2013. La Museografía del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago: estabilización de...

34
Jorge Avila Felipe Mallea Andrés Monares (Editores) EN EL UMBRAL: Reflexiones contemporáneas de sociólogas y sociólogos jóvenes en Chile

Transcript of 2013. La Museografía del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago: estabilización de...

Jorge AvilaFelipe Mallea

Andrés Monares(Editores)

EN EL UMBRAL:Reflexiones contemporáneas de

sociólogas y sociólogos jóvenes en Chile

61

LA MUSEOGRAFÍA DEL MUSEO DE LA MEMORIA Y LOS DERECHOS HUMANOS DE SANTIAGO.

Estabilización de controversias sociales sobre la representación de la memoria

Felipe Mallea Toledo

1. Introducción

La elaboración de la memoria social está supeditada a procesos en que intervienen distintos actores que se dis-putan interpretaciones plurales, contradictorias, simultá-neas y diversas, respecto de qué recordar y cómo recordar. LaexhibiciónmuseográficadelMuseodelaMemoriaylosDerechos Humanos de Santiago (MMDDHH), es un caso empírico en que estas disputas y nociones alternativas so-bre la memoria se estabilizan. Lo que se analiza en este trabajo es, precisamente, cómo se gestionan estos proce-sos,a travésdequéobjetos, relatosy justificaciones losactores involucrados memorializan el pasado histórico y, por último, a qué dispositivos y operaciones se encuentran sometidos para cumplir con exigencias de admisibilidad y aceptación en la comunidad de destino a la que pertene-cen.

2. Construcción y representación de la memoria como proceso de memorialización

La representación de la memoria en la sociedad im-plica un recuerdo ligado a una impresión pasada inscrita en la historia de comunidades que se ven a sí mismas en ella, pero a través de nociones que se estructuran en el

La museografía del Museo de la Memoria...

62

presente (Halbwach 2008). Traer el pasado al presente, a través de la memoria, implica necesariamente re-construir recuerdose impresionesque tiendenaserescenificadasyvisibilizadas,yendefinitiva,representadasenvirtuddeconceptos, relaciones, sentimientos y significaciones an-cladas en la comunidad a la que pertenecen (Misztal 2003).

El MMDDHH de Chile, ubicado en Santiago, es un caso concreto y empírico de construcción de una memoria que se representa en el presente; este museo es resultado de un proceso en el que han intervenido múltiples acto-res,abiertoainterpretacionesysignificacionesdisímiles.Si bien toda memoria está sujeta a una comunidad y a he-chos históricos ocurridos en ella, la elaboración de dicha memoria no puede estar exenta de desacuerdos y contien-dasporfijaruna imagendel pasado, susceptible de sercondensada y estabilizada en el presente y proyectada al futuro. Precisamente, ante la imposibilidad de observar el pasado con los ojos del pasado, la memoria bajo marcos, nociones e interpretaciones presentes es, por defecto, una situación emergente de controversia social. Este es el su-puesto de base desde el cual arranca el artículo: ahí donde sepresentandisputasporlajustificacióndelosaconteci-mientos históricos también se presentan disputas por la gestión de la memoria, expresadas, por ejemplo, en las ini-ciativas de memorialización como el MMDDHH.

Los debates sobre la elaboración de la memoria so-cial vinculada a experiencias de pasados traumáticos y de horror, por nombrar el Holocausto en el caso Europeo y la violación de los derechos humanos (DDHH) por las dictaduras militares en el Cono Sur, la reconstrucción y representación de dicha memoria ha estado marcada por procesosdeintensadisputayconflicto(Young1993.Stern2006). En ellos, la memoria social labrada colectivamente

Felipe Mallea Toledo

63

dista mucho de corresponder a una de tipo hegemónica. Por el contrario, sobre la memoria social intervienen posi-ciones plurales, diversas, simultáneas y en ocasiones con-tradictorias en torno a cómo procesar el pasado y re-in-terpretarlo (Waldman 2006). De este modo, la tesis que se quiere trabajar aquí es la estabilización de los desacuerdos y contiendas sobre la interpretación y representación del pasado, en el marco de los procesos de memorialización.

De ese modo, las iniciativas que producen y esceni-ficanlamemoriasocialenmemorialesymuseosconllevairremediablemente hacerse cargo de la tematización de he-chossobreloscualesexistedesacuerdo,choqueyconflic-to entre distintas memorias; en cómo recordar, qué vale la pena evocar y qué cosas se pueden olvidar. La elaboración de argumentos para defender o criticar iniciativas de me-morializaciónysusjustificacionesentranysejueganenestos espacios, que no se agotan en la existencia presente de museos y memoriales (Jara 2009). Por el contrario, se instalan en la forma de controversias sociales en comuni-dades que temporalmente intentan estabilizar un pasado conflictivodeviolenciapolítico-social,“luchandocontraelolvido”y/o“recordandoparanorepetir”.Seasociaasíelpasado con el presente y con ello órdenes de valor trans-cendentes o de bien común, como los DDHH, que sean garantía para la regulación de la vida en sociedad (Jelin 2002: 11. Pollak 2006: 15).

Desde la perspectiva de la memorialización como controversia social, se estudia aquí la genealogía de la ex-hibición permanente del MMDDHH, con el propósito de describir y analizar los debates en torno a la curatoría mu-seográficaylasdecisionesquepermitieronmontarlaex-hibición permanente del Museo. Luego de una discusión conceptual sobre la memorialización como controversia

La museografía del Museo de la Memoria...

64

social, se presenta a grandes rasgos la muestra permanen-te del MMDDHH, y posteriormente, se discute y analizan los principales debates y decisiones de los actores que tu-vieron a su cargo armar la colección y montar la exhibición permanenteenél.Elfindeestetrabajoesexaminar lasjustificaciones utilizadas por los principales actores quegestionaron la colección del Museo, que es base de la exhi-bición permanente de éste.

Bajo la perspectiva de las controversias sociales, el contenidodeesteartículosirvea lasociologíaconelfinde aportar y proponer —con un claro acento constructi-vista1—cómolos“hechossociales”lleganaserloqueson,cómoyporquiénsonsolidificadosydotadosdeduracióny estabilidad (Pollak 2006). Para cumplir con ese aporte, nos interesamos en los actores y en las operaciones que intervinieron en el trabajo de gestión de la memoria en el MMDDHH. En este sentido, el “objeto” de estudio esuna controversia social ya resuelta —en la medida en que laexhibiciónpermanentedelMMDDHHyaestádefiniday opera efectivamente para vehiculizar un cierto tipo de “memoriasocialoficial”sobrelaviolacióndelosDDHHenChile—.La controversia social yano está en su “estadomagmático”(Venturini2009).

Así, el tema de esta investigación sociológica es aten-der al proceso de constitución que le fue dando vida a la muestra del MMDDHH, las posibilidades no actualizadas y el razonamiento que acompaña a las decisiones que con-figuraron loque lamemoria llegaaserensuexhibiciónpermanente.

1 Se subraya la idea de que la imagen respecto del pasado no es un dato inalterable, que permanece estático a lo largo de las generaciones. Toda forma de conocimiento sobre elpasadoseanimadesdeelpresentedemodoactivo, siendomodificadodemanerapermanentepordistintosmediosqueclasifican,ordenan,enmarcaneinterpretanacon-tecimientos y hechos de la historia. El punto es atender a los procesos de construcción de la memoria social.

