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LaseñoritaCatelanessometidaalaspeoresabyeccionessexualespordoscamioneros. Pero detrás de su violación se oculta un plan perverso. Laseñorita Catelan y su socio Vic son dos consumados chantajistas, quereclutan a mujeres aparentemente puritanas y las obligan a revelar suverdadera naturaleza de ninfómanas empedernidas. Una de ellas es unaesposaburguesa,quesecomplaceencorromperacolegialesquepodríansersushijos.Otraesunajovenestudiante inglesaconsecretastendenciasmasoquistas. Otra es una recatada librera que… Pero basta de pistastentadoras. El contenido estimulante de esta novela supera todo lo quepodamosinsinuaraquí.

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Dorgeval

ChantajessexualesSeleccioneseróticasSileno-00

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L1

Amujercirculabadeprisa.ElairepenetrabaporlaabiertaventanilladesuFordEscort,atorbellinandoalgunosmechonescastañosqueescapabandesumoño.

Losfarosperforabanlanoche,excavandountúnelluminosoenlaautopistadesiertaaaquellashoras.

Encendió un cigarrillo para tranquilizarse. Sus carnosos labios dejaron unagrasienta marca de carmín en el filtro. Inspiró a fondo, haciendo sobresalir suspesadospechos.Lossenoshinchaban lablusadeunmodosensualquecontradecíasus ropas bastante estrictas. Era una mujer hermosa, alta y fuerte, de rostrovoluntarioso.Suslargasmanos,deperfectamanicura,tancuidadascomoelrestodesupersona,apretabanconfuerzaelvolanteforradodecueronegro.

Circulóunosinstantesaún,sincruzarseconningúnvehículo, luegosemetióenunáreadedescanso.Ellugarestabadesierto,sólouncamiónsehallabaestacionadoallí con las luces apagadas. Sus ocupantes debían de recuperar las fuerzas para elcaminodeldíasiguiente.Sedirigióalosaseos,haciendochasquearsusaltostaconessobre el asfalto. Sus piernas eran largas, con la fuerza bastante para estararmoniosamentetorneadas.

El olor a orina le llegó de lejos, haciendo aparecer en su rostro unamueca deasco.Nohacíafrío,asíqueprefirióaliviarseenlahierba…

Sus taconessehundieronen la tierracrasa.Searremangó laestrecha faldaa lolargodelosmuslos.Llevabaunasmediasnegras.Lapalidezdelacarneaparecióaladébil iluminacióndelaparcamiento.Sebajórápidamentelasbragasyseagachó.Elfrescordelanochelelamiólaraja,picoteósuano.Seabandonó;elchorrogolpeóelcéspedconunhervorquelaexcitó.Estabaenmitaddelamiccióncuandounosrayosdeluzhurgaronensuentrepierna.

Dostiposestabananteella.Sulinternalacegaba,peronocabíadudaalgunadequesetratabadelosocupantesdelcamión.

—Demodoquelaseñoritingaserefrescalapatata—soltóunodeellos.Presadelpánico,quisolevantarse,perounodeloscamionerosselanzósobreella.—Terminedemear,noesbuenoretenerse.¡Nosepreocupepornosotros!Erauntipoaltoybigotudoquevestíaunosvaquerosmugrientosyunacamisade

lana a grandes cuadros. El otro era más joven, bajo y muy moreno. Llevaba unacamisetasinmangasyexhibíaunosbrazosmusculosos,llenosdetatuajes.

Lamujerlanzóunamiradatemerosaasualrededor,buscandoayuda.—¡Nohaynadie!—dijoelbigotudo—.Seabuena.Meedeunavez.Amiamigo

yamínosgustamuchoveraunaburguesameandoencampoabierto.Aterrorizada, obedeció. Tal vez luego la dejaran marchar. Los camioneros se

arrodillaron, dirigiendo el haz luminoso de la linterna hacia su sexo. Estaban tancercaquepodíapercibirsuolorasudor,atabacoycerveza.Tuvolasensacióndeque

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losconosluminososlehurgabanlaalmeja.Tuvoquemearbajoelfuegocruzadodeambas linternas;eramuyvelluda,perode todosmodossedistinguían losextremosrosadosdesusexo.Delarajaabiertabrotabaunchorrodeorinaamarillo.

Lamujer se subió las bragas rápidamente, sin secarse.Se incorporó, se bajó lafalda sobre sus redondosmuslos y caminó hacia el coche. Había dejado los farosencendidosysusombracorríatrasella,gigantesca.

Elhombrealtoybigotudolesiguiólospasos.—¿Sesientemejorlaburguesa?,¿sehaaliviado?Puesbueno,tambiénanosotros

nos apetece aliviarnos. Tu espectáculo nos ha dado ganas. No está bien eso deenseñarelconejoaunospobrestiposquenohanvistohembradesdehacediezdías…

Ella apretó el paso, sin querer correr para no precipitar las cosas.Unosmetrosmásy…Abriólaportezuela;eltipopusounagranzarpasobresumano.Losdedoseran cortos, las uñas cuadradas, sucias como si hubiera hurgado en elmotor de sucamión.

—Vamos,vamos,novasamarcharte tandeprisa.Nosotrosno tenemosmuchasdistracciones,¿sabes?

Sualientocargadodecervezadionáuseasalamujer.Soltándose,semetióenelFord. Él no le impidió poner el contacto pero, cuando quiso darmarcha atrás, lospotentes faros del enorme camión la cegaron. El más joven había ido a buscar elpotentevehículoyleimpedíapartir.

Elhombreabriólaportezuelaehizobajaralamujer;laarrastróhaciaelcamión.La tomópor lascaderasy la levantómientraselbajoymoreno la introducíaen lacabina.Elhabitáculoeragrande,podíanpermanecerdepie.Detrásdelosasientos,uncubículo albergaba una gran cama deshecha, llena de ropa sucia. Había fotos demujerespegadaspor todaspartes, abriendo su sexoenposesobscenas.Unaoleadaolorosazambullóa lamujer.Queso,salchichón,sudor, tabacobarato,esperma.Losdos tipos laempujaronhacia lacama;ellaperdióunodesuszapatosysehizounacarreraenlamedia.

—Haceunmomentono tehaspodido secar la almeja—dijoelmásalto—;notenemospapelhigiénicopero,sieresbuena,podríamoslimpiarteconlalengua.Sindudategustaría.

—Claroquesí,nodebedeencontrar tiposdispuestosachuparleelconejocadadía,tienepintademaljodida—dijoelmásjovenatrayéndolahaciasí.

Laaprisionóentresusbrazos.Suscabelloseran largos,grasientosy los llevabasujetosenunacoladecaballo.Llevabaunamujerdesnudatatuadaenelbíceps.

Ella sintióqueelotro le levantaba las faldasy lebajaba lasbragas.Se llevó laprendadeencajealasnarices.Hundiósusbigoteseneltejido.

—Hueleameadoyacoño.¡Diríasequehasempapadolasbragasesperándonos!Ellaintentógritar,peroelbajoymorenolaamordazóhundiéndolelalenguaensu

boca.Lediounsuciobeso,mordiéndoleloslabios,haciendocorrerlasalivaporsumentón.

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Eldemásedadlaarrancabadesutrajesastre,tirandosinprecaucionesdelaropa.Lafaldacedió.Laarrojóalsueloentrecolillasyrestosdesalchichón.Elmásjovenseguíabesándola,magreandosuspechosatravésdelsujetador.Hizobrotarlossenosylepellizcólospezones.Elotroleabríalosmuslos.Seinclinósobresuvientreyleolisqueó la almeja. Hundió su boca en los pelos negros. Ella sintió el bigote delhombreque lecosquilleabael interiorde losmuslosmientras su lenguaentrabaenella.Lalamíadeabajoarriba,hundiendolalengualomásposible.Nosedebatíaya,losdoscamionerosleimponíansuexcitación.Apesardelmiedo,aquelloshombresquelerepugnabanestabanprocurándoleunplacerabyecto.

El más joven se bajó los pantalones y le presentó la picha. Ella dejó que elenormeglandehediondoybabosoleforzaraloslabios.Elextremodelapollalellenóla boca, inició su vaivén. El otro tipo le había devorado el clítoris, lomamaba, lomordisqueaba. Sintió que le abría las piernas y paseaba su cálido glande sobre lavulva.Laviolósinqueellasedebatieserealmente.Uninsidiosoplacerlehizoabrirlosmuslos.

Ambos camioneros comenzaron a moverse, el uno en su boca, el otro en suvagina.Larugosamantaquecubríalayacijalearañabalaespalda.Habíacerradolosojosparaconcentrarsemejorenloqueleestabanhaciendo.

La cabina hedía a una mezcla de perfume femenino y olores masculinos. Lamujer se saciaba, a plenopulmón, de relentes de calcetines, cervezay esperma.Elolor, la suciedad del lugar le daban náuseas. Metió una mano entre los abiertosmuslosdelcamionerojoven,tomósuscojones.Losoprimió,saboreandoelcontactocálidoyelásticodelosgrandespaquetesdecarne,llenosarebosar.

Los dos hombres gruñían, con el rostro crispado por el esfuerzo y la frentechorreando sudor. El más joven sudabamucho, gruesas gotas caían de sus axilas,corrían por sus brazos, zigzagueando entre los tatuajes. Las ventanas del camiónestabancubiertasdevaho.Losfarosdeloscochesqueveníanendireccióncontrariabarríanelhabitáculo,iluminándoloconunhalofantasmal.

Los dos hombres eyacularon casi almismo tiempo. Ella sintió el chorro de suesperma.Elqueestabaensuboca,retrocedióydescargóensucara,manchándolelasmejillas y el pelo. Se secó en sus pechos, insultándola. Luego la obligaron alimpiarleslapolla,tirandodesuvíctimaporloscabellosparaguiarla.Laforzaronapasarlalenguaportodaspartes;yellalamió,chupóentrelosmásdiversosolores.

Con el moño deshecho, la ropa hecha jirones, el rostro cubierto de esperma ymaquillaje, tuvo que sufrir sus asaltos durante más de dos horas. La jodieron yporculizaronvariasveces.Cuando,porfin, la tiraronpor laportezuela,ella tenía lasensacióndequeacababadepasarleporencimatodounregimiento.

Se desolló las rodillas en el asfalto, pero no lo advirtió, su cuerpo estaba aúnadormecidoporelmalsanoplacerqueacababandeimponerle.Elmásjovenletirósuzapato.

—¡Olvidaseso,Cenicienta!¡Vamos,hastalavista!

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EL2

Ncamiónsealejó.Lamujerrecuperabaelaliento,elcontactoconelsuelolehacíabien.Elespermasesecaba,tirandodelapieldesusmuslosymejillas.

Selevantólentamente,sepusoelzapatoysedirigióhaciasuvehículo.Deprontoseencendieronunos farosyunviejo404seaproximó,estacionando juntoalFord.Elconductorhizounaseñalconlosfaros,ylamujersedirigióhaciaél.

Elhombrebajóelcristaldelaventanilla.Teníaunostreintaaños,llevabaelpelocastañopeinadohaciaatrás,eraanchodehombrosyteníaunrostrovoluntarioso.Sunombre era Victor, pero todo el mundo le llamaba Vic. Era detective privado. Lajovenseapoyóenelaladel404.

—¿Estáustedahí?—Claro,señoritaCatelan.Queríaasegurarmedequetodofuerabien.Yademás,

mehedichoquetalvezluegopodríanecesitarme,quequerríaustedcontarme…Lamuchacha esbozó una viciosa sonrisa, se puso frente al coche para que los

faros la iluminaran de lleno. Distinguía su vientre y sus pesados pechos entre losrestosdesusdesgarradasropas.Nointentabaocultarse,muyalcontrario.Sequitólafaldadesutrajesastre.Lapielapareciómuyblancaalaluzamarillentadelosfaros,poniendoderelieveelnegrodesusmediasysuportaligas.

—Venga,ayúdemealavarme.Vicbajó,conunabotelladeaguamineralenlamano.Ellaseagachó,enunapose

obscena, como si se dispusiera a mear. Los faros del coche le iluminabanviolentamente el coño, haciendo brillar las secreciones que lo empapaban. Vicadivinó los labios rosados de la vulva entre los largos pelos negros. La señoritaCatelansemetiólasmanosenlaentrepierna.

—Acérquese,Vic,vengaaquí.Inclínese,quieroqueustedmemire.Su voz era ronca, sus ojos febriles. El hombre se inclinó con la botella en la

mano.Unolordehumedadfemeninayesperma llegóhastaél.LaseñoritaCatelanalisósuspelosacadalado,despejandosuraja.Seexhibía.Vicpodíaverlotodo.Losgrandeslabiosvaginales,expuestos,suagujerorebosantedesecrecionesviscosasy,pordebajo,suraya,mancilladatambién.Imaginólaspollasdeloscamioneros,lasvioentrarysalirdeambosagujeros,vaciarse.Sintióquesupichasehinchaba.Perosabíaquenoibaaempalmarse,todavíano.

Lajovenhundiódosdesusdedosenlavulva,losremoviócomosibuscaraalgoylos retirócubiertosde secrecionesblancas.Vichizocorrerunpocodeaguapor suvientreysusdedos, luego lo repitió.Aquelloduróunbuenrato.Cadavezhurgabadurantemás tiempo, insistía, semanoseaba la vulva y el clítoris con lamezcla deespermayhumor.Elprivadodejabacaerunhilillodeaguaen supubis, el líquidocorríaporlospelosy,luego,alolargodelarajaparaperderseenlarayadelculo.

LaseñoritaCatelanmetiósumanomásabajo,entrelasnalgas,selimpióelano

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comohabíahechoconelcoño,yendoabuscarelespermaensuinterior.Procedíaconlentitud,haciendoqueeldedofuerayvinieraconinsistencia.AquelaseoerasólounpretextoparamasturbarseanteVic.Susdedossecrispabannerviosossobresusexo.Eldetectivecontemplabaaquellavulvaabiertadeparenpar,iluminadaporlosfaros,por una luz cruda que acentuaba los relieves, ampliaba los orificios. Aproximó elgolletede labotella, lopusosobreelclítoriserguidoentre lospelos.Hizo rodar lacircunferencia de plástico contra aquel brote de carne, aplastándolo. La joven searqueógimiendoyestuvoapuntodeperderelequilibrio.Se inclinóhaciaatrás,seapoyóenlosbrazosparaproyectarsuvientrehaciaelhombre.

—Dentro,écheladentro,acláremeelinterior.Vic introdujo el gollete entre los labios mayores, aplastó la raja obligándola a

abrirse más aún. El cilindro de plástico apartó las carnes, penetró en la vulva. Elorificiodelavaginaseajustóalgollete,lotragó.Élhundiólabotella.Lamujerdiounrespingo,arqueóloslomosparaofrecersemejor.

—¡Húndala,vacíelaenmí!Hizocorrerelcilindrodeplástico.Lacarnerosadarodeabaelgollete,sepegabaa

sualrededorcomounabocaobscena.Vicpodíaverelinteriordelamujeratravésdelplástico translúcido. La botella entraba y salía, hurgaba en la vulva mientras sederramaba. El agua brotaba de la vagina, resbalaba por la raya del culo antes degorgotear en el suelo. Habríase dicho que Catelan orinaba. El detective siguiócascándoselahastaquelabotellaestuvovacía.Luego,seincorporóehizoademándetirarelrecipiente.Ellaleretuvo.

—Espere,quedaunpocotodavía,tengosed.Se levantó, se apoderó de la botella y bebió amorro.Los labios se pegaron al

plásticojustoenellugarquehabíaestadoencontactoconlavulva,momentosantes.Elúnicolíquidoqueconsiguiótragarfueunpocodehumor.Luegocomenzóalamerel gollete como si hiciera una felación. Pasaba la lengua por encima, lentamente,mirandoaVicalosojos.Sepegóaél,palpósuentrepiernaenbuscadelapolla.Hizounamuecaaldescubrirquenoestabaempalmado.Selibróporfindelabotellayletiródelbrazo.

—Vengaalcoche,selocontarétodo.Esoharáqueselepongatiesa.Seacomodaronenlatraseradelviejo404,eneldestartaladoasiento.Laseñorita

CatelanconocíaaVicdesdehacíaunosmeses.Proporcionabaaricosclientesalgunasmujeres a las que había agarrado en flagrante delito de adulterio y a las quechantajeaba. Gracias a la ayuda de su cuñado, su alterno de Catelan, habíadescubiertoqueellaestafabaalacompañíadesegurosparalaquetrabajaba.Lajovenjefe de oficina había caído en sus garras.Muy pronto, en vez de víctima se habíaconvertidoencliente.HaciendodeVicsuproveedordeemocionesfuertes.

SevolvióhaciaVicconunmusloenelasiento,paraqueélpudieraversuvientredesnudo. Sus piernas abiertas apenas estaban protegidas por las medias de nylonnegro.Enunadeellas,unacarreradibujabaunalargasenda.

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Eldetectiveencendiólaluzdeltecho.Ladébilluminosidadhizobrillarlagrietasexualdelamujer.EllabuscóenelbolsomientrasVicsedesbraguetaba.Seabriólospantalonesexhibiendounapollablandayunoscojonescubiertosdevellooscuro.Lamujer le tendió varios billetes de quinientos francos, rozó su verga con losrectángulosdepapel.

—Esloqueledeboporestanoche.Élguardóeldineroenelbolsillodesuchaqueta.Uncosquilleorecorriósupolla

cuandoellamurmuró:«Ledaréunpequeñosuplementoenespecies.Voyacontarleloquemehanhechoesoscabrones».

Pusounapiernasobreelmuslodelaotraparaexhibirsemejor.Elhombrepodíaver el abierto agujero de su vulva y, más abajo, el nacimiento de su raya con lamanchasepiadelano.Lamujerintrodujosusdedosenlaraja,recogiósumelazaylaextendióporloslabiosmayores.Suslargosdedosderojasuñasacariciabanlosrojosorillosdesusexo.Surespiraciónseaceleró,levantandolospechosqueVicdistinguíaentre los restos de la desgarrada blusa. El detective contemplaba el vaivén de losdedos de lamujer; parecía jugar con su vulva, aplastando los labios uno contra elotro, estirándolos luego, retorciéndolos. Con voz sorda, cargada de voluptuosidad,relatóloqueloscamioneroslehabíanhecho.Insistíaenlosdetallesobscenos,enlabrutalidaddeambostipos,sabiendoqueesoeraloqueVicprefería.

—Suspollaserangrandes,cálidas,chorreantes.Mehanobligadoachupárselas,apasar la lenguapor todaspartes,porsusanchosglandesqueolíanaorines,porsuscojonesgrandesyvelludos;mehanobligadoalamerleseltrasero,entrelasnalgas,ylohehecho.Hechupadosuano,hehundidomilenguadentro,hastaelfondo.

Viclaescuchabainmóvil.Supichacomenzabaahincharse,alevantarse.Sentíalapresión que crecía en sus cojones. Mientras seguía hablando, ella le cabalgó, lecolocóelvientresobre lapolla.Estabafrenteaél,agarradaasushombros,conlosgrandespechosa laalturadesurostro.Fuebajandohastaque laraja tocó lapolla,blandaaún.La frotóporencima,cubriéndolade secrecionesviscosas.Prosiguió surelato:«Mehanjodidojuntos,unopordelanteyelotropordetrás.Mehanposeídoensucamión,quehedíaa lecheyacalcetinessucios.Sentíasugranpichaquemedestrozaba. Sus cojones se bamboleaban, golpeaban.Mehan utilizado como a unaputayesomegusta.Suspollassetocabanenmiinterior,enmivientre.Yyoestabatanhúmedaqueaquellohacíaunruidoobsceno».

Vic sentía que la vulva deCatelan le acariciaba la verga, los grandes labios sepegabana supolla comounaviscosaventosa.Comenzóa endurecersey ellapudoacentuarsuscaricias.Peseallavado,desucoñochorreabatodavíaelespermadeloscamioneros.

—Ya viene—dijoVic—. Siga, cuénteme todas sus cerdadas…Menee su granalmeja,llenatodavíadeleche,sobremipolla.Sientosuzumo,estácorriendosobremí,tengolapichaempapada.

La señorita Catelan se agitaba por encima. Se sentó luego, aplastándole los

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cojonesconlaraja.Tomólapollacubiertadesecrecionesycomenzóamasturbarle.—Sí,yaviene,estáustedmuyduro,suscojonessehanhinchado.Vaajoderme

ustedsobresuleche,secorrerádentrodemí,meensuciará.Se incorporó un poco para pasear el glande a lo largo de su raja, haciéndolo

penetraramedias, luegolovolvióasacarparaaplastarlosobresuclítoris.ConocíalasperversionesdeVic;sabíaquesólopodíagozardeunamujercuandoellahabíarecibidoyaelespermadeotro.Contrajosusmuslospélvicos,apretócomosicagara.Un hilillo de secreciones blancuzcas salió de su coño, cayó sobre la polla deVic;comenzó a extenderlas con la vulva. Lamujer se humedecíamucho; ambos sexosestaban pegajosos y relucientes. Llevada por su excitación, tuteó al detective porprimeravez.

—Mira,losmuycabronesmehanrellenadoelcoño,estoytodavíallenadeleche.Ymuyprontoescupiráslatuya;quéduroestásya,vasametérmelahastaelfondo,noquieroquedarmevacía.

Guioelglandehaciaelagujeroyselohundióenlavagina,eljugosocoñoaspirólapichaconunruidoobsceno.Victuvolasensacióndepenetrarenunabocallenadesalivaporque lamujer estaba llenade secreciones.Era cálido,untuoso, líquido.Sepegóaél,empalándoseafondoensupolla.Elespermaque teníaaúnen lavaginachorreódelaalmeja,goteósobreloscojonesdeVic.Ellacomenzóasubirybajaralolargodelatensaverga.Éllasintiógozar,inundarlelapichaylostestículosconunlicorardiente.Eyaculóde inmediato,mezclandosuespermaconel restodelde loscamioneros.

EllahabíaaprendidoaconoceraVic,sabíaloquelegustabayloquedeélpodíaobtener.Seechóhaciaunlado,arrancándosedelapollacubiertadeviscosababa.Sindarletiempoareblandecerse,leempuñóymasturbóenaquellamezcladeespermaymelaza,hastaobtenerunanuevadescarga.

Fascinados, contemplaron la polla que se encabritaba, el glande violeta que seestremecíayelmeatoque,abriéndose,eyaculabaunlargochorrodeesperma.

LaseñoritaCatelanseinclinósobreelmanchadovientre;comenzóalimpiarloapequeñoslametones.

Pese a la precisión de las caricias, Vic dejó rápidamente de empalmar. Lasfelacionesnolehacíanefecto,almenosenesascondiciones.Detodosmodos,sedejólamerhastaqueelbajovientreestuvolimpio.

LaseñoritaCatelanpasósulenguaporloscarnososlabiosparahacerdesaparecerlosúltimosrastrosdeesperma.Luegovolvióasuvehículo.Viclasiguió.

Lamujersepusolaropalimpiaquehabíatenidolaprecaucióndellevarconsigo.Vicadmirabalascurvasgraciosasyrotundasdesucuerpo.

—¿QuiereustedquepreparealgoconEmile,micuñado?Tambiénpodríainvitardenuevoalosdoscamionerosdeestanoche.

—No, ya no me excita lo suficiente. Me gustaría que encontrara usted unamuchachamuy joven y, sobre todo, virgen.Me gustaría pervertirla, obligarla a las

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peoresobscenidades.Quisieraconvertirlaenunazorra.¡Hacerlatanzorracomoyo!Losviciosqueeldetectiveleofrecíaladejabaninsatisfecha,leeraprecisoircada

vez más lejos. Aquel género era bastante raro, pero Vic prometió pensar en ello.CerróelForddeunportazoyvolvióasuvehículo.

Pusoenmarchael404.Sonrióaloír las tosesdelmotordelviejoPeugeot.Nopodía decidirse a cambiarlo. Era como unos pantalones viejos, gastados, pero quellevabamuyagusto.

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V3

ICfotografiabaalamujeryasuamante.Sedabanlamano,discretamente,pordebajode lamesa, en la terrazadelCafédeFlore.ElbulevarSaint-Germain

estaba lleno de turistas. El detective, fingiéndose un provinciano, ametrallaba a lapareja desde todos los ángulos. Aquellos dos estaban demasiado ocupados paraprestarleatención.Elhombreseinclinó,buscandolabocadelamujer,ellalerechazoabriendomucholosojos.Noqueríaquealguiensefijaraenellos,podíapasarporallíalgúnconocido.

