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Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano, en Estudios jurídicos en homenaje al...
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ROSA MENTXAKA*
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano1
SUMARIO: 1. Razón de ser de su estudio. 2. Ep., 2: Cyprianus Eucratio. 2.1.
Presentación de su contenido. 2.2. Algunas cuestiones de interés. 2.2.1. Fecha y
circunstancias de la carta. 2.2.2. Decisión adoptada y su fundamentación. 2.2.3.
Persistencia de la decisión. 3. Ep., 3: Cyprianus Rogatiano. 3.1. Presentación de su
contenido. 3.2. Algunas cuestiones de interés. 3.2.1. Fecha y circunstancias de la carta.
3.2.2. Naturaleza de la reunión mantenida por los obispos. 3.2.3. Decisión adoptada y su
fundamentación. 4. A modo de síntesis.
1. Razón de ser de su estudio.
Como se sabe, Cipriano de Cartago (¿? 205-258)2 fue autor de una amplia
producción literaria, entre la que destacan sus Epistulae3. En esta obra,
compuesta de 82 cartas de las que 16 no son del propio Cipriano, se exponen los
problemas y controversias que se vivieron en el seno de la iglesia africana a
mediados del siglo III. Las cartas se suelen estudiar y agrupar por orden
cronológico y de materias4 si bien hay un pequeño grupo que, por no saber
* Facultad de Derecho de la UPV/EHU. Donostia-San Sebastián. 1 Constituye para mi un honor el poder participar en el homenaje que la comunidad científica
internacional rinde al querido maestro. Lo hago con un breve comentario jurídico a las cartas
segunda y tercera de la correspondencia de Cipriano de Cartago, trabajo que ha sido redactado en
el Leopold Wenger Institut de la Universidad de München gracias a la ayuda concedida por el
Ministerio de Ciencia e Innovación español para efectuar allí una estancia de investigación sobre
esta materia. 2 Sobre este padre de la iglesia véase mi artículo: Cipriano: ‘De Lapsis’ VI y los límites a la
actividad económica episcopal, en Estudios de Derecho Romano en homenaje al Prof. Dr. D.
Francisco Samper en ocasión de su jubilación en la Pontificia Universidad Católica de Chile
(Santiago de Chile 2007) 477-480 con la bibliografía allí citada. 3 Una síntesis sobre la problemática de la obra con la correspondiente bibliografía véase en mi
artículo: Clérigos como tutores y curadores en época preconstantiniana (Cypri., ‘Espist.’, 1), en
Anuario da Facultade de Dereito da Universidade da Coruña. Revista juridica interdisciplinar
internacional 11 (2007) 513. 4 Véase por ejemplo: L. DUQUENNE S. J., Chronologie des lettres de S. Cyprien. Le dossier de
la persécution de Dèce (Bruxelles 1972) 19-20 quien distingue: 1. Cartas escritas desde su retiro
durante la persecución de Decio (Epp., 5-43 subdivididas en varios apartados); 2. Cartas de
restauración de la disciplina y cisma de Novaciano (Epp., 44-55, 56-61, 64-66, 67-68); 3. Cartas
referidas a la controversia sobre el bautismo de los heréticos (Epp., 69-75); 4. Cartas de la
persecución de Valeriano (Epp., 76-81) y 5.- Cartas de fecha incierta (Epp., 1-4, 62-63); H.
GÜLZOW - A. WLOSOK, Caecilius Cyrpianus (qui et Tascius), (Apologetische Schriften), en Die
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precisamente la fecha de su composición, se suelen agrupar sólo por la materia,
a saber el tratar de cuestiones de disciplina eclesiástica5. Las cartas segunda y
tercera, objeto de estudio en las presentes páginas, pertenecen a este grupo6.
Una primera lectura de la carta segunda pone de manifiesto que estamos ante
un documento, sumamente interesante para conocer los valores morales de la
primitiva iglesia cristiana, en este caso concreto sobre lo que se considera una
profesión indigna7, pero también permite apreciar que proporciona pocos datos
de interés en estricta clave jurídica. No obstante ello, Cipriano emplea en su
redacción términos tanto de derecho penal como de derecho privado tales como:
maiestas, crimen, salarium, pudor, honor, infamia, lex, delicta, alimenta,
vicarius, etc. Tampoco en la carta tercera se plantea directamente cuestión
jurídica alguna que pueda ser analizada estríctamente en clave de derecho
romano; sin embargo Cipriano, una vez más, emplea terminología jurídica
Ltieratur des Umbruchs von der römischen zur christlichen Literatur 117 bis 284 n. Chr., K.
Sallmann (ed.), (München 1997) 545-553 donde se distingue entre: 1. la correspondencia de la
época de la persecución de Decio (Epp., 5-7, 9-20, 25-29, 32-35, 37-41, 43); 2. Cartas a los
obispos de Roma Cornelio y Lucio (Epp.,44-48, 51-52, 54-61, 64, 66); 3. Cartas de la época de
Esteban (Epp., 67-74); 4. Cartas de la época de la persecución de Valeriano (Epp., 76, 80-81); 5.
Cartas no ordenadas (Epp., 1-4, 62, 63, 65) y 6. Epístola a Silvano, Regiano y Donaciano. A
Duquenne le sigue al perfilar la estructura del corpus: H. R. DROBNER, Lehrbuch der Patrologie
(Freiburg-Basel-Wien 1994) 138-139 quien distingue entre: 1. Cartas escritas durante la
persecución de Decio (Epp., 5-7, 10-19, 8-9, 20-22, 27-28, 30-31, 35-37, 41-43); 2. Cartas
escritas con motivo del cisma novaciano (Epp., 44-55, 56-61, 64 bis—66, 67-68); 3. Cartas
referidas a la problemática del bautismo de los heréticos (Epp., 69-75); 4. Cartas escritas durante
la persecución de Valeriano (Epp., 76-81) y 5. Cartas de fecha imprecisa (Epp., disciplinares 1-4,
62 y 63). 5 Véase al respecto: P. MONCEAUX, La littéráture chrétienne d’Afrique au temps de S. Cyprien
(Paris 1902 = Bruxelles 1963) 330; DUQUENNE [n. 4] 20; S. CAVALLOTTO, Il magisterio
episcopale di Cipriano di Cartagine, en Divus Thomas 91 (1989) 382; A. HOFFMANN, Kirchlice
Strukturen und römisches Recht bei Cyprian von Karthago (Padeborn-München-Wien-Zürich
2000) 39; DROBNER [n. 4] 139 y R. SALCEDO GÓMEZ, El corpus epistolar de Cipriano de Cartago
/249-258): Estructura, composición y cronología. (Barcelona 2007).Tesis doctoral inédita que
cito conforme al original proporcionado por el autor, 437-470. 6 Quiero señalar que la carta primera ya ha sido objeto de comentario por mi parte en el
artículo citado en la nota tres. El estudio de la carta cuarta, con el que cerraría los comentarios
jurídicos a las cartas disciplinares está previsto que constituya mi contribución a un seminario que
tendrá lugar en Graz los días 25 y 26 de mayo del presente año 2009 y verá la luz en la
publicación de las actas de dicha reunión de trabajo. 7 Sobre las actividades profesionales que no se consideraban apropiadas que practicara un
cristiano como por ejemplo ser escultor, fabricante de ídolos, gladiador, auriga y actor entre otras,
véase: C.Ch. MUNIER, L’Église dans l’Empire romain (IIe.-IIIe. siècles). Église et Cité (Paris
1979) 85-88; V. SAXER, Vie liturgique et quotidienne a Carthage vers le milieu du IIIe. siècle. Le
témoignage de Saint Cyprien et de ses contemporains d’Afrique (Città del Vaticano 1969) 111-
112, así como G. SCHÖLLGEN, Ecclesia sordida? Zur Frage der sozialen Schichtung
frühchristlicher Gemeinden am Beispiel Karthagos zur Zeit Tertullians (Münster-Westfalen 1985)
224 ss., por lo que se refiere a Tertuliano.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 283
romana que como sabemos tiene un significado técnico preciso: collegae, locus,
officium, contumelia, iniuria, auctoritas, potestas, praepositus, deponere,
abstinere, coercere. Por ello, el presente artículo se marca como objetivo
analizar hasta qué punto el obispo cartaginés, en estas cartas que pertenecen al
llamado grupo de las disciplinarias, emplea los términos jurídicos en sentido
estricto o si, por el contrario, se sirve de ellos en cuanto vocablos que se
encuentran en la lengua cotidiana, para construir su argumentación y su discurso
ante las consultas formuladas pero sin utilizarlos en clave jurídica romana.
Además, en el presente comentario, también voy a tratar otros aspectos que
considero relevantes aunque no sean estrictamente jurídicos.
2. Ep., 2: Cyprianus Eucratio8.
2.1. Presentación de su contenido.
La carta9 es de las que podríamos considerar como breve ya que está
compuesta sólo por dos apartados. Desde mi punto de vista, su contenido
presenta particular interés puesto que nos transmite la valoración que el
cristianismo primitivo y concretamente uno de sus máximos representantes
tiene respecto del teatro en general10
y de las personas que lo practican en
8 DROBNER [n. 4] 140 subraya que, a en la antigüedad una carta iniciaba siempre con el
nombre del remitente en nominativo y el del destinatario en dativo, seguida de un saludo. La carta
también concluía con una formula de despedida y las que eran más formales e importantes solían
hacer referencia al lugar y la fecha. 9 DROBNER [n. 4] 143-145 con abundante literatura sobre el tema, destaca que la literatura
cristiana comienza con las cartas de San Pablo que están en el límite entre una carta privada y un
documento público. Subraya que se nos han trasmitido pocas cartas escritas por cristianos a lo
largo de los tres primeros siglos, aunque en ocasiones sabemos de ellas de forma indirecta. Por
ejemplo, indica que Orígenes utilizó la correspondencia para debatir cuestiones teológicas y se
sabe que también Dionisio de Corintio y Dionisio de Alejandria mantuvieron una
correspondiencia importante; sin embargo, las primeras cartas escritas por un obispo cristiano que
han llegado hasta nuestros días son precisamente estas de Cipriano. A partir del siglo IV p. C.,
este tipo de literatura fue relativamente abundante y dio lugar a grandes colecciones de cartas
como por ejemplo las de los Padres Capadocios, de Jerónimo, Ambrosio, Agustin, etc. 10 Sobre esta cuestión es de particular interés: R.C. BEACHAM, The roman theatre and its
audience (London 1991) 138-139; H. LEPPIN, Histrionen, Untersuchungen zur soziales Stellung
von Bühnenkünstlern im Westen des römischen Reiches zur Zeit der Republik un des Prinzipats
(Bonn 1992) 132-133; P. LAMPE, Die stadrömischen Christen in den ersten beiden
Jahrhunderten. Untersuchungen zur Sozialgeschiichte (Tübingen 1987) 107 ss.; Ch. MUNIER [n.
7] 110; V. NERI, I marginali nell’Occidente tardoantico. Poveri, infames et criminale nella
nascente società cristiana (Bari 1998) 247-250, por lo que se refiere al periodo tardo-antico como
lo defíne el autor asi como K. SALLMANN, Christen vor dem Theater, en J. BLÄNSDORF (ed.),
Theater und Gesellschaft im Imperium Romanum/Théâtre et société dans l’empire romain
(Tübingen 1990) 243-259. W. WEISMANN, Kirche und Schauspiele. Die Schauspiele im Urteil der
lateinischen Kirchenväter unter besonderes Berücksichtigung von Augustin (Würzburg 1972) 106
ss.; S. DELÉANI, Les premiers chrétiens et le théâtre: le témoignage d’une lettre de saint Cyprien
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particular. En ella se responde a la consulta formulada por Eucracio. De éste
personaje se ha dicho, con más11
o menos12
énfasis, que probablemente cuando
se escribió esta carta sería el obispo de Thaenae (= Henchir Thina) localidad
situada en la costa litoral del sur de Túnez, a 12 km. al sur de Sfax, a 135 km. de
Hadrumentum (= Susa) y a 345 km. al sudeste de Cartago13
.
De la lectura del primer apartado se deduce que Eucracio se había dirigido
con antelación14
a Cipriano preguntándole sobre qué hacer – en el sentido de
admitirlo a la comunión o no – con un histrio15
existente en su comunidad que
si bien había dejado de trabajar como actor seguía enseñando su profesión. Ya
en el inicio de la respuesta Cipriano deja bien claro lo que piensa de una
actividad semejante: no se hace para educar sino para pervertir a los niños (et
magister et doctor non erudiendorum sed perpendorum puerorum…16
) y no se
(Correspondance, Epist 2), en Hommages à C. Deroux. V. Christianisme et Moyen Age
(Bruxelles 2003) 70 y F. BARTH, s.v. ‘Theater’, en Theologische Realenzyklopädie, Vol. 33
(Berlin-New York 2002) 175 ss., pero 178 en lo que se refiere al teatro y el cristianismo
primitivo, con la numerosa bibliografía citada en cada caso. 11 Y. DUVAL, Les Chrétientés d’occident et leur évêque au IIIe. siècle. Plebs in ecclesia
constituta (Cyprien, Ep. 63) (Paris 2005) 83 identifica, sin duda alguna, al obispo Eucratius a
Thenis de Sent 29 como el obispo destinatario de esta carta. Thaenae, estaba sintuada en la
provincia Proconsular-Byzacium y se identifica con la actual Henchir Thina. Le sigue en esta
interpretación: S. DELÉANI, S. Cyprien, Lettres 1-20. Introduction, texto, traduction et
commentaire (Paris 2007) 49. También SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 448, lo identifica con el obispo de
dicha localidad. 12 G.W. CLARKE, The letters of St. Cyprian of Carthage, I (Letters 1-27) (New York 1984)
161, se interroga sobre si este obispo y el que firma el vigésimo noveno en el el concilio de
septiembre del 256 pudieran ser la misma persona. S. DÉLEANI, Les premiers chrétiens et le
théâtre: le temoignage d’une lettre de S. Cyprien (Correspondance, Epist 2), en P. DEFOSSE (ed.),
Hommage à C. Deroux, V, Christianisme et Moyen Age. Nèo-latin et survivance de la latinité
(Bruxelles 2003) 62-74, en especial 64 señala que, sin descartar de que nos encontremos ante el
obispo de Henchir Thina, podríamos estar ante un simple homónimo, no necesariamente obispo
sino responsable de una de las muy numerosas comunidades de África, Numida o incluso de las
dos Mauritanias sobre las que el primado de Cartago ejerce su autoridad. Sin embargo, como he
señalado ya, la autora en [n. 11] 49 sigue la opinión de Duval y lo presenta como el obispo de la
actual Henchir Thina. 13 Como se ve existe una distancia notable entre Cartago y Henchir Thina. Según DROBNER,
[n. 4] 141 lo habitual para transportar la correspondencia entre personas particulares era que el
remitente se sirviera de sus esclavos (quienes además podían aportar información adicional oral),
de conocidos o de comerciantes que llevaban las cartas, agrupadas en fasciculi, de un lado al otro.
