Mixturados UAB 11
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Mixturados, imbricados y yuxtapuestos: la creatividad publicitaria como campo de resignificaciónSara Fernández de Azcárate Universitat Pompeu Fabra
Introducción
La publicidad resignifica constantemente creando los nuevos
prototipos con los que habrá de identificarse el
espectador. Dicha resignificación opera, tanto en el nivel
imaginario como en el simbólico, formando parte de la
construcción del yo y del sujeto, por medio de series de
imágenes identificatorias que alimentan la mirada del
espectador. Nuestra propuesta busca establecer una
interrelación con la creatividad publicitaria como
territorio idóneo para la querness, orientada por la
observación de los eslabones fundacionales del proceso.
Aquellos que conforman sucesivas identificaciones visuales,
las que atañen solamente al imaginario del yo sin
profundizar en lo simbólico del lenguaje.
Si oponemos la figura como género a la base como sexo
(Butler, 2007: 244), tendremos que nuestra propuesta de que
la publicidad es uno de los campos más fructíferos para la
performance, se centra en el cuerpo como figura, es decir, en
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los signos externos del cuerpo: en la extensión de la piel,
en la apariencia, en la vestimenta, en las actitudes, en la
expresión y, en definitiva, en la representación que
ofrecemos a los demás de nuestra persona en la que, sin
duda, se condensan todos los recursos que elegimos para
transmitir los signos del género: sea el que corresponde a
nuestro sexo, sea el que hayamos elegido independientemente
de nuestra condición sexual.
Si acordamos que los spots de publicidad inciden con
insistencia sobre los estereotipos, constatamos que este
proceso se realiza sobre todo al nivel de los sentidos, en
nuestro caso el de la vista, que al azuzar la pulsión
escópica atrapa la mirada del espectador “antes de que haya
tenido tiempo de pasar por el tamiz de la inteligencia”
(Lippmann, 2003: 95).
Por último, demostraremos la idoneidad del fenómeno
publicitario para desbordar la generización
heteronormativa, mediante el estudio de tres spots cuya
operación creativa se incardina, casi exclusivamente, a la
imagen.
El imaginario social
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Nos interesa en especial la lectura que hace Butler de la
teoría lacaniana1 del estadio del espejo y la dimensión
imaginaria2, en la que, por contener aquella dimensión del
cuerpo que puede ser resignificada a través de la
performatividad, la publicidad encuentra sus mejores
oportunidades conformándose como el ámbito de la más
premiada creatividad. Mediante la exposición en imágenes de
cuerpos modélicos, la publicidad fusiona el producto o
servicio anunciado a los estereotipos de la época,
diversificándolos con envoltorios y apariencias que
conforman los cuerpos idealizados. Cuerpos que nutren el
imaginario social a través de la repetición y la
condensación de imágenes creadas para interpelar y
estimular la identificación.
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Notas
? Nuestro interés por la teoría de J. Lacan nos ha llevado aparticipar, desde hace aproximadamente diez años, en el grupo deinvestigación “Cruïlla de Recerca: Creación y psicoanálisis”, de laSección Clínica de Barcelona, vinculada al Campo Freudiano Europeo.2 Los conceptos lacanianos relacionados con el estadio del espejo y,por tanto, al imaginario, se encuentran, fundamentalmente, en “Laagresividad en psicoanálisis” (1948), “El estadio del espejo comoformador de la función del yo [je] tal como se nos revela en laexperiencia psicoanalítica” (1949), y “Función y campo de la palabra ydel lenguaje en psicoanálisis” (1953), también conocido como “Eldiscurso de Roma”, todos ellos recopilados en Escritos I de 1966.
