Tian Dao: Las virtudes del buen gobierno en los orígenes del pensamiento chino - Asociación...

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Tian Dao: Las virtudes del buen gobierno en los orígenes del pensamiento chino Miguel Morata Mora «La felicidad acompaña a la virtud y la desgracia al vicio, como sombra sigue al cuerpo y como eco responde a la voz. » (Confucio: Shu-Jing, I, 3, 5) Uno de los objetivos de esta ponencia es facilitar un primer contacto con el antiguo pensamiento chino, en el cual se fundará prácticamente todo el pensamiento posterior, especialmente para aquellos que les pueda ser útil en algún momento y no tengan que empezar a estudiarlo prácticamente desde la total ignorancia. Un segundo objetivo es la realización de alguna comparación con el mundo grecorromano a fin de mostrar como parecen surgir en las civilizaciones que han superado la Revolución Urbana ciertas características similares en su pensamiento, que no es que se compartan por hipotéticas influencias, ya sean ordinarias o extraordinarias, sino porque son universales antropológicos que no pueden ser detenidos por ninguna clase de frontera. La arqueología ha observado que en el valle del Río Amarillo da el salto a la civilización urbana en algún momento de la dinastía Shang, en torno al 1500 a.C., mil años después de que lo hiciera el valle del Indo y unos dos mil quinientos después de Mesopotamia y Egipto. Se conoce la existencia de un poder centralizado y de el surgimiento de la especialización urbana, pero no dejan de ser siglos oscuros de los cuales no tenemos mucha más información aparte de la recopilada por la arqueología. El Shu-Jing de Confucio es de lo más parecido a un texto histórico que nos refiera a aquella época, pero su parcialidad está puesta en duda. Pero antes de comenzar a hablar acerca de Confucio y de su escuela contextualizaré el periodo en la que pretendo centrar esta investigación. El siglo V a.C. inaugura una de las épocas más violentas de la antigua China conocida por el nombre Zhan Guo, Reinos Combatientes [imagen 1 y 2]. Tras la caída de la dinastía Xi Zhou 1 en el 771 a.C., el sistema proto-feudal iniciado en el siglo XI se desmoronó por completo. Los supervivientes leales a los Zhou trataron por todos los medios posibles mantener el Tianming 2 , pero algunos señores comenzaron a crear sus propias capitales, sus propias dinastías. Su mayor anhelo era lograr la hegemonía sobre toda la raza de los cabellos negros 3 iniciando así un estado de inestabilidad política, conflictos sociales y guerra perpetua [Texto 1]. Los tres primeros siglos de esta época de inestabilidad son conocidos como Chun Qiu, Primaveras y Otoños, que vienen siendo un preludio del caos posterior y en el cual existe un predominio del antiguo sistema esclavista; los tres siglos siguientes son Zhan Guo, que destacará por el impulso y final victoria del sistema feudal frente al aristocrático esclavista con la unificación de 1 Zhou Occidental, dinastía que sobrevivirá hasta el final de Zhan Guo con un poder limitado portando el nombre Dong Zhou, Zhou Oriental. 2 El Mandato del Cielo, término que se explica más adelante. 3 Es como los textos antiguos se refieren a las poblaciones siníticas.

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Tian Dao: Las virtudes del buen gobierno en los

orígenes del pensamiento chino Miguel Morata Mora

«La felicidad acompaña a la virtud y la desgracia al vicio, como sombra sigue al

cuerpo y como eco responde a la voz.» (Confucio: Shu-Jing, I, 3, 5)

Uno de los objetivos de esta ponencia es facilitar un primer contacto con el

antiguo pensamiento chino, en el cual se fundará prácticamente todo el pensamiento

posterior, especialmente para aquellos que les pueda ser útil en algún momento y no

tengan que empezar a estudiarlo prácticamente desde la total ignorancia. Un segundo

objetivo es la realización de alguna comparación con el mundo grecorromano a fin de

mostrar como parecen surgir en las civilizaciones que han superado la Revolución

Urbana ciertas características similares en su pensamiento, que no es que se compartan

por hipotéticas influencias, ya sean ordinarias o extraordinarias, sino porque son

universales antropológicos que no pueden ser detenidos por ninguna clase de frontera.

