[Co-autoría con Woodrow Whidden] \"El Consolador que Cristo prometió: El Espíritu Santo en los...

20
Evangelio 8 (2015): 99-118 99 EL CONSOLADOR QUE CRISTO PROMETIÓ: EL ESPÍRITU SANTO EN LOS ESCRITOS DE ELENA DE WHITE Joel Iparraguirre y Woodrow Whidden Universidad Peruana Unión Andrews University Resumen: Durante los últimos años, algunos adventistas han declarado que, como la mayoría de nuestros pioneros no creían que el Espíritu Santo sea una persona como el Padre o el Hijo, nuestra Iglesia hoy en día tampoco debería hacerlo. Apoyándose también en los escritos de Elena de White, ellos sustentan que el Espíritu Santo en realidad es una fuerza o influencia que se deriva del Padre o del Hijo. Sin embargo, ¿realmente Elena de White apoyó esa postura? El presente artículo esboza un breve resumen de cómo los adventistas entendieron la personalidad del Espíritu Santo enfocándose en tres puntos: (1) la posición de algunos de nuestros pioneros, (2), el entendimiento de Elena de White sobre la personalidad del Espíritu Santo durante sus primeros años de ministerio y, (3) su comprensión y apoyo a la personalidad del Espíritu Santo desde 1893 en adelante. Palabras clave: Iglesia Adventista, Elena de White, Espíritu Santo, pioneros adventistas, Trinidad. Abstract: Based on the statements of our pioneers, some adventists today believe that the Holy Spirit is not a person as is the Father and the Son. Using the writings of Ellen White, they claim that the Holy Spirit is a force or influence that comes from the Father or the Son. However, can we say that Ellen White supported this position? This article outlines a brief summary as how the pioneers understood the personality of the Holy Spirit. It focuses on three aspects: (1) The position

Transcript of [Co-autoría con Woodrow Whidden] \"El Consolador que Cristo prometió: El Espíritu Santo en los...

Evangelio 8 (2015): 99-118 99

EL CONSOLADOR QUE CRISTO PROMETIÓ:

EL ESPÍRITU SANTO EN LOS ESCRITOS DE ELENA DE

WHITE

Joel Iparraguirre y Woodrow Whidden

Universidad Peruana Unión Andrews University

Resumen: Durante los últimos años, algunos adventistas han

declarado que, como la mayoría de nuestros pioneros no creían

que el Espíritu Santo sea una persona como el Padre o el Hijo,

nuestra Iglesia hoy en día tampoco debería hacerlo.

Apoyándose también en los escritos de Elena de White, ellos

sustentan que el Espíritu Santo en realidad es una fuerza o

influencia que se deriva del Padre o del Hijo. Sin embargo,

¿realmente Elena de White apoyó esa postura? El presente

artículo esboza un breve resumen de cómo los adventistas

entendieron la personalidad del Espíritu Santo enfocándose en

tres puntos: (1) la posición de algunos de nuestros pioneros, (2),

el entendimiento de Elena de White sobre la personalidad del

Espíritu Santo durante sus primeros años de ministerio y, (3)

su comprensión y apoyo a la personalidad del Espíritu Santo

desde 1893 en adelante.

Palabras clave: Iglesia Adventista, Elena de White, Espíritu

Santo, pioneros adventistas, Trinidad.

Abstract: Based on the statements of our pioneers, some

adventists today believe that the Holy Spirit is not a person as

is the Father and the Son. Using the writings of Ellen White,

they claim that the Holy Spirit is a force or influence that

comes from the Father or the Son. However, can we say that

Ellen White supported this position? This article outlines a

brief summary as how the pioneers understood the personality

of the Holy Spirit. It focuses on three aspects: (1) The position

100 Evangelio – Revista bíblico-teológica

of some of our pioneers, (2) The understanding of Ellen White

regarding t*he personality of the Holy Spirit during his first

years of ministry, and (3) her understanding and support

about the personality of the Holy Spirit since 1893.

Keywords: Adventist Church, Ellen White, Holy Spirit,

Adventist Pioneers, Trinity.

Introducción

La Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) reconoce

que, en cumplimiento de Apocalipsis 12:17 (cf. Apo 19:10), el

don de profecía1 se ha manifestado en la vida y obra de Elena

de White.2 Sin embargo, como nota Merlín Burt escribió: “el

1 Con respecto a esta afirmación, ver Gerhard Pfandl, El don

de profecía: El lugar de Elena de White en la iglesia remanente de Dios (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora

Sudamericana, 2008); Ranko Stefanovic, “Gift of Prophecy and the

Church: A Biblical Perspective”, Ellen White Current Issues Symposium 7 (Berrien Springs, MI: Center for Adventist Research,

Andrews University, 2011), 39-69; W. E. Read, A Bíblia, o Espírito de Profecia e a Igreja (Engenheiro, SP: UNASPRESS – Imprenta

Universitária Adventista, 2015); Jon Paulien, “The Gift of Prophecy

in Scripture”, en Understanding Ellen White: The Life and Work of the Most Influential Voice in Adventist History, ed. Merlin D. Burt

(Nampa, ID: Pacific Press, 2015), 15-29.