Se levantaron, Vic le siguió por el Barrio Latino. En cuanto la parejaintercambiaba algún gesto afectuoso, él tomaba una foto. De pronto, el hombrearrastróasuamantehaciaunapuertacochera,sepegóaella.Soldaronsusbocas.Vicpusoenmarchaelzoomdesucámara.Pesea lapenumbra,elmarido leofrecíaunhermosoprimerplanodebeso.

Elhombretomólamanodelamujerylaguiohaciasubragueta.Ellasedebatió,protestó,miró inquietaasualrededor.Lacalleestabamuypococoncurrida;Vicseocultótrasunacamioneta.Lamujersedejóconvencerysacólapolladesuamante.Comenzóamasturbarleconrápidosmovimientosdemuñeca.

Vic tomóalgunas fotos; lamanode lamujer rodeando lapicha, lamuecaenelrostro de la amante, los brillantes ojos de la mujer; luego decidió que ya habíaestropeadobastantepelícula.Lamuchachano le interesaba.Eravulgar,dispuestaaque cualquier recién llegado la empitonase.No era el tipo de presa que le gustabacolgardesupanopliadecaza.Aquelasuntodeadulterioconcluiríademodoclásico.Elcornudorecibiríauninformeyunaseriedefotografíascomprometedoras,luegoselascompondríaconsuvolubleesposa.

Aveces,Vicactuabadeotromodo.Tranquilizabaalmaridosobrelafidelidaddesumujer,leadormecíaconuninformefalso;luego,ibaaveraladamaylaobligabaaponerseasuservicio,sinoqueríaquerevelaraasuesposoellíoquetenía.

Vic disponía así de toda una cuadra de esposas infieles, que alquilaba, a buenprecio,aciertosclientesquedeseabansatisfacersusfantasíasconalgodistintoalasprofesionalesdereaccionesprevisiblesyprogramadasemociones.

Vicsemetióenelmetro,felicitándosepornohabertomadosuviejoPeugeot.Aaquellashoras,habría tardadounabarbaridaden llegaral faubourgSaint-AntoineySuzannelehabríaechadounabroncaporsuretraso.

BajóenFaidherbe-Chaligny.AntesdetomarporlacallePaul-Vert,sedetuvoenunapastelería.La tarta de arándanos era paraSuzanne, el borrachode ron para sumaridoEmile,lasdeliciasdechocolateparaél.

Suzanne era su hermana mayor; puritana, algo beata, se habría muerto devergüenza de estar al corriente de los manejos de su querido hermano. Para ella,representaba el arquetipo del defensor de la viuda y el huérfano. Suzanne era una

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cocineraexcepcional,peroVicnoibaaverlasóloconelobjetodeaumentarsuíndicede colesterol; había encontrado en su cuñado, el gordo Emile, un cómplice y unaliado.Emileguardabaenunacajafuertelasfotografíascomprometedoras.Emileerasusegurodevida.Paracompensarle,Viclepermitíaprobarasusyeguas.

Suzannehabíapreparadounconejoalamostaza.Despuésdecomer,deacuerdoconlacostumbre,sehabía instaladoanteelfolletónamericanodeTelecinco.Emilehabía arrastrado a Vic hasta su cuchitril; tenían trabajo. Oficialmente, estabanrevelando una serie de fotografías de las gárgolas de Notre-Dame. De hecho, setratabadelastomasqueVichabíaconseguidoporlatardeyqueibanapareciendoamedidaqueEmilezambullíalaspruebasenelrevelador.Elgordotomabalosclichésconsusdedosasalchichados.Bañadoporlaluzroja,surostroparecíamásgrasientotodavía que lo normal. La iluminación esculpía su rostro de obeso, poniendo derelievesupapadaysuscolgantescarrillos.Sudesnudocráneobrillabadesudor.

Enelreducto,elolordelosproductosquímicosreemplazabaeldelconejo.Emileexaminócadafotografía,comentándola.

—Quéguarra.Miracómoselacasca.Viccontemplóa sucuñado; jadeante,conunbrilloen losojos,elgordoestaba

muyexcitado.—¡Vasapoderhacerteunabuenapajamirándola!—soltóeldetective.—Sí,esomeayudaráanoseguirpensandoenlainglesita.—¿Dequiénestáshablando?—Delanuevapensionista.Unajoveninglesa.Suzanne,paralaquenohabíabeneficiopequeño,alquilabalasdoshabitaciones

del servicio, que les correspondían, a estudiantes. Eran simples estancias sincalefacción,provistassólodeunlavabo,dispuestaseneldesván.

Vic, por lo que pudiera ser, le preguntó a su cuñado algunos detalles. Lamuchacha se llamaba Dorothy, tenía unos veinte años, estudiaba Bellas Artes. Elgordosepermitíaciertasfantasíasconella.

—Tienealgovicioso.Noséexactamentequé.—Puespásatelaporlapiedra.Afindecuentas,eressucasero.Dilequelebajarás

elalquilersiellasebajalasbragas.Vic se lo había dicho bromeando, sabía que Emile protestaría con su cobardía

habitual.—Estás loco, nunca me atrevería. Si Suzanne lo supiera me haría la vida

imposible.ElcerebrodeVicfuncionabaatodavelocidad.—Dime,¿latalDorothytieneamigos?—Siempre está sola.Nunca recibe cartas, salvo de la facultad. Todos los días,

después de las clases trabaja unas horas en una librería; va también los sábados y

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durantelasvacaciones.—¡Caramba, qué vigilada tienes a tu protegida! ¡La sigues como un colegial

enamorado!El gordo Emile se ruborizó bajando la mirada. A la luz de la bombilla roja,

parecíaescarlata.AVicselehabíaocurridounaidea.—Simeacompañarasalático,talveztendríalasuertedeveratuinglesa.Unbrillodepánicopasóporlamiradadelgordo.—Estásloco,¿quévoyadecirleaSuzannesidescubremiausencia?7—Tienes razón,mejor será que te quedes aquí, a fin de cuentas puedo hacerlo

solo—dijoVic,abriendolapuertadellaboratorio.Sucuñadocorriótrasél,sinolvidarsedecerrarconllaveelcuchitril.—Espérame,nosabesdóndees;mejorseráqueteacompañe.Eldetectivesonrióalvercomoelgordosequitabalaspantuflasparaponerselos

zapatos. Era todo unmaestro en el arte de lograr que su cuñado hiciera lo que élquería.

Tomaronlaescaleradeservicioy,ensilencio,treparonhastaelsexto.Elgordosedetuvoanteunapuerta,coneldedosobreloslabios.Miróporelojodelacerraduraymurmuró:—Ahíestá,selavaantesdeacostarse.

Decididamente,Emileconocíamuybien lascostumbresde lamuchacha.DebíadeespiarlaencuantoSuzannevolvíalaespalda.Vicseagachó.

Dorothyeraunapequeñapelirroja,entradaencarnessinestargorda.Suslargoscabellos rojos enmarcabanun rostro redondo, cubierto depecas.Tenía la pielmuyblanca.Susenormespechostensabanelcamisónsobresuvientre.

Vic laveíadeperfil.Estabadepie,anteel lavabo,conunguantede rizoen lamano.Acababadelavarseelrostroylosbrazos.Elcamisónblancolellegabahastalospies.Enjabonóelguantecuidadosamente,levantóelcamisónconsumanolibreycomenzóafrotarselostobillos.Procurabanolevantardemasiadoelcamisón,comosisupropiadesnudezlaturbara.Seincorporó,metióelguanteentresusmuslos.Vicvioquelapiellechosadesusmejillassevolvíarosa,teníalamanoentrelosmuslos,alaaltura del sexo, bajo el camisón; el privado no la veía, pero comprendió que seenjabonabalaraja.Ellacerrólosojosyseruborizóaúnmás.Permaneciólargoratocon la mano libre crispada sobre la loza del lavabo y la otra agitándose en suentrepierna.

ViccedióelsitioaEmile.Elgordopresencióelfindelaseomientraseldetectivereflexionaba.Sesentíaencantado,unamuchachaqueseruborizabadevergüenzaalmasturbarseera,precisamente,loquenecesitabaélparalaseñoritaCatelan.

Cuandosucuñadoledejómirardenuevolahabitación,Dorothyhabíaterminadosus abluciones.Susojosbrillabany susmejillas seguían rosadas.Parecíanerviosa.Cruzólapequeñahabitación,apenasamuebladaconunacama,unamesayunasilla.Enun rincón,unamaletaabierta servíadearmario.La inglesitaabrióel tragaluzysacólamano.Tanteó,buscandoalgoenelcanalón.Vicpensóque,comoamuchos

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estudiantes,elbordedelaventanaleservíadealacenapero,envezdeunabotelladeleche o un poco de queso, le vio coger un cuaderno.Corrió a la cama y lo abrió.Comoestabadecaraalapuerta,Vicnopodíaversucontenido.Parecíauncuadernodeescolar,cubiertodeunforronegro.Vicsedisponíaaemprenderlaretiradacuandolaviometerunamanobajolassábanas.Subrazosemovíaconsuavidad,comprendióque estaba masturbándose mientras leía el cuaderno. Con los ojos vidriosos, semordíaellabioinferior.Losrojoscabellosylaspecashacíanqueelrostroparecieraescarlata.Perosalvoporelruboryeldiscretomovimientodelbrazo,nadapermitíaaveriguarloqueestabahaciendo.Conelcamisóncerradohastaelcuello,loslargoscabellos rojos sujetos en una discreta cola de caballo, las sábanas subidas hasta elpecho,parecíaunaalumnaestudiosa,repasandolasleccionesdeldíasiguiente.

Vicyahabíavistobastante,cediósusitioaEmile.Mientrasregresabaalpisodesucuñado,sepreguntóporelcontenidodelcuadernodelajoveninglesa.

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IC aguardóaque la joven inglesa sealejara, consucarpetadedibujobajoelbrazoyungranzurrón rectangular,decoloreschillones, alhombro, antesde

entrareneledificio.Suzanneestabaenelmercado,lahabíavistosalirtirandodesucarrito de tejido escocés.Vic llamó a la puerta del piso de su cuñado.El gordo leabrió,muyextrañadoporsuvisita.ViclehablódelencargodelaseñoritaCatelan.

—Creo que tu inquilina serviría a lasmilmaravillas…Perome gustaría saberalgomásdeellay,sobretodo,megustaríavisitarsuhabitación.

ElgordoEmilemoviólacabezaconunbrillodepánicoenlamirada.—Estásloco,nopuedoentrar,así,sinmás,ensuhabitación.Vichabíaprevistolareacción.Sucuñadonoerauntemerario,peroélsabíacómo

dominarlo.—Si me ayudas y puedo meterle mano, podrás echarle un polvo. No te

disgustaría,¿verdad?Sorprendióunfulgorlúbricoenlosojosdelgordo.—De todos modos, si no me das la llave utilizaré mi ganzúa. Lograré lo que

pretendoymelafollarésinti.Elgordofueabuscarlacopiadelallavedelahabitación.Utilizaron la escalera de servicio y subieron al rellano de las habitaciones de

servicio.Entraron en la pequeña estancia.La cama, estrecha, con un cobertor gris,estabamuybienhecha.Porencima,clavadaen lapared,una fotografíamostrabaaDorothyalpiedelatorreEiffel.Eldetectiveregistrólamaleta,enlaquelaropadelajoven inglesa estaba impecablemente doblada.No encontró nada interesante. En lamesahabíaunbolígrafoconelcapuchónmordisqueado,dospasadoresparaelpeloyunboletodelavanderíaautomática.Loshorariosdelamuchachahabíansidopegadosconpapeladhesivosobreelmueble.

—Yaves,nohaynadainteresante,volvamosabajar—dijoEmile.PormuchoqueEmilebuscara,noencontrócartaalgunaprocedentedeInglaterra.

Tampocohallónirastrodepapeleoadministrativo.Nohabíacartilladelaseguridadsocial,niningúndocumentodeseguro,nihojasdepagadelalibreríadondeDorothytrabajaba. La habitación y su contenido le hicieron pensar en el escondrijo de unmalhechor en fuga; todo era impersonal, como para proteger el anonimato de suocupante.

En una silla había varios libros sobre esoterismo. Vic leyó sus títulos: Vidadespuésdelamuerte,Losgrisesentrenosotros,Laclavedelossueños,etc.

—¡Tuinquilinaesunaapasionadadelascienciasocultas!—exclamó.—Debede coger todo eso en la librería donde trabaja.Bueno, larguémonos—

mascullóEmileconaireinquieto.—Tengoquecomprobarunacosaaún.

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Abrióeltragaluzytomóelcuadernoenvueltoenunabolsadeplástico.—¿Dequésetrata?—preguntóelgordo.—EsloqueMissDorothyleeantesdedormirse…Vicquitó el forroymostróuna revista depequeño formatode título evocador:

Sexoextraño.—¡Joderconlaniña!—exclamóEmile.Vichojeó la revistay la tendió luegoa sucuñado,que la recorriócon losojos

brillantes. Era una publicación porno, de unas cincuenta páginas, que no conteníaprácticamentetexto,sólofotosatodapágina,lamayoríaenblancoynegro.Lamalacalidad del conjunto era compensada por la rareza de los temas abordados. Podíaverseauntravestidoconlospechoshinchadosdehormonas,lapollaenerección,queestaba siendo porculizado por una mujer provista de un consolador, mientras unhombre le eyaculaba en la boca. Algunos hombres y mujeres se hacían dilatar,monstruosamente, el ano por la mano de invisibles compañeros. El cuadernillocentralestabaconsagradoaescenasdebondage.Esclavosdeambossexos,desnudos,eranexpuestos,atadoscomosalchichonesacrucesdemadera,deacuerdoconunarteprecisoyminucioso.Lospechos,losfalos,lasnalgascomprimidosporlasataduras,sobresalían congestionados. Más adelante, amos y esclavos, vestidos de cuero,armadosconfustasylátigos,seentregabanajuegossadomasoquistas.

Finalmente, la obra terminaba en una serie de fotografías consagradas a lazoofilia; se veían en ellas a algunos animales domésticos lamiendo a grandeslengüetazoselsexoquealgunasmujereslesabríanconambasmanos.

Elrostrodelgordobrillabadesudor,susdedostemblaban.—Nopuedocreérmelo,¿quiénpodíapensarqueleyeraestasrevistas?Yatedije

queteníaalgodeviciosa…Unafotografíallamóespecialmentesuatención.Mostrabaunrostrodemuchacha

muyjoven.Susojosestabancerrados,perosubocaabiertadeparenpar.Intentabahacerpenetrarentresuslabioselenormeglandequecoronabaunapichamonstruosa.Teniendoen cuenta el tamañode lapollay su color se adivinabaque era ladeunponeyouncaballopequeño.Variasfotografíasrepresentabanalamismamuchachalamiendo o cascando una paja a la gigantesca picha. Aquí, cubría de saliva losenormeshuevos,allá,lamíalagruesacolumnadecarne;másadelante,lamasturbabaamanos llenas.Elmiembrodel animal era tangrandequeno conseguía cerrar losdedosasualrededor.Larevistaconcluíaconlaeyaculacióndelponey.Graciasaundispositivoultrarrápido,elfotógrafohabíacaptadoelvuelodelespermajustocuandoseaplastabaenelrostrodelamuchacha.

Emilecerrólarevista;susojosbrillaban,surespiraciónerajadeante.—Mepreguntodedóndehasacadoesolamuyviciosilla.—Sindudaenlalibreríadondetrabaja.Nolaveoentrandoensusex-shop.Emilesacudiólacabeza.—Esaclasedecosasnosevendeensulibrería.Esunatiendabastanteelegante,

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especializadaenobrassobreloparanormal.Vichojeórápidamentelarevista,buscandoalgunamarcadefábrica.Noencontró

nada,nieditor,ninombredeautor,niselloalgunodelibrería.Elúnicoindiciofueronunas palabras impresas, en caracteres minúsculos, en las páginas de guarda:Odalortoledairerbil.

—¿Qué significa esa jerga?—dijo Emile tomando la revista para hojearla denuevo.Devezencuando,inclinabalacabeza—.¡Peromiraeso!Cuandopiensoqueesacursideinglesaselacascaleyéndolo…

—Yanoestásimpacienteporbajar—seburlóelcuñado,pensandoenloquelainscripciónpodíasignificar.

Tomó el libro sobre la reencarnación y lo hojeómaquinalmente.Estaba nuevo.Dorothylohabíatomadoprestado,sindudaensulugardetrabajopuesaúnhabíalaficha con el título y el nombre del autor. Al descifrar el nombre de la librería, eldetectivetuvounailuminación.

—Dime,¿tuinglesitatrabajaenlaLibreríadelotrolado?Sinlevantarlanarizdelarevista,Emileasintió.Viclearrancólapublicaciónde

lasmanos.—¡Mira! Odalortoledairerbil. Es un anagrama: ¡es Librería del otro lado al

revés!—¡Tienes razón!En tu lugar,medaríaunavueltecitaporesa librería.Sinduda

tienenundepartamentoespecialparaadultoscuriosos.Vicdevolviólarevistaalabolsadeplásticoylapusoenelcanalón.—Dameladirección,leecharéunaojeadaconcluyó.

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IC estaba cada vezmás intrigado por la joven inglesa. La vigiló durante lossiguientesdías.Lehizofotografíasconelteleobjetivoy,provistodesuretrato,

inició la caza.Lebastaronmuypocasgestionesparadescubrir quehabíahuidodeInglaterraydeldomiciliodemispadres,yquenadiesabíaqueseocultabaenParís.Cubríaporsísolasusnecesidades,trabajandoenlalibreríacuandosusestudiosselopermitían.

Entredoscasosdedivorcio,VicfueadarunavueltaporlaLibreríadelotrolado.Se hallaba en el distritoVI, en la calleMonsieur-Le-Prince, junto a la esquina delOdéon. Como Emile había dicho, estaba especializada en obras esotéricas yseudofilosóficas. Las obras de Jung se codeaban con libros de vulgarización como¿Está su cama en el lugar adecuado? (introducción a la geobiología), o ¿Cómoadiestrareltigrequeduermeenusted?Lafachadaerademaderaoscura,uncristalgrisáceoprotegíaloslibrosexpuestosdelosrayosdelsol.

Vicentró,sabíaqueDorothyestabaenclasedehistoriadelarte;habíatomadolaprecaución de copiar los horarios que encontró en su habitación. Le sorprendióenseguidalaatmósferaalgodonosadellugar.Latienda,largayestrecha,estabapocoiluminada;robustosanaquelesdecaoba,cargadosdegruesosvolúmenesllenabanlasparedes.El techoestabaartesonadoyunagruesamoqueta cubría el suelo.Aquelloparecíaunabibliotecamunicipal,reinabaallíelmismosilencioyelmismoambienterecogido.

Por mucho que el detective miró por todas partes, no halló ninguna secciónespecializada en literatura pornográfica. No le sorprendió, si la sección existía, notodoelmundopodíaaccederaella…FingióinteresarseporunaobratituladaManualdecomunicaciónespiritual.

Varios clientes circulaban entre los estantes, leyendo los títulos de los libros,hojeándolos.Unodeellosdiscutíaconlapatronadellugar,unamujeraltaymorena,de aspecto altivo. Llevaba el pelo peinado en un moño y galas de fina monturadorada.Sutrajesastre,gris,desobriocorte,acababadedarleunaspectosevero.Noerafea,consuslargaspiernas,suspechosgenerososysuabultadagrupa.Sonrióalcliente y señaló el fondo del local. El hombre se deslizó tras un biombo ydesapareció.Vicdevolvióel libroasulugaryseacercóa lamujer.Susmiradassecruzaronunafraccióndesegundo.Ellaapartólacabeza,colorándosebienlasgafassobre la nariz con la punta del índice izquierdo.Vic habría jurado que no tenía laconciencia tranquila. Examinando los estantes, se dirigió al lugar por donde habíadesaparecidoelcliente.Estabaadospasosdelbiombocuandolamujerleinterpeló.

—Caballero,esoesprivado.—Perdone,hecreídoquehabíaotrasala.La mujer le devolvió la sonrisa y se ajustó de nuevo las gafas a la nariz. Le

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preguntósipodíaserleútil.Desprevenido,Vicexplicóquebuscabaunaobraantiguasobre la reencarnación. La librera le mostró dos libros de páginas amarillentas yencuadernacióndecuero,yunopúsculodecoradoconviñetasestarcidas.Victomóelprimerfascículo.Sehabíanfijadoenél,siqueríaregresarsindespertarlassospechasde la librera teníaque congraciarse conella…Yestabadecididoa regresar, queríasaberquéseocultabatraselbiombo.Lepidióalalibreraqueseloenvolvierapararegalo,aduciendoqueellibroeraparaunamigocoleccionista.

Mientras la vendedora lo hacía, fingió lanzar una últimamirada a los estantes.Aprovechandoquelamujernoleprestabayaatención,sepusodepuntillasypusounaparatitoenelúltimoanaquelantesdelatrastienda.

Vicsaliódelalibreríaysedirigióhaciasuvehículo,estacionadoalgomásabajodelaempinadacalle.Afortunadamente,podíaverlaentradadelatienda.Notardóendivisaralclientequehabíaentradoenlatrastienda.Estuvoapuntodeseguirle,perose dijo que sabríamás cosas quedándose allí, gracias almicrófono electrónico quehabíadejadoenlalibrería.Sacóelreceptorenminiaturadelaguanteraysepusoelauricularenlaoreja.Tomóunabolsadecacahuetesyseinstalócómodamente.

Variosclientesentraronysalieron.Variandolapotenciadelmicrófono,Vicpodíaseguir loquedecíanen la tienda.Loscacahuetes lehabíandadosed;sedisponíaasalirdelvehículocuandounhombrebajoycalvo,conunimpermeablecolorantracitaqueleibaancho,llamósuatención.Antesdeentrarenlalibrería,miróasusespaldascomositemieraserseguido.EraelúnicoclienteyVicsupoquelavoztartajeantequellegaba al auricular era la suya. No parecía conocer a la librera, se expresaba conturbación,comosisesintieraavergonzado.

—Meenvíaunamigo…Mehadichoqueustedestendríanloquebusco…La mujer le preguntó qué especialidad le interesaba particularmente:

bioenergética, astrología, parapsicología, telequinesia… y, entonces, el hombre diounasorprendenterespuesta.

—Alparecer,tienenustedesunamagníficavistadelinfierno…—Yaveo…Esporaquí—respondiólalibrerasininmutarse.Luego, Vic ya no oyó nada. Intrigado, abandonó el coche y fingió leer el

periódico no lejos de la librería. Cuando el calvorota reapareció, Vic advirtió quellevaba varios libros bajo el brazo.Miró a su alrededor, como si temiera ser visto.Cuando pasó ante Vic, éste se puso en marcha con la nariz en el periódico. Eldetectivese lasarreglóparagolpearelbrazodelhombreyhacercaersuscompras.Pidióperdónyseagachópararepararsutorpeza,peroelhombrefuemásrápido.Searrojóliteralmentesobreloslibrosesparcidosporlaacera.

—¡Noesnada,noesnada!¡Déjelo!¡Nosepreocupe!—exclamóconsutartajeo.Recogió los libros precipitadamente.Pese a su rapidez, nopudo evitar queVic

recogieraunarevistaconsagradaalapedofiliaymetidaentredosvolúmenes.Elhombreseincorporó,rojodeconfusión.Furiosoymolesto,siguiórápidamente

sucamino.

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Vic levioalejarse.Yasabía loquedeseaba.Dentrodeunosdías,volveríapararecuperarsumicrófonoyvisitarafondolalibrería.Demomento,teníaqueacudiraunacita.

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V6

ICtocóelclaxonylamuchachasubióasulado.Pelirroja,pequeñayentradaencarnes,desprendíaunasensualidadanimal.Teníaelrostrocubiertodepecasy

unagranbocadegruesoslabios.Alsentarse,descubriósuscarnososmuslos.Antesde que hubiera tenido tiempo de estirar suminifalda, el hombre lemetió lamanoentrelaspiernas.

—Déjameversimehasobedecido…Sonriósatisfechoalcomprobar,metiendoundedobajoelelásticodelasbragas,

quelamuchachasehabíaafeitadocomoleordenara.—Deacuerdo,elclienteestarácontento.Ellaseapartó.Nodijoniunapalabra,contemplandoeldesfiledelosviandantes.