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La publicidad televisiva utiliza la proyección especular,
promocionando productos/servicios con los que hay que
identificarse. Realiza así, constantemente, una operación
de vasos comunicantes, fundiendo las virtudes de lo
anunciado con las supuestas cualidades del target o público
objetivo, en una suerte de circularidad absoluta y aislada,
capturados ambos en las imágenes que generan los mundos-
marca. Al anticipar, como el bebé lacaniano, la propia
imagen, ahora identificada a la del espejo publicitario, se
percibe mixturada a lo que el spot nos propone. Se trata,
por tanto, de construcciones fallidas que llaman a
renovarse, cambiarse y buscarse infinitamente. La práctica
identificatoria se apoya, pues, en el movimiento metonímico
del deseo cuyo objeto es intercambiable a diferencia de la
fijación del objeto de goce3.
La reiteración creativa como queerness
Tanto J. Butler como otras estudiosas del fenómeno queer
proponen la repetición de actos performativos como3 Recordemos que la teoría lacaniana se formula en la anudación de lostres registros de lo imaginario, lo simbólico y lo real. Así, elconcepto de goce, vinculado al de real, preside y ordena la segundaparte de la enseñanza lacaniana, que llama real a lo imposible desimbolizar sin dejar un resto irreductible al significante. El gocees, por tanto, un exceso que desborda el significante. Lacan nombraasí a la pulsión de muerte freudiana, al thanatos que, más allá delprincipio del placer, si no se modela comporta la mortificación.
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posibilidad trasgresora tendente a desestabilizar la noción
binaria de generización heterosexual. Toman el cuerpo como
lugar de la escenificación para contrarrestar el imaginario
heterosexual mediante formas subversivas de representación,
“hacia un futuro que tenga más posibilidades de expandir la
significación misma de lo que en el mundo se considera un
cuerpo valuado y valuable” (Butler: 2002: 47).
Como veremos, la ambigüedad y resignificación promovidas
por la teoría queer, guarda una estrecha relación con la
reiteración y condensación practicada por el discurso
publicitario, tanto dentro del spot como en la frecuencia
de sus pases por la pantalla. Para fundamentar esta
interrelación conviene exponer una serie de aspectos
tendentes a caracterizarlo.
En primer lugar, la creatividad publicitaria se define como
un trabajo impactante y provocador que cuestiona los
valores al uso, proponiendo constantemente un más allá, a
condición de trabar el discurso con algunas de las hebras
pertenecientes al inestable imaginario del momento, de modo
que sea reconocible. Exigencia marketiniana de continuidad
que garantiza su absoluta eficacia en un universo
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pretendidamente real, donde todos/as asimilan y comparten
inconscientemente el discurso publicitario, cual poderosa
episteme.
La creatividad publicitaria recrea performances
espectaculares siendo en sí misma objeto de deseo,
atenuando las instancias educativas, culturales e
ideológicas, independientemente de la adquisición del
producto/servicio. El acto de compra sólo vendrá a
refrendar que el destinatario/a desea in-corporarse al
mundo de la marca. Trabaja pues con la resignificación
insconsciente, del mismo modo emocional y presdiscursivo en
que procede la formación de los estereotipos, diciendo en
el ocultamiento y callando en la evidencia, como recursos
sinérgicos tendentes a motivar una toma de posición
aquiescente hacia aquello que seductoramente anuncia.
Sin duda, el ejercicio creativo asentando y subvirtiendo
simultáneamente el discurso dominante, encuentra su mayor
oportunidad en la labilidad de una constante renegociación
del yo apelando a la imagen externa, pues, “el yo no es una
sustancia idéntica a sí misma, sino que es una historia
sedimentada de relaciones imaginarias que sitúan el centro
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del yo fuera del yo, en la imago externalizada que confiere
y produce los contornos corporales” (Butler, 2002: 118).
En esa renegociación del yo incide la reiteración o
condensación como recurso básico de la comunicación
publicitaria, y en ella se insertan los prototipos o
modelos de mujer/hombre contemporáneos. Su dinámica
performativa actúa también más allá del lenguaje por
repetición, a través de una cascada de imágenes pergeñando
los nuevos modelos corporales, cual reflejo de sus
espectadores, públicos objetivos, clientes, o usuarios que
se van distanciando del binarismo de género. Pero no hay
que engañarse, como arte de utilizar todas las técnicas con
el sólo objetivo de vender, la publicidad no tiene interés
alguno en trasgredir la lógica binaria ni en luchar contra
la generización, puesto que su finalidad es radicalmente
económica. Como omnipresente instancia socializante,
siempre condicionada por el contexto social, estipula qué
cuerpos deben ser valorados y evaluables, viéndose abocada
a reflejar la existencia de un público transgresor que ya
no responde a los estereotipos tradicionales.
