Recompensando al estamento militar. Con Santiago Gorostiza Langa

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XI Congreso de Asociación de Historia Contemporánea, “Claves del Mundo contemporáneo. Debate e investigación”, Universidad de Granada, 12 al 15 de septiembre de 2012. Mesa 6: “Los fundamentos cívicos de la democracia y el autoritarismo. Ciudadanía social y culturas políticas del siglo XX”. 1 RECOMPENSANDO AL ESTAMENTO MILITAR: EL SERVICIO MILITAR DE CONSTRUCCIONES Y SU OBRA ENTRE 1943 Y 1950. Santiago Gorostiza Langa (Universitat Autònoma de Barcelona) Alejandro Pérez-Olivares García (Universidad Complutense de Madrid) 1. INTRODUCCIÓN Y ESTADO DE LA CUESTIÓN. El Ejército franquista no fue un actor político. De eso se encargó Franco al ponerse al frente del Movimiento tras la unificación de abril de 1937 y vincular la jefatura de Gobierno y la de Estado, por medio de la Ley de 30 de enero de 1938. Con el poder militar concentrado en sus manos, Franco se aseguraba que no hubiera competencia, al tiempo que relegaba al Ejército a la función de garante del orden público y la seguridad interior. Franco utilizaba al Ejército como instrumento a su servicio, puesto que el problema más acuciante era el de orden público. Un cuerpo aleccionado ideológicamente desde las Academias militares, que entendía el nacional- catolicismo como una de las esencias de España, que entendía la unidad de España fundamental frente al separatismo y los partidos y tenía en la idealización del pasado imperial español su modelo a seguir. Encarnaba los valores del régimen, era una de las instituciones de referencia para sus ideólogos y trató de volcar sus valores de orden y pragmatismo sobre la sociedad española, introduciendo una concepción de la vida basada en la autoridad. Aunque socialmente improductivo, el Ejército de Franco es un elemento fundamental en la concepción jerárquica y autoritaria de la realidad española de posguerra, donde la obediencia representaba el deber supremo. Era la institución que debía reconducir la vida española frente al pluralismo político anterior a 1936 y cualquier deriva que amenazara los valores tradicionales. Y todo parece indicar que había una clara intención de ello, pues como recogió Miguel Jerez y reelaboró Julio

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contemporáneo. Debate e investigación”, Universidad de Granada, 12 al 15

de septiembre de 2012. Mesa 6: “Los fundamentos cívicos de la

democracia y el autoritarismo. Ciudadanía social y culturas políticas del

siglo XX”.

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RECOMPENSANDO AL ESTAMENTO MILITAR: EL SERVICIO

MILITAR DE CONSTRUCCIONES Y SU OBRA ENTRE 1943 Y 1950.

Santiago Gorostiza Langa (Universitat Autònoma de Barcelona)

Alejandro Pérez-Olivares García (Universidad Complutense de Madrid)

1. INTRODUCCIÓN Y ESTADO DE LA CUESTIÓN.

El Ejército franquista no fue un actor político. De eso se encargó Franco al

ponerse al frente del Movimiento tras la unificación de abril de 1937 y vincular la

jefatura de Gobierno y la de Estado, por medio de la Ley de 30 de enero de 1938. Con el

poder militar concentrado en sus manos, Franco se aseguraba que no hubiera

competencia, al tiempo que relegaba al Ejército a la función de garante del orden

público y la seguridad interior. Franco utilizaba al Ejército como instrumento a su

servicio, puesto que el problema más acuciante era el de orden público. Un cuerpo

aleccionado ideológicamente desde las Academias militares, que entendía el nacional-

catolicismo como una de las esencias de España, que entendía la unidad de España

fundamental frente al separatismo y los partidos y tenía en la idealización del pasado

imperial español su modelo a seguir. Encarnaba los valores del régimen, era una de las

instituciones de referencia para sus ideólogos y trató de volcar sus valores de orden y

pragmatismo sobre la sociedad española, introduciendo una concepción de la vida

basada en la autoridad. Aunque socialmente improductivo, el Ejército de Franco es un

elemento fundamental en la concepción jerárquica y autoritaria de la realidad española

de posguerra, donde la obediencia representaba el deber supremo. Era la institución que

debía reconducir la vida española frente al pluralismo político anterior a 1936 y

cualquier deriva que amenazara los valores tradicionales. Y todo parece indicar que

había una clara intención de ello, pues como recogió Miguel Jerez y reelaboró Julio

XI Congreso de Asociación de Historia Contemporánea, “Claves del Mundo

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Busquets, hasta 1957 el 47,4% de los ministros, el 42% de los subsecretarios y el 33,4%

de los directores generales fueron militares1.

Escaso de material, con un armamento heterogéneo, anticuado y desgastado por

su utilización en la Guerra Civil, el Ejército de posguerra tuvo que ser reorganizado de

cara a una posible invasión en el contexto de la II Guerra Mundial. Las sesenta y un

divisiones de 1939 quedaron reducidas a menos de la mitad, los catorce reemplazos que

permanecían se convirtieron en tres y, de manera general, se desplegó a lo largo de las

ocho regiones militares, los archipiélagos de Canarias y Baleares y los territorios

africanos. En total, veinticuatro divisiones de línea y una de caballería. Después de

1945, los efectivos ascendían a 250.000 hombres, encuadrados por 25.000 oficiales y

otros tantos suboficiales. No sólo era el Ejército del 18 de julio porque se hubiera

quedado al margen de los cambios tácticos y armamentísticos desarrollados en la II

Guerra Mundial; es que estaba imbuido de los valores que guiaron el Alzamiento. No

hay que olvidar que en 1936 aproximadamente la mitad de la oficialidad apoyó a los

militares golpistas, tal y como recoge Puell de la Villa. Y no sólo ocurría con los

alféreces provisionales, muchos provenientes de Falange, sino también con los

conocidos como “guerreras viejas”, militares profesionales de antes de la guerra. Franco

disponía, entonces, de un Ejército que iba a ser pilar del nuevo Estado y unos mandos

adoctrinadores del resto de la sociedad. El Ejército estaba bendecido por su actuación

entre 1936 y 1939, coronación de todo el proceso histórico que había conformado

España. Existían diferencias generacionales, pues había militares que habían comenzado

su servicio en la Guerra de Cuba, otros que se habían formado en África, en la

Academia General de Zaragoza cuando la dirigió Franco y también estaban aquellos

formados durante la República y la guerra. Además, había diferencias respecto a la

procedencia de los militares, pero los ingresados tras la guerra eran producto de lo que

