Pesebres en acción

17
Olaya Sanfuentes Echeverría PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE 15

Transcript of Pesebres en acción

Olaya Sanfuentes EcheverríapontiFicia uniVErsidad catÓlica dE cHilE

15

pesebres en acción. representación y perFormance en eL anáLisis de Los nacimientos decimonónicos en santiaGo de chiLe

Olaya Sanfuentes EcheverríapontiFicia uniVErsidad catÓlica dE cHilE

En El coleccionista de almas perdidas, Anatol —el protagonista de la histo-

ria—, es hijo de una pareja que se dedica a la fabricación de autómatas. En

su infancia, Anatol juega con los personajes diminutos y los escenarios de

maqueta creados por sus padres, en el seno de su hogar y bastante aislado

del mundo real, aquel cuya escala se basa en medidas humanas. El tiempo

pasa y tras un evento funesto Anatol pierde a su madre y a su hermana.

Desconsolado, el padre de Anatol creará dos perfectas figuras autómatas

con la cabezas jibarizadas de las dos muertas; la vida de Anatol quedará

para siempre determinada por estos dos simulacros que hablan a través

de las voces de Anatol y su padre y que, supuestamente, le exigen pruebas

siniestras. Este es el argumento de una novela española de Irene Gracias,

por cierto muy galardonada. Pero pura ficción.

En internet existen varios sitios donde madres que han perdido un

hijo o mujeres que no han podido ser madres, pueden sublimar la ca-

rencia a través de la adopción de unas muñecas que parecen bebés. Las

muñecas —sumamente caras— son técnicamente muy bien logradas y

por experiencia propia puedo contarles que aquellas que las tienen casi

olvidan que lo que están cuidando y mimando es solo un objeto. Esto no

es ficción. Es totalmente real.

He aquí algunos escenarios en que los objetos realmente son insu-

flados de vida y determinan los destinos de los sujetos. Estos últimos no

distinguen entre objetos y sujetos y llevan las posibilidades del simulacro

a sus límites más macabros.

354

Otro escenario a presentar es el de la película Toy Story, donde los ju-guetes tienen una compleja vida con sentimientos, misiones y un discurso absolutamente humano. Basta recordar la desilusión que sufriera Buzz Ligthyear cuando supo que no era realmente un superhéroe, sino solo un juguete. He aquí ambiente de ficción donde los objetos tienen vida. Pero en este caso, independiente de los sujetos.

No voy a hablar de ninguno de los casos que acabo de describir, sino de una suerte de cuarta posibilidad, que se mueve en algún lugar inter-medio en el abanico de posibilidades de objetos insuflados de vida. Como dice Baudrillard1, son muchas las aproximaciones que podemos intentar al enfrentarnos a los objetos: en este caso —y como prefiere el mismo Baudrillard—, intentaremos mostrar un panorama de cómo son vividos los objetos y los gestos a ellos asociados. Concretamente hablaremos aquí del uso que los fieles santiaguinos hacían de sus representaciones tridi-mensionales del Nacimiento de Jesús para las celebraciones navideñas en el Santiago (de Chile) de antaño. En palabras más simples: el uso que hacían los fieles de los pesebres navideños.

Lo que pretendo mostrar con este artículo son las prácticas performa-tivas aparejadas a ciertos objetos u obras de arte utilizadas en el pasado. Por otro lado, las prácticas descritas en las fuentes utilizadas se consti-tuyen en fuentes historiográficas. Nuevas tendencias de estudios de la performance instalan a las actividades teatrales como la manifestación visible que trasluce unas formas de hacer originadas en el pasado. El ritual se va resignificando y tiene la capacidad de darnos información sobre la historia y la identidad2.

