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Renold, Juan MauricioReligión, estudios antropológicos sobre sus problemáticas. - 1c ed. -

Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Biblos, 2015.

307 pp.; 23xLG cm. - (Culturalia)

ISBN 978-987-691-380-5

1. Religión. 2. Antropología. 3. Estudios. I. TítulocDD 306.6

Diseño de tapa: Lucíano Tírabassí U.Atmad.o:Ana Souza

@ Los autores, 2015@ Editorial Biblos, 2015Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos [email protected]ítoríalbíblos.com I www.edítorialbíblos. comHecho el depósito que dispone la Ley 17.723Impreso en la Argentina

No se perrnite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la trans-misión o la transforrnación cle este libro, en cualquier forrna o por cualquier meclio, seaelectrónico o mecánico, mediante fotocopias, ügitalización u otros métoclos, sin el per-miso previo y escrito del eütor. Su infracción está penacla por las leyes 11.723 y 25.446.

Esta primera ediciónse terminó de imprimir en ELías Porter Talleres Gráfrcos,Plaza I2O2, Buenos Aires,República A,r'gentina,en abril de 2015.

IntroducciónJuan Mauricio Renold

Religión y análisis estructural:los sistemas de creenciasJuan Mauricio Renold y So¡'c

'Yo tengo un don"Herrnenéutica y antropología dla sospecha de los símbolosPablo Wríght........

Religión y fenomenología: hacia r

Rubén Vasconi......

Religión, Estado ¡' plurnlisme. ¡

Iglesia y Estado en la ArgentinUn estudio en Ia perspectiva deevangélicasHilario Wynarczyh

Religión, etnia e identidad: nota:Sofra Fernánde2 ...........

Religión y migración: campo deGeorgina Granero.....

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ln¡¡enmiento, el alquiler, la trans-rb frrma o por cualquier meclio, searlir-jón u otros métoctos, sin el per-

laed.a por las leyes 11.723 y 25.446.

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Índice

IntroducciónJuan Mauririo Renold ....................... 9

Religión y an¿álisis estructural: aproximación al an¡flisis estructural delos sistemas de creenciasJuan Mauricio Renold y Sofía Fernández ........ 77

'Yo tengo un don-'Herrrrenéutica y antropología de la religión: entre la escucha yla sospecha de los símbolosPablo Wright........ ........... 65

Religión y fenomenología: hacia una oomprensión del fenómeno religiosoRubénVasconi...... ........' 87

Religión, Estado y pluralismo, panorama en transición:Iglesia y Estado en la ArgentinaUn estudio en la perspectiva del campo religioso forrrado por las iglesiasevangélicasHilarioWynarczyh ........99

Religrón, etnia e identidad: nota sobre la danza y la rueda espiritual qomSofra Fernd.ndez ........... .................. 129

Religión y migración: campo de estudio y debates contemporáneosGeorgina Grqnero,,... ...,747

Religión y políticaPluralismo político y pluralismo religioso: nuevos escenarios y matricesanalíticas de la relaciónNicold.s Panotto

Religión y educaciónIglesia y educación, a treinta años de democracia en la ArgentinaLaura Gracielo Rodríguez

Religión y géneroLas órdenes religiosas femeninas en la ciudad de RosarioMarcelo Ulloque y Gabriela Dalla-Corte Caballero...

Religión y perfor:rnance: Ia experiencia del Om en devotosSai Baba argentinosRodolfo Puglisi

Religión y sexualidad: apuntes sobre la educación sexual enescuelas católicas en la Argentina contemporánea desde unaperspectiva "foucaultiana"Guillermo Romero

Religión y "vivencias"La zona: territorio urbano e intersecciones religiosasRubén Chababo

Los autores

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Introducción

Juan Mauricio Renold

En toda una serie de volúmen201L,2012) ha sido nuestra inutuuíeran algo que decir sobtr-'l:Ias creencias, sus prdctrcos; fuerdescriptivos o comprensir-os -r-.

modalidades que hacen a la conIos hechos con los cuales trabaindagaciones, independientem€rgicas especficas en

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También, en Ia medida de lo po,

sen representados profesores e ide Rosario o instituciones en el ala actividad productiva intelecrumucho más amplio que su acotapital Federal y sus idluencias- ¡'pilación continuamos con esta Ien el desarrollo de consideracirpresentes (análisis estrtrcturcl - )

tea¡rriento de problemáticas de ireligión-Estado, migrac iones. ctxualídad, uiuencias) y su rincuL;religiones o, como suele deci-nepero que "identifrca" inmediata¡

Los títulos de los trabajospara el lector una relación pr

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Religión y género: las órdenes religiosasfemeninas en la ciudad de Rosario

Marcelo Ulloque y Gabriela Dalla-Corte Caballero

Introducción

La construcción del Estado Nacional argentino tuvo su inicio a mediadosdel siglo xrx, implicando entonces el surgimiento de una serie de fenóme-nos vinculados, prioritariamente, con las economías productoras de mate-rias primas y su exportación al llamado Viejo Mundo. Estos fenómenos im.-plicaron el diseño de una sociedad tradicional y moderna; la ponderaciónde corrientes intelectuales que se manifestaron a favor de la inmigraciónextranjera, contraria a las poblaciones aboúgenes originarias, y eI privi-Iegio de Ia decisión centralizada, tanto al nivel político como religioso. Lasociedad argentina (gestada como país independiente, y defrnida por laintegración de los inrnigrantes y por Ia eliminación o marginación de laspoblaciones indígenas autóctonas) sostuvo la imagen de "mujer domésti-ca", carente de vida pública, centrada en la vida privada y en las prácticasculinarias (Caldo, 2011). La modernizacíón se fundó en las ideas morali-zantes, propias del pensamiento positivista, higienista y eugenésico de laépoca, contando con confrguraciones políticas yjurídicas que garantizarorael desarrollo económico-social en el marco de Ia defrnición de la naciona-lidad y la ciudadanía para la República Argentina (García Jordán y Da-Ila-Corte, 2005).

Esta perspectiva institucional e ideológica hizo posible el confrnamien-to de la participación femenina en el espacio público, así como la compren-sión de la constitución genérica del espacio político nacional. La exclusiónde las mujeres de los espacios de sociabilidad política fue la base de la or-ganización del Estado-nación; esto explica por qué las mujeres fueron pri-

l2t7 I

278 Malcelo lllloque y Gabriela Dalla-Cofte Caballero

vilegiadas en la vida privada, en el ámbito familiar, en la reproducción yla maternidad, en la vida religiosa contemplativa, en el ejercicio de la pros-titución y en el diseño literario en manos masculinas. Pero estos ámbitosno fueron los únicos: como ha señalado Yolanda de Paz Trueba (2010), lairnagen de las ultimas décadas del siglo xrx mostró la supuesta pasividade indefensión de las mujeres frente a los dispositivos de control, cuando enverdad las mujeres hacían política y se presentaban ante Ia Justicia local.

La historia de las mujeres impulsada en el país hacia la década de 1990reivindicó precisamente la transforrnación de los estudios de estas realida-des femeninas, desplazando así el interés por los ámbitos sociales elitistas,las instituciones norrnativas y políticas, y el tradicional sometirniento de lasmujeres a las imposiciones religiosas y económicas. Como han afirrnado, Mi-randa Lida y Diego Mauro (2009), el catolicismo impulsó Ia modernizaciónargentina, en especial en el peúodo de entreguerras (1919-1939), al compásde la conforrnación de la sociedad de masas y del éxito del "rnito de la nacióncatólica".

En este período de organización del Estado Nacional, es decir, durantela segunda mitad del siglo xtx, las mujeres participaron activamente enel ámbito de las redes y de las relaciones sociales, en virtud de su impo-sibilidad de participar en el sufragio femenino o de convertirse en repre-sentantes (Dalla-Corte y Piacenza,2006). Siguiendo esta línea, el ámbitoreligioso fue uno de los espacios de mayor vinculación para que las mujerespudiesen actuar y llevar adelante sus pretensiones sociales y el cuidadode los sectores considerados menos favorecidos. El otro ámbito fue el edu-cativo, imponiendo siempre el progreso, la nacionalizacióny Ia ciudadani-zación de la sociedad argentina (Valobra, 20t0), incluyendo también a lainfancia (Lionetti y N.{ígluez, 20 10).

En este sentido, los grupos dirigentes que buscaban organizar el Esta-do-nación se abocaron sutilmente a la defrnición de las imágenes patrió-ticas, irrrplementadas especialmente en las nuevas generaciones de niñosy niñas a través del ámbito educativo (Zaidenwerg,20LI). En este campopedagógico, el país adoptó un sistema estatal y laico que conjugó su fun-cionamiento con la expansión de la Iglesia Católica (Bianchi, 2000; Mar-tín,20LO) y de las órdenes religiosas provenientes de Europa (Dalla-Corte,2004,2007).

Ahora bien, si reconsideramos a Joan Scott (1990), la investigadorafundadora del pensamiento feminista de género de la ultima década delsiglo xx, partimos de Ia idea de que la diferencia entre lo masculino y lofemenino no es algo propio del sentido común, sino una clara problemáti-ca de lo que está contextualmente defrnido y construido. Sobre esta base,nuestra pregunta es la siguiente: ¿cómo ignorar esos verdaderos laborato-rios de prácticas y discursos sobre el deber ser de las mujeres, que son losasilos y las congregaciones religiosas, las cuales funcionan como "usinas"al promover conductas, actitudes, y valoraciones de género?

Religión y género

Gracias a Scott {u}-a care3r--/

Argentina en la década de 199tjculación como categoría social qComo ella lo afirrna, el género e= r

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primera mitad del siglo s. cr-rn

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Religión

La construcción del Estadi' l'sociedades de beneficencia 1' de

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:u¿ ',' Gabriela Dalla-Corte Caballero

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¡ado Nacional, es decir, durantee= participaron activamente en

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¡ue buscaban organizar eI Esta-lnición de las imágenes patrió-> nue\-as generaciones de niñosdenrr-erg, 2OlI). En este campoataf )- laico que conjugó su fun-

= Católica (Bianchi, 2000; Mar-nientes de Europa (Dalla-Corte.

Scort ( 1990), la investigadora{enelo de la úItima década delLrencia entre lo masculino y lonún. sino una clara problemáti-r r- construido. Sobre esta base.nDrar esos verdaderos laborato-" ser de las mujeres, que son loscuales funcionan como "usina-.-ciones de género?

