Apiano - Historia Romana III - (Gredos)

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APIANO I S T O R í A O M A N A III GUERRAS CIVILES {LIBROS [II-V) TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ANTONIO SANCHO ROYO &

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    APIANO

    I S T O R AO M A N A

    III

    GUERRAS CIVILES{ L I B R O S [ I I - V )

    TRADUCCIN Y NOTAS DE

    ANTONIO SANCHO ROYO

    &f t

    EDITORIAL GREDOS

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    BIBLIOTECA CLSICA GREDOS, 84

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    Asesor para la seccin griega:C a r l o s G a r c a G u a l .

    Segn las normas de laB. C. G., la t raduccin de este volumen ha s ido revisada porA n t o n io G u z m n G u e r r a .

    EDITORIAL GREDOS, S. A.

    Snchez Pacheco, 81, Madrid. Espaa, 1985.

    Depsito Legal: M. i4338-1985.

    ISBN 84-249-3552-7.Impreso en Espaa. Printed in Spain.Grficas Cndor, S. A., Snchez Pacheco, 81, Madrid, 1985. 5832

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    LIBRO III

    SINOPSIS

    1. Argumento del libro III.2-3. Disturbios y muerte de Amatio.

    4. Antonio propone la vuelta y una indemnizacin a Sexto Pom-peyo.

    5. Antonio persiste en su poltica de concitar favores.6. Proyectos de Bruto y Casio.

    7-8. Manejos de Antonio sobre la asignacin de las provincias.9. Octavio se entera en Apolonia del asesinato de Csar.

    10. Octavio cruza el Adritico.11. Marcha sobre Brndisi.12. Avance hacia Roma de Octavio.13. Octavio hace su entrada en Roma.14. El heredero de Csar acepta la adopcin.

    15-17. Entrevista de Octavio y Antonio: discurso de Octavio.18-20. Respuesta de Antonio.

    21. Diversas reacciones en Roma ante la enemistad entre Octavioy Antonio.

    22. Litigios por la herencia de Csar.23. Octavio pugna por atraerse el favor del pueblo.24. Antonio decide hacerse con el ejrcito de Macedonia.25. El senado elige a Antonio general del ejrcito macedonio.26. Muerte de Trebonio en Asia.27. Antonio solicita la permuta de las provincias.28. Octavio intenta poner en vigor el decreto sobre la aurea sella.

    29. Los tribunos solicitan y obtienen de Antonio una reconcilia-cin con Octavio.

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    30. Antonio obtiene la Cisalpina con la ayuda deOctavio.31. Antonio se opone a la eleccin de Octavio como tribuno.32. Nueva intervencin de los tribunos.

    33-38. Respuesta de Antonio a los tribunos.39. Breve reconciliacin entre Octavio y Antonio y nueva ruptura

    de las hostilidades.40. Antonio parte para Brndisi y Octavio para Campania.41. Cannutio y Octavio hablan al pueblo.42. El ejrcito se niega a luchar contra Antonio.

    43-44. Motn de las tropas en Brndisi.45. Antonio vuelve a Roma.46. Antonio parte desde Tbur a Arimino.47. El senado decide apoyar a Octavio.48. Octavio estrecha los lazos de unin con su ejrci49. Dcimo Bruto se encierra en Mdena y Antoniopone

    a la ciudad.

    50. La sesin senatorial de 1. de enero del 43 a. C.51. El senado decreta diversos honores a Octavio.52-53. Discurso de Cicern al senado.54-60. Discurso de Pisn al senado.

    61. Cicern redacta los acuerdos del senado sobre Antonio.62. Respuesta de Antonio a los embajadores.63. Antonio es decretado enemigo pblico por el senado.

    64. Dudas de Octavio sobre la intencionalidad de los decretos delsenado.

    65. Hirtio y Octavio parten hacia Mdena para ayudar a Dcimo.66. Huida de Cicern ante la amenaza de P. Ventidio.

    67-70. La batalla delForum Gallorum .71. Segunda derrota de Antonio en Mdena.72. Antonio parte hacia los Alpes.73. Octavio rechaza una oferta de Dcimo para conferenciar.74. Propuestas de Cicern en Roma ante la noticia de la victoria

    en Mdena.75-76. Coloquio de Pansa y Octavio.77-78. La situacin en Siria.

    79. La situacin en Macedonia.80. Octavio busca la alianza con Antonio.81. Consejos de Octavio a Lpido y aAsinio Polin.82. Propuesta de Octavio a Cicern de compartir el consulado.

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    83-84. Encuentro y alianza entre. Antonio y Lpido.85. Consternacin y miedo a Antonio en Roma.86. Embajada de ios centuriones.87. Arenga de Octavio a los soldados.88. Nueva embajada de los centuriones. Octavio marcha sobre

    Roma.89. Desconcierto en la ciudad ante el avance de Octavio.90. El senado decide resistir a Octavio.91. Preparativos para la defensa de Roma.

    92-93. Octavio penetra en Roma.94. Eleccin como cnsul de Octavio y nombramiento oficial comoheredero de Csar,

    95. Octavio dispone los asuntos en Roma.96. El senado accede a la reconciliacin entre Octavio y Antonio.97. Huida de Dcimo Bruto.98. Muerte de Dcimo Bruto.

    As, Gayo Csar, que haba sido el ms destacado icon mucho en extender los lmites del imperio romano,fue asesinado por sus enemigos y enterrado por el pue- blo. Todos sus asesinos recibieron su castigo. Sin em- bargo, este libro y el siguiente mostrarn cmo fueroncastigados los ms notables de entre ellos, as como lasotras guerras civiles que brotaron al mismo tiempo en-tre los romanos K

    El senado hizo responsable a Antonio del contenido 2de su discurso fnebre en honor de Csar, por cuya cau-

    sa, en especial, el pueblo excitado haba despreciado eldecreto de amnista recin aprobado y haba acudidocon fuego contra las casas de los asesinos. Pero Antonio

    1 Captulo introductorio, que debe atribuirse al propio Apiano, usual al comienzo de cada libro, y en el que el autor engarza con el final

    del precedente y da un avance del argumento central del mismo. En el caso del presente libro se trata de cmo el castigo, la nmesis, se abate sobre los asesinos de Csar.

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    troc la irritacin del senado en buena disposicin ha-cia s mediante el siguiente y nico acto poltico 2. Ha-

    ba un cierto Pseudo Mario, llamado Amatio, que fingaser nieto de Mario y que, en recuerdo de ste, era muyquerido por el pueblo. Siendo, por tanto, de acuerdocon esta pretensin, un fam iliar de Csar 3, se condo-li en exceso por su muerte y construy un altar juntoa la pira f nebre4. Reuni a una banda de hombres te-merarios y, en todo momento, provocaba el terror delos asesinos. Algunos de stos haban huido de la ciu-dad, y los que haban recibido de Csar el gobierno delas provincias haban partido hacia sus zonas de man-do, Dcimo Bruto hacia la Galia Cisalpina, Trebonio ha-cia el Asia Menor, y Tilio Cmber hacia Bitinia 5. Ca-sio y Marco Bruto, que eran los favoritos del senado,haban sido elegidos tambin por Csar gobernadorespara el prximo ao, Casio, de Siria, y Bruto, de Mace-donia, pero como eran todava pretores urbanos

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    manecieron en Rom a) necesariamente. Mediante dis-posiciones inherentes a su cargo de pretor trataron de

    conciliarse a los colonos, entre otras figuraba una queles permita vender sus parcelas, en tanto que la leyhasta entonces prohiba la enajenacin de tierras mien-tras no hubieran transcurrido veinte aos 6.

    Se deca que Amatio aguardaba la oportunidad de3coger a Bruto y Casio. Antonio, por tanto, basndoseen este rumor de la asechanza y con su autoridad decnsul, cogi prisionero a Amatio y lo hizo matar sin

    juicio en forma harto temeraria. El senado se qued es-tupefacto ante el hecho, puesto que lo consideraba gra- ve e ilegal, pero disimularon, con sumo gusto, su utili-dad, pues eran de la opinin que sin un acto de tal osa-da no se hubiera podido asegurar la situacin de Bruto y Casio. Sin embargo, los seguidores de Amatio y el res-to del pueblo, a causa de su nostalgia de ste y de suindignacin con lo ocurrido, en especial porque el cau-sante de ello haba sido Antonio, el cual haba recibidola estima popular, no consintieron que se les desprecia-ra as. Se aduearon, por tanto, del foro con gritos, y

    vituperaron a Antonio y exigieron que los magistrados,en lugar de Amatio, consagraran el altar e hicieran so- bre l los prim eros sacrificios a Csar. Mas al ser ex-pulsados del foro por soldados enviados por Antonio seirritaron an ms, vociferaron y algunos mostraron loslugares de los que haban sido quitadas las estatuas de

    6 Deba de tratarse de una nuevalex agraria. Ahora bien, de este ao 44 a. C. slo conocemos la propuesta de una nuevalex agraria del hermano de M. Antonio, Lucio Antonio, la cual contemplaba la creacin de un septenvirato. Esta ley fue aprobada en junio del 44 a. C. y posteriormente anulada por el senado el 4 de enero del 43 a. C. Estaba destinada a resolver el problema de los veteranos de Csar, que

    todava se hallaban en Roma, cuando fue asesinado, pendientes de recibir sus lotes (cf. C.N i c o l e t , Roma y la conquis ta del m undo m edite rrneo, I [trad. cast.], Barcelona, 1982, pg. 65).

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    Csar7. Cuando uno dijo que les indicara el taller don-de las estatuas estaban siendo destruidas, le siguieronal punto y, al verlo, lo incendiaron, y, finalmente, des-pus que Antonio envi otros soldados, algunos murie-ron al tratar de defenderse y otros fueron hechos pri-sioneros, de los cuales los esclavos fueron crucificados y los lib res arrojados desde el precipicio.

    4 El tumulto ces, pero un odio indecible, surgido deun aprecio extremo, se despert entre el pueblo contra Antonio. El senado, en cambio, estaba contento, puesconsideraba que por ningn otro medio hubieran deja-do de tener que temer por Bruto y los suyos. Y cuando Antonio propuso, adems, que se hiciera volver de Es-paa, donde todava era atacado por los lugartenientesde Csar, a Sexto Pompeyo, el hijo de Pompeyo Magno,que era an aorado por el pueblo, y que, en compensa-cin por la confiscacin de la hacienda paterna, se leconcedieran con cargo a los fondos pblicos cincuentamillones de dracmas ticas, y que se le designara co-mandante del mar, igual que lo fue su padre sf y queutilizara los barcos romanos dondequiera que estuvie-

    sen, para los asuntos ms acuciantes, el senado, atni-to, acept con vehemencia cada una de las propuestas y aclam a Antonio durante un da entero. Pues pensa- ban que no haba un defensor ms acrrimo de la Rep- blica que Pompeyo Magno, y, por ende, ms aorado.Casio y Bruto que eran ambos de la faccin de Pompe-

    yo y los que, a la sazn, gozaban de mayor estima entretodos, pensaron que tendran asegurada su salvacin,que quedara consolidado el mvil de sus actos, restau-rada, por fin, la Repblica y triunfante su partido. Cice-rn alababa tambin continuamente a Antonio por es-

    7 Sobre estos hechos, cf. W e i n s t o c k , Divus lu lius, pgs. 364-365.8 En el ao 67 a. C., por medio de lalex Gabinia, para combatir la piratera (cf. n. 45 bis a! 1. II).

