SIMPOSIO AUTOCONVOCADO MODALIDADES ACTUALES DEL ENVEJECIMIENTO Y PROYECTOS DE VIDA

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SIMPOSIO AUTOCONVOCADO MODALIDADES ACTUALES DEL ENVEJECIMIENTO Y PROYECTOS DE VIDA Graciela Petriz, Marina Canal, Gabriela Bravetti, Mariela Gonzalez Oddera, Irma Colanzi, Mercedes Kopelovich, Carolina Ledesma, Jorgelina Terdoslavich, María Romé Institución: Facultad de Psicología-UNLP Resumen El Simposio se plantea realizar una presentación sobre los ejes temáticos desarrollados en la investigación “Modalidades Actuales del Envejecer y proyectos de vida” (Facultad de Psicología UNLP), en su articulación con las verbalizaciones de los envejecentes entrevistados en la investigación citada. Como así presentar los interrogantes que se fueron abriendo a nuevas indagaciones, en el transcurso de la investigación. La idea directriz que viene guiando este trabajo es el estudio de las transformaciones en la construcción de la subjetividad del envejecente actual, frente al desafío que le plantea la longevidad; “plus de vida” impensado en el momento de formulación de su proyecto identificatorio. Recomposición subjetiva y proyecto futuro en la vejez. Autoras: Lic. Gabriela Bravetti, Lic. Marina Canal, Psic Graciela Petriz E-mail: [email protected], [email protected] , [email protected] Institución: Facultad de Psicología, UNLP Resumen

Transcript of SIMPOSIO AUTOCONVOCADO MODALIDADES ACTUALES DEL ENVEJECIMIENTO Y PROYECTOS DE VIDA

SIMPOSIO AUTOCONVOCADO

MODALIDADES ACTUALES DEL ENVEJECIMIENTO Y PROYECTOS DE VIDA

Graciela Petriz, Marina Canal, Gabriela Bravetti, Mariela Gonzalez Oddera,

Irma Colanzi, Mercedes Kopelovich, Carolina Ledesma, Jorgelina Terdoslavich,

María Romé

Institución: Facultad de Psicología-UNLP

Resumen

El Simposio se plantea realizar una presentación sobre los ejes temáticos

desarrollados en la investigación “Modalidades Actuales del Envejecer y

proyectos de vida” (Facultad de Psicología UNLP), en su articulación con las

verbalizaciones de los envejecentes entrevistados en la investigación citada.

Como así presentar los interrogantes que se fueron abriendo a nuevas

indagaciones, en el transcurso de la investigación. La idea directriz que viene

guiando este trabajo es el estudio de las transformaciones en la construcción

de la subjetividad del envejecente actual, frente al desafío que le plantea la

longevidad; “plus de vida” impensado en el momento de formulación de su

proyecto identificatorio.

Recomposición subjetiva y proyecto futuro en la vejez.

Autoras: Lic. Gabriela Bravetti, Lic. Marina Canal, Psic Graciela Petriz

E-mail: [email protected], [email protected],

[email protected] Institución: Facultad de Psicología, UNLP

Resumen

El Objetivo del siguiente trabajo es plantear la relación entre Historización,

Identidad Narrativa y Proyecto futuro en las producciones de los adultos

mayores entrevistados en el marco de la investigación “Modalidades actuales

del envejecer y proyecto de vida” 1.Como así presentar primeras

consideraciones que se fueron dilucidando a partir de las indagaciones, en el

transcurso de la investigación.

Desde un abordaje con aportes del psicoanálisis y de otros desarrollos de la

psicogerontología, se hace hincapié en el proceso de envejecimiento como un

momento de elaboración psíquica particularizado por la reformulación del

tiempo y proyecto identificatorio. El planteo se fundamenta en el estudio de las

transformaciones en la construcción de la subjetividad del envejecente actual,

frente al desafío que le plantea la longevidad; “plus de vida” impensado en el

momento de formulación de su proyecto identificatorio. Y por tal, oportunidad

novedosa que tiene el sujeto envejecente para repensarse y encontrar nuevas

representaciones como soportes identificatorios para la revisión de sí, y su

posibilidad de anticiparse una nueva imagen y un nuevo proyecto en su

devenir.

Se considerará el papel de la temporalidad remitida a la subjetividad en un

proceso de construcción y recomposición de los procesos psíquicos, en un

escenario en donde la finitud marca la posibilidad de ser. Tiempo tanto de la

memoria, y su función historizante, como del proyecto, ese movimiento que

enlaza al yo actual con el futuro del yo, la temporalización se juega

indisociable del tiempo historizable.

En investigación con personas mayores la historia de vida cobra sentido en

tanto story como narración y no como history en tanto búsqueda de datos

objetivos y documentos que den fe de la existencia de un hecho, es el

historiador quien selecciona, discrimina, ordena y organiza el documento.

Para ello partiremos del punto en que el tiempo humano es siempre algo

narrado, y la narración, a su vez, revela e identifica la existencia temporal del

hombre. El tiempo apunta a la narración y ésta apunta a un sentido más allá de

su propia estructura. Entonces hablamos de temporalidad, en la cual

inevitablemente el sujeto está comprometido. Dirá Prigogine: “Tiempo y

1 “Modalidades actuales del envejecer y proyecto de vida”. Directora Prof. Psic. Graciela Petriz. Programa Incentivos.UNLP. [email protected].

experiencia humana, y en consecuencia, la realidad, son conceptos

indisociables... se trata del significado del tiempo...”

Con el aporte de conceptualizaciones de Ricoeur, como la de identidad

narrativa se da cuenta del proceso de recomposición subjetiva, proceso

dinámico que hace referencia al concepto de Identidad como proceso de

construcción que requiere de una historia contada, que encuentra en la trama

la mediación entre la permanencia y el cambio. Así vemos a través del relato

de los propios sujetos, se configura la identidad del personaje a lo largo del

tiempo.

Conceptos ligados a las formulaciones de P. Aulagnier, “Autoconstrucción del

Yo por el Yo”, dirá sobre el proyecto identificatorio, que relanza el deseo a

futuro, dando continuidad temporal a la construcción subjetiva.

Desde los materiales recogidos en el marco de la investigación, se propone

una primera lectura de los modos y las representaciones que encuentran los

sujetos entrevistados para la re elaboración y resignificación identificatoria, así

como también las consideraciones que sobre su historia particular y su

percepción del tiempo realizan en este momento de su devenir.

Palabras claves:

Historización - Proyecto Identificatorio -Identidad Narrativa – Envejecimiento

Trabajo completo:

En la investigación citada2 venimos dando cuenta de la diversidad de los

modos que los sujetos envejecentes encuentran para su elaboración ante los

cambios que se presentan en su historia singular como en los modos en que la

sociedad interpreta y representa el envejecimiento. A la par que nos interesa

buscar en sus relatos cuáles son y sobre qué aspectos construyen los

proyectos que se formulan para su futuro. Nuevas preguntas frente a un nuevo

presente, dan muestras de una nueva problemática en su devenir (los efectos

subjetivos de la longevidad) y permiten volver a considerar lo que esto implica a

la hora de pensar la reformulación de su proyecto identificatorio.

2 “Modalidades actuales del envejecer y proyecto de vida”. Directora Prof. Psic. Graciela Petriz. Programa Incentivos.UNLP. [email protected].

Retomando lo que hemos venido planteando en otros trabajos3: entendemos

como proceso de envejecimiento un suceder, en movimiento, dinámico, abierto,

por tanto sujeto a cambios, otro “momento” del desarrollo en el devenir del

sujeto, que requiere de un trabajo de elaboración para significar los cambios

que conlleva. Como “momento” también significa corte, novedad, hiancia, crisis,

que se particulariza y presenta especificidades. Desde la perspectiva del

entrecruzamiento de los planos intrapsíquicos, intersubjetivos y transubjetivos,

el sujeto envejescente halla marcas que lo detienen, le interrogan y hacen

volver a la escena la pregunta por la identidad. Desde la complejidad de la

escena psíquica, el registro de lo que cambia, su procesamiento, y la

posibilidad de significar - resignificar lo que permanece para dar continuidad al

trabajo del Yo.

Será el proceso de historización el que adquiera valor central en el

procesamiento de los cambios que se producen: Momento de metamorfosis, de

balance; intereses, proyectos, tendencias, caen para permitir la reformulación

del proyecto de vida, con el soporte de otros organizadores. Procesamiento de

la renuncia que lleva al sujeto a reconocer que algo de lo deseado, de lo

proyectado no podrá ser. Trabajo del duelo, simbolización de lo perdido, y al fin

relevo, a la manera de nuevos enlaces, en representaciones actuales que

encuentren viabilidad frente a deseos, aspiraciones y representaciones sociales

nuevas acerca del envejecer.

A su vez, la posibilidad de la reformulación del proyecto identificatorio

(Aulagnier, 1975) le permitirá reconocerse en un ser, tener y ejercer una función de anticipación de sí mismo.

El trabajo elaborativo y simbolizante que implica la historización adquiere valor

central en el procesamiento de los cambios que el transcurrir del tiempo

conlleva. Tarea básicamente apoyada en la instancia del Yo, historiza, y en un

trabajo de historización seleccionará los enunciados identificatorios que le

permitan articular ser y devenir, transforma lo inaprensible del tiempo físico en

tiempo subjetivo, que puede ser relatado a través del lenguaje como

“narrativas” de una vida, de una identidad. (Petriz, 2007) 3 “Longevidad y proyectos de vida en Adultos Mayores: Cuánto hay de novedad y de problemática en su abordaje(UBA 2008); “Tiempo, temporalidad , finitud en el sujeto mayor” (AAPPG, 2008) , “Sujetos envejecentes :nuevos efectos de sentido ,nuevas versiones de su historia” (UBA 2009)

Por ello es que pensamos en el eje de las identificaciones como mecanismos

constitutivos, y construcción dinámica del sujeto a través del proceso de

historización, proceso identificatorio en el que el yo, no es más que “el saber

del yo por el yo” (Aulagnier, P.-1984), en su doble actividad como identificado y

como identificante, es decir autor de sus significaciones en tanto buscador de

respuestas para la satisfacción de sus demandas provenientes de si como del

mundo. En este sentido encontramos en las palabras de Sofia: “Seguir

haciendo lo que me gusta,… no tengo un objetivo diferente seguir haciendo lo

que estoy haciendo hasta ahora en la medida de mis posibilidades, no es

cierto?”

Diría también esta autora refiriéndose a la función de constructor dinámica del

Yo, “no esté en el poder de ningún yo abolir por completo ese trabajo de

transformación, de elaboración, de modificación, coextensivo a su vida, por el

hecho mismo de haberse conservado vivo”. He aquí el desafío del envejecente

frente a las novedades que le plantea su devenir, su “tiempo” y su “historia”,

vida que se abre a nuevos interrogantes. “Mientras hay vida, hay trayecto

identificatorio. A posteriori, distinguimos hitos. Hitos sin los cuales el aparato

(psíquico) sería invadido por angustias desorganizantes…” (Hornstein, L,

2007: pp 45). En los relatos de los personas entrevistadas visualizamos estos

momentos en la pregunta que hace referencia a “puede usted contarnos algún

momento que sean para usted hitos, momentos claves de su vida que

marcaron un antes y un después”

Martina : “Otro hito fue relacionado con mi papá. Encontrar una carta después

de la muerte de mi mamá, una carta que él había escrito a ella que me

nombraba a mí; eso fue...y sí, se completó porque pone, pone “mi hijita” en la

carta. Me encanto, la tengo ahí guardada para dársela a mis hijos, y… la van a

tirar después, y sí… porque, qué van a hacer? pero eso también significa, fue

hermoso, hermosísimo...”

