Arendt and Borges: a perspective of banal evil

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Arendt y Borges: una perspectiva del mal banal Campo Elias Florez Pabon [email protected] Resumen La presente ponencia es un parangón realizado al análisis de dos personajes estudiados por Hanna Arendt y por Jorge Luis Borges. Uno Eichmann y otro zur Linde respectivamente. Uno perteneciente a la filosofía política y otro a la literatura. Los cuales expresan en el cadalso lo que se ha denominado banalidad del mal. Los cuales expresan los limites de este concepto en la modernidad, y porque no en la contemporaneidad. Por tanto, se hará necesaria una revisión de la tesis de la banalidad del mal, en sus principales fundamentos, en la obra arendtiana, revisando con interés el escrito de Eichmann en Jerusalén. Por otra parte se intentara presentar como hace la misma exposición Borges en su escrito: Deutsches Réquiem, sobre tal categoría; para terminar con una conclusión de lo que seria el mal banal, al realizar una lectura conjunta de la política y la literatura a partir del punto de vista de dos grandes autores. Palabras clave: Política, literatura, Borges, Arendt, mal, banalidad, Eichmann y Linde. Arendt and Borges: a perspective of banal evil Abstract This paper is a comparison made to the analysis of two characters studied by Hanna Arendt and Jorge Luis Borges. One Eichmann and other zur Linde respectively. One belonging to another political philosophy and literature. Which cadalzo expressed in what has been called the banality of evil. Which 1

Transcript of Arendt and Borges: a perspective of banal evil

Arendt y Borges: una perspectiva del mal banal

Campo Elias Florez [email protected]

Resumen

La presente ponencia es un parangón realizado alanálisis de dos personajes estudiados por Hanna Arendt y porJorge Luis Borges. Uno Eichmann y otro zur Linderespectivamente. Uno perteneciente a la filosofía política yotro a la literatura. Los cuales expresan en el cadalso loque se ha denominado banalidad del mal. Los cuales expresanlos limites de este concepto en la modernidad, y porque no enla contemporaneidad.

Por tanto, se hará necesaria una revisión de la tesis dela banalidad del mal, en sus principales fundamentos, en laobra arendtiana, revisando con interés el escrito de Eichmannen Jerusalén. Por otra parte se intentara presentar como hacela misma exposición Borges en su escrito: Deutsches Réquiem,sobre tal categoría; para terminar con una conclusión de loque seria el mal banal, al realizar una lectura conjunta dela política y la literatura a partir del punto de vista dedos grandes autores.

Palabras clave: Política, literatura, Borges, Arendt, mal,banalidad, Eichmann y Linde.

Arendt and Borges: a perspective of banal evilAbstract

This paper is a comparison made to the analysis of twocharacters studied by Hanna Arendt and Jorge Luis Borges. OneEichmann and other zur Linde respectively. One belonging toanother political philosophy and literature. Which cadalzoexpressed in what has been called the banality of evil. Which

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express the limits of this concept in modern times, and whynot in contemporary times.

Therefore, a review of the thesis of the banality ofevil, in its main fundamentals, in Arendt's work, reviewingwith interest the letter from Eichmann in Jerusalem willbecome necessary. On the other hand it is trying to presentas it does in its exhibition Borges: Deutsches Requiem, onthis category; to finish with a conclusion of what would bebanal evil, to make a joint reading of politics andliterature from the point of view of two great authors.

Keywords: politics, literature, Borges, Arendt, evil,banality, Eichmann and Linde.

Aunque él me quitara la vida, en él confiaré. Job 13: 151.

Con esta referencia a la posible muerte causada por Diosa cualquier ser humano, y en especial al creyente, al queanuncia, al profeta es como comienza el escrito Borges; dondenos habla en un parangón sobre la fuerza de lo que es lamaldad o en este caso sobre la muerte como el principal hechode maldad metafísico y real que se pueda realizar al serhumano. Allí nos deja pensar el por qué ha utilizado estaalusión. Cosa fácil de responder si se piensa como teólogopues la fe estará para respaldar tal decisión, mas no comoliterato, y mas difícil pensar esta situación como político uotro oficio intelectual, y por último un concepto inadmisiblecomo ser vivo, en un sentido literal, porque quién quieremorir por el dedo de Dios o la mano del hombre… Ninguno. -Así obtengamos cielo o infierno todos; según sea el carácterde nuestra fe -.

Sin embargo, cuando reflexionamos este texto del RequiemAlemán escrito por Borges, entendemos con facilidad cuál serael objetivo de nuestro escrito: reflexionar ontológicamentecomo lo haría Hannah Arendt sobre las posibilidades del mal.Ya sea este en la persona de Eichmann o del personaje

1 BORGES, Jorge Luis. El Aleph. Madrid: Alianza editorial. 1995. P. 8.2

borgiano. Y es que, los lectores de la obra de Jorge LuisBorges no desconocen la mirada sombría y fatídica que ofreceel Réquiem Alemán en su obra el Aleph. Donde se presenta elcamino a la muerte de Otto Dietrich zur Linde: “un soldadodefensor de la causa nazi, hecho prisionero tras el fracasoalemán en la segunda guerra mundial, el cual es condenado amuerte “por torturador y asesino”, según lo manifiesta élmismo en su juicio”.

Por otra parte, este personaje de la literatura deBorges nos hace evocar la figura de Adolf Eichmann, tenientecoronel de las SS nazis. Responsable directo por la historiade la solución final (Endlösung der Judenfrage),principalmente en Polonia, y de los transportes de deportadosa los campos de concentración alemanes durante la segundaguerra mundial, que al igual que Linde expresan en el cadalsolo que iremos a analizar: la banalidad del mal, presentandoalgunos de sus limites de dicha noción.