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    tas razones, y el senado al darse cuenta de que elpueblo conspiraba contra Antonio por causa de ellos,

    le concedi que se rodease de una guardia personal ele-gida por l mismo entre los veteranos residentes en laciudad 9.

    Antonio, ya sea porque lo hubiera hecho todo con5 vistas a esto mismo, o bien acogiendo con satisfaccinla circunstancia como muy til para l, eligi la guar-dia y la increment hasta seis mil hombres, no de entrelos que haban sido soldados rasos, con los cuales creapoder contar, cuando los necesitara, de cualquier otraforma, sino entre los que eran centuriones, por ser msaptos para el mando, ms expertos en la guerra y cono-cidos suyos a causa de su militancia bajo Csar. Lesdesign tribunos elegidos entre ellos mismos, y revesti-dos con la dignidad del cargo, los tuvo en honor y leshizo partcipes de los planes que dio a conocer. El sena-do empez a sospechar de su nmero y de la seleccinrigurosa, y le aconsej que redujera la guardia personalhasta un nmero suficiente como para no suscitar envi-dia. l prometi hacerlo cuando se extinguiera el de-sorden del pueblo. Se haba decretado que fueran rati-ficados todos los actos de Csar y cuantos planes tenaen cartera. Antonio posea el memorndum de los pro- yectos de Csar y el secretario de Csar, Faverio, le erafiel en todo, puesto que el mismo Csar, cuando se dis-pona a partir, haba dejado tales peticiones a la discre-

    cin de Antonio, el cual hizo muchas adiciones paraatraerse el favor de numerosas personas. Hizo regalosa ciudades, a prncipes y a sus propios guardianes; y,aunque se adverta a todos que sta era la voluntad deCsar, quienes los reciban saban que el favor era de

    9 Evidentemente, ste era el objetivo de Antonio, acrecentar su poder personal, y no, en modo alguno, favorecer los proyectos del senado o los intereses de los cesaricidas.

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    Antonio. Con idntico propsito inscribi a muchos enel senado e hizo muchas otras cosas para agradar a esteltimo, a fin de que no tuviera todava recelos de suguardia person al10.

    6 Mientras Antonio estaba ocupado en estos asuntos,Bruto y Casio, como no se evidenciaba ningn signo depaz hacia ellos de parte del pueblo o de los veteranos, y consideraban que no era algo imposible que cualquierotro pudiera tenderles alguna asechanza como la de Amatio, sintieron temor de la veleidad de Antonio, que, ade-ms, tena un ejrcito, y al ver que la Repblica no es-taba consolidada con hechos sospecharon tambin de Antonio por esta razn; as que depositaron toda su con-fianza en Dcimo Bruto, que tena tres legiones en lasfronteras del pas, y enviaron, en secreto, mensajerosa Trebonio en Asia y a Tilio en Bitinia para que recolec-taran a ocultas dinero y reunieran un ejrcito. Ellos mis-mos estaban ansiosos de hacerse cargo del gobierno delas provincias que les haban sido concedidas por C-sar, pero, como no haba llegado an el tiempo paraellos, consideraron poco conveniente abandonar su car-

    go de pretores en la ciudad, sin haber acabado el plazo, y atraer sobre s la sospecha de un deseo de poder so- bre las provincias. Sin embargo, eligieron pasar el tiem-po que an les quedaba, en algn lugar como ciudada-nos privados, como por un asunto de necesidad, ms bien que seguir en el cargo de pretores en la ciudad,

    donde no estaban libres de temor ni eran honrados demanera acorde con lo que haban hecho en defensa dela patria. Mientras estaban embargados por tales pen-samientos, el senado, que participaba de su misma opi-nin, les encarg que se preocuparan del suministro detrigo a la ciudad desde cualquier punto de la tierra que

    10 Para el uso, por parte de Antonio, de los Acta Caesaris, cf. H. F r i s c h , Cice ros Fight for the Republic, Kobenhavn, 1946, pags. 74-75.

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    les fuera posible hasta que llegara el tiempo de hacersecargo del mando de las provincias l0bis.

    El senado actu de esta forma para que, en modoalguno, pareciera que Bruto y Casio haban huido. Tan-ta era su preocupacin y respeto hacia ellos, que ayuda-ron a los dems asesinos principalmente por su causa.Cuando Bruto y Casio salieron de la ciudad, Antonio, 7que gozaba ya de un poder monrquico, mir por ha-cerse con el gobierno de una provincia y con un ejrcitopara s n. l deseaba, por encima de todo, Siria, perono ignoraba que al estar ya bajo sospecha, lo estarams si peda una cosa as. Adems, el senado haba ins-tado, en secreto, a Dolabella, el otro cnsul, a oponersea l, pues siempre haba mantenido discrepancias con Antonio. Este ltimo conociendo que Dolabella era jo- ven y ambicioso, lo convenci para que pidiera Siria,en lugar de Casio, y el ejrcito levado contra los partos,para atacar a stos, pero que no hiciera la peticin alsenado pues no era facultad de ste , sino al pueblo,mediante una ley. Dolabella se mostr encantado y pre-sent de inmediato la ley. Cuando el senado le acusde quebrantar los decretos de Csar, l contest que laguerra contra los partos no haba sido asignada a nadiepor Csar, y que Casio, a quien se le haba encargado

    obs Segn S y m e , The Romn Revolution, pg. 116, esta resoluc in la tom e l senado e l d a 5 de jun io .

    u La noticia que aparece en Apiano con respecto a la asignacin por Csar de las provincias de Siria y Macedonia a Casio y Bruto, respectivamente (cf. A p i a n o , B.C. III 2, 7, 12, 16, 24, 35, 36; IV.57), no est confirmada por el resto de las fuentes, salvoF l o r o , II 17, 4. Segn G a b b a (Appiano..., pg. 155), se tiene actualmente por una invencin de la tradicin apianea (cf.ibid., n. 2, bibliografa al respecto). Lo que sabemos con seguridad es que, a finales de marzo o principios de abril del 44 a. C., el senado asign las provincias consulares para

    el ao siguiente, es decir, el 43 a. C., y, segn esta asignacin, Dolabella recibi Siria y Antonio, Macedonia (para la fecha del 18 de abril, cf. Ce., Ad Attic . XIV 9, 3). VerS y m e , The Romn Revolution, pg. 107.

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    del gobierno de Siria, haba sido el primero en alterarlos decretos de Csar, por consentir que los colonos ven-dieran sus parcelas antes de que expirara el plazo de

    veinte aos fijados por la ley. Y dijo tambin que senti-ra vergenza, si no era designado gobernador de Siria,siendo l Dolabelia, en vez de Casio. El senado persua-di a un cierto Asprena para que le diera una falsa in-terpretacin de los augurios durante los comicios, enla confianza de que Antonio cooperara con ellos, pues

    era cnsul y augur, y se supona que an mantena dis-crepancias con Dolabelia. Sin embargo, Antonio, una vezque al llegar los comicios, Asprena dijo que los augu-rios eran desfavorables, cuando era costumbre encar-gar a otros de este menester, se irrit mucho con Aspre-na por su mentira y orden que las tribus votaran en

    el asunto de Dolabelia.8 De este modo Dolabelia lleg a ser gobernador deSiria y general de la guerra contra los partos, y del ejr-cito levado por Csar para esta guerra junto con aquelotro que se haba adelantado hasta Macedonia. Enton-ces, por primera vez, se conoci que Antonio cooperabacon Dolabelia. Despus que este asunto fue resuelto conla intervencin del pueblo, Antonio solicit del senadola provincia de Macedonia, en la seguridad de que seavergonzaran de negarle Macedonia, una vez que Siriahaba sido concedida a Dolabelia, mxime cuando aque-lla provincia no tena ningn ejrcito. Se la concedie-ron contra su voluntad y extraados de que Antonio hu- biera entregado a Dolabelia el ejrcito que haba en ella,pero, contentos, sin embargo, de que Dolabelia tuvierael ejrcito mejor que Antonio. Aprovecharon la oportu-nidad para pedir a Antonio otras provincias para Bruto y Casio, y les fueron concedidas Cirene y Creta o, segndicen otros, ambas a Casio y Bitinia a Bruto l2.

    12 Para las discrepancias en la exposicin de los hechos tal co aparecen en Apiano (caps. 2-8) y el resto de las fuentes conteporneas

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    Tal era la situacin en Roma. A su vez, Octavio, el 9hijo de la hija de la hermana de Csar l3, haba sido

    prefecto de caballera del propio Csar durante un aosolamente 14, debido a que Csar haba convertido, enocasiones, esta magistratura en anual y la rotaba entresus amigos. Cuando era todava un jovenzuelo haba si-do enviado por Csar a la ciudad de Apolonia l5, queest a orillas del Adritico, para recibir educacin16 yser ejercitado en el arte de la guerra, a fin de que pu-diera acompaarle contra los enemigos11. Mientras es-taba en Apolonia, compaas de caballera procedentesde Macedonia le acompaaron, por turnos, en sus ejer-cicios, y algunos oficiales del ejrcito le visitaron conasiduidad en su calidad de familiar de Csar. Surgias un conocimiento profundo entre aqullos y ste, yun sentimiento de buena voluntad hacia su persona departe del ejrcito, pues acogi a todos con amabilidad. Al sexto mes de su estancia en Apolonia, hacia el atar-

    cf. G a b b a , Appiano..., pg. 155, n. 1. Las provincias de Cretay Cirene parece que las concedi el senado a comienzos del mes de agosto (cf. S y m e , op. cit., pg. 119).

    13 Era hijo de Gayo Octavio y de Atia, hija de Julia, segunda hermana de Csar, y, por tanto, sobrino-nieto de este ltimo. Otros lo consideran como sobrino de Csar.

    14 Esta notic ia no es muy fidedigna y, de una u otra forma, los autores modernos la ponen en tela de juicio; as paraG a b b a , Appia

    no..., pg. 155 n. 3, que sigue a F. E.A d d o c j c , CAH, IX, pgs. 725-726, este dato pudo tener slo un valor propagandstico, para otros es un error de Apiano (cf.G a b b a , ibidem). De otro lado, A. H. M. J o n e s , en

    su libro Augusto, Buenos Aires, 1974, pg. 22 ( Augustus, Londres, 1970), afirma que Csar aparentemente le nombr m agis te r equitu m para la campaa (contra los partos, que no se llev a cabo por haber sido asesinado).

    15 Ciudad de Iliria, en la costa de la actual Albania.16 Su maestro de retrica fue Apoodoro de Prgamo, distinguido

    retrico griego.

    17 Se puede pensar que las enseanzas militares correran a cargo de oficiales de las legiones acantonadas en la vecina Macedonia para luchar contra los partos.

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    decer, le fue anunciado el asesinato de Csar en el edifi-cio del senado a manos de las personas ms queridas

    para l y, a la sazn, sus ms poderosos subordinados.Sin embargo, como no le fue comunicada ninguna noti-cia de los restantes acontecimientos, le atenaz el te-mor y la incertidumbre de si el hecho era obra del sena-do en su conjunto o una accin privada de los autoresdel crimen; y de si haban recibido ya castigo de partede una mayora senatorial, o era sta cmplice tambin,o si el pueblo estaba contento con lo ocurrido.