La tarea del yo consistirá en transformar esos documentos, esas imágenes, esos enunciados en una construcción histórica que aporte al

autor y a sus interlocutores la sensación de una continuidad temporal.

La revisión de la vida se refiere a la evocación del pasado y da lugar a

rememorar a reevaluar temas o problemas no resueltos, en los que aparecen,

a veces emociones perturbadores, o tumultuosas, que ayudan a reorganización

del sujeto. (Muchinik,E 2005)

Si bien no hemos aún llegado al tiempo del análisis de los datos. Podemos

realizar algunas lecturas posibles de lo encontrado en las narrativas de los

adultos entrevistados acerca de la formulación de sus proyectos, a saber:

Buscan conservar, preservar lo que han logrado hasta el momento,

seleccionado por ellos mismos en términos de beneficioso, saludable, lo

que ellos interpretan, significan, entienden desde una vertiente de la

obtención de calidad de vida. Francisco dice: Seguir desarrollando mis

actividades en la medida de lo posible, no quedarse nunca, porque eso

te hace bien, quedarse no, no….mirá vos lo del amigo este que estaba

deprimido, eso me impactó, entonces digo qué importante es estar

haciendo algo, quedarse pensando en algo. Incluso hay cosas que antes

no podía, o no hacía, hacer lo que venga”

Homero: “Pienso que el tema de los proyectos sobre todo en el adulto es

un tema crucial, o sea yo entiendo que la única manera de tener una

especie de vejez creativa y más o menos que lo gratifique a uno, y yo

creo que la carencia de proyectos puede ser prácticamente la sensación

de muerte…”

Sara: “Yo pude recomponer mi parte orgánica. Tengo alguna artrosis

pero la puedo manejar. (…) yo me doy cuenta que hasta los dolores uno

los puede aliviar estando bien anímicamente, es increíble. Se que me

voy a morir, que no voy a estar más, que no voy a ser eterna, pero voy a

tratar de extender mi calidad de vida, como dicen las chicas, ¿no?”

Se formulan una producción de una representación de sí, es decir, la

reformulación del ideal del yo en sintonía con sus aspectos más propios.

Encontramos que los mayores se tienen como proyecto en sí mismo, es

decir su propio envejecimiento es su proyecto. (Continuidad de yo ,

trascendencia a través de otros) Dice Homero: “La edición de un libro; o

sea, yo tengo ya varios trabajos que los tengo hechos y ya he

conversado con la editorial, presumiblemente en el verano. Esto tiene

una razón de ser, es como decir: bueno, esto que tengo disperso lo

quiero dejar puesto en algún lado, es como decir, una especie de algo

que yo quiero dejar de eso para que me trascienda”

Un especial interés de conservar la lucidez, la autonomía, la

independencia. Los mayores entrevistados hacen especial mención a la

búsqueda de actividades y espacios que los ayuden a mantener la

actividad mental y espacios propios compartidos con pares. No priorizan

los espacios familiares, si bien los destacan como significativos e

importante relevan los espacios de participación con amigos y pares.

Martina: “Mientras puedo, todo lo que pueda agregar, siempre que,

siempre asistir o compartir con mis amigas; tengo muchas amigas,

muchas, muchas que están en situaciones muy parecidas a la mía”

Sara: “Aprendí, al principio me parecía una actitud egoísta, que lo más

importante en mi vida soy yo. Que si yo no estoy bien no puedo dar

absolutamente nada. Y yo quiero tener, entre comillas, una buena vejez.

Primero para estar bien yo, porque no quiero sufrir, tengo muchas

operaciones, y para que mi hijo, porque la mamá de un hijo, de un solo

hijo varón, porque lo he visto, muchas mujeres cuando quedan viudas,

toman a sus hijos como esposos y no los dejan vivir felices. Los

absorben. Yo les digo, chicas, tu esposo era tu esposo, y a tu hijo dejalo

vivir con su nueva familia. Todo eso he descubierto, que primero lo

tengo que descubrirlo, y después aprender a usarlo, no? Un cambio de

actitud”.

Otro indicador interesante, que nos parece importante mencionar, es

encontrarnos con personas de 80 y más años, dato que va en concordancia

con lo aportado desde hace tiempo por investigadores sobre el aumento en las

poblaciones de la franja de personas de 80 y más. El aumento de la proporción

de personas de la edad extrema, (Redondo;N 2001). Elemento significativo

para nuestra investigación ya que el aumento de la población anciana

incrementa la proporción de la denominada “vejez frágil”. Interesante poder,

entonces, investigar con ellos para dilucidar sobre qué representaciones y con

qué modalidades proyectan su tiempo por vivir.

Proponemos plantear la relación entre Historización, Identidad narrativa y

proyecto futuro en las producciones de los adultos mayores

entrevistados para la investigación.

Desde estas ideas propuestas en la fundamentación nos valemos de la noción

de Identidad Narrativa siguiendo las conceptualizaciones de Ricoeur

pensando que también desde allí podemos ver cómo la cohesión de una vida

es un momento dentro de una dinámica de permanente mutabilidad. Identidad

como proceso de construcción que requiere de una historia contada, que

encuentra en la trama la mediación entre la permanencia y el cambio Así como

la articulación entre la concordancia, en tanto principio que rige la disposición

de los hechos y el reconocimiento de las discordancias que la cuestionan.

Diversas formas de figuración en las que el sujeto se ve y se concibe en el

atravesamiento de la temporalidad (Ricoeur, 1999).

En investigación con personas mayores la historia de vida cobra sentido en

tanto story como narración y no como history en tanto búsqueda de datos

objetivos y documentos que den fe de la existencia de un hecho, es el

historiador quien selecciona, discrimina, ordena y organiza el documento.

Para ello partiremos del punto en que el tiempo humano es siempre algo

narrado, y la narración, a su vez, revela e identifica la existencia temporal del

hombre. El tiempo apunta a la narración y ésta apunta a un sentido más allá de

su propia estructura. Entonces hablamos de temporalidad, en la cual

inevitablemente el sujeto está comprometido. Dirá Prigogine: “Tiempo y

experiencia humana, y en consecuencia, la realidad, son conceptos

indisociables... se trata del significado del tiempo...”

La temporalidad entonces remitida a la subjetividad, en un proceso de

constitución y recomposición de los procesos psíquicos, en un escenario donde

la finitud marca su posibilidad de ser: “Cada vida marcha a un punto de no

retorno...” (Bleichmar) Es desde allí que la vivencia del tiempo cobra dimensión

humana y de consecuencias subjetivas: Tiempo de la memoria y del proyecto,

la temporalización que se juega indisociable del tiempo historizable....

¿Cómo pensar entonces las elaboraciones posibles, las recomposiciones

subjetivas, en la vejez, de la temporalidad?

De las entrevistas realizadas podemos extraer una primera lectura que señala

por parte del sujeto referencias a la temporalidad en relación a

Temporalidad ligada al tiempo físico y de la realidad cotidiana.

Significación ligada a la gratificación posible, concreta. “cada día me

levanto y tengo algo para hacer, ya eso me da felicidad, caminar y ver

una casa que me guste…” Homero: “yo busco, lo pienso, lo proyecto, lo

charlo, (refacciones en su casa) son cosas menores, pero tienen un

impulso bastante importante significa no sólo encontrar un lugar mejor,

(sino que) es como que estamos proyectando la vida, la vivencia

permanente. Eso también es otra cosa, hago eso, una modificación en

la cocina, modifiqué el estudio nuestro, donde tengo una computadora.

Esos trabajos son casi siempre soñados, proyectados, y dados vuelta, y

pensados y pensados, digamos es una parte muy importante de mi

placer, el pensar todas estas cosas.”

Temporalidad sostenida en un tiempo futuro lejano, lo que podemos

llamar memoria proactiva o memoria prospectiva, es aquella que se

refiere a la concreción de proyectos viables de ser realizados en la

adultez más tardía. Significación ligada a la lógica del deseo,

gratificación esperada, probable aunque no por ello realizable.

Homero: “…algunas cosas evidentemente no llegaré ni a publicarlas ni

a editarlas, pero digamos hay partes que van a ser logrables y otras

que bueno, van a quedar, pero eso me sustenta en el tiempo también”.

Así, otro entrevistado, haciendo referencia a su momento de juventud, y

su tarea de escribir guiones para cine, refiere que lo que le queda

pendiente para estos sus tiempos actuales, sería escribir su historia, a

modo de guión, para dejarle sus visicitudes, su visión, a sus nietos (que

aún no se lo preguntan, pero quizá en el futuro, sí, y él pueda no estar

para responder)

Temporalidad propia del proceso de la entrevista. Apertura a los efectos

de resignificación. La entrevista tiene efectos y marca un tiempo otro,

que abrió en el sujeto a preguntas y respuestas hasta el momento

impensadas. Dice otro de los entrevistados con respecto a lo que le

pareció la entrevista: "Creo que muy interesante y hasta movilizador,

para que uno repiense cosas de uno, o para que vea cosas de uno que

nos las tiene presentes. De esta devolución pueden surgir temas que a

lo mejor uno le hubiese gustado conversarlo, o que uno tiene una

opinión. Esto a veces surge en la charla de escuchar a otro, un

disparador, una serie de recuerdos o imágenes que uno tiene..."

Teniendo en cuenta que de la narrativa se desprende que la cohesión de una

vida es un momento dentro de una dinámica de permanente mutabilidad. Y al

sujeto como alguien que lee su vida como si fuera un lector, al mismo tiempo

que la escribe, y en este movimiento de lectura y escritura se produce una

transformación de la representación que tiene de si. Entonces podemos ver

como a través del relato se configura la identidad del personaje a lo largo del

tiempo. Construcción que requiere de una historia contada, que encuentra en la

trama, la mediación entre la permanencia y el cambio, así como la articulación

entre la concordancia, en tanto principio que rige la disposición de los hechos, y

el reconocimiento de las discordancias, que lo cuestionan. Es por ello que la

configuración mediará entre las concordancias y las discordancias, regulando

siempre de un modo móvil la elaboración de la trama (Ricoeur,1999). Los

aportes de la metodología cualitativa que venimos instrumentando en la

investigación serán entonces recursos privilegiados para poner en evidencia

estos procesos

La identificación en este contexto precisa del otro en el relato, mientras que

apropiarse supone un ponerse fuera de sí, un auténtico ejercicio de

autoconfiguración en el que alguien se objetiva, yendo más allá de ser una

representación. Se trata de la figuración de uno mismo a través del otro, a

través de la refiguración de sí en el relato. (Iacub, R, 2007). En las entrevistas,

en el diálogo está comprometida la subjetividad del relator, su identidad, pero

también requiere compromiso del investigador. A modo de un otro con deseos

y escucha particular.

Bibliografía

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Iacub, R. (2007). Psicología de la mediana edad y vejez. Mar del Plata,

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Hacia el cambio cultural. Buenos Aires: Fundación Navarro Viola.

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envejecer y proyectos de vida”, en Memorias de las XIV Jornadas de

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Rosnay, J;Servan-Screiber J-L. (2006) Una vida extra. La longevidad: un

privilegio individual, una bomba colectiva. Barcelona: Anagrama

Los trabajos del duelo en el envejecimiento

Autoras: Ledesma, Carolina; Terdoslavich, Jorgelina

E-MAIL: [email protected] Institución: Facultad de Psicología UNLP

Resumen:

El presente trabajo intenta realizar un análisis respecto del lugar que poseen

los trabajos de duelo en el envejecimiento, en tanto proceso de elaboración

psíquica de los cambios y novedades que se introducen en este nuevo tiempo.

