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Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata, 1940-2003 - Living conditions, conflict and class consciousness of horticulturists from Gran La Plata, 1940- 2003, Revista Izquierdas N° 25, Octubre 2015, IDEA-USACH, ISSN 0718-5049, pp. 229-257 229 Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata, 1940-2003 Living conditions, conflict and class consciousness of horticulturists from Gran La Plata, 1940-2003 Soledad Lemmi Resumen: A partir del caso de los productores de hortalizas del Gran La Plata, este artículo se propone dar cuenta de la complejidad que envuelven, según la teoría marxista, los procesos de toma de conciencia, de develamiento del verdadero funcionamiento de las relaciones sociales en el capital, en las diferentes clases sociales. Presenta el contraste existente entre las condiciones de vida y de trabajo de los sujetos y la conciencia de esa situación, expresada a través del conflicto, intentando explicar si, a pesar de ser clases diferentes con respecto al capital, pueden ser homologadas en su conciencia. Palabras clave: Argentina- horticultores- conflicto- conciencia-existencia- dialéctica Abstract: From the case of horticulturists from Gran La Plata, this paper aims to account for the complexity involving, according to Marxist theory, the processes of awareness, of unveiling the real functioning of social relations in capital in different social classes. Presents the contrast between the conditions of life and work of individuals and the awareness of this situation, expressed through conflict, trying to explain whether, despite being different classes with respect to capital, may be approved in their consciousness. Keywords: Argentina- horticulturist- conflict- consciousness- existence- dialectic Argentina. Profesora en Historia, Doctora en Ciencias Sociales y Humanas. Becaria Post Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Integrante del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IDIHCS-UNLP)- Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Centro de Investigación sobre Economía y Sociedad de la Argentina Contemporánea (IESAC-UNQ). Correo: [email protected], [email protected]

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Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los

horticultores del Gran La Plata, 1940-2003

Living conditions, conflict and class consciousness of horticulturists from

Gran La Plata, 1940-2003

Soledad Lemmi

Resumen: A partir del caso de los productores de hortalizas del Gran La Plata, este

artículo se propone dar cuenta de la complejidad que envuelven, según la teoría

marxista, los procesos de toma de conciencia, de develamiento del verdadero

funcionamiento de las relaciones sociales en el capital, en las diferentes clases

sociales. Presenta el contraste existente entre las condiciones de vida y de trabajo de

los sujetos y la conciencia de esa situación, expresada a través del conflicto,

intentando explicar si, a pesar de ser clases diferentes con respecto al capital, pueden

ser homologadas en su conciencia.

Palabras clave: Argentina- horticultores- conflicto- conciencia-existencia- dialéctica

Abstract: From the case of horticulturists from Gran La Plata, this paper aims to

account for the complexity involving, according to Marxist theory, the processes of

awareness, of unveiling the real functioning of social relations in capital in different

social classes. Presents the contrast between the conditions of life and work of

individuals and the awareness of this situation, expressed through conflict, trying to

explain whether, despite being different classes with respect to capital, may be

approved in their consciousness.

Keywords: Argentina- horticulturist- conflict- consciousness- existence- dialectic

Argentina. Profesora en Historia, Doctora en Ciencias Sociales y Humanas. Becaria Post Doctoral del

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Integrante del Instituto de

Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IDIHCS-UNLP)- Consejo Nacional de Investigaciones

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Introducción

“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la

lucha de clases”, escribieron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista en 1848 y esto, a

pesar del tiempo transcurrido, no ha dejado de ser una verdad1. Aún cuando muchos

científicos sociales profetizaron el fin de la clase obrera y de la historia con el triunfo de la

burguesía, la tesis de Marx y Engels demostró toda su actualidad histórica. Los nuevos

tiempos y las transformaciones producidas no modificaron el carácter capitalista de la

sociedad y aunque en apariencia se han dado cambios en las clases que la componen, su

esencia permaneció inalterada.

A partir de múltiples investigaciones, Marx llegó a una conclusión que fue expresada en su

famoso Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859). Allí expuso

que

En la producción social de su existencia, los hombres establecen

determinadas relaciones, necesarias e independientes de su voluntad,

relaciones de producción que corresponden a un determinado estadio

evolutivo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de esas

relaciones de producción constituye la estructura económica de la

sociedad, la base real sobre la cual se alza un edificio jurídico y político, y

a la cual corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo

de producción de la vida material determina el proceso social, político e

intelectual de la vida en general. No es la conciencia de los hombres lo

que determina su ser, sino, por el contrario, su existencia social lo que

determina su conciencia.

Sin embargo, unos párrafos después agregó nuevas variables a esa afirmación ya que esa

expresión teórica, que aparecía como determinante y estática, debía complementarse con

una mirada que distinguiera entre la transformación material de las condiciones económicas

de producción y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma,

ideológicas, dentro de las cuales los hombres cobran conciencia de ese conflicto y lo

dirimen. Fue por ello que planteó que debía explicarse esa conciencia a partir de las

contradicciones de la vida material, a partir del conflicto existente entre las fuerzas sociales

productivas y las relaciones sociales de producción2.

En otros textos, anteriores y posteriores, desarrolló más ampliamente esa afirmación. Tanto

en La ideología Alemana (1845), en Miseria de la Filosofía (1847) como en el 18

Brumario de Luis Bonaparte (1852) se encargó de desarrollar los diferentes estadios por los

1 Carlos Marx y Federico Engels. Manifiesto del Partido Comunista (1848). (Buenos Aires: Edit. Anteo.

1997). 2 Carlos Marx. Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859). (México: Edit. Siglo XXI. 1990).

Prólogo.

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que atraviesan las clases sociales y su conciencia de la situación que viven. En su obra más

acabada, El Capital (1894), volvió a dedicarle un capítulo a este tema que finalmente quedó

inconcluso. Otros teóricos hicieron sus agregados, Engels en su famosa Introducción a la

Lucha de Clases en Francia de 1848 a 1850 (1895), Lenin en su libro ¿Qué hacer?

Problemas candentes de nuestro movimiento (1902) y Gramsci en su escrito Análisis de las

situaciones. Relaciones de fuerza (1932-34), profundizaron en la problemática de la toma

de conciencia y sus estadios. Es entonces que, a partir de los postulados planteados por

estos autores se propone en este artículo realizar un ejercicio de análisis empírico: analizar

la dialéctica entre la existencia objetiva y la toma de conciencia de su situación en un

conjunto humano vinculado en la producción, los horticultores del Gran La Plata en el

período 1940-2003.

El cinturón hortícola platense surgió en 1880 con la fundación de la ciudad para abastecer a

su población de alimentos frescos y la transformación desde sus inicios como producción

para el autoabastecimiento familiar hasta la producción para ser vendida en el mercado

llevó 60 años. Recién hacia la década del 40, junto al crecimiento demográfico que

experimentó la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) de la mano de la

industrialización, las huertas familiares se convirtieron en establecimientos hortícolas

plenamente capitalistas. Los años 40 inauguraron un periodo de despegue de la producción

mercantil capitalista y fue a partir de allí, y hasta mediados de los años 90, que se consolidó

con fuerza la región platense como productora y abastecedora de hortalizas. Este desarrollo

no se producirá sin altibajos, sin embargo, si se observa la tendencia general, el período

puede caracterizarse como de ascenso y consolidación.

A partir de la década del 90 del siglo pasado los sujetos que llevaron adelante la producción

hortícola en La Plata, sector más capitalizado del área hortícola bonaerense, aparecieron en

la escena pública. En esos años, en los periódicos locales abundaban solicitadas, editoriales

y notas que reflejaban el estado de movilización en que se encontraban. También fueron

visibles en el paisaje urbano con la marcha de sus tractores y tomatazos a las instituciones

gubernamentales, apareciendo en escena las organizaciones políticas y corporativas que

nucleaban a los sujetos en conflicto. Surgía con evidencia que los cambios operados a nivel

económico y político habían traído aparejados diferentes niveles de conflictividad y

organización. Sus reclamos daban cuenta de una situación crítica para el sector en el marco

de las políticas neoliberales. A su vez, para los habitantes del territorio platense, la

presencia en aumento de gran cantidad de hectáreas con invernaderos que rodeaban la

ciudad no escapó a sus ojos. Ni la presencia de un nuevo sujeto social que dominó casi por

completo esa producción en los últimos años: el migrante boliviano.

En la actualidad, la RMBA por su importancia demográfica (13 millones de habitantes),

presenta la mayor demanda en frutas y verduras del país. Su área hortícola abastece entre el

60 y el 90% de esa demanda, siendo el resto producido en regiones productivas

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especializadas. Específicamente, la producción del sector hortícola del Gran La Plata es

responsable del 72% de ese abastecimiento3.

En la producción hortícola del Gran La Plata, aparecen claramente delimitadas las que son

denominadas como “clases con respecto al capital”, las clases en sí, poseedoras o no de

medios de producción, trabajando para sí mismos o para otros, contratando o no fuerza de

trabajo4. Sin embargo, la forma en las que se expresan las condiciones materiales de

existencia en la vida de los sujetos de la horticultura es sumamente compleja. Cuando se

contrastan las condiciones materiales de existencia con sus condiciones-calidad de vida y

de trabajo y su conciencia de la situación, el resultado es llamativo. Aquellos que poseen

los medios de producción no necesariamente viven mejor que los trabajadores asalariados.

Ni el hecho de vivir de la misma manera, en relación a la calidad de vida, los lleva a una

unificación en la conciencia de su situación.

Es sobre este último punto que se quiere dar cuenta en este artículo, presentar las

condiciones-calidad de vida de los sujetos (acceso a vivienda, servicios, educación, salud,

etc.), sus condiciones laborales y contrastarlas con su conciencia de esa situación expresada

a través del conflicto, ya que allí es donde pueden observarse las contradicciones más

llamativas. Dilucidar si, a pesar de ser clases diferentes con respecto al capital, pueden ser

homologadas en sus intereses a partir de compartir similares condiciones-calidad de vida y

de lo que expresan en los enfrentamientos. Con esta pesquisa se propone dar cuenta de la

complejidad que, según la teoría marxista, envuelve los procesos de toma de conciencia, de

develamiento del verdadero funcionamiento de las relaciones sociales en el capital5.

