei Estado y otro dela sociedad política. El prímero consiste en la enorme dís­crepancia que hay entre el derecho y la rcalídad social. Enel segulmlento de la revoluctón dei 25 de abril de 1974, fuepromulgada una legtslacíón social semejante a la que hoyrige en los países centrales de Europa, si no más avanzada.Gran parte de esa Iegísíacíón no fue hasta hoy revocada y,sin embargo. no ha sido aplicada sino muy selectívamente.por lo que nuestras práctícas sociales vigentes son muchomás retrógradas que las leyes que pretendían regularias.Esta dtscrepancia es tolerada, y hasta Incluso producidapor el propio Estado, un fenómeno que en otro lugar de­norntné como Estado paralelo: el Estado se comprometeformalmente con un cíerto modelo de legalidad y de regu­lación social, pera, en la práctica, no se compromete poromísíón o por ia vías informales (Santos, 1990: 193 y ss.).

EI segundo ejemplo se refiere a ia sociedad política. Lacarnavalización y la descanonización de los procesos ideo­lógicos están blen patentes en el hecho de que ei partidocomunista português y el partido "Los Verdes" hubleranconformado. sin escándalo ni ridículo públicos, una coa­liclón electorai, a pesar de que la estrategia de desarrollosoctoeconómíco comunista, de raíz estalinista, está en

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las antípodas de aquello que afirma defender el partidoecológico.

Ante el espectáculo de la carnavalizaclón de la politlca,no sorprende que "eI portugués" se haya encarifiado "eonconvicciones negativistas", concretamente a nivel políticoy educativo "que lo conducen al autoenvenenamtento men­tal" (Quadros, 1986: 84).

10. La sociedad civil portuguesa parece débil porque nose organiza según los modelos hegemónicos, aquellos quehan predominado en los países centrales de Europa. Hacreado, por ejemplo, unafuerte sociedad-providencia queha colmado, por lo menos parcialmente, las deficienclasde la providencia estatal

Es común considerar que en Portugal la socledad civiles débil. En los últimos anos se le ha atríbutdo esa debili­dad a la fuerza asfixiante dei Estado, por lo cual se reco­mienda el debilltamlento de éste para que la socledad civilpueda finalmente prosperar. La concepción de la debilldadde la socledad civil viene de lejos, dei pensamlento liberaldei síglo XIX, y a lo largo de los últimos 150 anos sirviópara justificar la fuerza dei Estado, o para justificar sudebilltamiento. Con mayores pretensiones sociológicas, en1909 Demolins claslficaba a la socíedad portuguesa entrelas "sociedades dominadas por la formación comurutaría"y la ?aracterizaba ~e la ergurente manera: "La desorganí­zaclon de la comumdad deja a los índívtduos generalmentecon poca capacldad para una Iniciativa personal enérgica,lo que asegura el predomlnio de los poderes públlcos conun desarrollo exagerado dei régímen administrativo y dela política. Influencias extrafias muy actívas" (1909: 18).

EI asorno de verdad de esta concepción está en que lasociedad portuguesa no tiene una tradlclón de organíza­ción formal, centralizada y autónoma de intereses socialessectorlales blen definidos (Intereses de los empresarlos,intereses de los trabajadorea. etc.), capaz de generar com­pafieros socíales fuertes en permanente diálogo contradíc­torto entre sí y con el Estado. Este es el modelo de organí­zaclón de la socledad civil en los países centrales de Europa,sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial y, comose sabe, sólo en los últimos qulnce anos se ha ensayadoen Portugal. De ahí la hipertrofia de la regulaclón estatalmencionada en la tesís anterior y tamblén el hecho de que

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la dimensión autorltarla haya sobrepasado a la dimensiónde legtttrnacíón. Expresión de esto mtsmo es el hecho deque el Estado Portugués no sea un Estado-Providencia entérminos técnicos y de que en él no sea fácil hacer la sepa­ración entre el componente social y eIcomponente represtvo.Porque las políticas socíales no se realízan adecuadamente(por ejemplo. se crea uri servícío nacional de salud pera nose dota de adecuados recursos ftnancíeros). la distribuciónde los beneficios es selectlva y autorltaria, sujeta a crtte­rios subjetivos de agentes o servieios que crean en los clienteso destlnatarlos de esas políticas sltuaclones de dependen­cía y de sujeción, de punícíón o de recompensa. sernejan­tes en todo, a las que son típicas dei Estado represivo.

Pero si Portugal no tlene un Estado-Providencia tlene,stn embargo, una fuerte socíedad-provídencta que colmaen parte las defícíenctas de la providencia estatal. una socíe­dad organizada Informalmente según modelos tradiciona­tes de solidaridad social. Entlendo por socíedad-provtdencíalas redes de relaciones de ínter-conoctrníento, de ínter-re­conocimiento y de ayuda mutua basadas en lazos de pa­rentesco. de vecindad y comunttaríos. a través de los cualespequenos grupos socíales intercambian bienes y servícíossobre una base no mercantil y según una lógica de recípro­cidad que se aproxima a la relación de donativo analizadapor Mareei Mauss.

Basta observar-y comparar con lo que ocurre en los paí­ses centrales de Europa-las miles de personas que todoslos fines de semana vtsítan a los enfermos internados enlos hospltales centrales para aquilatar la presencia y lafuerza que tiene entre nosotros la sociedad-providencia.La solidarldad social que ella expresa tiene que ver en granmedida con universos simbólicos típicos de las sociedadesrurales, los cuales stn embargo. se reproducen bajo nue­vas formas en los medíos urbanos. sobre todo en aquellosen que se mantiene la arttculacíón entre el componenterural (pasado o presente) y el componente urbano de lasfamilias. La fuerte presencia de la pequena agricultura fami­liar y el elevado porcentaje de poblacíón pluriactiva quevive en el medio rural, son otros de los tantos factores ex­pllcativos de la sociedad-provldencia.

La extrapolaclón idealista a partir de este dato socioló­gico transforma "ai português" en un hombre "profunda­mente humano" aI que "no le gusta hacer sufrir y evitaconfhctos", que "posee un gran fondo de solidaridad hu-

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mana" y es "extraordinariamente solidario con los vecinos"(J. Dias, 1971: 19 y ss.). La mlsma extrapolación Idealistaestá en la base de la "debíltdad de nuestras costumbres"en que Salazar hacía basar la diferencia entre su dictadu­ra y la de Mussolini (A, Ferro, 1933b: 76).

11. Portugal no tlene destino. Tiene pasado. tlene presente ytienefuturo.

Una de las constantes dei pensamiento mítico y dei pen­samiento psicoanalítico social es que Portugal tiene un des­tino. una razón teleológíca que todavía no ha cumplido yque solamente cumplió en el período dorado de los descu­brlmlentos y que el déficit de cumplimlento sólo puede sersuperado por un reencuentro deI país consigo mísmo, sólo,en el contexto de la Espana de las Espanas, en el contextode Europa o, incluso en el contexto dei Atlántico. EI dts­curso producldo por este tipo de pensamiento, aunque diferen­ciado interiormente, tiene una matriz propia que designocomojeremíada nacional. Es un discurso de decadencia yde Incredulidad y cuando proyecta una Idea positiva deipaís lo hace de modo elltistay desenfocado y por eso siern­pre está al borde de la fr ustractón, de la decadencla y deiresentimiento.

Son dos las prlnclpales patologias de lajeremíada na­cional: el iberismo y el nacionalismo. Obviamente hay dife­rentes versiones deI uno y del otro, unas más conservadorasque otras. SI el nacionalismo ha sido "tradicionalista" (caslslempre), o "racionalista" (la Generación de Coimbra de 1870),el íbertsmo (unitarista o federalista; político o cultural) hasido, o bíen la internacional cristiana (Sardinha), o bien elrepublicanlsmo y el socialismo (Antero y Oliveira Martins).De ahí que, síendo palas dei mísmo tipo de discurso, hayaentre ellos una gran complícídad e Incluso hayan sido combi­nados frecuentemente en eI pensamiento deI mísrno autor.Por un lado, el fantasma iberlsta ha hecho danzar muchasveces ai fantasma nacionalista. En el sigla XIX. Ia exalta­cíón íbertsta corre a la par con el culto dei 10 de diciembre(Catroga, 1985; 437). Por otro lado, eliberlsmo surge mu­chas veces como una forma de nacionalismo ampliado(Antero, Oliveira Martins, Natália Correia). En la segundamltad dei sigto XIX, los federalistas Ibéricos se presenta­ban como nacionalistas defensores de una posición quepermltía a Portugal recuperar el prestigio Internacional.

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liberándose dei protectorado Inglês (M. Mascarenhas. 1980:18), Sinlbaldo Mas proponía como capital de lberla aSantarém, a salvo de la influencia francesa y de la escua­dra Inglesa (Catroga, 1985: 428).

Pero detrás de la "civilización ibérica" síempre está elreceio de las pretenslones hegemónlcas de Espana. Oli­veira Martins. escribiendo a propósito del centenario deldescubrimiento de América. comentaba en 1888 como silo htcíera en 1988: "vemos a Espana llevándonos de lamano, invitar a Madrid a las naciones neopeninsulares deAmérica en su nombre y en el nuestro, stn autorización denuestro goblerno" (1923: 140 ss.)

La "Jeremíada nacional" tiene que ser confrontada conargumentos proporcionados. Y hay condiciones para eso,una vez que Portugal ha sido reducido, finalmente, a susproporciones, Sin triunfalismo ní mlserablismo (cadauno contiene aI otro en su interior), es necesarto analizarlos riesgos y las oportunidades, evaluar los recursosy los modos de rentabilizarlos en un sistema de inter­acciones transnacionales cada vez más dtnámícas. Sincaer en la tentación antropomorfizante deI discurso miticoy pstcoarialíttco. se impone una actitud cordial con Portu­gal. Portugal no puede estar constantemente en la posi­ción de tener que dar cuentas frente a sus intelectuales,aun con el sobreentendido de que nunca las rendirá asatisfacctón. Los lntelectuales, los diferentes grupos deciudadanos y de Intereses y las diferentes clases soclalesson los que se tienen que habituar a rendir cuentas y a noconfiar en destinos nacíonales u horóscopos colectivos.Unos y otros son síempre la expreslón de un déficit depresente que proyecta en un futuro excesivo el exceso depasado. Si algo caracteriza el tiempo actual es, ante todo,un exceso de presente que tiene condiciones para dejar queel pasado sea pasado y el futuro, futuro,

La lucha por argumentos proporcionados será en todocaso difícil. En gran medida, esa dlficultad reside en queel regreso a nuestra territorialidad ocurre en el momen­to en que surge un nuevo desterrttorto, la Europa de laUE, EI discurso y la práctlca de nuestra Integraclón enla Europa comunltarla y la reproducción de Imágenes decentro que suscítan, corren el riesgo de producir nuevosdesatinos en la evaluación de nuestra contemporaneidad.

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Y será tanto más cuanto el Europocentrismo fuese la otracara dettusomerdtsmo". Tiene razón João Martins Pereiracuando afirma que la Integraclón en la UE parte "de la to­tal desconfianza en las energias y capacidades nacionales"(1983: 521.

En cuanto producto-productor de Europa. Portugal tle­ne que encontrar su "nicho en el mercado" que le permitavalorizar sus recursos matertales, humanos y simbólicos.De esa contabilización ciertamente harán parte tanto eIiberismo como también el nacionalismo, uno y otro miran­do hacia el futuro. En este contexto es importante, sobretodo, que el mercado único de 1992 no sea una verstón def1n de síglo dei ultlmátum ínglés de 1890. Un auto-ultimá­tum. Otro descubrlmlento de Portugal. por la negativa.

La integración ibérica es un componente importante dela integración europea. Hoy no se hace con discursos míti­cos o psícoanalítícos, ni tampoco con los ferrocarriles, comosucedió en la segunda mítad dei síglo XIX. Está por hacerse,como ya lo mencíoné. por acción de las multinacionales ytendrá que tnvolucrar mucha negociación e mnovacíón parano acarrear el deterioro de nuestra economía y de nuestracultura. Por eso es un error pensar, como piensa João MartinsPereira, que todo el nacionalismo es conservador (1983:21). En las actuales condiciones de transformaclón deisistema mundial, los procesos de reterritorialización y deidentlficaclón local y regional son demasiado diversos paraque puedan ser evaluados monolíticamente. En eI caso con­creto de la Integración europea, ya es visible que el tipo deorganlzaclón de Intereses que tlende a dominar (más plu­ralista y menos corporatívísta) obllga a negociaclones deintereses nacionales en los que se combinan de maneradiferente intereses de capital e Intereses de trabajo. Hayque evaluar, pues, el peso y la naturaleza de cada uno deesos intereses, antes de juzgar el contenido político de ladefensa de los "intereses nactonales",

Dada la dínámtca transnaclonal de la época presente.no es posíble postular un futuro y, mucho menos, futurosnacionales. Apenas se podrá decir que, para ser nuestro,el futuro que habremos de tener no podrá ser reducido aifuturo de los otros.

5 N. del T: Neologismo para designar una vtstõn pestmista sobre las capaci­dades de los portugueses. Literalmente: "los portugueses eon una mterda".

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LO SOCIAL Y LO POLÍTICO EN LA TRANSICIÓNPOSTMODERNA

EI síglo XX quedará en la htstoría (o en las historias).como un siglo infeliz. Alimentado y preparado por el padrey la madre. el andrógtno síglo XIX, para ser un stglo prodi­gio. se revelá como un joven frágil, afiebrado y dado a losazares. A los catorce anos sufrtó una enfermedad graveque, tal como la tuberculosls y la sífilis de entonces, sedemoró en curarse y le dejó secuelas para siempre. A talpunto que a los treinta y nueve afios tuvo una fortísimarecaída que lo privá de gozar la pujanza propia de la edadmediana, A pesar de que, seis anos después, fue dadocomo clínicamente curado. desde entonces ha tentdo unasalud precaria y muchos temen una tercera recaída, cíer­tamente mortal. Tal historia clínica nos convenció -a no­sotros cuya inocencia está garantizada por el hecho de queno escogímos nacer en este siglo- que. en vez de un siglaprodígío. nos tocó un siglo idiota, dependiente de los pa­dres. incapaz de montar casa propia y de tener una vidaautônoma.

Mucho más pacientemente que Saint-Simon-para quíenen 1819 ya empezaba a ser demasiado tarde para que elsiglo XIX se llbrara de la herencla dei sígto XVIII y asumlerasu papel específico (1977: 212)- hemos esperado encon­trar un sentido ai síglo XX. En un libro precisamente titu­lado The Meaning of the Twenileth Century, Kenneth

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Bouldi~g c~racteriza muy vagamente a nuestro sigto comoun penodo ínterrnedto de la segunda gran transícíón en lahistoria de la hurnanídad (1964: 1). Y, más recientemen­te, Ernest Gellner se lamenta de que la coricepcíón de lahístorta propia de nuestro sigío "filosóficamente no hayasido formulada todavía de un modo adecuado" (1986: 93).Yo mtsmo escribí que el stglo XX corría el riesgo de no em­pezar nunca o, en todo caso, de no empezar antes de ter­minar (Santos. 1987a: 6). Con otras palabras y metáforas,la rrusma convicción o preocupación ha estado presente,consciente o inconscientemente, en los muchos balancesdeI sígto que, un poco parcialmente, se han venido hacien­do. No sorpreride pues que muchos de esos balances ha­yan sido verdaderamente balances dei stglo XIX y no deisíglo XX. como pretenden.

Sin embargo. debido a que, se han acumulado en lostlempos recientes seiiaies de que esta biografia dei síglo esprobablemente incompleta y que, en consecuencia, los ba­lances y los entierros fueron qutzás prematuros.

Apropíando para sí una condición social que hizo post­ble para todos nosotros, el síglo XX parece estar dtspues­to a gozar la tercera edad en plena actlvidad y. más queeso, a deshacer, entre eI sueno y la pesadilla, las verdadesai respecto que se daban por hechas. lCuál es, sm embar­go, el significado real de las sefiales que se nos han venídodando últimamente en ese sentido? i,Representarán unaa~ecuaday aplazada conciencia de la urgencía de las mí­siones que le caben en el poco tiempo que le queda o, alcontrario, serán la expresión desesperada de "un sentímíen­to de haber llegado demasiado tarde" que. según HaroldBloom (1973 y 1988). atormenta a la cultura contemporá­nea y, sobre todo, a la poesía contemporánea? Admito quese trata de la primera hípótests y, en este caso, la cuestiónque se plantea es si el siglo XX todavía tendrá tiempo pararehacer, a partir de los fragmentos con que ahora se COm­place. lo que de otro modo habrá de ser hecho por el sigloXXI. A pesar de que el stglo XX ha transformado el tiempoen falta de tiempo -uno de los hechos más ambtguos y sor­prendentes de nuestro siglo- ml respuesta consiste en ad­~itirlo. E~o es lo que trataré de demostrar en seguida, concíerta dOSlS de optlmismo trágico que recojo de Heidegger.

Este capítulo consta de tres partes. En la pr-ímer-a, des­cribiré el perfil de un nuevo paradigma socto-cultural y,

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presentaré las condiciones sociales de su surgtmtento enlas sociedades capitalistas. En la segunda parte intentarédefinir los límites y las posibilidades de tal paradigma emer­gente en las condiciones sociales de una socíedad depen­diente y semípertfértca como la portuguesa. En la terceraparte, procuraré determinar algunas de las consecuenciasdei nuevo paradigma en elámbito de las práctícas políticas.Cada parte se inicia con la presentación de una tesís prin­cipal a la que sígue el desarrollo analítico que la justifica.

Lo MODERNO Y LO POSTMODERNO EN LOS PAÍSES

CAPITALISTAS CENTRALES

La tesis principal de esta primera parte es la siguiente:El paradigma cultural de la modernidad se constituyó an­tes de que el modo de producción capitalista se hubieravuelto dominante. para extinguirse antes de que este últi­mo dejara de ser dominante. Su extinción es compleja por­que es, en parte, un proceso de superación y. en parte, unproceso de obsolescencia. Es superación en la medida enque la modernidad cumpltó algunas de sus promesas yademás, las cumplió en exceso. Es obsolescencia en la me­dida en que la modernidad está irremediablemente incapa­citada para cumpltr otras de sus promesas: tanto el excesoen el cumplimiento de algunas de las promesas como eldéficit en el cumpltmiento de otras son responsables dela actual situación, que se presenta superficialmente comode vacío o de crisis, pera que es, a nivel más profundo, unasituación de transición. Como todas las transiciones sonsimultáneamente semiciegas y semiocultas, no es posibledenominar adecuadamente la situación presente. Por estarazón. se le ha dado el nombre inadecuado de postmoder­nidad. Afalta de otro tnejor, es un nombre auténtico en suinadecuación.

Paso ahora a justificar los distintos momentos de estatests, EI proyecto socio-cultural de la modernidad es unproyecto muy rico. capaz de infinitas postbtltdades y. comotal. muy complejo y sujeto a desarrollos contradtctoríos.Se astenta en dos pilares fundamentales. el pilar de la re­gulación y el pilar de la emancipación. Son pilares, com­plejos de-por si, constítuídos cada uno por tres prtncípíos.EI pilar de la regulación está constituido por el principiodei Estado, cuya articulación se debe principalmente a

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Hobbes: por el principio de mercado, sobre todo dominanteen la obra de Locke: y por el principio de la cornuntdad,cuya formulacíón domina toda la ftlosofía política de Rousseau.A su vez, el pilar de la emancípactón está constituído por treslógicas de racionalldad: la racionaUdad estétíco-exprest­va dei arte y la literatura: la racíonalídad moral-prácticade la ética y dei derecho: y la racíonalídad cognitivo-ins­trumentai de la cíencta y de la técnica, Como en cualquíerotra construcción, estos dos pilares y sus respectivos príncí­pios o lógicas están enlazados por cálculos de correspon­dencia.

Así, aunque las lógicas de emancípactón racional apuntan,en conjunto. a orientar la vida práctíca de los cíudadanos,cada una de ellas tíene un modo de tnsercíón privilegiadaen el pilar de la regulactón. La racionalidad eetétíco-expre­stva se articula preferentemente con eI principio de la CQ­

munidad, porque es en ella donde se condensan las ídeasde ídenttdad y de comunión stn las cuales no es postble lacontemplación estética. La racionalidad moral-práctica seasocía preferentemente ai principio dei Estado, en ia me­dida en que a éste ie compete definir y hacer cumpUr unmínimo ético para lo que está dotado dei monopolío de laproducción y de la dtstrtbucíón dei derecho. Finalmente,la racionalidad cognitivo-instrumental tiene una corres­pondencia específica con el principio de mercado. no sóloporque en él se condensan ias Ideas de la índívtdualídad yde la competencía, núcleos dei desarrollo de la cíencta y dela técnica, sino tarnbíén porque ya en el síglo XVllI son víst­bles las sefiales de la conversión de la cíencía en una fuer­za productiva.

Por su complejidad interna, por la riqueza y dtverstdadde las nuevas ideas que contempla y por la forma como buscala artículactón entre ellas, el proyecto de la modernidad esun proyecto ambicioso y revolucíonarto. Sus posibilidadesson infinitas pera. por seria. contemplan tanto el excesode promesas como el déficit de su cumplimiento.

Y tanto el uno como el otro están presentes en el hori­zonte de este proyecto desde su surgírníento a partir deistglo XVI. EI exceso reside en el propío objetivo de vincu­lar el pilar de la regulación con el pilar de la emanctpacíóny de vincularias a ambos a la concreci6n de objetivos prác­ticos de ractonalízactón global de la vida colectíva y de lavida individual. Esta doble vinculaci6n es capaz de garan-

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tizar el desarrollo armonioso de valores con tendenciascontradtctorías. de la jusucía y de la autonomía, de la so­ltdarídad y de la ídenttdad. de la emancipación y de la sub­jetívídad. de la ígualdad y de la Iíbertad. Esto es posíbleporque la construcci6n abstracta de los valores no le da.en principio, la primacía a ninguno de ellos y porque lastenstones entre ellos son reguladas por principias comple­mentarias. Eu estas condiciones. todas las tensiones po­sibles son positivas y las incompatibilidades provtsíonalesentre los valores se transforman en una competencia adtrifínitum según las regias de un juego de suma positiva.Pera es fácil ver que un horizonte tan excesivo conttene, ensí mtsrno, el germen de un déficit írreparable. Por un lado,la construcci6n abstracta de los pilares le confiere a cadauno de ellos una aspiraci6n de Infírudad. una vocaci6nmaximaltsta ya sea la máxima regulaci6n o la máximaemancípacíón, que hace problemáticas -st no incluso ím­pensables- las estrategías de compatibilización entreellos , las cuales necesariamente tendrán que estar basa­das en concesiones mutuas y compromisos pragmáticos.

Por otro lado, cada uno de estos pilares se apoya sobrelógicas o principios, cada uno de ellos dotado de una asp í­

racíón de autonomía y de diferenciación funcional que, porotro camíno. también acaba por generar una vocación maxí­malísta, bíen sea en el caso dei pilar de la regulación, lamaxímtzacíón del Estado. deI mercado o de la comunidad,bien sea en eI caso deI pilar de la emanctpacíón, el esteti­cismo, la jurtdícídad o el cíentífíctsrno de la realidad social.Pero la dímenstón más profunda dei déficit parece residirprecisamente en la postbílídad de que estos prínctptos ylógicas cambíen humildemente para disolverse en un pro­yecto global de racíonalízacíón de la vida social práctíca ycotidiana,

EI proyecto socío-cultural de la modernidad se coristt­tuyó entre el stglo XVI y fines dei stglo XVIII. Solamente apartir de ahí se inici6, verdaderamente, la prueba de sucumplimiento histórico y ese momento coincide con el sur­gímtento dei capitalismo como modo de produccíón domi­nante en los países de Europa que mtegraron la prrmeragran ola de índustrtaltzactón. Si concebímos ai capitalis­mo como sistema de intercambios monetartos generaliza­dos, como hace I. Wallerstein, la fecha de surgírmento deIcapitalismo tendrá que retroceder por lo menos algunos

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síglos, hasta el síglo XVI (Wallersteín, 1974: 1980). Sín em­bargo no nos parece que tal concepción sea adecuada paranuestros propósitos analiticos, pues la específtctdad hts­t6~ica del capitalismo reside en las relaciones de produc­cíón que establece entre el capital y el trabajo y son ellaslas que determinan el surgímíento y la generalizaclón deun sistema de intercambios característicamente capitalis­ta. Eso solamente sucede a partir de finales dei stglo XVIIIo incluso a mediados dei siglo XIX y, en consecuencia, des­pués de estar constítuído. en tanto proyecto socío-cultu­ral, el paradigma de la modernidad.

A partir de este momento, el trayecto histórico de la moder­nidad está ligado intrinsecamente ai desarrollo dei capi­talismo en los países centrales. No es fácil pertodízar elproceso histórico de este desarrollo, bien porque los dife­rentes países (Inglaterra, Francta. Alemanta, los EstadosUnidos de América y Suecía) no inlclaron el proceso de in­dustrializaclón ai mismo tiempo o bien porque, por lo me­nos, hasta hace poco rtempo. las condiciones nactonalesinterferían decisivamente en eI proceso interno de desarro­110 de cada país. A pesar de esto es posible distinguir tresgrandes períodos 1. EI primer período cubre todo el sígloXIX, aunque descaracterizado en las dos últimas décadascomo consecuencta de la fase descendente de la curva deKondratieff que se iniciara a mediados de la década de lossetenta. Es el período dei capitalismo liberal. EI segundoperíodo se inicia a finales dei stglo XIX y alcanza su plenodesarrollo en el período entre las guerras y en las prime­ras décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Si­guiendo la tradícíón alemana, que viene de Hilferding (1910,1981) Y se renueva con C. Offe (1985) y otros (Winckler,1974), designo este período como el período dei capitalis­mo organizado. EI tercer período se inicia, en general, enlos finales de la década de los sesenta, en algunos paísesun poco más tcmprano, en otros un poco más tarde; yesen él en el que hoy nos encontramos. Algunos autores lodesígnan como período dei capitalismo fínancícro. o delcapitalismo monopolista de Estado. Sígutendo la mtsmatradición alemana, ahora adoptada también por los cien­tíficos sociales ingleses (Lash y Urry, 1987), lo designo

1 En la caractertzación de los tres períodos de desarrollo dei capitalismo, sigode cerca a Lash y a Urry (1987).

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provisionalmente como período delcapitalismo desorgani­zado, una destgnacíón inadecuada pero que, a falta de otramejor, no es tan inexacta como para que nos impida ver lanaturaleza profunda de las transformaciones en curso enlas sociedades capitalistas avanzadas.

No interesa aquí caracterizar en detalle cada uno de estasperíodos. Tan sólo ínteresa hacerlo en cuanto sea necesa­rio para definir la trayectoria del proyecto sacio-culturalde la modernidad en cada uno de ellos. Mi argumento es queel primer período puso en evidencia que, en el plano socialy político, el proyecto de la modernldad era demasiado ambi­cioso e internamente contradictorio y que, por eso, el ex­ceso de promesas se saldaria históricamente con un déficittal vez irreparable. EI segundo período intentó que fuerancumplidas -y hasta cumplldas en exceso- algunas de laspromesas, ai mtsrno tiempo que trató de hacer compatiblescon eIlas otras promesas cantradictorias, en la expectatt­va de que el déficit en el cumpllmiento de éstas, aunqueirreparable, fuera el menor posible. EI tercer período, queestamos vívíertdo, representa la conciencia de que esedéficit -que de hecho es irreparable- es mayor de lo que seestímó anteriormente, de tal modo que no tiene sentido con­tinuar a la espera de que el proyecto de la modernidad secumpla en lo que hasta ahora no se ha cumplido. EI pro­yecto de la modernldad cumplió algunas de sus promesasy hasta las cumplió en exceso y por eso mísrno hizo tnvía­ble el cumplímtento de todas las restantes. Estas últimas,en la medida en que su Iegttímídad Ideológica permanece.o hasta se fortalece, tienen que ser repensadas y, más queeso, tienen que ser reínventadas. lo que solamente seráposible en el ámbito de otro paradigma, cuyas seiíales desurgtmíento empiezan a acumularse.

Procuraré pues, demostrar que a medida que transcu­rren los tres períodos históricos dei capitalismo, el pro­yecto de la modernldad, por un lado, se estrecha en suámbíto de reallzación y, por otro lado, adquiere una inten­sida:d total y hasta excesiva en las realizaciones en que seconcentra. Este proceso puede ser simbolizado en la se­cuencia histórica y semántica de tres conceptos, todosellos inscritos en la raíz dei proyecto moderno: moderni­dad, modernismo y modernízactónê.

2 Sería posible mostrar los paralelos entre esta secuencta y esta otra: racto­nalídad. racionalismo y ractonalizacrõn.

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El primer penado

El sigla XIX, es dectr, el período dei capitalismo liberal,es un sigla fascinante, tal vez no tanto como eI sigla pre­cedente, pero, cíertamente, más que el siglo stgutente. Sufascinación reside en que en él explotan, con gran víolen­cía, las contradicciones dei proyecto de la modernidad:entre la solidaridad y la identldad, entre la justicia y laautonomía, entre la igualdad y la libertado Porque los idea­les chocan stn medíacíones. es posible ver en este período,y con igual claridad, tanto las tendencías para el estrecha­míento dei proyecto, como sus aspiraciones de globalidady de fructificación en lo cotidiano. El estrechamiento _y porlo tanto el déficit de cumplimiento- está presente, aunquedesigualmente, en cada uno de los principios y lógicas deracionalidad que constituyen los pilares de la regulacióny de la emancipación.

AI ruvel de la regulación, la idea dei desarrollo arrnonto­so entre los principios dei Estado, dei mercado y de la co­munidad -que como tuve la oportunidad de defender enotro lugar (Santos, 1985a: 302 y ss.) y contrariamente alas optruones más divulgadas, estaba muy presente en lafilosofía política liberal dei sigla XVIII, de Adam Smith y deiiluminismo escocés- colapsa y se descompone en el desa­rrollo sln precedentes dei principio de mercado, en la atrofiacast total dei principio de ia comunidad y en el desarrolloambíguo dei principio dei Estado bajo la prestón contra­díctorta de los dos movimlentos anteriores; esta ambígüe­dad va a segutr manteniéndose en los períodos stguíentes,aunque bajo otra forma. EI desarrollo de mercado es pa­tente, por ejemplo, en el impulso vertiginoso de la indus­trialización, en la ímportancía crecíente de las ciudadescomerctalea, en la primera expansión de las nuevas ciu­dades industriales; e incluso está presente en la conver­sión de la compleja filosofía política liberal en un principiounidimensional, e incluso contradictorio, pero políticamen­te eficaz y afecto a gran divulgaclón, el principio dellaissezfalre. Por otro lado, la comunidad, que para Rousseau erauna comunidad concreta de cíudadanos tal como la sobe­ranía era efectivamente dei pueblo, se redujo a un compuestode dos elementos abstractos: la sociedad civil, concebidacomo asocíactón competitiva de intereses particulares, so­porte de la esfera pública, y el individuo, formalmente li-

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bre e igual, soporte de la esfera privada y elemento consti­tutivo básico de la socíedad civil.

Fue este concepto empobrecido de sociedad civil el quepasó a ser ei opuesto dei Estado, dando así ortgen a lo quese considera la mayor dualidad dei pensamiento políticomoderno, la dualidad Estado-sociedad civil. La formacomo fue formulada en el siglo XIX esta dualidad y su ar­ticulación con el principio dellaissezjaire explica la am­bígüedad de la forma política y de la actuación dei Estadoen este período. Es que la unión orgáníca -presupuestadapor la matriz política dei Estado liberal- entre la lógica dela dominaclón política y ias extgencías de la acumulaciónde capital, a lo largo dei síglo XIX, se concreta y se fortale­ce a través de múltiples y cada vez más profundas inter­vencíones del Estado. Paradójícamente, muchas de estasíntervenctones dei Estado se justifican en nombre dei prin­cipio dellaissezjaire, un principio que preconiza el míni­mo de Estado (ei Estado protector)".

El pilar de la emancipación dei proyecto de la moderrn­dad es aún más ambíguo durante el período dei capitalis­mo liberal, ai mísmo tiempo que refleja. con gran clartdad,las tensíones en eíervescencía al interior dei paradigma.Es cierto que cada una de las tres lógicas se desarrollasegún procesos de espectalízacíón y de diferenciación fun­cional, tan blen analizados por Weber (1978); procesosque, al mtsrno tiempo que garantizan la mayor autonomíaa cada una de las esferas (arte/literatura, ética/ derecho,ciencia/técnica), hacen cada vez más difícil la artículacíónentre ellas y su interpenetración en la experiencia delLebenswelt, como diría Habermas (1982; 1985a). En elámbíto de la racíonaltdad cognitivo-instrumental, estosprocesos se traducen en el desarrollo espectacular de lacíencía, en la conversión gradual de ésta en fuerza pro­ductíva y en el consecuente refuerzo de su vinculación almercado. En el ámbito de la racionalidad moral-práctíca.los procesos de autonomización y de especíaltzacíón se ma­nifiestan sobre todo en la elaboración y consolídacíón de lamicroética liberal-Ia responsabilldad moral referida exclu­sivamente al índívíduo-y en el formalismo jurídico llevado ai

3 Para más ampliaclones sobre la dísttncíón liberal entre Estado y sociedadcivil, ver el quinto capitulo.

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extremo por la Pandektenschule alemana y transformadoen política jurídica hegemónlca a través dei movímíento decodífícacíón dei que es la expresión más legítima el codecivil napoleónlco de 1804. Finalmente, en el ámbíto de laracíonalldad estétíco-exprestva. la autonomización y la es­pecialización se traducen en el crecíente elitismo de la altacultura (la separacíón dei arte y de la vida) legitimado so­cialmente por su asoclaclón eon la idea de "cultura nacio­nal" promovida entonces por el Estado liberal.

Sln embargo, a ml entender, el pilar de la ernancípactóntambíén fue, en este período, el principio organizador demanifestaciones sociales que. aunque en forma imperfectao desviada, fueron fundadas por la vocaclón de globalidady por el anhelo de raclonalidad radical de la exístencía Ins­critas en el proyecto de la modernldad. Apesar de que mu­chas de esas manlfestaclones se hayan definido comopremodernas o se hayan dejado conducir a través de for­muIaciones que, en un contexto de estrecharníento de loscríterros de la modernldad, podían ser fãcilmente rotula­das como premoderrras, pienso que ellas pertenecen eontoda legíttmídad ai proyecto de la modernidad y que, dealgún modo, representan ya la sensacíón de pérdlda cau­sada por el déficit dei cumplimlento de las promesas de lamodernldad. Entre esas mantfestacíones distingo dos, unaen el ámbíto de la racionalidad estétíco-exprestva y otra enel ámbíto de la raclonalidad moral-prácttca.

La prlmera asumló una forma elitista y está constituldapor el idealismo romántico y por lagran novela realista. Nose trata aquí de contraponer, como hace Gouldner (1971),el pensamlento clástco contra el pensamíente romántíco nl,como hace Brunkhorst (1987), de Intentar integrar norma­tivamente la crítica romântica en eI racionalismo moder­no; se trata tan sólo de sugerir que, ai borde dei abismo dela opostcíón reaccíonarta a la cultura moderna. eI idealismoromántico representa, en forma elitista es cierto, la voea­clón utópica de la plena realizaclón de la subjetivldad Ins­crita en el proyecto de la modernldad.

Es así, por lo menos, que se puede interpretar la inte­graclón de la "poesíay de la estética en el centro de la íntegra­clón social, construlda en la forma utópica de una mítolo­gía de la razón (Hegel, Holderlin, Schelllng)" (Brunkhorst,1987: 403); la crítica dellnstrumentalismo iluminista y dela "coslflcaclón" ; la nostalgia de los orígencs, de la natu-

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raleza y de la cultura popular", Del mlsmo modo, la nove­la realista es la representaclón de una clase, la burguesía,quedesperdlcla el potencial de transformarse en una ela­se universal, capaz de transformar globalmente a la socíe­dad, un poco a manera de la clase universal de Hegel -Iaburocracia- o de la clase universal de Marx, la clase pro­letarta".

La otra manifestación en el ámbito moral-práctico,asume otra forma transgreslva (desuiante ), la de lamarglnalizaclón, y está constltulda por los varlos proyec­tos socialistas radicales: tanto elllamado socialismo utó­pico, como elllamado socialismo cientifico. Aunque en elprimero estén presentes a veces aspiraciones regrestvasy premodernas, tanto el uno como el otro representan unintento por reconstruir a partir de la raíz, pero desde lamtsma raíz, el proyecto de la modernldad, es decír. la reali­zación terrena -aunque sea una tierra imaginaria­como, por ejemplo los falansterlos de Fourler- de losIdeales de la autonomía, de la identldad, de la solidarldady de la subjetlvldad. Vistos desde esta perspectiva, hastapuede declrse que el socialismo llamado utópico es , en susobjetivos, más radicai que el socialismo llamado científico.y ello precisamente porque Marx, al querer formular su pro­yecto en términos de teoría científica -Ia teoría de la evolu­ctón de la socledad semejante a la teoria de la evoluclóndelas especies de Darwin, a quien por demás. como se sabe,Marx qutso dedicar el prlmer volumen de El Capltal- de al­gún modo corríó el ríesgo de reduclr la raclonalidad moral­práctíca a la raclonalidad cognitivo-Instrumental ya en­tonces hegemónlca. Incluso, es justo que se diga que lacíencta pretendida por Marx tíene, ella mtsma, una voca­clón de globalldad transdísctplínarta que se perderá más tardeen la cíencía marxista, tal como la globalidad dei proyecto de

5 Según Gouldner. "el potencial revoíuctonano dei romanttctsmo se deriva.en parte. deI hecho de que, a pesar de constituir básicamente una críticadei industrialismo, también puede ser usado como crítica dei capitalismo yde su cultura" (l970: 115). Ver adelante el capítulo noveno.

6 Para Lukács, pensando ctertamente en Balzac. "la categorta central de laliteratura realista es el üpo, una eíntests peculiar que conecta orgãntca­mente lo general y 10particular. tanto en los personajes, como en las situa­clones": de ahí la deffntctón de realismo como "una concepctõn dialécticacorrecta de la reíacrón entre ser y conctencta" (1972: 6 y 119). Cf.. tambtén,E. Auerbach (1968) Y A. Swingewood (1975), sobre todo el capítulo III titu­lado Realism, Modernism and Revolution.

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Saint-Simon o incluso de Comte se perderá en la socíolo­gía de Durkheim. Lo Importante es verificar que este prlmerperíodo. aI mísmo tiempo que experimenta la contradic­ción desnuda y cruda de los objetivos dei proyecto de lamodernidad, todavía es capaz de manifestar, incluso enforma divergente. la vocaclón de radicalismo dei proyectoy, en esa medida, se rehusa a aceptar la Irreparabilidad deidéficit de su rcalrzacíón histórica.

El segundo período

EI segundo período es verdaderamente la edad positivade Comte. Busca distinguir en el proyecto de la modernl­dad lo que es posible y lo que es imposible de realizar enuna sociedad capitalista en constante proceso de expan­stón, para luego concentrarse en lo que es posíble. comosi fuera lo único. Para que este cambio de ilusionismo histó­rico sea eficaz, amplía el campo de 10posible de tal maneraque el déficit de cumplimiento dei proyecto sea pequeno o,como mínimo, menos visible. Este proceso histórico de con­centración / exc1usión parte de la idea de la irreversibilidaddei déficit para, posteriormente, eliminar la propia idea deidéficit. Este trayecto está simbolizado en el paso de la ideade la modernidad a la idea dei modernismo.

El proceso de concentraciónl exc1usión sucede tanto enel pilar de la regulación como en el pilar de la emancipa­cíón y produce en uno y otro y en las relaciones entre ellos,articulaciones más compactas y ajustes más exactos. Enel campo de la regulación, las transformaciones son pro­fundas y vertiginosas. El principio de mercado continúacon la expansión pujante del período anterior y para esorompe con los marcos ínstttuctonales y los límites de ac­tuacíón característicos de ese período, asumiendo nuevasformas y abalanzándose hacia horizontes más amplios. Elcapital industrial, financiero y comercial se concentra y secentraliza; proliferan los carteles: se estrechan los víncu­los entre la banca y la industria; crece la separación entrela propiedad jurídica de las empresas y el control econô­mico de su gestión; se ahonda la lucha imperialista por elcontrol de los mercados y de las materias primas; las eco­nomías de escala hacen aumentar el tamaüo de las unida­des de producción y la tecnologia de que éstas se sirvenestá en constante transformación; surgen las grandes cíu-

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dades lndustrlales estableciendo los parámetros dei desa­rrollo para las reglones donde están situadas.

En cuanto ai principio de la comunidad, el desarrolloindustrial capitalista y la consecuente expanstón de la ela­se obrera, por un lado. y la extensión del sufragto univer­sal, inscrito en la lógica abstracta de la sociedad civil y deiciudadano formalmente libre e igual, por el otro, contribuyena la rematerialización de la comunidad a través deI surgi­miento de las prácticas de clase y de la traducción de éstasen políticas de clase. Son los sindicatos y las asociacionespatronales, la negociación colectiva, los partidos laborlstasquienes dtsputan un espacio político anteriormente nego­ciado entre los partidos burgueses y oligárquicos. Este pro­ceso de rematerializaci6n social y política es uno de losaspectos más característicos de este período y su dinamis­mo se debe. en buena parte, a las transformaciones en lacompostcíón de las clases trabajadoras, a su creciente dífe­renciación interna, a los constantes cambios de los sectoresproductivos privilegiados por la lógica de la acumulacióndei capital, a la lmportancia progresíva dei sector de losservicios y a la consecuente ampliación y fortalecimientosocial y político de las clases medias.

Por último, el Estado es. en sí mtsmo, un agente activode las transformacíones sucedidas en la comunidad y enel mercado y, al mismo tíempo, se transforma constante­mente para adaptarse a esas transformaciones. Su artícu­lación con el mercado, cada vez más compacta, se evidenciaen la progresíva regulación de los mercados, en las conexío­nes dei aparato dei Estado con los grandes monopolios, enla conducción de las guerras y de otras formas de lucha po­lítica por el control imperialista de los mercados, en la cre­ciente Intervención dei Estado en la regulación e institu­cionallzación de los conl1ictos entre el capital y el trabajo.Por otro lado, la mayor densidad de la articulación dei Es­tado con la comumdad está patente en la legislación social,en el aumento de la partícípacíón dei Estado en la gestióndel espacio y en las formas de consumo colectivo, en la sa­lud y en la educación, en los transportes y en la vívtenda.en fin, en la creación deI Estado-Providencia.

Todas esas transformacíones a nível de la regulación tuvíe­ron como objetivo o consecuencta redefinir el proyecto dela moderrudad en los términos de lo que era posible en lasocíedad capitalista, arrojando todo lo demás ai basurero

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de la historia. Así se deftnen, obviamente de manera dife­rente, de un país a otro, o de período a período, el gradoy el tipo de justicia, de solídartdad y de ígualdad que esposíble compatlblllzar con el grado y eltipo de líbertad. au­tonomía y subjetívtdad. Que esta forma de compatibiliza­ción es una entre otras y apenas es preferida por ser la quepermite la consolidación de las relaciones socíales de laproduccíón capitalista es srmultánearnente evidente y tri­vial, pues la creciente hegemonia social de esta forma decompatibilización hace indeseables o incluso impensablesa todas las demás, como bien se evidencia en la social de­mocrattzacíón de los partidos socialistas y en la contencíón,si no incluso la margtnaítzacíón. de los partidos comunis­tas. Es cterto que este segundo período tuvo un corníenzoconvulsionado y la Revoluctón Rusa estuvo ai borde de mos­trar la posibilidad y la supertortdad de otras fonnas de compa­tibilización. Pero el intento fue castrado en la cuna con elleninismo, con el fracaso de las revoluciones en los otrospaíses de Europa -en particular con el de la revolución ale­mana de 1918- y, finalmente, con la pesadllla estalinista.

Las transformaciones a nivel del pilar de la emancipa­cíón en este segundo período son Igualmente profundas ypresentan tendencias de algún modo convergentes con lasque sucedieron en el pilar de la regulación. Como dije arri­ba, las transformaciones pueden ser simbolizadas por elpaso de la cultura de la modernidad ai modernismo cul­tural. EI modernismo designa aquí a la nueva lógica de laracionalidad estético-expresiva y el proceso de su traspa­so, tanto hacta la racionalidad moral-práctica como haciala racionalidad científico-técnica. EI modernismo repre­senta la culminación de la tendencía hacia la especializa­ción y dtferencíacíón funcional de los diferentes campos dela racionalidad. EI proceso de concentración/ exclusión deque hablé arriba reside aquí en la aflrmaclón de la auto­nomía dei arte (el arte por el arte), en la oposrcíón irrecon­ciliable entre la alta cultura y la cultura de masas y en elrechazo deI contexto social bien evidenciado en la arqui­tectura modernista de la megalópolís. Es el "gran divisor"de que habla Andreas Huyssen, y él tiene razón cuandoafirma que lo que caracteriza más profundamente al mo­dernismo es su "ansiedad de contaminación", de la conta­minación con la política o con la cultura popular o de ma­sas (1986: VII)'.

7 Ver. en especial. el séptlmo capítulo dellibro de Huyssen.

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Píeriso adernás, que esta ansiedad de contaminaciónestá presente en los movimientos que suceden en los otroscampos de la raclonalidad. En el caso de la racionalidadmoral-práctica está presente, por un lado, en la forma po­lítica dei Estado que ai mlsmo tiempo que penetra másprofundamente en la sociedad, lo hace a través de solucio­nes legislativas, institucionales y burocráticas que lo dís­tancian progresivamente de los cíudadanos. a los cuales,a la postre, se les pide cada vez más la obediencia pastva,en sustitución de la movilización activa. Y, por otro lado,está presente en el surgimiento y consolidación de unacienciajurídica. dogmática y formalista, falsamente exentade preferencias axtoíógícas y políticas, formulada lapida­riamente en la teoría pura dei derecho de Kelsen (1962).Esta ansledad de contamlnación está finalmente presen­te en el campo de la raclonalidad cognitivo-Instrumentalen el surgímtento de las diferentes eplstemologías positi­vistas, en la construcción de un ethos científico ascéticoy autónomo frente a los valores y la política, en la glorlfi­cacíón de un conocimiento científico totalmente distinto aiconocimiento del sentido común y no contaminado por él,e incluso en la creciente especialización de las disciplinas.es dectr-, en la vígencta de la ansiedad de contarnínactónen ellnterlor de la propla cíencta".

La intensidad y el exceso de estas transformacionesson el reverso dei déficit trremcdíable de totalidad en quese basan y que procuran olvidar (el "olvido d e l ser"heideggerlano) a través de su dinamismo y de su exagera­cíón. Lo más importante para retener en este proceso esque la representación exuberante dei campo cognoscibley racional va a la par con una dictadura de las demarca­clones, con la vigllancia despótica de las fronteras, conla IIquldación sumaria de las transgresiones. Y, en estamedida, el pllar de la emanclpaclón se hace cada vez mássemejante ai pilar de la regulación. La emancipaclón setransforma verdaderamente en el aspecto cultural de la re­gulación, un proceso de convergencia y de mterpenetracíónque Gramsci caracteriza elocuentemente a través dei con­cepto de hegemonia.

El proyecto de la modernldad se cumple así en excesoporque en todo lo que cumple excede todas las expectatt-

8 Sobre el paradigma de la crencía moderna, ver Santos (1987 Y 1989).

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vas (basta ver eI fulgurante avance deI conocimiento cien­tífico) y en todo lo que no cumple es suficientemente con­vincente para negar que todavía haya algo por cumplir. Esevidente que no todo ha sido color de rosa en este procesohistórico de la concentración I excIusión. Ya mencíoné laspotencialidades de la Revolución Rusa y a nivei estétlco­exprestvo, se deberán mencionar todos los movimientos devanguardía dei principio dei síglo: el futurismo. el surrea­lismo, eI dadaísmo, el constructívtsmo ruso, Iaproletcult.Pera, como se sabe, estos movimientos fueron liquidadospor eI fascismo o por el estalínísmo o fueron absorbidosdentro dei canon modernista. Sin embargo, su significadono se puede minimizar, Como hace Habermas cuando afir­ma, por ejemplo. que eI modo de reconciliación entre eI artey la vida intentado por eI surrealismo -por ser un meromomento de dessublimación del arte moderno- era ínol­vídable desde el comlenzo (1973: 118 ss.). Tiene razónPeter Bürger (1984) en resaitar la vocaclón libertadora dela vanguardia histórica de los afias veinte COmo un movi­miento que, por primera vez, adquíere la plenaautocomprensión deI modo como eI arte (su autonomía, sustatus social) funciona en la socíedad capitalista9. Enotras palabras , su significado reside en la denuncia deIproceso histórico de con-centración/excIusión, sin lo cuaIno es posíble comprender algunas de las tnquíetudes másrecíerites que se tratarán más adelante (tercera parte deeste capítulo),

El tercer período

El tercer período, que comienza en los afies sesenta esun período difícil de analizar, no sólo porque es cornplejoen sí mtsmo, sino porque al estar todavía encurso, no tene­mos el privilegio de vaiar at crepúsculo, como Ie deseabaHegel ai búho de Mmerva. La desígnacíón de "capitalismodesorganizado" habla por sí misma de nuestra perplejtdad,Pera además de otras razones que reuniré a continuaciónes evidente que el capitalismo sólo puede ser llamado desor­ganizado en la medida eu que colapsaron eu eI tercer períodomuchas de las formas de organtzacíón que venían rígíen-

9 Sobre el debate entre Haberrnae y Bürger consultar. además de los textosde ellos ya citados, a Schulte-Sasse (1984) YJay (1985).

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do durante el período anterior. A medida que el proceso dedesestructuractón constituye una nueva forma de organi­zacíón, -o hasta de superorganización, como quíeren al­gunos- representa una fase de transíctón que crea el tíem­po y eI espacio para una nueva forma de organización; esobviamente materia de debate pera que no haré en estemomento. Interesa, eso sí, caracterizar este tercer perío­do en términos de la dicotomía que he ventdo adoptandoentre el pilar de la regulacíón y el pilar de la emancipación,aunque, como advertí arriba. la distinción entre ellos sehaya venido esfumando.

En el campo de la regulacíõn, las transformaciones hansido profundas y vertiginosas o, por lo menos así se nospreseritan, dado eI corto espacio de tiempo en que suce­den. EI principio de mercado adqulrló una pujanza sín pre­cedentes, de tal forma que traspasó 10 económico y tratóde colonizar tanto el principio dei Estado como el princi­pio de la comuntdad, un proceso !levado ai extremo por elcredo neoliberal. En el plano económíco, los desarrollosmás dramáticos son los síguíentes: el crecimiento explo­sivo dei mercado mundial, propulsado por un nuevo agentecreado a su medida -Ias empresas multtnacíonales- hacepostble soslayar, si no Incluso neutralizar, la capacidad deregulación nacional de la economia: los mecanismos cor­porativos de regulaclón de los confllctos entre capital ytrabajo, establecldos a nivel nacional en el período ante­rior. se debilltan y la relaclón salarial se hace más preca­ria. asumiendo formas que, por lo menos en apariencia,representan un cíerto regreso al período deI capitalismoliberal; la flexibl1lzaclón y automatlzaclón de los procesosproductivos, combinados con el abaratamiento de los trans­portes, permiten la Industrlalización dependlente dei tercermundo y destruyen la confíguracíón espacial dei aparatoproductivo en los países centrales con la descaracteriza­ctón de las regtones, el surgímíento de nuevos dinamismoslocales, la rurallzaclón de la índustrta. la desmdustrtaltzactón,la subcontratación internacional, etc., etc.; la expansiónextensiva deI mercado corre paralela con su expanstón in­tensiva' con la creciente diferenciación de los productos deconsumo, un cíerto abandono de la gran producción en masacon el objetivo de promover la partícularízacíón de los gustosy el aumento de las opctones, finalmente, la mercanttlíza­clón y la dtgítaítzactón de la informaclón abren perspecti­vas cast infinitas para la reproducción ampliada deI capital.

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El principio de la comunidad atraviesa por transforma­cíones paralelas. La rematerialización de la comunidad,lograda en el período anterior a través dei fortalecimientode las prácticas de clase, parece debilitarse de nuevo, porlo menos en la forma que adquirió anteriormente. Las ela­ses trabajadoras continúan diferenciándose internamen­te en estratos y fracciones cada vez más diferentes, tantoen términos de su base salarial como de su lógica de vida;la clase de los servicios alcanza proporciones stn prece­dentes; las organízacíones obreras dejan de contar con lalealtad garantlzada de sus miembros (cuyo número, ade­más, dísmínuye) y plerden poder de negoclación frente aicapital y ai Estado; las práctlcas de clase dejan de tradu­círse en políticas de clase y los partidos de ízquterda se venforzados a atenuar el contenido Ideológico de sus progra­mas y a hacer abstracto su llamado electoral. En paralelocon una cterta descentración de las prácticas de clase y delas políticas de dístrtbuctón de recursos en que se habíancristalizado (de lo que es máximo ejemplo el Estado-Provi­dencia), surgen nuevas prácticas de movilización social,los nuevos movimientos socíales orientados hacta reívín­dicaciones postmaterlallstas (la ecologia. lo antinuclear, elpacifismo); al mismo tíernpo, el haber descubierto en losdos períodos anteriores que el capitalismo produce clases, secomplementa ahora con el descubrimiento de que tambiénproduce díferencía sexual y diferencia racial (de ahí el sexis­mo y los movímtentos feministas, de ahí también el racis­mo y los movimientos antirracistas). Como dijo Habermas,las políticas de dlstribución ceden su lugar a las políticassobre las gramáticas de las formas de vida (1981; 31).

El impacto de las transformaciones en el mercado y enla comunidad sobre el principio dei Estado ha sido enor­me; aunque se deba resaltar que las transformaciones deIEstado suceden en parte según una lógica autónoma, pro­pia dei Estado, EI Estado nacional parece haber perdidoen parte la capacidad y en parte la voluntad política, paracontinuar regulando las esferas de producción (privatiza­ciones, desregulación de la economía) y de reproducctónsocial (retracción de las políticas socíales. crísts del Esta­do-Providencia). La transnacionalización de la economíay el capital político que ella transporta, transforman ai Es­tado en una unidad de análists relativamente obsoleta, nosolamente en los países periféricos y semiperiféricos, como

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casí síernpre sucedtó, sino también en forma crecíente, enlos países centrales. Esta debilldad extrema dei Estado es.sín embargo, compensada por el aumento de su autorita­rismo que es producido en parte por la misma congestióninstitucional de la burocracia estatal y en parte. -un pocoparadójlcamente- por las políticas propias deI Estado. enel sentido de devolverle a la socledad civil competenclas yfunciones que asumíó durante el segundo período. y queahora parece estructural e irremediablemente incapaz deejercer y desempenar. El aumento deI autoritarismo enforma de microdespotismos burocráticos del más variadoorden, combinado con la ineficiencia deI Estado. tiene unaconsecuencia política todavía más global; la teoría dei con­trato social sígntftcó siempre que la lealtad, debída ai Es­tado. aunque relativa. se destinaba a mantener la libertady las postbles seguridades personales. En una situación enque el Estado parece tanto más claststa cuanto más autó­nomo en relactón con las clases, los presupuestos de lalealtad caen por su base y los llamados nuevos mcvtmten­tos socíales son un síntoma elocuente de eso mismo.

Todas estas transformaciones parecen apuntar haciauna desregulaclón global de la vida económíca, social y po­lítica. En verdad, ninguno de los prlncipios de la regula­ción, el mercado. el Estado. la cornunidad, parece capazde garanttzar, por sí sólo, la regulacíón social en sttuacíónde tanta volatilldad; pero lo más trágico es que la articula­ción de todos eIlos en el sentido de converger en una nue­va regulación, parece todavia más remota. Sin embargo, ycomo bien lo observa Claus Offe, esta atmósfera de des­regulacíón, de convencionalldad y de flexibilidad a nlvel devarios sectores de la vida colectiva coexiste con una atmós­fera. igualmente densa, de rigidez y de inmovilldad a nivelglobal de la sociedad (Offe, 1987). Todo parece negoctabley transformable a niveles de empresa o de familia, partidoo sindicato, pera al mismo tiempo nada nuevo parece po­sibIe a nível de la sociedad como un todo, o de nuestra vidapersonal como mternbros de ella.

El modo dominante de asegurar, material e institucional­mente, el aumento de las opcíones hace que, paralelamentecon eI aumento de las opcíones, se presencie la dtsrnínu­cíón de la capacidad para escoger entre ellas. La creación deuna elección dada crea la Imposibilidad de elegida en elmomento síguiente. Por otro lado. ai final de los monopo-

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lios de interpretación (la famílta. Ia Iglesta o el Estado) lle­vados a cabo con éxíto por el paradigma de la moderntdad,no parece continuar la autonomía de interpretación sinola renuncia a la interpretación. Las sociedades capitalis­tas avanzadas parecen bloqueadas, condenadas a vtvtr delexceso irracional a que se someten con el ânimo de curn­plir el proyecto de la moderrndad, y a racIonalizar en unproceso de olvido o de autoflagelactón el déficit vital de laspromesas íncumplídas ,

Este exceso y este déficit están muy presentes en el modocomo hoy se nos presenta eI pilar de la emancipación. AIcontrario deI período anterior, cuando se intentó una con­tabilidad apactguadora entre los excesos y los défíctts. eneste período se viveu con igual intensidad unos y otros:mayo de168 es uri buen símbolo de eso aI mostrar. por pri­mera vez, que la riqueza de las sociedades capitalistasavanzadas conetttuye una base frágil de legtttmacíón. Lacontencíón del movímtcnto estudíanttl simboliza el principiode un proceso de agotamtento histórico de los prmctptosde ernanctpactón moderna que víene a culminar, al finalde la década de los ocherita, con la crtsís global de la ideade revolucíón social y con la total preponderancia de la fi­losofía y de la práctica política neollberales. Pero si. por unlado. hoy todos los prrnctpíos de la emancipación parecenagotados o, lo que es lo mtsmo, domesticados en funcíónde las exígencías cada vez más profundas y volátiles de re­gulación y desregulactón socioeconómica, por otro lado, sevan acumulando las sefiales de que si no hay salida paraesta situación, por lo menos existe la posibilidad realistade imaginar una situación radicalmente nueva.

Esta doble sítuactón es particularmente notorta a nivelde la raclonalidad cognitivo-instrumental. EI cornprornt­so industrial-militar dei desarro\lo científico-tecnológico ylos pelígros de la proliferación nuclear y de la catástrofeecológica de ahí resultantes son síntomas suficientes delcumplímíento excesivo y por lo tanto irracional de la racío­nalldad Instrumental de la moderrndad. La hegemonia deesta racíonalídad irracional significa stmultánearnente suagotamíento en la medida en que. combinada con las re­cetas neoliberales, se transforma en una lógica de domí­nación y de reguíacrón a nivel mundial. La Idea de moder­nízacíón capta bien esta ambígüedad, En boga en los anossesenta, como soporte ideológico del imperialismo norte-

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americano en América Latina, la moderntzacíón regresaahora al escenarto, en segunda generación, en el procesode "reconstrucclón" de Europa Central y del Este. Ambasgeneraciones mantienen intacto su carácter reductor y ex­cluyente frente a la idea anterior de modernismo en la me­dida en que elimina el valor de la autonomía de los procesossociales y políticos nacíonales en el mundo menos desa­rrolIado, y los subyuga a los intereses de los países cen­trales bajo el pretexto de no existir otro modelo de desa­rrollo sino el que estos síguteron. Con esta, se oculta elhecho decisivo de que cuando este modelo fue seguido enlos países centrales, no había que contar con los intereseshegemórncos de países más desarrollados que ellos.

La lógica centralizadora y exclusivista de la moderniza­clón hace poslble negar los valores fundamentales de lamodernidad a través de procesos de racíonalízacíón legi­timados en función de la afírmactón de estos valores y pre­tendidamente movilizados a su servícto. Sin embargo, lamodernización científico-tecnológica y neoliberal se pro­paga hoy, paradójícamente, en la mísma medida en que sepropaga su crísts, certificada por aquello que pareceri sersus consecuencias inevttables. el agravamíento de la in­justícía social a través del crectmíento imparable y recíprocode la concentración de la riqueza y de la exclusión social.tanto a nivel nacional como a ntvel mundial; la devastaciónecológica y con ella la destrucción de calidad e incluso decoriservactón de vida en el planeta. El inconformismo fren­te a estas consecuencías, combinado con una crítica pro­fundizada de la epistemologia de la ciencia moderna estácontribuyendo hoy ai surgímíento de un nuevo paradigma.Lo que en otro lugar llamé cíencta postmoderna, o mejor,el paradigma de un conocímíento prudente para una vidadigna (Santos 1987a; 1989).

A nivel de la racionalidad moral-práctíca, los dilemasdel tercer período son fundamentalmente cuatro: en prt­mer lugar, los valores de la modernidad, tales como la au­tonomía y la subjetívídad, están cada vez más divorciadostanto de las práctícas políticas, como de nuestra cotidia­nidad, a pesar de que parecen estar a nuestro alcance in­finitas opcíones: en segundo lugar. la regulactón jurídícade la vida social se alimenta de sí misma (una regulaciónque sternpre da ortgen a otra) aI mtsmo tiempo que el cíu­dadano, oprimido por un conocimiento jurídico especíalí-

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zado y hermético y por la sobrejurldificación de su vida, esllevado a prescindir de su buen sentido o sentido comúncon el cual la burguesía en el stglo XVIll le demostró a laaristocracia que tambíén sabía pensar. En tercer lugar,como blen lo anota Karl-Otto Apel, la modernldad nos con­flnó en una ética Individualista, una mlcroética que nosImplde pedir, o slqulera pensar, responsabilidades por acon­tecimientos globales, como la catástrofe nuclear o ecoló­gica en la que todos, pero nadie individualmente, parecenpoder ser responsabilizados (Apel, 1984). Este problemaético reside en que si, por un lado. la mícroétíca liberal esInadecuada para responder de buen grado a las exígencíaséticas de la nueva situación en que nos encontramos, porotro lado, todavía no ha sido sustituida por una macro­ética capaz de conceblr la responsabilidad de la humanl­dad por las consecuencias de las acciones colectivas a nívelde la escala planetaria.

Pero aquí tambíén hay sefiales de futuro. Del colapso delas formas éticas y jurídicas liberales frente a algunos delos más serias problemas eon que nos enfrentamos -de laexcluslón social y dei racismo hasta Chernobyl y el Slda­empieza a emerger un nuevoiusnaturalismobasado en unanueva concepcíón de los derechos humanos y deI derechode los pueblos a la autodeterminación, y una nueva Ideade solídartdad, simultáneamente concreta y planetarla. Curio­samente, estas sefiales de una nueva ética y de un nuevoderecho están relacionadas eon algunas de las transfor­maciones a nlvel dei principio dei mercado y dei principiode la comunidad scfialados atrás. Por un lado, la exploslónde la realidad medlátlca e informativa hace poslble una compe­tencia democrática más amplia. Por otro lado. la retrac­ción simbólica de la producción frente al consumo puedevenir a traducirse en la reduccíón de la semana de traba­jo, cada vez más reclamada por el sindicalismo europeo: yde tal reducclón puede resultar una mayor disponibilldadpara actlvldades socialmente útiles y para el ejercícío dela solidaridad.

Por último, la racronaltdad estétíco-exprestva es tal vezla que condensa mejor las antinomias de la sttuacíón pre­sente y, por lo tanto, aquella en que son más fuertes lassefiales dei futuro. La alta cultura modernista se agotó yla aftrmacíón de que tal cosa no eucedíô es desmentida dia­ríamente por la despreocupación eon que se contempla o

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por el precío con que se comercializa. La fuga dei mundo ala que la condenó Adorno (1981 l, por más comprenslblesy honrosas que hayan sido sus razones, es insostenible enla situación cultural de celebración afirmativa. aunque su­perficial, pero profunda en su superficialidad, de infinitos,aunque nocivos infinitos eu el sentido hegeliano. Eu SUB me­jores verstones, la arquitectura postmoderna revela bíenesta sttuacíón,

Las seiíales de futuro están en la creciente convicciónde que ese déficit de mundo es Irremediable dentro dei pro­yecto de la modernidad y de que, por lo tanto, la opclónradical y cada vez más Ineludible es enfrentar la poetbtlt­dad de que este proyecto está exhausto, y es irrealizableen aquello que, hasta ahora, ha íncumplído: o continuarconfiando en su poslbilidad de regeneraclón y esperandoa que se complete con la misma determinación con queSamueI Beckett nos ensena a esperar a Godot. Esta opciónradicai vtene slendo dtsefiada, en el domlnlo de la racío­nalidad estétíco-exprestva, desde finales de la década delos sesenta y mediados de la década de los setenta, sobretodo en los Estados Unidos de América, a través de la crí­tica radical dei canon modernista, de la normalizaclón ydei funcionalismo, deI exprestonísrno abstracto en la pin­tura y dei estilo Internacional en la arqultectura. Comobien anota Huyssen, esta crítica ya estaba presente en labeat generation a mediados de los clncuenta (Huyssen,1986: 186), pero víno a asumlrse progreslvamente comoexpreslón del agotamlento global e Irreverslble dei canonmodernista en el cme, la música, el teatro, la pintura y laarqultectura. Además la arqultectura postmoderna expre­sa con elocuencía la expansión simbólica del consumo fren­te a la producclón que había servido de soporte a todo elfuncionalismo de la arquitectura modernista 10.

Tal como Max Weber mostró mejor que nadle las antino­mias dei proyecto de la moderrudad en el prtmero e Inclu­so en el segundo período dei capitalismo, Habermas es, sínduda, qulen mejor dío a conocer las dei tercer período deicapitalismo. Sin embargo. míeritras Habermas cree que elproyecto de la modernidad es apenas un proyecto Incom­pleto, pudíerido ser completado recurrlendo a los instru­mentos analíticos, políticos y culturales desarrollados por

10 Ver también a Jencks (1987: 11 y 88.) YHuyssen.

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la modernidad (l985a). yo pienso que sea lo que sea quefalte concluir de la modernídad, el proyecto no puede aca­barse eu términos modernos bajo pena de mantenernosprisioneros en la trampa gigantesca que nos prepará la mo­dernidad: la transformación incesante de energías eman­cipato rias en energias reguladoras. De ahí la necesídad depensar en discontinuidades, en cambias paradígmáttcosy no meramente subparadtgmátícos.

EI nuevo comienzo dado con el nornbre de postmoder­nídad. y el análisis de algunas de sus Implicaciones en elplano político. constltuyen el resto de éste capítulo. Antes,sin embargo. pretendo tratar, aunque brevemente, la cues­tión de saber en qué medida la socledad portuguesa pue­de estar involucrada en esas implicaciones, síendo ciertoque eI análísts precedente se confiná a las sociedades cen­trales o capitalistas avanzadas y Portugal no es, cíertamen­te. una de ellas.

PORTUGAL Y EL DESAFfo DE LA POSTMODERNIDAD

La principal tesis de esta parte es la siguiente: la socie­dad portuguesa es una sociedad semiperiférica. La especi­jicidad y complejidad de sus condiciones económicas. so­ciales. políticas y culturales crean una doble exigencla: (1)en lajonnulación de algunos de los objetivos de desarrollo.debe proceder como si el proyecto de la modernidad no es­tuviera cumplido todavía o ni siquiera hubiera sido puestoenjuncionamiento: (2) en la concretlzación de estes objeti­vos. se debe partir deI principio (para ella de algún modomás vital que las sociedades centrales) de que el proyectode la modernidad ha sido históricamente realizado y que nohay que esperar de él lo que sólo puede hacer posible unnuevo paradigma.

Se sabe que el orden econômico mundial o el sistemamundial de Estados tiene un centro (los países capitalistasavanzados). una periferia (los países delllamado tercer mun­do) y. entre ambos. una zona Intermedla muy heteróclíta.donde cabían la mayoría de los países socialistas de Esta­do de Europa dei Este y los países capitalistas semi­periféricos. tales como Portugal. Grecia. Irlanda y tal vez.también Espana; eso para limitarme a la periferia en elcontexto europeo. La cuestión, pues, que se nos plantea alos portugueses, no es solamente saber Si podemos pen-

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sar eu la postmodernidad en una socíedad semtperífértca.sino sobre todo si podemos pensar y actuar postmoderna­mente. La cuestión es compleja. Por un lado, la discusiónentre nosotros sobre lo moderno y lo postmoderno pareceser algo telescópica, discusión a distancia, guerra de mi­niaturas. Por otro lado. los artefactos de la cultura post­moderna entran diariamente en nuestras casas por múl­tiples canales de información y hasta se dirá que nuestracapacidad para dirigir o para atenuar su penetración esmenor que la de los habitantes de las sociedades centra­les porque no tenemos las resistencias modernas tan de­sarroHadas como ellos, Síendo cierto que la dtscustón sobreel colapso dei paradigma de la modernldad y el surgímtentode un nuevo paradigma aparecíó en los países capitalis­tas avanzados y en el contexto social propío de esos paí­ses, i.no estará Portugal condenado a imitar la discusióno a importar los productos materiales y simbólicos que vansurgíendo de su desenvolvimiento y hasta a hacerlo stnautenticldad pues si puede importar los productos, nopuede importar el contexto social de su producción? o. alcontrario, i.podrá Portugallanzarse no solamente a imitaro importar con autentíctdad sino incluso contribuir conalgo nuevo para la discusión y extraer de ella productosmatertales y simbólicos tamblén orígtnales? lntentaré mos­trar que es posible una respuesta positiva para esta últi­ma pregunta,

No cabe analizar aquí la evolución de la sociedad por­tuguesa a lo largo de los tres períodos de desarrollo dei ca­pitalismo. Me limitaré a mencionar. algunos de los rasgosde la socíedad portuguesa en la actualídad. para lo que meserviré del mtsmo cuadro analítico utilizado para caracte­rizar a las sociedades capitalistas avanzadas. Como socíe­dad semípertfértca, la socledad portuguesa es una socledaden desarrollo intermedio, cuyo papel estructural en el sis­tema mundial es el de realizar, en el contexto europeo enque se sttúa, la intermediación entre los países centralesy los países periféricos. La base material de esta situacióny de este papel estuvo hasta hace poco en el imperio colo­nial y es de prever que pase a estar, en el futuro, en el modode integración de Portugal en la comunidad europea. Esademás una cuestión abierta saber si Portugal va a con­solidar. sobre una nueva base, su carácter semiperiféricoo si, al contrario, va a descender a la periferia o a ser

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promovido ai centro, como sucedló con Italía y está a pun­to de suceder con Espana. Lo más probable es que se man­tenga como sociedad semiperiférica. 11 .

En la actualidad, una de las características prtncípalesde la soctedad portuguesa es la heterogeneldad Internatanto de los príncípíos de regulactón como de las lógicasde emanctpacíõn. EI principio del mercado nunca alcanzóeu Portugal la hegemonia que tuvo eu los países centrales.Síernpre vlvió bajo la tutela dei principio dei Estado, quehasta el presente, ha asumído varias formas. En los últi­mos anos se ha veriído intentando atenuar esa tutela peracuriosamente la Iniciativa ha partido sobre todo dei Estadoque así, parece condenado a reforzar 5U tutela eu eI pro­pio proceso desencadenado para debilitaria. Se trata deuna tarea de todas maneras difícil por dos razones princi­pales. En prtmer lugar, porque sucede en una sttuacíón In­ternacional de globallzaclón dei mercado en la cual el papeldei Estado si bíen está stendo, por un lado. degradado dela regulacíõn dei mercado hacla la negocíacíon de la de­pendencra, por otro lado. su functon a este nuevo nível sehace más crucial que nunca. En segundo lugar, porque In­ternamente las relaciones mercantiles capitalistas contí­núan teniendo que articularse eon relaciones mercanUlesno capitalistas, típicas, por ejemplo de la pequena agricul­tura familiar. Esta artlculaclón tíene ímpltcacíones socía­les y políticas que en las condiciones actuales sólo puededirigir el Estado. Pero, por otra parte, entre nosotros el prin­cipio deI mercado presenta algunas características para­lelas a las que están asumiendo los países centrales como,por ejemplo, la descaracterlzaclón de las regíones índus­trtales tradtctonalea, Ia ruralízactón de la tndustrta, el sur­gímtento de los dinamismos Industrlales locales, la explo­slón de la economía informal, el crecimiento acelerado deisector de los servtcíos.

EI principio de la comunídad es correspondientementeheterogéneo. La rematerlalizaclón de la socledad civil através de las clases -burguesía y proletariado- nunca tuvoentre nosotros la mísrna intensidad que tuvo en los paísescentrales y esa ha sido la razón invocada para afirmar quela socledad civil portuguesa es débil. Y el mejor ejemplo de

1i Sobre el caracter semtpertfértco de la soctedad portuguesa ver, por último,los textos reunidos en Santos (org. 1993).

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eso sería el déficit corporativo de la organtzacíón de los In­tereses, ya sean patronales li obreros. El problema es com­plejo, pues por un lado, la socledad civil portuguesa, cuandose analiza en términos de estructuras familiares y de re­des de solídarídad constttuídas sobre la base dei parentes­co y de la veclndad (la socledad-providencla), parece muyfuerte o, en todo caso, más fuerte que las sociedades cen­trales , Pero no quedan dudas de que el déficit relativo depráctlcas de clase no solamente condujo a la volatilidad delas políticas de clase sino que también impidió una eficazínstítuclonaltzacíón de los conflictos entre capital y traba]o.Los esfuerzos hechos en este sentido, en los últimos anos.han sido difíciles en buena parte porque suceden en elcontexto internacional de precarízacíón y de flexíbtltzacíõnde la relación salarial en los países centrales. A este pro­pósito se deben hacer dos observaciones. La primera esque stendo desigual y combinado el desarrollo dei capita­lismo a escala mundial, se veríftcan. con frecuencia, dts­crepancías ternporales, como esta de que Portugal presentecíerto movtmíento en el sentido dei capitalismo "organi­zado" en un momento en que en los países centrales elmovimiento es inverso, en el sentido del capitalismo "des­organizado". La segunda observacíón es que, como ahorase ve claramente, lo inadecuado de esta desrgnacíon resi­de en el hecho de que las características que justlfican laIdea de desorganlzación del capitalismo central tlenen al­gunas sernejanzas. guardadas las proporciones, con lasque desde sternpre han caracterizado a la organtzactón delcapitalismo en los países periféricos o incluso semtpert­férreos.

Pero la heterogeneldad Interna dei principio de la co­munidad todavía deriva de la exístencta y coexístencta demuchas fracciones de clase, de situaciones de doble per­tenencia de clase y de lugares contradíctortos de clase confuerte peso social y que contrlbuyen ai descentramiento dela relación capítal-trabajo como serían el campesinado, losserruprotetartos, los agricultores de tlempo parcial, los pe­quefios comerciantes, los funcionarios públicos, etc.,etc l 2 .

12 Sobre esta composición específica de c1ases y las relaciones socíales en quese traduce. ver a Pinto (1985) y Almeida (1986).

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Frente a esta situación no es sorprendente que el Esta­do português tenga una forma política muy compleja. Hetratado este tema con alguna extensión en otros lugares(Santos, 1985b: 1989: 1993) y volveré sobre él con más de­talle en el capítulo quinto. Aquí mencionaré solamente lastres características que me parecen más dicientes para losobjetivos analíticos dei presente capítulo. En prírner lugarla heterogenetdad Interna de los principios de mercado yde la comunldad hacen Improbable la regulaclón autóno­ma de los intereses, por lo que el Estado termina por teneruna prlmacía total sobre la socledad civil. Sin embargo,esa misma heterogeneidad interpone importantes obstá­culos para la normal realización de las funciones del Es­tado y es, en parte, responsable de su gran mefícíencta. Lagran primacía y autonomía del Estado en la formulacíónde las políticas, coexiste con la gran tnefíctencta y depen­derreta en su ejecucíón.

En segundo lugar porque no ha sido posible Incorporara las clases trabajadoras en el sistema político a través deorganizaciones sindicales y políticas fuertes y autônomas,la democratización política del sistema siempre estuvorestringida y varias veces se colapsó. Incluso en los perío­dos democráticos no fue posible erradicar el clientelismoy el Estado no se comprometló con el blenestar de las ela­ses populares aí punto de poder constituirse en un Esta­do-Providencia. Por esa razón hasta ahora no han sidoresueltos dos problemas que el proyecto de la modernldadcumplió, durante algún tlempo, en los países centrales: losproblemas de la distrlbuclón y de la dcmocratízacíón polí­tica dei sistema político.

Como resultado de eso, el Estado tiene una acentuadacaracterística autorítarta que, a lo largo de los tiempos, haasumido diferentes formas. La última es bastante moder­na en la medida en que tíene semejanzas significativas conla que ha estado asumiendo el Estado en los países cen­trales. Stuart Hall, temendo en cuenta el caso mglés. ladestgnó como "populismo autoritario", lo cual consiste enque el Estado ejerce un poder autoritario que convierte ídeo­lógicamente ai goblerno dei pueblo contra el Estado (Hal!yJacques, 1983). De hecho no se trata de atacar ai Esta­do desde dentro sino tan sólo de atacar lo que en el Estadofueron las políticas sociales de distribución a favor de lasclases populares en el período del capitalismo organizado.

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La tercera característica dei Estado, resultante de lasanteriores, es que dada la permanencia de elementos arcai­zantes a nlvel dei mercado y de la comuntdad, la prímacía.la autonomía y el autoritarismo del Estado han sido usa­dos frecuentemente para ascender ai Estado como agentede modernízacíón de la sociedad. Esa moderrnzacíón es,sin embargo, falsa en muchas instancias porque se quedaen los textos legares. ordmartos y constitucionales, y dífí­cilmente se traduce en práctícas sociales adecuadas. Asípues, resulta particularmente desmesurada, entre noso­tros, la díscrepancta entre marcos legales (más avanzados)y prácticas soeiales (más retrógradas) en una sttuacíón ala que, en otro lugar, l!amé Estado paralelo (Santos 1993:28 y ss.).

Las lógicas de racíonalídad que componen la emancipa­ción moderna se confíguran, entre nosotros, de tal maneraque profundlzan, aún más, la complejidad de la socíedadportuguesa que resulta de la breve descrlpción de los prin­cipias de regulación. Distingo dos características princi­pales. La prlmera es la de la dependencla y el mimetismo.Las diferentes lógicas de racionalidad han acornpaüado,con mayor o menor retraso, los movimientos dominantesen los países centrales lo que no excluye la írrupcron demomentos de gran contemporaneidad e ínnovacíón como,por ejernplo. muchas de las iniciativas cultura1es hechasposlbles en la crtsts revolucionaria de 1974-75. La segun­da característica es que el modelo general de dependencíay de imitación se articula o se yuxtapone a racionalidadesque el paradigma de la modernidad l!ama convencional­mente premodernas y que son vístbles tanto en el ámbitode la raclonalidad cognitivo-instrumental (la sabiduría po­pular, la tradícíón oral, el riquísimo y resistente sentidocomún, las artesanías y las tecnologias tradícíonales), comoen el ámbito de la raclonalidad moral-prácttca (los dere­chos comunitarios, la fuerza social de las redes de solída­rldad basadas en el parentesco y en la vecindad), y aún enel ámbito de la racionalidad estéttco-exprestva (el arte y lallteratura populares, las fies tas y las romerías, las proce­siones y el turismo reltgíoso).

Es pues a la luz de este cuadro, que se debe determinarla rnsercíón de Portugal en la discusión sobre la moderrn­dad y la postrnoderntdad. Durante la crtsts revolucionariaque stgutó ai 25 de abril, se volvió, a cíerto nivel popular,

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a la idea de que Portugal, a pesar de ser un país relativa­mente subdesarrollado, podía escapar de las distintas eta­pas por las que pasaron los países centrales y sobrepasarlosen la marcha hacía el socialismo. Era una verstón in­genua de la teoría dei desarrollo desigual y combinado queTrotski había elaborado para explicar la revolucíón de1905 y después la de 1917 en un país airasado como erala Rusia de entonces. Frente al fracaso de los distintos pro­yectos socialistas enfrentados durante ese período, a par­tir de 1976 se cayó en la idea opuesta de que Portugal,siendo un país relativamente subdesarrollado, debía se­guir, las huellas dei desarrollo de los países centrales ymientras menos autonomía tuvtera , mejor , Era una ver­si6n ingenua de la teoría de la modernización en una desus interpretaciones más populares, la de la teoría de W.Rostow sobre las diferentes fases dei desarrollo (Rostow,1960), Estas dos posiciones extremas me parecen erradas,En sociología y en política lo que sucede demasiado tem­prano no sucede; pero lo que sucede tarde tampoco suce­de. Las diferencias cualitativas entre diversas zonas deIsistema mundial (el centro, la periferia y la semtpertferta)hoy parecen atenuarse. En compensación, las diferenciasde grado son cada vez más chocantes. En las condicionesde este fin de sigla, la tarea primordial de la sociología esmostrar que las diferencias de grado son cualitativas.

En vista de lo anterior me parece necesario encontraruna vía intermedia entre los extremos. Mi postcíón es quela sociedad portuguesa aún tiene que cumplir algunas delas promesas de la modemldad, pera tiene que cumplirlasen rebeldía con la teoria de la modernización. De esta posi­ción, se desprenden dos ímpltcacíones prtncípales. La prt­mera es que las promesas de la modernidad que están porcumplirse, tienen que ser cumplidas en corto circuito conlas promesas que surgen de la postmodernidad. Así, comolo mencíoné atrás, las dos más importantes promesas dela modernidad todavía sin cumplir son, por un lado, la so­lucíón desigualdades que dejan a amplias estratos de lapoblación por fuera de la posibilidad de una vida digna osíquíera de la sobrevívenctal'P: por otro lado, la democra­tízacíón política dei sistema político democrático (es decir

13 Ver, entre otros. a Bruto da Costaetal. (1986); Silva et al. (1989): Almeidaetal. (1992),

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la incorporación tan autónoma como sea posible de lasclases populares en el sistema político, lo que implica laerradicación deI clícnteltsmo, del personalismo, de la co­rrupción y, en general, de la apropíacíón privada de la ac­tuacíón dei Estado por parte de grupos sociales, e inclusopor parte de los propios funcionarias estatales): ,

Cualquíera de estas promesas se debe cumphr, sm em­bargo, en conjunto con el cumplimiento igualmente vehe­mente de las promesas de la postmodernídad. De este modola promesa de distribución se debe cumplir en uníón conla promesa de la calidad de las formas de vida (desde laecologia hasta la paz, desde la solidaridad internacionalhasta la igualdad sexual) y la promesa de la demo~ratiz;,­

ción dei sistema político se debe cumplir en conjuncíóncon la ampliación radical dei concepto de política y, co?­secuentemente, con las promesas de la democratizactonradical de la vida personal y colectiva, de la ampliaciónincesante de los campos de emancipación, los cuales sepueden empezar a cumplir precisamente en la articulaciónentre la' democracia representativa y la democracia parti­cípatíva. Tal vez esta conjunción sea interdicta po; el prin­cipio de la moderntzactón, pues, en sus propíos terrnínos,mientras que no sean resueltos los problemas de la moder­nidad no tiene sentido síqutera tratar los problemas de lapostrnodernídad. Este principio, que entre nosotros hoy eshegemónico y que ha sido adaptado tanto por el Estadocomo por los partidos políticos de derecha y de ízquterda,sólo podrá conduclr ai bloqueo de la socíedad portu%uesaen una semíperíferta crecientemente medíocre y estúpída.

La segunda implicación dei cumplimiento de la moder­nidad en rebeldía contra la modernización es que es nece­sarro combatir la idea de que todo lo que en la sociedadportuguesa es diferente de las sociedades centrales es serialde atraso y debe ser erradicado en el proceso del desarro­lia, La contabilidad profunda de la sociedad portuguesatodavía está por hacerse. Durante la dictadura de Salazarnos habituamos a cargarle todo ai débito de ella ya que ~I

dictador se había apropiado de la contabilidad de los cre­ditas, El 25 de abril fue posible hacer, aunque muy rápí­damente y con algunos errores en las cuentas, una conta­bilidad democrática de los créditos, Desde 1976 nos hemosvenido deslizando, casi que insensiblemente, hacía unnuevo pesimismo contable, con la diferencia de que ahora

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no hay. Como en los tiempos de Salazar, yafortunadamen­te, una Instancia oficiai de glortfícacíon de los créditos. Esuna situación que tiende a reproducirse mientras predo­mina el principio de la modernlzación.

Para combatir esta domlnaclón (dei principio de la mo­dernización) es necesario analizar, con objetividad y sincornplejos , Ias ventajas comparativas de la socíedad por­tuguesa en un mundo cambiante. Es preciso admitir, comohipótesis inicial, que algunas de las características quedísttnguen a la socíedad portuguesa son buenas y debenser manejadas con cautela durante el proceso de desarro­110. Aquí es donde reside, por último, la nueva contríbu­clón que la sociedad portuguesa puede traer ai paradigmaemergente de la postmodernidad. En el fondo se trata deatreverse a pensar que la socíedad portuguesa tiene algu­nas características, por así decir, pre-post-modernas. Acontinuaclón algunos de los tópicos que pueden ser dis­cutidos en este contexto.

En prlmer lugar la socledad civil portuguesa es rica entecnologias familiares, tanto materi ales como simbólicasy en formas de soclabilldad cara-a-cara basadas sobretodo en el parentesco y en la vecindad. Como mencioné enel capítulo anterior. Ia socíedad civil portuguesa es débil.es decír. atomizada y fragmentada, sí la juzgamos tan sólopor los modelos y formas de organización dominantes enlos países centrales. AIcontrario Se puede concebir que lassociedades ctvtle s de los países centrales son débilescuando se las juzga según los modelos y las formas de or­ganlzación en que la socíedad portuguesa es fuerte. Es fácilconstruir el contra argumento de que se trata de arcaís­mos premodernos, tradicionales y retrógrados, no siendomotivo de sorpresa que por eso hayan figurado entre loscréditos de la contabilldad salazarlsta. Admttiendo que nosiempre es fácil distinguir una poslclón retrógrada de unaposícíón progreslsta (al contrario de lo que piensan los dogmá­tícos de dífercntes colores), hay procedimientos analíticosy crtteríos políticos que pueden ayudar a la dlstlnclón.

Tomemos, por ejemplo. el caso de la pequena agricultu­ra familiar todavía tan importante entre nosotros y trata­da de ineficiente y retrógrada, condenada a los basurerosde la htstoría por los adeptos de la moderrnzacíón, ahoraatrtncherados en el poder. Sln duda es retrógrada por lomenos en dos puntos: en prímer lugar, representa prmcí-

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palmente una estrategía de sobrevívencía que raramentellega a alcanzar un nível de vida decente; en segundo lu­gar, es una organízacíón social particularmente dominadapor el poder dei patriarcado y, por lo tanto, por la desigual­dad sexual y por la explotaclón dei trabajo infantil.

Sin embargo, sería concebible que la pequena agricul­tura familiar fuera reinventada, a partir de la que existe, yde modo tal que pudiera no sólo neutralizar su negativismo-transformándola en una estrategía de afluericta y de ca­lidad de vida y democratizaclón de sus prácticas produc­Uvas y reproductivas- sino tambíén maximizar su potencialpositivista: una vida activa y diversificada, conducida enparte al atre libre y en comunión con la naturaleza. unaIdeologia de producción basada en lo socialmente útil y noen ellucro y garantizada contra los excesos de produccióny de productivldad. Para que no se prense que se traia deuna ímagínactón soltpststa, es del caso mencionar la re­ciente curtosídad de los dlputados dei partido de los Ver­des en el Parlamento Europeo por la pequena agriculturaportuguesa. víerido en ella algunos rasgos dei modelo deagricultura defendido por ellos en su proyecto de reformaagraria europea. Según ellos, las ventajas reconocidas enla pequena agricultura portuguesa son precisamente lassígutentes: permitir una mejor calldad de vida por el equi­librlo que proporciona entre el trabajo urbano y el trabajorural, ayudar a fijar la poblacíón en los campos e Impedirla congestíón de las cíudades, no destruir el medio ambien­te y produclr equilibradamente. evitando el problema delos excedentes.

Porque domina entre nosotros el principio de la mo der­ntzacíón, es difícil dar credibilldad social a este tipo de ar­gumentación y, aún más, convertirla en políticas agrícolasconcretas. Además, la política agrícola en curso es agresí­va en el sentido de destruir la pequena agricultura fami­liar. Las dificultades de pensar lo nuevo, sternpre fuerongrandes en Portugal. pero es bueno que por lo menos sevaya pensando que la sociedad portuguesa da qué pensar.

EI segundo tópico por discutir en el contexto de la postmo­dernidad es la idea de que en la socíedad portuguesa va aser Inevitable que las prácticas políticas "vtejas" (las de lademocracia representativa y de los partidos) se amplíen yconsoliden el diálogo compartido con las prácticas políti­cas "nuevas" (las de la democracia partícípattva y de los

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nuevos movírníentos sociales). Además, el propío desarro­110 intermedio suscita un corto circuito entre la lucha porlas retvtndícacíones matertales (salarios decentes y segu­ridad social) y ias reivindlcaclones pcstmaterrales (laecologia, lo antmuclear, Ia ígualdad sexual y racial. todasel1as además, mezcla de materlales y postmaterlales). Estecorto circuito político, debido a que exige un amplio con­senso entre las fuerzas soctales y políticas ubícadas en latransformación, parecería recomendar, entre otras cosas.la u nídad orgáníca de las dos centrales sindtcales , la coa­lición dei partido socialista y dei partido comunista y laíntegractón de la agenda política postmateríaltsta, tanto enlas centrales sindicales como en estos partidos.

Tal corto circuito tambíén está favorecido por el hechode que la heterogeneidad y la complejidad de la socledadportuguesa hícteron que en ella las demarcacíones de loscampos de acclón social y político (por ejemplo, la dtsttn­ción entre lo público y lo privado) y de los universos sim­bólicos creados por las diferentes lógicas de ractonaltdadno sean tan marcadas nt tan rígidas como en los paísescentrales. La cultura política postmoderna se basa, preci­samente. en este rornpímtento de las demarcaciones, yeneste campo podemos pues tener algunas ventajas compa­rativas.

Finalmente. el tercer tópico reside en el hecho de que lahegemonía, mitigada entre nosotros, dei principio de mer­cado, tenga como consecuencia que la amplitud de las op­ciones es menor en nuestra sociedad que en una sociedadcentral. Este hecho tiene, obviamente. un aspecto negati­vo: crea monopolios de Interpretaclón (de la Iglesta, deiEstado e incluso de la familia). Ttene, stn embargo. un po­tencial positivo: el de permitir una política menos centra­da en la ampliación de las opcíones y más centrada en elfortalectmíento de la capacidad de escoger. Así. tal vez seevite que la ampllaclónde las opclones redunde en latrivialización de esas opcíones y la destrucción de los mo­nopolios de interpretación en la renuncia a la interpreta­ción, como ha venido sucediendo en los países centrales.

Dentro dei paradigma de la modernidad es fácil desacre­ditar esta línea de argumentación. Habermas dlría que el1aestuvo presente entre los jóvenes intelectuales de la Repú­blica de Weimar (ai frente de todos Carl SchmiU) que pocodespués, y con mayor o menor cinismo, se entregaron en

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manos dei Nazismo (Habermas, 1985b). Pienso además que,como dice J. Arac, es importante conocer nuestra htstoría.pero es igualmente importante conocer nuestra diferenc~ia

de nuestra htstorta (Arac, 1986: XXXIV). Esta es tamblenla base para pensar que esta línea de argumentación nosiente vergüenza de llamarse nacionalista. porque conocelas razones que la dísttnguen radicalmente del nacionalis­mo reacctoriarto de derecha.

Ala luz de esta línea de argumentación y del marco ana­lítico en que ella díscurre. se puede concluir que la dtscu­stón sobre el paradigma emergente de las postmodernidadno sólo le Interesa a la socledad portuguesa, sino que el1apuede tener un papel propío y significativo en esa dlscusión.Sin duda para nosotros será una discusión de oscilantesgestalts. Aveces, parecerá una discusión telescópica y has­ta esotérica, algo que se puede discutir desapasionada­mente. no porque dominemos los términos de la dtscustónsino porque. muy al contrario, estos ya no nos domtnari,no nOS inspiran respeto. ütras veces la discusión tendráel sabor de la Intimidad, de lo déJà uu, y generará hastacíerta incredulldad sobre la necesidad de dtscuttrla y so­bre todo entre nosotros. Es pues, una sítuacíón líquida peroque. sm duda, se traslada hacia adentro.

Paso entonces a analizar aígunas de las tmpltcacíonesen el campo de las prácticas políticas, que son consecuen­cía de la concepción dei tlempo actual, como período detransición entre un paradigma agotado y otro cuyas seria­les de surgímtento se vau multiplicando.

HACIA UNA pOLíTICA POSTMODERNA: LAS MINI­

RACIONALIDADES Y LA RESISTENCIA

La tesis principal que deJenderé aqui es la siguiente: laidea moderna de la racionalidad global de la vida social ypersonal acabó por desintegrarse en una miríada de mini­raciOnalidades ai servicio de una lrracionalldad global.inabarcable e lncontrolable, Es posible reinventar las mlnl­racionalidades de la vida de modo que ellas âejeri de serpartes de un todo y pasen a ser totalidades presentes enmuchas partes. Ésta es la lógica de una posible postmoâer­nidad de resistencia.

Las sociedades capitalistas están pasando por transfor­maciones profundas stn que, a pesar de el1o, hayan deja-

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do de ser capitalistas. Las cíencías sociales no tlenen losmedlos para saber. cómo o cuándo, dejarán de serlo y.mucho menos, la forma que tomarán cuando eso suceda.si es que sucede. En términos de cíencta social. estamosforzados a navegar con la segurldad de estar vlendo lacosta. En compensación, tenemos cíerto entrenarníentopara la interpretaci6n de las sefiales. En este domínio. laconclusíón más segura que se puede extraer de ellos esque la pujanza dei capitalismo produjo dos efectos com­plementarios: por un lado, agotó el prayecto de la moder­nldad, por otro lado, lo hizo en tal forma que se alimentade ese agotamlento y se perpetúa en él. EI vacío que él pro­duce es tan global que no puede ser lIenado en el contextodei paradigma de la modernidad. Esto explica que la pu­janza del capitalismo, como sistema económíco. corra a lapar con la debllldad Ideológica de muchos de sus princi­pios y que, mientras mayor sea esa debilidad, más débil(y no más fuerte, como sería de prever) es elllamado ideo­lógico de los prlnciplos que se le debian oponer, los prin­cipios del socialismo. No tiene sentido culpar a la moder­nldad por esta situaclón, como hace Daniel Bell, pues esoes poco más que invertir la relacton causa/efecto (Bell,1976: 1978). Tiene razón Albert Hlrschman cuando díceque "eI capitalismo no puede ser criticado por ser represi­vo, alienante yunidimensional en contraste con SUB prtn­clplos fundamentales porque, ai contrario, el capitalismorealizá precisamente lo que se esperaba de él, es decir, re­primir la varledad humana y produclr una personalldadhumana menos multifacética, menos imprevisible y másunidlmen-slonal" (1977: 132). Hay pues que verificar unasituaclón, y esta es báslcamente que ei pilar de la emancl­paclón se transformó en el doble dei pilar de la regulaclón.Las armas dei pensamlento crítico dei paradigma de la mo­dernídad, que eran poder'osaa e incluso revolucionarias, setransformaran con el tlempo en pistolas de jabón que, comola de Woody AlIen, se derrtten en la lIuvia cuando con ellaspretendemos forzar nuestra fuga de la prtstón,

Afírrnar que el prayecto de la modernídad se agotó signi­fica, ante todo, que se cumplió en exceso y déficit Irrepara­bles. Son ellos los que constttuyen nuestra contempora­neidad y es de ellos de donde tendremos que partir paraimaginar el futuro y crear las necesidades radicales cuyasatlsfacclón lo hará diferente y mejor que el presente. La

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relación entre lo moderno y lo postmoderno es, pues , unarelaclón contradíctorta. No es de ruptura total, como quíe­ren algunos. ní de continuación en la mísma linea, comoquieren otros. Es una sltuación de transición que tiene mo­mentos de ruptura y momentos de conttnutdad. La combt­nacíón específica entre estos puede incluso variar de períodoa período o de país a pais. Basta, por ejemplo, distinguirlos diferentes énfasis deI postmodernismo en América. enFrancia o en Alemanta, como hace convincentemente AndreasHuyssen (1986). Tampoco sorprende que sean grandes lasdiscrepancias entre los elencos de características de lo post­moderno prapuestas por los proplos autores. Ihab Hassanpresenta uno de los más sofisticados y amplios elencos enlos que incluye: indeterminación, o mejor, índeterrnína­cíones, fragmentación. descanonízacíón, descentramíentoy superflclalización: irresponsabllldad, Ironia, híbrídactón,carnavalizaclón en e) sentido de Bakhtin; desempeno(peifomance ) y partlcipación, conslruccionismo e ínma­nencta (Hassan, 1987: 167). Pera el propío Hassan admi­te que este elenco es contradictorio y, en algunos iterns,incluso absurdo. Sln embargo, los elencos más restringi­dos y más organizados tampoco nos convencen. Por ejern­pio, el de Scott Lash y J. Urry, donde se íncluye lo stgutente:contra el unanímtsmo y por la reproducci6n mecânica oincluso elcctróntca: contra los dualismos jerárquícos como,por ejemplo, el de la separación, hecha por el alto moder­nismo, entre lo estético y lo social; por elpasttche, elcollagey la alegoria: por la cultura de distracción contra la cultu­ra de contemplación; por el impacto contra la coherencta:por la cultura popular (Lash y Urry, 1987: 287). Pera ade­más de confinado ai campo deI arte, este elenco reduce lopostmoderno a un simple contrario de lo moderno.

Estimo que el esfuerzo clasificatorio será siempre des­mesurado en relación con los resultados que se obtienen14.

Adernás, hay algo de moderno en su tentativa de fíjacíónde la postmodernidad. Se trata de fíjar en abstracto y se-

14 En el mtsmo sentido. consultar a Ribeiro (l988a) que. srn embargo. sacade esta venncacíón Ilaciones diferentes de las mias. Antónlo Sousa Ribeiropresenta en este texto una de las mejores dlscuslones que yo conozco so­brela problemática de la dtsunctón moderno/poslmoderno. Lo que nos sepa­ra son las conc1usiones a que negamos: para Sousa Ribeiro, todo lo que hayde auténtíco en el postmodernlsmo ya está contenido en lo moderno; paramí. es cast lo contrario. Cf., tambíén, Ribeiro (1988b).

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gún las regias de la separaclón entre la teoría y la práctlcatan caras ai pensamlento moderno. EI paradigma emer­gente es intersticial eu eI modo como se píerisa y se prensade él siempre ahogado en la realidad de los contextos enque se practlca. En esta medida, me parece preferlble tra­tar de interpretar SUB síntomas a través de un conjunto deseis guiones para otras tantas historias de las cuales sepodría sacar una moralidad práctíca, a la manera de lostopoi de la retórica aristotélica y perelmanlana. Estas his­torias padrão ser contadas y dramatizadas en comunidadeseducativas. Cada historia es parcial. en el mísrno sentidoen que, para Wllliam James "el mundo está lIeno de histo­rias parctales. que correu paralelas unas eon otras y quecorntenzan y terrnman de vez en cuando" (1969: 98).

EI primer gulón se lIama el saber y la ignorancia. EI sa­ber moderno cuando aún volaba bajo parecía tener dos alasiguales y un vuelo equilibrado. A medida que crecíó viocómolas dos alas eran destguales, una volaba alto y se lIamabavocación crítica y la otra volaba bajo y se llamaba vocaciónde complicldad. Y mlentras más bajo volaba esta ala másalto volaba la prlmera. Esta última pasó a volar tan altoque tenía una vístón telescópica dei mundo, y ai mlsmotlempo le era fácil y confortable sentirse ausente de él. Conel tlempo perdló, además, la noclón dei mundo y, por lotanto, de su propta ausencía, No es sorprendente que unpájaro tan desequilibrado haya encallado en los montesmás elevados de nuestra reflexividad. EI efecto más evi­dente de ese desastre es la sltuaclón epistemológica enque nos encontramos y que se puede resumir en lo si­gulente: la ignorancla es cada vez menos disculpable yciertos tipos de conocimiento son cada vez más intolera­bles (prenso. por ejemplo, en la blotecnología y en la Inge­nlería genética). La manera postmoderna de salir de estasttuacíón consiste en lo que, en otro lugar, destgné comola doble ruptura epistemológica (Santos, 1989). Lacte n c í a moderna hizo posible la primera rupturaepistemológica y con base en ella se separó del sentido co­mún existente. Fue un acto revolucíonarto dei que no po­demos abdicar. Sin embargo, una vez realizada esa rup­tura, el acto epistemológico más importante es romper coneIla y hacer que el conocimiento científico se transformeen un nuevo sentido común. Para eso es necesarío, con­tra el saber, crear saberes y contra los saberes, contra!saberes.

