CAMPO ECHEVARRÍA, A. DEL, “La imagen de la divinidad en el poema De consulatu suo de Cicerón”,...
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ALBERTO DEL CAMPO ECHEVARNÍE
La imagen de la dittinidad en el poemaDe consulatu suo de Ctcerón
SEPARATA DE"GENUS OMNE DEUM.
tMÁ(;t,tNFtS pOÉTICAS DEL PRINCIPIO DIVINO"li,otror'rlir;a I . UNIVERSIDAD SeNDÁUASO o2ol4
3
LA IMAGEN DE LA DIVINIDAD EN
EL POEMA DE COIVSULATU SUO
DE crcrnónrAlberto del Campo EchevarríaU NIVERSI DAD SAN DAIVIASO
rNTRoDUccróru
E.r lu vía que va de la Filosofía a la Filología, al caminante le sa-
len al paso, obvios, grandes tesoros. Acostumbrado, en su origen,
a observar en el Lenguaje la claridad de las formas de la Razón,
se le ocurre, por contraste, lo que, del Espíritu, no alcanza ésta
a comprender. Así, la esfera de racionalidad espiritual, por de
pronto, da paso a otra de espiritualidad racional en un proceso
que, conservadas las riquezas de las estaciones, culmina en la
de la Poética, la Poesía, ese íntimo altar creativo del Lenguaje
que, como sancta sanctorum, revela en sinceridad las fuerzas
primarias que lo nutren y, a Ia vez, nos las ofrece depuradas
como frutos de exquisita plenitud, en el clásico equilibrio de
forma y contenido que constituye la Verdad. Un logro que pocas
veces acontece, pues el verdadero poeta, para serlo, hrde estar
inspirado de la Divinidad y, claro es, tal circunstancia es un don
tan poco frecuente como extraordinario'.
t Cfr. R. N. MarEn, Das Gedicht. Über díe Natur des dichterischen und der dichte-
rischen Formen. Betrachtungen fir Lehrende und Lernende, Düsseldorf, 196r, 16;
59
No es, pues, de extrañar que los grandes filósofos, verbi
gratia, Platón y Hegel, se hayan visto llevados, en su afán de
observar dialécticamente la objetividad de la Razón, a intercarlar
en su prosa filosófica, con mayor o menor extensión, pasajes de
mito y poesía, venas líricas que vienen a superar y a sancionar
la discursividad, llegando, incluso, en otras veces, a cantar y a
componer himnos con la conciencia más clara, como en el caso
de Proclo, Sinesio de Cirene e, incluso, Santo Tomás de Aquino,
quien, sin tener riguroso conocimiento de métrica latina clásica,
compuso himnos litúrgicos. Mucho más dado a la causa fue
uno de los autores que le sirvió de inspiración y fundamento,
San |uan Damasceno, él mismo uno de los grandes filósofos
del Espíritu, que no sólo es el corazón de la himnografía bi-
-zantina por derecho propio, sino que, también cuando estudia
los fundamentos racionales y dialécticos del Lenguaie, gusta
expresarse en prosa poética, ofreciéndonos un vislumbre de lo
que es pura poesía.
Así pues, por magna que sea la prosa filosófica, vemos que
algunos de sus más eximios creadores estuvieron de acuerdo
en considerar que la Poesía debía aportar, todavía, algo más, a
modo de broche, remate y culmen. Aun cuando la limitación
métrica del discurso es un pie forzado que constriñe expresiva
y formalmente la libertad raciocinante', sólo gracias a él cami-
namos hacia un reino superior de Verdad, porque sólo así se
evidencia concretamente la Harmonía en sí; porque sólo así se
por otra parte, este vínculo entre poesía y divinidad es nuclear en autores tarl
diversos como Platón, Milton, Hólderlin y, como veremos, no es aieno al mismo
Cicerón.
z f. Onrrcn y GRSSrt,'El quehacer del hombre', Historia como sistema, Maclrid,
t97o,69-7o; este breve, p€ro concentrado texto puede escucharse recitado p<lr
el autor en la grabación que hizo en rg32 en el Centro de Estudios Histírricos y
que se publicó en los vinilos del Archivo de la palabra, disco z, B; el texto está
reproducido en el cuadernillo correspondiente, Archivo de la palabrn, Maclrid,
1990,52.
60 rA rvlAcEN DE LA Drv NrDAD EN EL polvr A DE :INSULATU suo DE c cERóN 61
supor¿r todo el juego abstracto del Entendimiento; porque sólo
¿rsí se ennoblece con una Belleza de Verdad; porque sólo así
st' h¿rce digna de aprecio, mereciendo, en última instancia, la
pena del dolor con que siempre, ella, va asociada para nosotros,
[rumanos, mortales.
Que, además, vivamos como tales, "*8" de nuestra parte
predisposición y disposición para revivir en estas cualidades
poéticas y para, así, sentirlas como necesidad plenaria y fin de
nuestras últimas aspiraciones: vivir y revivir, pervivir y resucitar.
De una infinitud de inconsciencia, a una infinitud de consciencia.
De la oscuridad de los tiempos a su luz. La pérdida de libertad,
que, de pie métrico, es meramente formal o abstracta se hace,
pues, en vistas de una comunión, más honda, con los contenidos
concretos, que son, a Iavez,universales y que se realizan progre-
siva y definitivamente al fundirse en el camino verdad objetiva
y sensatez subjetiva. No se trata, por tanto, de representación
cle ¿rrbitrariedades ni de mero sensualismo romántico, sino de
rlrz<irt y sentimiento, sí, recordando aZubiri,de razón sentiente ysentido raciocinante, es decir, del espíritu concreto, que, al decirde Hegel, es en sí y para sí; y no de entendimiento abstracto,
que, si lo manda la sofística, es para alienación y enajenamiento.
I. CICERÓN Y LA POESÍA
Por lo que hace a nuestro tema de hoy, nos preocupa saber qué
lugar corresponde a estos efectos a Cicerón, de todos más cono-
r:ido como orador, estadista y escritor filosófico que como poeta.
l'erra ello, revisitaremos someramente, primero, la impronta po-
Iítica del autor para, en un segundo momento, prestar atención
¿r su obra poética y, en particular, centrarnos en el único poema
propio que de su autoría conservamos, siquiera fragmentaria-
mente: De consulatu suo, i. e., Acerca de su consulado. Hemos de
ver cómo esta singular obra nos transparenta la conciencia con
que su autor se conduio en su responsabilidad consular al frente
del estado romano y cómo esa misma conciencia forma parte de
un cuadro compuesto de varias y ricas <imágenes poéticas del
principio divinor, que se concreta con las nociones dialécticas
de uprincipio> y de ufin>. Contribuye, pues, de manera notable
esta pintura ciceroniana a representar el genus omne deum, que
es lema de este libro sobre poesía religiosa en que, también por
gracia de la Providencia, se enmarcan nuestras palabras.
1. IMPRONTA POÉTICA Y POLÍTICA DE CICERÓN
Unamuno, con el fin de indicar la importancia que concedía a
la poesía, confesaba, en una nota enviada a Ortega junto a su
Rosario de sonetos líricos (19 r r ), q,." (tengo la flaqueza de creer
que o soy poeta o no soy nada>3. Acaso esta sustancialidad del
alma resida en la voluntad de reflejar una verdad indubitable,
que es tan particular como universal, y que, en cualquier caso,
requiere de la disposición de un estado personal de inspiración,
es decir, del sentimiento que se impone como necesidad para
Crear expresivamente Y gue, muchas Veces, como reconoce el
propio Cicerón, afecta al poeta con ardor y furor+. Ortega, por
su parte, más prosaico que ambos, no tuvo en tanto la poesía;
más bien la denunciaba por artificial, como un <eufemismo>
que manifiesta <voluntad de amaneramiento>5.
M. l)r' (JNnnrrrNo,'Lpislolario entre Unamuno y Ortega', Yll, Revistrt de Occicletúe
Nittttert¡ extruu¡t'rli¡utrfu¡ de homenaie a Miquel cle IInamuno en el primer centenario
tlt' stt ¡tttt'i¡¡tit'ttlt¡ t9 ( r 964), r8.
(,1 ., l)t, o¡(tl. z, t94'. <p()etltn br¡rutrn neminern... sine, inflammotione animortLm
t,xisIt't t' ¡tttsst' t'I sirrt' t¡trxIturt udflotu quasi furorisu.
f. ()rrrrr,n r (i¡ssr l,'(i<irrgo|it, t6z7 t9z7',Espíritudelaletra, Madrid, t95r, rrB:
"1,,t lrr¡r'sr,t¡s¡t¡ft'tttistttt>'',ibir! ,1). l2o: uPoesíanoesnaturalidad,sinclvoluntad
rl,',nrr,rrrlt,tt¡tit'ttltl,.
Cicerón, acaso inspirado por la lectura de Lucrecio en su
¡rrctensión de ser, tambiénó, poeta, no entendió, sin embargo,
la poesía como el objeto de su tarea principal. Esto se pone de
lelieve cuando observamos que o bien se dedicó a traducir a la
lengua del Lacio fragmentos de otros poetas griegos o bien versi-
f icri, como veremos que fue el caso de De consulatu suo, aquello
(lue previamente ya había escrito él mismo en prosa.