Para ello se aborda la composición social del sector productivo hortícola platense

concentrando la atención en cuáles son las reivindicaciones que las diferentes clases que lo

componen llevan adelante, qué conciencia expresan, en qué momento de su constitución se

encuentran, cuál es su respuesta política a las dificultades para reproducirse, cuál es el

límite máximo alcanzado por las clases o fracciones de clase más empobrecidas en el

proyecto de transformación social en un sentido superador de las relaciones sociales

capitalistas, qué elementos de ese espacio social han sido transformados y cuáles se

mantienen. Este marco teórico entiende que el enfrentamiento no se da clase contra clase,

sino a través de alianzas sociales tras un objetivo común que constituyen fuerzas sociales en

pugna. Partiendo de esta perspectiva se pretende observar la capacidad del sector bajo

estudio de realizar alianzas con otras clases o fracciones de clase, para así efectuar un

aporte al estudio más general de la conformación de fuerzas sociales en la Argentina. Esto

3 Matías García, “Inicios, consolidación y diferenciación de la horticultura platense”. Globalización y

agricultura periurbana en la Argentina. Escenarios, recorridos y problemas. Ada Svetlitza de Nemirovsky

(coord.). (Bs. As.: Edit. FLACSO, 2010). 4 Soledad Lemmi, “Las clases sociales en la horticultura platense. Ejercicio de teorización, historización y

análisis empírico”, Mundo Agrario, Revista de Estudios Rurales, Vol: 12 No. 23 (2011). 5 Carlos Marx, Miseria de la Filosofía (Bs. As.: Edit. Cartago, 1987). Marx, Contribución.

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es estudiado a partir de lo que se denominan enfrentamientos, es decir cada vez que un

sujeto del sector se manifiesta a favor o en contra de otro sujeto (del sector o no). A su vez

se estudian las diferentes formas organizativas que estas clases se dan para llevar adelante

sus reivindicaciones. El enfrentamiento se convierte en el eje heurístico privilegiado para

observar la formación de las clases sociales, en tanto éstas se conforman a partir de la

confrontación y la lucha, pudiendo a partir de allí historizar su devenir6.

A la hora de observar la producción de hortalizas puede decirse que la misma está

dominada por relaciones sociales de tipo capitalista7. Si bien se han sucedido cambios a lo

largo de su existencia, en el sector han predominado las relaciones clásicas del capitalismo:

posesión privada de la propiedad, en este caso la fundamental: la tierra; en general aunque

no siempre trabajada por sujetos no propietarios; las relaciones asalariadas en la compra-

venta de la fuerza de trabajo; la extracción y apropiación de la plusvalía; la producción de

mercancías para ser vendidas en el mercado y la reinversión productiva de la riqueza8. Es

por ello que los sujetos que componen la producción de hortalizas no son más ni menos que

las clases sociales inmersas en y condicionadas por las relaciones sociales capitalistas. Así,

cuando observamos a los sujetos en conflicto vemos, por un lado, los terratenientes

poseedores de la tierra; la burguesía dueña de los medios de producción y del capital, y los

trabajadores asalariados, quienes llegan a la producción sin ninguna otra posesión que su

fuerza de trabajo, dispuestos a venderla al mejor postor9. Sin embargo, esta división no es

más que una abstracción teórica, mientras que la realidad es siempre más compleja y

heterogénea, por lo que se encuentra esta división matizada de diferentes formas, pudiendo

encontrar hacia dentro de la fracción productora de hortalizas estratificaciones internas, es

decir capas. Estas capas se distinguen por las condiciones en que reproducen su vida,

delimitando hacia adentro capas más acomodadas y capas más pobres.

Sin embargo, puede decirse que la toma de conciencia del lugar que cada uno ocupa en la

producción y de la relación que a partir de allí se establece con la totalidad social es un

proceso de aprendizaje que lleva tiempo. Proceso en parte espontáneo que brota de la lucha

misma y que es ya un embrión de la acción consciente, pero también en parte mediado por

otros sujetos que viviendo los hechos los analizan a la luz del presente y de su pasado,

buscando explicaciones y teorizando acerca de ellos, superando la “espontaneidad” inicial y

retransmitiendo, en tanto cuadros políticos e intelectuales orgánicos, estos conocimientos a

los sujetos en lucha, generando procesos de toma de conciencia. Este proceso atraviesa

diferentes momentos o estadios, momentos que son determinados por la historia de las

6 Nicolás Iñigo Carrera, La estrategia de la clase obrera 1936 (Bs. As.: Edit. La Rosa Blindada-PIMSA,

2004), 13-28. Inés Izaguirre, “Algunos ejes teórico-metodológico en el estudio del conflicto social” Revista

Argumentos, Vol: 1 (2002). Edward Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra (Barcelona:

Edit. Crítica, 1989). Prólogo. 7 Lemmi, Las clases sociales.

8 Ismael Viñas, Tierra y clase obrera. (Bs. As: Edit. Achával Solo, 1973).

9 Carlos Marx, Trabajo asalariado y capital. Salario, precio y ganancia. (Bs. As.: Edit. Polémica, 1974).

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luchas mismas. A través de ellas las clases van pasando de una conciencia puramente

económica, a una económico-corporativa, a una conciencia política para arribar finalmente

a su mayor estadio, el momento militar. Estas etapas son etapas de la lucha, del

enfrentamiento y como tales manifestaciones del momento por el que atraviesa la

conciencia de los sujetos y de su constitución en tanto clase10

.

Dado el marco teórico propuesto, se buscaron todas aquellas fuentes de información donde

se manifestara de alguna manera un sujeto del sector hortícola contra otro sujeto, cualquiera

fuera este. De acuerdo con la complejidad del tema el diseño metodológico combinó

procedimientos cuantitativos y cualitativos, y constó de relevamiento de información

primaria y secundaria. Se partió entonces del registro de los periódicos locales “El Día” y

“Hoy” desde 1990 y a partir de los datos encontrados se comenzó el rastreo de información

que diera cuenta de la historia de las organizaciones políticas y gremiales que se

manifestaban en el conflicto. Para pasar a este segundo plano, se acudió a los archivos

documentales guardados por instituciones estatales como el archivo y biblioteca del Senado

de la Provincia de Buenos Aires, del Departamento Histórico Judicial de la Suprema Corte

de Justicia de la Provincia de Buenos Aires y de la Secretaría de Acción Cooperativa de la

Provincia de Buenos Aires.

A su vez, al aparecer en escena diferentes organizaciones gremiales y políticas se las fue

desagregando y buscándose para cada una los datos concretos consultando archivos,

documentos y periódicos de las propias organizaciones. Para ello también se consultaron

los materiales del Archivos de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires

(DIPBA) y del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la

Argentina (CEDInCI). Debieron consultarse también documentos en el Departamento de

Investigación Histórica y Cartográfica de la Dirección de Geodesia dependiente del

Ministerio de Infraestructura de la provincia de Buenos Aires, como así también los Censos

Hortícolas de la provincia de Buenos Aires de 1998 y 2001 y Hortiflorícola de 2005. A su

vez, se intentó avanzar en la comprensión de los aspectos subjetivos que motivan la

participación o no, en organizaciones u acciones de tipo gremial y político, así como

triangular información y poder arribar a nuevos datos o elementos quizás no perceptibles en

otras fuentes. Para ello se profundizó el diálogo a partir de entrevistas en profundidad

realizadas entre los años 2008 y 2011, con el objetivo de dar cuenta de los aspectos

vinculados a las trayectorias de vida y a elementos sujetivos no ponderables desde la acción

misma. A su vez, a partir de las entrevistas y del trabajo de campo realizado pudo

observarse la forma de vivir de los diferentes sujetos de la horticultura. En todos los casos

se analizaron también fuentes secundarias, básicamente escritos realizados por otros

10

Marx y Engels, Manifiesto. Alberto Pla, “Trabajo productivo y trabajo improductivo, clases sociales y

capitalismo”, Anuario de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Rosario Vol: 11 (1985).

Alberto Pla, “Apuntes para una discusión metodológica. Clases sociales o sectores populares. Pertinencia de

las categorías analíticas de ‘clase social’ y ‘clase obrera’”, Anuario de la Escuela de Historia de la

Universidad Nacional de Rosario Vol: 14 (1989/90).

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investigadores que fueron de gran ayuda para el fortalecimiento del análisis y la

argumentación.

Este trabajo se divide en tres partes. Se inicia con la descripción de las condiciones

materiales de existencia de los sujetos horticultores, es decir cómo viven, para pasar a una

segunda parte donde se desarrollan los resultados del enfrentamiento y observar a partir de

la lucha como actúan. Luego se intenta analizar la dialéctica existente entre ambas

instancias, materialidad y acción, para arribar a una posible explicación de cómo piensan,

es decir de su conciencia de la situación que viven. Finalmente se desarrollan algunas

conclusiones11

.

Condiciones de vida y conflicto (cómo viven, cómo actúan, cómo piensan)

Como viven

La consolidación del territorio hortícola platense se concretó a partir de mediados del siglo

XX. Fue entre fines de los años 40 y mediados de los años 60 que muchos de los

trabajadores migrantes hortícolas (aunque claramente no todos) lograron pasar de peones y

peones medieros subiendo un peldaño en la escalera de ascenso social: se convirtieron en

patrones y/o propietarios, alcanzando a arrendar o comprar la tierra12

. Gracias a la forma

particular que adoptó la contratación de mano de obra en la horticultura, por pago a destajo

o por productividad, que fuera denominada como “mediería” aunque objetivamente no

cumpliera ese requisito, y la posibilidad que ello conllevó de ocupar toda la mano de obra

familiar en la tarea, los trabajadores pudieron obtener márgenes de ahorro que, en

determinadas situaciones, les permitieron el acceso a la tierra en forma de arriendo y

finalmente compra.

En la realidad, lo que suele denominarse “mediería” señala la particularidad que poseen los

trabajadores asalariados, es decir desposeídos de sus condiciones materiales de existencia,

que venden su fuerza de trabajo de manera colectiva, es decir a través del núcleo familiar

completo pagándose la misma a destajo. Tanto las mujeres como los niños, es decir todos

los individuos de la familia obrera rural, se convierten en trabajadores bajo la dependencia

11

Este artículo representa un resumen de mi tesis doctoral titulada “Vivir como peón, pensar como patrón.

