Prensa y poder político
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La prensa y el poder Gustavo Morales @unosolosoy Prensa y civilización
La civilización es la hija de la cultura, la técnica y del progreso. El endiosamiento del avance técnico, al
desequilibrar su relación con otros factores civilizadores como educación, participación en la vida pública,
etc., convierte al progresismo en contaminación de ideas y modos sociales. En esa contaminación juega un
papel básico la prensa como, idea que repetiremos, “educación para adultos”. El progreso, en tanto busca
monopolizar el desarrollo humano como ídolo público, es uno de los monstruos que ha engendrado el sueño
de la razón que nos representó Goya, un sueño que no admite otros factores como sentimientos, identidad,
etc. La razón, asegura Joaquín Estefanía, en un determinado momento histórico de vacío teológico, convertida en abstracción de logos, deviene en caricatura de sí misma.
El rápido desarrollo llevó a Heidegger a definir la técnica como una máquina devastadora. Julián Marías nos
recuerda que “la sociedad técnica ha situado a sus gentes en un nivel de adaptación muy superior (...) y se les
antoja natural y hasta insuficiente”1. La informatización la exigen en las cocinas y es aceptada de forma
natural en las oficinas. En pos de ese progreso sin barreras, las mayorías “adoptan una actitud moral de
disfrute de ese mismo progreso, olvidando la palabra deber y sustituyéndola en todo caso por derecho, que
reclaman como algo de su propiedad”2.
Pero la tecnología no es inocua. La revolución tecnológica ha traído una revolución moral, sustituyendo los
valores cristianos, dice Octavio Paz, por “un nihilismo de signo opuesto al de Nietzsche, no estamos ante una
negación crítica de los valores establecidos, sino ante su disolución en una indiferencia pasiva”. El paso del
guerracivilismo a la indiferencia. Paralelamente, los cambios se suceden. Los habitantes del mundo desarrollado están en una adaptación permanente para poder afrontar la incertidumbre, la complejidad de los
cambios. Estos son los planteamientos del mundo desarrollado, cuya propia definición incorpora a la
tecnología como protagonista. “Interpretar el mundo desde el punto de vista de la tecnología favorece a las
naciones industriales, aunque solamente en un sentido analítico, al tiempo que se reconoce el hecho de que la
parte no tecnológica del planeta se define a menudo en parámetros tecnológicos, es decir, como
<subdesarrollado>” 3. El auge de la técnica universaliza un modelo político y económico común a los países
occidentales: la democracia parlamentaria y el mercado libre.
De forma paralela, se inicia la creación de una elite tecnológica. El modelo postindustrial genera renueva sus
cuadros dirigentes. El poder fluye hacia quienes controlan las comunicaciones. Nuevas profesiones se acercan
al poder por medio de su influencia en la vida laboral y social cotidiana.. “Dominan el maquinismo y los
imperativos tecnológicos, en radical desacuerdo con toda la humanidad y los imperativos morales. Un proceso
basado en la expansión continua acaba por aplastar todas las ideas dignas de una adhesión humana” 4. El proceso tecnológico descansa sobre la productividad y la eficacia. El dato es esencial para explicar la
importancia de los medios en el proceso de globalización y en la aceptación del mismo por una mayoría
inerte. El símbolo de la globalización, la aldea global, ha venido por medio del desarrollo en las
comunicaciones y el empuje de los medios de comunicación. A través de ellos se presentan modelos de
comportamiento y traducciones de la realidad. “La presentación y el acceso a la realidad, tanto pública como
privada, es obra de los medios (...) reformulan lo real en función de sus intereses, sus usos y sus valores” 5
La letra
Las civilizaciones se desarrollan con la escritura, el paso de la comunicación oral a la palabra escrita. Hasta la
invención de la imprenta, la cultura de toda sociedad se fundamenta principalmente en la transmisión oral y en las construcciones. Víctor Hugo
6 destaca que los hombres escribían en piedra hasta la extensión de la
imprenta, la arquitectura queda relevada por la literatura como arte hegemónico. La imprenta traerá la
generalización del saber.
Las hojas de rutas marítimas acompañaron a las naves inglesas en la construcción de su imperio. Entre los
siglos XVIII y XIX se generaliza el diario. Desde la Revolución francesa la prensa forma parte integrante de
la arena pública, es la dueña del coso donde transcurre la fiesta multinacional.
Con el telégrafo y el teléfono desaparecen las distancias, se mantiene la transmisión oral y comienza la era de
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las comunicaciones inmediatas. Le sigue el primer gran difusor de comunicaciones: la radio. Libros,
periódicos, teléfonos, radios… son todos elementos portadores de comunicación lingüística. Incorporan
nuevas tecnologías en su momento. En Estados Unidos, la Western Union, que gozaba del monopolio del
telégrafo, y la Associated Press, la primera agencia de noticias, se convirtieron enseguida en aliados naturales.
Esta alianza influía en los periódicos porque era la AP quien establecía cuáles eran las noticias que había que
dar y cuáles no. Hoy las cosas no han cambiado mucho, el 90 por ciento de la información que se produce en
el mundo está generada desde Estados Unidos y Canadá donde se recopila y selecciona para transmitirlas a
medios del mundo entero. “Mejoras radicales en la tecnología de la comunicación han hecho factibles y
lucrativos los imperios de medios de comunicación de un modo que era impensable en el pasado”7. En el caso europeo, cinco empresas controlan la práctica totalidad de las televisiones terrestres no públicas.
Prensa e ideología
Max Horkheimer fija dos etapas del mundo burgués que marcan la instrumentalización ideológica de los
medios de comunicación. En una primera fase, la burguesía ascendente difunde unos valores sólidos: religión,
patria y familia, y unas virtudes, recogidas por Max Weber en La ética protestante y el espíritu del
capitalismo, como el ahorro, la responsabilidad, la decencia, etc. Cuando el desarrollo convierte el comercio
en trasnacional se pierden las virtudes burguesas para dejar paso al estilo cosmopolita. En la segunda fase, de
gran expansión del capitalismo, cuando se hace apátrida, todos esos valores y virtudes son trabas de las que
hay que librarse para impulsar la tercera ola postindustrial que anunció Toffler. Ya no es tiempo exclusivo de familias poderosas, sino de corporaciones, más o menos, anónimas cuyo único valor es la cuenta de
beneficios. El Club de Roma, en 1991, reconocía “una pérdida general de los valores que anteriormente
aseguraban la coherencia de la sociedad (…) consecuencia de una pérdida de fe (…) y una pérdida de
confianza en el sistema político y en quienes lo dirigen”.
La moral antigua, nos cuenta Aquilino Duque8, salta en pedazos y cede el paso a la sociedad tolerante. La
burguesía hizo suyas las modas ideológicas y la indumentaria de la juventud respondona y convirtió sus ritos
(conciertos, fiestas…), sus símbolos y su música en artículos de consumo. Recogió la información y la
convirtió en publicidad: vaqueros, rebeldía JAP y el Che Guevara. Dice Duque que la gran frustración de la
juventud contestataria fue la facilidad con que el mundo adulto dominante en vez de reaccionar contra el
asalto, se unía a los asaltantes y la ayudaban a saquear la propia mansión. Y buena parte de esos contestatarios
se hicieron periodistas, comunicadores. Ingresaron en el equipo que dirige la indiferencia hacia lo público, cuya expresión política es la abstención electoral masiva.
La sociedad represiva se hacia permisiva y en ella se disolvía la revolución que viajaba a lomo de libros y
periódicos. La prensa abandona las banderas generales, el fin de las ideologías, y se acomodan más o menos
dentro de los extremos aceptables del sistema. Lo nacional se desmorona o se reduce a la mínima expresión.
Se multiplican los acuerdos, las asociaciones, los foros mundiales. La nueva moral viaja por todo el mundo y
se expresa en las pantallas de los cines y de las televisiones. El fin de la Historia supone el triunfo universal
del modelo de sociedad estadounidense. El presidente Wilson sacó a EE.UU. del aislacionismo por el
imperativo moral de llevar al mundo la libertad.
Prensa y mundo
El modelo social, las pautas de comportamiento vienen decisivamente influidas por la modernidad, en un mundo globalizado cuyas cuatro grandes civilizaciones escapan a los acuerdos y corsés emanados de
Potsdam, Yalta y Teherán. El orden nacido de la II Guerra Mundial murió en la última década del siglo XX,
junto con la bipolaridad impuesta por la Guerra Fría. Estados Unidos comenzó una guerra imperial en 1898 y
cien años después es la potencia militar única. Nuevos desafíos en un mundo nuevo. Si antaño el lado oriental
europeo era un bloque sólido, donde se leía Pacto de Varsovia, con creciente influencia en Asia, África e
Hispanoamérica, y frente al bloque socialista una miríada de naciones al oeste de Berlín; hoy esas naciones se
aúnan bajo el epígrafe Unión Europea y a su oriente un cúmulo de pueblos, eclosión del imperio
austrohúngaro primero y del soviético después. Cuestiones como la clonación humana, la hegemonía de una
potencia única: Estados Unidos, la redistribución de la riqueza, el auge del integrismo islámico, las señales
visibles de la contaminación –el precio del progreso-, el hambre permanente, la mundialización de la
información… configuran un nuevo escenario, ¿para que todo siga igual?, en la relación de poder. Ese orden aceptado, que ha superado las tímidas barreras de las naciones para hacerse internacional, ya no lo expresa de
forma evidente el monopolio de la violencia, reservada contra quienes viven extra muros del sistema, sino la
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convicción de la prensa, que mantiene el debate público en los límites aceptables. La modernidad, en palabras
de Octavio Paz, se convirtió en una “alcahueta de los medios de comunicación”.
“La presentación y el acceso a la realidad, tanto pública como cotidiana, es obra de los medios, que desde la
agenda setting, es decir la selección de los temas importantes y la jerarquía de los mismos, hasta la
producción virtual, reformulan lo real en función de sus intereses, sus usos y sus valores”9.