Felipe Mallea Toledo

65

3. Procesos de memorialización, trabajo de encuadra-miento y controversias sociales

A continuación, a partir de un breve marco teórico, se intenta mostrar los distintos niveles de la memoria y el espacioheterogéneo,diversoyconflictivoenqueintervie-nen iniciativas de memorialización como el MMDDHH. De este modo, las preguntas centrales que guían este aparta-doson:¿cómosegestionanestosprocesos?y¿aquéope-racionesresponden?Todoellovistodesde laperspectivade las controversias sociales, de la cual se expondrán los conceptos principales para desarrollar el análisis poste-rior.

La memoria se puede articular analíticamente en dos niveles: como facultad psíquica-individual, por medio de la cual se retiene y se recrea lo ya sucedido (Lira 1998); y como construcción de carácter social donde los indivi-duos se apoyan en los grupos y comunidades de las cuales se forma parte, con quienes se comparte una historia en común (Halbwachs 2008). Así, la posibilidad de recordar o evocar el pasado requiere de condiciones que se pres-ten para su recreación en el presente. Estas condiciones, ciertamente, están ancladas en la comunidad de destino a la que se pertenece como individuo (sujeto de esa co-munidad), la cual provee los medios y los marcos para la activación, movilización del recuerdo (Halbwachs 2004).

Sin embargo, el sentido eminentemente construc-tivistade lamemorianosevesoloreflejadoencómoserealiza la memoria individual, desde el punto de vista del lugar que ocupa en los grupos sociales, sino con mayor én-fasisensituacionesdondelossignificadosdelamemoriacolectiva son disputados por distintos actores (Jelin 2002). Yaque,sialgodefinealamemoria,sonlasdisputasque

La museografía del Museo de la Memoria...

66

en ellas los actores (y también los objetos) encarnan en la lucha por producir y estabilizar el pasado de un determi-nado modo. Sobre todo a partir de hechos históricos que significaronun abierto conflicto social y que, por tanto,nodespiertanconsensorespectodesusjustificacioneseinterpretaciones.

Para la sociología el concepto de memoria colectiva se forjó dentro de las fronteras del Estado-Nación, como concepción homogénea y emergente de una dinámica gru-pal con marcos de referencia preestablecidos: el individuo recuerda cuando asume el punto de vista del grupo, y la memoriadelgruposemanifiestayserealizaenlasmemo-rias individuales (Halbwachs 2004: 11). No obstante, esta perspectiva poco dice sobre los desacuerdos y desavenen-cias en la construcción y representación de la memoria social. Precisamente, observar procesos de memorializa-ción en tanto controversias sociales permite problemati-zarenlaslecturascontemporáneasdelamemoriasocial/colectiva, el supuesto carácter homogéneo, singular, etc. (Hyussen 2002. Jelin 2002. Misztal 2003. Stern 2006). Re-levandoelperfilheterogéneo,diversoyconflictivode losprocesos performativos que traen al presente la memoria de un pasado. Desde esta perspectiva, las colectividades, la comunidad imaginada del Estado-Nación (Anderson 2007), no son homogéneas ni responden a relatos únicos ni menos universales (Huyssen 2002).

Lascontroversiassocialessedefinencomosituacio-nes en que los sujetos involucrados o las colectividades, son copartícipes y articuladores mutuos de situaciones que los enfrentan y los ponen en disputa (Venturini 2009. Callon 1995). En dichas situaciones si los actores no re-curren a la violencia, y por el contrario, estructuran argu-mentosyjustificacionesrazonadasparallegaraacuerdo

Felipe Mallea Toledo

67

sobre sus posturas divergentes, la controversia es de ca-rácter legítimo (Bernasconi 2010). De modo que para llegar aacuerdo,losargumentosyjustificacionesdebendesercapaces de estar en referencia de un principio que sea vá-lido para todos los actores enfrentados en la disputa (Bol-tanski y Thévenot 2000).

Llevar adelante procesos de memorialización impli-ca, necesariamente, integrar interpretaciones disímiles y en disputa respecto de cómo recordar el pasado, mediante untrabajodeelaboraciónqueintentasolidificarladura-ciónyestabilidaddeunconjuntoderecuerdosen“dispo-sitivosdememoria”depúblicoreconocimiento.Endichosprocesos—dondelasexigenciasdejustificacióndecómola memoria llega a cristalizarse y hacerse inteligible en es-pacios legítimos para los actores— cabe la pregunta por cómosegestionaelcarácterheterogéneo,conflictivoydis-putado de lo que es objeto y soporte para la memoria. Lo cual en el caso del Museo es el período 1973-1990.

Todos esos procesos de memorialización son parte deun“trabajodeencuadramiento”(Pollak2006).Sepro-veen del material suministrado por la historia (documen-tos, objetos, testimonios) y son llevados adelante por acto-res profesionales que gestionan la memoria estableciendo una equivalencia entre ésta y la verdad. Es por ello que la formalización y estabilización de la memoria debe descan-sar endefinicionesde consenso social odebien común(Boltanski y Thévenot 2000: 209). Precisamente, para sal-vaguardar su credibilidad y legitimar su organización (Po-llak 2006: 18-27). Estas dos últimas características, son exigenciasdejustificaciónquesehacennecesariasenelproceso de gestión de la memoria, que es rico en produc-cióndeargumentos,justificacionesycríticas.

La museografía del Museo de la Memoria...

68

Los recursos en los cuales se asientan las operacio-nes para reconstruir y representar la memoria, obedecen auna“gramática”enlacualseponenenjuego“pruebas”(Boltanski 2000): testimonios, objetos y documentos e in-vestigaciones que respaldan la producción de argumentos yjustificacionesqueseajustanalarealidadhistóricadelpasado (Boltanski y Thévenot 1999). Dichos argumentos y justificacionessearticulanen“principiosdeequivalencia”y“órdenesdemagnitud”queproduzcangeneralizaciones,los cuales permiten el consenso respecto de la lectura so-bre el pasado reciente. El propósito es reconocer un sen-tido de justicia conforme a una idea de bien común que interpele socialmente y sea condición de admisibilidad de estas iniciativas de memorialización (Boltanski 2000: 22. Boltanski y Thévenot 2000: 210). Como veremos más ade-lante en el caso del Museo, lo anterior se enmarca en la inalienación de los DDHH y el juicio moral contra su viola-ción en el Chile dictatorial.

Todos esos procesos componen lo que aquí se en-tiendepor“gestiónde lamemoria”, losquerequierendeun cuidado trabajo de encuadramiento, selección, orden y narrativización para estabilizar y representar la memoria social.Deestemodo,elestablecimientodeuna“gramáticade lamemorialización” (Pollak2006), entendida como elconjunto de coacciones que se imponen en el trabajo de gestión y elaboración de la memoria, servirá de argumento para analizar y evidenciar el resultado de estas iniciativas de performativizar acontecimientos de la historia reciente deChilequesoncentrodedisputa,debateyconflicto. En resumen, pensar el espacio de producción de la memoria social en términos de controversia, permite hacer inteligibles los procesos y operaciones mediante los cuales se estabiliza una cierta imagen del pasado en disputa. El

Felipe Mallea Toledo

69

que se sirve de una gramática particular al que le es inhe-renteunconjuntodecoacciones.Todoporlajustificacióny el acceso privilegiado del conocimiento sobre el pasado, elcualsuponeintensodebateyconflicto.

