Viaje de Ceylan á Damasco y Viaje al interior de Persia: la memoria de un intento científico

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Siglo diecinueve (Literatura hispánica) N.º 18 - 2012

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Siglo diecinueve(Literatura hispánica)

N.º 18 - 2012

íNDICE

CAJÓN DE SASTRE

Alberto Acereda, Testimonios sobre la injuria homofóbica en el moder-nismo hispánico..................................................................................

Maryellen Bieder, Emilia Pardo Bazán: Veintiuna cartas a GabrielaCunninghame Graham .......................................................................

Vicente Gomis Izquierdo, érase una vez “Elvira/Nicolasa”: la estructurade los cuentos de hadas y la representación de la mujer en un cuentode Jacinto Octavio Picón ....................................................................

José Manuel Goñi Pérez, Viaje de Ceylan á Damasco y Viaje al interiorde Persia:la memoria de un intento científico ..............................

Raquel Gutiérrez Sebastián, Ni rey ni roque de Patricio de la Escosura ..... Francisco Javier Higuero, La intencionalidad fenomenológica del ocul-

tamiento desvelador en Doña Luz.......................................................Juan Pascual Gay, Un espectro muy fin de siglo: Antenor

Lescano...............................................................................................

SECCIÓN MONOGRÁFICA: LA NOVELA GÓTICA EN ESPAñA

Miriam López Santos, La novela gótica en España: del “gothic tale” a laposmodernidad...................................................................................

Fernando González de León, España y los orígenes del género gótico.....Miriam López Santos, Cuando el otro es uno mismo: la novela gótica

española y el conflicto entre el anticlericalismo y la otredad ............Ricardo Landeira, Siguiendo las huellas de Edgar A. Poe en nuestro

siglo diecinueve..................................................................................Margot Versteeg,Amores que matan: violencia, perversidad y horror en

Verdad (1906) ....................................................................................Alicia Cerezo, ¿Espíritus o fantasmas?: El espiritismo y los límites de lo

gótico ...............................................................................................Fernando González de León, Buñuel, Poe and Gothic Cinema ...............F. Javier Ordiz Vázquez e Inés Ordiz Alonso-Collada, Ecos del gótico en

México: Carlos Fuentes y otros narradores contemporáneos...................

RESEñAS ................................................................................................

ABSTRACTS ..........................................................................................

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VIAJE DE CEYLAN Á DAMASCO YVIAJE AL INTERIOR DE PERSIA:LA MEMORIA DE UN INTENTO CIENTíFICO

José Manuel Goñi PérezAberystwyth University

Este trabajo es una reflexión sobre dos aspectos significati-vos en Viaje de Ceylan á Damasco, Golfo Pérsico,Mesopotamia, ruinas de Babilonia, Nínive y Palmira, y cartassobre la Siria y la isla de Ceylán (1871) y Viaje al interior dePersia (1880) de Adolfo Rivadeneyra (1841-1882): de unaparte, el concepto de la observación realista de los elementosdescritos; y el concepto de lo científico como intención y surepresentación estilística, de otra. Adolfo Rivadeneyra dejaclaro en sus notas al lector la intención científica de sus memo-rias o crónicas de viaje, basadas no en conjeturas o impresionessino en una metodología analítica asentada en la observación yen el saber histórico que se puede identificar en su estilo narra-tivo y en la visión conceptual del orientalismo, que, como losmismos Rivadeneyra y Saavedra entendían, rechazaba los ele-mentos exóticos per se enalteciendo las bases de un estudio pro-piciado por los viajes al Oriente. Su propósito lingüístico fuedejar de lado todo intento retórico y, en definitiva, todo conatoque se adivinara literario; mientras que su intención a través desu estilo narrativo era incidir en el cientificismo emergente delos libros de viajes como forma de estudio tras el consabidoimpacto que provocó la publicación en 1859 de The Origin ofthe Species en gran parte de la ciencia analítica de finales delsiglo XIX en Europa. Y, teniendo en mente las futuras genera-ciones, implantar un método analítico de memorias de viajesque fuera meramente doctrinal y, además, de carácter nacional,dado que las noticias que nos llegaban hasta entonces del lejanooriente pasaban por los exploradores extranjeros. A la luz de

estos factores, este trabajo aglutina también algunas reseñas ynoticias que las publicaciones de Rivadeneyra suscitaron a fina-les del siglo XIX, lo que nos permitirá analizar la importancia yexpansión de su proyecto. Lo que sigue en estas páginas es unbreve análisis de estos conceptos: esto es, de las ideas estilísti-cas y las estrategias narrativas.

En su Discurso en elogio de don Adolfo Rivadeneyra, pro-nunciado el 28 de marzo de 1882 en la Sociedad Geográfica deMadrid, Eduardo Saavedra comentaba con respecto a Viaje alinterior de Persia (1880):

Mas no era por pueril vanidad de autor encariñado consus escritos; su pensamiento estaba movido por altos fines,pues trabajando el libro con toda conciencia y meditacion noescasa, había aspirado á hacer como un modelo ó tipo en quepudiera vaciarse la relacion de cualquier viaje de explora-cion ó reconocimiento de otro país. Obedecía esto á vastosplanes que abrigaba de seguir empelando su vida y susrecursos en viajar por nuevas y apartadas regiones, y escri-biendo otros libros como éste, formar una coleccion de via-jes originales españoles, por cuyo medio, y sin la interposi-cion de gentes, idiomas y hábitos extraños, pudiéramosnosotros recibir el conocimiento de países poco visitados,describiéndolos con nuestra propia habla y juzgándolos connuestro común modo de pensar. (1882: 7)

Estas ideas subrayadas por Eduardo Saavedra en su elogiopóstumo, ya habían sido enfatizadas por el mismo Rivadeneyraen los prólogos y primeras páginas de sus dos obras; destacandoen Viaje al interior de Persia, ser un modelo de escritura paralibros de viajes posteriores.1 Rivadeneyra había concebido elgénero del viaje con una estructura y unas formas definidas queva poniendo en práctica a lo largo de sus dos obras. Este modelotenía el propósito de establecer unas coordenadas originales que