Poder y prensa
El poder, para el economista socialdemócrata Joaquín Estefanía, es una conspiración permanente contra el débil. El periodista liberal francés Revel lo denomina “la tragedia de la sumisión del individuo al poder
político”. El concepto liberal de contrato social se extiende y generaliza. La prensa, como parte de la
sociedad, tiene una relación con y ante el poder, entendido como gobierno, al cual controla y vigila, no sólo
en sus virtudes públicas sino en los vicios privados de sus componentes. La prensa también forma parte del
poder y del juego de los partidos políticos y los grupos económicos. Por ello, el control y vigilancia de la
prensa pierden la ecuanimidad informativa. Este juego influye en alianzas donde los medios asumen el papel
de voceros de una causa o candidatura. "Proporcionar o retener información se convierte en un medio
importante que varios individuos de una organización usan para reforzar su posición dominante" 10
La prensa se desarrolla especialmente en sociedades industriales y con una cierta libertad política. Se mueve
hoy como pez en el agua en un mundo globalizado. Los llamados poderes fácticos, Iglesia, Ejército, Banca,
han venido siendo el conjunto de instituciones con más fuerza para influir en la política de un Estado. Hoy tendremos que añadirles otros muchos: judicatura, mercado, prensa, sondeos. Según afirma Alain Minc en La
borrachera democrática, los tres poderes tradicionales: legislativo, ejecutivo y judicial son sustituidos por una
tríada de poderes fácticos: la prensa, los jueces y la opinión pública. Los más poderosos ya no son políticos,
sino empresarios, financieros, comunicadores. La tríada de Minc es, en realidad, pareja: la prensa protagoniza
la creación, el mantenimiento y evolución de la opinión pública.
El secretario general del Partido Comunista chino recibió más veces a Bill Gates que a Bill Clinton, lo que
demuestra cuáles son sus intereses. La prensa también ha convertido a Garzón en un superjuez contra el
imperio etarra, de la droga y los dictadores del mundo, que ha llegado a estar propuesto para el Nobel a pesar
de no haber pertenecido a un grupo terrorista, como Menahem Begín o Yasser Arafat, ni ser una cuentista
como Rigoberta Menchu.
Los medios de comunicación -que forman como educación para adultos y entretenimiento- han ido relevando a otros instrumentos caducos de control de masas -represivos por la fuerza- e incluso a gobiernos locales que
ya no deciden sobre su destino, muy especialmente desde que a mediados del siglo XX llega la televisión,
donde prevalece el hecho de ver sobre el hecho de leer. La película Cortina de humo desvela bastante el
funcionamiento del aparato propagandístico audiovisual de la maquinaria norteamericana y su creación de
noticias señuelo para desviar la atención de las importantes. Muestra cómo distraer la atención de un
escándalo de faldas generando un conflicto en un país lejano. Cuando los gobiernos, las instituciones, las
empresas y los políticos empezaron a contratar a periodistas para la tarea de relaciones públicas,
desnaturalizaron los objetivos del comunicador y empezaron a corromper periodistas al pervertir sus fines.
Globalización
Globalización es la extensión del modo de vida occidental. La ciencia occidental se “convirtió en la ciencia, su medicina en la medicina; su filosofía en la filosofía y desde entonces ese movimiento de concentración no
se ha detenido”11. Se reconoce la certeza de Peter Durcker cuando habla de “un mundo globalizado, que será
un mundo cortado por el patrón occidental”12. El sociólogo iraní Ali Shariati destaca como la modernidad, y
consiguiente globalización, es sencillamente una velocidad de desarrollo que corresponde a parámetros
eurocentristas13.
Siendo la globalización una etapa histórica, existiendo un mercado único y un discurso único, se trata de
buscar la gobernabilidad del capitalismo mundial, tarea donde poseen más poder las máquinas ideológicas,
prensa y publicidad, que crean o destruyen consensos, que los clásicos aparatos coaccionadores: policía,
ejército. Es más barato convencer que reprimir y los medios que vehiculizan el consumo, por la publicidad,
son ideales para crear estados de opinión determinados por la propaganda. “Las redes y los procesos de
comunicación y cultura son cada vez más globales” 14. Incluso el movimiento antiglobalización supone la antítesis perfecta para hacer de la mundialización una
dialéctica. A la postre, muchas asociaciones y grupos que conforman el entramado de ese movimiento
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rebelde, que ha recuperado la política radical para los jóvenes, viven y se desplazan con subvenciones
estatales de departamentos de cultura, juventud, mujer y ayuntamientos. De forma irónica, la respuesta de los
antiglobalizadores también es global.
La globalización implica nuevos protagonismos y la reducción de otros a metáforas del poder clásico. Y el
proceso no se limita a las fronteras nacionales. Los nuevos protagonistas transcienden en poder e influencia
allende los mares. Matahir Mohammad, primer ministro de Malasia en 1997, afirmaba: “Hemos estado
trabajando 30 ó 40 años intentando levantar nuestras economías. Y ahora viene un tipo -se refiere a G. Soros-
que dispone de miles de millones de dólares y en un par de semanas deshace nuestro trabajo”. La economía
financiera ha sustituido a la real. La información pasa a ser un útil de trabajo y una mercancía. Tienen más poder los gerentes de los fondos de pensiones que deciden abandonar un país y limpiarlo de capitales que los
diputados del partido que gobierna en ese país. “La mundialización, que elimina fronteras, homogeneiza
culturas y reduce las diferencias, se aviene mal con la identidad y soberanía de los estados” 15.
El liberalismo económico se ha quedado con el poder ocultando su existencia y para ello necesita los medios
de comunicación. Ya no es el carro de combate ni el soldado quienes expresan el orden, son los medios. “La
globalización de la cultura y la información es un componente fundamental que subyace a todas las otras
dimensiones institucionales de la globalización”16.
Dice Estefanía que caen en decadencia los poderes basados en la propiedad (poder compensatorio: sumisión a
cambio de algo) y también el poder condigno (carismático) en beneficio del poder derivado de la corporación.
Se reduce el poder del hombre poderoso y del capitalista, menos ciudadanos Kane, en favor de la
tecnoestructura de las organizaciones, hacer anónima la propiedad. “Hoy es peligroso aparecer como demasiado ávido de poder, decir abiertamente lo que se va a hacer para obtenerlo. Tenemos que parecer justos
y decentes”. (Estefanía, 2000). Sin embargo, casos como el de Jesús Polanco, Pedro José Ramírez, etc. no
parecen darle la razón.
Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, ve el poder como una red, ya no es autoritario en las
formas, sino que utiliza los mecanismos de la manipulación para ejercer el poder de forma consensuada. La
globalización varía el poder, que pasa de jerárquico y piramidal a horizontal y en forma de red. Las
estructuras multinacionales del poder se hacen extensas y repartidas en múltiples nudos, lo que no anula la
existencia de una elite directora aunque no sea visible.
Tras la mística del mercado y la soberanía del consumo está el poder de las corporaciones, que determina e
influyen en los precios y los costes, que corrompen a algunos políticos y que manipulan la respuesta del
consumidor. Los hombres con dinero pueden comprar a los hombres con poder dentro de la tendencia permanente de la economía a colonizar la política, también la imagen.
Jesús Cacho cuenta que “a los March o al BBV podía no importarles demasiado perder 10 mil millones por
barba al año, porque ese era el precio de los seguros Polanco”. El mismo “March que el día de la celebración
de su cincuenta cumpleaños, en su impresionante finca de la sierra sevillana, pronunció un emotivo brindis
ante más de cien invitados en el cual mencionó a su hermano, a su padre, ya fallecido, a su madre, allí
presente, y a Jesús Polanco, <mi mejor amigo>, a quien tanto debo”. Es un acto de vasallaje, una gabela que
se paga desde el poder financiero, la primera fortuna de España, ante el poder mediático, el primer poder del
mundo. Ya no es el director-editor quien acude al banco a pedir un crédito. Los bancos rinden pleitesía al
poder de los medios. No sólo éstos. “La televisión se ha convertido en la mayor fuente de noticias
internacionales para la mayoría de la población” 17. Las secciones de televisión de la agencia Reuter y de
Associated Press se encargan de la mayor parte de la cobertura televisiva mundial.
Prensa como mercancía
Pocas industrias han tenido la concentración de los medios de comunicación. “El mercado global de medios
ha llegado a estar dominado en breve tiempo por las siguientes corporaciones transnacionales: General
Electric (propietaria de NBC), AT&T/Liberty Media, AOL-Time Warner, Sony, News Corporation, Viacom,
Vivendi y Bertelsmann. Ninguna de estas compañías existía en su forma actual, como compañías de medio de
comunicación, hace sólo quince años”. 18 El interés de las finanzas por la comunicación va en aumento a
medida que se opta por una sociedad donde el orden está consensuado y no impuesto de forma expresa.
La prensa es una doble mercancía que se vende en dos direcciones. Por un lado, capta público con su producto
y, por otro, vende esas audiencias a los anunciantes. Al común se vende un producto, la información, enseñar
más allá del horizonte, detrás de los muros, incluso dentro de los cráneos. Y el público definido que generan tales ventas se ofrece a los anunciantes por su nivel adquisitivo, hábitos de consumo, etc. Ese es el negocio
financiero mientras la información forma parte de la influencia política, social y de hábitos de consumo.
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Noam Chomsky afirma: “El producto son las audiencias. No ganan dinero cuando compras el periódico. Están
contentos poniéndolo gratis en la red. De hecho, pierden dinero cuando compras el periódico. Pero la
audiencia es el producto. El producto es gente privilegiada, justo la misma gente que está escribiendo esos
periódicos, ya sabes, la gente que toma las decisiones de alto nivel en esta sociedad. Tienes que vender un
producto a un mercado, y el mercado es, por supuesto, los anunciantes (es decir, otras grandes empresas). Sea
televisión o periódicos o lo que sea, están vendiendo audiencias. Grandes empresas que venden audiencias a
otras grandes empresas”. La prensa es la única factoría que vende su producto por debajo de los gastos de
producción, como es el caso de la prensa impresa, o lo regala, como hacen muchas cadenas de televisión. Los
beneficios e ingresos reales de las editoras mediáticas proceden de la publicidad y no de las ventas. El mercado se convierte en el gran regulador de la vida económica, mejor cuanto menos intervenido esté por
el gobierno, dicen los anarcoliberales: las cosas tienden a encontrar el equilibrio por sí mismas; el egoísmo sin
trabas de cada individuo, vicio privado, se convierte en el bien común, virtud pública. Asegura Estefanía: “La
mercadolatría es una especie de metafísica económica que absolutiza el mercado como panacea de todos los
problemas”. Los mercados financieros son la realidad económica dominante, el lugar donde se asigna el valor
de compra. La globalización es, sobre todo, financiera. De las tres libertades europeas de circulación:
personas, mercancías y capitales sólo la tercera no encuentra trabas. Se añade una cuarta de hecho, que es la
libertad de ondas e información para quienes pueden financiar su distribución masiva.
