Protección internacional y regional del patrimonio cultural en el espacio iberoamericano

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1 LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL IBEROAMERICANO Mª Ángeles Cano Linares Prof. Dra. Derecho Internacional Público y RR.II. Universidad Rey Juan Carlos INDICE. Consideraciones iniciales. I. La participación de los Estados iberoamericanos en la actividad normativa de la UNESCO. II. El espacio iberoamericano: La Carta Cultural Iberoamericana. III. La cultura en los procesos de integración del espacio iberoamericano: Iniciativas subregionales de protección del patrimonio cultural. 1. El Mercado Común del Sur (MERCOSUR) 2. La Comunidad Andina. (CAN) 3. La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). 4. Sistema de Integración Centroamericana (SICA). 5. Organización del Convenio Andrés Bello (CAB). IV. Reflexión final. Consideraciones iniciales “Toda creación tiene sus orígenes en las tradiciones culturales, pero se desarrolla plenamente en contacto con otras. Esta es la razón por la cual el patrimonio, en todas sus formas, debe ser preservado, valorizado y trasmitido a las generaciones futuras como testimonio de la experiencia y de las aspiraciones humanas1 . Ambas afirmaciones, extraídas de sendas Declaraciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) expresan con total claridad el fundamento y la necesidad de preservar y valorizar el patrimonio cultural de los pueblos en todas sus muy diferentes manifestaciones. Así, la protección del patrimonio cultural se erige como un elemento más que contribuya a construir la paz en la mente de los hombres, objetivo último de esta organización del sistema de las Naciones Unidas que considera en su tratado constitutivo que si las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde pueden construirse los baluartes de la paz, siendo los medios a utilizar la educación, la cultura, las ciencias naturales y sociales y la comunicación 2 . Además, parece necesario, a los efectos de encuadrar adecuadamente la cuestión en la dimensión e importancia que merece, hacer referencia a la relación entre cultura y derechos humanos, esto es, a los derechos culturales. Aún cuando se trate de una categoría subdesarrollada dentro del ámbito de los derechos humanos y planteen, en 1 Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, 2001. 2 Constitución de la UNESCO, aprobada el 16 de noviembre de 1945 y en vigor desde el 4 de noviembre de 1946.

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1

LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL IBEROAMERICANO

Mª Ángeles Cano Linares

Prof. Dra. Derecho Internacional Público y RR.II.

Universidad Rey Juan Carlos

INDICE. Consideraciones iniciales. I. La participación de los Estados iberoamericanos en la actividad

normativa de la UNESCO. II. El espacio iberoamericano: La Carta Cultural Iberoamericana. III. La

cultura en los procesos de integración del espacio iberoamericano: Iniciativas subregionales de

protección del patrimonio cultural. 1. El Mercado Común del Sur (MERCOSUR) 2. La Comunidad

Andina. (CAN) 3. La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). 4. Sistema de Integración

Centroamericana (SICA). 5. Organización del Convenio Andrés Bello (CAB). IV. Reflexión final.

Consideraciones iniciales

“Toda creación tiene sus orígenes en las tradiciones culturales, pero se

desarrolla plenamente en contacto con otras. Esta es la razón por la cual el patrimonio,

en todas sus formas, debe ser preservado, valorizado y trasmitido a las generaciones

futuras como testimonio de la experiencia y de las aspiraciones humanas”1.

Ambas afirmaciones, extraídas de sendas Declaraciones de la Organización de

las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) expresan

con total claridad el fundamento y la necesidad de preservar y valorizar el patrimonio

cultural de los pueblos en todas sus muy diferentes manifestaciones.

Así, la protección del patrimonio cultural se erige como un elemento más que

contribuya a construir la paz en la mente de los hombres, objetivo último de esta

organización del sistema de las Naciones Unidas que considera en su tratado

constitutivo que si las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los

hombres donde pueden construirse los baluartes de la paz, siendo los medios a utilizar la

educación, la cultura, las ciencias naturales y sociales y la comunicación2.

Además, parece necesario, a los efectos de encuadrar adecuadamente la cuestión

en la dimensión e importancia que merece, hacer referencia a la relación entre cultura

y derechos humanos, esto es, a los derechos culturales. Aún cuando se trate de una

categoría subdesarrollada dentro del ámbito de los derechos humanos y planteen, en

1 Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, 2001.

2 Constitución de la UNESCO, aprobada el 16 de noviembre de 1945 y en vigor desde el 4 de

noviembre de 1946.

2

algunas de sus manifestaciones, ciertas cuestiones controvertidas como pueda ser el

carácter de derechos colectivos, los derechos culturales forman parte del patrimonio de

todos los seres humanos3.

Se pueden considerar los derechos culturales como aquellos derechos que

garantizan el desarrollo libre, igualitario y fraterno de los seres humanos en esa

capacidad singular que tenemos de poder simbolizar y crear sentidos de vida que

podemos comunicar a otros.

Además de presentar rasgos propios de cada una de las comúnmente aceptadas

tres generaciones de derechos humanos, uno de los focos problemáticos en relación con

los derechos culturales deriva de la existencia de diversas acepciones de cultura, desde

la que restringe la expresión a los pueblos minoritarios hasta la extensiva que implica

que sean derechos que afectan a todos los ciudadanos.

En efecto, el concepto de cultura ha vivido una progresiva evolución y se puede

considerar que los cambios en la protección del patrimonio cultural son tributarios de la

propia evolución del concepto, sentido y función atribuidos a la cultura. Esta se ha dado

desde la ampliación del concepto de cultura en tanto que producción artística al de

identidad cultural así como desde la consideración prioritaria de las aspiraciones y

fundamentos culturales en la construcción de las democracias y la lucha contra la

discriminación de las minorías a la puesta en valor del diálogo entre culturas y

civilizaciones con su rica diversidad4.

Por su parte, y como ya se ha indicado, el concepto de patrimonio cultural se ha

transformado a la vera del de cultura, constituyendo estos procesos una clara

manifestación de la evolución conceptual como expresión de los valores e intereses a

proteger.

La importancia del patrimonio cultural radica en el hecho de ser vínculo de

conexión de cada individuo o comunidad con su historia. Encarna el valor simbólico de

3 Frente a la acepción mayoritaria que sitúa a los derechos culturales como una reivindicación de

las minorías frente a las mayorías, que ha generado un escenario difícil de superar. Cf. Jesús Prieto de

Pedro, “Derechos culturales y desarrollo humano”, Pensar Iberoamérica, Revista de Cultura, nº 7,

septiembre-diciembre 2004; Vid, Jesús José Prieto de Pedro, “Derechos Culturales, el hijo pródigo de los

Derechos Humanos”, Crítica, año 58, nº 953, pp. 19-23. 4 Simplificando, se pueden distinguir cuatro etapas, sin una clara delimitación y en muchas

ocasiones superpuestas temporalmente. Al respecto, no cabe olvidar la cultura como el gran factor de

desarrollo humano. Otra cuestión esencial simplemente apuntada y que junto, a la protección del

patrimonio y la garantía de la diversidad cultural, constituyen los tres grandes ejes de la agenda

internacional de la cooperación entre Estados, en palabras de C. M. Díaz Barrado, en Prefacio a

“Instrumentos básicos sobre Cultura en el espacio iberoamericano”, CEIB, Madrid 2007.

