BLOG DE HISTORIAS

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Blog de Historias Offir Damián

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Blog de

Historias

Offir Damián

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Blog de

Historias

Offir Damián

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Primera edición, 2014

Damián, Offir

Blog de historias / Offir Damián. — México: 154 p. ; 21.59 × 13.97

Distribución regional Tierra Caliente

Diseño de portada: Offir Damián

Comentarios: [email protected]

Cel. 732 104 43 68; Tel. (732) 36 4 11 96

Se autoriza la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la

anuencia por escrito del titular de los derechos.

Impreso en México • Printed in Mexico

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Índice

Agradecimiento ✥ 7

Introducción ✥ 9

I. ... verdad de Diosito santo que fue cierto ✥13

II. Yo pues lo vi ✥ 47

III. Así lo viví ✥ 57

IV. Del zoon politikón ✥63

V. Lo bueno, si breve, dos veces bueno ✥83

VI. Todo chiste, en el fondo, encubre una verdad ✥91

VII. Historias de lecturas en libros e Internet ✥105

VIII. En mi humilde opinión ✥129

IX. También le hacemos al cuento ✥143

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7

Agradecimiento

HAY UNA SEÑORA QUE siempre me ha seguido. Me

platicaron que cuando nací, esa señora entró por la puerta y

desde entonces me acompañó.

Siempre en cada momento de mi vida estuvo conmigo queriendo

doblegarme. Tuvimos nuestras diferencias, porque con sangre de

guerrero indomable, tu posición sólo es estar erguido y esa

señora te quiere siempre de rodillas o vencido.

Con el tiempo hice amistad con esa señora, de ella vinieron las

mejores cosas de mi vida, los mejores momentos, este preciso

momento de vida es gracias a ella.

Por eso siempre estoy agradecido con ella, de acompañarme

siempre, de haber hecho de mí lo que soy.

Gracias señora Adversidad...

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9

Introducción

SOY DE UN PUEBLO QUE está a la orilla de un río. La casa

donde crecí se encuentra a escasos doscientos metros de la

ribera.

Estoy seguro que no hay nada que vivir en un pueblo, encontrar a

las personas y decirles ¿Ya vienes? Buenos días, buenas tardes,

buenas noches. No hay nada como llegar a una casa y preguntar

¿Qué están haciendo?

Lo más lejos que he llegado hacia el Norte del país es a Cedral

San Luis Potosí, en la zona del Altiplano y hacia el Sur hasta

Puerto Escondido, Oaxaca.

Definitivamente viajar no ha sido lo mío. Nunca me he subido a

un avión, bueno sí y fue una gran experiencia. Tenía once años y

junto con mi primo Iván, nos llevaron al Aeropuerto

Internacional de México.

Su papá era agente aduanal así que recorrimos las salas que

quisimos. Nos subimos a un avión Boing, entramos a la cabina

de los pilotos y hubo todo el tiempo del mundo hasta para tomar

una bebida de las que ofrecen a los pasajeros, aunque el avión

nunca despegó.

A cambio de no viajar por el mundo tengo el privilegio de

conocer otros lugares. No hay un solo lugar de la ribera del

Balsas en Tlapehuala que mis pies no hayan pisado.

Desde La Piedra hasta San Isidro caminé y nadé en el río Balsas.

Conozco todos los lugares del campo de Tlapehuala donde hay

frutos exóticos y silvestres. Sé qué árbol de pinzan es el que los

da más dulces. Conozco los lugares donde hay ilamas, de la

morada y dulce. Ni que decir de los ciruelos y de las huertas de

mango.

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Puedo decir que conozco Tierra Caliente.

Conozco todas las calles de mi pueblo, algunas eran de tierra

cuando las caminé y hoy están pavimentadas.

Quiero confesarles que de niño soñaba con ser presidente de

México. Sólo eso era, un sueño.

Recuerdo muchas cosas de mi niñez, experiencias que me gustan

platicar porque me hacen recordar en todo momento de donde

soy, de donde vengo.

Todavía me tocó que las golosinas más preciadas eran los frutos

silvestres de temporada.

Pero lo que quiero contarte es una experiencia que marcó mi

vida. Tenía quince años cuando unos amigos me dijeron que

fuéramos a los nanches al cerro.

Detalles más o detalles menos, un día por la mañana me vi

subiendo el cerro Lloroso en Colonia Juárez. El guía de la

comunidad que nos llevaría nunca llegó. Y la osadía de la

juventud nos empujó a subir de todas formas.

Al sur del poblado, sin brecha y sin camino nos enfilamos al

cerro. Entre lomas del plan hallamos la brecha y comenzamos a

subir. Apenas subimos nos encontramos a personas que bajaban

con sus cubetas llenas de nanches.

La acción era madrugar y bajar cuando aún no calienta el sol.

Aun así, seguimos subiendo. Ya estábamos ahí. El camino es

angosto y apenas uno sube se comienza a ver un paisaje

diferente, es otro viento, es otro ritmo de caminar.

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Disfruté siempre el camino cerro arriba. En cada momento había

sorpresas. Desde el tronco de un cuachalalate que estaba todo

descarnado y supe que allá se daban las medicinas del pueblo,

que entre más arriba más fe le tienen las personas.

En la primer mesa del cerro había un hato de ganado vacuno.

Pastaban sin que nadie las cuidara y se podía ver los techos de

las casas del poblado como si fueran de juguete.

Sí encontramos los arbolitos de nanches, la mayoría con sus

frutos verdes, listos para el otro día tal vez.

En un claro se perfilaban unas rocas que eran la culminación del

cerro. Se podía tocar el cielo, podías sentir el abrazo de una nube

y el viento mece los pastos como en las escenas de películas

románticas.

No hay nada comparable con estar en las alturas. Casi es

imperceptible que estás solo ahí.

Y ahí, en lo más alto del cerro tuve la vista más hermosa que

guardo en mi memoria. Vi el río Balsas surcando al valle, lo vi

como una enorme culebra que entre sus curvas portaba piedras

preciosas.

Cuando subí por primera vez a la sierra de Guerrero, y vi el valle

desde Los Encinos, cerca de Pericotepec, me quedó más

remarcada la imagen desde el cerro Lloroso, porque las fotos son

más hermosas cuando se toman por las tardes o por las mañanas

y yo vi a la Tierra Caliente en un atardecer, desde lo más alto del

cerro Lloroso.

Ahora sé que cuando uno está las alturas se ven las cosas

distintas, que subir nunca es un sacrificio cuando se disfruta el

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camino y vas acompañado de las personas que quieres. Que el

premio es disfrutar el camino y que el éxito de subir es por el

sólo hecho de hacerlo, aunque uno lo haga pensando en los

nanches.

Es como ves al mundo la verdadera retribución de subir. Desde

entonces supe que no me quedaba otra cosa que buscar nuevas

imágenes en las alturas. Buscar cerros que subir, abrirme paso

entre la maleza y buscar entre las rocas una ventana al cielo.

Y es que, qué otra cosa le queda a la gente como yo que viene de

abajo, como mi barrio San Isidro, que nacimos en el plan. La

verdad, no nos queda más que ir siempre arriba en busca de esas

nuevas formas de ver al mundo. Porque no hay nada como ver al

mundo desde las alturas.

Te cuento esto porque es una forma de decirte por qué escribí

este libro, la justificación que un pueblerino puede tener, por sus

caminos que ha recorrido y que en el camino escucha historias de

las personas con las que camina, de las que encuentra a su paso y

se sienta a platicar con ellas.

Aquí te comparto, todas esas historias, donde predomina el buen

humor, porque son una mínima parte de las historias de una

región, que pese a la adversidad que siempre la acompaña, sonríe

con mucha fuerza.

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... verdad de Diosito santo que fue cierto

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DOS MUJERES SE ENCONTRABAN LAVANDO la ropa en

un arroyo, cada vez que dejaban un trapo limpio sus hijos corrían

a tenderla entre los alambres de púas que había cerca.

Mientras los niños no tendían la ropa bañaban alegremente en las

aguas limpias del arroyo. Las mujeres conversaban sobre las

cosas comunes que les acontecían en su vida diaria.

—Amiga, ya tienes rete hartos hijos, deberías ponerte el

aparato—le aconsejó sanamente.

—Mmm amiga, si mi marido me lo halla a oscuras ¡ora contimás

con el aparato!

La primera se refería al dispositivo intrauterino DIU y la segunda

al quinqué o lámpara de petróleo que se usaba cuando no había

energía eléctrica y que en un regionalismo conocemos como

“aparato”.

UN MATRIMONIO DE ANCIANITOS llevaban toda una vida

juntos, solos habían comenzado y solos habían acabado. Como

es común, a veces discutían por cualquier cosa y en todo el día

no se hablaban.

Su vida sexual transcurría normal y una vez que discutieron

fuertemente se fueron a la cama a dormir sin haberse

reconciliado antes. El esposo hizo la petición de tener relaciones

esa noche.

—No, hoy no te voy a dar, estamos peleados —le respondió la

señora.

El viejito sabiamente le respondió: —Ándale viejita, nosotros

somos los que estamos peleados, pero “ellos” no...

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EN UN PEQUEÑO PUEBLO, cuyo nombre no recuerdo, por el

medio de la plaza iba un joven de modos finos y afeminado

caminar, se movían de lado a lado sus pequeñas caderas y su

pelo lo movía como si fuera del comercial de un shampú en la

tele.

Antes, a las personas de esta preferencia de vida les decían

frescos, pero pues ahora en la modernidad les dicen gays y de la

persona que esta historia ocupa era querido por todos por sus

simpáticas acciones.

Nunca falta uno en la plebe que no guarda las formas del respeto

y la tolerancia por los demás y le gritó entre toda la gente —

¡Casildo, Casildo, ¿ya te compusiste? ¿Se te quitó lo fruto?! —.Y

pues como es en esos casos, Casildo era de una personalidad

como de María Félix, por lo que se paró en seco, regresó a ver al

plebe y arqueó su ceja para verlo de arriba abajo con una mirada

altiva y de desdén.

—¡Arí, ni que fuera gripa! —le contestó.

EN TLAPEHUALA, LOS ABUELOS Y ABUELAS, cuando se

refieren a una mujer de la vida alegre, suripanta, sexo servidora,

cantinera o como usted guste llamarles, les decían: coreanas. Sí,

con esa nacionalidad y esa forma tan extraña de llamarlas, al

menos aquí, fue motivo para preguntar el por qué les llamaban

así.

La exhaustiva investigación dio como respuesta que en los años

50´s hubo una famosa cantina en este pueblo del pan, la música y

el sombrero que se llamó “La Guerra de Corea”, así, entre los

caballeros de ese tiempo era común que se invitaran para ir a

“Corea” a tomarse un trago, y de paso ver a las “coreanas”…

cosas colaterales de la globalización.

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ES MUY COMÚN QUE EN UN PUEBLO haya familias

numerosas, por lo que una vez, un joven doctor que recién había

egresado de la Facultad regresó a su casa a notificarle a su madre

una buena nueva.

—Madre, como ya terminé la carrera ya me quiero casar, tengo a

mi novia y lo único que te pido es que la fiesta sea con pocos

invitados, con la pura familia nada más.

—Mmm hijo, eso va a estar canijo ¡Bah todo el pueblo es tu

familia! — dijo la preocupada mujer.

UNA APRECIADA TÍA CUENTA UNA anécdota que le pasó

por llamar a su primogénito “Rocky Harold”. Cuando radicó en

el DF trabajó en las firmas más prestigiadas de moda de la

ciudad, por lo que cuando tuvo que regresar al pueblo se dedicó a

la alta costura.

Sus conocimientos en esta área la hicieron muy solicitada entre

las damas que buscaban quien les confeccionara sus prendas con

alta calidad. Una vez llegó una clienta a encargarle un trabajo y

mientras platicaban los detalles la señora la preguntó: —

¿Entonces usted es la mamá del muchacho que le apodan el

Rocky?

—Sí, soy la mamá de Rocky, pero no le dicen así, ¡así se

llama!— le aclaró.

EN ZIRÁNDARO DE LOS CHÁVEZ NACIÓ un excelente

ciudadano, se llama Virgilio Bermúdez, radica en la Ciudad de

México pero constantemente viaja a su amado pueblo.

Una vez que caminaba por las calles de su pueblo, saludó a unas

personas en un portal y al continuar con su camino siguió con los

saludos por ser una persona muy conocida por la mayoría.

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Así, al saludar en un portal a unas señoras, una de ellas externó

su opinión.

—Ese Virgilio es una persona muy respetuosa, me cae bien, es

muy saludable ¡Donde te encuentra te saluda!

LA ACTITUD POSITIVA, LA AUTO motivación deberían

estar presentes en todas las edades y en todo momento de nuestra

vida, la frustración y la amargura son fáciles de propagarse,

anidan fácilmente en nuestro corazón y a veces ni cuenta nos

damos que viven permanentemente en nosotros.

Sembrar una actitud positiva todos los días es difícil, pero tiene

sus recompensas, tener actitud positiva no significa que la

adversidad va a desaparecer, pero ayuda a sobrellevarla, como en

toda actividad se puede comenzar de poco a poco, con pequeñas

dosis de optimismo hasta hacerlo parte de nuestra vida diaria.

Una querida tía me dio una enseñanza alguna vez, un día

cumplió años, se encontraba en sillas de ruedas con una severa

artritis y alguien le preguntó cuántos años cumplía.

—Cumplo 92 años, ¿pero me veo como de 15, verdad?

UNA APRECIABLE ABUELITA desde joven fue asidua al

chicharrón de puerco, era su comida favorita. Llegó el momento

en que ya no podía comerlo entero y lo molía en el molcajete

hasta hacerlo polvo y después enrollarlo en una tortilla caliente

para acompañarlo con una salsa de jitomate y chile verde.

Un día comenzó a tener varios achaques que pensó eran por la

edad. Así que acompañada de su hija decidió ir al médico y

hacerse estudios clínicos. El doctor encontró que su colesterol y

los triglicéridos estaban muy altos y que eran la causa de sus

principales achaques.

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Una vez que fue diagnosticada y recetada, el doctor se despidió

muy amablemente de ella. ―Ándele pues, se cuida mucho

señora chicharronera.

La señora salió del consultorio muy pensativa, en el camino le

preguntó a su hija: ¿Bah el doctor como se habrá dado cuenta

que me gusta harto el chicharrón?

JUAN VISITÓ A PEDRO EN SU CASA y se encontró que tenía

un cachorro de perrito como mascota, como todo cachorrito el

perro se veía muy bonito con su pelo lanudo. Juan pensó que era

un perro de raza fina, que su amigo había comprado más caro de

lo que se compra un chivo.

―Pedro, de qué raza es tu perrito, se ve muy fino―le preguntó a

su amigo.

―No, no es fino, es eléctrico mi perrito― contestó Pedro

mientras veía la mirada extraña de su amigo Juan.

―¡Ora! ¿De pilas?

―No amigo ¡de corriente con corriente!

EXISTIÓ UN COMERCIANTE MUY CONOCIDO y folclórico

en Ciudad Altamirano, que era muy apreciado por familiares y

amigos. Era un señor bonachón, ágil de mente y siempre con la

palabra ingeniosa para hacer agradable el momento.

No lo conocí personalmente, pero me han contado una o dos

historias de él. Fue tan querido que hasta un campo de futbol

lleva su nombre.

Gustaba de gastarles bromas a sus mejores amigos, en alguna

ocasión ofreció una fiesta en su casa, llegaron sus conocidos de

toda la comarca. Uno de sus mejores amigos, que había llegado

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desde Tlapehuala, por la distancia, ofreció sus disculpas y le

avisó que se retiraba de la fiesta.

El anfitrión le dijo que lo acompañaba hasta la puerta y el

invitado tlapehualense le dijo que no era necesario, que podía

encontrar fácilmente la salida para retirarse.

―No, no, te acompaño hasta la salida, no es por amabilidad ¡No

te vayas a regresar! ―Le dijo con una enorme risa a su amigo.

CUENTAN, QUE EN OTRA OCASIÓN, hasta el

establecimiento comercial de don Rogelio llegó un campesino

humilde a invitarlo a una fiesta, le dijo que se sentiría muy

honrado con su presencia y que el ágape sería en seis meses.

Pasó el primer mes y el campesino se presentó nuevamente con

don Rogelio para recordarle que sólo faltaban cinco meses para

su acontecimiento. Y así, mes con mes hasta que faltando quince

días nuevamente el campesino estaba ahí listo para recordarle del

evento.

Fue cuando don Rogelio se extrañó de tanta insistencia del

campesino para que no faltara a esa fiesta.

―Oiga amigo, y por qué tanta insistencia para que yo vaya a su

fiesta, si hablando con la verdad, usted y yo no tenemos mucha

amistad.

―Es que usted es bien chistoso y alegra bien bonito las

fiestas―le dijo muy sincero el campesino.

CUENTAN QUE HACE AÑOS, precisamente en la época en la

que los profesores andan apurados porque tienen que entregar

calificaciones pasó esta historia que les voy a contar.

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Una maestra de sexto año de primaria, para evitar la fatiga

decidió encomendar a uno de sus alumnos que llenara las boletas

de calificaciones que tenía que entregar para los certificados.

Le dijo: Llena por favor las boletas de tus compañeros, les pones

surtido, de seis a diez y sólo a unos tres o cuatro les pones

calificación de cinco.

El avezado infante cumplió al pie de las letras las indicaciones de

la perezosa maestra; ufano de sus tareas se presentó ante la

profesora con el rostro pintado por la satisfacción de la misión

cumplida.

—Maestra, le dijo. Aquí están todas la boletas con las

calificaciones de todos mis compañeros y como usted me dijo,

sólo reprobé a tres—.

—¡Qué has hecho guache canijo! —le reclamó la descuidada

maestra al ver las boletas— ¡Me reprobaste al abanderado!—.

CUENTAN QUE HACE AÑOS, una banda de viento

acompañaba una procesión que se había prolongado durante

mucho tiempo. Los músicos además de caminar en la procesión

tocaban y cargaban sus instrumentos.

El más cansado era el músico que tocaba la tambora, como

sabes, es un instrumento de percusión, de gran tamaño, de

madera en forma cilíndrica y se toca con un mazo más grueso

que una baqueta de batería.

El músico además era ya grande de edad y pasado de peso.

Sudaba a chorros durante la procesión mientras golpeaba el mazo

en la piel de la tambora.

Cuando más cansado estaba se le acercó un hombre y le dijo: —

La tambora cualquiera la toca ¿verdad?

—Sí, ¡pero no cualquiera la carga!— contestó enfurecido.

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Cuentan que hace años, un borrachito pasó por la tienda del rico

del pueblo y comenzó a lanzar ofensas con palabras altisonantes,

gritando a los cuatro vientos palabras impublicables y ofensoras

de castos oídos, aunque es bien cierto que no hay palabras

obscenas sino oídos obscenos.

El hombre muy al estilo de Pancho Rivera, sombrero mugroso,

camisa de fuera, calzón chamagoso, huaraches de llanta de

cuatro correas, peligroso por su lengua suelta, como el de la

canción de María Dolores Pradera, comenzó a lanzar ajos y

cebollas a lo loco.

—¡Que se vayan a la china todos los ricos! ¡Que mueran los

ricos hijos de su tal por cual!— gritaba desaforado bajo los

humos del mezcal que había comprado en la tienda del mismo

rico que lo miraba sereno y sin alterarse.

Al otro día, nuestra copia de Pancho Rivera pasó ya sobrio por la

tienda del rico del pueblo, y al verlo, nuestro sereno comerciante

llamó al crudo hombre para reclamarle.

—A ver mi amigo, ¿qué te he hecho yo para que ayer me

ofendieras afuera de mi tienda, gritando cuanta ofensa en contra

de los ricos?

—¿Yo patrón, yo lo ofendí? Preguntó el humilde hombre sin

dejar de ver a la cara del poderoso hombre.

—Sí mi amigo, ayer gritaste bajo los influjos del alcohol, que se

murieran los ricos y que se fuera a la china y no sé cuántas cosas

más…

—No mi jefe, yo no lo ofendí a usted, yo dije que mueran los

ricos, pero los ricos, ricos, los verdaderos ricos, ¡no tarugadas de

rico como usted!

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NO ME LO CREA USTED, pero cuentan que en los años

cincuenta o sesenta vino a Tlapehuala una orquesta muy famosa

de la ciudad de México que interpretaba danzones, era nada más

y nada menos que Acerina y su Danzonera.

Fue un baile de gala en el pueblo donde nací, todos asistieron a

ver y escuchar las canciones que sólo habían escuchado por radio

y ahora, iban a conocer a Acerina, a escuchar canciones como

Nereidas, la reina de los danzones.

Y precisamente, cuando el baile estaba en todo su esplendor,

cuando las parejas se deslizaban por la pista con la cadencia que

sólo da este ritmo de baile cubano que fue creado por el

compositor Miguel Faílde, una dama soltera de mi pueblo se

paró enfrente de la orquesta con sus manos en la cintura

buscando algo entre los músicos.

Entre los artistas de la orquesta sobresalía un afro mestizo de

enorme sonrisa, casi calvo, que tocaba las percusiones y los

timbales, había otros filarmónicos que tocaban instrumentos de

metal y nuestra dama motivo de esta narración, casi estaba cerca

a ellos con sus manos en la cintura, con un lenguaje corporal de

molestia, buscando entre los músico a alguien.

Hasta que por fin alguien se le acercó para preguntarle qué era lo

que buscaba con tanto afán entre los músicos.

—¡Busco a la “fruta” de Acerina!, bah que “frutas”, puro músico

hombre trae la orquesta ¡y de la Acerina nada! —respondió con

nuestro característico hablar calentano.

Lo que mi paisana desconocía es que Acerina, era el nombre

artístico del músico cubano Consejo Valiente Robles, el

timbalero y director de la orquesta.

CUENTAN QUE HACE UNOS AÑOS una señora acudió a una

pequeña comunidad de músicos a contratar una orquesta para

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una fiesta que iba a tener. Dirigió sus pasos a la casa del director

musical de una agrupación que se encontraba en boga.

Una vez en la casa del director del grupo, el afable director

revisó en su libreta si tenía la fecha disponible para cuando la

señora contratante requería sus servicios, y visto que la fecha

estaba libre procedió a darle el costo por la participación

musical.

Como es común en la región, la señora contratante resultó una

experta regatera y después de recibir el costo de contratación

disimuló aburrimiento, duda e indecisión y pidió casi una rebaja

del sesenta por ciento de lo que el director de la orquesta pidió.

El músico expresó que eso no era posible, que los costos por

tocada estaban definidos principalmente por los honorarios de

los músicos de la orquesta, por los cargadores de los

instrumentos y los gastos de transporte.

Ante eso, la señora arremetió nuevamente con otra estrategia. —

Oiga, y si el que toca las maracas no lo lleva, ¿me puede hacer

una rebaja?—Preguntó. El director de la orquesta, con la mejor

de las intenciones asintió con la cabeza y ofreció hacer una

rebaja al presupuesto.

—Oiga y si no lleva al animador ¿me puede hacer una rebaja? Pa

qué queremos animador, animados ya estamos por la fiesta—

dijo. El músico un poco desesperado por la situación asintió

hacer otra rebaja al presupuesto.

La mujer, al ver que el músico cedía lanzó otro regateo. —Oiga

¿y si no lleva al que toca el guiro? — Ah eso sí que no señora ¡el

del huiro soy yo! — exclamó el músico.

EL VIEJO RICO DEL PUEBLO FESTEJÓ SU cumpleaños

rodeado de grandes amigos, después de la comilitona todos

alzaron su copa por la larga vida del comerciante, llena de salud

y éxito. Con varias copas de ron encima, el festejado presumió a

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sus íntimos invitados que ya podía morir en paz, porque además

de una vida de mucho trabajo, tenía el orgullo, la satisfacción, de

haber estado con cien mujeres.

Dijo ufano y satisfecho, que había sido una meta en su vida

“portar” cien mujeres y que recientemente había cerrado su lista.

Un amigo ahí presente, de esos de los que casi nunca hablan y si

lo hacen es sólo para ironizar le dijo que lo veía muy contento y

feliz por cumplir con su meta, y preguntó qué de esas cien

mujeres a cuántas había hecho feliz…

COMO HACE MUCHO TIEMPO, las fiestas religiosas de

Tlapehuala en el mes de agosto son muy concurridas por todos

los habitantes de la comarca, de todas las comunidades acuden a

ver a la Virgen Asunción de María, pasar un rato en la feria, ver

la quema del castillo de fuegos pirotécnicos, el torito y disfrutar

el baile por la noche en la plaza del pueblo.

La fiesta religiosa principal se celebra el 15 de agosto de cada

año y en una ocasión salieron de una comunidad una docena de

personas en una camioneta de redilas a la fiesta del pueblo,

venían dispuestos a quedarse al baile por la noche por lo que

vestían sus mejores galas, los caballeros portaban sus sombreros

finos y por igual las damas sus mejores vestidos.

Agosto es mes de lluvias y la camioneta de redilas estaba

descubierta, por lo que antes de llegar al pueblo en la carretera

los agarró un aguacero que dejó empapados a todos los que

viajaban en esa camioneta, escurrían agua, maquillajes y

titiritaban del frío.

Imagine el momento, era una desilusión compartida por todos,

pero una dama sacó la casta calentana, esa actitud con la que se

enfrenta “al qué dirán” y encaró a su esposo que la acompañaba.

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—Ya ves, desde quiaque te dije que compraras carro, para así

venir a la fiesta y que no nos pase esto de venirnos mojando. A

ver ¿dime por qué no lo has comprado? — preguntó indignada.

—¡Ay mujer, pues por pura desidia!— contestó titiritando de frío

el compungido marido.

EN LA OFICINA DE REDACCIÓN del Despertar del Sur se

encontraba de guardia un joven periodista, en ese momento sonó

el timbre del teléfono y se dispuso a colgar el auricular.

—Despertar del Sur, buenos días, en qué podemos servirle—

contestó.

Del otro lado de la línea se escuchó una voz.

—Gorrrdo, gooordo. ¿Eres tú goordo? — le respondió con

melosa voz.

El joven periodista le preguntó con quien deseaba hablar.

—Aquí no hay ningún “gordo”, ¿con quién desea hablar?— le

respondió con voz muy seria.

—Ay pues con el gordo, con el ese Víctor, el periodista que

cubre la notas.

—No se encuentra en este momento, pero puede usted dejarle un

recado y aquí se lo entregaremos— dijo el joven periodista.

—Ay está bien, dígale que le habló Perla, Perla León. —¿Quién,

perdón? —Perla, Perla León, ¿no me escuchaste? —Sí, lo

escuché perfectamente, pero me da un nombre de mujer y usted

tiene voz de hombre.

—¡Aaay porque soy frutoooo!

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EN TODO PUEBLO SIEMPRE ES CONOCIDO quien es

aficionado a las suripantas y hetairas, tanto que están al

pendiente de cuando llegan a las cantinas para ir a "probar el

material nuevo", aunque eso de “nuevas” déjeme decirle que sólo

es un decir, porque como alguien bien me ilustró: son nuevas en

el pueblo donde llegan, pero viejas del pueblo donde vienen.