Nicole eraunacautivadeVic,unade sus lleguas comoél las llamaba.Poseíaunacolección de fotografías en las que se la veíamuy bien acompañada.Vic le habíaprometidonodecirnadaasumaridosihacíaloqueélquería.

Prontollegaronasudestino:unhoteldemalanotasituadoenunacallejacercanaalaplazaPigalle.Lajovenpelirrojaseresistióasalirdelcoche.

—¡Venga!—ordenóVic—.Delocontrariolemandaréatuqueridomaridounadetusfotografías,aquellaenlaqueselaestásmamandoalnegro,porejemplo.

Domeñada, lesiguió.Entraronenelcochambrosohotel.Victendióunbilletealencargado.Elhombreseñalólaescalera.

—Primerpiso,habitaciónocho.Vichizopasardelantealamuchacha.Teníaunaspiernasredondasdepantorrillas

torneadas.Susgenerosasnalgastensabaneltejidodelafalda;seadivinabaelsurcoquelasseparaba.

Llamóalahabitaciónnúmeroocho.Unamujerrubiaconunalbornoznaranjalesabriólapuerta.Hizoentrardeunempujónalapelirroja.

—EstaesNicole,esperoqueserádesugusto.Mientras la rubia la examinaba, lamuchachacontempló lahabitación.Elpapel

pintado estaba amarillento y se hinchaba de vez en cuando. Dos camas gemelashabíansidocolocadasunajuntoaotra.Unarmariodepinoydossillascompletabanelmobiliario,reducidoasumásestrictaexpresión.

LajovenrubiagiróentornoaNicole,quenoseatrevíaamirarla.Examinótodossusdetalles,comountratantedeganado.

—Meparecequeservirá.Veamoscómoestáhecha.Ambasmujeressemiraronensilencio.Luego,larubiahizoungestodehastío.—¡Perobueno!¿Aquéesperaparadesnudarse?Nicolesabíaqueno lequedabaescapatoriaalguna.Resignada,sequitó la ropa.

Comenzó por arriba y desnudó sus pesados pechos. Pese a su tamaño, apenascolgaban. Tenía las areolas muy anchas y oscuras, con grandes pezones. La rubia

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sopesósustetas.—Hermosasubres;talvezalgograndesparaelpapel,peroservirá.Vicseinstalóenunadelassillas.LamujerliberóaNicoledesufaldaydesus

bragas.—Hermosoculo.Veamospordelante.Señalólacamacongestoautoritario.Nicolefueatenderse.Larubialeabriólos

muslosyseinclinósobreelafeitadosexo.—Perfecto.Introdujoundedoenlarajaligeramenteabierta.—Ábretemás,levantalaspiernas.Hazcomounaniñamala.Nicole se agarró las rodillas y se exhibió de unmodo obsceno,mostrando los

bordesrosadosdesuvulva.Pordebajoseveíaelnacimientodesurayaprofundayoscura.

—Tengoquemirarbiendentro,paracomprobarqueestéssana.Apartó los labios vaginales, desvelando lasmucosas.Nicole estaba húmeda, el

interiordesucoñoeradeuncolorrojofuerte.Lamujersedivirtióabriendoycerrandoelcoño,tirabadeloslabios,losapretaba

unocontraotro.Luegohundiósudedoenlavaginacadavezmáshúmeda.—Tengoquecomprobarundetalle.Se inclinó, sus rubios cabellos rozaron los abiertosmuslos de lamuchacha.La

mujer dio unos golpecitos con la lengua entre los abiertos labios. Luego, pegó subocaalavulvayhundióenellalalengua.

—Estoyseguradequelegustarás,voyaprepararte.Pusounamaletaenlacamaybuscóentrelaropaquecontenía.Tardóunratoen

decidirse.Porfintendióunmontóndeprendasalajovenpelirroja.—¡Ponte eso! Harás el papel de niña modelo. Tienes doce años, estás en un

internadoyacabasdetenertuprimeraregla.Tellevoalmédicoparaqueteexamine.LasmejillasdeNicoleseinflamaron.Elescenarioleparecíagrotesco.Sepusola

ropaquelamujerhabíaelegido.Unosanchoscalzonesblancos,abiertospordelante,yunacamisolaconlacitosdecoloresqueapenaspodíacontenersusgrandespechos,luegounafaldaplisadaazulmarinoquellegabapordebajodelasrodillas,unablusablancadeencaje,demangacorta,unoscalcetinesarayasyzapatosplanosdecharol.

Asívestida,parecíarealmentemuyjoven.Paraacentuarlaimpresión,larubialehizodostrenzas.

—¿Quéleparece?—lepreguntóaVic.—¡Unaauténticamarranita!—respondióel,conelsexohinchadoyaporelaire

inconscientementeperversodeNicole.Lamujer dejó caer el albornoz a lo largo de su cuerpo y quedó por completo

desnuda.—Ahoratengoqueprepararmeyo.¿Quémepondréparaacompañartealmédico?

—dijosencillamentebuscandoenlamaleta.

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Eraunahermosamujerdepechosredondos,muyfirmes,conlascaderasfinasylosmusloslargos.Supubisestabapocopoblado,seadivinabanloslabiosdesusexoporentre losescasospelosrubiosdesucoño.Buscóentre laropa,vacilóentredosdisfracesy,finalmente,optóporunnegrohábitodereligiosa.

—Bueno,yoserélamadresuperiora.Mellamaráshermana,¿entendido?—Sí—murmuróNicole.—¿Sí,qué?—Sí,hermana.Satisfecha, la rubia se puso el disfraz. Era un vestido adaptado a las

circunstancias.Sólolatocaparecíaauténtica.Elhábitonegro,demangalarga,estabaabrochadohastaelcuello,pero terminabaen loaltode losmuslos,dejandover laslargas piernas de lamujer y el portaligas que sujetaba lasmedias de rejilla que sehabíapuesto.Larubiacompletósudisfrazcalzándoseunosvertiginososzapatoscontacóndeagujayponiéndoseuncrucifijoalcuello.Por finsepintó los labiosy lospárpados de un modo muy llamativo. Desprendía un erotismo especialmenteperverso.

Una vez lista, tomó un rosario y se dirigió a la puerta que comunicaba con lahabitacióncontigua.

—Venga,queridaniña.Ynoseolvidederepresentarsupapel.—Sí,hermana—murmuróNicoleconelcorazónpalpitante.

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E7

Ncuantohubierondesaparecidoenlaalcobacontigua,Vicpusounasillajuntoalapuertaypegósuojoalacerradura.

La habitación era tan cochambrosa como la primera, el mobiliario igualmentepobre,conladiferenciadequeincluíaunacamilladeexamenginecológicojuntoalaquehabíaunhombrebarbudo,deunos cuarenta añosde edad,quevestíaunabatablanca.Desusbolsillossalíanunestetoscopioyunpardeespátulas.Elhombrenoeramédicoenabsoluto:sellamabaseñorLenoiryeraunodelosclientesmásricosyantiguos de Vic. Pagaba a tocateja para que éste pusiera en escena los guioneseróticosqueél imaginaba.Lamujerrubiaerasusecretariayseencargabadetodossusasuntos,inclusodelosmásíntimos.

—Buenosdías,hermana—dijoelfalsomédico.LareligiosarespondióasusaludoyempujóaNicoleporlaespalda.—¡Dígalebuenosdíasaldoctor,señorita!—Buenosdías,doctor—dijoNicoleintentandoadoptarunavozdechiquilla.Elhombreseaproximóconlosojosbrillantes.TomóaNicoleporlabarbilla.—Quéniñatanencantadora.¿Quéedadtienes,hijamía?—Doceañoz,doctor—respondiólapelirrojaceceando.Elhombrelepusolamanoenlamejilla,acariciósutrenzapelirroja.—¿Cómotellamas?—preguntóLenoirconvozsuave.—Nicole.La joven pelirroja parecía entrar en el juego, se bamboleaba de un pie a otro,

mirandoalsuelocomounaniñatímida.—Dime,Nicole,¿trabajasmuchoenclase?—Precisamente, doctor—intervino la falsa monja—, la pequeña me preocupa

mucho.Yanoestudia,seencierraenlosaseosdurantehorasyhoras,porlamañanamecuestamuchohacerqueselevante.

El hombre fingió reflexionar acariciándose la barba. Luego, palmeó el cueroresquebrajadodelacamilladeexamen.

—Voyaexaminarla.Hagaquesedesnude.—¿Hasoídoaldoctor?Con torpes gestos, Nicole se desnudó ante la severa mirada de la monja, que

desgranaba su rosario. Cuando la muchacha se quedó en ropa interior, la arrastróhacialacamilla.

—Tiéndeteahí—dijoeldoctor.La ayudó a instalarse en la camilla, colocando sus talones en los estribos

cromados.Elmédico,lafalsaniñaencalcetinesyzapatosdecharolylaprovocadorareligiosaformabanuncuadrosorprendente.Enlaotraestancia,Vic,tremendamenteexcitado,habíacomenzadoamasturbarse.

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El falso doctor palpó la garganta de su paciente. Luego fue bajando, palpó loshuecosbajolasclavículas,lasaxilas,elvientreylasingles.

—Todoparececorrecto.Tendríaquequitarselacamisola.Aregañadientes,lamuchachacomenzóadesabrocharlaanchaprenda.Surostro,

enmarcadoporlastrenzaspelirrojas,expresabaunacrecienteturbación.Lareligiosadesnudólospesadospechosconimpaciencia.

—¿Noleparecequeestaniñatieneunpechoexcesivamentedesarrolladoparasuedad,doctor?

—Sí, hermana, es sorprendente —dijo el barbudo tomando un seno entre susmanos.

Hundiósusdedosenlacarnetierna.Luegotomóelpezónoscurocondosdedosylopellizcó,loestiró,loretorció.

—Laglándulamamariaestádesarrolladacomoladeunamujerdeveinteaños—comprobó—. Y el pezón responde perfectamente a los estímulos. Mire cómo seendurece,hermana.

Paracomprobarlo, la religiosaseapoderódelotropechoy lepropinóelmismotratamiento. Nicole les dejaba hacer, con el rostro escarlata. Ambos comparsas lamagrearonlargorato,prosiguiendosushipócritascomentarios.

Luego,elmédicopaseóelheladoextremodesuestetoscopioporelpechodelapaciente,insistiendoenlossenos,quesecubrierondecarnedegallina.Lareligiosaobservabacadaunodesusgestosmientrasmanoseabaelrosarioconsusmanicuradosdedosdeuñasmuyrojas.

Elfalsomédicosemetiódenuevoelestetoscopioenelbolsillo.Pusolasmanosplanassobreelvientreypalpótodalasuperficie,metiendolosdedosbajoelelásticode las bragas. Nicole se dejó magrear clavando los ojos en el pecho. Sus pechossubíanybajabanrápidamente,alcompásdesuaceleradarespiración.

—Elvientreesflexible.Veamoselaparatocenital.Aloíresaspalabras,Nicolecerrólaspiernas.Lamonjaleazotóelmusloconel

rosario.—Vamos,déjelehacer,señorita.¡Tenemosqueexaminarla!Enrollóelrosarioensumuñecaderechay,luego,abrióconungestoenérgicolas

rodillas de la paciente. Tanteó entre los muslos, desbrochando los botones quecerrabanlasbragas.Abriódeparenparlaprenda,exhibiendoelvientreafeitadodelaseudo-niña.LacamillaestabafrentealapuertayVicpercibíalavulvarosadaporentrelosfaldonesdelaprenda.

El médico se inclinó entre los muslos, manoseó los pliegues del sexo. Nicolequisocenar losmuslos,pero lareligiosa lasujetabaconfirmeza.Elhombre tiródelos labios vaginales, despegando el uno del otro, y movió la cabeza con airepensativo.

—Hermana, voy a necesitar su ayuda.Tengo que comprobar algo.Memolestapediresoaalguiencomousted,pero¿puedemantenerabiertoelsexodelaniña?

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Lenoirseagachóantelacamilladeexamen,entrelospiesdeNicole,conelrostroalaalturadesusexo.

Lareligiosaabrióloslabiosmayores.Hizopenetrar lapuntadesusdedosenlavulva,parapoderabrirlaaúnmás.Elmédico,aligualqueVic,podíavereldilatadoorificiodelamuchacha.

—Esloquemetemía—dijoelbarbudo—,lapequeñayanoesvirgen.Lareligiosafingióestarindignada.—¡Sindudaestáustedequivocado!—Compruébeloustedmisma,hermana.Lamujer hundió dos dedos unidos en la vagina de lamuchacha, los hizo ir y

venir.—¡Pero si tiene usted razón! ¡Y además está empapada! ¿Cómo se lo habrá

hecho?Mientrashablaba,hurgabaenelcoñodeNicolecuyorostrocomenzabaarevelar

elplacer.Luego,lafalsareligiosaayudóalbarbudoaquitarlelasanchasbragas.Lamuchachayasólollevabaloscalcetinesarayasyloszapatosdecharol.

Ambos cómplices se inclinaron sobre el imberbe pubis. El hombre hundió susdedosenlavulvaquepermanecíaentreabierta.Loshizogirarpalpandolasparedesdelavagina.

—Lohabráhechoconunavelaoconunazanahoria.Extendióelhumorquemanchabasusdedosporloslabiosmayores.Luegohizo

resbalarelíndicehastaelclítoris,untándolodesecreciones.Porefectodelmasaje,elcapullode carne comenzó a endurecerse.El hombre lohizo rodar entre susdedos,arrancandoungemidodeplacerasupaciente.

—¡Su clítoris es muy grande! ¡Hace mucho tiempo que esta niña practica elplacersolitario!

—¡Perdida!¿Notedavergüenza?—exclamólareligiosasacudiendoaNicole.Lamuchachacomenzóa lloriquear,Vicfue incapazdedecirsiestabahaciendo

comediaoerasincera.Elbarbudoleaplastabaelclítorishaciéndolajadeardeplacerentregemidos.

La falsa monja comenzaba a sentirse excitada. Se frotó contra el hombre,aprisionandounodesusmuslosentresuslargaspiernas.

—Hijomío,hayquehaceralgoparadevolveraestapecadoraalrectocamino.—Talvezpodríamosexpulsarelmalconelmal.ElfalsomédicoseguíamasturbandoaNicole,queseagitabasobrelacamilla,sus

trenzasrubiasbailabanalrededordesurostro.La religiosa se apretujó contra elmédico.La corta falda de su hábito negro se

levantó,revelandountangadeencajenegrocuyocordón,atrapadoentrelasnalgas,erainvisible.Elbarbudomostrólaabiertaraja.

—Elmodomássegurodecalmarlaesdarleloquepide.—Tieneustedrazón,doctor.

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El barbudo se abrió la bata y se quitó los pantalones.Mostró su sexo amediaerección.

—¡Esoesloquenecesita!La religiosa tomó la verga en sus manos. El barbudo arqueó los lomos para

tendérsela.Suscojonesgolpearonlamuñecadelamonja,enlaquehabíaenrolladoelrosario.

—¿Podríalograrqueeseobjetofueramásduroymásgrande,hermana?—Claro,hijomío;dígamesólocómoproceder.Ambos cómplices se abandonaban a su delirio, olvidando a Nicole, que les

mirabaasustada.Lenoirponíasupollaenlamanodelamujer,quecomenzabayaamasturbarlelentamente.Elfalsomédicometióunamanobajolafaldaparaacariciarlelasnalgas.

—Hermana,seríanecesariozambullirelobjetoquesujetaustedenunacavidadcálidayhúmeda,parecidaalinteriordelsexodelaniña.

—Pero¿dóndepuedoencontrarunacavidadsemejante,hijomío?—preguntólareligiosamanoseandolapollaquecrecíacadavezmás.

—Esmuysencillo,hermana,bastaconqueuseustedlaboca.Yaldecirlo,elbarbudometiólamanoentrelasnalgasdelamujer.Leacaricióla

raya, insistiendo en el oscuro ano que Vic podía percibir entre ambos globos. Laseudo-religiosa se dejómagrear con complacencia; luego se agachó ante el vientredelhombre.

—Loquemepide,hijomío,meresultamuycostoso,peropararedimirestaalmapervertidaestoydispuestaasacrificarme.

Descapulló el glande y se lo metió en la boca. Sus labios, exageradamentepintados, secerraronsobreelcilindrodecarne.Estabamuyexcitante,consu falsohábitodemonjaarremangadoporencimadesucarnosoculo.Vicsemasturbabasinperderunápicedelespectáculo.

Mientras lamujer le chupaba, el barbudo comenzó a lamer la vulvadeNicole.Vicya sólooía rumoresde succióny lametones, entrecortadospor los gemidosdeNicole.Luego,elfalsomédicoseincorporó.

—Creoqueestoylisto,hermana.—Voyaayudarle—dijolareligiosaajustándoselatoca.Tomó la verga reluciente de saliva y dirigió el glande hacia el sexo deNicole.

Abrió los labios mayores, llenos de melaza, con la punta de la polla. El barbudoempujó y su picha se zambulló en la dilatada vulva. Comenzó a joder a Nicole,asestándolelentosyprofundospistonazos.Lareligiosasehabíametidolamanoeneltangaysemasturbabamientraslemagreabaloscojones.

—¡Vamos,másfuerte,hijomío!—lealentaba.Semasturbabacadavezmásdeprisa.Susdedoschapoteabanenelcoño.Sutoca

resbalóhaciaatrásdesvelandoloscabellosrubios.Elcrucifijoquellevabaalcuellobailabaentresuspechos.

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El hombre se agitaba cada vezmás entre losmuslos deNicole, con lasmanosagarradasasuscaderas.

Le daba violentos pistonazos que sacudían la camilla. Los grandes senos de lamuchachatemblabanensubusto.

Finalmente,elbarbudoeyaculórugiendomientraslareligiosa,quehabíaperdidosutoca,leoprimíaloscojonesparaayudarleavaciarse.

Uncuartodehoramástarde,Vicestabasentadoanteunacaña,enuncafédelaplazaPigalle.Frenteaél,elseñorLenoir.Sehabíaquitadolabatayllevabauntrajecon chaleco. Ninguno de los consumidores instalados en el bar habría podidosospecharque,hacíaunospocosminutos,estabajugandoamédicosconunamonjalúbrica.

ElhombretendióaVicunsobrellenodebilletesdebanco.Porlogeneral,aqueltipodenegociosehacíaentredospuertas,enunsilenciomásbienmolesto.Peroelbarbudohabíainsistidoeninvitaraldetectiveatomarunacopa.Ésteadivinóqueelhombrequeríapedirlealgo.

—Voyaparecerleextraño—atacóLenoir.—Nunca juzgoanadie.Sobregustosnohaynadaescrito.Yomismotengouna

sexualidad…digamosquetortuosa.Lenoir bebió un largo trago de cerveza. Con el dorso de la mano se secó la

espumapegadaalospelosdesubarba.—Talvezsepregunteusteddedóndemevieneesaaficiónporlasniñaspequeñas

—prosiguió—.Estoycasado,amoamimujerquecorrespondeamiamor,peronuncahemospodidotenerhijosapesardenuestrosesfuerzos.Todanuestrasexualidadhagirado alrededor de un hijo que no teníamos. Creo que se ha convertido en unafijación,yhoysólopuedogozarsiimaginoqueestoyhaciendoelamorconunaniñamuyjoven.

Vichizounamueca.Elestadodeánimodesusclientesnoleinteresaba.—¿Porquémecuentaustedeso?—Porquenoconsigoyahacerelamorconmimujer.Loquemepreocupaesque

ella parece soportarlo muy bien. Temo que tenga un amante. Es usted detective,¿aceptaríavigilarla?

Vicnoselopensómucho.Cualquiernuevocasoerabueno.Yademás,Lenoireraunclientemuybueno,unhombrequesabíapagarcongenerosidadlosserviciosquerecibía.

—Deacuerdo.Háblemedesumujer.Elbarbudoletendióotrosobre,degranformatoypapelgrueso.—Le he preparado un dossier. Creo que encontrará aquí todo lo que necesita

saber.

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L8

OS siguientesdías,Vic tuvoquevigilar a lamujerdeun jefedegabinetedelministrodecomercioexterior,de laque sumarido sospechabaque jugabaen

casinosclandestinos.TuvodetodosmodostiempodedirigirsealacalleMonsieur-le-Prince para escuchar lo que se decía en la librería gracias almicrófono que habíadejado allí. Estacionaba lo más cerca posible de la tienda y aguardaba, con elauricularenlaoreja.Mientrasestabadevigilancia,Dorothyfueatrabajardosveces.Ambas mujeres hablaban poco y no demostraban complicidad alguna. Las pocasveces en que la librera dirigía la palabra a lamuchacha era para darle una orden,cortanteybreve.Cuandonohabíaclientesenlatienda,lalibrerasemostrabatitánica,abroncando a la joven inglesa por una nadería, obligándola a pasar el aspirador, aquitarelpolvodelosanaqueles.Vichabíadescubiertoquelalibrera,quesellamabaseñora de Saint-Algue, aprovechaba la situación ilegal de la muchacha paraexplotarla.ViclaescuchóvariasvecesprohibiendoaDorothypasaralotroladodelbiombo.

Enlacabezadeldetectivecomenzabaasurgirunplan.Alcabodeunasemana,sepusoencontactoconlaseñoritaCatelanparacomunicarlequehabíaencontradounajoven inglesa con laquepodría satisfacer sus fantasías.Lehizo llegarun juegodefotografíasdeDorothy,y laseñoritaCatelanlerespondióqueestabaencantadaconsuhallazgo.Vicpodíaponerenmarchasuplan.

Ciertodía,mientrasDorothyestabaenclase,sepresentóenlalibreríacuandolapatronaibaacerrar,amediodía.Reconociéndole,ledejóentrar.

—¿Su amigo el coleccionista quedó contento con el regalo que le hizo? —preguntóenuntonoobsequioso.

Vic pensó en el fascículo, envuelto todavía, que debía de estar, junto a otrosdesechos,enelsuelodel404.

—Leencantó.Imagínesequeesunodesusclientes.Meconfesóqueobteníaaquíalgunasobras,algoespeciales,quetambiénmegustanmucho.

—Dígamedequésetratayharéloposibleparasatisfacerle—repusocomosinocomprendieradequésetrataba.

Vestíaigualquelaprimeravez,conelmismoaspectosevero,elmismomoño,elmismo traje, salvo que el de hoy era de color habano. Con el índice izquierdo secolocó bien las gafas en la nariz. Miraba a Vic con desconfianza, pero se relajócuandohubopronunciado lamisteriosa fraseoídagracias almicrófono.Alparecertienenustedesunamagníficavistadelinfierno…

Lalibreralesonrióseñalándoleelfondodelatienda.—Poraquí…Pasaron tras el biombo, lamujer abrió una puerta que daba a una escalera que

llevabaalsótano.EncendiólaluzeindicóporseñasaVicquebajara.

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—Simenecesita,novacileenllamarme.Bajó por la escalera de caracol y se encontró en un sótano redondo, dispuesto

comounabiblioteca.Aligualqueenlaplantabaja,ellechoerademarqueteríayelsuelodesaparecíabajounagruesamoqueta.Enelcentrodelaestanciahabíaungranpuf cubierto de terciopelo granate, montado sobre patas de cerezo esculpido. Unailuminacióninvisibleysuavedabaallugarunaspectoinsólito.

Vicrecorriólosestantes.Habíaacertado;sehallabaenelinfierno,nombrequesedaba,enlasbibliotecas,allugardondeseguardabanlosmanuscritoslicenciosos.Allísólohabíalibrospornográficos.Partedelosanaquelesestabaconsagradaalasobrasantiguas:primerasediciones,tirajesfueradeserie,librosdedicados…Vicdescubrióunejemplardelas120jornadasdeSodoma,deSade,anotadoporlapropiamanodesuautor.

Más allá, las obras eran recientes, con abundantes fotografías en color. Junto alibros de lujo para bibliófilos, impresos en papel de hilo, se veían numerosascolecciones de revistas, extranjeras en su mayor parte, consagradas todas ellas adesviacionessexualesparticulares.Victuvounaintuiciónyexaminólostítulosdelascolecciones. No tardó en encontrar la serie de Sexo extraño. Hojeó algunosejemplares; en cada uno de ellos descubrió la misma inscripción extraña:Odalortoledairerbil.Se tratabadelex-libris, lamarcade lacasa.BuscósinéxitoelnúmeroquehabíavistoenlahabitacióndeDorothy.Sinduda,lajoveninglesahabíadesobedecidoasupatronayhabíaentradoenlahabitación.Inclusosehabíallevadounrecuerdo.