Los medios se legitiman en que funcionan de abajo hacia arriba transmitiendo las demandas sociales y al
revés llevando la respuesta del poder y la publicidad. La información, y la presentación que facilita el efecto
buscado en el público, se convierte en algo que incorpora valor, el descubrimiento de la información como mercancía cuya venta y difusión proporcionan importantes beneficios, en ingresos tanto como en otras
rentabilidades de influencia. Lo que no publica el New York Times no ha sucedido. La prensa llega a ser
notario de la realidad, dice qué ha pasado, cómo y porqué. Sucede cuanto dice que pasa, como y cuando. Su
paroxismo son los 5 minutos de gloria en televisión que definió Andy Warhol como deseo de los extras de la
vida, del ciudadano anónimo ante un mundo audiovisual que ha sustituido su vida por la visión de otras vidas
más interesantes. Al respecto, Arturo Robsy destaca que el 80 por ciento de la realidad la adquirimos por
medio de la televisión, que nos discrimina entre lo bueno y lo malo.
Anthony Giddens, asesor de Tony Blair, afirmaba: “Los acontecimientos de 1989 en Europa del Este no se
habrían desarrollado del modo que lo hicieron sino hubiera sido por la televisión”19.
Éticamente el valor de las informaciones va asociado a diversos parámetros, en particular al de la verdad.
Hoy, el precio de la información depende de la demanda, del interés que suscita y este interés puede crearse por medio de la publicidad. Lo que prima es la venta, la audiencia, los baremos que mueven las cuentas de la
publicidad, pública y privada, de un medio a otro. Una información será juzgada sin valor si no consigue
interesar al publico ni a las cuentas publicitarias, en orden inverso.
Desde que está considerada como una mercancía, la información ya no está estrictamente sometida a los
criterios tradicionales de verificación y autenticidad. Ahora se rige por las leyes del mercado como viene
sucediendo en Europa occidental con la exposición de las vidas hogareñas de grupos de desconocidos, más
extras de la vida que se convierten en primas donnas. Entre los grupos mediáticos esa realidad es más intensa
que la natural.
La televisión, como dijimos, es la principal fuente de noticias internacionales para la mayoría de la población.
Los estudios profundos y meditados aparecidos en las revistas sabias de mínima difusión no compiten en lo
más mínimo con las impresiones producidas en las campañas de los medios de comunicación, con
protagonismo de los visuales: cine, televisión, la red. La única fórmula que encuentran quienes disponen de medios financieros es comprar medios de comunicación y empresas de sondeos, controlar críticas y orientar
opiniones.
La sociedad se mueve cada vez más dependiente de la versión dada a una historia imaginada, pero que salió
en televisión. Vivimos un mundo paradójico. El periodismo ha perdido su carácter de contrapoder, sufre la
metamorfosis de Kafka, y se convierte en un poder más del sistema por su capacidad de influencia. Los
medios se han demostrado repetidamente capaces de generar opinión que den la victoria electoral a
alternativas políticas instantáneas como demostró Beslusconi en Italia o las diversas aventuras del magnate
Murdoch. En España fue Jesús Polanco, a quien Jesús Cacho retrató en El negocio de la libertad. En 2002, el
conocido periodista Luis del Olmo hablaba, en su programa itinerante, con la pared cubierta por una foto
enorme de sí mismo.
Los gestores de los grandes medios comparten residencia con los privilegiados, gozan junto al poder de una satisfacción contigua y se acomodan de modo similar a las ideas económicas y políticas del momento. Quizás
hasta cae un título. “Un enorme porcentaje del gasto global en publicidad, tres cuartas partes del mismo,
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acaba en el bolsillo de tan sólo veinte empresas de medios de comunicación” 20.
Los periodistas idealistas, dulces soñadores con su búsqueda de la verdad que antes dirigían periódicos, han
sido reemplazados, a menudo en la cabeza de las empresas, por hombres de negocios que se mueven por
porcentajes e incremento de beneficios. Incluso los mismos medios, de conocida voracidad financiera,
recurren a los grandes préstamos en cifras que dejan en pañales los fichajes de futbolistas, nuevos ganchos de
la publicidad. “Los imperativos comerciales se han endurecido en unas pocas décadas y el equilibrio entre la
responsabilidad pública y el proyecto privado se ha ido inclinando sin cesar a favor de éste” 21.
Prensa y Poderes
La autoridad debe cumplir los deberes que le incumben
D. A. Rustow
Los líderes mediáticos no están sometidos a control democrático alguno, ellos y los jueces pueden modificar
la opinión pública y poner en la picota a los representantes electos. Los editores de prensa sólo son juzgados
por su cuenta de resultados económicos. Su objetivo es mantener las cosas en el estado necesario para
incrementar su influencia y consiguientes ingresos publicitarios.
El periodista euroamericano responde a un perfil homogéneo: está más a la izquierda que la sociedad a la que
informa. Es evidente en cuestiones como el aborto, la homosexualidad, las parejas de hecho, el mestizaje…
Sólo un dos por ciento se confiesa “de derechas”. Gracias a que, escribe Adam Ulam, “en la última cuarta
parte del siglo [XX], el marxismo empezaba a adornarse con una respetabilidad profesional y burguesa”. Ya
Mao Tse Tung percibía que “el verdadero espíritu revolucionario no puede cohabitar con una economía
altamente desarrollada”. Pero ese profesional de la prensa no es enemigo de la pirueta. Desde las mismas
páginas que los tardíos años 70 llenaron de imprecaciones al imperialismo norteamericano, hoy se aplaude Kosovo o Irak en clave de cañoneras. Ahí están las hemerotecas para subrayarlo. “Los gobiernos
norteamericanos han usado de manera muy astuta el poder blando, es decir, la capacidad de conseguir
objetivos políticos e ideológicos a través de la atracción cultural y mediática que ejercen sobre el resto del
mundo, para apuntalar su poder duro, es decir, su formidable capacidad de coerción económica y militar” 22.
La enorme contestación que tuvo la intervención norteamericana en Vietnam no se ha repetido en los nuevos
ataques de Washington: Panamá en 1989, Irak en 1991, Somalia en 1992, Haití en 1994, Sudán en 1997, Irak
en 1998, Kosovo en 1999, Afganistán en 2001, Irak en 2003. Los medios de comunicación han explicado una
realidad de acorde con los gustos de Estados Unidos, presentando a cada uno de los países sucesivamente
como parte de un eje del mal. En realidad, el propio Henry Kissinger admite que “en ningún momento de la
Historia, los Estados Unidos han participado en un sistema de equilibrio de poder”. 23
Aún así, la prensa es necesaria, existe y ha existido en distintos sistemas. Es la encargada de transmitir los
mensajes entre el público y el poder. Cualquier grupo que quiera transmitir un mensaje, generar una respuesta electoral o de consumo, habrá de vehicular el mensaje (lavo más blanco, soy más honrado) por la prensa.
“¿Qué son los medios de élite, los que marcan la agenda? (New York Times y la CBS, por ejemplo). Bueno,
primero de todo, son empresas muy grandes, con grandes beneficios. Es más, muchas de ellas están
relacionadas, o son directamente propiedad de, empresas aún más grandes, como General Electric,
Westinghouse, etc. Están en la cima de la estructura de poder de la economía privada, que es una estructura
muy tiránica. Las grandes empresas son básicamente dictaduras, jerárquicas, controladas desde arriba. Si no te
gusta lo que hacen, vete. Los grandes medios son tan sólo parte de ese sistema. ¿Qué hay de su entorno
institucional? Bueno, es más o menos lo mismo. Con quien se relacionan, con quien interactúan, es con otros
centros de poder: el gobierno, otras empresas o las universidades”24.
Ejecutivo
“Mas que preocuparse por el juicio de la Historia, los líderes parecen mucho más atentos a la opinión, las
estadísticas y las editoriales de la prensa influyente”25, afirma Shlomo Ben-Ami, hispanista israelí que fue
embajador en España y ministro del Gobierno hebreo.
La prensa política original controlaba celosamente la acción del Gobierno. En España, la transición facilitó
que quienes frecuentemente habían estudiado en los mismos colegios y tenían una relación personal,
coincidieran como políticos y periodistas en plena reinstauración de la monarquía parlamentaria.
Colegios como El Pilar o los Agustinos han supuesto la forja conjunta del poder político, mediático y
financiero. Se produjo un compadreo que llevó a muchos comunicadores a las filas partidistas. El mismo
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impacto mediático que produce el mensaje del Rey la noche del 23 de febrero, momento en el que se
establece un sólido cinturón audiovisual en torno a La Zarzuela, lo tuvo el carisma de Felipe González entre la
prensa, que le llevó a la victoria en octubre de 1982, “Por el cambio”. La amistad del periodista con el político
ha sido frecuentemente de “Bodeguilla” por la izquierda o de conspiración de despacho, en la derecha, al
estilo de la denunciada por Luis María Anson en 1998. Aún así, los debates televisados en los primeros
espadas de la política no son frecuentes, a pesar que en el cóctel del liderazgo hay mucho de comunicador, de
cuidado de la imagen que es transmitida por la prensa. Asesores atentos a la presencia en los medios. Albert
Boadella lo fue de Pepe Borrell.
Es conocida la apuesta política de bastantes medios de comunicación. También algún director presumiendo de poner el inquilino de La Moncloa.
Los políticos saben que sus esfuerzos de organización política desde la cima sólo tendrán éxito a medida que
lleguen a lo hondo de la estructura social suscitando una reacción allí. La prensa es el vehículo necesario y
tienen conciencia de ello.
Los políticos dejan de lanzar su mensaje al pueblo para recabar información –encuestas, prensa- sobre el
sentir general en torno a una causa determinada y situarse del lado de la mayoría, evitando desentonar y
adoptar actitudes minoritarias, más atento el diputado a las modas políticas y mediáticas que al interés general
de la causa a que sirve o su propia, quizás extinta, conciencia.
“Desde que los sondeos de opinión pública totalizan la reacción individual (...) la cobertura favorable de los
medios de comunicación se ha convertido en un elemento decisivo para las elecciones, las huelgas y las
campañas de solidaridad” 26.
