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Hispania, LXI/3, num. 209 (2001) LA PRIMERA ARTICULACIÓN DEL ESTADO FEUDAL EN CATALUÑA A TRAVÉS DE UN IMPUESTO: EL BOVAJE (SS. XII-XIII)* por PERE ORTI GOST universidad de Girona RESUMEN: El presente artículo pretende aproximarse al primer impuesto general recaudado en Cataluña el hovajedesde una perspectiva política e institucional. El hovaje fue el primer impuesto de carácter general a todo el territorio, preludio de la nueva fiscalidad de Estado en la Cataluña medieval, un impuesto que gravaba al conjun- to de la población según la riqueza de sus habitantes, que necesitaba el consenti- miento de la Iglesia y de la nobleza y que se justificaba y se utilizaba para finan- ciar la guerra. El proceso de consolidación de un impuesto de estas características permite comprender y ejemplificarcómo los condados catalanes, profundamente fragmentados por el cambio feudal, se articularon en un Estado feudal a partir de la segunda mitad del siglo XII. PALABRAS CLAVE: Corona de Aragón. Cataluña, siglos XII y XIII. Mo- narquía. Cortes, fiscalidad. bovaje. ABSTRACT: The present article is an attempt to study the first general tax levied in Catalonia the bovatge or bovaticumfrom a political and institutional perspective. The bovatge was the first tax imposed on a general basis for the entire territory, a prelude to medieval Catalonia's new fiscal administration. It was a tax, which the entire population was obliged to pay according to the wealth of its inhabitants, which required the consent the Church and the nobility and which was justified and utilised to finance wars. Following the process of consolidation of a tax of this type helps understand and exemplify how the highly fragmented Catalonian counties developed into a feudal state during the second half of the twelfth century. * Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación «Poder yfiscalidaden la Cataluña de los siglos XIII y XJV: bases jurídicas y trasfondo social», dirigido por Manuel Sánchez Martínez y financiado por la DGESIC (PB98-0478). Abreviaturas: ACÁ, Archivo de la Corona de Aragón; C, Cancillería. Hispania, LXI/3, num. 209 (2001) 967-998J (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://hispania.revistas.csic.es

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LA PRIMERA ARTICULACIÓN DEL ESTADO FEUDAL EN CATALUÑA A TRAVÉS DE UN IMPUESTO: EL BOVAJE (SS. XII-XIII)*

por

PERE ORTI GOST universidad de Girona

RESUMEN: El presente artículo pretende aproximarse al primer impuesto general recaudado en Cataluña —el hovaje— desde una perspectiva política e institucional. El hovaje fue el primer impuesto de carácter general a todo el territorio, preludio de la nueva fiscalidad de Estado en la Cataluña medieval, un impuesto que gravaba al conjun­to de la población según la riqueza de sus habitantes, que necesitaba el consenti­miento de la Iglesia y de la nobleza y que se justificaba y se utilizaba para finan­ciar la guerra. El proceso de consolidación de un impuesto de estas características permite comprender —y ejemplificar— cómo los condados catalanes, profundamente fragmentados por el cambio feudal, se articularon en un Estado feudal a partir de la segunda mitad del siglo XII.

PALABRAS CLAVE: Corona de Aragón. Cataluña, siglos XII y XIII. Mo­narquía. Cortes, fiscalidad. bovaje.

ABSTRACT: The present article is an attempt to study the first general tax levied in Catalonia —the bovatge or bovaticum— from a political and institutional perspective. The bovatge was the first tax imposed on a general basis for the entire territory, a prelude to medieval Catalonia's new fiscal administration. It was a tax, which the entire population was obliged to pay according to the wealth of its inhabitants, which required the consent the Church and the nobility and which was justified and utilised to finance wars. Following the process of consolidation of a tax of this type helps understand and exemplify how the highly fragmented Catalonian counties developed into a feudal state during the second half of the twelfth century.

* Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación «Poder y fiscalidad en la Cataluña de los siglos XIII y XJV: bases jurídicas y trasfondo social», dirigido por Manuel Sánchez Martínez y financiado por la DGESIC (PB98-0478). Abreviaturas: ACÁ, Archivo de la Corona de Aragón; C, Cancillería.

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KEYWORDS: Crown of Aragon. Catalonia. XII-XIII centuries. Crown. Parliament. Taxation. Bovaticum.

Si, en general, la fiscalidad de los paises de la Corona de Aragón no ha pre­ocupado a la historiografía hasta fechas muy recientes^ el bovaje ha sido un tema especialmente olvidado a pesar de su trascendencia: desde la lejana obra de Zuri­ta, sólo Ferran Soldevila y, recientemente, T.N. Bisson, se dieron cuenta de la importancia histórica de este impuesto^. El primer problema al que nos enfren­tamos cuando nos aproximamos al bovaje es definirlo. Como señala Soldevila, muchos historiadores que tropezaron con él lo describieron simplemente como el tributo concedido por los catalanes al comienzo de cada reinado, que se pagaba en función de los bienes semovientes, muebles e inmuebles que cada contribu­yente poseía^. Se trata, por lo tanto, de una definición basada en dos elementos: el motivo de la recaudación y la forma del impuesto. Pero, mientras su tasación no plantea especiales problemas porque experimentó pocos cambios significati­vos a lo largo del siglo XIII^, otra cosa es definir el bovaje a partir del primer elemento: su carácter de impuesto de accesión. Tal conceptualización no aparece hasta finales del siglo XIII, cuando se estableció definitivamente el derecho regio de percibir un impuesto al comienzo del reinado y cuando dejaron de recaudarse bovajes por otras razones. Y fue precisamente en ese mismo momento cuando el bovaje entró en decadencia, debido básicamente a la franquicia general conse­guida por el brazo nobiliario y el real en las Cortes de Barcelona de 1300 y, a lo largo del siglo XIV, por el brazo eclesiástico.

Como pretendemos demostrar seguidamente, el bovaje fue el impuesto con el que la monarquía catalanoaragonesa intentó, desde finales del siglo XII y

1 Véase un estado de la cuestión en SÁNCHEZ MARTÍNEZ, Manuel: «La fiscalidad real en Cataluña (siglo XIV)»: Anuario de Estudios medievales, 22 (1992), págs. 341-376.

2 ZURITA Y CASTRO, Jerónimo: Anales de la Corona de Aragón, Zaragoza, 1610, ed. Ángel Ca-nellas, Zaragoza, 1967-85, vol.l, págs. 313-314, 367-368, 428-429, 618; SOLDEVILA, Ferran: «A proposit del servei del bovatge»: Anuario de Estudios Medievales, 1 (1964), págs. 573-587; idem, Pere el Gran, Barcelona, 1995, vol. 2, págs. 117-155; BlSSüN, Thomas N.: «The Organized Peace in Southern France and Catalonia (c. Il40-c. 1233J»: idem. Medieval France and her Pyrenean Neigh-hours: Studies in Early Institutional History, Londres, 1989, págs. 215-236; idem. Conservation of Coina­ge. Monetary Explotation and its Restraint in France, Catalonia and Aragon (C. A. D. 1000-C. 1223), Oxford, 1979; idem, «Sur les origines du "monedatge" quelques textes inédits»: idem, Medieval Fran­ce, págs. 325-338.

5 SOLDEVILA, F.: «A propôsit del servei del bovatge», pág. 573. '' Dejamos para otra ocasión el estudio de la evolución del bovaje como impuesto directo. La

documentación recogida permite conocer su forma de tasación desde 1205 y, a grandes rasgos, mantiene una estructura muy parecida a la que se consolidó definitivamente a finales del siglo XIII; véase LÓPEZ PlZCUElA, Tomas: «Sobre la percepción del "bovatge" en el siglo XIV: una aportación al tema de la tasación directa en la Cataluña bajomedieval»: SÁNCHEZ, Manuel (comp.): Estudios sobre renta, fiscalidad y finanzas en la Cataluña bajomedieval, Barcelona, 1993, págs. 335-347.

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por primera vez, consolidar la prerrogativa de poder recaudar un impuesto general al Principado, esto es, sobre todo el territorio catalán, ya fuese de juris­dicción real, nobiliaria o eclesiástica, mientras los estamentos hicieron todo lo posible para evitar, no tanto la percepción del impuesto en sí, como que éste pudiera decidirse sin su consentimiento. Como resultado de esta dialéctica, a lo largo del siglo XIII la monarquía solo consiguió que fuese aceptada la percep­ción de un bovaje por reinado, exigido al principio de éste y considerado como un impuesto de accesión, mientras los estamentos consolidaron su derecho a que cualquier impuesto general que el rey intentase recaudar en Cataluña ne­cesitase de su expresa aprobación a través de la convocatoria de unas Cortes, institución que estaba naciendo paralelamente.

Así, el bovaje aparece como un fiel reflejo de la primera articulación del Es­tado feudal en Cataluña. Es precisamente esta lectura política e institucional del impuesto la que nos interesa subrayar en este artículo. Por lo tanto, des­pués de analizar las fuentes de que disponemos para estudiar este impuesto, nos centraremos en destacar las características fundamentales de la vertebra-ción política de la Cataluña feudal, para, finalmente, describir la historia del bovaje en este contexto.

1. LAS FUENTES PARA EL ESTUDIO DEL BOVAJE

A pesar de la aparente falta de documentación sobre el bovaje, han llegado hasta nosotros muchas huellas de este impuesto, en gran parte publicadas des­de hace tiempo. Ahora bien, la carencia de un discurso historiográfico que in­tegrase de alguna manera la fiscalidad real en la explicación histórica ha impe­dido que los investigadores se diesen cuenta de lo que tenían delante de sus ojos: ¿cuántos historiadores no habrán examinado, por ejemplo, los cartularios de los Archivos Diocesano y Capitular de Gerona, donde hay una copia única de la Magna Carta de 1205, y que cuentan con un regesto de sus documentos desde 1907-8^? Parece significativo que haya sido T.N. Bisson, procedente de una tradición historiográfica como la anglosajona, donde la fiscalidad ha tenido un destacado protagonismo en el marco de los estudios sobre los orígenes del Estado, quien se ha dado cuenta de la importancia de este privilegio general^.

5 BOTET Y SISÓ, Joaquím: «Cartoral de Caries Many, de la Seu de Gerona»: Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 3 (1905-06), págs.92-99, 166-172, 249-254, 324-329, 407-410, 479-483, 550-557; 4 (1907-08), págs..4l-46, 122-126, 180-191, 241-247, 320-329, 4l6-424,469-487,503-517.

6 BiSSON, T. N.: «An "Unknown Charter" for Catalonia (A.D. 1205)»: idem, Medieval France, págs. 199-212.

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Podemos agrupar los documentos que aluden a nuestro impuesto en cuatro tipos diferentes. En primer lugar, las crónicas que aportan algunas noticias referentes a los bovajes de Jaime I, material agotado por Ferran Soldevila^.

En segundo lugar, tenemos los documentos que podríamos definir como normativos del impuesto. Este conjunto está formado, de un lado, por los que la misma documentación define como forme bovatici, donde se describía el im­puesto y que normalmente se insertaban en una carta real en la que se notifi­caba u ordenaba su recaudación^; y, de otro, por algunas ordenanzas comple­mentarias, como las de Pedro el Grande para la percepción en la ciudad de Barcelona del bovaje de 1277^ o las de Jaime II para la recaudación general del bovaje de 1296^°. LsiS forme bovatici constituyen los documentos fundamentales para conocer este impuesto, pues normalmente se detalla en ellas cuándo y cómo se decidió la recaudación del bovaje y sus características principales. Se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón un cuaderno de papel escrito a finales del siglo XIIF^ seguramente de cara a la recaudación del bovaje de ac­cesión de Alfonso el Franco en 1286, donde aparecen copiadas todas h& forme de los bovajes recaudados entre 1205 y 1277 con el fin de saber cuál era la tarifa que se acostumbraba a aplicar en este impuesto. Al final de cada docu­mento se indica si el bovaje fue de gracia o de derecho y la moneda que circu­laba —de quatern, dohlenc o de tern— en el momento de su percepción. Por lo tanto, este cuaderno constituye el material fundamental para el conocimiento del bovaje porque, gracias a él, no solo podemos conocer las condiciones de su aprobación, el tipo de impuesto, las tarifas, etc., sino también documentar prácticamente todos los bovajes recaudados desde 1205, muchos de los cuales solo conocíamos a través de las incidentales referencias dadas por Zurita. Es más, creemos que este historiador aragonés fue el único que consultó esta do­cumentación y seguramente lo hizo a través de una copia del mencionado cua­derno que se encontraba en el Regestrum diversorum viridi I, actualmente desapa­recido, pero cuya información se encuentra resumida en el Liber Patrimonii regii Principatus Catalonie, la compilación del siglo XVI conocida con el nombre de Mulasses^^. Como estos bovajes se aprobaron en el marco de unas Cortes, las

7 SOLDEVILA, F.: «A proposit del servei del bovatge», págs. 573-587. 8 Un ejemplo de este tipo documental es la bien conocida carta de Pedro II donde se describe

el bovaje de 1277: VILLANUEVA, Jaime: Viaje literario a las iglesias de España, Madrid, 1851, vol. 17, págs. 360-361; SÜLDEVILA, F.: Pere el Gran, pág. 140; LÓPEZ PIZCUETA, T.: op. cit., págs. 340-341.