Vicsedirigióhacialapuerta,apretóelbotóncoronadoporunpequeñocartelquerepresentaba una campana. La librera apareció casi enseguida.Mientras bajaba losúltimospeldañosdelaescalera,elhombreadmirósuslargaspiernasenfundadasenfinasmediasnegrasconarabescosarácnidos.

—¿Haelegidoya?—preguntólalibrera.—Casi.Buscoelnúmero10delarevistaSexoextraño.—Pues está la colección completa—dijo lamujer pasando revista a todos los

fascículos—.Creíatenerlo.Aguarde,voyamirarenlareserva.Sacóde subolsillouna llavecita colgadadeuna cadenadeoroy sedisponía a

inclinarsehaciaelcompartimento,provistodepuertas,deunadelasestanterías.PeroVicleevitóeltrabajo.

—CreoquetendrámásposibilidadesdeencontrarelnúmerosiregistralascosasdeDorothy,suvendedora.

Lamujerlehizofrente,desconcertada.Sesubiólasgafasconungestomaquinal.—¿Cómolosabe?—Porquelaencontréregistrandosuhabitación.Elladiounrespingo.—¿Queharegistradosuhabitación?Pero¿quiénesusted?Vic eludió la pregunta, miró lentamente la habitación, con las manos en las

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caderas.Inclinólacabeza.—Hayaquí lobastanteparaque la condenenpor incitación al libertinajeypor

unoscuantosmotivosmás,señoradeSaint-Algue.Lamujersehabíapuestolívida,susmanostemblaban.Convozdescompuesta,le

preguntóaVicsieradelapasma.—No,perononecesitoserloparaponerlaaustedacaldo.Ella le miró con los ojos muy abiertos. Vic se divirtió ante su aire asustado.

Guardósilencio,dejándolaalaexpectativa.—¿Quédeseausted?—acabópreguntandoDorothy.—Nograncosa.Algodesutiempo.Siaceptaustedsermíaunahora,devezen

cuando,nolehablaréanadiedesupequeñonegocio.Ellaparecióaliviadaanteaquelarreglo.Sin embargo, preguntó con un poco de angustia en la voz:—¿Y quéme hará

usted?—Nolosétodavía,loquesemeocurra.¿Acepta?Lalibreralopensóunosinstantes,luegoasintióconlacabeza.Victomóunade

lasrevistasylaabrióalazar.—Veamossiestádispuestaaobedecerme.Pusolarevistaantelasnaricesdelamujer.Enunadoblepágina,unajovennegrasufríalosasaltosvirilesdemediadocenade

hombres blancos. Uno de ellos estaba debajo de la muchacha y la porculizabamientrasotrolajodía.Otrolehundíalapollaenlaboca.Losdemássemasturbabanencimadeella,entremispechos,ensuscabellos,contrasusmejillasosusmuslos.

Vic volvió la página.La fotografía era idéntica, salvo por un detalle: todos loshombres habían eyaculado.La piel de color café con leche de lamuchacha estabasurcadaporlargasesterasdeesperma.Teníaportodaspartes,enelpubis,enlavulva,enloslabios,enmiscresposcabellos,enlospárpados,entrelospechos…

—Debedeexcitarlavendercosassemejantes—dijoVicagitandolarevistaanteelenrojecidorostrodelaseñoradeSaint-Algue—.Porejemplo,estoysegurodeque,enestosmomentos,tieneganasdemasturbarse,¿noescierto?

Lalibreraagitólacabezadeizquierdaaderechaysesubiódenuevolasgafasconelíndice.Respirabamásdeprisa,supesadopechotensabalablusadesedablanca.

—Vamos, no mienta. Veo muy bien que está excitada. Haga como si yo noestuviera,mastúrbese.

Un brillo de pánico pasó por los ojos de la librera. Quiso protestar, perocomprendióqueerainútil.Elhombrenosedejaríaconvencer.Sepusolamanoenelvientreyfingióacariciarseatravésdelafalda.Vicsacudiólacabeza,hojeólarevistaymostróalalibreralafotodeunamujerdesnuda,conlosmuslosabiertosdeparenpar,quesemasturbabahundiendolosdedosensusexo.

—Quieroverlamasturbarseasí,señoradeSaint-Algue.Vamos,arremángueselafalda,queyopuedaversusdedosyloqueestánhaciendo.

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La librera le lanzó unamirada desolada, luego tomó el orillo de su falda y lolevantólentamente,descubriendosuslargaspiernasenfundadasensedanegra.

—Sabeustedhacerdurarelplacer—seburlóVic—;hacebien,esmásexcitante.Altoahí,espereunpocoantesdeseguir.Continúeahora…Hum…,llevamedias,yasabíaqueeraustedrefinada.

Lalibreraseruborizóaloírlosobscenoscomentariosque,sinembargo,lehacíanefecto; se calentaba, su respiración se hacía jadeante, sus ojos brillaban. Vic lacontemplómientrasojeabamaquinalmentelarevista.Aqueljuegoviciosoleexcitabamucho,susexoestabaenerección.

—Enséñemeahorasusbragas.Se levantó la falda de su traje sastre, descubriendo el portaligas oscuro que

enmarcabaunasminúsculasbragasrojasrodeadasdeencajenegro.—Laseñora lleva lenceríadeputa—seextasió—,¿quién lohubieradicho?Es

ustedmuymala,señoradeSaint-Algue,mireenquéestadomehapuesto.¿Leshaceelmismoefectoasusclientes?

Lalibreraseruborizómásaún.Élleindicólabanqueta.—Vengaasentarseaquí,estarámáscómodaparaenseñármelotodo.Esoes,abra

laspiernas;¡vamos,abralaspiernas!Bien.¡Ahora,magreese!Lalibreraestabasentadaconlafaldaarremangadahastalacintura.Viclahabía

obligado a poner una pierna en el asiento de terciopelo, para que pudiera abrir almáximosuentrepierna.Paseóunamanovacilanteporeltriángulorojoqueocultabasusexo.Viclaalentó.

—Hagacomosiestuviesesola.Vamos.Los largos dedos manicurados, llenos de anillos, se pusieron en movimiento,

arrastrandoeltejidodelasbragashastalagrietasexual.Vicmostrólarevistaquenohabíadejadodeojear.Seveíaaunaniñaquellevabasólounasbragasrajadasyalaqueunnegroestabajodiendo.Laenormecolumnadecarneoscuraseintroducíaentrelosrestosdelaprendayabríaloslabiosmayoresdelaniña.

—Esoesloquenecesita,¿no?Aguarde,voyaretocarsuatavío.Sacóunportaplumasdesubolsilloy,congestovivo,hizobrotarlahoja.Cuando

se inclinó sobre el vientre de la librera, ésta hizo ademán de retroceder. Pero latranquilizóprometiéndolequenoleharíamalalguno.Tomóelfondodelasbragasycomprobó,consatisfacción,queestabaempapado.

—¡Hamojado sus braguitas, señoradeSaint-Algue, esono está bien!Esustedunamarrana.

Hundiólapuntadelcortaplumasenelfondillodelasbraguitas,rajándoloporlamitad. A pareció el vello castaño de la librera. Estaba bien provista y sus pelossobresalíandelarajaqueVichabíahecho.

—Ya está —dijo guardando la navaja—, ahora podrá divertirse sin molestiaalguna.Solomequedaencontrarleunaposemuyguarra.

Hojeó la revistaymostró la fotografíadeunamujer,acuatropatas,queestaba

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chupándoselaadoshombresalmismotiempo.Seveíasuculoenprimerplano.Susnalgas separadas permitían ver el orificio de su ano; por debajo se distinguían losbordesdesuvulva.

—Vamos,hagacomoella.Arqueeloslomos,hagasobresalirsuculo.Abrabienlaspiernas,quepuedaversuconejopordebajo.¡Sí,así!¡Pareceunaperraencelo!

La libreraobedecía lasórdenesdeVic.Lafaldaarremangaday lasbragasrotasformaban un extraño contraste con la parte de arriba, impecable, de su atavío. Elhombreinsistióenquesuvíctimaabrierasusrajadasbragasmientrassemasturbaba.Deesemodopodíavereljugosocoñoentreloslargospelosnegros.

—Ponga un pie en la banqueta —ordenó Vic—. Abra bien las piernas ymastúrbesedeverdad.¿Noestaráfingiendo?

Con la rígida polla sobresaliendo de sus pantalones, se tendió sobre el bajovientredelalibreraparatenerelabiertocoñosobresusojos.Veíaloslargosdedosdeuñasrojashundiéndoseenlaviscosaraja.LaseñoradeSaint-Algueseabandonóasumasturbacióny,sinqueselopidiera,hurgabacadavezamayorprofundidad.Devezencuando,sacabalosdedoscubiertosdemelazaysepellizcabalargoratoelclítoris.

Vicgozabaporladominaciónquehabíaimpuestoalalibrera,silohubierahechodebuengrado,nosehabríaexcitadotanto.Leordenóquesetendieradeespaldas.

Ellaobedecióprecipitadamente, frustradaal tenerque interrumpir elplacerqueestabasintiendo.Loaprovechóparasubirsedenuevolasgafas.Élsecolocóentresusmuslosconlapollaenlamano.Lamujercreyóqueibaapenetrarla,peroselimitóamasturbarseporencimadelcoñodelquerebosabaunespesohumor.

—¡Cáscatela!—dijoVicentredientes—.¡Dategusto!¡Deprisa,nohagastrampa!Sinapartarlosojosdelapolla,laseñoradeSaint-Alguehundiódosdedosunidos

ensuvagina.Loshizoiryvenirconviscosoruido,mientrasseaplastabaelclítoriscon el pulgar. Vic la contemplaba masturbándose vigorosamente. Sus cojones sebamboleaban sobre elpubisde lamujer.Tendidade espaldas, con laspiernasmuyabiertas,ellahurgabacadavezmásdeprisa.Manteníalacabezalevantadaparapodercontemplar la polla del hombre. Parecía fascinada.De vez en cuando, se arqueabaparaquelapichaentraraencontactoconsuraja.Viccomprendióquequeríaquelapenetrara,peronoledioesegusto.Queríaquesiguieranmasturbándosehastagozar.

—¡Desabróchatelablusa!¡Dejaqueveatustetas!—ordenó.Congestosapresurados,desnudóellasuspechosarrancando,depaso,unbotón

desucorpiño.Conlamanolibreapartóelsujetadory,mientrasseguíameneándosela,comenzóamagrearselospechos.

—Tegustamanosearte las tetas, ¿eh?Tienes tusgrandespezonesduros. ¡Harásque me corra, guarra! —gritó Vic en el colmo de la excitación—. ¡Mira, voy arociartelosdedosylaalmeja!

Arqueóloslomosydirigióelchorrohacialarajadelasdesgarradasbragas.Suespermaaterrizóenlospelososcuros,sobrelosdedosdelaseñoradeSaint-Algue.

—Cáscatelaconmizumo,méteteloportodaspartes.¡Datebrilloconeso,guarra!

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Demasiadoexcitadaparacontenerse,lalibrerarecogióelespermaconsusdedosyseacaricióconél el clítoris.No tardóen retorcerse, también,deplacer,mientrasVicsesecabaelglandeensusmedias,dejandounashuellasblancuzcas.

Seabrochó.PerolaseñoradeSaint-Alguepermanecióenlamismaposición,conlaspiernasabiertasylamanoenelvellomanchadodeesperma.LoqueViclehabíaobligado a hacer la había excitado tanto que seguía masturbándose, olvidandocualquierpudor.

Viclavioacariciarseatravésdelasdesgarradasbragas.Antesdepartir, lehizounarecomendación:—Dentrodeunosdíaslepediréunfavor.Pero,hastaentonces,quiero que actúe con Dorothy como si nada hubiera ocurrido. Debe ignorar porcompleto nuestro pacto. Y usted actuará como si ignorara que le ha robado unarevista.¿Comprendido?

Lalibreraasintióconlosojosvidriososylosdedoshundidosenelcoño.Estabaapuntodevolveragozar.Viclelanzóunasonrisadespectivaantesdeabandonarla.

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G9

RACIAS a la fotoque lehabíadadoelmarido, aVicno le costó identificar aArmande Lenoir cuando salió de su casa. Era una mujer morena, esbelta,

elegante,delargoscabelloscastañosquellevabasueltossobreloshombros.Vestíauntrajesastreverde,muyelegante,conzapatosyunbolsodecueroajuego.

LosLenoirvivíaneneldistritoXVII, en laplazadelMaréchal Juin, enungranapartamento cuyas ventanas daban a Albert-Bestard. Armande Lenoir tomó laavenidadeViIIiers.Vicsiguiótrasella.Parecíapasear,deteniéndosedelantedecadatienda. Tomó la calle Cardinet y se paró ante la librería que hacía esquina con elbulevarMalesherbes.Contemplólasobrasexpuestasenelescaparate.ParecíaesperaraalguienpuesViclaveíalanzarfrecuentesmiradasasurelojdepulsera.Sevolviópor dos veces hacia el liceoCarnot, que ocupaba la esquina opuesta del cruce. Eldetectivepensóquesumaridohabíaacertadoyque,efectivamente,teníacitaconunamante.

Cuando losprimerosadolescentes salierondel liceo, cruzó lacalley semezclóconellos.Buscabaaalguiencomounamadrequeesperaraasuretoñoalasalidadelaescuela.Ysinembargo,losLenoirnoteníanhijos.Vicsesentíaintrigadoporlosmanejos de la mujer Se acercó a un alumno, un muchachito rubio, y se lo llevóaparte. Comenzaron a hablar. Vic creyó comprender que estaba pidiéndole que lasiguiera.Elalumnoseencogiódehombrosydijonoconlacabeza.Entonceslamujerseñaló a un grupo de adolescentes que discutían algomás lejos. El rubio negó denuevo. Entonces, Armande sacó algo de su bolso de cuero y se lo tendiódiscretamentealadolescente.Vicpensóenlosvendedoresdedrogaqueactuabanalasalidadeloscolegios,perolacosanosesostenía,aquellamujerelegantenoerauncamello.

Elmuchachomiróasualrededorantesdeembolsarseloqueellaleofrecía.Hablótodavíaunosinstantesy,luego,elrubioseseparódeellaparairabuscaraunodelosmuchachosdelgrupo.Ambos jóvenesdiscutieronenvozbaja.El rubioseñalóa laseñoraLenoir,queaguardaba.Trasunminutodeconversaciones,elrubiodirigióunaseñaldecabezaalamujer,quesepusoenmarcha.Elsegundoadolescentelasiguióaciertadistancia,conpasosinseguros.

Vic corrió tras la mujer, que había cruzado el bulevar para tomar por la calleViete. Llegó justo a tiempo para ver cómo se metía en un edificio de estiloHaussmann.Eladolescenteentrótrasella.Vicapretóelpaso,lanzóunamiradayvioqueelalumnocruzabalapuertadeunapartamentodelaplantabaja.Elzaguándeledificioestabadesierto,lajauladelaporteraestabamáslejos,frentealhuecodelaescalera.Vicentróycontemplólapuertaqueacababadecerrarse.Nohabíanombre,nohabíabuzón.

Durante los siguientes días, por la tarde, Vic se ocupó de la salida del liceo

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Carnot. Por dos veces volvió a ver a Armande Lenoir. Cada vez habló con algúnmuchacho y se lo llevó hacia la calle Viete. Permanecían juntos una hora,aproximadamente, y luego el alumno se iba.Lamujer salía del apartamentopocosminutosmástarde.

Cuando Vic hizo su primer informe al señor Lenoir, éste le comunicó que elapartamentodelacalleVietelespertenecía,peroquenoloutilizaban.Eldetectivelepidióunacopiadelasllavesy,ciertodía,traslasalidadelamujer,visitólavivienda.Tenía tres habitaciones, pero sólo una parecía servir. Estaba amueblada sincomplicación alguna, con una cama grande y dos sillones. El único lujo era unminibar llenodebotellasde licor,másbiendulce,yunacadenahi-fi conmandoadistancia. En las otras habitaciones, los muebles estaban cubiertos por fundas deplástico.

Vicregistróportodaspartes,losarmarios,losmuebles,lacocinaestabanvacíos.En el cuarto de baño, encontró media docena de toallas, un estuche de aseo paramujer, perfumes, productos de belleza, una docena de bragas de algodón blanco,todas iguales, y gran número de pares de medias, todavía en su estuche, sábanaslimpiasacabadasdesalirdelalavanderíay,enunabolsapararopa,unpardesábanassucias.Nohabía vajilla alguna, ni alimentos, ni productos de limpieza, ni aparatoselectrodomésticos,exceptounpequeñoaspirador.

Parecíaquesóloseutilizaralacamadelapartamento.VicseprometiódescubrirquéhacíaArmandeLenoirconlosmuchachitos.Terodemomento,teníaotrotrabajo.

Hizodosllamadastelefónicas.LaprimeraalaseñoradeSaint-Algue,lalibrera,la segunda a su cuñado. Se dirigió luego al distrito VI. Sabía que Dorothy iría atrabajaralalibrería.Ladejóentrar,aguardódosminutosyentróluegoenlatienda.LalibreracorriótrasélelcerrojoycolgóelcarteldeCERRADO.Estabainquietaysesubíanerviosamentelasgafassobrelanariz.

—¿Porquémehaceustedeso?—Nointentecomprenderlo—dijoél—.Obedezcao,delocontrario,lehablaréde

sutrastiendaaquiencorresponda.La librerabajó losojos en señal de sumisióny sedirigióhacia el biombo.Vic

bajótrasellaporlaescaleraquellevabaalsótano,peroseguardómuchodeentrarenlaestanciaredonda.Selimitabaaserespectador.

Resguardado por el marco de la puerta, podía ver sin ser visto. Distinguía aDorothy, de perfil; sus largos cabellos pelirrojos caían por su espalda. A la luzartificial,lapieldesurostroparecíamásblancatodavíaapesardesuspecas.Llevabaunafaldalargayanchayunampliojerseyquedisimulabasuexuberantepecho.Lajoveninglesainclinabalacabeza,conairedeculpabilidad.

LalibreratomóelnúmerodeSexoextrañoyseplantóanteellaconunademánautoritarioqueseadecuabaasufísicosevero.

Utilizó elmismo tono cortante y brutal queVic le había oído cuando estaba asolasconlamuchacha.

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—¿Conoceustedestarevista?Conunacentoespantoso,Dorothyrespondióqueeralaprimeravezqueveíaun

ejemplar.Loslabiosdelalibrerasefruncieron,volvióasubirselasgafas.—Ynaturalmente,nuncaanteshabíaentradoenestahabitación.—Of course not, usted me lo prohibió, señora —dijo la inglesa tras una

vacilación.Lamanodelalibrerachasqueóensumejilla.—¡Mentirosa!¡Séperfectamentequehasentradoaquíyhasrobadounadeestas

revistas!¡Setratadelnúmerodiez,yavesqueestoybieninformada!Dorothy se había derrumbado sobre la banqueta circular, con la cara entre las

manosElhombreadivinabasusnalgasredondasque tensabanel tejidodesufalda.Lehabría gustado arremangarla paraverle el culo.Sepreguntabaqué tipode ropainteriorllevaría.

Lamuchachacomenzóasollozarfarfullandoensulengua.Indecisa,laseñoradeSaint-Alguemiróhaciaelhombreque,conungesto,lediolaordendeproseguir.Ellavolvióaabroncaralavendedora.

—¡Nocreasquevasaconmovermecontuslágrimas!¡Merecesquetedenunciealapolicía!

Presa del pánico, Dorothy se arrojó a los pies de su patrona, rodeándole laspiernasconlosbrazos.

—¡No,please,alapolicíano,porfavor,no,no!Era consciente de que si la policía se mezclaba en el asunto, la devolverían

enseguida a Inglaterra. Comenzó a lloriquear en el regazo de la señora de Saint-Algue.DabalaespaldaaVicynoleviocuandoindicóporsignosalalibreraqueleacariciaraelpelo.EstasesentóenlabanquetaredondayatrajoaDorothyhaciasí,manteniéndole el rostro sobre sus muslos. Los hombros de la muchacha seguíansacudidosporlossollozos.Elhombreindicóalalibreraquelevantaralasfaldasdelainglesa.

La señora de Saint-Algue se inclinó y tiró de la tela, desnudando las piernasredondasyblancasdeDorothy,queseincorporórápidamente.

—But,whatareyoudoing?Sindarletiempoarecuperarse,lalibreralaagarródelpelo.Levantólasamplias

faldas de la muchacha, descubriendo sus muslos redondos y sus carnosas nalgas,ceñidasporunasbragasdealgodónblancoadornadasconflorecitasamarillasyrojas.El elástico de la prenda se hundía en la piel lechosa de la inglesa. Vic adivinó lasombradelarayaqueseparabalosdosglobosdecarne.Hizocomprenderalaseñorade Saint-Algue que deseaba que Dorothy apoyara los codos en la banqueta,ofreciéndolesutrasero.

Lalibreraordenóasudependientaquetomaraaquellapose.Su voz era de nuevo autoritaria, firme, como si disfrutara con lo que estaba

haciendoalamuchacha.Lafaldadesutrajechaquetasehabíaabierto,dejandover

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unmusloenfundadoenunamediagrisperla,quenopensóenocultar.CuandoVicleindicóquebajaralasbragasdelamuchacha,lohizoconmalsano

gozo.Dorothyprotestó,peroellalahizocallarconunviolentobofetón.Asustada,lamuchachanoresistióya.Vicvioaparecersusprominentesnalgasy

surayaoscura.Lalibreraseinclinóparabajarlelasbragashastalasrodillas.Entrelosredondosmuslos seadivinabaelvello rojizo.Sinqueél se lopidiera, la señoradeSaint-Algueordenólamuchachaqueabriera laspiernas.Aparecieronlosbordesdesu sexo. Dorothy tenía míos labios mayores que sobresalían de sus largos pelosrojizos.Lloriqueaba,implorandolaclemenciadesupatrona,mezclandoelinglésyelfrancés.Depronto,lalibreracomenzóazurrarla;sumanocaíachasqueandosobreelcarnosotrasero,haciendoqueenrojeciera.

La señora de Saint-Algue no se fijaba ya enVic, actuaba a su guisa. Sus ojosbrillaban,surespiraciónerajadeante,rápida.Estabaexcitada.Paraestarmáscómoda,doblóunapierna,permitiendoasíalhombreversusbragasentrelaspiernasabiertas.ElsexodeVicsehinchoensuspantalones.

Lalibreradejódepegaralamuchachaytomósusnalgasconambasmanos.Lasabrióexhibiendolarayadondeseabríaelprietoorificiodelano.

—Voyaquitartelaaficiónarobar,inglesademierda.—¡Seloruego,déjemepartir!¡Ledevolverélarevista!—suplicóDorothyconun

acentodetodoslosdiablos.Lamujerlepellizcólasnalgas,dejandounamarcavioletaensucarnelechosa.—Eslaúltimavezquetedigoquetecalles.Sivuelvoaoírte,tedenuncio.Arrastradaporsuexcitación,habíaolvidadoporcompletoaVic.Seinclinóhacia

el voluminoso trasero que sujetaba con ambas manos. Mientras lo magreaba,comenzóamordisquearlo.Elhombresacósuvergaparamasturbarse.Lamentabanopoderacercarseparatocartambiénelgenerosoculodelajoveninglesa.

Lalibreraseincorporó,sepusoacuatropatassobreelasiento,conelrostroporencimadelagrupadelaadolescente.Susgafasresbalabanlentamenteporsunariz,pero no pensó ya en remediarlo. Introdujo lasmanos entre las nalgas deDorothy,descendióyleabrióelsexo.Vicdivisóloslabiosmayoresqueseseparaban,sucarainternabrillantedemelaza.La señoradeSaint-Algue se inclinóhacia lavulva, asíofrecida,parecióolisquearlaunos instantes.Luegosequitó lasgafasyzambullóelrostroentrelasnalgasdelamuchacha,quecomenzóagemir.

La librera perdió cualquier decoro; Vic veía su cabeza moviéndose entre lasmejillasnalgaresdeDorothy.Oíasulenguahurgandoenelcoñodelamoza.Devezen cuando, la mujer se levantaba con los ojos enfebrecidos, la boca húmeda, ypronunciabapalabrasinconexas.

