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LA PERSONALIDAD DE LAS LETRAS
El valor identitario de los sistemas de escritura
Juan Carlos Moreno Cabrera
Universidad Autónoma de Madrid
[En J. J. de Bustos y S. Iglesias (coords.) Identidades sociales e identidades lingüísticas.
Madrid: Editorial Complutense, 2009, páginas 101-118]
1. INTRODUCCIÓN
La escritura tiene dos características que son susceptibles de ser utilizadas con
propósitos identitarios: es impuesta sin discusión posible y se concibe, desarrolla y
promulga con unos determinados fines, no siempre explícitos. Mediante una serie de
ejemplos concretos, vamos a ver cómo entre estos fines que dirigen la adopción,
modificación e imposición de una escritura y de unas normas ortográficas determinadas
puede vislumbrarse el afán por mostrar de modo gráfico la identidad cultural y
lingüística de una comunidad.
2. POLÍGRAFOS Y DIACRÍTICOS. EL PROBLEMA DE LAS GRAFÍAS
EN LAS LENGUAS DE EUROPA Y SU VALOR IDENTITARIO
El alfabeto latino, que es la base del alfabeto romano en el que se escribe la mayoría
de las lenguas europeas occidentales, es una adaptación del alfabeto etrusco, en el que
se observa respecto del alfabeto griego, que sirve de base al etrusco, un número menor
de letras. En el alfabeto griego tenemos 27 letras y en el etrusco y latino, seis letras
menos.
FIGURA1.
EL ALFABETO LATINO Y SUS PREDECESORES
Esta parquedad del alfabeto latino se debe a la estructura fonológica del latín clásico,
para el que se creó. En el sistema fonológico del latín clásico, hay una serie de huecos
llamativos en el modo de articulación fricativo y en el lugar de articulación palatal:
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FIGURA2.
EL SISTEMA FONOLÓGICO DEL LATÍN CLÁSICO
BILA-
BIAL
LABIO-
DENTAL
DEN-
TAL
PALA-
TAL
VELAR GLO-
TAL
NOR-
MAL
LABIAL
OCLUSIVA SON. B /b/ D /d/ G /g/
SOR. P /p/ T /t/ C/K
/k/
QV /kw/
FRICATIVA SON. Z /z/
SOR. F /f/ S /s/ H /h/
NASAL M /m/ N /n/ G/N
/ng/
RÓTICA R /r/
APROXIMANTE L /l/ I /j/ V /w/
La adopción del alfabeto romano para transcribir las lenguas europeas occidentales
supone problemas de adaptación de esa escritura, ya que las lenguas romances, celtas
germánicas y eslavas poseen varios sonidos palatales y fricativos para los que el
alfabeto romano no tiene previsto ninguna letra. Ante ello, entre otras soluciones, hay
dos posibilidades: la utilización de polígrafos, es decir, de una combinación de dos o
más letras o bien la utilización de diacríticos, es decir, de determinados signos gráficos
que modifican la apariencia de algunas letras. La primera solución es sintagmática y
conservadora, dado que no introduce ninguna modificación de las letras romanas;
simplemente las combina. La segunda solución es paradigmática, pues introduce una
serie de oposiciones gráficas entre una letra romana determinada y otra derivada de ella
mediante un signo diacrítico. Las diversas adaptaciones del alfabeto romano para
transcribir lenguas romances, germánicas o eslavas adoptan una combinación de estas
dos estrategias con una proporción característica de cada una de esas adaptaciones. Por
otro lado, las fórmulas que han acabado por imponerse en cada una de estas
adaptaciones tienen una característica notable: sirven para diferenciar las diversas
lenguas nacionales en el medio escrito independientemente de la cercanía lingüística y
genética de esas lenguas nacionales. De hecho, lenguas vecinas y muy relacionadas
genéticamente entre sí suelen elegir las soluciones más dispares posibles de cara a la
función identitaria de los respectivos sistemas de escritura. Vamos a ver esto, con un
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ejemplo concreto, que implica una consonante palatal fricativa sorda (/ ʃ /
correspondiente a la grafía inglesa <sh>) y la consonante africada palatal sorda (/tʃ/)
(correspondiente a la grafía española <ch>). Ninguno de estos dos sonidos existía en
latín clásico y, por tanto, el alfabeto romano no tiene una letra para ellos. Pero los
correspondientes fonemas son frecuentes en las lenguas romances, celtas, eslavas y
germánicas, por lo que muchas de estas lenguas han tenido que recurrir a una
adaptación del alfabeto romano para escribir estos fonemas. Veamos, un apellido de un
importante compositor del siglo XX que contiene precisamente estos dos fonemas. Se
trata de Dmitri Shostakovich. He aquí cómo se escribe este apellido en diversas lenguas
de Europa que utilizan el alfabeto latino.