Concretamente, los objetos que suscitaron esta aproximación son los pesebres o nacimientos utilizados para la celebración de la Navidad en Santiago durante el siglo XIX. Efectivamente, fueron los mismos pesebres los que permitieron sugerir una serie de acciones relacionadas con ellos. Al leer las crónicas y fuentes periodísticas de la época, uno podía vislumbrar por todas partes un uso activo de estos objetos tridimensionales. Pesebres vivos y dinámicos, me atrevería a decir. O más bien, sujetos que interac-

1 Baudrillard, 1968.2 Taylor, 2009.

pEsEBrEs En acciÓn. rEprEsEntaciÓn Y pErFormancE En El anÁlisis dE los…olaya sanfuentes Echeverría

355

túan con objetos. Muy diferente a lo que hacemos hoy con los belenes en nuestra casa, donde solo tienen una función decorativa.

eL obJeto y Lo Que representa

Estamos frente a representaciones tridimensionales de un evento fundante del cristianismo universal: la representación del nacimiento de Jesús en Belén, en un pesebre o bien, en una gruta. Generalmente se asocian los orígenes de este icono a la representación de la Navidad a partir de san Francisco de Asís, aunque no existe una elaboración teológica concreta al respecto, y a pesar de que se alude a varios otros acontecimientos que también podrían ser considerados fundacionales. La leyenda habla de la ocurrencia que tuviera san Francisco de celebrar la Nochebuena del año 1223 en Greccio —Umbría—, colocando en un pesebre una imagen del Niño Jesús entre las de la Virgen y san José, acompañados de una mula y un buey vivos. «Convocó a sus frailes y a los habitantes de las cercanías, celebró la misa ante aquel nacimiento y se cantó la Epístola»3.

Si antes se ponía más énfasis en los aspectos majestuosos, triunfantes y reales de la figura de Cristo, con san Bernardo y san Francisco asistimos a un cambio en los paradigmas: la humanidad del Dios encarnado encuen-tra en el niño la figura idónea para resaltar otras virtudes. Es sobre todo en el nacimiento y muerte donde su humanidad se hace más aparente y fácil de representar. El misterio de la Encarnación hace dialogar la doble naturaleza de Cristo, quien a partir de san Francisco, despliega todas las posibilidades de su humanidad. Estas posibilidades desarrollan una nueva teología, pero también prácticas votivas novedosas, como por ejemplo, escenificar este momento fundante del cristianismo para celebrar y edu-car a los que no leen. En pesebres de paja y acompañados de animales y pastores, los actores hacían las veces de Jesús, José y María, inaugurando una fiesta tierna y popular que celebraba el nacimiento del hijo de Dios. Las enseñanzas de san Francisco no tardaron en propagarse por Europa y las artes visuales se hicieron cargo del nuevo enfoque, comenzando a

3 Alcolea i Gil, García de Castro Márquez y García de Castro Márquez, 2001: 11.

pEsEBrEs En acciÓn. rEprEsEntaciÓn Y pErFormancE En El anÁlisis dE los…

356

representar simulacros del nacimiento de Cristo. En estas imágenes, el niño tenía que ser representado como todos los otros niños, con su huma-nidad desnuda símbolo de sencillez humana. La opción de mostrar, en las artes visuales, al niño como un humano cualquiera, implicaba también la posibilidad de mostrarlo sin tapujos y lo más cercano posible a los fieles y por lo tanto parecido a ellos. Era un ser conocido y reconocible y a la vez humano e imitable. El realismo quedaba consagrado como forma de culto a través de las artes4.

Pero al mismo tiempo, su naturaleza divina quedaba sugerida a través de su protagonismo lumínico inequívoco o de una blancura resplande-ciente que lo situaba como el más puro dentro de las composiciones. El color blanco de su piel no era una alusión a una raza específica, sino a su luz interior que lograba trascender y hacerse visible.

No sólo los franciscanos, sino también las monjas clarisas fueron fun-damentales en la propagación del belenismo tanto en Europa como en América.

Respecto a los personajes que componían los pesebres, las descripciones son bastante elocuentes: los hay aquellos que tienen a las tres figuras bási-cas de la historia bíblica (Jesús, José, María), que son los que aparecen en los evangelios canónicos; también están aquellos que incluyen a la vaca, el burro, pastores y Reyes Magos. Estos personajes aparecen en diversas ver-siones y caracterizaciones, como consecuencia de la información otorgada por los evangelios apócrifos5. Por último, encontramos composiciones mucho más ricas y fantasiosas donde el pueblo se apropia de la historia bíblica y la hace suya a través de la incorporación de elementos propios de su idiosincrasia y de su tiempo. Los ejemplos europeos de este universo son variados y valiosos. Es el caso, por ejemplo, de los pesebres creados por Salzillo en Murcia o los pesebres napolitanos, ambos producto del espectacular desarrollo del belenismo en Europa durante el siglo XVIII.