9 SÜLDEVILA, F.: Pere el Gran, vol.2, doc. 20, págs. 147-148. 10 LÓPEZ PIZCUETA, T.: op. cit., págs. 335-347. 11 ACÁ, C, Papeles por incorporar, caja 5, 4/C-ll. 12 ACÁ, C, Liber Patrimonii regii Principatus Catalonie, vol.I, f.l86r-186v;-en esta entrada de

las Mulasses se resumen los folios 18-22 de un Regestum 1 diversorum dominorum regnum Aragonum, desconocido; pero en otra entrada de las Mulasses (vol.I, í.Tlv) esta referencia está corregida por la mencionada en el texto {Regestrum diversorum viridi I), manuscrito que está documentado entre los existentes en el archivo real pero que actualmente está desaparecido. Desgraciadamente para con­firmar este dato, el único memorial conocido hasta ahora que resume parcialmente la documenta-

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forme bovatici constituyen además el precedente más inmediato de lo que poste­riormente se llamarían los capítulos del donativo^^

El tercer conjunto de documentos sobre el bovaje lo forman los generados por la recaudación y administración de los ingresos del impuesto que, asimis­mo, podemos subdividir en tres grupos. El primero está constituido por la do­cumentación emanada de la cancillería real, una fuente utilizada brillantemen­te por Bisson ' , pero que, desgraciadamente, no tiene continuidad en el tiem­po: el vaciado tanto de la sección de pergaminos como de registros de la Canci­llería de Jaime I, Pedro el Grande y Alfonso el Franco son decepcionantes en este sentido. El segundo grupo, está formado por la documentación generada en las instancias intermedias de la recaudación y se encontraría registrada en los manuales notariales de algunas poblaciones; el único ejemplo al respecto lo encontramos en Vic, en el primer manual notarial conservado^^ Por fin, el ter­cer grupo lo forman las cuentas de los bovaters, esto es, los oficiales reales en­cargados de la tasación y recaudación del impuesto. Desgraciadamente las cuentas conservadas son muy tardías —a excepción de un pergamino de 1205^^ y de un libro de cuentas del bovaje de accesión de Pedro el Grande, la mayoría corresponden al de Jaime IP^— y fragmentarias. En estas cuentas se encuentraba la declaración, por parte de cada contribuyente, de todos los ani­males, bienes muebles, inmuebles y prendas que poseía, su tasación y, final­mente, el pago del impuesto. Como es fácilmente comprensible, de haberse conservado todos o la mayoría de los libros de cuentas de un único bovaje, ello constituiría una fuente histórica de incalculable valor.

Finalmente, el cuarto tipo documental está formado por las cartas de in­demnidad emitidas por la Cancillería real, donde el monarca reconocía a los otorgantes la excepcionalidad y el carácter de gratia de los bovajes concedidos en Cortes. Son especialmente interesantes, como veremos, las que recibieron las instituciones eclesiásticas durante el período compreiidido entre 1207 y 1228, porque, en algunos casos, es la única pista que tenemos para documentar la concesión de un bovaje al rey.

ción de este registro obvia los documentos comprendidos entre los f. 13 y 22 donde había la copia de \zs forme bovatici: ACÁ, C, Memorials, vol.31, f.28r-31v. Agradecemos esta noticia a Jaume Riera.

13 SÁNCHEZ MARTÍNEZ, Manuel, ORTI GOST, Pere: Corts, Parlaments i fiscalitat a Catalunya: els capítols deldonatiu (1288-1584), Barcelona, 1997, págs. XXX-XL.

i'' BiSSON, T.N.: Fiscal accounts of Catalonia under the early count-kings (1131-1215), Berkeley-Los Angeles-Londres, 1984., vol.11, docs. 27, 105, 115, 120, 130, 131 y 136.

15 GINEBRA I MOLINS, Rafael: Manual primer de tArxiu de la Curia Fumada de Vic (1250-1255), Barcelona, 1998, voLlI, págs. 1192-1193, doc. 2924-25 (17.vn.l233), cit. CARRERAS Y CANDI, Francesch: «Notes dotzentistes d'Ausona»: Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 5 (1909-1910), págs.451-452.

i'5 ACÁ, C, pergaminos extrainventario, núm.4727: es la cuenta en pergamino de la recauda­ción de las parroquias de Santa Maria de Tagamanent y de Sant Cebrià de la Mora. El pergamino no está fechado, pero podemos asegurar que corresponde al bovaje de 1205 por las tarifas aplicadas.

17 ACÁ, C, Varia, vol.402 y 459-461.

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Como puede verse, se trata globalmente de un buen conjunto documental, el análisis detallado del cual permitiría un conocimiento bastante preciso tanto de la evolución general de este impuesto como de su impacto en la sociedad catalana del Doscientos. Sin ningún tipo de dudas, el bovaje catalán, tanto por el tipo de impuesto como por su forma de aprobación, los mecanismos de re­caudación, pero, sobre todo, por la rica documentación conservada, sólo es comparable con los impuestos sobre bienes muebles de la Inglaterra coetánea^^ y hemos de enfatizar que documentos como las forme bovatici de principios del siglo XIII constituyen una rareza en la historia fiscal de Europa.

2. LA VERTEBRACIÓN POLÍTICA DE CATALUÑA

La aparición y consolidación del bovaje están íntimamente relacionadas con la formación de la monarquía y del Estado feudal en Cataluña; el bovaje es, en este sentido, el elemento fiscal del mencionado proceso. Como señala Bisson, la monarquía feudal se desarrolló de una forma particular en cada reino de la Eu­ropa occidental a partir de su peculiar estructura política, nacida del cambio feudal del siglo XF^. Así, en Cataluña, como resultado de las imperfecciones de la estructura feudovasallática nacida de las revueltas feudales de los años 1040-1060, la formación del Estado feudal se construyó a partir de una aparente restauración del poder territorial de los condes de Barcelona. En efecto, la pe­culiar estructura feudovasallática desarrollada a partir de Ramón Berenguer I (1035-1076) imponía unos serios límites a la posterior evolución del poder del conde de Barcelona hacia una monarquía feudal. Dichos límites deben buscar­se, como ha demostrado Bisson, sobre todo eri el más alto nivel, en los pactos establecidos entre los condes de Barcelona y los otros condes, los vizcondes y los grandes barones, propietarios de castillos. Las convenientae feudales firmadas entre estos últimos y el conde de Barcelona no eran propiamente un pacto feu-dovasallático, ya que los condes de Barcelona no consiguieron convertir los condados y los castillos alodiales en tenencias feudales. Así, los grandes barones se convirtieron más en unos aliados que en unos vasallos^°.

La importancia de los pactos establecidos por Ramón Berenguer I con los otros condes y con los grandes barones radica en que, por un lado, concitó la alianza de todos ellos hacia su persona y, por el otro, desarrolló los mecanismos para castigar a los nobles rebeldes. En este sentido deben interpretarse los dos tipos de compromisos que exigió a los barones alodiales de sus condados: que le jurasen fidelidad y que accediesen a abrirle los castillos siempre que él lo re­

ís WlLLARD: Parliamentary Taxes on Personal Property, 1290-1334, Cambridge, Mass., 1934. 19 BISSON, T.N.: «The problem of feudal monarchy: Aragon, Catalonia anb France»: idem,

Medieval France, págs. 237-239. 20 BISSON, T.N.: «Feudalism in twelfth-century Catalonia»: idem, Medieval France, págs. 156-

157, 160-161.

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clamara. Este control quedaba reforzado con la obligación del homenaje directo que todo castlà debía al conde de Barcelona. Es cierto que, a través de estos pactos realizados, entre 1060 y 1070, la totalidad de la Cataluña cristiana se encontraba por primera vez reunida bajo la autoridad de los condes de Barce­lona, y que éstos no eran vasallos de nadie. Se empezaba así a perfilar una or­ganización coherente y jerarquizada de los poderes, dominada por el conde de Barcelona. Pero no se logró que las propiedades de los otros condes y de los grandes barones se convirtiesen en tenencias feudales, lo que quiere decir que el poder del conde en las tierras de aquellos era prácticamente nulo o, lo que es lo mismo, que los castillos alodiales eran prácticamente impermeables al go­bierno de los condes. En este sentido, se entiende, por un lado, la política de Ramón Berenguer I dirigida a la compra de los castillos que en el pasado le representaron un mayor peligro^^ y, por otro, la importancia de la progresiva adquisición por parte de la casa de Barcelona del resto de los condados catala­nes mediante una negociación política, hecha muchas veces a través de testa-mentos^^. Las dos iniciativas no tendrían sentido si los condados y los castillos hubiesen sido tenencias feudales, ya que, por ejemplo, un condado vacante hubiera revertido automáticamente al superior feudal.

Por lo tanto, habría que refrenar un poco el entusiasmo de Bonnassie ante la obra de Ramón Berenguer I, porque las mencionadas limitaciones de los pactos feudovasalláticos catalanes fueron la causa principal de la imposibilidad condal para desarrollar el poder de la monarquía a partir de la estructura feu-dovasallática más allá de las tierras de su patrimonio^^ Pero, lo más importan­te no fueron tanto los éxitos o los límites de la política concreta de Ramón Be­renguer I, que visualiza una determinada correlación de fuerzas entre el conde y la nobleza, expresada a través de unos pactos, sino que esta situación, creada a finales del siglo XI, no pudo ser modificada posteriormente: aún en el siglo XIII, en las Commemoracions de Pere Albert, este jurista romanista al servicio de la monarquía distinguía claramente entre alodio y feudo^^. Esta distinción no era una sutileza jurídica sino que reflejaba la independencia y el poder de la nobleza y, al mismo tiempo, de las limitaciones de la estructura feudovasalláti-ca catalanas. Sólo así podemos entender la autonomía y la fuerza de la nobleza

21 BONNASSIE, Pierre: La Catalogne du milieu du Xe à la fin du Xle siècle. Croissance et mutations d'une société, Toulouse, 1976, vol. 2, pág. 688-696.

22 BiSSON, T. N.: «Feudalism», pàg. 161-162. 23 Une monarchie dont les structures et les rouages ne sont pas sans rappeler ceux de t E t a t normand {puis

anglo-normand) qui se constitue à la même date. Tous les habitants du pays, où, qu'ils vivent et quels qu'ils soient, sont placés "sous le joug" du comte. Celui-ci, ne pouvant, dans la plupart des cas exercer directement son autorité sur eux, la délègue à ses "hommes", c'est-à-dire soit à ses propres castlans, soit aux anciens châtelains alleutiers et à leurs castlans: BONNASSIE, P.: op. cit., vol.II, pág. 708.

2^ RoviRA I ERMENGOL, Josep: Usatges de Barcelona i Commemoracions de Pere Albert, Barcelona, 1933, págs. 184-188. Sobre Pere Albert véase: GARCÍA I SANZ, Arcadi: «El jurista Pere Albert i la seva obra»: Estudis Histories i Documents dels Árxius de Protocols, XIV (1996), págs. 7-38.

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a lo largo de la baja Edad Media y las dificultades en ampliar el poder de la monarquía. Podemos poner dos ejemplos de carácter fiscal que muestran muy bien estas limitaciones: en primer lugar, los condes-reyes catalanes nunca con­siguieron imponer la típica ayuda financiera feudal de los cuatro casos (para armar caballero al hijo primogénito, para casar a la hija primogénita, para res­catar al rey prisionero y para financiar las cruzadas)^^- y en segundo lugar, si los condes-reyes hubieran querido exigir un impuesto a cambio de la ayuda militar debida por sus vasallos, parecido al scutagium inglés^^, este impuesto hubiera tenido un impacto muy limitado sobre las tierras controladas por la nobleza, porque sólo se hubiera podido recaudar sobre los feudos que la noble­za tenía del rey y no sobre el conjunto de castillos que controlaba, porque la mayoría de éstos no eran feudos sino alodios.

De esta manera, el proceso de construcción del Estado feudal en Cataluña se realizó parcialmente al margen de los pactos feudovasalláticos y, como hemos apuntado, a través de una aparente restauración de un orden territorial. Tenía como base la asunción de la Paz y Tregua por parte del rey y la recrea­ción de un oficial condal, el veguer, como garante y gestor de la Paz. Asumir ésta y gestionarla a través de los veguers era, en el fondo, un intento de crear una jurisdicción general sobre todo el territorio del Principado, incluyendo los castillos alodiales de la nobleza. Aunque esta tentativa ya aparece conceptuali-zada en los Usatges, se llevó realmente a la práctica durante el reinado de Al­fonso el Trovador (1162-1196), cuando los reinos de Aragón y Cataluña co­menzaron a administrarse como unidades políticas. Durante ese período, los condes de Barcelona ampliaron considerablemente el control sobre el territorio de la futura Cataluña, después de las conquistas de Lérida y Tortosa y de la incorporación de los condados del Rosellón (1172) y del Pallars Jussà (1192); al mismo tiempo, las acuñaciones de Barcelona y de Jaca desplazaron las otras locales, convirtiéndose en las únicas monedas de Cataluña y Aragón. Y fue durante el reinado de Alfonso el Trovador cuando se instituyeron los primeros estatutos de Paz —los de Fondarella de 1173— sobre todo el territorio catalán y cuando este espacio recientemente definido se dotó de administraciones territoriales: las vegueries^'^.

25 Véase el caso francés en: RiGAUDiÈRE, Albert: «L'essor de la fiscalité royale du règne de Phi­lippe le Bel (1285-1314 à celui de Philippe VI (1328-1350)»: Europa en los umbrales de la crisis: 1230-13^0, Pamplona, 1995, pág. 332; en Inglaterra los tres primeros casos eran los únicos que la Magna Carta permitía al rey exigir sin convocar a sus vasallos en una asamblea: HOLT, J. C: Magna Carta, Cambridge, 1992, págs. 317-318 y 454-455.

