NEVER TOO FAR
-
Upload
independent -
Category
Documents
-
view
2 -
download
0
Transcript of NEVER TOO FAR
Pá
gin
a3
Correctoras: Zafiro
BlancaDepp
Lalu ♥
Carolyn ♥
Nat_Hollbrook
Chachii
Violet~
Vericity
Verito
CrisCras
JessiRedondo
val_mar
Clau ^.^
noelia051282
Chio
Innogen D.
Melky2012
itxi
Juli
Melii
Staff Moderadora:
Anna Banana
Traductoras: Nico Robin
CrisCras
Chachii
Kass :)
Anelynn
Liz Holland
Monikgv
Demoiselle
Larosky_3
Danny_McFly
Juli
♥…Luisa…♥
Mitzi.C
Dunadae
Annabelle
Buty Maddox
Majo_Smile ♥
loveandheartts
Joha quinto
Eddesmile
Akires
Noely
Keren03
dana.kirei7
Jessy.
betza18
noenatale
LilikaBaez
Nina_Ariella
Perpi27
Akires
Jessy.
Anna Banana
Mel Cipriano
tamijimflower
RecopilaciĂłn & Lectura Final: Mery St. Clair & Annabelle
Diseño: Hanna Marl
Pá
gin
a4
Sinopsis
l guardaba un secreto que destrozĂł su mundo.
Todo lo que ella sabĂa ya no era cierto.
Blaire no podĂa dejar de amarlo, pero sabĂa que nunca podrĂa
perdonarlo. Ahora estaba de vuelta en casa y aprendiendo a vivir de nuevo.
Continuando con su vida… Hasta que algo sucede y pone a girar su mundo una
vez más.
¿Qué haces cuando la única persona en la que nunca puedes volver a confiar
es en la que tienes que confiar tan desesperadamente?
Mientes, te escondes, lo evitas y rezas para que tus pecados nunca te
encuentren.
Too Far, #2
É
Pá
gin
a5
Hace 13 años… Traducido por Anna Banana
Corregido por Zafiro
Rush
ubo un golpe en la puerta y luego sólo el pequeño arrastrar de
pies. Mi pecho dolĂa. Mi madre me habĂa llamado de camino a
casa para decirme lo que habĂa hecho y que ahora saldrĂa a tomar
algunos cĂłcteles con amigos. Yo serĂa quien tendrĂa que
tranquilizar a Nan. Mi madre no podĂa manejar el estrĂ©s que eso implicaba. O eso
es lo que me dijo cuándo llamó.
—¿Rush? —La voz de Nan llamĂł con un hipo. HabĂa estado llorando.
—Estoy aquĂ, Nan —dije mientras me levantaba de donde yo habĂa estado
sentaoa en la esquina. Era mi escondite. En esta casa necesitabas un escondite. Si
no tenĂas uno, cosas malas sucedĂan.
Mechones de los rizos rojos de Nan se pegaban a su cara mojada. Su labio
inferior temblĂł mientras me miraba con esos ojos tristes. Casi nunca los veĂa
felices. Mi madre sĂłlo le daba atenciĂłn cuando necesitaba vestirla y presumirla. El
resto del tiempo era ignorada. Excepto por mĂ. Hice mi mejor esfuerzo para hacerla
sentir querida.
—No lo vi. Él no estaba allà —susurró mientras un pequeño sollozo escapó.
No tuve que preguntar quiĂ©n era “él.” Lo sabĂa. Mam{ se habĂa cansado de oĂr a
Nan preguntar por su padre. AsĂ que decidiĂł llevarla a verlo. DesearĂa que me lo
hubiera dicho. DesearĂa poder haber ido. La mirada afligida en el rostro de Nan
provocĂł que mis manos se cerraran en puños. Si alguna vez veĂa a ese hombre iba
a darle un puñetazo en la nariz. QuerĂa verlo sangrar.
—Ven aquà —le dije, extendiendo la mano y tirando de mi hermana
pequeña hacia mis brazos. Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me
apretĂł con fuerza. En momentos como este era difĂcil respirar. Odiaba la vida que
H
Pá
gin
a6
le habĂan dado. Por lo menos, yo sabĂa que mi padre me querĂa. Pasaba tiempo
conmigo.
—Tiene otras hijas. Dos. Y son… hermosas. Sus cabellos son como el cabello
de un ángel. Y tienen una mamá que las deja jugar afuera en la tierra. Usaban
zapatos tenis. Y estaban sucios. —Nan tenĂa envidia de unos zapatos sucios.
Nuestra madre no le permitĂa ser menos que perfecta todo el tiempo. Ni siquiera
tenĂa un par de zapatos tenis.
—No pueden ser más hermosas que tĂş —le asegurĂ©, porque lo creĂa
firmemente.
Nan sollozĂł y luego se apartĂł de mĂ. LevantĂł su rostro y me observĂł con sus
enormes ojos verdes. —Lo son. Las vi. Pude ver fotografĂas en la pared de ellas y
un hombre. Las quiere… Él no me quiere.
No podĂa mentirle. TenĂa razĂłn. No la querĂa.
—Él es un estĂşpido idiota. Me tienes a mĂ, Nan. Siempre me tendrás.
Pá
gin
a7
1 Traducido por Anna Banana
Corregido por BlancaDepp
Blaire
iempo presente…
Veinticuatro kilĂłmetros fuera de la cuidad era lo suficientemente
lejos. Nadie venĂa tan lejos de Sumit para visitar una farmacia. A
menos que tuvieran diecinueve años y necesitaba algo que no querĂan que el
pueblo se enterara que compraste. Todo lo que comprara en la farmacia local se
esparcirĂa por toda la pequeña ciudad de Sumit, Alabama, en menos de una hora.
Especialmente si eras soltera y comprabas condones… o una prueba de embarazo.
Puse las pruebas de embarazo en el mostrador y no hice contacto visual con
el empleado. No pude. El miedo y la culpa en mis ojos era algo que no querĂa
compartir con un completo extraño. Esto era algo que ni siquiera le conté a Cain.