Para tal labor, se hará necesaria una revisión de latesis de la banalidad del mal, en sus principalesfundamentos, en la obra arendtiana, revisando con interés elescrito de Eichmann en Jerusalen. Por otra parte se intentarapresentar como hace la misma exposición Borges en su escrito:Deutsches Réquiem, sobre tal acción; para terminar con unaconclusión de lo que seria el mal banal, al realizar unalectura conjunta de la política y la literatura a partir delpunto de vista de dos grandes autores.

Para continuar con nuestra propuesta metodológicapresentemos ¿qué sería el mal banal para Arendt? O por lomenos que la motiva a generar dicha expresión en laliteratura filosófica y politica. De aquí que tomemos eltexto del profesor Giacoia2 para dirimir tal duda y acudir altexto de Arendt cuando sea necesario para zanjar esteinterrogante. 2 GIACOGIA J. O. Mal radical e mal banal. Em: O que nos faz pensar. Rio deJaneiro. Cadernos do Departamento de Filosofia da PUC rio. Pp. 137 - 178.http://www.oquenosfazpensar.com/adm/uploads/artigo/mal_radical_e_mal_banal/oswaldo_giacoia_137-178.pdf. Consultado 01-04-2015.

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Hannah Arendt, en un primer momento, en Orígenesdel Totalitarismo, habló con inspiraciónkantiana, sobre el mal radical. Considero el malcomo radical porque que lo caracteriza en elejercicio de la dominación totalitaria es laerradicación de la acción humana, tornando losseres humanos superfluos y descartables.Subsecuentemente formulo la tesis de la banalidad delmal como un mal burocrático, que no tiene profundidadpero puede destruir el mundo en función de laincapacidad de pensar de las personas, capaz deextenderse por la superficie de la tierra como unhongo3.

Según Giacoia, hay una motivación clara para que lafilósofa Arendt en concordancia con Bobbio y otros autoresdel panorama político del siglo XX hagan una reflexión sobrelo que es el mal radical y la banalidad de éste como posibledegeneración de lo que serian las acciones en una guerracivil, que genere un estado de excepción totalitario, talcomo lo fue la barbarie nazista que permitió la eliminaciónfísica de los adversarios políticos, sino de clases enterasde ciudadanos que por una razón u otra, parecían no estarintegrados en un sistema político. Sin embargo, estas razonesse vuelven incomprensibles para la racionalidad quecaracteriza la lógica jurídica, porque hay una in-aplicabilidad del concepto de necesidad de un estado,generando como consecuencia que el totalitarismo del TercerReich se proclamara como estado de excepción permanente, elcual al declararse su estado de excepción en el ordenjurídico diera una idea de una guerra civil legal para este4.

Pero ¿cuál sería esta motivación que lleva a Arendt apensar en la banalidad del mal?, sino la idea (absurda) delegalidad de la guerra civil como estado de excepción en elrégimen totalitario del Tercer Reich. Como no pensar aquelloque no se ha pensado, o que la razón colectiva se está

3 Ibíd. P. 139. La cursiva es propia.4 Ibíd. P. 141.

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rehusado entender, es decir, una metafísica del horror, quereclama una re-valuación de las categorías de legalidad, asícomo de moralidad: ya que están ligadas a la historia, que sibien parecen inofensivas pudieran compararse al horror. Enotras palabras, mirar una voluntad maligna, a saber, quequiere el mal como fin en sí es algo que la tradición aún nopodía entender.

Como bien lo menciona Rosenfield, en su texto paraintroducir el concepto del mal en la filosofía, nos recuerdalo problemático que sería para la tradición entender una"vontade maligna", pues para el pensamiento es un escándalo,una contradicción que colocaría al mismo pensar endificultades en su esfuerzo de coherencia, de unidad y desistematicidad en pro del concepto opuesto, es decir delbien. Es como si la razón quisiera huir a pensar el mal, aasignarle un lugar empírico, un tipo de accidente de lahistoria, que ciertamente debe ser estudiado para tomar deallí las lecciones políticas, pero que en contraprestación,no debe ser integrado a las categorías del pensamiento5.

Lo que nos lleva a considerar con Arendt algunos puntosde vista sobre el concepto de banalidad del mal. Por ejemplo:¿en qué sentido podemos decir que el mal se enraíza en lanaturaleza humana? O es porque está en confrontación con lasnuevas modalidades de mal extremo, repetidas como figuras demundo con la monstruosidad de los crímenes nazistas, cuantoque su discusión permanente con la filosofía práctica deKant, o sea pensar ¿cómo explicar, llevando en consideraciónel punto de vista de Kant, la posibilidad de mal extremo?Además no podemos negar que dicha consideración sobre el malhunda sus raíces en la confrontación con Adolf Eichmann (1906- 1862) o si el tiempo, y la imaginación lo hubiese permitidocon Otto Dietrich zur Linde protagonista de algunas líneasliterarias borgianas. O posiblemente para nosotros hoy en

5 ROSENFIELD, D. Do mal. Para introduzir em filosofia o conceito de mal. Porto Alegre:LP&M Editores,1988, p. 11.

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otras consideraciones de orden tecnológicas que no voy amencionar aquí.