Cuentan pues, que don Abraham de allá de Zirándaro se fue a la

cantina a ver una sexoservidora que recién había llegado y luego

luego pidió que le destaparan una cerveza bien fría para que la

muchacha se la llevara a su mesa.

—¿Qué te tomas mi reina? Vente a sentar conmigo para

platicar— le dijo a la hetaira.

Más tardó la suripanta en sentarse a lado de don Abraham que

éste en meterle la mano bajo la falda. Ya con unas cervezas

encima, don Abraham se fue con sus amigos a platicar cómo le

había ido con la “nueva” muchacha y les contó.

—Pues verán, como es costumbre yo siempre meto la mano para

probar la mercancía, pero cuando metí la mano ¡en vez de

agarrar uchepo, encontré elote!

CUENTAN QUE EN EL PUEBLO, un músico muy afamado

tuvo la fortuna de casarse con una mujer muy trabajadora,

disciplinada, enérgica y por lo tanto a todos les parecía que era

una mujer que imponía sus condiciones al reconocido músico del

violín.

Por lo que como es común, en las fiestas no falta quien comience

a hablar sobre quien los manda la mujer, de quienes son

mandilones, o como dice uno en mi pueblo: “no es que uno sea

mandilón, sino que en la casa me enseñaron a ser obediente”.

Ya Ricardo Rocha lo dijo una vez, en esta vida hay dos clases de

hombres: los mandilones y los que mienten. Aunque un talentoso

hombre de letras, el oaxaqueño don Andrés Henestrosa, en el

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ocaso de su vida declaró en una entrevista que es tonto el que

pelea con su mujer, por lo que él decía “si mamacita, todo lo que

me digas mi madre”.

Pero volviendo con nuestro músico de pueblo, no faltaba el plebe

que le decía: —Bah tú, dicen que te pega tu vieja—.

—¡Bah, ni modo que me pegue la tuya! — respondía presto el

ingenioso músico.

UN PAR DE COMPADRES SE JUNTABAN de vez en cuando

para convivir y cuando lo hacían consumían alimentos que ellos

creían eran afrodisiacos, así algunas veces, aun contra la ley,

conseguían huevos de tortuga y se los bebían tibios con salsa

Búfalo, limón y sal.

En otras ocasiones conseguían huevos de pato y le entraban a los

alimentos con frugalidad, en otras, su menú consistía en caldos

de mojarra o iguana, y además aprovechaban para tomarse unas

cervezas.

En una ocasión uno de ellos llegó a la casa del otro con una

costalilla de ostiones y rápidamente, como niños con golosinas

comenzaron a consumirlas, con su sal y limón.

Fue en ese momento que llegó la comadre y al ver que su esposo

estaba apurado consumiendo los ostiones se dirigió airadamente

en contra de él,

—A jijo de tal por cual, deja de comer esa chinchadera ¡Que no

ves que estoy recién operada!—.

EL MEZCAL ES UNA BEBIDA FUERTE, que se ha ido

poniendo de moda de poco en poco, muchos hombres de letras lo

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consideran una bebida especial. Es una bebida de respeto,

completamente de maguey, de fermentación natural y que se le

atribuyen características especiales.

Un buen mezcal debe consumirse a lo mucho uno o dos meses

después que fue elaborado, los mezcales añejados nunca serán

buenos porque pierden el sabor en una barrica, a menos que haya

sido añejado en vidrio, pero ni así, la magia del mezcal es

encontrar el sabor de la tierra, de la leña con que fue cocido el

maguey de cerro.

Buen mezcal en Zihuaquio, o un poquito más arriba ya casi para

llegar a Vallecitos. Hay quien lo considera una bebida medicinal,

el cuerpo funciona mejor después de un trago de mezcal, como si

limpiara las venas por dentro, bueno, son apreciaciones

personales, como el consejo que me dieron de no tomarlo,

porque es la antesala a ser un bebedor fuerte.

Hay muchos que lo consideran afrodisiaco, tan así hay una

historia muy conocida en Zirándaro de los Chávez de un famoso

ingeniero que tenía una linda esposa y una casa con un gran

corredor que daba a la calle.

El ingeniero gustaba de convivir con los amigos y tomaba hasta

toparse, es decir, se quedaba dormido por la gran cantidad de

bebidas que consumía, por lo que los amigos lo llevaban

cargando a casa y cuando se lo entregaban a su esposa ella

diligentemente preguntaba: —¿Qué tomó el ingeniero?

Si los amigos contestaban que había tomado cerveza, dicen que

la señora fruncía el ceño y enojada les ordenaba: — ¡Ahí

aviéntenlo en el corredor!

Pero dicen, que si la le decían los amigos que el ingeniero había

consumido mezcal, a la señora le cambiaba el semblante, se

portaba amable y ordenaba: —Pásenlo por acá a su cama, con

cuidadito por favor, que venga a dormir con su esposa.

29

Recuerdo una historia de bachillerato, cuando unos jóvenes

estudiaban en un módulo del CBTa 18 que existió en Tlapehuala.

Después de funcionar por tres años, ese módulo que estuvo

ubicado en las instalaciones del DIF Municipal tuvo que

desaparecer, por lo que dos grupos de alumnos continuaron sus

estudios en el plantel de Cd. Altamirano.

A estos jóvenes se les ofreció una beca alimenticia en la

cooperativa escolar en compensación por los pasajes, como era

común, los alimentos eran de los económicos, huevo por lo

regular y huevos en sus distintas y diferentes presentaciones.

Por lo que era común que los becarios cuando acudían a la

cooperativa a almorzar siempre iban predispuestos a quejarse del

alimento.

En una ocasión, el jefe de grupo preguntó a la señora encargada

de servir los almuerzos qué es lo que había en ese día.

— Hay pozole— contestó la señora.

—¡Ni que fuéramos cuches para comer maíz hervido! — le

respondió.

Una vez que había dicho eso, vio que a un lado se encontraba el

director del plantel, lo miraba fijamente, en su mano rumbo a la

boca, estaba la cuchara con granos de maíz y en la mesa un

repleto plato de pozole con todos sus aderezos que el profesor

sabrosamente degustaba.

—¡Sírvanos plato doble por favor!— exclamó el angustiado

estudiante.

UN VIEJO COMPOSITOR DE CORRIDOS de Santana del

Águila, que es conocido como El Casirri, cuenta que una vez un

campesino se le acercó para pedirle que le compusiera un

corrido, lo primero que le preguntó fue si había matado alguien.

—El única arma que tengo es mi moruna y no he matado nada

con ella— dijo el campesino.

30

El Casirri volvió a preguntar, —¿Eres chico malo, de la maña?

¿Siembras mariguana o amapola?

—Lo único que siembro es mi maicito en la parcela— expresó el

campesino.

El Casirri se quitó el sombrero y con sus manos joberas se

empezó a rascar la cabeza y volvió a insistir. ¿Eres borracho,

mujeriego, jugador... gallero?

—Nada de eso mi jefe, no bebo, no fumo y soy fiel a mi mujer—

.

El viejo compositor rasgó su inseparable guitarra, daba unas

tonadas y después de pensar un rato expresó: —Gallo, tú no eres

ni briago, mujeriego ni jugador. ¡Tú estás bueno para que te

componga una cumbia!

UN DOCTOR DEL PUEBLO HIZO UN diplomado en geriatría

y poco después la mayoría de sus pacientes eran personas

ancianas que encontraban alivio a sus males de la edad, al ser

recetados por este amable doctor.

El consumo de refrescos es uno de los principales problemas de

salud que tenemos, aunque no sea tratado así, pero en las

consultas médicas la mayoría de los doctores recomiendan

abstenerse de tomar refrescos, principalmente negros, por la gran

cantidad de problemas que acarrea.

El doctor de nuestro relato dio consulta a un apacible anciano

que tenía males menores, el nonagenario paciente admitió en la

consulta que se tomaba una Coca – Cola en el almuerzo y otra en

la comida, por lo que el doctor decidió suprimir semejante

cantidad de azúcar en bebidas negras gaseosas.

31

—Abuelo, abuelo, de ahora en adelante vas a tener que dejar de

beber la coca, si te quieres componer, es necesario que ya no

tomes coca.

El viejito miró con tristeza al doctor, la Coca – Cola es un placer

en Tierra Caliente cuando el calor arrecia y además era una

bebida que siempre había acostumbrado, que definitivamente no

podía imaginar comer sin tomarse una coca.

Así que el abuelo pidió una dispensa en esa instrucción, que al

menos una coca le dejaran tomar al día. El doctor fue estricto en

su receta, nada de coca de ahora en adelante. —No, abuelo, ya te

dije que no, nada de coca para beneficio de tu salud.

Resignado, cabizbajo el viejito salió del consultorio. Se paró en

seco a media calle y de ahí lanzó un grito al doctor que tenía la

puerta abierta del consultorio.

—¡Doctor, doctor, coca no!, ¿pero pecsi si?

ARCADIO HABÍA TRABAJADO desde joven en una máquina

Singer para coser sombreros de palma. Toda su vida había hecho

eso. Recién había cumplido cuarenta años cuando empezó a

tener problemas de salud.

Después que terminaba de trabajar veía que sus pies se le

hinchaban y una ocasión tuvo que quitarse los huaraches para

regresar a casa, tenía problemas para orinar, se sentía

completamente cansado, no tenía ganas de ir a trabajar y hasta

sentía que la comida le sabía a hierro.

Cuando le comenzó a doler un costado de la espalda su mujer lo

obligó a ir al médico, el doctor le mandó hacer estudios y

encontró que tenía problemas en un riñón y por haberse atendido

32

ya muy tarde le dijo que estaba muy avanzado y que buscara un

especialista.

Sin seguro social ni nada parecido, un hombre que siempre había

vivido al día con lo que le pagaba su patrón no tenía dinero para

atenderse, por lo que vendió dos tierras que le habían heredado

sus padres y se fue a la ciudad de México a buscar ayuda.

Con el dolor en la espalda que casi lo hacía llorar llegó hasta el

Hospital General de México, lo acompañaban su esposa, sus tres

hijos de menos de 10 años de edad y un bebé recién nacido que

la mujer llevaba en brazos.

Después de pasar por todo el calvario para ser atendido en

consulta general, al ser revisado fue internado en un área de

problemas renales, donde llegó un joven médico residente que

antes de auscultarlo le llamó la atención que el costurero, en

medio de su dolor estaba con su esposa, tres niños y un bebé

recién nacido.

―Bueno, así cómo está de enfermo ¿y todavía tiene familia y un

recién nacido?

Arcadio no contestó nada, fue su esposa quien apenada se

apresuró a contestar.

―Sí doctor, es que no está enfermo de ahí…

NADIE PODRÍA DEFINIR EN QUÉ MOMENTO la figura

preponderante del profesor dejó de tener una importancia en la

comunidad, de ser un guía, un gestor, dirigente y consejero pasó

a otros estadios que todos conocemos.

Hay muchos profesores de antaño que recuerdan esa época

dorada cuando el profesor tenía esa presencia importante en la

comunidad y también vieron como se desmoronaba poco a poco

en el tiempo.

33

Un profesor que se había graduado en una escuela normal rural

de las que fundó el general Lázaro Cárdenas, siempre había

trabajado con ese compromiso social de servicio a los demás y

de cumplir con su labor magisterial por ser una labor patriota de

formar generaciones de ciudadanos comprometidos y que tenía

que hacerlo con el ejemplo.

Había entregado su vida al magisterio y ya en el ocaso de su

noble tarea fue designado supervisor de zona, y mientras atendía

sus actividades en su casa llegó un pariente lejano que hacía

tiempo no se veían.

―Pariente, te vine a ver, fíjate que apenas me enteré que eres

supervisor de maestros y yo pienso que tú me puedes ayudar. Mi

hija la mayor me salió bien noviera, cuando no se pasa viendo la

tele viendo novelas se está viendo en el espejo. Se sale a vagar a

la calle y mero ya no quiso estudiar.

―Y yo en qué te puedo ayudar― preguntó el viejo profesor.

―Pues yo estaba pensando que si ya no quiere estudiar, me le

ayudes con una plaza y que se meta a trabajar, ¡aunque sea de

maestra!

EN ALGUNA OCASIÓN UNA COMISIÓN de profesores de

Tierra Caliente viajó a la ciudad de Chilpancingo a un congreso.

Llegaron por la mañana y lo primero que pensaron fue en irse

almorzar para después acudir a su compromiso.

Hubo diversas voces y propuestas donde almorzar, alguien dijo

que podían hacerlo en la zona de fondas del mercado Leyva,

donde además de sabroso, es higiénico y económico.

―Compañeros, compañeros, para comer en fondas lo hacemos

en nuestro pueblo, yo propongo que vayamos a un lugar

diferente, por ejemplo un Mac Donald o un Kentucky Friend

Chicken, establecimientos que no hay en nuestra tierra―dijo un

avezado profesor.

34

Para algunos la propuesta les pareció fuera de lugar, para otros

prudente y sensata por lo que por medio de una votación

eligieron Kentucky Friend Chicken, donde pidieron sus paquetes

y todos degustaron de un rico almuerzo de pollo.

Uno de los profesores no quedó satisfecho, sentía un hueco en el

estomago por lo que decidió ir donde sirven los paquetes y

pedirse unos panecillos que le llaman bísquets, y se pidió diez,

por lo que su cuenta ascendió a setenta pesos.

―!Qué! ¡Con setenta pesos me compro un chiquihuite de pan en

mi pueblo! ―exclamó el profesor.

DICEN QUE SOLTERO MADURO: gay seguro. Y esta es la

historia de un campesino que rebasaba los cincuenta años de

edad y se resistía al matrimonio, no se le conocía novia pero

tampoco ninguna conducta con el sexo opuesto.

Este campesino se dedicaba a su trabajo y cuando la plebe le

preguntaba por qué nunca se le había conocido mujer o se había

casado, respondía que era porque resultaba muy caro mantener a

una mujer.

Con el tiempo la plebe le fue haciendo chanzas más pesadas y le

comenzó a decir que no tenía mujer porque era fresco, y así cada

vez la acusación se hacía más fuerte, hasta que un día el

campesino se cansó.

―¡Mero ya me encapriché! Me voy a buscar un hombre para que

así la gente hable por algo― y así fue como este hombre en

verdad se encaprichó.

EL DOCE DE JULIO SE CELEBRA el día del abogado y así

como usted, conozco a grandes y muy buenos amigos que se

dedican a la abogacía, además de familiares, en mi caso tengo un

35

tío que es un excelente abogado, y de él sé dos historias que hoy

me permitiré contarle.

Cuenta que un día llegó a Tlapehuala un anciano de Arcelia a

buscar a un abogado que le habían recomendado, pero en el

camino se le olvidó su nombre, así que se encaminó hacia una

fonda en el zócalo donde almorzó.

Ahí, en la famosa fonda de doña Teófila preguntó si conocían a

un buen abogado, porque a él le habían recomendado uno muy

bueno de Tlapehuala pero había olvidado su nombre. De entre

los comensales comenzaron a opinar.

―Ni le busques, vete con el de los Jaimes, el hijo de Santanita,

ese es bien bueno ―dijo un ancianito.

―Pues yo he escuchado que el abogado que no pierde juicios es

uno que le dicen “El Cuate” ―dijo una señora.

―Hay uno en San Isidro, hijo de Saturnina de la Cruz, dicen que

es buen abogado ―contestó otro señor.

Un comensal le dijo que en Tlapehuala no había pierde, que uno

de los mejores abogados era el yerno del profesor Dorado. Y así

le fueron diciendo sobre los abogados de Tlapehuala, tanto que el

señor se desesperó con todas las opiniones y antes de regresar a

Arcelia, a un lado de la terminal de las urvans de Tlapehuala vio

un despacho de abogados.

Así que cansado y con tantos abogados que le habían

recomendado no dudó en meterse en el despacho de Abraham

Jaimes y le dijo que le habían dicho de varios pero que ya no

quería buscar. El abogado Abraham Jaimes antes de preguntarle

de su litigio se interesó en saber qué abogados le habían

recomendado al anciano.

El anciano le dio la retahíla de abogados y Abraham Jaimes

comenzó a reír.

―Jefe, todos esos que le dijeron son una misma persona, soy yo.

36

CUENTA EL ABOGADO ABRAHAM Jaimes de la Cruz, que

en su despacho de Arcelia había un señor que les ayudaba con

los servicios de mensajería, lo que algunos conocen como IBM,

o auxiliar ejecutivo, una persona distinguida y competente, tanto

que había quienes le decían “abogado”.

Esta persona era tan eficiente que se ganaba los cambios cuando

iba a algún mandado, pero siempre y cuando se cumpliera una

condicionante: que el cambio fuera mayor de cien pesos. Cuando

era así y le decían que se quedara con el cambio quedaba

agradecido.

―Gracias colega ―le contestaba a quien le daba el cambio de

más de cien pesos.

Pero si el cambio era de veinte o treinta pesos y el abogado que

lo mandaba le decía que se quedara con el cambio, el eficaz

ejecutivo se ofendía.

―No, colega ¿cómo crees? Quédate con tu cambio, estás jodido,

te va a hacer falta―contestaba receloso.

CUENTAN QUE UN JOVEN terrateniente traía a mucha

peonada sembrando, ya el mes de julio estaba a la mitad, la luna

estaba tiernita y el joven terrateniente quería tener todas sus

tierras sembradas porque esperaba buena lluvia.

Las yuntas andaban vuelta y vuelta mientras los peones no

aflojaban el paso. Como se trataba de sembrar había muchos

jóvenes y hasta niños. Entre ellos, andaba un hermano pequeño

del joven terrateniente y cuando se llegó la hora de la comida,

muchos de estos niños aprovecharon para echarse un chapuzón

en un arroyo de aguas cristalinas que se encontraba cerca.

Un chamaco plebe notó que el hermano del joven terrateniente

era de modos finos y afeminados y pronto, del arroyo se lo jaló a

37

la bosquera donde le comenzó a hacer travesuras, dicen que el

chamaco amanerado le decía: “perate, me haces cuquilla”, y es

la fecha, que este chamaco creció y ahora es una persona mayor,

que en ese pueblo lo conocen como “La Cuquilla”.

Pero eso no fue todo, un peón viejo alcanzó a ver la escena y

corrió ante su patrón a informar de la situación.

―¡L´amo, l´amo! A su hermanito le están haciendo groserías

allá en la bosquera ― le dijo.

―Ahh déjalo, ¡que al fin de guaches todos! ―dijo el joven

terrateniente.

CUENTAN QUE HACE AÑOS hubo un baile en una localidad,

como es costumbre se hizo en la cancha del pequeño poblado

con un tocadiscos y bocina de trompeta. Las muchachas llegaron

cargando cada quien su silla de madera.

Las chicas se fueron acomodando alrededor de la cancha, a un

lado sus mamás, algunas llevaban sus sacuales para remojar el

ripio y mientras comenzaba el baile tejían trenzas de palma con

las que se elabora el sombrero.

Como es costumbre, los jóvenes que llegaban al baile no sólo

eran de esa localidad, sino de las comunidades vecinas, llegaban

en grupitos, algunos caminando, otros en bicicleta y había quien

lo hacía en burros y caballos.

Era común, que los jóvenes que llegaban de otras comunidades

fueran con linternas para aluzarse por el camino y veredas, y

cuando llegaban se arremolinaban en un solo lugar para cuando

comenzara la canción, desplazarse por toda la cancha para sacar

a bailar a alguna muchacha.

El ritual era sencillo, se trataba sólo de estirar la mano y la

muchacha si aceptaba, se paraba a bailar. En esa época estaba de

38

moda El Conjunto Mar Azul, con sus canciones como La Siringa

y El Cuinique, entre otras.

Leónidas no había perdido pieza desde que llegó al baile en ir a

sacar a una joven que le correspondía. El operador del tocadiscos

comenzó a cambiar de las cumbias a unas baladas, por lo que el

joven cada vez se pegaba más al cuerpo de la muchacha cuando

bailaban.

En una balada la sangre se le calentó a Leónidas y se pegó de

más a la muchacha y pegaditos mientras bailaban la muchacha se

comenzó a sentir incomoda al bailar, había algo que se interponía

entre sus cuerpos y los movimientos de cadencia se le

dificultaban con semejante obstáculo que el joven presentaba

ahora debajo de la cintura.

―Mira muchacho, si quieres que te siga a bailar a la otra pieza,

te voy a pedir de favor que te saques el reflector que traes entre

tus piernas ―le dijo la muchacha cuando terminó la canción.

DON ELOY COLGÓ EL TELÉFONO después de hablar con

uno de siete hijos e hijas que tenía en Estados Unidos, uno de

ellos le habló de cómo se encontraban, que sus hijos ya estaban

grandes, que el mayor, recién había terminado la High School,

que es el equivalente a la preparatoria y que pronto iría a la

universidad.

Eloy hijo, le contó a su padre que todas las fotos de la

graduación las había colocado en un álbum del Facebook.

―Papá, por favor, dile a mi hermana Blanca que te muestre las

fotos por el “feis” para que nos veas a toda la familia. Para eso le

mandamos el Ipad, para que tú puedas vernos ―le dijo.

Eloy padre quería ver la alegría de su familia y emocionado

comenzó a gritarle a su hija.

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―¡Blanca, Blanca! Ándale ven, prende la “aipa”, ¡dice tu

hermano que puso unas fotos en el “seis”!

EN TLAPEHUALA –desconozco si en otros lugares también-, a

los triciclos de carga les llaman “burras”. En este pueblo se

convirtieron en herramienta indispensable desde hace años por la

escasez de agua, ahí en esos triciclos o “burras” se acomodaban

seis cubetas de veinte litros (como las cubetas de pintura) y se

acudía a los pozos de agua abastecerse.

Por toda la región pueden verse con personas que venden

raspados, antojos y otros tipos de snacks. En Tlapehuala, el

servicio de limpia que barren las calles lo utilizan para recoger la

basura. Actualmente cinco nuevos triciclos fueron gestionados

ante la Sedesol Guerrero y circulan ya haciendo su labor de

limpieza.

Hace años, un hombre acudió con la rifera del pueblo para una

tirada de cartas. La mujer con fama de poderes adivinatorios, le

preguntó qué era lo que quería saber y el hombre le reveló su

aflicción.

―Es que me robaron mi burra y quiero encontrarla para seguir

en la chamba―le dijo.

La mujer lo sentó en una mesilla, colocó un vaso de agua y

prendió una vela blanca. Después de eso fue a un lavadero que

estaba cerca y lavó sus manos a conciencia. Con sus manos

limpias y secas barajó las cartas mientras rezaba un Padre

Nuestro.

La mujer partió las cartas e hizo que el hombre las barajara e

hiciera tres montones y le dijo que repitiera unas palabras

mientras hacía eso.

―Por mí, por mi casa y entorno, por lo que está por venir—

repitió el hombre.

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La mujer “rifera” comenzó a hacer una hilera de cartas mientras

en el rostro se le veía un vivo interés por leer lo que le decían y

dijo lo primero que le llegó a su mente.

―Tu burrita anda en la playa, se juntó con una manada de

burros―le dijo muy seria el hombre.

El hombre casi se iba para atrás de la silla al escuchar eso y

después de reponerse le dijo: ¿cómo cree? Si mi burra es de

triciclo, como bicicleta para acarrear agua.

La mujer “rifera” no se inmutó, se paró y le gritó a uno de sus

hijos.

―!Guache! Tráeme la baraja para las bicicletas, ¡me traje la

baraja de los animales!

UNA TÍA QUERIDA QUE NACIÓ EN EL siglo pasado tuvo un

sobrino político que se casó con su sobrina, con la que tuvo diez

hijas en ese matrimonio. El sobrino que era profesor comenzó a

renegar de tener pura mujer como hija.

Cuando nació la décima hija, el profesor perdió los estribos, se

encolerizó, amenazaba con dejar a su mujer ante esa suerte que

él creía no era afortunada. Soñaba con tener un hijo varón y

prácticamente se le había ido la esperanza.

Cuando la tía llegó a casa de la recién nacida, el profesor pateaba

sillas, de coraje por la situación. La tía intentó calmar la escena y

sentó al profesor en el comedor y le pidió que le explicara qué

pasaba.

El profesor le dijo que todo era muy sencillo, que después de

diez intentos todo había sido en vano y que sólo hijas mujeres

iban a tener, cuando él soñaba con tener un varón como hijo.

41

―Ay sobrino, cuan equivocado estás de la vida, te diré lo que

mis años me han enseñado y espero que puedas aprender de

eso―le dijo la sabia mujer cargada de años encima.

―Mira sobrino, ahorita tus hijas son pequeñas y algún día

crecerán. Si hubieras tenido puros varones también crecerían y

llegado el momento, el mayor, cuando menos lo pensaras te iba a

llegar borracho, porque se fue de parranda, al poco tiempo, el

segundo acompañaría su hermano y se irían a corridas de toros.

En poco tiempo, esos varones llegarían borrachos a esta tu casa,

ellos serían los que patearían las sillas que ahora pateaste. Por la

madrugada, cuando estuviera tu sueño más tranquilo, te vendrían

a avisar que uno de ellos peleó en el baile del pueblo e irías por

la madrugada a sacarlo de la cárcel municipal.

Aquí en este lugar donde nos encontramos estarías sentado sin

dormir, por la congoja que tus hijos no llegan y andan en el

peligro de la noche de parranda y sólo problemas tendrías por

esos varones.

Más sin en cambio, ¡con tus mujeres que diferente será! Tal vez

no duermas en la madrugada, pero será por las guitarras y los

finos cantos de los muchachos que les correrán gallo. Tan pronto

termine una serenata de una de tus hijas comenzará la otra y tú

estarás en sueño placido escuchando canciones durante la noche,

en vez de estar aguantando a borrachos vomitados.

―¡Qué más le pides a la vida sobrino!— le dijo la ancianita a un

convencido profesor de ser bendecido.

DESDE HACE mucho tiempo es muy común en esta región que

entre más raro, caro y difícil de encontrar, un remedio es mejor

para los males. Así, la gente de antes subía al cerro por plantas

raras o en algunos casos grasa de coyote, o extremos casos como

caldo de zopilote, y muchos más que guardan en la memoria los

viejos.

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Se creían que eran verdaderos remedios, porque entre más

inaccesibles o más raros más efectivos eran.

Un tlapehualense que es especialista en reumatología hizo su

carrera en Suecia, país de Europa, y de vez en cuando regresa a

su pueblo a visitar familiares. En una ocasión que se encontraba

con uno de sus tíos llegó un anciano de una comunidad con

graves problemas de reumatismo.

El tío del reumatólogo le dijo al anciano que se encontraba ahí su

sobrino el cual era una eminencia en el área de la atención de las

articulaciones, y que podía aprovechar para que lo atendiera y

encontrar una solución a su problema de salud.

El anciano resolvió que regresaría más tarde acompañado de una

de sus hijas para que el especialista le diera una consulta.

El reumatólogo atendió al anciano, lo revisó y lo recetó y a la

vez le dijo que se pondría bien, que no se preocupara, que

después de que tomara sus medicamentos ya se iba a sentir

mucho mejor.