Partiendo de las entrevistas realizadas en el marco de la investigación en

curso “Modalidades actuales del envejecimiento y proyectos de vida”, se

seleccionaron tres temáticas características de los trabajos de duelo en el

envejecimiento: las transformaciones en el cuerpo; el pasaje de productor a

jubilado; y la pérdida de pares, y su alusión a la propia finitud. De dichas

entrevistas se recortaron viñetas representativas de estas temáticas, a partir de

las cuales fue posible indagar cómo se posicionan los envejecentes respecto

de las mismas.

Se conceptualizó al duelo a partir de los aportes teóricos de Freud en su

trabajo “Duelo y melancolía” (1917) como un proceso de elaboración simbólica

de los cambios, que permite la construcción y reconstrucción de nuevos

proyectos, así como la realización de nuevos investimientos. Proceso que no

se rige mediante una temporalidad lineal sino dinámica, y que conlleva un

gasto de tiempo y de energía.

En relación a las transformaciones en el cuerpo, se ha podido observar cómo

estas se imponen desde la realidad – generalmente a partir de las

consecuencias que producen en la vida cotidiana de los mayores- y exigen un

reconocimiento subjetivo de las mismas. Dicho reconocimiento posibilitará

elaborarlas mediante diversas estrategias. Así el trabajo de duelo se le impone

al psiquismo del sujeto mediante lo que Freud llama “examen de realidad”. Los

aportes de Dreizzen (2001) permiten a su vez conceptualizarlo como el primer

tiempo del duelo, tiempo que si opera permitirá la entrada al segundo tiempo

del duelo, es decir, de elaboración simbólica de lo perdido.

Respecto del pasaje de productor a jubilado, se ha observado que su

elaboración psíquica implica la necesidad de hacer un duelo en un doble

sentido: por un lado, el duelo por la pérdida de una actividad (laboral) que fue

parte constituyente y ordenadora de la historia del sujeto; y por otro lado, el

duelo por la pérdida de una posición valorada desde la estructura social: la de

productor. La elaboración de este pasaje implicaría la aceptación de la pérdida,

y el desinvestimiento de las actividades realizadas para poder investir nuevos

proyectos. Ahora bien, no se trataría de una mera sustitución de una actividad

por otra, sino de inaugurar nuevos espacios y nuevos posicionamientos

subjetivos. No se piensa como una mera repetición pero tampoco como algo

ajeno a la historia del sujeto.

Otra de las temáticas recortadas refiere a la pérdida de seres queridos, de

pares, lo cual podría conllevar a una reflexión sobre la propia finitud, sobre la

propia transitoriedad. Esto provocaría un cambio en la posición del sujeto

respecto del tiempo, en tanto reconocimiento de que el tiempo de vida es ahora

un tiempo acotado y esto podría dar lugar a una nueva manera de construcción

de sus proyectos de vida. Es decir, que la elaboración de un trabajo de duelo

por la pérdida de sus pares, implica a su vez, realizar un trabajo de elaboración

respecto del propio tiempo de vida. Es posible conceptualizarlo como un tiempo

de balance, tiempo de revisión de viejos proyectos, para retomar y realizar

aquellos que pudieron haber quedado pendientes, así como otros nuevos

acordes al tiempo que queda por vivir y resignar aquellos que ya no son

realizables en este tiempo acotado.

De acuerdo a lo recortado en las diferentes temáticas se destaca la importancia

que los trabajos de duelo tienen en el envejecimiento, en tanto procesos de

elaboración simbólica de los cambios, que permitirán realizar movimientos

historizantes , posibilitando a su vez la construcción de proyectos de vida,

desde un nuevo posicionamiento del sujeto.

Palabras clave: Envejecimiento- trabajo de duelo- elaboración psíquica-

proyectos de vida

Trabajo completo:

Introducción

Este trabajo se presenta en el marco de la investigación en curso “Modalidades

actuales del envejecimiento y proyectos de vida” (2). A partir del análisis de las

entrevistas realizadas en este proyecto pudimos observar que los cambios

producidos en el envejecimiento requieren de un proceso de elaboración, lo

que permitirá la apertura de nuevas posibilidades.

Es por ello que como objetivo del trabajo nos hemos propuesto analizar y

conceptualizar el lugar que ocupan los trabajos de duelo en el envejecimiento.

Partimos del recorte de tres temáticas: las transformaciones en el cuerpo; el

pasaje de productor a jubilado; y la pérdida de pares, que podría hacer que el

sujeto se interrogue sobre su propia finitud.

Partiendo de la extracción de viñetas de las entrevistas realizadas en relación

a estas cuatro temáticas, realizaremos un análisis de las mismas, intentando

pesquisar como se atraviesan estos cambios y cómo son elaborados por los

envejecentes.

Algunos aportes teóricos acerca del Trabajo de Duelo

El trabajo de duelo durante el envejecimiento, se presenta como un proceso

que abre la posibilidad de elaboración de los cambios y las novedades surgidas

en este nuevo tiempo. La elaboración simbólica de los mismos posibilitará la

construcción y reconstrucción de nuevos proyectos, siendo a su vez la

condición para realizar nuevos investimientos.

En el envejecimiento, los cambios en el cuerpo, el cambio producido en las

funciones sociales asignadas, la muerte de pares, pueden ser los indicios que

den lugar al comienzo de un trabajo de duelo, trabajo que conlleva a una

constatación en la realidad de que algo ha cambiado, un trabajo de

desprendimiento de las viejas investiduras para hacer lugar a lo nuevo. En este

sentido, podemos tomar las palabras de Piera Aulagnier: “La reacción del

aparato psíquico a lo que surge, cambia, desaparece en la escena de la

realidad y sobre su propia escena somática, es el organizador de los

mecanismos a los que este mismo aparato recurre para según el caso, aceptar,

negociar, rechazar, desmentir este movimiento que aporta una parte de

improviso y desconocido.” (Aulagnier, P.; 1991, p.442).

Para conceptualizar el trabajo de duelo, tomaremos primeramente aportes de

S. Freud en “Duelo y melancolía”. Freud plantea al duelo como un proceso

normal, en el que el sujeto debe, ante la constatación de una pérdida, retirar la

libido del objeto, permitiendo de este modo liberarla para realizar

posteriormente nuevos investimentos. Para que esto sea posible, el Yo deberá

realizar un largo y doloroso proceso que conlleva un gasto de tiempo y de

energía. Dice Freud: “Cada uno de los recuerdos y cada una de las

expectativas en que la libido se anudaba al objeto son clausurados,

sobreinvestidos, y en ellos se consuma el desasimiento de la libido.”(Freud, S.;

1917, p. 243).

En este punto cabe preguntarnos por qué hablamos en el caso del

envejecimiento de trabajos de duelo, y cuáles serían las pérdidas y las

novedades que se deben elaborar. Se trata de indagar qué es aquello que

cambia y qué es lo permanece en este proceso. (Aulagnier, P.; 1991).

Análisis de las viñetas

Uno de los temas que hemos recortado y que se presenta con gran frecuencia

en los relatos de los envejecentes, refiere a las limitaciones físicas a las que

deben enfrentarse, y cómo ellas requieren de un trabajo de elaboración de

estos cambios, para la aceptación del nuevo cuerpo: “…tengo problemas de

salud, no de salud que vaya a estar bien sino de controlarme, acabo de estar

con uno de ellos (en referencia a uno de sus médicos); (...) me ha apoyado

muchísimo, porque yo dependo de un..., tengo un marcapaso puesto, al

principio me resultó difícil saber que dependía de una maquinita pero parece

que anda muy bien, por lo tanto”

“Hoy vi entrar a una mujer al consultorio con un hermoso bastón, y en los

lugares a donde he ido, sobre todo en España, la gente usa bastón, y acá la

gente se queda adentro apolillada por no usar un bastón. Yo voy a andar con

bastón, no se si te queda... claro si puedo y el bastón me sirva para apoyarme

y hacer; lo voy a usar. No voy a dejar de hacer algo que quiero, siempre que no

tenga una imposibilidad física”

Las limitaciones físicas se presentan desde la realidad, y exigen un

reconocimiento subjetivo de las mismas. Si bien el proceso de duelo no debe

pensarse desde una linealidad cronológica, ya que se trata, siguiendo las

conceptualizaciones freudianas, de un proceso dinámico, los cambios en la

realidad deben ser reconocidos para que puedan ser elaborados. En los relatos

de las entrevistas puede observarse que dicho reconocimiento se produce

principalmente a causa de las consecuencias que dichas limitaciones producen

en la vida cotidiana de las personas mayores. Reconocer, y elaborar estas

limitaciones, posibilitará enfrentarlas mediante diversas estrategias -tratamiento

médico, uso de bastón, etc.- dando lugar a un cambio en la posición subjetiva:

aquello que antes era atribuido directamente a un déficit, a un deterioro, a un

desvalimiento, a un “no poder hacer”, ahora puede ser reconocido como

posibilitador para poder seguir haciendo.

Vemos entonces que el trabajo de duelo se le impone al psiquismo del sujeto

mediante lo que Freud llama el examen de realidad, siendo dicho trabajo de

duelo una reacción ante la pérdida real del objeto: “El examen de realidad ha

mostrado que el objeto amado ya no existe más, y de él emana ahora la

exhortación de quitar toda la libido de sus enlaces con ese objeto. A ello se

opone una comprensible renuencia. (…) Lo normal es que prevalezca el

acatamiento de la realidad” (Freud ,S.; 1917, p. 242)

Y esto es precisamente lo que Dreizzen (2001) define como un primer tiempo

lógico en la elaboración del duelo. Esta autora, retomando las

conceptualizaciones freudianas hablará de tres tiempos del duelo, y el primero

correspondería precisamente a este reconocimiento de la falta que se impone

desde la realidad. Se trataría siguiendo a Lacan de un agujero en lo real que

moviliza el orden simbólico exigiendo su elaboración (Lacan, J.; 1979). Por ello

“Para estar de duelo, en primer lugar se trata de localizar la falta, nombrarla,

aceptar que algo se ha perdido, no renegar de ello.”(Bauab de Dreizzen, A.;

2001, p. 22) Según Dreizzen, si este primer momento opera, será posible entrar

en un segundo tiempo, tiempo de elaboración simbólica de lo perdido.

Otro de los cambios que pudimos recortar a partir de los relatos de las

entrevistas, refiere al pasaje de productor a jubilado, pasaje cuya elaboración

permitirá investir y realizar nuevas actividades, ocupando de forma diferente el

tiempo que antes era ocupado por el trabajo: “Te había comentado que estoy

pasando la etapa de una persona activa, después de 46 años de docencia, a

ser jubilada docente. Eso me costo todo un año. Me costo casi un año (...) de

reflexiones y de... a tal punto que me tome un período como de prueba, ¡qué

me encanto!., por lo tanto porque me busque otras cosas, me dedique mas

tiempo a esas cosas, por ejemplo a esas cosas que hago acá, a un curso que

hago en otro lugar…”

“Yo creo, que una vez que pasamos de la plena actividad durante varios años y

uno pasa de una clase activa a una clase pasiva, se le abren perspectivas

distintas a las personas”

Este pasaje de productor a jubilado puede ser percibido en un primer momento

por muchos envejecentes, como un momento de pasividad, que sin embargo

no en todos los casos es aceptado pasivamente, sino que puede llevar a la

reflexión, (como es mencionado en la cita) pudiendo dar lugar a nuevos

proyectos.

