Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano, en Estudios jurídicos en homenaje al...

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ROSA MENTXAKA * Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 1 SUMARIO: 1. Razón de ser de su estudio. 2. Ep., 2: Cyprianus Eucratio. 2.1. Presentación de su contenido. 2.2. Algunas cuestiones de interés. 2.2.1. Fecha y circunstancias de la carta. 2.2.2. Decisión adoptada y su fundamentación. 2.2.3. Persistencia de la decisión. 3. Ep., 3: Cyprianus Rogatiano. 3.1. Presentación de su contenido. 3.2. Algunas cuestiones de interés. 3.2.1. Fecha y circunstancias de la carta. 3.2.2. Naturaleza de la reunión mantenida por los obispos. 3.2.3. Decisión adoptada y su fundamentación. 4. A modo de síntesis. 1. Razón de ser de su estudio. Como se sabe, Cipriano de Cartago (¿? 205-258) 2 fue autor de una amplia producción literaria, entre la que destacan sus Epistulae 3 . En esta obra, compuesta de 82 cartas de las que 16 no son del propio Cipriano, se exponen los problemas y controversias que se vivieron en el seno de la iglesia africana a mediados del siglo III. Las cartas se suelen estudiar y agrupar por orden cronológico y de materias 4 si bien hay un pequeño grupo que, por no saber * Facultad de Derecho de la UPV/EHU. Donostia-San Sebastián. 1 Constituye para mi un honor el poder participar en el homenaje que la comunidad científica internacional rinde al querido maestro. Lo hago con un breve comentario jurídico a las cartas segunda y tercera de la correspondencia de Cipriano de Cartago, trabajo que ha sido redactado en el Leopold Wenger Institut de la Universidad de München gracias a la ayuda concedida por el Ministerio de Ciencia e Innovación español para efectuar allí una estancia de investigación sobre esta materia. 2 Sobre este padre de la iglesia véase mi artículo: Cipriano: De LapsisVI y los límites a la actividad económica episcopal, en Estudios de Derecho Romano en homenaje al Prof. Dr. D. Francisco Samper en ocasión de su jubilación en la Pontificia Universidad Católica de Chile (Santiago de Chile 2007) 477-480 con la bibliografía allí citada. 3 Una síntesis sobre la problemática de la obra con la correspondiente bibliografía véase en mi artículo: Clérigos como tutores y curadores en época preconstantiniana (Cypri., Espist., 1), en Anuario da Facultade de Dereito da Universidade da Coruña. Revista juridica interdisciplinar internacional 11 (2007) 513. 4 Véase por ejemplo: L. DUQUENNE S. J., Chronologie des lettres de S. Cyprien. Le dossier de la persécution de Dèce (Bruxelles 1972) 19-20 quien distingue: 1. Cartas escritas desde su retiro durante la persecución de Decio (Epp., 5-43 subdivididas en varios apartados); 2. Cartas de restauración de la disciplina y cisma de Novaciano (Epp., 44-55, 56-61, 64-66, 67-68); 3. Cartas referidas a la controversia sobre el bautismo de los heréticos (Epp., 69-75); 4. Cartas de la persecución de Valeriano (Epp., 76-81) y 5.- Cartas de fecha incierta (Epp., 1-4, 62-63); H. GÜLZOW - A. WLOSOK, Caecilius Cyrpianus (qui et Tascius), (Apologetische Schriften), en Die

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ROSA MENTXAKA*

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano1

SUMARIO: 1. Razón de ser de su estudio. 2. Ep., 2: Cyprianus Eucratio. 2.1.

Presentación de su contenido. 2.2. Algunas cuestiones de interés. 2.2.1. Fecha y

circunstancias de la carta. 2.2.2. Decisión adoptada y su fundamentación. 2.2.3.

Persistencia de la decisión. 3. Ep., 3: Cyprianus Rogatiano. 3.1. Presentación de su

contenido. 3.2. Algunas cuestiones de interés. 3.2.1. Fecha y circunstancias de la carta.

3.2.2. Naturaleza de la reunión mantenida por los obispos. 3.2.3. Decisión adoptada y su

fundamentación. 4. A modo de síntesis.

1. Razón de ser de su estudio.

Como se sabe, Cipriano de Cartago (¿? 205-258)2 fue autor de una amplia

producción literaria, entre la que destacan sus Epistulae3. En esta obra,

compuesta de 82 cartas de las que 16 no son del propio Cipriano, se exponen los

problemas y controversias que se vivieron en el seno de la iglesia africana a

mediados del siglo III. Las cartas se suelen estudiar y agrupar por orden

cronológico y de materias4 si bien hay un pequeño grupo que, por no saber

* Facultad de Derecho de la UPV/EHU. Donostia-San Sebastián. 1 Constituye para mi un honor el poder participar en el homenaje que la comunidad científica

internacional rinde al querido maestro. Lo hago con un breve comentario jurídico a las cartas

segunda y tercera de la correspondencia de Cipriano de Cartago, trabajo que ha sido redactado en

el Leopold Wenger Institut de la Universidad de München gracias a la ayuda concedida por el

Ministerio de Ciencia e Innovación español para efectuar allí una estancia de investigación sobre

esta materia. 2 Sobre este padre de la iglesia véase mi artículo: Cipriano: ‘De Lapsis’ VI y los límites a la

actividad económica episcopal, en Estudios de Derecho Romano en homenaje al Prof. Dr. D.

Francisco Samper en ocasión de su jubilación en la Pontificia Universidad Católica de Chile

(Santiago de Chile 2007) 477-480 con la bibliografía allí citada. 3 Una síntesis sobre la problemática de la obra con la correspondiente bibliografía véase en mi

artículo: Clérigos como tutores y curadores en época preconstantiniana (Cypri., ‘Espist.’, 1), en

Anuario da Facultade de Dereito da Universidade da Coruña. Revista juridica interdisciplinar

internacional 11 (2007) 513. 4 Véase por ejemplo: L. DUQUENNE S. J., Chronologie des lettres de S. Cyprien. Le dossier de

la persécution de Dèce (Bruxelles 1972) 19-20 quien distingue: 1. Cartas escritas desde su retiro

durante la persecución de Decio (Epp., 5-43 subdivididas en varios apartados); 2. Cartas de

restauración de la disciplina y cisma de Novaciano (Epp., 44-55, 56-61, 64-66, 67-68); 3. Cartas

referidas a la controversia sobre el bautismo de los heréticos (Epp., 69-75); 4. Cartas de la

persecución de Valeriano (Epp., 76-81) y 5.- Cartas de fecha incierta (Epp., 1-4, 62-63); H.

GÜLZOW - A. WLOSOK, Caecilius Cyrpianus (qui et Tascius), (Apologetische Schriften), en Die

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precisamente la fecha de su composición, se suelen agrupar sólo por la materia,

a saber el tratar de cuestiones de disciplina eclesiástica5. Las cartas segunda y

tercera, objeto de estudio en las presentes páginas, pertenecen a este grupo6.

Una primera lectura de la carta segunda pone de manifiesto que estamos ante

un documento, sumamente interesante para conocer los valores morales de la

primitiva iglesia cristiana, en este caso concreto sobre lo que se considera una

profesión indigna7, pero también permite apreciar que proporciona pocos datos

de interés en estricta clave jurídica. No obstante ello, Cipriano emplea en su

redacción términos tanto de derecho penal como de derecho privado tales como:

maiestas, crimen, salarium, pudor, honor, infamia, lex, delicta, alimenta,

vicarius, etc. Tampoco en la carta tercera se plantea directamente cuestión

jurídica alguna que pueda ser analizada estríctamente en clave de derecho

romano; sin embargo Cipriano, una vez más, emplea terminología jurídica

Ltieratur des Umbruchs von der römischen zur christlichen Literatur 117 bis 284 n. Chr., K.

Sallmann (ed.), (München 1997) 545-553 donde se distingue entre: 1. la correspondencia de la

época de la persecución de Decio (Epp., 5-7, 9-20, 25-29, 32-35, 37-41, 43); 2. Cartas a los

obispos de Roma Cornelio y Lucio (Epp.,44-48, 51-52, 54-61, 64, 66); 3. Cartas de la época de

Esteban (Epp., 67-74); 4. Cartas de la época de la persecución de Valeriano (Epp., 76, 80-81); 5.

Cartas no ordenadas (Epp., 1-4, 62, 63, 65) y 6. Epístola a Silvano, Regiano y Donaciano. A

Duquenne le sigue al perfilar la estructura del corpus: H. R. DROBNER, Lehrbuch der Patrologie

(Freiburg-Basel-Wien 1994) 138-139 quien distingue entre: 1. Cartas escritas durante la

persecución de Decio (Epp., 5-7, 10-19, 8-9, 20-22, 27-28, 30-31, 35-37, 41-43); 2. Cartas

escritas con motivo del cisma novaciano (Epp., 44-55, 56-61, 64 bis—66, 67-68); 3. Cartas

referidas a la problemática del bautismo de los heréticos (Epp., 69-75); 4. Cartas escritas durante

la persecución de Valeriano (Epp., 76-81) y 5. Cartas de fecha imprecisa (Epp., disciplinares 1-4,

62 y 63). 5 Véase al respecto: P. MONCEAUX, La littéráture chrétienne d’Afrique au temps de S. Cyprien

(Paris 1902 = Bruxelles 1963) 330; DUQUENNE [n. 4] 20; S. CAVALLOTTO, Il magisterio

episcopale di Cipriano di Cartagine, en Divus Thomas 91 (1989) 382; A. HOFFMANN, Kirchlice

Strukturen und römisches Recht bei Cyprian von Karthago (Padeborn-München-Wien-Zürich

2000) 39; DROBNER [n. 4] 139 y R. SALCEDO GÓMEZ, El corpus epistolar de Cipriano de Cartago

/249-258): Estructura, composición y cronología. (Barcelona 2007).Tesis doctoral inédita que

cito conforme al original proporcionado por el autor, 437-470. 6 Quiero señalar que la carta primera ya ha sido objeto de comentario por mi parte en el

artículo citado en la nota tres. El estudio de la carta cuarta, con el que cerraría los comentarios

jurídicos a las cartas disciplinares está previsto que constituya mi contribución a un seminario que

tendrá lugar en Graz los días 25 y 26 de mayo del presente año 2009 y verá la luz en la

publicación de las actas de dicha reunión de trabajo. 7 Sobre las actividades profesionales que no se consideraban apropiadas que practicara un

cristiano como por ejemplo ser escultor, fabricante de ídolos, gladiador, auriga y actor entre otras,

véase: C.Ch. MUNIER, L’Église dans l’Empire romain (IIe.-IIIe. siècles). Église et Cité (Paris

1979) 85-88; V. SAXER, Vie liturgique et quotidienne a Carthage vers le milieu du IIIe. siècle. Le

témoignage de Saint Cyprien et de ses contemporains d’Afrique (Città del Vaticano 1969) 111-

112, así como G. SCHÖLLGEN, Ecclesia sordida? Zur Frage der sozialen Schichtung

frühchristlicher Gemeinden am Beispiel Karthagos zur Zeit Tertullians (Münster-Westfalen 1985)

224 ss., por lo que se refiere a Tertuliano.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 283

romana que como sabemos tiene un significado técnico preciso: collegae, locus,

officium, contumelia, iniuria, auctoritas, potestas, praepositus, deponere,

abstinere, coercere. Por ello, el presente artículo se marca como objetivo

analizar hasta qué punto el obispo cartaginés, en estas cartas que pertenecen al

llamado grupo de las disciplinarias, emplea los términos jurídicos en sentido

estricto o si, por el contrario, se sirve de ellos en cuanto vocablos que se

encuentran en la lengua cotidiana, para construir su argumentación y su discurso

ante las consultas formuladas pero sin utilizarlos en clave jurídica romana.

Además, en el presente comentario, también voy a tratar otros aspectos que

considero relevantes aunque no sean estrictamente jurídicos.

2. Ep., 2: Cyprianus Eucratio8.

2.1. Presentación de su contenido.

La carta9 es de las que podríamos considerar como breve ya que está

compuesta sólo por dos apartados. Desde mi punto de vista, su contenido

presenta particular interés puesto que nos transmite la valoración que el

cristianismo primitivo y concretamente uno de sus máximos representantes

tiene respecto del teatro en general10

y de las personas que lo practican en

8 DROBNER [n. 4] 140 subraya que, a en la antigüedad una carta iniciaba siempre con el

nombre del remitente en nominativo y el del destinatario en dativo, seguida de un saludo. La carta

también concluía con una formula de despedida y las que eran más formales e importantes solían

hacer referencia al lugar y la fecha. 9 DROBNER [n. 4] 143-145 con abundante literatura sobre el tema, destaca que la literatura

cristiana comienza con las cartas de San Pablo que están en el límite entre una carta privada y un

documento público. Subraya que se nos han trasmitido pocas cartas escritas por cristianos a lo

largo de los tres primeros siglos, aunque en ocasiones sabemos de ellas de forma indirecta. Por

ejemplo, indica que Orígenes utilizó la correspondencia para debatir cuestiones teológicas y se

sabe que también Dionisio de Corintio y Dionisio de Alejandria mantuvieron una

correspondiencia importante; sin embargo, las primeras cartas escritas por un obispo cristiano que

han llegado hasta nuestros días son precisamente estas de Cipriano. A partir del siglo IV p. C.,

este tipo de literatura fue relativamente abundante y dio lugar a grandes colecciones de cartas

como por ejemplo las de los Padres Capadocios, de Jerónimo, Ambrosio, Agustin, etc. 10 Sobre esta cuestión es de particular interés: R.C. BEACHAM, The roman theatre and its

audience (London 1991) 138-139; H. LEPPIN, Histrionen, Untersuchungen zur soziales Stellung

von Bühnenkünstlern im Westen des römischen Reiches zur Zeit der Republik un des Prinzipats

(Bonn 1992) 132-133; P. LAMPE, Die stadrömischen Christen in den ersten beiden

Jahrhunderten. Untersuchungen zur Sozialgeschiichte (Tübingen 1987) 107 ss.; Ch. MUNIER [n.

7] 110; V. NERI, I marginali nell’Occidente tardoantico. Poveri, infames et criminale nella

nascente società cristiana (Bari 1998) 247-250, por lo que se refiere al periodo tardo-antico como

lo defíne el autor asi como K. SALLMANN, Christen vor dem Theater, en J. BLÄNSDORF (ed.),

Theater und Gesellschaft im Imperium Romanum/Théâtre et société dans l’empire romain

(Tübingen 1990) 243-259. W. WEISMANN, Kirche und Schauspiele. Die Schauspiele im Urteil der

lateinischen Kirchenväter unter besonderes Berücksichtigung von Augustin (Würzburg 1972) 106

ss.; S. DELÉANI, Les premiers chrétiens et le théâtre: le témoignage d’une lettre de saint Cyprien

284 ROSA MENTXAKA

particular. En ella se responde a la consulta formulada por Eucracio. De éste

personaje se ha dicho, con más11

o menos12

énfasis, que probablemente cuando

se escribió esta carta sería el obispo de Thaenae (= Henchir Thina) localidad

situada en la costa litoral del sur de Túnez, a 12 km. al sur de Sfax, a 135 km. de

Hadrumentum (= Susa) y a 345 km. al sudeste de Cartago13

.