26 H A R R I S S , G . L . : King, Parliament and public finance in medieval England to 1369, Oxford , 1975,págs.lO-12.

27 BiSSON, T.N.: «Preludio al poder: Monarquía y Constitución en los reinos de Aragón, 1 1 7 5 - 1 2 5 0 » : BURNS, Rober t I. , Los mundos de Alfonso el Sabio y Jaime el Conquistador, Valencia , 1 9 8 5 , págs.49-66.

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Pero una cosa fueron las intenciones políticas de los monarcas y la otra la realidad. La nobleza reaccionó ante esos ataques a su independencia y de esa dialéctica, que aquí no podemos describir, surgió el carácter «constitucional» del Estado feudal en Cataluña durante un largo proceso que fue desde la se­gunda mitad del siglo XII hasta las Cortes de 1283. Es otra vez Bisson quien ha replanteado de nuevo el problema de los orígenes de las Cortes en Catalu-ña^ . Frente a la opinión generalizada, especialmente desde los trabajos Maron-giu^ , según la cual las primeras Cortes catalanas fueron las de Barcelona de 1283, el historiador norteamericano propone que los orígenes de las Cortes deben buscarse en las asambleas de Paz y Tregua del período 1173-1214. Bis­son se apoya en tres argumentos para hacer esta afirmación: en primer lugar, el carácter territorial de aquellas asambleas; en segundo lugar, la existencia de una estructura ceremonial y de la ratificación jurada de los acuerdos por los presentes en dichas reuniones; y, finalmente, la introducción de los represen­tantes urbanos en las asambleas. Por nuestra parte, y aunque somos de la mis­ma opinión de Bisson en el sentido de que los orígenes de las Cortes están en las asambleas celebradas entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII, diferimos en alguno de los argumentos propuestos.

Así, coincidimos en la idea de que la territorialidad constituye un elemento fundamental para definir aquellas asambleas como Cortes, en el sentido de que, por un lado, hubo asambleas donde se convocaron nobles, eclesiásticos y síndicos de las ciudades y villas reales sólo de Cataluña y de que, por otro, di­chas asambleas se aprobaron estatutos con la pretensión de que tuvieran vigen­cia sobre un territorio que se definía, primero geográficamente con expresiones como des del Cima a Salses o des de Salses fins a les terres de Lleida i Tortosa, y des­pués con el nombre de Catalonia. Ahora bien, los reunidos en las asambleas del siglo XIII, tal y como también afirma Bisson, todavía no tenían la idea de que la Corte o la asamblea como tal era representativa de Cataluña. Pero estos dos elementos —territorialidad y representatividad— acabaron por estar presentes en las Cortes a causa del carácter que tomó la asunción de la Paz y Tregua de Dios en Cataluña. Esta tenía un punto débil de partida: para la completa asun­ción de la Paz por parte del rey, éste tenía que haber conseguido desligarla de las asambleas de Paz y Tregua. Pero, el hecho de asumirla, no rompió el carác­ter de compromiso entre feudales con el que nació, un compromiso que debía renovarse cada vez que cambiaban sus protagonistas o que se rompía la Paz. Por lo tanto, era necesario lograr ese compromiso para que los estatutos de la Paz tuviesen aplicación sobre todo el territorio; en consecuencia, era preciso convocar a todos aquellos que tenían el poder para romper la Paz. Y, poco a

28 BISSON, T.N.: «The Origins of the Corts of Catalonia»: Parliaments, Estates and Representa­tion, 16(1996), págs.31-45.

29 MARONGIU, Antonio: II parlamento nel medioevo e nelteta moderna, Milán, 1962, pág. 109-125, cit. BISSON, T.N., «Origins of the Corts», pág. 32.

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poco, los feudales fueron tomando conciencia, como clase social, de un nuevo espacio político, que iba más allá de los límites de los señoríos que controlaban, y pudieron sentirse protagonistas de la vida política de un territorio que desde entonces pasó a llamarse Cataluña.

Ese elemento de compromiso entre feudales es el que explica también el segundo argumento esgrimido por Bisson: estas asambleas aparecen ya como celebraciones de majestad donde existía un consenso ceremonial y, sobre todo, que necesitaban de la ratificación jurada de los acuerdos tomados en las asam­bleas. Estos elementos, fundamentales para poder hablar de Cortes, sólo se explican por la necesidad de conseguir el compromiso de los feudales. Y este compromiso no se podía obtener por la fuerza de la autoridad del monarca a causa de la independencia de los grandes magnates sino por la adhesión indivi­dual y personal de cada uno de ellos, que debía revestirse de un ceremonial y de un juramento personal y solemne para que pudiese tener una vigencia real.

En lo que disentimos más claramente de Bisson es en la necesidad de una representación de las ciudades y villas reales en las asambleas para poder califi­car a éstas de Cortes. Es además un argumento peligroso porque todavía está por esclarecer cuándo aparecen y qué papel ejercían los primeros síndicos por­que carecemos aún de un estudio serio sobre la presencia de éstos, especialmen­te en las asambleas de Jaime I. Pero creemos que tal presencia no es necesaria para poder hablar de Cortes a finales del siglo XII o principios del XIII. La pregunta que debe responderse es: ¿quién era necesario que estuviese presente en las asambleas para que los acuerdos tomados en ellas tuvieran realmente vigencia?; y también ¿quién tenía que participar en la subscripción juramenta­da de los acuerdos tomados en la asamblea? Si nos fijamos en las reuniones del siglo XII, la presencia de eclesiásticos es indudable, ya que siempre aparecen nombrados en las introducciones de las constituciones de Paz y Tregua, pero los eclesiásticos no prestaban nunca ningún juramento: lo hacían el rey y la nobleza; y era el juramento de éstos el necesario para conseguir la vigencia de los acuerdos. Hay que esperar hasta principios del siglo XIII para que los ecle­siásticos tomasen parte activa en las decisiones de las asambleas y seguramente hasta la segunda mitad del siglo XIII para que lo hiciesen los síndicos de las ciudades y villas reales. Evidentemente, la participación activa de estos repre­sentantes urbanos es un elemento importante para la definitiva composición de las Cortes catalanas bajomedievales. Pero lo más importante para calificar a las asambleas de finales del siglo XII y principios del siglo XIII como Cortes no era tanto la presencia de las ciudades sino la necesidad de conseguir un com­promiso juramentado de aquellos grupos sociales necesarios para que los acuerdos tomados tuvieran realmente vigencia sobre un determinado territorio. A partir de aquí, estas asambleas se convirtieron paulatinamente en el principal foro de discusiones políticas, donde se tomaron las decisiones legislativas, fisca­les, etc. que afectaban a todo el Principado. Y, finalmente, cristalizaron en la institución representativa de Cataluña a lo largo de un proceso que concluyó en

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las Cortes de Barcelona de 1283. Fue en este momento cuando se codificaron jurídicamente las ñinciones de una institución que, en realidad, ya ejercía desde hacía tiempo.

Y uno de los elementos que ejemplifica mejor todo este proceso es el bovaje, que nació como un rescate de la Paz para acabar convirtiéndose en el primer impuesto general recaudado en Cataluña; pero se trataba de un impuesto que no podía decidirse sin el consentimiento de los estamentos, en un proceso muy pre­coz con relación a lo que estaba pasando en las monarquías vecinas. Veámoslo.

3. EL ORIGEN DEL BOVAJE: EL «CUNCTIS PATEAT» Y EL BOVAJE DE ALFONSO I

Como ya señaló Soldevila y ha sido recuperado y ampliado por Bisson, el origen del bovaje hay que buscarlo en la Paz establecida el 1118 en los conda­dos de la Cerdaña y el Confient por Ramón Berenguer III (1096-1131), cuan­do recibió el condado después de la muerte del último miembro de la dinastía. Bernât Guillem de Cerdaña^O; esta Paz quedaría incluida posteriormente en los Usatges de Barcelona con el nombre de Cunctispateat^^. En aquella asamblea, el conde de Barcelona ponía bajo su protección a los bueyes atque ceteris animalihus arantibus y a todos los hombres que los poseían y, al mismo tiempo, aseguraba que no modificaría la moneda; a cambio, todos los habitantes del condado habrían de pagar 12 d. por cada par de bueyes, 6 d. por cada hombre y 3 d. por eixader; y, finalmente, prometía no volver a pedir más dinero. Tal como afirma Bisson, el Cunctis pateat muestra, en primer lugar, que la confirmación de la moneda iba asociada a la Paz, como un elemento más de la misma^^; en segundo lugar, que la Paz —y consecuentemente, la moneda— podía ser res­catada a través de una especie de impuesto; y, por fin, que el rescate se hacía una vez por reinado y en el momento de acceder al trono.

Es posible que esta tradición ya existiese en otros condados^^ j)^ cualquier modo, fiíe aplicada al conjunto de los territorios catalanes por Alfonso el Tro­vador cuando, en la asamblea de Fondarella de 1173, asumió la Paz en Catalu-

50 BISSON, T . N . : Conservation of Coinage, pig. 50-64; SOLDEVILA, F., «A propôsit del servei del bovatge», pág.575-577.

" ACA, C, reg. 4, f.42, ed. per ROSELL, Miquel: Liher Feudorum Major, Barcelona, 1945, vol.11, num.691 y BiSSON, T.N., Conservation of Coinage, págs. 199-200.

52 Véase la respuesta de Bisson al artículo de Anna M. Balaguer: BiSSON, T. N.: «Els orígens de l'impost sobre la moneda a Catalunya: una reconsideració»: Ácta/Mediaevalia, 16-17 (1995-96), pág. 301-310 y BALAGUER, Anna M.: «Sobre els orígens de l'impost del monedatge a Catalunya (segles XI-XIIJ»: Glaux, VII:3 (1991), pág. 791-802.

" También se percibían bovajes en el condado de Ampurias durante el siglo XIII: ¿se hacía a imita­ción de las iniciativas de los reyes a nivel de Cataluña o siguiendo una tradición propia?; véase BENSCH, S. P., «Three peaces of Empúries», Anuario de Estudios Medievales, 26/2 (1996), págs. 583-603.

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ña y muy probablemente intentó conseguir un rescate de la misma ' . Como ya hemos apuntado, los magnates reaccionaron contra un rey que les obligaba a aceptar una Paz territorial, amenazando su independencia. A consecuencia de esta reacción, en la asamblea de Gerona de 1188 se obligó al rey a que los esta­tutos de Paz y Tregua se adaptasen a los Usatges de Barcelona y que renunciase a la percepción de nuevos bovajes^^ Así, la aplicación de esta especie de im­puesto a escala de toda Cataluña se adaptó a los parámetros del Cunctis pateat de 1118, en el sentido de que era considerado un rescate de la Paz, y se perci­bió tan sólo una vez durante el reinado de Alfonso el Trovador. Pero creemos que esta última característica no estaba tan sedimentada como lo podía estar el hecho de pedirse un rescate por la Paz. De hecho, la misma idea de redención o rescate llevaba implícita la posibilidad de pedirlo cada vez que se renovaban o se modificaban los estatutos de la Paz. Y, como veremos, la tendencia hacia una única recaudación del rescate de la Paz por reinado y al principio de éste sería firuto de un relativamente largo proceso.

4. Los BovAjES DE PEDRO I (1196-1213)

El reinado de Pedro I es uno de los más interesantes desde el punto de vista de la fiscalidad^*^. La agresiva política exterior, principalmente durante la se­gunda mitad del reinado, condujo a la búsqueda de nuevas vías fiscales con las que alimentar unas finanzas exhaustas y estas iniciativas tuvieron importantes consecuencias políticas, como veremos seguidamente.

La primera iniciativa fiscal documentada es la del año 1197, pocos meses después de acceder al trono, cuando Pedro I recaudó —por lo menos, en la diócesis de Vic— una redemptio monete para financiar una expedición contra los musulmanes. Es difícil contextualizar esta recaudación y saber su extensión territorial^^. En cambio, un documento de 1200 muestra, por primera vez y de forma clara, la recaudación de un bovaje general en Cataluña. El documento en cuestión corresponde a la audición de cuentas de la recaudación del bovaje en una parte de la diócesis de Vic, hecha al obispo por Guillem Durfort, como representante real; concretamente, el obispo había recibido 19-900 s., de los cuales había pagado una parte a los caballeros de la diócesis y el resto a Gui-

3" ACÁ, C, pergaminos de Alfonso I, extra.2612 (c.ll74-c.ll75); BiSSON, T.N.: Fiscal ac­counts, vol.I, pág. 4 y II, doc. 27, pág. 86 (c.ll74-marzo, 1175).

35 ítem, omnibus sit manifestum quod nos promittimus quodde cetero non aliquid exhigamus occasione bo-vatici vel constitute pads ab aliquibus hominibus constitutis a Saisis usque llerdam et Tortosam, et in suis finibus: GONZALVO l BOU, Gêner: Les constitucions de Pau i Treva de Catalunya (segles XI-XIII), Barce­lona, 1994, pág. 100.

36 BlSSüN, T. N.: Fiscal accounts, vol.I, págs.122-158. 37 BiSSON, T. N.: «Sur les origines du "monedatge», págs. 327-328 y doc. 1; idem, Conservation

of Coinage, pág.90.