Es por ello que vale la pena precisar a continuación algunos puntos sobre los hechos históricos que encarnan estas disputas, que sirven de base para el proceso de me-morialización bajo análisis.

4. Trabajo de encuadramiento de la memoria sobre la experiencia de violación de los derechos humanos en Chile

En el caso del Cono Sur americano, las experiencias de dictaduras militares, el quiebre de la institucionalidad democrática y la violación sistemática de los DDHH, con-minó a países como Argentina, Chile y Uruguay a largos procesosderupturayconflictodelasociedadcivil(Stern2009. Garcés 2000). En lo referido a la violación de los DDHH por parte del Estado, se han establecido indaga-ciones para descubrir estos hechos silenciados y omiti-dos. Tanto en Chile como en Argentina, se establecieron comisiones para esclarecer la verdad y dar a conocer las graves violaciones a los DDHH.2 Dichas comisiones de ver-dad, sirvieron para implantar las primeras posibilidades de consenso respecto a la participación y responsabilidad política e institucional del Estado en la perpetración de crímenes de lesa humanidad contra la sociedad civil. Pero también, estos informes constituyen y elaboran los prime-ros elementos probatorios de una dimensión de la realidad 2 EnArgentinalaprimeracomisiónoficialseestableceen1983yenChileen1990.Enesteúltimocaso,tienepornombre“ComisióndeVerdadyReconciliación”.Pararevisarel carácter fundacional que tuvieron estas comisiones en la elaboración de la memoria y en la producción de evidencia concreta en la violación a los DDHH en estos países, véase: Groppo y Flier (2001).

La museografía del Museo de la Memoria...

70

que no se había reconocido. Y, por medio de ellos, se eleva un imperativo de justicia conforme al cual la violación a los DDHH se presenta como una afrenta a toda la socie-dad. La idea de bien común, donde los DDHH constituyen un conjunto de principios inalienables, se elabora retros-pectivamente con el esclarecimiento de los crímenes a par-tir de estas comisiones y sus informes para reconstituir unacomunidadmoralqueredefinalasrelacionesentreelEstado y los ciudadanos (De Greiff 2005).

Sobre este punto, cabe destacar que en el caso de Chile, la “ComisióndeVerdad yReconciliación” del año1990 se presenta, según se quiere aquí proponer, como una de las primeras plataformas institucionalizadas ges-tionadas por el Estado para la elaboración social de la me-moria. La investigación, la documentación de fuentes, la sistematización de testimonios y, en general, la elucida-ción de acontecimientos con pruebas irrefutables de des-apariciones, torturas y ejecuciones, sirvieron como gran soporte a historias que hasta antes de eso aparecían parti-cularizadas y minimizadas por un velo de opacidad. Estos informes, por otra parte, son resultado del posicionamien-to de un principio válido para todos, desde donde aparece comoinjustificablelaviolaciónalosDDHHseacualfuesela circunstancia. En palabras de Boltanski, se interpela la “capacidadmetafísica”delaspersonasdeconvergerhaciaun acuerdo en referencia a algo que no son las personas, sino algo que las trasciende (Boltanski 2000: 72).

La importanciadefijar laatenciónen lascomisio-nes de verdad y sus informes, es atender a uno de los ejes constitutivos de elaboración de la memoria social del perío-do1973-1990,delcualsevaleelMMDDHHparajustificarun principio de realidad en cuanto a los hechos que son presentados en la exhibición permanente. En este sentido,

Felipe Mallea Toledo

71

las comisiones de verdad y sus informes proveen de recur-sos para la construcción de consensos: las investigacio-nes detrás de cada caso operan como pruebas, el trabajo de una comisión plural y legítima permite que una comu-nidad moral comparta arreglos de sentido según órdenes más amplios de universalidad, en base al valor universal de los DDHH sobre el cual la sociedad hace suya la idea de un imperativo ético-moral que los sujetos no pueden ignorar entre sí (Boltanski y Thévenot 1999: 209).

La posibilidad de traer el pasado al presente en un Museo de Memoria encuentra sostén en los consensos an-tes señalados. Si bien desde las víctimas la elaboración de la memoria está asociada con la demanda de justicia, se interpelaatodalasociedadclasificandoloshechosocu-rridoscomo“crímenesdelesahumanidad”.Demodoqueel registro del trabajo de encuadramiento de la memoria se nutre de órdenes de valor distintos, un “principio deequivalencia”(BoltanskiyThévenot2006)quelegitimalasacciones y decisiones orientadas a la construcción y re-presentación de la memoria social en el Museo, y en par-ticular, en su exhibición. A nuestro juicio, el MMDDHH se sirve de esta plataforma ya establecida para gestionar la memoriasobreuna“gramáticadelamemorialización”,ala que le es imprescindible esta idea de bien común, que se impone como coacción en este proceso.

La museografía del Museo de la Memoria...

72

5. Estudio de caso: el Museo de la Memoria y los Dere-chos Humanos de Santiago

En este artículo se examina la memorialización res-pecto a la violación de los DDHH, como controversia social a partir del caso del MMDDHH de Santiago y, en particu-lar, de la organización de la muestra permanente. En el estudio de este caso se combinaron distintas técnicas de recolección de información: i) revisión de bibliografía re-lativa a la reconstrucción y representación de la memoria de museos y memoriales del Cono Sur americano, ii) ob-servación in situ, constituida por seis visitas de campo al Museo entre los meses de agosto y noviembre de 2010, con el objetivo de relevar y atender a la experiencia del inves-tigador en el recorrido de la exhibición permanente, iii) re-colección y análisis de documentos y de registro visuales: enparticulardocumentosdetrabajooficialesdelMuseo,como la Política de colecciones, Esquema de la muestra mu-seográfica (en el que se revisaron íntegramente las 27 y 80 páginas de cada documento, respectivamente) y el Layout de la museografía, por último, iv) la conducción de cinco entrevistas semi-estructuradas a las personas que fueron partícipesdelaconstruccióndelMuseoyespecíficamentede la exhibición permanente de éste.

El análisis de fuentes primarias y secundarias se enmarca, como ya se ha señalado, en el eje de las con-troversias sociales y se focaliza en la narrativa expuesta por las personas participantes en la construcción de la muestra permanente, así como en la narrativa contenida en la propia exhibición como un relato que expresa la re-presentación de la memoria social del período entre 1973 y1990,enelcualseenmarcaelMuseo.Específicamente,interesaba conocer y analizar los principales desacuerdos, debates en torno a la disposición física de la exhibición,

Felipe Mallea Toledo

73

y revisando en ello además, los principales argumentos y justificaciones que sustentan las decisiones tomadas enladefinicióndelacuratoríaymuseografíadelamuestrapermanente del Museo.

6. Política de la memoria en el orden de la construc-ción del pasado

El contexto de gestación del MMDDHH, a nuestro parecer, expresa la voluntad política de institucionalizar a través del Estado, con el impulso de las agrupaciones de DDHH, una política de la memoria que desprivatiza la violación de los DDHH en Chile desde los grupos afecta-dos directamente por la dictadura, abriendo el tema hacia un espacio público de enunciación y reconocimiento. Este proceso de institucionalización busca encauzar el senti-do colectivo que encarna la memoria en relación con su experiencia histórica. Vale decir, en primera instancia, se pretende que nadie quede fuera de la construcción de la memoria, que sea realmente colectiva; y en segunda ins-tancia, se instala la necesidad de crear referentes públi-cos en virtud de los cuales sea posible evocar la memo-ria, construirla bajo condiciones presentes que se prestan para dicha evocación.