Religión y género 2L9

Gracias a Scott -cuya categoría de género irrumpió en Ia RepúblicaArgentina en la década de 1990 con un gran influjo-, se observó su vin-culación como categoría social que se impone sobre un cuerpo sexuado.Como ella lo afrrrna, el género es un elemento constitutivo de las relacionessociales y es una manera de significar las relaciones de poder. Puede seranalizado desde cuatro vertientes: los símbolos disponibles culturalmente,Ios conceptos nornativos, Ias instituciones sociales y las organizaciones, yia identidad subjetiva. Se trata de un concepto, y de una teoría, que perrni-te examinar las forrnas en que son construidas las identidades genéricasen el marco general de la vida social, y con relación a actividades, organi-zaciones sociales y representaciones culturales históricamente específicas(Moore, 1991).

Asimismo, destacamos la importancia teórica de los aportes de JudithButler (2002),para quien el género ya no es una construcción social efec-tuada sobre un cuerpo sexuado biológicamente deterrninado. Butler cues-tiona la misma idea de sexo, considerándola una construcción ideal que se

materializa a través del tiempo. El sexo no sería ya un dato corporal, unasuperficie sobre la cual inscribir deúerrninad.o género, sino que se revelaríacomo una norrna cultural que se produce y se desestabiliza a través de lareiteración de pautas que la autora compara con los actos "perforrnativos"del habla, esto es, de esa práctica discursiva que realiza lo que nombra.Butler acepta la noción de Michel Foucault de un poder regulador queproduce a los sujetos que controla, no sólo externamente, sino a travésde la propia for:rnación de los sujetos en un proceso de "generización". Noobstante, esta "generizacíón" es una práctica que nunca se concluye, quese reitera y, en esta repetición, es que se demuestra su inestabilidad, apesar de que es un proceso necesario para ser considerado alguien viablepor nuestra sociedad (Barrancos, 2007).

Sobre esta base, nos centramos en la problemática de la religíón comorepresentación y comportamiento, así como en los problemas de género,sustentados durante la organización del Estado Nacional argentino, vin-culando el peso de la religión implementada entre frnales del siglo xtx y laprimera mitad del siglo )o(, con el diseño de la inmigración europea y dela consewación de la diferencia sexual. Finalmente, nos centramos espe-cialmente en el espacio rosarino como ejemplo de organizaciónfemenina através de la religiosidad.

Religión

La construcción del Estado Nacional fue paralela a la organización desociedades de benefrcencia y de caridad for"rnadas por mujeres, tanto enámbito laico como religioso. En las sociabilidades femeninas encontramos,precisamente, las actividades frlantrópicas y benéficas de las mujeres en-

220 Malcelo Ulloque y Gabriela Dalla-Cofte Caballero

tre frnes del siglo xtx y las primeras décadas del >or. Tras la guerra de laTriple Alianza contra Paraguay, Ias regiones argentinas vinculadas coneste conflicto, en especial la zona de la reciente ciudad de Rosario, se vie-ron afectadas precisamente por la necesidad de salvaguardar a quienesregresaban de la guerra. Las mujeres se plegaron a la diversificación defunciones públicas, y las sociedades benéfrcas ocuparon un papel prepon-derante en Ia división sexual del trabajo público y político, otorgando a lasasociaciones femeninas laicas y religiosas un papel en el escenario socialde Ia mano del reconocimiento de las instancias estatales.

Como sabemos, la construcción de la nación argentina se centró en eldiscurso de la modernidad y del progreso. En el ámbito femenino, la histo-ria nos muestra que las mujeres estuvieron presentes en las concepcionespolíticas emergentes y participaron en diversos espacios de sociabilidad,tanto forrnales como informales. En especial, nos interesa señalar su par-ticipación en las cofradías, Ias asociaciones, las asociaciones mutuales, lassociedades benéfrcas, Ias sociedades literarias y frlantrópicas, y en los en-cuentros de lectura y de poesía que aseguraron la presencia del Estado Na-cional, por un lado, y Ia conservación de Ia religiosidad (Folquer y Amenta,20L0), todo ello al margen de la actuación política directa. Precisamentepor ello, la historiografíaha recuperado y revalorizado el anáIisis de lasestrategias asociativas y de sociabilidad como forrnas políticas de actua-'óion

l¡.'\ñrlca.En un estudio específrco sobre el tejido social tucumano, Cynthia Folquer

(2011) nos rmrestra su desestr-ucturación durante Ia epidemia de cóleta queimpactó a la provincia a finales del siglo xrKy que ttansfomaó el rnaagrnanoreligioso como consecuencia de la expansión de la peste del cólera morbus.como señala la autora, en ese momento la sociedad civil procuró encontrara los culpables al identificar la enferrnedad como "cólera divina", al tiempoque se buscó la salvación para liberarse de la muerte y del "más allá". Latradición bíblica sirvió entonces para restituir la urdimbre de solidaridadquebrada por la muerte. De acuerdo con Folquer (20II:74):

Las ideas imperantes en el imaginar{o religioso de un sector.ma-yolitario de los pobladores de Ttrcumán fortalecieron la creencia enun Dios vengador que azotaba a sus criaturas con la enfermedad yvigorizalon un discur.so r.eligioso de condena moral de la población.El terrol ante un mal desconocido dominó tanto en la ciudad comoen las zonas rulales y los pobladores recurrier.on con oraciones y pro-cesiones a implorar la "gracia del cielo" pat'a frenar la muerte. Porotro lado, la catástrofe sanitaria impulsó a muchos al compromiso deay'uda a los más dolientes. Cuidar de los enfermos, acogel a los huér-fanos y entelran a los muertos fueron actiüdades que encontranonglan cantidad de voluntalios. Los lazos solidarios se fortalecieron yreconstituyeron el tejido social queblantado.

Religión y género

Según Cándida Martínez Lapron apreciadas como virtudes es

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Religión y género 22t

Según Cándida Martínez López ( 1994), la virginidad y la castidad fue-ron apreciadas como virtudes esenciales de las mujeres en las sociedadesantiguas. Las jóvenes antes del matrimonio eran denominadas genérica-mente uírgenes y era una etapa en la que debían mantener intactas todassus fuerzas, su potencial para una futura maternidad. Ellas eran las másapropiadas para dirigir las plegarias y las súplicas a los dioses y diosas,y es por ello que en las ciudades antiguas se crearon rituales y sacerdo-cios como mecanismos de socializacíón femenina. En ese contexto, uirgono es una privación o una ausencia sino una potencia de vida que lajovenaportará a la familia que ingrese, una reserva de la maternidad. La uirgoera reconocida por su atuendo y por sus amuletos, como sucedía con todoslos órdenes y estratos sociales en Roma. Se creía que toda relación sexualmarcaba la sangre de la mujer y que ella transmitía a sus hijos las par-ticularidades de su primer amante. La no virginidad de una joven atraíadesgracias para su familia. Había que cuidarla y resguardarla para obte-ner más tarde frutos mejores en un matrimonio. Los cantos sagrados delas vírgenes en procesiones y ceremonias purificaban la ciudad.

Por su parte, Montserrat Cabré (1994) se ha centrado en la incidenciadel curso de la vida de las mujeres en el proceso de institucionalización desu dedicación a la vida religiosa, en el contexto de los condados catalanesentre los siglos x y xr. Se apoya en la antropóloga Ida Magli (1975), quienha interpretado el monacato femenino como un espacio social en el que lasmujeres se liberan de algunas de sus funciones socioculturales, que recha-za el matrimonio y establece un vínculo con lo sagrado que facilita un pro-yecto femenino de autofrnalidad. Rosa Rossi (1988), por su parte, valoraesta interpretación pues supera la oscilación de considerar eI monacato unparaíso de la libeftad para las mujeres o una privación total de la misma.Para Magli, el monacato femenino es un espacio social de mujeres surgidoen y legitimado por sociedades patriarcales, en eI que debemos valorar Iovivido por monjas en tanto que son mujeres que viven y vivieron en esassociedades.

Que no haya datos relativos a comunidades religiosas femeninas enlos condados catalanes antes del siglo rx no quiere decir que no existieranmujeres dedicadas a la vida religiosa. Eustaquio Sánchez Salor (1976) con-cluye que existen forrnas diferenciadas de dedicación de las mujeres a lavida religiosa: vírgenes consagradas a Dios y viudas célibes que vivían enel mundo laico, monjas conventuales, mujeres que vivían en monasteriosplacticando una vida cuasimonástica pero sin obligación de hacer votos yotras mujeres reclusas o confrnadas en monasterios por otros motivos. Elmonacato femenino vino a institucionalizar forrnas previas de dedicaciónde las mujeres a la vida religiosa.

Aunque con historias particulares diversas los monasterios femeninoscatalanes entre los siglos rx y xr son fundados por miembros de la noble-zapara albergar a mujeres de sus familias, hijas, viudas o esposas repu-

9t, Marcelo lJlloque y Gabriela Dalla-Cofte Caballero

diadas. Este proceso se produjo paralelamente al establecirrriento de unnuevo sistema de organización del parentesco. Para los hombres, eraninstituciones donde canalizar las vidas de mujeres de su grupo familiar,expandiendo la feudalización de las relaciones sociales. Para las mujeresnobles, eran espacios sociales estables y legitimados, alternativos aI ma-trimonio, en un momento histórico en el que disminuía su capacidad deadministrar su patrimonio particular. El monacato femenino per:rnitió alos hombres neutralizar los efectos negativos de las mujeres "excedentes"mientras buscaban la afrr:rnación de la patrilinealidad y la prirnogenituramasculina. También era un destino para las hijas nacidas de relaciones nosancionadas socialmente, colaborando en la disminución del infanticidiofemenino. Esta práctica social, la institucionalizacón del monacato feme-nino, fue producto de Ia negociación entre los intereses patriarcales y losintereses de algunas mujeres.

Para analizar lo que se norrnatiza hacia algunas mujeres, Marta Ma-dero (1994) estudia el control de la palabra femenina a partir del texto defray Hernando de Talavera, "de cómo se ha de ordenar el tiempo para quesea bien expendido", dedicado a la condesa de Benavente, su penitente(Talavera, 1911). Este tipo de textos frjan para las mujeres el empleo idealdel tiempo para llegar a la salvación. El tiempo es vida, por ello daremoscuenta en el Juicio Final del tiempo perdido en conversaciones vanas o

dañosas. El ideal para las mujeres es la vida monacal, pero las casadas sevuelven virtuosas al someterse al marido en todo. El día se desarrollaráentre oraciones, atención de los necesitados, gobierno de la casa, almuer-zo, recreacíón, siesta, nuevas oraciones, labores de manos, control de susdoncellas, consolación de sus hijos, cena y lectura.

La salvación está en el control que se ejerce sobre la palabra, en parti-cular sobre una "verbalidad" femenina que se teme desbocada. La incon-tinencia verbal, el gusto por las murrnuraciones y por revelar los secretoses en ellas un apetito natural, dice Juan García de Castrojeriz (García deCastrojeriz y Beneyto Pérez, 1947), que se ha de atribuir a una constitu-ción física muelle. Si pueden dar un consejo satl.o, es por inspiración divinao angélica, y eventualmente en su experiencia mística son un cuerpo ha-blado por Dios. La palabra femenina inquieta, pues se sospecha de hechi-zos, de secretas sabidurías o necedades.