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Estas creaciones de saberes deberán obedecer a los st­gutentes topoi 15 el prlmero se puede formular deI sígutentemodo: No toque. Esta es humano. Como acabé de mencio­nar, la bíotecnología y la ingeniería genética expresan dela manera más elocuente el dilema epistemológico contem­porâneo. Frente al avance dei conoctmíento científico enestos domtníos y de la orlentaclón de la aplícacíón que estáteniendo, es previsible que en un plazo relativamente cor­to el cuerpo humano se transforme en una mercancía e in­cluso en la mercancía por excelencía, desempenando en elnuevo régímen de acumulación el mismo papel que desem­penó el automóvil en el período dei capitalismo organiza­do, el período de la acumulaclón fordlsta. Frente a esto, talvez sca tiempo de que intervengamos en favor de lo huma­no de la misma manera que el guardián de la exposiciónde arte postmoderno en Kassel intervino en favor de la au­tonomía dei arte cuando el hljo de Huyssen tocó Inadver­tidamente una de las obras expuestas: "Nícht berühren.Das 1st Kunst" ("No toque. Esto es arte").

EI segundo topos se puede formular así: Es más impor­tante estar próximo que ser real. EI conocímíento modernose basa en la representación, es dectr, en la creación y ais­lamlento de un otro, lIamado objeto, que se descrlbe porel sujeto como exlstlendo Independlentemente de cual­quíer intervención creatíva de éste. La representación creaasí, distancia y mlentras mayor es la distancia más obje­tivo es el conocírníento. AI anallzar la pintura holandesadei síglo XVII Susan Sontag resalta el modo como el artis­ta combina la distancia con la exactltud: "Lo remoto conla descrlpción exacta, la descrlpclón de una íglesía real, deuna perspectiva real, pero nunca de una perspectiva pró­xima" (1987: 125). Efectlvamente, para el conoclmlentomoderno, lo real y lo próximo son antagórucos. AI contra­rio, el conocimiento postmoderno prefiere lo próximo endetrimento de lo real. Ser pragmático significa abordar larealidad a partir de las "cosas últimas" de Willlam James,es dectr, de las consecuencias. Mientras menor sea la dis­tancia entre actos y consecuencias, se hace más fácil ymás necesarlo un saber edlflcante. A esto se agrega que,siendo retórico, el conocimiento postmoderno aspira a ser

15 N. deI T: Topot o locicomune son los lugares comunee, las ideas consen­suales que functonan como premisas de la argumentactón.

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oral, a la comunicación cara a cara, la cual como lo de­muestra WalterOng, es circunstancial y contextual, en sumapróxima (1982: 36). Favoreciendo la proxírntdad, el cono­cimiento postmoderno es local. Se trata, stn embargo, deun localismo relativamente desterritorializado y, en ese sen­tido, tambíén es un locallsmo Internacionalista a la manerade la nueva generación de artistas "objetívtstas" de NuevaYork, el "new objectistics" ai decír de Bonito Oliva (1988: 62).

EI tercer topos dei guión sobre el saber y la ígnorancíase puede formular de esta manera: Afirmar sin ser cómpli­ce, criticar sin desertar. Como ya dije, la teoría crítica mo­derna se afirma por la negacíón dei mundo y, bten sea por­que lo confronta, bien sea porque se le escapa, actúa stempreposeída por la "ansledad de contamtnacíón". Esta postu­ra se basa en dos condiciones: en el efecto de distancia quecomo menctoné es inherente a la representación y en laconcepclón de la realldad como una presencia (y un pre­sente) monolítica. Ya procedí a la crítica de la primera con­dícíón. En cuanto a la segunda, su implausibilidad es cadavez más evidente. en la medida en que entramos en la eradei tiempo social ínstantáneo, de la realldad virtual, de laexpertencía televisiva, en ftn, de ímágenes gobernadas poruna estética de desaparlclón, como la llama Paul Virlllo(1988: 57). En tal forma resulta claro que hay generaclo­nes de realidades como hay generactones de ímágenes. Hayrealidades emergentes como hay realidades testímoruales.transplantadas, o residuales. En el contexto actual, la condí­cíón específica de las realidades emergentes reside en quelos últimos estratos de la realldad tienen un exceso de sen­tido que trasciende más allá de ellos , Por eso, las realida­des emergentes no pueden dejar de ser afirmativas antesde ser críticas. i,Es entonces postble afirmar sin confirmarcomplacientemente? Y i,ser crítico sin ser escapista o de­sertor? La teoría crítica postmoderna es afirmativa en lamedida en que la búsqueda Incesante de alternativas se dapor la vía dei recíclaje de las realidades. Preftere correr elríesgo de ser absorbida y neutralizada a dejar de buscarfragmentos de genuinidad y de oportunidad en los mmen­sos depósitos de manipulación y de dominaclón que la mo­dernídad fue acumulando.

EI segundo guión se titula Lo deseable y lo lmposible.Cuando lo deseable era ímpostble le fue entregado a Díos ,cuando lo deseable se hlzo posible le fue entregado a la

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cíencía, hoy, cuando mucho de lo posible es lndeseable yalgo de lo ímpostble es deseable tenemos que dividir tantoa Dias como a la cíencía. Yen el media, en eI meollo, nos encon­tramos, con o sm sorpresa , a nosotros mismos. Por estarazón, querámoslo o no. todo se nos entrega. Yporque todose nos entrega no sorprende que estemos cada vez más in­teresados en ellenguaje (de ahí, el segundo Wlttgensteln),en el poder deI conoctmtento y de la argumentacíõn, (deahí, Nietzsche, Foucault y el resurgtmíento de la retórica)y finalmente en la comunicación humana y en la intera­cción (de ahí, el redescubrimiento dei pragmatismo norte­americano de la mano de Habermas). Para cultivar estasnuevos mtereses, imagino una escuela pragmática, la cualconststtría en dos clases. En la primera, llamada concíen­cía del exceso, aprendemos a no desear todo lo que es po­slble sólo porque es poslble. En la segunda clase, llamadaconclencia dei déficit, aprendemos a desear tambíén lo tmpo­slble. Los estudlantes de la postmodernldad reaccíonartasólo aststen a la primera clase. Los estudiantes de la postmo­dernidad de resístencta aststen a ambas al mismo tiempoporque saben que sólo así es postble aprender a formularnecesldades radtcales. EI objetivo principal de la comunt­cación promovida por las dos clases no es, pues, obtenereI consenso, como pretende Habermas, sino formular nue­vas necesldades radícales, como qulere Agnes Heller (1987)1".Con todo, la formulaclón de necesldades radícales no essuficiente para distinguir una teoría crítica moderna deuna teoría crítica postmoderna. Además, tanto Habermascomo Heller, adoptan la prímera y desdeiían la segunda.Lo que distingue la teoria crítica postmoderna es que paraella las necesldades radicales no son deduclbles de un meroejerclclo filosófico, por más radicai que sea: emergen an­tes de la ímagtnacíón social y estética de que son capaceslas prácticas emancipatortas concretas. EI reencantamien­to del mundo ptesupone la inserción creatíva de la nove­dad utópica en lo que tenemos más próximo.

EI tercer gulón se titulaEl interés y la capacldad. EI hom­bre y la mujer modernos sternpre vtvíeron en una cíudadfronteriza cuya transformación, stempre rápida, se basa­ba en la ecuación interés = capacidad. Quien tenía interés

16 Sobre la comparactõn entre el pensamtento de Habermas y el pensamientode Heller-, se puede consultar a Radnoti (1987; 104).

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en las transformaciones tenía capacidad para ellas y rníen­tras mayor era el interés mayor era la capacidad. El pen­samiento liberal se fundamentó en el presupuesto de quela burguesía era la clase más tnteresada en el desarrollodei capitalismo y, en consecuencia, la más capacitada paraasegurarlo. Por su lado, el pensamiento marxista se fun­daba en el presupuesto de que la clase proletaria era la quetenía más interés en la superación dei capitalismo y, enconsecuencia, la mayor capacidad para llevarla a cabo. Enforma lapidaria, el Manífíesto Comunista de 1848, sm dudauno de los grandes textos de la modernidad, afirma que laclase proletaria sólo tiene que perder sus grilletes y es pre­cisamente este radicalismo el que sustenta su papel his­tórico privilegiado.

Con el paso de los anos, el hombre y la mujer modernosse trasladaron hacía un suburbio euro-amerícano y allí pare­cen haberse colapsado los presupuestos de la ecuación.Incluso admitiendo que la clase proletaria continúa teníen­do Interés en la superactón dei capitalismo, no parece quetenga capacidad para llevarla a cabo. Y si, por hipótesis,se defiende que aún tiene capacidad, parece entonces queya no tiene lnterés. Mientras tanto, son cada vez más nu­merosos los grupos socíales que manifiestan un interés ve­hemente en la resolución de algunos problemas, como sonla catástrofe ecológica, la defensa de la biodiversidad, elpeligro de la guerra nuclear, la paz, las diferencias sexualy racial. Y, stn embargo, mtentras mayor es el interés deestos grupos, más sentida es su íncapacídad para obteneruna solución. En la medida en que la solucíón de estos proble­mas se liga con la superación del capitalismo, nos encon­tramos en una sttuacíón cast diametralmente opuesta a ladel Manlfiesto: nuestro interés por esa transformación esgrande pero ai mismo tiempo sentimos que tenemos rnu­cho que perder con ella.

Es esta, en suma, la razón dei punto muerto a que llególa discusión sobre el sujeto histórico de la transformaciónsocial. Mi propuesta es que en vez de que discutamos lacuestión abstracta dei sujeto histórico o en vez de que re­solvamos abstractamente como los estructuralistas y post­estructuralistas, pasando el sujeto a la hístorta, analice­mos concretamente nuestra historia como sujetos, sobretodo el paso dei sujeto soberano ai sujeto obediente, parade ahí extraer algunas lecciones en cuanto a nuestro fu-

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turo como sujetos. Vivimos en un mundo de sujetos múl­tiples. Aunque Agnes Heller afirme, y con razón, que la dífe­renciaclón Interna dei sujeto es una varlable (Heller, 1987:15), ml propuesta es que, en términos generales, todos no­sotros, cada uno de nosotros, es una red de sujetos dondese combinan varias subjetividades correspondíentes a lasdistintas formas básicas de poder que circulan en la socíe­dado Somos un archiplélago de subjetividades que se com­blnan de manera diferente bajo múltlples circunstanciaspersonales y colectivas. Temprano en la mariana somosprincipalmente miembros de familla, durante el día de tra­bajo somos clase, leemos el periódico como individuos ypresenciamos eljuego de fútbol dei equipo nacional comonación 17. Nunca somos una subjetividad exclusiva, perale atribuimos a cada una de ellas , de acuerdo con las con­diciones, el privilegio de organizar la combínacíón con lasdemás. A medida que desaparece el colectívísmo de grupose desarrolla, cada vez más, el colectivismo de la subjetí­vidad.

De la mísma manera, a nível co1ectivo, cada sociedad,regíón o comunldad o cada período histórico tiende a pre­ferir una combtnacíón específica de subjetividades o, porlo menos, a preferiria en el proceso de su trarisformactónsocial. Por ejemplo, en el caso de Portugal. Si bíen es cíer­to que en las décadas más reclentes las subjetividades do­minantes fueron el individuo y la familia, creo, stn quererhacer grandes prevístones hacía los anos próximos, quelas subjetividades de clase y de nacíón adquirlrían más pesoen el archipiélago de nuestras subjetividades. De este aná­lisls resulta que, a nível global, estas combinaciones slempreson contingentes, pues varían según múltiples e ímprede­cibles círcunstancías, pero. una vez verificado un dado cír­cunstancialismo político, espacial. temporal, etc., la com­binación se organiza en él en una forma estructurada ydeterminada. En otras palabras, la contingencia global con­vive con determinismos locales.

EI cuarto guión se titula Lo alto y lo bajo o el solista y elcoro. De la alta cultura a la baja cultura, de las altas os­tentaclones a las bajas ostentaciones, dei alto clero ai bajoclero, de la alta admlnlstración a la baja administración,

17 Sobre la construcctõn de estas subjetividades en el interior de las relacio­nes soctales paradígmaucas. ver el capítulo eíguíente.

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la socíedad moderna es una socíedad de altos y bajos. Se­gún Max Weber, lasjerarquías están ligadas ai proceso deracionalización porque éste actúa mediante la diferencia­cíón de las funciones y mediante la especialización de lascompetencias para desempenarias (Weber, 1978). De ahíque la soctología funcionalista explique y justifique la es­tratificación social como modo de asegurar que las funcionesde desigual complejidad sean desempenadas por quien esmás competente para ello y que. naturalmente. el esfuer­zo adicional para la obtención de esa competencia debe sercompensado adicionalmente. Y como mientras más com­plejas son las funciones menor es su número, la hístortade los altos y los bajos síempre fue contada a la par con lahístorta de los solistas y de los coros. Como quíera que sea,las jerarquías han estado srempre ligadas con las tecnolo­gías, concretamente con las tecnologías dei saber. y hansido tambíén, el modo preferido de imponer las formas alos contenidos.

En este tema la situación presente es compleja, Por unlado. Ia profundización de las tecnologias y la proliferaciónde las formas suscltan la exciusividad de las [erarquías:por otro lado. la aceleracíón histórica con que lo hacen ter­mina por hacer cada vez más fluidas las deftnícíones dealto y haja. y los coros, como en los de Carmina Burana,actúan como si fueran solistas. Las jerarquias. por un lado.se profundizan y por otro, se trivializan y en ambos casosse desíegíttman. Esta situación contiene algunas oportu­nidades que no se deben desperdiciar. Primero que todoestá el canon procesal que tíene que ser atacado. es decír,los procesos de espectaltzacíón funcional. En este capítulo,la deconstrucción de las profesiones tiene una ímportancíafundamental. porque muchas de ellas se basan, exclusi­vamente. en la profesionalización de las palabras (los ju­ristas SOTI el caso paradtgrnátíco). En segundo lugar, laguerra contra los monopolios de ínterpretacíón está lejosde ganarse. Sin embargo, es importante que el proceso dedesmantelamiento de los monopolios sea conducido paracrear mil comunidades interpretativas y no redunden enmillones de renuncias a la interpretación. Las comunida­des interpretativas se organizan en torno de discursosargumentativos estructurados, siempre precariamente.por topoi retóricos. Cuando estudié lasfavelas de Río deJaneiro percibí que los contlictos de la comunidad donde

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yo vivía eran resueltos a través de una argumentación tó­pico-retórica, un conjunto de topoi, que era la condensa­cíón de costumbres y expertenctas de lo cotidiano que, pocoa poco, se convertían en criterios de racionalidad de esemísmo cotidiano. En suma, eran filtros creados en el pro­ceso de filtración (Santos, 1977: 1995:Cap.3).

Tal como las novelas de Dostoíevski, según Bakhttn, te­nemos que aprender a serpolifónicos (Bakhtín, 1981; 1984).Es evidente que la pollfonía está contra las verdades Iuer­teso Y ahora bten, más vale una verdad en la mano de laretórica prudente y democrática que dos volando en el va­cío de la apodíctica, imprudente y autoritaria. En tercerlugar. la gran oportunidad creada por las transformacio­nes presentes es que la relación formal contenido se alte­ró en la medida en que los contenidos se transformaronenduplicados de las formas o incluso en otras formas. De estamanera se hace más fácil recuperar formas degradadas, ymientras mayor sea el diálogo entre las formas. más infor­mal y democrático será ese diálogo. En las condicionesactuales de transtcíón, la atencíón se debe concentrar enla capacidad de ver lo formal en lo informal y lo informalen lo formal.

EI quinto guión se llama Las personas y las cosas. En elprincipio de la edad moderna había navegantes y adamas­teres!" cantados inicialmente por Camões. Los navegan­tes estaban a gusto entre si. Sólo que no lo estaban con losadamastores. Y los adamastores eran cosas; sólo el dís­gusto que sentían hacta ellos obltgaba a personalizarlospara traerlos por lo menos cerca dei grito y dei írnprope­rio. La super-cosa creada entonces era la naturaleza. Lacíencía moderna es un gran proyecto para que nos ponga­mos a gusto con las cosas. y por eso se empezó por la ne­cesidad de tener ideas distintas y claras acerca de ellas,como ensefió Descartes. Con el transcurrir de los síglos.las cosas evolucionaron tanto que no nos dimos cuenta deque. al mismo tiempo que las domesticamos y nos pusimos

18 N. dei T. Adamastor (o Damastor, domador de caballcs l fue uno de los gi­gantes hijos de Gea que se alaaron en armas contra Zeus y los Dtoses delOlimpo. Fue derrotado y castigado. Camões se reflere en el Canto V de OsLusrcdcs (Estrofas XL a XLVII)cómo Adamastor, guardtán dei cabo de Bue­na Esperanza. se presentó frente a la nave de Vasco de Gama para ímpedtr­le el paso. EI profesor Santos ai hablar de adamastores se reflere a los obs­táculos.

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confortables con ellas, perdimos el gusto por las personas.Los microdespotismos de lo cotidiano, dei trabajo, dei des­canso y deI consumo están en parte ligados a esa pérdidade gusto. En el dominlo sexual, por ejemplo, las tecnolo­gías disponibles en el mercado son cada vez más solipsistasy nos enseüan a castigamos por nuestro placer medianteel uso de cosas íntimas. Es por eSQ que Dtos aparece resu­citado en esta compulaíón. No porque sea una cosa, sinoporque es una persona que se puede tratar como cosa.Dias es un walkman trascendental (tal vez con más pro­piedad, unwalkgod), El crecíente aprecio por las cosas es,en últimas, una de las razones por las cuales el papel dela ideologia que durante tanto tiempo resaltamos, es talvez menor de lo que se cree!",

Así como para Marx la alienación se basaba sobre todoen la "estúpida compulsfón dei trabajo", tal vez la nuestrase base. más que en cualquier inculcación ideológica. "enla estúpida compulsión dei consumo", Además, las dos com­pulsiones están hoy más interpenetradas que nunca.Dantés, el obrero, trataba de que su tiempo llbre fuera locontrario dei trabajo. Hoy, el tiempo llbre es cada vez mássernejante ai tiempo de trabajo. Yno me reflero sólo al tiempohomogêneo y abstractc que, tal como el deI trabajo, dominael turismo organizado, Me refiero ai tiempo de lo cotidiano,alJogging, ai ejercícto físico, ai maqulllaje, a la aparienciafísica. cada vez más importantes como fuerzas producti­vas dei trabajador, sobre todo dei trabajador de servicios,que vende el trabajo tanto de la apariencia física como cual­quier otro que tenga que hacer. Sin embargo, en las condi­ciones deI "capitalismo desorganizado" a escala mundial,la víolencía, tanto de la compulsión deI trabajo como de lacompulsrón deI consumo, se hace perversamente sutil ypacífica e incluso casi deseada cuando se compara con lavíolencía de la compulsión dei hambre y de la guerra a laque poblacíones enteras están sujetas cada vez más. Lascomunidades interpretativas tienen que ser organizadasen la crítica de estas compulsiones y. al contrario de la crí­tica moderna. Ia crítica postmoderna sabe que el mayorenemtgo está dentro de nosotros.

EI sexto y último guión se llamaLas mini-racionalidadesno son racionalidades mínimas. La historia anterior tiene

19 Para una crítica desarrollada de la sobrevatorteactõn de la ídeologiacf Aber­combte. HUI y Turner (1984).

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una prolongacíón insidiosa. Es que si tuvímos éxíto en des­truir los adamastores que exístían antes de nosotros, termina­mos por crear otros adamastores todavía más pelígrosos.Precisamente porque la racionalidad moderna se perfeccío­nó, especíalízándose, fue dejando crear en los interstícios dela parcelacíón una írracíonaltdad global a la que hoy tra­tamos, desesperadamente, de darle un nombre: es la díc­tadura sobre las necesidades de Agnes Heller.Ia colonizacióndei Lebenswelt de Habermas , la rigidez global de C. Offe ,la posibllidad global de un desastre éticamente inatribui­ble de K,O. Apel. Esto significa que la totalidad abstractade las lógicas de la racionalidad acabó por fragmentarseen múltíples mini-racionalidades que viven a la sombra deuna irracionalidad global y que, como tal. no son capacesde ver. Esta sltuación nos debe prevenir contra la tenta­ción de caracterizar a la postmodernidad como cultura dela fragmentaclón. La fragmentación mayor y más destructivanos fue legada por la modernidad. Ahora la tarea es la de,a partir de ella, reconstruir un archtptélago de racionali­dades locales, ni mínimas ni máximas, sino tan sólo ade­cuadas a las necesidades locales ya sean potenciales o exis­tentes, y en la medida en que ellas sean formuladas democráticamente por las comunidades interpretativas.

Las míntrractonalídades postmodernas son pues conscien­tes de esta irracionalidad global. pero también son cons­cientes de que sólo las pueden combatir localmente. Mientrasmás global sea el problema, más locales y más múltiple­mente locales deben ser las soluciones. AI archipiélago deestas soluciones lo llamo socialismo. Son soluciones mo­vedizas, radicales en su localismo. No interesa que seanportátiles o incluso soluciones de bolslllo. Desde que ex­ploten nuestros bolslllos.

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EL ESTADO Y LOS MODOS DE PRODUCCIÓN DELPODER SOCIAL

INTRODuccróN

A medida que nos acercamos ai final dei síglo XX nues­tras concepciones sobre la naturaleza deI capitalismo, delEstado, dei podery dei derecho se hacen cada vez más con­fusas y contradlctorias. De ello hay dos ejemplos, e1 unorespecto a la naturaleza dei capitalismo, y el otro respectoai Estado.

Eu los últimos quínce anos fueron presentadas dos con­cepciones radicalmente diferentes sobre la naturaleza deIdesarrollo capitalista. Según una de ellas, formulada porI. Wallerstetn. "EI capitalismo nunca funcíonõ. oi en 010­gún caso puede funcionar de acuerdo con su ídeología ypor eso el triunfo final de los valores capitalistas será laseüal de la crtsts final deI capitalismo como sistema" (1980:374). AI contrario, según la otra concepclón formulada porA. Hirschman, y ya mencionada en el capítulo anterior. elcapitalismo no se puede criticar por ser represtvo, alienan­te o unidimensional en contraste con sus valores básicos.porque el capitalismo realizó precisamente lo que se pre­tendía que realizara concretamente "reprimir cíertos im­pulsos y tendencias y producír una personalidad humanamenos rnultífacéttca. menos imprevisible y más 'unídímen­síorial" (1977: 132). En otras palabras, "el capitalismo apuntó

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desde el principio a la realización de lo que rápidamente fuedenunciado como su peor caracteristica" (1977: 132). Deeste modo la sobrevivencia deI capitalismo se basa, para laprimera concepcíõn, en la negación práctica de su ídeolo­gía y, para la segunda en la incesante afirmación de ésta.

EI mísmo grado de contradicción se puede detectar en­tre las recíentes concepciones deI Estado. Míentras rnu­chos autores crttícan la tendencia creciente deI Estado depenetrar o incluso absorber a la sociedad civil y de hacer­lo en formas cada vez más autorttartas -Io que según lasformas, o según los autores. ha sido descrito como "auto­ritarismo regulador", "democracia vtgüada". "neocorpora­tívísmo". "fascismo benévolo"- otros autores convergen enla ídea. aparentemente contradictoria eon la anterior, deque eI Estado es cada vez más ineficaz. cada vez más in ~

capaz de desempenar las funciones que le incumben. Deacuerdo con esta concepcíõn, el Estado o carece de recur­sos financieros (el argumento de la crisis financiera) o decapacidad institucional lei argumento de la incapacidadde la burocracia del Estado para adaptarse aI aceleradoritmo de transformación social y económica) o carece aúnde los mecanismos que en la sociedad civil orientan las ac­cíones y garantizan su eficacia (el argumento de la falta desefiales de mercado en la actuactón deI Estado). En estosanálisis. el Estado a veces surge como un leviatán devora­dor. a veces como un emprendedor falltdo '.

Podría multiplicar los ejcmplos de concepciones contra­díctortas cuyo carâcter contradictorio no es linealmentereconducible hacía los diferentes paradigmas teóricos opolíticos de donde parten y mâs bíen parece radicar en lanebulosidad dei propio objeto de análisis. En mt opmíón,las causas de esta nebulosidad son tres. En prtmer lugar.continuamos analizando los procesos de transforrnacíónsocial dei fin dei síglo XX recurriendo a marcos conceptua­les desarrollados en el fin dei síglo XIX y adecuados a losprocesos soctales que entonces estaban en curso. En se­gundo lugar. el Estado-Nacíón continúa predominando comounidad de análisis y soporte lógico de la tnvesugacíõn, loque nos impide captar cientificamente la lógica propia y laautonomía creciente, ya sea de las estructuras y de los pro­cesos locales típicos de unidades de anâlisis más peque­fias (la lógica infraestatal) o ya sea de los movimientosglobales, a nivel dei sistema mundial (la lógica supraes-

I A tal punto que hoy se insiste en la necesidad de la eIaboración de una teo­ría dei fracaso deI Estado. Cf., por ejempto. .Jantcke (1980).

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tata!). En tercer lugar, y a pesar de los espacios teóricosinnovadores de las últimas décadas. la teoría sociológicacontinúa síendo básícamcnte derivada de las experienciassociales de las sociedades centrales y, en esa medida, espoco adecuada para el análtsís comparado y suscitar gene­ralizaciones espurias. Tarnbíén se puede decir que, mten­tras más general és la teoría sociológica. mayores son lasprobabilidades de que se base en la experlencia social ehistórica de los países centrales y se sesgue a eIlos.

En el presente capítulo trataré dos de estas tres causas.la primera y la tercera. Pienso, de hecho, que el problemabásico de el carácter contradlctorio de las concepcionesmencionadas y de tantas otras paralelas reside en el mar­co conceptual en que se mueven. Este marco está consti­tuido por un conjunto de conceptos que, según mi modode ver. cualquíera que haya sido su utilidad en el pasado,hoy es un obstâculo teórico para el avance de nuestro conocí­miento sobre el Estado y la socíedad, un obstáculo tantomayor cuanto nuestro objetivo es conocer, no a una socíe­dad central desarroIlada, sino a una sociedad semíperí­férica como. por ejemplo, la sociedad portuguesa. El núcleocentral de este marco conceptual está constituido por ladesígnactón Estado/sociedad civil y por sus distintos co­rolarios como, por ejemplo, la separación entre lo econ6­mico y lo político. Ia reducción dei poder político ai poderestatal y la identificación dei derecho como derecho esta­tal. Trataré de mostrar aquí que la distinción Estado/so­cíedad civil y sus corolaríos son hoy en día una "ortodoxiaconceptual" y que por eso, su preponderancia en el discursopolítico es perfectamente compatible con su falencía teó­rica. Empezaré por mostrar las raíces contradictorias deesta dtsttncíón y sus funciones latentes, para en seguidapresentar a grandes rasgos. el perfil posible de una alter­nativa conceptual cuyas potencialidades para analizar unasociedad de desarrollo intermedio están apenas esbozadas.

LA DlSTINCIÓN ESTADO/SOCIEDAD CIVIL

Las raíces contradictorias de la distlnc!ón

La rigidez y la evidencia con que las ortodoxias concep­tuales (o cualesquiera otras) se nos presentan, tienden aoscurecer los procesos históricos más o menos prolonga­dos y casi siempre contradtctorros, de su constitución. Lareflexión crítica sobre ellas no puede, dejar de empezar por

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el descubrimiento de su historicidad. Para eso tendremosque recurrtr a algunos conceptos en relativo desuso perocon innegables virtudes para analizar el período dei desa­rrollo capitalista que aquí nos interesa: a lo largo dei sigloXIX de Eric Hobsbawm, que termina con la primera gue­rra mundial (Hobsbawm, 1987).

Se ha afirmado que el dualismo Estado/sociedad civiles el más importante dualismo del moderno pensamientooccidental (Gamble, 1982: 45). Según esta concepcíõn, elEstado es una realidad construida, una creacíón artificialy moderna cuando se compara con la socíedad civil. Ennuestro síglo, nadie expresó esta idea mejor que Hayek: "Lassociedades se forman pero los estados se hacen" (I979: 140).La modernidad deI Estado constitucional deI síglo XIX secaracteriza por su organización formal. unidad interna ysoberanía absoluta en un sistema de Estados y. principal­mente, por su sistema jurídico unificado y centralizadoconvertido en un lenguaje universal por medro deI cual elEstado se comunica con la socíedad civil. Ésta por el con­trario, está concebida como el domínío de la vida econó­mica. de las relaciones socíales espontáneas orientadaspor los intereses privados y particularísticos.

Además, el dualismo Estado/sociedad civil nunca fueinequívoco y de hecho, se mostró desde el inicio, lleno decontradicciones y sujeto a constantes crtsts. Para empe­zar, el principio de la separación entre el Estado y la so­cícdad civil engloba tanto la idea de un Estado mínimo comola de un Estado máximo, y la acción estatal está conside­rada simultáneamente como un enemigo potencial de lalibertad individual y como la condición para su ejercícío.EI Estado como realidad construida, es la condición nece­saria de la realidad espontánea de la sociedad civil. EI pen­sarntento sietecentista está totalmente imbuido de estacontradicción dado que ai liberar la actividad económicade las regías corporativas delancien régime no presupone,de ninguna manera, que la economía moderna dispenseuna acción estatal csclarectdaê.

2 Muy claramente este es el caso de los llumlnistas escoceses convertidos porel pensamiento dei stgto XIX en adoctnnadores dellaíssezjatre. Hoy sabe­mos que no lo fueron oque 10fueron, por aeí decirio, sôlo retrospectivamente.es decir, con relación aI orden corporativo dei Estado feudal. AI contrario,estaban bten conscientes de que la economía moderna conduciría hacía e1surgrmtento de un Estado con un potencial para influenciar la vida dei pue­blo Inconmensurablemente superior a la dei Estado feudal. Sólo esto explicaque cstuvieran tan preocupados por díeeüar soluciones políticas que tmpí­dieran que ocurrtera eI abuso de poder, de "Ies grands coups d'autorfté M deque h ablaba Montesquteu.

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Esto es particularmente evidente en Adam Smith. paraquíen la idea de comercio genera libertad y la civilizaciónva a la par con la defensa de las instituciones políticas quegarantizan un comercio libre y civilizado. AI Estado le co­rresponde un papel muy activo y, de hecho, crucial en lacreación de condiciones ínstttucíonales y jurídicas para laexpanstón deI mercado", Como Billet lo afirma muy biendesde el primero hasta el último capítulo deAnlnqulry lntothe Nature and Causes of the Wealth ofNations, quedamosimpresionados con la idea, fundamental en el pensamíen­to de Adam Smíth, de que la naturaleza de las ínstttuctonesy las prácticas políticas de una nación afectan decisiva­mente su capacidad para un desarrollo econórníco firme.Comparando a Portugal y a Espafia con la Gran Bretafia.Adam Smith considera el carácter despótico de los dosprimeros Estados, los "gobíernos violentos y arbitrarios",como responsables por su estancamiento económico y surelativa pobreza: "La industria no es allí nllibre ní defen­dida y los gobiernos cívíles y eclesiásticos de Espana yPortugal son de tal orden que por sí solos bastarían paraperpetuar su Estado actual de pobreza" (1937: 509). Másimpresionante aún es que para Adam Smith el despotis­mo puede ser tanto el resultado de un gobierno arbítrarto,que gobierne por la fuerza, sin restricciones ínstítucíona­les o legales, como el resultado de un goblerno débil, unaautoridad inestable, Incapaz de mantener el orden y la leyy de desempenar las funciones reguladoras exigidas por laeconomía (Billet, 1975: 439; Viner 1927: 218).

La Idea de la separación entre lo económico y lo políticobasada en la distinción Estado/sociedad civil y expresa­da en el principio dellalssezfalre parece estar herida pordos contradícctones insolubles. La primera es que, dadoel carácter específico de los intereses en la sociedad civil,eI principio dellaissezjaire no puede ser igualmente váli­do para todos los intereses. Su coherencia interna se basaen unajerarquía de intereses previamente aceptados, sm-

3 Ha habido algún debate sobre eI papel de las tnstítucíones políticas y jurí­dicas en el peneamtento de Adam Smtth. En contra de la optntôn que em­pieza a ser generalmente aceptada Ivíner. 1927: Billet, 1975; Samuels, 1979),Htrchsman ttende a minimizar ese papel. Stn embargo. él mrsmo reconoceque. "según parece Smith defendió menos un Estado con funciones míni­mas que un Estado cuya capacidad para los excesos fuera limitada" (1977:104).

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ceramente expresada en la máxima de John Stuart Mill:"Cualquíer desvío dellaissezfalre a menos que sea dictadopor un gran beneficio, es un mallndudable" (1921: 950).La dtecustón dei principio se hizo slempre a la sombra dela discusión de los íntereses a los que se aplicaba el prin­cipio. Asi. la mlsma norma jurídica puede ser objeto deinterpretaciones opuestas, pera igualmente coherentes.Un ejemplo de esto fue el caso de la legtslactõn de 1825­65 sobre las sociedades por acclones, considerada porunos como un buen ejemplo dellaissezfaire. por eliminarlas restricclones a la movilldad del capital y, por otros.como una nítida violación de este mismo laissezfaire, porconcederle a las sociedades comerclales prívílegtos que leeran negados a los empresarlos Indlvlduales (A. J. Taylor,1972: 12). Esto explica por qué es que la Inglaterra vlcto­riana fue considerada por unos como la edad deI laissezfaire y, por otros, como el embríón dei Welfare State4

La segunda contradicción se reftere a los mecanismosque actlvan socialmente el principio del laissezfaire. EIslglo XIX lnglés dío testlmonio no sólo de un Incrementode la legtslacíón sobre la política económlca y social, sinotambién sobre la aparición de una amalgama de nuevasInstltuclones estatales como la "Factory Inspectorate", el"Poor Law Board", el "General Board of Health", etc. EsInteresante notar que algunas de esas leyes y de esas íns­tituciones se destlnaban a apltcar políticas delaissezfalre.Como subrayó Dlcey, "sinceros adeptos dei lalssezfaireaceptaban que, para alcanzar sus fines, el perfeccíona­mlento y ei fortaleclmiento de los mecanismos guberna­mentales, era una necesidad absoluta" (1948: 306). Estosignifica que las políticas dei laissezfaire fueron aplica­das, en gran medida, a través de una activa Intervenciónestatal. En otras palabras, el Estado tuvo que Intervenlrpara no intervenir.

Frente a todo esto surge la pregunta: si la dísttnctón Es­tado/socledad civil estaba tan liena de contradíccíones.i,cómo es que fue tan ampliamente aceptada, consideradatan obvía y tan plena de sentido común? Antes de Inten­tar responder a esta pregunta me gustaría ilustrar breve-

4 A la luz de esta no es sorprendente que la crtsts dei Estado-Providencia ola crtsts de la regutactõn. tal como se ha discutido en los últimos afias, seaconcebtda por algunos como un regreso aI capitalismo deltctsseejctre y porotros. como el embri6n de una nueva forma de Estado.

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mente el peso de esta ortodoxta conceptual sobre el pro­pto marxtsmo. Pontendo de lado la teoría política ltberalfrancesa e inglesa dei sígío XVIll y considerando apenaslos antecedentes más próximos del pensamíento de Marx-eí contexto alemán-, se debe subrayar que, según Hegel,la sociedad civil es una fase de transición de la evoluciónde la "tdea", sterido la fase final el Estado. La famllia es latesis, la sociedad civil es la antítesis y el Estado es la sín­tesis. La sociedad civil es el "sistema de necesidades", ladestrucción de la unidad familiar y la atomización de susmiembros, en suma, el dommío de los intereses particu­lares y del egoísmo, un estadia que será superado por elEstado, el supremo unificador de los íntereses. la ideauniversal, la concrecíón plena de la concíencía moral (Hegel,1981: seco 140). De algún modo hay en Hegel dos líneas depensamiento sobre el Estado y la sociedad civil. Una, al­tamente subsidiaria dei pensamlento liberal inglés y francés,es la distlnción conceptual entre el Estado y la sociedadcivil como entidades contradlctorias. La otra, es la Idea deque el concepto de socíedad civil no está en el mtsmo píéde 19ualdad (en el mismo nivel especulativo) que el concep­to de Estado: corresponde a un estadia menos desarrolla­do de la conciencia para ser efectivamente acogído en elEstado y, en ese sentido, la separación entre Estado y so­cíedad civil como dos conceptos opuestos y al mismo nivelde abstracción, es teóricamente insostenible. Esta últimaconcepcíón, a pesar de su conterudo místíftcador, es hoy,en mí optntón, fundamental para la comprenstón dei pro­ceso histórico de las sociedades capitalistas. Sin embargofue puesta de lado en las díscusíones que síguíeron a Hegel.La personificación de la dicotomía Estado/sociedad civilsurgtó sín demora, en gran parte debído a los trabajos deLorenz von Stein.

A pesar de la tentativa que hizo Max Adler para ltberarde ese carácter (1922), creo que la concepción de Marx co­rresponde a la verslón reformulada de la distlnción Esta­doi soctedad civil. Marx la invirtió, pero no la supero. Des­cubrió que las alegadas "leyes naturales" de la economíaclásíca escondían relaciones sociales de exploración queel Estado, sólo aparentemente neutro tenía como funcióngarantizar. En vez del interés social universal. el Estadorepresentaba el interés deI capital por conseguir su repro­ducción. Sin embargo, como estaba empenado en discutir

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la economía clástca en su propio terreno, Marx cayó en latrampa de la separacíón entre economía y política y terml­nó por reduclr la política y el derecho a la acclón estatal.No constguío perctbír en qué sentido real (y no sólo meta­fórico) las "relaciones económicas" eran también relacto­nes marcadamente políticas y jurídicas en su constituciónestructura1. La metáfora de la base económíca que susten­ta la supraestructura política y jurídica no es , por lo tan­to. una dlstorslón completa dei pensamlento de Marx, comose ha hecho creer recíenternente".

Las funciones latentes de la distlnción Estado! sociedadcivil

i,Cómo es posible explicar la naturaleza evidente de lanoción de lo "econômico" como un campo separado y au­tónomo y de las correspondientes nociones de lo "político"y de lo "jurídico" como atributos exclusivos dei Estado?"Cómo se explica Lapersistencia de la dicotomia Estado!sociedad civil a pesar de sus contradicciones internas ypermanentes crisis?

Como sucede con todas las teorías socíales, esta orto­doxia conceptual tlene una parcela de verdad. En el feu­dalismo, el trabajo necesario (es decir, el trabajo necesa­rio para la subslstencla de Losstervos) y eL sobretrabajo (es

5 Ademâs. la metáfora de la base/superestructura ha persistido, más o me­nos dlsfrazada, en todas las tentativas de reformulacíón de la cuestión a laque ella trató de dar respuesta. Entre ellas, ellntento más mfluyente en elmarxismo occidental de los últimos treínta afias fue, stn duda, el de la es­cuela francesa dei estructuralismo marxista althusserlano (Ia teoria de lasInstanclas -econõnuca. política e ídeolôgtca- relativamente autônomas. elconcepto de scbredetermtnactón: el princIpio de la determínactõn econômi­ca, en última tnstancia), A pesar de su softsttcactón teórica, un sesgo eco­nomtctsta. es por lo demás evidente, en la obra dei más brtllante teórico deiEstado. de la política y deI derecho de esta escueta. Nicos Poulantzas , AIanaltzar la relaclón de la propledad, concebida por él como elemento de lainstancla econômica. Poulantzas subraya que ella pertenece estrtctamentea la tnetancta econorruca y debe. por eso. ser claramente distinguida de lasformas jurídicas de que está investida, es decrr. de la propiedad jurídica(1978a: 26). Poulantzas critica a Maurice Godelier por ignorar que las rela­ciones de producctón y las fuerzas productivas pertenecen a la rrusma com­btriactón estructural de la economia míentras que la propiedad (jurtdtca) delos medios de producctôn pertenece a la superestructura (1978a: 67). Es­tas formutactones de Poulantzas, publtcadas por prrmera vez en 1968, fue­ron de lejos las más infiuyentes. EI pensamiento de Poulantzas, como sesabe, evoluclonô bastante en los últimos anos de su vida. Cf. Poulantzas(1978b).

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decír, el trabajo efectuado por los síervos para garantlzarla subsistencia y la acumulación de los seüores feudales)eslaban separados en el tlempo y en el espaclo. Dado quelos sefiores feudales no detentaban la propíedad de los me­dias de produccíón, tenían que depender de las Instltuclonespolíticas y jurídicas dei Estado para aproplarse dei sobre­trabajo de los siervos. En cierto modo, como los seüoresfeudales no detentaban la propíedad privada de Losmediasde producctón. su poder social estaba íntlmamente ligadoa la propiedad privada dei Estado. En el capitalismo. ai con­trario. el trabajo necesarto y el sobretrabajo tlenen lugardentro dei mísmo proceso de trabajo debldo ai contrai de!capitaL sobre éste último como atributo de su propiedad delos medias de producción. Desde que el Estado garantlceeL cumplimlento dei derecho de propíedad. Ias reLacLoneseconómicas transcurren y se reproducen por sí mísmas enla esfera privada de La fábrica. Parece así, que la extertort­dad dei Estado y de la política en Lo que respecta a las re­laciones de la produccíón deriva de la concepción de lasrelaciones de producción como una cuestión económica yprivada entre individuas privados dentro de la socíedadcivil.

Si reflexionamos mejor, esta derivación no es lógicamen­te necesaria. Sin stquíera cuestionar la exterioridad de lasinstltuclones políticas y jurídicas dei Estado en lo que res­pecta a las relaciones de produccíõn, sería igualmente ló­gico concebir esas relaciones dentro de la fábrica como unconjunto de procesos políticos y jurídicos, apenas con lacaracterística específica de que ocurren exteriormente alEstado, bajo el control directo dei capital. Y de hecho, nosería difícil descubrlr dentro de la fábrica cuerpos legisla­tivos. grupos de poder, coalíctones, reglamentactones ju­rídicas, mecanismos para la solución de conflictos, sancionespositivas y negativas. vígüancía policial. etc. "Por qué nofue adaptada esta concepclón alternativa de la realidad dela fábrica? i,Por qué esta enorme variedad de procesos so­clales fue amalgamada totalmente en el concepto amorfode "relaciones económicas?".

A ml modo de ver, la separaclón entre lo político y loeconómlco permltló, por un lado, la naturalizaclón de laexpiotaclón económ!ca capitalista y por otro, Ia neutrali­zaclón dei potencial revolucionaria de la política liberal,dos procesos que convergíeron hacia la consolidación deI

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modelo capitalista de las relaciones sociales. Si en un ejer­cicio de ímagtnactón. comparamos las relaciones socíalesa lo largo de los tlempos, es en el campo de las relacionespolíticas, en las relaciones de la esfera pública, donde lassociedades capitalistas más inequívocamente representanel progreso civilizador. Por primera vez en la historia, elEstado se hlzo verdaderamente público, es dectr, dejó deconstítutrse en la prapledad privada de un grupo específí­c06 . La concesión de derechos cívicos y políticos y la con­secuente universalización de la ciudadanía transformaronal Estado en la consustanciación teórica del ideal demo­crático de partlcipaclón íguaíttarta en el domtnío social. Sial contrario, consideramos las relaciones de producción enlas sociedades capitalistas, sobre todo en el período deicapitalismo liberal, la imagen será casi contraria a la an­terior. Reconocemos, obviamente, el enorme progreso quese ha operado en términos de tecnologias de producctón,pero en cuanto a las relaciones soctales de producciónhemos sido oblígados a concluir como Metkstns Wood que"en níngún otro sistema de produccíón. el trabajo es tancompletamente disciplinado y organizado, y nlnguna otraorganización de la producción responde tan directamentea las exígenctas de la aproptacíón" (1981; 91), Este control,sln precedentes, sobre la produccíón es aquello a lo queMarx llamaba el despotismo de la fábrica (1970) YBraver­man describió progresiva degradación del proceso de tra­bajo (1974),

Creo que la dicotomia economía/política hizo incompa­rables e inconmensurables estas dos ímágenes. Las sepa­ró en tal forma que la configuración política de las relacio­nes socíales, donde se condensaba el progreso civilizacional,dejó de poder ser el modelo de la conflguraclón económlcade las relaciones socíales. Confinado a la esfera pública,el ídeal democrático quedóneutralizado o profundamentelimitado en su potencial emanclpador. Convergentemente,la converslón de la esfera pública en la sede exclusiva deiderecho y de la política desempeüó una funcíón legitima­dora fundamental ai ericubrtr el hecho de que el derecho yla política del Estado democrático sólo podrían funcionarcomo parte de una configuraclón política y jurídica más

6 Hasta el siglo XVIII la prtvatteacíón dei poder dei Estado asumía múltíplesformas. Una de las más vulgares era la compra y venta de cargos públícos.Cf.. por ejemplo, Swart (1949).

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amplia, donde están incluidas otras formas antidemocrá­tlcas de derecho y de política.

HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA ALTERNATIVA CONCEPTUAL

La crítica de la dísttncíón Estado/ socledad civil se en­frenta con tres objecíones fundamentales. La primera esque no parece correcto que se cuestione esta distinción preci­samente en el momento en que la socíedad civil parece estar,por todas partes, a punto de sacudirse el yugo dei Estadoy de independlsarce de él, capacitándose para el desem­peno de funciones que antes le estaban confiadas al Esta­do. La segunda objeción es que, Incluso admltiendo que ladlstlnclón es crltlcable, es difícil encontrar una alternati­va conceptual o incluso es Iógícamente imposible, por lomenos mientras que entre a regír el orden social burgués(Glner, 1985). La tercera objeción es que, sobre todo en lassociedades periféricas y semiperiféricas caracterizadas poruna socíedad civil débil, poco organizada y poco autóno­ma, es políticamente peligroso poner en funcionamiento ladtsttnctôn Estado/sociedad civil.

Las diferentes sociedades civiles

En cuanta a la prtmera objectón, se debe subrayar antetodo, que el "resurgímtento de la sociedad civil" es, en símismo, un fenómeno complejo, y es postble distinguir enella por lo menos tres lógicas dtsttntas". La primera nosrerníte a la concepcíón liberal clástca de la socledad civil (comopluralidad atomística de intereses económicos privados) ydomina hoy el discurso político, sobre todo el conservador,en las sociedades capitalistas tanto centrales como peri­féricas o semípertfértcas. La segunda subyace a los nue­vos movírnientos sociales (ecológicos, de derechos humanos,pacifistas, feministas) y se delimita más o menos radical­mente en la concepción liberal. apelando a la idea de unasocíedad civil postburguesa y antimaterialista (Offe, 1984;1985; Arato y Cohen, 1984). La tercera fue la que dominóla reflexíón teórica dístdente en la fase final de los regíme-

7 Con otras preocupacíones teóricas S. Giner distingue cuatro concepclonesde soctedad civil: ltber-al clástca. begeítana. marxista cláslca y neomarxlsta(1985: 247J.

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nes socialistas del Este europeo: la sociedad civil socialis­ta, diferente de cualesquiera de las otras dos concepcío­nes anteriores (Heller, 1984; Feher, Heller, Markus, 1984),Estas dtsttnctones deben poner en sobreaviso a los cientí­ficos soctales. Por un lado ní la socíedad civil postburguesao antimaterialista, nt la sociedad civil socialista fueronpensadas por la dísttncíón Estado/ socledad civil tal comoésta se constituyó históricamente y por eso merecen unaconsideración por separado. Por otro lado, y precisamen­te teniendo esto en cuenta, nos debemos interrogar, en 10que respecta aI "resurgtmíento de la sociedad civil" en eldiscurso político dominante, sobre Si se trata de eso mís­mo o de otro fenómeno, qutzás bíen distinto, que por razo­nes ideológico-políticas asume esa dístrncíón.

A mi modo de ver, 10 que verdaderamente hay en el ort­gen dei "resurgtrníento de la socledad civil" en el discursodominante es un reajuste estructural de las funciones delEstado por vía del cual el intervencionismo social, inter­c1aslsta, típico dei Estado-Providencia, es sustltuldo par­cialmente por un intervencionismo bícéfalo, más autorítaríode cara al proletariado y a cíertos sectores de las clases

.medias (por ejemplo, la pequena burguesia asalarlada) ymás diligente en la atencíón de las exígencías macroeco­nórnícas de la acumulación de capital (sobre todo dei grancapital). Es Innegable que el "resurglmlento de la socledadcivil" tiene un núcleo genuino que se traduce en la reafir­mación de los valores del autogobierno, de la expansión dela subjetlvldad, dei comunltarlsmo y de la organlzaclónautónoma de los intereses y de los modos de vida. Pero esenúcleo tiende a ser omitido en el discurso dominante o ape­nas suscrito en la medida en que corresponde a las exígen­cías del nuevo autoritarismo.

Lasformas de poder social

La segunda objeclón-es difícil o Imposible formular unaalternativa a la dísttncíón Estado/ socledad clvil- sólo puedeser respondida a través de la presentación de tal alterna­tiva. Es lo que hago en seguida, resumlendo de otro texto enque la alternativa se presenta y se justifica detalladamen­te (Santos, 1985). EI punto de partida es el concepto depoder pues él también es el que subyace a la distinciónEstado/socledad civil. De hecho, esta dtstrncíón apunta

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sobre todo a imponer una concepctón homogênea y biendefinida de poder y a atrtburrle un lugar específico y ex­clusivo. La concepción es , como sabemos, la concepcióndei poder político-jurídico y el lugar de su ejercícío es elEstado. Todas las demás formas de poder, en la familla, enlas empresas, en las instituciones no estatales están dilui­das en el concepto de relaciones privadas y de competen­cia entre intereses particulares.

Este paradigma ha sido el objeto de múltlples críticas.La más recíente y más radical fue, sin duda, la de Foucault(1975; 1976). Según Foucault, a partir del síglo XVllI, pre­cisamente en el momento en que la teoría liberal tratabade Identificar el poder social con el poder dei Estado, sur­gió en las sociedades modernas otra forma de poder másdlsemlnada y eficaz, el poder dtsctplínarto. es declr, el po­der de la normalizaclón de las subjetividades hecho post­ble por el desarrollo e institucionalización de las diferen­tes cíencías socíales y humanas. Esta forma de poder, -elpoder-saber de las disciplinas-, cercó y agotó ai poderpo­lítrco-jurídtco. y de tal modo que, a su lado, el poder deiEstado es hoy apenas una entre otras formas de poder yni síquíera la más Importante. EI problema de esta concep­ción es que, aunque llame la atención la multiplicidad deformas de poder que circulan en la sociedad, no permitedeterminar las condiciones específicas de cada una de ellasni lajerarquía entre ellas. Por otro lado, fiel a sus convic­ciones anarquistas, Foucault lleva mucho más lejos el ar­gumento de la proliferaclón de las formas de poder, y a talpunto que se hace reverslble y autodestructlvo. Si el po­der está en todas partes, no esta en ninguna.

Es pues, necesario encontrar una vía intermedia entrela concepclón liberal y la concepcíón de Foucault. Mi pro­puesta es que las sociedades capitalistas son formacioneso configuraciones políticas constituidas por cuatro modosbásicos de producción del poder que se artículan de ma­neras específicas. Esos modos de produccíón generan cua­tro formas básicas de poder que, aunque interrelacionadas,son estructuralmente autônomas (ver cuadro)''.

8 Esta propuesta cuya prtmera formulactón se puede leer en Santos (1985a),será parcialmente revisada, otra vez, en un próximo trabajo.

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MODO OE

Cuadro estructural de las sociedades capitalistas

COMPONENTES UNIDAD OI': FORMA MECANISMO DE 1 FORMA DE

_~~MENTALES I; PRÀCTICA SOCIAL I INSTITUCIONAL I PODER DEREClIÇl RACIONALIVAD

ESPACIOS

ESffiUcnJRALES I I I, i Famtlta. I I IMaxlmlzacl6n

d~::.~:~o I ge:e.:::~;es I ma..trtmonto y I Patriarcado d~::~~~o I de lar------ _ ,_ .parentesco .. afecUvidad

Espacto de la Cl E • Ó 1 Derechc d~ [' Maxlrnlzacl6nm I ase ' mpresa IExplotacl n

~:oa:~:~:~--- - --t---,---- :I-~::r:::;~ ,-M:~::C~~~, Individuo' Estado Domlnacl6n

cíudauanía__ _ .. __ __ _ ,t"'itO~lalde la lealtad

Espacto 1 I ~cO:et;;~:s~ Ilnlercamblos Derecho MaX~~lzaCI6nI Naci6n I imundial org. interna- deslguales' etstérníco ,de la eflcar-IaI cíonales

Distingo cuatro espacios en las sociedades capitalistas(que tambrén son cuatro tiempos) estructurales: el espa­cio doméstico. el espacio dela producción, el espacío de lacludadanía y el espacío mundial. Cada uno de ellos coris­tituye un haz de relaciones soclales paradígmáttcas. Noson obviamente los únicos espactos-tíempo que rtgen oclrculan en la socíedad pero, en lo esencíal, todos los de­más representan diferentes combinaciones entre los cua­tro conjuntos de relaciones socíales paradigmáticas. Cadaespacto estructural es un fenômeno comp1ejo constituidopor cinco componentes elementa1es: una unidad de prác­tíca social, una forma institucional preferida, un mecanismode poder, una forma de derecho y un modo de racíonalídad.

El espacio doméstico está constituido por las relacionessoclales (los derechos y los deberes mutuos) entre los miem­bros de la farmlta, concretamente entre el hombre y la mu­jer y entre ambos (o cualesquíera de ellos) y los híjos. Eneste espacio, la unidad de práctica social son los sexos ylas generaciones, la forma institucional es el matrrmonío,la familia y el parentesco, el mecanismo dei poder es elpatriarcado, la forma jurídica es el derecho doméstico (lasnormas compartidas o impuestas que regulan las relacionescotidianas en el seno de la familia) y el modo de raclonalidades la maxtmtzacíón del afecto. EI espacio de la producciónestá constituido por las relaciones dei proceso de trabajo,tanto las relaciones de producción a nível de empresa (en-

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tre los productores dlrectos y los que se aproplan de la plus­valía producida por ellos), como las relaciones en la pro­ducción entre los trabajadores y entre estos y todos los quecontrolan el proceso de trabajo. En este contexto, la uni­dad de práctíca social es la clase, la forma institucional esla fábrica o empresa, el mecanismo del poder es la explo­taclón, la forma jurídica es el derecho de la producclón (elcódigo de fabrica, el reglamento de la empresa, el códigodeontológíco) y el modo de raclonalidad es la maximizacióndeI lucro. El espada de la ciudadanía está constituido porlas relaciones socíales de la esfera pública entre los cíu­dadanos y el Estado. En este contexto, la unidad de prác­tica social es el individuo. la forma institucional es el Es­tado. eI mecanismo del poder es la dominación. la formajurídica es el derecho territorial (el derecho estatal, el úni­co existente para la dogmática jurídica) y el modo de ra­clonalidad es la maxlmización de la lealtad. Por último, elespada de la mundialidad constituye las relaciones econô­micas ínternactonates y las relaciones entre Estados na­cionales en la medida en que ellos integran el sistema mun­dial. En este contexto, la untdad de práctica social es lanación, la forma institucional son las agencias. los acuerdosy los contratos ínternactonales , el mecanismo de poder esel mtercambío desigual, la forma jurídica es el derecho ststé­mico (las normas muchas veces no escritas y no expresasque regulan las relaciones desíguales entre Estados y en­tre empresas en el plano internacional) y el modo de racio­nalidad es la maxímtzacíón de la eftcacta.

No me puedo detener aquí en las virtualidades analíti­cas y teóricas de esta alternativa conceptual. Tan sólo dtréque flexíbtltza la rigidez estructural, pluralizando las es­tructuras sociales stn caer en el interaccionismo amorfo;permite crear varias interfaces entre las condiciones es­tructurales y las acciones sociales autônomas: hace posíbleregresar aI individuo sin que lo haga en forma individua­lista; repone el espacío doméstico que la teoría clásíca ha­bia desechadc.jacobínamente, al basurero de las relacionesprivadas; permite colocar a la sociedad nacional en unespaclo mundial, pero de tal modo que éste es concebidocomo una estructura interna de la propía socíedad nacio­nal, es decir, como matriz organizadora de los efectos per­tinentes que ejercen las condiciones mundíales sobre cadauno de los espacios estructurales. Por encíma de todo, esta

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concepción permite mostrar que la naturaleza política deIpoder no es un atributo exclusivo de una determinada formade poder. Es ante todo el efecto global de la combínactónentre las diferentes formas de poder. Pero la virtualidadprincipal de esta concepclón es que ella permite respon­der adecuadamente a la tercera objeción contra la ,elimi­nación de la dlsttncíón Estado/socledad civil. es declr, ala idea de que tal eliminación es particularmente peítgro­sa en las sociedades periféricas y serntpertfértcas dotadasde sociedades civiles débiles y poco autónomas.

HIPÓTESIS SOBRE EL ESTADO Y LAS FORMAS DE PODER

SOCIAL EN LAS SOCIEDADES SEMIPERIFÉRICAS: EL CASO DE

PORTUGAL

Trataré de mostrar que esta propuesta conceptual per­mite formular tres cuestiones que considero fundamentalespara comprender el Estado y la socledad, en las socieda­des de desarrollo íntermedío, ejemplíftcando con el caso dePortugal. En primer lugar, la cuestlón es saber si la socíe­dad civil en estas sociedades, es de hecho débil y pocoautónoma. En segundo lugar, si la centralidad dei Estadoes Igualo diferente de la centralidad de los Estados de lospaíses centrales. En tercer lugar, bajo qué condicionessociales la centralidad dei Estado se combina con la inefi­cacta de su actuación.

Ante todo cabe preguntarse si las sociedades civilessernípertfértcas (Portugal, el caso que nos interesa parti­cularmente) son de hecho débiles y poco autónornas''.Como se sabe, la dlstlnclón Estado/socledad civil fue ela­borada en función de las condiciones econômicas socialesy políticas de los países centrales en un perlodo bíen defi­nido de su hístorta. Esta distinción se basaba en dos pre­supuestos. Primero, era fácil delimitar el Estado, pues, aIcontrario de lo que sucedía con la sociedad civil, era unaconstrucción artificial y disponía de una estructura for­mal. EI segundo presupuesto era que el Estado había sidoconstituido, de hecho, por la sociedad civil según sus ne­cesldades e Intereses y deperidíerite de ella para su repro­ducción y consolidación. Las necesidades y los intereseseran fundamentalmente económícos y eIlos fueron los que

9 Otra dímenstón de la mtsma cuesüón se analizó en el capítulo tercero.

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materializaron la idea de una sociedad civil fuerte y autó­noma.

Una vez convertida en teoria política dominante yexportadacomo tal hacta las sociedades periféricas y semtperífértcasque mientras tanto se fueron formando y transformando.la dlstinc!ón liberal no podia dejar de definir a estas socie­dades como sociedades débiles y poco autónomas. En ellas,la relación Estado/sociedad civil se invertía por comple­to: en las sociedades coloniales lo que se podría designarcomo socledad civil era un produeto total dei Estado colo­nial y en las demás sociedades periféricas y semípertfért­cas el "sobredesarrollo" dei Estado y su papel decisivo enla economía testimoniaba de igual modo la subordínacíónde la socledad civil en relaclón con el Estado. La hegemo­nía de esta concepción fue tal, que pasó a dominar todo eldiscurso político aunque con algunos matices importan­tes, reveladores además, de la fragilldad teórica de la con­cepción de base. Por cjemplo, míentras que el discurso con­servador tendia a concebír la debilidad de la socledad civilcomo un efecto de la fuerza dei Estado, el discurso social­demócrata tendia a concebir la debilidad de la socíedadcivil como una causa de la fuerza dei Estado,

Este tarnbtén es el cuadro teórico y político con que seha analizado a la sociedad portuguesa y las conclusionesno pueden dejar de ser las mismas. Sin embargo, Si lo con­sideramos bien, este cuadro teórico explica muy poco dela socíedad portuguesa, y si nos libramos de élllegaremosa conclusiones significativamente diferentes. Así, a la luzde la propuesla conceptual que defini más arriba, la socíe­dad civil portuguesa sólo es débil y poco autónoma si, se­gún el modelo de las sociedades centrales, la Identificamoscomo el espacio de la producción o como el espacio de laciudadanía. Si al contrario, la consideramos en el espaciodoméstico, verificamos que la sociedad civil portuguesa esmuy fuerte, autónoma y autorregulada o en todo caso, esmás fuerte, autónoma y autorregulada que las sociedadesciviles centrales. Además, esa autonomía y autorregula­cíón son las que hacen posible que el espacto domésticollene algunas de las lagunas de la providencia estatal y aslse constltuya en socledad-provtdencia, como la he llamado.

Por lo tanto, el primer argumento a favor de la alterna­tiva conceptual es que, además de su mayor discrimina­ctón analítica, ella permite comparacíones no sesgadas

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sistemáticamente en contra de las sociedades semípertfé­ricas. El segundo argumento es más complejo y con él pre­tendo mostrar que la centralidad dei Estado en los paísescentrales es diferente de la centralidad dei Estado en unasociedad como la portuguesa y que ese hecho, de impor­tancia capital, no se puede explicar en términos de la di­cotomía Estado/sociedad civil. Como mencioné arriba. laautonomía de la sociedad civil en las sociedades centralessignifica básicamente que el espacto de producción mol­deó, según sus necesidades y sus intereses, el espacio dela ciudadanía y, por lo tanto, el Estado. Manifestación deesto mtsmo es el hecho de que la industrialización hayaprecedido al parlamentarismo como régímen político do­minante y que éste, tanto en su coristttucíón como en sufuncíonamtento. haya correspondido a los intereses gene­rales de la expansión dei capitalismo. Además, la pujanzadei espacío de la producción también se manifestó en elmodo como éste transformó el espacio doméstico. y por const­guiente a la família, en función de las extgencías de la re­producción de la fuerza de trabajo asalartada. Por esta víase creó cíerto isomorfismo entre el espacio de la produc­cíón, el espacto doméstico y el espacio de la ciudadanía,al mismo tícmpo que para los países que primero se índus­trializaron el espacio mundial no constituyó níngún efectocondicionante negativo (es dectr que. a esa altura, no ha­bía países desarrollados cuya dominación era necesartoenfrentar).

Este isomorfismo fue la base social de la llamada racío­nalidad formal dei Estado, de su capacidad para ejercereficazmente sus funciones dentro de los límites hegemó­nicamente establecidos. El isomorfismo sígníflcó, por ejemplo,que las tres formas de poder -el patriarcado, la explotacióny la dorrunacíon- pudíeran ser, funcionalmente, muy dife­renciadas y autónomas y. al mismo ttempo, convergir subs­tancialmente en los efectos del ejercícío de esa autonomia.cada una de ellas confirmando y potenciando la efícacta delas demás.

En la semípertferta las cosas pasaron en forma muy di­ferente. Porun lado, la modernizacióndel espacío de la ciuda­danía precedió a la dei espacío de la producción (por ejemplo,el parlamentarismo, tanto restringido como restríctívo, prece­díó ai gran impulso de la industrialización) y se mantuvoen relacíón con este una gran autonomía un hecho que en-

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tre nosotros se ha reproducido bajo varias formas. Por otrolado, el espacío de la producción mantuvo sternpre granheterogeneidad interna bien simbolizada en la heteroge­neídad de las actividades productívas, en la desarticula­ción o débil complementación entre sectores, en los grandesdesequtlíbrtos de productividad intersectorial e intrasec­tortal y finalmente, en la coexistencia dei modo de produc­ción capitalista con otros modos de produccíón no capitalista.En el espacío doméstico se veríftcó la misma heterogenei­dad, la cualle proporcíonó una lógica de reproducción re­lativamente autónoma, tanto en relación con el espacio deproducción como en relacíón con el espacio de la cíudada­nía, condicionada, y de algún modo, potencializada por lapostcíón de dependencia de la sociedad serntpertfértca enel espacio mundial.

La gran heterogeneldad interna de los diversos espacíosestructurales y la no correspondencia entre sus diferen­tes requisitos de reproducctón prcdujo un déficit de hege­monía o, si lo preferimos, un déficit de objetivos nacionales.que fue cubierto o compensado por el "exceso" de autori­tarismo dei Estado. En Portugal, este "exceso" asumló tan­to formas democráticas, como formas dictatoriales y fue (ycontinúa siendo) ejercído tanto por el Estado directamente,como por las diferentes organizaciones (medias de comu­nicación, partidos, empresas, sindicatos, familias oligár­quicas, etc.) que en cualquiera de los espacios estructu­rales ejercen, por delegación o subcontratación, poderesestatales o paraestatales. De aquí resultaron (y continúanresultando) dos consecuencias. Por un lado, dada su hetero­geneidad interna, cada uno de los espacios estructuralesy su forma de poder, es funcionalmente muy dependientede los demás para reproductrse, por otro lado, la relativaautonomía entre ellos y el correspondiente déficit de iso­morfismo hace que las relaciones entre ellos sean inestablesY» para sustentarse, necesiten de la presencia estructura­dora de un vínculo autoritario.

La centralidad dei Estado portugués como Estado semi­periférico se diferencia así y ante todo de la de los Estadosde los países centrales por ser más autoritaria y menos hege­mónica y por ser más dificil determinar dónde termina elEstado y comíenza el no-Estado. Pero, además de esto, yun tanto paradójicamente, este tipo de centralidad es unacentralidad que no se sabe imponer eficazmente es decir,

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cuyos resultados de ejercícto quedan siempre de este ladode la lógica que les subyace; esta es, son síernpre más medío­cres o menos brillantes que la lógica que les subyace. Lainterpretación de esta paradoja aparente (el tercer argu­mento que aquí presento) está en que, en la semípertferra,los factores de la centralidad dei Estado son igualmentefactores de su ineficiencia. La heterogeneidad interna deIespacto doméstico y deI espacio de producción y la no CQ­

rrespondencia entre los respectivos requisitos de repro­ducción crean autonomías relativas en cada uno de estosnúcleos estructurales de la socíedad portuguesa cuyo efec­to emergente es el de subvertir, transformar, aproptar, ensuma, bloquear la actuacíón dei Estado, Así, ai contrariode lo que pasa en los países centraíes. es tan importantedeterminar la autonomía relativa deI espacio de cludada­nía (del Estado) en relación con los restantes espacios es­tructurales como determinar la autonomía relativa de estosen relación con aquél.

La primacía de lo político, o mejor, del espacio de la ctu­dadanía bajo la forma dei Estado, coexiste de.este modo,con su deperidencta en relación con los otros espacíos y enesa medida la forma de poder dei Estado, la dominación,se ejerce en la práctíca en cornplejas combinaciones conlas formas de poder características de otros espacios es­tructurales, lo que le confiere una marcada peculiaridada la actuación dei Estado (clientelismo, nepotismo, corrup­ción, etc.). Tal peculiartdad puede resultar de la amalgama en­tre el espacio de la ciudadanía y el espacto doméstico y, porlo tanto, entre dominación y patriarcado, por ejemplo, enel caso en que la actuacíón del Estado y el ejercicio de laciudadanía se le delegan informalmente a las famlliasoligárquicas, incluso ahora poderosas en muchas zonas osectores soctales dei país e incluso en el mtertor del mis­mo Estado. O puede resultar de la interpenetración entreel espada de la ciudadanía y el espacio de la produccióny, por lo tanto, entre dommactón y explotación, por ejern­plo en los casos en que empresarios o empresas tienen uncontrol político sobre sus trabajadores o sobre la propíaactuación dei Estado o, incluso en los casos en que el Es­tado es , en sí, un espacio de producción sobredímensto­nado, de tal modo que una fraccíón significativa de la ela­se media tiene su base social en el propio Estado, es decír.en el presupuesto dei Estado. La peculiaridad de la actua-

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ción dei Estado puede ser finalmente una forma de inter­penetración entre el espacto de la ciudadanía y el espacíomundial y, por lo tanto, entre dominación e intercambiodesigual en los casos en que los países centrales o las or­ganizaciones ínternactonales que ellos controlan se apro­pian de parte de la soberanía dei Estado nacional.

AI contrario de lo que pasa en los países centrales, nose trata de influencias ejercídas sobre el Estado y su ac­ción sino de la conítguracíón interna dei propio poder deiEstado. EI autoritarismo estatal, por ser relativamente ine­ficaz, es no sólo incompleto sino contradictorio lo que a suvez contribuye a la gran heterogeneidad y fragmentabi­lidad de la actuación dei Estado. Tal heterogeneidad asumevarias formas, algunas de las cuales ya analicé en traba­jos anteriores. Menciono aquí una raramente sefialada.Reside en el modo como la actuación de la burocracia deiEstado oscila entre la extrema rigidez, distancia y forma­lismo con que oblíga ai ciudadano anónlmo y sin referen­eias (la que llamo sociedad cívtl extrafta) a eansarse antelas ventanillas de servidos inaccesibles, alienar formula­rios ininteligibles, y a pagar impuestos injustos y a la ex­trema flexibilidad, intimidad e informalidad con que trata,para los mismos efectos. el ciudadano eonocido y eon bue­nas referendas (la soctedad civil íntima),

Se trata de una oscilación entre el Estado predador y elEstado protector según una lógica de racionalidad total­mente opuesta a la dei espaeio de la eiudadanía (la maximi­zactón de la lealtad) porque se trata de una lealtadínterpersonal, aunque obtenida a costa de la prívatízactónde recursos públicos, una lógica de racionalidad en iodo oen parte más cercana de la racionalidad del espacio do­méstico (la maxímízacíón de la afectividad) que de la racio­nalidad del espacio de producción (la maximización dellucro). Tal vez por eso. estas y otras manifestaciones departicularidad y de heterogeneidad hacen que la actuacióndel Estado no merezea stqutera la confianza de la clasedominante en el espacío de la producción, el empresariadocapitalista. Pero además de que és ta esté fragmentadacomo clase, el Estado sólo sabe servirle fragmentariamen­te. Este patrón de actuación dei Estado es simultánea­mente causa y efecto que las prácticas de clase; ai contra­rio de lo que sucede (o sucedió hasta hace poco) en los paísescentrales- no se traducen linealmente en políticas de clase.

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Traté de mostrar en este capítulo que la dtsttncíón Es­tado/sociedad civil, además de su slmplismo y reduccío­nismo generales. es particularmente inadecuada para ana­lizar una sociedad semiperiférica como, por ejemplo, lasocíedad portuguesa. EI desfase de las condiciones histó­ricas, socíales. políticas y económicas específicas de unasocledad de este tipo da orígen a un efecto de ocultamlen­to particularmente amplio.

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MODERNIDAD. IDENTIDAD Y CULTURA DEFRONTERA

INTRODUCCIÓN

Hoy sabemos que las identidades culturales no son rí­gidas nt mucho menos inrnutables. Son los resultados siem­pre transitarias y fugaces de procesos de identificación.Incluso las identidades aparentemente más sólidas, comola de mujer, hornbre, país africano, país latinoamericanoo país europeo, esconden negociaciones de sentido, juegosde poltsernta. choques de temporalidades en constanteproceso de transformación, responsables en última ins­tancía de la sucesión de configuraciones hermenéuticasque de una época a otra le dan cuerpo y vida a tales iden­tidades. Identidades son, pues. identificaciones en curso.

También sabemos que las identificaciones, además deplurales, están dominadas por la obsesión de la diferen­cia y por Ia jerarquia de Ias dtstmctones. Quien preguntapor su identidad cuesttona las referencias hegemónicaspero, al hacerlo, se coloca en la posición de otro y, símul­táneamente, en una situación de carencía y por eso de subor­dinación. Los artistas europeos raramente tuvieron quepreguntarse por su identidad, pero los artistas africanosy latinoamericanos, al trabajar en Europa procedentes depaíses que para Europa. no eran más que proveedores dematerias primas. se vieron forzados a plantearse la cues-

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tlón de la Identldad. La pregunta por la Identldad es aslsemificticia y seminecesaria. Para quien la formula, siem­pre se presenta como una fíccíón necesaria. Si se obtienela respuesta, su êxito se mide por la intensidad de la con­ciencia de que la pregunta fuera, desde eI principio. unanecestdad ftctícía. Es pues, crucial conocer quíén cuestlo­na la identidad, en quê condiciones, contra quíén, con quêpropósitos y con qué resultados.

Finalmente sabemos que la respuesta con êxito a la pre­gunta por la identidad siempre se traduce en una reinter­pretación fundadora que convíerte el déficit de sentido dela pregunta, en eI exceso de sentido de la respuesta. Lo haceinstaurando un principio radical que combina fulgu­rantemente lo propio y lo ajeno, lo individual y lo colecti­vo, la tradtcíón y la modernidad. Fufguractones de estetipo pueden ser identificadas en creadores culturales ypolíticos como Lu Xun en la China, Tagore en la Indta,Marietegui en el Perú , Martí en Cuba. Cabral en Guinea­Bissau y Cabo Verde, Fernando Pessoa en Portugal y Oswaldde Andrade en Brasil. El caso de Oswald de Andrade es, apropósito, particularmente significativo. AI presentar lospoemas reunidos en la antologíaPau-Brasil. publicada en1924, como Si hubíeran sido escritos "con ocastón del des­cubrimiento de Brasil", Andrade nos propone un comienzoradical que, en vez de excluir, devora cantbalísttcameriteal tiempo que lo precede, bten sea el tiempo falsamenteprimordial dei natlvlsmo, o bíen el tlempo falsamente uni­versal del eurocentrismo. Esta voracidad inicial, funda unnuevo y más amplio horizonte de reflexíón, de díverstdady de diálogo donde es posible ver la diferencia abismaIentre la macumba para turistas y la tolerancia racial. Porsobre todo, Oswald de Andrade sabe que el único y verda­dero descubrlmlento es el autodescubrlmlento y que ésteimplica hacer presente al otro y conocer la posición depoder a partir de la cual es posible la apropiación selecti­va y transformadora de él (Andrade, 1990). EI desarroIlodei arte moderno europeo, de Gauguln ai fauvísmo, ai cu­bismo, al expresionismo y al surrealismo, se benefició demodo significativo de Ia aproplaclón selectíva de culturasno europeas, concretamente africanas: sin embargo, talaproplaclón tuvo lugar a partir de una poslclón de podertotalmente distinta de aqueIla que llevó a decorar, en tiem­pos recientes, los escudos usados en las guerras inter-

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trlbales en Nueva Guinea (Papuasla) con los slogans demarcas de cervezas.

Lo nuevo que sabemos sobre los procesos de identidady de tdentíftcacíón, no stendo mucho es. sin embargo, pre­CiOSO para evaluar las transformaciones por las que estápasando la teoría social en función de la casi obsesiva pre­ocupaclón por Ia cuesttón de la Identldad que la ha domi­nado en los últimos tiempos y que, todo nos lleva a creer,continuará dominándola en la década entrante.

LA DESCONTEXTUALlZACIÓN DE LA IDENTIDAD EN LA

MODERNIDAD

La preocupación por la Identldad no es, obviamente, nue­va. Hasta podemos dectr que la modernidad nace de ella ycon eIla. EI prlmer nombre moderno de la Identidad es lasubjetlvldad. EI colapso de la cosmovtsíón teocrática me­dieval trajo consigo la cuestlón de la autoria dei mundo yel índívtduo constltuyó la prlmera respuesta. El humanis­mo renacentista es el primer afloramiento paradígmáttcode la lndlvldualidad como subjetlvldad. Se trata de un para­digma emergente donde se cruzan tensionalmente múlti­pIes líneas de construcctón de la subjetlvldad moderna.Dos de esas tensiones merecen ser resaltadas especial­mente. La primera se presenta entre la subjetividad indi­vidual y la subjetlvldad colectíva. La Idea de un mundoprodueto de la acclón humana postula la necesldad deconcebir la communitas donde ocurre tal producción. Elcolapso de lacommunitas medieval crea un vacío que nun­ca va a ser plenamente llenado por el Estado moderno,cuya subjetivldad ha sido afirmada por todas las teoriasde la soberania posteriores ai tratado de Westfalia. Estatensión se mantíene sm resolver hasta nuestros días y tíe­ne su mejor formulación teórica en la dialéctica hegelianade la Ich-IndlvidualitiitlIch-Kollektiviiit. La segunda ten­sión es entre una concepción concreta y contextual de lasubjetividad y una concepcíón abstracta, sin tiempos niespacios definidos. La primera concepción está blen sim­bolizada en la obra de Montaígne, Shakespeare, Erasmo yRabelais. Montaígne es a este respecto particularmenteejernplar por su combate a la teorización abstracta falsa­mente universal y por su preocupación por centrar susescritos sobre sí mísmo, la única subjetividad de la que

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tenía un conocimiento concreto e íntimo. La segunda con­cepción teórica, sin espacio y sin tiempo tiene en Descar­tes a su representante paradígmáüco, Curiosamente, enel Discurso del Método, y sobre todo en la intrigante bio­grafia Intelectual que se narra en él, hay indlcaclones pre­ciosas sobre el contexto personal social y político que leperrnítteron a Descartes crear una filosofía stn contexto(Descartes, 1972).

Estas dos tenslones -subjetlvidad Individual! subjetivi­dad colectíva; subjetlvidad contextual! subjetividad uni­versal- están en la base de las dos grandes tradiciones dela teoría social y política de ia modernidad. No cabe aquírehacer el viaje de su recorrido durante los últimos tres­cientos cmcuerita aüos. Me referiré apenas a sus prmctpales encrucijadas. Afirmé en el cuarto capítulo que elparadigma de la moderntdad es un proyecto socío-culturalmuy amplio, lleno de contradtcctones y de potenciaildadesque, en su matriz, aspira a un equilibrio entre regulacióny emancipación social. La trayectoria social de este para­digma no es lineal, pero lo que más profundamente la ca­racteriza es el proceso histórico de la progresiva absorcióno colapso de la emancipación en la regulaclón y, por lo tanto,de la conversión perversa de las energías emancipadorasen energías reguladoras, lo que a mi entender se debe a lacreciente promiscuidad entre el proyecto de la modernidady el desarrollo histórico dei capitalismo particularmenteevidente a partir de mediados dei stgío XIX. Para lo que aquínos interesa, cabe mencionar que la consolidación espe­cífica de la teoría política liberal frente a las dos tensionesmencionadas, representa la propuesta hegemónica para laresoluclón de la pregunta por la identldad moderna. Enla tenslón entre subjetlvidad individual y subjetívídad co­lectiva, la prioridad se le da a la subjetlvldad individuai;en la tensión entre la subjetividad conceptual y la subjetivi­dad abstracta, la prioridad se le da a la subjetlVldad abstrac­ta. Se trata de propuestas hegemónicas pero no únicas nien ningún caso estabies. EI triunfo de la subjetividad in­dividuai Impulsado por el principio dei mercado y de lapropiedad individual, que se afirma de Locke a AdamSmlth, trae consigo -por las antinomias proplas dei prin­cipio del mercado-Ta exígencta de un supersujeto que regu­le y autoríce la autoría social de ios índívíduos. Este sujeto mo­numental es el Estado liberal. Siendo una emanactón

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de la sociedad civil-por la vía dei contrato social- el Esta­do líberal t1ene poder de imperio sobre ella: síendo, ai con­trario de ésta, una creación artificial, puede ser artifi­cialmente manipulado ad ínfínttum: siendo funcional­mente específico, puede multiplicar sus funciones; siendoun Estado mínimo, t1ene potencialidades para transfor­marse en Estado máximo.

De esta poiarlzación entre índívíduo y Estado sale perdíen­do el principio de la comunidad propugnado por Rousseau,que apuntaba, en vez de la contraposición entre individuoy Estado, hacia una síntests compleja y dlnámica entre ellos:un modo moderno de reconstruir la communitas medievalahora destrascendentalizada. La derrota de Rousseauahondó tambíén la derrota de la subjetivldad contextualfrente a la subjetividad abstracta, es decír, la derrota deMorrtaígne frente a Descartes. Este proceso histórico depolartzacíón y de descontextualización de la Identidad co­noce una serre de desarrollos paralelos. Uno de ellos ,crucial para la interpenetración de la modernidad con elcapitalismo, se presenta en la Península Ibérica y sus pro­tagonistas son Portugal y Espana.

EI 2 de enero de 1492, pocos meses antes de que Colóniniciara su viaje, cayó Granada y con esa caída termina­ron ocho síglos de dominio moro en la península. Después,miles y miles de libros escritos y preservados a lo largo delos síglos por insignes geógrafos, matemáticos, astróno­mos, científicos, poetas, historiadores y filósofos mores,estos fueron quemados en el fuego de la Santa Inqutstcíón,la mísma que a partir del31 de marzo de 1492 da cumpli­mlento ai edicto de Isabel de Castilla, expulsando a losjudíos y confiscándoles los bienes con que ftriancíaria losviajes síguíentes de Colón (Carew, 1988a; 15; 1988b; 51).Es el fin del iluminismo moro y judio sin el cual, irónica­mente, el Rcnacímtento no habría sido posible. Con baseen ellenguaje abstracto y manlpulable de la fe y de los nomenos manipulables crttertos de límpteza de sangre, sedeclaró una guerra total a los grandes creadores cultura­les de la península, los cuales, en el caso específico de losmoros, habían sido una parte integrante de un orden po­lítico en el que. durante siglos, pudieron convivir con es­pírttu de tolerancta, crtstíanos, judíos y moros, y de un ordenreligioso, el Islam, que en su fase inicial había recibidoimportantes influencias de las grandes ctvtlízacíones afri-

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canas dei valle dei Nilo, de Etíopía de Nubla y de Eglpto 1 .

Este riquíslmo proceso histórico de contextualizaclón y derecontextuallzaclón de Identidades culturales es Interrumpi­do violentamente por un acto de pillaje político y religioso queimpone un ardeu en eI cual, por arrogarse eI monopolioregulador de las concíencías y de las prácticas, se dispen­sa la intervención transforrnadora de los contextos, de lanegociación y del diálogo. Así se instaura una nueva erade fanatismo. de racismo y de egocentrismo.

La concomttancía temporal de este acto eon la íníctacíónde los viajes de Colón no es una mera coincidencia; esta­mos en el preludio dei etnocldlo de los pueblos amertndtos,aststtmos ai ensayo Ideológico y lingüístico que lo va a le­gitimar. Adernás , este ensayo europeo de la guerra al otrono es una específlcldad de los países Ibéricos, Alguten dí]orecientemente que la invasión de América del Norte CQ­

menzó con la lnvaslón de Irlanda (Rat, 1993: 25), y tam­blén se puede afirmar con segurldad que los Inglesestransfirieron a Vtrgtn ía y Nueva Inglaterra los métodose ideologías de colonización destructiva que habían aplica­do contra Irlanda en los slglos XVI YXVII (Rolston, 1993:17). Significativamente, en ambos casos, la subjetivldaddei otro es negado por el "hecho" de que no corresponde anlnguna de las subjetividades hegemónlcas de la rnoder­nldad en construcclón: el Individuo y el Estado. De Juande Sepúlveda, en su debate con Fray Bartolomé de las Ca­sas, allsabelino Humprey Gilbert, el verdugo de Irlanda,el otro no es un verdadero individuo porque su comporta­míerito se desvía muy profundamente de las normas de lafe y del mercado. Tampoco es detentador de la subjettví­dad estatal, porque no conoce la Idea deI Estado ní la de laley y vive según las formas cornunítartas, peyorativamentedesignadas como bandos, trtbus, hordas que no se adap­tan ni a la subjetividad estatal, ni a la subjetividad indivi­dual. A este propósito, se debe resaltar que el discurso ju­rídico es un soporte crucial dellenguaje abstractoque permítedescontextuallzar y por lo tanto negar la subjetividad dei otroen el mismo proceso en que la designa y la evalúa a la luzde crtteríos pretendidamenteuniversales. En 1532, eljurlsta deSalamanca, Francisco de Vitoria, argumentaba que la conquís-

1 Paralelamente Martín Bernal , entre otros , ha llamado la atenclón hacta lasraices africanas y orlentales de la cultura occtdental y concretamente de laAnttgüedad Clásica {Bernal , 1987).

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ta de los aztecas y de los incas estaba justificada por lasvlolaciones dei derecho natural perpetradas por ellos: porlos aztecas ai practicar sacrtftctos humanos y canibalismo:por los incas al aceptar la tiranía y la deificación deI Inca(Vitoria, 1991). Del mísmo modo, Grotlus justlflcaba laguerra justa contra los animales salvajes y contra "loshombres que eran como ellos", al mismo tiempo quejusti­ficaba la ocupacíón de los terrttoríos dei Nuevo Mundo, porel hecho de que el derecho natural abomina el vacío(Grotlus, 1925).

No debemos exagerar la coherencía entre las construc­clones ideológicas dei otro de la identldad moderna euro­pea y las prácticas concretas de la colonización de lasAméricas y de África. Ni unas ni otras tuvieron desarrolloslineales y ní estos fueron necesartamente sincronizados,aunque la pretendida sincronía fuera ella mísma objeto dela construccíón ideológica conseguida a lo mejor por la víadel lenguaje metafórico, como cuando por ejemplo, laCompanfa de Virginiajustificaba en 1610 el comercio conlos powhatans declarando que "les compraba las perlas dela tíerra, vendíéndoles en cambio las perlas dei cíelo" (Carew,1988b). En este mismo espacio europeo, la descontextua­ltzactón y la polarización de las identidades hegemónicas,ellndividuo y el Estado. pasaron por momentos de fuerteconfrontación. Me reftero, a título de ejemplo, a dos de esosmomentos. el romanticismo y el marxismo.

LAS CONFRONTACIONES ROMÂNTICA Y MARXISTA

Sin detenerme mucho, rescato los síguíentes rasgos gene­rales de la confrontación romántica de la identidad moderna.Contra una racionalidad descontextualizada y abstractacrecientemente colonizada por el instrumentalismo cien­tífico y por el cálculo económico, el romanticismo proponeuna búsqueda radical de Identldad que Implica una nuevarelación con la naturaleza y la revaluación de lo irracional,de lo inconsciente, de lo mítico y de lo popular y el reen­cuentro con el otro de la modernldad, el hombre natural,primitivo, espontáneo, dotado de formas proplas de orga­nización social. Contra la pareja individuo-Estado y lajurldlcldad abstracta que la regula, el romantlclsmo glo­rifica la subjetlvldad Individuai por lo que hay en ella deoriginai, de Irregular, de ímprevtsíble, de excesívo, en suma,

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por lo que hay en ella de escape a la regulación estatal-le­gal. Lejos de ser una propuesta reaccionaria, la respuestaromântica es, como comúnrnente se reconoce hoy, herede­Ta deI reformismo iluminista. apenas criticado por el realismoestrecho en que dejó cerrar SUB reformas. EI romanticismoabre así espacto para la utopia social donde los proyectossocialistas ocuparon un lugar central pari passu con for­mas de reltgtosidad de corte panteísta donde es visible laherencia rousseauntana (Aguiar e Silva, 1984: 531 y ss.).

La respuesta marxista de la identidad moderna tiene máspuntos de contacto con la respuesta romântica de lo quedurante mucho tiempo qutso admitir, pera la dirección quetoma obviamente es muy diferente. La recontextualizaciónde la identidad propuesta por el marxismo contra el indi­vidualismo y eI estatismo abstractos enfoca las relacionessoctales de producción, en el papel constitutivo de éstas,en las ideas y en las prácticas de los tndtvtduos concretosy en las relaciones astmétrícas y diferenciadas de estos conel Estado. Por esta vía, el conflicto matricial de la moder­nidad entre regulación y emancipación pasa a ser defini­do según las clases sociales que lo protagonizan: la bur­guesia dei lado de la regulación y el proietariado dei ladode la ernancípacíón. Se trata de un avance notable que recon­textualiza la subjetividad individual y desmonumentalizaai Estado. Sín embargo, ai dejar en la oscuridad las me­di aciones entre cada uno de eIlos y las clases, el marxismotuvo tendericta a reproducír, bajo otra forma. la polariza­ción liberal entre el sujeto individual y el supersujeto, sten­do ese supersujeto ahora la clase y ya no el Estado. Con elleninismo, esta polarización se agudizó por la vía de la vín­culación abstracta de la clase ai partido y de éste ai Estado.Con esto, la potencíactón deI superaujeto, ahora acumu­lando clase y Estado, no sólo descontextualizó la subjetí­vidad individual sino que la devoró antropofágtcamente. Elautoritarismo de aquí resultante no es más que Ilevar alparoxismo la descontextualización de la subjettvídad y dela identidad presupuesta por el liberalismo. EI fin del le­ninismo es, hístortcament». el primer fin dei liberalismo.

Pero si la forma leninista de la respuesta marxista noconsiguíó superar-y, al contrario, agravó- la descontex­tualización liberal de la subjetividad, tampoco lo constguíola forma no-lenínísta. socialdemocrática. AI contrario delo que anuncían las evidencias superficiales, la crtsts de

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la socialdemocracia en los países centrales sucede más porlo que hay de liberalismo en la socialdemocracia que por lo quehay de socialdemocracia en elliberalismo. Para verificaresto, es necesarto remontarse aI sentido original de las res­puestas romántica y marxista a la descontextualización ypolarización de la identidad social y cultural operada porla verstón hegemónica, liberal, de la modernidad. La res­puesta romántica propone la recontextualización de la íden­tidad por la via de tres vínculos prlncipales: el vínculo étnico,eI vínculo religioso y el vínculo con la naturaleza. La res­puesta marxista propone. como vimos. la recontextuali­zación a través deI vínculo de clase.

Cualquiera de estos vínculos significaba la construc­ción de identidades alternativas a la polarización indivi­duo-Estado. por lo tanto. la creación de lealtades termínalesinapropiables por el Estado. La verdad, sin embargo, esque ninguno de estos vínculos logró reivindicar, en los úl­timos cíen anos, una alternativa concreta, nt en el planopolítico. ni incluso en el plano socto-culturnl. AI contrario.el vinculo individuo-Estado, basado en ei principio de laoblígacíón política liberal. no cesó de afirmar su hegemoniay, por procesos diferentes, se fue aproptando del potencialalternativo de los demás vínculos, que así descaracteri­zados terminaron por ser puestos ai servicio de la lealtadterminal ai Estado.

El vínculo religioso fue progresivamente margínado porvarias vías, por la represión violenta (en las prohibicionesdei culto y en la confiscación de los bíenes de la Iglestal.por la sustitución de funciones (en las diferentes formasde secularización protagonizadas por el Estado, desde losritos funerarios hasta la educactón) y por el acomodamien­to en posición de subordinación (en las leyes de separactónde la Iglesia y el Estado). La seculartzacíón de las prácti­cas sociales fue particularmente intensa. como lo demues­tra Fernando Catroga en un estudío recíente sobre el pa­pel del Estado português. en el proceso de secularizaclónde la muerte ai final dei siglo XIX (Catroga, 1988). Por sulado, Neil Smelser analízó el debate político en Inglaterradurante el cambio de stgío sobre la institucionalización dela educación pública, un debate en que poco se discutiósobre educación. EI verdadero debate fue sobre las prerro­gativas rtvales de la reltgíón y dei Estado con relacíón aicontrol de la educación de los ciudadanos; un debate quefinalmente perdió la Iglesia (Smelser, 1991).

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En cuanto al vínculo étnico, su descaractertzactón tuvolugar a través dei anatema lanzado sobre todas las formasde "prtmordíalísmo" que no correspondíeran a la base étni­ca deI racismo dominante y de su absorción en el concep­to de nación, un concepto Inventado tal vez para legitimarla dominación de una etnia sobre las demás, o tal vez paracrear un denominador socio-cultural común suficiente­mente homogêneo para poder funcionar como base socialadecuada a la oblígacíón política general y universal exi­gida por el Estado, autodestgnado así como Estado-Nación.Este proceso de homogeneización fue tanto más necesa­rio cuanto más compleja era la base étnica dei Estado.

En cuanto ai vínculo con la naturaleza, la condíctón teó­rica de su degradación se íntcíó en los comtenzos de la mo­dernidad con la revolución científica galüetca, newtoniana.Las condiciones socíales fueron múltíples y empezaron con laexpansión dei capitalismo comercial y los descubrtrníen­tos. EI concepto de res extensa, a que Descartes redujo lanaturaleza. es isomórfico con el concepto de terra nulliusdesarrollado por los juristas europeos para justificar la ocu­pación de los territorlos dei Nuevo Mundo. Y es tambiénpor esa razón que la concepción de los pueblos amertndíoscomohomo naturalis trajo consigo la descontextualizaciónde su subjetivldad. De ahí en adelante, la naturaleza sólopodrá tener acceso a la ciudad por dos vías, ambas sefía­ladas por esta: por un lado como jardín botánlco, jardínzoológico y museo etnográfico; o por el otro como materiaprima. El papel dei Estado fue crucial por haber sido Indi­recto ai crear y aplicar un régimen jurídico de la propie­dad que simultáneamente era legitimado por el mtsmoprincipio y mantenía incomunicables dos procesos histó­ricos símbíótícos: la explotacíón de lanaturaleza por el hom­bre y la explotación dei hombre por el hombre.

Por último. el vínculo de clase, que durante algunas déca­das dei slglo XIX consígutó alimentar, con éxíto, una leal­tad terminal alternativa a la lealtad dei Estado sufrló unaenorme erosión en Europa Central cuando los partidos obrerosvotaron a favor de la concesión de créditos para financiarla primera guerra mundial. Con esto, la guerra. concebi­da anteriormente como si t uvtera lugar entre las burgue­sías nacionales, pasó a ser concebida como una guerra entreEstados-Nación. Por lo demás, la incorporación del prole­tariado en el Estado-Nación había comenzado mucho an-

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tes con la progresiva extensión a los trabajadores de losderechos de ctudadanía, un largo proceso histórico quecontlnuó en el período entre las guerras y en la postgue­rra y que implicó una profunda transformación dei Estado:la transformación dei Estado liberal en el Estado-Provi­dencia.

Así concluyo que. bajo la égída dei capitalismo, la mo­dernidad dejó que las múltiples Identidades y los respec­tivos contextos Intersubjetlvos que la habitaban fueranreducldos a la lealtad terminal al Estado, una lealtadomnívora de las poslbles lealtades alternativas. Las cíen­cías sociales estuvieron desde su génesis implicadas eneste proceso. La globalización de las múltlples identidadesen la identidad global dei Estado, htzo posible pensar enuna identidad de iguales proporciones, global e Idéntica aiEstado: la socíedad. Durkheim es quten, por prtrnera vez,conclbe la sociedad en su todo como la unidad de análístspor excelencia de la socíología y por eso su interés analíti­co se concentra en la socíedad en sí y no en cualquíera desus subunidades, sean ellas la Iglesta, la familia, o la co­munidad local. La cuesUón central para Durkheim escómo definir el principio de solidarldad de esa unidad glo­bal, cuando es cierto que las solidaridades habían sidoproducldas tradicionalmente en el seno de sus ahora lla­madas subunídades. En el fondo, Durkhelm pretende es­tablecer una lealtad a la socledad isomórflca a la lealtadai Estado. Es por demás conocída la soluclón propuestapor él: tales subunidades habían producído tan sólo for­mas prtmordtalcs. primitivas, mecánlcas de solidarldad;su globalización en la socíedad hacía poslble una formamás avanzada, cornpleja y orgáníca de soltdarídad. Tam­bién son conocidas las críticas y las rectíftcacíoncs que sele hicieron ai evolucionismo eurocentrista de Durkheim,desde Malinowski hasta nuestros días.

Sin embargo, antes de referlrme a lo específico de lasrelecturas más recíentes de Durkheim, haré menclón deotro gran rasgo fundador dei pensamlento de la socledaden su totalidad, como urndad de análisis: el rasgo de MaxWeber. Más sensible ai arbltrio de la hlstoria que a la ne­cesidad de la evoluctón, el problema de Weber es definir laidentldad de la modernidad capitalista liberal europea, notanto porque ésta sea inferior o superior a otros paradig­mas de organización social. sino porque es excepcional. A

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los ojos esquizofrénicos de Weber, la modernidad europeaes el otro de sí mtsma, un complejo proceso de partícularts­mos contextualizados en tránsito hacia un universalismosin contexto, proceso designado, en sus múltiples facetas,como racíonalízacíón, secularización, burocratízacíón, for­malización jurídica, democratización, urbanización, glo­balización, etc. En la medida en que se fue ahondando esleproceso, la hegemonía histórica de la modernidad europeatransformó subreptlclamente la excepclonalidad en regiay, a partir de ahí, todos los demás paradigmas socío-cul­turales se hallaron en situación de cuestionar su íderrtí­dad a partir de una posición de carencia y de subordina­clón. La separacíón entre la sociologia (el estudlo de "nosotros" ,"civilizados") y la antropologia [el estudlo "de elios", "pri­mitivos") causóy, de hecho, promovió esta transformactón.La paridad epistemológica, entre las dos disciplinas, pasóa ocultar la asimetría que Lévi-Strauss denunció elocuen­temente al afirmar que nosotros podemos transformarlosen nuestros salvajes. pero ellos no pueden transformarnosen sus salvajes.

EL REGRESO DE LAS IDENTIDADES

Todo parece haber empezado a cambiar en los últimosanos y las revístones profundas a que son sometidos losdiscursos y las práctlcas Identlflcadoras dejan en el airela duda sobre si la concepclón hegemónlca de la moderrií­dad se equlvocó en la Identlflcaclón de las tendenclas delos procesos sociales, o si tales tendencias se invirtierontotalmente en los tiempos recientes, o incluso si se estáfrente a una inversión de tendencias, o sólo frente a cru­zamientos múltiples de tendencias opuestas sin que seaposible identificar los vectores más fuertes. Como se cal­cula, las dudas están por encima de saber Si lo que pre­senciamos es realmente nuevo o Si es apenas nuevo antelos ajas con que lo presenciamos. Estamos en una épocaen que es difícil tener una perspectiva llneal. Estamos enuna fase de revlslón radicai dei paradigma epistemológicode la cíencía moderna, qutzá lo que cambia no es el objetode estudio, sino la manera de verlo. Pera, por otro lado, noparece creíble que ese cambio hubíera ocurrido sin que nadahubíera cambiado en el objeto observado, aunque, para máscompltcacíón. sea debatible hasta qué punto tal objeto pue-

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de ser síqutera pensado sin haber sido visto, percíbtdo. Sinuestro observar concibe su objeto como parte de un pro­ceso histórico de larga duracíón es bíen posible que los cam­bias del presente no sean más que pequenos ajustes. AIcontrario, la dramatlcldad de éstos saltaria fácilmente a lavista si el objeto fuese concebido como de corta duración.

EI clima general de las revisiones muestra al procesohistórico de descontextualización de las identidades yde universalización de las prácticas socíales mucho me­nos homogéneo e inequívoco de lo que antes se perrsó. yaque con él compiten vtejos y nuevos procesos derecontextualización y de particularización de las identida­des y de las práctlcas. Las síguíentes son algunas revísío­nes.

A propósito dei resurgímíento de la etnicldad, dei racis­mo, dei sexismo y de la relígíostdad, se habla dei nuevo"prlmordlallsmo", dei regreso de la solidaridad mecánlca,deI derecho a las raíces. La seculartzactón weberiana estáenfrentada, no sólo con el fundamentalismo religioso sinotamblén con el hecho de que los factores que tradicional­mente fueron tenidos como motores de la secula,rizacióncomo, por ejemplo, elllberallsmo y la democracia, se pre­sentan hoy en discursos y prácticas muy cercanos de losque son proplos dei fundamentallsmo religioso y su efíca­ela depende de la Inconmensurabilldad y de ia opacldadrecíprocas entre prtncípíos absolutos y prácticas realistastípícas de la adheslón religiosa. Por otro lado, la base étnicade las naciones modernas se hace cada vez más evidentey el Estado-Naclón, lejos de ser una entidad estable, na­tural, corntenza a ser visto como la condensación tempo­ral de los movtmíentos que verdaderamente caracterizanla modemldad política: Estados en busca de naclones ynaclones en busca de Estados. Portugal es, tal vez, el úni­co Estado-Nación uruétntco de Europa y está dejando deseria a medida que aumentan la ínmígracíón africana y asíá­t�ca y el flujo de turistas residentes, retirados de la vidaactiva, venldos de Europa dei Norte o aún del Japón. A suvez, tal como el Estado nacional, la cultura nacional se en­frenta con presiones contradictorias. De un lado, la cul­tura global (consumismo, Hollywood, disco sound,fasifood,cultura comerciai, mass media globales), dei otro, las cul­turas locales (grupos índtgernstas, afirmación de derechosancestrales, de lenguas y culturas hasta ahora margína-

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IIzadas) y las culturas rcgíonales (por ejemplo, en la Indla,en ltalla y, en Portugal, el surgtmíento deI regíonalísmonortefto).