En el caso que nos ocupa, SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 449 supone que pudiera ser un miembro del
clero menor de Thina el que transportara la carta sin descartar a algún comerciante. 14 Sobre esta carta no transmitida véase: SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 446-447. 15 Sobre ellos véase por ejemplo: J.E. SPRUIT, De juridische en sociale positie van de
romeinse acteurs (Assen 1966) (en holandés) y LEPPIN [n. 10]. 16 Ep., 2,1,1: Pro dilectione tua et verecundia mutua consulendum me existimasti, frater
carissime, quid mihi videatur de histrione quodam, qui apud vos constitutus in eiusdem adhuc
artis suae dedecore perseverat et magister et doctor non erudiendorum sed perpendorum
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 285
aviene con el respeto a Dios, a las enseñanzas del Evangelio y al honor de la
Iglesia.
En el apartado segundo, da la sensación que Cipriano se centra en rebatir los
dos argumentos que cabe suponer el actor había alegado para justificar la
necesidad de seguir con la enseñanza y para oponerse a la excomunión con la
que se le amenazaba si continuaba con ella:
1. que había dejado de representar públicamente en los teatros, es decir que
había cesado en su actividad profesional como actor. Y ello es rebatido por
parte del obispo cartaginés señalando la nula incidencia que este hecho debía
tener a la hora de valorar la cuestión puesto que seguía enseñando contra le ley
de Dios17
;
2. y que, en consecuencia, añadiría el actor, sufría penuria y escasez de
recursos. A ello respondió Cipriano que podía pasar a engrosar el número de
personas a las que la Iglesia sostenía con sus provisiones siempre y cuando se
contentara con alimentos frugales y sencillos18
; en el supuesto de que la
comunidad a la que pertenecía no se lo pudiera permitir por no tener recursos
suficientes, Cipriano comunicaba a Eucracio que le remitiera a Cartago donde
se le proporcionaría alimentación y vestido19
.
2.2.- Algunas cuestiones de interés.
puerorum id quod male didicit ceteris quoque insinuat, an talis debeat communicare nobiscum. 2.
- Quod puto ego nec maiestati divinae nec evangelicae disciplinae congruere, ut pudor et honor
ecclesiae tam turpi et infami contagione foedetur. Nam cum in lege prohibeantur viri induere
muliebrem vestem et maledicti eiusmodi iudicentur, quanto maioris est criminis non tantum
muliebria indumenta accipere, sed et gestu quoque turpes et molles et muliebres magisterio
inpudicae artis exprimere. 17 Ep., 2,2,1: Nec excuset se quisquam si a theatro ipse cessaverit, cum tamen hoc ceteros
doceat. Non potest enim videri cessasse qui vicarios substituit et qui pro se uno plures
succidaneos suggerit, contra institutionem Dei erudiens et docens quemadmodum masculus
fragantur in femnam et sexus arte mutetur et diabolo divinum plasma camulanti per corrupti
adque enervati corporis delicta placeatur. 18 Ep., 2,2,2: Quod si penuriam talis et necessitatem paupertatis optendit, potest inter ceteros
qui ecclesiae alimentis sustinentur huius quoque necessitas adiuvari, si tamen contentus sit
frugalioribus et innocentibus cibis nec putet salario se esse redimendum ut a peccatis cesset,
quando hoc non nobis sed sibi praestet. Ceterum quantum vult inde quaerat, qualis quaestus est
qui de convivio Abraham et Isaac et Iacob homines rapit, et male ac perniciose in saculo
saginatos ad aeternae famis ac sitis supplicia deducit?. 19 Ep., 2,2,3: Et ideo quantum potes ab hac cum pravitate et dedecore ad via innocentiae
adque ad spem vitae suae rovoca, ut si contentus ecclesiae sumptibus parcioribus quidem sed
salutaribus. Quod si illic ecclesia non sufficit ut laborantibus praestet alimenta, poterit se ad nos
transferre et hic ad victum adque ad vestitum necessarium fuerit accipere, nec alios extra
ecclesiam mortalia docere, sed ipse salutaria in ecclesia discere.
286 ROSA MENTXAKA
2.2.1.- Fecha y circunstancias de la carta.
Como muy bien ha subrayado Clarke20
en la carta como tal no tenemos
elementos determinantes que nos ayuden a fijar con absoluta precisión la fecha
de redacción. Por ello, al igual que en otras ocasiones debemos acudir a
referencias indirectas, lo que explica el por qué los especialistas han hecho
propuestas varias sobre el momento de su confección21
. Así por ejemplo,
Monceaux y Sage22
se han inclinado por los primeros años del episcopado
mientras que Clarke23
ha defendido una redacción posterior a la persecución de
Decio. Deléani24
, con base en la expresión filii carissime de la despedida,
defiende que el autor de la carta tenía que tener ya una edad respetable en el
momento de escribirla y por lo tanto podríamos suponer una redacción acaecida
en la fase final de su mandato25
. Un abanico temporal más amplio (254-verano
del 257) maneja Salcedo Gómez26
para fecharla. Coincido con él en que un
argumento indirecto para datarla podría ser el hecho de que Eucracio ha
consultado a Cipriano por suponer que gozaba de mucha autoridad.
Y esa autoridad se pudo deber a varias razones:
a. Cabe pensar que Cipriano estaba ya en una fase álgida de su mandato en la
que, tras haber concluido la problemática de los lapsi y los episodios
cismáticos, se le reconocía abiertamente como el referente doctrinal del norte de
África, como su primado y por ello se acudía a él.
b. Pero otra posible respuesta al por qué Eucracio consultó a Cipriano, que
en este caso respondió sin debatir el tema con ningún otro colega, podría ser
20 CLARKE [n. 12] 161. 21 GÜLZOW - WLOSOK [n. 4] 553 señalan que B. FECHTRUP, Der hlg. Cypr. 1 (Münster 1878)
22 fechó estas cuatro cartas antes de la persecución de Decio, mientras que O. RITSCHL, De epistt.
Cyprianicis, Diss. (Halle 1885) 239, las data en la fase final. 22 MONCEAUX [n. 5] 254 y M.M. SAGE, Cyprian (Cambridge-Massachusetts 1975) 162 y 365
abogan por la fase inicial del episcopado de Cipriano, llegando incluso a escribir el último: «for
date circa 249». G.W. CLARKE, The Epistles of Cyprian, en Auckland classical essays presented
to E.M. Blaiklock, B.F. HARRIS (ed.), (Auckland-Wellington 1970) 214 n. 11, señala que las dos
primeras podrían ser anteriores al 250 pero en menor medida lo acepta para las cartas tercera y
cuarta que considera contienen ideas y actitudes semejantes a las de las cartas datadas más
tardiamente. 23 CLARKE [n. 12] 161. 24 DELÉANI [n. 11] 49 y [n. 5] 64 n. 2. 25 GÜLZOW - WLOSOK [n. 4] 553 señalan que O. RITSCHL, De epistt. Cyprianicis, Diss. (Halle
1885) 239 la data también en la fase final debido a la conceptualización eclesial (wegen des
Kirchenbegriffs) que se utiliza en el segundo apartado de esta carta segunda. 26 SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 448.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 287
debido a que Cipriano era respecto de Eucracio algo así como su ‘padre
espiritual’ como deduce Deléani27
de la inusual salutación final de la carta. Si
admitimos que esta hipotética relación espiritual se había producido entre
ambos y en consecuencia que Eucracio había sido un clérigo que estuvo al lado
de Cipriano hasta su promoción al episcopado, la carta tendría que datarse en
una fase posterior a dicha elección, circunstancia que no sabemos cuándo
aconteció. Ahora bien, si partimos de la hipótesis ya reseñada y defendida por
Duval de que este Eucracio es el mismo obispo que en el acta del concilio de
septiembre del año 25628
aparece votando en vigésimo noveno lugar, estaríamos
no ante un obispo consagrado en los últimos años sino ante uno relativamente
veterano si partimos de que las intervenciones en el citado concilio se hicieron
por orden de antigüedad29
; como se ha señalado, de los 87 obispos allí reunidos
(si bien uno de ellos llevaba la representación de otros dos) Eucracio intervino
en el vigésimo noveno lugar, lo que le sitúa en el bloque de los más antiguos lo
que nos lleva a suponer que llevaría varios años ejerciendo su mandato.
Si todas estas hipotéticas argumentaciones se aceptan como correctas
tenemos que pensar en una redacción de la carta acaecida no en la primera fase
del obispado de Cipriano, en la que él se ayudaría precisamente del clérigo, sino
en la fase central en la que Eucracio ya había sido promocionado al obispado.
Pero, en cualquier caso, estaríamos ante una propuesta interpretativa
fundamentada, desgraciadamente, sobre demasiados elementos hipotéticos que
no permite sugerir un año preciso de redacción.
2.2.2. Decisión adoptada y su fundamentación.
Como se ha expuesto con antelación, Eucracio consultó a Cipriano sobre si
el histrio debeat communicare nobiscum30
. A la vista de la cuestión formulada,
cabría pensar que cuando efectuó la consulta el actor era un mero catecúmeno31
que no se había incorporado aún a la comunidad de Eucracio. Pero, tanto a
27 DELÉANI [n. 11] 61. 28 Sobre este concilio extraordinario de septiembre del 256 y el acta que lo recoge véase: R.
MENTXAKA, ‘Concilia ecclesiae’ del norte de África en época de Cipriano y reglamento de las
asambleas deliberativas romanas, en Tradizione romanistica e Costittuzione (L. Labruna, dir.), 2
(Napoli 2006) 1225-1236, con la literatura allí citada. 29 Véase al respecto, MENTXAKA [n. 28] 1230-1231. 30 Esta locución ténica que según DELÉANI [n. 11] 58 fue frecuentemente empleada por
Cipriano. El nobiscum no reenvía sólo al autor de la carta y a los cristianos de su comunidad sino
al conjunto de cristianos existentes en la iglesia universal. 31 Sobre este periodo de iniciación, los requisitos exigidos a los candidatos, etc., véase por
ejemplo: J. GAUDEMET, L´Église dans L’Empire romain (IVe.-Ve. Siècles) (Paris 1958) 56 ss.;
SAXER [n. 7] 106 ss.; M. METZGER, s.v. ‘Katechumenat’, en Reallexikon für Antike und
Christentum. Sachwörterbuch zur auseinandersetzung des Christentums mit der Antiken Welt,
Vol. XX.I (Stuttgart 2004) 514-515 en lo que se refiere a la época de Cipriano.
288 ROSA MENTXAKA
juicio de Clarke32
como de Deléani33
, esa no es la interpretación adecuada;
según ellos tenemos que pensar en un histrio ya miembro de la comunidad
cristiana. Y ello parece bastante acertado ya que si no fuera así, no acabaría de
entenderse el por qué Cipriano estaba dispuesto a que su comunidad cartaginesa
se encargara de la alimentación en el supuesto de no poder hacerlo la
comunidad cristiana a la que pertenecía el exactor34
.
Por lo tanto, partimos del supuesto de que un histrio al incorporarse a la
iglesia cristiana ha dejado de trabajar como actor en el teatro. Pero en este caso,
¿qué debemos entender por histrio, un actor en general o algún tipo de actor en
particular?. En un estudio dedicado al tema35
, Deléani tras subrayar el aspecto
polisémico del término, indica que, en aquellas fuentes en que no tenía la
acepción general de actor, la voz histrio designaba con mucha frecuencia un
pantominus36
y se empleaba con una connotación peyorativa puesto que el
32 CLARKE [n. 12] 162 para quien el apud vos constitutus hace pensar en alguien que ya es
miembro de la comunidad. En la misma línea, DELÉANI [n. 11] 58 para quien el participio
constitutus expresa siempre una vinculación sólida, incluso ofical, al desarrollar una función en la
comunidad. 33 DELÉANI [n. 11] 58 interpreta que communicare nobiscum excluye que nos hallemos ante
un catecumenado; por otra parte, 51, señala que las expresiones: apud vos constitutus,
communicare nobiscum, ad spem vitae suae revoca, implican una pertenencia a la iglesia. 34 Véase el apartado segundo de esta carta, reproducido en las notas 16 a 19. 35 Véase la referencia en la nota diez. 36 La pantomima eran una representación tradicional efectuada por un bailarín por medio de
gestos y danzas acompañadas de música que, en el mundo griego, se desarrolla con motivo de
fiestas deportivas, religiosas (culto a Dionisio, Osiris), etc. Los elementos fundamentales de la
pantomima eran la persona que bailaba, el coro que cantaba y la orquesta. Si bien también en
Italia hubo danzas con cantos y música desde antiguo (Quint. inst. 1,11,18), las pantomimas al
estilo griego fueron introducidas en época de Augusto, adquiriendo gran popularidad. Hubo
representaciones, tanto en Roma como en Italia o provincias, cuando el poder político se mostró
favorable (p.ej. con los emperadores Augusto, Calígula, Nerón – que llegó a colaborar con los
pantomimos: Suet. Nero, 16,26 –, Claudio o los Antoninos) y no se dieron tanto con emperadores
opuestos a semejantes representaciones (p. ej. Valentiniano, Valente o Justiniano). El público,
constituido por personas de todos los estratos sociales, podía mostrarse muy crítico y tanto los
pantomimos como las pantomimas, que también las había (vid p. ej. CIL VIII, 12925; Apul. met.
10,29) eran habitualmente de condición servil o libertos (Dig. 38,1,25; 38,1,26), lo que no
impedía que, en ocasiones, algunos de ellos fuesen extraordinariamente bien pagados. Véase al
respecto: E. WÜST, s.v. ‘Pantomimus’, en PWRE., 18/3 (Stuttgart 1949) 833-869; M. BONARIA
(ed.), Romani mimi = I mimi romani (Roma 1965) y V. PÈCHE - CHR. VENDRIES, Musique et
spectacles das la Rome antique et dans l’occident romain: sous la République et le Haut-Empire
(Paris 2001); T.D. BARNES, Christians and the Theater, en Roman Theater and society. E. Togo
Salmon Papers 1, W.J. SLATER (ed.) (Michigan 1996=1999) 169 ss.; WEISMANN [n. 10] 42-46 y
H. JÜRGENS, Pompa diaboli. Die lateinischen Kirchenväter und das antike Theater (Stuttgart-
Berlin-Köln-Mainz 1972) 237 ss. por lo que se refiere al pantomimus en la obra de los padres de
la iglesia.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 289
pantomimo se caracterizaba por llevar trajes de mujer y reproducir movimientos
propios de ellas37
.