Conflicto, organización política y conciencia de clase en el sector hortícola del Gran La Plata (1953-2009)”,

por la que obtuve el título de Doctora en Ciencias Sociales y Humanas otorgado por la Universidad Nacional

de Quilmes. 12

Roberto Benencia. “El concepto de movilidad social en los estudios rurales”, Estudios Rurales. Teorías,

problemas y estrategias metodológicas. Giarraca, Norma (coord.) (Buenos Aires: Edit. La Colmena. 1999).

Silvia Attademo, “Cambios en las condiciones de vida de los horticultores en la región subrural del Gran La

Plata a fines de siglo”. XXII Encuentro de la Latin American Studies Association (2000). Silvia Attademo,

“Lazos sociales y estrategias: ¿una opción para las familias hortícolas empobrecidas?”. Revista Mundo

Agrario No. 17 (2008).

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inmediata del capital13

. El varón dentro del núcleo familiar toma las decisiones en relación

a la producción determinando los roles de la mujer y los niños, en tanto los ingresos de la

familia se componen de la cantidad de trabajo suministrada por el jefe de familia y se

acrecientan con el trabajo del resto de los miembros de la misma. En este caso lo que le

interesa al trabajador es la cantidad de dinero que recibe, es decir el monto nominal, no lo

que entrega, es decir la cantidad de trabajo14

. En este sentido pacta trabajo a destajo

determinando su salario en función de la cantidad de mercancías producidas y

efectivamente vendidas, es decir un porcentaje de la producción. Los peones medieros en

ocasiones cumplen la función de representar al capital en el proceso de trabajo, actuando

como guardianes de la producción, como si fueran propietarios, con la asignación del poder

que le otorga el patrón para contratar o despedir a otros trabajadores, supervisando la

realización de las tareas en tiempo y forma.

Pero estos trabajadores medieros no aportan parte del capital de explotación, no son

poseedores de una parte de los instrumentos de trabajo ni son “capitalistas de sí mismos”15

.

Muy por el contrario ingresan a la producción sólo con su fuerza de trabajo y se les pagará

en función de la cantidad de productos en que se condensa el trabajo durante un tiempo

determinado, es decir a destajo. Como la calidad e intensidad del trabajo están controladas

por la forma misma del salario, ésta vuelve superflua gran parte de la vigilancia del trabajo.

Permite también al capitalista pactar con el obrero principal un contrato a razón de tanto

por pieza, a un precio por el cual el obrero principal mismo se encarga de contratar y pagar

a sus auxiliares. La explotación de los obreros por el capital se lleva a cabo aquí mediante

la explotación del obrero por el obrero, además de que es su interés emplear su propia

fuerza de trabajo de la manera más intensa posible. Pero el mayor campo de acción que el

pago a destajo ofrece a la individualidad, tiende por una parte a desarrollar dicha

individualidad y con ella el sentimiento de libertad, la independencia y el autocontrol de los

obreros, y por otra parte la competencia entre ellos mismos, de unos contra otros. Tiende,

pues, a aumentar los salarios individuales por encima del nivel medio y, al mismo tiempo, a

abatir ese nivel, sirve de palanca para prolongar la jornada laboral y hundir el salario. El

obrero toma en serio la apariencia del pago a destajo, como si se le pagara su producto y no

su fuerza de trabajo, y se rebela por tanto contra una rebaja de salarios a la que no

corresponde una rebaja en el precio de venta de la mercancía, vigilando celosamente el

precio de la materia prima y el precio de los artículos fabricados, estimando con precisión

las ganancias de sus patrones16

. En la horticultura platense fue gracias a esta forma

particular que adquirió el trabajo que los peones medieros pudieron ascender socialmente.

13

Nicolás Iñigo Carrera, “El concepto de clase obrera”, Labour Again. Debates. Internacional Institute of

Social History (2003). 14

Carlos Marx, El Capital. (Buenos Aires: Edit. Siglo XXI, 2003). Cap. 18. 15

Marx, El Capital, cap. 47. 16

Marx, El Capital, cap. 19.

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Para la mayoría de los sujetos entrevistados, el ascenso de peón mediero al status de patrón

productor y propietario fue por vía del arrendamiento. Mediante el mismo se logró en

aquellos tiempos un rápido proceso de acumulación, el cual en no más de 5 años les

permitió el acceso a la propiedad de tierras. La superficie arrendada y la adquirida rondaba

entre las 4 y las 7 has, lo que permitió, en un principio, que trabajara toda la familia.

Paralelamente, la ampliación familiar y la generación de nuevos matrimonios en muchos

casos con miembros de otras familias de la zona que también eran productores de

hortalizas, reforzaba la presencia de esta comunidad en la actividad y la región.

En los años ´50, la producción hortícola se caracterizó por el trabajo a campo descubierto,

una labranza de la tierra con los “arados mancera” tirados por caballos, mientras que la

refinación posterior se realizaba en forma manual con palas y azadas, las plagas y

enfermedades intentaban controlarse con extracto de nicotina (tras el remojo de cigarrillos

en agua) y con caldo bordelés (sulfato de cobre), la fertilización también era orgánica,

utilizándose grandes cantidades de bosta de vaca17

. Si se tiene en cuenta que todavía

existían tierras disponible, las posibilidades de trabajar el núcleo familiar completo, los

bajos costos de los medios de producción, los precios de las hortalizas elevados y la baja

competencia, todo esto permitió obtener mayores ganancias y por lo tanto un mayor poder

de ahorro e inversión en compra de tierras, agregado a ello también las políticas estatales

facilitadoras18

.

A partir de 1960, comenzaron a afluir a las quintas locales trabajadores provenientes de las

provincias del norte del país, principalmente santiagueños, seguidos por salteños y jujeños.

Fueron en un principio jornaleros con pago diario, semanal o quincenal, o tanteros con

retribución por producción, dedicándose a tareas de encañe, desbrote, cosecha y embalaje.

Al igual que los migrantes de ultramar, en sus lugares de origen practicaban la agricultura

de subsistencia. Estos trabajadores fueron contratados por los europeos y sus descendientes,

ahora devenidos en patrones productores. Un porcentaje de estos migrantes del Norte

argentino quedó establecido en la zona, en ocasiones trabajando en relación de mediería y

repitiendo la escalera de ascenso social comenzada por los “gringos”19

. Sin embargo, la

mayoría en la época efectuó una migración estacional20

.

17

Roberto Ringuelet comp. Espacio tecnológico, población y reproducción social en el sector hortícola de La

Plata. Revista No.39. (Bs. As: UNLP, 2000). 18

Soledad Lemmi, “La institucionalización del conflicto en la horticultura platense. Un registro de los juicios

en Tribunales del Trabajo en las décadas del 60 y 70”. El conflicto agrario argentino. Sujetos, miradas y

reflexiones. José Muzlera, Marina Poggi y Ximena Carreras Doallo (comp.) (Buenos Aires: Edit. CICCUS.

2011). 19

En Argentina, la palabra gringo hace referencia, por lo general, a las personas de tez blanca y/o cabellos

claros, sin importar la procedencia de ésta. En el caso del territorio platense, era y sigue siendo utilizada para

indicar la nacionalidad o descendencia italiana. 20

Ringuelet comp., Espacio.

Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,

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Puede observarse cómo en un período que abarca poco más de 30 años aproximadamente,

muchos de los migrantes europeos pasaron de ser peones a peones medieros, para luego

llegar a ser patrones productores ya sea bajo la figura de arrendatarios o propietarios, hasta

finalmente convertirse en patrones productores que ya no aportaban trabajo físico en la

quinta, cumpliendo sólo una función gerencial.

Sobre fines de los años ‘70 y principios de los años ‘80 comenzaron a arribar a la zona en

busca de trabajo en la horticultura migrantes de Bolivia. Empezaron como peones de los

patrones productores italianos y sus descendientes y se fueron consolidando de a poco junto

al trabajo de toda su familia como peones medieros. Tal como medio siglo antes habían

llegado los migrantes italianos, los migrantes bolivianos arribaron al trabajo acompañados

de todo el núcleo familiar, y si bien en un contexto diferente, muchos lograron emprender

su camino de ascenso social, subiendo los peldaños de la escalera construida por los

pioneros italianos21

.

Consolidada la producción hortícola en el periurbano platense, esta adquirió una nueva

dinámica a partir de mediados de la década del ´80 y principalmente durante los ´90 ya que

comenzaron a impulsarse profundas transformaciones tecnológicas. En forma gradual, la

espiral tecnológica que comenzó en los ´70 incluyó la mecanización, agroquímicos,

híbridos, riego localizado, fertirrigación, y la incorporación del invernadero o superficie

bajo cubierta teniendo grandes repercusiones en los rendimientos, la calidad de la

producción, la demanda de insumos, la comercialización y la utilización y remuneración de

los distintos factores de producción22

. Esto da cuenta también de la creciente

complejización de los procesos productivos y de la inversión en tecnología innovadora, dos

elementos que manifestaron el continuo avance del capitalismo en el sector.

Esta etapa expansiva fue llevada adelante por los dos sujetos predominantes en la

horticultura, los descendientes de los inmigrantes italianos y los recientemente llegados de

Bolivia23

. En su rol de patrones productores (propietarios o arrendatarios, patrones y

directores de la producción) así como, en una primera instancia, también hegemónicos en

los procesos de comercialización, la segunda y tercera generación de hijos de inmigrantes

ultramarinos fueron los encargados de invertir y gestionar las nuevas tecnologías. En

cambio, los migrantes recientes aportaron casi en su totalidad la fuerza de trabajo como

peones medieros, trabajando toda la familia para poder hacer la diferencia y obtener

márgenes de ahorro, restringiendo para lograrlo, al igual que los inmigrantes en sus

orígenes, los gastos personales.

Las nuevas condiciones que exigía la producción, tanto en capital para la inversión de

tecnologías como en las nuevas lógicas de comercialización, llevó a que un sector

21

Entrevistados 32 a 46. 22

Mario Vega., “Integración vertical y productos diferenciados”, Boletín Hortícola, No. 23 (1999) 33-35. 23

Los entrevistados 32 a 46 dieron testimonio de esta situación. Así como los entrevistados 2, 4 a 7, 13 a 16,

20 y 29 a 31.