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1 De hecho cuenta Saavedra que: «Desde su llegada á Siria fué escribiendo á suspadres y á varios amigos cartas sobre varias expediciones muy interesantes cerca de suresidencia; las cuales vieron a la luz en diversos periódicos; lo mismo hizo desdeColombo, y más tarde publicó su precioso Viaje de Ceylan á Damasco, que con las cartasanteriores reproducidas, y dos nuevas que tuvo la atencion de dirigirme, una sobrePalmira y otra sobre el idioma árabe, dió lugar á un tomo de lectura útil y sabrosa. Eraeste el ensayo con que se había de lanzar años después á su gran obra, el Viaje al interiorde Persia […]» (1882: 11).

sirvieran para conformar un género propiamente “español”.2 Alreseñar Viaje de Ceylan á Damasco la prensa de la época desta-ca, a su vez, la falta de libros de viajes producto de esa llamadaagrafía inveterada que parecen padecer los viajeros españoles:

[…] Los que desean conocer la impresion que algunascomarcas han producido en el ánimo de ciertos viajeros ilus-trados, y quieren tener pormenores sobre las creencias y cos-tumbres de sus habitantes, han de recurrir a los libros de sushabitantes, han de recurrir á los libros que las pródigas pren-sas de Francia é Inglaterra arrojan contínuamente sobre elmundo científico, y si poseen el idioma de Goethe y deSchiller á las obras que salen á la luz en Leipzig ó en Berlin,en donde el estudio de la geografía no se considera solocomo complemento de una educacion de buen tono.(Crónica hispano-americana, 26 de diciembre de 1871. AñoXV, Número 18. Página 7).

Incansable viajero ya desde edad muy temprana al iniciar susestudios en París, era más que nadie buen conocedor de la impor-tancia de los libros de expediciones y descubrimientos durante elsiglo XIX publicados tanto en Francia como en Gran Bretaña, ydel valor, no ya económico sino humano, de tales viajes.3 Nocreo, no obstante, que sea lícito afirmar que Viaje de Ceylan áDamasco o Viaje al interior de Persia fueran en la práctica unclaro modelo para futuros escritores, aunque esta fuera la inten-ción de Rivadeneyra, ya que lamentablemente la producción deeste tipo de crónicas -a pesar del relativo aumento a finales delsiglo XIX y principios del XX-, referentes sobre todo, al colonia-lismo español en el norte de África, no llegó a establecerse cuan-titativa ni cualitativamente de la misma manera que en nuestrospaíses vecinos (Pierre Loti, Livingstone, Stanley, Scott o

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2 Hay que tener en cuenta la importancia que el concepto “español” y “castizo”,tuvieron en la segunda mitad del siglo XIX como reacción a la influencia extranjera enlos órdenes ideológicos y científicos. Algunos autores proponen modelos más afines a latradición española. Esto hay que entenderlo en una época en la que el debate ideológicocientífico filosófico afectaba a todas las reamas del saber tanto humanístico como pura-mente científico. De ahí que los debates en torno al realismo y al idealismo estuvierantan en consonancia con debates de carácter científico que hoy en día son difíciles deentender debido a la separación ideológico-política que existe desde finales del siglo XXentre las humanidades y las ciencias.

3 Tal vez fuera Juan Valera, quien llevara a la pluma a través de sus cartas un acer-camiento sociológico y cultural de los países en los que vivió, y me refiero a sus cartasdesde Río de Janeiro, desde Rusia o desde Washington. Véase a este respecto RomeroTobar (2005, especialmente el capítulo 6).

Shackleton4) y que en el caso del Reino Unido se propició debi-do a la importancia expansionista y colonial, y al trabajo de laGeographical Society of London, nacida en 1830.5 Sobre estafalta de libros6 de viajes, el mismo Rivadeneyra comentaba que«[…] sé que de dos siglos á esta parte nada se ha escrito enEspaña acerca del país de los persas, y que, por otro tanto, puedeservir de excusa á mi osadía la conveniencia de poseer en nues-tro idioma noticias que sólo en extraños era permitido encontrar»(1880: viii). 7

Estos libros de viajes de carácter español, nos permitirían,pues, no ya adquirir el conocimiento necesario de tales países yculturas, sino que el ser español, esto es, el estar escritos en len-gua española nos daría la oportunidad de juzgarlos con nuestrocomún modo de pensar. Esto es, el acercamiento al país desdenuestra propia lengua y costumbres nos permitirá ahondar aúnmás en su conocimiento. éste, por poner dos ejemplos, se nosmuestra también a través de diálogos a modo socrático que ame-nizan el paseo hacia el arco de Cosroes. Tras este breve diálogocon Hussein (Viaje de Ceylan á Damasco, 1871: 53-54),Rivadeneyra se adentra en la descripción pormenorizada de talarco y del sepulcro del barbero de Mahoma, volviéndose el estilo

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4 Missionary Travels and Researches in South Africa, 1857; Narrative of anExpedition to the Zambesi and Its Tributaries and of the Discovery of the Lakes Shirwaand Nyassa, 1858[-]1864, 1865; Au Maroc, 1890; Le Désert, 1895; La Galilée, 1895;Jérusalem, 1895.

5 Apunta Escribano Martín (2004: 18) con respecto al Orientalismo que sus trabajosestaban a la altura tanto en «erudición, en calidad, y en importancia» a los de P. E. Bottao A. H. Layard. A los que cabría añadir entre otros los trabajos de H. C. Rawlinson y V.Place, diplomáticos que como Rivadeneyra entrarían en el mundo de la cartografía, laarqueología y el conocimiento científico orientalista basado en un trabajo de campo yque cesaría debido a los distintos destinos diplomáticos, privándole de continuacióncomo al igual le había sucedido a V. Place y a P. E. Botta. España tuvo, no obstante, enFrancisco García Ayuso, el gran filólogo decimonónico, y en el estudioso don RamiroFernández Valbuena, canónigo de la catedral de Toledo, a dos de las más importantesfiguras del maltrecho orientalismo español (Joaquín Córdoba, 1998).