Esto no obstante, Cicerón escribio poesía durante toda
su vida, desde los primeros aRos de su adolescencia hasta los
irltimos de su vejez. Fue, pues, escritor de las Musas seducido du-
r¿rnte toda su vida y, en consecuencia, trató de imitarlas. Recorde-
rnos que también César (roo-44), su (contrafigura>7, cuya prosa
difícilmente encuentra apreciaciones eruditas que hagan justicia
a su incomparable valor literarios, encontró afán en la compo-
sici<in de varios poemas, para nosotros hoy perdidos, como la
tragedia Oedipus, el panegírico Laudes Herculis e lter (a9). Así
nos lo recuerda Tácito, quien valora los poemas cesarianos con
lrreferencia a los de Ciceróne. Tenemos, pues, a los dos grandes
cl¿rsicos de la prosa latina también implicados en la poesía.
Respecto a la pericia compositiva del Arpinate, es lugar co-
rrrun la noticia de Plutarco que nos dice que era capaz de escribir
r¡uinientos versos en una noche'o,lo cual, en contraste con lo que
(r A. Frrr-rN,'Risclnanze del De consulatu suo ciceroniano nel poema di Lucrezio',
tit.'lC 79 (r95r), 3o8-3ro; se trata de una cuestiirn de difícil solución, tambiérr
rlccl¿u'¿rda recientemente insoluble; cf.K. Volr,'The genre of Cicero's De consu
!tilrt suo', en ed. T. D. Papanghelis, S. f. Harris<tn, S. Frangoulidis (eds.), Generic
Irilerlaces: Encounters Interactions andTransformations in Latin Líterature, Berlin,
zot'J,99.
A. Mnc,tnrNr.'s, Desarrollo de la idea de Roma en su siglo de oro, Madrid, 1952,95.'l"trc., Ann., t3,3; Quint., Inst., 1o, L, 114.
l-¡t<'. Dial. zr, 6: nfecerunt (sc. Caesar et Brutus) enim et carmina et in biblktther:as
rel I rtlerunt, non melíus quam Cícero, sed felicius, quia illos fecisse pouciores sciurtl > .
l'|rr., Cic., 4o, z.
7
()
t()
LA N/AGtN DE LA D v N DAD EN Et poErvA ,F caNSULATU suo DE ci0ERoN 63
nos dice Quintiliailo", era ya ir más rápido que Virgilio. Tam-
bién gracias a Plutarco sabemos que Cicerón no sólo pretendióser el más grande de los oradores, sino también el más grande
poeta romano". Y es, precisamente, esta pretensión la que le
mueve a celebrar en versos lo más relevante de su consulado,
su exilio e, incluso, las campañas de César en Bretaña. Por otra
parte, del mismo modo que recreó en obras de prosa algunos
de los temas inaugurados en sus poemas, en sus últimas obras
-Tusculonae disputatíones, De natura deorum, De divinatione-,
intercala versos de Ennio y de Accio junto a otros extraídos de
sus traducciones de Homero, de los trágicos, de Arato o de su
propia cosecha, como ocurre con De consulatu suo. Vemos, pues,
que Cicerón gusta de equipararse con los más grandes poetas
griegos y latinos.
Cicerón, como se sabe, es un autor disputado, cuyo proble-matismo radicó en su carácter personal'3, el cual no en vano ha
sido denunciado como oportunismo individualista'a. Ahora bien,
lo verdaderamente dramático es que este carácter, por supuesto,
tuvo repercusión directa en su irresponsabilidad política, que
afectó gravemente a la historia política de Roma, adquiriendo,
así, dimensión general's. Tal incoherencia se echa de ver, prime-ramente, en la flagrante contradicción que supone el hecho de
r r Quint., 1nsf. ro, 3, 8.
rz Plu., Cic.2,4.r3 F. Prrun Pout, Marco Túlio Cicerón, Ariel, Barcelona, 2oo5, 4o7 414, apurlta que,
en varias investigaciones extranjeras, el perfil psicológico del autor ha sido muydiscutido y cuestionado, reconociéndosele desde el complejo de Edipo al compleicr
tle inferioridad y, al narcisismo.
r4 A. Mncnnrruos, Desnrrollo de, la ide.a de. Roma...,9r, n. r.t _5 Mrrru rrs<¡utru, Cctnsidérotions sur les couses de la qrandeur cles rctrnains, et d.e leur
rlécutlence, Paris, rtloz, ro7: <Cicéron¡ avec des parties admirables pour un second
lirlr', i'toit incapable du premier: il avoit un beau génie, mais une ame souvent( ()rnr)lunc. L'accesoire, chez Cicéron, c'étoit la vertu; chez Caton c'étoit la gloire:(,icrir'orr sc voy<lil toujours le premier; Cat<¡n s'oublioit toujours: celui ci vouloitsiruv(,r lir lriJrrrlrlir¡u(' p()rrr elle-méme; celui lá pour s'en vanter.)
,rrrlo< or'onarse, en nombre de la legalidad vigente, como campeón
rk'l rr'¡rtrblicanismo tradicional romano y, al mismo tiempo, so-
lo<'rr la perniciosa sedición dictactorial de Catilina -también
ccnsrrrada por un enemigo personal del Arpinate, como lo fue
S¿rlustio- conculcándola a través la apelación a la razón de Es-
lrr<l<r r¡tre, con el título de senatus consultumultimum, suprimió el
rk'r'r'cho de los sediciosos a ser juzgados mediante proceso legal
rrrrlirr¿rrir)'('. Error grave que, no en vano, dio el toque deI incipit
tntr¡oecliupara la carrera política de Cicerón; música amarga que
lo cstremeció en idealizaciones abstractas en nombre de una con-
coruliu y una libertas gu€'7, forzosamente, se habían vuelto marco
cslrecho para el gobierno de la circunstancia política contempo-
r¿ilre¿r'E. En segundo lugar, la incoherencia política ciceroniana-
rl, A. Iiort,rN Ptnrz,'Marco Tulio Cicerón'..., Bz: nfue acusado de haber violado el
r lt'r'r'r'ho ile uncls ciudadanos romanos a ser juzgados legalmente, sin que estuviera
justif i< irrlo acudir aurr senatus consultum ultimumcomo el que había conducido
ir srr t'icc:ución sin proceso previ<-ru; A. D'Ons F. Tonntnt,'lntroducción', Cicerón.
l)eli'nxt rlel poetoArquías, Madrid,r9g2, xr: oEl caso había sido grave y el Senado
st' lr¿rl¡ía visto obligado a emplear medidas extraordinarias, el senatus cc¡nsultum
ttltit¡ttu¡t que otorgaba a los cónsules poderes para defender la seguridad del
lrslrrrlo: virleunt cc¡nsules ne quid detrimenti res publica capíat, poderes entre los
(lu(, s(, <:ontaba el cle vida y muerte. Con ello, la conjuración había sido vencida,
¡rt'r'o Oir:errin se había atraído gran número de enemigosr.
r 7 J. ( )rr ¡ ¡ r;n v Gnsslr, 'Del Imperi<-l Romano', Las Atlántidos y Del lmperio Romano,
M irt lr-itl, 1963, ro7'. (en sus libros y cartas de la última época la palabra libertas
nos salc al paso cuando dclblamos la esquina de cualquier párrafo, con aire de
f irrrl¿rsrna te:naz,y nos suena a suspirn o nostalgia>; ibid.,l20: uY, sin embargo, se
scrrlí¿r libre bajo ella Ia constituciírn política de Roma] nuestro Cicerón, y cuando,
sc lir c¡uitarcln, acurrucado en su villa de Tusculum, como un can mal herido en
srr r rrlril, no cesaba de aullar:'¡Libertas, libertas!'>; ibid.,p. 135: (en ese ario [5o
ir. (,.1 r:ornienzan los quejidos de Cicerón por la líbertas que le estrangulan.>
r,(i A. Mnc,rnrNos, Desarrollo de la idea de Rorna...,96-tot, donde, para referir los
rL'f t'r'tos políticos de Cicerón, le atribuye oun valor absolutamente negativo o, por
Io rrrerx)s, pasivo> en la medida en que <Cicerón no supo salir de su ciénaga> por
"rrnir lirnitación de facultadesr, ofalta de aptitud> y.,falta de perspectiva>, factores
r¡rrc vinieron a dar en que (no se sentía generaln, tclda vez que <estaba infectadcr
¡rol t'strecheces ciudadanas)) y, así, cayó en el osilencio de las grandes ccibardías,
r, lrizo el oriclículo, por su nvanidad sin atención a que lo que se tramaba en el
LA 1I\,4AGEN DE LA DIV NIDAD EN EL POEN/] A t)L CANSIJLATU SUO DE C CERÓN 65
:i('()l)s('r'vir en el equívoco papel que ,ugó ante César, adulándolo<'rr¿rnrl<l le convino para terminar celebrando su asesinato'e.
Ambas contradicciones, la actuación como cónsul en el
ano 6'3 a. C. y su actuación ante César en el período posterior,
pueden conocerse con eco literario de primera mano. En el
primer caso, como nos dejó dicho D. Antonio Fontán:
<Cicerón estaba tan convencido de que con su actuación
había salvado a Roma y exaltaba tan desmedidamente su
consulado, en prosa y en verso, como una hazaña histórica,
que sectores de la opinión y los políticos populares se le
volvieron en contra>'o.
