Vida de una geisha, de Mineko Iwasaki: Autobiografía, proceso de formación como geisha y...

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I UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN FACULTAD DE EDUCACIÓN PEDAGOGÍA EN ESPAÑOL VIDA DE UNA GEISHA DE MINEKO IWASAKI: AUTOBIOGRAFÍA, PROCESO DE FORMACIÓN COMO GEISHA Y DISTANCIAMIENTO CRÍTICO DEL MODELO IMPUESTO SEMINARIO PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN EDUCACION MENCIÓN ESPAÑOL Prof. Guía: Dra. María Teresa Aedo Fuentes Seminaristas: Patricia Campos Muñoz Nicole Montero Barrientos Concepción, 2015

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I

UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓNFACULTAD DE EDUCACIÓNPEDAGOGÍA EN ESPAÑOL

VIDA DE UNA GEISHA DE MINEKO IWASAKI:AUTOBIOGRAFÍA, PROCESO DE FORMACIÓN COMO

GEISHA Y DISTANCIAMIENTO CRÍTICO DEL MODELOIMPUESTO

SEMINARIO PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN EDUCACION MENCIÓNESPAÑOL

Prof. Guía: Dra. María Teresa Aedo Fuentes

Seminaristas: Patricia Campos MuñozNicole Montero Barrientos

Concepción, 2015

II

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer en primer lugar a Mineko Iwasaki, de quien admiramos su temple

tanto para hacer frente a los mitos y estereotipos mundiales sobre su profesión como para escribir

su autobiografía, la cual nos convoca y de la que aprendimos muchísimas más cosas de las que

pudimos abarcar en esta investigación.

A nuestras familias por el apoyo incondicional que nos han brindado durante este largo

pero interesantísimo proceso.

A nuestras parejas por el apoyo igualmente incondicional y por las ideas y preguntas que

en más de alguna ocasión nos plantearon, las cuales ayudaron en la maduración de varias de las

ideas plasmadas en esta tesis.

Y finalmente, aunque no menos importante, a nuestra profesora guía María Teresa Aedo,

por confiar en nosotras y en nuestra propuesta, por sus vitales aportes y correcciones sin las

cuales probablemente no habríamos conseguido terminar esta investigación. Siempre

recordaremos la paciencia y el cariño con que nos ha guiado, con la esperanza de poder volver a

compartir con ella en el futuro otros momentos igualmente provechosos.

III

RESUMEN

El objetivo de la presente tesis es analizar el proceso de identificación y desidentificación

de la protagonista, Mineko Iwasaki, respecto del proceso de formación de una geisha, a lo largo

del cual va desarrollando una percepción crítica y formulando una identidad y discurso propio.

Para el análisis de Vida de una geisha fueron consideradas investigaciones sociales y culturales

en torno a Oriente y Japón para profundizar en qué consiste realmente "el ser geisha" y los

equívocos que existen en torno a dicha profesión; la autobiografía como género literario; el relato

de formación de protagonista femenina y estudios de género.

Palabras claves: maiko, geiko, geisha, karyukai, Mineko Iwasaki, identidad,

autobiografía, relato de formación de protagonista femenina, bildungsroman.

IV

ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS _______________________________________________________ IIRESUMEN_________________________________________________________________ IIIINTRODUCCIÓN ___________________________________________________________ 1PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA _________________________________________ 4MARCO TEÓRICO __________________________________________________________ 5CAPÍTULO 1. Orígenes y contexto sociocultural del Mundo de la Flor y el Sauce. _____ 19CAPÍTULO 2. Infancia: hacia el proceso de acercamiento y formación de geisha.______ 26CAPÍTULO 3. Adolescencia: el arduo camino de una maiko. _______________________ 42CAPÍTULO 4. Adultez: la ejecución perfecta del ser geiko._________________________ 64CAPÍTULO 5. Ruptura del pacto de silencio: autodesignación y asentamiento de undiscurso propio _____________________________________________________________ 81CONCLUSIÓN _____________________________________________________________ 87BIBLIOGRAFÍA____________________________________________________________ 91

1

INTRODUCCIÓN

La presente tesis aborda el libro Vida de una geisha escrito por Mineko Iwasaki, quien

fue una popular geisha durante las décadas del 60 y 70 del siglo pasado. Su autobiografía fue

lanzada en el año 2004 siendo traducida a múltiples idiomas dada la relevancia que tuvo Mineko

en su época y la preponderancia que aún posee dicha geisha dentro de Japón.

La motivación para trabajar en esta autobiografía nace a partir de nuestro interés acerca

del país nipón, el cual posee una gran aceptación en la cultura pop, ya sea por la animación,

videojuegos o comidas tales como el sushi. Sin embargo, nuestra idea es ir más allá de este punto

y ahondar en asuntos culturales y sociales a través de una autobiografía que es redactada por una

autora japonesa y que al mismo tiempo se nos presenta como una figura reconocible y auténtica

de Japón, lo que ofrece una perspectiva confiable y única. La mismísima Mineko Iwasaki es

quien nos señala en la introducción de su autobiografía que ninguna mujer se ha atrevido a

revelar los secretos de su oficio, lo que hace aún más atractivo seguir con la lectura de Vida de

una geisha e investigar más en profundidad aspectos culturales de la sociedad japonesa y que a

veces resultan malentendidos a través de nuestros ojos occidentales.

El oficio de “geisha” es percibido frecuentemente de un modo superficial o errado,

pensando a estas mujeres como sirvientas, cortesanas o prostitutas exóticas de Oriente y que solo

han sido observadas en fotografías o en el séptimo arte. Este estereotipo es derribado en la

autobiografía de Mineko, la cual muestra que la formación de una geisha es el resultado de

arduos años de estudio y trabajo, abarcando diversas disciplinas, especialmente de índole

artística, convirtiendo a las geishas en portadoras y guardianas de una larga tradición en una

sociedad japonesa actualmente muy moderna.

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Estas mujeres niponas deben superar diversas etapas en su formación para consolidarse,

lo que las hace equiparables a las heroínas de novelas femeninas. Es por ello que, para analizar

esta autobiografía, tomamos elementos de los relatos de formación de protagonista femenina y

también de la autobiografía como género literario.

Mineko Iwasaki cuenta que estas mujeres japonesas estaban inmersas desde muy

pequeñas en esta profesión, sin embargo, en los tiempos actuales las niñas se inician en torno a

los 15 años y culminan su educación a los 20 años de edad. Mineko siguió estos parámetros

oficiales, aunque su vida dentro de este exclusivo mundo comenzó oficialmente a los 6 años,

acercándose al antiguo estilo impuesto para las aprendices de geishas. Nuestra geisha en cuestión

se propuso a sí misma ser la número uno en su tiempo y lo consiguió: según algunos medios de

comunicación y para los entendidos en la materia, Iwasaki fue la mejor geisha de su época e

incluso sugirieron que fue la mejor del siglo anterior. El éxito estuvo asegurado durante dos

décadas pero al mismo tiempo devino en una vida agotadora y de autosacrificio que obligó a

Mineko Iwasaki a tomar drásticas decisiones para su futuro.

Es por ello que, siguiendo el ritmo del relato, el desarrollo de nuestra tesis está dividido

en 5 capítulos que avanzan al mismo ritmo de la autobiografía: el inicio abarca la infancia, da

paso a su juventud y que culmina con la madurez de una artista que está en su mayor apogeo,

bordeando los 30 años. Las reflexiones de la autora de Vida de una geisha se hacen cada vez más

patentes a medida que el texto encuentra su final, lo que abarca nuestro quinto y último capítulo

de tesis.

Es importante mencionar que nuestra investigación no ofrece discusión bibliográfica

puesto que, durante el proceso investigativo, no encontramos trabajos académicos ni textos de

similar índole que analizaran la autobiografía de Iwasaki o se acercaran a nuestra hipótesis. Esto

3

lo atribuimos al desconocimiento que existe de Vida de una geisha en esta región del mundo y lo

opacada que ha sido por el best seller Memorias de una geisha, del cual sí encontramos material

(y descartamos) durante el proceso de investigación. A lo anterior podemos agregar que esta

autobiografía ni siquiera está disponible en librerías de nuestro país, de hecho el texto físico con

el que trabajamos fue importado desde Uruguay. El material más recurrente en torno a Mineko

Iwasaki y su texto fue encontrado en periódicos en la web y blogs, sin embargo, solo

consideramos a los primeros para obtener más detalles sobre su vida y obra, mientras que los

segundos no fueron considerados debido a su informalidad como fuente de investigación.

Por último, pedimos las disculpas pertinentes por realizar este estudio en torno a temas

orientales, ya que podría caer en generalizaciones, reduccionismos culturales o contradicciones

que pudiesen ofender a Mineko Iwasaki o cualquier otra mujer de Japón o el mundo. Es

necesario que se comprenda que, en caso de haber incurrido en una generalización,

reduccionismo o contradicción, no lo hicimos adrede sino que ha sido un error propio de

investigadoras noveles. Tratamos que no ocurriese y sabemos que no todas las mujeres son

iguales y que por lo tanto, la realidad de la geisha difiere de la de una ama de casa, de una mujer

trabajadora o profesional de Tokio o que incluso esta sea diferente de la que vive en Osaka.

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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Hipótesis

Vida de una geisha de Mineko Iwasaki es un texto autobiográfico que muestra el

itinerario de formación de la protagonista como geisha y su gradual distanciamiento crítico del

modelo impuesto hasta acceder a su configuración como sujeto autónomo y autodefinido, con

una voz y discurso propio.

Objetivo General

Analizar el proceso de identificación y desidentificación de la protagonista, Mineko

Iwasaki, respecto del proceso de formación de una geisha, a lo largo del cual va desarrollando

una percepción crítica y formulando una identidad y discurso propio.

Objetivos Específicos

1. Explicar el significado del ser geisha en la cultura japonesa tradicional y cómo se

percibe su imagen desde la mirada occidental.

2. Reconocer en el relato de Iwasaki los rasgos textuales que hacen posible caracterizarlo

como autobiografía y relato de formación de protagonista femenina.

3. Analizar en el relato de Mineko Iwasaki las etapas del proceso de formación como

geisha y el proceso de identificación y gradual desidentificación con el modelo, mediante la

transgresión de las normas que regulan su construcción.

4. Analizar el sentido que adquiere la ruptura del pacto de silencio como conquista de un

discurso propio y testimonio crítico de la profesión de geisha actual.

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MARCO TEÓRICO

La autobiografía es un texto escrito en primera persona, en donde el sujeto narra el relato

de su vida según los aspectos que el propio autor o autora considera más relevantes para la

construcción de su identidad. Lejeune (citado por Araújo, 1997) dice que llamamos autobiografía

a la narración retrospectiva en prosa que alguien hace de su propia existencia cuando pone el

acento principal en su vida especialmente en la historia de su personalidad. Aunque esta

narración retrospectiva no es necesariamente fiel a los hechos vividos por el yo narrador, en sus

orígenes, vinculados al surgimiento de la Revolución Industrial, la coincidencia entre el autor y

el yo-narrador era una forma de otorgarle validez de la razón y como una forma de afianzamiento

del individualismo occidental; por otra parte, a través de la intromisión de lo privado en lo

público, el relato autobiográfico rompe el esquema binario establecido en la sociedad burguesa

occidental. En la actualidad, la coincidencia autor/yo-narrador se ha ido disociando, en la medida

que se considera que el relato de las vivencias no sólo es una expresión de lo almacenado en la

memoria, sino también una mediación narrativa en la que se expresan influencias culturales e

intertextuales a las cuales pudo haber recurrido para darle forma a su texto. Araújo explica que

los textos autobiográficos, en sus orígenes, se consideraban extraliterarios por su carácter

problemático debido a los límites ambiguos y flexibles en los que se mueven estos relatos, lo que

impide a las instituciones y crítica literaria definir a qué género pertenecen.

Debido a la flexibilidad del relato autobiográfico, los límites entre el autor y el yo-

narrador se vuelven difusos, pues la estructuración del relato sigue una lógica narrativa en la que

el tiempo del relato sigue la linealidad de la vida1. Arfuch (2010) propone que la temporalidad es

1 El cronotopo es un concepto creado por Mijaíl Bajtín, quien extrapola este término a partir de la teoría de la

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una clase estructural de relato, en donde la experiencia y las vivencias adquieren un carácter

narrativo, “no habrá así como una “una vida” (...) que preexista al trabajo de la narración, sino

que esta, como forma del relato, y por ende, como puesta en sentido, será un resultado,

podríamos aventurar, contingente” (p. 65). El relato autobiográfico, entonces, podrá escaparse de

la realidad hacia la ficción, en donde el lector queda atrapado en una historia rememorativa en la

que el enunciador se reconstruye a sí mismo como otro a través de la narración de lo que era y de

lo que ha llegado a ser; en donde autor y narrador no son coincidentes a pesar del efecto de

mismidad que puede producir el hecho que lleven el mismo nombre. Es un efecto de

extrañamiento producido por la no coincidencia entre la experiencia vivencial y la obra, en

palabras de Bajtín (citado por Arfuch, 2010): “(…) en primer lugar, el extrañamiento del

enunciador respecto de su “propia” historia; en segundo lugar, coloca el problema de la

temporalidad como un diferendo entre enunciación e historia, que trabaja inclusive en los

procedimientos de autorrepresentación” a través de los diversos procedimientos retóricos y

dialógicos en los que el sujeto se “crea”. La misma idea de que el discurso pretenda ser fiel a la

vida en la que se inspira, según Barthes (citado por Arfuch, 2010):

(…) responde, según Barthes, a una “ilusión referencial”, que no es otra cosa que el uso de ciertosprocedimientos de escritura. Uno de esos procedimientos es el “efecto de realidad”, que consistejustamente en la introducción de detalles no relevantes para la trama ni significantes en sí mismo,pero que operan suplementariamente como marcadores de “realidad”.

La reconstrucción que el yo-narrador hace de sí mismo coincide con la construcción de

una autoimagen, en donde el único testimonio sobre el individuo que puede considerarse objetivo

es el que él mismo puede dar. Benveniste (citado por Arfuch, 2010) señala que:

relatividad de Albert Einstein. Un cronotopo, en palabras simples, es la organización del espacio y del tiempo encada género literario, es decir, es la configuración espacio-temporal de una obra determinada. Bajtín señala queexisten cronotopos estables, que se repiten desde el punto de vista tipológico. Por ejemplo, “la ciudad de provincia”es un cronotopo recurrente que aparece en novelas como Madame Bovary o La Regenta, que nace a mediados delsiglo XIX, presentando ciudades burguesas con un paisaje lleno de casas, tiendas y calles, en donde la vida se tornarutinaria y, por lo tanto, se vive dentro de un tiempo cíclico. A partir de este pequeño ejemplo se puede afirmar queel cronotopo tipifica a que género pertenece una obra.

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Es ‘Ego’ quien dice ‘ego’ (…) Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto,porque solo el lenguaje funda en realidad, en su realidad que es la del ser, el concepto de ‘ego’.Tal posición no se define por el sentimiento de alguien de ser “él mismo”, sino por una “unidadpsíquica que trasciende la totalidad de las experiencias vividas que reúne y que asegura lapermanencia de la conciencia.

No obstante, ya que la autobiografía solo presenta algunas vivencias que el mismo

individuo considera trascendentales para la construcción de su identidad, es necesario entender

que el sujeto autobiográfico se encuentra incompleto y, por ende, susceptible a la autocreación y

autorreconocimiento; se desliza como un Otro cuyo retrato se encuentra en una posición

enunciativa dialógica respecto al lector, y también respecto a “otros yo” de otras épocas.

Por otra parte, la inclusión de textos autobiográficos femeninos intensifica el carácter

problemático de la autobiografía, debido a que los modelos canónicos de este género se basan

intrínsicamente en patrones de vida androcéntricos, los cuales son lineales y enfocados a un

propósito final de vida y se dejan de lado perspectivas marginales como la femenina. Por su

parte, los patrones de vida femeninos suelen ser circulares y fragmentarios debido a que las

mujeres son heterodesignadas a través de sus relaciones interpersonales, son destinadas a vivir

por y para otros, y en consecuencia, las condicionan a autodefinirse por medio de sus relaciones

interpersonales, en donde la búsqueda de un objetivo final de vida y/o autodefinición no es lo

central del relato. Los impedimentos del modelo femenino impuesto por el sistema sociocultural

e histórico en donde esté inserta la yo-narradora le dificulta moldear sus propias experiencias de

la misma forma que los varones.

Esta misma experiencia diferenciada de las mujeres se refleja en otros tipos de textos de

ficción centrados en la historia personal de un personaje, como los relatos de formación de

protagonista femenina. Son textos de ficción que narran el proceso de aprendizaje y crecimiento

de su personaje principal femenino y que surge a partir de la necesidad de diferenciarlo de la

novela de formación (Bildungsroman) que se enfoca en los personajes masculinos, los cuales no

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pueden ser catalogados como las primeras a menos que se hagan las concesiones para las

diferencias genéricas correspondientes. De acuerdo con María Inés Lagos (1996), “el énfasis de

las diferencias muestra que no hay un desarrollo paralelo en los dos sexos, por lo que no debe

sorprender que los textos que articulan estas experiencias sean también diferentes” (p. 36). Los

valores que son deseables en el héroe, como una vida independiente, están ligados al espacio

público y a los roles productivos; en la heroína son subvertidos, pues lo que se espera de ella es

que aprenda a ser sumisa, a depender de otros para su protección y a llevar una vida ligada al

espacio privado y a los roles reproductivos.

A pesar de los contrastes entre el bildungsroman y el relato de formación de protagonista

femenina, este último no es un opuesto o una versión negativa del primero, sino que debe

considerarse un subgénero paralelo y original, en donde se reflejan las diferencias en el

desarrollo de los dos sexos. Mientras que la educación masculina se enfoca en sentido de

autonomía e independencia, el de las féminas carece de la libertad de elegir ni de tomar

decisiones sobre su vida, es decir, deben ser dependientes y serviles. En vista que las

posibilidades de desarrollo de las mujeres son más limitadas que las de los varones, se produce

un conflicto en la protagonista, quien busca satisfacer sus deseos de desarrollo libre pero se ve

reprimida por el modelo que le impone la sociedad, razón por la que está destinada a la

desilusión. Para resolver este conflicto, la protagonista puede optar por rebelarse contra el

modelo o aceptarlo y resignarse a vivir dentro de él.

Estos relatos ofrecen una doble lectura, similar a un palimpsesto2, en donde se presentan

dos historias o, en este caso, dos voces, en donde una representa la historia convencional y/o la

voz dominante que cuenta lo que está permitido; en tanto la otra historia y/o voz la subvierte,

2 Manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente. Real AcademiaEspañola. (2012). Palimpsesto. En Diccionario de la lengua española (22.a ed.). Recuperado dehttp://lema.rae.es/drae/?val=palimpsesto

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representa lo que se reprime o no debe ser contado. En el caso del relato de formación de

protagonista femenina, esta voz habla de la condición disminuida y falta de poder que poseen las

mujeres dentro del orden social, que se evidencia a través del lenguaje utilizado en el discurso.

Según la perspectiva teórica de Judith Butler (1990), la identidad construida se constituye

por la actuación reiterada de una serie de actos cuyos significados sociales preestablecidos son

legitimados por la repetición de estos, lo cual provoca la ilusión de que los significados

asignados a los comportamientos de un tipo de género están esencialmente ligados a la identidad

biológica del individuo. No obstante, el género, como identidad, no está inscrito en el yo de la

persona ni en su sexo biológico, es una ficción social hecha para cumplir un modelo de verdad y

de falsedad relacionado con el binarismo feminidad/masculinidad, por lo que quienes no

cumplan ni (re)interpreten correctamente estos modelos serán sancionados, en tanto que quienes

sí lo hagan serán aceptados al cumplir con las expectativas implícitas en las normas sociales

regulatorias del género. A razón de esto, el género se considera un acto performativo3 porque se

debe comprender que el cuerpo carece de significado, por lo que el género se inscribe en él y le

otorga una expresión concreta, cultural e histórica a través de un rol que se corresponda en el

esquema binario con una de las dos alternativas genéricas aceptadas socialmente.

De Lauretis (1989), al igual que Butler, señala que el género esta inscrito en los cuerpos

de los individuos y que por lo tanto es una “(…) representación o auto-representación, es el

producto de variadas tecnologías sociales -como el cine- y de discursos institucionalizados, de

epistemologías y de prácticas críticas, tanto como de la vida cotidiana” (p. 8). Estas tecnologías

sociales que De Lauretis llama “tecnologías del género” son, por lo tanto, aparatos tecno-sociales

3 Un acto performativo o realizativo es, según J. L. Austin, un enunciado en donde el hecho expresado se realiza porsi mismo, es decir, no solamente describe aquel acto sino que al momento de emitirlo provoca un cambio, creando loque se describe. Estos hechos se dan con determinados verbos, tales como “declarar”, “bautizar”, “condenar”,“prometer”, “jurar”, “expropiar”, etc.

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o bio-médicos4, tales como herramientas, técnicas, estrategias, instituciones y discursos, que

reproducen los comportamientos, las relaciones sociales y de los cuerpos con un determinado

género.

Las concepciones culturales de lo masculino y lo femenino como dos categorías complementariasaunque mutuamente excluyentes en las que los seres humanos están ubicados, constituye en cadacultura un sistema de género, un sistema simbólico o sistema de significados que correlacionansexo con contenidos culturales de acuerdo con valores sociales y jerarquías. (p. 11)

Esta oposición sexual universal, además de reglamentar estas categorías, compara a la

mujer respecto del varón, es decir, la mujer como diferencia a partir de este.

La mujer respecto al varón, como ya hemos dicho, se construye como diferencia a partir

del varón; lo cual implica que la representación de las mujeres sea homogénea y rígida, pues en

general son enmarcadas dentro de la figura arquetípica de la “Mujer”, omitiendo las diferencias

que existen entre las mujeres. La “Mujer” y su representación posee una esencia que es inherente

a todos las féminas y que también es llamada como la Naturaleza, la Madre, la Feminidad, etc.

Estos conceptos son producto de las tecnologías del género y los roles sociales que se le ha

asignado a las mujeres y deja de lado la multiplicidad de estas, ni toma en cuenta que son sujetos

reales e históricos y que tienen diferencias entre sí, ya sea por etnia, religión, política, raza, etc.

Esta homogeneidad se debe a asuntos sociológicos, antropológicos y universales, y no sólo por

razones biológicas.

Para afirmar lo anterior, citaremos a Chandra Talpade Mohanty (2008) quien dice lo

siguiente:

La relación entre “Mujer”, un compuesto cultural ideológico del Otro construido a travésde diversos discursos de representación (científicos, literarios, jurídicos, lingüísticos,cinemáticos, etc.) y “mujeres”, sujetos reales, materiales, de sus propias historiascolectivas, es una de las cuestiones centrales que la práctica de la academia feminista busca

4 Se pueden considerar aparatos tecno-sociales a la publicidad, el cine, la literatura, la teoría, la televisión, lascostumbres y otros medios a través de los cuales se perpetúa la (las) diferencia(s) sexual(es). En tanto, se puedeconsiderar aparatos bio-médicos a las mutilaciones genitales, cirugías estéticas y otras modificaciones que se lerealice al cuerpo biológico del individuo con tal que lo acerque a la norma.

