Conductores de shows radiofónicos: orden en el caos
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CONDUCTORES DE SHOWS RADIOFÓNICOS: ORDEN EN EL CAOS
José Luis Fernández
“... supongo que en toda sociedad laproducción del discurso está a la vez
controlada, seleccionada yredistribuida por cierto número de
procedimientos que tienen por funciónconjurar sus poderes y peligros,
dominar el acontecimiento aleatorio yesquivar su pesada y temible
materialidad”(Foucault 2004: 14)
Orden y desorden del discurso
Foucault dicta su Clase Inaugural en 1970: época y espacio
de denuncia del poder social de lo discursivo. Es el mismo
momento en que se comienza a reflexionar sobre la fuerza
ordenadora de los géneros discursivos cuando, de la mano de
Todorov, se accede a la obra de Bajtín. La publicación de
la obra bajtiniana en Occidente se intersecta con la
temática cultural del caos, que cobra vigencia en el campo
del análisis de los discursos a partir del reconocimiento
en la descripción del estilo de nuestra época --
habitualmente denominado como postmoderno-- de efectos de
estallido e intersección de géneros discursivos1.
En el origen, esto era una ponencia presentada en el III CongresoInternacional Latinoamericano de Semiótica convocado bajo la consigna de orden ycaos, realizado en San Pablo, Brasil, 1996. Aquí se lo combina con unbreve artículo sobre el show radiofónico. Se le han agregado algunoscomentarios y, lateralmente, ejemplos que faciliten el sostenimientode un cierto efecto de novedad.
1 Curiosamente, mientras cae la actualidad del término postmodernidad,más se acentúa el uso descriptivo de sus supuestas características.
Esa puesta en cuestión de los géneros tiene consecuencias
teóricas dado que, como es sabido, en el origen de la
reflexión acerca de los géneros discursivos, está el hecho
de que la sociedad los aprovecha --consciente o no
conscientemente-- para introducir ordenamientos en el
universo de los intercambios de signos. Bajtin está entre
quienes más esfuerzos han realizado para colocar el
concepto de género discursivo dentro de lo que, siguiendo
una fuerte tradición sociológica, podemos denominar como
regulación discursiva2.
Es en el marco de esa reflexión acerca de la función social
de los géneros que Steimberg (1993) los ha situado como
sistemáticamente vinculados al concepto de estilo. En esa
línea, ha descripto los modos de aparición de textos que
deben considerarse como anti-género. Los textos anti-género
producen fracturas en lo ordenado por el género, tanto a
nivel retórico como temático y enunciativo. Ese efecto de
desgarro sobre la previsibilidad discursiva social puede
ser mitigado metadiscursivamente, por ejemplo, por los
manifiestos vanguardistas que, en esos casos, actúan como
intertextualizadores y legitimadores de los textos anti-
género. Estos procedimientos constituyen una de las vías de
transformación del mapa de géneros y estilos que distingue
un momento de la vida social.
Por otra parte, cuando hablamos de transformación no debe
entenderse que nos referimos exclusivamente a cambios
2 El texto al que nos referiremos es, por supuesto, “El problema delos géneros discursivos” incluido en Bajtin, M.M. (1985). Nuestralectura de Bajtin está influida por Todorov (1978).
progresivos (unidireccionales): en la vida de los géneros y de
los estilos hay retornos al pasado (revivals) o permanencias
asincrónicas de rasgos. Un caso paradigmático, y que no
pensamos como exclusivo de las sociedades frías, es el de
las pinturas corporales de las mujeres caduveo que describe
Lévy-Strauss (1970): en un intertexto de cambios de las
costumbres estilísticas pictóricas y de ornamentación lo
que intenta explicar el etnólogo es la permanencia del
género de la pintura corporal.
Es decir que, así como en la vida de los géneros no todo es
permanencia y previsibilidad, la alternativa no es
únicamente la ruptura brutal de las costumbres. En
realidad, ambos extremos se presentan como momentos
excepcionales. Los géneros viven en un delicado y
misterioso equilibrio entre cambios constantes --no
necesariamente percibidos por los metadiscursos
institucionalizados (críticas, gacetillas, afiches, etc.)--
y permanencia de las fronteras que los diferencian de otros
géneros. En esa ambigüedad parece encontrarse un núcleo
central de la articulación orden/desorden discursivo y la
dimensión estilística --tanto de época como
grupal/individual-- aparece como de necesaria, aunque
problemática, inclusión3.