2 Un excelente estudio sobre la vida y obra de Elena de White

puede ser encontrado en Jerry Moon y Denis Kaiser, “For Jesus and

Scripture: The Life of Ellen G. White”, en The Ellen G. White Encyclopedia, eds. Denis Fortin y Jerry Moon (Hagerstown, MD:

Review and Herald, 2013), 18-95; George R. Knight, Introducción a los escritos de Elena G. de White (Buenos Aires: Asociación Casa

Editora Sudamericana, 2014); Michael W. Campbell, “La vida, obra

y mensaje de Elena de White”, en Elena G. de White: Manteniendo viva la visión, eds. Daniel A. Mora y Héctor Martin (Yaracuy,

Venezuela: Seminario Teológico Adventista de Venezuela, 2015), en

prensa.

Iparraguirre y Whidden: El consolador que Cristo prometió. 101

auge de la era informática y de la internet ha abierto una

amplia variedad de perspectivas sobre su vida y ministerio”.3

No debe sorprendernos, en efecto, la propagación de

una gran cantidad de sitios que presenten argumentos contra

ella, tergiversando la realidad y teniendo fuerte influencia en

la gente pues estos no cuentan con la información adecuada y/o

comprensión de sus escritos.4

Uno de estos puntos tiene que ver con la doctrina de la

Trinidad. Como adventistas del séptimo día, creemos que ésta

3 Merlin D. Burt, “Introduction”, Understanding Ellen White,

v.

4 Un vistazo general a los argumentos contra el ministerio de

Elena de White puede ser encontrado en Alberto R. Timm,

“Development of Contemporary Issues Related to Ellen G. White”,

Ellen White Current Issues Symposium 9 (Berrien Springs, MI:

Center for Adventist Research, Andrews University, 2013), 90-?;

ídem, “Desarrollo de cuestiones contemporáneas y desafíos

relacionados a Elena de White”, en Elena G. de White: Manteniendo viva la vision; Jud Lake, “Ellen White Criticism and D. M. Canright”,

Understanding Ellen White, 133-144.

Para algunas respuestas a estas críticas, ver Francis D.

Nichol, Ellen G. White and Her Critics (Takoma Park, Washington,

DC: Review and Herald, 1951); Athur L. White, The Ellen G. White’s Writings (Washington, DC: Review and Herald, 1973); Robert W.

Olson, 101 preguntas acerca del Santuario y Elena G. de White

(Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 1988); Herbert

E. Douglass, Mensajera del Señor: El ministerio profético de Elena G. de White (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana,

2000); Leonard Brand y Don S. McMahon, The Prophets and Her Critics (Nampa, ID: Pacific Press, 2005); Jud Lake, Ellen White Under Fire: Identifying the Mistakes of Her Critics (Nampa, ID:

Pacific Press, 2010); William Fagal, 101 preguntas sobre Elena G. de White y sus escritos (Doral, FL: Asociación Publicadora

Interamericana, 2013).

102 Evangelio – Revista bíblico-teológica

doctrina tiene soporte bíblico5 e histórico confesional.6 Sin

embargo, durante la última década, ésta ha sido descalificada

5 Ver, por ejemplo, Norman R. Gulley, Systematic Theology:

God as Trinity, vol. 2 (Berrien Spring, MI: Andrews University Press,

2011); ídem, “The Trinity in the Old Testament”, Journal of the Adventist Theological Society 17:1 (2006): 80-97, en adelante JATS;

ídem, “La Trinidad en el Antiguo Testamento”, Theologika 23:1

(2008): 30-59, en adelante Theo; Edwin Reynolds, “The Trinity in the

Book of Revelation”, JATS 17:1 (2006): 55-72; ídem, “La Trinidad en

el libro de Apocalipsis”, Theo 23:1 (2008): 60-90; Woodrow W.

Whidden, “Trinitarian Evidences in the Apocalypse”, JATS 11:1-2

(2000): 248-260; ídem, et al, La Trinidad, trad. David P. Gullón

(Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007);

Woodrow W. Whidden II, God Is Love—Trinitarian Love!”, JATS

17:1 (2006): 98-124; Gerhard Pfandl, “The Trinity in Scripture”,

JATS 14:2 (2003): 80-94; Richard M. Davidson, “Proverbs 8 and the

Place of Christ in the Trinity” JATS 17:1 (2006): 33-54; Jiří Moskala,

“Toward Trinitarian Thinking in the Hebrew Scripture”, JATS 21:1-

2 (2010): 245-275; Fernando Canale, “Dios”, en Tratado de teología adventista del séptimo día, ed. Raoul Dederen (Buenos Aires:

Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 121-181; Larry L.

Lichtenwalter, “The Person and Work of the Holy Spirit in the

General Epistles and the Book of Hebrews”, JATS 23:2 (2012): 72-

111; Jiří Moskala, “The Holy Spirit in the Hebrew Scriptures”, JATS

24:2 (2014): 18-58.

6 En aspectos generales, es posible dividir la historia de la

doctrina de la Trinidad en el adventismo en seis períodos. Estos son:

[1] predominio antitrinitarismo (1846-1888); [2] insatisfacción con el

antitrinitarismo (1888-1898); [3] cambio de paradigma (1898-1915);

[4] decadencia del antitrinitarismo (1915-1946); [5] predominio

trinitario (1946-1980) y [6] tensiones renovadas (1980 hasta el

presente). Para más detalles, ver Erwin R. Gane, “The Arian or Anti-

Trinitarian Views Presented in Seventh-day Adventist Literature

and the Ellen G. White Answer” (MATh., Andrews University, 1962);