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abordar. (p. 2)

Sin embargo, existe cierta tendencia a caer en un reduccionismo cultural y

generalizaciones metodológicas, en donde las diversas identidades de las féminas se engloban en

una sola idea monolítica del status de las mujeres que, finalmente, no hace más que reafirmar

binarismos como Mujer/Varón, Naturaleza/Cultura, Oriente/Occidente, Centro/Periferia,

Bien/Mal, etc. Se observa que las académicas occidentales se auto-representan como modernas,

educadas, poseedoras del control de su cuerpo y de su sexualidad, a diferencia de lo que asumen

que ocurre con las mujeres del tercer mundo, ya sea orientales, africanas, árabes, etc. Esta auto-

representación, si se analiza, se desmantela en una realidad imaginada que no coincide con la

realidad material:

Si esto fuera una realidad, no habría necesidad de movimientos políticos en Occidente. Deforma similar, sólo es posible definir al “tercer mundo” como subdesarrollado yeconómicamente dependiente desde el punto de vista privilegiado de Occidente. Sin eldiscurso sobre-determinado que crea al tercer mundo, no habría un (singular yprivilegiado) primer mundo. Sin la “mujer del tercer mundo”, la auto-presentación de lamujer occidental antes descrita sería problemática. Estoy sugiriendo, entonces que la unahabilita y sostiene a la otra. (p. 20)

Esta auto-referencia es una construcción de las propias mujeres de primer mundo en la

que ellas se sitúan como el estándar primario a seguir por las demás mujeres. Esta norma es

paradójica en cuanto reafirma los binarismos ya mencionados, e implícitamente normaliza los

parámetros en los que una cultura y sus habitantes (en este caso, las mujeres) deberían amoldarse

para ser consideradas “desarrolladas”, al igual como ocurre con las normas regulatorias de

género.

De acuerdo con Butler (2004), las normas regulatorias son los procesos disciplinarios

implícitos que determinan ciertas conductas y asignan ciertos espacios a las personas.

Una norma no es lo mismo que una regla, y tampoco es lo mismo que una ley. Una normaopera dentro de las prácticas sociales como el estándar implícito de normalización. Aunqueuna norma pueda ser separable analíticamente de las prácticas en las que está incrustada,

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puede también resultar resistente a cualquier esfuerzo por descontextualizar su operación.Las normas pueden o no ser explícitas, y cuando operan como el principio normalizador enla práctica social es común que permanezcan implícitas, difíciles de leer y discernibles deuna manera más clara y dramática en los efecto que producen. (p. 10)

A raíz de esto, se puede afirmar que el género es un tipo de norma regulatoria, que

determina qué es y no es femenino o masculino en los cuerpos de los individuos y, en

consecuencia, esta norma también afecta el funcionamiento de la sociedad en la que se insertan

para regular y controlar el cumplimiento del modelo establecido.

Además de este conocimiento académico, para nuestra investigación es necesario conocer

ciertos vocablos básicos y distinciones que son propias de la cultura japonesa y del mundo de las

geishas, las cuales detallaremos a continuación.

El vocablo japonés Geisha significa literalmente “artista”, pues las geishas son mujeres

instruidas en varias disciplinas artísticas y protocolos propios de la cultura japonesa. Ellas son

extremadamente cultas y disciplinadas, cuya formación incluye protocolo, etiqueta, ceremonia

del té, cultura general, literatura, historia, poesía, caligrafía, canto, música e interpretación

musical de instrumentos tradicionales y danza tradicional. Actualmente, las geishas contienen y

velan las tradiciones centenarias de un Japón que se ha modernizado vertiginosamente en el

último siglo. Ser geisha es encarnar un ícono de la cultura y de la belleza tradicional japonesa,

cuya misión es complacer a sus clientes, es decir, servirles. No obstante, esto último se tergiversa

en la visión occidental a través de la ficción y otros medios más académicos, confundiéndose la

cortesía propia de su formación con interés sexual, lo cual se acentúa al suponer que su clientela

se compone de hombres que pagan por sus “servicios”.

(…) Algunas obras de ficción han propagado la falsa idea de que las cortesanas ejercen su oficioen el barrio y de que las geiko pasan la noche con sus clientes. Por desgracia, cuando una ideasemejante arraiga en la cultura, adquiere vida propia, de modo que, según tengo entendido, estacreencia, aunque errónea, está muy extendida en el extranjero, incluso entre los estudiosos de lacivilización japonesa. (Iwasaki, 2004, p.201)

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Esta idea, como revisaremos más adelante a través de los distintos conceptos de la

cultura japonesa que expondremos, dista mucho de lo que es en esencia la profesión de las

geishas en la realidad.

Aunque en la cultura occidental el concepto de geisha abarca a la totalidad de la

profesión, dentro de la cultura japonesa existen distinciones específicas según la etapa en la que

se encuentran de su formación. La diferencia más importante es la de Maiko y Geiko, en donde la

primera se traduce literalmente como “mujer de la danza”, cuyo aspecto es lo que mundialmente

los no-japoneses conocen como “geisha”, con una ornamentación que representa el ideal japonés

de belleza: cual retrato de una princesa del periodo Heian, en el siglo XI. Por su parte, geiko

significa literalmente “mujer del arte”, posee un aspecto en general más sencillo, usa colores más

suaves, sus adornos son menos recargados y su peinado es más simple, a fin de evocar un aspecto

más maduro.

El quimono es de suma importancia para la identidad de las geishas, ellas participan

activamente en el diseño de sus quimonos, por lo que son personales, únicos e intransferibles.

Estos reflejan los ideales estéticos de la geisha que los usa y los ideales de belleza de Japón al

punto de ser considerados sagrados dentro del mundo de las geishas. Los quimonos realzan el

valor artístico de la geisha que lo usa, pues estos trajes son considerados verdaderas obras de

arte, y que además reflejan la etapa de crecimiento de la persona que los viste.

La etapa de maiko es equiparable a lo que en Occidente conocemos como práctica

profesional: en esta etapa las jóvenes deben aprender principalmente de la observación y aplicar

algunos de los conceptos protocolares aprendidos, además deben estar en los banquetes siempre

en compañía de una onesan o hermana mayor, que equivaldría a una madrina o mentora en

Occidente, quien la supervisa, aconseja y le presenta clientes y contactos útiles para su futuro

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profesional. La onesan inspecciona sus avances artísticos, la instruye en los protocolos complejos

de los banquetes y ejerce como mediadora en los posibles conflictos que la joven maiko tenga

con otras personas.

El paso a la etapa de geiko se simboliza con el Erikae, que significa literalmente “cambio

de cuello”, dado que deja de usar un cuello rojo en el quimono para usar un cuello blanco. Este

ritual se puede equiparar en Occidente a una titulación, pues a partir de ese momento esta

avalada para ejercer su profesión y no necesita ser supervisada por su onesan.

La Okiya es el nombre que recibe la residencia donde viven las geishas. Aunque

normalmente se traduce a otros idiomas como “casa de geishas”, su traducción literal es

“posada”. Este lugar es un espacio netamente femenino, en él habitan única y exclusivamente

mujeres y la entrada de los varones está restringida. Acreedores, proveedores, vendedores y

cualquier hombre que no tenga mayor vínculo con las geishas, es recibido sólo en el genkan o

vestíbulo. En palabras de Mineko, “los parientes varones, como mi padre, tenían permiso para

entrar en el comedor y sólo los sacerdotes y los niños podían ir más allá” (p. 100). La única

excepción a la norma son los otokoshi o vestidores, hombres encargados del vestuario de la

geisha y que además diseñan los quimonos que ellas usarán. Ellos pueden entrar hasta el cuarto

de la geisha, para ayudarla a ponerse el quimono y el obi (fajín). Si la ocasión lo amerita,

también actúan de escolta para las geishas, pues existe un fuerte lazo de confianza entre ellas y

sus otokoshi.

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Figura 2: Detalle de diferencia de cuello, maquillaje y adornos entre maiko y geiko.

Kate T. Williamson. Sin título. 2005. Reino Unido. Imagen tomada del sitio: http://katewilliamson.co.uk/

Figura 1: Diferencias generales entre maiko y geiko.

Anónimo. Sin título. Ca. Japón. Imagen tomada del sitio:http://site.douban.com/127572/widget/notes/5124623/note/244747839/

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La dueña de la okiya se llama Okasan, literalmente “madre”. Como dueña de la okiya,

ella tiene el máximo poder, toma decisiones importantes, concerta citas, administra los dineros y

bienes de la okiya y de las geikos. La okasan apoya incondicionalmente a sus geikos para que se

conviertan en profesionales, financia sus gastos y estudios necesarios para ello. Este dinero le es

devuelto cuando la geiko debuta como tal y comienza a ganar sus propios ingresos.

Jerárquicamente, dentro de la okiya, la okasan es quien tiene el rango más alto, como explica

Mineko, equivalente en su rol a una reina, pues los demás miembros y habitantes deben

obedecerle sin cuestionarla.

La siguiente persona que le sigue en jerarquía es la Atotori o heredera, quien, siguiendo la

explicación de Mineko, equivaldría a una princesa. La atotori no está obligada a devolver el

dinero invertido en ella, pues será la futura dueña de okiya, es decir, “heredera de la casa y

sucesora, que lleva el apellido de la okiya, ya sea por nacimiento o por adopción, y vive en ella

durante toda su carrera profesional” (p. 10).

El Ochaya, literalmente “salón de té”, es el principal ambiente físico donde se

desenvuelven las geishas. En estos lugares se realizan fiestas privadas con exclusivos invitados,

“a los ochaya no se va solo a pasar un rato ameno, pues, con frecuencia, también son el escenario

de tratos comerciales y discusiones políticas” (p. 248). Además del carácter ejecutivo de las

reuniones, pueden ser simplemente veladas de esparcimiento o festejos familiares. Siendo el

ochaya el espacio físico para la reunión, las maikos y geikos son las animadoras de dicho

espacio, no obstante, la tónica de la velada es determinada por las características de los invitados.

Debido a que sólo se puede ser cliente de un ochaya a través de la recomendación de otros de

cierto prestigio, se produce un proceso de selección que asegura que los clientes del ochaya sean

17

personas de confianza, refinadas y cultas.

El Ozashiki, traducido literalmente como “banquete” o “cena”, es el nombre que recibe

también el salón privado donde se realiza el cóctel. Los clientes se saben protegidos por el

entorno del ozashiki, en donde los invitados pueden distraerse de sus problemas cotidianos a

través de los espectáculos y conversaciones ofrecidas por las geishas, o entablar reuniones

ejecutivas en donde la geisha cooperará en mantener un ambiente profesional y evitar

interrupciones si es necesario, pues su deber es entretener y complacer al anfitrión y a sus

invitados5. Es esta instancia en donde las geishas y sus clientes forjan amistades duraderas,

llegando a establecer relaciones sólidas con las familias de ellos e incluso proporcionar regalos

de aprecio. Por esta razón, los anfitriones de un ozashiki no son solamente hombres, también son

mujeres quienes convocan y/o asisten a ellos, aunque en menor cantidad. “La cultura del

karyukai fomenta las relaciones duraderas, basadas en la confianza y la lealtad. Con el tiempo

suelen establecerse vínculos muy estrechos entre el ochaya, un cliente habitual -hombre o mujer-

y sus geikos favoritas” (p. 218).

Karyukai es el nombre que reciben los distritos dedicados a las artes y significa “el

mundo de la flor y el sauce”. Esta metáfora hace referencia a las cualidades que se consideran

propias de una geisha: poseer la belleza de una flor y la elegancia, fuerza y flexibilidad de un

sauce. En estos barrios se encuentran ubicadas las okiyas, los ochaya, la escuela Inoue6, la

5 En palabras de Mineko Iwasaki:En ocasiones, el servicio más valioso que puede prestar una geiko es confundirse con la pared o, mejor aún, volverseinvisible. Si es necesario, se situará cerca de la puerta e indicará al anfitrión que se aproxima alguien con unpequeño movimiento de la mano. O, cuando se lo piden, informará a cualquiera que se acerque que los invitados nodesean que se les moleste. (p.249)6 La escuela Inoue es la institución más importante de Gion Kobu. Es una de las escuelas de danza tradicional parageishas más prestigiosas de Japón. La Escuela de Danza Inoue la fundó una mujer llamada Sato Inoue hacia el año1800. Sato era preceptora de la noble casa de Konoe y vivía en el palacio imperial, donde enseñaba las diversasdanzas que se practicaban en el ritual cortesano. (Iwasaki, p.112)

18

escuela Nyokoba7 y el teatro Kaburenjo, entre otros, en donde se realizan las presentaciones de

Miyako Odori8 y otros festivales. En la actualidad existen 5 distritos activos en Kioto, ciudad en

donde nacieron hace aproximadamente 300 años.

7 La escuela Nyokoba se fundó como una escuela vocacional para educar a las geiko por el consorcio de 3instituciones: la Kabukai (asociación de artistas), la asociación de ochaya y la asociación de geiko. En el año 1952,luego de las reformas educativas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, pasó a ser la Academia Yasaka Nyokobay se le exigió a las aspirantes a geisha tener completo el primer ciclo de la enseñanza secundaria. Actualmente estáreconocida por el Ministerio de Educación japonés como una escuela especializada.8 Los Miyako Odori o “Bailes de los Cerezos” (su traducción literal es “Bailes de la Capital”) son festivales anualesque se celebran por el florecimiento de los árboles de cerezo. En estos festivales se presentan vistosos espectáculos,y entre ellos, las geishas presentan exhibiciones de danza y de ceremonia del té. Este festival se presenta en el teatroprincipal de Gion Kobu llamado Kaburenjo.

19

CAPÍTULO 1. Orígenes y contexto sociocultural del Mundo de laFlor y el Sauce.

Karyukai o “El mundo la flor y el sauce” es el nombre con el que se conoce en Japón al

universo que rodea a las geishas. Estas mujeres son, tanto para japoneses como para el resto del

mundo, un verdadero misterio y su trabajo es muchas veces (mal) asociado a la prostitución tanto

por extranjeros como por los propios nipones; debido, en gran medida, al mutismo impuesto por

la tradición de los mismos participantes de este ámbito.

A raíz del ya mencionado silencio, con la apertura de Japón al mundo a partir de la era

Meiji (1868-1912), y luego, con la ocupación norteamericana post-segunda guerra mundial, la

imagen de las geishas se vio distorsionada y asociada a la prostitución. Nada más lejos de la

realidad. A través de la autobiografía de Mineko Iwasaki, el libro que nos convoca, se nos

explica como estas misteriosas mujeres son, en realidad, artistas y conservadoras de las

tradiciones niponas. Existe una atribución errada de ciertas características que no corresponden a

su verdadera condición, como el confundirlas con esclavas o con prostitutas de lujo. El

estereotipo existente de la geisha como cortesana, en Japón, se forma al confundir las

actividades, aspecto y los ritos de la oiran (prostitutas) con las de las geishas, los cuales son

mantenidos en estricto secreto; actitud que no permite la desmitificación. En el resto del mundo

sucede algo parecido, en donde, además de estos factores ya mencionados, hay que indicar la

intervención de la publicidad (a veces negativa) de ciertos medios de comunicación

principalmente occidentales, así como la deformación del discurso oral transmitido por aquellos

occidentales poco letrados que tuvieron la oportunidad de compartir con geishas y/u oiran sin

distinguirlas del todo bien; como es el caso de los soldados aliados (principalmente

norteamericanos) que ocuparon Japón después de la Segunda Guerra Mundial.

20

Los orígenes de las geishas pueden rastrearse en los barrios de placer del período Edo

(1603-1868), pero sus labores nunca estuvieron estrictamente ligadas a los placeres sexuales,

sino más bien a la entretención de los clientes de las cortesanas y animación de las fiestas. En un

principio, este trabajo era ejercido por hombres, denominados taiko-mochi, sin embargo, en 1751

se incorporó la primera mujer a esta labor, a quien denominaron “geiko”, nombre que hasta el día

de hoy se utiliza en Kioto para referirse a las geishas. A partir de esa fecha, el número de

“geikos” aumentó considerablemente: para el año 1800 habían desplazado completamente a los

hombres, razón por la que el gobierno japonés legisló (años antes) un reconocimiento en donde

quedó estipulado que practicaban una profesión diferente, el establecimiento de un registro

oficial y prohibiendo tajantemente involucrarse sexualmente con los clientes.

El período Meiji y la Segunda Guerra Mundial también repercutió en el mundo de las

geishas. En 1872 (año que coincide con la primera orden de eliminar la desigualdad en

educación) ocurrió un incidente que permitió la fundación de la escuela Nyokoba. Un barco

peruano que transportaba esclavos chinos, atracó en Japón. Los esclavos lograron su escape y

pidieron asilo al nuevo gobierno Meiji quien los dejó libres ya que Japón no reconocía la

esclavitud y los repatrió a China. En cambio, Perú acusó a Japón como un país que sí avalaba la

esclavitud: El gobierno permitía la venta de mujeres para trabajar en barrios dedicados al placer,

es decir, la prostitución.

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Figura 3: Diferencia de atuendo y aspecto entre maiko, geiko y oiran (prostituta).

Anónimo. Sin Título. 11 de febrero de 2015. Imagen tomada del sitio:http://www.tuttogiappone.eu/karyukai-il-mondo-dei-fiori-e-dei-salici-piangenti/

22

En 1875, este problema se solucionó mediante un tribunal internacional en donde Japón

quería demostrar la modernización del país. El fallo fue a favor del país nipón, sin embargo, la

falsa idea de que las geishas eran esclavas y prostitutas ya estaba arraigada, a pesar de que unos

pocos años antes el gobierno Meiji promulgara una Ley de Emancipación que abolía las

condiciones de servicio que regían el trabajo de mujeres. Los oficios de geisha y oiran en vez de

diferenciarse, tendieron a vincularse (ya que el gobierno no fue explícito), situación que se

mantiene hasta el día de hoy.

Ante este escenario y a modo de respuesta a la Ley de Emancipación se funda la

Compañía de Formación de Mujeres Profesionales de Gion Kobu (Kabukai o asociación de

artistas) y que su lema dice “Vendemos arte, no cuerpos”. Los objetivos de la Kabukai “era

promover la autosuficiencia, la independencia y el bienestar social de las mujeres que trabajaban

como artistas y animadoras” (p. 208). Además de la asociación de artistas, está la asociación de

ochaya y la asociación de geiko, organismos que rigen el distrito de Gion Kobu.

Cuando la prostitución fue abolida en 1957, Dalby (citada por Gómez, 2013) dice que

“las geishas no fueron mencionadas, (lo que) indica básicamente que las geishas no son

prostitutas”. No obstante, es necesario aclarar que antes de la modernización de Japón con el

período Meiji (1868-1912), el único nexo con la prostitución que tenía el trabajo de las geishas

era con el ritual del mizuage o ritual de iniciación, el cual consistía en vender la virginidad de la

joven maiko a un hombre adinerado, en donde el dinero conseguido se utilizaba para costear los

gastos de la educación de la aprendiza. Este mismo ritual lo practicaban originalmente las oiran

en la iniciación de sus propias neófitas. No obstante, con la llegada del período Meiji, el ritual

del mizuage se volvió ilegal al igual que la prostitución; lo cual representó un alivio para las

23

geishas y una transformación de dicho rito al equivalente a un ritual que celebra el progreso de la

maiko.

Habiendo ya comprendido, a grandes rasgos, la historia de las geishas, se vuelve

necesario comprender su situación dentro de la sociedad japonesa; como ha evolucionado dicho

estado y lo que representan en el contexto nipón. Como ya se mencionó, el origen de las geishas

se remonta a los barrios de placer delimitados durante el periodo Edo, sin embargo, tal origen

nunca significó la prostitución propiamente tal como se conoce en Occidente; salvo, quizás, por

el ritual del mizuage. En ese entonces, la sociedad japonesa era (aún) más cerrada que en la

actualidad, delimitando firmemente los principales roles femeninos a esposa y madre. Por lo

tanto, la profesión de geisha se volvió una vía de escape digna para aquellas niñas y mujeres que,

de otro modo, hubiesen terminado mal casadas, desamparadas o prostituyéndose. Además,

Iwasaki señala que:

Muchas familias nobles, que se habían empobrecido tras la Restauración Meiji, hallaron en elkaryukai un medio de vida para sus hijas, las cuales podían poner en práctica allí la ceremonia delté y la danza que habían aprendido en casa, usar los costosos quimonos a los que estabanacostumbradas, obtener la independencia económica y conseguir un buen marido. (p. 76)

Con el tiempo, ser geisha se volvió un honor equivalente al de los hombres al volverse

samurai, y su espectáculo se volvió privilegio de los más adinerados, pues ser capaz de costear

un banquete y la compañía de geishas era considerada indicio de un alto status social. Por su

parte, las geishas se volvieron un símbolo de estilo, belleza e inteligencia que toda mujer debía

imitar, pero eso lo detallaremos más adelante. Este alto status duró hasta mediado de los años 50

cuando, con la ocupación norteamericana, los servicios de las geishas comenzaron a ser menos

requeridos debido a la aparición de los cabarets de estilo occidental. Fue en ese momento cuando

el rol social de las geishas cambio de ser las mujeres más refinadas a conservadoras de las

tradiciones japonesas. Sin embargo, el declive del Karyukai continúa hasta el día de hoy, en parte

24

por el alto costo de los servicios de una geisha y por la existencia de una mayor apertura de

posibilidades laborales para las mujeres niponas.

Uno de los motivos que ha suscitado la idea de la geisha como prostituta o títulos

similares es porque los roles sociales en Japón funcionan de manera diferente a los occidentales.

Dentro de la sociedad nipona, una mujer adulta, siguiendo la concepción de femineidad japonesa,

debería aspirar a los roles de madre, esposa y suegra, los cuales pueden superponerse tal como

ocurre en Occidente. Sin embargo, el rol social público está descartado para la jefa de hogar, por

lo que la mujer no debe inmiscuirse en los asuntos del esposo ni en ningún otro que no tenga

directa relación con el cuidado del hogar y la crianza. La geisha, como no carga con los roles ya

mencionados, puede ocupar al igual que el hombre el rol social en los distintos banquetes en

donde él la solicite: como un reemplazo de la esposa, la geisha se vuelve la anfitriona, encargada

de hacer sentir a gusto a los invitados, demostrar el estatus social del hombre con sus primorosos

modales y ropas y, si es necesario, ayudar a quien la contrata a conseguir sus objetivos de la

reunión.