Y, a juicio de Cipriano que en este punto sigue a Tertuliano38
, el histrio de
nuestra carta es un actor que enseña a sus alumnos el oficio reprobable
consistente en vestirse de mujer y reproducir movimientos indecentes. Por ello,
para condenar el comportamiento del histrio nuestro obispo no duda en llevar a
cabo toda una argumentación en la que está presente la terminología jurídica
romana por, cabe suponer, considerarla muy adecuada para ilustrar el por qué de
la sanción que se propone.
Así, en el segundo apartado de la primera parte de la carta Cipriano
comienza haciendo referencia a que esta situación (de enseñanza de la profesión
de actor) es incompatible con la majestad divina y con la disciplina evangélica
(Quod puto ego nec maiestati divinae nec evangelicae disciplinae congruere).
Vemos que no duda Cipriano en emplear el término maiestas39
pero en lugar de
referirse a lo que sería propio del lenguaje jurídico: la majestad imperial o del
pueblo romano, habla de la maiestas divina.
En mi opinión, esta opción terminológica no es casual sino que se debe a la
gravedad del hecho que considera comete el enseñante. Como se sabe, dentro de
los tipos penales romanos, si hay alguno particularmente grave, ése es el crimen
maiestatis40
regulado a partir de Augusto por la lex Iulia de maiestate. Sabemos
37 DELÉANI [n. 12] 65 se apoya en Isid., Etim., 18,48: Histriones sunt qui muliebri indumento
gestus impudicarum feminarum exprimebant. 38 Véase: Ch. SCHNUSENBERG, Das Verhältnis von Kirche und Theater. Dargestellt an
ausgewählten Schriften der Kirchenväter und liturgischen Texten bis auf Amalarius von Metz (a.
d. 775-852) (Bern-Frankfurt am Main-Las Vegas 1981) 34-35; DELÉANI [n. 11] 66 subraya como
Cipriano se ha inspirado en Tertuliano, De spect., 23,6 quien distingue el histrio de otros actores y
mediante dicho término designa al pantomimus, caracterizado por desarrollar un arte impuro. 39 Sobre el significado de maiestas en las fuentes jurídicas y su aparición en locuciones tipo
maiestas principalis, contra maiestas Imperatoris. etc., véase: H. HEUMANN - E. SECKEL,
Handlexikon zu den Quellen des römischen Rechts, 11ª ed (Graz 1971), s.v. ‘maiestas’, 328. 40 Ver por ejemplo: C. FERRINI, Diritto penale romano. Esposizione storica e dottrinale (1902
= Roma 1976) 337 ss.; KÜBLER, s.v. ‘Maiestas’, in PWRE., 14/1 (Stuttgart 1928) 542-559; F.J.
KUHN, Betrachtungen über Majestäten (München 1900 = Aalen 1965); TH. MOMMSEN,
Römisches Strafrecht (Darmstadt 1955) 537 ss.; G. PUGLIESE, Linee generali dell’evolluzione del
diritto penale pubblico durante il principato, en ANRW II.14 (Berlin - New York 1982) 750 ss.;
W. REIN, Das Kriminal Recht der Römer von Romulus bis auf Justinian (Leipzig 1844 = Aalen
1962) 464 ss.; B. SANTALUCIA, Diritto e processo penale nell’antica Roma, 2ª. ed. (Milano 1998)
256-257; C.H. BRECHT, ‘Perduellio’ und ‘crimen maiestatis’, en ZSS. 64 (1944) 354-359; J.E.
ALLISON - J.D. CLOUD, The ‘lex Iulia maiestatis’, en Latomus 21 (1962) 711-731; J.E. CLOUD,
The text of Digest 48,4 ‘ad legem Iuliam maiestatis’, en ZSS 80 (1963) 206-232; R.A. BAUMAN,
The crimen maiestatis in the roman Republic and augustian Principate (Johannesburg 1967); A.
Levy,’Maiestas’ e ‘crimen maiestatis’, en La parola del passato 24 (1969) 81-96.
290 ROSA MENTXAKA
que durante el Principado el concepto de crimen maiestatis fue modificándose
poco a poco y ampliándose, de tal manera que junto con la defensa del populus
romanus y de su seguridad41
, que habían constituido el núcleo del crimen en la
Lex Iulia, el crimen se extendió a la defensa de algo tan etéreo como la maiestas
imperial, su persona y su poder, en cuanto que el emperador personificaba al
Estado42
. La vaguedad del concepto hizo de este tipo penal una especie de cajón
de sastre donde tuvieron acogida un minucioso elenco de supuestos que
suponían ofender la seguridad del estado y la integridad de las instituciones43
.
Pues bien, Cipriano partiendo de esta ambigüedad en el ámbito de la justicia
terrenal, no duda en acudir a él para subrayar dos circunstancias: a.- la gravedad
del hecho cometido por el actor al enseñar su profesión y b.- el que ello va en
contra de algo a su vez tan inaprensible como es la divina maiestas, concepto
que cabe suponer utiliza a imitación de la maiestas imperial.
Pero el comportamiento del exactor también es incompatible con la
evangelica disciplina44
, expresión que, según Deléani45
en este caso concreto
tiene la acepción clara de lex divina puesto que es en la Biblia donde se recogen
los preceptos divinos, es allí donde se contiene la ley querida por Dios cuya
disciplina debe respetar y enseñar la Iglesia.
Y el enseñar del exactor también contamina la pureza y el honor de la iglesia
(pudor et honor ecclesiae). De nuevo nos encontramos con terminología propia
del derecho romano, concretamente del ámbito matrimonial46
. Por lo que
sabemos, él término honor fue muy querido por Cipriano que lo empleó en
contextos y situaciones muy diversas como por ejemplo al vincularlo con Dios
o con Cristo, con los perseguidos, con las viudas, con los mártires, etc47
y, en
este caso, con la Iglesia. Y, de la misma manera que la pureza y el honor fueron
elementos implícitos del matrimonio romano, hecho que probablemente
41 En Dig. 48,4,1,1 (Ulp., off. proc., 7): Maiestatis autem crimen illud est, quod adversus
populum romanum vel adversus securitatem eius committitut. 42 Véase al respecto: L. SOLIDORO, La disciplina del ‘crimen maiestatis’ tra tardo antico e
medioevo, en Crimina e Delicta nel tardo antico (Milano 2003) 138s. 43 SANTALUCIA [n. 40] 195-196 con la bibliografía allí reseñada. 44 Sobre la frecuencia con la que Cipriano emplea el término disciplina en relación con lex y
los significados que puede llegar a tener, por ejemplo la locución ‘Lehre’ Christi, documentada en
el Nuevo Testamento, en las Sagradas Escrituras en su conjunto, el de instrucción ética etc.,
véase: SAXER [n. 7] 160 ss. y HOFFMANN [n. 5] 74-79. 45 DELÉANI [n. 11] 58. 46 Véase al respecto: HEUMANN-SECKEL [n. 39] 237-238 (s. v. ‘honor’) y 478 (s.v. ‘pudor’)
así como: E. ALBERTARIO, ‘Honor Matrimonii’ e ‘Affectio Maritalis’, en Rendiconti del reale
istituto lombardo di scienze e lettere 62 /16-20 (Milano 1929) 1-15 = Studi di diritto romano I,
(Milano 1933) 195-210 y M. KASER, Das römische Privatrecht. 1er. Abschnitt. Das altrömische,
das vorklassische und klassiche Recht, 2ª ed. (München 1971) 322. 47 Véase HOFFMANN [n. 5] 166-168.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 291
conociera bien el obispo cartaginés, también consideró que lo debían ser de la
Iglesia48
, que como institución no debía verse contaminada, hecho que se
produciría si se permitiría a un colectivo como el de los actores calificado de
infamante y condenado por la inmoralidad de sus espectáculos49
, el seguir
desarrollando libremente su actividad. Por ello, para reflejar esta idea abstracta,
según la cual la Iglesia institución es titular de una pureza y un honor que hay
que defender, no duda en tomar prestada terminología jurídica romana.
Y nuestro retórico continúa argumentando que si ya la ley prohibía (Nam
cum in lege prohibeantur…) a los hombres el vestirse de mujer, de la misma
manera tenía que prohibir un crimen mayor consistente en efectuar gestos
inconvenientes, pervertidos y tomados prestados de las mujeres50
. Vemos que,
una vez más, Cipriano emplea terminología jurídica ‘laica’ sin problema
alguno; en este caso concreto habla de la lex pero con una acepción que nada
tiene que ver con las que encontramos del término en el derecho romano sea
público o privado51
; parece claro que de las diversas significaciones que
48 Según HOFFMANN [n. 5] 106 n. 102, al margen de en esta carta, la expresión aparece
también en Ep., 73,11 y Ep., 81. 49 Sobre el término infamia en las fuentes jurídicas romanas véase: HEUMANN - SECKEL [n.
39] 263 así como M. KASER, ‘Infamia’ und ‘ignominia’ in den römischen Rechtsquellen, en ZSS
73 (1956) 220-278 y NERI [n. 10] 236 ss., quien analiza las manifestaciones en el plano jurídico
de la nota de infamia de los actores; sobre el empleo de dicho vocablo en las fuentes cristianas
véase: JÜRGENS [n. 36] 205 ss. 50 Ep., 2,1,2: … Quanto maioris est criminis non tantum muliebria indumenta accipere, sed et
gestus quoque turpes et molles et muliebres magisterio inpudicae artis exprimere. 51 El vocablo lex, al que al que se ha vinculado con legere, tiene múltiples acepciones en
Derecho Romano, si bien por antonomasia, cuando se habla de lex se piensa en la lex publica, que
fue definida como el mandato general del pueblo, a propuesta del magistrado (Gell. 10,20,2). En
estas leg. publicae, que se caracterizan por no cubrir la totalidad del ordenamiento jurídico sino
por centrarse en cuestiones particulares de carácter político o económico, se suelen distinguir dos
categorías. a. Leg. datae: todas aquellas leyes promulgadas unilateralmente por magistrados con
imperium; según los agrimensores, en las leg. datae de colonias y municipios se menciona el
espacio físico asignado a la comunidad (vid. entre otros Sículo Flaco, De cond. agr. 163,25 ss.;
164,1-2) y b. Leg. rogatae: las propuestas por los magistrados al pueblo reunido en comicios
(asambleas de ciudadanos) que las votan y las aprueban (Gell. 10,20,2). Desde el año 287 a.C., en
que una l. Hortensia equiparó los plebiscitos a las leyes votadas por los comicios, las leyes
comiciales fueron decreciendo. En el Bajo Imperio existe una contraposición entre leges y iura,
entendiéndose por leges las constituciones imperiales y por iura los escritos de los juristas.
Encontramos tanto en el ámbito del derecho privado como del derecho público lex contractus; en
el ámbito privado (Dig. 16,3,1,6), aparecen en todo tipo de acuerdos entre particulares con la
finalidad de incorporar matices específicos a un contrato. En el derecho público, leg. contractus
hace referencia a las condiciones impuestas por los magistrados a los particulares en los contratos
realizados con ellos (p. ej. las leg. locationis o venditionis). Véase al respecto por ejemplo: J.
BLECIKEN, Lex publica. Gesetz und Recht in der römische Republik (Berlin - New York 1978); A.
MAGDELAIN, La loi à Rome: histoire d’un concept (Paris 1978) y F. WIEACKER, Römische
Rechtsgeschithe. Quellenkunde, Rechtsbildung, Jurisprudenz und Rechtsliteratur. 1er. Abschnitt.
Einleitung, Quellenkunde frühzeit und Republik (München 1988) 277-287, 406-408 ss. con la
292 ROSA MENTXAKA
sabemos Cipriano da al término lex52
, en este caso concreto la utiliza para
referirse al Antiguo Testamento como el pasaje del Deuteronomio que cita (2,5)
permite deducir53
.
Y apreciamos que en el razonamiento que desarrolla (si la ley prohíbe a los
varones vestirse de mujer, cuanto mayor crimen no será el ejercer el
magisterio…), emplea de nuevo un término penal, crimen, que como es
conocido en el derecho romano tuvo una acepción muy precisa y se utilizó para
denominar los tipos penales perseguibles por el Estado por medio de los
órganos investidos de jurisdicción criminal y sancionados con penas públicas
corporales o pecuniarias54
, acepción que, evidentemente, no tiene en este caso55
,
aunque si es cierto que el obispo cartaginés lo emplea para designar un
comportamiento particularmente grave56
lo que, en alguna medida, iría en la
lógica que distinguía los crimina de los delicta57
.
Como hemos visto al efectuar el resumen del pasaje, en primer lugar en el
segundo apartado de la carta, Cipriano rebate los argumentos que suponemos
alegó el histrio: que había renunciado a seguir desarrollando su actividad en los
teatros. Ante esta alegación, el obispo cartaginés replica que no es cierto que
eso hubiera ocurrido; según él no renunciaba a su oficio quien colocaba a otros
en su lugar y reemplazaba su persona individual por un número variado de
sustitutos; además añade, en contra de las disposiciones de Dios el maestro
enseñaba al hombre a convertirse en mujer y a complacer al diablo que buscaba
profanar la obra divina mediante acciones de su cuerpo pervertido y
degenerado58
.
numerosa bibliografía allí citada al respecto así como la síntesis expuesta en G. SCHIEMANN, s.v.
‘Lex’, en Der neue Pauly. Enzyklopädie der Antike,VII (Stuttgart-Weimar 1999) 113-118. 52 HOFFMANN [n. 5] 48-60. 53 Tanto CLARKE [n. 12] 162 como DELÉANI [n. 11] 51 consideran que esta referencia
genérica a la ley, lo es a la ley de Moises tal como figura en Deut. 22.5; HOFFMANN [n. 5] 69
parece interpretar que en este caso ley significa Antiguo Testamento. 54 En este sentido, SANTALUCIA [n. 40] 67. Sobre ello véase también: MOMMSEN [n. 40] 9-11;
FERRINI [n. 40] 18-19 así como G. SCHIEMANN, s.v. ‘Crimen’, en Der Neue Pauly. Enzyklopädie
der Antike, III (Stuttgart-Weimar 1997) 221-223 con la bibliografía citada en cada caso. 55 Véase HOFFMANN [n. 5] 101 en particular la nota 400 por lo que se refiere a nuestro texto. 56 Sobre el uso por parte de Cipriano de términos como peccatum, delictum, crimen, facinus,
etc., a lo largo de su obra para señalar las diversas contravenciones contra el ordenamiento divino
vease HOFFMANN [n. 5] 101. 57 Véase: WIEACKER [n. 51] 254-255 y KASER [n. 46] 609. 58 Ep., 2,2,1: Nec excuset se quisquam si a theatro ipse cessaverit, cum tamen hoc ceteros
doceat. Non potest enim videri cessasse qui vicarios substituit et qui pro se uno plures
succidaneos suggerit contra institutionem Dei erudiens et docens quemadmodum masculus
fragantur in feminam et sexus arte mutetur et diabolo divinum plasma maculanti per corrupti
atque enervati corporis delicta placeatur.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 293
Y al inicio del segundo apartado de la carta volvemos a encontrar términos
jurídicos (vicarius, delictum) que merecen un breve comentario. Como ya he
subrayado con antelación, en ella Cipriano cuestiona el argumento de que el
actor ha renunciado a la profesión; interpreta que no ha sido así ya que no cabe
decir que cesa en su actividad qui vicarios substituit et qui pro se uno plures
succidaneos suggerit. Como es conocido, el término vicarius59
se emplea en
derecho romano para referirse al sustituto o al que ocupa el puesto de otro; en
este caso concreto da la sensación de que Cipriano lo emplea conscientemente
ya que señala claramente que el actor se ha hecho sustituir no por uno sólo sino
por muchos y ha sido a estos muchos a los que ha enseñado, en contra de las
ordenanzas divinas, a convertirse en mujer, a cambiar de sexo, a cometer hechos
delictivos mediante sus cuerpos pervertidos y degenerados (per corrupti atque
enervati corporis delicta)60
, lo que produce la satisfacción del diablo. Está claro
que aquí el termino delicta, que como sabemos sirve, por contraposición al de
crimina, para designar los delitos privados perseguidos por el ofendido
mediante un proceso privado y sancionado mediante una pena privada, siempre
pecuniaria61
, no se emplea con dicha acepción técnica, sino de una manera
mucha más genérica, más imprecisa, de la misma forma que en el párrafo
anterior Cipriano ha utilizado la voz crimen para señalar un comportamiento
perseguible penalmente.