Russell Holt, “The Doctrine of the Trinity in the Seventh-day

Adventist Denomination: Its Rejection and Acceptance” (Term

Paper, Andrews University, 1969); Merlin D. Burt, “Demise of Semi-

Arianism and AntiTrinitarianism in Adventist Theology (1888-

1957)” (Term Paper, Andrews University, 1996); Jerry Moon, “The

Iparraguirre y Whidden: El consolador que Cristo prometió. 103

en algunos sectores adventistas al descubrir que nuestros

pioneros la rechazaron por creer que tenía un origen pagano.7

Adventist Trinity Debate, Part 1: Historical Overview”, Andrews University Seminary Studies 41:1 (2003): 113-129, en adelante

AUSS; ídem, “The Adventist Trinity Debate, Part 2: The Role of Ellen

G. White”, AUSS 41:2 (2003): 275-293; Gerhard Pfandl, “The

Doctrine of the Trinity among Seventh-day Adventists”, JATS 17:1

(2006): 160-179; Denis Fortin, “God, the Trinity, and Adventism: An

Introduction to the Issues”, JATS 17:1 (2006): 4-10; Jerry Moon, “The

Quest for a Biblical Trinity: Ellen White’s ‘Heavenly Trio’ Compared

to the Traditional Doctrine”, JATS 17:1 (2006): 140-159; Merlin D.

Burt, “The Trinity in Seventh-day Adventist History”, Ministry

(febrero, 2009): 5-8; ídem, “History of Seventh-day Adventist Views

on the Trinity”, JATS 17:1 (2006): 125-139; ídem, “La doctrina de la

Trinidad en la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Un análisis

histórico”, en Glúder Quispe, Merlin D. Burt y Alberto R. Timm,

Legado Adventista: Un panorama histórico y teológico del adventismo, ed. Joel Iparraguirre (Lima, Perú: Universidad Peruana

Unión, 2013), 161-182; Marcos G. Blanco, “Desarrollo histórico de la

doctrina del Espíritu Santo en la Iglesia Adventista”, Berit Olam

10:2 (2013): 28-43.

7 Los antitrinitarios alegan que la doctrina de la Trinidad

tiene su origen en la Iglesia Católica y, por ende, debería

considerársela como una doctrina pagana. Sin embargo, parece que

pasan por alto las diferencias entre el concepto de la Trinidad entre

adventistas y católicos. Para una breve comparación de estos

conceptos, ver Denis Kaiser y Joel Iparraguirre, “A Comparison and

Contrast of the Doctrine of the Trinity in Seventh-day Adventist and

Roman Catholic Perspective: A Conceptual Sketch”, (manuscrito no

publicado, 2015). Los interesados en leer este documento pueden

solicitarlo a: [email protected]. Ver también Rodrigo P.

Silva, “Trindade: um dogma de Constantino?”, Parusía 2 (2005): 31-

39. Otros estudios relacionados con la creencia de nuestros pioneros

sobre la Trinidad pueden ser encontrados en Lynnford Beachy, ed.,

What did the Pioneers Believe?: Quotes from Early Seventh-day Adventist Pioneers (Welch, WV: Smyrna Gospel Ministry, 1996);

Allen Stump, The Foundation of Our Faith: Over 150 years of Seventh-day Adventist Christology, 5ta ed. (Welch, WV: Smyrna

Gospel Ministry, 2003). Ver también Hans Varmer, “Analysis of the

Seventh-day Adventist Pioneer Anti-Trinitarian Position” (Term

104 Evangelio – Revista bíblico-teológica

Al citar a Elena de White, los antitrinitarios aseguran

que las declaraciones donde ella menciona a la Trinidad, y de

manera especial al Espíritu Santo, no son confiables. Además,

argumentan que posiblemente ella no haya escrito algo

apoyando tal doctrina pues no existe evidencia de ello.8 En

última instancia, resaltan que, de existir alguna evidencia,

fueron sus secretarias o editores los que insertaron estas

declaraciones sin su conocimiento.

Esto lleva a preguntarnos lo siguiente: ¿Elena de White

expresó la doctrina de un Dios en tres personas en sus escritos?

Paper, Andrews University, 1972); Mathewson Taylor, “The Doctrine

of the Personality of the Holy Spirits Taught by the Seventh-day

Adventist Church up to 1900” (BATh., SDA Theological Seminary,

1953); Gane, “The Arian or Anti-Trinitarian Views Presented in

Seventh-day Adventist Literature and the Ellen G. White Answer”;

Holt, “The Doctrine of the Trinity in the Seventh-day Adventist

Denomination: Its Rejection and Acceptance”; Burt, “Demise of

Semi-Arianism and AntiTrinitarianism in Adventist Theology (1888-

1957)”; Evelyn Tollerton, “The Historical Development of the

Doctrine of the Holy Spirit in Seventh-day Adventist Theology: A

Paradigm Shift from Anti-Trinitarianism to Trinitarianism, 1846-

1946” (Term Paper, Andrews University, 2006); Moon, “The

Adventist Trinity Debate, Part 1: Historical Overview”, 113-129, en

adelante AUSS; ídem, “The Adventist Trinity Debate, Part 2”, 275-

293; Denis Kaiser, “A Comparative Study on the Trinity as Seen in

the Methodist Episcopal Church, the Christian Connexion, and

among Seventh-day Adventists until 1870” (Term Paper, Andrews

University, 2008); ídem, “The Reception of Ellen G. White’s

Trinitarian Statements by Her Contemporaries, 1897-1915”, AUSS

50:1 (2012): 25-38.