Muchas mujeres japonesas son concientes de su posición de esposas frente a las geishas.Ellas ven la diferencia en términos de complementariedad, como una división femenina deltrabajo, donde ninguna de las dos necesita estar celosa porque una identidad no sesuperpone a la otra. (Dalby citada por Gómez, 2013)

Desde un punto de vista occidental, pareciese que la geisha está usurpando parte del rol

de la esposa, sin embargo, esto no es así. Como la esposa no tiene asignado un rol social público,

entonces la geisha es quien cubre tal espacio, de similar manera a como lo haría un relacionador

público de una empresa. Por lo tanto, son roles complementarios, en donde cada mujer tiene

claro cual es su lugar y su papel, por lo que no existen ni celos ni antipatías: ambas mujeres se

tratan con el respeto y la deferencia que merecen, incluso, una esposa puede ofrecer un banquete

(por ejemplo, el cumpleaños de un hijo) y contratar geishas para que animen el evento, como

25

atestigua Mineko Iwasaki:

Es cierto que la mayoría de nuestros clientes son hombres, pero a menudo conocemos a susfamilias. Así, mis clientes llevaban con regularidad a sus esposas e hijos a visitarme en el ochayao a verme bailar. (…) En muchos casos conocía a toda la familia. Algunos clientes organizabanozashiki para celebrar reuniones familiares, en especial en fechas próximas al Año Nuevo. O loofrecía un abuelo en honor a su nieto recién nacido y, entonces, mientras los orgullosos padres sedivertían, las geiko nos disputábamos el privilegio de coger al niño en brazos. (p. 218)

La geisha, entonces, encarna en sí misma un rol público y a la vez un modelo de belleza,

el que incluye un amplio conocimiento artístico y refinamiento, ostentando un rol social público

que desconcierta a quienes que, por diversas razones, no acostumbran a ver este rol en mujeres y,

en consecuencia, tenderán a asociarlo al modelo que tienen más cercano, el de la prostituta.

Entonces, a la luz del pequeño recorrido histórico y sociocultural que se ha hecho de las geishas,

es necesario que tanto lector como nosotras autoras entendamos la vida de Mineko, en gran

medida, desde lo que es: la sacrificada vida una artista tradicional en un Japón cada vez más

moderno y abierto al mundo.

26

CAPÍTULO 2. Infancia: hacia el proceso de acercamiento yformación de geisha.

El relato de su vida que ha hecho Mineko Iwasaki corresponde a una autobiografía, cuyas

estrategias narrativas coinciden con las presentes en los relatos de formación de protagonista

femenina. En la novela está el uso de la narración en primera persona pero, a diferencia de la

mayoría de las autobiografías femeninas y los relatos de formación de protagonista femenina, la

estructura es lineal y cronológica debido a que la narradora-protagonista es una mujer madura,

por lo que su perspectiva del pasado tiende a seleccionar los aspectos que considera más

relevantes, en este caso, en su vida de geisha; y así también a ser más coherente respecto a su

proceso de crecimiento y su autoimagen. También se presentan breves digresiones para explicar

situaciones y/o conceptos propios del mundo de la geisha y ciertos flashback en los que el relato

se vuelve circular al recapitular situaciones incómodas o nostálgicas que marcaron la vida de la

protagonista.

La narración de Mineko comienza con una narración del linaje familiar de sus padres

biológicos, cosa que, si bien en Occidente no tiene mayor importancia, en Japón aún tiene una

significativa relevancia en la identidad de los individuos. En el caso de la familia paterna de

Mineko, corresponde al clan aristocrático Tanakaminamoto (abreviado Tanaka) cuyos orígenes

se remontan a los tiempos del Shogunato9. Por muchos siglos fueron un clan adinerado que

9 La época del Shogunato fue un gobierno militar japonés que abarcó desde el siglo XII hasta 1868, con la llegada dela restauración Meiji. El shōgun (comandante en jefe) es quien lidera el Shogunato, vocablo utilizado en español yque en japonés se llama Bakufu, que literalmente significa "gobierno desde la maku" debido a que en las batallas,quien estuviese al mando, solía estar sentado en una silla ubicada en una tienda de campaña llamada maku.Este periodo histórico de Japón, se caracterizó por una administración social y política que Japón pasó de pertenecera las elites heianas y al emperador a estar en manos de los samuráis, lo cual implicó largos periodos de guerra ycambios profundos en la estructura cultural, intelectual, moral, política y social del país. Sin embargo, los líderes delos shogunatos mantuvieron el poder central imperial, el cual fue meramente decorativo durante este periodohistórico.

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trabajaba para la corte imperial, santuarios y templos, razón por la que tenían mucho poder hasta

la era Meiji, donde la gran mayoría de las familias aristocráticas se vinieron a menos. Bajo estas

circunstancias contraen matrimonio los padres de Mineko, quienes, debido a esta estrechez

económica, tuvieron que hacerse cargo de los abuelos y, eventualmente, entregar a sus 3 primeras

hijas (Yaeko, Kikuko y Kuniko) a la okiya Iwasaki. “Cuando una niña se marcha de casa para

ingresar en una okiya, sucede lo mismo que si se fuera a un internado. En la mayoría de los

casos, va a visitar a sus padres en su tiempo libre y ellos, por su parte, están autorizados para

verla cuando lo deseen” (Iwasaki, 2004, p.31). Esta resolución estableció un vínculo estrecho

entre la okiya Iwasaki y la familia Tanaka, que más tarde traería diversas consecuencias.

En esta etapa del relato, además de introducirnos brevemente a su historia familiar, nos

cuenta que sus padres biológicos le dieron el nombre de Masako, así como algunas anécdotas de

su niñez de las que extrae lecciones que, más delante, demostrará su utilidad y su importancia

dentro de su identidad. Estos detalles, que podrían parecer irrelevantes dentro de la historia de

vida como geisha, funcionan para realzar lo que Barthes llamaba el “efecto de realidad”, es decir,

como marcadores de “realidad”, característica propia de las autobiografías canónicas. Por

ejemplo, Mineko cuenta la anécdota cuando la gallina Nikki la picoteó, narra como el padre la

colgó y luego la utilizó de ejemplo para enseñarle a sus hijos que hacerle daño a otros o causarles

dolor no es correcto. En estricto rigor, esto no es revelante en el desarrollo de la vida de Mineko,

no obstante, la moraleja extraída perduró en ella hasta formar parte de sí.

Cuando Mineko tenía 3 años, su hermana Tomiko entró a la okiya Iwasaki como

candidata a maiko, en parte por decisión propia y también para limpiar el honor de la familia por

En ciertos aspectos, los shogunatos se asemejan a los feudos que reinaron en Occidente durante la Edad Media, puesla relación entre los jefes samuráis y sus súbditos se asemejaba mucho a la relación entre señor y vasallo; pero enningún momento deben considerarse equivalentes, pues un súbdito japonés no tenía derecho a tierras como losvasallos.

28

la deserción de Yaeko, la hermana mayor. Este evento marca un punto crítico en la vida de

Mineko, pues a partir de ese momento es cuando conoce a la okasan de la okiya Iwasaki, la Sra.

Oima, quien necesita urgentemente una atotori y ve en Mineko una excelente candidata. Las

insistentes visitas de la Sra. Oima son las que presionan a nuestra protagonista a tomar una

posición en la que pueda ayudar a sus padres, a pesar que ellos le aclaran que es demasiado

pequeña y que los asuntos con Sra. Oima no tienen que ver con ella. En términos del relato de

formación de protagonista femenina, interpretamos que Mineko toma una decisión ambigua de

ayudar a sus padres a costa de su comodidad, como un reflejo propio de la ambivalencia de la

autoimagen en la niñez, en donde los límites del yo y los otros (en este caso, los padres) se

borran en la red de relaciones establecidas. Mineko opta por darle el gusto a la Sra. Oima como

un método ambiguo para proteger a sus padres de las visitas de la anciana. Finalmente, la

insistencia de la Sra. Oima (de ahora en adelante, Tía Oima) tuvo sus frutos, pues tras diversas

visitas, a la edad de 4 años Mineko se trasladó de forma definitiva a la okiya Iwasaki.

A razón del poco tiempo que Mineko pasó con su familia biológica, para el análisis

consideraremos como su núcleo familiar a las personas integrantes de la okiya, donde vivirá

hasta su retiro, a los 29 años. Al llegar a su hogar, notó que su nueva familia estaba rígidamente

estructurada en dos grupos: el grupo privilegiado, compuesto por la okasan, la atotori, las geiko y

las maiko; y el segundo grupo, compuesto por las aprendizas, las criadas y las sirvientas. Esta fue

una de las primeras normas que conoció Mineko que rigen la vida en Gion Kobu, las que a su

vez determinan el parentesco simbólico entre los integrantes de la okiya. Como parte de este

sistema, “cuando una niña es elegida sucesora de una casa y de su nombre, la propietaria la

adopta para convertirla en su legítima heredera. En ese caso recibe el apellido de la familia de la

okiya y renuncia al suyo para siempre” (p. 31). Acorde a esta norma, tía Oima cambió el nombre

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de Masako a Mineko sin consultarle porque dentro de la familia Iwasaki existía ya una mujer

llamada Masako10, quien en algún momento fue considerada como atotori, pero su carácter

mordaz y arisco influyó en que fuese descartada para heredar. La situación de cambio de nombre

escandalizó a Mineko, lo cual interpretamos como un atentado contra su identidad primaria, en

un intento de desidentificarla con su familia biológica y acercarla a la familia de la okiya.

Podemos apreciar que a partir de esta corta edad Mineko comienza a ser heterodesignada. Desde

este incidente, y luego de una acalorada discusión entre ella, su padre y tía Oima, Mineko decide

aceptar su nuevo nombre como un método para, nuevamente, evitarles problemas a sus padres

con tía Oima. Más adelante, este mismo afán de autosacrificio para proteger a sus padres, la llevó

a alejarse de ellos cuando la visitaban, debido a los ataques de furia de Yaeko, quien como nunca

superó el trauma de haber sido entregada a la okiya, guardaba muchísimo rencor hacia sus

padres.

Eventualmente, Mineko comenzó a adaptarse a la vida en Gion Kobu, pues el apellido

Iwasaki le abría muchas puertas dentro del barrio. El comienzo de la primera etapa de

aprendizaje de una geisha y de cualquier artista tradicional comienza en la fecha 6-6-6 (sexto día

del sexto mes del sexto año de vida)11, por lo que fue en esa fecha (6 de junio de 1954) cuando

Mineko comenzó sus primeras actividades de aprendizaje. Estas parten con aprender a mantener

limpio su espacio, en el caso de Mineko, tía Oima le entrega utensilios de limpieza para que se

haga cargo del aseo de los lavabos, como un acto simbólico en el que comienza el trabajo de la

aprendiza. En Japón, el aseo es uno de los pilares principales en la educación de todas las

10 Masako Iwasaki, apodada como “Vieja Arpía” por Mineko, es hija de Yoneyu, una de las mayores estrellas de laokiya Iwasaki en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, quien también era la atotori en ese entonces.Yoneyu falleció en 1944, dejando sin línea de sucesión a la okiya, lo cual dio paso a Masako como sucesora, perocarecía del carácter adecuado para ejercer tal posición, lo que dejó el espacio para ser ocupado por otra persona. Parala adopción de Mineko, es Masako quien asume el rol de madre ante la ley.11 Tradicionalmente, en Japón existen dos cuentas de edad. La “europea”, que es la que todos los occidentalesconocen; y la tradicional japonesa, la cual cuenta el año “de calendario” que nació la persona como el año 1, por loque, cuando occidentalmente un niño cumple 1 año edad, según la tradición, tendría 2 años.

30

disciplinas tanto tradicionales como no tradicionales, de ahí radica la importancia casi

ceremonial que implica el hecho que tía Oima le hubiese enseñado y dado la responsabilidad de

mantener limpios los baños. Además, Mineko nos cuenta que adquirir dicha responsabilidad

significó para ella sentirse mayor y útil. Luego de encomendársele esta tarea, Mineko fue llevada

a la escuela de danza, en donde fue presentada por su familia para dar inicio formalmente a sus

clases, las cuales durarían hasta su retiro como geisha. Luego de la fecha simbólica, Mineko

comenzó a recibir las clases obligatorias que deben recibir todas las geishas: caligrafía, canto,

koto, shamisen; como también la instrucción de tía Oima respecto a los derechos y deberes de

una atotori, lo que incluyó comenzar a utilizar el dialecto de Gion Kobu, cosa que para nuestra

protagonista era un punto de resistencia a la norma del ser geisha.

El día 6-6-6 es el punto de inflexión en el cual Mineko comienza a amoldar su identidad a

las normas que rigen las vidas de las geishas. Siguiendo la teoría de los relatos de formación de

protagonista femenina, Mineko es considerada un ser pasivo que es moldeado según lo que se

espera de ella, a pesar que su carácter es menos dócil de lo que su medio cree. Aunque, a

diferencia de lo que ocurre en los relatos de formación de protagonista femenina, Mineko sí

recibe una formación intelectual intensa, pero ella ve limitada sus opciones a la hora de qué

puede hacer y/o estudiar al área de conocimiento propio del Karyukai, igualmente termina siendo

un individuo que para poder realizar actividades ajenas a lo que la norma considera propio de las

geishas, debe precisamente escapar de dichas limitaciones, ya sea evadiendo (por ejemplo, la

manía de Mineko por encerrarse en el armario, o su casi obsesión por la perfección en el baile) o

rompiéndolas deliberadamente (por ejemplo, cuando decide jugar básquetbol en la escuela, o con

la publicación de su autobiografía, que rompe el mutismo tradicional de los rituales de formación

de una geisha). Asimismo, Mineko es solo un engranaje más dentro de la maquinaria del

31

Karyukai, lo cual la posiciona en un sitio de pasividad que depende de la mediación de terceros,

algo propio de la cultura japonesa que se acentúa en el Karyukai.

El “mundo de la flor y el sauce” es una sociedad diferente, con sus propias normas y leyes, consus propios ritos y ceremonias. (…) En Japón, la mayoría de las relaciones largas, como las que seestablecen entre hombre y mujer o entre maestro y discípulo, son concertadas por una tercera quecontinúa actuando como mediadora incluso después de que el vínculo se ha formalizado. (p.305)

A la edad de 6 años, Mineko tuvo su primera presentación en público, en donde cometió

un error visible del cual ella no se percató. Debido a su orgullo, achacó el error a sus

compañeras, las que, naturalmente, se molestaron. No fue sino cuando su maestra le indicó que

no debía sentirse mal por el error que ella cometió, cuando se percató de su equivocación. En

este evento podemos apreciar que el carácter de Mineko es indócil, orgulloso e intolerante al

fracaso; pues sólo se subordina ante alguien que ella reconoce como superior, algo que es propio

de la cultura japonesa, pero inesperado en una geiko (o en este caso, aspirante a maiko), puesto

que las geishas deben ser mujeres diplomáticas y dispuesta a complacer a los demás. “Una geiko

de categoría es un delicado sauce que se inclina a merced de la voluntad ajena, mientras que yo

siempre he sido terca, rebelde y extremadamente orgullosa” (p.13). Este primer error es relevante

en la historia de nuestra protagonista porque le deja una importante enseñanza acerca de los

propios de errores y a enfrentar el fracaso con humildad sin rendirse, característica que a partir

de este punto mantiene como parte de su identidad12.

4 años más tarde, Mineko recibe el otome13 de parte de la gran maestra o iemoto. Si bien

12 Según los estudios de dimensiones culturales de M. Montt & J. Rehner (2012), se distinguen distintas dimensionesdicotómicas que permiten analizar y comparar en grandes rasgos distintas culturas. Dentro de estas dicotomías, lacomparación individualismo vs. colectivismo buscar mostrar el grado de compromiso de un individuo (sea el líder oun integrante más) con su grupo humano a la hora de realizar alguna actividad en conjunto. Se muestra que en Japónlas relaciones personales, la búsqueda de cooperación y trabajo en equipo entre los distintos integrantes de unacolectividad tienen mucho más valor dentro de su cultura que en otras sociedades orientales y occidentales, aunqueello no significa que haya, necesariamente, una mayor disposición a cooperar. Lo que se destaca dentro de lasociedad japonesa es la buena relación con los otros para llevar a cabo un fin común, en donde es habitual que ellíder de un grupo consulte a los demás para la correcta ejecución de una tarea y esté dispuesto a asumir laresponsabilidad en nombre de su grupo.13 “Otome, que significa “¡para!”, es un castigo exclusivo de la escuela Inoue. Cuando la profesora pronuncia el

32

la razón de tal castigo fue por un error de una asistente con los nombres de las danzas, nuestra

protagonista tuvo que asumirlo y pagar por ello. Mineko ya llevaba una carga anímica muy

fuerte por haberse desligado de su familia biológica en el juicio definitivo realizado el día

anterior, en donde ella misma decidió dejar a sus padres con tal de poder quedarse en la okiya

Iwasaki y seguir el camino de la danza. Sin embargo, tomar tal decisión la hizo sentir muy

culpable, como una traidora por haber herido a sus padres al punto de declararse muerta ante

ellos y, luego, intentar suicidarse. Mineko en realidad estaba confundida, pues en primera

instancia se fue a la okiya para proteger a sus padres de Tía Oima, pero finalmente optó por

desprenderse de su familia biológica para entregarse a su pasión por la danza, una contradicción

si consideramos que ella, en el fondo, buscaba un punto medio entre ambas familias. También su

introversión que llegaba casi hasta la autocensura, le impide encontrar una alternativa a la

dicotomía de o ser Iwasaki o ser Tanaka, la cual quizás podría haber encontrado si hubiese

conversado sobre sus sentimientos y deseos con sus mayores.

Si miro atrás, descubro que jamás he sido tan feliz como cuando vivía con mis padres. A pesar demi corta edad, me sentía segura y libre, y me permitían hacer cuanto deseaba. Pero desde elmomento que dejé mi hogar, a los cuatro años, nunca más disfruté de esa libertad y tuve quededicarme por entero a complacer a otros. Mis alegrías y triunfos posteriores quedaron teñidos deambivalencia y empañados por un trasfondo oscuro, incluso trágico, que llegó a determinar mipersonalidad. (p. 14)

En ambos episodios relevantes, podemos percatarnos de otro giro de la personalidad de

Mineko, quien, a pesar de estar pasando por una pequeña crisis personal decide no rendirse ante

su sensación de soledad por cortar relaciones con su familia sanguínea y por la suspensión

indefinida que le había sido otorgada, todo motivado por su gran pasión por la danza. “Fuera

como fuese, el baile era un vehículo adecuado para expresar mi determinación y mi orgullo.

Además, puesto que todavía echaba muchos de menos a mis padres, la danza se convirtió en una

otome, una debe detenerse de inmediato y marcharse del estudio. Es una suspensión indefinida, ya que no se teindica cuando puedes volver” (Iwasaki, 2004, p. 137).

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válvula de escape para mi energía emocional reprimida” (p. 113). Mineko aprende a rebelarse

contra la adversidad para concretar sus objetivos, no obstante, el precio a pagar fueron las

relaciones íntimas con su familia; lo cual produce en ella independencia y también un vacío que

marca su proceso de formación. La danza se volvió su mecanismo de sobrevivencia y, con el

tiempo, sería también su yugo; al verse designada por terceros como Iwasaki, y en el futuro,

como geisha, se ve obligada a actuar como la atotori de la okiya más importante de Gion Kobu

antes las demás personas incluso en sus momentos de relajo. Los eventos descritos hasta ahora

han sido seleccionados por nuestra yo-narradora porque ella misma los considera parte sustancial

de la formación de aprendizaje y de su identidad.

Tanto por su carácter natural como por su crianza para geisha, Mineko siempre tendió a

priorizar el bienestar de sus seres queridos antes que su propia conveniencia. A los 12 años, ella

tuvo su primer encuentro con la muerte cuando su sobrino (hijo de Yaeko) y amigo Masayuki

muere ahogado en el canal que bordea la casa del antiguo hogar de Mineko. Esto produce en

nuestra protagonista un profundo pesar, el cual hace aflorar una negación de sí misma al punto de

desear haber muerto ella en lugar de su amigo. En términos de María Inés Lagos, las relaciones

con otros son importantísimas en la formación de identidad de las mujeres, por lo que esta

negación del yo en aras del bienestar de quienes la rodean ayuda a que las niñas consideren sus

intereses como secundarios. Mineko no es la excepción, y en medio de la terrible tragedia que

significó para su familia biológica, ella optó por una actitud estoica para no empeorar más el

dolor de sus padres y la situación con Yaeko, quien descargó su ira sobre Mineko.

Traté de permanecer serena, ya que pensé que era lo que mi padre esperaba de mí. Él no hubieraquerido que yo me humillase llorando, y también tía Oima habría deseado que mantuviera lacompostura. Por lo tanto, decidí que no había mejor manera de honrar a las dos familias queocultar mis pensamientos. (p. 145)

Además del fallecido Masayuki, Yaeko tenía otro hijo 3 años mayor que Mineko, llamado

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Mamoru, quién también vivía con la familia biológica. Después de este incidente, Yaeko no

quiso que su ahora único hijo siguiera viviendo con sus padres por lo que decidió llevarlo a vivir

a la okiya, lo cual significaba una flagrante trasgresión a las reglas del Karyukai. Ningún varón

puede vivir en la okiya ni quedarse a dormir una noche, pues es mal visto y pone en entredicho a

las habitantes; en ese sentido, la presencia masculina desequilibra el espacio de mujeres en el que

se desenvuelven las geishas. Por lo mismo, cuando una habitante de la okiya quedaba

embarazada, se deseaba que el bebé fuese niña, pues de lo contrario, su madre debe irse a vivir a

otro sitio con su hijo, o darlo en adopción. Yaeko, hasta antes de la muerte de Masayuki, había

optado por seguir esta regla y dejar a sus hijos con sus abuelos; sin embargo, tras la pérdida de su

hijo menor, ella transgrede la regla para alejar a su hijo sobreviviente de un lugar que considera

peligroso.

Cabe mencionar que, a diferencia de lo que ocurre en los relatos de formación de

protagonista femenina en donde la protagonista es una excepción a la norma, en Vida de una

Geisha es Mineko quien se esfuerza por seguir las normas del Karyukai y Yaeko quien las

trasgredía constantemente. Desde un principio, cuando Yaeko aún era geiko y atotori14 de la

okiya Iwasaki, ella decidió abandonarla sin haber terminado de saldar sus deudas para casarse.

Como su matrimonio fracasó, ella regresó a la okiya con dos niños y más deudas adquiridas de

su ex marido, con la intención de reclamar su puesto de heredera para poder saldarlas y así seguir

trabajando como geiko. No obstante, esto es técnicamente imposible para ella pues, al casarse

perdió su apellido Iwasaki por Uehara (el de su marido) y, además, una geiko que abandona su

profesión queda con su carrera truncada; sin contar que alguien que ha abandonado una okiya no

está autorizado a regresar. No obstante, utilizó el interés que tía Oima tenía por Mineko como

14 Yaeko, a diferencia de Mineko, no fue adoptada de pequeña por la Okiya Iwasaki, sino cuando ya era maiko, puesen ese momento la okiya no contaba con una atotori. No obstante, fue destituida luego de abandonar su trabajo(Iwasaki, 2004, p. 77).