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Eichmann no era sino un burócrata común, un funcionarioque se limitaba a cumplir celosa y eficazmente las órdenesrecibidas. Su personalidad, era mediocre, vulgar,inconmensurable con la monstruosidad y el horror de loscrímenes perpetrados bajo su irresponsable administración ycustodia. Pero, cómo más podría llamar Arendt uno de losmayores malefactores, de la historia; porque no se acuerdanunca de lo que paso, y si lo hace, nada consigue detenerlo.Porque no significa nada moverse en la dimensión de laprofundidad de los seres humanos, sin raíces, sinestabilizarse, porque no le importa lo que pueda ocurrir. UnZeitgeist6 o signo de los tiempos, la historia o la simpletentación no dice nada. O sea, el mayor mal al cual elaccedió no es radical al estilo kantiano. No posee raíces y,por no tenerlas, no tiene limitaciones, pudiendo llegar aextremos impensados y dominar todo el mundo7, como Arendt loadvierte pensando en la fase totalitaria del nacionalsocialismo que Eichmann venero y vivió como credo hasta elúltimo segundo de su simple existencia. Así:

Adolf Eichmann se dirigió al patíbulo con grandignidad. Antes, había solicitado una botella devino tinto, de la que se bebió la mitad. Rechazólos auxilios que le ofreció un ministroprotestante, el reverendo William Hull, quien lepropuso leer la Biblia, los dos juntos. AEichmann le quedaban únicamente dos horas de vida, por loque no podía «perder el tiempo». Calmo y erguido,con las manos atadas a la espalda, anduvo loscincuenta metros que mediaban entre su celda y lacámara de ejecución. Cuando los celadores le

6 El conjunto del clima intelectual y cultural del mundo, en unadeterminada epoca, o las caracteristicas de un determinado periodo detiempo. 7 ARENDT, H. Algumas Questões de Filosofia Moral. In: Arendt, H.Responsabilidade e julgamento. Trad. Rosaura Eichenberg. São Paulo:Companhia das Letras, 2004, p. 160.

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ataron las piernas a la altura de los tobillos ylas rodillas, Eichmann les pidió que aflojaran la presión delas ataduras, a fin de poder mantener el cuerpo erguido.Cuando le ofrecieron la negra caperuza, la rechazódiciendo: «Yo no necesito eso». En aquellosinstantes, Eichmann era totalmente dueño de sí mismo,más que eso, estaba perfectamente centrado en suverdadera personalidad. Nada puede demostrar de modomás convincente esta última afirmación cual lagrotesca estupidez de sus últimas palabras.Comenzó sentando con énfasis que El era unGottgläubiger8, término usual entre los nazisindicativo de que no era cristiano y de que nocreía en la vida sobrenatural tras la muerte.Luego, prosiguió: «Dentro de muy poco,caballeros, volveremos a encontrarnos. Tal es eldestino de todos los hombres. ¡Viva Alemania!¡Viva Argentina! ¡Viva Austria! Nunca lasolvidaré». Incluso ante la muerte, Eichmannencontró el cliché propio de la oratoria fúnebre.En el patíbulo, su memoria le jugó una últimamala pasada; Eichmann se sintió «estimulado», yolvidó que se trataba de su propio entierro.9.

O sea, que sin raíz, superficial, banal son atributosque en el estilo de pensamiento que la tradición, expresa enKant no tienen manera de entenderse. Mas por qué Kant hablade radicalidad del mal en la naturaleza humana. Entoncesnecesitamos referirnos a la moral para definir lo que se debehacer, lo que debe suceder. Una tenue luz que solo concibe elbien, lo correcto. En este aspecto se distingue delconocimiento cuyas leyes se determinan universalmente, enotras palabras lo que es, o lo que debe suceder. En sentidoestricto, Kant demuestra que era posible formular para lamoral leyes universales como las del conocimiento científico,

8 Gottgläubiger era un término nacionalsocialista. Significa aquel que seseparó de la cristiandad. El término implica a alguien que todavía creeen Dios, aunque sin tener ninguna afiliación religiosa. Losnacionalsocialistas no requirieron la religión pero a diferencia de loscomunistas, que no promueven o requieren el ateísmo. 9 ARENDT, H. Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.Barcelona: Lumen. 2003. P. 151. Cursiva es mía.

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las cuales tenían que ser formuladas a-priori, es decir, sinllevar en cuenta los actos efectivamente practicados, quefuesen buenos o malos da como resultado que el legisladorsupremo de la moralidad se asentara en la racionalidadhumana. De tal manera la moral Kantiana se fundamenta en unprincipio formal. Expresando que lo que le interesa es elrespeto a la propia ley moral, y no los intereses, fines oconsecuencias del propio acto. O sea, una buena voluntad,guiada por la razón que actúa en función de un imperativocategórico que nosotros llamaremos deber.

Kant así, concebirá la realidad absoluta (numénica) comointeligible, a la cual sólo se puede acceder por una prácticamoral. Por lo tanto, la moralidad como razón práctica tieneque ser pura, sin contenidos sensibles. Tal purezainteligible con primacía sobre el conocimiento de razónteórica, en la cual el elemento inteligible estánecesariamente contaminado por los datos sensibles10. Deacuerdo con Kant, sabemos por experiencia que el hombre,aunque reconozca, como ley de deber ser de su actuar la leymoral, es inclinado por una natural tendencia a descuidarnegligentemente de esa orden en sus circunstancias concretasde acción, subordinando su observancia a la consecución delas finalidades egoístas, dando a ellas su asentimiento, enla condición de móviles sensibles de determinación. De esemodo, cabe preguntarse ¿cuál sería el origen y fundamento deesa peculiar inclinación de la voluntad humana para alejarsede la ley incondicional del deber en su praxis efectiva? Y elmismo Kant parece zanjar esa diferencia al responder con eluso del concepto de libertad. Por qué no hay decisión quetenga en cuenta su propia voluntad sin mirar la libertad.