1 Miguel ALONSO BAQUER, Franco y sus generales, Madrid, Taurus, 2005, pp. 66-70. Mariano

AGUILAR OLIVENCIA, El ejército español durante el franquismo: (un juicio desde dentro), Madrid,

Akal, 1999, pp. 37-42. Gabriel CARDONA, El gigante descalzo: el ejército de Franco, Madrid,

Santillana, 2003, pp. 40-42. Miguel JEREZ MIR, Élites políticas y centros de extracción, Madrid, Centro

de Investigaciones Sociológicas, 1982. Julio BUSQUETS, El militar de carrera en España, Barcelona,

Ariel, 1984, p. 268.

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Mariano Aguilar llama “endorreclutamiento”, los hijos de los africanistas, por lo que el

espíritu permaneció2.

Pero el Ejército de Franco también quedó replegado sobre sí mismo, tal y como

afirma Mariano Aguilar. Frente a la lucha diaria por la supervivencia, que marcó la

posguerra para buena parte de la población española, los militares estaban “alejados del

proceso de evolución social, estableciéndose para ellos una clara antítesis entre la

técnica imprescindible y el progreso palpable y evidente en la calle, sobre el que ellos

incordiaban con sus comentarios escrupulosos, carentes de sentidos para quienes veían

en la lucha diaria el único medio de salir del marasmo económico de la inmediata

posguerra”. El Ejército era una institución al margen de la realidad social, según esta

descripción, aunque no todo era idílico. El mismo autor define la milicia como una

“vieja dama esclerótica”, funcionaba con unos automatismos artificiales, alejados de la

cadena de mando. Ésta no existía salvo para la disciplina, puesto que cada uno era

responsable de su actuación, con unos mandos únicamente preocupados por que la hoja

de servicios no empañara un posible ascenso. El Ejército era propiedad de los generales

“de arriba”. El adoctrinamiento era un mecanismo que favorecía la existencia de un

Ejército político, pero los jefes y oficiales que ingresaban en este engranaje de

comportamiento sin ningún atisbo de cambio o protesta. La mayor parte de los mandos

procedía de la Guerra Civil, puesto que los generales de los años cuarenta eran

comandantes, tenientes coroneles y coroneles en 1936. Por todo ello, pasados los

primeros años de exaltación patriótica tras la Guerra Civil y la experiencia de la

División Azul, lo cierto es que las relaciones Ejército-sociedad estaban dominadas por

un halo de indiferencia, incluso con la existencia de un importante aparato de

propaganda que usaba códigos comunes en diversos formatos: escritos, gráficos,

audiovisuales... Como sostiene Laura Zenobi, la persuasión permitió una reelaboración

conceptual durante la asimilación del trauma colectivo que fue la posguerra: a partir de

2 Mariano AGUILAR OLIVENCIA, El ejército español, pp. 46-55. Fernando PUELL DE LA VILLA,

Historia del ejército en España, Madrid, Alianza Editorial, 2005, p. 146. Para la organización en

divisiones también puede verse Gabriel CARDONA, El poder militar en el franquismo: las bayonetas de

papel, Barcelona, Flor del Viento, 2008, p. 82.

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un momento concreto, España se convirtió en la España de Franco, la victoria militar en

la Victoria de Franco, el Ejército, en el Ejército de Franco. Los militares nunca fueron

actores reales del poder, salvo una minoría del generalato y el almirantazgo, vivían

separados de los civiles y al margen de sus avatares. La población civil, educada en la

obediencia y el silencio impuestos, veía al Ejército como un mecanismo de represión y

cuando tenía que participar en él, a través del servicio militar, se encontraba con el

maltrato de los veteranos3.

Sumisos emocionalmente a Franco y su labor, reverenciaban su jefatura

indiscutible, una realidad que aparece reseñada en los trabajos de todos aquellos autores

que se han acercado a la situación del Ejército en la posguerra. Sin embargo, nadie se ha

planteado qué relación existe entre este Ejército fiel y sus condiciones materiales,

lastradas por malas pagas, peores materiales, escaso reconocimiento social y una

posición alejada del poder. En los cuarteles, la situación estaba muy lejos de la tan

preciada eficacia militar, donde el 60% de los presupuestos se destinaba a los sueldos,

predominantemente de los altos cargos. La cadena de mando se convirtió en una cadena

de favores personales, de la que tan sólo los oficiales procedentes de la tercera

generación de la Academia de Zaragoza (la de después de la guerra) sentía la necesidad

de salir4.

En este punto, el testimonio de Mariano Aguilar nos resulta muy interesante.

Como militar retirado afirma que, al no guiar al soldado ningún afán de lucro ni

egoísmo, el Ejército es una profesión que necesariamente requiere una mínima

satisfacción. Los nuevos tenientes no provenían de clases sociales prósperas, ya que la

mayoría de ellos eran hijos de otros oficiales, suboficiales con muchos años de servicio

o funcionarios modestos. Y eso que se había puesto énfasis en formar una oficialidad

profesional bien preparada, con la reorganización de las Escuelas Superior del Ejército y

de Estado Mayor, la restauración de la Academia General y la creación de Escuelas de

3 Mariano AGUILAR OLIVENCIA, El ejército español, pp. 121-136. La cita en p .126. Laura ZENOBI,

La construcción del mito de Franco: de jefe de la Legión a Caudillo de España, Madrid, Cátedra, 2011,

pp. 208-209. Miguel ALONSO BAQUER, Franco, pp. 237-242. 4 Mariano AGUILAR OLIVENCIA, El ejército español, pp. 137-139.