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moneda de cambio para que sus padres accedieran a cuidar a sus hijos y de este modo volver a

trabajar como geiko de la okiya Iwasaki para pagar sus deudas, lo que acarreó otra trasgresión de

parte de Yaeko: como no tenía quimonos para trabajar, hurtó los que guardaba su hermana

Tomiko, una invasión de la intimidad que es considerada una ofensa tan grande como si la

hubiese golpeado. Durante su estadía en la okiya, continuó infringiendo las normas y las reglas

del Karyukai: habitualmente escurría amantes a su dormitorio y, luego de la muerte de su hijo

Masayuki, lleva a vivir a Mamoru a la okiya siendo esta la última trasgresión mientras vivió con

las Iwasaki. Esta serie de infracciones, sumado al carácter grosero, egoísta e irresponsable de

Yaeko, la convertían en una persona no grata para convivir. Sin embargo, era tolerada para

mantener la armonía, evitar los escándalos que pudiesen mancillar la reputación de la okiya y sus

habitantes y porque Yaeko era la hermana de Mineko, la atotori, por lo que Tía Oima se sentía

obligada a comportarse con cierto decoro. Por su parte, para intentar controlarla, decidieron darle

a Yaeko la responsabilidad de ser la onesan de Mineko, cosa que, más que ayudarla en su carrera,

terminó siendo un peso.

Luego que Mamoru se instalara a vivir en la okiya, no tardaron en producirse diversos

inconvenientes, “aunque no fuese un adulto, su energía alteraba la atmósfera de la okiya. Ya no

me parecía un sitio tan seguro como antes. Además, la forma en que bromeaba conmigo hacía

que me sintiese incómoda” (p. 147). Esta situación fue en ascenso hasta que llegó a su punto

álgido: Mamoru se deslizó en el vestuario junto al baño cuando Mineko se quitaba la ropa para

bañarse, se abalanzó sobre ella e intentó violarla. Kuniko entró en ese momento para traerle una

toalla limpia y una muda de ropa, fue entonces que, gracias a ella, Mamoru no pudo concretar su

fechoría. El intento de violación por parte de su sobrino es un hito en la vida de Mineko, una

mala experiencia difícil de olvidar cuyas consecuencias repercuten en sus relaciones con el sexo

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opuesto. A medida que el relato avanza, se puede observar como este hito la lleva a cuestionarse

cosas de su personalidad, del trato hacia los otros y cómo poder superarlo. Este episodio también

contrajo consecuencias para Yaeko y su hijo, quienes inmediatamente fueron expulsados de la

okiya. El trabajo como geiko de Yaeko fue limitado de tal forma que prácticamente no pudo

ejercer por 3 años, y sus responsabilidades como onesan le fueron exonerados de hecho, pero no

de nombre, para evitar posibles deshonras a la reputación de Mineko. Este fuerte castigo

demuestra que la razón de ser de las reglas existentes en el Karyukai son, en gran parte, para

evitar situaciones desagradables como las vividas por Mineko; así como los sistemas jerárquicos

de poder funcionan de tal forma que aquellas personas poderosas del Karyukai pueden decidir y

controlar que el sistema funcione correctamente, reemplazando y/o castigando a aquellos que

transgredan la regla establecida. Es este mismo grupo de personas poderosas el que protege a

Mineko por sobre Yaeko, quien ha perdido las pocas atribuciones que le quedaban. Se demuestra,

entonces, como las redes de relaciones pueden influir en la vida de los habitantes de Gion Kobu,

donde, como cuenta Mineko, nada pasa desapercibido. Las normas regulatorias propias del

Karyukai fueron arraigándose con la intención de proteger a las trabajadoras y darles mayor

independencia en una época en la que la mujer dependía ciento por ciento del hombre. Con el

tiempo, estas normas implícitas se regularon con instituciones, pero aún así muchas de ellas

persisten sin estar necesariamente reafirmadas por la legalidad. No obstante, su desactualización

con la época actual las ha convertido en normas más bien restrictivas respecto de la

independencia que una mujer puede aspirar hoy en día.

A los 14 años ocurre otro hito significativo en la vida de una mujer: la llegada de la

menarquia. El acontecimiento fue recibido con un gran festejo, cosa habitual en Japón, en el cual

Mineko fue visitada y felicitada por mucha gente de todas partes de Gion Kobu. Esta celebración

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la incomodó mucho como suele ocurrirle a las jovencitas de su edad, le molestó que todo el

mundo supiese lo que le estaba pasando. Asimismo, la celebración de momentos incómodos ya le

parecía algo recurrente por el recuerdo del día de la adopción, en el cual también se vio obligada

a festejar en un momento en que no se sentía bien. La llegada de la menstruación marca el

momento en que la persona deja la infancia para comenzar a adentrarse en la adultez, sin

embargo, podemos interpretar que en Mineko dicho evento está más bien relacionado con un

cambio físico, pues emocional y mentalmente su proceso hacia la adultez había comenzado

mucho antes. A esta misma edad comienzan los primeros cuestionamientos de las normas

explícitas e implícitas que rigen la vida del Karyukai en todo aspecto, con un acto trasgresor:

debido que las aspirantes a geiko no deben realizar actividades físicas que puedan causarles

lesiones, Mineko tenía prohibido los deportes y actividades similares. Sin embargo, ella se

inscribe en el club de basquetbol de su escuela a espaldas de la okiya, se convierte en una

excelente jugadora y su equipo queda segundo en el torneo regional. A pesar de la habilidad de

Mineko en los deportes y su éxito en ellos, nunca pudo compartir su afición con su familia pues

el sólo el hecho de plantear tal idea hubiese sido considerado extremadamente escandaloso.

Los 15 años de Mineko estuvieron marcados por muchos eventos importantes en su vida

profesional y personal, los cuales le abrieron los ojos a distintos aspectos que, hasta entonces,

habían pasado desapercibidos para ella. El primero ocurre en su último año de aficionada,

cuando la gran maestra la llama a examen para maiko, a pesar que Mineko tenía planeado darlo

el año siguiente. Ella aceptó aunque no se encontraba en su mejor momento, pues tía Oima había

caído enferma y estaba postrada en cama, cosa que afectaba los ánimos de Mineko. Sin embargo,

al darle la noticia, se dio cuenta cuán importante era para tía Oima verla convertida en maiko,

Mineko relata “por primera vez entendí lo importante que era para ella que me convirtiese en

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maiko y aquel descubrimiento me conmocionó. No había estado prestando atención” (p. 160). El

15 de diciembre Mineko aprobó el examen y consiguió el primer lugar de la lista de examinadas,

motivo que la llenaba de alegría pero que también la entristecía por las que habían reprobado,

pues muchas aspirantes a maiko estaban dando el examen por última vez y, si no aprobaban,

debían abandonar su carrera dentro del Karyukai. Los dos días que mediaron entre el anuncio del

examen y el examen mismo, Mineko practicó casi sin parar guiada por Masako, su madre

adoptiva, quien la llevó a celebrar su triunfo junto a sus amigas a un restaurante. Tardaron

muchísimo en llegar porque Masako se detenía a agradecer y anunciar el triunfo de Mineko a

todo aquel que se le cruzase:

Se sentía en deuda con todo el mundo, porque, al igual que muchos japoneses, pensaba que senecesita un pueblo entero para educar una criatura. Yo no era el resultado de un individuoconcreto, sino del esfuerzo de una comunidad: Gion Kobu. (p. 165)

Esta situación demuestra, una vez más, como las redes de relaciones en la comunidad

están imbricadas incluso en los triunfos y derrotas de uno de sus individuos, considerándose

estos como parte de la comunidad. Mineko es parte integrante de este colectivo, a quienes les

afectará directa o indirectamente lo que a ella le suceda, ya sea porque han estado involucrados

en su crecimiento o bien han sido espectadores de su vida.

En las instancias de la celebración, Mineko pensó en torno al esfuerzo que Masako había

puesto en su triunfo y recordó que nunca la había llamado “madre” en los 5 años que llevaba

como hija adoptada.

En el momento de la adopción, yo había decidido que jamás la llamaría “madre”. Pero ya noestaba tan segura. ¿Como debía interpretar la forma en que se había desvivido por mi en losúltimos dos días y su interés en que triunfase? Una verdadera madre no se habría esforzado más.(p. 166 - 167)

Interpretamos que, durante los 5 primeros años de la adopción de Mineko, ella se sentía

sin una identidad fija, pues por una parte ya no pertenecía a los Tanaka, pero tampoco se sentía

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compenetrada con los Iwasaki. En la okiya no existe una figura que pueda asociarse al padre, y

Masako, quien era su madre legal, tampoco le era muy cercana en ese entonces, pues desde que

Mineko llegó a la okiya nunca congenió del todo con Masako. En consecuencia, durante este

tiempo, la imagen materna para Mineko estaba compuesta por una mezcla entre tía Oima,

Kuniko y madre Sakaguchi15, mezcla que, no obstante, nunca pudo llenar la ausencia de sus

padres biológicos. La identidad de Mineko, a partir de su decisión de reconocer como su madre a

Masako, toma un giro que la acerca hacia las Iwasaki y que demuestra madurez de parte de

nuestra protagonista. Este hecho, además, altera la relación entre Masako y Mineko de forma

positiva, quienes a partir de ese momento comienzan a cultivar una relación madre-hija más

cercana que converge en una identidad a la que aferrarse y un modelo a seguir para Mineko.

Como modelo materno dentro del mundo de las geishas, Masako le incentivó los valores

esperables en una mujer del Karyukai: independencia respecto a los varones y profesionalismo;

siguiendo los análisis de María Inés Lagos, como modelo materno, Masako cumplía con el rol de

perpetuar en su hija el código de conducta propio de una geisha con sus limitaciones y libertades,

tal como las madres occidentales lo hacen con sus hijas en los relatos de formación de

protagonista femenina.

No obstante, a pesar de una presencia materna que le sugería seguir el modelo de una

geisha perfecta, Mineko aún sentía dudas en su interior, “(...) la idea de convertirme en maiko me

suscitaba sentimientos contradictorios, pues todavía no estaba segura de que fuese mi auténtica

vocación y, si bien era cierto que me gustaba bailar, también quería hacer el bachillerato.” (p. 167

15 Kanoko Sakaguchi, conocida como madre Sakaguchi, era una de las 5 personas más influyentes y poderosasdentro de Gion Kobu. Ostentaba el título de koken, similar al de regente o tutor, que obtuvo por su dedicación a lamúsica, al punto que quienes quisiesen cultivar el estilo de percusión japonesa ohayashi, debía ser autorizados porella. Era además atotori de la okiya Sakaguchi, pero nunca se dedicó a administrarla. En palabras de tía Oima, madreSakaguchi era su jefa, pues la okiya Iwasaki es una rama de la okiya Sakaguchi. Su rol en la sociedad de Gion Kobuera similar al de una “madrina” del barrio, a quien todos acudían a pedir ayuda, consejo y mediación.

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– 168). Pero nuevamente la voluntad de autosacrificio emerge en Mineko, quien al ver a tía Oima

feliz por su progreso, se deja llevar por los acontecimientos. Ella misma nos cuenta que todo

pasó tan rápido que en realidad no tuvo tiempo para la introspección, los pocos momentos libres

los pasó cuidando a tía Oima, quien murió un mes después que Mineko aprobara el examen. A la

semana de la muerte de tía Oima, Mineko tenía programado una sesión fotográfica, por lo que

madre Sakaguchi acudió a alistarla para la sesión. Al ver la mirada de orgullo de la anciana,

Mineko reaccionó y tomó conciencia de la muerte de tía Oima, razón por la que estuvo llorando

por dos horas antes que madre Sakaguchi pudiese comenzar a maquillarla. Aquel día Mineko

luciría su primer peinado formal, situación que la hacía sentirse adulta y majestuosa, lo cual

gatilló en ella percatarse del cambio que estaba viviendo por medio del ritual que implicaba que

madre Sakaguchi la fuese a maquillar, y así también de la ausencia de tía Oima a partir de ese

momento, quien era una de sus mayores influencias maternas; interpretamos que sintió el peso de

su responsabilidad como atotori y de la nueva fase a la que se adentraba, en donde debía dejar

atrás la infancia definitivamente. Cabe mencionar también que, aunque murió tía Oima, en

ningún momento se da entender que se tome un tiempo de luto ni que se cancelen por un tiempo

los eventos importantes de la okiya, como el minarai de Mineko, por ejemplo. Parece ser que la

conocida sentencia occidental “el show debe continuar” no sólo se espera en las geishas en

particular, sino también al conjunto, es decir, la okiya: la comunidad sancionará a la okiya por

una expresión demasiado notoria de sentimentalismos, pues la expresión de sentimientos como el

luto o la satisfacción se consideran sociales antes que personales, por lo que es mal visto que se

expresen notoriamente en público16. Esta norma social afecta el funcionamiento de la

16 Según M. Montt & J. Rehner (2012), las dimensiones dicotómicas neutral vs. emocional, pretenden evaluar en quémedida los sentimientos son mostrados públicamente en una cultura determinada. En el caso de Japón, se consideraque ellos mantienen un comportamiento marcadamente neutral, es decir, una tendencia a no mostrar sus emocionesen público; actitud que en Occidente y otras naciones orientales muchas veces se considera una formalidad

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comunidad, la mantiene en movimiento a pesar de las adversidades que se presenten, para que

todos los eventos programados sigan su curso; los integrantes de la comunidad deben continuar

reproduciendo sus actuaciones y pasar por alto su individualidad en pro del colectivo.

extremada.

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CAPÍTULO 3. Adolescencia: el arduo camino de una maiko.

El ritual de minarai de Mineko ocurrió el 15 de febrero de 1965, un mes después de la

muerte de tía Oima. Minarai significa “aprender mediante la observación”, nos explica Mineko:

Es una gran oportunidad para que la futura geiko se familiarice con el funcionamiento de losochaya, ya que asiste a banquetes todas las noches, vestida con el traje profesional, y en ellosobserva los complejos matices de la conducta, la etiqueta, el porte y las dotes para la conversaciónque pronto ella deberá demostrar. (p. 169)

Este rito consiste, para la maiko, llevar un tipo particular de quimono cuyas medidas en

general son más cortas que el quimono de una maiko más experimentada, y en general, debe

observar a su onesan y a sus compañeras más avanzadas. La duración de esta etapa es de uno o

dos meses, y luego da pasó al misedashi o debut formal. Misedashi significa literalmente “abierto

al público”, pues indica que la joven maiko puede comenzar a trabajar profesionalmente. Los

quimonos de misedashi se utilizan por 6 días, para luego dar paso a los trajes formales que

utilizará hasta convertirse en geiko. Volviendo al minarai de Mineko, ella dedica todo un capítulo

a contextualizarnos acerca del ambiente, los lugares y las personas con las que compartirá

durante el ejercicio de su profesión, y a explicar el proceso de vestimenta, maquillaje y

preparación; para luego conectarlo con la historia de su propio minarai, permitiéndonos entender

la cantidad de trabajo y de personas que hay detrás de este rito. Cuando Mineko estuvo lista para

salir hacia el ochaya Fusanoya, descubrió que en las puertas de la okiya había una multitud de

gente esperando verla, lo cual le causó confusión pues no quería ser el centro de atención de

tantas miradas. Finalmente, Kuniko le recordó que su minarai era una de las cosas que tía Oima

más le hubiese gustado ver si hubiese estado viva, lo cual hizo eco en su mente y decidió salir al

público en nombre de sus padres y de tía Oima. Nuevamente tenemos a Mineko haciendo algo en

contra de sus deseos por amor a otros, lo cual la impulsó a atravesar este nuevo rito de transición.

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No obstante, el tiempo que se demoró en salir de la okiya le significó llegar tarde al ochaya,

situación que el otosan17 de la misma no tardó en corregirle. “Tu impuntualidad es imperdonable,

jovencita, sobre todo el primer día. Demuestra una falta de entrega y sentido del deber. Ahora

eres una minarai y debes comportarte como tal” (p.184). Luego, además le corrige el dialecto con

el que habla, puesto que Mineko aún no era capaz de dominar el estilo de Gion Kobu.

Interpretamos que Mineko es corregida porque se desvía de la norma que rige la conducta de una

maiko, puesto que en su minarai (y luego, en su misedashi) se espera que demuestre un ejemplo

de cómo llevar y ejecutar la norma correctamente. Si ella no es capaz de presentar una correcta

actuación, no sólo ella será sancionada socialmente, también quienes están involucrados en su

formación: la okiya, la gran maestra, el ochaya, etc.

Mineko cuenta la historia de sus primeros ozashiki como anécdotas en donde su

inexperiencia e ingenuidad queda a la vista provocando situaciones embarazosas y graciosas, que

más tarde incluso le granjearían clientes ansiosos por conocerla. Sin embargo, el rápido éxito que

estaba alcanzando Mineko sin siquiera ser maiko oficial despertó envidias entre sus compañeras,

pues nuestra protagonista había sido escogida para dos importantes sesiones fotográficas: la

fotografía central del programa de los Miyako Odori y para ser el rostro oficial de la Asociación

de Vendedores de Quimonos. Esta última fotografía fue la primera que dio inicio a las envidias e

intrigas de las que sería víctima Mineko durante sus siguientes 5 años como maiko, pues para

darle ese trabajo habían despedido a otra maiko recién electa. Aunque nuestra protagonista no

quisiese ese trabajo para evitar las envidias, era algo sobre lo que ella no podía decidir, pues la

determinación no pasaba por ella, “(…) la rigidez del sistema hizo que me sintiese frustrada

durante años, la rivalidad me causó una profunda tristeza” (p. 192). Al ver el rechazo del que era

17 Otosan significa “padre”, y es el nombre que recibe el dueño del ochaya, así como su esposa es llamada okasan(madre).

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víctima, Mineko hace un trabajo de introspección para buscar la forma de invertir la envidia en

admiración, a través de la identificación de sus debilidades y posibles correcciones. Al revisar la

lista que presenta Mineko, podemos notar que ella busca ceñirse aún más al modelo para

alcanzar ser la maiko número uno, pues de esta forma ella creyó que sus compañeras buscarían

imitarla. Así, Mineko comienza un proceso conciente de autocensura, el cual regula ciertas

conductas que el sistema no admite en una geisha por medio de la presión y disciplina que ella se

auto-impone para alcanzar su meta de ser la número uno.

El día 26 de marzo de 1965 ocurrió el misedashi de Mineko, ritual que comienza con el

maquillaje de la maiko de parte de su onesan. En el caso de nuestra protagonista, como Yaeko

tenía prohibido acercársele, este trabajo fue asumido por madre Sakaguchi, para luego ser vestida

por el otokoshi o encargado de vestuario con un quimono formal con emblemas de la casa

Iwasaki. Una vez estuvo lista, junto a una delegación de la okiya fueron a realizar las visitas

protocolares a la iemoto o gran maestra, propietarios de ochaya, geikos mayores y clientes

importantes. También se realizó la ceremonia de osakazuki, en donde se formaliza el vínculo

entre la joven maiko y su onesan. En el caso de Mineko, se repite la situación anterior, en donde

madre Sakaguchi suple el lugar de Yaeko, dándole a esta un lugar secundario debido al castigo

vigente sobre ella. Al ser oficialmente una maiko, Mineko dejó de ir al ochaya Fusanoya, pues

ahora las solicitudes llegaban a la okiya. Así llegó su primer trabajo como maiko, en el ochaya

más famoso de Gion Kobu, el Ichirikitei, en donde se topó con Yaeko. Una buena onesan se

encarga de que sus hermanas menores den una buena impresión para que estos mismos clientes

la llamen en el futuro, sin embargo, Yaeko demuestra su alevosía hacia Mineko difamando sobre

ella delante de los nuevos clientes. Este fue uno de los muchos momentos incómodos provocados

por envidias e intrigas que forman parte del lado negativo del mundo de las geishas; los cuales

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podrían haberla amedrentado para finalmente dejar el camino del Karyukai; sin embargo,

Mineko demuestra cada vez más entereza y no se deja vencer por las adversidades. También el

apoyo de muchos de sus buenos clientes (y amigos) en más de una ocasión le ayudó a sentirse

reconfortada después de estas situaciones.

La vida de Mineko era muy vertiginosa, en especial si consideramos que era una

adolescente de 15 años. Su rutina comenzaba a la 6 de la mañana, hora a la que se levantaba para

ensayar la pieza de baile que estaba estudiando, luego, sin tomar desayuno, se iba a sus clases en

el instituto Nyokoba para estar allí a las 8: 20 horas, después de sus clases procuraba realizar

visitas de rigor a los distintos ochaya para mantener los lazos comerciales, confirmar citas, etc.

Luego de almorzar, debía presentarse para los ensayos de los distintos festivales a los que era

convocada, sesiones fotográficas o espectáculos fuera de Kioto y finalmente debía acudir a los

ozashiki, los cuales terminaban entre la una y las dos la madrugada, hora a la que llegaba a la

okiya a bañarse, practicar lo aprendido durante el día y leer un poco antes de dormir, a las 3 de la

madrugada. Esta apretada agenda no le permitía llevar una vida normal de adolescente, tampoco

sentía interés por los chicos debido al trauma por el intento de violación de Mamoru; ni tenía

amigas en su medio pues el ambiente lleno de intrigas y envidias no le causaban confianza

suficiente como para estrechar lazos cercanos. Esto se traduce en que llevaba una vida solitaria,

sin amigos ni amigas, en donde su prioridad era su carrera; además como no le gustaba estar

ociosa, ella misma se esforzaba en mantener su agenda siempre ocupada.

Este afán de Mineko por ceñirse a las imposiciones que el modelo exige demuestra como

ella se identifica y aspira concientemente ser lo que dicta el ideal de geisha sin reparar en los

posibles costos en su salud, crecimiento personal, vida social, etc.; a diferencia de lo que ocurre

en los relatos de formación de protagonista femenina, en donde las niñas tienden a salirse de la

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norma o seguirla contra su voluntad como mecanismo de sobrevivencia en un sistema que les

exige ser dependientes de otros. En ese sentido, el sistema de formación de las geishas las motiva

a ser más “independientes” que las demás mujeres de su sociedad, por lo que para Mineko, su

proceso de formación se acerca al bildungsroman en tanto que ella esta siendo preparada para ser

una persona “independiente” del resto, y no dependiente como se espera de la mujer no-geisha en

Japón o de las mujeres occidentales. Sin embargo, se acerca al relato de formación de

protagonista femenina en cuanto que Mineko busca esta perfección en sí misma con el fin de

mejorar las relaciones sociales con sus compañeras maikos y demás integrantes de Gion Kobu,

pues la vida en este barrio y en su profesión necesitan del establecimiento y mantenimiento de

relaciones armónicas entre todos los integrantes, pues aunque finalmente consiguiese la

“independencia” que le ofrece el sistema de geishas, siempre necesitará mantener las relaciones

creadas en Gion Kobu tanto para trabajar como vivir. El contraejemplo de esta situación es

Yaeko quien, aunque en sus tiempos de estrellato como geiko había establecido buenas

relaciones con Gion Kobu, al abandonar su carrera no sólo la truncó, sino que al regresar

tampoco se esforzó en recuperar, establecer y/o mantener las antiguas relaciones que le

permitieron el éxito en el pasado y, al contrario, su actitud terminó por disolver las pocas

relaciones sociales influyentes que le quedaban, lo cual se tradujo en sanciones sociales que la

marginaron en gran medida del sistema del Karyukai.