De la lectura del primer apartado se deduce que Eucracio se había dirigido

con antelación14

a Cipriano preguntándole sobre qué hacer – en el sentido de

admitirlo a la comunión o no – con un histrio15

existente en su comunidad que

si bien había dejado de trabajar como actor seguía enseñando su profesión. Ya

en el inicio de la respuesta Cipriano deja bien claro lo que piensa de una

actividad semejante: no se hace para educar sino para pervertir a los niños (et

magister et doctor non erudiendorum sed perpendorum puerorum…16

) y no se

(Correspondance, Epist 2), en Hommages à C. Deroux. V. Christianisme et Moyen Age

(Bruxelles 2003) 70 y F. BARTH, s.v. ‘Theater’, en Theologische Realenzyklopädie, Vol. 33

(Berlin-New York 2002) 175 ss., pero 178 en lo que se refiere al teatro y el cristianismo

primitivo, con la numerosa bibliografía citada en cada caso. 11 Y. DUVAL, Les Chrétientés d’occident et leur évêque au IIIe. siècle. Plebs in ecclesia

constituta (Cyprien, Ep. 63) (Paris 2005) 83 identifica, sin duda alguna, al obispo Eucratius a

Thenis de Sent 29 como el obispo destinatario de esta carta. Thaenae, estaba sintuada en la

provincia Proconsular-Byzacium y se identifica con la actual Henchir Thina. Le sigue en esta

interpretación: S. DELÉANI, S. Cyprien, Lettres 1-20. Introduction, texto, traduction et

commentaire (Paris 2007) 49. También SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 448, lo identifica con el obispo de

dicha localidad. 12 G.W. CLARKE, The letters of St. Cyprian of Carthage, I (Letters 1-27) (New York 1984)

161, se interroga sobre si este obispo y el que firma el vigésimo noveno en el el concilio de

septiembre del 256 pudieran ser la misma persona. S. DÉLEANI, Les premiers chrétiens et le

théâtre: le temoignage d’une lettre de S. Cyprien (Correspondance, Epist 2), en P. DEFOSSE (ed.),

Hommage à C. Deroux, V, Christianisme et Moyen Age. Nèo-latin et survivance de la latinité

(Bruxelles 2003) 62-74, en especial 64 señala que, sin descartar de que nos encontremos ante el

obispo de Henchir Thina, podríamos estar ante un simple homónimo, no necesariamente obispo

sino responsable de una de las muy numerosas comunidades de África, Numida o incluso de las

dos Mauritanias sobre las que el primado de Cartago ejerce su autoridad. Sin embargo, como he

señalado ya, la autora en [n. 11] 49 sigue la opinión de Duval y lo presenta como el obispo de la

actual Henchir Thina. 13 Como se ve existe una distancia notable entre Cartago y Henchir Thina. Según DROBNER,

[n. 4] 141 lo habitual para transportar la correspondencia entre personas particulares era que el

remitente se sirviera de sus esclavos (quienes además podían aportar información adicional oral),

de conocidos o de comerciantes que llevaban las cartas, agrupadas en fasciculi, de un lado al otro.

En el caso que nos ocupa, SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 449 supone que pudiera ser un miembro del

clero menor de Thina el que transportara la carta sin descartar a algún comerciante. 14 Sobre esta carta no transmitida véase: SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 446-447. 15 Sobre ellos véase por ejemplo: J.E. SPRUIT, De juridische en sociale positie van de

romeinse acteurs (Assen 1966) (en holandés) y LEPPIN [n. 10]. 16 Ep., 2,1,1: Pro dilectione tua et verecundia mutua consulendum me existimasti, frater

carissime, quid mihi videatur de histrione quodam, qui apud vos constitutus in eiusdem adhuc

artis suae dedecore perseverat et magister et doctor non erudiendorum sed perpendorum

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 285

aviene con el respeto a Dios, a las enseñanzas del Evangelio y al honor de la

Iglesia.

En el apartado segundo, da la sensación que Cipriano se centra en rebatir los

dos argumentos que cabe suponer el actor había alegado para justificar la

necesidad de seguir con la enseñanza y para oponerse a la excomunión con la

que se le amenazaba si continuaba con ella:

1. que había dejado de representar públicamente en los teatros, es decir que

había cesado en su actividad profesional como actor. Y ello es rebatido por

parte del obispo cartaginés señalando la nula incidencia que este hecho debía

tener a la hora de valorar la cuestión puesto que seguía enseñando contra le ley

de Dios17

;

2. y que, en consecuencia, añadiría el actor, sufría penuria y escasez de

recursos. A ello respondió Cipriano que podía pasar a engrosar el número de

personas a las que la Iglesia sostenía con sus provisiones siempre y cuando se

contentara con alimentos frugales y sencillos18

; en el supuesto de que la

comunidad a la que pertenecía no se lo pudiera permitir por no tener recursos

suficientes, Cipriano comunicaba a Eucracio que le remitiera a Cartago donde

se le proporcionaría alimentación y vestido19

.

2.2.- Algunas cuestiones de interés.

puerorum id quod male didicit ceteris quoque insinuat, an talis debeat communicare nobiscum. 2.

- Quod puto ego nec maiestati divinae nec evangelicae disciplinae congruere, ut pudor et honor

ecclesiae tam turpi et infami contagione foedetur. Nam cum in lege prohibeantur viri induere

muliebrem vestem et maledicti eiusmodi iudicentur, quanto maioris est criminis non tantum

muliebria indumenta accipere, sed et gestu quoque turpes et molles et muliebres magisterio

inpudicae artis exprimere. 17 Ep., 2,2,1: Nec excuset se quisquam si a theatro ipse cessaverit, cum tamen hoc ceteros

doceat. Non potest enim videri cessasse qui vicarios substituit et qui pro se uno plures

succidaneos suggerit, contra institutionem Dei erudiens et docens quemadmodum masculus

fragantur in femnam et sexus arte mutetur et diabolo divinum plasma camulanti per corrupti

adque enervati corporis delicta placeatur. 18 Ep., 2,2,2: Quod si penuriam talis et necessitatem paupertatis optendit, potest inter ceteros

qui ecclesiae alimentis sustinentur huius quoque necessitas adiuvari, si tamen contentus sit

frugalioribus et innocentibus cibis nec putet salario se esse redimendum ut a peccatis cesset,

quando hoc non nobis sed sibi praestet. Ceterum quantum vult inde quaerat, qualis quaestus est

qui de convivio Abraham et Isaac et Iacob homines rapit, et male ac perniciose in saculo

saginatos ad aeternae famis ac sitis supplicia deducit?. 19 Ep., 2,2,3: Et ideo quantum potes ab hac cum pravitate et dedecore ad via innocentiae

adque ad spem vitae suae rovoca, ut si contentus ecclesiae sumptibus parcioribus quidem sed

salutaribus. Quod si illic ecclesia non sufficit ut laborantibus praestet alimenta, poterit se ad nos

transferre et hic ad victum adque ad vestitum necessarium fuerit accipere, nec alios extra

ecclesiam mortalia docere, sed ipse salutaria in ecclesia discere.

286 ROSA MENTXAKA

2.2.1.- Fecha y circunstancias de la carta.

Como muy bien ha subrayado Clarke20

en la carta como tal no tenemos

elementos determinantes que nos ayuden a fijar con absoluta precisión la fecha

de redacción. Por ello, al igual que en otras ocasiones debemos acudir a

referencias indirectas, lo que explica el por qué los especialistas han hecho

propuestas varias sobre el momento de su confección21

. Así por ejemplo,

Monceaux y Sage22

se han inclinado por los primeros años del episcopado

mientras que Clarke23

ha defendido una redacción posterior a la persecución de

Decio. Deléani24

, con base en la expresión filii carissime de la despedida,

defiende que el autor de la carta tenía que tener ya una edad respetable en el

momento de escribirla y por lo tanto podríamos suponer una redacción acaecida

en la fase final de su mandato25

. Un abanico temporal más amplio (254-verano

del 257) maneja Salcedo Gómez26

para fecharla. Coincido con él en que un

argumento indirecto para datarla podría ser el hecho de que Eucracio ha

consultado a Cipriano por suponer que gozaba de mucha autoridad.

Y esa autoridad se pudo deber a varias razones:

a. Cabe pensar que Cipriano estaba ya en una fase álgida de su mandato en la

que, tras haber concluido la problemática de los lapsi y los episodios

cismáticos, se le reconocía abiertamente como el referente doctrinal del norte de

África, como su primado y por ello se acudía a él.

b. Pero otra posible respuesta al por qué Eucracio consultó a Cipriano, que

en este caso respondió sin debatir el tema con ningún otro colega, podría ser

20 CLARKE [n. 12] 161. 21 GÜLZOW - WLOSOK [n. 4] 553 señalan que B. FECHTRUP, Der hlg. Cypr. 1 (Münster 1878)

22 fechó estas cuatro cartas antes de la persecución de Decio, mientras que O. RITSCHL, De epistt.

Cyprianicis, Diss. (Halle 1885) 239, las data en la fase final. 22 MONCEAUX [n. 5] 254 y M.M. SAGE, Cyprian (Cambridge-Massachusetts 1975) 162 y 365

abogan por la fase inicial del episcopado de Cipriano, llegando incluso a escribir el último: «for

date circa 249». G.W. CLARKE, The Epistles of Cyprian, en Auckland classical essays presented

to E.M. Blaiklock, B.F. HARRIS (ed.), (Auckland-Wellington 1970) 214 n. 11, señala que las dos

primeras podrían ser anteriores al 250 pero en menor medida lo acepta para las cartas tercera y

cuarta que considera contienen ideas y actitudes semejantes a las de las cartas datadas más

tardiamente. 23 CLARKE [n. 12] 161. 24 DELÉANI [n. 11] 49 y [n. 5] 64 n. 2. 25 GÜLZOW - WLOSOK [n. 4] 553 señalan que O. RITSCHL, De epistt. Cyprianicis, Diss. (Halle

1885) 239 la data también en la fase final debido a la conceptualización eclesial (wegen des

Kirchenbegriffs) que se utiliza en el segundo apartado de esta carta segunda. 26 SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 448.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 287

debido a que Cipriano era respecto de Eucracio algo así como su ‘padre

espiritual’ como deduce Deléani27

de la inusual salutación final de la carta. Si

admitimos que esta hipotética relación espiritual se había producido entre

ambos y en consecuencia que Eucracio había sido un clérigo que estuvo al lado

de Cipriano hasta su promoción al episcopado, la carta tendría que datarse en

una fase posterior a dicha elección, circunstancia que no sabemos cuándo

aconteció. Ahora bien, si partimos de la hipótesis ya reseñada y defendida por

Duval de que este Eucracio es el mismo obispo que en el acta del concilio de

septiembre del año 25628

aparece votando en vigésimo noveno lugar, estaríamos

no ante un obispo consagrado en los últimos años sino ante uno relativamente

veterano si partimos de que las intervenciones en el citado concilio se hicieron

por orden de antigüedad29

; como se ha señalado, de los 87 obispos allí reunidos

(si bien uno de ellos llevaba la representación de otros dos) Eucracio intervino

en el vigésimo noveno lugar, lo que le sitúa en el bloque de los más antiguos lo

que nos lleva a suponer que llevaría varios años ejerciendo su mandato.

Si todas estas hipotéticas argumentaciones se aceptan como correctas

tenemos que pensar en una redacción de la carta acaecida no en la primera fase

del obispado de Cipriano, en la que él se ayudaría precisamente del clérigo, sino

en la fase central en la que Eucracio ya había sido promocionado al obispado.

Pero, en cualquier caso, estaríamos ante una propuesta interpretativa

fundamentada, desgraciadamente, sobre demasiados elementos hipotéticos que

no permite sugerir un año preciso de redacción.

2.2.2. Decisión adoptada y su fundamentación.

Como se ha expuesto con antelación, Eucracio consultó a Cipriano sobre si

el histrio debeat communicare nobiscum30

. A la vista de la cuestión formulada,

cabría pensar que cuando efectuó la consulta el actor era un mero catecúmeno31

que no se había incorporado aún a la comunidad de Eucracio. Pero, tanto a

27 DELÉANI [n. 11] 61. 28 Sobre este concilio extraordinario de septiembre del 256 y el acta que lo recoge véase: R.

MENTXAKA, ‘Concilia ecclesiae’ del norte de África en época de Cipriano y reglamento de las

asambleas deliberativas romanas, en Tradizione romanistica e Costittuzione (L. Labruna, dir.), 2

(Napoli 2006) 1225-1236, con la literatura allí citada. 29 Véase al respecto, MENTXAKA [n. 28] 1230-1231. 30 Esta locución ténica que según DELÉANI [n. 11] 58 fue frecuentemente empleada por

Cipriano. El nobiscum no reenvía sólo al autor de la carta y a los cristianos de su comunidad sino

al conjunto de cristianos existentes en la iglesia universal. 31 Sobre este periodo de iniciación, los requisitos exigidos a los candidatos, etc., véase por

ejemplo: J. GAUDEMET, L´Église dans L’Empire romain (IVe.-Ve. Siècles) (Paris 1958) 56 ss.;

SAXER [n. 7] 106 ss.; M. METZGER, s.v. ‘Katechumenat’, en Reallexikon für Antike und

Christentum. Sachwörterbuch zur auseinandersetzung des Christentums mit der Antiken Welt,

Vol. XX.I (Stuttgart 2004) 514-515 en lo que se refiere a la época de Cipriano.

288 ROSA MENTXAKA

juicio de Clarke32

como de Deléani33

, esa no es la interpretación adecuada;

según ellos tenemos que pensar en un histrio ya miembro de la comunidad

cristiana. Y ello parece bastante acertado ya que si no fuera así, no acabaría de

entenderse el por qué Cipriano estaba dispuesto a que su comunidad cartaginesa

se encargara de la alimentación en el supuesto de no poder hacerlo la

comunidad cristiana a la que pertenecía el exactor34

.

Por lo tanto, partimos del supuesto de que un histrio al incorporarse a la

iglesia cristiana ha dejado de trabajar como actor en el teatro. Pero en este caso,

¿qué debemos entender por histrio, un actor en general o algún tipo de actor en

particular?. En un estudio dedicado al tema35

, Deléani tras subrayar el aspecto

polisémico del término, indica que, en aquellas fuentes en que no tenía la

acepción general de actor, la voz histrio designaba con mucha frecuencia un

pantominus36

y se empleaba con una connotación peyorativa puesto que el

32 CLARKE [n. 12] 162 para quien el apud vos constitutus hace pensar en alguien que ya es

miembro de la comunidad. En la misma línea, DELÉANI [n. 11] 58 para quien el participio

constitutus expresa siempre una vinculación sólida, incluso ofical, al desarrollar una función en la

comunidad. 33 DELÉANI [n. 11] 58 interpreta que communicare nobiscum excluye que nos hallemos ante

un catecumenado; por otra parte, 51, señala que las expresiones: apud vos constitutus,

communicare nobiscum, ad spem vitae suae revoca, implican una pertenencia a la iglesia. 34 Véase el apartado segundo de esta carta, reproducido en las notas 16 a 19. 35 Véase la referencia en la nota diez. 36 La pantomima eran una representación tradicional efectuada por un bailarín por medio de

gestos y danzas acompañadas de música que, en el mundo griego, se desarrolla con motivo de

fiestas deportivas, religiosas (culto a Dionisio, Osiris), etc. Los elementos fundamentales de la

pantomima eran la persona que bailaba, el coro que cantaba y la orquesta. Si bien también en

Italia hubo danzas con cantos y música desde antiguo (Quint. inst. 1,11,18), las pantomimas al

estilo griego fueron introducidas en época de Augusto, adquiriendo gran popularidad. Hubo

representaciones, tanto en Roma como en Italia o provincias, cuando el poder político se mostró

favorable (p.ej. con los emperadores Augusto, Calígula, Nerón – que llegó a colaborar con los

pantomimos: Suet. Nero, 16,26 –, Claudio o los Antoninos) y no se dieron tanto con emperadores

opuestos a semejantes representaciones (p. ej. Valentiniano, Valente o Justiniano). El público,

constituido por personas de todos los estratos sociales, podía mostrarse muy crítico y tanto los

pantomimos como las pantomimas, que también las había (vid p. ej. CIL VIII, 12925; Apul. met.