Después que terminó la consulta el anciano le preguntó que

cuánto era de la misma. El reumatólogo se quedó pensativo,

primero, porque cuando viaja a México no lo hace para dar

consultas y era una recomendación de su tío atender al anciano,

por lo tanto no atinaba a calcular cuáles serían sus honorarios,

por lo que le dijo que si le parecía bien, eran 200 pesos.

El anciano se levantó de la silla, le dijo a su hija — “vámonos,

este médico no sirve, bah me está cobrando bien barato”—.

CUANDO ES Día del Estudiante no se puede dejar de recordar

las historias que como estudiante uno vivió, o como dijera un

amigo, de “estudiambre”.

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Tuve la fortuna de tener grandes y buenos profesores, uno de

ellos que me dio clases de topografía era un excelente profesor,

además de la cátedra que impartía era un perito forense, así que

siempre nos ponía a pensar en la solución de los problemas de su

segunda profesión.

Creo que su objetivo, además de enseñarnos trigonometría y a

usar el teodolito era enseñarnos a pensar, a razonar problemas.

Cuando iniciamos el semestre nos lanzó un reto, nos dijo que en

el primer examen mensual quien fuera sorprendido con

acordeones o cualquier treta para copiar sería reprobado todo el

semestre y dijo que tenía mucha experiencia en descubrir a

copiones.

Para compensar su decisión, dijo que en ese primer examen

mensual, quien al final del examen no fuera sorprendido

copiando, pero que le demostrara que sí había copiado le pondría

10 todo el semestre, entrara o no entrara a clases.

En verdad era un reto en ambas propuestas. En pleno examen, un

compañero muy audaz le preguntó al profesor si podía comerse

unas galletas saladas con un refresco y el profesor dio el visto

bueno.

Cuando el examen concluyó, varios compañeros habían sido

sorprendidos en las múltiples y diversas formas de copiar. El

alumno de las galletas le preguntó al profesor si seguía en pie su

propuesta que aquel que no fuera descubierto copiando le

pondría un diez.

El profesor asintió y dio su palabra, el audaz compañero le dijo

que había copiado y que no había sido descubierto. El profesor le

preguntó de qué forma lo había hecho.

—Escribí las formulas en las galletas saladas y después de

utilizarlas me las comí.

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UN 28 DE DICIEMBRE de hace unos cuantos años, se publicó

en la portada del Despertar del Sur que la cabeza de Lázaro

Cárdenas, el colosal monumento que le atribuyen una altura de

23 metros, había caído del lugar donde se encontraba.

La nota decía que los vecinos de Col. Juárez escucharon durante

la madrugada un estruendoso ruido, como el de una explosión y

al acudir a verificar, encontraron que la monumental cabeza

estaba rodada sobre el museo, metros abajo de la carretera.

Se daban más detalles de tan extraño suceso, y la foto principal

era precisamente la cabeza volteada, desprendida del lugar donde

se encontraba, manipulada en Photoshop.

Al pase de la página, al final de la nota - broma, el editor deseaba

un Feliz Día de los Inocentes.

Fue tan el tamaño de la broma que muchos la recuerdan hasta la

fecha. Y cómo no, si ese día, desde que el periódico comenzó a

circular por la mañana, mucha gente se apersonó en Col. Juárez a

testificar tan inverosímil hecho.

GORGONIA FUE DE VISITA con su comadre Pompeya. Como

siempre hablaron de las novedades del pueblo, de las cosas de la

casa, de lo caro que estaba todo, de la inseguridad y hasta de las

últimas noticias del periódico.

Cuando parecía que se les acababa la plática, a Pompeya se le

ocurrió decir algo de su vecina, algo que recién se había enterado

y que había visto sin querer.

Gorgonia quedó atónita de la noticia, no podía creer lo que había

escuchado y Pompeya reflexionó sobre lo que había dicho, sentía

que hubiese sido mejor quedarse callada porque sabía que su

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comadre era muy comunicativa y pronto todo el pueblo sabría lo

que le había contado.

Pompeya pensó, que aunque era cierto lo que había dicho, podía

tener problemas con su vecina por la gravedad de la noticia.

Se le ocurrió una forma fácil de solucionar su desliz, sacó del

monedero un billete de cien pesos y se le dio a su comadre, le

pidió que a cambio de ese dinero no contara a nadie lo que le

había dicho.

Gorgonia recibió el billete y ofreció en promesa no contar lo que

había escuchado y se retiró de la casa de su comadre.

Al día siguiente, Gorgonia se levantó de la cama y lo primero

que pensó fue en lo que le había contado su comadre. Comenzó

sus quehaceres de la casa y salió después rumbo al mercado.

Se sentía incomoda al platicar con sus conocidas y no poder

expresar lo que recién se había enterado, el billete de cien pesos

lo traía en la bolsa de su mandil como un recordatorio de esa

mordaza imaginaria.

Transcurrió hasta el mediodía y le incomodaba no poder

transmitir lo que su comadre le había revelado. Cayó la tarde y

tomó una decisión, enfiló sus pasos hacia la casa de su comadre

Pompeya y al verla exclamó:

—Comadre, ¡Te devuelvo tus cien pesos! ¡La verdad ya no

aguanto contarle a alguien lo que me contaste!

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47

Yo pues lo vi

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HACE ALGUNOS AÑOS, MI HERMANO Jaime vino de la

ciudad de Dallas Texas donde radica a atender unos trámites

legales a la ciudad de Chilpancingo, donde llegamos temprano y

temprano nos desocupamos.

Era mediodía y pensamos en tomar el autobús de regreso a Tierra

Caliente, pero una vez en la terminal decidimos ir a Acapulco.

Luego que llegamos nos dirigimos por la Costera Miguel

Alemán a caminarla.

Ya cuando el sol caía en el horizonte nos introdujimos a un bar

que se llamaba El Mariachi, desde su terraza se podía ver toda la

bahía del puerto, el lugar era muy bonito, todo con motivos

mexicanos y los meseros vestidos de mariachi.

Había música ambiental y tocaban la canción “mi historia entre

tus dedos” de Gianluca Grignani. Con la música de las olas que

golpean sobre la arena en playa y la brisa del mar que golpea tu

rostro transcurrió el tiempo.

Ya por la noche, en medio del bar, lo que parecía un pequeño

kiosko se instalaron ahí un grupo de cuatro músicos, estaban

vestidos de indígenas, con una imagen como de comparsas,

inmediatamente comenzaron a tocar con un estilo estrambótico y

desparpajado.

Empezaron con canciones como la de “Que se mueran los feos”,

parecían un grupo cómico, excéntrico, por su forma de vestir, sus

sombreros, su maquillaje. Sobresalía el percusionista, un

saxofonista y el trompetista.

Ya para esa hora, el bar tenía más clientes. Había un texano

cerca de nuestra mesa y le pidió al trompetista que tocara “My

Way”, la canción que hiciera famosa Frank Sinatra y que se

podría decir es una canción que tiene cientos de interpretaciones.

En ese momento el trompetista se transformó, demostró que

quien parecía un músico lirico era en verdad un músico de altos

vuelos y lo digo con toda la ignorancia de mis conocimientos

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musicales, pero no es necesario ser experto para darte cuenta que

en un “solo” un músico interpreta con fuerza y talento una

canción.

Precisamente, el trompetista iba de mesa en mesa para que le

hicieran solicitudes de canciones y las canciones populares con

las que habían comenzado quedaron a un lado para dar paso a

interpretaciones como “New York, New York”, con una

limpieza en el sonido de la trompeta que jamás había escuchado

en mi vida.

El trompetista, un hombre regordete, de manos joberas llegó

hasta nuestra mesa y con una gran sonrisa se dirigió a mi

hermano para indicarle cuál canción pediría, mi hermano ya

había meditado su petición, escogió el danzón “Teléfono a larga

distancia”.

Este danzón tiene la peculiaridad que el ejecutante de la trompeta

se retira del grupo, y mientras los acordes de la música siguen, a

una distancia de 50 metros la trompeta “contesta el teléfono a

larga distancia”, es todo un placer esta canción.

—Entonces si quieres me voy hasta la playa para contestar el

teléfono ― dijo el trompetista.

Y dicho y hecho, desde la playa, el trompetista ejecutó el danzón

junto con su pequeño grupo. Mi hermano tal vez recordó que un

músico de Corralfalso don Leonardo Tavira era un gran

ejecutante de este danzón y le había conocido.

Pero el trompetista se quedó integrado, el por qué mi hermano

había pedido esa canción en la que dos trompetistas se contestan

en la distancia. Más tarde se sentó en nuestra mesa, contó sus

experiencias cómo músico y hasta canciones de Los Beatles

interpretó y nos lanzó un reto, nos dijo que no había canción que

no se supiera.

Esas eran palabras mayores y para sustentarlas ofreció una

botella en apuesta. Mi hermano le puso un reto difícil: “El gusto

50

Tlapehuala”. El trompetista no dijo nada, se dirigió al kiosko

donde estaban sus músicos acompañantes e interpretó la versión

en trompeta del “Gusto a Tlapehuala”.

Ha sido una de las mejores interpretaciones que he escuchado en

mi vida, además una sorpresa porque no esperábamos que se la

supiera. Después de eso, el músico se fue a sentar con nosotros.

―Me sorprende, cómo es posible que se sepa esta canción de mi

pueblo― le dijo mi hermano.

―Mi nombre es Abel Blancas y soy nacido en mero

Tlapehuala―contestó el talentoso músico.

HACE MUCHOS AÑOS, EN UN PUEBLO que apenas si había

unos cuantos carros, nombraron al primer agente de Tránsito de

ese municipio, el campesino que recibió ese nombramiento se

sintió muy ufano y orgulloso.

Además, el uniforme y la pistola al cinto le daban cierto aire de

autoridad con el que jamás había soñado en su vida. Sentía que el

uniforme era algo que debía guardarle respeto, porque recibía lo

mismo de esa indumentaria.

Poco después que le tomaron protesta como primer agente de

Tránsito se dirigió a una cantina del pueblo a festejar. En ese

entonces, en ese pueblo, las hetairas no tenían servicio de cuarto

y era imprescindible llevarlas a un pequeño hotel que existía.

El hotel era un edificio de muchos cuartitos, los cuartitos

formaban un cuadro y en el centro había un enorme árbol

frondoso que llaman trueno y a un lado del árbol había una llave

de agua.

Hasta ahí se dirigió nuestro agente de Tránsito con una hermosa

morena de pelos chinos que no hacía mucho había bajado de la

51

Sierra. Después de apaciguar los deseos de los cuerpos se

quedaron dormidos en el viejo catre del cuartito.

Ahí les agarró la madrugada y fue la joven morena quien

despertó cuando aún no salían los primeros rayos del sol y sintió

una gran sed. Despertó al agente de Tránsito para que en esa

oscuridad, la que existe cuando está próximo el amanecer, la

acompañara hasta la llave de agua que estaba en el centro de los

cuartitos.

Ambos se dirigieron a calmar otro tipo de sed bajo la llave del

agua. Una vez saciada se metieron nuevamente al cuartito y

quedaron profundamente dormidos. Cantó el gallo y los primeros

rayos del sol se asomaron por el horizonte. La hetaira despertó y

se estiró de brazos, mostró completamente su moreno y esbelto

cuerpo.

Al jalar la sábana destapó al agente de Tránsito que también

estaba completamente desnudo. Deslizó sus pies descalzos por

entre el piso de tabique buscando sus huaraches y no los alcanzó.

Insistió, metió las manos bajo la cama y nada.

Sintió que una corriente eléctrica le circulaba la espalda cuando

vio con la poca claridad que su ropa no estaba en el lugar donde

la noche anterior la había dejado. Con un grito despertó al agente

de Tránsito.

— ¡Nos han robado! Se llevaron nuestros trapos, nos dejaron

encuerados — exclamó.

El agente de Tránsito despertó disparado como un resorte de la

cama de otate y lo primero que buscó fue la pistola y su

uniforme, sin encontrarlo por ningún lado. La desesperación hizo

presa de ellos, el sol estaba por salir y ellos estaban

completamente desnudos en ese cuarto de hotel. ¿Cómo se irían

a sus casas?

52

Pero lo que más le angustiaba al agente de Tránsito era su recién

estrenado uniforme, la pistola que le habían entregado, todo lo

que significaba ese uniforme, el respeto que le otorgaba, sentía

una desesperación enorme.

Después de comprobar que la ropa no estaba por ningún lado, el

agente de Tránsito se envolvió en la sábana y salió corriendo por

la calle hasta llegar a su casa, Se vistió, agarró un vestido de su

mujer y se dirigió al hotel donde encontró a la hetaira llorando.

—Anda, ponte este vestido y vámonos, ya deja de llorar.

Cuando salieron del pequeño cuarto con rumbo cada quien para

sus casas, la mujer echó un vistazo al cuarto contiguo y la sangre

le volvió a bombear con fuerza el corazón, vio que ahí estaba su

ropa y el uniforme del agente de Tránsito y la pistola.

—No nos robaron, ¡nos metimos a otro cuarto cuando bebimos

agua!— le gritó a su afligida pareja de ocasión.

FRANCISCO HABÍA SIDO EDUCADO en una familia

tradicionalista y machista. Donde los hombres no debían llorar y

“vieja el que se rajara”. Además de eso nunca fue a la escuela, lo

que sabía de la vida lo había aprendido pisando adobes, o en el

surco ya sea sembrando o en la tarecua.

Un día su juventud le pidió que se casara y lo hizo con una de

sus vecinas que siempre le había gustado. Su vida fue de muchas

necesidades y mucho trabajo. Tuvo casi una docena de hijos y

para que no repitieran la historia de su vida se esforzaba por

mandarlos a la escuela.

El noveno hijo lo llamó Espiridión. Tan pronto como Espiridión

fue creciendo le fueron notando actitudes femeninas. Francisco,

un hombre de campo, bragado, inculto y machista no pudo

53

manejar la situación. Quiso enderezar el arbolito torcido de la

única forma que su raciocinio le permitía: a golpes.

Espiridión era un niño que ante los golpes y maltratos sólo

recibía la comprensión y el cariño de su madre, y ante la

imposibilidad de defenderlo de los golpes de su padre sólo le

brindaba abrazos y cariño. Para esa fecha todos llamaban Espiri

al pequeño niño de actitudes femeninas.

Espiri desarrolló más sus delicadas formas y modos finos

conforme se hizo muchacho y entró a la pubertad, pero eso sólo

hacía que la furia de Francisco se ensañara en él y las golpizas

arreciaban y eran más fuertes.

Al cumplir quince años Espiri no pudo más, pese a los cariños de

su madre huyó de su casa y se subió en un viejo camión Flecha

Roja y llegó a la capital del país y en Paseo de Reforma encontró

un ambiente natural para vivir, además de amigos y una buena

forma de vivir.

Cuando Espiri estuvo bien establecido comenzó a mandarle

dinero a su mamá, a la que siempre recordaba pegada en esa

vieja máquina de coser Singer, donde se ganaba la vida cosiendo

para los demás.

Pasaron los años, su padre Francisco ya era un anciano cansado,

que había dejado parte de su vida en cada gota de sudor que

había derramado en las adoberas y en los surcos del campo.

Algunos hijos ya se habían formado y ganaban dinero pero no lo

ayudaban para subsistir.

Un día fue el cumpleaños de Francisco, y hasta su casa llegó el

viejo cartero con una carta de Espiri para felicitarlo y dinero para

que saliera a festejar. Francisco no podía creerlo, el hijo que más

mal había tratado le había enviado dinero y los demás ni siquiera

se habían acordado.

Pero no sólo eso, a los quince días recibió otra carta con dinero

para que se comprara lo que él quisiera, además del dinero que le

54

mandaban a su mujer para que subsistieran. Cuenta el cartero del

pueblo que cada vez que le llevaba una carta, Francisco

expresaba: ¡A mal haya otro Espiri!

DECLAMACIÓN Y POESÍA NO es lo mismo, pero aun así, de

forma sorprendente, en los niveles educativos de primaria,

secundaria y bachillerato se llegan a confundir los términos y a

un concurso de declamación le llaman de poesía y es una

confusión desde que imprimen las convocatorias en las oficinas

centrales de la SEG.

Como sea, en los concursos de declamación que llaman de

poesía en nivel secundaria, ya sea internos, de zona o regionales,

prevalecen poesías como La Loba, Agua que huele a resinas y

Huaraches para los reyes, su autora fue una señora de Iguala que

se llamó Catalina Pastrana, fue una mujer autodidacta, estudió

para secretaria y fue la profesión que ejerció además de poetisa.

La poetisa, orgullo del estado de Guerrero murió en Iguala, la

ciudad donde nació a los 77 años, en un mes de mayo del 2003.

En mayo de 1997, la Secretaría de la Juventud del Gobierno del

Estado de Guerrero, organizó concursos de oratoria y

declamación en las siete regiones del estado, el coordinador

regional de la Sejuve en Tierra Caliente era Víctor Valencia

Mojica (director de la Revista Cálida) y efectuó la selección en el

local del Club Rotario, con el apoyo del presidente municipal en

turno Víctor Mojica Wences.

Tuve la fortuna de ser seleccionado en oratoria y por tanto el

pase al concurso estatal, adonde nos fuimos con el otro

compañero que fue seleccionado en declamación; viajamos en

autobús y llegamos temprano a la Unidad Deportiva de

Chilpancingo que antes le llamaban CREA, el concurso estatal

de declamación sería al mediodía y el de oratoria por la noche.

55

Así que acompañé a mi compañero de Santana del Águila que

participaría en el concurso de declamación en el auditorio del

CREA. Busqué asiento entre las butacas como muchos otros

acompañantes de concursantes y de público que había acudido a

disfrutar de los concursos estatales de la Secretaría de la

Juventud a cargo de Juan Muñoz Caballero.

Dio inicio el concurso de declamación, a mi lado se sentó una

agradable señora de edad adulta, elegante, bien vestida y muy

amable. Desde el momento que se sentó a mi lado comenzó a

hacerme plática de donde venía y por qué estaba yo ahí. Le

respondí a todas sus preguntas.

Por su parte, la señora me dijo que iba acompañando a su

sobrina, que la había entrenado para el concurso estatal y sentía

mucha confianza en ganar, me comentó que llevaban una poesía

ganadora, la de “Agua que huele a resinas”.

Deteníamos la plática cada vez que un participante entraba en

acción, y cuando había pausas volvíamos a conversar, fue en una

de esas pausas, que el maestro de ceremonias del concurso dijo

que entre el público se encontraba una persona muy importante

de las letras del estado de Guerrero y pidió a todos los asistentes

le brindaran un fuerte aplauso a Catalina Pastrana Vargas.

La señora que estaba a mi lado, con la que estuve conversando se

levantó de su asiento y con sus manos agradeció los aplausos que

le brindaban. Después de eso, se sentó, regresó a verme y me

guiñó un ojo. No supe que decirle, saqué una libreta y le dije que

si podía regalarme su autógrafo. Así fue como conocí a Catalina

Pastrana.

56

57

Así lo viví

58

UN JOVEN de apenas 17 años de edad fue intervenido

quirúrgicamente de una cadera donde le implantaron una

prótesis. Durante meses estuvo en la ciudad de México, primero

por la operación, después por la rehabilitación hasta que por fin

regresó a su pueblo, donde se recuperaba satisfactoriamente

cuando fue visitado por uno de sus amigos.

Su amigo tenía fama de ser uno de los más inteligentes de su

pueblo, fama ganada por ser un campeón de matemáticas en las

olimpiadas nacionales.

En la visita comentaron los pormenores de la intervención

quirúrgica y el matemático preguntó: —¿Y cómo te sientes?.

—Todo va muy bien— le contestó, —solo me tiene triste algo,

los doctores me han dicho que después de esta operación ya

nunca volveré a cargar algo pesado en mi vida—.

Por lo que su amigo el matemático con una enorme sonrisa le

dijo:

—Al contrario, deberías estar contento, Dios quiere que nunca

seas un cargador—.

LAS ENSEÑANZAS DE LOS ancianos siempre son con el

ejemplo, mi tía Anita, una ancianita tlapehualense que ya no

existe, tenía sus hijos en la Ciudad de México que la ayudaban

económicamente, principalmente un hijo militar que siempre

estaba al pendiente de ella, aunque algunas veces, los giros se

retrasaban por diversos motivos.

Ya con noventa años casi no salía de su casa y una vez un tío la

encontró caminando por las calles del pueblo, iba muy bien

arreglada, con sus mejores ropas, zapatos, peinada y maquillada.

—Tía Anita ¿Vas a una fiesta? —le preguntó —no, mijo, es que

no me ha llegado mi giro y ora voy a pedir dinero prestado, bah

si voy toda sucia y chamagosa, nadie me va querer prestar, van a

decir que no voy a pagar—.

59

LA VIDA SIEMPRE ES APRENDIZAJE, las lecciones de la

vida están en cada momento. Fue don Ernesto Ramírez quien me

enseñó a no hacer lo que no quieres que te hagan.

Fue muy ilustrativa su enseñanza. Hace años atendía una tienda a

un lado de la iglesia de Tlapehuala, y diario, por la tarde pasaba

don Ernesto a su regreso de Cd. Altamirano donde trabajaba.

Siempre me hacía alguna compra, y en las tiendas se acostumbra

que cuando no tienes cambio das una goma de mascar. Si no

tenía cincuenta centavos, le entregaba un “chicle”. Durante un

buen tiempo lo hice así y don Ernesto me los recibía de buena

gana.

Un día, como era costumbre pasó e hizo su compra. Se le hizo su

cuenta de nueve pesos con cincuenta centavos. Con calma sacó

de su bolsillo una bolsa de plástico llena de “chicles” y comenzó

a contar las 19 gomas de mascar que le había yo entregado

durante un tiempo y con eso pagó su cuenta.

Por supuesto que le recibí su pago, pues eran los cambios que yo

le había dado.

ALGUNA VEZ LLEGÓ EL poeta Agripino Hernández Avelar a

su potrero en Arcelia y encontró que un peón había cortado un

frondoso árbol. El maestro contaba que le dio mucho coraje esa

acción y recriminó al hombre —¿Por qué hiciste eso?— le

preguntó en tono molesto, y dijo que el peón le respondió — Bah

pa´ que se enoja, ese árbol ni daba nada…

—Cómo que no daba nada, ¡daba sombra! — dice que le

respondió.

UN SONETO ES UNA FORMA POÉTICA compuesta por

catorce versos endecasílabos, organizados en cuatro estrofas: dos

cuartetos y dos tercetos. Para quienes no estamos familiarizados

con la literatura podemos llamarle un poema corto, breve.

60

En una ocasión, en un encuentro de escritores, los bardos

participantes había estado leyendo sus trabajos literarios y la

velada se había extendido en tiempo. Una dama que se

encontraba presente mostraba ya signos de aburrimiento y de

cansancio por el tiempo transcurrido en la lectura de los poemas.

El último participante vio que no tan sólo la dama sino varios

presentes al encuentro ya se mostraban cansados, por lo que

cuando tocó su turno decidió anunciar por el micrófono que su

participación constaría de la lectura de un solo soneto y con eso

concluiría el encuentro.

La mujer que estaba adelante con visibles signos de aburrimiento

soltó unas palabras.

―Ay qué bueno, está bien, pero que sea corto por favor, porque

ya me quiero ir.

UN 11 DE JULIO PERO de 1903 nació José Agustín Ramírez,

quien fomentó y divulgó el folclor guerrerense. Inmortalizó las

canciones Por los caminos del sur, el toro rabón, Ometepec y

muchísimas más.

En una investigación del poeta Malaquías Suarez Valerio

encontró un soneto del periodista pungarabatense Manuel M.

Reynoso, con la letra de la canción “Por los caminos del sur”. En

la Enciclopedia del estado de Guerrero se establece que la letra

es del pungarabatense y la música de Agustín Ramírez.

Antes de saber eso, en una ocasión le platiqué al maestro

Agripino Hernández Avelar de ese soneto que Malaquías había

encontrado y la presunción nuestra sobre la letra y música de esa

canción.

―Es muy probable que así haya sido, Agustín y Manuel fueron

grandes amigos―me respondió el laureado bardo.

61

HACE VARIOS AÑOS EL MAESTRO Agripino Hernández

Avelar fundó la Asociación de Escritores de la Tierra Caliente,

una asociación que hizo muchas actividades, hablar de esa

agrupación sería muy extenso, sus acciones, sus miembros y con

todo respeto les contaré una anécdota de una de las actividades

que realizó.

El maestro Agripino y la asociación se echaron a cuestas editar

en libros la obra de la mayoría de los escritores de la región, casi

23 libros de la “Colección Arroyo Grande”, una tarea que en el

tiempo se ve sencilla, pero que fue una titánica labor de quienes

la emprendieron.

Tuve la fortuna de participar en dos antologías y por tanto la

labor de involucrarme en los detalles íntimos de la elaboración

de esos dos libros, desde buscar las fotografías para las portadas,

darles edición, corregir errores ortográficos y demás, de acuerdo

a nuestros modestos conocimientos.

El trabajo en sí consistía en hacer un archivo en Word de todo lo

que sería el libro para llevarlo a la imprenta. Por lo que en la

página 2, le pregunté al maestro si ponía la leyenda que llevan

todos los libros “Reservados todos los derechos. Prohibida la

reproducción total o parcial en cualquier forma, escrita,

electrónica, sin la debida autorización de los editores”.

El maestro se quedó meditando, después de un poco rato se

dirigió a mí y me dijo que los libros que la Asociación hacía eran

principalmente para promover la lectura entre nuestros paisanos.

―En todo caso nuestros libros deberían decir: “Libres todos los

derechos. Se autoriza la reproducción total o parcial en cualquier

forma, escrita, electrónica, sin la debida autorización de los

editores”.

Por supuesto, nunca se puso esa leyenda a los libros, pero

hablaba de la generosidad para compartir lo que sabía el sabio

poeta Agripino Hernández Avelar.

62

UN POETA CALENTANO RECIBIÓ un homenaje hace años,

su labor en las letras es extensa y los premios recibidos en su

labor también.

Se sentía muy orgulloso de su pasado, de sus raíces, de su origen

campesino. Su mamá había tenido una fonda para mantenerlo a

él y a sus hermanos, y este laureado poeta, fue a la escuela ya

muy grande, casi de doce años de edad.

Por tanto, antes de ir a la escuela desempeñó muchos oficios del

campo y propios de la casa. Cuando estaban en el homenaje el

maestro de ceremonias resaltaba ese pasado del bardo.

— Se encuentra entre nosotros el orgullo de este municipio, el

vate que de niño fue chivero — decía efusivo por el

micrófono.

—El poeta que de niño fue pasteador de chivos — y ante eso el

poeta levantaba su dedo índice desde el lugar de honor donde se

encontraba y agregaba — y pajosero.

El maestro de ceremonias continuaba con los viejos oficios y

decía: —El hombre que de niño fue comidero, cuiniquero y

sembrador.

El galardonado poeta agregaba a cada oficio, desde su lugar. —Y

pajosero.

Estas interrupciones del laureado poeta habían puesto incomodo

al maestro de ceremonias seguramente porque desconocía que

significaba el oficio de “pajosero”.

Antes, las personas iban al campo a recoger el “pajoso” seco de

las vacas porque era un insecticida natural para los moscos y

zancudos.