No pasó mucho tiempo antes que Mineko empezara a percibir las deficiencias del sistema

al que se aferraba. La primera necesidad que notó fue que la formación que reciben las geikos es

insuficiente académicamente, pues las preparaban para entretener a líderes mundiales pero no les

enseñaban idiomas ni otras herramientas para comunicarse con ellos.

Poco después de convertirme en maiko fui a la Kabukai y me quejé de que no nos enseñasenlenguas extranjeras. Me sugirieron que contratase un profesor particular, cosa que hice, pero eraevidente que no entendían mi posición. Sin embargo, el hecho de ser miembro del Karyukai me

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permitió acceder a una educación inusual que en cualquier otra parte me hubiera resultado difícilrecibir. (p. 212)

Desde que se convirtió en maiko, Mineko empezó a acumular disconformidades en tornos

al sistema que rige la vida del Karyukai, además de las primeras dudas vocacionales que sintió

meses antes de su minarai. Muchas veces, como en la situación citada, ella dio a conocer su

punto de vista a las autoridades a cargo, pero nunca la tomaron demasiado en serio, como

sucedió cuando descubrió que la Kabukai utilizaba una fotografía de ella con fines publicitarios

sin su autorización.

Un día que me encontraba en la estación de Kioto para tomar un tren con destino a Tokio,descubrí que mi rostro estaba por todas partes y que incluso en los quioscos vendían bolsas conmi retrato para publicitar la ciudad de Kioto. Yo nunca había visto aquella fotografía y, desdeluego, no había dado mi autorización para que la usasen. Me indigné. Al día siguiente entré en lasede de la Kabukai hecha una furia.- ¿Cómo se han atrevido a usar una foto mía sin mi autorización? –exclamé.Yo tenía quince años, pero el hombre que estaba al otro lado del mostrador me habló como situviera cuatro.- Vamos, vamos, Mine-chan, no dejes que esas preocupaciones de adulto entren en tu bonitacabeza. Considéralo el precio de la fama. (p. 232)

Podemos observar que Mineko es tratada como un objeto, en cuanto que su opinión tanto

sobre ella misma y su imagen, como sobre otros temas relacionados con la profesión de geisha

no son considerados por las autoridades pertinentes, quienes finalmente deciden por los demás

sin considerarles. En ese aspecto, el cuestionamiento de Mineko sobre el uso y abuso que el

sistema ejerce sobre los individuos que lo mantienen (entiéndase, geishas, tramoyas, actores,

músicos, etc.) rompe el silencio y la obediencia ciega que se espera de éstos, y en especial de las

bellas geishas. De hecho, Mineko nunca consiguió que dejasen de usar sus fotos sin permiso, ni

se enteró que otras geishas hiciesen el mismo reclamo, pues el sistema espera de ellas que actúen

como un ente pasivo que puede ser utilizado a conveniencia sin derecho a replica, cuya única

obligación es ser “la cara bonita” de Kioto. Estas situaciones se contradicen con el objetivo de la

Kabukai de otorgar independencia y seguridad laboral a los y las artistas del Karyukai, quienes

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finalmente deben depender de él y tolerar toda clase de situaciones para mantener esta supuesta

independencia. En general, las decisiones pasan por los grupúsculos de poder que componen la

Kabukai, como los y las grandes maestros y maestras, los presidentes de asociaciones como la

Asociación de Ochaya, de Vendedores de Quimonos, Concejales, el Gobernador de Kioto, etc.;

son quienes controlan la maquinaria del Karyukai y sus relaciones, dan reconocimientos y

sanciones a los integrantes según su comportamiento, e ignoran las opiniones divergentes, como

sucedía con Mineko.

Así, toda posible crítica al sistema es subestimada por la Kabukai, lo cual se acentúa si

consideramos que muy posiblemente Mineko haya sido una de las pocas geishas que manifestara

su descontento hacia ciertas prácticas al parecer ya institucionalizadas dentro del Karyukai. Esto

nos habla que probablemente no exista un cuestionamiento dentro de los miembros de este

sistema, y de existir, se realiza de forma solapada, autocensurando su propia opinión para no

perder los privilegios que otorga el status quo y mantener las relaciones sociales de forma

armónica. Esta falta de iniciativa, en especial de parte de las geishas, coincide con lo que se

aprecia en los relatos de formación de protagonista femenina en donde a las niñas se les inculca

que no deben ser ni agresivas ni tener ideas propias, al igual como todo el engranaje del

Karyukai espera de las geishas. En este sentido, Mineko se rebela al presentar directamente sus

ideas y opiniones a las autoridades correspondientes, pero sus sugerencias son ignoradas, pues

“la niña fuerte y decidida se estrella contra limitaciones y prescripciones” (Lagos, 1996, p. 83).

Si sumamos el hecho que nuestra protagonista es una mujer en una profesión que la cosifica

como objeto estético, representativo de una cultura, en una sociedad patriarcal como la sociedad

japonesa18, inferimos que las posibilidades de que las críticas de Mineko llegaran a buen puerto

18 El historiador japonés, Mikiso Hane, en su texto Breve Historia de Japón (2003) señala que en sus orígenes, lasfamilias japonesas eran matriarcales, pero con la llegada del Confucionismo y el surgimiento de la clase samurái

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eran aún más bajas que para un miembro subordinado masculino del Karyukai. Estas

experiencias fueron poco a poco alimentando la frustración y descontento que Mineko

comenzaba a sentir en sus años de maiko, no obstante, debido a la autocensura conciente que ella

se aplicaba para alcanzar la perfección en su profesión, no permitía que estas insatisfacciones

interfirieran en su quehacer profesional, por lo que finalmente dejaba pasar los inconvenientes y

volvía a ajustarse a la norma de geisha sumisa y complaciente. En Mineko “(…) surge muchas

veces un hondo sentimiento de alienación, ya que se le impide actuar de manera espontánea y

realizar genuinas aspiraciones” (p. 83-84).

Ya hemos comentado anteriormente que en el mundo de las geishas abundan las intrigas y

envidias, en especial cuando una de ellas destaca de sobremanera. Entre los casos de acoso que

recibió Mineko de parte de sus compañeras, destacamos 3 hechos por su crueldad y por la

reacción que tuvieron los clientes ante los hechos. El primero, ella debía presentarse a un

ozashiki ofrecido por Kayoh Wakamatsu, quien más tarde se convertiría en uno de los clientes

favoritos de Mineko. Cuando nuestra protagonista llegó, ya había varias de sus onesan presentes,

quienes comenzaron a corregir una y otra vez la entrada de Mineko con supuestos errores, con el

fin de ponerla en ridículo. Finalmente intervino la okasan y Mineko pudo continuar con el

protocolo. No obstante, el anfitrión, molesto por la actitud de las otras geishas, decidió darles un

castigo: pidió un pincel y tinta, con el cual trazó gruesas rayas en el quimono de la geisha

cabecilla de la broma. Sobra decir que dichas geishas tuvieron que retirarse a la orden del cliente,

quien anunció que no toleraría estas conductas ni que se le volviese a asignar aquellas mujeres.

dominante que impuso enfáticamente las jerarquías sociales, el rol de las mujeres se vio afectado en desmedro deéstas, siendo vistas como seres inferiores.En 1899, el Ministerio de Educación declaró que el objetivo de la educación superior para las chicas era enseñarles aser “buenas esposas y sabias madres”, y que “las cualidades que debían inculcarse eran las de modales finos yelegantes, docilidad y modestia”. (…) Esta mentalidad estaba también presente entre los miembros de la familia . (p.149)

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El segundo incidente ocurrió con la denominada “señorita K.”, quien acostumbraba

emborracharse en los ozashiki, por lo que, cuando llegó Mineko, ella ya estaba pasada de copas.

Al entrar, luego de los saludos protocolares, nuestra protagonista descubrió que su cliente había

estado de invitado en un ozashiki al que ella asistió la semana anterior, lo cual provocó una

extraña reacción en su onesan. A partir de ese punto, la señorita K. comenzó ignorar al cliente y a

interrogar a Mineko sobre Yaeko, con la aparente intención de que Mineko no siguiera los pasos

de su hermana. La situación llegó a un punto álgido cuando la señorita K. insulta al cliente, quien

intentaba controlar la situación de algún modo; cuyo resultado fue infructuoso, por lo que ella,

inconforme con la situación incómoda que había provocado, apaga un cigarrillo en la mano de

Mineko, sin soltarla. El cliente mandó a llamar a la okasan para ayudar a Mineko, quien

finalmente fue liberada por la señorita K., a quien se llevaron a rastras en estado de ebriedad.

El tercer incidente que seleccionamos ocurrió a los días de una operación de apendicitis,

de la que hablaremos más adelante. Mineko aún se sentía débil pero como no gustaba del ocio,

decidió presentarse en el ozashiki donde la esperaban. Una vez allí, fue víctima de una cruel

broma de parte de sus compañeras, quienes utilizaron al cliente como ejecutor. Fingiendo

ebriedad, el cliente lanzó a Mineko al suelo, le levantó el quimono hasta los muslos dejando a la

vista su ropa interior y sus piernas, lo cual causó muchísima vergüenza en nuestra protagonista.

Para rematar el chiste, la tomó de los tobillos cual muñeca de trapo y la arrastró por la

habitación, lo cual causó mucha risa en los presentes. Mineko se retiró indignada por el agravio

recibido en su orgullo y su honor, se dirigió a la cocina, tomó un cuchillo y volvió al banquete.

Puso el cuchillo en la garganta del cliente atacante y lo encaró, dispuesta a vengar su honor y su

orgullo con la muerte del susodicho. No obstante, intervino la okasan lo cual, si bien no sirvió

para que Mineko soltara al cliente, su presencia finalmente la disuadió y no concretó el ataque.

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En estos 3 incidentes narrados, la okasan hizo gala de su rol de mediadora en los

conflictos presentados entre Mineko, las geishas presentes y los anfitriones, pues ella,

jerárquicamente hablando, se posiciona en un rango superior a las maikos y geikos, además que

dentro del ochaya es la okasan quien ostenta mayor poder, incluso más que los mismos clientes.

Asimismo, podemos observar que en lo 3 casos los clientes tuvieron diferentes reacciones, más o

menos acertadas según la situación, y a partir de este punto, dichos clientes se convirtieron (o no)

en favoritos para Mineko. Las demás maikos y geikos, a diferencia de los clientes, nunca

demostraron piedad ni empatía ante Mineko, a quien atacaban sin conocerla, sólo guiadas por la

competitividad y los prejuicios. El empeño de seguir la norma rigurosamente, finalmente, se le

escapo de las manos a Mineko y no consiguió la totalidad de su objetivo: logró volverse popular

pero dicha fama no transformó la envidia en admiración, por lo que siguió sufriendo de acoso

por parte de la mayoría de sus colegas, pues las geikos exitosas no sentían inseguridad ante la

popularidad de Mineko y, por ende, siempre la trataron con amabilidad.

Nuestra protagonista, al notar que las hostilidades no cesaban, trazó un nuevo plan:

Puesto que solo podía permanecer en los banquetes unos minutos, quedaba bastante tiempo libreque había que cubrir con otras geikos. En consecuencia, procuraba elegir yo misma a las que meacompañarían, pidiéndole a las okasan de los ochaya que invitasen a determinadas geikos a losozashiki a los que yo debía asistir. (…) Contrataba entre tres y cinco geikos por banquete, demodo que, si se multiplica este número por el de ozashiki a los que yo asistía, se obtiene una cifrarespetable. Era trabajo que las geikos no habrían recibido de otra manera, así que la envidiapronto dejó paso a la gratitud. (p. 241)

Sin embargo, aunque ya había encontrado el método para detener el acoso entre sus pares,

Mineko aún no podía mantener a raya otro tipo de acoso: el acoso sexual callejero masculino. En

muchas ocasiones, especialmente cuando se movía de ozashiki a ozashiki, hombres tanto solos

como en grupo intentaban sobrepasarse con ella, pero Mineko siempre fue firme y nunca dudó en

golpearlos y herirlos si así lo ameritaba para su defensa. Finalmente, cansada de estas

situaciones, decidió moverse siempre en taxi aún si eran distancias cortas.

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Pero no todo fue amargo en el periodo maiko de Mineko, también vivió lindas

experiencias y pudo conocer grandes personas que más tarde serían sus amigos. Uno de ellos fue

Kayoh Wakamatsu, el mismo que estuvo presente en el incidente donde sus onesan intentaron

ridiculizarla a través de correcciones falsas y reiteradas. Por su amabilidad y encanto, Mineko y

otras maikos que disfrutaban de su benevolencia le hicieron un regalo: una peluca rubia para

cubrir la calvicie. El señor Wakamatsu quedó encantado con el regalo, al igual que la esposa de

esta; por que desprendemos de estas reacciones positivas que en Japón el tema de la calvicie no

es un tabú u ofensa como ocurre en Occidente. Un gran amigo para Mineko, a quien conoció en

un ozashiki, fue Tetsuzo Tanigawa, un importante filósofo y esteta, quien estudió en la

Universidad de Kioto y trabajó como académico en distintas universidades niponas y como

director de diversos museos e instituciones artísticas a lo largo y ancho de Japón. Cuando él

visitaba Gion Kobu, Mineko cancelaba todas sus citas para poder pasar el máximo de tiempo con

él; mantenían largas conversaciones en donde Mineko buscaba instruirse en arte y estética,

además de disfrutar de su compañía. Para ella, el señor Tanigawa fue un maestro no sólo de las

artes sino también de la vida, por lo que mantuvieron una estrecha amistad hasta la muerte de él.

Otro de los grandes amigos que conoció Mineko, también en un ozashiki, fue el físico Nobel

Hideki Yukawa, a quien recuerda con mucho cariño porque siempre fue muy paciente para

responder sus preguntas a pesar de que ella se autodenominaba ignorante. Estos hombres fueron

para nuestra protagonista verdaderos maestros y fuentes de conocimiento accesible para ella que,

como maiko, vivía sobreprotegida en el barrio de Gion Kobu sin mayor instrucción que la

recibida por la escuela Nyokoba. Desde la perspectiva de relatos de formación de protagonista

femenina, estos grandes hombres traían el conocimiento desde el espacio público en el que se

movían al restringido espacio intelectual en que le permitían moverse a Mineko, pues aunque las

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geikos trabajan y viven en el espacio público, el lugar que ocupan dentro de este es limitado y se

refleja precisamente en la escueta – por no decir nula – formación netamente académica que

reciben.

Rememorando, poco después de convertirse en maiko y después del incidente ocurrido

con la señorita K., Mineko pasó por aproximadamente 6 meses de ensayos intensivos para

diversos festivales en todo Japón. Pero el que mayor ilusión le hacía era el Rokkagai o “Los

Cinco Karyukai”, el único en donde se reúnen anualmente todos los Karyukai de Kioto para

exhibir los distintos tipos de baile que cada uno cultiva. Cuando este festival llegó, Mineko se

llevó una gran decepción al comprobar que el espíritu de unidad y hermandad entre los distintos

distritos no existía, pues era igual o más competitivo que en el interior de Gion Kobu.

Estaba ansiosa por conocer a las demás chicas e imbuirme del espíritu comunitario. Pero me llevéuna decepción: en el festival reinó la competitividad y una envidia muy mal disimulada. El ordende aparición de los karyukai [en el festival] se considera una prueba contundente de laclasificación de ese año. Gion Kobu se ahorró las luchas internas, ya que conserva el privilegio deaparecer en primer lugar todos los años, pero de todos modos me entristeció ver la magnitud delas disputas. Esto acabó para siempre con mi fantasía de “la familia unida”. (p.230 - 231)

El horario riguroso, los constantes incidentes y la creciente decepción que Mineko sentía

ante la contradicción en la que se llevaban las relaciones entre integrantes del Karyukai, en

donde por un lado se instaba siempre a mantener buenas relaciones pero por el otro abundaban

las intrigas y envidias mal disimuladas; no interfirieron con su profesionalismo, siempre

mantuvo la compostura y la prestancia que caracteriza a una geisha. No obstante, tal ritmo de

trabajo, sumado a la presión social que implicaba intentar agradar a sus colegas, comenzó a tener

consecuencias serias en su salud física. Al poco terminar el festival Rokkagai, Mineko debía

comenzar los ensayos para los Yukatakai o festivales de verano, pero su cuerpo no pudo

continuar ese ritmo: debió ser internada al hospital por 10 días producto de una apendicitis.

Además de esto, empezó a sufrir trastornos siquiátricos producto de la constante competitividad

54

del ambiente que se sintomatizaron en episodios de ansiedad, insomnio y trastornos del habla.

“Resulta difícil vivir en un mundo donde todos – tus amigos, tus hermanas, incluso tu madre –

son tus rivales. Me resultaba desconcertante. No era capaz de distinguir los amigos de los

enemigos y no sabía a quién o qué creer” (p. 247). Y es que Mineko, incluso en sus días libres y

paseos con compañeras debía mantener su rol de maiko, pues apenas ponía un pie fuera de la

okiya se convertía en “Mineko de Gion Kobu”. Tal era la fama de nuestra protagonista, que se

sentía obligada a mantener la actuación de geisha en todo momento, pues así lo eran las

expectativas que los otros tenían de ella debido a su rol. Por esta situación, ella misma da a

entender que se siente maiko 24/7, sin descanso salvo cuando esta totalmente a solas,

condiciones que duraron todo su periodo como maiko, desde los 15 hasta los 21 años. Según la

teoría de la perfomatividad, interpretamos que la identidad de Mineko se vio absorbida por la de

“Mineko de Gion Kobu” debido a la gran presión ejercida por el medio a partir de su debut en

adelante, además de su estricta autocensura para acercarse al modelo de geisha perfecta, lo que

eventualmente la fue asfixiando hasta llegar a las consecuencias físicas ya descritas. Repite una y

otra vez el mismo acto sin descanso, hasta desfallecer.

Durante el post-operatorio, Mineko decidió un día probar el ochaohiku, pues en ese

entonces tenía citas programadas hasta para un año y medio más, así que no tendría tiempo para

probar dicha experiencia. El ochaohiku es cuando una geisha se alista para ir a un banquete, pero

no tiene ninguno agendado; Mineko lo explica como si “la tienda está abierta pero no hay

clientes” (p. 235). Esta fue, inferimos, la única vez que vivió tal experiencia, de la que descubrió

que llevar el pesado traje y estar esperando sin hacer nada era aún más agotador que estar

trabajando. Esta experiencia sirvió a Mineko para reafirmar la percepción que tenía de sí misma

como una mujer que prefería estar siempre ocupada en algo, a pesar que su cuerpo empezó a

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pedirle tiempos de descanso. Además del afán de Mineko por el trabajo, también se percataba

que no era capaz de mantener ese ritmo laboral sin que volviese a enfermar tarde o temprano; así

tras un exhaustivo autoanálisis descubrió que su problema era un exceso de seriedad.

Sabía que si seguía tomándome las cosas tan a pecho como hasta entonces acabaría enfermando.Así que decidí volverme más divertida. Me compré un montón de discos de historias cómicas yempecé a escucharlos todos los días. Inventé mis propios chistes para contarlos en los ozashiki.Fingía que la sala de banquetes era un patio de juegos y que yo estaba allí para divertirme. (p. 247- 248)

La necesidad de diversión y distracción era imperante, sin embargo, Mineko al no darse

el tiempo suficiente para ello, decide aplicarlo en los banquetes a través de la imaginación. Lagos

señala que la fantasía es un mecanismo de escape frecuente en los relatos de formación de

protagonista femenina y que surge como una necesidad vital para el equilibrio de las

protagonistas con su familia y su sociedad, en cambio, en el caso de Mineko esta necesidad

equilibrio nace para escapar del estrés y congeniar su trabajo con su personalidad arisca.

Nuestra protagonista obtuvo grandes progresos a partir de su nueva perspectiva divertida

de tomarse las cosas, sin embargo, a los 17 años nuevamente recibe el otome, según Mineko, por

error de su compañera de ensayos. Ella, molestísima por esta situación, conversó con mamá

Masako y llegó a la conclusión de que debía continuar con su carrera; razón por la que,

nuevamente, la misma comitiva repitió el ritual para solicitar a la gran maestra que re-admitiese a

Mineko. No obstante, nuestra protagonista se llevó una sorpresa al darse cuenta que madre

Sakaguchi demostró estar de acuerdo con la medida tomada por la gran maestra y, mostrando

gran humildad, le pidió que la reintegrase.

(…) la gran maestra me estaba poniendo a prueba otra vez y utilizaba el otome para estimularme.Quería que entendiese que no había nada más importante que seguir bailando. (…) En mi carrerano había sitio para mi arrogancia y mi vanidad de colegiala. En ese instante, algo cambió en miinterior y empecé a ver las cosas desde otro ángulo. Me comprometí de verdad con lo que estabahaciendo y me convertí en bailarina. (p. 253)

Para Mineko, quien realmente le dio una lección fue madre Sakaguchi con su humildad y

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sabiduría, pues le mostró como se debían solucionar los problemas de forma constructiva y

beneficiosa para todas las personas involucradas. Este episodio constituye un verdadero hito en

la vida de Mineko pues no es hasta este momento que ella descubre en madre Sakaguchi y la

gran maestra sus modelos tanto a nivel profesional como a nivel personal. Mineko, si bien había

visto muchas veces estas situaciones, sólo ahora comprendió el significado que tenían para

mantener la armonía, la amistad y las buenas relaciones entre los integrantes de la comunidad. Si

bien madre Sakaguchi siempre estuvo presente en la vida de Mineko desde su llegada a la okiya

Iwasaki, interpretamos que en este punto ella ha tomado en la historia de nuestra protagonista el

rol que tenía de tía Oima como consejera, guía, mediadora, modelo a seguir, persona de

confianza con la que puede contar cuando necesite. El antiguo modelo a seguir que tenía Mineko

ahora se ve mucho más definido, en donde esta mujer suple definitivamente el rol de onesan que

Yaeko, por sus castigos y sus malas actitudes nunca realmente tomó, y se torna un catalizador de

la conducta prescrita por el orden social (el Karyukai) en donde Mineko, a través de la

observación, finalmente comprende el protocolo a seguir en situaciones de conflicto.