La arqueología ha observado que en el valle del Río Amarillo da el salto a la

civilización urbana en algún momento de la dinastía Shang, en torno al 1500 a.C., mil

años después de que lo hiciera el valle del Indo y unos dos mil quinientos después de

Mesopotamia y Egipto. Se conoce la existencia de un poder centralizado y de el

surgimiento de la especialización urbana, pero no dejan de ser siglos oscuros de los

cuales no tenemos mucha más información aparte de la recopilada por la arqueología. El

Shu-Jing de Confucio es de lo más parecido a un texto histórico que nos refiera a

aquella época, pero su parcialidad está puesta en duda. Pero antes de comenzar a hablar

acerca de Confucio y de su escuela contextualizaré el periodo en la que pretendo centrar

esta investigación.

El siglo V a.C. inaugura una de las épocas más violentas de la antigua China

conocida por el nombre Zhan Guo, Reinos Combatientes [imagen 1 y 2]. Tras la caída

de la dinastía Xi Zhou1 en el 771 a.C., el sistema proto-feudal iniciado en el siglo XI se

desmoronó por completo. Los supervivientes leales a los Zhou trataron por todos los

medios posibles mantener el Tianming2, pero algunos señores comenzaron a crear sus

propias capitales, sus propias dinastías. Su mayor anhelo era lograr la hegemonía sobre

toda la raza de los cabellos negros3 iniciando así un estado de inestabilidad política,

conflictos sociales y guerra perpetua [Texto 1]. Los tres primeros siglos de esta época

de inestabilidad son conocidos como Chun Qiu, Primaveras y Otoños, que vienen

siendo un preludio del caos posterior y en el cual existe un predominio del antiguo

sistema esclavista; los tres siglos siguientes son Zhan Guo, que destacará por el impulso

y final victoria del sistema feudal frente al aristocrático esclavista con la unificación de 1 Zhou Occidental, dinastía que sobrevivirá hasta el final de Zhan Guo con un poder limitado portando el

nombre Dong Zhou, Zhou Oriental. 2 El Mandato del Cielo, término que se explica más adelante.

3 Es como los textos antiguos se refieren a las poblaciones siníticas.

China por la dinastía Qin. Pero durante este período de tiempo la lucha por la

supremacía entre los diversos reinos también se puede observar un impulso de los

sistemas del pensamiento y de la clase de los letrados. Es, sin duda alguna, la época

dorada del pensamiento chino.

Situaciones similares han ocurrido en diversos lugares del mundo a partir de la

aparición de los estados, y es que es visible una tendencia unificadora siempre que hay

una serie de comunidades humanas unidas por una misma cultura y en un medio

geográfico delimitado. Esta puede ser alimentada por el hecho de que hubiese existido

un gobierno histórico unificador en el pasado y que, en memoria de aquél, se trate de

revivir su hazaña para tener un lugar en la historia. En el caso de China nos

encontramos que no todas las regiones hablan la misma lengua, pero la gran mayoría

comparten un origen cultural común. Lo mismo ocurre con el sistema de escritura, el

cual no se encuentra unificado existiendo muchos sinogramas distintos para mismas

ideas4. Los modelos ejemplares de sus gentes son las tres dinastías legendarias, dos de

ellas históricas: Xia, Shang y la recién devastada Xi Zhou, junto a las antiguas

tradiciones que nos remontan al pasado mítico de primeros emperadores, célebres por su

piedad y capacidad de gobierno.

Entre aquellos primeros gobernantes se encuentran los 圣王 (sheng wang)5.

Cuando llegó Zhan Guo la guerra sacudió con gran violencia toda China y el pueblo,

exhausto, volvió la cabeza a aquellos dorados tiempos. No tardaron en surgir letrados

como Sunzi en las cortes con la intención de llevar a la gloria a los ejércitos de su

Emperador, pero aparecieron también otro tipo de consejeros que abogaban por un

gobierno más virtuoso y tradicionalista.