    10 Ante este panorama, sus amigos de Roma le sugirie-ron que se refugiara junto al ejrcito que estaba en Macedonia para proteger su integridad fsica, y cuando su-piera que el hecho no tena un carcter institucional,que vengara a Csar con renovados bros, en las perso-nas de sus enemigos; algunos de los oficiales le prome-tieron su proteccin, si acuda. Sin embargo, su madre y su padrastro Filipo i8 le escribieron desde Roma queno se envaneciera ni confiara en demasa, sino que seacordara de lo que le haban hecho a Csar, el triunfa-dor de todos sus enemigos, sus amigos ms queridos;que prefiriese la situacin de privado, en las circuns-tancias presentes, como aquella de menor riesgo, y quese diese prisa en marchar al lado de ellos en Roma, to-mando precauciones. Octavio cedi ante estos consejos,pues desconoca lo ocurrido despus de la muerte deCsar, as que se despidi de los oficiales del ejrcito19

    18 Se trata de L. Marcio Filipo, aristcrata que accedi al consulado en el 56 a. C. y se cas en segundas nupcias con Atia, madre de Octavio, siendo, por tanto, su padrastro {cf., sobre l,M n z e r , en

    RE, s.v. Marcius, nm. 76; y, tb.,G r u e n , Pompey, the Romn Aristo- cracy, and the Conference of Luca, H is to ria i8 (1969), 97-98, y J. v a n O o t e g h e m , Lucius Marcius Philippus et sa famille, Bruselas, 1961, en especial, pags. 173-185.

    19 Entre ellos se encontraban Q. Salvidieno Rufo y su compaero de estudios Marco Vipsanio Agripa, hombres desconocidos hasta entonces, pero que habran de alcanzar la gloria, y que eran partidarios

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    y cruz el Adritico, no en direccin a Brindisi, pues,como no haba tanteado al ejrcito de all, evit todoriesgo, sino hacia otra ciudad, no lejos de Brindisi, queestaba fuera de la ruta ms directa, y cuyo nombre eraLupia 20. All acamp y dej pasar el tiempo.

    Cuando tuvo una informacin ms exacta acerca delcrimen y del dolor del pueblo, y le llegaron las copiasdel testamento y de los decretos del senado, algunos desus amigos pensaron que deba temer ms an a losenemigos de Csar, puesto que era su hijo adoptivo yheredero, y le aconsejaron que renunciara a la adop-cin junto con la herencia. Pero l consider que tantoesto como el no vengar a Csar sera un deshonor, asque se dirigi a Brindisi enviando por delante algunosexploradores por temor a que cualquiera de los asesi-nos le hubiera tendido una trampa. Una vez que tam- bin el ejrcito de all le sali al encuentro y le recibicomo hijo de Csar, cobr nimos, llev a cabo un sa-crificio y adopt de inmediato el nombre de Csar. Pueses costumbre para los romanos que los hijos de adop-cin tomen el nombre de sus padres adoptivos 2'. Y l

    no slo lo asumi, sino que incluso cambi totalmentesu propio nombre y su patronmico, y en vez de Octa- vio, el hijo de Octavio, se llam Csar, el hijo de Csar, y continu usndolo siempre 22. Al punto afluyeron ha-

    de una accin rpida, igual que otros oficiales del ejrcito (cf.S y m e , The Roman Revolution, pg. 129).

    20 A unos treinta kms. al sur de Brindisi.21 Nota aclaratoria de Apiano.22 Aunque, de hecho, l se llam siem pre a s mismoGayoJulio

    Csar, nosotros le llamaremos Octavio para evitarconfusin con supadre adoptivo Csar. A raz de la deificacin de este ltimo, obtuvo el ttulo de Div i Iulii filius , y, desde el 38 a. C. en adelante, los lderes de la faccin cesariana le llamaron Im perator Caesar; una vez que asumi el ttulo de Augusto (concedido el 27 a. C., cf. n. 7 al 1. I), su titulacin fue Im perato r Caesar Caesaris Div i fi lius Augustus. La posteridadlo conoci como Divus Augustus (cf. S y m e , The Roman Revolution, pginas 111-112).

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    cia l, en masa, y desde todas partes, como hacia el hijode Csar, una muchedumbre de hombres, algunos poramistad con Csar, otros que eran sus libertos y escla-

    vos, y juntos con ellos iban tambin soldados, que lleva- ban enseres y dinero hacia Macedonia, o traan a Brndisi otras sumas de dinero y tributos de las demsprovincias.

    12 Entonces, Octavio, lleno de confianza por el grannmero de personas que acudan a su la d o 23, por la fa-

    ma del propio Csar y por la buena disposicin de to-dos para con l, se puso en camino hacia Roma con unamultitud notable, que, como un torrente, creca ms yms cada da. Aunque estaba a salvo de un ataque abier-to, a causa de la misma multitud que le acompaaba,recelaba, sobre todo, por este mismo motivo de las em-

    boscadas, pues haca poco tiempo que haba conocidoa casi todos sus acompaantes. Algunas de las restan-tes ciudades, no obstante, no le eran totalmente favora-

    bles; sin embargo, los veteranos de Csar, que habansido distribuidos en colonias, afluan desde sus asenta-mientos para saludar al muchacho, se lamentaban por

    Csar y maldecan a Antonio por haber dejado impunetamao crimen, al tiempo que exclamaban que si alguienlos guiaba, ellos seran sus vengadores. Octavio alabsu actitud, pero pospuso, por el momento, este hecho y los envi de regreso a sus casas. Cuando se hallabaen Tarracina 24 a unos cuatrocientos estadios de Roma,recibi la noticia de que Casio y Bruto haban sido pri- vados de Siria y Macedonia por los cnsules y, comocompensacin, haban recibido a cambio otras provn

    23 Hacia mediados de abril, est atestiguada su presencia en Cam- pania. All se encontr con su padrastro Fiiipo y con Baibo, secretario y confidente de Csar (cf. Ce., Ad Attic . XIV 10, 3). Hircio y Pansa, entre otros destacados seguidores de Csar, estaban en las cercanas (ibid., XIX 11, 2).

    24 Tambin llamada Anxur, ciudad del Lacio.

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    cias ms pequeas, Cirene y Creta; del regreso de algu-nos exilados; de que se haba hecho volver a Pompeyo;

    de que se haban inscrito algunos senadores en el sena-do de acuerdo con el testamento de Csar, y de algunosotros sucesos.

    Cuando lleg a la c iu dad25, de nuevo, su madre,Filipo y todos sus familiares tuvieron miedo de la hosti-lidad del senado hacia Csar y del decreto de que no

    hubiera procesos con pena de muerte por causa de C-sar y del desprecio de Antonio, todopoderoso entonces,hacia l, pues no haba acudido al lado del hijo de C-sar, a su llegada, ni haba enviado a nadie a recibirlo.Pero l apacigu tambin estos temores dicindoles queira al encuentro de $ntonio, como hombre ms jovenhaca uno de mayor edad y como privado hacia el cn-sul, y que se ocupara del senado en la forma conve-niente. Dijo, adems, que el decreto se haba producidoporque nadie haba perseguido judicialmente a los ase-sinos; sin embargo, cuando alguna persona tuviera el

    valor de entablar un proceso judicial, el pueblo y el se-nado le prestaran su apoyo como a un acto legal y losdioses en razn de su justicia, y de igual modo Antonio.Pero, si rechazaba la herencia y la adopcin, faltaraa Csar y cometera una injusticia con el pueblo en re-lacin con su participacin en el testamento.

    Cuando finalizaba su alocucin, prorrumpi en alta voz que no slo sera algo honroso para l correr unriesgo, sino incluso morir tambin, si, despus de habersido distinguido hasta tal extremo por Csar entre to-dos, se mostraba digno de l, que haba sido el msamante del peligro. Y repiti las palabras de Aquiles,que, a la sazn, estaban muy frescas en su mente, vol- vindose hacia su madre cual si se tratara de Tetis:

    25 Su entrada en Roma tuvo lugar en la primera mitad de mayo del 44 a. C.

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    Ojal muriese, en el acto, ya que no pude ayudar a mi [amigo muerto 26.

    Tras haber dicho esto, aadi que estas palabras y,en especial, su gesta haban proporcionado a Aquiles,ms que ninguna otra cosa, su aureola inmortal; y linvoc a Csar, no como a un amigo, sino como a unpadre; no como a un compaero de armas, sino comoa un general, y no como a alguien que ha cado segnla ley de la guerra, sino como a quien ha sido abatido,de manera impa, en la mansin senatorial,

    A causa de ello, su madre, trocando su temor engozo, lo abraz como a la nica persona digna de Csar y, abstenindose ya de hablar, le urgi a que acometie-

    ra, con ayuda de la fortuna, lo que tena decidido. Leaconsej, no obstante, que usara todava de maa y re-signacin, ms bien que de osada manifiesta. Octavioalab su consejo y, tras prometerle que obrara as, en-

    vi de inmediato recado a sus amigos esa misma tarde,convocando a cada uno para que acudiera al foro al ama-

    necer en compaa de una masa de gente. Presentndo-se all a Gayo Antonio, el hermano de Antonio, que erael pretor de Ja ciudad, le comunic que aceptaba la adop-cin de Csar. Pues era costumbre entre los romanosque los hijos adoptivos se presentaran a los pretoresen presencia de testigos 27. Despus que el escribano

    pblico registr su declaracin, march, al punto, des-de el foro al lado de Antonio. ste se hallaba en los jardines que le haba regalado Csar y que haban per-tenecido anteriormente a Pompeyo. Al producirse unaprolongada demora a las puertas de la casa, Octavio sos-pech de este hecho como indicio de la hostilidad de

    26 II XVIII 98-99.27 Nota aclaratoria de Apiano. Sobre la adopcin en Roma, cf,

    L e o n h a r d , en RE, s.v. Adoptio n 2.

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    Antonio, pero, una vez que fue recibido en el interior,tuvieron lugar los saludos y preguntas mutuas propiasde la ocasin. Y cuando lleg el momento de hablar so-

    bre las cuestiones que eran necesarias, Octavio dijo 28:Yo, padre Antonio, pues te justifican como tal los fa-

    vores de Csar para contigo y tu gratitud hacia l, ala- bo algunos de tus actos posteriores a su muerte y teestoy agradecido por ellos, pero censuro otros, y te ha-

    blar con la franqueza a la que me empuja mi dolor.No estabas a su lado cuando muri, puesto que te ha- ban retenido los asesinos en la puerta, ya que le hubie-ras salvado o hubieras corrido el riesgo de sufrir el mis-mo destino con l; y si hubiera tenido que ocurrir laltima de estas alternativas, fue para bien que no estu- vieras presente. Cuando algunos senadores votaron una

    recompensa para los asesinos como tiranicidas, te opu-siste enrgicamente, y por este hecho te doy las graciasde corazn, aunque sabas que los asesinos haban pla-neado matarte a ti tambin no, como pensamos noso-tros, porque fueras a ser el vengador de Csar, sino,como ellos dicen, por temor a que fueras el sucesor

    en la tirana. Pero aqullos no iban a ser tiranicidas,a no ser que a un tiempo fueran tambin asesinos, porlo cual precisamente huyeron al Capitolio como reos su-plicantes hacia un templo o igual que enemigos haciauna fortaleza. De dnde, pues, habran obtenido ellosuna amnista e impunidad para su crimen, a no ser que

    una parte del senado y del pueblo estuviera sobornadapor aqullos? Y t deberas haber velado por el inters

    28 Es de notar en este discurso de Octavio cmo se enjuician l hechos ocurridos a raz de los Idus de marzo, bajo la perspectiva de la propaganda augustea y, por tanto, antiantoniana, en contra del punto de vista mantenido al final del libro II {cf., sobre este asunto,G a b b a ,

    Appiano..., pgs. 157-159). De otro lado cabe sealar cmo Apiano incorpora aqu el mtodo tucidideo al contraponer discursos desde el punto de vista de cada interlocutor.