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llem Durfort. Al mismo tiempo, el oficial real reconocía que con los 1.940 s. obtenidos en la comarca del Ripollés por Joan de Caldes, se habían pagado al obispo 2.000 s. por su redelme^^. Muy posiblemente, como señala Bisson, este bovaje podría ser la redemptio bovatici realizada a partir de las constituciones de Paz y Tregua hechas en Barcelona el 1 de abril de 1198^9, a imitación de lo que había intentado su padre en Fondarella el 1173. La audición de cuentas mues­tra claramente que el bovaje se recaudó más allá de la diócesis de Vic ya que, cuando se define el área de percepción, los límites se fijan según las áreas re­caudadas por otros ofíciales'^^. Al mismo tiempo, este documento muestra otro elemento importante: el dinero del bovaje se repartió entre el rey, el obispo, que recibió el redelme, y los caballeros, que obtuvieron una parte no expresada. La posibilidad de repartir los beneficios del bovaje será una de las cláusulas que, como veremos, aparecerá siempre en les forme bovatici de Jaime I, aunque en la mayoría de los casos sea para negarla^^ Pero este hecho confirma una de las ideas más brillantes de Bisson, teniendo presente los pocos documentos de que disponía: el bovaje, o mejor dicho, la redemptio bovatici, no era un impuesto para financiar al garante de la Paz —en el caso catalán, el rey—, como se pue­de encontrar en otros lugares, sino el rescate o la compra de la paz por parte de las posibles víctimas de la violencia; por lo tanto, era necesario comprarla o rescatarla de todos aquellos que, de una u otra manera, podían ejercerla. Y, de la misma manera, como ya hemos indicado, al ser un rescate de la Paz, podía recaudarse cada vez que ésta debía renovarse.

El siguiente bovaje se decidió el año 1205 y la documentación que hemos reunido, junto a la aportada por Bisson, permite reconstruir uno de los hechos más importantes en la historia política de la incipiente Cataluña, que ya intuyó Zurita, único historiador que había utilizado la mencionada documentación^^. En primer lugar, disponemos de la primera yorw<« bovatici de Cataluña que, tal como hemos dicho, se encuentra copiada en unos papeles de finales del siglo XIII. Este documento muestra dos hechos importantes: por un lado, que fiae una redemptio monete atque bovatici y, por otro, que fiae concedida per la noble-za' . En segundo lugar, tenemos también las famosas provisiones de Huesca,

58 Arxiu Episcopal de Vic, Llibre de pergamins XI {Variarum rerum), 35 (11-12.VIII.1200); BiSSON, T.N., Fiscal accounts, vol.II, doc. 105, págs. 198-199-

39 GONZALVO, G . : op.cit., d o c . 1 9 , p á g s . 1 0 8 - 1 1 3 . 40 BISSON, T . N . : Fiscal accounts, vol.I, págs. 134-135. ' i Solo se repartió el bovaje recaudado para financiar la conquista de Valancia; véase nota 79. 42 ZURITA,}.: op. cit., vol.1, págs. 313-314. 43 La copia del siglo XIII comienza con estas rúbricas: Hec est prima forma bovatici que reperitur.

Hec est forma redemptionis monete atque bovatici quod dominus rex Petrus, proavus domini regis, fecit in Cata­

lonia; a continuación se copió el traslado del documento que empieza así: Hoc est translatum cuiusdam scripture scripte in libro registri domini prepositi Terrachone cuius scripture tenor de verbo ad verbum talis est:

Hec est forma redemptionis monete atque bovatici: primo, concessum est a magnatibus et ab omnibus aliis militi-

bus Catahalonie quod de unoquoque pare bovum aratorum hominum suorum dentur 111 s. (...): A C Á , C , Papeles por incorporar, caja 5, 4/C-ll, f.lr-2v.

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mencionadas por Zurita (noviembre de 1205) a partir de una copia del siglo XVI' . Este documento es una carta de Pedro I ordenando la recaudación en Aragón de un monedaje que debía percibirse en todos sus reinos según h. forma monetatici que se copia a continuación, muy parecida a la redemptio monete atque bovatici, pero no exactamente igual' ^ Finalmente, disponemos de la Magna Carta del 22 de marzo de 1205 redescubierta por Bisson, donde Pedro I declaraba que había establecido nuevas lezdas, tarifas sobre la sal, albergas, questias y otras exacciones; renunciaba al derecho a volver a hacerlo, reservándose el derecho a imponer nuevas lezdas sobre mercaderes forasteros y a recaudar questias y alber­gas en sus dominios y en los lugares donde era costumbre hacerlo; prometía que los veguers fuesen caballeros de Cataluña, los cuales deberían jurar que adminis­trarían el país legalmente, que harían justicia según la costumbre y el derecho de la tierra, que no impondrían nuevas exacciones y que no percibirían el tercio de los caballeros en caso de deudas; finalmente, Pedro I prometía que no alteraría la moneda de Barcelona ni pediría una redención de la moneda ni del bovaje a partir de ese momento y durante el resto de su vida^ .

La información aportada por estos tres documentos permite plantear algu­nas hipótesis y en cierta manera reconsiderar la tesis de Bisson, según la cual la carta de libertad no llegó a promulgarse, fundamentalmente porque el mismo rey la incumplió cuando estableció en noviembre de ese mismo año un mone­daje en Cataluña y en Aragón, siguiendo la información aportada por Zurita^^. Muy posiblemente, ante las dificultades financieras de Pedro I y con la excusa de su coronación en Roma el 1204, el rey intentó, por primera vez, recaudar un impuesto al mismo tiempo en los dos reinos que por entonces formaban la Corona de Aragón. Es probable que en Aragón fuese la primera vez que lo in­tentara, imitando la tradición catalana, pero justificándola sólo como una re­dención de la moneda. El carácter novedoso de esta inciciativa explicaría las reacciones en contra. En cambio, en Cataluña no era ninguna novedad, pero, para poder recaudar el bovaje en todo el territorio, Pedro I negoció con la no­bleza su aceptación a cambio de una carta de libertad, donde, entre otras cosas, el rey renunciaba a recaudar más redenciones de la moneda y del bovaje duran-

' ^ El documento fue transcrito en una carta enviada por un tal N. a Jerónimo de Zurita y Es­pinosa: Real Academia de la Historia, Biblioteca, sig. A-2, f. 58r-58v (30.XI.1205), VARGAS-ZÚÑIGA Y MONTERO DE ESPINOSA, A.: índice de la colección de don Luis de Salazar y Castro, Madrid, 1949, tomo I, pág. 45, doc. 150; cita y publica algunos fragmentos de la primera parte del docu­mento, ORCÁSTEGUI GROS, Carmen: «La reglamentación del impuesto del monedaje en Aragón en los siglos XIII-XIV»: Aragón en la Edad Media, V (1983), págs. 113-121; incomprensiblemente, parece que Bisson desconoce la existencia de este trabajo. La carta es de difícil lectura porque falta algún fragmento y está repleta de tachaduras y correcciones.

'*5 Pacimus vobis scire quod nos consilio multorum et volúntate constituimus moneitatijcum per totam terram Aragonum (et) Catalonie cuius formam vobis scriptam transmittimus (...). l^z forma monetatici empieza así: Hec est forma monetatici quoddominus rex constituit per totum regnum suum et per totam terram suam (...).

^^ BiSSON, T. N.: «An "Unknown Charter"». 47 Ibidem, ^ig. 207-211.

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te el resto de su vida. Posiblemente se llegó a un acuerdo en Gerona (marzo de 1205), que quizás pudo haberse aprobado en agosto, en Lérida, durante unas Cortes generales^^, justo antes de la partida del rey hacia Aragón, donde en noviembre y desde Huesca se publicaron las famosas Provisiones que, como hemos señalado, iban dirigidas sólo a este reino. Nosotros pensamos que la percepción de una redemptio monete atque bovatici no es contradictoria con la car­ta de libertad, tal como afirma Bisson, si consideramos las dos concesiones co­mo simultáneas, ya que la carta sólo dice que el rey no percibiría ninguna otra redención a partir de ese momento. Tampoco es contradictoria con la recauda­ción de otros bovajes durante el resto del reinado de Pedro I, siempre y cuando éstos se hiciesen con el consentimiento de aquellos que, siguiendo las palabras de la Magna Carta, no formaban parte de los dominios del rey ni de los lugares donde el monarca tenía la costumbre de percibir questias y albergas.

Por tanto, si nuestra hipótesis es correcta, creemos que el bovaje y la Magna Carta de 1205 constituyen un punto clave en la vertebración política y fiscal de Cataluña. Suponen el primer reconocimiento oficial de los límites fiscales del rey, a través del primer privilegio general de Cataluña, y la posibilidad de re­caudar bovajes sólo con el consentimiento de la nobleza. Pero el bovaje adop­taba aún la forma de una redención de la paz y de la moneda, o sea, no se había roto todavía el vínculo entre el impuesto y el motivo que hasta ese mo­mento generaba su percepción. Al mismo tiempo, se recuperaba otra vez la idea, que encontrábamos en el Cunctis pateat, de que el rey solo podía recaudar una redemptio bovatici et monete durante su reinado.

Como hemos dicho, la percepción por parte de Pedro I de otros bovajes no contradice esta hipótesis sino, todo lo contrario, la refuerza. Posiblemente se hicieron cuatro recaudaciones más entre 1205 y la muerte del rey en 1213. Aunque rompamos el orden cronológico, comenzaremos por analizar el bovaje de 1211, del que conocemos bien las características de su percepción; esto permitirá entender los posibles bovajes recaudados con anterioridad y posterio­ridad, todos ellos peor documentados.

Con la intención de organizar la participación catalana en la cruzada contra los almohades que preparaban los reyes peninsulares y que acabaría en la bata­lla de Las Navas de Tolosa en julio de 1212, Pedro I convocó una asamblea en Barcelona en marzo de 1211. El documento que inserta la. forma bovatici es una carta del rey dirigida a todos sus fieles comunicando, por un lado, la decisión de atacar a los musulmanes y, por otro, la reunión de una asamblea en Barce­lona. El mismo documento indica la confirmación y redacción de unas consti­tuciones de Paz y Tregua"* , que no se han conservado, y el despacho de otros

^^ BiSSON, T. N.: «The Origins of the Corts», pág. 43. ^^ (...) confirmanus illas paces et de novo illas scribi fecimus et per totam Catalonia iurari etfirmiter te-

nere et multa alia constituimus que valde bona et utilia sint toti terre nostre (...): ACÁ, C, Papeles por incorporar, caja 5, 4/C-ll, f. 2r.

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asuntos, entre los cuales tenemos documentada la constitución sobre el derecho átfadiga (10.111.1211)5°. A continuación, se aprobó la recaudación de un bova-je en todo el territorio de Cataluña, las tarifas del cual son descritas con detalle. Pero lo más importante es, por un lado, que en este bovaje ya no encontramos ninguna referencia a la redención de la Paz o de la moneda: el impuesto tenía como objetivo financiar la campaña militar, una «piadosa» empresa a la que todo cristiano debía prestar consejo y ayuda; y, por otro, que el bovaje fue aprobado con el consentimiento de todos los barones y caballerosa^. Por lo tan­to, la recaudación de este impuesto no contradecía el contenido de la Magna Carta, porque no era una redención de la Paz y porque se hizo con el consenti­miento de la nobleza. Al mismo tiempo, la asamblea de 1211 aparece ya como una reunión que ha desbordado claramente los límites de las asambleas de Paz y Tregua, no sólo porque se aprobó la percepción de un impuesto sino también porque se trataron asuntos al margen de la Paz, como lo demuestra la consti­tución sobre el derecho átfadiga.

Pero la aprobación de este bovaje tuvo unas consecuencias aún más impor­tantes, motivadas por el hecho de que el bovaje fue consentido sólo por la no­bleza. Esto provocó la reacción de las instituciones eclesiásticas, que lo vieron como una agresión a sus libertades; fue así cómo unos días más tarde, la Iglesia consiguió arrancar un nuevo privilegio a Pedro I, que recibió cada obispo en representación de los diferentes establecimientos eclesiásticos de su diócesis^^. Así, desde Lérida el 21 de marzo de 1211 se expedieron diversas cartas^^ donde

50 Real Academia de la Historia, Cortes délos antiguos reinos de Aragón y de Valencia y del Principa­do de Cataluña, Madrid, 1896, vol.I-1, pág. 89-

5' Ideoque quare in facto Ispanie hoc anno multas expensas nos faceré opportebit, ad quod tampiam opus quilibet fidelis christianus debet auxilium et consilium impartiré, cum assenssu et volúntate omnium baronum et militum constituimus bovaticum per totam Catalonia a Saisis usque llerdam: ACÁ, C, Papeles por incorpo­rar, caja 5, 4 / C - l l , f.2r.

" De la coincidencia cronológica y la importancia de estos privilegios ya se percató ENGELS, Odilo, «Privilegios de Pedro el Católico en favor de obispos catalanes»: Vil Congreso de Historia de la Corona de Aragón, Barcelona, 1962, vol.III, págs. 33-39.