6 Si comparamos las publicaciones periódicas europeas con, por ejemplo, una de laspublicaciones ilustradas más importantes de España en la segunda mitad del siglo XIX,La Ilustración Española y Americana (1869-1905), nos damos cuenta de la abnegadadependencia que se tenía de la cultura, la política y la ideología proveniente de Franciadesde secciones como las Cartas parisienses. La dependencia de los modelos de loslibros de viaje extranjeros siguen por lo tanto la tónica imperante a finales del siglo XIXcon respecto a los modelos franceses.

7 Al ser este un trabajo en el que se incluyen ejemplos estilísticos, todas las citas deViaje al interior de Persia están tomadas de la primera edición publicada en la Imprentay Esteriotipia de Aribau y C.ª, Madrid, 1880. Y las de Viaje de Ceylan á Damasco de laprimera edición publicada en la Imprenta de Rivadeneyra, Madrid, 1871.

más preciso y su lenguaje más eficiente en la descripción (1871:56). Destaca el autor a su vez la importancia de poder compren-der el mundo a través de la decodificación cultural que hacemosdel mismo a través del lenguaje. Es obvio que Rivadeneyra creeen el concepto de la participación activa del sujeto a la hora deabordar el objeto descrito. Esta participación no se haría travésdel lenguaje per se, sino a través de la individualidad y especifi-cidad de cada uno de los idiomas. De ahí radica la insistencia decrear los cimientos de un proyecto nacional sobre la exploración.A pesar de que insista en la dicotomía tradicional “objetiva-sub-jetiva”, la descripción del mundo y su geografía para poder seraprehendida en toda su esencia ha de partir desde nuestra formade configurar el mundo en nuestro lenguaje, esto es, de concebirel lenguaje como la experiencia humana de la realidad.8

Este conocimiento debía estar liberado de otros idiomas a tra-vés de los cuales se narraban los viajes, tales como el francés yel inglés. No se trataba de un concepto patriótico ni de la necesi-dad expansionista de una España decimonónica venida a menosen el panorama internacional, sino simplemente de explorar através del español. Para Rivadeneyra no existía la exploraciónsin la palabra escrita. Se aprecia en este pensamiento un entendi-miento más profundo sobre la ideas del lenguaje y el conoci-miento que imperaban en el XIX y cercanas a las ideas humbold-tianas que tenían en cuenta el carácter “productivo del lenguaje”(Garagalza, 2003: 214). Es difícil probar que Rivadeneyra cono-cía el trabajo de Humboldt; no obstante, creo que en sus brevesprólogos se adivinan ciertas claves que incitan a pensar en laimportancia concebida al lenguaje y al estilo en la percepción delsaber.9 él mismo nos advierte en el prólogo al lector de Viaje alinterior de Persia (1880) que como Cónsul su función no residíasolo en velar por los intereses y la seguridad de sus conciudada-nos sino que sus funciones se extendían a procurar «la exporta-ción de todo cuanto en el propio pueda contribuir al fomento dela riqueza y al estímulo del saber» (1880: vii). A este estímulo

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8 El libro de viajes es la conquista del hombre sobre la geografía, la conquista de ladescripción sobre el concepto visual de la geografía, esto es, un mapa transformado enpalabras y en un lenguaje común con el que entenderlo y aprehenderlo.

9 Asimismo, nadie mejor dispuesto en lenguas que Rivadeneyra. A la lengua árabehabía que añadir el dominio que adquirió de la lengua turca y del singalés, del persa odel árabe dialectal marroquí, a parte de los consabidos idiomas occidentales (Saavedra,1882: 9; Escribano Martín, 2004: 18).

cabría añadir que todo descubrimiento abre la puerta del saber encuanto que es también «aprendizaje y transformación mental delyo descubridor» (Wolfzettel, 2005: 11), a lo que se sumaría, porextensión narratológica, la del ‘yo’ del lector.

Tanto el lenguaje como el saber, serán pues formas necesariasen la narración de Rivadeneyra. En Viaje de Ceylan á Damascoacerca aún más el estudio filológico a la ciencia y establece unacomparación digna de mención que explica su inusitado interéslingüístico:

Lo que más llamó mi atención entre aquellas gentes, fuela correccion con que hablan; les he oido ciertos vocablos ylocuciones de la edad de oro del árabe, que fueron para míotras tantas sorpresas de inexplicable agrado; sucédele alamante del idioma lo que al botánico; goza a oir en bocasvulgares palabras casi olvidadas, del mismo modo que enciertas latitudes, una planta, una flor, tienen el privilegio deexcitar la admiracion y alegría del hombre de ciencia. (1871:28-29)

Sobre el carácter literario de Viaje al interior de Persia,Rivadeneyra no habla de forma directa de su valía o de su inten-ción literaria. De hecho la crítica ha juzgado desde distintas ver-tientes la viabilidad de los libros de viaje como un género litera-rio o como un subgénero narrativo, tal y como sucede con losepistolarios o los diarios. Matizando tal discusión merece la penaapuntar que Rivadeneyra advierte al lector no ya de la exactitudde lo narrado sino que en su narración ha dejado de lado las“impresiones” por los hechos, es decir, que le ha guiado «laobservación, nunca la imaginación” (1880: ix). Es más, en laúltima parte del libro Viaje de Ceylan á Damasco Rivadeneyravuelve a insistir en el carácter objetivo de su narración al hablarde la omisión de ciertos episodios de su viaje:

[…] siento ver mi relato privado de algunos de tantos episo-dios que ilustran esta parte del mundo. Pero tal omisiónconsciente en el firme propósito que hice al tomar la pluma,y que formulé en esta frase árabe: el mejor relato descriptivoes aquel que hace de la oreja ojos. (1871: 214)

Lo que sí es menester aseverar es que Rivadeneyra se acercaal viaje de forma positiva otorgándole el sentido de conocimien-