El deseo de ser otro
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Respecto a los estudios de la imagen publicitaria, debemos
diferenciar el análisis semiótico de la imagen de la
deseabilidad que provoca, porque la semiótica no puede dar
cuenta de la función que juega el deseo en las imágenes
televisivas. Aspecto al que hemos apuntado al recordar que,
en una primera instancia, es el mismo spot el que se
transforma en objeto de deseo, dándose como una performance
especular.
Los spots a los que aludimos imponen un universo circular
aislado, el del mundo-marca convirtiendo la figura
butleriana en un look inmaterial, reducido a un diseño
visual o iconográfico ideado para la seducción, o sea, en
pura imagen deseable. El cuerpo ideal del modelo escenifica
para el espectador, la mismísima perfección como si
mediante esa visión, más acá de la adquisición de la marca
del producto/servicio, el sujeto quedara excluido de toda
carencia. ‘Tiene lugar una “subducción del orden
simbólico”: ausentes el significado y el sujeto, todo se
juega en el espejo en el que el yo y el otro se reflejan,
se reconocen e identifican sobre la imagen del yo-ideal’
(González, 1995: 68).
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Ante todo, el modelo dramatiza el deseo de ser otro del/la
televidente capitalizando absolutamente esta identificación
al yo-ideal, creada por la seducción de la imagen y
mediatizada por aquello que hay que adquirir, sin lo cual
esta incuestionable subducción sería imposible, aunque de
facto, momentáneamente, todo parezca real mientras se
desliza por la bidimensionalidad de la pantalla.
El spot guarda notables analogías con la performance que se
dramatiza con el cuerpo, puesto que ambos trabajan en el
imaginario, subvirtiendo y renovando los estereotipos
mediante la representación de la corporalidad física. La
publicidad con fines económicos y la queerness con la clara
intención de promover y dinamizar innovadoras
identificaciones en los borrosos bordes de la diferencia de
género.
En este potente espacio representacional conformado por la
publicidad, cada día más y mejor invadido por estrategias
estéticas transgresoras, hemos preferido ilustrar nuestra
hipótesis con spots que recurren a la parodia, constatando
que en ellos no se trata de despertar una empatía con un
personaje queer, sino que es su misma existencia la que crea
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el mensaje, legitimándola así con la máxima determinación.
También hemos preferido aquella creatividad que opera por
seducción, huyendo de la simplemente informativa, de
lanzamiento o de comparación con la competencia,
seleccionando tres producciones audiovisuales que recrean
el desbordamiento de las marcas externas de género. El
primer spot publicita un móvil (Nomad), el siguiente una
marca de preservativos (Tulipan) y el último una bebida
alcóholica (Campari). La tríada parece configurar un relato
ascendente el cual, partiendo de una frustración
dicotómica, evoluciona hacia una doble dubitación para
finalizar con un travestimiento amoroso.
Nomad
El spot del móvil Nomad4 presenta dos constantes
significativas que se mantienen a lo largo de todo el
metraje: la música y la filmación en blanco y negro. La
pieza musical, en clave jazzística es una nueva versión de
la canción interpretada por Doris Day, “Qué será, será”. El
tema musical es contrapunto del relato visual, el cual no
revela todo su sentido humorístico hasta la finalización
4 Para ver el spot de Nomad en Youtube hay que dirigirse a: http://www.youtube.com/watch?v=stL-iZP_tGg > [Consulta: 20 noviembre2010]
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del spot. La grabación en blanco y negro alude al universo
convencional al que se refiere la entera anécdota, que no
es otra que una boda, y la correspondiente escena amorosa
con que se resuelve.