Recontextuallzar y reparticularlzar Identidades y prác­ticas está conduciendo a reformular las inter-relacionesentre los diferentes vínculos nacionales; concretamente,entre ideologias particulares dentro de los vínculos de na­ción claststa, racial, étnico y sexual. Tal reformulación esexigida por la veríftcacíón de fenômenos convergentes queocurren en los más diversos lugares del sistema mundial:el nuevo racismo en Europa; la decadencia general de lapolítica de clases, sobre todo evidente en ios E. U., dondeparece sustituida por la política étnica dei multlculturls­mo o por la política sexual de los movimientos feministas;los movlmlentos de los pueblos indígenas en todo el conti­nente americano que desafían la forma política dei Esta­do postcolonlal; el colapso de los Estados-Nactórr-que final­mente son multinacionales- y los conflíctos étnicos en eIcampo devastado deI ex imperio soviético; la transnacíona­lización dei fundamentallsmo tslárruco: la etnlzaclón de lafuerza de traba]o en todo el sistema mundial como formade desvalortzarla: etc .. etc.

Etienne Bal1bar e Immanuel Wallesrtein argumentan,en un trabajo recíente, que el racismo, lejos de ser un re­siduo o un anacronismo, está progresando como parte in­tegrante dei desarrollo dei sistema mundial capitalista(Wallersteln y Balibar, 1991). Para Wallersteln, este siste­ma se alimenta de la contradtccíón sternpre renovada en­tre el universalismo y el partlcularlsmo, sea éste racista osexual. Mientras el universalismo se deriva de la propiaforma dei mercado, de la descontextuallzaclón de la sub­jetivldad, deI homo economtcus, el racismo resulta de ladivlslón entre fuerza de trabajo central y periférica, es declr,de la etnización de la fuerza de trabajo como estrategíapara remunerar un amplio sector de la fuerza de trabajopor debajo de los salarlos capitalistas normales, sin coneso correr rtesgos significativos de agttactón política. Porotro lado, el sexismo esta íntímamente ligado al racismo.Los salarlos muy bajos que permite éste último sólo sonsocialmente posibles porque la reproducclón de la fuerzade trabajo se hace, en gran parte, en el espacio domésticoa través de relaciones de trabajo no remunerado a cargode las mujeres. La invislbllldad social de este trabajo se

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hace posible por el sexismo (Wallersteln y Balibar, 1991:29-36).

Para Balibar, el neoracismo europeo es nuevo en la medidaen que su tema dominante no es la superioridad biológicasino, ante todo, las insuperables diferencias culturales, laconducta racial en vez de la pertenencia racial (Wallersteiny Balibar, 1991: 17-28). EI concepto de inmtgraciõn sus­tituye al de raza y disuelve la conciencia de clase. Se tratapues, de un racismo de descolonlzaclón diferente dei ra­cismo de colonlzación, ese sí, definitivamente biológico. Ensuma, se trata de un fenómeno de etnización de la mayo­ría más que de etnización de las minorías.

Se hace claro que la descontextualización y la recontextua­lízactón de las Identidades son elementos contradíctorrosdel mismo proceso histórico, lo que más de una vez, ponefin a las veleidades evolucionistas de la verslón liberai dela modernidad. La coexistencia articulada de estas contra­dlcclones no debe entenderse, sln embargo, de modo funcío­nalista. Representan relaciones sociales conflictivas pro­tagonlzadas por actores índrvtduales y colectlvos que seconstituyen históricamente en procesos de luchas cuyosresultados no son determmables inicialmente. EI Estadoy las luchas políticas que se desenvuelven dentro y fuerade él son el ejemplo paradígmáttco de la volatilldad de lascondiciones presentes. Se asiste, en general. a un proce­so de desmonumentalizaclón dei Estado stn que, sm em­bargo, el vacío dejado por este supersujeto esté síendo lle­nado por otra subjetlvldad dei mtsmo nível.

Aunque no haya en el horizonte ninguna forma políti­ca alternativa deI Estado, el doble desenfoque de éste y delas cultura nacionales son síntomas de una situación decrtsts de regulaclón social más general. Después de la cri­sis de regulaciónfordista en los países centrales, proba­blemente estamos en una fase de transtcíón entre regime­nes de acumulación ..Una de las facetas centrales de esatransición parece ser el hecho de que el capital. stn salir­se de la funcíonalídad tnstttucíonal dei Estado, esté creandootro soporte institucional, paralelo al Estado, constituidopor las agencias fínancíeras y monetarias mternacíonales, ladeuda externa, lalex mercatoria, las firmas norteamerica­nas de abogados, un soporte institucional que se diferen­cia del estatal. sea porque es transnacional en sí mismo,sea porque no pretende mantener nínguna exterioridad o

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autonomía frente a las relaciones de producción. Por la víade esta última característica, la nueva regulación econó­mica que, frente a la anterior, se basaba exclusivamenteen el Estado. aparece como desregulación, se arroga el tí­tulode regulación socialy es, de hecho, la única regulaciónposíble. Es este el espejismo esencial dei neoliberalismo.Apunta básícamente a mantener y a profundizar la hege­monía capitalista. sobre el colapso de las condiciones quela htcteron posible en el período anterior; denominado enel cuarto capitulo, período dei capitalismo organizado. Esasí como la lógica y la ideologia dei consumismo puedenconvivir stn gran rtesgo político, con la retracción brutaldel consumo, entre sectores cada vez más amplios de lapoblación mundial, que viven en la miseria. Así mtsrno, lademocracia liberal puede ser impuesta. como "condícíónpolítica" de la ayuda a los países dei tercer mundo, ai mís­mo tiempo que son destruidas las condiciones económicasy soctales mínimas, de una vtvencía democrática creíble.Para poderse reforzar mutuamente, la lógica de circula­cíón simbólica dei capital y ia lógica de la circulación ma­terial dei capital son cada vez más independientes.

Lo que es más característico en la actual crisis de regu­lación social es que ella ocurre sin que el capitalismo píer­da su hegemonia. En otras palabras, ai contrario de lo quesucedió en épocas anteriores, la crisis de regulacíon es tam­bíén una crisis de emancípacíón, lo que constituye aí finalotra manífestactón deI colapso o de la perversión de lasenergias emancipatorias de la modernidad en energiasregulatortas, arriba mencionadas. La díftcultad para com­prender la injusticia y la irraclonalidad de la soctedad ca­pitalista dificulta la posibilidad de pensar una sociedadtotalmente diferente y mejor que ésta. De ahí que la crístsde un pensamíento estratégico de emanctpacíón sea pro­funda. En la medida en que extstró de hecho, el proceso dedescontextualización y de uníversalízactón de las identi­dades y de las prácticas contribuyó contradictoriamentepara que las elases dominadas pudieran formular proyec­tos universales y globales de emancipación. AI contrario,el nuevo contextualismo y particularismo hacen difícilpensar estratégícamente en la emancípacíón. Las luchaslocales y las identidades contextuales tienden a preferir elpensarntento táctico en detrimento del pensamíento estra­tégíco. La globalización dei capital ocurre simultáneamen-

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te con la localización deI proletariado. Por otro lado, la cri­sts del pensamiento estratégico emancipato rio, más queuna crtsts de prtnctpíos, es una crtsts de los sujetos socia­les interesa dos en la aplicación de éstos y también de losmodelos de socíedad en que tales principios se pueden tra­ductr.

La conttngencía histórica de la constitución de sujetossocíales emancipatorios hoy parece irrebatible pero debeser articulada con la profunda tntuícíón de Marx de que laconstrucción de las identidades sociales siempre tiene lu­gar en el interior de relaciones sociales antagónicas. Lamultiplicación y sobreposición de los vínculos de identifi­cación, particulariza las relaciones y, con eso, hace proli­ferar los enerntgos y, de algún modo, los trtvtalíza, por máscruel que sea la opresión que ellos ejercen. Cuanto mástncomunícables son las identidades, más difícil es concen­trar las resistencias emancipatorias en proyectos coheren­tes y globales. Últimamente, el surgímíento dei vínculo conla naturaleza y, con él, el despertar de una identidad ecológicatransnacional parecen conferir a este vínculo un potencialglobalizador prometedor. Incluso así, el vínculo natural seenfrenta con dos dificultades de peso. Su difusión global,en vez de vincular el carácter antagóníco de la relacíón socialecológica, lo dtsuelve, el enemígo pierde su perfil y pareceestar en todas partes y muy especialmente dentro de no­sotros.; el problema es que, si está en toda partes, no estáen nínguna, En segundo lugar, es difícil pensar un mode­lo no productívtsta de socíedad cuando el sistema mundialse polariza cada vez más entre un minúsculo centro hege­móníco postproductivista e hiperconsumista y una ínrnen­sa periferia preproductivista y subconsumista.

Los DESAFfos EN LA SEMIPERIFERIA

6Entonces, cuáles son los desafios? La recontextualizaciónde las identidades exige, en las actuales condiciones, queeI esfuerzo analítico y teórico se concentre en la díluctda­ctón de las especificidades de los campos de enfrentarnien­to y de negociaclón en que las identidades se forman y sedisuelven y en la localización de esas especificidades en losmovírníentos de globalización dei capital y, por lo tanto, enel sistema mundial. Solamente así la teoria de la globali­zación será esclarecedora.

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Las nuevas-víejas identidades se construyen en una lí­nea de tensión entre eldemos y elethnos y contra la iden­tlficación de ambos, hasta hace poco juzgada no proble­mática, y que el Estado nacional liberal llevó a cabo, Lacrtsts de esta forma de Estado lleva consigo la problema­tización de tal identificación, Cabe pues, preguntar:6quién sustenta la nueva, o renovada. tensión entredemosy ethnos? Pienso que la cultura. De ahí la autoconcepciónde las identidades contextuales como multlculturalidades,de ahí el renovado interés por la cultura en las crencíassociales, y de ahí finalmente, la creciente interdisciplina­ridad entre ciencias socíales y humanidades.

Como punto de partida. ptenso que es necesario re-aria­lizar las culturas de las naciones cuestionando las coris­trucciones oficiales de la cultura nacional. En este senti­do, tres orientaciones metodológicas parecen ser esencíales.La primera es que, no siendo ninguna cultura autoconte­ntda, sus límites nunca comctden con los límítes dei Es­tado; el principio de la soberanía del Estado nunca tuvouno correspondiente en el dominio de la cultura. La segun­da es que. no síendo autocontenida. ninguna cultura esindiscriminadamente abíerta. Ttene aperturas específicas.proíongaciones. interpenetraciones, inter-recorridos pro­pios, que a la postre son lo más auténtico que hay en ella.Finalmente. la tercera orientación metodológica es que lacultura de un determinado grupo social no es nunca unaesencia. Es una autocreactón, una negoctaciõn de senti­dos que ocurre en el sistema mundial y que, como tal. noes comprensíble sín el análisis de la trayectoria históricay de la poslción de ese grupo en el sistema mundial. Apli­cadas a la cultura portuguesa, estas orientaciones stgnt­f1can muy sucintamente lo slguiente, En prtrner lugar, lacultura portuguesa no se agota en la cultura de los portu­gueses y, víceversa, la cultura de los portugueses no seagota en la cultura portuguesa, En segundo lugar, lasaperturas específicas de la cultura portuguesa sono por unlado, Europa y, por el otro, Brasil y, hasta cíerto punto, elÁfrica. En tercer lugar. la cultura portuguesa es la cultu­ra de un país que ocupa una posición semiperiférica en elsistema mundial.

Con excepción de un período durante algunas décadasde los síglos XV-XVI, Portugal fue durante todo el prolon­gado ciclo colonial, un país semíperífértco. que actuó como

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correa de transmístón entre las colonias y los grandes cen­tros de acumulación, sobre todo con Inglaterra, a partir deislglo XVlIl, y este hecho tuvo una importancia decisiva paratodos los pueblos tnvolucrados en la relación colonial, unaimportancia que. además, se mantuvo incluso después deque esa relacíón hubo terminado y aún hasta nuestros dias.Mencionaré brevemente algunos de los rasgos de esa ca­racterística. En el plano político, uno de los rasgos másdramáticos de la semlperlflcidad de Portugal reside en elhecho, único en la htstoría como bien lo subrayan CarlosGuilherme da Mota y Fernando Novaes, de que con la Idade D, João VI para Brasil, huyendo de Napoleón, la colo­nia tuvo garantlzada, por algún tíempo, la Independenclade la metrópoli, convirtléndose la colonta en la verdaderacabeza dei Imperlo y la Metrópoli en apéndlce de ia colo­nía, lo que constituye una autêntica "inversión del pactocolonial" (Mota y Novaes, 1982), En ese período final se pro­fundizó el colonlalismo Informal al que estuvo sometidoPortugal por Inglaterra, una dependencia que se habría deprolongar en Brasil después de la Indeperidencta. Es sim­bólico que, cuando se realizó el tratado de reconocimientode la independencla de 1825, Inglaterra prestó a Brasll elmonto de la mdemntzacíón que éste se obligaba a pagarlea Portugal, un monto extrafiamente Igual a la deuda dePortugal con Inglaterra, Esta trama de intermediaclonesdependlentes fue reproduclda bajo otras formas en África,sobre todo después de la índependencta dei Brasil: y hastanuestros días, como bien lo demuestra el caso de la culturadei algodón en Mozambíque, estudiado por Carlos Fortuna(Fortuna, 1992), o dei movimiento líterarto caboverdianoestudiado por Isabel Caldeira (Caldeira, 1993),

Así mísmo, una de las más significativas característicasde la semiperifericidad de la relacíón colonial tiene que vercon los procesos de la independencia. tanto en Brasil comoen África, En ambos casos, el colapso de la relación colo­nial sucede en el âmbito de transformaciones profundas.de sentido progresista, en Portugal. las cuales, sin embar­go. son afectadas por la rebelión de las colonias al mísmotiempo que repercuten en éstas de manera diferenciada ymás allá de la índependencta. En el caso del Brasll, la in­deperidencta ocurre en seguimiento de la revolución libe­rai en Portugal. En parte por el radicalismo de ésta y enparte por la pretensión de los liberales de reconquistar la

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hegemonía en la colonta por la vía de una colonización efec­ttva, contraria a los intereses de Inglaterra. la independen­cía dei Brasil se hizo stguíendo ai liberalismo pero. de al­gún modo. contra él. No pudo así beneficiarse de losvtentos progresístas que soplaban en éste y, por eso, aca­bó por acomodarse en un proyecto ambíguo y contradic­torto. En las palabras de Mota y Novaes, ese proyecto es"el reformismo autoritario de una monarquia esclavócrata,únicaexcepción en el mosaico de las repúblicas americanas"(Mota y Novaes, 1982),

En el caso del África. la sttuacíón fue paralela en algunasde sus características y muy diferente en otras. La mde­pendencla de los cinco países de lengua oficial portugue­sa ocurrió en el âmbito de otra gran transformacíón pro­gresista en la sociedad portuguesa. la revolucíón del 25 deabril de 1974, En este caso, la símbíosts entre los dos pro­cesos fue aún mayor en la medida en que la guerra colo­ntal, la lucha tenaz de los movimientos de liberación contrael colonialismo, los adeptos que éstos fueron conquistan­do entre las élites culturales, políticas y militares portu­guesas y el atslamtento internacional al que sometíeron alEstado Novo, fueron decisivos para la ecloslón dei golpemilitar que le abrió paso a la revolución democrática. AIcontrario de lo que ocurrtó con la revolución liberal. Ia re­voluclón de abril, a pesar de alguna duda iniciai, adoptócomo una de sus principales banderas la descolonización.Con esto, pudo incrementar con su propio contenido pro­gresista el contenido progreslsta de las luchas de libera­ción y el propio contenldo de la tndependencía. Es debatíble,aún hoy. si se tratá deI resultado de un acto de poder semi­periférico o ante todo dei resultado de un acto de Impoten­cta sernípertfértca. Fue tal vez ambas cosas. Es verdad queel Portugal revolucionario no pudo o no quiso controlar elproceso de la tndependencía como lo htcteron las potenctascoloníales centrales. pero también es dudoso que lo hubie­ra podido controlar aunque qutsíera. Su carácter semípe­riférico hace inviable la partida hacía el mantenimiento delazos neocolonialistas. Tal vez por eso fue que este país.con un fuerte pasado autorítarto. estuvo involucrado en lacreacíón de los Estados más progresistas dei África de post­guerra. frutos de una descolonización stn lastres neoco­lontalístas. Sucede, sln embargo, que este signo de fortalezatamblén fue un signo de debilldad que le Impidió a Portu-

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gal proteger a sus ex colonias de la competencía feroz en­tre los países centrales y los bloques dei Este y el Oeste enun continente que aún no había sido repartido en el tratadode Yalta, ai final de la Segunda Guerra Mundtal. La ausen­era de un neocolonialismo hegemónico portugués dio pasoa una lucha abíerta entre varíos neocolonialismos que \le­vó a los dos países africanos más grandes (Angola y Mozam­bique) a la guerra y a la rutna.

Se podrá preguntar i,cómo es que Portugal, stendo un paíssemiperiférico, pudo mantener su tmperio colonial muchodespués de que los países centrales dejaron de serlo? Pro­bablemente la explicación reside en esa misma caracterís­tica, Como observó Hobsbawm, Portugal pudo mantenersus colonias después de la conferencia de Bertín. a finesdei stglo XIX, porque los países centrales no \legaron a unacuerdo sobre la manera de repartirse entre ellos el ímpe­rio portugués (Hobsbawm, 1987: 18), En la postguerra, elcolonlalismo português. a pesar de estar atslado tdeológí­camente, se mantuvo porque le garantizaba a los paísescentrales el acceso a la explotacíón de los recursos natu­rales de las colonías ai mtsmo tiempo que mantenía unaextensa área dei África bajo control político pro-occiden­tal. por fuera de la confrontación Este-Oeste. yactuandocomo escudo de protección para el África dei Sur, y todoesto sín que los países centrales tuvíeran que cargar conlos costos político-militares dei colonialismo -que le fue­ron transferidos a Portugal- ni con los costos econômicosdei control, que de alguna manera, compartían con Portugal,

LA CULTURA DE FRONTERA

Las consecuencias para la relación colonial que se des­prenden dei carácter semtpertféríco de Portugal, no se que­daron en los aspectos político-econômicos ni limitaron suámblto a esa relacíón. Lo decisivo fue la Identidad cultu­ral que engendraron y el modo como ésta fue interiorizadapor la sociedad portuguesa a lo largo de los últimos cincoetglos.

En el tercer capítulo, me manlfesté en contra dei dis­curso identitario y contra lo que podríamos designar como"exceso de interpretación mítica", Píenso que Portugal, síern­pre que cuestionó su ídenttdad, lo hizo con cierto distancia­mtento y nunca como exprestón de alguna crisis profunda

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que sólo los mitos ponen de manlfiesto y también piensoque eI cuestionamiento que hoy se observa tiene razonesidentificables, unas globales y otras específicas, en el mo­mento histórico que atraviesa esta sociedad.

Hay, pues, que intentar por otros camtnos, definir el es­tatuto identificatorio de la cultura portuguesa y analizarqué punto de contacto existe entre él y las Identidades cultu­rales de los pueblos brastlefio y africanos, que para bien ypara mal, convivieron eon esta cultura durante siglas. Mihipótesis de trabajo es que la cultura portuguesa no tienecontenido. Tiene apenas forma, y esa forma es la frontera,o la zona fronteriza. Las culturas nactonales. como subs­tancías. son una creación deI sigla XIX, son como vimos,el producto histórico de una tensión entre universalismoy particularismo gerenciados por ei Estado, EI papel delEstado es doble: por un lado, diferencia la cultura dei te­frito rio nacional de cara al exterior; y por otro lado. pro­mueve la homogeneidad cultural en el interior dei territorionacional. Mi hipótesis de trabajo es que, en Portugal, elEstado nunca desernpefió cabalmente nínguno de estospapeles, por lo que. como consecuencia, la cultura portu­guesa tuvo stempre una gran dificultad para diferenciarsede otras culturas nacionales o, si lo preferimos, una grancapacidad para no dífererictarse de otras culturas nacío­nales y, por otro lado, mantuvo hasta hoy una fuerte he­terogeneldad interna. El hecho de que el Estado portuguésno haya desempenado cabalmente ninguna de las dos fun­ciones -díferenctactón frente al exterior y homogeneiza­ción interna- tuvo un impacto decisivo en la cultura de losportugueses, lo cual consrsttó en que las espacio-tempo­ralidades culturales local y transnacional hubieran sidosíempre más fuertes que el espacío-temporalídad nacional.

Así, por un lado. la cultura portuguesa nunca se logródiferenciar totalmente de las culturas exteriores, lo queconfíguró un déficit de identidad por la díferencíactón. Porotro lado, esta cultura mantuvo una enorme heterogenei­dad interna, lo que configuró un déficit de ldentidad porla homogeneidad. Obsérvese que estos déficit apenas sonentrevistos en el espacio-temporalidad cultural nacional.Los espacios locales y transnacionales de la cultura por­tuguesa siempre fueron muy ricos; sólo el espacio inter­medio, nacional, fue y es deficitario. Esto significa que, comoidentidad nacional, Portugal no fue nunca semejante a las

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identificaciones culturales positivas que eran las culturaseuropeas, ní fue nunca sufíctentemente diferente de lasidentificaciones negativas que eran, desde el srglo XV, losotros, los no europeos. La manífestacíón paradtgmátíca deesta matriz intermedia, semípertfértca, de la cultura por­tuguesa está en el hecho de que los portugueses han sido,a partir dei síglo XVll, como mencioné en el capítulo ter­cero, el único pueblo europeo que, al mismo tiempo queobservaba y consideraba como primitivos o salvajes a lospueblos de las colonias, era él mísrno, observado y consi­derado como primitivo y salvaje por los vtajeros y estudio­sos de los países de Europa dei Norte, Por otro lado, comolos puritanos fueron colonizadores en América del Norte.los portugueses, además de colonizadores, fueron emigrantesen sus propias colornas. El trabajo português en el Nor­deste dei Brasil en el síglo XVlIlllegó a ser menos valorado,y peor pagado que el trabajo esclavo, Portugal, ai contra­rio de los otros pueblos europeos. se tuvo que ver en dosespejos a la vez: en el espejo de Próspero y en el espejo deCalibán, teniendo concíencía de que su rostro verdaderoestaba en algún lugar entre ellos. En términos simbólicos,Portugal estaba demasiado próximo de sus colonias paraser plenamente eurcpec. y ante éstas, estaba demasiadolejos de Europa para poder ser un colonizador consecuen­te, Como cultura europea, la cultura portuguesa fue unaperiferia que, como tal, asumió mal el papel de centro enlas periferias no europeas de Europa. De ahí el acen­tralismo característico de la cultura portuguesa que setraduce en una dífícultad de diferenciación frente ai exte­rior y en una dificultad de identificación en el interior desí rntsrna''. Frente al exterior, el acentralismo se revela enla voracidad de las apropiaciones e tncorporacíones, en lamimesis cultural, en el sincretismo y en el translocalismo,es decír , en la capacidad de moverse entre lo local y 10transnacional stn pasar por lo nacional. Sin embargo,dada la heterogeneidad interna, tales íncorporacíones y

2 Reflriéndose a la facilldad con que los esclavos fueron as1milados en la so­ctedad portuguesa (y tambtén los moros y los judíos que permanecíeronj.António José Saraiva da como expltcactõn Muna cierta libertad en reíactõncon las fronteras culturales, una cierta promtscuídad entre el Yo y el Otro.una cterta falta de prejutcros culturales. la ausencta dei sentimiento de su­perioridad que caracteriza. de modo general, a los pueblos de la culturaoccrdentar' (Saraiva, 1985: 103).

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apropiaciones tienden sólo a penetrar superficialmente ya estar sometidas a fuertes procesos de vernaculización.Este fragmentarismo es simultáneamente causa y efectode un déficit de hegemonia cultural por parte de las élttes,de lo cual resulta que los diferentes localismos culturalesdicen más sobre la cultura portuguesa de lo que díce lacultura portuguesa sobre ellos.

Este déficit de dífercnctacíón y de identificación si bíen,por un lado, creó un vacío substantivo. por el otro, coriso­lidó una forma cultural muy específica: la frontera o zonafronteriza. En los términos de mi hipótesis de trabajo, po­demos así dectr que no existe una cultura portuguesa, existeantes una forma cultural portuguesa: la frontera, o estaren la frontera. Este modo de ser cultural es. stn embargo.completamente diferente deI modo de ser cultural de la fron­tera norteamericana. Nuestra frontera no es frotuier, esborder o borderland. La cultura portuguesa es una cultu­ra de frontera, no porque más allá de nosotros se concibael vacío, una tíerra de nadie, sino porque. de algún modo.el vacío esta deI lado de acá, de nuestro lado. Y es por esoque en nuestro trayecto histórico cultural de la moderni­dad fui mos tanto el europeo como el salvaje, tanto el colo­nizador como el emigrante. La zona fronteriza es una zonahíbrida. babélíca. donde los contactos se pulvertzan y seordenan según micro jerarquías poco suscepttbles de globa­lízactôn. En tal zona, son inmensas las postbílídades deidentificación y de creación cultural, todas igualmente su­perficiales e igualmente subvertibles: la antropofagia queOswald Andrade le atribuía a la cultura brasilefia y que yoprenso que caracteriza igualmente. y por entero, a la cul­tura portuguesa. Si bien esta. por un lado, le confiere granlibertad y hasta arbitrariedad a la creación cultural de lasélttes, por otro, le conftere a éstas cíerta inconsecuenciasocial. ai mísmo tiempo que le permite a las clases popu­lares crear, stn mayor tutela "su" cultura portuguesa delmomento.

La frontera le confiere a la. cultura portuguesa, por otrolado. un enorme cosmopoltttsrno". Para las culturas dota-

3 En un texto de 1923. Fernando Pessoa definía el arque npo cultural de latrontera mejor de como yo lo podr-ia hacer jamás. HEIpueblo português esesencialmente cosmopolita. Nunca un verdadero portugués fue portugués ,stempre fue todo. Ahora ser todo en un individuo es ser todo; ser todo enuna colecUvidad es no ser nada ~ (Pessoa. 1923: 181. Tambíén AlmadaNegreiros se expreea en el mtsrno sentido: "Untversal no es estatuto de na­ctõn ni de la sociedad de todas las naciones. Pero es la actitud humana queno cabe sino en la persona como tnutvíduo. Este es el significado de portu­gués (... ) En português, arte stgnítíca: esptntu un1versaL presencia univer­sal, psíquico universal" (Aimada Negr-eíros. 1971: 14}.

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das de fuertes centros, las fronteras son poco vístbles y esaes la última causa de su provmcíaltsmo". AI contrario. elacentrtsmo de la cultura portuguesa es el otro lado de sucosmopolitismo. un universalismo sin universo hecho dela multíplícactón infinita de los localismos. Tanto el cen­tro como la periferia le han sido impuestos desde afuera ala cultura portuguesa. Durante síglos la cultura portugue­sa se sintió en el centro sólo porque tenía una periferia (suscolontas). Hoy, se siente en la periferia sólo porque le esímpuesto o recomendado un centro (Europa). Para unacultura que verdaderamente nunca cupo en un espacioúnico. las ídentíftcacíones culturales que se derivan de ahítíenden a autocanibalizarse.

Pero además dei acentralismo y dei cosmopolitismo. Iaforma cultural de la frontera presenta otra característica:la dramatízacíón y la carnavalización de las formas. Dadoel carácter babélico, asíncrono y superficial de las incor­poractones y de las aproximaciones foráneas. la formafronteríza tíende a identificarse. en esas incorporacionesy aproptacíones , con las formas más que con los conteni­dos de los productos culturales incorporados. El substan­tívísrno es residual y consiste en el modo como tales formasson vernacultzadas. EI desequtlíbrío entre forma y contenidoque así se da. tíene como efecto una cíerta dramatizac~~nde las formas que es también una cíerta carriavaltzacíónde las formas. es decír, una actitud de dtstanctamíento máslúdica que proftláctíca. más hecha de la conciencia de lainconsecuencia que de la concíencta de la superioridad.En esto reside también el caráeterbarroco de la forma cul-

4 Discrepo pues. de Fernando Pessoa cuando en u n texto de 1928, declara aiprovlncialismo "e l peor mal português", aunque agregue que ese hecho.atendo lamentable, no nos es peculiar: "de la mtsma enfermedad padeceumuchos otros países. que se consideran civ1l1zados con orgullo y error".Según Pessoa, "el provinc1alismo consiste en pertenecer a una ,clvllizaciónsin tomar parte en su desarrcllo supertor cen seguirIa pues mtméucamente­con una subordtnacíõn tnconsciente y feliz. EI síndrome provtnctano com­prende. por lo menos. tres síntomas flagrantes: el entusiasmo y la admira­crõn por los grandes medtos y por las grandes cíudades. el entusiasmo yadmíración por el progreso y por la modernidad; y. en la esfera mental su­perior, la Incapacidad para la tronía" (Pessoa. 1980: 159}. Aunque yo con­cuerde. en general, con esta caracterización, discrepo en que, en el casoportuguês. eila baga parte de "el síndrome provmctano". A mt .entend:r. elelemento barroco de la cultura portuguesa hace que la mímests de la cívt­Itzactõn superior" ocurra slempre con una distancia lúdica y un espirttu desubverstón. selecttva. superficial y ambiguamente combinados con la dra­matlzaclón de lo propto. de lo vernáculo, de lo genulno.

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tural portuguesa. La cultura portuguesa es menos una cues­ttón de raíces que una cuesttón de postcíón, Y se revelacomo perícta de extraterrltorlalidad tanto en los espaclosextrafios como en los espactos orígínartos. Las raíces sonasí el artefacto de una capacldad de nativlzaclón de lo aje­no. Slempre está fuera o lejos de donde está y por eso sepueden Imaginar más grandes de lo que son. Como dtceFernando Pessoa: "En las laderas dei Hlmalaya, el Hima­laya es sólo las laderas dei Hírnalaya. Es en la distancia oen la memorla o en la ímagtnacíón que el Hlmalaya tlenesu altura, o tal vez sea un poco más alto" (Pessoa 1923: 21).

MI segunda hlpótesls de traba]o es que esta forma cul­tural tiene Igualmente vígencía. aunque de un modo muydiferente en Brasil y, de un modo más remoto, en los paí­ses africanos de lengua oficial portuguesa. Desde el puntode vista cultural, Brasil y los países africanos nunca fueronplenamente colonias. Fiel a su naturaleza semíperífértca,la cultura portuguesa extendló a ellas la zona fronterlzaque les permitió usar a Portugal como vía de acceso a lasculturas centrales, como ocurrió con las élites culturalesde Brasil a partir dei slglo XVI1l y con las africanas sobretodo en nuestro stgío. De ahí que la forma cultural de fron­tera tambíén caracterice, en parte, a las culturas del Brasily dei África portuguesa, conflrléndole a éstas el acentra­ltsrno, el cosmopolitismo, la dramatlzaclón y la carnava­lizaclón de las formas y el barroco que le atrlbuimos a lacultura portuguesa. Obviamente, que tales característicasse presentan con otras vartacíones y no se debe olvidar laasimetría matricial entre el caso português y los casosbrasilefio y africano. Estos últimos tuvieron orígen en unacto de Imposlclón violenta por parte dei prlmero, una Im­posición que con el tiempo pasó a afirmarse, desde el pun­to de vista cultural, más por la omisión o por la ausenciaque por la accíón cultural efectíva, en suma, por un actode fuerza hecho de debllldad. EI contexto global dei regresode las Identidades, dei multlculturalismo, de la transnacío­nalización y de la localización parece ofrecer oportunida­des únicas a una forma cultural de frontera precisamenteporque ésta se alimenta de los fiujos constantes que laatraviesan. La liviandad de la zona de frontera se vuelvemuy senstble a los vientos. Es una puerta de vaivén y,como tal. nunca está abierta de par en par y nunca estácerrada.

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",Serán aprovechadas estas oportunidades? Es extrafioque sólo muy rectente y tardiamente, el Estado portuguéshaya venído, por medio de la política de cultura y propa­ganda. a intentar promover un espacto-temporalídad cul­tural nacional homogêneo. y haya venldo a hacerlo por lavía de lo que, en otro lugar, designo como ímagínactón deicentro. es decír. la concepcíón de Portugal como un paíseuropeo en pie de íguaídad con los demás (Santos, 1993:49). De ahí la arrogancla de Intentar cerrar el mar a losbrasilefios y a los africanos, levantando estúpldamente unmuro contra la historia para, además, descuidar impru­dentemente la eventualidad de que, en un futuro, tenga­mos que treparIo. Pero curiosamente, la creación del es­pacio cultural nacional es contradictoria porque ocurre enel mtsmo proceso en que Portugal se transforma en una re­gíón, en una localidad de Europa. En un lapso de menos deveinte aüos, la transnacionalidad deI espacío colonial setransftere hacia la transnacionalidad intereuropea sín quePortugal deje de ser una localldad relativamente periférica,vertiginosamente situada en la zona fronteriza. En esto seconfirma la díftcultad histórica de configuramos de modocoherente en un espacio-temporalidad cultural interme­dto, nacional. Nada de esto Implica un jutcío negativo so­bre la cultura portuguesa. Negativo es el hecho de que lapolítica estatal de cultura y propaganda no reconozca la ri­queza y las vlrtualldades que se esconden bajo esta su­puesta negatlvldad. La riqueza está, por sobre todo, en ladlsponlbllldad multlcultural de la zona fronterlza.

La zona frontertza, tal como el descubrimiento. es unametáfora que le ayuda ai pensamiento a transmutarse enrelaciones sociales y políticas. Y no olvidemos que la me­táfora es el fuerte de la cultura de frontera y el fuerte denuestra lengua. En 1606 esto mismo lo reconocía el ínstg­ne lingüista portugués Duarte Nunes de Leão cuando aflr­maba: "Estas maneras de hablar que los latinos tlenen endernasta, que se preserva mucho en ellos. no apartándosedei sentido metafórico en que comenzaron, es tan frecuen­te en los portugueses que algunos estarán durante muchotlempo hablando slempre metafórlcamente, stn cambiarde la mísma metáfora" (Leão, 1993: 233).

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III

CIUDADANÍA, EMANCIPACIÓN Y UTOPÍA

7

LA SOCIOLOGÍA DE LOS TRIBUNALESY LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA JUSTICIA

CONDICIONES SOCIALES Y TEÓRICAS DE LA SOCIOLOG[A DE

LOS TRIBUNALES

La soctología deI derecho, en la acepcíón contemporá­nea deI término, sólo se constituy6 como ctencía social, esdecír. como una rama especializada de la socíología gene­ral, después de la segunda guerra mundial, Fue entoncescuando, mediante eI uso de técnicas y métodos de ínvestí­gación empírica y mediante la adecuada teorización hechasobre los resultados de esa tnvesugacíón. la soclología deIderecho, construy6 un objeto teórico específico. autônomo.tanto en relación con la dogmática jurídica como en rela­cíón con la filosofia deI derecho. Sin embargo, antes de esteperíodo fue grande y rica la producclón científica orienta­da por una perspectiva sociológica deI derecho, hasta elpunto de que, de todas las ramas de la socíología, la socío­Iogía deI derecho es sm duda aquella en que se ha sentidocon más fuerza la influencia de los precursores, SUS orien­tacíones teóricas. SUB preferencias de investigación, suscreacíones conceptuales. Esta no es sorprendente si te­fiemos en cuenta que, al contrario de las otras ramasde la soctología. la sociología deI derecho se ocupa deun fenómeno social, el derecho, sobre el cual inciden si­glas de producctón Intelectual cristalizada en la edad mo-

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derna en disciplinas tales como la filosofía, la dogmáticajurídica y la htstorta.

Una de las demostraciones más significativas de esa in­fluencia de los precursores consiste en eI predominio, so­bre todo durante eI período inicial, de una vísrónnorrnattvtsta del derecho en detrimento de la vísróninstitucional y organizacional y. dentro de aquella, en lapreponderancia delderecho sustantivo en detrimento deIderecho procesal, una distinción vinculada de por sí atradiciones teóricas importadas en forma acrítíca por lasociologia deI derecho. Sin remontarnos hasta los precur­sores de los precursores, Giambattista Víco (1953) yMontesquieu (1950- i 961 I, es notorio que. en el siglo XIX,la visión normativista y substantivista deI derecho domi­na la producción y las dtscusíones teóricas tanto de juris­tas como de científicos sociales -como los llamaríamoshoy- ínteresados en el derecho. Así, y en cuanto a los prt­meros, de todos los debates que en la época son portado­res de una perspectiva sociológica del derecho, es decir,de una perspectiva que explícitamente tematiza las artl­culactones deI derecho con las condiciones y las estruc­turas socíales en que actúa, el debate sm dudapolarizador es el que opone los que defienden una concep­ción deI derecho como variable dependiente, en cuyos térmi­nos el derecho se debe limitar a seguir y a incorporar losvalores soctales y los patrones de conducta espontânea ypaulatinamente constituidos en la sociedad, y los quedefienden una concepción deI derecho como variable in­dependiente, en cuyos términos el derecho debe ser unpromotor activo del cambio social tanto en el âmbito de lomaterial como en el de la cultura y de las mentalldades,un debate que, para recordar las posiciones extremas ydependientes de universos intelectuales muy diferentes,se puede simbolizar con los nombres de Savtgny (1840) Yde Bentham 1 .

Lo mísmo se puede decir en cuanto al debate decímo­nónico lortg. p,162) sobre el derecho en el âmbito de lanueva soctología. Si en verdad estamos de acuerdo en queel derecho refleja las condiciones prevalentes y al mísmotiempo actúa sobre ellas, con cíerta condescendencia, el

1 Fiel a sus posiciones teóricas, Bentham trate de influenciar las transfor­maciones jurídicas en los comtenzos dei período liberal en Portugal. (VerBentham,1823).

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debate se polariza entre los que conciben el derecho comoel indicador privilegiado de los patrones de solidaridadsocial, garante de la solución armoniosa de los conflictospor una vía en que maxírníza la integración social y se rea­liza el bíen común, y los que concíben el derecho como laúltima expresión de los intereses de clase, un instrumen­to de dominación económica y política que por el caminode su forma enunciativa (general y abstracta) opera la trans­formación ideológica de los intereses particulares de la ela­se dominante sobre el interés colectívo universal, un de­bate que se puede simbolizar en los nombres de Durkheim(1977)2 y de Marx " ,

En el primer cuarto de nuestro stglo, la vtsíón norrnatt­vista substantivista del derecho continuó dominando,aunque con matíces, el pensamiento sociológico sobre elderecho. Es ilustrativo el caso de Ehrlich. para algunos elfundador de la sociología deI derecho, en cualquiera de losdos grandes temas de su producc!ón científica: el derechovivo y la creactón judíctal deI derecho (1929 y 1967), Enlo que respecta aI primero, el derecho vivo, se centra enla contraposición entre el derecho establecido oficialmen­te -formalmente vigente- y la normatividad que apareceen las relaciones sociales, por la cual se rígen comporta­mientos que previenen y resuelven la abrumadora mayo­ría de los conflíctos. En lo que respecta ai segundo, la crea­ción jurídica deI derecho, es tambíén la misma vísíón quefundamenta y le da sentido a la diferencia entre la normatividadabstracta de la ley y la normatividad concreta y confor-

2 En un estudto de autonomización teórica en relacrón con la cíencta jurtôtca.Durkhetm rechaza la dtsttncton entre derecho público y derechc prtvado, porconsideraria insostenible en el plano sociológico, susUtuyéndola por la drs­Unción entre el derecho represivo (el õerecho penal) y el derecho res-tttuttvo(derecho civil, derecbo comercial, derecho procesal, derecho administrativoy constitucional). Cada uno de estos tipos de derecho corresponde a una formade solidaridad social. EI derechc represrvo corresponde a la solidaridadmecéníca, basada en los valores de la concrencta coiecuva cuya violaciónconstttuye un crtrnen. una forma de solldaridad dominante en las socieda­des del pasado. EI derecho res tttu ttvo correeponde a la solidaridad orgánt­ca, dominante en las sociedades contemporâneas, basado en la divisi6n deitrabajo social, cuya violactón acarrea la sanción de la simple repostctôn delas cosas.

3 Como se sabe, Marx no elaboró una teoría sociológica deI derecho. Stn em­bargo, su extensa obra está repleta de referencias no sistemáticas ai dere­cho. Ver en especial, La Contribución a la Crítica de la FilosoJía dei Derechode Hegel( 1843};La ldeologíaAlemana (1845-46); artículos en elNeueRhelnischeZeitung (1848-49); El Dieciocho Brumario de Napoleóo Booaparle (1852);Grundrisse (1857-58); El Capital (1867); La Guerra Civi[en Frcncrc (1871) YLa Crítica deI Programa de Gotha (1875).

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madora de la decisión dei juez. Este segundo tema, y engeneral la ortentacíón teórica de la escuela deI derecho li­bre o de la jurtsprudencía sociológica (Pound, 1911­1912)', ai trasladar la cuestión de la normaUvidad dei de­recho de los enunciados abstractos de la ley a lasdecisiones particulares dei juez, dia orígen a las precon­diciones teóricas de la transición hacia una nueva visiónSociológica centrada en las dimensiones procesales,institucionales y organizacionales del derecho. En estamisma transícton y aún en el mismo período (eI primercuarto de nuestro sigla) se sitúa la obra de M. Weber(1964) 5. La preocupación de Weber por definir la especí­ftcídad y el puesto privilegiado dei derecho entre las de­más fuentes de normatividad que actúan en las relacio­nes ,sociales en el seno de las sociedades capitalistas, lollevo a centrar su análísts en el personal especializado acargo de la aplícacíón de las normas jurídicas, las profe­síones jurfdícas y la burocracia estatal. Según él, lo quecar~cterizabael derecho de las sociedades capitalistas ylo díferenctaba dei derecho de las sociedades anteriores,era la construcclón de un monopolio estatal administra­do por funcionarias especializados según crttertos dota­dos de racionalidad formal, basado en normas generalesy abstractas aplicadas a casos concretos por medio deprocesos lógicos controlables, una administración total­mente integrable aI tipo ideal de burocracia elaborado porél.

Esta tradtcíón intelectual diversificada, pera en la quedomina la visión normativista y substanttvtsta del der-e­cho, tuvo una influencia decisiva en la constttucíón deIobjeto de la sociología dei derecho en la posguerra. Entrelos grandes temas de este período me refiero a dos, a títulode ejemplo: la discrepancia entre el derecho formalmentevigente y el derecho socialmente eficaz, la célebre dicoto­mía law in books Ilaw in cctton de la socíología jurídicaamericana, las relaciones entre el derecho y el desarrollosocto-econórntco y más específicamente aI papel deI de­recho en la transformación modernizadora de las socie­dades tradicionales. En cualquiera de estos temas, bas-

4 Además. Roscoe Pound fue quten presentó a EhrBch a la comunídad cientí­fica angtosajona en 1936.

5 En lo concerntente a la soctotogra dei derecho la mejor selecctõn de esta obraes la de Max Rheinstein (1967).

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tante diferentes, uno centrado en las preocupacíones so­ctales de los países desarrollados y otro en la de los pai­ses en desarrollo, es nítida la preponderancía de las cues­tiones normativas y sustantivas dei derecho y la relativanegligencia en las cuestíones procesales, institucionales yorgaruzactonales.

Sin embargo, esta arttculacíón intelectual se alterómuy pronto. A eso contríbuycron dos clases de condiciones,ambas aparecidas a fines de la década de los 50 y prlnci­pios de los afias 60: condiciones teóricas y condiciones so­cíalcs. Entre las prtrneras, las condiciones teóricas, sedestacan tres. En prtrner lugar, el desarrollo de la socío­logía de las organtzacíones, una rama de la sociología quetíene en Weber a uno de sus principales inspiradores, de­dicado en general ai estudio de los grupos sociales crea­dos en una forma más o menos deliberada para la obten­cíón de un fin específico. Esta ortentacíón tiene diversosenfoques sobre la estructura y la forma de las organiza­ciones, sobre el conjunto de las interacciones socíales en susenoy en el impacto de ellas en el comportamiento de losíndtvtduos". Esta rama de la sociologia desarrolló muypronto un interés específico por una de las organízactonesmás dominantes ennuestra sociedad, la organizaciónju­dicial y particularmente los trtburiales (Heydebrand,1977 y 1979).

La segunda condición teórica está constituida por eldesarrollo de la cíencta política y por el interés que ésta mos­tró por los tribunales como instancia de declslón y de po­der políticos. La teoría de los sistemas utilizada en el aná­llsls dei sistema politico general? encontró en el sistemajudicial un punto de apllcación específico y las acctonesde los actores del sistema, particularmente las de los jue­ces, fueron analizadas en fu ncíón de sus ortentactonespolíttcas".

La tercera coridícíón teórica está constítutda por el de­sarrollo de la antropologia dei derecho o de la etnologia

6 Ademãs de los c1áslcos (M. Weber y R. Míchels) las referencías básicas enesta rama de la socíología eon. P. Selznlck (1949): P. Blau (1955); J. MarchyH. Stmon (195a); M. Crozter (/1963); S. Cleggy O. Duterby (19aO).

7 Ver Easton (1965), una de las obras más ínüuyentes.8 Para una vtsíõn general, ver J. Grossman y R. Wells Iorgs.t (1980: 3-76). En

especial cf G. Schubert (1960); A Btckel (1963); H. Jacob (org.) (I 976); R.Dahl (1967): un análtsts crítico dei artículo precedente en J. Casper (1976);M. Shapiro (1975).

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jur'idtca. la cual, alliberarse progreslvamente de su obje­to principal. las sociedades coloniales. se dirige hacía losnuevos países africanos y asiáticos y hacía los países endesarroIlo de América Latina. hasta finalmente descubrirsu objeto doblemente primitivo en su propia casa. en lassociedades capitalistas desarroIladas. AI centrarse en loslitigios y en los mecanismos para su prevención y para susolucrón. la antropología del derecho desvió la atenciónanalítica de las normas y se orientó hacia los procesos yhacia las mstttucíones. sus diferentes grados de formali­zación y de especialización y su eficacia estructuradora delos comportamientos 9.

Cabe ahora mencionar brevemente las condiciones so­cíales que,junto con las condiciones teóricas, posibilitaronla oríentacíón dei Interés sociológico hacla las dimensio­nes procesales, institucionales y organizacionales deI de­recho. Distingo dos condiciones prtncípalcs. La prlmerase reflere a las luchas socíales protagonlzadas por gru­pos sociales hasta entonces con una tradición históri­ca de accíón colectiva de confrontación -los negros. losestudtantes, amplios sectores de la pequena burguesía enlucha por nuevos derechos soctales en el ámbito de la se­guridad social. vivlenda, educación, transportes. medioambiente y calidad de vida. etc.-con movimientos socia­les que conjugados -a veces con dificultad- con el movi­miento ohrero, procuran ahondar en el contenido demo­crático de los regímenes surgidos de la posguerra 10. Fueen este contexto que las desigualdades sociales fueronrecodificadas en el ímagínarto social y político. pasarona constituir una amenaza para la legttírnídad de los go­biernos apoyados sobre la igualdad de derechos. La Igual­dad de los ciudadanos ante la ley pasó a ser confrontadacon la desigualdad de la ley ante los cíudadanos. un en­frentamiento que en breve se transformó en un vasto cam­po de análísts sociológico y de innovación social centradaen la cuestión del acceso diferencial ai derecho y a la jus­ttcía por parte de las diferentes clases y estratos socíales.

9 En este sentido, ver Santos (1980) Yla bibliografía que allí se cita.10 Son muy numerosos los anãusre empíricos de los diferentes moctrntentos

sociales. Entre los autores que mejor teorizan sobre el surgtmíento y los sig­nificados soctales de estos mcvtmíentos. es justo destacar, en Europa. A.Touratne (1965-1973) y, en los E.U" A. Oberschall {1973ly F. Píven (1977).Entre los autores que mejorhan anallzado las relaciones entre los movtmten­tos soclales y el derecho, destaco a F. P1veny a R. Cloward (1971) YJ. Handler(1978).

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La segunda condición social dei interés de la sociolo­gía por el proceso y por los trlbunales está constltulda porla eclosíón, en la década de los 60, de la llamada crtsts deadmíntstracíón de la justtcta, una crisis de cuya persisten­cía somos testígos hoy en día. Esta condición está relacio­nada en parte con la anterior. Las luchas socíalcs a quehice referencía aceleraron la transformación del Estadoliberai en Estado-Providencia. un Estado Involucrado ac­tivamente en la gestión de conflictos. concertacíones en­tre clases y grupos soclales; empeiiado en la postblemlnlmlzaclón de las desigualdades en sociedades dondepredomina la producción capitalista, La consolldaclón deiEstado-Providencia sígntftcó la expansión de los derechossociales y, a través de ellos , la íntegractón de las clasestrabajadoras en los circuitos de consumo que antertor­mente estaban fuera de su alcance!".

A su vez. esta integración implicó que los conflictos quesurgíeron con los nuevos derechos sociales fueran unafuente de conflictos jurídicos que en principio le corres­pondería dirimir a los tríbunales: Itügíos sobre las relacionesde trabajo, seguridad social, vivienda, bienes de consu­mo duraderos, etc .. etc. Hay que agregar que la Integra­ción de las clases trabajadoras (clase obrera y nueva pe­quena burguesíaj en los circuitos de consumo estuvoacompaiiada y, en parte causada por la Integraclón de lamujer en el mercado de trabajo, hecha postble por la cre­ciente acumulación que caracterizó a este período. Encoriseouencta, el aumento deI conjunto de los íngresos fa­miliares fue concomitante con cambtos radicales en lospatrones de comportamiento familiar (entre cónyuges y en­tre padres e hijos) y aún en las mismas estrategías matri­montales, lo que vino a constituir la base de una crecien­te conflictividad familiar, la cual se tornó socialmente másvisible y hasta más aceptada a través de las transforma­clones dei derecho de familia que, entre tanto, se estabanpreserrtando. Este fue un motivo adicional para el aumen­to de las querellas judlclales.

De todo esto resultó una explosión de ltttgíos a la cualla administración de justicia dificilmente podía dar res­puesta. Esta exploslón víno a agravarse ai principio de la

11 Las transformacíones resultantes dei poder deI Estado, son importantes yoomplejas. Ver, a título de ejernpío, Santos (l982a).

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década dei 70, es decír. en un período en que terminabala expansíón econômica y empezaba una recestón, que ~de­

más era una recesión de carácter estructura1. De ahí re­sultá la reducción progresiva de los recursos financierosdei Estado y su crecíente incapacidad para dar cumpli­míento a los compromisos asistenciales y provídenctalesasumidos en la década anterior con las clases populares(F'anoet al., 1983 l. Una slluación a la que se le da el norn­bre de crtsts financiera del Estado y que se fue manifes­tando en las más diversas áreas de la acllvidad estatal yque, por eso, también repercutió en la incapacidad deIEstado para ampliar los servicios de la admíntstracíón dejusllcia para poder generar una oferta de justtcta compa­tible con la demanda hasta entonces verificada. De ahíresultá un factor adicional de la crtsts de la administra­cíón de justicia. La visibllldad social que le fue dada porlos medias de comunicación y la vulnerabilidad políticaque elia engendró entre las élites dirigentes, estuvo en labase deI s urgtrruento de un nuevo y vasto campo de los es­tudios sociológicos sobre la administración de justícta, laorganización de los tríbunales. la formación y el recluta­miento de los magistrados, las motivaciones de las sen­tencias. las ideologías políticas y profesionales de los dis­tintos sectores de la administración de justícía. el costo dela justicia, el bloqueo de los procesos y el ritmo de su trán­sito a través de sus múltíples fases.

TEMAS DE LA SOCIOLOGIA DE LOS TRIBUNALES

Una vez analizados los antecedentes y las condicionesde la contribución de la socíología dei derecho en la compre­hcnsíón, por un lado, de las compiejas interacciones quehay entre el derecho procesal y la administración de jus­ticia y, por eI otro, de la realídad social y económica en queactúan, pasaré ahora a analizar en forma sistemática eIâmbito diversificado de esa contribución, con miras a se­fialar, en la parte final de este capítulo. las líneas de in­vest.ígacíón más prometedoras y e! perfil de una nuevapolíticajudlcial. Me concentraré en el análisis de las con­tribuciones en el âmbito de la justicia civil. aunque mu­chas de eIlas abarquen un campo más general. inclusotambién a la jusllcia penal, como fácllmente se podrá ob­servar.

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Disllnguiré tres grandes grupos temáticos: el acceso ala justtcta, la admmístractón de justícía como ínstttucíónpolítica y organtzacíón profestonal. orientada hacia la pro­ducción de servicios especializados; y la ltttgíosrdad socialy los mecanismos existentes en la sociedad para su reso­lucíón.J?

El acceso a lajusticia

El tema deI acceso a la justicia es eI que más separa lasrelaciones entre el proceso civil y la justicia social. entreigualdad jurídico-formai y desígualdad socio-económica.En el ámblto de Ia justtcía civil, mucho más propiamenteque en la jusllcia penal, se puede hablar de ia búsquedareal o potencial de juatícta13. Una vez definidas sus carac­terísticas internas y medido su espacio en términos cuan­lltativos, es postble compararia con ia oferta de la justi­cía producida por el Estado. No se trata de un problemanuevo. A principtos de stgto, tanto en Austrta como en Ale­mania. fueron frecuentes las denuncias por la díscrepan­cta entre la demanda y la oferta de justicia y fueron varioslos Intentos por mtntmízarla, ya fuera por parte dei Esta­do (la reforma del proceso clvil llevada a cabo por FranzKlein en Austrta) (Klein. 1958: Denti, 1971), ya fuera porparte de los intereses organizados de las clases socialesmás déblles (por ejernplo. los centros de consulta jurídi­ca organizados por los sindicatos alemanes) (Reífner,1978). Fue sm embargo en la posguerra cuando estacuestión explotó. Por un lado. la consagractón constitu­ctonal de los nuevos derechos econômicos y soctales y sunueva expansión paralela a la dei Estado-Providencia,transformó el derecho dei acceso efectívo a la justícía enun derecho bisagra, un derecho cuya denegación acarrea­ría la de todos los demás. Una vez despojados de meca­nismos que hicieran imponer su respeto, los nuevos de-

12 Cada uno de los temas que se tratan a contmuacíon. fueron desarrolladosen una tnveeügactón sociológica coordlnada por el autor. (Santos et ai.1996). Por otro lado, Mauricio Garcia Vlllegas y el autor de éste libro. hancoordinado un amplio estudto sobre la justicla en Cotombía. trabajo queserá publicado próximamente.

13 En lajusticia penal hay. por así decir, una búsqueda forzada de lajustlcla.concretamente por parte dei r-eo, sin embargo, a nivel global. se puede ha­blar Igualmente de búsqueda social de Ia justtcta penal.

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rechos soctales y económicos pasarían a ser meras de­claraclones políticas. con contenldo y funclón místt­f1cadores. De ahí la constataclón de que la organlzaclónde justlcia civil y. en particular. el trámlte procesal nopodían ser reducidos a su dtmenstón técnica. socialmenteneutra -como era común que fueran concebidos por la teo­ría procesalista- debiendo ínvestígarse las funciones so­cíales desempenadas por ellas y, en particular, el modocomo las opciones técnicas existentes conllevaban opcío­nes a favor o en contra de intereses sociales divergenteso incluso antagónicos üntereses de patronos o de obreros,de propíetartos o de inquilinos, de arrendadores o de pro­píetaríos de la tierra. de consumidores o de productores ,de hombres o de mujeres, de padres o de hljos, de cam­pesinos o de citadinos. etc .. etc.)!",

En este ámbtto, Ia contrlbuclón de la soclología consts­tió en investigar sistemática y empírlcamente los obstácu­los para el acceso efectívo a la justlcla por parte de las ela­ses populares. con miras a proponer las soluciones quemejor los pudíeran superar. En general. se puede decírque los resultados de esta tnvesttgacíón permitleron con­cluir que esos obstáculos eran de tres tipos: econórnícos,sociales y culturales". En cuanto a los obstáculos econó­micos, se vertfícó que en las sociedades capitalistas engeneral los costas de litigar eran muy elevados y que larelacíón entre el valor de la causa y el costa de litigariaaumentaba a medida que bajaba el valor de la causa. Así.en Alemaniase vertfícó que litigar una causa de valor me­diano en elrecurso de prímera instancia costaba cerca dela mltad dei valor de la causa. En Inglaterra, se verlflcóque en cerca de una tercera parte de las causas en las quehubo respuesta, los costas globales fueron superiores aivalor de la causa. En Italta, los costas de litigar puedenalcanzar el 8.4% deI valor de las causas, en las causas devalor elevado, mientras que en las de poco valor ese por-

14 En Europa Continental la hegemonia de la clenciajurídica positivista hízoparticularmente difícil el reconoctmíento de los presupuestos polílicos ysoctates por detrás de las soluciones técnicas procesales. En este sentido,ver a M. Cappelletti (1969) YP. Calamandrel (1956).

15 EI sentido general de los estudios dei período inicial está patente enConJerence Proceedings (1964) Yen J. Carlin y J. Howard (1965 l. Puede tam­bién tenerse una vlsl6n global y profunda de los estudios realizados en va­rios países durante la década sígutente en Cappelletti y B. Garth torgs.jt 1978),una obra monumental y una referencia btbltogréftca obltgatorta en este tema.

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ceritaje se puede elevar ai 170% (Cappelletti y Garth,1978: 10 y ss.). Estas estudíos revelan que lajustlcla ci­vil es costosa para los ciudadanos en general pero reve­lan que es impensablepara los ciudadanos económicamen­te más débiles. Son ellos, en escencia, los protagonistas ylos interesados en las accíones de menor valor y es en esascondiciones en las que la justicia es proporcionalmentemás costcsa, lo que configura un fenómeno de doblevtctírnízactón de las clases populares frente a la admtnís­traclón de justícía.

De hecho, se vertftcó que esa vtctímízacíón es triple enla medida en que uno de los otros obstáculos investiga­dos. la lentitud de los procesos, puede ser convertido fácil­mente en un costa económico adicional y éste es propor­cionalmente más gravoso para los ciudadanos de menoresrecursos. AI final de la década de los sesenta. Ia duracíónpromedio de un proceso civil en Italia era, para el trans­curso de las tres ínstanctas, 6 anos y 5 meses (Resta.1977: 80): aígunos anos más tarde. en Espana. esa dura­ción era de 5 anos y 3 meses (Cappellettl y Grath , 1978:14). AI final de la década de los sesenta, Ias acciones cí­viles ante el tribunal de última Instancia en Francía , du­raban 1.9 anos y ante el tribunal de primera instanciaen Bélgica 2.3 anos (Cappellettl y Grath, 1978). EI aná­lisls de la duraclón promedia de los procesos clviles y laverlflcaclón derivada dei aumento de la lentltud de justl­ela es uno de los temas más Intrigantes de la ínvesttga­ción sociológica sobre los tribunales en nuestros días. Porun lado, se verifica que los juícíos civiles han dlsminuído enlas últimas décadas. Los estudtos realizados en este cam­po en Italia (Resta. 1977: 83 y s.), corroboran por enterolos hechos en Espana, donde Juan Toharta (1974: 190)concluyó que al incrementar el desarrollo social y econó­mico aumento. en consecuencta, la vida jurídica civil, y laconfltctívídad social en esta área, ha correspondido a unadisminución de las causas cívtles en los tribunales de jus­ticia. Sobre este fenômeno volveré más tarde. Por ahora,basta mencionar la paradoja denunciada por VícenzoFerrart (1983: 338): a pesar de que la carga de lo conten­cioso civil ha venído dlsmlnuyendo y a pesar de muchasinnovaciones introducidas con el objeto de hacer más ex­pedita lajusticia civil. el hecho es que se ha verificado unaumento constante de la duración promedio de los proce-

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sos civiles. Y más intrigante es el hecho de que este au­mento se haya mostrado resistente, no sólo a las írmova­cíones parciales que lo tratan de controlar, sino tambiénfrente a las reestructuraciones globales del proceso conteridencta a eliminar por compieto ia lentitud de la justt­cia. Así, el proceso laboral que aI principio de la década delos setenta constituyó junto con elStatuto de!Lavoratoriuna importante vtctorta de las organrzactones obreras ita­lianas -en el sentido de acelerar la admlnistración de jus­tícta más directamente relevante para los mtereses de lasclases trabajadoras- en tiempos rectentes, dicho procesoha sido impotente para impedir el aumento progresivo dela duración de las causas laborales.

Estas comprobaciones han llevado a la sociologia jurí­dica a concluir que las reformas dei proceso, aunque im­portantes para hacer bajar los costos económicos resul­tantes de la lentitud de la justtcía, no son de níngunamanera unapanacea. Es necesario tener en cuenta y so­meter a un análtsts sistemático otros factores quizá másimportantes. Por un lado, la organizaciónjudicial y la ra­cionalidad o irracionalidad de los criterios de la distribu­clón territorial de los magistrados. Por otro, la dístrfbu­cíón de los costos pero tambíén de los beneficiosresultantes de la lentitud de la justicia. En este tema, y atítulo de ejernplo, es importante investigar en quê medi­da amplios estratos de la abogacía organizan y hacen ren­table su actividad con base en la demora de los procesosy no a pesar de ella (Ferrart, 1983: 339; Resta, 1977: 87).

Como comencé por mencionar, la sociología de la ad­mlnistración de la justtcía también se ha ocupado de losobstáculos sociales yculturales para procurar un acceso efec­tívo a la justicia por parte de las clases populares, y éste consti­tuye tal vez uno de los campos de estudio másinnovadores. Estudios revelan que la distancia de losciudadanos en relaclón con la administración de [ustícíaes tanto mayor mientras más bajo es el estrato social aIque pertenecen y que esa distancia tíene como causaspróximas no sólo factores econõrnícos, sino tambíén facto­res socíales y culturales, aunque unos y otros puedan es­tar más o menos remotamente relacionados con las des­igualdades económicas. En prtrner lugar, los ciudadanosde menores recursos tienden a conocer muy poco sus de­rechos y. en consecuencia. a tener más dificultades para

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reconocer un problema que los afecta como un problemajurídico. Pueden ignorar los derechos en juego o ignorarlas posibilidades de arreglo jurídico. Caplowitz (1963) porejemplo, concluyó que míentras más ba]o es el estrato so­cial dei consumidor, mayor es la probabilldad de que des­conozca sus derechos en el caso de la compra de un pro­dueto defectuoso. En segundo lugar, Incluso recorio­ciendo el problema como jurídico, como víolacíón de underecho, es necesario que la persona esté dispuesta a in­terponerla acción. Los datos muestran que los individuosde las clases bajas dudan mucho más que los otros pararecurrir a los tribunales, incluso cuando reconocen queestán ante un problema legal. En una ínvesttgacíón efec­tuada en Nueva York, entre personas que habían sido víc­timas de pequenos accidentes de tránstto, se vertftcó queel 27% de los encuestados de clase baja no hacían nada,en comparación con apenas el 24% de los encuestados declase alta (citado en Carlin y Howard, 1965), es dectr, quemientras más bajo es el status socio-económico de la per­sona accidentada, menor es la posibilldad de que Inter­ponga una acción de indemnización.

Dos factores parecen explicar esta desconfianza o estareaígnacíõn: por un lado, expertencías anteriores con lajusticia de las que resu1tó una decepción en relación conel mundo jurídico (una reacción comprensible a la luz delos estudios que revelan que es grande la diferencia decalidad entre los servícíos de asistencia legal prestados alas clases de mayores recursos y los prestados a las ela­ses de menores recursos); por otro lado. una sttuacíóngeneral de dependencia y de inseguridad que produce eltemor de represal1as si se recurre a los tribunales. En ter­cer y último lugar, se verifica que el reconocimiento deIproblema como problema jurídico y el deseo de recurrir alos trtburiales para resolverlo no son suficientes para quede hecho se tome la iniciativa. Míeritras más bajo es el es­trato socío-econórníco del ciudadano, es menos probableque se conozca a un abogado o que se tengan amigos queconozcan abogados y menos probable que sepa dónde, cómoy cuándo puede contactarlos, mayor es la distancia geo­gráfica que hay entre el lugar donde vive o trabaja y lazona de la cíudad donde se encuentran las oficinas deabogados y los tribunales.

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El conjunto de estos estudios reveló que la discrimina­ción social en el acceso a la justicia es un fenómeno mu­cho más complejo de lo que puede parecer a primera vis­ta ya que más allá de las condiciones económicas -siempremás obvtas-Influyen condiciones soclales y culturales re­sultantes de procesos de socíalízactôn y de lnterlorlzaclónde valores dominantes muy difíciles de transformar. La ri­queza de los resultados de las ínvestígacíones sociológi­cas en el ámbíto dei acceso a la [ustícta no puede dejar dereflejarse en las innovaciones institucionales y organt­zaclonales que, un poco por todas partes, se fueron llevan­do a cabo para minimizar las escandalosas discrepanciasverificadas entre la justlcia civil y la justlcla social.

En la inmediata posguerra. tenía vígencía, en la mayo­ría de los países, un sistema de aetstencta jurfdíca gratui­ta organizada por las asociaciones de abogados a título demunas honorificum (CappeUettl y Garth, 1978: 22 y ss.:Blankenburg, 1980). Los Inconvenientes de este sistemaeran muchos y rápidamente fueron denunciados. La ca­lidad de los servícíos jurídicos era muy baja, una vez que,sln motlvación económíca. el reparto termlnaba por caeren abogados inexpertos y a veces no plenamente profesto­nalizados. Los crtteríos de elegíbíltdad eran, en general,estrlctos y, la aststencía se limltaba a las actuacíones enjulclo, quedando excluldas la consulta jurídica y la ínfor­macíón sobre los derechos. La denuncia de las carenciasde este sistema privado y caritativo Uevó a que, en la ma­yoría de los países, fuera sustituldo por un sistema pú­blico y aststencíal organizado o subsidiado por el Estado.En Inglaterra se creó, después de 1949, un sistema deabogacía convencíonal-" y perfeccionado posteriormente(1974), según el cuai cualquler cludadano elegíble, en lostérminos de la ley, para la ayuda jurídica gratuita esco­ge su abogado en la lista de los que se inscribieron parala prestaclón de servidos; una lista siempre extensa dadoelincentlvo de una remuneraclón adecuada a cargo dei Es­tado. En las dos décadas síguíentes muchos países intro­dujeron esquemas semejantes de servíctos jurídicos gra­tuitos. Estos esquemas, conocidos en los países anglo­sajones con la denominación de Judicare. una vez pues-

16 Quiere dectr que hay un contrato entre los ctudadanos y los abogados quequleren participar en una votación para pertenecer a los servícros dei srste­ma judíctal.

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tos en práctíca. fueron sometidos a estudlos sociológicosque a pesar de seiíalar sus sígníftcatívas ventajas en re­lación con el sistema anterior no dejan sin embargo derevelar sus limltaclones (Blankenburg, 1980; Abel Smlthet ai, 1973), En prtrner lugar, a pesar de que, en teoría, elsistema incluye la consulta jurídica independientementede la exlstencla de un Ittígto. el hecho es que en la práctí­ca se concentraba en la aststencía judicial. En segundolugar, este sistema se límítaba a intentar vencer los obs­táculos económicos para el acceso a lajusticia pero no losobstáculos socíales y culturales. Nada se hacía para edu­car ciudadanos conscientes de sus derechos soctales y sulibre e Incondicional acceso a ia justtcta, derechos quealuden a todos los mlembros de la socledad civil; trabaja­dores, consumidores, inquilinos, jóvenes, mujeres, etc.Por último, concibiendo la asistencia jurídica como unservicio prestado a los ciudadanos de menos recursosconsiderados individualmente, este sistema excluía des­de el principio la concepción de los problemas de esos ctu­dadanos como problemas colectivos de las clases socíalessubordinadas. Estas críticas condujeron a algunas altera­clones dei sistema de servícíos jurídicos gratuitos y, en elcaso de los Estados Unidos, condujeron incluso a la crea­cíón de un sistema totalmente nuevo basado en abogadoscontratados por el Estado, que trabajaban en oficinas deabogados localizadas en los barrios más pobres de lascludades y sígutendo una estrategía legal orientada ha­era los problemas jurídicos de los pobres como proble­mas de clase , una estrategía que favorecía las accionescolectivas, la creacíón de nuevas corrientes juris­prudenciales sobre problemas recurrentes de las clasespopulares y. finalmente, la transformación o reforma delderecho substantivo (Cahn y Cahn, 1964; Note 1967),

No cabe aquí evaluar en detalle este movimiento de in­novaclón Institucional dei que poco honrosamente Portugalha sido esquivo; un movtmíento cuyas sucesivas etapasdenotan una conciencia progresivamente más aguda dela necesídad de gararrttzar el acceso efectivo a la justiciapor parte de todos los cíudadanos, Hoy Incluso se puededecir que este movimiento va más allá de los interesesjurídicos de las clases más bajas y se extlende a los Inte­reses jurídicos de las clases medias, sobre todo a losUamados Intereses difusos, Intereses protagonlzados por

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grupos socíales poco organizados y protegidos por dere­chos socíales emergentes cuya tituiaridad individuai esproblemática: los derechos de los ntüos contra la víolen­cia de los programas de ia T. V Y ios juguetes de agresióno pelígrosos: los derechos de la mujer contra la discrimi­nación sexual en el empleo y en los medias de comuni­cación, así como en el aspecto social; los derechos de losconsumidores contra la producción de bienes de consu­mo peltgrosos o defectuosos: ios derechos de ios ciudada­nos en generai contra la polucíón deI medio ambiente. Ladefensa pública de estos derechos dío orígen a la institu­ción llamada Defensoria del Interés Público, subsidiadapor las comunidades. por fundaciones y por el Estado(Trubek et al., 1980). También dio orígen a aigunas refor­mas en eI proceso civil, concretamente a la ampliación delconcepto de Icgtttmrdad procesal y deI ínterés por actuar.

La administración de Justtcta como instituctón política yprofestonal

Paso al segundo tema de la sociologíajurídica. Se tra­ta de un tema muy amplio en el cual se incluyen objetosde análisis muy diversos. La concepción de la administra­cíón de justicia como una tnstancia política fue propugnadainicialmente por los científicos de la política que víeron enlos tribunales un subsistema deI sistema político global,compartiendo eon éste la característica de procesar unaserie de inputs externos constituidos por estímulos, pre­síones, extgencías sociales y políticas y de producír, a tra­vés de mecanismos de convención, outputs (las decísto­nes) portadores ellos mismos de un impacto social ypolítico en los subsistemas restantes.

Tal concepción de los tribunales tuvo dos consecuen­cías muy importantes. Por un lado, puso a los jueces enel centro del campo analítico. Sus comportamientos, lasdecisiones proferidas por ellos y las motivaciones queconstan en ellas, pasaron a ser una variable dependien­te, cuya aplicación se buscó en las correlaciones con lasvartables índependtentes, fueran eIlas el orígcn de clase,la formación profesional, la edad o, sobre todo, la ideolo­gía política y social de los jueces. La segunda consecuen­cia conststtó en desmentir. por completo.Iaídea convencionalde la admmístractón de justícía como una función neutraprotagonizada por unjuez dispuesto sólo a hacer justicia

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por encima y equidistante de los intereses de las partes.Son conocidos los estudios de Nagel (1969), Schubert(1965)17. Ulmer (1962 y 1979), Grossman'f' y otros en losE.U.; de Rlchter(1960) y Dahrendorf(1961), en Alemania;de Pagani (1969), Di Federico (1968) y Moriondo (1967), enItalia y de Toharía (1975). en Espana. En los E. U.. los es­tudios iniciales se centran en la Suprema Corte. A títulode ejernplo, Schubert, dtsttngutendo entre jueces liberalesy conservadores, correlacionó sus ideologías políticas consus posiciones en las ponencras y salvamentos de voto yen las sentencias en varias aspectos del derecho, desdelas relaciones econórntcas hasta los derechos cívicos, yobtuvo índices elevados de correlacíón19. Otros estudiosinciden sobre las decisiones de los tribunales de primeraínstancta, tanto en los campos penal como civil, mostraronen qué medida las características socíales, políticas, fami­liares. económicas y religiosas de los magistradosinfluenciaban su decisión sobre la situación y sobre losintereses enjuego en el proceso y, en corisecuencta sobreel sentido de su dectstónê? .

Los estudios italianos sobre la ideología de la magistra­tura no se basan en el comportamiento decisorio sino,ante todo, en los documentos públicos, mantftestos dis­cursos y estatutos organizativos en que los magistrados.individual o colectívamente, definen el perfil óptímo de lafunción judicial y de sus interaceiones eon el poder polí­tico y con la soeiedad en general2 1. Las ínvesttgacíonesrealizadas bajo la direeción de Renato Treves oblígan a

17 Scnuberr es también el organizador de las mejores recopüactonee de estu­dias sobre el comportamlento y las actitudes de los juecee norteamertcanos{Schubert. 1963y 19641.

18 Ver una vtstón general sobre su perspectiva en J. Grossman y R Wells (orgs.)(1980).

19 Schubert distingue entre jueces "conservadores" y "ltberales" tdestgnacto­nes que ttenen. en los E. U.. un significado político diferente deI que se lesatribuye en Europa) e identifica tres actitudes diferentes según el líberalts­mo o el conservatismo de los Jueces sea econômtco. político o social.

20 Para un panorama general de los estudlos en ltalía. ct. R. Treves (1975 y1980: 253 y ss.). Los anállsis de las Ideologias de los magistrados han inci­dido sea sobre las Ideologías profestonalee ü-aganr. 1969) sea sobre las ídeo­Iogías polttíco-soctales (Mortondo. 1967). En el ámbito de lajusticla penal,uno de los mejores estudlos es eI de J. Hogarth (1971). Los estudíos sobrelos agentes de la admtníatractón de juetícta no se centraron sólo en los magis­trados proíestonales sino que tambtên tnctdreron sobre los jurados, porejemplo, consultar el estudio clásico de H. Kalven Jr. y H. zereet (1966).

21 Ver nota 18.

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una revisión radical deI mito de la apoliticidad de la fun­cíón judicial y revelan que hay grandes tendenctas Ideo­lógicas en la base de la magistratura ltaliana22 • En prlmerlugar, la lIamada teridencta "estructural tuncíonaltsta",con énfasís en los valores dei orden, dei equtlíbrío y de lasegurldad social, y de la certeza dei derecho, que agrupaa los [ueces y magistrados conservadores o moderados,defensores de la división de los poderes, adeptos a las so­luciones tradicionales, ya sea en el plano socio-económi­co, ya sea en el de la organlzaclón judicial. En segundolugar, la tendencta delllamado "confltctívtsmo pluralista"en la que prevalecen las Ideas de cambio social y se de­f1ende el reformismo, tanto en el interior de la organiza­ción judicial como en el de la sociedad en general, conmiras a profundizar en la democracia dentro deI marcojurídicoconstituclonal dei Estado de derecho. En tercerlugar, la tendencla más radical dei lIamado "confllc­tivtsrno dicotómico de tipo marxista" que agrupa a los jue­ces orientados en un uso alternativo deI derecho, en unafunción más creadora de la magistratura como contribu­cíón deI derecho a la construcción de una sociedad ver­daderamente igualitarla. Estas tendenclas tuvieron expre­síón organízattva en la Unione di Magistrati ltaliani, en laAssociazione di Magisirati Itallani y en la MagistraturaDemocráttca, respectivamente.

Aún en el ámbíto de la admtrustractón de justrcía comoorganízactón profesfonal, hay que resa!tar los estudlossobre el reclutamiento de los magistrados y su dtstrtbu­clón territorial (Ferrart, 1983: 312), Dentro dei mísmocuadro teórico, pero desde una perspectiva muy diferen­te, están los estudios dirigidos a conocer las actltudes ylas opiniones de los ciudadanos sobre el poder judicial,los tribunales y los jueces. Una tradición de investigaciónque tuvo un pionero en Podgoreckí, con sus estudios so­bre la percepción social deI derecho y de la justicia en Polo­nía y que se ha prolongado en múltlples ínvestígacíones(Podgorecki ela!., 1973), Un estudlo hecho en !talla reve­laba una actltudmoderadamente desfavorable ante la ma­gistratura (Ferrart, 1983: 312),

22 Sigo la caracterizacíón propuesta por E. Diaz (1978: 43 y ss.)

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Todos estos estudios han llamado la atención sobre unpunto tradicionalmente descuidado: la ímportancía crucialde los sistemas de formación y de reclutamiento de losmagistrados y la necesidad urgente de dotarlos de conoci­míentos culturales, sociológicos y económlcos que les denclaridad sobre sus propias opciones personales y sobre elsignificado político deI cuerpo profesional al que pertene­cen, con miras a proporcionarles un cierto distanciamien­to crítico y una actitud de prudente vtgüancía personal enel ejercicio de sus funciones en una sociedad cada vezmás compleja y dmámíca.

Los confiictos sociales y los mecanismos para susolución

Este tema constituye la tercera contrtbucíón de la so­ciología a la administración de justicia. Adernás , en esteaspecto, la contribución inicialle perteneció a la antropo­logía o etnologia social. Los estudíos de Evans-Prttchard(1969) en Sudán, de Gulllver (1963) yde Sally Moore (1970)en África Oriental de Gluckman (1955) Y van Velsen(1964) enÁfrica Central!Austral y de Bohannan (1957) enÁfrica OccidentaI, tuvieron un impacto decisivo en eI de­sarrollo de la soctología dei derecho. Díerori a conocer for­mas de derecho y patrones de vida jurídica totalmente di­ferentes de los existentes en las llamadas sociedadescivilizadas; derechos con bajo grado de abstracción,dlscernlbles apenas en la solucíón concreta de íttígíosparticulares; derechos con poca o nlnguna especiallza­ción en relación con las demás actividades sociales; me­canismos para la solución de los líugtos caracterizadospor la Informalidad, rapidez, parttctpacíón actíva de lacornurudad. conctltacíón o medíactón entre las partes através de un discurso jurídico retórico, persuasivo. basa­do en ellenguaje común. Ante todo. estos estudios revela­ron la existencia, en la misma sociedad, de una pluralidadde derechos que convíven e interactúan en diferentes for­mas.

En el momento histórico en que la antropología conver­gía teórica y metodológícamente con la sociologia. eI im­pacto de estos estudtos en la socíología deI derecho, fueenorme. Fueron muchos los que stguteron, teniendocomo untdad de análisis el Iíttgto (y no la norma) y por

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orientación teórica el pluralismo jurídico, dirigidos ha­cía el análisis de mecanismos de solucíón jurídica infor­mal de los conflíctos existentes en las sociedades contem­poráneas y operando aI margen deI derecho estatal y delos trlbunales oficlales. Cltaré dos ejemplos. EI estudiopíonero de S. McAulay (1966) sobre las práctlcas jurídi­cas y sobre todo sobre los conflictos jurídicos entre losproductores y los comerciantes de automóviles en losE. U.. resueltos de modo informal aI margen de las dispo­stcíones deI derecho cornerctal y de la Intervención de lostribunales, orientados por el objetivo de no crear ruptu­ras en las relaciones económicas y retirando de éstaspoderosos dispositivos punitivos no oficiales. En segun­do lugar, los estudios realizados por mí, a prtncíptos dela década deI setenta. en lasfavelas de Río de Janeiro ydonde me fue posible detectar y analizar la exístencía enel interior de estos barrios urbanos de un derecho infor­mal no oficial, no profesionalizado, centrado en la asocta­ción de pobladores que funcionaba como ínstancía parala solución de los ltttgíos entre vecínos. sobre todo en losámbitos de vívíenda y propledad de la tlerra (Santos, 1974y 1977).

Estas y muchos otros estudios que síguieron con obje­tivos analíticos semejantes permttíeron concluir lo etgutcn­te. En prlmer lugar, desde un punto de vista sociológico.el Estado contemporáneo no tlene el monopollo de la pro­ducción y distribuclón deI derecho. No obstante. siendo elderecho estatal el modo de jurldicldad dominante, él co­existe en la sociedad con otros modos de juridicidad, otrosderechos que se arttculan con él en diversas formas (San­tos. 1980: 64 y sa.: Ruivo y Marques. 1982). Este conjun­to de articulaciones e interrelaciones entre varias modosde producción deI derecho, constituyen lo que destgnócomo formación jurídica. En segundo lugar, la relativadlsmlnución de la lttígíostdad civil, lejos de ser el princi­pio de la disminución de la conflictlvldad social y jurídi­ca, es ante todo el resultado del desvio de esta con­Iltctívídad hacía otros mecanismos de soluctón, in­forrnales , más baratos y expeditos, existentes en la socíe­dado

Estas conclusiones no dejaron de influenciar algunasde las reformas de la admímstracíón de justicia en los úl­timos anos. Distinguiré dos tipos de reformas: las refor-

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mas en el interior de la justtcta civil tradicional y la crea­cíón de alternativas. En cuanto a las prtrneras vale resal­tar las sígutentes: el fortalecimiento de los poderes deijuez para la aprecíacíón de la prueba y para la conduccióndel proceso según prtncípíos de oralidad, concentracióne ínrnedíacíón: un tipo de reformas con larga tradícíón enla teoría procesal europea iniciada con la obra ptonera deFranz Klein; la creación de un nuevo tipo de relación entrelos diferentes participantes en el proceso, más informal,más horizontal, teniendo como objetivo un procedímíen­to más mteltgíble y una participación activa de las par­tes y los testígos. Como ejemplo de este tipo de reforma,citaré el lIamado Stuttgart Modell en Alemania y los trtbu­nales de mayor ínstancta creados en 1967 en los departa­mentos periféricos de la regíón parisiense (Ballé et al ..1981); por último, y relacionado con las anteriores, lasreformas en el sentido de ampliar el campo de accíón 'eincentivar el uso de la conciliación entre las partes bajo elcontrol de los trtbunales>". Las reformas que planteanla creacíón de nuevas alternativas, constituyen hoy una delas áreas más innovadoras de la política judicial. Eliasapuntan a crear, en paralelo con la administración de jus­treta convencional, nuevos mecanismos para la soluctón delíttgíos cuyos rasgos constitutivos tienen grandes serne­janzas con los originalmente estudiados por la antropo­logía y por la soclología deI derecho, es decír. mstítucto­nes ltvtanas. algunas profesionales y otras menos, inclusoimpidiendo a veces la presencia de abogados, de utiliza­ción barata, sino gratuita. localizada en lugares estratégi­cos, que faclllten a los cludadanos el acceso aI poder ju­dicial, con miras a la obtención de soluciones mediadasentre las partes?". A este respecto, vale la pena mencio­nar la creacíón experimental de los Centros de Justicia debarrto en los E. U. Ylos conciliateurs en Francía25. En Por­tugal, algunas iniciativas en el mtsmo sentido en el post­25 de abril. no se concretaron (Sindicato de los Magistra­dos deI M.P .. 1982). Hoy, el ílorecímtento InternacionaldeI arbitraje y de los mecanismos conocídos, en gene­ral. por Alternative Dispute Resolutioa (ADR) son lamanifestación más concluyente de las transformaciones

23 Una propuesta defendida en Portugal por Pessoa Vaz (1976).24 Ver la caracterización general de estas alternativas en Santos (1982ay 1982c).25 La mejor recopüactón de estudios sobre estas expertenctas es la de R. Abel

torg.j (1982).

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en curso en los procesos convencionales para la soluciónde conflictos.

HACIA UNA NUEVA POLÍTICA JUDICIAL

Pasaré a mencionar ahora las líneas de tnvesttgactónmás promisorias en el campo de la soctología de la admi­nistración de justicia y su postble impacto en la creaciónde lo que desígnaré como una "nueva política judicial",una política judicial comprometida con el proceso de de­mocratización dei derecho y de la soctedad,

1. La dernocrattzacíón dei poder judicial es una dimen­sión fundamental de la democrattzacíón de la vida social,económica y política. Esta democratización tiene dos ver­tíerrtes. La primera se refiere a la constitución interna delproceso e íncluye una serie de orientaciones tales comoun mayor compromiso y parttcípacíón de los ciudadanosen la administración de justicia, individualmente o engrupos organizados; la simplificación de los actos proce­sales y el incentivo para la conciliación entre las partes;el aumento de los poderes del juez: la ampliación de losconceptos de lcgítímídad de las partes y del ínterés paraactuar. La segunda vertiente se reftere a la democratiza­cíón del acceso a la justicia. Es necesario crear un Servi­cio Nacional de Justicia, un sistema de servicios jurídi­co-sociales, gerenciado por eI Estado y por las autarquíaslocales con la colaboracíón de las organizaciones profesio­nales y sociales, que garantice la igualdad de acceso a lajuatícta de las partes de las diferentes clases o estratossociales. Este eervícto no se debe limitar a eliminar losobstáculos económicos para el uso de la justicla por par­te de los grupos sociales de pocos recursos. Tambíén debeintentar eliminar los obstáculos sociales y culturales,dando claridad a los ciudadanos sobre sus derechos, so­bre todo los recién adquiridos, a través de consultas in­dividuales y colectivas y a través de acctones educativaspor los medios de comunicación. en los lugares de traba­[o, en las escuelas, etc.

2. Estas medidas de democrattzactón, a pesar de seramplias, tienen límites obvias. La destgualdad de la pro­teccíón de los intereses soctalcs de los diferentes grupossociales: ésta cristalizada en el propio derecho substan-

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tívo, por lo que la democratización de la administraciónde lajusticia, aunque se realice plenamente, no consegui­rá más que igualar los mecanismos de reproducción delas desigualdades. Durante el régímen de Pinochet, un ju­rista chileno defendió que no tenta sentido que las clasespopulares lucharan, en su país, por el acceso a lajusticiaya que el derecho substantivo era tan discriminatorio enrelacíón con eIlas que la actitud política democrática con­sistía exactamente en minimizar el acceso. En los E.V., losservicios jurídicos para los pobres acabaron muchas ve­ces por proponer reformas dei derecho substantivo quedieran más satrsfacctón a los intereses de sus clientescomo clase social.

En Portugal, en los últimos veinte afias, fue promulga­da una legislación que de modo más o menos audaz pre­tende ir al encuentro de los tntereses sociales de las ela­ses trabajadoras y también, por ejemplo. de los interesesque surgen en el ámbito de la segurldad social y de la ca­lidad de vida, a los que son especialmente sensibles lasclases medias. Sucede. sin embargo, que mucha de esaíegtslactón ha permanecido como letra muerta. También sepuede adelantar, como hipótesis de ley sociológica, quemientras más caracterizadamente una ley protege los inte­reses populares y emergentes, mayor es la probabilldad deque no sea aplicada. Siendo así, la lucha democrática porel derecho debe ser, en este contexto, una lucha por laaplicación del derecho vigente. tanto como una lucha pararefonnarlo. Además, incluso con base en el derecho subs­tantivo más asentado en el orden jurídico português. espostble , mediante interpretaclones innovadoras de la ley,obtener nuevas protecciones para los intereses socialeshasta ahora más desprotegidos. AI final, fue ésta la pos­tura del movímíento que en Italia fue coriocído por el usoalternativo dei derecho (Barcellona, 1973; Calera et ai.,1978). En este campo scn varias las expertenctas que seencuentran por todas partes. Me referiré, a título de ejern­plo, al estudio que realicé con otros en Recife sobre losconilictos urbanos, sobre todo conflictos por la propiedadde la tierra en los barrtos margínales donde vive la mitadde la población de esa ciudad. Esta tnvcsttgacíón revelaque los habitantes de los barrios han conseguido aígunasvíctortas en los tribunales, aunque inicialmente, sus ar­gumentos fuesen relativamente débiles en términos es­trictamente jurídicos. Estas victorias conftguran un au-

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téntico uso alternativo dei derecho, hecho posible por laargumentación técnicamente sofisticada de abogados al­tamente competentes, puestos gratuitamente a dtspost­cíón de las clases populares por la Comístón de Justiciay Paz de la diócesis de Olinda y Recife por iniciativa deiobispo Dom Helder Cámara (Santos, 1982b y 1983; Falcão,1984), Pero también aqui la interpretación innovadora deiderecho substantivo pasa por el aumento de los poderes delos jueces para la conducciôn de los procesos.

3. La dtsrntnucíón relativa de lo contencioso civil de­tectada en varios países, ha sido considerada poco fun­cional, es decír, como negativa en relacíón con el procesode dcmocratízacíón de la justicia. EI anállsts sociológicode la persistencia de ese fenômeno revela que él puede serfuncional para la continuidad de ciertos intereses privi­legiados a los que perjudicaria la vlstbtltdad propia de lajustícta civil. Si es cierto que las clases de menores recur­sos tienden a no utilizar la justicia por las razones quehemos expuesto, la verdad es que las clases de mayoresrecursos tienden igualmente a resolver sus líttgtos porfuera del campo judicial. Esto ha sido observado en mu­chos países. En ltalia y en los E.D., por ejemplo, parececlaro que sean las clases medias (pequenos y medianosacreedores y propíetartos. etc.) quienes más recurren alos tribunales (Resta, 1977)26 Estudlos realizados enBélgica vertftcaron igualmente la creciente margtna­lizaciôn de las magistraturas econômicas en una época decrtsts en que, sobre todo a nivel de los grandes gruposeconômicos y financieros, las constderacíones de oportu­nidad econômica sobrepasanampliamente las considera­cíorres de legalidad econômica (Jacquemin y Remiche,1984), La composición partículartsta y secreta de intere­ses econômicos que, por su envergadura. afectasignificativamente los intereses sociales globales. sehace muchas veces con la converuencta y la ratífícacíón

26 En los E.U. e! estudio más reciente y sofisticado fue llevado a cabo en laUníverstdad de wtsconsm- Madtson. Ver un panorama general de los resul­tados enLawandSociety Review, 15 (1980-1981) dedicada aI tema "SpectalIssue on Dispute Processmg and Civil Ltügatton". El reclente estudío, coor­dtnado por el autor, sobre la administract6n de ía jusücta en Portugatmués­tr-a que las grandes empresas (bancos, companías de seguros etc.) todavíautlizan intensa y se1ectivamente a los trtbunales pera lo hacen casr exclusi­vamente para obtener e! recaudo de deudas (Santosetal, 1996).

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de los aparatos políticos y administrativos dei Estadopero, por fuera dei escrutínío público ai que los expondriaIa justtcía civil, Esta particularidad es, además, uno de losIactores deI surgímíento de nuevas formas de pluralismojurídico en las sociedades capitalistas avanzadas, formasque constituyen la expresión socio-jurídica que la cienciapolítica designa como neocorporativismo.

En estas condiciones, no me parece posible que el Es­tado pueda, a través de medidas de agilización de la ad­ministración de justtcía, absorber en un futuro próximo es­tas formas de justicia privada. como se desígnan a veces.Cuando mucho, es posible que los grupos neocorporati­vistas más organizados lleguen a tener poder político su­ficiente para ímponer tutelas jurisdiccionales diferencia­das pera favorables a la dinâmica interna de SUB ínte­reses. Tampoco me parece que estas mecanismos para lasolución de los Iíttgtos ai margen del control del Estadosean intrínsecamente negativos o que atentan contra lademocracia. Pueden, al contrario, ser agentes de demo­cratización de la socíedad. Todo depende dei contenido delos intereses en juego y de su comercio privado en el pro­ceso deI desarrollo democrático de la sociedad como untodo.

Stn embargo. es cierto que muchas de las reformas re­cientes del poder judicial apuntan a reducir su margtna­lidad o resrdualtdad. En estos casos están las reformas deínforrnaltzacíón de lajusticia a las que híce referencia. Lasalternativas informales son una creaciónjurídica comple­ja cuyas relaciones con el poder del Estado deben ser ana­lizadas, (-este es un análisis que híce en otro lugar y queno voy a repetir aqui-I, (Santos, 1982a). Bastará decir queen las expertencías en curso, eI control o supervtsíón deIEstado varía mucho y que en eIlas la cuestión del accesono tiene que ver con la aststencta jurídíca sino, ante todo.con la capacitación de las partes en funciôn de las posi­ciones estructurales que ocupan. En los casos en que loslítígíos ocurren entre ciudadanos o grupos de poder so­cio-econômico equiparables (litigios entre vecinos, entreobreros, entre campesinos, entre estudiantes, etc.), lainformalizaciôn de la justicia puede ser un factor genui­no de democratizaciôn. AI contrario, en los lttígtos entrecíudadanos o grupos con posiciones de poder estructu­ralmente destguales (lttrgíos entre patronos y obreros ,entre consumidores y productores, entre inquilinos y

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arrendadores), es bien posible que la informalización aca­rree el deterioro de la posición jurídica de la parte másdébil, como consecuencia de la pérdida de las garantíasprocesales y que contribuya así a la consolidaclón de lasdesigualdades socíales: a menos que los amplios poderesdei juez, profesional o lego, puedan ser utilizados paracompensar la pérdida de las garantias. lo que síempreserá difícil toda vez que estas tribunales tnformales tien­den a estar desprovistos de medias punitivos eficaces.A título de ejemplo, menciono cómo, después de la crea­cíón dei tribunal de vívíerida en Nueva York, destinado aresolver de modo expedito, informal y desprofesio­nalizado, los conflíctos entre inquilinos y arrendadores.aumentó el número de desahucios (Lazerson, 1982), Losinquilinos habían dejado de contar con los mecanismosprocesales utilizados por los abogados para sostener odesanimar el desahucto. Además, la sttuacíón que en unfuturo simbolizará mejor y más pelígrosamente la dísocta­cíón entre justicia rápida y justtcta democrática, resulta­rá. a mi entender, de las reformas hay en curso, con mi­ras no a la informalización, sino ante todo a lainformatización de la justtcta. una cuestión que no voy aabordar aquí.

4. La mayor contribución de la sociología para la demo­crattzacíón de la administración de la justtcta consiste enmostrar empíricamente que las reformas deI proceso, oincluso deI derecho substantivo, no tienen mucho signi­ficado si no son complementadas con otros dos tipos dereformas. Por un lado, la reforma de la organtzacíón judt­cíal, la cual no puede contribuir a la democratízactón dela justicia si ella mísrna no es internamente democrática.Y en este caso, la democratización debe ir paralela con laracíonaltzacrón de la división deI trabajo y con una nuevagestión de los recursos de tíernpo y de capacidad técnica.Por otro lado, la reforma de la forrnacíón y de los proce­sos de reclutamiento de los jueces, sin la cualla amplia­ción de los poderes dei juez propuesta en muchas de lasreformas aquí mencionadas carecerá de sentido y, even­tualmente, podrá ser contraproducente para democrati­zar lajusticia como se pretende. Las nuevas generacionesde jueces y magistrados deberán estar equipadas con co­nocimientos extensos y diversificados (económicos, socio­lógicos, políticos) sobre la socíedad en general y sobre laadmtntstracíón de justicia en particular. Esos conoci-

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mientos tienen que estar disponibles y, sobre todo en ioque respecta a los conocimientos sobre la admtnístracíónde justtcía en nuestro país, esos conoctmtentos aún tíe­nen que ser creados.

Es necesario aceptar los rtesgos de una magistraturaculturalmente esclarecida. Por un lado, ella reivindicaráel aumento de los poderes decisorios, pero eso, como sevio, va en el sentido de muchas propuestas y no presentamayor peligro si hay un adecuado sistema de recursos.Por otro lado. ella tenderá a subordinar la cohesión cor­porativa a la lealtad de las ideas socíales y políticas dís­ponibles en la sociedad. De aquí resultará una cíerta frac­tura ideológica que puede tener repercusiones organt­zativas. Tal hecho no debe ser visto como patológico sinocomo ftstológtco. Esas fracturas y los conflictos a que eIlasdíeren lugar serán la verdadera palanca para el fortaleci­mlento del proceso de democratización de la justícta.

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DE LA IDEA DE UNlVERSIDADA LA UNIVERSIDAD DE IDEAS

La uníverstdad se enfrenta por todos lados, a una situa­cíón compleja: la sociedad le hace exígencías cada vezmayores, al mtsrno tíernpo que se hacen cada vez más res­tringidas las políticas de flnanciamiento de sus acttvída­des por parte del Estado. Doblemente desafiada por la so­cíedad y por el Estado, la unlversidad no parecepreparada para enfrentar los desafíos, más aún si estasapuntan hacta transformaciones profundas y no hacia re­formas parciales. Además, tal falta de preparacíón, másque coyuntural, parece ser estructural, en la medida enque la perennidad de la institución uníversttarta, sobretodo en eI mundo occidental, está asociada con la rigidezfuncional y organizativa, con la relativa impermeabIlldada las presíones externas, en ftn, con la resistencia al cam­bio.

Comenzaré por identificar los principales parámetrosde la compleja situación en que se encuentra la uníverst­dad para, en seguida, construir el punto de vista a partirdeI Cual la universidad debe enfrentar los desafíos que sele proponen.

FINES SIN FIN

La notable contínuidad institucional de la universidadsobre todo en el mundo occídental sugíere que sus obje-

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tivos sean permanentes. En tono seno-jocoso Clark Kerr afir­ma que de las ochenta y cinco instituciones que ya exís­tían en 1520, con funciones similares a las que desempe­fian hoy, setenta son universidades (Kerr, 1982: 152)'. En1946, repltlendo lo que aflrmaba desde 1923. Karl Jaspers,muy cefiido a la tradtcíón del idealismo alemán, definíaasí la mtsíón eterna de la uníverstdad: es el lugar dondepor concesión deI Estado y de la sociedad una determi­nada época puede cultivar la más lúcida consciencia de símísma. Sus míernbros se congregan en ella con el únicoobjetivo de buscar, incondicionalmente, la verdad y sólopor amor a la verdad (claspers , 1965: 19). De ahí se des­prenderían. por orden decreciente de tmportancía. lostres grandes objetivos de la universldad: porque la verdadsólo es accesible a quien la busca srsternátícamente. la in­vestígacíón es el principal objetivo de la uníversrdad: por­que el campo de la verdad es mucho más amplio que el dela cíencía, la universidad debe ser un centro de cultura,dísponrble para la educación dei hombre como un todo;finalmente, porque la verdad debe ser transmitida. Ia unl­versidad ensefta e incluso la ensefianza de las aptitudesprofestoriales debe ser orientada hacia la formación inte­gral (Jaspers, 1965:51 y ss.) En su conjunto, estas obje­tivos -cada uno de ellos Inseparables de los restantes­constituirían la idea perenne de la untverstdad. una ideaintegrada porque está vinculada a la unidad dei conocí­miento. Esta Idea que. además de Integrada, es tambiénúnica en la civilización occidental, exígtría para su realiza­cíón (además nunca plena), un dispositivo institucionalIgualmente único.

Teniendo presente la tradtctón en que se integra Jaspers(Schelllng. Humboldt y Schleíermacher) Ortega y Gassetprotestaba en 1930 contra la "beatería idealista" que atri­buía a la escuela una fuerza creadora "que no tíene ní pue­de tener" y consideraba a la universidad alemana encuanto mstttucíón. "una cosa deplorable" para despuésconcluir que si "la ciencia alemana tuviera que nacerexclusivamente de las virtudes institucionales de la uni­versidad, sería muy poca cosa" (Ortega y Gasset. 1982: 28y ss.), A pesar de esta, aI enumerar las funciones de launiversidad, Gasset no íba mucho más allá de Jaspers:transmisión de la cultura; enseftanza de las profesiones:investigación científica y educacíón de los nuevos hom­bres de ciencia (Ortega y Gasset. 1982: 41).

I Sobre la htstorta de las universidades, ct., entre muchos, Bayen (1978).

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Esta (<,-aparente?) perennldad de objetivos sólo fueafectada en la década de los sesenta, frente a las presio­nes y a las transformaciones a que entonces estuvo suje­ta la uníverstdad. Incluso así, a un nivel más abstracto,la formulación de los objetivos mantuvo una notable con­tínutdad. Los tres prtncípales fines de la universldad pa­saron a ser la mvestígacíôn, la ensefíanza y la prestaciónde servicios. A pesar de ser la inflexión en sí mísma signi­ficativa y de haberse dado en el sentido del atrofiamlentode la dlmenslón cultural de la universidad y dei privilegiode su contenldo utilltario, producttvtsta, fue sobre todo anivel de las políticas universitarias concretas que la uni­dad de los fines abstractos explotó en una multiplicldadde funciones en ocasiones contradictorias entre sí. Laexplostón de las funciones fue, finalmente. la correlaciónde la explosión de la uníverstdad, deI aumento dramáti­co de la población estudiantil y dei cuerpo docente. de laproliferación de las universidades. de la expansión de laensefianza y de la ínvesttgacíón uníversttarta sobre nue­vas áreas deI saber.

En 1987. el informe de la OCDE sobre las universida­des atribuía a éstas díez funciones principales: educacióngeneral postsecundarta: investigación; suministro demano de obra calificada; educacíón y entrenamiento alta­mente especializados; fortalecimiento de la competi­tividad de la economía; mecanismos de seleccíón paraempleos de alto nivel, a través de la certtftcactón: movili­dad social para los hijos e hijas de las famütas proletarías:prestactón de servicios a la regíõn y a la comunldad local;paradigmas de aplícacíón de políticas nacionales (ejem­pio; ígualdad de oportunidades para mujeres y mlnoríasraciales); preparacíón para los papeles de liderazgo social(OCDE, 1987; 16 Y ss.)

Tal multiplicidad de funciones no puede dejar de ha­cer surgir la pregunta de la compatlbilldad entre ellas.Es más, a un nivel más básico, la contradlcción seráentre algunas de estas funciones (principalmente lasque han merecido más atención en los últimos afias) yla idea de la uruverstdad fundada en la ínvestrgacíónlibre y desinteresada y en la unidad deI saber. Sin em­bargo, puede argumentarse que esta contradicción,aunque hoy exacerbada. sternpre extsttó, dado el ca­rácter utópico y ucrónico de la idea de universidad(Btenaymé , 1986: 3). Ya no se puede decir lo mismo delas contradicciones entre las diferentes funciones

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que la universidad ha venido acumulando en las últimastres décadas. Por su novedad e importancia y por las es­trategías de ocultamiento y de compatibilización que sus­citan, estas contradícctones constituyen hoy en dia el temacentral de la sociologia de las universidades.