El “pajoso” seco se ponía en una cubeta y se le prendía lumbre

sólo para que soltara humo y éste ahuyentara a los moscos que

siempre han existido en gran cantidad en la región de Tierra

Caliente.

63

Del zoon politikón

64

HAY QUIENES COMPARAN EL ejercicio de ser presidente

municipal con un matrimonio de tres años que terminará en

divorcio. El pueblo es la esposa y el presidente el esposo.

La campaña es el enamoramiento, el cortejo de novios y la

elección el día de la boda. Los primeros seis meses de la

administración la luna de miel con sus altas y bajas de todo

inicio de relación.

Después la vida cotidiana del matrimonio con la asignación de

tareas, de las obligaciones y derechos de las partes, con sus

consabidos roces. Ya para concluir los tres años viene el difícil

proceso de la separación, donde surge todo lo que en una ríspida

separación hay.

CUENTAN QUE EN la época cuando la mayoría de los líderes

perredistas andaban en vehículos viejos y marchaban por las

calles en busca de la justicia social, hubo una marcha en la

ciudad de Chilpancingo de los Bravo, y hasta el frente de la

columna iba un dirigente, viejo, honesto, congruente y de

ejemplar trayectoria.

La protesta fue un 29 de junio, ese día cumplía 83 años y aún con

sus años marchaba y lanzaba consignas en contra del gobierno de

Zeferino Torreblanca Galindo, el paso era fuerte como en todas

las marchas y el receptor de la condecoración Juan Álvarez, por

los servicios prestados a favor de Guerrero y sus habitantes, no

aminoraba el paso.

Un dirigente perredista de Tierra Caliente, se le acercó para

felicitarlo por su cumpleaños y preguntarle cuántos años

cumplía, el viejo luchador social respondió: —Cumplo 83 años.

—de repente detuvo su marcha y agregó —no, rectifico, los dos

años que anduve apoyando a Zeferino para gobernador no

cuentan, cumplo 81 años—.

65

Un viejo político en retiro (o retirado, por aquello que en política

no te retiras sino te retiran), caminaba por una playa en el ocaso

del día.

Cuando le salen al paso dos ladrones con pistola en mano y con

palabras altisonantes le pidieron todo el dinero.

—Señores, señores, para pelear se necesitan dos y ¡no cuenten

conmigo! Pueden llevarse todo lo que traigo — Dijo el

experimentado hombre del diálogo y la negociación.

HACE UNOS AÑOS SE encontraron dos comadres en la plaza

principal de su pueblo, hacía un tiempo que no se veían, una de

ellas había sido primera dama porque su esposo fue presidente

municipal.

—Hola comadre, ¿cómo te va? Hace tiempo que no nos vemos,

primero porque cerraste tu negocio y después porque anduviste

de primera dama — le dijo.

—Si pues comadre, tuve que cerrar el negocio ¡Ay, si no fuera

por la bendita presidencia no nos hubiéramos levantado!

CUENTAN que no hace mucho un aspirante a presidente

municipal acudió a buscar el visto bueno con el gobernador en

Casa Guerrero.

Como es muy común en esos casos, la sala de recibimiento

estaba repleta de suspirantes a servir a sus pueblos, además, los

acompañaban sus asesores y los que nunca se despegan, dando

consejos de cómo conducirse ante el pueblo.

Dicen que hacía un calor como el que se siente en Tierra

Caliente, pero que nada hacía mella en la sala de espera y cuando

llegó el gobernador saludaba a los que se encontraba a su paso.

66

Platicaron que el suspirante del que es objeto esta narración fue

saludado efusivamente y con una gran sonrisa por parte del señor

gobernador, le dio tremendo abrazo palmeando la espalda tan

fuerte que se escuchó en todo el salón.

—¿Cómo estás, mi amigo del alma? Me da un enorme gusto

verte — le dijo el gobernador y agregó — ahorita nos vemos allá

adentro para tratar tu asunto—. Y se despidió saludando a los

demás suspirantes.

Los acompañantes del aspirante se le acercaron emocionados y le

dijeron —Ya la hiciste. Eres el próximo candidato de nuestro

municipio. Mira nada más cómo te saludó el señor gobernador—

.

Cabizbajo, con casi lágrimas en los ojos los regresó a ver y les

dijo:

—Ya me llevó. Si me saludó así es porque no seré yo el

candidato—.

UN RECIÉN ELECTO REGIDOR invitó a sus alegres

compadres a tomar unas cervezas por el triunfo conseguido en

las elecciones.

Cuando el calor de la región hacía de las suyas y el alcohol de las

cervezas lo propio también, los amigos comenzaron a pedirle al

recién electo regidor que no fuera como todos los regidores que

habían conocido, que no se convirtiera en cómplice del alcalde

en turno y que al menos leyera esa parte de la Ley Orgánica del

Municipio Libre donde habla de los deberes de un regidor.

Uno le sugirió que al menos, si todos los regidores no hacen

nada, que él se presentara a sentarse en el escritorio todos los

días; otro más le dijo que no se le fuera a subir como a todos y

que siempre fueran amigos.

De entre los amigos, de los que siempre hay y que casi nunca

hablan y cuando hablan es para ironizar, le dijo muy serio —

67

Compadre, yo creo que te va a pasar lo que todos los paisanos

cuando llegan al Ayuntamiento.

El recién electo regidor preguntó: ¿Y qué les pasa a todos los

paisanos cuando llegan al Ayuntamiento?

—Pues que todos se hacen mujeriegos ya que están ahí—

respondió.

—Abrón, yo ya soy — dijo el recién electo regidor—.

DICEN QUE LOS PRIMEROS días después de tomar protesta

como presidente municipal se encontró al final del día, ya casi al

anochecer, el alcalde y su chofer en un diálogo de hombres

cansados.

Toda la jornada el primer edil había estado atendiendo

audiencias sin descanso, apenas probando bocado, así que ya en

la noche, sin almorzar y sin comer, después que atendió la última

audiencia se levantó de su mullido asiento, puso sus manos en la

cintura y se estiró, regresó a ver a su chofer y le dijo:

—Pero eso queríamos pues, tanto tiempo de desvelo en campaña,

andando y convenciendo a la gente que votaran por nosotros, pa’

que ora aquí estemos todo el día atendiendo a la gente, sin

almorzar ni comer—.

El chofer levantó la vista, regresó a ver al alcalde y le dijo:

—Pero bah mi presidente, antes a esta hora ni hacíamos nada en

la casa, nomás estábamos viendo la tele—.

HAY UN REFRÁN MEXICANO que dice que el que nace

pa´panzón, ni aunque lo fajen de chiquito. Y esto que les voy a

contar es el caso verdadero de un distinguido político que se

encuentra en boga.

68

Que ustedes han de conocer y como no se trata de incomodar a

nadie sino más bien de entretener, no voy a escribir su nombre,

pero les aseguro que por lo que les voy a contar muchos lo van a

identificar.

En mi pueblo había una señora que hacía vestidos y la visitó su

comadre para decirle que no había ido a sacar sus costuras

porque su hijo, que estaba estudiando en Morelia, le había

mandado pedir dinero, y es que este político que ahora viste de

casimir le mandó decir a su señora madre que si le mandaba

dinero porque iba a ver a una mujer muy importante de la

política, y que eso le ayudaba para sus relaciones en la misma.

Así que la comadre le dijo con un tono de mujer campesina, hace

ya muchos años:

—Bah su ahijado me mandó decir que le mande dinero, porque

va a ir a ver a una señora reteimportante, una tal Rosiyo

Durcal—.

UN VIEJO AMIGO, QUE FUE mozo de oficio del

Ayuntamiento de Tlapehuala me contó una historia que por más

inverosímil que es, no deja de ser interesante.

Hace muchos años, el baile del 15 de agosto en este pueblo era a

reventar y hasta el amanecer, un mar de gente que pagaba sus

entradas y bebía todo lo que se ponía en las barras.

Por tal motivo, las ganancias en verdad eran muy buenas, no

como lo es ahora. Cuenta el viejo amigo que por la madrugada,

cuando los borrachos discutían en la plaza y los cargadores de

los grupos musicales recogían toda su parafernalia, el encargado

de cobrar las entradas tenía cinco cartones de cerveza llenos de

billetes y monedas.

Aunque no había inseguridad, el problema era trasladar esos

cinco cartones llenos de dinero a la casa del presidente

municipal.

69

El encargado de cobrar las entradas cargó con dos y el mozo de

oficio con tres. Con trabajos llegaron a la casa. Aún agitados por

la caminata y la carga, me comentó el viejo amigo que la persona

de confianza del presidente municipal le dijo: De este cartón de

dinero, agarra todo lo que puedas con tus dos manos y es tuyo.

—¿Y qué hiciste? —le pregunté —Nada, agarré, lo que pude con

dos dedos y le dije gracias, me dio pena que pensara que yo era

un aprovechado. Me contestó.

LA MAYORÍA DE LAS ANÉCDOTAS que se han contado

aquí son verdaderas, en algunos casos he hecho el enorme

esfuerzo de omitir los nombres de quienes las han protagonizado.

En esta ocasión haré una excepción y con mucho respeto les

contaré una historia de una persona que ya no se encuentra con

nosotros, de don Blas Vergara Aguilar, dirigente de la CNC y

quien muchas veces fue delegado político en la región.

Para quienes desconocen las dinámicas de un partido les diré que

los tiempos son muy precisos: si el Consejo Estatal Electoral

marca una hora y fecha límite para registrar una planilla de

presidente, síndicos y regidores a un ayuntamiento, los plazos

son muy exactos y no hay prórrogas, salvo excepciones

justificables.

En una ocasión don Blas fue delegado municipal del PRI en el

municipio de Tlalchapa, y una señora que ya le habían dicho que

sería regidora con anticipación se le avisó que tenía que entregar

su documentación.

Como es común en esos casos existe el jaloneo político y las

planillas se arman de última hora, con escaso tiempo para acudir

a Chilpancingo al registro definitivo.

Por lo que don Blas acudió por la noche con el tiempo encima a

recibir la documentación y la señora que iba a ser regidora se le

70

acercó y le dijo: —Bah don Blas, no reuní mis documentos, ¿se

los puedo entregar mañana?

Por lo que don Blas, con mucho oficio político le respondió: —

Sí, mi madre, mañana o pasado, cuando tú puedas me traes tus

papeles—.

UN JOVEN FUE INVITADO por un candidato a presidente

municipal a participar en su campaña política, dentro de las

funciones que le tocó efectuar fue la de promotor del voto.

Con su tarea asignada lo enviaron con un jefe de una familia de

una comunidad a hacer lo propio de su encargo.

—Señor Procopio, vengo de parte del candidato a la Presidencia

a pedirle su apoyo para que nuestro municipio sea mejor y por

fin tengamos en la Presidencia a un hombre honesto, que quiera

servir a la gente y no servirse de ella, que trabaje para que tenga

obras de beneficio para todos…

Estaba metido en su labor de convencimiento cuando fue

interrumpido por don Procopio de manera suave y prudente:

Apreciado joven, le quiero pedir de favor que le diga al

candidato que aquí en su pobre y humilde casa vivimos ocho

personas con credencial de votar, y por ser amigos, dígale que no

le daremos la credencial a su justo valor, sino que serán tres mil

pesos y estos ocho votos serán para él, completamente en

rebaja…

El joven salió de la casa de don Procopio, se dirigió donde el

candidato y le expresó: Mira candidato, a mí me gusta comprar

las cosas que necesito, pero comprar conciencias nunca lo he

hecho, así que ve tú mejor a hablar con don Procopio…

71

UNA VEZ LLEGÓ JOSÉ Francisco Ruiz Massieu a desayunar a

la casa de un político tlapehualense, por ese motivo el

distinguido político reunió a sus amigos y familiares para hacer

limpieza en su casa un día antes.

El destacado político anfitrión había dejado encargado a uno de

sus sobrinos de los quehaceres mientras él se encargaba de otras

cosas.

Muchos jóvenes que iniciaban en la política agarraron la escoba

para barrer, el machete para desbrozar las plantas; agarraron

escaleras para subirse a las tejas y arreglar goteras. Y ese día era

todo un movimiento en ese lugar.

Un joven estudiante se mantenía impávido, observador y sentado

con la escoba agarrada de su mano viendo todo el movimiento.

Era nada menos que un joven ahijado del político que sería

anfitrión del gobernador del estado en ese entonces.

Uno de los jóvenes con más edad, al ver que todos estaban en

movimiento, que el tiempo apremiaba y que la casa tenía que

estar reluciente, se indignó al ver al joven ahijado sentado, muy

sin pena y sin novedad.

—¡Muévete canijo!, apúrate y agarra la escoba, ponte a barrer—

le dijo en tono desafiante.

Con mucha calma, paciencia, el joven ahijado respondió:

—Sí, voy a barrer, pero hasta que me vea mi padrino—.

UN JOVEN LUCHADOR SOCIAL que se entrometía en todas

las causas sociales de su pueblo se sentó a conversar con un

hombre de aproximadamente sesenta años y el tema obligado fue

el deber de servir en las causas comunes de la comunidad.

72

El hombre maduro le reveló que recién se había jubilado—Ahora

sí, tengo tiempo para dedicarme a la lucha social del pueblo, de

ser posible buscaré un puesto en el Ayuntamiento para desde ahí

poder ayudar a mis conciudadanos. Decía con un lenguaje

institucional muy bien ensayado.

El joven luchador social se le quedó viendo, vio en las palabras

del hombre mayor lo que verdaderamente querían decir, y le

respondió: Pues yo seguiré igual, me meteré en lo que pueda, con

chamba y sin chamba en el Ayuntamiento, para que cuando ya

me jubile me dedique a descansar con la satisfacción del deber

cumplido, nada más.

CUENTAN QUE CUANDO fue gobernador don Rubén

Figueroa Figueroa vino de gira a un pueblo de Tierra Caliente,

como era común mucha gente se le acercaba con peticiones para

su comunidad o de beneficio personal. En esa gira, entre la gente

arremolinada que hacía peticiones sobresalía uno que entre gritos

le pedía:

— ¡Señor gobernador, atienda por favor mi petición! Soy

trabajador del volante desde hace muchos años, pero el taxi que

trabajo no es mío. Ayúdeme con un permiso de taxi.

Comentan que mientras don Rubén Figueroa caminaba entre el

gentío el trabajador del volante sentía que el gobernador no le

hacía caso mientras atendía a otras personas y caminaban por la

calle, por lo que cada vez aumentaba el tono de voz para ser

escuchado y al sentir que ya el gobernador estaba próximo a

partir se abrió paso entre la gente y entre los empistolados de

guayabera blanca, para ya más cerca con voz más fuerte decirle

al gobernador:

—Señor gobernador, ¡por favor, ayúdeme, tengo esposa y 12

hijos que mantener, deme un permiso de taxi para poder

trabajar!—.

73

Dicen que hasta ese momento el gobernador detuvo su marcha

precipitadamente, regresó a ver al chofer de taxi y le expresó:

—Tú no necesitas un permiso de taxi, tú necesitas que te

capen—.

Fuera de eso, dicen que el trabajador del volante recibió la ayuda

de un gobernador y tuvo finalmente su permiso de taxi.

CUENTAN que un candidato a diputado local recorría su distrito

en busca de votos, fue así como llegó al municipio de Zirándaro,

y poco antes de llegar a la localidad de Aratichanguio comenzó a

ensayar su discurso.

Surgió un pequeño problema: el candidato no podía pronunciar

correctamente la palabra Aratichanguio, así que junto con sus

asesores, en el trayecto del camino, arriba de su lujosa

camioneta, practicaba una y otra vez la palabra Aratichanguio.

Cosas del destino, cada vez que la practicaba, menos la podía

pronunciar y cada vez se ponía más nervioso porque se acercaba

la hora del mitin y la llegada a esa comunidad.

Ya casi para llegar, por fin logró pronunciar la palabra

Aratichanguio. Ya el mitin se encontraba en todo su esplendor

con las porras, las matracas y las mantas colocadas por doquier.

El micrófono y las bocinas ya estaban en su lugar. El

“calentador” del mitin se deshacía en porras para el candidato y

anunció por fin la participación del tan distinguido visitante a

Aratichanguio.

Y comenzó su discurso: “Hermanos y hermanas, compañeros y

compañeras de esta comunidad de Oratechingo…”.

Y un silencio ocupó a toda la gente de ese mitin. Todos los

asistentes de la comunidad lo miraron estupefactos. Una anciana

con bordón en la mano se le acercó y lo increpó: “Mira

candidato, todos han hecho lo mismo, todos lo han venido a

74

hacer, pero nadie nos lo había dicho en nuestra cara y menos a

decírnoslo en campaña”, y se retiró.

EN LOS AÑOS 60 UN joven tlapehualense que después

destacaría en la política a nivel estado, era un estudiante de la

facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y por tanto, alumno

del escritor Agustín Yáñez.

El viejo político recuerda que en la toma de protesta de Gustavo

Díaz Ordaz como presidente de la República, y él como

incipiente miembro del partido tricolor había acudido a ver ese

evento.

Recuerda que le tocó en los últimos lugares donde apenas casi se

divisaban los pormenores del evento político. Al salir de ese

evento, en la calle se encontró al maestro Agustín Yáñez, al verlo

se sorprendió porque sabía que el jalisciense tenía una gran

presencia política nacional, además de haber sido gobernador de

su estado, entre otros puestos importantes en la SEP y no había

ido a la toma de protesta.

Por lo que le preguntó: —Maestro, ¿por qué no fue usted a la

toma de protesta del presidente?—. A lo que el autor del libro

“Las tierras flacas” le respondió: —Apreciado alumno, en la

política hay reglas, y una de ellas es que nunca vayas adonde no

te invitan—.

La validez de esta regla política de los años 60 se puede justificar

porque días después Díaz Ordaz nombró a Agustín Yáñez

secretario de Educación Pública.

EL PRIMERO DE ABRIL DE 1969, siendo presidente de la

República Gustavo Díaz Ordaz, Caritino Maldonado Pérez tomó

protesta como gobernador del estado de Guerrero.

La vida se entrelaza de extrañas maneras. El gobernador Caritino

Maldonado era admirador y amigo de Álvaro Carrillo, el célebre

75

compositor oaxaqueño que se hizo famoso con la canción “Sabor

a mí”.

Por ese motivo, Álvaro Carrillo tocó su guitarra y cantó

canciones durante el festejo después de la toma de posesión de

Caritino Maldonado. Existe una foto, donde aparece la

madrugada del 2 abril, en la privacidad del festejo, donde el

gobernador lo escucha atentamente y el compositor canta

extasiado.

Horas después, al regresar de Chilpancingo, en la carretera

Cuernavaca – DF, donde ahora está ubicado el H. Colegio

Militar, una camioneta se cruzó en sentido contrario e impactó el

automóvil donde viajaba Álvaro Carrillo, su esposa Ana María,

sus hijos Álvaro y Mario y el chofer de nombre Rafael.

Sólo sobrevivieron los dos pequeños hijos, Álvaro Carrillo y el

chofer murieron casi al momento, su esposa Ana María al día

siguiente. Han pasado años y la música del compositor sigue tan

viva.

EN LOS PRIMEROS MESES DEL año de 1969 andaba en

campaña Caritino Maldonado Pérez quien fue gobernador del

estado. Cuentan, que la avanzada de la campaña, cuando llegaron

a Tierra Caliente pensaron en gente representativa con quien

hacer proselitismo.

En la región vivía un general retirado, con muchos años de edad

encima y decidieron visitarlo en su casa. Llegaron a una casa

tradicional de la región, con su piso de tabique, techo de teja,

pretiles y tinajero.

El general se encontraba descansando en una hamaca, con pasos

cansados se dirigió a la comitiva, sin guaraches, sus gruesas uñas

de los pies hacían un ruido extraño al rozar el piso de tabique.

Por fin llegó donde se encontraba la avanzada y los escudriñó de

arriba abajo, su gallardía como militar no la había vencido los

años.

76

―¿Qué se les ofrece señores? ¿En qué puedo

servirles?―preguntaba el general.

―Mi general, venimos a nombre de don Caritino Maldonado a

traerle su saludo y pedirle su apoyo para la elección de

gobernador―dijo un entusiasmado proselitista.

El viejo general se esforzó por escuchar con sus tapiados oídos,

pero aún asintió con una enorme sonrisa.

―Claro que sí y díganle a mi amigo Caritino, que ahora que sea

gobernador, ¡que me dé, aunque sea, la Recaudación de Rentas

de Acapulco!

DOS COMPADRES, YA VETERANOS de la política, se

encontraron para platicar de los últimos acontecimientos de sus

vidas. Uno de ellos estaba con curiosidad por saber en qué

puesto su compadre sería acomodado después de saber los

resultados de la última elección para gobernador.

Y es que uno de los compadres, su esposa, era la media hermana

de la esposa del gobernador electo, y por tanto, algo bueno

surgiría de eso. Después de los saludos de rigor y de servirse

unas copas, llegaron al tema más fuerte de la conversación.

Cabizbajo, con unas copas encima, el compadre se sinceró.

―Qué crees compadre, mi esposa hace dos meses que tuvo un

problema muy fuerte con su media hermana, no se hablan desde

ese entonces, así que de nada sirve que mi concuño vaya a ser el

gobernador.

El compadre escuchó con tristeza las palabras de su compadre y

le animó a que recompusiera la relación entre las medias

hermanas, porque una situación política así pocas veces se

presenta.

―No hay nada que hacer, ¡ahora que se sentó el águila en el

nopal, se rompió la pinche penca! ―contestó abatido el

compadre.

77

EN EL LIBRO “ALEJANDRO CERVANTES DELGADO,

razones y convicciones de un gobernante” donde se recopilan la

opinión de varias personas que conocieron al gobernador, hay

una anécdota del periodista Héctor Contreras Organista, que

publicó en la columna “Cosmos”, del Diario de Guerrero en el

año 2010.

Contó que el gobernador visitó las grutas de Juxtlahuaca y que

ahí almorzó a la vera del Río Azul donde pidió a la señora de la

fonda: ¡Hágame una salsa de chile puto! Narró el periodista que

en esa fonda anunció la pavimentación hasta la entrada de las

grutas.

Después de los comentarios del impacto que tendría esa

pavimentación, el periodista cuenta que el gobernador Cervantes

Delgado dijo: “Lo que no me gusta de cuando se construyen

caminos es que el primer camión que pasa por él, antes de que se

inaugure, es el de la cerveza”.

UN CANDIDATO A GOBERNADOR CERRABA campaña

con un multitudinario acto, había miles de prosélitos que

vitoreaban su nombre, las mantas competían en tamaños, las

bandas de vientos se escuchaban por doquier.

Los “calentadores” desfilaban por el micrófono hablando de las

virtudes y de la intachable conducta del candidato, lo pintaban

como un verdadero santo con varita mágica que ahora sí

solucionaría todos los problemas de los ciudadanos.

Cada vez los oradores encendían los ánimos de la gente que

respondía emocionada con vítores y aplausos, era una gran masa

humana entregada completamente a su candidato.

Allá arriba, en el presídium, el candidato sonreía satisfecho,

emocionado y a lado de él estaba el presidente nacional del

partido que lo postulaba.

78

―Ya vio cuánta gente tengo, cuánta gente me sigue y me

quiere―le dijo el candidato al presidente de su partido.

―No te engañes, no eres tú. Es el sistema―dijo el sabio

dirigente.

DICEN QUE PARA QUE UNA MENTIRA exista tienen que

existir dos partes, el que la dice y el que la cree, y pues también

en ese tipo de análisis de la sicología del mexicano dicen que nos

gusta que nos mientan, porque campañas van y campañas vienen

y siempre seguimos creyendo en lo que dicen los políticos.

No hace mucho pasó esta historia que les voy a contar, la

platicaba precisamente una presidenta de un partido municipal

que la vivió. Esta distinguida señora, contaba que dos de sus

damas de compañía fueron con ella a una comida donde

recibieron a un precandidato a gobernador.

Como es común, en esos eventos hay que andarse “a las vivas” si

quiere saludar al político en cuestión. Las camionetas de lujo

para andar en el convoy o caravana siempre se estacionan listas

para salir rápidamente, porque por motivos de agenda los

tiempos siempre andan recortados.

En esa ocasión, la presidenta de comité de partido municipal

salieron con el político rápidamente de la comida y se subieron a

la camioneta para irse a otro evento; las dos damas de compañía

al ver que su jefa había abordado la camioneta, también con

pasos agiles y apresurados se subieron rápidamente en la última

camioneta de lujo que iba en el convoy.

El chofer de la camioneta vio con sorpresa cómo ambas mujeres

abordaron la camioneta en movimiento, con sorpresiva agilidad

que no tuvo tiempo de impedirlo. Las vio con sorpresa y

extrañamiento pero no les dijo nada.

Durante cinco cuadras, el chofer y las dos damas de compañía

iban en silencio, hasta que llegaron al entronque de la carretera y

79

el convoy de los políticos dobló hacía la izquierda y el chofer de

las dos damas de compañía viró hacia la derecha.

Fue entonces que se rompió el silencio. ―Joven, los carros le

dieron para allá y usted nos lleva para otro lado―dijo alarmada

una de las señoras.

―Sí señora, es que yo voy para la mina de Campo Morado.

¡Se subieron a una camioneta que no era del convoy de los

políticos!

HACE AÑOS, CUANDO Alejandro Gómez Maganda era

gobernador nombró a uno de sus amigos como agente

recaudador de un pueblo. El señor que vestía camisa combinada

con el pantalón, de esos que se mandan a hacer con el sastre,

rápidamente tomó posesión de su puesto.

Atendía diligentemente la oficina, a las 8:30 de la mañana ya

tenía abierta la oficina recaudadora de impuestos y desde

temprano los notificadores fiscales acudían a toda la jurisdicción

a entregar los citatorios para que pasaran a pagar los impuestos.

Los primeros tres meses la oficina de finanzas se pasaba llena de

personas que cumplían con sus obligaciones fiscales, además que

ahí también se pagaban los salarios de los profesores del estado y

las becas a los niños estudiantes.

Un día que el recaudador de rentas se encontraba cruzado de

piernas, leyendo el periódico en su escritorio, llegaron ante él

unos auditores del estado.

―Señor recaudador, venimos desde las oficinas centrales de la

Secretaría de Finanzas a pedirle por favor que haga su informe

de ingresos y de egresos de la agencia fiscal a su cargo.

El recaudador les quedó viendo intrigados.

80

―Yo no sé nada de eso de ingresos y de egresos, cuando me

dieron mi nombramiento a mí no me dijeron nada de eso― les

respondió el recaudador.

Los auditores le explicaron lo que significaba entregar sus

informes, las auditorias que tenían que hacerle y el cumplimiento

de la normatividad de la Ley de Hacienda del estado y cómo

cada vez se les hacía más difícil explicarle que iban a hacerle

cuentas, le dijeron que era una orden del gobernador reportar el

dinero recaudado a Chilpancingo.

El recaudador se les quedó viendo sorprendido y visiblemente

exasperado les exclamó.

―Está tarugo Alejandro, a mí cuando me dio el nombramiento

me dijo: “¡Ten, pa´ que te ayudes!”.