Luego del otome y la lección aprendida de este, Mineko se tomó aún más seriamente su

formación de geisha y comenzó a practicar sus danzas hasta el cansancio. Dicho entrenamiento

tan arduo llevó a Mineko a conocer, finalmente, lo que le hacía falta a la expresividad de su

danza: sus bailes carecían de la emotividad que sólo se aprende después de haber vivido una

pasión amorosa, pues no lograba expresar con cabalidad el sentimiento que produce el verdadero

amor o la pérdida de este. Nuestra protagonista reconoce que su total inexperiencia en el plano

amoroso, sumado a su rechazo a la gente, son sus principales deficiencias como maiko. Nuestra

protagonista vuelve a tocar el tema del intento violación que sufrió cuando niña, como un evento

que la mantenía bloqueada a nuevas experiencias con el sexo opuesto. Ella regresa a este

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episodio traumático de su vida, exponiendo nuevamente la circularidad que caracteriza a las

autobiografías femeninas, en donde habitualmente se vuelve a ciertos temas y/o episodios, lo

cual a su vez nos remarca la significancia de este hito que trunca sus posibles interacciones con

el sexo opuesto. Asimismo, nos vuelve a contar como, a pesar de su disgusto por el trato a la

gente, seguía desarrollándose como maiko, cosa que implicaba para ella fingir que todo el mundo

le era una compañía grata, por lo que se reafirmaba la idea que su actuación era opuesta a su

pensamiento, como ya nos había explicado anteriormente. Mineko debe actuar constantemente

como la maiko que todas las personas esperan ver en ella, y debe hacerlo bien. Es por eso que

nuestra protagonista, a pesar de las consecuencias que su estilo de vida le ha traído y su poca

afinidad con su rol, se esfuerza en mantener y repetir adecuadamente la ficción social establecida

a lo largo de siglos para las mujeres de su profesión y por lo tanto cumple con las expectativas

implícitas en las configuraciones sociales del Karyukai.

A Mineko le costó encontrar el punto medio entre la cordialidad y la coquetería, pues a lo

largo de su periodo como maiko, al tratar con hombres, ella solía mostrarse demasiado cortés a

veces porque su profesionalismo la obligada a ser simpática; razón por la que muchos clientes

malinterpretaron su actuación.

Los hombres que conocen las costumbres de Gion Kobu entienden las reglas tácitas y rara vez lasrompen. Pero cabe la posibilidad de que un individuo más ingenuo de lo habitual (…) interpretemal nuestra amabilidad y la tome como algo personal. (p.256)

Mineko nos da 3 ejemplos de esto: el primero es un chico adinerado que se iba a estudiar

al extranjero y le exige a Mineko irse con él. A ella, obviamente, no le quedó más remedio que

explicarle directamente que su amabilidad era parte de su trabajo y que nunca tuvo la intención

de darle falsas esperanzas amorosas. El segundo, un joven cliente le trajo una muñeca muy cara

desde su ciudad natal y, tanta era su impaciencia, que fue a la okiya a dársela. Esto fue, en

palabras de Mineko, una flagrante violación a las normas de etiqueta y le costaba creer que

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pensase que tenía el derecho de ir hasta su casa. Ella lo recibió por lástima y rechazó la muñeca

con toda la amabilidad que fue capaz. El tercer ejemplo ocurrió en Tokio, donde un cliente la

llevó a una tienda de lujo y le indicó que escogiese lo que gustase. Mineko no quería nada pues

no solía aceptar regalos, pero sin querer murmuró “bonito reloj”, por lo que al día siguiente el

hombre había hecho llegar el regalo a su hotel.

Estas anécdotas, que sucedieron entre los 16 y 17 años, son para Mineko un testimonio

más de su inexperiencia en torno a como llevar las relaciones sociales tanto en el ámbito

profesional como en el ámbito personal, “(…) son testimonio de mi inmadurez y de mi

inexperiencia. Demuestran lo mucho que me quedaba por aprender” (p. 257). La última anécdota

que nuestra protagonista selecciona para mostrarnos cuan inmadura era, sucedió en la Escuela

del Té Urasenke. Como parte de los rituales que pertenecen a los festejos de año nuevo, se

realiza el Hatsugama o primera ceremonia del té, a la que fue invitada Mineko, en donde ella se

esforzó en demostrar sus mejores modales. Cuando le entregaron el vaso, el cual no podía dejar

sobre la mesa por su forma extraña, se lo tomó de golpe porque pensó que era té, sin embargo,

cuando sintió el sabor en la boca, puso tal expresión que los asistentes le preguntaron si alguna

vez había probado el sake. Debido a que las circunstancias no le permitían hacer una escena de

pánico y nadie parecía extrañado tampoco, Mineko siguió tomando hasta acabar la velada. Como

su padre le había inculcado un fuerte respeto por la ley, cosa que según interpretamos, exageró

durante su adolescencia debido a su meticulosidad y autoexigencia; Mineko se sentía muy mal

consigo misma, avergonzada y llena de odio hacia su persona, al día siguiente. Además, no

recordaba con exactitud lo que sucedió después de salir de la Escuela de Té, por lo que temía

haberse comportado de forma indecorosa en los ozashiki a los que asistió después. Esa mañana

fue a la escuela Nyokoba, pero pidió permiso para retirarse temprano pues, como ya

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mencionamos, se sentía muy incómoda y observada por quienes la rodeaban. Volvió a la okiya y

permaneció encerrada en su vieja guarida infantil.

Me encerré en el armario y empecé a balancearme mientras repetía mentalmente como si fuera unmantra: “Lo siento. Perdóname. No lo haré nunca más”.Hacía bastante tiempo que no me refugiaba en el armario. Permanecí en él toda la tarde y sólo salícuando se hizo la hora de vestirme para volver al trabajo. (p. 259 - 260)

Desde pequeña, Mineko solía ocultarse en el armario cada vez que se enfrentaba a

situaciones que la sacaban de su zona de confort: en su casa paterna, huía de las primeras visitas

de tía Oima escondiéndose en el armario por su excesiva timidez; en su primera visita para

conocer a la gran maestra, buscó un armario para escapar del tenso ambiente de la escuela;

después del juicio decisivo de adopción, Mineko se ocultó en un armario e intentó suicidarse;

cuando recibió su primer otome, justo después del mencionado juicio; o después de la muerte de

tía Oima y de su debut como maiko, al afrontar los nuevos problemas sociales y profesionales

que se le presentaban. La única vez, hasta este punto del relato, que nuestra protagonista no se

encierra en el armario fue ante la muerte de Masayuki, en su férreo intento de enfrentar la

situación y mantener la compostura hasta el final para honrar a sus dos familias. El armario era,

para Mineko, un mecanismo de sobrevivencia similar al baile, mientras que esconderse lo hacía

en el espacio privado, la danza era el mecanismo que utilizaba en el espacio público. Es en este

pequeño espacio de la casa, donde ella podía reflexionar sin ser molestada y realizar profundas

retrospecciones. Sin embargo, Mineko reconoce que es un método infantil de enfrentar los

problemas y, después del incidente con el sake, decide no volver a encerrarse e interpretamos que

dicha decisión estaba en parte motivada por la proximidad de su mizuage, el ritual que celebra el

progreso de la maiko, y que representa un grado de maduración equipararle al paso de niña a

mujer. Además, para Mineko, el armario es una válvula de escape que en cierta medida

reemplaza a la fantasía a la que recurren normalmente las mujeres de los relatos de formación de

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protagonista femenina para evadir sus problemas, frustraciones y demases encuentros con la

realidad, lo que, siguiendo los ejemplos que nos presenta María Inés Lagos, produce en las

protagonistas una suerte de dependencia a este mecanismo. Mineko, como bien sabemos, es una

mujer muy estricta consigo misma y criada bajo los preceptos de independencia y autosuficiencia

del Karyukai, razón por la que asumimos que ella se sentía dependiente de su escondite infantil

y, a la vez, motivada por su fuerte deseo de alcanzar la perfecta imitación del modelo, lo que la

llevó a la necesidad de cortar lazos con una parte de su pasado para cambiar acorde a la nueva

etapa de su vida que se acercaba.

Algo que Mineko siempre da a entender, es que a pesar de estar insertada activamente en

una comunidad, en compañía y rodeada de gente, ella se sentía muy sola. A lo largo de la

autobiografía, nuestra protagonista nos relata como ella se niega a interactuar demasiado con la

gente, se cerraba a las posibilidades de compartir con otros en parte por la gran desconfianza del

medio, por su natural introversión y la excesiva sobre protección que tuvo hasta los 18 años, la

que incluía no salir del barrio sin compañía. Ella reconoce este sentimiento de soledad como uno

de lo factores que la impulsaron a ser tan estricta consigo misma y ceñirse cada vez más al

modelo de geisha, y en particular, ser la mejor bailarina. Los consejos de su padre, ligados a la

filosofía samurái, el orgullo y la auto-superación, parecían hacer aún más eco en su solitaria vida,

al encontrar su homólogo en el estilo de proceder de las geishas, quienes se rigen por un código

de conducta distinto al de una persona corriente. “Estaba convencida de que la autodisciplina era

la solución para todos los problemas. Creía que esa era la clave de la belleza” (p. 260). Mineko

vivió su mizuage a los 17 años, en octubre de 1967, y apenas cumplió los 18 años, sus clientes y

conocidos asumieron que esta progresión era sinónimo de matrimonio, como si al quemar esta

etapa Mineko debiese empezar a buscar un marido. Por ello, empezó a recibir serias propuestas

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de matrimonio de diversos clientes para favorecer a sus hijos, sobrinos o nietos. Sin embargo,

ella confiesa que, en ese entonces, no las tomaba en serio, a pesar que aceptaba las invitaciones a

salir, pues para Mineko el baile seguía siendo su máxima preocupación. Con dichas salidas,

descubrió, además, que los chicos de su edad le parecían aburridos por la falta de sofisticación

y/o temas en común para conversar. Nuestra protagonista, luego de su mizuage, tenía planeado

que el rito del erikae fuera realizado el año 1969; sin embargo, autoridades japonesas solicitaron

colaboración de la Kabukai, la que a su vez solicitó a las maiko que ya habían vivido su mizuage

que retrasaran su erikae porque necesitaban un gran número de maiko en servicio para la

Exposición Mundial de Osaka programada para el año siguiente.

Nunca había estado tan ocupada como durante la Exposición de Osaka. Tenía tantos compromisoscon visitantes extranjeros que me sentía como una empleada del ministro de Asuntos Exteriores ode la Casa Imperial. Luego una amiga cayó enferma y prometí reemplazarla en los Miyako Odori,lo que complicó aún más mi apretada agenda. Para colmo, una maiko de la okiya Iwasaki,Chiyoe, decidió fugarse justo en esos momentos y tuvimos que sustituirla. (…)Como atotori, yo era muy conciente de mi responsabilidad económica para con la okiya, de modoque cada vez que Yaemaru19 estaba demasiado borracha para trabajar, al igual que cuando Chiyoenos dejó en la estacada, me sentía obligada a trabajar aún más. (…)Esa primavera debía bailar en treinta y ocho de las cuarenta funciones de los Miyako Odori.(Iwasaki, p. 267 - 268).

Nuestra protagonista siguió con su vida ajetreada y durante este año se intensificaron aun

más sus actividades. A raíz de estos sucesos negativos para la okiya, Mineko se ve a sí misma

como la mayor fuente de ingresos, lo que la lleva a sobrecargar excesivamente su agenda y,

eventualmente, a enfermarse de gravedad. El primer síntoma fue una fatiga evidente que

desembocó en un desmayo al llegar a un ozashiki en el que, para su suerte, había un médico. Él

la llevó a su consulta, en donde descubrió que Mineko tenía su presión arterial por sobre lo

normal; así que le insistió encarecidamente que se examinara completamente en un hospital lo

antes posible. Siguiendo a regañadientes este consejo, nuestra protagonista visitó el hospital de la

19 Geiko de la okiya Iwasaki y hermana menor de Yaeko. Era reconocida en Gion Kobu por su buen desempeñotocando el taiko (tambor), sin embargo, bebía demasiado y se emborrachaba casi todas las noches, razón por la queresultaba problemática.

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Universidad de Kioto, en donde debió hospitalizarse inmediatamente por un fallo renal producto

de una infección a las amígdalas. Mineko, a pesar del diagnóstico, no quería tratarse

correctamente porque sentía que era una pérdida de tiempo considerando la cantidad de citas que

debía cumplir; no obstante, el equipo médico ignoró sus reclamos y le insistieron que se

internase de una vez. Nuestra protagonista, evidentemente, había ignorado las veces anteriores en

que su cuerpo le pasaba la cuenta por tanto desgaste, y ahora debía extirparse las amígdalas.

Finalmente, tras la cirugía, Mineko pidió ser dada de alta inmediatamente y ser paciente externa

porque no soportaba estar más en el hospital. Permaneció muchos días sin poder hablar y sin

comer sólidos porque el dolor era insoportable. Durante su convalecencia, recibía muchas visitas

y regalos, entre los cuales había un gran ramo de asteres (un regalo ostentoso según Mineko) que

venía de parte Toshio, uno de los tantos pretendientes que consiguió la atención de nuestra

protagonista.

Toshio, conocido en el medio artístico como Shintaro Katsu, era un popular actor de cine

japonés de la época y que conoció a Mineko en uno de los primeros ozashiki en los que nuestra

protagonista sirvió como maiko, es decir, cuando ella tenía 15 años. Congeniaron muy bien

porque Toshio provenía de una familia de artistas, por lo que desde pequeño aprendió shamisen,

entre otras artes; cosa que cautivó a Mineko y les permitió forjar una amistad durante 3 años.

Cuando Mineko cumplió 18 años, en uno de los muchos banquetes en los que coincidían, Toshio

la alcanzó cuando ella iba a buscar el sake y la besó antes que ella se percatara. Mineko se

indignó y le exigió a Toshio que nunca más intentara tocarla. Luego, ella fue inmediatamente al

despacho de la okasan para exigir no volver a ser asignada a este hombre, sin embargo, la okasan

no le dio la razón. Cabe reiterar que Mineko era muy ingenua, al punto de creer que por culpa de

un beso ella podría haber quedado embarazada, además aún no distinguía entre el interés

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amoroso serio y el flirteo. En banquetes posteriores se reencontraron y, para retomar contacto,

Toshio le sugirió un juego a Mineko, en donde ella pondría un dedo en la rodilla como

recompensa por tocar el shamisen para ella, tal como se lo pidió hace unos años atrás. Así,

paulatinamente, con los meses, aumentó a 3 dedos, luego a 5 dedos hasta que finalmente Toshio

le pidió a Mineko que posara su palma completa en la rodilla. Para ese entonces, Toshio declara

su amor a Mineko, quien no lo toma en serio y cree que está bromeando, porqué él era un

hombre casado y con hijos. Para ella, el juego de los dedos no había sido más que eso, además,

ella argumenta que él no cumple con sus expectativas de pareja y que, aunque se divorciara, no

quería ser la causa del sufrimiento de los hijos. Toshio, desolado, le responde que no se rendirá, a

lo que Mineko lo desafía para desalentarlo:

Bueno, quiero que vengas a Gion Kobu todas las noches durante tres años. Todas, sin excepción.La mayoría de las veces no asistiré a tus ozashiki, pero comprobaré si has venido. Y volveremos ahablar cuando hayas cumplido tu misión. (p. 284)

Toshio efectivamente, cumplió con la petición de Mineko durante esos años, lo que sirvió

para retomar la amistad, hablar de arte, conocerse mejor y conquistarla. Nuestra protagonista

dejo de sentirse sexualmente amenazada por el incidente del beso robado y comenzó a sentir

atracción hacia él. Durante este período, llegaron las flores a su hogar, que según Mineko, era la

forma que Toshio tenía para seguir cumpliendo su compromiso de visitas diarias.

64

CAPÍTULO 4. Adultez: la ejecución perfecta del ser geiko.

Luego de la convalecencia de Mineko, esta retomó sus actividades artísticas. La

Exposición de Osaka concluyó en septiembre del 1970, lo que permitió celebrar su erikae

posteriormente con 21 años:

El 1 de octubre me peinaron al estilo sakko, el que se lleva durante el último mes de maiko.Después, el 1 de noviembre, a medianoche, mamá Masako y Kuniko me cortaron la cinta delmoño: mis días de maiko habían terminado. (p. 289)

El erikae es el último rito de transición por el que pasa una geisha. Este rito, al igual que

los anteriores, implica un cambio de imagen que abarca desde su peinado, adornos del cabello,

maquillaje, cuello y diseño del quimono, largo del obi, calzado, etc. Este cambio busca

representar el crecimiento de una maiko, dejando atrás los rasgos y colores asociados a la

infancia y su carrera como maiko, para dar paso a la adultez y a su carrera como geiko. Esto

significa que su proceso de formación esta terminado y aprobado por la comunidad, lo cual no

significa que deje de perfeccionar su arte: Mineko sigue asistiendo a clases con la iemoto y

ensaya arduamente día tras día. Al igual que sus comienzos como maiko, Mineko seguía

teniendo las mismas dudas sobre su carrera motivada por el descontento que le hacían sentir las

normas conservadoras y anticuadas del sistema. Ahora que ella es oficialmente adulta, esperaba

que sus quejas fueran tomadas en cuenta por la Kabukai. A partir de esta edad, nuestra

protagonista se empodera como mujer adulta y afirma esto con sus pretensiones de

independencia, sin embargo la comunidad de Gion Kobu había considerado que la adultez había

llegado con su mizuage: esto se vio reflejado en las múltiples propuestas de matrimonio que

llegaron durante ese momento.

Al sentirse adulta, Mineko cree que debe abandonar la okiya e irse a vivir sola, pues

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consideraba que así podría ser totalmente independiente, aunque reconoce que en esa época

todavía era una chica ingenua. Así, a los 3 meses de su erikae, alquila un carísimo departamento

cuyo amoblado, igualmente carísimo, fue a cargo de la okiya. Mineko nos cuenta que mamá

Masako se escandalizó con los precios a pagar, lo cual demuestra que nuestra protagonista era

una total ignorante en cuestiones domésticas y de dinero, siempre acostumbrada desde pequeña a

tomar lo que le gustaba y encargar su pago y cuidado a otros. Mineko nos cuenta una serie de

anécdotas en torno a esto, que se resumen en: no sabía encender una cocina porque nunca había

necesitado usar una, no sabía que los electrodomésticos necesitaban enchufarse a la corriente

eléctrica para encender, no sabía que el arroz envasado que compraba en el almacén debía

colocarlo ella misma en el arrocero, no sabía que al pagar una compra con efectivo según el caso

tiene que esperar la diferencia, no sabía cocinar pues creía que una comida estaba buena si tenía

buen olor ni racionalizar adecuadamente las porciones necesarias. Por otra parte, Mineko nota

que pronto se cumplirán los 3 años de su “desafío” hacia Toshio, por lo que decide presentárselo

a mamá Masako. El día que se reunieron en el ochaya de costumbre, Mineko perdió totalmente

su compostura profesional ante la idea de ver a Toshio como novio y no como cliente, lo cual se

acentuó al estar junto a su madre. Luego, cuando el “desafío” cumplió 3 años, Mineko y Toshio

formalizaron su relación con la mediación de la okasan, la bendición de mamá Masako y la

promesa de Toshio de divorciarse de su esposa. Este punto de la historia de Mineko es para ella

el alcance de una plenitud, estabilidad e independencia que en su estado anterior de maiko le

parecía imposible. Asimismo, este nuevo estado representa para nuestra protagonista la

posibilidad de que el sistema se adapte a ella, pues ahora que se le considera oficialmente una

adulta ella espera que su voz tenga más peso que cuando era considerada una niña, y así poder

tomar decisiones propias en el ámbito profesional de la misma forma que estimaba que lo

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lograría en su vida privada.

Esa misma noche fue la primera vez que pasó a solas con un hombre por voluntad propia,

y aunque no pasó nada sexual, fue muy significativo para ella, pues comenzó un proceso de

sanación del trauma dejado por el intento de violación de su sobrino. A partir de este momento

Mineko y Toshio llevaron una relación normal de pareja, además nuestra protagonista comenzó a

tomarse días libres de vez en cuando, por lo que sus problemas de estrés desaparecieron. El haber

conocido el amor con Toshio le permitió adquirir la expresividad de movimiento que ella notaba

en falta en su baile desde hace años, no sólo porque Toshio tuviese una experiencia mucho más

amplia en el tema que ella, sino también por el amor que sentían entre ellos y la pasión por la

excelencia artística que compartían y que conformaba la base de su relación amorosa. Cuando le

iba a entregar su virginidad a Toshio, le hizo prometer que no le ocultaría nada ni le mentiría, y a

cambio ella lo esperaría hasta que su mujer le diera el divorcio. Luego que Toshio la desfloró,

Mineko sintió una inmensa alegría y alivio, pues para ella la sombra de su sobrino había quedado

enterrada para siempre. La mayor parte de su relación amorosa se llevó en el extranjero, pues en

Japón debían mantener oculto su romance de la comunidad y de los reporteros debido a que

ambos eran muy famosos, lo que llevó a que el departamento de Mineko se convirtiera en el nido

de amor de ambos. La decisión de Mineko de vivir independiente de la okiya contribuyó a la

fluidez de su “noviazgo” pues les permitió llevar una vida de pareja y convivir muchos

momentos juntos, labores domésticas, fiestas en casa, entre otras cosas; que de vivir en la okiya

hubiese sido imposible llevar a cabo.

Desde que Mineko se convirtió en geiko, se volvió habitual para ella tomar vacaciones,

pues el ritmo de trabajo de una geiko es menos agobiante que el de una maiko, pues el ciclo de

aprendizaje estricto ya ha terminado. Así, Mineko dio rienda suelta a su verdadera identidad, la

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que mantuvo autocensurada por tantos años mientras se preparaba siendo maiko. Ahora salía con

amigas o con Toshio al extranjero, viajaba en cruceros, disfrutaba de festivales tradicionales o

hacía locuras por las calles de Japón. De hecho, cuando se realizó una cirugía capilar en la zona

de la coronilla20 con unas amigas, no le molestó tomarse 10 días de reposo en el hospital, a

diferencia de las cirugías anteriores las que, aunque de mayor importancia vital, Mineko no les

quería conceder ni un día de hospitalización. Durante su estancia en el hospital, Mineko y sus

amigas paleaban el aburrimiento como podían: se escapaban del hospital para ir de compras, para

ir a comer a restoranes e incluso para bailar el plena calle. Mineko nos narra que el personal del

hospital estaba contrariado por el comportamiento inusual de las internas, al punto que se

aliviaron cuando recibieron el alta médica. En esta etapa de su vida, Mineko se siente libre de sus

3 grandes cargas emocionales: el estrés, la rutina de su agobiante profesión y el fantasma del

sobrino que había desaparecido. Pudo llevar su vida y sus relaciones sociales con más

naturalidad, manejarse en el mundo fuera de Gion Kobu, además conocer el amor le permitió

alcanzar esa expresividad que ella quería en la danza e influyó en su personalidad, otorgándole

confianza en sí misma, confianza en otras personas, definir su identidad sin depender de su

profesión, y por ende, de las normas que a ésta la rigen.