Continúa exponiendo que si el actor alega pobreza y escasez de medios se le
puede ayudar a remediar su penuria con alimentos frugales y sencillos, pero que
lo que no va a ocurrir es que se le abone un salario para que deje de pecar (…
nec putet salario se esse redimendum ut a peccatis cesset). Y en este caso el
término jurídico empleado es el de salarium; sabemos que dicha voz62
se
empleó en las fuentes jurídicas romanas63
para designar los ingresos de los
funcionarios públicos64
y de las personas que como por ejemplo maestros o
médicos eran pagados por el Estado o la comunidad65
. Podríamos suponer que
59 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 622 menciona las acepciones en las fuentes jurídicas. 60 Sobre el sentido de esta frase véase por ejemplo: DELÉANI [n. 11] 60. 61 Sobre el concepto de delicta véase por ejemplo: MOMMSEN [n. 40] 11-13; FERRINI [n. 40]
19; KASER [n. 46] 610 ss.; SANTALUCIA [n. 40] 67 asi como R. GAMAUF, s.v. ‘Delicta’, en Der
Neue Pauly. Enzyklopädie der Antike, 3 (Stuttgart-Weimar 1997) 390, con la bilbiografía citada
en cada caso. 62 Véase al respecto: H. VOLKMANN, s.v. ‘Salarium’, en Der Kleine Pauly, 4 (München 1972)
1507; L. DE LIBERO, s.v. ‘Salarium’, en Der Neue Pauly, 10 (Stuttgart-Weimar 2001) 1245, con la
bibliografía citada en cada caso. 63 Véase HEUMANN - SECKEL [n. 39] 524. 64 En este sentido KASER [n. 46] 569 n. 68. 65 Dig. 50,9,4,2 (Ulp., l.s. off. cur. ): Set et si salarium alicui decuriones decreverint, decretum
id nonnumquam ullius erit momenti: ut puta si ob liberalem artem fueriti constitutum vel ob
medicinam: ob has enim causas licet constitui salaria. Sobre las artes liberales y su no exclusión
294 ROSA MENTXAKA
en el caso que nos ocupa el actor estaba cobrando un salarium por su actividad,
hecho que comunica a Cipriano y que él, sabiendo lo que ello significa, niega
expresamente que vaya a seguir abonándosele.
En el apartado final encontramos el último término técnico (alimenta)66
y se
emplea por parte de Cipriano para referirse a la hipótesis de que si en la iglesia
local a la que pertenece el exactor no hay ingresos suficientes para cubrirle las
necesidades (Quod si illic ecclesia non sufficit ut laborantibus praestet
alimenta), Eucracio puede transferirlo a Cartago donde recibirá lo que necesite
(alimentos y vestidos). Como es conocido, la ayuda a las personas necesitadas
tanto por instituciones públicas como por particulares proporcionando medios
alimenticios es una institución de honda raigambre romana que remonta ya al
final de la segunda guerra púnica y se practica a lo largo de la República y del
Principado67
, momento en el que recibió un impulso determinante por parte del
emperador Trajano68
inicial de la locatio conductio véase KASER [n. 46] 569, seguido de A. LUMPE, s.v. ‘Honorar’, en
Reallexikon für Antike und Christentum. Sachwörterbuch zur Ausenandersetzung des
Christentums mit der Antiken Welt, XVI (Stuttgart 1994) 475 quien destaca como elemento
determinante para su inclusión o no el rango social de la persona que prestaba la actividad y la
afrenda que supondría para una persona de alta condición social el considerar su actividad
sometida a las reglas de la locatio conductio por lo que que sólo al final de la época clásica se
pudieron exigir legamente mediante la cognitio extra ordinem los honoraria. Respecto a este
término, se utilizó inicalmente para designar la retribución que se daba a las personas que
practicaban profesiones liberales como por ejemplo los abogados o los agrimensores. Véase sobre
ello P. PESCANI, s.v. ‘Onorari (diritto romano)’, en Novissimo Digesto Italiano, XI (Torino 1968)
928-932 y LUMPE, op. cit., 474. D. NÖRR, Zur sozialen und rechtlichen Bewertung der freien
Arbeit in Rom, en ZSS 82 (1965) 75, indica que en las artes liberales, la misma actividad, por
ejemplo la enseñanza podía estar muy bien valorada cuando se enseñaba a los amigos o en el seno
de la propia familia, pero que la valoración social descendía mucho cuando se enseña a personas
extrañas. Sobre el conocimiento por parte del praeses provinciae de las causas de los
praeceptores studiorum liberalium, es decir de los professores véase el famoso texto de Ulpiano
Dig. 50,13 pr. (Ulp, omnib. trib. 8) donde se establece quiénes consituyen dicha categoría así
como el comentario que hace Lumpe en las páginas 476-481 del artículo citado en esta misma
nota. 66 Sobre sus posibles singificados y usos en las fuentes: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 28, quien
señala un sentido estricto según el cual los alimenta incluirían la comida, bebida, vestido y
vivienda. 67 Véase: KUBITSCHEK, s.v. ‘Alimenta’, en PWRE, Vol. 1.2 (1984) 1485 ss.; W. SONTHEIMER,
s.v. ‘Alimenta, alimentarii’, en Der Kleine Pauly, 1 (München 1964) 256-257; W. JONGMAN, s.v.
‘Alimenta’, en Der Neue Pauly, 1, (Suttgart-Weimar 1996) 491-493; CHR. GNILKA, s.v.
‘Altersversorgung’, en Reallexikon für Antike und Christentum, Supplement-Vol. 1 (Stuttgart
2001) 266-289, por lo que se refiere a la alimentación de las personas de edad avanzada. Sobre la
obligación de alimentos en el seno de la iglesia en la actualidad: E. MAGNIN, s.v. ‘Aliments.
Obligation alimentaire’, en Dictionnaire de Droit Canonique, 1 (Paris 1935) 440-442 y R.
BIDAGOR, s.v. ‘Alimenti, diritto agli’, en Enciclopedia cattolica, vol. 1 (Roma 1948) 885-887. 68 Véase al efecto: F.G. DE PACHTERE, La table hypothécaire de Veleia. Étude sur la propriété
foncière dans l’apennin de Plaisance (Paris 1920); G. PUGLIESE, Assistenza all’infanzia nel
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 295
En este caso concreto, vemos que Cipriano asume sin dificultad la
institución laica tanto pública como privada que también se practicó en el norte
de África69
y la aplica en la iglesia africana al establecer que si la iglesia local
no puede asumir los gastos de mantenimiento del actor70
lo hará la de Cartago,
hecho en absoluto extraña ya que no es la primera vez que la iglesia de Cartago
se ofrece para ayudar a los necesitados71
; según especifica el obispo los
alimenta a entregar al actor se podrían concretar en alimentació y vestido (et hic
quod sibi ad victum adque ad vestitum necessarium fuerit accipere) pero no por
ejemplo en alojamiento.
En cualquier caso, lo que pone de manifiesto la consulta y el hecho de que el
actor plantee la necesidad de seguir desarrollando una actividad retributiva es su
escasa capacidad económica, lo cual cuadra en alguna medida con lo que
sabemos del estatus social de la mayor parte de las personas que se dedicaron al
teatro en el mundo romano, que salvo casos excepcionales fueron personas de
origen social bajo72
.
principato e piae causae del diritto romano cristiano, en Sodalitas. Scritti in onore di A. Guarino,
7 (Napoli 1984) 3175 ss.; N. CRINITI, La tabula alimentaria di Veleia (Parma 1991); E. LO
CASCIO, Alimenta Italiae, en Trajano Emperador de Roma, J. GONZÁLEZ (ed.), (Roma 2000) 287-
312. 69 En ILS, 6818 se recoge una inscripción de la época de Marco Aurelio en la que se menciona
una fundación alimentaria del África Proconsular, concretamente en Sicca Veneria (= Le Kef en
Tunez) en la que 300 niños de entre 3 y 15 años y 300 niñas de entre los 3 y los 13 años recibirían
2,5 y 2 denarios al mes respectivamente. 70 Este hecho ha sido destacado por CLARKE [n. 12] 163 como tal vez ilustrativo del pequeño
tamaño de la comunidad cristiana de Thenae, lo cual no significa que la localidad tuviera que ser
pequeña. Para DELÉANI [n. 11] 49 el hecho de que la localidad tuviera una escuela de teatro
permite pensar sin duda en una localidad de importancia media. 71 En la carta 62 la comunidad de Cartago va a salir en ayuda de una pequeña comunidad
algunos de cuyos miembros han sido secuestrados por los bárbaros, por lo que Cipriano organiza
una colecta en su iglesia para recaudar dinero y con el poder hacer frente al rescate exigido. Sobre
esta epístula véanse los comentarios de: G.W. CLARKE, Barbarian Disturbances in north Africa in
the mid-third century, en Antichthon 4 (1970) 78-85 y Ch. SAUMAGNE, Saint Cyprien. Evêque de
Carthage. Pape d’Afrique (248-258). Contribution à l’étude des persécutions de Dèce et de
Valérien (Paris 1975) 168 ss. 72 En ese sentido véase: C.W. MARSHALL, The stagecraft and performance of roman comedy
(Cambridge 2006) 86-87 y por lo que se refiere en particular a las mujeres: E. FERTL, Von Musen,
Miminnen und leichten Mädchen. Die Schauspielerin in der römischen Antike (Wien 2005) 82-84
quien subraya como en ocasiones estamos hablando de esclavas o libertas. En la misma línea,
LAMPE [n. 10] 107 ss., y M. DUCOS, La condition des acteurs à Rome. Données juridques et
sociales, en J. BLÄNSDORF (ed.), Theater und Gesellschaft im Imperium Romanum//Théâtre et
société dans l’empire romain (Tübingen 1990) 19-33, así como LEPPIN [n. 10] 91-120 y 160 ss., si
bien este último autor destaca como siempre podía haber excepciones a la regla, y en
consecuencia personas que habían acumulado un fuerte patrimonio y en consecuencia accedían a
los mejores círculos de la sociedad de su época.
296 ROSA MENTXAKA
2.2.3. Persistencia de la decisión.
Como he señalado en el apartado anterior y ha sido debidamente destacado
por los especialistas73
, Cipriano no es original en este condena del mundo del
teatro sino que sigue las pautas establecidas al respecto tanto en el mundo
pagano74
como en el cristiano con antelación a él, donde ya Tertuliano,
particularmente en su obra De spectaculis75
, había sido explicito en la condena.
Y siguiendo esta línea crítica Cipriano escribió su opúsculo Ad Donatum76
, obra
en la que en su apartado octavo, describe el teatro como un lugar propicio para
la maldad. Allí se representan adulterios, parricidios e incestos de épocas
pasadas, que pasan a convertirse, con la representación, en ejemplos presentes;
en la obra también critica la indecencia de los gestos de los comediantes, el
ataque a la dignidad que se produce cuando el actor se transforma en mujer o se
presenta con un cuerpo afeminado.
Y como vamos a tener oportunidad de comprobar seguidamente, esta
condena del teatro efectuada por Tertuliano y Cipriano constituyó la doctrina de
la iglesia a lo largo de los siglos III, IV y V ya que está presente en diferentes
cánones conciliares y en otros padres posteriores.
Encontramos la primera mención crítica en una obra inicialmente escrita en
Roma hacia el 21577
y posteriormente compilada hacia el 380 en la región de
73 Véase lo señalado en la nota 38. 74 Sobre la valoración negativa que merece el teatro en la sociedad pagana en los albores de la
época imperial véase: M. WISTRAND, Entertainment and violence in ancient Rome.The attittudes
of Roman writers of the first century A.D. (Göteborg 1992) 30-30; NERI [n. 10] 236 ss., donde
subraya cómo ya socialmente en época clásica se condenó el hecho de que un ciudadano se
exhibiera en un escenario, el prodire in scaenam, prescindiendo de la valoración moral de lo que
representaba; el prodire in scaenam se consideró algo totalmente ajeno a los valores romanos, por
lo que los ciudadanos que se exhibían en un teatro se colocaban al margen de los valores
dominantes y eran considerados infamantes. Véase también WEISMANN [n. 10] 74 ss. donde con
abundante aparato crítico subraya la discusión social que ya en el siglo II p.C. se estableció sobre
la actividad de estos profesionales. 75 Véase, DELÉANII [n. 10] 66 ss.; BARNES [n. 36] 173 ss.; JÜRGENS [n. 36] 2 n. 1, 192 y 247;
WEISMANN [n. 10] 84-85 y SCHNUSENBERG [n. 38] 29 ss. 76 En esta obra escrita escrita poco después de su conversión al cristianismo, Cipriano
comunica a su amigo Donato, cristiano como él, la renovación que ha obrado en él la religión.
Desde una montaña le hace contemplar la vida humana en su plenitud: su corrupción, sus
inquietudes, sus diversiones, teatros, juegos, tribunales, etc. Es en este contexto en el que va a dar
su opinión sobre el teatro. Sobre esta obra y su problemática véase: GÜLZOW - WLOSOK [n. 4]
554-556 con la literatura allí citada. Comenta el apartado octavo de la obra, WEISMANN [n. 10]
93-97. 77 En ese sentido véase: LAMPE [n. 10] 103; L.I. SCIPIONI, Vescovo e popolo. L’esercizio
dell’autorità nella chiesa primitiva (III secolo) (Milano 1977) 109-111 indica que la obra que
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 297
Antioquia y que contiene en el libro octavo78
una serie de reglas relativas al
acceso al catecumenado79
; se menciona expresamente el caso de las personas
que se dedican al teatro estableciendo que si querían convertirse en
catecúmenos debían cesar en su actividad y en el supuesto de no hacerlo serían
rechazados.