8 Una excelente respuesta a este punto puede ser encontrado

en Alberto R. Timm, “Teriam alguns líderes da Igreja adulterado os

escritos de Ellen White para advogar a doutrina da Trindade?”, en

Centro de Pesquisas Ellen G. White – UNASP,

http://centrowhite.org.br/perguntas/perguntas-sobre-ellen-g-

white/teriam-alguns-lideres-da-igreja-adulterado-os-escritos-de-

ellen-white-para-advogar-a-doutrina-da-trindade/ (consultado el 15

de octubre de 2014).

Iparraguirre y Whidden: El consolador que Cristo prometió. 105

¿Qué dijo respecto al Espíritu Santo? ¿Creía que éste era una

persona, o una fuerza/poder que emanada del Padre o del Hijo?

Para responder a estos interrogantes desde un punto de

vista histórico confesional, en primer lugar necesitamos

conocer qué es lo que pensaban algunos pioneros con relación

al Espíritu Santo y, en segundo lugar, iremos a los escritos de

Elena de White, tratando de mantener un orden cronológico,

donde ella hace referencia de manera directa al Espíritu Santo

con el fin de saber cuál era su postura.

Los pioneros adventistas y el Espíritu Santo

Antes que nada, debemos tener en cuenta que la gran

mayoría de nuestros pioneros, a excepción de Guillermo

Miller,9 no creía en la doctrina de la Trinidad ni en la

personalidad del Espíritu Santo.10 Debido a esto, desde

aproximadamente 1870, la mayoría entendía que el Espíritu

Santo era un poder, una influencia o una manifestación divina

9 En 1822, Miller escribió en su “Credo” su posición personal

de un Dios trino. Los artículos II y III dicen lo siguiente: [Art. II:]

Creo en un Dios vivo y verdadero, y que hay tres personas en la

Deidad, —así como en el hombre hay cuerpo, alma y espíritu. Y si

alguien viniera a decirme cómo existen, le diré cómo las tres personas

del Dios trino están conectadas. [Art. III:] Creo que Dios, por medio

de su Hijo, creó al hombre a la imagen del Dios trino, con un cuerpo,

alma y espíritu, y que fue creado como un agente moral, capaz de

vivir, de obedecer, o de transgredir las leyes de su Hacedor. Ver

Sylvester Bliss, Memoirs of William Miller (Boston, Joshua V.

Himes, 1853), 77-78.

10 Ver pie de página número 6 y 7.

106 Evangelio – Revista bíblico-teológica

derivada del Padre o del Hijo, en lugar de que sea una

Persona,11 como se refiere en el siguiente cuadro:12

Pioneros adventistas Lo que creían

J. H. Waggoner

En 1877, escribió “este/ese”,

en lugar de “él”. Se refirió al

“Espíritu de Dios” como “ese

tremendo poder misterioso y

maravilloso que procede del

Trono del universo”.13

Urías Smith

En 1878, respondiendo a la

pregunta sobre qué es el

Espíritu Santo, declaró que

“en una palabra, quizá pueda

describirse como una

influencia misteriosa que

emana del Padre y del Hijo,

su representante y el medio

de su poder”.14

11 R. F. Cottrell, “The Beginning of the End”, Review and Herald, Dec. 16, 1873, 5, en adelante RH; Joseph Clarke, “Be Filled

with the Spirit”, RH, Mar. 10, 1874, 103; Ana Smith, “Discerning the

Spirit”, RH, Sept. 22, 1891, 590; E. Goodrich, “No Spirit,” RH, Jan.

28, 1862, 68.

12 Estos hicieron referencia notoria al Espíritu Santo. Los

demás, como James White, Joseph Bates, J. N. Andrews y J. N.

Loughborough, se mencionaron mayormente sobre la doctrina de la

Trinidad. Ver James White, The Day-Star , Jan. 24, 1846, 25; ídem,

RH, Aug. 5, 1852, 52; ídem, RH, Dec. 11, 1855, 85; J. N. Andrews,

RH, Mar. 6, 1855, 185; J. N. Loughborough, RH, Nov. 5, 1865, 184;

José Bates, Autobiography of Elder Joseph Bates (Battle Creek, MI:

Seventh-day Adventist Publishing Association, 1868), 205.

13 J. H. Waggoner, The Spirit of God, Its offices and Manifestations (Battle Creek, Michigan: Steam Press of Seventh-day

Adventist, 1877), 144. Énfasis añadido.

14 James White y Uriah Smith, The Biblical Institute: A Synopsis of Lectures on the Principal Doctrines of Seventh-day

Iparraguirre y Whidden: El consolador que Cristo prometió. 107

D. M. Canright

En 1878, en un polémico

artículo publicado en dos

partes en la revista Signs of the Times, se pronunció

tajantemente en contra de la

personalidad del Espíritu

Santo. Expresó que “el

Espíritu Santo no es una

persona, tampoco un

individuo, sino una influencia

o poder procedente de la

Deidad”.15

Adventists (Oakland, CA: Pacific SDA Publishing, 1878), 184. Smith,

en 1897, señaló que “siempre que el Espíritu aparece en forma

corporal, lo hace mediante símbolos, como lenguas de fuego, una

paloma, una lámpara, y esto muestra que el Espíritu no tiene una

personalidad propia” (Uriah Smith, “In the Question Chair”, RH

[Mar. 23, 1897], 188). Ver también ídem, RH, Oct. 28, 1890, 664;

ídem, RH, May. 10, 1891, 697; ídem, RH, Sept. 6, 1892, 568; idem,

RH, Mar. 23, 1897, 188.