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Aplicación y Tiro. En un Ejército marcado por la macrocefalia, pues no se había

operado ninguna reducción desde que se reabriera la Academia General Militar tras la

guerra, las posibilidades de ascenso eran muy limitadas y lo normal era que los oficiales

recurrieran a las pagas anticipadas, que tenían que devolver en siete plazos. Las dietas

eran mucho mayores en cualquier organismo civil que en el Ejército y los sueldos, no

muy amplios, les llegaban mordidos. Y es que más allá del uniforme, había un

componente de la sociedad que tenía necesidades económicas y pretendía aspirar al

bienestar familiar. Había una clara distinción entre el ejército sobre el papel y su estado

real, situación que no era ajena al Alto Mando, como ya recogió Puell de la Villa. La

aglomeración de mandos era espectacular, ya que el número de oficiales se había

duplicado en la posguerra: de 7.945 capitanes, tenientes y alféreces en 1934, se pasó a

15.100 en 1945; frente a los 79 generales de 1934, había 231. Durante la guerra habían

ascendido 30.000 oficiales nuevos, pero como recoge Cardona, no sabían que el futuro

no sería tan prometedor como esperaban5.

A pesar de ello, existía entre la oficialidad una consideración de casta, un

sentimiento elitista que se alimentaba a través de toda una serie de símbolos, rituales y

valores compartidos. La visión de ser un “caballero” vinculaba a los oficiales del

Ejército de la posguerra con la antigua nobleza estamental, una consideración de sí

mismos al margen de la “fría profesionalidad”, como sostiene Laura Zenobi. El militar

no ejercía una profesión más, pues la institución militar estaba rodeada de una serie de

valores como la capacidad de sufrimiento, ímpetu, indomabilidad, honor, inclinación al

aislamiento, abnegación… Esta visión se identificaba con la naturaleza del ser

hispánico, como propone Juan Carlos Losada, un concepto de patriotismo plenamente

identificado con los valores del 18 de julio. Por tanto, ser militar era participar de una

cosmovisión muy concreta: la milicia no es una profesión, es un estado, como sentencia

Losada. Otros autores, como Miguel Alonso Baquer, ponen el acento en la

profesionalidad de la milicia como contrapeso a la ideologización, un proceso que se iba

5 Fernando PUELL DE LA VILLA, Historia del, pp. 170-172. Mariano AGUILAR OLIVENCIA, El

ejército español, pp. 175-179. El número de oficiales en Gabriel CARDONA, El poder militar, pp. 147-

149 y del mismo autor, El gigante descalzo, pp. 22-23.

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a desarrollar principalmente entre 1945-1951. Lo que este autor denomina “Ejército-

Institución” se impuso a los orígenes falangistas, tradicionalistas, africanistas… Aunque

la mayoría de los oficiales que durante la Guerra Civil actuó con una categoría

provisional no pensaran en una carrera profesional, durante los años cuarenta se sentían

Ejército, al que querían devolver su categoría profesional. ¿Cómo surgió este

sentimiento? Las raíces de este proceso merecerían un acercamiento socio-cultural, del

que Cardona ofrece una clave importante al reseñar la confianza en ser recompensados

pudiendo seguir la carrera militar6.

Esta nueva “nobleza” contaba, desde cierto punto del escalafón militar, con una

renta económica fija y con el compromiso de cuidar ciertas formalidades, impregnadas

de un sentimiento religioso que consagraba un mundo cerrado, aislado y puro como era

el de la oficialidad. Los oficiales eran mitad monjes y mitad soldados, recuperando el

espíritu medieval de la milicia. El régimen alimentó esta consideración con ciertas

comodidades, como la construcción de viviendas militares o el establecimiento de una

red de residencias para oficiales y suboficiales, pero no existen estudios sobre la

magnitud – ni el impacto – de estos esfuerzos.

Era el Ejército de la Victoria, pero escasamente equipado, mal alimentado, con

armamento obsoleto y en una dinámica de aislamiento creciente. Recogiendo la

expresión de Alonso Baquer, no hay que confundir los generales de la Victoria con la

victoria de los generales. Aún así, fue un elemento clave en la estabilización del

régimen. Según Aguilar, “las nuevas generaciones, previamente mentalizadas, de

jóvenes oficiales procedentes de la tercera época de la Academia General Militar, se

entregaron con entusiasmo, emocionalmente y de forma integral al Ejército que no les

devolvía a cambio más que la capacidad de sentimiento del cumplimiento de su deber”.

¿Cómo explicar esta situación? A priori, la esclerosis del Ejército o “milito-esclerosis”

es una realidad contradictoria con la fidelidad del Ejército al Caudillo y su régimen.

6 Laura ZENOBI, La construcción, p. 260. Juan Carlos LOSADA, Ideología del Ejército franquista,

1939-1959, Madrid, Istmo, 1990, pp. 34-42. Miguel ALONSO BAQUER, Franco, pp. 97-99. Gabriel

CARDONA, El poder militar, p. 68.

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Para Aguilar, el militar siempre se adaptó a la realidad creada por Franco y en alguna

hostilidad concreta, el ambiente de coerción forjó una sumisión aún mayor. El Ejército

mostró una gran capacidad de maleabilidad y sumisión, aunque eso entrara en

contradicción con sus condiciones vitales. ¿Son el factor humano y la condición militar

causas suficientes para explicar esta realidad? Si es cierto que, como propone el mismo

Aguilar, el Ejército ofrece un marco en el cual el oficial se siente seguro, con una

posición concreta en una jerarquía determinada, no se explica bien que el origen de esta

identidad esté basada en un mal sueldo, un mal material y una cadena de mando

inexistente. Este acercamiento a la mentalidad militar, basado en el miedo a la toma de

decisiones que no corresponden al lugar ocupado en la cadena, es insuficiente. No

podemos explicar esta situación únicamente mediante la influencia de categorías como

la lealtad, el honor o el deber. Según Losada, la escasez de medios materiales en el

Ejército franquista contribuyó a que desde la propia institución se enfatizara la

espiritualidad militar. Es una muestra de la importancia que merece el estudio de las

condiciones materiales de existencia de la oficialidad franquista7.