En el Concilio de Elvira celebrado en la península ibérica y que aconteció
probablemente a finales del siglo III-inicios del IV80
, se establece en su canon
62 que si un auriga o un cómico quisieran venir a la fe cristiana, se les podría
admitir siempre y cuando renunciaran primero a su oficio y una vez admitidos
se les prohibía que lo volvieran a ejercer; en el supuesto de que violaran la
prohibición serían excomulgados81
.
En la misma línea sancionadora se pronunció el canon quinto del primer
concilio de Arlés celebrado en el año 314 y el canon vigésimo del segundo
concilio de Arles celebrado en la segunda mitad del siglo V82
que de una
manera más escueta pero igualmente contundente respecto de la sanción
anuncia la separación de la comunión de las personas que actúen en el teatro83
.
conocemos con el nombre de Constituciones de la Iglesia egipcia no es otra cosa que la Tradición
Apostólica de Hipólito y subrya la dificultad existente para fijar con precisión el género literario
de la obra. A. VILELA, La condition collégiale des prêtres au IIIe. siècle (Paris 1971) 341ss.
expone una síntesis de la problemática del autor y de la obra. 78 Que conozco por DELÉANI [n. 10] 71 n. 36: Const. Apost. VIII, 32,9 que reproduce el texto
en su versión latina: Si quis est scenicus vel qui facit demonstrationem in theatro, vel cesset vel
reiciatur. 79 Véase al respecto: DELÉANI [n. 10] 70-71 y EADEM [n. 11] 51 n. 8. 80 R. Teja, Los concilios en el cristianismo antiguo (Madrid 2000) 42-45, pero 43 en lo que se
refiere a la fecha; y P. DE LUIS, s.v. ‘Elvira (concilio di)’, en Nuovo dizionario patristico e di
antichità cristiane, 1 (A-E), A. DI BERARDINO (dir.), (Genova-Milano 2006) 1643-1645 y CH.J.
HEFELE, Histoire des conciles d’après les documents originaux, 1/1 (Paris 1907) 212 ss. 81 Canon LXII: De aurigis et pantomimis si convertantur. Si auriga aut pantomimus creder
voluerint, placuit ut prius artibus suis renuntient et tunc demum suscipiantur, ita ut ulterius ad ea
non revertantur; qui si facere contra interdictum temptaverint, proiciantur ab ecclesia, en G.
Martínez Diez- F. Rodríguez, (Edd ), La Colección canónica hispana. IV. Concilios galos,
concilios hispanos: primera parte (Madrid 1984) 262 aunque también lo conozco por HEFELE [n.
80] 256. 82 Sobre estos concilios véase: HEFELE [n. 80] 275 ss.; F.L. CROSS - E.A. LIVINGSTONE, s.v.
‘Arles synods of’, en The Oxford dictionary of the christian church, 3ª ed. (Oxford 2005) 106 y P.
PERGOLA - V. SAXER, s.v. ‘Arles’, en DI BERARDINO [n. 80] 538-540 con la bibliografía allí citada. 83 De theatricis, et ipsos placuit quamdiu agunt, a communione separari, en G. MARTÍNEZ
DIEZ - F. RODRÍGUEZ (edd.) [n. 81] 18 y canon XX: De agitatoribus sive theatricis qui fideles
sunt, placuit eos, quamdiu agunt, a communione separari, en G. MARTÍNEZ DIEZ - F. RODRÍGUEZ,
(edd.) [n. 81] 38.
298 ROSA MENTXAKA
Y también el tema sigue presente en los concilios africanos ya que en el
tercero de Cartago de agosto del 397 p. C.84
, concretamente en su canon
trigésimo quinto85
no se niega la reconciliación a los apóstatas y a los que
trabajan en el mundo del teatro en general si se convierten o regresan a la gracia
de Dios.
El que el tema de las personas que hacían del teatro su profesión estuviera
tan presente en las cánones de las iglesias occidentales es claro que tiene una
significación; en mi opinión, debe interpretarse en el sentido de que pese a la
condena clara de la actividad teatral por parte de las autoridades eclesiásticas,
sus profesionales, pretenderían incorporarse al seno de la iglesia sin
abandonarla; de no ser así, no se entendería un pronunciamiento constante en
esa línea condenatoria a lo largo de todo el siglo IV e inicios del V. Y esta
persistencia cuadra perfectamente con lo que sabemos del mantenimiento de
estos espectáculos en las ciudades occidentales lo largo de los siglos IV y V ya
que incluso en época de crisis y empobrecimiento seguía existiendo una cierta
fascinación por el mundo del teatro, que no siempre producía espectáculos
vulgares sino exhibiciones apreciadas por su finura entre las élites urbanas. Sólo
las invasiones bárbaras dieron lugar a las interrupciones de los espectáculos
teatrales en las grandes ciudades86
. Y está claro que en el seno de la iglesia
preocupó y mucho esta atracción, la influencia negativa que podía ejercer en los
valores morales cristianos y por ello, ya desde el siglo III padres como
Tertuliano y Cipriano, cánones conciliares a lo largo de todo el siglo IV o
incluso padres como Agustín o Juan Crisóstomo87
ya durante los siglos IV y V
se mantuvieron en la condena de dicha actividad profesional.
3.- Ep., 3: Cyprianus Rogatiano:
3.1.- Presentación del contenido.
84 Sobre estos concilios véase: CH.J. HEFELE, Histoire des conciles d’après les documents
originaux, 2/1 (Paris 1908) 97 ss.; F.L. CROSS - E.A. LIVINGSTONE, s.v. ‘Carthage, councils of’,
en [n. 82] 295 y CH. MUNIER, s.v. ‘Cartagine’, en DI BERARDINO [n. 80] 879-891 con la
bibliografía allí citada. 85 XXV. Ut apostatis vel scenis conversis reconcilitatio non negetur. Ut scenis atque
histrionibus ceterisque huiusmodi personis, vel apostaticis conversis vel reversis ad Deum gratia
vel reconciliatio non negetur en: G. MARTÍNEZ DIEZ - F. RODRÍGUEZ (edd.), La Colección
canónica hispana. III. Concilios griegos y africanos (Madrid 1982) 329. 86 En este sentido NERI [n. 10] 234-250; BARNES [n. 36] 164 ss. subraya igualmente que
cuando el imperio fue formalmente cristiano los teatros ni fueron cerrados ni decayeron. 87 Véase NERI [n. 10] 247-250 y sobre todo WEISAMANN [n. 10].
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 299
Como he señalado ya, la carta tercera pertenece también al conjunto de las
disciplinarias y en mi opinión en su respuesta se recoge una idea central en la
organización eclesiástica que concibe Cipriano: en el seno de la Iglesia existe
una jerarquía eclesiástica que debe ser respetada y por ello los diáconos están
sometidos a los obispos y éstos a Dios. En consecuencia, los obispos están
legitimados para imponer sanciones tanto al clero como a los fieles ya que les
corresponde a ellos fijar las reglas de la disciplina88
.
Como en tantas otras ocasiones en la correspondencia de Cipriano, es un
obispo, en esta ocasión de nombre Rogaciano, el que ha escrito a Cipriano
planteándole una consulta, a saber: qué hacer con un diácono que le ha insultado
e injuriado.
En una respuesta estructurada en tres partes Cipriano desarrolla con
profundidad su idea de la jerarquía eclesiástica. En la primera parte comienza
reseñando la existencia de la consulta presentada por escrito por Rogaciano
(lectis litteris tuis) que un grupo de obispos ha debatido antes de responderle89
.
De la lectura de la respuesta se deducen los siguientes hechos: un presbítero de
la comunidad en la que Rogaciano ejercía como obispo, le ha insultado e
injuriado. Rogaciano ha preferido en lugar de sancionarle informar de ello a
Cipriano para que, en compañía de otros obispos, determine la medida a
adoptar90
.
Por si Rogaciano tenía alguna duda sobre su capacidad como obispo para
imponer sanciones, Cipriano tanto en esta primera parte como en la segunda
trae a colación varios pasajes del Antiguo Testamento y del Nuevo
Testamento91
de los que se deduce por un lado, el respeto y la reverencia que
merecen los sacerdotes y por otro, la sanción a imponer a las personas que no
actúen conforme a las pautas establecidas.
88 Todas estas cartas disciplinarias reproducen esta ídea como se está viendo en su
comentario. Ver además: SAUMAGNE [n. 71] 93-95. 89 Ep., 3,1,1: Graviter et dolenter conmoti sumus ego et collegae qui praesentes aderant,
frater carissime, lectis litteris tuis, quibus de diacono tu conquestus es quod inmemor sacerdotalis
loci tui et officii ac ministerii sui oblitus contumeliis et iniuriis suis te exacerbaverit? 90 Et tu quidem honorifice circa nos et pro solita tua humilitate fecisti, ut malles de eo nobis
conqueri, cum pro episcopatus vigore et cathedrae auctoritate hberes potestatem qua posses de
illo statim vindicari, certus quod collegae tui omnes gratum haberemus quodcumque circa
diaconum tuum contumeliosum sacerdotali potestate fecisses, habens circa eiusmodi homines
praecepta divina cum Dominus Deus in Deuteronomio dicat:.. 91 Deut.,17,12-13; Eccle., 7,31,33 ; Act., 23,45-5; Mt., 8,4; Jo., 18,23; 1ª Tim.,4,12. Véase
sobre algunos de estos pasajes lo señalado más adelante en las notas 156,158 y 159.
300 ROSA MENTXAKA
Tras haber expuesto el fundamento teológico de la respuesta, ya en la parte
tercera y final reitera la imposibilidad que tienen los diáconos de ir contra sus
obispos; no obstante ello, en el supuesto de que hayan incurrido en la
insolencia, antes de proceder a imponer una sanción se les debe exhortar al
arrepentimiento y tras ello al reconocimiento al debido respeto a sus superiores.
Sólo en el supuesto de que el diácono desatienda los requerimientos y además
siga insultando, se le indica a Rogaciano que actúe con base en su poder y
proceda a imponer la sanción correspondiente: deposición o excomunión no
sólo al diácono que inicialmente ha incurrido en este comportamiento sino
también a todas las personas que actúen de manera semejante. A la salutación
final precede la reiteración de preferir el ejercicio de la paciencia y la
indulgencia más que la imposición de castigos.
3.2. Algunas cuestiones de interés.
3.2.1. Fechas y circunstancias de la carta.
De nuevo nos encontramos con serias dificultades para poder fechar la carta
con seguridad. Las dataciones tradicionales92
la sitúan, al igual que las otras tres
penitenciales, en el año 249 p. C.; sin embargo, para defender otra fecha se ha
hecho referencia a dos elementos, a saber: 1. por una parte, el nombre del
destinatario, el obispo Rogaciano; 2. por otra, las referencias que en el escrito se
encuentran a cómo se produce el origen de un cisma o una herejía, que pudieran
hacer pensar en una cierta experiencia de Cipriano en esta temática de
‘rebeliones’ en el momento de escribir esta carta.
Por lo que se refiere al primer aspecto, el nombre del destinatario,
Rogaciano93
, en verdad no es ni mucho menos determinante ya que este
nombre, como veremos seguidamente aparece con bastante frecuencia en la
correspondencia del obispo cartaginés. En el momento en que ha escrito la
carta, sabemos que, además de obispo es una persona de edad avanzada94
; por
ello, tal vez, se podría pensar que corresponde con el presbítero del mismo
92 En este sentido: P. MONCEAUX, Histoire littéraire de l’Afrique chrétienne depuis les
origines jusqu’à l’invasion arabe, 2: Saint Cyprien et son temps (Paris 1902) 254 asi como
FECHTRUP según se ha indicado en la nota 21. 93 M.G. JARRETT, The African contribution to the Imperial Equestrian Sevice, en Historia 12
(1963) 210-211 subraya como son particularmente comunes en las provincias africanas los
cognomina en forma de participio pasado: Rogatus, Donatus, etc., asi como sus derivados:
Rogatianus, Donatianus, etc. 94 Ep., 3,3,3: ... Senectutem tuam nemo despiciat...; 1,1,2: In libro quoque Regum cum Samuel
sacerdos a Iudaeroum populo ob senectutem, sicut tu modo, contemneretur...
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 301
nombre y también anciano mencionado en otras cartas95
. Si Rogaciano formaba
parte del grupo de personas que con motivo de la persecución de Decio se
habían declarado ‘confesores’ y en ese momento era sólo presbítero, podríamos
suponer que esta carta de Cipriano que intentamos datar se había escrito en una
fase post-persecución de Decio96
, (251 en adelante) en que Rogaciano ya
ostentaba la condición de obispo.
Pero la identificación se complica notablemente puesto que nos encontramos
con otras menciones de obispos que tienen este nombre, a saber: a. entre los
firmantes de la epístola 70 aparecen dos Rogacianos97
; b. también en la relación
de obispos firmantes de la epístola 5798
; c. igualmente aparece un Rogaciano en
95 Ep., 6,4: ut sequamini in omnibus Rogatianum presbyterum gloriosum senem...; Ep., 7:
quam apud Rogatianum compresbyterum nostrum... Ep. 13: Cyprianus Rogatiano presbytero et
ceteris; Ep., 42, 1, 1: … Item Rogatianus et Numidicus presbyteri confessores… 96 Sobre esta persecución en general véase por ejemplo: A. AUDOLLENT, s.v. ‘Afrique’, en
Dictionnaire d’histoire et de Géopgraphie ecclésiastique, 1 (Paris 1912) 734 ss.; R. ANDREOTTI,
Religione ufficilae e culto dell’Imperatore nel ‘libelli’ di Decio, en Studi in onore di A. Calderini
e R. Paribeni (Milano 1956) 369-376; M. SORDI, Il cristianesimo e Roma (Bologna 1965) 359-
364; EADEM, I cristiani e l’Impero romano (Milano 1983) 110-116; H.A. PHOLSANDER, The
religious policy of Deciu, en ANRW II.16/3 (Berlin-New York 1986) 1826-1842; J. DE
CHURRUCA, Das politische Denken des Bischofs Dionysios von Alexandrien, en Mélanges F.