La función de la ínvestígactón choca frecuentemente conla función de enseüanza, una vez que la creacíón deI co­nocírníento implica la movilización de recursos financieros,humanos e institucionales difícilmente transfertbles hacíalas tareas de transmtsíón y utilización deI conocimiento.En el campo de la ínvcsttgacíón, los intereses científicosde los investigadores pueden ser insensibles aI interés defortalecer la competitividad de la economía. En el campode la ensenanza, los objetivos de la educaclón general y dela preparación cultural chocan, en el interior de la mtarnaínstttuctón. con los de la formación profesional o de la educa­ción especializada, contradicción detectable en la forrnu­lación de los curricula de pregrado y en la lenslón entreéste y el postrado. El manejo de mecanismos de selecctónsocialmente leglilmados ttende a chocar con la movilldadsocial de los híjos e hijas de las familias obreras, tal comola formación de dirigentes nacíonales puede chocar con elénfasis en la prestación de servícíos a la comuntdad local.

Cualquíera de estas contradíccíones y cualesquiera otrasfácilmente ímagtnables crean puntos de tensión, tanto enlas relaciones de las universidades con el Estado y la so­ciedad, como en el interior de las mismas universidades,en cuanto ínstttuctones y organtzacíones. Dado que no pa­rece posible, en las actuales condiciones rnacrosoctales,superar estas contradrcctones , el objetivo generalizado delas reformas propuestas para la universidad en los últimosaüos ha sido fundamentalmente el de mantener las con­tradícctones ba]o control a través de la gestión de las ten­siones que eIlas provocan. recurrterido para eso a mediosque en otro lugar denominé como mecanismos de dísper­slón (Santos, 1982),

Esta gesttón de las tensiones ha sido particularmenteproblemática en tres campos: la ccritradícctón entre, porun lado, la producción de alta cultura y de conocimientosejemplares necesarios para la formación de las élttes, de locualla uníverstdad se ha ve ntdo ocupando desde la EdadMedia. y por otro, Ia producción de modelos culturales me­dios y de conocimientos útiles para las tareas de transfor-

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macíón social y especialmente para la formacíón de la fuer­za de trabajo catiflcada exigida por el desarrollo industrial(Moscatl, 1983: 22); la contradlcción entre la jerarqutza­cíón de los saberes especializados a través de las restric­ciones del acceso y de la certtftcacíón de las competenciasy las exígencias socio-políticas de democratización y de laígualdad de oportunidades; y fmalmente, la contradlcclónentre la reívmdícactón de la autonomía en la definición delos valores y de los objetivos institucionales y la sumístóncreciente a criterios de eficacia y de productividad de ort­gen y naturaleza empresarial.

Porque es de su naturaleza no intervenir a nivel de lascausas profundas de las contradicciones, la gestión de lastensíones tiende a ser sintomática y representa sternpre lareproducción controlada en una crtsts dada de la univer­sidad. La primera contradíccíón, entre conocimientos ejern­piares y conocimientos functonales, se manifiesta comocrtsis de hegemonía. Hay una crisis de hegemonía síempreque una condícíón social dada deja de ser considerada comonecesaria única y exclusiva. La universidad sufre una cri­sis de hegemonía en la medida en que su incapacidad paradesempenar cabalmente sus funciones contradictorias lle­va a los grupos soctales más afectados por su déficit fun­cional o al Estado, en nombre de ellos. a buscar medíosalternativos para alcanzar sus objetivos. La segunda con­tradícctón entre jerarquización y democratízacíón. se ma­niflesta como crtsts de legitlmidad. Esta crisls se presentasternpre que una determinada condición social deja de seraceptada consensualmente. La untvererdad sufre una cri­sis de legitimidad en la medida en que se hace socialmentevisible la carencia de objetivos colectívos asumidos. Final­mente. la tereera contradicción, entre autonomía institu­cional y productividad social, se mantftesta como crtstsinstitucional. Hay una crisis institucional siempre que unadeterminada condición social estable y automantenida dejade poder garantizar los presupuestos que aseguran su re­producción. La universidad sufre una cnsts institucionalen la medida en que su espectftcídad organizativa es pues­ta en tela de julcio y se pretende Imponerle modelos orga­nizativos vigentes en otras ínstttucíones consideradas comomás eficientes.

La gestlón de las tenstones producídas por esta trtplecrísrs de la untverstdad es tanto más compleja en cuanto

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es cierto que la coritradíccíones entre las funciones ma­níftestas de la universidad "sufren"la interferencia de lasfunciones latentes de la unlversldad. Esta dtsttncíón en­tre funciones manifiestas y funciones latentes, con unalarga tradlclón en la sociologia, es sobre todo útil para ana­lizar relaciones ínterststérntcas. en este caso. entre el sis­tema universitario y el sistema de enseüanza superior, oentre éste y el sistema educativo. o incluso entre éste y elsistema social global. Por ejemplo, en una sttuacíón de re­cestón económtca, el déficit de desempeno de la funciónmanifiesta de formación de la fuerza de trabajo puede sercompensado. como de hecho ha venido sucedíendo, por lafunción latente de «parqueadero» . La universidad desem­pena esta función al recibir y al dejar permanecer en suseno, por un período más o menos prolongado, personasque no se arriesgan a entrar en el mercado de trabajo concredenciales de poco valor y que utilizan a la uníverstdadcomo compás de espera entre coyunturas. usándola pro­ductivamente para acumular títulos y caltfícacíoncs quefortalezcan en el futuro su postcíón en el mercado. Por otrolado, frente a una fuerte presión social en lo referente a laexpansión del sistema uníversttarto. la universidad pue­de responder a esa prestón mediante eI desempeno de lafuncíón latente de "enfríamíento de las aspiraciones de loshljos e híjas de las ciases populares", es declr, reestruc­turándose con el objeto de dtstrnular. bajo la forma de unafalsa democrattzactõn, la conttnuacíón de un sistema se­lectivo, elitlsta.

A un nível más general. la socíología ha venido a mos­trar cómo las aparentes contradtccíones entre funcionesen el seno deI sistema educativo pueden esconder arttcu­lacíones más profundas entre éste y los otros subsistemassocíales, articulaciones éstas detectables en la dtsttncíonesentre funciones económicas y funciones sociales, o entrefunciones instrumentales y funciones simbólicas. Las di­ficultades comúnmente reconocidas hoy, de planificaradecuadamente el sistema educativo en funcíón de lasnecesidades previsibIes de mano de obra en eI mercado detrabajo de los próximos anos y, por lo tanto, el defrcíentedesempeno de las funciones económicas e instrumentalesde la universidad, no le ímpíden a ésta -antes por el con­trario-desempenar adecuadamente funciones socíales ysimbólicas, como, por ejemplo, la función de inculcar en

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los estudlantes valores positivos frente ai trabajo y frentea la organización econórníca y social de producción, regIasde comportamiento que faciliten la inserción social de lastrayectorias personales , formas de soctabtltdad y redes deinterconocimiento que acompafian a los estudiantes mu­cho después de la unlversidad y mucho más aliá dei mer­cado de trabajo, Interpretaclones de la realidad que hacenconsensuales los modelos dominantes de desarroIlo y lossistemas socíales y políticos que los soportan.

Tanto Bourdleu y Passeron (1970) como Offe (1977) demos­traron que el sistema educativo funciona de tal forma quela contradlcción entre el principio de Igualdad de oportu­nidades y de la movllldad social a través dei colcgío, por unlado, y la conttnuacíón. la consolidación e incluso el agra­vamiento de las desigualdades sociales, por otro, no seasocialmente vístble. de esa forma la untverstdad ccntríbu­ye a perpetuar y legitimar un orden social estructural­mente incoherente, obligado a desmentir, en la práctíca.las premisas de tgualdad en que se dice fundada. De ahíque eI análisis de las contradicciones y de las crtsts de undeterminado subsistema, por ejernplo de la uníversídad.deba ser sternpre contextualizado en el nível sistémico enque tiene lugar. Las contradicciones en un determinadonivel son congruencias en otro , la eclostón o el agrava­miento de las crísts en un determinado subsistema puedeser recompensada con la eliminación o atenuación de lascrlsls en otro sistema. Tal vez por eso la rigidez global deisistema social puede convivir sin problemas con las mu­chas turbulencias sectoriales; tal vez por eso la prolifera­ctón de las crisis raramente conduce a la polarizaciónacumulativa de los factores de crisis; tal vez por eso losmecanismos de dispersión de las contradicciones pasentan fácilmente por mecanismos de resolución de las con­tradicciones.

Tanto la crtsts de hegemonía como la crisis de legitírní­dad y la crtsís institucional eclosionaron en los últimosvetnte anos y continúan abiertas hoy. Sin embargo. son di­ferentes los tíempos históricos de los factores que las con­dlclonan, tal como son diferentes las lógicas de las aceto­nes que pretenden controlarias. La crisis de hegemonía esmás amplia porque en eIla está en tela de juícto la exclusi­vidad de los conocimientos que la universidad produce ytransmite. Es también aquéIla cuyos factores condicio-

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nantes tienen mayor profundidad histórica. Si aceptára­mos la división deI desarroIlo deI capitalismo en tres pe­ríodos -el período dei capitalismo liberai (hasta fines deistglo XIX); el período dei capitalismo organizado (de finesdei síglo XIX hasta los anos sesenta): y el período dei ca­pitalismo desorganizado (de fines de los anos sesentahasta hoy)2-los factores de la crisis de hegemonía se con­ftguran desde el primer período. De hecho, la proclama­cíón de la idea de universidad es de algún modo reaccío­naria, surge en el momento en que la sociedad liberalcomienza a exigir formas de conocimiento ( conocírníen­tos técnicos) que la universidad tiene dificultad en incor­porar. En la crisis de legtttmídad se pone en tela de juíctoel espectro social de los destrnatartos de los conocírnten­tos producldos y. por lo tanto, el carácter democrático desu transmisión. Los factores de esta crisis se conftguranen el período del capitalismo organizado por el camlno delas luchas por los derechos socíales (entre ellos eldere­cho a la educaci6n) y econ6micos, cuyo éxito coridujo alEstado-Providencia, Finalmente. en la crrsts Institucionalestá en tela de julclo la autonomía y la específtcídadorganízatíva de la tnstttucíón untversttaría. Los factores deesta crísts se conflguran en el período dei capitalismo des­organizado y son consecuencía. en general. de la crisis deIEstado-Providencia,

Pasaré ahora a tratar extensamente la crtsts de hege­monía, por ser la más amplia y por estar así, presente enlas demás. Se hará apenas una breve referencia a la cri­sls de Iegtttmídad y a la crtsts Institucional.

LA CRISIS DE HEGEMONfA

La centralidad de la universidad en cuanto lugar prefe­rente de la producción de alta cultura y conocimiento cien­tífico avanzado es un fenômeno dei siglo XIX, dei períododei capitalismo liberai y el modelo de universidad que me­jor lo Interpretó fue el modelo alemán, la urnverstdad deHumboldt. La exígericta que se le Impuso ai trabajo uníver­sttarío. la excelencia de sus productos culturales y cientí­ficos. Ia creatlvldad de la actívídad Intelectual, la IIbertadde discusión, el espírttu crítico. la autonomía y el untversalismo de los objetivos, hicieron de la universidad

2 Sobre los tres períodos dei capttaltsmo. consultar el capítulo cuarto.

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una institución única, relativamente atslada de las demásInstituclones soctales, dotada de gran prestigio social yconsiderada Imprescindlble para la formación de lasélites. Esta concepción de untverstdad, que en el períododei capitalismo liberal ya estaba en desfase con las "exí­

. gencias socíales" emergentes, entró en crisis en la post­guerra y sobre todo a partir de los anos sesenta". Estaconcepción descansa en una serte de presupuestos cuyavtgencía es cada vez más problemática en la medida enque nos aproximamos a nuestros días. Estos presupues­tos pueden formularse en las sígutentes dicotomías: altacultura-cultura popular; educacíén-trabajo: teoría-prac­tica.

Alta cultura-cultura popular

La dlcotomía alta cultura-cultura popular constltuye elnúcleo central deI Idear-to modernista. La alta cultura esuna cultura-sujeto mtentras que la cultura popular es unacultura objeto, objeto de las clenclas emergentes. de laetnología. dei folclor, de la antropología cultural, rápida­mente convertidas en cíenctas universitarias. La centra­IIdad de la unlversldad le viene de ser el centro de la cul­tura-sujeto, La crtsts de esta dicotomía en la postguerraresulta del surgímíento de la cultura de masas, una rrue­va forma cultural con una vocación distinta para ser cul­tura-sujeto dispuesta a desafiar el monopollo que hastaentonces tenía la alta cultura. La cultura de masas tieneuna lógica de producci6n, de distribución y de consumocompletamente diferente y mucho más dinámica que lamisma cultura uníversttarta: sus productos van cerrandoel cerco a la cultura urríversttarta, ya sea porque reciclanconstantemente los productos de ésta, ya sea porque com­píten con eIla en la formación deI universo cultural de losestudiantes. Incapaz de transformar esta nueva formacultural en una cultura-objeto. Ia unlversldad deja de serel producto central de la cultura-sujeto y. en esta medi­da, plerde su centraltdad.

3 La crtets de hegemonía ea, stn duda. Ia más profunda de las crtsts por lasque atravteea la untverstdad. Probablemente Eduardo Lourenço se refíer-ea elIa cuando habla de la cnsts de la universidad que "sobrepasa el acct­dental y corregtble estado de la untversrdad en crtsts" (1978: 74).

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La gestión de la tenstón que de aqui se desprende fueobtenida por diferentes mecanismos de dispersión a lolargo de los últimos tremta anos. Los aftos sesenta estu­vieron dominados por el intento de enfrentar la cultura demasas en su mísrno terreno, masificando la mísrna altacultura. Fue éste. sin duda, uno de los efectos, no síernpreasumído. deI proceso de democratizaclón de la uníversídad.La explosión de la poblacíón untversttaría. la alteraciónsignificativa de la composícíón de ciase del cuerpo estu­diantll y la ampliación de los cuadros docentes e investi­gadores hicieron posible la masificación de la untvererdady con ella el vérttgo de la distribución (quízás de la mtsrnaproduccíón) en masa de la alta cultura universitaria. Enel limtte, se admitió que la escolarízacíón universal acaba­ría por atenuar considerablemente la dícotomía entre altacultura y cultura de masas. Pera no fue esta lo que sucedió.La masificaclón de la universidad no atenuó la dícotomía.Soiamente la desplazó hacia adentro de la universidaddebido ai dualismo que introdujo entre uruverstdad de élltey universidad de masas. Tal como tuvo lugar, la dernocra­tización de la universidad se tradujo en la diferenciación­jerarqutzacíón entre universidades y entre éstas y otrasinstituciones de ensefianza superior. La producción de laalta cultura permaneció controlada, en gran medida, porlas universidades más prestigiosas, mientras que las uni­verstdades de masas se limltaron a la dístrtbuctón de la altacultura o, cuando la producían, bajaban el nível de exígencíay degradaban la calidad. Éste fue el precio que la uni­versidad tuvo que pagar para intentar mantener su cen­tralidad en ia producción de cultura-sujeto. En los anossetenta este precio comenzó a parecer demasiado alto. Laatenuación de la tensión entre alta cultura y cultura demasas provocará otra tenstón que, Si no fuera la contra­diciio inadjecto, se podria designar como alta cuitura altay alta cultura de masas. La denuncia, insistentementerepetida. de la degradación de la producción cultural enla abrumadora mayoría de las universidades vino a darorígen, en los afias ochenta, a la reafírmacíón del elitismode ia alta cultura y a ia legitimación de las políticas edu­cativas destinadas a promoverlo.

La última y más dramática apologia dei elitismo de lacultura es , sin lugar a dudas, ellibro de Allan Bloom, La

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Cultura Inculta (1988)4, por lo que merece una referenciamás detallada. Según Bloom, ia universidad, tal como hoyla conocemos, es un producto dei proyecto iluminista yéste es un proyecto elítísta. un proyecto que implica la li­bertad "para que los raros hombres teóricos se ocupen dela tnvestígactõn racional en un pequeno número de disci­plinas que tratan los primeros principios de todas las co­sas" (1988: 256). Así, la uníverstdad es una ínstttucíónaristocrática destinada a "estimular el uso no instrumen­tal de la razón por si mtsma, proporcionar una atmósferadonde ia superloridad morai y física del dominante nointimide la duda filosófica. preservar el tesoro de los gran­des hechos, de los grandes hombres y de los grandes pen­samientos que se exígen para alimentar esa duda" (1988:244). En estas condiciones. la universidad no puede seruna institución democrática y convive mal con la democracia,sobre todo porque en ésta "no hay una clase no democrá­tica" (1988: 245). Es pues, necesarlamente una instltuciónimpopular que "debe resistir a la tentación de querer ha­cer todo por la socíedad" (1988: 249). A la luz de esta con­cepción, los afias sesenta fueron "un desastre", liquidaronpor completo lo que aún quedaba de ia universidad: "no séde nada positivo, que ese período nos haya traído" (1988: 312).

Además, la devastaclón fue tan completa que "es difícilimaginar que haya siquiera los medias o la energia dentrode la unlversidad para constituir o reconstruir la idea deun ser humano culto y establecer de nuevo una educaciónliberal" (1988: 369).

No es éste el momento para hacer una aprectacíón glo­bal dei manífíesto bloomtano. Tan sólo deseo resaltar quela divulgación y repercusión que él ha tenido es revelado­ra de cierto regreso a los afias cincuenta y a la identifica­cíón, habituai en este período, de la aita cultura con iashumanidades y de éstas con la gran tradición occídental.En esta forma, la disperslón de la contradlcclón entre altacultura y cultura de masas, que en los aftas sesenta fueintentada en el terreno de esta última, a través de la mast­ficación de la untverstdad, pasa ahora, en los afias ochen­ta, a íntentarse, en el terreno de la alta cultura, a través dela consagraclón de los prtvílegíos que a ésta se le deben.

4 N. dei T: EI autor utilizó la versión portuguesa. Sin embargo, advierte que,en general, la traduccton es indecorosamente descuidada.

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Este nuevo mecanismo de dísperstón apunta hacía cíertoregreso a la condícíón que dominó hasta los afios cíncuenta. pera que tiene ahora un significado social y políticomuy diferente porque, al contrario de entonces. la afirma­ción de lo Inevltable dei elitismo implica ahora la liqulda­cíón de las aspiraciones democráticas que acompafiaronias políticas de mastflcactón en los anos ochenta. Entrelos anos sesenta y los ochenta fueron accíonados dos me­canismos de dísperstón con seüales contrarias. A travésde ambos la universidad busca mantener su centralidaden cuanto productora de cultura-sujeto, en un caso dilu­yéndose pero corriendo el ríesgo de descaracterización. enel otro, concentrándose pero asumiendo el riesgo deI ais­lamlento.

Educación-trabajo

La hegemonia de la unlversldad no se puede pensar porfuera de la dicotomia educación-trabajo. Esta dicotomiacomenzó por significar la existencia de dos mundos conmuy poca o ninguna comunicación entre sí: el mundo ílus­trado y el mundo dei trabajo. Quien pertenecía ai prlmeroestaba exento dei segundo; qulen pertenecía ai segundoestaba excluído dei prlmera. Esta dicotomia atravesó, coneste significado. todo el prlmer periodo dei desarrollo ca­pitalista. el periodo dei capitalismo liberal. pera ya ai finalde este período comenzó a transformarse y a asumir otrosignificado que vendria a ser dominante en el período deicapitalismo organizado. La dicotomía pasó entonces a sig­nificar la separación temporal de dos mundos íntercomu­nicables, la secuencia educación-trabajo. Esta transfor­mación de la relación entre los términos de la dicotomíaacarreó tnevítablemente la transformaclón Interna de cadauno de los términos. De algún modo. la dicotomía se ins­taló en el interior de cada uno de ellos. Así la educacíõn,que inicialmente era transmisión de alta cultura, forma­cíón del carácter, modo de aculturación y de socializaciónadecuada ai desempeno de la dlrecclón de la socíedad,pasó a ser tambíén educacíón para el trabajo, eriseüanzade conoclmlentos uttlttartos, de aptitudes técnicas espe­cializadas capaces de responder a los desafios del desarro­110 tecnológico en el espaclo de la producclón. A su vez eltrabajo, que inicialmente era el uso de la fuerza física y elmanejo de los medios de producción, pasó a ser tarnbíén

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trabajo Intelectual. calíftcado. praducto de una formaciónprofesíonal más o menos prolongada. La educación se frag­mentó entre la cultura general y la formación profesional; yel trabajo entre el trabajo no califlcado y el trabajo califlcado.

La respuesta de la universidad a esta transformaciónconsistió en intentar compatibilizar en su seno la educa­ción humanística y la forrnacíón profesíonal y compensarasí la pérdída de centralidad cultural provocada por el surgi­miento de la cultura de masas con el refuerzo de la centra­lidad en la formación de la fuerza de trabajo especializada.Esta reapuesta, plenamente asumida en los afios sesen­ta. trajo consigo, como ya lo rnencíoné, la diferenciacióninterna de la enseftanza superior y de la misma uníverst­dado Aliado de las universidades "tradícíonales" surgíerono se desarrollaron otras instituciones con una vocación es­pecífica hacía la formacíón profesíonal, que mantenían diver­sos grados de articulación con las universidades: Communityand Junior Colleges en los E. U.A.: Fachhochschule en Ale­mania, lnstitutes Universitaires de Technologie en Francia,Polytechnicsen Inglaterra. Por su lado. Ias universidades.míentras se multiplicaban, empezaron a conocer nuevasformas de diferenciación y de estratificación: entre las fa­cultades profestonales tradícíoriales (Derecho y Medicina).las nuevas o ampliadas facultades de especialización pro­fesional (Ingeníarías. Cíencía y Tecnologia. Economia. Admí­ntstracíón). y las facultades "culturales" (Letras y CíenctasSociales). La dífererictactón y la estratlficación en el tnte­rior dei sistema universltario no dejó de alterar la unldaddel saber subyacente en la "misión" y en la forma institu­cional tradicional de la unrverstdad pera garanttzó, durantealgún tiempo, su centralidad en un mundo tecnológico deacelerado cambio. Sln embargo. debído a que tal garantíase basaba en la dicotomia educacíón-trabajo, el cuestio­namiento de la universidad en el período del capitalismodesorganizado no podia dejar de mostrar la fragilldad deesta estratégica centraltzacíón.

EI cuestionamiento de la dicotomía educacíón-trabajohoy se procesa a dos niveles. En prtmer lugar, la relaciónsecuencial entre educación y trabajo presupone una co­rrespondencia estable entre la oferta de educación y laoferta de trabajo, entre tituiaclón y ocupaclón. La receslóneconómica en los aftos setenta y las salidas que se han bus­cado (tales como las nuevas formas de industrialización.

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las tecnologia de punta, la industrla dei conocimiento y dela informática) han mostrado. en su conjunto. la crecientelnviabilidad de tal correspondencla estable. La duracíóndeI ciclo de formación untversttaría de un determinado perfilprofesional es cada vez mayor que la de su ciclo de consu­mo productivo. Esta inconsistencia se agrava por la rigi­dez Institucional de la unlversidad y por la consecuentedificultad para captar en su momento las sefiales deI mer­cado de trabajo y para actuar de conformldad. De ahí quela universidad esté enfrentada constantemente. a vecescon la producción excesíva. a veces con la producción defi­ciente de perfiles profestonales, stn que los requerrmíen­tos de profesíonaltzacíón tengan el mínimo de estabilidadque permita esbozar una respuesta. Cuando ésta se intenta.lo más probable es que no alcance su objetivo o inclusoalcance objetivos contrarias.

Pera la dicotomía educacíón-trabajo está hoy cuestío­nada a un nível más profundo que deriva del cuestiona­míento de la mísma secuencia educacíón-trabajo, En primerlugar. la acelerada transformaci6n de los procesos produc­tivos hace que la educaci6n dcje de ser anterior ai trabajopara ser concomitante con éste. La formación y el desernpe­fio profeslonal tiende a fundlrse en un solo proceso produc­tívo. stendo síntomas de esto las exígencías de la educaciónpermanente, dei recícla]e, de la reconverstón profestonal,así como el aumento del porcentaje de adultos y de traba­jadores-estudíantes entre la población estudiantil. En se­gundo lugar, la mtsma concepci6n de trabajo se ha venidoalterando en el sentido de hacer más tenue la unión entretrabajo y ernpleo, haclendo que la inversl6n en la forma­ctón deje de tener sentido en cuanto inversión en un determi­nado empleo. Aesto se agrega que el panorama"postindustIial"entra en escena con ganancias de productividad que ha­rán dlsmlnulr significativamente el tiempo de trabajo pro­ductivo y, con eso, la centralidad dei trabajo en la vida delas personas. Siendo cíerto que los conocimientos adecua­dos para la formaci6n de productores no se adecúan a laformación de consumidores -en algunos casos son nece­sarios conocimientos específicos, en otros son necesariosconoclmlentos generales-la tendencla a preferir la forma­cíón de consumidores acabará por repercutir en el núcleocurricular.

Pero el cuestionamiento de la dícotomía educacI6n-tra­bajo tiene además dos Implicaclones, en alguna forma

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contradictorias, para la posición de la universidad en el mer­cado de trabajo, Por un lado, hoy es evidente que la uni­versidad no logró mantener la educación profesional ba]ocontrol. A su lado, se multiplican instituciones de menordimensión, mayor flexibilidad y mayor proximidad al es­pacto de la produccíón con oferta maleable de forrnacíónprofestorial cada vez más volátil. Además, el mismo espa­cio de la produccíón se transforma en ocasiones en una"comunidad educativa" donde las necesidades de forma­ción, síempre en mutacíón, son satisfechas en el interiordei proceso productivo. Por otra parte. y en aparente con­tradicción con esto, la mutación constante de los perfilesprofesionales ha venido a recuperar el valor de la educa­ci6n general e incluso de la formaci6n cultural de tipohumanista. Frente a las incertidumbres del mercado detrabajo y de la volatilldad de las formaciones profesionalesque él reclama, se considera que es cada vez más impor­tante suministrar a los estudiantes una formación cultu­ral s6lida y amplia. marcos te6rlcos y analíticos genera­les , una vístón global del mundo y de las transfor­macíones, de tal manera que se pueda desarrollar enellos el espírltu crítico, la creatívtdad, la disponibilidadpara la ínnovacíón, la ambícíón personal, Ia actitud posi­tiva frente al trabajo arduo y en equipo, y la capacldad denegociación que los prepare para enfrentar con éxíto lasexígenctas, cada vez más sofisticadas, del proceso pro­ductivo.

Así, se constata un cíerto regreso al generalismo, aun­que ahora concebido no en cuanto saber universalista ydesinteresado propío de las élites, sino en cuanto forma­ción no profesional para un desempeno pluriprofesiona­lizado. EI informe de la OCDE sobre la universidad, ai queya hice referencia, prefiere "la preparación amplia para unagran variedad de condiciones subsecuentes Impredecl­bles", en detrimento de "un cntrcnamtento específico parauna tarea que en cinco, díez o veinte anos puede que ya noexista" (OCDE, 1987: 12). A propôsíto. dícho Informe cita losresultados de una reciente consulta realizada a empresaríosingleses sobre sus expectativas en relación con la formacíónuniversitaria. Sin sorpresa, la consulta revela que se espe­ra que la universidad seleccíone los jóvenes más capaces yles suministre algunos conocimientos específicos. Pero cu­riosamente se espera, por enctrna de todo, que la uníver­sídad los someta a expertencías pedagógtcas que.

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Independientemente dei curso escogído, creen l1exibili­dad, promuevan el desarrollo personal y agudlcen la mo­tivaclón individual (OCDE, 1987: 66).

La universidad enfrentada a transforrnacíones que nocontrola y presionada por extgencías contradtctortas, bus­ca manejar su posición amenazada a través de una conta­bilidad de pérdidas y ganancias dei desempefio funcional.Enfrentada a las contradicciones de la formación protesto­naI a las que. bajo presión social, pretendió vincular suhegemonia. no deja de mantener en segunda línea, yaun­que margínada, la educación humanística. lista para serreactivada en eI momento en que la presión social domi­nante la requiera. La pennanencia y estabilidad de la uni­versidad son, por eso. un recurso inestimable e incluso larigidez institucional que frecuentemente se le critica, fun­cionará en ocasiones a favor, si no en su centralidad, porlo menos en su supervivencia. Pera la contradicción de basepermanece y no dejará de manifestarse en nuevas tensto­nes. Es que una cosa es la reívtndtcacíón de la hcgemontapor el camtno de la autonomía funcional (el desempeno deuna función que Ie es propia y que por eso le es atribuidaexclusivamente) y otra, la reivindicación de la hegemoniapor el camlno de la dependencia funcional (el intento demantener la exclusividad por el camino de la incorpo­ración de las funciones importantes en un determinadomomento). Esta diferencia está particularmente bien do­cumentada en la dicotomia que sígue,

Teoría -práctica

Desde el stglo XIX la universidad pretende ser ellugarpor excelencía de la producción de conocimiento científi­co. Así pues, no es extrafto que su reputación sea tradicio­nalmente medida por su productividad en el campo de latnvesugacíón. Es postble que algunos tipos de universida­des conquisten una reputación a pesar de estar predomi­nantemente dedicadas a la enseüanza, como por ejernplo.algunos Liberal Arts Colleges americanos o las GrandesÉcoles francesas, pera éstas san las excepciones que con­f1rman la regia. La búsqueda deslnteresada de la verdad,la selección autónoma de métodos y temas de investiga­ción, el amor por eI avance de la ciencia, constituyen elmarco ideológico de la universidad moderna. Son la jus-

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tíftcacíón más profunda de la autonomia y de la especlflcl­dad institucional de la universidad. Subyacen bajo las re­gias y los crttertos de contratactón y de ascenso en la ca­rrera. tanto de los investigadores, lo que no seríasorprendente, como también de los docentes. De hecho,los docentes son considerados siempre en cuanto inves­tigadores-docentes. Si es verdad que el objetivo de la for­mación profesional, a pesar de toda la atención que ha me­recido desde la década de los sesenta, no logró eliminar elobjetivo educacional general de la universidad, no es me­nos verdad que éste, a pesar de ser Inherente a la Idea deuniversidad, no logró suplantar nunca el objetivo primor­dial de la ínvestígactõn. Además, la investigación fuesiempre considerada eI fundamento y la justtítcacíón dela educación a "niveI universitario" y la "atmósfera de in­vestigación", vista como eI contexto ideal para el floreci­miento de los valores morales esenctales de la forrnacíóndeI caracter".

EI rótulo ideológico dei desinterés y de la autonomia enla búsqueda de la verdad hlzo que el prestigio se concen­trara en la ínvestígacíón pura, fundamental o básica y queinc1uyera en ésta las humanidades y las cíenctas socta­leso De ahí la dicotomía entre teoría y práctica y la abso­luta prioridad de la primera. Cualqulera que haya sido sutraducclón real en el período dei capitalismo liberal y enla prírnera fase deI período del capitalismo organizado,esta ideologia universitaria entró en crisis en la postgue­rra y en los anos sesenta se vto desafiada frontalmente porla reivlndlcación de la partlcipaclón de la unlversldad ydeI conocimiento por eIla producido en la solucíón de pro­blemas económtcos y socíales urgentes. Fue así cuestio­nada la dicotomía entre teoría y práctica y las tensionesque de ahí se desprendíeron han sido aprovechadas comorecurso para diversos mecanismos de dísperstón. La ver­tiente principal deI Ilamado al conocimiento práctíco fuela exígericta dei desarrollo tecnológico, la crecientetransformación de la ciencia en fuerza productiva y lacompetltivldad Internacional de las economias hechasde las ganancias de productividad científicamente fun­dadas. Las mismas condiciones que, en el campo de

5 No es casualidad que en la claslficación (jerarqutaacíón l de ias universida­des americanas, elaborada por la Carnegte Foundatíon. las universidadescon más prestigio estén tncluidas en el grupo "Research Untverettíes 1".

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la educacíón, reclaman más forrnacíón profesíonal, tarn­bién reclaman, en el campo de la ínvestígacíõn, la prefe­rencta por la ínvesugactón aplicada, Pero el llamado a lapráctica tuvo otra vertiente. más socio-política. que setradu]o en la crítica dei aíslamíento de la universidad, dela iorre de marfil insensible a los problemas dei mundocontemporáneo, a pesar de que sobre ellos se hayan acu­mulado conocimientos sofisticados y ctertamente utiliza­bles para su solución.

Puesta frente a la cuestión de su importancia económi­ca, social y política la uníverstdad buscó. una vez más,utilizar expedientes que salvaguardaran su centralidadsin comprometer, sm embargo, su identidad funcional einstitucionalidad tradicional. Y una vez más los resulta­dos se quedaron más cortas que las promesas, si bien notanto como para poner en pelígro. por lo menos hasta aho­ra , la permanencia de la universidad. En este caso, la ra­zón tal vez resida en el hecho de que los llamados a lapráctica resultan de intereses muy diferentes y hasta an­tagõnícos, sostenidos por grupos o clases sociales condesigual poder social. La unlversidad, stn dejar de prefe­rir los intereses y los grupos socíales dominantes, ha tra­tado de dar alguna respuesta (aunque tan sólo cosméti­ca) a los intereses y a los grupos soctales dominados.Convocada cn direcciones opuestas, la untveretdad pue­de tomar cada una de eIlas sm cambiar de sitio.

A la luz de esto, se debe tener presente que. al contra­rio de lo que hacen creer los informes oftcíales nactona­les e írrtet-nactonales , la cuestión de la importancia eco­nómica, social y política de la uníverstdad, tal como fuecuestionada a partir de los aüos sesenta, íncluyó vertien­tes muy diversas y discrepantes. EI amalgamamíento deestas vertientes en palabras abstractas como por ejemploelIlamado a la "inserción de la universidad eo la comuni­dad", facilitó todos los reducctonísmos y la verdad es queesta palabra significa estrictamente, en los informes dehoy. poco más que las relaciones entre la universidad yla industria o entre la untversidad y la economía. AI con­trario, intentaré diferenciar a contínuacíón el papel de launiversidad en el aumento de productividad Industrial yel papel de la universidad en la valorización social y cul­tural de la comunidad circundante.

La universidad y la productividad

La lnterpelación de la unlversidad en el sentido de que­rer participar activamente en el desarrollo tecnológico deI

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sistema productívo nacional ernpezó a ser formulada cadavez con mayor insistencia y se traduce en dos problemáti­cas principales: la de la naturaleza de la ínvestrgacíón bá­sica y la de las potencialidades y límites de la investigaciónaplicada en las universidades.

La naturaleza de la tnvestígacíón básica se volvió pro­blemática en los últimos treinta afios, ya sea porque SUB

costos aumentaron exponencialmente. ya sea porque laconversión progresíva de la ciencia en fuerza productivaterminá por poner en tela de juicío la misma validez de ladiferencia entre investigación básica y aplicada. La cues­tión de los costos se agravá en los anos setenta con la crístsflnanciera dei Estado y con la muliiplicación de los centrosuniversitarios de ínvesugactón resultante de la explosiónuniversitaria de la década anterior. En consecuencia, lacentralidad y, en algunos países, la exclusividad de la uni­versidad en la tnvesttgactón básica, que hasta entoncesfuera pensada como soluctón y contabilizada como bene­ficio. pasó a ser pensada como problema y contabilizadacomo costo. Fueron varias las manifestaciones de esta inver­sión. En primer lugar, las grandes empresas multtnacío­nales, transformadas en agentes económicos importantesdei nuevo orden económico internacional. crearon suspropios centros de tnvestígación básica y aplicada y la ex­celencia de sus resultados puede rivalizar con los de loscentros universitarios. En segundo lugar, el mísmo Estadocreó centros de ínvesugacíón no untversttartos. dotados demayor flexíbílídad y exentos de los "vicios de la universidad",especializados en áreas de vanguardia (nuevos matertales,bioiecnología, inteligencia artificial, robótica, energia) ydisponibles para ariiculaciones de diferentes tipos y gra­dos con los centros uníversttartos. En tercer lugar, el Es­tado intentó seleccíonar las universidades y los centros deínvesttgactón con más capacidad de investigación y con­centrar en eIlos los recursos ftnancíeros disponibles.

Míeritras los dos primeros tipos de medidas afectaronla centralidad de la universidad desde afuera, el último tipola afectó desde adentro. Tal como ya sucedtó en el contextode las dicotomías alta cultura-cultura de masas y educa­cíón-trabajo, se produjo la dífcrencíactón y cstrattftcacíónentre las universidades. En este caso, el proceso fue faci­litado por la convtccíón de que la expansión de la untver­sidad en los anos sesenta relajaba los criterios de con-

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tratación y de promoción, haciendo mgresar ai cuerpo do­cente personas por debajo dei nível de excelencia y stn mo­tivación para la tnvesttgacíon. Este proceso está en cursoy las propuestas van en el sentido de concentrar la mayo­ría de los recursos en algunas universidades, financian­do en las restantes. las tareas de síntesis y de dísernína­cíón del conocímtento y los programas de actualización delos docentes". La ejecución de tales propuestas está, sinembargo, debatiéndose con múlttples dificultades y resís­tencías. Es que, a pesar de que tan sólo una fracción delos docentes de una fracción de las universidades haceefectivamente ínvesttgacíón y contribuye para el avance delconoctmíento, la verdad es que el universo simbólico de lavida universitaria continúa poblado por la prioridad de laínvesttgacíón y la deflntción del prestigio tanto insti­tucional, como perscnal. continúa vinculada a la realidado a la ficción verosímil dei performance científico. La con­centración de los recursos destinados a la ínvcstígacíóncrea en las instituciones excluidas una marginalizaciónmucho más amplia que la que se desprende del cierre decentros de tnvesttgacíõn, con repercusiones dífícílmenteprevístbles tanto en el cuerpo docente como en el estu­diantado.

La política de concentración de recursos ha venido a sercomplementada por otra: la íncítacíón a la búsqueda derecursos externos, no estatales. Esta última implica unapreslón en el sentido de preferir la Investigaclón aplicaday es responsable por la gran actualidad dei tema de las rela­ciones entre la universidad y la industria. Los factoresmacroeconómicos determinantes de este proceso son larelativa reccsíón económíca de los países centrales en loscomíenzos de la década de los setenta -Ia cuai se ha pro­longado hasta el presente- y la convicción, hoy generali­zada. de que tal recesíón quedó debiendo menos a la crtstsdei petróleo que a la decadencia absoluta y relativa de laproductívtdad de la Industria (OCDE, 1984: 11 I. decaden­cía que. también consensualmente. se le atribuye a ladesaceleración de la innovación tecnológica. Este fenóme­no es particularmente evidente en Estados Unidos donde,en el tnícto de la década de los ochenta, la industrla gas­taba en ínvesttgacíón y desarroIlo un porcentaje de sus

6 Por ejemplo. en Canadá 26 de las 71 universidades absorben el 90% de losIondos dtspontbles para la tnvesugactón (QCDE, 1987: 31 l.

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lucros inferior a lo que gastaba a mediados de la décadade los sesenta y la inversión incidía más en transforma­cíones parciales de los productos existentes que en ínno­vaciones estructurales (Bok, 1982: 137).

EI consenso sobre la relación entre la decadencia de laproductívídad y la desaceleración dei cambio tecnológicocoloca en el centro de la salida de la crisis el tema de lavelocídad y eficiencia con que se puede traducír el conoci­míento científico en productos y procesos útiles y. conse­cuenternente. en el centro de la cuesttón. la universidad yla investigación científica que en eIla tienen lugar. Siendocierto que la uníverstdad siempre fue concebida con voca­cíón para la mvesttgacíón básica y organizada en funciónde sus exígencías. no será difícil imaginar la turbulencíasimbólica e institucional producida por la tncttactón, cadavez más Insistente, hacia la ínvestígacrón aplicada y porlas medidas en que se va traduciendo. Expresión de estoes el hecho de que la dtscustón sobre este tema deba inci­dir primordialmente en el análisis de los costos y los be­neficios para la uníverstdad. derivados de una uníón másintensa con la industria. Es sintomático también que losbeneficios más convincentemente reconocidos sean los fi­nancíeros, ya sean los que se desprenden directamente delos proyectos de ínvesttgacíón financiados por la tndustrta,ya sean los que indirectamente puedan resultar del au­mento de la competíttvtdad internacional de la economía(más fondos estatales y no estatales dlsponibles para launiversidad).

Por el contrario. los costos y los ríesgos son muchos yvariados. En prlmer lugar está el r1esgo de alteracíón degene­rativa de las prioridades científicas. Hasta ahora , los in­vestigadores uníversttartos trnagínaban decidir sobre lostemas de investigación en funcíón de su interés intrínseco,deI desafío a que enfrentan las teorías ya consagradas, delos prometedores descubrimientos que sugíeren, La prefe­rencia de la tnvestígacíón aplicada puede entorpecer estoscrítertos de prioridad y. como tendencía, reemplazaríos porotros: tmportancía económica y perspectivas de lucro de lostemas de ínvestígacíón: potencíaltdad de estos para crearnuevos productos y procesos; probabilidad de ser finan­ciados por empresas con sede en la regtón de la universidad.Si a las universidades se les permite imponer la investiga­cíón de temasintrínsecamente poco importantes peroeco-

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nómicamente muy relevantes, el resultado probablemen­te será el de investigadores capaces de ser "desviados"hacia la ínvesttgación de rutína emprendida tan sólo enrazón de su rentabilidad. Este riesgo está relacionado conotro, el dei pacto fáustíco. Los Investigadores que aceptano promueven la fínanctactón industrial de sus investiga­ctones pueden caer en la dependencia de la empresafinanciadora. Las remuneraciones voluminosas que rectben y los mejores equipos y otras infraestructuras de in­vestígactõn de que dtsponen, son obtenidos a costa de lapérdida de autonomía, de conflictos constantes entre lasprestones de corto plazo de la empresa y las perspecti­vas a largo plazo proptas de los criterios científicos de in­vesttgacíón y de inevitables concesiones en la evaluacíónde la madurez, representatividad o confiabilidad de losresultados.

EI írnagtnarto universitario está dominado por la ideade que los avances del conoctmtento científico son propie­dad de la comunidad científica. aunque su autoría puedaser individualizada. La libre discusión de los procedi­míeritos y etapas de la ínvesttgacíón y la publícídad de losresultados son considerados imprescindibles para man­tener el dinamismo y la competitividad de la comunidadcientífica. La "comuntdad" industrial tiene otra concep­ción de dinamismo, basada en las perspectivas dei lucroy.otra concepción de cornpetttívídad. basada en las ga­nancías de la productividad. Si a sus concepciones sesobreponen las de la comunidad científica. tendremos, envez de la publicidad de los resultados, el secreto; en vezde la dtscusíón enríquecedora, el mutismo sobre todo loque es verdaderamente importante en el trabajo en curso;en vez de la libre círculacíón, las patentes. Las investiga­ciones más interesantes y los datos más importantes se­rán mantenidos en secreto para no destruir las ventajascompetitivas de la empresa financiadora y los resultadossólo serán revelados cuando estén patentados. Las seüa­les de tal "perversíõn" han venido acumulándose y la per­turbación que esto ha causado en algunos sectores de lacomunidad científica ya está presente, y con ínststencía.en los informes oftcíales (OCDE, 1984; OCDE 1987; 58 yss.).

Una lógica de tnvestrgacíón y de dívulgactón dominadapor las patentes conlleva otro ríesgo: el de las ventajas "des­leales" conferidas a las empresas ftnancíadoras resultan­tes dei acceso preferencial a la información más allá de lo

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que respecta al proyecto de ínvesngacton financiado. Esteriesgo se convíerte, en ocasiones. en un tema de discusiónpública; aaí. por ejemplo, en el caso dei contrato por va­lor de 23 millones de dólares entre la empresa Monsantoy la Facultad de Medicina de Harvard. Se trata de unacuestión compleja que obliga a diferenciar (con quê crite­rios. es lo que se discute) entre ventajas merecidas enfunción deI esfuerzo de financiación y ventajas inmereci­das. Una de sus repercusiones tiene lugar en la políticade lícencíamtento de patentes cuando éstas pertenecen ala uruverstdad (6licenciamiento bajo régímen de exclusi­vidad o de no exclusivldad?).

Aunque la seriedad de muchos de estos ríesgos sólo seráevaluable a largo plazo. la dlscusión a ese respecto tiendea ser hecha en función de los efectos tnrnedratos. Yestosson, sobre todo, vístbles a dos niveles. A nível del cuerpodocente. por la acentuación de las diferencias de salariosentre los docentes cuyos temas de ínvestígactón son eco­nómicamente explotables y los demás docentes; diferen­cias éstas que repercuten en los investigadores y docentesmás jóvenes cuando deben optar entre vartos objetos po­sibles de mvesttgacíón. A esta diferenciación correspondeuna ampltacíón, que algunos ccnstderan peltgrosa, de lo .que se debe entender por "actividad aceptable o legítima"de un investigador universitario (preponderancia deI tra­bajo de consultoría de empresas; formación y gestión deempresas, etc.) (OCDE, 1987; 60). La "distorsión comer­cial" acaba por transformarse en una "distorsión institu­cíonal?". EI segundo nivel hace referencia a la decadenciade las humanidades y de las ctencías soctales, áreas de me­nor comercialización tradicionalmente prestigiosas. congran expansión en los aüos sesenta y que ahora corren elrtesgo de margtnalízacíón, a pesar de ser reclamadas porel nuevo generalismo al que arriba hice referencia.

La preocupación por los efectos tnmedíatos ha impedidouna reflexión más cuidadosa sobre las consecuencias a me­diano y a largo plazo. Por otro lado, ha contrtbutdo a ocul­tar el hecho de que la sttuacíón emergente no significa unaalteracíón cualttatíva, sino tan sólo de grado, en relacíón

7 Los peltgros resultantes de esta dlstorsión son evidentes hoy y aparecencada vez con más tnststencta en publicaciones de los organismos interna­cionales que hasta bace poco veían sobre todo beneficios en la unlón uni­verstdad-tndustrta. cj.. por último, OCDE {19BB}.

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con la situación anterior. Los valores de la ética científica-eí comunismo, el desinterés, eI universalismo, el escep­ticlsmo organizado. para usar la lista de Merton (Merton,1968: 604 y ss.; Santos. 1978)- son parte Integrante deiuniverso simbólico untversttarro y son importantes comotales, pera la práctica uníversttarta estuvo más o menoslejos de respetarlos. Las relaciones con la índuatrta co­menzaron desde eI síglo XIX y con la índustrra de guerra aprtncípíos de los afios cuarenta; las luchas por el presti­gio y ia prtorrdad entre departamentos y entre centros deinvestigación viene desde hace mucho: la ambtcíón de lospremios (Nobel y otros) es , desde hace mucho, responsa­ble por el secretlsmo y por el "IndividualIsmo poseslvo"; loscrttertos de evaluactón y las exrgencías burocráticas esta­tales y no estatales de flnanclaclón stempre oblIgaron a"distorsiones" variadas en la evaluacíón y en la presenta­ción de los resultados y esas mísmas fmancíacíones, a tra­vés de sus crtteríos de prioridad de los temas por investi­gar. sternpre establecieron diferencias entre áreas yentreremuneraciones de los docentes. Estamos pues, frente auna alteración de grado que, por demás, no es , por esc,menos significativa.

Como se verá mejor adelante, ai analizar la crtsís institucio­nal, eI modo como se ha discutido esta cuestión es revela­dor de una estrategía de dispersión de las contradiccionespor parte de la universidad. Debilitada por una crtsts fí­nanctera, e incapaz, por eso, de resistir el impacto de lalucha por la productivldad o de definir soberanamente lostérminos de esta lucha, la universidad procura adaptarsecreativamente a las nuevas condiciones, intentando maxt­miz~r los beneficios financieros y conjurando los riesgos atraves de un !lamado ai "equillbrlo de funciones" y a la pre­vención contra la "sobrecarga funcionai" [OCDE, 1984: 12).

La universidad y ia eomunidad

Como mencíorié atrás. adernás de las vertientes economi­eista y productívtsta, el!lamado a la práctlea tuvo, a par­tir de los afies sesenta, otra vertíente de ortentacíón socialy política que consísttó en la írmovacíón de la "responsa­billdad social de la unlversidad" frente a los problemas deimundo contemporáneo, una responsabilidad raramenteenfrentada en el pasado, a pesar de lo pererrtorto de estos

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problemas y a pesar de que la universidad haya acumula­do sobre e!los conocímíentos preciosos. Esta vertientetuvo, así, un cufio marcadamente crítico. La universidadfue criticada, ya sea porque raramente tuvo el cuidado demovilizarlos conocimientos acumulados a favor de las so­luciones de los problemas sociales, ya sea por no habersabido o querido poner su autonomía institucional y sutradición de espíritu crítico y de discusión libre y destn­teresada ai servícío de los grupos soctales dominados y desus intereses.

La reivindicación de la responsabilidad social de la uni­verstdad asurníó tonalIdades diferentes. Si para algunosse trataba de criticar el aíslamíento de la unlversldad y deponerla aI servicio de la sociedad en general. para otros setrataba de denunciar que el aislamiento fuera tan sóloaparente y que eltnvolucramiento que él ocultaba, en fa­vor de los intereses y de las clases dominantes, era socialy políticamente condenable. Por otro lado. si para algunosla universidad debía comprometerse con los problemasmuridíales en general y donde qutera que ocurrtesen (elhambre en el tercer mundo. el desastre ecológíco. el arma­mentismo, el apartheld, etc.), para otros, el compromisoera con los problemas nactonales (la crlmlnalldad, el de­sernpleo. la degradaclón de las ciudades, el problema dela vívíenda, etc.) o incluso con los problemas regíonaleso locales de la comunidad inmediatamente involucrada (ladeficiente asesoría jurtdíca y asístencía médica, la falta detécnicos de planeaclón regional y urbana, la necesídad de edu­caclón para los adultos, de programas de cultura generaly de formacíón profestonal, etc.).

El movtmtento estudiantil de los anos sesenta fu e, stnduda, el portavoz de las reivindicaciones más radicales enel sentido de la intervención social de la universidad. En­tre estas retvtndícacíones y las reívíndícacíones de los con­servadores y tradicionalistas que recusaban, por corruptordeI ideario uníversttarto, cualquier tipo de intervencio­nísmo, fue surgíendo. a lo largo de la década. un tipo deintervencionismo moderado. reformista. que tuvo su me­jor formulactón en la idea de la multiversidad americanateorlzada por Clark Kerr (1982) a partir de 1963. Aneladaen una larga tradición que se remonta a las "land-grantuniversities", la multiversidad es, muy sucintamente, unauniversidad funcionalizada, disponibIe para eI desempe­fio de servíctos públicos y la satisfacción de necesidades

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sociales conforme a las solicitudes de los agentesfinanciadores, estatales y no estatales. Se trata de una"institución en el centro de los acontectmíentos" (Kerr,1982: 42) y éstos pueden ser tanto la colaboraclón con lasfuerzas armadas y la elA. Ia vinculación con la industrlao con las asociaciones de agricultores. como la aststen­cía técnica a los países deI tercer mundo, el apoyo a lasescuelas de zonas urbanas deprimidas. la organización de"clínicas de vecíndad" para las clases populares, la asts­tencia jurídica y judicial a los pobres.

La idea y la práctica de la multíversídad está sometidaa un fuego cruzado. Los tradicionalistas hicieron dos crí­ticas principales. La prírnera consistía en que eI interven­cíontsmo sujetaría a la uníversrdad a presiones y tentacionesdescaracterizadoras: muchos de los programas de exten­sión no estarían basados en conocimientos sólidos; losprofesores involucrados en actividades de consultoría y deextensión dedicarían menos tiempo a la ensefíanza y a lamvesttgacton y con el paso del tíempo. perderían la leal­tad a la universidad y a sus verdaderos objetivos; los pro­gramas socialmente relevantes se expandirían a costa deIdecaimiento de los departamentos de filosofía, de culturaclásica o de htstorta medieval. La segunda crítica consistíaen que el crecimiento precipitado de la untversídad con­duciría a la ampliación desmesurada de los servícíos ad­ministrativos y a la creación de burocracias poderosas, queasfixiarían la iniciativa y la llbertad de los docentes. Ensuma, desde el punto de vista conservador, la vocación dela uníveratdad sería la inversión intelectual. de largo pla­zo, la ínvesttgactón básica. científica y humanística, unavocación por naturaleza atslactontsta y elitista.

Pero la multíveraídad fue también atacada por el movi­míento estudiantil y en general por la izquierda intelectual(Wallerstein y Starr, 1971). La crítica fundamental fue quela untverstdad, con su total dlsponibilidad para ser funcío­nalizada y financiada. acababa por volverse dependiente delos intereses y grupos sociales con capacidad de financia­ción, o sea, de la clase dominante, dei establishment.Rehusándose a establecer sus prioridades socíales y a pro­poner definiciones alternativas para los problemas y lasnecesidades sociales seleccionadas por el gobierno y otrastnstttucíones, la universidad capitulaba ante la sumtsíóny la pasívídad, aunque bajo la forma de frenético activismo.

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En un notable texto de reflexión escrito en medío de laturbulencía estudiantil, Wallerstein afirmaba que "Iacuestión no está en decidir si la universidad debe o noser politizada, si no en decidir sobre la política preferida.Y las preferencias varían". (Wallerstetn. 1969; 29).

La crítica conservadora empezó a ser oída con más in­ststencía en los anos setenta y en los afias ochenta. Unbuen ejemplo es el debate actual sobre las tests de AllanBloom, ya analizadas. Muchos de los programas orienta­dos a minimizar los problemas sociales de las cIases noprivilegiadas y de las minorías étnicas y raciales fueroncancelados. Otros. más vinculados ai establishment (so­bre todo militar) que habían sido cancelados en los anossesenta bajo la presión de la crítica estudiantil, volvierona ser activados. En muchas universidades, la responsa­bilidad social de la umvereídad se fue reduciendo a losvínculos con la industria. Stn embargo, en el caso ameri­cano, la tradícíón de reformismo universltario y la especifi­ctdad de las relaciones jurídicas (sobre todo fiscales) einstitucionales de las universidades con las cíudades y lascomunidades donde están instaladas hizo que la idea dela multiversidad mantuviera su llamado ideológico y secontinuara traducíendo en programas de orientación so­cial. sobre todo en el ámbito comunitarlo. De las Iniciati­vas exaltantes de los afios sesenta -oficinas de consulto­rios jurídicos gratuitos y clínicas médicas y odontológicasinstaladas en el ghetto por iniciativa de las facultades dederecho y medicina respectivamente; programas de in­vestígactón y de consultoría sobre problemas urbanos or­ganizados en colaboración entre los departamentos desociologia y de urbanismo por un lado, y las agencias ad­ministrativas locales por otro: acctones de educacióncontinua y de educación para adultos a cargo de los de­partamentos de educación: apertura de las bibliotecasuníversttartas a la poblactón: múltiples iniciativas detipo de "universidad abierta"; etc. etc.- algunas sobrevi­vieron hasta nuestros días y atgunas incluso se han ex­pandido. Por ejemplo, en muchas facultades de derecho,los servícíos de aststencta jurídica y judicial gratuita,que eran extracurriculares en los anos sesenta. fueronintegrados a los programas de estudio como forma de"enseftanza aplicada" (clinicai educatiDn l, es decir, de tra­bajo práctlco de estudiantes bajo la oríentacíón de los profe­sores. Tambíén se han mantenldo algunos de los programas

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de apoyo técnico a la renovación urbana. sobre todo de laszonas degradadas, tal como los programas para gruposespecialmente carentes (nifíez abandonada, anctanos,cíegos, deficientes) y los programas de recíclaje (la llama­da midcareer educatton) para mandos medios y superio­res de la admíntstracíón pública y privada,

La teorízacíón hoy dominante de los programas de ex­tenston es reveladora de los limítes de la apertura de launíverstdad hacía la comunidad y de los objetivos que lesubyacen. En primer lugar, ia apertura desempena unimportante papei de relaciones públicas en comunidadescon una larga serte de quejas y resentimientos contra launtverstdad, desde los incentivos fiscales para la expan­sión de las infraestructuras en detrimento de otras activida­des locales hasta el desasosiego provocado por la bohemiaestudiantil. En segundo lugar se considera que los servi­cios de extensión comunitaria deben tener un fuerte com­ponente técnico con el propósito de evitar que la untversídadse substituya ilegítimamente por otras instituciones o sedescaracterice en el desempeno de sus funciones. Por úl­timo. deben ser preferidos los programas que involucranpocos recursos (sobre todo humanos) y que apuntan a ayu­dar a un determinado grupo local sín antagonizar con otros.Esta última orientación revela bien en qué medida la uni­versidad pretende controlar su desarroIlo comunttarío yejercerlo de tal modo que mantenga un distanciamientocalculado frente a los conflictos soctales. Incapaz de ais­larse completamente de las presiones que se le hacen, Iauniversidad procura dirigirias de tal modo que se repro­duzca, en condiciones srernpre nuevas, su centralidadsimbólica y práctica sin comprometer demasiado su esta­bílidad institucional.

En Europa, tanto eI modelo alemán de untverstdad,como el modelo ínglés, e incluso las diferentes cornbtnacto­nes entre ellas , crearon una idea de universidad que, des­de el principio. ofrece a ésta mejores condiciones paramantenerse resguardada de las presiones socíales y parahacer de ese atslamíento la razón de ser de su centralidad.En último análísts. esa idea consiste en hacer agotar lasresponsabilidades sociales de la universidad en la investi­gación y en la ensefianza. Mostré atrás que el aíslamtentoobtenido por este camino será siempre muy relativo, pues­to que el cuestionamiento, recurrente en las últimas dé-

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cadas, sobre lo que se debe investigar (ínvesügacíón básicao aplicada) o sobre lo que se debe enseriar (cultura generalo formación profesional) resulta accionado por presionessociales a las que la untverstdad, de una o de otra forma.le va dando respuesta, Debe, sin embargo, subrayarse laeficacia selectiva de esta idea europea de universidad. Sibien es cierto que ella contribuyó a resguardar relativa­mente a la universidad (sobre todo en el continente europeo)de las reivindicaciones más radicales de los afios sesen­ta, en el sentido dei compromiso de la universidad en lacorrelación, incluso en la solución de los problemas mun­diales, nacionales o locales, no impidió que las universi­dades. deI brazo de una grave crisis financiera, se lanza­ran a la lucha por la productividad y a la apertura haciala "comunidad" industrial. De tal modo que hoy la respon­sabilidad social de la uníverstdad está virtualmente redu­cida a los términos de eu cooperación con la industria.

Sín embargo, la concepción más amplia de responsa­bílidad social. de parttcípacíón en la valorización de lascomunidades y de intervención reformista en los proble­mas socíales continúa vigente en el trnagínarto simbólico demuchas universidades y de muchos universitarios y tíen­de a reforzarse en períodos históricos de transtcíon o deahondamiento democráticos. En América Latina. porejemplo, ha venido a concretarse en forma innovadora enpaíses en proceso de transtcíón democrática. Entre otrosejemplos posibies, el más Importante fue tal vez el de laUniversidad de Brasília, ba]o la rectoría de CristovamBuarque. sobre todo por el modo como procuró articularla tradición eiitista de la universidad con la profun­dización de su compromiso social. En un notable textoprogramático titulado Uma ide ia de Universidade,Buarque afirma que "Ia política de la universidad debecombinar el máximo de calidad académica con el máxi­mo de compromiso social (... ) Lo que caracterizará elproducto, por lo tanto, es su calidad, su condición deélite, pero lo que caracterizará su uso es su amplio com­promiso -su condición antielitista-" (1986: 22), Conbase en estas premisas se formula una política de ex­tensión muy avanzada: "se considera que el conocí­miento científico. tecnológico y artístico generados enla uníverstdad e institutos de ínvestrgacíón no son úni­cos. Existen otras forma de conoctmíento surgidas de lamanera de pensar y actuar de los innumerables segmen-

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tos de la socíedad a lo largo de generaclones que, por noestar caracterizadas como científicas, están desprovistasde Iegtttmídad Institucional. Eslas prácticas se están re­cuperando a la luz de una actívídad orgânica con la ma­yoria de la poblaclón" (Buarque, 1986: 63), Del ambicio­so Programa Permanente de Participaclón Colectivaelaborado por la Decanatura de Extenslón, destaco elproyecto Ceilândla, constituldo por dos subproyectos: "elsubproyecto de hístorta popular que apunta a rescatar lalucha de los moradores dei área por los lotes resídencía­leso contenido que será incorporado aI sistema escolar encuanto material básico de enserianza de lo local; y eIsubproyecto de salud popular, basado en el trabajo conplantas medíctnales, con la tmplantacíón de huertas me­díctnales y farmacia verde y con gran participación derezanderos. bendectdoras , curanderos, profesionales dela salud, estudlantes, agrónomos, etc,". Tamblén convte­ne resaltar el proyecto delDerecho Encontrado en la Calle. que apunta a recoger y valorizar todos los derechos CQ­

munltarios, locales, populares, y movilizarlos en favor delas luchas de las clases populares, enfrentadas, tanto eneI media rural como en el media urbano. con un derechooficial hostil o Ineftcaz".

El espacío concedido a esta propuesta de la Unlversldadde Brasilla tiene por objetivo mostrar la extrema ductilldaddei llamado a la práctlca y de la concepclón de responea­bíltdad social de la untversídad en que éste se traduce. Enla década de los ochenta, la mísma concepclón pudo, enáreas diferentes del globo y en condiciones soctales y po­líticas diferentes, circunscribirse a la cooperación con laindustrla o, por el contrario, abarcar un amplio programade reforma social. Tal ductilidad servida por la establlidady por la específícldad Institucional de la unlversldad, haceposlble que ésta contlnúe reclamando una centralidadsocial que a cada momento ve que se le escapa pero que,también procura recuperar, recurriendo a diferentes me­canismos de dispersión, un inmenso arsenal de estrate­gias de aplicación y de retracción, de innovación o de re-

8 En e! âmbito de este proyecto fue publicada una notable antología de tex­tos cuya última edíctõn es de 1990. (Curso de Extensl6n unrversítarta a Dis­tancia. 1990).

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grestón, de apertura y de cíerre. que están inscritas en sularga memoria institucional.

Dado el modo como se reproducen las contradiccionesy las tensiones en las dicotomías alta cultura-cultura po­pular, educación-trabajo, teoría-práctíca. enprocesos so­clales cada vez más cornplejos y acelerados, la unlversldadno puede dejar de perder la centralldad, tal vez por que asu lado van surgtendo otras instituciones que le disputancon éxíto algunas de las funciones, tal vez por que presio­nada por la "sobrecarga funcional", está oblígada a dífe­rencíarse internamente con el rtesgo permanente de ladescaractertzacíón. De ahí la crisis de hegemonia que hevenido analizando. Los recursos de que dispone la univer­stdad son inadecuados para resolver la crtsts, toda vez quelos parámetros de ésta trasclenden en mucho el ambienteuníversttarto, pero han sido hasta ahora suficientes paraimpedir que la crtsts se ahonde descontroladamente.Como resulta del análísts precedente, la crtsís de hegemo­nía es la más amplia de todas las crtsts por la que atr-avíe­sa la unlversldad, de tal manera que está presente en lasrestantes. Por esta razón, me limito en seguida a hacer unabreve referencia a la crisis de Iegíttrnrdad y a la crisisinstitucional.

LA CRISIS DE LEGITIMIDAD

Míentras no fue cuestionada, la hegemonía de la uníver­stdad constltuyó un fundamento suficiente desu legítímídady, por lo tanto, de la aceptación consensual de su extsten­cia institucional. Stn embargo, los factores que llevaron ala cnsts de hegemonía en la postguerra y que fueron men­cionados en la seccíón anterior sólo explícan parcialmentela crtsts de Iegttímtdad tal como ella se vmo a configurary es por eso que se deben distinguir las dos or-tsts , a pe­sar de que la crtsts de hegemonia esté presente en la crt­sls de legltlmldad.

En la sociedad moderna eI carácter consensual de unadeterminada condícíón social tiende a ser medido por sucontenido democrático; eI consenso, de su parte, será tantomayor cuanto mayor sea su consonancía con los prtnct­pios filosófico-políticos que rtgen a la socledad democrá­tica. Éste tambíén ha de ser el crlterlo de legltlmldad dela universidad moderna. Y a la luz de él, no sería sorpren-

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dente que la Iegíttmídad de la untversidad fuera, desde elprincipio. bastante precaria. La universidad moderna seproponía producír un conocímíento superior, elitista,para suministrárselo a una pequena mtnor-ía de jóvenes,igualmente superior y elitista, en un contexto institucionalclasísta (la universidad es una sociedad de c1ases) quepontifica sobre la sociedad desde lo alto de su atslamten­to.

A pesar de esto, Ia Iegttímtdad de la uníversidad no fueseriamente cuestionada durante el período dei capitalis­mo liberal y a eso contribuyó decisivamente el hecho deque el Estado liberal, que es la forma política de la socte­dad moderna en este período, no tenga él mismo un fuer­te contenido democrático. Éste por demás comenzó porser muy débil y sólo se fue fortalccterido a medida quefueron teniendo éxíto las luchas de los trabajadores porel sufragto untversal, por los derechos civiles ypolíticos, porla organizactón autônoma de los intereses, por la nego­cíacíón sobre la distribución de la riqueza nacional. EIéxíto de estas luchas provocá alteracíones tan profundasque configuró a partir de finales dei siglo XIX. un nuevoperíodo de desarrol1o capitalista, el período dei capitalis­mo organizado, en cuyo transcurso la forma política deIEstado liberal fue sustituida, en las sociedades europeasdesarrolIadas. por el Estado-Providencia, o Estado socialde derecho, unaforma política mucho más democrática con­cebida para hacer compatible, dentro deI marco de relacio­nes sociales capitalistas. las exígenctas deI desarrollo eco­nómico con los prrnctpícs filosófico-políticos de laígualdad. de la libertad y de la solídartdad, que subyacenen el proyecto social y político de la modernidad. Se com­prende pues que la Icgíttmídad de la universidad moder­na, a pesar de ser siempre precaria, sólo haya entrandoen crísts en el período dei capitalismo organizado y por de­más, tal como la crísts de la hegernonía, sólo aI final deIperíodo en la década de los sesenta. La crtsts de la legttt­midad es, en gran medida. el resultado dei éxito de las lu­chas por los derechos sociales y económicos, los derechoshumanos de la segunda generación entre los cuales so­bresale el derecho a la educacíón (Santos. 1989a).

La crísts de Iegttímtdad ocurre entonces en el momentoen que se hace socialmente víeíble que la educación supe­riory laalta cultura son prerrogativas de las clases superio­res. altas, Cuando la búsqueda de educación deja de ser

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el objetivo de promover su ascenso social. De ahí, la ím­plicación mutua entre la crtsts de hegemonía y la crtsts delegitimidad: el tipo de conocimientos producidos (cues­tión de hegemonía) tiende a alterarse con la alteración deIgrupo social a que se destina (cuestión de legítrmídadl.Por eso, las respuestas de la universidad a la crisis dehegemonía arriba analizada -incorporación limitada de lacultura de masas, de la formación profesional, de la ínves­tígactón aplicada y de la extenstón a la comunidad- sóloson plenamente comprenstbles si tenemos en mente quecon elIas la untver-stdad pretende incorporar, de modoigualmente limitado, grupos socíales hasta entonces ex­cluidos (híjos de la clase proletarta, de la pequena burgue­sía y de ínmígrantes. mujeres, mínorfas étnicas).

En el momento en que la búsqueda de la untversidaddejó de ser sólo la búsqueda de la excelencia y pasó a sertambién la búsqueda de la democracia y de la tgualdad. loslímites de la congruencia entre los prtncíptos de la univer­stdad y los principios de la democracia y de la tgualdad sehícteron más vístbles: óCómo compatibilizar la democra­tízacíón del acceso con los criterios de selección interna?,ócómo hacer interiorizar en una institución que es , elIamtsma una "sociedad de cIases" los ideales de democraciay de ígualdad? <ócómo suministrarle a los gobernados unaeducacíón sernejante a la que hasta ahora le fue surntnís­trada a los gobernantes. sín provocar un "exceso de demo­cracia" y con eso la sobrecarga deI sistema político másallá de lo que es tolerable?, ócómo es posible, en vez de eso,adaptar los modelos de educación a las nuevas círcuns­tancías sin promover la medíocrtdad y descaracterizar ala umverstdad?

Enfrentada a tales mterrogantes, la universidad una vezmás se prestó a soluciones de compromiso que le permi­tieron continuar reclamando su legítímtdad sin desistir, enlo esencíal, de su elitismo. Resumiendo, se puede decir quese buscó desvincular en la práctica, y en rebeldía contra eldiscurso ideológico, la búsqueda de la universidad de labúsqueda de la democracia y de la ígualdad. de tal modoque la satisfacción razonabIe de la primera no acarreasela exagerada sattsfaccíón de la segunda. Esto fue postblesobrepontendo a la diferenciación y estratificación dela universidad según eI tipo de conocimientos produ­cidos -analizados arriba-la diferenciación y estratifica-

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ción según el orrgen social del cuerpo estudtantíl. Losmúltiples dualismos mencionados, entre ensefíanza su­perior universitaria y no uníversttarta. entre universida­des de élite y universidades de masas, entre cursos degran prestigio y cursos poco valorizados, entre estudiosserias y cultura general, se deftníeron. entre otras cosas,según la composrcíón social de la población escolar.

A partir de la década de los sesenta, los estudios SOCiO­

lógicos fueron mostrando que la masífícacíón de la educa­cíón no alteraba significativamente los patrones de des­ígualdad social. Hoy, los informes oftctales son los quepueden certificarIo. A mariera de balance del "énfasisígualttarto" de los úliimos veinte anos, el informe OCDEque he mencionando afirma: "Apesar de que la expansiónde la ensefianza superior, que tuvo lugar en la mayoría delos países en los anos sesenta y prtncípios de los anos se­tenta mejoró aparentemente las oportunidades de los gru­pos sociales menos favorecidos, la verdad es que la post­ción relativa de estos grupos no mejoró significativamentesobre todo después de mediados de los anos setenta"(OCDE, 1987: 34), Según el mlsmo informe, el porcentajede hijos de familias trabajadoras que asistieron a las uni­versidades alemanas aumentó significativamente en losaüos sesenta, pero se mantiene entre el 12 % Y el 15 %desde 1970, En Francía ocurrtó algo semejante, ese por­centaje era del 8% en 1962 y de tan sólo el 12% en 1982,a pesar de que la poblacíón estudiantil aumentó eneste período de 282,000 a 773,000, AI contrario. se­gún este mismo informe, prácttcamente en todos los paí­ses de la OCDE, es más alto el porcentaje de hljos de fa­milias trabajadoras que asisten a la enseiíanza superiorno universitaria (OCDE, 1987: 35), Para los hljos de lasfamilias trabajadoras, el hecho de que el derecho a la edu­cacíón haya venido a significar, el derecho a la formacióntécnica profestorial. es revelador deI modo como la reívln­dtcacíón democrática de la educaclón fue subordinada,en el marco de las relaciones soctales capitalistas, a lasexígencías deI desarrollo tecnológico de la producclón In­dustrial fuertemente sentidas a partir de la década de lossesenta".

Frente a la reívtndtcacíón social de un modelo de desa­rrollo más ígualttarto, la universidad se extendió según

9 ct.. tambtén. Courtots (1988).

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una ley de desarrollo desigual (Moscatí, 1983: 66). Paraaquellos que siempre estuvieron en contra de la expan­síón, como por ejemplo, A. Bloom, la universidad perdiósu carácter de un modo irremediable. Para los que promo­vieron el desarrollo desigual, la uníverstdad, a pesar detodas las transformaciones para romper su atslarntentoancestral, no cambíó lo esencial, pues mantuvo siempreun núcleo duro capaz de imponer los criterios de excelen­cía y los objetivos de educaclón lnlegral. Para los adeptosde la expansión democrática, la universidad se dejófuncíonaltzar por las cxígencías deI desarrollo capitalista(mano de obra califlcada) y defraudó las expectativas depromoción social de las elases trabajadoras a través delexpediente de falsa democratlzaclón 10 La dlversidad deopiniones es , en este caso, reveladora de la ambtgüedadmisma de la ley de desarrollo desigual. Es de creer queesta desigualdad contlnúe vigente en el futuro próximo y,por lo demás, sln grandes sobresaltos, ya sea porque laprestón demográfica terminó, ya sea porque esté aumen­tando el número de estudiantes con expectativas más li­mitadas (adultos !", estudlantes trabajadores. estudían­tes fmanciados por las empresas P. etc.) Frente a estascondiciones dísmínuyen los costos de una política de dís­criminación social y por eso no es sorprendente que enmuchos países la prtortdad para garantizar el acceso a launiversidad para los grupos sociales desprotegidos seahoy menor de lo que era en los aüos sesenta y setenta(OCDE, 1987: 21).

LA CRISIS INSTITUCIONAL

De todas la crisis de la universidad, la crtsts institucio­nal es, sm duda, la que se ha agudizado más en los últí-

10 En un pequeno libra publicado en 1975, ya denunctabu la falsa democrati­zación de la unlversidad. ai mlsmo tiempo que defendía una democratiza­ctón global de la mtsma que incluía la democratlzaclón administrativa, geo­gráfica, curricular, pedagógica institucional, profesronal y socto-económtca(Santos, 1975).

11 EI CenterJor EducatlonStatisttcs de los Estados Unidos prevtõ que en 1990,e! 47% de los esrudtantes de enseüanza superior americanos tendrían másde 25 anos de edad.

12 Cada vez más las empresas están dtepuestas a financiar parte de la educa­ciõn de sus empleados, pera la mayoría establece restricciones en cuantoai tipo de cursos que financlan (cursos cortas; cursos relacionados con e1empleoj. La exenctôn de Impuestos por financiación de la educaclón de losempleados ha Iunctonado como uri incentivo poderoso. Cf. Mitchell (1989).

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mos dtez anos. En parte porque en eIla repercuten, tantola crísts de hegemonía, como la crtsts de legitimidad; enparte porque los factores más indicativos de su agrava­miento pertenecen efectivamente al tercer período deI de­sarrojto capitalista, el período dei capitalismo desorgani­zado. El valor que está síendo afectado en la crtstsinstitucional es la autonomía universitaria y los factoresque ~an veriído a hacer cada vez más problemática su afír­maclOn. ~on la crísts deI Estado-Providencia y la desa­celer-actõn de la productividad industrial en los paísescen,trales. Los dos factores, ambos característicos deIpenodo del capitalismo desorganizado, están vinculados.pero es p~sible y conveniente, analizarlos por separado.

La crtsts del Estado-Providencia es mucho más comple­ja y la traté en deta11e en otro lugar (Santos, 1990), Bastamencionar aquí que esa crtsts se ha manifestado a través~el deterioro progresívo de las políticas sociales, de la po­Jítíca de -"ivienda y de la política de salud a la política deeducacion. Invocando la crrsts ftnanctera -no stemprecomprobada y casi nunca motivo suficiente- el Estado havenido haciendo profundas reestructuraciones en su pre­supuesto y síempre en el sentido de desacelerar, estancare i,?cluso contrariar el presupuesto social. Pero más dra­m~ticaque la evolución deI nível de los gastos es la evolu­cíón de su ,contenido, Rápidamente el Estado ha pasado dela co~diclOnde productor de bíenes y servícíos Iescuelas ,e?senanza) a la de comprador de bienes y servicios produ­cídos ~n ~l sector privado. En consecuencia. la universi­dad pública. que en Europa tterie un predominio absolu­to en el sistema de enseüanza superior. ha sufridorecortes presupuestales más o menos significativos, so­bre todo en el área de las ctenctas sociales y las humani­dades, aI mtsmo tiempo que es obligada a enfrentarse conla crecien~e competencia de la uníverstdad privada. fuer­temente fmanciada por el Estado,

. Los recortes presupuestales provocan tres efectos prtn­cípales en. la vida institucional de la universidad. Porqueson selectívos , alteran las POsiciones relativas de las dife­rentes áreas del saber universitario y de las facultades, de­partarnentos o unidades donde son investigadas y lo ense­nadas y. con esto, desestructuran las relaciones de podere? que se basa l~ estabilidad institucional. Porque estánsrempra acompanados del discurso de la productividad.

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obligan a la universidad a cuestionarse en términos quele son poco familiares y a someterse a crttertos de evalua­cíón que tienden a dar de su producto, cualquiera queeste sea. una evaluacíón negativa. Por último, porque norestríngen las funciones de la universidad en la medidade las restrícctones presupuestales, los recortes tíenden amducír la universidad a buscar medtos alternativos de n­nanctactón para lo cual se auxíltan de un discurso apa­rentemente contradictorio que resalta símultáneamentela autonomía de la universidad y su responsabilidad so­cial.

Este último efecto se une con el segundo factor de lacrisis institucional de la universidad: la desaceleración dela productividad industrial. Cualquíera que haya sido eldiagnóstico de este fenómeno, la terapéutica se centró,desde temprano, en la mvestígactón científica y tecnológicay a partir de ese momento, la uníverstdad se vío convoca­da a participar más activamente en la lucha por la produc­tividad industrial. Atrás vimos que la uníverstdad reaccío­nó a esa convocatoria stguíendo una estrategta demtnímízacíón dei ríesgo de la pérdida de hegernonía. En­frentada a los recortes ftnancteros , no sorprende que en­tre los beneficios esperados de esa partícípacíón. los ftnan­cíeros hayan sido los más consentidos. Sin embargo, losflujos provenientes de las empresas. por estar subordina­dos a los crítertos de rentabilidad de la ínverstón propiosde la rndustrta, terminaron por ejercer una prestón, con­vergente con la de los recortes presupuestales, en el sen­tido de evaluar el desempeno de la uníverstdad. En otraspalabras, la parttcípacíón de la untverstdad en la luchapor la producttvídad acabó por voltear esa lucha en con­tra de la misma universidad y el efecto institucional quede ahí se desprende no se hizo esperar. Enfrentada a es­tos Iactores, la crtsts institucional de la untverstdad asu­me vartadístmos aspectos. Me referíré brevemente a unode ellos, a mí entender el más importante; ia evaluacíón deidesempeno universitario.

La eualuación deZ desempeno uniuersitario

La pretensión hegemoníca de la unívcrsídad como centrode producctón de conoctmíentos científicos y de educaciónsuperior. combinada con su específtcídad organizativa y lanaturaleza difusa de los servícíos que produce, hízo que latdea de evaluación del desernpefio funcional de la univer-

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sidad fuera mirada con extraneza y hasta con hostilldad.Aprimera vista. no se comprende bico una actitud semejan­te. pues la universidad es una sociedad compulsivamenteatraída por la evaluación; de la evaluación dei trabajo es­colar de los estudiantes a la evaluación de los docentes einvestigadores para efectos deI ascenso en la carrera.Pero, por olro lado. es comprensíble que la compulsiónpor la evaluación interna determine de por sí un cierto re­chazo a la evaluación externa, pues es de eSQ de lo que setrata cuando se habla de evaluaclón dei desempeno de launiversidad. Aunque sea efectuada por la propia univer­stdad, tal evaluacíón será sternpre externa. porque colo­ca la utilldad social de la unlversidad en un conjunto másamplio de utilidades soctales, porque ínvolucra, aunqueírnplícttamente, una comparación entre modelos insti­tucíonales y sus desempenas.

Sea como sea. la exígencía de la evaluación es conco­mitante con la crtsts de hegemonía. En la medida en quela universldad pierde centralidad se hace más fácil justi­ficar y hasta imponer la evaluacíón de su desempeno. Nosorprende pues que esta extgencía haya crecido mucho enlas dos últimas décadas. Enfrentada con ella, la untver­stdad no ha encontrado, hasta hoy, un camino propío e in­equívoco para darle una respuesta. Si, por un lado, la exí­gencia de la evaluación parece estar en contradicción conla autonomía uníversttana, por otro lado. parece ser la co­rrelacíón natural de ésta. La universidad ha tendido a versobre todo la contradicción y a asumir una posición de­fensiva, traducida en la acción de varios mecanismos dedíspersrón. A su vez. tal postcíón ha impedido que la unt­versidad asuma un papel más activo en la fljactón del sen­tido y de los crttertos de evaluación. Son reconocidas lasmúltiples dlflcultades de evaluaclón dei desempeno fun­cionai de la unlversidad. Pueden agruparse en tres gran­des problemáticas: la deftntcíón del producto u níverstta­rio, los crítertos de la evaluación y la titularidad de laevaluactón.

En cuanto a la dejinición dei producto de la universidad.las dífícultades conststen en la correlación de la multíplí­cídad de fines que la universidad ha venido a incorporar ya la que arriba híce referencta. Frente a tal multtplíctdadse preguntará cuál es el producto de la unlversidad o aimenos si tiene sentido hablar de producto. Como afirmaBíenaymé, Ia varledad de productos que se esperan de la

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universldad es tal que se hace difícil exigir que la untver­sidad los produzca todos con la mísma eftctencta, o queestablezca entre ellos unajerarquía inequívoca (Bienaymé,1986: 106). La producclón y transmisión dei conocímten­to científico, la producción de trabajadores calificados, laelevación dei nivel cultural de la sociedad, la formación deicarácter, la iderrtíftcacíón de talentos, la parttctpactón enla solución de los problemas socíales, son productos, nosólo muy variados. sino lambién difíciles de definir. Ade­más. como dije atrás, la producción de uno de eIlos chocafrecuentemente con la del otro, por lo que si no se estableceuna jerarquía, la universidad estará sternpre por debajodei desempeno adecuado en algunos de estos productos.Es incluso díscuttble si realmente se puede hablar de "pro­duetos" en algunos de los desernpeüos como, por ejernplo.la formaclón dei carácter o la elevaclón dei nível cultural.Se puede, incluso entender que el uso de los términos"producto" y "producción" implica la opción de una metáforaeconomicista y materialista que introduce un sesgamientode base en la evaluación del desempefío de la untverstdad.

Esta cuestión está vinculada con loscriterios deevalua­ción. En este campo, la mayor dificultad está en estable­cer medidas para la evaluación de la calidad y la eficiencia.Incluso aceptando que la unlversldad elabora "productos",es evidente que muchos de eIlos no son susceptibles de me­dición dírecta. i,Cómo medir la formación dei carácter oincluso el progreso científico? No hay medidas directas eincluso recurrir a medidas indirectas no deja de crear al­gunos problemas. Mencionaré dos, el cuantitativismo y eleconomíctsrno.

Frente a la inefabilidad de las calidades inscritas en losproductos a evaluar, los agentes e instituciones evaluadorastienden a favorecer las medidas cuantttatívas, un procedi­miento bastante familiar a los científicos sociales, enfrenta­dos. desde hace mucho, con la necesidad de haceroperacionales los conceptos y establecer indicadores deicomportamiento de las variables seleccionadas. Sin em­bargo, hoy es reconocido que la calidad sobrepasa siemprea las calidades en que se operacionaliza. Tomemos un ejem­plo. Frente a la comprobación de que Francía produce másdiplomas universitarios que Alemania, a pesar de poseeruna taza de asígnacíón (número de alumnos por docente)muy inferior (23 en Francia: 9 en Alemania) (Bienaymé,

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1986: 317), será fácil concluir que el sistema universita­rio francés es más eficaz que el alemán. Stn embargo, talconclusión no díce nada sobre la calldad de los diplomas,el nível de excelencía exigido, o el impacto deI tipo de for­macíón en el desempeno profesional de los diplomados.Es cierto que cualquíera de estas factares puede ser, a suvez, operacionalizado en indicadores cuantitativos, perapor los mismos motivos, acabará por reproductr, en suámblto, la irreductibilidad de la calldad a la cantidad.

EI problema deI cuantitativismo no se sitúa sólo a nt­vel de la fallbilidad de los indicadores. El recurso a laoperacionalización cuantitativa lleva inconscientemente afavorecer, en la evaluación, los objetivos o productosmás fácilmente cuantificables (Stmpson, 1985: 535). Porejcmplo. por esa razón, se puede hacer incidir la evalua­ción en la producctón de conoctmtentos científicos (medi­da por el número de publicaciones) en detrimento de laformación deI carácter de los estudiantes. Por otro lado,la íntertortzacíón. en eI seno de la comunidad uníverstta­ria. de la evaluación cuantitativa puede distorsionar lasprioridades científicas de los docentes e investigadores.Como afirma Giannotti, si Federico el Grande hubíeraexigido cuarenta papers para volver a contratar a Kantpara la cátedra de Filosofía, en Kõnígsberg. Kant no ha­bría tenido tiempo para escribir la Crítica de la Raz6n Pura(Chaui y Giannotti, 1987: A 21). El cuantitativismo estáíntimamente ligado con el economtctsrno. En la sociedadcontemporánea, el arquetipo deI producto social definidocuantitativamente es el producto industrial. EI econo­mtctsmo consiste en concebir el producto universitariocomo un producto industrial. aunque de tipo especial y,consecuentemente, en concebir la universidad como unaorgantzacíón empresarial. Este sesgamiento está hoy muydifundido y su vigencia descontrolada representa un pe­ligro importante para la autonomía institucional de launiversidad. .

EI pelígro se deriva básicamente de dos vectores: el Ci­clo deI producto y el proceso de su producción. En cuantoal pr-irner vector, el ciclo del producto, el pcltgro resulta deque el producto industrial tenga un ciclo mucho más cortoque el producto uníversttarto. La lógica de la rentabilidadde la inversión tiende a favorecer el corto plazo en detri­mento del largo plazo y por eso sólo un reducido númerode empresas hace ínverstón estratégica, orientada hacia el me-

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diano o largo plazo. La aplicación de esta lógica en el de­sempeno de la universidad tiende a favorecer las utilida­des a corto plazo, sean ellas cursos cortos, en detrimentode cursos largos, formaciones unidireccionales en detri­mento de formaciones complejas, ínvestígacíón competitivaen detrimento de tnvestrgacíón precompetitiva, reciclajeprofesional en detrimento de la elevación deI nível cultu­ral, etc., etc. Y esto es tanto más peligroso en cuanto escierto que, como mencíonaré adelante, la universidad esuna de las pocas instituciones de la socíedad contempo­ránea donde todavia es postble pensar en ellargo plazo yactuar en función de él.

La presión del corto plazo tiene un efecto institucionalmuy específico, pues conduce a reestructuraciones quetienen por objetivo adecuar la actividad universitaria a lasextgencías de la lógica empresarial. Es éste, por lo demás,uno de los efectos de la unión de la universidad con la in­dustria que merece más atención. Tal unión no tiene nadade negativo, muy por el contrarto!", puede ser benéfica sila lógica institucional de la universidad es respetada. Su­cede, sm embargo, que el discurso dominante sobre losbeneficios de tal u nrón tiende a enfrentar dos lógicasinstitucionales y a devaluar la lógica universitaria enaquello en que ella no coincide con la lógica empresarial.Es, además, ilustrativo de ia pérdida de hegemonia de launiversidad el hecho de que el discurso de la unión uni­versidad-industria proponga el sometimiento de la lógicade la universidad a la lógica de la industria, y no ai con­trario, como sería pensable en otro contexto!".

El peligro de la desvalorización de la especificidad de launiversidad se hace aún más evidente cuando se tiene encuenta el segundo factor, elproceso de producción. La uni­versidad es una organización trabajo-intensiva, es decir,exige la movtlrzactón relativamente grande de fuerza detrabajo (docentes, funcíonartos y estudlantes) cuando se

13 En este sentido, identificando las alternativas entre diferentes sistemas deuntón a la tndustrta y sus potencialidades para debilitar o, por el contrario,fortalecer la postctón de la umversidad. ver, cf. Connor. Wylie, Young (1986).

14 La comparactõn entre estructuras organíaactonates de las universidades yde las empresas conuenza hoy a ser un tema de tnvesngacíon. Sobre la com­paracíén de las prácucas de planeaclón estratégica, ver, cf. Kelly y Shaw(1987). Sobre la especificldad de las estructuras orgaruzauvas de la uníver­sidad, ver. cf. Millett (1977). Cf, también, Goldschmidt (1984) YEtzkowítz(1983).

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compara con la movilización de otros factores de produc­cíón. Esta significa que. a la luz de los crlterlos de productl­vídad vigentes en la socledad capitalista, la productlvldadde la ~niversidadserá siempre inferior a la de una orga­ntzacíón capital-intensiva. como tienden a ser las empre­sas más directamente interesadas en la vinculación conla universidad. Si la universidad no puede trnponer, comopresupuesto de base, el principio de que su productivl­dado como organización, será sternpre inferior a la pro­ductívídad que ella puede generar en otras organlzaclo­nes, corre el riesgo de dejarse descaracterizar al punto deque la vínculacíón untverstdad-mdustrta se transforme enuna vínculacíóri industria-industria.

Este riesgo nos conduce directamente aI tercer grupo dedificultades en la evaluación deI desempefío de la untvcr­stdad, las que son consecuencla de la deflnición de la titu­laridad de la evaluac!ón. Estas son tal vez las díflcultadesmás difíciles de dtsmínutr y. también por eso, aquellas enque más se ha evidenciado la actitud defensiva de la unt­versldad. De hecho,la cuestlón de la tltularldad de la eva­luación es la que más directamente enfrenta la autonomíade la universidad. Hoy más que nunca, le será fácil a launiversidad pública reconocer que. si la dependencia ex­clusiva dei presupuesto dei Estado la agobló con subor­dinaciones y sumtstones graves y humlllantes, sobre todoen, épocas de crísts social o política. por otro lado, le gran­jeo algunos espacios de autonomía que ahora, en peligrode perderlos. se le presentan como precíosos l>. En otraspalabras. la rectente autonomía en relación con el Esta­do, resultante de la IIbertad para buscary administrar re­cursos de otras procedencias, redunda en dependenciafrente a los nuevos flnanciadores. Hay que agregar que elvíe]o flnanciador, el Estado, ai mísrno tlempo que buscadescargarse de la responsabilidad de financiar en exclu­sivo el presupuesto de la uníverstdad, se ha vuelto másvigilante y entrometido en lo que respecta a la apllcaclóny gestión de los financiamientos que aún mantiene.

Por todas estas razones, la uníverstdad se ve enfrentadaa una creciente presión para que se deje evaluar, ai mismotiempo que se acumulan las condiciones para que se leescape la titularidad de la evaluaclón. La titularidad de la

15 En el rnlsmo sentido, ver, cf. Prlce (1984/51.

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evaluacíón se presenta sobre todo cuando se trata de eva­luaclones globales, evaluaclones de departamentos, defacultades o incluso de universidades en un todo. En es­tas casos, la autoevaluactón, aunque postble y deseable,no satisfará ciertamente a quienes tienen más interés enla evaluaclón, los ftnancíadores. sean ellos públicos o pri­vados. Además, dadas las dependenclas recíprocas que secrean en el interior de las unidades bajo evaluación, esdudoso que la autoevaluación pueda ser más que justifica­clón de rutlnas establecídas. De ahí, la figura dei evalua­dor externo y la ambivalencia con que los departamentosy las untverstdad la han aceptado.

Pera la cuestión de la tltularldad no se trae a colacíóntan sólo ai respecto de la persona o de la fIliación dei eva­luador sino también con relacíón ai control de los crítertosde evaluaclón y de los objetos de la evaluación. En cuantaa estos últimos, lo que está siendo juzgado es saber si launiversidad puede reivindicar ser evaluada exclusivamen­te en funclón de los "productos" que se propuso elaborar.SI la universtdad fuera evaluada a la luz de objetivos queno se propuso producir, habría pedido la tltularldad dela evaluactón, incluso que los evaluadores fueran inter­nos. La referencia que acabé de hacer a los diferentes ti­pos de diflcultades de evaluaclón dei desempeno funcio­nai de la uníverstdad muestra que tales dlflcultades sonobviamente reales y algunas hasta insuperables, peramuestra tarnbíén que algunas de ellas se deben ai modocomo la unlversldad ha venido enfrentando la cuestlón dela evaluacíón, Y una vez más, es fácil concluir que la uni­versldad se ha limitado a dejar de lado la contradlcclónque existe entre evaluación y autonomía, entre autonomíay productivldad.

Tendríamos un cuadro bíen diferente si, en vez de con­tradtccíón. la universidad viera en la evaluación la sal­vaguarda de su autonomía. En este caso, la untverstdad es­taría en mejores condiciones para negociar partíct­pativamente los objetos, los crlterlos y la tltularldad de laevaluación. SI es cíerto que la pérdída de hegemonía de launlversldad contrtbuyó a justificar frente a las agenciasIínancíadoras, y sobre todo dei Estado, la exígencía de laevaluaclón, no es menos cíerto que, frente ai público en ge­neral, tal exígencta está vinculada con la crtsts de Iegítímí­dad de la uníversídad. Efectlvamente, en una sociedad demo­crática, parece evidente que la universidad rinda cuen-

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tas de los fondos públicos -a pesar de todo signlficativos­que absorbe, fondos, en gran medida, provenientes de losimpuestos pagados por los cíudadanos. Eu vez de enfrentaresta exígencta, Ia universidad pública, sobre todo euro­pea, ha venldo evltándola bajo múlttples pretextos y re­currtendo a formas varias de reststencía pastva, EI peli­gro de esta actitud está, entre otras cosas, eu laoportunidad que le puede dar a las universidades priva­das para que justlflquen, bajo los mismos pretextos, el re­chazo a ser evaluadas. Eu un período en que las universi­dades privadas se multiplican y absorben fondos públicoscada vez más importantes, la falta de transparencia eneste sector de la educación universitaria puede dar ort­gen a formas de competencia desleal y. en estas círcuns­tancías, las universidades públicas termmarán por serlas mayores vícttrnas.

La postcíón defensiva. "dispersiva", de la uníverstdaden este campo tíene unajustificación plausfble: la untver­stdad hoy no tíene poder social y político para imponercondiciones que garanticen una evaluacíón equilibrada ystn prejuícíos de su desempeno. Tal ímpotencta es, comovimos, la otra fase de la pérdida de hegemonia. Pera talcomo mencloné, la gestión de la crtsts de hegemonía dejaalgún margen para luchar contra tal ímpotencía. Se trata. dehecho, de una cuestión política, por más que las exigen­eras de evaluación sean formuladas en términostecnocráticos [eflctencía: conoctmíento del producto uni­versttarío: gestión racíonal). y es como cuestión políticaque debe ser enfrentada por la universidad. Además,los abordajes tecnocráticos de la problemática de la eva­luaclón esconden la debilidad política de la uníverstdad,sobre todo de la universidad pública. Frente a esta launiversidad só lo podrá resolver la crtsts institucionalsi decide enfrentar la exigencia de la evaluación; paraque tal cosa pueda ser hecha con éxito, la universidadtiene que buscar coaJiciones políticas, en su interiory en su exterior, que fortalezcan su postcíón en la ne­gocíacion de los términos de la evaluación 16. Si talcosa sucede, la universidad tendrá, probablementecondiciones para hacer dos exígenctas que, a mí ma­nera de ver, son fundam entales. En prtrner lugar, quesea ella, en diálogo con las comunidades que le estánmás allegadas (internacionales, nacionales, localesl,

16 En el rntsmo sentido, aunque con referencta específica a las universidadesamericanas, ver, c]. Benventste (985),

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quíen decida sobre los objetivos en función de los cualesdebe ser evaluada. En segundo lugar, que la evaluaciónexterna sea siempre interpares, esto es que sea hecha "porgente de la comurudad académíca capaz de distanciarsedei c1lentelismo de cada centro" (Giannotti, 1987: 91).

Con todo, la autonomía y la especificidad Institucionalde la universidad han impedido la búsqueda de tales coa­liciones. En lo que respecta a las coaliciones en el interior,la "socledad de clases" que la unlversidad ha tentdo tra­dicionalmente no facilita la constitución de una corriunt­dad umversrtarta, ciertamente a varias voces, que mclu­ya docentes e investigadores en diferentes fases de lacarrera estudiantes y funcionarias. Tal diflcultad es hoyparticuiarmente costosa, pues la universidad sólo puedeser una fuerza para el exterior si posee una fuerza inte­rior y la democratización interna de la untverstdad es laprecondición de la constitución de esta fuerza. En lo querespecta a las coallciones exteriores, la ..torre de marfíl".que la unlversidad tamblén fue durante siglas, es toda­vía una memoria simbólica demasiado fuerte para permi­tirle a la universidad la búsqueda de aliados externos smver en eso una pérdida de prestigio o una pérdida de au­tonomía. Por estas razones. ha sido difícil para la univer­sidad resolver esta dírnenaíón que seüala s u crtstsInstitucional. Y porque así ha sido se ha refugiado enmecanismos de dispersión que, en el caso de esta crtsts.difícilmente podrán mantener controlados durante mu­cho tíempo los factores que la van agravando.

PARA UNA UNIVERSIOAO DE lOEAS

En este capítulo me ocupo de la unlversidad en gene­ral, teniendo en mente sobre todo la uníverstdad de lospaíses centrales. No me ocupo específicamente de la un..i­versidad portuguesa. Adelanto, sin embargo, que el ana­Irsts de las crrsts de la universidad hecho en la pnmeraparte de este capítulo se aplica en términos generales ycon adaptaciones a la universidad portuguesa, a pesar deque la modernización ocurrtó en ésta más tarde que en l~s

restantes universidades europeas!". En cuanto a la crísts

17 Sobre el proceso de Iaícrzactón de la untveraídad portuguesa (en ese enton­ces -sigla XIX-la Ijrrtverstdad de Coimbra era la única que exlstía en Portugal),como dlmensión de 5U modernraactõn. ver, cf. Fernando Catroga (1988),

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de hegemonia, se puede dccír que ella no adqutríó hastaahora las proporciones que adqutríó eu los países más de­sarrollados o que tienen que ver fundamentalmente conel estado intermedio de nuestro desarrollo y con la estruc­tura de nuestro sistema industrial. En cuanto a la crisisde Iegrtímtdad, ella sólo vino a eclosionar después dei 25de abril de 1974, como corisecuencta de la explosión so­cial y también escolar, en que se tradujo. Por habereclosionado más tarde que en los países centrales y tam­bién por estar soportada por una estructura demográficarelativamente específica, la crisis de Iegíttmídad es hoymás aguda entre nosotros que en los países centrales. Encuanto a la crisis institucional, eIla es stn duda la que másatencíón suscita en este momento. La recesión o inclusola drsmínucíón dei presupuesto estatal de educación so­metíó a la universidad a una austeridad tanto más difícilde soportar cuanto que la situación anterior fue stemprede evidente mediocridad en relacíón con la de las demásuniversidades europeas. Tal austeridad, combinada conun discurso de privatizaci6n que incita a la universidad abuscar fuentes alternativas de financiaci6n que, stn em­bargo, dado nuestro nível de desarrollo industrial son dt­fíciles de encontrar, coloca a la universidad portuguesafrente a dilemas mucho más serios que los que enfrentanlas demás universidades europeas. Tal vez por eso la uni­versldad portuguesa necestte, más que la uníverstdad delos países centrales, reflexionar sobre una estrategía alargo plazo. Es sobre eso que trato en esta segunda parte.Consciente de que me refiero a la universidad en general,tengo sobre todo presente a la universldad portuguesa.

En la prlmera parte de este capítulo Intenté mostrarque el cuestionamiento de la universidad, síendo un fe­nómeno tal vez tan anttguo COmo la mtsrna universidad,se ha ampliado e Intensificado significativamente en losúlt!mos afias, razón por la cual es legitimo hablar de crt­sis de la uníverstdad, incluso admitiendo que tal caracte­rización, por su uso indiscriminado, no es tal vez la me­jor. Mostré tamblén que la unlversidad, lejos de poderresolver sus crísts, las ha administrado de tal modo queimpide que eIlas se profundicen descontroladamente, re­curriendo para eso a su larga memoria institucional y alas ambígüedades de su perfil administrativo. Se ha tra-

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tado de una actuacíón ai sabor de las presiones (reactíval.con incorporactón acrítica de lógicas sociales e institu­cíonales exteriores (dependientel y stn perspectivas amediano o largo plazo (inmedlatlstas).

Pienso que tal modelo de gestlón de las contradicclonesno puede continuar fortaleciéndose por mucho más tíem­po. Las presiones tienden a ser cada vez más fuertes, laslógicas externas, cada vez más contradictorias, el cort<,>plazo cada vez más tíráníco. Con esta la universidad serauna institución cada vez más inestable y sus miembrosestarán cada vez más forzados a desviar energias de lastareas íntelectuales y socíales de la universidad hacia lastareas organizativas e ínstttucíonales. La crisis institucio­nal tenderá a absorber las reflexiones de la comunidaduniversitaria y, más allá de cíerto límíte. tal concentraci6nhará que las otras dos crísts se resuelvan por la negativa:la crists de hegemonía, por la creciente descaracterizaciónintelectual de la universldad; la crtsts de legltimidad porla creciente desvalorización de los diplomas universita­rios. Es pues, necesario pensar en otro modelo de actua­cíón untversttaría frente a los factores de crtsts identificados,una actuaci6n "acttva", autónoma y estratégicamenteorientada hacía el mediano y largo plazo. Presento a con­tinuaci6n las tesis que, a mi entender, deben servir de brú­jula para tal actuaclón.