Género

La categoría "género" (surgida del térrnino anglosajón gender) se po-puTarizó en la década de 1990, difetenciando su utilización del conceptode sexo. "Sexo" hacía ya referencia a Ia diferencia biológica, mientras que"género" aludió a los procesos sociales y culturales de la distinción entre lofemenino y Io masculino. El concepto de género, a la larga, ha servido para

Religión y género

analizar la diferenciación ser:(Lamas, 1999)y como instrr-Lm¿

A partir de la década de L9¡de las mujeres en Ia A'gentin:bate académico, si bien de m-.:de la transfor:rnación políticaLa urgencia de las acciones ' rnario hacia el socialismo :. . ! -dades atrasadas dentro del m-momento del proceso de ca-mi-'r

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En los años 70, ) a irriciir:asociedades latinoamerics n L. l,cilaba entre su subordinac-- : :forrnación social y el enftqur :r:como base de la familia. a 1:--. itando con la promoción de l

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década, cuando otlos ercr --;:de las mujeres recibe el i-nnpu-l=.

organizaciones -Unesco. U:- :.propuestas y debates. Gn:!" .Ios primeros en conciliar i = :estudios sistematizados. qu; :-pecÍflrcos, como los estudir-,= s :rmería o en la docencia.

La década de 1980 trai . ''*:-gentina en 1983, la posibihd=:militantes feministas v ls l=¡,::De glan irnpacto en nue:tr =-francesa como italiana. =e:-= --cotidianeidad.. La Histoirt r.- - -el prestigio de sus ditect,.,r.= ú"ción por los sujetos concrÉt.': ::sentían nuestros antepaLsad. = -1990) dirigida nuevamente !. :qué de una esclitula sobre -= :-

Los prirneros trabajos de r, ,

cer visible lo invisible-. de=:e:'en la historia, en la politic=. .:importancia era negada p(-.: - :cuando daban lugar a aleur. :-nal, esto es, fuera de la n,--,mr:'- .I95D o Manuelita Rosa-. l: - l-

ique ]. Gabr.iela Dalla-Corte Caballero

mente al establecimiento de unnt€sco. Para los hombres, erane mujeres de su grupo familiar,iones sociales. Para las mujereslesitimados, alternativos al ma-que disminuía su capacidad demonacato femenino perrrritió a

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ia algunas mujeres, Marta Ma-e t-émenina a partir del texto dea de ordenar el tiempo para que,=a de Benavente, su penitentepara las mujeres el empleo idealiempo es vida, por ello daremosüdo en conversaciones vanas oda monacal, pero las casadas seen todo. El día se desarrollará

rs. gobierno de Ia casa, almuer-¡bores de manos, control de susItrtuIa.jerce sobre Ia palabra, en parti-e se teme desbocada. La incon-:iones y por revelar los secretoslarcÍa de Castrojeriz (García de, ha de atr{buir a una constitu-i -<ano, es por inspiración divinancia mística son un cuerpo ha-eta. pues se sospecha de hechi-

nino anglosajón gender) se po-rdo su utilización del concepto:rencia biológica, mientras querurales de la distinción entre lorero, a la larga, ha seruido para

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l

Religión y género 223

analizar la diferenciación sexual como base histórica de la desigualdad(Lamas, 1999) y como instrumento de participación femenina.

A partir de la década de 1960, la temática referida a la condición socialde las mujeres en la Argentina fue incorporándose progresivamente aI de-bate académico, si bien de manera dependiente de la problemática globalde la transfor"rnación política y económica de sociedades subdesarrolladas.La urgencia de las acciones arcalwar -para algunos, eI cambio revolucio-nario hacia el socialismo y, para otros, el desarrollo económico de socie-dades atrasadas dentro del marco capitalista- relegaba para un segundomomento del proceso de cambio la problemática de la discriminación de lamujer, pues este tema era considerado una contradicción secundaria o nofundarnental en el lenguaje de Ia época.

En los años 70, ya iniciada la espiral de radicalización política de lassociedades latinoamericanas, la problemática de Ia condición femenina os-cilaba entre su subordinación dentro de proyectos más amplios de trans-formación social y el enfoque tradicional que anclaba a la mujer argentina,como base de la familia, a las funciones o roles que debería cumplir con-tando con la promoción de los organismos estatales adecuados. En estadécada, cuando otros eran los temas de debate cotidiano, la problemáticade las mujeres recibe el impulso decisivo de las Naciones Unidas y de susorganizaciones -tlnesco, Unicef, FAo...-, creando una agenda de temas,propuestas y debates. Grupos y organismos no gubernamentales fueronlos primeros en conciliar los planteos reivindicativos feministas con losestudios sistematizados, que buscaban el mejor conocimiento de casos es-pecíficos, como los estudios sobre eI predominio de las mujeres en la enfer-mería o en la docencia.

La década de 1980 trajo, junto a la instauración democrática en la Ar-gentina en 1983, la posibilidad de una nueva confluencia entre las pocasmilitantes feministas y Ia labor académica de los círculos universitarios.De gran impacto en nuestro ambiente cultural, Ias historiografias, tantofrancesa como italiana, señalaron eI camino al renovar el interés por Iacotidianeidad,. La Histoire de la uie príuée (París, Seuil, 1985) legitimó conel prestigio de sus directores, Georges Duby y Philippe Ariés, la preocupa-ción por los sujetos concretos de la historia, por saber qué pensaban y quésentían nuestros antepasados. La Storia delle donrue (Roma-Bari,Laterza,1990) dirigida nuevamente por Duby, con Michelle Perrot, justificó eI por-qué de una escritura sobre la historia (o las historias) de las mujeres.

Los primeros trabajos de investigación se inscribían en la lógica de "ha-cer visible lo invisible", destacando la relevancia del papel de las mujeresen la historia, en la política, en Ia economía, en Ia cultura argentina. Estairnportancia era negada por los tradicionales libros de lectura escolar que,cuando daban lugar a alguna mujer, lo hacían por su desempeño excepcio-nal, esto es, fuera de Ia norrra. Así, si aparecían en ellos Eva Perón (1919-t952) o Manuelita Rosas (1817-1898), lo hacían por su vinculación con un

Marcelo Ulloque y Gabriela Dalla-Cofte Caballero

hombre poderoso, a quien dedicaban sus vidas, o por su papel de heroínastrágicas o sufridas, modelo siempre recomendable a las niñas.

El paso siguiente, a partir de las influencias de la posmodernidad en losaños 90, fue la recuperación de las historias de mujeres anónimas, es decirque no se destacaron ni por su militancia sindical ni política, pero que cum-plieron un papel importante al reproducir, al reconstruir, las relaciones depoder social aceptando una posición subordinada o no cuestionándola. Yano era suficiente estudiar a las heroínas, o a las precursoras del movimien-to feminista, sino que ahora se buscaba al sujeto común, representado porel ama de casa, la indígena marginada, la obrera textil; en suma, la mujerargentina, aun con su visión fragmentada y limitada del mundo, liberán-dola del deber ser en eI que los intelectuales la representaban.

Los estudios de Ia mujer en Ia Argentina pasaron del marco teór'icootorgado por el "feminismo de la igualdad" en las décadas de 1960 y 1970,al marco del "feminismo de la diferencia", propio de los 80 y 90. El primeroenfatizaba en la equiparación de oportunidades, salarios y legislación en-tre hombres y mujeres, a los que se pensaba como sujetos iguales desde unpunto de vista jurídico y de ciudadanía. El segundo, en cambio, consideraa hombres y mujeres esencialmente diferentes, por Io que requieren dere-chos diferenciales acordes a sus necesidades.

Una contribución importante del florecer de los estudios de historiade las mujeres fue la aparición de abundantes estudios de caso o investi-gaciones microlústóricas, que perrnitieron conocer mejor ciertos procesossociales. El acceso de Ia mujer aI espacio público y económico era pensadoinicialmente como una progresiva integración, de una menor a una ma-yor participación, deterrrrinada por eI simple devenir clonológico. Alg,.-nos estudios revelaron, en cambio, el importante papel económico jugadopor las mujeres en eI siglo xlx cuando, por ejemplo, asumían directamentetrabajos l'urales pesados y eran el eje de articulación de las economíasfamiliares. Otros estudios relacionados señalaron las décadas de los 30,de los 40 y de los 50 del siglo )ot como el momento de fuertes campañasmoralizadoras que establecieron un modelo de fernineidad, de ser mujer,que se mantuvo hasta las primeras impugnaciones de los años 60. Estolleva a una reflexión sobre la reversibilidad de los procesos sociales y a laconvicción de que las conquistas y derechos de hoy deben ser aseguradosperrnanentemente, pues son provisorios.

Un debate en curso aún en nuestros días plantea que los derechos delas mujeres y su revalorización son un fenómeno típicamente occidentaly propio de las sociedades desarrolladas, por lo que sería incorrecto pre-tender su generalización fuera de las sociedades que le dielon marco. Losadherentes aI "relativismo cultural" cuestionan el derecho de Occidentea proponer cambios positivos en las condiciones de vida de las mujeresde todo el mundo. Los "universalistas", en cambio, consideran cínica laactitud de reservar a los países desarrollados los beneficios del progreso,

Religión y génelo

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Religión y génelo 225

mientras se clama por la preserv-ación de sociedades pobres intactas, conla excusa de proteger sus tradiciones culturales. Si la construcción de lamujer como sujeto autónomo e independiente es un valor, parece apropia-da la promoción de sus derechos en todos los contextos, en sintonía con ladifusión universal de los derechos humanos o con la instauración de untribunal penal internacional.

Uno de los riesgos de la historia de la mujer consistía en aislarla comoobjeto de conocimiento. El saber sobre la mujer o, mejor dicho, sobre lasmujeres, en un primer momento se agotaba en sí mismo. Afortunada-mente, a partir de la incorporación al debate de la categoría de género, se

pensó la femineidad como algo construido histórica y socialmente, sujetoal cambio, y por ende relacionado siempre a la historia de los hombres.Estudiar la historia de las mujeres es ahora estudiar Ia historia de lasrelaciones entre mujeres y hombres. Buscar a las mujeres argentinas es

investigar procesos vividos por nuestras abuelas, madres, tías, hermanase hijas.

