RELIGION Y VALORES ULTIMOS DE LOS MADRILEÑOS
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RELIGION Y VALORES ULTIMOS DE LOS MADRILEÑOS
Juan-Luis Recio Adrados
Profesor Titular Emérito de Sociología, Universidad Complutense
de Madrid
INDICE
Introducción: justificación teórica y metodológica
1. La deconstrucción y análisis sociográfico de la mutación
religiosa: algunas tipologías de la creencia.
2. Una epistemología de la realidad social de la religión: los
enfoques sistémico y realista critico
3. Religión y religiosidad en Simmel y Erikson
4. Un estudio reciente del CIS nº 2752 (2008): selección de
los casos de Madrid
5. Otro estudio anterior como contraste: la religión desde la
perspectiva del sistema político: estudio nº 2443 (2002) del
CIS
6. Estudio Mundial de Valores en España (selección de casos
de Madrid)
7. A modo de conclusión: la retotalización de la religiosidad
en Madrid (el pluralismo católico madrileño de las últimas
décadas).
Introducción: justificación teórica y metodológica
La religión sigue definiéndose desde los clásicos de la
sociología y la antropología (Durkheim, Weber, Otto, etc.)
hasta nuestros días como un conjunto de creencias y prácticas de
una comunidad relativas a lo sagrado, es decir a una realidad
metaempírica llamada Dios u otro poder superior que infunde
respeto y fascinación. Pretendemos en este capítulo una
estimación cuantitativa y cualitativa de las distintas formas de
religión y religiosidad católica en la comunidad de Madrid.
Tenemos que tratar de explicar la confluencia de hechos que
evidencian una secularización rampante con otros que ponen de
relieve la persistencia de lo sagrado entre nosotros y su
indudable influencia en la vida social y aun política de nuestra
nación. Si nos ceñimos a la Iglesia Católica es por su condición
de mayoritaria y por la limitación de nuestros recursos, pero de
ninguna manera implicamos con ello una minusvaloración de otras
iglesias cristianas ni de las religiones no cristianas que,
debido a la inmigración, van adquiriendo entidad suficiente como
para merecer estudios específicos aparte.
1. La deconstruccion y analisis sociográfico de la mutación
religiosa: algunas tipologías de la creencia.
Nuestra base empírica serán ante todo los datos sociográficos
sobre la Iglesia Católica en España, extraídos principalmente de
varias encuestas recientes del CIS y del World Values Survey. A
partir de una amplia observación participante y documentación
bibliográfica, esbozaremos luego algunas hipótesis enmarcadas en
los principales campos semánticos del discurso religioso sobre
las transformaciones y la práctica del poder en la Iglesia
Católica, abocando a una nueva tipología de los creyentes e
indiferentes, que tenga en cuenta no sólo la práctica ritual,
sino todos los comportamientos y creencias religiosos de los
madrileños.
Finalmente trataremos de reformular, a la luz de nuestros
reanálisis, ayudados por la construcción de índices, las
2
hipótesis y conclusiones de los estudios del CIS y del World
Values Survey, lo que nos permitirá ofrecer una nueva panorámica de
la religiosidad y valores últimos de los madrileños.
Millán Arroyo, Enrique García Jiménez y Eduardo Bericat están
entre los autores que han profundizado más en el estudio de la
religión en España superando a la mayoría de los anteriores que
se habían ceñido a una cierta sociografía, reflejo de las
inquietudes de las burocracias eclesiásticas y políticas (así
las encuestas y barómetros del CIS) más que intentar una
búsqueda compleja y sistémica de la religión subjetiva y
objetivamente considerada.
Para Arroyo (2005:222-232), las prácticas religiosas han
descendido en España en las últimas décadas y también ha
declinado la influencia de la Iglesia en la sociedad española.
Pero la nuestra no es una sociedad sin religión, sino una
sociedad de “mutación religiosa”, que él caracteriza por el
debilitamiento de las referencias institucionales, la apertura
de la religiosidad a otros sentidos y vivencias, el profundo
cambio de mentalidad propio de la cultura moderna con nuevas
formas de expresión y realización personal. Todo esto ha
llevado a la aparición de una importante minoría de los
“religiosamente activos fuera de la Iglesia”, que Arroyo cifra
en el 18% de los mayores de 18 años. En consecuencia esboza la
siguiente tipología:
a) eclesiales: 22% de practicantes que confían en la Iglesia
b) laxos: 23% de practicantes ocasionales que confían en la
Iglesia
c) centrífugos: 19% de religiosos que no confían en la
Iglesia
d) arreligiosos: 35% de no religiosos que no confían en la
Iglesia.
3
García Jiménez (2007) ha tratado con detalle la importancia que
ha tenido la categoría de “católico no practicante” en la
sociología empírica española de la religión debido al carácter
mayoritario de la misma según las encuestas al uso En su
desarrollo se refiere a que Tornos y Aparicio (1995) los
consideraron en su investigación cualitativa como “creyentes de
religiosidad moral”. También señala que la categoría misma es
fruto del autoposicionamiento subjetivo (expresión un tanto
redundante) en respuesta a preguntas de encuesta, que en general
se limitan a tomar como indicadores las prácticas rituales,
omitiendo una eventual participación activa en otras actividades
de la Iglesia. García Jiménez nos ofrece una definición más
compleja del que él llama “católico existencial” en el siguiente
párrafo:
“El católico no practicante es aquella persona que
mantiene viva su creencia en Dios (es una persona creyente) y
su identidad católica, pero vive alejado de la Iglesia, tanto
al nivel de las prácticas sacramentales, como al de la
participación activa en la vida de la Iglesia y al de las
ideas, esto es, al nivel de los postulados, normas y
preceptos de la Iglesia católica. Por tanto, esta persona
practica un catolicismo existencial o vivencial, de carácter
personal y al margen de las directrices de la Iglesia,
marcado únicamente por la vivencia y la experiencia personal
de la fe y sólo en el ámbito privado, olvidándose de los
conceptos de Iglesia y Comunidad” (García Jiménez, 2007: 5).
En coherencia con lo anterior, José Casanova propone no
abandonar, pero sí reformular, la teoría de la secularización
por considerar falacias tanto la afirmación de la tesis fuerte
4
de la secularización como la de la privatización de la religión
en la sociedad contemporánea (García Jiménez, 2007:11). Para más
información acerca del cristianismo existencial o vivencial, y
sus diferencias con el cristianismo oficial, puede verse a
Francisco J. Carmona (2004)..García Jiménez propone en esta
línea adoptar una perspectiva total que incluya la visión
estructural (macro) y la de la acción o de las preferencias
individuales (micro) (siempre condicionadas por aquella y por la
estructura eclesiástica), para mejor dar cuenta de la
importancia que todavía tiene la religión en el mundo actual
incluso en el occidental, aun haciendo abstracción por peculiar
del caso norteamericano.
Quedarse, sin embargo, en el análisis de la práctica religiosa y
adoptar el lenguaje convencional de las Iglesias (o de las
encuestas de intencionalidad política) en relación a la misma
práctica ritual, así como a sus principios y normas
tradicionales, adolecería de una peligrosa superficialidad.
2. Una epistemologia de la realidad social de la religión: los
enfoques sistémico y realista crítico
Para que nuestras observaciones sobre la religión de los
madrileños sean lo más rigurosas posibles desde la perspectiva
de las ciencias sociales, antepondremos al análisis de los
datos disponibles una ontología y una epistemología de lo social
que tenga en cuenta los avances con que se ha actualizado
últimamente a los clásicos en estos campos.
Entre nosotros, Juan Luis Pintos es uno de los autores que más
han trabajado en esta línea, siguiendo a Luhmann, por lo que,
aceptando básicamente sus hallazgos, los resumiremos aquí e
intentaremos complementarlos en algunos aspectos con el trabajo
5
de Christian Smith, que ha basado su investigación empírica de
la religión de los adolescentes y de los jóvenes norteamericanos
en su transición a la edad adulta, en los presupuestos
epistemológicos del “realismo crítico” de Bhaskar y Archer,
entre otros.
A diferencia del discurso dominante en la gran mayoría de la
bibliografía disponible sobre la religión en España,
justificamos nuestra elección de un punto de vista
epistemológico y teórico de tipo sistémico, basado en la
distinción entre religión y religiosidad, concepto éste más
complejo y realista, a partir de Luhmann (1977), Simmel,
Erikson (2001:105-119) y otros. La instrumentación teórico-
metodológica de nuestro enfoque la tomaremos del modelo
operativo de los “imaginarios sociales” de Pintos y de los
estudios longitudinales cuantitativos y cualitativos inspirados
en el realismo crítico de Christian Smith (2009). A nuestro
enfoque subyace tanto el reconocimiento del fenómeno de la
secularización como también el de su relativo ocaso en cuanto
hipótesis ómnibus explicativa de la mutación de la religiosidad.
Creemos oportuno, por tanto, adoptar un enfoque multinivel o
ecléctico, ya que los sociólogos que más han ahondado en la
religiosidad moderna son Simmel, interpretado por Erikson y
Birlanga (2003) y, en una orientación un tanto filosófica, porLuhmann. También nos parece útil adoptar el modelo
epistemológico y operativo de los “imaginarios sociales” de
Pintos, inspirado en Ledrut, para asumir algunas de sus
sugerencias metodológicas, en concreto la trayectoria de
totalización a deconstrucción y, finalmente, a retotalización
del objeto religión o religiosidad contemporánea. Esta
retotalización desembocará en una nueva tipología que tenga en
6
cuenta otras como las de Arroyo y Bericat, pero enriqueciéndolas
con las aportaciones de los autores mencionados.