Pero la expresión “un acto” en general puedevaler tanto del uso de la libertad mediante elcual es acogida en el albedrío la máxima suprema(conforme a la ley o contra ella), como tambiénde aquel en el que las acciones mismas (según sumateria, esto es: tocante a los objetos del

10 FONTES, C. La moral en Immanuel Kant. En linea:http://afilosofia.no.sapo.pt/12KantIntrod.htm. Consultado 07-04-2015.

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albedrío) son ejecutadas conforme a aquellamáxima. La propensión al mal es, pues, un acto enla primera significación (peccatum originarium) y a lavez el fundamento formal de todo acto –tomado enel segundo sentido– contrario a la ley, acto quesegún la materia está en pugna con la ley y esllamado vicio (peccatum derivativum); y la primeradeuda permanece aunque la segunda (en virtud demotivos impulsores que no consisten en la leymisma) sea evitada de múltiples modos. Aquélla esun acto inteligible, cognoscible solamente por laRazón sin ninguna condición de tiempo; ésta esalgo sensible, empírico, dado en el tiempo (factumphaenomenon). Ahora bien, la primera se llama,sobre todo en comparación con la segunda, unamera propensión, y propensión innata, porque nopuede ser extirpada (para ello la máxima suprematendría que ser la del bien, cuando en esapropensión misma es aceptada la máxima supremacomo mala); pero sobre todo por la razónsiguiente: que acerca de por qué en nosotros elmal ha corrompido precisamente la máxima suprema,aunque ello es nuestro propio acto, podemosindicar una causa tan poco como podemos indicarlade una propiedad fundamental perteneciente anuestra naturaleza11.

Según el profesor Oswaldo Giacogia al comentar estetrecho nos recuerda que es únicamente en ese sentido que sepuede hablar de una inclinación para el mal en la naturalezahumana, o más precisamente, que la naturaleza es corrompidaen su raíz. Ese mal radical, conjugado con la naturaleza deAdán del hombre, constituye el carácter inteligible de laespecie, carácter que, de acuerdo con la explicación expuestapor Kant, enraíza y fundamenta el principio formal, es decir,ese libre arbitrio, caso que no se quiera privar al hombre desu libertad. Que en palabras de Kant sería: que este mal esradical porque corrompe el fundamento de todas las máximas,al mismo tiempo que también como incriminación natural no11 KANT, I. A religião nos limites da simples razão Trad. Tânia MariaBernkopf. Col. Os Pensadores. São Paulo: Abril Cultural, 1974, p. 375; B26; A 23-24.

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pude ser extirpado por fuerzas humanas, porque no podríatener lugar sino por medio de máximas buenas12.

Lo que nos lleva a concluir que en el caso de Eichmann ode Linde Arendt descubre que ninguno de estos elementos de lahistoria (Zeitgeist) son tenidos en cuenta en los servidores delSS nazi, haciendo que se replantee la categoría de malradical por la de mal banal, un mal superficial, sin unosfundamentos ontológicos que petrifican la esencia de la razónhumana, que con razón lleva a la autora a expresar frente ala pena de muerte de Eichmann: “Fue como si en aquellos últimosminutos resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, lalección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamientose sienten impotentes.13”

Lo anterior quiere decir que Arendt se plegó al punto devista de Jaspers. El cual sostiene la banalidad del mal en un“rechazo total a cualquier insinuación de grandeza satánica omítica atribuida a los líderes nazis”. Al igual lo narraBorges en su historia, pues la confesión de Otto zur Linde,la cual hace que sea una ficción de tal fuerza que hacecreíble el cumplimiento de la confesión que contiene.Proponiendo de diversas formas el concepto de banalidad, locual hace que un castrado que no pueda cumplir con su sueñooriginario: ser un militar digno de la estirpe de sus mayoresy que dice asumir su destino como modo de encontrar elverdadero sentido de su vida.

Si bien esa es la visión Borgina del tema, este ofrecela perspectiva de un condenado a muerte por torturador yasesino; un nazi de posguerra, quizá si me lo permiten unEichmann en el Aleph borgiano que no alcanza a encarnar comolo expresa Jasper ninguna grandeza mítica o satánica de lamaldad. Nada de llanto ni de maldición, sino la concienciadel mal consumado que hace que se regocije Otto zur Linde: eltriunfo se ha logrado aún a costa de la derrota del TercerReich.

12 Op. Cit. GIACOGIA J. O. Mal radical e mal banal. P. 146.13 Óp. Cit. ARENDT, H. Eichmann en Jerusalén. P. 151. La cursiva es mía.

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Esto lo que hace es plantear el fracaso de la justicia,de la ley y del estado que sólo puede castigar una facción delo que nosotros somos, o podemos llegar a ser. Terriblesseres egoístas, o simples autómatas que no comprendemos loshilos que teje la historia del titiritero. No es otra cosa,que los albores de una nueva época implacable, llena deterror, la que se presenta en el mundo. Como el personaje loacusa en el texto, destruir Alemania (“nuestro queridopaís”), se justifica si hay que pagar ese tributo paradestruir la enfermedad del mundo, el cristianismo, y sucausa, el judaísmo.