Con relación a la corriente feminista que podemos llamar "esencialis-ta", ejemplificada por Adriana Rich (1978) y Luce Irigaray (1989), nos re-ferimos a la concepción de un dualismo absoluto entre los géneros, a laexistencia de un eterno masculino y de otro femenino, de una irreductiblediferencia radical que iguala a los sexos en su función reproductiva aun-que llega a proclamar, a través de Nancy Chodorow (1978), Carol Gilligan(1982) y Mary Diez (1987), la superioridad moral de las mujeres a partirde la maternidad y de su ética del cuidado, que debe ser extendida comomodelo hacia la esfera pública. Por el contrario, siguiendo el modelo del fe-minismo constructivista, Irene Meler (2000) realiza una reseña crítica deltrabajo de Daniel Gilmore (1990), un antropólogo norteamericano quien, apartir de sus estudios comparativos de diversas sociedades, considera quelos estereotipos de género y en particular el de la masculinidad son partede una estrategia de superwivencia de los grupos humanos. Allí donde lascondiciones ambientales son adversas o hay violencia, se afirana el domi-nio masculino sobre mujeres -que aseguran la reproducción de la especie-protegidas pero subordinadas.

Meler acude al trabajo de otro antropóIogo, Maurice Godelier (1986)quien, a partir de su estudio sobre la tribu baruya de Nueva Guinea, sos-tiene que la subordinación de las mujeres es anterior a la división en clasessociales, apartándose así de la hipótesis de Friedrich Engels (1884), paraquien la acumulación de riquezas y el desarrollo de la agricultura y de Iaganadería generaron la dominación masculina. Por el contrario, para Go-delier, las jerarquías sociales tienen un or:igen anterior a la acumulaciónde riquezas, y se fundamentan en relaciones de poder que se racionalizany consolidan utilizando la sexualidad para sus propósitos. A diferencia delpsicoanálisis que ve en la sexualidad eI papel fundante de la subjetividad,para Godelier es la misma sexualidad la que expresa un aparato de domi-

226 Marcelo LJlloque y Gabriela Dalla-Coúe Caballero

nación que se produce a partil de las ceremonias "iniciáticas", diferencia-les de varones y mujeres.

Luciano Alonso (1998), a partir de su estudio del control social en laEspaña de los Austrias, retoma Ia concepción de Godelier sobre la sexuali-dad como una "máquina ventrfocua" que canalizael deseo proyectado, quernaterialíza las relaciones de poder y de sometirniento entr.e los cuer?os,que devela los controles sociales y los intersticios que se resisten a ellos.En conclusión, podríamos sostener que la sexualidad aparece entonces anuestra vista como un campo en construcción, pautado por.noÍnas que nosiempre se cumplen, atravesado por relaciones de poder pero también porresistencias a los discursos y las prácticas dominantes; campo violento,pero asimismo prometedor de modificaciones deseables y posibles en lasrelaciones entre personas, espacio abierto al cambio, pero a un cambio quevendrá a partir de una toma de conciencia y de una lucha, y de un nuevoposicionamiento de los sujetos en la trama social.

También inspiladores resultaron los escr.itos de Michel Foucault (1992:125-737 , I39-L52) sobre la problemática del triángulo poder-derecho-verdadque produce, acumula y hace circular discursos considerados verdaderos.Esto guarda relación con nuestro objeto de estudio, construido a partir deun triángulo política-ley-religión, y sostenido con el trabajo diario de los ac-tores policías-jueces-monjas. Cómo se construye, cuándo y de qué manerala articulación de esos actores, y por qué resulta'1ógico" y "natural" que laniña poble deba ser entregada a un asilo de caridad controlado por un gruporeligioso particular. La pertinencia de incorporar las ideas de Foucault estádada también porque este autor considera la verdad un error encallecido,solidificado en el largo proceso de la historia, proponiendo una genealogíadel saber que acople los conocirnientos eruditos con las memorias locales yconstituyendo un saber histórico que apele a la citación paródica, cor-rosiva.Para Foucault, "si el sexo es reprirnido con tanto rigor, se debe a que esincompatible con una dedicación al trabajo general e intensiva; en la épocaen que se explotaba sistemáticamente la fuerza de trabajo, ¿se podía tolerarque fuera a dispersarse en los placeres, salvo aquellos, reducidos a un míni-mo, qrre le perrnitiesen reproducirse?" (Foucavlt,2002: t2).

Si seguimos a María Luisa Femenías (2007:14), no hay duda de que elfeminismo, en especial el latinoamericano, ha adquirido un "perfrl propio":

¿Desde dónde ejercemos el derecho a la ploducción de saberes?¿Cuál es nuestro lugar de clivaje en el conflictivo espacio públicomundial? Nuestla respuesta apela al locus y al ubí de nuestla con-dición geosociopolítica, a nuestra conciencia de real contribución aldiscurso feminista y al modo en que nos permite organizal explica-ciones alterrrativas en tér'minos de contt'ibuciones teór'icas que fa-volezcar la mejor elabolación, clarificación y complensión de tesisajenas tamizadas pol nuestla experiencia crítica. Tales conocimien-tos -posicionados, parciales, localizados- admiten la posibilidad de

Religión y género

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Género y religión: trn ca--c' l

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Religión y género 227

conexiones en sistemas dislocados que den mejor cuenta de nuestrasituación. Pol eso, un primel paso es revisal nuestras plopias con-tribuciones teóricas resignificadas. El siguiente es denunciar el pro-blema de la tnauclibílidad y de la intransitabilidad de nuestras pro-puestas dentlo mismo del ten'itolio latinoamericano, en la medidaen que su posición "igualitalia" no es ni equivalente, ni equipotente,ni simétrica, ni recíploca.

En el caso de la cofradía o herrnandad, hablamos de una asociaciónconstituida por freles católicos, que se enmarca en el Código de DerechoCanónico, y que se constituye tanto en el ámbito público como en el privadopara fomentar la advocación de Cristo, de Ia Virgen, de un santo o de unasanta. La Argentina gozó precisamente de la caridad y de la frlantropía,un espacio reservado a las iniciativas frlantrópicas y de benefrcencia. ElEstado promovió sus proyectos aI tiempo que controló su accionar. Hastamediados del siglo rx, el Estado compitió, pero también colaboró, con lasiniciativas de los grupos privados, incluyendo los grupos femeninos. Lasasociaciones católicas llevaron adelante sus tareas de benefrcencia y ca-ridad, ampliando sus ámbitos de actuación para socorrer a los pobres. Enpleno 1921, el gobierno organizó la Conferencia Nacional de Benefrcencia(Di Stefano et c¡|.,2002).

Género y religión: un caso rosarino del siglo lo<

Siguiendo a Robert Castel (1995: 235), es posible definir la benefrcen-cia como "una virtud moral de utilidad pública". La asistencia aI pobre seinscribe en una economía de la salvación, pues pennite ejercer la caridad.En general, Ia participación pública de las mujeres encuentra un campo deacción en el uso político de los espacios leligiosos, así como en las prácti-cas asociativas enmarcadas en sociedades privadas femeninas, las cualescumplieron un claro rol político al sustituir al Estado o al acompañarlo ennumerosas ocasiones y contextos en la resolución de problemas sociales(García Jordán y Dalla-Corte, 2005: 561).

Podemos señalar la presente paradoja desde el momento en que las ni-ñas o mujeres con problemas sociales son sustraídas de Ia vía pública paraasilarlas y, entonces, pasan a ser visibles para el resto de las institucionespolíticas que se involucran en el sostenimiento de su tutela. En otras pa-Iabras, imponer un orden implica regular el funcionamiento de la sociedady el comportamiento de los sujetos. La penetración ideológica es una me-diación entre el Estado y Ia sociedad que promueve el consenso social entorno a un orden socioeconómico que se presenta como portador de valorespositivos, como la libertad y la iniciativa individual, la aparente igualdadante la ley de todos los ciudadanos, independientemente del lugar que ocu-pen en el proceso productivo, la promesa del progreso a partir del esfuerzo

- -ue :; Gabriela Dalla-Coúe Caballero

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228 Malcelo Lllloque y Gabriela Dalla-Cofte Caballero

personal o de una equidad redistributiva que resolverá el conflicto social.En ciertos casos, como en la enseñanza o Ia benefrcencia, el Estado podráapoyar, tercerizar, circunscribir, invadir o expropiar las actividades de lasociedad civil, teniendo en cuenta que el objetivo de esta intervención o suausencia es asegurar la reproducción de las relaciones sociales.

En este apartado nos interesa reflexionar sobre la gran creación quehicieron las llamadas Damas de Caridad organizadas en la ciudad de Ro-sario durante Ia guerra de la Triple Alianza. La primera intención de esasmujeres fue hacerse cargo de los soldados rosarinos que volvieron malheri-dos de Paraguay. Tras este terrible conflicto bélico, las Damas decidieronvolcarse a la recepción y el cuidado de los recién nacidos, en su mayoríahijos e hijas de mujeres inmigrantes italianas y españolas que decidierondesembarcar en el Puerto de Rosario, en especial a partir de 1870.

Las Damas de Caridad decidieron constrrrir un gran edificio histórico de

la ciudad rosarina que dejó de funcionar en pleno 2072. El nombre elegidopara esa edificación -destinada a albergar a los niños y niñas "depositados"por sus padres- fue el de Hospicio de Huédanos y Expósitos. Esta importanteentidad cambió su denominación durante eI gobierno de Juan Domingo Pe-rón, cuando Eva Duarte exigió la adopción del nombre Hogar del Huér{ano.

El Hogar, una de las instituciones más emtrlemáticas de la ciudad yen manos de una asociación benéfrca femenina, conservó los objetos per-sonales y las cartas que las madres dejaron en el torno para identificar asus propios hijos e hijas. Los objetos y las cartas recibieron el nombre de"señales" desde el momento en que sirwieron de "documentos de identidad"de los huérfanos y de las criaturas depositadas. Esas madres recién llega-das al país enfrentaron su propia condición en la escena del abandono; unabandono que, en los hechos, fue perrnanente.

La memoria histórica del funcionamiento de esta institución, del signi-frcado de la actuación pública femenina, y de la articulación entre mujeresinrnigrantes y nativas, se ha conservado en diversos documentos que ayu-dan a entender su rol jurídico, cultural, religioso y social. A caballo entre ladelegación y Ia asunción de una atribución pública otorgada por el propiogobierno rosarino de la segunda mitad del siglo xtx, Ias Damas de Caridadtomaron algunas decisiones: en primer lugar, optaron por volcal todos losesfuerzos a la niñez en riesgo, una niñez que era resultado del altísimonúmero de inmigrantes desembarcados en Ia ciudad. En segundo lugar,encomendaron su cuidado a la congregación religiosa de las Hennanas delHuerto, cuya función era implementar precisamente los objetivos "domés-ticos" establecidos por las Damas. En tercer lugar, la asociación se colocóbajo el patrocinio de San Cayetano. Y, en cuarto y ultimo lugar, fundaronun establecirniento para alojar tanto a los bebés que quedaban huér{anos,como a los que eran abandonados por sus familiares.