La elaboración psíquica de este pasaje implica la necesidad de hacer un duelo

en un doble sentido: por un lado, la pérdida de una actividad –en este caso

laboral- que fue parte constituyente de la historia del sujeto, y puede abrir un

interrogante respecto del futuro: ¿Qué hacer ahora? ¿Qué se hacer con este

tiempo libre? Por otro lado se tratará de un duelo por la pérdida de una posición

valorada desde la estructura social: la de productor. Por ello, muchas veces

este pasaje es percibido por ellos mismos como un momento de pasividad,

inscribiéndose subjetivamente como un tiempo desvalorizado y sin demasiadas

perspectivas futuras.

Poder elaborar este pasaje, implicaría la aceptación de la pérdida para dar

lugar a un tiempo de nuevas posibilidades. Sólo se abrirán estas “perspectivas

distintas” si el sujeto ha podido desinvertir lo anterior, es decir, si ha podido

retirar la libido de la actividad que realizaba, y tenerla disponible para investir

nuevos proyectos.

Disponer de la libido para catectizar nuevos objetos no implica pensar en una

mera sustitución de un objeto por otro. Se trata de inaugurar nuevos espacios y

nuevos posicionamientos subjetivos, que no serán ajenos a la historia del

sujeto, pero que tampoco serán mera repetición. El trabajo de elaboración

conlleva a una reestructuración psíquica que habilitará al sujeto a ocupar

nuevos posicionamientos deseantes.

Y esto es precisamente lo que Dreizzen plantea en relación al tercer tiempo del

duelo: no se tratará meramente de una sustitución del objeto perdido por uno

nuevo, en tanto desplazamiento metonímico de un objeto por otro, sino que

implicará una reorganización del aparato psíquico, posibilitando la apertura de

nuevas perspectivas.

Otra de las temáticas recortadas refiere a la pérdida de seres queridos, con

especial mención de los casos en que las pérdidas son de pares, ya que ello

implica una reflexión sobre la propia finitud:

“Pero después, ahora estos últimos años, lo que va perdiendo uno son las

compañeras, a la edad que yo tengo hay muchas que han muerto, entonces

esas pérdidas también uno las ha ido sufriendo, eso sí. Entonces por ahí para ir

de viaje, cuando mi hijo va con su familia y yo ir con ellos, no, porque uno no

deja de ser una carga. Un viejo siempre tiene sus problemas, siempre es más

lento para las cosas. Entonces estoy adaptándome a hacer las cosas que

tienen otro ritmo. No sé si esta bien…”

La pérdida de pares, puede muchas veces funcionar como un elemento que

oficia como prueba de realidad para el propio envejecente, en tanto hace que el

sujeto se interrogue sobre su propia finitud, sobre la propia transitoriedad

(Freud, S.; 1917). Ello provoca un cambio en la posición del sujeto respecto del

tiempo: se trata del reconocimiento de un tiempo acotado, que podrá dar lugar

a una nueva manera de construcción de sus proyectos de vida.

El valor que se adjudique a este tiempo acotado dependerá precisamente de la

posibilidad de investirlo como un tiempo significativo. La realización de un

trabajo de duelo por la pérdida de sus pares, implica a su vez, realizar un

trabajo de elaboración respecto del propio tiempo de vida. Se trata de un

proceso de historización, de un tiempo de balance, en el que el envejecente

deberá revisar antiguos proyectos, para construir y retomar aquellos que sean

viables, realizables en este tiempo finito.

Reflexiones finales

Todas estas problemáticas nos han permitido reflexionar sobre la importancia

que los trabajos de duelo adquieren durante el envejecimiento, en tanto una

posibilidad de elaborar los cambios y asumir nuevos posicionamientos. Se

trata de procesos de elaboración psíquica, que no se corresponden con un

tiempo lineal, sino que se trata de un tiempo historizable, en donde los

envejecentes enlazan pasado, presente y proyecto futuro.

No se trata simplemente de hacer un duelo por lo que ya no se puede, o no se

tiene. La prueba de realidad se impone como una marca de un tiempo

presente, que puede dar lugar a una reorganización psíquica. La revisión del

tiempo pasado implica asumir lo que de ese pasado ha cambiado, para retomar

aquello que puede ser realizado y construir así un proyecto viable para el

tiempo futuro.

Los cambios y novedades que se introducen en este nuevo tiempo pueden ser

desorganizantes, pero su elaboración psíquica y la posibilidad de introducirlos

en un proceso de historización harán posible la reorganización complejizante.

La revisión del pasado desde nuevos posicionamientos abre nuevas

perspectivas futuras. No se tratará, como hemos visto, de una sustitución de lo

anterior por lo nuevo, ya que lo perdido guarda la característica de lo

irremplazable. Se trata de investir lo nuevo: otras actividades, otro cuerpo, otro

tiempo, para hacer de ello algo propio.

Notas

1- Realizado con la colaboración de la Psic. Graciela Petriz y la Lic. Marina

Canale.

2-Proyecto de Investigación de la Facultad de Psicología Acreditado por la

Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNLP. Directora: Psic., Prof. Graciela

Petriz; Co-directora: Psic. Prof. Norma Delucca.

Bibliografía

-Aulagnier, P. (1991). Construir(se) un pasado. Revista de Psicoanálisis

APdeBA, vol. XIII, N° 3.

-Aulagnier, P. (1991) Los dos principios del funcionamiento identificatorio:

Permanencia y Cambio. En Horstein (comps.). Cuerpo, Historia e

interpretación, (pp. 217-232), Bs. As., Paidós.

-Bauab de Dreizzen, A. (2001) Los tiempos del duelo, Homo sapiens.

Argentina.

-Freud, S. (1916) La Transitoriedad. Tomo XIV. Amorrortu Editores. Buenos

Aires.

-Freud, S. (1917) Duelo y melancolía. Tomo XIV. Amorrortu Editores. Buenos

Aires.

-Lacan, J. (1979). Las Formaciones del Inconciente. Nueva Visión, Bs.As.

El pensar: dimensión libidinal y articulación con la temporalidad

Autoras: Kopelovich, Mercedes (); Romé, María; Petriz, Graciela M.

E-mail: [email protected]

Institución que acredita la investigación: Facultad de Psicología.

Universidad Nacional de La Plata.

Resumen:

Este trabajo se enmarca en la investigación en curso Modalidades actuales del

envejecer y proyectos de vida.

La longevidad es un hecho incuestionable que abre un campo de problemáticas

en relación con sus efectos y los procesos que se producen en consonancia

con ella. Una preocupación constante es el aprovechamiento de la extensión

de la vida y sus cuidados así como la preocupación por las consecuencias del

desgaste. En particular nos interesa abordar el pensar y su intervención en la

reformulación del proyecto de vida. Para esto tomamos como referencia los

desarrollos de Piera Aulagnier en torno al “proceso identificatorio” y el trabajo

de “historización” en la adolescencia, que constituyen valiosos aportes para

conceptualizar el pensamiento como movimiento libidinal y temporal,

considerando sus particularidades en el proceso de envejecimiento. En este

sentido, partimos de algunas teorizaciones acerca del pensar desde la

perspectiva económica de la metapsicología freudiana.

En las entrevistas realizadas hasta el momento, encontramos indicios de una

reformulación de los proyectos de vida ante el descubrimiento de nuevas

potencialidades y oportunidades ofrecidas por el entorno. Este “plus de tiempo

no representado”, impone al sujeto una exigencia de trabajo psíquico de

elaboración.

Objetivos: indagar acerca del proceso que subyace a la reformulación de los

proyectos de vida partiendo de las siguientes preguntas: en qué consiste el

pensar; cuál es su relación con la temporalidad; cómo se expresa esta relación

en la reformulación de los proyectos de vida en el proceso de envejecimiento.

Metodología: cualitativa. Se utilizan entrevistas en profundidad analizadas a

partir de su categorización estableciendo recurrencias y diferencias.

Hallazgos: el abordaje del proceso del pensar desde el enfoque económico de

la metapsicología freudiana refiere al movimiento de investiduras regulado por

el principio de placer; “desplazamiento tentativo de pequeñas cantidades” a

través de huellas mnémicas y facilitaciones que constituyen el aparato psíquico

(Freud S, 1895). Desde esta perspectiva, se concibe al pensar como un modo

particular de circulación de la energía pulsional, propio de la investidura ligada

o quiescente, que requiere de la existencia de un yo investido capaz de ligar las

excitaciones.

Por otro lado, el pensar se articula con la temporalidad, a partir del principio de

permanencia y el principio de cambio como movimientos constituyentes del

proceso identificatorio. (Aulagnier, P., 1984). La investidura del tiempo futuro

tiene como condición el investimiento del tiempo pasado, en tanto es necesaria

la esperanza de que el futuro permita la realización de una potencialidad ya

presente en el Yo que inviste un tiempo y un placer diferidos. De esta manera

dimensión temporal puede situarse como inherente a la actividad del pensar.

Por último, en el envejecimiento, la reformulación del proceso identificatorio

permite la creación y re-creación de un proyecto acorde con el tiempo que

queda por vivir. Creación posible gracias al trabajo de historización que permite

al envejecente mantener vivo su deseo. Es justamente la actividad del pensar –

como movimiento libidinal- la que posibilita dicho trabajo de historización.

Palabras clave: envejecimiento-pensamiento-dimensión libidinal-temporalidad

Trabajo completo:

INTRODUCCIÓN

Este trabajo se enmarca en la investigación en curso Modalidades actuales del

envejecimiento y proyectos de vida. Uno de los puntos de partida de esta

investigación es el cambio planteado en la actualidad por la novedad que

introduce la longevidad para una población cada vez más numerosa de

mayores. Como se ha planteado en trabajos anteriores realizados en el marco

de esta investigación, el encuentro con este “plus de tiempo” no representado

impone al sujeto una exigencia de trabajo psíquico de elaboración.

En muchas de las entrevistas realizadas hasta este momento, encontramos

indicios de una reformulación de los proyectos de vida ante el descubrimiento

de nuevas potencialidades y oportunidades ofrecidas por el entorno.

En este marco, el objetivo de este trabajo es indagar cuál es el proceso que

subyace a dicha reformulación, tomando como referencia las

conceptualizaciones de Piera Aulagnier en torno al “proceso identificatorio”, y

algunas teorizaciones acerca del pensar desde la perspectiva económica de la

metapsicología freudiana.

En este sentido, partiremos de las siguientes preguntas: ¿En qué consiste el

pensar? ¿Cuál es su relación con la temporalidad? ¿Cómo se expresa esta

relación en la reformulación de los proyectos de vida en el proceso de

envejecimiento?

¿EN QUÉ CONSISTE EL PENSAR?

El abordaje del proceso del pensar desde el enfoque económico de la

metapsicología freudiana permite concebirlo como un movimiento de

investiduras que realiza un recorrido regulado por el principio de placer. Esta

conceptualización aparece en ciertos pasajes correspondientes a distintos

momentos de la obra de Freud.

En el “Proyecto de psicología” (1895) Freud realiza un amplio análisis del

proceso del pensar. Desde el punto de vista económico, lo presenta como un

“desplazamiento tentativo de pequeñas cantidades” a través de huellas

mnémicas y facilitaciones que constituyen el aparato psíquico; movimiento que

requiere de un yo investido, cuyas “investiduras colaterales” permiten el drenaje

de una parte de la excitación. De esta manera, se satisfacen dos requisitos del

pensar: “investidura fuerte” y “desplazamiento débil”. Requisitos aparentemente

opuestos, pero conciliables en el supuesto de un “estado ligado” de las

cantidades.

Según Freud el empuje del trabajo del pensar es proporcionado “… por la

desemejanza entre la investidura-deseo de un recuerdo y una investidura-

percepción semejante a ella (…) La discordancia proporciona el envión para el

trabajo del pensar...” (Freud, S., 1895, p. 373) La insuperable distancia entre

tales inscripciones investidas es lo que proporciona un empuje sostenido al

trabajo del pensar, cuyo recorrido constituye “un rodeo para el cumplimiento de

deseo” (Freud, S., 1900, p.558).