Lo anterior no implica en ninguno de los dos casos yasea en Linde o en Eichmann que esta transformación no haabolido la negativa kantiana respecto a la maldad. Nisiquiera la consideración del mal como magnitud negativacambia esta conclusión. Pues, ningún hombre, en la revisiónde éste fenómeno, puede ser elevado a la santidad ni tampocohundido en el mal en forma pura. Aún así, en estas palabrases donde más se ahonda el concepto del mal banal, un mal quese escapa a la justicia, un mal que hunde sus raíces en elderecho, pues este no encuentra una relación directa queexiste entre derecho y moral, dando paso a la inoperatividadde la justicia que sea capaz de reparar de alguna forma loque se ha perdido14.

Como sucede en el caso de Eichmann en Jerusalén. Lo quenos lleva a pensar en que la sentencia dada para él, frente asu pena de muerte es el resultado, entre otras cosas, de uncierto descontento por las consecuencias derivadas de larelación entre el sentido literal de la norma y la decisiónjudicial, pues, haciendo que la norma sea tan clara que noofrece duda para su aplicación a los casos concretos, esdecir su pena de muerte, pero que en la penumbra de lostextos legales tal decisión judicial no es más que un acto

14 Cf. BONORINO, P. R. & PEÑA A. J. Filosofía del derecho. Segunda Ed.Bogotá: Escuela Judicial Lara Bonilla. 2006. P. 13.

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discrecional de quienes tienen la obligación de aplicar elderecho, esto es, los jueces.

En otras palabras, si lo primero, es decir, si el juez,pese a las condiciones del caso concreto, resuelve apegado alsentido literal de la norma, entonces pueden suceder una oambas de estas dos situaciones: en primer lugar, que sudecisión, aunque ajustada a la norma, o, como suele decirse,ajustada a derecho, pueda resultar injusta (como podríapensarse en el caso de Eichmann o Linde); en segundo lugar,que su decisión pase por alto algunos principios de ordengeneral pero relacionados con el caso concreto. Si losegundo, es decir, si dado el carácter abierto de las normasle es permitido al juez decidir de manera discrecional,entonces la seguridad jurídica, tan costosa al derecho, quedaexpuesta a los caprichos del juzgador y queda la sensación deuna inoperatividad de la justicia por causa de la raízontológica de lo que se está juzgando, en el presente caso elmal radical en una serie de acciones de Eichmann,transformando su sentencia en banal, como la misma justiciaque juzga y no repara15.

Tal vez, como Kant insiste desde aproximacionessucesivas con la misma idea del carácter inteligible del hombre,lo es malo porque el fundamento de todas las máximas estácorrompido. No porque el hombre haya adoptado la maldad comotal, sino porque tienen que cumplir las órdenes de otros, enlos cuales si opera la maldad enraizada. Lo que nos lleva apensar, que el hombre no puede ser ni santo ni diabólicoporque ambos extremos exigen una pureza que no tiene elhombre aquí juzgado. Éste es el sentido del razonamientosiguiente: Por lo tanto, la malignidad de la naturalezahumana no ha de ser llamada maldad si esta palabra se toma ensentido estricto, a saber: como una intención (principiosubjetivo de las máximas) de acoger lo malo como malo pormotivo impulsor en la máxima propia (pues esta intención es

15 GARCÍA, O. P. A. Los casos difíciles en el derecho. Tres argumentos.En: Ambiente Jurídico. 2011. Pp. 96 - 115.

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diabólica), sino más bien perversidad del corazón, el cualpor consecuencia se llama también mal corazón.

Así, la Shoá, la catástrofe, no ha concluido. Al menostodavía no hay un después de Auschwitz. La transformación queha operado este acontecimiento es lo que ahora estamosviviendo. Nuestro presente es catastrófico como lo podemosver hoy en los enfrentamientos en Irak, y otras guerras quehablan de un mal banal, cosa que será objeto de reflexión enotros documentos16.

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Ante tal situación da a nuestro presente un significadocatastrófico en nuestros dirigentes y operarios militarescomo Eichmann o Linde, en un sólo sentido: excluye lapolítica y la historia, pero que habla más de lascaracterísticas de un estado de excepción caracterizado porla naturaleza de la guerra, como Hobbes lo propone en elLeviatán:

En una guerra de todos contra todos, se da unaconsecuencia que nada puede ser injusto. Lasnociones de derecho, de legitimidad, justicia einjusticia están fuera de lugar. Donde no haypoder común, la ley no existe: donde no hay ley,no hay justicia. En la guerra, la fuerza y elfraude son las dos virtudes cardinales17.

De ahí, que nos propongamos a ahondar un poco más en quésignifica ser un militar nazi, y con ello conectar el malbanal con ese mal radical kantiano, que opera en la “orden”de servicios, en la disciplina, en el amor al Tercer Rich,en el amor al nazismo que fue lo que creo este cortogalimatías de banalidad en el mal, para finalizar con unascortas conclusiones respecto del tema.

16 COSACOV, Gustavo. Deutsches Requiem. Un texto de Borges sobre el mal. EnElementos: 72, 2008. Pp. 3-7.17 HOBBES, T. Leviatán. La materia, forma y poder, de una RepúblicaEclesiastica y Civil. Bogotá: Skla Ed.2007. Pp.109 – 110.

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Al respecto creo como dice Octavio Paz, en una cita deMaldonado re-pensado el tema de la politica: Nadie deberíaatreverse a escribir sobre temas de filosofía y teoríapolítica sin antes haber leído y meditado a los trágicosgriegos y a Shakespeare, a Dante y a Cervantes, a Balzac y aDostoievsky. Pues, la historia y la política son los dominiosde elección de lo particular y lo único, es decir, de laspasiones humanas, los conflictos, los amores, los odios, loscelos, la admiración, la envidia, todo lo bueno y todo lomalo que somos los hombres. Es decir, una radiografía del malque es humano, exclusivamente humano.