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importante de patrones productores no pudieran afrontarlas desde sus escalas de producción

y sus niveles de acumulación. Fue así que a pesar de poseer la propiedad, terminaron

endeudados con organismos de crédito, no pudiendo renovar los medios de producción, o

sin poder hacer frente a los acreedores. Una vez que habían ascendido en la escala social

habiendo pasado por todos los peldaños de la escalera, los descendientes de italianos no

estuvieron dispuestos a retraer el consumo o descender en su nivel de vida como lo habían

realizado sus abuelos y padres y lo realizaban los migrantes bolivianos. Frente a esa

posibilidad algunos vendieron la tierra, abandonando la producción y dedicándose a otros

trabajos. En ocasiones como asalariados en labores relativamente bien pagas o en mejores

condiciones que la horticultura, en otras emprendiendo nuevas actividades de

comercialización como sólo la venta de verdura en el mercado, o en verdulerías u otros

comercios propios. Otros mantuvieron la tierra pero ya no la trabajaron. Por diferentes

motivos, aunque muchos de ellos por falta de descendientes que quisieran seguir en la

producción, decidieron arrendar las hectáreas que poseían pasando de patrones productores

a terratenientes o a gestionarlas con peones medieros24

.

Los migrantes bolivianos que habían llegado como peones, para luego ser peones medieros

y, sobre todo post-crisis del 2001, como patrones productores en base al arriendo de tierras,

no pudieron alcanzar el peldaño de la posesión de la misma. Si bien para los horticultores

que llegaron al país promediando los años ‘40 el acceso a la tierra fue relativamente

posible, no fue tan sencillo para los migrantes recientes. Las inversiones en tecnología que

requería una quinta para la producción eran muy costosas, teniendo que disponer en una

primera instancia de una suma de capital para comprar invernáculos, instalar riego, comprar

o alquilar el tractor, etc. y en el caso de los que comercializaban su propia verdura la

necesidad de vehículos para llegar hasta el mercado. Esto llevó a que no pudieran disponer

de un excedente suficiente para, además de afrontar todos los gastos de producción, invertir

en la compra de tierras, lo que implicaba inmovilizar importantes sumas de capital. Se

sumó a esto la especulación inmobiliaria que llevó los precios de la tierra a niveles

altísimos, muchas veces inaccesibles para los arrendatarios25

.

En la medida que los sujetos de la horticultura fueron ascendiendo socialmente también

fueron cambiando sus condiciones de vida, sin embargo este cambio importante en algunos

aspectos, no fue radicalmente profundo en otros. Se quiere expresar con esto que si bien

algunos pudieron acceder a la posesión de los medios de producción este hecho no

24

Entrevistados 1 y 2, 4, 6, 13 al 16, 18 y19, 21 y 22, 30 y 31. María Alejandra Waisman y María Florencia

Rispoli, “Sembrando al sol. Algunas consideraciones antropológicas sobre el trabajo hortícola”, V Jornadas

de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata (2008). María Alejandra Waisman, María Florencia

Rispoli y Silvia Attademo, “Expectativas, opciones y proyectos: la dimensión subjetiva en la elección laboral

de horticultores platenses”, IX Congreso Argentino de Antropología Social “Fronteras de la Antropología”

(2009). María Alejandra Waisman, “El debate sobre la persistencia de la producción familiar y sus

implicancias en el abordaje de la horticultura”, VI Jornadas de Sociología de la Universidad Nacional de La

Plata (2010). 25

Entrevistados 32, 34 a 46.

Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,

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modificó radicalmente su calidad de vida. Es importante remarcar que en relación a las

condiciones de vida, la situación de migrantes de los trabajadores influyó de manera

profunda en esta cuestión. Los primeros trabajadores de la horticultura, migrantes europeos,

comenzaron viviendo en las mismas condiciones en que lo hicieron más recientemente los

migrantes bolivianos. Pero en la medida que ascendieron socialmente se observa que ambos

sujetos (migrantes europeos y migrantes latinoamericanos) hicieron trayectos diferentes.

Existe un importante corpus académico respecto de las trayectorias que los migrantes

bolivianos han llevado adelante26

, sin embargo no se han investigado comparativamente las

trayectorias de ambos sujetos, ni si realmente dichos trayectos fueron muy disímiles y en

qué medida los contextos históricos habilitaron condiciones de posibilidad muy diferentes

para ambos. Por dicho motivo se intenta realizar aquí este ejercicio comparativo.

Uno de los elementos que mejor ayuda a delimitar las condiciones de vida es la vivienda.

Historizando este aspecto se observa que desde los orígenes los sujetos de la horticultura

tendieron a vivir en las explotaciones. Los trabajadores (peones medieros o no) vivieron

efectivamente allí dado que el trabajo que demandaba la producción de hortalizas era

permanente. Más recientemente, las viviendas de los migrantes bolivianos (sean estos

patrones productores o peones medieros) son muy precarias, construidas con maderas y

chapas, en formato de casillas desmontables con poca iluminación y ventilación. Estas

casillas no cuentan con baño adentro, sino que la mayoría de las veces se encuentra fuera de

la casa. Tienden a no tener inodoros, sino pozos tipo letrinas. No es regular la provisión de

agua potable dentro de la casa, aunque la mayoría posee una canilla fuera para abastecerse.

No poseen gas natural sino en garrafas. Rara vez se encuentran hornos sino más bien

cocinas con hornallas. Poseen luz, pero las instalaciones son muy precarias, cables

colgando con culotes y bombitas. Las aberturas también son precarias, en general las

puertas y ventanas se cubren con cortinas, no siempre poseen vidrios y sí postigos de

madera. El piso es de tierra.

Obviamente, estos elementos deben ser matizados ya que algunas viviendas poseen piso

alisado de cemento pero sin baño, otras, agua potable dentro de la casa, pero no piso de

cemento, etc. La calefacción es muy deficiente, siendo muchas veces el motivo de incendio

de las casillas con las consecuentes pérdidas materiales. Se desprende que los niveles de

intimidad son casi nulos. En esta primera instancia la vestimenta es precaria, ya que toda la

ropa es ropa de trabajo, en tanto las labores en la quinta son permanentes. Cuando se

26

Roberto Ringuelet et. al., Cuestiones Agrarias Regionales. Serie Estudios e Investigaciones de la Facultad

de Humanidades y Ciencias de la Educación No. 6. (Bs. As: UNLP, 1991). Ringuelet comp., Espacio. María

Alejandra Waisman, “Superando dualismos: trayectorias socio-productivas en el abordaje de las

transformaciones en la estructura social hortícola platense”. Revista Mundo Agrario, Vol: 12, No. 23 (2011).

Matías García, “Proceso de acumulación de capital en campesinos. El caso de los horticultores bolivianos de

Buenos Aires (Argentina)”, Cuadernos de Desarrollo Rural, No.66 (2011). Matías García y Claudia Kebat.

“Transformaciones en la horticultura platense. Una mirada a través de los censos”. Revista Realidad

Económica Vol: 237 (2008). Matías García y Julie Le Gall, “Reestructuraciones en la horticultura del AMBA:

tiempos de boliviano”. IV Congreso Argentino y Latinoamericano de Antropología Rural (2009) .

Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,

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ingresa a la quinta, es muy difícil reconocer a primera vista quién es patrón productor y

quién peón. En este tipo de viviendas tienden a vivir los peones medieros, así como los

peones migrantes del interior del país y de Latinoamérica.

A diferencia de los migrantes de ultramar que constituían familias numerosas, no es este el

caso de los migrantes latinoamericanos, que tienden a conformar familias con menos

integrantes. Además de tratarse de una migración joven de familias recientemente

constituidas con hijos pequeños. Pero es común a ambos sujetos el hecho de que el trabajo

en la quinta ocupe la totalidad de la fuerza de trabajo familiar. Varones, mujeres,

adolescentes y niños se ocupan en diferentes labores dentro del proceso de producción.

Estas precarias condiciones de vida que se reseñaron para los migrantes recientes, fueron

compartidas en sus inicios también por los migrantes ultramarinos. Pero estos últimos, en la

medida que fueron ascendiendo socialmente, y si les fue posible adquirir la tierra en la que

producían, hicieron una apuesta a la construcción de una vivienda de ladrillos. Los

primeros migrantes de ultramar, entre los años 40 y 70 adquirieron la posesión del suelo y a

partir de allí fueron construyendo sus casas. Sin embargo, las construcciones tienen un

patrón bastante sencillo. Cuando se camina por las quintas rápidamente se pueden observar

las casas familiares pintadas de blanco. Poseen en general dos habitaciones, una cocina

comedor, un baño y algunas un pequeño living. Rodeadas de verde, con flores y frutales.

Estas viviendas suelen tener agua potable y luz, aunque no siempre gas natural, siguen

utilizando garrafa. Los patrones productores, en tanto dueños de la tierra, tienden a habitar

este tipo de viviendas.

A diferencia de los inmigrantes de ultramar, que tuvieron la posibilidad de acceso a la

compra de tierra, los migrantes latinoamericanos de los últimos 20 años no tuvieron hasta

el momento esa posibilidad. Es por ello que la capacidad de construir sus viviendas de

material se torna más complicada, ya que la misma queda en propiedad del dueño de la

tierra una vez terminado el contrato de arriendo. Tienden entonces a invertir su dinero en

bienes muebles como vehículos y directamente en la producción.

Tanto los patrones productores como los trabajadores han sido asiduos demandantes de los

servicios públicos de salud y educación. Algunos de aquellos que lograron ascender

socialmente utilizan servicios privados mandando a sus hijos, la tercera generación, a

escuelas privadas, pudiendo además prescindir del trabajo de sus hijas e hijos en la

producción. Pero para la mayoría, el hecho de haber podido acceder a servicios gratuitos de

salud y educación primaria, secundaria y universitaria, aún con todas sus deficiencias, les

permitió y les permite sobrevivir de una mejor manera sin que esto implicase grandes

erogaciones de dinero27

.

27

Ringuelet et al, Cuestiones. Ringuelet comp. Espacio.

Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,

1940-2003 - Living conditions, conflict and class consciousness of horticulturists from Gran La Plata, 1940-

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La diferencia entre aquellos primeros migrantes y los contemporáneos radica en la

posibilidad de acceso a la propiedad de la tierra, las diferencias en la necesidad de capital

para iniciar la producción y el uso de las ganancias obtenidas. En este sentido, los

migrantes gringos mejoraron sus condiciones de vida en función de su posibilidad de

acceso a la tierra propia y al no haber necesitado tanto capital en los inicios para producir,

pudieron invertir parte de sus ganancias en mejorar su hábitat inmediato. Más

recientemente, siendo el acceso a la tierra muy difícil dado su alto costo, se deciden otras

vías de inversión. Puede verse en las explotaciones, junto a casillas de madera muy

precarias, grandes camionetas valuadas en cientos de miles de pesos, el contraste entre una

vivienda extremadamente pobre y un vehículo de lujo es llamativo. También lo es el hecho

de patrones productores que viven en las mismas condiciones que los trabajadores que

emplean.

