Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia ...
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Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
1940-2003 - Living conditions, conflict and class consciousness of horticulturists from Gran La Plata, 1940-
2003, Revista Izquierdas N° 25, Octubre 2015, IDEA-USACH, ISSN 0718-5049, pp. 229-257
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Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los
horticultores del Gran La Plata, 1940-2003
Living conditions, conflict and class consciousness of horticulturists from
Gran La Plata, 1940-2003
Soledad Lemmi
Resumen: A partir del caso de los productores de hortalizas del Gran La Plata, este
artículo se propone dar cuenta de la complejidad que envuelven, según la teoría
marxista, los procesos de toma de conciencia, de develamiento del verdadero
funcionamiento de las relaciones sociales en el capital, en las diferentes clases
sociales. Presenta el contraste existente entre las condiciones de vida y de trabajo de
los sujetos y la conciencia de esa situación, expresada a través del conflicto,
intentando explicar si, a pesar de ser clases diferentes con respecto al capital, pueden
ser homologadas en su conciencia.
Palabras clave: Argentina- horticultores- conflicto- conciencia-existencia- dialéctica
Abstract: From the case of horticulturists from Gran La Plata, this paper aims to
account for the complexity involving, according to Marxist theory, the processes of
awareness, of unveiling the real functioning of social relations in capital in different
social classes. Presents the contrast between the conditions of life and work of
individuals and the awareness of this situation, expressed through conflict, trying to
explain whether, despite being different classes with respect to capital, may be
approved in their consciousness.
Keywords: Argentina- horticulturist- conflict- consciousness- existence- dialectic
Argentina. Profesora en Historia, Doctora en Ciencias Sociales y Humanas. Becaria Post Doctoral del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Integrante del Instituto de
Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IDIHCS-UNLP)- Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) y del Centro de Investigación sobre Economía y Sociedad de la Argentina
Contemporánea (IESAC-UNQ). Correo: [email protected], [email protected]
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Introducción
“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la
lucha de clases”, escribieron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista en 1848 y esto, a
pesar del tiempo transcurrido, no ha dejado de ser una verdad1. Aún cuando muchos
científicos sociales profetizaron el fin de la clase obrera y de la historia con el triunfo de la
burguesía, la tesis de Marx y Engels demostró toda su actualidad histórica. Los nuevos
tiempos y las transformaciones producidas no modificaron el carácter capitalista de la
sociedad y aunque en apariencia se han dado cambios en las clases que la componen, su
esencia permaneció inalterada.
A partir de múltiples investigaciones, Marx llegó a una conclusión que fue expresada en su
famoso Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859). Allí expuso
que
En la producción social de su existencia, los hombres establecen
determinadas relaciones, necesarias e independientes de su voluntad,
relaciones de producción que corresponden a un determinado estadio
evolutivo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de esas
relaciones de producción constituye la estructura económica de la
sociedad, la base real sobre la cual se alza un edificio jurídico y político, y
a la cual corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo
de producción de la vida material determina el proceso social, político e
intelectual de la vida en general. No es la conciencia de los hombres lo
que determina su ser, sino, por el contrario, su existencia social lo que
determina su conciencia.
Sin embargo, unos párrafos después agregó nuevas variables a esa afirmación ya que esa
expresión teórica, que aparecía como determinante y estática, debía complementarse con
una mirada que distinguiera entre la transformación material de las condiciones económicas
de producción y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma,
ideológicas, dentro de las cuales los hombres cobran conciencia de ese conflicto y lo
dirimen. Fue por ello que planteó que debía explicarse esa conciencia a partir de las
contradicciones de la vida material, a partir del conflicto existente entre las fuerzas sociales
productivas y las relaciones sociales de producción2.
En otros textos, anteriores y posteriores, desarrolló más ampliamente esa afirmación. Tanto
en La ideología Alemana (1845), en Miseria de la Filosofía (1847) como en el 18
Brumario de Luis Bonaparte (1852) se encargó de desarrollar los diferentes estadios por los
1 Carlos Marx y Federico Engels. Manifiesto del Partido Comunista (1848). (Buenos Aires: Edit. Anteo.
1997). 2 Carlos Marx. Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859). (México: Edit. Siglo XXI. 1990).
Prólogo.
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que atraviesan las clases sociales y su conciencia de la situación que viven. En su obra más
acabada, El Capital (1894), volvió a dedicarle un capítulo a este tema que finalmente quedó
inconcluso. Otros teóricos hicieron sus agregados, Engels en su famosa Introducción a la
Lucha de Clases en Francia de 1848 a 1850 (1895), Lenin en su libro ¿Qué hacer?
Problemas candentes de nuestro movimiento (1902) y Gramsci en su escrito Análisis de las
situaciones. Relaciones de fuerza (1932-34), profundizaron en la problemática de la toma
de conciencia y sus estadios. Es entonces que, a partir de los postulados planteados por
estos autores se propone en este artículo realizar un ejercicio de análisis empírico: analizar
la dialéctica entre la existencia objetiva y la toma de conciencia de su situación en un
conjunto humano vinculado en la producción, los horticultores del Gran La Plata en el
período 1940-2003.
El cinturón hortícola platense surgió en 1880 con la fundación de la ciudad para abastecer a
su población de alimentos frescos y la transformación desde sus inicios como producción
para el autoabastecimiento familiar hasta la producción para ser vendida en el mercado
llevó 60 años. Recién hacia la década del 40, junto al crecimiento demográfico que
experimentó la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) de la mano de la
industrialización, las huertas familiares se convirtieron en establecimientos hortícolas
plenamente capitalistas. Los años 40 inauguraron un periodo de despegue de la producción
mercantil capitalista y fue a partir de allí, y hasta mediados de los años 90, que se consolidó
con fuerza la región platense como productora y abastecedora de hortalizas. Este desarrollo
no se producirá sin altibajos, sin embargo, si se observa la tendencia general, el período
puede caracterizarse como de ascenso y consolidación.
A partir de la década del 90 del siglo pasado los sujetos que llevaron adelante la producción
hortícola en La Plata, sector más capitalizado del área hortícola bonaerense, aparecieron en
la escena pública. En esos años, en los periódicos locales abundaban solicitadas, editoriales
y notas que reflejaban el estado de movilización en que se encontraban. También fueron
visibles en el paisaje urbano con la marcha de sus tractores y tomatazos a las instituciones
gubernamentales, apareciendo en escena las organizaciones políticas y corporativas que
nucleaban a los sujetos en conflicto. Surgía con evidencia que los cambios operados a nivel
económico y político habían traído aparejados diferentes niveles de conflictividad y
organización. Sus reclamos daban cuenta de una situación crítica para el sector en el marco
de las políticas neoliberales. A su vez, para los habitantes del territorio platense, la
presencia en aumento de gran cantidad de hectáreas con invernaderos que rodeaban la
ciudad no escapó a sus ojos. Ni la presencia de un nuevo sujeto social que dominó casi por
completo esa producción en los últimos años: el migrante boliviano.
En la actualidad, la RMBA por su importancia demográfica (13 millones de habitantes),
presenta la mayor demanda en frutas y verduras del país. Su área hortícola abastece entre el
60 y el 90% de esa demanda, siendo el resto producido en regiones productivas
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especializadas. Específicamente, la producción del sector hortícola del Gran La Plata es
responsable del 72% de ese abastecimiento3.
En la producción hortícola del Gran La Plata, aparecen claramente delimitadas las que son
denominadas como “clases con respecto al capital”, las clases en sí, poseedoras o no de
medios de producción, trabajando para sí mismos o para otros, contratando o no fuerza de
trabajo4. Sin embargo, la forma en las que se expresan las condiciones materiales de
existencia en la vida de los sujetos de la horticultura es sumamente compleja. Cuando se
contrastan las condiciones materiales de existencia con sus condiciones-calidad de vida y
de trabajo y su conciencia de la situación, el resultado es llamativo. Aquellos que poseen
los medios de producción no necesariamente viven mejor que los trabajadores asalariados.
Ni el hecho de vivir de la misma manera, en relación a la calidad de vida, los lleva a una
unificación en la conciencia de su situación.
Es sobre este último punto que se quiere dar cuenta en este artículo, presentar las
condiciones-calidad de vida de los sujetos (acceso a vivienda, servicios, educación, salud,
etc.), sus condiciones laborales y contrastarlas con su conciencia de esa situación expresada
a través del conflicto, ya que allí es donde pueden observarse las contradicciones más
llamativas. Dilucidar si, a pesar de ser clases diferentes con respecto al capital, pueden ser
homologadas en sus intereses a partir de compartir similares condiciones-calidad de vida y
de lo que expresan en los enfrentamientos. Con esta pesquisa se propone dar cuenta de la
complejidad que, según la teoría marxista, envuelve los procesos de toma de conciencia, de
develamiento del verdadero funcionamiento de las relaciones sociales en el capital5.
Para ello se aborda la composición social del sector productivo hortícola platense
concentrando la atención en cuáles son las reivindicaciones que las diferentes clases que lo
componen llevan adelante, qué conciencia expresan, en qué momento de su constitución se
encuentran, cuál es su respuesta política a las dificultades para reproducirse, cuál es el
límite máximo alcanzado por las clases o fracciones de clase más empobrecidas en el
proyecto de transformación social en un sentido superador de las relaciones sociales
capitalistas, qué elementos de ese espacio social han sido transformados y cuáles se
mantienen. Este marco teórico entiende que el enfrentamiento no se da clase contra clase,
sino a través de alianzas sociales tras un objetivo común que constituyen fuerzas sociales en
pugna. Partiendo de esta perspectiva se pretende observar la capacidad del sector bajo
estudio de realizar alianzas con otras clases o fracciones de clase, para así efectuar un
aporte al estudio más general de la conformación de fuerzas sociales en la Argentina. Esto
3 Matías García, “Inicios, consolidación y diferenciación de la horticultura platense”. Globalización y
agricultura periurbana en la Argentina. Escenarios, recorridos y problemas. Ada Svetlitza de Nemirovsky
(coord.). (Bs. As.: Edit. FLACSO, 2010). 4 Soledad Lemmi, “Las clases sociales en la horticultura platense. Ejercicio de teorización, historización y
análisis empírico”, Mundo Agrario, Revista de Estudios Rurales, Vol: 12 No. 23 (2011). 5 Carlos Marx, Miseria de la Filosofía (Bs. As.: Edit. Cartago, 1987). Marx, Contribución.