Al tomar como punto de partida una totalización del fenómeno
religioso, siguiendo a Beckford y a Pintos, tratamos de superar
la consideración parcial de la religión desde el sistema
político o eclesiástico, propias de un empirismo o realismo
ingenuo, como el que subyace a las encuestas del CIS y de
diversas entidades religiosas. Para Beckford (2001: 439),
religión es una serie compleja de fenómenos con aspectos de
continuidad y cambio, para cuyo estudio no existe una posición
epistemológica privilegiada, sino que ha de definirse desde el
campo de investigación de los procesos socioculturales.
A fuer de parecer contradictorios, aunque los presupuestos
epistemológicos de las encuestas disponibles sobre religión son
de tipo neopositivista, nos tendremos que servir de ellas, a
falta de otros datos, para realizar algunos de nuestros
análisis, dentro del proceso de totalización y deconstrucción
del fenómeno religioso. Después de una breve exploración de los
valores últimos de los madrileños siguiendo los datos del World
Values Survey, intentaremos una nueva conceptualización o
retotalización de la religiosidad de esta comunidad.
2.1 Luhmann según Pintos e Izuzquiza
El enfoque sistémico de Luhmann no incluye una ontología de la
realidad social y también se abstiene de adoptar el punto de
vista del sujeto. La sociedad es comunicación entre los
sistemas y éstos son autopoiéticos y autorreferentes como
aquella, diferenciándose y comunicando con sus ambientes. Uno
de los subsistemas que atrae especialmente su interés es el
7
religioso. (Izuzquiza, 1990). Como veremos, la Sociología de la
Religión de Niklas Luhmann combina la sociología con la
filosofía e incluso, en alguna medida, con la teología. Una
somera referencia a su posicionamiento nos parece necesaria para
entender mejor la escasa consistencia de las posturas
postmodernas y, en particular, de las superficiales invocaciones
a la secularización sin matices tanto de las conciencias como de
la sociedad total.
Para Luhmann, la religión es un subsistema de la sociedad,
necesario para dar sentido a los múltiples dominios de sentido
que, a veces enfrentados entre sí, coexisten en la cultura
postmoderna. Por tanto, la religión no es un subsistema más con
una funcionalidad peculiar, susceptible de ser observado y
sometido a crítica por los demás subsistemas de su entorno,
sino, muy al contrario, son éstos los que la necesitan como
observador externo y metadiscurso que posibilita su propia
comprensión.
Avanzando aún más hacia las esferas filosófica y teológica,
Luhmann sitúa el origen de esta virtualidad en la distinción
entre inmanencia (la experiencia individual, las apariencias de
realidad) y transcendencia, que la religión tematiza y sustenta.
La transcendencia es su punto de vista privilegiado (la realidad
fuerte, más allá de la experiencia del individuo), sin que ella
misma necesite de ulterior justificación. Para el
fundacionalismo, ésta sería una creencia última o básica no
necesitada de justificación. Ultimamente esta distinción radica
en la tautología de la definición de Dios como “lo que él es”,
opuesta a la finitud de la realidad inmanente y contingente.
Esta “ontología” de la religión es obvio que poco tiene que ver
con la caracterización del “creyente no practicante”, máxima
preocupación de los diseñadores de encuestas eclesiales o
8
políticas. Sin embargo, en la medida en que esa necesidad de un
subsistema definidor de sentidos pueda empíricamente comprobarse
–algo que, por ejemplo, logra, entre otros, el estudio sobre el
Sistema Mundial de Valores, nos encontraríamos con que la
pobreza del marco teórico de los estudios sobre el hecho
religioso habituales entre nosotros, no nos permitiría percibir
la realidad más profunda y auténtica de la mayoría de nuestros
contemporáneos. Es evidente que ellos de modo habitual
construyen y hacen uso de “imaginarios sociales de lo
mundanamente irrepresentable” (Pintos). Para este autor, los
imaginarios no son ideologías, sino que dinamizan la práctica
social al hacer creíbles los sistemas de racionalización
legitimadora de una determinada sociedad y de sus estructuras de
poder. Por eso están relacionados con esa función fundante y
facilitadora de la religión en Luhmann. No se trata de
elucubraciones teóricas, sino de ser capaces de comprender por
qué la religión sigue cumpliendo importantes funciones en la
sociedad postmoderna. Sencillamente, porque hace posible la
distinción transcendencia-inmanencia y, desde ella, la
evaluación con sentido de las diferentes realidades inmanentes.
Sin la religión, estaríamos inmersos en un caos de sentidos
compitiendo entre sí y la confusión llegaría a límites
insoportables. Como lo inmanente carece de un punto de
observación y evaluación mínimamente válido sobre la inmanencia,
por ello instintivamente recurrimos a la búsqueda de un sentido
superior o metadiscursivo, que es la transcendencia. Hay aquí
importantes similitudes con la teoría fenomenológica de Thomas
Luckman sobre los “universos simbólicos” en su obra “La religión
invisible”. La religión, por tanto, cumple ante todo la función
de mantener despierto el sentido para la pregunta, según
Luhmann. Lo cual no impide que, como Beyer (1994) ha mostrado
9
en su estudio del fracaso de la Nueva Derecha Cristiana en los
EE. UU., la religión puede ser muy funcional y al mismo tiempo
adolecer de poca “productividad”, entendida ésta como influencia
sobre los demás subsistemas de la sociedad total por ser ésta,
en contraste con la religión, funcionalmente diferenciada y
especializada.
Para Luhmann, nos dice Pintos, "no se puede ya concebir la
religión como determinadas respuestas a preguntas determinadas,
sino como la pregunta misma" (Luhmann, 1987:.236-253, citado
por Pintos, 1996). Aunque se prescinda de la religión, se puede
caracterizar esta pregunta como pregunta por el sentido de todos
los sentidos. Con ella se corresponde un concepto de Dios sin
diferencias. Y se pone igualmente en evidencia que ningún otro
sistema funcional plantea esta pregunta --aun cuando para
algunos o para muchos resulte gratificante el poner el sentido
de sus vidas en el conjunto de sus ideales y sus tareas. Las
pretensiones que superen a éstas, sólo la religión puede
satisfacerlas. Sus respuestas tienen, sin embargo el defecto de
todas las comunicaciones observables: el observador detecta en
seguida el "punto ciego" de toda vinculación específicamente
religiosa. El “punto ciego “consiste en que el observador no
puede observar la realidad en sí misma, es decir la esfera
metaempírica o sobrenatural a la que se refiere la religión,
sino en cuanto observada por la misma sociedad. (Pintos, 1996:
5-7). Pero con ello no se anula al menos un efecto de la
comunicación religiosa: mantener despierto el sentido (en manera
alguna espontáneo) para la pregunta..
2.2 Inmanencia y transcendencia
10
Dado que para Luhmann toda la sociedad es comunicación, las
comunicaciones que genera el subsistema religioso constituyen el
objeto privilegiado de observación del sociólogo. Entre esas
comunicaciones están los distintos tipos de discurso: teológico,
moral, político, etc.
Ahora bien, el proyecto investigador de Pintos se ha extendido
más allá de su adaptación de la epistemología luhmanniana hasta
abordar la comprensión en profundidad de la realidad empirica de
nuestro tiempo utilizando para ello el concepto de “imaginarios
sociales”, que toma de Ledrut (1987: 45). Su fin último es
elaborar una teoría de la “plausibilidad social”, que permita
entender los mecanismos generadores de la dominación en nuestras
sociedades, muy distintos a aquellos con que analizaban los
clásicos el poder en las suyas. Como indica el subtítulo de una
de sus obras “la nueva construcción de la realidad social”,
Pintos intenta un enfoque constructivista con el que
“desentrañar las complejidades de los fenómenos sociales
construidos como realidad social”. Elige para ello la elipse
(con su eje de coordenadas y sus dos focos) como curva adecuada
para proceder al análisis de las diferencias a través de las
cuales se construye la realidad en el espacio (proceso de
institucionalización o de progresiva visibilización) y en el
tiempo (duración) –ambos en continuidad entre el “todavia no” y
el “ya aquí”. Los dos ejes de coordenadas permiten la formación
de cuatro campos semánticos (concepción a la que subyace en
cierta medida el bien conocido “cuadrado semiótico” del
estructuralismo), dos de ellos en el ámbito de la
“transcendencia” y los otros dos en el de la “inmanencia”. El
primer paso que hay que dar, por tanto, en cada investigación
dentro del marco sociocibernético, como lo llama Pintos, es
definir cuál es la diferencia sobre la que se construye un
11
objeto o problema como realidad social. “No vemos aquello que no
vemos desde el momento que marcamos un lugar, y sólo podemos
realizar una observación desde una perspectiva” (Pintos, 1995: 19).
La finalidad de este esquema no es encuadrar los datos
obtenidos en las investigaciones existentes, sino más bien
“construir un marco de percepción del imaginario religioso como
totalidad para orientar futuras investigaciones” (ibídem, p.