15 D. M. Canright, “The Holy Spirit no a Person, but an

Influence Proceeding from God”, Signs of the Times, Jul. 25, 1878,

218, en adelante ST. Canright menciona que, según su perspectiva,

(1) las Escrituras no hablan del Espíritu Santo como persona; (2) No

hay indicación para adorar al Espíritu Santo, como si lo hay para el

Padre y el Hijo; (3) No hay indicación de una relación amorosa entre

el Espíritu Santo y los demás miembros de la Divinidad; y (4) Se

menciona en la Biblia que el Espíritu Santo es “derramado”, y una

persona no puede ser “derramada” (Ibíd). Además, “al definir al

Espíritu Santo como una influencia o una especie de poder

proveniente del Padre o del Hijo, permitía que Dios [Padre] sea

omnipresente” (Merlin D. Burt, “The Trinity in Seventh-day

Adventist History”, (Paper prepared for October 2013 Conference at

Universidad Peruana Unión [Peruvian Union University, 2013], 12).

Cf. D. M. Canright, “The Personality of God,” RH, Aug. 29 to Sept.

19, 1878, 73, 81-82, 89-90, 97; ídem, Matter and Spirit or the Problem of Human Thought: A Philosophical Argument (Battle Creek, MI:

Review and Herald Publishing, 1882), 47, 48; idem, “The Holy

108 Evangelio – Revista bíblico-teológica

M. C. Wilcox

En 1889, siendo uno de los

editores de la revista Signs of the Times escribió que “el

poder de Dios, aparte de su

presencia personal, se

manifiesta a través de su

Espíritu [Santo]”.16

En 1898, añadió: “Dios en

una persona; ¿cómo puede su

vida estar presente en todas

partes?”, finalizando con la

comparación del Espíritu

[Santo] con un “aura” que se

extiende más allá de una

persona.17

Tabla 1: La comprensión de los pioneros sobre el Espíritu Santo

Hasta las décadas de 1880 y 1890, estas

interpretaciones tendenciosas desempeñaron un papel

predominante en la interpretación de los pioneros a fin de

oponerse a la idea de que el Espíritu Santo tenía una

“personalidad” distinta, identificándolo así como una

influencia o poder, como lo hemos mencionado

anteriormente.18 En efecto, teniendo en cuenta estos detalles,

Spirit,” ST, Aug. 8, 1878, 236; Uriah Smith, “In the Question Chair:

Is the Holy Ghost a Person,” RH, Oct. 28, 1890, 664.

16 M. C. Wilcox, “Manifestation of the Holy Spirit”, ST, Jul.

15, 1889, 422.

17 Ibíd., “The Spirit of Life”, ST, Jun. 2, 1898, 342.

18 Aparte de ello, algunos adventistas habían especulado la

idea de que quizá el Espíritu Santo fuese un ángel o que estaba en la

misma categoría de los de ángeles. Sin embargo, esta idea fue

Iparraguirre y Whidden: El consolador que Cristo prometió. 109

ahora es importante resaltar qué es lo que decía o creía Elena

de White sobre el Espíritu Santo.

Elena de White y el Espíritu Santo

Hasta aproximadamente 1890, Elena de White no se

había manifestado en forma explícita sobre la personalidad del

Espíritu Santo, aunque sí mencionó que era una influencia

tangible y demostrable.19 Dado que había recibido visiones y

sueños, llegó a experimentar extraordinarias bendiciones

mediante la obra del Espíritu Santo en su vida. En general,

“los adventistas experimentaron la obra del Espíritu Santo de

manera concreta y práctica”.20

Pese a que muchos procuraban hacerle creer que “no

había Espíritu Santo y que todas las manifestaciones que

habían experimentado los santos hombres de Dios no eran más

que mesmerismo o engaños de Satanás”,21 y aunque en 1891

escribió que “la naturaleza del Espíritu Santo era un misterio

que no ha sido revelado claramente”,22 guardando silencio

totalmente rechazada. Ver C. P. Bollman, “The Spirit of God”, ST,

Nov. 4, 1889, 663.

19 En 1878, Elena de White escribió acerca de la “fuerza

vivificante del Espíritu Santo, procedente de Cristo”, que transforma

el corazón humano. Ella dijo, además, del Espíritu Santo: “El Autor

de esta vida espiritual no es visible, y el método preciso por el que

esta se imparte y se sostiene está más allá de la capacidad filosófica

humana de explicar” (Ellen G. White, The Spirit of Prophecy: The Great Controversy Between Christ and Satan, the Death, Resurrection and Ascension of our Lord Jesus Christ [Battle Creek,

MI: Seventh-day Adventist Publishing, 1878], 3:418).

20 Merlin Burt, “Ellen White and the Personhood of the Holy

Spirit” (Term Paper, Andrews University, 2012), 4.

21 Ellen G. White, Early Writings (Hagerstown, MD: Review

and Herald Publishing, 2000), 21, 22. El mermerismo es conocido hoy

como el hipnotismo.