La esposa de un diputado federal sospechaba que su flamante

esposo la engañaba con otra mujer, por lo que decidió

comprobarlo con un interrogatorio feroz contra el IBM del

legislador.

—Pancho, tú me vas a decir la verdad, el diputado tiene mujer en

Acapulco, a mí no me vas a engañar, tú le sabes todo al diputado

y debes estar enterado que tiene otra mujer, a mí ya me dijeron

que tiene otra mujer.

El afligido secretario del diputado se encontraba acorralado,

sudaba ante el interrogatorio y negaba toda la situación, le

aseguró a la dama que él desconocía por completo esa situación.

La mujer fuera de sí le dijo que no iban a dejar esa conversación

hasta que le dijera la verdad y la sacara de esa duda que la

atormentaba, que no la dejaba vivir.

—Me vas a decir la verdad, de aquí no te vas a ir hasta que me

digas quién es esa mujer con la que me engaña mi marido el

diputado allá en Acapulco.

81

Después de unas horas, el compungido auxiliar se dirigió a la

señora: Mire, yo le digo la verdad, el diputado no tiene ninguna

mujer en Acapulco, esa es la puritita verdad, yo nomás sé que

tiene mujer en Chilpancingo, ¡pero en Acapulco no tiene!

CUENTAN que en una reunión del Club Rotario para elegir a su

presidente, éste fue electo por unanimidad, todos habían estado

de acuerdo en elegir a un apreciado doctor que se distinguía en

su servicio a la comunidad y más en esa pequeña ciudad de la

Tierra Caliente.

Nadie había puesto objeción que el puesto recayera en ese

doctor. Un distinguido colega del recién electo presidente de ese

club, rápidamente hizo un escenario político, se levantó y pidió

el micrófono para hablar a todos los presentes.

La cena baile estaba en todo su apogeo cuando el distinguido

colega les habló a todos: —Amigos y amigas, integrantes de este

club, como nunca en la historia de nuestra asociación hemos

electo presidente por unanimidad a un distinguido doctor que se

ha caracterizado por hacer el bien a todos sin mirar a quien.

Aquí nos encontramos las cabezas de familia y personas más

representativas de nuestra ciudad, además de ser líderes de sus

familias son líderes de la comunidad, y quiero aprovechar este

momento para proponer que nuestro recién electo presidente del

Club Rotario lo llevemos también a que sea presidente

municipal. Estoy seguro que con el apoyo de todos nosotros y el

que encontraremos en la sociedad, nuestro amigo doctor será un

gran presidente.

Los aplausos, los vítores y las porras no se hicieron esperar,

todos los asistentes en la cena baile habían estado de acuerdo con

el distinguido orador, habían recibido la propuesta con gran

aceptación y con seguridad por la confianza que inspiraba el

doctor que habían propuesto.

82

El distinguido doctor que recién había recibido tal distinción se

levantó de su asiento y se dirigió hacia donde estaba el

micrófono e interpeló al colega que recién lo había propuesto:

—Colega, ¡usted no es mi amigo, usted no me estima! —, le

espetó.

El colega que había hecho la propuesta, un color se le iba y otro

se le venía, y nuevamente el doctor se dirigió a él y le dijo:

—Usted no es mi amigo, porque quiere que yo sea presidente.

Porque usted sabe que todos los que son presidentes, roben o no

roben, trabajen o no trabajen, el pueblo los termina llamando

bandidos y mucha gente queda a disgusto con ellos—.

83

Lo bueno, si breve, dos veces bueno

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DICE EL ABUELO QUE EN COSA de matrimonio, tres brincos

pega la mujer, el primero es a las rodillas, el segundo es directo a

la panza y el tercero si lo logra se amoló la cosa, porque es

directo a la nuca y de ahí ni quien la baje.

LA MAYORÍA DE LOS PALETEROS de los pueblos tienen

algo que contar, el de mi pueblo es aficionado al futbol llanero y

tiene su equipo de corazón, cuando le preguntan cómo le fue a su

equipo, tiene dos respuestas, si ganan, dice ¡ganamos!, si pierden

dice: ¡Perdieron los tarugos! Y cuando algún plebe le dice: —

Bah te manda tu vieja— él contesta ¡Como a todos hermano!

UN APRECIADO SEÑOR QUE YA falleció, un pionero en la

industria de la tortilla de Tlapehuala le platicó a un joven que en

las cosas del matrimonio, si el hombre quiere que la mujer le

obedezca tiene que ganar más que ella, porque si la mujer gana

más que el marido se pone difícil la cosa.

Un día, ya estando casado el joven fue a visitar al viejo a su casa

y lo primero que le preguntó fue si la mujer le hacía caso.

—Híjole don Sotero, en eso ando, ¡buscando un segundo trabajo!

HAY PERSONAS QUE TIENEN EL TACTO para pedir las

cosas, es el caso de un gran amigo animador de grupos, cuando

era invitado a una fiesta y quería llevar “chillaca” a su casa como

regionalmente se dice, primero acostumbraba a elogiar el

guisado que se ofrecía.

—Señora, le quedó muy rica su comida ¿No tendrá para que lo

pruebe la familia?

85

HAY UN REGIONALISMO EN Tierra Caliente para llamar a

las personas que hablan de frente y sin tapujos, se les llama

personas “claridosas”.

Una señora “claridosa” de mi pueblo acostumbra decir cuando

alguien de su familia tiene algún conflicto con otra persona:

“¡Entre la familia podemos matarnos, pero que nadie se meta con

mis parientes!”.

NO HACE MUCHO TIEMPO, una señora acudió a la oficina de

Agua Potable y con grandes golpes en la puerta preguntó por el

responsable de ese lugar, le dijeron que no se encontraba porque

andaba arreglando fugas de agua, pero la secretaria muy

amablemente le preguntó para qué lo buscaba.

―Es que vengo a pagar el “aigre”, ¡porque puro “aigre” sale de

la llave!

UN PROFESOR DE LITERATURA acudió al banco a hacer un

movimiento, encontró que había mucha gente haciendo fila,

descuidadamente se formó en un lugar delante de la fila y unas

personas le empezaron a gritar: ¡A la cola! ¡A la cola!

Muy cortésmente, el profesor se movió del lugar y alcanzó a

decir: Perdón, perdón, rectifico mi lugar, me voy a al último

lugar de la fila, ¡porque se llama fila y no cola!

UN CAMPESINO BRAGADO SE bañaba en su casa a

jicarazos, cuando de repente al recargarse en la pared le picó un

alacrán al que alcanzó a matar. Le gritó a su mujer diciendo lo

que había pasado. La afligida mujer corrió con una hilacha para

amarrar la parte del cuerpo donde el alacrán había picado.

86

―Deja eso mujer, creo que era alacrán macho ¡Porque me picó

en la cola!

VARIOS AMIGOS SE JUNTARON en la parranda, por la calle

caminaba un campesino conocido quien al verlo le invitaron una

cerveza.

―¿Quién soy yo para decir que no? ¡Venga acá esa cerveza!

―contestó eufórico.

En la cantina donde estaban comenzaron las canciones en la

rocola y se empezaron a escuchar las canciones de José Alfredo

Jiménez, un campesino con varias cervezas encima alzó su copa.

―¿A ver pues, no bebas? —dijo cuando estaba la canción de

"Ella".

Hubo un momento que las libaciones se detuvieron porque todos

se enfrascaron en conversaciones por lo que hubo uno que

gritó:―!Salud pues! Que platicas no emborrachan.

HASTA HACE POCO, EN EL CAMPO, en el surco, cuando se

terminaba la jornada de trabajo se decía una frase:"Tírale el agua

al bule". Era señal que la jornada había terminado, porque se le

tiraba el agua al bule para no cargarla de regreso a casa. Al

contar esta anécdota un amigo me contó esta otra.

“El papá y el hijo se encontraban trabajando desde temprano en

el campo y empezaba a 'subir' el sol... el calor comenzaba hacer

de las suyas... El padre le dice al huache: ¿Hijo a ti quien te

manda? Pos usted apá... ¡Pues tírale el agua al bule y 'amonos'

pa' la casa!”

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Y YA EN EL TEMA DEL CAMPO, una apreciada amiga me

contó que en los tiempos que su papá era campesino y ella lo

acompañaba al campo escuchó un diálogo entre su padre y un

campesino que aún recuerda.

Su padre caminaba por el campo a la hora de la comida y un

campesino le gritó: “José, vente a echar un taco. Y don José le

respondió: “Guárdamelo para la cuaresma”.

Mi amiga, en su inocencia de niña le preguntó por qué le

respondía así y su padre comenzó a reír.

―Pues ahorita con la siembra hay mucho que comer, ¡pero en la

cuaresma se pone difícil!

HAY MUCHAS CREENCIAS Y supersticiones en nuestra

querida Tierra Caliente, algunas son bonitas y son tradicionales

en muchas casas de nuestra tierra. Hay un ave, una especie de

sanatillo que emite un sonido que se escucha como si

pronunciara la palabra “chica”.

Por tal motivo, a esta ave se le conoce como “chica”, y la

creencia es que cuando llega a un árbol de tu hogar y canta

“chica” es porque habrá buenas noticias, recibirás dinero o

tendrás visitas agradables.

DOS CHOFERES de urvans se encontraban en espera de su

turno para salir a su ruta, y comenzaron a platicar sobre la

situación que prevalece en relación a la inseguridad.

Ambos recordaban que esta región era otra, que se podía salir

por las noches y que no había tantas noticias de violencia. Uno

de ellos dijo: “todo era tan tranquilo que cuando manejaba en la

calle y aunque no tenía preferencia, yo me aventaba y si alguien

me quería ganar el paso los maltrataba y les decía ‘quítate, hijo

de esto, hijo de lo otro’; ahora así yo tenga preferencia si me

88

encuentro a alguien en la calle, y más si es camioneta de lujo, le

cedo el paso y le digo ‘pásale papacito chulo’”.

El otro chofer solamente dijo, “qué tiempos, qué tiempos

aquellos”.

LOS VERDADEROS PROFESIONALES de la política que

pertenecen al Partido Revolucionario Institucional saben bien

que las siglas significan otra cosa, todo aquel que ha hecho una

verdadera carrera en el PRI sabe que las siglas significan

Persistencia Resistencia e Insistencia.

UN EX PRESIDENTE MUNICIPAL calentano alguna vez dijo:

“Vergüenza no es robar, vergüenza es que te hallen robando”.

Y siguiendo en esa vía de las frases jocosas de la política, en

relación al relevo generacional tanto en partidos o en puestos

gubernamentales donde siempre las mismas personas ocupan los

cargos públicos, en Costa Grande hay una frase que dice “el que

ya bailó que se siente”, pero me gusta más la de una señora de mi

pueblo que dice “el que ya comió que deje comer a otros”.

USTED DEBE CONOCER A más de uno, al menos su servidor,

no hace mucho conocí a don Lázaro Cárdenas de Santo Niño,

quien ya falleció y fue papá del profesor Saturnino Cárdenas

Gómez.

Pero los nombres de héroes y próceres se replican entre el

pueblo, recientemente entablé amistad con don Benito Juárez de

San Miguel Totolapan, a quien usted puede encontrar como

auxiliar en la Secretaría General del Ayuntamiento.

También me hablaron de Don Porfirio Díaz que radica en Las

Tinajas y don Venustiano Carranza vecino de San Antonio de la

Gavia, ambas comunidades de este mismo municipio, y usted ¿a

quién conoce que lleve tan grandes nombres?

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Se levanta uno y dice -Dios mío, qué quehaceron...

Se llega la noche y uno dice: - Dios mío, se fue el día ¡Y no hice

nada!

HABÍA UNA MUCHACHA de mi pueblo que cuando no tenía

ganas de hacer quehacer decía: Amaneció el día huevón...

Era la mismo que decía: Despierto y me da un haaaambre, como

y me da un sueeeeño...

TENGO UN AMIGO DE MORELITA de quien admiro su

sentido común para expresarse.

Siempre se dirigía a nuestro amigo el licenciado Alberto

diciéndole “lis”, “hola lis”, “mire lis”, hasta que un día el

licenciado Alberto le preguntó por qué le decía “lis”, si lo

correcto es “lic”.

Don Amado, muy sereno argumentó el por qué.

Le expresó que le decía “lis” porque era “lisenciado” y que no le

decía “lik” porque no se decía “likenciado”.

Don Amado Carlos, uno de los mejores costureros de sombrero

fino de Morelita…

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Todo chiste, en el fondo,

encubre una verdad

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SIDRONIO Y CRESCENCIANO platicaban sobre la revelación

que habían dado los medios de comunicación que México ocupa

el primer lugar en obesidad, comentaban que era culpa de tanto

refrescos que ahora se consumían y que ya no se trabajaba como

antes se trabajaba en el campo.

En eso, Sidronio le dice que también se había enterado que

México ocupa el tercer lugar a nivel mundial en consumo de

cervezas y ahí fue donde Crescenciano se quedó pensando.

―No pues no Sidronio, eso sí que no está bien, ¡Eso es una

vergüenza! ¡No hay que dejarnos! Vamos por un cartón de

cerveza para contribuir y ¡llegar al primer lugar!

CUENTAN, QUE EN UN PUEBLITO DE LA Tierra Caliente

existía una ancianita sorda. La señora fue perdiendo el sentido

del oído a través del tiempo. Tenía una vecina de la misma edad

a la que no le caía bien, y ella sin saberlo, siempre la saludaba

afectuosamente.

—¡Adiós vecina, al rato vengo, voy para Altamirano—.

Y como la ancianita no escuchaba nada, la ancianita vecina le

contestaba: —¡Que te vaya bien vieja sorda! Y la ancianita sorda

se iba contenta con una sonrisa en el rostro.

Ese día, la ancianita sorda se dirigió con un otorrinolaringólogo a

checar sus oídos, al revisarle el doctor, encontró que la venerable

anciana estaba tapada de ambas orejas de una mezcla de tierra y

cerilla, casi casi como si una avispa hubiera hecho un “ollero” en

ambos oídos.

Por lo que después de sacarle toda esa mezcla de cerilla y tierra

la anciana recobró el sentido del oído y escuchaba tan claro

como una niña.

Al llegar a su casa encontró a su vecina y ésta le gritó. —¡Ya te

vas vieja sorda!

93

—No, no voy, ¡apenas vengo de curarme la sordera!

CUENTAN que en una reunión de amigos una persona

acaparaba la conversación en un intento por llamar la atención de

todos, comenzó a hablar de un supuesto viaje a Europa y dijo que

había tomado un autobús para llegar a la ciudad de Nueva York,

y que desde ahí, en tren había viajado a Madrid, España;

posteriormente tomó un barco para trasladarse hasta Berlín,

Alemania.

Los asistentes a la reunión no le habían prestado atención hasta

que comenzó a hablar de ese supuesto viaje. Algunos lo miraban

extrañados y le ponían más atención.

El hombre continúo diciendo que pernoctó en Berlín y que por la

mañana tomó un taxi para viajar a Moscú, la capital rusa,

diciendo que solo los que han viajado a Europa saben que este es

un continente muy pequeño y que todos los países están muy

cerca.

Uno de los presentes se le quedó viendo fijamente y le dijo:

— Creo firmemente que usted no conoció geografía.

El hombre respondió.

— Pues tal vez, lo más seguro es que esa ciudad la pasé de

noche.

CUENTAN QUE EN CIUDAD ALTAMIRANO, atrás del

mercado nuevo, por la calle Fray Juan Bautista Moya, donde se

encuentran las fondas, llegó un calentano bragado a almorzar. El

hombre con guayabera, sombrero riscado, de ribete ancho y

sucio, del tipo de sombrero que se usa para el campo se sentó en

la banca.

La señorita que atiende la fonda que tiene cortinas de Coca –

Cola, y columnas recién pintadas de rojo le recitó el menú.

94

—Hay carne de puerco en rojo y verde, aporreado, caldo de pollo

en rojo y verde y caldo de albóndigas.

El calentano surgido de algún pueblo circundante se arremangó

la camisa, puso su sombrero en la banca y pidió un caldo de

albóndigas. Mientras una señora calentaba unas tortillas de

máquina pusieron el caldo también a calentar.

El caldo llegó humeante por lo caliente que estaba, pero el

hambre que traía el calentano era tanta que apresuró rápidamente

una cucharada del caldo hirviente en su boca. En ese preciso

momento que se quemaba la boca salió una sonora flatulencia y

el calentano sin pudor alguno exclamó: — ¡Jum, si no te sales

hasta tú te quemas!

HABÍA LUNA TIERNA y las lluvias habían llegado ya y una

pareja de calentanos, que habían tenido la fortuna de juntar lo

necesario para sembrar decidieron hacerlo ese día. Aún pardeaba

cuando el campesino se dirigió a su parcela junto con su yunta

para arar la tierra.

Ya el sol estaba bien alto, cuando el campesino detuvo a su yunta

y divisó el sendero que llevaba a su tierra y vio sobre el camino

que su esposa ya venía en camino con el almuerzo, sacó el surco

y se dirigió debajo de un cascalote.

Ahí sentado en una piedra su mujer le sirvió unas costillas de

cuche en salsa verde y agarró tortillas para comenzar a almorzar.

La mujer sacó una tacita donde llevaba rajas de cebollas bañadas

en limón y sal.

Cuando terminaron el almuerzo comenzaron a platicar.

—Viejo, viejo, ya ni te conté lo que soñé anoche. Tuve un sueño

muy raro. Soñé con un árbol que en vez de mangos daba penes.

Y yo en mis sueños me estiraba para quererlos alcanzar. ¡Pero

los hubieras visto, estaban chapeados, colorados! Le dijo la

mujer esperando una respuesta del campesino.

95

—Pero bah vieja, para qué los querías alcanzar, si tienes el mío.

—Mmmm viejo, ¡pachiches como el tuyo había hartos tirados en

el suelo!

UN CALENTANO MACHISTA, BRAGADO, que no entendía

razones y menos si andaba tomado, un día le dieron un balazo y

lo dejaron tirado a media calle. Su viuda acudió con sus hijos e

hijas a recogerlo.

Los guachitos lloraban por su padre, pese a la mala vida y malos

tratos que les daba, pero la viuda no derramaba una sola lágrima.

Con gesto adusto metió a su marido en el cajón, le puso velas y

recibía a amigos y parientes sin llanto ni lágrimas.

La gente comenzó a hablar, a murmurar en voz baja por qué la

viuda no lloraba ni mostraba tantito dolor por la pérdida de su

marido, las lenguas más afiladas decían que algo escondía esa

actitud.

La hija mayor, de más entendimiento por la edad, le dijo a su

madre de los rumores y la señora pidió una cebolla o cebollón y

al poco rato tenía los ojos llorosos y las lágrimas que todos

pedían.

Al poco tiempo, la viuda perdió un hijo, en medio del velorio, la

hija mayor se apresuró a preguntarle a su madre si le llevaba una

cebolla o cebollón.

―Qué cebolla ni qué cebollón, ¡este es hijo de mi corazón!—

contestó la desolada mujer.

CUENTAN QUE UNA VEZ en la Basílica de Guadalupe se

encontraban dos personas orando y pidiendo ayuda por sus

problemas, uno de ellos era un hombre humilde desempleado,

con esposa e hijos que mantener y completamente desesperado.

96

―Virgencita, te pido de corazón me ayudes con este día para

encontrar un trabajo y llevar comida a mi casa―dijo con voz

fuerte.

A su lado, se encontraba el otro hombre, un empresario vestido

de traje que miraba con devoción hacía la tilma de la virgen en lo

alto de la Basílica.

―Virgencita, te pido de corazón me ayudes este día, que me dé

el banco el préstamo que tanto necesito y poder pagar la nómina

de mis empleados― dijo casi al mismo tono de voz que el obrero

de al lado.

―Virgencita, te pido que me mandes un trabajo por hoy donde

me paguen aunque sea cien pesos para comer ―dijo con el tono

de voz más fuerte el obrero.

Y como si estuvieran compitiendo en sus peticiones, el

empresario hizo su solicitud con el tono de voz más fuerte, ante

eso, el obrero, casi desesperado gritó a la virgen que le ayudara

con lo que fuera pero que no lo dejara desamparado.

El empresario desesperado al ver que el obrero hacía sus

peticiones en tono de voz cada vez más fuerte sacó cien pesos de

su cartera y se los dio al obrero que imploraba.

―¡Ten estos cien pesos! Lleva de comer a tu familia, pero ya

deja de distraerme a la Virgen porque yo estoy pidiendo

más―dijo el desesperado empresario al obrero.

UN SACERDOTE se despedía de sus feligreses porque iba a ser

cambiado de parroquia, por lo que muchos acudieron a

despedirle y agradecerle por sus consejos y orientación

espiritual. El sacerdote estaba emocionado por la despedida tan

sensible que le estaban ofreciendo.

Les confesó, ya perceptivo por el momento, que el primer día

que llegó a ese pueblo tuvo una mala impresión, porque a la

97

primer persona que confesó resultó ser un verdadero asiduo de

los siete pecados capitales y muchos más innombrables.

Dijo que él pensó que si la primer persona que había confesado

era un verdadero malandrín de siete suelas, irrespetuoso de todas

las reglas morales de la vida y todavía un cínico por pedir perdón

a Dios, así sería todo el pueblo. Pero con el tiempo los conoció y

vio que eran gente noble y trabajadora, que entregaban su

corazón a sus semejantes y a Dios y que la mayoría vivía una

vida como si fueran discípulos de Jesús.

En ese momento, presuroso, sudoroso y corriendo, llegó el

presidente municipal.

—Discúlpeme padre, discúlpenme conciudadanos por llegar

tarde a esta despedida, pero no podía faltar, porque simplemente

yo no olvido ¡que fui la primer persona que el padre confesó!

CUENTAN QUE POR LA CALLE caminaba un puchacho de

los que ahora llaman gays, se contoneaba tanto al caminar y

cuentan quienes lo vieron que era simpático y de finos modales,

y la plebe que lo miraba pasar le chiflaba en señal de admiración

y había atrevidos que hasta piropos le lanzaban.

Al llegar a la plaza, se topó con un grupo de jovencitos gallardos

que comenzaron a piropearlo, al escuchar los halagos el

puchacho más se contoneó, pero con tan mala suerte, que la

coliflor se le desmandó y se le salió un sonoro y vulgar pedo, tal

vez le llamaríamos elegantemente flatulencia o ventosa, pero fue

tan estruendoso que no hay forma plebeya de llamar esa

sonoridad gaseosa.

La escena se volvió penosa para el puchacho, un color se le iba y

venía de la cara frente a los muchachos que recientemente le

habían piropeado sus finos modales y sólo atinó a correr y no

paró hasta llegar a su casa.

98

Una vez en su hogar corrió al refrigerador, escogió el chile verde

más grande que había y lo partió en dos, se bajó los pantalones y

lo comenzó a tallar en su coliflor, cuando comenzó a sentir el

ardor de la capseina en su piel fue a un espejo y comenzó a

hablarle a la coliflor.

―¿Arde verdad? ¡Verdad que arde! ―Le decía a su cola

mientras más tallaba el chile.

―¡Pues así me ardió la cara de vergüenza cuando te

desmandaste allá en la plaza frente a esos muchachos!

EXISTIÓ ALGUNA VEZ UN CAPITÁN de barco que trataba

muy mal a su tripulación, en verdad era tan malo que nunca

quedaba conforme con los trabajos que hacían en alta mar y tenía

un látigo con el que lastimaba a sus marineros.

Era un capitán muy malo, la tripulación lo aguantaba por la

necesidad del trabajo, pero era un capitán despreciado y

malquerido por todos.

Un marinero en especial, era el más castigado con el látigo y el

sencillo hombre de mar no entendía por qué recibía tantos

castigos si siempre se esforzaba al máximo por hacer sus tareas.

El mismo hombre notó algo extraño en la actitud de su fiero

capitán. Vio que en cada puerto al que llegaba el capitán

desembarcaba y se perdía de toda la demás tripulación. Intrigado,

el marinero esperó con paciencia y cuando desembarcaron en el

siguiente puerto se dispuso a seguir al intratable capitán.

Lo persiguió entre el gentío, el capitán avanzaba con pasos

firmes y detuvo sus pasos hasta que encontró el templo católico

de ese puerto. Al estar en la puerta cayó de rodillas y desde ahí,

de hinojos avanzó por toda la nave central, dobló a la nave lateral

izquierda y una vez ahí puso su rostro en el piso.

99

Frente al Sagrado Corazón de Jesús, con lágrimas en el rostro

hacía su oración. Después de media hora se levantó, enfiló sus

pasos hacía la puerta y se fue al barco.

El marinero no podía creer lo que había visto, cómo esa fiera, ese

energúmeno que tenía por capitán se postraba así ante Dios, si

parecía que no había ningún poder que lo dominara y que

además, ese capitán carecía de los más elementales valores de

humanidad y mucho menos religiosos como el amor y la piedad.

Y así siguió la vida la tripulación, malos tratos por doquier, y el

capitán con su ritual en cada puerto. Una vez que el látigo había

hecho una herida en la espalda del marinero que le conocía el

secreto, se armó de valor y lo increpó.

―¿Cómo puede ser tan inhumano, tan cruel y tan malo si usted

en cada puerto se postra ante Dios con llanto y de hinojos?

El capitán se detuvo, dobló su látigo y con fuerza lo aventó sobre

la espalda del marinero a la vez que le gritaba.

―¡Porque si no fuera a verlo en cada puerto te trataría peor!

NICASIO VIAJÓ A UNA PEQUEÑA ciudad distante de unas

horas de su pequeño pueblo, tan pronto llegó a esa ciudad lo

primero que vio fue una hermosa mujer de la que se prendió,

inmediatamente se le acercó a hacerle plática y declararle desde

el primer momento que le había gustado mucho.

La muchacha no había sido ajena a esas miradas coquetas y

correspondía en el gusto a Nicasio. Quedaron de verse el

próximo domingo porque también la muchacha era de un pueblo

cercano y estaba de visita en esa ciudad.

De domingo en domingo los jóvenes se enamoraron y

consintieron en casarse, para eso la joven le dijo a Nicasio que su

padre era un pequeño terrateniente y ganadero y que sí él contaba

100

con algún capital para que su padre no pusiera ninguna objeción

en casarse.

Ahí estaba el primer problema, Nicasio no tenía tierras ni ganado

y trabajaba en cualquier lado donde le dieran trabajo y

sinceramente estaba pensando que su futuro suegro lo empleara o

buscar trabajo cerca de la casa de su futura esposa.

Al darse cuenta la muchacha que Nicasio no tenía fortuna temió

que su padre rechazara darla en matrimonio y se lo hizo saber a

Nicasio. El joven enamorado no se amedrentó, le dijo a su novia

que preparara todo, que fijaran el día del pedimento y que él

tendría todo solucionado.

Cuando Nicasio regresó a su pueblo fue en búsqueda de su mejor

amigo y le pidió un favor, que lo llevaría a pedir a su novia y

para que cuando él dijera algo ante su futuro suegro, su amigo lo

maximizara, así cuando Nicasio dijera que en su pueblo tenía

unas tierritas, su amigo intervendría y diría que tierritas no, sino

muchas tierras y era un terrateniente.