«La virtud debe servir para bien gobernar, el buen gobierno debe bastar para

proporcionar subsistencias al pueblo.» (Confucio: Shu-Jing, I, 3, 7)

Entre todas las escuelas de pensamiento dos las más tradicionalistas y, por tanto,

por las que mejor nos podemos aproximar a la idea que tenían los chinos de sus míticos

emperadores, de su sabiduría y su virtud. La primera de ellas es ru jia, la escuela

representada por Confucio [imagen 3]; es uno de los más famosos autores chinos, tuvo

muchísimos discípulos, fue un gran erudito pero que, según algunos autores

contemporáneos, no llega a la categoría de filósofo, por su negación de la dialéctica con

el fin de abogar por la tradición. Aunque posteriormente fue tratado como un líder

religioso, él lo único que hizo fue fundar un sistema ético-político próximo a la religión,

la cual trató de no variar. Su objetivo era definir al hombre de bien, llegando a la

conclusión de que el buen gobernante es aquél que reúne armoniosamente el wen,

dominio de las letras, y el wu, dominio de las armas, a imagen del “Soberano de lo

Alto”. Fue un legislador de gran importancia que reunió los más excelsos textos

4 El recuento de caracteres de la época de origen de esta escritura llega casi a los 2500, algunos han

dejado de ser usados y otros han sobrevivido con ciertas variaciones, a parte de los muchos nuevos

caracteres que se han creado a lo largo de la historia. Es imposible hacer un recuento total de todos los

sinogramas que han existido, se piensa que la cifra podría rondar los 60.000. 5 Los santos/sabios emperadores.

antiguos sobre la moral y la justicia comentándolos y aclarándolos. Gracias a él y a su

escuela han conseguido llegar hasta nuestros días una gran cantidad de escritos que nos

ayudan a entender el contexto, el pensamiento y la tradición de la China Antigua, y lo

que es más asombroso de todo: nos permite compararla con otras culturas orientales y

occidentales. Un ejemplo de ello es la siguiente máxima:

己所不欲,勿施于人 Jǐ suǒ bù yù, wù shī yú rén

Lo que no desees no lo des

Quod tibi non vis, alteri ne feceris

No hagas a otros lo que no quieres para ti.

Por otra parte nos encontramos a Mo Di [imagen 4], un antiguo confuciano que

fundó su propia escuela: mo jia. Inauguró una novedosa forma de practicar y enseñar la

religión tradicional china con la que se ganó numerosas enemistades, en especial la de

los confucianos. Frente a Sunzi, que afirma que la guerra es algo vital para el Estado,

Mo Di condena la guerra proclamando el jian ai6, el amor recíproco entre todas las

personas, pues no le parecía razonable que un gobernante que impulsaba guerras

agresivas castigase, por otra parte, a los ladrones y a los asesinos de su reino. Fue un

filósofo de una gran capacidad dialéctica que criticaba abiertamente a Confucio por ser

un repetidor de fórmulas que no sabía contestar sensatamente a sus alumnos y por

fariseísmo ritualista. A estas acusaciones parecen sumarse los taoístas, pues existe un

historiador de la época Xi Han7, llamado Sima Qian que en su historia sobre Lao zi

afirmó que cuando Confucio fue a visitarle el líder de la escuela del Tao lo acusó de

parlanchín [Textos II y III]. Los confucianos, por su lado, lanzaban dos acusaciones a

Mo Di, una de ellas es negar el amor filial8 tradicional al decir que debemos amar a

todos como amamos al padre; esa concepción del amor que defiende la escuela de

Confucio se basa en el amor jerárquico al superior: al padre, al soberano y al Estado,

una idea muy similar es la piedad filial romana, el respeto al Pater familias, al Estado, y

a sus dioses, cuyo máximo representante es Eneas, quien, viendo como su patria es

destruida por la guerra, toma a su padre, que sostiene las imágenes de las divinidades,

sobre los hombros, y a su hijo, perpetuador del Estado, de la mano. Una segunda

acusación era por antihumanismo, pues su escuela incriminaba a los emperadores y

nobles de su época por abandonarse a lujos como las artes pictóricas y musicales, las

cuales deberían estar prohibidas en momentos de necesidad para el pueblo, advertencias

que recuerdan al emperador Song Huizong9 [Imagen 5], y este a su vez al Calígula de

6 Amor universal.

7 Han Occidental, durante los dos últimos siglos de nuestra era.

8 El amor filial que defienden los confucianos se basa en el amor jerárquico al superior: al padre, al

soberano y al Estado. 9 1082-1135: Emperador de la dinastía Bei Song, Song del Norte, que tras abandonar las riendas del