En el capítulo VII de “La interpretación de los sueños” (Freud, S., 1900), al

analizar la actividad psíquica en términos metapsicológicos, Freud presenta

algunos planteos que constituyen premisas fundamentales para la

conceptualización del proceso del pensar desde un enfoque económico.

En este texto Freud presenta al aparato psíquico conformado por distintos

sistemas en los que la excitación se propaga a través de huellas mnémicas.

Tales sistemas se diferencian no sólo por su disposición tópica sino también

por el modo de circulación de la energía, que adopta características

particulares en el proceso del pensar. En palabras de Freud:

“La actividad del segundo sistema, que procede por múltiples ensayos, que

envía investiduras y vuelve a recogerlas, por una parte necesita disponer

libremente de todo el material mnémico; por la otra, sería un gasto superfluo si

enviara por cada una de las vías de pensamiento grandes cantidades de

investidura que después se dispersarían sin finalidad (…) al segundo sistema le

es dado conservar en estado quiescente {in Ruhe} la mayoría de las

investiduras energéticas y emplear en el desplazamiento tan sólo una pequeña

parte.” (Freud, S., 1900, pp. 588, 589).

Esta concepción del pensar como un desplazamiento tentativo de pequeñas

cantidades de excitación a través de las inscripciones del aparato, es retomado

por Freud en artículos posteriores. En “El chiste y su relación con lo

inconciente” plantea que el pensar implica pequeños desplazamientos que

postergan la descarga de la excitación. (Freud, S., 1905).

Algunos años después, en “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer

psíquico”, Freud propone lo siguiente:

“La suspensión, que se había hecho necesaria, de la descarga motriz (de la

acción) fue procurada por el proceso del pensar, que se constituyó desde el

representar. El pensar fue dotado de propiedades que posibilitaron al aparato

anímico soportar la tensión de estímulo elevada durante el aplazamiento de la

descarga. Es en lo esencial una acción tentativa con desplazamiento de

cantidades más pequeñas de investidura, que se cumple con menor expendio

(descarga) de estas.” (Freud, S., 1911, p.226)

¿Cuáles son las propiedades del pensar que hacen soportable tal suspensión

de la descarga? Según Freud la “inhibición del drenaje de la excitación” por

parte del segundo sistema se articula con la regulación ejercida por el “principio

de placer” (Freud, S., 1900). Ya en el “Proyecto de psicología” Freud plantea

que la repetición del proceso del pensar facilita el “domeñamiento” de la

excitación gracias al “efecto inhibidor de la ligazón yoica” (Freud, S., 1895). En

este sentido, el aplazamiento de la descarga es posibilitado por la elaboración

de la cantidad, que permite que el pensar discurra como un proceso placentero.

En “Más allá del principio de placer” (Freud, 1920), al pasar a primer plano el

problema de la “ligazón” de la excitación, se retoma la idea planteada en el

“Proyecto…” con respecto a la existencia de un sistema investido como

condición de tal transformación. (Laplanche y Pontalis, 1981)

Las elucidaciones freudianas acerca de la dimensión económica del pensar

que han sido analizadas incluyen ciertos aspectos que se encuentran en

distintos períodos de la obra de Freud, aunque resignificados al estar insertos

en una trama conceptual particular.

Desde un enfoque económico se concibe al pensar como un modo particular de

circulación de la energía pulsional, propio de la investidura ligada o quiescente,

que depende de la existencia de un yo investido capaz de ligar las

excitaciones.

El impulso para el trabajo del pensar es otorgado por la fuerza del deseo

inconciente, y el transcurso del pensar es un rodeo para el cumplimiento de

deseo. La meta que persigue en este rodeo es el investimiento de las huellas

de una experiencia satisfactoria y el consecuente reestablecimiento de una

situación placentera. De esta manera el aplazamiento de la descarga resulta

tolerable por la cualidad placentera que caracteriza al recorrido mismo del

pensar.

EL PENSAR Y LA TEMPORALIDAD PSÍQUICA

Utilizaremos el concepto de “temporalidad” diferenciándolo del “tiempo”

cronológico, (lineal e irreversible) para referirnos a la dimensión subjetiva del

tiempo, que implica “Procesos nunca lineales, donde se articula lo sucesivo y lo

simultáneo (lo nuevo y las marcas ya constituidas).” (Delucca, N., 2005)

Las teorizaciones de Piera Aulagnier acerca del trabajo de historización y el

proceso identificatorio en la adolescencia, constituyen valiosos aportes para

conceptualizar al pensamiento como movimiento libidinal y temporal propio del

proceso de envejecimiento.

Tomando las ideas desarrolladas en “Construir (se) un pasado” (1989), es

posible articular el pensamiento -en tanto movilidad de investiduras- con la

temporalidad, a partir del principio de permanencia y el principio de cambio

como movimientos constituyentes del proceso identificatorio. (Aulagnier, P.,

1984).

La autora propone el concepto de fondo de memoria para referirse a la

“mismidad” que persiste en el Yo condenado al movimiento. Señala además

que es necesario el trabajo de “poner en memoria” y de “poner en historia” para

que el tiempo pasado -que como tal está definitivamente perdido- pueda

continuar existiendo psíquicamente en una autobiografía que se construye y

reconstruye de manera constante. En este sentido, en palabras de la autora:

“Las relaciones causales que el sujeto tejerá entre ese tiempo que vive, el

futuro que anticipa y ese pasado, serán en gran parte ilusorias, conformes a su

manera de construir o, por decirlo mejor, de reconstruir en conformidad con el

presente que vive, ese pasado perdido” (Aulagnier, P., 1989, p. 443).

El enlace entre pasado, presente y futuro es vivido por el yo como “resonancia

afectiva”: tanto en el presente del yo como en su proyección a futuro resuena la

persistencia de ese “fondo de memoria”, que es aquello que perdura en la

memoria del pasado vivido. Esta “resonancia afectiva”, que enlaza la

reconstrucción histórica con la construcción de un proyecto, garantiza al yo que

algo permanece a pesar de los cambios experimentados. Constituye, según

Piera Aulagnier, un “…hilo conductor que nos permite reconocernos en la

sucesión de nuevas investiduras, de nuevos objetos, de nuevos fines.”

(Aulagnier, P., 1989, p.449).

La investidura del tiempo futuro tiene entonces como condición el investimiento

de ese tiempo pasado, en tanto es necesaria la esperanza de que el futuro

permita la realización de una potencialidad ya presente en el Yo que inviste un

tiempo y un placer diferidos. A esto se refiere la autora cuando menciona la

“…intrincación entre los hilos del tiempo y los hilos del deseo, gracias a la cual

el yo encuentra acceso a la temporalidad.” (Aulagnier, P., 1989, p. 461). A su

vez, este pasado debe prestarse a interpretaciones que no sean fijas, para de

esta manera permitir las reinterpretaciones y modificaciones que exigen el

encuentro y la investidura de nuevos sujetos y nuevos fines.

Piera Aulagnier toma la metáfora de la que se sirve Freud a propósito del

narcisismo, y señala que la auto-investidura “…solo puede operarse si a partir

de su presente el yo puede lanzar sus pseudópodos en el pensamiento de un

Yo pasado y en el de un Yo futuro”. (Aulagnier, P., 1989, p. 458). Esto es

crucial a la hora de teorizar acerca de los proyectos de vida ya que ese tiempo

por venir sólo tiene existencia en tanto lo anticipamos, y para anticiparlo, es

necesario retirar de la investidura del tiempo pasado esa parte de libido que

nos permite investir el tiempo futuro. Es en el presente en donde tiene lugar

este desplazamiento libidinal entre esos dos tiempos que sólo tienen existencia

psíquica.

De esta manera la temporalidad permite evidenciar un carácter específico del

concepto mismo de pensamiento: “…su necesario anclaje en el pensamiento

que lo ha precedido y en el que le sigue y que él hace posible”. (Aulagnier, P.,

1989, p. 458)

La dimensión temporal como inherente a la actividad del pensamiento puede

rastrearse ya en los desarrollos freudianos. Así, en “Esquema del Psicoanálisis”

(1940) Freud concibe a la actividad del pensar como acciones (psíquicas) que

se orientan en el presente y valorizan experiencias anteriores. En el mismo

sentido, en el “Proyecto…” se considera al pensamiento como un movimiento

de investiduras entre las nuevas percepciones que requieren elaboración y

anteriores inscripciones que remiten a experiencias satisfactorias.

Podemos concluir entonces, tomando las palabras de Piera Aulagnier que “(…)

el movimiento temporal y el movimiento libidinal no sólo son indisociables, sino

que son las manifestaciones conjuntas de este trabajo de investidura sin el cual

nuestra vida se detendría.” (Aulagnier, P., 1989, p. 459).

EL PENSAR Y SU DIMENSIÓN TEMPORAL EN EL PROCESO DE

ENVEJECIMIENTO

En la actualidad, la longevidad es un hecho incuestionable que abre un campo

de problemáticas en relación con sus efectos y los procesos que se producen

en consonancia con ella. En este sentido, una preocupación constante del

envejecente es el aprovechamiento del tiempo por vivir. Para que esto sea

posible, es preciso que ese plus de tiempo aún no representado, sea investido.

En palabras de uno de los sujetos entrevistados: “… un adulto mayor como

abuelo puede hacer cosas que a lo mejor por su intensa actividad no pudo

hacer. Y bueno, es una satisfacción, es una alegría (…) Imaginate que yo no

conocí a mis abuelos, cuando yo nací mis abuelos hacía casi diez años que

habían fallecido…”

En las entrevistas realizadas, encontramos que ante la pregunta acerca de sus

proyectos futuros, los envejecentes recurren a momentos significativos de su

historia, que les permiten dar sentido a la reformulación de sus proyectos en

consonancia con el principio del placer.

Resulta ilustrativo el siguiente fragmento, extraído del relato de uno de los

envejecentes entrevistados: “…terminando la Escuela de Caminos falleció mi

padre. Mi padre vivía en Saladillo y yo estaba en ese momento acá en La Plata.

Él era el director del semanario “El Argentino” que había sido de mi abuelo. (…)

A lo mejor los que tuvimos mucha actividad, mucho trabajo, y siempre

pensamos llegará algún momento para parar y cambiar las perspectivas. (…) A

mí me entusiasma seguir haciendo, por ejemplo yo en las mañanas, como

aprendí internet, me armo un diario. Yo ya sé en qué lugar encontrar una

noticia, y leo una noticia a la mañana temprano. Tomo mate frente al monitor y

leo. Me pongo a hacer una actividad periodística.”

En este marco las teorizaciones de Freud y de Piera Aulagnier presentadas

resultan operativas para conceptualizar al proceso identificatorio en el

envejecimiento, considerado como un movimiento dinámico de auto-

transformación, que evidencia la relación de inherencia entre la temporalidad y

el pensar.

La reformulación del proceso identificatorio en este momento de la vida,

permite la creación y re-creación de un proyecto acorde a sus posibilidades y al

tiempo que queda por vivir. Creación que resulta posible gracias al trabajo de

historización que permite al envejecente mantener vivo su deseo.

Referencias bibliográficas

Aulagnier, P. (1984). Condenado a investir, en Rev. de Psicoanálisis. T. XLI,

2/3, Buenos Aires.

Aulagnier, P. (1984). Los dos principios del funcionamiento identificatorio En

Cuerpo, historia, interpretación, L. Hornstein (comp.) Buenos Aires. Paidós. Aulagnier, P. (1989). Construir-se un pasado. Revista de Psicoanálisis ApdeBA.