Resulta importante destacar aquí que cualquiera que fuere la clase social de los sujetos

involucrados en la producción de hortalizas, sus condiciones-calidad de vida no superó ni

supera las de cualquier trabajador asalariado promedio. Es decir que, observando la

formación familiar, la posesión de tierra, vivienda, servicios elementales (luz, agua, gas),

educación, salud, vestimenta y posesión de vehículo no se encontraron situaciones mejores

que las del promedio de los trabajadores argentinos ocupados. Con esto no se quiere

expresar que no haya contrastes dentro de las diferentes fracciones de la clase obrera

respecto de sus condiciones de vida, sino que en promedio, los sujetos de la horticultura no

las superaron. Pero lo más sugestivo es que, muy por el contrario, tendieron a vivir en

peores condiciones. Tanto los patrones productores arrendatarios como los terratenientes y

los asalariados tienden a unificarse en sus condiciones-calidad de vida, aún en sus

diferencias de clase, estando muy por debajo de otros trabajadores. Incluso algunos

investigadores asociaron las condiciones de vida tanto de pequeños patrones productores,

peones medieros como de peones a situaciones de pobreza, en tanto entendían a esta como

la incapacidad de acceder a la satisfacción de necesidades consideradas esenciales por una

sociedad en un momento histórico determinado, la exclusión y desigualdad de acceso a

bienes económicos y simbólicos, la vivencia de privaciones y el no alcance a un nivel de

vida mínimo28

.

28

Attademo, Cambios en. Attademo, Lazos sociales. Silvia Attademo, “Participación de la mujer en la esfera

del trabajo hortícola del Gran La Plata”. V Congreso Argentino de Antropología Social (1997). Silvia

Attademo, “El Trabajo Hortícola y la Situación de la Mujer en el Gran La Plata”. Mujer, trabajo y pobreza en

la Argentina, Ruth Sautu, Mercedes Di Virgilio y Gimena Ojeda (La plata: Edit. UNLP. 1999) 163-170.

Silvia Attademo y María Cristina Salva, “Horticultura y condiciones de vida en un área subrural”. X Congreso

Mundial de Sociología Rural (2000).

Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,

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Como actúan

Los registros de conflictos y enfrentamientos en el sector hortícola datan de la década del

50. Los reclamos registrados desde esa época representan históricas problemáticas del

sector hortícola en general. El paso del tiempo y las diferentes instancias organizativas dan

cuenta de forma reiterada de las mismas dificultades. El proyecto inicial se proponía

estudiar el conflicto en el sector hortícola platense a partir de 1950, sin embargo al

momento de registrar los periódicos locales en la búsqueda de rastros de conflictividad los

hallazgos fueron prácticamente nulos hasta la década del 80. Esto llevó a la necesidad de

ampliar la indagación a nuevas fuentes. Fue así que a pesar de no haber noticias

periodísticas en las cuales los horticultores aparecieran confrontando, sí se encontraron en

otras fuentes datos de organización y cooperación entre ellos.

Una de estas iniciativas nació en tiempos del gobierno peronista, iniciándose hacia 1953 y

viendo su final en 1963. Los patrones productores en esa oportunidad decidieron encarar la

fundación de una cooperativa a la que llamaron “Cooperativa de Horticultores Eva Perón”

(CHEP). Otro caso encontrado, previo a la década del 80, es el Congreso Nacional de

Horticultura y Fruticultura que data de 1971, organizado por la Unión de Productores

Agropecuarios de la República Argentina (UPARA, órgano gremial del Partido Comunista

Argentino para el sector rural). Las actas del congreso dan cuenta de un análisis sistemático

de las problemáticas que atravesaban al sector, así como de los reclamos expresados por el

mismo y las iniciativas de resolución.

Ya iniciada la década del 80, los datos de conflicto y organización se vuelven más

recurrentes, dando cuenta de cambios en el sector. La invisibilidad del conflicto hasta los

años 80 puede comprenderse si se tiene en cuenta que la horticultura comercial

propiamente dicha, es decir la producción orientada al mercado, tuvo su surgimiento

mediando los años 40. El desarrollo de la misma recién alcanzó sus momentos más

importantes a partir de los años 80, con la implementación de nuevas tecnologías

productivas, que si bien habían surgido en los años 70, llegaron al cordón hortícola platense

unos años más tarde. Puede decirse que hasta esos años, la producción de hortalizas no

presentó grandes crisis desestabilizadoras, aunque sí se fueron esbozando algunas

problemáticas que se desarrollarán con fuerza en los momentos de intensificación

productiva a partir de la década del 80.

Los años que van desde 1994 aproximadamente, hasta el 2002, estuvieron atravesados por

una profunda crisis estructural para los patrones productores y los trabajadores. Tal como se

expresara en el acápite anterior, al haber cambiado las formas de producir y las relaciones

laborales que le eran propias, complejizaron el panorama no sólo en lo que respecta a lo

productivo sino también a las organizaciones gremiales que acompañaron estos cambios y

sus reivindicaciones. Surgió una clara diferenciación hacia arriba y hacia abajo entre los

patrones productores en lo referente a capitalización y productividad, lo cual trajo

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aparejado un aumento en la confrontación, con acciones que poseyeron una visibilidad

notable y con un alto grado de violencia para los parámetros de lucha habituales en el

sector. A través de diferentes métodos, como asambleas, declaraciones, movilizaciones y

cortes de calles, los sujetos involucrados intentaron incidir en la forma en que las políticas

del Estado municipal, provincial y nacional afectaban al sector. Otros denunciando la

situación de precarización laboral en que se encontraban29

.

A partir de la década del 80, la mayoría de las acciones de los sujetos hortícolas platenses

las motorizó la Asociación de Productores Hortícolas de La Plata (APHLP)30

y la

Asociación de Medieros y Afines (ASOMA)31

, y a partir de 1998 apareció en escena

también de manera destacada la Asociación de Quinteros de La Plata (AQLP)32

en

representación de la fracción más empobrecida de productores. Estas tres organizaciones

fueron las más visibles y activas, representando a patrones productores y peones medieros

en la región platense. Tangencialmente entró en la confrontación la Unión Argentina de

Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE)33

representando al sector de los peones

29

Dado que los reclamos se repiten a lo largo del período bajo estudio se consignan aquí las diferentes fuentes

de información consultadas a fin de no tener que reiterarlas cada vez que se desarrolla la información a partir

de ellas recabada: Informe DIPBA, La Plata, 19/04, 22/04, 27/04, 03/05, 09/05, 10/05, 24/05, 31/05, 01/06,

21/06, 28/06, 27/07, 05/08, 31/08, 14/12/1994 y 17/05/1995. Diario Hoy, La Plata, 19/04 y 21/04, 1994.

Diario El Día, La Plata, 22/01, 06/06, 26/06, 13/07, 16/07, 21/07, 28/09, 02/10, 16/12, 1999. Diario El Día,

La Plata, 22/03, 18/03, 22/05, 23/05, 29/06, 23/08, 12/09, 13/09, 19/09, 20/09, 22/09, 29/09, 22/10, 24/10,

26/10, 28/12, 2000. Diario El Día, La Plata, 09/01, 11/01, 23/01, 24/01, 28/01, 30/01, 23/03, 30/01, 08/06,

18/07, 09/12, 2001. Diario El Día, La Plata, 20/01, 18/02, 20/03, 2002. ASOMA, Boletines Informativos y

Plataforma a elecciones de la Lista Unidad. Actas de la APHLP, Asambleas anuales ordinarias y

extraordinarias desde 25 de noviembre de 1983 (Acta fundacional) hasta el 4 de noviembre de 2002. Actas de

la APHLP, Reuniones de la Comisión Directiva desde 2 de diciembre de 1983 (Acta nro.1) hasta 3 de

noviembre de 1992 (Acta nro. 127). 30

La Asociación de Productores Hortícolas de La Plata (APHLP) nació un 25 de noviembre de 1983. Con los

aires renovadores de la democracia, y acompañando una oleada general de participación ciudadana, un grupo

de 42 patrones productores hortícolas de La Plata, decidieron “bajo una necesidad imperiosa de unidad para

fines comunes, organizarse conjuntamente con el resto del país. Para cooperar con las autoridades, los

productores entre sí y con los trabajadores hortícolas que luchan contra las plagas, inclemencias del tiempo,

precios y el mercado”. APHLP Acta fundacional. La Plata, 25 de noviembre de 1983. 31

La Asociación de Medieros y Afines (ASOMA), surgió en 1987, en la ciudad de La Plata, con 18 familias

de medieros que decidieron organizarse. Desde sus inicios el Partido Comunista Revolucionario (PCR) estuvo

presente en la organización, en coincidencia con su programa que se proponía trabajar con el sujeto más pobre

del campo, en este caso peones medieros y trabajadores. 32

La Asociación de Quinteros de La Plata (AQLP) apareció por primera vez en los registros periodísticos en

el año 2000. Sin embargo su existencia se remontaba a 1998. Surgió como un agrupamiento de patrones

productores de una de las zonas productivas más golpeadas por las políticas desarrolladas en los años 90:

Gorina. Beatriz Nussbaumer, “La emergencia de acciones colectivas en el área hortícola bonaerense a partir

de la década de los ochenta” (Tesis de posgrado/Maestría. Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos

Aires, 2000). 33

La Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) agremia a todos los trabajadores de la

actividad agropecuaria, incluidos horticultores, trabajadores de empaque, carga y descarga en semilleros,

centros de acopio, puertos y galpones y trabajadores de criaderos avícolas industriales.

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asalariados no importa cual fuere la forma de retribución de su trabajo (tarea, hora, día, mes

o a destajo).