Afortunadamente no todo es maldad en el hombre. El nidodel mal está en su conciencia, en su libertad. En ella estátambién el remedio, la respuesta contra el mal, la capacidadde luchar contra el mal “radical” que es una lucha contranosotros mismos. Y ese es el sentido de la historia y nuestrapolítica18. Y quizá es lo que a Arendt no matiza con tantaclaridad en su texto sobre el juicio al militar nazi, puesEichmann participo no de la libertad como libre arbitrio sinocomo militar en medio de la Segunda Guerra mundial. Y comomilitar, en el obedecer a una causa como lo hace Linde, unafe ciega a lo que el entendió lo que es correcto.

Y con esto no quiero excusar el comportamiento de losmilitares nazis, ni disminuir en ningún momento la barbarieque realizaron al asesinar fríamente a millones de personas,al propagar una nueva plaga moderna de odio entre sereshumanos, pues pagaron con su vida la afrenta que le hicierona la humanidad. Al contrario, lo que se pretende esconsiderar una posición real de quienes estaban al mando, yaplicar claramente la necesidad de lo que racionalmente sepodría entender como un tribunal militar y uno que no lo es,y dónde debería ser juzgado uno de estos soldados. Pues comolo veremos la conciencia no era de ellos, sino del Fuehrer.Pues si bien es banal el mal provocado por Eichmann el mal

18 Cf. MALDONADO M., Medardo. Política para poetas. En: Octavio Paz.Dossier III. Córdoba: Ediciones del Sur. 2004. P. 306.

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que desarrolla Hitler tiene que ser propuesto como aquelradical que nos falta en este discurso.

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Y ¿cómo afirmar esto? Para avalar tal afirmación,debemos preguntarnos ¿qué es ser un militar nazi? En medio deese estado de excepción hobesiano.

"We have in our movement developed this loyaltyin following the leader, this blind obedience ofwhich all the others know nothing and which gaveto us the power to surmount everything." (2771-PS)The duty of obedience is so fundamental that itis incorporated as the second of the NSDAPcommandments for party members: "Never go againstdiscipline!" (277'1-PS) As Law said:"Our conscience is clearly andexactly defined. Only what Adolf Hitler, theFuhrer, commands, allows, or does not allow isour conscience." (2771-PS)19.

Creo que las mismas palabras de Hitler nos ayudan aconsiderar, que es ser ese ario de raza superior,descendiente de Aquiles, el gran griego. El militar demilitares, aquel a quien todos tienen blind obedience, la fe enla causa y la conciencia en un ser “supra-humano” como19 Cf. "En nuestro movimiento tenemos desarrollado esta fidelidad en elseguimiento al líder, esta obediencia ciega de que todos los demás nosaben nada, y que nos dieron a nosotros el poder para superar todo."(2771-PS) El deber de la obediencia es tan fundamental que se incorporacomo el segundo de los mandamientos del NSDAP para los miembros delpartido: "Nunca ir en contra de la disciplina" (2771-PS). Como Ley dijo:"… Nuestra conciencia es clara y exactamente definida. Sólo lo que AdolfHitler, el Führer, ordena, permite o no permite es nuestra conciencia"(2771-PS). OFFICE OF UNITED STATES CHIEF OF COUSEL FOR PROSECUTION OF AXISCRIMINALITY. Nazi consiracy and agression. Volume I. Whasington: United StatesGovernment Printing Office. 1946. P. 193. Traducción libre.

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Hitler. Un claro ejemplo de esto lo retrata extremadamentebien Borges en lo que siente Linde al definirse dentro de unacausa.

Nadie puede ser, digo yo, nadie puede probar unacopa de agua o partir un trozo de pan, sinjustificación. Para cada hombre, esajustificación es distinta; yo esperaba la guerrainexorable que probaría nuestra fe. Me bastabasaber que yo sería un soldado de sus batallas.Pues, Aunque él me quitara la vida, en élconfiaré. Job 13: 1520.

Así mismo, considero que es el sentimiento de Eichmannque no peco por negligencia, sino que cumplió a cabalidadtodo lo encomendado según su formación porque para eso habíaotro que pensaba en una causa diferente, más ardua quepermitía sacar el temor a la guerra, y proponer algo más profundo.Como dice Linde: “Al fin creí entender. Morir por una religión es más simpleque vivirla con plenitud”21. Y esa vida en plenitud no era otra quela causa de una Alemania como la había visto Hitler, prosperay libre, la cual apoyo el partido.

Esto quiere decir, que ser un militar alemán tiene en síuna estructura como " partido político." Con la diferenciaque pensar ese momento histórico tan particular, era creerque la disciplina, y método del partido nazi no estabaadaptado al proceso democrático de persuasión. Era uninstrumento de la conspiración y de la coerción. Pues el Partido noestaba organizado para tomar el poder en el Estado alemán porganar el apoyo de la mayoría del pueblo alemán sino paratomar el poder en contra de la voluntad del pueblo como lonarra el informe de enjuiciamiento de los militares nazis22.

Según Octavio Paz, la historia es lo que nosotroshacemos. Nosotros: los vivos y los muertos. Pero ¿somos acaso

20 Op. Cit. BORGES, Jorge Luis. El Aleph. Pp. 32-36.21 Ibíd. P. 36.22 Op. Cit. OFFICE OF UNITED STATES CHIEF OF COUSEL FOR PROSECUTION OF AXISCRIMINALITY. P. 122.

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responsables de lo que hicieron los muertos? Somosresponsables por lo que aplicamos aún así se nos estecohibiendo.