3

las identidades culturales y es la clave para entender al propio pueblo y a los otros,

contribuyendo a un dialogo que ha de ser ininterrumpido entre civilizaciones y culturas.

El concepto de patrimonio cultural ha evolucionado, desde un sentido claramente

material, de bienes, ciudades, sitios y monumentos, es decir bienes materiales, muebles

e inmuebles hacia otra concepción mas amplia, abarcando manifestaciones más

abstractas de la creatividad humana, hacia los bienes inmateriales, incluyendo en entre

ellos las lenguas, la música, las manifestaciones o ritos sociales, las traiciones orales.

En cuanto al otro término de la ecuación que nos ocupa, la protección, resulta

pertinente recurrir a la acepción propia de la UNESCO, en cuyo ámbito protección

significa la adopción de medidas tendentes a la preservación, a la salvaguardia y a la

puesta en valor, valorización5.

Así, si el patrimonio cultural representa aquello que recibimos de nuestros

predecesores y que tenemos la obligación de trasmitir a las generaciones futuras, lo que

se subraya el rasgo de solidaridad intergeneracional no parece necesario incidir en la

importancia de la protección del patrimonio cultural, labor encomendada en particular a

UNESCO pero no exclusiva de ésta6.

Finalmente, según la UNESCO, América Latina y el Caribe es una de las regiones

de mayor riqueza patrimonial. En la Lista de Patrimonio de la Humanidad figuran 754

bienes patrimoniales, de los cuales corresponden a América Latina y el caribe 1097.

I. La Participacion de los Estados iberoamericanos en la actividad normativa

de la UNESCO

5 Así es utilizado en las Convenciones UNESCO sobre protección, como la de Protección del

Patrimonio mundial, cultural y natural de 1972, del Patrimonio Cultural Subacuático de 2001, de

Salvaguardia del Patrimonio cultural inmaterial de 2003 y de Protección y promoción de la diversidad de

las expresiones culturales de 2005. En ocasiones, la expresión protección se encuentra estrechamente

unida a la de promoción, entendida en el sentido de necesidad de asegurar la existencia de expresiones

culturales en peligro debido a la aceleración del proceso de mundialización. Por tanto, promoción invita

a la permanente regeneración de las expresiones culturales, para luchar contra el riesgo de que queden

folclorizadas o cosificadas. En el caso de de la Convención de 2005, sobre la protección y promoción de

la diversidad de las expresiones culturales, el binomio protección-promoción queda indisolublemente

unido en el articulo 7 de la misma dedicado a la promoción y el 8 a la protección, cumpliendo este último

un papel de auxilio del anterior, al recordar que toda medida adoptada en ese sentido debe esta conforme

a las disposiciones de la presente Convención, dentro del respeto de los derechos del hombre, de las

libertades fundamentales y de los tratados internacionales. 6 En la actualidad un peligro añadido al que se enfrenta la protección del patrimonio cultural es

una manifestación más del signo de los tiempos que es la globalización o la mundialización. En efecto, la

mundialización mediática o de la comunicación desencadena el riesgo de “estandarización cultural” que

hace ineludible la necesidad de protección y defensa de la diversidad cultural. 7 De entre ellos, 754 son bienes patrimoniales, 582 se refieren a bienes culturales, 144 a naturales

y 23 se consideran mixtos.

4

Tal y como se indicó anteriormente una de las finalidades de la UNESCO es

ayudar a los Estados a brindar una mejor protección a la cultura en todas sus formas,

impulsando la elaboración de diferentes instrumentos jurídicos, tales como las

declaraciones, las recomendaciones y las convenciones

En el ámbito de la actividad normativa internacional en materia de patrimonio

cultural y su protección, la UNESCO ha impulsado la elaboración de siete grandes

convenciones, junto a once recomendaciones8, en las que se ha ido ampliando el ámbito

de interés y protección en materia cultural, pasando de la protección de bienes

individuales a una más genérica y pública del patrimonio en si mismo.

Teniendo en cuenta el mayor peligro que corren los bienes culturales en los

conflictos armados y atendiendo a las primeras manifestaciones normativas en el plano

internacional relativas a la protección de los bienes culturales en tiempo de guerra, la

Convención para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado,

adoptada en La Haya el 14 de mayo de 1954 es el primer Tratado internacional con

vocación mundial dedicado a la protección del patrimonio cultural en caso de conflicto

armado9.

Respecto a la protección en tiempo de paz, el primero de los Tratados adoptados

fue la Convención sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la

importación, exportación y transferencia de propiedades ilícitas de bienes culturales,

adoptada en Paris el 14 de noviembre de 1970 y entró en vigor el 24 de abril de 1972.

Aunque en su preámbulo se afirme que para que la protección del patrimonio cultural

sea eficaz debe organizarse tanto en el plano nacional como en el internacional y que

exige una estrecha colaboración entre los Estados, recoge un sentido reducido de tanto

de protección como de patrimonio. Así, la primera se limita a la lucha contra el

8 La primera de las recomendaciones fue aprobada en 1956. Mientras que las convenciones son

textos jurídicos vinculantes para todos aquellos Estados que manifiesten su consentimiento en quedar

obligados por los mismos, es decir, su naturaleza es la de un tratado internacional, las recomendaciones

no lo son. No obstante, contribuyen de forma significativa a sensibilizar tanto a los Estados como a la

opinión pública con los intereses fundamentales en materia cultural y de protección de su patrimonio e

invitan a los Estados a adoptar un comportamiento determinado o actuar de cierta manera en un ámbito

cultural especifico. Las declaraciones se limitan a ser un compromiso de carácter puramente político

aunque implican cierto compromiso por parte de los Estados en virtud del principio de buena fe. En 1952

se adoptó la Convención Universal sobre Derechos de Autor, la primera en este ámbito aunque se limite a

proteger un aspecto privado muy particular. 9 Entró en vigor el 7 de agosto de 1956.Consta de dos protocolos, el primero igualmente d 14 de

mayo de 1954 y el Segundo de 26 de marzo de 1999. Sobre la Convención y sus Protocolos, vid. C.

FERNÁNDEZ LIESA, “Práctica internacional de protección de los bienes culturales, en caso de conflicto

armado” en Conflictos armados y derecho internacional humanitario. Problemas actuales, R. BERMEJO

GARCÍA, Tirant lo Blanch, 2009.

5

comercio ilícito de bienes mientras que el segundo se limita a los bienes culturales,

haciendo nacer para los Estados la obligación de proteger los bienes culturales

existentes en su territorio contra los peligros de robo, excavación clandestina y

exportación ilícita. De 117 Estados parte, 20 iberoamericanos. Destacan la ausencia de

Andorra y Chile.

Restan las cuatro grandes convenciones sobre patrimonio cultural en vigor: la

Convención de 1972 sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural; la

Convención sobre la protección del patrimonio cultural subacuatico, adoptada el 2 de

noviembre de 2001, la Convención para la salvaguardia del patrimonio inmaterial, de

17 de octubre de 2003 y Convención sobre la protección y promoción de la diversidad

de las expresiones culturales, de 20 de octubre de 2005.