A partir de las fuentes consultadas puede decirse que, por un lado, en los registros aparecen

confrontando sectores de la pequeña burguesía en sus dos fracciones más y menos

empobrecida, es decir los patrones productores representados en la CHEP en la década del

50, el congreso de productores organizado por la UPARA a inicios de los años 70, la

APHLP y la AQLP en los años 90. Llamativamente, el paso del tiempo no modificó

sustancialmente sus reclamos aunque sí se volvieron más intensos y reiterados desde

mediados de los años 90. Las acciones fueron dirigidas contra diversos sujetos e

instituciones, la mayoría de ellas fueron orientadas contra lo que llamaban el “Estado” en

sus diferentes “formas”: gobierno y autoridades de gobierno. En ocasiones se conjugaron

ataques y reclamos a varios de ellos (Gobierno Nacional, Provincial y Municipal). Otros

sujetos de ataque fueron las entidades bancarias y entidades privadas: aseguradoras,

empresas de servicios, importadoras de mercaderías de países limítrofes. Pero también se

destacaron enfrentamientos hacia aspectos más estructurales: contra las condiciones que

imponía el mercado capitalista de competencia indiscriminada, la crisis económica y

específicamente en los años 90 contra las políticas de ajuste emanadas desde el Estado.

A lo largo del tiempo, en sus diferentes enfrentamiento manifestaron su descontento

respecto de la competencia a la que eran expuestos en las relaciones del mercado

capitalista, aduciendo que su pequeño tamaño y el hecho de producir mercancías no

exportables los ponía en un lugar diferente que el resto de la producción agropecuaria

nacional. También reclamaron la intervención activa del Estado para apaciguar las

diferencias con los otros sectores productivos, solicitándole políticas de protección para el

sector. Remarcaron el carácter altamente competitivo que tenían hacia el interior del sector,

dado que todos producían los mismos bienes en la misma época del año para el mismo

mercado. Este dato los llevó a competir entre ellos, desalentando la solidaridad y la

cooperación, fomentando el individualismo.

Dichos enfrentamientos exponen los reclamos propios de la pequeña burguesía, y en el caso

de los productores de hortalizas remiten a la escasa rentabilidad histórica de la producción,

por momentos culpando de ello a la falta de políticas estatales y al abandono sufrido por

parte del Estado. En los años del neoliberalismo también visualizaron la carencia de planes

de desarrollo, la desidia de los organismos públicos y los políticos en la atención del buen

funcionamiento de la economía, la falta de ayuda para planificar la producción, la falta de

alternativas crediticias accesibles. Argumentando que eran productores de pequeño tamaño

y de escala productiva pequeña, solicitaron la eliminación de las retenciones al IVA, la

exención en los impuestos, la eliminación de Ingresos Brutos Agropecuarios, la reducción

de aportes provisionales, la reducción de impuestos y tasas sobre la propiedad, la reducción

de los impuestos a los insumos de importación para la producción hortícola. Ya desde la

década del 70’ pidieron que se impidiera el ingreso de mercadería de países limítrofes con

Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,

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la que debían competir, ser pasibles de subsidios, que se realizasen los controles

fitosanitarios, que el Estado garantizara precios mínimos y políticas para evitar las

intermediaciones parasitarias en la red de comercialización, mejoramiento de la red

caminera, asistencia técnica para la aplicación de tecnologías modernas y ayuda para el

desarrollo de la industria agroalimentaria local.

Por su parte los patrones productores más empobrecidos, si bien compartían el conjunto de

reclamos con los horticultores de la región, destacaron fuertemente el acoso que sentían por

parte de la UATRE para efectivizar la declaración legal de sus peones asalariados. Dieron

cuenta en su discurso de ser un sector de patrones productores más pequeños y

empobrecidos que no lograban, a diferencia de otros patrones productores más rentables,

legalizar la mano de obra que contrataban sin poner en riesgo su reproducción social y

productiva en el sector. Estos reclamos fueron llevados adelante por la AQLP.

Podemos observar entonces que en estos conflictos registrados aparece manifestándose por

un lado la pequeña burguesía, burguesía empobrecida o pequeños patrones productores,

quienes se caracterizan por ser propietarios de sus condiciones materiales de existencia que

no venden su fuerza de trabajo, utilizan fuerza de trabajo ajena al grupo familiar de manera

esporádica, cuya capacidad de acumulación, reinversión productiva de la riqueza y su

capacidad de competencia con los capitalistas más grandes es muy limitada. Fracción de

clase que, tal como muestran los registros del enfrentamiento, se encuentra en una situación

de permanente diferenciación en dos capas: por un lado los pequeños patrones acomodados

o pequeña burguesía acomodada, que explota un número más o menos considerable de

obreros y asalariados y consigue realizar algún tipo de acumulación; por otro lado, los

pequeños patrones pobres o pequeña burguesía pobre que apenas consigue sobrevivir sin

realizar ninguna acumulación y cuya principal fuente de subsistencia es la pequeña

propiedad 34

. En este sentido, los reclamos expuestos ponen de manifiesto que la pequeña

burguesía es una clase en transición, en tendencia constante a la desaparición si bien el

capitalismo tiende a su eliminación progresiva, siempre aparece de nuevo35

. Esto significa

que es una clase que se descompone y recompone constantemente con tendencia a su

desaparición definitiva. No se trataría de una clase, sino de una situación, del sector que

está en un proceso de formación, descomposición o recomposición hacia el proletariado o

hacia la burguesía36

. Tal como se ve expresado a partir de los enfrentamientos, estos

pequeños propietarios son también expoliados por otros mecanismos diferentes a la forma

salarial en que son expoliados los trabajadores, por ejemplo, el monopolio de demanda de

34

AAVV, “Taller la Estructura Social en la Argentina”, Programa de Investigación sobre el Movimiento de

la Sociedad Argentina (PIMSA), Documento de Trabajo: 24 (2000). Vladimir Ilich Lenin, El desarrollo del

capitalismo en Rusia. (Bs. As.: Ediciones Estudio. 1973). Lemmi, Las clases sociales en. 35

Carlos Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. (Bs. As: Edit. Need, 1998). 36

Juan Carlos Marín, Los hechos armados. Un ejercicio posible (Buenos Aires: Edición del CICSO, 1984).

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las grandes empresas frente a la dispersión de la oferta de sus productos, los impuestos, el

crédito, la usura, entre otros37

.

Ambas fracciones de la burguesía confrontaron no sólo contra los capitalistas más grandes

y su manejo de las políticas públicas y de mercado, sino también aparecen confrontando

contra los trabajadores asalariados rurales representados en su gremio, la UATRE. Los

patrones productores argumentaban, frente a la denuncia de no registrar legalmente a sus

trabajadores y el cobro de multas por parte de la UATRE, que las cargas sociales eran muy

altas para que pudieran afrontarlas los pequeños productores.

Pero, los peones medieros aparecieron con voz propia, ya que en su deseo de ascenso social

reclamaron “la tierra para quien la trabaja”, conjugado esto según la coyuntura, con

reclamos a sus patrones en tanto obreros como el respeto de los derechos laborales más

elementales. Enlazando esta doble condición del peón mediero, trabajador asalariado pero

con deseos de ascenso social, apareció la ASOMA, organización gremial cuya línea osciló

entre ambas identidades del sujeto “mediero”: su condición obrera con sus deseos de ser

burgués/poseer los medios de producción. Este sujeto representa el sector más empobrecido

dentro de la cadena de producción hortícola, el hecho de estar completamente enajenados,

tanto de los medios de producción como de parte de su libertad, los convierte en un sujeto

particularmente sensible a las injusticias y permeable a la organización gremial38

.

Denunciaron la problemática de la mano de obra ya que según sus registros el 90% de los

trabajadores rurales de la zona no se encontraban registrados en el Ministerio de Trabajo,

desarrollando su labor en pésimas condiciones de seguridad e higiene. Los integrantes de

esta asociación se reconocían a sí mismos como campesinos pobres y medios, ya que la

mayoría no poseía tierra propia pero trabajaba en tierras ajenas con la fuerza de trabajo de

toda la familia y en condiciones muy precarias. Reivindicaban una reforma agraria integral

y profunda y la creación de una “Junta Reguladora de Hortalizas” a partir de la cual se

debía promover un precio mínimo sostén, fijando el precio de compra y venta. Proponían

asimismo la creación de una Ley de mediería que reconociera a los peones medieros como

trabajadores y pudieran otorgárseles aportes jubilatorios, obra social, vacaciones, salario

familiar, etc. En los años más críticos para este sector empobrecido de la horticultura, los

reclamos y denuncias estructurales fueron acompañados por otros donde se ponía el acento

en las necesidades concretas e inmediatas de los peones medieros: alimentos, ropa, becas,

útiles escolares, guardapolvos y calzados para poder estudiar, subsidios para los que

quedaban desocupados en el sector, nylon y maderas para los invernaderos, semillas,

herramientas para trabajar y precios compensatorios para su producción. Identificaron al

Estado como representación de los intereses de los propietarios de tierras y reclamaron por

la adquisición de la misma para quienes eran los genuinos trabajadores de las mismas,

37

Iñigo Carrera, El concepto de. 38

Ringuelet et. al., Cuestiones. Roberto Benencia, “Formas de relación contractual y precarización del

empleo en el mercado de trabajo hortícola” Revista de Estudios del Trabajo Vol: 12 (1996).

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combinando en sus reclamos las necesidades más inmediatas como comida, ropa y vivienda

junto a la necesidad más estructural de repartir la tierra39

.

Por otro, encontramos al sector de los trabajadores asalariados mediados por su gremio, la

UATRE, cuyos reclamos consistieron en que se regularice la situación laboral ya que el

trabajo no registrado en el sector hortícola es y ha sido muy alto, que se garantizasen el

cumplimiento de los derechos laborales y que se pagasen las cargas sociales. Denunciaron

que el sistema que los productores llamaban mediería era ilegal y que se lo utilizaba para

encubrir una relación de trabajo asalariado evitando así su registro, evadiendo el pago de

los aportes correspondientes y el cumplimiento de los derechos laborales para los

asalariados. La forma primordial de accionar de la UATRE en la horticultura platense

radicó en las inspecciones sorpresa a las quintas intentando detectar casos de trabajadores

no registrados e incumplimiento de la legislación laboral. Pero el resultado de estas

denuncias e inspecciones fue escaso, no logrando disminuir los altísimos niveles de trabajo

no registrado en el sector ni que se respeten los derechos laborales en toda su magnitud

(salario, jornada laboral, seguridad e higiene, vacaciones, etc.) o lograr mayores niveles de

sindicalización.