Wubbe offerts par ses collègues et ses amis à l’occasion de son asoixante-dixième anniversaire
(Fribourg-Suisse 1993) 121-125; N. SANTOS YANGUAS, El cristianismo en el marco de la crisis
del siglo III en el Imperio Romano (Oviedo 1996) 83 ss.; J.B. RIVES, The Decree of Decius and
the Religion of Empire, en JRS 89 (1999) 135-154; P. KERESZTES, Imperial Rome and the
Christians. From the Severi to Constantine the Great, II (Lanham-New York-London 1989) 43-
65; A. ALFÖLDI, Zu den Christenverfolgungen in der Mitte des 3. Jahrhunderts, en Klio 31 (1938)
323-348; G.W. CLARKE, Double-Trials in the persecution of Decius, en Historia 22 (1973) 650-
663; A. ROUSSELLE, La persécution des chrétiens à Alexandrie au IIIe. siècle, en RHDFE 52
(1974) 233 ss. Sobre su aplicación en el caso de Cipriano véase: SAGE [n. 21] 165 ss.; SAUMAGNE
[n. 71] 23-67; G.W. CLARKE, Dissertatio biographica en Sancti Cypriani Episcopi Epistularium
(= Corpus Christianorum. Series Latina III D. Sacti Cyrpiani Eiposcopi Opera. Pars III, 3)
(Turnhout 1999) 687; IDEM [n. 12] 21-39; H. CHADWICK, The Church in ancient society. From
Galilee to Gregory the Great (Oxford 2001) 149 ss.; M. BÉVENOT, s.v. ‘Cyprian von Karthago’,
en Theologische Realenzyklopädie, VIII (Berlin-New York 1981) 247; W.H.C. FREND, The rise of
Christianity (London 1984) 318-324; J. RIST, Cyprian von Karthago und Paul von Samosata.
Überlegungen zum Verständnis des Bischofsamtes im 3. Jahruhundert (Darmstadt 2000) 260-
261; I. KAUFMAN, Church, Book and Bishop. Conflict and Authority in early latin Christianity
(Boulder-Oxford 1996) 50; P. KERESZTES, Imperial Rome and the Christians. From the Severi to
Constantine the Great, II (Lanham-New York-London) 50-57; MONCEAUX [n. 92] 21 ss.; 209 ss.;
G.D. DUNN, The carthaginian synod of 251: Cyprian’s model of Pastoral Ministry, en I concili
della cristianità occidentale. Secoli III-V. XXX Incontro di studiosi dell’antichità cristiana. Roma
3-5 maggio 2001 (Roma 2002) 236-238. 97 Ep., 70: Cyprianus Ianuario. Cyprianus, Liberalis... Alius Donatus, Rogatianus, Sedatus...
Antoniano, Rogatiano, Honorato fratribus salutem. 98 Ep., 57: Cyprianus Cornelio: Cyprianus, Liberalis….alius Saturninus, Rogatianus,
Tertullus.
302 ROSA MENTXAKA
la carta 6799
; d. además también se menciona a un Rogaciano obispo en el
concilio de septiembre del 256100
como titular de Nova101
que vota en
sexagésimo lugar.
Esta pluralidad de Rogacionos hay que reconocer que dificulta notablemente
su identificación y permite entender la propuesta interpretativa de Le Bohec de
reconocer dos obispos con este nombre: un Rogaciano I, obispo en Numidia y
un Rogaciano II, según él, obispo de Nova en la Proconsular102
. Por ello,
coincido con Clarke103
en que la identificación del presbítero con el obispo y de
alguno de los dos obispos con el destinatario de nuestra carta es bastante
hipotética y por lo tanto no se erige en un elemento determinante para fijar su
fecha.
Pero, como se ha señalado anteriormente, Clarke ha sugerido tener en cuenta
otro dato para datar la carta, concretamente las referencias que hace el obispo
cartaginés a cómo con este tipo de comportamientos injuriosos y despreciativos
con los superiores se inician las herejías y los cismas104
. Se dice que estas
afirmaciones podrían tener como fundamento la propia experiencia de Cipriano,
quien había sufrido en propia carne el cuestionamiento efectuado por
Felicisimo105
y Novaciano106
. Si ello fuera cierto, nuestra carta se tenía que
haber escrito con posterioridad a esta experiencia cismática por lo que se suele
datar entre el 252-255107
aunque Salcedo Gómez la sitúa a partir de finales del
253 p.C.108
.
99 Ep., 67: Cyprianus Felici et plebibus ad Legionem, Asturicam et Emeritam. Cyprianus,
Caecilius… Quietus, Rogatianus, Tenax... 100 Sent. Episc., 60: Rogatianus a Nova 101 Sobre la dificultad existente para determinar de qué Nova se está hablando en esta ocasión,
véase: DUVAL [n. 11] 77. 102 Y. LE BOHEC, Remarques onomastiques sur la correspondance de S. Cyprien, en Ubique
amici. Mélanges offerts à J. M. Lassère, Chr. Hamdoune (dir.) (Montpellier 2001) 298. 103 CLARKE [n. 12] 163. 104 Ep., 3,3,2: Haec sunt enim initia haereticorum et ortus adque conatus schismaticorum
male cogitantium… 105 Se habla de ello en las cartas 43, 52, 59. 106 Cornelio, obispo de Roma en la carta 50 previene a Cipriano sobre el cisma de Novaciano.
Sobre diversos momentos en los que Cipriano se enfrentó a lo largo de su obispado al clero
rebelde véase: G.D. DUNN, Cyprian’s rival bishops and their communities, en Augustinianum 45
(2005) 61-93 pero 87 a 91 por lo que se refiere a la comunidad novacianista en Cartago y
CAVALLOTTO [n. 5] 388-391. Sobre la incidencia de este cisma en Áfríca, véase: L. PIETRI, Les
résistances: de la polémique païenne à la persécution de Dioclétien, en Histoire du
Christianisme, 2. Naissance d’une chrétienté (250-430) (Paris 1995) 162-166. 107 En este sentido CLARKE [n. 12] 164 quien data las cartas post-cismáticas entre el 252 y el
255. En la misma línea, DELÉANY [n. 11] 64-65. 108 En este sentido SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 454.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 303
Si a estos datos añadimos el hecho de que las consultas efectuadas a
Cipriano en las cuatro primeras cartas suponen de facto un reconocimiento
implícito de su autoridad e importancia, cabe suponer que la carta se pudo
escribir a partir de la fase central de su mandato en que la primacia africana109
de Cipriano estuvo claramente aceptada.
3.2.2. Naturaleza de la reunión mantenida por los obispos.
El inicio de las cartas una110
y tres111
es muy parecido si bien en la tres no se
menciona la presencia de copresbíteros112
en la reunión que Cipriano mantiene
con un grupo de obispos cuyos nombres no específica y cuyo número tampoco
conocemos. Como siempre que aparece un grupo de obispos pronunciándose
sobre una cuestión concreta, en este caso la consulta formulada por el obispo
Rogaciano, cabe preguntarse de qué tipo de reunión se trata, o, dicho de otra
manera, cuál es la naturaleza jurídica del órgano que constituyen este grupo de
obispos.
Esta claro que una serie de obispos presentes no da lugar a un concilio ya
que el propio Cipriano ni lo denomina como tal113
ni en las cartas sinodales
destinadas a difundir los acuerdos adoptados aparece la enumeración de los
obispos presentes en la asamblea114
. Estamos ante una simple reunión de
obispos, que no sabemos con precisión si habían sido convocados al efecto por
Cipriano, o, si sencillamente siendo obispos de otros lugares se encontraban de
paso en Cartago y Cipriano, aprovechó la ocasión para departir con ellos sobre
la consulta planteada por el colega Rogaciano. Según Duval115
, Cipriano no
juzgó necesario especificar los nombres de los asistentes ya que serían
desconocidos para el destinatario de la carta por vivir en lugares muy alejados y
la reunión pudo tener lugar aprovechando la presencia de los obispos en Cartago
como motivo precisamente de un concilio. Sin descartar que esta hipótesis
109 Sobre esta preeminencia de Cipriano véase: SCIPIONI [n. 77] 90-91 y J. PATOU BURNS jr.,
Cyprian the bishop (London-New York 2002) 156. 110 Ep.,1,1: Graviter conmoti sumus ego et collegae mei qui praesentes aderant et
conrresbyteri nostri qui nobis adisedebant... 111 Ep., 3,1: Graviter et dolenter conmoti sumus ego et collegae qui praesentes aderant… 112 Según CLARKE [n. 12] 165 la ausencia de copresbíteros se podría interpretar en el sentido
de que su presencia no es adecuada cuando se debate sobre la conducta de un diácono respecto de
su obispo. Esta ausencia, según DELÉANI [n. 11] 63 podría hacer pensar a alguien que se poduce
porque estamos ante un concilio, hecho que la misma autora, 63-64 niega. Sobre el uso del
sustativo compresbyteri por parte de Cipriano véase: VILELA [n. 77] 279-281. 113 Ep.,1,1,1: in concilio episcoporum statutum sit…; 2,2: contra formam nuper in concilio a
sacerdotibus datam. 114 Véase al respecto: DUVAL [n. 11] 103 y 304-305 donde señala los 42 firmantes de la carta
sinodal recogida en Ep., 57, los 66 de la Ep., 64, los 47 de la Ep., 67, etc. 115 DUVAL [n. 11] 305.
304 ROSA MENTXAKA
interpretativa pueda ser la adecuada, tampoco hay que excluir, en mi opinión,
que estemos ante una reunión informal acaecida a petición de Cipriano y a la
que convoca a los obispos que de paso pueda haber en la ciudad.
Y esta reunión, a diferencia de Duval116
seguida por Deléani117
, no pienso
que se pueda calificar como ‘d’un groupe informel de juges’. En este caso
concreto, tal como interpreto yo al menos el texto, no estamos ante un tribunal
que conozca de causa alguna. Estamos ante una mera consulta que se efectúa a
la autoridad jerárquica superior. De la respuesta de Cipriano deducimos la
consulta: Rogaciano ha expuesto por escrito dirigido a Cipriano (lectis litteris
tuis) que hay un diácono en su comunidad que le insulta e injuria y además
cuestiona que con su edad se pueda ejercer debidamente el magisterio episcopal
por lo que Rogaciano pregunta qué hacer al respecto.
El caso lo estudian Cipriano y sus colegas y le responden, argumentando con
pasajes bíblicos que él (Rogaciano), en calidad de obispo, tiene poder suficiente
para castigar o incluso excomulgar al clérigo en cuestión, si bien le
recomiendan no imponer las sanciones más graves sin antes haberle instado al
arrepentimiento y al reconocimiento del respeto debido al obispo insultado. La
mini asamblea de obispos no conoce del caso e impone una sanción, no actúa
como tribunal sino que se limita a conocer de la consulta y posteriormente,
Cipriano remite la respuesta al consultante. Cipriano ha asumido la lógica de las
constituciones imperiales y concretamente de los rescriptos118
; de la misma
manera que los funcionarios imperiales y los gobernadores de provincias que
administraban justicia si tenían dudas consultaban al emperador, también aquí
los obispos lo hacían respecto de quien consideraban su superior natural, su
primado. Al igual que el emperador recibía consultas de sus funcionarios,
también él obispo de Cartago lo hacía de sus obispos en calidad de primado del
Norte de África. Y si a la luz de la consulta creía oportuno debatir la solución,
consultaba con su ‘consilium’119
– constituido en esta ocasión por un grupo de
obispos desconocidos – y, tras analizar el caso, respondía al consultante y le
notificaba por escrito su respuesta, que en esta ocasión se concreta en que debe
conocer del caso, debe actuar como juez e imponer la sanción que considere
más adecuada. Lo que desde mi punto de vista hace la respuesta de Cipriano es
116 DUVAL [n. 11] 303. 117 DELÉANI [n. 11] 64. 118 Véase al respecto: J.P. CORIAT, Le prince législateur (Roma 1997) 338-339 y F.
WIEACKER, Römische Rechtsgeschichte. 2er. Abschnitt. Die Jurisprudenz vom frühen Prinzipat
bis zum Ausgang der Antike im Weströmischen Reich und die oströmische Rechtswissensachaft
bis zur Justinianischen Gesetzgebung (München 2006) 74-76. 119 Sobre el consilium principis véase por ejemplo: WIEACKER [n. 118] 65 ss. con la
bibliografía allí citada.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 305
sentar las bases teológicas sobre las que se asienta la titularidad del obispo en la
administración de justicia en su comunidad, pero pienso que él junto con el
resto de los obispos anónimos no ha(n) actuado como tribunal colegiado que
conoce de esa causa y dicta la sentencia correspondiente, lo que permitiría
aceptar como correcta la afirmación de Duval de que estamos ante un grupo
informal de jueces.
3.2.3. Decisión adoptada y su fundamentación.
En este apartado me voy a centrar sobre todo en subrayar la terminología
jurídica romana que Cipriano emplea a lo largo de la carta para construir su
argumentación. Como he subrayado ya, se trataría de justificar la competencia
del obispo como juez natural para conocer del caso y ello, naturalmente, no se
va a hacer aludiendo como argumento de autoridad a pasajes de juristas clásicos
o a constituciones imperiales sino a los principios que para Cipriano configuran
su ley y que extrae de textos del Antiguo o del Nuevo Testamento; sin embargo,
no obstante ello, vamos a tener la oportunidad de apreciar, como he subrayado
ya en la introducción, que la terminología jurídica romana, particularmente la
del ámbito penal, está muy presente en la construcción de la argumentación que
desarrolla el prelado.
Ya la primera línea de la carta, cuando describe al conjunto de personas que
han estado presentes para debatir el tema Cipriano se refiere a los otros obispos
como collegae120
(graviter... ego et collegae qui praesentes aderant). Como se
sabe, en el ámbito del derecho público romano121
, ya desde la época
republicana, la voz collega designaba a los magistrados (cónsules, pretores,
ediles, etc.), que tenían reconocida autónomamente la misma capacidad de
decisión. Quizás por ello se puede entender que en un pasaje del Digesto122
se
diga que dicho término se emplea para denominar a los que tienen el mismo
nivel de poder. Conociendo probablemente esta acepción así como la existencia
del principio de colegialidad de las magistraturas romanas, Cipriano no duda lo
más mínimo en utilizarlo y aplicarlo a los obispos por considerar que todos y
120 Sobre dicho término en las fuentes jurídicas ver: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 77. 121 Véase sobre ello: TH. MOMMSEN, Römisches Staatsrecht, 1 Band, 4ª ed. (Tübingen 1952)
27-61; J. BLEICKEN, Zum Begriff der römischen Amtsgewalt auspicium, potestas, imperium.
Nachrichten der Akademie der Wissenschaften in Göttingen. 1. Philologisch-historische Klasse
(Göttingen 1981) 279 ss.; W. KUNKEL - R. WITTMANN, Staatsordnung und Staatspraxis der
römischen Republik. 2ter. Abschnitt, Die Magistratur (München 1995) 8 ss. y WIEACKER [n. 51]
223 ss. y CHR. GIZEWSKI, s.v. ‘Collega’, en Der neue Pauly. Enzyklopädie der Antike, 3
(Stuttgart-Weimar 1997) 66-67. 122 Dig. 50,16,173 pr. (Ulp, Sab. 39): Collegarum appellatione hi continentur, qui sunt
eiusdem potestatis.