Concebido el plan, se llegó el día del pedimento y Nicasio llegó

con su amigo ante su futuro suegro a pedir la mano de la novia.

La familia de la novia ya los esperaba, les ofrecieron sillas y

Nicasio fue el primero en hablar.

―Señor, vengo a pedir la mano de su hija, sé que no soy de este

pueblo, pero sepa que de donde vengo tengo unas cuantas

vaquitas.

―¿Vaquitas? Ranchonon que tiene este hombre, ni se sabe

cuántas cabezas de ganado tiene por el tiempo que se tarda uno

en contarlas―intervino el amigo palero sorprendiendo a toda la

concurrencia.

―No crea todo usted señor, la verdad es que soy un hombre de

trabajo que se dedica a cultivar sus tierritas―dijo Nicasio.

―¿Tierritas? ¡Tierronones que tiene! No saben ustedes, este

hombre se sube a la punta del cerro en el pueblo y hasta donde

101

alcanza su vista ahí se acaban sus propiedades―terció el bien

entrenado amigo palero.

En ese momento, ya un poco nervioso porque su amigo palero

había exagerado tan bien las instrucciones que le había dado,

Nicasio empezó a toser levemente y se disculpó.

―Perdonen ustedes esta tosecita que traigo, creo que son los

nervios de venir a pedir la mano de su hija―dijo Nicasio.

―¿Tosecita? ¡Tozononon que trae este hombre! ¡Yo creo que ya

tiene perforado los pulmones de tanta tos que tiene y no nos llega

vivo al matrimonio!―dijo el adiestrado amigo.

APOLONIO PLATICÓ CON SUS padres para avisarles que se

iba a juntar con una mujer. Al recibir la noticia y saber de qué

mujer se trataba se negaron rotundamente.

Le argumentaron que no provenía de buena familia, que era una

mujer “paseada” y que por lo mismo jamás la iba a “domar” y

que su relación sería un fracaso.

El hijo les dijo que sólo les estaba avisando y que no les estaba

pidiendo permiso, por lo que su decisión estaba tomada.

Al otro día, muy de mañana, el joven Apolonio ensilló su mula,

se puso la escopeta en el hombro y dirigió a casa de quien iba a

ser su mujer.

De regreso, Apolonio venía montado en la mula, su mujer venía

detrás refunfuñando que venía caminando y su recién pareja

arriba de la mula, cuando se encontraron frente a un arroyo, la

mula se negaba a pasar y se “amachaba” pese a los reatazos que

Apolonio le daba en las ancas.

Prácticamente la mula estaba echada por no querer pasar el

arroyo, por lo que Apolonio se apeó, y de un movimiento rápido

le dio un disparo con la escopeta a la mula.

102

—A ver mujer, quítale la silla y tráetela cargando para la casa —

le ordenó.

La mujer espantada, rápidamente desensilló la mula, se echó la

silla al hombro y siguió los pasos de Apolonio.

Comenzaron su vida marital en la casa de los suegros y el papá

de Apolonio se quedaba sorprendido como su nuera era

quehacerosa, acomedida, mansa y obedecía rápidamente en todo

lo que Apolonio le ordenaba, algo que él en toda su vida de

casado no había conseguido.

Un día que estaban comiendo, el padre de Apolonio le preguntó

cómo había conseguido que su mujer fuera tan diligente y

obediente. Apolonio no contestó nada, vio que un gallo andaba

debajo de la mesa y comenzó a azuzarlo para que se saliera al

patio.

Como el gallo no se salía, fue a la pared donde estaba la escopeta

y despedazó con las postas la cabeza del ave. Tomó al animal por

las patas y se lo aventó a su mujer.

—¡Órale mujer!, pélate este gallo y te haces un caldo con este

jijo de tal por cual.

Todos guardaron silencio y la afligida nuera se dispuso a hervir

agua para pelar el gallo y comenzar a cocinarlo.

Al otro día, por la mañana, el padre de Apolonio se levantó

temprano, esperó que su mujer se levantara y empezó a azuzar

un gallo que andaba en el corredor de la casa. Como el gallo no

obedeció, agarró la escopeta y de un disparo le despedazó la

cabeza.

Agarró el gallo de las patas y se lo aventó a su mujer. —Ándale

mujer, pela este gallo y hazte un caldo para almorzar.

—¡Ya no son tiempos de matar gallos! — y le sorrajó el gallo en

la cabeza al afligido padre de Apolonio.

103

MARTINIANO DEMANDÓ ANTE el síndico a una empresa

minera porque una tráiler con una góndola había colisionado con

la parte trasera de su camioneta hacía ya un mes.

La compañía minera mandó al mejor de sus abogados y ahí en la

pequeña oficina de la Sindicatura, antes que el careo comenzara,

el abogado le espetó ―Usted le dijo a los policías que llegaron al

accidente que se encontraba bien, ¿es cierto o no es cierto?

―Patrón, déjeme explicarle, yo traía a la Rabona, mi mejor

vaquita al…

―Aquí no venimos a saber si la rabona o la coluda son sus

mejores vacas, aténgase a contestar. ¿Dijo o usted o no dijo en el

accidente que se encontraba bien?

―Yo, yo acababa de subir a mi Rabona a la camioneta, apenas

había agarrado la carretera…

El sagaz licenciado se dirigió al síndico procurador para

explicarle que la demanda se trataba de un fraude por parte de

Martiniano.

―Hace un mes señor síndico que pasó el accidente y hasta ahora

la parte acusadora quiere que le paguemos los gastos médicos

cuando el día del accidente, como consta en el parte de

novedades de la Policía Municipal, este hombre dijo que se

encontraba perfectamente bien.

El síndico era un hombre de campo, de buen juicio y ya estaba

interesado en saber qué había pasado ese día con la Rabona, él ya

conocía el parte de novedades y Martiniano tenía todo en contra,

ahí constaba que había declarado que se encontraba bien.

―Martiniano, tienes todo en contra, el señor licenciado tiene

razón, pero la mera verdad ya me picaste la curiosidad con eso

de tu vaca la Rabona, a ver cuéntanos.

104

―Mire síndico, señor licenciado, mi vaca preferida es la

Rabona, y ese día la llevaba al veterinario arriba de la camioneta,

nos paramos porque en el crucero de San José Poliutla el

semáforo estaba en rojo, pero el trailero no se paró y le dio bien

fuerte a mi camionetita por atrás.

No me va a creer señor síndico, pero yo fui a dar hasta la caseta

de la señora que vende mangos con chile, ya no sabía si era la

salsa de los mangos o la sangre que me escurría de los golpazos

que me di y estaba todo adolorido.

Pero hubieran visto a la Rabona, mi pobre vaquita le fue peor,

fue a caer a los pies del Pirrurris, el checador de la ruta Arcelia –

Altamirano que está ahí en Poliutla, nomás porque el Pirrurris es

de mucha agilidá, que si no la Rabona le cae encima.

Yo tirado en la caseta de la señora de los mangos alcancé a ver a

la Rabona como estaba de quebrada de todos los huesos, porque

mugía de dolor mi pobre Rabona y yo señor síndico estaba igual,

todo quebrado de los huesos.

Pobrecita de mi vaquita la Rabona, mugía y se quejaba bien feo,

aluego luego llegaron los policías municipales y al escuchar los

mugidos de dolor de la Rabona fueron a verla, el comandante

luego vio que estaba moribunda y con su pistola le dio un

plomazo en la frente.

Luego de eso, el comandante todavía con la pistola en la mano se

fue conmigo a verme y me preguntó ¿Tú, cómo estás, cómo te

sientes?

Con todo respeto señor síndico ¿usted qué hubiera contestado?

105

Historias de lecturas

en libros e Internet

106

CONTÓ AUGUSTO MONTERROSO, un escritor hondureño

que es conocido por sus relatos breves e hiperbreves, que en una

ocasión llegó su abuela a visitarlo y comenzaron a charlar.

―Hijo ¿en qué trabajas?― le preguntó la anciana.

―Abuela, ya lo sabes, soy escritor.

―Sí hijo, eso ya lo sé, lo que te pregunto es en qué te ganas la

vida.

CUENTAN DE JUAN RULFO, que cuando le preguntaban el

por qué sólo había escrito dos libros (Pedro Paramo y el Llano en

llamas) decía que todos los que le contaban esas historias ya

habían muerto.

Una historia similar cuentan de Gabriel García Márquez de quien

dicen que cuando ganó el premio Nobel de Literatura, los

periodistas acudieron con su madre y le preguntaron qué opinaba

sobre lo que había escrito el Gabo.

Dicen que la señora se encogió de brazos y dijo que ella no podía

opinar nada, lo que sí podía decir es que todo lo que había escrito

el Gabo, todo eso, se lo habían contado.

Y sin tener nada que ver con esos grandes escritores, Blog de

historias se nutre de todas esas historias que ha escuchado a la

vera del camino.

EN UN PEQUEÑO PUEBLO, sus habitantes consumían dos

cervezas de las principales empresas cerveceras del país, así que

diariamente entraban al polvoso pueblo las dos camionetas que

les surtían en las tiendas de las cervezas Victoria y Corona.

107

Un día alguien se le ocurrió la idea de proponer en asamblea

popular que se les propusiera a las dos empresas surtidoras que

dejaran un beneficio u obra para el pueblo, y que la empresa que

ofreciera más sería la única que se consumiría en el pueblo.

Y así fue que esa propuesta logró unir a todos habitantes de ese

pueblo, todos consumieron sólo una cerveza y la empresa que

consiguió la exclusividad hizo una obra para ese pueblo, en

beneficio de todos sus habitantes y aunque usted no me lo crea,

esta historia es cierta.

¿HA OÍDO HABLAR DE LOS COSMÉTICOS MARY KAY?

Su fundadora Mary Kay Ash fue una texana que inició ese

negocio en un pequeño local de Dallas, ella enseñaba a su equipo

de ventas con una frase: “Todo el mundo tiene un anuncio

invisible colgando del cuello que dice: ¡Hágame sentir

importante!”.

¿HA NOTADO QUE LOS CIGARROS, de cualquier marca, si

quedan a la intemperie se les acercan las cucarachas? Nunca me

pregunté cuál era la razón, pensé que las cucarachas les gustaba

comer tabaco y nada más.

Alguna vez olí el humo de un puro, y lo primero que noté fue el

olor fuerte de la hoja, no es el mismo aroma de un cigarrillo que

el de un puro, aunque ambos sean de tabaco. Creí que el puro, al

ser un trabajo artesanal, la hoja del tabaco debería tener ese

aroma más fuerte.

Fue en un libro de Carlos Loret de Mola donde encontré la

respuesta de forma eventual, en “Confesiones de un

gobernador”, donde el periodista y político cuenta que la

producción de miel de Yucatán era exportada a grandes empresas

tabacaleras internacionales.

108

Las tabacaleras utilizan la miel para diluirla en agua y con eso

“bañar” al tabaco que irá en los cigarrillos como Marlboro y de

esa forma darle otro sabor y aroma al humo.

CUENTA UNA LEYENDA DE OFICINA que había una

empresa cuya sede estaba ubicada en un rascacielos. Por

desgracia, los ascensores eran súper lentos y el personal

comenzó a quejarse de la espera. Entonces el administrador del

edificio propuso una brillante solución: Instaló espejos fuera de

los ascensores y el problema se esfumó.

¿Qué ocurrió? En lugar de pasear de un lado a otro durante la

espera, el personal se pasaba el tiempo acicalándose. Ya no hubo

más quejas relacionadas con los ascensores.

El problema de origen, la velocidad de los ascensores, nunca se

resolvió. En cambio, el administrador resolvió un problema

distinto, cómo mantener a la gente ocupada durante la espera.

Esto es cambio de enfoque o pensamiento lateral…

EL COMPOSITOR DE LA CANCIÓN CABALLO VIEJO es el

venezolano don Simón Díaz, el contó que una muchacha se le

acercó antes de un concierto en 1998 en el teatro Teresa Carreño

cuando festejó sus 70 años de edad y sus 50 años de trayectoria y

le dijo: Don Simón, don Simón, ¿va a cantar el bicho?

--- ¿Por qué le dices bicho?, contestó el viejo compositor, orgullo

de los venezolanos.---Ay tío Simón, porque es un animalito.

---Bueno, vamos a aceptar que es un animal, ¿pero te sabes la

canción? Le preguntó el viejo autor.

---No, no me la sé, sólo me sé un pedacito, esa parte que dice

“quererse no tiene horario, ni mecha en el candelabro…”.

¡AY, OJITOS PAJARITOS! Empecé a hojear el informativo del

doctor SIMI y encontré la columna de Armando Ramírez, el

109

autor de la novela Chin Chin el teporocho. Hace muchos años,

en una biblioteca pública me gustó el titulo y escogí ese libro

para leer.

De esta novela que llevaron a la pantalla grande, recuerdo que

ahí contaba la leyenda urbana de cómo surgió la palabra

“teporocho”, el tepiteño Armando Ramírez narraba que en La

Merced una señora vendía un té con alcohol de 96° para crudos a

10 centavos.

Alguien más le hizo competencia y bajó el té con piquete a 8

centavos, o sea “té por ocho”, y de ahí a los borrachitos se les

comenzó a llamar “teporochos”. Aunque es bueno mencionar,

que hay una bebida de tamarindo con al alcohol de 96° que le

llaman la teporocha. ¡Ay, ojitos pajaritos! Siempre es un deleite

leer a este escritor tepiteño.

ESCRIBIÓ DON TOMÁS ARZOLA Nájera en su libro “Cómo

se formó un pueblo, Tlapehuala” una anécdota sobre los apodos

que son muy comunes en la región. Y es que a veces, cuando se

busca a una persona es más fácil localizarlo por su apodo que por

el nombre.

Narró que un comerciante que pasó por este municipio, al darse

cuenta de esta particularidad de apodar a las personas, ya sea por

defectos físicos o por alguna otra circunstancia era muy común

en este pueblo dijo:

--- ¡A Tlapehuala, ni a contar dinero! Porque ahí luego te

apodan.

Por eso, como sugerencia personal le puedo decir que si va a

Tlapehuala se busque un apodo que le va a gustar, porque de que

lo van a apodar, lo van apodar.

110

HAY UNA LEYENDA QUE HABLA sobre dos hermanos que

compartían la tierra de cultivo y dos graneros donde guardaban

el maíz que cultivaban y que se repartían equitativamente. Uno

era soltero y el otro tenía esposa e hijos.

El hermano soltero pensó que su hermano tenía hijos que

mantener y mayores obligaciones por lo que en las noches

tomaba parte de su maíz desgranado y lo colocaba en la troje de

su hermano sin que se diera cuenta.

El hermano casado pensaba que él cuando llegara a viejo tendría

a los hijos quienes le ayudarían en su sustento y cuidado, por lo

que pensó que su hermano soltero no tendría quien le ayudara en

su manutención ya que llegara a viejo, por lo que todas las

noches llevaba parte de su maíz a la troje de su hermano sin que

se diera cuenta.

Así lo hicieron durante un tiempo por lo que las trojes

permanecían sin cambios. Una ocasión cuando iban camino a las

trojes se encontraron ambos hermanos y se dieron cuenta de lo

que estaba pasando por lo se dieron un fuerte abrazo por sus

acciones, la leyenda dice que en donde pasa eso, Dios lo llama

un lugar de amor.

EN LAS MEMORIAS DEL MURALISTA David Alfaro

Siqueiros “Me llamaban el coronelazo”, cuenta que un

proletariado, compañero de partido –fue comunista hasta la

muerte-, le pedía siempre que apadrinara a sus hijos, así que el

primero que llevó a la pila fue a un niño al que llamaron

“Triunfo”.

La segunda hija le puso por nombre “Libertad”, la tercera niña

“Victoria” y en donde el pintor tuvo que intervenir fue cuando la

cuarta niña sus padres la llamaron “Melitancia”.

111

Asegura el pintor que les dijo a sus comunistas compadres que sí

la llevaba a bautizar, pero que se le tenía que llamar

correctamente: “Militancia”.

LA PRIMERA VEZ QUE LEÍ DE ABRAHAM LINCOLN fue

en una novela de un libro de Selecciones de Reader´s Digest.

Recuerdo algo que me llamó mucho la atención, en el relato se

describió que Abraham Lincoln terminaba con la mano derecha

hinchada de tanto saludar a las personas cuando andaba en

campaña por su reelección.

Recién vi una película sobre los acontecimientos desarrollados

después de su asesinato y algo que volvió a llamar mi atención es

que su cadáver recorrió los Estados Unidos en tren para que los

ciudadanos se despidieran de él.

Es considerado uno de los más grandes estadistas de los Estados

Unidos de Norteamérica y su asesinato ocurrió tan sólo a ocho

días que culminara la Guerra de Secesión, que dejó 600 mil

muertos.

¿Qué tanto influyó Abraham Lincoln en México? Más de lo que

la historia oficial nos ha dicho, tanto que el gobierno de USA

envió rifles de repetición y tropas durante la Intervención

Francesa, y aunque ninguna historia oficial lo relata, en pago,

Benito Juárez ofreció a cambio la península de Baja California,

propuesta que el Senado de USA rechazó.

CUENTAN que un hombre acudió a una tienda de autoservicio y

mientras hacía sus compras vio cuando a una persona se le cayó

su cartera e intentó hablarle para advertirle, sin conseguirlo. Por

lo que se apresuró y recogió la cartera del piso y se dio cuenta

que dentro estaba un gran fajo de billetes de alta denominación.

Tomó la cartera y se dirigió a uno de las cajeras de la tienda,

contó lo que había sucedido y la entregó.

112

En ese momento, por las bocinas de la tienda de autoservicio se

anunció que había un ganador del premio a la honestidad de esa

cadena internacional. Por lo que el gerente, los ejecutivos y todo

el personal acudieron hasta donde se encontraba el feliz

afortunado del premio que se había hecho merecedor al entregar

la cartera.

El gerente se dirigió a él, le explicó la mecánica del concurso que

no tan solo era nacional, sino que se estaba llevando a cabo a

nivel mundial y que todo era una actuación con una cámara

escondida para demostrar que sí existía la honradez.

Después de mucho tiempo por fin él había resultado ganador y

que se había hecho acreedor a un automóvil del año, y que lo

único que tenía que hacer era firmar un documento en donde

autorizaba a la tienda para que el video de la cámara escondida

se utilizara en televisión nacional e internacional como

publicidad para la tienda.

El hombre se quedó pensando, vio de reojo el auto, y le habló

discretamente al gerente: — ¿Podría ver antes el video?—.

Y después de ver el video nuevamente se dirigió al gerente: —

No puedo aceptar el premio. No puedo salir en la televisión,

porque la mujer que viene conmigo no es mi esposa, es mi

amante—.

EL TRABAJADOR DE UNA FÁBRICA, además fanático del

futbol, se acercó con su patrón para pedirle un aumento de

sueldo. El patrón al recibir la petición valoró que el empleado

tenía muchos años en el mismo puesto operando la misma

máquina, por lo que le hizo una oferta.

Le dijo que sí le aumentaría el sueldo, pero que también le

subiría en su nivel de empleado, por lo que dejaría la vieja

máquina en la que trabajaba y estrenaría una nueva que recién le

había llegado de Estados Unidos.

113

El empleado vaciló al recibir la propuesta. —Es que yo no puedo

manejar esa máquina, su funcionamiento y sus instrucciones

están en inglés—. El patrón le respondió —Bueno, te puedo

esperar un tiempo para que estudies un curso de inglés los

sábados y domingos—, a lo que el empleado respondió que eso

era imposible, porque los fines de semana tenía que ver los

partidos de futbol del equipo de su corazón.

Su patrón le respondió —Escoge, tus partidos de futbol o el

curso de inglés para tu superación—.

HAY UN CUENTO popular sobre un hombre que entró a una

tienda de productos esotéricos y antigüedades, y al andar viendo

entre todas las curiosidades encontró una rara estatuilla de una

rata.

Le llamó tanto la atención que le preguntó al vendedor su costo.

El vendedor le contestó:

—Son veinte pesos de la estatuilla, pero mil pesos por la historia

de ella—.

El hombre sacó de su cartera un billete de veinte pesos y le dijo:

—La historia no me interesa, solo la estatuilla—.

Salió del local comercial y encaminó sus pasos por la calle. No

había caminado 10 metros cuando vio que de entre las

alcantarillas salían las ratas y lo comenzaban a seguir. Cuando

llevaba un minuto caminando eran cientos las ratas que salían de

tuberías, casas, alcantarillas… miles de ratas.

El hombre apresuró sus pasos y casi empezó a correr cuando vio

que eran infinidad, millones de ratas las que iban detrás suyo, por

lo que corrió al río y aventó la estatuilla a la corriente y todas las

ratas la siguieron y murieron ahogadas.

Después de esa conmoción enfiló sus pasos hacia la tienda

esotérica y al entrar en el local el vendedor se anticipó y le dijo:

114

—Viene a saber la historia de esa estatuilla, verdad?—.

El hombre con mucha calma le respondió:

—No. Vengo a preguntarte si no tienes la estatuilla de algún

político corrupto.

Dice el manual de cortesía que quien llega saluda y quien se

retira se despide.

Sé de una historia que les quiero contar, que me reafirma la

convicción de saludar siempre.

Cuentan que en una empacadora de carnes, uno de cientos de

empleados al entrar a un refrigerador se le cerró la puerta

por accidente.

El empleado estaba aterrado, era ya casi la hora de salida y por

más que gritaba y tocaba la puerta con fuerza nadie abría, y en

poco tiempo moriría congelado.

Cuando se dio por vencido, la puerta se abrió, y detrás de ella

estaba el vigilante de la entrada de la empresa.

Al verlo corrió a abrazarlo y agradecerle por su vida.

Después del suceso, con más calma, el empleado le preguntó al

vigilante que había pasado esa tarde, ¿por qué había abierto la

puerta de ese refrigerador?

El vigilante le dijo que de los cientos de empleados, él era el

único que cuando llegaba lo hacía sentir bien al darle los buenos

días y que al final de la jornada, era también el único que se

despedía.

Esa tarde, cuando todos los empleados salieron no escuchó el

saludo de despedida, y por ese motivo entró a la empacadora a

buscarlo, hasta en los refrigeradores de carnes.

115

UN SACERDOTE ANCIANO falleció el mismo día que un

famoso sicario había caído abatido por las balas. Como

coincidencia, ambos hacían fila en el cielo. Adelante del

sacerdote iba el pistolero famoso quien entró al cielo con pase

automático.

El sacerdote le fue revisado una y otra vez el archivo que tenía el

checador de la entrada del cielo, hasta que por fin, el aduanero

celestial le dijo que no había pase para él.

El sacerdote no podía creer semejante situación, recién había

cumplido cincuenta años de vida sacerdotal y había llevado una

vida tranquila y en paz. Reclamó tal situación y además dijo que

no podía creer cómo un sicario había entrado por la vía rápida.

El aduanero celestial, le dijo que el cielo se dividía en varios

departamentos, en el que se encontraban era motivo para entrar

las acciones en la tierra se habían hecho y un verdadero

arrepentimiento de los pecados a la hora de salir de la vida

terrenal.

El sacerdote dijo que durante años había oficiado misa acercando

almas a Dios. Ahí fue donde el aduanero celestial le dijo que se

equivocaba, que había en su expediente un cúmulo de quejas de

insomnio, porque los que escuchaban su misa se iban a dormir y

por las noches ya no podían conciliar el sueño.

Le dijeron que ese departamento era para aquellos terrestres que

en su vida habían acercado almas al cielo, no de quienes las

habían alejado. El sacerdote seguía perplejo, aunque estaba

consciente que podía entrar a otro departamento del cielo, él

quería pertenecer al área de aquellos que se lo habían ganado por

acercar almas al cielo.

Antes de retirarse de la fila le preguntó al aduanero celestial:

Oiga y el sicario que iba delante de mí está bien que se haya

arrepentido de sus pecados, ¿pero de qué forma acercó almas al

cielo?

116

―Muy fácil, él donde se presentaba todos se ponían a rezar y a

pedir perdón por sus pecados ¡él hizo más que usted!

CUENTAN QUE HACE MUCHOS años, en un pueblito vivían

un anciano y su nieto de 17 años de edad. Tenían un solo caballo

para el trabajo y un día se escapó sin motivo alguno rumbo al

cerro.

Los vecinos se acercaron al anciano para lamentar la pérdida.

―! Que mala suerte la de ustedes!

El anciano regresó a verlos, les agradeció su preocupación y les

dijo: “mala suerte o buena suerte, quizás desgracia o bendición”.

A los pocos días el caballo regresó del cerro y venía acompañado

de una yegua salvaje sin dueño y otra vez los vecinos se

acercaron al anciano para decirle que buena suerte habían tenido.

El anciano nuevamente les contestó: “mala suerte o buena suerte,

quizás desgracia o bendición”.

El muchacho decidió domar a la yegua salvaje y mientras lo

hacía cayó al suelo de un reparo y ya no se pudo levantar porque

se fracturó la tibia y el peroné y tuvo que ser entablillado hasta

que sanara la fractura en la pierna.

La gente otra vez fue con el anciano con sus comentarios sobre

la mala suerte que habían tenido y el anciano replicaba siempre

lo mismo: “mala suerte o buena suerte, quizás desgracia o

bendición”.

Comenzó la Revolución y el Ejército Federal hizo una leva de

todos los jóvenes de la comarca, pero al muchacho no se lo

llevaron porque no serviría para el servicio militar con esa

fractura y nuevamente los vecinos vinieron con sus comentarios

sobre la buena suerte que habían tenido.

El anciano pacientemente, con fe inquebrantable les dijo otra

vez: "Sólo Dios lo sabe, quizás sea una bendición o quizás una

desgracia".

117

UN GENUINO EMPRESARIO ACUDIÓ con su médico para

decirle de un problema de insomnio que recién padecía. El

doctor después de analizarlo y comprobar que el empresario se

encontraba saludable y que era un problema de stress le hizo una

propuesta a su paciente.

Convencido que la mentalidad de empresario de su paciente era

lo que no lo dejaba dormir. Sus planes, sus sueños, sus visiones

eran lo que en verdad al empresario le quitaban el sueño.

―Vamos a comenzar por lo más sencillo ¿qué le parece?

Contará usted ovejas antes de dormir.

El empresario se fue a su casa. Llegada la noche se dispuso a

dormir y comenzó a contar ovejas. Una hora más tarde, el

empresario se levantó de la cama, se fue a su estudio y comenzó

a escribir en su blog de apuntes.

El gallo comenzó a cantar, el sol salió por el horizonte y el

empresario seguía sin dormir. Sin conciliar el sueño, ojeroso y

desvelado vio en su reloj que era ya casi las nueve de la mañana

cuando se dirigió al consultorio del doctor.

―Buen día señor empresario, ¿cómo le fue en esta noche? Le

preguntó el doctor.

El empresario se sentó frente al escritorio del doctor y le

comenzó a relatar, que tan pronto fue hora de dormir se fue a la

cama, comenzó a contar las ovejas y cuando llevaba 5000 ovejas

pensó en trasquilarles la lana, una vez trasquiladas, solucionó el

problema de llevar a la fábrica la lana para comenzar a tejer en

los telares las telas para hacer 500 chamarras.