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es estudiado a partir de lo que se denominan enfrentamientos, es decir cada vez que un
sujeto del sector se manifiesta a favor o en contra de otro sujeto (del sector o no). A su vez
se estudian las diferentes formas organizativas que estas clases se dan para llevar adelante
sus reivindicaciones. El enfrentamiento se convierte en el eje heurístico privilegiado para
observar la formación de las clases sociales, en tanto éstas se conforman a partir de la
confrontación y la lucha, pudiendo a partir de allí historizar su devenir6.
A la hora de observar la producción de hortalizas puede decirse que la misma está
dominada por relaciones sociales de tipo capitalista7. Si bien se han sucedido cambios a lo
largo de su existencia, en el sector han predominado las relaciones clásicas del capitalismo:
posesión privada de la propiedad, en este caso la fundamental: la tierra; en general aunque
no siempre trabajada por sujetos no propietarios; las relaciones asalariadas en la compra-
venta de la fuerza de trabajo; la extracción y apropiación de la plusvalía; la producción de
mercancías para ser vendidas en el mercado y la reinversión productiva de la riqueza8. Es
por ello que los sujetos que componen la producción de hortalizas no son más ni menos que
las clases sociales inmersas en y condicionadas por las relaciones sociales capitalistas. Así,
cuando observamos a los sujetos en conflicto vemos, por un lado, los terratenientes
poseedores de la tierra; la burguesía dueña de los medios de producción y del capital, y los
trabajadores asalariados, quienes llegan a la producción sin ninguna otra posesión que su
fuerza de trabajo, dispuestos a venderla al mejor postor9. Sin embargo, esta división no es
más que una abstracción teórica, mientras que la realidad es siempre más compleja y
heterogénea, por lo que se encuentra esta división matizada de diferentes formas, pudiendo
encontrar hacia dentro de la fracción productora de hortalizas estratificaciones internas, es
decir capas. Estas capas se distinguen por las condiciones en que reproducen su vida,
delimitando hacia adentro capas más acomodadas y capas más pobres.
Sin embargo, puede decirse que la toma de conciencia del lugar que cada uno ocupa en la
producción y de la relación que a partir de allí se establece con la totalidad social es un
proceso de aprendizaje que lleva tiempo. Proceso en parte espontáneo que brota de la lucha
misma y que es ya un embrión de la acción consciente, pero también en parte mediado por
otros sujetos que viviendo los hechos los analizan a la luz del presente y de su pasado,
buscando explicaciones y teorizando acerca de ellos, superando la “espontaneidad” inicial y
retransmitiendo, en tanto cuadros políticos e intelectuales orgánicos, estos conocimientos a
los sujetos en lucha, generando procesos de toma de conciencia. Este proceso atraviesa
diferentes momentos o estadios, momentos que son determinados por la historia de las
6 Nicolás Iñigo Carrera, La estrategia de la clase obrera 1936 (Bs. As.: Edit. La Rosa Blindada-PIMSA,
2004), 13-28. Inés Izaguirre, “Algunos ejes teórico-metodológico en el estudio del conflicto social” Revista
Argumentos, Vol: 1 (2002). Edward Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra (Barcelona:
Edit. Crítica, 1989). Prólogo. 7 Lemmi, Las clases sociales.
8 Ismael Viñas, Tierra y clase obrera. (Bs. As: Edit. Achával Solo, 1973).
9 Carlos Marx, Trabajo asalariado y capital. Salario, precio y ganancia. (Bs. As.: Edit. Polémica, 1974).
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luchas mismas. A través de ellas las clases van pasando de una conciencia puramente
económica, a una económico-corporativa, a una conciencia política para arribar finalmente
a su mayor estadio, el momento militar. Estas etapas son etapas de la lucha, del
enfrentamiento y como tales manifestaciones del momento por el que atraviesa la
conciencia de los sujetos y de su constitución en tanto clase10
.
Dado el marco teórico propuesto, se buscaron todas aquellas fuentes de información donde
se manifestara de alguna manera un sujeto del sector hortícola contra otro sujeto, cualquiera
fuera este. De acuerdo con la complejidad del tema el diseño metodológico combinó
procedimientos cuantitativos y cualitativos, y constó de relevamiento de información
primaria y secundaria. Se partió entonces del registro de los periódicos locales “El Día” y
“Hoy” desde 1990 y a partir de los datos encontrados se comenzó el rastreo de información
que diera cuenta de la historia de las organizaciones políticas y gremiales que se
manifestaban en el conflicto. Para pasar a este segundo plano, se acudió a los archivos
documentales guardados por instituciones estatales como el archivo y biblioteca del Senado
de la Provincia de Buenos Aires, del Departamento Histórico Judicial de la Suprema Corte
de Justicia de la Provincia de Buenos Aires y de la Secretaría de Acción Cooperativa de la
Provincia de Buenos Aires.
A su vez, al aparecer en escena diferentes organizaciones gremiales y políticas se las fue
desagregando y buscándose para cada una los datos concretos consultando archivos,
documentos y periódicos de las propias organizaciones. Para ello también se consultaron
los materiales del Archivos de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires
(DIPBA) y del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la
Argentina (CEDInCI). Debieron consultarse también documentos en el Departamento de
Investigación Histórica y Cartográfica de la Dirección de Geodesia dependiente del
Ministerio de Infraestructura de la provincia de Buenos Aires, como así también los Censos
Hortícolas de la provincia de Buenos Aires de 1998 y 2001 y Hortiflorícola de 2005. A su
vez, se intentó avanzar en la comprensión de los aspectos subjetivos que motivan la
participación o no, en organizaciones u acciones de tipo gremial y político, así como
triangular información y poder arribar a nuevos datos o elementos quizás no perceptibles en
otras fuentes. Para ello se profundizó el diálogo a partir de entrevistas en profundidad
realizadas entre los años 2008 y 2011, con el objetivo de dar cuenta de los aspectos
vinculados a las trayectorias de vida y a elementos sujetivos no ponderables desde la acción
misma. A su vez, a partir de las entrevistas y del trabajo de campo realizado pudo
observarse la forma de vivir de los diferentes sujetos de la horticultura. En todos los casos
se analizaron también fuentes secundarias, básicamente escritos realizados por otros
10
Marx y Engels, Manifiesto. Alberto Pla, “Trabajo productivo y trabajo improductivo, clases sociales y
capitalismo”, Anuario de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Rosario Vol: 11 (1985).
Alberto Pla, “Apuntes para una discusión metodológica. Clases sociales o sectores populares. Pertinencia de
las categorías analíticas de ‘clase social’ y ‘clase obrera’”, Anuario de la Escuela de Historia de la
Universidad Nacional de Rosario Vol: 14 (1989/90).
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investigadores que fueron de gran ayuda para el fortalecimiento del análisis y la
argumentación.
Este trabajo se divide en tres partes. Se inicia con la descripción de las condiciones
materiales de existencia de los sujetos horticultores, es decir cómo viven, para pasar a una
segunda parte donde se desarrollan los resultados del enfrentamiento y observar a partir de
la lucha como actúan. Luego se intenta analizar la dialéctica existente entre ambas
instancias, materialidad y acción, para arribar a una posible explicación de cómo piensan,
es decir de su conciencia de la situación que viven. Finalmente se desarrollan algunas
conclusiones11
.
Condiciones de vida y conflicto (cómo viven, cómo actúan, cómo piensan)
Como viven
La consolidación del territorio hortícola platense se concretó a partir de mediados del siglo
XX. Fue entre fines de los años 40 y mediados de los años 60 que muchos de los
trabajadores migrantes hortícolas (aunque claramente no todos) lograron pasar de peones y
peones medieros subiendo un peldaño en la escalera de ascenso social: se convirtieron en
patrones y/o propietarios, alcanzando a arrendar o comprar la tierra12
. Gracias a la forma
particular que adoptó la contratación de mano de obra en la horticultura, por pago a destajo
o por productividad, que fuera denominada como “mediería” aunque objetivamente no
cumpliera ese requisito, y la posibilidad que ello conllevó de ocupar toda la mano de obra
familiar en la tarea, los trabajadores pudieron obtener márgenes de ahorro que, en
determinadas situaciones, les permitieron el acceso a la tierra en forma de arriendo y
finalmente compra.
En la realidad, lo que suele denominarse “mediería” señala la particularidad que poseen los
trabajadores asalariados, es decir desposeídos de sus condiciones materiales de existencia,
que venden su fuerza de trabajo de manera colectiva, es decir a través del núcleo familiar
completo pagándose la misma a destajo. Tanto las mujeres como los niños, es decir todos
los individuos de la familia obrera rural, se convierten en trabajadores bajo la dependencia
11
Este artículo representa un resumen de mi tesis doctoral titulada “Vivir como peón, pensar como patrón.
Conflicto, organización política y conciencia de clase en el sector hortícola del Gran La Plata (1953-2009)”,
por la que obtuve el título de Doctora en Ciencias Sociales y Humanas otorgado por la Universidad Nacional
de Quilmes. 12
Roberto Benencia. “El concepto de movilidad social en los estudios rurales”, Estudios Rurales. Teorías,
problemas y estrategias metodológicas. Giarraca, Norma (coord.) (Buenos Aires: Edit. La Colmena. 1999).
Silvia Attademo, “Cambios en las condiciones de vida de los horticultores en la región subrural del Gran La
Plata a fines de siglo”. XXII Encuentro de la Latin American Studies Association (2000). Silvia Attademo,
“Lazos sociales y estrategias: ¿una opción para las familias hortícolas empobrecidas?”. Revista Mundo
Agrario No. 17 (2008).