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    de la mayora, puesto que eras cnsul. Pero incluso sit hubieras deseado la otra alternativa, vengar tamaaimpiedad y aleccionar de otro modo a los extraviados,tu cargo te capacitaba para ello. Sin embargo, t en- viaste rehenes de tu propia fam ilia a los asesinos al Ca-pitolio para su seguridad.

    Pero demos por supuesto tambin este hecho, quelos sobornados te forzaron a hacerlo. Sin embargo, cuan-do, al ser ledo su testamento y pronunciar t mismoun discurso fnebre justo, el pueblo, que sinti un vivorecuerdo de Csar, acudi con fuego contra sus casas y los perdon por causa de sus vecinos, pero acord volver con armas al da siguiente, cmo no cooperastecon el pueblo y lo guiaste con fuego o con armas, o porqu no sometiste a juicio a los asesinos, si es que habanecesidad de juicio contra los que haban sido cogidosen su acto criminal, t que eras amigo de Csar, t,el cnsul, t, Antonio?

    16 Mario fue ejecutado en virtud de una orden tuyaen razn a la plenitud de tu poder, pero consentiste queunos asesinos escaparan e, incluso, que algunos pasa-

    ran a sus provincias, que retienen impamente despusde haber dado muerte al que se las concedi. Bien es verdad que t y Dolabella, los cnsules, actuando co-rrectamente recuperasteis Siria y Macedonia para voso-tros mismos cuando recientemente reordenasteis losasuntos pblicos. Y por este hecho te estara agradeci-

    do, si no hubierais votado al punto para ellos Cirene y Creta y hubierais considerado dignos de unas provin-cias a unos desterrados para que se defendieran contram en todo momento; y si no hubierais permitido queDcimo obtuviera la Galia Citerior, a pesar de que l,como los dems, era uno de los asesinos de mi padre.

    Sin embargo, puede que tambin alguien diga que estascosas fueron decretadas por el senado. Pero t aportas-te tu voto y presidiste el senado, t a quien ms que

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    a ningn otro convena que te hubieras opuesto por timismo. Pues la concesin de la amnista implicaba tanslo asegurar a aqullos su seguridad personal comoasunto de favor, pero votarles de nuevo provincias yrecompensas era propio de unos hombres que ultraja- ban a Csar e invalidaban tu decisin.

    El dolor, en verdad, me impuls a hablarte as, encontra, tal vez, de lo que hubiera sido adecuado a miedad y al respeto que te debo. No obstante, mis pala-

    bras han sido dichas ante quien es el amigo ms conspi-cuo de Csar y que ha sido objeto por aqul del mximohonor y poder, y que, incluso, hubiera sido adoptadopor l, si hubiera sabido que t aceptabas figurar entrelos descendientes de Eneas en lugar de los de Hrcules;pues este hecho Oe hizo) vacilar cuando reflexionaba

    en profundidad sobre su sucesin 29.Con vistas al futuro, Antonio, te conjuro por los17dioses que presiden la amistad y por el mismo Csar,por si quieres cambiar algunas de las medidas adopta-das, pues t puedes hacerlo si quieres; y si no, a que,al menos, en el futuro me asistas y cooperes conmigo

    en tomar venganza sobre los asesinos con la ayuda delpueblo y de esas personas que todava son amigos demi padre. Pero si tienes algn respeto hacia aqulloso hacia el senado, no seas duro con nosotros. Baste lodicho con relacin a este asunto. Conoces cmo estnmis negocios privados, y el gasto para el reparto deldinero que mi padre dispuso que le fuera concedido alpueblo, y el apremio para ello a fin de que no parezcaque soy un desagradecido, por razn de mi tardanza,ni cuantos han sido asignados a las colonias y permane-cen en la ciudad pierdan el tiempo por mi causa. De

    29 Se deca que la estirpe de Antonio descenda de Hrcules, a como Csar se vanagloriaba de tener por antepasados a Eneas y a Venus (cf. S y m e , The Roman Revolution, pg. 263).

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    ra ti. Pues si, por razn de mi propia seguridad perso-nal y para no atraerme enemistades, hubiera yo consen-tido que le fueran votados honores a los asesinos comoa unos tiranicidas, Csar se hubiera convertido en untirano, para quien ningn tipo de gloria ni honor ni laconfirmacin de sus actos hubiera sido posible; no hu- biera tenido la posibilidad de hacer testamento, ni hu- biera tenido hijo, ni hacienda, ni su propio cuerpohubiera sido considerado digno de recibir un funeral,ni siquiera como un ciudadano privado. Pues las leyesarrojan fuera de las fronteras, insepultos, a los cuerposde los tiranos, ultrajan su recuerdo y confiscan sus pro-piedades.

    Temiendo yo cada una de estas consecuencias, luch 19en favor de Csar, con riesgo personal y granjendomeenemistades, para que obtuviera una gloria inmortal yun funeral pblico, frente a unos hombres prestos a laaccin y sanguinarios y que, como t sabes, haban cons-pirado ya contra m, y frente al senado que estaba irri-tado con tu padre por haberle arrebatado su poder. Sinembargo, prefer voluntariamente correr este riesgo y

    sufrir cualquier cosa, a consentir que Csar quedara in-sepulto y deshonrado, el hombre ms destacado de supoca, el ms afortunado en todos los aspectos y el quems que ningn otro era para m digno de estima. Ypor haber incurrido yo en estos mismos peligros tienest tambin todos tus actuales honores como heredero

    de Csar, su linaje, su nombre, su dignidad y su hacien-da. Y hubiera sido ms justo que me mostrases tu agra-decimiento por estas cosas que reprocharme las conce-siones que tuve que hacer para apaciguar al senado, ocomo compensacin por aquellos otros favores que ne-cesit de l, o de acuerdo con otras necesidades o razo-

    nes, t un hombre joven a uno de mayor edad.Y baste con lo dicho hasta aqu sobre estas cuestio-nes. Pero has manifestado tambin que yo ambiciono

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    el liderazgo, no siendo as, aunque no me considero in-digno de l, y que estoy enojado por no haber sido men-cionado en el testamento de Csar, pese a que ests deacuerdo conmigo en que tambin me basta el linaje delos heraclidas.

    Y respecto a tus necesidades pecuniarias, hubieracredo que hablabas en broma cuando queras tomarun prstamo del tesoro pblico, si no fuera posible anpensar que t desconoces que las arcas del Estado hanquedado vacas por causa de tu padre; porque desdeque accedi al poder, los tributos pblicos han ido aparar a sus manos en vez de al tesoro pblico y se en-contrarn de inmediato entre la hacienda de Csar, cuan-do votemos que se abra una investigacin sobre ella.Pues no ser injusta esta investigacin para Csar, aho-ra que ya est muerto, y tampoco le hubiera parecidoa l injusta si en vida se le hubiera exigido una rendi-cin de cuentas. Y puesto que muchos ciudadanos pri- vados disputarn contigo por cada una de las partes desu hacienda, podras darte cuenta t mismo de que laposees no sin contestacin. En cuanto al dinero trasla-

    dado a mi casa, no era una suma tan grande como tconjeturas, ni existe ahora cantidad alguna en mi po-der, puesto que los hombres que detentaban las magis-traturas y el poder, excepto Dolabella, y mis hermanos,lo repartieron en su totalidad de inmediato como la pro-piedad de un tirano, pero, gracias a mi intercesin, se

    le dio otro destino, a fin de obtener el apoyo para losdecretos en favor de Csar. As que t, si eres sensato,cuando tengas el resto lo distribuirs entre los que es-tn enemistados contigo, ms bien que entre el pueblo.Pues aqullos, si son juiciosos, enviarn al pueblo a suscolonias; el pueblo, en cambio, como has aprendido t

    recientemente instruido en los estudios griegos, es algoinestable como las olas del mar que ora avanzan, oraretroceden. De igual modo tambin, entre nosotros, el

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    pueblo, en todo momento, tras encumbrar al mximoa sus favoritos los arroja de nuevo a sus p ie s30.

    Indignado con muchas de las palabras de Antonio,dichas en son de ultraje, Octavio se retir invocandoa su padre repetidamente por su nombre y puso al pun-to en venta la totalidad de la hacienda que le haba co-rrespondido por herencia, instando al pueblo a que leapoyara a la vista de su celo. Una vez que se haba he-cho patente la enemistad de Antonio hacia l y que elsenado haba decretado la investigacin inmediata deltesoro pblico, la mayora empez a recelar del jovenCsar a causa de la benevolencia de su padre hacia lossoldados y la plebe, y a causa de su actual popularidad

    basada en la distribucin del dinero, y debido tambina la hacienda, que al haberle llegado en abundancia, ha-ca pensar a la mayora que no se iba a mantener den-tro de los lmites de un ciudadano privado. Pero teman,sobre todo, que Antonio, imponiendo su influencia so-

    bre Octavio, un hombre joven, distinguido y rico, se hi-ciera antes que ste con el poder absoluto de Csar.Otros estaban encantados cori la situacin presente, enla creencia de que ambos varones llegaran a estorbar-se mutuamente y de que la riqueza de Csar se esfuma-ra de inmediato con motivo de la investigacin del te-soro pblico, y de que el erario del Estado se llenaracon la hacienda de aqul, pues la mayor parte de losfondos pblicos se encontraran entre las pertenencias

    de Csar.Muchos de ellos sometieron a Octavio a diversospleitos en relacin con las tierras, aduciendo cada unouna causa sobre cada predio entre otras diferentes, pe-ro una comn a la mayora, a saber, que estas tierraspertenecan a personas que haban sufrido confiscacio-

    nes, o haban sido desterradas o muertas en virtud de30 Cf. D e m s t e n e s , XIX 136.