3 No pienso que grupal e individual sean equivalentes término atérmino pero mientras el estilo de época da tonalidades similares aproducciones discursivas de distintos sectores sociales, los estilosgrupales e individuales se parecen entre sí por su fuerzasegmentadora; en otros términos, recortan dentro de un momentohistórico, áreas de desempeño discursivo social diferenciadas.
En la observación de permanencias y cambios dentro de un
género como el del show radiofónico pueden detectarse
aspectos de esa trama compleja. En un análisis de sus
manifestaciones actuales trataremos de ver algunas
interacciones entre género y estilos de época y
grupal/individual sin, por supuesto, pretender agotar las
posibles conclusiones4. Si bien la situación estilística a
la que nos referiremos no es exclusivamente radiofónica,
creemos que dentro del medio se manifiesta muy
especialmente; pero, por tratarse estos fenómenos de
aquellos que caracterizarían a nuestra época debemos
protegernos del típico efecto de deformación del estilo
propio: en aquellos fenómenos discursivos --de época o de
sector--a los que estamos vinculados solemos atribuirle
tanto efecto de novedad a rasgos previamente presentes en
la cultura, como no distinguir --considerándolos como
naturales-- rasgos que caracterizan y diferencian a esa época
o sector. Por ello, en nuestro análisis de textos
radiofónicos actuales utilizaremos como control, aunque sin
desarrollar su lectura, el texto de Lévy-Strauss
previamente citado.
Un género central
4 Me disculpo por verme obligado a repetir algunas descripcionesya realizadas en otros trabajos, para poder desarrollar los puntosque interesa exponer aquí. Respecto de cambios y permanencias en loradiofónico, se ha profundizado la reflexión en Fernández 2008 y,dentro de ese libro, en trabajos como los de Fraticelli podemosreconstruir hoy la génesis de ese espacio discursivo central en loradiofónico y en el trabajo de González y Lapuente podemos comprenderalgunos de los mandatos históricos que facilitan la insistencia de laemisión en vivo.
¿Por qué centrarnos en los shows radiofónicos? En un trabajo
anterior (Fernández 1989) situábamos al show radiofónico en
relación a los fenómenos de ordenamiento de la riqueza de
la cultura y anotábamos que “los medios masivos… se
constituyen, al menos parcialmente, alrededor de la difícil
articulación de esos distintos procesos…”. En la radio, un
lugar privilegiado para observar ese trabajo es el show
radiofónico en el que ocupaban y ocupan todavía un lugar
central de conducción personajes como Hector Larrea, Leonel
Godoy, Juan Carlos Mareco, Antonio Carrizo, Fernando Bravo,
etc., y que hoy conviven con figuras más actuales como
Hanglin, Dolina, Bobby Flores, Pergolini, Lalo Mir,
Fernando Peña, Ari Paluch, etc.5
Sintetizábamos las características del show radiofónico ya
sus conductores como:
“…una escena poblada por humoristas, locutores,
especialistas en distintos temas…” coordinados todos
por “…el conductor que se destaca en este contexto,
más por su carácter de coordinador y emblema del
programa, que por un saber específico que lo
distinga. Ese espacio de intensa socialidad afectiva
y laboral, es el marco en el que se va a producir la
aparición de múltiples géneros breves, algunos
radiofónicos y otros que tienen vida propia:
noticias, comentarios, chistes, sketches5 Conveníamos en denominar así a esos programas que también suelen serdenominados magazines; la razón central se vinculaba a la decisión dedestacar su característica de espacio de espectáculo y el hecho de quefuera puesto al aire en vivo. El término magazine remite más, en cambio,a sus características informativas de interés general, equivalente a losmedios gráficos con ese contenido.
humorísticos, canciones, tandas publicitarias,
recetas culinarias, etc. Esto evita la necesidad de
una línea única al programa, trae como efecto, la po-
sibilidad de entrar y salir de la escucha sin por
ello perderse la continuidad.”