En este punto de su vida, Mineko alcanza un equilibrio entre su profesión y su vida

personal, en cierta medida se libera del acto performativo de maiko que ejecutaba implacable

durante su adolescencia y tan coercitivo con sus propios deseos. La obsesión de Mineko por

cumplir con la ficción social de “Mineko de Gion Kobu” se ve minimizada en su adultez, pues

ahora es ella quien decide cuando llevar a cabo su actuación de geiko, y no otros, como sucedía

20 “Este es un problema muy extendido entre las geiko, causado por el peinado de maiko, que se empieza atando elcabello en esta zona. El moño se sujeta luego con una varita de bambú que ejerce una presión constante sobre lasraíces del pelo. Además, llevamos el cabello recogido durante cinco días seguidos y también los accesorios irritan elcuero cabelludo. Cuando este nos pica, a menudo nos rascamos con un pasador y arrancamos más pelos de raíz. Portodo ello, es normal que al cabo de unos años aparezca una calva.” (Iwasaki, 2004, p. 320 - 321)

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cuando era una maiko. Este proceso da paso al surgimiento de un nuevo acto performativo, más

auténtico y acorde con la identidad y personalidad que Mineko sentía como propia en ese

momento de su vida, en donde ella por fin puede disfrutar de los frutos de su arduo trabajo y

posición adquirida dentro del Karyukai. El haberse independizado le sirvió para descubrir cuan

poco sabía del mundo fuera de Gion Kobu, cómo dependía de la okiya más de lo que creía, pues

si bien seguía yendo allí para ser vestida y transformada en “Mineko de Gion”, los roles de las

cocineras, sirvientas y otros empleadas domésticas ahora recaían sobre ella, lo cual se volvió

muy agotador. Finalmente, después de un año viviendo por su cuenta, Mineko decide regresar a

la okiya pues entiende que su posición privilegiada dentro de Gion Kobu le permite depender de

la comunidad para llevar a cabo su acto performativo, es decir, que era capaz de ser una persona

independiente dentro y fuera de Gion pero que no necesitaba serlo, pues tenía la capacidad

adquisitiva como para alquilar una habitación de hotel a gusto cuando quisiese estar a solas con

Toshio.

La última vez que Mineko vio a su padre con vida fue el 6 de mayo de 1973, en su tercera

visita a casa desde que fue adoptada por las Iwasaki. En esta ocasión Mineko pudo cerrar la

constante herida abierta que significaba para ella el haber abandonado a sus padres, confesándose

mutuamente cuanto significaban el uno para el otro.

- Papá, quiero darte las gracias por todo lo que me has dado en esta vida. Soy una mujer fuerte ycompetente, y siempre recordaré las cosas que me enseñaste. Por favor, vete sin temor. No tienesque preocuparte por lo que ocurra aquí: yo me ocuparé de todo.Sus ojos se llenaron de lágrimas.- De todos mis hijos tú eres la única que me ha escuchado, Masako. Nunca renunciaste a tuorgullo y me has hecho muy feliz. Sé que has trabajado mucho y que te ha costado lo tuyo, yquiero darte algo. Abre el tercer cajón de mi cómoda. Saca el obi de shibori. Sí, ése. Lo hice yomismo y es mi favorito. Deseo que se lo des al hombre de tus sueños, cuando lo encuentres. (p.324-325)

3 días después de esta conversación, el padre de Mineko falleció, lo cual la invadió de un

hondo pesar y le permitió saldar definitivamente la deuda que tenía consigo misma, aclarando a

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sus padres cuánto los quería desde siempre y que nunca dejaría de hacerlo. Además, el haber

cerrado este ciclo con su familia biológica le permitió sellar definitivamente la identidad que

venía construyendo desde su adopción, en la cual puede integrar de manera decisiva y armoniosa

los valores tanto de las Iwasaki como los valores de los Tanaka. Tanto Mineko como mamá

Masako se hicieron cargo de los gastos del funeral, situación en la que nuestra protagonista pudo

aprender cómo utilizar el dinero oportunamente en situaciones especiales como ésta. Después de

esta desgracia, Mineko recibió el título honorífico de Maestra de Danza o Natori, lo cual

significaba que nuestra protagonista podría interpretar ciertos papeles exclusivos que no estaban

permitidos para las geikos corrientes; sin embargo, a pesar de lo prestigioso del título, Mineko no

estaba autorizada para dar clases ni para bailar sin la autorización de la Kabukai y/o la escuela

Inoue. Esto significa que ella era libre de bailar lo que quisiese mientras se mantuviera bajo los

límites y reglas impuestas por las instituciones que controlaban la vida en el Karyukai, lo que en

concreto no permitía un verdadero crecimiento profesional ni económico para Mineko. En otras

palabras, sólo sería “libre” de interpretar cuanta danza quisiera si continuaba siendo una geiko,

con todo el aparataje normativo que implica en todo ámbito de su vida; pero si ella decidía

retirarse del sistema para mantener su libertad personal, es decir dejar de ser geiko, debía

renunciar a su libertad de expresarse en el baile. Para nuestra protagonista, descubrir esta

limitante de exclusividad supuso una contradicción ante su vocación, pues fue precisamente su

amor al baile lo que la llevó hasta ese punto tan alto de su carrera, con todas las consecuencias

que tuvo para su vida familiar, personal, académica, etc.; y su aversión a los aparatos tecno-

sociales tradicionalistas y conservadores que controlan y disponen de los integrantes de la

comunidad a su antojo y beneficio, la que comienza a alejarla y desidentificarla definitivamente

del modelo que había seguido durante toda su vida.

70

La relación entre Toshio y Mineko duró 5 años, en los cuales él le mintió 3 veces, todas

acerca de su esposa y su familia. Aunque nuestra protagonista había sido tajante en que no

toleraría la mentira, ella se percató que su pareja no estaba preparada para afrontar el divorcio e

iniciar una nueva vida, razón por la cual, cuando Toshio mintió por última vez, nuestra

protagonista decidió que era tiempo de cortar todo tipo de relaciones con él. Tanto Toshio como

Mineko estaban concientes del quiebre inminente, es decir, que él sabía que Mineko se había

percatado de las mentiras y a su vez, ella sabía que Toshio estaba al tanto de esta situación, pero

ninguno de los dos la enfrentó, siendo Mineko quien definitivamente tomó la decisión final y la

ejecutó de forma indirecta mediante la okasan. Ella es quien asumió el rol de mediadora en esta

relación, por lo tanto, también le corresponde ponerle fin a esta, siguiendo el protocolo tácito que

rige a Gion Kobu, del cual Mineko se valió para terminar con Toshio sin enfrentarlo

directamente. Haber terminado su primera relación amorosa significó para nuestra protagonista

acabar con un ciclo en el cual ella debía comprimir y ocultar parte de su identidad para mantener

funcionando una relación de pareja que debía conservar bajo las sombras. Esto significaba que

Mineko no podía ocupar el lugar que ella consideraba que le correspondía al lado de Toshio, y, al

igual como le pasaba con el título de danza, no podía compartir con quien quisiese todas las

cosas buenas que había aprendido de estas experiencias. En cambio, debía moldearse a los

deseos de él y sus circunstancias, de manera similar a como ella debía acomodarse a los clientes

de sus ozashiki.

En los relatos de formación de protagonista femenina, muchas de las mujeres presentes se

caracterizan por percatarse de su situación subordinada en la sociedad, lo que las lleva a

rebelarse en contra del orden dominante, que en nuestro caso está representado en gran medida

por la Kabukai y la escuela Inoue. Estas mujeres con autoconciencia son, según María Inés

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Lagos, excepcionales y alejadas de la mujer sumisa y dócil que se da en la mayoría de los relatos.

Por lo general, las protagonistas que abandonan la casa familiar para estudiar en la universidad o,

en nuestro caso, una institución prestigiosa, tienen mayores posibilidades de alcanzar la

autonomía y la libertad alejada del modelo de mujer dependiente. Mineko, además dentro de este

mundo particular que es el Karyukai, es una mujer excepcional por su profesionalismo y

perfeccionismo de su arte, sobresaliendo entre la multitud de geishas promedio al punto de

mantenerse en el número uno durante sus 5 años como maiko (tal como se lo propuso) y

extremadamente popular hasta su retiro como geiko, lo que abarca alrededor de 15 años de

servicio21. Entonces Mineko, al verse desprendida de esta relación, decide alcanzar la total

independencia, lo que la lleva definir y reafirmar aquellos elementos de su vida y su profesión

que le impedían alcanzar esta nueva meta.

Estaba harta del sistema. Había respetado las reglas durante años, pero jamás podría hacer lo quequería si continuaba siendo una pieza más del engranaje. La razón original para sistematizar laorganización de Gion Kobu había sido la dignidad y la independencia económica de las mujeres.Sin embargo, las estrictas reglas de la escuela Inoue nos mantenía en una posición subordinada yno quedaba espacio para ninguna manifestación de autonomía.No sólo no nos permitían enseñar, sino que ni siquiera podíamos bailar lo que se nos antojase ydonde quisiéramos. Debíamos consultarlo todo, desde el repertorio hasta qué accesorios denuestra indumentaria deseábamos lucir. Este sistema arcaico ha permanecido inmutable durantemás de un siglo y no existe en él cauce alguno para modificaciones, mejoras o reformas. Quejarseo resistirse es tabú. Como ya he referido, yo había estado intentando hacer cambios desde losquince años. Pero mis esfuerzos habían sido en vano. (p. 344)

Mineko ha sido criada para ser una mujer independiente desde el punto de vista de la

sociedad tradicional japonesa, en donde la mujer es un ente pasivo y dependiente de los varones,

sin embargo, dentro de Gion Kobu, en donde las mujeres son independientes en comparación con

sus pares tradicionales, la regulación del sistema devuelve a sus mujeres a este papel carente de

21 La popularidad de una maiko o de una geiko se mide a través del hanadai, literalmente “dinero de flor”, esto es,los honorarios que recibe una geisha. Estos se calculan por unidades de tiempo correspondientes a 15 minutos, loscuales son facturados al cliente por medio del ochaya. Luego, el kenban u oficina de asuntos económicos supervisa yrecibe las facturas de la noche, y después las remite a la okiya, en donde son transferidos a la geiko una vezdescontados los gastos y comisiones de esta. Este sistema permite dilucidar cual es la geiko y cual es la maiko máspopular según sus ingresos, pues es una información disponible al público.

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autonomía, en donde las decisiones más importante hasta las más insignificantes son

supervisadas por sus superiores, quienes a su vez obedecen a las reglas impuestas por la

Kabukai. Esta asociación en conjunto con la escuela Inoue son los aparatos reguladores de este

sistema más bien jerárquico antes que binario, es decir, que en comparación con la sociedad

japonesa tradicional la cual se rige por un sistema social binario de roles femeninos y masculinos

muy marcados, y también muy jerárquico en donde el hombre esta por sobre la mujer; en Gion

Kobu la jerarquía es marcada pero no pasa por el binarismo de géneros, sino por una jerarquía

respaldada por la tradición, en donde el género del individuo no desmerece el prestigio heredado

de siglos de tradición femenina. Esta estructura es rígida y estricta debido a que el universo de

sociedad que abarca la Kabukai es más pequeña que la sociedad tradicional del país nipón en

general, al estar compuesta sólo por ciertos grupos de personas relacionadas con el Karyukai de

apenas 5 distritos de todo Japón, lo que se traduce en un mayor poder regulatorio y normalizador

sobre sus habitantes debido a que todos están concentrados en una misma área geográfica y en un

mismo quehacer, lo cual resalta aún más si algún individuo transgrede la norma, lo que conlleva

a que la sanción sea aún más enfática. Esto lleva a que muchas veces se dejen pasar situaciones

realmente delicadas que necesitan de una medida radical por el temor a la sanción social que

implicaría llevarlas a cabo. Por ejemplo, diversas situaciones y actitudes de Yaeko, el

hostigamiento profesional y sexual que sufrió Mineko, la negativa a actualizar el sistema acorde

a los tiempos actuales, la falta de libertad para enseñar y/o presentarse según lo requiera el oficio

de geiko y no la Kabukai, que el uso de la propia imagen dependa de terceros y no de la propia

geiko, etc. Esto provoca una contradicción entre los ideales fundacionales de la Kabukai y las

decisiones concretas que estas autoridades toman en torno al Karyukai, lo cual a su vez repercute

en esta micro-sociedad en donde, al final de cuentas, ninguna problemática es enfrentada

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directamente. Esto sucede también a la inversa, en donde los trabajadores muchas veces no

reciben un sueldo acorde a lo que trabajan, o no perciben alguna parte de las ganancias de los

eventos en los que trabajan a pesar que implican mucho trabajo y mucho publico. En palabras de

Mineko, “es obvio que la danza no nos mantiene, sino que nosotras la mantenemos a ella” (p.

345).

El proceso de desidentificación con el modelo y su insatisfacción con el sistema en

Mineko es tal que llega a un punto de no retorno en donde nuestra protagonista considera

seriamente la opción de dejar el oficio. A razón de esto, con 26 años, comienza a planificar su

retiro y se niega a aceptar hermanas menores, lo cual detuvo el crecimiento de la okiya y sus

finanzas, pues Mineko pretendía cerrarla. Esta situación de declive económico empuja a Mineko

a trabajar aún más, a buscar alternativas para mantenerse y dejar bien ubicados al personal de la

okiya, de quienes era responsable. Mineko, en este proceso, descubre que a pesar de su

admiración por tía Oima, no estaba dispuesta a pasar por las mismas presiones que vivió, es

decir, no estaba dispuesta a continuar toda su vida representando el mismo modelo de atotori que

heredó de tía Oima. Para nuestra protagonista, ser atotori implicaba una herencia cultural y

artística asociada al linaje de las Iwasaki que debía preservarse, a diferencia de mamá Masako

que consideraba que ser atotori implicaba mantener viva la okiya a cualquier precio, como se

espera dentro de la maquinaria del Karyukai. Mineko, cuya decisión tiene matices díscolos desde

la mirada de mamá Masako, decide salvar la situación ofreciéndole la renuncia como atotori y,

por ende, del apellido Iwasaki. Esto, desde el relato de formación femenina, es un desafío abierto

a la voluntad de su madre, a diferencia de lo que suelen hacer las protagonistas de estos relatos

quienes para doblegar la voluntad de sus progenitores utilizan estrategias indirectas en donde, al

igual como Mineko lo hace con su identidad Iwasaki, se ofrecen como sacrificio para ser

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liberadas de las presiones sociales impuestas por su género. En el caso de nuestra protagonista,

ella también opta por esta estrategia pero de forma abierta, ofreciendo su identidad actual

(Mineko Iwasaki, atotori) como moneda de cambio, y en consecuencia volvería a ser Masako

Tanaka.

No quiero dirigir la okiya. Estoy cansada de este negocio y me gustaría dejarlo. Si de mídependiese, cerraría la okiya mañana mismo. Sin embargo, hay otra opción. Si deseas que sigafuncionando, renunciaré a mi puesto y podrás buscar otra atotori. Te daré todo lo que tengo en micuenta de ahorros. Tú y la siguiente heredera llevaréis la okiya y yo volveré a ser una Tanaka. (p.356)

Mineko esperaba poder deshacerse de las ataduras y responsabilidades que conllevaba

administrar la okiya, sin embargo, Masako accedió a su petición pues no deseaba perder a su

hija.

Además, Mineko se negaba a aceptar ayuda económica de clientes ya que lo consideraba

contradictorio al ideal de independencia que le había inculcado esta sociedad de mujeres. Es por

esta razón que comenzó a barajar otras alternativas de ingresos que no había considerado hasta

entonces, tales como publicidad televisiva, apariciones en la prensa y entrevistas, pues era

considerada por los medios como la geiko del siglo. Mineko aprovechaba de dar a conocer sus

ideas y puntos de vista sobre la organización de las geikos; pues ella deseaba aprovechar la fama

que tenía para fines positivos, como mejorar las condiciones de trabajo de Gion. Sin embargo, las

principales ganancias, para Mineko vendrían desde su club nocturno Malvarrosa, cuya idea tomó

prestada de una amiga que, al igual que ella, trabajaba de geiko pero decidió abrir un club

nocturno, decisión que fue muy criticada en Gion Kobu. No obstante, para fundar su club

Malvarrosa, Mineko tuvo que realizar una serie de trámites, pues originalmente ella quería

renovar la okiya para poner el club en una parte de la casa, cosa que no pudo hacer porque,

primero, descubrió que el linaje Iwasaki no era propietario de la okiya, sino que la arrendaban

desde muchísimo tiempo. Entonces Mineko decidió que debían adquirir el terreno, pero mamá

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Masako no estaba interesada y prefería seguir viviendo de alquiler, razón por la que Mineko

compró el terreno a sus espaldas, con su propio dinero. Luego, cuando quiso renovar la casa, se

enteró que no podían porque esta tenía más de 100 años de antigüedad, por lo que debía

derrumbarla y construir desde cero. Mineko, finalmente logró convencer a mamá Masako de que

debía reconstruir todo, así que mientras la edificación avanzaba, nuestra protagonista arrendó un

local que convirtió en su club Malvarrosa, en junio del 1977. A pesar de todo el esfuerzo, Mineko

soñaba con abrir un salón de belleza en el nuevo edifico que estaría emplazado en el terreno de la

okiya, el cual si bien originalmente tendría 5 pisos, termina teniendo 3 por intervención de mamá

Masako. En este proceso, Masako ha estado muy reacia a los cambios que le ofrece Mineko en

su estilo de vida, pues está tan acostumbrada a su vida en el Karyukai que no es capaz de

concebir otra forma de vivir e interpretamos que teme romper las normas de este estilo de vida,

no tanto por la sanción social que implicaría, sino por su propia vida, como si vivir en y para la

okiya fuese la única forma de subsistencia para ella como mujer.

La única persona que aún no estaba preparada para volar sola era mamá Masako. Yo le habíaexplicado con paciencia inagotable mis proyectos una y otra vez, pero ella no parecía entenderlos.Estaba acostumbrada a depender de otros y no tenía ni el más mínimo deseo de construirse unavida propia. Quería que las cosas siguiesen como hasta entonces. (p. 355)

La figura de mamá Masako, según el relato de formación de protagonista femenina, se

torna una mezcla de la madre antagonista, cuya imagen intenta imponerle a su hija los valores

del sistema al que se adscribe, que en este caso son los del Karyukai, y la madre víctima, que no

es capaz de hacer algo por salir del sistema, en este caso, apoyar a Mineko en sus proyecto aún si

estos fuesen un error; lo cual plantea una contradicción con los valores de independencia que le

ha traspasado a Mineko. En contraste con el resto de los habitantes de la okiya, ella era la única

que realmente se oponía al rumbo que estaban tomando los acontecimientos, pero finalmente se

resignó respecto de los hechos que estaban sucediendo. Paralelamente, Mineko seguía con su

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agenda de geiko, hasta que el 18 de marzo de 1980 falleció madre Sakaguchi, pérdida que fue un

duro golpe para Mineko y para todo Gion Kobu, pues no sólo murió una figura importante dentro

de la Kabukai, sino que también se llevó su arte de percusión a la tumba, pues ella era la última

persona que tocaba en su escuela. Para nuestra protagonista, este fue un hecho trascendental que

la impulsó a retirarse completamente de su vida como geiko, pues si bien aún mantenía un

mínimo entusiasmo por seguir el estilo de vida del Karyukai, al fallecer madre Sakaguchi,

Mineko pierde todos los lazos que le quedaban con Gion Kobu. Madre Sakaguchi fue para

nuestra protagonista uno de sus principales modelos a seguir, de quien aprendió como

desempeñarse en la sociedad y en su profesión como geiko, y por ende, como llevar las

relaciones interpersonales sin dejar de lado su profesionalismo, dignidad y humildad. Como uno

de los pilares principales en su vida (no olvidemos que madre Sakaguchi fue quien mayormente

la auxilió en sus momentos difíciles y además cumplió el rol de onesan no oficial de Mineko)

perderla significó para nuestra protagonista definitivamente completar el proceso de

desidentificación con el modelo de geiko de Gion como algo irreversible, en donde Mineko se

quedó sin aliadas en el engranaje del Karyukai. 4 meses después de este hecho, nuestra

protagonista decide definitivamente anunciar su retiro, por lo que comienza anunciándoselo al

último modelo de mujer con el que contaba, la iemoto o gran maestra. Interpretamos que Mineko

buscaba desligarse de Karyukai en todas sus formas, pero de manera armoniosa y protocolar,

como la misma norma de conducta que aprendió de estas influyentes mujeres. Cuando le anunció

que en dos días dejaría el servicio activo, la gran maestra se emocionó y le suplicó que no se

fuera, sin embargo, Mineko no recibió de la iemoto la motivación que necesitaba, porque el

sistema no lo permitiría. “Su emoción me conmovió, pero fue incapaz de pronunciar la única

frase que yo ansiaba oír: ‘Hagas lo que hagas, Mineko, no dejes de bailar’ ” (p. 352). Luego, les

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contó la noticia a mamá Masako y a Kuniko, quienes también se dejaron llevar por la emoción,

pero no la cuestionaron, cosa que no sucedió con el resto de los integrantes del Karyukai: apenas

Mineko llegó a su casa, el teléfono de la okiya no dejó de sonar en dos días por llamadas de

diversas personas de la Kabukai exigiendo explicaciones y pidiéndole que se quedase. Nuestra

protagonista explica que, si bien todos se preocuparon, nadie fue capaz de ofrecerle y/o sacrificar

algo para que ella continuase trabajando como geiko, a diferencia de todo lo que Mineko había

entregado y sacrificado por el Karyukai en sus 15 años de servicio activo.

Los dos días siguientes nuestra protagonista llevó una vida normal como hasta entonces,

asistiendo a sus clases y a sus ozashiki respectivos, en donde ella explicaba que todos sus años de

servicio habían sido una eternidad. Dentro del sistema del Karyukai, el retiro de Mineko causó

una gran conmoción, pero no la suficiente como para motivar a la Kabukai a hacer los cambios

necesarios en el sistema.

Tal como esperaba, mi retiro causó un profundo impacto en el sistema. Pero no el que yo habíaprevisto, pues los poderes fácticos nada cambiaron. Aunque los tres meses siguientes otras setentageiko abandonaron su puesto. Aprecié este gesto, a pesar de que era un poco tarde parademostraciones de solidaridad. (p.354)

La maquinaria del Karyukai siguió funcionando como hasta entonces, pues tanto Mineko

como las otras setenta geikos que abandonaron, no son más que engranajes reemplazables por

otros, cuya obligación es simplemente cumplir su rol dentro del sistema. Ser excepcional como

lo fue Mineko no es más que un complemento que, al parecer, no afecta al sistema en sí mismo;

pues si bien la idea era que al dejar de ejecutar los actos performativos que la convertían en

“Mineko de Gion”, el sistema de Karyukai se viera afectado; que Mineko dejara de ejecutar los

actos sociales que componían las distintas performance sociales de Gion Kobu (entiéndase los

festivales, ozashiki, eventos privados, visitas de estado, etc.) no significó un quiebre, pues si

nuestra protagonista se negaba a interpretar su libreto, había otras geiko dispuestas a hacerlo con

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gusto, especialmente aquellas que no cuestionaban el sistema en el que estaban inmersas.