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    la proscripcin. Llevaron los pleitos ante el mismo An-tonio o ante Dolabella, el otro cnsul. Y si algn juicio

    se celebraba ante otro magistrado, las ms de las veces,en todas partes Octavio era igualmente derrotado paraagradar a Antonio, aun cuando mostraba que las com-pras las haba hecho su padre del agro pblico, y queel decreto ms reciente ratificaba todos los actos de C-sar. Muchas injusticias se cometieron contra Octavio en

    el curso de los procesos y el captulo de prdidas pro-gresaba hasta el infinito, hasta que Pedio y Pinario 31,que tenan tambin una parte de la herencia segn eltestamento de Csar, se quejaron a Antonio en nombrede ellos mismos y en el de Octavio de que estaban su-friendo injusticias en contra del decreto del senado.Crean que l deba anular tan slo los actos destinadosa agraviar a Csar y ratificar, en cambio, todos aque-llos otros que haban sido realizados por l. Antonio re-conoci que tal vez sus actos estaban en contradiccin,de alguna forma, con lo que haba sido decretado, perodijo tambin que los decretos haban sido registradosen un sentido diferente de su interpretacin originaria.Pues, mientras que la amnista era la nica cosa urgen-te, la clusula de que no se trastocara ninguna de lasmedidas tomadas con anterioridad, no se aadi en vir-tud de ella misma, ni siquiera porque fuera vlida pura y simplemente para todos los asuntos, sino, ms bien,para atraerse y apaciguar al pueblo que estaba alboro-

    31 Lucio Pinario y Quinto Pedio eran sobrinos o sobrinos-niet de Csar (cf. S u e t . , Caes. 83, 2). Pinario es un personaje bastante desconocido. Pedio haba sido legado de Csar durante la guerra de las Galias (cf. Bell. Gall II 2, 1), y procnsul de la Espaa Citerior a fines del 45 a. C. {cf.C.I.L. I2, pg. 50), y cnsul en el 43 a. C. (para ms detalles, cf.G r u e n , The Last Generation of the Romn Republic, Berke- ley, 1974, pgs. 119 y 205-206, y Syme,The Romn Revolution, pgina 128, n. 4). Ambos haban recibido una cuarta parte en el testamento de Csar, en tanto que Octavio recibi las tres cuartas partes (cf. J o n e s , Augusto, pgs. 23-24).

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    tado con estos sucesos. Sera ms justo que, siguiendoal espritu del decreto mejor que a la letra, no se opu-sieran, en contra de lo razonable, a tantos hombres quehaban sido despojados de sus propiedades personaleso de las de sus antepasados por causa de las luchas ci- viles, en favor de un jovenzuelo que haba recibido unacantidad tan grande de dinero perteneciente a otros eimpropia de su condicin de privado, ms all de susesperanzas, y que usaba de su fortuna de manera inco-rrecta para las aventuras ms descabelladas. Y que lse cuidara de ellos una vez que su lote hubiera sidoseparado del de Octavio. De esta forma respondi Anto-nio a Pedio y Pinado. Y stos tomaron de inmediatosu parte a fin de no perderla en los juicios, no tantopor ellos mismos como por el inters de Octavio, puespoco tiempo despus se la iban a prestar a aqul.

    Se avecinaba el espectculo32 que en honor del pre-tor Bruto se dispona a celebrar Gayo Antonio, el her-mano de Antonio, y que se encargaba de los otros debe-res de la pretura de Bruto cuando ste estaba ausente.El preparativo para los juegos era costoso y haba la

    esperanza de que el pueblo, cautivado por el espectcu-lo, llamara de nuevo a Bruto y Casio. Octavio, por suparte, en un intento por captarse el favor de la plebe,reparta cuanto dinero haba producido la venta de sus bienes entre los cabezas de las tribus, por turno, paraque lo distribuyesen entre quienes vinieran los prime-

    ros a tomarlo. Recorra los locales en los que se efec-tuaban las ventas y ordenaba a los subastadores queofrecieran todo al precio ms bajo posible, por causade su incertidumbre y temor por los juicios todava pen-dientes y a causa tambin de su premura. Todo lo cual,precisamente, despert la piedad y la benevolencia del

    32 Se trata de los ludi Apollinares que se celebraban entre el 6 y el 13 de julio (cf. W e i n s t o c k , Divus luiius, pg. 369, sobre estos juegos).

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    pueblo haca l como hacia alguien indigno de sufrirun trato as. Pero, una vez que, despus de la herencia

    de Csar, puso tambin a la venta para su distribucinal pueblo toda aquella hacienda de su propiedad quehaba recibido de su padre Octavio o que posea de al-guna otra parte, y cuanto perteneca a su madre y aFilipo, as como la parte de la herencia que haba toma-do en prstamo a Pedio y Pinario, porque a consecuen-cia del litigio no fue suficiente la propiedad de Csarpara este nico propsito, el pueblo, considerando queno se trataba ya de la donacin del anterior Csar sinode la de este mismo, se apiad profundamente y lo elo-gi por cmo sufra y por abrigar una ambicin tal. Yestaba claro que no iban a soportar por mucho tiempoel ultraje de Antonio hacia l.

    24 Y mostraron sus sentimientos en el transcurso delos juegos de Bruto, a pesar de la magnificencia de s-tos; pues, cuando algunas personas, bajo soborno, de-mandaron a gritos la vuelta de Bruto y Casio despusde haber tratado de suscitar en el resto del auditorio,de forma demaggica, un sentimiento de piedad haciaaqullos, irrumpieron en oleadas en el interior del re-cinto y detuvieron los juegos hasta que acallaron su de-manda. Bruto y Casio, una vez que Octavio frustr lasesperanzas que tenan puestas en los juegos, decidieronir a Siria y Macedonia, ya que haban sido sus provin-cias antes de que les fueran votadas a Antonio y Dola

    bella, y tomarlas por la fuerza 33. Cuando fueron cono-cidas sus intenciones, Dolabella se apresur a marchara Siria y antes de Siria a la provincia de Asia para obte-ner dinero de ella. A su vez, Antonio, considerando que

    33 El relato de Apiano respecto de los avalares de estas provcias es, ya lo hemos dicho, confuso; antes se mencion (cf. cap. 8) qu

    el senado les haba dado a cambio Creta y Cirene, aunque en un contexto no concorde cronolgicamente con este hecho, ya que fue postrior (cf. n. 12).

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    iba a necesitar tropas para sus planes futuros, deciditranferirse a s mismo el ejrcito que estaba en Mace-donia, que era el ms aguerrido y el ms grande porsu nmero de efectivos, pues estaba integrado por seislegiones amn de un gran nmero de arqueros, de tro-pas ligeras o sin armamento y gran cantidad de caballe-ra y material de guerra en una proporcin cabal; aun-que pareca que en rigor perteneca a Dolabella, el cualestaba encargado de Siria y de la guerra contra los par-

    tos, y Csar se dispona a utilizar estas tropas contralos partos, y se lo quiso anexionar especialmente por-que estaba prximo y con cruzar tan slo el Adriticoestaba ya en Italia.

    De repente salt el rumor de que los getas, al en-terarse de la muerte de Csar, haban invadido Macedo-

    nia y la saqueaban. Entonces, Antonio solicit este ejr-cito al senado para castigar a los getas, aduciendo quel haba sido preparado por Csar para atacar a los ge-tas antes que a los partos y que estos ltimos estabantranquilos por el momento. El senado desconfiaba delrumor y envi emisarios para que realizaran una inves-

    tigacin. Entretanto, Antonio, tratando de disipar su mie-do y sus sospechas, propuso un decreto de que no fueraposible a nadie, bajo ningn motivo, ni hablar de unadictadura, ni votarla, ni aceptarla, si se ofreca, y queel que contraviniera alguna de estas prohibiciones pu-diera morir impunemente a manos de cualquiera. Y, trashaberse ganado de este modo a su auditorio y haberllegado al acuerdo con los partidarios de Dolabella deque le dara una legin, fue elegido general en jefe delas fuerzas de Macedonia. Cuando obtuvo lo que quera,despach de inmediato a su hermano Gayo para que co-municara con premura el decreto al ejrcito. Los obser- vadores, a su regreso, dijeron que no haban visto getasen Macedonia, pero aadieron, ya sea porque fuera ver-dad o porque hubieran sido aleccionados por Antonio,

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    que exista el temor de que si se trasladaba el ejrcitolos getas llevaran a cabo una incursin en Macedonia.

    Mientras sta era la situacin en Roma, Casio yBruto estaban reuniendo dinero y un ejrcito, y Trebonio, el gobernador de la provincia de Asia, fortificabalas ciudades para ellos. Cuando lleg Dolabella, Trebonio no le admiti ni en Prgamo ni en Esmirna, sinoque le permiti nicamente, como cnsul, aprovisionar-se fuera de las murallas. Pero cuando Dolabella ataccon furia los muros y no consigui nada, Trebonio ledijo que le recibira en feso. Aqul parti de inmedia-to hacia all y Trebonio envi un destacamento para quele siguiera a una cierta distancia; stos, al sobrevenirla noche, viendo que Dolabella prosegua su marcha ysin albergar ya sospecha alguna, regresaron a Esmirnadespus de dejar unas pocas tropas para que le siguie-ran. Dolabella tendi una emboscada a estos pocos, ytras haberlos copado los mat y regres esa misma no-che a Esmirna, y al encontrar la ciudad desguarnecidase apoder de ella por medio de escaleras.

    Trebonio, que haba sido capturado mientras estaba

    an en el lecho, orden a sus captores que le conduje-ran ante Dolabella, pues es seguira voluntariamente. Y uno de los centuriones le respondi en son de burla:Ve t, pero deja aqu tu cabeza, pues nos fue ordenadollevarte no a ti sino a tu cabeza. Y nada ms deciresto, lo decapit 34. Al amanecer, Dolabella orden que

    la cabeza fuera expuesta sobre la silla del pretor, enla que Trebonio acostumbraba a atender los asuntos p- blicos. A su vez, los soldados y dems personal de servi-cio del ejrcito, como Trebonio haba participado en lamuerte de Csar al haber entretenido a Antonio con una

    34 La noticia de la muerte de Trebonio se conoci en Roma a pcipios de marzo (cf. Ce., Fil. 11, que da como fecha el 6 de marzo; adems, Syme, The Roman Revolution , pg. 172).

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    ste se dispuso a hacerlo como se le haba ordena-do, Entretanto era ya la fecha de los juegos36 que sedispona a ofrecer el edil Critonio. Y Octavio, con vistasa los juegos, haba preparado el trono de oro y la coro-na de su padre que el senado haba concedido mediantedecreto que estuvieran expuestas ante l en todos los juegos 37. Sin embargo, Critonio dijo que no toleraraque Csar fuera honrado en unos juegos costeados porl, por lo que Octavio le condujo ante Antonio en su

    calidad de cnsul. Pero cuando este ltimo anunci queremitira el asunto al senado, Octavio, indignado, dijo:Remtelo, pero yo expondr el trono mientras tenga

    vigencia el decreto. Entonces, Antonio se irrit y lo im-pidi. Y tambin lo impidi, de forma todava ms ab-surda, en los siguientes juegos S8, que coste el propio

    Octavio, instituidos por su padre en honor deVenus Ge36 No se sabe con certeza de qu juegos se trataba, algunos auto

    res (cf. S y m e , The Romn Revolution, pg. 116) sostienen que eran los ludi Ceriales, los cuales se celebraban entre el 12 y el 19 de abril, y que habran sido pospuestos, en esta ocasin, a mitad de mayo, as R i c e H o l m e s , The architect of the Romn Empire, 2 vols., Oxford, 1928/31, I, pg. 191; segn Ce., Ad Attic . XV 3, 2, al 22 de mayo. Sin

    embargo, W e i n s t o c k ( Divus Iulius, pg. 368) descarta que fueran stos ni los celebrados en los Parilia, ni tampoco losludi Maritales, creados con posterioridad.