En ese entramado de bloques se produce, según nuestro
entender que sostenemos desde esa época, un espacio en el
que la cultura procesa las relaciones entre lo nuevo y lo
previo, entre lo desconocido y lo conocido. Un
procedimiento básico de procesamiento que describía el
artículo era el siguiente:
“Lo que sí es muy propio del show, es la metabolización
de algún hecho infrecuente a través del comentario o la
entrevista. Tomamos, como ejemplo, el caso de un
científico que por algún premio internacional o un
descubrimiento notable, rompe el aislamiento habitual
de su actividad. Esa personalidad, oscura y enigmática,
llegada improvistamente al reconocimiento público, ser
entrevistada en el programa por algún especialista pero
la presentación quedar en manos del conductor, quien
pondrá en juego una serie de mecanismos relativamente
fijos.
En primer lugar, inscribirá al invitado en la historia
del desarrollo científico, construido al efecto, como
epopeya. Posteriormente, un esbozo de biografía dar
cuenta de la base humana sobre la que se asienta un
proceso de aprendizaje inaccesible para el conductor y,
se supone, para el público en general. Por último, una
anécdota, dicha por el responsable del programa, dar
cuenta de alguna identidad entre ambos para que, por
fin, puedan instalarse en un mismo espacio6. No es que
se borre el desnivel. En realidad se lo conserva fé-
rreamente pues, de lo contrario, la novedad se diluiría
como tal. Sólo se modifican ciertos elementos para
permitir un diseño especial pensable socialmente.”
Hasta aquí, vemos el show radiofónico como un gran género
en el cual se combinan otros géneros o fragmentos de ellos.
Es decir, como un mecano compuesto por módulos vacíos que,
en su articulación, va produciendo efectos de cierre en los
agujeros de la cultura. Tal vez algo de esto hay, pero es
difícil sostener esa especie de formalismo absoluto y
retorizante.
Si en el ejemplo que dábamos anteriormente, el científico
llegado a la notoriedad lo fuera por una investigación
sobre el SIDA, se dará un reacomodamiento de su papel, que
ahora deber bordear problemas de moral cotidiana
relacionados con lo sexual, y del conductor, que deber
cuidarse del doble sentido de muchas veces empleado; se
problematizará, al mismo tiempo, la aparición humorística
de lo erótico e influirá, seguramente, en la elección y el
disfrute de la más tradicional canción de amor.
Por otra parte, una característica específica --pero no
necesaria-- del show radiofónico es que sale al aire en
vivo. Esto afecta profundamente el rasgo de previsibilidad
6 La anécdota la entendíamos con la complejidad que le otorgaba Indart(1974), quien la consideraba como un extendido procedimiento deredundancia y confirmación de la cultura masiva.
de lo genérico, introduciendo el riesgo inherente al
momento productivo, que incorpora al texto del programa
elementos de desprolijidad y tensión, además de permitir su
contribución a la noción de actualidad que ya no fue la misma
en nuestra cultura desde que la radio inauguró la toma
directa.
Descripto desde este punto de vista, el show radiofónico es
un espacio donde la cultura cocina lentamente los
ingredientes que renuevan sin cesar su receta mientras que,
en el mismo procedimiento, se construye y reconstruye el
recipiente que hace posible la cocción. El espectáculo de
la producción de la cultura aparece allí intrínsecamente
ligado a la producción de lo mediático, como ambiguo
entrelazamiento de la historia y sus tiempos y, en su
conjunto, podemos denominarlo como hipercultural por su efecto
general de sobrevuelo articulador.
Rupturas retóricas: metadiscursividad/interdiscursividad
Desde la década de los 80 del siglo XX aparecen fenómenos
de ruptura en esa retórica del conductor tradicional, de
los que podemos describir aquí superficialmente,
diferencias entre sus características generales y las
actualizaciones (individualizadas) de dicha retórica. Esos
rasgos ponen en crisis esa retórica del conductor de shows
radiofónicos aunque esa crisis no ponga en riesgo su
vigencia7.7 El conductor tradicional sigue vivo. Grandes radios, que sepreocupan por el rating, eliminaron de su programación a unos cuantosconductores de show radiofónico, luego Radio Nacional les dio
Desde ese momento, el parlante comienza a poblarse de
conductores que, desde la misma superficie de sus textos,
muestran rasgos que los desplazan aparentemente de ese
lugar de conducción que hemos descripto como articulador e
hipercultural. Y en ciertos casos, en los que la ruptura es
bastante fuerte, tal vez hayan generado en su momento el
riesgo de la incomprensión entre el oyente no habituado
(efectos de duda isotópica, por decirlo así; Fernández 1996).