En sus primeros años la sociedad benéfrca pudo desarrollar sus acti-vidades gracias a las donaciones de los rosarinos y a la protección, según

Religión y género

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refica pudo desarrollar sus acti-.al'inos y a la protección, según

Religión y género 229

palabras de las socias, "de los que hacen de la caridad su religión y con-sideran un deber ofrecer en ausilio de los que sufren y padecen". Estasmujeles no quedaron solas: las Hermanas del Hueúo fueron las elegidaspara llevar adelante la lecepción de cliaturas y pala asegural su crian-za. Para ello, las Damas se dirigieron a la Madre Provincial de las Hijasde María de la ciudad de Montevideo y Ie solicitaron el envío de algunasHermanas de Caridad.

En 1880 las plimeras novicias llegaron a Rosario, las cuales perrrritie-ron la integlación entre lo privado y 1o público, y se encargalon incluso deeducar en eI hospicio a los niños y niñas que sobrevivían los duros prime-ros meses de su vida. Gracias al Hospicio de Huérfanos y Expósitos -pos-terior-rnente, Hogar'-, las Damas articularon la gestión con las leligiosas,con las nodrizas que alimentaron a niños y niñas recién nacidos, y con laspropias mujeres que dejaron a sus hijos e hijas allí. Resulta significativoobserwar que las Damas organizaron en el hospicio la Escuela del SagradoCorazón de Jesús, con la intención de que fuesen las religiosas quienes se

encalgasen de la educación infantil. Dicha escuela se dedicó a la enseñan-za de lectura, escritura, idioma nacional, geog:'afía, aritmética, dibujo ycartografía, geometría, moral y urüanidad, historia natural y univelsal,historia argentina y antigua, física y química, instrucción cívica, pedago-gía, en especial la lengua francesa e italiana, así como la confección, losbordados con seda y la histolia saglada (Dalla-Corte y Piacenz a,2006).

Las Damas y las religiosas de la Congregación de las Hermanas delHuerto fueron las encargadas de conservar los objetos y los mensajes quedejalon los inmigrantes, y que sirwen pala entender el rol jugado por laentidad para garantizar el futulo de la ciudad. En esta intensa lelaciónentre las rnujeres y la religrón, ellas eligreton un apellido concteto pan:a

bautizar a los bebés que llegaban sin cartas y sin objetos personales en-tregados por sus madres: optaron por el apellido "de Paul", en honor a SanVicente de Paul. Esta estrategia vincula teóricamente las ideas de géneroy religión: el caso concreto del siglo xrx que mencionamos en este trabajonos per"rnite engrosal el conjunto de los nuevos ciudadanos de la RepúblicaArgentina que fueron colocados bajo la protección de San Vicente cle Paul.La comunidad femenina fornada por religiosas, Damas de Caridad y amasde leche, garanlizó eI funcionamiento del Hospicio (Hogar) de Huérfanos yExpósitos, un organismo que fue transformando su propia vida a Io largodel siglo )o( y que IIegó a su fin en pleno 2012.

Religión y género: un caso rosarino del siglo >or

En este ultimo apartado, nuestro objeto de estudio es una casa y asilode niñas creado en la ciudad de Rosario en 1937 y dirigido hasta 1995 porun glupo de religiosas españolas pertenecientes a la Conglegación de las

230 Marcelo Ulloque y Gabriela Dalla-Cofte Caballero

oblatas del Santísimo Redentor. Esta institución funcionó primeramenteen el actual barrio Alberdi, en el noreste de la ciudad, para trasladarse amediados de los años 40 hacia el barrio saladillo, en la zona sur de la urbe.Su frnalidad es "rescatar" o "salvar" a niñas pobres y mujeres de la pros-titución, a través de su internación en el asilo, al que son confradas por elpoder público.

Los años 30 del siglo rx se caracterizan enla Argentina, según RobertoDi Stefano y Loris Zanatta, por el renacimiento y la consolidación de lainstitución eclesial, expresada entre otras forrnas por el Congreso Eucarís-tico lnternacional celebrado en Buenos Aires en 1934 con sus multitudesoceánicas. Señalan en esa fecha el frn del ciclo del "laicismo oflicial", propiode la generación del 80, que veía en crisis su ideario positivista tras losefectos de la Primera Guerra Mundial, de las agitaciones obreras luego dela Revolución Rusa y del crac de Wall Street, que pusieron en entredichola conftanza en el sistema capitalista y en sus instituciones liberales (DiStefano y Zanatta, 2000: 403-405; Zanatta, 2005). La inusual creación dediez nuevas diócesis en Ia Argentina, el mismo año del Congreso Eucarís-tico, realizada con la anuencia necesaria del poder civil, nos habla de unaIglesia que había dejado atrás su tradicional postura defensiva y se lanza-ba a Ia reconquista integral del Estado en nombre de la unidad confesionalde la Nación.

Desde esta perspectiva, las mujeres religiosas vinculadas a las tareasde "asistencialidad" cdstiana para con niñas "asiladas" (provenientes delos sectores populares de la ciudad de Rosario desde frnes de los años 30)se convierten en sujetos de una narración en construcción que articula supráctica con diversos niveles de la autoridad estatal: nacional, provincialy municipal. Nos proponemos abordar la historia de un grupo humano ycomprobar sus vinculaciones institucionales con una variada gama de cor-poraciones y asociaciones en el ámbito de actuación local.

Ante este conjunto de problemas analizamos detenidamente cómo re-gistraron su tarea; qué pensaron de las niñas que les eran confradas, a lasque calificaban de "pobres"; cómo organizaron su labor diaria; cómo dieroncontinuidad a su trabajo más allá de los periódicos cambios en los elencosgobernantes.

Nuestra hipótesis es que el asilo fue construido como lugar de poder poruna congregación religiosa que buscó afrr"rnarse en un contexto de crisisque la afectó particular:rnente (eI español de la primera mitad del sigloro<, condicionado por la instauración de la República y por la guerra civil),y que este espacio institucional articuló una concepción de lo femeninoasociada a la piedad, al trabajo manual, a la enseñanza de labores generi-zadas, a la vida retirada y a la oración (Ulloque ,20LL),

La coyuntura histórica argentina les era particularrnente favorable. Lacrisis económica mundial de 1929 se había conjugado aquí al año siguientecon el primer golpe militar que prometía modificar las bases institucionales

Religión y género

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Religión y género

del país para amoldarlas a los nuevos desafíos que el mundo enfrentaba:el avance del bolchevismo y del fascismo, Ia debilidad de los sistemas eco-nómicos y políticos liberales. En ese marco el proyecto eclesial de recristia-nizar el olden político y social se fue abriendo camino, no sin dificultades,lentamente, pelo de manel'a furne en su objetivo de colocar al catolicismoen eI centro de nuestra nacionalidad. Frente al desarraigo producido porel aluvión inmiglatorio y la transforrnación social, eI catolicismo aparecíacomo un factor de unidad e identidad para muchos hombres y mujeres quehabitaban el suelo argentino (Di Stefano y ZanatLa,2000: 405).

La documentación, de carácter inédito, está constituida en particularpor elLibro de Crónicas de la Casa de Rosario, cuyos dos tomos se penrritióreproducir en 1993, escrito hasta ese entonces por las sucesivas herrna-nas cronistas de Ia congregación, quienes de manera anónima asentabanperiódicamente noticias externas, detalles de encuentros, visitas, donacio-nes, viajes, inglesos de otras herrnanas y pupilas, traslados y decesos...No se tlata de un libro de divulgación sino que repl'esenta una obra decarácter testimonial, similar a un diario de vida que perrnite "biografrar"las vivencias de algunas mujeles y niñas del asilo durante una etapa sig-nifrcativa de la historia local y regional.

EI proceso de instalación de Ia Casa y Asilo de las Her:rnanas Oblatasdel Santísimo Redentor en la ciudad de Rosario se inicia en 1935, en coin-cidencia con una fuerte expansión mundial de esta congregación española.Esta difusión, a nuestro entender, se relaciona con las dificultades queencontlaban las religiosas para llevar adelante sus actividades "salvíficas"en España tras la instalación de la República en 1931 (Laboa, 1985).

A partir de ese año, se fundarán Casas y Asilos de las Oblatas del San-tísimo Redentol en Sudamérica a un ritmo vertiginoso. En Brasil, se crea-rán estas instituciones asistenciales en Río de Janeiro, Santos y Sao Pau-Io, todas en 1935, a las que se sumar'á una segunda casa en Santos al añosiguiente. En la Algentina, los habitantes de Buenos Aires ser'án testigosde la llegada de las religiosas españolas en 1934,Ios de Ramos Mejía (en laperiferia de la capital argentina) en 1936, y los de Rosario un año después(Libro de Crónicas, L:2;Hernando, 1984).

Es clara la vinculación de las fundaciones con los puertos ubicados enel océano Atlántico en relación con rutas ultramalinas, así como tambiéncon las glandes urbes que concentraban una población hetelogénea de di-vel'sos orígenes geográficos como consecuencia del proceso migratorio co-menzado a frnes del siglo xx y fomentado por los nacientes Estados-nación(Arnaud, 1987; Oszlak, 1997). La importancia asignada a Brasil y a laArgentina se detecta en las siete casas y asilos fundados en sólo tres años,a las que debe sumarse una, radicada en Montevideo, IJruguay, la cual fueinaugurada en 1932.

El Libro de Crónicas "flrltta" la vida cotidiana de las leligiosas del pa-sado y revela un "clima" de actividades especficas, de su visión del mundo

23L

232 Malcelo Ulloque y Gabriela Dalla-Corte Caballelo

y de la tarea que les cabe en é1. Así aparecen la bipartición del mundo entreeI Bien y el Mal; el Libro de ejercirios espirituales que utilizan, escrito por elpadre de la Contrarreforrna católica y de la Compañía de Jesús, Ignacio deLoyola, en el siglo x\{, y una prolija contabilidad de almas "salvadas", entreotros tópicos de relevancia.

Inmersas en esta visión, las herrnanas militarizar'án su lenguaje deacuerdo con la antigua división entre eI Bien (ellas) y el Mal (todo lo que seoponga). Así, la propia frnalidad de la institución en Rosario se moldearáen esta visión bélica pero asociada a las tareas reserwadas tr.adicionalmen-te a la conforrnación genérica de "lo femenino" (curar, alimentar., enseñar,etc.). Aparece como objetivo la construcción de un espacio apropiado paraesta concepción y será, pues, como extensión de la casa de Rosario quesurgirá un asilo de niñas huérfanas y sin hogar, especialmente pensadotambién para niñas y mujeres en riesgo de prostitución o que hubierenincurrido en ella. Esta frnalidad vinculará estrechamente a las her.rnanascon otros órganos estatales: la Justicia y la Policía.