Despreciar la importancia de los medios materiales para subrayar el poder de la

moral militar por encima de todo supone disimular las enormes carencias en equipos,

armamento, sueldos… Se hacía, por tanto, de la necesidad virtud, pero era una situación

que derivaba en realidades que a priori no encajan con el apoyo a Franco. Por ejemplo,

en 1952 un teniente con mando cobraba 12.500 pesetas brutas anuales. Oficialmente, los

bajos sueldos también eran muestra de otra de las cualidades militares: la austeridad. De

ahí que el Ejército franquista tenga en la oficialidad un núcleo identificado con los

valores tradicionales. Depositarios de los valores nacionales, los oficiales eran tenidos

dentro del Ejército como la minoría rectora por antonomasia, con una capacidad propia

(en su opinión) para captar la realidad española con plena objetividad. Desde este

esquema interpretativo, no podemos entender el aislamiento social del Ejército

franquista, pues lo tenía todo para (al menos, teóricamente) participar en el liderazgo de

7 Miguel ALONSO BAQUER, Franco, p. 82. Mariano AGUILAR OLIVENCIA, El ejército español, pp.

195-234. La cita en p. 195. Juan Carlos LOSADA, Ideología, p. 52.

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la sociedad de posguerra. Esta “conciencia de distinción” no ha sido objeto de ningún

estudio8.

Sin embargo, tras los bajos sueldos había compensaciones del Ministerio. Por

ejemplo, todos los cuarteles disponían de una residencia para oficiales solteros y se

potenció el Patronato de Casas Militares, inaugurado en 1928, con el objetivo de

aprovechar terrenos propios para viviendas de alquiler. De esta forma, se evitaba que

tuvieran que acudir a pensiones y casas de huéspedes, con el consiguiente gasto de sus

ya de por sí bajas nóminas. Fue una estrategia que tardó en ponerse en marcha, pues las

obras no comenzaron hasta 1945, y nunca acabó con el problema en las guarniciones.

Una maniobra más directa fue la creación de economatos militares, donde se podían

obtener productos escasos en las listas del racionamiento. Artículos como el azúcar,

prácticamente desaparecido, o el pan, de mayor calidad, se convirtieron en productos de

lujo que sí podían permitirse los militares, en un contexto de pobreza y hambruna

generalizadas9.

Entre 1939 y 1945 los gastos militares oscilaron entre el 35,20% y el 45,60% del

presupuesto estatal, con una media del 41,62 por ciento y con el punto más alto en 1943,

durante el momento álgido de la II Guerra Mundial. El Ejército de Tierra recibió entre

17,42% y el 36,38% del presupuesto total, con una media del 27,12%. Pero a estos

números habría que añadir la parte asignada a las fuerzas de Orden Público, que recibió

entre un 5,56 y un 8,03% del presupuesto estatal, con una media del 6,77%10

.

Y es precisamente el 2 de marzo de 1943 cuando se establece el Servicio Militar

de Construcciones (SMC). Según ha indicado Cardona, que sitúa erróneamente dicha

creación exactamente un año antes, éste fue heredero del Servicio Militar de Puentes y

Caminos de Cataluña (SMPCC), creado a finales de la guerra a raíz de la importancia de

la destrucción en dicha región. Según Cardona, el SMPCC empleaba a prisioneros de

guerra y condenados a trabajos forzados, y tras reducir estas plantillas y terminar

8 Juan Carlos LOSADA, Ideología, pp. 67-77.

9 Gabriel CARDONA, El poder militar, pp. 102-103.

10 Gabriel CARDONA, El gigante descalzo, p. 51.

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muchas obras, se convirtió en el SMC. Este nuevo organismo ya no se limitaba a

Cataluña sino que se extendió a todo el estado, y aunque continuó utilizando a penados

integró también a civiles11

. En la revisión bibliográfica realizada sobre el SMC sólo

hemos encontrado una referencia a las obras que realizó, según la cual contribuyó

durante la década de 1940 a intentar resolver el problema de la vivienda militar. Según

Busquets, el SMC construyó durante esta década 4.136 viviendas (579 para jefes, 1.335

para oficiales y 2.222 para suboficiales)12

. Sin embargo, no se ha hallado en la

bibliografía más información sobre el SMC, su organización, el coste de sus trabajos o

el resto de las obras que realizaba. Esta investigación, fundamental para avanzar en el

conocimiento de las condiciones materiales del Ejército, es la que iniciamos con la

presente comunicación.

2. FUENTES DE ARCHIVO: LOCALIZACIÓN Y JUSTIFICACIÓN.

El SMC continúa existiendo en la actualidad y su sede central se encuentra en

Madrid, C/ Alejandro Dumas nº11. La solicitud de consulta a su archivo debe realizarse

por escrito al director-gerente del organismo. Una vez aceptada la misma, un

responsable del SMC atiende al solicitante mediante un catálogo.

El principal contenido del archivo del SMC son los proyectos de obra que ha

elaborado desde 1943. No existe documentación administrativa sobre el funcionamiento

del organismo en los años 40, pero en su exposición permanente encontramos una

valiosa colección fotográfica de las obras realizadas, compiladas por provincias en unos

20 álbumes que recogen imágenes desde los años 40 hasta finales de la década de 1980.

Además, se conservan en la sala otras publicaciones de carácter conmemorativo,

editadas por el propio SMC, normalmente en ocasión a la inauguración de alguna obra.

11

Gabriel CARDONA, El poder militar, p. 101. 12

Julio BUSQUETS, El militar de carrera en España, Barcelona, Ariel, 1984, p. 214.

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Son dos de estos documentos los que se han utilizado como fuentes principales para esta

investigación.