Tesis para una universidad pautada por la ctenctapostmoderna

l.La idea de la untversídad moderna hace parte inte­grante dei paradigma de la modernidad. Las múltlples cri­sts de la universidad son afloramientos de la crtsts del pa­radigma de la modernldad y sólo son, por eso, soluctcna­bles en el contexto de la solución de esta última.

2.La universidad se constltuyó en sede privilegiada yunificada de un saber privilegiado y unificado hecho de lossaberes producldos por las tres racionalidades de la mo­dernidad: la racionalidad cognoscitivo-instrumentai delas cíenctas , la raclonalidad moral-práctíca dei derecho yde la ética y la racionalidad estético-expresiva de las ar­tes y de la literatura. Las cíencías naturales se apropia­ron de la racionalidad cognoscitivo-Instrumental Ylas hu­manidades se distribuyeron entre las otras dos racío-

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nalidades. Las ciencias sociales estuvieron desde el co­mienzo fracturadas entre la racionalidad cognoscitivo­Instrumental y la racíonaltdad moral-prácttca. La idea dela unidad del saber universitario ha sido reemplazadaprogresívamente por la de la hegemonia de la raclonali­dad cognoscitivo-instrumental y. por lo tanto, de las cíen­eras naturales. Estas representan, por excelencia, el de­sarrolIo deI paradigma de la ciencia moderna. La crtsts deeste paradigma no puede dejar de conllevar la crtsrs de laidea de la universidad moderna.

3.Estamos en una fase de transtcrón paradtgmáttca. dela cíericía moderna hacía una ciencia postmoderna (San­tos, 1988; 1989b). Se trata de una fase larga y de resulta­dos ímprevísfbles. La universidad sólo sobrevívírá si asu­me plenamente esta condícíón epistemológica. Refu­giándose en el ejercícío de la "ciencia-normal", para usarla terminologia de Thomas Kuhn (1970), en un momentohistórico en el que la cíencía futurista será la "ciencia re­volucionaria", la uníverstdad será en breve una institu­cíón dei pasado. Sólo a largo plazo se justifica la univer­sídad en corto plazo.

4.La untveretdad que qutstera pautar la ctencía post­moderna deberá transformar sus procesos de investiga­cíón, de ensenanza y de exteristón según tres prtncípíos:la príortdad de la racionalidad moral-práctícay de la ra­cionalidad estéttco-exprestva sobre la racionalidad cog­nttívo-tnstrumental: la doble ruptura epistemológica y lacreación de un nuevo sentido cornún: la aplicación edifi­cante de la ciencia en el seno de comunidades inter­pretattvas!".

6.La doble ruptura epistemológica es la actltudepistemológica recomendada en esta fase de transiciónparadígmátíca. La cíencía moderna se constituye en con­tra deI sentido común. Esta ruptura, convertida en fin ensí mtsma, posibilitó un asombroso desarrolIo científico.Pero, por otro lado, le quitá a la persona humana la capa­cidad de participar, como actívídad cívica, en eI descubri­rníento deI mundo y en la construcción de regIas práctí­cas para vivir sabiamente. De ahí la necesidad de concebíresa ruptura como medro y no como ftn , de tal modo que

18 Sobre estas principias. ver, cf. Santos (1989b).

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se recojan de ella sus irrefutables beneficios, si~ renun­ciar a la exigencia de romper con ella en favor de la cons­trucción de un nuevo sentido común. Las reststenctascontra la doble ruptura epistemológica serán enormes,más aún cuando la comunidad científica no ha sido pre­parada para ella. Compete a la unlversldad crear las con­diciones para que la comunidad científica pueda reflexio­nar en los pesados costos socíales que su enriquecimientopersonal y científico acarreó para las co~u.~idades.socia­les mucho más amplias. La primera condtcíõn consiste enpromover el reconocimiento de otras formas deI s~ber .yel enfrentamiento comunicativo entre ellas. La umversi­dad debe ser un punto privilegiado entre saberes. La he­gemonía de la untvcrstdad deja de residir en el c.arácterúnico y exclusivo del saber que produce y transmite parapasar a residir en el carácter único y exclusivo de la con­figuración de saberes que proporciona.

7.La apltcacíón ediflcante de la ctencía es ellado prá;­ttco de la doble ruptura epistemológica. La revalonzaclOnde los saberes no Científicos y la revalorización deI mismosaber científico por su papel en la creación o profun­dización de otros saberes no científicos ímplícan un mo­delo de aplicación de la clencla alternativo ai modelo deaplicación técnica, un modelo que subordine el knoui-hototécnico ai know-how ético y comprometa la comunidadcientífica existencial, ética y profesionalmente con el efec­to de la aplicaclón. A la unlversldad le compete organizarese compromiso, congregando a los ciudadanos y a losuníversttaríos enauténticas comunidades interpretativasque superen las usuales interacciones, en las cuales losciudadanos son síempre oblígados a renunciar a su pro­pia Interpretación de la realidad social.

8.La universidad es tal vez la única institución en lassociedades contemporáneas que puede pensar hasta lasraíces en las razones por las cuales no puede actuar deconformídad con su pensamtento. Es este exceso de luci­dez el que ubica a a la universidad en una postcíón privi­legiada para crear y hacer proliferar comunidades inter­pretativas. La "apertura ai otro" es el sentido profundo dela democratización de la universidad, una democratIza­ctón que va mucho más allá de la democratización delacceso a la universidad y de la permanencía en ésta. En

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una socíedad cuya cantidad y calidad de vida se basa enconííguracíones cada vez más complejas de saberes. la le­gitimidad de la untversrdad sólo será realizada cuando lasactívídades, hay mencionadas como de extensión, se pro­fundtcen tanto que desaparezcan como tales y pasen a serparte integrante de las actividades de ínvestígación y deensefianza.

9.En la fase de transíctón paradtgmáttca, la universidadtiene que ser también la alternativa a la universidad. Elgrado de disidencia mide el grado de innovación. Las nue­vas generaciones de tecnologías no pueden ser pensadaspor separado de las nuevas generaciones de prácticas eimaginarias sociales. Por eso, la untverstdad. aI aumentarsu capacidad de respuesta, no puede perder su capacldadde cuestionamiento.

10.La dl1ución de la uníverstdad en todo lo que en elpresente apunta hacia el futuro de la socíedad exige quela uníverstdad reivindique la autonomía institucional y laespecíftcrdad organizacional. La uníverstdad no podrápromover la creacíón de comunidades interpretativas enla sociedad si no las sabe crear en su interior, entre do­centes, estudiantes y funcionarias. Para esto es necesa­rio someter las barreras disciplinarias y organizativas auna presión constante. La universidad sólo resolverá sucrisis institucional en la medida en que sea una anarquíaorganizada, hecha de jerarquías suaves y nunca super­puestas. Por ejemplo, si los más jóvenes, por falta de ex­pertencia. no pueden dominar las jerarquías científicas,deben poder, por su dinamismo, dominar las jerarquíasadministrativas.

Las comunidades interpretativas internas sólo son po­sibles mediante el reconocimiento de múltiples curriculaen circulación en el interior de la universidad. No se tratade oficializar o de formalizar los curricula Informales, sinotan sólo de reconocerlos como "tales. Tal reconoctrníentooblíga a reconceptualizar la identidad de los docentes, delos estudiantes y de los funcíonartos en el seno de la uni­versidad. Son todos docentes de saberes diferentes. Lasjerarquías entre ellos deben ser establecidas en un con­texto argumentativo.

11. La universidad debe disponerse estratégícamentepara compensar la tnevttable declinación de sus funcio­nes materiales con el fortalecimiento de sus funciones

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simbólicas. En una soctedad de clases, la universidaddebe promover transgresíones interclasistas. En una so­cíedad aI borde deI desastre ecológico la uriíverstdad debedesarrollar una depurada coricíencía ecológica. En unasociedad de festividades y placeres industrializados, launiversidad debe postmodernizar los saberes festivos dela premodernidad. EI verdadero mercado para el saberuniversitario reside sternpre en el futuro.

Disposiciones transitorias e ilustraciones

Ante un largo plazo que puede ser exaltador, el cortoplazo sólo será medíocre si se deja medir por sí mtsrno.Para que tal cosa no suceda, anoto a continuación, smninguna preocupación de exhausttvídad, algunas dispo­siciones transitarias con sus respectivas ilustraciones.Algunas de las dtspostctones son verdaderamente a cor­to plazo, otras sólo lo serán aparentemente. Su carác­ter programático es , en ocasiones, estimulante, apenascon el objetivo de suscitar el debate sobre los problemasque me parecen más importantes. Por eso, las solucioneso üustracíones aquí propuestas deben ser entendidascomo ftccíones que ayudan a formular la realidad de losproblemas.

Para las tests, en general. EI gran pelígro para la uni­versidad en las próximas décadas es el de que los dirigen­tes untversttartos se limiten a liderar ínerctas. Las gran­des transformaciones no pueden ser puestas de lado sóloporque la uníverstdad creó a este respecto el mito de lairreformabilidad. Es de prever que a corto plazo la crtstsinstitucional monopolice el esfuerzo reformista. La díscu­stón , en anos recientes, de los estatutos de las universi­dades portuguesas es ejemplo de ello. Lo importante esque tales estatutos sean concebidos como "dísposícíonestransitarias", como soluciones que faciliten los objetivosarriba enunciados.

Para las tesis 1,2,3, 4, La universidad debe promoverla discusión transdíscíplínarta sobre la crtsts deI paradig­ma de la modernidad y, en especial, de la cíencía moder­na, sobre la transtcíón paradígmátíca y sobre los posiblesperfiles de la cíencía postmoderna. Se debe buscar que ladiscusión incluya, desde el principio, científicos naturales,científicos sociales e investigadores de estudios humanís­ticos. Por tratarse de una discusión de tmportancía vitalpara el futuro de la uriívcrsídad. debe ser contabilizada comoactividad curricular normal (tiempo de ínvesttgacíón y de

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ensefianza) de los docentes y de los investigadores que enella partlclpen.

Esta discusión debe comenzar en el seno de cada uni­versidad y servir de estímulo a la coristttuctón de variascomunidades interpretativas con posiciones diferentes eincluso antagónicas, sobre el tema en discusión. Deberá.posteriormente, incluir otras universidades, institucio­nes de ensenanza, asocíactones científicas, culturales yprofesionales.

Los primeros resultados de las dtscusíones deberán serampliamente divulgados para que sirvan de prerntsaspara nuevas dtscusiones aún más amplias, La divulga­cíón será multtmcdía. Los costos de tal dívulgactón pue­den ser cubiertos por medíos innovadores (por ejernplo ,las universidades buscarán celebrar contratos de presta­cíón de servicios con las empresas de televisión que seanpagados a través de la concesión dei tiempo en antena).Aliado de los premios de ínvestígacíón en el campo de la"ciencia normal" deben instituirse premios de investiga­cíón en el campo de la "cíericía revolucionaria",

Para la tests 5. La unlversidad debe garantizar el desa­rrollo equilibrado de las ctencías naturales, de las cíen­cías soclales y de las humanidades. lo que puede involu­crar, a corto plazo, una política de favorecimiento actívo,tanto de las cícnctas sociales, como de las humanidades,No es víable una universidad que no disponga de ampliasoportunidades de investigación y de enseftanza en estasáreas o no las sepa integrar en la investigación y ensenan­za de las cíenctas naturales. La ecologia y las bellas artespueden ser catalizadores preferenctates de tal lntegra­cíón. Pera la íntegracíón no implica la negación de losconflictos. EI conflicto entre las ctencías y las humanida­des es uno de los conflictos culturales que más marcannuestro tiempo y la uníverstdad no ha querido, hasta aho­ra, enfrentaria hasta sus últimas consecuenctas!".

19 En el rnismo senndo.cf Graff, agrega que a pesar de su irnportancia el eon­flleto entre ctenctas y humanidades no hace parte de los temas de investi­gaeión nt de las ctenctas nl de las humanidades: "el confltcto no es estudia­do porque no es espectaltdad de nadie -o entonces es estudiado (por unospocos) porque es espectaltdad de todos" (Grarr, 1985: 70). Uno de esos es­tudíos , realizado por ellado de las humanidades, se puede Ieer en Hartman(1979). Reconocer y asumir ese conntcto debe ser entendido así como pri­mer paso de una actitud epistemológica mucho más ambiciosa. la dobleruptura epistemológica, de cuyos trabajos tanto la ctencía moderna comolas humanidades, a la postre, igualmente modernas, surgtrán profunda­mente transformadas. No es sorprendente pues , que la concepctón de hu­manidades que yo deftendo esté en las antípodas de la que defiende AlIanBioom (1988), un contraste que será tema de un próximo tr abajo.

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Activistas socíales (sobre todo los activistas soeiales dela naruralcza). artistas y escritores deben tener una pre­sencia constante en las actividades curriculares de ínves­tígacíón y de enseftanza, pues las normas sociales de lanaturaleza no son deducibles de la "ciencia normal".

Slendo verdad que las actlvldades denominadas "circum­escolares" de los estudlantes tíenden a preferir la Inter­venctón social, humanística, artística y literaria, la untver­sldad debe dejar de hacerlas girar a su alrededor y. por elcontrario, tomar medidas para girar alrededor de ellas. Poreso, la universidad considerará a los estudiantes que par­ttcípen en ellas como docentes e investigadores de nuevotipo (animadores cu1turales) y valorará adecuadamenteen el plan escolar, sus desempenes. En muchas áreas,será posible reemplazar las formas de evaluacíón normalpor la evaju actón de aprovechamiento social o artísticode los conoctmterrtce adquiridos.

Se debe promover que los docentes, investigadores yfuncionarios se involucren en las actividades escolares detipo circum-escolar. La asignación de beneficios profeeto­nales ligados a tal parttcípacíón debe depender de la eva­luación de los desempeftos.

Para la tesis 6. En el corto plazo, Ia doble rupturaepistemológica será síempre asimétrica y la universidadestará mucho más tranquila en la ejecucíón de la primeraruptura ("clencla normal") que en la ejecución de la segun­da ruptura ("ciencia revolucionaria"). En las sociedades conmenor ntvel de desarrollo científico, como es el caso dePortugal. se admite incluso que las universidades den tem­poralmente prlorldad a la primera ruptura. sternpre quelo hagan tenlendo en cuenta que se trata de la prlmeraruptura y no de la única ruptura.

La doble ruptura epistemológica deberá pautarse porel principio de la equivalencia de los saberes con las prác­ticas socíales en que se ortgínan. La práctica social queproduce y se strve del saber científico es una prácticaentre otras. La universidad debe participar en la defmíctónde las potencialidades y de los límites de esta práctlca enel contexto de otras prácticas sociales donde se manejanotras formas de conocimiento: indígena, campesino, técnico,popular, cotidiano, artístico, religioso, onírtco, literario,etc. etc.

Las configuraciones de saberes siempre son. en últimatnstancía, configuraciones de práctícas socíales. La de-

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mocratízacíón de la uníverstdad se míde por el respeto aIprincipio de la equívalencía de los saberes y por el ámbi­to de las práctícas que convoca en conftguracíonesinnovadoras de sentido. La uníverstdad será democráti­ca si sabe usar su saber hegemónico para recuperar y ha­cer posíble el desarrollo autónomo de los saberes nohegemónrcos. manejados en las prácticas de las clasessociales oprimidas y de los grupos o estratos socialmentediscriminados.

Un nuevo sentido común se estará gestando cuandoesas clases y grupos se etcntan competentes para dialo­gar con el saber hegemôruco y. viceversa, cuando los uni­versitarios comiencen a ser conscientes de que su sabidu­ría de la vida no es mayor por el hecho de que sepan mássobre la vida, una consciencia que se adquíere en prácti­cas situadas en la froritera de la competencia profesional.Para tales sítuactones Iímíte, no hay recetas ni ítínerartos.Cada uno construye las suyas-".

Para las tesis 7 y 8. Las lIamadas actlvidades de exten­sión que asumió la universidad sobre todo a partir de losafias sesenta, constituyen la realízacíón frustrada de unobjetivo genuino. No deben ser, por lo tanto, eliminadaspura y símplemente. Deben ser transformadas. Las actt­vidades de extensión procuran "extender" la universidadsin transformarIa; se traducen en aplicaciones técnicas yno en aplícacíones edíftcarites de la cíericía: la prestaciónde servtctos a otra persona nunca se concibió como pres­tación de servíctos a la mísma universidad. Tales actividadesestuvieron, sin embargo. aI servrcto de un objetivo genui­no, el de cumpltr la "responsabilldad social de la uníverstdad",un objetivo cuya autenttcídad, por demás, reside en el co­nocimiento de la tradicional "irresponsabilidad social dela universidad".

20 Para mi, las sttuacrones límlte más mstrucüvas fueron las dei período (1970)que pasé entre los habitantes de lasfavelas de Río de Janeiro (Santos, 1981 I,mi actuactôn como delegado de la Universidad de Coimbra en las relacio­nes con el Movimiento de las Fuerzas Armadas durante e1período de 1974­75 (Santos, 1985), el período en que comparti -en las aldeas y bar-r-tos delas islas de Cabo Verde-la sabrdurta jurídtca popular de los tribuna1es dezona (Santos, 1984) y, por sobre todo. mi experrencta de 20 anos como sa­cio de una cooperativa de pequenos agricultores de los alrededores deCoimbra. la Cooperativa de Producción Agropecuarta de Barcouço (COSAR).

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De este núcleo genuino. y en pequenos pasos , ~e debepartir para transformar las acttvtdades de extenslón ha,s­ta que ellas transformen la unlversidad. La partícípactónde la universidad con la industria en la lucha por los in­crementos de productívídad no debe ser abandonada, peralos servícíos prestados sternpre deben tener un fuerte con­tenldo de investigación Ylos beneficios financleros que sederivan de ellos sólo en pequena medida deben ser atribui­dos a los docentes o investigadores directamente involu­crados y. por el contrario. deben engrosar un fondo comúncon el que la universidad financie la prestación de servi­CiOS en áreas o grupos socíales sín capacidad de pago. Sinembargo. se debe evitar a toda costa que los "servícíos a lacomunidad" se reduzcan a servtcíos a la tndustrta. La uni­versidad deberá crear espacios de ínteracctón con la co­munidad involucrada, donde sea posible identificareven­tuales actuaciones y definir prioridades. Siempre que seapostble, las actividades de extensión deben incluir a estu­dtarites y también a funcionarios. Se deben pensar nuevasformas de "servicio cívico" en asocíactones. cooperativasy comunidades. etc. etc. La evaluación de estas activid~­

des debe prestar una atenctón preferente aI desempenodeI Know-how ético. aI análísts de los impactos y de losefectos perjudiciales y sobre todo ai aprendizaje concretode otros saberes en el proceso de "extensión".

La profundización de este contenido edificante en unaaplicación aún predominantemente técnica. debe prose­guir con la apertura preferencial de la universidad (de .susaulas y de sus laboratorios, de sus bibliotecas y de sus ms­talaciones de recreo) a los miembros o participantes de lasasoclactones o accíones sociales en las que la uníverstdadhaya decidido participar. La evaluación de esta aperturase deberá hacer de manera tal que. de un lado. premie tan­to los procesos en los que la competencia en saberes nocientíficos se enriquece como tal en el contacto comunicativoy argumentativo con la competencia en el saber científico;como de otro lado, los procesos en los que la competenciaen saberes científicos se enriquece como tal en el contac­to comunicativo y argumentativo con la competencia ensaberes no científicos.

Para las tesis 9 y 10. La universidad ee la instituciónque en las sociedades contemporáneas mejor puede asu-

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mtr el papel de empresario sehumpeteriano, el empren­dedor cuyo éxlto reside en la "capacldad de hacer las co­sas diferentemente" (Schumpeter. 1981: 131 y ss.j. Conel aumento de la complejidad social y de la Interdepen­dencía entre los diferentes subsistemas socíales , los ríes­gos y los costos de la Innovación social (Industrial u otra)serán cada vez mayores y cada vez más insoportablespara las organlzaclones soctales y políticas que la hanpromovido. sean ellas los partidos. los sindicatos o lasempresas.

La autonomia Institucional de la untverstdad, el hechode dísponer de una población significativa relativamentedistanciada de las presíones deI mercado de las prestacío­nes socíales y políticas. y ademàs el hecho de que esa po­blación esté sujeta a crttcrtos de eftcíencta muy específicosy relativamente flextbles , hacen que la untverstdad tengapotencialidades para ser uno de los equivalentes funcío­nales dei emprendedor llquldado por la crecíente rigidezsocial.

Para que tal potenclalidad se concretíce, Ia universldaddebe hacer coaliciones políticas con los grupos y las orga­nizacíones en los que la memoria de la innovación toda­vía este presente. La promoción de las comunidades in­ternas y el reconocímíento de los curricula informalespr;te.nde formar una universidad con varias voces y conmultIples aperturas hacia coaltctones alternativas. Stnéstas, la autonomía de la unrversídad puede ser el vehí­culo de su sometímíento a los intereses sectoriales domi­nantes afectos a lo existente y hosttles a la innovaciónsocial. EI temor que por esto se pueda estar sintiendo enla universidad portuguesa, no es injustificado.

Para la tesis 11. La mera perrnanencía institucional del~ univ:rsidad hace que su exístencía material tenga unadímensíón simbólica especialmente densa. Esta dimensiónes un rec~rsomesttmablc, aunque los símbolos en que seha traducído deban ser substituidos. En una sociedad desen­cantada, el reencantamiento de la universidad puede seruno de los cammos para simbolizar el futuro. La vida co­tidiana universitaria tiene un fuerte componente lúdicoque fav~rece la ,transgresión simbólica de lo que existe yes racíorial solo porque existe. De la transgresiónígualttarta a la creactón y satlsfacclón de las necesldadesexpresívas y a la ensefianza-aprendizaje concebida

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como práctíca ecológica. Ia untverstdad organizaráfesti­vales del nuevo sentido común. Estas Iesttvales serán con­fIguraciones de alta cultura. de cultura popular y de cul­tura de masas. A través de ellos , Ia unlversidad tendrá unpapel modesto pero importante en el reencantamiento dela vida colecttva sin lo cual el futuro no es apetecíble, aun­que sí víable. Tal papel se asume como una microutopía.Sin ella , a corto plazo, la universidad sólo tendrá cortoplazo.

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9

SUBJETIVIDAD, CIUDADANÍA Y EMANCIPACIÓN

INTRODUCCIÓN

Si la relación entre subjetividad y ciudadanía es com­pleja, es todavía más la relación entre cualqutera de ellasy la emancípacíón. Debido a que la constelación ideológi­ca-cultural hegemónica dei f'í n dei stglo apunta a lareaftrmacíón de la subjetívídad ' en detrimento de la cíu­dadanía y a la reafirmaclón desigual de ambas en detri­mento de la emancipación, se hace urgente someter a trnanálísts crítico las relaciones entre estas tres marcos de lahís torta de la modernidad. Esta es una tarea particular­mente urgente para aquellos que se identifican con lo queen esta constelación se afirma sin que por esta, puedanidentificarse con lo que en ella está negado o descuidado.

Foucault tiene cíertamente razôn aí denunciar el exce­so de control social producido por el poder dtscípltnarío ypor la norrnalízactón técnico- científica con que la moder­nidad domestica los cuerpos y regula las poblacíones conel fin de maximizar su utilidad social y de reducir aI másbajo costo su potencial político. La denuncia de Foucau1t,

1 La reafrrmacíón de la subjetívídad atraviesa todo el espectro de la cultura,desde la filosofia (Frank, 1985, Frank, Raulet, van Reíjen. 1988) hasta lasartes (Kuspit. 1988).

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con toda su orígmaltdad, se inserta en una tradícíón dereflexión crítica sobre la modernidad que se extiende des­de la "Iey de híerro" de la racionalidad burocrática de MaxWeber, hasta la "socíedad administrada" de Adorno y a la"colonizaclón del mundo de la vida" de Habermas. Ptenso,sin embargo, que Foucault -y en cterto modo tambiénAdorno y Horkheimer, aunque con una argumentación yun diagnóstico muy diferentes- exagera ai inscribir eseexceso de regulacíón en la matriz dei proyecto de la moder­nídad, a punto de hacer de él no sólo el único resultado.sino también el único resultado posible de este proyecto.En el cuarto capítulo Intenté mostrar que el proyecto de lamodernidad está caracterizado. en su matriz, por un equi­librio entre regulación y emancípacíón, convertidos en losdos pilares sobre los cuales se sostiene la transformaciónradical de la socledad premoderna. EI pilar de la regula­ción está constituido por tres principios: el principio deiEstado (Hobbesj, el principio dei mercado (Locke) y el princi­pio de la comunldad (Rousseau). EI pilar de la emancipaciónestá constituido por la articulación entre tres dimensionesde la racionalización y secularización de la vida colectíva:la raclonalldad moral-práctica dei derecho moderno; laracionalidad cognitivo-experimentai de la cíencta y la téc­nica modernas y la racional estético-expresiva de las ar­tes y de la literatura modernas. EI equillbrlo pretendidoentre la regulación y la emancipación se obtiene por eldesarrollo armoníoso de cada uno de los pilares y de lasrelaciones dinámicas entre ellos.

También mostré que este equthbrto. que aparece inclu­so, como aspiración decaída, en la máxima positivista de"orden y progreso", nunca fue alcanzado. A medida que latrayectoria de la modernidad se identificó con la trayecto­ria dei capitalismo. el pilar de la regulación se fortaleció acostas dei pilar de la emanclpaclón en un proceso históri­co no lineal y contradtctorto, con oscilaciones periódicasentre uno y otro, en los más diversos campos de la vidacolectiva y bajo diferentes formas: entre cientiflclsmo yutopísmo, entre liberalismo y marxismo. entre modernismoy vanguardía. entre reforma y revolucíón, entre corporati­vismo y lucha de clases, entre capitalismo y socialismo.entre fascismo y democracia partíctpattva. entre doctrinasocial de la íglesta y teologia de la liberación.

Como vimos, el desequilibrio entre regulación y ernan­ctpacíón y el consecuente exceso de regulación en que vino

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a saldarse, resultó de desequtltbríos , tanto en el seno deipilar de la rcgulacíón. como en el de la emanclpación. Porun lado. en el pilar de la emanctpacíón, Ia racionalidadcognitivo-Instrumentai de la ctencía y de la técnica se de­sarrolló en detrimento de las demás racionalidades y acabópor colonizarias; un proceso con múltíples mantfestacío­nes, desde la reducclón de la cíencía jurídica dogmática.de rtquístma tradición de reflexíón filosófica. sociológica ypolítica sobre el derecho, hasta las variadas ofíctalízacío­nes deI modernismo en las artes. de las cuales son ejemplossobresalientes. en la arquitectura, el estilo internacionaly Brasilia, reducciones burdas de las investigaciones utó­picas de Le Corbuster, a la democracia de masas y ai poderabstracto de la tecnocracia. La hipertrofia de la racionalldadcogntüvo-tnstrumental acarreó la propia transformaciónde la cíencta moderna a través de la progrestva hegemoníade las epistemologías positivistas, una transformación que.si no fue determinada por la conversión de la cíencía enfuerza productiva en eI capitalismo, tuvo con ella fortísi­mas afinidades electivas. En otro lugar traté la causa deeste exceso de regulación. por lo que no me detendré aquien ella (Santos. 1989; 1991 l. En este capítulo le daré es­pecial atenclón ai desequilibrlo que tuvo lugar en el pilarde la regulación.

SUBJETIVIDAD Y CIUDADANIA EN LA TEORíA pOLíTICA LIBERAL

El desequilibrio en el pilar de la regulaclón conslstióglobalmente en el desarrollo hlpertroflado dei principio deimercado en detrimento dei principio dei Estado y de am­bos en detrimento dei principio de la comunidad. Se tratade un proceso histórico no lineal que. en las sociedadescapitalistas avanzadas, incluye una fase inicial de hiper­trofia total dei mercado, en el período dei capitalismo liberal;una segunda fase, de mayor equillbrlo entre el principiodei mercado y el principio dei Estado bajo la presión deiprincipio de la cornunídad, el período dei capitalismo or­ganizado y su forma política propia (el Estado-Providencia);y por último, una fase de rehegemonIzaclón dei principiodei mercado y de colonízactón. por parte de éste, dei prin­cipio dei Estado y dei principio de la comunidad, de lo cuai

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el reaganomics y el thatcherismo son chocantes manífes­taciones-.

La teoría política liberal es la expreslón más sofisticadade este desequilibrio. Ella representa, en el plano político,el surgímtento de la constelación de la subjettvídad y,como blen lo anota Hegel, se enfrenta desde el principiocon la necesidad de compatibilizar dos subjetividades apa­rentemente antagónicas: la subjetividad colectiva delEstado centralizado (Ich-Kol1ektivitc'tt ) y la subjetlvidadatomizada de los ciudadanos autónomos y libres ([ch­Individualitc'tt) . La compatibillzaclón se obtiene por el ca­mino de la dtsttncíón entre Estado y sociedad civil y deiconcepto-ftccíón dei contrato social. EI Estado, siendo noobstante un sujeto monumental, tiene por objetivo tansolo garantizar la segurldad de la vida (Hobbes) y de lapropledad (Locke) de los individuas para continuar la bús­queda privada de sus intereses particulares. según lasregias propias y naturales de la propledad y dei mercado,es decir, de la sociedad civil. Siendo los cíudadanos libresy autónomos, el poder dei Estado sólo se puede basar enel aceptación por parte de ellos y la obedíencía que le esdeblda sólo puede resultar de una obligaclón voluntaria­mente asurnída, es decir, del contrato social. Transforma­da por múltlples metamorfosls -del anarco-Iíberaltsrno deNozick (1974) a la casi social-democracia de Rawls (1972)­la teoria política liberal se ha venido fortaleciendo hastanuestros dias e incluso se puede decir que, en el períododel capitalismo desorganizado en que nos encontramos,logra un nuevo respiro. basado en el resurgímíento del li­beralismo económico. De ahí la importancia de descubriralgunos de sus presupuestos, por 10 menos, de aquellosque me parecen más importantes para la argumentaciónde este capítulo.

En prímer lugar, el principio de la subjetivldad es muchomás amplio que el principio de la cíudadanía. La teoría li­beral comienza por teorizar una sociedad donde muchos-en principio la mayoría- de ias Individuas libres y autó­Damos que defienden sus intereses en la sociedad civil no

2 Como menctoné en el cuarto capítulo. esta pertodtctdad se refíere exclusi­vamente al desarrollo deI capitalismo en los países centrales. 8610 en estospaíses es posible hablar hoy. en contrapostcíon a un pasado recíente. dei"capítalismo desorgantaadc". En los países periféricos el capitalismo nun­ca fue organizado o, alternativamente, es hoy más organizado que nunca.

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son ciudadanos por la stmple razón de que no pueden par­ticipar políticamente en la actividad dei Estado. Las socie­dades liberales no pueden ser consideradas democráticassi no después de haber adaptado el sufragío universal, loque no sucede sino en nuestro síglo y. en la mayoría de loscasos, ya bien adelantado el sigla (sln olvidar el caso deSuíza, donde en aígunos cantones, las mujeres sólo adquí­rteron el derecho ai valo en 1971)3,

En segundo lugar, el principio de la ciudadanía Incluyeexclusivamente a la cíudadania civil y política y su ejercí­cio reside exclusivamente en el voto. Cualesquiera otraforma de participación política está exclulda o, por lo me­nos. desestimulada. restricción ésta que se elabora consofisticación particular en la teoria schumpetertana de lademocracia. La reduccíón de la parttcípacíón política alejercícío dei derecho dei voto plantea la cuestión de la re­presentación. La representación democrática se basa enla distancia. en la diferenciación y aún en la opacidad en­tre representante y representado. Kant, en eI Proyecto depaz Perpetua de 1795 (1970: 10 artículo definitivo), deflnlómejor que nadie el carácter paradójico de la representa­cíón democrática al afirmar que la represeritatívídad de losrepresentantes es tanto mayor cuanto menor sea su nú­mero y cuanto mayor sea el número de los representados.Por la propia naturaleza de esta teoria de la representacióny tambíén por la ínterferencía de los Intereses propios delos representantes -como hoy lo reconoce comúnmente lateoria política- el ínterés general no puede coincidir. castpor definición, con el interés de todos.

Por la via deI carácter no problemático de la represen­tación y de la obligación política en que ella se apoya, labase convencional deI contrato social termina por condu­cír a la naturalización de la política. a la conversión delmundo en una entidad donde lo natural es que haya Es­tado e individuos y es natural que ellos se relacionen se­gún el credo liberal. La naturalizaclón dei Estado es la otracara de la pasividad política de los cíudadanos: la natura­lización de los Individuas y el fundamento de la igualdadformal de los ciudadanos, fue lo que llevo a Hegel a afir­mar que "lo individuai es lo general": concebido de modo

3 Cf., a este propósito, ver, Pateman [1985]. EIl1bro fue publicado original­mente en 1979 y en la edición de 1985 hay un importante comentarto final.

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abstracto, los individuos son fungtbles. recipientes no di­ferenciados de una categoría no universal.

Este punto me conduce a la tercera característica de lateoría liberal que pretendo realzar aquí. Esta teoría repre­senta la margtnalízactón total dei principio de la comunidadtal como lo define Rousseau. AI contrario del liberalismoclásico Rousseau no ve solución para la antinomia entrepor un lado. la libertad y la autonomía de los ciudadanosy por otro el poder de mando dei Estado y, por eso, su ver­stón dei contrato social es muy diferente de la dei contratosocial liberal. Para Rousseau, la voluntad general debe serconstrutda con la partícípacíón efectíva de los ctudadanosde modo autónomo y solidario, sin delegaciones que lequiten transparencia a la relacíón entre "soberania" y "go­bierno". Por esta razón, el contrato social se basa, no enuna oblígacíón política vertical cíudadano-Estado, comosucede en el modelo liberal sino en una obligación políticahorizontal ctudadano-cíudadano en cuya base es postblefundar una asociación política participativa. Y. para eso.la íguaídad formal entre los ctudadanos no se constgue, esnecesaria la ígualdad substantiva. lo que implica una crí­tica de la propledad privada como, por demás hace Rousseauen su Discurso sobre el origen de las desigualdades.

La cuarta característica de la teoría liberal es que ellaconcibe la sociedad civil en forma monolítica. La sociedadcivil es el mundo dei asocíatívtsmo voluritarío y todas lasasociaciones representan, de igual modo. el ejerctcío de lalibertad, de la autonomía de los individuas y sus intereses.Clubes, asocíacíones, empresas, son así manifestacionesequivalentes de cooperacíón de parttcípacíón y de volunta­riSIDO. Esta falta de diferenciación produce un ocultarnten­to doble, una de cuyas caras fue rápidamente denunciadapor el pensamiento socialista, mientras que la otra sólo lofue en la última década, con el ahondamíento de los movi­mientos feministas cuando se reconoció su ímportancta.

Ei primer ocultamiento reside en que en el capitalismoexiste una forma de asociación "especial" que sólo se puedeconcebir cínícamente como voluntarta y donde la forma­cíón de la voluntad se basa en la exclusión de la participa­ción de la abrumadora mayoría de los que en ella "parttcípan",es decír. la empresa como unidad básica de la organizacióneconómica de la producción capitalista. Porque la empre­sa está por fuera de lo político, la teoría liberal nunca se

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ha planteado el problema de que la formación de la volun­tad en el lugar de trabajo no se haga por media dei voto,como ocurre en muchas de las otras asoctactones de lasociedad civil.

EI segundo ocultamiento reside en que, ai convertir a lasocíedad civil en un dornmío privado, la teoría liberal olvtdael campo doméstico de las relaciones familiares. un cam­po ante el cual tanto el campo privado de la socíedad civil,como el campo público dei Estado, son de hecho, campospúblicos. A pesar de su importancia fundamental en lareproducción social y. muy específicamente, en la repro­ducción de la fuerza de traba]o. el campo doméstico estátotalmente ignorado, está relegado hacía la esfera de laintimidad personai no susceptible de ser politizado (fuerade cualquier contacto social u obltgacíón política) y lasdesigualdades que tíenen lugar en él, además de natura­leso son irrelevantes a nivel de la relacíón axial Estado­Individuo.

La sociedad liberal se caracteriza por una tensión en­tre la subjetivtdad individuai de los agentes en la socledadcivil y la subjetividad monumental dei Estado. EI mecanis­mo regulador de esa tensíón es el principio de la cíudada­nía que, por un lado, limita los poderes dei Estado y, porotro, universaliza e iguala las particularidades de los su­jetos de modo tal que se facilite el control social de susactividades y consecuentemente, la regulación social. Enel primer período de desarrollo dei capitalismo, el períododei capitalismo liberal, que cubre todo el sigla XIX, éstatensión fue decidida a favor dei principio dei mercado-quegobterna la sociedad civil- y los derechos civiles y políti­cos. que constituían en ese entonces el contenido de la cíu­dadanía, no son para nada incompatibles. con el principiodel mercado.

La relacíón entre ciudadanía y subjetividad es aún máscompleja. Más aliá de las ideas de autonomía y libertad,las subjetividad lnvolucra las ideas de auto-reflecttvídady de auto-responsabrlídad, la materialidad de un cuerpo(real o ficticio, en el caso de la subjetividadjurídica de las"personas colectivas"), y las particularidades potencial­mente infinitas que le imprimen un selia propio y único ala personalidad. AI consistir en derechos y deberes, la cíu­dadanía enriquece la subjetividad y le abre nuevos hori­zontes de autorrealización pero, por otro lado, lo hace por

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la vía de derechos y deberes generales y abstractos quereducen la lndivldualidad a io que hay de universal en ella,transforma los sujetos en unidades iguales e intercambia­bles. eu el interior d; administraciones burocráticas públicasyprívadas, receptaculos pasívos de estrategías de produc­cion, en cuanto fuerza de trabajo, de estrategias de con­sumo, en cuanto consumidores, y de estrategías de domínio~n cuanto ciudadanos de la democracia de masas. L~

ígualdad de ia ciudadanía choca, así, con la diferencia dela subjetividad, tanto más cuanto que eu eI marco de laregulación liberal esa ígualdad es profundamente selectivay deja diferencias Intactas, sobre todo las de la propledadpera también las de la raza y deI sexo que más tarde van aser los objeto,s centrales de las luchas por la igualdad.

Esta tensíón entre una subjetividad individual e indivi­dualista y una cíudadanía directa o indirectamente regula­dora y estatízante. recorre toda la modernidad. Ba]o diversasformas y con diferentes consecuencias ella está, en la raízdeI movimiento socialista, deI pestmtsrno cultural, deMaxWeber, de la muerte dei sujeto en Níetzsche, dei postperspec­ttvísmo, deI constructivismo ruso y de la desconstruccióncubista y, más rccíenternente. en la raíz de las genealogíasde Foucault y de la reivindicación feminista de una formade igualda? que no Implica Identlflcaclón, compatlble Conla aftrmacíón de la diferencia originai de la humanldad entremasculino y femeníno. Se trata pues, de una tenstón radi­cal que, a mí entender y como lo defenderé más adelantesólo es susceptible de superación en eI caso de la relactónque entre la subjetlvldad y la cíudadanía ocurra en el mar­co de la emancipación y no, Como hasta aquí, en el marcode la regulaclón.

SUBJETIVIDAD Y CIUDADANiA EN EL MARXISMO

La alternayva marxista, formulada en el período deIcapitalismo Iíberal, pero con una eflcacia que se prolongapO,r todo el período dei capitalismo organizado e Incluso,mas matlzada hasta el período dei capitalismo desorgani­zado en que nos encontramos (o se encuentran los paísesc~ntrales), I?erece una referencta especial. Como mencio­ne en el capitulo cuarto. el período deI capitalismo liberaleS,aquel en que se maniflesta en forma brutal la líqutda­clon dei potencial emancipato rio de la modernldad por el

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doble carníno de la hegemonlzaclón de la raciona1ldad téc­nico-científica, en el segutmíento de la segunda revoluciónIndustrial y de la hipertrofia dei principio dei mercado endetr-tmerrto dei principio dei Estado y con el "olvido" totaldeI principio de la comunidad rousseauníana. Pero lo cíer­to es que tambíén es en este período cuando se forjan lasmás brillantes construccíones emancípatortas de la moder­ntdad, sean ellas los movimientos soctalístas. los movtmíentosanarquistas, el mutualismo y el cooperativismo obreros oen ftn, eI marxismo. Es pues. un período de contradiccionesexplosivas entre regulación y emancipación; y la expresíónmás autêntica de tales contradicciones es stn duda elmarxismo, por lo que él fue en la obra y en el tlempo deMarx y por lo que hícíeron de éllos Bolchevíques y la Ter­cera Internacional, hasta el colapso reciente de los regime­nes deI Este europeo.

Es conocida la crítica de Marx a la democracia liberal y,por lo tanto, a las Ideas de subjetivldad y de cludadaníaque la constituyen. Porque la organización social de la produc­cíón determina la organlzaclón política y cultural, la sepa­ración entre la Igualdad política y la desígualdad económicaque operan en el capitalismo es poco menos que ilusoria.Porque el ser social determina la conctencta, la autonomíay la libertad atríbutdas a la subjetlvldad individuai en elcapitalismo, son tlusíones necesarias para la reproducciónde las relaciones capitalistas. AI declarar no-políticas lasdiferencias de nacimiento, clase social, educación y OCU­

paclón, el Estado capitalista permite que ellas operen 11­bremente en la soctedad, no tocadas por el principio de laIgualdad de la ctudadanía política que por esa razón, esmeramente formal (Marx [18431,1975: 219). Es tambténsabido que la posición de Marx en relacíón con la demo­cracia es compleja, a pesar de esto, y admite la postbílídadde la conquista dei socialismo por la vía electoral que re­salta la eflcacla de las luchas democráticas del proletaria­do ínglés para la reduccíón dei horarlo de trabajo y que, situvo algún modelo de democracia este. íue, cíertamente,eI de la democracia partrctpatíva que subyace en el princi­pio de la comunidad rousseauntana.

Sin embargo, nada de esto es muy relevante para la ar­gumcntactón de este capítulo. Lo que me mteresa realzares que, para criticar radicalmente la democracia liberal,Marx contrapone ai sujeto monumental que es el Estado

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liberal otro sujeto monumental, la clase trabajadora. Laclase trabajadora es una subjetividad colectíva, capaz deautoconcíencía (la clase-para-sü, que contíene en ella lassubjetividades Indlvlduales de los productores dlrectos.Tal como en Hegel la burocracia es la clase universal y laautoconcíencta deI Estado moderno, en Marx la clase tra­bajadora .es la clase universal y la autoconciencia de laemancipación socialista.

Sucede, sin embargo, que desde el punto de vista de lasr~lacione~entre las particularidades únicas de las subje­tívídades índívtduales y la abatraccíón y unlversalidad delas categorias de la sociedad política. Ia eflcacla subjetivade la c1ase trabajadora es, a nivel de la emanctpacíõn, se­m~jante a la de la cíudadanía liberal, a nível de la regula­cíón. Es decir, la subjetividad colectiva de la cIase tiendeIgualmente a reduclr a la equtvalencía y a la Indiferenclalas especialidades y las diferencias que fundan la perso­nalidad, la autonomia y la libertad de los sujetos índtvt­duales. Marx reconoció esta pera pensó que tenia de sulado la evolucíón histórica del capitalismo. EI desarrollo delas fuerzas productivas llevaría a la proletarízacíón de lainrnensa mayoría de la población y a la homogeneizacióntotal dei trabajo, de la vida y, por lo tanto, de la concienclade los trabajadores. EI concepto de clase tenía por objetivoprecisamente contraponer a la homogeneización regula­dora del capitalismo la homogeneízactón emancipadora dela subjetlvldad colectíva de los productores dlrectos.

Hoy sabemos que el capitalismo no proletarizó las po­blaciones en los términos previstos por Marx y que. en vezde homogeneizar globalmente los trabajadores, se alimentóde las diferencias existentes o, cuando las destruyó, creóotras en su lugar. Pero la verdad es que, incluso si se hu­bieran cumplido todas las previsiones de Marx, restaríasíempre la irreductlbilidad de la subjetlvldad Individuai ala subjetividad colectíva y consecuentemente le faltaríansíempre a la teoría marxista las instancias de mediaciónentre ambas.

Con Lenin y en el segulmiento lógico de Marx, la clasetrabajadora da orígen a otro sujeto monumental. el parti­do trabajador. Si, en los términos en que fue formulada,la subjetívídad colectíva de la clase tendló a destruir la subje­tívídad tndtvídual de sus mlembros, la tltularldad políticadei partido, en los términos en que fue formulada, rendíó

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a destruir la tltularldad política Individuai de la cíudada­nía. Esta significa que la tenslón arriba referida entre sub­jetívídad Individuai y cludadanía fue falsamente resueltapor la destrucción de ambas. En vez de superactones. su­prestones: en vez de medtactones, que solo podían ser bus­cadas en el principio rousseauniano de la comunídad, elrecurso exclusivo a sujetos monumentales afines ai únicosujeto monumental históricamente ya constrtutdo, el Es­tado. No sorprende, entonces, que el modelo marxísta-Ie­níntsta víníera a redundar en una hipertrofia total delprincipio dei Estado. SI elliberalismo capitalista pretendióexpurgar la subjettvtdad y la ciudadanía de su potencialemancipatorio -con el consecuente exceso de regulación,simbolizado en los países centrales, en la democracia demasas-, el marxismo, ai contrario procuró construir laemancípactón a costa de la subjetlvidad y de la cíudada­níay, con esto, se arriesgó a favorecer el despotismo, lo quede hecho sucedió. Si es verdad que el lentntsrno no es undesvío espur ío del marxismo, no es menos verdad que elmarxismo dio ortgen a modelos de transformación socia­lista que buscaban compatibilizar emanctpacíón con sub­jetlvldad y cludadanía, desde las posiciones de Kautskyhasta la de Bernstein, desde las posiciones de los austro­marxistas (ias grandes olvidados) hasta las de los euroco­munistas, todo lo cual, finalmente, se abona en favor dela complejidad de las posiciones de Marx.

En el segundo capítulo híce un balance general de lapropuesta de Marx. Ahora pretendo tan sólo destacar al­gunos de sus méritos para la discustón que sígue. En prt­mer lugar, la crítica marxista de la democracia liberal esbásicamente correcta, aunque la alternativa que proponeno lo sea. En segundo lugar, ai afirmar la primacía de lasrelaciones sociales en la constitución de la subjetividad yde la política, Marx ofrece la mejor confrontación a los pro­cesos de naturalización y costftcacíón en lo social, de laque se: alimentan los excesos de regulación en que se vinoa traducir la modernldad en las SOCiedades capitalistas.En tercer lugar, Marx establece, desde la tradición Hege­ltana, que no hay subjettvídad stn antagonismo y que elconcepto de cIase social es el articulador nuclear del an­tagonismo en las sociedades capitalistas. En este campo,el error de Marx fue pensar que el capitalismo, por la víadei desarrollo tecnológico de las fuerzas productlvas, ha-

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ría posrble, o incluso necesaria la transícton hacia el so­cialismo. Como se víno a comprobar, entregado a sí mís­mo, el capitalismo no hace tránsíto hacía otra cosa, sinohacía má~ capitalismo. La ecuacíón automática entre progre­so tecnologico y progreso social desradícalíza la propuestaemancipadora de Marx y, de hecho, la vuelve perversa­mente gemela de la regulaclón capitalista.

EL SURGIMIENTO DE LA ClUDADANIA SOCIAL

EI segundo período deI capitalismo en los países centra­Ies, el capitalismo organizado, se caracteriza por el pasode la ciudadanía cívica y política hacia lo que fue denomi­nado como "ciudadanía social", es decir, la conquista designificativos derechos soctales , en el campo de las rela­ciones de trabajo, de la seguridad social, de la salud, de laeducaclón y de la vívíenda por parte de las clases trabaja­doras de las sociedades centrales y, de un modo menoscaracterístico e intenso, por parte de algunos sectores delas clases trabajadoras en algunos países periféricos ysemlperlféricos. Nadle mejor que T.H. Marshall caracterl­zó este proceso en Citizenshlp and Social Class, publicadopor prtmera vez en 1950.

Según Marshall, en la línea de la tradícíón liberal, laciudadanía es el contenído de la pertenencia ígualítarta auna determinada cornurndad política y se calibra por losderechos y deberes que la constituyen y por las ínstítucto­nes a las que da oportunídad para ser social y políticamenteeficiente. Por eso. la ciudadanía no es monolítica; estáconstituida por diferentes tipos de derechos e institucio­nes: es producto de historias socíales diferenciadas pro­tagomzadas por grupos socíales diferentes. Los derechoscívicos corresponden al prtmer- momento deI desarrollo dela ctudadanía, son los más universales en los términos dela base social que a1canza y se apoyan en las ínstítucronesdei derecho moderno y dei sistema social que los aplica.Los derechos políticos son más tardíos y de más difíciluntversaltzacíón y se traducen institucionalmente en losparlamentos, en los sistemas electorales y en los sistemaspolíticos en general. Por último, los derechos sociales solose desarrollan en nuestro stglo y plenamente, después dela Segunda Guerra Mundial; tienen como referencia sociallas clases trabajadoras y han sido aplicados a través de

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múltiples tnstituctones que, en conjunto, constituyen elEstado-Providencia.

Uno de los prmctpales méritos dei análísts de Marshallconsiste en la arttculacíón que opera entre ciudadanía yclase social y en las consecuencias que de eIla saca paracaracterizar las relaciones tensíonales entre ciudadanía ycapitalismo. Transfiriéndola al cuadro analítico que aquípropongo esa articulación significa que en eI período deicapitalismo liberal, la cludadanía civil y política, comoparte integrante dei principio dei Estado no sólo no chocócon el principio dei mercado, sino que hízo posíble su desa­rrollo hlpertroflado. AI contrario, en el período dei capitalis­mo organizado, la ciudadanía social, se ancló socialmenteen los intereses de las clases trabajadoras y les strvíó engran medida a través de transferencias de pagos, razón porla cual chocó significativamente con el principio dei merca­do; de esta manera condujo a una relación más equilibra­da entre el principio dei Estado y ei principio dei mercadoy con ella a una nueva estructura de la explotación capi­talista, precisamente el capitalismo organizado.

Este mayor equlilbrio entre Estado y mercado se obtu­vo por la prestón dei principio de comunldad como campoy lógica de las luchas soctales de clase que estuvieron enla base de la conquista de los derechos soctales. La cornu­nidad se basa en la oblígactón política horizontal entretndívíduos o grupos socíales y en la solídarídad resultantede ella, una solidaridad partlclpativa y concreta, es dectr,socialmente contextualizada. Ahora bien, la clase obrerafue precisamente el motor y el contenido de ese contextosocial y la articuladora de la oblígacíón política que se tradu­jo en las múlttples formas organlzacionales de la solidari­dad obrera, de los movímíentos obreros y de los sindicatos,a las cooperativas. a los clubes obreros, a la cultura obre­ra etc., etc.

Si la clase obrera no fue el sujeto monumental de laemancipaclón postcapitalista, fue sín duda el agente de lastransformaciones progresrstas (emancipatorias en estesentido) en el interior dei capitalismo. Aunque aún hoy seadiscutible en qué medida la ciudadanía social es una con­quista dei movlmiento obrero o una concesíón dei Estadocapttalísta". no parece quedar duda de que, por lo menos,

4 Ver. por cjcmplo. el debate entre Turner (19S6). que resalta el papel de lasIuchae soctales en la creacton de la ciudadanía social. y BarbaIet (19S8). queda más atenc16n aI papel deI Estado.

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sin las Iuchas sociales deI movímtento obrero, tales con­cestones no habbrían sido hechas. Todo ello stn olvidar-eíguíendo a Brtan Turner-Ia contribución de otros facto­res en la expansión y profundización de la ctudadanía so­cial, como la guerra y ias mígractones.

Stn embargo, para la comprensión dei tiempo presentees importante tener en cuenta que las luchas obreras porla ctudadarría social tuvieron lugar en el marco de la de­mocracia liberal y que, por eso. la obligación política hori­zontal dei principio de la comunldad sólo fue eficiente enla medida en que se sometió a la obligación política verticalentre cíudadano y Estado. La concesión de los derechossoctales y de las instltuciones que los han distribuido social­mente son expresión de la expansión y de la profundiza­cíón de esa obligación política. Políticamente, este procesosígruftcõ la integración política de las clases trabajadorasen el Estado capitalista y por lo tanto, la profundizaciónde la regulación en detrimento de la emancipación. Por esemotivo las luchas por la ciudadanía social culminaron euuna mayor Icgíttmacíón dei Estado capitalista. Por ese mo­tivo, el capitalismo se ha transformado profundamente para-a~ "final" de su proceso de transformactón- ser más hege­monico que nunca.

Ante esto, no es sorprendente que en este período sehaya agravado la tenstón entre subjetlvidad y cíudadanía.Por una parte, el ensanchamiento de la ciudadanía abriónuevos horizontes ai desarrollo de la subjetlvidad. La se­gurídad de la exístencía cotidiana, propiciada por los de­rechos socíales hizo posibles las vívencías de autonomía yltbertad de ascenso educacional y de prograrnacíon de lastrayectorias familiares, que hasta entonces habían sidovedadas a las clases trabajadoras. Pero, por otra parte, losderechos sociales y las instituciones estatales a que díe­ron lugar fueron partes integrantes de un desarrollo SOCialque aumentó el peso burocrático y la vígílancta controla­dora sobre los índívíduos: los sometió más que nunca a lasrutinas de la producción y deI consumo; creó un espacíóurbano desintegrador y atomízante, destructor de la solí­dartdad de las redes sociales de ínterconoctrníento y deayuda mutua; promovíó una cultura medtática y una ín­dustria de tiempos libres que transformó eI ocío en un goceprogramado, pastvo y heterónomo, muy semejante al tra­bajo. En fino un modelo de desarrollo que transformó la

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subjetlvidad en un proceso de individualización y nume­racíón burocráticas y subordinó eI mundo de la vida-Lebenswelt - a las extgencías de una razón tecnológicaque convirtió eI sujeto en objeto de sí mismo.

SUBJETIVIDAD Y CIUDADANÍA EN MARCUSE Y FOUCAULT

La relacíón entre la hipertrofia de la ciudadanía esta­tizante y consumista y la decadencia de la subjetlvidad fuedenunciada por primera vez por Marcuse (otro gran olvt­dado). Inspirado en Heidegger y Freud; Marcuse historia­liza el marxismo a la luz de las realidades dei capitalismoavanzado (Marcuse, 1964; 1966; 1969). La lntegraciónpolítica social y cultural dei proletariado en la reproduc­ción deI capitalismo hace ínvtable cualquier proceso deemancípactón con base c1asista. La ernancípacíón por con­quistar es la dei individuo y la de su subjetivldad. La solu­ción propuesta por Marcuse, la de la emancipación por eIEros, es poco convincente, sobre todo porque se proponesustentar una negatlvidad postsocial (y postcapitalista)por la vía de una regresión naturalista a lo pre-socíal. perosu crítica al capitalismo avanzado no sesó de ganar actua­lidad desde que fue elaborada, a partir de los anos cuarentay cincuenta. En los términos de esta crítica, la razón tec­nológica que preside el desarrollo dei capitalismo condu­ce tnevítablemente ai sacrtftcío de la aubjettvtdad indivi­duai en la medida en que es incapaz de satisfacer todas lasnecesidades síquicas y somáticas dei individuo y desarro­llar totalmente sus capacidades emocionales. Por eso. ladocilldad y la pasividad de los índtvíduos. y sobre todo delos trabajadores, se obtienen a través de las formas repre­sivas de felicidad "ofrecidas" a la inmensa mayoría de lapoblación a través deI consumo compulsivo de mercancía.

A pesar de ser importante y de necesitar la reapre­cíacíón de los anos noventa, la teoría crítica de Marcusees menos consistente que la formulada más tarde porFoucault, sobre todo en lo que respecta ai desarrolloantlnómico de la subjetlvidad y de la ciudadanía en el ca­pitalismo. (Foucault, 1975; 1976; 1980). Nadie mejor queFoucault analizó el proceso histórico dei desarrollo de lacíudadanía en detrimento dei de la subjetrvídad, para per­míttrnos la conclusión de que la ciudadanía sin subjetlvidadconduce a la normalización, es decir, a la forma moderna

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de dominaclón cuya efícacta reside en la identificación delos sujetos con los poderes-saberes que se ejercen en ellos(más de lo que sobre ellos). Se trata de un proceso totalí­zante deI que las ciencias humanas son pieza central y queobra por múltiples fraccionamlentos de la subjetividad (enla familia, eu la escuela, en el hospital. en las profesiones,en la prisión) para Iuego, con base eu estos fracciona­mtentos, reconstituir la unidad deI individuo, ahora iden­tificado con las exígencías de la domlnación disciplinar,las cuales por eSQ nada tienen que imponer.

Si bien estoy de acuerdo con mucho de lo contenido enla crítica de Foucault, no comparto la radicalidad de laconclusión a que élllega. Para Foucault, no hay tenslónentre ciudadanía y subjetívídad porque la cíudadanía, enla medida eu que conststíó en la institucionalización de lasdisciplinas. creó la subjetividad a Sli imagen y semejanza.La subjetívídad es la fase Individuai dei proceso de norma­lizaclón y no existe por fuera de ese proceso. EI sujeto y elcíudadano sou productos manufacturados por los pode­res-saberes de las díscípltnas. Es con base en esta Idea queFoucault se rehusa a atrtbuírle ai Estado un lugar centralen el proceso de la dominación moderna. De hecho, segúnél, el poder jurídico-político que reside en el Estado y enlas instituciones no ha cesado de perder trnportancía afavor dei poder dlsclpllnar. Para Foucault, la cíudadaniaes pues, un artefacto de este poder más que un conjuntode los derechos cívicos, políticos y sociales concedidos porel Estado o conquistados de él.

A mí entender, el proceso histórico de la cíudadanía yel proceso histórico de la subjetívídad son autónomos aun­que como lo he venido defendiendo, están íntimamenterelacionados. EI capitalismo ha sabido convivir con dife­rentes soluciones en cada uno de estos procesos y las so­luciones que conststteron en urra mayor amplitud para lacíudadanía política y social. no son clertamente las peo­res para el desarrollo de la subjetividad. Una de las reívtn­dicaciones centrales deI feminismo radical, la de que, enlas condiciones actuales, la esfera personal es política, noes susceptlble de satlsfacclón sino a través de la repolítíza­clón de esa esfera, basada en estrategías de cludadanía.

Hay que agregar que, desde el punto de vista de la emanei­pactón, es postble pensar en nuevas formas de cíudadanía(colectivas y no índívíduales: menos basadas en los dere-

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chos y deberes que en formas y criterios de participación),no liberales y no estatlzantes, en las que sea posible unarelacíón más equilibrada con la subjetividad. Aun así, es­tas nuevas formas de ciudadanía no nos deben hacer olvi­dar que el Estado ocupa una posición central (por que esexterior) en la configuración de las relaciones sociales deproducción capitalista; y que esa posición, ai contrario delo que afirma Foucault, se fortalectó con el desarrollo deicapitalismo. La tendencla foucaultiana de homogeneizarlas diferentes formas de poder, bajo el concepto clave deipoder díscíplínarto, para apoderarse de la tormactón de crite­rios que permitan jerarquizarlos y para ver en todos losintentos de reststencía, el surgtmíento insidioso de nuevospoderes contra los cuales es necesario organizar nuevasresistencias, termina por llevamos a una concepcíón panóp­tica deI panóptíco benthamiano, es decir, a una concepciónde la opreslón donde no es posfble pensar la emancipaclón.

LA CRIS!S DE LA CIUDADANíA SOCIAL

A finales de los anos sesenta, en los países centrales, elproceso histórico dei desarrollo de la cludadanía socialsufre una transformación cuya verdadera dimensión sólose vtno a mostrar en la década siguiente. Dos fenómenosmarcan esa transformación: la crisis del Estado-Providen­cia y el movimiento estudlantll.

Este no es ellugar para tratar detalladamente nlngunode estos fenómenos". Basta tener presente, para lo que aquínos Interesa, que lacrisis delEstado-Providencia seJunda­menta básicamente en la crisis deI régtrnen de acumula­cíón consolidado en la postguerra, el "régimen fordtsta",como se conoce hoy en día. Este régímen de acumuIaciónse caracteriza por una organización taylorista de la pro­ducción (separación total entre concepción y ejecuctón enel proceso de trabajo) acoplada a la íntegracíón masiva de lostrabajadores en la socíedad de consumo, a través de unacíerta indicación de los aumentos de salarios con los in­crementos de la productlvldad. Esta repartlción de los In­crementos de la productividad se obtienen por dos víasfurrdamentales: por los aumentos de los salarios dlrectos

5 En cuanto a la crtsts dei Estado-Providencia. ver. cf. Santos (1990: 193 ys.s.) .

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y por la creación y expansión de salarios indirectos, es decir,los beneficios sociales en que se traduce la cíudadaníasocial y en última Instancia, el Estado-Providencia.

Como ya lo mencioné,la clase obrera a través de los sin­dicatos y movimientos obreros, tuvo un papel central enla conftguracíón de este compromiso, también conocido comocornpromíso social-democrático, para para dar cuenta deque las transformactones soctalízantes del capitalismo, eneste periodo (el "capitalismo organizado") se obtuvleron acosta de la transformación socialista de la socíedad, rei­vindicada en la íníctacíón de este segundo periodo dei ca­pitalismo como la gran meta del rnovímtento obrero. Enesto reside, verdaderamente, Ia integración social y políti­ca de la clase obrera en el capitalismo, un proceso lento dedesradicalización de las reivindicaciones obreras, obteni­do en gran medida, a través de la reclente participación delas organtzacíones obreras en la concertactón social, en laspolíticas de rendimientos y precios e incluso en la gestiónde las empresas, un proceso cuya dimensión política seconoce boy en día como neocorporatívtsmo.

La crtsts dei régtrnen fordista y de las Instltuciones so­cíales y políticas en que él se tradujo se basõ, en primeralínea, en una doble crisis de naturaleza económico-política:en la crisis de rentabilldad dei capital frente a la relaciónproductividad-salarios y la rclacíón salarios dírectos-aa­lartos indirectos, y en la crtsts de la regulación nacional-que hasta entonces administraba eficazmente esas relacio­nes- produclda por la Internaclonalizaclón de los mercadosy la trasnacionalización de la producción. Como esta re­gulaclón estaba centrada en el Estado nacional, su crtstsfue tamblén la crtsís dei Estado nacional frente a laglobalización de la economia y las instituciones que sedesarrollaron con ella (las empresas multinacionales, elFondo Monetarlo Internacional, el Banco Mundial),

Pero la crisls dei fordlsmo o dei capitalismo organizado,también tuvo una dlmensión cultural o político-cultural y,a mi manera de ver, la revaluación y la reevaluación de estadimensión es de trascendental ímportancta para definirlas alternativas emancipadoras de los anos noventa. Lacrisls consiste en parte en la revolución de la subjetivldadcontra la cíudadanía, de la subjetividad personal y solidarlacontra la ciudadanía atomizante y estatizante. El compro­míso social-democrático amarró de tal manera a los tra-

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bajadores y a la población en general. a la obsestón y a lasrutínas de la producción y dei consumo, que no dejó níngúnespacio para el ejercícío de la autonomia y de la creatíví­dad, con las mantfestacíones de ahí resultantes, desde elausentismo laboral basta la síquíatrtzacíón de lo cotidiano.Por otro lado, la ciudadania social y su Estado-Providen­cia, transformaron la solidaridad social en una prestaciónabstracta de servicios burocráticos benévolamente repre­stvos, concebidos para dar respuesta a la crecíente atomi­zación de la vida social pero, de hecho, alimentándose deella y reproduciéndola de forma ampliada. Por último. elcornprorntso social-democrático, ya de por sí. basado enuna concepción restringida (liberal) de lo político. termínó.a pesar de las apariencias en sentido contrario, por redu­cir aun más el campo político. La diferencia cualitativa entrelas diferentes opciones políticas presentes. fue reducidacasi hasta la irrelevancia. La representación democráticaperdió el contacto con los anhelos y las necesldades de lapoblacíón representada y se hizo rehén de los intereses corpo­rativos poderosos. Con esto, los ciudadanos se alejaron dela representación sm que, sin embargo, bubiesen desarro­llado nuevas formas de particlpación política, ejercltablesen nuevas y más amplias áreas políticas. Las organízacío­nes políticas dei proletariado, lejos de ser víctímas de esteproceso, fueron uno de sus prtncípales artífices, por lo cualno es sorprendente entonces, que sus energias ernanct­padoras hayan sido desviadas hacla la gesttón celosa deicapitalismo, por más transformado que éste haya salido deesa gestión.

Como sabemos, el movimiento estudiantU de los anos se­senta, fue el gran articulador de la crtsts político-culturaldei fordtsrno: y la presencia en él, bien vístble por demás,de la crítica marcuslana es la expreslón de la radicalidaddel enfrentamíento que protagontzaba", Son tres las prin­cipales facetas de esa confrontación. En primer lugar, oponeal productívtsrno y aí consumísmo una ideología antípro­ductívtsta y postmaterialista. En segundo lugar, identificalas múltiples opresiones de lo cotidiano, tanto a nivel dela producclón (trabajo alienado) como de la reproducclónsocial (familia burguesa, autoritarismo de la educacíón,monotonia dei octo, dependencia burocrática) y se propo-

6 Sobre el impacto global deI movímíento estudiantil, ver, ct. Wal1ersteln(1989: 431).

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ne ampliar hasta ellas el debate y la parttcipactón polítt­caso En tercer lugar, declara el fln de la hegemonía obreraen las luchas por la emancipación social y legitima la crea­ción de nuevos sujetos sociales de base transclasista.

EI trtunfo ideológico de la subjettvidad sobre la cíuda­danía obviamente tuvo SUB costos. EI afán por la búsquedade nuevas formas de ciudadanía, no hostiles a la subjetí­vidad, llevó a descuidar cast totalmente la única forma deciudadanía históricamente constituida, la ciudadanía deorigen liberal. Este descuido fue fatal para el movtmíentoestudíantíí como movimiento organizado y quízás se en­cuentra en et orígen de la facilidad relativa con que fuedesarmado. Sin embargo, dialécticamente, esc desarmeorganizacional facilitó la expanstón capilar de la nuevacultura política instituida por eI movimiento estudiantil y.sm ésta, no es posible entender los nuevos movtmientossocíales de los anos setenta y de los anos ochenta. ui seráposible entender los de los anos noventa. Además, la he­r~~cia no sóIo reside en la cultura política, sino que tam­bíén reside en las formas organizativas y en la base socialde éstas. A partir de ahí, los parttdos y los sindicatos tu­vieron que enfrentarse permanentemente con las formasorganizativas de los nuevos movtrníentos sociales, tal comoa partir de ahí el "complejo marshalliano" ciudadanía so­cial-clase social, no se puede reponer como anteriormente.

LAS DOS ÚLTIMAS DÉCADAS: EXPERIMENTACIÓN Y

CONTRADICCIÓN

Las dos últimas décadas fueron, más que cualesquieraotras, décadas experimentales. Por un lado, fue un perío­do en que el capital comenzó a definir una respuesta a losdesafios de los anos sesenta. Se trata de una respuestaque tiene lugar a nível deI s ts terna mundial en su totalidady que, de hecho, se basa más que nunca en la conversióndeI "sistema mundial" en espacto global de acumulación.EI perfil general de esta respuesta es conocido, pero sualcance está aun por definir. Por ejemplo, el Estado-Pro­videncia sufrió y está sufriendo profundas transformacionesen los países centrales, pero estas no son tan profundascomo para permitirnos hablar de su próximo colapso o desu próxima substitución por otra forma política cualita­tivamente diferente. Porotro lado, las dos últimas décadas

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fueron anos de gran experimentación social, de formula­cíón de alternativas más o menos radicales aI modelo dedesarrollo económico y social dei capitalismo y de afirma­cíón política de nuevos sujetos sociales, bíen simbolizadaen los nuevos movimientos sociales, sobre todo en los paísescentrales, y en los movimientos populares en toda AméricaLatina. Es discutible si estos movímtentos están hoy enuna fase de expansión o en una fase de recestóri: en todocaso su posible impacto social, tal como anteriormente eldeI movimiento estudiantil, es todavía difícil de determinar.

Por último, la última década fue testígo deI colapso delas sociedades comunistas deI Este europeo, un procesocuyo desarrollo es difícil de prever. AI contrario de lo quepasa con los nuevos movímíentos sociales, este procesosignifica, por lo menos en apartencía. la revalidación delmodelo capitalista de desarroIlo económico y social y suafirmación como el único modelo víable de la modernidad.Pero también en este caso, aun es pronto para conocer eltipo de forrnactones socíales que en la práctíca están porsurgir dolorosamente en el Este europeo y cuál será suimpacto en Europa y en el mundo. Por todas estas razo­nes parece correcto afirmar que las dos últimas décadasson décadas experimentales y que los aftos noventa darántestimonio de las diferentes líneas de transformación so­cial seftaladas por eIlas. Me referiré brevemente a las res­puestas deI capital y a las alternativas propuestas por losnuevos movtrntentos soctales.

LAS RESPUESTAS DEL CAPITAL: DIFUSIÓN SOCIAL DE LA

PRODUCCIÓN Y AISLAMIENTO pOLíTICO DEL TRABAJO

Los últimos veinte aftos fueron muy ricos en nuevas solu­ciones capitalistas para responder eficazmente a los desa­fíos de los aftos sesenta. Es posible agrupar esas solucionesen dos grandes conjuntos: la dtfustón social de la produc­cíón y el atslamíento político de las clases trabajadorascomo clases productoras.

La difusión social de la producción asume varias formas.Es, ante todo, la descentraltzacíón de la producción a tra­vés de la transnacionalización de la produccíón (1a"fábricadifusa"), la fragmentactón geográfica y social dei procesode trabajo, con la transferencia hacía la periferia deI sistemamundial de las fases productivas con un mayor carácter

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de trabajo intensivo, dei que resultó una cíerta desindus­trialización de los países centrales y la industrialización oretndustrtalízactón de los países periféricos. Este proceso,además de permitir una ampltacíón sín precedentes deImercado de trabajo , permitló también su segmentaclón ydualización, dando orígen a la heterogenización de la rela ­ción salarial y a la competencía entre mercados de trabajolocales, regtonales y nacionales en lucha por las condicio­nes y oportunidades de inversión. La conducción de esteproceso por parte de las empresas multinacionales -losgrandes agentes de ia rccstructuractóri- hizo posíble la despo­litización y hasta la naturalización de los nuevos impera­tivos de la producción. Las guerras económicas dejaron detener lugar entre Estados nacionales y pasaron a tenerlugar entre bloques o entre deudores nactonales y acree­dores ínternactonales. Los Estados nacíonales, sobre todolos periféricos y semiperiféricos se fueron posicionandopara competir entre sí por las contrapartidas, cast stern­pre leoninas, susceptíbles de atraer la inversión de las empre­sas muttínactonales. La despol1tización de las opciones eneste campo-el único nacionalismo posible es el de la luchapor las condiciones de desnacíonalízacíón de la regulacíóneconómica y social- incluye tambíén su naturalización, esdectr. la ídea de que las opctones se escogen dentro de muypocas, dado que los imperativos multinacionales son ca­tegóricos, pertenecen a la naturaleza propia de la acumu­lacíón en este período y ninguna ecónomía nacional puedetener la veleídad de evadirse de ella y quedarse por fuera.La única margtnaltzacíón tolerable es la que ocurre den­tro del sistema.

Más aliá de la fragmentación y globallzación de la pro­ducción y de la despolíttzactón y de la naturallzación de losimperativos económtcos, la difusión social de la produc­ción tiene aun un tercer aspecto, más complejo pero tal vezde mayor importancia en el próximo futuro: la crecíeriteconfusión y la no díferencíacíón entre producción y repro­ducción. Este es un fenómeno complejo porque en algunasde sus vertientes corresponde, por lo menos en apartencta.a algunas de las retvtndícacíones dei movírníento estu­díanttl de los anos sesenta e incluso de los nuevos movi­mientos soctales de los anos setenta y ochenta.

Las luchas por la cíudadania social en el segundo perío­do (capitalismo organizado) tuvieron como objetivo explícito

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subrayar que entre producción y reproducción había unaconexión económíca íntima, pero que, más allá de ella, ladesconexión era total. Más específicamente, la idea era quesólo la conexión económica hacía posible la desconexióna todos los otros niveles. La conexión económica residía enque el reparto de las ganancias de la productívídad, los sala­rios indlrectos y el Estado-Providencia. deberían garanti­zar por sí la reproducctón social (alímentacíón, vestuario,vivienda, educación, salud, segurídad social, transportes,recreación, etc. etc.). Esta conexión le permitía a los tra­bajos planear su reproduccíón social y la de su família entotalllbertad y segurtdad, stn ninguna sujec!ón a los cicloseconórntcos o a las exigencias empresariales.

Aunque este objetivo haya sido obtenido durante algúntiempo por amplios sectores de las clases trabajadoras delos países centrales, fue precisamente contra él que se re­veló el movimiento estudiantil. Según éste movtrntento, elobjetivo fue falsamente alcanzado, toda vez que, como yamerrctorté, las gananctas en ciudadanía se convirtieron enpérdida de subjetividad. La conexión económica. lejos decrear auténtica autonomía y libertad, creó dependencia enrelación con el Estado burocrático y las rutínas deí consumo(agravadas por la generallzación deI crédito de consumo).En estos términos, la producción y la reproducción se man­tuvieron materialmente diferentes, pero pasaron a ser strnbó­licamente isomórficas. EI sometimiento real al capital enel espacio de la producción fue secundado por el somett­miento formal al espacio de la reproducción formal, En conver­gencla con esto, el movímtento feminista de las dos últimasdécadas resaltó la dímensión deI trabajo (el trabajo domés­tico) y por lo tanto. Ia dímenstón productiva de la repro­ducción social hasta entonces escondida en la distinciónentre producción y reproducción y en la conextón mera­mente económica entre ellas. Con esto la categoría dei tra­bajo sobrepasó a la categoría de clase social.

La reestructuración dei capital en este período se apro­vechó, de algún modo, de ésta crítica para alterar, a su favor,la relación entre producción y reproduccíón social. Por unlado. con los recortes en el presupuesto social dei Estado­Providencia, la quíebra de la indexación entre productíví­dad y salarto, buscó eliminar o. por lo menos atenuar, laconexión económica. Por otro lado, a través de la difusiónsocial de la producción, buscó profundizar otras conexiones

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entre produccíón y reproduccíón. Por ejcmplo, Ia fragmen­tación de los procesos productívos hlzo postble lagenerali­zacíón dei trabajo a domicilio (casi síernpre femenlno) yéste transformá el espacio doméstico de muchas familiastrabajadoras en un campo de trabajo donde la produccióny la reproducctón conviven hasta casi confundirse. Por otrolado, la generalizaclón de las formas de pluriactividad hizomás compleja y dificll la distinción entre tiempo vital ytíernpo de trabajo y lo mísrno sucedió a través de la degra­dacíón de la seguridad social, que hizo más problemáticala fase postproductiva de la vida. Hay que agregar que, enmuchas profesiones li ocupacíones. el cuerpo (la aparien­cía corporal, visual, vigor fístco. vestido, maqul1laje) pasóa ser la segunda fuerza productiva dei Irabajador ai ladode la fuerza de trabajo proplamente dicha.

En esas sttuacíones. parte del tiempo vital de la reproduc­ción es de hecho un segundo turno de trabajo productlvo,ocupado enjogging. gimnasia, masajes, ftstculturtsmo, etc.Este segundo turno de trabajo tiende incluso a aumentarcon la disminución dei tiempo de trabajo asalariado o deprímer turno. En este contexto de no diferenciación pro­gresiva entre producción y reproducción, se debe haceruna referencia a los códigos de conducta elaborados porlas empresas (casí siempre mujunacíonales) para ser se­guidos por sus empleados fuera del tlempo de trabajo ydonde se ímponen los lugares de esparcímíento para Ire­cuentar o evitar. el tipo de relaciones personales para pre­ferir o rechazar, formas de comportamiento recomendableso condenables, el vestuarto a ser usado. etc. La "lealtad ala empresa durante 24 horas", es un slogan grotesco quellevado at extremo hace que incluso la tenue dtsttncíónentre sumisión real y sumisión formal desaparezca.

La promlscuidad entre producción y reproducción lequita razón ai argumento de Habermas (1982) y de Offe(1987) según el cual las sociedades capitalistas pasaron deun paradigma de trabajo hacla un paradigma de ínterac­cíón. Es verdad que el trabajo asalariado como unidadhomogênea y autónoma del tiempo vital se descaractertzó,pero, por otro lado, esto sólo ha sido postble en la medidaen que el tiempo formalmente no productívo ha adquiridocaracterísticas de tíernpo de trabajo asalaríado al punto detransformarse en la contínuactón de éste bajo otra forma.Tiene pues razón Schwengel cuando afirma que la socíe­dad contemporânea oscila entre la utopía del trabajo con-

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ereto y la experlencia dei "fin de la socíedad dei trabajo"(1988: 345),

El aislamiento politico de las c/ases trabaJadoras en laproducciónestá ligado obviamente a los procesos que aca­bé de descrlbir y constituye de hecho la otra fase de la di­fusión social de la producción. Las variadas dimensionesde esta difusión social de la produccíón, contribuyeron,cada una a su modo, para la transformación de la claseobrera en mera fuerza de trabajo , Son particularmenteimportantes en este ámbito las diferentes estrategías deflexibilización, o mejor, de precarización de la relaciónsalarial que por todas partes han venldo siendo adopta­das: dismlnución de los contratos de trabajo por tiempoindeterminado. substituidos por contratos a término fijoy de trabajo temporal, por el trabajo falsamente mdepen­diente y por la subcontratación, por el trabajo a domicilioy por la fcmíruzacíón de la fuerza de trabajo (asoclada engeneral a una mayor degradación de la relacíón salarial).Todas estas formas de relaclón salarial tienen por objetoftjar los ritmos de la reproduccíón social a los ritmos de laproducción ("hay traba]o cuando hay pedidos"), un procesoque designado como regreso deZcapital variable, EI síndromede msegurtdad que él genera entre las familias trabajado­ras y la competencía que crea entre ellas se han reveladocomo poderosos instrumentos de neutralización políticadeI movímterito obrero.

La coexistencia de varias relaciones salariales y la seg­mentación de los mercados de trabajo produjo una granfragmentactón y heterogentzactón dei proletariado lo quehace más difícil la macronegociación colectíva y coloca alas organízactones stndícales en una postcíón de debilidadestructural, una debilidad agravada por la reducción delas tasas de stndícaltzacíón en casi todos los países. Paraesta también han contríbutdo las transfonnaciones operadasen el propio proceso de trabajo: técnicas de enríquecímíen­to dei trabajo, políticas de clasiflcación y de callflcación,alteracíones en el control dei proceso de trabajo , generali­zacíón dei trabajo a destajo y de los incentivos de produc­tívídad. En su conjunto estas transformaciones le quitansentido a la unidad de los trabajadores y promueven laíntegracíón individual e individualmente negociada de lostrabajadores en la empresa. Por todas estas vías, la inte­gración cada vez más intensa en la produccíón va a la par

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con la progresiva destntegractón politica dei movimientoobrcro. Aíslados, los trabajadores no sou clase obrera, sonfuerza de trabajo. Tal vez esto explique en parte la pocaresístencia o la poca eftcacía de la reststencía de las orga­nízactones síndtcales frente ai proceso de degradación dela relación salarial.

La degradacíón general de la relación salartaí es , stnembargo. sólo un aspecto dei atslamíento politico de lasclases trabaj~doras.Otro aspecto no menos importante esla degradacion de los salarias indirectos y consecuente­mente, de las prestactones y servíctos del Estado-Provi­dencia. EI retroceso eu las políticas socíales asumió variasforma~: .recor~tes en los programas soctales, esquemas decoparttcipactõn en los costos de los servícíos prestados porparte de los usuarios; prtvattzacíón capitalista de ciertossectores de la providencia estatal en el campo de la saludpensiones, vtvtenda, educación, transporte y subSidiOS;transferencia de servícíos y prestaciones hacia eI sectorprivado de solidaridad social mediante convenio con el Es­lado; movllización de la familia y de las redes de fntercono­crmíento y de ayuda mutua -lo que en general podemosdesignar como sociedad-providencia- para el desempenode funciones de segurtdad social hasta ahora desempena­das por el Estado.. La difusión social de la producclón y el aislamiento polí­

tíco de las clases trabajadoras en estas dos últimas décadashan sido acompaüadas, en el plano polílico-cultural. poruna constelación ideológica en que se mezclan el renaci­miento dei mercado y de la subjelividad como artículado­res nucleares de la práctíca SOCial. La idea de mercado ylas que gravítan en su órbita (autonomía, libertad inicia­tiva privada, competencia, mérito,lucro) han dese~pena­do un papel decisivo en la desarticulaclón de la rigidez dela relacíôn salarial hcredada deI período anterior y en eldesmantelamiento relativo del Estado-Providencia. Asts­timosa la colonización dei principio dei Estado por partedei prmcipto dei mercado, una colonización que íncluye enocasiones la introducción de la competencta entre institu­cíones dei Estado en la prestación de servícíos a otras ms­tituciones dei Estado como, por ejemplo, la que, según lanueva ley inglesa dei Servícto Nacional de Salud, debe su­ceder entre diferenles hospítales estatales en la prestacíónde servícíos hospitalarios a ese servicio. Se trata de una

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situación muy diferente a la dei periodo dei capitalismoliberal, aunque tambíén como ella, caracterizada por el predo­mmío dei principio dei mercado sobre el principio dei Es­tado. Diferente porque, en el período dei capitalismo liberal.no fue necesario privatizar el sector social del Estado, tansolo fue necesarío no dejar que él surgíese: diferente por­que, en el período deI capitalismo desorganizado, el predo­minio dei principio deI mercado tíene una fuerte dímenstónideológica que ayuda a legitimar la relativa retirada del Estadode la prestacíón de la seguridad social. al mísrno Iiempoque oculla el fortaleclmiento, aparentemente contradícto­rio, de la mtervcncíón dei Estado ert el área econórníca: la"proteccíón" y víabtlízactón de empresas, los incentivos fís­cales, el protecctonísmo, las prtvatízactones o el oculta­mtento de sítuactones de quíebra técnica muchas vecesengendradas por medios fraudulentos, en suma, el "Esta­do-Providencia de las empresas". Por último, el predomi­ruodei principio dei mercado es ahora diferente porque, aicontrario de lo que sucedió en el período dei capitalismoliberal, apela ai principio de la comunidad y a las ideas queél incluye. como por ejemplo, las de partictpacíõn, solída­rídad y autogoblerno, para obtener su complicldad ideo­lógica en la Iegtttmacíón de la transferencia de los servi­cios de la seguridad social estatal hacia el sector privadosin ânimo de lucro.

A pesar de todas las diferencias el regreso deI principiodei mercado en los últimos veinte afins representa la re­validación social y política dei ideario liberal y, consecuen­temente. Ia revalortzactón de la subjetívídad en detrimenlode la ctudadanía. También en este domtnío, la respuestadei capital aprovecha y dtstorstona hábilmente algunas delas retvtndícacíones de los movímíentos contestatarios de losúltimos treinta anos. La aspiración de autonomía, creati­vídad y reflecttvtdad se Iransmuta en prtvattsrno, des-so­cialización y narcisismo, los cuales acoplados a la vertienteproductívtsta. sirven para integrar, más que nunca, a losindividuos en la compulsión consumista. Tal integración,lejos de significar una ahdtcacíón materialista, se vive comoexprestón de un nuevo idealismo, un idealismo fundado enobjetos (objetístico). La naturaleza dei consumo se trans­forma. Además de que algunos objetos de consumo no tienensíqutera una cxístencta material (las imágenes digilales.por ejemplo), la retraccíón de la producción en masa y su

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substitución gradual por la ciientelización y personaliza­ción de los objetos transforma a éstos en característicasde la personalidad de quien los usa y en esa medida, losobjetos transitan de la esfera dei tener hacía la esfera deser". EI nuevo subjetivismo es objetístico y el culto de losobjetos es elersatz de la intersubjetividad. Estas transfor­macíones son tan profundas y arquetípicas que para pro­barlas es necesario proceder a transformaciones tambiénprofundas y arquetípicas en la teoría sociológica. En lascondiciones socíales de los anos noventa, el idealismo seráprobablemente la forma más consecuente de materialismo.

En esta nueva conftguracíón simbólica, la hipertrofiadel principio dei mercado sefiala un nuevo desequilibrioentre regulación y emancipación. En esta ocasíõn, el ex­ceso de regulación reside en que subjetividad sln ciudada­nía conduce al narcisismo y ai autismo.

Los NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES

Sostuve arriba que las dos últimas décadas fueron ex­pertrnentales. También fueron contradictorias. EI hechode que hasta ahora no se haya estabilizado en los paísescentrales un nuevo modo de regulación social en sustítu­ción dei modo fordista llevó a que las soluciones experi­mentadas, además de empíricas (eIAdhocismo) e inestables(el Stop andgo, no sólo en el campo económlco, sino tam­bíén en los dominios social y cultural), sean contradicto­rias. No es de extrafiar pues que el exceso de regulaciónque acabo de mencionar haya convivido en los últimosveinte afias con movimientos emancípatortos poderosos.testtgos dei surgímíento de nuevos protagonistas en unrenovado espectro de ínnovacíón y transforrnacíón socía­les. La contradicción reside en que la hegemonía del mer­cado y sus atributos y exígencías alcanzó un nivel tal denaturalización social que, aunque lo cotidiano sea ímpen­sable sin él, no se le debe por eso mísmo, ninguna lealtadcultural específica. Así, es socialmente postble vívír stnduplicidad y con igual intensidad la hegemonía dei mer­cado y la lucha contra ella. La concreción de esta posibill­dad depende de muchos factores. Por ejemplo, se puede

7 Más aliá de los análtsts de BaudrlIlard, consultar la retnterpretactón de latecnologia de la comunicactõn hecha por Raulet (1988: 283 y ss.)

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decir con certeza que la dífustón social de la produccióncontrtbuyó a desenmascarar nuevas formas de opresi~~~que el aislamiento político deI movímíento obrero factlttóel surgimiento de nuevos sujetos sociales y de nuevas prác­tícas de movilización social.

La socíología de ia década de los ochenta estuvo domi­nada por la temática de los nuevos sujetos sociales y de losNuevos Movimientos Sociales (NMSs). Aún aquellos que nocompartleron la postcíón de Touraine (1978), para quienel objeto de la socíología es el estudio de los movtmíentossoctales. reconocen que la última década tmpuso :sa te­mática como una fuerza sm precedentes, siendo solo ob­jeto de debate el elenco y la jerarquizaclón de las razonesexplicativas de ese fenômeno. Se trata pu~s de ~n temasobre e1 cual se acumuló una extensa biblIografIa. tant~en los países centrales como en América Latina y que aqutno es del caso revisarB. Sólo ínteresa mencionarIo brevemen­te en la medida en que intercepta los dos ~olos estru~tura?­tes de este texto: la relacíón entre regulacion y ernartctpaclóny la relación entre subjetlvidad Yci~dadanía. .

La identificación de la interseccion de los nuevos mOVI­mientos socíales en esta doble re1ación es tarea difícil, porquees grande la diversidad de estos movimientos Yporque esdudoso si esa diversidad se puede reconducir a un conceptoo a una teoría sociológica únicos. Una deftníctón genéricacomo la que por último nos proponen Dalton y Kuechler-"un sector significativo de la población que de~arrollaydefine intereses mcompatíbles con el orden pohtlco y so­cial existente y que los prosígue por vías no instituciO~~II:zadas, invocando el uso de la fuerza física o de la coerc.lO~(Daiton y Kuechler, 1990: 2271-abarca realidades soctolô­gicas tan diversas que a la postre, es muy poco lo que sedice de ellas. Si en los países centrales la enumeracIón delos nuevos movimientos sociales incluye típicamente losmovímíentos ecológicos, feministas, pacifistas. antirr~aCis­

tas, de consumidores y de autoayuda. la enumeracion <;nAmérica Latina -donde tambíén es corriente ia desígnacíónde movimientos populares o nuevos movímíentospopula­res para diferenciar su base social que es caractenstica de

8 Entre la extensa bibliografia, ver cuatro importantes ltbros (tres de ellos co­Iecttvos), dos centrados en los NMSs de los países capitalistas avanzados(Scott, 1990; Dalton y Kuechler, 1990) Ydos centrados en los NMSs de Amé­rica Latina (Scherer-Warren YKrischke. 1987; Laranjeira, 1990).

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los movimíentos en ,los países centrales (la "nueva clasemedta"l- es bastante más heterogénea. Teníendo en cuenta elcaso brasílefio , Scherer-Warren y Kríschke destacan la "par­cela de los movímtentos socíales urbanos propiamente dí­chos, los CEBs (Comunidades [Ec/esiales de Base] orga­nizadas a partir de adeptos de la tglesia católica), el nuevosindicalismo urbano y más recientemente también rural,el movímíento feminista, el movtmíento ecológico, el mo­vimlento pacifista en etapa de organización, sectores demovimlentos dejóvenes y otros" (Scherer-Warren y Kríschke,1987: 41). La enumeración de Kãrner, para el conjunto deAmérica Latina es aún más heterogênea e incluye "el po­deroso movímtento obrero democrático y popular surgidoen e1 Brasil, liderado por Luís Ignácio da Silva (Lula) y queluego dertvó en el Partido de los Trabajadores: el Sandt­nismo que surgtó en Nicaragua como un gran movfmientosocial de carácter plurielaslsta y pluriideológico; las dife­rentes formas que asume la Iucha popular en el Perú tantoa nível de los barrios ("pueblos jóvenes") como a nível re­gional (Frentes Regíonales para la Defensa de los Intere­ses del Pueblo): las nuevas expertencías de "paras cívicosnacíoriales", con la parttcípacíón de sindicatos, partidospolílicos y organizaciones populares (grupos eclesiásticosde base, comités de mujeres, grupos estudiantiles culturales,etc.) en Ecuador, en Colornbta y en el Perú; los movírníen­tos de tnvastones en São Paulo; las invasiones mastvas detierras por los campesinos de México y otros países; losIntentos de autogestión en los tugurios de las grandes cíuda­des como Caracas, Lima y São Paulo; los comités de defensade los Derechos Humanos y las Asoctacíones de Familia­res de Presos y Desaparecidos, habíendo surgidoestas dosúltimas íntctatívas, bástcamente de los movímíentos socía­les. (Kârner, 1987: 26)9.

Estas enumeraciones son en sí mtsrnas reveladoras dela identidad tan sólo parcial entre los movtmíentos socta­les de los países centrales y de América Latina, un tema aique volveré más adelante. Por ahora, nos sírven para iden­tificar algunos de los nuevos factores que los movtrntentossocíales de las dos últimas décadas introdujeron en la re­Iacíón regulación-emancipación y en la relación subjeti-

9 Hasta el inicio de los noventa los movtmtentos Indígenas son raramente men­cionados. Sin embargo. en los últimos anos. sobretodo en América Latina.han sido muy importantes e tnnovadores en la lucha social y poltttca.

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vidad-ciudadanía Ypara mostrar que esos factores no es­tán presentes dei mísrno modo en todos los NMSs en to-das las rcgtones del globo. .

La novedad más grande de los NMSs restde en que cons­títuyen tanto una crílica de la regulaCi?n social capitalis­ta como una crítica de la emancipacion social socialistata! como fue definida por el marxismo. Alidenliflcar rrue­vas formas de oprestón que sobrepasan las relaciones deproducción, y ni siquiera son específicas, de ellas , comoson la guerra, la polucíón, el machismo, el racismo o elproduc­tívtsrno: y ai abogar por un nuevo paradigma social, me­nos basado en la riqueza y en el btenestar material d el que,en la cultura y en la calidad de vida, denuncian los NMSs,con una radicalidad stn precedentes, los excesos de regu­lación de la modernidad. Tales excesos alcanz:m no sóloel modo como se trabaja y produce. sino tambíén el modocomo se descansa y vive; la pobreza y las asimetrías de lasrelaciones soctales son la otra fase de la alienación Y deldesequilibrio interior de los írrdtvtdu.os: Yfinalmente. esasformas de opresión no alcanzan específica~ente~ una ela­se social y sí a grupos soctales transclaslstas o Incluso aia soctedad en su todo.

En estos términos, la denuncia de nuevas formas de opre­sión implica la denuncia de las teorías y de los movtmten­tos emancipatorios que las omítteron. que las desCUid~r?ncuando no fue que pactaron con ellas. Implica pues, la,cntlCaal marxismo y al movtmíento obrero tradicional. a~1 comola crítica ai llamado "socialismo real". Lo que es V1StO porestos como factor de emancipación (el bienestar material,el desarrollo tecnológico de las fuerzas productrvas) setransforma en los NMSs en factor de regulación. Por otrolado, porque lasnuevas formas de opresíón se revelan discursi­vamente en los procesos sociales donde se forja la ídentt­dad de las víctimas, no hay una preconstitución estructuralde los grupos Y movimientos de emancipación. por lo queel movírntento obrero y la clase obrera no tienen una pO~i­ción privilegiada en los procesos sociales de emancipacio~.Además, el hecho de que el movimiento obrero de los pai­ses centrales haya estado muy ínvolucrado en la regula­ción soctal fordísta en el segundo período dei desarrollocapitalista nende a hacer de él una tr?-ba, más que un motorde emancipación en este tercer período. Por últtmo. a~n­que las nuevas opresiones no deben hacer perder de VIsta

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las viejas oprestones, la lucha contra aquellas no se pue­de hacer en nombre de un futuro mejor en una sociedadpor construir. Alcontrarío, la emancípactón por la que selucha, tiene como objetivo transformar lo cotidiano de lasvíctimas de la opresíón aquí y ahora y no en un futuro le­jano. La ernanctpacíón o comíenza hoy o no comienza nunca.De ahí que los NMSs. con la excepción parcial dei movi­mtento ecológico. no se movllicen por responsabilidadesíntergeneractonales.

Las enumeraciones de los diferentes movimientos arri­ba citadas muestran por sí mísmas que esa nueva relaciónentre regulactón y emancipación bajo el impacto de losNMSs es tan sólo manifestación de una constelación polí­tico-cultural dominante, diversamente presente o ausenteen los diferentes movimientos concretos. Lo que la carac­teriza verdaderamente es un fenómeno aparentementecontradictorio de globalización-Iocalización. tanto a ntvelde la regulacíón como a nível de la emancípacíón. La globa­ltzacíón a nivel de la regulación se hace posible por la cre­ciente promiscuidad entre produccíón y reproducción socialsefialada atrás. Si el tiempo vital y ei tíernpo de trabajoproductívo se confunden cada vez más, las relaciones so­cíales de la producción se descaractertzan como campoprivilegiado de dominación y jerarquización social; y elrelativo vacío simbólico así creado lo llenan las relacionessociales de reproducción social (en la famílía y en ios espa­cios públicos) y por las relaciones socíales en la produc­cíón (relaciones en el proceso de trabajo productivo asalaríadoentre trabajadores, hombres y mujeres. blancos y negros.jóvenes y adultos. católicos y protestantes. hindúes y rnu­sulmanes, chiítas y sunttas).

Cualquiera de estos dos últimos tipos de relaciones so­ctales ha venido adquírterido crecíente vlsibilidad social enlos últimos vemte aüos. Pera. contradictoriamente, esteproceso de vístbtlídad social sólo es postble anelado en lalógica (y no en la forma) y en la htstortcídad de la domina­ción propia de las relaciones de produccíón. Es decír la dífu­stón social de la produccíón. al mísrno tiempo que conduceai no privilegio relativo de la forma de domtnacíón especí­fica de las relaciones de producción (la explotación a tra­vés de la extracción de piusvalía econórnícal, hace posibleque la lógica de ésta (la extracción de plusvalía en una re­lación social que no tiene como ftn explícito tal extraccíón)

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se difunda socialmente en todos los sectores de la vidasocial y. por esa vía , se globalice. Mientras más fuerte fueen el pasado la vivenda social de la dominación en las re­laciones de produccíón. más intenso será ahora su carác­ter socialmente difuso. La plusvalía puede ser sexual.étnica. religiosa. generaclonal. política. cultural; puedetener lugar en el hábito (y no en el acto) de consumo; pue­de tener lugar en las relaciones desiguales entre grupos depresión, partidos o movímíentos políticos que deciden elarmamento y el desarme. la guerra y la paz; puede inelusotener lugar en las relaciones socíalcs de destruccíón en­tre la sociedad y la naturaleza. o mejor entre los llamadosrecursos "humanos" y los llamados recursos "naturales"de la soctedad.

Sin querer entrar en el debate sobre la continuidad o laruptura entre los víejos y los nuevos movtmíentos socta­les!", me parece innegable que sín la expertencía históricade la dominación en la esfera de la producción. hoy no se­ria, social y culturalmente posíble. pensar la reproducciónsocial en términos de relaciones de dominación. Y la ver­dad es que los países con fuertes NMSs. tienden a ser paí­ses donde fueron, y quízás todavía son fuertes los víejosmovímíentos sociales. También es por eso, que en el cam­po de los NMSs. América Latina sobresale en forma desta­cada dei resto de los países periféricos y semiperiféricos.

EI proceso de globalización en el campo de la regulacióntambíén es un proceso de localización. La razón está enque. como formas de mtersubjettvídad, Ias relaciones so­cíales de reproducción y las relaciones sociales en la pro­ducción, son mucho más concretas e ínmedtatas que lasrelaciones sociales de producción. Mientras éstas últimasse pueden esconder yabstractizar fácilmente detrás de lasmáquinas, ritmos de producción, normas de fabricación.reglamentos de fábrica, aquellas no son sino vivencias derelaciones entre personas, entre grupos. entre personas ogrupos y el aíre, los rios. los bosques o los antrnales, entrela vida y la muerte. Es cíerto que también aqui haymedta­danes abstracttzantes, sean ellas las leyes, Ias costumbres,la religiÓn. el discurso político. Ia publicidad o la idea de

10 A título de ejempto.cf ver las posiciones de Gunder Frank y Fuentes (1989)Yde Brand (1990), a favor de las tesis de la continuidad entre viejos y nue­vos movrmíentos soctales: y las posiciones de Dalton y Kuechler (1990) enfavor de la tesis de la novedad de los NMSs.

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progreso, pera difícilmente excusa, ya sea la relacíón fren­te a frente entre apresar y oprimido. ya sea la relación fren­te a frente entre la víctima y la causa de su víctímízacíón.De ahí que lo cotidiano -que es, por excelencía, el mundode la Intersubjetlvldad-sea la dlmenslón espacto-tempo­ral de la vivencia de los excesos de regulación y de las opre­síones concretas en que ellos se desdoblan.

A nivel de la emanctpactón, ocurre también un fen6me­no correspondlente de globallzaclón-Iocalizaclón. Una vezliberada de la envoitura estructural que le conferían lasrelaciones soclales de producclón -el Estado capitalista yeI movírníento obrero-Ta tarea de descubrir las oprestonesy de la lucha contra ellas, es potencialmente una tarea slnfln, sm un sujeto social específlcamente titular de eUa ystn lógica de acumulación que permita distinguir entretáctlca y estrategía. Los valores, la cuitura y la calidad devida. en nornbre de los cuales se lucha son, por sí mísmos.maximalistas y globalizantes, no susceptlbles de finaliza­ción y poco inclinados hacía la negociación y el pragmatismo.Por otro lado, si en algunos movimlentos es discernible uninterés específico de un grupo social (las mujeres, las rní­narías étnicas, los habitantes de las favelas. los jóve­nes), en otros, el ínterés es colectlvo y el sujeto social quelos titula es potencialmente la humanidad en su todo (mo­vímíento ecológico, movímíento pacifista). Por último, la lu­cha ernancípatorta, síendo maxírnaltsta, dispone de unatemporalidad absorbente que compromete en cada momen­to todos los fines y todos los medias, siendo difícil laplaneacíón y la acumulación y por lo tanto más probable,la discontlnuidad. Porque los momentos son "locales" detiempo y de espacio, la fijación momentánea de laglobalidad de la lucha tambíén es una fljación localizadaY» es por eSQ que lo cotidiano deja de ser una fase menor o unhábito descartable para pasar a ser el campo privilegiadode la lucha por un mundo y una vida mejores. Frente a latransformación de lo cotidiano en una red de síntesis mo­mentáneas y localizadas, de deterrntnacíones globales ymaxtmaltstas. el sentido común y el vulgar dei día a día,tanto público como privado, tanto productivo como repro­ductivo, se desvulgarizan y pasan a ser oportunidades úni­cas de inversión y protagonísmo personal y de grupo. Deahí la nueva relación entre subjetividad y ciudadanía.