Bobby Flores, Dolina, Mario Pergolini, Hanglin, Lalo Mir,
Ari Paluch, Peña son conductores que, en general, no tienen
voz de locutor aunque mantienen la posición de
articulación, porque en los programas de ellos hay
fragmentos que se pegan, pero produciendo frecuentemente el
borramiento del efecto de cápsula (es decir, una noticia
puede ser interrumpida por un comentario que, para cierto
sector de la escucha, no tiene que ver con la noticia; por
ejemplo, cuando el conductor, en medio de una noticia, se
le ocurre algo y dice esto me hace acordar a mi mamá). Es decir,
se cuestiona el efecto de cápsula, más en sus bordes que en
sus contenidos, aunque queda el de articulación. Y, vinculado
a lo anterior, lo que se cuestiona muy fuertemente es el
efecto hipercultural, porque estos conductores, u ocupan un
lugar paródico en cuanto a la articulación que ejercen (se
ríen de eso que tienen que articular), o manifiestan su
parlante en su momento a varios de ellos, y por primera vez en suhistoria apareció en los rating. Hoy vuelven a algunas de las radiosque los había expulsado y alguien como González Oro es sin dudas unconductor tradicional. El conductor tradicional no está muerto, aunqueocupe un lugar tal vez menos central en el universo de loradiofónico.
ignorancia, y aun desinterés, sobre los fragmentos
articulados.
No importa que esos efectos sean auténticos o construidos pero
resultan impensables en el conductor tradicional. El
aspecto hipercultural se rompe, y se quiebra también la
retórica interna, la que se aprende (?) en los institutos de
enseñanza de locución: Estos conductores no hablan como los
conductores tradicionales en la radio (quienes lo hacen,
como se habla en la radio) sino que se expresan con
modos/estilos externos (jóvenes, rockeros, barriales, etc,).
Para que se comprenda el interés de estos rasgos
clasificatorios, profundicemos algo en el análisis
específico de la retórica de los nuevos conductores y vamos
a dedicarnos a Lalo Mir y Bobby Flores; la elección de
ellos dos se justifica porque, como espero demostrar,
representan dos alternativas de conducción claramente
diferenciados a pesar de que surgieron en un mismo momento
histórico y en cercanos espacios culturales por lo que otro
interés agregado es que esas diferencias se observaron en
su momento en una emisora considerada en general
monoestilística (la Rock & Pop) y supuestamente dirigida a un
sólo segmento (el juvenil rockero)8. Esa condición diferencial
nos permnitirá después ordenar al resto de los conductores
más distinguidos.
8 Por supuesto que sólo desde este punto de vista, pero creemos que esprecisamente el más interesante para enfocar lo específicamenteradiofónico: si bien en muchos aspectos la radio y el rock estánunidos, este último es, por definición extra y transmediático. Unadiscusión más profunda sobre lo juvenil en lo radiofónico enFernández 2006: III.
Lalo Mir ejerce su actividad articuladora exponiendo
frecuentemente estilos reconocibles de costumbres
radiofónicas: diferentes modos de fonación de locutores
(incluyendo acentos de distintos países), jergas
periodísticas, recursos fijados de presentación, etc. Sería
injusto decir que parodia al show radiofónico; en primer
lugar, porque no sólo parodia sino que también imita, cita
o, simplemente, describe sin actuar9. Además, esas alusiones
exceden al género show radiofónico, extendiéndose al tipo
más habitual de lenguaje radiofónico10.
Como se ve, Lalo Mir se inscribe con claridad en un estilo
frecuente en nuestra época, que a veces es considerado como
representante exclusivo de lo postmoderno pero que, en
realidad, sólo sería una de sus manifestaciones. Esa
manera, autorreferencial respecto de lenguajes del medio,
mezcladora de géneros y estilos previos, genera un efecto
de frialdad por distancia sobre el propio contenido de sus
textos, convirtiéndose en un suave gesto de información y
elevación cultural. El espacio discursivo que se construye
es, al menos en la superficie, cerrado al afuera de lo
radiofónico: Lalo Mir no opina --u opina poco y
lateralmente-- acerca de la vida social.
Bobby Flores, por su parte, exhibe otros procedimientos.
Articula géneros incluidos y ocupa el centro de la escena
9 Se ve aquí un esfuerzo, todavía justificable en la primeraescritura, por evitar el aplicacionismo indiscriminado que habíagenerado, a partir de la lectura de Bajtin, de todas sus categorías acualquier fenómenos discursivo.