Estado para dedicarse al arte llevó al país a la ruina. Fue un pintor de excepcional maestría. El arte

pictórica y el arte política tienen mucho que ver en el pensamiento dinástico chino: el pintor mediante el

pincel gobierna el cuadro y la tinta ordenando los elementos que componen la imagen. Esto se le conoce

Albert Camus10

. Al contrario que Confucio, que dejó una gran obra escrita, Mo Di no

escribió tanto, pues su escuela se limitaba a recoger sus enseñanzas, tal y como ocurre

con su contemporáneo Sócrates, u otros famosos maestros como Pitágoras de Samos y

Jesús de Nazaret, como si el hecho de no haber escrito nada en sus vidas fuese algo

glorioso para los grandes sabios. Pero aparte de este dato, es más curioso aún la

similitud con los evangelios que emana el texto de Mo Di [Textos IV, V, VI y VI].

Ahora bien, puesto que tanto Confucio como Mo Di poseen una misma tradición

común, a pesar del enfrentamiento de ambas doctrinas, en sus escritos coinciden en que

el buen gobernante debe seguir las directrices del Cielo. Para entender bien esta idea

hay que dar unas pinceladas esenciales sobre cosmología China, en la cual se centra el

estudio de los taoístas, la cual se basa principalmente en el Taijitu [imagen 6], en la

oposición Yin-Yang que genera los diez mil seres.

道生一, 一生二, 二生三, 三生萬物.

Traducción de Ignacio Preciado J. «El Dao engendra el Uno; el Uno engendra el dos

el dos engendra el tres, el tres engendra los diez mil seres.» (Laozi, XLII)

[v. Texto VIII].

«Los santos hacen del Cielo su padre, de la Tierra su madre,

del Yin y del Yang su cuerda maestra y de las cuatro estaciones su hilo conductor»

(Huainazi)

Tenemos, por tanto, el Cielo como elemento masculino y actor, padre que nos

enseña a actuar y a gobernar sobre la Tierra, la engendradora de vida, el elemento

femenino y receptor; el hombre se encuentra en medio de ambos, es un microcosmos

que interactúa con ellos. El hombre debe dirigirse a ese punto de medianía al que los

confucianos aspiran, lo que para ellos es la única manera por la que el hombre puede ser

dueño de sí mismo y de su destino, lo más cercano a la perfección [Texto IX y X].

Dentro de la mentalidad china nos encontramos con que el macrocosmos está ordenado

de la siguiente manera:

Cielo

Númenes

Rey

Pueblo

Tierra

Quien alcanza el estado de comprender los dictámenes celestes y gobernar con

eficacia la Tierra es considerado tianzi, Hijo del Cielo, y como tal goza de su

beneplácito, el Mandato del Cielo. Los númenes o espíritus ancestrales son parte

hoy día como una transferencia lateral de distintas aptitudes y conocimientos adquiridos en una disciplina

a otra. 10 Camus muestra al emperador Calígula queriendo gobernar con su espíritu libre y artístico al pueblo

romano quien finalmente llega al borde de la desesperación.

esencial del culto. Los reyes de la dinastía Xi Zhou como Hijos del Cielo que eran,

mantenían un vínculo especial con los dioses y los ancestros. Eran líderes adivinos y

sacerdotes de una cultura con rituales situados entre el animismo y el politeísmo. Tanto

los palacios como las casas eran centros de culto. Los adivinos recibían los oráculos

mediante la interpretación de huesos de dragón: omóplatos de bovinos o caparazones de

tortuga tratados a altas temperaturas hasta que aparecían fisuras en ellos. Es de esta

manera cómo surgió la escritura china, escritura que posteriormente comenzaría una

paulatina unificación con la que comerciantes y viajeros podían entenderse aunque no

hablasen el mismo dialecto. El soberano tenía una gran importancia en los ritos, de

hecho era quien contactaba con los ancestros, elaboraba el calendario litúrgico y

proclamaba los resultados adivinatorios con su cuerpo de escribas. Todo buen

ciudadano tenía obligaciones hacia la familia, el Estado y los ancestros; quien

buenamente cumplía con esas obligaciones difícilmente sería considerado mala persona.