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SUBJETIVIDAD Y CIUDADANIA EN LOS NUEVOS MOVIMiENTOS

SOCIALES

Uno de los más encendidos debates sobre los NMSs,incide en el impacto de éstos en la relación subjetivi­dad-cludadanía. Según aígunos. los NMSs representan laafirmación de la subjetividad frente a la ciudadanía. Laemancipación por la que luchan no es política sino antetodo personal, social y cultural. Las luchas en que se tra­ducen se pautan por formas organizativas (democraciaparttcípatíva) diferentes de las que precedieron a las lu­chas por la ciudadanía (democracia representativa). AIcontrario de lo que se dia con el dúo marshaUiano cíuda­danía-clase social en el período dei capitalismo organiza­do: los protagonistas de estas luchas no son las clasessociales, son grupos soctales, a veces mayores , a vecesmenores que las clases, con contornos más o menos defi­nidos en función de intereses colectivos, a veces muy lo­calizados pero potencialmente universalizables. Las formasde opresión y de exclusión contra las cuales luchan no pue­dcn, en general. ser abolidas con la mera concesión dederechos, como es típico de la ciudadanía; exigen unareconversión global de los procesos de soctalízacíón y deinculcación cultural y de los modelos de desarrollo, o exí­gen transformaciones concretas, inmediatas y locales (porejemplo. el cierre de una central nuclear, la construcciónde una guardería infantil o de una escuela, la prohibiclónde publlcidad violenta en la televlsión), exígenctas que, enambos casos, van más allá de la mera concestón de dere­chos abstractos y uruversales. Por último, los NMSs, tie­nen lugar en el marco de la sociedad civil y no en el marcodei Estado y, en relación con el Estado mantienen una dis­tancia calculada. simétrica a la que mantienen con lospartidos y con los sindicatos tradícíonalcs.

Esta concepción, que basa la novedad de los movímien­tos sociales en la afirmación de la subjetividad sobre lacíudadania. ha sido criticada ampllamente. La crítica másfrontal proviene de aquellos que precisamente contestanla novedad de los MNSs. Según e11os, los MNSs son, dehecho, viejos (los movimientos ecológicos, feministas. pa­cifistas dei sigla XIX y el movímtento antirracista de esaépoca y de los aftas clncuenta y sesenta): o son portado­res de reívtndícactonee que fueron parte integrante de los

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víejos movimientos socíales (el movímíento obrero y eI movi­miento agrario o campesino); o, por último, correspondena ciclos de la vida social y económica y, por eso, su nove­dad, porque aunque recurrente, tan sólo es aparente. Losmodos de movilización de recursos organ1zativos y otros,y no la ídeología, deben ser para estas autores, el punto deapoyo dei análisis de los NMSs. Para esta segunda concep­cíón, el impacto buscado por los MNSs es , en última íns­tancia, político y su lógica prolonga la ciudadanía queorientó los movimientos socíales deI pasado. La distanciade los NMSs con el Estado es más aparente que real, pueslas reivindlcaciones globales-Iocales slempre acaban portraducirse en una extgencía hecha ai Estado y en los tér­minos en que eI Estado se síenta ante la contíngencía po­lítica de tener que darle respuesta11. Además, la prueba de esomismo es que no es raro que los NMSsjueguen eljuego de lademocracia representativa, aunque sea por ellobby!ng ypor la vía extraparlamentaria; y entran en alianzas más omenos ofíctales con sindicatos y partidos. cuando eIlos rrusmosno se transforman en partidos.

En mi opinión, no es preciso rechazar la novedad de losNMSs para criticar las ilaciones que saca de ella la prtme­ra concepción. La novedad de los NMSs, tanto en eI cam­po de la ideología como en eI de las formas organtzatívas,me parece evidente, aunque no deba ser defendida en tér­minos absolutos. Tal como Scott (1990), dudó que los NMSspuedan ser explicados en su totalidad por una teoría uni­taria. Basta tener en mente las diferencias significativasen términos de objetivos de Ideología y de base social en­tre los NMSs de los países centrales y los de América Latina.Entre los valores postmaterlalistas y las necestdades bá­sicas; entre las críticas aI consumo y las críticas a la faltade consumo, entre el hlperdesarrollo y el sub (o anarco)desarrollo, entre la alienación y el hambre, entre la nuevaclase media y las (poco esclarecedoras) clases populares,entre el Estado-Providencia y el Estado autorttarto, haynaturalmente diferencias importantes. No se excluye, porotro lado, que algunos de los NMSs de América Latina ten­gan grandes afinidades con e1 tipo dominante de NMSs enlos países centrales pera. en general, están correctos Fer­nando Calderon y Elizabeth Jelin cuando afirman que, en

11 Para el debate en el Brasil. ver por ejemplo. cf., ~uth Cardoso (I 983) Y Pe­dro Jacobi (1987).

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contraste con lo que pasa en los países centrales, "una delas características propias de América Latina es que no haymovimientos sociales puros o claramente definidos, dadasla multidimensionalidad, no soIamente de las relacionessoctales sino también de los propíos sentidos de la accióncolectiva. Por ejemplo, es probable que un movímíerito deorientación claststa esté acompaftado de juícíos étnicos ysexuales, que lo díferencían y lo astmtlan a otros movímíen­tos de ortentacíón culturalista con contenidos clasistas.Así, los movimientos sociales se nutren con ínnumerablesenergias que incluyen, en su constitución. desde for~asorgánícas de acclón social por el control dei sistema polítícoy cultural hasta modos de transformaclón y particlpaclóncotidiana de auto-reproducclón socletarla" (en Ponte, 1990:281). A mt modo de ver. en esta "impureza", reside la ver­dadera novedad de los NMSs en América Latina y su ex­tensíón a los NMSs de los países centrales es una de lascondiciones de la revitalización de la energia emancipa­torta de estos movímíentos en general. En la medida en queesto suceda. será más verosímilla teoría unitaria. Pero aho­ra, sólo es postble hablar ablertamente de tendencias y deopciones.

La novedad de los NMSs no reside en el rechazo de lapolítica sino, ai contrario, en la ampliaclón de la políticahasta más aliá dei marco liberal de la dlstinclón entre Es­tado y socíedad civil. Los NMSs parten dei presupuesto deque las coritradíccíones y las oscilaciones periódicas en­tre el principio dei Estado y el principio del mercado sonmás aparentes que reales, en la medida en que eI tránsitohistórico deI capitalismo se hace de una interpenetraciónsiempre creciente entre los dos prmcípíos, una interpene­traclón que subvlerte y oculta la exterioridad formal deiEstado y de la política frente a las relaciones socíales deproducción. En estas condiciones, invocar eI principio delEstado contra eI principio del mercado, es caer en la tram­pa de la radlcalidad fácil que consiste en transformar loque existe en lo que ya existe, como es proplo dei discursopolítico oficial.

A pesar de estar muy colonizado por el principio del Esta­do y por el principio dei mercado, el principio de la comu­nidad rousseauniana, es el que tiene más potencialidadespara fundar las nuevas energias emancipatorias. La ideade la oblígacíón política horizontal entre ciudadanos y la

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idea de la participación y de la solidaridad concretas en laformulación de la voluntad general, son las únicas suscep­tlbles de fundar una nueva cultura polítlca y, en últimainstancia, una nueva calidad de vida personal y colecti­va basadas en la autonomía y en el autogobierno. en ladescentrallzaclón y en la democracia parttctpatíva, en elcooperativismo y en la producción socialmente útil. Lapoltttzacíón de lo social, de lo cultural, e incluso de lo per­sonal, abre un inmenso campo para el ejercícío de la cíu­dadanía y revela, aí mísrno tíempo, las limitaciones de lacíudadariia de extracción liberal, incluso de la ciudadaníasocial, circunscrita ai marco dei Estado y de lo político porél constrtutdo, Sin postergar las conquistas de la ciudada­nía social, como en últimas pretende elliberalismo político­económíco, es posíble pensar y organizar nuevos ejercíctosde ciudadanía -porque las conquistas de la ciudadanía ci­vil. polítlca y social no son trreverstbles y están lejos de serplenas- y nuevas formas de ciudadanía -colectívas y nomeramente índtvíduales: ejerctctcs y formas basados enformas político-jurídicas que, aI contrario de los derechosgenerales y abstractos, íncenttven la autonomía y comba­tan la dependencia burocrática, personalicen y localicenlas competencias interpersonales y colectivas en vez desujetarlas a patrones abstractos: ejercicios y formas queparten las nuevas formas de exclustón social, basadas enel sexo, en la raza, en la pérdida de calidad de vida, en elconsumo, en la guerra, que ahora ocultan o Iegtttman.ahora complementan y profundizan la exclusión basadaen la clase social.

No es sorprendente que, al regresar políticamente, elprincipio de la comunidad se traduzca en estructurasorganizacionales y estilos de acción política diferentes deaquellos que fueron responsables de su eclipse, De ahí lapreferencia por estructuras descentralizadas, no jerárquí­cas y fluidas, en víolactón de la racionalldad burocrátlcade Max Weber o de la "Iey de hierro de la oligarquía" deRobert Michels. De ahí tambíén la preferencia por la ac­ción política no institucional, fuera del compromiso neocor­poratlvista, dirigida a la opinlón pública. con vigorosa utt­lízactón de los medios de comunícacíón social. involucrandocasi siempre actividades de protesta y confiando en la movi­lízacíón de los recursos que ellas proporcíonan, Dtaléctí­camente, esta novedad en las estructuras organizativas y

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en el estilo de acción política es el eslabón que une los NMSscon los víejos movímtentos socíales. A través de esta no­vedad continúan y ahondan la lucha por la ciudadanía, nosiendo por eso correcto justificar (con base en esta nove­dad) un pretendido desinterés por las cuestlones de la cíu­dadanía en los NMSs como lo hacen Melucci (1988) Yotros.

No rechazo una cierta normatividad en este análisis y,un campo de muchas opctones , la preferencia por la op­ción más opttmísta o prometedora. Son conocidas las limi­taciones de los NMSs y hoy en día ernpíeza a ser comúnafirmar que ya pasó su momento de apogeo. Es debatlblesi la relacíón tensa o de distancia calculada entre la demo­cracia representativa y los NMSs ha sido benéfica o perju­dícíal para éstos últimos, Según algunos, esa tensión odistancia es responsable por la inestabilidad, por la dts­continuidad y por la incapacidad de untversalízacíón que,en general, han sufrido los NMSs y que a la postre son res­ponsables por el impacto relativamente restringido de losmovimientos en la transformación política de los paísesdonde han ocurrtdo, Por ejcmplo, TuBo Vigevani sefiala losriesgos de asambleísmo, plebiscitarismo y mesíantsrno resul­tantes de que no exista "ningún tipo de instltucionaliza­ción", de que no exístan "los mecanismos necesarios parala construcción de la voluntad colectlva", y lo lleva a pre­guntarse por los "alcances cuantitativos de los movímten­tos socíales" (1980: 108), Pero, por otro lado, con un éxitomuy diferenciado, algunos movímíentos se han "institucio­nalizado" convlrtléndose en partidos y disputando la polí­tica partidaria con lo que, en este caso, corren el ríesgo aladoptar la estructura organizativa del partido de movímíen­to. de subvertlr la Ideologia y los objetivos dei movímíentoque condujo ai partido: este es un riesgo bien expresadoen la forma dei fraccionallsmo entre pragmatlsmo y funda­mentalismo, propia de estos partidos.

Dada la gran diversidad de los NMSs, es imposible ha­blar de un patrón único de relaciones entre democraciarepresentativa (cuando és ta existe, debido a que en Amé­rica Latina la lucha de los NMSs se ha dado muchas vecespor lograr dicha democracia) y democracia partlcipatlva.No me parece, en sí mismo negativo el hecho de que esasrelaciones, cualesqutera que sean, siempre se hayan ca­racterizado por la tenstón y por la dificil convívencía entrelas dos formas de democracia, toda vez que es de esa ten-

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sión que se han liberado muchas veces las energías ernanct­patorlas necesarías para la ampllaclón y la redefinlclón deicampo político. Hay que agregar que, Incluso cuando lasformas de institucionalización son más tenues, la dtscon­tlnuldad de los NMSs puede ser más aparente que real,pues, como afirma Paulo Krischke, es necesario tener encuenta las contribuciones positivas de los movimientos"tanto para la mernorta colectíva de la sociedad, como parala reforma de las Instituclones" (1987: 287). Similarmentepara Inglehart (1990: 43) y Daltony Kuechler (1990: 227):los NMSs son sefial de transformaciones gtobales en elcontexto político. social y cultural de nuestra contempo­raneídad y por eso sus objetivos serán parte permanentede la agenda política de los próximos anos, independlen­temente dei éxíto, necesariamente diverso de los diferen­tes movimientos concretos.

Los NMSs Y EL SISTEMA MUNDIAL: BRASIL, ÁFRICA YPORTUGAL

Estas transformaciones ocurren en forma desigual eneí sistema mundial, por lo que la Identldad de los NMSs nopuede dejar de ser parcial. Si en los países centrales com­bínan democracia participativa y valores o reivindicacio­nes po~tmaterialtstas,en América Latina combinan, en lamayona de las ettuacrcnes , democracia participativa convalores o reívmdicacrones de necesidades básicas. TanImportante Como el anállsls de la ldentidad parcial de losNMSs es el análtsís de la destgualdad de su ocurrencla deuno a otro país y la diversidad entre ellos dentro de cadapaís. Es~omismo se confirma si nos detenemos un poco enel espacio dei sistema mundial definido culturalmente porla lengua portuguesa.

~l Brasil, con una tradícíón accidentada de víejos mo­vímíentos sociales, conocíõ en la década de los setenta yochenta un notable Iloreclmlento de los NMSs o de movímten­tos populares de los que da fiel testimonto una abundantebibliografia a la cual, por lo demás he venído recurrlendoa lo largo de este capítulo. Probablemente, debldo ai carác­ter semiperiférico de la sociedad brasilefia, en ella se Com­bi~anmovimientos semejantes a los que son típicos de lospaíses centrales (movimiento ecológico, movímíerito fe-

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minista -aunque las reívíndícacíones concretas sean dis­tintas), con movímíentos propíos orientados hacía la rei­víridícactón de la democracia y de las necesldades bási­cas (comunidades eclcstalcs de base, movtmíentos de lossln tíerra, movlmlentos de los habitantes de lasjavelas) .Pero tanto las semejanzas como las diferencias tíenen queser especificadas. En Cubatão l 2 , un movtmíento ecológicono tendría nada de postmaterialista; sería la reivindica­ción de una necesidad básica. Y, ai contrario, entre "ocu­pantes salvajes", edtfíctos vacíos de Berlín y de São Paulo,no sólo habrá diferencias.

En el África de lengua oficial portuguesa. los NMSs sonlos movtmíentos de liberación que condujeron a sus paí­ses a la independencia. Son movimientos de los aüos se­senta, pasaron por varias fases y no es extrafio que hoy endía estén envejeciendo. Dejando de lado las muchas dife­rencias que hay entre ellos, se puede decir que en una prt­mera fase, hasta la mdeperidencta, fueron movimientospolíticos de guerrilla, con apoyo popular de tipo plebísct­tarto informal o de ratificación; y que en las zonas libera­das ímplantaron. algunas veces, formas de democraciaparticipativa que, en las condiciones difíciles en que ocu­rrteron, se pueden considerar como avanzadas; como hasido particularmente el caso dei PAIGC 13 en Guinea­Bissau. En una segunda fase, entre la independencia y elfinal de los afios ochenta, esos movimientos ernpezaronpor ínstttuctonaltzarse en partidos de movírníento y gra­dualmente, y con diferencias entre ellos , evoluctonaronhacla partidos de vanguardía de tipo lenlnlsta. La memo­ria democrática cedió entonces el paso aI autoritarismo.Hoy están atravesando por una nueva fase de mstttu­ctonalízacíón dolorosa, radical y promísorta: la conversiónen partidos democráticos en el sistema emergente de de­mocracia representativa. EI PAIGC de Cabo Verde y elMLSTp 14 de São Tomé y Príncipe son hoy partidos deopostctón.

Portugal es un país sernípertfértco en el contexto euro­peo, y por eso en el espaclo mundial de lengua oficiai

12 N dei T: Cubatão, una ciudad del Estado de São Paulo, fue considerada. du­rante atgún ttempo. como la ciudad más contaminada de l mundo.

13 PAIGC: Partido Africano de Independencta de Guinea y Cabo Verde.14 MLSTP: Movtrruento de Liberaclón de São Tomé y Príncipe.

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portuguesa no es postble verificar el contraste, en térmi­nos de NMSs, entre países centrales yperiféricos. Si la tradi­ción de los víejos movímíentos sociales (partidos, sindicatos,movimientos agrarios) es accidentada en Brasil, no lo esmenos en Portugal; y en este ámbíto. los cuarenta y ochoanos de dictadura salazarista fueron, incluso, un "acci­dente" mortal!". De ahí que lo que caracteriza verdadera­mente a Portugal en estos últimos veinte anos es el hechode que los víejos movimientos socíales sean nuevos y losNMSs, en el sentido político corríente. sean muy débiles,en algunos casos, incluso inexistentes. La longevidad delinterregno salazarista no írnpídtó que subsistteran en laclandestinidad el Partido Comunista y, en los últimos afiosde la díctadura, el Partido Socialista; tampoco impidió laexístencta de un movimiento sindical clandestino, autóno­mo, en relacíón con el credo corporativo pero bajo la tute­la dei Partido Comunista. Sin embargo, lo cierto es que, enlas condiciones de la clandestinidad, ni partidos ni sindi­catos podían tener un amplio impacto en la vida política ysocial.

La revolución dei 25 de abril de 1974 permitió, final­mente, a los viejos movtmíentos sociales de la democraciarepresentativa, asumir una presencia ampliada y nuevaen la sociedad portuguesa. Por el hecho de haber surgidoen un contexto revolucionario, durante un corto período(1974-76), aparecieron, paralelamente a los viejos-nuevosmovtmíentos sociales, NMSs orientados por los prmcíptosde la democracia participativa y con objetivos postmate­rtaltstas y culturales, o de satisfacción de necesidadesbásicas (movírníento pacifista contra el envío de tropashacia las últimas colonías, movimiento ecológico. movímíen­to feminista, movtmíento de autoconstrucción, movímíentode ocupación de casas, movimiento de ocupación de tíe­rras. movímíento de guarderías infantiles y clínicas popu­lares, movimiento de educación básica y de dinamizacióncultural, etc., etc.). Debido a la revolucíóri, los viejos y losnuevos movimientos socíales nacreron, por así decirlo, almismo tiempo; y durante urt corto período convivieron enrégímen de gran tensión y contradícctón social, en dispu­ta por la forma de democracia preferida: democracia repre­sentativa o democracia partícípattva.

15 El análísts comparado de esta tradtcrõn está por hacerse y clama por quese haga.

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Sin embargo, pasado este breve período, los vtejos-nue­vos movimientos soctales conquistaron gradualmente ple­na hegernonía: en contrapartida, los NMSs languldecieron,desaparccteron y no resurgieron hasta hoy (aunque, en losúltimos tiempos hayan comenzado a dar algunas sefialesde vida, concretamente el movírntento ecológico). El aná­lisis de este fenómeno está por hacerse y obviamente no sepuede hacer aquí. El déficit de movimiento social en la socíe­dad portuguesa de hoy no es ciertamente reconducíble aun sólo factor. Entre las pistas de investigación para con­tinuar. las sígutentes parecen las preferidas. La memoriaexaltante pero también cafarnaúnica del período revolucio­nario le otorgó a la democracia representativa, su estabili­dad y sus rutínas, de un especial capital político y simbólico.Hay que agregar que, siendo nucva. la democracia repre­sentativa no agotó aun su capacídad de movíltzactón, si setiene en cuenta que, en un corto espacio de tiempo -y dehecho, en cortocircuito histórico- la ciudadanía cívica ypolítica y la ciudadanía social se ampliaron extraordina­riamente, aunque ésta última bastante limitadamente yhoy en dia, incluso así, en fase de recesión. Podrá pues,admitirse, como hipótesis de trabajo, que la productividadsocial y política de los viejos-nuevos movimientos socíalesfue suficiente para prescindir deI vigoroso surgimiento delos NMSs.

Otra pista de tnvesttgactón tiene que ver con la postblcuníón, anotada arriba, entre la lógica de los víejos movi­mientos y la de los NMSs. La falta de tradlción en Portu­gal' de una fuerte acción clasrsta, le abre el camino parala acción anarco-baststa, en períodos de convulsión social,o para la acción hiperpolltizada de cúpula en períodos deestabilidad democrática. Zermefio. citado por Paulo Krischke,menciona como una particulartdad de la historia mexica­na, el hecho de que los movímíentos socíales generaronmuy pronto su "superpolitización" (Krischke, 1987: 7991.Curiosamente, y por cíerto por razones diferentes, Lipietzmenciona la "tendencia específicamente francesa" de quelos movírníentos soctales "se politicen muy rápidamente"con el ftn de conquistar representación política y mediática(Ltpíetz, 1988: 911. También, por razones diferentes a és­tas, sería de proponer, como hipótesis de trabajo, que laforma de hiperpolltización en Portugal consiste en que los

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gérmenes de los NMSs se desvían fácilmente hacta lo polí­tico. constituido incluso antes de que conduzcan a la crea­ción de los movímtentos. Una ílu stracíón de esta mísmoestaría en la lígacíón grotesca que ha mantenido a nívelparlamentario una fracción deI movimiento ecológico coneI Partido Comunista, mezclando, por conveniencia de esteúltimo, el antiproductlvlsmo ecológico y el hlperproduc­tívísmo de raíz lentnísta.

Una última pista de tnvestrgacíõn, relacionada con lasanteriores. consistiría en la avertguacíón deI impacto de lafalta de "agentes externos" que se dediquen a los movi­mlentos e tnvíertan en ellos el capital profestorial, Ideoló­gico, cultural o político de que dtsponen. EI papel de losagentes externos ha sido destacado por diversos autores,aunque tal papel es objeto de debate, En Brasil, por ejem­pio, se ha mencionado el papel de los profeslonales y de laIglesla Católica e Incluso de algunos partidos políticos enla organlzaclón de los movtmíentos soctales (clacobí. 1987:264), La hlpótesls de trabajo sería. en este caso: a) que enPortugal, los partidos políticos "nacleron" en 1974 contralos movlmlentos soclales; b) que la Iglesía Católica es con­servadora y ha sabido ahogar o cooptar las veleidades demtlítancta progresísta de sacerdotes o de legos; c) que, final­mente. los profesionales han sido, hasta ahora, eficazmentecooptados por los partidos con el aliclente de la partlclpa­clón cilenteilsta en los beneficios dei goblerno e Incluso dela opostcíón.

Esta breve referenda a los NMSs en el ámblto de la len­gua oficiai portuguesa dei sistema mundial, tuvo como obje­tivo ilustrar la extrema diversidad de sttuaciones que seesconden por detrás de la "nueva era política" (Kuechler yDalton, 1990; 285) instaurada por los NMSs, Sln embar­go, de lo que no queda duda, es de que los NMSs, en lospaíses donde ocurrieron con más intensidad, srgnífícaronuna ruptura con las formas organizativas y los estilos polí­ticos hegemónlcos y su Impacto en la cultura y en la agendapolítica de esos países trasciende en mucho a las víctsítu­des de la trayectoria de los movimientos en sí mísmos. Elimpacto residió específicamente en un intento por mver­tir el tránslto de la modernldad hacla la regulacíón y ha­cia el exceso de regulacíón, con el olvido esencial de la eman­ctpacíón, ai punto de hacer pasar por emancípactón lo que,

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a la postre, no lo era, sino regulación bajo otra forma. Laemancípacíón puede, así, regresar a los decires y haceresde la intersubjetividad, de la socialización, de la inculca­ción cultural y de la práctíca política. El impacto residiótambién en un intento de buscar un nuevo equilibrio en­tre subjetlvidad y ctudadanía. SI en aparlencla algunosNMSs se aftrmaron contra la ctudadania, fue en nombrede una ciudadanía de nível superior, capaz de compatibi­lizar el desarrollo personal con el colectlvo y de hacer dela "socíedad civil" una socledad política donde el Estadosea un autor privilegiado pero no único. Por todas estasrazones, los NMSs no pueden dejar de ser una referenciacentral cuando se trata de imaginar los camínos de la sub­jetividad, de la ciudadanía y de la emancipación en los anosnoventa.

Los ANOS NOVENTA

Si las dos últimas décadas fueron experimentales, esnatural que los anos noventa traígan una profundizaciónde algunas de las experíenctas. a menos que la sociedaddei futuro no necestte de un modo específico y dominantede autorreproduclrse y haga de la inestabilidad de las nue­vas experiencias, la única forma víablc de estabilidad.Tambíén es posfble pensar, como quíere algún postmoder­nismo, que lo nuevo que hubo en estos últimos veinte anosno cesará de repetirse, como nuevo, en los aüos venideros,no quedándonos otra actítud sino perder el hábito de Imagi­nar otras poslbilldades más aliá de lo que existe y celebrarlo que existe como el conjunto de todas las poslbilldadesímagínables. Esta teoría, que tlene la pecuilarldad de serindeterminista en relación con el presente y deterministaen relación con el futuro, no nos impide stn embargo ima­ginar otras teorías postbles donde quepa la diferencia delfuturo y nuestra diferencia en relación con él.

SI fuera correcto hablar de "patologías de la modernl­dad", diríamos que eIlas consistieron hasta ahora en subsín­tesrs entre subjetividad, ciudadanía y emanctpactón, queresultaron en excesos de regulación, los cuales además, enocasiones, se insinuaron bajo la forma de emancipaciones,denunciadas posteriormente como falsas. En las seccío­nes anteriores, mencionamos tales excesos en sus diferentesformas y el síguíente cuadro lo presenta de modo stnóptíco.

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Excesos de regulación

SUBSÍNTESIS EXCESO

Cludadanía sin subjetividad nt NormaUzación disciplinariaem anctpactón. foucaulUana.

Subjettvidad etn ciudadanía 01 Narcisismo: autismo des-em anctpacíón. soctaltzante: consumismo.

Em anctpactón stn subjetivldad Despotismo; totalitarismo;nt crudadanía . reformismo au torttarto .

Emanctpactôn con ctu dadanfa Reformismo soctal-y em aubjettvtdad. democrático.

Emanctpacíón con eubjetívídadBasfsmc. mestantsmo.

y stn ciudadanía.

No cabe analizar aqui cada uno de ellos. Los concibo comodiferentes subsíntesis de la modernidad, es decIr conste­laciones socio-políticas que. por una li otra vía, no lograronuna síntesis entre subjetividad, cíudadania y emancipa­cíón, dando de ella, una versfón truncada. desfigurada.perversa. Frente a los fracasos de la teoría crítica moder­na, que está, además, por detrás de algunas de las formasde falsa emancipación, la tarea de la teoría crítica postrno­derna consiste en apuntar de nuevo hacía los caminos dela síntests. tomando como método, por un lado, la citaciónde todo lo que existió de positivo en la expertencía históri­ca de nuestra contemporaneidad, por más negativa queocasionalmente haya sido y por otro lado, la dlsponibili­dad para identificar lo que de nuevo caracteriza el tIempopresente y hace de él verdaderamente nuestro tiempo. Elesfuerzo teórico que está por emprender debe incluir unanueva teoría de la democracia que permita reconstruir elconcepto de ciudadanía, una nueva teoría de subjetiotâaâque permita reconstruir el concepto de sujeto y una nue­va teoría de la emancipación que no sea más que el efectoteórico de las dos primeras teorías en la transformación dela práctica socialllevada a cabo por el campo social de laemancipación. En este capítulo abordaré sólo la cuestiónde la nueva teoría democrática y de sus corolartos para una

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nueva teoría de la emancipaci6n. El tratamiento de la teo­ría de la subjetividad será realizado en otra parte.

PARA UNA NUEVA TEORIA DE LA DEMOCRACIA

El capitalismo no es criticable por no ser democrático,sino por no ser suficientemente democrático. Siempre queel principio dei Estado y el principio dei mercado encon­traron un modus vivendi en la democracia representativa,ésta stgntíícó una conquista de las clases trabajadoras,aunque presentada socialmente como concestón que lesfue dada por las clases dominantes. La democracia repre­sentativa es, pues , algo positivo y como tal debe ser apro­piada por el campo social de la emancipación.

La democracia representativa constttuyó, hasta ahora.lo máximo de concíencía política postble dei capitalismo.Este máximo no es una cantidad fíja, es una relacíón so­cial. La profundización de la democracia representativa através de otras formas más complejas de democracia. pue­de conducir al aumento del máximo de conotencta posible,caso en el cuaI el capitalismo encontrará un modo de con­vivenda con la nueva configuración democrática. o puedecoriductr. frente a la rigidez de ese máximo. a una rupturao. rnejor, a una sucesión histórica de microrrupturas queapunten hacía un orden social postcapitalista. No es po­stble determinar cuál será el resultado más probable. Latransformación social ocurre sin teleología ni garantía. Esesta indeterminación lo que hace que el futuro sea futuro.

La renovación de la teoría democrática se basa, ante todo.en la formulación de criterios democráticos de participa­ción política que no confinen ésta ai acto de votar. Implicapues. una arttculacíón entre democracia representativa ydemocracia parttcípattva. Para que tal artIculación seaposible, es necesario además que el campo de lo políticosea redefinido y ampliado radicalmente. La teoría políticaliberal transformó lo político en una dímensíón sectorial yespecializada de la práctIca social -el espacío de la ciuda­dania- y lo confinó ai Estado. AI mismo tíernpo, todas lasotras dimensiones de la práctica social fueron despoliti­zadas y con eso mantenidas inrnunes al ejerctcto de la cíu­dadanía. EI autoritarismo e incluso el despotismo de lasrelaciones sociales "no políticas" (económícas. soctales,familiares, profesionales, culturales, religiosas) ha podí-

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do así convivir sín contradíccíón con la democratízacíón delas relacIones sociales "políticas" y sin nínguna pérd!da delegítrmactón para estas últimas.

La nueva teoría democrática deberá proceder a la repolí­tizac!ón global de la práctica social y el campo político in­menso que de ahí resultará. permitirá descubrir formasnuevas de opresión y de domtnactón, al mismo tiempo quecreará nuevas oportunidades para el ejercícío de nuevasformas de democracia y de ciudadanía. Ese nuevo campopolítico no es, sin embargo, un campo amorfo. Politizar sig­nifica identificar relaciones de poder e imaginar formasprácticas de transformarias en relaciones de autoridadcompartida. Las diferencias entre las relaciones de poderson el prmcípío de la díferencíactón y estratlfIcación de lopolítico. En cuanto tarea analítica. y presupuesto de ac­cíón práctlca, es tan importante la globalización de lo po­lítico como su díferencíacíón.

Como menctoné en el quinto capítulo. distingo cuatroespacíos políticos estructurales: el espacío de la ciudada­nía, es dectr, el espaclo político según la teoria llberal; elespacio doméstico; ei espacio de la producción y el espa­cio mundial. Todos estos espacios confrguran relacionesde poder, aunque sólo las que son propias de! espacto dela cíudadanía llberal sean consideradas como políticas ypor lo tanto, sean susceptlbles de democratízactón políti­ca. Cada uno de eIlos es un espacto político específico enel cual se suscita una lucha democrática específica. ade­cuada para transformar las relaciones de poder propías deese espacto en las relaciones de autoridad compartida.

El espada doméstico continúa stendo el espacio privile­giado de reproducción social y la forma de poder que do­mina en él es el patriarcado. Entre los NMSs, el movtmtentofeminista ha desempenado un papel crucial en la políttza­ción deI espacio doméstico. es dectr, en el descubrimien­to del despotismo en que se traducen las relaciones que loconstltuyen y en la formulación de las luchas adecuadaspara democratizarIas. Obviamente. la díscrtmtnacíón sexualno se limita aI espacío doméstico ní sternpre es el resulta­do deI ejercícío dei poder patriarcal; pero éste poder esta­blece la matriz a partir de la cual otras formas de poder sonlegitimadas socialmente para producir díscrírntnacíón sexual.

EI capitalismo no inventó el patriarcado e incluso se pue­de decir que tiene en relación con él una trayectoria hístó-

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rica ambívalente. Si, por un lado, se aprovechó de él paraapropiarse deI trabajo no remunerado de las mujeres, lle­vando a éste a participar-Ia otra mano invisible para hacerpareja con la del mercado- en los castos de la reproduc­ción de la fuerza de trabajo que debían. en otras círcuns­tanctas, ser cubíertos íntegramente por el salarío, por otrolado, liberó parcialmente a la mujer de sumístonesancestrales, incluso si sólo fue para someterla a la sumi­sión moderna dei trabajo asalariado. A pesar de ser de­batible es. sin embargo, altamente improbable que el máxi­mo de concíencía postble deI capitalismo, pueda venir aintegrar el fín de la díscrtmínacíôn sexual. En cualquíer caso.la polltlzación deI espacto doméstico -y por lo tanto, el mo­vtmíento feminista- es un componente fundamental de lanueva teoría de la democracia.

El espacio de la producción es el espacio de las relacio­nes sociales de producción y la forma de poder que le espropta es la explotacíón (extracción de plusvalla). La dífu­sión social de la producción y el atslamtento político delproletariado en la produccrón, ayudaron en los últimosveinte anos, a hacer social y políticamente menos impor­tante lo cotidiano deI traba]o asalartado, una evolución ala que. por demás, contribuyeron los científicos socíales atdesviar su atención analítica tanto de la brutalidad de lasrelaciones concretas de producción (la violencia de los rit­mos de producción; la coacción física y psicológica contralos trabajadores; la degradación de las condiciones de loslugares de trabajo, concretamente de las condiciones deseguridad y salubrtdad), como de la brutalidad de las re­laciones en la produccíón (las rivalidades y la competencia,la delación y los hurtos entre trabajadores: la degradaclónmoral de las relaciones frente a frente y el aislamientoautístico como exígencía para sobrevivir).

Por esta razón. el espacío de la produccíón perdió prota­gonismo social y cultural y los sujetos sociales constituidosen él perdieron peso político, sobre todo el proletariado.Pero como espacio de organización multiforme de la fuer­za de trabajo asalartado, el espacio de la producción es hoymás central que nunca y su hegemonia aumenta con ladífustén social de la produccíón, con la ideologia deI produc­tívísrno y deI mercado, con la compulsión deI consumo. Laartículactón entre el aislamiento político deI proletariadoy la dtfustón social de la fuerza de trabajo asalariada, es

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responsable de la sítuacíón paradójica que consiste en quela fuerza de trabajo asalariada es cada vez más crucialpara explicar la sociedad contemporánea y el proletariadoes cada vez menos importante y menos capaz de organi­zar la transformación no capitalista de ésta.

Si tal transformación no se puede hacer sólo con el pro­letariado, tampoco se puede hacer stn él o contra él. Paraeso, además, es preciso alterar las estrategtas y las prác­tlcas de los viejos movimientos sociales dei proletariado,de los rnovímíentos obreros y de los sindicatos. EI movi­miento obrero obtuvo notables conquistas -sobre todo enei segundo período, el dei capitalismo organizado y en lospaíses centrales- en el sentido de integrar social y políti­camente a los trabajadores mediante una distribución másjusta de la riqueza creada por ellos. Sin embargo, talesconquistas fueron obtenidas, entre otras cosas, a costa dela separaclón total entre el espacío de la cludadanía y elespaclo de la producclón por vía de la cual, el obrero-ctu­dadano rerruncíó a la posibllidad de Ilegar a ser un ciuda­dano-obrero. La negoclación sindical y la representaciónpolítica del movímícnto obrero, que fueron tan importan­tes para rnejorar las condiciones de vida de los trabajado­res, tambtén fueron decisivas para naturalizar, trivializary, en suma, despolitizar las relaciones de producción. Eneste ámbíto. los dilemas de la actual situaclón se derívande que estamos entrando en un período en el que la nego­cíacíón sindical y la representaclón política tradtcíonalesplerden efícacía y hasta legttímídad junto a los trabajado­res sm que, además, la relaciones sociales de producciónse desnaturalicen, se destrtvíalícen y en suma. se repoli­tlcen. AI contrario, la eflcacla transmitida dei rnovímíentoobrero se transformó perversamente en el mayor obstáculopara su sobrevívencía en la nuevas condiciones de acumu­lacíón de capital.

En estas condiciones, una de las tareas centrales de lanueva teoría democrática consiste en la polítízacíón del espa­cio de la producclón. En una tradición que víene de Marx,de Karl Renner y de Michael Burawoy. sostuve en otro lu­gar (Santos, 1985)16 que la fábrica es un mlcroestado dondees posíble detectar instituciones lsomórflcas en el campopolítico liberal, sólo que mucho más despóticas (eí derecho

16 Consultar también el quinto capítulo.

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de la producción, la lealtad a la empresa, la dlstinción entrelo público y lo privado, la representaclón de los trabajado­res .Ias coallclones, etc, I, Sln embargo, la evolución recíenteha tenldo lugar, en el sentido de heterogenlzar y desca­racterizar, cada vez más, las relaciones de producción. Enel polo benevolente se detectan relaciones de producciónrelativamente horizontalizadas, con una corivívencía en­tre capital-trabajo que más parece organizada según elprincipio de la comunidad que según el principio dei mer­cado; son las empresas-comunidad, donde trabaja la nuevaaristocracia dei proletariado, En el polo despótico, pulu­lan lassweatshops dei fln de siglo y la explotacíón dei tra­bajo infantil, caracterizados por relaciones de produccióncuya víolencía las aproxima ai ptlla]c típico de la acumu­lación primitiva; son las empresas-campos de concentra­ción donde trabajan los Ilotas de nuestro tiempo. Entre losdos polos son inmensas las gradaciones y las variaciones.

Esta heterogeneldad de las relaciones sociales de pro­ducción que. obviamente. siempre existtó pero que hoy esmás descaracterizadora que nunca, hace la relación socialentre capital y trabajo menos específica y la relaclón eco­nómica entre ganancias y salarios menos definida. Laplusvalía econórníca es cada vez más tan sólo uno de loscomponentes de una relacíón de poder donde se mezclan,más allá de ella, plusvalías étnicas, sexuales, culturales ypolíticas. Si esta nueva impureza de las relaciones de pro­ducción contribuye a la creciente íneftcacta y desactua­lización dei movimiento obrero tradicional, por otro lado,crea oportunidades insospechadas para inculcar ciudada­nía en el espacto de la producción. Mientras menos sea eltrabajador sólo trabajador, más viable se hace el tránsitopolítico y simbólico entre el trabajador-ciudadano y el cru­dadano-trabajador.

La politizaclón dei espacio de la producción es multi­dimensional. Incluye, en primer lugar, la relacíón capitaltrabajo. Independientemente de su calldad, la cantidad deesta relacíón continúa síendo su característica más espe­cífica incluso a pesar de que en los últimos tiempos se hayaInformalizado de alguna manera. De ahí que las luchas porla disminución de la jornada de trabajo tengan un fuertecontenido político. Y sucede lo mlsmo con las luchas queapuntan al aumento de la participación y de la co deter­minación en las decisiones de la empresa. En segundo lugar,

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la politización dei espacio de la producción incluye las re­laciones en ia producción. Lo que distingue las plusvalíasétnicas. sexuales, culturales y políticas es que ellas, aIcontrario de la plusvalía econômica, pueden existir en lasrelaciones entre trabajadores. EI "obrero de masa" o el"obrero colectívo" terminá (si alguna vez existió) y es ne­cesaria sacar de eSQ todas las consecuencias. Las relacio­nes de poder entre trabajadores en la producción puedenviolentar lo cotidiano deI trabajo asalariado tanto o másque la relación entre capital y trabajo. EI ocultarníento deesta forma de poder en nornbre de míticas solidaridadesconstituye un acto de despolitización y de desarme político.

En tercer lugar. la políttzacíón dei espacio de la produc­ción incluye los procesos de trabajo y de producción y con­cretamente el componente tecnológico y el de las lIamadasmaterias primas. Vivimos en un tiempo de automatismotecnológico que lleva al paroxismo la asimetría entre ca­pacídad de acción y capacidad de previsión. Surgen de ahíriesgos y danos postbles totales. insocial1zables e ínase­gurables, demasiado grandes para poder responsabilizara los índívtduos por ellos, como consta dei paradigma li­berai de la responsabilidad y obviamente impunes si lahumanidad es responsabilizada en ali todo. En este cam­po, la politización dei espacío de la produccíón consiste enel descubrtmíerito de las relaciones sociales de poder queconstituyen eI automatismo tecnológico -el cual, por esavía. deja de ser automático- y en la tmagmacíón de alter­nativas tecnológicas que posibiliten el reequtltbrto entrecapacidad de accíón y capacidad de previsión.

La politización de la tecnología no es posible sin las lla­madas materias primas; es decír. sin la politización de.larelación naturaleza sociedad en el espacío de la produc­ción. La dtsttncíón naturaleza-socíedad tiene hoy poco sen­tido. una vez que la naturaleza es cada vez más la segundanaturaleza de la sociedad. La naturaleza es una relaciónsocial que se oculta detrás de sí mísma y que por eso esdoblemente dífíctl de politizar. Además, frente a los ries­gos de la catástrofe ecológica, tal poltttzactón ya se estáimponiendo y las rupturas políticas dei futuro se basaránen forma crecíerite en las diferentes percepciones de estosriesgos. La politización de la naturaleza incluye la exten­stón a ésta del concepto de la ciudadania, lo que significauna transformación radical de la ética política de la res-

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ponsabilidad liberal, basada en la reciprocldad entre de­rechos y deberes. Entonces será posíble atribuir derechosa la naturaleza sín que en contrapartida, se tenga que exí­gtrle deberes. La ecología y el movimiento ecológico son,así. partes integrantes del proceso de politización dei es­pacio de la produccíón. aunque sus objetivos se extiendanpor cualquiera de los otros espacios estructurales. En lascondiciones dei fin de siglo, la forma de politización máslograda dei espacío de la producción es el antiproductivismo.

El espacio mundial es el conjunto de los impactos encada formación social concreta resultantes de la postctónque ella ocupa en el sistema mundial. La forma dominan­te de poder en el espacto mundial es el intercambio des­igual entendido en términos sociológicos, más amplias quelos términos económicos en que fue desarrollada original­mente la teoría del intercambio desigual. Las relaciones deintercambio desigual entre países centrales, periféricos ysemtpertfértcos , síempre tuvieron una fuerte dimensiónpolítica, como lo atestíguan las guerras, el derecho inter­nacional público y las organizaciones políticas ínternacío­nales. En tiempos rccíentes, esta dimensión, que siempreconvivió con otras, económicas, culturales y religiosas,perdió terreno frente a las otras dimensiones, e incluso seha dejado interpenetrar por ellas ai punto de que es dificildeterminar lo que es específicamente político en las rela­ciones entre Estados. A mi entender. esta tendencia pareceirreversible y sólo podrá ser contrariada eventualmente através de la polttízacíón de las diferentes prácticas trans­nactonales, entre las cuales se deben incluir las relacio­nes entre Estados.

Se trata de una tarea difícil debido ai surgímíento en losúltimos veínte anos de dos importantes factores. EI prime­ro lo constituyen, como ya lo mencíoné, los imperativoseconómicos impuestos por las empresas multtnacíonalesen el proceso de tranenactcnaltzactón de la producción. Setrata de las decístones de inversión de las empresas mul­ttnactonales, hechas a escala mundial, articuladas concondiciones y exígencías localizadas impuestas a las diferen­tes economías nacionales y a sus Estados. Tales decístonesy condiciones se revisten de tal necesidad e inevitabilidadque evaden cualquíer control político nacional o interna­cional. Y, por no poderse tratar políticamente, tienden adejar de ser consideradas políticas. EI segundo factor con-

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síste en lo que Leslte Sklair llama la "cultura-ideologia deiconsumismo" [1991: 41). Se trata de la estrategía simbó­lica deI capitalismo transnacional en el sentido de integraren la lógica dei consumo todas las elases sociales del sis­tema mundial y muy especialmente a las clases popularesde los países periféricos y semípertférícos. Es un procesoantíguo pera que, en los últimos afias, asumíó una calidaddiferente con eI nuevo orden de la información mundial ycon el control global de los mercados mediáticos y de lapublicidad. Presupone una gran separación entre la prác­tica deI consumismo y el consumo de productos, es decír,entre el consurntsmo, como práctica cultural-ideológica ylos productos en que. en la mayoría de los casos. él no sepuede concretar. Los dos factores están interrelacionados,como sería de esperar. Las empresas multinacionales sonlos grandes vehículos de la cultura-ideología deI corrsu­mtsrno y han desempenado un papel fundamental en elaumento de las expectativas consumistas que no se pue­den satisfacer, en un futuro prevíaíble. por la masa de lapoblación delllamado Tercer Mundo.

La politización de las prácticas transnacionales es unacoridícíón slne qua non para el descubrimiento de las re­laciones de poder que se esconden detrás de las necesídades"naturales" de producción y de consumo y de la transfor­mación de tales relaciones de poder en relaciones de autort­dad compartida. En este campo. Ia práctíca transformadorase basará en la creacíón de oblígactones políticas hortzon­tales de ámbito transnacíonal. entre ciudadanos y grupossociales de las diferentes regíones dei sistema mundial. Yno deben ser escamoteadas las díftcultades de ese inten­to. pues es sabido cómo, en el pasado, el desarrollo de lacíudadanía en los países centrales se obtuvo a costa de laexelusión de las poblaciones coloniales y postcoloniales enlas periferias y semiperiferiasdel sistema mundial.

La nueva teoría de la democracia -que tambíén pode­mos designar como teoría democrática postmoderna, parasignificar su ruptura con la teoría democrática liberal- tíe­ne pues , como objetivo ampliar y profundizar el campopolítico en todos los espacios estructurales de la interac­cíón social. En este proceso, el propío espacío políttco-It­beral, el espacio de la ciudadanía, sufre una transformaciónprofunda. La diferenciación de las luchas democráticaspresupone la ímagmactón social de nuevos ejercíctos de

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democracia y de nuevos criterios democráticos para eva­luar las diferentes formas de parttcípacíón política. Y lastransformaciones se prolongan en el concepto de ciudada­nía, en el sentido de eliminar los nuevos mecanismos deexcIusión de la ciudadanía, de combinar formas individua­les conforrnas colectivas de ciudadanía y finalmente, enel sentido de ampliar ese concepto hasta más allá dei prin­cipio de la reciprocidad y simetria entre derechos y debe­res. Aquí empalma la necesidad de una nueva teoría de lasubjetividad que será tratada en otra ocasión.

PARA UNA NUEVA TEORíA DE LA EMANCIPACIÓN

La nueva teoría de la emancipación parte de la idea deque -desde el punto de vista de lo político. ampliado y pro­furidtzado por la nueva teoría democrática-los anos sesentaapenas han comenzado y contínuarán síendo una referen­cia central en los anos noventa. Esto porque, con todas laslimitaciones y fracasos sefialados atrás. los movímtentossocíales de los anos sesenta intentaron, por primera vez,combatirlos excesos de regulacíón de la modernidad a tra­vés de una nueva ecuación entre subjetívídad. ciudadaníay emancipación. Es cierto que no lo lograron eficazmente.pera probaron con su fracaso la necesidad de continuarese combate.

EI colapso de los regímenes autorttartos dei Este euro­peo tuvo, entre muchas otras, dos consecuencias que in­teresa realzar aquí. Por un lado, hizo que perdiera sentidola distinción entre industrialismo y capitalismo de la cualse alimentaron las teorías del postindustrialismo y del post­capitalismo. EI sistema mundial es un sistema industrialcapitalista transnacional que integra tanto sectores prein­dustriales como sectores postindustriales. Por otro lado,la idea del socialismo fue liberada de la caricatura deI "socia­lismo real" y quedó de esta manera, disponible para vol­ver a ser lo que siempre fue: la utopía de una sociedad másjusta y de una vida mejor.

Designar como socialismo el conjunto de prácttcas emanei­patorías. no tíene otra legtttmtdad sino la que vtene de lahtstorta, una hístorta de claro-escuros que, por no tenerotra, no debemos rechazar, bajo pena de quedarnos sus­pendidos sobre un montón inrnenso de basura históricacon la ilusión de no ser nosotros mtsrnos la parte vacía de

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la clepsidra donde se recogió esa basura. Porque la trans­forrnacíón emancipatoria no tiene teleología ni garantía. elsocialismo no es, en principio. ní más ni menos probableque cualquier otro futuro.

Pera, como futuro. el socialismo nunca será más queunacalidadausente. Es dectr. será un principio que regulala transformación emancipatoria de lo que existe stn queademás, se transforme nunca en algo existente. Dada laacurnulacíón de riesgos ínsocíaltzables e inasegurables,desde la catástrofe nuclear hasta la catástrofe ecológica,la transforrnacíón emancípatorta está cada vez más inves­tida de negatividad. Sabemos mejor lo que no queremosque lo que queremos. En estas condiciones, la emancipa­cíón no es más que un conjunto de Iuchas procesales. sinun fin definido. Lo que la distingue de otros conjuntos deluchas, es el sentido político de la procesalidad de las Iu­chas. Este sentido es, para el campo social de la emanei­pación, la ampltacíón y la profundización de las luchasdemocráticas en todos los espacios estructurales de lapráctica social según lo establecido en la nueva teoría de­mocrática abordada arriba. El socialismo es la democraciasinfin.

Porque es una cualidad ausente, el socialismo será tanadjetivado cuanto lo exijan las luchas democráticas. Eneste momento, el socialismo será ecológico, feminista, antípro­ductivista, pacifista y anttrracísta. Mientras más profundosea el descubrtmterito de las opresiones y de las exclusto­nes, mayor será el número de adjetivos. EI socialismo esel conjunto de sus adjetivos en equilibrio dtnámtco, social­mente dinamizados por la democracia sín fino

Tal concepcíón de la emancipación implica la creaciónde un nuevo sentido común político. La conversión de la dífe­renctacíón de lo político en el modo privilegiado de estruc­turación y díferencíactón de la práctíca social tiene comocorolarío la descentración relativa del Estado y deI prtnctpio del Estado. La nueva ciudadanía se constituye tantoen una obligación política vertical entre los ciudadanos yel Estado, como en la oblígactón política horizontal entrelos cíudadanos. Con esto, se revalortza el principio de lacomunidad y con élla idea de la igualdad sín identidad, laidea de autonomía y la idea de solidaridad. Entre el Esta­do y el mercado se abre un campo inmenso -que el capíta­�ismo sólo descubrió en la estrtcta medida en que lo puede

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utilizar para su beneficio- no estatal y no mercantil dondees posible generar utilidad social a través dei trabajoautovalortzado (trabajo negativo, desde el punto de vistade la extracción de la plusvalía): una socíedad-províden­cía transfigurada que, stn dispensar ai Estado de las pres­taciones sociales a las que lo obliga la retvíndícactón de laciudadanía social, sabe abrir carntnos propios de eman­cipación y no se resigna a la tarea de colmar las lagunasdei Estado y, de ese modo, participar. en forma benévola,en el ocultamiento de la oprestón y deI exceso de regula­ción. El cultivo de este inrnenso campo, que ha intentandocon éxito diferenciado por los NMSs, será el producto-pro­ductor de una nueva cultura. No "cultura política", porquetoda la cultura es política. Cabe recordar aquí ai más gran­de teórico africano de este siglo, Amílcar Cabral, paraquien la cultura y el renacirniento cultural constituyen,por excelencia, la pedagogia de la emancipación.

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HACIA UNA CONCEPCIÓN MULTICULTURAL DE LOSDERECHOS HUMANOS

INTRODUCCIÓN

En los últimos aüos, me ha intrigado eI problema de has­ta qué punto los derechos humanos se han convertido eneI lenguaje de la política progresista. Indudablemente,hasta mucho después del ftn de la Segunda Guerra Mun­dial los derechos humanos eran en buena medida parteintegral de la política de la guerra íría, y así eran conside­rados por la ízquíerda. La doble moral. la complacenciahacIa dictadores aliados. la defensa de la intercambIa­billdad entre los valores de los derechos humanos y deidesarrollo: todo esto echaba una sombra de duda sobre losderechos humanos como libreto emancípatorto. Fuera enlos países centrales o en el mundo en desarrollo, las fuer­zas progreststas preferían el lenguaje de la revolucíón y elsocialismo a la hora de formular una política emancipa­toria. Stn embargo. con la aparentemente irreversible cri­sts de estas patrones de ernancípacíón. aquellas mísmasfuerzas progresistas están volviéndose hacia los derechoshumanos para reconstruir ellenguaje ernanctpatorío. Escomo si se invocara a los derechos humanos para llenar elvacío dejado por la política socialista. <,-Pueden en efectollenar los derechos humanos semejante vacío? Mirespuesta esun sí calificado. De acuerdo con ello. mí objetivo analítico

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es especificar aquí las condiciones bajo las cuales los de­rechos humanos pueden ser puestos al servícío de una polí­tica progresista y emancipatoria.

La especificación de tales condiciones nos lleva a des­anudar las tensiones dtaléctícas que se encuentran en elcorazón de la modernidad occídental ': La crisis que ahoraafecta tales tensiones ponen de relieve mejor que nada losproblemas que la modernidad occidental enfrenta hoy endía. Desde mí perspectiva. la política de los derechos hu­manos al final de este siglo es un factor clave para enten­der semejante crisis.

Identifico tres de tales tenstones , La primera se produ­ce entre la regulación social y la emancipación social. Heestado sosteniendo que el paradigma de la modernldad sebasa en la idea de una tensión dialéctica creativa entreregulacíõn y emancipación social que todavía puede escu­charse, así sea apagadarnente. en el motto positivista de"orden y progreso". AI terminar este sigla. esta tensión hadejado de ser creativa. La emancipación ha dejado de serla alterrdad de la regulacíón, para pasar a ser el doble dela regulaclón. Mlentras que hasta el final de los 60's la cri­sis de la regulación social fue enfrentada con un fortaleci­míento de la política emanctpatorta, hoy aststtmos a unadoble crtsts social. La crtsts de la regulacíôn. simbolizadapor la crtsís deI Estado. y la crtsis de la emanctpacíón, sim­bolizada por la crtsts de la revolucíón y el socialismo comoun paradigma de transformaclón social radical. La políti­ca de los derechos humanos. que ha tenldo tanto de polí­tica regulatoria como de emanctpatorta. está atrapada enesta crtsts doble, al mísmo tiempo que intenta superaria.

La segunda tensión dtaléctíca se produce entre el Esta­do y la socledad civil. EI Estado moderno. aunque mínt­maltsta, es potencialmente maxtmaltsta, en la medida enque la sociedad civil. como el otro deI Estado. se reprodu­ce a través de leyes y regulaciones que emanan del Estadoy para las cuales parece no haber límite, en tanto se res­peten las regias democráticas de producclón de leyes. Losderechos humanos se encuentran en el núcleo de esta ten­stón: mientras la primera generación de derechos huma­nos fue designada como una lucha entre la sociedad civil

1 Trato en profuodidad este tema ert Santos, Boaventura de Sousa, TowardaNew Common Sense. Law, Science and PoHtics tn the Paradigmatic Transttlon,New York, Routledge, 1995.

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y el Estado. las generaciones segunda y tercera recurrenaí Estado como un garante de los derechos humanos.

Por último, la tercera tensíón ocurre entre el Estado nacióny lo que llamamos globalizaclón. EI modelo político de lamodernidad occídental es el de los Estados nacíón sobe­ranos que coexisten en un sistema internacional de Esta­dos soberanos iguales. el sistema interestatal. La untdadprivilegiada y la escala tanlo de la regulación social comode la emancipación social es el Estado-nacíón. EI sistemainterestatal stempre se ha concebido como una socíedadmás o menos anárquica. regulada por una legalidad muyblanda. e incluso el internacionalismo de los trabajadoresha sido siempre más una aspiración que una realidad.Hoy, la erosión selectiva deI Estado-nación debldo a la In­tenslflcación de la globalizaclón pone sobre el tapete lapregunta sobre Si tanto la regulación social como la ernan­clpaclón han de ser desplazadas ai nlvel global. Hemos comen­zado a hablar de socíedad civil global, de gobernabilldadglobal, de igualdad global. EI reconoctrntento mundial dela política de derechos humanos está ai frente de este pro­ceso. La tensión, sm embargo, reside en el hecho de queen muchos sentidos cruclales la política de derechos hu­manos es una política cultural. De hecho, podemos inclusopensar los derechos humanos como simbolizando el retor­no de lo cullural e Incluso de lo religioso aI final deI siglo.Pero hablar de cullura y relígtón es hablar de diferencia.de límltes, de particularidad. ",Cómo pueden los derechoshumanos ser ai mísrno tiempo una política global y unapolítica cullural?

Mi propósito es, por tanto. desarrollar un marco analí­tico para resallar y apoyar el potencial emancipatorio dela política de los derechos humanos en el doble contextode la globalizaclón, por una parte. y de la fragmentaclóncultural y la política de la identidad, por el otro. Mi objeti­vo es tener en la mira tanto la capacidad global como lalegltimldad local para una política progresista de los de­rechos humanos.

$OBRE LAS GLOBALIZACIONES

Comenzaré especlflcando qué entíendo por globaliza­cíón, La globalizaclón es muy difícil de definir. La mayoríade las deftntcíones se centran en la economia. esto es, en

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la nueva economía mundial que surgíó en las últimas dosdécadas como una consecuencia de la mundialización dela producción de bienes y servicios y de los mercados fi­nancieros. Este es un proceso a través deI cuallas corpo­raciones transnacionales han alcanzado una preemínen­cía nueva y sin precedentes como actores internacionales.

Para mís propósitos analíticos, prefíero una definiciónde la globallzaclón que sea más senslble a las dimensio­nes soctales. políticas y culturales. Comienzo por el su­puesto de que lo que usualmente lIamamos globallzaclónse compone de conjuntos de relaciones soctales: en la me­dida en que tales conjuntos de relaciones sociales cambían,tambíén lo hace la globaítzactôn. En estrtcto, no hay unaentídad única lIamada globalizaclón; hay más bíen globalt­zactones, y deberíamos usar el término solamente en plu­ral. Cualquíer concepto general debería ser procedimental.más que sustantivo. De otro lado, si las globalizaciones sonhaces de relaciones soctales, ellas son proclives a produ­ctr conflictos Y» por tanto. ganadores y perdedores. Confrecuencta, el discurso de la globalización es la historia delos ganadores contada por los ganadores. De hecho, Ia víc­torta es aparentemente tan absoluta que el derrotado ter­mina desapareciendo totalmente de la escena.

Aquí está ml deflnlclón de la globalizaclón: es el prece­so por medro dei cual una condícíón o entldad local dadatiene éxito en extender su rango de acción sobre todo elglobo y. hacíéndolo, desarrolla la capacídad de designar auna condición o entidad rival adversaría como local.

Las más importantes implicaciones de esta deftntcíónson las sígutentes. Prtmero , en las condiciones del sistemamundial capitalista de occidente no hay genuina globaliza­cíón. Lo que lIamamos globallzaclón es síempre la globa­lizaclón exltosa de un locallsmo dado. En otras palabras,no hay una condición global para la que no podamos en­contrar una raíz local. un anela cultural específica. Enrealídad. no podría dar un ejemplo de alguna entldad queno esté localmente situada. EI ú níco candidato postblepero improbable sería la arquitectura de los aeropuertos.La segunda ímplícacíón es que globalización conlleva 10­calización. De hecho, nosotros vivi mos en un mundo delocalízactón. así como vivimos en un mundo de globaltza­ctón. Por lo tanto. sería igualmente correcto en términosanalíticos definir la sttuacíón actual y los temas de ínves-

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tígacíón en términos de localizaclón en lugar de globali­zación. La razón por la que prefiero este último término esbásícamente porque el discurso científico hegemónico tíen­de a preferir la historia del mundo tal como la cuentan losganadores. Se pueden dar muchos ejemplos de cómo lagloballzación Implica la localizaclón. Uno es elldloma In­glés comolinguajranca. Su expansión como lenguajes globalha sígníftcado la Iocalízactón de otros lenguajes potencial­mente globales. como el francés.

Por lo tanto. una vez se identifica un proceso de globaliza­cíón, su significado pleno puede no ser obtenido si no seconsíderan los procesos adyacentes de relocalización quese entrelazan y ocurrenjunto con aquel. La globalizaclóndei sistema de estrellas de Hollywood puede significar laetnizaclón dei sistema de estrellas hindú producído por laaíguna vez fuerte lndustrla de cíne hindú. Igualmente. losaclores franceses o italianos de los 60's 3!4 de BrtgítteBardot a Alaln Delon, y de Marcello Mastroianl a Sofia Loren3,4 que alguna vez simbolizaban la forma universal de ac­tuar parecen hoy, cuando vemos sus películas de nuevo,más bten étnica y parroqulalmente europeos. Entre enton­ces y hoy, el estilo hollywoodense de actuar ha encontra­do la manera de giobalizarse.

Una de las transformaciones más comúnrnente asceta­das a la globalizaclón es la compresíón dei espacío-tternpo.esto es. el proceso social por medío dei cuallos fenómenosse aceleran y se diseminan por el globo. Aunque aparen­temente monolítico. este proceso combina situaciones ycondiciones altamente diferenciadas. y por esta razón nopuede ser analizado independienternente de las relacionesde poder que dan cuenta de las diferentes modalidades det1empo y movilidad espacial. De un lado. hay una clasecapitalista transnacíonal. realmente aproplada de la com­presión tempo-espacial y capaz de usaria para su benefi­cio. De otro lado. los grupos y clases subordinados. comolos trabajadores mígrantes y los refugiados. tamblén estánínvolucrados en una gran cantidad de movtmíento físicopero no nenen en lo más mínimo un control de la compresíónespacio-tiempo. Entre los ejecutivos de las corporacionesy los refugiados e inmlgrantes. los turistas representan untercer modo de producción de compresión espacio-temporal.

También están aquellos que contribuyen significativa­mente a la globalización pero que. no obstante, permanecen

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prístoneros de su espacío-tíempo local. Los campesinos deBolívta, Peru y Colombla, ai cultivar coca, contrlbuyen deci­sivamente a la cultura mundial de la droga, pero ellos mísmospermanecen más localizados que nunca. Exactamente lomísrno sucede con los residentes de lasfavelas de Río deJaneiro, que permanecen prtsíoneros de su vida de habi­tante tugurlal, mlentras que sus cancíones y bailes sonhoy parte de la cultura musical globalizada.

Por último, y todavía desde otra perspectiva, ia compe­tencla global requíere a veces de poner el acento sobre laespeciflcldad local. La mayoría de los lugares turísticosdeben ser hoy altamente exóticos, vernáculos y tradícío­nales para volverse lo suficientemente competitivos yen­trar al mercado mundial del turismo.

Para dar cuenta de estas asimetrías, la globalízactón. talcomo lo sugeri. debería ser síempre nombrada en plural.En un sentido más bíen laxo, podríamos hablar de diferen­tes modos de producclón de la globalizaclón. Distingo cua­tro de ellos que, según creo, dan orígen a sendas formasde globalizaclón

EI prtrnero es lo que llamaría locallsmo globalizado. Esel proceso por medlo dei cual un fenómeno local dado seglobaliza exrtosamente: verbígracía la operacíón mundialde las corporaciones transnacionales, la transformacióndel ínglés en una lInguafranca, la globallzaclón de la co­mida rápida o la música popular americana, o la adopclónen todo el mundo de las leyes de derechos de autor para elsoftware de computador.

La segunda modalidad es elglobalismo localizado. Con­siste en el impacto específico de las prácticas e imperativostransnacionales sobre las condiciones locales que por tantoson desestructuradas y reestructuradas para responder alos imperativos transnactonales. Estos globalismos loca­lizados incluyen: enclaves de libre comercio; la defores­tacíón y la destrucción masíva de recursos naturales parapagar la deuda externa; el uso turístico de tesoros históri­cos, sitios y ceremonias religiosas, artes y artesanías y lavida natural; el dumplng ecológico; la conversíón de unaagricultura de subststencía en una orientada hacía la ex­portaclón como parte dei "ajuste estructural": la etnícíza­cíón dei lugar de trabajo.

La dlvlslón Internacional dei globaítsmo adqulere el sí­gulentepatrón: los países centrales se especlallzan en loca-

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lismos globallzados, mlentras que a los países periféricosse les Impone la escogencla de globaltsmoe localizados. EIsistema mundial es una red de localismos globallzados yde globalismos localizados.

Con todo, la mtensífícacíón de Interacclones globalesimplica otros dos procesos que no se pueden caracterizaradecuadamente ni como localismos globalizados ni comogIobalismos localizados. Llamaría al prlmero de elloscosmo­politanismo. Las formas prevalentes de domínacíón no ex­cluyen la oportunldad de que Estados-naclón, reglones,clases y grupos soclales subordinados y sus aliados seorganicen transnaclonalmente en defensa de sus intere­ses cornunes percíbídos, y usen para su beneficia las ca­pacidades de la interacción transnacional creada por elsistema mundial. Las actividades cosmopolitas tmplícan,entre otras cosas, los diálogos y organizaciones sur-sur,las organlzaclones mundlales dei trabajo (la FederaclónMundial de Sindicatos y la Confederaclón Internacional deSindicatos Líbres), la fIlantropía transnaclonal Norte-Sur,las redes mternacíonales de servícíos legales alternativos,las organtzacíones de derechos humanos, las redes mundía­les de grupos de mujeres, Organlzaciones No Gubernamen­tales, redes de grupos de desarrollo alternativo y desarrollososteníble, movímtentos literarios, artísticos y científicosde la periferia dei sistema mundial, que buscan valoresculturales alternativos, no-imperialistas, se comprometenen ínvesttgactones postcolonlales y estudlos subalternos,y así sucesivamente.

Los otros procesos que tampoco pueden ser descritoscomo locallsmos globallzados o como globalismos localizadoses la emergencia de temas que, por su propía naturaleza,son tan globales como el globo mísmo, y que llamaría, usandolaxamente el derecho internacional, la herencia común dela humanldad. Estos son asuntos que sólo tlenen sentidoSi se refleren ai globo en su totalldad: la sostenlbilidad dela vida humana en la nerra, por ejemplo, o temas ambíen­tales como la protección de la capa de ozono, el Amazonas,la Antártida. Tambíén Inclulría en esta categoría la explo­racíón del espacto, la luna y otros planetas. puesto que susínteracctones con la tíerra también son un patrtmorno co­mún de la humanidad. Todo lo anterior se refiere a recur­sos que deben ser administrados por fideicomisarios de lacomunidad internacional en nornbre de las generacionespresentes y futuras.

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La preocupación por el cosmopolitismo y la herericía co­mún de la humanidad ha tenido un gran desarrollo en lasúltimas décadas; pero tambíén ha originado poderosasresrstenctas. En particular, la herencia común de la hu­manidad ha estado bajo permanente ataque por parte delos paises hegemónicos, especialmente los Estados Uni­dos. Los confltctos, resistencias. luchas y coaltcíones quese agrupan alrededor dei cosmopolitismo y la herencia co­mún de la humanidad muestran que lo que liamamos globa­lización es de hecho un conjunto de áreas de confrontación.

Para el propósito de este artículo, es útli distinguir en­tre globalización desde arriba y globaltzacrón desde aba­jo, o entre globaltzacíón hegernóntca y contra-hegemõníca.Lo que llamé localtsrno globalizado y gtobalismo localiza­do son globalrzactones desde arriba; el cosmopolitismo yla herencia común de la humanidad son globalizacionesdesde abajo.

Los DERECHOS HUMANOS Y EL LIBRETO EMANCIPATORIO

La cornplejídad de los derechos humanos consiste enque pueden ser concebidos como una modalidad de loca­lismo globalizado o como una forma de cosmopolttantsmo.en otras palabras, como una globaltzactón desde arriba ocomo una globalízacíón desde abajo. Mi propósito es espe­cificar las condciones bajo las cuales los derechos huma­nos pueden ser concebidos como una globallzación deisegundo tipo. En este articulo no me referiré a todas lascondiciones necesarias para ello: me centraré más bien sóloen las culturales. Mi tests es que mientras que los dere­chos humanos sean concebidos como derechos humanosuniversales. tenderán a operar como localismoglobalizado,una forma de globaltzacíón desde arriba. Para poder ope­rar como una forma cosmopolita y contrahegemónica deglobalízacíón, los derechos humanos deben ser reconcep­tualizados como multiculturales. Si, como se ha hecho, se lesconcibe como universales, los derechos humanos seránsíernpre un instrumento de los que Samuel Huntingtonllama "el choque de civilizaciones", esta es , la lucha deOccidente contra el resto dei mundo. Así, la competttívídadglobal de los derechos humanos se obteridrá a costa de sulegítímtdad local. Por el contrario, el multículturaltsrno, talcomo lo enttendo, es una precondición de relaciones ba-

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lanceadas y mutuamente reforzantes entre competítívídadglobal y legttímídad local, los dos atributos de una políticacontrahegemónica de derechos humanos en nuestro tiempo.

Sabemos. por supuesto, que los derechos humanos noson universales en su aplicaci6n. Consensualmente se dtsttn­guen cuatro regímenes de derechos humanos en nuestrotiempo: el europeo, el ínteramertcano, el africano y el asíá­tíco>. 6Pero son universales como uo artefacto cultural,como una especia de invariante cultural, como una cultu­ra global? Todas las culturas tíenden a definir los valoresmás extendidos como los valores últimos. Pero sólo la cul­tura occidental tiende a concentrarse en la universalidad.La cuestión de la uníversalídad de los derechos humanostratcíona la universalidad de lo que pone en cuestión porla manera en que lo pone en cuestión. En otras palabras,la pregunta de la universalidad es una pregunia particu­lar, una pregunta cultural de Occídente.

El concepto de derechos humanos descansa sobre unconjunto de presupuestos bien conocidos, todos los cua­les son claramente occídentales, a saber: hay una natura­leza humana universal que puede ser conocída por mediasracíonales: la naturaleza humana es esencialmente distintade, y superior a, el resto de la realidad; el índívíduo tíeneuna dígntdad absoluta e írreducíble que debe ser defendi­da de la socíedad o el Esiado; la autonomía dei individuorequiere de una socíedad organizada de manera no jerár­quica, como una suma de tndtvíduos''. Como todos estassupuestos son claramente occidentales y líberales, y fácil­mente distinguibles de oiras concepciones de la dtgnídadhumana en otras culturas, uno podría preguntarse porqué la cuestión de la universalidad de los derechos huma­nos ha generado tan intensos debates o, en otras palabras,por qué la pregunta por universalidad sociológica ha ter­minado stendo más importante que la pregunta por la uni­versalidad filosófica.

Si observamos la hístorta de los derechos humanos enel período de Posguerra, no es dífíctl de concluir que laspolíticas de derechos humanos han estado, por mucho, aiservicio de intereses económicos y geopolíticos de los Es-

2 Para un análtsts extenso de los cuatro regímenes. ver Santos. Op. cit.,pp.330-337

3 Panrnkar Raimundo: "Is the Notton of Human Rights a Western Concept?"en: Cahiers. No. 81, pp. 28-47

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tados capttaltstas hegemónicos. El discurso seductor yhegemónico sobre los derechos humanos ha permitidoinauditas atrocidades, y tales atrocidades han sido mane­jadas de acuerdo eon una clara doble moral. Escribiendoen 1981 acerca de la manlpulaclón de la agenda de losderechos humanos en los Estados Unidos en conjuncióneon los medias masivos de comunicación, Rtchard Falk sereflrió a una "política de invislbilldad"y a una "política desupervtstbütdad'?'. Como ejemplos de la política de invisi­bilidad, mostrá cómo los medias tgnoraron completamen­te ai pueblo Maubere de Timor Orientai que estaba slendodlezmado (lo cual costó más de 500.000 vidas), así comola condícíón de cíen millones de Intocables en la Indla.Como ejernplos de la política de supervlslbilldad, Falkmencioná la presteza eon la que los abusos contra los de­rechos humanos de los regímenes revolucionarias de Irány Vietnam fueron denunciados por los Estados Unidos. Dehecho, en buena medida lo mtsmo podría decírse de lospaíses de la Uníón Europca. siendo el ejemplo más notableel silencio que mantuvo oculto a los europeos eI genocídiodei pueblo Maubere, lo que facilltó el entonces florecientey fluido comercio internacional con Indonesia.

Pero la marca occídental, ciertamente occidentalliberalen el discurso dominante de los derechos humanos tam­bién puede ser rastreado en otras muchas instancias: enla Declaración Universal de 1948, que rue productda sinla partícípacíón de la mayoría de los pueblos dei mundo;en el reconocimiento exclusivo de los derechos índívtdua­les, con la única excepción del derecho colectivo a la auto­determinación que, además, estaba restringido para lospueblos sometidos al colonialismo europeo. en la prioridaddada a los derechos civiles y políticos sobre los económí­cos, soctales y culturalcs, y en el reconocímtento del dere­cho de propiedad como el prímer y, durante muchos afios,único derecho económico.

Pero este no es el único aspecto de la cuestión. En todoel mundo, millones de perecnas y miles de orgaruzacíonesno gubernamentales han venído luchando por los derechoshumanos, con frecuencia corriendo grandes ríesgos, endefensa de las clases sociales oprimidas y de grupos socta­les que con frecuencia han sido victimizados por estados

4 Falk Richard.HumanRtghts andState50veretgnity, New York, Holmes and MeterPubllshers, 1981.

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capitalistas autoritarios. Las agendas políticas de tales luchasson con frecuencia explícita o implícitamente anti-capita­listas. Un discurso yuna práctica antl-hegemónicos de dere­chos humanos han ventdo aparecíendo, se han propuestoconcepctones no-occídentales de los derechos humanos yse han organizado diálogos transculturales sobre ellos. Latarea principal de la política emancípatorta de nuestro tíern­po, en este terreno, consiste en lograr que la conceptuali­zacíón y la práctíca de los derechos humanos pasen de serun localismo globalizado a un proyecto cosmopolita.

6Cuáles las premisas de sernejante transformación? Laprímera es que resulta imperativo trascender el debate entreuniversalismo y relativismo cultural. Este es un debateesencialmente falso, cuyos polos conceptuales son ambosigualmente perjudícíales para una concepción emancípato­ria de los derechos humanos. Todas las culturas son relativas,pero la postura filosófica dei relativismo cultural está equi­vocada. Todas las culturas aspiran a tener valores últimosy preocupaciones centrales, pera el universalismo cultural,en tanto postura filosófica, es errôneo. Contra el universa­lismo, debemos proponer diálogos transculturales de proble­mas isomórficos. Contra el relativismo, debemos desarrollarcrítertos procedlmentales transculturales para distinguirentre políticas progreststas y regreslvas, entre apodera­mlento y desapoderamíento, entre emancípacíón y regu­lación. En la medida en que el debate suscitado por losderechos humanos pueda evolucionar hacia un diálogocompetitivo entre diferentes culturas acerca de los príncí­pios de la dígnídad humana, es menester que tal compe­tencia genere coaliciones transnacionales que propongannívelacíones por lo alto más bíen que por lo bajo (,',cuálesson los estándares absolutos mínimos? 6Los derechos huma­nos más básicos? 6Los mínimos comunes denominadores?)EI frecuente llamado a la prudencia de no sobrecargar lapolítica de los derechos humanos con derechos nuevos,más avanzados o con concepciones diferentes y más am­plias de los derechos humanos''. es una manífestacíón tardíade la reducción de las reinvindicaciones emancipatorias dela modemidad occldental ai bajo nível de ernancípactón posíbt­iitado o tolerado por el capitalismo mundial. Los derechoshumanos de baja intensidad aparecen como la otra carade la democracia de baja íntenstdad,

5 Donnelly Jack, Universal Human Rights in Theory and in Practice, Ithaca,Cornell Untverstty Presa, 1989

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La se~unda prernísa es que todas las culturas tienenconcepclOnes de la dignidad humana, pero no todas lascoricíben como derechos humanos. Es, por tanto, impor­tante aprehender las preocupaciones isomórficas entrediferente~ culturas. Nombres, conceptos y ví s íorres demundo.dlferentes pueden transmitir preocupaciones yaspíracíones similares y mutuamente inteligibles.

La tercera premisa es que todas las culturas son incom­pletas y problemáticas en sus concepciones de la dígnídadhumana. Esta lllcompletitud deriva precisamente dei he­cho de que hay una pluralidad de culturas. Si cada una deellas fue;a.tan completa como pretende serlo, habría unacultura umca, La idea de la completltud es la fuente de unasobrecarga de sentido que parece infestar todas las cultu­ras. Por ello, la lllcompletitud es más vísfble desde afuedesde .la p~rspectiva de otra cultura. Para elevar el ntvel r:~con~clenClasobre la incompletitud cultural a su máximoposI~le, la tarea de la construcción de una concepciónmulÍ1c~lturalde los derechos humanos es una de las ta­reas mas cruciales .

. La cu~rtapremisa es que todas las culturas tienen ver­siones díferen tes de la dignidad humana, algunas másamp~iasque otras, algunas con un mayor compás de rect­procídad que otras, algunas más abiertas a otras culturasque otras. Por ejemplo, la modernidad occidental se hadesdoblado en dos concepciones y prácticas altamentedivergentes de los derechos humanos % la liberal y 1marxista 314, la una priorizando los derechos cívtles y POlí~tícos, l~ o.tra los derechos sociales y económícosé.. Por ultimo, la quinta prernísa es que todas las culturas

tlenden a distribuir a la gente y a los grupos soctales pormedio de dos principios competitivos de pertenenciajerár­quica. ~no opera a través de Ierarquías entre unidadeshomogeneas. EI otro opera a través de la separación dedíterenctas y de entidades únicas. Los dos principios no~ecesariamentese yuxtaponen. y por eso no todas lasIgualdades son idénticas y no todas las diferencias gene­ran desigualdad.

6 Ver, por ejemplo. Pollis Adamantta Schwab P "Human R· ht WC '., 19 s: a es te rn

on.struct with Limited Appltcabtltty" .en: Pollis Adamantia.' Schwab P(Eds.J.Human RIghts:Cultura/ cnd Ideological Perspecnoes New Y k.Prager, 1979. Ver también: An-na'jm Abdullahi A (Ed) H' R De .in Cross-cultur I P t . .. uman ightsU a erspec ives. A Questfor Consensus Phlladelphia

niversity of Pennsylvania Press. 1992. ' .

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Estas son las premisas de un diálogo transcultural so­bre la dígntdad humana que pueda eventualmente condu­círnos a una concepcíón mesüza de los derechos humanos;una concepción que. en lugar de restaurar falsos uníver­salismos se organtce a sí misma como una constelación designificados locales mutuamente ínteltgíbles y de redes quetransfieran poder a refcrencías normativas.

Pero este es apenas el punto de partida. En el caso deidiálogo transcultura\' el íntercambío es no solamente entrediferentes saberes sino también entre diferentes culturas,esto es, entre universos de sentido diferentes e inconmen­surables en un sentido fuerte. Tales universos de sentidoconsisten de consteiaciones detopoi fuertes. Lostopoi sonlos lugares comunes ampliamente extendidos de una cul­tura dada. Funcionan como premisas de una argumenta­cíón, haciendo así posible la producción y el intercambiode argumentos. Los topot fuertes se vuelven ampliamentevulnerables cuando se "usan"en una cultura diferente. Lomejorque les puede pasar es ser "degradados" de prerntsade la argumentación a argumento. Entender una culturadada desde los topei de otra puede ser muy difícil, si noímpostble. Por tanto, propondré unahennenéuticadiatópica.En el área de los derechos humanos y de la dtgnídad. lamovilización y el apoyo a las retnvtndícactories emancipa­torias que potencialmente contienen, sólo se puede lograrsi tales retnvíndícactones han sido apropíadas en el con­texto local cultural. Requrere de un diálogo transculturaly de una hermenéutíca díatópíca.

La hermenêutica diatópica se basa en la idea de que lostopoi de una cultura individual son tan incompletos comola cultura en que se producen. no importa lo fuertes quesean. Tal incompletitud no es vtstble desde adentro de lapropía cultura, puesto que la aspiración a la totalidad in­duce a tomar la parte como el todo. EI objetivo de la her­menéutica diatópica no es. por tanto. alcanzar la completitud%puesto que este en un objetivo írnposíble de alcanzarsasino, por el contrario, elevar lo máximo posíble la concten­cia de la íncompletttud recíproca, involucrándose en undiálogo con un pie en cada cultura. Aqui reside su carác­ter díatópíco7

Es posible adelantar un diálogo diatópico entre el toposde los derechos humanos de la cultura occidental y el to-

7 Ver tambtén Panntkkar , Op. cu.

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pos hrndú deI dhanna o el topos deI umma en la culturatslámíca", De acuerdo con Pantkkar, el dhanna

es aquello que da a cualquíer cosa su realidad última. que la man­tiene y le da cohesión ... Lajusticia mantiene unidas las relacioneshumanas; la moraUdad lo mantiene a uno en armonía; la ley es elprincipio obltgatorto de las relaciones humanas; la reltgíón es loque mantiene la extstencía dei universo; el destino es lo que nosvincula con el futuro; la verdad es la cohesíón Interna de unacosa... Ahora bíen, un mundo en el que el dharma es central y prác­ticamente lo penetra todo, no se preocupa por hallar el derecho deun individuo contra otro o de un individuo vis-á-vis la soctedad.sino más bten en evaluar el carácter dhármico {correcto, verdade­ro , consistente) o a-dhármico de la cosa o la acción dentro de todala complejidad cósmica de la realtdad''.

Desde el punto de vista deltoposdeldhanna, los derechoshumanos son incompletos en el sentido de que no estánen capacidad de establecer el vinculo entre la parte (el in­dividuo) y la totalidad (la realidadl. o todavia más fuerte­mente, en el sentido de que se centran en lo que es apenasun derivado, los derechos, en lugar de focalizar en el im­perativo primordial. el deber de los individuos de encon­trar su lugar en el orden de la socíedad y el cosmos. Desdeel punto de vista dei dhanna. y ciertamente también deiumma, la concepción occidental de los derechos humanosestá plagada de simetrías muy simplistas y mecánicasentre derechos y deberes. Esta explica por qué, de acuer­do con los derechos humanos occtdentales , la naturalezano tiene derechos: porque no se le pueden imponer debe­res. Por la mtsrna razón, es ímpostble otorgarle derechosa las generaciones futuras: no tienen derechos porque notienen deberes.

De otro lado, desde el topos de los derechos humanos,el dhanna tambíén es incompleto debido a su fuerte y no

8 En este artículo construyo mí concepctón de multicuituralismo a través deiejemplo de hermenêutica dlatópica entre las concepciones de dtgnídad hu­mana en las culturas occrdentaí. tslámíca e tundú. En mt tnvesttgactón ac­tual, desarrollo una hermenêutica diatópica entre la concepclón de dígnídadhumana en la cultura occldental y en las culturas de los pueblos indígenasde América Latina, especialmente Colombta.

9 Vertamb1én InadaKenneth:"ABudhístResponse to the Nature ofHuman Ríghts".en: Welsh Claude, Leary VIrginia (eds. ),AsianPerspectives in HWTIilll rlghts, WesMewPress. Boulder, 1990, pp. 91-101; Mitra Kana: "Human Rights in Hínduísm". en:JoumalqfEcumenicalStudies, 19(3), 1982, pp. 77-84: Thapar Romtla: "'TheHinduand BuddhlstTraditlons~.lntemationalSodalScienceJOl1maL18(1), 1966, pp. 31­40.

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dialéctico sesgo a favor de la armonía, que oculta por tan­to las injusticias y desatíende totalmente el valor deI con­flícto como una vía hacta una armonía más rica. Más aúri.el dhanna no se preocupa por los prtnctpícs deI orden de­mocrático, por la libertad y la autonomía, y descuida el he­cho de que, sín derechos prtmordíales, el individuo es unaentidad demasiado frágil para impedir ser aplastado poraquello que lo trasciende. Así mtsmo, el dharma tiende aolvidar que eI sufrimiento humano es una dimensión in­dividual irreductible: las sociedades no sufren, los indivi­duas sí.

Consideremos. en otro nível conceptual, el mismo ejer­cicio de hermenéutica diatópica entre eltopos de los dere­chos humanos y eI topos deI umma en la cultura islâmica.Los pasajes del Corán en los que ocurre la palabra ummason tan variados que su significado no se puede determi­nar rígídamcnte. Pero algo parece ser cíerto: esta siemprese refiere a cuerpos étnicos, língutsttcos o religiosos depersonas quíenes son objeto deI plan divino de salvacíón.A medida que la actividad profética de Mahoma íba progre­sando, los fundamentos religiosos deI umma se htcteronmás y más explícitos y, en consecuencia, el umma de losárabes se transformó en el umma de los musulmanes.Desde eltopos delumma, la incompletitud de los derechoshumanos índtvíduales reside en el hecho de que sólo so­bre esta base es ímposíble sustentar las solidarldades y losvínculos colectivos sin los cuales una sociedad no puedesobrevtvír y mucho menos florecer. De aquí la dífícultad delas concepciones occidentales de los derechos humanospara aceptar derechos colectivos de grupos socíales o pue­blos, sean mtnorías étnicas. mujeres o indígenas. Esta, dehecho, es una tnstancía específica de una díftcultad mu­cho más amplia: la dificultad para definir comunidad comoun área de solidaridades concretas y de obligaciones polí­ticas horizontales. Esta idea de comunidad, central paraRousseau, ha ido dejando su lugar a la dicotomía liberalentre Estado y socíedad civil.

Recíprocamente, desde el topos de los derechos huma­nos individuales. el umma enfattza exageradamente losdeberes en detrimento de los derechos y, por esta razón,es proclive a tolerar desigualdades aborrecibles, como porejernplo entre hombres y mujeres, o entre musulmanes yno musulmanes. Desvelada por la hermenéutica dtató-

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pica, la debllidad fundamental de la cultura occldentalconsiste en establecer una dicotomía demasiado estrictaentre Individuo y socledad, volvléndose así vulnerables elindividualismo posesívo. el narcisismo, la alienación y laanomía, De otro lado, la debtlídad fundamental de las cul­turas hmdú e islâmica consiste en que ambas Se muestranincapaces de reconocer eI sufrimiento como una dímen­sión indlvlduallrreductlble, que solo se puede aprehenderen una sociedad que no esté organizadajerárquicamente.

~I reconoclmlento de las debllidades e Incompletltudesreciprocas es la condícíón sine qua non de un diálogo traris­cultural. La hermenéutíca dlatóplca se construye sobre laIdentlflcaclón local de la incompletltud y la debllldad ysobre la lnteliglbllldad translocal. En el área de los dere­chos humanos y la dígntdad , la movllizaclón dei apoyosocial para las reinvindicaciones ernancípatortas que po­tencialmente contlenen sólo se puede obtener si talcsreinvtndicaciones han sido aproptadas en un contextocultural local.

Abdullahl Ahmed An-na'lm 10 nos ofrece un buen ejern­pio de hermenéutlca diatópica entre las culturas Islámlcasy occidental. Hay un víejo debate acerca de las relacionesentre Islamismo y derechos humanos, y de la posibllidadde que haya una concepclón íslámíca de los derechos hu­manos II . Corriendo eI riesgo de una simplificación exce­síva, es poslble Identificar en él dos posiciones extremas,

10 An~na'1mAbdullahi A., Toward an Islamtc Rejonnation. Syracuse,SyracuseUOlvers1ty Press, 1990; An-na'rm Abduüaht A. (Ed.). HumanRights tnCrossCultural Perspectives. A QuestJor Ccnsensus. Ph:lladelphla, Uníveratty ofPennsylvaníaPress,1992.

11 Aparte de An-na'tm Abdullahí A., ver tamblén: Dwyer Kevin,Arab votces. TheHuman Ríghts Debate in the Middle East, Berkeley, üníversuy of CalttorruaPress, 1991; Mayer Arm Elísabeth, lslam and Human Rights: Trud1tion and HJlitics,Boulder, WestviewPress, 1991: LeltesJustln: "Moderruet.Jurtsprudence as a VehJcleforGenderRoleReformtn the Islam1cWoTldM,en:OXumbiaHumanRtghtsLawRevIewNo. 22, 1991, pp. 251-330; AfkhamiMahnaz (ed.), FailhandFreedom: Women';Humnn Ríyhts in the Musltm World, Syracuse, Syracuse Universlty Presa. 1995;Hassan R1ffat, QOnHuman R1ghts and the QU'ranic Perspectíve'', en: Joumal of&wnenioo1Studies. 19(3), 1982, pp. 51-65; AlFaruqí Isma'll R., "Islam and HumanRíghte" .en: The lslamtc Quarterly, 27 (11, 1983, pp. 12-30. Acerca deI problema~âs general de la reíacíón entre la modemidad y el despertar islâmico ver, porejemplo, Sharabí Hisham, "Moderníty and Islamic Revival: The Criticai Tasks of~ab Intellectuala", en: Contention, 2 (1),1992, pp. 127-147 YShariati Alt,What ts to Se Done: The Enlightened Thínkers and an Ielarruc Renatssance"

edited by Farhang Rajaee. The lnstítute for Research and Islamíc StudíesHouston, 1986. '

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Una, absolutista o fundamentalista, es sostenlda poraquellos para qulenes el sistema legal religioso dellslam(Shart'a) debe ser aplicado plenamente como la ley deiEstado islâmico. De acuerdo con esto, hay inconsistenciasIrreconclllables entre la Sharl'a y la concepclón occíden­tal de los derechos humanos, y la Sharl'a debe prevalecer.Por ejemplo, la Sharl'a díctamína la creaclón de un Esta­do en el que solamente los musulmanes sean cíudadanos,y los no-musulmanes no tengan derechos políticos; la pazentre los musulmanes y los no musulmanes siempre esproblemática, y las confrontaclones serán ínevttables. Encuanto a las mujeres, no se debe nt pensar en la ígualdad:la Shari'a ordena la segregaclón de las mujeres y, de acuer­do con aígunas interpretaciones más estrictas, incluso lasexcluye totalmente de la vida pública,

En el otro extremo, los secularistas o modernistas creenque los musulmanes deberían organizarse en Estados se­culares, Ellslam es un movtrníento religioso y espiritual,no político. Las sociedades musulmanas modernas tienenla IIbertad de organizar su goblerno de acuerdo a sus pre­fcrcncías y a las circunstancias. La aceptación de los de­rechos humanos internacionales es un asunto político conel que no deben mezclarse consrderacíones religiosas.Pongamos un ejemplo entre muchos: una ley de Túnez de1956 prohtbía definitivamente la poligamia basándose enque ya no era aceptable, y en que la extgencía corántca demantener un tratamiento justo para todas las esposas eraimposible para cualquíer hombre, con la excepción deIProfeta,

An-na'ím critica ambas posiciones extremas, La víapermezzo que propone intenta fudamentar transculturalmen­te los derechos humanos, identificando áreas de conflíctoentre la Shart'a y los "niveles de derechos humanos", bus­cando a la vez una reconctlíactón y una relacíón positivaentre ambos sistemas, Por ejcmplo, el problema de la Sharí'ahistórico es que excluye a las mujeres y a los no-musul­manes. Por tanto, se necesita de una reforma o reconstruc­cíón de la Shart'a. EI método propuesto para ello se basaen un acercamiento evolucionista a las fuentes islâmicas,que Indagan en el contexto histórico específico dentro deicuai la Shari'a fue concebida a partir de las Ideas de losjuristas fundaclonales de los síglos octavo y noveno, A laluz de dícho contexto, probablemente se justlflcaba una

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construcción restringida del otro. Pero esto ya no es váli­do. Por el contrario, en el contexto actual puede justíftcar­se plenamente una visión más iluminada desde el Islam.

Stgutendo las ensefianzas dei Ustadh Mahmoud, An­na'ím muestra que una revtstón detallada dei Corán y delos Sunna revela dos niveles o etapas dellslam, el períodotemprano de la Mecca y el substguíente período de Medina.EI prlmero contlene el mensaje eterno y fundamental deiIslam y hace énfasts en la dígnídad inherente de los sereshumanos, independlentemente de su gênero, confes!ónreligiosa o raza. Cuando el mensaje de Medina tuvo lugar3.4 siglo sépttmoêa se consideró demasiado avanzado, sesuspendió y se aplazó su puesta en práctica hasta que seprodujeran las circunstanclas apropladas. Según An-na'ím,ha llegado el momento de implementar aquel mensaje.

No puedo evaluar la validez específica de este propues­ta dentro dei contexto de la cultura islámlca. Esto es pre­cisamente lo que distingue la hermenêutica diatópica deiorientalismo. Lo que qufero enfatizar de la perspectiva deAn-rra'tm es el intento de pasar de una concepción occí­dental de los derechos humanos a otra transcultural. querelnvindlca la legttímtdad Islámica, en lugar de renunciara ella. Con todo, teniendo en cuenta que los derechos hu­manos occidentales son la expresión de un profundo, aun­que incompleto. proceso de seculartzacrón que no tienecomparación con nada semejante dentro de la culturatstámíca, uno estaría inclinado a sugerir que en el contex­to musulmán, la energía movtlízadora requerida para unproyecto cosmopolita de derechos humanos podría gene­rarse más fácilmente en un marco de rclígtostdad ilustrada.SI esto es así, la perspectiva de An-na'tm es muy prometedora.

La hermenêutica diatópica no es tarea para una solapersona, escribiendo dentro de una sola cultura. No es,por tanto, sorprendente que el intento de An-na 'trn, sten­do una muestra autêntica de hermenêutica diatópica. sehaya adelantado con desigual conslstencia. Desde ml pun­to de vista, An-na'ím acepta la Idea de derechos humanosuniversales demasiado pronta y acríticamente. Aunqueadapta una perspectiva evolucionista y trata con atenciónel contexto histórico de la tradición islâmica, se vuelve sor­prendentemente ahistórico e ingenuamente untversalístacuando se trata de la Declaración Universal de Derechos.La hermenêutica diatópica exige no sólo una forma dífe-

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rente de conocímtento, sino un proceso diferente de crea­ctón de conocimiento. Demanda que el conocímíento se pro­duzca en red, colectíva, interactiva e intersubjetivamente.

La hermenêutica diatópica adelantada por An-na'ímdesde la cultura islámica, y las luchas por los derechoshumanos conducidas por movimientos de base de feminis­tas islámicas que síguen las ideas de "reforma islámica"propugnadas por aquel, deben ser enfrentadas yevalua­das desde la perspectiva de otras culturas, particularmentedesde la occidental. Esta es probablemente la única ma­nera de Introducir en la cultura occidental la idea de losderechos colecttvos, los derechos de la naturaleza y los delas generaciones futuras. así como la de los deberes y res­ponsabilidades frente a entidades colectivas, sean la co­muntdad, el mundo o incluso eI cosmos.

De manera más general, la hermenêutica diatópica ofre­ce un amplio campo para adelantar debates en curso (enlas diferentes regíones culturales del sistema mundial)acerca deI universalismo, el relativismo, los marcos cultu­rales de transformaclón social, el tradicionalismo y el des­pertar cultural!". Sin embargo, una concepción Idealistadei diálogo transcultural fácl1mente olvidará que tal diá­logo es postble sólo por la slmultaneidad temporal de doso más contemporaneldades. Los socios del diálogo sólo sonsuperficialmente contemporáneos; cada uno de ellos se

12 Para el debate africano ver: Oladlpo otusegun. "Towards a Phílosoptucal StudyofMrlcan Culture: A Critique or'tradtüonaüsm". en: Quest, 3(2), 1989, pp. 31­50; Oruka Odera. "Cultural Fundamentais tn Phílosophy". en: Quest. 4(2),1990, pp. 21-37; Wlredu Kwast: "Are There Cultural Universais?", en:Quest,4(2), 1990, pp. 5-19; Wamba dia Wamba Ernest, "Some Remarks on Cu1tureDevelopment and Revolution m Arrtca". en:Joumalq/HlstorlcalSOCf.ology,No.4,1991, pp. 219-235: wamba dia Wamba Ernest: "Beyond Elite Políttcs ofDemocracy in Atnca", en: Quest VI, 1991. pp. 28-42: Procee Henk: "BeyondUniversallsm and Relatívtsm", en:Quest. 6(1), pp. 45-55, 1992: Ramose Mogobe,..Afrtcan DemocratícTradtttons: Oneness, Consensus and Openness". en: QuestVI, 1992, pp. 63-83. Ejemplos dei rico debate en India: Nandy Ashís, "The Polities ofSecularísm and the Recovery ofReligious 'roierance", en:Altematives XIl, 1987, pp.177-194; Nandy Ashis: "Cultural Frames for Social Transformatíon. A Credo". en:AltemattvesXII. 1987, pp. 113-123: Nandy Ashís: "TradítíonsTyrannyand Utopias.Essays 111 the Polities ofAwareness", Oxford, Oxford Uníversíty Press, 1987: ChatterjeePartha: "Gandhíand the CritiqueofCivilSocíety", en: Guha Ranajoit (ed.):"SubalternStudies Ill: Writtngs 111 the South Asian History and Socíety", Delhi,Oxford UniversityPresa, 1982, pp. 153-195; Pantham'Thomas, "On Modemíty, RationalityandMorality:HabennasandGandhi~enThelndianJournalofSocfalSclence,1(2), 1988, pp. 187­208. Una mirada a vuelo de pátaro del problema de las diferencias culturalea puedeencontrarse en Galtung Johàn: -weetem Civ1lizatlon: Anatomy and Pathotogy",en:AltemativesVIl, 1981, pp. 145-169.

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siente apenas contemporáneo con respecto de la tradícíónhistórica de su propia cultura. Esto es más probable aúnsi las diferentes culturas Involucradas en el diálogo com­parten un pasado de Intercambios desíguales. "Qué post­bíltdad hay de un diálogo entre dos culturas cuando unade ellas ha sido moldeada por violaciones prolongadas ymasivas a los derechos humanos. perpetradas en nornbrede la otra? Cuando las culturas comparten tal pasado, elpresente que comparten en el momento de comenzar eldiálogo es un quid pro quo, en el mejor de los casos. y unfraude, en el peor. EI dilema cultural que se presenta aquíes el sígutente: como en el pasado la cultura dominantelogró que algunas de las aspiraclones a la dígnídad humanade la cultura subordinada se volvíeran trnpronunctables,Les posible pronunciarIas en un diálogo transcultural srnpor ello justificar e incluso reforzar su inpronunciabilidad?

EI imperialismo cultural y el eptsterntctdío son parte dela trayectorla histórica de la modernldad occidenta1. Des­pués de siglos de intercambios cufturatee desrguales. Lesequltatlvo que se trate como Iguales a las culturas? "Esnecesario hacer que algunas de las aspíracíones de la cul­tura occldental se hagan Impronunclables, para dejar lugara la pronunclabilldad de otras asptracíones y otras cultu­ras? Paradójicamente 3,4 y contrariamente a como se pre­senta en el discurso hegemónico% es precisamente en elterreno de los derechos humanos que la cultura occídcn­tal debe aprender dei Sur, si la falsa unlversalidad atrtbuí­da a los derechos humanos en el contexto imperial se hade transformar en una nueva untversaltdad cosmopolitadentro dei diálogo transcultura1.

EIcarácter emancipatorio de la hermenéutica díatópíca noestá garantlzado a priori; de hecho, el multlcultura\lsmopuede convertirse en un nuevo argumento para la políticareaccionaria. Baste mencionar el multiculturalismo delprimer ministro de Malasta o de la gerontocracia chína,cuando se refíeren a la "concepción asiática de los dere­chos humanos". Para prevenir que esto suceda, todos losgrupos Involucrados en la hermenéutlca diatóplca debenaceptar dos imperativos transculturales. El primero esta­blece que, de las diferentes verstones de una cultura dada,se debe escoger la que representa el más amplio círculo derecíprocídad dentro de ella. Es decir, la versíón que va másallá en el reconocimiento del otro. Por ejemplo, An-na'ím

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escoge entre dos interpretaclones distintas dei Corán aquellacon el más amplio círculo de reciprocidad, aquella queínvolucra tanto a hombres como a mujeres, tanto a musul­manes como a no-musulmanes. Cr-eo que esto tambiéndebe hacerse dentro de la cultura occidenta1. De las dosversíones de los derechos humanos que existen en nues ­tra cultura %la \lberal y la marxístaês se debe adoptar lamarxista, porque extiende ai terreno económico y social laígualdad que el liberalismo sólo consi~era legítimo en elterreno político. Más aún, la concepcion marxista de losderechos humanos reconoce los derechos colectívos de lostrabajadores y los de las generaciones futuras de los tra­bajadores. Esta concepción debe ser revisada y expandidapara incluir los derechos colectivos de otros grupos socíalcs(mínorías étnicas, mujeres, etc. l.

El segundo imperativo transcultural es el stguíente. comotodas las culturas tienden a distribuir a los pueblos y a losgrupos de acuerdo con dos prtnctpíos competitivos de per­tenenciajerárquica y. por tanto, con dos concepc~ones

competitivas de ígualdad y diferencia, los pueblos tíenenel derecho a ser iguales siempre que la diferencia los hagainferiores, pero tienen también derecho a ser diferentescuando la Igualdad pone en peltgro su identldad. Este Im­perativo es muy dlficil de obtener y sostener. Estados cons­titucionalmente mulunacíonales como Bélgica se aproximana él en algunos sentidos. Hay una gran esperanza de queSuráfrica haga lo mismo.