29), o “un punto de partida desde el que formular hipótesis
explicativas de los fenómenos investigados” (ibídem, p. 18). El
modelo de los imaginarios sociales de Pintos pretende conectar
así con el constructivismo sistémico de Luhmann, añadiéndole
operatividad empírica. Podemos hablar, por tanto, de un
constructivismo empírico orientado a explicar las estructuras de
dominación a través de los imaginarios sociales o universos
simbólicos operativos. Como ejemplo de ese enfoque, Pintos
esboza una elipse para presentar el que era, a su juicio, el
panorama religioso español en torno a la década 1968-1978
( Pintos, 1995: 43). He aquí el resultado:
El código Inmanencia-Transcendencia permite a la religión
afirmar o negar, por ejemplo al establecer comunicaciones
positivas con sentido entre los creyentes de distintas
confesiones y, alternativamente, reducir los sentidos a sus
límites relativos criticando la pretensión de absolutez de los
sistemas. Apoyado en esta distinción, el concepto-guía de
democracia representa el polo positivo de la evolución de
distintos ámbitos de la vida social mientras que la negatividad
viene representada por las instituciones antidemocráticas. El
desarrollo de la teología conlleva la dualidad de este campo
semántico que, por un lado, presenta formulaciones horizontales
o “de base” mientras genera, por otro, corrientes jerárquicas y
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conservadoras. Un tercer campo semántico, la libertad,
contiene, por un lado, el carisma como muestra de creatividad
espiritual y, por otro, produce la reducción hasta mínimos de lo
institucional. Finalmente, el campo semántico pastoral
representa la relación de lo individual y lo institucional en el
campo católico y puede entenderse como una función cibernética
que incluye tanto la observación a cargo de los pastores
(obispos) como la supervisión de su función por parte del
sistema religioso (observación de segundo orden). Lo que hace
Pintos, por tanto, al seleccionar esos cuatro campos semánticos,
es formular hipótesis-clave de la evolución socioestructural y
cultural de la sociedad española en relación al hecho religioso
durante dicha década.
Ahora bien, de acuerdo con nuestro enfoque multinivel, creemos
que el marco teórico y metodológico de Pintos puede contrastarse
y complementarse con el del “realismo crítico” de Christian
Smith y otros (tendencia a la que un autor (Schostak, 2002 a, b)
considera como constructivista hermenéutica o interpretativa,
pese a la pretensión de Smith de superar con su realismo el
relativismo postmodernista). A nuestro juicio, la posición
teórico-metodológica de Smith puede ser útil en la
instrumentación de los análisis e hipótesis de investigación
propuestas por Pintos. Así, por ejemplo, los “imaginarios
sociales” pueden considerarse consecuencias de los “mecanismos
generadores” (socioestructurales, aunque no necesariamente
causales) de los fenómenos empíricos percibidos por el
investigador y tenidos por éste como “reales”—independientemente
de su condición temporal de eventos. La amplia pluralidad de
universos simbólicos existentes en nuestra sociedad postmoderna
hace que la elección de los “imaginarios” sea abierta y esté
13
sujeta a discusión y pueda ser objeto, por tanto, de la práctica
educativa (Schostak).
2.3 Realismo critico en Christian Smith
El realismo crítico de Christian Smith viene a complementar así
en cierta forma el constructivismo sistémico operativo de Pintos
con una ontología de la realidad social. También tiene en
cuenta la fenomenología psicosociológica, de signo
funcionalista, de Simmel sin adoptar sus raíces idealistas. El
enfoque de Smith y Archer incluye la atención a lo espacio-
temporal, como en Pintos, añadiendo a éste la formulación
precisa del estudio de los “mecanismos generadores” de los
fenómenos sociales así como, en Archer, la interacción entre
agencia y estructura social (mediante sus conceptos de
morfogénesis y morfostasis). Como ejemplo de esos “mecanismos
generadores” de la religiosidad del joven preadulto,
mencionaremos aquí el apoyo que suponen los modelos de rol de
los padres y la internalización de la vida religiosa en la vida
cotidiana durante la adolescencia así como la práctica de la
oración y las experiencias religiosas personales durante esa
misma etapa del ciclo vital.
Resumamos los puntos clave del realismo crítico de Christian
Smith, corregido por Schostak., siguiendo a J. Parada
Corrales(2007:170-207) y a Margaret S. Archer (1995). Smith
cree que podemos alcanzar la realidad objetiva aunque a través
de variadas conceptualizaciones. El realismo crítico distingue
en el objeto lo empírico, que es lo que percibimos, el evento,
que es lo que sucede en el tiempo y lo real que es la
concatenación de causas y efectos de lo que percibimos. El hecho
religioso individual y social está ahí aunque lo aprehendemos de
14
formas muy diversas sin que, desde la perspectiva sociológica,
podamos imponer la nuestra, algo que Schostak reprocha al
realismo crítico ortodoxo por sus diatribas contra el
postmodernismo, que no evitan del todo la hermenéutica del
investigador. Schostak apunta, por su parte, a la diversidad de
universos simbólicos de la cultura contemporánea y al
consiguiente carácter educativo de la ciencia social (véase más
arriba).. Para medir la la intensidad religiosa de los jóvenes,
Smith ha elegido un índice que combina “información sobre la
frecuencia de la asistencia a servicios religiosos, la
importancia reconocida de la fe en la vida cotidiana y la
frecuencia de la oración personal” (Christian Smith, 2009: 212).
Para este autor, la religión persiste y florece al menos
relativamente en nuestros días porque los jóvenes preadultos,
que la practican en diversos grados, aparecen en sus encuestas
como más preocupados con cuestiones morales que los totalmente
alejados. Además aquellos obtienen, impulsados por su fe,
resultados sociales más positivos para ellos y para la sociedad
en que viven: practican más el voluntariado y las donaciones
caritativas, consumen menos drogas, están menos preocupados por
el consumo, retrasan más la actividad sexual y van con más
frecuencia y con mayor provecho a la Universidad que los menos
religiosos. En una palabra, para Smith, la fe cristiana fomenta
experiencias y prácticas persuasivas, generadoras de
compromiso, impulsa actuaciones, interacciones y sentimientos
que mantienen un cierto nivel de religiosidad ambiental a pesar
de los obstáculos culturales bien conocidos. En cambio, los
menos religiosos se muestran relativistas e incluso escépticos
acerca de la existencia de una realidad objetiva existente y
válida para todos. En consecuencia, apenas existe entre ellos
concepto alguno de responsabilidad por el bien común y no
15
sienten llamada transcendente alguna para proteger la dignidad
de la vida humana. Estas son las principales conclusiones de
Christian Smith (2009). y de Naomi Schaefer Riley (2009), que
hace una reseña de la citada obra.
3. Religión y religiosidad en Simmel y Erikson
A diferencia de Luhmann, la mayoría de los sociólogos empíricos
se preocupan del sujeto antes que del sistema. Antes de adoptar,
como es común entre la mayoría de ellos, un concepto de religión
como punto de partida, es necesario reconocer que la raíz de la
religión es la religiosidad, una realidad prácticamente
universal de la que procede la religión. La tesis de García
Jiménez, en torno a la distinción micro-macro, conecta bien y
está probablemente inspirada en las ideas de Simmel, que han
sido interpretadas recientemente por Victoria Erikson (2001:105-
119) al centrarse en sus conceptos clave de religión,
religiosidad, fe y fidelidad en la sociedad postmoderna.
También Birlanga (2003).ha profundizado en la dicotomía
“religión-religiosidad” y en la funcionalidad de la religión en
tanto que religiosidad. Esta última tiende sobre todo a
orientar nuestra vida como totalidad, sin que el peligro real
del secuestro de la religiosidad por la religión sea en forma
alguna inevitable. “La religiosidad no excluye la posibilidad
de que se exprese en hechos religiosos o eclesiásticos”
(Birlanga, 2003:13), sin que por ello deba escindirse de la vida
quedando relegada a ser Cultura Objetiva (ibídem).
Simmel detecta, según Erikson, en la sociedad moderna y
postmoderna una religión orientada a prescindir de las formas,
lo que la diferencia de la religión de la sociedad tradicional.
16
En fuerte contraste con las teorías de la secularización de
Durkheim, Weber y Marx, Simmel cree que la religión siempre
estará a salvo y su funcionalidad e influencia social será
siempre importante, ya que sin ella son imposibles las
relaciones humanas. Sin fe y fidelidad no hay relaciones
sociales. Epistemológicamente, Simmel es un neokantiano. Su
postura es, a diferencia de la de Durkheim, más filosófica y
psicosociológica que antropológica, aunque coincide con él en
ver el origen de la religión en los ideales comunes, el fervor
colectivo, las costumbres y normas sociales del grupo. La
religión, como forma y función, regula la vida colectiva del
grupo, aunque simultáneamente hace posible la relación subjetiva
del individuo con el ser transcendente o divinidad. La actual
tendencia a la “falta de formas” (indicativa de una cierta
desinstitucionalización) pone en evidencia la crisis cultural
moderna, pero de hecho el individuo y el grupo se esfuerzan en
recuperar las formas, ya que las necesitan para objetivar sus
creencias y cimentar sus relaciones sociales. (Así hemos
asistido en nuestros días al sorprendente resurgir de las
cofradías madrileñas de Semana Santa y a una intensa polémica
interreligiosa y verdadera crisis social con ocasión de la
amenaza de un pastor evangélico de quemar el Corán en respuesta
al proyecto de construcción de una mezquita en la llamada Zona
Cero de Nueva York).
A diferencia de Durkheim, para Simmel, la funcionalidad de la
religión y su valor emocional son independientes del origen del
hecho religioso. Su interés se centra en la fe y en sus
capacidades motivacionales y emocionales más que en la
increencia (Flanagan, 2001:438-440). .Lo social es, para él, el
medio con que el creyente realiza y objetiva su creencia. Las
vidas sociales configuran las vidas espirituales y viceversa. Su
17
punto de partida, por tanto, es micro, al revés que en la
mayoría de los teóricos de la secularización como los ya
citados. Simmel pretendía revertir el fracaso de la cultura
moderna en el desarrollo de la personalidad individual (Erikson,
2001:114). Para él, la gente había acabado reconociendo que es
imposible un mundo sin Dios y, al rechazar las iglesias o sus
burocracias, había reformulado sus creencias. Sin formas, la
existencia postmoderna se ha convertido en un limbo, según
Erikson, sin “pena ni gloria”, sin compromiso ni
responsabilidad. La reacción ha supuesto que la gente vuelva a
aferrarse a sus relatos, ya que los necesita para definir unas
relaciones sociales fiables y para marcar los hitos de su
desarrollo. En definitiva, para poder conectarse al otro, el
individuo tiene que fiarse y entregarse a él. Queda así
patente, según Erikson, la orientación terapéutica de la
sociología de Simmel.