En los procesos de memorialización en el que es-tán involucrados la violación de los DDHH, se hace in-eludible revivir simbólicamente la experiencia de sentirse potencialmente víctima de la violencia y el terrorismo de Estado: “ser ‘víctima del Estado’ significa que nadie pue-de sustraerse a su definición, pues nadie existe fuera de él” (Méndez 2003: 4). Bajo esta premisa, las condiciones derepresentaciónqueescenificanestoshechosrequierende soportes materiales que gatillen y agencien prácticas

La museografía del Museo de la Memoria...

74

sociales (Makowski 2002), orientaciones de sentido mo-vilizadas en los sujetos respecto de la interpretación del pasado(Jelin2002:23).Esporelloqueladefinicióndelsoporte material del MMDDHH se plantea como el intento y propósito de darle consistencia y legitimidad a un medio para el reconocimiento y evocación del pasado ligado a la dictadura en Chile. En general, en palabras de Meyer, en losmuseos se escenificancontroversias socialesno sólopor lo que se muestra y se tematiza en ellos sino también por cómo se tematiza y cómo se exhibe (Meyer 2009). Así, la gestión de la memoria sobre la iniciativa del MMDDHH plantea la interrogante acerca de las decisiones de los ac-tores que producen la representación de la memoria, que suponeladefinicióndequé era lo que se quería mostrar y cómo hacerlo. Se atiende, por tanto, a las decisiones que dan cuerpo a la legitimidad de la memoria y a su represen-tación dentro de la exhibición permanente del Museo.

7. Memorialización: descripción de la exhibición per-manente

A continuación se describe la exhibición permanente delMuseo,laorientacióndesurecorridooficial,losprinci-pales hitos de su museografía y las principales decisiones que permitieron concebir la exhibición. Las preguntas que guían este apartado son: ¿cómo se representa la memoria socialrelativaalperíodo1973-1990?y¿cuálessonlosme-canismos que permiten articular esta plataforma de enun-ciación?

La exhibición del Museo se erige sobre la base de un “principiodeequivalencia”queoperaenelmarcoético-mo-ral de los DDHH y su violación en Chile, lo que demuestra el carácter consensuado de la misma en dos dimensiones

Felipe Mallea Toledo

75

de encuadramiento. La exhibición es fruto de la elabora-ción, como primera dimensión, de un imperativo de justi-ficacióndecarácteruniversal;elMMDDHHseubicaden-trodeunagranexplanadallamada“PlazadelaMemoria”,al hacer ingreso se encuentra la “DeclaraciónUniversaldelosDerechosHumanos”.Luego,enelhall de acceso al edificio,comosegundadimensión,seevidencianarregloslegítimos entorno a consensos de carácter situado; el re-conocimiento de treinta y dos Comisiones de Verdad en el Mundo, ahí donde se ha aceptado y condenado la violación de los DDHH y, en un segundo plano, las Comisiones de Verdad y Reconciliación en Chile.

El paso desde la explanada hasta el hall de entra-da al Museo, expone al visitante al encuadramiento de la exhibición y al principio equivalencia que articula toda la muestra: la trascendencia de los DDHH como bien común para la sociedad.

LatotalidaddelamuestramuseográficadelMuseoestá divida en trece zonas que se distribuyen entre la ram-padeaccesoaledificio(“PlazadelaMemoria”)yloscua-tronivelesdeéste.Enelprimerniveldeledificio(hall de entrada) se tematizan los Derechos Humanos, su impor-tancia global y nacional. En el segundo nivel, comienza la exhibición permanente propiamente tal relativa al período 1973-1990. Ella parte con la situación pre-golpe y golpe del11deseptiembrede1973 (sala “11deseptiembre”),se sigue con el “Fin del Estado de derecho” y la nuevainstitucionalidad que dicta el gobierno militar, cómo estos hechos traspasan las fronteras del país y reciben la con-dena internacional. Para terminar, en este nivel, con una sala relativa a la violación a los DDHH en todo el país, los centros y métodos de tortura.

La museografía del Museo de la Memoria...

76

El tercer nivel abre con un largo pasillo lateral que exhibe las demandas por verdad y justicia de los organis-mos de DDHH. Por otra parte, al centro de este nivel se presenta un gran cubo de vidrio que reproduce una velatón (sala“Ausenciaymemoria”),frenteaesteseencuentranlas imágenes de los rostros de las víctimas no sobrevivien-tes de la dictadura. Este nivel sigue con una zona en que sepresentala“Luchaporlalibertad”ylareagrupacióndelas fuerzas sociales y políticamente democráticas, proceso que terminó con el retorno a la democracia. Finalmente, laexhibiciónacabaconunainstalaciónmuseográficaquecomponeloquesehadenominadocomo“Nuncamás”.

Como se puede entrever, la muestra se abre paso mediante una narración que se articula sobre dos ejes: (i) una marcada lógica cronológica de los acontecimientos a lacualse incorpora (ii) la tematizaciónyzonificacióndehechos concretos. Especial comentario merece la sala rela-tivaal“11deseptiembre”yala“Represiónytortura”.Enellaslaelecciónde“testigosautorizados”esclave(Pollak2006: 27), tanto para relatar hechos históricos conocidos, como el último discurso de Allende, u otros mucho me-nos conocidos (pero no menos relevantes) para narrar las sesiones de tortura a las cuales eran sometidas las vícti-mas. Se recurre a estos actores, apelando a los rasgos más objetivos de lamemoria en calidadde “portavoces” váli-dos para contar la historia (Callon 1995). Pero, también a testimonios que movilizan experiencias desde el punto de vista más personal y subjetivo.

Elconceptode“memoriaenconstrucción”,resaltaensalascomolade“Ausenciaymemoria”y“Nuncamás”.En ellas se espera por parte de los visitantes algún gesto o práctica, vale decir, existe la expectativa por parte de la museografíaque laaudiencia interactúecon/en laexhi-

Felipe Mallea Toledo

77

bición.En“Ausenciaymemoria”,frentealcubodevidrioque reproduce la velatón, se disponen imágenes en blan-co y negro con los rostros de víctimas no sobrevivientes entremezcladas con recuadros blancos y negros, donde la idea es que los familiares puedan incorporar las fotos de las víctimas que no aparecen. O bien, en el caso de la sala “Nuncamás”sepuedendejar testimoniosgrabadosdemaneraaudiovisualalfinalizarlamuestra.

En ambos casos señalados, se expresa un giro en el modode escenificar y exponer temáticas controversialesen los museos: la forma material y el encuentro físico del públicoconlasexhibicionesdejadeseruna“arquitectu-radeconferencia”yseconvierteenuna“arquitecturadeinteracción”(Meyer2009:4).Cifrandoenelloexpectativasdeaprendizaje(omoralejas,enelcasodelfinaldelaexhi-biciónconel“Nuncamás”)quedejandeserpasivasyseenfocan en la capacidad interpretativa de las personas que concurren al MMDDHH.