10 El que hemos definido en Fernández 1994 como radio-emisión y del que elshow radiofónico es solamente su expresión más representativa.
pero sin exhibir ninguno de los tics retóricos del conductor
tradicional. Sus intervenciones suelen ser deshilvanadas y
sorpresivas al no aparecer atadas, siquiera, a algún modelo
ideológico explícitamente estructurado. Afirmaciones, por
ejemplo, del tipo esto es verdad porque está en un libro o X no puede
haber cometido un acto incorrecto porque lo conozco, es mi amigo, no
pueden ser vinculadas con algún verosímil medianamente
extendido en los discursos masivos. Esto expande y
fundamenta el efecto de desconexión que producen sus textos
en una escucha superficial, arriesgando la atribución de
rasgos muy desviantes. Pero ya Eco (1981) había advertido,
al analizar textos de las FM italianas en la década del
‘70, acerca de la necesidad de prestar atención en esos
casos a la repetición de rasgos de estilos sectoriales y
hasta grupales.
Por ese lado puede reconectarse a Bobby Flores con estilos
discursivos sociales extramediáticos y su presencia cobra
entonces especial interés. La escena discursiva mediática,
y la del show radiofónico en particular, parecía siempre un
campo de interacciones secundarias en el que, al menos
parcialmente, elementos previamente existentes en la
sociedad, encontraban formas particulares de intersección y
articulación. Los conductores tradicionales de shows
radiofónicos en un sentido amplio, y Lalo Mir en un sentido
más restringido, son fenómenos que tienen que ver con esa
secundarización.
Bobby Flores, en cambio, representa en la radio un espacio
de articulación de vínculos más primarios: la familia, los
amigos, la pequeña tribu urbana. Acrecienta el interés por
este aspecto, el hecho de que ese proceso se da sin
abandonar un tipo de lenguaje radiofónico que, según
pienso, tiene como una de sus constricciones la necesidad
de exhibir permanentemente su condición de radiofónico; es
decir, la de manifestar la presencia de la institución
radiofónica emisora que le da soporte y que es, por
definición, de naturaleza secundaria.
Un nuevo esquema de orden
Vemos, entonces que --ocultas dentro de una aparente
uniformidad estilística de transformación de un género
reconocido y diferenciadas, en principio, sólo en términos
individuales—en cuanto introducimos categorías
clasificatorias aplicables al discurso radiofónico,
encontramos al menos dos matrices estilísticas que
representan modos de procesamiento discursivo que habría
que mantener separados.
Resumiendo, desde la retórica tradicional del conductor del
show radiofónico, puede sostenerse que este tipo de
programas regulan ciertos niveles macro de interacción
cultural, construyendo un espacio unificador para
componentes importantes de la vida social de difícil
articulación per se. La matriz Lalo Mir parece acentuar
aspectos metadiscursivos e internos respecto de la vida del
medio, mientras la matriz Bobby Flores, en cambio,
posibilita una interacción más interdiscursiva (entre lo que
sería habitual para el medio, con lo propio de segmentos
sociales circunscriptos y diferenciados) y, por lo tanto,
es más externa respecto a lo propio del medio.
Esta aparición de los nuevos conductores nos lleva, en
primer lugar, al retorno de la individualidad locutora. Es
decir, inevitablemente, a la personalización enunciativa: el
enunciador construido no es un lugar polifónico sino una
individuo. Por este camino gana espacio la consideración del
estilo como manifestación individual y el género tiende a
perder el componente regulatorio que le habíamos atribuido.
Ahora bien, ¿qué ocurre si aprovechamos la fuerza
descriptora de la presencia o ausencia de lo hipercultural y de
la presencia o ausencia de la retórica interna? Puede
construirse entonces un gráfico de cuadrantes cuyos ejes
estuvieran definidos por esos conceptos y sus respectivos
opuestos. En uno, en este caso y arbitrariamente,el
vertical, se opone la hipercultura (sería el lugar del
extremo del conductor tradicional) a la hipocultura (el
extremo de la ruptura del lugar articulador del conductor
tradicional). En el horizontal, queda opuesta la retórica
interna, el extremo del conductor tradicional con la retórica
externa, el extremo de ruptura, en este eje, de las
costumbres retóricas del conductor tradicional.