En una línea simmeliana, Bericat (2008: 13-53) ahonda en el
campo de la religiosidad y cree necesario distinguir,
recurriendo para ello al análisis multivariable, dos variables
culturales (creencia en Dios, grado subjetivo de religiosidad) y
dos variables conductuales (frecuencia de asistencia a oficios
religiosos y frecuencia de actividades religiosas privadas).
Podemos finalmente recapitular ahora nuestro marco teórico
reconociendo que la religiosidad es la religión que hace posible
el sentido y actúa como metadiscurso en la sociedad
multisistémica y diferenciada, por un lado, y como cimiento de
las relaciones sociales confiadas, por otro lado. En ambos
casos, la referencia a la divinidad o a lo Totalmente Otro
constituye su base ontológica y epistemológica.
El progresivo descenso de la frecuencia de la práctica
religiosa requeriría de numerosas investigaciones, pero, en base
18
a las ya existentes de tipo cualitativo, parece deberse a la
desafección institucional y a la correlativa
desinstitucionalización o pérdida de fuerza obligatoria de las
normas y valores a causa de la invasión de la cultura moderna y
postmoderna y también a la percepción creciente del abuso de
poder de la jerarquía en la represión del sano pluralismo
teológico. Esta se relaciona con la incoherencia entre sus
mensajes de igualdad, fraternidad y respeto de la diversidad de
carismas frente a su dominación burocrático-clerical de hecho,
en fuerte contraste con la sensibilidad democrática moderna.
Más en concreto, la escasa frecuencia de la práctica religiosa
entre los jóvenes puede estar condicionada por su recelo hacia
la moral sexual cristiana, difícil de compatibilizar con el
hedonismo de la cultura dominante. El moralista católico
Marciano Vidal (2006: 34) hablaba de una situación de malestar
en la comunidad católica respecto de la sexualidad: “1) Existe
un conflicto de paradigmas (…) unos retornan a los paradigmas
de la “razón ascética” [de la época patrística] y de la “razón
natural” [medievales y postridentinos] mientras que otros se
sitúan en los extremos del paradigma de la “razón personal”
[propio de la modernidad y del Vaticano II, que asigna un papel
central a la persona y a la libertad]; 2) existe una reserva
generalizada ante los códigos morales “oficiales”; 3) hay una
falta de consenso en (…) criterios concretos de la vida sexual
desde la perspectiva del Evangelio”.
Datos recientes de Callejo (2006: 46), referidos a España,
vienen a reforzar los del estudio Nº 2752 del CIS: el 57% de los
jóvenes de 15 a 24 años optan por la unión libre y el 36%
optarían por el matrimonio religioso, evidenciando así que la
mayoría de los primeros no acepta la moral sexual católica.
19
Chistian Smith, por su parte, atribuye la deficiente fe y escasa
práctica de los jóvenes adultos en transición en Estados Unidos
a la pobre labor educadora de los padres y de las instituciones
en la socialización religiosa de los hijos. El autor no se
adentra en los contenidos dogmáticos ni en la concreción de las
normas morales de conducta. Pero parece evidente que también
contribuye a esa desafección la percepción de la hegemonía o
creciente supremacía del politiqueo diplomático, es decir de los
arreglos y reajustes sistémicos de la institución eclesial por
mantener su influencia social, evitando sus líderes actitudes y
conductas proféticas encarnadas en los problemas de la sociedad
contemporánea (véase la concesión de un doctorado honoris causa
al Presidente Obama por la Universidad Católica de Notre Dame no
obstante su posición proabortista). También parecen contribuir
a dicha desafección determinadas actitudes de evasión
espiritualista de realidades hirientes como las de la pandemia
del SIDA en Sudáfrica, aunque no falten excepciones como la de
Mons. Dowling, que confirman la regla.
.
4. Un estudio reciente del CIS nº 2752 (2008) (selección de los
casos de Madrid)
Dado el objetivo de nuestro capítulo, era obligado asumir el
riesgo que conlleva seleccionar los casos de Madrid dentro de
una encuesta nacional con una muestra ajustada. La precisión de
las estimaciones no puede ser muy alta como consecuencia de los
relativamente altos errores de muestreo incurridos al
seleccionar un grupo reducido de encuestados, el de los
residentes en la Comunidad de Madrid. (Véase Rodriguez Osuna,
1991: 46 y ss., 84 y ss ). Si atendemos a las tablas de Arkin y
Colton y a los cálculos del CIS, para una muestra en torno a los
20
200 casos, el error de muestreo puede ser de +/- 7% para un
nivel de confianza del 95,5% en el supuesto de muestreo
aleatorio simple (Ministerio de Sanidad y CIS. Barómetro
Sanitario 2009).
Este estudio es una encuesta que explora las creencias y
prácticas religiosas de los ciudadanos residentes en España y
algunos de los valores más importantes que cultivan. Especial
énfasis se pone en la función educativa, en la dimensión
institucional de la religión en su relación con el subsistema
político y en la convivencia entre españoles y grupos
inmigrantes, una dimensión esta última que, por exceder nuestros
objetivos, no atenderemos aquí.
4.1 Religiosidad
Predomina en Madrid, como en general en toda España, una
religiosidad relativamente alta con tendencia a la
“formlessness” (aformalidad o falta de formas) de Simmel y, sin
embargo, apoyada de forma intermitente pero efectiva en las
formas de la religiosidad popular y, al mismo tiempo, compatible
con una crítica a la burocratización de la jerarquía
eclesiástica y con una intensa participación minoritaria en las
actividades de los movimientos eclesiales, generalmente de signo
conservador.
Los datos de encuesta confirman la práctica relativamente
frecuente de la oración y la meditación y la no tan frecuente de
los rituales obligatorios.
Los españoles valoran algo más que los extranjeros como mucha o
bastante (72,0% frente a 68,3%) la influencia de la Iglesia
Católica en España.
21
Mientras que el 38% de los españoles expresan bastante o mucha
confianza en la Iglesia Católica, sólo el 16% la expresan en el
mismo grado en los partidos políticos (Preguntas 39 y 35).
4.2 Consecuencias de la creencia en la vida cotidiana
Los creyentes más o menos practicantes dan significativamente
más importancia a la familia, la religión, los amigos, la salud
y el trabajo que los no creyentes e indiferentes. No son, sin
embargo, significativas las diferencias que unos y otros
conceden a la política. Son los que dedican una o más veces a la
semana momentos a la meditación personal quienes dan más
importancia a la política y al bienestar económico.
4.3 Creencias en verdades de fe
-Los creyentes, practicantes o no, creen más en la vida después
de la muerte (51,9%) que los indiferentes y no creyentes
(10,4%). (Pregunta 6).
-Los creyentes, practicantes o no, creen más en la existencia
del infierno que los indiferentes y no creyentes. Aun así,
sólo una minoría de los primeros (14,9%) mantiene con toda
seguridad esa creencia.
-Aunque algo más de la mitad de los creyentes cree con alguna
seguridad en la existencia del cielo, algo menos de la mitad, al
igual que la mayoría de los no creyentes e indiferentes, no
creen en su existencia. La diferencia es, sin embargo,
significativa.
-Los creyentes, practicantes o no, son más indulgentes que los
no creyentes e indiferentes hacia la homosexualidad tanto entre
hombres como entre mujeres.
22
-La oposición al aborto es muy superior entre los creyentes que
entre los no creyentes e indiferentes.
-La gran mayoría de los creyentes sostienen la existencia del
alma y del pecado, a diferencia de no creyentes e indiferentes
que, en su gran mayoría, los niegan. Son imaginables las
consecuencias de ambas posturas para la vida social. También
son significativamente más los creyentes que creen con algún
grado de seguridad en la reencarnación que los no creyentes e
indiferentes.
4.4 Frecuencias de la tipología de creyentes
Hasta el 66,2% de la muestra de Madrid y el 73,5% de la nacional
se autodefinen como católicos practicantes o no practicantes,
frente al 33,8% de Madrid y 21,8% de la muestra nacional que se
definen como no creyentes o indiferentes.
GRAFICO 1
CREENCIA E INCREENCIA EN MADRID
23
Los católicos no practicantes de Madrid, es decir el 40,7% , --
a los que Tornos y Aparicio llamaron “creyentes de religiosidad
moral” y otros “creyentes no muy practicantes”-- constituyen una
categoría que, como hemos visto más arriba, ha sido objeto de
intenso debate. A la vista de tales porcentajes no cabe duda
alguna de la religiosidad de uno u otro tipo de la mayoría de la
población española.
Así lo confirman los porcentajes de práctica religiosa de las
respuestas a la P. 13 en Madrid: hasta un 61,2% de los
encuestados acude al menos una vez al mes a la iglesia y el
77,6% lo hacen alguna vez al año.
Hay una fuerte asociación entre la edad y la creencia. A partir
de los 25 años los creyentes superan a los no creyentes,
acentuándose la diferencia a partir de los 45 años. También hay
asociación significativa, aunque menos fuerte, entre la edad y
24
la frecuencia de la práctica religiosa. El 73,3% de las mujeres
son creyentes frente al 58,1% de los hombres.