Judicial
"La percepción del creciente número de delitos, alimentada por la cobertura de la televisión local, contribuye
bastante a aumentar el cinismo individual" 27
Los medios de comunicación magnifican y hacen de caja de resonancia de los tribunales de justicia. De forma
paralela, aún anticipándose, los medios expresan su sentencia. Son los conocidos juicios paralelos en los
medios, cuyas sentencias tienen mayor repercusión que las propias emanadas de los tribunales. Aseguran que
dejan el criterio de eficacia para el periodismo de investigación, que inicia casos sonados, y paralelamente
pone en marcha la opinión en torno a la actuación judicial. La prensa sabe que el poder del juez de instrucción
es grande, el juez Garzón es la punta mediática del iceberg de ambiciones judiciales. El juez, cada vez, multiplica su presencia en todas las áreas de la vida, regulador de conflictos de la sociedad que pleitea. Los
jueces se ven impelidos a buscar compromisos, principal contrapeso de la corrupción de las costumbres
(buena parte de nuestros empresarios más conocidos han sido condenados judicialmente), de los poderosos en
declive para reafirmar su independencia que quedó puesta en entredicho con el caso Sogecable.
Una muestra de lo dicho podría ser un buen reportaje: todas las portadas de los casos que ha iniciado de forma
sonada el exjuez Garzón y, luego, sus conclusiones, cuántos se han cerrado, cuántos han tenido condena,
cuántos se han rechazado por defecto de forma, etc. También el libro de la periodista Pilar Urbano sobre
Garzón ha consolidado y rentabilizado el estrellato mediático del juez estrella, elevado a esa categoría por los
medios de comunicación, a la par que su amigo y compañero Gómez de Liaño fue defenestrado por intentar
sentar en el banquillo de los acusados al poderoso editor del Grupo Prisa, Jesús Polanco.
Legislativo
Es esencial el papel de la prensa en la opinión pública de una democracia parlamentaria. Es la prensa quien
encumbra u oculta las carreras políticas, difunde rumores, hace campaña por una u otra opción política e
influye en el ánimo de los votantes ante las urnas. Las leyes, los proyectos, los presupuestos…llegan al gran
público a través de los medios de comunicación que realizan auténticas campañas a favor o en contra de un
plan hidrológico o las 35 horas semanales. El deporte, la política, la intimidad, el sexo, el pensamiento, no
existe un aspecto de la vida personal que escape a la mirada de los medios. Los hechos han ido cediendo
protagonismo a las declaraciones en los medios. A los hechos les relevan los dichos en las portadas.
Los sondeos, que presuntamente expresan la opinión de la calle y orientan a muchos diputados, son acusados
de parcialidad flagrante por Giovanni Sartori. Los sondeos consisten en respuestas que se dan a preguntas
planteadas por el entrevistador. Las respuestas dependen, en gran manera, del modo en que se formulan las preguntas, las alternativas que se ofrecen y también de quién las formula. Dice Sartori que la mayoría de las
opiniones que se reflejan son: a) débiles, no son profundas y se improvisan respuestas. B) volátil, pueden
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cambiar en poco tiempo. C) producen un rebote sobre lo que piensan los medios de comunicación. Los
sondeos no son una demostración de democracia, del poder de la opinión del pueblo sino del poder de los
medios de comunicación. Medios que necesitan para su consumo creciente de tecnología de grandes grupos
privados, “ni elegidos ni controlables democráticamente, cuyos sentimientos nacionales resultan inversamente
proporcionales a su expansión internacional” 28
. El gobernante asume los resultados de los sondeos y adopta
la postura más popular.
La verdad mediática ha sustituido a la verdad auténtica. Sus manipuladores en nuestras democracias
avanzadas hacen más previsibles los resultados. Los ciudadanos son tratados universalmente como
consumidores. La transparencia ya no es la verdad íntima que menciona Gustavo Bueno, sino que se convierte en la manifestación del todos iguales de conversión obligatoria. La opinión pública, los medios de
comunicación están sustituyendo a la lucha de clases como presunto motor de la historia. Marcuse se
equivocó con los estudiantes. La nueva división está entre los desinformados, que sólo tienen imágenes, los
sobreinformados, que reciben un alud de datos superior al que pueden codificar, y los simplemente
informados que seleccionan, ordenan y pagan la información. Información personalizada gracias a las nuevas
tecnologías de red.
Incluso la oleada de información no hace sino remachar, desde distintos medios y enfoques, las mismas
noticias, presentadas de manera que se homogenizan la opinión del común y mantiene el clima de adaptación
al status quo. Quienes pueden elegir la información que quieren recibir pueden analizarla, pensarla, extraer
conclusiones y una línea de acción.
Prensa y terrorismo
La existencia de la prensa ha variado el objetivo de los grupos terroristas que antes influían en el poder por el
miedo, como los hassishin de Hassan Sabah, el Viejo de la Montaña. Ahora, el terror se centra en generar
noticias que mantengan su causa en la opinión pública a través de los medios de comunicación.
El terrorista yerra parcialmente porque piensa que detrás de los parlamentos, las elecciones, la legislación y
las negociaciones están los ejércitos y las armas que monopoliza el Estado. El arma hoy son los medios de
comunicación. La ausencia física del soldado armado en la calle reduce la legitimación social que transforma
al terrorista en guerrillero.
La lucha armada, justa o no, según Marcuse nace frente al poder de un sistema capitalista totalmente
desarrollado que domina la mentalidad del pueblo mediante la manipulación de las instituciones públicas y de los deseos privados”. Cuando las instituciones públicas son de elección democrática partidista son necesarias
las costosas campañas electorales, de donde salen los administradores de las instituciones que dirigen el
Estado, cuya actividad es evaluada diariamente por los medios de comunicación. La prensa también es
necesaria para los deseos privados, generando la demanda ante la oferta de un producto, es necesaria la
publicidad. Las dos, que son una en el fondo: propaganda, llegan hasta el tejido social por medio de la
publicidad.
Si la respuesta a la dictadura es la resistencia, el hastío del formalismo partitocrático deviene en abstención y
alejamiento masivo de la política nacional de un porcentaje significativo de la población. La desesperanza
ante las vías políticas legales empuja al radicalismo a minorías muy ideologizadas.
Richard Rubenstein reconoce que el objetivo del terrorista es conmocionar a la audiencia, para lo que necesita
estar presente en los medios de comunicación. Las armas buscan su eco en los medios, esa es la verdadera
estrategia del terror. La violencia es un acceso seguro a los medios de comunicación, la ruptura del aislamiento de causas irredentas que saben, como André Malraux, “cuánto peso adquiere una idea por medio
de la sangre que se derrama en su nombre”.
Los terroristas realizan acciones armadas, no porque piensen en “ganar la guerra” por la vía militar, sino para
llevar su causa a los medios de comunicación, contra más internacionales mejor, y mantenerla allí lo más
posible. Buscan crear un corriente de opinión favorable a sus tesis. La prensa se encuentra en el dilema de
informar de los atentados, con lo que los terroristas consiguen sus objetivos, o no informar para no dar eco al
terror e incumplir con su deber de transmitir noticias. Dado que los “medios mundiales de comunicación de
masas no son abastecedores neutrales de información sino creadores y configuradores de cultura” 29.
Función de la prensa
La génesis de la prensa es la comunicación, la transmisión de opinión e información sobre la res publica,
sobre el poder político. La concepción intelectual y moral de las revoluciones francesa y americana, el
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racionalismo heredado del siglo de las Luces, impregna el mundo contemporáneo.
Los medios de comunicación han sustituido a la Iglesia como foco de influencia intelectual sobre lo que
Gramsci llamaba “las almas simples”, la mayoría. El Poder, en otros tiempos, buscaba influenciar al pueblo
por medio de la Iglesia. Hoy en día procura usar los medios de comunicación para seguir asegurándose la
docilidad de la masa. Los medios extienden una visión uniforme de las cosas, al delimitar la información y
destacar a los protagonistas.
La prensa utiliza su influencia. Actúa doblemente como vehículo y selector de información y opinión, no sólo
como legítimo contrapoder. Elige la información a difundir y la forma de presentarla, el enfoque y el espacio
en tiempo o papel. La prensa se alinea de forma partidaria y defiende una base ideológica, que en las sociedades posdesarrolladas se confunde frecuentemente con intereses empresariales coincidentes. La prensa
no es ni puede ser ajena al sistema en el que vive, dado que ejerce de educadora para adultos del mismo. La
prensa tiene un poder conocido y busca ser controlado con más intensidad desde la mitad del siglo XX.
Los medios de comunicación desarrollan una tarea fundamental puesto que aunque sus informaciones vayan
dirigidas o sesgadas son las únicas fuentes posibles de la información. Los medios en general se ven con una
autonomía reducida en la batalla por el control creciente de los medios de prensa más influyentes, de forma
especial la televisión. La función de informar, de ser la cara y la voz de la noticia, de contar la historia según
el cristal propio con que se mira, centra la lucha por el control en una sociedad hiperdesarrollada donde la
economía financiera impera y el liberalismo sufre la resaca privatizadora bendecida por su victoria frente al
comunismo. La información, y con ella los medios, entran de lleno en el sistema de mercado donde todo es
una mercancía. Información sobre movimientos económicos, tendencias de moda, prensa rosa, etc. Nadie es ajeno a su influencia, en mayor o menor medida llega a todos por múltiples canales.
Una característica de la prensa es la multirrelación, su presencia en prácticamente todos los escenarios de la
vida. La prensa vive el presente en su entorno, de forma consciente. Nos transmite los hechos que considera y
los jerarquiza por el espacio que dan en los soportes mediáticos. Más o menos espacio en las páginas, más o
menos tiempo en la pantalla en horas de máxima audiencia. Crea a los famosos y los hunde, empresas o
personas como evidencian los casos de Mario Conde, Ruiz Mateos, Gil.
Poder de la Prensa
La prensa traduce la vida ante el espectador, que es la condición esencial del occidental medio. Señala pautas
de conducta que repiten los espectadores, marca modas y modos de vivir. La pantalla permite asistir a otras vidas, tiempos y lugares inaccesibles. Se intensifica el ver y se reduce el campo de la experiencia personal, de
la elección propia y el aprendizaje. Triunfa la contemplación y el abandono de la acción a favor de la copia.