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to que antes apuntábamos. Es lo opuesto a lo que Paolo Scarpiha llamado “geografía negata” (1992: 19-42), pues su acerca-miento no es el del paraíso exótico del orientalismo literario niel del espacio teológico medieval. Esta “geografía aperta”,podríamos llamarla, parte de la premisa del conocimiento lin-güístico del lugar donde se halla y, por otro, de la objetividad tandeseada en su trabajo.10 Como hombre de letras del siglo XIXRivadeneyra es consciente de la importancia del estilo de suobra, y apunta de forma sobria la dificultad que implica no ya elars bene scribendi sino en particular la escritura sobre los viajes.Lily Litvak apuntaba en líneas generales sobre el lenguaje utili-zado para describir las experiencias del viaje que se debía:

Evitar lo convencional y ser usado más allá de la imitación.El viajero está consciente de que su búsqueda se basa en elmétodo exploratorio de la ciencia empírica. Su empresa,como la del científico, está predicada en la creencia de quepuede descubrir un mundo tangible y aprehensible por laexperiencia, exuberante, en sus detalles, que deben ser estu-diados, analizados, reconsiderados. (1987: 218)

Dentro de esta dificultad priman en Rivadeneyra dos caracte-rísticas de estilo: la ingenuidad de pensamiento y la sencillez enla escritura, declarándose así mismo «ajeno yo á todo linaje depretensiones literarias» (1880: viii). Nótese en la importancia delsustantivo ‘ingenuidad de pensamiento’ definido como «sinceri-dad, buena fe, candor, realidad en lo que se hace ó se dice»(DRAE, 1869: 434). Lo interesante aquí es el valor concedido alpensamiento, como ‘realidad’ frente a la ‘sencillez’ de expresión,con sus valores concedidos por las retóricas y preceptivas deci-monónicas. Ya desde la retórica clásica (Orator, Cicerón) sedividía el estilo en tres tipos o niveles, sencillo, medio y sublime,siendo su interés el de describir amenizando a través de un estilo

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10 A fuerza de insistir en este aspecto, merece la pena apuntar que el carácter ínsitode las crónicas de viajes para Rivadeneyra consistía en alejarse del vano impresionismonarrativo y no dejarse imbuir por los textos fabuladores de viajes y por los libros de viajesescritos por extranjeros «y, casi siempre franceses, cuyas obras, por cierto, no brillan porexactas, y retratan demasiado el carácter impresionable de sus autores» (Viaje de Ceylaná Damasco, 1871: vii). En una reseña a este libro publicada en la Revista de archivos,bibliotecas y museos se le atribuye como elemento negativo el de haber exagerado en lapráctica de su libros el dicho el mejor relato descriptivo es aquel que hace de la orejaojos, «hasta tal punto de pasar en silencio ó indicar tan sólo no pocos pormenores é inci-dentes dramáticos ó interesantes de sus viajes, mucho más tratándose de lugares tan pococonocidos y visitados» (Año I, número 12, 15 de agosto de 1871: 183-184).

del lenguaje sencillo que le permita al texto una mayor precisiónsemántica para con el objeto de estudio. Asimismo, en este ordende cosas hay dos elementos en el último tercio del siglo XIX queafectarán la prosa de Rivadeneyra: por un lado, el carácter mar-cadamente realista que toma la narrativa a partir de 1870 y elcarácter y estilo sencillos de la prosa que se le otorga al textocientífico.11 No hay que obviar que esta última característicasería una de las cualidades más importantes con las que seenfrenta un narrador consciente de que su obra, a pesar de serverdadera, ha de separarse irrefutablemente de la prosa de ima-ginación, cuya estrategia es incidir en la verosimilitud de lodicho. La intención como concepto escritural estará, por ende,muy presente en los dos trabajos mencionados de Rivadeneyra.Litvak llega a comentar sobre los cronistas que el deseo de éstoses conferir «un sello de autenticidad personal y de experienciacientífica que participe al lector las cualidades de una naturalezaintrincada, compleja y sorprendente» (1987: 218). Lo importan-te, pues, es descubrir las estrategias narrativas y el uso del len-guaje para lograr este propósito.

Mas si la diferenciación entre la novela y el (sub)género deviajes (García Berrio, 1999) como intento científico tiene comoobjetivo la veracidad de lo mentado, y para ello ha de separarsedel motivo del viaje de la tradición literaria y de las técnicasnarrativas que inciden en la verosimilitud de la novela, se puedeidentificar visiblemente en Rivadeneyra la ausencia de alguna delas técnicas narrativas más utilizadas en la narrativa de viajes,como la utilización de historias intercaladas episódicas tan

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11 A pesar del componente histórico y la admiración que el autor profesaba a las anti-guas civilizaciones que desglosa en cada uno de sus capítulos, no hay que olvidar elcarácter meramente científico -misión diplomática- de las crónicas de viajes deRivadeneyra y que hay que ponerlo en consonancia con el contexto político expansionis-ta de Europa. Como comenta Lily Litvak este monopolio «trataba de justificarse por lapropagación de un nuevo tipo de vida que se reconocía como superior y que estaba basa-do en la tecnología, la aplicación de la ciencia a la economía, métodos racionales, pro-ductividad y ciertas instituciones políticas que excluían las monarquías basadas en dere-chos divinos» (1987: 201). Asimismo, Rivadeneyra recoge en Viaje al interior de Persia(1880) a través de un cuestionario y ayudado por un asistente todo tipo de datos en cadauna de las localidades por las que transita. No es sorprendente que a juicio de MesoneroRomanos, Rivadeneyra fuera «una de las contadísimas entidades que merecian un alto yprivilegiado testimonio del mundo científico y del país en general» (Diario oficial de avi-sos de Madrid. Miércoles 26 de julio de 1882, año CXXIV, número 207, s.p.). Para unabiografía sobre Rivadeneyra pueden consultarse los artículos de Escribano Martín, 1999-2000; 2004; 2006a y 2006b.

características de la narrativa griega y latina (Baquero, 40 yss.).12 Lo más curioso es que a pesar de que Rivadeneyra traigaa colación breves historias de alguno de sus pasajeros de viaje enViaje de Ceylan á Damasco (1871) y que en sí el cronotopo delpersonaje de la historia coincida con el espacio y el tiempo delnarrador homodiegético -siguiendo las directrices aportadas porAna Baquero- no tiende a haber manifestaciones cronotópicasdistintas a las del narrador al menos que se aporten datos histó-ricos factuales -frente a los datos históricos imaginarios-, y cuyafunción no es otra que la de dotar a la narración del eje en el quese sustenta el viaje, esto es, en el descubrimiento como principioepistemológico.