22 Ibíd., “Brother Chapman”, Jun. 11, 1891, Letter 7, 1891.

110 Evangelio – Revista bíblico-teológica

porque era un enigma “demasiado alto para ella”,23 no fue sino

hasta 1893 que mencionó que el Espíritu Santo tenía una

personalidad distinta de la del Padre y del Hijo.24 Además, en

1896 habló de forma explícita sobre el Espíritu Santo como

parte de la Trinidad. Dijo: “El mal se había estado acumulando

durante siglos, y sólo podía ser restringido y resistido por el

grandioso poder del Espíritu Santo, la tercera persona de la

Deidad, que vendría no con energía modificada, sino con la

plenitud del poder divino”.25

A raíz de esta declaración, Merlin Burt expresa que,

no hay indicación de una visión particular en

que Elena de White haya recibido una orden de

escribir de forma más explícita acerca de la

personalidad del Espíritu Santo. Sin embargo,

como mensajera del Señor, ella fue muy

específica sobre el asunto durante la década de

1890. A lo largo del resto de su vida, continuó

apoyando la personalidad y completa divinidad

del Espíritu Santo.26

23 Ibíd.

24 La cita dice: “El Espíritu Santo es el Consolador, en nombre

de Cristo. Él personifica a Cristo, sin embargo, es una personalidad

distinta” (Ver Ellen White, “Privileges and Responsibilities of the

Sons of God”, Manuscript 93, 1893).

25 Ibíd., Letter 8, 1896. Esta declaración es parte de una carta

general enviada a los ministros adventistas en Norte América. Fue

publicada en 1897 por el entonces Presidente de la Asociación

General, O. A. Olsen, y fue circulada entre los líderes de la Iglesia.

Ver Ellen G. White, Special Testimonies for Ministers and Workers-No. 10 (s.l: s.e, 1897), 25-33. Según Burt, esta cita es considerada

como la “primera declaración clara sobre el Espíritu Santo…” de

Elena de White y que fue republicada con una ligera variación en The Desire of Ages de 1898 (Burt, Ellen White and the Personhood of the

Holy Spirit”, 6).

26 Burt, “Historia de la doctrina de la Trinidad”, 170.

Iparraguirre y Whidden: El consolador que Cristo prometió. 111

No cabe duda de que Elena de White apoyó y

comprendió correctamente la personalidad del Espíritu Santo

—como también lo hicieron otros pioneros durante estos

años—,27 tal como se demuestra en la siguiente tabla:

27 Un claro ejemplo fue R. A. Underwood, que en 1898, tras

la declaración de Elena de White en Special Testimonies Seria A, No.

10, escribió: “El Espíritu Santo es el representante personal de Cristo

en el campo; y está a cargo de la tarea de enfrentar a Satanás, y de

vencer a este enemigo personal de Dios y de su gobierno. Me parece

extraño, ahora, que alguna vez haya creído que el Espíritu Santo era

solamente una influencia, en vista de la obra que realiza”

(Underwood, “The Holy Spirit a Person”, RH, May. 17, 1898, 310).

También, A. T. Jones, en 1907 escribió: Y el Espíritu Santo es una

Persona. Esta gran verdad no se reconoce, en efecto, muy pocos

cristianos creen en ella [...] El Espíritu Santo no es una influencia;

tampoco es una impresión, ni paz, ni gozo ni cosa alguna [...] El

Espíritu Santo es una Persona, una Persona eternamente divina

(Jones, “Christian Loyalty”, Medical Misionary, Mar. 27, 1907, 98.

Énfasis añadido).

Ver también Arthur G. Daniells, “The Church’s Greatest

Need To-Day”, Liberty, Apr., 1906, 20; ídem, “The Ministry of the

Holy Spirit”, RH, Nov. 22, 1906, 6; ídem, “The Church’s Greatest

Need To-Day”, ST, Sept. 30, 1907, 617-618; ídem, “The Holy Spirit in

the Church: Place in the Church”, Lake Union Herald, May. 19, 1909,

5, en adelante LUH; ídem, “The Holy Spirit in the Church: Place in

the Church” Echoes from the Field, Jun. 2, 1909, 3; W. W. Prescott,

“Week of Prayer Readings: Our Message”, General Conference Bulletin 4/4 (1901): 566; ídem, “Week of Prayer Readings: Our

Message”, Union Conference Record [Australia], Jun. 1, 1902, 5; G.

B. Thompson, “Studies on the Holy Spirit—No. 3”, Australasian Record, Jan. 16, 1911, 1; ídem, “Elder Thompson’s Talk: November

14, 1911, 2 P.M”, LUH, Nov. 22, 1911, 4; ídem, “The Holy Spirit:

Lesson No. 3”, Pacific Union Recorder, Mar. 28, 1912, 4; ídem, “The

Promise of the Holy Spirit”, Present Truth, Jan. 4, 1912), 2; ídem,

“The Holy Spirit”, RH, Feb. 27, 1913, 198; M. E. Stewart, “The Third

Person of the Godhead—the Holy Spirit,” RH, Dec. 29, 1910, 4.

112 Evangelio – Revista bíblico-teológica

Elena de White y el Espíritu Santo

Fecha Cita original

1897

[...] Cuando las pruebas

ensombrezcan el alma,

recuerde las palabras de

Cristo; recuerde que él

manifestará su presencia

invisible en la persona del

Espíritu Santo. Él le traerá paz

y consuelo. El Sol de justicia

estará a su lado para disipar

las sombras [...] (Carta 124).

1897

El príncipe del poder del mal

puede ser mantenido en jaque

únicamente por el poder de

Dios en la tercera persona de la

Divinidad, el Espíritu Santo

(Special Testimonies, Serie A,

10:37).

1898

El pecado podía ser resistido y

vencido únicamente por la

poderosa intervención de la

tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no

con energía modificada, sino en

la plenitud del poder divino

(The Desire of Ages, 671,

énfasis añadido).