Con objeto de profundizar en el contenido de la religiosidad de
los madrileños, elaboraremos ahora una serie de índices que nos
permitan analizar e integrar de forma coherente una variedad de
indicadores dispersos en la encuesta.
4.5 Autoidentificación
Este índice incluye variables tanto de autoidentificación como
de educación de los hijos. Hasta el 46,4% (valores “muy de
acuerdo” y “de acuerdo”) de los madrileños se autoidentifican
como “religiosos”, como queda indicado por su concepción de un
Dios providente, su aceptación de las verdaderas principales de
fe, por la importancia que conceden a la religión en la
educación de sus hijos y en la escuela y por su preferencia por
el matrimonio religioso.
4.6 Valores “transcendentes”
Escogemos en el estudio Nº 2752 como indicadores de valores
“transcendentes” tres de los ámbitos que se consideran de
importancia en la vida (puntuados de 1 a 10) y siete cualidades
importantes para inculcar a los niños en el hogar de entre las
diez que incluye el cuestionario. No incluimos la “obediencia”
por su ambivalencia en el discurso dominante, que oscila entre
la autodisciplina y el servilismo. Tampoco la “imaginación” por
su relativa independencia de la voluntad del individuo. Este
índice consta, por tanto, de 10 variables: “la familia, la
religión, el trabajo tienen mucha importancia para Vd.” (102,
105 y 107), “el esfuerzo en el trabajo, el sentido de
responsabilidad, la tolerancia y el respeto hacia los demás, la
austeridad y el espíritu de ahorro, la constancia y la
25
perseverancia, la fe religiosa y la abnegación (espíritu de
sacrificio) son cualidades especialmente importantes para Vd.
que se pueden inculcar a los niños en el hogar” (2002, 2003,
2005, 2006, 2007, 2008 y 2009).
La pregunta básica para esclarecer el contenido de la
“religiosidad” es si los creyentes, practicantes o no, cultivan
más valores transcendentes que los indiferentes y los ateos.
La tabulación cruzada de estas variables nos muestra que su
relación es significativa. Los creyentes, practicantes o no,
cultivan mucho más los valores transcendentes que los no
creyentes. Mientras sólo un 3% de estos últimos puntúan entre 5
y 38 puntos, hasta un 29% de los creyentes logran esa
puntuación.
4.7 Valores “terrenos”
Aunque somos conscientes de la imprecisión de la distinción
entre valores “transcendentes” y “terrenos”, todavía creemos en
su utilidad. Los primeros apuntan a una mayor importancia de
las metas ideales de la cultura tradicional y a la coherencia y
esfuerzo en su consecución, mientras que los segundos tienen un
carácter más instrumental y materialista. Ahora bien, la
relación entre la creencia religiosa y los valores terrenos o
instrumentales no es significativa.
4.8 Valores “institucionales”
Exploramos la confianza o adhesión de los ciudadanos madrileños
a la institución de la Iglesia Católica; después, comparamos esa
confianza entre los creyentes (practicantes o no) y los
indiferentes y ateos.
Contra lo que esperábamos, la adhesión a los valores
“institucionales” no correlaciona significativamente con la
26
creencia, acompañada o no con la práctica, lo que no hace a
dicha adhesión un buen indicador de la “religiosidad”. Si esto
es así, muchas de las conclusiones frecuentes entre los
sociólogos que enfatizan la presunta heterodoxia de muchos
católicos españoles, quedan en buena medida debilitadas al no
adoptar un concepto consistente y profundo de religiosidad.
4.9 Confianza en la Iglesia
La confianza total en la Iglesia (P35:1 mucha, 2 bastante) es de
32,2%, superada ligeramente por la confianza en el Parlamento
41%, a pesar de que en los partidos políticos, de los que se
nutren las cámaras, sólo confían el 16,5% de los encuestados,
aproximadamente la mitad que en la Iglesia.
4.10 La religión como estímulo de la pregunta por el sentido en
Luhmann
No hemos podido comprobar empíricamente esta hipótesis de
Luhmann, al menos no mediante el cruce de las variables
correspondientes (p=0,486), pero reconocemos que los indicadores
distan de ser perfectos.
5. Otro estudio anterior como contraste: la religión desde la
perspectiva del sistema politico: Estudio nº 2443 (2002) del CIS
Se trata de un estudio nacional sobre una muestra de 2.487
entrevistas realizadas en Enero de 2002 en 168 municipios de 48
provincias siguiendo el tipo de muestreo polietápico por
conglomerados que sigue habitualmente el CIS en este tipo de
encuestas. La mayor parte de los sociólogos de la religión
convencionales no profundizan en los aspectos fenomenológicos de
la creencia y de la indiferencia, sino que se limitan a señalar
27
que han aumentado los católicos que no se someten a la
disciplina de la Iglesia. Al enfatizar este aspecto, los
autores parecen adoptar ellos mismos el modelo de la burocracia
administrativa o político-partidista. No mencionan, en cambio,
el importante florecimiento de comunidades cristianas tanto
ortodoxas o conservadoras como críticas o liberales, ambos tipos
con importante influencia social, mucho mayor que la suma de sus
efectivos numéricos. Léase al respecto a X. Pikaza sobre las
dos Iglesias que coexisten dentro de la Iglesia Católico
Romana, en Religión Digital, 20 Octubre 2010. Dicho enfoque
burocrático-cuantitativo tampoco pudo anticipar o predecir el
laicismo radical promovido a partir del 2004 a pesar de que ya
había sido descrito con anterioridad como la búsqueda de
hegemonía ideológica para sustituir a la de la Iglesia Católica
del nacionalcatolicismo. (Recio Adrados, Uña y Díaz-Sañazar,
1980).
Los ocho temas del Estudio Nº 2443 del CIS (2005), son los que
preocupan a los políticos, ya que forman parte del discurso
dominante. Los temas son: importancia de la religión,
autodefinición religiosa, creencias religiosas, otros sistemas
de creencias y prácticas, prácticas y rituales religiosos,
reproducción familiar de la religión, influencia de la religión
en otras esferas sociales y la opinión sobre la religión y la
Iglesia en España. Al tocar esos temas se trata de
esquematizar la mentalidad y práctica religiosa en un sentido
mecanicista y nominalista, que hipotéticamente ayude a los que
los han elegido a instrumentar sus estrategias de hegemonía
cultural e indoctrinamiento ideológico.
Sin discusión, Europa es un continente muy secularizado debido a
su condición de cuna de la modernidad. Es decir, las Iglesias
hace tiempo que han desistido de ejercer una influencia
28
institucional importante sobre el sistema político y, en
general, sobre las instituciones de sus respectivos países,
característica de la Europa tradicional con imperfecta
separación de Iglesia y Estado. Su influencia se ejerce ahora,
bien a través de los individuos, bien a través de los
movimientos y asociaciones con fines sociales y políticos
impulsados por los valores y la motivación religiosa.
Al mismo tiempo, sin embargo, la mayoría de los autores
coinciden en apuntar al fracaso y ocaso de la secularización en
Europa. Así puede entenderse la proporción relativamente baja
de ateos, según las últimas encuestas de la Encuesta Europea de
Valores. (Bericat, 16 (28). Según Bericat, lo que ha cundido es
la duda y el escepticismo (Bericat, 28, 30 (40-41). Pero los
escépticos no son “poco” religiosos. El 53.5% de los mismos no
son ni religiosos ni no religiosos (18 (29) (40-41).
La ciencia como único método de alcanzar la verdad es una
hipótesis que interesa comprobar (si no sugerir para
indoctrinar) al CIS.(31 (41). De ahí procedería el aumento de
la duda religiosa y la incertidumbre acerca de sus postulados.
Bericat, citando a Simmel, sin embargo, dice que la ciencia
exacta no es contraprueba lógicamente decisiva contra las
tradiciones religiosas aunque sí lo es la ideología científica o
“cientismo”.
El concepto de religiosidad, como ya hemos dicho más arriba, es
mucho más abarcante que el de práctica religiosa convencional,
ya que puede venir indicado tanto por la creencia practicante a
la que se suma la creencia poco o nada practicante (nuestra
nueva variable “creenmix”), lo que hace posible la formulación
de una variedad de hipótesis. Así, por ejemplo, las personas
que se autodefinen como religiosas, sean o no practicantes,
29
probablemente están más inclinadas a promover los valores
transcendentes que los instrumentales o materiales.
No abordan los autores del análisis de este estudio la dimensión
motivacional, es decir cómo influyen en la vida cotidiana (y no
en las opiniones) esas formas privadas de catolicismo
sincrético, algo fundamental, ya que la fe se demuestra ante
todo en las obras. Los autores de dicho análisis prefieren
atender, en cambio, sobre todo a la dimensión cognitiva de la
fe, sin duda por más accesible aunque menos relevante. En
cambio, los citados autores enfatizan la incidencia del nivel
de estudios en la valoración del papel de la religión en la
educación, que por supuesto reconocen. (Observamos, sin embargo,
que en nuestro análisis de los datos de Madrid del estudio del
CIS Nº 2752 (2008), la incidencia del nivel de estudios en la
valoración del papel de la religión en la educación no es
significativa).
Los creyentes practicantes y poco practicantes son más
permisivos respecto a las relaciones homosexuales masculinas y
femeninas que los indiferentes y ateos. En cambio, estos
últimos se muestran más permisivos respecto al aborto que los
primeros.
Los creyentes practicantes y poco practicantes se muestran más a
favor del trabajo (Christian Smith: “valerse por sí mismos”) y
de la familia así como de la influencia de la religión en el
estos ámbitos que los indiferentes y ateos. En cambio, estos
últimos muestran más interés y confianza en la política que los
primeros.