La escena inicial rodada en diferentes planos transmiten un
solo y maniqueo mensaje; la felicidad de una pareja
heterosexual en la celebración de su matrimonio. Él y ella
sonríen en primerísimos planos. Ambos escuchan las palabras
silenciadas del juez que sanciona el compromiso. El
enamorado firma el documento para después dedicarle a ella
otra sonrisa embelesada.
Las dos escenas que aparecen a continuación son, como la
inicial, meramente descriptivas. En plano cenital, vemos a
la pareja en un descapotable con la cola del vestido
nupcial agitándose al viento. El plano se abre sobre la
neoclásica fachada de un hotel de lujo. En la mano de un
portero, histriónicamente uniformado, se balancean las
llaves de la habitación que les tiene reservada. El novio
las recoge mientras entra en el edificio llevando en
volandas a la novia.
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La siguiente y ulterior escena se sitúa en la cámara
nupcial donde se resolverá la lineal propuesta de las
imágenes, mediante un plano contrapuntístico absolutamente
sorpresivo. Para que ese efecto final alcance su máxima
significación y efecto, los planos que se suceden se
centran en la desaforada atracción física a la que se
entrega la pareja. En medio de la excitación in crescendo de
ambos, ella se levanta y le indica coqueta que se ausenta
camino del cuarto de baño. Después de desperezarse con
expresión de intensa satisfacción, él avanza sigilosamente
sobre la cama con expresión traviesa ya que se dispone a
espiarla. La cámara descubre a la novia de espaldas, con el
vestido arremangado, orinando de pie en la habitual postura
masculina. Volviendo a él, sus facciones expresan como un
dolor físico. Al subir el volumen de la pieza romántica, se
repite el plano de ella de pie a la vez que una voz en off
masculina lee la frase sobreimpresionada: “Reflechissez
avant de vous engager”. A continuación aparece el logo de
“Nomad” y el slogan de la marca: “Le portable sans
engagement”.
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El deseo irrumpe en el spot de Nomad, motivando en la
pareja de modelos la decisión de contraer matrimonio para
cerrarse con la frustración dicotómica que resume el mensaje.
Siguiendo las imágenes que se desplazan ante nuestros ojos,
nos identificamos con la novia o el novio en función de
nuestra figura o posición de género. Las imágenes acrecientan
la seducción por la que también nosotros/as nos dejamos
llevar en volandas hacia la resolución del spot,
acompañados por el irónico estribillo que sustenta la
expectativa (“Qué será, será”). Como voyeurs de un
prometedor encuentro sexual somos burlados en la
identificación con la pareja y premiados con la ironía de
esta frustración, en la que el hecho de que la novia sea un
transexual sin operar es secundario. En la superficie,
donde se realizan las identificaciones del cuerpo
imaginario, destaca el travestimiento; él era ella porque
vestía, gestualizaba y se presentaba como mujer.
Lo relevante aquí, es la expresión dolorosa del novio al
descubrir que su amada orina de pie. La expresión no solo
resulta divertida y simpática, negando la visión de un
radical enfado a modo de reacción ante el insólito
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descubrimiento, sino que parece ir más allá, anunciando las
dificultades que habrá de sortear el incauto si quiere
mantener su deseo por la persona amada quien, delante de
sus ojos, ha cambiado de sexo. Por tanto, es la misma
existencia de esta novia transexual, la que confiere a la
morosa anécdota del enlace todo su sentido paródico. Tanto
desde la ambigüedad como desde la delimitación petrificante
de género, la marca Nomad habrá logrado la máxima
notoriedad imaginable, reforzada por una nueva capa
significativa; la que transmite su nombre (Nomad o Nómada)
valorando la transmutación de la novia. Operación creativa
que, sin duda, resignifica y legitima el estereotipo del
travestido si bien todavía relegado al recurso del gag o
sorpresa final.
Tulipan
Al igual que la pieza de Nomad, el spot de Tulipan5
discurre sin intervención del lenguaje y sin ambivalencias
a través de la concatenación de imágenes tan explícitas
como unívocas. En la primera parte no existen más que
efectos sonoros acompañando la historia, hasta que la
5 Para ver el spot de Tulipan Condoms en Youtube hay que dirigirse a: http://www.youtube.com/watch?v=L9dHg976mRI> [Consulta: 20 noviembre 2010]
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irrupción del preservativo cambia radicalmente la banda
sonora, subrayando el clímax con un jingle a ritmo de rock.