10,29) eran habitualmente de condición servil o libertos (Dig. 38,1,25; 38,1,26), lo que no

impedía que, en ocasiones, algunos de ellos fuesen extraordinariamente bien pagados. Véase al

respecto: E. WÜST, s.v. ‘Pantomimus’, en PWRE., 18/3 (Stuttgart 1949) 833-869; M. BONARIA

(ed.), Romani mimi = I mimi romani (Roma 1965) y V. PÈCHE - CHR. VENDRIES, Musique et

spectacles das la Rome antique et dans l’occident romain: sous la République et le Haut-Empire

(Paris 2001); T.D. BARNES, Christians and the Theater, en Roman Theater and society. E. Togo

Salmon Papers 1, W.J. SLATER (ed.) (Michigan 1996=1999) 169 ss.; WEISMANN [n. 10] 42-46 y

H. JÜRGENS, Pompa diaboli. Die lateinischen Kirchenväter und das antike Theater (Stuttgart-

Berlin-Köln-Mainz 1972) 237 ss. por lo que se refiere al pantomimus en la obra de los padres de

la iglesia.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 289

pantomimo se caracterizaba por llevar trajes de mujer y reproducir movimientos

propios de ellas37

.

Y, a juicio de Cipriano que en este punto sigue a Tertuliano38

, el histrio de

nuestra carta es un actor que enseña a sus alumnos el oficio reprobable

consistente en vestirse de mujer y reproducir movimientos indecentes. Por ello,

para condenar el comportamiento del histrio nuestro obispo no duda en llevar a

cabo toda una argumentación en la que está presente la terminología jurídica

romana por, cabe suponer, considerarla muy adecuada para ilustrar el por qué de

la sanción que se propone.

Así, en el segundo apartado de la primera parte de la carta Cipriano

comienza haciendo referencia a que esta situación (de enseñanza de la profesión

de actor) es incompatible con la majestad divina y con la disciplina evangélica

(Quod puto ego nec maiestati divinae nec evangelicae disciplinae congruere).

Vemos que no duda Cipriano en emplear el término maiestas39

pero en lugar de

referirse a lo que sería propio del lenguaje jurídico: la majestad imperial o del

pueblo romano, habla de la maiestas divina.

En mi opinión, esta opción terminológica no es casual sino que se debe a la

gravedad del hecho que considera comete el enseñante. Como se sabe, dentro de

los tipos penales romanos, si hay alguno particularmente grave, ése es el crimen

maiestatis40

regulado a partir de Augusto por la lex Iulia de maiestate. Sabemos

37 DELÉANI [n. 12] 65 se apoya en Isid., Etim., 18,48: Histriones sunt qui muliebri indumento

gestus impudicarum feminarum exprimebant. 38 Véase: Ch. SCHNUSENBERG, Das Verhältnis von Kirche und Theater. Dargestellt an

ausgewählten Schriften der Kirchenväter und liturgischen Texten bis auf Amalarius von Metz (a.

d. 775-852) (Bern-Frankfurt am Main-Las Vegas 1981) 34-35; DELÉANI [n. 11] 66 subraya como

Cipriano se ha inspirado en Tertuliano, De spect., 23,6 quien distingue el histrio de otros actores y

mediante dicho término designa al pantomimus, caracterizado por desarrollar un arte impuro. 39 Sobre el significado de maiestas en las fuentes jurídicas y su aparición en locuciones tipo

maiestas principalis, contra maiestas Imperatoris. etc., véase: H. HEUMANN - E. SECKEL,

Handlexikon zu den Quellen des römischen Rechts, 11ª ed (Graz 1971), s.v. ‘maiestas’, 328. 40 Ver por ejemplo: C. FERRINI, Diritto penale romano. Esposizione storica e dottrinale (1902

= Roma 1976) 337 ss.; KÜBLER, s.v. ‘Maiestas’, in PWRE., 14/1 (Stuttgart 1928) 542-559; F.J.

KUHN, Betrachtungen über Majestäten (München 1900 = Aalen 1965); TH. MOMMSEN,

Römisches Strafrecht (Darmstadt 1955) 537 ss.; G. PUGLIESE, Linee generali dell’evolluzione del

diritto penale pubblico durante il principato, en ANRW II.14 (Berlin - New York 1982) 750 ss.;

W. REIN, Das Kriminal Recht der Römer von Romulus bis auf Justinian (Leipzig 1844 = Aalen

1962) 464 ss.; B. SANTALUCIA, Diritto e processo penale nell’antica Roma, 2ª. ed. (Milano 1998)

256-257; C.H. BRECHT, ‘Perduellio’ und ‘crimen maiestatis’, en ZSS. 64 (1944) 354-359; J.E.

ALLISON - J.D. CLOUD, The ‘lex Iulia maiestatis’, en Latomus 21 (1962) 711-731; J.E. CLOUD,

The text of Digest 48,4 ‘ad legem Iuliam maiestatis’, en ZSS 80 (1963) 206-232; R.A. BAUMAN,

The crimen maiestatis in the roman Republic and augustian Principate (Johannesburg 1967); A.

Levy,’Maiestas’ e ‘crimen maiestatis’, en La parola del passato 24 (1969) 81-96.

290 ROSA MENTXAKA

que durante el Principado el concepto de crimen maiestatis fue modificándose

poco a poco y ampliándose, de tal manera que junto con la defensa del populus

romanus y de su seguridad41

, que habían constituido el núcleo del crimen en la

Lex Iulia, el crimen se extendió a la defensa de algo tan etéreo como la maiestas

imperial, su persona y su poder, en cuanto que el emperador personificaba al

Estado42

. La vaguedad del concepto hizo de este tipo penal una especie de cajón

de sastre donde tuvieron acogida un minucioso elenco de supuestos que

suponían ofender la seguridad del estado y la integridad de las instituciones43

.

Pues bien, Cipriano partiendo de esta ambigüedad en el ámbito de la justicia

terrenal, no duda en acudir a él para subrayar dos circunstancias: a.- la gravedad

del hecho cometido por el actor al enseñar su profesión y b.- el que ello va en

contra de algo a su vez tan inaprensible como es la divina maiestas, concepto

que cabe suponer utiliza a imitación de la maiestas imperial.

Pero el comportamiento del exactor también es incompatible con la

evangelica disciplina44

, expresión que, según Deléani45

en este caso concreto

tiene la acepción clara de lex divina puesto que es en la Biblia donde se recogen

los preceptos divinos, es allí donde se contiene la ley querida por Dios cuya

disciplina debe respetar y enseñar la Iglesia.

Y el enseñar del exactor también contamina la pureza y el honor de la iglesia

(pudor et honor ecclesiae). De nuevo nos encontramos con terminología propia

del derecho romano, concretamente del ámbito matrimonial46

. Por lo que

sabemos, él término honor fue muy querido por Cipriano que lo empleó en

contextos y situaciones muy diversas como por ejemplo al vincularlo con Dios

o con Cristo, con los perseguidos, con las viudas, con los mártires, etc47

y, en

este caso, con la Iglesia. Y, de la misma manera que la pureza y el honor fueron

elementos implícitos del matrimonio romano, hecho que probablemente

41 En Dig. 48,4,1,1 (Ulp., off. proc., 7): Maiestatis autem crimen illud est, quod adversus

populum romanum vel adversus securitatem eius committitut. 42 Véase al respecto: L. SOLIDORO, La disciplina del ‘crimen maiestatis’ tra tardo antico e

medioevo, en Crimina e Delicta nel tardo antico (Milano 2003) 138s. 43 SANTALUCIA [n. 40] 195-196 con la bibliografía allí reseñada. 44 Sobre la frecuencia con la que Cipriano emplea el término disciplina en relación con lex y

los significados que puede llegar a tener, por ejemplo la locución ‘Lehre’ Christi, documentada en

el Nuevo Testamento, en las Sagradas Escrituras en su conjunto, el de instrucción ética etc.,

véase: SAXER [n. 7] 160 ss. y HOFFMANN [n. 5] 74-79. 45 DELÉANI [n. 11] 58. 46 Véase al respecto: HEUMANN-SECKEL [n. 39] 237-238 (s. v. ‘honor’) y 478 (s.v. ‘pudor’)

así como: E. ALBERTARIO, ‘Honor Matrimonii’ e ‘Affectio Maritalis’, en Rendiconti del reale

istituto lombardo di scienze e lettere 62 /16-20 (Milano 1929) 1-15 = Studi di diritto romano I,

(Milano 1933) 195-210 y M. KASER, Das römische Privatrecht. 1er. Abschnitt. Das altrömische,

das vorklassische und klassiche Recht, 2ª ed. (München 1971) 322. 47 Véase HOFFMANN [n. 5] 166-168.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 291

conociera bien el obispo cartaginés, también consideró que lo debían ser de la

Iglesia48

, que como institución no debía verse contaminada, hecho que se

produciría si se permitiría a un colectivo como el de los actores calificado de

infamante y condenado por la inmoralidad de sus espectáculos49

, el seguir

desarrollando libremente su actividad. Por ello, para reflejar esta idea abstracta,

según la cual la Iglesia institución es titular de una pureza y un honor que hay

que defender, no duda en tomar prestada terminología jurídica romana.

Y nuestro retórico continúa argumentando que si ya la ley prohibía (Nam

cum in lege prohibeantur…) a los hombres el vestirse de mujer, de la misma

manera tenía que prohibir un crimen mayor consistente en efectuar gestos

inconvenientes, pervertidos y tomados prestados de las mujeres50

. Vemos que,

una vez más, Cipriano emplea terminología jurídica ‘laica’ sin problema

alguno; en este caso concreto habla de la lex pero con una acepción que nada

tiene que ver con las que encontramos del término en el derecho romano sea

público o privado51

; parece claro que de las diversas significaciones que

48 Según HOFFMANN [n. 5] 106 n. 102, al margen de en esta carta, la expresión aparece

también en Ep., 73,11 y Ep., 81. 49 Sobre el término infamia en las fuentes jurídicas romanas véase: HEUMANN - SECKEL [n.

39] 263 así como M. KASER, ‘Infamia’ und ‘ignominia’ in den römischen Rechtsquellen, en ZSS

73 (1956) 220-278 y NERI [n. 10] 236 ss., quien analiza las manifestaciones en el plano jurídico

de la nota de infamia de los actores; sobre el empleo de dicho vocablo en las fuentes cristianas

véase: JÜRGENS [n. 36] 205 ss. 50 Ep., 2,1,2: … Quanto maioris est criminis non tantum muliebria indumenta accipere, sed et

gestus quoque turpes et molles et muliebres magisterio inpudicae artis exprimere. 51 El vocablo lex, al que al que se ha vinculado con legere, tiene múltiples acepciones en

Derecho Romano, si bien por antonomasia, cuando se habla de lex se piensa en la lex publica, que

fue definida como el mandato general del pueblo, a propuesta del magistrado (Gell. 10,20,2). En

estas leg. publicae, que se caracterizan por no cubrir la totalidad del ordenamiento jurídico sino

por centrarse en cuestiones particulares de carácter político o económico, se suelen distinguir dos

categorías. a. Leg. datae: todas aquellas leyes promulgadas unilateralmente por magistrados con

imperium; según los agrimensores, en las leg. datae de colonias y municipios se menciona el

espacio físico asignado a la comunidad (vid. entre otros Sículo Flaco, De cond. agr. 163,25 ss.;

164,1-2) y b. Leg. rogatae: las propuestas por los magistrados al pueblo reunido en comicios

(asambleas de ciudadanos) que las votan y las aprueban (Gell. 10,20,2). Desde el año 287 a.C., en

que una l. Hortensia equiparó los plebiscitos a las leyes votadas por los comicios, las leyes

comiciales fueron decreciendo. En el Bajo Imperio existe una contraposición entre leges y iura,

entendiéndose por leges las constituciones imperiales y por iura los escritos de los juristas.

Encontramos tanto en el ámbito del derecho privado como del derecho público lex contractus; en

el ámbito privado (Dig. 16,3,1,6), aparecen en todo tipo de acuerdos entre particulares con la

finalidad de incorporar matices específicos a un contrato. En el derecho público, leg. contractus

hace referencia a las condiciones impuestas por los magistrados a los particulares en los contratos

realizados con ellos (p. ej. las leg. locationis o venditionis). Véase al respecto por ejemplo: J.

BLECIKEN, Lex publica. Gesetz und Recht in der römische Republik (Berlin - New York 1978); A.

MAGDELAIN, La loi à Rome: histoire d’un concept (Paris 1978) y F. WIEACKER, Römische

Rechtsgeschithe. Quellenkunde, Rechtsbildung, Jurisprudenz und Rechtsliteratur. 1er. Abschnitt.

Einleitung, Quellenkunde frühzeit und Republik (München 1988) 277-287, 406-408 ss. con la

292 ROSA MENTXAKA

sabemos Cipriano da al término lex52

, en este caso concreto la utiliza para

referirse al Antiguo Testamento como el pasaje del Deuteronomio que cita (2,5)

permite deducir53

.

Y apreciamos que en el razonamiento que desarrolla (si la ley prohíbe a los

varones vestirse de mujer, cuanto mayor crimen no será el ejercer el

magisterio…), emplea de nuevo un término penal, crimen, que como es

conocido en el derecho romano tuvo una acepción muy precisa y se utilizó para

denominar los tipos penales perseguibles por el Estado por medio de los

órganos investidos de jurisdicción criminal y sancionados con penas públicas

corporales o pecuniarias54

, acepción que, evidentemente, no tiene en este caso55

,

aunque si es cierto que el obispo cartaginés lo emplea para designar un

comportamiento particularmente grave56

lo que, en alguna medida, iría en la

lógica que distinguía los crimina de los delicta57

.

Como hemos visto al efectuar el resumen del pasaje, en primer lugar en el

segundo apartado de la carta, Cipriano rebate los argumentos que suponemos

alegó el histrio: que había renunciado a seguir desarrollando su actividad en los

teatros. Ante esta alegación, el obispo cartaginés replica que no es cierto que

eso hubiera ocurrido; según él no renunciaba a su oficio quien colocaba a otros

en su lugar y reemplazaba su persona individual por un número variado de

sustitutos; además añade, en contra de las disposiciones de Dios el maestro

enseñaba al hombre a convertirse en mujer y a complacer al diablo que buscaba

profanar la obra divina mediante acciones de su cuerpo pervertido y

degenerado58

.

numerosa bibliografía allí citada al respecto así como la síntesis expuesta en G. SCHIEMANN, s.v.