―¡Doctor, tengo un problema! ¡No puedo dormir porque no sé

de dónde sacaré 2500 botones para esas chamarras!

118

A LA ENTRADA DE UN PUEBLO, a un lado de la carretera se

ponía un anciano sabio a vender sombreros y pan elaborado en

horno de barro. La mayoría de los automovilistas que venían de

lejos se detenían ahí para descansar o ver la artesanía.

En una ocasión se detuvo un automovilista y se dirigió al anciano

que estaba sentado en un sillón. —Buenas tardes señor ¿Me

puede decir cómo es la gente de este pueblo?

El anciano levantó su sombrero y le respondió con otra pregunta:

¿Cómo es la gente del pueblo de dónde viene?

—La gente de donde vengo es muy conflictiva, es envidiosa,

chismosa, egoísta, gente ruin, vulgar y embustera. Contestó el

automovilista.

—Ah, aquí la gente es igual también-. Dijo el anciano.

Más tarde, otro automovilista se detuvo en el puesto y después

de saludar e iniciar una conversación le preguntó cómo era la

gente del pueblo y el anciano respondió con la misma

interrogante — ¿Cómo es la gente del pueblo de donde viene?

--- La gente de donde vengo es muy pacifica, se alegra de los

éxitos de los demás, discreta, muy solidaria, se dan la mano unos

a otros, son nobles y caritativos, todos siempre están pensando

en ayudar a los demás, son grandes personas, respondió.

—Ah, aquí la gente es igual también-. Dijo el anciano.

GARY SMALLEY, CONSEJERO FAMILIAR norteamericano

alguna vez en una de sus conferencias frente a un nutrido público

hizo un ejercicio que se ha convertido en una excelente anécdota

por muchos conocida sobre el valor que tenemos como personas.

Frente a una multitud, Gary Smalley sacó un billete de 50

dólares y preguntó: ¿Quién quiere este billete de 50 dólares?

Todos levantaron la mano.

119

Y les dijo que alguien de los presentes sería el afortunado de

recibir ese billete, pero antes de regalarlo les dijo que le

permitieran hacer algo. Tomó el billete, lo arrugó entre sus

manos y lo tiró a piso. Volvió a preguntar ¿Alguien quiere este

billete todavía? Las manos seguían levantadas.

Posteriormente lanzó el billete al piso y con su zapato comenzó a

restregarlo y volvió a preguntar si alguien lo quería. Las manos

seguían levantadas y entonces comentó que esta era una gran

lección, porque pese a todo, todos querían el billete porque éste

no había perdido su valor.

Entonces dio su mensaje aleccionador, todos podemos caer,

sufrir, ajarnos, ensuciarnos por las decisiones que tomamos,

podemos cometer errores, perder el respeto de nosotros mismos,

sentirnos devaluados, insignificantes por alguna acción, no

importa lo que haya pasado, nuestro valor como ser humano

nunca se pierde, ese valor nada nos lo quita, como en el billete de

50 dólares.

EN UNA OCASIÓN, A LA OFICINA de correos llegó una carta

dirigida a Dios. La misiva no traía dirección adónde iba dirigida,

sólo decía que iba remitida a Dios. El jefe de correos y los

carteros en una breve reunión decidieron abrir la carta.

La carta era de un humilde zapatero del pueblo y con emotivas

palabras le decía a Dios que se encontraba en muy mala situación

económica, que el trabajo escaseaba y un hijo se le había puesto

enfermo y le pedía de todo corazón le ayudara con mil pesos

para solucionar sus problemas.

El jefe de correos y los carteros fueron tocados por las sensibles

palabras del zapatero y decidieron hacer una cooperación para

responder la carta. Juntaron 900 pesos, lo metieron en un sobre y

la remitieron con estampillas a casa del zapatero.

120

Días después el zapatero llegó con otra carta para Dios, el jefe de

correos la abrió y la leyó a sus compañeros carteros.

―Bendito Dios, yo sabía que en tu infinita bondad no dejarías de

ayudarme, sólo te pido que la próxima vez no me mandes ayuda

por correo, porque ahí me transearon cien pesos.

EN UNA OCASIÓN DOS calentanos que eran conocidos

llegaron al cielo. Una vez que estaban ahí encontraron que había

dos filas y por extraña razón las filas eran para los que en la

tierra habían sido mandilones y los que no.

Como es de pensarse, la fila de los hombres que habían sido

obedientes con sus esposas era la más larga y la de los hombres

que jamás habían sido mandados por sus esposas era muy corta.

Pedro alcanzó a ver que su conocido Juan se había formado en la

fila más corta y Pedro sabía que su amigo Juan en toda su vida

de casado siempre había dicho dos palabras: Sí, amor.

Juan siempre había sido una persona que nunca había discutido

con su mujer, a la que siempre había obedecido y hecho caso en

todo, había tenido siempre un matrimonio feliz y sin problemas,

por lo que Pedro le comenzó a gritar que qué hacía en esa fila y

que se saliera.

―No sé, a mí me dijo mi esposa que aquí me formara― contestó

muy tranquilo Juan.

FACUNDO CABRAL CONTABA en sus conciertos que sus

abuelos escuchaban todas las tardes a un curandero por la radio.

Una vez el curandero les dijo que por obra de Dios y el Espíritu

Santo curaría a los enfermos a través de la radio.

Lo que tenían que hacer las personas enfermas era colocar una

mano en la radio y la otra en la parte enferma. La abuela de

121

Cabral puso su mano en la radio y la otra en una rodilla donde

tenía una vieja dolencia.

El abuelo también se levantó y se acercó a la radio, puso la mano

en el electrodoméstico y la otra en la bragueta. La abuela se

dirigió a él.

―¡No entendiste!, el curandero dijo que curará a los enfermos

¡no que va a revivir a los muertos!

EL MISMO CONTABA QUE SU abuelo el coronel le dijo una

vez la sirvienta: “Ay coronel, usted no tiene pelos en la lengua”.

Y el abuelo contestó ― ¡Porque vos no querés preciosa!

NICOLÁS ACUDIÓ A VISITAR A JOAQUÍN en su casa.

Comenzaron a platicar de las cosas cotidianas de la vida, de las

opiniones que cada uno tenía de las noticias nacionales que

pasaban por la televisión, de la decepción que sentían a veces por

cómo jugaban algunos jugadores de la selección nacional.

Joaquín notó que a diferencia de otras ocasiones, su amigo

Nicolás tenía algo diferente, que algo le preocupaba, parecía

distante en la conversación, así que decidió encararlo.

―¿Qué tienes amigo? Te noto preocupado, como si algo no te

dejara pensar bien ―le dijo.

―Lo que pasa es que leí en el periódico que en el mundo

vivimos aproximadamente seis mil ochocientos quince millones

de personas y que son más mujeres que hombres.

―¿Y eso te preocupa? Preguntó Joaquín.

―No, eso no me preocupa, me quedé pensado en lo que me dijo

mi compadre Juan, que a los hombres nos tocan siete mujeres.

―No, no le creas a Juan, son cosas que la gente nomás dice.

122

―Como sea, ya me puso a pensar ¿dónde andarán mis otras seis

mujeres?―dijo preocupado Nicolás.

Tal vez alguna vez ha hecho ejercicios de calistenia, es decir,

hacer ejercicios sin ningún tipo de aparato y quienes lo han

practicado saben que uno puede tener las manos levantadas hasta

media hora, pero después de una hora los brazos comienzan a

doler pese a que no sostienen nada.

Ahora imagine que tiene las manos levantadas durante cinco

horas, que durante ese tiempo no baja los brazos, es en verdad

doloroso, ya ni que decir si usted permaneciera con los brazos en

alto durante 12 horas.

Es una analogía que le adjudican a un psicólogo que habló sobre

el tema de las preocupaciones, el sicólogo dijo que las

preocupaciones son igual a tener los brazos en alto durante horas,

que es bueno buscarle solución a un problema durante una media

hora, una hora y hasta dos horas, pero después de mucho tiempo

es algo insoportable, el cerebro también es un musculo que se

fatiga.

El sicólogo de este relato sostiene que así como es doloroso

mantener los brazos levantados cinco horas, también lo es el

darle tanto tiempo en nuestra mente a las preocupaciones y a las

congojas, así que si su preocupación lleva ya más de dos horas

en su mente, bueno sería desecharlas como si se decidiera bajar

los brazos y descansar.

A VECES PODEMOS SENTIRNOS mal por nuestros defectos o

por la falta de capacidades que podemos creer que nos limitan.

Hay un cuento de la India, que habla sobre un aguador como los

que existían antes en los pueblos de la rivera del Balsas.

123

Antiguamente, esos aguadores acarreaban agua del río o de los

pocitos que se hacían a la orilla y la llevaban a las casas para su

consumo.

El aguador del cuento, se ponía un palo entre los hombros y en

cada extremo colgaba una cubeta que contenían el agua.

Una cubeta era nueva y otra era vieja, por lo que la cubeta vieja

se lamentaba que por su uso ya estaba abollada, maltratada y lo

peor, tenía pequeños orificios por donde se le tiraba el agua por

lo que al llegar el aguador a su casa, apenas y alcanzaba a llegar

a la mitad del contenido original.

Un día que la tristeza hizo mella de la cubeta se decidió a hablar

con el aguador y a decirle que lamentaba mucho lo que pasaba,

que apenas si podía cumplir su función porque tiraba el agua.

El aguador sonrió, la llevó por el camino que transitaban desde el

río hasta la casa. —Ya sabía que tirabas el agua, por eso, por

toda la vera del camino he sembrado flores y hortalizas, para que

por dónde vas tirando el agua las vas regando. Desde hace

tiempo he cosechado hortalizas y disfrutado de las flores— le

dijo.

Así fue como la cubeta con orificios que creía que ya no servía

se dio cuenta de la gran labor que hacía. Es algo así como lo que

Zig Ziglar quiso decir, que si la vida te da limones, ¡hay que

hacer limonada!

EL OIDOR DE LA AUDIENCIA REAL, don Alonso de Zurita

llegó a la Nueva España en 1547 y durante su estancia en ella

hizo anotaciones para su libro Los Señores de la Nueva España,

en la que trata de diferentes temas para informar el Rey de

España de lo que acontecía en la Colonia.

Habla sobre como los Señores Principales prehispánicos

gobernaban a su pueblo, sus costumbres y sus leyes, y hay un

párrafo en relación al trato que daban a las bebidas alcohólicas,

124

que ante los consumos actuales tan altos que tenemos, me

pareció interesante compartirlo con usted.

El libro que tengo es un engargolado de fotocopias que me

facilitó la historiadora Angélica Gutiérrez y Salgado.

“No podían beber vino sin licencia de los señores o de los jueces,

y no la daban sino a enfermos y a viejos que pasaban de

cincuenta años, porque decían que éstos tenían necesidad de él

porque se les iba resfriando la sangre, y no podían beber más que

tres tazas pequeñas al comer.

En las bodas y fiestas tenían licencia general los que pasaban de

treinta años para beber dos tazas; y cuando acarreaban madera y

piedras grandes, por el gran trabajo que en ello pasaban.

Las paridas lo podían beber los primeros días, y no más; y había

muchos que en salud y enfermos no lo querían beber.

Los señores principales y la gente de guerra tenían por afrenta

beberlo; era muy aborrecida entre ellos la embriaguez, y tenían

por infame al que se emborrachaba, y la pena que tenía era que

en el mercado públicamente lo trasquilaban, que fuese hombre o

mujer, y luego le iban a derribar la casa porque decían que quien

se emborrachaba perdía el seso, por ello no merecía tener casa en

el pueblo ni ser contado entre los vecinos de él; y eran privados

de los oficios públicos que tenían y quedaban inhábiles para

tenerlos adelante”.

CUENTAN QUE ESTA HISTORIA es cierta, en la que un

pastor reconocido iba a ser el orador principal en una

congregación de mil personas, por tal motivo se disfrazó de

méndigo y se paró afuera de la iglesia antes que llegaran las

personas que asistirían.

Casi nadie lo saludó y quienes regresaban a verlo sentían cierta

repugnancia porque todos iban muy bien cambiados al culto.

125

Momentos más tarde el pastor comenzó a pedir limosna para

comer, pero nadie le dio nada.

Dicen quienes cuentan que esta fue una historia real, que el

pastor entró al templo e intentó sentarse en la parte delantera,

pero los diáconos no se lo permitieron y le dijeron que debía

sentarse en la parte de atrás.

Dentro del templo intentó dar la mano a las personas pero todos

lo veían con desprecio, al mirarlo sucio de los pies a la cabeza.

El culto comenzó y anunciaron a ese nuevo pastor de la

congregación.

Todos los asistentes comenzaron a aplaudir, el pastor era

reconocido por sus libros publicados, por sus grabaciones en CD.

El méndigo que estaba sentado en las últimas bancas del templo

se paró y caminó rumbo al pulpito.

Los aplausos pararon desde el momento que comenzó a caminar

por en medio de la congregación y todos expectantes y

sorprendidos vieron como el mendigo tomó el micrófono.

―“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de

mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la

fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de

comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me

recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me

visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le

responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te

sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te

vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O

cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y

respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo

hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo

hicisteis".

Una vez que les recitó el texto de Mateo 25:34-40, les dijo cómo

lo habían tratado al disfrazarse de mendigo, algunos sintieron

vergüenza, otros más lloraron.

126

―"Hoy veo una reunión de personas, y no a la Iglesia de

Jesucristo. El mundo tiene suficientes personas, pero no hay

suficientes discípulos. ¿Cuándo ustedes se convertirán en

discípulos?"― les preguntó.

ZENAIDO ESTABA SENTADO en una banca junto con otras

personas. Esperaba el momento para que la camioneta que sale a

Coronilla fuera su hora de salida para subir y emprender su viaje

de casi cinco horas.

La camioneta que atraviesa la sierra hasta llegar a Coronilla no

es una camioneta pasajera común, en las redilas de la camioneta

se atraviesan unos tablones en la parte alta donde los pasajeros se

sientan, se agarran de unos tubulares y colocan los pies en una

tabla y se viaja sin cubierta.

Viajar en esas condiciones es como subir a un juego mecánico

similar a un juego extremo de Six Flags, donde la adrenalina será

la principal protagonista junto al exuberante paisaje de la sierra y

los desfiladeros.

Y ahí estaba Zenaido en espera que el reloj avanzara y se llegara

la hora de partir rumbo a la sierra. En ese momento se le acercó

un joven veinteañero, vestido con ropa casual que contrastaba

con el sombrero y la guayabera de Zenaido a preguntarle a qué

hora salía la camioneta.

Zenaido le contestó que la camioneta partía las 10 de la

mañana.―Disculpe ¿y me puede decir qué hora es ahorita?

―No, no le diré la hora― contestó Zenaido y tapó su reloj con

la manga de su guayabera.

―Pero, por qué no puede darme la hora―replicó el joven.

―Porque no, no me place y tampoco me place responderle por

qué no quiero darle la hora.

127

El joven se sintió completamente extrañado que el sierreño se

negara a darle la hora e insistió en preguntarle los motivos por

qué se negaba a darle la hora.

―Ya te dije que no te daré la hora, porque no me place, porque

no quiero―respondió Zenaido en tono molesto.

Volvió a insistirle en saber los motivos de su negativa y Zenaido

comenzó a hablar.

―Mire, usted seguramente viajará a Coronilla, desconozco los

motivos, pero estoy seguro que no tiene ni con quien quedarse

allá porque yo conozco a todos de mi pueblo y usted ni familia

tiene allá.

Así que tan pronto yo le dé la hora, usted me dirá que bonito

reloj tiene ―Sí, tiene usted un bonito reloj ―dijo el joven.

―¡Lo ve! Después comenzaremos a platicar, y como viajaremos

más de cinco horas nos haremos amigos, me voy a condoler de

usted que no tiene con quien llegar y le invitaré a quedarse en mi

casa.

En mi casa usted conocerá mi hija que es más o menos de la

edad de usted y estoy seguro que usted quedará prendido de la

belleza de mi hija, porque en verdad es una belleza y mi hija

también quedará prendido de usted, porque le llamará la atención

un fuereño, porque todos estos años no se ha querido casar con

uno del pueblo.

Después se harán novios y lo más seguro que usted me pida la

mano de mi hija para casarse y yo ¡no quiero que mi hija se case

con un tipo que no tiene dinero para comprarse un reloj!

128

129

En mi humilde opinión

130

EXISTEN CREENCIAS POPULARES QUE A veces damos por

ciertas, como aquella que sostiene que cuando España nos

invadió y saqueó hace más de 500 años, enviaron criminales y

presidiaros con Hernán Cortés y que por eso la raza mexicana es

como es.

Mentirillas a través del tiempo, la verdad es que todos los

españoles que querían venir a América tenían que pasar por la

Casa de Contratación de Sevilla, donde los requisitos eran no

tener antecedentes penales y no ser prófugo.

Y los primeros que llegaron con Cortés eran hidalgos,

mayordomos, tesoreros, dueños de minas y de barcos.

Por eso “la jodencia” de los mexicanos la tratan de justificar en

decir que descendemos de escoria, lo que no es cierto, y donde sí

sucedió así fue en Australia, a donde Inglaterra llevó a todos los

presidiarios y presos de manicomios, y como pueden ver eso no

es pretexto, porque Australia es una potencia mundial.

LA NOVELA “LA BARBASCA” DEL TOTOLAPENSE Jesús

Valdez Márquez, pese a ser una novela, debería ser un referente

importante para conocer la historia de la Revolución Mexicana

en Tierra Caliente, además de llevarnos por un viaje al pasado de

arrieros y barqueros, que fueron motores de la economía de esta

región en esa época.

En lo personal, me sensibilizó cuando retrata a Román Jaimes

Quiroz, arriero que con el tiempo fue capitán zapatista a las

órdenes del general Jesús H. Salgado y cuenta que se rebelaba

ante sus superiores, cuando la primera vez que entró en combate

se negaba a hacerlo, porque se trataba de una emboscada.

El revolucionario Román Jaimes alegaba que la batalla fuera

frente a frente con los federales y sus superiores le dijeron que se

trataba sólo de estrategia militar, de aprovechar el terreno a favor

131

y que en diferente circunstancia, los federales también hubieran

hecho lo mismo.

LA PERIODISTA DEL SOL DE PUEBLA Mary Carmen M.

Ávila, escribió sobre algo muy característico entre nosotros en la

región y que a veces no nos detenemos a indagar de donde viene,

nuestros antepasados lo usaron y ahora es algo que nos da

identidad.

Sin esta prenda de vestir es difícil imaginar a un grupo de música

tradicional de Tierra Caliente o a un bailador de gustos y sones.

El paliacate es una prenda imprescindible en lo que es el traje

típico de la región y ésta es su historia:

“Ubicando su origen en la historia, se cree que los portugueses

en 1502 formaron un centro comercial al sur de la India en

Paliacate, lugar en el cual uno de sus principales productos era la

venta de un pañuelo que se llamaban "pañuelos de paliacate",

anteponiendo mayúscula a esta palabra en el idioma español.

Cabe aclarar que los diseños de estos pañuelos son hindúes y no

mexicanos, ya que éstos fueron fabricados en Paliacate y

vendidos por todo el mundo, lugar en el cual se diseñaban y

estampaban manualmente, haciendo su llegada posteriormente a

México por el Pacífico, haciéndose más populares en la zona de

la costa.

Estos hacían su aparición en 1825 dentro de la mercancía que se

hacía llegar a los puertos como Veracruz y Alvarado, que se

consideraba como ropa hecha.

Para el Siglo XIX esta prenda era muy mencionada por los

escritores costumbristas, y finalmente en el año de 1885 un

paliacate fue estampado con plano comercial del Centro de la

Ciudad de México…”.

POR ESTUDIAR EN UN CBTA no cursé la materia de

etimologías grecolatinas que se cursa en preparatoria. Es una

132

materia interesante conocer el significado de las palabras. Una

palabra que me llamó mucho la atención fue “ojalá”.

Me llamó fuerte la atención porque es una palabra que utilizamos

mucho, y cuando leí que era una palabra árabe no podía imaginar

cómo había llegado a nuestro idioma. Hay quien sostiene que se

deriva de “oh Alá” el Dios árabe. “Dios lo quiera”, “Dios

quisiera”, “inshallá” término usado para pedir un deseo.

Cuando los árabes invadieron a España fue mucha su influencia

en muchas áreas, y más en la lingüística, y cuando los españoles

invaden Tenochtitlán traen esa influencia consigo que tenemos

actualmente.

A veces, aunque los mexicanos nunca tuvimos una invasión de

moros, pero para los españoles era constante, nosotros,

comúnmente decimos la frase “no hay moros en la costa”, frase

que vienen de antaño, precisamente de la influencia española que

a la vez la tuvieron de los árabes.

SUPE DE UNA PERSONA QUE sus padres llamaron

Herculano. Una vez que fue adulto procuró por todos los medios

cambiarse el nombre hasta que lo consiguió. Herculano fue una

ciudad romana que quedó sepultada bajo las cenizas del volcán

Vesubio, al igual que Pompeya.

Aconsejaba el abuelo, que cuando se le pusiera un nombre al

recién nacido no estaba bien cambiar el nombre que daba el

Santoral, porque ese nombre le había mandado Dios.

Bajo ese consejo, hay muchas personas que todavía se llaman

Severo, Macrino, Maximino, Balbino, Prisco, Victorino,

Quintilo, Aureliano, Saturnino, Martiniano, Valente, Graciano,

Flavio, Teodosio, Arcadio, Honorio, Cliserio, todos también en

su versión femenina.

¿Qué tienen en común estos nombres en desuso y que unas

cuantas personas todavía se llaman así? Todos esos nombres

133

fueron de emperadores romanos, nombres de grandeza que ya

nadie ocupa y que permanecen en el Santoral.

Ahora los nombres que más ocupan para llamar a los niños

tienen que ver con los artistas de moda del cine, radio y

televisión, los futbolistas connotados o los protagonistas de la

telenovela del momento.

Hace 40 años la telenovela en boga era “Rubí” de Yolanda

Vargas Dulché, y por ese motivo, algunas damas de esa edad

llevan ese nombre.

CUANDO CURSABA EL BACHILLERATO, un vecino, que

era un voraz lector y granjero, además que me recomendaba

lecturas y me prestaba libros de su colección, me hizo una

sugerencia, me dijo que escuchara la radio por las noches.

Por las noches, las estaciones de radio de la Ciudad de México se

escuchaban con bastante claridad en nuestras grabadoras de

antaño, aquí en provincia. Fue una costumbre que adopté durante

mucho tiempo, la dejé cuando en todas las estaciones de radio

predominaron los consejeros espirituales y brujos que ofrecían

sus servicios

Antes de eso, había muy buenos comentaristas de la radio en la

mayoría de las estaciones, uno de ellos era Germán Dehesa,

considerado un influyente líder de opinión y fue condecorado

como Ciudadano Distinguido del Distrito Federal por Marcelo

Ebrard.

Contó Germán Dehesa que durante una conferencia que dictó en

un nutrido auditorio preguntó a quienes les preocupaban los

problemas de México. Dijo que todos los asistentes levantaron la

mano.

—Por eso están estresados, malhumorados, porque se agarran

problemas ajenos que ustedes no pueden resolver— dice que fue

lo que les dijo.

134

Y agregó que uno debe preocuparse y ocuparse en lo que sólo

uno puede resolver. En lo que está en nuestras manos. Que los

problemas nacionales, para eso están los políticos para

resolverlos, que era inútil preocuparse por todas las malas

noticias de los noticieros y que uno nada puede hacer para

solucionarlos.

Era su opinión, y tal vez tenga razón, a veces es necesario

desintoxicarse de las malas noticias, de dramas como el de la

señorita Laura donde sólo se muestra hasta dónde puede llegar la

miseria, la pobreza humana, la indigencia de espíritus.

Para qué ver malas historias, hay que ver buenas historias,

buscarlas fuera de la televisión, porque definitivamente nunca las

van a exponer, pero sí las hay. Zig Ziglar, un orador

motivacional texano que escribió el libro “Nos veremos en la

cumbre”, decía que si le metemos basura al cerebro, basura es lo

que sacaremos.

PARA MUCHOS QUE NACIMOS y vivimos nuestros primeros

días a la ribera del río Balsas hace años, sabemos lo que significa

la palabra “barbasca”. Amanecía en los primeros días de lluvias

y entre los vecinos había alguien que gritaba: “¡se embarbascó el

río!”.

Al escuchar eso, un resorte movía a muchos ribereños del río,

aún con el temor de las primeras crecidas, con chiquihuite, red o

lo que fuera se iba decidido a meterse al río. A río revuelto,

ganancia de pescadores. Y es que la “barbasca” era un extraño

fenómeno que hacía que todos los peces salieran a la orilla del

río o se asomara su boca por las corrientes.

No agarraban pescados quienes no querían, se llegaron a ver

bagres de más de un metro, carpas y mojarras de todos los

tamaños y puneches. Decían en ese tiempo, que el extraño

fenómeno era ocasionado por las primeras lluvias en la sierra y

que las corrientes de agua pasaban por los aserraderos donde

135

acarreaban resinas que les quitaban el oxigeno a los peces y por

eso sucedía la “barbasca”.

Cuando dejó de suceder ese fenómeno dijeron que la

construcción de una presa impedía que esas resinas bajaran hasta

“El Plan”, como nos dicen los “sierreños” al valle de Tierra

Caliente y desde hace muchos años, que el río no se embarbasca

y sólo queda en los recuerdos de niño de algunos, pero poco a

poco va quedando en el olvido.

MUCHAS COSAS QUEDAN EN EL OLVIDO con el tiempo,

recién recibí el libro “Jesús H. Salgado, Revolucionario,

maderista, zapatista y villista” de Crispín Salgado Ramírez. Es

un libro lleno de datos del revolucionario y de fotografías.

Muchos de nuestros abuelos nos contaban del tiempo de la

Revolución en Tierra Caliente, en lo particular, a mi me

contaban de la batalla del Potrero, que es considerada por

algunos historiadores como una de las más importantes que se

llevaron a cabo en esta región.

El Potrero, ahora es conocido como Villa Nicolás Bravo y El

Cantón a un lado de Tlapehuala, donde se enfrentaron y

perdieron la vida el general Custodio Hernández y el teniente

coronel Miguel Heras y donde también murieron otros generales,

jefes y oficiales de la Revolución en Tierra Caliente.

Esas fueron las grandes batallas que se disputaron en la región,

en nuestras monografías municipales de Tlapehuala, a veces sólo

aparecían datos escuetos, como que “el general Jesús H. Salgado

había entrado a Tlapehuala y había quemado el archivo

municipal”, pero hasta ahí.

En la novela “La Barbasca” del totolapense Jesús Valdez

Márquez, hay un párrafo que menciona que Tlapehuala casi poco

o nada fue ocupada por revolucionarios, por su cercanía con

136

Pungarabato, donde se encontraba el cuartel del general Cipriano

Jaimes y podía acudir a defenderla en todo momento.