En cierta medida, sí lo somos: ellos nos hicierony nosotros continuamos sus obras, las buenas ylas malas. Todos somos hijos de Adán y Eva, laespecie humana tiene los mismos genes desde queapareció en la tierra. La historia chorrea sangredesde Caín: ¿somos el mal? ¿O el mal está fuera ynosotros somos su instrumento, su herramienta? Unpersonaje delirante de Sade creía que el universoentero, de los astros a los hombres, estabacompuesto de «moléculas malévolas». Absurdo: nilas estrellas ni los átomos, ni las plantas nilos animales, conocen el mal. El universo esinocente, incluso cuando sepulta un continente oincendia una galaxia. El mal es humano,exclusivamente humano. Pero no todo es maldad enel hombre. El nido del mal está en su conciencia,en su libertad. En ella está también el remedio,la respuesta contra el mal. Ésta es la únicalección que yo puedo deducir de este largo ysinuoso itinerario: luchar contra el mal esluchar contra nosotros mismos. Y ése es elsentido de la historia23.

Esta es la historia de los militares Nazis, también ladel partido, que bajo la Führerprinzip, estaba obligado por unadisciplina de hierro en una pirámide, con el Führer, AdolfHitler, en la parte superior y la ampliación en un numerosoLiderazgo, compuesto por señores de un muy gran número deafiliados del partido en la base. Queriendo decir, que deninguna manera todos los que pudieron haber apoyado elmovimiento de una manera u otra eran miembros reales delpartido, eran más bien instrumentos del gran titiritero. Yaquí otra vez volvemos con Arendt a expresar lo banal de estemal causado por una persona, lo fatuo de sus acciones, puesesa raíz no habita en el, pero en pro de lo que le define23 PAZ Octavio. Itinerario. Editor digital: Pepito grillo Editorial. 1994.ePub base r1.2. Pp. 294 – 296.

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actúa, es decir: “tomó el juramento del partido que, en efecto, lo ascendióa una abdicación de la inteligencia personal y la responsabilidad moral. Este fue eljuramento: "Juro fidelidad inviolable a Adolf Hitler”24.

Asimismo esto era para Eichmann ser un militar en lacausa Nazi, jurar obediencia absoluta a él (Hitler) y a loslíderes designados para desempeñar su labor. Como aquello quesegún Linde requería Saulo de Tarso. Un seguimiento en lapráctica con una idolatría y auto-entrega más oriental queoccidental25.

Lo que nos lleva en contra posición con lo que exponeArendt al pensar en la libertad en su obra de qué espolítica. Si bien, la idea de libertad es idéntica alcomienzo o, hablando otra vez kantianamente, a laespontaneidad, no resta más que ser muy extraña porque es unrasgo característico de nuestra tradición de pensamientoconceptual y sus categorías de identificar libertad conlibre albedrío y entender por libre albedrío la libertad deelección entre dos alternativas ya dadas —dicho toscamente:entre el bien y el mal— y no simplemente la libertad dequerer que esto o aquello sean así o asá26. Cosa que en elestado de excepción hobesiano y en la vida del militar nazino existen. No hay libre albedrio, no hay oportunidad dehacer una escogencia del bien y el mal. Lo único que hay esla capacidad de hacer las cosas, y sino a cambio tu muertepor traición a la patria, o la de tu familia, porque lacausa del partido es más grande que el deseo y bienestar deunos cuantos.

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Ya para finalizar realicemos unos párrafos conclusivosde nuestra cuestión. ¿Cómo entender el juicio y pena demuerte de Eichmann? ¿Qué nos diferencia de él al sentenciarlea pena de muerte? ¿Cómo leer aquí esta significación24 Op. Cit. OFFICE OF UNITED STATES CHIEF OF COUSEL FOR PROSECUTION OF AXISCRIMINALITY. P. 122.25 Ibid. P. 123.26 ARENDT, H. ¿Qué es política? Barcelona: Ed. Paidós. 1997. Pp. 66.

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histórica de un mal vano, soso, vacio, inicuo que sólo seapoya en una coacción a diferentes niveles?

Ante lo cual sólo queda cuestionarnos la manera deactuar. Y pensar que la historia como en el argot popular sedice es de los vencedores, ellos son los que determinan dealguna forma la pauta moral de una sociedad. Porque lo quefue bueno en una época y momento, en otra no lo será.

Claro que cada tradición tiene naturalmente sus buenosmotivos, en los que aquí no podemos entrar, y fueronextraordinariamente fortalecidos por la convicción extendidaya desde la Antigüedad, de que la libertad no sólo no resideen la acción y en lo político, sino que, al contrario,únicamente es posible si el hombre renuncia a actuar, seretrae sobre sí mismo retirándose del mundo y evita lopolítico. Quizá esa era la opción de Linde o de Eichmann perono fue así. Frente a esta tradición conceptual y categorialse levanta no sólo la experiencia, sea de tipo privado opúblico de todo hombre que nos permite juzgar en Jerusalén oen cualquier tribunal internacional, bajo la consciencia quefrente a ella también se alza sobre todo el testimonio nuncacompletamente olvidado de las lenguas antiguas, en que elgriego archein significa comenzar y dominar, es decir, serlibre, y el de un verbo latino agere que habla de poner algoen marcha, es decir, desencadenar un proceso para el cambiode las consecuencias de lo que se vivió27.

Quizá nuestra intención con Arendt es que no se repitalo ocurrido, y con un castigo ejemplarizante podamos vernoslibrados de una ideología de semejante calaña. No así, esosignifica que la gente va a cambiar su comportamiento en lahistoria, sólo que escarmentemos mediante la justicia banalun mal banal, reconociendo el deterioro de nuestrasinstituciones de justicia en el estado.