De todas ellas, la que cuenta con menor participación iberoamericana es la

relativa a la protección del patrimonio cultural subacuático que, debido al escaso

entusiasmo de los Estados en manifestar el consentimiento para quedar obligados por la

misma, entró en vigor 10

y que entró en vigor el 2 de enero de 2009. nació como

respuesta frente al incremento del saqueo y de la destrucción de los navíos y otros

vestigios y restos arqueológicos que yacen bajo mar y con objetivo de proporcionarle y

garantizarles una mejor protección de los restos de navíos naufragados y otros vestigios

que yacen bajo las aguas11

La Convención necesitaba de 20 instrumentos de manifestación de

consentimiento para su entrada en vigor. A pesar de la Declaración de la Conferencia de

Kingston, de la UNESCO, sobre la Convención relativa al patrimonio cultural

subacuático de las regiones del caribe, América Latina y América del Norte que

reconoció que la responsabilidad de proteger y preservar el Patrimonio Cultural

Subacuático para beneficio de la humanidad corresponde a todos los Estados y

recomendó su rápida ratificación a fin de implementar su puestas en practica, solo Seis

Estados iberoamericanos han contribuido a su entrada en vigor general. Son, además de

10

En la 31ª sesión de la conferencia General de la UNESCO, con 87 votos a favor, 4 en contra

(Federación rusa, Noruega, Turquía y Venezuela) y 15 abstenciones (Alemania, brasil, Colombia,

Francia, Grecia, Guinea-Bissau, Islandia, Israel, Países Bajos, Paraguay, Reino Unido, República Checa,

Suecia y Suiza) 11

Los cuatro principios esenciales de la Convención son la obligación de proteger el patrimonio

subacuatico, su preservación prioritaria in situ, la negativa a la explotación comercial de los vestigios y la

cooperación entre los Estados con miras a salvaguardar este valioso patrimonio, hacer cobrar al público

conciencia de su importancia y propiciar la formación en arqueología subacuática.

6

España y Portugal, Cuba, Ecuador; Méjico y Panamá12

. En la actualidad son 24 los

Estados Parte.

También debe destacarse que Venezuela fue uno de los cuatro votos en contra

que tuvo en el momento de su adopción en la asamblea plenaria de la 31 ª sesión de la

Conferencia General de la UNESCO mientras que se abstuvieron Brasil, Colombia y

Paraguay.

En cumplimiento de la Convención, todos ellos han debido establecer, o en su

caso reforzar, autoridades competentes para elaborar, mantener actualizar un inventario

del patrimonio cultural subacuatico y garantizar eficazmente la protección, la

conservación, la presentación y la gestión de este, así como la investigación y la

educación13

.

Por el contrario, la Convención base, la de 1972 sobre la protección del

patrimonio mundial, cultural y natural14

, es la más universal, con son 186 los Estados

parte, contando con la participación de los 22 Estados miembros de la comunidad

iberoamericana de Naciones.

Además de aunar bajo un mismo régimen tanto el concepto de conservación

natural como el de preservar los bienes culturales, lo que implica un reconocimiento de

la interacción entre el hombre y la naturaleza y la necesidad fundamental de mantener

un equilibrio entre ambos., un aspecto relevante es que supera el concepto de bien

y, está dedicada a la protección del patrimonio tanto cultural como natural, aunque su

definición siga teniendo una base claramente material. Así, a los efectos de la

Convención se entiende por “patrimonio cultural” tanto los monumentos, como los

conjuntos como los lugares15

.

12

Panamá fue el primer Estado en depositar su instrumento de ratificación, el 20 de mayo de

2005, seguida España, el 6 de junio de 2005. Méjico, Portugal y Ecuador lo hicieron en 2005, el 5 de

julio, el 21 de septiembre y el uno de diciembre respectivamente mientras que Cuba lo depositó el 26 de

mayo de 2008. 13

Artículo 22. Así, todos ellos están convocados a la primera reunión de Estados Parte que, de

acuerdo con lo dispuesto en el artículo 23 de la Convención debe ser convocada por el Director General

de la UNESCO en el plazo de un año desde la entrada en vigor. En ella, además de decidir sobre sus

funciones y responsabilidades y aprobar el propio Reglamento los Estados podrán crear un Consejo

Consultivo Científico y Técnico compuesto por expertos designados por los Estados parte, atendiendo al

principio de distribución geográfica equitativa además de la recomendada de equilibrio de géneros. 14

La Convención entró en vigor el 17 de de diciembre de 1975 15

El aspecto más novedoso es la creación de la Lista del Patrimonio Mundial, en torno a la que

gira toda la Convención. Se decidió asimismo la creación del Fondo para la Protección del Patrimonio

cultural y natural mundial de valor universal y como medida de control del cumplimiento del Tratado,

siguiendo la tónica propia de los tratados relativos a la protección de los derechos humanos, se creó el

Comité del Patrimonio Mundial y se estableció la obligación de los Estados partes de presentar informes

sobre las disposiciones legislativas y reglamentarias y demás medidas adoptadas para aplicar la

Convención y la experiencia adquirida al respecto que se comunicarán al Comité.

7

Por su parte, la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural

inmaterial, que fue adoptada en Paris el 20 de octubre de 2003 y entró en vigor el 20 de

abril de 2006, tiene como finalidad la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial, el

respeto de estos cualesquiera que sen las comunidades, grupos e individuos de que se

trate, la sensibilización a nivel local, nacional e internacional y la cooperación y

asistencia internacionales. Puede considerarse que cuenta con un elevado nivel de

manifestaciones de consentimiento, con 112 Estados parte, entre ellos todos los Estados

iberoamericanos salvo El Salvador y Andorra.

Además, cinco de ellos son miembros en la actualidad del Comité integrado por

24 representantes. Se trata de Cuba (2008-2012), México (2006-2010), Paraguay (2008-

2012), Perú (2006-2010), y Venezuela ((2008-2012).

Y como curiosidad, no exenta de orgullo, indicar que en 2009, 21 de los 90

elementos representativos incluidos en la lista de patrimonio inmaterial de la

Humanidad correspondían a 13 países iberoamericanos16

. Se puede así afirmar que son

todos los que están pero que no están todavía todos los que son17

.