La combinación del pasado, -Pretérito Perfecto Simple yPretérito Perfecto Compuesto- con el presente histórico es algohabitual en Rivadeneyra para otorgar, así, veracidad a la narra-ción y evitar caer en la distancia del recuerdo, cuyas pantanosasaguas conllevan una gran carga imaginaria. Así, en el primercapítulo «De Ceylan á Bombay» (1871: 1-18), leemos:

[…] así es, que para evitarlos, me hice con un saquito denoche, en el que puse dos camisas de lana, cuatro pares decalcetines, pañuelos de seda, toalla, jabon, las obras deHerodoto, en un tomo, y un libro de asiento, con notas dediferentes autores acerca de los países que proyecto recorrer.Al brazo llevo un gabán […]. Dispuestas así las cosas, salíde Punta de Galles… (1871: 2, el subrayado es mío).

Combinación ésta que Rivadeneyra utilizará de forma conti-nuada en su narración:

Á las nueve de la noche, un mes, hora por hora, despuésde haberme despedido de Ceylan, ya estábamos entre dos

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12 Creo necesario apuntar aquí que el cronista o escritor de libros de viajes no incideen la verosimilitud de lo mentado sino en la veracidad de sus descripciones y conclusio-nes científicas o pseudo-científicas si se quiere. Lo verosímil incide en la apariencia deverdad, mientras que la intención de Rivadeneyra es incidir en la veracidad de lo menta-do y no en su apariencia. El autor de las crónicas de viajes no es un autor ficcionalizadorsino que en el siglo XIX, como Blanca López de Mariscal (2006) ha comentado sobre loslibros de viajes en la República Mexicana, se exige que el yo narrador sea el viajero real.Esto es, que el narrador y el autor del libro sean uno mismo. Por ende, el Diario oficialde avisos de Madrid comenta al referirse a Viaje al interior de Persia que «[…]Rivadeneyra llegó á más alto punto como viajero, como erudito y narrador verídico ysagaz, […]» (Año CXXIV, miércoles 26 de julio de 1882. Número 207, s.p.).

bosques: son los jardines de Daeres-salâm (casa de la segu-ridad), que ilumina el claro magnífico de la luna, y recreannaturalmente un murmullo creciente de aguas. Voy sobrecubierta y percibo lo altos alminares […]. (1871: 57, elsubrayado es mío)

En otro orden de cosas, el orientalismo científico o erudito -como lo ha llamado Morales Lezcano (2006: 24)- que se veníadesarrollando desde finales del siglo XVIII tiene su mejor ejemploen el capítulo «Las Ruinas de Babilonia» (1971: 83-106). Esteorientalismo fue meramente de carácter teórico y no intervencio-nista a diferencia del africanismo hispano. Teórico, digo, ya que losestudios presentados por Rivadeneyra en al Ministerio de AsuntosExteriores no tuvieron la consecuencia buscada en sus viajes y noproporcionaron ningún tipo de comercio en el lejano Oriente. Elorientalismo intervencionista español se tornaría en un ‘africanis-mo español’ entendido éste «como voluntad de estudio y reconoci-miento del vecino continente con vistas a intervenir en el interiorde las sociedades que lo poblaban» (Morales Lezcano, 1988: 18).Asimismo, como bien ha apuntado Joaquín Córdoba «a pesar delinterés y el valor de nuestros viajeros, la ausencia española en losépicos momentos iniciales de la investigación en Oriente fue con-secuencia obligada de nuestra real posición en el espacio y en lapolítica internacional, incapaz de participar con éxito en aquelmundo de agresivas competencias» (1998: 443-465).

Volviendo nuevamente a las técnicas narrativas, enRivadeneyra destaca la constante búsqueda de la simultaneidadentre lo verificable tangencialmente y lo descrito a través dellenguaje. Asimismo, en la crónica no se olvida de reiterar laveracidad y el contraste de lo dicho con las fuentes que verificansu exactitud y autenticidad:

«Con el roce de los europeos han modificado sus anti-guas costumbres; pero ellos mismos me han asegurado queáun se perpetúan en várias provincias. Recuerdo, entre otras,una que se practica esquivando la autoridad inglesa: tienenel casamiento en tanta estima, que al morir soltera una per-sona púber, los padres ó parientes van, con dinero en mano,buscando quien se despose con ella sobre el lecho mortuo-rio» (1871: 10).

O bien como en el capítulo II donde se da cuenta del viaje DeBombay á Bassora en el que se nos narra la historia de Neched

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Muhammad-ben-Abd-el-Uahhab, y de sus hijos. En esta narra-ción histórica se nos da el nombre de la fuente y desde el lugardesde el que vivió los acontecimientos:

[…] el asesinato convirtió á la víctima en mártir, y diorienda suelta á la ambicion é intentos de su hermano Abd-Allah, que en pocos meses llegó á poner cerco á la gran ciu-dad de la Meca, cuyos santuarios y sepulcros fueron profa-nados y arrasados, como así lo refiere nuestro compatriota elfamoso D. Domingo Badía (Âlí Bey el Abbasi) que porentónces se hallaba en la capital del Hechaz. (1871: 25)

Ateniéndome á lo referido por algunos campesinos conquienes hablo durante las paradas que hacemos, deduzcoque las crecidas del Tígris del Eufrates son exactamenteinversas de las del Nilo. (1871: 47)

En otras ocasiones la duda lícita obliga a Rivadeneyra a laprudencia para con el lector: «En varios puntos notamos algunosmontones de sillares, que, a no dudarse, atestiguan civilizacionesremotas, aunque á decir cuáles no me aventurára yo» (1871:50).13

La intencionalidad estilística que incide en la veracidad de loque está narrando y en clara oposición a un estilo marcado no porlos datos históricos sino por las emociones de tal descubrimien-to, tiene en la descripción de la llegada a Bâbel uno de los mejo-res ejemplos que podemos traer a colación. Reminiscencias estasque son apaciguadas de inmediato con un contrastado estilo des-criptivo con el que comienza su copia de la realidad tangible:

A pocos minutos atravesé dos arroyos que allí se unenpara entrar en el Eufrates, y luégo, salvando los declives queestrechan la hoya de un foso, todos á una señalaron un granmontículo que enfrente de mí, á lo léjos, se alzaba; y repeti-das veces exclamaron: ¡ Bâbel! ¡ Bâbel!