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inmediata del capital13
. El varón dentro del núcleo familiar toma las decisiones en relación
a la producción determinando los roles de la mujer y los niños, en tanto los ingresos de la
familia se componen de la cantidad de trabajo suministrada por el jefe de familia y se
acrecientan con el trabajo del resto de los miembros de la misma. En este caso lo que le
interesa al trabajador es la cantidad de dinero que recibe, es decir el monto nominal, no lo
que entrega, es decir la cantidad de trabajo14
. En este sentido pacta trabajo a destajo
determinando su salario en función de la cantidad de mercancías producidas y
efectivamente vendidas, es decir un porcentaje de la producción. Los peones medieros en
ocasiones cumplen la función de representar al capital en el proceso de trabajo, actuando
como guardianes de la producción, como si fueran propietarios, con la asignación del poder
que le otorga el patrón para contratar o despedir a otros trabajadores, supervisando la
realización de las tareas en tiempo y forma.
Pero estos trabajadores medieros no aportan parte del capital de explotación, no son
poseedores de una parte de los instrumentos de trabajo ni son “capitalistas de sí mismos”15
.
Muy por el contrario ingresan a la producción sólo con su fuerza de trabajo y se les pagará
en función de la cantidad de productos en que se condensa el trabajo durante un tiempo
determinado, es decir a destajo. Como la calidad e intensidad del trabajo están controladas
por la forma misma del salario, ésta vuelve superflua gran parte de la vigilancia del trabajo.
Permite también al capitalista pactar con el obrero principal un contrato a razón de tanto
por pieza, a un precio por el cual el obrero principal mismo se encarga de contratar y pagar
a sus auxiliares. La explotación de los obreros por el capital se lleva a cabo aquí mediante
la explotación del obrero por el obrero, además de que es su interés emplear su propia
fuerza de trabajo de la manera más intensa posible. Pero el mayor campo de acción que el
pago a destajo ofrece a la individualidad, tiende por una parte a desarrollar dicha
individualidad y con ella el sentimiento de libertad, la independencia y el autocontrol de los
obreros, y por otra parte la competencia entre ellos mismos, de unos contra otros. Tiende,
pues, a aumentar los salarios individuales por encima del nivel medio y, al mismo tiempo, a
abatir ese nivel, sirve de palanca para prolongar la jornada laboral y hundir el salario. El
obrero toma en serio la apariencia del pago a destajo, como si se le pagara su producto y no
su fuerza de trabajo, y se rebela por tanto contra una rebaja de salarios a la que no
corresponde una rebaja en el precio de venta de la mercancía, vigilando celosamente el
precio de la materia prima y el precio de los artículos fabricados, estimando con precisión
las ganancias de sus patrones16
. En la horticultura platense fue gracias a esta forma
particular que adquirió el trabajo que los peones medieros pudieron ascender socialmente.
13
Nicolás Iñigo Carrera, “El concepto de clase obrera”, Labour Again. Debates. Internacional Institute of
Social History (2003). 14
Carlos Marx, El Capital. (Buenos Aires: Edit. Siglo XXI, 2003). Cap. 18. 15
Marx, El Capital, cap. 47. 16
Marx, El Capital, cap. 19.
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Para la mayoría de los sujetos entrevistados, el ascenso de peón mediero al status de patrón
productor y propietario fue por vía del arrendamiento. Mediante el mismo se logró en
aquellos tiempos un rápido proceso de acumulación, el cual en no más de 5 años les
permitió el acceso a la propiedad de tierras. La superficie arrendada y la adquirida rondaba
entre las 4 y las 7 has, lo que permitió, en un principio, que trabajara toda la familia.
Paralelamente, la ampliación familiar y la generación de nuevos matrimonios en muchos
casos con miembros de otras familias de la zona que también eran productores de
hortalizas, reforzaba la presencia de esta comunidad en la actividad y la región.
En los años ´50, la producción hortícola se caracterizó por el trabajo a campo descubierto,
una labranza de la tierra con los “arados mancera” tirados por caballos, mientras que la
refinación posterior se realizaba en forma manual con palas y azadas, las plagas y
enfermedades intentaban controlarse con extracto de nicotina (tras el remojo de cigarrillos
en agua) y con caldo bordelés (sulfato de cobre), la fertilización también era orgánica,
utilizándose grandes cantidades de bosta de vaca17
. Si se tiene en cuenta que todavía
existían tierras disponible, las posibilidades de trabajar el núcleo familiar completo, los
bajos costos de los medios de producción, los precios de las hortalizas elevados y la baja
competencia, todo esto permitió obtener mayores ganancias y por lo tanto un mayor poder
de ahorro e inversión en compra de tierras, agregado a ello también las políticas estatales
facilitadoras18
.
A partir de 1960, comenzaron a afluir a las quintas locales trabajadores provenientes de las
provincias del norte del país, principalmente santiagueños, seguidos por salteños y jujeños.
Fueron en un principio jornaleros con pago diario, semanal o quincenal, o tanteros con
retribución por producción, dedicándose a tareas de encañe, desbrote, cosecha y embalaje.
Al igual que los migrantes de ultramar, en sus lugares de origen practicaban la agricultura
de subsistencia. Estos trabajadores fueron contratados por los europeos y sus descendientes,
ahora devenidos en patrones productores. Un porcentaje de estos migrantes del Norte
argentino quedó establecido en la zona, en ocasiones trabajando en relación de mediería y
repitiendo la escalera de ascenso social comenzada por los “gringos”19
. Sin embargo, la
mayoría en la época efectuó una migración estacional20
.
17
Roberto Ringuelet comp. Espacio tecnológico, población y reproducción social en el sector hortícola de La
Plata. Revista No.39. (Bs. As: UNLP, 2000). 18
Soledad Lemmi, “La institucionalización del conflicto en la horticultura platense. Un registro de los juicios
en Tribunales del Trabajo en las décadas del 60 y 70”. El conflicto agrario argentino. Sujetos, miradas y
reflexiones. José Muzlera, Marina Poggi y Ximena Carreras Doallo (comp.) (Buenos Aires: Edit. CICCUS.
2011). 19
En Argentina, la palabra gringo hace referencia, por lo general, a las personas de tez blanca y/o cabellos
claros, sin importar la procedencia de ésta. En el caso del territorio platense, era y sigue siendo utilizada para
indicar la nacionalidad o descendencia italiana. 20
Ringuelet comp., Espacio.
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Puede observarse cómo en un período que abarca poco más de 30 años aproximadamente,
muchos de los migrantes europeos pasaron de ser peones a peones medieros, para luego
llegar a ser patrones productores ya sea bajo la figura de arrendatarios o propietarios, hasta
finalmente convertirse en patrones productores que ya no aportaban trabajo físico en la
quinta, cumpliendo sólo una función gerencial.
Sobre fines de los años ‘70 y principios de los años ‘80 comenzaron a arribar a la zona en
busca de trabajo en la horticultura migrantes de Bolivia. Empezaron como peones de los
patrones productores italianos y sus descendientes y se fueron consolidando de a poco junto
al trabajo de toda su familia como peones medieros. Tal como medio siglo antes habían
llegado los migrantes italianos, los migrantes bolivianos arribaron al trabajo acompañados
de todo el núcleo familiar, y si bien en un contexto diferente, muchos lograron emprender
su camino de ascenso social, subiendo los peldaños de la escalera construida por los
pioneros italianos21
.
Consolidada la producción hortícola en el periurbano platense, esta adquirió una nueva
dinámica a partir de mediados de la década del ´80 y principalmente durante los ´90 ya que
comenzaron a impulsarse profundas transformaciones tecnológicas. En forma gradual, la
espiral tecnológica que comenzó en los ´70 incluyó la mecanización, agroquímicos,
híbridos, riego localizado, fertirrigación, y la incorporación del invernadero o superficie
bajo cubierta teniendo grandes repercusiones en los rendimientos, la calidad de la
producción, la demanda de insumos, la comercialización y la utilización y remuneración de
los distintos factores de producción22
. Esto da cuenta también de la creciente
complejización de los procesos productivos y de la inversión en tecnología innovadora, dos
elementos que manifestaron el continuo avance del capitalismo en el sector.
Esta etapa expansiva fue llevada adelante por los dos sujetos predominantes en la
horticultura, los descendientes de los inmigrantes italianos y los recientemente llegados de
Bolivia23
. En su rol de patrones productores (propietarios o arrendatarios, patrones y
directores de la producción) así como, en una primera instancia, también hegemónicos en
los procesos de comercialización, la segunda y tercera generación de hijos de inmigrantes
ultramarinos fueron los encargados de invertir y gestionar las nuevas tecnologías. En
cambio, los migrantes recientes aportaron casi en su totalidad la fuerza de trabajo como
peones medieros, trabajando toda la familia para poder hacer la diferencia y obtener
márgenes de ahorro, restringiendo para lograrlo, al igual que los inmigrantes en sus
orígenes, los gastos personales.
Las nuevas condiciones que exigía la producción, tanto en capital para la inversión de
tecnologías como en las nuevas lógicas de comercialización, llevó a que un sector
21
Entrevistados 32 a 46. 22
Mario Vega., “Integración vertical y productos diferenciados”, Boletín Hortícola, No. 23 (1999) 33-35. 23
Los entrevistados 32 a 46 dieron testimonio de esta situación. Así como los entrevistados 2, 4 a 7, 13 a 16,
20 y 29 a 31.
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
1940-2003 - Living conditions, conflict and class consciousness of horticulturists from Gran La Plata, 1940-
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importante de patrones productores no pudieran afrontarlas desde sus escalas de producción
y sus niveles de acumulación. Fue así que a pesar de poseer la propiedad, terminaron
endeudados con organismos de crédito, no pudiendo renovar los medios de producción, o
sin poder hacer frente a los acreedores. Una vez que habían ascendido en la escala social
habiendo pasado por todos los peldaños de la escalera, los descendientes de italianos no
estuvieron dispuestos a retraer el consumo o descender en su nivel de vida como lo habían
realizado sus abuelos y padres y lo realizaban los migrantes bolivianos. Frente a esa
posibilidad algunos vendieron la tierra, abandonando la producción y dedicándose a otros
trabajos. En ocasiones como asalariados en labores relativamente bien pagas o en mejores
condiciones que la horticultura, en otras emprendiendo nuevas actividades de
comercialización como sólo la venta de verdura en el mercado, o en verdulerías u otros
comercios propios. Otros mantuvieron la tierra pero ya no la trabajaron. Por diferentes
motivos, aunque muchos de ellos por falta de descendientes que quisieran seguir en la
producción, decidieron arrendar las hectáreas que poseían pasando de patrones productores
a terratenientes o a gestionarlas con peones medieros24
.