—Yaverás…marrana…Espera,voyadartecontodo.¡Esoteenseñará!Asupesar,lainglesacomenzóaretorcersebajoaquelloslengüetazos.Laseñora

deSaint-Algueseincorporó,conelrostrocoloradoyelmoñodeshecho.Ennadaseparecíayaalaestrictalibrera,denobleaspectoygestosmesurados.Metióunamano

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bajo lafalda,entresusmuslos,ycomenzóamasturbarse juntoasuvíctima.Vic lehizo frente, con la polla en la mano. Ella sabía que estaba viendo sus dedos queentrabany salíandel coño.Se la cascómirándoleconunbrilloenloquecidoen losojos,ygozaroncasialmismotiempomientrasDorothy,siemprebocaabajo,volvíalentamenteensí.

Trashabersesecadoconelpañuelo,Vicsearreglóyvolvióalatienda.TeníaquedesaparecerantesdequelaseñoradeSaint-AlguedespidieraaDorothy.

Hacíayacincominutosqueestabaalvolantedesucochecuandovioalajoveninglesasalircorriendodelalibrería.Llorabadesconsoladamente.

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E10

RAdenoche.Elasfaltohumedecidoporunaligeralluviabrillabaalaluzdelosfaroles.HacíadoshorasqueVic seguíaa la joven inglesa.Caminabaal azar,

arrastrando la maleta en la que había metido todo lo que tenía. Parecía fatigada.Prontoestaríaapuntoybastaríaconrecogerla.

Lohabíaperdidotodo:suviviendaysutrabajo.DeacuerdoconlasórdenesdeVic,lalibreralahabíadespedido.Teniendoencuentasusituaciónilegalysurobo,aDorothynolequedabarecursoalguno.Luego,habíaentradoenescenaEmile.Viclehabía pedido que intentara abusar de su joven inquilina. Naturalmente, ésta habíarechazado sus proposiciones y, entonces, el gordo la había puesto de patitas en lacalle.PrimerohabíavagabundeadoporlaplazadelaNation,luego,lentamente,habíasubido por el bulevarDiderot. Ahora, estaba en una calle poco frecuentada ymaliluminada,detrásdelaestacióndeLyon,delladodelaestacióndemercancías.Lascasasescaseaban,sustituidaspordesiertosalmacenes.

En cuanto pudo,Vic había telefoneado a la señoraCatelan para decirle que sereunieraconél.Sehabíanencontradodelantedelaestación.Ahora,ambosacechabansupresa.

Yasólollovíaintermitentemente,unfinochirimiriqueapenassimojaba.Dorothyentróenunhoteluchocuyoletreroluminoso,mediocaído,nofuncionaba.ComoVicsuponía,notardóensalirdenuevo,másdesesperadaaún.Eraeltercerhotelenelqueentraba. Sin éxito Los dueños no querían cargar con una extranjera sin papeles nidinero.

Subió por la calle del Charolais hacia la estación de Lyon. Tal vez tuviera laintencióndedormiren la saladeespera.VicyCatelan, sentadosaunamesade laúnica taberna abierta todavía, la vieron pasear por los andenes que se llenaban deviajeroscadavezquellegabauntren.

La joven inglesa dio la vuelta a la estación, leyendo los carteles anunciadores,contemplandolosescaparatesdelas tiendas,cerradasaesashoras.Losapresuradosviajerossecruzabanconellasinfijarse.Porfin,sesentóenunbancoconlamaletaentre las piernas. Para darse seguridad, tomó un libro de su enorme bolso y locontemplósinleer.

Hacía diez minutos que estaba inmóvil cuando dos reclutas de permiso,reconociblesporsucortedecabelloysupetate,sesentaronasulado.Ledirigieronlapalabra,peroellanolevantólacabeza,fingiendoconcentrarseenlalectura.

VicyCatelanestabandemasiadolejosparaoírloquelosquintosledecían,peronoeradifícildeadivinar.Ambosjóvenesestabanmetiéndoseconella.

Vicdejóquelascosasseenvenenaranunpoco.CuandovioqueDorothyestabaapuntodereaccionarviolentamente,indicóalaseñoritaCatelanquehabíallegadoelmomentodeintervenir.

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Uno de los gamberros había puesto el brazo en los hombros de la inglesa eintentababesarla.

—¡Vamos,querida,dejaquetedéunbesoalafrancesa!¡Seráunrecuerdo!Aldebatirse,Dorothysoltósubolso,cuyocontenidoseesparcióporelsuelo.Elotrotipo,queparecíaborracho,reíacomounidiota.Sucompañeroabrazabaa

Dorothy, aplastándole los labios en el cuello.Lamuchacha se echó a llorar.No seatrevíaagritarpormiedoaqueapareciera lapolicía.Sinduda lapasma lehubierapedidoladocumentaciónyellaqueríaevitarloatodacosta.

Cuandoel tipoconsiguióbesaraDorothyen laboca,Catelanse interpuso.Eraunamujerautoritaria,quesabíahacerseobedecer.

—¡Dejadlaenpaz!¡Idadormirlamona!Unodelosgranujasselevantóparacontestarle,peroalverqueVicseacercaba,

sedejócaerenelbanco.—Noestamoshaciendodaño.Sóloledamosunaclasedelengua.—Lalecciónhaterminado—dijoVic—,largaos.Sin insistir, ambos jóvenes se alejaron. Catelan se sentó junto a la muchacha

inglesa.—Nosepreocupe,señorita,nocorrepeligroalguno.Tendió su pañuelo a la muchacha que lloraba de miedo y agotamiento. Vic

recogió las cosas que habían caído. Mientras se sobreponía, Catelan le dirigíapalabrasapaciguadoras.

Elrestofueunjuegodeniños.Lepropusieronquelesacompañarahastauncafé,dondepodría sentarsey tomaralgoque la reconfortara.Catelan semostró llenadeatenciones y consiguió que se confiara. Dorothy afirmó ser una muchacha quetrabajabaaupairyquehabíahuidode la familiadondeestabaporqueelmarido laperseguía.Ambosparecieronindignarse.Llegadosaunbar,leofrecieroncomeralgo.Con los nervios agotados, la muchacha no tuvo valor para negarse. Comió dosbocadillos regados con Coca-Cola y un enorme helado de vainilla con jarabe dementa.

Catelan presentó a Vic como su psicoanalista. Poco a poco, fue ganándose laconfianzadeDorothy,quereconocióqueno teníayadineroni lugardondedormir.Cuando Catelan le dijo que buscaba una señorita de compañía y que ella parecíaservir,estuvoapuntodearrojarseensusbrazos.

Feliz por haber hallado, por fin, un alma caritativa, la joven inglesa se dejóconducirhastaeldomiciliodeCatelan.Vic lasacompañoprometiendopasaraldíasiguienteparavercómoseencontrabalamuchacha.CatelaninstalóaDorothyenlahabitacióndehuéspedesyledeseólasbuenasnoches.

—Mañana hablaremos de su trabajo, cuando se haya recuperado de lasemociones.

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A11

Ldíasiguiente, laseñoritaCatelandejóqueDorothydurmierahasta lasdiez,luego le sirvió un buen desayuno. La joven inglesa no podía creerse tanta

amabilidad.Catelanlepropusoquedarseenlahabitacióndeloshuéspedesmientrasnoencontraraotroalojamiento.El trabajoque leofrecíaconsistíaenservir lamesacuando recibiera a alguien y acompañarla algunos sábados por la tarde o algúndomingo. Naturalmente, Dorothy podría seguir con sus clases y comería en elrestauranteuniversitario.

Lajovensemostróencantadaconelarreglo.Durantelossiguientesdías,ayudóenlacasa,lavólosplatos,seofrecióparahacer

las compras.La señoritaCatelan la trataba comoa suhija, procurando crear ciertacomplicidadentreambas.

Como había prometido, Vic pasó a ver a la joven. Le llevó scones ymuffinscompradosenMark&Spencer.Dorothyvivíauncuentodehadas.

Díatrasdía,sinembargo,Catelansemostrabacadavezmásfamiliar.Aparecíaenbata,salíadelcuartodebañocubiertasóloconunatoalla,sesentabaenlabanquetadelsalónconlaspiernasdobladas,mostrandosusredondosmuslos.

Dorothy apartaba la mirada, ruborizándose. Su exagerado pudor excitaba a laseñoritaCatelan,queadoptabaposescadavezmásprovocadoras.Trasuna semanaconaqueljueguecito,consideróqueelclimacreadolepermitíayairmáslejos.Unatarde,alvolverdesutrabajo,fingióunsúbitomalestar.Dorothylaayudóatenderseenelsofádelsalón.

—¿Quierequellameaunmédico,señoraCatelan?—Novalelapena,esunataquedeespasmofilia.Pasaráenseguida.Catelanllevabauntrajesastredecolorverdemanzana.Sufaldaabiertapermitía

verloscarnososmuslos.Llevabalosojosmaquilladosylosgruesoslabiospintadosde un rojo brillante. Parecía más elegante todavía junto a Dorothy que, fiel a sucostumbre,llevabaunjerseydemasiadoanchoyunafaldalarga.

—¿Quéquierequehaga?La inglesamiró a su alrededor, desamparada.Entonces, comohabían acordado

con Catelan, Vic llamó a la puerta. Dorothy fue a abrir y le acompañóprecipitadamentehastaelsalón.

—¡Pronto,pronto,laseñoritasehadesmallado.—Sehadesmayado—corrigióelfalsopsicoanalista—.Yasédequésetrata.Una

afecciónpsicosomática.Tienequerespirar.DorothyleayudóaquitarlachaquetaaCatelan,queseabandonaba.Luego,Vic

desabrochó la falda y la hizo resbalar a lo largo de losmuslos.A continuación, lequitó lablusamientrasCatelanseguíafingiendosudesmayo.Dorothysepusomuycoloradaaldescubrirquesuanfitrionallevabaunprietocorsédeencaje,untangay

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medias de rejilla. Las braguitas eran tan pequeñas que dos matas de pelo oscurosobresalíanacadalado.Vicindicóellazoquecerrabapordelanteelcorsé.

—No es sorprendente que se asfixie con eso que lleva. Le aprieta demasiado.Libéraleelpecho.

Dorothy tiró del cordoncillo de algodón. La prenda se abrió empujada por lospechos.Lamuchachaabrióunosojoscomoplatosalverlosgruesossenosdeanchasareolasoscuras.Siguiódesabrochandoelcorsécondedostemblorosos.

Elhombreabrió laprendainterior,exponiendoelpechoyelvientredesufalsapaciente.Comoel portaligas tirabade lasmedias deCatelan, y podía desgarrarlas,Vicpidióalainglesaqueseloquitara.Lamuchachalohizo.Catelanyasólollevabasusmediasyelminúsculotangaqueocultabasupubis.Lafalsapacienteparpadeódepronto.

—Youareok?—lepreguntólainglesa.La señorita Catelan fingió entonces perder de nuevo el sentido. Vic indicó el

bolsoquehabíadejadocaer.—Demelapomadaqueencontraráahídentro.Dorothyle tendióunacajitayVic laabrió.Elrecipienteconteníaunbálsamoa

basedemielquedespedíaunolordulzón.—Deleunmasajeconeso—ledijo.Rojadeconfusión,Dorothycontemplóalamujer,quegemíadulcemente.—¿Dóndedebodarleelmasaje?—Tomeunpocodepomadaconlayemadelosdedos,seloindicaré.Lamuchachametiósusíndicesenlasustanciamarrón.VictomólasmanosconlassuyasylasposósobreelpechodeCatelan.Reticente

primero, la inglesa fue poco a poco abandonándose. Vic utilizó sus manos paraacariciarlospechosdelafalsaenferma.Lasituaciónturbabaalainglesa;Vicveíasunarizfruncidaysupecho,quesubíaybajabaaunritmocadavezmásrápido.Prontopudosoltarla,lasmanosdelajovenpelirrojaactuabansolas,«dandounmasaje»alosopulentospechos.

Catelanseabandonaba,conlosojosentornados.—Esmásseriodeloquecreía—dijodeprontoVic—.Quítelelasbragas.Conlasmejillasencendidas,Dorothytiródelelásticodeltanga,descubriendoel

velludopubis.Cuandolaenfermallevósólolasmedias,Vicleabriólaspiernas.—Tiene que darle un masaje en los muslos, comenzando en las rodillas y

subiendohaciaelsexo—ordenó—.Esunazonavitalenlamujer.Dorothy,evitandomirarle,tomóunpocomásdepomada.Avanzabaconlentitud.

Amedidaqueibaavanzandohaciaelsexo,laseñoritaCatelanabríalaspiernas.Suvelloparecíahabersedesgarrado endosy eraposiblever lavulvahúmeda,que seabríasubrepticiamenteentresusnegrospelos.Fascinada,lainglesanopodíaapartarlamiradadeaquellagrietarosada.

Vicseñalólarajacondedopreciso.

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—Froteahoraaquí.Eselcentrovital.Dorothylemiró,estupefacta.—¿Realmentecreeustedque…?Perosi…—seruborizóviolentamente—,nosé

cómohacerestemasaje…aquí…Vic le dijo que iba a dirigirla. Hizo resbalar los dedos por entre los pliegues

húmedosdeloslabiosmayores.—Muevasusdedosasí,alolargodelcentrovitaldelamujer.Eselorigendesu

desmayo.Notema.Obligó a la joven inglesa a masturbar, cada vez más profundamente, a una

Catelanque,conlospárpadosentornados,acechabalosmenoresgestosdeDorothy.Esta,conlasmejillasencendidas,veíacómosusdedospenetrabanenlarajapeludayrosada.Parecíafascinadaporaquelsexoqueseabríadeunmodoobscenoacausadesus tocamientos.Los labiosvaginales se separaban, rosadosyviscosos,empapadosdesecreciones.Dorothypudocontemplarelabiertoorificiodelquemanabangruesasgotasclaras.

—Esoestábien—dijoVic—,comienza a reaccionar.Yavuelve en sí.Prosiga.Tóquelaarribaahora,enelclítoris.

No tuvo que repetir la orden.Dorothymetió sus dedos entre los pelos negros,buscóelclítorisylopellizcó,arrancandoaCatelanunestertordeplacer.

—Yave—dijoVic—.Vuelvealavida.Siga,siga.Alentadadeesemodo,lainglesacomenzóafrotarelcapullodecarne.Victomó

laotramanodelamuchachaylacondujohaciaelabiertoorificiodelavagina.—Frote aquí al mismo tiempo, hará más efecto. Hágalo sin miedo, meta tres

dedos.Eselugarestállenodevida.Dorothynodiscutió;metiósusdedoseneljugosocoñoyleshizoiryvenircon

viscoso ruido.La señoritaCatelan, con lospárpadosentornados, abrió francamentelosmuslos.No tardó engozar.Lanerviosa torpezade lamuchacha la excitaba.Elplacerlasacudióy,luego,sedejócaercomosisehubieradormidodepronto.

—Yaestá—dijoVic—.Ahoraladejaremosdescansar.Vayaalavarselasmanos.Luegovuelva a vestirla, será inútil contarle lo que le hahecho.Lohabráolvidadotodo.Queesoquedeentrenosotros.

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D12

ESDE el bar que estaba enfrente de la puerta del liceoCarnot,Vic vigilaba aArmandeLenoir.Laviodirigirsealmismoadolescenterubiodelaprimeravez.

Eljovenibavestidoconunosvaquerosyunachaquetadeaviador.Sinesperarmás,Vic pagó su caña y se dirigió hacia la calleViete. Tras haberse asegurado de quenadie leveía,entróenelapartamentoutilizando lacopiade las llavesqueel señorLenoir le había prestado. Se ocultó en el armario de una de las habitacionesdesocupadas.Sacódelbolsillodesuchaquetaunaminúsculacámarafotográfica,desilenciosofuncionamiento.

Alcabodeunosdiezminutos,lapuertadeentradaseabrió;escuchóelruidodelos tacones de aguja que se acercaban. Esperó unosminutos, para darles tiempo ahaberseinstaladoenlahabitación,antesdesalirdesuescondrijo.Seacercósinhacermido, con la cámara en las manos. La puerta de la alcoba estaba sólo entornada.Podía ver todo lo que ocurría dentro. En su campo de visión aparecióArmande ytambién el joven rubio. A Vic le sorprendió descubrir que les acompañaba otroalumno.Eradelgado,conunoscabelloscastañosquelellegabanhastaloshombros.Ambosescolareseranmuyjóvenesyderostrofino,casiafeminados.

Armandedejólachaquetadesutrajegrisenelrespaldodeunasillaysesentóenla gran cama, cruzando las piernas. Su falda se abrió, revelando una larga piernaenfundadaenunamediadecosturanegra.

Lamujerfingiónoadvertir lasturbadasmiradasdeambosmuchachos.Elrubioparecía sentirse bastante cómodomientras el otro se balanceaba sobre ambos pies,intimidadoporaquellamujerquepodíasersumadre.Aparentemente,eralaprimeravezqueentrabaallí.

—Bueno,Julien—dijoArmandeLenoir,¿mepresentasatuamigo?ElchiquilloledijoquesucompañerosellamabaCyril.Elladescruzólaspiernas,

permitióquesufaldasubieraunpocomáseindicóalmuchachoqueseaproximara.—Siéntateamilado,Cyril.Noseastímido.Pontecómodo.Leayudóaquitarselachaqueta.—Eresmuyrobustoparatuedad.Megustanlosmuchachosvigorosos.Turbado por el cumplido, Cyril bajó los ojos. Pero se dejaba tocar con

complacencia.Armandelepalpólosmuslosyelpecho.Habíaabierto laspiernasyJulien,queestabafrenteaella,nodejabademirarbajolafalda.Ellaparecióturbarse.

—Dime,¿notedavergüenza?Mirarpordebajodemisfaldascuandopodríasertumadre.¡Quéchicoese!Venaquí,viciosillo,merecesuncastigoporeso.

Abandonando a Cyril, que la contemplaba ron una mezcla de asombro yexcitación,sevolvióhaciaJulien.

—Quítatelachaquetaylospantalones,voyadarteunabuenazurra.Conunasonrisacrispadaen los labios,elmuchachosedesnudóquedándoseen

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calzoncillos.Sudelgadocuerpoestabaporcompletodesprovistodepelo.Hubiérasedichouncuerpodemuchacha.LaseñoraLenoirselopusosobrelasrodillas,comoaunniño,ycomenzóazurrarle.Suspalmadasnoeranmuyfuertes;alcabodeunrato,elmuchacho comenzó amoverse, frotando su bajo vientre contra losmuslos de lamujer.

—¡Toma,toma,niñomalo!—decíaella—.Vasaperderlasganasdemirarbajolasfaldasdelasseñoras.

LosojosdelaseñoraLenoirbrillabandeexcitación.Suslargoscabellosnegrosrevoloteabansobresushombroscadavezqueabatíalamanosobreelredondoculitodelalumno.

El espectáculo de aquella mujer elegante mente vestida, llena de joyas caras,castigandoadoschiquillos,excitabaaVic.Entredosfotografías,abriósubraguetaparapermitirquesuvergaselevantara.

Finalmente, el castigo cesó. Armande ordenó a Julien que se levantara. Elmuchachoestabaempalmado,excitadoporelcontadoconlosmuslosdelamujer.LaseñoraLenoirseñalóelbultoquedeformabasuscalzoncillosconaireofendido.

—¡Peroserásmarrano!¡Decididamente,sólotienespensamientossucios!Tendréquecastigarteconmásseveridad.Vamos,muéstrameloquehayahídentro.

Tiródeloscalzoncillosparaquesalieralapuntadelapolladelmuchacho,hizoresbalarelprepucioydescubrióunglandepequeñoyafilado.

Conlamanolibre,sacóloscojonesdelaprenda.Lostestículoseranpequeñosyestaban casi desprovistos de pelo. Se divirtió habiéndolos rodar entre sus dedosmientrasmanteníasuairefalsamenteenojado.

—¡Peroestoesunavergüenza!Ponerteasí,atuedad…Mientrashablaba,acariciabaladelgadavergaquehabíasacadoporcompletodel

calzoncillo.Julienarqueabaloslomosparaofrecersemejoralascaricias.Luego,Armandese inclinóhaciaCyrily lemetió lamanoentre losmuslos.Él

quiso rechazarla, pero el rubio le indicó por señas que se abandonara.Armande leacarició loscojonesa travésdelpantalón.Elmuchacho tuvo también,muypronto,unaerección.

—¡Vaya otro!—exclamó lamujer fingiendo indignación—.Vamos, quítate lospantalones,muéstrameeseinstrumento.

Cyril lanzó una mirada interrogativa a su compañero, que le alentó con unademán.SequitólaprendayseplantóanteArmande.ComohabíahechoconJulien,ella le bajó los calzoncillos y jugó con su picha.Ambos chiquillos estaban ante lamujer,conlavergaerguidayloscalzoncillosarrugadosalrededordelosmuslos.

—Acabad de desnudaros—les dijo desabrochando los primeros botones de sublusaymostrandoelsujetadornegroqueaprisionabasuspechos—.Hacecaloraquí,tambiényomepondrécómoda.

Seabrióelcorpiño,mostrandoelpechoaambosmuchachos.Losdoschiquillosacabarondedesnudarse.Teníanuncuerpofinodepiernasdelgadas,elvientreplano,

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conunasnalgaspequeñasyredondas,muyblancas.Susexoseerguíaporencimadelos huevos cubiertos de pelusilla clara. Armande les con templaba; una violentaexcitaciónseveíaensu rostro.Con la faldamedioarremangaday lablusaabierta,nadaquedabayadeladistinguídaseñoraLenoir.

—Venid,chiquillosmíos—dijoconvozestúpida—.Miradavuestramamámalaqueoshacastigado.

Cyrilcopiósuactituddeladesuamigo.SeinmovilizaronunoacadaladodelasrodillasdeArmande,conelsexoalaalturadesurostroEllalesacariciólaspiernas,ascendiendohaciaelvientre,actuandoconperfectasimetría.

—Quéguapossois,pollitosmíos.Habéis tenidomalospensamientosalmiraravuestramamá.Peromamánoseenfada.Osquieretanto.Seencargarádevosotros.

Vic tomaba fotografía tras fotografía.Supolla estabamuydura, teníaganasdemasturbarse,peroeltrabajoeraantesqueelplacer.

Armande tomó las vergas de losmuchachos, las descubrió y volvió a cubrirlasconelprepucio.Laspichasdeloschiquillosparecíanpequeñasentresuslargosdedosllenosdeanillosyconlasuñaspintadas.Lesmasturbabaalmismoritmo.

—Tenéisunos«pajaritos»muylindos.Mamáquiereacariciarlos.¿Osgustará?—Sí,mamá—dijoJulien,mientrasCyrilrespondía«sí,señora».—Vamos,querido,tienesquedecir«sí,mamá»,comotuhermano.Ahora,losdoschiquillosestabanenplenaerección.Susvergascortasydelgadas

seerguíanentrelosdedosdeArmande,queselameneabaconaplicación.—Quéguapos sois,queridosmíos—dijodirigiéndosedirectamentea laspollas

—.Saludadamamá.Seinclinóydepositóunbesoenelglandedelrubio.—¡Buenosdías,Julien!Se volvió hacia el sexo de Cyril y actuó del mismo modo. Había dejado una

huelladecarmínensusdoshijitos.—Pobresqueridos,mamáoshamanchado.Mamávaalimpiaros.Acercó la boca a la verga de Julien y quiso quitar el rastro de carmín con la

lengua. El muchacho se lo permitió, con los ojos cerrados, los lomos arqueados,ofreciendosupolla,Ellalelamióunbuenrato,insistiendoconlalenguahastaqueelglande quedó limpio. Luego lo repitió con Cyril. Se apartó para admirar las dospichasrelucientesdesaliva.

—Yaestáislimpios,ahoramamávaasecaros.Sujetandolaspollascondosdedos,soplóhaciendotemblarlospelosclarosque

cubrían el vientre de los chiquillos.Mientras los secaba no dejaba demeneárselashaciendocorrerelprepucioalolargodelasvergas.

Vichabía abandonado sucámara fotográficaparamasturbarse.Armandeestabafrenteaél,perosesentíademasiadocautivadaporsushijosparaadvertirlo.Teníalaspiernasmuy abiertas y el hombre podía ver, bajo su falda, la carne blanca de susmuslos sobresaliendo por encima de lasmedias, y el triángulomás oscuro de sus

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bragas.—Habéis quedado impecables, niños míos. Ahora podréis saludaros. Acercaos

pues,hijosqueridos.Pusoencontactoambosglandesylosfrotóunocontraotro.—Cyril,saludaaJulien;ytú,Julien,saludaaCyril.Soisdoshermanitosbuenos

quesequierenysedanbesitos.Masturbabaalosdosmuchachos,pichacontrapicha,cubriendoelglandedeluno

con el prepucio del otro. Muy excitados por lo que estaba haciéndoles, ellos nisiquiera pensaban en protestar. Se retorcían de placer. De pronto, Cyril eyaculórociandoelsexoyelvientredelotroalumno.