Desde que obligué a Rush que saliera de mi vida hace tres semanas, poco a poco
volvĂa a mi rutina de pasar todo el tiempo con Cain. Fue fácil. No me presionaba
para hablar, pero cuando lo hacĂa siempre escuchaba.
—Dieciséis dólares y quince centavos —dijo la mujer del otro lado del
mostrador. PodĂa oĂr la preocupaciĂłn detrás de su voz. No era de extrañar. Esta era
la compra de la vergĂĽenza que todas las adolescentes temĂan. Le entreguĂ© un
billete de veinte dĂłlares sin levantar los ojos de la pequeña bolsa que habĂa puesto
delante de mĂ. Ésta sostenĂa la Ăşnica respuesta que necesitaba y aterrorizaba.
Ignorar el hecho de que mi perĂodo tenĂa dos semanas de retraso y fingir que esto
no ocurrĂa era más fácil. Pero tenĂa que saberlo.
—Tres dólares con ochenta y cinco centavos es tu cambio —dijo mientras
extendĂ la mano y tomĂ© el dinero que me extendĂa.
—Gracias —murmuré y tomé la bolsa.
—Espero que todo salga bien —dijo la mujer en tono suave. Levanté la vista
y me encontré con un par de simpáticos ojos marrones. Era una extraña que nunca
T
Pá
gin
a8
volverĂa a ver, pero en ese momento me ayudĂł que alguien más lo supiera. No me
sentĂa sola.
—Yo también —le contesté antes de dar la vuelta y caminar hacia la puerta.
De regreso al sol caliente de verano.
Di dos pasos hacia el estacionamiento cuando mis ojos se posaron en el lado
del conductor de la camioneta. Cain estaba recargado sobre ella con sus brazos
cruzados sobre el pecho. La gorra de beisbol gris que llevaba tenĂa una A de la
Universidad de Alabama que ocultaba sus ojos.
Me detuve y lo mirĂ© fijamente. No habĂa manera de mentir sobre esto. Él
sabĂa que no habĂa venido hasta aquĂ para comprar condones. SĂłlo habĂa una
razĂłn m{s. Incluso sin poder ver la expresiĂłn de sus ojos sabĂa… que Ă©l lo sabĂa.
TraguĂ© el nudo en mi garganta con el que habĂa estado luchando desde que
entré en mi camioneta está mañana y me dirigà fuera de la cuidad. Ahora ya no era
sĂłlo la extraña detrás del mostrador y yo las que lo sabĂamos. Mi mejor amigo
tambiĂ©n lo sabĂa.
Me obliguĂ© a mĂ misma a poner un pie delate del otro. Él harĂa preguntas y
yo tendrĂa que responder. DespuĂ©s de las Ăşltimas semanas se merecĂa una
explicaciĂłn. Se merecĂa la verdad. ÂżPero cĂłmo explicaba esto?
Me detuve a unos metros delante de Ă©l. Me alegrĂł que la gorra ocultara su
rostro. SerĂa mucho más fácil de explicar si no podĂa ver los pensamientos
destellando en sus ojos.
Nos quedamos en silencio. QuerĂa que hablara primero, pero despuĂ©s de lo
que parecieron varios minutos sin decir nada, supe que Ă©l querĂa que yo dijera algo
primero.
—¿Cómo supiste dónde estaba? —pregunté finalmente.
—Estás quedándote en la casa de mi abuela. En el momento que te
marchaste actuando extrañamente, ella me llamó. Me preocupé por ti —respondió.
Las lágrimas picaron mis ojos. No iba a llorar sobre esto. Ya habĂa llorado
todo lo que tenĂa que llorar. Apretando la bolsa que guardaba la prueba de
embarazo, enderecé mis hombros. —Me has seguido —le dije. No era una
pregunta.
—Por supuesto que sà —respondió, luego sacudió la cabeza y volvió su
mirada lejos de mĂ para concentrarse en otro cosa—. ÂżIbas a decĂrmelo, Blaire?
ÂżIba a decĂrselo? No lo sabĂa. No habĂa pensado en eso todavĂa. —No estoy
segura que haya nada que decir aún por el momento —le contesté con sinceridad.
Pá
gin
a9
Cain negó con la cabeza y dejó escapar una risita baja sin humor. —¿No
estás segura, eh? ¿Has venido hasta aquà porque no estás segura?
Estaba enojado. ÂżO estaba herido? No tenĂa por quĂ© estarlo. —Hasta que no
tome está prueba no estoy segura. Tengo un retraso. Eso es todo. No hay ninguna
razĂłn por la que deberĂa decirte esto. No es de tu incumbencia.
Lentamente, Cain volviĂł su cabeza para nivelar su mirada en mĂ. LevantĂł la
mano e inclinĂł su gorra hacia atrás. La sombra desapareciĂł de sus ojos. HabĂa
incredulidad y dolor en ellos. No querĂa ver eso. Era casi peor que ver el juicio en
sus ojos. En cierto modo, el juicio era mejor.
—¿En serio? ¿Eso es lo que sientes? ¿Después de todo por lo que hemos
pasado asĂ es como te sientes honestamente?
Lo que habĂamos pasado estaba en el pasado. Él era mi pasado. HabĂa
atravesado por muchas cosas sin él. Mientras él disfrutaba de sus años de instituto
yo luchaba por que mi vida no se desmoronara. ÂżQuĂ© era exactamente lo que creĂa
que habĂa sufrido? La ira hirviĂł lentamente en mi sangre y levantĂ© mis ojos para
mirarlo.
—SĂ, Cain. AsĂ es como me siento. No estoy segura de quĂ© es exactamente lo
que hemos pasado. Éramos mejores amigos, después fuimos novios, luego mi
mamá enfermĂł y tĂş querĂas que tu polla fuera consentida, asĂ que me engañaste.