La repetición de lo real, convierte el medio televisivo en un arma involuntaria de defensa del orden
dominante. Los medios dan su versión de cualquier información a millones de personas. A fuerza de repetir su
perspectiva acaban por hacerla real de cara a su público.
No hay mayor poder que el emanado de ponerle nombre a los comportamientos, las personas y las cosas. Dios
dio a la persona el poder de nombrar las cosas. Por ejemplo, ETA fascista. Es la trampa de la polisemia que
nos tiende la lingüística moderna, por la cual las palabras se rodean de connotaciones emotivas que deforman
o invierten su significado. Gustavo Le Bon afirmaba la necesidad de compartir los sentimientos de las masas
para irlos derivando y exaltando en busca de los fines nacionalistas. Los razonamientos ni la ecuaciones
movilizan un pueblo como lo hacen los sentimientos, como lo hacen los poetas, ingenieros de la palabra. La
prensa conoce esta realidad y más o menos enfundada en su dignidad, explota también la vena sentimental. Un pastel que convierte a dos revistas del corazón en las más vendidas de España, seguido por un periódico
deportivo. Nos acercan informaciones, tragedias personales que son convertidas en espectáculo mediático.
Disculpa también los errores de los suyos, como el plagio en el libro de una presentadora que en otros es un
pecado imperdonable que no se pasa por alto con la ligereza que lo ha sido en el libro de Ana Rosa Quintana
o la acusación contra Luis Racionero por copiar 14 páginas del británico Toynbee y excusarse con un “se me
olvidaron las comillas” tras su nombramiento al frente de la Biblioteca Nacional. También, en otro orden de
cosas, se puede hablar de la la implicación de la prensa en la muerte de lady Di. La prensa sobrepasa el papel
de espectador y busca su propio protagonismo en el escenario, llegando a crear las noticias.
La información es un derecho ciudadano hoy. ¿Quién la garantiza? Los medios públicos caen en
comportamientos privados y son los agentes privados los que concurren ofertando información como
mercancía en compra-venta, coordinada con la publicidad que reporta los ingresos necesarios para mantener las muy caras maquinarias de propaganda que son los medios de comunicación. La información presentada
actúa paralelamente en la batalla en curso -política, económica o mediática- y se instrumentaliza en torno a
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intereses de grupo o de parte que tienen un reflejo mediático.
Periódicos
El poder de la prensa es el lenguaje. No es lo mismo “Zapatero hizo público…” de El País que un “ZP
confesó…” de Abc.
Cuando la opinión pública era plasmada fundamentalmente en los periódicos, el equilibrio estaba
teóricamente garantizado por la existencia de una prensa libre y múltiple, incluyendo la obrera, que
representaba muchas voces en la medida que la edición de un periódico suponía un esfuerzo accesible a grupos y organizaciones. La complejidad técnica y la inversión financiera masiva de los nuevos medios
emergentes (cine, televisión, la red) niega la posibilidad de una edición influyente adoptada como romántica
aventura personal o colectiva. La concentración de los medios en gigantescos conglomerados es inevitable
técnica y económicamente en este sistema, por una complejidad creciente y necesidades de financiación
gigantescas. Conforme avanza ese proceso de concentración, disminuyen las posibilidades de que todo el
mundo pueda expresarse a través de los medios, Dice Estefanía que “poco a poco, sólo la voz de los más
poderosos y de la minorías tienen acceso a los medios influyentes” la transparencia informativa ya no es la
realidad íntima sino la manifestación de un deseo de dominación. La sociedad de consumo es dirigida por la
financiación. Los medios lo hacen a través de la publicidad. En la revista Defensa, un ingenuo artículo
criticando la adopción del coche Nissan Patrol por las Fuerzas Armadas españolas terminó con la publicidad
de esa casa japonesa. También son conocidos los casos de medios ahogados, castigados sin publicidad, y de otros molestos para el Gobierno socialista, como El Independiente, adquiridos con dinero procedente de la
ONCE sencillamente para cerrarlo.
La edición y producción independientes, alejadas de consideraciones comerciales, son inviables. La inversión
masiva necesaria deja un reducido lugar a la independencia informativa.
Los poderes financieros son aliados naturales del poder, su apariencia democrática exige un consenso social.
Sus esfuerzos para influir en la política desde la cima tienen éxito a medida que la prensa llega a lo hondo de
la estructura social suscitando adhesiones y votos allí.
Los periodistas de diarios son la elite del cuarto poder, los que recogen la información con más visos de
credibilidad. Pero no son ajenos a la tendencia general. Cualquiera que esté presente en la vida pública lo hace
por medio de la prensa. La mejor operación de relaciones públicas y mercadotecnia.
Radio y televisión
La aparición de la radio no alteró sustancialmente este equilibrio. Fue el medio por el que optaron célebres
fascistas, desde Moscú a Buenos Aires pasando por Roma y Berlín. Libera del esfuerzo de leer y mantiene,
como dijimos, la tradición oral, llevando la fuerza de la entonación hasta el oyente. Ambos medios funcionan
básicamente recurriendo a los sentimientos, en la línea que explicaba Le Bon. Su influencia masiva provoca
que informaciones inocuas sean seguidas masivamente.
Si antaño Churchill podía hacerse doblar por un locutor profesional en sus alocuciones radiadas por la BBC en
la II Guerra Mundial, con el triunfo de lo audiovisual, los políticos y grandes hombres públicos tienen que ser
asesorados para transmitir la imagen pública que desean, imagen que transmiten los medios.
El problema surgió con la televisión, en la medida en que el acto de ver suplantó al acto de discurrir. Tuvo su
avanzada y maestro, aún hoy, en el cine. La televisión vocera del cine norteamericano nos ha explicado quiénes eran los buenos y quiénes los malos, cuanto ha sucedido en el mundo, desde la rebelión de los Boxers
al Cid. Transmite comportamientos, estilos de vida, modas, música, otra cultura en sus hábitos de consumo.
La hegemonía cinematográfica norteamericana se impone incluso en los marginales cines nacionales, como
defiende el director colombiano Sergio Cabrera. “Los hispanoamericanos tenemos una responsabilidad
específica que es crear un lenguaje cinematográfico propio, como lo tenemos en la música (...) Las
cinematografías regionales son necesarias para la salud del cine mundial” 30
El cine no requiere que funcionen los filtros anexos a la lectura. Llega por la retina, directamente al cerebro.
McLuhan estableció que la televisión es un campo de ejercicio de la cultura oral, una reivindicación
encubierta de la cultura efímera contra la cultura de la permanencia, fundada en la escritura.
Afirma Malouf que “las oleadas de imágenes y de palabras no favorecen el espíritu crítico”31. Ni siquiera la
proliferación de medios amplía el abanico de temas propuestos o de opiniones diferentes. “Un aumento del número de cadenas se traduce por una disminución del número de programas diferentes (...) cuyo ideal tiende
al programa único” 32.
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“El medio produce una nueva forma de realidad y, por eso mismo, suscita una nueva manera de relacionarnos
con ella”, escribe Lynch. una manera más frívola de donde desaparecen paulatinamente la coherencia y el
rigor a favor del espectáculo.
Con la televisión nos introducimos en una novedad, la televisión no es un anexo sino una sustitución que
modifica sustancialmente la relación entre entender y ver. La televisión no es sólo un medio de comunicación,
también forma parte del proceso de formación de las personas. La instruye en lo que cada momento es
correcto, tanto en el comportamiento colectivo como en el íntimo. La cultura de la imagen que expande el
medio televisivo hace que pierden importancia noticias o informaciones de las que no hay imágenes. Se
produce una nueva selección de la información con parámetros propios del medio audiovisual. La vídeo-política, además, tiende a reforzar el localismo por los elevados costes de desplazamiento de un equipo
televisivo. Tenemos una preponderancia de la imagen, de lo visible sobre lo inteligible. Es falso que la
televisión se limite a reflejar los cambios que suceden en el mundo y en su cultura. En realidad la televisión
refleja los cambios que inspira y promueve a largo plazo.
“12 meses, 12 causas justas”, y otras campañas más soterradas convierten a la televisión en la primera
educadora para adultos que promueve cambios como potenciar actitudes favorables hacia la emigración, el
mestizaje, la normalidad ante sujetos que reivindican como definición personal básicamente sus costumbres
sexuales. La televisión fomenta el rupturismo social presentando abortos y divorcios como alternativas
prioritarias o haciendo de altavoz de marginados psicóticos, genera leyendas sobre delincuentes y asesinos.
Karl Popper ha escrito que una democracia no puede existir si no se controla la televisión. En efecto, si para
grandes masas la televisión es quién cuenta la realidad y este medio es paulatinamente concentrada en la propiedad de pocas manos, la advertencia de Popper se hace tajante. “Estas fusiones han convertido todas las
televisiones terrestres europeas en el dominio de cinco grandes empresas, tres de las cuales figuran en el
primer nivel global” 33. La concentración favorece el programa único y va reduciendo el tiempo de ocio que
se gasta fuera del alcance de la televisión.
La contaminación del ocio, según Alexander King, se expresará en alcoholismo, drogadicción, gamberrismo y
delincuencia. En esa contaminación, los medios audiovisuales tienen una responsabilidad concreta por los
modelos de comportamiento que muestran en sus emisiones, banalizando la violencia y normalizando
comportamientos atípicos. "No sólo el contenido televisivo alimenta el cinismo al centrar la atención en el
sexo y la violencia, sino que además el hecho de estar sentado en el sofá de casa viendo la televisión limita las
posibilidades de realizar actividades sociales" 34.
Las guerras, desde Corea, se jugaron tanto el terreno de los medios de comunicación como los escenarios del combate; hoy ya son guerras virtuales o mediáticas. El ataque contra Irak fueron unas escenas cibernéticas sin
sangre ni lágrimas, el vídeo juego del sistema de tiro de un F 115.
Lynch profundiza en las consecuencias de esta nueva manera de relacionarnos con la realidad: “¿Cómo
haríamos para paliar la soledad de las grandes urbes (…) sin esa ventana que nos permite hurgar en el mundo
de los demás sin tener que aproximarnos a ellos?”. El caso más evidente lo constituyen los programas de
mirones y porteras, uno de los cuales ha sumado ocho millones de espectadores.