Todos los conductores tradicionales aparecerían, más allá
de sus diferencias, en este gráfico en el cuadrante
superior izquierdo en el extremo de la hipercultura y en el
extremo de la retórica interna y podríamos distribuir a los
nuevos conductores que hemos mencionado (y a los que hemos
seguido sin exhaustividad) del siguiente modo:
H i p e r c u l t u r
a
LALO
MIR
A .
D O L I N A
F . P E Ñ A
R e t ó r i c
a
R e t ó r i c
a
“ I n t e r n a
”
“ E x t e r n a
”
A . P A L U C H M . P E R G O L I N I
R.
HANGLIN
B .
F L O R E S
H i p o c u l t u r
a
Lalo Mir estaría del lado de la hipercultura y de la
retórica interna porque fastidia la lógica del show
radiofónico pero citándolo constantemente; produce un
efecto paródico: puede leer una noticia como si fuera un
conductor tradicional; se presenta así como una
exageración, tanto de la hipercultura, como de la retórica
interna.
Hanglin, en cambio, se construye como alguien que puede
articular prolijamente cápsulas pero que observa la
sociedad desde el punto de vista del ciudadano: consulta a
especialistas no sólo para profundizar un tema, sino también
para confirmar la existencia y fijar la descripción misma
del tema; evita por lo tanto, duramente, la hipercultura. Ari
Paluch se parece a Hanglin aunque es algo más hiper (exhibe
genéricos principios morales y progresistas).
Alejandro Dolina estaría del mismo lado con respecto a la
hipercultura que Lalo Mir, pero en él la radio es sólo un
aspecto de su performance cultural: juega con el conjunto
de la cultura o, al menos, con conjuntos más extendidos que
lo específicamente radiofónico; a partir de allí aparecen
sus retóricas externas: canta como cantan otros, habla como
hablan otros; cita, conoce, parodia; puede hablar como
culto, puede hablar como inculto referenciándose en el
conjunto de la sociedad. En Lalo Mir, en cambio, predomina
el hablar como un locutor radiofónico: será
alternativamente mexicano, brasileño, español, tradicional,
no tradicional, sensacionalista o intencionadamente no
sensacionalista.
Bobby Flores y Pergolini aparecerían, ambos, del lado,
tanto de la retórica externa (voz no radiofónica,
intersección con las cápsulas articuladas, efecto de
desorden, como de la hipocultura (los temas, más que ser
traídos por ellos, les estallan en la cara, más allá de que
manifiesten ideología, pueden mostrarse como ignorantes de
temas tratados por medios masivos, manifiestan desinterés
por temas considerados habitualmente como importantes, etc.).
Estos fuertes rasgos de desvío no impiden, sin embargo, la
actividad articuladora del conductor. Es decir que es
posible que se trate de una frontera del género, pero no de
la disolución del mismo11.
Desde la perspectiva que nos brinda el gráfico, conductores
como Lalo Mir y Pergolini, considerados ambos por el
verosímil estilístico como para jóvenes y rockeros, nos
aparecen en cuadrantes opuestos12. A pesar de ello, si
comparo la alineación de los conductores con el “tono
general” de sus programas, puede reconocerse que Lalo Mir
y Dolina tienen como un efecto de comentario distanciado
constante frente a los fenómenos de la cultura; Hanglin-
Bobby Flores-Pergolini construyen el efecto de individuo
raso de la cultura; los textos de Lalo Mir, de Hanglin y de
Paluch tienen un sonido más vinculado al show radiofónico
tradicional y Dolina- Bobby Flores-Pergolini cuestionan
más la retórica del show radiofónico. Por lo tanto, vemos
que los ejes de hipercultura y de la retórica interna
11 Supongo que si un escucha acostumbrado a Larrea se choca con BobbyFlores se le produce un cierto efecto vanguardista pero, si resistela confrontación estilística, rápidamente encontrará lugares comunesy puntos de repetición de verosímil. Y si se analiza desde másdistancia la estructura de programa se verá que es muy parecido, entanto que estructura, al show radiofónico tradicional.