Vol XIII N° 3. 1991

Delucca, N. (2005). Hacia una reformulación crítica del criterio evolutivo en

Psicología. Ficha de cátedra. Psicología Evolutiva II. UNLP. Freud, S. (1895). Proyecto de psicología. En Obras completas, tomo I. Bs.As.:

Amorrortu editores.

Freud, S. (1900). La interpretación de los sueños (continuación). En Obras

completas, tomo V. Bs.As.: Amorrortu editores.

Freud, S. (1905). El chiste y su relación con lo inconciente. En Obras

completas, tomo VIII. Bs.As.: Amorrortu editores.

Freud, S. (1911). Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico.

En Obras completas, tomo XII. Bs.As.: Amorrortu editores.

Freud, S. (1920). Más allá del principio de placer. En Obras completas, tomo

XVIII. Bs.As.: Amorrortu editores.

Freud, S. (1923). El yo y el ello. En Obras completas, tomo XIX. Bs.As.:

Amorrortu editores.

Freud, S. (1925). La negación En Obras completas, tomo XIX. Bs.As.:

Amorrortu editores.

Freud, S. (1940). Esquema del psicoanálisis. En Obras completas, tomo XXIII.

Bs.As.: Amorrortu editores.

Laplanche, J. y Pontalis, J. B. (1981). Diccionario de psicoanálisis. Barcelona:

Editorial Labor.

Significaciones acerca de la vejez y la abuelidad en contextos de pobreza.

Autora: Lic. Mariela González Oddera

E-MAIL: [email protected]

Institución: Facultad de Psicología, UNLP

Resumen:

En el presente trabajo se dará cuenta de los avances de una indagación de

campo que articula un proyecto de investigación actualmente en curso -

Modalidades actuales del envejecimiento y proyectos de vida-, y una beca de

iniciación a la investigación otorgada en la UNLP. El interés radica en la

indagación acerca de las significaciones sobre la vejez, así como el lugar del

viejo en las familias que habitan en situación de exclusión social.

Objetivos: dar cuenta de la diversidad presente en los procesos de

envejecimiento (Petriz, 2003), y por otro lado, realizar comparaciones con

investigaciones realizadas en poblaciones pertenecientes a los sectores

medios.

Metodología: Las metodologías utilizadas son fundamentalmente cualitativas:

entrevistas en profundidad a padres de niños en edad escolar, donde se han

incluido preguntas acerca del estatuto del viejo en las familias; así como

observaciones participantes en el marco de un trabajo territorial en un

asentamiento urbano de Ensenada, durante el período 2006- 2009.

Resultados: Entre lo que hemos podido ir recabando hasta el momento en el

trabajo de campo-, desarrollaremos los siguientes elementos:

El número de sujetos que los propios pobladores denominan “viejos”, es

escaso. El significante se asocia a la enfermedad, a la decrepitud; son

personas de una edad cronológica menor que la que se utiliza como parámetro

para definir a la vejez en los sectores medios.

Queda claro que la vejez no es una categoría que pueda definirse desde un

criterio cronológico. La experiencia del tiempo no es la misma en las distintas

clases sociales. S. Torrado (2003), señala que no sólo existe una utilización

diferencial del espacio de acuerdo a la pertenencia de clase (tesis compartida

por otros autores; ver: Margulis et altri, 2007; Gravano, 2003), sino también una

experiencia diferencial respecto al tiempo.

Desacople entre la abuelidad y la vejez. Los abuelos no se definen como

“viejos”, sino todo lo contrario. Son padres de niños pequeños, se encargan de

la manutención del hogar, que incluye muchas veces a varias generaciones.

Pareciera no darse claramente el pasaje entre los lugares de la estructura del

parentesco (padre a abuelo), que resulta característico en otros sectores

sociales (ver Delucca y Petriz, 2002).

La función del abuelo en la familia, denominada función ancestral, supone la

renuncia a seguir ocupando el lugar de padre, en el sentido de ser el

organizador de las significaciones y los pactos que estructuren la nueva familia

(Delucca y Petriz, 2002). Pareciera que en algunos casos, se produce una

indiscriminación entre quienes se ubicarían en la generación de los abuelos y

los padres, ejerciendo los primeros la función parental, que les correspondería

a los segundos. En otros casos, en la categoría que desarrollaremos a

continuación, pareciera que la convivencia es más propiciatoria.

Presencia de varios hogares para la crianza de los hijos. Este es un

fenómeno muy interesante que pareciera ser exclusivo de los sectores

populares. Los niños son criados en las casas de sus padres o en la de sus

abuelos, o viven un tiempo en cada casa. Las causales serían de diversa

índole: por un lado, la mayor ligadura con la generación anterior, con la que no

se establece la necesidad de una diferenciación. Las prácticas de crianza de

las familias de origen son rescatadas como el modelo a imitar y seguir, sin

aparecer críticas ni elementos a modificar.

Otra de las razones aducidas para la diversificación de hogares refiere a la

escasez de recursos económicos a disposición para la crianza.

Conclusiones:

Estamos atentos a no realizar una lectura ideológica y patologizante de la

diferencia cultural. Existen fenómenos que son producto de matrices de

significaciones completamente heterogéneas a las de las clases medias, por lo

que requieren de la construcción de nuevas categorías de análisis.

Palabras clave: pobreza- abuelidad- proceso de envejecimiento –

significaciones imaginarias sociales

Trabajo completo:

Introducción

En el presente trabajo se dará cuenta de los avances de una indagación de

campo que articula un proyecto de investigación actualmente en curso -

Modalidades actuales del envejecimiento y proyectos de vida (1)-, y una beca

de iniciación a la investigación otorgada en la UNLP(2). El interés radica en la

indagación acerca de las significaciones sobre la vejez, así como el lugar del

viejo en las familias que habitan en situación de exclusión social.

Encontramos esta articulación de particular interés, ya que permitirá, por un

lado, dar cuenta de la diversidad presente en los procesos de envejecimiento

(Petriz, 2003), y por otro lado, permitirá realizar comparaciones con

investigaciones realizadas en poblaciones pertenecientes a los sectores

medios

Las metodologías utilizadas son fundamentalmente cualitativas: entrevistas en

profundidad a padres de niños en edad escolar, donde se han incluido

preguntas acerca del estatuto del viejo en las familias; así como observaciones

participantes en el marco de un trabajo territorial en un asentamiento urbano de

Ensenada, durante el período 2006- 2009.

Dado que la pobreza es un fenómeno complejo abordado particularmente

desde campos de saber como la Antropología y la Sociología, incluiremos aquí

algunos de sus cuestionamientos y conclusiones.

Proceso de envejecimiento: lo intrapsíquico, lo inter y lo transubjetivo

La vejez ha sido definida como una nueva etapa vital, en tanto la extensión de

la esperanza de vida como fenómeno masificado torna a la vejez como “el

porvenir de los hombres” (Singer, 2001: 35).

G. Petriz (2002) propone pensar la vejez no como categoría estática, etapa

delimitada, universal y homogénea, sino más bien como un proceso. Proceso

de envejecimiento, singular en tanto habrá diversos modos de envejecer,

atento a los modos en que cada sujeto singular enfrente los trabajos

intrapsíquicos que este proceso impone, en la urdimbre que se teje entre lo

inter y lo transubjetivo. Esto es, en la trama vincular en que dicho proceso se

inserte, así como en el marco de las condiciones socio-históricas y el tejido

simbólico que aporta el conjunto.

En el juego entre lo que permanece y lo que cambia (Aulagnier, 1991),

pretendemos indagar cómo operan estos ejes de lo intra, lo inter y lo

transubjetivo en los sujetos que habitan en situaciones de extrema pobreza.

Nos interesa plantear las singularidades propias de estas poblaciones, las

significaciones peculiares que organizan sus vidas, alejándonos de criterios

puramente economicistas, donde resaltan los sustantivos: falta, miseria,

deficiencia (de recursos, de valores, de perspectivas). El concepto de

significaciones imaginarias sociales ha sido acuñado por C. Castoriadis

(1996): “son lo que da un sentido -sentido imaginario, en la acepción profunda

del término, esto es, creación espontánea e inmotivada de la humanidad- a la

vida, a la actividad, a las decisiones, a la muerte de los seres humanos, como

también al mundo que crean y en el que los seres humanos deben vivir y

morir”. Algunas de estas significaciones serán compartidas con los sectores

hegemónicos, y algunas otras podrán ser producto de matrices de significación

diversas (Margulis et altri, 2007). Por lo tanto, hipotetizamos que el proceso de

envejecimiento tendrá sus propias particularidades en contextos de pobreza.

G. Petriz (2002) sitúa las dimensiones que convocan a un trabajo psíquico por

parte de los envejecentes: “un tiempo acotado , ya no todo el tiempo, sino el del

ahora y el futuro cercano, tiempo que tiene presente la finitud como un real

ahora posible, por lo que la dimensión temporal se modifica; de un cuerpo con

cambios físicos (…) imagen desconocida que exige al sujeto su reapropiación;

de otro lugar: en lo social (de productor a jubilado), en lo familiar (de padre a

abuelo, de reproductor a garante)”.

En el plano de lo intersubjetivo, aludimos con abuelidad tanto a un lugar en la

estructura del parentesco, como una función al interior de la familia: la función ancestral: “implica una donación por parte del abuelo: la de su lugar de padre

o madre. Ocupa el lugar de dador en la estructura familiar: del que cede o

renuncia a un hijo para abrirle intercambio con otros grupos, como testigo y

garante de la nueva alianza” (Delucca y Petriz, 2002).

La vejez y la abuelidad en un asentamiento urbano de Ensenada

Entre las singularidades que hemos podido ir recabando hasta el momento en

el trabajo de campo, mencionamos las siguientes:

El número de sujetos que los propios pobladores denominan “viejos”, es

escaso. El significante se asocia a la enfermedad, a la decrepitud; son

personas de una edad cronológica menor que la que se utiliza como parámetro

para definir a la vejez en los sectores medios.

Gilda señala, como los más “viejitos” del barrio, a una pareja, la más “anciana”.

Se encuentra en una situación de salud muy desmejorada, con problemas que

los tienen postrados y les impiden moverse. Dicen las vecinas: “son muy

viejitos, ya están, ya casi que no pueden hacer nada”. Imagen de decrepitud,

sobre las condiciones de vida, sobre su estado de salud, sobre sus

perspectivas. “Están siempre adentro, no se pueden ni mover; encima viven

con un montón de perros”. “Son muy viejitos…Tienen como 60 años”.

Queda claro que la vejez no es una categoría que pueda definirse desde un

criterio cronológico. La experiencia del tiempo no es la misma en las distintas

clases sociales. S. Torrado (2003), señala que no sólo existe una utilización

diferencial del espacio de acuerdo a la pertenencia de clase (tesis compartida

por otros autores; ver: Margulis et altri, 2007; Gravano, 2003), sino también una

experiencia diferencial respecto al tiempo. Así, en los sectores populares, “el

ciclo de vida es apremiante por la rápida nupcialidad, la alta fecundidad en

lapsos cortos, la menor esperanza de vida: vivir apurado para morirse joven”

(Torrado, 2003: 551).

Contrasta esta experiencia con la expansión de la expectativa de vida, con el

aumento estadístico de la población envejecente, con la extensión de la

longevidad que anuncian los estudios demográficos.