A diferencia de otras, la última de la Convenciones adoptadas en el seno de la

UNESCO, el 20 de octubre de 2005, suscitó un gran interés por parte de los Estados lo

que dio lugar a una rápida entrada en vigor el 18 de marzo de 200718

. A ello contribuyó

sin duda la anterior adopción por unanimidad de la Declaración Universal de la

UNESCO sobre la Diversidad Cultural, eso sí, en condiciones ciertamente singulares el

2 de noviembre de 2001, en la 31ª reunión de la Conferencia Genaro de la UNESCO,

uno de los primeros encuentros intergubernamentales a nivel ministerial posteriores a

los acontecimientos del 11 de septiembre de aquel año. Con ella, se eleva la diversidad

cultural a la categoría de “patrimonio común de la humanidad”, por considerarla tan

necesaria para el género humano como la diversidad biológica para los organismos

16

El Silbo Gomero, los Tribunales de Regantes (Consejo de Hombres Buenos de la Huerta de

Murcia y el Tribunal de Aguas de la Huerta de Valencia, el Misterio de Elche y la Patum de Berga son los

elementos culturales de España inscritos en la Lista. 17

Siguiendo los pasos de la Convención de 1972, se crea un Comité intergubernamental para la

salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial, se establece una Lista representativa del Patrimonio

cultural inmaterial de la humanidad así como de aquel en peligro. Se crea igualmente un fondo 18

El objetivo de la Convención es reforzar los que se consideran los cinco escalones inseparables

de una misma cadena: la creación, la producción, la distribución, el acceso y el disfrute de las expresiones

contenidas en las actividades culturales, los bienes y los servicios pero no contempla todos los aspectos de

la diversidad cultural tal y como quedaron recogidos en la Declaración Universal. En particular, la

convención trata de reafirmar el derecho soberano de los Estados en la elaboración de las políticas

culturales, reconocer la naturaleza específica de los bienes y servicios culturales como vectores de transmisión de identidad, valores y sentido y reforzar la cooperación y la solidaridad internacional con

vistas a favorecer las expresiones culturales de todos los países (artículos 8 a 11 de la Convención).

8

vivos y se erige su defensa en un imperativo indisociable d lea dignidad de la persona.

Fue la ocasión para los Estados de reafirmar su convicción de que l dialogo intercultural

es el mejor garante de la paz y de rechazar categóricamente el defendido por algunos

como ineludible choque de culturas y civilizaciones.

A fecha de hoy, 103 son los Estados parte además de una organización de

integración económica regional, la Comunidad Europea que se adhirió al acuerdo el 18

de diciembre de 2006. 17 Estados iberoamericanos son parte: España, Portugal y

Andorra, junto a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Cuba, Ecuador, Guatemala, Méjico,

Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay. Sería deseable

que Colombia, Costa Rica, El Salvador, Honduras y Venezuela se sumaran a los

anteriores.

El objetivo de la Convención es reforzar los que se consideran los cinco

escalones inseparables de una misma cadena: la creación, la producción, la distribución,

el acceso y el disfrute de las expresiones contenidas en las actividades culturales, los

bienes y los servicios pero no contempla todos los aspectos de la diversidad cultural tal

y como quedaron recogidos en la Declaración Universal.

El presupuesto de partida es que en un mundo cada vez mas interdependiente e

interconectado, cada individuo puede tener un acceso más libre y más inmediato a una

rica diversidad de expresiones culturales, venidas bien del interior o del exterior de su

país. Sin embargo, esta posibilidad todavía no se ha realizado plenamente en el contexto

mundial actual para todos.

Sin embargo, de alguna manera, la Convención sobre la protección y promoción

de la diversidad de las expresiones culturales se desmarca de las convenciones

dedicadas a la protección del patrimonio por cuanto que está esencialmente dedicada a

la diversidad de las expresiones culturales tal y como éstas son puestas en circulación y

susceptibles de ser compartidas por las actividades, bienes y servicios culturales,

vectores contemporáneos por excelencia de la cultura.

Tras este somero repaso de la participación de los Estados iberoamericanos en el

plano universal, procede analizar a continuación la aportación, el plus que proporciona

en materia de protección del patrimonio cultural, la complementariedad del marco

regional, de la comunidad iberoamericana de naciones, por un lado y algunos de

algunos de los procesos de integración subregional existentes en este espacio.

9

II. El espacio cultural iberoamericano: La Carta Cultural Iberoamericana

Cabe destacar, en primer lugar, que la cooperación surgida en torno a la

Comunidad Iberoamericana de Naciones se asienta principalmente en torno a los

vínculos culturales entre los Estados que la componen. Así, se debe resaltar la

celebración de las diferentes Conferencias Iberoamericanas de Cultura en cuyo seno se

fraguó la elaboración de una muy importante consecución: la Carta Cultural

Iberoamericana19

.

Por otro lado, los diversos procesos de integración de la región han atendido,

como se verá en el siguiente epígrafe, la cuestión cultural dado que la integración

regional es una herramienta útil que puede contribuir al desarrollo de los pueblos

siempre y cuando dicha integración sea considerada en todas sus dimensiones y no

exclusivamente en su vertiente mercantil, de crecimiento económico. Por ello, el factor

cultural juega un papel destacado20

.

En este sentido, cabe subrayar, por un lado, el trabajo realizado por la

Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), los avances en el Sistema de

Integración Centroamericana (SICA), en la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y

en el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).En todos ellos se ha planteado la

cooperación cultural en algunas de sus principales manifestaciones sin que ello implique

que en todos ellos se hayan expresado iniciativas y menos aún instrumentos relativos a

la protección del patrimonio cultural.

Esto es, el espacio cultural iberoamericano es mayor, es el continente en el que

la protección del patrimonio ocupa un lugar menor pero destacado.

El origen remoto de la Carta Cultural Iberoamericano se sitúa, tras la Cumbre de

Salamanca, en octubre de 2005, en la reflexión acerca del camino hacia donde debía

dirigirse Iberoamérica, apuntándose cuatro pautas adecuadas a ese momento histórico

determinado de la Comunidad iberoamericana, validas tanto para España y Portugal

como para los Estados de este lado del Atlántico. Esas pautas contemplaron tanto el

ámbito social, con la lucha contra la pobreza, la exclusión, las diferencias, los

19

Sobre la Carta, vid. C.M. DÍAZ BARRADO, “La Carta Cultural Iberoamericana: una pieza básica para

la configuración de un espacio cultural iberoamericano” en Derecho Internacional y Comunitario ante los

retos de nuestro tiempo, Homenaje a la Profesora Victoria Abellán Honrubia, Vol. II, Marcial Pons,

Madrid, 2009, pp. 131-146. 20

Sobre cultura, integración y desarrollo, cf. A. RADL, “La dimensión cultural, base para el desarrollo de

América Latina y el Caribe: desde la solidaridad hacia la integración”, en Documento de divulgación 6,

marzo 2000, INTAL.

10

desplazamientos como prioridades; el ámbito institucional, con la reforma del Estados y

el problema del necesario crecimiento económica con base tecnológica; el espacio de la

juventud y la educación y finalmente, el espacio cultural, destacando el papel relevante

de una Carta Cultural iberoamericana.

No puede cuestionarse la importancia de este último punto por cuanto la

existencia del propio espacio iberoamericano, pese al gran debate abierto respecto a los

rasgos específicos de su definición, debe sin duda en gran medida su existencia a esos

valores culturales compartidos, además de las lenguas, las tradiciones e incluso, en los

últimos años, la confluencia de intereses comunes.

Así, la XV Cumbre Iberoamericana, la de Salamanca, se planteó unos objetivos

ambiciosos en el proceso de relanzamiento de las relaciones de España con el resto de

los países iberoamericanos y el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación español

lanzó diferentes líneas de reflexión y debate par ser abordadas en el marco de la

Cumbre.