—¡Oh qué chico más malo! ¡Le escupe a su hermano! —exclamó la señoraLenoirfingiendoenfado—.Merecesquetehagalomismo.

ComomasturbabaaJuliencadavezmásaprisa,notardóengozarasuvez.Elladirigióelesperma,rociandoelsexodeCyril.Elvientredeambosmuchachosestabacubiertodeespermadelotro.Teníanllenoelglande,loscojonesylospelos.

—Cómooshabéispuesto,queridosmíos—dijoArmande,queseguíameneandolaspichasmanchadasdeesperma—.Afortunadamente,mamáestáaquíparalavaros,¡niñosmalos!

Comoanteriormente,seesforzóporlimpiarlesalengüetazos.Ibadeunvientreaotro,lamiendolosglandes,chupandoloshuevos,tragandoelespermaquemanchabaelvientredesusbebés.Devezencuando,dabaunapalmadaaunode losglandesparacastigarlo.

—¡Cyril, feo!¿Ves loquehashechoa tuqueridohermano,niñomalo?¿Ya ti,Julien, no te da vergüenza? Escupir así ante vuestra madre, que os quiere tanto.Vamos,hacedlaspaces.¡Besaos!

Frotódenuevolasdospollas,unacontraotra,mientraslaslamía.Muyexcitados,los alumnos seguían empalmados. Con los ojos vidriosos, jadeando, miraban aaquellamujerquesehundíasusdosglandes,almismotiempo,enlaboca,yloslamíacongrandeslengüetazos.Lasvergaserandelgadasycabíanjuntasentreloslabios.

Cuandolosvientresestuvieronlimpios,ArmandeLenoir lamió lasdospichasycomenzóadesnudarse.Sequitó lablusa, la falday lasbragas.Vestida sólo conelsujetador, el portaligas y un par de medias negras, se tendió en la cama con losmuslosabiertosdeparenpar.Vichizounprimerplanodesuofrecidaraja,delaqueemanaba una espesa melaza. Regalaría el cliché a su cuñado, para agradecerle suayudaenlacazadeDorothy.

—Habéissidomuymalos—declaróArmande,quesehabíapuestoacien—.Osencerraréunratoenelarmario.Julien,venaquí,querido.

El rubio, acostumbrado ya a las extravagancias de la señora Lenoir, se tendiósobreella.Lamujertomósupichayselahundióenelcoño.

—¡Venga,entra,chicomalo!¡Alcalabozo!Le estrechó entre sus brazos.El cuerpodelgadoy liso del alumnoparecíamás

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frágil todavía, comparado con la floreciente anatomía de Armande. Puso ella lasmanosenelcarnosoculitodelmuchachoyloatrajohaciasí.

—Entra hasta el fondo, querido. Escondete en mamá. Sí, así, muévete parahundirteaúnmás.

Elchiquilloseagitósobrelamujer,quelemagreabalasnalgasamanosllenas.Lebesabaenlaboca,lelamíalasmejillasmurmurandopalabrasinconexas.

—Bebémío, Julien…Quieres a tumamá…Sí, quiérelamucho, dale placer…Más,ángelmío…

El rubiono tardóengozar.Se arqueóparavaciarse en lasprofundidadesde sumadre.Cuandohubogozado,ellaleapartóyllamóalotromuchacho,queaguardabaconlapollatiesacomounaestacademadera.

—Te toca a ti, Cyril. Al armario. Entra ahí, como tu hermano. Ven a metertambiéntupajaritoenmamá.Tedarétualpiste,chiquitín.

EncuantoestuvoenelvientredeArmande,elmuchachoeyaculó.Perolamujer,agarrándole,leobligóaseguirjodiéndola.Estabaapuntodegozarysecorrióbajoelalumno.

—¡Vamos,querido!¡Más!¡Másfuerte!Daleplaceratumamá,enséñalecómolaquieres.

Vic había eyaculado en su pañuelo y se había recompuesto. Aprovechó elorgasmodeArmandeparaesfumarsesinqueloadvirtiera.

Aquella noche cenaba en casa de su hermana. El gordo Emile estaría muycontentoconlasfotosqueibanarevelar.

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L13

OS desmayos de la señorita Catelan se repitieron. Al volver de la oficina, lajoven se dejaba caer en el sofá y llamaba a Dorothy con voz lánguida. La

pequeñainglesasabíaloqueesperabadeella.ParecíainclusoquelecomplacíaabrirelcorpiñodeCatelanydarleunmasajecomoViclehabíaenseñado.

Fingiendoestaradormecida,Catelansedejabamagrear.Devezencuando,volvíaensíparadirigirasu«enfermera».Convozdébil,lepedíaqueladesnudara,queleacariciaralospechos.Luego,cuandoestabayadesnuda,señalabalapequeñacajadeungüento.Entonces,Dorothyleacariciabaelsexountándolodepomada.

La inglesa procuraba actuar con cierto distanciamiento, como si estuvierarealmentecuidandoaunaenferma.PeroCatelanpodíaleerensurostrolaexcitaciónque le producían las caricias que prodigaba. Cierto día, por entre sus entornadospárpados,sorprendióalamuchachamasturbándose.Sehabíametidolamanobajoelvestidoy,conlosmuslosabiertos,creyendoquenolaveía,seacariciabamientrasledabaaCatelansumasajeconlaotramano.

Variasveces,ocultoenunahabitacióncontigua,Vicpresencióaquellassesiones.Tomóinclusoalgunasfotografíaspararegalárselasasucuñado.

Poco a poco, las relaciones entre ambasmujeres se hicieronmenos hipócritas.Catelannonecesitabayafingirsusdesmayos.Lebastabaconquejarsededoloresenla espalda o de una jaqueca para que Dorothy le ofreciera, espontáneamente, unmasaje.

Catelan había advertido que, cuando Dorothy la desnudaba, admiraba su ropainteriordeseda.Ciertodía,leofrecióprestarlealgunasprendas.Lajoveninglesasenegó,ruborizándosedeconfusión,peroCatelaninsistió.

—Vamos,vengaaprobárselasalmenos.Sóloparaversilesientanbien.Lallevóasuhabitaciónysacóalgunasprendasdelacómoda.Letendióuncorsé

blanco,llenodeencaje.—Mira,¿noteparecebonito?Estaríasmagníficaconeso.Desnúdate,yaverás.Dorothy protestó un poco, pero permitió que la desvistiera. Catelan contempló

divertidalasbragas,pasadasdemoda,delamuchacha.Posólamanoenelfondillodealgodónquecubríaelsexo.

—Eresyamuymayorparallevareso,parecesunaniña.Yaverás,voyavestirtedemujer.

Tiró de las bragas descubriendo el vello rojizo de Dorothy, que se ruborizó.Mientrasladesnudaba,aprovechóparameterlemano.Lepellizcólospezones.

—Quéhermosospechostienes.—YolosencuentrodemasiadograndesdijoDorothyhaciendounamueca.Catelan se puso a su espalda y tomó sus dos pechos en susmanos.La empujó

hastaelespejoquehabíaenlacómoda.

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—¡En absoluto! Mira qué bonitos son. A los hombres les gustan los pechosgrandes.Quierenquelesllenenlasmanos.

Dorothymirósu imagen, fascinadapor lasmanosdeCatelanque lemagreabanlos pechos. Catelan sintió que se ablandaba. La llevó hacia la cama, hizo que sesentaraenella.Sacóunpardemediasblancasdelacómoda.

—Tepondrásestoyelcorsé;yluegotemaquillaré.Yaverás,estarásmuchomáshermosaqueconesasbragasdecampesina.

SearrodillóalospiesdeDorothyparaponerlelasmediasblancas,adornadasconcomplicadosarabescos.Lehizoabrirlaspiernas,loquelepermitiódivisarsuvulvaentre su rojo pelo. Los labios del coño estaban abiertos y Catelan comprobó queestabahúmeda.Pusoelpiedelajovenentresuspechosehizoquelamediasubieraalo largo de su pierna. Se demoró en lo alto delmuslo, rozando el vello oscuro dereflejoscobrizos.

Dorothy se abandonaba como si estuviera paralizada. Respiraba rápidamenteentresuslabiosfruncidos.Catelanleayudóaponerseelcorsé.Tomó,unotrasotro,sus generosos pechos, y los colocó en las copas de encaje. Las oscuras areolas seveíanclaramentea travésdel tejido transparente.Luego, lepidióaDorothyque selevantara y sujetó las medias al portaligas. Le puso las manos en las nalgas parallevarlahastaelespejo.

—¡Miraquéexcitanteestásasí!Dorothysecontempló,conlasmejillasenrojecidas.Susgrandespechos,ceñidos

porlaprenda,parecíanmáspesadostodavía.Bajoelpequeñovolantedetulblancodelcorsé,seveíasusexodesnudo,enmarcadoporlasligasblancas.Apartólosojosdesuimagen.

—Nopuedollevareso.Noestábien—dijoconsuextrañoacento.Catelansepegóasusnalgas,oprimiendomispechoscontralaespalda.Larodeó

conunbrazoy,conlaotramano,lelevantóelmentónobligándolaamirarse.—Nodigastonterías.Estásmuyguapaasíynodebeavergonzartequetedeseen.

¿Preferiríasserviejayfea?Durante la conversación, Catelan había comenzado a tutear a la joven inglesa.

Abrazabas ante el espejo, parecían madre e hija. Catelan convenció fácilmente aDorothydequenohabíamalalgunoensercoquetayllevarropasexy.Lahizosentaranteeltocadorylamaquilló,lapeinó,laarregló.

Durante los días siguientes, Catelan se divirtió así con sumuñeca viviente. Ladesnudaba, luego la obligaba a ponerse la ropa interior y los vestidos másprovocadores de su guardarropía. Mientras jugaba a vestirla, lo aprovechaba paramagrearaDorothyque,pocotipoco,seacostumbrabaaaquellaslicencias.

Una tarde,Catelan tomó de su armario un uniforme de criada y se lo tendió aDorothydiciendo:—Estoyseguradeque,cuandoerasniña,tegustabadisfrazarte.

—Oh, sí, señorita. EnNavidadme regala ron un uniforme de enfermera ymeencantabajugaralosmédicosconmisamiguitos.

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Catelanlatomóporlacinturacomoaunaamigaylepropusorecordarlosjuegosdelainfancia.

—Podríasdisfrazartedecriadayservirmeelté.Seríadivertido,¿noteparece?Dorothy no parecía compartir esta opinión pero, ante el entusiasmo de su

anfitriona, no se atrevió a negarse. Catelan la desnudó y comenzó a ponerle unaminifalda negra. La prenda era demasiado corta y pequeña para ella. Tuvo queencoger el vientre para que Catelan consiguiera abrocharla. La inglesa movió lacabeza.

—Esdemasiadopequeña,señorita,meaprietamucho.—Vamos,puedessufrircincominutos,sóloparavercómotesienta.Laobligó aponerse lablusa, que era tanpequeñaque lospechosde la inglesa

salían por el escote, Catelan los comprimió para hacerlos entrar, pero sólo logróexcitar lospezones,queseenderezaron.Horriblementemolesta, lamuchachaquisoterminar con la prueba, pero Catelan no quiso ni oír hablar de ello. La obligó aponerseunpar demediasnegras con costura.Con el pretextode ajustárselas, hizosubir sus manos hasta lo alto de los muslos, hasta tocar el tupido pompón de lainglesa.Conunosclipsparaelpelo,fijóunacofiaenlarojizacabelleradeDorothy.Finalmente, para completar el atavío, hizo que se calzara unos zapatos devertiginosostacones.

Retrocedió para contemplar el aspecto de su protegida. Con los pechoscomprimidosporeluniforme,Dorothysebamboleabatorpemente.Losaltostaconesy lasmediasconcosturaafinabanunaspiernasque laminúscula faldanoocultaba.Ataviada de aquel modo, parecía una calientapollas, algo que no disgustaba aCatelan.

—¡Una auténtica criadita! Estás estupenda así. ¿Quieres servirme el té de estemodoparacomplacerme?

Tampoco esta vez la inglesa se atrevió a negarse. Nunca había llevado unostaconestanaltosysedirigióalacocinacontorpesandares.Catelanapreciólavisiónde sus nalgasmoldeadas por laminifalda.Muy a su pesar Inmuchacha semovíabalanceándose,conandaresllenosdeerotismoanimal.

Sirvióeltéenelsalón,dondeCatelanlaesperaba.Sehabíapuestounabatadeseda,delaquesalíansuslargaspiernas.Esbozóuna

sonrisaviciosaaldistinguirelculodesnudodeDorothy,cuandoéstaseinclinóparallenar de té su taza. Bajo los dos prominentes globos, vio el rojo matorral de lamuchacha.

—Tráemeelpaquetedecigarrillosqueestáenlamesadebridge—pidióCatelan.Dorothyobedecióenseguida,moviéndoseconprecauciónsobresusaltostacones

y haciendo que se culo se balanceara de izquierda a derecha. Catelan le pidió unencendedor luego un cenicero. Se divirtió haciéndola caminar ante ella. Mientrastomaba su té, admiró las redondeces de la inglesa, comprimidas por el exiguouniforme.

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Catelan reflexionó fumando en silencio Dorothy se mantenía en medio de lahabitación,encaramadaensusaltostacones,conlasmanosalaespalda,aguardandonuevas órdenes. Catelan exhaló el humo antes de decir: —Me sugieres una idea,Dorothy.¿Quemasganaralgúndinerofácilmente?

Lajoveninglesarespondióconungestoafirmativo.—Parecesarreglártelasmuybienparaelservicio.¿Quétepareceríaservirlamesa

cuandotengainvitados?Dorothyhizounamueca.—¿Ytendríaquevestirmeasí?—Sí,esohacemásdistinguido.—Pero señorita, es demasiado corto. Catelan aplastó su cigarrillo con

impaciencia.—Eseluniformedemiantiguacriada.Cuestademasiadocaroparahacerteotro,

peroharéqueloretoquen,¿quéteparece?Dorothyvacilaba,Catelanfingióenojarse,ylevantóyestuvoapuntodevolcarla

tazadeté.—¿Así me agradeces que me ocupe de ti? Te doy hospitalidad y no quieres

hacermeunpequeñofavor.¡Tendríaquedespedirte!Dorothyselanzóasuspiessinpreocuparsedequeunodesuspechossesaliera

delescote.—Seloruego,señorita,servirélamesa,peronovestidadeesemododelantedela

gente.Catelanibaarespondercuandollamaronalapuerta.Dorothysenegóaabrircon

suuniformedecriada,yesoincrementólacóleradesuanfitriona.—¡Llega usted al pelo! —dijo dejando entrar a Vic—. Figúrese que esta

muchacha, a la quehe tenido labondadde recoger, noquierehacermeunmínimofavor.

Acompañando aVic hasta el salón, le contó todo el asunto.Él comprendió lasreticenciasde la inglesa cuandopudoverla con suuniforme.Sehabía arregladoelescote, pero la falda era tan corta que, a pesar de sus esfuerzos, no conseguíadisimularlaentrepierna.

—Hagaqueesa idiotaentreen razón—lanzóCatelanabandonandoel salón—.¡Yorenuncioaello!

VichizoqueDorothysesentaraenelsolayseinstalóasulado.Lehablóconvozmelosa—Pero bueno, ¿no estás bien aquí? ¿Preferías trabajar en la librería de laseñoradeSaint-Algueyvivirentupequeñahabitacióndeservicio?

Ellalemiródesorbitandolosojosylepreguntócómosabíatodoaquello.—Estoy al corriente de muchas cosas. Sé, por ejemplo, que si la policía te

agarraravagabundeandollamaríaalapolicíainglesaquecomunicaríaquehuistedetucasa.Sé,también,quetemeteríaenelprimeraviónhaciaLondres.

Dorothy zozobraba, su rostro se descomponía. Vic le hizo comprender, con

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medias palabras, en qué situación se hallaba. La joven inglesa estaba a punto dellorar.EntoncesViclediolaestocada.

—Notieneselección,hermosamía.SiteniegasaserviralaseñoritaCatelan,teencontrarássintechoysintrabajo.Nisiquieratendréqueirabuscaralapasma,teecharánlazarpaytedevolveránaInglaterra.

Sepegóaella,pusosumanoenelmuslodesnudo.Lamuchachaestabaenexcesopasmadapararechazarlo.

—Vamos, tampocoestás tanmalaquí.Además,dejarqueCatelan temagreeunpocoymagrearlatú,durantesusataques,tampocoestanto.

—¡Oh,no,ustedmeobligóahacerlo!balbuceóella.Consumanolibre,Vicsacódesubolsillolasfotografíasquehabíatomadopara

Emile.Selaspusoantelasnarices.

—¿Yeso?¿Fuiyo,talvez,elqueteobligóahacerlo?Eraunafotografíaenlaqueellaseacariciabaconunamanomientrasmasturbaba

con la otra a Catelan. Dorothy movió la cabeza, agitando sus rubios rizos. Dejóescaparun sollozo. Insensible a su llanto,Vicprosiguió:—Bueno, ¿tequedaso tevas?

—Mequedo—dijotragándoselaslágrimas—.¡Notengoelección!—¿Yharástodoloquetepida?Ellamoviólacabezadearribaabajo,secándoselasmejillasconelpuño.Vicla

tomódelamuñecaylacondujoa laalcobadelaseñoritaCatelan.Lajovenestabasentadaanteeltocador.Sevolvióhacialosreciénllegados.

—¿Hahechoentrarenrazónalapequeña?—Claro—dijoVic—,serámuyamablePuedeustedpedírselotodo.Catelanabriólaspiernas.Labatadesedaseabriómostrandosusmuslos.Señaló

elsueloentresuspies.—Venaquí,derodillasantetudueña.Dorothysemordióellabioinferior;Viclaempujóhaciadelante.Ellaseagachó

ante su anfitrión. Catelan se abrió la bata, mostrando su bajo vientre desnudo.Viciosamente,pasósumanoporelespesovello.Conlamanolibre,dirigióalajoveninglesahaciasusexo.

—Hazme un pequeño masaje medicinal, hermosa. Siento que voy a tener undesmayo.

Dorothycedió;abrióloslabiosvaginales,encontróelorificioviscosodemelazaymetióallísusdedos.

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U14

NAnuevavida,hechadedominaciónyhumillaciones,comenzóparalainglesa,que resultó de carácter muy sumiso. Durante el día, iba a sus clases, pero

cuandoCatelanregresabadeltrabajo,ellaseconvertíaensuservilesclava.Oprimidaporelestrechouniformedecriada,queleibamuypequeño,aguardabaelregresodesudueñaconunaimpacienciaqueaduraspenasdisimulaba.Laayudaba,rastrera,aponerse cómoda, quitándole la ropa, llevándole una vaporosa bata y un par dechinelas forradas. Catelan advertía satisfecha que la excitación hacía temblar loslabiosdelajoveninglesaamedidaqueelceremonialllegabaasufin.Luego,Catelanse entregaba a sus ocupaciones. Dorothy debía permanecer de pie, con sus altostacones,dispuestaasatisfacerelmenordesusantojos.

Amenudo,antesdelacomida,mientrasbebíaunacopadebuenvino,Catelanlaobligaba a lamerla, sentada en un sillón con los muslos apoyados en los brazos.Luego,Dorothydebíaservirlamesa«vestida»sóloconunasmedias,elportaligasysuszapatosdetacónalto.Catelanlepellizcabalasnalgasolemetíalosdedosenelcoñoporcualquiermotivo,parahacerlecometerunatorpeza.Cuandoasísucedía,lajoveninglesadebíatendersesobresusmuslosyrecibíaunaresonantezurra.

Catelanmultiplicabalosazotesyloscastigoscorporales,queDorothysoportabaconextrañapasividad.Estabaaficionándoseaunasprácticasque,aveces,ladejabanconlosojoshúmedosadosdedosdelorgasmo.Podíapermanecerderodillas,conelmássucintovestuarioy lasmanosen lacabeza,mientrassudueña leíaomiraba latele.Aceptabasinquejarsequelaataran,azotaranomasturbaran.Luego,Catelanseretirabaasualcobaylaobligabaalavarlayadarleunmasaje.Lanocheconcluíatrasinterminablessesionesdetortilleo.

Variasveces,CatelaninvitóaVicparaqueasistieraaaquellasveladasdedoma.Cierto día invitaron, incluso, a Emile.Catelan obligó aDorothy amasturbarle y ahacerle gozar en su boca, para pagarle el papel que había desempeñado en aquelasunto.

Una noche, Vic se presentó con un regalo envuelto bajo el brazo. Dorothy loinstalóenelsalón,lesirvióunwhiskyyseretiró.Elhombrevioalejarseelredondoculo de la muchacha, indecentemente moldeado por el estrecho uniforme. Alquedarsesolo,encendióunpuro.Laveladaibaaserespecial,ycomenzabaasentiryaciertoescozoralolargodelaverga.Mientrasesperabaasuanfitriona,admirólacoleccióndecajasantiguasqueocupabavariosanaquelesdelabiblioteca:cajasparatabaco,maquillaje,píldoras,moscas.

EntrólaseñoritaCatelan,vistiendounbody rosa, transparente,quepermitíaverlasoscurasareolasdesuspechosysuespesopompóndepelonegro.Calzabaunasaltasbotasdetacón.Teníaunacadenaenunamanoyunlátigodemúltiplesazotesenelotro.Sedetuvoenelumbraldelsalón,hizochasquearellátigo,ytiró,congesto

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teatral,delacadena,comosianunciaraaunaestrelladelacanción.—¡HeaquíaDorothy,laperrasabia!¡Unaperraencelo,delenguaágilyhocico

husmeador!La joven inglesa hizo su aparición, a cuatro patas, con un collar claveteado al

cuello. Iba «vestida» con tiras de cuero sujetas en anillas de hierro, que laapretujaban, poniendode relieve sus grandespechosy la carnosagruta.Suvientreestabacubiertoporuntaparrabosdelátex,quepodíaabrirseconunacremallera.Consucabellerarojizacayendosobresushombros,parecíaunaleona,unanimaldecirco.

Catelanpaseóasuesclavaportodalaestancia.VicpudoadmirarelbalanceodelasgrandestetasdeDorothy,susgenerosasnalgas,separadasporunafinafranjadelátex.Ladueñaarrastróasu«perra»porentrelosmuebles,haciendoquesustaconesrepiquetearan sobre el parquet. Con la punta de su látigo, señaló el paqueterectangularqueVicteníaenlasrodillas.

—Yaveoquehaencontradoloquelehabíapedido.Voyapoderdarlelaúltimalecciónalapequeña.

Esbozóunasonrisacruelquehizo temblaraDorothy,cuyosojosrevelabanunasordaangustia.Levantóunrostrosuplicantehaciasudueño.

—¿Quéquererhacermeamí?Tengomiedo.Yoquerer…Catelanlainterrumpióhaciendochasquearellátigocontrasubota.—¡Cállate!¡Noquierooírniunasolapalabra!Abriráslabocacuandotelodigay

noprecisamenteparahablar.¿Entendido?Dorothy movió la cabeza de abajo arriba, luego bajó la barbilla. Sus cabellos

rojos ocultaron su rostro.Vic se echóhacia un ladopara distinguir los pechosquecolgaban pesadamente, con los pezones rígidos. Catelan ordenó: —Demuestra alcaballeroqueestásbiendomada.Deseavertusubres.

LajovensepusoacuatropatasentrelaspiernasdeVic.Catelanagitólacadena,golpeandoconellaelhombrodeDorothy.

—¡Vamos,exhíbete,enseñalastetas!Lamuchachaseincorporóyarqueóloslomosparapresentarsupecho.Lossenos

erancomprimidosporlastirasdecuero,queloshacíanparecermásgrandesaún.Lospezonesestabanhinchados,deltamañodelauva.Vicloslomóentresusdedos,lospellizcó,losestiró,arrancandoungemidoalamuchacha.

Inmediatamente, el látigo de Catelan cayó sobre su culo, dejando unas largasmarcasblancasqueprontosepusieronvioláceas.