Me hice cargo de mi madre enferma sola. Sin nadie con quien apoyarme. Luego
ella murió y me mudé. Mi corazón y mundo fueron destrozados y volvà a casa. Has
estado aquĂ para mĂ. No te lo pedĂ, pero lo has hecho. Y te lo agradezco, sin
embargo eso no hace que todas las cosas desaparezcan. No compensa el hecho de
que me abandonaste cuando más te necesitaba. Asà que discúlpame si cuando mi
mundo está a punto de desmoronarse de debajo de mis pies y tú no eres la primera
persona a la que corro. AĂşn no te lo has ganado.
Respiraba con dificultad y las lágrimas que no habĂa querido derramar
corrĂan por mi rostro. Maldita sea, no querĂa llorar. CerrĂ© la distancia que nos
separaba y usé toda mi fuerza para alejarlo fuera de mi camino para asà poder
agarrar la manija de la puerta y abrirla. Necesitaba salir de aquĂ. Alejarme de Ă©l.
—Muévete —grité mientras me esforzaba por abrir la puerta con su peso
aĂşn contra ella.
Esperé que discutiera conmigo. Esperé cualquier cosa excepto que hiciera lo
que le pedĂ. Me subĂ en el asiento del conductor y arrojĂ© la bolsa de plástico en el
asiento a mi lado antes de echar andar la camioneta y salir del estacionamiento.
AĂşn podĂa ver a Cain de pie allĂ. No se habĂa movido mucho. SĂłlo lo suficiente
para que pudiera entrar a la camioneta. No me estaba mirando. Observaba el suelo
Pá
gin
a1
0
como si tuviera todas las respuestas. No podĂa preocuparme por Ă©l ahora. TenĂa
que salir de aquĂ.
Tal vez no deberĂa haberle dicho esas cosas. Tal vez debĂ haberlas dejado en
mi interior donde habĂan estado enterradas todos estos años. Pero ya era
demasiado tarde. Me confrontĂł en el momento equivocado. No me sentirĂa mal
por esto.
Tampoco podĂa volver a la casa de su abuela. Ella sospechaba. Era probable
que Ă©l la llamara para decirle. Si no le decĂa la verdad, entonces se enterarĂa por
otra persona. No tenĂa ninguna otra opciĂłn. Iba a tener que tomar una prueba de
embarazo en el baño de una estaciĂłn de servicios. ÂżPodrĂa esto ponerse peor?
Pá
gin
a1
1
2 Traducido por Nico Robin
Corregido por BlancaDepp
Rush
as olas rompiendo contra la orilla me calmaban. HabĂa estado sentado
y mirando el agua en el patio desde que era niño. Siempre me ayudaba
a encontrar una mejor perspectiva de las cosas. Eso no estaba
funcionándome ahora.
La casa estaba vacĂa. Mi madre y… y el hombre a quien querĂa pudrir en el
infierno por toda la maldita eternidad se habĂan ido tan pronto como lleguĂ© de
Alabama hace tres semanas. Yo habĂa estado enojado, roto, salvaje. DespuĂ©s de
amenazar la vida del hombre que se casĂł con mi madre, les exigĂ que se fueran. No
querĂa ver a ninguno de ellos. TenĂa que llamar a mi madre y hablar con ella, pero
no querĂa hacerlo por el momento.
Era más fácil decir que perdonarĂa a mi mamá que hacerlo. Nan, mi
hermana, vino varias veces y me pidiĂł que hablara con ella. Esto fue culpa de Nan,
pero tampoco podĂa con ella acerca de esto. Ella me recordaba lo que perdĂ. Lo que
yo apenas tuve. Lo que yo nunca esperé encontrar.
Un fuerte estruendo proveniente de dentro de la casa rompiĂł en mis
pensamientos. Me giré y noté que alguien estaba en la puerta cuando el timbre
sonĂł seguida de otro golpe. ÂżQuiĂ©n diablos era? Nadie habĂa venido a excepciĂłn
de Nan y Grant desde que Blaire se fue.
Puse la cerveza en la mesa junto a mà y me levanté. Quienquiera que fuese
necesitaba una buena razón para venir aquà sin invitación. Caminé por la casa que
seguĂa limpia desde la Ăşltima visita de Henrietta, la sirvienta. Sin vida social era
fácil mantener las cosas ordenadas. Me gustaba mucho más esto. Los golpes
comenzaron de nuevo cuando llegué a la puerta y la abrà de golpe listo para decirle
a quien quiera que estuviera ahĂ que se fuera a la mierda cuando las palabras me
fallaron. No era alguien a quien yo hubiera esperado ver otra vez. SĂłlo conocĂ al
hombre una vez y al instante lo odie. Ahora estaba aquĂ, querĂa agarrarlo por los
L
Pá
gin
a1
2
hombros y sacudirlo hasta que me dijera como estaba ella. Si ella estaba bien.
ÂżDĂłnde vivĂa? Dios, esperaba que no viviera con Ă©l. ÂżY si Ă©l…? no, no, no, eso no
habĂa ocurrido. Ella no lo harĂa. No mi Blaire.
Mis manos se apretaron en puños con fuerza a los costados.
—Necesito saber una cosa —dijo Cain, el ex de Blaire, cuándo me le quedé
viendo confundido—. ¿Tu… —se detuvo y tragó saliva—, te… la jod…? —se quitó
la gorra y se pasĂł una mano por el pelo. Me di cuenta de los cĂrculos oscuros bajo
los ojos y la expresiĂłn cansada, muy cansada en su cara.
Mi corazĂłn se detuvo. Lo tomĂ© del brazo y lo sacudĂ. —¿DĂłnde está Blaire?
¿Está bien?
—Ella est{ bien… quiero decir, ella est{ bien. Suéltame antes de que me
rompas el brazo. —espetĂł Cain, apartando su brazo lejos de mĂ—. Blaire está viva
y bien en Sumit. No es por eso que estoy aquĂ.
Entonces, Âżpor quĂ© Ă©l estaba aquĂ? TenĂamos una sola conexiĂłn: Blaire.