El emperador no podía ser menos, pues como cabeza del Estado que era, debía servir de

ejemplo para la sociedad: realizar todos los ritos, atender las necesidades de todos los

principados e imponer el orden y la paz en la familia nacional [Texto XI].

Que el emperador tuviese el Mandato del Cielo no significaba que fuese el único

elegido por Dios para gobernar sobre los hombres tal y como ocurre en los siglos

medios europeos. En el Shu-Jing los Augustos Emperadores prefieren hacer antes

heredero a un ciudadano célebre por sus virtudes que al propio hijo del rey, como le

ocurrió al Emperador Yao [Imagen 7]. Si el Emperador no tuviese la suficiente sensatez

de situar en el trono a alguien que realmente lo merece o de rodearse de ministros y

gobernadores justos, aquel perderá el Mandato Celestial y el Señor del Cielo lo

castigará.

Cuando esto sucedía podía manifestarse de dos maneras, mediante catástrofes o

eventos naturales, o por mediación del pueblo montado en cólera [Texto XII]. Al

Maestro Mo, quien abogaba siempre por la paz, un confuciano le presentó un día un

problema curioso, le preguntó que si tan excelsos eran los Sabios y Santos Emperadores

por qué hacían la guerra a pueblos vecinos. Mozi contestó que eso ocurría porque

aquellos habían perdido el Mandato del Cielo. Cabe la posibilidad de que este término,

en chino tianming, se consolidase con el ascenso de la dinastía Zhou en un intento de

legitimar su poder frente a los Shang. Zhouxin, último rey de los Shang, fue sustituido

el rey Wu, primero de los Zhou, tras la batalla de Muye. Wu gana la batalla inspirado

por el espíritu de Wen, su padre muerto. Mediante este relato justifica su usurpación

alegando tener el beneplácito de la voluntad celestial frente a Zhouxin, que había

perdido el Mandato del Cielo debido a un comportamiento nada virtuoso y por faltar a

los ritos. Entonces los Zhou ubicaron al frente de las ciudades a miembros de su linaje o

de familias aliadas.

La inexacta definición de este término supuso que cada escuela lo utilizase de

una manera o de otra. Lo mismo ocurre con dao, los taoístas no eran los únicos que las

utilizaban, puesto que dependiendo del contexto podía significar camino, doctrina,

dirección, rectitud, escuela, manifestación o revelación. Todas estas escuelas, dao jia, ru

jia, fa jia, mo jia; todas ellas colaboraron a enriquecer el panorama político de la

Antigua China, pero la tendencia unificadora que antes mencioné no podía permitir la

existencia de tantas escuelas opuestas entre sí.

Los legistas, que abogaban por el estudio del buen funcionamiento del Estado,

lograron expandirse rápidamente junto al reino de Qin. Su difusión provocó la aparición

del confuciano Mencio defendiendo la virtud del príncipe y oponiéndose tanto a legistas

como a motistas. Por otra parte, la obra de Mozi fue duramente atacada y erradicada. Y

finalmente uno de entre todos los emperadores de la época logró restablecer la paz

mediante la conquista del resto de reinos, el rey Qin Shi Huang [imagen 8], que

seguiendo la línea legista decidió eliminar a confucianos, taoístas y motistas por

considerarlos inútiles para el funcionamiento del Estado. Confucianismo y taoísmo

volverían a levantarse; ambos, en una de las caprichosas ironías que tiene la historia se

convertirían en el Yin-Yang del pensamiento chino, pero las enseñanzas de Mo Di

cayeron en un profundo olvido en durante dos mil años y su leve luz está llegando en

los últimos años hasta Occidente.