También la transmisión de imágenes ha generado efectos positivos en otras áreas. Las imágenes de
hambrunas han tenido un efecto masivo en la solidaridad internacional. “La televisión redujo drásticamente el
desfase temporal entre presión y acción, necesidad y respuesta”35. Añade Ignatieff que “la mirada del medio
es breve, intensa y promiscua”. Fortalece y hace populares las causas: hoy son niños sin escuelas, mañana
hambruna en Senegal. Destaca que los mecanismos de la piedad son un encuentro entre el olvido y la
condescendencia. Los movimientos de ayuda al Tercer Mundo se han multiplicado y también acceden a la televisión a publicitar sus causas y recoger apoyos. El espacio al que se dirigen las televisiones ya no es
nacional, sino planetario y la solidaridad de la imagen tiene como objetivos a las personas y no a una etnia o
clase.
Son los medios de comunicación quienes han convertido el mundo en una aldea global, especialmente gracias
al desarrollo técnico en la captación y transmisión de imágenes y de datos. La televisión lleva a las masas a
lugares y momentos históricos inaccesibles de otro modo. Excesos sentimentales, voyeurismo, democratiza la
información con el riesgo de envilecerla en espectáculo. Junto a imágenes de impacto que han movido la
conciencia del Norte, como el movimiento de la Madre Teresa de Calcuta o las matanzas en África, la
televisión ofrece la imagen de la locutura metiendo el micrófono a madres de niños muertos. La información
de los diarios es seria y les rinden pleitesía los informativos de televisión pero llega a un círculo reducido de
personas, aunque no las menos importantes. La “verdad” como llega al gran público, ese que vota, la transmiten las televisiones. Hacen cercanas a las personas. “La visualidad unida al sonido y al movimiento
permite un máximo de presencia, de comunicación irreal, pero que perceptivamente apenas lo es”36.
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La Televisión requiere estar en el lugar de los hechos más que los periódicos y la radio. La radio es más
sencilla que los periódicos porque llega también a gente que no sabe o no quiere leer. La televisión informa
menos que cualquier otro instrumento porque da prioridad a la información sobre la que dispone de imágenes,
denuncia G. Sartori. La imagen es enemiga de la abstracción mientras que explicar es desarrollar un discurso
abstracto. Los problemas no son siempre visibles por lo que las imágenes mueven sentimientos y emociones:
violencia, lamentos, etc. La televisión favorece la “emotivización” de la política, reduciéndola a episodios
sentimentales. Pero el saber es logos, no pathos. Aún cuando la palabra puede inflamar los ánimos, produce
menos conmoción que la imagen. La televisión empobrece drásticamente la información y la formación del
ciudadano. El mundo en imágenes que nos ofrece la televisión desactiva nuestra capacidad de abstracción y, con ella, nuestra posibilidad de comprender los problemas y afrontarlos racionalmente. El hombre medieval
tenía creencias hoy absurdas pero vertebradas por una concepción del mundo, una weltanschauung, mientras
que el hombre contemporáneo es un ser deshuesado que vive sin el sostén de una visión coherente del mundo.
Entonces no es paradójico que el país que dispone de una mayor ciencia tecnológica, Estados Unidos, sea
también el país de mayor credulidad (Reagan no se reunía con Gorbachov sin el consentimiento de la
astróloga de la Sra. Reagan), y que está abrazando cultos de poca monta, como la Iglesia de la Cienciología o
el budismo fotográfico de algunas estrellas de Hollywood.
Sartori habla del homo ludens, el hombre que juega y que jamás ha estado tan gratificado. La televisión
transforma todo en espectáculo; la dictadura del mando a distancia impele a las diversas cadenas a imaginar
nuevas y estridentes formas de pan y circo: torturando a los concursantes o encerrándoles en un cubículo con
24 horas de observación diaria, como ocurre, por caso, en España, Alemania y Japón. Información no es conocimiento, se puede estar muy informado y no saber nada. Cuanto más se abre el
ciudadano en busca de información, recibe más flujos del poder político o de los instrumentos de información
de masas. A favor de la televisión se alega que supera los inconvenientes de la televisión, en cuanto a la
devaluación de los contenidos, por las ventajas de la generalización de la información. Se opone así un
carácter democrático de la cultura audiovisual frente al elitista de la cultura escrita.
Intelectuales
"La cultura popular, versiones más sencillas de las complejas ideas abstractas, que se divulgan a un público
más amplio a través de los libros, los periódicos y otros medios de comunicación" 37
La prensa, especialmente la audiovisual, plantea cuáles son las preguntas y sugiere las respuestas. Los nuevos
púlpitos son los medios televisivos. Los intelectuales han perdido su poder, basado en la universidad y la
presencia pública, porque son los medios de comunicación los que dictan quiénes son los intelectuales, los
que les llevan a sus tertulias, de quienes hablan, de sus libros, intelectuales son aquellos que salen en sus
pantallas. Sustituido el intelectual clásico por intelectual mediático y el periodista. En la convención
norteamericana del Partido Demócrata, Enrique Iglesias figuraba en la lista de intelectuales que apoyaban a Gore. Cristina Tárrega fue una intelectual de Crónicas Marcianas. “Los errores de los intelectuales son
proporcionales, en sus efectos, a la autoridad que se les otorga. La autoridad la crean los medios de difusión y
los medios son empresas mercantiles”, afirma Funes Robert en La lucha de clases en el siglo XXI.
“La batalla política se riñe en los medios de comunicación y, frente a la flota de Polanco y sus aliados, ¿qué
hay enfrente?”, se pregunta Jesús Cacho desde El Mundo. Los medios tienden a la concentración y los de
segunda fila han de arrimarse a los grandes buques informativos. En la batalla entre ambos, la seriedad y el
rigor no supondrán nada más allá de un ínfimo círculo. Ganará quien posea la contundencia de El País, que
una semana antes de la cena proyectada entre Jesús Polanco y Josep Piqué, elevó sensiblemente el tono de su
nivel de críticas al ministro, convirtiendo el cese de la campaña en uno más de los puntos a negociar por el
afectado.
Serge Halimi, autor de Los perros de guardia, niega que en este mundo globalizado podamos todavía periodistas e intelectuales desempeñar un papel de contrapoderes: consolar a los que viven en la aflicción y
afligir a los que viven en la holgura, todo eso y mucho más. Algunos líderes mediáticos, a menudo los más
poderosos, lo más presentes en antena, pertenecen ya a la clase dirigente tanto como la propia elite de los
negocios. Conscientemente o no, los periodistas legitiman el sistema, como moderadores del éxito y
ventrílocuos de las injusticias.
Eso pareció demostrar la guerra digital que enfrentó al grupo Prisa con Teléfonica y el primer gobierno del PP
aznarista. La batalla se centró en los derechos de emisión del fútbol. Uno de sus episodios es demostrativo de
la mezcolanza de finanzas, política y espectáculo. Anson, en nombre de Azcárraga (quien buscaba
establecerse en Europa para llegar al público hispano norteamericano), ofreció 200 millones de dólares, por la
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compra de los derechos televisivos de los trece clubes que eran propiedad del editor Asensio, cabeza de
Antena 3 y Grupo Zeta. Poco después, Anson telefoneó a Miguel Ángel Rodríguez para hacerle partícipe del
fracaso de su gestión y entonces Rodríguez, secretario de Estado de Comunicación, descolgó al teléfono para
proferir contra Asensio la más famosa amenaza que, meses más tarde, se convertiría en una tormenta
parlamentaria: “Te vas a enterar. Te garantizo que me voy a encargar personalmente de que vayas a parar al
sitio donde tenías que estar hace tiempo”. La respuesta de Asensio fue española: “Vete a tomar por el culo”.
Lo chusco del incidente no demuestra más que cosas así ocurren y, en democracia, unos medios de
comunicación a quienes nadie votó impulsan sentidos del voto, corrientes de opinión, imágenes: los doberman
del PP. MAR dimitió, Ansón presidió La Razón y Asensio se entregó a Polanco. Los partidos del arco parlamentario tomaron posiciones coincidentes con la Cope y El Mundo o con El País y Canal Plus. Es
innecesario abundar en ello. Sean unos u otros los dueños, la información que se emite es cada vez menos
pública y más privada.
Opinión Pública
“La primera de todas las fuerzas es la opinión pública”.
Simón Bolivar
La opinión pública se forma en una democracia a base de las informaciones que suministra la prensa. El
control de dicha opinión pública será el escenario del conflicto mediático por parcelas de audiencia entre poderes económicos, bancos y grandes empresas, y políticos, ufanándose de poner inquilino en la Moncloa.
En Homo videns se pregunta el autor: ¿Cómo se constituye una opinión pública que sea verdaderamente del
público? Las respuestas dependen del modo como se hacen las preguntas.
Los medios consiguen crear un clima de opinión extendiendo un conjunto de puntos de vista, juicios de valor
y líneas de conducta que los miembros de la sociedad deben manifestar públicamente para no diferenciarse de
las masas. Es el acatamiento de lo políticamente correcto. Este clima de opinión es más visible en momentos
excepcionales, de crisis. El escritor y periodista Javier Pradera afirma que, en esas ocasiones, “una elite de
profesionales que se comporta de manera coherente y que participa de una misma escala de valores transmite
sus convicciones al contenido de los medios imprime un rumbo selectivo a las informaciones, magnetiza las
percepciones de la audiencia". Imponen un criterio, un valor social. Una de las consecuencias de ese
envolvente clima de opinión es que los individuos al observar su entorno perciben qué opiniones y conducta pueden adoptar sin verse amenazados. Se produce lo que Estefanía califica de 'efecto Queipo de Llano', los
partidarios de las ideas en alza al expresarse con fuerza y seguridad producen la sensación de ser
abrumadoramente mayoritarios frente a las personas que apenas se atreven a expresarse públicamente y que
transmiten la sensación de representar opiniones menos valiosas y extendidas. El resultado es entonces la
creación de una espiral del silencio: en situaciones de confrontación, aquellos que se perciben a sí mismos
como portavoces minoritarios tienden a inhibir sus expresiones públicas por temor a la marginación social. Es
sabido que la libertad de prensa “se convierte en privilegio (...) ya que su ejercicio queda reservado a quienes
cuentan con los cuantiosos medios materiales que se necesitan para disponer de uno de esos medios de
comunicación”38.