8. Elaboración de consensos de base respecto de la ex-hibición permanente

En esta sección, se expone y analiza el papel de los gestores del Museo y el trabajo de encuadramiento realiza-do por estos.3 El hilo conductor del análisis es el concepto de “gramática de lamemorialización” (Pollak 2006. Bol-tanski 2000. Boltanski y Thévenot 2000), que permite es-clarecer el conjunto de coacciones presentes en el trabajo de gestión y encuadramiento de la memoria contenido en la exhibición permanente del MMDDHH.

3 Se realizaron cinco entrevistas. A la asesora presidencial en materia de DDHH, a la encargada del proyecto Museo de la Memoria, a la jefa del área de colecciones del Mu-seo, a la encargada de contenidos audiovisuales del Museo y a la museógrafa del mismo.

La museografía del Museo de la Memoria...

78

Una vez iniciado el proyecto del Museo por mandato de la presidenta Bachelet4, se comenzó con la incorpora-ción del patrimonio documental y de archivos de las agru-paciones de DDHH a este proyecto. Primero constituyen una Fundación5 para poder hacer traspaso de archivos y documentos al Museo y además poder acceder a otro tipo de colecciones que estuvieran fuera del dominio de ella. Así,unadelasprimerasdefinicionesquetuvoqueenfren-taresteproyectomuseográfico,fuebajoquédirectricesseiba a trabajar esta colección patrimonial en el contexto de la exhibición del Museo.

Cabe señalar que una de las situaciones de contro-versia,anuestrojuicio,esladefinicióndelperíododelaexhibición. No obstante, esta disputa no escala y se contie-neporladefinicióndeBachelet,puesesellaquienfijaelperíodo 1973-1990. Junto con esto, la entonces presiden-ta en conjunto con la Comisión Asesora Presidencial en PolíticasdeDDHHyelequipoacargodelMuseo,definenel carácter nacional del Museo. En base a estas dos deci-siones, se constituye el universo de posibilidad respecto del material necesario para construir la exhibición perma-nente.

Es por ello que una vez despejada la pregunta por el período y carácter territorial, el equipo a cargo de la

4 Si bien la idea del Museo es de la ex presidenta, esta decisión se enmarca en la Ley 20.205 que estipula la creación del Instituto de Derechos Humanos (Comisión Asesora Presidencial en Políticas de DDHH), desde donde se desprende la creación del MMDD-HH.

5 En agosto del 2003 la UNESCO reconoció el valor de los archivos de DDHH como re-serva de la memoria de la humanidad. Así, se incorpora la colección y archivo de ocho organismos de derechos humanos de Chile al registro de la Memoria del Mundo, entre las que se encontraba la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC), la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU), la Fun-dación de Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia (PIDEE) y Teleanálisis. Estas últimas cuatro organizaciones se coordinaron y agruparon con el objetodecrearunafundaciónllamadala“CasadelaMemoria”.

Felipe Mallea Toledo

79

construcción del Museo se centró en dos ejes de trabajo, (i) indagar en lo que había respecto del patrimonio en ma-nos de las organizaciones de DDHH (objetos, documentos, archivos, efectos personales, etc.) y (ii) en las expectativas que la posible audiencia podría tener en un museo de esta naturaleza. Estos ejes de trabajo conforman el primer es-paciopara lasdefinicionesestratégicas,queeneste tra-bajohemosdenominado,“trabajodeencuadramientodelprocesodememorialización”.Enesteprocesoseelaboranlosargumentosylasjustificacionesparalasaccionesem-prendidas y las decisiones tomadas.

Respecto al relato y el sentido de la exhibición per-manente, habían dos tipos de relatos alternativos en pug-na: un relato estructurado sobre la base de interpretacio-nes sobre las violaciones a los DDHH y un relato factual sobre los acontecimientos tal y como habían sucedido. Pri-vilegiándose y tomando la decisión de estructurar la exhi-bición permanente basada en un relato factual que

“…tuviera como patrimonio los documentos, objetos,fuentes originales, primarias y secundarias—reflexiónsobre lo ocurrido— que dieran cuenta sobre ese período [1973-1990]”(Informante1).

Deestemodo,sedecidecontarcon“pruebasderea-lidad”ancladasenlahistoria,decarácteroriginalyautén-tico. Pese a ello, teniendo presente la pregunta de cómo se expondríayserepresentaríamuseográficamente,elequi-po a cargo de la gestión del material para la exhibición no podía cerrar dicho criterio sólo en virtud de lo que es-taba en manos de las agrupaciones de DDHH, sino que debieron considerar lo que necesitarían conseguir de cara a las expectativas de la audiencia que visitaría el Museo. Estaconsideración,anuestroparecer,esuna“maniobrade engrandecimiento” (Boltanski y Thévenot 2000: 276).

La museografía del Museo de la Memoria...

80

Es decir, darle validez general a la exhibición para desper-tar el interés más allá de quienes estaban gestionando la memoria de manera singular. A este respecto uno de los informantes señala lo siguiente:

“Entoncesclaro,verquéteníamosdisponibleydespuéstambién, por otro lado, impulsar eso. Qué había dispo-nible, qué requería la gente (...). Yo traté de ser lo me-nos ambiciosa posible en el sentido de que, yo creo que, abrirse demasiado… pero me abrí bastante a lo que yo pensaba que era la base como más sólida, más fuerte de lo que nosotros queríamos. Pero lo otro que para mí era muyimportante(…)eradefinirmuybienaquiénesque-ríamos llegar (…) hay un público que es casi un público cautivo que es la gente que está involucrada en los temas de derechos humanos que evidentemente tiene un inte-résporesto”(Informante2).

Este extracto ilustra los elementos que giraron alrede-dordeladefinicióndelmaterialqueseríapartedelaexhibi-ción. Se tiene muy presente que el material de la exhibición debía generalizarse, que el Museo no debía ser sólo de las agrupaciones de DDHH o de las víctimas, sino que fuese un museo nacional y de la sociedad chilena. Sin embargo, los lí-mites y los márgenes de esta generalización de la exhibición no estaban aún claros. De modo que, fue necesario para las gestoraselusodeinstrumentoscientíficosderecoleccióndeopiniones de la población sobre lo que les gustaría que es-tuviera en este Museo. Con lo cual se encargaron un par de estudios a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)6, que consistieron en lo siguiente:

6 Resulta interesante el hecho de que los resultados de estos estudios no poseen ca-rácterpúblico,locualledaunaopacidadaesta“prueba”delegitimidaddelprocesodememorialización. A nuestro juicio, la inteligibilidad de las pruebas es garantía de cre-dibilidadyadmisibilidaddelosargumentosentodorégimendejustificaciónycrítica.Cuandoéstasnosoncomprobablesoaccesibles,dificultalaelaboracióndearreglosdecarácter legítimo para establecer consensos.

Felipe Mallea Toledo

81

“…nosotroshacemosun estudio en regiones, hacemosdos estudios, uno de percepción ciudadana respecto a cómo podría este museo representar esta temática y otro de agentes clave de derechos humanos, museografía y la academia. En regiones se hacen más de 70 entrevistas y se toma contacto junto con algunas visitas que se ha-cen a algunas regiones (…) para tomar contacto con los organismos y personas claves en regiones que pudieran demandar[delMuseo]”(Informante3).