Á tales voces, electrizado por el recuerdo, veo levantarselas gigantescas murallas, las enormes fortalezas que ciñen laciudad de Belo; oigo resonar las herramientas de dos millo-nes de artífices, atareados en los templos, en los palacios deSemíramis; aquí construyendo puentes, galerías subterráne-as; allí levantando ó desviando las aguas del rio; por todaspartes afanándose en labrar figuras destinadas á perpetuar la

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13 Para un entendimiento de la importancia de Ali Bey véase Escribano Martín,2005a.

fama de los babilonios, sus riquezas, sus héroes y sus dio-ses….. Entra Nabucodonosor arrastrando reyes, pontífices yprofetas….! Azares de la fortuna!..... Llegan las embestidasde Ciro; ya se acercan, entronizadas, las iras devastadoras deDarío y Jérjes….. Todos se inclinan respetuosamente anteaquel que fue rey del mundo….. Las nubes de arqueros par-tos, las estrepitosas correrías de mahometanos, persas, tur-cos, acaban por arrastrar del todo lo que áun subsistia devida en este suelo, ayer rico y próspero, hoy pobre y sin ven-tura.

Pero las inevitables reminiscencias de un pasado de cua-renta siglos, desvaneciéndose en mi mente, permiten yafijarme en la realidad, y concentrarme al propósito que aquíme trajo, que es anotar y copiar fielmente todo aquello quevoy encontrando en mi camino.

El foso que dejo indicado va en línea recta de oriente áponiente, está seco, al ménos en esta estación, y sus dimen-siones son tres metros de ancho por otro tanto de profundi-dad. La colina que lo costea al sur alcanza […] (Viaje deCeylan á Damasco 1871: 88-89, el subrayado es mío)

Un análisis sintáctico más preciso nos permite ver los distin-tos estilos con los que Rivadeneyra intenta dotar a su texto deveracidad y copia fiel del espacio. Comparemos los siguientesdos textos:

Texto AÁ tales voces, electrizado por el recuerdo, veo levan-

tarse las gigantescas murallas, las enormes fortalezas queciñen la ciudad de Belo; oigo resonar las herramientas dedos millones de artífices, atareados en los templos, en lospalacios de Semíramis; aquí construyendo puentes, galerí-as subterráneas; allí levantando ó desviando las aguas delrio; por todas partes afanándose en labrar figuras destina-das á perpetuar la fama de los babilonios, sus riquezas, sushéroes y sus dioses….. Entra Nabucodonosor arrastrandoreyes, pontífices y profetas….! Azares de la fortuna!.....Llegan las embestidas de Ciro; ya se acercan, entroniza-das, las iras devastadoras de Darío y Jérjes….. Todos seinclinan respetuosamente ante aquel que fue rey delmundo….. Las nubes de arqueros partos, las estrepitosascorrerías de mahometanos, persas, turcos, acaban porarrastrar del todo lo que áun subsistia de vida en estesuelo, ayer rico y próspero, hoy pobre y sin ventura.

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Á tales voces, [YO] electrizado por el recuerdo:A. veo levantarse(1) las gigantescas murallas, (2) las enormes fortalezas [que ciñen la ciudad de

Belo]; B. oigo resonar las herramientas de dos millones de

artífices, (1) atareados (a) en los templos + (b) en los palacios de

Semíramis; (1) aquí construyendo (a) puentes + (b) galerías sub-

terráneas; (2) allí levantando ó desviando las aguas del rio;

(3) por todas partes afanándose en labrarfiguras destinadas á perpetuar (a) la fama de losbabilonios, (b) sus riquezas, (c) sus héroes y (d)sus dioses…..

C. Entra Nabucodonosor arrastrando (a) reyes, (b)pontífices y (c) profetas….! Azares de la fortuna!.....

(1). Llegan las embestidas de Ciro; (2). ya se acercan, entronizadas, las iras devastado-

ras de (a) Darío y (b) Jérjes….. (3). Todos se inclinan respetuosamente ante aquel

que fue rey del mundo….. D. (a) Las nubes de arqueros partos, + (b) las estrepi-

tosas correrías de (b.1) mahometanos, (b.2) persas, (b.3)turcos, acaban por arrastrar del todo lo que áun sub-sistia de vida en este suelo,

(1) ayer rico y próspero, (2) hoy pobre y sin ventura.

Texto BRepresenta un leon, de dos metros de largo, en actitud

de derribar á un hombre, que á medio caer tiene entre susgarras. Ambas figuras son de granito ceniciento y descan-san en base rectangular de una cuarta de espesor. La cabe-za de la fiera y la del hombre han sido separadas por losnaturales iconoclastas por excelencia, y particularmenteenemigos de toda representación humana. El conjunto estáoscurecido ó manchado, á consecuencia de la tierra que locubria; mas raspando aquí y allá en la melena del animal,descubrí rasgos que estaban esculpidos con bastanteesmero, aunque el dibujo en su totalidad deje bastante que

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desear. El leon y la pantera debieron esculpirse de milmaneras, puesto que la historia indica á ambos como blan-co del valor de Nino y de Semíramis. (1871: 95)

A. Representa un leon, de dos metros de largo, en acti-tud de derribar á un hombre,

[que á medio caer tiene entre sus garras].B. Ambas figuras

(1) son de granito ceniciento (2) y descansan en base rectangular de una

cuarta de espesor.C. La cabeza de la fiera y la del hombre han sido

separadas por los naturales iconoclastas por excelencia, yparticularmente enemigos de toda representación humana.