—Cuando se fue de Sumit, ella era inocente. Muy inocente. Yo habĂa sido su
Ăşnico novio. SĂ© lo inocente que era. Hemos sido mejores amigos desde que Ă©ramos
niños. La Blaire que regreso no es la misma que se fue. Ella no habla de ello. No
quiere hablar de ello. Solo necesito saber si tú y ella… si ustedes… Solo voy a decir
esto, ÂżTe la follaste?
Mi visiĂłn se tornĂł borrosa mientras me movĂa sin ningĂşn pensamiento que
no fuera asesinarlo. HabĂa cruzado una lĂnea. No le permitirĂa hablar de Blaire asĂ.
No le permitirĂa hacer ese tipo de preguntas o dudar de su inocencia. Blaire era
inocente, maldita sea. No tenĂa derecho.
—¡Santa mierda! ¡Rush, hermano, bájalo! —la voz de Grant me estaba
llamando. Lo oĂa, pero estaba demasiado lejos, como dentro de un tĂşnel. Yo me
concentraba en el chico delante de mà conectando con mi puño y la sangre
corriendo de su nariz. Estaba sangrando. Yo necesitaba hacerlo sangrar. Yo
necesitaba hacer a alguien sangrar.
Dos brazos se enrollaron a mi alrededor por detrás y me apartaron cuando
Cain tropezó hacia atrás, levantando las manos hacia su nariz con una mirada de
pánico en sus ojos. Bueno, uno de sus ojos. El otro ya estaba cerrado por la
hinchazĂłn.
—¿QuĂ© demonios le dijiste? —preguntĂł la persona detrás de mĂ. Era Grant
quien me tenĂa en una tenaza.
—Ni se te ocurra decirlo —rugà cuando Cain abrió la boca para responder.
No podĂa oĂrle hablar asĂ de ella. Lo que habĂa hecho era más que sucio y
Pá
gin
a1
3
equivocado. Él actuaba como si yo la hubiera ensuciado. Blaire era inocente. Tan
increĂblemente inocente. Lo que habĂa hecho no lo cambiaba.
Los brazos de Grant me apretaron tirándome contra su pecho. —Te tienes
que ir ya. Solo puedo retenerlo por poco tiempo. Tiene seis kilos más que yo y esto
no es tan fácil como parece. Tienes que salir de aquĂ, amigo. No vuelvas. Tienes
una jodida suerte de que yo haya aparecido.
Cain asintiĂł con la cabeza, y luego se tambaleĂł hacia su camioneta. La ira se
habĂa consumido en mis venas, pero todavĂa se sentĂa. QuerĂa herirlo más. Para
eliminar cualquier pensamiento en su cabeza de que Blaire no era tan perfecta
como lo habĂa sido cuando saliĂł de Alabama. No sabĂa todo por lo que habĂa
pasado. Toda la mierda que mi familia le habĂa hecho pasar. ÂżCĂłmo iba a cuidar de
ella? Ella me necesitaba
—Si te libero, ¿Vas a perseguir su camioneta o estamos bien? —preguntó
Grant mientras aflojaba su agarre sobre mĂ.
—Estoy bien. —Le aseguré, me encogà de hombros liberándome de sus
brazos y me acerqué a la barandilla para agarrarme y tomar varias respiraciones
profundas. El dolor volviĂł con toda su fuerza. Me las habĂa arreglado para
enterrarlo hasta que solo latĂa un poco, pero al ver al cobarde me lo recordĂł todo.
Esa noche. De lo que nunca me recuperarĂa. La que me marcarĂa para siempre.
—¿Puedo preguntar por qué demonios me ibas a golpear a mà también? —
preguntĂł Grant poniendo alguna distancia entre nosotros.
Él era mi hermano en todos los aspectos y propósitos. Nuestros padres se
habĂan casado cuando Ă©ramos niños. Lo suficiente como para formar ese vĂnculo.
A pesar de que mi mamá tuvo más maridos, desde entonces, Grant era mi familia.
Me conocĂa lo suficiente para saber que se trataba sobre Blaire.
—El ex novio de Blaire—contesté sin mirarlo.
Grant se aclaró la garganta. —Asà que, uh, ¿vino a presumir? ¿O solamente
consiguiĂł una nariz sangrante por que la toco?
Las dos cosas. Ninguna. Negué con la cabeza. —No, él vino a hacer
preguntas sobre mĂ y Blaire. Cosas que no le incumbĂan. PreguntĂł la cosa
equivocada.
—Ah, ya veo. Eso tiene sentido. Bueno, pago por ello. El tipo probablemente
tiene una fractura en la nariz junto con ese ojo cerrado.
Por fin levanté la cabeza y miré a Grant. —Gracias por separarme de él.
PerdĂ el control.
Pá
gin
a1
4
Grant asintió con la cabeza y abrió la puerta. —Vámonos. Veamos un juego
y bebamos cerveza.
Pá
gin
a1
5
3
Traducido por CrisCras
Corregido por Lalu♥
Blaire
a tumba de mi madre era el Ăşnico lugar al que podĂa pensar ir. No
tenĂa casa. No podĂa regresar a donde Granny Q. Ella era la abuela de
Cain.
Probablemente, Ă©l estuviera allĂ, esperándome. O quizás no estuviera.
Quizás le habĂa empujado demasiados lejos. Me sentĂ© a los pies de la tumba de mi
madre. Tiré de mis rodillas bajo mi barbilla y rodeé mis piernas con mis brazos.
HabĂa vuelto a Sumit porque era el Ăşnico lugar que conocĂa para regresar.
Ahora necesitaba marcharme. No podĂa quedarme aquĂ. Otra vez, mi vida
estaba a punto de tomar un giro repentino. Uno para el que yo no estaba
preparada. Cuando habĂa sido una niña, mi madre nos llevo un domingo a la
escuela de la iglesia Baptista local. Recuerdo un pasaje de la Biblia que nos leyeron
acerca de que Dios no pone en nuestro camino más de lo que podemos soportar.
Comenzaba a preguntarme si eso era sĂłlo para aquellas personas que iban a la
iglesia cada domingo y rezaban antes de irse a la cama por las noches. Porque Ă©l no
se estaba conteniendo a la hora de lanzarme golpes.