Precisamente de esta autoexaltación desmedida -<ardorr,
oeu-
femismo>, ((amaneramiento), que decíamos máximo expo-
nente y claro testimonio literario el poem a De consulatu suo, que
mundo romano)¡ preso en Ia nabsurda actitud burguesa del catedrático, notario,
f uez, que considera como hito de su vida el haber ganado brillantemente unas
oposiciones, sin pretender sacar de ellas más que el beneficio de un escalafírnr;
en definitiva, todos los males políticos se debieron a su (oportunismo, narcisista, que fue causa de ncrisis de la gloriau; cfr. item, sed modicius A. FourÁru PÉnlz,'Marco Tulio Cicerór''...,72: <Cicerón propugnaba el mantenimiento de las estruc
turas constitucionales históricas, que, como había advertido César, mostrabanen el orden práctico una manifiesta insuficiencia para un pacífico regimientodel Estado romano, convertido ya en imperio de vocación universal>; A. D'Or<s
F. Tonnlrur, 'lntroducción', Cic,e.rón. Defensa del poeta Arquías, Madrid, rgg2, p.
xtr: o La vieja política republicana no podía continuar; era necesaria una nueva
firrma adaptable a la realidad del Imperio romano, y el que había de imponerla,Au¡;rrsto, acababa de nacerr.
t9 Iltír|., ro6: <No tardó en mostrar su aprobación por el magnicidio. [...] En lacolcr'<'irirr rle las cartas de Cicerón Ad familiares se recoge una, brevísima, [...]
t¡ttt'llcvir la f'echa precisamente de las idus de marzo. [...] El billete ciceroniano<li< r' lirl [)r('lor clel año 43, Minucio Básilo, uno de los conjurados]:'Te felicito. Me
irlcglo. li' r¡rriclo. Aprecio tus cosas. Quiero que seas mi amigo y que me hagas
s;rlrcr r¡rrrl lrirccs y t¡uó pasa'>.
¿,<> Il¡itl.,,'i.¿, r rrrsiv¿l rrrrcstr'¿1.
A r ¡ I , lrll 1ANil l'¡) llliv^RR A LA rvl
^(irN r)r LA rirvrN DAD EN tL poEr\rA DE coNSuLATU suo DE crcERóN 6-l
rros lr(.nl()s propuesto comentar y traducir. También es pruebar lc cxirlt¿r<:irin poética la de su poemario, hoy perdido, "Enog ad(.'ttt'srtrcrr¿, conlpuesto en diciembre del año 54, después de la
lrrirrrcru expedición cesariana del 55 y en el mismo año en que
l;rs nirvcs rle César llegaron por segunda vez a Bretaña''.
Oiccríln, que lo consiguió todo mediante la palabra", tiene
cl rnt;r'ito <le rx) haber dejado impasible a sus lectores, es decir, de
lr¿rlrt'r ('onseguido posicionarlos en su favor o en su contra gracias,
cn rk'linitiv¿I, ¿l una cuestión de carácter cuya pista puede seguir-
s('(.n r.l t'sttrdi<) artístico y filológico de su obra. En cada una de
srrs vct¿rs literarias, es decir, en función del género literario porcl inlt'nt¿r(lo, nos vemos inducidos a establecer iuicios valorati-
vos <lif crentes y, aurr, opuestos. Así, si es forzoso reconocer conl
grrrrrrlt.s elogins sus trabajos sobre teoría de la Retórica y sobre
lrisloli¿r rle la Filosofía, se ha podido llegar a decir, sin embargo,(lu(' sus cliscursos oratorios no son lo mejor que nos ofrece'3.
, I/\ PRIMERA ETAPA DE LA POESÍA CICERONIANA
l.,r r¡lx'¿r liter¿rria de Cicerón mantiene un triple vínculo con la
pot'síir. Ll primero lo representan sus opiniones y valoraciones
,r( ('r'('¿r tk' los poetas; el segundo, los fragmentos y citas, tradu-r itl¿rs rk'l griego en ocasiones, de otros versificadores, que ya en
su ('lxx'¿l ('r¿ln considerados clásicos; el tercero, por fin, lo repre-
s('r)lir la n<lticia, transmitida por San ferónimo, de que Cicerón
.r W Arrrr,'llrc ltritish Epics of Qurintus and Marcus Cicero', TAP\A 86 (r955),
r ¡7 & r 54, ( lt'. (',ic. Q. lr.,3.r.rr; 3.4.4.;'3.5.4..,.,(;W. l.llrr;n,,1)it'Wcltl'relrschaftderRepublik",PhilosophiederWeltqeschic.hte.
l)t ittt't llttttl: l)ie Grie<:hisr:he und tlie rómische Welt. Dritter Teil: Die rórnisclte
I l\'l t , l,t'i ¡r z ig, t 9 44, 7og.., I I A.Sr rrorrr,S. 1., llislt¡riudelaliteraturaqrieqaylatina, Santander, 1953,r52
''l,r'r{) no irrcrlrar}los err el error de considerar lcls discursos como lo mejor <le
( ir r'¡orr; rrr;is lrit'lr lo c:ontrario: a pesar de las ilusiones de Cicerón y a pesar dt'
',u nr('r ilo irrrliscutible, lcls discursos son la parte menos interesante y apreciat:le
,1,, l,r ,rlr;r ciccr-oniana.>
('nrrr('lrrlri y ptrblic<i el poema de Lucrecio, poeta al que, por otra
¡rarle, v¿rlrlr¿r de forma ambigua'+.
Desde un punto de vista cronológico, es habitual la clasi-
ficación de los poemas ciceronianos en tres períodos: juventud,
m¿rdurez y vejez'5. Esta tripartición escolar no impide observar
una continuidad de fondo que se apoya en las motivacionesreligiosas y filosóficas del autor'('.
El período de juventud se caracteriza por la erudici ón yel mitologismo alejandrino que reencontraremos, en los poetae
novi, a quienes él mismo,luego, dando nueva evidencia de íntimacontradicción, habría de criticar'7. Los poemas de este primerperíodo apenas los conocemos por sus títulos. Entre ellos, figr-ran Pontius Glaucu.s (9S-9o u. C.)t Ir'lilus, con un tema ya tratadopor Calímaco; Uxorius (yuvo"r?¿oxeqrou¡revog/, que rescata untema de la Comedia Nueva (s. IV u. C.), Alcyones, de que sólo
conservamos un par de hexámetros de tema alejandrino que
confirma el gusto de Cicerón por la poesía de evasión'8; Thaliamaesta, que, aunque sólo tenemos su título referido por Servio,
tiene la importancia de ser el primer testimonio de Ia poesía ele-
gíaca romana que continuarán Galo y Catulo'r; la última noticiaacerca de estas obras menores es Ia de Limon, poema citado porSuetonio y, tras é1, Donato en el que se contendría un encomio
de Cicerón a Terencio, al cual César habría replicado de formamás moderada y crítica3o.
z4 Cic., Q. [r. frg. 2,9,3.z5 M. Ilosr,, '(licero als hellenistischer Epikerf Hermes n3 irrgg5), 455.z6 l). P. Krttttnx,'Aratean influence in the De consulatu of Cicero', Philoloqus t38
(reg+),6+.z7 l'. l:. Knox,'(licero as Hellenistic Poet', CQ6t (zotr), t9z.e8 M. llosr ,'(li< t'ro als hellenistischer Epiker'..., 456 457.z<.¡ l,ir irrflrrcr¡r'i¿r rk:CatuloseextendióaTibulo,Propercio,Ovidio,HoracioyMarcial.
1o (,'lr. f rrgrrrt'rrlos y referencias indirectas en Fraqmento poetorum latinorum epi-( (,nutt ct lyrit rtrtnt preeter Ennium et Lucilium, postW Morel, novis c,uris adhibi
l,tr¡;ar aparte dentro de este período juvenil de influencia
,rlt jirrr<lr irt¿r es Aratea, versión latina de Phaenomena (276-274
,r. {, ) <lt'l poeta helenístico estoico Arato de Soli (3rS-),que Cice-
r ()rf r('irliz¿r en 89 a. C., a la edad de ry años. El poema de Arato le
of rccio, I)or una parte, el pie forzado de los hexámetros griegos,
,¡rrc lr¿r('('n, en lo literario, historia dentro del espíritu romano;
¡ror oIrir parte, la verdad, alumbrada por el carácter didáctico, en
¡r;rr lit'rrlar', astronómico, del poema. La belleza, pues, no se limita;r lr¡ rrrt'r'¿rrlrente humano. Aun cuando su autor, Cicerón, recarga,
('n (x'¿rsiones, la sobriedad del original griego, el contenido cós-
rnit'o, <'l r:anto, en el fondo, al orden divino de las constelaciones
rr;rtr ¡r irlcs refulge con luz propia en torno a un centro teológico.