—Hedichoquenoqueríaoírte.Eresunaperra,tienesderechoaladrar,agemirylamer,esoestodo.

Golpeóelprominente trasero.Con lasmandíbulasprietas,haciendounamueca,Dorothyse tragósusquejas.ElcorrectivoqueCatelan le infligíase lapusoduraaVic.Conlavergaapretadaporsuspantalones,seguíamagreandolapielgranulosadelasareolasdelamuchacha.Catelansuspendióelcastigoyagitólacadena.

—¡Ábrelelabraguetaysácalelapolla!

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Comonoobedecieraconbastanterapidez,Dorothyrecibióunlatigazo,losazotesdecueroseenrollaronensusmuslos,surcándolosconunasmarcasrojizas.Lainglesasacólapichayloscojonesdelhombreycomenzóamanosearlosenseguida,creyendocomplacerasudueña.Peroellátigocayósobresutrasero.

—¡Chupa,perra!¡Lámelelaestaca!Dorothy descapulló el glande antes de tomarlo en su boca. Sus enfurruñados

labios se redondearon para ajustarse a la gruesa picha.Vic adelantó la pelvis parahundirseenlacavidadllenadesaliva.Lamelenapelirrojaleacariciabaloscojones.

Catelanalentóasuesclavaconunosajustadoslatigazos.Apuntabaalaraya.Losazotes chasquearon con sordo ruido contra la franja de látex que separaba lasabundantesnalgas.

—¡Esasaliva,perra!Sichupasbienelhueso,recibiráseltuétano.Con las manos apoyadas en los brazos de cuero del sillón, Vic se abandonó

admirandoeltrabajodelajoveninglesaconsupolla.Hacíairyvenirelpedazodecarneentre suspulposos labios, llenándolodeunacálidababaquecorríahasta suscojones. De vez en cuando, abandonaba el glande para cubrir el tallo de viscososbesosquelearrancabangruñidosdesatisfacción.CelebrabalaeducaciónqueCatelanhabíainculcadoasujovenprotegida,afuerzadezurrasycastigos.

La mujer había dejado el látigo para desenvolver el paquete que Vic llevabaconsigo.Sacódelenvoltoriounlargoconsoladorprovistodecorreas.Elobjetoeralafielreproduccióndeunsexoenerección,nofaltabanlosplieguesdelglande,nilasvenas,niloscojones.

Yestabahechoconunmaterialqueimitabalaconsistenciadeunsexo.Catelanfrotóelfalsoglandecontrasuslabios,luegololamió,conlosojosentornados,comosisetrataradeunaauténticapolla.AgarróaDorothydelpeloylaobligóasoltarlapichadeVic.

—Lámelo.¡Quieroquechorreesaliva!Con los labios brillantes, hinchados por la excitación, la pequeña inglesamiró

pasmada el consolador. Su boca se redondeó pero, antes de que tuviera tiempo deprotestar, Catelan le hundió el objeto entre los labios. Agitó el objeto en su boca.DorothynohabíasoltadolapolladeVicylemasturbabacongestomaquinal.Conlamanolibre,Catelanleacariciabalanucacomosisetrataradeunanimal.

—Estábien,eresunaperrabuena.Tudueñaterecompensará.CatelanretiróelconsoladordelabocadeDorothy,quelamiróconinquietud.—¿Quévaahacerconeso?—preguntóconsuparticularacento.—¡A ti que te importa!—replicó la mujer apoyándose en su cabeza para que

tomaradenuevoaVicensuboca.Catelan hizo saltar los cierres de la entrepierna de su body. Se arremangó la

prenda,exhibiendosuespesamalezanegra.SesentódetrásdeDorothy,frenteaVic,seabriólarajaconunamanoy,conlaotra,sehundióelconsoladorenelcoño.Elhombrepodíaver lafalsacolaquedilataba lavulvarepletademelaza.Labarrade

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látexsehundió.Catelanlanzóungemidodeplacer.Conelconsoladorclavadoensusentrañas,tendióelbrazoparaabrirlacremalleradeloscalzonesdeDorothy.Elsexorodeadodelargospelosrojosbrotódelaprendapartidaendos.Catelanintrodujosusdedosenladilatadavulva,haciendocaergruesasperlasdehumor.Nolecostóforzarelhimen,virgentodavía,delamuchacha.

—Estásencelo,perrita.Tepenetrarécomosifuerasmantequilla.Se quitó el consolador del coño, se incorporó y ató la falsa polla, llena de

secreciones, alrededor de su cintura. Parecía así un ser híbrido, tan viril comofemenino.SeacercóalculodeDorothy,queseguíamamándoselaaVic.Cuandolamuchachasintiólapuntadelconsoladortropezandoconsuvulva,quisoincorporarse,peroVicseloimpidióagarrándolaporlospelos.

—Es hora ya de que pierdas la flor… ¡Sigue chupando, pero cuidado conmorderme!

Catelan frotó el glande de látex contra la raja sexual, aplastando los labiosmayores. Apuntó al centro del orificio y empujó. Vio como el anillo de carne sedilataba,comoelhimensedesgarrabaluegoparapermitirlaentradadelconsoladorque sehundía, inexorablemente, en elvientredeDorothy.Tomóa la joven inglesaporlascaderasysezambullóenellahastaquelospelosdesupubislefrotaronlasnalgas.Comenzóajoderíasinesperarmás.

Vicpodíaversuspesadospechos,queseagitabanalcompásde lospistonazos,bajoeltejidotransparentedelbodyrosado.CadavezqueellasehundíaenelcoñodeDorothy, ésta iba a empalarse en la polla de Vic. La muchacha gruñía de placer,poseídapordospollas,quelallenaban.

Catelansacudiólacadenaparagolpearlaespaldadelainglesa,comouncocheroqueazuzarasucaballo.Susdescompuestosrasgosrevelabansuexcitación.Llenadefrenesí,secreíaunhombre.

—¿Sientesmipolla,perra?Teestádeshollinando,¿verdad?Vamos,amovereseculo,¡Ychupa!

Vic,vestido todavía,y lasdosmujeres cubiertasdecuero formabanunextrañogrupo enmedio de aquel salón, acomodado y burgués.Dorothy parecía un animalextrañamenteenjaezado.Lascorreasdecuerodestacabandemodoobscenosobrelapiel lechosa, cubierta de pecas.Ahora, el consolador se deslizaba por su coño conlodoso chapoteo. La pequeña inglesa arqueaba los riñones y se abría la vulva conambasmanos,paramejorofrecerse.

Catelan, absolutamente fuera de sí, la insultaba destrozándole el sexo con susgolpetazos.Lehundíatambiénlaslargasuñaspintadasdecarmínenlasnalgas.Peseal tratamiento, Dorothy comenzó a gozar. Vic ahogó sus gruñidos de placerinundándolelabocaconunabundantetragodeesperma.

Tras haber descargado, se abrochó y abandonó aDorothy a las fantasías de suinsaciabledueña.

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E15

Lsábadosiguiente,atravésdeVic,CatelaninvitóalaseñoradeSaint-Algueatomarelté.Lalibreratuvoquecerrarlatiendaparasatisfacerlasexigenciasdel

detective.Catelanlarecibiócomounaantiguaamiga.Llevabaunvestidorojomuyceñido,

queponíaderelievesussensualesformas.Unaanchacintadelmismocolorsujetabasuespesacabelleranegra.Hizoentraralalibreraenelsalón,luegofueareunirseconDorothyenlacocina.

El salón era una vasta estancia con artesonado de madera clara y parquettabicado.Elcentroloocupabaunimponentesofádecueromarrónanteelquehabíaunamesademarquetería.Enunrincónhabíaunamesadebridge rodeadadesillascon el respaldo acolchado. La estancia estaba separada del comedor por grandespuertasacristaladas,provistasdegruesascortinasgranate.Desdedondeestaba,Vicpodríaobservarloqueocurrierasinservisto.LeíalacrecienteinquietudenelrostrodelaseñoradeSaint-Algue.Sentadaenelsofá,muyrígidaconsutrajesastrevioleta,lanzabaintrigadasmiradasasualrededor.

VicoíalasvocesdeCatelanydelainglesa,quellegabandesdelacocina.—Pero señorita,medamuchavergüenza. ¡Esta falda es demasiado corta!—se

quejabaDorothyensufrancésaproximado.—¡Estásmuybienasí!—replicóCatelan—.¡Serviráperfectamente!Vic oyó las protestas de la muchacha. Reprochaba a Catelan que hubieran

ensanchado la cintura de la falda, pero que no la hubieran alargado como habíaprometido.Catelanlecerrólabocaenuntonoquenoadmitíaréplica.

—¡Basta ya!Mi invitada ha llegado, no tienes ya tiempo de cambiarte. ¡Ve allevareltéalsalón!

Viccomprendióelembarazodelajoveninglesacuandolavioaparecerceñidaenun uniforme negro de criada demasiado estrecho para ella. Su pecho casi salía delescote. La minúscula falda, tensada por el prominente trasero, le llegaba a ras denalgas y descubría sus carnosos muslos. En la espalda, un gran lazo sujetaba unpequeño delantal blanco. Estaba muy provocadora. Para completar el atavío, laseñoritaCatelan lehabíahechopeinar loscabellosendos trenzaspelirrojas,que ledabanunaspectodechiquillaperversa.

Dorothyseinmovilizóaldistinguirasuantiguapatrona.Sorpresacompartidaporlalibrera,quecadavezcomprendíamenoselobjetivodeaquellapuestaenescena.Lainglesavacilóenelumbraldelahabitación,peroCatelanlaempujóparaqueentrase.Lamuchachaseinclinóparadepositarlabandejaconeltéenlamesitabaja,loquetuvo por efecto desvelar su trasero comprimido por unas bragas de un negrotransparente. Volvió a incorporarse rápidamente y salió de la estancia ante losincrédulosojosdelaseñoraSaint-Algue.

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La señorita Catelan se sentó junto a su invitada y fingió preocuparse por suturbación.

Lehablabaenuntonomeloso,conforzadointerés.—Pero¿quélesucede,queridaamiga?Estámuypálida.¿Seencuentraustedmal?Lamujernosupoquéresponder,nocomprendíaenabsolutoeljuegoperversoal

que lehabían invitado.Catelan lehizo algunaspreguntas triviales.Con laspiernaspúdicamente cruzadas, el busto erguido, parecíandos elegantes beatas hablandodelasmodalidadesdelapróximafiestaparroquial.Luego,Catelantomóunacampanilladeplataylaagitó.AparecióDorothy.

—Dorothy,sírvenoselté—ordenóCatelan.Lainglesaylalibrera,acualmásincómoda,intercambiaronunaturbadamirada.

Ensuescondrijo,Vicsehabíasentadoconfortablementeenunsillón,paragozardelespectáculoqueCatelandirigíaconmanomaestra.Ensurostroseleíaelarteroplacerqueleproducíalaturbacióndesusvíctimas.

La señora de Saint-Algue mordisqueaba una galleta, sin dejar de echarcircunspectasmiradasasualrededor.Dorothynosedabacuentadenada,absorbidaenexcesoporsudeseodecumplirbienconsuservicio.Vertióel téenlas tazasdeporcelana.Aldejarlatetera,Catelanhizocaerlatapadelazucareroenelplatoqueconteníalanata.Esosalpicóalascomensales.

—¡Peroqué torpe soy!—exclamóCatelan—. ¡Noshemosmanchado!Hayquelimpiarloenseguida.Dorothy,veabuscaruntrapohúmedo.

Cuando la muchacha regresó a la habitación, encontró a Catelan, en tanga ysujetadorsintirantes,limpiandosuvestido.Conlasmejillasarreboladas,laseñoradeSaint-Alguenoapartabalosojosdelplato.

—¡Bueno,nomemiresasí!—lesoltóCatelanalainglesa—.Séútil,ayudaalaseñoraalimpiarse.

Contorpeza,lamuchachafrotóconeltrapolasmanchasdeltrajedelamujer.—Tambiéntieneenlablusa—exclamóCatelan—.Quíteselachaqueta.Lalibrerarechazólainvitación.—Noesnada,yaloharéencasa.Nosepreocupe.Catelan repitió su oferta con voz dura, como si diera una orden. La señora de

Saint-Alguecomprendióquedebíaplegarsealasfantasíasdesuanfitriona.Cuandosehuboquitadolachaqueta,CatelancondujolamanodeDorothyhaciasupecho.

—¡Vamos,limpia!¡Frotabien,quesalgatodo!Mientraslainglesalohacía,Catelanmetiólamanoporelescotedelablusadela

libreraydesabrochóunbotón.—Mejorseríaquitársela,queridaamiga,resultaríamáspráctico.Dócil, la librera sequitó lablusay se la tendióa la joven inglesa.Suspechos,

encerradosenunsujetadordeencajeblanco,mostrabandosareolasoscuras.Dorothyse empeñaba en hacer desaparecer las manchas, pero quedaban cercos. Catelanpareciócontrita.

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—Lo siento tanto, quedan rastros.Tal vez así…con saliva, dicen que disuelvemuybienlasmanchas.

SeinclinósobreelpechodelaseñoradeSaint-Algueycomenzóalamerentrelospechos para hacer que desaparecieran unas manchas imaginarias. Dorothy la viopasarlalenguaporelbustodelalibrera,cuyospezonessobresalíaneneltejidodelsujetador.Catelanhabíaposadosumanoenelmuslodelamujerysubíalentamentehacia la entrepierna. La librera no se atrevía a protestar. Sus labios fruncidos y surespiraciónmáspesada,revelabansuagitación.

CatelanseincorporóyfingióadvertirlapresenciadeDorothy.—Pero ¿qué estás haciendo aquí todavía? Ya ves que la señora y yo tenemos

cosasquedecirnos.Vealavarlosplatos.Ensusillón,Vic,excitado,seacariciabaatravésdesuspantalones.Alcanzóala

muchacha,quelemiróconestupor.—You?Whatdoyoudohere?—¡Soyelinvitadosorpresa!Ycomosoyelinvitado,teocuparásdemímientras

tupatronaseatareaconella.La estrechó contra su pecho, le puso las manos a la espalda para bajar la

cremalleradesufalda.Ellasedefendióblandamente,nolecostódemasiadoquitarlelaprenda.

—Esoes,déjamehacer…Asíestábien, teestásconvirtiendoenunaverdaderamujer.

Muycolorada,elladejóqueladesnudara.Sóloledejólasbragas,atravésdelasquesedistinguíalamanchaoscuradesuspelos.Latomóporelcodo,lacondujoalasala de estar, volvió a instalarse en su sillón. Tomándola por la cintura, la atrajocontrasusmuslos.Laobligóamiraralsalón.

Catelanhabíaterminadodedesnudaralalibrera.Enpelotas,laseñoradeSaint-Alguemirabaconunamezcladeaprensiónyfascinaciónalamujerarrodilladaentresusmuslos.Catelanpasabasusuñaspintadasderojoalolargodesuraja,dibujandolos contornos de la vulva. Cuando le apartó los labios vaginales, la otra intentósoltarse.

—Porfavor,déjeme.—Vamos, déjamehacer.Sabesmuybienque te interesa ser amable con loque

sabemosdeti—replicóCatelan.Lemetiódosdedosenelcoñoycomenzóamasturbarla.Lalibreracerrólosojos,

dejándosellevarporelplacerqueCatelanleimponía.Dorothymiraba,fascinada.Vicpusolamanoensumusloyfuesubiendo.Porfin

podía tocar aquella piel tibia, dulce, que deseaba desde el comienzo. Acariciólentamentelapierna.Susdedosllegabanmásarriba,acadapaso.RozaronelhúmedofondillodelasbragasdelajoveninglesayVicseinmovilizó,conlamanoenloaltode losmuslosyelcantoencontactoconelsexo,que ibahumedeciéndosecubiertoporladelgadaprenda.

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En el salón,Catelanmasturbaba a su víctima cada vezmás deprisa. Se inclinóhaciaelbajovientredelalibreraylelamiólavulvaagrandeslengüetazos.Conlasmanos, le acariciaba los muslos y el nacimiento de la raya. Tumbada en el sofá,abriendoalmáximolaspiernas,laseñoradeSaint-Algueseofrecíasintrabas.

Ensuescondrijo,DorothyyVicseguíanlaescena.Conlamanoentrelosmuslosde la inglesa, sintióque susbragas ibanempapándose.Liberóel sexocon lamanolibre.

—Ya hasmirado bastante, ha llegado elmomento del trabajo práctico.Vamos,tómalaentusmanos.

Dorothycontemplólagransetadecarnequesobresalíadelpantalóndelhombre.Comovacilara,éllaamenazó.

—Obedece,delocontrario…Domada,aproximólamanocontimidez.Élletomólamuñecayladirigióhacia

supolla.—Aprieta,notengasmiedo,novaamorderte.Cerró los dedos de Dorothy alrededor de su verga y le hizo efectuar unos

movimientosdearribaabajo.Peseasuvergüenza,lajovennopodíaapartarlamiradadelgruesoglande,queaparecíaydesaparecíaconregularidad.Olvidabacontemplarloqueocurríaenelcomedor.Viclasoltóyellasiguiómasturbándole.Llevabaporfina lapráctica loquehabíavistoenlasrevistasquelaseñoradeSaint-Alguevendía.Cuandole tocólavulvaa travésdelasbragas,abrió instintivamente laspiernas.Élhizoresbalarelíndicealolargodelahúmedaraja,arrastrandoeltejido,ycomenzóacascarlelentamenteunapaja.

En el salón, la señorita Catelan se atareaba,metiendo y sacando la lengua delcoñodelalibrera,cuyoslabiosmayoresbrillabandesaliva.Conelpulgar,Catelanleacariciaba el clítoris. La señora de Saint-Algue seguía protestando vagamente,mientrasarqueabaloslomosparaofrecersusexo.

CuandoVic advirtióqueno tardaría engozar, abandonóel sexodeDorothy, laagarróporunadelastrenzasylaobligóainclinarsesobresubajovientre.

—Vamos,tómameentuboca.Hazcomoenlasfotosquemirasaescondidas.Asustada,lamuchachaluchóensilencio,peroéltiródesupelohastaquecedió.

Con lamano libre,condujosupollahacia labocade lamuchacha,metióelglandeentreloslabioscálidosylohundió.

—Chúpame,hazquetulenguagirealrededordemipicha.Lamecomosifueraunhelado.

Sintióqueellaleaspiraba,quelepasabalalenguaporelglande.Latomóporlasrojastrenzasylacondujo,obligándolaahacerresbalarsuslabiosportodasupolla.Ellaseabandonóylolamióconunatorpezaqueleexcitómásaún.

ViccontemplabaaCatelanlamiendoalalibrera,quegemíayseretorcíabajoloslengüetazos.Moviólascaderas,frotandoloslabiosdelainglesa.Sevacióensuboca;sorprendida, la muchacha no tuvo tiempo de retroceder. El esperma invadió su

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paladarylaobligóabebérselotodo,hastalaúltimagota.Enelcomedor,laseñoritaCatelanaspirabagolosamentelamelazaqueescapaba

delavulvadelaseñoradeSaint-Algue,quegozabaruidosamente.

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E16

LseñorLenoirsemesólabarbacontemplandolasfotos.ComprendíaahoraporquéVichabíainsistidoenverleensucasa.Sobreelgruesocristaldesumesa

dedespachoestabalacoleccióndefotografíasenlaqueseveíaaArmandeLenoirencompañíadelosdosalumnos.

El hombre llamó a su secretaria, le pidió que le sirviera un whisky. Se tomótiempo para reflexionar, examinando de nuevo la serie de fotografías. Mientrastomaba su copa, Vic se preguntó cuál iba a ser su reacción. El barbudo le hizoalgunaspreguntas.

—¿Diceustedqueactúaconelloscomosifueransushijos?Vic asintió contando otra vez la escena que había sorprendido en casa de los

Lenoir.—A fin de cuentas, tiene la misma fijación que yo con los compañeros muy

jóvenes—concluyóelseñorLenoirconairesoñador.Vicadvirtióquesumiradabrillaba.Elhombresetomósutiempo,antesdesoltar:

—¡Quierovercómoseacuestaconesoschiquillos!Vic esperaba algo así. Con un cliente tan retorcido como Lenoir, no era

sorprendente. El barbudo prosiguió: —Con esas fotografías, no le será difícilobligarlaahacerloquequiero.

Viccomprendióelpartidoquepodíasacarlealasituación.Podíaasísatisfaceradosclientesalmismotiempo.LeexplicósuideaaLenoir.

Undía,VicsepresentóencasadelosLenoirsabiendoqueArmandeestaríasola.Porlapuertaentornada,protegidaporunacadenita,laseñoraLenoirlepreguntóquéquería.Llevabaunabatablanca,sinmangas;élrespondióqueestabainteresadoenelapartamentodelacalleViete.

—Noestáenventa,nisealquila—dijoArmandeintentandocerrarlapuerta.Élfuemásrápidoeintrodujolapuntadelzapatoenlarendija.—Nomeinteresaelapartamentosinoloqueustedhaceenél.Ella le miró, incrédula. Un brillo de pánico pasó por su mirada, luego se

sobrepuso.—Ignoroaquéserefiereusted.Loquehagoenmicasaescosamía.—Creoquetambiénescosadesumaridoydelospadresdeloschiquillos—le

dijointroduciendounafotografíaporlaabertura.Armande se puso pálida al reconocerse lamiendo el sexo de Julien y de su

camarada.Setrastornótantoquelafotografíalecayódelasmanos.—¿Cómolahaconseguido?Yantesdequeélrespondiera,prosiguió:—Escuche,puedodarledinero.¿Cuánto

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quiere?Vicsonrióalcomprobarconquérapidezsehabíasobrepuesto.Sacudiólacabeza.—¡Noeseldineroloquemeinteresa!Ella lemiró por la estrecha abertura. Semordió los labios y su rostro adquirió

algomásdecolor.Vicnodijonada,saboreandosuangustia.Ellabajólamiradaparamurmurar:—Yaveo…Creoquehecomprendido…

Quitólacadenitayabriólapuerta.PeroVicpermanecíaenelumbral,silenciosoaún.Le gustaba prolongar el instante en que su presa abandonaba la lucha y se leofrecía. Recogió la foto, le dio la vuelta y se la tendió a Armande. Había algogarabateadoaldorso.

—Noeselmomento,señoraLenoir.Cuandoselodiga,presénteseustedenestadirección. Sea puntual, de lo contrario, enviaré por correo un sobre lleno deinteresantesfotografíasasuesposo.

Alanochecerdeldíaacordado, laseñoraLenoirsehizollevarporuntaxihastauna mansión particular de Neuilly. La casa pertenecía a un amigo de Lenoir queestaba en el extranjero. Se levantaba en medio de un jardín a la francesa,impecablemente podado. La alta fachada de piedra estaba provista de inmensascristaleras,violentamenteiluminadas.

SeguidaporVic,laseñoraLenoirpenetróenelvestíbulodesuelodemármol.Alaaltamujermorenalecostabadisimularsupreocupacióndetrásdesuairealtivo.Vicla llevó por un corredor decorado con muchos cuadros antiguos y con el suelocubiertoporunagruesaalfombra.Penetraronenun tocadordonde lesaguardaba laseñorita Catelan, que había aceptado con entusiasmo el papel que Vic le habíapropuesto.

A Armande Lenoir le sorprendió el atavío de la joven. Llevaba ropa de otrotiempo;unafaldaestrechaquelellegabaalostobillos,uncardigandelinoconcuelloalto y unos botines de cordones, que afinaban sus tobillos. La espesa cabelleramorenaestabapeinadaenunmoño,loqueledabaunaireseveroqueaumentabanlasfinasgafasdemonturadorada.Sumaquillajeeramuydiscreto,sólounacapadebasequedabaunablancuraartificialasupiel.Llevabaunafinafustademaderaforradadecuero,conlaquesegolpeabasuavementelapalmadelamano.Parecíaunamaestradeinternadofemenino.

Sorprendida,laseñoraLenoirlamiródelospiesalacabeza.Vicladevolvióalarealidadmostrándoleunvestidoconmiriñaque.

—Desnúdeseypóngaseestaropa,señoraLenoir.Lajovenlehizofrenteapretandolospuñosconfuerza.—Si tiene que abusar de mí, hágalo lo más rápido posible, pero deje esa

mascarada.Portodarespuesta,Catelanlegolpeólasnalgasconlafusta.

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—¡Abusaremosdeustedcomonosplazca!Mejorseríaqueobedecieseenseguidasinodeseaquealgunodesusconocidosrecibaestosdocumentos.