Sentir lástima por mĂ misma no me ayudarĂa. No podĂa hacer esto. TenĂa
que resolverlo también. Mi estancia con Granny Q y dejar que Cain me ayudara a
lidiar con el dĂa a dĂa habĂa sido temporal. Supe cuando me mudĂ© a la habitaciĂłn
de invitados que no podĂa quedarme mucho tiempo. HabĂa demasiada historia
entre Cain y yo. Historia que no tenĂa la intenciĂłn de repetir.
El momento de marcharse estaba aquĂ, pero todavĂa no tenĂa ni idea de a
dĂłnde iba a ir y quĂ© iba a hacer igual que habĂa estado tres semanas atrás.
—Me gustarĂa que estuvieras aquĂ, mamá. No sĂ© quĂ© hacer y no tengo nadie
a quien preguntarle —susurré mientras estaba allà sentada en el silencioso
cementerio. QuerĂa creer que ella podĂa oĂrme. No me gustaba la idea de ella
L
Pá
gin
a1
6
estando bajo tierra, pero después de que mi hermana gemela, Valerie, hubiera
muerto me habĂa sentado aquĂ en este lugar con mi madre y nos gustaba hablar
con Valerie. Mamá habĂa dicho que su espĂritu estaba pendiente de nosotras y que
podĂa oĂrnos. AsĂ que querĂa creer eso ahora.
—Soy solo yo. Te echo de menos. No quiero estar sola… pero lo estoy. Y
tengo miedo. —El único sonido era el susurro de las hojas en los árboles—. Una
vez me dijiste que si escuchaba realmente fuerte sabrĂa la respuesta en mi corazĂłn.
Estoy escuchando, mamá, pero estoy tan confundida. ÂżTal vez podrĂas ayudarme
señalándome en la dirección correcta de alguna manera?
Descansé la barbilla sobre mis rodillas y cerré los ojos, negándome a llorar.
—¿Recuerdas cuando dijiste que tenĂa que contarle a Cain cĂłmo me sentĂa
exactamente? Que no me sentirĂa mejor hasta que lo dejara salir todo. Bueno, justo
hice eso hoy. Incluso si él me perdona, nunca será lo mismo. No puedo seguir
confiando en Ă©l para las cosas, de cualquier modo. Es el momento de que resuelva
las cosas por mi cuenta. Es solo que no sé cómo.
Solo preguntárselo me hizo sentir mejor. Saber que no obtendrĂa una
respuesta parecĂa no importar.
La puerta de un coche se cerró de golpe rompiendo la paz y dejé caer mis
brazos de mis piernas y me giré hacia atrás para mirar hacia el aparcamiento, vi un
coche demasiado caro para esta pequeña ciudad. Girando mis ojos para ver quién
se habĂa bajado del coche, abrĂ la boca y me puse de pie de un salto. Era Bethy.
Estaba aquĂ. En Sumit. En el cementerio… conduciendo un coche que parecĂa muy,
muy caro.
Su largo cabello marrĂłn estaba recogido sobre su hombro en una coleta. Una
sonrisa tiraba de sus labios cuando mis ojos se encontraron con los suyos. No me
podĂa mover. TenĂa miedo de que me estuviera imaginando cosas. ÂżQuĂ© estaba
Bethy haciendo aquĂ?
—No tienes un teléfono móvil, ¿cómo diablos se supone que voy a llamarte
y a decirte que voy a patearte el culo si no tengo un número al que llamar, eh? —
Sus palabras no tenĂa sentido, pero solo oĂr su voz me hizo recorrer a la carrera la
distancia entre nosotras.
Bethy se rió y abrió sus brazos cuando me arrojé en ellos. —No puedo creer
que estés aquà —dije después de abrazarla.
—SĂ, bueno, yo tampoco. Fue un largo viaje. Pero tĂş lo vales y ya que dejaste
el telĂ©fono mĂłvil en Rosemary, no tenĂa ninguna manera de hablar contigo.
Pá
gin
a1
7
QuerĂa contárselo todo, pero no podĂa. TodavĂa no. Necesitaba tiempo. Ella
ya sabĂa sobre mi padre. SabĂa sobre Nan. Pero el resto… yo sabĂa que ella no lo
conocĂa.
—Estoy contenta de que estĂ©s aquĂ, Âżpero cĂłmo me has encontrado?
Bethy sonrió e inclinó la cabeza hacia un lado. —Conduje por la ciudad
buscando tu camioneta. No fue tan difĂcil. Este lugar tiene como una luz roja. Si
hubiera parpadeado dos veces lo habrĂa pasado por alto.
—Ese coche probablemente llama un poco la atención en la ciudad —dije
mirando más allá de ella.
—Es de Jace. Esa cosa se conduce como un sueño.
AĂşn estaba con Jace. Bueno. Pero me dolĂa el pecho. Jace me recordaba a
Rosemary. Y Rosemary me recordaba a Rush.
—Me gustarĂa preguntarte cĂłmo estás, pero chica, tienes la figura de un
palo. ÂżHas comido algo desde que te marchaste de Rosemary?
Mis ropas colgaban flojas sobre mĂ. Comer habĂa sido difĂcil con el gran
nudo que se mantenĂa apretado en mi pecho en todo momento. —Han sido unas
semanas difĂciles, pero creo que estoy cada vez mejor. Superando las cosas.
Lidiando con ello.
Bethy desviĂł la mirada hacia la tumba detrás de mĂ. Hacia ambas. Pude ver
la tristeza en sus ojos mientras leĂa sus lápidas. —Nadie puede quitarte tus
recuerdos. Tienes eso —dijo apretando mi mano entre las suyas.
—Lo sé. No les creo. Mi padre es un mentiroso. No les creo a ninguno de
ellos. Ella, mi madre, no habrĂa hecho lo que ellos dicen. Si alguien tiene la culpa,
ese es mi padre. Él causó este dolor. No mi madre. Nunca mi madre.