Los migrantes bolivianos que habían llegado como peones, para luego ser peones medieros
y, sobre todo post-crisis del 2001, como patrones productores en base al arriendo de tierras,
no pudieron alcanzar el peldaño de la posesión de la misma. Si bien para los horticultores
que llegaron al país promediando los años ‘40 el acceso a la tierra fue relativamente
posible, no fue tan sencillo para los migrantes recientes. Las inversiones en tecnología que
requería una quinta para la producción eran muy costosas, teniendo que disponer en una
primera instancia de una suma de capital para comprar invernáculos, instalar riego, comprar
o alquilar el tractor, etc. y en el caso de los que comercializaban su propia verdura la
necesidad de vehículos para llegar hasta el mercado. Esto llevó a que no pudieran disponer
de un excedente suficiente para, además de afrontar todos los gastos de producción, invertir
en la compra de tierras, lo que implicaba inmovilizar importantes sumas de capital. Se
sumó a esto la especulación inmobiliaria que llevó los precios de la tierra a niveles
altísimos, muchas veces inaccesibles para los arrendatarios25
.
En la medida que los sujetos de la horticultura fueron ascendiendo socialmente también
fueron cambiando sus condiciones de vida, sin embargo este cambio importante en algunos
aspectos, no fue radicalmente profundo en otros. Se quiere expresar con esto que si bien
algunos pudieron acceder a la posesión de los medios de producción este hecho no
24
Entrevistados 1 y 2, 4, 6, 13 al 16, 18 y19, 21 y 22, 30 y 31. María Alejandra Waisman y María Florencia
Rispoli, “Sembrando al sol. Algunas consideraciones antropológicas sobre el trabajo hortícola”, V Jornadas
de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata (2008). María Alejandra Waisman, María Florencia
Rispoli y Silvia Attademo, “Expectativas, opciones y proyectos: la dimensión subjetiva en la elección laboral
de horticultores platenses”, IX Congreso Argentino de Antropología Social “Fronteras de la Antropología”
(2009). María Alejandra Waisman, “El debate sobre la persistencia de la producción familiar y sus
implicancias en el abordaje de la horticultura”, VI Jornadas de Sociología de la Universidad Nacional de La
Plata (2010). 25
Entrevistados 32, 34 a 46.
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
1940-2003 - Living conditions, conflict and class consciousness of horticulturists from Gran La Plata, 1940-
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modificó radicalmente su calidad de vida. Es importante remarcar que en relación a las
condiciones de vida, la situación de migrantes de los trabajadores influyó de manera
profunda en esta cuestión. Los primeros trabajadores de la horticultura, migrantes europeos,
comenzaron viviendo en las mismas condiciones en que lo hicieron más recientemente los
migrantes bolivianos. Pero en la medida que ascendieron socialmente se observa que ambos
sujetos (migrantes europeos y migrantes latinoamericanos) hicieron trayectos diferentes.
Existe un importante corpus académico respecto de las trayectorias que los migrantes
bolivianos han llevado adelante26
, sin embargo no se han investigado comparativamente las
trayectorias de ambos sujetos, ni si realmente dichos trayectos fueron muy disímiles y en
qué medida los contextos históricos habilitaron condiciones de posibilidad muy diferentes
para ambos. Por dicho motivo se intenta realizar aquí este ejercicio comparativo.
Uno de los elementos que mejor ayuda a delimitar las condiciones de vida es la vivienda.
Historizando este aspecto se observa que desde los orígenes los sujetos de la horticultura
tendieron a vivir en las explotaciones. Los trabajadores (peones medieros o no) vivieron
efectivamente allí dado que el trabajo que demandaba la producción de hortalizas era
permanente. Más recientemente, las viviendas de los migrantes bolivianos (sean estos
patrones productores o peones medieros) son muy precarias, construidas con maderas y
chapas, en formato de casillas desmontables con poca iluminación y ventilación. Estas
casillas no cuentan con baño adentro, sino que la mayoría de las veces se encuentra fuera de
la casa. Tienden a no tener inodoros, sino pozos tipo letrinas. No es regular la provisión de
agua potable dentro de la casa, aunque la mayoría posee una canilla fuera para abastecerse.
No poseen gas natural sino en garrafas. Rara vez se encuentran hornos sino más bien
cocinas con hornallas. Poseen luz, pero las instalaciones son muy precarias, cables
colgando con culotes y bombitas. Las aberturas también son precarias, en general las
puertas y ventanas se cubren con cortinas, no siempre poseen vidrios y sí postigos de
madera. El piso es de tierra.
Obviamente, estos elementos deben ser matizados ya que algunas viviendas poseen piso
alisado de cemento pero sin baño, otras, agua potable dentro de la casa, pero no piso de
cemento, etc. La calefacción es muy deficiente, siendo muchas veces el motivo de incendio
de las casillas con las consecuentes pérdidas materiales. Se desprende que los niveles de
intimidad son casi nulos. En esta primera instancia la vestimenta es precaria, ya que toda la
ropa es ropa de trabajo, en tanto las labores en la quinta son permanentes. Cuando se
26
Roberto Ringuelet et. al., Cuestiones Agrarias Regionales. Serie Estudios e Investigaciones de la Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación No. 6. (Bs. As: UNLP, 1991). Ringuelet comp., Espacio. María
Alejandra Waisman, “Superando dualismos: trayectorias socio-productivas en el abordaje de las
transformaciones en la estructura social hortícola platense”. Revista Mundo Agrario, Vol: 12, No. 23 (2011).
Matías García, “Proceso de acumulación de capital en campesinos. El caso de los horticultores bolivianos de
Buenos Aires (Argentina)”, Cuadernos de Desarrollo Rural, No.66 (2011). Matías García y Claudia Kebat.
“Transformaciones en la horticultura platense. Una mirada a través de los censos”. Revista Realidad
Económica Vol: 237 (2008). Matías García y Julie Le Gall, “Reestructuraciones en la horticultura del AMBA:
tiempos de boliviano”. IV Congreso Argentino y Latinoamericano de Antropología Rural (2009) .
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
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ingresa a la quinta, es muy difícil reconocer a primera vista quién es patrón productor y
quién peón. En este tipo de viviendas tienden a vivir los peones medieros, así como los
peones migrantes del interior del país y de Latinoamérica.
A diferencia de los migrantes de ultramar que constituían familias numerosas, no es este el
caso de los migrantes latinoamericanos, que tienden a conformar familias con menos
integrantes. Además de tratarse de una migración joven de familias recientemente
constituidas con hijos pequeños. Pero es común a ambos sujetos el hecho de que el trabajo
en la quinta ocupe la totalidad de la fuerza de trabajo familiar. Varones, mujeres,
adolescentes y niños se ocupan en diferentes labores dentro del proceso de producción.
Estas precarias condiciones de vida que se reseñaron para los migrantes recientes, fueron
compartidas en sus inicios también por los migrantes ultramarinos. Pero estos últimos, en la
medida que fueron ascendiendo socialmente, y si les fue posible adquirir la tierra en la que
producían, hicieron una apuesta a la construcción de una vivienda de ladrillos. Los
primeros migrantes de ultramar, entre los años 40 y 70 adquirieron la posesión del suelo y a
partir de allí fueron construyendo sus casas. Sin embargo, las construcciones tienen un
patrón bastante sencillo. Cuando se camina por las quintas rápidamente se pueden observar
las casas familiares pintadas de blanco. Poseen en general dos habitaciones, una cocina
comedor, un baño y algunas un pequeño living. Rodeadas de verde, con flores y frutales.
Estas viviendas suelen tener agua potable y luz, aunque no siempre gas natural, siguen
utilizando garrafa. Los patrones productores, en tanto dueños de la tierra, tienden a habitar
este tipo de viviendas.
A diferencia de los inmigrantes de ultramar, que tuvieron la posibilidad de acceso a la
compra de tierra, los migrantes latinoamericanos de los últimos 20 años no tuvieron hasta
el momento esa posibilidad. Es por ello que la capacidad de construir sus viviendas de
material se torna más complicada, ya que la misma queda en propiedad del dueño de la
tierra una vez terminado el contrato de arriendo. Tienden entonces a invertir su dinero en
bienes muebles como vehículos y directamente en la producción.
Tanto los patrones productores como los trabajadores han sido asiduos demandantes de los
servicios públicos de salud y educación. Algunos de aquellos que lograron ascender
socialmente utilizan servicios privados mandando a sus hijos, la tercera generación, a
escuelas privadas, pudiendo además prescindir del trabajo de sus hijas e hijos en la
producción. Pero para la mayoría, el hecho de haber podido acceder a servicios gratuitos de
salud y educación primaria, secundaria y universitaria, aún con todas sus deficiencias, les
permitió y les permite sobrevivir de una mejor manera sin que esto implicase grandes
erogaciones de dinero27
.
27
Ringuelet et al, Cuestiones. Ringuelet comp. Espacio.
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
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La diferencia entre aquellos primeros migrantes y los contemporáneos radica en la
posibilidad de acceso a la propiedad de la tierra, las diferencias en la necesidad de capital
para iniciar la producción y el uso de las ganancias obtenidas. En este sentido, los
migrantes gringos mejoraron sus condiciones de vida en función de su posibilidad de
acceso a la tierra propia y al no haber necesitado tanto capital en los inicios para producir,
pudieron invertir parte de sus ganancias en mejorar su hábitat inmediato. Más
recientemente, siendo el acceso a la tierra muy difícil dado su alto costo, se deciden otras
vías de inversión. Puede verse en las explotaciones, junto a casillas de madera muy
precarias, grandes camionetas valuadas en cientos de miles de pesos, el contraste entre una
vivienda extremadamente pobre y un vehículo de lujo es llamativo. También lo es el hecho
de patrones productores que viven en las mismas condiciones que los trabajadores que
emplean.