‘Lex’, en Der neue Pauly. Enzyklopädie der Antike,VII (Stuttgart-Weimar 1999) 113-118. 52 HOFFMANN [n. 5] 48-60. 53 Tanto CLARKE [n. 12] 162 como DELÉANI [n. 11] 51 consideran que esta referencia

genérica a la ley, lo es a la ley de Moises tal como figura en Deut. 22.5; HOFFMANN [n. 5] 69

parece interpretar que en este caso ley significa Antiguo Testamento. 54 En este sentido, SANTALUCIA [n. 40] 67. Sobre ello véase también: MOMMSEN [n. 40] 9-11;

FERRINI [n. 40] 18-19 así como G. SCHIEMANN, s.v. ‘Crimen’, en Der Neue Pauly. Enzyklopädie

der Antike, III (Stuttgart-Weimar 1997) 221-223 con la bibliografía citada en cada caso. 55 Véase HOFFMANN [n. 5] 101 en particular la nota 400 por lo que se refiere a nuestro texto. 56 Sobre el uso por parte de Cipriano de términos como peccatum, delictum, crimen, facinus,

etc., a lo largo de su obra para señalar las diversas contravenciones contra el ordenamiento divino

vease HOFFMANN [n. 5] 101. 57 Véase: WIEACKER [n. 51] 254-255 y KASER [n. 46] 609. 58 Ep., 2,2,1: Nec excuset se quisquam si a theatro ipse cessaverit, cum tamen hoc ceteros

doceat. Non potest enim videri cessasse qui vicarios substituit et qui pro se uno plures

succidaneos suggerit contra institutionem Dei erudiens et docens quemadmodum masculus

fragantur in feminam et sexus arte mutetur et diabolo divinum plasma maculanti per corrupti

atque enervati corporis delicta placeatur.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 293

Y al inicio del segundo apartado de la carta volvemos a encontrar términos

jurídicos (vicarius, delictum) que merecen un breve comentario. Como ya he

subrayado con antelación, en ella Cipriano cuestiona el argumento de que el

actor ha renunciado a la profesión; interpreta que no ha sido así ya que no cabe

decir que cesa en su actividad qui vicarios substituit et qui pro se uno plures

succidaneos suggerit. Como es conocido, el término vicarius59

se emplea en

derecho romano para referirse al sustituto o al que ocupa el puesto de otro; en

este caso concreto da la sensación de que Cipriano lo emplea conscientemente

ya que señala claramente que el actor se ha hecho sustituir no por uno sólo sino

por muchos y ha sido a estos muchos a los que ha enseñado, en contra de las

ordenanzas divinas, a convertirse en mujer, a cambiar de sexo, a cometer hechos

delictivos mediante sus cuerpos pervertidos y degenerados (per corrupti atque

enervati corporis delicta)60

, lo que produce la satisfacción del diablo. Está claro

que aquí el termino delicta, que como sabemos sirve, por contraposición al de

crimina, para designar los delitos privados perseguidos por el ofendido

mediante un proceso privado y sancionado mediante una pena privada, siempre

pecuniaria61

, no se emplea con dicha acepción técnica, sino de una manera

mucha más genérica, más imprecisa, de la misma forma que en el párrafo

anterior Cipriano ha utilizado la voz crimen para señalar un comportamiento

perseguible penalmente.

Continúa exponiendo que si el actor alega pobreza y escasez de medios se le

puede ayudar a remediar su penuria con alimentos frugales y sencillos, pero que

lo que no va a ocurrir es que se le abone un salario para que deje de pecar (…

nec putet salario se esse redimendum ut a peccatis cesset). Y en este caso el

término jurídico empleado es el de salarium; sabemos que dicha voz62

se

empleó en las fuentes jurídicas romanas63

para designar los ingresos de los

funcionarios públicos64

y de las personas que como por ejemplo maestros o

médicos eran pagados por el Estado o la comunidad65

. Podríamos suponer que

59 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 622 menciona las acepciones en las fuentes jurídicas. 60 Sobre el sentido de esta frase véase por ejemplo: DELÉANI [n. 11] 60. 61 Sobre el concepto de delicta véase por ejemplo: MOMMSEN [n. 40] 11-13; FERRINI [n. 40]

19; KASER [n. 46] 610 ss.; SANTALUCIA [n. 40] 67 asi como R. GAMAUF, s.v. ‘Delicta’, en Der

Neue Pauly. Enzyklopädie der Antike, 3 (Stuttgart-Weimar 1997) 390, con la bilbiografía citada

en cada caso. 62 Véase al respecto: H. VOLKMANN, s.v. ‘Salarium’, en Der Kleine Pauly, 4 (München 1972)

1507; L. DE LIBERO, s.v. ‘Salarium’, en Der Neue Pauly, 10 (Stuttgart-Weimar 2001) 1245, con la

bibliografía citada en cada caso. 63 Véase HEUMANN - SECKEL [n. 39] 524. 64 En este sentido KASER [n. 46] 569 n. 68. 65 Dig. 50,9,4,2 (Ulp., l.s. off. cur. ): Set et si salarium alicui decuriones decreverint, decretum

id nonnumquam ullius erit momenti: ut puta si ob liberalem artem fueriti constitutum vel ob

medicinam: ob has enim causas licet constitui salaria. Sobre las artes liberales y su no exclusión

294 ROSA MENTXAKA

en el caso que nos ocupa el actor estaba cobrando un salarium por su actividad,

hecho que comunica a Cipriano y que él, sabiendo lo que ello significa, niega

expresamente que vaya a seguir abonándosele.

En el apartado final encontramos el último término técnico (alimenta)66

y se

emplea por parte de Cipriano para referirse a la hipótesis de que si en la iglesia

local a la que pertenece el exactor no hay ingresos suficientes para cubrirle las

necesidades (Quod si illic ecclesia non sufficit ut laborantibus praestet

alimenta), Eucracio puede transferirlo a Cartago donde recibirá lo que necesite

(alimentos y vestidos). Como es conocido, la ayuda a las personas necesitadas

tanto por instituciones públicas como por particulares proporcionando medios

alimenticios es una institución de honda raigambre romana que remonta ya al

final de la segunda guerra púnica y se practica a lo largo de la República y del

Principado67

, momento en el que recibió un impulso determinante por parte del

emperador Trajano68

inicial de la locatio conductio véase KASER [n. 46] 569, seguido de A. LUMPE, s.v. ‘Honorar’, en

Reallexikon für Antike und Christentum. Sachwörterbuch zur Ausenandersetzung des

Christentums mit der Antiken Welt, XVI (Stuttgart 1994) 475 quien destaca como elemento

determinante para su inclusión o no el rango social de la persona que prestaba la actividad y la

afrenda que supondría para una persona de alta condición social el considerar su actividad

sometida a las reglas de la locatio conductio por lo que que sólo al final de la época clásica se

pudieron exigir legamente mediante la cognitio extra ordinem los honoraria. Respecto a este

término, se utilizó inicalmente para designar la retribución que se daba a las personas que

practicaban profesiones liberales como por ejemplo los abogados o los agrimensores. Véase sobre

ello P. PESCANI, s.v. ‘Onorari (diritto romano)’, en Novissimo Digesto Italiano, XI (Torino 1968)

928-932 y LUMPE, op. cit., 474. D. NÖRR, Zur sozialen und rechtlichen Bewertung der freien

Arbeit in Rom, en ZSS 82 (1965) 75, indica que en las artes liberales, la misma actividad, por

ejemplo la enseñanza podía estar muy bien valorada cuando se enseñaba a los amigos o en el seno

de la propia familia, pero que la valoración social descendía mucho cuando se enseña a personas

extrañas. Sobre el conocimiento por parte del praeses provinciae de las causas de los

praeceptores studiorum liberalium, es decir de los professores véase el famoso texto de Ulpiano

Dig. 50,13 pr. (Ulp, omnib. trib. 8) donde se establece quiénes consituyen dicha categoría así

como el comentario que hace Lumpe en las páginas 476-481 del artículo citado en esta misma

nota. 66 Sobre sus posibles singificados y usos en las fuentes: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 28, quien

señala un sentido estricto según el cual los alimenta incluirían la comida, bebida, vestido y

vivienda. 67 Véase: KUBITSCHEK, s.v. ‘Alimenta’, en PWRE, Vol. 1.2 (1984) 1485 ss.; W. SONTHEIMER,

s.v. ‘Alimenta, alimentarii’, en Der Kleine Pauly, 1 (München 1964) 256-257; W. JONGMAN, s.v.

‘Alimenta’, en Der Neue Pauly, 1, (Suttgart-Weimar 1996) 491-493; CHR. GNILKA, s.v.

‘Altersversorgung’, en Reallexikon für Antike und Christentum, Supplement-Vol. 1 (Stuttgart

2001) 266-289, por lo que se refiere a la alimentación de las personas de edad avanzada. Sobre la

obligación de alimentos en el seno de la iglesia en la actualidad: E. MAGNIN, s.v. ‘Aliments.

Obligation alimentaire’, en Dictionnaire de Droit Canonique, 1 (Paris 1935) 440-442 y R.

BIDAGOR, s.v. ‘Alimenti, diritto agli’, en Enciclopedia cattolica, vol. 1 (Roma 1948) 885-887. 68 Véase al efecto: F.G. DE PACHTERE, La table hypothécaire de Veleia. Étude sur la propriété

foncière dans l’apennin de Plaisance (Paris 1920); G. PUGLIESE, Assistenza all’infanzia nel

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 295

En este caso concreto, vemos que Cipriano asume sin dificultad la

institución laica tanto pública como privada que también se practicó en el norte

de África69

y la aplica en la iglesia africana al establecer que si la iglesia local

no puede asumir los gastos de mantenimiento del actor70

lo hará la de Cartago,

hecho en absoluto extraña ya que no es la primera vez que la iglesia de Cartago

se ofrece para ayudar a los necesitados71

; según especifica el obispo los

alimenta a entregar al actor se podrían concretar en alimentació y vestido (et hic

quod sibi ad victum adque ad vestitum necessarium fuerit accipere) pero no por

ejemplo en alojamiento.

En cualquier caso, lo que pone de manifiesto la consulta y el hecho de que el

actor plantee la necesidad de seguir desarrollando una actividad retributiva es su

escasa capacidad económica, lo cual cuadra en alguna medida con lo que

sabemos del estatus social de la mayor parte de las personas que se dedicaron al

teatro en el mundo romano, que salvo casos excepcionales fueron personas de

origen social bajo72

.

principato e piae causae del diritto romano cristiano, en Sodalitas. Scritti in onore di A. Guarino,

7 (Napoli 1984) 3175 ss.; N. CRINITI, La tabula alimentaria di Veleia (Parma 1991); E. LO

CASCIO, Alimenta Italiae, en Trajano Emperador de Roma, J. GONZÁLEZ (ed.), (Roma 2000) 287-

312. 69 En ILS, 6818 se recoge una inscripción de la época de Marco Aurelio en la que se menciona

una fundación alimentaria del África Proconsular, concretamente en Sicca Veneria (= Le Kef en

Tunez) en la que 300 niños de entre 3 y 15 años y 300 niñas de entre los 3 y los 13 años recibirían

2,5 y 2 denarios al mes respectivamente. 70 Este hecho ha sido destacado por CLARKE [n. 12] 163 como tal vez ilustrativo del pequeño

tamaño de la comunidad cristiana de Thenae, lo cual no significa que la localidad tuviera que ser

pequeña. Para DELÉANI [n. 11] 49 el hecho de que la localidad tuviera una escuela de teatro

permite pensar sin duda en una localidad de importancia media. 71 En la carta 62 la comunidad de Cartago va a salir en ayuda de una pequeña comunidad

algunos de cuyos miembros han sido secuestrados por los bárbaros, por lo que Cipriano organiza

una colecta en su iglesia para recaudar dinero y con el poder hacer frente al rescate exigido. Sobre

esta epístula véanse los comentarios de: G.W. CLARKE, Barbarian Disturbances in north Africa in

the mid-third century, en Antichthon 4 (1970) 78-85 y Ch. SAUMAGNE, Saint Cyprien. Evêque de

Carthage. Pape d’Afrique (248-258). Contribution à l’étude des persécutions de Dèce et de

Valérien (Paris 1975) 168 ss. 72 En ese sentido véase: C.W. MARSHALL, The stagecraft and performance of roman comedy

(Cambridge 2006) 86-87 y por lo que se refiere en particular a las mujeres: E. FERTL, Von Musen,

Miminnen und leichten Mädchen. Die Schauspielerin in der römischen Antike (Wien 2005) 82-84

quien subraya como en ocasiones estamos hablando de esclavas o libertas. En la misma línea,

LAMPE [n. 10] 107 ss., y M. DUCOS, La condition des acteurs à Rome. Données juridques et

sociales, en J. BLÄNSDORF (ed.), Theater und Gesellschaft im Imperium Romanum//Théâtre et

société dans l’empire romain (Tübingen 1990) 19-33, así como LEPPIN [n. 10] 91-120 y 160 ss., si

bien este último autor destaca como siempre podía haber excepciones a la regla, y en

consecuencia personas que habían acumulado un fuerte patrimonio y en consecuencia accedían a

los mejores círculos de la sociedad de su época.

296 ROSA MENTXAKA

2.2.3. Persistencia de la decisión.

Como he señalado en el apartado anterior y ha sido debidamente destacado

por los especialistas73

, Cipriano no es original en este condena del mundo del

teatro sino que sigue las pautas establecidas al respecto tanto en el mundo

pagano74

como en el cristiano con antelación a él, donde ya Tertuliano,

particularmente en su obra De spectaculis75

, había sido explicito en la condena.

Y siguiendo esta línea crítica Cipriano escribió su opúsculo Ad Donatum76

, obra

en la que en su apartado octavo, describe el teatro como un lugar propicio para

la maldad. Allí se representan adulterios, parricidios e incestos de épocas

pasadas, que pasan a convertirse, con la representación, en ejemplos presentes;

en la obra también critica la indecencia de los gestos de los comediantes, el

ataque a la dignidad que se produce cuando el actor se transforma en mujer o se

presenta con un cuerpo afeminado.

Y como vamos a tener oportunidad de comprobar seguidamente, esta

condena del teatro efectuada por Tertuliano y Cipriano constituyó la doctrina de

la iglesia a lo largo de los siglos III, IV y V ya que está presente en diferentes

cánones conciliares y en otros padres posteriores.