4 Steinberg, 1989: 25.

5 El proto Evangelio de Santiago (siglo IV) es el que, probablemente, más información aporta acerca del espacio de la cueva y la luz que rodea al Niño al nacer. El Pseudo Mateo abunda en detalles de la cueva, la luz y el pesebre. El Evangelio armenio de la Infancia es el que relata el viaje de los magos y su llegada a Jerusalén

pEsEBrEs En acciÓn. rEprEsEntaciÓn Y pErFormancE En El anÁlisis dE los…olaya sanfuentes Echeverría

357

La variedad de personajes que se puede encon-trar en esos pesebres es casi infinita.

prácticas asociadas a Los pesebres

En el contexto chileno, muchos pesebres tenían figuras de Jesús, José y María de procedencia quiteña y luego el resto de los personajes eran de factura popular chilena. [fig. 1]. Respecto a estas últimas, especialmente famosas fueron las figuras que hacían las monjas clarisas, represen-tando diferentes personajes. Las «locitas de las monjas» —como se les llamaba en aquel enton-ces—, se vendían en las ferias de Navidad en la Alameda de las Delicias, a donde llegaban las familias a comprar objetos para sus nacimientos [figs. 2 y 3].

Por las descripciones de la prensa, sabemos de pesebres con jinetes chilenos o huasos a ca-ballo, llamas y corderos; tenemos noticias de

Fig. 1

Figuras de pesebre de origen quiteño, siglo XViii.

museo del carmen de maipú, santiago de chile.

358

otro en que aparece una Santa Bárbara con un cañón, otros en que hay escenas enteras de la vida de Jesucristo como historias aledañas que acompañan a la principal. Hay, asimismo, regis-tros en que aparece un San Martín6, la bandera chilena y personajes populares. El año 1878 un diario —El Curicano— habla de un lindo naci-miento donde hay «mochitos franciscanos con sus capachitos recogiendo limosna; frailes dominicos confesando beatas; un san Antonio predicando a las truchas; negras del África sacando pan del hor-no; ciegos tocando guitarra, presbíteros diciendo misa y liberales oyéndola»7.

Para describir el lugar en que se disponían estos personajes en las casas, conventos y espa-

6 Se refiere al personaje histórico —el general San Martín—, quien ayudó en las guerras de independencia chilena.

7 El Curicano, 1878.

Fig. 2

Figuras de greda hechas por las monjas clarisas, finales del siglo XViii. museo Histórico nacional

pEsEBrEs En acciÓn. rEprEsEntaciÓn Y pErFormancE En El anÁlisis dE los…olaya sanfuentes Echeverría

359

cios públicos de las iglesias de la ciudad, hay que

comenzar a hablar de los trajines invertidos en

la preparación del pesebre, que van paralelos a

los preparativos de las fiestas navideñas y de los

corazones de los fieles que esperan la venida de

su Niño Jesús. Se generan expectativas respecto

a los pesebres que se exponen cada año. El año

1865, por ejemplo, en la ciudad de san Felipe,

desde el 21 de diciembre se comienza a rumorear

que el pesebre que preparan los hermanos del

sagrado corazón sobresaldrá entre otros8. En la

capital, por su parte, la prensa habla de señoras

que piensan que su nacimiento hará furor y que

se hablará de él durante muchos años9.

8 El Doce de Febrero, 1865.9 El Charivari, 1867.

Fig. 3

Venta de cerámica de las monjas en la avenida alameda de las delicias.

colección domínguez en centro de patrimonio

Fotográfico

360

Las congregaciones y familias santiaguinas juntaban piezas y adornos

para los pesebres durante todo el año. Las guardaban en cajones y baúles

que luego abrían con celo y cuidado a mediados de diciembre.