Bethy asintiĂł y sostuvo mi mano en las suyas. Solo tener a alguien
escuchándome y saber que me creĂa, que creĂa en la inocencia de mi madre, ayudĂł.
—¿TĂş hermana se parecĂa mucho a ti?
El Ăşltimo recuerdo que tenĂa de Valerie era de su sonrisa. Esa brillante
sonrisa que era mucho más bonita que la mĂa. Sus dientes eran perfectos sin ayuda
de aparatos de ortodoncia. Sus ojos eran más brillantes que los mĂos. Pero todo el
mundo decĂa que Ă©ramos idĂ©nticas. Ellos no veĂan la diferencia. Siempre me
preguntĂ© por quĂ©. Yo podĂa verla tan claramente.
—Éramos idĂ©nticas —respondĂ. Bethy no entenderĂa la verdad.
Pá
gin
a1
8
—No puedo imaginarme dos Blaire Wynns. Ustedes debieron de haber roto
un montón de corazones en esta pequeña ciudad. —Estaba tratando de aligerar el
ambiente después de preguntar por mi difunta hermana. Yo apreciaba eso.
—Solo Valerie. Yo estuve con Cain desde que era joven. No rompà ningún
corazĂłn.
Los ojos de Bethy se ampliaron un poco, luego apartĂł la mirada antes de
aclararse la garganta. EsperĂ© hasta que se volviĂł hacia mĂ. —A pesar de que verte
es impresionante y que podrĂamos sacudir totalmente esta ciudad, vine aquĂ con
un propĂłsito.
Supuse que asĂ era, solo no podĂa imaginarme quĂ© propĂłsito serĂa
exactamente.
—De acuerdo —dije esperado más explicación.
—¿Podemos hablar de esto en alguna cafeterĂa? —FrunciĂł el ceño y mirĂł de
nuevo hacia la calle—. O tal vez en el Dairy K, ya que es el único lugar que he visto
mientras conducĂa a travĂ©s de la ciudad.
Ella no parecĂa cĂłmoda manteniendo una conversaciĂłn entre tumbas como
yo. Eso era normal. Yo no lo era. —SĂ, está bien —dije y me acerquĂ© para recoger
mi bolso.
—Ahà está tu respuesta —susurró una voz suave, tan bajo que casi pensé que
lo habĂa imaginado. Me girĂ© para mirar hacia atrás, a Bethy, quien sonreĂa con las
manos metidas en los bolsillos delanteros.
—¿Dijiste algo? —pregunté confundida.
—Uh, ¿te refieres a después de que sugiriera ir al Dairy K? —preguntó.
AsentĂ con la cabeza. —SĂ. ÂżSusurraste algo?
Ella arrugĂł la nariz, luego mirĂł a su alrededor con nerviosismo y sacudiĂł la
cabeza.
—No… eh… ¿por qué no salimos de aqu� —dijo estirando la mano para
coger mi brazo y tirando de mà detrás de ella hacia el coche de Jace.
VolvĂ la vista hacia la tumba de mi madre y una paz se asentĂł sobre mĂ. ÂżEso
habĂa sido…? No. Seguramente, no. Sacudiendo la cabeza, me di la vuelta y me
subĂ en el lado del copiloto antes de que Bethy me lanzara dentro.
Pá
gin
a1
9
4 Traducido por Chachii
Corregido por Carolyn ♥
Rush
ra el cumpleaños de mamá. Nan ya me habĂa llamado dos veces
pidiĂ©ndome que le llamase. No podĂa hacerlo. Ella estaba en una
playa de las Bahamas con Ă©l. Esto no la afecto en lo absoluto. Una vez
más, se habĂa fugado para disfrutar de su vida, mientras dejaba a sus
hijos para que resolvieran las cosas.
—Nan llamó otra vez. ¿Quieres que le conteste y le diga que te deje en paz?
—Grant caminó dentro de la sala, tendiéndome mi celular en su mano mientras
sonaba.
Ambos peleábamos como hermanos reales. —No, dámelo a mà —respondĂ
mientras me tiraba el teléfono—. Nan —dije en forma de saludo.
—¿Vas a llamar a mamá o no? Me ha llamado dos veces hasta ahora,
preguntándome si hablé contigo y si recuerdas su cumpleaños. Se preocupa por ti.
No dejes que esa chica arruine todo, Rush. Me apuntĂł con una pistola, por el amor
de Dios. Una pistola, Rush. Está loca. Ella…
—Detente. No digas nada más. No la conoces. No quieres conocerla. Asà que
detente. No voy a llamar a mamá. La próxima vez que lo haga, dile que no quiero
escuchar su voz. Me importa una mierda su viaje o qué quiere por su cumpleaños.
—Auch —murmuró Grant mientras se sentaba en el sofá frente a mà y
apoyaba las piernas sobre la mesa.
—No puedo creer que hayas dicho eso. No te entiendo. Ella no puede ser
tan buena en…
—No, Nannette. La conversación terminó. Llámame si tú me necesitas. —
PresionĂ© finalizar, lancĂ© mi celular en el asiento junto a mĂ, y recostĂ© mi cabeza
contra el almohadĂłn.
E
Pá
gin
a2
0
—Salgamos. Bebe un poco. Bailemos con algunas chicas. Olvida esta mierda.
Todo —dijo Grant. Sugirió esto varias veces en las pasadas tres semanas. O al
menos desde que dejé de romper cosas y él se sintió lo suficientemente seguro para
hablar.
—No —contestĂ© sin mirarlo. No habĂa razĂłn para actuar como si estuviera
bien. Hasta que supiera que Blaire estaba bien, yo nunca estarĂa a estar bien. Ella
no me puede perdonar. Infiernos, nunca me mirará de nuevo, pero necesitaba
saber que seguĂa adelante. Necesitaba saber algo. Lo que sea.
—He sido realmente bueno no entrometiéndome. He dejado que
enloquezcas, le gruñas a todo lo que se mueve y te pongas de mal humor. Creo que
es tiempo de que me digas algo. ¿Qué ocurrió cuando fuiste a Alabama? Algo tuvo
que haber pasado. No volviste igual.