Resulta importante destacar aquí que cualquiera que fuere la clase social de los sujetos
involucrados en la producción de hortalizas, sus condiciones-calidad de vida no superó ni
supera las de cualquier trabajador asalariado promedio. Es decir que, observando la
formación familiar, la posesión de tierra, vivienda, servicios elementales (luz, agua, gas),
educación, salud, vestimenta y posesión de vehículo no se encontraron situaciones mejores
que las del promedio de los trabajadores argentinos ocupados. Con esto no se quiere
expresar que no haya contrastes dentro de las diferentes fracciones de la clase obrera
respecto de sus condiciones de vida, sino que en promedio, los sujetos de la horticultura no
las superaron. Pero lo más sugestivo es que, muy por el contrario, tendieron a vivir en
peores condiciones. Tanto los patrones productores arrendatarios como los terratenientes y
los asalariados tienden a unificarse en sus condiciones-calidad de vida, aún en sus
diferencias de clase, estando muy por debajo de otros trabajadores. Incluso algunos
investigadores asociaron las condiciones de vida tanto de pequeños patrones productores,
peones medieros como de peones a situaciones de pobreza, en tanto entendían a esta como
la incapacidad de acceder a la satisfacción de necesidades consideradas esenciales por una
sociedad en un momento histórico determinado, la exclusión y desigualdad de acceso a
bienes económicos y simbólicos, la vivencia de privaciones y el no alcance a un nivel de
vida mínimo28
.
28
Attademo, Cambios en. Attademo, Lazos sociales. Silvia Attademo, “Participación de la mujer en la esfera
del trabajo hortícola del Gran La Plata”. V Congreso Argentino de Antropología Social (1997). Silvia
Attademo, “El Trabajo Hortícola y la Situación de la Mujer en el Gran La Plata”. Mujer, trabajo y pobreza en
la Argentina, Ruth Sautu, Mercedes Di Virgilio y Gimena Ojeda (La plata: Edit. UNLP. 1999) 163-170.
Silvia Attademo y María Cristina Salva, “Horticultura y condiciones de vida en un área subrural”. X Congreso
Mundial de Sociología Rural (2000).
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
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Como actúan
Los registros de conflictos y enfrentamientos en el sector hortícola datan de la década del
50. Los reclamos registrados desde esa época representan históricas problemáticas del
sector hortícola en general. El paso del tiempo y las diferentes instancias organizativas dan
cuenta de forma reiterada de las mismas dificultades. El proyecto inicial se proponía
estudiar el conflicto en el sector hortícola platense a partir de 1950, sin embargo al
momento de registrar los periódicos locales en la búsqueda de rastros de conflictividad los
hallazgos fueron prácticamente nulos hasta la década del 80. Esto llevó a la necesidad de
ampliar la indagación a nuevas fuentes. Fue así que a pesar de no haber noticias
periodísticas en las cuales los horticultores aparecieran confrontando, sí se encontraron en
otras fuentes datos de organización y cooperación entre ellos.
Una de estas iniciativas nació en tiempos del gobierno peronista, iniciándose hacia 1953 y
viendo su final en 1963. Los patrones productores en esa oportunidad decidieron encarar la
fundación de una cooperativa a la que llamaron “Cooperativa de Horticultores Eva Perón”
(CHEP). Otro caso encontrado, previo a la década del 80, es el Congreso Nacional de
Horticultura y Fruticultura que data de 1971, organizado por la Unión de Productores
Agropecuarios de la República Argentina (UPARA, órgano gremial del Partido Comunista
Argentino para el sector rural). Las actas del congreso dan cuenta de un análisis sistemático
de las problemáticas que atravesaban al sector, así como de los reclamos expresados por el
mismo y las iniciativas de resolución.
Ya iniciada la década del 80, los datos de conflicto y organización se vuelven más
recurrentes, dando cuenta de cambios en el sector. La invisibilidad del conflicto hasta los
años 80 puede comprenderse si se tiene en cuenta que la horticultura comercial
propiamente dicha, es decir la producción orientada al mercado, tuvo su surgimiento
mediando los años 40. El desarrollo de la misma recién alcanzó sus momentos más
importantes a partir de los años 80, con la implementación de nuevas tecnologías
productivas, que si bien habían surgido en los años 70, llegaron al cordón hortícola platense
unos años más tarde. Puede decirse que hasta esos años, la producción de hortalizas no
presentó grandes crisis desestabilizadoras, aunque sí se fueron esbozando algunas
problemáticas que se desarrollarán con fuerza en los momentos de intensificación
productiva a partir de la década del 80.
Los años que van desde 1994 aproximadamente, hasta el 2002, estuvieron atravesados por
una profunda crisis estructural para los patrones productores y los trabajadores. Tal como se
expresara en el acápite anterior, al haber cambiado las formas de producir y las relaciones
laborales que le eran propias, complejizaron el panorama no sólo en lo que respecta a lo
productivo sino también a las organizaciones gremiales que acompañaron estos cambios y
sus reivindicaciones. Surgió una clara diferenciación hacia arriba y hacia abajo entre los
patrones productores en lo referente a capitalización y productividad, lo cual trajo
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aparejado un aumento en la confrontación, con acciones que poseyeron una visibilidad
notable y con un alto grado de violencia para los parámetros de lucha habituales en el
sector. A través de diferentes métodos, como asambleas, declaraciones, movilizaciones y
cortes de calles, los sujetos involucrados intentaron incidir en la forma en que las políticas
del Estado municipal, provincial y nacional afectaban al sector. Otros denunciando la
situación de precarización laboral en que se encontraban29
.
A partir de la década del 80, la mayoría de las acciones de los sujetos hortícolas platenses
las motorizó la Asociación de Productores Hortícolas de La Plata (APHLP)30
y la
Asociación de Medieros y Afines (ASOMA)31
, y a partir de 1998 apareció en escena
también de manera destacada la Asociación de Quinteros de La Plata (AQLP)32
en
representación de la fracción más empobrecida de productores. Estas tres organizaciones
fueron las más visibles y activas, representando a patrones productores y peones medieros
en la región platense. Tangencialmente entró en la confrontación la Unión Argentina de
Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE)33
representando al sector de los peones
29
Dado que los reclamos se repiten a lo largo del período bajo estudio se consignan aquí las diferentes fuentes
de información consultadas a fin de no tener que reiterarlas cada vez que se desarrolla la información a partir
de ellas recabada: Informe DIPBA, La Plata, 19/04, 22/04, 27/04, 03/05, 09/05, 10/05, 24/05, 31/05, 01/06,
21/06, 28/06, 27/07, 05/08, 31/08, 14/12/1994 y 17/05/1995. Diario Hoy, La Plata, 19/04 y 21/04, 1994.
Diario El Día, La Plata, 22/01, 06/06, 26/06, 13/07, 16/07, 21/07, 28/09, 02/10, 16/12, 1999. Diario El Día,
La Plata, 22/03, 18/03, 22/05, 23/05, 29/06, 23/08, 12/09, 13/09, 19/09, 20/09, 22/09, 29/09, 22/10, 24/10,
26/10, 28/12, 2000. Diario El Día, La Plata, 09/01, 11/01, 23/01, 24/01, 28/01, 30/01, 23/03, 30/01, 08/06,
18/07, 09/12, 2001. Diario El Día, La Plata, 20/01, 18/02, 20/03, 2002. ASOMA, Boletines Informativos y
Plataforma a elecciones de la Lista Unidad. Actas de la APHLP, Asambleas anuales ordinarias y
extraordinarias desde 25 de noviembre de 1983 (Acta fundacional) hasta el 4 de noviembre de 2002. Actas de
la APHLP, Reuniones de la Comisión Directiva desde 2 de diciembre de 1983 (Acta nro.1) hasta 3 de
noviembre de 1992 (Acta nro. 127). 30
La Asociación de Productores Hortícolas de La Plata (APHLP) nació un 25 de noviembre de 1983. Con los
aires renovadores de la democracia, y acompañando una oleada general de participación ciudadana, un grupo
de 42 patrones productores hortícolas de La Plata, decidieron “bajo una necesidad imperiosa de unidad para
fines comunes, organizarse conjuntamente con el resto del país. Para cooperar con las autoridades, los
productores entre sí y con los trabajadores hortícolas que luchan contra las plagas, inclemencias del tiempo,
precios y el mercado”. APHLP Acta fundacional. La Plata, 25 de noviembre de 1983. 31
La Asociación de Medieros y Afines (ASOMA), surgió en 1987, en la ciudad de La Plata, con 18 familias
de medieros que decidieron organizarse. Desde sus inicios el Partido Comunista Revolucionario (PCR) estuvo
presente en la organización, en coincidencia con su programa que se proponía trabajar con el sujeto más pobre
del campo, en este caso peones medieros y trabajadores. 32
La Asociación de Quinteros de La Plata (AQLP) apareció por primera vez en los registros periodísticos en
el año 2000. Sin embargo su existencia se remontaba a 1998. Surgió como un agrupamiento de patrones
productores de una de las zonas productivas más golpeadas por las políticas desarrolladas en los años 90:
Gorina. Beatriz Nussbaumer, “La emergencia de acciones colectivas en el área hortícola bonaerense a partir
de la década de los ochenta” (Tesis de posgrado/Maestría. Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos
Aires, 2000). 33
La Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) agremia a todos los trabajadores de la
actividad agropecuaria, incluidos horticultores, trabajadores de empaque, carga y descarga en semilleros,
centros de acopio, puertos y galpones y trabajadores de criaderos avícolas industriales.
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
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asalariados no importa cual fuere la forma de retribución de su trabajo (tarea, hora, día, mes
o a destajo).