53 Obispado de Tarragona: Arxiu Historie Provincial de Tarragona, Pergaminos, c. 1, núm. 4/1 (cit. MORELLÓ I BAGET, Jordi: Fiscalitat i finances de dues viles del Camp de Tarragona: Reus i Valls durant els segles XIV i XV, tesis doctoral inédita. Universidad de Barcelona, 1998); obispado de Barcelona: Arxiu Capitualar de Barcelona, Libri Antiquitatis Ecclesie Cathedralis, I, núm. 521, f.l92v-193r; obispado de Osona: Arxiu Capitular de Vic, caixa 9 y Arxiu Municipal de Vic, Privile-gis, XIX, f. 197-198; existía otro ejemplar de este documento en el Arxiu Episcopal de Vic, Privile-gis reials, núm.6. (cit. MlRET Y SANTS, Joaquín: «Itinerario del rey Pedro I de Cataluña, II en Ara­gón», Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 4 (1907-1908), pág. 21.) que, según O. Engels, sería el original quemado el 1936,(O. ENGELS, op.cit, pig. 33); obispado de Gerona: Arxiu Diocesà de Girona, Cartoral de Carlemany, pág. 36, publicado por MARQUÉS, Josep Maria: Cartoral, dit de Carlemany, del bishe de Girona (s.lX-XlV), Barcelona, 1993, vol.II, doc. 399, págs. 593-594 (cit. España Sagrada, XLIV, 6. y ENGELS, O., op.cit, pág.33); obispado de Tortosa: ViLLA-NUEVA, J.: Viage literario a las Iglesias de España, V, Madrid, 1806, págs. 273-275 (cit. ENGELS, O.: op.cit, pág. 33); obispado de Urgel: Arxiu de la Catedral d'Urgell, armari 10, privilegis reials, publi-

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el rey reconocía que no tenía derecho a percibir questias, forcias, exacciones ni demandas sobre las tierras y los hombres de la Iglesia; confirmaba todos sus privilegios; y, finalmente, prometía de forma expresa que no podría exigir nin­guna questia, forcia o demanda para conquistar tierras musulmanas ni para otra razón, haciendo referencia directa al bovaje que se acababa de aprobar ' .

Como indica O. Engels, estos documentos tienen una gran importancia y marcan un cambio en las relaciones entre el soberano y la Iglesia. En efecto, los mencionados privilegios cerraban las posibilidades de desarrollo del poder real sobre la Iglesia: hasta ese momento, las diferentes instituciones eclesiásticas podían conseguir inmunidades fiscales individuales, pero la borrosa frontera de las diferentes situaciones jurisdiccionales de cada establecimiento eclesiástico permitía al monarca atentar contra los señoríos eclesiásticos. Con el privilegio de 1211 el rey elevaba el conjunto de derechos y privilegios individuales al rango de un privilegio general y, al mismo tiempo, reconocía la existencia de un colectivo cerrado y jerarquizado, donde el obispo aparecía como el representante del con­junto de las instituciones eclesiásticas de su diócesis. De esta manera, el privilegio de 1211 supuso un doble cambio en las relaciones Iglesia-monarquía: por un lado, modificaba definitivamente la tradición carolingia que daba al señorío espi­ritual una función de Estado y, por otra, concedía al obispo un nuevo papel: el de cabeza de una diócesis como unidad de jurisdicción eclesiástica^^. No nos debe sorprender, por tanto, que, a partir de este momento, la Iglesia aparezca siempre dando su consentimiento a la percepción de los bovajes.

De esta manera, el bovaje de 1211 no sólo es el primer impuesto general de Cataluña concedido al margen de la Paz, destinado a financiar una campaña militar y decidido en una asamblea con el consentimiento de la nobleza, sino que provocó la equiparación de la Iglesia a la nobleza en la decisión del im­puesto y, muy probablemente, en el papel que ejercía en las asambleas.

Como hemos dicho, el bovaje de 1211 no fue el primero recaudado desde 1205. Se conservan dos referencias que han llevado a Bisson a creer que se hicieron dos recaudaciones entre 1205 y 12115*5, aunque una de ellas no fue

c a d o p o r B A U D O N DE M O N Y , C h . : Relations politiques des Comtes de Poix avec Catalogne, I I , Pa r i s , 1 8 9 6 , núm.36. (cit. ENGELS, O.: op. cit, pág. 33); también recibió el privilegio el monasterio de Sant Joan de les Abadesses: ACÁ, C, pergaminos de Pedro I, núm.385, (cit. MlRET, J.: op. cit., pág. 21). No es la única decisión que se tomó ese día: tenemos documentado un decreto real que, entre otras cosas, im­ponía una multa de 100 s. a toda persona que una vez excomulgada, no procurase salir de este estado: MARQUÉS, J.M., op.cit., doc. 400 págs. 595-597 y VILLANUEVA, J.: op.cit., vol. VII, pág. 20.

5'* (...) promittimus bona fide et damus vobis, domine (...) episcope, ceterisque praelatis personisque omni­

bus ecclesiasticis in episcopatu vestro constitutis, quod nos unquam in honoribus, mansis sive hominibus vestris

vel ecclesiarum, monasteriorum locorumque religiosorum, quibus divina permittente gratia praeestis, nullam

questiam, nullam forciam seu demandam vel ademprivium aliquatenus faciemus nec aliquid causa Ispanie

expugnandae vel subiugandae vel alia quacumque occasione exigemus seu requiremus (...): ENGELS, O . : op.cit,

págs. 33-34.

55 ENGELS, O.: op.cit., pigs. 36-37. 56 BiSSON, T . N . : Conservation of Coinage, p á g . 9 4 .

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9 8 4 PEREORTIGOST

estrictamente un bovaje. La primera noticia procede de las cartas de indemni­dad concedidas en octubre de 1207 por Pedro I a diversas instituciones ecle-siásticas^^. Concretamente, el rey reconocía que los eclesiásticos propter maxi-mam necessitatem nobis incumbentem et ad persolvenda debita nostra, gratis et espontanea volúntate, non ex debito, censu vel usatici, concessistis nobis quod per singulos mansos hominum vestrorum detis nobis X solidos. Estos documentos muestran claramente que fiíe un subsidio concedido por el conjunto de las instituciones eclesiásticas; pero, teniendo en cuenta lo que sucedió en 1211, no sería extraño que se tratase de un subsidio general: no debemos olvidar que en el mismo año se reunió una asamblea en Puigcerdá que aprobó una constitución pro pace et tregua et pro potes-tate, muy favorable a la nobleza^^. El hecho de que no se percibiese un bovaje sino que fuese un impuesto de capitación —a razón de 10 s. per manso—, expli­caría que no aparezca registrado en la recopilación de los bovajes, confeccionada a finales del siglo XIII para determinar cuales eran las tasas de este impuesto.

Así, es perfectamente posible que en la asamblea de Puigcerdá de 1207, tal y como hemos visto que ocurrió en 1211, se concediese la percepción de un impuesto de 10 s. por manso destinado a pagar las deudas del monarca. De ser así, sería éste y no el de 1211 el primer impuesto general recaudado en Catalu­ña, desvinculado de la Paz, y concedido en una asamblea, esta vez por la noble­za y la Iglesia, siguiendo más de cerca el contenido de la Magna Carta de 1205.

La segunda noticia a la que aludíamos más arriba es la audición de cuentas de la recaudación de un bovaje en los condados de Cerdaña, Confient y Rosse-llón, donde expresamente se dice que se percibió durante el año 1209^^. Bisson señala que corresponde al bovaje citado por Zurita, que se pidió para financiar los matrimonios de las hermanas de Pedro I^°. Pero el bovaje recaudado para esta causa sí que se encuentra mencionado en la recopilación de las forme bovati-ci de finales del siglo XIII; es el único caso donde los compiladores de Xas forme no encontraron ningún documento y la información recogida fue aportada por unos testimonios; por lo tanto, es también el único caso en que no se indica la forma del impuesto ni la fecha de concesión. Pero todos los bovajes están orde­nados cronológicamente y éste aparece después del de 1211; además, la refe­rencia indica claramente que la causa de la recaudación fue la financiación de los matrimonios de las tres infantas, de las cuales, Sancha, la última en casarse.

57 El 26.x. 1207 se expedieron cinco a favor de los abades de Sant Cugat, Banyoles y Sant Pere de Besalú, del prior de Cornelia de Gonflent (ACÁ, C, pergaminos de Pedro I, núm.265, 266, 267, 268) y del obispo de Gerona (MARQUÉS, J. M.: op.át., doc. 389, págs. 51-52). Y, dos días después, se enviaba otra al obispo de Vic (Arxiu capitular de Vic, c.37, privüegis i estatus, IV, 68; =Lib Dot. LXXXVIII; = Arxiu Episcopal de Vic, Llib. IV num.8; cit. JUNYENT, Eduâtd: Junsdicciom i Privilegis de la ríutat de Vic, Vic, 1969, num.62, pág. 136); cit. MiRET, J.: «Itinerario del rey Pedro I», pág.437.

58 GONZALBO, G . : op. cit., d o c . 2 2 , p á g s . 1 2 9 - 1 3 1 . 59 ACÁ, C, pergaminos de Pedro I, apéndice 3 (30.XII.1210); BiSSON, T. N.: Fiscal accounts,

vol.I, pág. 136 y vol.II, doc. 130. 60 BiSSON, T . N . : Conservation of Coinage, p á g . 9 4 , n o t a 3 ; ZURITA, J . , op.cit, v o l . 1 , p á g . 3 6 7 .

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lo hizo el mes de marzo de 1211 con Ramón VII, conde de Tolosa' ^ Por lo tanto, tenemos constancia de la percepción de un bovaje en 1209, pero de momento no podemos contextualizarlo.

Finalmente, dos años más tarde del bovaje de 1211, se recaudó otro: lo demuestra el hecho que durante el año 1213 se hicieron dos asignaciones sobre los ingresos que generaría la próxima percepción de un bovaje/monedaje^^. Creemos que este impuesto es el que se recaudó para financiar los gastos de los matrimonios de las hermanas de Pedro I. Como hemos dicho, según la recopi­lación de las forme bovatici de finales del siglo XIII, se desconocían las tarifas, pero se decía que fije un bovaje de gracia, o sea, que fiae consentido, aunque, en este caso, no tenemos constancia de la reunión de ninguna asamblea donde se hubiese consensuado su percepción^^. Hay que destacar también que es el único ejemplo que existe de la percepción de un maridaje sobre las tierras nobi­liarias en todo el período medieval. ¿No fiíe la manera de encubrir un bovaje que, en realidad, serviría para financiar la campaña militar contra los cruzados de Simón de Montfort?^^

Una de las asignaciones sobre este impuesto lo hacía sobre un hovaticum et monetaticum y la audición de cuentas de 1210 usaba los dos términos indistin­tamente en el mismo documento. Bisson apunta la posibilidad de que con estos dos vocablos se hiciera referencia más a la forma del impuesto que a la causa, a pesar de que se decante finalmente por afirmar que el rey usaba uno u otro según las áreas donde sería más fácil que fuera aceptado un rescate de la Paz o de la moneda'^^ Como se puede deducir de lo afirmado hasta ahora, nos incli­namos por la primera opción planteada por Bisson, ya que, como hemos inten­tado demostrar, los bovajes recaudados después de 1205 ya no tenían ninguna relación con un rescate y, cuando se usaba el término bovaje o monedaje para

61 Reperitur pro testes quod idem dominus rex Petrus habebat tres sórores et altera allocavit in matrimo-nium cum Pfrederico, imperator, et altera cum comi(tis} Tolosano et altera cum filio eiusdem comitis et tunc levaverit (certum?) hovaticum quod fuit de {gratia} de quo bovatic(um} non {rejperitur forma: ACÁ, Cance­llería, Papeles por incorporar, caixa 5, 4/C-ll, f.2r. Constanza se casó con Federico II el 12.VIII.1209; Elionor con Ramón VI, conde de Tolosa, en enero de 1204; y Sancha no se casó con Ramón VII, conde de Tolosa, hasta marzo de 1211: AURELL CARDONA, Martí: Les noces du Comte. Mariage et pouvoir en Catalogne: 783-1213, Paris, 1995, págs. 406 y 420.

62 Arxiu Capitular de Barcelona, 1-3-315 (17.III.1213): BiSSON, T. N.: Piscalaccounts, vol. II, d.l36; Arxiu de Sant Joan de les Abadesses, pergamins s.XIII (8.V.1213); idem, «Sur les origines du "monedatge"», doc. 4, págs.336-338.

63 Véase nota 61. 64 La misma reflexión hace Morera ante la concesión de un privilegio que confirmaba la fran­

quicia de questia y de cualquier tributo a la ciudad y al Campo de Tarragona (22.VIII.1213): MO­RERA Y LLAURADÓ, Emilio: Tarragona cristiana. Historia del arzobispado de Tarragona y del territorio de su provincia (Cataluña la nueva), Tarragona, 1899, vol. I, pág.549; trascripción del documento en MORELLÓ, J., op. cit., vol. 2, págs. 55-56.

65 BISSON, T . N.: Conservation of Coinage, págs. 94-95 y «Sur les origines du "monedatge"», págs.330-332.

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9 8 6 P^í^ Oí^TI GOST

identificarlos, en el fondo se estaba expresando que debía pagarse un impuesto que, en su forma, era igual al rescate de la Paz o de la moneda.