Lo que nos da a reflexionar la incapacidad de pensar noes estupidez pues la podemos hallar en gente muy inteligente,

27 Ibíd. P. 66.19

y la maldad difícilmente es su causa, aunque sólo sea porquela ausencia de pensamiento y la estupidez son fenómenos muchomás frecuentes que la maldad, no podemos hacer estejuzgamiento y conclusión, más por estupidez no se nos puedejuzgar plenamente en el derecho. Sólo los actos, son los quese pueden cuantificar. El problema radica precisamente en elhecho de que para causar un gran mal no es necesario un malcorazón, fenómeno relativamente raro, según Arendt. Sino quepara prevenir el mal en términos kantianos se necesitaría dela filosofía, un ejercicio de la razón como facultad depensamiento. Lo cual constituye un gran reto, incluso sisuponemos y damos la bienvenida al declinar de lasdisciplinas, la filosofía y la metafísica, que durante muchossiglos han monopolizado esta facultad de pensar. Dejando elpensamiento que interrumpe toda acción, toda actividadordinaria, cualquiera que éstas sea y nos ayuda a dirimir(juzgar) nuestro actuar28.

Aún así, permanece la cuestión ¿Cómo entender el juicioy pena de muerte de Eichmann? Pues como relata la filosofaHausner solicitaba el castigo del monstruo más anormal quejamás vieran los humanos, y, al mismo tiempo, pretendía queal castigar al procesado se castigara, en su persona, a«muchos que fueron igual que él», e incluso «al movimientonazi y al antisemitismo globalmente considerados». Elproblema consistía que los jueces sabían que hubiera sido muyreconfortante poder creer que Eichmann era un monstruo,incluso teniendo en cuenta que llegar a tal convicciónsignificaba la frustración de los deseos de Israel, o, por lomenos, que el caso perdiera todo interés. Mas no era así, élno era un nuevo Barba Azul29.

Lo que nos lleva al hecho de lo irracional, en estecaso, y es que hubo muchos hombres como Eichmann, y otrosque no fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, ysiguen siendo, terrible y terroríficamente normales (vanos).

28 ARENDT, H. De la historia a la acción. Barcelona: Paidós. 1995. P. 115.29 ARENDT, H. Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad delmal. Barcelona: Lumen. 2003. P. 165.

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Que desde el punto de vista de nuestras institucionesjurídicas y de nuestros criterios morales, esta normalidadresultaba mucho más terrorífica que todas las atrocidadesjuntas, por cuanto implicaba que este nuevo tipo dedelincuente que se había dedicado con gran ardor a destruirlas pruebas de sus delitos, en el curso de los últimos mesesde la guerra, no pudiera ser castigado30.

Tal diatriba nos hace plantear en los modernosordenamientos jurídicos, que hablan sobre la comisión de undelito la imprescindibilidad que concurra el ánimo de causardaño. En otras palabras, plantea a la jurisprudencia de lospaíses civilizados una nueva nota frente a esos vacios deley, que enorgullece, pues el elemento de lo consistente, yel llamado factor subjetivo a la hora de juzgar son tomadasde las olvidadas afirmaciones a las que Eichmann fue sometidoen virtud de la acción de la justicia, y que talesafirmaciones fueron, en verdad, la justificación suprema dela pena de muerte pero también causa para los cambios en lamanera de juzgar. Porque si tenemos mal banal, la justicia nopuede tener esta categoría y tiene que aprender de lo que aella se propone31.

Tal vez, esta sea nuestra solución final como héroes dela historia judía del consejo de Sión. No nos restaba sinonuestro carácter accesorio, y que cualquier otra personahubiera podido desempeñar ser culpable por igual en elcomportamiento de Eichmann. A lo último con la pena de muerteimpuesta a él, la justicia fracaso, obro como aquello que sele imputo a Eichmann. Queriendo decir que ese juicio todos, ocasi todos, son culpables, y al mismo tiempo nadie. Quizáesta es una conclusión muy generalizada, pero nosotros no laaceptamos. Y si así nos comportamos, no nos queda sino clamarel por qué de nuestras razones:

Y si no comprendes las razones por las quenos negamos a aceptarla, te recomendamos que

30 Ibid. P. 165.31 Ibid. P. 165

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recuerdes la historia de Sodoma y Gomorra,dos vecinas ciudades bíblicas que fuerondestruidas por fuego bajado del cielo porquetodos sus habitantes eran culpables. Esto,dicho sea incidentalmente, ninguna relaciónguarda con la recién inventada teoría de la“culpabilidad colectiva”, según la cual haygente que es culpable, o se cree culpable, dehechos realizados en su nombre, pero quedicha gente no ha realizado, es decir, dehechos en los que no participaron y de losque no se beneficiaron. En otras palabras,ante la ley, tanto la inocencia como la culpatienen carácter objetivo, e incluso siochenta millones de alemanes hubieran hecholo que tú hiciste, no por eso quedaríaseximido de responsabilidad32.

Lo que nos dará a obrar que la injusticia y la maldad enrealidad “no son” por sí mismas, más bien se trata de laausencia de lo justo y lo bueno, elementos que nuestrasociedad debe alcanzar33.

32 ARENDT, H. Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad delmal. Barcelona: Lumen. 2003. P. 166. 33 RAMÍREZ P, Jorge y MORQUECHO G.A. Repensar a los teóricos de lasociedad. Guadalajara: Universidad de Guadalajara. 2011. P. 235.

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