A partir de las fuentes consultadas puede decirse que, por un lado, en los registros aparecen
confrontando sectores de la pequeña burguesía en sus dos fracciones más y menos
empobrecida, es decir los patrones productores representados en la CHEP en la década del
50, el congreso de productores organizado por la UPARA a inicios de los años 70, la
APHLP y la AQLP en los años 90. Llamativamente, el paso del tiempo no modificó
sustancialmente sus reclamos aunque sí se volvieron más intensos y reiterados desde
mediados de los años 90. Las acciones fueron dirigidas contra diversos sujetos e
instituciones, la mayoría de ellas fueron orientadas contra lo que llamaban el “Estado” en
sus diferentes “formas”: gobierno y autoridades de gobierno. En ocasiones se conjugaron
ataques y reclamos a varios de ellos (Gobierno Nacional, Provincial y Municipal). Otros
sujetos de ataque fueron las entidades bancarias y entidades privadas: aseguradoras,
empresas de servicios, importadoras de mercaderías de países limítrofes. Pero también se
destacaron enfrentamientos hacia aspectos más estructurales: contra las condiciones que
imponía el mercado capitalista de competencia indiscriminada, la crisis económica y
específicamente en los años 90 contra las políticas de ajuste emanadas desde el Estado.
A lo largo del tiempo, en sus diferentes enfrentamiento manifestaron su descontento
respecto de la competencia a la que eran expuestos en las relaciones del mercado
capitalista, aduciendo que su pequeño tamaño y el hecho de producir mercancías no
exportables los ponía en un lugar diferente que el resto de la producción agropecuaria
nacional. También reclamaron la intervención activa del Estado para apaciguar las
diferencias con los otros sectores productivos, solicitándole políticas de protección para el
sector. Remarcaron el carácter altamente competitivo que tenían hacia el interior del sector,
dado que todos producían los mismos bienes en la misma época del año para el mismo
mercado. Este dato los llevó a competir entre ellos, desalentando la solidaridad y la
cooperación, fomentando el individualismo.
Dichos enfrentamientos exponen los reclamos propios de la pequeña burguesía, y en el caso
de los productores de hortalizas remiten a la escasa rentabilidad histórica de la producción,
por momentos culpando de ello a la falta de políticas estatales y al abandono sufrido por
parte del Estado. En los años del neoliberalismo también visualizaron la carencia de planes
de desarrollo, la desidia de los organismos públicos y los políticos en la atención del buen
funcionamiento de la economía, la falta de ayuda para planificar la producción, la falta de
alternativas crediticias accesibles. Argumentando que eran productores de pequeño tamaño
y de escala productiva pequeña, solicitaron la eliminación de las retenciones al IVA, la
exención en los impuestos, la eliminación de Ingresos Brutos Agropecuarios, la reducción
de aportes provisionales, la reducción de impuestos y tasas sobre la propiedad, la reducción
de los impuestos a los insumos de importación para la producción hortícola. Ya desde la
década del 70’ pidieron que se impidiera el ingreso de mercadería de países limítrofes con
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
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la que debían competir, ser pasibles de subsidios, que se realizasen los controles
fitosanitarios, que el Estado garantizara precios mínimos y políticas para evitar las
intermediaciones parasitarias en la red de comercialización, mejoramiento de la red
caminera, asistencia técnica para la aplicación de tecnologías modernas y ayuda para el
desarrollo de la industria agroalimentaria local.
Por su parte los patrones productores más empobrecidos, si bien compartían el conjunto de
reclamos con los horticultores de la región, destacaron fuertemente el acoso que sentían por
parte de la UATRE para efectivizar la declaración legal de sus peones asalariados. Dieron
cuenta en su discurso de ser un sector de patrones productores más pequeños y
empobrecidos que no lograban, a diferencia de otros patrones productores más rentables,
legalizar la mano de obra que contrataban sin poner en riesgo su reproducción social y
productiva en el sector. Estos reclamos fueron llevados adelante por la AQLP.
Podemos observar entonces que en estos conflictos registrados aparece manifestándose por
un lado la pequeña burguesía, burguesía empobrecida o pequeños patrones productores,
quienes se caracterizan por ser propietarios de sus condiciones materiales de existencia que
no venden su fuerza de trabajo, utilizan fuerza de trabajo ajena al grupo familiar de manera
esporádica, cuya capacidad de acumulación, reinversión productiva de la riqueza y su
capacidad de competencia con los capitalistas más grandes es muy limitada. Fracción de
clase que, tal como muestran los registros del enfrentamiento, se encuentra en una situación
de permanente diferenciación en dos capas: por un lado los pequeños patrones acomodados
o pequeña burguesía acomodada, que explota un número más o menos considerable de
obreros y asalariados y consigue realizar algún tipo de acumulación; por otro lado, los
pequeños patrones pobres o pequeña burguesía pobre que apenas consigue sobrevivir sin
realizar ninguna acumulación y cuya principal fuente de subsistencia es la pequeña
propiedad 34
. En este sentido, los reclamos expuestos ponen de manifiesto que la pequeña
burguesía es una clase en transición, en tendencia constante a la desaparición si bien el
capitalismo tiende a su eliminación progresiva, siempre aparece de nuevo35
. Esto significa
que es una clase que se descompone y recompone constantemente con tendencia a su
desaparición definitiva. No se trataría de una clase, sino de una situación, del sector que
está en un proceso de formación, descomposición o recomposición hacia el proletariado o
hacia la burguesía36
. Tal como se ve expresado a partir de los enfrentamientos, estos
pequeños propietarios son también expoliados por otros mecanismos diferentes a la forma
salarial en que son expoliados los trabajadores, por ejemplo, el monopolio de demanda de
34
AAVV, “Taller la Estructura Social en la Argentina”, Programa de Investigación sobre el Movimiento de
la Sociedad Argentina (PIMSA), Documento de Trabajo: 24 (2000). Vladimir Ilich Lenin, El desarrollo del
capitalismo en Rusia. (Bs. As.: Ediciones Estudio. 1973). Lemmi, Las clases sociales en. 35
Carlos Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. (Bs. As: Edit. Need, 1998). 36
Juan Carlos Marín, Los hechos armados. Un ejercicio posible (Buenos Aires: Edición del CICSO, 1984).
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
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las grandes empresas frente a la dispersión de la oferta de sus productos, los impuestos, el
crédito, la usura, entre otros37
.
Ambas fracciones de la burguesía confrontaron no sólo contra los capitalistas más grandes
y su manejo de las políticas públicas y de mercado, sino también aparecen confrontando
contra los trabajadores asalariados rurales representados en su gremio, la UATRE. Los
patrones productores argumentaban, frente a la denuncia de no registrar legalmente a sus
trabajadores y el cobro de multas por parte de la UATRE, que las cargas sociales eran muy
altas para que pudieran afrontarlas los pequeños productores.
Pero, los peones medieros aparecieron con voz propia, ya que en su deseo de ascenso social
reclamaron “la tierra para quien la trabaja”, conjugado esto según la coyuntura, con
reclamos a sus patrones en tanto obreros como el respeto de los derechos laborales más
elementales. Enlazando esta doble condición del peón mediero, trabajador asalariado pero
con deseos de ascenso social, apareció la ASOMA, organización gremial cuya línea osciló
entre ambas identidades del sujeto “mediero”: su condición obrera con sus deseos de ser
burgués/poseer los medios de producción. Este sujeto representa el sector más empobrecido
dentro de la cadena de producción hortícola, el hecho de estar completamente enajenados,
tanto de los medios de producción como de parte de su libertad, los convierte en un sujeto
particularmente sensible a las injusticias y permeable a la organización gremial38
.
Denunciaron la problemática de la mano de obra ya que según sus registros el 90% de los
trabajadores rurales de la zona no se encontraban registrados en el Ministerio de Trabajo,
desarrollando su labor en pésimas condiciones de seguridad e higiene. Los integrantes de
esta asociación se reconocían a sí mismos como campesinos pobres y medios, ya que la
mayoría no poseía tierra propia pero trabajaba en tierras ajenas con la fuerza de trabajo de
toda la familia y en condiciones muy precarias. Reivindicaban una reforma agraria integral
y profunda y la creación de una “Junta Reguladora de Hortalizas” a partir de la cual se
debía promover un precio mínimo sostén, fijando el precio de compra y venta. Proponían
asimismo la creación de una Ley de mediería que reconociera a los peones medieros como
trabajadores y pudieran otorgárseles aportes jubilatorios, obra social, vacaciones, salario
familiar, etc. En los años más críticos para este sector empobrecido de la horticultura, los
reclamos y denuncias estructurales fueron acompañados por otros donde se ponía el acento
en las necesidades concretas e inmediatas de los peones medieros: alimentos, ropa, becas,
útiles escolares, guardapolvos y calzados para poder estudiar, subsidios para los que
quedaban desocupados en el sector, nylon y maderas para los invernaderos, semillas,
herramientas para trabajar y precios compensatorios para su producción. Identificaron al
Estado como representación de los intereses de los propietarios de tierras y reclamaron por
la adquisición de la misma para quienes eran los genuinos trabajadores de las mismas,
37
Iñigo Carrera, El concepto de. 38
Ringuelet et. al., Cuestiones. Roberto Benencia, “Formas de relación contractual y precarización del
empleo en el mercado de trabajo hortícola” Revista de Estudios del Trabajo Vol: 12 (1996).
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combinando en sus reclamos las necesidades más inmediatas como comida, ropa y vivienda
junto a la necesidad más estructural de repartir la tierra39
.