Desacople entre la abuelidad y la vejez. Diversos autores han señalado

las características diferenciales de las familias pertenecientes a los sectores

medios y a los sectores populares (Eguía y Ortale, 2007; Margulis et alti, 2007;

Torrado, 2003, entre otros). La tendencia en los sectores más pobres es a

conformar organizaciones familiares más numerosas, por diferentes razones;

una de ellas es el inicio precoz en la función reproductiva y su ejercicio durante

un largo período de la vida. Ello se liga a la transmisión de patrones

demográficos propios de la pobreza a las siguientes generaciones (Torrado,

2003), es decir, que las hijas de madres jóvenes suelen ser a su vez madres

precoces. De esta configuración resulta un fenómeno frecuente: que los nietos

tengan la misma edad que los hijos más pequeños.

De esta forma, los abuelos no se definen como “viejos”, sino todo lo contrario.

Son padres de niños pequeños, se encargan de la manutención del hogar, que

incluye muchas veces a varias generaciones. Pareciera no darse claramente el

pasaje entre los lugares de la estructura del parentesco (padre a abuelo), que

resulta característico en otros sectores sociales (ver Delucca y Petriz, 2002).

La función del abuelo en la familia, denominada función ancestral, supone la

renuncia a seguir ocupando el lugar de padre, en el sentido de ser el

organizador de las significaciones y los pactos que estructuren la nueva familia

(Delucca y Petriz, 2002). Pareciera que en algunos casos, se produce una

indiscriminación entre quienes se ubicarían en la generación de los abuelos y

los padres, ejerciendo los primeros la función parental, que les correspondería

a los segundos. Paula relata una sensación de avasallamiento en el vínculo

con su propia madre, y refiere que, cuando ella misma fue madre, “le daba mis

hijos a mi mamá; ella los tenía. Ella se metía mucho…Yo en esa época no los

podía tener”. En otros casos, en la categoría que desarrollaremos a

continuación, pareciera que la convivencia es más propiciatoria.

Presencia de varios hogares para la crianza de los hijos. Este es un

fenómeno muy interesante que pareciera ser exclusivo de los sectores

populares. Los niños son criados en las casas de sus padres o en la de sus

abuelos, o viven un tiempo en cada casa. Las causales serían de diversa

índole: por un lado, la mayor ligadura con la generación anterior, con la que no

se establece la necesidad de una diferenciación. Dice María: (Mis hijos viven

con mi mamá) “porque están cómodos ahí, en la casa de mi mamá. Y yo les

dejo ir porque yo se que mi mamá, como ya te digo, la enseñanza que mi

mamá me dio a mi, la tiene mi otra hermana… si bien no son hijos de, yo los

veo, en general… Yo los dejo en la casa de mi mamá porque ahí están bien,

tampoco permitir cosas que no les tiene que permitir, están adentro…yo estoy

tranquila cuando están con mi mamá…es como si los cuidara yo”. Las prácticas

de crianza de las familias de origen son rescatadas como el modelo a imitar y

seguir, sin aparecer críticas ni elementos a modificar. Pareciera que las

significaciones acerca de lo que debe ser un padre y una madre se mantienen

más estables en estas poblaciones. Según Margulis et altri (2007), los cambios

en las prácticas y las significaciones imaginarias en los sectores populares se

producen con una menor velocidad que en los sectores medios.

Otra de las razones aducidas para la diversificación de hogares refiere a la

escasez de recursos económicos a disposición para la crianza. Compartirla con

la generación de abuelos hace la crianza menos costosa y favorece el “estar

mejor” de los hijos.

Algunos autores (Torrado, 2003; Geldstein, 1994) identifican este fenómeno

como un resabio de la modalidad de la familia extendida, propia de los sectores

populares en otro momento de la historia y de las familias de zonas rurales

(que han estado históricamente rezagadas en los denominados procesos de

modernización demográficas).

Conclusiones:

Estamos atentos a no realizar una lectura ideológica y patologizante de la

diferencia cultural. Existen fenómenos que son producto de matrices de

significaciones completamente heterogéneas a las de las clases medias, por lo

que requieren de la construcción de nuevas categorías de análisis. Nuestra

aspiración es avanzar en este camino, para poder dar cuenta de la diversidad

que organiza el entramado en las significaciones y prácticas de los sectores

populares, así como poder, a posteriori, realizar una comparación para pensar

qué permanece y qué cambia con respecto a otros sectores sociales.

Notas (1)Proyecto de Investigación acreditado en el Programa de Incentivos a la Investigación (años

2006-2009). Cátedra Psicología Evolutiva II de la carrera de Psicología de la UNLP. Directora,

Petriz Graciela, Co-directora, Delucca Norma. Acreditado por la UNLP.

(2)Tema de la beca: “LAS COMPLEJIDADES DE LA CRIANZA EN FAMILIAS EN SITUACIÓN

DE EXCLUSIÓN SOCIAL. Proyecto de investigación en un asentamiento urbano de

Ensenada”. Directora: Norma E. Delucca. Acreditada en la UNLP el 1º/4/08

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La representación del cuerpo en el adulto mayor.

Autor: COLANZI IRMA

E – mail: [email protected]

Institución: Facultad de Psicología, Universidad Nacional de La Plata

Resumen:

El presente trabajo se enmarca en el proyecto de investigación “Modalidades

actuales del envejecer y proyectos de vida”, en el que se abordan distintas

problemáticas propias de la longevidad, como plus de vida no representado.

La temática de la investigación es abordada por medio de una metodología de

enfoque cualitativo, a partir de entrevistas en profundidad realizadas a adultos

mayores.

La problemática específica que se desarrollará en el trabajo es la

representación que el adulto mayor tiene de sí a partir de la percepción de su

propio cuerpo. El desarrollo de esta problemática en particular, obedece a que

a través de nuestras investigaciones y en consonancia con lo desarrollado por

diversos autores, se ubica al cuerpo como un escenario propicio que permite a

través de su observación y conocimiento pensar el trabajo elaborativo del

envejeciente.

En cuanto a la tarea psíquica que impone el cuerpo envejecido, se sitúan dos

posibles respuestas frente al mismo: la elaboración psíquica como conciencia

de finitud, que permitiría la aceptación del nuevo cuerpo y la inclusión de éste

en la creación de proyectos; o bien el rechazo del cuerpo envejecido limitando

las posibilidades de crear proyectos acordes a la longevidad. Estas dos

posibilidades permiten pensar en un trabajo de duelo frente a la percepción del

transcurrir del tiempo en el cuerpo, o bien, en una “revuelta anímica contra el

duelo” (Freud, 1915), lo cual daría lugar a una negación por parte del adulto

mayor de la percepción de sí que genera dolor.

Se hará referencia a las respuestas frente al cuerpo ideal imperante,

contemplando el significado cultural que se le otorga al envejecimiento en el

varón y la mujer, lo cual supone la instauración de un ideal regulatorio de

cuerpo y a la naturalización de las respuestas frente al mismo, plateando una

universalización de las mismas, y la consiguiente invisibilización de la

diversidad de posturas frente a la realidad del cuerpo envejecido.

A modo de conclusión se plantea la construcción de la imagen del cuerpo como

un proceso psíquico continuo, condicionado tanto por el imaginario histórico-

social, como por la historia subjetiva propia –en este caso- del envejeciente.

Esta última estaría determinada por la operación de “poner en memoria” y

“poner en historia” (Aulagnier, 1991) los elementos constituyentes del sujeto,

propios de un psiquismo en el que la permanencia y el cambio se encuentran

en “estado de alianza”.

Es posible visualizar, a través de los dichos de nuestros entrevistados, la

diversidad en cuanto a las posibilidades de elaboración de la conciencia de

finitud y el desarrollo de actividades que contemplan los cambios registrados en

el cuerpo envejecido, tanto desde un nivel periférico (arrugas, canas) como

cenestésico (fuerza y resistencia), incorporando los mismos a nuevos

proyectos posibles, en función de sus propios deseos, en el cada vez más

prolongado tiempo que queda por vivir.

Palabras claves: longevidad – cuerpo – elaboración psíquica – rechazo.

Trabajo completo:

Introducción

El desarrollo de este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación

“Modalidades actuales del envejecer y proyectos de vida”. A partir de las

entrevistas realizadas a adultos mayores, en el desarrollo del mismo, se puede

ver reflejado en sus dichos que la longevidad aparece como una novedad, y al

mismo tiempo como “plus de vida” no representado.

El cuerpo es el escenario privilegiado de diversas problemáticas que se sitúan

en la vejez, dado que como expresa Ricardo Iacub “el tiempo se hace cuerpo

en la vejez y se presenta como despiadado” (Iacub, 2006), y es por esto que

impone un trabajo psíquico, que podría posibilitar la formulación de nuevos

proyectos de vida que contemplen las nuevas posibilidades del adulto mayor.

La representación del cuerpo envejecido se anuda de manera estereotipada a

la idea de deterioro, que está marcada por un ideal imperante del cuerpo joven,

activo y productivo. Asimismo, se sostiene una concepción de “cuerpo

medicalizado”, producto de discursos que atañen a una postura socio –

económica y cultural en la cual todo cuerpo que no responde al “ideal” es un

cuerpo residual.

La idea de deterioro en relación al envejecimiento es sometida a análisis por

Freixas, quien postula que se hace un uso peyorativo del lenguaje asociado al

envejecer es por esto que se emplea la palabra deterioro, cuando en realidad el

cuerpo del adulto mayor da cuenta de un “cambio programado genéticamente

que muestra capacidad de desarrollo, el cambio y el ejercicio de nuevas

actividades. La palabra pérdida ( algo que se tenía y ya no se tiene), en lugar

de emplear el concepto de evolución que muestra que nos encontramos ante

algo que se va transformando, que pertenece al calendario evolutivo, que es

ciertamente inevitable pero no por eso forzosamente negativo. Se utiliza el

término enfermedad, confundiendo los cambios que tienen lugar en nuestro

cuerpo que se deben a la edad con un trastorno” (Freixas, 1997).

Homero nos dice: “Me preocupa, creo que como a todos, pero no se si más

que a otros, el deterioro. Eso me preocupa mucho, me preocupa la sensación

de dependencia y de decrepitud que puede tener un individuo cuando se va…..

El hecho de no estar en condiciones de hacer ciertas cosas….todas esas cosas

que casi son ineludibles y el deterioro, sobre todo, me preocupa como ser lo

que uno ve, esa sensación de gente arrumbada en un geriátrico, no digo que

vivan más sino que mueren más lentamente…..”

La representación que suscita el cuerpo envejecido

En función del análisis realizado a partir de los emergentes de las entrevistas

realizadas a envejecientes, se puede recortar una problemática particular: la

representación que el adulto mayor tiene de sí a partir de la percepción de su

propio cuerpo. El cuerpo se instaura como un escenario propicio que permite a

través de su observación y conocimiento pensar el trabajo elaborativo del

adulto mayor.

La percepción de este cuerpo “exige” al envejeciente hacerle frente a la

“conciencia de finitud”. Durante la juventud, la propia muerte es una

representación abstracta que no guarda relación ni incide en la cotidianeidad

del vivir. En cambio, en el envejeciente, a partir de la percepción y del

encuentro con su imagen, (“yo horror”, D. Singer, 2007) la representación de la

muerte en el adulto mayor deja de ser abstracta y pasa a ocupar un lugar

central que concierne a todas las actividades cotidianas.

A partir de los dichos de los entrevistados, se sitúa –tomando algunos

desarrollos de Diana Singer (2007)- que este cuerpo, tanto desde un nivel

periférico (arrugas, canas) como cenestésico (fuerza y resistencia), exige al

aparato psíquico un trabajo de elaboración en tanto enfrenta al sujeto a la

muerte a partir de un cuerpo como real insoslayable. Es posible entonces

pensar que el adulto mayor se enfrenta a un cuerpo con modificaciones en su

esquema corporal y también en su imagen, llevándolo a afrontar una tarea

psíquica de re – conocimiento y re – elaboración, a partir del cuerpo que ha

sido y el cuerpo actual (Graciela Petriz, 2002).