Como se entienden de manera predominante en la ac­tualídad, los derechos humanos son una clase de esperantoque dífíctlmente puede convertlrse en ellenguaje cotidia­no de la dlgnidad humana en todo el globo. Depende de lahermenêutica diatópica esbozada más arriba que se trans­formen en una red de política cosmopolita que haga mu­tuamente tntelígíbles y traduclbles los lenguajes nativos deemancipación.

Este proyecto puede sonar más bíen utópico. Sea comofuere, lo importante es no reducir el realismo a lo que exis­te, -en cuyo caso podríamos estar obligados a justificar loque existe. stn importar cuán injusto u opresivo fuere.

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367

Ii

EL NORTE, EL SUR Y LA UTOPÍA

INTRODUCCIÓN

En 1841, Charles Fourier, el gran pensador de la uto­pia, censuraba a los científicos sociales -a quienes él destg­naba como los "filósofos de las cíencías lnclertas"- porquese olvldan ststernáttcamente de los problemas fundarnen­tales de las cíencías de las que se ocupan. Así, decía, si tra­tan de la economía Industrial, se olvídan de estudlar laasocíactón entre los hombres que es la base de toda la eco­nomía: si tratan de política, se olvldan de tratar sobre latasa de población cuya medida exacta está en la base deIbienestar mundial; si tratan de admtntstracíón, no espe­culan sobre los medias de operar la unldad administrati­va dei globo, sín la cual no pueden existir ní el orden f1jonl garantía dei futura de los Imperlos; si tratan de la Indus­trta, se olvldan de Investigar las medidas opreslvas deiengano, acaparamlento y agtotísmo que despojan a lospropletarlos y entorpecen la clrculaclón; si tratan de mo­ral, se olvidan de reconocer y de reclamar los derechos dela mujer cuya opreslón destruye las bases de la justtcta:y, finalmente, si tratan sobre los derechos dei hombre, seolvldan de reconocer el derecho ai trabajo que, en verdad,no es poslble en la socledad actual, pera sín el cual todoslos otros derechos son Inútiles (Fourier, [184IJ, 1967;

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181). Concluía así que los científicos sociales tenían esa"rara propíedad", esa "étourderie méthodique" de olvidar­se de los problemas fundamentales, de las cuestiones prt­mordiales.

En retrospectiva, las razones y los ejemplos invocadospor Fourier son bastante convincentes, por lo que cabepreguntarse si hoy, cíento cincuenta anos después, la si­tuación ha cambiado significativamente o no. i,Será quelas ciencias soctales están hoy en día mejor dotadas parano olvidarse de los problemas fundamentales o, al con­trario, conttnúan olvidándolos sistemáticamente?; i,seráque son hoy en día menos o más inciertas que lo que eranhace ciento cmcuenta afios? Es verdad que algunos de losproblemas que en ese entonces Fourier consideraba fun­damentales fueron reconocidos y tratados más tarde porlas cíenctas sociales, pero i,será que los problemas funda­mentales con que hoy nos enfrentamos son diferentes deellosy continúan stendo olvidados por nosotros? Formu­lada así, esta pregunta contrcnc una doble arttrnaria. Silos problemas continúan síendo los mtsmos, eso signifi­ca que probablemente no tienen solución y, en esa medi­da, no hay que culpar por ello a las ctencías socíales: si, aIcontrario, hoy los problemas fundamentales son diferen­tes, el hecho de que nos recordemos de haberlos olvidado,significa que no están olvidados dei todo, por lo que, eneste ámbíto. ha habldo algún progreso. En ambos casos,las ciencias soctales aparecen bajo una luz más favorablede aquella con la cuai las enfocó Fourier.

En este capítulo, parto de tres presupuestos. El prtmerpresupuesto es que las cíencías soctales son, hoy en día.más inexactas de lo que eran en el tiempo de Fourier. Porun lado, la certeza a la que él aspiraba no se pudo obtenera través de refinamientos técnicos y matemáticos y muchomenos cuando éstos se arrogaban, en la ímagmacíón deFourier, la tarea de conferir precístón y rigor a los fenóme­nos de la utopía y a las extravagancias dei deseo y de lapasión. Por otro lado, la incertidumbre se manifestó a par­tir de la extremada dtver-srdad y de la conflictividad Inter­nas de las corrtentes científicas, que han aumentado enforma exponencial desde Fourier hasta nuestros días. EIsegundo presupuesto es que, como resultado de esa díver­stdad y conflictividad, si bten es verdad que algunas co­rrientes científicas continúan olvidándose de los proble-

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mas fundamentales, otras tienen como su tarea principalintentar ídenttfícarlos. Los científicos socíales que evitantratar los problemas fundamentales, casi siempre lo ha­cen con la justtítcacíón de que la ciencia tiene un campocognoscitivo propio y preferencial y que todo lo que no cabeen él, lejos de ser fundamental, ni siquiera es relevante. AIcontrario, los científicos sociales que se afanan por la íden­t1ficación de los problemas fundamentales, parten de laidea de que la díftcultad de éstos, lejos de serles imputa­da, debe imputársele a lo inadecuado de los medias cien­tíficos y políticos que han sido adaptados para su ídenttft­cacíón y solución. Entre estas últimos, es grande la divisiónen cuanto a la identlficación de los problemas juzgados comofundarnentales , incluso mayor en cuanta a las solucionespropuestas. EI tercer presupuesto de este capítulo es quehoy, ai final dei sigla, los científicos socíales no puedendejar de tomar posiciones en uno u otro campo. Por miparte, me sitúo en el campo de aquellos que se sienten conuna doble obltgacíón científica y política de no eludir eltratamlento de los problemas fundamentales, de hacerloconociendo los límites del conocimiento que movtltzan yaceptando la diversidad y la confltctívtdad de opiniones,entendidas al mísrno tiempo como reflejo de esos límites ycomo medio de su siempre incompleta superación.

"Qué son problemas fundamentales? Como se puedever por los ejemplos dados por Fourier, son problemas queestán en la raíz de nuestras instituciones y de nuestrasprácticas, modos profundamente arraigados de estructu­ración y de accíón sociales considerados por algunos comofuentes de contradicciones, antinomias, incoherencias,ínjusttctas, que repercuten con intensidad variable en losmás diversos sectores de la vida social. Tales repercusto­nes son acumulativas, por lo que son vistas en proceso deempeoramiento continuo y con la posib1lldad de desenla­ces más o menos críticos a mediano o a largo plazo. Laprofundidad y la amplitud de este tipo de problemas sus­citan soluciones también profundas y amplias y ahí resi­de la dlficultad específica de este tipo de problemas, Losobstáculos que ellos ponen de presente a las ctencías so­ctales resultan, en buena parte, del hecho de que éstas, ensu versión hegemónica moderna, se han especializado enla producción del conocimiento adecuado a la ingenieríade soluciones a corto píazo, estrechas en el ámbito y su-

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perfíctales en la densidad. Este tipo de coriocímíento cien­tífico. y más que eso, una cultura dominada por este tipode cientificismo deslegttímõ, desde el principio, la Idea dealternativas globales y, cuando no lo logró, deslegttímó lavoluntad colectiva de luchar por ellas. Tal vez por eso, nuestrosigla haya sido tan pobre en pensamlento utópico. Inclusoel socialismo, síempre que pretendió ser una alternativa,se presentó como científico.

Es notaria que la cíencía moderna en general, y las cíen­elas sociales en particular. atraviesan hoy por una profun­da crtsts de conflanza epistemológica. Paradójlcamente,una mayor conciencia de los límites del conocímíento cien­tífico vtno a crear una mayor dtspornbtlídad para abordarlos problemas fundamentales de las cuestiones primordia­leso Los anteojos que antes orientaban la vístón científica.han venido perdiendo opacidad y progresivamente todo loque antes quedaba en la oscurídad ahora se ilumina y a lapostre se revela como muy importante. Esta pérdida deconfianza epistemológica está cíertamente relacionadacon procesos de transformación social que no sólo dejabande agravar los problemas fundamentales Identificados porFourier, sino que dieron ortgen a muchos otros cuya tur­bulericta en los procesos socíales es cada vez más sentiday sufrida, si no por toda la humanidad, por lo menos porla inmensa mayoría de ella.

De esta convergencia entre dinámicas epistemológicasy socíales, resulta no sólo una mayor visibilidad de los pro­blemas fundamentales sino también una mayor urgenciapor encontrarles solucíón. Es por esta razón que algunos.entre los cuales me íncluyo, entienden que estamos en­trando en un período de translclón paradtgmátíca, tantoen el plano epistemológico -de la cíencía moderna hacia unconocímíento postmoderno- como en el plano social-de lasociedad capitalista hacia otra forma social que puede sertanto mejor como peor. Para quíen píense así, la época en queestamos entrando es una época de gran turbulencia, de equi­líbrtos particularmente Inestables y de regulactones parti­cularmente precarias; una época de bifur.caciones«prtgogmtanas» 1 en la que pequenas alteracíories de es­tado pueden dar orígen a convulsiones incontrolables, ensuma, una época de ruptura con cambios de escala impre-

1 N deI T: Del químico y epistemólogo belga de ortgen rosa, Ilya Pngogme (1917-)

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visibles e irregularidades dlfíciles de concebir dentro denuestros parámetros aún euclidianos. Sin embargo, comoya mencíoné en los capítulos anteriores, si bien es ciertoque las formas de regulactón social de la modernidad -seaneJlas el derecho estatal, el fordlsmo, eJ Estado-Providen­cia, la familia heterosexual excluida de la produccíón. elsistema educativo oficial, la democracia representativa, e!sistema crtmen-represíón, la relígíón institucional, los cá­nanes ltterartos, la dua!idad entre la cultura oficiai baja yla cultura oficiai alta. Ia Identldad nacional- parecen hoyen día cada vez más precarias y cuestíonables, no es me­nos cierto que están igualmente debilitadas y desacredi­tadas las formas de emancipación social que les corres­pondleron hasta ahora, sean ellas el socialismo y elcomunismo. los partidos laborlstas y los sindicatos, los de­rechos cívicos, políticos y s o c í a le s , la democraciapartícípatíva, Ia cultura popular. Ia filosofía crítica, los mo­dos de vida alternativos, la cultura de reststencta y de pro­testa. Ante esta, se perfila una doble responsabilidad y unadoble urgencla. Por un lado, ir a las raíces de la crtsts dereguíactón social y. por el otro, inventar o retnventar no sóloel pensamiento emancipador sino tambíén la voluntad deemancipación.

Es en ésta posíctón que me propongo analizar en seguidaalgunos de los vectores de los problemas que, en ml opl­níón, hoy en día ya son fundamentales y lo serán, y mu­cho más, en las próximas décadas para luego, en la últimaparte, trazar un mapa dei terreno donde pueden ser que­ridas y buscadas algunas de las alternativas emanclpa­doras, en nada avergonzadas u ofendidas porel hecho deser llamadas utópicas.

Los PROBLEMAS FUNDAMENTALES EN LOS DIFERENTES

ESPACIOS-TIEMPO

El espacio-tiempo mundial

Entre los científicos sociales que no han esquivado elabordaje de los problemas fundamentales de la socledadcontemporânea son muchas las diferencias y con algúnnesgo de simpliflcación, son dtsccrníbles las sigulentes posi­ciones prtncípales presentadas stn níngún orden nt jerar­quía. La primera es la de los que reconocen que la sociedad

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liberal moderna ha venido enfrentándose con algunos pro­blemas fundamentales, el más fundamental de los cualesha sido la opos ícíõn radical que. en los últimos cíen anos.fue promovida por los movimientos socialista y comunis­ta. Concluyen que, stn embargo, la socledad liberal moder­na no sólo termino por neutralizar esta oposícíón sino queresolvtó todos los grandes problemas que le fueron plan­teados. Por esa razón, es legítimo admitir que estamos fren­te ai fin de la historla, una postcíón a la que Fukuyama(1992) le dío recientemente gran notoriedad.

Según otra postctõn, si la soctedad contemporánea, sobretodo la capitalista avanzada, se enfrenta con algún problemafundamental, él es, antes que todo, el problema de que noes postble pensar los problemas fundamentales. La socíe­dad de consumo. la cultura de masas y la revolucíón de laínformacíón y de las comunicaciones, superficialízó tantolas condiciones de la extstencia Como los modos de pen­sar. Esto no es necesartamente malo, Es un hecho, y has­ta puede ser más favorable que lo contrario. Muchas de lasconcepciones llamadas postmodernas, que yo designocomo "postmoderntsmo reconfortante", destacan esta po­stctón: y en ella caben Baudrillard, Lyotard, Vattimo, etc.

Un tercer grupo de científicos soeiales ha venido prefi­ríendo el cuesttonamíento de los presupuestos epistemo­lógicos de la modernidad, sosteniendo que fueron ellos-bten como el tipo de racionalidad cognitivo-instrumental yde conocimiento técnico-científico en que desembocaron­los grandes responsables por el abandono de la reflexlónsobre los problemas fundamentales. La distinclón sujeto­objeto, la separación total entre los medíos y fines, la con­cepctón mecanicista de la naturaleza de la sociedad, el cis­ma entre hechos y valores y la objetívtdad concebida comoneutralidad, una idea del rigor cuantitativo yeucli-dianoenemíga de la complejidad-e insensible a la fractalidad de losfenômenos, una teorización pretendidamente untver­salista pero realmente androcéntrica y etnocéntrtca - todoesto conspírõ para crear un agujero negro epistemológicoalrededor de los grandes problemas de la vida colectíva yde las relaciones interculturales. Se trata de un grupo muyheterogêneo donde es posible Incluir a Habermas, Toulmín.Hirschman, Murray, Bookchln, Wallertesin y Gtddene. porun lado; Foucault y Derrida y la epistemologia feminista,

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por otro; y. tal vez, un tercer grupo. con Fredríc Jameson,Edward Saíd y G. Spivak.

Por último, el grupo, desde lejos , más heterogéneo es elde los ctentiflcos para quienes el problema fundamental dela socíedad contemporânea. que unos conciben como in­dustrial y otros como capitalista, reside en el agotamientode las potencialidades dei desarrollo social. Aststtmos. porun lado, a la erosíón dramática de los mecanismos ínstítucío­nales y culturales que hasta ahora corregian y compensabanlos excesos y los déficlts soctales dei desarrollo capitalista-de donde resulta una sensaclón de desregulación global­y, por otro lado, es vístble un total bloqueo de solucionespara el punto muerto, no sólo de soluciones más radica­les si no de soluciones relativamente moderadas. De ahíque los científicos soctales ínclutdos en este grupo ínten­ten combinar el análísts dei bloqueo con el dtsefio, la dís­cusión o la especulación de posíbles alternativas. Algunosautores o corrientes se centran en alternativas ecológicas(entre muchos ejernplos. las corrientes de ecologíaradicalalrededor de la revista Capitatism Nature, andSocialismo Lester Brown y el grupo dei State ofthe WorldJ, otros enalternativas socio-políticas como Alatn Touraíne, André Gorz,Emest Laclau, Chantal de Mouffe, Joshua Cohen. Joel Rogerse incluso otros en alternativas socío-económícas como AlaínLipletz, Michel Agltetta, John Roemer y, finalmente, otrosen alternativas de gobierno transnacíonal, como RíchardFalk y Saul Mendlowitz.

Estas diferentes posiciones dtfteren , entre otras cosas.en cuanto al elenco de los problemas fundamentales queestablecen. aunque sean muchas y. en ocasiones. íncórno­das las sobrepostctories. Por otro lado, diferentes diag­nósticos suscitan diferentes énfasís analíticos e ínteresesprospectivos. Como se hará claro más adelante, el anált­sts y la prospectiva que presentaré en seguida están cer­canos de las dos últimas posiciones. es decír. de la post­cíôn de los que proceden a una crítica epistemológica dela modernldad y de los que se centran en el bloqueo aso­cíatívo y en la búsqueda de alternativas.

Parto de un modelo analítico que identifica los prínctpa­les procesos de estructuración y de práctica social. cons­telaciones de relaciones socíales que aseguran, en conjunto,el sentido y el ritmo de la transformación social o el bloqueode ésta. AI contrario de otros modelos, como por ejemplo,

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el que hace la dlstlnción entre Estado y socledad civil. estemodelo se puede aplicar tanto a las sociedades naciona­les como a las sociedades subnacionales y a las socieda­des transnacionales. Como mencioné en el quinto capítulo.distingo cuatro consteIaciones de relaciones sociales que~enominocomo espacíos-tternpo estructurales: el espacto­tíernpo doméstico. el espacio-tlempo de la produccíón, elespacio-tiempo de la ciudadanía y el espacto-tternpo mun­dial. En relación con cada uno de ellos , paso a identificarlos problemas que me parecen fundamentales. advírttcndo,desde ahora , stn embargo. que la problemática dei tlempopresente y de las próximas décadas (digamos hasta el 2025)no proviene de nínguno de esos problemas por separadosino de la conjuncíón entre ellos ,

Empezaré por el espacio-tiempo mundial, el espacío-tíern­po de las relaciones socíales entre sociedades terrítortalesconcretamente entre el Estado-Nación en eI interior deI siste~ma mundial y de la economía-mundo. La intensificaciónde la globalrzacíón de la economía y de las interaccionestransnacionales en general, en las dos últimas décadas, leha conferido a este espacio-tiempo una relevancia crecienteen virtud del poder conformador de sus víbracíones dentrode cada uno de los restantes espacíos-tternpo. EI problemafundamental dei espacto-tíernpo mundial es la crecíente ypresumibIemente irreversible polarización entre el Nortey el Sur, entre países centrales y países periféricos en elsistema mundial. Este problema abarca una gran plurali­dad de vectores. Resaltaré sólo tres de ellos: la explosióndemográfica. Ia globalizaclón de la economía y la degrada­ción ambiental.

La explostón demográfica

En prtrner lugar. el vector de lá explosión demográfica.Entre 1825 y 1925. Ia población mundial se duplicó de1.000 a 2.000 mtllones de personas. En los clncuenta anossígutentes se volvió a duplicar a 4.000 millones y entre1975 y 1990. pasó de 4.000 millones a 5.300 millones depersonas. Las proyecciones para las próximas décadasvarían pero para hacerle justtcía a una proyección modera­da. en e12025. Ia poblacíón mundial será de 8.500 míllonesde personas, El hecho más decisivo de esta explostón esque ella tendrá lugar. en una abrumadora medida. en los

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países periféricos. EI promedio dei crecímtento poblacío­nal mundial esconde diferencias abísrnalcs y es por esoque la población de África. que en 1985 era cerca de la mí­tad de la de Europa. será. probablemente en el 2025. tresveces mayor que la de Europa. En otras partes dei Sur, elcrecírníento poblacional será del mísmo tenor. La Jndiapodrá pasar , en el mísmo período. de los 853 millones ac­tuales a 1.500 mtllones , una poblacíón semejante a la queen ese entonces tendrá la China; México podrá pasar de 88a 150 millones; Irán de 56 a 122 ml11ones; el Brasil de 154a 245 millones. Hay que agregar que más dei 50% de estapoblacíôn vivirá en ciudades congestionadas, stn vívíen­das ní saneamtento adecuados, sín servícíos sociales mí­nimos, de la mano con el hambre y eI desempleo de vastasmasas de poblacíón, con el colapso ecológico y. probable­mente, con la violencia. Según las mejores proyecciones,ai final deI siglo. 11 de las 20 cíudades mayores deI mun­do (con II millones o más de habitantes) serán cíudadesde los países periféricos o semiperiféricos: Ctudad de Méxi­co con 24.4 mtllones, São Paulo con 23.6 mtllones, Ca1cutacon 16 mtllones. Shangai con 14.7 ml11ones.

La explosión demográfica se vuelve un problema cuan­do causa un desequütbrto entre la poblacíón y los recur­sos naturales y soctales para sustentarIa adecuadamen­te, y es un problema tanto más serío cuanto más grave seaese desequilíbrio. Siendo así, cabe preguntar si al hacerprevístones con esas tendenctas desastrosas no estaremos,ai final dei srglo XX. cometiendo el mísmo error que come­tió Thomas Malthus ai final deI stglo XVlll ai prever que lapoblacíón de Inglaterra, Francta y América, sería cada vezmayor que la capacidad de la tierra para garantizar susubststencia y que, en consecuencia, la mtervencíón de lanaturaleza para reducír la poblacíón ínclutría fatalmenteel hambre. Ia guerra y las enfermedades.

Se demostró que estaba equivocado; la población con­tinuó aumentando pero también aumentaron los recursospara asegurar su subsistencia. lNo se podrá volver a re­petir hoy la historia? Todo lleva a creer que no. Según PaulKermcdy, tres factores prrnctpales contribuyeron para fal­sear la prevístón pesimista de Malthus: la emígracíón enmasa de ingleses y de europeos en general; el aumento dela productividad de la tierra con la revolución agrícola; yel aumento de la productividad dei trabajo con la revolu-

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clón Industrial (1993: 6 y ss.). Tal vez sólo el primero deestos factores parece estar hoy ai alcance de los paísesperiféricos. EI aumento de la productívídad de la tierra odei trabajo parece estarles vedado en gran medida y, entodo caso, todo Indica que éste no podrá acompanar elaumento de la población. La diferencia entre el tiempo deMalthus y el nuestro, reside en que en los stglos XVIl! YXIX, la explosión demográfica y la explosión tecnológicatuvieron lugar en la mlsma regíón dei sistema mundial.míeritras que hoy, la prrmera ocurre en eI Sur y la segun­da en el Norte. Además, Ia disparldad entre el Norte y elSur es tan grande que, míeritras el Sur se debate con elproblema de la explosíón demográfica, el Norte empleza apreocuparse con eI crecírntento negativo de la población ycon su envejecimiento.

Estas disparidades ilustran un extenso fenômeno queconsiste en el hecho de que, en el ámblto transnaclonal dealgunos problemas emergentes no se elimina sino que, aIcontrario. se agrava la polarización entre eI Norte y eI SULDije arriba que de las tres vías históricas de solución po­sitiva de la explosión demográfica, los países de! Sur tienena su dtspostcíón sólo la emígracíón. La verdad es que, enla práctíca, esa vía está cast totalmente bloqueada. Entre1820y 1930, 50 millones de europeos ernígraron hacia ul­tramar y casi siempre, (con excepción de los E.V.) haciapaíses menos desarrollados y sujetos al domtnío colonialo postcolontal. Ningún movimiento de dímenstón propor­cional podrá suceder hoy. No olvidemos que el movimientoes ahora desde el Sur hacía el Norte, hacía Europa, Amé­rica deI Narte o Australí a. y los países centrales tienenmedias eflcaces para defenderse de la emígractón en masa.Es cierto que hay millones de personas en proceso de des­plazamiento y cerca de 15 millones esperan en campos derefugiados o desplazados la oportunidad de poder rehacersus vidas en otros lugares; pera el control de las fronteras,el proteccíonísmo, eI racismo y la xenofobia serán obstá­culos poderosos para la búsqueda de una vida mejor. Todolleva pues, a creer que los altos estándares de vida y deconsumo vigentes en eI Norte no serán compartidos con elSUL

Por otro lado, hoy en día está generalizado el consensode que esos modelos no se pueden ampliar a la poblaciónmundial en su conjunto, bajo pena de que los recursos

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naturales y los equilibrios ecológicos sufran a corto plazodesgastes fatales para la supervtvencía de la vida en la tíe­rra, tal como la conocemos. Esta será así, aunque la po­blactón no aumente tanto como se prevé. A pesar de unadesaceleración global del crecimiento anual de la pobla­cíón desde 1970-en el período 1965-70, el crecimiento erade 2.06, en el periodo 1985-90 era de I.73-las disparidadesentre el Norte y el Sur se agravaron (Derlugian, 1992a).Sólo un ejemplo: en el perjodo de 1965-70, el crecírnten­to poblacional anual en el Afrtca, era de 2.63 y en Europade 0.67; míentras que en el período 1985-90 la cifra afri­cana se disparó ai 3.00 y la europea bajó ai 0.22. Com­binadas con el aumento global de la población, el cual,a pesar de la desaceleración, continúa elevado, estasdisparidades entre el Norte y el Sur hacen cada vez máscuestionable la universalización del modelo de desarrollocapitalista. De hecho, este modelo parece enfrentarse conuna situación dílemáttca: por un lado, hoy dicho modelose pretende como universalmente válido, sobre todo des­pués deI colapso del régimen comunista; por otro lado, escada vez más claro que él no se puede aplicar universal­mente o, lo que es aún más dilemático, mientras más uni­versal sea su aplicación, más desigualdades produciráentre los pocos que ganan con eso y los muchos que píer­dcn, es decir, entre el Norte y el SUL

La globaltzación de la economía

Esto me lleva ai segundo vector de la deslgualdad,Nor­te/Sur en el espacto-tíempo mundial: la globalizaclOn ~e

la economía. Incluso admitiendo que existe una eccnormamundo desde el síglo XVI, es lnnegable que los proces,osde globalización se intensificaron enormemente en las ul­timas décadas. Esto es reconocido aún por aquellos quepiensan que la economía internacional no es .todavía u~aeconomía global, en vírttrd de la continuada ímportancíade los mecanismos nacionales de gestión macroeconómicay de la formación de bloques comercíales. Entre 194~ y1973, la economía mundial tuvo una enorme expansron:una tasa de crecímíento anual de la producción industrialde cerca deI6%. A partir de 1973, este crecimiento se aflojósignificativamente lo que, para los partídartos de los ciclosde Kondratieff, signlficó el inicio de la fase B deI CIclo quehabía empezado en 1945. Aún asi, la economía mundial

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crecló más desde la posguerra hasta hoy que en toda lahtstorta mundial anterior (Kennedy, 1993: 48).

De los rasgos de esta cvoluctón, sobre todo eu las dosúltimas décadas. selecciono los más importantes para mitesls. EI prlmer rasgo es eI desplazamlento de la produc­ción mundial hacia el Asia, consolidándose ésta como unade las grandes regiones del sistema mundial, constltulda,como las dernás regíones. por un centro (el .Japón): unasemíperíferta (los nuevos países industrlales: Corea del Sur,Talwan, Hong Kong y Slngapur) y una periferia (Tailandla,Vietnam, Malasía. Filipinas, etc.). Este desplazamlento estanto mayor cuanto más elevado es eI contenído tecnoló­gico de la producción, medida por la inverslón en Investl­gación y desarrollo. Así, en el campo de la Industria de altatecnologia, dos ejernplos son particularmente significati­vos: la produccíón de transistores y la produccíón de tele­visores (Irwan, 1992). En lo que se refiere a la producciónde transistores. incluídos los semtconductores, la distri­bución regional por porcentajes de la produccíón mundial,tuvo un cambio dramático entre 1965 y 1989. La partlcl­paclón de Asta, que en 1965 era dei 28.8%, pasó ai 95%en 1989: la partlcipación de Norte América, pasó en lasmlsmas fechas dei 64.3 % ai 1. 1 %: y la participación deEuropa, que era del6% pasó aI3.9%. En lo que respecta ala producción de televisores. la participación de Asia eraen 1965 dei 14,2% (cast sólo de Japón) y pasó aI58.2% en1989: la de Norte América pasó, en el mismo período, del37.2% de la producclón mundial, ai 16.4%: y la de Europapasó dei 34.5% ai 16.1 %.

En el ámbíto de la industrla de tecnologia media como,por ejemplo, en la industria automotrtz, eI desplazamíen­to también fue significativo: Asía, que producía el 14.2%de los automóviles en 1965, pasó a produclr el 28.6% en1989, mientras que Norte América, que producía eI54.3%en 1965, pasó a producir apenas eI25.8% en 1989: y Eu­ropa se mantuvo igual e incluso mejoró ligeramente suparttcípacíón (dei 39.5% en 1965 ai 41.2% en 1989). Laimportancia de estas desplazamientos no se puede subes­timar. Por prtmera vez, después de cinco stglos. el motordel capitalismo parece haber pasado dei Occidente aiOriente. Las condiciones únicas de Occidente que. segúnMax Weber, explicarían el surgímíento dei capttaltsmo, deja­ron de tener gran importancia una vez consolidado estemodo de producción y ahora solamente habría que avert-

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guar sobre las condiciones únicas de Oriente para el de­sarrollo pujante dei capitalismo en el final dei stglo,

EI segundo rasgo de la globalizaclón de la economía esel predominio total de las empresas multinacionales, comoagentes del "mercado global". La misma evoluctón dei nom­bre con que son conocidas sefiala la constante expansiónde las actividades de estas empresas con actividades enmás de un Estado nacional: de empresas multinacionalesa empresas transnacionales y. más recientemente. a em­presas globales. Cualesquieraque sean los indicadores utili­zados -ínverstón de estas empresas como porcentaje de lainversión total: porcentaje de la produccíón mundial: por­centaje dei comercio Intrerempresarlal dei total dei comer­cio mundial; número de filiales en el extranjero- el aumen­to de la importancia de las empresas multinacionales esevidente. Entre las múltlples causas de esle hecho se debenresaltar dos: la desregulación de los mercados financierosy la revolución de las comunicactones transcontinentales(Kennedy, 1993: 50). Porvías diferentes, ambas funciona­ron como un gran incentivo para la internacionalizaciónde las empresas ai mísmo tiempo que contrlbuyeron a laseparacíón entre flujos ftnancieros, por un lado. y comer­cio de mercancías y servícíos. por el otro. Se calcula. porejemplo, que los fiujos mundiales de moneda extranjera -tran­sacctones. por lo demás, exclusivamente eleetrónicas- sonalrededor de un billón de dólares diarios. Es difícil deter­minar el número exacto de empresas multinacionales. apesar de que son ciertamente muchos millares. En todocaso es notable el grado de concentración que hace que elvalor anual de las ventas de algunas de estas empresas seasuperior al producto nacional bruto de muehos países peri­féricos. A manera de ejemplo. las 10 empresas más gran­des dei sector químico fueron responsables dei 21 % dei totalde las ventas de productos químicos en 1990 y las 15 em­presas más grandes del seetor farmacéutico concentraroncerca dei 30% dei comercio mundial de productos farrna­céutícos (Ikeda, 1992).

En concordancía con el predomtnío de las multmacíona­les, otros dos rasgos de la globalización y de la economíase deben mencionar por la importancia que tienen en lapolarízactón de la desigualdad entre el Norte y el Sur. EIprimero es la erosión de la eJicacia del Estado en la gestiónmacroeconômica. La transnacionalización de la economía

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significa. entre otras cosas, precisamente tal erosión y nosería posíble sln ella. La desregulacíón de los mercados flnan­cíeros y la revolución de las comunicaciones redujeron,hace muy poco, el privilegio que hasta hace poco ejercía elEstado sobre dos aspectos de la vida nacional-la moneday las comunicaciones- considerados como atributos de lasoberanía nacional y vistos como prezas estratégicas de lasegurídad nacional. Por otro lado. Ias multínacíonales. do­tadas de un poder de Intervenclón global y favorecidas conla creclente movilldad de los procesos de produccíón. fá­cilmente pueden poner en competencia a dos o más Es­tados. o a dos o más regíones dentro de un mlsmo Estado.respecto de las condiciones que decldirán sobre la localí­zación de la ínverstón por parte de la empresa multmacío­nal. Entre partes con poderes tan dcsíguales -actores globales,por un lado, y actores nacíonales o subnacionales..por elotro-, la negocíactón no puede dejar de ser desigual.

EI otro rasgo de la globalizaclón de la economia. fuerte­mente vinculado con la preeminencia de las multinaciona­les es el avance tecnológico de las últimas décadas blen seaen ia agricultura con ia btotecnología. bten sea en la lndustrlacon la robótica. la automattzaclón y tamblén la biotecno­logía. Los aumentos de productívtdad, con que se prego­nan las nuevas tecnologías, frecuentemente esconden elhecho de que ellas contríbuyen a la polartzacíón entre elNorte y el Sur, dadas las Inverslones de capital. los recur­sos científicos, la mano de obra calificada y la escasez demano de obra que presuponen. Además, contríbuyen Igual­mente al ahondamiento de la asimetrías en el Norte, entresus diferentes regtones. En 1988. de los 280.000 robotsíndustrtales existentes en el mundo. 257.000 estaban con­centrados en .Japón. Europa Occídental y Estados Unidos.Pera lo más notable es que. de ellos. Japón tenía 176.000.es decír más dei doble dei total de los robots de Europa yEstados Unidos, cerca dei 70% de la poblacíón mundial derobots Industrlales (Kennedy. 1993: 88). Las cçndtctonesque llevaron a Japón a este liderazgo hacen difícil la com­petencia de los otros países centrales e ímpostble la de lospaíses periféricos y semíperífértcos dei sistema mundial.

En lo que se reflere a la bíotecnología. el cuadro es se­mejante, por lo menos en cuanto a las relaciones Norte /Sur.Entre 1950 y 1984. Ia produccíón agrícola mundial crecíómás rápídamente que en cualquler otro período anterior y

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la producclón de cereales crecíó más que la poblaclón. Desde1984, una serle de factores , desde la degradaclón de lossueios hasta el abuso de los fertilizantes y ai mercadeocreciente de la alimentación, convergteron para que esecrecimiento se desacelerara. Es difícil de prever si estamosante ellnlclo de una tendencla a largo plazo. Es de cual­quíer modo significativo que. a pesar de que -según las pre­vtstones dei Worldwatch !nstltute- para Ir a la par con elcrecimiento de la población es necesario aumentar anual­mente la produccíón de cereales en 28 millones de tonela­das. en los anos más recientes, el crecímíento no ha sidosuperior a los 15 millones de toneladas (Brown et a!.. ! 990:65). Las explícacíones naturalistas de esta dtscrepancta noson convincentes pues , de otro modo, no se podria justff'í­car que el Norte fuera del brazo con una crtsts de sobre­producclón y el Sur con una crrsts de subproducción.

Que las razones deben ser otras, lo ilustra la biotecno­logía agrícola que en los últimos anos se ha promovido comola gran soluclón para el problema alímenttcto mundial.Mientras anteriormente la mayoría de la producción agrí­cola se basó en buena parte en la seleccíóri de semillas yde especies, de 10que ahora se trata, en la era de la biotec­nología. es de recurrtr a técnicas que utilizan organismosy procesos vivos con miras a hacer o modificar los produc­tos o a mejorar plantas y animales. Aún está por evaluar­se adecuadamente el tmpacto de la blotecnología agrícolaen la salud y el media ambiente. SI la producción puedeaumentar exponencialmente, 10 hará a costa de la biodi­versldad. SI plantas y anlmales pueden ser sometldos a laingeniería genética para que se hagan más resistentes alas enfermedades, a la sequía o a los herbicidas, eso, en elfondo, es un incentivo para tolerar y hasta promover ladegradación ecológica. Pero el aspecto más sobresalientede la blotecnología agrícola desde el punto de vista de lasrelaciones Norte/Sur, es que ella eter-tamerrte agravarátanto la sobreproducclón dei Norte como la subproduccióndei SUL La gran novedad de la btotecnología es que ella selleva a cabo a través de grandes empresas mul tnacíona­les que tlenen las patentes de los descubrlmler os bíotec­nológtcos y que. por eso, prívan de sus beneflc ,)S a todoslos que no puedan pagar los derechos de autoría ,royalttesI.Como díce Paul Kennedy. el DNA es el nuevo recurso In­dustrial de las grandes empresas. que no sólo puede subs-

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ti tuir materias primas usualmente suministradas por lospaíses periféricos sino que puede conducir a la íntegracíónvertical de la producclón agrícola, colocando vastas regío­nes del mundo bajo el domtnto de unas pocas empresasmultinaclonales de los ramos agroquímtco y biotecnoló­gico (Kermedy. 1993: 73). Tal como sucede con la robóticay la autornatízactón, también son visibles los conflíctos entrelos países centrales en este ámbtto, dado el diferente pesoque la agricultura, y sobre todo los agricultores, tiene enellos (mícntras Japón importa productos alimenticios,Europa y Estados Unidos tienen grandes excedentes). Peroen el ámbito de las relaciones Norte/Sur, es donde más sehace sentir el impacto de la biotecnología. Es que si, porun lado, el uso de las patentes apunta a producir réditosque funcionan como transferencias líquidas del Sur haciael Norte, por otro lado, esas transferencias ocurren, des­de luego, en la propía mgentería de los productos, pues,como bien lo hace notar Kloppenburg, dado que la mayo­ría de los recursos genéticos se encuentra en los países delSur, estos ya están siendo expoliados por las grandes em­presas multinacionales, lo que ya se designa como "impe­rialismo biológico" (Kloppenburg, 1988).

Todos estos rasgos de la globalización de la economíaayudan a comprender las razones por las cuales en las últi­mas décadas las desigualdades entre el Norte y el Sur au­mentan significativamente. Ya es un lugar común afirmarque la década de los ochenta fue una década negra paralos países periféricos. Es menos conocído que las agenciasínternacíonales no esperan que la década de los noventasea mejor. Según la South Commission, "Ia década de losnoventa traerá aún más privaciones para los pueblos delSur, aún más inestabilidad para estos países" (Ihonvbere,1992: 999). Los datos son efectivamente alarmantes, Míen­tras que el África está alcanzando un punto de colapso. enAmérica Latina el nível de vida a prtncípíos de la décadade los noventa era más bajo que el de la década de los se­tenta. De los 84 países menos desarrollados, 54 sufrierondisminuciones del ingreso nacional per cápíta en la déca­da de los ochenta. En 14 países, el íngreso per cáptta cayóen cerca dei 35% (Ihonvbere, 1992: 989), En trece anos, ladeuda externa de los países de! Sur pasó de 170.000 mi­llones de dólares en 1975 a 1'200.000 mlllones de dólaresen 1988.

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Frente a es to, no sorprende que el abismo global entrelos ricos y los pobres se haya ahondado. Se calcula que milmillones de personas -más de 1/6 de la población mun­dial- vive en la pobreza absoluta, es decír, díspomendo deun ingreso inferior de cerca de 3.65 dólares por ano, AI otrolado dei abismo, el 15% de la población mundial produjoy consumtó cerca de! 70% dei ingreso mundial. Mientrasque la ayuda externa de los países centrales a los paísesperiféricos cayó del 0.37% dei PNB en 1980 ai 0.33% en1989, las tasas de interés de la deuda externa de los paí­ses dei Sur subieron el 172% entre 1970 (3,7%1 Y 1987(10%), lo que lleva a algunos autores a calcular en 40,000millones de dólares el monto anual de las transferenciaslíquidas dei Sur hacia el Norte, síendo pues ese literalmen­te el valor de la contribución de un Sur consumido por elhambre para la abundancia dei Norte. EI aumento de ladeuda externa, combinado con la caída dei precío mundialde algunos de los productos exportables dei Sur, llevó aalgunos países ai colapso. Debido a la continua caída delpreeio del cobre, el servicio de la deuda externa de Zambiaequivalía a195% dei total de las exportaciones (Ihonvbere,1992: 994),

El programa del Nuevo Orden Econórmco Internacional,lanzado por la ONU en 1975, con miras a crear una mayorsolidaridad entre el Norte y el Sur, resultó un total fraca­so, sobre todo después de que los países dei Norte const­guíeron reciclar los excedentes de los petrodólares y, porese camíno. absorber la amenaza ímpuesta inicialmentepor la OPEP y también después de que los gobiernos con­servadores llegaron al poder en Estados Unidos, en Ingla­terra y en Alemania, inflamados con el fuego neoliberal dela desregulaclón, dei recorte de la ayuda externa y de lossubsidios, de la apertura de las economías dei Sur impul­sadas hacia la exportaeión, con el fin de eumplir con loseompromisos de la deuda externa en que. mientras tanto.estaban atrapados,

Pero además de los pocos países del Sur que en estadécada consíguíeron beneficiarse de las transformaeionesde la economía muridíal.Ta inmensa mayoría perdió y unaparte de ella llegó a una situación de colapso que se mant­nesta en múltiples formas: en la pérdida de la poca sobera­nía efectiva de los Estados periféricos que quedaron, cadavez más y más, sujetos a los programas de ajuste estructu-

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ral dei Banco Mundial y dei FMI; en la perturbacíón interna.en la violencia urbana, en los motínes de los hambríentos,en ia desnutrición; y finalmente en la degradación dei am­biente que. si no fue originada por la deuda externa. fuecast siempre agravada por la necesidad de aumentar lasexportaciones para poder enfrentar los compromisos de ladeuda. EI hambre y la desnutriclón aumentaron significa­tivamente en las dos últimas décadas y la economía polí­tica internacional de la alimentación es tal vez, más quenínguna otra, reveladora de los íntercarnbíos desigualesentre el Norte y el Sur.

Antes de 1945. elllamado Tercer Mundo exportaba cerea­Ies y en los aüos cincuenta era autosuficiente en produc­tos alimenticios, a pesar de las sequías y de otros factaresque produjeron períodos de harnbre, como por ejemplo enla India, en los anos cíncuenta y sesenta y en Africa (Peltzzon.1992; 7). En 1954. Estados Unidos Iniciá el programa deventas subsidiadas de productos alímentíctos llamadoFoodfor Peace -Alimento para la Paz-o Conocido por el públicocomo un programa para combatir eI hambre en eI mundo,la verdad es que. en la ley que lo establecíó. ese objetivofue mencionado en cuarto lugar, los ires prírneros estabanvinculados con los intereses económicos de Estados Uni­dos: aliviar los excedentes agrícolas. desarrollar mercadosde exportacíón para los productos agrícolas americanos yexpandir los mercados internacionales. No quedan dudasde que ese programa fue eficaz como mecanismo para com­batir el desernpleo: entre 1954 y 1964. la ayuda alimenticiaconstltuyó el 34% dei total de las exportaciones de cerea­lesde los E.U. ye157% de las tmportacíones totales de cerea­les de los países dei Tercer Mundo (Pelízzon. 1992; 8). Esmucho más dudoso que este programa haya bcnefícíadoefectivamente a los países dei Sur y muchos datas conver­gen en el sentido de que ai contrario los perjudtcó. por lomenos a largo plazo. Muchos de los cultivos tradicionalesfueron descuidados o substituidos y esos países pasarona depender. cada vez más. de la importación de cercales,y además, sus poblaciones se tuvteron que reducir a unadieta menos variada y extrafia en relación con sus hábi­tos altmentícíos ancestrales. Este proceso fue particular­mente notorio en el África. pero ocurrtó en otras regíones.como por ejemplo en Corea dei Sur. que ai final de la dé­cada del sesenta pasó de ser un país consumidor de arroz

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a ser un país consumidor de trigo. EI mismo sesgamtentode objetivos en favor dei aumento deI comercio internacio­nal y en detrimento dei consumo real de alimentos P?rparte de los pobres. ocurrió en la Jndia con la revolucíónverde. aunque ésta le haya permitido a la India transfor­marse en un país exportador de cereales.

En las dos últimas décadas. la sltuación alímcntícta delas masas empobrecidas del Sur se agravó significativa­mente. Ladependencia alímenttcía que FoodJor Peace creóen los países periféricos reveló todo su carácter negativocuando a partir de 1972. los E.U. elimlnaron cast total­mente ese programa y lo substituyeron por ventas comer­cíales (Pelízzon , 1992: 15). Este cambio de política surgíóen un momento particularmente dífictl para el Tercer Mundo.La India y los países dei Norte de África atravesaron perío­dos dç gran sequía, Ia producción mundial de cerealesdecayó y los precios de los fertilizantes subieron comoresultado de las crtsts deI petróleo. Si, por un lado. losprecíos de los productos alimenticios subteron, por otrolado. los países dei Sur se vieron forzados a continuarabandonando los cultivos de subststencía con el ftn dededicarse a los cultivos de exportación. como soluciónparcial para la crtsts producída por la deuda externa. EIaumento de los precíos de los productos altmentícíos fueprovocado. además, por la expansión hacía el Tercer Mun­do deI mercado de productos alimenticiOS procesados yenlatados. controlado por las grandes empresas multina­oíonales: un aumento de precíos articulado con la pérdidadel valor nutritivo. dramáticamente ilustrada por la pro­moción de los substitutos de la alimentación materna porparte de Nestié con las consecuenctas que son conocidas.

Para hacerle frente a la dcuda, la exportación agrícolaasumió proporciones dramáticas en algunos países. En elBrasil. por ejemplo, Ia produccíón de fríjol negro. base dela alimentación brastleüa. fue descuidada en favor de laproducción de soya. EI aumento de la producción de carneen los países de América Latina tampoco stgntf'ícó la me­jora de la alimentaclón de sus habitantes. A pesar de queCosta Rica aumentó bastante la producción de carne en­tre 1950 y 1970. el consumo de carne per cápita bajó enese período de 24.5 a 16.5 kílos (Peltzzon, 1992; 20). Enun contexto internacional, cada vez más dominado por lasempresas agro-alimenticias. la produccíón de alimentos

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es~á cada vez más vinculada con la demanda efectiva. Lacalda dei ingreso de los países periféricos, sobre todo apartir de la década de los setenta, contribuyó en gran me­dída para que en la década stgutente la producción mun­dial de productos agrícolas empezara a desacelerarse. Estaes la situación actual y por eso no es extraüo que los esti­mativos de desnutrición en el mundo se estén modifican­do constantemente; y siempre para empeorar.

Lo más rruevo que hay en la sttuacíón actual es que ladesnutrición y el hambre aumentaron en los propíos pai­ses centrales y,muy particularmente en los E. U. Lo queprueba -SIn equívocos- que el hambre y la desnutrición nodependen tanto dei nivel de producción agrícola o dei nt­vel general de prosperídad deI país como de las asimetríassoctales, del abismo creciente entre ricos y pobres. Crer­t~mente estará relacionado con esto el énfasis puesto re­CIentemente por las instituciones internacionales en larecuperación de la agricultura tradicional. Se reconoce queuna parte significativa de la población mundial estará enlas próximas gcneractones, por deba]o de un nivel de sol­vencia que les permita ser consumidores de la agriculturacomercial. Pero también hay quien sospecha -con algunarazón. en vista de lo que mencíoné arriba- que el interéspor la recuperación de la agricultura tradicional tambiénpuede estar relacionado con el mantenimiento de la btodt­versidad y dei genn plasm dei que los países dei Sur sonun gran depósito. Como ya sucedió en el pasado en otrascircunstancias, no es absurdo pensar que los agricultoresdei Tercer Mundo vengan a suministrarle a las empresasde biotecnología recursos genéticos a partir de los cualeselIas produzcan bioproductos a los que los agricultores deiTercer Mundo sólo tendrán acceso si tlenen recursos parapagar los elevados precios que esas empresas cobraránpor elIos.

La degradación ambiental

Dije arriba que los factores de la transnacionalizaciónde! empobrecimiento, deI hambre y de la desnutrición tu­víeron , entre muchas consecuencias adversas la de la de­gradación ambiental. La presión hacia la intensif!caciónde los cultivos de exportación, combinada con técnicas defi­Cientes de manejo de los suelos, llevaron a la desertiza-

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cíón. a la salinización y a la erostón. La destrucción de losbosques tropicales, sobre todo en el Brasil y en el resto deAmérica Latina, pero tambíén en Indonesia y en las Fíltpí­nas. es sólo el ejernplo más dramático. En cada década,desde 1950, se perdíeron 30 millones de hectáreas de bos­ques en el África tropical, 40 millones en América Latina y25 millones en el Asia meridional (Pelizzon, 1992: 2). EnÁfrica se stembra sólo un árbol por cada 29 que se cortan(Kennedy, 1993: 115). Pero la degradación ambiental pro­vocada por este camino es apenas un aspecto muy parcialde un fenômeno mucho más amplio -Ia crisis ecológica­tan amplio que, a mí entender, constítuye el tercer vectorjunto con la explostón demográfica y la globalización de laeconomia, dei espacío-ttempo mundial. En seguida le haréuna breve referencia.

De todos los problemas que enfrenta el sistema mun­dial, la degradación ambiental es tal vez eI más íntrínse­camente transnacional y por lo tanto, aquel que, de acuer­do con la manera como se enfrente, puede redundar tantoen un conflicto global entre el Norte y el Sur, como puedeser la plataforma para un ejercícto de la solidaridad trans­nacional e intergeneracional. EI futuro está, por así decír­lo, abierto a ambas posibllidades aunque sólo sea nuestroen la medida en que la segunda prevalezca sobre la príme­ra. Las perspectivas no son, stn embargo, alentadoras. Porun lado, el Norte no parece dispuesto a abandonar sushábitos polucíonistas y mucho menos a contribuir, en lamedida de sus recursos y responsabilidades, a un cambiode los hábitos polucíonístas dei Sue que son más una cues­tión de necesidad que una cuestión de opción. Por otrolado, los países dei Sur tienden a no ejercer a favor deiequilibrio ecológico el poco espacio de maniobra que lesqueda en este ámbito. Pero, además de muchas otras ra­zones, y por absurdo que parezca, después dei colapso delcomunismo, la capacídad de polucíón es tal vez la únicaamenaza creíble con que los países del Sur pueden enfrentara los países dei Norte y arrancarles algunas concesíones.

Cerca de un tercio dei suelo dei planeta está constitui­do por desíertos y ciudades donde se genera poca actíví­dad biológica; un tercío está constituido por bosques ysabanas y un tercio por terrenos de agricultura y pasto­reo. (Brown et ai., 1990: 5). Los dos últimos tercíos hanvenido, por así decir, disminuyendo y obviamente no sólo

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por razones directamente relacionadas, en el caso de lospaíses deI Sur, con la deuda externa. Entre 1950 y 1980se perdió el 50% de las reservas forestales deI Hírnalayadebído a la duplícacíón de la población y a la búsqueda queella generó, a veces de terrenos agrícolas. a veces de pas­tos y a veces de lefia (Kennedy. 1993: 99). La verdad, stnembargo, es que la destrucción intensiva de los bosquesde las faldas dei Himalaya comenzó con el colontaltsrno deIfinal dei stglo XIX y prmctpíos deI síglo XX, con el corte demadera para exportación y para la construcción de las víasférreas (Rao, 1991: 14). Se trata pues, de una agresíón que.apoyada en diferentes cálculos económicos, durante déca­das se ha mantenido sín lnterrupción. Enjulio de 1991,en un llamado dirigido a los presidentes de las repúblicasde América Latina, se deriunctaba que al ritmo de la actualdestrucción, en el afio 2000. 3/4 partes de los bosquestropícales de América Latina -que contiene el 60% deItotal mundial de bosques tropicales- habrán sido destrui­das y con ellas el 50% de especíes perdidas para sternpre.Entre muchos otros efectos, la deforestación y la erosióndei suelo trae consigo la escasez de agua potable, lo queocurre tanto en los países centrales como en los paísesperiféricos. Se calcula que 40 millones de campesinos chí­nos sufren de escasez de agua potable debido a la poluciónagrícola y, por otro lado, los resíduos de fertilizantes hansido detectados en las reservas de agua de Francia, de Ale­mania. de Holanda, de Inglaterra y de Dinamarca (Pelízzon.1992: 26). En treinta anos. el mar de Aral se transformóen un mar fantasma con menos del 40% de área y con menosdel 60% de volumen y. en menos de una década. Ar-abraSaudita redujo en 1/5 los estratos acuíferos acumuladosen miles de aftos (World Resources. 1990: 171-177).

Los países deI Norte "se especializan" en la poluciónindustrial y. en tíernpos más rectentes, han conseguidoexportar parte de esa polucíón hacia los países deI Sur,bíen sea bajo la forma de venta de desechos tóxicos. bíensea por transferencia de algunas de las industrias máspolucionantes, por ser allí menor la conciencia ecológicay ser menos eficaces (si acaso existen) los controles antípo­lucíón. De todos los efectos de la polucíón y de la degrada­ción ambiental en general, los más amenazantes son hoyen día el efecto invernadero y la degradación de la capa deozono, con consecuencias para el ecosistema de la tierra

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difíciles de prever en toda su magnitud. Las emisiones deC02, los clorofluorocarbonatos, la deforestación y acidifi­cación de los bosques. la contaminación de los ríos, todoeso ha contribuido al efecto invernadero. En este síglo, laconcentración atmosférica de C02 aumentó de 70 ppm, acerca de 350 ppm. Actualrnente se lanzan a la atmósfera6.000 millones de toneladas de carbono, Estados Unidoses el mayor emisor mundial de gases que producen el efec­to ínvernadero, con un 17.6% del total de las emisionesseguidos por la ex Unión Soviética con un 12% y el Brastlcon el10.5%, la China con eI6.6%, la Indía y el Japón conel 3.9% cada uno. Si no se introduce nínguna corrección-empezando por los E.U" donde e14% de la población mun­dial consume 1/4 del petróleo mundial-, el ecoststernamundial difícilmente podrá continuar renovándose en laforma que fue conocida.

<.Cuál es el impacto de la degradacíón ambiental en lasrelaciones Norte/Sur? EI hecho de que ese impacto seacrecientemente global parece indicar que frente a él no hayla posibilldad de que sólo unos saquen ventajas y otrosdesventajas, por lo que sería "natural" la solidaridad Inter­nacional para enfrentarIo. En verdad, nada parece másdifícil que la construcctón de la solidaridad eu este ámbito.En prírner lugar. Ia gravedad deI problema ambiental re­side ante todo en el modo como afectará a las próximasgcncracíones. por lo que su resolución se basa forzosamen­te en un principio de responsabilidad intergeneracional yen una temporalidad a mediano y largo plazo. Sucede. sinembargo. que tanto los procesos políticos nacionales,c?mo los procesos políticos internacionales están, hoyendia, tal vez más que nunca en este stglo, dominados por lasexígenctas a corto plazo. Hay que agregar que en el Norte,la prepo~derancia de los mercados financieros y de capi­tales actua en el mtsrno sentido, castigando cualquter es­trategta empresarial asumida o impuesta, que disminuyala lucratívídad actual, incluso en nombre de una mayorlucratividad pero necesariamente íncíerta en el futuro. Enlos países del Sur, los procesos político-económicos sonaún más complejos. Por un lado. la industrialización demuchos países periféricos y semiperiféricos en las dos úl­timas décadas ocurrió gracías a la existencia de una fuerzade trabajo abundante y barata y de una mayor toleranciasocial y política frente a la polucíón. En estas condiciones,

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cualquier medida proambiental estaria en contra de la lógicade la ínversíón efectuada eon las prevístbles consecuencias.

EI dilema de México frente ai tratado de \ibre comerciocon los E. V. Yel Canadá es bíen ilustrativo. La posición deMéxico en el tratado presupone sternpre que la índustrta­llzación ai sur deI Rio Grande estaria sujeta a muy pococontrol ecológico. Era sabido que MéxIco tenía leyes deprotección deI media ambiente pera se sabía igualmenteque no había ni condiciones técnicas ní voluntad políticapara aplicarlas eficazmente. antes por el contrario. Dehecho, la lógica de la nueva tndustria\ización y de la inver­sión extranjera que la creó, se basó desde el principio enla transferencta de los costos de la degradaclón ambientalpara las próximas generaciones. Pero los países periféricosargumentan a veces lo contrario, es decír, en nombre delbienestar de las próximas generaciones para justificar laspolíticas polucíonantcs del presente. La Indta y la China,por ejemplo, no admiten que sean privadas de intentar lograr,para sus generaciones futuras, un nivel de vida semejanteai que hoy dlsfrutan los habitantes de los países centrales,aunque para eSQ sea necesario agravar el efecto tnverna­dera. A su vez el Brasil. a pesar de estar cambiando supolítica en lo que respecta a la Amazonía, se rcstcnte deque se le ímpongan restricciones a la deforestaci6n por partede países cuyos habitantes gastan 15 veces más energíaque los brastleüos y stn que sean evidentes las contrapar­tidas para compensar los costos de tales rcetrtcctonee encaso de que ellas se lleven a cabo. Por su lado, Indonesiase propone eliminar el 20% de sus bosques para que, enlos términos de los anuncios gubernamentales, "sus 170millones de habitantes tengan las mismas aspiraciones quelos habitantes de los E.V." (WorldResources, 1990: 106).

Frente a esto es difícil imaginar medidas preventivasglobales. no obstante su urgencía. Pero aunque se adoptenatgunas. son muy desiguales los recursos de los diferen­tes países para que puedan ser llevadas a cabo coheren­temente y de modo global. Hay que agregar que frente a latnmínencta de un desastre ambiental, las medidas de protec­cíón o de contenci6n adecuadas incluirán eventualmentecostos que s610 algunos países podrán asumir. Si como con­secuencia deI efecto invernadero, aumenta ligeramente elnivel de las aguas dei mar, tanto Holanda como Bangladeshdeberán tomar medidas de protección contra el avance deimar; pero obviamente, el Estado de Bangladesh no dispon-

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drá para eso de recursos comparables con los del Estadoholandés.

Analizando a la luz de los tres sectores seleccionados-el aumento de poblacíón. la glcbaltzacrón de la economíay la degradactón ambiental- el espacio-tlempo mundialpa­rece enfrentarse con una sttuacíón dilemática a diferentesniveles. En primer lugar, el modelo de desarrollo capita­llsta asume una hegemonía global en el momento en quese hace evidente que los beneficios que puede generar con­tinuarán confinados a una pequena minoría de la pobla­ción mundial. míeritras sus costos se distribuirán entreuna mayoría síernpre creciente. Si bien la lógica y la ídeo­logía del consumismo se globalizarán cada vez más, la práctí­ca dei consumo continuará inaccesible para vastas masasde la poblacíón. Las desigualdades socíales entre el centroy la periferia del sistema mundial tenderán pues a agravarse.

En segundo lugar, y en aparente contradicci6n con esto,los problemas más sertos con que se enfrenta el sistemamundial son globales y como tal, exígen soluciones globa­les, marcadas no sólo por la solidaridad de los ricos paracon los pobres dei sistema mundial. sino tambíéri por lasolidaridad de las generaciones presentes para con las gene­raciones futuras. Sin embargo, los recursos econômicos,socíales. políticos y culturales que tales medidas presupo­nen, no parecen disponibles en el sistema mundial y enrealidad, parecen hoy menos dtepontbles que antes. Porun lado, la globattzacíón de la economía le dio una preemi­nencía sín precedentes a sujetos econórrucos poderosísimosque no se sienten deudores de lealtad o de responsabili­dad para con ningún país, regíón o localidad del sistemamundial. Lealtad y responsabilldad, sólo las asumen antelos accionistas e incluso dentro de ctertos límites. Por otrolado, los procesos políttcos de los Estados que componenel sistema interestatal están cada vez más dominados porlógicas, cálculos y compromisos a corto plazo, opuestospor naturaleza a objetivos íntcrgeneractonales a largo plazo.Hay que agregar que la propía globaltzactón de la economíay de los problemas que ella generó, minó la eficlencla delos dispositivos mstttuctonales que le podían hacer frentey en esto reside el tercer dilema dei espacio-tiempo mundial.

La pérdída de centra\idad institucional y de eftcacía regu­ladora de los Estados nactonales, reconocidas por todos,

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es hoy en día uno de los obstáculos más resistentes parala búsqueda de soluciones globales. Es que la erosi6n deipoder de los Estados nacionales no fue compensada por eIaumento deI poder de ninguna instancia transnacionalcon capacídad. vocaci6n y cultura institucional orientadashacía la resolucíón solídarta de los problemas globales. Dehecho. el carácter dilemático de la sttuacíón reside preci­samente en el hecho de que la pérdída de efícacta de losEstados nacionales se mantflesta ante todo en la incapa­cidad de éstos para construir instituciones internactona­les que llenen y compensen esa pérdida de eficacia.

EI cuarto y último dilema dei espacío-tíempo mundialreside en que, en eI momento en que los países centrales ylos organismos tnterriactonales bajo su controlle imponena los países periféricos y semíperrfértcos la adopcíón deregímenes de democracia representativa y de defensa delos derechos humanos. las relaciones entre los Estados enel interior deI sistema ínterestatal, SOTI cada vez meDOS

democráticas. en la medida en que los países dei Sur tíe­nen cada vez menos autonomía interna y están sujetos aimposiciones externas de todo orden a veces indicadorasdeI inicio de un nuevo ciclo de colonialismo o, por lo me­nos. de neocolonialismo. Paradójícamerite. el colapso dei"gran enernígo" de la democracia occidental, el comunismo,no se tradujo en mayor sino en menor poder democráticointernacional por parte de los países periféricos y sernt­periféricos. Las misrnas Naciones Unidas, que durantedécadas fueron una de las plataformas de la competenciaentre las dos superpotenctas, con lo que conquistaron uncierto poder de arbitraje y una cultura de ímparcíaltdad.están hoy, en forma creciente, prisioneras de los interesesgeoestratégtcos de los Estados Unidos de América (sin que.sin embargo, sean capaces de servírlos de acuerdo con las"expectativas" norteamericanas).

Ante una situaci6n múltiplemente dtlemáttca, hay quienno se cruce de brazos y busque salldas. No es fácll porque.como ya lo mencíoné, la reciente erosión de los procesosde regulación social, bien sea a ntvel nacional, bíen sea anivel transnacíonal, trajo consigo la erosión-y no el fortale­cimiento, como esperaban rnuchos- de los proyectos emanci­patorios y de la voluntad política de transformaci6n social.Incluso así, estamos aststíendo ai surgtrníento de luchas

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que pretenden ser como que la negaci6n dialécttca de losdUemas mencionados arriba. Soctológtcamente. sus pro­motores son muy heterogéneos, tanto como lo son susmodos de organtzactón y sus objetivos. Son los movimientosecológicos, los movimientos de derechos humanos, los movi­mientos de los pueblos indígenas. los movírntentos femi­nistas, los movimientos de los obreros de diferentes paísesque trabajan en diferentes ftltales de la mtsma empresamultinacional, etc., etc. Lo que estas grupos tienen en co­mú n, es el intento de darle conststencía política transna­cional a problemas transnacionales por naturaleza (como,por ejernplo, el agujero deI ozono) o a problemas transna­cíonalízables por la vía de los grandes enlaces entre susmúltiples manifestaciones locales en diferentes partes delglobo (como, por ejcmplo, los movimientos obreros de losdiferentes países donde opera la mtsrna multinacional. olos movimientos de los pueblos indígenas por el control delos recursos naturales existentes en sus territorios ances­trales, territorios de los que fueron expoliados en el perío­do colonial). Muchos de estas movimientos dieron orígeno están enlazados con organízactones no gubernamenta­les transnactonales. Tampoco se pueden dejar de mencionarlos esfuerzos de la comunidad internacional en el sentidode darle una respuesta transnacíonal a algunos de los pro­blemas del cspacío-tíernpo mundial, procurando renovarel derecho internacional con doctrinas como la deI patrí­monto común de la humanidad y tratados como la ley deimar o el tratado de la Antártida.

Dije arriba que la práctíca social está estructurada encuatro espacíos-tíernpo. Hasta ahora me asomé exclusiva­mente sobre el espacío-tíernpo mundial. pero no porque élcontenga alguna primacía apriorística para la explícacíónde los procesos socíales de nuestra contemporaneidad. Es,stn duda, un espacío-tíempo con creciente poder confor­mador; pera su eficacia depende, en última ínstancta, delas articulaciones que se entretejen con los restantes es­paeios-tiempo. A su vez, éstos tienen una autonomía pro­pia que proviene de las relaciones socíales deI ámbito localo nacional que los constituyen. Me referíré en seguida. muybrevemente, a los problemas fundamentales eon que cada unode estos espactos-tíempo se debate en el presente. y pro­bablemente se debatírán en la pr6ximas décadas. y el modo

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como tales problemas se articulan con los problemas dilemá­ticos dei espacío-ttempo mundial que acabo de mencionar.

El espacio-tiempo doméstico

EI espacío-tíempo doméstico es el espacío-tíernpo de lasrelaciones familiares, particularmente entre cônyuges yentre padres e hijos. Las relaciones soctales familiares es­tán dominadas por una forma de poder, el patriarcado, queestá en el orígen de la discriminación sexual de la que sonvíctímas las mujeres, Obviamente. tal discriminación noexiste sólo en el espacto-tíernpo doméstico sino que ade­más es visible en el espacio-tíempo de la producclón y enel espacio-tiempo de la crudadanía. como tendré ocasiónde mencionar. Pero el patriarcado familiar es, a ml enten­der, la matriz de las dtscrtmtnactones que sufren las mu­jeres aún por fuera de la família, aunque siempre actúearticulada con otros factores. Ese carácter matrtarcal semanlfiesta por ejernplo, en el hecho, frecuentemente ob­servado de que la dlvlslón sexual dei trabajo en el espacío­tiempo doméstico tiende a ser homogénea y relativamenteestable en formaciones socíales con diferentes divisio- nessexuales deI trabajo en otros espacios-tiempo.

Un poco en todas partes, la mujer tíene a su cargo, ademásde la reproducclón biológica, la preparaclón de los alimen­tos, las compras para el consumo doméstico y el trabajode organízacíón y de ejecución que permite la reproduc­clón funcionai de la unidad familiar. Desde una u otra pers­pectiva, esa homogeneldad y estabilldad de la dlvlslónsexual dei trabajo doméstico, fue sostenlda reclentementepor E. O. Wríght ai demostrar que, entre las familias nortea­mericanas y suecas, el volumen de trabajo doméstico rea­lizado por los hombres no vartaba significativamente segúnla ciase social (Wrlght et al.. 1992). Fourier era probable­mente, buen sociólogo cuando afirmaba que la tgualdad delos sexos sólo sería posible en una sociedad que abolierala familla y permltlera el amor Iibre. La Ideologia patriar­cal dei espacto-tíempo doméstico tlende, de hecho, a In­fluir sobre la subordlnaclón de la mujer en el mercado detrabajo, slendo adoptada tanto por el capital en el espacto­tlempo de la producción, como por el Estado en el espacío-tíem­po de la ciudadanía que la mstttucíonalíza, concretamente

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en el campo dei derecho penal, dei derecho de familla y dela seguridad social. Como también en otros campos. ladlstinclón entre el espaclo-tlempo doméstico y el espacío­tiempo de la producctón, por ejemplo, es tan importantecomo las profundas articulaciones entre ellos. Por ejem­pio, l. Wallersteln y otros han llamado la atenclón sobre laimportancia decisiva deI trabajo no remunerado realizadopor las mujeres en el espacio-tiempo doméstico. en la va­loracíón capitalista de los coslos dei lrabajo productlvo ypor lo tanto, en la rentabilldad dei capital (Wallerstein,1983; Chase-Dunn, 1991: 233). Se trata de una forma nosalarial de explotaclón dei trabajo femenlno que indirec­tamente facilita la explotactón salarial dei trabajo mascu­lino. Este mecanismo funciona ampliamente cuando la mu­jer entra en el mercado de trabajo, lo que ocurre cada vezeon más frecuencia en las últimas décadas.

La articulación de las relaciones sociales deI espacio-tiem­po doméstico con el espaclo-tlempo mundial es compleja.Menciono algunos de sus aspectos. teniendo en mente lostres grandes seetares analizados: el aumento poblactonal,la globalización de la economia y la degradaclón dei medioambiente. Dado el papel primordial de las mujeres en lareproducclón biológica de la humanidad, la poslclón de ellasen la familla y en la socledad, su mayor o menor autono­mía para tomar dectsíones. su educacíón y sus valores,sus actitudes frente ai control de la natalidad y la educa­cíón de los hijos son factores cructales en cualquier políti­ca coherente de control de la poblaclón. Por ejemplo, lasestadísticas de las Nacíones Unidas muestran que, salvoalgunas excepciones.Ia tasa de fertllidad está Intimamen­te relacionada con el nível de educacíón de las mujeres ,bajando a medida que éste aumenta. AsI, según el WorldResources Iastltute, ai final de los afios ochenta la ferttlt­dad de las mujeres analfabetas en Portugal era de 3.5,mientras que la de las mujeres con siete o más anos deescolarldad era de 1.8 (World Resources, 1990: 266). Engeneral, la tasa total de ferttlídad varía en razón dírectacon la tasa de analfabetismo de las mujeres. La explicaciónde esta correlación es cornpleja. Entre otros factores, es demencionar el hecho de que el aumento dei nível educacio­nal hace más amplias y exigentes las expectativas devida acttva, profesional o no, de las mujeres y que enconsecuencia, su comportamiento reproductivo tiende a

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ser una respuesta a la falta de condiciones socialesde apoyo a la matemldad que le permltan hacer compa­tíble la matermdad con otros aspectos de la vida actlva. Lamayor o menor realización de estas condiciones explicalas diferencias dei comportamlento reproductlvo de lasmujeres en diferentes países centrales, por ejemplo, enSuecía y Japón.

La globaltzactón de la economía tlene un Impacto sig­nificativo y multifacético en el espacío-ttempo domés­tico y, también en este caso, la posición de las mujeresaquí es un punto de análtsís privilegiado. El ímpacto tíe­ne que ver con el empleo crecíente de la mujer en el sectorIndustrial. con los efectos de la Inversión rnultína­clonal en el trabajo de las mujeres, con la fuerte partlci­pación del trabajo femenino en el sector no regulado oinformal de la economía y finalmente. con la intensifica­cíón dei trabajo doméstlco a medida que la deuda exter­na de muchos países dei Sur provoca la caída de lossalartos reales y dei ntvel de vida de la gran mayoría dela poblaclón.

Sobre todo después dei trabajo de Esther Boserup titu­lado Women's Role in Economic Development. publicado en1970. ha prevalecido la tendencía a distinguir entre las posi­ciones de las mujeres, -tanto en el espacío-tíempo domés­tico como en el espacio-tlempo de la producclón- en lospaíses dei Norte y en los países dei Sur. Son tres los argu­mentos prlnclpales presentados por Boserup. En prlmerlugar. la transtcíón de la llamada socíedad tradicional ha­cía la llamada sociedad moderna ha involucrado síemprela caída dei status social de las mujeres. En segundolugar. el aumento dei nível tecnológico de la producclónagrícola y de la producclón Industrial afecta negativamen­te la tasa de empleo de las mujeres en relaclón con la delos hombres. En tercer lugar. en todas partes hay ciertastareas, concretamente relacionadas con la subststencta,que son desempenadas casí exclusivamente por las muje­res.

A pesar de la validez general de estas argumentos, elloscorren el ríesgo de crear una ímagen abstracta de la "mu­jer dei Tercer Mundo", perdíerido de vista las diferenciasde la sltuaclón de las mujeres en diferentes países dei Ter­cer Mundo y las diferencias de elase de las mujeres en elInterior de cada país. Pera además de esta, tales argumen-

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tos pueden estar parcialmente desactualizados por losprocesos de globalizaclón de la economía en las dos últi­mas décadas. los cuales hicieron convergir en algunosaspectos significativos la situación de las mujeres obrerasdei Norte y dei Sur-'. Es cíerto que la gran mayoría de mu­jeres actlvas en el Tercer Mundo trabajan en la agricultu­ra; un porcentaje que ronda el 70% en el Asta, en el Áfricay en el Media Oriente. Pero, en general, se ha comprobadouna feminización de la fuerza del trabajo asalariado y lapresencia de las mujeres tiende a ser particularmentefuerte en las áreas y sectores de exportación donde se hanconcentrado las inversiones multtnactonales, aunque se­gún Lourdes Benarta, tales áreas y sectores no represen­tan más que el 3% dei empleo multrnacíonal global. Sinembargo, este porcentaje oculta las extremas desigualda­des de dlstrlbuclón. En cíertos países. Ias mujeres llegana constltuir entre el 80 y el 90% de la fuerza de trabajo enlas zonas y sectores de exportación. Por otro lado, esteporcentaje subestlma el total dei trabajo femenlno para lasempresas multínacíonales. toda vez que mucho de estetrabajo es índtrecto. realizado a través de las empresaslocales subcontratadas por ellas.

Más importante aún es el hecho de que las mujeres seansistemáticamente víctimas de la discriminación salarial,siéndoles negada en la práctlca el disfrute dei principio de"a trabajo Igual salario Igual", consagrado en las legisla­ciones de la mayor parte de los países. La segmentaclón deimercado del trabajo ocurre por otros factores que no sonel sexo, por ejemplo, por la raza y por la etnlcldad. Pero lasegmentación por el sexo es tal vez uno de los factores másuniversales y la globalízacíón de la economía en nada hacontrlbuido para atenuaria. AI contrario, la exlstencla deun extenso potencial de fuerza de trabajo femenino a nt­vel mundial hace más fácil la práctlca de la dtscrtmína­ción. Además, la creciente internacionalización del capi­tal contrtbuye, por uno u otro camino, a la transferenciahacía el espacío-tíernpo de la producclón de la domínacíónpatriarcal organizada en el espacío-tíempo doméstico. Setrata de ia prostltuclón y delllamado turismo sexual. cuyoprincipal cliente es la clase ejecutíva internacional. EuFilipinas, las "hospedadoras" (hospitality girls) registradas

2 Una aprectactón crtuca delllbro de Boserup frente a las transformactonessoclales ocurrtdas en los dtez aüos stgutentes a su publlcación, se puedeleer en Benaria y Sen (1981 l.

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en el Ministerio dei Trabajo y dei Empleo, ascienden a100.000; míentras que para Bangkok, en 1977 los cálcu­los eran de 500.000 y para toda Tailandia de 700.000.Estas cifras no han dejado de crecer en la última década.

Como en muchos países periféricos la globalización dela economía y la crisis de la deuda externa son dos fenô­menos gemelos. la proletarización de la família corre a lapar con la caída de los ingresos reales de la família y suimpacto negativo en el espacío-tíempo doméstico tiende aser soportado mayorttartamente por las mujeres. Las múl­tiples estrategías de sobrevívencía ejercidas por las rnuje­res tienen un aire de ímagínactón desesperada y muchasveces trasctenden deI espacío-tíempo doméstico hacia lacomunidad, como sucede por ejemplo, en los "comedorespopulares" de los barrtos de iata de Lima en el Perú o enlas "ol1as comurres" de Bolívia (cocinas comunitarias Si­tuadas en los vecindarios).

Las transformaciones dei espacío-tíempo doméstico bajoeI impacto de la ínternacíonalízacíón de los procesos pro­ductivos pueden llegar a ser, en el futuro. aún más profun­das. tanto en el Norte como en el Sur. Como se sabe. unade la transformaciones históricas de la familia por partedel capitalismo consistió en la conversión de la familia enuna unidad de reproducción social (vtvtenda. altmentacíón,socíaltzacíón. reproducctón biológica) separada de la uni­dad de produccíón que. con la primera revolución indus­trial, pasó a ser la fábrica. un fenómeno analizado detalla­damente por Max Weber. Hoy en día las nuevas tecnologíasde la información, de la comuntcacíón, de la automatiza­ción actúan en el sentido de superar esta distinción y hacerconvergir de nuevo en la familia las funciones de produc­ción y de reproducción. Bajo diferentes formas que más deuna vez tienden a reproducír las jerarquias del sistemamundial. este fenómeno está ocurrtendo tanto en el Nortecomo en el Sur de tal modo que muchos miles de personastrabajan hoy en casa. En el Norte, se trata sobre todo detrabajadores altamente calificados que, provistos de sucomputador personal integrado en múltiples redes, hacenen casa y con relativa autonomia. el trabajo que antes loshacía desplazarse hasta la empresa. perder horas en lascongestiones deI tránsíto y trabajar según horarios mecá­ntcos y estandarizados. En ei Sur, el trabajo en casa lohacen cast síernpre las mujeres y los nífios: es trabajo rea-

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lizado a destajo, en general en las índustrtas trabajo-In­tensivas dei sector textil y dei calzado. En conc1usión, elproblema fundamental dei espacio-tiempo doméstico enlas condiciones de la crecterrte globalización de la econo­mía, reside en que, por un lado. la entrada al mercado lepermite a las mujeres salirse de la dominación patriarcaldei espacío-tíempo doméstico; por otro iado, esta domina­ción se traslada de este espacto hacía el espacto-ttempo dela producción y por ese cammo, reproduce, si no inclusoamplía, la dtscrímínacíón sexual contra las mujeres.

El Impacto de la degradación ambiental en el espacio­tiempo doméstico se hace sentir con más intensidad en elSur, donde las tareas domésticas se hacen en íntima rela­ctón con la naturaleza. Es sabido que la "moderruzacíón"y la comerctaltzacíón de la agricultura en la periferia ysemiperiferia del sistema mundial fue hecha, en general.en perjuícío de los campesinos y en especial, de las mujerescampesinas. Pera además de la expulsión de los campesi­nos de las tierras más fértiles, seleccionadas para cultivoscomercíales y de exportación, ios proyectos de desarrolloagrícola (grandes represas, proyectos de rrrrgactõn) hanvenido a producir múlttples desequilibrios ecológicos, ta­les como la desertización y la saltntzacíón. que hacen másdifícil la sobrevivencia diaria y ia vida doméstica de loscampesinos. La deforestación y la comercialización delbosque por ejcmplo, produjeron la escasez de leria paracocinar los alimentos en los campos. Recoger la leria es, encasi todas partes del sistema mundial, una tarea femeni­na y los datos revelan que ei trempe que se gasta en estatarea no ha dejado de aumentar (Rao , 1991: 13). SegúnAgarwal, en Gambia ias mujeres gastan más de medío díarecogíendo lefia (Agarwal, 1998). Por otro lado, la expiota­cíón desordenada de los mantos acuíferos y la desertiza­cíón hacen más difícil la obtención de agua, otra tarea que.en general, está a cargo de la mujer dei Tercer Mundo.

En concrustón, se puede decír que el espacío-ttempodoméstico está pasando por profundas transformacionesbajo el ímpacto del espacio-tiempo mundial. Como men­cíoné atrás, el problema fundamental -en verdad dilemá­ttco- que suscltan tales transformaciones es que si. por unlado. ellas crean condiciones para una mayor emancipa­cíón, por ejemplo, a través de la entrada de ia mujer en elmercado de trabajo lo cual en alguna medida la libera de

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la dornínacíón patriarcal doméstica, por otro lado, permi­ten que la lógica de esta dominación se traslade dei espa­cio-tiempo doméstico hacia el espacio-tiempo de la pro­ducctón. por caminos tan variados como la dtscrtmtnactónsexual y el acaso sexual, reproduciendo e incluso amplian­do, ia discriminación contra las mujeres. Hay que agregarque debido a que ai entrar en el espacío de la producciónlas mujeres no son aliviadas de las labores del espacío­tiempo doméstico, tienden a ser doblemente vtctímízadascon los efectos negativos de la globalización de la econo­mia. La conciencia de este problema a pesar de su natu­raleza dilemática. no ha impedido, por el contrario. hamostrado el surgtmíento de importantes movtmtentos fe­meninos que luchan por mejores condiciones de igualdady de dtgnídad. tanto en el espacio-tiempo doméstico comoen el espacio-tiempo de la producción. Nada más erradoque transformar a las mujeres en víctimas abstractas e írrecu­perables, atrapadas en las redes que entretejen entre sí ladominación sexual y la dominación de clase. Los movi­mientos de las mujeres, bien sean autónomos o bien es­tén integrados en otros movírntentos populares, como porejemplo, el movírntento obrero y el movimlento ecológico,dan testimoruo de las posibilidades de reconstrucción dela subjetívídad, tanto individual como colectiva.

El espacio-tiempo de la producción

El espacio-tiempo de la produccíón es el espacto-tíem­po de las relaciones socíales a través de las cuales se pro­ducen btenes y servícíos que satisfacen las necestdades talcomo ellas se manifiestan en el mercado como demandaefectiva. Se caracteriza por una doble destgualdad de po­der: entre capitalistas y trabajadores por un lado, yentreambos y la naturaleza, por el otro. Esta doble destgualdadse apoya en una doble relación de explotación: dei hom­bre por el hombre y de la naturaleza por el hombre. Laímportancía dei espacto-tíempo de la producción reside enque en él se genera la división de clases que junto con ladívístón sexual y la división étnica, constituye uno de losgrandes factores de destgualdad social y de conflicto so­cial. Tambíén es en él donde se constituyen las relacionessoctales básicas que generan, legttíman y hacen Inevita­ble la degradaclón dei media ambiente, La conversión

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instrumentalizadora de la fuerza de trabajo como factor deproducción y la conversión de la naturaleza en condiciónde la producción, son procesos concomitantes que en con­junto hacen posible una exploración sin precedentes en lahistoria de la humanidad, tanto de la energia humanacomo de los recursos naturales. Por último, la ímportan­cta de este espacio-tiempo proviene de haber sido en éldonde se generaron todas las luchas sociales que, duran­te décadas en nuestro stglo, amenazaron con ponerle finai (des)orden social capitalista, el movimiento obrero co­munista y socialista.

La ímporrancía estructural dei espacio-t1empo de laproducción ha sido cuestionada en las tres últimas déca­das. Han sido presentados tres argumentos prlnclpales,en algún modo contradictorios. El primer argumento esque la sociedad capltallsta ha evolucionado gradualmen­te hacta una socledad ociosa. EI desarrollo tecnológicopermitió ganancias con tales incrementos de productívt­dad que el nivel de vida y el t1empo libre han podido au­mentar conjuntamente. La robótica y la automattzacíónrepresentan, tal vez, la fase más avanzada de este desarro­lia y eventualmente liberarán ai hombre dei trabajo pro­ductivo. EI segundo argumento. ligado de algún modo conel anterior, es que la escala de valores y los dispositivosculturales que orientan la acción y constituyen la subjeti­vidad ya no están, como lo eran antes, determinados porla experiencia de los obreros. Cada vez están más deter­minados por las prácticas soctales por fuera dei espacto­tiempo de la producción en la esfera privada o en la esferapública y con esta, la categoria matricial de la sociabilidaddeja de ser el traba]o, para pasar a ser la interacción. Eltercer argumento, formulado por primera vez por el movi­miento estudiantil al final de la década de los sesenta, esque la ímportancta deI espacío-tíernpo de la producción enla transformación social decayó a partir deI momento enque el movlmiento obrero, los sindicatos y los partidosobreros se rlndieron ante la lógica capitalista a cambio deaumentos salariales, estabilldad en el empleo y otros be­neficios socíales, los cuales, si por un lado representaronconcesiones importantes por parte deI capital, por otrolado consolidaron la hegemonia de éste, transformándoloen el único horizonte posible de transformación social.Este argumento convergíó con otros, en las décadas de los

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setenta y los ochenta, en el sentido de relativizar el valorexplicativo de las clases socíales y de las luchas de claseen, las práctícas sociales y en especial, en los procesos detransformaci6n social.

Como fácilmente se ve, estas argumentos sternpre tu­víeron en mente más las realidades de los países deI Norteque las realidades de los países dei Sur, donde a la postre,vlven 4/5 partes de la población mundial. Tlene sentidopues, antes de evaluar estas argumentos, pasar revistabrevemente a las transformactones dei espacto-tíempo dela produccíón en las dos últimas décadas como resultadode la giobalización de la economia. Además, algunas deeIlas ya fueran mencionadas arriba al analizar las arttcu­laciones entre eI espacio-tiempo doméstico y el espacio­tiempo mundial. La pérdída de la lucrattvídad del capitala partir de la década de los setenta fue uno de los factoresde la transnacionalización de la producción. La agudiza­cíón de la competencía creó una doble exígencta con im­pacto directo en la relación salarial. Por un lado, la bús­queda de la reducción de los costas de trabajo y. por elotro, el aumento de la disciplina sobre el trabajo. Esta dobleextgencía condujo a la industrialización masiva de algunospaíses periféricos y a una cíerta desindustrialización. conla constgutente pérdida de puestos de trabajo en los paí­ses centrales donde, mteritras tanto, eI crecimiento de losservícíos aumentá significativamente.

El proceso de globalización de la economía afectó así tantoal centro como a la periferia deI sistema mundial. Es cíer­to que los afectó de modo diferente, pera lajerarquía en­tre el centro y la periferia no se alterá mucho. Incluso as í,

las transformaciones son importantes y legíttman que los"problemas dei desarrollo" hayan dejado de ser un "privi­legio" del Sur para aplicarse tambíén. aunque en formamodificada, en el Norte. Enprlmer lugar, Si es cíerto queel capital ernígró hacía el Sur, también es verdad que, porlo menos en América, hubo alguna emígracíón dei traba­jo del Sur hacia el Norte, donde se instalaron industriaspara explotar la mano de obra barata y sumisa, muy se­mejantes en todo a las que dominaron la índustrtalíza­ción deI SUL EI surgtrníento en Nueva York de fábricas devestuarío que emplean trabajadores ínmtgrantes clandesti­nos llevó a que se hablara de la "periferización deI centro"(Chase-Dunn, 1991: 80), Por otro lado, tanto en la pert-

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feria como en el centro. hubo que cargar con lasubcontratación y la informalización de la relación labo­ral, ai margen de la negoctacíón colectíva y de la legisla­ción salarial (cuando exísten) conjustificaciones semejan­tes: flextbtltdad. adaptación ai mercado y reducción decostos. Por último, el crecimiento acelerado de los servi­cios en los países centrales esconde enormes astrnetríasinternas: servtcíos altamente remunerados al lado de nue­vos servicios muy mal pagados, stn nínguna scgurídad níperspectivas de promoción.

Sin duda, la globalización de la economía representómayor prosperídad para algunos países pero no sólo man­tuvo intactas, sino que incluso agravó las asimetríasglobales en el sistema mundial, como agravo claramentelas desigualdades soctales, tanto en los países dei centrocomo en los países deI SUL Lo que suscita este procesodesde el punto de vista analítico es la necesidad de quepensemos globalmente las transformaciones sociales stnque perdamos de vista las especificidades locales y nacto­nales con las que se articulan. Y es a la luz de esta extgen­cía, como debemos enfrentar los argumentos mencionadosarriba bajo la pérdida de la centralidad dei espacio-tiem­po de la producción. AI hacerlo, intentaré dar cuenta delos problemas fundamentales de las relaciones sociales deeste espacto-tternpo.

En cuanta ai argumento de la productívtdad como ge­neradora dei octo, los datas están lejos de confirmaria. AIcontrario. Juliet Schor, en un importante libro rectente,titulado significatlvamenteThe OverworkedAmerícan: theUnexpectedDecline ofLetsure, demostró que, en contra deiconsenso reinante entre economistas y SOCiólogos, el oeiode los trabajadores americanos disminuyó consistente­mente en los últimos treinta aftas (Scor, 1991 I. Es evidenteque en este período. la productividad aumentó dramátíca­mente pero el contexto social en que ello ocurrió hizo que.en vez de reducir las horas de trabajo, las aumentara. Estecontexto estuvo, según la autora, caracterizado por unagran debilidad dei movímíerito sindical, incapaz de lucharpor la reducción de la jornada de trabajo. y por la compul­stón del consumo, que transformó a los americanos eneselavos de un cíclo infernal ganar-gastar y los llevó aaceptar como natural que las ganancías de la productívt­dad se tradujeran siempre en aumentos deI rendímtento y

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no en menos horas de trabajo, como hubiera sido postble.Asi, según los cálculos, los trabajadores americanos tra­bajaban en 1987 163 horas más por ano que en 1969, osea el equivalente de un mes adicionai de trabajo (Schor.1991: 79 y ss.). Este aumento no fue distrlbuldo igualmen­te por sexos: mientras eI aumento de horas de trabajo delos hombres fue de 98 horas, el de las mujeres fue de 305.

La autora contrasta la sltuación de los trabajadoresamericanos eon la de los trabajadores de algunos paísesde Europa, donde los aumentos de productlvldad lIevaronde hecho a una dismlnuclón de la jornada de trabajo, he­cho que ella le atrtbuye preponderantemente a la fuerzadei movimlento sindical. Me parece sm embargo, que estecontraste resultaría atenuado si analizamos la evoluciónde la jornada real de trabajo desde 1987 para acá y sobretodo. si incluímos en este cálculo a los países de la semi­periferia europea como Portugal, Espana, Grecla e Irlan­da. Pero lo más importante que hay que considerar es quelas reduccíones de lajornada de traba]o que se fueron con­stguíerido desde mediados dei slglo XIX hasta la SegundaGuerra Mundial, son reducctones de larguísimas jornadasde trabajo írnpuestas , por primera vez, eon la primera re­volución Industrial y que representan una ruptura totalcon la jornada de trabajo y el descanso en las sociedadesprecapitalistas donde, adernás. es bíen difícil diferenciarentre trabajo y descanso. La tnvestrgacíõn reciente sobrela época medieval europea o sobre la época de las llarna­das sociedades primitivas pone en entredicho la Ideologiade la líberacíón del trabajo pregonada por el capitalismo.En verdad, no sólo aumentaron el ritmo, el tiempo y lamonotonia del trabajo sino que aumentó la disciplina deitraba]o. Hoy en dia, si ampliáramos nuestro punto de vis­ta hasta más allá de la comparactón entre paises dei Nortey tuvléramos en cuenta la duraclón de la jornada de tra­bajo en los paises de la periferia y la semiperiferia dei sis­tema mundial, donde ocurrló la Industrlalización de lasdos últimas décadas, estoy seguro de que, ahí tambtén, laconclusíón será un significativo aumento de la jornada ydei contrai sobre el trabajo. Ya la luz de lo que díje arribasobre el espaclo-t1empo doméstico, este aumento fue, porclerto, especialmente pronunciado en el caso dei trabajofemeníno,

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En vista de esto, la centralidad dei trabajo y de la pro­ducctón, en vez de dísmtnuír, de hecho ha aumentado. Yla raz6n para esto reside en la crectente mercantilizaciónde la sattsfacctón de las necesidades y en la cultura que leestá asoclada y la legitima -el consumlsmo-. A través deeIlas, e I crecimiento infinito de la producción ocurresimétricamente con el crecímíento infinito del consumo ycada uno de ellos se alimenta dei otro. Tal vez por esto, elsegundo argumento sobre la pérdída de la centralidad deiespaclo-tlempo de la producclón tenga algo de verdad. Lamayor presencia de la ejecuclón dei trabajo en la vida delas personas puede, en ciertas condiciones. ocurrir a la parcon la ínculcacíón de formas de socialización y de univer­sos culturales y éticos en los que el trabajo y la experienciade los obreros tienen muy poca importancia o hasta sonsustituldos por la cultura dei consumo y de la cludadanía.

Como ya lo mencloné en el capítulo noveno, la dísper­síón social dei trabajo conseguida en la dos últimas décadaspor procesos tan diferentes como la transnacionalizaciónde los sistemas productlvos, la precarízactón e Informaliza­clón de la relacíón salarial, el aumento dei trabajo autónomoa domicilio, ai mismo tlempo que dificulta la movilizaclónsindical, marginaliza la expertencía dei trabajo en los proce­sos de construcclón de la subjettvídad, ya sea dei no traba­jador como dei trabajador, En lo que respecta a este último,tal margmalízacíón corresponde a un proceso de supre­síón y de stlencíamíento Ideológicos semejante ai que ocu­rre con la experiencia de cautíverio. Incluso me preguntosi para la Inmensa mayoria de los trabajadores no calíft­cados dei sistema mundial, el rectente y creclente aumentodei ritmo y control sobre el trabajo no aproxima arquetípl­camente, por su carácter penoso, el tiempo productívo deitlempo de prlslón.

Estas procesos de dlsperslón social y de dlsyuntiva entrepráctícas e Ideologias, ayudan a situar el tercer argumen­to sobre la pérdida de Importancia del espacro-tíempo dela producclón, es decír. la Idea de que el proletariado dejóde ser una fuerza preferente de transformación social. Hoyesta idea parece confirmada ampliamente. EI colapso deirégímen soviético y de los partidos comunistas, el aban­dono de alternativas socialistas por parte de los partidossocialistas, la Integraclón de los sindicatos en los sistemasneocorporatívos de concentraclón social, la pérdlda de los

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niveles de smdícalízacíón y ei debilitamiento global dei movi­míento sindical sobre el control efectivo de las condicionesde trabajo, todo eso apunta en el sentido de retírarle ai obre­ro cualquter privilegio eu los procesos de transformactónsocial. Sin embargo, a la luz de lo que dije atrás, de aquíno se puede deducír que el trabajo, la producción y las ela­ses sociales que se generan en ellos, hayan dejado de sercentrales para comprender y explicar la sociedad tal comoella existe. Por eI contrario, lo que es necesario es compren­der o explicar porqué es que esta centralidad en la prácticassocíales dominantes no se traduce en capacidad colectivapara transformarIas. Este es para mí, uno de los proble­mas fundamentales eon que se enfrenta el espacío-ttem­po de la produccíón.

Desde una perspectiva deI sistema mundial, las conce­siones dei capital ante la fuerza dei movimiento sindical-destgnadas en general como fordísmo. compromiso histó­rico, Estado-Providencia, social democracia. etc-correspon­den a un período relativamente limitado dei desarrollo deicapitalismo y abarcan un pequeno número de países y unpequeiío porcentaje de la fuerza de trabajo global. Talesconcesiones fueron muy importantes y a la luz de eIlas, escomprenstble, eu retrospectiva, que eIlas hayan conduci­do a la cooptaclón y a la desradícalízactón dei movtmíentosindical. Lo que tal vez es menos comprensible, es que laerosión actual de esas concepciones resultante de la cri­sts dei fordtsmo, dei Estado-Providencia y del debtlttarníen­to de los sindicatos no haya provocado ninguna reanimaciónde la capacidad emancipatoria dei proletariado, De algúnmodo, la cooptación y la desradicalización conttnúan porinercia, mucho más aIlá de los factores que las orígmaron.EI dilema reside en que, en un contexto ideológico satu­rado por el consumismo, la erosión de las concesiones y elaumento de la disciplina y de los ritmos que lo acompaiían,eliminan en vez de promover la voluntad de luchar por unavida diferente e incluso la capacidad de imaginaria,

Inconformes con este problema dllemático, por todaspartes surgen movimientos, organízactones. redes obrerasmuy diferentes entre sí, pero que comparten la caracterís­tica de que asumen plenamente las condiciones postfor­distas, Por ejemplo , surgen redes de trabajadores quelaboran para la misma empresa multinacional en diferentespaíses con el objetivo de hacerle un frente común a pro-

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blemas comunes. Por otro lado, algunos sindicatos y mo­vtmíentos obreros empiezan a expandir el horizonte de susexpectativas, de sus exígenctas y también de sus solidarl­dades, más allá dei espacio-tiempo de la producctón, porel consumo y por la caltdad de vida, por la vívíenda y porla degradaclón ambiental, por el hambre y por los desem­pleados, por los stn abrigo, etc" etc, Las díftcultades deestas iniciativas que tratan de romper el bloqueo son enor­mes. Dos de eIlas merecen una referencía especial. En prtmerlugar, si son muy diferentes las condiciones de producciónde un país a otro, los son aún más las condiciones de vida,porque es difícil de organizar, y mucho más de mantener,una acción concertada y transnacional. En segundo lugar.una de las ironías de este fin de síglo es haber Invertido lasexpectativas de internacionalización formuladas en suscorntenzos: en vez de la internacionalización deI proleta­riado, se dío la Internaclonalización dei capital. A pesar dealguna mígracíón. el trabajo es hoy una realidad confinadaa órdenes de un capital que circula global e incesantemen­te, La ecuación abstracta entre trabajo y capital escondeuna profunda asímetría: es que mientras el trabajo es unaabstracción tan s610 de personas físicas, el capital es unaabstracción de personas físicas y de títulos. dectstones ydocumentos. Si los empresarios y sus representantes pa­saron a movilizarse mucho más fácilmente con el desarroIlodeI transporte aéreo. los títulos. las decisiones y los docu­mentos pasaron a movüízarse instantáneamente con larevolución electrónica. Dada esta astmetría estructural,mientras es más fácil para el capital organizar a su favortransnacionalmente el trabajo, es más difícil para los tra­bajadores organízarse transnacionalmente contra el capital.

EI espacío-ttempo de la producción comprende también,como una dimensión relativamente autônoma, el núcleode las relaciones sociales dei mtercambío mercantil". Abar­ca por lo tanto, las relaciones socíales de consumo; no to­das, como bten lo vimos. Hay por lo menos dos tipos derelaciones socíales de consumo que no se hacen a través delmercado. Por un lado. los bienes y servicios suministrados porel Estado en el âmbito de sus políticas redistributivas (el

3 El mercado constituye u n conjunto de relaciones sociales cuya autonomíaen retacrõn con el espacto-ttempo de la producctôn no deja de aumentar. Espostble que, en futuras revtstones de este modelo analítico. el mercado pasea constituir un espacto-uempo estructural específico.

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Estado-Providencia); por otro iado, los bíenes y servlclostransnaclonalizados en ias redes de solidarldad, de ayu­da mutua, de reclprocldad, lo que en general designamoscomo socíedad-provídencta. En suma, caben eu nuestrocampo analítico tan sólo las relaciones sociales de consu­mo mercantilizado, es decír. las relaciones intermediadaspor eI mercado.

En las sociedades capitalistas. este espacio-tiempo estáhabitado por una forma de poder, el fetichismo de las mercan­cias de consumo que establece una dcsígualdad estructuralentre productores y distribuidores, por un lado, y consu­midores por eI otro. Esta forma de poder consiste en eIproceso por el cuai ia satisfacclón de las necesidades porla vía del mercado se transforma en una dependencia enrelación eon las necesidades que sólo existen Como anti­cipación deI consumo mercantil y que, como tal, son a untíernpo plenamente satisfechas por éste e infinitamenterecreadas por él. Resulta de los análisis precedentes queei espaclo-tiempo dei mercado ha venldo a adquirir unaImportancla crectente, EI problema de la saturaclón deimercado con que el capitalismo se enfrenta pertódícamente.ha sido resuelto por el desarrollo de nuevos productos, porla apertura de nuevos mercados, por ia promoclón dei con­sumo ligada con la publicldad y con el crédito dei consumo.

Es díscutíble la medida en que la globalización de la eco­nomia de las últimas décadas contrlbuyó a la expanslóndei consumo en la periferia dei sistema mundial. EI au­mento de la pobreza y la permanencla de formas de sub­slstencla tradicional revelan que una gran mayoría de lapoblación mundial aún tiene muy poco contacto con elconsumo mercantilizado y que, por lo tanto, la mayor par­te de la producclón multinaclonal en los países periféricosobviamente no se destina al mercado interno. Es difícilgeneralizar en este ámbito, pera las disparidades de con­sumo entre el centro y la periferia están clertamente rela­cionadas con el hecho de que la expanslón dei consumo delos trabajadores dei centro se haya hecho a costa de laexplotaclón y de la contracclón dei consumo de los traba­jadores de la periferia. Sídney Míntz, en su trabajo sobreel consumo dei azúcaren el sigla XIX, muestra cómo el azú­car producldo por el trabajo esclavo en las Antillas Meno­res le permitió a ias trabajadores Ingleses el acceso a unproducto alimenticlo y fuente de calorias que antes eraconsiderado como un lujo y privilegio de las élites (Mlntz,1985), De algún modo ocurrló lo mlsmo con el consumo dei

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te y de otros productos, hoy de consumo corríente. En elámbito de ia producclón de carnes, el aumento de la pro­ducción en Costa Rica, estuvo acompafiado de la dísmínu­cíón deI consumo interno de carne. Lo que parece nuevoen este tema es el aumento exponencial de la exportacíónde la cultura de masas producidas desde el centro hacía laperiferia y con el1a de las "estructuras de preferenclas" porlas mercancías de consumo occidental. Se está creando asíuna Ideologia global consumísta que se propone con relati­va independencia en relación con las práctícas concretasde consumo en que coritínúan atrapadas las grandes ma­sas de la poblacíón de la periferia. Estas son doblementevíctímízadas por este dispositivo Ideológico: por la prívacíóndei consumo efectlvo y por el aprtsíonamíento en el deseode tenerlo. Peor que reducír el deseo al consumo. es redu­ctr el consumo al deseo de consumo.

Esta doble vtctímízacíón es tamblén una doble trarnpa.Por un lado, nl el desarrollo desigual dei capitalismo, ní loslimites dei ecoststema planetarío permlten la generallza­cíón a toda la poblaclón mundial de los patrones de con­sumo que son típicos de los países ceritrales. Por eso, lagloballzaclón de la Ideología consumlsta oculta el hecho deque el único consumo que esa ídeología hace posible es elconsumo de sí misma. Por otro lado, esta Ideologia es ver­daderamente una constelaclón de Ideologías donde se In­cluyen la pérdlda de la autoestima por la subjetívtdad noalienada por las mercancias, la deslegttímízacíón de losproductos y de los procesos tradtcíonales de satisfacclónde las necesldades, la prívattzactón y el deslnterés por lasformas de solidarldad y de ayuda mutua o su uso Instru­mentalista. Por esta vía, la alienaclón capitalista puedellegar mucho más lejos que el fetichismo de las mercan­cias, Procesos de Inculcaclón Ideológica, aparentementeIguales y recurrlendo a dispositivos semejantes -los mís­mos anuncias de Coca-Cola o de Pepst mostrados en todala televislón dei mundo, 600 millones, según los cálculos­pueden estar en contextos diferentes. al servícío de prác­tlcas de domlnaclón tambíén diferentes. Esta doble tram­pa coloca a una gran parte de la poblacíón mundial anteuna sltuaclón dilemática: no está dentro de la socledad deconsumo y tampoco está por fuera de ella,

Algunas Iniciativas y movimlentos populares en los paísesperiféricos han Intentado romper este dilema reínventan-

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do procesos y conocímtentos locales para la satisfacción denecesidades, transformándolos y adaptándolos a nuevasnecesidades, relegítnnando solidaridades y productos tra­díctonalcs , todo esto con el objetivo de crear espactos deautonomia práctica Ideológica donde sea posíble pensarformas de transformación social alternativas a la deI consu­mísmo capitalista, basado en la desígualdad, en el desperdí­cio y en la destrucción deI medio ambiente. Sin embargo,estas iniciativas y movimientos, para serverdaderamenteeficaces, deberían establecer un vínculo entre su ámbitolocal y el ámbito global donde se desenvuelve la ideologiadeI consumísmo. Este vínculo extgtría, por un lado, la ar­ticulación con otras iniciativas y movimientos locales enotras partes de la periferia deI sistema mundial y, por otrolado. Ia articulación con las iniciativas y movímtentos deconsumidores en los países ceritrales. Sin embargo, Si laprimera articulación es difícil, la segunda lo es aún más.Esta última sería de particular importancia porque, de todaslas disparidades entre el Norte y el Sur, las disparidadesen el consumo son, sin duda, las más evidentes y como tal.potencialmente las más adecuadas para traducirse en re­presentaciones sociales de ínjustícía y en energias solida­rias. La verdad es que tal posibilidad se encuentra, en granmedida, bloqueada por la propía lógica consumista queprtvatíza las energias de autorealización y las desvía de lasrelaciones ínterpersonales bacia relaciones entre perso­nas yobjetos.