306 ROSA MENTXAKA
cada uno de ellos tienen el mismo rango jerárquico, la misma potestas123
. Por
ello, el empleo del vocablo collega por parte del cartaginés para designar a los
obispos de otras comunidades aunque lógicamente se aleja de la acepción
originaria de las magistraturas republicanas, en el fondo no es tan inadecuado ya
que se emplea para, en el seno de la organización político-jerárquica de la
incipiente iglesia cristiana, designar a unos ‘magistrados’, los obispos, en un
momento temporal en el que todavía predomina la idea del llamado episcopado
monárquico aunque, como vemos por el propio Cipriano, empieza ya a apuntar
la aparición del sistema metropolitano124
.
La siguiente frase es de sumo interés por la cantidad de términos jurídicos a
los que se hace referencia al exponer los hechos que han dado lugar a la
consulta: el obispo se queja de que el diácono no respeta el lugar sacerdotal que
él ocupa al mismo tiempo que olvida el servicio implícito en su cargo
afligiéndole con sus ofensas e injurias (quibus de diacono tu conquestus es,
quod inmemor sacerdotalis loci tui et officii ac ministerii sui oblitus contumeliis
et iniuriis suis te exacerbaverit). Como vemos Cipriano habla de loci tui, de
officii ac ministerii sui y de contumeliis et iniuriis suis. Parece claro que
Cipriano emplea el término locus para referirse al lugar en el sentido de rango
social, de posición que ocupa el obispo en la sociedad125
, en este caso tenemos
que interpretar cristiana126
. Evidentemente, el diácono y el obispo no están al
mismo nivel jerárquico, no ocupan el mismo locus y de recordarlo se encarga
Cipriano al señalar que el diácono olvida127
que su cargo lleva implícita la idea
de servicio (officii ac ministerii sui oblitus), en definitiva, que su posición es
inferior a la del obispo en la jerarquía de la iglesia del momento128
. Para hacer
123 PATOU BURNS jr. [n. 109] 153; SAXER [n. 7] 87 subraya el empleo sobre todo de este
término collega para referirse a los obispos, pero destaca que en ocasiones las voces coepiscopus
y consacerdos también se encuentran en su obra; en la misma línea, VILELA [n. 77] 331. 124 Véase al respecto: H.W. BEYER - H. KARPP, s.v. ‘Bischof’, en Reallexikon für Antike und
Christentum. Sachwörterbuch zur auseinandersetzung des christentums mit der Antiken Welt, 2
(Stuttgart 1954) 404-406: J. RIVIÈRE, s.v. ‘Évêques’, en Dictionnaire pratique des connaissances
religieuses, 3 (Paris 1926) 88 ss. y J. NEUMANN, s.v. ‘Bischof’, en Theologische
Realenzyklopädie, 6 (Berlin-New York 1980) 657 en lo que se refiere a la percepción que
Cipriano tiene del obispado. P. LANDAU, s.v. ‘Kircheverfassungen’, en Theologische
Realenzyklopädie, 19 (Berlin-New York 1990) 110 ss. pero en especial 111-114 por lo que se
refiere a la iglesia preconstantiniana. 125 Véase: HOFFMANN [n. 5] 168-170. Sobre los diversos grados o categorías existentes en el
clero según se deduce de los escritos de nuestro obispo (lectorado, diaconoado,
presbiteriado,episcopado) véase: SAXER [n. 31] 76-88 y VILELA [n. 77] 261-268. 126 Sobre las diversas acepciones de locus, entre las que se encuentra esta, véase HEUMANN -
SECKEL [n. 39] 320-321. DELÉANI [n. 11] 82 también subraya esta acepción del término. Sobre el
empleo que Cipriano da a este vocablo véase: VILELA [n. 77] 286-287. 127 Sobre el tema de la memoria y el olvido en Cipriano, DELÉANI [n. 11] 82. 128 Sobre dicha diferencia de rango y funciones, por ejemplo: BEYER - KARPP [n. 124] 403.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 307
referencia a esta desigualdad entre los dos grados los obispos por un lado y los
diáconos por otro, Cipriano acude a un término técnico (officium), que como
sabemos, entre las diversas acepciones con las que lo podemos encontrar en las
fuentes jurídicas, tiene la de cargo, magistratura129
seguido de otro, ministerium,
que lleva implícita la idea de servicio130
de donde deducimos que la función o
tarea del diácono (officium) es servir, ayudar o asistir (ministerium) al obispo131
.
Y el diácono, olvidándose del respeto que merece el superior, de los deberes
de servicio que tiene respecto de él, se dedica por el contrario a ofenderle e
injuriar. Y para subrayar estos hechos utiliza los términos de contumelia e
iniuria, que naturalmente están presentes en el derecho romano. Como se sabe,
la iniuria era un tipo penal perseguible ya desde la época de las Doce Tablas132
.
Cuando se acude a las fuentes133
, se aprecia una doble acepción: a. por un lado
un sentido amplio, siendo en ese caso la iniuria cualquier hecho contrario a
derecho, cualquier acto antijurídico134
y b. un sentido estricto, según el cual
vendría a significar todo ataque contra la integridad corporal o moral de una
persona135
, dando lugar a un hecho perseguible en el ámbito de los delitos
privados. Y al desarrollar los juristas romanos el concepto de ofensa o ataque
contra la moral de una persona, vemos que la iniuria comprende los casos de
contumelia136
, es decir, de menoscabo o desden de la estimación pública de una
persona137
.
Y a la luz de los hechos que se desprenden de la respuesta, particularmente
en el apartado 3,2138
de la carta, da la sensación que el diácono ha intentado
socavar el buen nombre del obispo Rogaciano subrayando su ancianidad y, en
129 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 388-389. 130 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 343-344. 131 En este sentido HOFFMANN [n. 5] 171. 132 MOMMSEN [n. 40] 784 ss.; FERRINI [n. 40] 231 ss. y KASER [n. 46] 623 ss. 133 Véase al efecto: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 269. 134 Dig. 47,10,1pr. (Ulp., Ed. 56): Iniuria ex eo dicta est, quod non iure fiat: omne enim, quod
non iure fit, iniuria fieri dicitur. Hoc generaliter. Collat. 2,1,5,1: Paulus libro singulari et titulo de
iniuriis: 1. Generaliter dicitur iniuria omne, quod non iure fit. 135 Dig. 47,10,1,1 (Ulp., Ed. 56): Iniuriam autem fieri Labeo ait aut re aut verbis: re, quotiens
manues inferuntur: verbis autem, quotiens non manus inferuntur, convicium fit:...; Dig. 47,10,1,2
(Ulp, Ed. 56): Omnemque iniuriam aut in corpus inferri aut ad dignitatem aut ad infamiam
pertinere...; Collat., 2,1,5,4: Fit autem iniuria vel in corpore, dum caedimur, vel verbis, dum
convicium patimur, vel cum dignitas laeditur, ut cum matronae vel praetextatae comites
abducuntur. 136 Dig. 47,10,1pr. (Ulp., Ed. 56): Specialiter autem iniuria dicitur contumelia.; Collat.,
2,1,5,1: Paulus libro singulari et titulo de iniuriis: 1. Generaliter dicitur iniuria omne, quod non
ire fit: specialiter alia est contumelia quam Graeci apellant… Collat., 2,1,5,3: Hoc edictum
ad eam iniuriam pertinet, quae contumelia causa fit. 137 En este sentido, KASER [n. 46] 624. 138 ‘Senectutem tuam nemo despiciat’.
308 ROSA MENTXAKA
consecuencia, cuestionando su capacidad para seguir dirigiendo la comunidad
de fieles. Este hecho, entra en la lógica de la llamada iniuria atrox, que era
perseguida en el ámbito del procedimiento público (cognitio extra-ordinem139
),
y que los juristas romanos consideraban se producía, entre otros casos, cuando
una persona de baja condición ofendía a otra de rango superior (por ejemplo
magistrado o senador)140
.
Con base en estas referencias, la impresión que se saca es que Cipriano
emplea con conocimiento de causa los términos de contumelia e inuiria y por
ello ‘tipifica’ la conducta del diácono; sencillamente alude al comportamiento
del diácono empleando terminología penal romana para justificar y en su
momento naturalmente defender la sanción que se debe imponer, de la misma
manera, aunque no se diga expresamente, que se hace en el ámbito de la
sociedad pagana.
Y en este apartado primero de la carta seguimos encontrando más términos
jurídicos, concretamente, la contraposición entre auctoritas y potestas. En esta
parte del texto, se destaca el comportamiento ejemplar y modesto de Rogaciano
ya que ha preferido presentar las quejas sobre el diacono a pesar de que, en
virtud del vigor del episcopado y la autoridad de la cátedra, tenía poder para
reclamar inmediatamente una reparación (Et tu quidem honorifice circa nos et
pro solita tua humilitate fecisti, ut malles de eo nobis conqueri, cum pro
episcopatus vigore et cathedrae auctoritate haberes potestatem qua posses de
illo statim vindicari…). Y Vuelve a mencionar el binomio más adelante cuando
alude a los textos sagrados en los que él fundamenta la legitimidad de los
obispos para imponer sanciones a sus ofensores al señalar que también Salomón
nos enseña cuál es la autoridad y el poder episcopal141
. En esta carta, una vez
más, Cipriano demuestra conocer la terminología jurídica y sus significados,
pues es claro que el binomio autoridad-potestad estuvo muy presente en las
fuentes142
.
139 M. BALZARINI, De iniuria extra ordinem statui. Contributo allo studio del diritto penale
romano dell’età classica (Padova 1983). 140 Ver Gai., 3, 225: Atrox autem iniuria aestimatur vel ex facto… vel ex persona, veluti si
magistratus iniuriam passus fuerit, vel senatori ab humili persona facta sit iniuria; IJ, 4,4,9:
Atrox iniuria aestimatur vel ex facto,... vel ex persona, veluti si magistratus iniuriam passus
fuerit, vel si senatori ab humili iniuria facta sit... 141 Ep., 3,2,1: Sed Salomon in Spiritu sancto constituts testatur et docet quae sit sacerdotalis
auctoritas et potestas dicens… 142 HEUMANN - SECKEL, Handlexikon [n. 39] s. v. ‘Auctoritas’, 43-44 y s.v. ‘Potestas’, 443-
444.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 309
Como es bien conocido, el término auctoritas143
fue polisémico y lo
encontramos en diferentes ámbitos tanto de la vida pública como privada. Así
por ejemplo se empleó para referirse a la gran capacidad de influencia que una
persona tenía sobre otra debido a la confianza que sus capacidades y
competencias generaban144
. Además, en el ámbito del derecho público, se le
vinculó a dos instituciones políticas determinantes en la historia romana: el
senado por un lado (auctoritas patrum) y el emperador por otro (auctoritas
principis)145
. En el ámbito del derecho privado no debemos olvidar las
expresiones auctoritas tutoris y auctoritas venditoris146
que nos demuestran
también su vigencia en las relaciones jurídicas entre particulares. Algo
semejante ocurre con el vocablo potestas tal como se pone de manifiesto en un
pasaje de Paulo147
que distingue diversos sentidos en el término según se hable
de la potestad de los magistrados, en cuyo caso significa imperium, de la de las
personas libres, en cuyo caso se aplica a la expresión patria potestas, o de la
que se ejerce sobre los esclavos en cuyo caso tiene la acepción de dominium.
Por lo que se refiere al ámbito del derecho público el término designa la
capacidad de los magistrados para llevar a cabo actos jurídicos válidos148
.
Pero nuestro texto, como hemos visto vincula autoridad y potestad y esta
última, la potestas parece fundamentarla en el vigor del episcopado y la
autoridad de la cátedra (pro episcopatus vigore et cathedrae auctoritate)149
.
Como se sabe, la contraposición conceptual más famosa entre auctoritas y
potestas se produjo en el testamento de Augusto (Monumentum Ancyranum)
donde el emperador declara que superó a todos en autoridad si bien no tuvo
poder superior al resto de los magistrados de los que fue colega150
. De esta y
otras fuentes se ha concluido que la potestas sirve para designar el poder propio
de las magistraturas, mientras que la auctoritas se refiere a la capacidad de
influencia que se le reconoce a una persona y que tiene su origen en dicha
143 A. D’ORS, Auctoritas, authentia, authenticum, en Parerga histórica (Pamplona 1977) 143-
151; Ul. GMELIN, Auctoritas. Römischer Princeps und päpstlicher Primat, en Geistige
Grundlagen römischer Kirchenpolitik (Stuttgart 1937) 1-154. 144 Véase: K.H. LÜTCKE, Auctoritas bei Augustin (Stuttgart-Berlin-Köln-Mainz 1968) 14-20. 145 GMELIN [n. 143] 21-29, 58-79; LÜTCKE [n. 144] 20-22. 146 GMELIN [n. 143] 8-20; LÜTCKE [n. 144] 22-29. 147 Dig. 50,16,215 (Paul., L.S. ad legem Fufiam Caniniam): Potestatis verbo plura
significantur: in persona magistratuum imperium; in persona liberorum patria potestas; in
persona servi dominium. At cum agimos de noxae deditione cum eo qui servum non defendit,
praesentis corporis copian facultatemque significamus. 148 En este sentido: J. BLEICKEN, Zum Begriff der römischen Amtsgewalt auspicium, potestas,
imperium. Nachrichten der Akademie der Wissenschaften in Göttingen. 1. Philologisch-
historische Klasse (Göttingen 1981) 24; véase también: MOMMSEN [n. 121] 22 ss. 149 Comenta esta frase CLARKE [n. 12] 166. 150 Cap. 34: post id tempus auctoritate omnibus praestiti, potestatis autem nihilo amplius
habui quam ceteri, qui mihi quoque in magistratu collegae fuerunt.
310 ROSA MENTXAKA
persona, sin que derive de nadie151
, y que ambos conceptos durante la República
y el inicio del Principado estuvieron claramente diferenciados152
. Sin embargo,
pese a que en el texto de Augusto la contraposición estaba clara, hay supuestos
en los que no lo está tanto (por ejemplo cuando en las fuentes se habla de
auctoritas consulis, praetoris, etc.). Y en nuestro caso concreto ocurre algo
semejante153
: Cipriano hace derivar el poder que tiene el obispo de conocer del
caso y sancionarlo de la autoridad de la cátedra154
. Y por ello insiste en afirmar
que este poder que tiene derivado de la autoridad de la cátedra nadie lo va a
cuestionar ya que todos sus colegas en el episcopado aprobarían lo que él,
Rogaciano, hubiera decidido respecto al diácono ofensor con base en el poder
episcopal que tiene155
.