De esta manera, el reinado de Pedro I se presenta como un período clave en el desarrollo de la fiscalidad general en Cataluña. Muy posiblemente, lo su­cedido en 1205 acabó por consolidar la idea de la percepción de una redemptio bovatici et monete por reinado. Pero, lo más importante fue la aparición del pri­mer impuesto general en Cataluña, un impuesto que gravaba la riqueza de todos los habitantes del Principado, independientemente de la jurisdicción a que estaban adscritos, pero que necesitaba el consentimiento, primero de la nobleza y, después de 1211, de la nobleza y de la Iglesia; consenso que se con­seguía en unas asambleas que, también durante el reinado de Pedro I, comen­zaron a legislar sobre asuntos que iban más allá de los estatutos de Paz y Tre­gua. Así, parafraseando a Bisson^ , podemos decir que el bovaje, que había nacido como un rescate de la Paz, se acabó convirtiendo en un impuesto perci­bido por el rey para pagar sus deudas (1207), para financiar la guerra contra los musulmanes (1211) o para costear los matrimonios de las infantas (1213). Es importante destacar que en sólo ocho años —entre 1205 y 1213—, Pedro I consiguiera recaudar cinco impuestos directos generales en todo el territorio catalán; debemos tener muy presente que, hasta los años 1289-1300 y 1359-1370 no volveremos a encontrar una presión fiscal tan elevada y tan conti-nua. ^ No es extraño, por tanto, que más de uno respirase tranquilo cuando el 12 de septiembre de 1213 Pedro I moría en Muret ante los ejércitos de Simón de Montfort. Así, la agresiva política fiscal del monarca creó y desarrolló por primera vez la posibilidad de recaudar impuestos sobre el conjunto de la Cata­luña feudal, pero, lejos de consolidar el poder del rey, acabó por reforzar las prerrogativas de la nobleza y, especialmente, de la Iglesia.

5. LOSBOVAJESDEjAIMEl (1213-1276)

El reinado de Jaime I supuso la consolidación de las iniciativas de su padre. Se recaudaron cuatro bovajes, de los cuales el primero seguía la tradición del de 1205, mientras que los otros tres se inspiraron en el modelo de 1211. De esta manera, se afianzó la costumbre de percibir una redemptio bovatici por reinado, que se recaudaría al inicio de éste, y la posibilidad de obtener otros bovajes, siempre que fuesen consentidos por la nobleza y la Iglesia en una asamblea.

Como indica Soldevila, las Cortes de Monzón de 1217 constituyeron de hecho el comienzo del reinado, a pesar de que el monarca tenía tan sólo nueve años y cinco meses; pero, a partir de este momento, aún bajo tutela, comenza­

do BiSSON, T. N.: «The Organized Peace», pág. 228-229. 6 SÁNCHEZ, M.: El naixement de la fiscalitat d'Estat a Catalunya (segles XII-XIV), Barcelona,

1995, págs. 52-64 y 119-134.

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ba a realizar actos de gobierno y, al cabo de muy poco, a recorrer sus reinos^^. En el marco de dichas Cortes, Jaime I firmó un tratado de paz con el vizconde de Cabrera el 19 de junio de 1217 y, cinco días después, recibía el primer bova-je' 9 y se aprobaban los primeros estatutos de Paz y Tregua de su reinado^°. Por tanto, en las Cortes que, en cierta manera abrían el reinado de Jaime I, se aprobaron unos estatutos de la Paz, se firmó un acuerdo con el vizconde de Cabrera y se concedió un bovaje. De esta manera, Jaime I estaba aplicando la tradición iniciada con el Cunctis pateat y continuada por Alfonso I —después de comprometerse a no percibir más bovajes en 1188— y por Pedro I a partir de la renuncia a vida de 1205 a exigir cualquier otra redemptio monete atque hovatici. Pero, además, por primera vez, se expresa la potestad del rey a percibir de iure un primer bovaje; concretamente, en Informa bovatici hay una cláusula donde se expresa con claridad esta idea y se incluye para negar cualquier derecho de la nobleza a beneficiarse de una parte de los ingresos de este impuesto^^ Ahora bien, el mismo documento expresa también claramente que el bovaje fiíe con­sentido por la Iglesia y la nobleza^^. Debemos retener estas dos características del primer bovaje de Jaime I —el derecho a percibirlo y la aprobación en una asamblea— porque estarán presentes en el conflicto desencadenado por la re­caudación del bovaje de accesión de su hijo, Pedro el Grande.

Como hemos apuntado, los otros tres bovajes siguen el modelo establecido en Barcelona el 1211: son impuestos que sólo tienen relación con las redencio-

68 SOLDEViLA, F.: Elsprimers temps dejaume I, Barcelona, 1968, pág. 121. ® ACÁ, C, pergamino de Jaime I, num.78 (19.VI.1217); HuiCl MIRANDA, Ambrosio, CABA­

NES PECOURT, María Desamparados: Documentos de Jaime I de Aragón, Valencia, 1976, vol. I, doc. 2, págs. 18-23; ACÁ, C, Papeles por incorporar, caja 5, 4 /C- l l , f.2v-3r (24.VI.1217).

° La aprobación del bovaje el día de san Juan de 1217 reafirma la tesis de Salvador Sanpere y de Ferran Soldevila según la cual las constituciones de Paz y Tregua de Vilafranca del Penedès, teóricamente firmadas el mismo día pero del año 1218, fiíeron realmente aprobadas en Monzón un año antes,(SANPERE Y MIQUEL, Salvador «Minoría de Jaime I»: Congrès ctHistoria de la Corona dAra-gó, Barcelona, 1913, vol.II, págs. 639-641; SOLDEViLA, F., Els primers temps, págs. 132-134). La fecha de la concesión del bovaje no deja lugar a dudas: Datum apud Montemsonum VIH" kalendas iulii, anno Domini MCCXVIT; además, ninguna de las copias de las constituciones señala que se realiza­ran en Vilafranca y una de ellas las fecha el año 1217. Véase la edición de las constituciones en GONZALVO, G., op.cit., doc. 24, págs. 142-149. La copia que cita el año 1217 es la de ACÁ, Codexs de la Casa Reial, 6, f.l8r-19v. Incomprensiblemente estas discusiones no se encuentran menciona­das en el trabajo de Gonzalbo, que acepta la fecha de 1218, posiblemente porque es la recogida por la mayor parte de las copias, y el lugar de celebración —Vilafranca del Penedés —, que es el otor­gado por la tradición, ya que, como hemos indicado, no aparece en el documento. Desgraciadamen­te, un pequeño error en la edición aún complica más las cosas: así, en el regesto de las mencionadas constituciones aparecen como aprobadas el dia 23 de junio en lugar del 24.

71 Et, quia bovaticum illud de iure debetur domino regi sicut primum quod facit, milites, magnates vel barones nullam partem in ea accipiant vel demandent: ACÁ, C, Papeles por incorporar, cajaa 5, 4 / C - l l , f.2v-3r.

72 Hec est forma bovatici quod dominus rex constituit per totam Cataloniam de Sinqua usque ad Salses consilio et volúntate cleri et baronum terre sue: Ibidem.

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nés de la Paz en la forma concreta de percibirlos; pero todos ellos fueron apro­bados por la nobleza y la Iglesia en unas asambleas que trataban asuntos cada vez más alejados de la Paz; y todos estaban vinculados con la guerra.

El primero de los bovajes de este tipo fue el votado para financiar la con­quista de Mallorca en las Cortes de Barcelona de 1228. Esta asamblea consti­tuye un hito importante, sobre todo, por haber dejado una abundante docu­mentación que permite entrever las diversas actividades que tuvieron lugar durante su celebración. Así, entre el 21 y el 27 de diciembre se proclamaron unas nuevas constituciones de Paz y Tregua que culminaron y cerraron el desa­rrollo de este tipo de estatutos y que, confirmadas periódicamente durante el resto del reinado de Jaime I y definitivamente en las Cortes de Barcelona de 1283, se convertirían en permanentes^^; pero, además, se legisló más allá de estos estatutos^"^, se organizó la conquista de Mallorca^^ y finalmente, se con­cedió un bovaje para financiar la empresa militar como un subsidio non ex debito sed ex sola gratia et mera liberalitate'^^. Unos días más tarde se publicaron las con­diciones del bovaje^ .

El segundo bovaje se recaudó para financiar la primera parte de la conquis­ta de Valencia y fue concedido en unas Cortes celebradas en Tarragona en di­ciembre de 1232, tal como indica claramente \?i forma hovatici y de la cual no se tenía constancia^^. Este bovaje presenta una peculiaridad: los ingresos que ge­neró se repartieron entre el rey y los señores, laicos y eclesiásticos, tal como había pasado en el primero recaudado por Pedro P^.

Finalmente, el tercer y último bovaje recaudado durante el reinado de Jai­me I fue el motivado por la conquista de Murcia, votado en las Cortes de Bar­celona de 1264^°. Este bovaje presenta tres particularidades interesantes; en primer lugar, \2L forma hovatici incluye, por primera vez, las firmas de los nobles

" GONZALVO, G.: op.cit., pág. XXX y doc. 26, págs. 163-173. 74 Sobre los veguers y los judíos: Huici, A., GABANES, M. D.: op. cit, doc.112, págs. 211-213. " Ibidem, doc. 113, 114 y 115, págs. 213-220. 76 Ibidem, doc. 110, págs. 205-206. 77 ACÁ, C, Papeles por incorporar, caja 5, 4/C-ll, f.3v-4r (2.1.1229); en el Archivo Capitular

de Barcelona existe un pergamino original con el documento citado en la nota 74 y Informa bovatici que ha sido imposible localizar en este momento, cit. OLIVERAS CAMINAL, José: Cartas reales (siglos XII-XV), Barcelona, 1946, núm. 22, pág. 29.

78 Anno domini M°CCXXX°ir, XVI" kalendas ianuarii. Hec est forma hovatici quam dominus rex iactavit in curia Terrachone cum consilio nohilium Catalonie qui ibi fuerunt congregati: ACÁ, C, Papeles por incorporar, caja 5, 4/C-ll, f.4v-5r (17.XII. 1232). Existe también una carta de indemnidad concedida por Jaime I al arzobispo de Tarragona: MORERA, E., op. cit., vol. II, num. 6, pág. IV.

79 Véanse las instrucciones dadas para la recaudación en la diócesis de Vic en Arxiu Montse­rrat, C, bossa 1 de Bages; ALTURO I PERUCHO, Jesús: «Notes lexiques de Uatí medieval i de cátala antic en documents relatius al bovatge»: Anuario de Filología, 6 (1980), págs. 485-491. Se conservan también dos apocas de su recaudación en la diócesis de Vic: GINEBRA, R., op. cit., vol. II, págs. 1192-1193, doc. 2924-25 (17.VII.1233).

80 ACÁ, C, Papeles por incorporar, caja 5, 4/C-ll, f.5r-6v (12.XI.1264).

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y eclesiásticos que lo aprobaron^^; en segundo lugar, las tarifas del bovaje son distintas a los otros; y, finalmente, se conserva, por primera vez, la carta de indemnidad concedida a la nobleza, donde también por primera vez, se recono­ce la capacidad del rey para recibir el bovaje de accesión^^.

Por lo tanto, el reinado de Jaime I supuso la consolidación de lo iniciado por Pedro I: el Conquistador recibió una redemptio bovatici al principio del rei­nado en el marco de la asamblea de Monzón y tres bovajes concedidos por la nobleza y la Iglesia para financiar las tres principales empresas militares de su reinado: las conquistas de Mallorca, Valencia y Murcia. Desde este punto de vista, supone un cierto retroceso respecto a las iniciativas de su padre: en los sesenta y tres años del reinado de Jaime I (1213-1276) solo se recaudaron cua­tro bovajes y, lo que es más importante, todos ellos fiaeron concedidos para financiar empresas militares, de las que sacaron buenos beneficios quienes los aprobaron. Evidentemente, era mucho más sencillo conseguir un bovaje en estas circunstancias que pedirlo para pagar las deudas del rey o los costes de los matrimonios de las infantas, como había hecho Pedro I.

Nos podemos preguntar ¿donde están los representantes de las ciudades y villas reales de Cataluña? Hasta ahora, hemos hablado de asambleas y de bova­jes donde sólo tuvieron parte activa la nobleza y la Iglesia; fue precisamente en las Cortes de Jaime I cuando se documenta claramente la presencia de síndicos urbanos^^. Como ya hemos apuntado, aún carecemos de un estudio profundo sobre la representación urbana en las Cortes del siglo XIII que vaya más allá de la constatación de su presencia. Pero está claro que, al menos por lo que res­pecta a la aprobación del bovaje, los síndicos urbanos no tuvieron ninguna par-

81 Et hoc est actampresentibus Geraldo de Capraria; Jaufirido de Rocaberjtino; {...de) Sancta Eugenie; Pondo Guillelmi de Turricella, (pro nobili comiti) Impurie cuius littera habebat et pro se ipso; Raimundo de Guardia; Retro de Berga; Jaufrido de Crudiliis; (...) de Cartiliano; Guillelmo de Montecluso; Guillelmo de Carraserra; Amaldo de (...) de Manu; Berengario de Sanctovicencio; Guillelmo de Cerviano; Bernardo de Ayguaviva; Raimundo de Cabrera; Guillelmo Galcerandi; Guillelmo de Crexell; Bernardo de Gurb; Bernardo de Senteylles; Jauberto de Castronovo; Guillelmo de Caneto; Raimundo de Urgió; Galcerando de Urgió; Er-mengaudo de Urgió; Retro de Montecatano; Raimundo de Montecatano, frate suo; Guillelmo de Cervilione; Ugueto de Cervilione; Raimundo de Montecatano, domine de Fraga; Berengario de Podioviridi; Retro de Vilamur; Bernardo de En tenca; Berengario Amaldi de Angularia; Bernardo de Angularia; Retro, episcopo Gerunde; Amaldo, episcopo Barchinone; Guillelmo, episcopo Ilerdensis, et abbate Rivipollenci, abbate Populeti, abbate Sancti Cucuphatis, abbate Sanctarum Crucum, abbate Fonte Frigidi, officiali Terrachone archiepiscopi, ojficiali episcopi Urgellensi, qui omnes predictum bovaticum ab omnibus hominibus suis domino regi consenserunt dandum unaminiter voluntur II idus novembris anno domini M°CCLX° quarto: Ibidem.