Mientras hombres de voluntad fuerte, como Lenin o Kamal Ataturk, impusieron a sus colegas sus puntos de
vista de acuerdo con la realidad, quien intenta imponer ideas irreales -en base al concepto de utopía que
informe a la mayoría social- termina en el fracaso político. “Se piensa a veces que con tantos periódicos, radios y televisiones se tienen que escuchar infinidad de
opiniones diferentes. Después se descubre que es al contrario; la fuerza de esos altavoces no hace sino
amplificar la opinión dominante del momento, hasta el punto de hacer inaudible cualquier otro parecer” 39
Chomsky lo subraya: “Podemos hacerlo irrelevante porque podemos manufacturar el consenso y asegurarnos
que sus opciones y actitudes estén estructuradas de tal forma que siempre hagan lo que les digamos, incluso si
tienen un modo formal de participar. Así tendremos una democracia real. Funcionará correctamente. Eso es
aplicar las lecciones de la agencia de propaganda”. El radicalismo de Chomsky viene justificado, dado que “la
disminución de los recursos informativos en los sistemas mediáticos comercializados significa que las
organizaciones informativas se basan cada vez más en los materiales producidos directamente por empresas
de relaciones públicas” 40.
El anatema moderno no es ser denigrado en los medios, sino ausentarse de ellos. En La hora XXV de España se recuerda la capacidad de cualquier sector de la prensa, que “se empeñaba en desorbitar la situación,
difundiendo con más profusión los aspectos negativos entre sus lectores, con unos enunciados
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propagandísticos… inventados por especialistas en crispar a toda la sociedad, maestros en desquiciarla”. Y
también en levantar cortinas de humo para ocultar los hechos.
Los marginales
“Da igual que se rían de nosotros o que nos critiquen, que nos presenten como payasos o criminales; lo
principal es que nos mencionen”, escribió Hitler quien, como Castro o Kennedy, le debía mucho a la prensa.
Como De Gaulle, aprendieron que su adherencia a creencias que les parecían verdaderas y grandes, sea cual
sea el precio de su impopularidad temporal, se les dará la razón cuando al fin las circunstancias consagren la permanencia y la aptitud de sus creencias. La misión redentora que asume el líder es una transmisión de la
herencia de los ancestros, renovada en el jefe. El fanatismo no se define por el contenido de las opiniones que
se profesan, sino por la manera en que pretenden imponerlas. Y lo hacen porque saben que Bolívar acertó. La
batalla se riñe hoy en torno a la verdad y la verdad es lo que cuentan los medios de comunicación.
Gordon Thomas, en Mossad, señala el papel del editor Maxwell en la frivolización de la denuncia del técnico
nuclear israelí Vanunu al descubrir el proyecto atómico militar de Israel en Dimona. El instituto hebreo movió
sus hilos y comentaristas y medios banalizaron el descubrimiento de Vanunu: Israel estaba fabricando bombas
atómicas con un reactor francés. También es frecuente utilizar los medios para desacreditar personas o
posiciones.
Publicidad
Cuando se deciden homologar los gustos de los consumidores de territorios y culturas distintas para
incrementar la producción masiva, los medios de comunicación, el cine entre ellos, son el instrumento
imprescindible. Una de las características de la globalización, la propaganda comercial se transforma en publicidad. Los medios de comunicación suponen el instrumento necesario de la educación de los
consumidores. La publicidad nos enseña a mirar de determinada manera.
La hegemonía de la publicidad lleva consigo el auge del publicismo, escribe Aquilino Duque, es decir, de los
medios de comunicación, su soporte natural. Este es un fenómeno intrínsecamente occidental; el 85 por ciento
del volumen mundial en el negocio de las telecomunicaciones se da entre Estados Unidos, la Unión Europea y
Japón. “La publicidad no sólo mantiene el medio que la defiende, sino que perfila y modela los valores de la
sociedad mediática”, asevera Enrique Lynch.
En España hemos tenido un caso evidente de la importancia del pastel publicitario, a finales del siglo pasado,
expresado en la lucha por la hegemonía en la recepción de television por satélite. Determinados
planteamientos a favor de Telefónica en la guerra digital por parte de El Mundo, justificaron que expertos
como Francisco Lorente señalaron la presencia de publicidad de Telefónica en el diario de Pedro J. Ramírez
por encima de su impacto por lector hasta el contencioso del diario con la empresa Telefónica, como con el Gobierno socialista el beneficiario fue El Pais. A otro nivel, el diario Ya obtuvo publicidad de la gran empresa
tras publicar algunas denuncias sobre su gestión.
El político se convierte en publicitario, convence a la clientela de que “un eslogan reemplaza a un programa,
la imagen a la personalidad y el estilo al alma”, denuncia A. Minc.
El poder de los medios de comunicación no sirve expresamente a los lectores, oyentes o al espectador. Se
desarrollan a la luz pública campañas de opinión que responden a pugnas por intereses mercantiles; como a
veces la caza del hombre se disfraza de periodismo de investigación.
La prensa requiere financiación, cifras enormes. Noam Chomsky, del Instituto Tecnológico de Masachussets,
destaca el papel amortiguador que realizan los medios en las informaciones hacia las que pueden ser sensibles
sus clientes. En España lo expresa en un libro llamado Cómo nos venden la moto. Acusa a los grandes medios
de connivencia con el poder político y financiero. Los medios no pueden mantenerse sin formar parte del sistema, recibir sus cuotas de publicidad pública y privada. El sistema y quienes se benefician de él no pueden
renunciar al control de los medios de comunicación de masas. Por eso existe un cinturón audiovisual en torno
a personas e instituciones hacia quienes la crítica está vedada.
García de Viedma escribe que “la publicidad lo invade todo y ha pasado a jugar un importantísimo papel en el
proceso económico (…) y enorme significado en el entendimiento de la vida y los comportamientos de las
personas”. El mismo autor cita a Sánchez Ferlosio: “Ninguna pedagogía ha llegado a alcanzar jamás en este
mundo un grado de eficacia tan siquiera remotamente comparable con el que, en sus escasos cien años de
existencia, ha acabado por lograr la pedagogía publicitaria”.
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Abusos del cuarto poder
A este enunciado le son aplicables las palabras de Kissinger: “La distinción reside entre quienes adoptan sus
objetivos a la luz de la realidad y los que intentan modelar la realidad a la luz de sus propios objetivos. En
esto los propietarios de los medios y sus eficaces comunicadores están de acuerdo con Bismarck: “Vivimos
una época maravillosa en que el fuerte es débil por sus escrúpulos morales y en que el débil se hace fuerte
debido a su audacia”. Los medios juegan con los sentimientos del público pero no tienen una política
sentimental en su supervivencia. Para conseguirla, los poderosos grupos mediáticos no se limitan a esperar los
acontecimientos porque quedarían prisioneros de ellos. El oportunismo puro es estéril, al reducirse al análisis de dónde estoy en lugar de estudiar a dónde voy.
Muchos intereses buscan cobertura en los medios mediante el pago de publicidad, con la toma de
participación en el capital de los mismos, o la compra de voluntades entre los comunicadores. Es una
tradición. En su biografía de Alejandro Lerroux, el historiador José Álvarez Junco cuenta, final del siglo XIX,
había en Madrid a 30 ó 40 diarios; esto en un país en el que apenas se leía. Lo que quiere decir que cuatro
disponían de grandes tiradas y otros apenas superaban los pocos centenares de ejemplares. Resulta obligado
preguntarse por los recursos que sostenían a la espectacular floración de la prensa política. Si el director y los
equipos de redacción sabían manejarse en aquellas turbulentas aguas podían conseguir otras fuentes de
financiación, ante todo gracias a los fondos reservados, vulgarmente llamados de reptiles, que los ministerios
de Gobernación y de Estado repartían discrecionalmente, esto es, sin control parlamentario. No eran sólo
fondos públicos los que explicarán la supervivencia de aquella prensa, se alimentaban también de desembolso privados y no precisamente voluntarios. "Un experto en aquellos ambientes como era Ricardo Fuente escribió
que el periódico era una auténtica patente de corso. Los periódicos de empresa, según él los llama, nacen al
calor de la subvención y se inspiran en el afán de ganancia ilegítima. Se suelen titular imparciales o
independientes y empiezan a luchar por causas nobles desde la oposición. Cuando logran un público ponen
entre líneas este anuncio: “Somos un poder. Bancos, empresas, gobierno: mi silencio o mi apoyo valen tanto”.
Comienza el chantaje. El periódico cobra por no publicar o hacerlo de manera inocua noticias que han llegado
a la redacción y que determinada persona física o jurídica quiere evitar que se publiquen. “La prensa, cada vez
más sometida a directrices e influencias que podemos llamar oficiales porque coinciden con los argumentos
que esgrime el poder, tiende a ocultar algunos (...)”41. Ya no se trata de la lucha entre ideas sino de la
conquista de parcelas de poder.
Con ello, se convierten los medios en un instrumento al servicio del tráfico de influencias, intereses externos, una práctica de abuso que crece a la sombra de la libertad de empresa o expresión. Un ejemplo de ese poder lo
cita Estefanía en la Francia de 1993, cuando el primer ministro socialista, Pierre Beregovoy se suicidó de un
disparo el primero de mayo. Los socialistas franceses acusaron a la prensa, a los jueces y a la derecha de
haberse cebado cruelmente con un político calificado de hombre honesto, servidor del estado o excelente
gestor de la economía. El suicidio se producía seis semanas después de que el partido socialista francés sufrió
una brutal derrota, identificado con el paro y la corrupción en 1986. Beregovoy vio magnificado un préstamo
de 20 millones y su reputación puesta en solfa. No resistió la presión. Un dirigente francés dijo que hay
palabras y caricaturas más mortíferas que las balas.
Minc señala que esta nueva forma de opinión pública no es más que un compuesto químico de sondeos y
medios de comunicación. Por último, pero no menos importante, “los medios de comunicación social,
especialmente el cine, han provocado un incremento ilusorio de las aspiraciones”, es decir, de las expectativas
de vida y fortuna de los espectadores agravando la infelicidad consecuencia del consumismo.