El comienzo de la recesión en 1998, que culminó en la crisis del 2001 dio por resultado en

el territorio hortícola platense la desaparición de un 40% de la superficie hortícola mientras

que cesaron en su actividad o desaparecieron más de 100 explotaciones hortícolas,

disminuyendo en 20.000 toneladas la producción y quedando desocupados de la actividad

hortícola un 24% de los trabajadores (757 personas)40

. A partir de la crisis que se desató

hacia fines del año 2001 y que culminó con la devaluación de la moneda, los horticultores

del Gran La Plata se vieron profundamente afectados. En sus reclamos los patrones

productores sostuvieron que se encontraban al filo de la desaparición, responsabilizando de

ello al Estado y exigiéndole la aplicación de soluciones que contribuyeran a regularizar la

situación del sector. Pidieron que se encontrara la manera de hacer compatibles la

cotización de los insumos en el exterior con los valores del mercado interno y que el Estado

se posicionara como mediador ante proveedores y empresas de servicios para que estas

aceptaran como medio de pago los bonos provinciales y nacionales. Por último, en vistas de

resolución de la crisis, los años que van desde el 2002 en adelante, fueron de resurgir de la

actividad. Con un panorama socio-productivo depurado de elementos no competitivos,

aquellos patrones productores que lograron sobrevivir plantearon, en un nuevo contexto, un

cambio en las relaciones de producción apareciendo elementos ya conocidos pero que

desde hacía varios años estaban ausentes en este espacio productivo.

39

Ana Valtriani e Irene Velarde, “Historia y evolución de la Asociación de Medieros y Afines del Cordón

Hortícola de La Plata”, Cuadernos de Desarrollo Rural, Vol: 44 (2000). Partido Comunista Revolucionario.

Documentos aprobados por el 5to. Congreso del Partido Comunista Revolucionario, mayo de 1987. Tomo V.

Entrevistados 20 y 24. 40

García y Kebat.

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Los enfrentamientos se presentan como una sucesión de encuentros en los que se crean y

destruyen relaciones sociales. La territorialidad social que se disputa en cada

enfrentamiento, el conjunto de relaciones sociales que se ponen en juego, está construido

por ciertas condiciones materiales, que son las mediaciones de relaciones sociales

materiales. Se ve cómo a lo largo de los años, las diferentes clases involucradas en el

conflicto intentaron sostener una territorialidad que el sistema capitalista en su tendencia a

la competencia, concentración y centralización del capital amenazaba de forma permanente.

Cada clase involucrada avanzó sobre las otras para defender su territorialidad amenazada.

Así, ya desde los años 70 pero muy fuertemente en los años 90, frente al avance del capital

y el aumento de la competencia entre patrones productores, estos descargaron los riesgos

económicos que debían afrontar sobre los peones en forma de mediería. Hasta la década

del 90 la crisis no se manifestó con profundidad en el sector, pero a partir de allí cada sector

vulnerado intentó hacer recaer sobre los otros sectores las cargas del ajuste impuesto por la

racionalidad capitalista. Los patrones productores tomaron crédito en los bancos y casas de

agroinsumos y trasladaron los riesgos sobre los asalariados en forma de mediería

(pagándoles a destajo). A su vez los peones medieros descargaron sobre sí mismos, sobre

otros asalariados y su propia familia su precariedad. Fue el gremio de los trabajadores el

que luchó por que la ley desconociera el pago a destajo como asimilable a la mediería y la

efectivizara como tal, pero claro está, con magros resultados.

Como piensan

Se rastrea en el conflicto un dato que se repite a lo largo del tiempo: el nivel económico

corporativo de la conciencia de los sujetos involucrados, no importa cual fuera su clase

social; en tanto estos lograron ser solidarios con sus otros iguales sintiendo la unidad

homogénea del grupo profesional y el deber de organizarse, destacándose en los momentos

más críticos su conciencia de solidaridad de intereses entre todos los miembros del grupo

social, aunque todavía en el campo meramente económico. Ya se planteaban la cuestión del

Estado, pero sólo en el terreno de lograr una igualdad político-jurídica con los grupos

dominantes, reivindicándose el derecho a participar en la legislación y en la administración

y hasta de modificarla, de reformarla, pero en los cuadros fundamentales existentes.

Resulta importante aclarar que Gramsci, teórico referente en este estudio, entendía que el

proceso de toma de conciencia no se da sólo en la clase trabajadora sino que es un proceso

por el que atraviesan también las diferentes fracciones de la burguesía. Retomando los

postulados de Marx, observó que no todas las fracciones de la burguesía poseen conciencia

plena de su lugar en la producción y del funcionamiento total de las relaciones sociales. En

este sentido, la mayoría del tiempo el burgués individual no comprende la totalidad del

proceso de producción teniendo reclamos económico-corporativos, al igual que la clase

trabajadora. El proceso de toma de conciencia de la totalidad capitalista y del rol que cada

clase y fracción de clase cumplen en ella pasa tanto para la clase obrera como para la

burguesía por diferentes estadios y momentos.

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Sin embargo en el caso aquí estudiado, ninguna de las clases involucradas logró alcanzar el

momento más acabado de la conciencia, su último estadio, que en el sujeto obrero implica

vislumbrar la necesidad de la destrucción del sistema capitalista para la construcción de uno

nuevo, mientras que para la burguesía implica usar todas las armas a su alcance para la

defensa estratégica del sistema que la sostiene como clase dominante41

. Tanto los peones en

su condición de asalariados mensualizados, jornaleros o a destajo, así como los patrones

productores manifestaron una conciencia que no superaba los límites de la propia existencia

dentro de las relaciones sociales capitalistas. Los pequeños burgueses, patrones productores

reclamaron constantemente al Estado que interviniese para igualar la situación, para

protegerlos frente a la competencia desigual en pos de convertirse en burgueses

competitivos. Específicamente para el caso de los asalariados, la lectura que hacían de la

realidad social y de su propia existencia no traspasó los límites impuestos por la hegemonía

capitalista en tanto los reclamos expuestos muestran un sujeto que protestaba en tanto

vendedor de su fuerza de trabajo, apelando al cumplimiento de la ley en su reconocimiento

como tales y de ser incorporados al sistema en las mejores condiciones posibles. Incluso los

peones medieros mostraban un entramado de su conciencia donde se identificaban con la

conciencia burguesa.

Ahora bien, de dónde nace esta conciencia burguesa compartida, esta unidad de intereses

entre los diferentes sujetos de la producción. Todos los migrantes que llegaron a la

horticultura platense, no importa el momento histórico ni su origen nacional, arribaron con

el objetivo de una mejora de su situación económica, en tanto la migración conllevaba la

esperanza por una oportunidad de ascenso social, es decir, de "aburguesamiento"42

. Este

hecho, sus deseos de ser dueño de los medios de producción, de no trabajar para otros,

puede ubicarse dentro de lo que Marx nombró como “las formas jurídicas, políticas,

religiosas, artísticas o filosóficas, ideológicas” dentro de las cuales los sujetos en cuestión

están inmersos y a partir de las cuales cobran conciencia de su condición y la dirimen43

.

Entonces, lo que puede observarse es que en el conjunto humano unido en la producción de

hortalizas, existen dueños o no de los medios de producción, cuyas condiciones de vida han

sido casi homogéneamente obreras pero su subjetividad ha sido plenamente burguesa. Esto

es posible ya que la horticultura como nicho productivo históricamente ha posibilitado el

ascenso social de algunos de los sujetos involucrados en la producción. Esto no quiere decir

qué todos hayan ascendido socialmente pero sí que algunos han podido hacerlo, lo que

41

Antonio Gramsci, “Análisis de las situaciones. Relaciones de fuerza”, en: Notas sobre Maquiavelo, sobre la

política y sobre el Estado Moderno, Antonio Gramsci (Buenos Aires: Edit. Nueva Visión, 1990), 51 – 62.

Marx, El Dieciocho Brumario. Marx, Miseria. Vladimir Lenin, ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro

movimiento (Buenos Aires: Edit. Anteo, 1974). 42

Eduardo Sartelli, “Celeste, blanco y rojo. Democracia, nacionalismo y clase obrera en la crisis hegemónica

(1912-1922)”. Revista Razón y Revolución Nro. 2 (1996). Matías García, “Fuerza de trabajo en la horticultura

de La Plata (Buenos Aires, Argentina). Razones y consecuencias de su competitividad”. Revista Trabajo y

Sociedad No. 22 (2014). 43

Marx, Contribución.

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lleva a la construcción del deseo como algo posible, al desarrollo de la aspiración de

“aburguesamiento”.

La hegemonía burguesa ha construido una ideología según la cual para cumplir el anhelo de

dejar de ser explotado se necesita reproducir la explotación en otros. Es así que puede verse

cómo los primeros inmigrantes europeos al llegar a su condición de patrones productores

sometieron a los nuevo migrantes del interior del país y de Latinoamérica a los mismos

sufrimientos y explotación a los que ellos fueron sometidos. Y lo mismo sucedió con los

migrantes latinoamericanos que lograron aburguesarse, quienes reprodujeron la situación

con sus propios coterráneos recién llegados. Puede observase entonces una cadena de

reproducción de la dominación tal como es planteada por las relaciones capitalistas. No

importa si el conjunto “vive como peón” mientras su conciencia de la situación sea la de

patrón, real o como una expresión de deseo. Tampoco importa el color de la piel, el origen

étnico o nacional, ya que el deseo de ascenso social atraviesa a todas las culturas inmersas

en las relaciones sociales capitalistas.

Esto puede explicarse a partir de entender, tal como se desarrolló teóricamente en acápites

precedentes, que las clases no luchan clase contra clase en su expresión de “clase en sí” o

“con respecto al capital”, sino las que se enfrentan son fuerzas sociales, alianzas de clase

tras objetivos comunes. Las clases sociales, en tanto conjuntos humanos se articulan en

posiciones distintas en las relaciones de propiedad, luchan entre sí y al interior de sí, se

alían entre sí y con fracciones de otras clases, la confrontación se da entre alianzas que

constituyen fuerzas sociales44

. Así puede verse como el proyecto que las unifica y que da la

dirección a los enfrentamientos, la estrategia, la meta final que se quiere alcanzar en este

caso: el ascenso social, el “sueño de ser burgués” y el abandono de la condición obrera, es

la representación de los intereses de la clase dominante, de la burguesía, en tanto ella logró

acaudillar, alinear tras de sí, de su proyecto a la clase trabajadora en su condición de

migrante. Tal como fuera desplegado en acápites anteriores, la lucha teórica, la lucha por

alinear tras de su proyecto a la mayor cantidad de aliados posibles de su misma clase o

fracciones de otra clase, fue ganada por la burguesía en tanto organizadora de la sociedad y

constructora del entramado ideológico que la sostiene.