12 Es verdad que aquí se nota una cierta antigüedad en lasobservaciones: Lalo Mir ha devenido conductor más serio en latelevisión y Pergolini un productor exitoso, pero en su presencia enla radio creemos que mantienen muchos de estos rasgos.
tienen fuerza discriminatoria y que es un camino que nos
permite confrontar con la personalización y reinstalarnos en
un enfoque de enunciación impersonal a lo Metz. En este
sentido, tiene importancia la presencia en uno de los
cuadrantes de dos conductores (porque el esquema se impone
a la pura individualidad) y podemos entrever caminos de
análisis, ya decididamente embarcados en el análisis de los
extra-radiofónico (así, para entender a Dolina, por
ejemplo, debe tenerse en cuenta, entre otros aspectos, cómo
se relacionan en ciertos sectores intelectuales,
considerados nacionalistas y populares, los clásicos greco-
latinos; en el caso de Lalo Mir hay que conocer historia
del discurso radiofónico y en Bobby Flores y Pergolini
deben reconstruirse estilos de tribus urbanas)13.
Conclusiones: la regulación genérico-estilística
Volvamos ahora a la reflexión de Foucault sobre la fuerza
regulatoria de los discursivo por sobre lo social. Bajtín
sostenía que, entendiendo la emergencia de un enunciado
como una intersección entre las posibilidades del género
discursivo en que se inscribe y la manifestación de estilos
lingüísticos, son las leyes del género las que se imponen
desde el punto de vista de lo social. Es una proposición
sin duda algo exagerada, relacionable con la sostenida por
Foucault, justificada en la búsqueda de la consolidación de
13 Sobre caminos intertextuales de análisis, ver: "Retóricasdesordenadas en el 'show' radiofónico". Ponencia presentada en elIIIer. Congreso Internacional Latinoamericano de Semiótica. San Pablo, Brasil,1996.
una perspectiva de análisis, pero no exenta de rasgos de
verdad: es evidente que, más allá de las fuertes
diferencias que describimos, el show radiofónico se sigue
sosteniendo como género en estos desvíos estilísticos.
Pero, una vez más, ¿no será esa constatación otra vuelta de
tuerca para sostener el enigma de la existencia del género?
En realidad, los cambios en los géneros aparecen como
transacciones entre las reglas, muchas veces no escritas,
del género y la penetración muchas veces inadvertida en
ellos de los estilos de época y de sector. Si esto es así,
el género no es un espacio regulador social del tipo del
creado, por ejemplo, por una institución: es decir, un
espacio con rasgos simbólicos pero que debe estar
acompañado, inevitablemente, de rasgos funcionales.
El estilo de época es, al menos en casos como el que
analizamos, el generador del espacio regulador/articulador
entre las costumbres discursivas del género y la inevitable
presión, permanente en las sociedades calientes, del estilo
individual. Pero lo único propio de las sociedades calientes
resultaría la manifestación específica y evidente de la
individualidad, no el desencajamiento entre género y estilo
individual o de sector. Según el artículo de Lévy-Strauss
que mencionábamos, la persistencia de la pintura corporal
en las mujeres caduveo, en un marco de estilo de época de
transformación del conjunto de las costumbres pictóricas de
la población es un rasgo, en ese caso, de pervivencia pero
también de diferenciación grupal. Una explicación posible
para Lévy-Strauss, está en la búsqueda de una solución
metaforizada a un problema de origen sociológico (la
imposibilidad de resolver el régimen de alianza matrimonial
por la rígida estratificación en castas). Es decir que
resulta pensable una articulación entre lo discursivo y lo
social en la medida en que, primero, se reconozca la
condición escindida de la escena social en la que los
discursos viven y, luego, que se pueda sostener la
existencia de relaciones no lineales entre las distintas
dimensiones vinculadas14. Pero esa característica, que en
las sociedades frías, de bajo ritmo de transformación y
escala poblacional reducida, sirve para explicar fenómenos
particulares, en sociedades calientes como la nuestra y de
escala poblacional estadística, parecen necesarias para
entender fenómenos de cambio, que son permanentes y gran
extensión, y entre los cuales en realidad resulta difícil
encontrar los fenómenos de permanencia, de repetición, esos
que son básicos para la constitución y la regulación de la
complejidad de lo social: el show radiofónico parece ser
uno de esos mecanismos y sus conductores, tengan el estilo
que tengan, sus operadores principales.
Bibliografía
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Eco, U. (1981). “Una nueva era en la libertad de expresión”, publicado en castellano en: Bassets, Ll.
14 Lévy-Strauss le atribuye en este caso, por ejemplo, dinámicasequivalentes a la del sueño según Freud(condensación/desplazamiento).
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