    37 El decreto fue promulgado entre el26 de enero y el 19 de febrero del 44 a. C., entre los honores conferidos a Csar al nombrarle

    d icta tor perpetu as (cf. W e i n s t o c k , op. cit., pgs. 281 y sigs. y 368; segn l formaba parte este trono, junto con la diadema o corona, de los atributos divinos de Csar).

    38 Se trata de los ludi Victoriae Caesaris a celebrar en julio, entre el 20 y el 30 de ese mes, que Octavio pens fusionar con losludi Veneris Genetricis, tambin celebrados en estas fechas, como hizo su padre adoptivo cuando los cre en el 46 a. C. Octavio manifest sus planes al respecto en una alocucin en torno al 18 de mayo (cf. Ce.,

    Ad Attic . XV 2, 3). Sobre el carcter de estos juegos, cf. W e i n s t o c k , op. cit., pgs i 368-369). En todo caso, estos juegos tenan un carcter

    menos oficial y ms familiar, de ah la apreciacin de Apiano sobre la actitud absurda de Antonio al impedir la exhibicin del trono, lo que, adems, era un acto perfectamente legal.

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    netrix, cuando le dedic el templo del foro junto conel mismo foro. Y fue entonces cuando brot ya un odio

    manifiesto de todos hacia Antonio, porque pareca queno se trataba tanto de una rivalidad con el joven Csarcomo de un sentimiento vejatorio y desagradecido ha-cia el anterior.

    Octavio en persona, con una multitud a modo deguardia personal, merodeaba entre la plebe, entre aque-llos que haban recibido favores de su padre o habanservido a sus rdenes en la guerra, para despertar suenojo y les suplicaba que no repararan en l, a pesarde que sufra tales y tan grandes vejaciones, y que loignoraran, por propio deseo, pero que defendieran, encambio, a su comandante en jefe y benefactor, deshon-rado por Antonio; y que se defendieran tambin a smismos, porque no iban a tener en seguridad nada delo que haban recibido de Csar, a no ser que los decre-tos dados en su honor permanecieran con plena vigen-cia. Y por todas partes de la ciudad, subindose a unlugar elevado, gritaba contra Antonio: Deja de estarirritado y de ultrajar a Csar por mi causa, oh Antonio,pues, en especial, para ti fue el ms grande benefactor.Dirige contra m cuantos ultrajes quieras, pero detnel saqueo de su hacienda hasta que los ciudadanos selleven su parte de la herencia y qudate con todo el res-to; yo, aunque pobre, me dar por satisfecho si la gloriade mi padre permanece y si permites que se lleve a ca-

    bo la distribucin entre el pueblo. A partir de este momento los gritos de protesta con-tra Antonio fueron ya continuos y pblicos. Sin embar-go, este ltimo amenaz a Octavio con mayor acritud, y, cuando fueron conocidas sus amenazas, todos se exarcebaron ms an. Los tribunos de la guardia de Anto-

    nio, que haban servido bajo el anterior Csar y goza- ban, a la sazn, de los mximos honores de parte de Antonio, le pidieron que contuviera su actitud violenta

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    en beneficio de ellos y del suyo propio, puesto que lhaba servido bajo Csar y haba alcanzado de ste los

    privilegios que ahora tena. Antonio, en efecto, se mos-tr de acuerdo con la veracidad de estas palabras, ysintiendo respeto hacia quienes haban hecho la peti-cin y necesitando al mismo tiempo del propio Octavio,por causa del pueblo en relacin con su permuta de laGalia Cisalpina, estuvo conforme con la propuesta deellos y jur que sus hechos eran bastante opuestos asu intencin, pero que su cambio de actitud se habadebido al jovenzuelo, que se haba mostrado insufrible-mente engredo, a pesar de ser todava un hombre tan

    joven, y sin ningn respeto u honor hacia sus mayoresen edad y autoridad. Y aunque el talante del joven semereca una mayor reprimenda, en su propio beneficio,no obstante, en atencin a la demanda de ellos, depon-dra su clera y retornara a su anterior disposicin eintencin, si tambin aqul desista de su arrogancia.

    Los tribunos se congratularon por este hecho y lle- varon a ambos a una reunin. Ellos, tras hacerse algu-nos reproches mutuos, concertaron una alianza. La leyrelativa a la Galia Cisalpina fue presentada de inmedia-to, ante el pnico tremendo del senado, que pens im-pedir que se sometiese a debate previo, si Antonio lallevaba primero al senado, y, si la presentaba al pueblosin previa deliberacin, enviar a los tribunos de la ple-

    be para que la vetasen. Hubo quienes pidieron que se

    concediera la libertad total a la provincia, pues hastatal punto teman la proximidad de la Galia Cisalpina. Y Antonio les censur que la confiasen a Dcimo por-que haba asesinado a Csar, y, en cambio, no tuviesenconfianza en l porque no haba asesinado a! que some-ti la provincia y la puso ante sus rodillas, arrojando

    estos reproches abiertamente a todos como a hombresque se alegraban de lo ocurrido. Una vez que lleg elda fijado para los comicios, el senado esperaba que la

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    asamblea se reuniera por centurias, pero Antonio y lossuyos, que haban rodeado el foro con una cuerda mien-

    tras todava era de noche, la convocaron para que en-traran por tribus, segn un acuerdo previo. Y aunquela plebe estaba irritada con Antonio, cooper, sin em-

    bargo, debido a que Octavio permaneca junto a la cuer-da y se lo peda. Y actu de esta forma, sobre todo,para que Dcimo no tuviera el mando de una provincia

    estratgica y de un ejrcito, siendo uno de los asesinosde su padre, y, adems, para satisfacer a Antonio, conel que haba llegado a un pacto. Esperaba tambin ob-tener a cambio alguna ayuda de Antonio. Y como lostribunos haban sido sobornados por este ltimo y semantuvieron callados, la ley entr en vigor39 y Anto-

    nio, con un motivo justificado, hizo cruzar el Adriticoa su ejrcito.Habiendo muerto uno de los tribunos de la plebe,*

    Octavio favoreci a Flaminio en la eleccin de su suce-sor. El pueblo pens, sin embargo, que l deseaba elcargo, pero que no se haba presentado como candidatoporque no contaba con la edad requerida, y decidi de-signar tribuno a Octavio en los comicios 40. El senadoestaba receloso del incremento de su poder y tema que,si llegaba a ser tribuno, condujera a los asesinos de supadre ante el pueblo para un juicio. Y Antonio, hacien-do caso omiso de la alianza recin concertada con Octa- vio, ya sea para agradar al senado o para apaciguarloporque estaba irritado por la ley relativa a la Galia Ci-salpina, o por alguna otra razn particular, public unedicto como cnsul, de que Octavio no intentara nadacontra la ley o que, de otro modo, usara contra l detodo el peso de su autoridad. Como el edicto constitua

    39 Cf. n. 35 a este libro.40 Estamos a fines de julio del 44 a. C. (cf. Ce., Fil. I, 8, y F r i s c h ,

    Cicero's Fight..., pgs. 113-115).

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    un acto de ingratitud hacia Octavio, y un ataque a la vez contra su persona y el pueblo, este ltimo se enco-

    leriz y se dispuso a contender en los comicios, hastael punto de que Antonio tuvo miedo y suspendi stos,dndose por satisfecho con el nmero restante de tribu-nos. Entonces, Octavio, al sentirse ya claramente ataca*do, envi muchos emisarios a las ciudades colonizadaspor su padre para que les comunicaran lo que ocurra y se informaran del estado de opinin de cada una deellas. Y envi tambin a algunos para que se introduje-ran en el campamento de Antonio, a modo de comer-ciantes, y tomaran contacto con los soldados ms osa-dos y distribuyeran panfletos, en secreto, entre la tropa.

    32 Mientras Octavio estaba ocupado en estos asuntos,los tribunos solicitaron nuevamente una audiencia a An-tonio y le dijeron: Nosotros, oh Antonio, y todos aque-llos que, sirviendo contigo bajo Csar, contribuimos aestablecer su poder y persistimos, da a da, en ser lossoportes del mismo, sabemos que sus asesinos nos odia-ron y conspiraron por igual contra nosotros, y que elsenado les otorg su favor a aqullos. Sin embargo, cuan-do el pueblo los desterr, cobramos nuevos nimos al ver que los actos de Csar no carecan por completode amigos, ni haban sido olvidados, ni estaban faltosde gratitud. Y pusimos nuestra seguridad futura en tusmanos, porque eras el amigo de Csar y el ms expertode todos despus de l en el mando, as como nuestro

    jefe actual y el ms apto para ello. Mas ahora renacennuestros enemigos, usan de la violencia, con osada, con-tra Siria y Macedonia, renen dinero y un ejrcito con-tra nosotros, el senado excita a Dcimo contra ti, y tmalgastas el poder de tu mente en rencillas con el jo-

    ven Csar, as que tememos con razn que vuestra pug-

    na privada se aada a una guerra que, si no ha estalla-do ya, es inminente, y que se cunpla para nuestrosenemigos todo aquello que quieren contra nosotros. Te

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    pedimos que reflexiones sobre estas cosas por piedadhacia Csar, por salvaguardarnos a nosotros que, en ab-

    soluto, hemos merecido tu reproche, y antes que pornosotros, por tu propio inters, y que, mientras todavapuedas, ayudes a Octavio solamente, pues eso bastar,a castigar a los asesinos. Luego, t puedes disfrutar delpoder de inmediato, sin preocupaciones, y tambin noshabrs procurado seguridad a nosotros que tenemos mie-

    do por nosotros mismos y por ti. A las consideraciones de los tribunos respondi An-tonio en los siguientes trminos 41: Cunta amistad yfervor hacia Csar, mientras estuvo vivo, mostr, sien-do el primero de todos en arrostrar el peligro en losmomentos crticos para aqul, lo conocis perfectamen-te, vosotros que fuisteis mis compaeros de armas ypartcipes de los acontecimientos. Mas el favor y la esti-ma, tan grandes, que aqul tuvo conmigo en el trans-curso de su vida, no est bien que sea yo quien lo testi-monie. Y los asesinos, que conocan bien ambos hechos,conspiraron matarme a mi tambin junto con Csar, por-que ellos eran conscientes de que, mientras yo viviera,no iba a ceder ante un hecho tal. Y quienquiera quelos hizo mudar de opinin, no actu impulsado por undeseo benvolo de salvar mi vida, sino por preservarla apariencia de un tiranicidio, a fin de que no parecie-ra que mataban a muchos como enemigos, sino a unosolo como a un tirano. Quin, por tanto, podra creer

    41 Este discurso de Antonio es importante para comprender la postura de la tradicin apianea con respecto a Antonio y Octavio y, sobre todo, para avanzar una explicacin ms concreta en cuanto al tono filoantoniano del final del libro II y antiantoniano de los captulos iniciales del libro III, y completa los conceptos vertidos por ambas personalidades en la entrevista habida entre ellos (cf., sobre todo, el discurso de Octavio de los cap. 15-17). Vase un anlisis pormenorizado de este discurso enG a b b a , Appiano..., pgs. 159-165, en especial, 159-162.