Los años de 1930 vieron el avance en la Argentina del discurso y de lasacciones contrarias a Ia reglamentación hasta ese momento vigente de laprostitución. Hacia frnes de 1936 se sancionaba la ley 12.331, de Profrlaxisde las Enferrnedades Venéreas, que en su artículo 15 prohibía el estableci-miento de casas o locales donde se ejerciera la prostitución o se incitara aella (Grammático, 2000).

Esos años 30 se caracterizan en la Argentina por la difusión en las orga-nizaciones eclesiales de un espíritu militante y de reconquista del espacioperdido, así como por la maduración de una intelectualidad católica capazde disputarle el terreno a la laica. El nacimiento de la Acción Católica en1931 es manifestación de este proceso. La Iglesia se piensa como cimien-to de una sociedad armónica, resistente ante el individualismo frlosóficoliberal y ante los males de la economía capitalista, expresados en la crisismundial de 1929. La tarea que tiene por delante es conducir el orden socialy político a un modelo acorde con lo que entiende que es la ley de Dios, ins-taurando una clara distinción entre el bien y el mal. Las instituciones polí-ticas del régimen liberal podían ser destruidas para dar lugar a un Estadoauténticamente cristiano, que se convertiría a su vez en un instrumentode cristianización de la sociedad. Frente a la crisis liberal y a la arner,azacomunista, las encíclicas sociales de León xrr y de Pío x ofrecían una víaalternativa seductora que prometía restablecer un orden con justicia socialen eI que todos los sectores se sintieran integlados (Di Stefano y Zanatta,2000:272-426).

En octubre de 1935, la madre general de la Congregación de Oblatasdel Santísimo Redentor visitó las Casas de Sudamérica existentes con laidea de fundar otra en la ciudad de Rosario de Santa Fe. Cabe señalarque ese mismo mes y año ela interyenida la Provincia de Santa Fe por elPoder Ejecutivo Nacional, despojando del gobierno al Paftido Demócrata

Religión y génelo

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.--r. '' Gabfiela Dalla-Cofte Caballero

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Religión y génelo

Proglesista replesentado por Luciano Molinas, quien fue reemplazado por'sucesivos interventores nacionales a cargo de la gobernación: Julio Costaen los primelos días, Manuel Alvarado (7 de octubre de 1935) y CallosBluchmann (9 de enero de 1936).

Como primera estrategia, la madre general consultó en Buenos Ai-res al padre Jacobo Wagner, viceprovincial de los redentoristas, quienla recomendó aI padre Otón, rector de la Casa de Rosalio de esa olden,por ser gran arnigo este ultimo del obispo de la ciudad, según nos inforrnaelLibro de Crónícas. Tengamos en cuenta que este padre era docente dellnstituto de Cultura Religiosa "Pío xI" creado en 1933 con el frn de formardirigentes de la Acción Católica Argentina, y difundir cultura social yreligiosa (Mauro, 2006: 198). Sin contar con edifrcio propio, este institutofuncionaba en el colegio Santa Unión, hoy Facultad de Humanidades yArtes de la Universidad Nacional de Rosario,

Suponemos que otro motivo relevante para recurrir a esa orden reli-giosa masculina y no a otra ela que desde 1894 por iniciativa del padreredentorista Federico Grote, se difundían los Círculos CatóIicos de Obre-ros, cuyos objetivos eran la ayuda mutua, Ia instrucción y la recleaciónde los sectores populares, alejándolos de otras influencias consideradasperniciosas, como las de socialistas o anarquistas (Devoto, 2006; Spal-ding, 1970).

Ese mismo mes de 1935 fueron enviadas a Rosario desde la CapitalFederal argentina la madre Francisca del Sagrado Corazón y la herma-na Guadalupe del Sagrado Corazón con el propósito de entrevistarse conmonseñor Antonio Caggiano, m¿ixima autoridad en la diócesis, quien lasadmitió a su jurisdicción desde esta primera visita. En esta leunión fue-ron acompañadas por el padre Otón, quien era el encalgado de recibillasy trasladarlas.

Para forrnalizar el permiso concedido, la madre general envió por escri-to la solicitud de rigor en estos casos, aprobando y bendiciendo el obispo lanueva fundación y estableciendo de común acuerdo que se llamaría "Asilode Nuestra Señora del Rosario", Diversos inconvenientes no especificadosimpidielon que se concretara rápidamente la fundación en Rosalio. Reciénen julio de 1936 la madre genelal ordenó a la madre María del Amor deDios, superiora de Ia Casa de Montevideo, se encargase de la citada funda-ción, en compañía de otl'a herrrrana procedente de Uluguay y a las que seunirían otras tres que alribarían desde España. Las religiosas procedentesde Montevideo se embalcalon hacia Buenos Aires para aguardar en estaciudad a las que debían llegar de Europa, pero los sucesos peninsularesfrustrar'ían otta vez sus deseos. El levantamiento militar franquista decla-rado el 18 de julio de 1936 y la posterior convulsión que produjo impidió elembarque de las leligiosas que debían partir del puerto de Barcelona el 23del mismo mes. Ante las nor-edades bélicas se decidió desistir del ployectode fundación hasta un momento más oportuno.

231 Marcelo Lllloque y Gabriela Dalla-Corte Caballero

Un año después, en julio de 1937, se recibe en la Casa de Montevideouna carta de Ia madre general amrnciarda qrre al fin salían desde Espanarumbo a Suüaménca )as )rerrnanas destinadas a B,osario. El 6 de agosr,tres religiosas, rlna de ellas superiora de la Casa de Montevideo, emba:lr-ron en el vapor General Artigas que, procedente de la capital de Uru5:'-puso frnalmente rumbo a Buenos Aires. En Ia capital argentina pernr-necieron las oblatas haciendo gestiones relacionadas con la fundaci,- - n

recibieron 1.000 pesos de la congregación destinados a los gastos de ir_---elación en la ciudad de Rosario.

Apoyadas por un entorno favorable, las oblatas plograman la risi-; ¡¡-

obispo de Rosario con el auxilio de los herrnanos maristas que har:: cnexo y de intermediarios conla autoridad diocesana. El prelado 1a... i-.---*¡ ¿

buscar una casa cercana a los padres redentoristas a frn de que €Sr,-S rrt-dieran atenderlas en lo espiritual, lo que muestra que las actividade= '-.*.estrictamente religiosas seguían bajo superwisión masculina, dejando a -r.i;oblatas un mayor campo de acción únicamente en la actividad asistencr'.

En todo momento las her"rnanas aparecen subordinadas a una auton-dad masculina, parte d.e un sistema de vÍnculos y tutelas, que las aguarda.las lleva, las trae, les perrnite, Ias autoriza, les deja en ultima instanciauna autonomía de gestión que no altera el orden jerárquico establecido.

La lejanía de la casa fundada con respecto al centro de la ciudad deRosario puede relacionarse con lo que Diego Roldán (2005), así como otrosautores históricos (Ingenieros, L92O; Wacquant, 2OO2;Yezzetti, 1985; Te-rán, 1985), conceptualizan como un uso racional del espacio urbano, comoera entendido por el urbanismo decimonónico y también de parte del siglolx. La ciudad rechazay oculta a sus indeseables o sospechosos. Condena asus márgenes lo enferrno, lo peligroso, lo inquietante. Ubica en el suburbioa los que aún pueden ser reforrnados o curados. De hecho, la ciudad noes neutra: expresa las relaciones sociales y reproduce espacialmente lasdivisiones de Ia sociedad en for:rnas de segregación, organtzando el espa-cio-tiempo de sus habitantes (Tadeo, 1995).

Bajo el lema "Cr{sto vive. Cristo Reina. Cristo impera", como consta enel Libro de Crónícas (1: 18), se inició la incorporación de niñas asiladas. El5 de octubre de 1937 ingresó la primera rtina, a la que se le puso el espa-ñolísimo nombre de Pilar. Días después recibieron dos niñas más, Teresay Josefina, luego llegó otra llamada Margarita, y Ie siguieron Angelita ySusana, y con ellas quedó constituido el asilo. Poco después fue designadauna nueva madre superiora, quien jerárquicamente, y según la cronista,gobernaría la casa y asilo en nombre de Dios (Libro de Crónicas,I:20).

En 1938, la comunidad de oblatas contaba con doscientas suscripcionesde benefactores. La instalación pues se apoyó en la participación económi-ca de numerosos contribuyentes particulares que, además, funcionabancomo "padrinos" y "madrinas" de las niñas, reproduciendo las lógicas ecle-siales del parentesco aftificial. El 2 de mayo de ese año se inauguró ofr-

Religión y génelo

cialmente la Casa de Ros:--- -

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I risto impera", como consta enrporación de niñas asiladas. Elña. a la que se le puso el espa-,ibieron dos niñas más, Teresa,rita. ¡' le siguieron Angelita y.o Poco después fue designadarcamente, y según la cronista,s Líbro de Crónicqs,I:20).,a con doscientas suscripciones,j en la participación económi-

:es que, además, funcionabanreproduciendo las lógicas ecle-.'o de ese año se inauguró ofi-

Religión y género oaF

cialmente la Casa de Rosario, y para la ocasión viajaron especialmente lassuperiolas de Montevideo y de Ramos Mejía. El día festivo comenzó condos misas, celebradas por los misioneros del Inmaculado Corazón de Maríay por los ledentoristas. En estas ceremonias se predicó "laudatotiamente"sobre Ia frnalidad de la Congregación: "Es la obra de las obras, la salvaciónde las alrrras" (Libro de Crónicas, 1: 30). La salvación de las almas, a lasque se carachetiza como "pobres", de unas niñas a las que se supone enriesgo moral y que de hecho estaban en riesgo económico, es el objetivoexplícito de unas religiosas que, por conseguirlo, articularán estrategiasde organización poco frecuentes entre las mujeres de su época. Sólo lasmujeres de elite, esto es, esposas, madres, hijas y viudas de los hombresde las clases dominantes, estarán en condiciones de jugar un lol sirnilar al deIas herrnanas, con la salvedad de desan'ollar su labor', a diferencia de estasultimas, siempre cercanas a su lugar de residencia familiar.

Fue importante el papel desatrollado pol las autoridades eclesiásticasdiocesanas y congregacionales, así como relevante el contexto constituidopor las conexiones familiares locales de las leligiosas y por el círculo defamilias pías de la burguesía rosarina, dispuestas a entregar parte de suexcedente y a colaboral con su sostén económico pero también relacional,aI facilitar la inserción de esta nueva presencia religiosa en el entramadopreexistente de la vida ciudadana en los años 30. Se evidencia la articula-ción de relaciones de parentesco espiritual y sanguíneo a través del contac-to con las autoridades eclesiásticas, del reclutamiento de "padrinos y ma-drinas" entre las familias clistianas de la burguesía local y de los propiosparientes de las religiosas en Ia extensa colectividad española de la ciudad.Las actividades diarias del asilo manifestalon una voluntad de contlol so-cial expresada en los deseos de moralizar a las clases menesterosas.