Días antes de la Nochebuena se sembraba trigo en tiestos y los brotes

tiernos se colocaban en los pesebres para adornar las montañas hechas

especialmente para la ocasión.10 Muchas flores adornaban también los

nacimientos.

En la habitación más grande de la casa —generalmente el salón—, se

hacía la montaña. Otras veces se elegía la habitación que estuviese más

cerca de la calle, para que el nacimiento pudiera ser visto por todos desde

afuera. Estos nacimientos de montañas se formaban con cajones forra-

dos en lona encolada y pintada, semejando lomeríos y grutas, donde se

desarrollaban pasajes bíblicos y se distribuían luces y brillos11. Sabemos

también que en otros hogares los cerros se hacían con corcho y cartón. En

medio de la composición se colocaba al Niño en un pesebre, en un cajón

o simplemente se le sacaba del costoso fanal de vidrio que lo albergaba

durante el resto del año [fig. 4].

Polvos imitaban nieve, y se ponían también velitas de cera de colores,

juguetes, monitos de plomo y mazapanes que dejaban a los niños boquia-

biertos. Del techo colgaba una estrella forrada en papel de estaño.

Famoso fue el pesebre de Doña Liberata, a donde llegaban los niños

con traje dominguero. Además de compartir la estructura de la montaña,

la gruta y en ella al Niño sobre pajas, el de Liberata mostraba caminitos

con procesiones de militares, judíos, canónigos y monjas en «abigarrada

mescolanza»12. Llamaba la atención de los niños que la vaca y el burro

movían el pescuezo y miraban al Niño, los pastores estaban de rodillas y

san José se apoyaba en un largo serrucho.

Cómo se quedan los niños unas veces absortos y con los labios entreabier-tos examinando embelesados en todos sus pormenores aquel vistoso sé-quito. Cómo prorrumpen en gritos de alegría y admiración, comentando

10 Moock, 1941: 30. 11 Plath, 1946: 101.12 El Pueblo, 1898.

pEsEBrEs En acciÓn. rEprEsEntaciÓn Y pErFormancE En El anÁlisis dE los…olaya sanfuentes Echeverría

361

lo que ven! ¡Cómo intentan avalanzarse sobre aquellas preciosidades para acariciarlas con las manos, no contentos con mirarlas con los ojos13.

Pero ahí estaban los ojos vigilantes de doña Liberata.

Las iglesias también tenían sus preparativos. Durante los días previos, los sacerdotes invita-ban a rezar la novena, que también se anunciaba en la prensa capitalina. El día de Navidad, se rezaba a las 11 y media de la noche, se hacía una procesión acompañada del canto de villancicos y la melodía de un arpa; venía a continuación una adoración, para oficiar luego la misa del gallo. Ahí, en el centro del templo estaba el nacimien-to con la virgen, san José y el niño hermoso y recién nacido acostado en un montón de paja14.

13 El Pueblo, 1898.14 El Recreo, 1891.

Fig. 4

nacimiento popular de comienzos del siglo XX.

Fotografía del archivo fotográfico de la universidad

de chile

362

En otras partes se colocaba al costado del altar mayor, junto a la reja del presbiterio.

Tanto en los conventos, como en las iglesias y en las casas de las fami-lias, se invitaba para que la gente pasara a ver el pesebre. Era todo un evento social y público. Cuando el nacimiento era muy espectacular, se anunciaba incluso en la prensa. Todos los invitados venían con obsequios. Entre los actos performativos que entonces se hacían, el depositar la ofrenda era uno de los más significativos. Como una forma de entregar lo mejor de uno mismo y esperando de vuelta alguna gratificación material o espiritual de la divinidad, grandes y niños se acercaban al pesebre con humildad y devoción. Ahí, se ponían de rodillas y con genuina fe en las posibilidades de su acción, depositaban sus regalos a los pies del niño. Las crónicas son fértiles en descripciones de este tipo, donde apreciamos la presencia de regalos como gallinas, miel, frutas y flores de la estación, junto a juguetes y las famosas cerámicas de las monjas. Entre éstas, se habla de figuritas de caballos, perros y corderos, animales todos que jugaban el rol de rendir culto al Niño. Cuenta un cronista que los niños del pueblo colocaban las ofrendas a los pies del pesebre, donde se acumulaban las primeras frutas de la estación. Brevas, duraznos y ciruelas convivían con trigo tierno, huevos de gallina y de perdiz15. Otros hablan de quesillos, velas coloreadas y un sin fin de cosillas.