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    que yo me despreocupo de Csar, que fue mi bienhe-chor, y que prefiero a sus enemigos, y que agradezcosu muerte voluntariamente a los que conspiraron con-tra m, como piensa el joven Csar? De dnde, puesles vino la amnista y los puestos de responsabilidad?Pues quiere imputarme a m estos hechos, en vez deal senado. Enteraos de como ocurri.

    Cuando Csar fue muerto, de improviso, en el sena-do, me sobrevino ms que a ningn otro, un temor, enrazn de mi amistad con l y por mi falta de conoci-miento exacto, pues no conoca los particulares de laconspiracin, ni contra cuntos iba dirigida. El puebloestaba aterrorizado y los asesinos, en compaa de losgladiadores, se apoderaron del Capitolio y se encerra-ron en l. El senado estaba de su parte, igual que tam- bin lo est ahora ms claramente an, y propuso votaruna recompensa a los asesinos como a unos tiranicidas.Si Csar hubiera sido declarado un tirano, hubiera sidoposible matarnos a nosotros todos como a amigos deun tirano. De este modo, encontrndome yo en mediode la confusin, ansiedad y miedo, en una situacin en

    la que no haba lugar para una actitud temeraria ni va-cilante, si examinis con atencin hallaris que, dondehubo necesidad de audacia, fui el ms osado y, dondede ingenio, el ms maoso. Lo primero de todo, porqueimplicaba todo lo dems, era impedir que se votaranlas recompensas a los asesinos. Y esto precisamente lo

    consegu oponindome con todas mis fuerzas al senado y a los asesinos, con un arrojo temerario y lleno de peli-gros porque entonces crea que los partidarios de Csarslo estaramos seguros en el caso de que ste no fueradeclarado un tirano. Sin embargo, como quiera que losenemigos y el propio senado estaban aquejados del mis-mo temor de que, si Csar no era declarado un tirano,seran apresados por asesinato y, por este motivo, seoponan, me avine a que se les otorgara la amnista en

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    vez de las recompensas, a fin de obtener a cambio loque necesitaba, Y cunto era esto y de qu importan-cia? Que el nombre de Csar, el ms querido de todos,con mucho, para m no fuera borrado, ni su haciendafuera confiscada, ni la adopcin de la cual ahora ese joven se enorgullece fuera anulada, ni invalidado su tes-tamento, que su cuerpo recibiera un funeral regio, quelos honores inmortales que le haban sido decretadospreviamente permanecieran con pleno vigor, que todossus actos fueran ratificados y que su hijo y nosotrossus amigos, as como sus generales y soldados, gozra-mos de una seguridad personal garantizada y de una vida de honor, en lugar de ignominia.

    Acaso os parece que ped pocas cosas o de escaso35 valor al senado a cambio de la amnista?, o pensisque el senado me las habra concedido sin la amnista? Y, en verdad, hubiera sido justo cambiar, con honesti-dad, estas cosas por aquellas otras y respetar, con in-tencin sincera, la vida de los asesinos en provecho dela gloria inmortal de Csar y de la garanta de nuestraseguridad personal. Sin embargo, yo no actu con una

    intencin tal, sino con la idea de diferir su castigo. Yuna vez que, ciertamente, obtuve del senado lo que ne-cesitaba en primer lugar, y los asesinos aflojaron suguardia por creerse libres de ansiedad, recobr nuevos bros y socav la amnista no por medio de votos o de-cretos pues ello era imposible , sino granjendome

    el favor del pueblo de forma imperceptible. Y, as, sopretexto de su funeral, conduje el cadver de Csar alforo y dej al descubierto sus heridas, mostrando sunmero y su ropa ensangrentada y desgarrada por losgolpes. En mi oracin fnebre, record, en medio detodos, en trminos patticos su valor y amor hacia elpueblo, llorndole como a un muerto, pero invocndolecomo a un dios. Estos hechos y palabras mos excitaronal pueblo, que encendi fuego despus de la amnista

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    y lo llev contra las casas de los enemigos y expulsa los hombres de la ciudad. Y cmo esto ocurri en con-tra y con el enojo del senado lo revel, al punto, el he-cho de que me acusaron de soliviantar al pueblo y elque enviaron a los asesinos a tomar el mando de lasprovincias, Bruto y Casio, a Siria y Macedonia, que es-taban provistas de grandes ejrcitos, dicindoles que seapresuraran antes, incluso, del tiempo establecido, bajoel pretexto de su preocupacin por el aprovisionamien-to de trigo. Entonces, en verdad, se apoder de m otromiedo an mayor, puesto que no tena ningn ejrcitopropio, no fuera a ser que quedramos inermes antetantos hombres armados. Sospechaba, adems, de micolega, pues en todo momento discrepaba conmigo, fin-ga haber participado en la conspiracin contra Csar y haba propuesto que el da de su asesinato se festeja-ra como el del nacimiento de la Repblica.

    En tal grado de desconcierto y apremio por des-armar a nuestros enemigos y transferir sus armas a losnuestros, di muerte a Amatio e hice volver a Pompeyo,a fin de propiciarme nuevamente al senado con estas

    medidas y ponerlo de mi parte. Pero, como ni aun asme fiaba de l, convenc a Dolabella para que reclama-ra Siria, no del senado, sino del pueblo mediante unaley, y le ayud en su peticin para que Dolabella se con- virtiera en enemigo de los asesinos, en vez de en su ami-go, y para que resultara una afrenta para los senadores

    oponerse a mi peticin de la provincia de Macedoniadespus de la de Dolabella. Sin embargo, tampoco en-tonces me hubieran concedido Macedonia, aun despusde Dolabella, a causa del ejrcito que haba all, a noser porque transfer a ste el ejrcito, sobre la base deque Siria y la guerra contra los partos entraban en el

    mismo lote. Y, a su vez, tampoco le hubieran quitadoa Bruto y Casio sus provincias de Macedonia y Siria,si no les hubieran dado otras a cambio para su seguri-

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    dad. Cuando, por consiguiente, se hizo necesario el true-que, mirad qu provincias les fueron concedidas como

    compensacin y cun carentes de tropas, Cirene y Cre-ta, a las que incluso desprecian nuestros enemigos porno considerarlas seguras para ellos mismos, y tratanahora de apoderarse por la fuerza de las que les fueronquitadas. De esta forma, realmente, fue transferido aDolabella el ejrcito desde nuestros enemigos, por me-dio de artificios, estratagemas y compensaciones, puescuando las armas brillan por su ausencia se hace nece-sario actuar bajo el imperio de la ley.

    Despus de estos sucesos, nuestros enemigos re-unieron otro ejrcito, y yo tuve necesidad del que es-taba en Macedonia, pero me haca falta un pretexto.Entonces cundi el rumor de que los getas estaban de- vastando Macedonia. Sin embargo, no se dio crdito aesta noticia, y mientras estaban ausentes los encarga-dos de investigar su autenticidad, yo consegu la apro- bacin de una mocin rela tiva a la dictadura, en el sen-tido de que no se permitiese hablar de ella, ni votarla,ni aceptarla si alguna se ofreca. Y los senadores, sedu-cidos en especial con esta proposicin de ley, me conce-dieron el ejrcito. Entonces, por primera vez, me consi-der en igualdad de condiciones con mis enemigos, yno con stos que estn a la vista, como piensa Octavio,sino con los ms numerosos y ms fuertes que quierentodava permanecer en la sombra. Mas una vez que hu-

    be logrado stos, todava me quedaba en el flanco otrode los asesinos, Dcimo Bruto, al mando de una posi-cin estratgica y de un nutrido ejrcito. Como yo tenaa ste por ms osado que los dems, trat de privarlode la Galia Cisalpina, prometiendo entregarle en com-pensacin Macedonia con objeto de guardar las formas,

    por el momento, cara al senado. Pero el senado se in-dign y se dio cuenta, al fin, de la estratagema y voso-tros conocis en qu tono y con cunta persistencia

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    escribieron muchos de ellos a Dcimo y cmo han soli- viantado a mis sucesores en el consulado. Por tanto, de-cid, en forma ms osada, tomar la provincia, en vezdel senado, del pueblo mediante una ley e hice cruzaral ejrcito desde Macedonia hasta Brndisi para utili-zarlo en las emergencias. Y con la ayuda de los dioseslo usaremos cuando la necesidad nos invite a ello.

    De este modo hemos pasado de una situacin ante-rior en que un gran temor se cerna sobre nosotros, aotra de una seguridad total de nuestras personas y demoral elevada ante nuestros enemigos. Y al hacerse pa-tente esta situacin, se ha revelado tambin el celo dela mayora contra los enemigos. Pues estis viendo cungrande es su arrepentimiento por los decretos aproba-dos, y cunto su empeo por arrebatarme la provinciagala que me ha sido concedida. Conocis las cartas quehan escrito a Dcimo y con cuntos argumentos inten-tan convencer a mis sucesores en el consulado para quecambien su voto respecto a la ley concerniente a la Galia Cisalpina. Sin embargo, con la ayuda de nuestrosdioses patrios, con una intencin piadosa y con vuestro

    valor, con cuyo auxilio tambin Csar obtuvo sus victo-rias, le vengaremos a l, sin escatimarle el apoyo de nues-tras fuerzas y la ayuda de nuestros propsitos. Mien-tras estaban en curso estas tareas, camaradas, me fuenecesario mantenerlas ocultas, pero, una vez que hansido realizadas, las he expuesto ante vosotros, a quie-

    nes os considero copartcipes de mis hechos y de misproyectos en todo. Comunicdselas a los dems que nocomprendan la razn de las mismas, a excepcin nica-mente de Octavio, que muestra tanta ingratitud hacianosotros.

    Las palabras pronunciadas por Antonio hicieron pen-

    sar a los tribunos que l haba hecho todo moyido poruna animosidad acerba contra los asesinos y maniobran-do contra el senado. No obstante, le pidieron que se re

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    concillara con Octavio y, despus de convencerle, logra-ron que nuevamente se reconciliasen en el Capitolio.

    Pero, poco tiempo despus, Antonio present ante susamigos a algunos miembros de su guardia personal ba- jo la acusacin de ser los esbirros de Octavio en unaconspiracin contra l41 bi\ E hizo esta acusacin, yafuera de forma calumniosa, o bien porque la crea real-mente o porque se haba enterado de los que habansido enviados a su campamento y confundi la conspi-racin contra su actuacin como dirigida hacia su per-sona. Cuando se difundi la noticia, se levant un p- blico alboroto y una enorme indignacin. Pues eranpocos los que tenan la suficiente perspicacia para com-prender que a Octavio le convena ms que Antonio vi- viera, aunque fuera injusto para l, ya que aqul erael terror de los asesinos. Porque si Antonio muriese,aqullos se atreveran a todo sin miedo alguno, en espe-cial, porque contaban con la ayuda del senado. Los msinteligentes se hacan estas conjeturas, pero la masa,al ver qu tipo de vejmenes y castigos sufra Octaviodiariamente, no consideraban increble la acusacin, aun-que crean que no era piadoso ni tolerable conspirarcontra la vida de Antonio mientras l era todava cnsul.