Lrr su traducción, Cicerón no fue exacto. Hay omisiones
tk,lilrr.r'¿rtl¿rs, resume pasajes, no traduce los detalles astronómi-
r os rlt'l original ni aspira tampoco a reflejar su estilo. En compen-
s;rciorr, of rece, voluntariamente, noticias lingüísticas, en las que
,lrsclvil, por ejemplo, el modo diferente de nombrar los astros
crrlrc uriegos y latinos; recrea el texto con noticias extraídas de
los r.sr'olir)s -manejó
una edición comentada de Arato. Suplanta
l;r solrrit,rlacl del original con añadidos efectistas, multiplicando
I, rk's<'r'i¡ltivo mediante adjetivos postizos. Quiere embellecer,
irun ('pi<:¿rrrrente, el original didáctico. Introduce también el pa-
lctisrrro triilSico en las constelaciones -inspirado,
acaso, por larlttrlrt¡t¡terlr¿ cle Eurípides-, pese a que en Arato no tienen vida
l)('r:i()rr¡rl rri rnoralJ'. La refinada sobriedad y el vocabulario es-
r osirlo rlt. Arato son suplantados por la riqueza descriptiva y
l;r srirnrliosicl¿rd patética, más propia de Enio y de Acio que del
,ririn¿rl lr-¿rdtrcido. Su versión, por tanto, representa una ubella
tts t,tlitlit (,'tuohu But:chner. Editionem tertiam auctam c,uravit /ür5¡en Bkinsdorf,
5trrilg;rrl & Lt:ipzig, 1995, r44-r9t.g r f 5r)rrili^N, "lntrorluction", Cicéron. Aratea. Fraqments poé,tiques. Texte étobli
t't tttttlttil ¡ttrr letut St¡ubiran. Deuxiéme. tiraqe re,vuet corriqé, Les Belles Lettres,
l',rr is, I t)() 1,92.
tlY
infi<lt'litl¿rtl, i', una interesante tentativa de poeta adolescente,
f'rentc. ar la que la versión de Nerón Claudio'Germánico'(15 a.
C. - ,9,1. C.) aparece, en todo esto, mucho más rigurosa. Es muyprobable que el sobrino de Tiberio hubiera leído la versión de
Cicerón, pero, en cualquier caso, su obra evidencia la sentida
necesidad de ir más allá y de corregirla::. La influencia de los
Aratea ciceronianos llegó también a algunos autores cristianos,
como Lactancio, Probo, Servio, Prisciano¡+ e Isidoro de Sevilla,
que distinguen lo que dice u Cicero in Arato>> y <<Cicero ín Prog-
nosticis>>3s.
Desde el punto de vista de los contenidos, Cicerón intro-duce en Aratea las cuestiones filosóficas centrales que volverána aparecer, después, en otros poemas, particularmente en De
consulatu stto, a saber, la concepción providencialista del mun-do, que en este caso se observa en el orden de las estrellas y de
sus constelaciones36. Se trata, en efecto, del reconocimiento de
un orden natural concreto, no el abstracto introducido por la
reforma juliana. En Aratea, las diversas configuraciones astrales
dan la pauta para la medida del tiempo y de la vida, vinculandodos esferas que, en atención al orden y a la harmonía, euedan
3z lbid.,93.gZ Cfr. W. Lrurrroll , Die Übersetzung der Phaenomena durch Cicero und Germanicus,
Zúrich, t942.
34 Citas cle Phaenc¡mena: Prisc, 2, 5o4;3, 30 & 55; z, 285; 2,247; 2,271 2, 35r; 2,
zrB; citas d,eProqnostica:Prisc.,2,5o4;3, t05 &zB7;2,t96,4.Cf. I. Sorrrrnnn,"I ntr<¡duction"..., r r.
j5 Lcrs Proqnostica son la tercera parte del poema de Arato. De entre el conjunto de
los r r 54 hexámetros que lo componen, los últimos 4oo versos tratan de l<ls signos
tlcl liern¡ro y se conocen separadamente como Prognosticao Diosemiai, cuyo títulosc <lt:bt: a lJoetr-r de Sidón. Las tres partes principales del poema, de acuerdo conl¡r tr¿r<li<:iírn cle comentadores, son: a) @o,rvopevo,: (w. r-45o) descripción estática
rlc l¿rs corrslcltrciones; b) )uvovcrol"ai xai ouvxoraóüoer,E: (r,w. 45r-732) salidas
y (x irs()s sirnulláneos; flgoyvóoerg xa,rü or¡¡re ütov sive Aroor¡¡reiat: (733-tt 54lu rtlir cs tnt,lcrcolrigicos.
3(r lr. ( ir r , '( liccro's Astronclmy' CQ 5l (zoor ), 5zo.
r irr ioll¿rlmente coronadas por la Providencia. Dada la trascen-
rk'rrci¿r de esta idea, resulta de suma importancia el hecho de
t¡rrr' Oicerón no dejara nunca de revisar su Arotea,tal como lo
rltnrrrestr¿rn sus correcciones posteriores y la cita de algunos
tlt.sus versos en obras filosóficas tardías. Éste es el caso de De
ttttlttru cleorum, obra compuesta en el año 45, cuando su autor
conl¿rtr¿r con 6t años, e, igualmente, también el de De divinatione,
( onrl)uesta al año siguientett.Ya antes, en el año 6o, que es el de
lir r'<rrrrpcrsición de De consulatu suo, se había ocupado de nuevo
t.n l¿r revisión de Aratea, tal y como se desprende de la carta que
cscritre a Ático para decirle que pronto podría disponer de la
crr¡ria de ltrognostica que, presumiblemente, le había solicitado
<'orr ¿rnterioridadc8. Así pues, si tenemos en cuenta que Cicerón
tr'¿¡rlrrce Aratea corr 17 años; que vuelve a revisar esta obra en
¡rlcna nradurez, a los 46 años; y gue, pese a las críticas ad homi-
,,r,nr que había lanzado contra los poetae novi'te, a la edad de 6r
irrros sigue considerando el carácter alejandrino de su versión de
Ar'¿rlo tan digna de remembranzacomo para citarla en una de sus
otrr'¿rs señeras, se ve con claridad que la temática de esta obra fue
u1)¿l l)reocupación constante en la vida su autor. Preocupación
( lu(' no fue arbitraria, sino fundamental, y que está cifrada en el
¡rrovi<lencialismo natural o cosmológico y su repercusión sobre
l¿r vitla humana, que es el hilo conductor que vincula teológica y
nrt't¿rf'ísicamente Aratea, De consulatu suo y De natura deoruma".
t¡ lltitl., -5 jo; cfr. Cic. IV. D. z,to4 l'5; Div. L, 17-22.
lli (,i< . AIt.,2,r,tt.1r.¡ l'. L. Knox, 'Cicero as Hellenistic Poet'..., zoz; A. Scitttltlt, 'Das Selbsverstánd
rris s¡xitrepublikanischer und frühaugusteischer Dichter in ihrer Beziehung zu
¡;r icclrisclrer und frührómischer Dichtung', Entretiens sur l'antiquité classique 47
(r.ooo), ror.
1, t ( ,)lr. l). P. Kurrnr, Aratean influence in the De consulatu of Cicero'..., 54.
1O A lllri rr )t r:A[,¡t,() tOl]tVARRtA A lvl AGFN DE LA DLV NIDAD EN EL poElvA DE caNSULATU suo DE crcERoN 71
3, LA $[GUN*A ITAFA DI LA PC[SiA T¡CHRÜhIIAI\A
Tras la etapa de los poemas de juventud, Cicerón, en una circuns-tancia que se le había ya vuelto políticamente adversa, siente lanecesidad de evolucionar hacia un tipo de poesía más serio. Toma
como ideal poético el tradicionalismo épico de Enio, inaugurando
así sus composiciones de madurez. Es éste el período central de
la poesía ciceroniana, el más personal y auténtico, si tenemos en
cuenta que sólo en él se libra sustancialmente de la dependenciarespecto a los poetas griegos, en quienes se había inspirado enel período de juventud y a quienes habría de traducir al latínen el período de vejez+'.
Pese a que Cicerón fue siempre, hijo de su tiempo, unpoeta helenísticoa', solo tras haberse apoyado en la autoridadde Enio, Ianza despectivas críticas contra los poetae novia3, err
particular, al alejandrinismo desenfadado de Catulo. Este gesto,
que manifiesta una voluntad de hacer poesía más seria, se anti-cipa algo al upaulo maiora canomus> de Virgilioaa, en quien, porotra parte, no dejó de resonar el propio eco del ciceroniano de De
consula.tu suoa5. Esta evolución poética no implica una rupturacon el período anterior, toda vez que Ia influencia de la épica
eniana ya había quedado apuntada en Arateaa6.
41 M. HosE,'Cicero als hellenistischer Epiker'..., 455.
4z Cfr. D. P. Kuslar, Aratean influence in the De consulatu of Cicero'..., 64, dondeafirma que Cicerón, hijo de su tiempo, siempre siguió siendo un poeta helenísticoy que criticó alos poetae novi reconociendo en ellos todos los artificios literariosque él mismo venía de emplear en sus primeras composiciones.
43 lbid, p. 1oo.
44 Yerg. Ecl. 4, t .
45 D. P. KunrRr, Aratean influence in the De consulatu of Cicero...', 65; no obstante,como indica el autor, virgilio nunca se presentó a sí mismo como héroe de sus
poesías, sino que apostó por la formación de caracteres; cf. M. Prnztt, 'De la phi-losophie dans le De consulatu suo de Cicéron...', 386, que señala como prueba el<liscurso de Anquises en Verg. A. 5,724-73o.