El estilo de la filmación entrelaza de manera trepidante
los planos interpretados por un padre y su hijo. En el
inicial, el padre abre sigilosamente la puerta del
dormitorio infantil para descubrir al niño jugando a vestir
dos muñecas rubias o Barbies. Después, se visualiza un coche
con el padre conduciendo y mirando a la vez por el
retrovisor a su hijo, quien continúa jugando con su par de
muñecas. A continuación, ante el niño aparece el padre con
un soldado de juguete en cada mano. A través de la mímica
reproduce un imaginario enfrentamiento acompañando la lucha
con onomatopeyas. Sin embargo, en la siguiente escena,
donde se repite la visita del padre al dormitorio, este
recoge del suelo los soldados olvidados y constata de nuevo
que el hijo sigue durmiendo con sus muñecas. En este
momento se inicia la segunda parte del spot donde se revela
la verdadera relación del niño, ya adulto, con aquellas
muñecas de la infancia. En un plano picado y al ritmo
rockero del jingle, le vemos echado entre dos esculturales
mujeres rubias. El personaje se despereza y al salir del
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lecho, un primer plano nos muestra los envases rasgados de
los preservativos Tulipan. A partir de la aparición del
producto el estribillo del jingle excede con humor toda la
historia. La repetición del “Shut up, sleep with me”
implica que el uso de los preservativos permiten olvidarse
de todo. A este insólito descubrimiento de con quién duerme
el protagonista se sumará otro gag. El hijo abrirá la
puerta de la cocina con el torso desnudo para descubrir al
padre ligero de ropa y sentado a la mesa entre dos
inequívocos gays, exhibiendo los tres una gestualidad
femenina. La cámara subraya este momento insistiendo en
mostrar las miradas provocativas del trío bailando sentados
al son de la música, y al hijo con expresión aburrida
cerrando la puerta. En paralelo, el estribillo musical se
sobreimpresiona como eslogan.
El spot, que hemos definido como de doble dubitación, da un
paso más allá del de Nomad puesto que la ambigüedad se
plantea desde el primer momento y la inestabilidad sobre la
figura o género de los modelos se extiende a ambos en una
estructura de tres tiempos: sospecha de homosexualidad,
confirmación de heterosexualidad y continuidad homosexual,
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basada en el juego, la vestimenta y la desnudez, en ese
orden. Un padre cree que su hijo es gay en función de un
prejuicio bien enraizado; que los varones no juegan a
vestir muñecas. A su vez, el preocupado genitor intenta
reconducir esa antinomia escenificando ante su hijo otro
tópico; que el juego de un niño debe dirigirse hacia la
violencia. Aunque el niño insista en sus aficiones
femeninas aumentando la preocupación paternal, el asunto se
resuelve felizmente puesto que su hijo deja de ser sospechoso
cuando se revela como un amante disfrutando de las mujeres
en las que se han convertido las muñecas de su infancia.
Pero nos queda acceder a una revelación más chocante si
cabe; gay es el padre, cosa que más que preocupar a su hijo
le molesta por las ruidosas citas nocturnas que, al
parecer, celebra en la cocina. En este campo homeomórfico
se juega el cuerpo aparente. La supuesta identidad filial,
no solo se opone a la protagonizada por el padre sino que
se ridiculiza, apuntando a que la homofobia bien puede
responder al temor a reconocer la propia homosexualidad. La
performatividad audiovisual como práctica publicitaria se
desarrolla también en la doble dubitación del spot.
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Establecido el enfrentamiento entre los personajes, tanto
de aspecto o género (figura) como de sexuación (base), la
marca Tulipan, reforzada por la letra del jingle (“duerme
conmigo y cállate”) viene a decir que no importa cuál sea
nuestra identidad y preferencia sexual mientras tengamos a
mano unos preservativos de calidad.