A nuestro juicio estos estudios encarnan los esfuer-zos por legitimar el trabajo de encuadramiento que esta-ban llevando adelante las gestoras. Sobre este proceso se manifiestan las coacciones inherentes a este trabajo, esdecir, la necesidad de generalizar y consensuar con agen-tes clave (organismos de DDHH), personas comunes y co-rrientesyportavocesoficiales (porejemplo, laacademia)la exhibición que se pretendía montar en el Museo. Los estudios realizados son, además, otra prueba de realidad respecto a tener conocimiento del espacio social heterogé-neo y diverso sobre el que se elabora la memoria. Respecto a esto, las gestoras de este proceso plantean:

“…[la ideaera]reunirnosconvíctimas,conorganizacio-nes de derechos humanos, con autoridades de gobierno, con gente común y corriente. Y en el fondo, para ver qué esperaba la gente de un museo como éste. O sea, si tenía expectativa y qué expectativas tenía, y qué era lo que no le parecía”(Informante2).

“…hicimosuntrabajode…unestudiodepercepciónciu-dadana con diez focus group, con distintos grupos etarios, socioeconómicos.Esosiempreestuvomuypresente, ‘noqueremos que nos cuenten cuentos. Queremos acceder a lasfuentes’”(Informante1).

La museografía del Museo de la Memoria...

82

El hecho de legitimar esos procedimientos, mediante un actor especializado como FLACSO, es en todo momen-to tomar control sobre el proceso de memorialización. De modo que, la sistematización de la diversidad de actores implicados en el trabajo de elaboración de la memoria es contenerelconflictoyeldisensoentornoaacontecimien-tos históricos que dividen y en sí oponen a la sociedad. Contar con la representatividad de las miradas, en este trabajo de encuadramiento sobre un espacio social hete-rogéneo,defineunrasgomuyimportantedela“gramáti-ca”deesteproceso:elconstanteesfuerzoporconsensuarla reconstrucción y representación de la memoria. Estos estudios operan, además, como “mecanismos de intere-samiento”(Callon1995:268)quesevalidacomolegítimopara todos los actores implicados en la construcción del consenso.

Deestemodo,enladefinicióndeloquehabíayloque quería o esperaba la gente del Museo, se decide que la exhibición permanente contaría con objetos, documen-tos y evidencias que fueran parte del período histórico del Museo. Que este no se tratara de interpretaciones sobre lo sucedido, sino que fuese un relato factual. En este sentido, al interior del equipo a cargo de las colecciones consigna-ron que las obras de arte o los objetos que fueran extem-poráneos no podrían ser parte de la muestra permanente. No obstante, sí podrían ser parte del Museo fuera de los límites de esta exhibición:

“Porejemplohay[alguien]que,nosé,quetieneuncua-dro; pero tenemos que explicarle que el cuadro nos inte-resa si está hecho por ejemplo, no como un cuadro que está hecho treinta años después que hizo un pintor. Eso mejor tenerlo por si algún día hacemos una exposición temporal, que tenga que ver con obras de arte en relación a un determinado hecho. Pero, bueno muchas veces nos

Felipe Mallea Toledo

83

vimos enfrentados también a decir que no en relación a alguna determinada cosa o cosas que no le veíamos que teníanmuchointerés”(Informante1).

Efectivamente, la muestra cuenta con documentos y objetos que son prueba de realidad del relato que se elabo-ra en la exhibición. Es, en ese sentido, un relato factual de primer orden, que resalta el papel de las pruebas para ela-borar representaciones de los acontecimientos del pasado relativo al período entre 1973 y 1990. Sin embargo, el rol de la interpretación para desarrollar una narrativa en tor-no a los hechos sucedidos en esos años, como por ejemplo la violación a los DDHH, no se deja completamente fuera de este proceso de memorialización. En ese sentido, las interpretaciones sí tienen un lugar de especial cuidado en el Museo para interpelar a la audiencia más allá del relato factual de la exhibición permanente. Como, por ejemplo, expresa uno de los informantes en el siguiente extracto:

“…yotequierodecirqueporejemploeneso,enelcasode Alfredo Jaar7, lo llamé yo (…) y [le dije] me parece complicado de que no haya ninguna obra tuya… él ima-gínate que es un autor, que si no es el más importante en el mundo, chileno, es uno de los más importantes… y que no haya una obra tuya en un espacio público en Chile. Entonces yo estoy construyendo un museo, él me dijo…yoinmediatamente,conunagrangenerosidad‘yoestaría muy honrado de tener una obra mía en el museo, ydesdeyayotedigoqueteregalounaobra’,porqueélhatrabajadomuchoenestetema”(Informante2).

La inclusión ex profeso de la obra de Jaar como par-te del Museo responde a la necesidad de ampliar el registro de la memoria. De modo que no fuera sólo un relato fac-7 Artista, arquitecto y cineasta chileno. Ha expuesto sus obras en museos de Estocol-mo (Museet de Stockholm), Nueva York (New Museum of Contemporary Art) y Chicago (Museum of Contemporary Art).

La museografía del Museo de la Memoria...

84

tual, sino uno también elaborado a partir de interpretacio-nes(artísticashechasporel“autor”chileno“más importan-te del mundo”yque“ha trabajado mucho en el tema”delosDDHH). No obstante, el trabajo de encuadramiento bajo la definición; relato factual versus interpretación, presentauna notoria ambigüedad. Por un lado, se sostiene el carác-ter objetivo de la exhibición (y por extensión, del Museo); y por otro, al entrar a las dependencias del Museo se presen-tan grandes soportes de memoria elaborados a partir de la interpretación. De esta manera, en términos gruesos, el gran patrimonio del Museo y su relato se estructura sobre dos polos de enunciación, que sirven para la elaboración, representación, y objetivación de la memoria en el Museo.

Ciertamente, el ámbito del patrimonio vinculado a la organización y presentación de la exhibición permanen-te, supuso excluir formas de interpretación que estuvie-ran fuera del período, como las obras de arte. El arte, de naturaleza interpretativa, no responde necesariamente a un objeto contemporáneo al período que cubre el relato. Sin embargo, la decisión de posicionar un relato que inter-pelara más allá del ámbito de quienes sufrieron y fueron víctimas del Estado durante 1973 y 1990, impulsó la nece-sidad de ampliar el registro de lo que podría ser parte del relato. Así, hay un contrapunto en el relato contenido en la exhibición permanente a través de elementos factuales y las obras de arte fuera de esta narrativa, como forma de interpretaciónsubjetiva.Se configurandos tiposdis-tintos de soportes materiales para la representación de la memoria.El“soporteartístico”,dichoseadepaso,lahaceun portavoz cuyo nivel de experticia y reconocimiento son proporcionalmente inversos a la posibilidad de discutir su interpretación.Endefinitiva,elrelatodelMuseoseabreainterpretaciones, pero no a muchas, ni a la de cualquier persona: se abre a un artista consagrado y con especiali-

Felipe Mallea Toledo

85

dadeneltema,aquiénselepideexpresamenteque“dis-tinga”ellugar.

Por contrario, en el ámbito de la exhibición perma-nente,ladefinicióndelpatrimonioqueibaaserpartedeella se dio en un orden en que la interpretación no era lo que se buscaba, sino que aquellos objetos y documen-tos que estuvieran inscritos en la historia como parte de la elaboración de los acontecimientos del pasado. De esta forma, la orientación de la narrativa que acompaña a estos objetos y documentos trata de ser lo más neutra posible. Dejandohablaralosobjetosy/odocumentosylarelaciónentreellos,definidosporelsentidodelooriginalyauténti-co, como testimonios tangibles e indiscutidos: pruebas de realidad de una época.