46 A. Sr;rrnrrur,'Das Selbsverstándnis...', ror.
Un año después de su año consular, Cicerón comienza a
sufrir afrentas políticas en respuesta a su alegal actuación contra
los conjurados catilinarios4T. Pero ello no le es óbice para dejar de
preocuparse por la esencia de las letras, tal como lo demuestra
el hecho de que, un aRo después, en el 6z a. C., pronuncia su
Pro Archia, el más destacado discurso en provecho de la idea de
la humaniras latinaas. Dos años más tarde, en el 6o d. C., precisa-
mente la fecha de composición de De consulatu suo, se consolida
el declive político de Cicerón con ocasión de la constitución del
denominado Primer Triunviratoae. La nueva etapa de su poética
se desarrollará desde entonces hasta el 5o á. C., y comprende los
poemas De consulatu suo, en primer lugar; De temporibus suls5",
entre los años S6 y S+ a. C.; Marius, de fecha discutida; y Epos de
Caesarís in Britanniam expeditione, del 54 a. C. Con estas obras,
Cicerón demostró a sus contemporáneos que no era un poeta
diletante, en el sentido de un cultivador del vacuo formalismo
sensualista que se iba poniendo en boga, sino un poeta hecho,
en el sentido de inspirado romano, con vocación tan patria como
personals'. Gracias a este éxito, es para nosotros su autor un vivo
testimonio de su época, también en poesía: no sólo un apologista
arbitrario de sus propios méritos, sino también un autor digno
de ser reconocido como poeta de calidads'" No obstante, como
nos recuerda el mismo Plutarco, que atestigua este puntual éxito,
en comparación con la generación de poetas que le habría de
seguir, la poética ciceroniana fue a perecer y se abajó sin gloria
47 lbid., zoo.
48 A. D'Ons - S. TonnENr, 'Introducción', Cicerón. Defensa del poeta Arquías..., xxxr
II-XLII.
49 M.Prnzta,'De la philosophie dans le De consulatu suo de Cicéron...l 383.
5o Cfr.la discusión sobre la relación de esta obra con De consulatu suo e\ M. Hose,
'Cicero als hellenistischer Epiker...] 45g;8. GrE,'Cicero's Astronomy'...,522;y S.l.
HaRRtsoN,'Cicero's De temposibus suls: the evidence reconsidered'..., 462.
5r P. E. Kr.rox,'Cicero as Hellenistic Poet'..., zoo.
5z lbid., zor.
LA IMAGEN DE LA DrvrNruAD EN EL poEMA DE coNSULATU suo DE ctcERóN 73
ni valor (ncvtünaotv üxl,efl xo,i rirr,¡rov)s:. O. las muchas críticasque los poetas latinos dirigieron contra los versos del Arpinatebástenos recordar aquella sonora y graciosa de fuvenal, que, concandorosa sencille z, habl6 de < ridenda poematq>>54.
II. DE CONSULATU SUO
1" LA POÉTICA D[ 'Df CONSULATU SUÜ'
La redacción del poema puede contarse como uno de los mediosliterarios a los que, tras el fin de su consulado, el autor recurrepara propaganda de lo que, entiende, son sus logros consularesy como medio de autolegitimación ante la responsabilidad po-lítica del Estado5s. A esta obra, le anteceden otras que él com-puso con la misma intención. En primer lugar, una carta, hoyperdida, compuesta entre los años 6z y 6o a. C. a pompeyo conel objeto de describir y glorificar su consulado56. Después, trashaber estado esperando en vano que el poeta Arquias escribieraen griego un poema laudatorio sobre el mismo tema, él mismose lanza a escribir, también en griego, un comentario en prosa,el úno¡rvr¡¡ro negi rflg ürumei,ag del que nos informa plutarcosz.
cicerón envió esta obra a Posidonio, para que la usara comofuente históricas8. En tercer lugar, sabemos que el más conocido
53 Plu. Cic., z, 4.
54 Iuv. ro, 122.
55 M. Pr¡zra,'De la philosophie dans le De consulatu suo de cicéron'..., 392, sefalaque, en el fondo, el tema que forma el núcleo de De consulatu suo es la funciónpolítica del hombre de Estado; ahora bien, el modo en que cicerón la entiendeincluye el mundo de los dioses y, por tanto, la religión, que se presenta de acuerdocon las pautas de la teología estoica.
56 K. Vorr<, 'The genre of Cicero's De consulatLt suo'..., g4-g;.
57 O. Lrruur, 'Ciceros úno¡rvr¡¡.lc nepi tflE únare lag', 9S-g6; plu. Crass. :-3, 4; Cic., . 5,r-3.
.58 K. Volr, 'The genre of Cicero's De consulatu suo'...,94.
corresponsal epistolar de Cicerón, Ático, escribió algo al respecto,
pero no satisfizo al protagonista de la narraciónse. Fue en esta
circunstancia en la que, por fin, Cicerón habría comenzado su
comentario acerca de su consulado, aunque al día de hoy no
sabemos con seguridad que siquiera lo hubiera iniciado6o. Así
pues, el poema De consulatu suo, comenzado en marzo del año
6o a. C. y terminado en diciembre del mismo año, representa el
cuarto intento por parte de Cicerón para tratar en el modo que
más le interesaba el tema citado.
El esfuerzo de Cicerón por legitimar literariamente su
actuación política contaba, por entonces, con otros precedentes
de lo que ya venía a constituir la historia del género de uautobio-
grafía política romana>6'. En particular, Marco EmilioJscauro,
Publio Rutilio Rufo y Quinto Lutacio Cátulo puedélcontarse
como ejemplos previos a este respecto; de forma más próxima
al caso del Arpinate, Sila se había presentado en sus memorias
como dotado del favor del orden sobrenatural y legitimado por
él en su carrera políticaí'. César, aunque menciona el conseio
de los dioses como una posible forma de la determinación de la
acción humana, no lo establece como vínculo necesario63.
Desde el punto de vista literario, el poema ciceroniano,
escrito en hexámetros, constituye una mixtión o cruce de varios
géneros, entre los que se reconoce el de la épica histórica, la
autobiografiapolítica y la poesía didáctica, incluida la filosofia6+.
Esta circunstancia hace que el poema sea sui generis y que, en
59 Cic. Att. z.t.t.6o Cic. Att. r.r9.ro.6r U. WarrEK,',,Natem me consule Romam" Historisch-politische Autobiographien
in republikanischer Zeit - ein Überblick', AtJ 46 (zoo3),39-40.
6z lbid.,98.63 Caes. GaI. r.tz.6, al narrar el modo en el que sus tropas ajustician a los tigurinos,
que habían matado a Lucio Casio Longuino, cónsul en ro7 a. C., dice que pagaron
sus penas <sive casu sive consilio deorum inmortalíum>>.
64 K. Vorr,'The genre of Cicero's De consulatu suo'...,93,98.
14 ^tBllRro
DEL cAMpo EcHEVARRIA LA TMAGEN DE LA DrvrNrDAD EN EL poEt\4A DF coNsuLATLJ suo DE ctcERóN 75
consecuencia, no pueda ser clasificado propiamente bajo ningu-na categoría. Así lo demuestran algunas distensiones literarias,que pueden también leerse como dotes de vanguardia. con re-lación a la tradición, De consulatu suo es la primera obra auto-biográfica latina que está escrita en verso y no en prosa, comoera costumbre6s. Es, igualmente, signo de su carácter pioneroel empleo de la tercera persona para describir los hechos o lasacciones autobiográficasó6, gesto literario que sólo volvemos a
encontrar en los Commentarii de fulio césar67, compuestos casiuna década después, en los años 52-st a. c. En el mismo sentido,se ha de mencionar el hecho de que el autor del poema sea, a lavez, el héroe épico en él representado. Por otra parte, el elogiofinal de la filosofía es un elemento totalmente ajeno a la épica.si, pese a todas estas innovaciones, podemos seguir clasificandoel poema bajo el género épico, se trata, en cualquier caso, deuna épica muy heterodoxa,ya que cicerón evita, precisamente,la tematización de la guerra, para reemplazarla por los idealesdel intelectualismo político y del republicanismo pacifista. eui-zá, más que de puro intelectualismo, se trate de una voluntadintelectualista que es infiel a los hechos, toda vez que la figuranegativa central del poema, catilina, fue suprimido en la batallade Pistoria del ano 6z a. c. con las armas de las tropas de MarcoAntonio, el mismo que habría de ordenar la supresión de cice-rón. De consulatu suo es, por tanto, un ejemplo de anti-épica,muy distinta de la homéricaó8, €o el que el anti-héroe, que es
ó5 A. ScHulor,'Das Selbsverstándnis'..., ro3.66K.vox,'Thegenreofcicero's Deconsulatustto'...,ror,defiendelahipótesisdel
posible empleo simultáneo de la tercera persona con la primera, aun cuando estaúltima no está atestiguada en los fragmentos conservados del poema.
67 A. ScHnarlr,'Das Selbsverstándnis'..., rro.68 D. P. KunrRr, Aratean influence in the De consulatu of cicero'..., 56-s9, afirma
que la épica del poema ciceroniano no es homérica en el sentido de que no es
bélica, sino intelectualista y helenístico-didáctica; este último carácter se pondríade manifiesto en el frecuente recurso a oraciones condicionales.
simultáneamente el autor, celebra sus triunfos civiles. Desde un
punto de vista histórico, puede observarse el contraste entre el
poema de Cicerón, compuesto a la mayor gloria del pacifismo
inter cíves Romanos, y el de Virgilio, Eneida, QU€ siguió siendo
un poema de épica guerrera inter nationes terrarum. Desde esta
misma perspectiva, se entiende que uno de los versos del poema
ciceroniano fuera concelebrado por los victoriosos anglosajones
de la segunda guerra mundial6s.