Cuando aludimos a que son los personajes/modelos los que
motivan la historia, vemos cómo el sector de los
preservativos suele escenificar la figura más allá de los
géneros instituidos, actuales y futuros, para subordinarlos
a la necesidad de protegerse de posibles contagios. En el
presente spot la resignificación corre a cargo de modelos
queer en la acepción de extraños, en cuanto a actitud,
aspecto y vestimenta, interpelando tanto a los/as
telespectadores/as transgresores/as como buscando la
complicidad de aquellos/as que se atienen al binarismo
heterosexual. Esta amplitud de miras marketiniana
contribuye a representar todas las opciones imaginables,
legitimando y utilizando los nuevos estereotipos para
persuadir sobre lo único que debe homologarlos; el uso del
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preservativo Tulipan como protector genital indispensable
en cualquier relación íntima.
Campari
En un ambiente lujoso, supuestamente el hall de un hotel,
transcurre también sin diálogo nuestro tercer spot,
amenizado por la banda sonora del film "Eyes Wide Shut
[1999] de S. Kubrick. Preponderan en la decoración los
colores rojo y negro con lo que estos tienen de simbólico.
Se suceden una serie de planos que solo tienen por objetivo
dramatizar y crear expectativa para un encuentro final al
modo en que discurría el spot de Nomad. Un apuesto joven
vestido de negro, acodado en la barra del bar, descubre a
una seductora mujer ascendiendo por la escalera central,
ataviada también con un modelo negro, largo y escotado y
decide seguirla. Al ver que va tras sus pasos, ella avanza
por distintas estancias hasta conducirle a un salón en el
que se encuentran a solas.
Cuando el joven irrumpe apresuradamente en la estancia
vierte sin querer el líquido rojizo de Campari6 en el
escote de ella. Momento en que la seductora se desanuda el
6 Para ver el spot de Campari Ad en Youtube hay que dirigirse: http://www.youtube.com/watch?v=7TOve6swe7M> [Consulta: 20 noviembre 2010]
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vestido y, dejando caer los tirantes de la parte superior,
le descubre un pecho liso de hombre. A su vez, él responde
abriéndose la camisa y mostrándole una faja presionándole
el pecho para, acto seguido, el hombre ahora mujer,
soltarse el moño dejando suelta la melena. Quedan ambos
frente a frente, en actitud tensa, con expresión
desafiante, negando la continuidad, atrapados en un deseo
hipnótico. A la derecha de la pantalla, quedando la pareja
a la izquierda, aparece el logo y se oye el eslogan de la
voz en off: “Campari. Red passion”, también
sobreimpresionado.
El mensaje iconográfico de Campari, performa una imbricación
de géneros trastocando el deseo. Al igual que el resto del
spot, el mensaje se comprende íntegramente a través de las
imágenes, ejemplificando un travestimiento amoroso desde una
seductora superficialidad de los signos de género, es
decir, jugando tanto con la acción, como con la gestualidad
y vestimenta. De ese modo, “al imitar el género, la
travestida manifiesta de forma implícita la estructura
imitativa del género en sí, así como su contingencia”
(Butler, 2007: 269).
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De la estructura dual con sorpresa final de Nomad,
reflejando en el espejo de la pantalla que la que aparecía
como mujer es un hombre, pasando por la doble estrategia
narrativa de Tulipan, centrada en tergiversar tanto la
apariencia como la preferencia sexual, accedemos ahora a
una pieza audiovisual en que se yuxtaponen las nociones de
figura o cuerpo social y base o sexo biológico, a través de
una estrategia deconstructiva/reconstructiva tendente a
desvincular el deseo de su dependencia biológica.
Algunas mujeres heterosexuales o bisexuales bien puedendesear que la relación de “figura” a “base” funcione enla dirección opuesta, es decir, pueden desear que suschicas sean chicos. En ese caso, la percepción de laidentidad “femenina” se yuxtapondría al cuerpo“masculino” como base, pero ambos términos, a través dela yuxtaposición, perderían su estabilidad interna y ladistinción entre uno y otro (Butler, 2007: 244).