El primero de ellos se titula Dos años de gestión: 1943-1945, y fue publicado en

1945 para conmemorar la inauguración del conjunto de cuarteles e instalaciones

militares incluidos en la denominada “Ciudad Militar del Generalísimo”, en Lleida13

. El

libro recoge los principales datos de los dos primeros años de funcionamiento del

Servicio, incluyendo la evolución del número de trabajadores, la ampliación del SMC

de su inicial marco catalán heredado del SMPCC al marco estatal, su organización, las

distintas obras realizadas y su coste. El libro, que fue editado y se conserva en varias

bibliotecas militares del Estado, recoge también información sobre los orígenes del

SMC, incluyendo varios textos sobre el funcionamiento del SMPCC e imágenes de las

distintas obras realizadas por el mismo. Este documento ha sido utilizado para explicar

el rápido crecimiento del SMC desde su fundación en 1943 hasta 1945, y para dar

varios datos sobre su organización.

El segundo documento es una memoria conmemorativa de las obras ejecutadas

por el SMC desde su creación y hasta 1950. A diferencia de la obra anterior, no se trata

de un libro editado sino de un álbum de gran formato, lujosamente encuadernado,

dedicado al general Franco. El álbum no tiene título; tras la dedicatoria, la primera

página muestra simplemente el dato económico de la obra ejecutada por el SMC entre

abril de 1943 y diciembre de 1949. Al inicio de cada una de las cuatro categorías de

obras, se incluye también el valor de obra ejecutada en cada una de ellas:

“Acuartelamiento y Defensa”, “Residencias para Oficiales y Suboficiales Solteros”,

“Patronato de Casas Militares” y “Otros Ministerios y Servicios”. A lo largo del

documento se recogen fotografías de decenas de obras del SMC, incluyendo su

localización –menos en el caso de algunas obras de fortificación− y normalmente su

presupuesto. Pese a que un cotejo entre algunas de las obras anunciadas en Dos años de

gestión: 1943-1945 y el álbum conmemorativo de 1950 muestra que este último no es

13

SERVICIO MILITAR DE CONSTRUCCIONES, Dos años de gestión, 1943 – 1945, Madrid,

Ministerio del Ejército, 1945, 128 p.

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exhaustivo en la enumeración del total de obras realizadas, consideramos que representa

un resumen válido de las obras más importantes del SMC. Por lo tanto, ha sido utilizado

para elaborar sendos mapas sobre las obras de acuartelamiento y las de residencias de

oficiales y suboficiales en el territorio del Estado.

Se han escogido estas dos fuentes porque permiten elaborar una síntesis del

funcionamiento inicial del SMC. El periodo de estudio al que acota su uso (1943 –

1950) se corresponde bien con los años de consolidación del “Ejército-Institución”, en

palabras de Miguel Alonso Baquer14

. Además, como apuntaba Cardona, es durante

estos años –y no en la segunda mitad de los cincuenta o durante la década de los

sesenta− cuando los privilegios materiales del Ejército significaban una diferencia

notable con el resto de la población en el marco de la pobreza de la posguerra15

.

Finalmente, el periodo de estudio se corresponde con años fundamentales para la

institucionalización de la dictadura franquista.

Mención aparte merecen las obras de fortificación y defensa realizadas por el

SMC. Aunque las fotografías recogidas en el álbum conmemorativo muestran sin lugar

a dudas su importancia, no existe en el archivo proyecto alguno sobre estas obras de

fortificación. Esto se debe posiblemente al carácter reservado de las obras realizadas,

principalmente en la zona de la frontera pirenaica. Para complementar la información

aportada sobre este aspecto del SMC, se han consultado los fondos del Archivo

Intermedio Militar Pirenaico, situado en el Cuartel del Bruc (Barcelona). La

información referente a dicho organismo se encuentra en la documentación referente a

las fortificaciones construidas en el Pirineo catalán16

.

Finalmente, se han revisado las referencias al SMC publicadas en el Boletín

Oficial del Estado (BOE) entre 1943 y 1950.

14

Miguel ALONSO BAQUER, Franco, pp. 97-99. 15

Gabriel CARDONA, El poder, p. 152. 16

Archivo Intermedio Militar Pirenaico. Instrumento de descripción nº32: documentación sobre las

fortificaciones del Pirineo Catalán.

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3. EL SERVICIO MILITAR DE CONSTRUCCIONES.

Orígenes

El SMC fue creado por Ley de 2 de marzo de 1943 como heredero del SMPCC.

Esta unidad había sido creada al final de la Guerra Civil para reconstruir las

infraestructuras de transporte dañadas por las tropas republicanas en su retirada, y desde

entonces hasta su conversión en el SMC realizó más de 400 obras. En su última época,

el SMPCC ya había empezado a realizar obras distintas a la reconstrucción de puentes y

carreteras, e integró desde el principio a batallones de prisioneros, colonias de penados

y finalmente personal civil. La creación del SMC fue, más bien, un cambio de nombre

del SMPCC, puesto que heredó sus bienes muebles, inmuebles y las obligaciones en las

obras ya iniciadas. De hecho, la Ley de creación del SMC también estipulaba que los

trabajos del SMC serían llevados a cabo por destacamentos penales y obreros civiles17

.

Sin embargo, el ámbito territorial del organismo pasaba a ser estatal, lo que iba a

implicar necesariamente su crecimiento y reorganización. El SMC fue designado por ley

como “el órgano de trabajo del Ministerio del Ejército para las obras que éste realice por

administración”. Esto implicaba que la variedad de proyectos a ejecutar iba a ser mucho

más amplia. Según la Ley de creación del SMC, el Servicio podría ejecutar las

siguientes obras:

a) Cualquier obra que afectara al Ministerio del Ejército;

b) Cualquier obra que el Gobierno designara como de interés nacional;

c) Cualquier obra pública a cargo de cualquier Ministerio, cuya subasta quedara

desierta;

d) Cualquier obra pública a cargo de cualquier Ministerio, a la cual el SMC se

presentara en concurso, siempre que el Ministro correspondiente lo solicitara al

Ministerio del Ejército;

e) Viviendas para el personal del Ejército.