En la sociedad contemporánea española, más o menos secularizada,
asistimos a un incremento de la polarización en las “guerras
culturales” en curso y a un correlativo declive del análisis
argumental y del compromiso o tolerancia de las opiniones
30
ajenas. Basta echar un vistazo a los blogs de Periodista Digital y de
su suplemento Religión Digital. A esta polarización ayuda o se
adapta como anillo al dedo el género periodístico de las
crónicas de rumores y chismorreo, lógicamente a expensas de
fuentes de información privilegiadas.
La percepción de la colusión de la jerarquía con la práctica del
poder admite sus excepciones como el sinceramiento de Enrique de
Castro (el polémico párroco de San Carlos Borromeo en Vallecas),
que manifiesta en una entrevista: “Creo que ha sido un acierto
del Cardenal el que nos haya dejado seguir” (Villar, 2008) [como
Centro pastoral, no como parroquia]
, --algo que los radicales no suelen estar dispuestos a
reconocer, quizá porque se sienten descolocados fuera de la
acostumbrada polarización.
Comentamos ahora brevemente las conclusiones de los analistas,
autores o no, del cuestionario de dicha Encuesta Nº 2443 del
CIS. Su conclusión final 9.1, la “secularización de las
conciencias” parece invertir el sentido obvio de los datos
ofrecidos: que el 80% de los encuestados se consideran católicos
en uno u otro sentido. (El 76,4% según el Barómetro de Enero de
2010). Los autores optan por primar la práctica ritual ortodoxa
en base a sus criterios personales (a menos que asuman los de la
jerarquía más fiel al Derecho Canónico), lo que les lleva a la
afirmación cuasi-inquisitorial de que “las conciencias están
secularizadas” (Pérez Agote y Santiago, 2005: 123).
La conclusión final 9.3, titulada “Tres variables con fuerte
relación con la religiosidad: edad, género y nivel de estudios”
adolece de la misma imprecisión conceptual que subyace a toda la
obra, al confundir los indicadores oficiales o parroquiales de
la ortodoxia clerical-burocrática (al estilo de la sociografía
institucional centroeuropea de los años 50) con el fenómeno
31
mucho más abarcante y significativo de la religiosidad
individual, grupal y social (pág. 124). De hecho, los autores
reconocen, en la conclusión final siguiente, que son las
técnicas cualitativas las que se necesitan para explorar la
búsqueda individual y social del sentido y la religiosidad. Tal
reconocimiento, sin embargo, está en contradicción con un buen
número de las conclusiones a las que ellos mismos llegan en
muchos lugares de la obra (pág. 125).
Por otra parte, las opiniones de los encuestados no siempre son
un indicador eficiente de la realidad objetiva. Así el 71,8% de
los encuestados dicen confiar en el sistema educativo,
porcentaje chocante, en abierta disparidad con la baja
valoración del mismo, tanto por gobierno y oposición como por
los organismos evaluadores de la educación española en el
contexto europeo.
La conclusión final 9.7, titulada “La implicación fuerte de la
religión con la ideología política” es un claro ejemplo de
profecía autocumplida, ya que los autores han optado por un
concepto estrecho de religiosidad, que no es el que viven los
creyentes, aunque pueda en parte coincidir con el del clero
burocratizado, y que en todo caso no es ni mayoritario ni el más
significativo. La afirmación de que “la derecha europea no es
religiosa” está en clara contradicción con los datos de las
repetidas encuestas del prestigioso Estudio Europeo de Valores.
Frente a la abundancia de indicadores para medir la dimensión
cognitiva y ritual de la creencia así como las opiniones sobre
la dimensión educativa de la religión, resulta llamativa la
ausencia de indicadores de la influencia social de la religión
en la vida cotidiana tales como el tiempo libre dedicado a los
demás, participación en actividades sociales tales como ONGs,
etc. ya que la fe verdadera se demuestra en obras.
32
La ineficiencia (o/y la manipulación del indicador “derecha-
izquierda”) salta a la vista al comparar las respuestas a las
Preguntas 47 y 48. En la primera sólo el 2,2% se autodenominan
de derecha y 68,2% se autodenominan de izquierda, mientras que
en la siguiente pregunta sobre su voto en las elecciones del año
2000 hasta un 26,8% votaron al PP, 20,6% lo hicieron al PSOE y
4,1% a IU (pág. 154-155). Sea cual sea el punto de corte que se
establezca en el continuum “izquierda”, su porcentaje es siempre
es muy superior al de la “derecha”, de forma que la hipótesis de
que la derecha es más religiosa y vota PP queda rechazada, en
contra de las expectativas de los autores y de su patrocinador
el CIS.
La conclusión final 9.8 se titula “La escasa confianza en la
Iglesia”. Intentando un índice de valoración social, los
autores dicen: “La Iglesia sólo alcanza el 40% como el Ejército”
(Pérez Agote y Santiago, 2005: 120). . De forma sorprendente,
los autores omiten otras puntuaciones inferiores a las de la
Iglesia como son las del Parlamento y los partidos políticos, la
justicia, los sindicatos y la banca, entre otras instituciones.
5.1 Comentario global a las conclusiones del Estudio 2443 del
CIS vs.
“religiosidad” de los españoles
Al referirse en sus Conclusiones a “la secularización de las
conciencias” y al caracterizar a la sociedad española como ”muy
secularizada”, los autores del Informe Nº 49 del CIS (págs. 123-
127) tratan de interpretar las que ellos consideran
incoherencias de los encuestados que se consideran católicos con
algunas de sus actitudes y prácticas. Aplicando la hermenéutica,
tratan de reelaborar el texto de las respuestas (condicionadas
33
evidentemente por unas preguntas del cuestionario cargadas de
intencionalidad política) traduciéndolo a un lenguaje familiar y
aplicando esas respuestas interpretadas a su vida de
investigadores de un organismo gubernamental como el CIS. El
primer problema de dicha hermenéutica radica en la misma
selección de las preguntas, que naturalmente son aquellas que
mejor demuestren la hipótesis de trabajo: “muchos de los
católicos no pertenecen prácticamente a la Iglesia”. Los
investigadores están condicionados por su “necesidad” de
demostrar que la institución religiosa cuyo grado de influencia
intentan medir, se arroga la representación de muchas personas
que se reclaman y sienten en algún grado solidarios con ella y,
sin embargo, no muestran una adhesión tan absoluta hacia ella
como, por ejemplo, la que la partitocracia política española
reclama de sus militantes. La consecuencia que los autores
parecen implicar es que la Iglesia debería expulsar a dichos
católicos y prohibirles que se reclamasen de ella (o
alternativamente que ellos mismos formalizasen su renuncia), de
forma que ya no pudieran contabilizarse como tales.
Supuestamente esto favorecería el empeño organizado de muchos
políticos por sustituir la influencia de la Iglesia en muchos
ámbitos por la suya propia, llámese esto o no laicismo agresivo.
Pero la complejidad de la pertenencia a la Iglesia encierra
muchas sutilezas fenomenológicas y teológicas que se escapan al
sociólogo. La atención al análisis de la “religiosidad”,
concepto mucho más amplio y con mayor peso científico, como
hemos visto, que los de la práctica ritual o a la adhesión a los
dogmas y normas morales, ofrecería unas conclusiones bastante
distintas: Madrid es una ciudad tan religiosa y aun más, que
otras ciudades españolas y europeas, si atendemos a la
multiplicidad de indicadores que aquí hemos presentado. Para
34
empezar. el 76,4% de los encuestados por el Barómetro del CIS de
Enero de 2010 se autoidentificaron como católicos.
5.2 Influencia de la religión y de la Iglesia Católica en la
sociedad española
En el Estudio con una muestra nacional del CIS Nº 49 (2443) de
2002, comentado más arriba, se encontraba un dato que contrasta
fuertemente con el hallado seis años después. A la P. 7 “¿Cómo
valora V. la influencia de la religión en la sociedad
española?”, respondían “mucha” y “bastante” un 42,7% de los
encuestados. Veamos ahora las respuestas de la muestra
madrileña a la P.39 del Estudio Nº 2752 (2008) :“¿Qué influencia
cree V. que tiene la Iglesia Católica en España?
TABLA 1: INFLUENCIA DE LA IGLESIA CATOLICA EN ESPAÑA
Frecuenc
ia
Porcenta
je
Porcentaje
válido
Porcentaje
acumulado
Válidos Mucha 107 40,8 41,0 41,0
Bastant
e
100 38,2 38,3 79,3
Poca 44 16,8 16,9 96,2
Ninguna 1 ,4 ,4 96,6
N.S. 4 1,5 1,5 98,1
N.C. 5 1,9 1,9 100,0
Total 261 99,6 100,0
Perdido
s
Sistema 1 ,4
Total 262 100,0
35
La suma de los que piensan que la Iglesia Católica tiene
“mucha” y “bastante” influencia llega al 79,3%, es decir casi al
doble de los que respondían así sobre la influencia de la
religión en España seis años atrás. Sin duda puede influir en
la marcada disparidad la distinta formulación de las preguntas,
pero no es fácil que muchos de los encuestados distingan entre
la religión y la principal organización que la promueve entre
nosotros.
6. Estudio mundial de valores en España (Comunidad de Madrid)
6.1 Valores últimos y evidencias básicas
Los datos de que disponemos del World Values Survey referentes a
España proceden de una muestra estratificada por CC. AA., por lo
que, al ceñirnos a los de Madrid, adolecen de parecidos errores
de muestreo a los que ya señalamos en las encuestas del CIS
arriba comentadas.