Por otro, encontramos al sector de los trabajadores asalariados mediados por su gremio, la
UATRE, cuyos reclamos consistieron en que se regularice la situación laboral ya que el
trabajo no registrado en el sector hortícola es y ha sido muy alto, que se garantizasen el
cumplimiento de los derechos laborales y que se pagasen las cargas sociales. Denunciaron
que el sistema que los productores llamaban mediería era ilegal y que se lo utilizaba para
encubrir una relación de trabajo asalariado evitando así su registro, evadiendo el pago de
los aportes correspondientes y el cumplimiento de los derechos laborales para los
asalariados. La forma primordial de accionar de la UATRE en la horticultura platense
radicó en las inspecciones sorpresa a las quintas intentando detectar casos de trabajadores
no registrados e incumplimiento de la legislación laboral. Pero el resultado de estas
denuncias e inspecciones fue escaso, no logrando disminuir los altísimos niveles de trabajo
no registrado en el sector ni que se respeten los derechos laborales en toda su magnitud
(salario, jornada laboral, seguridad e higiene, vacaciones, etc.) o lograr mayores niveles de
sindicalización.
El comienzo de la recesión en 1998, que culminó en la crisis del 2001 dio por resultado en
el territorio hortícola platense la desaparición de un 40% de la superficie hortícola mientras
que cesaron en su actividad o desaparecieron más de 100 explotaciones hortícolas,
disminuyendo en 20.000 toneladas la producción y quedando desocupados de la actividad
hortícola un 24% de los trabajadores (757 personas)40
. A partir de la crisis que se desató
hacia fines del año 2001 y que culminó con la devaluación de la moneda, los horticultores
del Gran La Plata se vieron profundamente afectados. En sus reclamos los patrones
productores sostuvieron que se encontraban al filo de la desaparición, responsabilizando de
ello al Estado y exigiéndole la aplicación de soluciones que contribuyeran a regularizar la
situación del sector. Pidieron que se encontrara la manera de hacer compatibles la
cotización de los insumos en el exterior con los valores del mercado interno y que el Estado
se posicionara como mediador ante proveedores y empresas de servicios para que estas
aceptaran como medio de pago los bonos provinciales y nacionales. Por último, en vistas de
resolución de la crisis, los años que van desde el 2002 en adelante, fueron de resurgir de la
actividad. Con un panorama socio-productivo depurado de elementos no competitivos,
aquellos patrones productores que lograron sobrevivir plantearon, en un nuevo contexto, un
cambio en las relaciones de producción apareciendo elementos ya conocidos pero que
desde hacía varios años estaban ausentes en este espacio productivo.
39
Ana Valtriani e Irene Velarde, “Historia y evolución de la Asociación de Medieros y Afines del Cordón
Hortícola de La Plata”, Cuadernos de Desarrollo Rural, Vol: 44 (2000). Partido Comunista Revolucionario.
Documentos aprobados por el 5to. Congreso del Partido Comunista Revolucionario, mayo de 1987. Tomo V.
Entrevistados 20 y 24. 40
García y Kebat.
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Los enfrentamientos se presentan como una sucesión de encuentros en los que se crean y
destruyen relaciones sociales. La territorialidad social que se disputa en cada
enfrentamiento, el conjunto de relaciones sociales que se ponen en juego, está construido
por ciertas condiciones materiales, que son las mediaciones de relaciones sociales
materiales. Se ve cómo a lo largo de los años, las diferentes clases involucradas en el
conflicto intentaron sostener una territorialidad que el sistema capitalista en su tendencia a
la competencia, concentración y centralización del capital amenazaba de forma permanente.
Cada clase involucrada avanzó sobre las otras para defender su territorialidad amenazada.
Así, ya desde los años 70 pero muy fuertemente en los años 90, frente al avance del capital
y el aumento de la competencia entre patrones productores, estos descargaron los riesgos
económicos que debían afrontar sobre los peones en forma de mediería. Hasta la década
del 90 la crisis no se manifestó con profundidad en el sector, pero a partir de allí cada sector
vulnerado intentó hacer recaer sobre los otros sectores las cargas del ajuste impuesto por la
racionalidad capitalista. Los patrones productores tomaron crédito en los bancos y casas de
agroinsumos y trasladaron los riesgos sobre los asalariados en forma de mediería
(pagándoles a destajo). A su vez los peones medieros descargaron sobre sí mismos, sobre
otros asalariados y su propia familia su precariedad. Fue el gremio de los trabajadores el
que luchó por que la ley desconociera el pago a destajo como asimilable a la mediería y la
efectivizara como tal, pero claro está, con magros resultados.
Como piensan
Se rastrea en el conflicto un dato que se repite a lo largo del tiempo: el nivel económico
corporativo de la conciencia de los sujetos involucrados, no importa cual fuera su clase
social; en tanto estos lograron ser solidarios con sus otros iguales sintiendo la unidad
homogénea del grupo profesional y el deber de organizarse, destacándose en los momentos
más críticos su conciencia de solidaridad de intereses entre todos los miembros del grupo
social, aunque todavía en el campo meramente económico. Ya se planteaban la cuestión del
Estado, pero sólo en el terreno de lograr una igualdad político-jurídica con los grupos
dominantes, reivindicándose el derecho a participar en la legislación y en la administración
y hasta de modificarla, de reformarla, pero en los cuadros fundamentales existentes.
Resulta importante aclarar que Gramsci, teórico referente en este estudio, entendía que el
proceso de toma de conciencia no se da sólo en la clase trabajadora sino que es un proceso
por el que atraviesan también las diferentes fracciones de la burguesía. Retomando los
postulados de Marx, observó que no todas las fracciones de la burguesía poseen conciencia
plena de su lugar en la producción y del funcionamiento total de las relaciones sociales. En
este sentido, la mayoría del tiempo el burgués individual no comprende la totalidad del
proceso de producción teniendo reclamos económico-corporativos, al igual que la clase
trabajadora. El proceso de toma de conciencia de la totalidad capitalista y del rol que cada
clase y fracción de clase cumplen en ella pasa tanto para la clase obrera como para la
burguesía por diferentes estadios y momentos.
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Sin embargo en el caso aquí estudiado, ninguna de las clases involucradas logró alcanzar el
momento más acabado de la conciencia, su último estadio, que en el sujeto obrero implica
vislumbrar la necesidad de la destrucción del sistema capitalista para la construcción de uno
nuevo, mientras que para la burguesía implica usar todas las armas a su alcance para la
defensa estratégica del sistema que la sostiene como clase dominante41
. Tanto los peones en
su condición de asalariados mensualizados, jornaleros o a destajo, así como los patrones
productores manifestaron una conciencia que no superaba los límites de la propia existencia
dentro de las relaciones sociales capitalistas. Los pequeños burgueses, patrones productores
reclamaron constantemente al Estado que interviniese para igualar la situación, para
protegerlos frente a la competencia desigual en pos de convertirse en burgueses
competitivos. Específicamente para el caso de los asalariados, la lectura que hacían de la
realidad social y de su propia existencia no traspasó los límites impuestos por la hegemonía
capitalista en tanto los reclamos expuestos muestran un sujeto que protestaba en tanto
vendedor de su fuerza de trabajo, apelando al cumplimiento de la ley en su reconocimiento
como tales y de ser incorporados al sistema en las mejores condiciones posibles. Incluso los
peones medieros mostraban un entramado de su conciencia donde se identificaban con la
conciencia burguesa.
Ahora bien, de dónde nace esta conciencia burguesa compartida, esta unidad de intereses
entre los diferentes sujetos de la producción. Todos los migrantes que llegaron a la
horticultura platense, no importa el momento histórico ni su origen nacional, arribaron con
el objetivo de una mejora de su situación económica, en tanto la migración conllevaba la
esperanza por una oportunidad de ascenso social, es decir, de "aburguesamiento"42
. Este
hecho, sus deseos de ser dueño de los medios de producción, de no trabajar para otros,
puede ubicarse dentro de lo que Marx nombró como “las formas jurídicas, políticas,
religiosas, artísticas o filosóficas, ideológicas” dentro de las cuales los sujetos en cuestión
están inmersos y a partir de las cuales cobran conciencia de su condición y la dirimen43
.
Entonces, lo que puede observarse es que en el conjunto humano unido en la producción de
hortalizas, existen dueños o no de los medios de producción, cuyas condiciones de vida han
sido casi homogéneamente obreras pero su subjetividad ha sido plenamente burguesa. Esto
es posible ya que la horticultura como nicho productivo históricamente ha posibilitado el
ascenso social de algunos de los sujetos involucrados en la producción. Esto no quiere decir
qué todos hayan ascendido socialmente pero sí que algunos han podido hacerlo, lo que
41
Antonio Gramsci, “Análisis de las situaciones. Relaciones de fuerza”, en: Notas sobre Maquiavelo, sobre la
política y sobre el Estado Moderno, Antonio Gramsci (Buenos Aires: Edit. Nueva Visión, 1990), 51 – 62.
Marx, El Dieciocho Brumario. Marx, Miseria. Vladimir Lenin, ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro
movimiento (Buenos Aires: Edit. Anteo, 1974). 42
Eduardo Sartelli, “Celeste, blanco y rojo. Democracia, nacionalismo y clase obrera en la crisis hegemónica
(1912-1922)”. Revista Razón y Revolución Nro. 2 (1996). Matías García, “Fuerza de trabajo en la horticultura
de La Plata (Buenos Aires, Argentina). Razones y consecuencias de su competitividad”. Revista Trabajo y
Sociedad No. 22 (2014). 43
Marx, Contribución.
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lleva a la construcción del deseo como algo posible, al desarrollo de la aspiración de
“aburguesamiento”.
La hegemonía burguesa ha construido una ideología según la cual para cumplir el anhelo de
dejar de ser explotado se necesita reproducir la explotación en otros. Es así que puede verse
cómo los primeros inmigrantes europeos al llegar a su condición de patrones productores
sometieron a los nuevo migrantes del interior del país y de Latinoamérica a los mismos
sufrimientos y explotación a los que ellos fueron sometidos. Y lo mismo sucedió con los
migrantes latinoamericanos que lograron aburguesarse, quienes reprodujeron la situación
con sus propios coterráneos recién llegados. Puede observase entonces una cadena de
reproducción de la dominación tal como es planteada por las relaciones capitalistas. No
importa si el conjunto “vive como peón” mientras su conciencia de la situación sea la de
patrón, real o como una expresión de deseo. Tampoco importa el color de la piel, el origen
étnico o nacional, ya que el deseo de ascenso social atraviesa a todas las culturas inmersas
en las relaciones sociales capitalistas.