17

LEY por la que se crea el Servicio Militar de Construcciones. Boletín Oficial del Estado núm. 76, de

17/03/1943, pp. 2425-2426. SERVICIO MILITAR DE CONSTRUCCIONES: Dos años de gestión, 1943

– 1945, Madrid, Ministerio del Ejército, 1945

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contemporáneo. Debate e investigación”, Universidad de Granada, 12 al 15

de septiembre de 2012. Mesa 6: “Los fundamentos cívicos de la

democracia y el autoritarismo. Ciudadanía social y culturas políticas del

siglo XX”.

13

Organización

Un mes después de la creación del SMC, se aprobaba por decreto su reglamento

de funcionamiento18

. El Servicio quedaba formado por un consejo directivo (presidido

por el Subsecretario del Ejército), con una dirección técnica, gerencia, intervención

económica y asesoría jurídica.

También se creaba una secretaría técnica y otra administrativa, que dependían de

la dirección técnica y de gerencia. La secretaría técnica estaba formada por seis

secciones. Las dos primeras eran de estudios y proyectos, y se situaron en Barcelona y

Madrid. La tercera se ocupaba del seguimiento de las obras; la cuarta de las

adquisiciones de material; la quinta de la fabricación y la sexta de la instrucción. En

cuanto a la secretaría administrativa, se ocupaba del personal y de la contabilidad.

Entre 1943 y 1945, el SMC acometió una importante ampliación. En dos años, el

número total de trabajadores se triplicó, pasando de menos de 2.000 a superar los 6.000;

y se estableció la organización regional del servicio, formada por ocho zonas de trabajos

(ver tabla 1), cada una de las cuales con una secretaría técnica y administrativa. El

Servicio tenía sus propias fábricas y talleres, así como escuelas de aprendices y

capataces en Barcelona y Madrid. La factoría de Barcelona estaba situada en el antiguo

cuartel de San Agustín, e incluía un taller de carpintería, un taller de ebanistería, una

herrería y una fábrica de mosaicos y piedra artificial. En Lleida, la factoría incluía una

fábrica de ladrillo, un taller de carpintería, un taller mecánico, un taller de piedra

artificial y una fábrica de mosaico. Madrid, con un taller de carpintería y otro de

mosaicos, completaba la distribución de factorías del SMC en 1945.

18

Decreto por el que se aprueba el Reglamento para el régimen y funcionamiento del Servicio Militar de

Construcciones. Boletín Oficial del Estado núm. 125, de 05/05/1943, pp. 4107-4110.

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autoritarismo. Ciudadanía social y culturas políticas del siglo XX”.

14

Zona Zonas que incluye Cabecera Fecha de

creación

Personal

(31-12-1943)

Personal

(31-12-1944)

Personal

(31-12-1945)

Obra ejecutada (pts.)

(31-12-1945)

1ª Aragón y Catalunya Barcelona 1º de Mayo de

1943 1.494 1.662 2.242 59.756.800,00

Madrid, Cuenca,

Guadalajara, Ciudad Real,

Cáceres, Segovia, Ávila y

Toledo

Madrid Julio de 1943 432 1.178 817 29.742.533,89

Valladolid, León,

Salamanca, Zamora, Galicia

y Asturias

Valladolid Noviembre de

1943 29 685 904 12.936.933,28

Burgos, Santander, Logroño,

Bilbao, San Sebastián,

Pamplona, Irún y Palencia

Burgos Marzo de 1944 - 205 569 9.626.488,89

Sevilla, Granada, Málaga,

Cádiz, Huelva, Córdoba y

Badajoz

Sevilla 1º de Abril de

1944 - 713 1.320 23.751.213,59

6ª Valencia, Castellón de la

Plana, Alicante y Murcia Valencia Enero de 1944 - 348 503 8.035.459,20

TOTALES 1.955 4.791 6.355 143.849.429

Tabla 1: Obra ejecutada por el SMC entre 1943 y 194519

.

Fuente: Elaboración propia a partir de SERVICIO MILITAR DE CONSTRUCCIONES: Dos años de gestión, 1943 – 1945, [Madrid], Ministerio del Ejército, 1945

19

No hay datos sobre la 7ª zona, correspondiente al Protectorado Español en Marruecos. La 8ª zona, correspondiente a las Islas Canarias, se creó en 1945.

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siglo XX”.

15

Gasto económico

La información económica que nos aportan las fuentes utilizadas sobre la obra

ejecutada por el SMC entre 1943 y 1950 no permite una visión completa sobre la

evolución del gasto por categorías o regiones de trabajo. El único dato común que

podemos comparar es el total de obra ejecutada, que en 1945 asciende a 143.849.429

pesetas y que en 1950 ya ha alcanzado 687.500.000 pesetas.

Los datos para el periodo 1943–1945 se pueden consultar desagregados por

región de trabajo en la tabla 1. La 1ª zona de trabajos, formada por los actuales

territorios de Catalunya y Aragón, supuso durante este periodo más de un tercio de la

obra ejecutada (aproximadamente 60 millones de pesetas). En segundo lugar, con

menos de la mitad de obra ejecutada que la primera zona de trabajos, se sitúa la 2ª zona

de obras, con cabecera en Madrid. El tercer lugar, con un valor de obra ejecutada

ligeramente inferior al de la segunda zona de obras, se sitúa la 5ª, con cabecera en

Sevilla.

Cinco años después no disponemos de datos de gasto desagregados por zonas de

trabajo, pero sí unos totales repartidos en función por categorías de obras (ver tabla 2).

Categoría de obra Valor de obra ejecutada

(ptas.) Porcentaje

Acuartelamiento y defensa 358.000.000 52,07%

Patronato de Casas Militares 160.500.000 23,35%

Otros Ministerios y Servicios 107.500.000 15,64%

Residencias para oficiales y

suboficiales 61.500.000 8,95%

TOTAL 687.500.000 100,00%

Tabla 2: Obra ejecutada por el SMC entre 1943 y 1950. Fuente: Elaboración propia a partir del álbum

conmemorativo del SMC, 1943-1950, Archivo del SMC.

Según el balance elaborado, más de la mitad del gasto ejecutado por el SMC

entre 1943 y 1950 está dedicado a trabajos de acuartelamiento y defensa.

Desgraciadamente, las fuentes no permiten calcular la importancia de las obras de

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siglo XX”.