2. LA DIVINIDAD IN DT CONSIJLATU SUO
2.1. Un drama real de dimensiones cÓsmicas y mundanas
El poema De consulatu suo,estructurado en tres libros, presenta
un ámbito teológico complejo, en el que se incluyen fúpiter, Mi-
nerva, Urania y Calíope, respectivamente musas de la Astrono-
mía y de la Épica, así como una maquinaria de reminiscencias
homéricas y enianas de prodigios e intervenciones sobrenatu-
rales que se mezclan con los acontecimientos contemporáneos
y personales de Cicerón, alavez anti-héroe y autor épico.
69 En una de las medallas británicas acuñadas como tributo al comandante Field
Marshal Viscount Bernard Montgomery ,:r897-l976), acuñada en r9+7, se lee la
inscripción <Tanta vis vírtutis est imperatoris ut cedant arma togae, coronetur
laurea laudis. Victor Montgomery Inclitus Angliae Filius.> [Tan grande es la fuer
za de la virtud del emperador como para que cedan las armas a la toga y como
para que el laurel se corone de alabanzas. Montgomery el vencedor, ínclito hiio
de Inglaterra.] Evidentemente se trata de un eco del verso <<Cedant arma togae,
concedat laurea laudi., [Cedan las armas a la toga, y¡ a su vez, ceda el laurel a la
alabanza.]; este verso fue interpretado por Pisón -cónsul
en 58, suegro de César,
enemigo de Cicerón- como un gesto antipompeyano por parte de su autor; cf
f. Sounrnarx , Cicéron. Aratea. Fragments poétiques..., 244, fr. 7 : W. Mon¡r - C.
Bu¡csN¡R - f. Br-ÁNlslo xr , Fragmenta poetarum latinorum epicorum et lyricorum...,
t57, fr. 1 t; en adelante,' FPLEL'.
?S ALBERTo DEL cAr\¡po EcHEVARRfA LA lvtAGEN DE LA DtvtNtDAD EN EL PoEl\¡A DE coNsLILATU suo DE clcERÓN ??
Del primer libro no conservamos ningún fragmento origi-nal, sino sólo un testimonio de servio acerca de su contenidoT",en el que nos cuenta cómo, en esta primera parte del poema,cicerón habría presentado a su mujer, Terencia, observando unasllamas en el altar cuando preparaba una libación; una imagenque, simbólicamente, habría querido representar propiciamentesu ascenso al consuladoz'. Los setenta y ocho versos que, graciasa la autoreferencia del propio cicerón7', componen el segundolibro, representan el cuerpo del poema, mientras que del librotercero no conservamos más que los tres versos de la corres-pondencia con Atíco73,que no añaden ninguna información derelevancia para el conjunto del poema. Además de estos ochentay un versos, contamos con otros seis transmitidos por tradiciónindirecta, entre los que se han de destacar, por la fama y lascríticas que suscitaron ya desde la Antigüedad, el <<cedant armatogae, concedat laurea leudi, y <<o fortunatam natam me consuleRamam!>>7a.
Las Musas, fieles compañeras del cónsul-poeta, le propor_cionan revelaciones cósmicas y providenciales. como el segundolibro está constituido por el discurso de la musa urania y eltercero por calíope, se ha defendido la posibilidad de que, en elprimero, tuviera una importancia equiparable la diosa MinervaT5,
a la que, según algunos testimonios antiguos, cicerón habríapresentado como su institutriz particular en las artes y en las
7o Serv. Verg. Ecl. B, ro5; cfr. FPLEL, r5t.7t D. P. Kunrer, Aratean influence in the De consulatu of Cicero,..., 55.7z Cic. Div. t, L7; cf.FPLEL, p. 152-155.
73 Cic. Att. 2,3, 4.
74 Cf.respectivamente, Cic. Off. t, 77 y SalI. In Cic. 5; FpLEL, t57, fr. r r-rz; sobrelas críticas y su contexto literario, cf W. Almrrr ,'O fortunatam natam...,, TAphA87 i956) 132ss; para la traducción del primer verso¡ cf. supra nota 69; una tra-ducción del segundo verso: <¡oh, Roma, nacida con fortuna en el momento deser yo cónsullu.
75 D.P.KunrRr, Aratean influence in the De consulatu of Cicero,..., 55.
cienciasT6. La explicación de la posibilidad de que las Musas diri-
jan a Cicerón cónsul su discurso gracias a un interludio onírico,
defendida tradicionalmentett,l:ra sido cuestionada, argumentan-
do que nada habría obstado para que le pudiera suceder lo mis-
mo en estado de vigiliazs. En cualquier caso, es una innovación
literaria de este poema el haber presentado a las Musas como
inspiradoras del programa político de un anti-héroe épico y no
del poeta que zurce su poemazs. Ert efecto, hasta que Cicerón se
pone manos a la obra con su poema,las Musas habían hablado
a los poetas, no a héroes guerreros y, mucho menos, a políticos
contemporáneos e idénticos al poeta; además, sólo aparecían en
un poema épico si éste era, a lavez,didáctico, como ocurre en He-
síodo, Calímaco y Ovidios". Otra de las inovaciones es la que, de
acuerdo con los testimonios de Pseudo-Salustio y de Quintilianoreferidost', ut mortal, -el anti-héroe Cicerón, en este caso- sea
convocado al consejo de los diosess'. En la poesía épica, hasta
entonces, los héroes no habían mantenido Conversaciones con
76 Sall. In Cic.7: used quid ego plura de tua ínsolentía commemorem? Quem Minerva
omnís artis edocuit, Iuppiter Optímus Maximus in concilio deorum admisít, Italia
exulem umeris suis reportavit.>>; Ctc., Dom. t44: <teque, Iuno regina, et te, custos
urbis, Minerva, que semper adiutrix consilíorum meorltm, testis laborum extitisti,
precor atque quaeso...>; Quint., Inst. r:r, 't , z4: <In carmínibus utinam pepercisset
quoe non desierunt carpere malígnt [...] Iovem illum, a quo in concilium deorum
advocatur, et Minerrtam, quae artes edocuit, quae sibi ille secutus quaedam Grae-
corum e x empla p ermis er at >> .
77 M. Hosr,'Cicero als hellenistischer Epiker'..., 45g;D. P. KunIRr, Aratean influence
in the De consulatu of Cicero'..., 57.
78 K. Vorr,'The genre of Cicero's De consulatu suo'...,7or.
79 lbid., rc4.Bo A. ScHrr¡lDr,'Das Selbsverstándnis'..., ro3.
h Cf.n.76.Bz M. HosE,'Cicero als hellenistischer Epiker'..., 465; cf., no obstante, D. P. KuntRr,
Aratean influence in the De consulatu of Cicero'..., 60, n. 35' que sugiere, en
solitario, que, a partir de una lectura de De cosulatu suo en relación con el provi-
dencialismo de Aratea,no se requeriría necesariamente la presencia de Cicerón
en el consejo de los dioses.
?8 ALBERTo DEL cArvr po EcHEVARRIA LA TMAGEN DE LA DrvrNrDAD EN EL PoEMA DE coNsuLATU suo DE clcERóN 7S
los dioses ni habían interactuado de esta manera con ellos; mu-cho menos habían sido convocados a los consejos divinossr. Estegesto testimonia, en realidad, el antropocentrismo y el deísmo decicerón, orientaciones que lo alejan, por ejemplo, de la teologíaimplícita de la odisea, ya que, en contraste con lo que ocurreen esta obra, los dioses del poema ciceroniano no determinanla historia, sino que reaccionan a las acciones humanas8+. pese
a todo el providencialismo estoico cantado por cicerón, hay undrástico contraste entre este orden natural, en principio supe-rior, y la serie de portentos que advierten de la conspiracióncatilinaria y que, trágicamente, preanuncian la ruina política deRoma8s. Este es el eje del drama real, césmico y mundano, quehace que el sincero reconocimiento de la providencia estoica de
fúpiter que encontramos en el prólogo cosmológico (r-ro) ceda,ante tal constatación de fatalidades (r r-65), hacia la celebraciónfinal de la sabiduría de las ciencias y de las artes con que acabael discurso de lJrania al final del segundo libro (ZI-ZB).
Este libro segundo contiene el discurso de urania, musade la Astronomía, y tiene, en contraste con el siguiente, caráctermeramente informativosó. Sus partes principales son cuatro87. Enprimer lugar, tenemos un prólogo cosmológico (r-ro). El poemacomienza con el vocablo principio, situando la acción en un planocosmológico y metafísico, de alcance universal. se canta al ordenque fúpiter, figura recurrente en otras obras de cicerón88, presen-tado en ésta con las resonancias épicas de Enio e investido del
83 K. vorr,'The genre of cicero's De consulatu stto'...,1o3; no obstante, la idea delconsejo divino del que habría hablado Cicerón puede tener ascendencia eniana;cf A. ScHnuor,'Das Selbsverstándnis'..., 98.