Como he señalado ya, está claro que Cipriano, en la estructura eclesiástica
que establece, considera que los obispos por el lugar que ocupan, están
legitimados para imponer las sanciones correspondientes a los miembros de su
comunidad. Una vez efectuada dicha afirmación, expone los fundamentos
teológicos de ese poder: a. un pasaje del Deuteronomio156
que establece la
condena capital para los insolentes que no obedecen al sacerdote o al juez y
ejemplifica el supuesto haciendo alusión en primer lugar a tres ministros de
Dios: Coré, Dathán y Abirón que pagaron con su vida la audacia de querer
igualarse a él y en segundo lugar a la indignación del Sr. (I Sam 8,7) cuando el
sumo sacerdote fue despreciado por los judíos a causa de su ancianidad,
vengándose del desprecio mediante el rey Saúl que los abrumó y oprimió157
. b.
otros del Eclesiastés158
en los que se insiste en la idea de respetar y reverenciar a
los sacerdotes y c. otros del Nuevo Testamento159
que insisten en la misma idea
de respeto y reconocimiento de los sacerdotes.
151 En este sentido: LÜTCKE [n. 144] 31 ss. 152 LÜTCKE [n. 144] 33. 153 Vease: G. TELLENBACH, s.v. ‘Auctoritas’, en Reallexikon für Antike und Christentum.
Sachwörterbuch zur auseinandersetzung des christentums mit der Antiken Welt, 1 (Stuttgart 1950)
907. 154 Sobre el concepto de auctoritas en Cipriano (cathedrae auctoritas, ecclesiae auctoritas,
sacerdotalis auctoritas) véase: GMELIN [n. 143] 91-97 y LÜTCKE [n. 144] 57. 155 Ep., 3,1,1: … certus quod collegae tui omnes gratum haberemus quodcumque circa
diaconum tuum contumeliosum sacerdotali potestate fecisses... 156 Deut.,17,12-13, donde se establece la condena a muerte para toda persona que cometiera la
insolencia de desobedecer al sacerdote o al juez. Comentário en DELÉANI [n. 11] 82-83 y
CAVALLOTTO [n. 5] 384. 157 Comentario en DELÉANI [n. 11] 83-84. 158 Eccli., 7,31, 33, pasajes en los que se establece el deber de honrar y temer al Sr. con toda el
alma al mismo teimpo que se respeta y reverencia a sus sacerdotes. Comentario en DELÉANI [n.
11] 84-85 y Cavallotto [n. 5] 384. 159 Por ejemplo: Act., 23,4-5, donde se establece que la prohibición de injuriar al principe y
Mt., 8,4 que refleja como Jesucristio, tras haber curado al leproso, le anima a presentarse al
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 311
Y una vez que ha expuesto en el apartado inicial el principio según el cual
los obispos tienen poder para imponer sanciones, en el central desarrolla
teológicamente dicha afirmación haciendo referencia a los textos de la biblia en
los que se fundamenta, en el tercero y último vuelve a abordar la cuestión de la
legitimidad de los obispos para imponer sanciones y por ello inicia el apartado
de la carta recordando la estructura existente en el interior de la Iglesia: El Sr.
ha elegido a los apóstoles, es decir a los obispos, y los diáconos han sido
designados después por los apóstoles, es decir por los obispos como ministros; y
de la misma forma que los obispos no pueden alzarse contra Dios, tampoco los
diáconos lo pueden hacer contra los obispos.
Y en este apartado, para referirse al obispo, emplea el término
praepositus160
. Como es conocido, la voz aparece en las fuentes jurídicas161
para
referirse a una persona que ha sido colocada como representante de una
autoridad superior, pero especialmente se emplea en el ámbito militar para
designar a un jefe superior162
y, a partir de Constantino por lo tanto en un
momento temporal posterior al que escribe nuestro obispo, se aplicó a los jefes
de servicio de rango muy elevado en la administración imperial tipo:
praepositus sacri cubiculi, praepositus sacri palatii163
. Una vez más, al utilizar
el término Cipriano demuestra conocer bien la estructura administrativa romana
de su época y emplea por ello una palabra para calificar a los obispos164
que
implica tanto la idea de representación de una autoridad superior como de
poder.
Y al mencionar las posibilidades de actuación que tiene el obispo, vuelve a
utilizar otro término muy querido por él165
(honor166
) para referirse al respeto
sacerdote que no le había reconocido como Cristo y hacer la ofrenda; sobre dichos pasajes véase
DELÉANI [n. 11] 84-85 y CAVALLOTTO [n. 5] 384. 160 Ep., 3,3,1: Meminisse autem diaconi debent quoniam apostolos id est episcopos et
praepostos Dominus elegit…; 3,3,2: et episcopo praeposito suo… ut praepositum superbo tumore
contemnant.; en Ep., 1,2: … sacerdoti praeposito se adaequare… 161 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 449. 162 R. CAGNAT, s.v. ‘Praepositus’, en Dictionnaire des Antiquités grecques et romaines
d’après les textes et les monuments, IV.1 (Paris s.d.) 623-624; HOFFMANN [n. 5] 260-261. 163 A.H.M. JONES, The later roman Empire 284-602 (Oxford 1964) I, 127, 254, 425-426; 486;
II, 567-570; H. SCHOLTEN, Der Eunuch in Kaisernähe: Zur politischen und sozialen Bedeutung
des praepositus sacri cubiculi im 4. und 5. Jahrhundert n. Chr. (Frankfurt a. Main y otras 1995);
D. SCHLINKERT, Vom Haus zum Hof: Aspekte höfischer Herrschaft in der Spätantike, en Klio 78
(1996) 454-482. 164 SAXER [n. 7] 86, DELÉANY [n. 11] 83 y CLARKE [n. 12] 166-167 informan sobre el empleo
del término praepositus en Cipriano para referirse a los obispos. 165 Véase al respecto: HOFFMANN [n. 5] 166-168 y VILELA [n. 77] 287. 166 Sobre sus diversos significados: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 237-238.
312 ROSA MENTXAKA
que merecen los obispos (ut honorem sacerdotis agnoscat…) y la posibilidad de
que el diácono que ha actuado insolentemente se arrepienta y preste la
satisfacción correspondiente. Como se sabe, en el ámbito del derecho público
romano ocupar una magistratura constituía un honor167
, honor que se extendió
posteriormente a los magistrados municipales168
de tal forma que el honor era
connatural al ejercicio de una magistratura y a su titular. Pues bien, de nuevo
esta idea se recibe por Cipriano y se aplica al equivalente a los magistrados
civiles en el seno de la iglesia: los obispos electos.
Sigue Cipriano argumentando que si el clérigo no reconoce el respeto que
merece el obispo y le presta la satisfacción correspondiente, se pueden poner en
marcha movimientos cismáticos169
, lo que evidentemente constituye un grave
problema para la unidad de la Iglesia170
. Por ello el obispo, si el diácono
siguiera provocándole con las ofensas171
, emplearía ‘contra eum potestatem
honoris tui ut eum vel deponas vel abstineas’. Otra vez acude Cipriano a unas
expresiones que ya nos resultan conocidas para subrayar que el obispo es titular
legítimo de una serie de facultades que constituyen su potestas y que son
naturales o propias de su dignidad y con base en ellas puede deponer o
excomulgar al diácono. Cabe suponer que dependiendo de la gravedad de la
conducta el obispo puede optar entre la sanción más grave: la excomunión, o, la
más leve: la deposición de su cargo de diácono pero reconociéndole el derecho
a seguir perteneciendo a la comunidad cristiana.
Y una vez más, el lenguaje administrativo romano está presente en Cipriano:
el verbo deponere172
que en el libro referido a las penas en el Digesto se
encuentra con la acepción de destituir a alguien de su cargo173
. De nuevo, da la
sensación de que Cipriano conoce esta acepción de destitución o deposición y la
emplea con plena conciencia y conocimiento de causa en aquellos supuestos en
los que no es tan preocupante la conducta perseguible. Por el contrario, si el
comportamiento es grave la sanción también y por ello se utiliza el verbo
167 MOMMSEN [n. 121] 8-11; KUNKEL - WITTMANN [n. 121] 10-11. 168 Dig. 50,4 lleva por titulo: De muneribus et honoribus. Además en contramos en Dig.
50,4,14 pr. (Callist., De cogn. 1): Honor municipales est adminstratio rei publicae cum dignitatis
gradu, sive cum sumptu sive sine erogatione contingens. Sobre la distinción entre munera y
honores en el ámbito municipal véase: W. LIEBENAM, Städteverwaltung im römischen
Kaiserreiche (Leipzig 1900) 419 ss. 169 Comenta la frase: «haec sunt enim initia haereticorum et ortus adque conatus
schismaticorum male cogitantium», CLARKE [n. 12] 169. 170 Ver el comentario de Clarke [n. 12] 169. 171 Vuelve a calificar el comportamiento del diácono como contumelia: si ultra te contumeliis
suis exacerbaverit… 172 Sobre sus múltiples significados ver: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 136-137. 173 Ver Dig. 48,19,8 pr. (Ulp., off. procons. 9): aut damnum cum infamia aut dignitatis
aliquam depositionem aut alicuis actus prohibitionem.
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 313
abstinere. El sentido preciso del término174
ha sido discutido y, mientras Beck175
defiende que en este caso debe interpretarse en el sentido de que se prohibía a
alguien el ejercicio de algunas funciones pero sin que a ello siguiera la
deposición, tanto Clark como Deléani176
, con base en el empleo que el propio
Cipriano hace del verbo en otros pasajes177
, consideran que en el presente caso
con abstienere hay que entender que Cipriano está queriendo decir
excomunicar.
Inicia el último apartado de la carta haciendo referencia a que si alguien se
uniera al diácono en el comportamiento sancionable el obispo está lógicamente
legitimado para hacer lo que proceda, que en esta ocasión se presenta como
alternativa (vel coerceris poteris vel abstinere). Otra vez emplea Cipriano
terminología penal, concretamente el verbo coercere que en las fuentes jurídicas
tiene, en ocasiones, la acepción genérica de sancionar178
y que, en este caso de
nuestro texto, no sabemos con exactitud en qué tipo de sanción se puede
concretar. Según Clarke179
iría desde la deposición hasta una suspensión
temporal mientras que, como ya se ha visto en el párrafo anterior, abstienere
haría referencia clara a la excomunión. Pone punto final a la carta recordando a
Rogaciano que es mejor ejercitar la virtud de la paciencia y de la clemencia que
proceder a castigar las ofensas e injurias.
4. A modo de síntesis.
Con base en el comentario efectuado cabe señalar:
1. Si bien no podemos determinar con precisión la fecha exacta de ambas
cartas, parece claro que su redacción no aconteció en la primera fase del
obispado de Cipriano como se ha defendido tradicionalmente; al margen de los
argumentos prosopográficos referidos a los obispos que no son determinantes
en ninguno de los casos, cabe pensar que unas consultas del género, sobre
cuestiones disciplinarias, suponen un reconocimiento fáctico de la primacía del
obispo de Cartago, hecho que cabe suponer se pudo dar no en la fase inicial de
su mandato, como sabemos discutida por algunos debido a su marcha de
Cartago, sino a partir de su fase central en que su auctoritas, al haber convocado
y presidido ya varios concilios, era un hecho.
174 Sobre su uso en las fuentes jurídicas véase: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 5-6. 175 A. BECK, Römisches Recht bei Tertullian und Cyprian. Eine studie zur frühen
Kirchenrechtsgeschichte (Halle 1930 = Aalen 1967) 134 n. 5. 176 DELÉANI [n. 12] 166, 170 y [n. 11] 88. 177 SAXER [n. 7] 165. 178 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 74 en particular la nº 4. 179 CLARKE [n. 12] 169-170.
314 ROSA MENTXAKA
2. Por lo que se refiere a la carta tercera, los obispos reunidos en torno a
Cipriano interpreto que son una especie de consilium en el que él se apoya para
debatir la respuesta que quiere hacer llegar por escrito a la consulta formulada
por Rogaciano. A diferencia de Deléani y Duval no creo que este conjunto de
obispos actuara como ‘un groupe informel de juges’. En mi opinión esta claro
que él, junto con el resto de los obispos anónimos, no ha actuado como tribunal
colegiado que conoce de esa causa y dicta la sentencia correspondiente, lo que
permitiría aceptar como correcta la afirmación de Duval. Cipriano se ha
limitado a dar una respuesta a la consulta planteada, pienso que aplicando la
lógica de las constituciones imperiales, concretamente la de los rescriptos y por
ello, en la respuesta notifica al consultante que debe conocer del caso, actuar
como juez natural del mismo e imponer la sanción que considere más adecuada.
3. En la articulación y redacción de las respuestas con sus correspondientes
condenas, Cipriano emplea, como hemos tenido ocasión de apreciar, muchos
términos jurídicos: maiestas, crimen, lex, vicarius, salarium, pudor, honor,
infamia, delicta, alimenta en la carta segunda; collegae, locus, officium,
contumelia, iniuria, auctoritas, potestas, praepositus, honor, deponere,
abstinre, coercere, en la carta tercera. Cipriano trae a colación muy
acertadamente toda esta terminología, particularmente del derecho penal
romano, en la construcción de su discurso y demuestra, en mi opinión, un
conocimiento de su significado técnico en el ámbito jurídico ‘pagano’, aunque
habitualmente no la emplee con dicho sentido. De la misma manera que en el
ámbito terrenal existe una justicia penal articulada en torno a los crimina,
delicta, etc, para crear la normativa sancionadora cristiana de su época Cipriano
no duda en utilizar términos penales ‘laicos’ como un recurso lingüístico más
para, de esta forma, articular las condenas religiosas que establece en estas dos
cartas.
4. Por lo que se refiere a la carta segunda, pienso que la preocupación de
Tertuliano y Cipriano por el mundo de los espectáculos en general y del teatro
en particular se plasmó en diferentes cánones conciliares que siguiendo su
ejemplo condenaron la actividad; el que se tuviera que estar insistiendo en esta
condena tanto en Oriente como en Occidente, demuestra en mi opinión que los
actores probablmente hicieron caso omiso de dicha condena. Por consiguiente,
la autoridad de la iglesia se vio en la necesidad de recordarla e insistir en ella.
5. Lo que Cipriano hace en ambas respuestas es sentar las bases teológicas
sobre las que se asientan las condenas: a. en la carta tercera la legitimidad del
obispo para conocer de las causas de su comunidad e imponer las sanciones
correspondientes (deposición o excomunión en el supuesto de que previamente
no haya habido arrepentimiento y reparación) y b. en la carta segunda, la
Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 315
excomunión en el supuesto de que que un actor que formaba parte de la
comunidad pretendiera seguir ejerciendo el magisterio de su profesión. En la
condena recogida en la carta segunda, Cipriano no sigue un planteamiento
propio o novedoso sino que es continuador del previamente expuesto por
Tertuliano. Sin embargo, lo que si hace es fundamentar teológicamente su
posición argumentando con la autoridad de los pasajes del Antiguo Testamento,
concretamente de un pasaje del Deuteronomio que prohibía a los hombres
vestirse de mujeres.