Entre ellos, la puesta en marcha de la Secretearía General Iberoamericana

(SEGIB)21

; el encuentro empresarial iberoamericano en el que se abordaría, entre otros,

asuntos relativos a la integración económica y a la responsabilidad de las empresas; el

encuentro cívico iberoamericano, reuniendo a un destacado grupo de organizaciones de

la sociedad civil para debatir sobre los objetivos de desarrollo del milenio, economía

social y participación ciudadana; la armonización legislativa y la Red iberoamericana

de cooperación judicial (Iber Red)22

así como el canje de deuda por educación, los

asuntos relativos a los ODM. Finalmente, “la convención cultural iberoamericana o

acuerdo para la creación de un espacio cultural iberoamericano”23

Respecto a ésta, el objetivo era el planteamiento y la aprobación de unas bases

para la elaboración de un instrumento de carácter normativo que protegiera y regulase

las industrias culturales, los derechos de propiedad intelectual, la distribución del libro,

el patrimonio cultural iberoamericano, la promoción de nuestras lenguas y otros

elementos relacionados.

21

Junto con el nombramiento de Enrique Iglesias como Secretario General. 22

Uno de los dos grandes avances fue en el ámbito de la cooperación judicial con la creación de

la Red de Cooperación Judicial Iberoamericana (Iber Red) como sistema jurídico que integra las Cortes

Superiores, fiscalías y poderes judiciales como seña de identidad de la comunidad iberoamericana y uno

de los elementos más importantes de su acervo común. 23

Un total de diez puntos fueron resaltados en la comparencia del Ministro de Asuntos

Exteriores y Cooperación ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, el 25 de mayo de 2005.

11

La elaboración de la Carta se planteó como uno de los objetivos prioritarios de la

XV Cumbre y como un paso fundamental en la articulación de un espacio común

iberoamericano del conocimiento, la cultura, la educación y la investigación al tiempo

que una medida concreta ejemplificadora ante las iniciativas semejantes de ámbito

universal que se planean en foros como la UNESCO24

.

Dos son los aspectos especialmente relevantes para la materia que nos ocupa.

Por un lado, el impulso dado a un espacio cultural iberoamericano, cuya existencia se

presupone y, por otro, la igual presunción de la existencia de un patrimonio cultural

iberoamericano.

De hecho, una de las realidades, que concita un mayor consenso es el hecho que

la Comunidad Iberoamericana de Naciones constituye una comunidad cultural,

configurándose como una de las ideas-fuerza de la misma y ello aunque Iberoamérica se

caracterice por su gran diversidad cultual y lingüística25

.

Sin embargo, la diversidad cultural iberoamericana no es una simple suma de

culturas diferentes sino que el conjunto de pueblos iberoamericanos se manifiesta ante

el mundo como un sistema cultural integrado, caracterizado por una dinámica entre

unida y diferencia, lo que constituye un poderoso factor de capacidad creativa. La

cultura no se encierre en sí misma, sino a contribuye a entender que cada cultura vive

siempre en interacción con otras culturas.

En todo caso, no existe duda acerca de la existencia de una cultura

iberoamericana digna de ser protegida.

La Carta Cultural iberoamericana, como instrumento de integración regional

llamado a convertir la cultura en uno de los ejes básicos de las relaciones actuales de

cooperación internacional, supone la culminación del esfuerzo de cooperación en el que

la cultura cobra una importancia especial, por constituirse en espacio propicio para la

integración iberoamericana que se sustenta en una base política26

.

En este sentido, el reto de la Carta es conseguir que la cultura y los derechos

culturales de los pueblos sean un espacio de encuentro, de reconocimiento de valoración

y pertenencia, una fuerza capaz de romper las diferencias y las desigualdades y de

integración de todos los actores sociales. La Carta impulsa la cooperación cultural entre

24

Comparencia del Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación ante la Comisión de Asuntos

Exteriores del Congreso, el 25 de mayo de 2005. 25

Cf. C.M. DÍAZ BARRADO, op. cit., pp. 134. 26

Cf. C.M. DÍAZ BARRADO, op. cit., pp. 131-146.

12

los países iberoamericanos y facilita mecanismos para un mejor conocimiento de la

riqueza cultural propia, creando las condiciones para una mejor circulación de los

bienes y productos culturales de la región.

Es un documento que refuerza y actualiza regionalmente la aplicación de otros

instrumentos jurídicos de ámbito universal, muy especialmente la Declaración sobre la

Diversidad Cultural de 2001 y la Convención sobre la protección y promoción de la

diversidad de las Expresiones culturales de 2005.

Estos son aspectos importantes. No obstante, entre sus limitaciones debe

reconocerse que no aporta un plus de protección al patrimonio cultural iberoamericano,

salvo el de contribuir a su conceptualización.

Además, no puede valorarse positivamente que la Carta todavía se encuentre en

la fase de Declaración política sin que haya sido posible alcanzar, hasta el presente, el

consenso necesario para la consecución de un instrumento de carácter normativo.

III. La cultura en los procesos de integración en el espacio iberoamericano:

Iniciativas subregionales de protección del patrimonio cultural.

1. El Mercado Común del Sur (MERCOSUR)

El proceso de integración regional, puesto en marcha por el Tratado de Asunción

sucrito, el 26 de marzo de 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, de carácter

progresivo y base económica, significó un importante esfuerzo por potenciar la

integración en el Cono Sur.

Se entiende que la integración comercial de la región puede ser alcanzada sin

excesivos obstáculos mediante la libre circulación de bienes y la fijación de aranceles

externos comunes. No obstante, la integración regional no puede quedar reducida a

conformar un mercado común, sino que exige igualmente un proceso de integración

cultural, de forma que la cultura opere como generador y motor del proceso.

Por ello, los Estados miembros de MERCOSUR conscientes de que la cultura

constituye un elemento primordial de los procesos de integración, donde la cooperación

y el intercambio requieren para su desarrollo la conformación de instrumentos que

faciliten y promuevan la concreción de proyectos comunes ante los nuevos fenómenos

que imponen la realidad, siempre en el marco del respeto a la diversidad cultural que

componen el rico acervo de estos países, por lo que, entre otras motivaciones,

suscribieron el 17 de diciembre de 1996 el Protocolo de Integración Cultural de

MERCOSUR.

13

Este es el instrumento base subregional en materia de protección del patrimonio,

sucrito en Fortaleza el 16 de diciembre de 1996 y que fue posteriormente modificado

por otro complementario de junio 2006.

Responde a los principios y objetivos enunciados en el Tratado de Asunción y en

Memorandum de Entendimiento suscripto en Buenos Aires el 15 de marzo de 1995, en

el marco de la Primera Reunión Especializada de Cultura.

En ellos, los Estados parte se manifiestan conscientes de que la cultura

constituye un elemento primordial de los procesos de integración y que la cooperación

y el intercambio cultural generan nuevos fenómenos y realidades; manifiestan su

respeto a la diversidad de las identidades y en el enriquecimiento mutuo y atienden a la

dinámica cultural como factor determinante en el fortalecimiento de los valores de la

democracia y de la convivencia en las sociedades27

.