16

defensa de forma independiente. En ninguna de las imágenes de obras de fortificación

incluidas en el álbum se incluye su localización o presupuesto, a diferencia del resto de

obras para otras categorías. Sin embargo, la documentación consultada en el Archivo

Intermedio Militar Pirenaico permite documentar una importante presencia del SMC en

las obras de fortificación de la frontera catalana, al menos desde julio de 1945 y hasta

agosto de 194620

.

Por importancia de gasto de obra ejecutada, la segunda categoría en importancia

son las obras del Patronato de Casas Militares. Según los datos consultados, a finales de

la década de 1940 se habían completado solamente 1.654 viviendas, aunque había más

de 2.000 en construcción:

Estado Viviendas para

Jefes

Viviendas para

Oficiales

Viviendas para

Suboficiales TOTAL

En tramitación 25 83 30 138

En construcción 223 756 1365 2344

Construidas 331 496 827 1654

Proyectadas 579 1335 2222 4136

Tabla 3: Viviendas del Patronato de Casas Militares construidas por el SMC entre 1943 y 1950. Fuente:

Elaboración propia a partir del álbum conmemorativo del SMC, 1943-1950, Archivo del SMC.

Estos datos, extraídos del álbum conmemorativo del SMC, rebajan los aportados

por Busquets, que podría haber confundido el total de viviendas proyectadas durante la

década de 1940 con el total de viviendas construidas21

. Los datos incompletos sobre su

localización han impedido la elaboración de un mapa de su distribución sobre el

territorio del estado.

La tercera categoría de gastos son “Otros Ministerios y Servicios”. En esta

categoría se incluyen diez cuarteles de la Guardia Civil y hasta doce proyectos de la

20

Archivo Intermedio Militar Pirenaico. Instrumento de descripción nº32: documentación sobre las

fortificaciones del Pirineo Catalán. Caja 3, carpeta 2, documento 106; caja 14, carpeta 2, documento 13. 21

Julio BUSQUETS, El militar, p. 214.

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siglo XX”.

17

Obra Sindical del Hogar, correspondiente al Ministerio de Trabajo. Se incluyen también

otras obras como puentes o la cárcel provincial de Tarragona22

.

Finalmente, la categoría con menor dotación económica es la correspondiente a

“Residencias para oficiales y suboficiales”.

Censo y localización de obras

A partir de la representación geográfica de las localizaciones de las obras

realizadas por el SMC se han elaborado dos mapas. El mapa nº1 incluye las 26

residencias de oficiales y suboficiales construidas por el SMC entre 1943 y 1950.

Destaca que más de un tercio de las mismas están construidas en la 1ª zona de trabajos,

Catalunya y Aragón. Esta era una zona de gran importancia estratégica por su cercanía a

la frontera Pirenaica, y muy especialmente en los años que nos ocupan. Otro espacio

que destaca en la construcción de residencias es el territorio de la actual Andalucía, con

siete residencias, y también cercano a un espacio de importancia estratégica como el

Estrecho de Gibraltar.

Se puede realizar una interpretación similar del mapa nº2, que incluye las 44

obras recogidas en la categoría de “Acuartelamiento y Defensa” del álbum de 1950. El

espacio cercano a la frontera pirenaica, vinculado a las 4ª, 5ª y 6ª regiones militares del

periodo de estudio, tiene una gran densidad de construcciones de cuarteles. Durante

estos años se construye un cuartel en cada extremo de la frontera (Irún y Torre Mornau),

dos en las afueras de Zaragoza (Valdespartera y Casablanca), dos más en Lleida y otros

tres en la provincia de Huesca (uno en dicha capital, los otros en Boltaña y Sabiñánigo).

A esto hay que añadir cuatro albergues de alta montaña (Hecho, Candanchú, Benasque

22

Álbum conmemorativo del SMC, 1943-1950, Archivo del SMC.

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de septiembre de 2012. Mesa 6: “Los fundamentos cívicos de la

democracia y el autoritarismo. Ciudadanía social y culturas políticas del

siglo XX”.

18

y Sant Maurici). En este caso, la construcción de acuartelamientos en el sector sur del

territorio del Estado es menor, y en cambio sí destacan las construcciones realizadas

alrededor de la capital, Madrid.

Para ambos mapas, los detalles sobre la denominación y uso de las obras se

incluyen en las tablas 4 y 5, incluidas como anexos.

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19

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democracia y el autoritarismo. Ciudadanía social y culturas políticas del

siglo XX”.

21

4. CONCLUSIONES.

La importancia del trabajo realizado por el SMC desde 1943 y su relevancia para

la mejora de las condiciones militares del Ejército es un tema de investigación que no ha

sido desarrollado hasta el momento. Esta breve exploración de los orígenes y primeros

trabajos del SMC ha mostrado como las dos únicas referencias a este organismo citadas

por la bibliografía eran inexactas o simplemente erróneas. Y ante todo, ha puesto de

manifiesto que el ámbito de trabajo de este organismo es enormemente amplio.

Y es que la actuación del SMC no se limitó a la construcción de viviendas

militares. En tanto que “órgano de trabajo del Ministerio del Ejército”, como afirmaba

la ley que lo estableció, el SMC es un organismo fundamental para estudiar varios

aspectos de la historia del Ejército durante el régimen franquista. Para empezar, el SMC

fue esencial para poner en marcha las obras de acuartelamiento y fortificación durante

los años de la Segunda Guerra Mundial y posteriores. Su crecimiento y expansión

coinciden con los años de mayor importancia del Ministerio del Ejército en las

dotaciones presupuestarias estatales.