Además, hay objetos que en la exhibición perma-nentenocumplenconlaclasificacióndeseroriginalesyauténticos, como se vio en la sección acerca de la repre-sentaciónmuseográfica.Unodeellos,expuestoenlasala“Represiónytortura”,lallamada“parrilla”8, no se enmarca en los requerimientos de autenticidad y originalidad sino que es una reproducción de un objeto que cumplía la fun-cióndetorturar.Elargumentoylajustificaciónasociadaa esta reproducción es la siguiente:

“…comoahíesazona[delarepresiónytortura]estemá-tica permite ese tipo de representaciones, porque eso es una representación.Yfinalmente, la representacióndeuna parrilla básicamente no importaba si era original o no, además porque es un tema tan delicado, que si traía-mos una parrilla, capaz que se pudiera haber conseguido

8 Cama/camillametálicadondeseponíaenloscentrosdetorturaalosdetenidosparaaplicarles corriente. Cabe destacar que este objeto es el único de la muestra permanente quenocorrespondealperíodo.Talcomoseñalaunodelosinformantes:“Loúnicoqueno es, que es una réplica es la cama de tortura, la camilla. Porque era imposible conse-guir una camilla, habría sido bastante terrible también que alguien hubiera tenido una camillaquehubieratenidoeseuso”(Informante1).

La museografía del Museo de la Memoria...

86

una… pero yo creo que esas son como sutilezas que te-nían que estar, que a lo mejor tenía que ser una repro-ducción(…)finalmenteeraparaambientarlosrelatosdetortura”(Informante5).

Así, en el orden del relato y su representación mu-seográfica, lasdecisionesparalaelaboracióndeconsen-sos aceptaban ciertas concesiones. Aquí la concesión tiene por propósito representar, además del contexto, la prácti-ca misma de la tortura y la represión. Estos aspectos cons-tituyenel“nudodramático”delrelatoenlaexhibición,ypor tanto, necesita de un respaldo material que vehiculice lo que allí se busca evocar. Aceptado, de paso, excepciones y concesionespor sobre las característicasdefinidasdelmaterial utilizado en la exhibición.

Igualmente, el trabajo de encuadramiento llevado adelante por los gestores del MMDDHH, se somete a la elaboración de consensos que permitan contener la con-troversia durante el proceso mismo de memorialización. Encontrándose, en la genealogía de este proceso, argu-mentosyjustificacionesquedescansanenelpapeldelas“pruebas”yen“maniobrasdeengrandecimiento”quein-tentan generalizar la gestión de la memoria en el Museo. De esta manera, las condiciones de admisibilidad y acep-tación de la exhibición permanente quedan supeditadas alascoaccionesinherentesala“gramática”delproceso.Comosucedió,porejemplo,conladefinicióndeloscrite-rios de autenticidad y originalidad que dieran estructura aunrelatofactualdelaexhibiciónpermanente,conelfinde ajustarse a la realidad de los acontecimientos y dejar atados los consensos sobre los cuales se erige la muestra. Así, parece ser que la contención y estabilización de lo que en ella se expone, salvaguarda la credibilidad de la organi-zación del relato de la memoria representada.

Felipe Mallea Toledo

87

En suma, el tipo de racionalidad en el que se apoyan losgestoresserespaldaenelimperativodejustificacióndelos DDHH, en esta idea de bien común. A través de este imperativo, el principio de equivalencia logra universalizar la violación a los DDHH e interpelar al conjunto de la po-blación en la elaboración de la memoria social. Cuestión que es central para lograr establecer una equivalencia en-tre la memoria y la verdad, propósito implícito de todos los actores profesionalizados que gestionan los procesos de memorialización.

9. Conclusiones: elaboración, disputas, consensos y memoria

La tesis principal que se intentó desarrollar en este trabajo,fuequeahídondeexistendisputasyconflictosporlajustificacióneinterpretacióndeacontecimientoshistó-ricos, también se presentan disputas y contiendas en los procesos por la gestión de la memoria. Tomando por su-puesto lo primero y desarrollando lo segundo. En el caso analizado, se pudo apreciar cómo el proceso de memoria-lización responde a un trabajo de encuadramiento de la memoriaalcualleesimprescindibleuna“gramática”,endonde los actores partícipes hacen uso de dispositivos y operaciones que constituyen posibilidades de acción para la gestión de la memoria.

El enfoque de controversias sociales sirvió para conceptualizar la memoria social como proceso en que se disputan interpretaciones plurales, contradictorias, si-multáneasydiversas,dondesearticulanjustificacionesyrazonesquereflejanconcepcionesdemundoenreferenciaa ideas de bien común para la sociedad. En este contexto, a los procesos de gestión de la memoria le son inherentes

La museografía del Museo de la Memoria...

88

exigenciasdejustificaciónquepermitaninterrogarlasba-ses que sustentan la reconstrucción y representación de la memoria, bajo la pregunta de cómo se gestionan y son lle-vados adelante. En el caso del proceso de memorialización del MMDDHH, tal como aquí se propuso, la exhibición per-manente denota un lugar de estabilización de nociones al-ternativas de memorialización. De modo que este lugar se debe a una explicitación de las decisiones de los actores, las que dan cuenta de los límites del trabajo de encuadre de la memoria depositado en la muestra.

La elaboración de consensos para determinar qué era lo que se quería mostrar y cómo se quería hacer, determi-na por parte de las gestoras del proceso la articulación de “principiosdeequivalencia”quegeneralicenelprocesodeelaboracióndelamemoria.Conelfindeconteneryestabi-lizar el contenido de la exhibición permanente, se sirven de un trabajo de encuadre que basa su legitimación y validez enimperativosdejustificaciónybiencomún,trascenden-tes socialmente (que para este caso son los DDHH). Así, la exhibición permanente se articula alrededor de este impe-rativo,interpelandodesdeevidenciasy“pruebasdereali-dad”quedancuentadelosacontecimientoshistóricosquesignificaronelquiebredelaideadebiencomún,lacualsereleva para la gestión de la memoria en el MMDDHH.

Por tanto, dando cuenta del objetivo de investiga-ción, los objetos, el relato y las justificacionesmediantelos cuales los actores involucrados en la exhibición per-manente del MMDDHH memorializan el pasado histórico, se ajustan a coacciones ancladas en dispositivos y ope-raciones que contienen y estabilizan un tipo de consenso respecto a la representación de la memoria entre 1973 y 1990. No obstante, por más estable y formalizada que sea ésta no tiene su perennidad asegurada. La memoria social

Felipe Mallea Toledo

89

producida, encarnada en las prácticas de los actores o en sus rasgos materiales y más institucionalizados, puede ser reinterpretada, deconstruida y reconstruida. El proceso concreto de gestión y encuadre que le dio vida es también susceptible de ser presentado y analizado de innumerables maneras en función, no sólo de la perspectiva con que se mire, sino del contexto social presente en el cual es obser-vada. De forma que el modo y registro de enunciación de la exhibición permanente del MMDDHH, seguirá sometido a mecanismos de elaboración constantes que problematicen elcarácterconsensuado (u“oficial”)oelgradoderepre-sentatividad social de la memoria que en la exhibición se presenta. Por ende, preguntas respecto a la función de lo “nodicho”,alosénfasispuestossobreunouotroaspectoo la clase de tematización dispuesta, son cuestiones que —presumiblemente— se disponen para volver el consenso haciaunnuevoestado“magmático”quesearicoennue-vasjustificacionesyargumentos.