Por medio de este instrumento los Estados se comprometen a promover la

cooperación y el intercambio entre sus respectivas instituciones y agendas culturales

con el objetivo de favorecer el enriquecimiento y la difusión de las expresiones

culturales y artísticas de MERCOSUR28

. Así, en primer lugar, el acuerdo establece la

obligación de los Estados parte y de los Asociados de favorecer la afirmación de la

memoria colectiva de sus pueblos tanto en sus valores comunes como en su diversidad,

así como la aprobación ciudadana el patrimonio común a través del fortalecimiento de

su uso publico29

.

En este primer punto, no se trata, por tanto, de adoptar medidas de protección

como de propiciar el uso público del patrimonio cultural común.

Por lo que respecta a la protección en sentido estricto, los Estados Partes

impulsarán la cooperación entre sus respectivos archivos históricos, bibliotecas, museos

e instituciones responsables de la preservación del patrimonio cultural, con el fin de

armonizar los criterios relativos a la clasificación, catalogación y preservación, con el

27

P. RIVAS, “Cooperación Cultural en el espacio de MERCOSUR”, Pensar Iberoamérica,

Revista de Cultura, nº 2, octubre 2002- enero 2003 , Organización de Estados iberoamericanos 28

Así, se comprometen , entre otras medidas, a promover la cooperación y el intercambio entre

sus respectivas instituciones y agentes culturales, a facilitar la creación de espacios culturales comunes,

favorecerán producciones de cine, vídeo, televisión, radio y multimedia, bajo el régimen de coproducción

y co distribución, a promover promoverán la investigación de temas históricos y culturales comunes, 29

Un aspecto a destacar es que el protocolo de integración cultural del MERCOSUR atiende a la

protección del patrimonio cultural de los Estados partes y así como de los Asociados (Bolivia, Chile,

Ecuador, Perú y Venezuela, Estados asociados

14

objeto de crear un registro del patrimonio histórico y cultural de los Estados Partes y

Asociados del MERCOSUR30

.

Así, una medida especifica de protección del patrimonio cultural establecida

específicamente en el ámbito del MERCOSUR es la creación de un registro del

patrimonio, tanto histórico como cultural.

Esta primera medida es complementada con la posibilidad, a imagen de las

medidas adoptadas a nivel universal por la UNESCO, de que los monumentos, las

ruinas y los lugares históricos sean declarados Patrimonio del MERCOSUR y sometidos

a una vigilancia especial.

Acerca de ello conviene destacar el sentido limitado de patrimonio al quedar

reducido a los monumentos, ruinas y lugares históricos. Se trata, por tanto,

exclusivamente de patrimonio cultural material. Otro aspecto a reseñar es la

recomendación de uso de bancos de datos comunes informatizado31

.

Por otro lado, con el fin de dotar de una estructura institucional al MERCOSUR

Cultural se creó en 1996 el Parlamento Cultural del MERCOSUR, integrado por los

legisladores de las Comisiones de Cultura de los Parlamentos de los Estados miembros

con el objetivo principal de compatibilizar las legislaciones culturales. No obstante, ello

no impide poner de relieve que un objetivo fundamental del mercado común es el

intercambio y la circulación de bienes y personas. Por tanto, cabe destacar que el

objetivo principal del organismo es apuntar a la compatibilización de la legislación

cultural vigente en los Estados miembros con el propósito de lograr una armonización

normativa que favorezca y facilite la consecución de otros objetivos tales como la libre

circulación de bienes y servicios culturales, la protección y difusión del patrimonio

cultural, la defensa y gestión de derechos de propiedad intelectual, la promoción y

consolidación de las industrias culturales.

Con posterioridad, en 2002, el Consejo del Mercado Común, adoptó el 6 de

diciembre de 2002, la Recomendación 1/2002 por la que, considerando la relevancia de

la preservación del patrimonio cultual y natural de la región para la consecución de los

objetivos del Tratado de Asunción, aconsejó que la aprobación y ejecución de

30

Artículo VI del Protocolo. 31

. Artículo VII Los Estados Partes recomiendan la utilización de un Banco de Datos común

informatizado, confeccionado en el ámbito del Sistema de Información Cultural de América Latina y del

Caribe (SICLAC), que contenga calendarios de actividades culturales diversas y un relevamiento de los

recursos humanos e infraestructuras disponibles en todos los Estados Partes.

15

proyectos en el área de frontera en esos cuatro Estados parte tomase en consideración la

relevancia de preservar el patrimonio cultural y natural de la región.

Finalmente, el Consejo del Mercado Común ante el nuevo rol de la cultura en la

agenda internacional como elemento estratégico en la formulación de las políticas de

integración regional y ante el reconocimiento de que los bienes y servicios culturales

poseen una doble dimensión, por generar riqueza y ser portadores de identidad

basándose en la diversidad cultural, contribuyen a afianzar el sentido regional decidió el

20 de julio de 2006, designar a Argentina como Sede Permanente del MERCOSUR

Cultural.

Con todo ello, se busca poder concretar un espacio intercultural regional que se

desempeñe como bloque político-cultural, sustentando la integración económica y social

en la región.

2. La Comunidad Andina (CAN)

Se puede afirmar que la Comunidad Andina ha sido pionera en los esfuerzos por

la protección del patrimonio cultural en particular y por la atención prestada al elemento

cultural en general.

Así, muy pronto la Secretaría General de la CAN planteó un programa de trabajo

con tres campos básicos: el desarrollo de las industrias culturales, la preservación y

protección del patrimonio cultural material e inmaterial y el fortalecimiento y

promoción de la diversidad cultural.

Al respecto, destaca la Decisión 588 aprobada el 10 de julio de 2004 por el

Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores relativa a la protección y

recuperación de bienes del patrimonio cultural de los países miembros de la CAN.

Esta Decisión sustituyó a la anterior Decisión 460, relativa a la protección y

recuperación de bienes culturales del patrimonio arqueológico, histórico, etnológico,

paleontológico y artístico de la Comunidad, aprobada en mayo de 1999.

La actualización en el lenguaje es evidente. En ambos casos, el objetivo esencial

es la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales. Esto es, se corresponde con el

primer nivel de protección.

Sin embargo, con la Decisión de 2004 se busca además actualizar la regulación

con los lineamientos existentes en materia de política exterior común, promover la

aplicación de nuevos mecanismos concretos de protección como es la lista roja de

16

bienes culturales en peligro en América Latina, contribuyendo de esa forma a la

protección del patrimonio material e inmaterial de los Estados miembros.

Por otro lado, sigue el criterio de la anterior Decisión 460 y su capítulo I está

dedicado a las definiciones, conservación y también patrimonio arqueológico, cultural

material, cultural intangible, documental, industrial y paleontológico.

Así, define patrimonio cultural como la apropiación y gestión de las

manifestaciones materiales e inmateriales heredadas del pasado, incluyendo los valores

espirituales, estéticos, tecnológicos, simbólicos y toda forma de creatividad que los

diferentes grupos humanos y comunidades han apartado a la historia de la humanidad.