FIGURA3.
DIVERSAS TRANSCRIPCIONES DE SHOSTAKOVICH
Para el fonema /ʃ/ tenemos un dígrafo en francés <ch>, pero en catalán se utiliza la letra
<x>; en castellano, que carece de este fonema, se suele utilizar el dígrafo anglosajón
<sh>. Por otro lado, para el fonema /tʃ/, el español utiliza precisamente el mismo dígrafo
que el francés usa para /ʃ/, es decir, <ch>, pero el catalán utiliza un dígrafo diferente,
que depende de la transcripción del fonema anterior, es decir <tx> y el francés se ve
obligado a usar el trígrafo <tch>. En este caso, vemos cómo las soluciones adoptadas
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por tres lenguas vecinas son diferentes e identifican inmediatamente las lenguas
correspondientes en los textos escritos. Por su parte, el rumano echa mano de otras
convenciones gráficas diferentes, que se apartan de las que hemos visto por el uso de un
diacrítico en la <s>, una coma suscrita, para transcribir /ʃ/, y el dígrafo <ci> para el
fonema /tʃ/, en donde se utiliza la <i> para indicar la palatalización de la africada
alveolar /ts/, transcrita mediante la letra <c>. En el caso del rumano, cabe pensar en una
diferenciación frente a las lenguas eslavas circundantes, tanto respecto del monógrafo
diacrítico <ş> como del dígrafo <ci>.
El caso de las lenguas germánicas es también típico de lo que estamos diciendo. Dos
lenguas germánica vecinas, danés y neerlandés transcriben el apellido del músico ruso
de formas ligeramente diferentes: el fonema /tʃ/ se transcribe mediante el dígrafo <tj> en
danés, pero mediante el trígrafo <tsj> en neerlandés, por más que ambas lenguas usen el
dígrafo <sj> para el fonema /ʃ/. En alemán tenemos un trígrafo <sch> para /ʃ/ y un
tetrágrafo para /t ʃ/, <tsch>, frente al inglés <sh> y <ch>. Vemos, pues, que en las
lenguas germánicas tampoco se adoptan las mismas soluciones y siempre hay alguna
diferencia que puede servir como seña de identidad.
En cuanto a las lenguas eslavas, el caso del polaco y del checo es muy ilustrativo. Se
trata de dos lenguas muy próximas, que pertenecen al grupo eslavo occidental y que
además son vecinas. Las adaptaciones para estos dos fonemas utilizan uno de los dos
principios mencionados. El polaco opta por los dígrafos y el checo por los diacríticos.
Para /ʃ/ el polaco usa el dígrafo <sz>, mientras que el checo se decanta por un diacrítico
<š>; para /tʃ/ el polaco recurre al dígrafo <cz>, mientras que el checo vuelve a optar por
el mismo diacrítico: <č>.
El caso del húngaro es también muy ilustrativo del uso de las adaptaciones del alfabeto
romano para expresar la identidad. Los húngaros no son indoeuropeos y su lengua
pertenece a una familia diferente: la ugrofinesa. En la adaptación húngara del alfabeto
romano que ha acabado imponiéndose, el fonema /ʃ/ se expresa, contrariamente a lo que
ocurre en polaco mediante el grafema <s>, sin diacrítico alguno (que sí usan, como
hemos visto, los vecinos rumanos). Ello hace que en húngaro, a diferencia de todas las
demás lenguas europeas que utilizan el alfabeto romano, el fonema /s/ se exprese
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mediante el dígrafo <sz>, lo cual es, al menos, tan curioso como el tetrágrafo alemán
<tsch>. En cuanto a /t ʃ / se utiliza en dígrafo <cs>, que es consistente con la
interpretación vista del fonema /s/ y que es característico y típico de la lengua húngara
escrita.
Veamos a continuación algunas de las diferencias en las lenguas eslavas que usan el
alfabeto cirílico, ilustradas en el siguiente texto:
FIGURA4.
Se trata del artículo primero de la declaración universal de derechos humanos escrito en
ruso y en serbio. Puede apreciarse la cercanía de las dos lengua y de los alfabetos ruso y
serbio si nos fijamos en las palabras разумом [razumom] ‘razón’ en caso instrumental y
братства [bratstva] ‘hermandad’ en caso nominativo, que se escriben igual en ruso y
en serbio y se pronuncian también de modo muy similar.