84 M. HosE,'cicero als hellenistischer Epiker'..., 464: se trata de un deísmo quehallaremos más o menos explícito en el discurso de Calíope del tercer libro.
85 M. Prrzrn,'De la philosophie dans le De consuratu suo d,e cicéron'...,3g7.86 K. Volr, 'The genre of Cicero's De consulatu suo,..., to4.87 D. P. KunrRr, Aratean influence in the De consulatu of Cícero,..., 57.BB A. ScHurnr,'Das Selbsverstándnis'..., roz.
natural humano estoico8e, instaura en el mundo. Al ser la figurajupiterina protagonista de este espacio inaugural, todo el poema
adquiere, desde el comienzo, un tono abiertamente religioso. Se
trata de una religión orientada al estoicismo en dos sentidos:
primero, conceptualmente, a través de Posidonio de Apamea
(r¡S-Sr a. C.), con quien Cicerón había estudiado retórica en Ro-
das; segundo, poéticamente, a través de las fórmulas expresivas
de su Aratea, traducción de un original griego, Phaenomena de
Arato, que puede ser considerado, en lo fundamental, como una
expresión poética y científica de la Providencia de Zeuseo. Según
nos hace ver Cicerón, |úpiter ambiciona y codicia tanto el cielo
como la tierra en toda su extensióny, con ella, a los hombres
mismos, cuyas vidas y sentidos nos presenta encerrados y cerca-
dos por su <divinamente>> (3)t'. tu primera mención del régimen
jupiterino nos lo presenta ya como determinación objetiva de
la subjetividad humana (Z-+). En un segundo momento, fúpiteres, igualmente, el principio objetivo de la determinación de los
cursos de las estrellas, que, de haberlos estudiado (6-7: si [...]nosse velis), nos demuestran ese orden natural, esa ley racional
de la naturaleza que está fundada en Ia <divina mente>> y que se
identifica con ella (ro). Pero |úpiter, en el principio, no está solo
ni se halla impasible, sino acompañado del fuego que le inflama.
Nos hallamos ante una escena fundamental que nos presenta
a la cabeza de los dioses, es decir, al culmen del espacio divino,
en un estado de afección, cósmica y quasi humana (flammatusl,
que ha sido producido por un fuego que es etéreo (u aetherio
89 Sobre su reminiscencia eniana, cf. A. ScHMIrt,'Das Selbsverstándnis'..., 99; sobre
su carácter estoico, cf. D. P. Kunrar, Aratean influence in the De consulatu of Ci-
cero'..., SB y M. Prnztn, 'De la philosophie dans le De consulatu suo de Cicéron'...,
386.
9o E. GEE,'Cicero's Astronomy'..., 530-535.
9r Sin ulterior indicación, los números entre paréntesis se refieren a los versos del
poema de la edición de FPLEL.
Str ALBERTO DEL cAr\,4po EcHEVARRIA LA lvlAGEN DE LA DrvrNrDAD EN EL poErviA DE coNSULATU suo DE ctcERoN #{
[...] igni), como corresponde a la naturaleza divina, pero, alavez,mundano, como lo demuestra el hecho de que Cicerón tambiénlo presente como un medio del que se sirvieron los conjuradoscatilinarioss'.
En segundo lugar, tenemos la serie de portentos que ad-
vierten de la conspiración catilinaria (rr-65). En esta parte delpoema, que es, con diferencia la más extensa, escuchamos delautor el canto a su propia gloria de Cónsul. El principio de ficciónpoético suplanta al de realidad; todo lo contrario que ocurre en
los comentarios de césar. Las tragedias políticas se anuncian enlas órbitas estelares, en signos que son presagios que el propioengendrador de los dioses, fúpiter, interpretado como padre ypríncipe de los mismos, canta (Zr-Zr). Cicerón siente que su añoacumula lo que otrora sucediera en tiempos de cónsul Torcuatoy Cota, quienes ya en el año 65 u.C., sufrieron un ataque porconspiración política. Cicerón menciona hasta diez presagiosde una circunstancia determinada fatalmente, como un todoque ha sido prefijado con la necesidad del Destino: el ardor de
las estrellas (rz), los cometas (r5), el eclipse de Luna (r8-r9),otro cometa representado por la tea de Febo (zo), un ciudadanofulminado por un rayo (4), el temblor de la tierra (25), formasterribles vistas en la oscuridad de la noche (27),los oráculos de
los vates (28), el canto concorde del mismo |úpiter sancionándolotodo (Zr) y la aparición del arúspice (34).
Aparece clara aquí la noción de un destino político mun-dial que atiende al orden de la cúspide del mando divino y que,
sin embargo, se le evidencia al esclarecido, a él mismo, a Tulio,para que, sin ofrecer resistencia, pero comprendiéndolo y reco-
nociéndolo, termine de dar forma a Io que ya ha sido establecido(35). Casi, poco menos que podríamos hablar aquí de un fatalis-mo y una rendición, en el anti-héroe Cicerón, ante esa misión
9z D. P. KunrRr, Aratean influence in the De consulatu of Cicero'..., 63
política que, como recuerda Magariños, significaba el concepto
de ' Roma Aeterna'; una actitud patética, por tanto, la poetizada
en este canto De consulatu suo, que no está de acuerdo con la
agilidad discursiva característica de otras obras en prosa, como
el tratado De fato, en el que observa el tema desde lo abstracto
del entendimiento, procurando salir al paso del fatalismo estoico
sin caer en la arbitrariedad del azar epicúreo.
No ha de sorprendernos, pues, que Cicerón denuncie el
recurso a la sanción del Destino (54: haec fixa gravi fato ac
fundata) como una estrategia demagógica del período de gue-
rras civiles. |úpiter, su voluntad, que es autora de los destinos
humanos, no llega a tiempo, se demora y se retarda en su deber
de asistir al Senado romano (6o). El trato que, en este contexto,
se da cicerón a sí mismo, en segunda persona del singular (rr:
te consule; L3: tu quoque; 6u consule te; 7 + e 7 5: te, fu) celebra
su lucha anti-heroica en contra de la hora de necesidad universal,
en la que actúa )úpitea que es una y está prefijada y designada
por el tiempo (62: unafixi ac signati temporis horal.
Después de los versos que recogen el valor político de la
piedad religiosa (66-7o),llega, en cuarto y último lugar, el elogio
de Ia filosofía con el que se cierra el fragmento del segundo libro
0r-l8l.Se trata de unas palabras tan sinceras, en este caso, tan
personales e íntimas que, de pronto, desaparecen las nieblas de
la maquinal fantasmagoría de los dioses enianos y, desvanecida
igualmente la pretensión narcisista de ser el filósofo-rey de una
Roma republicana soñad¿r3, Cicerón poeta recupera la cordura
y se recoge (en lo hondo, \7r, penitus) para hacer decir a sus
Musas lo que, en esa interioridad sincerísima de la conciencia,
podía, con mayor efecto lenitivo, aliviar las penas del ya, enton-
ces, por siempre fracasado Cicerón político: <<tu tamen anxiferas
9 j M. Pr-rzrn,'De la philosophie dans le De consulatu suo de Cicéron'..., 385.
SP ALBERTo DEL cAr\rpo ECHEVARR¡A LA If\¡AGEN DE LA DIVINIIJAD EN EL POEI\,1A DE CONSIJLATU SUO DE CICERÓN S3
curas requiete relaxans, / quod patriae vacctt, id studiis nobisquesacrasti (Zl-18).,
Bella peripecia esta de olvidar, en el momento de cerrarel exaltado poema, rahybrís de haberse llegado a equiparar a losdioses. Noble gesto der homo novus de Arpinio para, sin media-ción ni artificio alejandrino, pasar a cantar con verdadera religióny auténtico escrúpulo la alabanza de los esfuerzos que, tanto enla Academia como en el Liceo, (73) llevaron a cabo los filósofosplatónicos y aristotélicos, consagrándose egregiamente a las cien-cias y a las artes. Así se entiende el muy poco despreciable papelque, en el poema ciceroniano, tienen los filósofos ante un dramaque es tanto cósmico como mundano y que está determinadotanto por la Providencia racional de fúpiter como por la violenciapolítica de los conjurados humanos. Recordemos a este efectoque el fuego, elemento principal del poema, es tan propio de
|úpiter como de los sediciosos catilinarios. Ante estos extremos,son los verdaderos discípulos de Minerva
-preferentemente,los académicos, y no los estoicos, que sacrifican el corazón, nilos epicúreos, que sacrifican la razón-e+ los que con verdadafirman, entre la necesidad del principio teológico universal yla nequicia de los desamparados, que los dioses intervienen enlas vidas humanas, alumbrando así la condición de posibilidadpara que, humanamente, vuelvan a su fundamento providen-cialss. Es la claridad racional de los filósofos muy preferible a
la oscuridad irracional de los augures, a pesar de que tambiénéstos cumplen un digno papel de admonitores en el poemae6.