82 mandantes excelentissimis filiis nostris, infantibus Retro et lacobo, quod lurent super sacrosanctis qua­

tuor Evangeliis quod ipsi nee sui, ratione dicti auxilii nullum vobis vel vestris, nee etiam vestris hominibus, petitionem faciam vel demandant, nee usum aut consuetudinem vel ius intendant adquisivisse vel habere, excepto tamen bovatico quem habere dehent tempore suorum regiminum: BALAGUER, Victor: Historia de Cataluña y de la Corona de Aragón, Barcelona, 1860-1863, t.III, pág. 769; Huici , A., CABANES, M. D.: op. cit., doc. 1441.

85 PROCTER, E . S.: «The developement of the catalan "Corts" in the thirteenth century», a Homenatge a Antoni Rubio i Lluch, Barcelona, 1936, págs.538-540.

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ticipación: era el rey, en tanto que su señor, quien los representaba y quien les imponía el pago del bovaje. Muy posiblemente, los síndicos urbanos actuaban en las Cortes como lo habían hecho los eclesiásticos hasta la obtención del pri­vilegio de 1211, esto es, como diríamos hoy, con «voz» pero sin «voto». Será éste uno de los elementos importantes que cambiarían significativamente du­rante el reinado siguiente, el de Pedro el Grande (1276-1285).

6. EL BOVAJE DE PEDRO EL GRANDE

Pocos días después de coronarse en Zaragoza (17.XI.1276), Pedro II co­menzó a pensar en la percepción del bovaje en Cataluña. Así, en diciembre de 1276, ordenaba su recaudación considerándose con todo el derecho a hacerlo en tanto que nuevo gobernante^^ y, dos meses más tarde, publicaba la norma­tiva de la recaudación^^ Como muestra claramente Soldevila, esto provocó la reacción de los estamentos que se enfirentaron a Pedro el Grande y fue una de las causas de la revuelta nobiliaria de 1278^^.

El conflicto ocasionado por el bovaje giró en torno a cuatro problemas. En primer lugar, se discutía la naturaleza misma de la demanda real, es decir, si, como decían los coetáneos, el bovaje era de dret o de gracia. Como acabamos de indicar, Pedro II exigió el bovaje como una prerrogativa regia, tal como en cierta manera se reconocía ya en la carta de indemnidad del bovaje de 1264 hecha a la nobleza^^. Pero, recelosos del autoritarismo de Pedro el Grande, po­siblemente la Iglesia y la nobleza reclamaban más sobre la forma de procedi­miento que sobre el mismo derecho del monarca a recaudarlo: exigían que se siguiese el procedimiento del bovaje de accensión de Jaime I, o sea, que se aprobase en las primeras Cortes que se convocasen. Recordemos que Pedro II había exigido el cobro del bovaje sin haber entrado en Cataluña ni convocado Cortes ni jurado como conde de Barcelona.

El segundo conflicto está íntimamente relacionado con el anterior. Pedro II copió literalmente las cláusulas de los bovajes de su padre, entre las cuales siem­pre había la siguiente: Nullus hac vice per cartam franquitatis, bullatam vel sigillatam, aut alio modo ah hoc se valeat excusar^^. Evidentemente, si el bovaje era concedido en Cortes por los estamentos, no tenía sentido que nadie alegase franquicia para no pagarlo; en cambio, si era un impuesto de derecho, lo podían hacer, pues, en

8 Sciatis quod nos volumus habere bovaticum Cathalonie, sicut morís est et dari debet rationi novi domi-nii nostri: ACA, C, reg. 38, f. I l6r (13.XII.1276), SOLDEViLA, F.: Pere el Gran, vol. 2, págs. 122 y doc. 2, pág. 139-

85 ACA, C, reg.39, f.l68v (24.11.1276); VILLANUEVA, Jaime: op. cit., vol.17, págs. 360-361; SOLDEVILA, F.: Pere el Gran, vol.2, doc. 3, pág. 140; LÓPEZ PIZCUETA, T.: op. cit., págs. 340-341.

86 SOLDEVILA, F.: Pere el Gran, vol. 2, págs. 117-155. 87 Véase nota 82. 88 ACA, C, Papeles por incorporar, cajaa 5, 4/C-ll.

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caso contrario, el privilegio de ñranquicia no tenía sentido. Por lo tanto, todos aquellos que tenían uno reclamaron el cumplimiento de su privilegio^^.

El tercer problema venía dado por las tarifas del bovaje. A pesar de que el tipo de impuesto varió muy poco desde 1205, algunas tarifas se modificaban en cada recaudación. Por lo tanto, si era un impuesto de derecho, hacía falta determinar qué tarifas debían aplicarse. Pero, además, Pedro II, muy astuta­mente, pidió un bovaje extraordinariamente alto a través de una sutil trampa: tomó las tarifas del bovaje de 1228 que estaban expresadas en moneda de do-blenc y las t^úgió en moneda de tern, lo que significaba aumentar un 50 % el valor de les tarifas. Lo más lógico hubiese sido aplicar las tarifas del bovaje de accesión de Jaime I (1217), expresadas en moneda de quatern, pero con su equivalencia en moneda de tern^^. Ésto fue lo que finalmente pasó, aunque Pe­dro II todavía intentó imponer unas tarifas intermedias entre las que había exigido inicialmente y las que se acabaron aplicando^^

Finalmente, el último problema, por lo menos con la Iglesia, giró en torno al reparto de los beneficios del bovaje. Pedro II exigía la totalidad de los ingre­sos y la Iglesia reclamaba una décima parte. Las/>rwz¿ bovatici siempre indica­ban si la nobleza podía recibir una parte del bovaje o no, pero nunca se hacía referencia al caso de la Iglesia. Curiosamente, la décima parte del bovaje era la que había recibido el obispo de Vic en 1200 del primer bovaje de Pedro W.

A pesar de los problemas y las reticencias a pagar el bovaje, parece que hacia 1280, tres años después de haberse solicitado, se había completado la recaudación, aunque los conflictos se alargaron hasta las Cortes de Barcelona de 1283^3.

Es sabido que, en medio de los problemas generados por la conquista de Si­cilia, se celebraron estas Cortes, sobre cuya importancia política no hace falta insistir de nuevo^^: se institucionalizaron las Cortes definitivamente y se con­firmaron los privilegios de los estamentos. A pesar de todo, creemos que toda­vía es necesario un estudio en profundidad de estas Cortes, sobre todo, ponién-

9 Véase, por ejemplo, la franquicia de los Templarios en: ACÁ, C, reg.310, f.45v-46r (9.VII.1233).

90 De hecho, las de 1228 eran las mismas que las de 1217 pero debidamente convertidas en moneda de doblenc.

5' ACÁ, C, Papeles por incorporar, caja 5, 4/C-ll, f.8v-9r. Así, por ejemplo, la tarifa sobre la pa­reja de bueyes en 1217 de 4 s. en moneda de quatern y la de 1228 de 8 s. de doblenc eran equivalentes. Convertidas en moneda de tem daban 5 s. 4 d., la tarifa finalmente aplicada en 1277 (1 s. de quatern — 2 s. de doblenc = 1 s. 4 d. de tem). Pedro II intentó primero exigir 8 s. y después 6 s. de tem.

92 Véase nota 38. 93 SüLDEVlLA, F.: Pere el Gran, vol.2, págs.135-137. 9'í Véase IGLESIA, Aquilino: «La Constitució de 1283», L'Avenç, 74 (set. 1984), págs. 44-50;

MARTÍN, José Luis: «Pactisme politic i consolidació senyorial a Catalunya», L'Avenç, 74 (set. 1984), págs.52-57; idem, «Privilegios y cartas de libertad en la Corona de Aragón (1283-1289)» a ídem, Economía y sociedad en los reinos hispánicos de la Baja Edad Media, Barcelona, 1983, volum I, págs. 185-235; SOBIŒQUÉS, J.: Elpactismo en la historia de España, Madrid, 1980, págs.49-74.

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dolas en relación con las asambleas anteriores: posiblemente, la importancia de la de 1283 reside sobre todo en que, ante las pretensiones autoritarias de Pedro II, allí se confirmaron e institucionalizaron unas prácticas desarrolladas desde finales del siglo XII y principios del siglo XIII. Por lo que respeta al bovaje, el capítulo V de las constituciones determinaba que el rey recibiría el bovaje en aquellos lugares donde pudiese demostrar, en el plazo de un año, que sus antece­sores lo habían percibido, y que lo haría según la forma acostumbrada^^. Por lo tanto, se abría un período de un año para acabar de concretar sobre qué lugares el rey tenía la prerrogativa de recibir el bovaje de accesión. Por otra parte, uno de los hechos importantes de estas Cortes, es que los síndicos de trece ciudades y villas reales aprobaron las constituciones junto con la nobleza y la Iglesia. Pero, además, las ciudades de Barcelona y Lérida recibieron cada una un importante privilegio que, entre otras cosas, las eximía del pago del bovaje^ .

De esta manera, con el reinado de Pedro II el bovaje inició su fase de deca­dencia. Es cierto que se consolidó la prerrogativa real a recibir un bovaje de accesión que, como hemos visto, no estaba aún legitimado, pero se hizo a costa de reconocer privilegios y firanquicias, de fijar las tarifas del impuesto y de ge­nerar conflictividad a su alrededor. Quizás todo ello provocó que nunca más se concediese un bovaje como donativo votado en Cortes.

7. L o s BOVAJES Y LAS SISAS DE ALFONSO II Y JAIME II

Alfonso II (1285-1291) llegó al trono con todos los conflictos, tanto exte­riores como interiores, abiertos por su padre. Y parece que entre éstos aún co­leaba el tema del bovaje, que evidentemente intentó percibir rápidamente. De hecho, todavía no se habían establecido los términos previstos en la constitu­ción de 1283, o sea, qué forma debía tener el bovaje y qué lugares tenían que pagarlo. El rey nombró unos arbitros que deberían reunirse con los estamentos en Tarragona (diciembre de 1286), pero no conocemos el resultado de esta asamblea^''. Parece que finalmente se recaudó el impuesto y el dinero recogido

95 ítem, quod nos vel successores nostri decetero non recipiamus bovaticum nisi in illis locis in quibus ab antiquo per predecessores nostros recepi consuevit et secundum formam antiquitus consuetam. Ita tamen quod hinc usque adfestum Paschalis et a dicto festo usque ad unum annum probemus formam et loca in quibus antecessores nostri receperunt bovaticum supradictum. Ultra vero terminum predictum non possimus probare aliquid de forma nec locis non probatis, sic tamen quod dictum bovaticum probemus, sicut facta antiquitus possunt et debent pro-bari, scilicet, per instrumenta, libros et scripturas alias et per famam: Real Academia de la Historia, Cortes de los antiguos reinos de Aragón y de Valencia y del Principado de Cataluña, vol.I-1, pág. 143.

96 Lérida lo recibía el 27.XII.1283 (ACÁ, C, reg.47, f.74v-75r) y Barcelona el 11.L1384: ARAGÓ, Antonio María, COSTA, Mercedes, Privilegios reales concedidos a la ciudad de Barcelona, Barce­lona, 1971, doc. 22, págs. 8-17.

97 Precisamente, creemos que la compilación de hs forme bovatici se generó a partir de estas ini­ciativas. KLÜPFEL, L.: «El règim de la Confederado catalana-aragonesa a finals del segle XIII»,

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sirvió para financiar la conquista de Menorca^^. Hay que remarcar que se trata del bovaje de accesión de Alfonso II y no uno concedido para finaciar dicha empresa militar.

Pero, el reinado de Alfonso II supuso un cambio radical en la evolución de la fiscalidad real. Así, en marzo de 1288, hubo una reunión en Barcelona entre el rey, los consellers de la ciudad y la nobleza, en la cual se consintió que, duran­te tres años, se extendiera a todas las ciudades y villas reales y a los lugares de la Iglesia la sisa que se percibía en Barcelona desde los días de Pedro el Gran-de99. Es muy posible que esta sisa sirviera de modelo para obtener el subsidio trienal concedido a Alfonso II en las Cortes generales de Monzón de 1289 para defender el territorio de las amenazas de los reyes de Francia y de Castilla; en esta ocasión, la sisa fue general, es decir, percibida en las ciudades y villas re­ales, en las de la nobleza y en las de la Iglesia; y no solo en Cataluña sino tam­bién en las islas de Mallorca, Menorca e Ibiza^^ . Justo cuando concluía el pe­ríodo de vigencia del subsidio otorgado en Monzón, la crítica situación medite­rránea fue la causa de que Jaime II solicitase un nuevo donativo, esta vez bie­nal, en las Cortes de Barcelona de 1292^°^ En este caso, como en 1289, la sisa también era general al Principado {des del Cima al coll de Panissars i des deis ports al mar i al riu d'Ulldecona) e incluía nuevamente las islas Baleares.