Catelan blandió una ampliación de una de las fotografías de Vic, en la queArmande Lenoir se la estaba chupando a los dos adolescentes. Ambasmujeres semiraron, los ojos deArmande relampagueaban. Finalmente, capituló. Inclinando lacabeza para evitar la mirada de sus torturadores, comenzó a desnudarse. Cuandoestuvo en ropa interior, Catelan ordenó: —¡En pelotas! Quíteselo todo, ladisfrazaremosdelospiesalacabeza.

ArmandevolviólaespaldaaVicparaquitarselalencería.Eldetectiveadmirósufinotalle,queacentuabalaredondezdesusnalgasysuslargasytorneadaspiernas.Sesentóenunpequeñosillónderespaldoredondoparacontemplarcomolavestían.

CatelanhizoqueArmandesepusieraunasmediasdemallanegra,fijándolaspormediodeligasblancasadornadasconencajerosado,yunosanchoscalzones,abiertospordelanteypordetrás,quellegabanamediomuslo.Luegoaprisionósutalleenuncorsédecoradoconcintasrosasyblancas.Apretómucholaprenda,quesóloocultabalaparteinferiordelpechodeArmande,hinchándoloenexceso.

La señora Lenoir se abandonaba como una muñeca gigante. El rubor de susmejillasrevelabalaturbaciónqueibaapoderándosedeella,muyasupesar.Mientrasla vestía, Catelan le rozaba el sexo, le tocaba el pecho, haciendo nacer solapadosestremecimientos en sus riñones. Introdujo la mano en la raja de los calzones,buscandolavulva.Palpólacarnehúmeda,encontrólaempapadaraja.

—¡Estáustedmuyhúmeda,señoraLenoir!¿Acasolasituaciónlaexcita?Conlasmejillasarreboladas,lamujersedefendió.—No,eselcalor.—Vamos, busque algo mejor, sé reconocer a una mujer caliente —se burló

Catelanhundiendoelíndiceentreloslabiosmayoresempapadosdezumo.Parahumillarasuvíctima,lamasturbóconrápidosdedos.Pusoelmangodesu

fustabajoelmentóndeArmande,obligándolaalevantarlacabeza.—Míremealosojosyatrévaseadecirquenoestáexcitada.Lamorenalacontemplóconmiradavidriosa.Frunciendoloslabios,conteníalos

gemidosqueaquellostocamientoshacíannacerensugarganta.—Reconocequetegusta—soltóCatelan.LaseñoraLenoirbalbuceóundébilsí,perosuperseguidoralaobligóadecir,en

vozalta e inteligible, que sentíaplacer.Satisfecha,Catelan la soltóparaponerle elvestido.Erauneleganteatavíoadornadoconcintasdesedarosayfinosencajes.Lapartealta,muydescotada,dejabaverelprofundosurcoentrelospechosdeArmandey sus redondos hombros.El vestido terminaba en una vasta campana que ocultabatodaslaspiernas.

La señora Lenoir se puso un par de botines de alto tacón. Para completar suaderezo,Catelan ató sus largos cabellos oscuros con una cinta blanca y le puso alcuellounacadenitaconuncamafeodecolorpúrpura.

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Conelsexohinchado,Viccontemplabaaambasmujeres,queparecíansurgidasdeunaobradelacondesadeSégur.CatelanmiróalaseñoraLenoirconojoscríticos.

—Bueno, así servirá. Venga por aquí, es el momento de entrar en escena. Supúblicodebedeestarimpacientándose.

Sedirigióhacialapuerta,peroArmandelaretuvo.—¿Quéesperademí?—Nada complicado. Ofrecemos una pequeña representación teatral en la que

ustedharáunpapel—respondióCatelanabriendolapuerta—.Eseeselescenario,ladecoraciónesladeunaula.Yosoylamaestra,ustedserálamadredemisalumnos.

ArmandemiróaCatelancomosi se lasvieraconuna loca.Comprendióque lamujer no bromeaba y que debía plegarse a sus excentricidades. Se encogió dehombros.

—Pero¿quétendréquehacer?—Nosepreocupeporeltexto,limíteseasernatural.Sin darle tiempo de hacer otra pregunta, empujó a la señora Lenoir hacia la

habitacióncontigua.

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L17

AS dos mujeres entraron en una habitación dividida en dos por un pesadocortinaje rojo. La parte donde se hallaban parecía vagamente un aula. Dos

antiguos pupitres de madera, cubiertos de raspaduras y manchas de tinta, estabanfrente a un caballete en el que había una pizarra. El resto del mobiliario estabacompuestoporuncanapéenformadeS,conpatasdecaobafinamenteesculpidas;unsillónantiguodemaderapintada,forradoconuntejidofloreado,enelquedormíaungrangatonegro;unamesadedespachoLuisXIV,conuncilindroenelquehabíaunaestatua de mármol que representaba una cierva y su cervatillo; y un reclinatoriocuriosamentedispuestoalpiedeuncuadroenelqueseveíandosmujeresdesnudasestrechamenteabrazadas.Ellugar,másqueunaula,parecíalasaladeestudiodeunamansiónrica.

LaseñoritaCatelansecolocójuntoalapizarray,consufusta,señalóelsofáalaseñoraLenoir,cadavezmásincómoda.Armandesesentóeneldiván,antelamiradainquisidoradelmicifuz,quehabíadespertadocuandoambasmujeresentraron.

Conlaboladecobrequeprotegíaelpomodesufusta,Catelangolpeólapizarra.Unaseriedegolpesseguidosy,luego,tresgolpesespaciados,comoalcomienzodeunarepresentaciónteatral.Lagrancortinasecorriódesvelandoloque,paraArmandeLenoir, parecía un inmenso agujero negro. Los focos dirigidos al escenario leimpedían ver al público. PuesArmande no dudaba de que, en la oscuridad, variaspersonaslaobservaban.Sentíasusconcupiscentesmiradassobresupecho,puestoderelieve,exageradamente,porelvestidoquelehabíanobligadoaponerse.

Pero sus emociones no iban a terminar ahí. Catelan acababa de agitar unacampanilladeplatayseabrióunapuerta.Entrarondosadolescentes,unmuchachoyunaniña.LaniñanoeraotraqueDorothy.Consupelorojopeinadoendostrenzas,sulargovestidodevolantesysuenormelazodeterciopelorosaalacintura,parecíamuchomás joven.Elmuchacho llevabaun trajedemarinerodeopereta,unagorraconpompónycalzonescortos.Peseasuridículodisfraz,Armandepalidecióalverle.SetratabadeJulien,elalumnorubioqueellallevabaalapartamentodelacalleViete.

Dorothytomósusfaldasehizounareverencia.—¿Nosnecesitausted,maestra?—preguntóconunavozdechiquillaaumentada

porsuacentoinglés.—Sí,Dorothy,eshorayadequetuhermanoytúmostréisavuestramadreloque

habéisaprendido.LuegosevolvióhaciaArmandeyañadió:—¿Noescierto,señoracondesa?La señora Lenoir lanzó una desolada mirada al gran agujero negro que tenía

enfrente. Comprendió que no podía esperar ayuda alguna de ese lado. Resignada,decidióinterpretarelpapelqueleimponían.

—Quierocomprobarelprogresodemishijos—respondióconvozneutra.

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—Muybien,comenzaremosconelcálculo—anuncióCatelan—.Dorothy,Julien,sentaos.

Losniñossecolocaronenelmismobancodemaderaylevantaronelpupitreparasacarunapequeñapizarrayunpedazodetiza.Interpretandoconseriedadsupapel,sevolvieronhaciala«maestra»,quecomenzólaleccióndecálculo.Lesanunciabaunaoperación, lesdabaunossegundosde reflexióny, luego,golpeaba lapizarracon lafusta.Al oír la señal, los «alumnos» escribían el resultado en su pizarra.Todo fuebienhastalasdivisiones.JulienhizovarioserroresqueencolerizaronaCatelan.

—Noharepasadousted,jovencito—dijoconvozfalsamenteenojada—.Mereceuncastigo.¡Póngaseenposición!

Con la cabeza baja, el muchacho fue a arrodillarse en el reclinatorio. La«maestra»secolocóasusespaldasyleazotólosmuslos.

—¡Quítese los calzones! No imagine que voy a castigarle a través de la ropa,¡seríademasiadofácil!

Dócilmente, Julien se bajó los calzones y los calzoncillos, mostrando suspequeñas nalgas redondas y firmes. Tenía un aspecto ridículo con su disfraz demarinero.Sinembargo, laescena turbabaa laseñoraLenoir,cuyopecho,hinchadoporelcorsé, subíaybajabacadavezmásdeprisa.Nopodíaapartar losojosde lasnalgas blancas y los muslos entre los que percibía el blando sexo del muchacho.Catelanletendiólafusta.

—Austedletoca,señoracondesa.Armandesesintiómalymoviólacabezadeizquierdaaderecha.—No,nopuedo.Catelanlaobligóalevantarseylepusolafustaenlamano.—Vamos,essuhijo,austedletocacastigarlo.Comodicen:quienbientequiere

teharállorar.Armande vaciló ante el trasero de Julien. Sentía que todo el mundo estaba

mirándola, incluidos losmisteriosos espectadores.Desde el lugar donde se hallabaahora, podía ver el bajo vientre del muchacho. Con gran sorpresa por su parte,advirtió que la verga se erguía.Elmuchacho contemplaba el cuadro en el que dosmujeres se besaban y se magreaban. Pese al correctivo que iba a recibir, estabaexcitado. Aquella visión incitó a Armande que, sin darsemucha cuenta de lo quehacía, golpeó con la fusta las nalgas de Julien.No lo había hecho con fuerza y elmuchacho ni se inmutó. Tranquilizada, golpeó de nuevo. No era tan difícil comocreía.Pocoapoco,ladominóunplacerabyecto.Susgolpessehacíanmásfuertes.Lepasmó comprobar que la erección de Julien aumentaba. La polla se había erguido,rígida,descapullada.Debajo,loscojones,casilampiños,sebalanceabanacadaazote.

Armandesintióquesurajachorreaba.Arrastradaporlaexcitación,olvidabaqueestabanmirándola.Catelantuvoquesujetarsumuñecaparaqueelcastigocesara.

—Yabasta,ahoraharemosundictado.Julien,dejalaropayvuelveatulugar.Armandesesentósinapartarsumiradade lavergadelmuchacho.Semoríade

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ganasdequelajodieran.Conlasnalgasenrojecidasporelcastigo,Juliensesentóenel banco, junto a la pequeña inglesa.Hizo unamueca cuando la punta de su pollagolpeóelpupitre.

Como si nada ocurriera, Catelan prosiguió su lección. Tomó un libro antiguoencuadernado en cuero y comenzó el dictado, girando alrededor de sus alumnos,haciendosonarlostaconesdesusbotinesenelenceradoparquet.Leyó,deteniéndoseacadapalabra,unpoemaenprosadeBaudelaire.

—«Avanza,balanceandoblandamenteeldelgadotorsosobresusanchascaderas.Suceñidovestidodeseda,claroyrosado,destacavivamentesobrelastinieblasdesupiel y moldea con exactitud su largo talle, su curva espalda y su puntiagudopecho…».

En su rincón, Armande Lenoir intentaba en vano perforar las tinieblas queenvolvíanalosespectadores.Devezencuando,percibíaunmurmullooungruñido,pero nadamás. Se sentía cada vezmás excitada por la situación. El papel que lehacían representar no le disgustaba y saberse observada por algunos desconocidosaumentabasuplacer.Depronto,CatelanabatiósufustasobrelapizarradeDorothy,arrancándole un grito de sorpresa:—La señoritaDorotea parece desdeñar lasmáselementalesreglasdeortografía.¡Esustedunainútil!Mereceelmismocastigoquesuhermano.

Alapobreinglesalecostabamuchomanejarlalenguafrancesa.Sinprotestar,sedirigió al reclinatorio, se arrodilló en el almohadón de terciopelo granate y searremangó,mostrandosucarnosotrasero,libredecualquierbraga.

Estavezseencargóla«maestra»deinfligirelcastigo.Conlapalmadelamano,zurró vigorosamente a la muchacha. Armande miraba, subyugada por las anchasnalgas, que se enrojecían por efectos de los golpes. Como la muchacha estabainclinadahaciadelante,podíaverlosbordesdesuvulvarodeadosdepelososcuros.También Julien estaba fascinado.Con sus dedosmanchados de tiza semasturbabalentamente.

Catelanpusofinalcastigoyseñalóalmuchacho.—PuestoqueJulienestáenbuenascondiciones,propongoquedemosasushijos

suprimeraleccióndeeducaciónsexual.¿Quéleparece,señoracondesa?Encantadaporlaperspectiva,aunquesinquererdemostrarlo,Armanderespondió:

—Sicreequeesnecesario.Lamaestraesusted,mepongoensusmanos.—Comencemos pues —dijo Catelan arrastrando a la joven inglesa hacia su

seudo-hermano.Leshizosentarensupupitre,paraquetodospudieranverelsexo.Tomólaverga

delmuchacho, cubrió y destapó el glande con el prepucio.Magreó la rígida polla,dirigiéndosealamuchachaenuntonodoctoral.

—Fíjesebien,señorita,éseeselglande,encuyoextremoseabreelmeato;porahísale laorinay lasimiente.Estepedazodepielse llamaprepucio.Yahídebajoestánlostestículos,quevulgarmentesedenominancojones.

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Inclinada sobre el sexo de Julien, la muchacha seguía aquellas explicaciones.Catelan hacía rodar las bolsas entre sus dedos, acariciaba el hinchado glande.Comenzóamasturbarelmiembro,queseponíacadavezmásrojo.

—Esoesloquedebehacerseparaprepararalcompañero.Inténtelo,Dorotea,esalgo que toda muchacha debe saber hacer, es más importante que saber coser ococinar.Vamos,tomemilugar,cásqueselaasuhermanito.

La«hermana»pusomanosalaobraconapatía,haciendoaparecerydesapareceren su puño el glande de Julien.Armande Lenoir se inclinó para vermejor. Sentíaescozor en lavulva, teníaganasdemasturbarse; los espectadores anónimospodíanleerloensurostro.

Como una maestra abnegada, Catelan ayudaba a su alumna, acompañando sumanoporelsexodeJulien.Elmuchacho,conlosojoscerradosylagorradetravés,gemíadulcemente.Cuandoestabaapuntodegozar,la«maestra»golpeóconlafustalamanodela«hermana».

—Despacio, tonta, iba a hacerle descargar prematuramente. Es preciso que,primero,éllatoqueausted.¡Vamos,levánteselasfaldas!

Dorothylohizo,arremangándosetantocomopudo.JulienyCatelanseinclinaronentresusmuslos.Lafalsamaestrapasólosdedosporlospelosrojos,abrióloslabiosmayores.Masturbóalajoveninglesa,comentandoloqueestabahaciendo.

—Mireusted,Julien,esospedazosdecarnesellamanlabiosmayores.Esprecisosepararlosparaencontrarelorificiodondepenetrar.

Tiró de las ninfas de lamuchacha,mostrando su vulva, exhibiendo su orificiovaginal.Gruesaslágrimasdemelazabrotarondelabiertoagujero.Catelanhundióundedoenelcoño.

—¿Ves quémojada está tu hermana?Es para facilitar la penetración.Mira conquéfacilidadentraeldedo.Toma,pruébalo.

Dejó su lugar a Julien, que hundió el índice en el coño de su «hermana». La«maestra» tomó su muñeca obligándolo a meter y sacar el dedo. El muchachorepresentó su papel con complacencia, hurgando en Dorothy hasta que gozó,llenándolelapalmadesupegajosozumo.Catelanretrocedió,satisfecha.

—Parecéismásaptosparaesosmanejosqueparaelcálculoyelfrancés.Ahora,vuestramamáosenseñarácómodarplaceralcompañeroconlaboca.

Le indicó a Armande que se acercara. La señora Lenoir se levantó como unautómata.CatelanlaobligóaarrodillarseyleforzólacabezahastaquetomóaJulienen su boca. Como si estuviera borracha, Armande se tragó el tenso glande,envolviéndolo con su lengua. Los labios se ajustaron a la verga y la aspiraron.Catelanlepusoelmangodelafustaenlagargantaparafrenarsuardor.

—Notandeprisa,condesa,expliqueloqueestáhaciendo,noolvidequeestamosdandounalecciónasusqueridoshijos.

Armande soltó a regañadientes la verga. Un hilillo de baba unió sus labios alglandedeJulien.Sesentíafrustradaalnopoderlanzarsesobreaquellapolla,perosu

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viciosoespírituprevalecióenseguida.Olvidandoporcompletoque lamirabanunosdesconocidos, recuperó el tono que empleaba con los alumnos que llevaba alapartamentodelacalleViete.Entredoslengüetazos,sedirigíaasusseudo-hijos.

—Mirad cómo lohacemamá,queridos.Pasa la lenguapor todaspartes, por elglande,alolargodeltallo,perotambiénporloscojones.Hayquemojarlotodoconsaliva,aunquehuelamucho,ahí,entrelasnalgas.

Tendiólapollaalajoveninglesa.—Toma,Dorotea,hazcomomamá,mámaselaatuqueridohermanito.Hazcomo

sifueraunhelado,quesefundaentulengua.Julienperdiósugorrademarinerocuandola«hermana»comenzóachuparleel

glande.Armandelemasturbabaalmismotiempo,alentandoasualumna:—Estámuybien,queridamía;pasalalenguaportodaspartes,lameloscojonesdetuhermano.

Seinclinóparaunirsubocaaladelainglesa;ambaslolamieronantelaexcitadamiradadeCatelan,quesemagreabaa travésde la ropa.Sus lenguas, sus labios setocaban.Adelantandoelvientre,Juliengemíaalbordedelorgasmo.CatelantomóaDorothyensusbrazos,agarrándoladelospechosparahacerlaretroceder.

—Dejaquetumamátermine,querida.Mirabienloqueunamujerdemundodebehacercuandosuamanteeyacula.

Aregañadientes,lamuchachaabandonóelmiembroaArmande,quelohundióensubocahastaquelanarizrozóelpelopúbico.LaseñoraLenoirhundiósusmejillas,aspiró,mientrasacariciabaloscojonesdeJulien,queempezóagruñir.Unchorrodeespermainvadiólabocadela«condesa»,queaflojóunpocoloslabiosparapermitirquelavergaeyaculase.AnteDorothyyCatelan,estrechamenteabrazadas,Armandebebiólasimientedelamismapolla.

Se incorporó tras haberla limpiado con golosos lengüetazos.Catelan la empujóhaciaDorothy,sentadaenelsofá.

—Ahora,sumamáleenseñaráquéhayquehacerconunachica.Armandesacudiólacabeza.—¡No,nopuedo!¡Nuncalohehecho!Derodillastrasella,agarrándolaporlacinturaconunamanoytirandoconlaotra

desuscabellos,Catelanlaamenazó:—Vamos,señoracondesa,débuenejemplo;delocontrario,sureputaciónpodríaresentirse.

Empujó por la espalda a Armande, colocándola entre los muslos abiertos deDorothy.Leforzólanuca,aplastandosurostrocontralavulvallenademelaza.

—¡Vamos,señoracondesa,lame!¡Devóralelaalmeja!Demasiadoexcitadaparanegarse,ArmandeLenoirhundiósulenguaenlavagina

de Dorothy. Con la boca pegada a los labios vaginales, le lamió el sexomientrasCatelanlemagreabalospechos,haciéndolossalirdelescote.

Armande se vio obligada a chupar a la joven inglesa hasta que un chorro dehumorcorrióporsubarbilla.Catelanlaliberó.Volvióaponersedepie,secándoselapartebajadelrostroconeldorsodelamano.Eldeseodehacerelamorleatenazaba

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elvientre.SevolvióhaciaJulien,quehabíarecuperadofuerzas.Ibaalanzarsehacialapichadelmuchachocuandounosaplausoslapetrificaron.

Con el corazón palpitante y la garganta seca, se volvió hacia la parte de lahabitación que permanecía en sombras. Iluminados por una lámpara puesta en elsuelo,Vic,Emile y sumarido acababan de brotar de la oscuridad.Enarbolando susexo, los treshombresestabansentadosenunosconfortables sillonesLuisXVI.ElseñorLenoircumplimentóasumujer:—Bravo,querida,seríasunaexcelentemadre.Yunaactrizmuybuena.Noshabéisofrecidounarepresentaciónquemehagustadomucho.

Su vientre, manchado de esperma entre los faldones de su bata de seda,confirmaba esas palabras. Armande palideció. Sus piernas se doblaron; tuvo quesujetarseaunode lospupitresparanocaer.La invadióunaoleadadesentimientosencontrados:frustración,excitación,vergüenza,cólera…

Catelanlatomódelcodoylaempujóhastalospiesdesumarido.Conlágrimasen los ojos, ella se asió a sus rodillas. Desconociendo en absoluto los retozosextraconyugalesde suesposo, creyóquehabíamontadoaquellamaligna farsaparacastigarla.Lelanzóunamiradaimplorante.

—Teloruego,notengamosaquíunaescena.Regresemos,teloexplicarétodo.Elbarbudolaestrechócontrasí,manchandodelecheladelanteradesuvestido.

Seinclinósobreellaparalevantarlelasfaldas.Cuandosepusorígida,dijo:—Déjamehacer, querida. Todo será como al principio, podrás seguir acostándote con tusjóvenesamantes,peroloharásantemí.Quierocompartirtuplacer.

IndicóaCatelanqueseacercara,encompañíadeJulien.EllaabriólarajadeloscalzonesdeArmandeymetiólamanoentresusmuslosparaabrirleelsexo.Consumano libre, alentó almuchacho.Éste tomóa la señoraLenoirpor las caderasy seclavóensucoñohastaloshuevos.Comenzóajoderlaconregularidad.

Convicioso placer, el señorLenoir vio nacer el goce en el rostro de sumujer.Cuandoellaabrióloslabiosparadejarescaparunestertorvoluptuoso,él lepusoelglandeenlaboca.

—Chúpame,hazquemecorraentugarganta—susurródeshaciendolacintaquesujetabaloslargoscabellosdeArmande.

Metiósusmanosenlacabelleraylacondujoa lo largodesumiembro.AcadapistonazodeJulien,lospechosdelamujerseaplastabanensuscojones.

Catelan sehabía sentadoen losbrazosdel sillóndel cuñadodeVic.Sedeslizóhacialapolladelgordo.Porsulado,conlasuyaenlamano,VicseintrodujoentrelaspiernasdeDorothy,queseguíaderrumbadaenelsofá.Ellamismatomólapichaqueleofrecíanparahundírselaenlavagina.ElhombrecomenzóajodermirandoaArmandeLenoir,queseretorcíadeplacer,emparedadaentreJulienysumarido.

El «teatro demarionetas», según la fórmula deVic, dio otras representacionesfinanciadas por el señor Lenoir. Catelan y él compartían la afición a las escenasescabrosas y se encargaban de los guiones. Dorothy y Armande eran las actrices

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principales; Vic, por su parte, reclutaba los papeles secundarios. Los secretos quedescubría durante sus investigaciones le permitían renovar la cuadra de jóvenesactrices. Gracias a Armande, la compañía tampoco carecía de muchachos desexualidadsiempredespierta.

Una noche, al regresar de su trabajo, Catelan encontró vacío su apartamento.Algunos objetos de valor y algún dinero habían desaparecido. Catelan, harta de lajoveninglesa,sesintiócasialiviadaporsuhuida.Noladenunció.Vichizoalgunasinvestigaciones sin resultado alguno. Dorothy había vuelto, sin duda, a Inglaterra.Una joven china, recién llegada de su país, a la queVic encontró en un hotel deldistritoXXlasustituyó,pocotiempodespués,alladodeCatelan.Esoprodujoalgunasrepresentaciones de inspiración oriental que excitaron mucho a los miembros del«teatro».

Poco a poco, sin embargo, Vic se cansó, ya sólo participaba muy de vez encuando en aquellas diversiones cuyo encanto no le hacía ya efecto, limitándose allucrativopapeldeproveedordecarnefresca.LosmásempecinadoseranCatelanyelseñorLenoir,quedabanpruebasdeunainagotableinventiva.PorloqueaArmandeserefiere,nuncamostrabaentusiasmoantesdelasrepresentaciones,peroladocilidady la convicción con que interpretaba los más depravados papeles, revelaban laexcitaciónquesentíaalsometersealasfantasíasdesumarido.

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