Esto explica el motivo por el cual a pesar de haber vivido tanto los pequeños burgueses y

los trabajadores, en condiciones obreras su conciencia de la situación ha sido otra. La

asimilación en las condiciones-calidad de vida de los sujetos que permiten homologarlos

“hacia abajo”, es decir en su condición de vida obrera, aunque muchos de ellos

44

Juan Carlos Marín, La noción de “polaridad” en los procesos de formación y realización del poder.

Cuadernos de CICSO, Serie Teoría Nro. 8. (Bs. As: CICSO, 1981). Inés Izaguirre y Zulema Aristizábal,

Luchas obreras 1973-1976. Los alineamientos de la clase obrera durante el gobierno peronista. Nuevas

consideraciones teórico-metodológicas para e estudio de los conflictos obreros. Documentos de Trabajo Nro.

17 (Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Gino Germani-UBA, 2000).

Soledad Lemmi, Condiciones de vida, conflicto y conciencia de clase en los horticultores del Gran La Plata,

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objetivamente fueran dueños de sus condiciones materiales de existencia como se

explicitado precedentemente, contrasta con su asimilación “hacia arriba” en la conciencia.

Los pequeño burgueses, patrones productores, adquirieron conciencia de su situación de

clase en su momento económico corporativo y reconocieron que su forma de vida era

inferior a la que anhelaban, por ello reclamaron constantemente al Estado que interviniese

para igualar la situación, para protegerlos frente a la competencia desigual en pos de

convertirse en burgueses competitivos. También este hecho explica la aceptación por parte

de los trabajadores de las condiciones de explotación bajo la forma de “mediería” o trabajo

a destajo, involucrando al núcleo familiar completo y la totalidad del tiempo de su vida en

las tareas productivas. Explica el motivo por el cual era tan engorrosa la posibilidad del

gremio de trabajadores, UATRE, de lograr nuevas sindicalizaciones y reclamos. El gremio

desconocía la “mediería” pero los trabajadores la aceptaban y la utilizaban como una

estrategia de ascenso social.

Un último análisis conduce la reflexión al momento más amplio de la lucha, la constitución

de fuerzas sociales. Se dijo que las clases luchan en tanto fuerzas sociales, y que estas

últimas no están dadas a priori sino que se constituyen también en el enfrentamiento.

Cuando se observan los enfrentamientos puede verse la constitución de las clases y al

mismo tiempo la constitución de la fuerza social que están componiendo. Cómo se dilucida

esto? Una vez más, viendo la estrategia, la meta que están intentando alcanzar. En este

caso, cuando se rastrean los enfrentamientos se observa que la ideología que impulsó a los

patrones productores por un lado y a los trabajadores por otro fue la de un Estado

intervencionista y protector. Ellos consideraron que el mismo se encontraba por arriba de

las clases sociales, mediando como un sujeto imparcial y vigilando la justa aplicación de la

ley. Los sujetos de la horticultura no fueron liberales, nunca lo fueron por definición. Sólo a

principios de los años 90, el sector más capitalizado de patrones productores, comulgó con

algunos planteos del neoliberalismo pero acompañados de otros pedidos de intervención del

Estado. A partir de mediados de los años 90 y sobre su final, finalmente impugnaron con

toda su fuerza al régimen neoliberal capitalista, aunque no al capitalismo como sistema,

repudiaron al Estado en su forma neoliberal y formaron parte de la fuerza social que en el

2001 cuestionó fuertemente la forma de dominación establecida. Tal como escribió Marx,

“lo hacen pero no saben”45

. Esta impugnación al capitalismo neoliberal de conjunto fue lo

más lejos que llegaron en su lucha, manifestando el sesgo burgués y reformista de su

conciencia.

Conclusión: vivir como peón, pensar como patrón

A lo largo del artículo pudo destacarse la centralidad de la condición de migrantes de los

sujetos involucrados por sobre su nacionalidad o etnia de origen. Los sujetos que han

llevado adelante este proceso a lo largo de toda su existencia, sin importar si fueron

45

Marx, El Capital.

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italianos, españoles, portugueses, de las provincias del interior del país o latinoamericanos,

poseen la característica de ser inmigrantes que en sus anhelos de ascenso social llegaron a

La Plata para comenzar a trabajar como asalariados, en su forma de peón y peón mediero.

Para muchos de ellos el paso al arrendamiento y luego a la propiedad de la tierra no les

llevó más de 10 años. Este sujeto fue el encargado de consolidar un nicho económico de

rasgos capitalistas. La producción y venta de hortalizas se ha caracterizado desde los años

40 en adelante por trabajar con mano de obra asalariada, por dueños de la tierra que reciben

renta en tanto terratenientes y ganancia en tanto capitalistas. Sujetos que priorizan el ahorro

para la reinversión productiva, inversión de capital para obtener más ganancias. Sujetos que

se comportan como patrones una vez que ascienden en la escala social sin importar cual sea

su origen étnico o nacional. Los trabajadores asalariados, al igual que en el pasado,

aceptaron ingresar a la producción como peones medieros pagados a destajo, ya que al ser

una actividad rentable económicamente les permitía un pequeño aunque progresivo ahorro

si trabajaba el grupo familiar completo, esperanzados en poder usarlo en su propio ascenso

social cuando se presentase la oportunidad.

Sin embargo, la crisis de fines de la década del 90, como toda crisis, funcionó como

disciplinadora en varios sentidos. Por un lado disciplinamiento en un sentido productivo ya

que aquellos sectores menos competitivos tendieron a la desaparición, los patrones

productores dejaron de trabajar las tierras pero no se deshicieron de ellas pasando a

ocuparse en otras labores como asalariados (choferes de micros y camiones, albañiles,

carniceros, vendedores, etc.). Algunos peones medieros y trabajadores asalariados pasaron

a formar parte del ejército de desocupados en busca de subsidios desde el Estado. Pero la

crisis también fue disciplinadora en un sentido subjetivo, ya que la salida de la producción

de los patrones productores dejó temerosos a los que sobrevivieron, generando reticencias a

futuras inversiones. Para muchos de los patrones productores, descendientes de la primera

oleada de inmigrantes, fue la pérdida de una trayectoria histórica en el sector que se

remontaba a padres y abuelos.

Pudo observarse que todos los sujetos de la producción de hortalizas a través de sus

organizaciones gremiales pasaron a componer la fuerza social que impugnó al capitalismo

neoliberal hacia fines de 2001. Sus deseos frustrados de ascenso social conjugados con una

condición de vida empobrecida los llevó a ser uno de los tantos defraudados con las

promesas del neoliberalismo. Se llegó entonces al punto en el cual, a partir de 1994 en

adelante aproximadamente, los diferentes sujetos de la producción hortícola se unificaron

en su rechazo al capitalismo neoliberal en tanto éste los estaba desplazando hacia abajo en

su condición de clase, pero no al sistema capitalista de conjunto.

Realizando un rastreo hacia atrás y poniendo la lupa en los reclamos pudo verse que a lo

largo de toda la historia del sector los sujetos no traspasaron su conciencia económico-

corporativa. Esto pudo explicarse a partir del contraste existente entre sus condiciones de

vida objetivas y la forma en que esa condición pasaba por la conciencia. Se cuestionó en

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este artículo por qué si todos los sujetos de la horticultura han compartido y comparten

similares condiciones de vida obrera, tal como se demostró en el acápite titulado “Cómo

viven”, no se encontraron masivamente reclamos desde esa posición de clase. Muy por el

contrario, lo que demostró el registro del enfrentamiento tal como se vio en el acápite

“Como actúan” es que los reclamos del sector de patrones productores, incluso en la crisis,

y los de los peones medieros tendieron a identificarlos/unificarlos en su conciencia

burguesa. Incluso los reclamos del gremio de los trabajadores asalariados mostraron un

intento de incorporar a sus representados al sistema en tanto vendedores de fuerza de

trabajo y el reclamo por hacer cumplir la ley que regula dentro del capitalismo las

relaciones entre el capital y el trabajo.

Se comprobó entonces la existencia de fracciones de una burguesía empobrecida con

condiciones de vida obrera y asalariados con condiciones de vida obrera, pero todos

atravesados por una conciencia burguesa. Se estimó que este hecho nace motivado porque

el sector hortícola se perpetúa como un espacio económico a partir del cual el ascenso

social fue y es posible. Mientras existió y exista la posibilidad, y no sólo el deseo, de

convertirse en capitalistas no surgieron ni surgirán otras formas de conciencia

contrahegemónicas. Los horticultores platenses seguirán viviendo como peones pero

pensando como patrones.

Recibido: 8 abril 2015 Aceptado: 19 julio 2015

Obras citadas

AAVV, “Taller la Estructura Social en la Argentina”, Programa de Investigación sobre el

Movimiento de la Sociedad Argentina (PIMSA), Documento de Trabajo: 24, 2000.

Archivos de la Asociación de Medieros y Afines, La Plata-Argentina.

Archivos de la Asociación de Productores Hortícolas de La Plata, La Plata-Argentina.

Attademo, Silvia y María Cristina Salva, “Horticultura y condiciones de vida en un área

subrural”. X Congreso Mundial de Sociología Rural (2000).

Attademo, Silvia, “El Trabajo Hortícola y la Situación de la Mujer en el Gran La Plata”.

Mujer, trabajo y pobreza en la Argentina, Sautu Ruth, Mercedes Di Virgilio y Gimena

Ojeda (comp.) La plata: Edit. UNLP. 1999.163-170.

Attademo, Silvia, “Participación de la mujer en la esfera del trabajo hortícola del Gran La

Plata”. V Congreso Argentino de Antropología Social (1997).

Attademo, Silvia. “Cambios en las condiciones de vida de los horticultores en la región

subrural del Gran La Plata a fines de siglo”. XXII Encuentro de la Latin American Studies

Association (2000).

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