Textos Complementarios:

Texto I

«El mundo perdió la justicia y los señores feudales inauguraron el gobierno de la

fuerza y la violencia… No hay probidad en los superiores; éstos no se esfuerzan en

hacer justicia y mantener el orden. Los de condición humilde tampoco se esfuerzan en

sus tareas. El pueblo se entrega al vicio, a la violencia, al robo, al desorden, al

bandidaje. Con armas, con venenos, con fuego y agua atacan a gente inocente en los

caminos. Roban caballos, carros, vestidos, pellizas para enriquecerse. ¿De dónde ha

nacido todo este desorden que reina en el mundo?» (Mo Di, 31)

Texto II

«Confucio de dirigió a Zhou para preguntar a Lao zi acerca de los ritos. Lao zi le dijo:

Toda vuestra enseñanza no pasa de ser palabras dichas por hombres que hace mucho

desaparecieron junto con sus huesos. Cuando un hombre virtuoso se acomoda a su

tiempo marcha en carruaje, y cuando no, se mueve sin rumbo llevado por el viento. He

oído decir que un buen comerciante guarda bien su mercancía aparentando no tener

ninguna, y que el hombre virtuoso, dotado de grandes prendas, parece un estúpido,

Suprimid vuestra arrogancia y vuestra ambición, vuestra obsequiosidad y vuestra

lascivia; todo ello no favorece en nada a vuestra persona. Es todo lo que tengo que

deciros.

»Confucio se alejó y dijo a sus discípulos: Sé que un pájaro vuela, que un pez nada, que

un animal anda, puedo hacer trampas; para lo que nada puedo hacer sedales; para lo

que vuela puedo hacer arcos y flechas. En cuanto al dragón, sin embargo, escapa a mi

inteligencia de qué manera se eleva hasta el cielo montado en el viento y en las nubes.

Después de haberlo visto hoy, pienso si Lao zi no será como un dragón» (Sima Qian,

Shi ji, Lao zi)

Texto III

«El hombre de virtud superior no actúa,

ni pretende alcanzar fin alguno.

Quien posee la bondad superior actúa,

pero no pretende alcanzar fin alguno

Quien posee la rectitud superior actúa,

y pretende alcanzar un fin.

Quien se conforma con los ritos actúa y cuando alguien no responde,

extiende sus brazos y le obliga a someterse.

De modo que tras la pérdida del dao aparece la virtud,

tras la pérdida de la virtud aparece la bondad,

tras la pérdida de la bondad aparece la rectitud,

tras la pérdida de la rectitud aparecen los ritos.» (Lao zi, XXXVIII)

Texto IV

«El Cielo ama a todo el mundo y a todos los seres los colma de sus bienes». (Mo Di,

27)

Texto V

«El Cielo no hace discriminaciones entre ricos y pobres, nobles y plebeyos, lejanos o

próximos, parientes o extraños». (Mo Di, 9)

Texto VI

«Hay que amar de hecho a todo el mundo antes de decir que amamos a todos los

hombres, a los buenos y a los malos, a los extranjeros y a los vecinos». (Mo Di, 45)

Texto VII

«Cuando todos se amen unos a otros, entonces el fuerte no oprimirá al débil, ni la

mayoría impondrá su voluntad a la minoría, ni el rico se burlará del pobre, ni el

colmado de honores despreciará al humilde, ni el astuto engañará al sencillo.» (Mo Di,

15)

Texto VIII

«El Dao originario es concebido como vacío supremo de donde emana el uno, que no

es otra cosa que el aliento primordial. Este genera el dos, encarnado por los dos

alientos vitales que son el Yin y el Yang. El Yang como fuerza activa, el Yin como

suavidad receptiva, rigen con su interacción los múltiples alientos vitales que animan a

los diez mil seres. El tres ocupa su lugar entre los dos y los diez mil, […] necesario

para el funcionamiento armonioso del par Yin-Yang» (François Cheng, Vacío y

plenitud)

Texto IX

Kao-Yao dijo: «Se cuenta en total nueve cualidades que contribuyen a hacer la

conducta perfecta. Generalmente, cuando se dice que un hombre posee tal o cual

cualidad, se quiere decir que hace tal o cual cosa.» Yu dijo: «¿Cuáles son estas

cualidades?» Kao-Yao respondió:

«Es preciso tener un corazón abierto, pero poniendo cuidado en no mostrarse excesivo

en generosidad

»Ser flexible, pero firme

»Ser sencillo, pero digno

»Establecer el orden, mas con respeto

»Ser acomodaticio sin debilidad

»Mostrarse recto con dulzura

»No ser excesivamente minucioso, pero sí esmerado

»Ser severo, mas según la razón

»Obrar con fuerza, pero con justicia

»El que despliega constantemente estas nueve cualidades es perfecto.»