A un costado de la montaña que albergaba al pesebre, se ponían asien-tos para el coro, el arpa y las guitarras; del otro lado se colocaba la mesa con refrigerios y los dulces de las monjas. Las puertas y ventanas de las casas se abrían para que la gente que iba pasando por la calle pudiera también ver este espectáculo visual y musical.

Los fieles reunidos rezaban la novena, que duraba aproximadamente veinte minutos. [fig. 5]. Con arpas y guitarras cantaban villancicos o aguinaldos al Niño. Luego aplaudían, hacían sonar las matracas, tocaban pitos y sirenas; los niños quemaban fósforos de Bengala, tiraban cohetes y guatapiques. Los perros ladraban desde lejos. Se hacía mucho ruido. Luego servían aloja de culén, horchata de almendras de la huerta y sorbete de guindas; mistela, dulces de las Clarisas, sorbetes y helados hechos con

15 El Chileno, 1897.

pEsEBrEs En acciÓn. rEprEsEntaciÓn Y pErFormancE En El anÁlisis dE los…olaya sanfuentes Echeverría

363

nieve. La gente de la calle también disfrutaba de este espectáculo. A veces ponían atención a las palabras del cura que sermoneaba.

Qué siGniFica eL pesebre para Los FieLes. eL sentido de pertenencia

En esta participación activa y contemplativa de la escena navideña, cada uno de los fieles se asemeja a los personajes del pesebre y la escena general emula asimismo a esa abigarrada com-posición de figuras religiosas y profanas. Estas actividades se nutren de la cultura, al tiempo que crean cultura16.

16 Morel Montes, 1996: 96.

Fig. 5

arturo gordon, celebración de la navidad. Fotografía

personal tomada en la Exhibición puro chile en el centro cultural palacio la

moneda, 2014

364

Cada una de estas figuritas es un mundo autónomo en sí, en la me-

dida que están allí representando un oficio, un género, una época o un

lugar que se apersona en el momento histórico del nacimiento del Niño

para rendirle culto con su presencia. En la disposición del pesebre toma

su lugar para adorar al niño. De igual forma, los fieles decimonónicos

rodean al pesebre para participar desde su propia época y con sus propios

instrumentos y riquezas del misterio del nacimiento. La conmemoración

permite que tanto las figuras del pesebre —que se van acumulando en las

familias y comunidades a través del tiempo— como los fieles en acción,

hagan del pesebre algo vivo y con la capacidad de generar todo tipo de

prácticas performativas de participación en la fiesta y en el rito navideño.

Tanto las figuras del pesebre entre sí, como los fieles con las figuras del

nacimiento, no se ligan en términos universales ni eternos, sino sólo en

aquel espacio y en ese onomástico que les permite ser parte de la misma

teatralidad.

Lo misceláneo, aportado por las figuras tan diferentes que conviven

en el pesebre y la amalgama de personas que interactúan en el rito, es

una garantía de la permanencia en el tiempo y la posibilidad de crecer

en forma infinita. Cada uno puede acercarse a este espacio y participar

con su propia naturaleza, con sus regalos y dones. La idea es que todos,

sin excepción, puedan ser parte del misterio divino. Desde la literatura

especializada se ha dicho que incluso la sola lectura del Evangelio de Lucas

en que se describe la escena de la Natividad, es una invitación a entrar en

ella y convertirse en uno de sus personajes, ya que los pastores se aparecen

como el modelo ideal de observador que se convierte en proclamador de

la llegada de este Niño Jesús17.