D. El conjunto está oscurecido ó manchado, á conse-cuencia de la tierra [que lo cubria];

mas raspando aquí y allá en la melena delanimal, descubrí rasgos

[que estaban esculpidos con bastante esmero], [aunque el dibujo en su totalidad deje bastan-

te que desear].E. El leon y la pantera debieron esculpirse de mil

maneras, [puesto que la historia indica á ambos como

blanco del valor de (a) Nino y (b) deSemíramis.]

Un análisis de la estructura sintáctica de sendos textos nosalerta del intencionado cambio de estilo cuyo propósito incide enesa copia fiel y veraz de la realidad fehaciente. Las estructurasmás simples del texto B contrastan con el juego de estructurasbimembres, trimembres -tan característico, por ejemplo, del len-guaje de Juan Valera (Pepita Jiménez, 1874)- del texto A en elque la concatenación de elementos disyuntivos y simétricos otor-ga al párrafo una mayor complejidad descriptiva y semántica. Laausencia de éstas en el texto B sugiere una mayor precisiónenunciativa y un menor retoricismo en el mensaje. No sin razón,y desde una perspectiva historiográfica, Escribano Martíncomenta al referirse a Viaje al interior de Persia (1880) queAdolfo Rivadeneyra va más allá de la literatura de viaje, e intro-duce una serie de trabajos e investigaciones» (2004: 17). Prácticacomo podemos ver que ya aparece en su primer trabajo, Viaje de

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Ceylan á Damasco (1871).14 Bien es lícito traer a colación lasmimas palabras que Rivadeneyra escribiera al lector de su Viaje deCeylan á Damasco (1871) cuando al disculparse por su poca elo-cuencia en el ars bene dicendi comentara a su favor que en cambiohabía procurado «dar á la verdad y á la exactitud los cuidados queotros con fruto dedican al estilo y al lenguaje» (1871: ix).

En toda crónica de viajes15 éste es la teleología del mismo ysu hilo conductor no es otro que el espacio geográfico analizadodesde el espacio de la experiencia del narrador homodiegético.La narración no ficcional posee la función de llamada sobre símisma, pero su intención como principio caracterizador –yteniendo en cuenta las funciones del lenguaje de Jakobson- esque ni el emisor ni el mensaje tiendan hacia la búsqueda de emo-ciones a través del lenguaje, prevaleciendo, al mismo tiempo, elrealismo narrativo sobre el idealismo.16 Por este motivo se puedeafirmar que los libros de viajes están más cercanos al género dela novela que al del romance, pues si en estos lo peregrino y lofabuloso, las imágenes idealizadas del mundo posible y la fun-ción emotiva y poética se vierten en el texto aún con más inten-sidad, en el género de los libros de viaje la intención descriptivay científica priman sobre el resto.17 De ahí que en el caso espe-

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14 La obra fue –según La ilustración española y americana- «obra elogiada por laprensa de todos los matices» (16 de abril de 1872, Año XVI, número XV, página 238).

15 Nótese que intento evitar el término Relato de viajes en este trabajo para hablar dela obra de Rivadeneyra, pues creo que el componente imaginario en la palabra ‘relato’es de común aceptación hoy en día. Dos términos resuenan en las páginas deRivadeneyra, por un lado, ‘episodios’ (1871: 214) en vez de aventuras, y ‘mi relato’, consu acepción no ficcional del término, por otro. Asimismo, el término relato lleva adjuntoel especificativo ‘descriptivo’. He creído conveniente utilizar el término crónicas de via-jes para intentar incidir aún más en el carácter científico del estilo escritural deRivadeneyra, o en su defecto, memorias de viajes.

16 Mesonero Romanos llegó a apuntar sobre el estilo de Viaje al interior de Persiaque estaba escrito «con suma sencillez y apreciabilísima sinceridad» (Diario oficial deavisos de Madrid. Miércoles 26 de julio de 1882, año CXXIV, número 207, s.p.). Lasdiferencias en el estilo a la hora de reflejar la veracidad en los diferentes viajeros son sinduda más complejas de lo aquí apuntado. Podemos afirmar, a falta de unas conclusionesestilísticas más precisas, que se nota en Alarcón (1859), por ejemplo, una mayor suge-rencia emotiva en el lenguaje en comparación al estilo de Rivadeneyra.

17 Hay que entender con cierta mesura el término científico que se utilizó durante elsiglo XIX y aceptar que algunas de las conclusiones presentadas versaban más sobre laobservación analítica que sobre resultados obtenidos de datos empíricos, sin que ello des-mereciera su intento e intenciones científicas. Así, podemos observar en Rivadeneyra unacierta tendencia hacia la expresión hipotética: «Quizás abunden los indicios en la mismaidea de los egipcios que miraban á la pirámide como símbolo de inmortalidad, á pesar deque fuera más lógico considerarla como el de vida, cuyo principio está representado porla base, y el fin ó la muerte, por el vértice» (1871: 7).

cífico de Adolfo Rivadeneyra se puede afirmar que hay una dua-lidad intencionada entre el aspecto literario y el documental(Carrizo Rueda, 1995: 119-26). Esta intencionalidad se apreciaen el último párrafo del capítulo III «De Bassora á Bagdad» enel que destaca la imaginería y la subjetividad espacial en la queRivadeneyra intenta explicar la relación entre la realidad que vaa describir y el espacio anhelado por el viajero: unión de la rea-lidad soñada y la realidad física del espacio. Pero no nos dejemosseducir por esta dualidad espacial, la imaginación, los sueñosinfantiles, el deseo espacial del espacio pensado fracasa y en estabreve superimposición estructural, la realidad descriptiva vuelvea primar:

Voy sobre cubierta y percibo los altos alminares; éste meseñala el Serrallo, aquél la suntuosa morada del ministroinglés, este otro el barrio donde habita; todos se alegran dever ó el término del viaje, y yo veo en el principio del mio larealizacion de infantiles deseos. (1871: 58)

Que la novela de viajes se nutra de todos los elementosnarrativos que crea oportuno para enlazar su historia y las pere-grinas aventuras del héroe hasta alcanzar su meta final, no jus-tifica una lectura literaria cuando la intención documental, his-tórica y económica de un libro de viajes -como Viaje de Ceylaná Damasco (1871) o Viaje al interior de Persia (1880)- está desobra demostrada por el autor. El hibridismo, concepto tan demoda en la presente crítica de géneros, no demuestra la litera-riedad del libro de viajes, ya que este hibridismo conforma supropia anatomía; aunque pueda, por el contrario, ser clave en elentendimiento de una novela o relato de viajes.