Es llamativa la relativa ausencia de una vinculación directa a la auto-ridad estatal en sus diversos niveles oficiales -llámese Poder Ejecutivo,Legislativo o Judicial, o de carácter municipal, provincial o nacional- enlos pdmeros años, hasta 1943, lo que per-rnite fonnular una hipótesis: en losprimeros tiempos se apela a los individuos de encumbrada posición social,con cargos públicos o no, en su carácter de padres cristianos yjefes de fa-milias a quienes se insta a colaborar en una obra de redención social y mo-ral, r'eclamando su deber caritativo, su responsabilidad política particularo el comportamiento esperable de los individuos de una clase privilegiada,concepción propia de la benefrcencia de frnes del siglo xtx -no se piensaaún en una responsabilidad estadual como representación del colectivonacional-, mientlas que a partil de los años .10 del siglo ;x se naturaliza elsostenimiento de la obra benéfrca a partir del auxilio del Estado, a travésde subsidios o ayudas económicas obtenidas al compás de los cambios polí-ticos e institucionales que afectaron al país. Dicho de otra forma, se da unpasaje desde una respuesta a la cuestión social propia del Estado liberalprecedente, apelando a lo plivado, para marchar hacia una perspectiva en

234 Malcelo Ulloque y Gabriela Dalla-Cofte Caballero

Un año después, en julio de 1937, se recibe en Ia Casa de Montevideouna carta de la madre general anunciando que al fin salían desde Españarumbo a Sudamérica las herrnanas destinadas a Rosario. El 6 de agostotres religiosas, una de ellas superiora de la Casa de Montevideo, embarca-ron en el vapor General Artigas que, procedente de la capital de Uruguay,puso frnalmente rumbo a Buenos Aires. En la capital argentina per:ma-necieron las oblatas haciendo gestiones relacionadas con la fundación yrecibieron 1.000 pesos de la congregación destinados a los gastos de insta-lación en la ciudad de Rosario.

Apoyadas por un entolno favorable, las oblatas programan la visita alobispo de Rosario con el auxilio de los her-rnanos maristas que harán denexo y de intertnediarios con la autoridad diocesana. El prelado las instó abuscar una casa cercana a los padres redentoristas a frn de que éstos pu-dieran atenderlas en lo espiritual, lo que muestra que las actividades másestrictamente religiosas seguían bajo supervisión masculina, dejando a lasoblatas un mayor campo de acción únicamente en Ia actividad asistencial.

En todo momento las hernanas aparecen subordinadas a una autor{-dad masculina, parte de un sistema de vínculos y tutelas, que las aguarda,las lleva, las trae, les per:rnite, las autoriza, les deja en ultima instanciauna autonomía de gestión que no altera el ordenjerárquico establecido.

La lejanía de la casa fundada con respecto al centro de la ciudad deRosario puede relacionarse con lo que Diego Roldán (2005), así como otrosautores históricos (Ingenieros, Ig2O; Wacquant, 2002; Y ezzetti, 1985; Te-rán, 1985), conceptualizatt como un uso racional del espacio urbano, comoera entendido por el urbanismo decimonónico y también de parte del siglolx. La ciudad rechaza y oculta a sus indeseables o sospechosos. Condena asus márgenes lo enferrno, Io peligloso, lo inquietante. Ubica en el suburbioa los que aún pueden ser reforrnados o curados. De hecho, la ciudad noes neutra: expresa las relaciones sociales y reproduce espacialmente lasdivisiones de la sociedad en for:rnas de segregación, orgarizando el espa-cio-tiempo de sus habitantes (Tadeo, 1995).

Bajo eI lema "Cristo vive. Cristo Reina. Cristo impera", como consta enel Libro de Cróni,cas ( 1: 18), se inició la incorporación de niñas asiladas. El5 de octubre de 1937 ingresó la primera niña, a la que se Ie puso el espa-ñolísimo nombre de Pilar. Días después recibieron dos niñas más, Teresay Josefrna, Iuego llegó otra llamada Margarita, y le siguieron Angelita ySusana, y con ellas quedó constituido el asilo. Poco después fue designadauna nueva madre superiora, quien jerárquicamente, y según la cronista,gobernaría la casa y asilo en nombre de Dios (Libro de Crónicas,I:20).

En 1938, la comunidad de oblatas contaba con doscientas suscripcionesde benefactores. La instalación pues se apoyó en Ia participación económi-ca de numerosos contribuyentes particulares que, además, funcionabancomo "padrinos" y "madrinas" de las niñas, reproduciendo las lógicas ecle-siales del parentesco aftificial El 2 de mayo de ese año se inauguró ofr-

Religión y género

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Religión y género 235

cialmente Ia Casa de Rosario, y pala Ia ocasión viajaron especialmente lassuperioras de Montevideo y de Ramos Mejía. El día festivo comenzó condos misas, celebradas por los misionelos del Inmaculado Corazón de Maríay por los redentoristas. En estas celemonias se predicó "laudatoriamente"sobre la frnalidad de la Congregación: "Es la obra de las obras, la salvaciónde las almas" (Libro de Crónicas, 1: 30). La salvación de las almas, a lasque se caractetiza como "pobres", de unas niñas a las que se supone enriesgo moral y que de hecho estaban en riesgo económico, es eI objetivoexplícito de unas religiosas que, por conseguirlo, articularán estrategiasde organización poco frecuentes entre las mujeres de su época. Sólo lasmujeres de elite, esto es, esposas, madres, hijas y viudas de los hombresde las clases dominantes, estarán en condiciones de jugar un rol sindlar al delas herrnanas, con Ia salvedad de desarrollar su labor, a diferencia de estasúltimas, siempre cercanas a su lugar de residencia familiar.

Fue irnportante el papel desalrollado por las autoridades eclesiásticasdiocesanas y congregacionales, así como relevante el contexto constituidopor las conexiones familiares locales de las religiosas y pol el círculo defamilias pías de la burguesía rosarina, dispuestas a entr:egar parte de suexcedente y a colaborar con su sostén económico pero también relacional,al facilitar la inserción de esta nueva presencia religiosa en el entramadopreexistente de la vida ciudadana en los años 30. Se evidencia la articula-ción de relaciones de parentesco espiritual y sanguíneo a través del contac-to con las autoridades eclesiásticas, del reclutamiento de "padlinos y ma-drinas" entre las farnilias cristianas de la burguesía local y de los propiosparientes de las religiosas en Ia extensa colectividad espanola de la ciudad.Las actividades diarias del asilo manifestaron una voluntad de control so-cial expresada en los deseos de moralizar a las clases menesterosas.

Es llamativa la relativa ausencia de una vinculación directa a la auto-ridad estatal en sus diversos niveles oficiales -llámese Poder Ejecutivo,Legislativo o Judicial, o de carácter municipal, provincial o nacional- enlos primeros años, hasta 1943, lo que perrnite forrnular una hipótesis: en losprimeros tiempos se apela a los individuos de encumbrada posición social,con cargos públicos o no, en su carácter de padres cristianos y jefes de fa-milias a quienes se insta a colaborar en una obra de redención social y mo-ral, reclamando su deber caritativo, su responsabilidad política particularo eI comportamiento esperable de los individuos de una clase privilegiada,concepción propia de la benefrcencia de frnes del siglo xlx -no se piensaaún en una responsabilidad estadual como representación del colectivonacional-, mientras que a partir de los años 40 del siglo lrx se naturaliza elsostenimiento de la obra benéfrca a partir del auxilio del Estado, a travésde subsidios o ayudas económicas obtenidas al compás de los cambios polí-ticos e institucionales que afectaron al país. Dicho de otra forrna, se da unpasaje desde una respuesta a la cuestión social propia del Estado liberalprecedente, apelando a lo privado, para marchar hacia una perspectiva en

236 Marcelo Ulloque y Gabliela Dalla-Corte Caballerc

que el Estado se involucra más directamente en el apoyo a la gestión de lacuestión social, como respuesta desde lo público.

El cambio institucional más relevante de esa época para las oblatas es

el pasaje del frnanciamiento de la casa y asilo de Rosario, desde la órbitaprivada, entendiéndose por ésta autoridades religiosas y ciudadanos par-ticulares, por más encumbrados que estuvieran, hacia el sostenimientoestatal en sus diversos niveles (municipal, provincial y nacional), comorepresentantes de la comunidad toda. No es ajena a este proceso la es-

trecha vinculación que desde 1935, tras la caída del Partido DemócrataProgresista en Santa Fe, el nuevo gobierno provincial de Manuel Maríade Iriondo, de la Unión Cívica Radical antipersonalista, establecerá conla lglesia. Los intendentes de las ciudades provinciales, nombrados por elgobernador de acuerdo con Ia Constitución de ese entonces, se moverán enidéntico sentido.

Es de resaltar el aprendizaje político que realizan las oblatas en el nue-vo espacio y en esta especial coyuntura. Ellas son extranjeras, no tienenvoto, ninguna mujer lo tiene en ese momento en la Argentina, pero eso noles impide Ia utlización de su voz, de las estrategias y redes necesariaspara la consecución de sus objetivos.

Para Eduardo Ciafardo (1990a, 1990b), los asilos son "instituciones desecuestro" al serwicio de un frn precisamente determinado: hacer del cuer-po y del tiempo de los seres humanos fuerza productiva. Ana María Tere-sa Rodríguez (L995) ve en ellos además un ámbito de participación paralas mujeres que pertenecían a sectores sociales altos, vinculadas al poderpolítico y económico. Para Franlz Fanon (2007),la enseñanza religiosa o

laica en las sociedades de tipo capitalista, así como la forrnación de refle-jos morales transmisibles, son, entre otras, forrnas estéticas del respetoal orden establecido que crean una atmósfera de sumisión y de inhibiciónque aligera considerablemente la tarea de las fuerzas del orden. Entre elexplotado y el poder se interponen una multitud de profesores de moral, deconsejeros, de lo que Fanon llama "desorientadores".

Como en todo ámbito de convivencia y coexistencia de distintos sectoressociales, existe cierta irnposición de modos de comportamiento, de ritos yde hábitos de sectores más altos o prominentes sobre sectores más bajos opopulares. La sociedad es rica en instituciones y lugares donde se constru-yen los modales de una sociedad burguesa en expansión y reproducción;en ultima instancia, espacios de disciplinamiento social, donde aprender acomer, a expresarse, a comportarse de acuerdo con Io que se espera de uno(Devoto,2006).