Finalmente, y fuera de los límites del encuadre de la exhibición del Museo, es también posible interrogar y preguntarse si los consensos sobre los cuales se sustenta y se articula la muestra efectivamente son arreglos gene-ralizados y arraigados en esta sociedad, y por ende, son susceptibles de seguir manteniéndose en el tiempo como un orden naturalizado. Toda vez que, en el caso de las co-misiones de Verdad y sus informes, se cuestionan los al-cances de dichos arreglos por los actores implicados —por ejemplo— en calidad de víctimas de violaciones de DDHH, yenalgunoscasos,laveracidaddedatoshistoriográficosquesustentanel“relatooficialdelahistoria”.Materiares-pecto de la cual, la construcción de la memoria en forma de controversia social, escala sobre nuevas posibilidades que se prestan para la actualización de las representaciones de la memoria que tienen lugar en este Museo. De modo que,

La museografía del Museo de la Memoria...

90

la selección y organización de la memoria que está presen-te acá —a nuestro juicio—, no puede ni debe prestarse a unasemánticaqueexcluyalare-significaciónpermanentedel pasado. Toda vez que las condiciones y necesidades del presente condicionarán siempre la producción de los medios y plataformas que son objeto de transmisión de la memoria social sobre el pasado reciente en materia de violación de DDHH en Chile.

La invitación, por tanto, es ir a las prácticas que objetivan la memoria en marcos discursivos de interpre-tación, y por sobre todo, en los soportes y contenedores materiales que estabilizan una imagen del pasado. Aten-diendo a los mecanismos, instrumentos, decisiones y jus-tificacionesquellamanacristalizarlamemoriasocialdeun determinado modo.

Bibliografía

ANDERSON, Benedict. 2007. Comunidades imaginadas. Trad. Eduardo Suárez. Fondo de Cultura Económica. Mé-xico D.F.

BERNASCONI,Oriana.2011.“Elitesydeliberaciónmoralenlacontroversiapúblicasobre‘temasvalóricos’:elcasode los proyectos de ley sobre eutanasia y muerte digna en Chile”.En:Notables, tecnócratas y mandarines: Elementos de sociología de las élites en Chile (1990-2010). A. Joignant y P. Güell (editores). Ediciones Universidad Diego Portales. Santiago.

BOLTANSKI, Luc. 2000. El amor y justicia como competen-cia. Amorrortu Editores. Buenos Aires.

Felipe Mallea Toledo

91

BOLTANSKI,LucyTHÉVENOT,Laurent.1999.“Sociologyofcriticalcapacity”.En:European Journal of Social Theory, 2 (3), pp.: 359-377.

BOLTANSKI,LucyTHÉVENOT,Laurent.2000.“Thereali-tyofmoralexpectations:Asociologyofsituatedjudgment”.En: Philosophical Explorations, 3 (3), pp.: 208-231.

BOLTANSKI, Luc y THÉVENOT, Laurent. 2006. On justifi-cated: economies if worth. Princeton University Press. Prin-ceton.

CALLON,Michel.1995.“Algunoselementosparaunaso-ciología de la traducción: la domesticación de la vieiras y lospescadoresdelaBahíadeSt.Brieuc”.En:Sociologíade la ciencia de la tecnología, J. Iranzo, J. Blanco, C. To-rres y A. Collito (editores). Consejo Superior de Investiga-cionesCientíficas.Madrid.

CARNOVALE, Vera. 2006. “Memorias, espacio público yEstado:laconstruccióndelMuseodelaMemoria”.En:Es-tudios AHILA de Historia Latinoamericana, Nro. 2.

DEGREIFF,Pablo.2005.“Losesfuerzosdereparaciónenuna perspectiva internacional: el aporte de la compensa-ciónal logrode la justicia imperfecta”.En:Estudios So-cio-Jurídicos, 7 (Número Especial): 153-199. Bogotá.

GARCÉS, Mario (et al.). 2000. Memoria para un nuevo si-glo: Chile, miradas a la segunda mitad del siglo XX. LOM Ediciones. Santiago.

GROPPO, Bruno y FLIER, Patricia. 2001. La imposibilidad del olvido. Recorrido de la memoria en Argentina, Chile y Uruguay. Ediciones Al Margen. La Plata.

La museografía del Museo de la Memoria...

92

HALBWACHS, Maurice. 2004. Los marcos sociales de la memoria. Editorial Anthropos. Barcelona.

HALBWACHS, Maurice. 2008. La memoria colectiva, una categoría innovadora de la sociología actual. 2da edición. Editorial Anthropos. Barcelona.

HUYSSEN, Andreas. 2002. En busca del futuro perdido: cultura y memoria en tiempo de globalización. Fondo de Cultura Económica-Goethe Institut. México D.F.

HUYSSEN, Andreas. 2004. “Resistencia a la memoria: los usos y abusos del olvido público”. Paper presentado en XXVII Congresso Brasileiro de Ciências de Comunicação. Porto Alegre, INTERCOM–Sociedade Brasileira de Estudos Interdisciplinares da Comunicação, agosto-septiembre.

JARA, Daniela. 2009. Museos de la memoria y memoriales. Documento de trabajo para el Área de Gobernabilidad y Derechos Humanos, FLACSO Chile.

JELIN, Elizabeth. 2002. Los trabajos de la memoria. Siglo Veintiuno Editores. Madrid.

LIRA,Elizabeth(coordinadora).1998.“La recuperación de la memoria desde las distintas percepciones de los acto-res”. Círculo de Conversación sobre Derechos Humanos. Documentodigitaldisponibleen:http://www.vicariadela-solidaridad.cl/publicaciones.html.

MÉNDEZ, Paola. 2003. “Sitios dememoria: El recuerdoquepermiteolvidar”.En:Revista Reflexión, Nro. 30, pp.: 4-8.

MEYER,Morgan. 2009. “From ‘cold’ science to ‘hot’ re-

Felipe Mallea Toledo

9393

search:thetextureofcontroversy”.En:Papiers de recher-ché du CSI, CSI Working Papiers Series, Nro. 016, pp.: 1-13.

MISZTAL, Barbara. 2003. Theories of social remembering. Open University. Maidenhead.

POLLAK, Michael. 2006. Memoria, olvido, silencio. La pro-ducción social de identidades frente a situaciones límite. Ediciones Al Margen. Buenos Aires.

STERN, Steve. 2009. Recordando el Chile de Pinochet: en vísperas de Londres 1998: libro uno de la trilogía de la me-moria del Chile de Pinochet. Ediciones Universidad Diego Portales. Santiago.

VENTURINI,Tommaso.2009. “Diving inmagma:how toexplorecontroversieswithactor-networktheory”.En:Pu-blic Understanding of Science, published online on May 29, pp.: 1-16.

WALDMAN,Gilda.2006.“Laculturadelamemoria:pro-blemasyreflexiones”.En:Política y Cultura, Nro. 26, oto-ño, pp.: 11-34.

YOUNG, James. 1993. The texture of memory: holocaust memorials and meaning. Yale University Press. New Haven.