Aunque Escribano Martín haya comentado con respecto aViaje al interior de Persia (1880) que «en principio se puedeincluir también en la literatura de viajes», destaca asimismo queéste «incluye una serie de análisis y estudios antropológicos,comerciales, artísticos, geográficos e históricos sobre el país yla región, que la hacen trascender de la misma» (2004: 23).18 Lo

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18 Para Martín Asuero (2005) las memorias de cronistas avezados a la carrera diplo-mática –Adolfo de Mentaberry, Diego de Coello de Portugal, Antonio Bernal deO’Reilly, Manuel Quintana…- se acercaban «a la literatura de viajeros». MoralesLezcano llega a comentar que Rivadeneyra fue una excepción a «la agrafía inveterada delos diplomáticos españoles en el Imperio Otomano durante el siglo XIX» (1992: 75).

importante del trabajo de Escribano Martín es que demuestraque Rivadeneyra aprovechó los informes que se encuentran enel Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores en suobra y que aparecen integrados en su libro de viajes (2004:23).

No hay que olvidar que a esta intención narrativa se ha de aña-dir el carácter de trabajo científico que tiene su viaje. Como rezaen la última página de su Viaje de Ceylan á Damasco «[…], nopuede negarse un género de interés á ésta clase de escritos: el demostrar, tal como hoy se encuentran, países donde nacieron, sedesarrollaron y murieron pueblos clásicos de la antigüedad […]»(1871: 214). Este carácter científico se puede observar en las ins-trucciones que recibe del Ministerio el 19 de septiembre de 1873para su nuevo destino, y que se resumen en cuatro: posibles rela-ciones mercantiles; sugerir el lugar de una posible Agencia con-sular; protección de los intereses españoles en Persia e informa-ción de los sucesos políticos de la zona (Escribano Martín, 2004:20).19

Es importante destacar que a diferencia de los cronistas espa-ñoles del norte de África -como Márquez de Prado (1851), Amory Mayo (1859), González Ruescas (1860), Manuel Iradier(1878), Alfonso Jara (1903), Nicasio Landa (1860), MonederoOrdóñez (1892), Ramírez de Villa (1883), Ros de Olano (1884)-quienes basaron sus visiones y recuerdos en el postulado de lasuperioridad de una raza fundamentalmente imperialista y con-quistadora -lo que Lily Litvak ha denominado imperialismo radi-cal frente al imperialismo humanitario, más en consonancia éstecon la ideología británica (1987: 202-203)- Rivadeneyra optapor una visión que le aparte de ese postulado imperialista y queincida en el carácter científico de sus dos libros de viajes, en sucarácter de descubrimiento y de misión. Así, al caer en ciertasdescripciones de las zonas geográficas visitadas a las que llama‘generalizaciones’ y que vienen a ser aportaciones culturales másque digresiones, Rivadeneyra vuelve a la principal razón de susobservaciones: «Los pormenores que acabo de dar no se consi-derarán fuera de propósito; pero es ya preciso, no obstante, quehablemos de lo que es más principal, tratándose de una ciudad

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19 Vicecónsul en Teherán desde abril de 1874 hasta el 19 de agosto.

esto es, su comercio y su riqueza» (1871: 68).20 Aunque la críticahaya juzgado su escritura como una búsqueda del otro «tal ycomo es, sin mayor óptica de superioridad europea» (EscribanoMartín, 2005b: 795), sí se puede percibir una descripción pro-europeísta de los avances científicos: «No dudo que si en Europapusiesen empeño en hallar las causas de esta plaga, se descubri-rían. Por mi parte, estoy coleccionando algunas costras de diver-sos granos, que en su día someteré á alguna persona científica»(1871: 68). Visión esta de carácter humanitario, más que supe-rioridad de base natural.

Los parámetros expuestos en este sucinto trabajo han de sen-tar las bases de un análisis pormenorizado de los usos estilísticosde Rivadeneyra teniendo en cuenta su misión sobre el conoci-miento humanístico y la ínsita intención de sus memorias de via-jes. Tal y como ha quedado demostrado en los ejemplos seleccio-nados en estas páginas, esta intención no sólo nos es dada por laretórica de la prosa descriptiva, sino igualmente por los mensajescontinuos de veracidad e intencionalidad científico-analítica queel narrador reitera como isótopos narrativos alertando al lectoren todo momento. Si es lícito debatir, pues, desde el ámbito teó-rico de los géneros y los subgéneros el corpus referencial deltexto, más es aún conferirlo al contexto en el que se creó y lassignificaciones de su teleología práctica, como aplicación de unaidea de escritura desde una perspectiva sincrónica y no diacróni-ca. Si las diferencias pueden ser mínimas entre tipos de escrituracomo las memorias, el diario, la crónica de viajes o el relato deviajes, algo más notables son las diferencias con la literatura deviajes: intencionalidad, veracidad, cientificismo decimonónico yestilo, son los aspectos más destacados que garantizan esta dife-renciación. Valgan, a la espera de más resultados empíricos,estas conclusiones.

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20 Por otro lado, interesantes son las aportaciones de Sinibaldo de Mas (1809-68)sobre su viaje a Persia en 1838 (véase Togores Sánchez, 1992: 185-197).

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