A pesar de ello, hay diferencias, a veces sutiles y a veces más evidentes, entre los
alfabetos ruso y serbio, que sirven para hacer posible su diferenciación inmediata y que
están conscientemente buscadas. Entre las evidentes están las letras <ћ>, <ђ> y <j>,
que son ajenas al alfabeto ruso y que fueron introducidas por Vuk Karadžić a principios
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del siglo XIX en su obra Pismenica serbskoga jezika [Escritura de la lengua servia]
(Cubberley 1993: 40).
Hay diferencias más sutiles que tienen que ver con diferentes soluciones al problema de
la representación de las consonantes palatales en el alfabeto cirílico que, al derivarse
directamente del griego, no disponía de letras y símbolos de palatalización, tan
importante en las lenguas eslavas. El ruso y el serbio adoptan en los mismo contextos
soluciones muy diferentes para expresar la palatalización. En la palabra люди ‘gente’ en
ruso y људска ‘humana’, vemos que la palatalización de la consonante lateral [l] en
ruso se realiza mediante la letra ю [yu]; sin embargo en serbio se prefiere utilizar la
letra compuesta љ que está formada por la fusión de la grafía л <l> más el signo de
palatalización <ь>, que existe tanto en serbio como en ruso, pero que sólo en la
ortografía serbia aparece fundido gráficamente con la consonante anterior. La letra rusa
ю [yu] se corresponde con jy en serbio, como vemos en рождаются en ruso y рађају
en serbio.
3. CUADRADO Y REDONDO: LOS USOS IDENTITARIOS DE LAS
DIFERENCIAS ENTRE LA ESCRITURA MONUMENTAL Y LA
ESCRITURA CURSIVA MANUAL
La escritura se ha manifestado desde siempre en dos modalidades diferentes: la
monumental y la manual o cursiva. La primera se caracteriza principalmente por los
ángulos rectos y la segunda por ser redondeada y curva. Esta diferencia, que se deriva
del medio físico en el que se realiza la escritura, no solo está determinada por las
distintas funciones que adopta la escritura en las diversas sociedades que hacen uso de
ella, sino que también puede ser utilizada con fines identificativos e identitarios. Vamos
a examinar brevemente cuatro ejemplos de esto, cada uno de los cuales tiene unas
peculiaridades muy ilustrativas para la cuestión que quiero ilustrar en este trabajo.
3.1. Los alfabetos cristianos del Cáucaso
Desde el siglo V encontramos dos alfabetos en el Cáucaso muy característicos, que se
usan para escribir dos lenguas vecinas, aunque no relacionadas genéticamente: el
armenio y el georgiano. El alfabeto armenio es una escritura en la que predominan los
ángulos rectos sobre los curvos, sobre todo en las formas minúsculas de las letras.
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FIGURA5.
Desde el siglo V encontramos una escritura georgiana denominada xutsuri en la que,
como en el caso del armenio, se distinguía una forma mayúscula, denominada
asomtavruli y una forma minúscula denominada nusxuri, que podemos ver en las dos
primeras columnas del cuadro que sigue. Esta escritura fue sustituida a partir del siglo
XI por otra, denominada mxedruli (Aronson 1989: 30), en la que, a diferencia de la
escritura armenia, no hay distinción entre mayúsculas y minúsculas y en la que, como
puede apreciarse en la columna tercera del cuadro siguiente, predominan las líneas
curvas sobre las cuadradas.
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FIGURA6.
LOS ALFABETOS GEORGIANOS
En este caso, entre otros factores que no analizaremos aquí, se optó por una escritura
que fuera distintiva respecto de la de los vecinos armenios. De esta forma, es fácil
distinguir un texto escrito en armenio de otro en georgiano, tal como podemos apreciar
en el siguiente ejemplo, donde aparecen los dos primeros artículos de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos primero en armenio y después en georgiano:
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FIGURA7.
3.2. El alefato y el alifato
El alefato hebreo tiene una historia muy dilatada que abarca al menos unos tres
mil años (Coulmas 1996: 197), pero ahora nos interesa el alefato hebreo conocido como
ketab merubba o ‘escritura cuadrada’ que es una evolución del alfabeto arameo que
mantuvo durante mucho tiempo una forma constante, pero que, a partir del tercer siglo
antes de Cristo (Coulmas 1996: 23), se diversifica en escrituras nuevas como la siríaca,
la nabatea, la palmirena y la hebrea cuadrada. Esta escritura cuadrada se viene a
imponer como canónica en torno al año 100 de nuestra era como una manera de obtener
una uniformidad gráfica (Meyer 1989: 54). He aquí el alefato hebreo de caracteres
cuadrados:
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FIGURA8.