La imagen del mundo cuya miniatura nos presenta el pesebre es una

imagen histórica18. La historicidad del evento relatado (el nacimiento de

Jesús en Belén), permite que las prácticas de seguir dotando de histori-

cidad al complejo, puedan proyectarse hasta el infinito. Por otra parte,

17 Boxall, 2009: 36.18 Agamben, 2007: 189.

pEsEBrEs En acciÓn. rEprEsEntaciÓn Y pErFormancE En El anÁlisis dE los…olaya sanfuentes Echeverría

365

como las fuentes iconográficas del pesebre son pluriseculares, se pueden

nutrir constantemente, incluso incorporando anacronismos garrafales19.

O como bien dice Arnaldo Pinto Cardoso, el que está al frente del

pesebre debe pensar que el misterio divino es posible en su tiempo y en

su propio mundo; y por eso es que en los pesebres no solo hay personajes

contemporáneos e idiosincráticos, sino también todos aquellos elementos

que afectan a la vida humana: astros, flores, peces, montañas y casas, for-

mando verdaderos cuadros de costumbres populares20. Así, el espectador

se convence de que esta historia puede ocurrir en su propia época y que

él tiene la posibilidad de participación. La sociedad se pone en escena a

sí misma21.

El carecer de una estructura fija es, entonces, una característica de

lo performativo que las prácticas del pesebre también comparten. Erika

Fischer-Lichte enfatiza este aspecto y agrega que las acciones del grupo

son el resultado de contactos cercanos y sincronizaciones temporales22. Las

dinámicas emergen en la copresencia corporal de los diferentes grupos en

su confrontación e interacción, lo que suele venir aparejado de sentimien-

tos de empatía, suspenso e involucramiento emocional. El pesebre está ahí

para que los fieles lo observen. Sin embargo, el tema representado y el cómo

se representa permite que el espectador pueda experimentar más sensa-

ciones y llevar a cabo más prácticas que la inicial observación. En primer

lugar, el espectador se siente invitado por el aspecto escenográfico de la

escena representada. Seducido, el espectador se detiene y pasa entonces a

la contemplación, que es una forma superior de comprensión23. Y de ahí,

compenetrado con la escena, muchos fieles se conmueven y otros sienten

la necesidad de intervenir, de cantar, de bailar. Los cantores y cantoras,

frente a los nacimientos, interpretan sus canciones populares:

19 «Los anacronismos más garrafales solo sirven para darle más expansión a los ánimos: la crítica retrocede desarmada en presencia de aquella fe ardorosa y aquella virtud sencilla y tan sin acicalamientos» (El Estandarte Católico, 1877).

20 Pinto Cardoso, 2004.21 Cornago Bernal, 2005: 159.22 Fischer-Lichte, 2009: 1.23 Pinto Cardoso, 2004: 20.

366

Esta noche nace el niño/ entre la paja y el hielo; Quien pudiera niño hermoso, vestirte de terciopelo!/En el portal de Belén hay estrellas, sol y luna/ La Virgen y san José y el niño que está en su cuna/…24

Algunas dueñas de casa no resisten la tentación de explicar a los curio-

sos la historia de los personajes del pesebre, como aquella que explicaba

las figuras de Caín y Abel en un tono dramático y especificaba que Caín

había matado a Abel de un revolverazo25. Otros, en presencia de un san

Pedro con las llaves en la mano pero con barbas y calvo, le cantan: «San

Pedro como era calvo/ a Cristo le pidió un pelo/ y Cristo le respondió/ Así

pelao (sic) te quiero»26. Algunas mujeres ponían un cordel sobre el pesebre

y colgaban de ahí la ropa del niño: camisitas y calzones diminutos en los

que habían invertido tiempo y ternura.