El último capítulo de su autobiografía comienza con el primer día que Mineko despertó

sin sus obligaciones de geiko, y por ende, de verdadera libertad. Ella resalta su estado de relajo y

despreocupación, el cual causa mucho contraste al recordar su ajetreada vida desde que se volvió

una Iwasaki, pues en este punto del relato su única preocupación es su familia, compuesta por

Kuniko y mamá Masako. Con respecto a su hermana, se comprometió a ayudarla para cumplir su

sueño: formar su propio restaurante, el cual quedaría instalado en el nuevo edificio que habían

construido en el solar de la okiya. También reinauguró el club Malvarrosa en la planta baja de

este mismo edificio, dejando la tercera planta para su futuro proyecto del salón belleza. Para

vivir, Mineko compró un departamento amplio en donde viviría con Kuniko y mamá Masako,

mientras se dedicaba a preparar su nuevo proyecto (que nunca concretó) y a disfrutar la vida.

Nuestra protagonista estudió y se reunió con muchas personas relacionadas con el mundo de la

belleza, siendo en una de estas entrevistas donde conoció a Jinichiro Sato, pintor erudito que se

convertiría en su esposo. Su relación fluyó muy rápido, pues contrajeron nupcias a los 23 días de

conocerse, en donde Mineko le hizo prometer que si no era feliz en 3 meses, debía darle el

divorcio. Ella tomó esta decisión precipitadamente porque consideraba que ya no era joven,

quería experimentar la vida de casada y la maternidad, y Jin cumplía sus expectativas de hombre

ideal. En este punto del relato, Mineko cambia de planes, había pasado de ser geiko a una

empresaria y ahora se convertiría en jefa de familia, por lo que abandonó la idea del salón de

belleza y cerró el club. Para subsistir, obtuvo una licencia de comerciante de arte, por lo que

pudo mantenerse ligada a las artes, como lo había estado desde pequeña. Kuniko, en esas mismas

fechas, decidió cerrar su restorán pues no obtuvo éxito deseado, así que finalmente se fue a vivir

con Mineko, lo cual le permitió a nuestra protagonista vender el edificio y trasladarse a

79

Yamashina, y mamá Masako, por su parte, siguió viviendo en Gion Kobu, trabajando como

geiko y visitándolos regularmente.

En los relatos de formación de protagonista femenina, la gran mayoría de los textos

acaban con sus personajes resignadas frente al sistema o muertas, pues sólo acatando al sistema

ellas podrían sobrevivir. Sin embargo, Mineko no opta por el matrimonio por buscar protección o

status, sino por decisión propia, en su búsqueda por nuevas experiencias y proyectos de vida que

la llenasen como persona. Hay que comprender que Mineko no es la mujer sumisa y dócil, sino

que la mujer excepcional capaz de tomar sus propias decisiones y conciente de su papel

subordinado dentro del sistema en el que está inserta. A lo largo del relato, se puede observar que

nuestra protagonista evoluciona notoriamente en las distintas etapas de su vida, pasando de ser

una niña tímida y algo antisocial a ser una mujer independiente, capaz de desenvolverse

exitosamente en la sociedad. Nuestra protagonista termina ofreciendo sus reflexiones en torno a

su vida y al Karyukai como estructura, dando a entender que alcanzó la plenitud saliendo del

sistema y, por ende, dándole un final armonioso a su autobiografía. “Yo vivo libre y sin

restricciones. Ya no estoy sometida a las reglas de la escuela Inoue, así que ahora bailo cuando

quiero, donde quiero y lo que quiero” (p.365). Mineko también aprovecha de agradecer las

enseñanzas que obtuvo en su vida tanto de su familia biológica como de su familia adoptiva,

pilares que conformaron su carácter y sustentaron las decisiones que tomó. No obstante, al

Karyukai no le dedica el mismo tipo de reflexiones, pues considera que el futuro de este sistema

tradicional es incierto debido a que hay cada vez menos interés de la sociedad japonesa, la falta

de tiempo para conversar y la ausencia de personas con los medios económicos para costear

estos festines; lo cual sumado a la rigidez del sistema del Karyukai para renovarse, provoca que

en la actualidad esta tradición se esté perdiendo y sea reducida a sus expresiones superficiales y

80

estereotipos.

(…) a medida que iba consolidándome en la profesión, me sentía cada vez más decepcionada porla intolerancia de nuestro arcaico sistema. Por ello traté de impulsar reformas tendentes apromover las oportunidades educativas, la independencia económica y los derechos laborales delas mujeres de la comunidad, pero mi incapacidad para cambiar las cosas me desalentó hasta elextremo de que, al final, decidí retirarme y, para disgusto de los más conservadores, lo hice enpleno apogeo de mi fama, a la edad de treinta años. (p.9)

Mineko siempre fue una geisha trasgresora dentro de su medio, pero a la vez, fiel a la

norma, razón por la que fue exitosa durante su carrera. Ella buscó la forma de modificar el

sistema para beneficio de todos los integrantes del Karyukai, pero éste se negó a escucharla y, en

consecuencia, terminó desalentando a Mineko, y con ello, perdiendo a la mejor geiko de su

generación.

81

CAPÍTULO 5. Ruptura del pacto de silencio: autodesignación yasentamiento de un discurso propio

En el mundo de la flor y el sauce hay una norma que hemos denominado pacto de

silencio, según la cual ninguno de sus integrantes debe comentar fuera del Karyukai los procesos

de formación de una geisha ni los aspectos exclusivos y sutilezas relacionados con su oficio. Esta

regla implícita ha sido observada casi sin excepción aproximadamente desde los inicios de la

profesión, lo que por una parte permitía mantener su exclusividad, su prestigio y la intimidad

necesaria para la ejecución de los banquetes privados e instancias similares en donde debía

participar una geisha, pero este exceso de hermetismo también ha provocado que tanto en Japón

como en el resto del mundo se produzcan los equívocos que Mineko señala en su misma

autobiografía. “En trescientos años de historia del karyukai, ninguna mujer se ha atrevido a

desvelar sus secretos: nos lo han impedido las reglas tácitas de la tradición y el carácter sagrado

de nuestra peculiar actividad” (Iwasaki, 2004, p.7). Además, este mutismo en torno a la

profesión se relaciona con demostrar un cierto status social y cultural, puesto que ellas tienen

acceso a saberes artísticos y ropajes propios de la elite japonesa, por lo que al mantener este

secretismo, su grupo y su arte se mantienen dentro la exclusividad que los define y distancia de

otros roles. Es interesante notar que Mineko, al decidirse a publicar su autobiografía comparte

con el mundo sus vivencias, lo cual, sumado a la simpleza del lenguaje con que está relatada,

abre las puertas de este colectivo exclusivo hacia aquellos que no pueden acceder al Karyukai

directamente, ya sea por falta de medios económicos, distancia geográfica y/o ignorancia.

Sin embargo, para poder apropiarse de su discurso, Mineko debió romper con el pacto de

silencio de su profesión, lo cual implicó una trasgresión a la norma que, interpretamos, se atrevió

a realizar apoyándose en la autoridad de sus propios méritos, a saber: ser la geiko más exitosa de

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su generación, atotori y Maestra de Danza. Mineko habla sobre estos secretos, incomodando a

los más conservadores del Karyukai y despertando la curiosidad de sus compatriotas y

extranjeros no enterados de la vida de una geisha. Esta trasgresión nos habla de una voluntad de

alcanzar una independencia más allá de lo económico o lo social, llevándola a un plano

discursivo en donde ella necesita sentirse dueña de sus palabras, libre de la censura de terceros

para describir cómo se forjó su identidad y sus relaciones con la comunidad de Gion o que otros

hablen por ella sin considerar aquellos elementos de su propio discurso que son relevantes. Por

ser el relato de su propia vida, solo Mineko puede ser la voz autorizada para hablar tanto de los

acontecimientos que selecciona en su autobiografía como del contexto en el que estos se

desarrollan, es decir, rituales, protocolos, costumbres, anécdotas, reglas, etc. Durante los 15 años

que duró su carrera y los que vinieron después de su retiro, Mineko Iwasaki mantuvo este pacto

de silencio en torno a su profesión, mientras su proceso crítico fue madurando hasta culminar en

lo que finalmente conocemos como su autobiografía. Además, que haya decidido romper este

pacto a una edad muy cercana a la ancianidad y no en su juventud, le permite, en cierta forma,

ponerla a resguardo de la probable sanción que hubiese recibido en caso de haber tomado la

palabra durante su ejercicio o en una fecha todavía cercana a su retiro. No obstante,

interpretamos, que este periodo de tiempo fue también una época de reflexión y desidentificación

más profunda con “Mineko de Gion”, por lo que creemos que ya no sentía que debía hacerse

cargo de este pacto de silencio, y más si con la ruptura de este pacto contribuiría a desmitificar la

imagen pública del Karyukai y la suya propia22.

22 Arthur Golden, en su libro Memorias de una Geisha menciona en sus agradecimientos a Mineko, a pesar que ellale había solicitado que mantuviera su identidad en el anonimato:Durante la extensa investigación que realicé para escribir este libro, estoy en deuda profunda fundamentalmente conuna persona. Mineko Iwasaki, una de las grandes geishas de Gion durante los años sesenta y setenta, me recibió ensu casa de Kioto en mayo de 1992 y corrigió todas las ideas falsas que tenía sobre la vida de las geishas (…).(Golden, 2006, p. 657)A pesar del ya mencionado acuerdo verbal de anonimato, Golden la menciona con nombre y apellido en su novela,

83

A través de su autobiografía, Mineko nos presenta la voz de las geishas, un grupo mudo

dentro de la cultura japonesa, y por extensión, del mundo, cuya identidad ha sido presentada y

divulgada a través de las voces de otros, distorsionando y/o reinterpretando a gusto lo que ellas

puedan decir sobre sí mismas, su cultura y sus tradiciones.

Entre las costumbres y ritos de la profesión que han contribuido a la formación de un estereotipoequivocado sobre las geishas en occidente, se cuentan: la asimilación errada a la prostitución delos servicios de entretenimiento y acompañamiento, el ritual del mizuage y la relación de algunasgeishas con su danna23 o protector. (Gómez, 2013, p. 53)

Estas voces dominantes y populares, que cuentan con su eco en los medios de

comunicación masivos, son las que Mineko quiso enfrentar por medio de su relato

autobiográfico, para presentarse tal como ella se autopercibe y no como otros la definen. A través

de su relato, nuestra protagonista deja un testimonio no solo de su vida, sino también de su

cultura y de su época; describiendo los procesos de aprendizaje que viven las niñas para

convertirse en geiko dentro de una sociedad particular como lo es el Karyukai, descubriendo al

público los mecanismos que permiten la independencia y/o represión de sus mujeres según sea el

caso. El relato de Mineko se torna subversivo no sólo por las razones ya presentadas, sino

lo cual trajo consecuencias negativas en la vida de Mineko, como amenazas de muerte y enemistades en elKaryukai.El autor norteamericano en su obra reafirma los equívocos y prejuicios preexistentes en torno a las geishas, talescomo el ritual de mizuage, presentado en el libro de Golden como un remate de la virginidad de la geisha, a pesarque sí era válida para las prostitutas u oiran, tanto en la autobiografía de Mineko como en nuestra investigación hasido aclarado que dicha práctica quedó obsoleta con las nuevas leyes implementadas en el Japón moderno;insinuaciones que hacían inferir que las geishas tenía relaciones sexuales con sus clientes, especialmente con lafigura del Danna o protector; o insinuar que Mineko y sus hermanas fueron vendidas por sus padres a la okiya,puesto que Golden ni siquiera disimula en su obra de ficción, con evidentes paralelos a la historia de nuestraprotagonista e incluso utilizando los nombres reales de familiares y conocidos de Mineko. Debido a esta situación,Mineko Iwasaki demandó en el año 2001 a Arthur Golden en la corte de Manhattan, Estados Unidos, pordifamación de personaje, ruptura de contrato y violación de copyright por revelar su identidad. Mientras este juiciose desarrollaba, nuestra protagonista escribió su autobiografía con la intención de contar la verdadera historia de suvida al público japonés y mundial. En febrero de 2003, el juicio llegó a su fin por un acuerdo amistoso entre ambaspartes fuera de la corte.23 La figura del Danna o protector es un cliente habitual, adinerado, que se convierte en el protector de la geisha y lefinancia todos los gastos que requiera para su formación y la adquisición de su vestuario. Si el protector está casado,la geisha representa al danna como una esposa no oficial y debe darle una atención preferencial frente a los otrosclientes. Las normas que rigen el tipo de relación geisha – danna son de difícil comprensión, lo que hace que el rolde geisha sea malinterpretado, asimilándolo al de una amante, y por lo tanto inferior al de la esposa. En realidadambos roles son perfectamente válidos. (Gómez 2014, p. 53)

84

también por la reivindicación de su punto de vista, el cual ha sido reafirmado tanto por sus

decisiones tomadas en el pasado, como por la involución que ha tenido el sistema del Karyukai

en los más de treinta años desde que Mineko dejó el oficio. Haberse retirado le entrega a nuestra

protagonista una autonomía que, según ella misma da a entender en su autobiografía, le da una

libertad de acción en su vida y en su arte que jamás habría conseguido si se mantenía sometida a

los reglamentos de la Kabukai, pues al ser una institución no actualizada a los tiempos que

corren, una ciudadana japonesa actual cuenta con mayor libertad e independencia que las geishas

de hoy, invirtiendo en la práctica los fines de independencia para las mujeres que propone la

Kabukai.

El acto de tomar la palabra por parte de Mineko implica para ella nominar su experiencia,

y en consecuencia, utilizar la palabra para autoproclamarse como mujer y artista independiente

poseedora de una voz propia, a través de la cual, interpretamos, consigue comprender su

condición de mujer independiente por medio de una conciencia de sí misma obtenida desde un

análisis crítico de su persona y de su medio, forjando un yo coherente a largo de la autobiografía,

y por extensión, de su vida. En el texto de María Inés Lagos se explica que tanto en los

bildungsroman como en los relatos de formación de protagonista femenina no sólo se narra el

desarrollo de un personaje, también la historia de un momento cultural teñido por las

incertidumbres, deseos y procesos de formación-autoformación de los hombres o mujeres en la

conquista de su identidad personal, lo cual es apreciable en la autobiografía estudiada, en donde

Mineko nos muestra que no hay un solo modo de ser mujer ni un solo modo de ser geisha,

porque para alcanzar el éxito de su proceso debió barajar constantemente las posibilidades que se

le presentaron en determinados momentos de su vida y elegir incluso más allá de lo

predeterminado para ella como mujer y como geiko dentro de la época que le tocó vivir; como

85

ocurrió en varios ocasiones de su historia personal, pero en especial cuando dejó el oficio de

geisha. Con sus actos y luego con su decisión de escribir, Mineko se autodesigna como sujeto

con un discurso propio, en donde a través de un arduo proceso autorreflexivo propone elementos

para actualizar, re-crear y resignificar el rol del oficio de geisha para los nuevos tiempos. Es

importante destacar que Mineko, quien presenta la construcción de sí misma en su relato,

adquiere su condición de sujeto al decidirse a contar su historia, lo cual se opone al fin último del

proceso formativo de las geishas, en donde se busca que las niñas se amolden al concepto de

geiko que la tradición impone y, por lo tanto, que su propia individualidad y deseos pasen a un

segundo plano o incluso desaparecer bajo el ideal de geisha. El proceso educativo que viven las

niñas aspirantes a geiko, equiparable en ciertos aspectos a la educación religiosa occidental que

estudia María Inés Lagos en sus estudios sobre los relatos de formación de protagonista

femenina, que está sustentado en una negación del yo a favor de una actitud complaciente hacia

la Kabukai y hacia los clientes, lo cual contribuye a que, eventualmente, las mujeres de este

gremio pudiesen sentir que sus necesidades e intereses no son prioritarios dentro del Karyukai.

Sin embargo, para Mineko este proceso de negación del yo y autocensura, del que ya hemos

hablado en capítulos anteriores, le permitió descubrirse como sujeto y en vez de borrar su

subjetividad, le permitió construirla y reforzarla; y junto con ello, a volver a crear y significar el

ser geisha en la actualidad.

Mineko nunca muestra arrepentimiento sobre su decisión de retirarse del sistema, lo cual

ratifica su elección, aunque a veces siente nostalgia, lo cual es normal si consideramos que desde

su más tierna infancia vivió rodeada del mundo de la flor y el sauce. El sólo hecho de escribir,

además, difiere de los patrones convencionales, en donde el acto de decirse es propio del mundo

masculino; por lo tanto, el sólo hecho de que Mineko hable sobre su mundo y la sociedad de

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mujeres en la que vivió representa una trasgresión por sí misma, pues como explica Lagos, se

articulan experiencias que han permanecido silenciadas hasta entonces, y que sumado al pacto de

silencio que mencionamos en los párrafos anteriores, refuerza su carácter rupturista dentro de la

cultura japonesa.

87

CONCLUSIÓN

A través de la presente tesis hemos analizado los procesos de identificación y

desidentificación respecto del proceso de formación de una geisha que vivió Mineko Iwasaki,

quien nos lo narra en su autobiografía Vida de una Geisha. Para ello, fue menester conocer y

entender el rol que ostentan las geishas dentro de la sociedad japonesa, no desde la mirada

occidental, la cual esta llena de mitos y estereotipos que son constantemente reforzados por

distintas tecnologías sociales, como el cine, la publicidad, la literatura, los estudios asiáticos,

etc.; sino que desde la perspectiva única que nos puede ofrecer una geisha al contar su propia

historia.

La geisha, dentro de la sociedad japonesa, cumple un rol público que normalmente está

vetado para la mujer, a quien se le concibe desde el concepto de femineidad japonés como eje del

espacio privado, totalmente ajena a aquellos aspectos de la vida que se relacionen con los

espacios y roles públicos. En los eventos donde son solicitados sus servicios, la geisha se vuelve

la anfitriona e incluso la relacionadora pública del cliente que la contrata, quien con su

refinamiento demuestra el status de quien la ha contratado. Aunque a ojos occidentales parezca

que la geisha, quien sí tiene acceso al rol público que se le niega a la esposa, la suplanta; en la

sociedad japonesa dichos roles son complementarios, en donde cada una tienen claro el rol de la

otra y, en consecuencia, se tratan con el debido respeto e incluso, una esposa puede contratar los

servicios de una geisha.

La profesión de las geishas fue concebida para otorgar protección e independencia

económica y social, de forma digna, a las mujeres en una época en donde no podían aspirar a

dichos beneficios a menos que fueran “bien casadas”. Sin embargo, dicho objetivo se ha ido

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desfigurando con el paso del tiempo, debido a la nula actualización a los tiempos que corren por

parte de la Kabukai, sobre los reglamentos que rigen el quehacer artístico de geishas y demás

actores sociales del Karyukai, como explica Mineko a lo largo de su autobiografía. Esta es una

de las razones por las que, a lo largo de su carrera, nuestra protagonista fue desencantándose del

mundo de la flor y el sauce, hasta finalmente retirarse.

Mineko Iwasaki, quien comenzó su formación como geisha a los 6 años, fue

progresivamente asimilando concientemente el modelo de geisha ideal que se le presentó, sin

reparar en lo que significaría para su desarrollo social, y salud física y sicológica. Tal fue su

capacidad de asimilación y perseverancia, que Mineko consiguió encarnar al ideal de geisha

durante los 15 años que duró su carrera. Y es que las geishas son, dentro de Japón, el fiel retrato

de lo que se considera una mujer bella, tanto por su aspecto y atuendos como por su nivel

intelectual y refinamiento.

Durante el estudio y análisis de la obra autobiográfica de Mineko Iwasaki hemos aplicado

distintos conceptos pertenecientes tanto a la teoría literaria de autobiografía, relatos de formación

de protagonista femenina y bildungsroman como a estudios de género, los cuales podemos

calificar como los pilares que sustentan el análisis realizado. Aunque a simple vista pareciese que

la teoría referente a las novelas de formación (tanto masculina como femenina) no tuviesen

asidero en una autobiografía, hemos podido comprobar como en el relato que nos ofrece Mineko

están presenten distintos rasgos textuales pertenecientes al relato de formación de protagonista

femenina y, contra lo que esperábamos, del bildungsroman. La razón por la que podemos aplicar

ambos modelos complementariamente en el relato de Mineko es que el proceso formativo que

ella nos relata está enfocado hacia la preparación de mujeres con rol público, esfera en la que

normalmente es dominada por hombres. Las geishas, en consecuencia, son mujeres que están

89

constantemente moviéndose entre las esferas públicas y privadas, asumiendo en su quehacer y en

su vida roles que pertenecen tradicionalmente tanto a mujeres como a hombres; y por lo tanto, en

sus procesos formativos pasan por disyuntivas que pueden encontrarse tanto en el bildungsroman

como en el relato de formación de protagonista femenina.

Entendiendo que en una autobiografía sólo contamos con los sucesos de vida que la autora

escogió para narrar, podemos afirmar que a través de la lectura de Vida de una geisha es posible

comprender en qué consiste la profesión de estas mujeres, su formación académica y su ambiente

de trabajo; así como aspectos culturales en torno a las artes tradicionales japonesas, las formas de

llevar las relaciones interpersonales dentro de esta cultura y la estresante competencia entre

profesionales. Asimismo, es posible analizar los postulados críticos que Mineko hace sobre la

organización actual de la profesión a través de los estudios de género, en donde podemos

apreciar que, si bien hace trescientos años la profesión de geisha era un adelanto en la sociedad

japonesa, que permitía la conformación de sociedades de mujeres en las que ellas podían

cultivarse, llevar una vida independiente y ser madres solteras; en la actualidad los arcaicos

reglamentos con los que tutelan su trabajo han provocado que dichos fines sean más de palabra

que de hecho, pues en la actualidad una mujer japonesa puede optar a educación e independencia

sin tener la necesidad de convertirse en geisha.

Durante su proceso de formación profesional, Mineko trabajó tenazmente para alcanzar el

modelo de femineidad, profesionalismo y autonomía que encarnan las geishas, sin embargo

cuando lo hubo alcanzado, comenzó un proceso de desidentificación debido a la rigidez del

sistema que, paradójicamente, se oponía a estos fines. Mineko lentamente empezó a forjar el

discurso crítico hacia el sistema en el que estaba inserta, hasta finalmente configurarse como una

sujeta autónoma y con ello, desasirse del estilo de vida de geisha para buscar su propia verdad y

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su propio destino. El hecho que Mineko Iwasaki haya escrito su autobiografía es, de por sí, un

acto de rebeldía que confirma este proceso y plantea ordenadamente según sus vivencias el

desarrollo de su identidad tanto al acercarse al modelo como al alejarse de él.

Para finalizar, creemos importante mencionar que durante el trabajo de investigación y

análisis en torno a la autobiografía de Mineko Iwasaki, hemos ampliado nuestro conocimiento en

torno a Japón, tema que nos atrae mucho, pero también en torno a los estudios de género,

autobiografía y relatos de formación, cuyo contenido nos será muy útil en nuestro quehacer

profesional futuro. Además de estos nuevos saberes que complementan nuestra formación

académica, hemos recibido lo que consideramos una lección de vida, al aprender que no todo lo

que se dice sobre una cultura o un grupo de personas debe considerarse cierto si no es

comprendido desde la perspectiva correcta que, en el caso de las geishas, es la sociedad y cultura

japonesa.

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