(Confucio, Shu-Jing, I, 4, 3)

Texto X

«La virtud más destacada de los hombres meridionales consiste en la paciencia para

instruir a sus semejantes y en la comprensión para con los necios que se rebelan contra

la razón. Esta es la virtud característica del hombre sabio. La virtud más destacada de

los hombres del norte es su austeridad. Esta es la virtud del hombre valeroso. Con todo,

mucho más sublime es la virtud del noble, que vive siempre en paz con los hombres y no

se deja arrastrar por las pasiones. Muy superior es la virtud del que se mantiene con

perseverancia en el camino recto, siempre igualmente alejado de los extremos. Mucho

más excelente es la virtud del que permanece fiel a la práctica del bien, aunque el país

se halle carente de leyes y sufra una deficiente administración. Quien desea para los

demás lo mismo que desearía para sí, y no hace a sus semejantes lo que no quisiera que

le hicieran a él, este posee la rectitud de corazón y cumple la norma de conducta moral

que la propia naturaleza racional impone al hombre. Existen cinco deberes

fundamentales comunes a todos los hombres, y tres facultades para practicarlos (...).

Las tres facultades naturales para practicar estos deberes son: la conciencia, o luz de

la inteligencia, por la que distinguimos el bien del mal; la voluntad, por la que

tendemos hacia el bien; y la virtud, que es la fuerza del alma, por la que superamos los

obstáculos. En este mundo sólo los hombres totalmente perfectos pueden conocer su

propia naturaleza, la ley de su ser y los deberes que de ello se derivan. Gracias a su

inteligencia superior, cooperan con el cielo y con la tierra al mantenimiento y mejora

de todos los seres. Al cooperar con el cielo y con la tierra en el mantenimiento y mejora

de todos los seres, se constituyen en un tercer poder junto al cielo y la tierra».

(Confucio, Da-Xué, extracto del Libro de Ritos y Ceremonias)

Texto XI

«Bien, príncipe, aplícate a cumplir los deberes de tu cargo. […] Tiende

invariablemente a tu fin, que es la práctica de la virtud y el buen gobierno de los

pueblos. Pon cuidado en los primeros indicios, piensa en los medios de afirmar tus

obras, ten ministros honrados, y todos responderán al menor signo de tu voluntad y

estarán prestos a ejecutar tus órdenes. Se verá claramente que eres el mandatario del

Señor del Cielo; el Cielo continuará otorgándote su mandato y te colmará de bienes.»

(Shu-Jing, I, 5, 2)

Texto XII

«El Cielo es el que ha establecido las leyes de las cinco categorías sociales, y a

nosotros incumbe que se cumplan estas cinco leyes y que estén en vigor. El Cielo ha

ordenado los usos de las cinco categorías de la sociedad; a nosotros corresponde

trabajar en la observancia de estas cinco clases de usos y hacer que sean bien

observados. Observemos de concierto estas leyes y estos usos, y la armonía de las

pasiones y de los sentimientos reinará en todos los corazones. El Cielo es el que pone

en los cargos a los hombres virtuosos. […] El Cielo oye por los oídos y ve por los ojos

de nuestro pueblo. El Cielo honra la virtud y asusta el vicio por medio de nuestro

pueblo. Existe estrecha correspondencia entre el Cielo y la Tierra por su intermedio.

¡Cuánto cuidado no deberán poner los señores de la Tierra!» (Shu-Jing, I, 4, 6-7)

Imágenes

[1] Cronología de la China histórica hasta la época de Dong Han

[2] China en la época de los Reinos Combatientes [3] Grabado de Confucio (Dinastía Ming)

[4] Retrato moderno de Mozi (墨子) [5] Retrato del emperador Bei Song Huizong

(Dinastía Song)

[6] Taijitu en un manuscrito de Laozi (老子) [7] Emperador Yao (堯): Ma Lin (Dinastía Song)

[8] Primer Emperador Qin Shihuang (秦始皇):

Autor desconocido 1850 ca. (Dinastía Qing)

Bibliografía:

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Ibéricas, 1969: 2ª edición

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Recursos de Internet:

Blog del profesor Dr. Julio López Saco: http://asiahistoria.blogspot.com.es/

consultado a 26/03/15