Algo más de la mitad de los que se autodenominan católicos 57,0%
asisten a misa al menos una vez al mes: 30,6% . De los que se
consideran católicos, el 45% votarían al PP y el 34% al PSOE,
no siendo la diferencia estadísticamente significativa. Aumenta
la frecuencia de la práctica religiosa a partir de los 25 años.
Practican una vez a la semana el 9,7% de los de 25-34 años
frente al 24,1% de los de 35-44 años y el 41,2% de los de 55-64
años.
Una sumaria presentación de los valores de los madrileños puede
encontrarse en la siguiente Tabla.
TABLA 2: LO QUE CONSIDERA IMPORTANTE EN LA VIDA
36
Familia 86,1
%Amigos 58,9
%Tiempo de
ocio
51,3
%Política 12,0
%Trabajo 49,0
%Religión 23,7
%Sentimiento
s de
felicidad
21,5
%
Llama la atención el que, no obstante la secularización o
mutación religiosa en nuestra sociedad, el doble de madrileños
valoran la religión como muy importante en sus vidas que los que
lo hacen con la política. Habría, por tanto, que hablar de un
fenómeno de intensa despolitización de los madrileños. En
cuanto a los que conceden gran importancia a la política en su
vida, no hay diferencia significativa entre los que acuden a la
iglesia al menos una vez a la semana y los que no acuden
nunca. .Tampoco la importancia que se concede a Dios y a la
religión en la vida, ni la frecuencia de la práctica religiosa
ritual parecen estar asociadas significativamente a la
importancia que se concede al trabajo en la vida. . Este dato
coincide con el ofrecido más arriba en relación a una muestra
nacional. Ambas observaciones apuntan en el sentido de una baja
“productividad” de la función religiosa (en el sentido de
37
Luhmann) en el ámbito compartido con el subsistema trabajo en la
sociedad actual.
Entre la práctica religiosa y el dar importancia a Dios en sus
vidas, en cambio, hay una asociación significativa con la
importancia que se concede en la vida a la familia. El 94% de
los que acuden a la iglesia al menos una vez por semana, frente
al 82% de los que no acuden nunca, conceden gran importancia en
su vida a la familia, siendo la diferencia entre ellos
significativa. No parece, en cambio, que la práctica religiosa
frecuente introduzca diferencias en la experiencia de
sentimientos de felicidad en comparación con los que practican
poco o nada.
La práctica religiosa frecuente, en cambio, está asociada con la
concepción del trabajo como un deber para con la sociedad.
También correlaciona la frecuencia de la práctica religiosa con
las distintas metas que se fijan para la sociedad: un alto nivel
de crecimiento económico, unas fuerzas de defensa fuertes, más
participación democrática e intentar mejorar las ciudades y las
zonas rurales. En general, se eligen estas metas con más fuerza
cuanto más frecuente es la práctica religiosa del encuestado, a
excepción de la meta de la participación democrática que
correlaciona en sentido inverso.
Hay fuerte correlación entre la frecuencia de la práctica
religiosa y la frecuencia con que uno piensa en el sentido de la
vida. Pero no hay correlación entre la frecuencia de la práctica
religiosa y el grado de libertad de elección y control que
siente poseer el encuestado. Tampoco la hay entre la
frecuencia de dicha práctica y la percepción de que es uno mismo
el que se fija las metas en la vida.
La autodefinición del encuestado como persona religiosa y la
importancia que se concede a Dios en la vida están también
38
linealmente correlacionadas con la frecuencia de la práctica
religiosa. Dedicar momentos al rezo y meditación personal se
correlaciona linealmente con la frecuencia de la práctica
religiosa ritual.
La percepción de que las iglesias ofrecen respuestas a los
problemas morales, familiares y sociales y la confianza en las
iglesias se correlaciona linealmente con la frecuencia de la
práctica religiosa. Como era de esperar, existe una relación
inversa entre el grado de rechazo a que los líderes religiosos
puedan influenciar el voto y la frecuencia de la práctica
religiosa. La preferencia por autoridades con fuertes creencias
religiosas se asocia a la frecuencia de la práctica religiosa.
El rechazo a que los líderes religiosos puedan influir en el
gobierno es mayor entre aquellos cuya práctica religiosa es
menos frecuente que entre los que practican con alguna
asiduidad.
La consideración del soborno como siempre injustificable es
mayor entre los que tienen una práctica religiosa alta que entre
los que practican poco o nunca, si bien la diferencia no es
significativa. La justificación de la homosexualidad, del
aborto, del divorcio y de la eutanasia está inversamente
relacionada con la práctica religiosa. La posición de los
creyentes sobre la homosexualidad en el World Values Survey es
opuesta a la que mantienen en las encuestas del CIS arriba
comentadas..
Como podemos constatar, estos resultados muestran una gran
coherencia con los encontrados por Christian Smith en su estudio
de los jóvenes adultos norteamericanos en una sociedad algo
menos secularizada que la nuestra. La religión y la
religiosidad marcan claras diferencias entre practicantes y no
39
practicantes en las distintas áreas de la vida cotidiana tanto
en actitudes como en conductas.
Aunque no es nuestro objetivo resumir aquí el amplio arsenal de
preguntas del Estudio Mundial de Valores, sí queremos anotar la
importancia que los madrileños conceden a algunos sistemas de
valores finalistas que consideran cambios deseables en un
próximo futuro:
- Más énfasis en la vida familiar: 93,5&
- Mayor respecto a la autoridad: 91.6%
- Más énfasis en la tecnología: 82,7%
- Menor importancia al trabajo: 53,8%
El Indice de Postmaterialismo de Inglehart, utilizado ya entre
nosotros en 1991 por Díez-Nicolás (1992), muestra que en la
sociedad madrileña los materialistas superan ampliamente (33,5%)
a los postmaterialistas (12,7%), siendo la categoría mixta la
más numerosa (53,2%), utilizando la versión del índice de 4
items. Tal hallazgo parece indicar que nos encontramos en medio
de un fuerte proceso de cambio de valores, pero que todavía
dominan entre nosotros los valores más tangibles y las
necesidades básicas (acentuadas por la crisis económica) por
encima de las necesidades de autoexpresión y autoafirmación.
6.2 Pensar en el sentido de la vida y autodefinición como
persona religiosa
Los datos de la WVS confirman la tesis de Luhmann de que es una
función clave de la religión el hacerse preguntas por el
sentido de la vida. Como no contábamos con los mismos
indicadores en los dos estudios, encontramos aquí lo que no
hallamos en el análisis del Estudio del CIS Nº 2752: una
diferencia significativa al cruzar la frecuencia con que se
40
piensa acerca del sentido de la vida con cualquiera de estas dos
variables: importancia de Dios en la vida o autoidentificación
del encuestado(a) como religioso(a).
7. A modo de conclusión: la retotalización de la religiosidad en
Madrid (El pluralismo católico madrileño de las ultimas
décadas).
Inspirados en Pintos, esbozaremos aquí una nueva elipse sobre
la religión en el Madrid de las últimas décadas con cuatro
campos semánticos, que reformulan los diseñados por dicho autor
para la España de los años 1968-1978: Teología, Libertad,
Democracia, Pastoral (véase el Apartado 2.2 más arriba). El
punto de partida es la consideración de la religión como
realidad histórica institucionalizada que realiza su función
sobre el código inmanencia-transcendencia (Pintos, 1995: 42).
La metodología de esta sección será cualitativa, predominando
en ella el análisis secundario de fuentes documentales y la
observación participante. La hipótesis comprehensiva que aquí
proponemos, sin ánimo de originalidad, es la progresiva
dualización de la Iglesia Católica madrileña, aunque el mismo
fenómeno podría hipotetizarse con ligeras variantes para toda la
sociedad española dada su relativa homogeneidad cultural.
GRAFICO 2
41
COMUNIDADES Y MOVIMIENTOS O PLURALISMO INMANENTE
(C&M=P)
Hay una percepción contrastada y tolerante de la floración
plural de movimientos religiosos, algunos de signo
tradicionalista, en parte carismáticos en su origen y
posteriormente fomentados por las instancias jerárquicas, y
otros de signo liberacionista o “de base” de cuyo origen podría
decirse otro tanto, aunque el progreso de éstos se ha visto unas
veces fomentado y otras obstaculizado por dichas instancias en
las últimas décadas. Mencionaremos unos cuantos ejemplos sin
ánimo de exhaustividad por la gran amplitud de fuentes
fácilmente accesibles. Quizá el primer puesto de este repertorio
de comunidades tradicionales corresponda al Camino
Neocatecumenal fundado por Kiko Argüello y Carmen Hernández, en
el Barrio de Palomeras, cuyo extraordinario desarrollo ha gozado
siempre del apoyo de la Jerarquía y el Papado. Cuenta con
Seminarios (con la advocación “Redemptoris Mater”) para la
formación de sus sacerdotes en Madrid y en ciudades de varios
países. Tiene su página web. Otros movimientos y organizaciones
C&M = P
OTN =E
J A L & D
I T
42
importantes en la línea ortodoxa conservadora son Comunión y
Liberación (con importante presencia en la Asociación Católica
de Propagandistas, responsable del CEU), y el Opus Dei. Por otra
parte, en la llamada Iglesia de Base se reúne un amplio listado
de comunidades eclesiales de base y comunidades populares de muy
diversos orígenes en las que predomina un signo liberal o
“liberacionista”, más o menos relacionado con la “teología de
la liberación” latinoamericana, en general vista con sospechas
por la Curia Romana aunque no formalmente condenada. La figura
del fallecido jesuíta José María De Llanos fue sin duda el
principal inspirador y aglutinante de los movimientos y
comunidades de este signo en sus orígenes, por lo que se refiere
a Madrid y a España. Su militancia en el PCE en sus últimos años
se convirtió en un símbolo polémico de su “conversión a los
gentiles”, lo que no le impidió seguir a diario rezando las tres
partes del Rosario y celebrando la Eucaristía en su chabola.