Los niños son los que más acciones llevan a cabo a partir del pesebre y

en relación a él. Corretean por las calles recorriendo casas y conventos para

poder comparar los nacimientos y en cada estación rebullen, se mueven,

comentan y expresan a gritos su contento y admiración.27 Se acercan al

pesebre con canastos de frutas o con miniaturas que han fabricado manos

artesanas, para ofrendarlas a los pies del Niño Jesús.

reFLeXiones acerca de Las impLicancias sociaLes de Los ritos naVideños asociados aL pesebre

El pesebre, entonces, no es una mise en scene o una pura estructura es-

cenográfica, sino el punto de partida de una performance, donde todos

pueden participar y sentirse sujetos capaces de determinar el derrotero de

la velada. Los espectadores y los que participan en las fiestas alrededor del

pesebre, de alguna forma están haciendo una re-performance del evento

24 El Estandarte Católico, 1875.25 El Estandarte Católico, 1877.26 El Estandarte Católico, 1877.27 El Pueblo, 1898..

pEsEBrEs En acciÓn. rEprEsEntaciÓn Y pErFormancE En El anÁlisis dE los…olaya sanfuentes Echeverría

367

original del nacimiento de Cristo y de las representaciones del evento que

fundara San Francisco de Asís en el siglo XIII. En este sentido, la perfor-

mance está conmemorando un evento fundante28.

Todas estas prácticas performativas ayudaban a mantener la estabilidad

de los grupos que veían que cada año, tenían un guión conocido sobre el

que podían actuar introduciendo algunas modalidades o prácticas nuevas

y espontáneas. En este sentido, las actividades performativas en el marco

de la teatralización de una cultura funciona como un verdadero agluti-

nante social29. La cercanía y cotidianeidad con que se le cantan y rezan

versos a los personajes bíblicos nos hacen pensar en la capacidad, tanto

de la historia del nacimiento como de los personajes ahí dispuestos, de

sugerir su presencia. No es absolutamente necesario que haya una relación

de semejanza respecto a las imágenes existentes en la tradición cristiana

para representar a estos personajes, porque su semejanza con la sociedad

de la época, con cada uno de los feligreses que le rinden culto, es sufi-

ciente para sugerir su presencia. Y es que el poder de estas imágenes está

precisamente en eso, es que son capaces de acomodarse a sus respectivos

contextos y seguir siendo eficaces. Las imágenes se pueden tocar, se les

puede hablar. De hecho los fieles le llaman Manuelito al niño Jesús y tratan

a Mariquita, su madre, como si fuera una comadre con quien compartir

los avatares de la vida doméstica: el planchado, el lavado, la preparación

de guisos y el cuidado de los hijos. De san José se releva su humildad, su

oficio de carpintero, así como su bondad y lealtad. Son todos personajes

universales que representan a los fieles del pueblo. Y están rodeados de

pastores y otros personajes populares que rinden culto a la humildad e

ingenuidad de un niño. Una frase muy significativa del libro de Ian Boxall

refleja lo que queremos argumentar:

the practices we observe or find reported do not take place in a concep-tual void but are inflected by the expectations and prescriptions of the

28 La idea de la re perfomance en el escenario del rito es de Erika Fischer-Lichte (2009:7).29 Biedma Tordecillas, 1997: 122.

368

societies and cultures in which they take pace, whether or not these are articulated in well-defined theories30.

En conclusión, argumentan los autores de este fantástico libro, no es algo inherente al objeto (los personajes del pesebre), lo que genera estas prácticas performativas en los sujetos, sino la precondición o actitud del espectador santiaguino decimonónico el que logra activarse a través de la presencia que intuye en ese objeto. La afectividad que logra sentir el sujeto por el objeto.

El ritual teatral constituye una estructura de hechos, lenguajes y accio-nes capaces de contener y tolerar las frustraciones, dolores o misterios de la vida permitiendo una función de metabolismo esencial. Esta teatralidad es capaz de ordenar la cultura en la vida cotidiana. Si el espectador se siente parte de un sistema más amplio y complejo, que también puede apreciar a través de la interacción con el pesebre, si los actores sociales encuentran representaciones de ellos mismos, entonces la Navidad es un espacio festivo donde las personas encuentran alegría, consuelo y esperanza. Y el pesebre, en este contexto, es un grupo de objetos queridos capaz de activar el sentido de pertenencia de cada uno de los miembros de una sociedad.

30 Boxall, 2009:

Carme
Cross-Out
Maniura y Sheperd, 2009: 7.