QuerĂa a Grant como un hermano, pero no habĂa forma que le dijera acerca
de la noche en la habitaciĂłn del hotel con Blaire. Ella estaba herida y yo
desesperado. —No quiero hablar acerca de eso. Pero necesito salir. Dejar de mirar
esas paredes y recordarla… sĂ, necesito salir. —Me parĂ© y Grant saliĂł de su lugar
en el sofá. El alivio en sus ojos era obvio.
—¿De qué tienes ganas? ¿Cervezas? ¿Chicas? ¿O ambas?
—Música alta —contesté. Realmente no necesitaba ninguna cerveza y las
chicas… simplemente no estaba listo para eso.
—Tendremos que ir al centro de la ciudad. ¿Tal vez a Destin?
Le lancĂ© mis llaves del auto. —Seguro, guĂame.
El timbre sonĂł deteniĂ©ndonos a ambos. La Ăşltima vez que habĂa tenido un
invitado inesperado no terminĂł bien. Es muy probable que sean unos policĂas que
vienen a arrestarme por golpear el rostro de Cain. Por extraño que parezca, no me
importĂł. Estaba indiferente.
—Yo abro —dijo Grant, mirándome con el ceño fruncido en preocupación.
Estaba pensando lo mismo.
Volvà a sentarme en el sofá y apoyé los pies sobre la mesa de café. Mi mamá
odiaba cuando lo hacĂa. La habĂa comprado durante uno de sus viajes
internacionales de compras y la trajo hasta aquĂ. SentĂ una repentina punzada de
culpa por no llamarla, pero lo ignoré. Toda mi vida hice feliz a esa mujer y me hice
cargo de Nan. Se acabĂł.
—Jace, ¿qué sucede? Estábamos a punto de salir. ¿Quieres venir con
nosotros? —dijo Grant retrocediendo y dejando que Jace entrara a la casa. No me
Pá
gin
a2
1
levantĂ©. QuerĂa que se fuera. Ver a Jace me recordaba a Bethy, quien me recordaba
a Blaire. Jace necesitaba irse.
—Uh, no, yo uh… necesitaba hablar contigo sobre algo —dijo Jace,
arrastrando los pies y metiendo las manos en sus bolsillos. ParecĂa listo para salir
corriendo por la puerta.
—Está bien —contesté.
—Puede que hoy no sea el mejor dĂa para hablar con Ă©l, hombre —dijo
Grant, parándose frente a Ă©l y centrándose en mĂ—. ĂŤbamos a salir. Vamos. Jace
puede desnudar su alma después.
Ahora tenĂa curiosidad. —No soy una bala perdida, Grant. SiĂ©ntate. DĂ©jalo
hablar.
Grant dejó escapar un suspiro y sacudió la cabeza. —Bien. Lo que quieras
decir, solo dilo.
Jace lo mirĂł nerviosamente y luego volviĂł hacia mĂ. CaminĂł y se sentĂł en la
silla más alejada. ObservĂ© mientras se metĂa el pelo detrás de la oreja y me
preguntĂ© quĂ© tenĂa para decir que fuese gran cosa.
—Bethy y yo vamos algo serios —comenzĂł. Ya sabĂa eso. No me importaba.
SentĂ el dolor abriendo mi pecho y apretĂ© los puños. TenĂa que concentrarme en
forzar el aire hacia mis pulmones. Bethy habĂa sido amiga de Blaire. Ella sabrĂa
cómo estaba—. Y eh… bueno, el alquiler de Bethy aumentó y de todos modos era
una mierda ese lugar. No me sentĂa seguro con ella quedándose ahĂ. AsĂ que, hablĂ©
con Woods y dijo que su papá tenĂa dos habitaciones disponibles si querĂa alquilar
eso. Yo eh, las conseguà para ella, pagué el depósito y todo eso. Pero cuando la
llevĂ© a ver se enojĂł. Bastante. No quiso que pagara su renta. Dijo que la hacĂa sentir
barata. —SuspirĂł y la mirada de disculpa en sus ojos seguĂa sin tener sentido. No
me importaba su pelea con Bethy.
—Es dos veces m{s cuanto mucho… o, al menos, Bethy cree que son dos
veces que su Ăşltimo lugar. Y en realidad son cuatro. Le hice jurar a Wood que sea
discreto. Estoy pagando la otra parte sin que ella lo sepa. De todas formas. Ella,
uh…. ella… fue hoy hacia Alabama. Le encanta el condominio. Quiere vivir en la
propiedad del club sobre la playa. Pero la Ăşnica persona que alguna vez
considerarĂa tenerla como compañera es… Blaire.
Me puse de pie. No podĂa estar sentado.
—Guau, hombre… siéntate —saltó Grant y me hizo señas con la mano.
Pá
gin
a2
2
—No estoy alterado… sólo necesito aire —dije, mirando por las ventanas de
cristal hacia las olas rompiendo contra la orilla. Bethy fue a buscar a Blaire. Mi
corazĂłn latĂa. ÂżVendrĂa?
—Sé que ustedes tuvieron un mal final. Le pedà que no, pero ella se cabreo y
no quise molestarla. Dijo que extrañaba a Blaire y que ella necesitaba a alguien.
Ella, eh, también habló con Woods acerca de devolverle su trabajo a Blaire para
conseguir que regrese.
Blaire. Regresando…
No volverĂa. Me odia. Odia a Nan. Odia a mi mamá. Odia a su padre. No
volverĂa aquĂ… pero Dios, querĂa que lo hiciera. Me volteĂ© y mirĂ© a Jace.
—No regresará —dije. El dolor en mi voz era innegable. No me preocupé
por esconderlo. Ya no más.
Jace se encogiĂł.
—Ella ha tenido bastante tiempo para lidiar con las cosas. ¿Y si vuelve?
¿Qué harás? —me preguntó Grant.
ÂżQuĂ© harĂa?
SuplicarĂa.