“Tengo todo el deterioro de un cuerpo sin hormonas femeninas, y que lo tengo

que aceptar, tengo una artrosis de acá hasta los pies, que tengo que hacer

natación, que yo jamás lo pensé, si yo tengo pánico al agua. Y hoy lo hago

porque el traumatólogo me dijo……y hay veces que no puedo caminar,

entonces bueno, hago natación.

Pero bueno, de todas maneras la paso bien, pero hay cosas que ya no las

puedo Ya con mi artrosis no puedo subirme arriba de un árbol, me son cosas

que me gusta hacer, soy traviesa, juguetona…… Yo tenía esa caracterización,

pero la vida me llevó a esconder todo eso. Y bueno…” (Sara)

Si bien, ante la percepción del cuerpo envejecido, habrá tantas respuestas

como sujetos existen, en función de los fines analíticos de este trabajo, se

agruparán en dos grandes grupos: la elaboración psíquica como conciencia de

finitud que permitiría la aceptación del nuevo cuerpo y la inclusión de éste en la

creación de proyectos; o bien el rechazo del cuerpo envejecido limitando las

posibilidades de crear proyectos acordes al tiempo que queda por vivir. Estas

dos posibilidades equivalen a lo que Freud (1915) plantea en el texto “La

transitoriedad”, en el que diferencia por un lado, la posibilidad de un trabajo de

duelo frente a la percepción del transcurrir del tiempo en el cuerpo; y por otro,

la “revuelta anímica contra el duelo” que podría dar lugar a una negación por

parte del adulto mayor de la percepción de sí que genera dolor.

La “elección” de uno u otro camino, dependerá de la historia de cada sujeto y,

consecuentemente, de la forma en que se ha constituido su psiquismo. Al

respecto, Nasio (2008) plantea que la relación del cuerpo tiene que ver con la

propia historia y con el intercambio con el Otro; “…esto supone vínculos

afectivos y lingüísticos con el Otro, vínculos que moldean y dan forma a la

imagen inconsciente del cuerpo”. Por su parte, Piera Aulagnier en

“Construir(se) un pasado” (1991) alude al trabajo del aparato psíquico en

función de la escena somática, la que impone el desarrollo de mecanismos

tanto de aceptación, negociación, rechazo o desmentida, según la singularidad

de la historia del individuo.

Esta tarea de elaboración a la que se enfrenta el adulto mayor refiere a la

temporalidad, en tanto alude a una conciencia del tiempo “como personaje

activo y con voluntad inagotable” (Zarebski et al, 2002) que cobra especial

resonancia en la vejez, estableciéndose una relación íntima entre la

representación del cuerpo (imagen del cuerpo), y también desde la

sensorialidad (esquema corporal).

Se plantea entonces un trabajo de re – significaciones a nivel de lo subjetivo,

ya que el cuerpo supone un lugar de inscripción de lo inconsciente y una

representación simbólica que el sujeto construye considerando su propio

atravesamiento histórico, su devenir subjetivo.

En relación a la primera posibilidad de respuesta frente al cuerpo del anciano –

en donde la elaboración psíquica posibilitaría la aceptación del nuevo cuerpo-

se evidencia la tramitación de la irreversibilidad del tiempo y de sus efectos en

el cuerpo y la incorporación de estos a los nuevos proyectos.

“…mis proyectos son para realizarlos ya. Yo pienso en un proyecto y también

tengo limitaciones. Sé cuales son mis limitaciones. Porque a mi no se me va a

ocurrir ir a aprender bailes clásicos, si bien la música clásica me gusta, me

interesa. Sí puedo ir a una peña a bailar...” (Marité)

“…..me refiero a que la vejez no me gusta, la acepto que es distinto, no me

pongo a llorar porque estoy vieja. Sé que hay cosas que ya están, no las puedo

hacer, hay limitaciones físicas. Pero tengo un montón de cosas para hacer

porque tengo la mente clara, puedo hacer un montón de cosas que antes no

las hacía. Porque tenía la familia, por diferentes circunstancias. Y muchas

cosas que quisiera que no puedo cumplir….a eso me refiero. Se que a veces si

me proyecto me hace mal, porque sé lo que puede traer la vejez, deterioro

físico, uno no puede contar mucho con la familia, porque la familia tiene sus

problemas. (…) A eso me refiero, pero si me proyecto, me asusto. Entonces,

acepto esta realidad y trato de no proyectarme……y aceptarlo como un hecho

real. Y dar gracias a Dios que llegué y cómo llegué”. (Sara).

Se podría hablar aquí de un “nuevo cuerpo” en tanto se logra metabolizar,

procesar, transformar lo horrorizado de la imagen en un posible de placer.

Los desarrollos de Piera Aulagnier (1989) en relación a la adolescencia

resultan pertinentes para pensar el proceso de envejecimiento. Esta autora

plantea el trabajo de construcción y reconstrucción permanente de un pasado

vivido como necesario para orientarse e investir el presente. Es esta

reconstrucción la que permitirá a la vez la articulación entre el tiempo en que se

vive y el futuro que se anticipa. En un psiquismo en donde tal articulación tiene

lugar, diremos, siguiendo a Aulagnier que los dos principios del funcionamiento

psíquico, permanencia y cambio, se encuentran en “estado de alianza”.

De igual manera, la mirada de los otros supone un elemento que, al devolver

una nueva representación corporal, promueve a la elaboración de un trabajo de

duelo, transformando la representación del cuerpo joven y resignificando el

cuerpo envejecido. Es decir, que tanto la propia historia, como las relaciones

intersubjetivas, son condición de posibilidad para que un sujeto pueda tomar el

primer camino mencionado.

En cuanto al segundo camino planteado, se puede pensar la determinación

que ejerce el imaginario social frente al cuerpo envejecido, ya que el concepto

del cuerpo “productivo – joven” domina la política y el imaginario social

construyendo, como sostiene Graciela Hierro (2005), “una perversa idea de

cuerpo, de belleza y hasta de salud”. Esto puede evidenciarse en el

envejeciente en términos de una desvalorización de sí y un rechazo hacia su

propio cuerpo. Se exacerba la valoración por los cuerpos jóvenes y se

invisibiliza el cuerpo que no se inscribe en esta categoría.

El cuerpo se construye en la relación que el sujeto tiene con su realidad, al

decir de Piera Aulagnier (1986) a la manera en que el sujeto oye, deforma o

permanece sordo al discurso del conjunto. Es decir, cómo el sujeto metaboliza

y, al mismo tiempo, contribuye a la producción del imaginario social del cuerpo

de su época.

En consonancia con lo anterior, Ricardo Iacub (2007) sostiene que a partir de la

violencia ejercida frente al cuerpo del adulto mayor, se producen reacciones

que denotan mecanismos que se asocian a la noción de “yo placer purificado”

planteado por Freud (1915), por el cual se toma para sí lo que resulta

placentero y se expulsa lo displacentero. Según Iacub esta forma primitiva del

yo se establece como estructura permanente en la conformación yoica y se

traduce en el rechazo ante el cuerpo envejecido.

Se percibe entonces un cuerpo que se vivencia como ajeno, extraño como un

elemento obstaculizante, que supone la discontinuidad con el “Yo soy”

(Bongiorno, M., Canal, M., 1999). Esta discontinuidad es conceptualizada por

D. Singer como “yo horror” en tanto drama del envejecimiento que marca las

incongruencias entre lo percibido y lo vivido (Singer, 2002). Cuando no es

posible asumir la discordancia inevitable entre el cuerpo que ha envejecido y la

sensación de un cuerpo que no ha cambiando, no se asumen las reales

imposibilidades que el cuerpo impone, llevando esto a un riesgo físico y/o

psíquico (Zarebski, 2002).

La violencia de género frente al cuerpo del envejeciente.

Abrevando en las teorizaciones de Simone de Beauvoir: “nuestra cultura nos

convierte en hombres y mujeres de acuerdo con lo que la cultura espera de

cada uno de los sexos”, se puede anudar esta idea con las maneras de asumir

el cuerpo envejecido de manera diversa para el varón y la mujer.

El “ideal regulatorio” del cuerpo emerge de manera descarnada en la vejez. El

cuerpo femenino asociado a la posibilidad de reproducción y a la mirada

masculina que le confiere un status de objeto sexual, no puede responder a

ninguno de los parámetros que le propone la sociedad para su género. Existe

un significado cultural muy distinto en relación al envejecimiento en el hombre y

la mujer que se explicita en la afirmación de Susan Sontag “mientras los

hombres maduran, las mujeres envejecen”.

E: ¿Cuándo decís no me quiero poner una vieja, qué imagen se te viene?

H: De aspecto. A la mujer de la casa que por ahí no tiene más que hacer las

cosas de la casa, estar adentro sin estar arreglada, sin estar moderna, en onda

en pensamientos, en vestimentas. No es que la ropa sea importante, pero qué

se yo que tu marido venga y te encuentre más o menos como están las

mujeres de tu edad en la calle. No como las chicas de 40 pero no quiero estar

como una mujer de 70, 80 años, en mi casa llena de ruleros, así desaliñada. No

me gusta ese aspecto. (Hebe).

En cuanto al cuerpo en el varón, asociado a la potencia física, si bien esta idea

lo inviste de mayor poder, también implica la invisibilización de lo que lo

debilita, impidiendo expresar cualquier malestar o la disconformidad con el

ideal de “varón”. De esta manera el vivenciar de la debilidad supone una

feminización.

La forma en que se responde al ideal de cuerpo imperante tiene como correlato

la invisibilización de diferentes formas de envejecer, lo cual responde a un

modelo patriarcal y androcéntrico que supone la naturalización de

determinadas relaciones de poder, a partir de la imposición de un imaginario

colectivo, que implica como afirma Hierro “la universalización de actividades

masculinas y sus modelos de comportamiento como representativos del

conjunto de la especie humana distorsionando así la situación real de las

mujeres y los procesos de desigualdad”.

Conclusión

La construcción de la imagen del cuerpo es un proceso psíquico continuo

condicionado tanto por el imaginario histórico-social del mismo, como por la

historia subjetiva propia –en este caso- del envejeciente. En el proceso de

envejecimiento, estos elementos pueden actuar favoreciendo u obstaculizando

la elaboración de la representación del cuerpo envejecido. Tal elaboración

resulta indispensable para la creación de proyectos acordes al tiempo que

queda por vivir.

Al respecto, en las entrevistas realizadas es posible visualizar diversas

estrategias que dan cuenta de la diversidad en la elaboración de la conciencia

de finitud y el desarrollo de actividades que contemplan los cambios que se

registran en el escenario del cuerpo, incorporando éstos a las nuevas

posibilidades.

De esta manera, se evidencian estrategias que destacan las distintas

potencialidades de los adultos mayores, ya sea adecuándose al nuevo cuerpo,

como también asumiendo el propio deseo frente a los otros, ya sea sus pares u

otros miembros de la constelación familiar. Llevando adelante proyectos

posibles, en el cada vez más prolongado tiempo que queda por vivir.

“…..Yo pude recomponer mi parte orgánica. Tengo alguna artrosis pero la

puedo manejar. He tenido rigidez matinal, cuando he estado muy mal, de acá

(señala la cabeza), se agudiza, y yo me doy cuenta que hasta los dolores uno

los puede aliviar estando bien anímicamente, es increíble. Se que me voy a

morir, que no voy a estar más, que no voy a ser eterna, pero voy a tratar de

extender mi calidad de vida”. (Sara).

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