Encontramos la primera mención crítica en una obra inicialmente escrita en

Roma hacia el 21577

y posteriormente compilada hacia el 380 en la región de

73 Véase lo señalado en la nota 38. 74 Sobre la valoración negativa que merece el teatro en la sociedad pagana en los albores de la

época imperial véase: M. WISTRAND, Entertainment and violence in ancient Rome.The attittudes

of Roman writers of the first century A.D. (Göteborg 1992) 30-30; NERI [n. 10] 236 ss., donde

subraya cómo ya socialmente en época clásica se condenó el hecho de que un ciudadano se

exhibiera en un escenario, el prodire in scaenam, prescindiendo de la valoración moral de lo que

representaba; el prodire in scaenam se consideró algo totalmente ajeno a los valores romanos, por

lo que los ciudadanos que se exhibían en un teatro se colocaban al margen de los valores

dominantes y eran considerados infamantes. Véase también WEISMANN [n. 10] 74 ss. donde con

abundante aparato crítico subraya la discusión social que ya en el siglo II p.C. se estableció sobre

la actividad de estos profesionales. 75 Véase, DELÉANII [n. 10] 66 ss.; BARNES [n. 36] 173 ss.; JÜRGENS [n. 36] 2 n. 1, 192 y 247;

WEISMANN [n. 10] 84-85 y SCHNUSENBERG [n. 38] 29 ss. 76 En esta obra escrita escrita poco después de su conversión al cristianismo, Cipriano

comunica a su amigo Donato, cristiano como él, la renovación que ha obrado en él la religión.

Desde una montaña le hace contemplar la vida humana en su plenitud: su corrupción, sus

inquietudes, sus diversiones, teatros, juegos, tribunales, etc. Es en este contexto en el que va a dar

su opinión sobre el teatro. Sobre esta obra y su problemática véase: GÜLZOW - WLOSOK [n. 4]

554-556 con la literatura allí citada. Comenta el apartado octavo de la obra, WEISMANN [n. 10]

93-97. 77 En ese sentido véase: LAMPE [n. 10] 103; L.I. SCIPIONI, Vescovo e popolo. L’esercizio

dell’autorità nella chiesa primitiva (III secolo) (Milano 1977) 109-111 indica que la obra que

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 297

Antioquia y que contiene en el libro octavo78

una serie de reglas relativas al

acceso al catecumenado79

; se menciona expresamente el caso de las personas

que se dedican al teatro estableciendo que si querían convertirse en

catecúmenos debían cesar en su actividad y en el supuesto de no hacerlo serían

rechazados.

En el Concilio de Elvira celebrado en la península ibérica y que aconteció

probablemente a finales del siglo III-inicios del IV80

, se establece en su canon

62 que si un auriga o un cómico quisieran venir a la fe cristiana, se les podría

admitir siempre y cuando renunciaran primero a su oficio y una vez admitidos

se les prohibía que lo volvieran a ejercer; en el supuesto de que violaran la

prohibición serían excomulgados81

.

En la misma línea sancionadora se pronunció el canon quinto del primer

concilio de Arlés celebrado en el año 314 y el canon vigésimo del segundo

concilio de Arles celebrado en la segunda mitad del siglo V82

que de una

manera más escueta pero igualmente contundente respecto de la sanción

anuncia la separación de la comunión de las personas que actúen en el teatro83

.

conocemos con el nombre de Constituciones de la Iglesia egipcia no es otra cosa que la Tradición

Apostólica de Hipólito y subrya la dificultad existente para fijar con precisión el género literario

de la obra. A. VILELA, La condition collégiale des prêtres au IIIe. siècle (Paris 1971) 341ss.

expone una síntesis de la problemática del autor y de la obra. 78 Que conozco por DELÉANI [n. 10] 71 n. 36: Const. Apost. VIII, 32,9 que reproduce el texto

en su versión latina: Si quis est scenicus vel qui facit demonstrationem in theatro, vel cesset vel

reiciatur. 79 Véase al respecto: DELÉANI [n. 10] 70-71 y EADEM [n. 11] 51 n. 8. 80 R. Teja, Los concilios en el cristianismo antiguo (Madrid 2000) 42-45, pero 43 en lo que se

refiere a la fecha; y P. DE LUIS, s.v. ‘Elvira (concilio di)’, en Nuovo dizionario patristico e di

antichità cristiane, 1 (A-E), A. DI BERARDINO (dir.), (Genova-Milano 2006) 1643-1645 y CH.J.

HEFELE, Histoire des conciles d’après les documents originaux, 1/1 (Paris 1907) 212 ss. 81 Canon LXII: De aurigis et pantomimis si convertantur. Si auriga aut pantomimus creder

voluerint, placuit ut prius artibus suis renuntient et tunc demum suscipiantur, ita ut ulterius ad ea

non revertantur; qui si facere contra interdictum temptaverint, proiciantur ab ecclesia, en G.

Martínez Diez- F. Rodríguez, (Edd ), La Colección canónica hispana. IV. Concilios galos,

concilios hispanos: primera parte (Madrid 1984) 262 aunque también lo conozco por HEFELE [n.

80] 256. 82 Sobre estos concilios véase: HEFELE [n. 80] 275 ss.; F.L. CROSS - E.A. LIVINGSTONE, s.v.

‘Arles synods of’, en The Oxford dictionary of the christian church, 3ª ed. (Oxford 2005) 106 y P.

PERGOLA - V. SAXER, s.v. ‘Arles’, en DI BERARDINO [n. 80] 538-540 con la bibliografía allí citada. 83 De theatricis, et ipsos placuit quamdiu agunt, a communione separari, en G. MARTÍNEZ

DIEZ - F. RODRÍGUEZ (edd.) [n. 81] 18 y canon XX: De agitatoribus sive theatricis qui fideles

sunt, placuit eos, quamdiu agunt, a communione separari, en G. MARTÍNEZ DIEZ - F. RODRÍGUEZ,

(edd.) [n. 81] 38.

298 ROSA MENTXAKA

Y también el tema sigue presente en los concilios africanos ya que en el

tercero de Cartago de agosto del 397 p. C.84

, concretamente en su canon

trigésimo quinto85

no se niega la reconciliación a los apóstatas y a los que

trabajan en el mundo del teatro en general si se convierten o regresan a la gracia

de Dios.

El que el tema de las personas que hacían del teatro su profesión estuviera

tan presente en las cánones de las iglesias occidentales es claro que tiene una

significación; en mi opinión, debe interpretarse en el sentido de que pese a la

condena clara de la actividad teatral por parte de las autoridades eclesiásticas,

sus profesionales, pretenderían incorporarse al seno de la iglesia sin

abandonarla; de no ser así, no se entendería un pronunciamiento constante en

esa línea condenatoria a lo largo de todo el siglo IV e inicios del V. Y esta

persistencia cuadra perfectamente con lo que sabemos del mantenimiento de

estos espectáculos en las ciudades occidentales lo largo de los siglos IV y V ya

que incluso en época de crisis y empobrecimiento seguía existiendo una cierta

fascinación por el mundo del teatro, que no siempre producía espectáculos

vulgares sino exhibiciones apreciadas por su finura entre las élites urbanas. Sólo

las invasiones bárbaras dieron lugar a las interrupciones de los espectáculos

teatrales en las grandes ciudades86

. Y está claro que en el seno de la iglesia

preocupó y mucho esta atracción, la influencia negativa que podía ejercer en los

valores morales cristianos y por ello, ya desde el siglo III padres como

Tertuliano y Cipriano, cánones conciliares a lo largo de todo el siglo IV o

incluso padres como Agustín o Juan Crisóstomo87

ya durante los siglos IV y V

se mantuvieron en la condena de dicha actividad profesional.

3.- Ep., 3: Cyprianus Rogatiano:

3.1.- Presentación del contenido.

84 Sobre estos concilios véase: CH.J. HEFELE, Histoire des conciles d’après les documents

originaux, 2/1 (Paris 1908) 97 ss.; F.L. CROSS - E.A. LIVINGSTONE, s.v. ‘Carthage, councils of’,

en [n. 82] 295 y CH. MUNIER, s.v. ‘Cartagine’, en DI BERARDINO [n. 80] 879-891 con la

bibliografía allí citada. 85 XXV. Ut apostatis vel scenis conversis reconcilitatio non negetur. Ut scenis atque

histrionibus ceterisque huiusmodi personis, vel apostaticis conversis vel reversis ad Deum gratia

vel reconciliatio non negetur en: G. MARTÍNEZ DIEZ - F. RODRÍGUEZ (edd.), La Colección

canónica hispana. III. Concilios griegos y africanos (Madrid 1982) 329. 86 En este sentido NERI [n. 10] 234-250; BARNES [n. 36] 164 ss. subraya igualmente que

cuando el imperio fue formalmente cristiano los teatros ni fueron cerrados ni decayeron. 87 Véase NERI [n. 10] 247-250 y sobre todo WEISAMANN [n. 10].

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 299

Como he señalado ya, la carta tercera pertenece también al conjunto de las

disciplinarias y en mi opinión en su respuesta se recoge una idea central en la

organización eclesiástica que concibe Cipriano: en el seno de la Iglesia existe

una jerarquía eclesiástica que debe ser respetada y por ello los diáconos están

sometidos a los obispos y éstos a Dios. En consecuencia, los obispos están

legitimados para imponer sanciones tanto al clero como a los fieles ya que les

corresponde a ellos fijar las reglas de la disciplina88

.

Como en tantas otras ocasiones en la correspondencia de Cipriano, es un

obispo, en esta ocasión de nombre Rogaciano, el que ha escrito a Cipriano

planteándole una consulta, a saber: qué hacer con un diácono que le ha insultado

e injuriado.

En una respuesta estructurada en tres partes Cipriano desarrolla con

profundidad su idea de la jerarquía eclesiástica. En la primera parte comienza

reseñando la existencia de la consulta presentada por escrito por Rogaciano

(lectis litteris tuis) que un grupo de obispos ha debatido antes de responderle89

.

De la lectura de la respuesta se deducen los siguientes hechos: un presbítero de

la comunidad en la que Rogaciano ejercía como obispo, le ha insultado e

injuriado. Rogaciano ha preferido en lugar de sancionarle informar de ello a

Cipriano para que, en compañía de otros obispos, determine la medida a

adoptar90

.

Por si Rogaciano tenía alguna duda sobre su capacidad como obispo para

imponer sanciones, Cipriano tanto en esta primera parte como en la segunda

trae a colación varios pasajes del Antiguo Testamento y del Nuevo

Testamento91

de los que se deduce por un lado, el respeto y la reverencia que

merecen los sacerdotes y por otro, la sanción a imponer a las personas que no

actúen conforme a las pautas establecidas.

88 Todas estas cartas disciplinarias reproducen esta ídea como se está viendo en su

comentario. Ver además: SAUMAGNE [n. 71] 93-95. 89 Ep., 3,1,1: Graviter et dolenter conmoti sumus ego et collegae qui praesentes aderant,

frater carissime, lectis litteris tuis, quibus de diacono tu conquestus es quod inmemor sacerdotalis

loci tui et officii ac ministerii sui oblitus contumeliis et iniuriis suis te exacerbaverit? 90 Et tu quidem honorifice circa nos et pro solita tua humilitate fecisti, ut malles de eo nobis

conqueri, cum pro episcopatus vigore et cathedrae auctoritate hberes potestatem qua posses de

illo statim vindicari, certus quod collegae tui omnes gratum haberemus quodcumque circa

diaconum tuum contumeliosum sacerdotali potestate fecisses, habens circa eiusmodi homines

praecepta divina cum Dominus Deus in Deuteronomio dicat:.. 91 Deut.,17,12-13; Eccle., 7,31,33 ; Act., 23,45-5; Mt., 8,4; Jo., 18,23; 1ª Tim.,4,12. Véase

sobre algunos de estos pasajes lo señalado más adelante en las notas 156,158 y 159.

300 ROSA MENTXAKA

Tras haber expuesto el fundamento teológico de la respuesta, ya en la parte

tercera y final reitera la imposibilidad que tienen los diáconos de ir contra sus

obispos; no obstante ello, en el supuesto de que hayan incurrido en la

insolencia, antes de proceder a imponer una sanción se les debe exhortar al

arrepentimiento y tras ello al reconocimiento al debido respeto a sus superiores.

Sólo en el supuesto de que el diácono desatienda los requerimientos y además

siga insultando, se le indica a Rogaciano que actúe con base en su poder y

proceda a imponer la sanción correspondiente: deposición o excomunión no

sólo al diácono que inicialmente ha incurrido en este comportamiento sino

también a todas las personas que actúen de manera semejante. A la salutación

final precede la reiteración de preferir el ejercicio de la paciencia y la

indulgencia más que la imposición de castigos.

3.2. Algunas cuestiones de interés.

3.2.1. Fechas y circunstancias de la carta.

De nuevo nos encontramos con serias dificultades para poder fechar la carta

con seguridad. Las dataciones tradicionales92

la sitúan, al igual que las otras tres

penitenciales, en el año 249 p. C.; sin embargo, para defender otra fecha se ha

hecho referencia a dos elementos, a saber: 1. por una parte, el nombre del

destinatario, el obispo Rogaciano; 2. por otra, las referencias que en el escrito se

encuentran a cómo se produce el origen de un cisma o una herejía, que pudieran

hacer pensar en una cierta experiencia de Cipriano en esta temática de

‘rebeliones’ en el momento de escribir esta carta.

Por lo que se refiere al primer aspecto, el nombre del destinatario,

Rogaciano93

, en verdad no es ni mucho menos determinante ya que este

nombre, como veremos seguidamente aparece con bastante frecuencia en la

correspondencia del obispo cartaginés. En el momento en que ha escrito la

carta, sabemos que, además de obispo es una persona de edad avanzada94

; por

ello, tal vez, se podría pensar que corresponde con el presbítero del mismo

92 En este sentido: P. MONCEAUX, Histoire littéraire de l’Afrique chrétienne depuis les

origines jusqu’à l’invasion arabe, 2: Saint Cyprien et son temps (Paris 1902) 254 asi como

FECHTRUP según se ha indicado en la nota 21. 93 M.G. JARRETT, The African contribution to the Imperial Equestrian Sevice, en Historia 12

(1963) 210-211 subraya como son particularmente comunes en las provincias africanas los

cognomina en forma de participio pasado: Rogatus, Donatus, etc., asi como sus derivados:

Rogatianus, Donatianus, etc. 94 Ep., 3,3,3: ... Senectutem tuam nemo despiciat...; 1,1,2: In libro quoque Regum cum Samuel

sacerdos a Iudaeroum populo ob senectutem, sicut tu modo, contemneretur...

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 301

nombre y también anciano mencionado en otras cartas95

. Si Rogaciano formaba

parte del grupo de personas que con motivo de la persecución de Decio se

habían declarado ‘confesores’ y en ese momento era sólo presbítero, podríamos

suponer que esta carta de Cipriano que intentamos datar se había escrito en una

fase post-persecución de Decio96

, (251 en adelante) en que Rogaciano ya

ostentaba la condición de obispo.

Pero la identificación se complica notablemente puesto que nos encontramos

con otras menciones de obispos que tienen este nombre, a saber: a. entre los

firmantes de la epístola 70 aparecen dos Rogacianos97

; b. también en la relación

de obispos firmantes de la epístola 5798

; c. igualmente aparece un Rogaciano en

95 Ep., 6,4: ut sequamini in omnibus Rogatianum presbyterum gloriosum senem...; Ep., 7:

quam apud Rogatianum compresbyterum nostrum... Ep. 13: Cyprianus Rogatiano presbytero et

ceteris; Ep., 42, 1, 1: … Item Rogatianus et Numidicus presbyteri confessores… 96 Sobre esta persecución en general véase por ejemplo: A. AUDOLLENT, s.v. ‘Afrique’, en

Dictionnaire d’histoire et de Géopgraphie ecclésiastique, 1 (Paris 1912) 734 ss.; R. ANDREOTTI,

Religione ufficilae e culto dell’Imperatore nel ‘libelli’ di Decio, en Studi in onore di A. Calderini

e R. Paribeni (Milano 1956) 369-376; M. SORDI, Il cristianesimo e Roma (Bologna 1965) 359-

364; EADEM, I cristiani e l’Impero romano (Milano 1983) 110-116; H.A. PHOLSANDER, The

religious policy of Deciu, en ANRW II.16/3 (Berlin-New York 1986) 1826-1842; J. DE

CHURRUCA, Das politische Denken des Bischofs Dionysios von Alexandrien, en Mélanges F.