UNA SEÑORA llegó a la casa de una amiga a felicitarla por su

cumpleaños. Le dijo que no le llevaba nada material, pero que le

iba a dar un regalo especial por ser su cumpleaños, que desde ese

momento en que llegaba a su casa le iba a dar su tiempo para

ayudarla en lo que ella necesitara, así que la amiga le dijo que si

le podía ayudar con su quehacer, y eso fue lo que hicieron, hacer

la limpieza de esa casa.

Para muchos tal vez no tenga un significado especial, para otros

tal vez sí, pero son paradigmas que han ido cambiando, enfoques

y formas de ver la vida. La señora ofreció como regalo lo más

valioso que tenía: su tiempo.

Y es que es común decir que las visitas no ayudan pero sí

entretienen y el cambio de enfoque es llegar y decir “te vengo a

visitar, pero no a quitarte tu tiempo sino a darte el mío y ayudarte

en la forma que necesites”.

Es similar como la costumbre que tenemos cuando decimos

“aquí te espero en tu pobre casa”, de un principio nosotros

mismos nos estamos minimizando en la morada que vivimos,

nosotros mismos nos hacemos menos, un enfoque diferente es

decir “aquí te espero en esta tu dichosa casa, en esta tu

progresista o feliz casa”. Son cuestiones de enfoque que, si al

menos no cambia la realidad, va en camino a ella.

LES CONTARÉ una versión del por qué a los tlapehualenses les

dicen brujos. No me crea usted, solo es una versión.

En toda la región hubo un mestizaje de personas blancas con los

indígenas. En algunos casos por la riqueza de la tierra, por los

minerales, es que gente blanca y extranjera llegó a sitios como

137

Placeres del Oro, o en el caso de los prisioneros de Bélgica, que

estuvieron en Zirándaro durante la Intervención Francesa.

Por ese motivo el mestizaje fue en mayor medida, pero en

Tlapehuala no hubo esa mezcla de razas en gran proporción y la

raza indígena permaneció durante mucho tiempo intacta en su

sangre. Al permanecer la raza indígena permanecieron sus

costumbres y tradiciones como lo fue la medicina natural

tradicional herbolaria y mucha gente de la región acudía a

Tlapehuala a curarse de diversas enfermedades y padecimientos

porque el conocimiento de esta medicina indígena estaba

depositado en curanderos de este pueblo.

Los curanderos indígenas fueron transmitiendo de generación en

generación estos conocimientos que permanecieron vigentes y en

algún momento de ser curanderos pasaron a ser brujos, y fueron

muchas las personas reconocidas como tal, que en verdad

ofrecían un servicio en beneficio de la salud.

Y aunque ahora la mayoría de los que se dedican a eso es

charlatanería y una forma fácil de quitarle dinero al prójimo, el

que antes haya habido muchos curanderos de medicina

herbolaria, fue lo que originó que a los tlapehualenses se les

conociera como los brujos.

EL GENERAL LÁZARO CÁRDENAS del Río fue vocal

ejecutivo de la Comisión del Río Balsas que pretendía impulsar

el desarrollo económico de esta región en los años 60.

Me contó un anciano que cuando era joven tenía una tarea muy

importante que cumplir, cuando el general llegaba a la casa de su

patrón a comer le daban la tarea de probar todos los alimentos y

bebidas antes de que lo hiciera el general.

138

Después de tantos años se siente orgulloso de su tarea, y también

me contó una anécdota que por inverosímil no es motivo para

dejar de contarla. Asegura, jura y perjura que a pesar de que la

palabra “cocho” es muy común en Tierra Caliente, él dice

conocer los motivos del por qué le dicen así a los arcelenses.

Narra que entre las funciones del general Cárdenas estaba

reunirse periódicamente con personas de toda la región para

conocer los avances de los trabajos que desarrollaba la comisión.

Entre estos trabajos de la comisión estaba la alineación y

ampliación de las calles en algunas localidades y cabeceras

municipales, el caso más visible es San Juan Mina, municipio de

Tlapehuala, donde las calles miden un ancho de 20 metros.

Asegura que el general quería darle un aire urbano a la ciudad de

Arcelia y que lo primero que se tenía que hacer era alinear y

ampliar las calles que son muy reducidas en la cabecera

municipal, por lo tanto, en varias reuniones, el general

preguntaba que cómo iban los avances de la ampliación y

alineación de las calles de esta ahora ciudad.

Y los encargados de dicha tarea siempre le respondían que en

esta ciudad que el poeta Manuel S. Leyva llamó la Bella morena

novia del sol, los pobladores se resistían a hacer la ampliación y

alineación de la traza urbana.

Cuenta que esta negativa en una reunión exasperó al general y

que, como siempre, él había escuchado que los campesinos y

comisiones de este lugar utilizaban mucho esta palabra, dijo

públicamente en una reunión de trabajo:

—Bueno, está bien, si esos cochos de Arcelia no quieren, que no

se haga la alineación—.

Y como la reunión eran tan concurrida y esa palabra se escuchó

diferente en la voz del general, fue que se empezó a hacer un

constante adjetivo para los pobladores de este lugar.

No me lo crea usted, solo es una versión.

139

EN TIERRA CALIENTE, por el calor es común consumir

bebidas frías. A veces, son tan comunes que no nos detenemos a

pensar de dónde vienen o cuál es su origen. Tal vez, alguna o

muchas veces ha disfrutado de un raspado, ese granizado de

hielo con jarabe de alguna fruta.

¿Pero de dónde viene? Quién lo inventó, a quién se le ocurrió,

dónde fue su primera aparición en México.

Salvador Castelló Carreras, un español que viajó en una

expedición a Tierra Caliente antes de la Revolución Mexicana,

que tenía dos objetivos: Estudio de la riqueza de la región para

explotación y colonización por parte de europeos y el trazo de

una vía ferroviaria por toda la cuenca del río Balsas hasta

Zacatula, nos cuenta algo interesante.

Cuando el español junto a otros ricos expedicionarios llegaron a

la estación del Balsas, se detuvieron para zarpar al otro día en

barco por el río Balsas, en el mes de septiembre cuando las aguas

estaban altas.

Ahí en ese lugar, de entre varias cosas que Castelló describe, una

le transcribiré: “Entre todas, una me llamó la atención por el

original artículo a que se dedicaba. Sobre una mesa tenía una

barra de hielo que, al menor requerimiento, raspaba con

instrumento adecuado, haciendo del hielo como unas virutas que

colocaba en un plato, vertiendo luego sobre aquellos diversos

jarabes a gusto del consumidor. Era una especie de granizado

fácilmente preparado y que, a juzgar por el gran número de

consumidores y la avidez con que saborean el manjar, no debía

ser cosa mala. Sin la suciedad que rodeaba el cuadro, hasta tal

vez me hubiera arriesgada probar de tal bocado”.

En septiembre de 1910, en la estación del Balsas, a lo que se

refería Castelló era a nuestros “raspados”, un viajero del mundo

se sorprendía con algo mexicano, de Guerrero. Y siguiendo los

pasos del “raspado” nos encontramos con algunos antecedentes

140

que llegó con la Nao de Filipinas o mejor conocida como la Nao

de China.

Allá en Filipinas, es tan común el “raspado” como lo es aquí,

aunque nos separen miles de millas en el mar, pero es tanta la

influencia que existió con ese intercambio comercial que muchos

nos sorprenderíamos por la cantidad de influencia filipina que

tenemos en Guerrero, comenzamos por las raíces genealógicas,

Filipinas está tan dentro de Guerrero, más de lo que imaginamos.

SI A USTED LE GUSTAN LAS TRADICIONES

CALENTANAS, es probable que alguna vez haya exclamado

¡Ajúmala calentano! O al menos la haya escuchado más de una

vez porque es parte de nuestra identidad regional.

Hay quienes suponen que la frase surge simplemente que al

bailar sones y gustos tradicionales en el piso se levantaba el

polvo y era como “ahumar” a la pareja, pero existe una versión

más compleja, de mayor interés por su antecedente histórico.

La falta de conocimiento de la historia regional en la educación

básica que cursamos, nos lleva a ignorar gran parte de nuestra

historia, la que se vivió aquí en las calles que usted transita

diariamente por los pueblos de Tierra Caliente y es información

sólo de cronistas e historiadores regionales.

Es el caso de los Pintos de Tierra Caliente, una columna de la

Segunda Brigada de la División del Sur que estaba a las órdenes

de Juan Álvarez. Hay historiadores que afirman que cuando el

Ejército Trigarante entró a la ciudad de México ahí iban esos

calentanos, o en muchísimas batallas durante la Intervención

Francesa.

María Morelos y Pavón en alguna crónica se refirió a esos

soldados calentanos como guerreros excepcionales con un solo

defecto, que en tierra frías se arremolinaban al fuego y no

querían combatir. Otros historiadores de la época, se refieren a

141

los soldados calentanos como guerrero indomables, que después

del combate regresaban a sus tierras sin pedir nada a cambio,

solo con la satisfacción del deber cumplido.

De esas batallas, las armas que usaron en la Intervención

Francesa, en la Guerra de Reforma, fueron fusiles tipo

Springfield, que les llamaban de boca, porque la carga de

pólvora y plomo se hacía precisamente por la boca del arma y

cuando disparaban se hacía una verdadera humareda al quemarse

la pólvora.

Por eso, la frase ¡Ajúmala calentano! Es una frase de guerra,

significa ¡dispara calentano! Porque con los fusiles de esa época

se hacía un verdadero “ahumadero”, ¡Ajúmala calentano! Es

recordar a todos esos combatientes calentanos que dieron su vida

por esta tierra.

EN ALGUNAS PARTES DE ESTADOS UNIDOS DE

NORTEAMÉRICA, donde se encuentran radicando personas de

esta región, no es común que les digan calentanos, sino que sean

llamados “cochos”, y ha sido tan usada la palabra, que el termino

se usa para llamar así a todos los guerrerenses.

Aquí en la Tierra Caliente de Guerrero, Michoacán y estado de

México, es muy común usar la palabra “cocho”, tanto en el

terreno afectivo como en el peyorativo o insulto. En esa ola de

rescatar la identidad del calentano, muchos usan esa palabra en el

terreno afectivo.

Pero ¿de dónde viene la palabra cocho? Cuál es su significado,

su origen, su etimología. Hasta este momento no hay un

investigador que haya dado su razón de existencia, la usamos, es

parte del folclore, de la identidad, pero poco o nada se sabe de

dónde viene.

En diversos sitios de Internet tratan de darle un significado

aunque sin fundamentar, como quien sostiene que se deriva de la

142

palabra “cuchi” que significa cerdo y hasta dicen que es origen

purépecha, sin fundamentarlo.

También existe la versión que “cocho” era el nombre de una

casta de la Nueva España que ocupaba el más bajo nivel; una

casta eran esas listas de discriminación que existían en las

colonias españolas para poner orden basados en la desigualdad

étnica de las personas.

Las castas eran desde mestizo, negro, zambo, mulato, morisco,

coyote, cambuja y tente en el aire, pero la palabra cocho tampoco

está en estas listas.

Otra teoría de su origen puede ser que durante la Intervención

Francesa hubo soldados belgas prisioneros en Zirándaro y

Huetamo y en Bélgica se hablan tres lenguas: Flandes,

neerlandés y francés. ¿Podría ser ahí su origen? Que esos

soldados belgas que se quedaron en Tierra Caliente y llegaron

hasta el Agua del Padre en Tlalchapa usaran esa palabra y que

los demás calentanos hicieran propia.

Como en la versión del origen de la palabra “gringo”, que

sostiene que durante la guerra de México con Estados Unidos de

1845-1847, los soldados estadounidenses cuando marchaban por

campos mexicanos cantaban una canción llamada “verdes crecen

las lilas”, en inglés “green grow the lilacs” y que de ahí proviene

la palabra gringo como una deformación de esa oración.

En náhuatl, cuitlateco, purépecha y chontal, las lenguas de

nuestro pasado en lo que ahora es la Tierra Caliente no existe la

palabra “cocho”, al menos, es lo que sostienen algunos expertos

en esas lenguas.

Tal vez, como lo marca la Real Academia de la Lengua, la

palabra “cocho” solo es cerdo (De coch, voz con que se llama al

cerdo. 1.m.(mamífero artiodáctilo). Cómo sea, para muchos es

una palabra que nos da identidad, para otros, una grosería para

ofender a alguien más.

143

También le hacemos al cuento

144

GENARO EL TRÁNSITO

Eran las cinco de la mañana. Tenía rato que Genaro había

despertado pero no quería abrir los ojos. Sabía lo que le

esperaba. Escuchaba el canto de los gallos a lo lejos y cerca de

su casa. Ya no tenía sueño, lo único que quería era no levantarse.

Y en ese momento pensó que tenía que hacerlo. Si no lo hacía él,

su mujer y sus hijos al otro día no comerían.

Vio hacia a donde sale el sol. Entre los cerros y el cielo se hacía

un rojo casi color vino que daba pinceladas a unas nubes que se

tornaban cada vez blancas y que anunciaban que tenía que apurar

sus pasos para llegar a lo que era su jornada diaria.

Llegó a la parcela de su patrón, Javier Echegaray, a quien todos

en el pueblo conocían como Javeche, un descendiente de

españoles que con gritos apuraba a todos sus trabajadores.

Genaro comenzó por quitarse los huaraches y a enrollar sus

pantalones casi hasta arriba de la rodilla. Aún no salía el sol,

pero con la claridad que había divisó muy bien el montículo de

barro que tendría que pisar durante todo el día, ahí, en esa fábrica

de adobe a la que había entrado a trabajar desde que tenía

recuerdos.

La jornada era incesante. Un ir y venir de hombres de todas las

edades vestidos de blanco con sombreros de palma y con rostros

endurecidos por el sol. Con esa cara de algunos humanos que

parece que nunca ríen ni lloran, así era el rostro de Genaro, con

una mirada perdida en el barro que pisaba revolviéndolo,

batiéndolo con el zacate que le agregaba para que la mezcla se

hiciera consistente y pudiera ser llevado al molde de madera

donde el cuadro de adobe se endurecía bajo los rayos del sol.

145

A Genaro los rayos del sol también le habían endurecido sus

pensamientos desde hacía tiempo. El regreso a casa no era para

pensar. El ruido de los grillos y las luces de los churupetes sólo

dejaban espacio en la mente de Genaro para imaginar el atole

que se tomaría al llegar a casa. Su mujer lo esperaba con un

pocillo de atole mientras los hijos ya estaban desperdigados por

toda la casa, tirados y somnolientos en los petates.

Genaro apuró su atole de maíz y se dejó caer lentamente en el

petate como si se hundiera en una poza de agua. Puso sus manos

en la cabeza viendo hacia el techo, perdiendo su vista entre los

pliegues de las tejas. Al fin, cerró los ojos. Ahí, en el piso, en el

petate, sentía como que su espalda se le acomodaba, que se le

movía como culebra con vida propia, sintiendo un placer que

quería que no terminara. En ese momento su mujer le empezó a

acariciar el pecho hasta el vientre. Le pasaba la mano de arriba a

abajo hasta que llegó a su miembro. Fue entonces que él

reaccionó, y de un movimiento rápido quitó la mano de su mujer;

se volteó hacia el lado opuesto del petate y alcanzó a decir:

—Hazte p’allá, tamaluda, déjame dormir —y cerró los ojos.

Genaro pateaba fuerte el lodo; parecía que el sol de mediodía le

daba más energía para meter los pies entre el barro con más

fuerza. Su camisa rala de manta estaba empapada de sudor, como

si su mismo cuerpo ayudara a humedecer el duro barro de la

adobera.

No sintió cuando atrás de él llegó Javeche, su patrón.

—¿Qué hay Genaro, cómo va la chinga?

—Aquí, pues, don Javier. Estamos echándole chingadazo —dijo

Genaro sin levantar la vista.

146

—Desde guache has trabajado conmigo, ya de aquí te casaste,

¿no quieres trabajar conmigo en otra cosa?

—Pero, bah, ¿en qué, patrón?

—Mi hija va a ser presidenta municipal interina, la nombran

mañana y yo me voy a trabajar con ella. Te vas conmigo para

que me ayudes.

Genaro levantó la vista y se volvió para ver los ojos verdes de

Javier Echegaray. Tal vez era la primera vez que lo veía

fijamente a los ojos, sólo para preguntarle:

—¿Y cuánto voy a ganar, patrón?

Al otro día en la mañana, Genaro ya no se presentó en la

adobera. Llegó hasta la casa de Javier, quien al verlo le dijo:

—Mira, Genaro, estaba pensando que tú serás el primer agente

de tránsito del pueblo, así que vamos a ir a comprarte el

uniforme, te vamos a poner una pistola de la municipal y te vas a

encargar de que, aunque pocos, todos los carros respeten el

reglamento municipal.

Pocos días después, luego de un viaje de Javeche a la capital,

llegó con el nuevo uniforme de Genaro: unas botas nuevas de

charol, una camisola con botones color oro, y una cachucha con

un gran escudo que decía “agente de tránsito municipal”.

Le entregó el paquete a Genaro junto con una fornitura y una

pistola que estaba en la armería de la policía municipal. Al darle

la pistola Javeche le dijo:

147

—Cuida bien este cuete, pa’ que te des a respetar.

Cuando llegó Genaro a su casa extendió el pantalón y la

camisola sobre el petate. Vio los botones color oro y creyó

firmemente que eran de un metal valioso. Observó el escudo de

su cachucha y pensó que ese brillo de la placa lo iba a hacer una

gente muy importante. Se imaginó y sintió que era casi un

general con un ejército bajo su mando.

Al otro día comenzó a vestirse. Sintió que algo se transformaba

dentro de él cuando se puso el pantalón café. Se sintió invencible

al abrocharse los botones de hojalata color oro. Se puso los

zapatos, la cachucha; pero la sensación más indescriptible que

jamás había imaginado en su vida fue cuando abrochó sobre su

cintura la fornitura de la pistola y acarició la cacha con su mano.

Infló su pecho y sintió que su estatura había crecido, que miraba

más alto y más lejos tan sólo por el hecho mágico de portar ese

uniforme.

Y de ahí, desde las afueras del pueblo donde vivía, se fue

caminando por la calle polvosa hasta llegar al palacio municipal.

Sintió que todos los ojos del pueblo se volvían para verlo. Sentía

algo de pena, pero también muchas ganas de que todos lo

voltearan a ver.

Antes de entrar al palacio, sin explicarse por qué, sintió el deseo

de caminar alrededor del kiosco. Los comerciantes de los

portales del centro salían a verlo. Niños en calzones lo seguían

como si fuera un personaje de circo. Y él se sentía como un león

libre, sin jaulas, y con todos los ojos del pueblo sobre él.

Todos los funcionarios, aún con su experiencia, también sentían

admiración por ver al primer jefe de tránsito municipal.

148

Nadie había pensado en ese puesto, ni en quién lo pudiera

ocupar, pues en el pueblo apenas y había tres vehículos: uno de

pasajeros que le llamaban La Barquita, que iba y venía a la

capital; una camioneta también de pasajeros que llevaba y traía a

la gente a la ciudad que era el centro comercial de la región, y la

camioneta del rico del pueblo que la tenía ahí sólo para pasear.

Dieron las tres de la tarde, la hora de salida de los empleados

municipales. Genaro quería que no pasaran las horas, que no

terminara su función, aunque no hacía nada. Ni siquiera abrió el

reglamento de tránsito municipal, porque sólo eran hojas que él

no podía entender ni explicar.

Cuando salió del palacio decidió que no iría a su casa. Quería

que el pueblo lo siguiera viendo: con el sol, los botones de

hojalata brillaban más. Caminó por la calle; a dos cuadras del

palacio había una vieja cantina que tenía un letrero sobre la

pared. Se llamaba “La guerra de Corea”. Era entendible, así, que

en ese pueblo a las mujeres de cuatro letras todos las llamaban

“coreanas”. Con pasos triunfantes se dirigió a “La guerra de

Corea”, se sentó en una mesilla y pidió una cerveza.

Una “coreana” a la que apodaban La Prieta le llevó una Carta

Blanca que estaba ceniza de tan fría que se encontraba. Con una

amabilidad mayor a la acostumbrada por dirigirse a un hombre

con uniforme, La Prieta le preguntó:

—Chulo, ¿no me vas a invitar una a mí?

—Pon a enfriar todas las que tengas, porque hoy nos las vamos a

acabar —contestó riendo Genaro.

Nunca se había sentido tan feliz. Nunca el ruido del chocar de

unas botellas le había parecido tan maravilloso. Nunca imaginó

que el sabor amargo de una cerveza bien fría diera tanto placer a

149

la garganta y que hiciera explosiones como juegos pirotécnicos

dentro de su cerebro.

La Prieta apuraba a Genaro a tomar:

—Ándale pues, salud, que pláticas no emborrachan.

Y diciendo salud, escuchando las canciones de desventuras

amorosas de la rocola, Genaro reviraba:

—A ver pues, no bebas.

Se hizo de noche y Genaro no sabía cómo debía pedirle un

“servicio” a La Prieta. “La guerra de Corea” no era un congal

cualquiera en donde las mujeres pasaran al cuarto así nomás

porque si. La dueña del lugar sólo daba permiso para que

bebieran, pero no tenía permiso por la autoridad municipal para

el comercio sexual.

En cuestión de esos placeres, la vida de Genaro sólo se había

limitado a compartirlos con su esposa; pero el cuerpo voluptuoso

de la mujer y las cervezas que se había tomado y que lo hacían

verla aún más hermosa le dieron el valor suficiente para

preguntarle si quería pasar la noche con él.

—Sí, chulo. Nomás ayúdame pa’ que lleve mañana dinero a mi

casa —le dijo sonriente La Prieta.

Genaro pagó la cuenta y se salió abrazando a La Prieta. Se

dirigieron hacia al único hotelito que había en el pueblo, que no

era más que una antigua casa que en el centro tenía un trueno

150

frondoso y, alrededor de él, en forma de cuadrado, había

cuartitos a los que se entraba por un portón grande.

Luego de pagar unos cuantos pesos, se dirigieron a uno de los

cuartos. Genaro se sentó en un catre cubierto de una sábana sucia

y polvosa, y sintió por primera vez en sus posaderas la sensación

de un colchón mullido. Con mucho cuidado, como lo había

hecho durante la madrugada, se comenzó a desvestir. Se quitó la

cachucha, los zapatos, la camisola, desabrochó la fornitura de la

pistola y colocó todo sobre el piso, casi haciendo un altar con

todas las prendas.

Al quedar desnudo, se entregó al cuerpo de La Prieta con unas

ganas que jamás había sentido. A su deseo se sumó un fuerte

aguacero de los que caen en agosto, con una lluvia gruesa,

muchos rayos, y que hacía que Genaro se entregara con más

pasión a su trofeo de esa noche.

Uno de esos rayos cayó con tanta fuerza en algún lugar cerca del

hotel, que cortó la energía eléctrica en todo el pueblo. Así como

la descarga desconectó todos los aparatos eléctricos, también

desconectó la pasión de Genaro. Ambos se quedaron dormidos.

Por la madrugada, La Prieta despertó. Tenía una sed enorme, por

lo que dando codazos a Genaro le empezó a decir:

—Genaro, tengo harta sed.

—Yo también —le contestó—. Vamos a tomar de la llave: allá a

un lado del trueno está la toma.

Empujados por el deseo del agua, salieron desnudos de la

habitación y abrieron una llave de la que empezó a salir un

chorro del que empezaron a tomar. Sintieron que revivían, que se

151

les apagaba la desesperación que sentían. Abrazados regresaron

al cuarto y se volvieron a acostar frente a frente, acariciándose,

hasta quedar otra vez dormidos.

Con los primeros rayos del sol, La Prieta despertó.

—Ora sí, chulo, ya me voy, ya va a amanecer, ya vámonos, yo

creo que tu mujer también te está esperando.

Genaro despertó, se levantó en un solo movimiento

desgañitándose, estirando sus brazos. Sintió como una descarga

eléctrica cuando La Prieta gritó:

—¡Chulo, nos robaron! ¡Bah, no están nuestros trapos…!

La Prieta, de un solo vistazo, había visto que no estaba su ropa

en el cuarto, sólo estaban ellos dos desnudos, el catre, el colchón

y la sábana sucia y polvorienta. No estaba por ningún lado el

uniforme de Genaro, ni el vestido ni las chanclas de la mujer.

Con la poca claridad que había, Genaro pasó sus manos sobre el

piso buscando debajo de la cama, en el techo, en las paredes, en

donde estaba el altar con su uniforme.

Sentía que su cabeza le iba a explotar, su corazón le latía fuerte,

tenía miedo a algo, no sabía a qué, pero era un gran temor.

Movía sus ojos de un lado a otro sin saber qué hacer.

La Prieta lloraba y entre sollozos le decía:

—¡Nos robaron, Genaro, nos robaron, nos quedamos dormidos!

152

A Genaro le preocupaban el uniforme y la pistola, cómo iba a

responder por ellos ante Javeche; cómo iba a conseguir otro si se

lo había traído desde la capital del estado; cómo se iba a

presentar a trabajar en ese día. La Prieta lloraba y decía:

—¿Ora cómo me voy a ir a mi casa así de encuerada?

Genaro pensó rápido y dijo:

—Me esperas aquí, me voy envuelto en la sábana, me voy a

poner ropa y te voy a traer un vestido de mi mujer.

Envuelto en la sábana, Genaro corrió cuatro cuadras hasta llegar

al río; se fue corriente abajo dejándose llevar, y después de unos

mil metros vio el paredón cercano a su casa.

Algunas mujeres de su barrio que habían llegado temprano a

lavar ropa lo vieron salir del río, envuelto en la sabana mojada, y

correr rumbo a su casa.

Genaro se empezó a vestir, se puso su camisa rala de manta, su

pantalón, sus huaraches tiesos y su sombrero de palma. Salió de

la casa y agarró de la alambrada que servía de tendedero una

blusa y unas enaguas de su mujer, y se dirigió de prisa al hotel.

Sus pies volaban, su corazón se le quería salir del pecho por las

ganas de salir de ese embrollo. Entró directo donde estaba La

Prieta desnuda y le dijo:

—Ten, te traje estos trapos, vístete, vámonos.

153

—No me trajiste unas chanclas, ora me voy a ir a raiz.

—Con trabajos te encontré esto, así vete, ándale.

La Prieta se vistió rápidamente y, al salir del cuarto, por quien

sabe qué instinto volteó a ver a la habitación de al lado, y con

una sonrisa enorme vio a Genaro y le dijo:

—¡No nos robaron!, nos metimos a otro cuarto cuando salimos a

tomar agua. ¡Aquí están nuestros trapos!

Genaro no dijo nada, se metió al cuarto a desvestirse y a ponerse

el uniforme. Al salir La Prieta enfiló rumbo a su casa y Genaro

rumbo al palacio municipal. Al llegar había un gran alboroto de

empleados y gente del pueblo.

Vio a su patrón Javier y le preguntó qué pasaba.

—Esto se acabó, van a nombrar a otro presidente municipal. Te

quitas ese uniforme y te presentas mañana en la adobera.

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Blog de

Historias

Offir Damián, un

contador de historias

de pueblo, reúne en

este libro parte de las

historias que ha vivido,

que ha escuchado,

leído o visto por los

caminos de la

provincia mexicana, en

un lugar llamado

Tierra Caliente.