O el deseo mismo trasgrediendo toda fijación, respaldado
por el mundo-marca del envase, revestido del aura cromática
que le otorga el color rojo, tanto en las imágenes como en
el eslogan o colofón que persuasivamente capitaliza y
adjetiva la marca Campari como “Red Passion”.
El reflejo de las sucesivas identificaciones que pone en
juego la creatividad publicitaria de este último spot
invierte cualquier posición de partida para, desde la
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labilidad del deseo, instaurar la desestabilización de la
figura como principio rector. “Precisamente esta
yuxtaposición disonante y la tensión sexual que produce su
trasgresión componen el objeto de deseo” (Butler, 2007:
244). El desenlace del spot testimonia el famoso
malentendido entre los sexos enunciado de manera radical
por Lacan con “no hay relación sexual”, en el sentido de
que a diferencia del instinto animal, no hay nada escrito
sobre el encuentro entre los sexos7.
Conclusiones
Afinando y afilando nuestra propuesta, arribamos a un
ejemplo ulterior desbordando tanto el cuerpo biológico
(sexo, base), como el social (género, figura) para acoger
en nuestro imaginario un acontecimiento insólito. Si
acordamos que
el cuerpo no es un “ser” sino un límite variable [deltener], una superficie cuya permeabilidad estápolíticamente regulada, una práctica significantedentro de un campo cultural en el que hay una jerarquíade géneros y heterosexualidad obligatoria, entonces
7 “No hay goce sexual porque el goce del Otro considerado como cuerpoes siempre inadecuado –perverso, por un lado, en tanto que el Otro sereduce al objeto a, y por el otro, diría, loco, enigmático-. ¿No esacaso con el enfrentamiento a este impase a esta imposibilidad con laque se define algo real, como se pone a prueba el amor? De la pareja,el amor sólo puede realizar lo que llamé, usando de cierta poesía,para que me entendieran, valentía ante fatal destino” (Lacan, 1981:174).
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¿qué lenguaje queda para entender esa realizacióncorporal, el género, que establece su significado“interno” en su superficie? (Butler, 2007: 271).
Queda la acción de Norrie May-Welbie quien aún va más allá.
Se trata de un/a australiano/a que después de hacer el
cambio de hombre a mujer y sentirse incómodo/a con ambas
identidades, ha logrado que se le/la reconozca legalmente
como la primera persona en el mundo que carece de sexo.
Queda, por tanto, borrarse de la dicotomía de género como
Norrie, pues, con ello se revaloriza la representación como
acto corporal subversivo en el que se recrea la ambigüedad
desestabilizante como elección independiente de nuestra
condición biológica8. Norrie logra que en la casilla
destinada al sexo de su documentación figure la frase “no
especificado”, instaurando un vacío que puede ser
reiteradamente ocupado por cuantas identificaciones de
género, actuales y futuras, seamos capaces de transitar y/o
encarnar. Y, sin embargo, esta experiencia de Norrie May-
Welby no apunta a un tercio excluso: `No es la figura del
andrógino ni de algún “tercer género” hipotético, ni
tampoco de una trascendencia de lo binario. Se trata más bien
de una subversión interna en la que lo binario se reconoce
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y se multiplica hasta que ya no tiene sentido´ (Butler,
2007: 251).
A su vez, la creatividad publicitaria, al igual que la
queerness, como campo de resignificación en el ámbito de las
identificaciones especulares, continuará jugando a la
mixtura, imbricación y yuxtaposición de los géneros en los
signos externos del cuerpo: en la extensión de la piel, en
la apariencia, en la vestimenta, en las actitudes, en la
8 Se trata quizá de un remedo de la teoría lacaniana de la singularidaddel goce. Mientras el movimiento adscrito al significante gay se creasiguiendo la vía de un significante Amo, con la pretensión deidentificar a un colectivo, el queer desborda la idea de colectividadnormativizante en aras de la singularidad del goce que haceexplosionar toda idea de género.
Bibliografía
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