Por tanto, el objetivo de la Decisión es doble. Por un lado, el clásico de

promover políticas, mecanismos y disposiciones legales comunes para identificación,

registro, protección, conservación, vigilancia, restitución y repatriación de los bienes

que integran el patrimonio cultural al que se añade el de diseñar y ejecutar acciones

concretas que impidan la salida, extracción, ingreso, tránsito internacional o

transferencia ilícita de estos bienes entre los Estados miembros y terceros Estados.

Recoge además, en su artículo 3, una definición descriptiva, con una lista

exhaustiva de categorías de bienes culturales patrimoniales que constituyen el ámbito de

aplicación de la Decisión.

En cuanto a los procedimientos y medios, los Estados se obligan a disponer de

servicios adecuados de protección dotados de personas competentes así como al

intercambio de información y a la protección de las piezas incautadas al igual que a la

imposición de sanciones a los autores del tráfico ilícito.

Se regula asimismo el procedimiento de recuperación y devolución de bienes

culturales que se hará vía diplomática a solicitud de parte. Si existen dudas respecto a la

procedencia del bien recuperado, el órgano técnico establecido, el Comité Andino de

lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales, emitirá su opinión técnica no

vinculante. Se mantiene, en definitiva, el carácter político de la decisión.

Finalmente, y desde el punto de vista institucional, se regula el Comité Andino

cuya composición implica representación paritaria de los Estados, con un titular y un

suplente y se estable el compromiso de los Estados de simplificar sus respectivos

procedimientos de restitución de bienes culturales patrimoniales.

17

3. La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).

La adopción, en 2008, en Brasilia, del Tratado constitutivo de la Unión de

Naciones Suramericanas supone el fin de un proceso tendente a la instauración, en la

escena internacional, de un marco de cooperación e “integración” entre los Estados

suramericanos que había comenzado, como se sabe a principios del siglo XXI con las

Cumbres de Presidentes de América del Sur. Al mismo tiempo, el Tratado de Brasilia

supone el inicio, mediante un entramado jurídico más completo y elaborado y, sobre

todo, más institucionalizado, de los esfuerzos de cooperación e integración que vienen

realizando los Estados suramericanos para alcanzar algunos de los objetivos que,

durante largo tiempo, se vienen suscitando en el espacio latinoamericano en su

conjunto. En suma, este instrumento convencional consolida un nuevo proceso con

vocación integradora en el continente americano32

.

Con anterioridad, los Presidentes de la entonces Comunidad Sudamericana de

Naciones en la reunión, celebrada igualmente en Brasilia el 30 de setiembre de 2005,

no habían tomado expresamente en consideración el elemento cultural como área de

acción prioritaria conjunta al incluir como puntos, el diálogo político, la integración

física; el medio ambiente; la integración energética; los mecanismos financieros

sudamericanos; las asimetrías; la promoción de la cohesión social, de la inclusión

social y de la justicia social y las telecomunicaciones.

Sin embargo, ante un escenario mundial que implica afrontar algunos de los más

serios desafíos políticos, económicos, sociales y ambientales de su historia moderna, los

Jefes de Estado y de Gobierno de UNASUR reconocieron, tras la III Reunión Ordinaria

del Consejo de Jefas y Jefes del Estado y de Gobierno, celebrada en Quito el 10 de

agosto de 2009, su objetivo de construir, de manera participativa y consensuada, un

espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus

pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la

energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente, entre otros, con miras

a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social y la participación

32

UNASUR está formada por Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guayana, Paraguay,

Perú, Uruguay, Surinam y Venezuela aunque se manifiesta abierta a todos los países de América Latina y

el Caribe, a partir del quinto año de entrada en vigor del Tratado constitutivoCf. C.M: DÏAZ BARRADO,

M.A. CANO LINARES, La configuración de un nuevo proceso de integración en América: la Unión de

Naciones Suramericanas (UNASUR). Análisis e instrumentos, Cuadernos Iberoamericanos de

Integración, Plaza y Valdés, 2009.

18

ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el marco del

fortalecimiento de la soberanía e independencia de los Estados33

.

Como respaldo institucional a estas reconocidas nuevas prioridades, en esta

Cumbre de 2009 se decidió la creación de cuatro nuevos consejos ministeriales que se

sumarán a los ya existentes de salud y defensa, creados en la Cumbre de Costa do

Sauípe (Brasil), en diciembre de 2008. Se trata de Consejo Sudamericano de

infraestructura y Planeamiento, del Consejo Sudamericano de Lucha contra el

Narcotráfico, del Consejo de Desarrollo Social y del que hace referencia a la cuestión

aquí abordada, el Consejo de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología e Innovación.

Con ellos se busca un avance sustantivo en materia de integración y cooperación

regionales. No resulta aventurado pensar que, de iniciar en breve sus tareas el Consejo

competente pueda la cultura erigirse con un cierto protagonismo como complemento y

desarrollo de la plataforma de acción de UNASUR.

4. Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).

Los Estados miembros del Sistema de la Integración Centroamericana, SICA,

Costa Rica, EL Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá fueron muy

tempranamente conscientes de que la coincidencia de raíces étnicas, lenguas y

tradiciones culturales así como la existencia de comunes situaciones históricas junto a la

continuidad territorial establecían afinidades fundamentales entre los pueblos de los

Estados que componen la subregión centroamericana.

Por ello, con el objetivo de preservar esos valores comunes y propiciar su

desarrollo para robustecer las características culturales de la subregión decidieron, el 13

de noviembre de 1982, suscribir el Convenio Constitutivo de la Coordinación Educativa

y Cultural Centroamericana.

Dicha Coordinación se constituyó como un organismo internacional subregional,

con personalidad jurídica propia, patrimonio propio y autonomía de gestión34

con la

finalidad de desarrollar e intensificar las relaciones entre los pueblos del área

centroamericana, por medio de la cooperación permanente y la ayuda mutua en los

campos de la educación y de la cultura, para propiciar el desarrollo integral de los países

miembros; estimular el desarrollo integral del hombre, incluyendo el componente

33

Punto 6 de la Declaración Presidencial de Quito. 34

Artículo Primero del Convenio.

19

cultural dentro de todos los procesos educativos y reafirmar la identidad de los países

miembros y de la subregión.

Además, en el ámbito de la protección del patrimonio, los Estados miembros del

SICA aprobaron el 26 de agosto de 1995 dos tratados diferentes que, a pesar de su

desigual denominación y contenido, responden ambos al esfuerzo por evitar el tráfico

ilícito de bienes y sus consecuencias. El primero, centrado en el lucha, el segundo en la

restitución y retorno. Se trata de la Convención Centroamericana para la protección el

patrimonio cultural y de la Convención centroamericana para la restitución y el retorno

de objetos arqueológicos, históricos y artísticos.

La primera es, como ya se ha indicado, a pesar de su nombre y de algunas

obligaciones de comportamiento asumidas por los Estados parte, un convenio de lucha

contra el tráfico ilícito de bienes culturales.