Estos donativos suponen tres cambios fundamentales respecto a los bovajes concedidos en las Cortes desde los tiempos de Pedro I: en primer lugar, los donativos no tenían nada que ver con el bovaje ni se percibieron a través de un impuesto directo: por primera vez se recaudaron impuestos indirectos, la forma exacta de los cuales aún desconocemos; en segundo lugar, los de las Cortes de Monzón y de Barcelona constituyen los dos primeros donativos que se concedie­ron con el voto de los síndicos de las ciudades y villas del patrimonio real; y, fi­nalmente, también por primera vez, la recaudación y administración del dinero del donativo eran expresamente apartadas de las manos del rey, para ser gestio­nadas por unas comisiones emanadas de las' Cortes. Tres cambios que condicio­naran a partir de aquel momento la construcción del sistema fiscal ,de Estado en Cataluña^°2.

Con Jaime II (1291-1327), nuestro impuesto entró en la penúltima fase de su existencia. La recaudación del bovaje de accesión se retardó hasta 1296, mo­tivado, seguramente, per la percepción de los donativos de las Cortes de Mon­zón y de Barcelona. Y, además, abrumado aún por las abundantes deudas que gravitaban sobre las finanzas reales a causa de la conquista de Murcia y de la

Revista jurídica de Catalunya, XXXV (1930), págs. 107-109; Klüpfel confunde en las notas 60 y 61 a los nobles y lugares exentos de bovaje con los que fueron convocados para la reunión en Tarragona.

98 SOLDEVILA, F.: Vida de Rere el Gran i dAlfons el Liberal, Barcelona, 1963, pág. 327. 99 SÁNCHEZ, M., ORTI, P.: Corts, Parlaments ifiscalitat, doc. I, págs. 1-7.

100 7¿/<3'ew, doc. II, págs. 9-13. 101 Ibidem, doc. 11(1) y 11(2), págs. 15-25. 102 SÁNCHEZ, M.: Elnaixement, págs. 107-118.

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expedición a Sicilia, sin olvidar las deudas heredadas de los reinados anteriores, Jaime II vendió a las ciudades y villas reales y a la nobleza los impuestos del bovatge, terratge. y herbatge en las Cortes de Barcelona de 1299-1300^°^ Para reunir el elevado precio pactado —200.000 1.—, el rey autorizó el estableci­miento de una col- lecta quinquenal en los territorios de los dos colectivos socia­les que habían rescatado el bovaje^^ . A partir de este momento, el rey solo tenía el derecho a percibir el bovaje de accesión en las tierras de la Iglesia que no habían comprado la franquicia, pero éstos la fueron consiguiendo a lo largo del siglo XIV, especialmente durante el reinado del Ceremonioso^°5

8. CONCLUSIÓN

Al comienzo de este artículo afirmábamos que normalmente se definía el bovaje a partir de dos elementos: la forma de tasación - un impuesto que gra­vaba al conjunto de los habitantes de Cataluña, según sus bienes semovientes, muebles e inmuebles — y el motivo de la recaudación, un impuesto de accesión. Señalábamos también que el primer elemento no planteaba problemas porque, como tipo de impuesto directo, no experimentaría variaciones significativas a lo largo del siglo XIII. En cambio, hemos ido viendo que el bovaje no puede ser definido exclusivamente como impuesto de accesión ya que así aparecerá de forma clara sólo a partir del reinado de Pedro el Grande, justo cuando el im­puesto entró en su última fase de existencia.

El bovaje tiene dos caras muy distintas: en primer lugar, nació de la mano de las asambleas de Paz y Tregua, y no como impuesto para financiar al garan­te de la Paz, como estaba pasando en otras zonas, sino como un rescate de la misma. Creemos que esta brillante idea de Bisson queda reforzada cuando se observa que los ingresos generados por este rescate se podían repartir entre el rey y el resto de los feudales: de esta manera, el bovaje nació como la compra de la Paz por parte de las posibles víctimas de la violencia a sus potenciales agresores. Hemos visto también que estas redemptiones bovatici, que, en princi­pio, por estar ligadas a las asambleas de Paz y Tregua, teóricamente se podían recaudar cada vez que se renovaba la Paz porque ésta se rompía o cambiaban sus protagonistas, tendió a convertirse en un rescate único por reinado; en los

103 Véase Real Academia de la Historia, Cortes de los antiguis reinos de Aragón y de Valencia y del Principado de Cataluña, vol.I-1, págs. 167-180 y vol.XV, págs. 135-136 y 405-407. En muchos archivos locales de Cataluña se encuentran copias de la carta de la venta del bovatge, algunas de las cuales fueren trasladadas a los correspondienets libros de privilegios; véase, entre otros, TORRAS I SERRA, Marc: ElLlihre Verdde Manresa (1218-1902), Barcelona, 1996, doc. 9, págs. 73-83.

104 SÁNCHEZ, M., ORTI, P.: Corts, Parlaments ifiscalitat, doc. IV, pág. 27-32. 105 MORELLÓ, J.: «Vers l'obtenció d'una franquesa fiscal: el reseat del bovatge al Camp de Tarra­

gona (1347)», Historia et Documenta, 4 (1997), pág. 39-74; PUIGFERRAT I OUVA, Caries: «La venda de l'impost del bovatge de 1379-1384», Anuario de Estudios Medievales, 30/1 (2000), págs. 51-90.

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tres primeros casos documentados se consiguió a través de la renuncia expresa de los condes-reyes a rescatar la Paz durante el resto de sus vidas (en el Cunctis pateat por Ramón Berenguer III en 1118, en la asamblea de Gerona de 1188 por Alfonso el Trovador y en la Magna Carta de 1205 por Pedro I). Fue preci­samente este rescate de la Paz único por reinado el que evolucionó hasta con­vertirse en un impuesto de accesión: seguramente, el primer bovaje de Jaime I fue todavía una recaudación de transición, porque aún presentaba la forma de un rescate de la Paz aunque, por primera vez, se expresaba la potestad del rey a recibirlo de ture. Fue Pedro el Grande quien ya intentó recaudarlo como un derecho propio que le correspondía al acceder al trono, convirtiendo al bovaje en un elemento más de sus enfrentamientos con los estamentos. A partir de este conflicto se consolidó la prerrogativa regia de recibir un bovaje de acce­sión, pero ello se hizo a costa de reconocer privilegios y franquicias y de fijar las tarifas del impuesto. De esta manera, el bovaje inició su fase de decadencia, acentuada durante el reinado de Jaime II, cuando en las Cortes de Barcelona (1300) vendió el derecho a percibirlo en las tierras de realengo y en la de los señores laicos.

Pero el bovaje tiene otra cara, mucho más importante que este proceso de transformación del rescate de la Paz en un impuesto de accesión. El bovaje se convirtió también en el primer ejemplo de la nueva fiscalidad de Estado que, a lo largo del siglo XIII, se empezó a detectar en la mayoría de las monarquías feudales de la Europa Occidental^°^. El primer ejemplo seguro de este nuevo impuesto lo encontramos en 1211 cuando, en una asamblea celebrada en Bar­celona, se organizó la participación catalana en la expedición militar de los re­inos cristianos peninsulares contra los almohades. En dicha asamblea, el rey y la nobleza catalana aprobaron la percepción de un impuesto directo sobre el conjunto del territorio de Cataluña, independientemente de la jurisdicción a la que perteneciera, para financiar una campaña militar; se trataba de un impues­to que gravaba al conjunto de dicha población según su riqueza con las mismas tarifas que el rescate de la Paz. Es por esta última razón que tanto el rescate como el nuevo impuesto concedido en esa asamblea fueron conocidos por el mismo nombre aunque fueran dos realidades completamente distintas.

El ejemplo de 1211 se repetirá claramente durante el reinado de Jaime I con ocasión de las tres principales campañas militares dirigidas contra Al-Andalus: Mallorca, Valencia y Murcia. En todos estos casos, una asamblea que reunía al rey y a los señores laicos y eclesiásticos de Cataluña aprobó la recau­dación de tres bovajes para financiar dichas expediciones de conquista. Y, si los rescates de la Paz evolucionaron hacia un impuesto de accesión, estos bovajes concedidos en una asamblea para financiar una campaña militar tuvieron su continuidad en los donativos otorgados en las Cortes de Monzón de 1289 y de

106 Todos los elementos que definen la nueva fiscalidad de Estado bajomedieval; véase: HARRISS, G. L.: King, Parliament and public finance in medieval England to 1369, Oxford, 1975, págs. 3-26.

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Barcelona de 1292, pero, en estas ocasiones, ya no se concedió un bovaje sino una sisa, esto es, un impuesto indirecto. Al mismo tiempo, estas Cortes supu­sieron dos cambios trascendentales respecto a las concesiones de los bovajes que hemos visto: en primer lugar, su recaudación escapó de las manos de la monar­quía para ser gestionadas por comisiones nombradas por las mismas Cortes; y, en segundo lugar, fueron los primeros donativos concedidos también por repre­sentantes de las ciudades y villas de realengo.

Como hemos pretendido mostrar a lo largo del artículo, todo lo anterior tiene una importancia que va mucho más allá de la historia fiscal de Cataluña en tanto que son un fiel reflejo de la primera articulación política del Estado feudal en el Principado. El bovaje en sus distintas formas ejemplifica claramen­te tres características básicas de este proceso: las limitacioness de la estructura feudovasallática, el proyecto político de los monarcas del siglo XII a través de la asunción de la Paz y Tregua y, finalmente, los orígenes de las Cortes.

Así, el rescate de la Paz como único ingreso general percibido por los reyes en todo el territorio de Cataluña muestra claramente las dos primeras realida­des: por un lado, una estructura feudovasallática incapaz de integrar los domi­nios de los grandes magnates como feudos reales; y la imposibilidad de des­arrollar el poder real a partir de esta estructura queda reflejada perfectamente en el hecho de que los monarcas no sólo fueron incapaces de reivindicar las típicas ayudas feudales sino que además cualquier iniciativa en este ámbito fue abortada rápidamente, como lo muestran los privilegios generales de 1205 {Magna Carta) y de 1283 (Cortes de Barcelona), aprobados en los dos reinados más agresivos desde la óptica del afianzamiento del poder real. Por otro lado, el propio rescate de la Paz aplicado al conjunto de los territorios del Principado fue una consecuencia directa del proyecto político de los condes-reyes de la segunda mitad del siglo XII, quienes ante la imposibilidad de desarrollar su poder a partir de la estructura feudovasallática, buscaron en la asunción de la Paz la manera de crear una jurisdicción general sobre todo el Principado, in­cluyendo los castillos alodiales de la nobleza.

Finalmente, el bovaje es también un fiel reflejo del origen de las Cortes como resultado institucional de esas iniciativas regias, parcialmente fracasadas. Si considerásemos, como se acostumbra a afirmar, que las Cortes catalanas na­cieron en 1283, el primer donativo concedido por esta nueva institución sería la sisa votada en las Cortes de Monzón de 1289. Pero, como hemos visto, éso no fue así: por lo menos desde 1211, todos los bovajes de conquista, en tanto que impuestos generales vinculados especialmente a la guerra, fueron aproba­dos en una asamblea donde el rey buscaba el consentimiento de la nobleza y de la Iglesia. De esta manera, el bovaje se presenta como un elemento más para entender que las Cortes estaban funcionando años antes de su institucionaliza-ción en 1283.

Nuestro impuesto es también un claro ejemplo de la vinculación institucio­nal entre las asambleas de Paz y Tregua y las Cortes. Hemos visto que el bova-

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je vio la luz ligado a la aprobación de las constituciones de la Paz; nació como un rescate de la Paz, que acabaría convirtiéndose en un impuesto de accesión. Pero ese mismo rescate se transformó en el primer impuesto de la nueva fisca-lidad: un impuesto que gravaba al conjunto de la población de Cataluña inde­pendientemente de su jurisdicción, que lo hacía según la riqueza de sus habi­tantes, que necesitaba el consentimiento de la Iglesia y la nobleza y que se uti­lizaba para financiar la guerra. Así, de la misma manera que el rescate de la Paz y el bovaje aprobado en una asamblea eran dos cosas completamente dis­tintas, las asambleas de Paz y Tregua y las Cortes también; las primeras empe­zaron a cambiar a iniciativa de unos reyes que vieron en la Paz un mecanismo a través del cual podían desarrollar su proyecto político; y las segundas empeza­ron a nacer cuando se hizo evidente que ese proyecto político solo triunfaría con la participación de los vencedores del cambio feudal. De esta dialéctica surgió el Estado feudal en Cataluña con sus propias peculiaridades.

Y no deja de sorprender que unos territorios fronterizos y marginales en el marco de la Europa feudal del siglo XI como los condados catalanes, que con­juntamente nunca habían formado una entidad política y que, además, fueron sacudidos de forma brutal por el cambio feudal, creando unos señoríos fuerte­mente impermeables al poder condal, fuesen capaces de articularse política­mente a través de un Estado feudal de forma tan rápida, creando además insti­tuciones precoces respecto a lo que estaba pasando a su alrededor. Pero sor­prende también que la forma de articulación de este primer Estado feudal .tu­viera un peso tan grande en la futura evolución de la Corona de Aragón. Evidentemente, las asambleas de Pedro I, las Cortes de su nieto, Pedro el Grande, las del hijo de su bisnieto, Pedro III, o las de los Trastámaras fueron realidades muy distintas, pero, en todos los casos, subyacían unas reglas de juego, reinterpretadas periódicamente y progresivamente mucho más comple­jas, que nacieron en el crucial reinado del primero de los monarcas citados.

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