Otro referente e inspirador de notable talla intelectual para
estas comunidades liberacionistas ha sido el antiguo jesuíta y
Profesor de la Universidad Gregoriana José María Díez-Alegría,
amigo y compañero del Padre Llanos en el Pozo del Tío Raimundo
madrileño.
ORTODOXIA TEOLOGICA NEOTESTAMENTARIA COMO LIMITE vs. ECUMENISMO
TRANSCENDENTE (OTN=E)
Tanto las comunidades como los movimientos católicos aceptan
como límite las doctrinas centrales del Nuevo Testamento con
distintas modulaciones teológicas en un horizonte
progresivamente ecuménico, especialmente en el caso de las
comunidades populares o de base. Los límites de esta ortodoxia,
43
sin embargo, son a menudo objeto de controversia, sobre todo en
relación con la pretensión de una legitimidad histórica de la
Curia Romana que no consigue el asentimiento de las comunidades
liberacionistas por exceder aquella, a su juicio, el marco
neotestamentario. Tal actitud es a veces tachada de “cuasi-
protestante” por aquellas comunidades y movimientos católicos de
signo tradicional. Particularmente divergentes suelen ser los
posicionamientos y los silencios en el ámbito político de las
comunidades liberacionistas (cercanas a los partidos de
izquierda) y los de las comunidades tradicionales (cercanas a
los partidos de centro o conservadores). Esta divergencia puede
sugerir la hipótesis de que las comunidades liberacionistas
muestran en ocasiones un cierto grado de politización y de
consentida instrumentalización por parte de los partidos de
izquierda, mientras que las comunidades tradicionales se
muestran en general menos activas en el terreno político, con
excepción del movimiento pro vida. Las reacciones a dos
recientes sucesos documentan claramente la disparidad de estos
posicionamientos: el cierre al culto por el Gobierno de la
Basílica del Valle de los Caídos y la negativa de la Delegada
del Gobierno en Madrid a defender de forma eficaz el derecho de
los universitarios a escuchar una conferencia del Cardenal Rouco
en la Universidad Autónoma madrileña. Lo que para unos son
muestras de sano laicismo, para otros son evidencias de laicismo
agresivo.
Otro caso reciente de dualización, si no polarización, en la
Iglesia Católica de Madrid (y de toda España) fue el del
alineamiento parcial de la Federación Religiosos de Enseñanza
(FERE) con el intento del Gobierno de implantar la asignatura de
Educación para la Ciudadanía (EpC), a la que objetaron muchos
padres de alumnos por su carácter supuestamente adoctrinador
44
(“¿Un pacto oculto del Gobiernos-FERE sobre EpC?”, en
www.hazteoir.org/node/14182). La Conferencia Episcopal Española
(CEE) se mostró molesta con la interpretación que hizo la FERE
de sus notas oficiales (CEE, 19 Mayo 2007), acabando, sin
embargo, la FERE por reconocer (14 Sept. 2007) que la EpC era
una imposición (http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=18341). Es
probable que en la base de dicha ambigüedad estuviera el
condicionante de los conciertos económicos de los Colegios.
JERARQUISMO ABSOLUTISTA INMANENTE EN DECLIVE (JA) vs LIBERTAD DE
ESPIRITU Y DEMOCRACIA COMO LIMITE TRANSCENDENTE (L&D)
Aunque lentamente, el laicado ha ido mejorando su formación
teológica y acentuando su rol en el ámbito eclesial.
Correlativamente, el poder del clero y de la jerarquía ha ido
disminuyendo tanto por influencia de la teología
neotestamentaria “liberal” como por el ambiente cultural de las
clases medias y de su creciente acceso a la participación
política y a los voluntariados sociales organizados. La inepta
gestión de los casos de pederastia en varios países por parte de
los obispos (y, sobre todo, el torpe manejo del caso Maciel por
la Curia Romana), ha subrayado dichas tendencias. El debate en
torno al papel de la mujer en la Iglesia es creciente y el
diálogo ecuménico lo vuelve imparable. Se divisa en el futuro
una ampliación de la libertad de los creyentes (correlativa a la
reducción del margen de discrecionalidad de los pastores) y una
“democratización” de la función ministerial.
Las hipótesis que se encuadran en el campo semántico DEMOCRACIA-
LIBERTAD tratan de elucidar la dinámica por la que los
subsistemas se recrean (como autopoiéticos) con nuevos elementos
45
en contacto con los subsistemas externos. Entre esos elementos
nuevos está el carisma (religioso o laico), un tipo de autoridad
espontánea y una fuerza de renovación de la que están dotados
ciertos individuos o identidades del sistema que atrae hacia sí
a otros elementos del sistema en una nueva dirección, que puede
suponer la diferenciación de nuevos subsistemas. Así, por
ejemplo, el subsistema del Camino Neocatecumenal (CNC)
madrileño, en contacto con el subsistema Religiosas Clarisas de
Lerma (que forma parte de su entorno), hace posible una re-
creación del primero del que puede destacarse (de hecho así se
ha producido) un subsistema de orientación a la vida consagrada
contemplativa dentro del CNC.
También en el humus de las familias y movimientos culturales de
orientación laica o laicista pueden surgir figuras carismáticas
con resultados paralelos a los descritos en el campo católico.
La ampliación de la libertad ciudadana (democracia) y la
solidaridad con los marginados pueden ser algunas de sus metas,
viendo en la acción de la Iglesia y en su influencia en la
esfera política un obstáculo o una competidora en el logro de
sus fines. La interacción entre los subsistemas religiosos y
los cívicos o laicos no tiene por qué ser conflictiva, aunque
con frecuencia lo es, debido principalmente a las apetencias
hegemónicas de una u otra parte cuando no de entrambas.
7.1 Los dineros de la Iglesia Católica en Madrid
Las obras hablan más que las creencias (“por sus frutos los
conoceréis”). Nos parece oportuno un breve apunte a las
finanzas de la Iglesia Católica en Madrid porque creemos que,
46
aunque los distintos tipos de comunidades hacen sus donativos a
las Iglesias y a las ONGs de los países menos desarrollados, no
por eso dejan de contribuir al mantenimiento de la institución
eclesial. Es decir, creemos que estas cifras suponen una
atenuación a nuestra hipótesis de la dualización o polarización.
La Iglesia Católica ofrece brevemente sus cuentas a la sociedad
en un folleto editado por la Archidiócesis de Madrid
(probablemente con mayor transparencia que la que acostumbra el
subsistema político):
“-Aportaciones voluntarias de los fieles de Madrid en 2009:
48.504.987,55 Euros
-La Iglesia se autofinancia en España en un 80% y el 20%
restante le llega de la Asignación Tributaria. El 35,8% de los
contribuyentes (34,31% es la media nacional) marcaron la casilla
de la Iglesia en Madrid en 2009. (…)
-Algunas cifras del personal consagrado de la Archidiócesis de
Madrid:
-1.151 sacerdotes diocesanos
-11.000 religiosos y religiosas (de ellos ocho mil son
mujeres)
-500 miembros de institutos seculares
-1.320 misioneros y misioneras repartidos por los cinco
continentes (folleto ”“Día de la Iglesia Diocesana 2010”,
Archidiócesis de Madrid, p.6 ).
.
Cualquier análisis institucional u organizativo de la Iglesia
Católica ha de dedicar un puesto central a Cáritas que,
dependiente de la CEE, es, sin embargo, respetada y admirada por
su honradez y eficacia en contraste con otras ONG demasiado
ligadas a los poderes públicos y otras de dudosa ejecutoria
(Recio Adrados, 1995: 217-226).
47
Sin embargo, el análisis institucional y organizativo de
Cáritas Española no debe impedirnos afrontar la religiosidad
ambiental madrileña y española que la hace posible y eficaz.
7.2 Tipologia retotalizadora de la religiosidad
Basándonos preferentemente en los datos del Estudio nº 2752 del
CIS (2008) analizados más arriba, podemos decir que el 36,3% de
los madrileños alcanzan una tasa de “religiosidad” moderada y el
22,1% una tasa alta al acudir a actos religiosos y practicar el
rezo y la meditación al menos una vez al mes o, respectivamente,
al menos una vez a la semana.
Los principales tipos de creyentes o casi creyentes, que pueden
deducirse de todas las reflexiones anteriores, son:
1- Creyentes practicantes que hacen oración (místicos o
“contemplativos”)
2- Creyentes practicantes o “contemplativos en la acción”
3- Creyentes más o menos practicantes, “contemplativos
críticos o proféticos”
4- Creyentes poco practicantes, comprometidos, pero poco
inclinados a la oración
5- Voluntarios poco creyentes y no practicantes,
participantes en organizaciones religiosas o no
religiosas, caritativas o humanitarias.
6- Escépticos o nada creyentes.
Concluimos que los datos y observaciones aquí presentados
confirman que Madrid atraviesa una mutación religiosa (hipótesis
formulada más arriba por varios autores acerca de España) en la
que, por una parte, pueden observarse claros signos de
48
dualización de las creencias católicas (tradicionales-
liberacionistas) y, por otra parte, se pone en evidencia un
grado considerable de religiosidad, tanto ritual y vivencial
como práctica, esta última a través de limosnas en metálico,
inversión de tiempo, dedicación a los más necesitados y
promoción de diversas causas de desarrollo social y humano a
impulsos de la fe religiosa.
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