Deontología
Concisión en el estilo, precisión en el pensamiento, decisión en la vida
Víctor Hugo
Ningún medio sacrifica sus oportunidades a sus principios. Los poderes financieros son conscientes y
mantienen una presencia accionarial. “La intuición moral nos dice que un mercado de las imágenes del
sufrimiento es una inmoralidad, porque, incluso en una cultura capitalista, hay ciertas mercancías que nunca
deberían ser objeto de transacción mercantil” 42. Frente a la concentración de los medios en media docena de
multinacionales y de su uso como aparato de propaganda del sistema, sólo puede oponerse la moral, el código deontológico de los periodistas, reacios a retorcer la verdad en beneficio ajeno.
La confusión se produce entre la libertad de expresión, que debe ser concedida hasta a los embusteros y los
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locos, y el oficio de informar con sus propias obligaciones. La defensa de una prensa de opinión, apoyada por
Voltaire y Tocqueville, no supone patente de corso para manipular la información. El periodista tienen que
haber hecho cuanto ha podido para descubrir la verdad, para informarse, saber que no ha omitido nada de
cuanto sabía ni inventado lo que ignora, así es admisible el error.
En octubre de 1985 un diario de Nueva Delhi, The Patriot, fue citado como fuente para una noticia que dio la
vuelta al mundo: el SIDA es un virus fruto de un experimento fallido de Washington. Muchos medios lo
recogieron pero The Patriot no lo había publicado nunca. Dentro de nuestras fronteras, otros periódicos de
incierta propiedad final, Ya, sirvieron para que medios de Prisa citaran la noticia del vídeo sexual con que se
castigaba al director de El Mundo por haber sido vocero de la implicación del Gobierno González en el caso GAL.
La profesión no está tan desprestigia como otros oficios poderosos con quienes comparte status: políticos,
jueces, funcionarios y, en general, personajes públicos, incluidos los inquilinos de Gran Hermano. Al mismo
tiempo ninguna otra profesión es tan adulada por el temor que inspira su poder. Quien tiene más recursos para
actuar, no necesariamente económicos, tiene poder a costa de los demás. Hace años en una cacería mediática,
el catedrático Jaime García Añoveros analizaba el poder espurio de algunos medios de comunicación: hay
gente que aquí en España se siente oprimida no sólo por el poder político aunque también, ahora me refiero
específicamente a poderes no siempre públicos entre los que el ciudadano parece no tener defensa hasta el
punto que algunos piensan, parafraseando la vieja fórmula, que entre tantas leyes hay una en importante lugar
según la cual todo español será objeto de falso testimonio y moralmente linchado. “Criticar a la prensa
constituye una especie de sacrilegio, sin duda cometido con frecuencia, pero, en principio, no por ello menos censurado”. “Espectador y actor, el periodista se beneficia, además, de un privilegio: es el único actor de
nuestras sociedades complejas que nunca está sometido a su propia crítica”, destaca Minc.
En las ciencias sociales, constituyen dos fenómenos diferentes la mentira flagrante y la deformación
ideológica. Podemos hablar de mentira cuando constituye una falsificación palpable de cifras, de datos, de
hechos. La mentira no es una simple ayuda, sino un componente orgánico del sistema, una protección para
sobrevivir. Joaquín Costa definió así la corrupción del parlamentarismo de su época.
El problema es el enfrentamiento entre el informador y el militante. El periodista tiene mucho de esto último
por su capacidad para ponerse a sí mismo en estado de disponibilidad y satisfacer informativamente las
circunstancias, mantener la tensión de la polémica continua, el tedio de la constante vigilancia de los
movimientos e intrigas. El periodismo no existe en el vacío (a pesar de la prueba empírica con que el
Tamarismo y el Granhermanismo parecen negar mi afirmación). Los periodistas son siempre accesibles, cualidad más reducida en los políticos y comediantes. Por ello, en el periodismo la confluencia entre el
militante, en el concepto más amplio y sin carnet, y el informador provoca un déficit en la información que
viene sesgada pro el medio de transmisión.
Jean FranÇois Revel nos dice que la ideología supone una triple dispensa: intelectual, práctica y moral ante
las obligaciones del periodista.
1) La intelectual consiste en retener sólo los hechos favorables y lanzarlos como propaganda única. Las
realidades que no encajen en su concepción del mundo, del periodista o del medio, se eliminan o dulcifican.
David Lamb, corresponsal del prestigioso Washington Post en Oriente Medio publicaba, el 19 de enero de
1987: "La justicia saudí parece salvaje pero funciona". Lamb, definido como liberal en los medios
norteamericanos, defendía la eficacia del régimen saudí a la vista de las cifras: 14.000 crímenes para una
población calculada entre los 6 y los 11 millones de personas. En contraposición, Los Ángeles, con siete
millones de habitantes, dan una media de un millón y medio de delitos. Partidario del castigo físico en la Península Arábiga, Lamb es uno de los más firmes defensores del abolicionismo de la silla eléctrica en su
propio país. En este caso, que no es único, la dispensa intelectual no procede de un musulmán.
2) La dispensa práctica suprime el criterio de la eficacia, quita todo valor de refutación a los fracasos. Las
repúblicas socialistas no pensaban que la ruina sobrevenida por su adhesión a un modelo económico
autosuficiente se deba a la doctrina aplicada sino a factores exógenos: conspiraciones, bloqueos, etc.
3) La dispensa moral, el servicio a la ideología es el que ocupa el lugar de la moral. Las acciones no son
buenas o malas a la luz de la ética, sino en razón de la eficacia con que sirvan a la ideología. Es decir, matar
no es malo en sí, depende a quién y para qué. Poner una bomba en el sur de Francia es un crimen, matar a un
político vasco es un acto revolucionario, según los parámetros de los descerebrados que se dedican a estas
cosas.
Ese es el resultado de la mezcla de confundir lo que es con lo que le gustaría ser.
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Conclusión Cuando hoy el perdedor ahora apela a la providencia de los Estados, éstos se baten en retirada porque pese a
toda la riqueza generada, están en quiebra o han delegado sus funciones en los agentes privados y la prensa es
uno de ellos. Emerge así otro de los efectos de la globalización: el fatalismo, no hay nada que hacer. El
economista norteamericano Albert Hirschman define al respecto la tesis de la perversidad. Toda acción
deliberada para cambiar el estado de las cosas las empeorará. En cualquier caso, toda tentativa de control
genera un efecto de resistencia que se ve agravado dado que “la mayoría de las sociedades, sin embargo,
institucionalizan el momento de su éxito y no consiguen renovar continuamente su dinamismo” (Hall, 1993,
p. 149)
La ley en democracia garantiza la libertad de expresión, no la infalibilidad. El talento, la competencia, la
responsabilidad, la inteligencia, y la comprobación de los hechos están a cargo del periodista, no del
legislador. Pero las editoras no pagan por el servicio a la verdad sino a sus intereses, no se diferencian en eso mucho de los bancos.
A la postre, nos recordaba Guillermo de Orange, “no es necesario esperar para emprender ni lograr para
perseverar”.
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coordinado por José Vidal Beneyto. Taurus, Madrid, 2002, página 271. 4 Christians, Clifford G. Obra citada, página 277. 5 Vidal Beneyto, José La ventana global Taurus, Madrid, 2002, página 20. 6 Víctor Hugo Nuestra Señora de París ¿?????? 7 McChesney, Robert W. “Economía política de los medios y las industrias de la información en un mundo
globalizado”, en La Ventana global, Madrid, 2002, página 236. 8 Aquilino Duque El suicidio de la modernidad. Bruguera, Barcelona, 1984.
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9 Vidal Beneyto, José La ventana global Taurus, Madrid, 2002, página 20. 10 Francis Fukuyama "La gran ruptura" Suma de Letras SL, Madrid, 2001, página 390 11 Amin Malouf Identidades asesinas. Alianza Editorial. Madrid, 1999, página 86. 12 Vidal Beneyto, Obra citada, pág. 76. 13 Ali Shariati Sociología del Islam. Edita Al Hoda. Teherán, 1988. 14 Bustamante, Enrique “Nuevas fronteras del servicio público y su función en el espacio público mundial” en
La ventana global, 2002. página 190. 15 Ramonet, Ignacio Guerras del siglo XXI Mondadori, Barcelona 2002, página 146. 16 Paquete de Oliveira, José Manuel “Internet como instrumento para la participación ciudadana” en La
ventana global, página 103. 17 Kishan Thussu, Dayah “Las guerras en los medios de comunicación”. En La ventana global, 2002. página
328. 18 McChesney, Robert W. “Economía política de los medios y las industrias de la información en un mundo
globalizado”, en La Ventana global, Madrid, 2002, página 235. 19 Anthony Giddens La tercera vía. ¿??? 20 McChesney, Robert W. “Economía política de los medios y las industrias de la información en un mundo
globalizado”, en La Ventana global, página 239. 21
Dahlgren, Peter. “La democracia electrónica. Internet y la evolución del periodismo. Cómo utilizar el
espacio disponible”, en La Ventana global, Madrid, 2002, página 168. 22 Kishan Thussu Obra citada, página 336. 23 Kissinger, Henry Diplomacia, Madrid xxxx, página 15.
24 Noam Chomsky What makes mainstream media mainstream?, Z Magazine, octubre de 1997 25 Ben-Ami, Shlomo Israel entre la guerra y la paz Ediciones B, Barcelona 2001, página 133. 26 Michael Ignatieff El honor del guerrero, página 44. Santillana, enero 2002 27 Fukuyama, Obra citada p. 244 28 Bustamante, Enrique. Obra citada. Página 187. 29 Christians, Clifford G. “Ëtica y regulación internacional de las comunicaciones” en La ventana global,
Madrid, 2002, página 270. 30 Entrevista de Gustavo Morales a Sergio Cabrera. Revista MC, abril 2000. 31 Amin Malouf Obra citada, página 137. 32 Vidal Beneyto, Obra citada, Madrid, 2002, página 21. 33 McChesney, Robert W. Obra citada, página 240. 34 Fukuyama, p. 175 35 Michael Ignatieff Obra Citada, página 21. 36 Marías, 1985, p. 46 37 Fukuyama, Obra Citada p. 150 38 Luis Suárez OC página 690. 39 Malouf, 1999, p. 137. 40 Bennett, W. Lance “La globalización, la desregulación de los mercados, de los medios de comunicación y
el futuro de la información pública”, La Ventana global, Madrid, 2002, página 259. 41 Luis Suárez OC página 704. 42 Michael Ignatieff Obra Citada, página 45.