Wubbe offerts par ses collègues et ses amis à l’occasion de son asoixante-dixième anniversaire

(Fribourg-Suisse 1993) 121-125; N. SANTOS YANGUAS, El cristianismo en el marco de la crisis

del siglo III en el Imperio Romano (Oviedo 1996) 83 ss.; J.B. RIVES, The Decree of Decius and

the Religion of Empire, en JRS 89 (1999) 135-154; P. KERESZTES, Imperial Rome and the

Christians. From the Severi to Constantine the Great, II (Lanham-New York-London 1989) 43-

65; A. ALFÖLDI, Zu den Christenverfolgungen in der Mitte des 3. Jahrhunderts, en Klio 31 (1938)

323-348; G.W. CLARKE, Double-Trials in the persecution of Decius, en Historia 22 (1973) 650-

663; A. ROUSSELLE, La persécution des chrétiens à Alexandrie au IIIe. siècle, en RHDFE 52

(1974) 233 ss. Sobre su aplicación en el caso de Cipriano véase: SAGE [n. 21] 165 ss.; SAUMAGNE

[n. 71] 23-67; G.W. CLARKE, Dissertatio biographica en Sancti Cypriani Episcopi Epistularium

(= Corpus Christianorum. Series Latina III D. Sacti Cyrpiani Eiposcopi Opera. Pars III, 3)

(Turnhout 1999) 687; IDEM [n. 12] 21-39; H. CHADWICK, The Church in ancient society. From

Galilee to Gregory the Great (Oxford 2001) 149 ss.; M. BÉVENOT, s.v. ‘Cyprian von Karthago’,

en Theologische Realenzyklopädie, VIII (Berlin-New York 1981) 247; W.H.C. FREND, The rise of

Christianity (London 1984) 318-324; J. RIST, Cyprian von Karthago und Paul von Samosata.

Überlegungen zum Verständnis des Bischofsamtes im 3. Jahruhundert (Darmstadt 2000) 260-

261; I. KAUFMAN, Church, Book and Bishop. Conflict and Authority in early latin Christianity

(Boulder-Oxford 1996) 50; P. KERESZTES, Imperial Rome and the Christians. From the Severi to

Constantine the Great, II (Lanham-New York-London) 50-57; MONCEAUX [n. 92] 21 ss.; 209 ss.;

G.D. DUNN, The carthaginian synod of 251: Cyprian’s model of Pastoral Ministry, en I concili

della cristianità occidentale. Secoli III-V. XXX Incontro di studiosi dell’antichità cristiana. Roma

3-5 maggio 2001 (Roma 2002) 236-238. 97 Ep., 70: Cyprianus Ianuario. Cyprianus, Liberalis... Alius Donatus, Rogatianus, Sedatus...

Antoniano, Rogatiano, Honorato fratribus salutem. 98 Ep., 57: Cyprianus Cornelio: Cyprianus, Liberalis….alius Saturninus, Rogatianus,

Tertullus.

302 ROSA MENTXAKA

la carta 6799

; d. además también se menciona a un Rogaciano obispo en el

concilio de septiembre del 256100

como titular de Nova101

que vota en

sexagésimo lugar.

Esta pluralidad de Rogacionos hay que reconocer que dificulta notablemente

su identificación y permite entender la propuesta interpretativa de Le Bohec de

reconocer dos obispos con este nombre: un Rogaciano I, obispo en Numidia y

un Rogaciano II, según él, obispo de Nova en la Proconsular102

. Por ello,

coincido con Clarke103

en que la identificación del presbítero con el obispo y de

alguno de los dos obispos con el destinatario de nuestra carta es bastante

hipotética y por lo tanto no se erige en un elemento determinante para fijar su

fecha.

Pero, como se ha señalado anteriormente, Clarke ha sugerido tener en cuenta

otro dato para datar la carta, concretamente las referencias que hace el obispo

cartaginés a cómo con este tipo de comportamientos injuriosos y despreciativos

con los superiores se inician las herejías y los cismas104

. Se dice que estas

afirmaciones podrían tener como fundamento la propia experiencia de Cipriano,

quien había sufrido en propia carne el cuestionamiento efectuado por

Felicisimo105

y Novaciano106

. Si ello fuera cierto, nuestra carta se tenía que

haber escrito con posterioridad a esta experiencia cismática por lo que se suele

datar entre el 252-255107

aunque Salcedo Gómez la sitúa a partir de finales del

253 p.C.108

.

99 Ep., 67: Cyprianus Felici et plebibus ad Legionem, Asturicam et Emeritam. Cyprianus,

Caecilius… Quietus, Rogatianus, Tenax... 100 Sent. Episc., 60: Rogatianus a Nova 101 Sobre la dificultad existente para determinar de qué Nova se está hablando en esta ocasión,

véase: DUVAL [n. 11] 77. 102 Y. LE BOHEC, Remarques onomastiques sur la correspondance de S. Cyprien, en Ubique

amici. Mélanges offerts à J. M. Lassère, Chr. Hamdoune (dir.) (Montpellier 2001) 298. 103 CLARKE [n. 12] 163. 104 Ep., 3,3,2: Haec sunt enim initia haereticorum et ortus adque conatus schismaticorum

male cogitantium… 105 Se habla de ello en las cartas 43, 52, 59. 106 Cornelio, obispo de Roma en la carta 50 previene a Cipriano sobre el cisma de Novaciano.

Sobre diversos momentos en los que Cipriano se enfrentó a lo largo de su obispado al clero

rebelde véase: G.D. DUNN, Cyprian’s rival bishops and their communities, en Augustinianum 45

(2005) 61-93 pero 87 a 91 por lo que se refiere a la comunidad novacianista en Cartago y

CAVALLOTTO [n. 5] 388-391. Sobre la incidencia de este cisma en Áfríca, véase: L. PIETRI, Les

résistances: de la polémique païenne à la persécution de Dioclétien, en Histoire du

Christianisme, 2. Naissance d’une chrétienté (250-430) (Paris 1995) 162-166. 107 En este sentido CLARKE [n. 12] 164 quien data las cartas post-cismáticas entre el 252 y el

255. En la misma línea, DELÉANY [n. 11] 64-65. 108 En este sentido SALCEDO GÓMEZ [n. 5] 454.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 303

Si a estos datos añadimos el hecho de que las consultas efectuadas a

Cipriano en las cuatro primeras cartas suponen de facto un reconocimiento

implícito de su autoridad e importancia, cabe suponer que la carta se pudo

escribir a partir de la fase central de su mandato en que la primacia africana109

de Cipriano estuvo claramente aceptada.

3.2.2. Naturaleza de la reunión mantenida por los obispos.

El inicio de las cartas una110

y tres111

es muy parecido si bien en la tres no se

menciona la presencia de copresbíteros112

en la reunión que Cipriano mantiene

con un grupo de obispos cuyos nombres no específica y cuyo número tampoco

conocemos. Como siempre que aparece un grupo de obispos pronunciándose

sobre una cuestión concreta, en este caso la consulta formulada por el obispo

Rogaciano, cabe preguntarse de qué tipo de reunión se trata, o, dicho de otra

manera, cuál es la naturaleza jurídica del órgano que constituyen este grupo de

obispos.

Esta claro que una serie de obispos presentes no da lugar a un concilio ya

que el propio Cipriano ni lo denomina como tal113

ni en las cartas sinodales

destinadas a difundir los acuerdos adoptados aparece la enumeración de los

obispos presentes en la asamblea114

. Estamos ante una simple reunión de

obispos, que no sabemos con precisión si habían sido convocados al efecto por

Cipriano, o, si sencillamente siendo obispos de otros lugares se encontraban de

paso en Cartago y Cipriano, aprovechó la ocasión para departir con ellos sobre

la consulta planteada por el colega Rogaciano. Según Duval115

, Cipriano no

juzgó necesario especificar los nombres de los asistentes ya que serían

desconocidos para el destinatario de la carta por vivir en lugares muy alejados y

la reunión pudo tener lugar aprovechando la presencia de los obispos en Cartago

como motivo precisamente de un concilio. Sin descartar que esta hipótesis

109 Sobre esta preeminencia de Cipriano véase: SCIPIONI [n. 77] 90-91 y J. PATOU BURNS jr.,

Cyprian the bishop (London-New York 2002) 156. 110 Ep.,1,1: Graviter conmoti sumus ego et collegae mei qui praesentes aderant et

conrresbyteri nostri qui nobis adisedebant... 111 Ep., 3,1: Graviter et dolenter conmoti sumus ego et collegae qui praesentes aderant… 112 Según CLARKE [n. 12] 165 la ausencia de copresbíteros se podría interpretar en el sentido

de que su presencia no es adecuada cuando se debate sobre la conducta de un diácono respecto de

su obispo. Esta ausencia, según DELÉANI [n. 11] 63 podría hacer pensar a alguien que se poduce

porque estamos ante un concilio, hecho que la misma autora, 63-64 niega. Sobre el uso del

sustativo compresbyteri por parte de Cipriano véase: VILELA [n. 77] 279-281. 113 Ep.,1,1,1: in concilio episcoporum statutum sit…; 2,2: contra formam nuper in concilio a

sacerdotibus datam. 114 Véase al respecto: DUVAL [n. 11] 103 y 304-305 donde señala los 42 firmantes de la carta

sinodal recogida en Ep., 57, los 66 de la Ep., 64, los 47 de la Ep., 67, etc. 115 DUVAL [n. 11] 305.

304 ROSA MENTXAKA

interpretativa pueda ser la adecuada, tampoco hay que excluir, en mi opinión,

que estemos ante una reunión informal acaecida a petición de Cipriano y a la

que convoca a los obispos que de paso pueda haber en la ciudad.

Y esta reunión, a diferencia de Duval116

seguida por Deléani117

, no pienso

que se pueda calificar como ‘d’un groupe informel de juges’. En este caso

concreto, tal como interpreto yo al menos el texto, no estamos ante un tribunal

que conozca de causa alguna. Estamos ante una mera consulta que se efectúa a

la autoridad jerárquica superior. De la respuesta de Cipriano deducimos la

consulta: Rogaciano ha expuesto por escrito dirigido a Cipriano (lectis litteris

tuis) que hay un diácono en su comunidad que le insulta e injuria y además

cuestiona que con su edad se pueda ejercer debidamente el magisterio episcopal

por lo que Rogaciano pregunta qué hacer al respecto.

El caso lo estudian Cipriano y sus colegas y le responden, argumentando con

pasajes bíblicos que él (Rogaciano), en calidad de obispo, tiene poder suficiente

para castigar o incluso excomulgar al clérigo en cuestión, si bien le

recomiendan no imponer las sanciones más graves sin antes haberle instado al

arrepentimiento y al reconocimiento del respeto debido al obispo insultado. La

mini asamblea de obispos no conoce del caso e impone una sanción, no actúa

como tribunal sino que se limita a conocer de la consulta y posteriormente,

Cipriano remite la respuesta al consultante. Cipriano ha asumido la lógica de las

constituciones imperiales y concretamente de los rescriptos118

; de la misma

manera que los funcionarios imperiales y los gobernadores de provincias que

administraban justicia si tenían dudas consultaban al emperador, también aquí

los obispos lo hacían respecto de quien consideraban su superior natural, su

primado. Al igual que el emperador recibía consultas de sus funcionarios,

también él obispo de Cartago lo hacía de sus obispos en calidad de primado del

Norte de África. Y si a la luz de la consulta creía oportuno debatir la solución,

consultaba con su ‘consilium’119

– constituido en esta ocasión por un grupo de

obispos desconocidos – y, tras analizar el caso, respondía al consultante y le

notificaba por escrito su respuesta, que en esta ocasión se concreta en que debe

conocer del caso, debe actuar como juez e imponer la sanción que considere

más adecuada. Lo que desde mi punto de vista hace la respuesta de Cipriano es

116 DUVAL [n. 11] 303. 117 DELÉANI [n. 11] 64. 118 Véase al respecto: J.P. CORIAT, Le prince législateur (Roma 1997) 338-339 y F.

WIEACKER, Römische Rechtsgeschichte. 2er. Abschnitt. Die Jurisprudenz vom frühen Prinzipat

bis zum Ausgang der Antike im Weströmischen Reich und die oströmische Rechtswissensachaft

bis zur Justinianischen Gesetzgebung (München 2006) 74-76. 119 Sobre el consilium principis véase por ejemplo: WIEACKER [n. 118] 65 ss. con la

bibliografía allí citada.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 305

sentar las bases teológicas sobre las que se asienta la titularidad del obispo en la

administración de justicia en su comunidad, pero pienso que él junto con el

resto de los obispos anónimos no ha(n) actuado como tribunal colegiado que

conoce de esa causa y dicta la sentencia correspondiente, lo que permitiría

aceptar como correcta la afirmación de Duval de que estamos ante un grupo

informal de jueces.

3.2.3. Decisión adoptada y su fundamentación.

En este apartado me voy a centrar sobre todo en subrayar la terminología

jurídica romana que Cipriano emplea a lo largo de la carta para construir su

argumentación. Como he subrayado ya, se trataría de justificar la competencia

del obispo como juez natural para conocer del caso y ello, naturalmente, no se

va a hacer aludiendo como argumento de autoridad a pasajes de juristas clásicos

o a constituciones imperiales sino a los principios que para Cipriano configuran

su ley y que extrae de textos del Antiguo o del Nuevo Testamento; sin embargo,

no obstante ello, vamos a tener la oportunidad de apreciar, como he subrayado

ya en la introducción, que la terminología jurídica romana, particularmente la

del ámbito penal, está muy presente en la construcción de la argumentación que

desarrolla el prelado.

Ya la primera línea de la carta, cuando describe al conjunto de personas que

han estado presentes para debatir el tema Cipriano se refiere a los otros obispos

como collegae120

(graviter... ego et collegae qui praesentes aderant). Como se

sabe, en el ámbito del derecho público romano121

, ya desde la época

republicana, la voz collega designaba a los magistrados (cónsules, pretores,

ediles, etc.), que tenían reconocida autónomamente la misma capacidad de

decisión. Quizás por ello se puede entender que en un pasaje del Digesto122

se

diga que dicho término se emplea para denominar a los que tienen el mismo

nivel de poder. Conociendo probablemente esta acepción así como la existencia

del principio de colegialidad de las magistraturas romanas, Cipriano no duda lo

más mínimo en utilizarlo y aplicarlo a los obispos por considerar que todos y

120 Sobre dicho término en las fuentes jurídicas ver: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 77. 121 Véase sobre ello: TH. MOMMSEN, Römisches Staatsrecht, 1 Band, 4ª ed. (Tübingen 1952)

27-61; J. BLEICKEN, Zum Begriff der römischen Amtsgewalt auspicium, potestas, imperium.