    Octavio corri con una furia enloquecida hacia losque pensaban de esta forma y les grit que era l quiensufra una conspiracin urdida por Antonio para pri- varle de la amistad del pueblo, que era lo nico que

    le quedaba. Acudiendo a las puertas de la casa de Anto-nio gritaba las mismas cosas, pona por testigos a los

    41 bis ES(e oscuro episodio tuvo lugar hacia el 6 o 7 de octub del 44 a. C. Tras la reconciliacin en el Capitolio y el arresto de los veteranos, tuvieron lugar una serie de hechos que Apiano silencia: sesin senatorial de 1 de agosto en la que Calpumio Pisn atac, sin encontrar apoyo, a Antonio; otra sesin el 1 de septiembre, ataques violentos entre Cicern y Antonio, etc. (cf.S y m e , The Roman Revolu tion, pgs. 119 y 123).

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    dioses y profera toda clase de maldiciones invitndolea someterse a una investigacin judicial. Como nadiesala de la casa, dijo: Acepto ser juzgado por tus ami-gos, y trat de penetrar en el interior. Mas, al serleimpedido de nuevo el paso, prorrumpi en lamentos einsultos contra l y se irrit con los guardianes de lapuerta por impedir que se le pidieran cuentas a Anto-nio. Entonces se march y puso al pueblo por testigode que, si le ocurra una desgracia, su muerte se debe-ra a las intrigas de Antonio. Y como esto lo dijo conenorme patetismo, la multitud experiment un cambio y se produjo en ellos una mutacin de su anterior opi-nin. Haba, empero, algunos que todava desconfiaban y vacilaban en poner su confianza en cada uno de ellos,por creer que como haca poco que haban llegado aun acuerdo en el templo, maquinaban estas cosas con-tra los enemigos. Otros, a su vez, pensaban que Antoniourda tales aagazas para incrementar su guardia per-sonal o bien para enajenar a las colonias de veteranosde Csar 42.

    Cuando le fue comunicado a Octavio por sus emisa-

    rios secretos que el ejrcito de Brndisi y los veteranosde las colonias estaban irritados contra Antonio por de-sentenderse del asesinato de Csar, y que estaban dis-puestos a ayudarle si podan, Antonio parti para Brn-disi por estas razones 43. Y Octavio, por temor a que siregresaba con el ejrcito le cogiera desguarnecido, mar-

    ch con dinero a Campania para tratar de convencera los soldados veteranos de las ciudades fundadas porsu padre de que se enrolaran bajo su servicio. Persua-di, en primer lugar, a los de Calatia y, despus, a losde Casilino, dos ciudades situadas a uno y otro lado deCapua. Mediante el pago de quinientos dracmas por ca-

    42 Situacin de incertidumbre que refleja, como ya dijimos, la tradicin histrica de Apiano.

    43 El da 19 de octubre del 44 a. C.

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    beza consigui reunir diez mil hombres, no totalmentearmados ni equipados por cohortes, sino como un cuer-po nico de guardia personal, bajo una sola bandera.

    Los ciudadanos de Roma, que teman el regreso de An-tonio con el ejrcito, cuando se enteraron de que Octa- vio tambin se acercaba con otro, se sintieron algunosdoblemente alarmados, pero otros se alegraron, en cam- bio, al pensar que podan utilizar a Octavio contra An-tonio. Otros, incluso, que haban presenciado la recon-

    ciliacin en el Capitolio pensaban que lo que ocurraera un falso juego, cambio del cual Antonio iba a ob-tener el poder absoluto y Octavio la venganza sobre losasesinos.

    En medio de un tal estado de zozobra, el tribunoCannutio43 bs, que era enemigo de Antonio y, por lo

    mismo, amigo de Octavio, sali al encuentro de este l-timo, y cuando supo su intencin, se dirigi al pueblopara comunicarle que Octavio avanzaba contra Antoniocon una clara hostilidad y que los que temieran que An-tonio aspirara a la tirana se pusieran del lado de aqul,pues no tenan otro ejrcito por el momento. Tras decir

    esto, march junto a Octavio, que estaba acampado de-lante de la ciudad, en el templo de Marte, a una distan-cia de quince estadios 44. Cuando lleg, avanz hasta el

    43bls M n z e r , en RE, s.v. Cannutius, nm. 3, lo identifica con un C. Cannutius , recordado como enemigo de Octavio y Antonio enS u e t .,

    De Rhet. 4. SegnD n C a s i o , XLVIII 14, 4, aparece entre los cados en Perusia (cf., tb.,infra, V 49) un T. Cannutius , tribuno de la plebe en el 44 a. C., amigo de Octavio y enemigo de Antonio. En este pasaje la amistad de Cannutio es hacia Octavio, luego cabra suponer, si es el mismo, que troc la amistad despus de la constitucin del triunvirato (segn V e l e y o , II 64, 4, habra sido una de las primeras vctimas de las proscripciones).

    44 Octavio haba ocupado el Foro el da 10 de noviembre. Entr las diversas posibilidades que se le ofrecin cuando estaba en Campa-

    nia: permanecer en Capua e impedir el retorno de Antonio a Roma, o interceptar a las legiones de Antonio que se encaminaban a la Galia Cisalpina, o marchar a Roma, eligi esta ltima.

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    templo de Castor y Plux, que sus soldados rodearonceidos con espadas ocultas, y Cannutio habl en pri-

    mer lugar ante el pueblo contra Antonio. A continua-cin, Octavio les record tambin a ellos la memoriade su padre y las cosas que haba sufrido l mismo demanos de Antonio, a causa de lo cual haba enroladoel presente ejrcito para su guardia personal. Aadique l sera un sumiso servidor de su patria en todo y que estaba dispuesto a enfrentarse a Antonio en lasactuales circunstancias.

    Despus de pronunciar estas palabras y disolver laasamblea, el ejrcito consider que se encontraba allpara lo contrario, es decir, para sustentar la reconcilia-cin entre Antonio y Octavio, o bien para servir simple-mente de guardia personal a este ltimo y para tomar venganza sobre los asesinos, por lo cual se indign porla declaracin pblica de guerra contra Antonio, quehaba sido su general y era entonces cnsul. Y algunosde ellos pidieron regresar a sus hogares para proveersede armas, pues no podan aceptar otras armas que lassuyas propias. Otros, incluso, insinuaron el motivo ver-dadero. Octavio, por tanto, se encontraba en apuros, puesel asunto haba tomado un sesgo contrario a sus expec-tativas; sin embargo, esperando ganarlos a su causa mspor la persuasin que por la fuerza, accedi a sus excu-sas y envi a algunos a por las armas y a otros, sencilla-mente, a sus casas 45. Sin revelar su enojo, elogi a to-

    dos los reunidos, los obsequi con regalos y les dijo quelos recompensara con mayor prodigalidad, pues se ser- va de ellos para las situaciones de emergencia, como

    45 La postura un tanto eclctica de Apiano o de su tradicin htrica ante la actitud de Antonio y Octavio se refleja en su inters de presentar, reiterada y pormenorizadamente, las dudas y recelos suscitados entre las tropas, e incluso entre la clase cvica, a la hora de tomar partido en una lucha entre ambos. Esta postura deba de refle

    jar fielmente la realidad histrica.

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    amigos de su padre, antes que como soldados. Con es-tas palabras slo consigui que de los diez mil perma-

    necieran junto a l unos mil o tres mil hombres, pueslas fuentes discrepan en cuanto al nmero. Los demspartieron entonces, pero recordaron de inmediato lostrabajos de la agricultura, las ganancias de la milicia,las palabras de Octavio, su docilidad ante las demandasde ellos y los favores que haban recibido y que espera-

    ban recibir todava. Y, como una multitud inconstante,cambiaron de parecer, y utilizando su pretexto para que-dar bien se armaron y retornaron a su lado. Octavio,por este tiempo, con nuevos recursos monetarios reco-rra Rvena y todos los territorios vecinos alistando con-tinuamente tropas, y envi a todas a Arretio 46.

    Entretanto se haban reunido con Antonio en Brin-disi cuatro de las cinco legiones que estaban en Mace-donia. Los soldados de stas le reprocharon que nohubiera procedido contra los asesinos de Csar y, sinmanifestaciones de plceme, le hicieron comparecer enla tribuna para que les diera explicaciones, en primerlugar, sobre este asunto. Y l, irritado con ellos por cau-sa de su silencio, no se contuvo, sino que les censursu ingratitud porque no le haban testimoniado ningnsigno de agradecimiento por haberlos transferido de lacampaa contra los partos a Italia. Tambin les repro-ch que no hubieran conducido a su presencia a las per-sonas enviadas por un jovenzuelo impulsivo, pues asllamaba a Octavio, para sembrar la discordia entre ellos. A estos hombres, dijo, l mismo se encargara de encon-trarlos, y llevara el ejrcito a la provincia que le habasido votada, la prspera Galia, y dara cien dracmas acada uno de los presentes. Los soldados se rieron de

    46 Octavio, ante la negativa de los veteranos de la Campania d combatir contra Antonio, hubo de emprender otra gira por Etruria y la Cispadana hasta Rvena para recolectar nuevas tropas.

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    su espritu mezquino y, al irritarse Antonio, armaronmayor alboroto an y se separaron. Entonces Antoni

    se levant y dijo solamente: Aprenderis a obedecer.Y orden a los tribunos militares que trajeran a los sodados de espritu sedicioso pues es costumbre en eejrcito romano tener anotado el carcter de cada hom

    bre 47 y ech las suertes entre ellos de acuerdo cola ley de la milicia, pero no castig con la muerte

    la dcima parte en total, sino a una fraccin de ella pensando que con un pequeo castigo los aterrorizaraellos, sin embargo, en vez de un temor mayor, sintierohacia l, a causa de este hecho, ms ira y odio.

    A la vista de esta situacin, aquellos a los que Octavio haba enviado para corromper a los soldados dAntonio, inundaron el campamento con muchos panfletos invitndoles a cambiar la mezquindad y crueldadde Antonio por el recuerdo de Csar, la ayuda a Octaviy la participacin de sus prdigos regalos. Antonio trat de encontrar a estos hombres, ofreciendo grandes recompensas a los delatores y amenazas para quien loocultara. Pero, como no pudo coger a ninguno, se irrit porque pensaba que el ejrcito los encubra. Cuando senter de lo que Octavio haba hecho en las coloniay en Roma, se alarm y acudiendo, de nuevo, ante eejrcito dijo que estaba enojado por lo que les habocurrido a unos pocos por causa del imperativo de ldisciplina militar, aunque la ley exiga el castigo de unmero mayor an, pero que ellos saban, con seguridad, que Antonio no era mezquino ni cruel. Y prosiguiVyase a paseo, en buena hora, el rencor, satisfechcon estos errores y castigos. Respecto a los cien dracmas, orden que os fueran entregados no como un regalo, pues no es ello digno de la fortuna de Antonio, sin

    como un presente de bienvenida por nuestro prim er en47 Aclaracin de Apiano.

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    cuentro; pero es necesario tanto en este asunto comoen los dems obedecer a las leyes de la patria y de lamilicia. Despus de decir esto, no aadi ninguna cosaa su donativo, para no dar la impresin de que el general haba cedido ante sus soldados, y ellos, sea por arre pentimiento o por miedo, lo aceptaron. Antonio, sin em bargo, ya fuera porque segua an irritado con la sedicin o porque tuviera alguna otra sospecha, cambi alo