Esto puede explicarse a partir de entender, tal como se desarrolló teóricamente en acápites
precedentes, que las clases no luchan clase contra clase en su expresión de “clase en sí” o
“con respecto al capital”, sino las que se enfrentan son fuerzas sociales, alianzas de clase
tras objetivos comunes. Las clases sociales, en tanto conjuntos humanos se articulan en
posiciones distintas en las relaciones de propiedad, luchan entre sí y al interior de sí, se
alían entre sí y con fracciones de otras clases, la confrontación se da entre alianzas que
constituyen fuerzas sociales44
. Así puede verse como el proyecto que las unifica y que da la
dirección a los enfrentamientos, la estrategia, la meta final que se quiere alcanzar en este
caso: el ascenso social, el “sueño de ser burgués” y el abandono de la condición obrera, es
la representación de los intereses de la clase dominante, de la burguesía, en tanto ella logró
acaudillar, alinear tras de sí, de su proyecto a la clase trabajadora en su condición de
migrante. Tal como fuera desplegado en acápites anteriores, la lucha teórica, la lucha por
alinear tras de su proyecto a la mayor cantidad de aliados posibles de su misma clase o
fracciones de otra clase, fue ganada por la burguesía en tanto organizadora de la sociedad y
constructora del entramado ideológico que la sostiene.
Esto explica el motivo por el cual a pesar de haber vivido tanto los pequeños burgueses y
los trabajadores, en condiciones obreras su conciencia de la situación ha sido otra. La
asimilación en las condiciones-calidad de vida de los sujetos que permiten homologarlos
“hacia abajo”, es decir en su condición de vida obrera, aunque muchos de ellos
44
Juan Carlos Marín, La noción de “polaridad” en los procesos de formación y realización del poder.
Cuadernos de CICSO, Serie Teoría Nro. 8. (Bs. As: CICSO, 1981). Inés Izaguirre y Zulema Aristizábal,
Luchas obreras 1973-1976. Los alineamientos de la clase obrera durante el gobierno peronista. Nuevas
consideraciones teórico-metodológicas para e estudio de los conflictos obreros. Documentos de Trabajo Nro.
17 (Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Gino Germani-UBA, 2000).
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
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objetivamente fueran dueños de sus condiciones materiales de existencia como se
explicitado precedentemente, contrasta con su asimilación “hacia arriba” en la conciencia.
Los pequeño burgueses, patrones productores, adquirieron conciencia de su situación de
clase en su momento económico corporativo y reconocieron que su forma de vida era
inferior a la que anhelaban, por ello reclamaron constantemente al Estado que interviniese
para igualar la situación, para protegerlos frente a la competencia desigual en pos de
convertirse en burgueses competitivos. También este hecho explica la aceptación por parte
de los trabajadores de las condiciones de explotación bajo la forma de “mediería” o trabajo
a destajo, involucrando al núcleo familiar completo y la totalidad del tiempo de su vida en
las tareas productivas. Explica el motivo por el cual era tan engorrosa la posibilidad del
gremio de trabajadores, UATRE, de lograr nuevas sindicalizaciones y reclamos. El gremio
desconocía la “mediería” pero los trabajadores la aceptaban y la utilizaban como una
estrategia de ascenso social.
Un último análisis conduce la reflexión al momento más amplio de la lucha, la constitución
de fuerzas sociales. Se dijo que las clases luchan en tanto fuerzas sociales, y que estas
últimas no están dadas a priori sino que se constituyen también en el enfrentamiento.
Cuando se observan los enfrentamientos puede verse la constitución de las clases y al
mismo tiempo la constitución de la fuerza social que están componiendo. Cómo se dilucida
esto? Una vez más, viendo la estrategia, la meta que están intentando alcanzar. En este
caso, cuando se rastrean los enfrentamientos se observa que la ideología que impulsó a los
patrones productores por un lado y a los trabajadores por otro fue la de un Estado
intervencionista y protector. Ellos consideraron que el mismo se encontraba por arriba de
las clases sociales, mediando como un sujeto imparcial y vigilando la justa aplicación de la
ley. Los sujetos de la horticultura no fueron liberales, nunca lo fueron por definición. Sólo a
principios de los años 90, el sector más capitalizado de patrones productores, comulgó con
algunos planteos del neoliberalismo pero acompañados de otros pedidos de intervención del
Estado. A partir de mediados de los años 90 y sobre su final, finalmente impugnaron con
toda su fuerza al régimen neoliberal capitalista, aunque no al capitalismo como sistema,
repudiaron al Estado en su forma neoliberal y formaron parte de la fuerza social que en el
2001 cuestionó fuertemente la forma de dominación establecida. Tal como escribió Marx,
“lo hacen pero no saben”45
. Esta impugnación al capitalismo neoliberal de conjunto fue lo
más lejos que llegaron en su lucha, manifestando el sesgo burgués y reformista de su
conciencia.
Conclusión: vivir como peón, pensar como patrón
A lo largo del artículo pudo destacarse la centralidad de la condición de migrantes de los
sujetos involucrados por sobre su nacionalidad o etnia de origen. Los sujetos que han
llevado adelante este proceso a lo largo de toda su existencia, sin importar si fueron
45
Marx, El Capital.
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
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italianos, españoles, portugueses, de las provincias del interior del país o latinoamericanos,
poseen la característica de ser inmigrantes que en sus anhelos de ascenso social llegaron a
La Plata para comenzar a trabajar como asalariados, en su forma de peón y peón mediero.
Para muchos de ellos el paso al arrendamiento y luego a la propiedad de la tierra no les
llevó más de 10 años. Este sujeto fue el encargado de consolidar un nicho económico de
rasgos capitalistas. La producción y venta de hortalizas se ha caracterizado desde los años
40 en adelante por trabajar con mano de obra asalariada, por dueños de la tierra que reciben
renta en tanto terratenientes y ganancia en tanto capitalistas. Sujetos que priorizan el ahorro
para la reinversión productiva, inversión de capital para obtener más ganancias. Sujetos que
se comportan como patrones una vez que ascienden en la escala social sin importar cual sea
su origen étnico o nacional. Los trabajadores asalariados, al igual que en el pasado,
aceptaron ingresar a la producción como peones medieros pagados a destajo, ya que al ser
una actividad rentable económicamente les permitía un pequeño aunque progresivo ahorro
si trabajaba el grupo familiar completo, esperanzados en poder usarlo en su propio ascenso
social cuando se presentase la oportunidad.
Sin embargo, la crisis de fines de la década del 90, como toda crisis, funcionó como
disciplinadora en varios sentidos. Por un lado disciplinamiento en un sentido productivo ya
que aquellos sectores menos competitivos tendieron a la desaparición, los patrones
productores dejaron de trabajar las tierras pero no se deshicieron de ellas pasando a
ocuparse en otras labores como asalariados (choferes de micros y camiones, albañiles,
carniceros, vendedores, etc.). Algunos peones medieros y trabajadores asalariados pasaron
a formar parte del ejército de desocupados en busca de subsidios desde el Estado. Pero la
crisis también fue disciplinadora en un sentido subjetivo, ya que la salida de la producción
de los patrones productores dejó temerosos a los que sobrevivieron, generando reticencias a
futuras inversiones. Para muchos de los patrones productores, descendientes de la primera
oleada de inmigrantes, fue la pérdida de una trayectoria histórica en el sector que se
remontaba a padres y abuelos.
Pudo observarse que todos los sujetos de la producción de hortalizas a través de sus
organizaciones gremiales pasaron a componer la fuerza social que impugnó al capitalismo
neoliberal hacia fines de 2001. Sus deseos frustrados de ascenso social conjugados con una
condición de vida empobrecida los llevó a ser uno de los tantos defraudados con las
promesas del neoliberalismo. Se llegó entonces al punto en el cual, a partir de 1994 en
adelante aproximadamente, los diferentes sujetos de la producción hortícola se unificaron
en su rechazo al capitalismo neoliberal en tanto éste los estaba desplazando hacia abajo en
su condición de clase, pero no al sistema capitalista de conjunto.
Realizando un rastreo hacia atrás y poniendo la lupa en los reclamos pudo verse que a lo
largo de toda la historia del sector los sujetos no traspasaron su conciencia económico-
corporativa. Esto pudo explicarse a partir del contraste existente entre sus condiciones de
vida objetivas y la forma en que esa condición pasaba por la conciencia. Se cuestionó en
Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,
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este artículo por qué si todos los sujetos de la horticultura han compartido y comparten
similares condiciones de vida obrera, tal como se demostró en el acápite titulado “Cómo
viven”, no se encontraron masivamente reclamos desde esa posición de clase. Muy por el
contrario, lo que demostró el registro del enfrentamiento tal como se vio en el acápite
“Como actúan” es que los reclamos del sector de patrones productores, incluso en la crisis,
y los de los peones medieros tendieron a identificarlos/unificarlos en su conciencia
burguesa. Incluso los reclamos del gremio de los trabajadores asalariados mostraron un
intento de incorporar a sus representados al sistema en tanto vendedores de fuerza de
trabajo y el reclamo por hacer cumplir la ley que regula dentro del capitalismo las
relaciones entre el capital y el trabajo.
Se comprobó entonces la existencia de fracciones de una burguesía empobrecida con
condiciones de vida obrera y asalariados con condiciones de vida obrera, pero todos
atravesados por una conciencia burguesa. Se estimó que este hecho nace motivado porque
el sector hortícola se perpetúa como un espacio económico a partir del cual el ascenso
social fue y es posible. Mientras existió y exista la posibilidad, y no sólo el deseo, de
convertirse en capitalistas no surgieron ni surgirán otras formas de conciencia
contrahegemónicas. Los horticultores platenses seguirán viviendo como peones pero
pensando como patrones.
Recibido: 8 abril 2015 Aceptado: 19 julio 2015
Obras citadas
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Movimiento de la Sociedad Argentina (PIMSA), Documento de Trabajo: 24, 2000.
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