Nachrichten der Akademie der Wissenschaften in Göttingen. 1. Philologisch-historische Klasse

(Göttingen 1981) 279 ss.; W. KUNKEL - R. WITTMANN, Staatsordnung und Staatspraxis der

römischen Republik. 2ter. Abschnitt, Die Magistratur (München 1995) 8 ss. y WIEACKER [n. 51]

223 ss. y CHR. GIZEWSKI, s.v. ‘Collega’, en Der neue Pauly. Enzyklopädie der Antike, 3

(Stuttgart-Weimar 1997) 66-67. 122 Dig. 50,16,173 pr. (Ulp, Sab. 39): Collegarum appellatione hi continentur, qui sunt

eiusdem potestatis.

306 ROSA MENTXAKA

cada uno de ellos tienen el mismo rango jerárquico, la misma potestas123

. Por

ello, el empleo del vocablo collega por parte del cartaginés para designar a los

obispos de otras comunidades aunque lógicamente se aleja de la acepción

originaria de las magistraturas republicanas, en el fondo no es tan inadecuado ya

que se emplea para, en el seno de la organización político-jerárquica de la

incipiente iglesia cristiana, designar a unos ‘magistrados’, los obispos, en un

momento temporal en el que todavía predomina la idea del llamado episcopado

monárquico aunque, como vemos por el propio Cipriano, empieza ya a apuntar

la aparición del sistema metropolitano124

.

La siguiente frase es de sumo interés por la cantidad de términos jurídicos a

los que se hace referencia al exponer los hechos que han dado lugar a la

consulta: el obispo se queja de que el diácono no respeta el lugar sacerdotal que

él ocupa al mismo tiempo que olvida el servicio implícito en su cargo

afligiéndole con sus ofensas e injurias (quibus de diacono tu conquestus es,

quod inmemor sacerdotalis loci tui et officii ac ministerii sui oblitus contumeliis

et iniuriis suis te exacerbaverit). Como vemos Cipriano habla de loci tui, de

officii ac ministerii sui y de contumeliis et iniuriis suis. Parece claro que

Cipriano emplea el término locus para referirse al lugar en el sentido de rango

social, de posición que ocupa el obispo en la sociedad125

, en este caso tenemos

que interpretar cristiana126

. Evidentemente, el diácono y el obispo no están al

mismo nivel jerárquico, no ocupan el mismo locus y de recordarlo se encarga

Cipriano al señalar que el diácono olvida127

que su cargo lleva implícita la idea

de servicio (officii ac ministerii sui oblitus), en definitiva, que su posición es

inferior a la del obispo en la jerarquía de la iglesia del momento128

. Para hacer

123 PATOU BURNS jr. [n. 109] 153; SAXER [n. 7] 87 subraya el empleo sobre todo de este

término collega para referirse a los obispos, pero destaca que en ocasiones las voces coepiscopus

y consacerdos también se encuentran en su obra; en la misma línea, VILELA [n. 77] 331. 124 Véase al respecto: H.W. BEYER - H. KARPP, s.v. ‘Bischof’, en Reallexikon für Antike und

Christentum. Sachwörterbuch zur auseinandersetzung des christentums mit der Antiken Welt, 2

(Stuttgart 1954) 404-406: J. RIVIÈRE, s.v. ‘Évêques’, en Dictionnaire pratique des connaissances

religieuses, 3 (Paris 1926) 88 ss. y J. NEUMANN, s.v. ‘Bischof’, en Theologische

Realenzyklopädie, 6 (Berlin-New York 1980) 657 en lo que se refiere a la percepción que

Cipriano tiene del obispado. P. LANDAU, s.v. ‘Kircheverfassungen’, en Theologische

Realenzyklopädie, 19 (Berlin-New York 1990) 110 ss. pero en especial 111-114 por lo que se

refiere a la iglesia preconstantiniana. 125 Véase: HOFFMANN [n. 5] 168-170. Sobre los diversos grados o categorías existentes en el

clero según se deduce de los escritos de nuestro obispo (lectorado, diaconoado,

presbiteriado,episcopado) véase: SAXER [n. 31] 76-88 y VILELA [n. 77] 261-268. 126 Sobre las diversas acepciones de locus, entre las que se encuentra esta, véase HEUMANN -

SECKEL [n. 39] 320-321. DELÉANI [n. 11] 82 también subraya esta acepción del término. Sobre el

empleo que Cipriano da a este vocablo véase: VILELA [n. 77] 286-287. 127 Sobre el tema de la memoria y el olvido en Cipriano, DELÉANI [n. 11] 82. 128 Sobre dicha diferencia de rango y funciones, por ejemplo: BEYER - KARPP [n. 124] 403.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 307

referencia a esta desigualdad entre los dos grados los obispos por un lado y los

diáconos por otro, Cipriano acude a un término técnico (officium), que como

sabemos, entre las diversas acepciones con las que lo podemos encontrar en las

fuentes jurídicas, tiene la de cargo, magistratura129

seguido de otro, ministerium,

que lleva implícita la idea de servicio130

de donde deducimos que la función o

tarea del diácono (officium) es servir, ayudar o asistir (ministerium) al obispo131

.

Y el diácono, olvidándose del respeto que merece el superior, de los deberes

de servicio que tiene respecto de él, se dedica por el contrario a ofenderle e

injuriar. Y para subrayar estos hechos utiliza los términos de contumelia e

iniuria, que naturalmente están presentes en el derecho romano. Como se sabe,

la iniuria era un tipo penal perseguible ya desde la época de las Doce Tablas132

.

Cuando se acude a las fuentes133

, se aprecia una doble acepción: a. por un lado

un sentido amplio, siendo en ese caso la iniuria cualquier hecho contrario a

derecho, cualquier acto antijurídico134

y b. un sentido estricto, según el cual

vendría a significar todo ataque contra la integridad corporal o moral de una

persona135

, dando lugar a un hecho perseguible en el ámbito de los delitos

privados. Y al desarrollar los juristas romanos el concepto de ofensa o ataque

contra la moral de una persona, vemos que la iniuria comprende los casos de

contumelia136

, es decir, de menoscabo o desden de la estimación pública de una

persona137

.

Y a la luz de los hechos que se desprenden de la respuesta, particularmente

en el apartado 3,2138

de la carta, da la sensación que el diácono ha intentado

socavar el buen nombre del obispo Rogaciano subrayando su ancianidad y, en

129 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 388-389. 130 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 343-344. 131 En este sentido HOFFMANN [n. 5] 171. 132 MOMMSEN [n. 40] 784 ss.; FERRINI [n. 40] 231 ss. y KASER [n. 46] 623 ss. 133 Véase al efecto: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 269. 134 Dig. 47,10,1pr. (Ulp., Ed. 56): Iniuria ex eo dicta est, quod non iure fiat: omne enim, quod

non iure fit, iniuria fieri dicitur. Hoc generaliter. Collat. 2,1,5,1: Paulus libro singulari et titulo de

iniuriis: 1. Generaliter dicitur iniuria omne, quod non iure fit. 135 Dig. 47,10,1,1 (Ulp., Ed. 56): Iniuriam autem fieri Labeo ait aut re aut verbis: re, quotiens

manues inferuntur: verbis autem, quotiens non manus inferuntur, convicium fit:...; Dig. 47,10,1,2

(Ulp, Ed. 56): Omnemque iniuriam aut in corpus inferri aut ad dignitatem aut ad infamiam

pertinere...; Collat., 2,1,5,4: Fit autem iniuria vel in corpore, dum caedimur, vel verbis, dum

convicium patimur, vel cum dignitas laeditur, ut cum matronae vel praetextatae comites

abducuntur. 136 Dig. 47,10,1pr. (Ulp., Ed. 56): Specialiter autem iniuria dicitur contumelia.; Collat.,

2,1,5,1: Paulus libro singulari et titulo de iniuriis: 1. Generaliter dicitur iniuria omne, quod non

ire fit: specialiter alia est contumelia quam Graeci apellant… Collat., 2,1,5,3: Hoc edictum

ad eam iniuriam pertinet, quae contumelia causa fit. 137 En este sentido, KASER [n. 46] 624. 138 ‘Senectutem tuam nemo despiciat’.

308 ROSA MENTXAKA

consecuencia, cuestionando su capacidad para seguir dirigiendo la comunidad

de fieles. Este hecho, entra en la lógica de la llamada iniuria atrox, que era

perseguida en el ámbito del procedimiento público (cognitio extra-ordinem139

),

y que los juristas romanos consideraban se producía, entre otros casos, cuando

una persona de baja condición ofendía a otra de rango superior (por ejemplo

magistrado o senador)140

.

Con base en estas referencias, la impresión que se saca es que Cipriano

emplea con conocimiento de causa los términos de contumelia e inuiria y por

ello ‘tipifica’ la conducta del diácono; sencillamente alude al comportamiento

del diácono empleando terminología penal romana para justificar y en su

momento naturalmente defender la sanción que se debe imponer, de la misma

manera, aunque no se diga expresamente, que se hace en el ámbito de la

sociedad pagana.

Y en este apartado primero de la carta seguimos encontrando más términos

jurídicos, concretamente, la contraposición entre auctoritas y potestas. En esta

parte del texto, se destaca el comportamiento ejemplar y modesto de Rogaciano

ya que ha preferido presentar las quejas sobre el diacono a pesar de que, en

virtud del vigor del episcopado y la autoridad de la cátedra, tenía poder para

reclamar inmediatamente una reparación (Et tu quidem honorifice circa nos et

pro solita tua humilitate fecisti, ut malles de eo nobis conqueri, cum pro

episcopatus vigore et cathedrae auctoritate haberes potestatem qua posses de

illo statim vindicari…). Y Vuelve a mencionar el binomio más adelante cuando

alude a los textos sagrados en los que él fundamenta la legitimidad de los

obispos para imponer sanciones a sus ofensores al señalar que también Salomón

nos enseña cuál es la autoridad y el poder episcopal141

. En esta carta, una vez

más, Cipriano demuestra conocer la terminología jurídica y sus significados,

pues es claro que el binomio autoridad-potestad estuvo muy presente en las

fuentes142

.

139 M. BALZARINI, De iniuria extra ordinem statui. Contributo allo studio del diritto penale

romano dell’età classica (Padova 1983). 140 Ver Gai., 3, 225: Atrox autem iniuria aestimatur vel ex facto… vel ex persona, veluti si

magistratus iniuriam passus fuerit, vel senatori ab humili persona facta sit iniuria; IJ, 4,4,9:

Atrox iniuria aestimatur vel ex facto,... vel ex persona, veluti si magistratus iniuriam passus

fuerit, vel si senatori ab humili iniuria facta sit... 141 Ep., 3,2,1: Sed Salomon in Spiritu sancto constituts testatur et docet quae sit sacerdotalis

auctoritas et potestas dicens… 142 HEUMANN - SECKEL, Handlexikon [n. 39] s. v. ‘Auctoritas’, 43-44 y s.v. ‘Potestas’, 443-

444.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 309

Como es bien conocido, el término auctoritas143

fue polisémico y lo

encontramos en diferentes ámbitos tanto de la vida pública como privada. Así

por ejemplo se empleó para referirse a la gran capacidad de influencia que una

persona tenía sobre otra debido a la confianza que sus capacidades y

competencias generaban144

. Además, en el ámbito del derecho público, se le

vinculó a dos instituciones políticas determinantes en la historia romana: el

senado por un lado (auctoritas patrum) y el emperador por otro (auctoritas

principis)145

. En el ámbito del derecho privado no debemos olvidar las

expresiones auctoritas tutoris y auctoritas venditoris146

que nos demuestran

también su vigencia en las relaciones jurídicas entre particulares. Algo

semejante ocurre con el vocablo potestas tal como se pone de manifiesto en un

pasaje de Paulo147

que distingue diversos sentidos en el término según se hable

de la potestad de los magistrados, en cuyo caso significa imperium, de la de las

personas libres, en cuyo caso se aplica a la expresión patria potestas, o de la

que se ejerce sobre los esclavos en cuyo caso tiene la acepción de dominium.

Por lo que se refiere al ámbito del derecho público el término designa la

capacidad de los magistrados para llevar a cabo actos jurídicos válidos148

.

Pero nuestro texto, como hemos visto vincula autoridad y potestad y esta

última, la potestas parece fundamentarla en el vigor del episcopado y la

autoridad de la cátedra (pro episcopatus vigore et cathedrae auctoritate)149

.

Como se sabe, la contraposición conceptual más famosa entre auctoritas y

potestas se produjo en el testamento de Augusto (Monumentum Ancyranum)

donde el emperador declara que superó a todos en autoridad si bien no tuvo

poder superior al resto de los magistrados de los que fue colega150

. De esta y

otras fuentes se ha concluido que la potestas sirve para designar el poder propio

de las magistraturas, mientras que la auctoritas se refiere a la capacidad de

influencia que se le reconoce a una persona y que tiene su origen en dicha

143 A. D’ORS, Auctoritas, authentia, authenticum, en Parerga histórica (Pamplona 1977) 143-

151; Ul. GMELIN, Auctoritas. Römischer Princeps und päpstlicher Primat, en Geistige

Grundlagen römischer Kirchenpolitik (Stuttgart 1937) 1-154. 144 Véase: K.H. LÜTCKE, Auctoritas bei Augustin (Stuttgart-Berlin-Köln-Mainz 1968) 14-20. 145 GMELIN [n. 143] 21-29, 58-79; LÜTCKE [n. 144] 20-22. 146 GMELIN [n. 143] 8-20; LÜTCKE [n. 144] 22-29. 147 Dig. 50,16,215 (Paul., L.S. ad legem Fufiam Caniniam): Potestatis verbo plura

significantur: in persona magistratuum imperium; in persona liberorum patria potestas; in

persona servi dominium. At cum agimos de noxae deditione cum eo qui servum non defendit,

praesentis corporis copian facultatemque significamus. 148 En este sentido: J. BLEICKEN, Zum Begriff der römischen Amtsgewalt auspicium, potestas,

imperium. Nachrichten der Akademie der Wissenschaften in Göttingen. 1. Philologisch-

historische Klasse (Göttingen 1981) 24; véase también: MOMMSEN [n. 121] 22 ss. 149 Comenta esta frase CLARKE [n. 12] 166. 150 Cap. 34: post id tempus auctoritate omnibus praestiti, potestatis autem nihilo amplius

habui quam ceteri, qui mihi quoque in magistratu collegae fuerunt.

310 ROSA MENTXAKA

persona, sin que derive de nadie151

, y que ambos conceptos durante la República

y el inicio del Principado estuvieron claramente diferenciados152

. Sin embargo,

pese a que en el texto de Augusto la contraposición estaba clara, hay supuestos

en los que no lo está tanto (por ejemplo cuando en las fuentes se habla de

auctoritas consulis, praetoris, etc.). Y en nuestro caso concreto ocurre algo

semejante153

: Cipriano hace derivar el poder que tiene el obispo de conocer del

caso y sancionarlo de la autoridad de la cátedra154

. Y por ello insiste en afirmar

que este poder que tiene derivado de la autoridad de la cátedra nadie lo va a

cuestionar ya que todos sus colegas en el episcopado aprobarían lo que él,

Rogaciano, hubiera decidido respecto al diácono ofensor con base en el poder

episcopal que tiene155

.