1899

Necesitamos comprender que

el Espíritu Santo, que es una

persona así como Dios es

persona, anda en estos

terrenos (Manuscrito 66).

1900

En el nombre del Padre, del

Hijo y del Espíritu Santo el

hombre es sepultado con Cristo

Iparraguirre y Whidden: El consolador que Cristo prometió. 113

en el bautismo y se levanta del

agua para vivir una nueva vida

de lealtad a Dios. Los tres

grandes poderes del cielo son

testigos del acto, invisibles

pero presentes […] La obra es

trazada frente a cada alma que

ha confesado su fe en

Jesucristo mediante el

bautismo, y se ha convertido en

un receptáculo de la promesa

que procede de las tres

personas: el Padre, el Hijo, y el

Espíritu Santo (Manuscrito

57).

1900

Tres agentes distintos, el

Padre, el Hijo y el Espíritu

Santo, trabajan juntos en favor

de los seres humanos. Se unen

en la tarea de hacer de la

iglesia un pedazo de cielo en la

tierra (Manuscrito 27a).

1901

Los eternos dignatarios

celestiales —Dios, Cristo y el

Espíritu Santo— armándolos

[a los discípulos] con algo más

que una mera energía mortal

[...] avanzaron con ellos para

llevar a cabo la obra y

convencer de pecado al mundo

(Manuscrito 145).

1901

La Divinidad se conmovió de

piedad por la humanidad, y el

Padre, el Hijo y el Espíritu

Santo se dieron a sí mismos a

la obra de formar un plan de

114 Evangelio – Revista bíblico-teológica

redención (Union Conference Record, 1 de abril).

1904

Cristo declaró que después de

su ascensión él enviaría a su

iglesia, como su don máximo,

al Consolador, quien ocuparía

su lugar. Este Consolador es el

Espíritu Santo [...] la tercera

persona de la Divinidad, que

vendría no con energía

modificada, sino en la plenitud

del poder divino (Review and Herald, 19 de mayo).

1905

Debemos cooperar con los tres

poderes más elevados del cielo:

El Padre, el Hijo y el Espíritu

Santo [...] (Special Testimonies, Serie B, 7:51).

1905

El Consolador que Cristo

prometió enviar después de

ascender al cielo, es el Espíritu

en toda la plenitud de la

Deidad, [...] Hay tres personas

vivientes en el trío celestial; en

el nombre de estos tres

grandes poderes —el Padre, el

Hijo y el Espíritu Santo— [...]

(Special Testimonies, Serie B,

7:62, 63).

1906

El Espíritu Santo es una

persona, porque testifica en

nuestros espíritus que somos

hijos de Dios [...] El Espíritu

Santo tiene una personalidad,

de lo contrario no podría dar

testimonio a nuestros espíritus

y con nuestros espíritus de que

Iparraguirre y Whidden: El consolador que Cristo prometió. 115

somos hijos de Dios. Debe ser

una persona divina, además,

porque en caso contrario no

podría escudriñar los secretos

que están ocultos en la mente

de Dios (Manuscrito 20).

1908

El Espíritu Santo es el

Representante de Cristo, pero

despojado de la personalidad

humana e independiente de

ella. Estorbado por la

humanidad, Cristo no podía

estar en todo lugar

personalmente. Por lo tanto,

convenía a sus discípulos que

fuese al Padre y enviase el

Espíritu [Santo] como su

sucesor en la Tierra (Review and Herald, 18 de noviembre).

Tabla 2. Comprensión cronológica de la doctrina del Espíritu Santo en Elena de White

¿Cómo saber que ella realmente escribió estas citas?

Los que alegan que las referencias mostradas arriba no fueron

escritas por Elena de White, posiblemente pasan por alto el

trabajo de Tim Poirier, vicedirector del Ellen G. White Estate,

Inc. Tomando como publicación base a The Desire of Ages [El

Deseado de todas las gentes], Poirier realizó un minucioso

estudio logrando rastrear por lo menos cuatro referencias del

mismo puño y letra de Elena de White que hablan sobre la

personalidad del Espíritu Santo.28 Esta evidencia, sin duda, ha

28 Estos son: Manuscript 93, 1893; Manuscript 57, 1900;

Manuscript 20, 1906; y el Manuscript 21, 1906. Para una información

más detallada ver Tim Poirier, “Ellen White’s Trinitarian

Statements: What Did She Actually Write?” Ellen White and Current Issues Symposium 2 (2006): 18–40. Anterior a Poirier, M. L.

Andreasen había discutido si las declaraciones de Elena de White —

tanto de la Trinidad como del Espíritu Santo— eran realmente

116 Evangelio – Revista bíblico-teológica

puesto en jaque a más de uno que ha tratado de continuar

negando lo innegable con respecto a lo que ella creía sobre el

Espíritu Santo.29

verdaderas. Por ello, durante el año 1909, Andreasen viajó a la casa

de Elena de White en Elmshaven, California; logrando convencerse

de la certera postura que ella había publicado (M. L. Andreasen,

“Testimony of M. M. Andreasen”, Oct. 15, 953, 3). Por otro lado,

generalmente, los que se oponen a la creencia de la Trinidad, y sobre

todo niegan la personalidad del Espíritu Santo como creían los

pioneros, desconocen los manuscritos que las secretarias de Ellen

White pasaron a máquina, por ejemplo: Letter 8, 1896; Manuscript 27a, 1900; Manuscript 57, 1900; Manuscript 20, 1906; y Manuscript 21, 1906. Además, en uno de estos documentos Elena de White había

escrito: “He leído esto con cuidado y lo apruebo” (Manuscript 20,

1906).