ALEFATO HEBREO
El alifato árabe, procede la escritura nabatea y se originó en el siglo IV de nuestra era,
aunque el documento más antiguo data del siglo VI de nuestra era (Coulmas 1996: 18).
Se trata de una escritura cursiva, en el que predomina lo redondeado sobre lo cuadrado,
tal como podemos apreciar en la siguiente figura.
FIGURA9.
EL ALIFATO ÁRABE
Aun cuando los árabes no necesariamente hayan elegido de modo consciente una
escritura cursiva redondeada para diferenciarse de los hebreos, lo cierto es que hoy en
día, el judaísmo está simbólicamente asociado con la escritura cuadrada y el islam está
indisolublemente asociado a la escritura cursiva y redondeada del alifato árabe. Lo más
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curioso de todo es que ambas escrituras descienden de la escritura aramea y han seguido
dos caminos opuestos: el cuadrado y monumental frente al redondo y cursivo. De nuevo,
vemos que la apariencia de las letras de cada uno de los alfabetos ha pasado a ser un
símbolo claramente reconocible de dos identidades religiosas y culturales distintas, hoy
en día tan dramáticamente contrapuestas.
3.3. Los alfabetos de la India
La India constituye el ejemplo más impresionante e ilustrativo de cómo se puede
utilizar la escritura para expresar la identidad étnica y cultural. Todas las escrituras
autóctonas que se utilizan actualmente en la India proceden al escritura bramí que se
supone en uso al menos desde el año 500 a. C. y cuyo origen podría haber estado en la
escritura aramea. Cada letra de la escritura bramí representa una consonante seguida de
la vocal [a]; las demás vocales se expresan mediante alguna modificación gráfica de
cada una de esas letras. Hay también letras separadas para las vocales. Todas las
escrituras de la India se basan en este mecanismo alfabético basado en la sílaba (que no
da origen a ningún silabario, tal como se argumenta en Moreno Cabrera 2005: 141-142).
Si nos fijamos en la apariencia de estas escrituras, observaremos que hay notables
diferencias en las formas de las letras, aunque los principios que estructuran todas estas
escrituras sean siempre los mismos. Veamos un mapa de la India en el que el nombre de
cada estado indio figura en la grafía original de su lengua característica.
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FIGURA10.
En la siguiente ilustración vemos un texto sánscrito vertido en las diferentes escrituras
de la India, en el que se pueden apreciar mejor aún estas diferencias en la forma de las
letras:
FIGURA11.
Podemos clasificar fácilmente las escrituras en dos grupos: las del norte, basadas en el
alfabeto nagari, en el que se escribe el sánscrito y el hindi, y las del sur. Las segundas
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son más cursivas, manuscritas y redondeadas que las primeras, que son más rectas y
monumentales.
Ejemplos de las primeras en el texto en cuestión son la escritura nagari, bengalí,
guyarati y gurmukhi (escritura del penyabí); los ejemplos de escrituras que siguen el
modelo meridional son el oriya, tamil, telugu, malabar y kanarés.
La escritura bengalí, guyarati y gurmukhi se derivan claramente de la escritura nagari,
pero cada una de ellas aporta rasgos distintivos que sirven para hacerlas marcas de
identidad. Podemos apreciar que la escritura bengalí tiene una mayor preferencia por los
ángulos que la nagari; en este sentido es un poco menos redondeada que ella. Por otro
lado, la escritura gurmukhi es algo más redondeada que la nagari y, por último, la
escritura guyarati prescinde de la línea recta superior típica de las escrituras anteriores y
es algo más redondeada que la nagari. En cualquier caso, la forma de las letras es
suficientemente distinta como para servir de marca identitaria.
En cuanto a las escrituras del sur observamos que la malabar y la oriya son escrituras en
las que predominan de modo acentuado las curvas y círculos, pero se distinguen
claramente porque los caracteres de ésta aparecen más aislados que los de aquella. Por
su parte, la escritura tamil es la más recta de estas escrituras del sur y, en este aspecto,
se asemeja más a la nagari. Las escrituras telugu y kanaresa están íntimamente
relacionadas, aunque se pueden ver diferencias que saltan fácilmente a la vista. Por
ejemplo, en la escritura kanaresa puede apreciarse una línea recta superior más o menos
continua, similar a la de la escritura nagari, que en telugu es casi inexistente.