En la misma línea, ya de desenlace, vuelve la atención para sí, y,
en un juego de palabras que no permite distinguir al poeta delpoetizado, cicerón se presenta, a la vez, como educado y rapta-
94 A. FoNrÁru PÉREz,'Marco Tulio Cicerón'..., ro4.
95 M. Prrzrn,'De la philosophie dans le De consulatu suo de cicéron'..., 3BB.96 D. P. Kunrar, Aratean influence in the De consulatu of Cicero,..., 6r.
do por las artes y las ciencias, confesando que con dolor tuvo
que deiarlas ya desde su primera juventud (75: aflore iuventae),
para ser puesto al frente de las ocupaciones políticas -ingentemole de virtudes y angustiosas preocupaciones (26-ll, in media
virtutum mole, [...] anxiferas curüs)- pot obra y voluntad de la
Patria, personificada ahora como diosa y acaso en consonancia
con la providencial voluntad de fúpiter (76: te patria ['..]locavit).
Lo sustancial del poema, que nosotros conocemos fundamental-
mente en este largo fragmento del libro segundo, se acaba, pues,
Con una sincera declaración de sentido humano, es decir, con
la expresión del lugar en el que Cicerón, más que en la política,
puso su alma, a saber, en las artes y en las ciencias.
No obstante, acaso sea una fina ironía el hecho de que,
en el pequeño fragmento que del libro tercero conservamos, se
contenga parte del discurso de la musa de la poesía épica, Ca-
líope. Se trata de un discurso exhortativo en el que reaparece
el Cicerón poeta para seguir alimentando la desilusión de que
el Cicerón político siga perseverando en la defensa de su patria
Roma en pro de los derechos civiles tradicionales de aquella su
tambaleante constitución republicana que iba a desaparecer de
la historia con la desaparición del mismo Cicerónsz.
III. CONCLUSIONES
Con una clara intención de autolegitimarse políticamente en
una circunstancia que se le había comenzado a volver adversa,
es decir, haciendo uso sofístico de la palabra en el sentido de la
retórica no platónica, Cicerón se dispone a componer su poema
De consulatu suo,presentándose en él Como realización efectiva
del ideal platónico del filósofo-rey. La relación que establece
97 K. Vorr,'The genre of Cicero's De consulatu suo'..., to4.
ALBERTo DEL cAIV] Po ECHEVARRfA LA IN¡AGEN DE LA DIVINII]AD EN EL POEI\4A DE CONSULATU SUO DE CICERÓN ss
como poeta y protagonista épico con la divinidad es, sin embargo,
de alto valor literario y autobiográfico.
Cicerón interactúa con la esfera de la Divinidad en todo el
poema. En primer lugar, a través del novum literario de hacerse
llamar por nadie menos que fúpiter al consilium deorum; en se-
gundo lugar, se presenta como sabio instruido en las ciencias yen las artes por ninguna otra maestra que Minerva; además,losdiscursos que le informan puntualmente del orden providencialdel universo y que le exhortan a perseverar en su papel de padrede la patria y de defensor de Roma se los envían, en dulces sue-
ños, las musas helenístico-didácticas que para él fueron Uraniay Calíope. Por si esto fuera poco, para dar viveza de imágenes,
todo ello aparece rodeado de portentos y prodigios estelares que,
cargados de providencial simbolismo,le avisan de la peste catili-naria que iba a comenzar a asolar el constitucionalismo de unarepública que, precisamente a partir del año de la composicióndel poema, por causa de la realidad flagrante que fue la cons-
titución del Primer Triunvirato, no habría de sobrevivir máse8.
gBCf.G.W.F.Hrcrr,,,DieWeltherrschaftderRepublik"...,Tro:uUnmóglichkonntedie Republik in Rom lánger bestehen. Besonders aus Ciceros Schriften selberkommt man zu dieser Anschauungu; f. Onrrcn v Gassrr,'Del Imperio Romano'...,rz6: <cicerón mismo dedica su libro sobre el Estado, compuesto en unos años
de aparente y relativa tranquilidad política -entre el54y el5z_, a preparar elterreno para una reforma constitucional gravísima, la que más esfuerzo podíacostarle aceptar, pero que¡ a su juicio, había de hacer posible la continuación deltorso institucional republicano.>; item, A. ForurÁu PÉRrz,'Marco Tulio cicerón'...,
7z y Bz.
ALBERTO DEL cAIVPo EcHEVARRÍA
Cicerón, De consulatu stto, fr. zTraducción de Alberto del Campo
Al principio inflamado |úpiter con etéreo fuego
se torna, y, de golpe, todo el mundo ilustra de \uz,
y persigue el cielo y las tierras con mente divina,que, de los hombres, retiene hasta el fondo sentidos y vidas,
encercada en el éter eterno y por las bóvedas celestes encerrada (5).
Y, si de las errantes estrellas los movimientos y cursos,
conocer quisieras, aquellas que en la sede de los signos
Idispuestas estén,
y gue, según la palabra y falsas voces de los griegos, van errantes,
pero que, en realidad, orbitan en lapso y espacio ciertos,
discernirás ya todo lo advertido por su mente divina (ro).Ya que al principio viste, siendo cónsul, los movimientos
[alados de los astros,
y las graves afluencias en masa de estrellas de ardor reluciente,
tú también, cuando los túmulos níveos en el monte Albanolustraste e inmolaste de láctea leticia las Ferias Latinas,
viste incluso tiritantes cometas de ardor esplendente (r5);y estimaste que mucho se mezclaba con el estrago nocturno,porque entonces cayeron las Ferias Latinas en ásperos tiempos,
cuando Luna nos privó de su clara figura al hundirla en luz densa
y disipóse de pronto en la noche sembrada de estrellas.
Mas, ¿qué hay de la tea de Febo, triste emisaria de guerra (zo),
que volaba en ardor inflamado al culmen más alto,
codiciando las regiones y el ocaso del precipitado cielo?
O, ¿qué, cuando un ciudadano, golpeado por rayo terrible,dejó sus luces vitales en claridad serenante?
O, ¿qué, cuando Tierra tembló en su grávido cuerpo? (25)
Pero ya formas varias, vistas de noche, terribles,
de guerra advertían y de conmoción
y oráculos múltiples infundían por tierras los vates
poESfA RELrGlosA ANrrcuA y MoDERNA *43
de pecho exaltado, amenazas de tristes derrumbes,
y, aquello que, sin embargo, había caído del antiguo lapso (3o);
repitiendo que sucedería, con signos perpetuos y claros,
de los dioses el progenitor lo cantaba en persona por cielo
[y pot tierra.
Ahora, aquello que un tiempo, siendo cónsules Torcuato y Cota,
había esclarecido el arúspice lidio del pueblo tirreno,
acumulando todo lo fijado, lo determina tu Año (35),
ya que el Padre altitonante que se apoya en el Olimpo estrellado,
atacó en su momento sus propios santuarios y templos
y en las sedes capitolinas inyectó sus fuegos:
entonces, una vieja y venerada broncínea figura de Nata
cayó,y se disolvieron las leyes del numen antiguo (4o),
y del rayo el ardor extinguió las estatuas de los dioses.
Aquí estaba la salvaje nodriza del nombre romano,
Marcia, que a los pequeños nacidos de simiente de Marte,
regaba de vital rocío con grávidos senos:
y ella, entonces, con los niños, al inflamado golpe del rayo, (45)
cayó y dejó arrancadas de sus pies las huellas.
¿quién no hacía aquel día salir contristantes voces de las láminas
etruscas,
desplegando los escritos memorables del arte mántica?
Todos advertían que, nacida de generosa estirpe,
se desarrollaba una ingente matanza y peste civil (5o),
y, entonces, de las leyes la ruina avisaban con voces continuas,
y, aunmás, ordenaban arrancar los templos de los dioses y la urbe;
con llamas y venerar el horrible estrago y la matanza;
y tenerlos como prefijados y fundados en el grave Destino,
a no ser que antes la santa figura de fúpiter, tanbien conformada (SS)
en la cumbre excelsa, observara las claridades al oriente:
que, entonces, ocurriría que el pueblo y el santo senado
pudiera discernir los ocultos conatos, si vuelta hacia el alba del sol
desde allí viera las sedes de los padres y de pueblo.
Esta figura, tanto tiempo aplazada y tan demorada (6o),
siendo tú cónsul, fue por fin elevada a su pedestal y ubicada.
y en una sola hora del tiempo prefijado y designado,
|úpiter aclaraba su cetro en la excelsa columna
y la matanza de la patria, a hierro y fuego preparada,
en alóbrogas voces, se hacía a los padres y al pueblo patente (65).
Así pues, con el rito, los antiguos, cuyos memoriales tenéis,
que a pueblos y ciudades regían con templanzay virtud,
y también con el rito, vuestros hombres, cuya piedad y confianza
prevaleció, y cuya sabiduría venció a todos con mucho,
rindieron culto especial a los dioses con muy vivo espíritu (7o).
Y es más, esto en lo hondo observaron con cura sagaz
quienes, con sus estudios, mantuvieron su ocio en alegre decoro,
y en la umbrosa Academia y el nítido Liceo
difundieron las artes gloriosas del fecundo corazón.
Raptado por ellas, de la juventud ya en la flor primeriza (75),
la patria te puso en medio del cúmulo de las virtudes.
Mas tú, ablandando en descanso las preocupaciones ansiosas,
lo que deja libre la patria consagraste al estudio y las Musas.
P44 poESÍA RELrcrosA ANTTGUA y r\¡oDERNA poESÍA RELrcrosA ANTrcuA y MoDERNA fr4$
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EDITADO POR
Miguel Herrero de Jáuregui