La historia de los primeros veinte años de las oblatas del SantísimoRedentor en la ciudad de Rosario es rica en apreciaciones sobre la vidacotidiana de un glupo de mujeres que atravesó el Atlántico para encon-trarse con otras mujeres a las que transmitieron sus visiones del mundocon la convicción de que eran las únicas válidas y posibles. Para loglar ese

Religión y género

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Religión y género oea

objetivo, tuvieron que relacional'se con otras mujeres y con otros hombresque compartían esa cosmovisión, en un proceso tutelado por hombres: elobispo, los sacerdotes, los consejeros laicos que representaban a las fami-lias cristianas más encumbradas. En cierto sentido fueron agentes de larecreación y del mantenimiento de un orden social y político que creíannatural y querido por Dios. Pero también es cierto que en ese camino cons-truyeron sus propias vidas e instituciones en contacto con la esfera pública, representada primeramente por los notables del lugar y luego por lospoderes municipales, provinciales y nacionales. En una sociedad donde lamujer no tenía voto, ellas tenían voz, y se daban estrategias para lograrsus objetivos apelando a las redes de parentesco real y simbólico.

La filantropía, la labor car{tativa o el deber religioso aparecen así comoun campo que perrnite la actuación de mujeres en una üda social en la queinculcan y exaltan los valores que ellas creen inherentes a la femineidado a la vida doméstica. Una vida cotidiana pautada por ceremonias y ritos,pero también por deberes vinculados a la organización contable y materialde un asilo, de Ia que se deja constancia enunLibro de Crónicas, nos hablade algo más que de un grupo de mujeres de Iglesia institucionalizadas y enrelación jerárquica con los varones de la rnisma. La dinámica congregacio-nal, con sus viajes a los Capítulos Generales, sus elecciones de autoridades,su apropiación del espacio público ligado a Ia beneficencia, su reclutamientode socios, su articulación con los poderes constituidos, su organización de unestablecirniento con personal dependiente, hizo que se construyera un espa-cio con una clara concepción de género, de sociedad y de poder, tradicionalpor cierto, pero ¿acaso era posible una construcción difelente teniendo encuenta las var{ables societales y personales que las atravesaban? Las niñasasiladas tomaron de esta experiencia de vida lo que pudieron, teniendo encuenta que no tenían muchas otras alternativas en la Argentina de los años30, 40 y 50 del siglo >x. Como sostiene Jacques Revel (1995: 130):

El ployecto es hacer aparecer', detrás de la tendencia general másvisible, las estrategias sociales desarrolladas por los diferentes acto-res en función de su posición y de sus recursos lespectivos, individua-les, familiales, de grrrpos, etcétera.

Las oblatas del Santísimo Redentor llegan a Rosario en 1935 como par-te de una estrategia global de expansión de su orden religiosa, particular-mente hostigada en su España de origen y bien recibida en la Argentina dela década de 1930, donde avanzabanlas ideas nacionalistas y el integralis-mo cristiano. La visión beligerante moldeará los discursos y las prácticasreligiosas de las oblatas en la Argentina, que coinciden temporalmente conel desarrollo de la guerra civil española.

La instalación en la ciudad, forrnalizada en 1937 a partir de una tramade relaciones grupales y personales que incluían eI parentesco con inrni-

238 Malcelo Ulloque y Gabriela Dalla-Cofte Caballero

grantes destacados que las precedieron, será fruto de una conjunción deesfuerzos entre las autoridades eclesiásticas, otr.as órdenes religiosas y losnotables locales, a los que se apela en su car.ácter de padres de familiascristianas, capaces de brindar dinero, servicios y su propia red de relacio-nes preexistentes. Tanto en su primera ubicación en barrio A-lberdi comoen la defrnitiva del barrio Saladillo, las oblatas estarán en contacto coti-diano con los sectores de la clase oblera, a quienes va dirigido su accionar.Las solicitudes realizadas por las leligiosas a las dependencias estatales(nacionales, provinciales o municipales) generalmente son rechazadas o surespuesta postergada indefinidamente, por falta de fondos o como mani-festación de que aún no se ha logrado la conquista ideológica del aparatoestatal. Sin embargo, con suerte a veces esquiva, se inician en el alte dela solicitud a los poderes establecidos, No importa tanto que se respondanafrrrnativamente todas las solicitudes que realizan, sino que poco a poco seintroducen en la gimnasia de pedir por lo que consideran un bien superior,el bien de la niñez desvalida.

A partir del golpe militar de 1943 la considerada por el nuevo gobiernoobra benéfrca recibe el auxilio del Estado a través de subsidios o ayudaseconómicas. El gobierno peronista de 1946 continuar'á en la práctica estapolítica, no exenta de contradicciones y tensiones, al reclamar la suprema-cía del Estado por sobre las instituciones benéficas particulares. El cambioverificado en los años de 1940 es el producto también de la interiorizaciónen las oblatas de los modos de apelar a la intelvención estatal que se con-jugan en coincidencia con el proceso histórico y social que vive el país.

Conclusiones

En la historiografía de las ultimas décadas, observamos la necesidad derevisar y diseñar nuevas forrnas de estudiar los fenómenos religiosos a par-tir de Ia teoría de género, interesada en las mujeres y en su integración. Ala hora de unir las categorías religión y género, nos vemos obligados a obser-var la laicidad y la secularización, el peso de las minorías religiosas y el rolejercido por los glupos católicos tercermundistas. Desde las ultirnas décadasdel siglo xx, la emancipación de la mujer coincidió con el acceso femeninoa asociaciones laicas y religiosas, tanto filantrópicas como caritativas, quefue una platafor:rna de expresión para reivindicar derechos civiles y deberessociales, y que puso énfasis en la educación y el acceso al mercado de trabajo.Las mujeres se convirtieron en sujetos de novedosos discursos que avalaronprácticas sociales en las que complernentaron al Estado.

Como sabemos, en las dos ultimas décadas han emergido diversas áreasde estudio de las religiones glacias a la inco4poración de la teoría de géne-ro. Esta nueva perspectiva transforrnó precisamente eI estudio de las reli-giones institucionales, Ia herrnenéutica bíblica y Ia ética, por un lado, y la

Religión y génelo

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Religión y génelo

historia, la sociología, la psicologiayla antropología de las religiones, porel otro (Marcos, 2007). Desde esta representación, la perspectiva de género

constituye una reflexión pala Ia teología, en especial para su transforrna-ción. Como señala la teóloga María del Socorro Vivas, no se puede haceralusión a la pet'spectiva de génelo sin abol'dar la oplesión a través de lateología feminista en manos de las mujeres de distintos países y épocas de

la historia. Según Vivas, se ha hecho siempre invisible el oligen históricode la desigualdad entre varones y mujeres, con la finalidad de fomentarla opresión de las mujeres al no registrar su existencia. Por ello, la pers-pectiva de género desde la teología es de vital importancia. Interesada enla protección de los más desfavorecidos, la teología se volcó al concepto de

génelo pala fomentar Ia defensa y el auxilio de las mujeres' La teologíafeminista fue el resqltado de esta transforrnación (Vivas, 2001: 535-536).

Basándose en María Pilar Aquino (2000), la teóloga María del SocorroVivas (2001: 541) afrrrna que la teología feminista es una "reflexión crí-tica acerca de la vivencia que mujeres y varones tienen de Dios, y de lasprácticas que buscan transforrnar todas las instituciones y sistemas que

producen empobrecirniento, violencia contra mujeres y varones, con el finde avanzar hacia nuevas relaciones sociales orientadas por lajusticia y laintegridad de vida en un ambiente cultural libre de dominación patriar-cal". En ¡ealidad, se t¡ató de la const¡ucción de la teología cr'ítica y delnuevo discur.so teológico de la mujer, en el ámbito de la teología androcén-trica y patrialcal, esta ultima catacterizada por la opresión. Las teoríasde género, según Vivas, podían desarrollar con más seriedad el discursoteológico y la helmenéaLica bíblica feminista. De este modo, si la teologíade Ia liberación utilizó la economía y la sociología para construir un discur-so teológico revolucionario, las mujeres utilizan las teorías de género paraarualizat con más sel'iedad la situación de opresión.

La conservación de la memoria es uno de los ámbitos de olganizaciónen el proceso de unificación entre la religión y las mujeres (Jornet Benito,2006). La feminización de la religión ha forrnado parte de la transfor:rna-ción de la teor'ía de la secularízación, aunque no ha sido leconocida como

campo de investigación. Siguiendo Ia idea de que el género posibilita elconocimiento que organiza la pelcepción de la diferencia sexual, tambiénes importante señalar el irrrpulso del desarrollo de la secularización como

componente integlador de la identidad de género, todo ello en el marcode la movilización católica femenina. En palabras de Inmaculada BlascoHen'anz (2005: 119):

La actitud habitual de indiferencia (en el mejor de los casos) antelas posibilidades teóricas de Ia categor'ía génelo, que muestla la his-toriografía general, se leploduce en los análisis soble el ploceso de se-culalización (y, más anrpLiamente, soble la historia leligiosa del sigloxn<), en los que no apalece ni la más mirirna refelencia al fenómeno

239

240 Marcelo fllloque y Gabriela Dalla-Corte Caballero

denominado feminización de la religión. A su vez, los estudios en tornoa este último, tampoco palece que hayan entrado en diálogo con lareflexión teór'ica y los estudios empír'icos acerca de la secularización.

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RELIGION:trSTLI DIO S ANTROPOLOGICOSSOBRtr SLIS PROBLtrMATICAS

Las problcmáticas religiosas que aquí sc exponen delimitan una seric de repre-

sentacioncs y prácticas sociales que son afectadas por la presencia activa dc 1o

rcligioso yviceversa. Esta afectación implica una serie dc accioncs y reacciones

tanto dc los actores religiosos como de 1os no rcligiosos, que los analistas tratan

dc interpretar, de explicar, en eJ. contcxto de procesos socioculturales diversos.

En esta obra se presentan trabajos quc reficrcn a una diversidad de probiemáti-

cas, diversidad de abordajes, divcrsidad de cxperiencias) en suma. Tiabajos más

antropokigicos y sociokigicos unos, más histr'rricr)s otros, c incluso filosóficos

y hasta cvocativos de vivencias particulares. Sc desa¡rollan consideraciones mc-

todológicas clásicas pero siemprc prescntcs (análisis estructural, hermenéutica,

fenomcnología), se plantean problcmáticas dc interés contemporáneo (identidad,

relación religión-E,stado, migraciones, po1ítica, cducación, géncro, performance,

sexualictad, vivcncias) y su vinculación con \cts siste nas de cre¿ncia.¡ o, como sucle

dccirse brevemente pero que identifica inmcdiatamente el punto: rcn lc religiótt.

Edilorial Bil¡los/C U L T U R A L I A