29 The Desire of Ages contiene la declaración trinitaria más

famosa de Elena de White que dice “la tercera persona de la

Divinidad [...]” (en inglés, the third person of the Godhead). Esta

declaración aparece en otros artículos posteriores escritos por ella.

Ver Elena de White, “The Outpouring of the Spirit,” ST, Dec. 1, 1898,

754; ídem, “The Promise of the Spirit”, RH, May. 19, 1904, 7; ídem,

“The Gift of the Spirit”, Southern Watchman, Nov. 28, 1905, 773;

ídem, “The Promise of the Father—John xiv.15-27”, Present Truth,

May. 24, 1906, 333; ídem, “Christ’s Most Essential Gift to His

Church,” RH, Nov. 19, 1908, 16; ídem, “Christ’s Most Essential Gift

to His Church”, Union Conference Record [Australia], May. 3, 1909,

13; ídem, “The Gift of the Holy Spirit—No. 2”, ST, Dec. 4, 1911, 773.

Esta declaración, como era de esperar, no fue pasada por alto

por muchos pioneros que habían empezado a cambiar su posición

respecto a la personalidad del Espíritu Santo usando esta

emblemática cita en sus escritos. Ver E. W. Farnsworth, “The

Spirit,—The Teacher”, Union Conference Record [Australia], Dec. 1,

1899, 1-2; Daniells, “The Ministry of the Holy Spirit”, Nov. 22, 1906,

6; ídem, “The Church’s Greatest Need To-Day”, Sept. 30, 1907, 617-

618; ídem, “The Ministry of the Holy Spirit”, Union Conference Record [Australia], Apr. 15, 1907, 2; ídem, “The Holy Spirit in the

Church: Place in the Church”, LUH, May. 19, 1909, 5; ídem, “The

Holy Spirit in the Church: Place in the Church”, Jun. 2, 1909, 3; G.

B. Starr, “The Holy Spirit”, Union Conference Record [Australia],

Iparraguirre y Whidden: El consolador que Cristo prometió. 117

Conclusiones

Durante los años de desarrollo de la IASD, los

adventistas creían que la Trinidad era una doctrina satánica,

no escriturística; y que el Espíritu Santo era solamente una

fuerza, influencia o poder que emanaba del Padre o del Hijo.

Hasta antes de 1893, Elena de White solamente se

había referido al Espíritu Santo como una influencia tangible

y demostrable en su vida. Recién fue en el año 1893 cuando

declaró que el Espíritu Santo tenía una personalidad distinta

de la del Padre y del Hijo. Esta idea fue reforzada a través de

los años durante su ministerio.

Finalmente, tenemos suficiente evidencia para probar

que Elena de White desarrolló una comprensión progresiva en

cuanto a las doctrinas de la Trinidad y del Espíritu Santo —

tras un estudio concienzudo de las Escrituras— aunque esto

llevó más de cincuenta años para que sea aceptado por la

IASD.

Dec. 31, 1906, 1-2; Underwood, “Who Shall Be Able to Stand”, RH,

Nov. 21, 1907, 13; [M. E. Kern], “Society Studies in Bible Doctrines:

Lesson I—The Trinity,” Youth’s Instructor, Oct. 19, 1909), 12, en

adelante YI; ídem, “Society Studies in Bible Doctrines: Lesson XI—

The Holy Spirit”, YI, Jan. 25, 1910, 13; O. A. Johnson, Bible Doctrines Containing 150 Lessons, ed. rev. (College Place, WA:

Author, 1911), 28-29; Thompson, “The Holy Spirit: Lesson No. 3”,

Pacific Union Recorder, Mar. 28, 1912, 4; ídem, “The Holy Spirit”,

RH, Feb. 27, 1913, 198; M. E. Steward, “The Holy Spirit”, RH, Nov.

7, 1912, 5; H. C. Hartwell, “The Office Work of the Holy Spirit”,

Atlantic Union Gleaner, Jan. 28, 1914, 2; Elbridge M. Adams, “The

Holy Spirit—No. 3: Place in the Plan of Salvation”, RH, Dec. 23,

1915, 11. Tampoco debemos dejar de lado las referencias que Kaiser

ha encontrado sobre esta emblemática cita que fue usada por

nuestros pioneros, pero que al escribirla no citaron, como otros sí, la

fuente de donde venía, además de presentar una vasta cantidad de

autores que se basaron en The Desire of Ages o Special Testimonies.

Ver “The Reception of Ellen G. White’s Trinitarian Statements by

Her Contemporaries, 1897-1915”, 3-4.

118 Evangelio – Revista bíblico-teológica

Siendo un pueblo con historia, es importante reconocer

que el desarrollo de nuestras doctrinas es progresivo y

correctivo. El estudio de la Biblia y sólo la Biblia es lo que nos

condujo a aceptar nuestra actual posición sobre estas

doctrinas. Elena de White bien claramente aseveró que “la

Biblia debe ser vuestra consejera. Estudiadla y estudiad los

testimonios que Dios ha dado, porque ellos nunca contradicen

esta Palabra”.30 Por lo tanto, nuestra base para aceptar o

rechazar una doctrina debe ser “la Biblia y sólo la Biblia…”31.

30 Ellen White, Letter 107, 1907.

31 Ibíd., “A Missionary Appeal”, RH, Dec. 15, 1885, 769.