Así, los Estados se comprometen a unificar esfuerzos para la protección del

patrimonio de la región centroamericana debiendo realizar todas las acciones jurídicas,

políticas y técnicas a su alcance y destinar recursos humanos y economicos a tal fin,

Por otro lado, en materia de lucha contra el tráfico ilícito, el Convenio declara

imprescriptible la acción reivindicatoria de bienes culturales sustraídos o exportados

ilícitamente y se reconoce el derecho imprescriptible del Estado para calificar y declarar

inalienables bienes culturales de forma que no puedan ser exportados35

. Por otro lado,

los bienes culturales se clasifican, ambos con listas enunciativas, en inmuebles y

muebles, incluyendo estos últimos por ejemplo el material etnológico, archivos

incluyendo los informáticos e instrumentos y mobiliario con más de cincuenta años de

antigüedad. Ahora bien, también se incluye, adelantándose en dos décadas a la

Convención de la UNESCO sobre Diversidad Cultural, el patrimonio cultural vivo,

representado por personas e instituciones de trayectoria excepcional y trascendencia

social, así como comunidades, cofradías, idiomas y culturas.

Como mecanismo de protección, las partes se obligan a crear un registro de

bienes culturales o a fortalecerlo, en caso de existir ya, en el que deben ser inscritos

tales bienes con independencia de su titularidad pública o privada. Es importante

destacar que se establece que la inscripción de un bien cultural en el registro de uno de

los Estados parte tendrá efectos registrales para todos.

35

Artículos quinto y sexto del Convenio.

20

El Tratado establece además las bases para el régimen de las exposiciones

internacionales fuera del área centroamericana. Por último, a nivel institucional se crea

la Comisión Centroamericana para la protección del patrimonio cultural como

organismo regional de defensa, protección y divulgación del Patrimonio Cultural.

Por su parte, la Convención Centroamericana para la restitución y el retorno de

objetos arqueológicos, históricos y artísticos tiene como objeto explícito el combatir el

tráfico ilícito y coordinar acciones para el retorno y la restitución. Entre las obligaciones

asumidas por los Estados destacan las de decomisar los bienes culturales sustraídos o

exportados ilícitamente. Además, en aras a la eficacia, se establece la obligación de

intercambio de información sobre los traficantes, coleccionistas, subastadores y rutas de

tráfico de mercados ilícitos. Finalmente se fija que los gastos inherentes al retorno

corresponderán al Estado requirente.

5. Organización del Convenio Andrés Bello (CAB).

Finalmente, cabe destacar la existencia en parte del espacio iberoamericano de

una organización subregional, con casi cuarenta años de existencia, de base no

económica. Se trata de la Organización del Convenio Andrés Bello de Integración

educativa, científica, tecnológica y cultural. Fue creada por el Convenio Andrés Bello,

suscrito el 31 de enero de 1970, sustituido por uno nuevo de 27 de noviembre de 1990,

actualmente en vigor.

Constituye, a diferencia de todas las anteriores y de la mayoría de las

experiencias desarrolladas en América Latina a lo largo de la segunda mitad del siglo

XX centradas en la creación de espacios de libre comercio, un esfuerzo por promover

y programar el desarrollo de la educación, la ciencia y la tecnología a través de un

proceso de integración que tuviera como eje la cultura36

.

El Convenio Andrés Bello surgió por iniciativa de los países andinos, siendo sus

primeros Estados parte Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela. Con

posterioridad se adhirieron Panamá, en 1980, Espala en 1981, Cuba en 18009, Paraguay

en 2000, México en 2005 y República Dominicana en 2006.

Gran parte de los esfuerzos de los Estados y de la Organización han girado

esencialmente en torno a la educación pudiéndose considerar como uno de sus logros

36

Cf. J.C. RAMIREZ, “El Convenio Andrés Vello: reseña histórica de un organismo de integración

cultura, científica y educativa en el área andina”, Cuadernos del Cendes, sept. 2003, vol. 20, no.54, p.181-

190. .

21

más significativos la política de reconocimiento de los estudios cursados en las etapas

de primaria y secundaria en todos los países signatarios. Sin embargo, desde el punto de

vista cultural los avances son menores. Cabe destacar esencialmente la compilación de

toda la legislación cultural y ambiental de los países miembros del Convenio.

En el área de la cultura, la Organización trabaja en la producción de

conocimiento en el campo cultural, para promover la formulación de políticas públicas

en este sector en los Estados miembros de la Organización., siendo dos los programas

principales los de Cultura y Desarrollo y de Apropiación social del patrimonio natural y

cultural.

De ellos cabe, a su vez destacar, la creación de la Red Somos Patrimonio. Esta

nació como espacio virtual para el seguimiento, reflexión, difusión y visibilización de

los procesos de apropiación social del patrimonio natural y cultural de la región.

Dado que este espacio se recrea y dinamiza a través del diálogo permanente, el

intercambio y la retroalimentación con y entre los actores y gestores de las experiencias,

no hay nada que permita afirmar, salvo por el intercambio de experiencias y la reflexión

conjunta, la consecución de realizaciones concretas en materia de protección del

patrimonio cultural. En este sentido, la celebración de un Acuerdo Marco de Intención y

Cooperación tampoco contempló expresamente esta cuestión.

Por su parte, el proyecto Apropiación social del patrimonio natural y cultural se

limita igualmente a la reflexión sobre las dinámicas del patrimonio, su defensa y uso

dinámico, a partir de la convicción de que el patrimonio natural y cultural sólo puede

sobrevivir si es apropiado socialmente por sus herederos, propietarios, usuarios y

portadores.

IV. Reflexión final.

Si, como afirmara la UNESCO, “la memoria es un motor fundamental de la

creatividad: esta afirmación se aplica tanto a los individuos como a los pueblos que

encuentran en su patrimonio- natural y cultural, material e inmaterial- los puntos de

referencia de su identidad y las fuentes de su inspiración”, todos aquellos pueblos que

han emprendido caminos hacia una más estrecha cooperación entre ellos, que han

iniciado procesos de integración debieran tenerlo en cuenta.

No es excesivamente arriesgado afirmar que ninguno de esos procesos culminará en una

sólida arquitectura si se limita a establecer sus fundamentos en criterios puramente

22

económicos. Sin restar importancia a estos criterios tan esenciales en la actual sociedad

globalizada, tener en cuenta los elementos culturales comunes contribuirá sin duda a

alcanzar los objetivos de desarrollo económico.. Es al hombre y a la cultura a quienes la

economía debe servir.

Tener en cuenta los elementos culturales implica necesariamente una atención e

interés que no permite descuidar ni la protección ni la preservación del patrimonio

cultural.

Situar la cultura en el núcleo del desarrollo constituye una inversión esencial en

el porvenir del mundo y la condición del éxito de una globalización bien entendida que

tome en consideración los principios de la diversidad cultural.

El reto es, por tanto, anclar la cultura en todas las políticas de desarrollo,

conciernan estas a la educación, las ciencias, la comunicación, la salud, el medio

ambiente o el turismo y sostener el desarrollo del sector cultural con industrias creativas

de forma que la cultura contribuya a la reducción de la pobreza y se erija en un

instrumento de cohesión social.