El ejemplo de la India es una demostración muy vistosa de cómo a partir de un mismo
sistema de escritura (la escritura bramí) se pueden desarrollar diversas adaptaciones que
dan a cada una de las lenguas y culturas que conviven en su inmenso territorio una carta
de identidad visual propia, sin por ello desvirtuar los principios fundamentales que
informan ese sistema de escritura.
3.4. La escritura japonesa
La escritura japonesa nos ofrece un ejemplo muy interesante de cómo se utilizan
sistemas diferentes con funciones sociales definidas. Al adoptar la escritura china,
pensada para una lengua que no tiene nada que ver con la lengua japonesa, los japoneses
desarrollaron dos silabarios. El silabario katakana es una escritura donde predominan las
líneas rectas sobre las curvas:
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FIGURA12.
EL SILABARIO KATAKANA
Este silabario procede de la simplificación de algunos caracteres chinos y se origina a
finales del siglo VIII de nuestra era hacia el fin de la época Nara (Griolet 1999: 129). He
aquí una tabla en la que se relaciona cada silabema con el correspondiente logograma
chino del que procede por simplificación.
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FIGURA13.
EL SILABARIO KATAKANA Y SU RELACIÓN CON LOS CARACTERES
CHINOS
Además de este silabario, se desarrolló a partir del siglo IX otro de carácter cursivo, en
el que predominan las líneas curvas, denominado hiragana. Es una escritura que nace
en la aristocracia y se difunde particularmente entre las mujeres de la nobleza y estuvo
en principio reservada a la correspondencia privada. (Griolet 1999: 130)
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FIGURA14.
EL SILABARIO HIRAGANA
Esta escritura cursiva surge, como podemos apreciar en la tabla siguiente, de la versión
manuscrita de algunos caracteres chinos:
FIGURA15.
EL SILABARIO HIRAGANA CON LOS CARACTERES CHINOS
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Pues bien, modernamente se ha generalizado en Japón un uso distintivo de carácter
identitario para los dos silabarios. El hiragana se usa para expresar palabras y morfemas
gramaticales japoneses y el katakana se utiliza habitualmente para transcribir nombres
extranjeros, entre otros usos. Para ver esto, doy la entrada de la palabra España que
puede leerse en la versión japonesa de la Wikipedia.
FIGURA16.
En la entrada se utilizan los caracteres chinos (o kanji), el silabario hiragana y el
silabario katakana.
Como España es un nombre extranjero, se escribe en katakana. Observamos aquí una
particularidad interesante. En japonés actual la trascripción de España es la de la
denominación anglosajona (Spain):
ス ペ イ ン
su pe i n
Sin embargo, entre paréntesis, se da la trascripción de España en su versión española:
エ ス パー ニャ
e su pa ña
En ambos casos, se utiliza el katakana, que indica que la palabra no es japonesa. Este
uso del silabario katakana para expresar de modo gráfico inmediato los vocablos no
japoneses es un uso identitario de la escritura que ocupa un lugar especial entre los usos
que hemos visto en las secciones anteriores.
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4. Conclusión
En estas páginas, hemos ido viendo cómo algunos aspectos de los distintos
sistemas de escritura que hay en el mundo pueden adquirir a lo largo de su desarrollo un
carácter identitario y cómo algunas de las adaptaciones de esos sistemas para transcribir
lenguas diferentes pero vecinas entre sí pueden estar en parte guiadas por la necesidad
de encontrar una forma gráfica de identificación de una determinada comunidad
lingüística que exprese a través del medio visual su idiosincrasia lingüística y cultural.
BIBLIOGRAFÍA
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COULMAS, F. (1996): The Blackwell Encyclopedia of Writing Systems, Oxford,
Blackwell
CUBBERLEY, P. (1993): “Alphabets and transliteration” en COMRIE, B.Y CORBETT,
C. (eds.), The Slavonic Languages, Londres, Routledge, págs. 20-59
GRIOLET, P. (1999): “L’Écriture au Japon” en CHRISTIN, A.-M. (dir.) Histoire de
l’écriture, París, Flammarion, 1999: 122-141.
MEYER, R. (1989): Gramática de la Lengua Hebrea, Barcelona, Riopiedras.
MORENO CABRERA, J. C. (2005): Las lenguas y sus escrituras. Tipología, evolución
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