Como he señalado ya, está claro que Cipriano, en la estructura eclesiástica

que establece, considera que los obispos por el lugar que ocupan, están

legitimados para imponer las sanciones correspondientes a los miembros de su

comunidad. Una vez efectuada dicha afirmación, expone los fundamentos

teológicos de ese poder: a. un pasaje del Deuteronomio156

que establece la

condena capital para los insolentes que no obedecen al sacerdote o al juez y

ejemplifica el supuesto haciendo alusión en primer lugar a tres ministros de

Dios: Coré, Dathán y Abirón que pagaron con su vida la audacia de querer

igualarse a él y en segundo lugar a la indignación del Sr. (I Sam 8,7) cuando el

sumo sacerdote fue despreciado por los judíos a causa de su ancianidad,

vengándose del desprecio mediante el rey Saúl que los abrumó y oprimió157

. b.

otros del Eclesiastés158

en los que se insiste en la idea de respetar y reverenciar a

los sacerdotes y c. otros del Nuevo Testamento159

que insisten en la misma idea

de respeto y reconocimiento de los sacerdotes.

151 En este sentido: LÜTCKE [n. 144] 31 ss. 152 LÜTCKE [n. 144] 33. 153 Vease: G. TELLENBACH, s.v. ‘Auctoritas’, en Reallexikon für Antike und Christentum.

Sachwörterbuch zur auseinandersetzung des christentums mit der Antiken Welt, 1 (Stuttgart 1950)

907. 154 Sobre el concepto de auctoritas en Cipriano (cathedrae auctoritas, ecclesiae auctoritas,

sacerdotalis auctoritas) véase: GMELIN [n. 143] 91-97 y LÜTCKE [n. 144] 57. 155 Ep., 3,1,1: … certus quod collegae tui omnes gratum haberemus quodcumque circa

diaconum tuum contumeliosum sacerdotali potestate fecisses... 156 Deut.,17,12-13, donde se establece la condena a muerte para toda persona que cometiera la

insolencia de desobedecer al sacerdote o al juez. Comentário en DELÉANI [n. 11] 82-83 y

CAVALLOTTO [n. 5] 384. 157 Comentario en DELÉANI [n. 11] 83-84. 158 Eccli., 7,31, 33, pasajes en los que se establece el deber de honrar y temer al Sr. con toda el

alma al mismo teimpo que se respeta y reverencia a sus sacerdotes. Comentario en DELÉANI [n.

11] 84-85 y Cavallotto [n. 5] 384. 159 Por ejemplo: Act., 23,4-5, donde se establece que la prohibición de injuriar al principe y

Mt., 8,4 que refleja como Jesucristio, tras haber curado al leproso, le anima a presentarse al

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 311

Y una vez que ha expuesto en el apartado inicial el principio según el cual

los obispos tienen poder para imponer sanciones, en el central desarrolla

teológicamente dicha afirmación haciendo referencia a los textos de la biblia en

los que se fundamenta, en el tercero y último vuelve a abordar la cuestión de la

legitimidad de los obispos para imponer sanciones y por ello inicia el apartado

de la carta recordando la estructura existente en el interior de la Iglesia: El Sr.

ha elegido a los apóstoles, es decir a los obispos, y los diáconos han sido

designados después por los apóstoles, es decir por los obispos como ministros; y

de la misma forma que los obispos no pueden alzarse contra Dios, tampoco los

diáconos lo pueden hacer contra los obispos.

Y en este apartado, para referirse al obispo, emplea el término

praepositus160

. Como es conocido, la voz aparece en las fuentes jurídicas161

para

referirse a una persona que ha sido colocada como representante de una

autoridad superior, pero especialmente se emplea en el ámbito militar para

designar a un jefe superior162

y, a partir de Constantino por lo tanto en un

momento temporal posterior al que escribe nuestro obispo, se aplicó a los jefes

de servicio de rango muy elevado en la administración imperial tipo:

praepositus sacri cubiculi, praepositus sacri palatii163

. Una vez más, al utilizar

el término Cipriano demuestra conocer bien la estructura administrativa romana

de su época y emplea por ello una palabra para calificar a los obispos164

que

implica tanto la idea de representación de una autoridad superior como de

poder.

Y al mencionar las posibilidades de actuación que tiene el obispo, vuelve a

utilizar otro término muy querido por él165

(honor166

) para referirse al respeto

sacerdote que no le había reconocido como Cristo y hacer la ofrenda; sobre dichos pasajes véase

DELÉANI [n. 11] 84-85 y CAVALLOTTO [n. 5] 384. 160 Ep., 3,3,1: Meminisse autem diaconi debent quoniam apostolos id est episcopos et

praepostos Dominus elegit…; 3,3,2: et episcopo praeposito suo… ut praepositum superbo tumore

contemnant.; en Ep., 1,2: … sacerdoti praeposito se adaequare… 161 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 449. 162 R. CAGNAT, s.v. ‘Praepositus’, en Dictionnaire des Antiquités grecques et romaines

d’après les textes et les monuments, IV.1 (Paris s.d.) 623-624; HOFFMANN [n. 5] 260-261. 163 A.H.M. JONES, The later roman Empire 284-602 (Oxford 1964) I, 127, 254, 425-426; 486;

II, 567-570; H. SCHOLTEN, Der Eunuch in Kaisernähe: Zur politischen und sozialen Bedeutung

des praepositus sacri cubiculi im 4. und 5. Jahrhundert n. Chr. (Frankfurt a. Main y otras 1995);

D. SCHLINKERT, Vom Haus zum Hof: Aspekte höfischer Herrschaft in der Spätantike, en Klio 78

(1996) 454-482. 164 SAXER [n. 7] 86, DELÉANY [n. 11] 83 y CLARKE [n. 12] 166-167 informan sobre el empleo

del término praepositus en Cipriano para referirse a los obispos. 165 Véase al respecto: HOFFMANN [n. 5] 166-168 y VILELA [n. 77] 287. 166 Sobre sus diversos significados: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 237-238.

312 ROSA MENTXAKA

que merecen los obispos (ut honorem sacerdotis agnoscat…) y la posibilidad de

que el diácono que ha actuado insolentemente se arrepienta y preste la

satisfacción correspondiente. Como se sabe, en el ámbito del derecho público

romano ocupar una magistratura constituía un honor167

, honor que se extendió

posteriormente a los magistrados municipales168

de tal forma que el honor era

connatural al ejercicio de una magistratura y a su titular. Pues bien, de nuevo

esta idea se recibe por Cipriano y se aplica al equivalente a los magistrados

civiles en el seno de la iglesia: los obispos electos.

Sigue Cipriano argumentando que si el clérigo no reconoce el respeto que

merece el obispo y le presta la satisfacción correspondiente, se pueden poner en

marcha movimientos cismáticos169

, lo que evidentemente constituye un grave

problema para la unidad de la Iglesia170

. Por ello el obispo, si el diácono

siguiera provocándole con las ofensas171

, emplearía ‘contra eum potestatem

honoris tui ut eum vel deponas vel abstineas’. Otra vez acude Cipriano a unas

expresiones que ya nos resultan conocidas para subrayar que el obispo es titular

legítimo de una serie de facultades que constituyen su potestas y que son

naturales o propias de su dignidad y con base en ellas puede deponer o

excomulgar al diácono. Cabe suponer que dependiendo de la gravedad de la

conducta el obispo puede optar entre la sanción más grave: la excomunión, o, la

más leve: la deposición de su cargo de diácono pero reconociéndole el derecho

a seguir perteneciendo a la comunidad cristiana.

Y una vez más, el lenguaje administrativo romano está presente en Cipriano:

el verbo deponere172

que en el libro referido a las penas en el Digesto se

encuentra con la acepción de destituir a alguien de su cargo173

. De nuevo, da la

sensación de que Cipriano conoce esta acepción de destitución o deposición y la

emplea con plena conciencia y conocimiento de causa en aquellos supuestos en

los que no es tan preocupante la conducta perseguible. Por el contrario, si el

comportamiento es grave la sanción también y por ello se utiliza el verbo

167 MOMMSEN [n. 121] 8-11; KUNKEL - WITTMANN [n. 121] 10-11. 168 Dig. 50,4 lleva por titulo: De muneribus et honoribus. Además en contramos en Dig.

50,4,14 pr. (Callist., De cogn. 1): Honor municipales est adminstratio rei publicae cum dignitatis

gradu, sive cum sumptu sive sine erogatione contingens. Sobre la distinción entre munera y

honores en el ámbito municipal véase: W. LIEBENAM, Städteverwaltung im römischen

Kaiserreiche (Leipzig 1900) 419 ss. 169 Comenta la frase: «haec sunt enim initia haereticorum et ortus adque conatus

schismaticorum male cogitantium», CLARKE [n. 12] 169. 170 Ver el comentario de Clarke [n. 12] 169. 171 Vuelve a calificar el comportamiento del diácono como contumelia: si ultra te contumeliis

suis exacerbaverit… 172 Sobre sus múltiples significados ver: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 136-137. 173 Ver Dig. 48,19,8 pr. (Ulp., off. procons. 9): aut damnum cum infamia aut dignitatis

aliquam depositionem aut alicuis actus prohibitionem.

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 313

abstinere. El sentido preciso del término174

ha sido discutido y, mientras Beck175

defiende que en este caso debe interpretarse en el sentido de que se prohibía a

alguien el ejercicio de algunas funciones pero sin que a ello siguiera la

deposición, tanto Clark como Deléani176

, con base en el empleo que el propio

Cipriano hace del verbo en otros pasajes177

, consideran que en el presente caso

con abstienere hay que entender que Cipriano está queriendo decir

excomunicar.

Inicia el último apartado de la carta haciendo referencia a que si alguien se

uniera al diácono en el comportamiento sancionable el obispo está lógicamente

legitimado para hacer lo que proceda, que en esta ocasión se presenta como

alternativa (vel coerceris poteris vel abstinere). Otra vez emplea Cipriano

terminología penal, concretamente el verbo coercere que en las fuentes jurídicas

tiene, en ocasiones, la acepción genérica de sancionar178

y que, en este caso de

nuestro texto, no sabemos con exactitud en qué tipo de sanción se puede

concretar. Según Clarke179

iría desde la deposición hasta una suspensión

temporal mientras que, como ya se ha visto en el párrafo anterior, abstienere

haría referencia clara a la excomunión. Pone punto final a la carta recordando a

Rogaciano que es mejor ejercitar la virtud de la paciencia y de la clemencia que

proceder a castigar las ofensas e injurias.

4. A modo de síntesis.

Con base en el comentario efectuado cabe señalar:

1. Si bien no podemos determinar con precisión la fecha exacta de ambas

cartas, parece claro que su redacción no aconteció en la primera fase del

obispado de Cipriano como se ha defendido tradicionalmente; al margen de los

argumentos prosopográficos referidos a los obispos que no son determinantes

en ninguno de los casos, cabe pensar que unas consultas del género, sobre

cuestiones disciplinarias, suponen un reconocimiento fáctico de la primacía del

obispo de Cartago, hecho que cabe suponer se pudo dar no en la fase inicial de

su mandato, como sabemos discutida por algunos debido a su marcha de

Cartago, sino a partir de su fase central en que su auctoritas, al haber convocado

y presidido ya varios concilios, era un hecho.

174 Sobre su uso en las fuentes jurídicas véase: HEUMANN - SECKEL [n. 39] 5-6. 175 A. BECK, Römisches Recht bei Tertullian und Cyprian. Eine studie zur frühen

Kirchenrechtsgeschichte (Halle 1930 = Aalen 1967) 134 n. 5. 176 DELÉANI [n. 12] 166, 170 y [n. 11] 88. 177 SAXER [n. 7] 165. 178 HEUMANN - SECKEL [n. 39] 74 en particular la nº 4. 179 CLARKE [n. 12] 169-170.

314 ROSA MENTXAKA

2. Por lo que se refiere a la carta tercera, los obispos reunidos en torno a

Cipriano interpreto que son una especie de consilium en el que él se apoya para

debatir la respuesta que quiere hacer llegar por escrito a la consulta formulada

por Rogaciano. A diferencia de Deléani y Duval no creo que este conjunto de

obispos actuara como ‘un groupe informel de juges’. En mi opinión esta claro

que él, junto con el resto de los obispos anónimos, no ha actuado como tribunal

colegiado que conoce de esa causa y dicta la sentencia correspondiente, lo que

permitiría aceptar como correcta la afirmación de Duval. Cipriano se ha

limitado a dar una respuesta a la consulta planteada, pienso que aplicando la

lógica de las constituciones imperiales, concretamente la de los rescriptos y por

ello, en la respuesta notifica al consultante que debe conocer del caso, actuar

como juez natural del mismo e imponer la sanción que considere más adecuada.

3. En la articulación y redacción de las respuestas con sus correspondientes

condenas, Cipriano emplea, como hemos tenido ocasión de apreciar, muchos

términos jurídicos: maiestas, crimen, lex, vicarius, salarium, pudor, honor,

infamia, delicta, alimenta en la carta segunda; collegae, locus, officium,

contumelia, iniuria, auctoritas, potestas, praepositus, honor, deponere,

abstinre, coercere, en la carta tercera. Cipriano trae a colación muy

acertadamente toda esta terminología, particularmente del derecho penal

romano, en la construcción de su discurso y demuestra, en mi opinión, un

conocimiento de su significado técnico en el ámbito jurídico ‘pagano’, aunque

habitualmente no la emplee con dicho sentido. De la misma manera que en el

ámbito terrenal existe una justicia penal articulada en torno a los crimina,

delicta, etc, para crear la normativa sancionadora cristiana de su época Cipriano

no duda en utilizar términos penales ‘laicos’ como un recurso lingüístico más

para, de esta forma, articular las condenas religiosas que establece en estas dos

cartas.

4. Por lo que se refiere a la carta segunda, pienso que la preocupación de

Tertuliano y Cipriano por el mundo de los espectáculos en general y del teatro

en particular se plasmó en diferentes cánones conciliares que siguiendo su

ejemplo condenaron la actividad; el que se tuviera que estar insistiendo en esta

condena tanto en Oriente como en Occidente, demuestra en mi opinión que los

actores probablmente hicieron caso omiso de dicha condena. Por consiguiente,

la autoridad de la iglesia se vio en la necesidad de recordarla e insistir en ella.

5. Lo que Cipriano hace en ambas respuestas es sentar las bases teológicas

sobre las que se asientan las condenas: a. en la carta tercera la legitimidad del

obispo para conocer de las causas de su comunidad e imponer las sanciones

correspondientes (deposición o excomunión en el supuesto de que previamente

no haya habido arrepentimiento y reparación) y b. en la carta segunda, la

Notas jurídicas sobre dos cartas disciplinarias de Cipriano 315

excomunión en el supuesto de que que un actor que formaba parte de la

comunidad pretendiera seguir ejerciendo el magisterio de su profesión. En la

condena recogida en la carta segunda, Cipriano no sigue un planteamiento

propio o novedoso sino que es continuador del previamente expuesto por

Tertuliano. Sin embargo, lo que si hace es fundamentar teológicamente su

posición argumentando con la autoridad de los pasajes del Antiguo Testamento,

concretamente de un pasaje del Deuteronomio que prohibía a los hombres

vestirse de mujeres.