Pero volviendo al motivo original de nuestro interés y a los aspectos

desarrollados en el estado de la cuestión, el SMC se configura como el organismo

utilizado para materializar buena parte de los privilegios militares. El SMC no sólo

construye vivienda militar, sino que configura auténticos barrios formados por cuarteles

y residencias de oficiales. Estos, junto a servicios como los hospitales, contribuyen a

formar espacios de sociabilidad compartida por el estamento militar. En esta línea de

trabajo, futuras investigaciones basadas en la documentación del SMC pueden localizar

y caracterizar con alto grado de detalle los emplazamientos de la vivienda militar. Cabe

destacar aquí la propuesta de Luis Rojo de Castro para Madrid, que enfatiza la voluntad

de los arquitectos y urbanistas de posguerra de “crear ambientes” determinados según el

tipo de vivienda y clase social a la que se destinaba. Los militares, como estamento con

su propia idiosincrasia, concepción de su función social y espíritu de cuerpo, tuvieron la

oportunidad de desarrollar una “sociabilidad militar” en un espacio determinado de la

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democracia y el autoritarismo. Ciudadanía social y culturas políticas del

siglo XX”.

22

ciudad. De esta forma, las zonas de vivienda de oficiales también deberían ser objeto de

estudio, de cara a explorar la influencia de estos ambientes en su autorrepresentación

como militares. ¿La consideración de sí mismos estuvo relacionada con el espacio

urbano en que desarrollaban su vida cotidiana? ¿Lo consideraron un privilegio? ¿Fue un

elemento influyente en las estrategias de reproducción social de los militares? Tan sólo

una investigación micro puede abordar estos espacios de victoria, donde se hacía

material el recuerdo de la Guerra Civil, una reconstrucción simbólica del espacio a

partir de la célula mínima de sociabilidad: el barrio23

.

Finalmente, no pueden dejarse de lado las repetidas menciones a la mano de

obra penada tanto en el SMPCC como en el SMC. Futuras investigaciones centradas en

el trabajo forzado pueden conectar las actuaciones de ambos servicios con el Servicio de

Colonias Penitenciarias Militarizadas24

.

En definitiva, los fondos archivísticos relacionados al Servicio Militar de

Construcciones abren vastas posibilidades de investigación sobre el Ejército franquista.

Estas pueden ser aprovechadas tanto por aquellos investigadores interesados por las

condiciones materiales y espacios de sociabilidad del Ejército, como por aquellos que

deseen trabajar temas de defensa o trabajo penado.

23

Luis ROJO DE CASTRO, “La vivienda en Madrid durante la posguerra, de 1939 a 1949”, en Carlos

SAMBRICIO (ed.), Un siglo de vivienda social (1903-2003), Tomo I, pp. 226-245, Madrid,

Ayuntamiento de Madrid, EMV; Ministerio de Fomento; Consejo Económico y Social, 2003. 24

Ver al respecto Gonzalo ACOSTA et al., El Canal de los Presos (1940-1962). Trabajos forzados: de la

represión política a la explotación económica, Barcelona, Crítica, 2004.

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siglo XX”.

23

5. ANEXOS.

Tipo de residencia Localización

Residencia de oficiales Girona

Residencia de suboficiales Girona

Residencia de suboficiales del Cuartel del Bruc Barcelona

Residencia de suboficiales del Cuartel de Caballería Barcelona

Residencia de oficiales Lleida

Residencia de suboficiales Lleida

Residencia de oficiales y suboficiales Mataró

Residencia de oficiales Jaca

Residencia de oficiales Sabiñánigo

Residencia de oficiales y suboficiales Alcalá de Henares

Residencia de oficiales Segovia

Residencia de suboficiales del Regimiento de Artillería Segovia

Residencia de oficiales Vicálvaro

Residencia de oficiales León

Residencia de suboficiales León

Residencia para oficiales y suboficiales en el Cuartel de

Intendencia Valladolid

Residencia para oficiales Castellón

Residencia para suboficiales Castellón

Residencia para oficiales del Regimiento de Infantería nº10 Granada

Residencia para suboficiales del Regimiento de Infantería nº10 Granada

Residencia para oficiales Burgos

Residencia para oficiales del Regimiento de Artillería Sevilla

Residencia de oficiales Tarifa

Residencia de oficiales Benalúa

Residencia de oficiales y suboficiales Regimiento de Artillería Granada

Residencia Cuartel Caballería Sevilla

Tabla 4: Residencias de oficiales y suboficiales construidas por el SMC, 1943-1950. Fuente: álbum

conmemorativo del SMC, 1943-1950, Archivo del SMC.

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siglo XX”.

24

Obra Localización

Cuartel de Infantería, Cuartel de Artillería, campo de deportes Lleida

Cuartel de Infantería León

Cuartel de Intendencia Valladolid

Cuartel de Infantería Granada

Cuartel para Batallón de Montaña Irún

Cuartel de Transmisiones Sevilla

Escuela de Aplicación de Infantería Hoyo de Manzanares

Hospital Militar València

Dependencias militares, Academia de Ingenieros del Ejército,

campo de deportes Burgos

Cuartel Casablanca

Cuartel Valdespartera

Cuartel Boltaña

Cuartel Sabiñánigo

Cuartel Huesca

Cuartel (Destacamento Cría Caballar) Torre Mornau

Sanatorio Ronda

Cuartel Basauri

Cuartel (Ampliación) María Cristina

Campamento San Pedro Colmenar

Cuartel Maó

Gobierno Militar Santander

Albergues de Alta Montaña Navacerrada, Sant Maurici, Benasque,

Candanchú, Hecho

(Servicio de Automovilismo) Valladolid

(Servicio de Automovilismo) El Goloso

Parques y Talleres IV Región Sant Boi de Llobregat

Parques y Talleres Torrejón de Ardoz

(Servicio de Automovilismo) Carabanchel

(Servicio de Automovilismo) Burgos

OBRAS EN ESTABLECIMIENTOS FABRILES

Maestranza y Parque de Artillería Sevilla

Ampliación Fábrica de Pólvora Murcia

Fábrica Nacional Valladolid

Emisora Peña Grande

Parque Central de Farmacia Madrid

Tren de laminación Trubia

Parque de Farmacia Valladolid

Escuela de Capacitación Profesional General Elorza Trubia

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siglo XX”.

25

Tabla 5: Obras de acuartelamiento y en establecimientos fabriles construidas por el SMC, 1943-1950.

Fuente: Álbum conmemorativo del SMC, 1943-1950, Archivo del SMC.