El espacio-ttempo de la ciudadanía

Finalmente, el espacio-tiempo de la ciudadanía estáconstituido por las relaciones sociales entre el Estado y losciudadanos: y en él se genera una forma de poder, la do­mínacíón, que establece la desrgualdad entre cíudadanosy Estado y entre grupos de intereses políticamente orga­nizados. Mucho de lo que quedó dicho atrás tíene ímplí­caciones directas con las transformaciones por las que hapasado en las tres últimas décadas este espacio-tiempoque fue tan decisivo para la implantación social y políticade la modernidad.

El Estado ha sido desde el stglo XVII y sobre todo desdeel stgío XIX, la unidad política fundamental deI sistemamundial, y su impacto sobre los demás espactos-tíempo

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sternpre fue decisivo. El espacio mundial, si es espacto dela economía mundial, también es espacío deI sistema inter­estatal basado en la soberanía absoluta de los Estados yen los consensos entre eIlos logrados como medio de pre­venir la guerra. EI espacío-ttempo doméstico comenzó aser regulado fuertemente por el Estado a partir del sigloXIX en un crescendo que Ilegó a 'su clímax en el Estado­Providencia. A su vez el espacio-tiempo de la producciónsíempre vívíó dependlente de la "mano vtsíble" del Estadoy la regulactón creció con el crecimiento de las relacionesmercantlles.

Sin embargo, este estado de cosas, ha venído cambiandodesde la década de los sesenta y ya mencroné atrás algu­nos de esos cambias. Tanto en el frente internacional comoen el frente interno, mucbos de esos cambios son el rever­so de los ocurridos en otros espacíos. En el plano interno,tanto las privatizaciones y la desregulación deI mercado,como el resurgímíento de las identidades étnicas y religio­sas son, cada una a su manera, mantfestacíones de un cíer­to replíegue del Estado. EI rnísmo repliegue se observa enla crtsts de la función providencial con la devolución de losservícíos socíales prestados antes por el Estado a los es­pactos doméstico y de la producción. Tal repliegue se puedetambíén observar cuando el Estado pierde el monopolio dela vtolencía legítima que durante dos síglos fue considera­da como su característica más representativa. Se calculaque hoy en los E. U .. I de cada 3 policias es privado: en elafio 2000, la proporción será de I por cada 2 (Delurgían,1992a: 18). En general, los Estados periféricos nunca al­canzarán en la práctica, el monopolio de la víolencta perahoy parecen estar más lejos que nunca de conseguiria. AIinicio de los afias noventa eran muchos los países en loscuales parte del terrttorto estaba controlado por fuerzasparalelas al Estado. Entre ellos, Filipinas, Camboya. Bírrnanta,Tatlandta, Sri Lanka, Indía. Mganistán, Líbano, el Chad,Uganda, Mozambique, Angola, Somalia, Liberta. Sudán,Etíopía, Colombia, el Salvador, Guatemala, México: y enEuropa, los Estados que resuItaron dei colapso de la UníónSoviética y de Yugoslavia.

Pero si en el plano Interno el Estado está síendo enfren­tado. cada vez más, por fuerzas subestatales, en el planointernacional se enfrenta con las fuerzas supraestatalesque ya serialé arriba ai hablar de las transformaciones deI

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espacío-tíempo mundial. La erosión de la soberanía, de quetanto se habla hoy, de hecho no es un fenómeno nuevo. Porel contrario. desde siempre ha sido una característica dela expertencta de los Estados periféricos y semiperlféricosen sus interacciones eon los Estados centrales. Lo nuevoes el hecho de que esa erosíón y esa permeabilidad de lasoberanía están ocurriendo hoy en los Estados centrales.

Este proceso de erostón de la soberanía, que hace queésta sea menos un valor absoluto que un título negocia­ble, a pesar de que ocurre globalmente, no elimina y porlo contrario. agrava las disparidades y las jerarquías en elsistema mundial. Como mencíoné arriba, este hecho haceurgente un nuevo arden transnactonal adaptado a nuevascondiciones eI cual, sm embargo, parece que está steridobloqueado precisamente por las condiciones que lo hacenurgente: la erosión de la soberanía dei Estado y la pérdldade centralidad dei Estado frente a las fuerzas subestatalesy supraestatales. Y Si la dernocrattzactón de las relacionesentre los Estados parece estar Iejana. tarnpoco está cercala democratización interna de los Estados, a pesar de lasmanifestaciones e imposiciones en sentido contrario. Lapérdída de eflcacla de los Estados, combinada con la ero­sión de la soberania en eI interior de un sistema ínteres­tataI demasiado jerárqutco y la ausencia de condicionesque hagan efecUva la democracia en la gran mayoría de lospaíses del sistema mundial, no augura un futuro risuefíopara eI sistema interestataI tal como lo conocemos.

EI espacío-ttempo de la ciudadanía comprende también,como una dtmenstón relativamente autónoma, a la corrru­nidad, o sea el conjunto de las relaciones socíales por mediade las cuales se crean identidades colectívas de vecíndad,de regiõn, de raza, de etnia, de relígíón, que vinculan losindividuas a territorios físicos o simbólicos y a tempera­lidades compartidas pasadas, presentes o íuturas'. Lasrelaciones socíales que constituyen este espacio-tiempogeneran una forma de poder que designo como diferencia­ción desigual y que produce destgualdades. tanto en el inte­rior dei grupo o comunidad, comoen las relaciones Intergrupaleso íntercomunttarras. Tales desígualdadcspueden ser enor­mes o mínimas; de manera correspondiente el espacio-

4 La comunidad ha conquistado una crecíente autonomía en relactón con elespacio-tiempo de Ia ctudadanía. Es posibleque en futuros trabajos. Ia comu­ntdad pase a constituir un espacio-tiempo estructural autônomo.

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tiempo comunitario puede ser despótico o convívencíal.Es enorme la diversidad de relaciones sociales que cornpren­den este espacío-tíernpo. Teniendo en cuenta la perspec­tiva analítica aquí adoptada que consiste en identificarlos problemas fundamentales de este espacio-tiempo apartir de las transformaciones por las que pasaron en lasdos últimas décadas, en articulación con las transforma­ciones del espacío-tternpo mundial y, en especial, con laglobalización de la economía, haré una mención breve so­bre los tipos de relaciones sociales -Ias relaciones étnicasy las relaciones religiosas.

Curiosamente, cualesquiera de estas relaciones socía­les y en verdad, todas las que constítuyen el espacío-tíempocomunitario, fueron declaradas en dccadencía irreversiblepor la modernidad. EI racionalismo iluminista, en cone­xtón con el capitalismo liberal e Individualista por un lado,y el Estado moderno, democrático, por otro lado, parecíe­ran capaces de destronar para stempre, tanto en Europacomo en el mundo colonizado por ella, las identidades lla­madas tradtctonales. retrógradas, primitivas que susten­tan tales relaciones; y e1 Estado fue el dispositivo privile­giado para llevar a cabo esta tarea. Como Estado nacional,basado en un principio de ciudadanía, creaba una nuevacomunidad, la comunidad nacional que substituiría a lacomunidad étnica; como Estado secular, basado en el prin­cipio de la separaclón entre la Iglesia y el Estado, creabauna cultura pública específica, el secularismo que des­pués haría obsoleta la idenUdad religiosa. Lo cierto es queen las últimas décadas este proyecto modernista fue en­jutctado drásticamente cuando, para sorpresa de muchos,ias identidades y las lealtades prírnordtales de la etnia y dela relígíón ganaron nueva fuerza, al mismo tiempo que entra­ban en crísts el carácter nacional del Estado y el secularismo.

La reapartcíón de las identidades étnicas está ocurrten­do un poco por todas partes y es cíertamente incorrectoatribuírsela a una sola causa. Sin embargo. una de las másimportantes es, ciertamente, el propio proceso histórico dela constitución de muchos de los Estados modernos, tan­to en Europa como en el contexto postcolonial. A pesar deestar basados en la ecuación entre Estado y Nación, mu­chos de esos Estados son multiétnicos y se basan en la ím­postcíón de una etnia sobre las restantes existentes enel mismo espacio geopolítiCO. En un momento en que las

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promesas de progreso y bienestar hechas por los Estadosse incumplen más y más. en la medida en que la globalízacíónde la economía elimina todas las veleidades de autonomíapor parte de los países periféricos, tal vez es de esperar quelas masas populares vuelvan a revalorizar y a recrear iden­tidades ancestrales que. en últimas. fueron las que asegu­raron la sobrevlvencla y la dígnídad colectivas durante st­glos, Ias "comunidades humanas. naturales e lnmedlatas"de que habla Ernest Wamba Dia Wamba 0991: 221).

Si las fronteras nacionales tienen siempre algo de arti­ficial. en algunos casos esa artiflclalldad está especial­mente acentuada. Esta ocurre incluso en Europa, en clcaso de Europa deI Este. donde las froriteras fueron mar­cadas y desmarcadas perlódicamente a lo largo de unahistorla muy trastornada. Los acontecimientos recícntcsy todavía en curso son indicativos de que sólo ahora se leestá poniendo ftn y de manera nuevamente dolorosa. a lostres últimos imperlos de Europa: el Otomano. el de losHabsburgo y el Ruso. Por fuera de Europa. el problema seacentúa aún más en vtrtud de la tmposícíón colonial queestá en la base de muchas fronteras estatales. Además,algunos de los Estados de la periferia mundial son castímpertales, en la medida en que íncluyen grupos pobla­ctonales importantes con identidades diferentes de la quees reconocída oftcíalmente como por ejemplo, Indía, Paquís­tán, China. Nígerta o Etiopía. Pero además de ellos exlstenmuchos otros y al respecto basta con ver la lista de los Es­tados con "mlnorías muy amplias" organizada por AnthonySmlth (988).

La crisls del Estado y de las ideologías desarrolllstas abreen esle ámbtto, una caja de Pandora de donde pueden salír,codo con codo, y a veces mezclados. el racismo, el chauvi­nismo étnico y aún el etnoctdto, por un lado; y la creativldadcultural, la autodetermínacíón, la tolerancta de las diferen­cias y la solídartdad, por el otro. La dificultad dllemátlcaen este tema, reside precisamente en que desde el princi­pio es difícil prever cuál de estas procesos prevalecerá o aimenos, si cualquiera de eIlos puede, en determinadas ctr­cunstancias, transformarse en el otro. Los términos en quese dío y contlnúa dándose, Ia globalización dei sistema mun­dial. orígínan perlódicamente procesos de fragmentaclóny de locallzación. En las condiciones actuales, Ia articula­ción entre ellos es fundamental para potenclar lo que hay

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en eIlos de progresivo y emancipatorio y para neutralizarlo que hay en eIlos de retrógrado e incluso de reaccíona­rio. Sin embargo, dado que tal articulación implica en símisma un proceso de globalización, i,cómo es que se pue­den globalizar las diferencias. sln aplastar algunas de ellasdurante el proceso?

Las identidades y lealtades religiosas resurgíeron en para­lelo con las Identidades y lealtades étnicas y en algunoscasos, las dos se sobreponen. A partir de la RevoluciónFrancesa, el Estado moderno asumió gradualmente mu­chas de las tareas y posiciones sociales que estaban ocu­padas antes por la Iglesía. un proceso que se denominó,en general, como seculartzacíón y que por su papel tras­cendental pasó a ser considerado como uno de los rasgosprincipales de la modernidad. Si en el espacio colonial larelacíón entre el Estado y la reltgtón fue más compleja de­bido a la coexistencia de reltgíones europeas, no europeasy de nuevas reltgíones stncrétrcas y debido también a larelación de soporte mutuo entre el Estado colonial y la reli­gión europea, en el período postcolcníal. los nuevos Estadosasumieron el mismo papel de modernizadores colocando,tambíén ellos , a la relígíón en una postcíóri defensiva dereststencta y de adaptacíón semejante a la que eIla asumióen el panorama europeo.

Lo cierto es que, durante estas casi dos siglos, ningunade las grandes relígtones se colapsó y algunas de ellas seexpandieron enormemente, como es el caso del Islam, cuyaexpanstón , después de recorrer el África y el Sudeste asiá­tico. se hizo sentir en Europa y América del Norte. Hoyendía hay 1.5 millones de musulmanes en Inglaterra. másque los metodistas y baptistas juntos; y en Francía. su nú­mero lIega a cerca de 7 mlllones (Delurglan. 1992b: 7). Porotro lado. Ias prtmeras décadas dei stglo XX presenctaron,tanto en el centro como en la periferia dei sistema mun­dial. un auge dei fundamentallsmo religioso. Movírníen­tos evangélicos en los E. U .. el integralismo y el Opus Deien Europa. el culto de los mllagros en Fátima y más tardeen Medjugorie, en Croac í a , son manifestaciones deIfundamentalismo en el centro y en la semípertferta queocurren casi simultáneamente con movimientos paralelose igualmente fundamentallstas en la periferia. como porejemplo, Ia Hermandad Islámica fundada en Egípto en 1988(Delurgían, 1992b; 11).

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A pesar de esto, durante los anos cincuenta y sesenta,el secularismo parecía haber triunfado y parecía que el fun­damentalismo había sido reducído a su mínima expresión.Sln embargo, a partir de la década deI sesenta el secula­rismo empezó a retroceder o, por lo menos, así fue inter­pretado el resurgimiento religioso que irrumpió entoncesy ~ue. realmente ha venido crectendo hasta el presente bajomultlples formas: nuevas relrgiones. movimientos funda­mentalistas dentro de las relígtones históricas, aumentode la práctíca religiosa en camadas sociales consideradasanteriormente como secularizadas (por ejemplo, los jóvenes],Se trata de un fenómeno muy diferenciado internamenteen términos de la composición social y de la orientació~política. De un lado, la teologia de la liberaclón de los ba­rrtos de lata y de la selva indígena de América Latina y deotro lado, la derecha religiosa en los E. U. En general, ester'erta.címferrto religioso ha provocado cíerta perturbactónen el interior de las jerarquías de las relígíones históricas,sobre todo cuando se traduce en prácticas y objetivos nosancionados por las instituciones religiosas .

.Lejos de significar un regreso ai pasado, el nuevo surgi­míento de la reltgíostdad expresa, sobre todo. un resen­timiento frente a las promesas modernizadoras y progre­s.istas incumplidas y en consecuencía, una gran descon­fíanza frente a las instituciones que se proclamaron comomensajeras de esas promesas, sobre todo el Estado y elmercado. En la periferia deI sistema mundial, el resurgt­mlento fundamentallsta, sobre todo deI fundamentallsmoislámico, debe ser visto, en general, corno una respuestaal fracaso deI nacionalismo y dei socialismo y como unaalternativa que. al contrario de lo que sucedió con éstosdos últimos, no se basa en la trnttacton de Occidente nt enla rendición al imperialismo cultural de éste sino más bíense basa en la poslbllidad de un proyecto social, político yc~ltural autónomo. En los países centrales, algunos mo­vímíentos protagonizadospor minorías étnicas compartenalgunos de los rasgos de esta postcíón cultural con el ob­jetivo de denunciar el coloníaltsmo interno de que son víc­tímas, míentras que otros, con fuerte participación de laclase media, asumen la posictõn de autonomía y separa­cíón a partir deI polo opuesto, traductenrío esta posíctónen retórica y prácticas racistas y xenofóbicas dirigidas, sobretodo, contra los Inmigrantes deI Tercer Mundo.

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Tal como sucede con las identidades y lealtades étnicasy, como vimos, muchas veces interpenetradas por ella~,

las Identidades y lealtades religiosas constituyen una cajade Pandora de donde pueden brotar tanto energias destruo­tívas como energías constructivas. EI dilema reside en quela crítica radical que dtrtgen los países periféricos hacía laspromesas de la modernidad y del capitalismo eurocént~i­

cos, ocurre en un momento de crtsts profunda deI paradíg­ma de la modernldad y, por lo tanto, en un momento enque comienza a reconocer que esas promesas tampoco fueroncumplidas en los países centrales y tampoco pueden lle­gar a serlo dentro de este paradigma. Este reconocímíento.en la medida en que relatívtza y cuestiona las realrzacío­nes dei paradigma occidental, crea condiciones para unanueva tolerancia discursiva, para una interacción más ho­rizontal entre alternativas epistemológicas. culturales ysoctales. Sin embargo, este potencial de tolerancia se ma­niflesta paradójicamente y, por ahora, en el separatrs­mo en la incomunicación, y en últimas. en la intolerancia.

LAS DIFICULTADES FUNDAMENTALES

Los problemas con que se enfrentan las sociedades con­temporáneas y el sistema mundial en el fln deI stglo, soncomplejos y dífictles de resolver. Son fundamentales, en ladestgnacíón de Fourier, para exigir soluciones funda~en­tales. He ahí un breve resumen de los problemas que íden­tifiqué en el análísts precedente. Surgieron o se agravaronen las dos últimas décadas una serie de problemas trans­nactoriales . algunos transnacionales por naturaleza yotros transnacionales por la naturaleza de su impacto.Son los problemas de la degradación ambiental, deI au­mento de la poblaclón y deI agravamiento de las dispa­ridades dei bienestar entre el centro y la periferia, tanto anível del sistema mundial como a nível de cada uno de losEstados que lo componen. Hay quten prefíere, como PaulKennedy, concebir estos problemas como grandes desafíosy especula sobre los países que, con base en las solucio­nes técnicas dtspontbles , están más o menos bien prepa­rados para enfrentarlos (los vencedores y los vencidos). Locíerto es que, en relacíón con muchos de estos desafíos,tenemos razones de sobra para sospechar que las llama­das soluciones técnicas no producirán sino vencidos; yen

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relacíón con otros desafios, aceptar la idea de que tneví­tablemente unos países vencerán y otros serán vencidos,equivale a subscribir una solución maltusiana, lo que. enlas condiciones actuales y frente a los riesgos enjuego, pue­de significar desistir de preciosos recursos naturales, hu­manos y morales en todo el sistema mundial.

Los desafios son, de hecho, problemas fundamentalesque reclaman soluciones fundamentales, en el fondo, unnuevo orden trarisnactonal y un nuevo orden nacional conlos linderos entre eIlos cada vez más difíciles de estable­cer. Como vimos, las díftcultades de tal nuevo orden, sonenormes. En resumen, las prtncípales Son tres. En prímerlugar, la dificultad dei sujeto. En las condiciones actuales,los Estados nacíonales tendrán que ser forzosamente unsujeto preferente, aunque complementado por movtmten­tos soctales y organizaciones no gubernamentales trans­nactonales y organizaciones internacionales. etc. Vimos,sín embargo. que la crisis dei Estado, que hace imperiosala urgencia de un nuevo orden internacional, es a la pos­tre, la crisis dei sujeto en ese ordeno En eI plano interno.parece que esa crísts se va a traductr, en los próximos anos,en el aumento de las convulsiones sociales, en eI funda­mentalismo religioso. en la crtmtnaltdad, en los mottnes~otivadospor las iniquidades dei consumo, en la guerraCIvil y, en algunos casos, en la pérdida de control políticosobre parte del rerrttorto nacional. Esta crists dei sujetosígníftca que el sistema mundial capitalista ai mtsrno tiem­po que transnacionaliza los problemas. localiza las solu­ciones y efecttvarnente, dada la cr ísts dei Estado, hacedescender el peidado de localización hacta un nivel sub­nacional. Además, es posible argumentar que, sobre todoen los países centrales, el horizonte social de las solucio­nes. más que localizado. está privatizado. EI capitalismoes hoy menos un modo de producción que un modo devida. EI individualismo y el consurntsrno transfirieron ha­cta la esfera privada la ecuación entre íntcrés y capacidad.Es en esa esfera, donde hoy los individuos ídenttftcanmejor sus intereses y las capacidades para darles satisfac­cíõn. La reducción a la esfera privada de esta ecuacíón,hace que muchas de las desigualdades y opresíones queocurren en cada uno de los espacios-tiempo estructuralessean invisibles o. si son vístbles, sean trivializados.

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La segunda díflcultad se refiere a la temporalidad pro­pia de una solución fundamental. Esa temporalidad es inter­generacional, por lo tanto, es de mediano y largo plazo. Pero,como vimos. todo parece conspirar contra tal temporalidad.Durante décadas. el comunismo mantuvo viva esa tempo­raltdad, aunque en la práctíca, los regímenes comunistasla negaran burdamente, sobre todo en el campo ecológico.Hoy, la clase política vive atrancada en los problemas y enlas soluciones a corto plazo, según la temporalidad propiade los ciclos electorales , en los países centrales: o de losgolpes y contragolpes, en los países periféricos. Por otrolado, una parte significativa de la poblactón de los paísescentrales vive dominada por la temporalidad, cada vez máscorta y obsolescente, del consumo, míentras que una granmayoría de la población de los países periféricos vive do­minada por el plazo inmediato o urgidos por el díarto so­brevívír. Las condiciones y los sujetos dei pensamientoestratégico, a largo plazo, parecen cada vez menos presen­tes en el sistema mundial. De hecho, hoy en día sólo unsujeto tiene condiciones para pensar cstratégtcarnentc: ungrupo reducido de empresas multilaterales dominantes.Más que los Estados hegemónicos, este grupo es el queamarra a los países periféricos y semiperiféricos a la ur­gencia de los ajustes estructurales (que tienen realmentemuy poco de estructural) y amarra igualmente a las ela­ses políticas al corto plazo político que transcurre entreellos. Más que los Estados hegernóntcos. este grupo es elque amarra una parte del mundo a la compulsión del con­sumo inmediatista y a la otra ai inmediatismo de la luchapor la sobrevivencia.

EI problema de las soluciones ínterregtonales es queeIlas tienen que ser ejecutadas intrageneracionalmente.Por eso, los problemas que eIlas crean en el presente ennombre dei futuro, tienden a ser más vislbles y cíertos quelos problemas futuros que ellas pretenden resolver en elpresente. Esto me lleva a la tercera y última dificultad delas soluciones fundamentales: la cuestión dei enernígo.Por el contrario de lo que se podría pensar, la globalizaclónde los problemas no torna a sus causantes más vístbles omás fácilmente identificables. De algún modo, la gleba­I1zación de los problemas globaltza ai enernígo y si el ene­migo está en todas partes, no está en ninguna parte. Estaes una díftcultad verdaderamente dilemática, porque las

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coaliciones revolucionarias o reformistas srempre fueronorganizadas contra un enemígo bíen definido. SI, como dijearriba, hay ciertos problemas en relación con los cuales,a la larga nadte podrá ganar con su falta de soluclón, pa­rece imposible, por lo menos en esos casos, determinar elcnemígo contra el cuai es preciso organizar una solucióndei problema. Es cterto que mencíoné arriba el papel de lasempresas multinacionales cn la creación de nuestros pro­blemas por el simple hecho de que hoy son ellas las úni­cas titulares dei pensamlento estratégico en el sistemamundial. Pero es evidente que no son el único enemigoidentific~ble,ni t~ampoco me parece que el enernígo puedaser identIficado solo o sobre todo a nível institucional. Nues­tros problemas son más profundos y las instituciones sólopueden resolverlos después de transformadas y reínven­tadas al nivel que ocurren los problemas.

Cuatro axiomas fundamentales de la modernidad es­tán, a mt entender, en la base de los problemas con quenos enfrentamos. El primero, se deriva de la hegemoniaque la racionalidad científica vino a asumir y consiste en latransfor~ac.ión de los problemas éticos y políticos en pro­blemas técnicos. Síernpre que tal transformación no es po­stble, se busca una solucíón intermedia: la transformaciónde los problemas éticos y políticos en problemas jurídicos.EI segundo axioma es e1 de la Iegttímídad de la propiedadprivada Independlentemente de la legítímídad dei uso dela propíedad. Este axioma genera o promueve una postcíónpsicológica y ética -el individualismo posesivo- que arti­culada con la cultura consumista, induce al desvío de lasenergias sociales de la interacción con personas humanashacia la interacción con objetos porque son más fáciles deapropiar que las personas humanas. EI tercer axioma esel a?,ioma de la soberania de los Estados y de la obligaclónpolttíca vertical de los cíudadanos frente ai Estado. Por e1camino de este axioma, tanto la seguridad internacional,como la seguridad nacíonalradquíeren "natural" prece­dencía sobre la democracia entre Estados y la democraciainterna, respectivamente. EI cuarto y último axioma es lacreencía en el progreso entendido como trn desarrollo in­fi~it~ .?limentado por el crecimiento económico, por la am­plíacíón de las relaciones y por el desarrollo tecnológico.

Estas axiomas mo1dearon la socledad y la subjetivldad,crearon una epistemología y una psicologia. desarrollaronun orden de regulación social y a imagen de ésta, una volun­tad de desorden y de ernancípacíón, De ahí que el enemi-

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go de las soluciones fundamentales tenga que ser buscadoen múltíples lugares, incluso en nosotros mísrnos. De ahítambíén que la crlsls dei orden social dificulte, y no facili­te, pensar el desorden verdaderamente emancipador.lQué hacer frente a esta?

LA UTOPÍA Y LOS CONFLICTOS PARADIGMÁTICOS

"EI futuro ya no es lo que era", díce ungra.ffitl en unacalle de Buenos Aires. EI futuro prometido en la moderni­dad no tiene de hecho futuro. Vencidos por los desafíos,la mayoría de los pueblos de la periferia dei sistema mun­dial, no creen en él porque en su nombre descuidaron orechazaron otros futuros, quízás menos brillantes y máspróximos de su pasado, pero que at menos garantizabanla subsistencia comunitaria y una relacíón equilibradacon la naturaleza, que ahora les resultan tan precartas.Dudan de él amplias sectores de los pueblos dei centro deisistema mundial, porque los riesgos que conlleva -sobretodo los ecológicos- ernpíezan a ser más ilimitados que élmismo. No sorprende que frente a esto, muchos hayanasumído una actitud Iuturtctda: asumir la muerte dei fu­turo para finalmente celebrar el presente, como sucede encíerto postmodernismo, o incluso para celebrar el pasado,como sucede con el pensamiento reaccionario. Lo cícrto esque, después de siglas de modernldad, el vacío dei futurono puede ser llenado ni por el pasado ni por el presente.EI vacío del futuro es tan sólo un futuro vacío.

Prenso pues que frente a esta s610 hay una salida:remveritar el futuro, abrir un nuevo horizonte de posibili­dades cartografiado por alternativas radícales. Con esto seasume que estamos entrando en una fase de crisis para­dígmátíca y por lo tanto, de translci6n entre paradigmasepistemológicos, sociales, políticos y culturales. Se asumetambíén que no basta continuar criticando el paradigmaaún dominante, lo que por lo demás se ha hecho ya hastala saciedad. Es necesarío, además, definir el paradigmaemergente. Esta última tarea que de lejos es la más impor­tante, tarnbtén es, de lejos. la más difícil. Lo es sobre todoporque el paradigma dominante, la modernldad, tíene unmodo proplo, aún hoy hegem6nico, de combinar la gran­deza deI futuro con su miniaturización. Consiste en laclasificación y fragmentación de los grandes objetivos en

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soluciones técnicas que tienen como característica sercreíbles hasta más aliá de lo que técnicamente es necesa­rio. Este exceso de credlbllidad de las soluciones técnicas,que es parte intrínseca de la cultura instrumental de lamodernldad, oculta y neutraliza su déficit deI futuro. Poreso tales soluciones no dejan pensar el futuro, incluso cuan­do ellas mismas dejaron de pensarlo.

",Cómo proceder frente a esto? Prenso que sólo hay unasolucíón: la utopía. La utopía es la explotación de nuevasposibllidades y voluntades humanas, por el camlno de laoposícíón de la ímagtnactón a la necesidad de lo que existe.sólo porque existe, en nombre de algo radicalmente mejor,que la humanldad tiene el derecho de desear y por lo quevale la pena luchar. La utopía es así, doblemente relativa.Por un lado, es una Ilamada de atencíón sobre lo que noexiste como (contra) parte integrante, pera silenciada, delo que existe. Pertenece a la época por el modo como se apar­ta de ella. Por otro lado, la utopia es siempre desigualmen­te utópica, en la medida en que la tmagmacíón de nuevoestá cornpuesta. en parte. por nuevas combinaciones ynuevas escalas de lo que existe. Una comprensión profun­da de la realidad es así esencial para el ejercícío de la uto­pia. condición para que la radicalidad de la ímagtnactónno choque con su realismo. En la frontera entre dentro yfuera, la utopia está tan poseída por elZeitgeist como porla Weltschmerz.

No esfácil defender o proponer la utopia hoy en dia, apesar de que eI pensamiento utópico es una constante dela cultura occidental. e incluso de otras culturas. La díft­cultad no deja , sin embargo, de ser a primera vista sor­prendente pues la modernidad es una época fértil en uto­pías, comenzando con la Utopía que creó la desígnacíóncornún , Ia de Thomas More, escrita en 1515 y 1516. Ycul­minando con las utopías socíalístas deI siglo XIX. La ver­dad es que la expansión de la racíonalídad científica y dela ideologia cíenttftctsta a partir de mediados dei stglo XIXy su expansíón del estudio de la naturaleza ai estudio dela sociedad fueron creando un ambiente intelectual cadavez más hostil aI pensamiento utópico; y eso es bíen evi­dente, aunque de modo muy diferente, en el pensamlentode Fourier y en el pensamiento de Marx. En el caso de ésteúltimo. la dimensión utópica de la sociedad comunistaestá suprimida bajo el determinismo científico. como si las

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leyes de la evolución de la sociedad pudieran prever unfuturo radicalmente diferente deI presente, En el caso deFourier. el impacto dei cientlficlsmo es más comple]o pues,en vez de negar la utopía, por el camíno de la ctcncta. bus­ca crear una utopía científica. De ahí que para él, las le­yes de Newton sean sólo una apltcacíón particular de unprincipio muy amplio, el principio de la atracción paakmal.deI cual pretende ser el mensajero; de ahí también su com­pulstón por los cálculos matemáticos, I~s simetrias y lasanaIogías, por la determinación del numero preciso_depersonas en cada falansterio o del número preciso de anosde vida de los harmonianos.

Por esta razón, nuestro sigla ha sido paupérrimo en pen­samiento utópico, lo que durante mucho tiempo fue pensa­do para ser un efecto normal deI progreso de la cíencta ydei progreso de racionallzaclón global de la vida socialhecha posible por la ciencia. Sin embargo, la crtsts de lacíencta moderna, hoy bien evidente. oblíga a cuestionaresta evaluación y esta explicación. 6No será que la muertedei futuro que hoy tememos. fue anunciada hace muchopor la muerte de la utopia?, ",no será que la pérdida de lainquietud y de la búsqueda de una vida mejor contnbuye­ron al surgimiento de la subjetividad conformista que con­sidera mejor. o por lo menos tnevttable, todo 10que va ocu­rrrcndo, sólo porque ocurre, así sea lo peor? Sartre dijo que"una idea antes de ser realizada se parece extrafiamente ala utopia", ",Será que el rechazo de la utopia terrnmó porredundar en el rechazo de las ideas por realizar? Lo cíertoes que. como se ha aerialado frecuentemente. las utopíasse antíctpan a veces por stglos, a la anttutopía. Eri un pe­ríodo especialmente fértil en utopias" el stglo XVII.Fontenelle, después de divagar sobre como a part.ír deunas tablas puestas a !lotar en un arroyo, se llegó a losgrandes navíos que le dan la vuelta al mundo, agrega enuno de sus célebres Entretiens con la Marquesa de G ..publicados en 1686, e1 de la segunda noche ,"e1 arte devolar sólo está naciendo ahora: se perfeccionara y un buendia el hombre Irá a la Iuna" (1955: 92).

A pesar de que algunas ideas utópicas sean re~lizadaseventualmente. no es de la naturaleza de la utopia el serrealizada. AI contrario, la utopía es la metáfora de unahipercarencia formulada a un nível en que no puede ~ersatísfecha. Lo que es importante en ella, no es lo que díce

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sobre el futuro sino la arqueología virtual dei presente quela hace poslble. Paradójlcamente, lo que es importante enella es lo que no es utópico en ella. Las dos condiciones deposlbilidad de la utopía aort una nueva eplstemología yu?a nueva psícología. Como nueva epistemología. la uto­pia rechaza et cíerre dei horizonte de expectativas y dePoslblli,dades y crea alternativas; como nueva pSlcología,la utopia rechaza la subjetlvldad dei conformismo y creala voluntad de lucharpor alternativas. Como Er-nat Casslrermostro magistralmente en el caso dei Renaclmlento y deiiluminismo. una translclón paradlgmátlca Implica stem­pre una nueva psicología y una nueva epistemología (Cassíer1960; 19,63). EI conocímíento stn reconoclmlento no se cono~ce ní a SI mísmo.

La nueva epistemología y la nueva pstcología anuncia­da~ y testimoniadas por la utopía, se basan eu la arqueo­logía vlrt~al presente, Se trata de una arqueologIa virtualporque s?lo se ínteresa por escarbar sobre lo que no se hízoy, ~orque no se hizo; o sea porqué es que las alternativasdejaron de serIo. Eu este sentido, la excavación está orien­tada hacla los silenclos y hacla los silenclamlentos, hactalas tr-adtotories suprimidas, bacia las experiencias subal­ternas, hacía la perspectiva de las victímas. hacía los opri­midos. hacla las márgenes, hacla la periferia, hacla lasfronteras, hacla el Sur dei Norte, hacia el hambre de har­tazgo, hacta la miserla de la opulencla, hacía la tradí I'de lo que no se dejó extstír, hacía los prtncíptos ante~ ~~que fueran fines, hacla la inteliglbilldad que nunca fuecomprendida, hacla las lenguas y estilos de vida prohlbl­dos, hacra la basura Intratable dei bienestar mercantilhacia eI Burlar encerrado en eI vestidopret-a-porter. lava­do, hacla la naturaleza de las toneladas de C02 incalcu­lablemente lívíano sobre nuestros hombros. Por el cambiode pe~spectivay de escala, la utopía revoluciona las Com­bínacíones hegemónlcas de lo que existe, destotaliza lossentidos, desuniversaliza los universos, desorienta los ma­pas. Todo esto con el único objetivo de destender la camadonde las subjetividades duermen un sueno injusto.

Lo que pro~ongo seguir no es una utopia, Es tan sólouna heterotopía. En vez de la invenclón de un lugar total­mente nt.ro, propongo una deslocalización radIcai dentrode un ~Ismo lugar. el nuestro, Una deslocalización de laortotopía hacla la heterotopía, del centro hacia el margen.

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EI objetivo de este desplazamiento es hacer posible unavísíón telescópica del centro y, al mtsmo tíempo. una vi­sión microscópica de lo que él excluye para poder ser cen­tro, Se trata tambíén, de vivír la frontera de la sociabilldadcomo forma de soclabilidad.

La heterotopía que propongo se lIama Pasárgada 2. Noes un lugar inventado; es un nombre inventado de un lu­gar de nuestra sociedad, de cualquíer socíedad donde vi­vimos, a una distancia subjetivamente vartable del lugardonde vtvímos. EnPasárgada2 se fortalece la idea de queestamos efectivamente en un período de transición para­dígmátíca y que es preciso asumir todas las consecuenciasde esa situación. Todas o algunas, pues también se reco­noce que este período de transtcíon está aún en el corníen­zo y por lo tanto no presenta aún todos sus rasgos. EnPasárgada 2. se estudia con mucha atención el srglo XVIIporque fue un siglo donde ctrcularon diferentes para­digmas científicos. Por ejcmplo , convívteron a la par elparadigma tolemaico y el paradigma copernícano-galílêt­co. Tal vez por eso, en ese sigla. se aceptó la relattvízactóndel conocimiento, la distancia lúdica en relación con lasverdades adquiridas y se vivió la fascínacíón por otros mun­dos, otras formas de pensar y de proceder, en fin, otras for­mas de vida.

Fontenelle, ya citado. es un buen ejemplo de esto mís­mo. Su obra más conocida se titula significativamenteEntrettens sur la Pluralité des Mondes y en ella, el autordiserta sobre la posibilldad de que la luna y otros plane­tas estén habitados. Según él, si la diferencia de costum­bres y de aparlencia física son tan grandes entre Europa yla China, no nos debemos sorprender que sean aún ma­yores entre los habitantes de la tlerra y los habitantes dela luna. Como ejcrcícío. nos ínvíta a meternos en la píel delos indígenas americanos quteries. al ver a Colón, debíanhaber tenido la mísrna sorpresa que tendríamos nosotrossi contactáramos a los habitantes de la luna. Y sobre nues­tro conocímíento afirma que él tiene límites más allá de loscuales nunca podrá conocer y que desde otros planetas operspectivas es postble ver cosas que no vemos de nues­tro planeta o de nuestras perspectivas. Además , especu­la que nuestras peculiaridades no serán menores que lasde los habitantes de la luna y concluye -con la distancialúdica que nos recorntenda- «que estamos reducidos a de­crr que los díoses estaban embriagados cuando hicieron

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a los hombres y que cuando, ya sobríos, miraron su obra,no pudieron dejar de reirse" (1955: 90).

Inspirado en esta actitud, Pasárgada 2, decidió adop­tar el prmc~pio de la transíctõn paradigmática. Ya Pasár­gada 2 es solo una comunidad educativa: los estudiantesson todos los ?iudadanos míentras trabajan, descansan yestudían. Esta delineada por un doble objetivo: ampliar elconocimiento de los paradigmas presentes y promover lacompetencta entre ellos ~e modo q~e sea posibie expandirlas alternatIvas de las practicas sociales y personales y lasposibilidades de iuchar por ellas. AI contrario de las otrasuto~ias,Pasárgada2 no está organizada en detalle, por loqueaqui no cabe sino enunciar sus principios de organizacióny el perfil general de los paradigmas en competencia.

~E~ cuanto a la organización, el principio institucionalmas Importante es la constitución de una Cámara Para­dígrnátíca donde están igualmente representados ios dife­rentes paradigmas en cornpetencía a través de sus adeptoselegidos por la comunidad educativa. Convíene decir unapaiabra sobre el ortgen de esta Cámara. Convencida porlos argumentos de algunos filósofos, cíentffíoos y huma­rustas, de que el paradigma de ia modernidad está entran­do en una crisis final y de que la competencia con un pa­radigma emergente estaba abíerta de hecho, ia comunidadeducativa dePasárgada 2 comprobó que sus institucionese,ducativas no daban ninguna serial de que esa crisis exís­tía y suprimieron de diferentes modos, unos más sutilesque otros. la idea de que un nuevo paradigma podría estare~ eI horizonte y de que conocerlo era deI interés de losc1udadanos-estudiantes. La simple hipótesis de una alter­nativa radical los dejaba nerviosos y escondían sus nerviossilenciando o ridiculizando a los que admttfan tal hipóte­siso Los nervíos y su ocultamiento eran tanto mayores míen­tras mayores eran las responsabilidades profesionales delas instituciones. Por ejemptn, al nivel uníversttarto. lasFacultades de Economía, Derecho, Medicina e Ingenieriaeran particularmente notarias por esta actítud.

Frente a esta, la comunidad de ciudadanos-estudian_tes, decidió formar una Cámara Paradigmática con el ob­jetivo de crear unJorum alternativo de dtscustón sobre losparadigmas. Esta cámara no tiene ningún poder delibe­rante sobre los procesos y contenídos de la ensefianza enlas instituciones, pera está en permanente diálogo con eIlos.

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La única deliberación que htzo fue suspender temporal­mente la concesión de diplomas. Como las ínstítucíonescontinúan, por ahora, ensefiando sólo el paradigma hastaahora vigente, la Cámara entendió que, como los diplomascertiflcan conocimiento sólo de ese paradigma, desde elpunto de vista dei paradigma emergente, los diplomascorresponden a diplomas de ígnorancta. Como sería em­barazoso que en el futuro los ciudadanos-estudiantes tu­víeran un diploma de ignorancia, y como les servtria depoco un diploma que tanto podia ser considerado de cono­címtento como de tgnorancta. la Cámara decidió s'uspen­derlos temporalmente, admitiendo incluso, la posibilidadde abolirlos más tarde y para siempre. La suspensíón delos diplomas le dio mucha más libertad a los ciudadanos­estudiantes y creó un incentivo para que las mstttucto­nes se abrteran a la discusión paradtgmátíca. Desprovís­tas de la preeminencia de la cert.íftcacíón, si nose abren ala discusión, corren el riesgo de perder a los estudiantes.

Trataré ahora de analtzar, a grandes rasgos, el conte­nído de las discusiones paradígmáttcas que promueve laCámara Paradígmátíca, No hablo como sociólogo indepen­diente porque eso, desde el punto de vista de la CámaraParadígrnátíca, significaria hablar como ignorante diplo­mado. Hablo como sociólogo míernbro de la Cámara quedefiende en ella el paradigma emergente tal cuai él y otroslo conciben. De ahí que, en lo que sígue analizo los térmi­nos de la transtctón y de la competencta paradtgmáttca talcomo yo los veo y, por lo tanto, stn que eso vincule a laCámara. Sólo espero que los análisis y los argumentos quepresento sean persuasivos y en esa medida, conquistenadeptos.

El diagnóstico de la condición actual que presenté en laprimera parte de este capítulo, da suficientes indicacionessobre el modo como veo la transición paradtgmátíca y so­bre la concepción que tengo y la evaluación que hago deiparadigma todavia dominante, aunque decadente: el pa­radigma de la modernidad. Ahora me concentraré en elparadigma emergente. En verdad, no hay un paradigmaemergente. Ante todo hay un conjunto de "víbracíones ascen­dentes", como diria Fourier, de fragmentos preparadígmá­ticos que tienen en común la idea de que el paradigma dela moderrndad dejó exhausta su capactdad de regenera­cíón y desarrollo y que ai contrario de lo que él proclama-

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modernldad o barbarie- es posíble (y urgente) imaginaralternatIvas progresistas. También tienen en común elhecho de saber que sólo es posible pensar más aliá de lamodernidad a partir de la modernidad misma, aunquebajo la forma de sus víctimas o de las tradiclones que ellamlsma generó y después suprtmíó o margtnalízõ. En estesentido. se puede dectr que la modernldad sumlnistramuchos de los materiales para la construccron deI nuevoparadigma, sólo que no sumínts tra los planos de la arqui­tect~ra ní la energia necesarios para concretarla: si porhlpotesls, vísttara un edlficio, no sabría como entrar y, sientrara. mortrta instantáneamente a Causa de las corríen­tes de atre.

Los fragmentos preparadlgmátlcos son entre tanto, unparadigma virtual y nt stqutern es seguro que a la moder­mdad le siga otro paradigma con la misma coherencla glo­bal y pretenslones totalizadoras que ella tuvo. Puede serque los paradigmas emergentes sean diferentes, perma­nezcan diferentes y entren en confltcto tanto entre sí enconjunto, como en conflicto eon la modernidad. Consideroque hoy Son Identlftcables tres grandes áreas de conflíc­tivldad paradigmátlca: conocimlento y subjetlvidad, patro­nes de transformación social, poder y política. Eu relacióneon cada una de estas áreas, identifico a continuación losrasgos que a mí entender, son más característicos deI pa­radigma emergente.

Conoeim/ento y subjettvidad

En esta área. el conflícto ya es muy evidente y tíene lu­garentre la cíencía moderna-galiléica. cartesiana, newto­niana, durkhelmiana, weberlana, marxlsta- y lo que heven~dodesignando como cíencta postmoderna y que otrosdestgnan Como "nueva cíencta". Yporque todo eI conoci­mlento es autoconoclmento, el confllcto epistemológIco Sedesdobla en un conflicto pstcológtcn entre la subjetivldadmoderna y la subjetívídarí postmoderna.

En otro sitio analícé las diferentes dimensiones deI con­file to epistemológico, por lo que me limltaré a breves refe­rencías, deteniéndome un poco más en las que representandesarrollos posteriores a lo que ya está publicado (Santos,1990; 1991a; 199Ib). Para el vlejo paradigma, la ctenctaes una práctlca social muy específica y privilegiada porque

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produce la única forma de conocímíento válido. Esa vali­dez se puede demostrar y la verdad a la que aspira esínternporal, lo que permite fljar determinismos y formularprevtsíones. Este conocrmtento es acumulativoy el progresocientífico asegura, por el camino dei desarrollo tecnológicoque hace posible, el progreso de la sociedad. La racíonalt­dad cogníttva e instrumental y la búsqueda permanente dela realidad hacen de la cíencía -más allá de las aparíen­cias-una enttdad única. totalmente diferente de otras dis­ciplinas íntelectuales, tales como las artes y las humanidades.

EI nuevo paradigma constituye una alternativa paracada uno de estos rasgos, En prtrner lugar, en sus térmi­nos no hay una forma única de conocimiento válido. Haymuchas formas de conoctmíento, tantas cuantas sean lasprácticas sociales que las generan y las sostienen. La cíen­era moderna se apoya en una práctica de dtvtsión técnicaprofeslonal y social dei trabajo y en el desarrollo tecnológicoinfinito de las fuerzas producttvas de las que el capitalismoes hoy el único ejernplar. Práctícas soctales alternativasgeneran formas alternativas del conocímícnto, No recono­cer estas formas del conocímtento, implica deslegttímarlas prácttcas socíales que las apoyan y, en ese sentido,promover la exclusión social de los que las promueven. Elgenocidio que puntualiz6 tantas veces la expansíón euro­pea; fue también un eptstemíctdío: se eliminaron pueblosextraüos porque tenían formas de conocímíento extraüo yse elímínaron formas de conoctmíento extrafias porque sebasaban en prácticas soctales y en pueblos extraüos. Peroel epistemtcídto fue mucho más extenso que el genocidioporque ocurrtó sternpre que se pretendi6 subalterntzar.subordinar, marginalizar o ilegalizar prácticas y grupossoeiales que podrían constituir una amenaza para la ex­panstón capitalista o, durante buena parte de nuestro stglo,para la expansi6n comunista (en este tema. tan modernacomo el capitalismo); y tambíén porque ocurrló tanto en elespacío periférico extra europeo y extra norteamericanodel sistema mundial, como en el espacío central europeoy norteamertcano, contra los trabajadores , los indígenas.los negros, las mujeres y las minorias en general (étnicas,religiosas, sexualesl.

El nuevo paradigma considera el epistemlcldio como unode los grandes crímenes contra la hurnanídad. Hasta másaliá dei sufrlmiento y de la devastactón mdívtstbles que

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produjo en los pueblos, en los grupos y en las prácticassociales que fueron puestos por él en la mira, sígníftcó unempobreclmiento Irreslstible dei horizonte y de las posibi­lidades deI conocírníento. Si hoy aparece un sentírntentode bloqueo por la ausencia de alternatlvas globales aimodo como está organizada la socíedad, es porque durantesiglos, sobre todo después de que la modernidad se redu­jo a la modernidad capitalista, se procedló a la liquidaciónsistemática de las alternativas. cuando ellas, tanto en elplano epistemológico como en eI plano práctíco, no erancompatibles con las práctícas hegemónlcas.

Contra el eptsternícídto, el nuevo paradigma se proponerevalorizar los conocimieníos y las prácticas no hege­mónicas que. a la poatre. son la inmensa mayoría de lasprácticas de vida y de conocimiento en eI interior deI sis­tema mundial. Como medida transitaria, propone queaprendamos con el Sur, síendo en este caso eI Sur unametáfora para designar a los oprimidos por las diferentesformas de poder, sobre todo por las que constituyen losespacios-tiempo estructurales arriba descritos, tanto enlas sociedades periféricas como en las sociedades serntpe­riféricas y aún en las sociedades centrales. Esta opción porlos conocimientos y práctícas oprimidos, marginalizados,subordinados. no tienen níngún objetivo museológtco. Porel contrario, es fundamental conocer eI Sur para conocereI Sur en sus propios términos, pera tambíén para corio­cer el Norte. Es en los márgenes donde se hace eI centro yen el esclavo donde se hace el sefior.

Lo que se pretende es pues , una competencia epistemo­lógica leal entre conoctrníentos como proceso para rein­ventar las alternativas de la práctica social de que carecemoso que, en últimas, sólo ignoramos o no nos atrevemos adesear. Esta competencia no significa relativismo en elsentido que tlene de élla epistemologia moderna. Segúnella, es relativismo -y por lo tanto fuente de oscurantts­mo- toda actitud epistemológica que se rehuse a recono­cer eI acceso privilegiado a la verdad que elIa cree poseerpor derecho propío. La posibilidad de una relacíón hori­zontal entre conocímíeritos le es totalmente absurda. Aho­ra , el nuevo paradigma propone tal horlzontalldad comopunto de partida y, no necesarramente como punto de lle­gada. Entendida así. Ia horizontalldad es la condiciónsinequa non de la competencia entre conocímtentos. Só lo ha-

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bría relativismo si el resultado de la competencia fueraindiferente para la comparación de los conocimientos, loque no es dei caso. dado que hay un punto de llegada queno está totalmente determinado por las condiciones dei pun­to de partida.

Este punto de llegada depende dei proceso argumen­tatívo en el interior de las comunidades interpretativas. EIconoclmlento del nuevo paradigma no es valldable por prtn­cípíos demostrativos de verdades intemporales. Es , por elcontrario, un conocímíento retórico cuya valídez dependedei poder de convicción de los argumentos en que se tra­duce. De abí que el nuevo paradigma preste particular aten­cíón a la constitución de las comunidades interpretativasy considere su objetivo principal garantizar y expandir lademocracia interna de esas comunidades, es decir la igual­dad de acceso ai discurso argumentativo. De ahí tamblénla preferencía por el Sur como una especie de discrimina­ción positiva que aumenta el ámbito de acción de la díver­sidad y da alguna garantía de que el silenciamiento, o seala expulsrón de las comunidades argumentativas, que fueel sello de la ctencía moderna, no ocurra o que ocurra lomenos postble. Por eso el nuevo conocimiento, stendo argu­mentativo, tíene un mterés especial por el silencio paraaveriguar hasta quê punto es un silencio genuino, es de­cír, el resultado de una opción argumentativa y hasta quépunto es un süenctamíento. o sea, el resultado de una ímpo­sición no argumentativa. Porque el Sur es el campo pre­ferido dei silencio y dei sílenctamtento. esta es otra de lasrazones por las que el nuevo paradigma le concede unaatención particular.

Uno de los principlos reguladores de la validación es pues,la democracia interna de la comunídad interpretativa. EIotro principio es un valor ético mtercultural, el valor de ladígntdad humana. El nuevo paradigma no distingue entremedlos y fines, entre cognícíón y edlflcación. El conocí­miento, vinculado a una práctica y a una cultura, tíene uncontenido ético propio. Ese contenido asume diferentesformas y diferentes tipos de conocimiento; pera entre ellas.es postble la comuntcabíltdad Y la permeabilidad en lamedida en que todas las culturas aceptan un principio dedlgnidad humana. Por ejernplo, en la cultura occtdental,tal principio se expresa hoy en día a través deI principio delos derechos humanos. Otras culturas se expresan en otros

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términos, pero la traducción recíproca es posible a partirde la ínteltgíbtltdad intercultural asegurada por el prtncí­pio de la dígnídad humana.

Siendo un conocímíento argumentattvo, el nuevo para­digma rechaza totalmente otras dos características de lacíencía moderna -Ia Intemporalldad de las verdades cien­tíficas y la dlstlnción absoluta entre aparlencia y reali­dad- por creer que cada una de eIlas a su manera, tieneuna vocación totalítarta. EI conocimiento en el nuevo pa­radigma es tan temporal como las práctlcas y la cultura alas que se vincula. Asume plenamente su carácter incom­pleto, debído a que siendo un conoclmlento presente, sólopermite la íntelígíbütdad dei presente. EI futuro sólo existecomo presente, como argumento a favor o contra conoci­mientos y prácticas presentes. Esta radical contempora­neidad de los conocímíentos, tiene consecuenctas funda­mentales para el diálogo y la competencla entre ellos. Esque si todos los conoctmíentos son contemporáneos, sonigualmente contemporáneas las prácttcas sociales y lossujetos o grupos socíates que Intervlenen en ellas , No hayprimitivos nl subdesarrollados pero si. opresores y oprimi­dos. Y porque el ejercícío dei poder es siempre subordí­nante, todos somos contemporáneos. Para dar un ejempIocasero, el conocímíento de los campesinos portugueses noes menos desarrollado que el de los Ingenleros agrónomosdei Mlnlsterlo de Agricultura; es contemporáneo con él,aunque subordinado. Del mtsrno modo que la agriculturafamiliar portuguesa no es más primitiva que la agro-Indus­trla. Le es contemporánea pero subordinada.

La Intemporalidad de la verdad científica le permltió ala cíencía moderna autoproclamarse contemporánea de símtsma y, ai mísrno tlempo, descontemporanlzar todos losdemás conocírníentos. concretamente los que dommaronen la periferia deI sistema mundial en el momento deI con­tacto con la expansión europea. Así nacteron los salvajes:por el mlsmo proceso por el que hoy contlnúan reprodu­cíéndose comportamientos racistas y xenófobos. La ideade la superlorldad biológica de la raza arta no habría sidoposlble sín la Idea de la superioridad temporal de la actí­tud y dei comportamlento racistas.

Con la mtsrna prevenctón antltotalitarla, el nuevo para­digma sospecha de la dlstinclón entre apartencta y reali­dado En los términos en que ella fue hecha por la cíencta

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moderna, se trata mucho más de una jerarqutzactón que.de una distinclón. La aparíencía es la no realldad, la ílu­stón que crea obstáculos para la intellglbilidad de lo realexistente. De ahí que la cíencta tenga como objetivo Iden­tificar-denunciar la aparíencía y sobrepasarla para alcan­zar la realldad, la verdad sobre la realldad. Esta pretensiónde saber distinguir y jerarqutzar entre apartencía y reali­dad y el hecho de que la dtsttncíón sea necesarla en todoslos procesos de conocimiento hlcleron postble el episte­mlcidio de la desclasíftcactón de todas las formas de cono­cimiento extraiías aI paradigma de la cíencía moderna bajoel pretexto de ser conoctmtento tan sóIo de apartencías. Ladistribución de la apariencia a los conocimientos deI Sury de la realidad ai conoctmíento científico dei Norte, está enla base deI eurocentrismo. Y dada la vtnculactôn mu­tua de conocimientos y prácticas, esta mtsma distribu­ción permltló eliminar o marginalizar, por l1usorlas ymistlflcadoras las práctlcas dei Sur que dlscrepabancon las prácticas deI Norte, llamadas ésras reales por elhecho de coincidir, a los ojos de quien las observaba, conlas aparíencías famlllares.

Para el nuevo paradigma, la dístrtbucíón entre aparten­cia y realldad no síempre tlene sentido y cuando lo tíene,siempre es relativo y la apariencia no es necesariamenteellado Inferior de la dupla. El nuevo paradigma se apoyaen Schl1ler y en su defensa de la aparíencía estética (dasaesthetlsche Schein) en las Cartas sobre la Educación Es­tética del Hombre, publicadas en 1795 (Schlller, 1967). Ade­más Schl1ler representa, para el nuevo paradigma, una delas tradiciones suprimidas en la modernidad y como tal,puede contribuir a la conííguracíón de la nueva ínteltgtbí­lidado Schiller hace una crítica radical de la clencia y de ladeshumanización administrativa Yespecialización profe­stonal que eIla promueve: una crítica que, por lo demás,es bastante semejante a la hecha por Rousseau. Y tal comoacontece con Rousseau, a Schiller no lo anima ningunaveleidad nostálgica sino antes el deseo de reconstruir latotalldad de la personalidad en las nuevas condicionescreadas por la modernldad. Tal totalldad no se obtíene, nlpor el dominio de las fuerzas de la naturaleza, que la cíen­era hace poetble. nl por las leyes o la moral que el Estadopromulga, sino por una mediación entre eIlos, por una ter­cera entidad, la forma estética, el Estado estético; "en

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medio deI reino terrible de las fuerzas de la natura1eza ydeI remo sagrado de las leyes , eI impulso estético de la for­ma actúa para crear el reino de lo lúdico y de la aparíen­cia" (Carta 27 § 8), Pero Schíller está consciente de que laapariencia estética sóIo será universal cuando la culturavuelva imposible el abuso de esta apartencta. Porque mien­tras, dice Schiller, "la mayoría de las personas humanasestán demasiado cansadas y exhaustas de la lucha por laextstencra, para poder involucrarse eu una Iucha nueva ymás dura contra el error". (Carta 8 § 6), Es por eao que. contantas razones que él enumera, para que la socíedad seconsidere iluminada. tiene sentido preguntar: ""por quéentonces, todavía continuamos siendo bárbaros?"

La ímportancía de Schiller para el nuevo paradigma esdobie. En primer lugar, ai afirmar la centralldad de la for­ma estética como transformación radical de la materia que,Si';' embargo, tiene una dimensión lúdica y no está sujetaal ídolo de la utiltdad, Schiller propone una nueva re1aciónentre la cíencta y eI arte, una combinación dinâmica degéneros. en que la relactón plena de la cíencía es tambténsu disolución en eI reino más extenso deI arte, deI senti­miento estético y de la vivencia lúdica. De manera similarsegún el nuevo paradigma, la cíencía es un conoctmíentodiscursivo, c6mplice de otros conocímíeritos discursivos,concretamente literarios. La ciencia hace parte de las hu­manidades. Como narrativa no ficcional, tícnc un gradomenor de creatividad pero, precisamente, es s610 unacuestión de grado lo que la distingue de la flcctórt creattva.En estas condiciones. está precluida cualquíer postbíltdadde demarcactcnes rígidas entre disciplinas o entre géne­ros, entre ciencias naturales, sociales y humanidades,entre arte y literatura. entre cíencta y flccíón.

Pero Schiller tíene importancia para el rruevo paradig­ma por otra razón. Por el modo como rehabilita los senti­mientos y las pasiones como fuerzas movilizadoras de latransformación social. Como vimos. una de las preocupa­cíones centrales dei nuevo paradigma es crear alternati­vas y la competencía entre eIlas. La otra preocupaci6n esla de crear una subjetividad que quíera luchar por ellas.Efectivamente, e1 síndrome de bloqueo global que hoy sevive. tal vez no se deba tanto a la falta de alternativas (por­que ellas existen) sino también a la falta de voluntad índí­viduaI y colectiva para luchar por ellas.

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La falta de credibilidad de las alternativas es e1 reversode la índolencía de la voluntad. Escrtbíendo aI final del sígloXVIll, Schíller teme que el ídolo de la utilidad venga a ma­tar la voluntad de realización personal y colectiva. Por esoafirma en el § 3 de la Carta 8: "[La] razón realízó todo lo quepudo realizar aI descubrlr y aI presentar ia ley. Su ejecu­cíón presupone una voluntad decidida y el ardor dei sen­tímíento. Para vencerverdaderamente las fuerzas que entranen conflícto con ella, ella mísma tíene que volverse una fuer­za (. .. ) pues los instintos son la única fuerza motivadoradeI mundo seristble". Y concluye en e1 § 7 de la mísrna car­ta: "e1 desarrollo de la capacidad dei hornbre para sentires en consecuencia, la necesidad más urgente de nuestraépoca".

EI nuevo paradigma entiende que el racionalismo estre­cho, mecanicista, utilitarista e instrumental de la cienciamoderna, combinado con la expansíón de la sociedad deconsumo, obnubíló. mucho más aliá de lo previsto por Schíller,la capacrdad de revoluctón y de sorpresa, la voluntad detransforrnacíón personal y colectíva y que. por eso, la tareade reconstrucci6n de esa capacídad y de esa voluntad es,a fines deI siglo XX. mucho más urgente de lo que era a fi­nes dei síglo XVIII. Por dernás , más aliá de Schíller. otroscreadores culturales, cuyas ideas y utopías fueron aúnmás suprimidas o marginalizadas que las de Schiller, pue­den ser convocados para llevar a cabo la tarea. Me refieromuy especialmente a Fourier, aliugar central que las pa­siones ocupan en su pensamíento -él que en la vida prác­tica fue, tal como Fernando Pessoa, un fiel servidor de lamon6tona vida comercial- y al principio de la atracciónapasíonada. concebido por él como el gran motor deI mo­vimiento universal.

Como mencíoné arriba, el nuevo paradigma epístemo­lógíco aspira igualmente a una nueva pstcología para laconstrucción de una nueva subjetívídad. No basta con crearun nuevo conocímíento: es preciso que alguíen se reconozcaen él. De nada valdrá inventar alternativas de realizaciónpersonal y colectíva, si eIlas no son apropiables por aque­1I0s a quíenes están destinadas. Si el nuevo paradigma epíste­mológíco aspira a un conocímíento complejo, permeable aotros conocímíentos. local y arttculable, entrelazado conotros conocímíentos locales. Ia subjetividad que lo justifi­ca debe tener características similares o compatibles.

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La subjetividad engendrada por el víejo paradigma es elindividuo unidimensional, maxírntzador de la utilidad queescoge racionalmente, según el modelo arquetípico dei homoeconomrcus , Las alternativas creíbles frente a tal subjeti­vidad tienen que medirse por ella: y por eso no sorprendeque la ecuactón entre mterés y capacidad haya sido com­pletamente privatlzada en la medida en que se ahondó elenlace entre modernidad y capitalismo. Por el contrario,el nuevo paradigma aspira a una subjetiv!dad que sea ca­paz de ella. La multidimensiOnalidad de la subjetívídad deinuevo paradigma ya está indicada en el modelo de los cua­tro espacios-tiempo estructurales descrito en el quintocapítulo. Efectívamente. cada espacío-ttempo crea unaforma o dimensión de subjetívídad. por lo que los índtví­duos Y los grupos sociales sono de hecho, constelacíonesde subjetividades. articulaciones particulares. variablesde contexto a contexto, entre las diferentes formas o di­mensiones. Esto significa que la construcción de la vo­luntad de las alternativas y de la competericta entre ellas.tiene que hacerse en relación con cada una de las dimen­siones y en consecuencia, en cada uno de los espacíos­tiempo estructurales. No es pues tarea fácil. una vez quela frtcctón es igualmente multrdímensronal: los obstáculospara la construcctón de tal subjetividad, no están locali­zados en un espacio-tiempo dado. sino dísemínados portodos ellos. Tales obstáculos constituyen cuatro habi­tusess de regulactôn, subordinación y conformismo a loscuales es necesarro oponer cuatro habituses de emanei­pacíón , ínsubordínacíón y revolución.

Esta multidimensionalidad exige que las energías eman­cípatortas sean simultáneamente muy amplias y muyconcretas. En el paradigma de la moderrudad Jue, por elcontrario. la unidimensionalidad la que hizo posible tomaramplitud por abstracción; el índívtduo abstracto puedeaspirar a una amplitud universal. pero obtenida a costadei vacio total de atributos contextuales. La amplitud deinuevo paradigma significa, ante todo. Ia ampliación de lasrazones con que se pueden justificar las conductas, unaampliación de la racíonalídad cognitivo-instrumental ha­era una racionalidad más amplia donde quepa, adernas de

5 N dei T: Habituses ee el plurai dehabttus, que es uno de los conceptos cen­trates de la eoctotogta de Pierre Bourdieu.

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ella, la racionalidad moral-práctíca y la racionalidad esté­tíco-exprestva. una arnplíacíón de la demostración racion~al

hacia la argumentación racional. en suma una ampl.ia:ionde la racionalidad hacía la razonabtlídad, dei oonocmuen­to demostrativo hacía la phronesis. Paradójicamente,mientras más amplia es la ractcnalfdad conoce mejor SUB

límiles. En este tema, las pasíones de Schiller y de los ro­mânticos y la atracción apastonada de Fourier. son los doscampos preferenciales de la excavacíón arqueológica de lamodernidad.

Pera esta amplíacíón de las energias emancipatorias sólotiene sentido si su extenstón fuere igualada por su inten­sídad, Si la energia emancipadora se sabe condensar en losactos concretos de emancipación protagonizados por in­dividuos o grupos socíales, La desconfianza de las abstrac­cíones es fundamental en el nuevo paradigma. No es queellas no puedan ser aceptadas sino que sólo lo sean cuan­do los contextos de su realízactón les hagan justicia. Porejemplo, el concepto abstracto de los derechos humanoscomienza hoy, dos síglos después de su formulación, atener verdadero sentido en la medida en que por todo elsistema mundial. grupos socíales estén organizando lu­chas de emancípactón guiadas por él.

Para la construcción de la amplitud concreta de la sub­jetívtdad. me parecen fundamentales otros dos campos deexcavación arqueológica: Montaígne y Kropotktn. otros doscreadores culturales cuyas ideas fueron suprimidas omarginalizadas por la concepción hegemónica de la mo­derntdad capitalista. La importancia de Montatgne resideen haber desarroIlado un dispositivo intelectual que com­bmaba la inteligibilidad más concreta -Ia de él mismocomo ser humano- con la problematización más ampliadei sentido de la vida y de la socíedad. Montaígne escribiósobre sí mísmo porque como solía decír, ese era el ternaso­bre del que tenía algún conocímíento seguro y concreto.Pero no lo hízo de modo narcisista, encerrado en sí mís­mo. AI contrario supo, a partir de lo más profundo de sí,buscar la inteligibilidad de lo más amplio y también lo másprofundo de la vida colectiva. Para eso, rompíó radical­mente con la distinción sujeto/objeto en que se basa lacíencía moderna. anticipando así, en muchos síglos, lo quehoy pretende el nuevo paradigma. Como Montaigne lo viomuy bíen, ei problema de la distinción sujeto/objeto. es

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que induce a la abstracción no sólo dei objeto sino también~eI propio sujeto. La arrogancia epistemológica de esteúlttmo es el resultado de un auto-olvido. Ese auto-olvidooculto en el olvido deI otro, fue denunciado elocuerrternerr­te por Frantz Fanon cuando, en uno de SUB desahogos irô­nicos, Se preguntaba por qué los europeos hablaban tan­to deI individuo en general y no eran capaces dereconocerlo cuando lo encontraban (1974: 230).

. SI Morrtaígne insistió en la necesidad de no perder devlst.a ai individuo concreto, Kropotkin insistió en la soli­darídad ~~ncreta, en los lazos de ayuda mutua que unena los índívíduos. unos a otros y stn los cuales la vida indi­viduai y no sólo la colectiva, no sería posible. Contra elindiVIdualismo posesivo y et darwinismo social de la épo­ca. Kropotkin trató de reivindicar la evidencia de que laspersonas son capaces de solidaridad y, en la práctíca, lahan verrído ejerciendo a través de la htstorta fi 1902 J 1955)No tra:ó siquiera de hacer abstracta esa capacídad como:de algun modo, lo hizo Marx aI centrarIa en la clase obre­ra. Antes trató de darle voz donde quiera que la vio y la vioviolentada por ei paradigma psicológico dominante.

Patrones de transformación social

La conflictividad paradigmática en ei dominio de lospatrones de transformación social es tal vez más recienteque la que ocurre en la epistemologia y en la subjetividadpera se ~gudizó enormemente en las dos últimas décadas:En este ámbíto, Ia conflictividad tiene lugar entre dos gran­des paradigmas de desarrollo social. que designo símple­mente COmo paradigma capital expansionista y paradigmaeco-s?clalista. Dos notas preliminares sobre este confhcto.~a pnmera es que. tal como sucede en el caso de la conflíc­tívídad epistemológica, cada uno de los paradigmas enconlhcto está muy diferenciado interiormente y tanto quealgunas de las verstones de cada uno de ellos se aproximande tal modo que parecen constituir una zona gris írrterrne­dia, mixta. Stn embargo, sostengo que esta zona, lejos denegar la exístencia dei conflicto paradigmático, está pre­supuesta por él y es por eso que le pone límites a la propiaposibI1idad de combinación e intermediación entre losparadigmas, Son las diferencias no negociables que hacenel conflicto parautgrnãuco.

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La segunda nota es que el conllicto paradígmátíco noestá sólo terciado a nivel intelectual, como ha sucedido porlo menos hasta ahora, con e1 conflicto epistemológico. Esademás de eso y cada vez más, un contlicto social y políti­co sustentado por grupos e intereses organizados, aunquecon poder de organízacíón muy desíguales. De alguna ma­nera. este conflicto paradígmátíco funciona como bisagraentre los otros dos conflíctos. porque se traduce en prác­tícas soctales alternativas. también aspira a prácticasepistemológicas alternativas y por eso está profundamenteentrelazado con el paradigma epistemológico; porque esaspráctlcas sociales ttenen lugar en un campo político y, dehecho, aspiran a una redefinición global de ese campo. e1conflicto entre eI paradigma capital expansionista y el pa­radigma eco-socialista tienen profundas vinculacionescon el conflicto paradtgmátíco sobre el poder y la política.descrito brevemente a continuación.

El paradigma capital-expansionista es el paradigmadominante y tiene las sígutentes características generales:el desarrollo social se míde esencialmente por el crect­mtento económtco: el crecimiento económico es continuoy se basa en la tndustrtaltzacíón y en e1 desarrollo tecno­lógico virtualmente infinitos: la discontinuidad entre lanaturaleza y la sociedad es total: la naturaleza es materiavalortzable sólo como condición de la produccíón: la pro­ducctôn que garantice la continuidad de la transformaciónsocial, se basa en la propiedad privada y especialmente enla propíedad privada de los bienes de producctón, Ia cualjustifica que el control sobre la fuerza de trabajo no tengaque estar sujeto a reglas democráticas. EI modelo de trans­formación social propuesto por Marx comparte las tresprimeras características. por lo que se puede considerarcomo un modelo subparadtgmáuco. situado en la zonagris, intermedia.

EI paradigma eco-socialista es el paradigma emergentey, tal como lo concibo, tiene las sígutentes características:el desarrollo social se calibra por el modo como se satísfa­cen las necesidades humanas fundamentales y es tantomayor a nlvel global, cuanto más variado y menos desiguales. La naturaleza es la segunda naturaleza de la socíedady como tal, sin confundirse con ella , tampoco tiene díscon­tlnuidad; debe haber un estricto equilibrio entre tres formasprincipales de propíedad: la individual. ia comunitaria y

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la estatal. Cada una de ellas debe actuar de modo que al­cance sus objetivos con el mínimo de control deI trabajode los otros.

EI paradigma eco-socialista como construcción intelec­tual. resulta de un diálogo intercultural muy amplio y, tantocomo sea posible, horizontal. La base de ese diálogo, esdoble. Por un lado, las necesidades humanas fundamen­tales no varían mucho en el sistema mundial; 10 que variason los medios para satisfacerlas (los satisfactores I. Deahí que se deba partir de una íntelígtbtltdad interculturalde las necestdades para. a través de el1a, alcanzar la ínte­ligibilidad intercultural de los satisfactores. Por otro lado,todas las culturas tienen un valor de dígntdad humana locuaI, stendo único, permite una hermenéutica transva­loratíva y multicultural. Tal hermenéutica constituye eldesafio central dei paradigma emergente.

EI paradigma eco-socialista se basa en tradícíones muyvariadas. En lo que se refíere a las tradiciones europeas,son de mencionar la tradición comunttarta, el organícísrnoIeíbnttztano, el movimiento romântico, el socialismo utó­pico, el marxismo y en lo que respecta a las tradíctones noeuropeas, las culturas hmdú, china y africanas; la culturaislámica y las culturas de los pueblos nativos americanos.El paradigma eco-socialista se alimenta de los márgenesy dei Sur y tal como se calcula, ellos son muchos, muyplurales e incluso babéllcos. Son como el otro dei centro,eurocéntrico, moderno, capitalista, lo que hace proliferarlos márgencs y el Sur en la exacta medida de su autorita­rismo y de su carácter excluyente. Esta babel de raícesestá convocada por una enorme variedad, igualmentebabélica, de movimientos sociales y organizaciones nogubernamentales y transnaciona1es, ecológicas, feminis­tas, obreras, pacifistas, de defensa de los derechos huma­nos, de los derechos de los consumidores y de los derechoshistóricos de los pueblos indígenas, de la lucha contra elajuste estructura1 o la víolencía urbana, de la lucha por losderechos de los ínmígrantes ilegales, de los refugiados, delas minorías, de las sexualidades alternativas, etc., etc.Muchos de estas movtmíentos tíenen muy poco o inclusonada que ver con las características que le atribuí arribaal paradigma eco-socialista. Tienen en común ser un cam­po de experimentación social bastísírno donde se vau tem-

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perando las energias y la subjetividad necesaria para unalucha civilizadora como aquella que propone el paradigmaemergente. La experimentación tíene que ser la más exten­sa, tan extensa como la tradíctón en que se basa, para queel paradigma, que sólo es emergente, se vaya construyen­do sobre una base sólida, pera en recttfícacíón permanen­te en la medida en que va sterido creíble para grupos so­ciales cada vez más amplias. Por la mtsma razón, elparadigma emergente busca la competencia y el concursocon el paradigma capital expansionista. El objetivo funda­mentai es , de hecho, díseüar varias formas de soctabíltdaden las que la competencia entre los paradigmas sea prác­ttca, controlable yevaluable.

En la transícíón paradígmáttca. el Estado será lIamadocomo Estado-Providencia, cuando asegure la competenciaen igualdad de condiciones entre los paradigmas rivales.La competencia entre los paradigmas tiene una dímenstónde contradicción y una dimensión de competencia. La prt­mera tiene por objetivo aclarar analítica y normaüvamentelo que separa los paradigmas: la segunda se dirige hacíala articulación de los paradigmas con la expertencía sub­jetiva de los individuos y de los grupos y busca por eso,crear la subjetividad adecuada a cada uno de ellos, la ener­gía y el entusiasmo necesarios para luchar por eIlos. Lacompetencia entre los paradigmas tendrá lugar en el inte­rior de cada uno de los cuatro espacios-tiempo estructu­rales y en cada uno de ellos , asume una forma particular.En el espacto-tíernpo doméstico, el conflicto es entre la díví­sión sexual patriarcal dei trabajo y la comunídad eco-fe­minista doméstica, entre la familia reproductiva de la fuerzade trabajo y la familia productora de sattsfaccíones de ne­cesidades, organizadora del ocio y de la convivencia con lanaturaleza. La seguridad social prestada por el Estado alas familias, debe ser prestada en igualdad de ctrcunstan­cías, a las dos organizaciones de la dornesttctdad.

En el espacío-tíempo de la producción, el conflicto y lacompetencia será entre unidades capitalistas de produc­ctón y unidades eco-socialistas de producción. En estasúltimas, caben organizaciones de muy diferente tipo peraque comparten el hecho de no estar orientadas, ni exclu­siva ni primordialmente hacía la obtención de lucro: unida­des de producción cooperativa, pequena agrtcultura famütar,servíctos comunitarios, instituciones particulares de so-

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lidarldad social, organizaciones no gubernamentaies, pro­ducción por autogestión, etc., etc. La segunda dimensiónprovidencial dei Estado reside en apoyar, en igualdad decircunstancias, unidades productivas de ambos tipos paraque puedan en tgualdad de círcunstancías. mostrar lo quevalen, ya sea por el resuitado de la produccíón. ya sea porlos valores de la subjetivtdad que la suscitan y la promueven.

En este espacio-tiempo se promueve aún otro conflicto:el conflicto entre el paradigma consumista, individualistay el paradigma de las necesidades humanas y dei consu­mo solldarista. Es en este espacío-ttempo donde verdade­ramente se moldean los estilos y ios modos de vida porquees en él donde se decide la ecuación entre necesidades ysatisfactores. Mientras que en el primer paradigma, lasnecesidades están aI servicio de los satisfactores, en eIsegundo paradigma los satisfactores están ai servícto deias necesidades. Mientras que en el prtrner paradigma, elmercado es la única institución organizadora deI consumoy las necesidades se convíerten eri preferencias obje­tivadas, en objetos, para eI segundo, eI mercado es unaínstttucíón entre otras: y las necestdades son expertencíassubjetivas que pueden expresarse de muchos modos dife­rentes de acuerdo con los contextos y las culturas, unasveces a través de objetos deseados. otras veces a través dedeseos de intersubjetividad. Finalmente, para el primerparadigma, las necesidades son una privación mientrasque para eI segundo son simultáneamente una privacióny un potencial. La tercera dimensión providencial dei Es­tado consiste en promover y asegurar la confltctívídad in­telectual y sociai de estos dos paradigmas, dándole a ambosiguales condiciones para que examinen sus potencialida­des y conquistar adeptos.

Ai nivei dei espacío-tíempo de la ciudadanía, ia confron­tación entre los paradigmas es particularmente crucial ydifícil de mantener, toda vez que siendo el Estado ia formainstitucional de este espacío-tíempo, tiene que promoverel conflicto paradígmáttco en el interior de sí mismo y espor eso que, la cuarta dimensión providencial dei Estadoen Pasárgada 2, es la autoprovidencia dei Estado paraconsigo mismo. En este espacío-tíernpo, el contlicto para­dtgmáttco ocurre entre el paradigma de la obligación políticavertical y el paradigma de la obligación política horizontal.Ei primero preside ia constttuctón dei Estado liberal y tiene

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las sígutcntcs características: eI Estado tiene el monopoliode la víolencía legítima y dei derecho, para lo que disponede una organización burocrática de gran escala, centrali­zada y centralizadora: el Estado atribuye la cíudadania alos índívtduos nacionales; en principio, no hay ciudadaníastn nacionalidad y viceversa; los ciudadanos son formal­mente iguales y todos están igualmente sujetos ai poderdei imperio dei Estado.

EI paradigma de la oblígacíón horizontal le conflere aiEstado el monopolio de la violencia legítima pero no elmonopolio de la producción del derecho. Por el contrario,existe en ia sociedad una pluralidad de órdenes jurídicoscon diferentes centros de poder para sustentarios y dife­rentes lógicas normativas. En la constitución de la ciudada­rria, es tan importante la obltgacíón vertical corno la oblí­gación horizontal; y por esa razón la cludadania no tieneque ser ni individual ni nacional; puede ser individual ocolectíva, nacional, lacaio transnacional. La eficacia inter­na deI Estado reside en el modo como negocia y píerde eIpoder de imperio interno a favor de otras organizacionessociales. Para esa negociación y ese reparto es funcionalla gran escala y el centralismo organizativo dei Estado,pero la función que desempefian consiste en la creación,en la promoción de estructuras organízatrvas de menorescala, descentralizadas, locales. EI carácter providencialy redistributivo dei Estado reside ante todo en ei modocomo redistribuye sus propias prerrogativas; y uno de losvehículos preferidos es. como lo he venido sostentendo, lapromoción de la competencia entre los paradigmas encada uno de los espactos-nempo estructurales. Esta es lacuarta dimensión providencial deI Estado en la transiciónparadígmáttca.

En eI espacío-tíempo de la ciudadanía, la contradíccíóny la competericta paradigmáticas ocurren a otro ntvel, alnível de la dimensión cornunítarta deI espacío público.Aquí la concurrencia es entre eI paradigma de las comu­nidades-fortaleza y el paradigma de las comunidades defrontera. EI paradigma capitai-expansionista síempre queno destruyó los espactos identitarios colectívos prefirió laconstitución de comunidades identitarias excluyentes, yasean excluyentes-agrestvas. ya sean excluyentes-defensi­vaso Las prírneras, las excluyentes-agresívas, de las que eIejemplo arquetípico es la "soctedad colonial", están consti-

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tuidas por grupos sociales dominantes que se encerraronen su superioridad para no ser contaminados por las co­munidades inferiores. Las segundas, excluyentes-defen­sívas. son el reverso de las prtrneras. Históricamente, sur­gierondel contacto con las comunidades excluyentes-agre­sívas, encerrándose para defender lo poco de dígnídad quepudo e,scapar ai pillaje colonial. EI ejernplo arquetipico deestas últtmas son las comunidades indígenas. La conse­cuencía de este proceso de encerramiento recíproco es que~as ,comunidades-fortaleza tienden a ser internamente muyJerar~~.licas.o sea, son excluyentes hacia el exterior perotambíén hacía el interior.

Para el paradigma de las comunidades de frontera laidentidad es síempre multiforme, inconclusa, en procesode reconstruccton y de retnverston, es en verdad un pro­ceso de identificación en curso. Por eso la comunidad ha­cía donde apunta es vorazmente inclusiva. permeable, sealimenta de las fuentes que lanza hacia otras comunidadesbuscando en la comparación y en la traducción intercul­tural el sentido más profundo de la dlgnldad humanacomo otras comunidades identitarias. Los movimientospopulares de América Latina, las comunidades laicas debase. los rnovtrníentos de los derechos humanos en todoel sistema mundial. algunos movlmientos ecológicos y fe­ministas, tienden a estar habitados por ei paradigma delas comunidades de frontera. AI contrario. el movimientosindical tradicional en ei Norte, algunas corrlentes deimovimiento feminista y muchos movimientos de homo­sexuales y lesbianas tlenden a prefigurar el paradigma delas comunidades-fortaleza. Sobre todo, éstas últimas tien­den a constituir comunidades excluyentes-defensivas.

Para el paradigma emergente el objetivo central es lucharcontra el aparthetd identltario y cultural que el paradig­ma dommante presupone y ha desarrollado constantemente.La quinta dtmcnsíón providenciai dei Estado enPasárgada2, consiste en promover la pluralidad y la permeabilidadde las identldades Incentivando la confrontaclón entre losdos paradigmas, con base en la idea de que elapartheid sereproduce incesantemente en la sociedad y a muchos másniveles,de los que ordinariamente se cree, siendo esto, porlo d~mas, uno de los recursos estratégicos deI paradigmacapttal-expanstontsta.

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Por últtmo, en el espacío-tíernpo mundial, el conl1ictoparadígmátíco es entre el paradigma dei desarrollo des­Igual y de la soberania excluyente y el paradigma dei de­sarrollo democráticamente sustentable y de la soberaníarecíprocamente permeable. EI prtmer paradigma dominan­te, fue descrito más arriba, con algún detalie, por lo queme excuso de caracterizarIo aquí. EI segundo paradigmaemergente, convoca a un nuevo sistema mundial organi­zado según principios eco-socialistas. Es de algún modoun sistema más globalizador que el actual, porque la globa­ltzacíón ocurre bajo el signo de la Identificación transna­cional de las necesldades humanas fundamentales y deiprincipio de la dígnídad humana. Después de síglos de moder­nidad capitalista. Ia jerarquia Norte I Sur se hizo una mega­ftccíón , una marca profunda de las experiencias socialesen el interior deI sistema mundial y como tal, no puede sererradicada de un momento a otro. Pero debe, a partir deahora, ser puesta bajo sospecha sistemática.

El principio de la acción social en este eepacío-ttempo.pasa a ser que todo lo que contrlbuyó a alimentar lajerar­quia Norte/Sur, es una práctlca de lesa humanidad quedebe ser evaluada como tal. EI sistema interestatal tieneun papel importante en la prornocíón de esa sospecha sts­temátlca pero, para ejercerlo cabalmente, tlene que trans­formarse profundamente a si mtsrno. De ahí el principio delas soberanías recíproca y democráticamente permeables.El principio de la soberanía exclusiva, tal como fue desa­rroliado por el paradigma dominante, hace posíble, en lapráctica, que los Estados más fuertes, invocando Inte­reses nacionales, concretamente de segurtdad nacional,puedan ejercer sus prerrogativas de soberanía a costade la soberania de los Estados más débiles. Efectivamen­te, la soberanía de los Estados periféricos y semípertférícosha sido tradicionalmente muy permeable a las pretensionesde los Estados hegemónícos. Lo que es necesarío es asumirla permeabilldad como un proceso recíproco y democráticopor via dei cuallos Estados negocíen la pérdida de su sobe­ranía a favor de organismos internacionales y de organiza­cíones no gubernamentales transnacionales mejor equipa­das que el Estado para realizar las tareas ecosocialistastransnaclonales. Tal como en el espacio-tlempo de la cru­dadania el Estado negocia democrátlcamente la pérdida desoberania Interna a favor de grupos y organlzaclones que

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puedan, por transferencta, ejercer algunas prerrogativasde auto-gobiemo, en el espacío-tíempo mundial los Estadosnegocian entre sí y con organízactones ínternacíonales ytransnacionales, la pérdída de soberanía externa, de modoque éstas dispongan de un conjunto de prerrogativas de so­beranía que les permitan crear formas de gobierno transna­cíonal para los temas y problemas que no pueden ser re­sueltos adecuadamente ní a nível estatal, y ni síquíera anível interestata1.

Poder y política

La tercera gran área de contradicción y competenciaparadígmatíca. es el poder y la política. Esta área es qui­zás, más importante que las demás en la medida en queen ella se conciben y se forjan las coalícíones capaces deconducir la transición paradígmáttca. La dífícultad de taltarea está en que la transíctón paradígmátíca reclama, mu­cho más que una lucha de clases, una lucha de ctvílízacíonesy la reclama en un momento en que ui síqutera la lucha deelases parece estar en la agenda política. Sin embargo.desde el punto de vista dei paradigma emergente, tal situa­cíón lejos de ser paradójíca o dílemátíca. expresa a un ní­vel muy profundo las potencialidades paradígmátícas quela época actual encíerra y que es preciso hacer que afloren.

En verdad, el agotamiento de la lucha de elases o. paraser más exactos, la derrota global del movimiento obreroorganizado. significa. no que los objetivos de esta lucha sehayan cumplido -probablemente nunca estuvieron tan le­jos de estarlo- sino que ellos sólo se pueden obtenerden­tro de un contexto más amplio, ctvíhzacíonal, eu el queefectivamente estuvíeron integrados en su ortgen pera que pocoa poco, se fue perdiendo. Si analizamos el movírníento obre­ro revolucionaria desde el inicio dei sigla XIX hasta la Co­muna de Paris, comprobamos que sus objetivos más queuna lucha de clases, implicaban una lucha civilizadora.Así, sus luchas no tenían como objetivo un simple cambiode las relaciones de produccíón, Aspiraban a una nuevasoctabtltdad, a la transforrnacíón radical de la educacióny del consumo; a la eliminación de la família, a la emancí­paclón de la mujer y aI amor libre. Es solo en el últimocuarto dei sigla XIX y en buena medida debido a la ascen­dencia deI marxismo en el movímíento obrero, que los ob-

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[etívos cívtlízantes van a ceder el paso a meros objetivos declase. Es en ese proceso que eI movímíento obrero pasa amtegrarse en la modernidad capitalista. en el mísmo pro­ceso en que Marx dtseüa la estrategta para superarlo. Unaestrategía que desde el principio estaba destinada ai fra­caso, toda vez que. en ese momento la modernidad estabaya reducida como proyecto social. a la modernidad capi­talista y por eso no era postble eliminar a la última salva­guardando a la primera.

EI objetivo de un pensamiento heterotópíco es exacta­mente el de volver a colocar. ai final dei sigla XX y en moldesradicalmente diferentes. Ia lucha civilizadora por la quevalió la pena luchar ai principio dei sigla XIX. Esta luchacívtltzatorta es. sin duda. una lucha epistemológica y psi­cológica y una lucha por modelos alternativos ~e soctabtlt­dad y de transformactón social; pera es por en?,ma de todouna lucha entre paradigmas de poder y de politíca. Las lu­chas están obviamente interrelacionadas porque en cadauna de ellas, tanto el paradigma dominante como el paradig­ma emergente. reciben el apoyo cómplíce de los paradigmascorrespondientes en corrrpetencta en las otras luchas. Esesta sobrepostcíón de luchas la que confiere el âmbito y laínteristdad específicos de una lucha ctvützatorra. Y Si estasobreposición crea el potencial de una transformación ra­dtcal, hace tambíén particularmente dtficíl, sobre todo en unafase inicial de transición paradígrnátíca, la creación y la con­solidaciónde las coaliciones y de las organizaciones porta­dorasde una nueva ecuacíón entre intereses y capacidades.

Contra tales coaliciones y organizaciones. milita la eflca­cia multiplicadora de la sobreposición de los paradigmasdominantes en cada una de las áreas de soctabtltdad. Estaexplica que. como anoté arriba, sean débtles, fragmentadosy localizados. los grupos y las luchas que por doquíer in­tentan romper con los dilemas que describí e intentan pro­poner una salida civilizatoria. Lo que les falta no es ~anto

la capacidad organízattva o los recursos -aunque estostambtén escaseen- sino más bíen Iegttímídad y muchas ve­ces autolegítímídad para, a partir de espacios socia~es tancircunscritos, proponer transformaciones que solo se­rían eficaces si fueran globales. EI objetivo central de laCámara Paradtgmátíca de Pasárgada 2. en el área dei po­der y de la política, consiste precisamente en elevar el nívelcrítico de Iegiumídad de los grupos en lucha por el para-

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dígma emergente. a través de la expllcltaclón de las medía­clones entre lo local y lo global.

EI conflícto paradígmáttco en esta área es entre el pa­radigma de la democracia autorttarta y el paradigma de lademocracia eco-socialista. EI paradigma de la democraciaautorltarla está Inscrito en la matriz dei Estado modernoliberai y ya mencloné algunas de sus características. Aho­ra sólo agregare las que tlenen que ver dlrectamente consu carácter autorttarto. Tal carácter consiste, en prtmerlugar, en concebir como política sólo una de las formas depoder que circulan en la soctedad y limitar a ella el dispo­sitivo democrático. Consiste. en segundo lugar. en limitareste dispositivo democrático a un principio monoorgani­zatívo, la democracia representativa. supuestamente elúnico isomórfico con la forma de poder que pretende de­mocratizar. Consiste. en tercer lugar. en conferirle aI Es­tado el monopollo dei poder político a través dei principiode la oblígacíón política vertical entre Estado y cíudada­no. Consiste. finalmente. eu que esc monopolio estatal seaejercldo bajo la dependencla ftriancíera e Ideológica de losintereses económicos hegemónicos que. en la sociedadcapitalista. son los que se aflrman como tal a la luz deiprincipio dei mercado.

Desde el punto de vista dei paradigma de la democra­cia eco-socialista, estas características son autoritariasporque su eficacia socialle confíere a los poderosos. a losgrupos y ciases dominantes. una enorme legítímtdad queno sólo se reproduce sino que penetra en lajerarquía y laínjusttcía social. Así, al considerar como sólo política unade las formas deI poder. Ia dei espacro-tiempo de la ctuda­danía, el paradigma dominante se exonera de la exígenctade democratlzaclón de las restantes formas de poder. Ensegundo lugar, esta exoneracíón acarrea el cterre del poten­cial democrático en un modelo institucional y organizativo(la democracia representativa) específicamente con voca­ci6n para funcionar sectorial o profesionalmente stn per­turbar el despotismo con que otras formas de poder sonejercldas socialmente y sln tampoco dejarse perturbar poreIlas. En tercer lugar, la democracia representativa sebasa en un desequlllbrto estructural entre su eje vertical(la relacíón Estado-cludadanos) y su eje horizontal (la re­lacíón ctudadano-ctudadanos) en cuyos términos. Ia debí­IIdad de este segundo eje potencía, en general, el autort-

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tarlsmo dei eje vertical; ai mísmo tlempo que permite queél ejerza desigualmente la relaclón con diferentes gruposde ciudadanos, tanto más autoritariamente cuanto másvulnerables sean esos grupos. Por último y ligado con loque acabo de decir, el autoritarismo de este paradigmareside en que el Estado moderno. stendo el Estado quehist6ricamente revela mayor exterioridad en relacíón conel poder econ6mico cs, de hecho, mucho más dependientede él, ya sea porque los gobernantes dejaron de tener for­tuna personal, ya sea porque el Estado asumi6 nuevasfunciones que exígen la movtltzacíón de extensos recursos.De ahi la necesldad de que el Estado tenga que manteneruna relaclón de diálogo cómpllce con el poder econórnícoo en casos extremos. tenga que romper el diálogo para ga­rantizar su sobrevtvencía (las nacionalizaciones).

EI potencial autorttarto deI paradigma dominante esenorme y los regímenes se dlstlnguen por el mayor o me­nor grado con que lo reallzan. De ahí que los llamados re­gímenes autoritarios o incluso totalítartos. no sean unaaberración total, extrana ai paradigma. Por el contrario, lepertenecen genuinamente y s610 representan las formasexternas que él puede asumir. EI fascismo. por un lado, yel comunismo, por el otro, son cada uno a su modo formasextremas deI Estado liberal moderno y de la democraciaautorttarta que le es constitutiva. Hoy este autoritarismose reproduce bajo nuevas formas menos vístbles y por esotal vez más pellgrosas y dtfícíles de erradicar, bajo la for­ma de la destrucclón dei medro ambiente, dei consumlsmocompulsivo. de la deuda externa y de la jerarquía dei sis­tema mundial, dei ajuste estructural y de las leyes de In­mtgractón y del Imperialismo cultural.

El paradigma emergente, el paradigma de la democra­cia eco-socialista es radicalmente democrático, en el sen­tido de que tiene en mira instaurar la democracia a partirde las diferentes raíces dei autoritarismo y bajo las múltí­pies formas por las que él se manlflesta. Para este para­digma, son cuatro las fuentes principales de autoritaris­mo, en nuestra sociedad, correspondientes a los cuatroespactos-ttempo estructurales que he venido tratando.Como anoté a su debido tiempo, las relaciones sociales deestos espactos-tíempo son relaciones de poder y de des­tgualdad y como tal, fuentes de autoritarismo. Para serconsecuente, el proyecto democrático tiene pues que po­ner en su mira cada una de estas formas de poder parademocratlzarlo. Y debe hacerlo de modo que se maxímíce

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el uso eficaz de los procesos de democratizaciónespecíflcamente adecuados a la forma de poder bajo jui­elo. Es declr que para el paradigma emergente, no hay unasino cuatro formas estructurales de democracia; y cadauna de eIlas permite vartacíones internas.

La concentración exclusiva del paradigma dominanteapenas en una forma. la democracia representativa. ade­cuada aI espacio-tiempo de la cíudadanía, signrftcó el em­pobrecímíento dramático del potencial democrático que lamodernidad traía en su proyecto inicial. Es pues, necesa­rio reinventar ese potencial, lo que presupone inaugurardispositivos mstttucíonales adecuados para transformarlas relaciones de poder en relaciones de autoridad compar­tida. En eso consiste el proceso global de democratlzaclón.Este paradigma envuelve una enorme expansión del con­cepto de la democracia. y en varias direcciones, una deellas ya fue explicada en lo que acabo de describir. Comovimos, la democracia debe ser expandida desde el espacío­ttempo de la cíudadanía -donde, como vimos, tiene fuerteslimitaciones- hacia los restantes espacios-tiempo estruc­turales. Esto significa que la democracia no es una espe­cificidad normativa de la tnstrtucíón dei Estado nacional.Por el contrario la democracia es por así dectrlo, específi­ca de todos los espacios estructurales y de todos los nive­les de sociabtlídad. La especlficidad reside en el modo va­riado como ella está ínstttucíonalízada. En cada uno de losespacios-tlempo el paradigma emergente está vinculado ala transformación de las relaciones socíales , de relacionesde poder en relaciones de autoridad compartida; pero taltransformación asume necesariamente formas diferentesen las unidades eco-socialistas de consumo y en las uni­dades eco-socialistas de producción, por ejemplo.

La expansión estructural de la democracia involucratambién una diversificación de escala. El pensamientodemocrático de la modernidad concibió la escala nacionalcomo la "escala natural" de institucionalización de la de­mocracia. Se trata efectivamente de una reducción arbi­traria porque, por un lado. existió sternpre una tradiciónde democracia local que la modernidad tuvo que suprimirpara poder Instaurar su orrgínalídad. Y porque por otrolado, con el concepto de soberanía impermeable. suprimiópreventivamente un futuro de relaciones democráticas

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ínternacíonales que ella hacía contradtctortamente urgen­te e imposible.

EI paradigma de la democracia eco-socialista expandela democracia aún en una tercera díreccíón: la duracíónintertemporal e intergeneracional. Según este paradigma.la proximidad dei futuro es hoy tan grande que níngúnpresente es democrático stn él. Por así decírlo, las genera­cíones futuras votan con el mismo peso que las generacio­nes presentes. Además, la democracia de las relacionesinterestatales apunta sobre todo hacia la democracia delas relaciones integeneracionales y es en nombre de éstaque la cooperación entre los Estados es más imprescindi­ble y urgente.

Esta trtple expansión de la democracia -estructural, deescala e íntergeneractonal- presupone una enorme ínver­sión de innovación institucional. Como todas las formasestructurales de poder son políticas y como en todas ellasla transforrnacíón paradígmáttca apunta a constituir for­mas de compartir la autortdad, la democracia eco-socia­lista es muy diversa internamente. En su definición mássimpie, el eco-socialismo es democracia stn f1n. Tal objeti­vo utópico puede funcionar eficazmente como crtterío delos límites de la democracia en la modernidad capitalista.No se trata de obtener la transparencia total en las rela­ciones soctales, sino más bíen sólo de luchar stn límitescontra la opacldad que las despolitlza y desequilibra.

Una lucha democrática con esta amplitud no puede confiaren un sujeto privilegiado ni contentarse con un conceptounívoco de derechos. Son cuatro las posiciones subjetivasestructurales que se cornbínan y artículan de diferentesformas en la práctica social de los sujetos, tanto índívtdua­les como colectívos. La familla, la clase, la cludadanía y lanacionalidad son dimensiones o posiciones de subjetivi­dad que se combinan en los individuos y en los grupossociales de modos diferentes, según los contextos y lasculturas, según las prácticas y las tradícíones, según losobjetivos y los obstáculos. Dada esta multiplicidad de po­siciones subjetivas y de combmactories a las que danlugar. son recurrentes las constelaciones contradictoriasde subjetividades parcíales, o sea, la artlculación en el mts­mo Individuo o grupo social, de posiciones de subjetlvidadincongruentes, de donde resultan modelos de acción quela racíonalídad moderna considera tortuosos, ineficaces,

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contradictorios o incluso absurdos. Se necesitan crttertosde racionalldad más amplios para comprender la comple­jldad de tales constelaclones de subjetividades y los obs­táculos para su movilización en el sentido de transiciónparadígmátíca. La lucha por el paradigma emergente avan­za más mientras más dimensiones de la subjetividad seadopten como prínctptos de razón práctica. Se trata de unobjetivo difícil pues lo más normal es que, en una situa­ción de transtcíón paradígmátíca, ellndividuo, tal como lasociedad, esté dividido entre algunas de sus dimensionesde subjetividad cercanas ai paradigma dominante y otrascercanas al paradigma emergente. Las coalícíones a favordei paradigma emergente son posibles en la exacta medi­da en que adhíeran a él, una por una, las diferentes dimen­siones de la subjetlvldad de los individuos y de los grupossociales.

Concluyo así un recorrido telescópico sobre las formasque asume la confrontación entre el paradigma dominantey el paradigma emergente en los âmbitos del conocímíen­to y de la subjetlvidad, de los modelos de transformaciónsocial y dei poder y la política. La írnagtnactón de tal debateen la Cámara Paradígmáttca de Pasárgada 2 se destina adesarrollar el campo de las alternativas sociales prácticasya convocar a las instituciones educativas a participar acti­vamente en esa tarea enseftando e investigando por igual,los paradigmas enfrentados. El reconoctmícnto del conflic­to paradígmáttco tiene como objetivo precisamente recons­tituir el nlvel de complejldad a partir dei cual es poslblepensar y hacer operar alternativas de desarrollo soctetal.Era contra el reduccionismo que Fourier, a principias deIsíglo XIX, se rebelaba ai referirse a los economistas como"esa secta sallda de repente de la oscurldad" (1967). En lactencía moderna. en general, el perfeccionismo de las pa­labras y de los cálculos ha coexistido con el absurdo de lasaccíones y de las consecuencias. De ahí que en la transíctónparadtgmáttca se tolere la lmperfecclón de las palabras yde los cálculos, si ella se traduce en una mayor razona­bllldad y equtdad de las acciones y de las consecuencias.

No me propuse en este capítulo. formular una nueva teo­ria de la realidad en el final dei sigto. Procuré por el con­trario, desteorizarla para poder después hacer utopía conel objetivo de contribuir a la creación de un nuevo sentidocomún que nos permita transformar el orden o desorden

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existente que Fourier significativamente desígnaba como"orden subversivo".

No es tarea fácil ni es una tarea individual. Pero si esverdad que la pacíencía de los conceptos es grande, la pa­ciencia de la utopía es infinita.

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