Pá
gin
a2
3
5 Traducido por kass :)
Corregido por Lalu♥
Blaire
ethy saliĂł del coche de Jace en el aparcamiento de Dairy K. Vi el
pequeño Volkswagen azul de Callie y decidà no salir del coche. Sólo
habĂa visto dos veces a Callie desde que regresĂ© y ella habĂa estado a
punto de arañar mis ojos. Ella habĂa puesto los ojos en CaĂn desde la secundaria.
Entonces, yo regresé a casa y fastidié cualquier tipo de relación que ellos
finalmente habĂan logrado tener. Yo no habĂa querido eso. Ella podĂa quedarse con
CaĂn.
Bethy comenzó a salir del coche y yo la agarré del brazo. —Hablemos en el
coche —le dije, deteniéndola.
—Pero quiero un helado con Oreos —se quejó.
—No puedo hablar en ese sitio. Conozco a mucha gente —le expliqué.
Bethy suspiró y se recostó en su asiento. —Está bien. Mi culo no necesita
nada de helado y galletas, de todos modos.
SonreĂ y me relaje, agradecida por los oscuros cristales tintados. Sabiendo
que no estaba en exhibiciĂłn cuando la gente se detenĂa y se quedaba mirando el
coche de Jace. Nadie de por aquĂ conducĂa estos coches.
—No voy a andar con rodeos, Blaire. Te echo de menos. Nunca he tenido
una amiga cercana antes. Nunca. Entonces, llegaste y luego te fuiste. Odio que te
hayas ido. El trabajo es una mierda sin ti. No tengo a nadie para hablar de mi vida
sexual con Jace y lo dulce que es Ă©l, que es algo que no tendrĂa si no te hubiera
escuchado. Te extraño.
SentĂ las lágrimas picando mis ojos. Sentirse extrañada se sentĂa bien. La
extrañaba demasiado. Me perdà un montón de cosas. —Yo también te extraño —le
respondĂ, con la esperanza de que no me dieran ganas de llorar.
B
Pá
gin
a2
4
Bethy asintió con la cabeza y una sonrisa se asomó en sus labios. —Eso está
bien. Porque necesito que regreses a vivir conmigo. Jace me dio un apartamento
frente al mar en la propiedad del club. Yo, sin embargo, me niego a dejar que Ă©l lo
pague. Asà que necesito una compañera de piso. Por favor, vuelve. Te necesito. Y
Woods dijo que tendrĂa tu trabajo de inmediato.
ÂżVolver a Rosemary? Donde Rush estaba... y Nan... y mi papá. No podĂa
regresar. Yo no podĂa verlos. EstarĂan en el club. ÂżMi papá llevarĂa a Nan a jugar al
golf? ÂżPodrĂa soportar ver eso? No, yo no podrĂa. SerĂa demasiado.
—No puedo —Estaba conmovida. Ojalá pudiera. No sabĂa a irĂa ahora que
sabĂa que estaba embarazada, pero no podĂa ir a Rosemary y tampoco podĂa
quedarme aquĂ.
—Por favor, Blaire. Él te echa de menos, también. Él nunca sale de su casa.
Jace dijo que Ă©l da lastima.
La herida de rabia en mi pecho cobrĂł vida. Sabiendo de Rush sufrĂa
también. Me lo imaginaba teniendo fiestas en su casa y siguiendo adelante. Yo no
querĂa que Ă©l siguiera triste. SĂłlo necesitaba que nosotros siguiĂ©ramos adelante.
Pero quizás yo nunca lo harĂa. Yo siempre tendrĂa un recuerdo de Rush.
—No puedo verlos. A ninguno de ellos. SerĂa demasiado duro —me detuve.
No podĂa decirle a Bethy sobre mi embarazo. Apenas habĂa tenido tiempo de
asimilarlo. Yo no estaba dispuesta a contárselo a nadie. Nunca podrĂa decĂrselo a
alguien que no fuera CaĂn. Me irĂa de aquĂ muy pronto. Cuando me vaya no
conocerĂ© a nadie. ComenzarĂa de nuevo.
—Tu... uh, papá y Georgianna no están allĂ. Se fueron. Nan está pero es más
tranquila ahora. Creo que está preocupada por Rush. SerĂa difĂcil al principio, pero
después de que te quites el vendaje seguirás adelante. Sobre todo. Además, los ojos
de Woods se iluminaron cuando le mencionĂ© tu regreso, podrĂas distraerte con Ă©l.
Él está más que interesado.
Yo no querĂa a Woods. Y a nadie para distraerme. Bethy no lo sabĂa todo.
No podĂa decirle eso. Hoy no.
—Por mucho que me quieras... yo no puedo. Lo siento.
Yo lo sentĂa. Mudarme con Bethy y trabajar en el club serĂa la respuesta a
mis problemas, casi.
Bethy dejó escapar un suspiro de frustración, puso su cabeza hacia atrás en
el asiento y cerró los ojos. —Está bien. Lo entiendo. No me gusta, pero lo entiendo.
Pá
gin
a2
5
Estiré mi mano y apreté su mano con fuerza. Yo deseaba que las cosas
fueran diferentes. Si Rush fuera solo un tipo con el que habĂa roto, lo serĂan. Pero Ă©l
no lo era. Él nunca lo serĂa. Era más. Mucho más de lo que podĂa entender.
Bethy me apretó la mano. —Voy a dejar pasar esto por hoy. Pero no voy a
buscar otra compañera de habitación de inmediato. Te doy una semana para
pensar en esto. Entonces, tendré que buscar a alguien que me ayude a pagar las
cuentas. ÂżPodrĂas considerarlo?
AsentĂ con la cabeza, porque sabĂa que era lo que ella necesitaba, aunque yo
sabĂa que su espera era inĂştil.
—Bien. Voy a ir a casa y orar, si Dios se acuerda de quién demonios soy.
Ella me guiñó un ojo y luego se inclinó sobre el asiento para abrazarme. —
Come un poco de comida por mĂ, Âżde acuerdo? Te estás volviendo demasiado flaca
—dijo.
—Está bien —le contestĂ©, preguntándome si eso serĂa posible.
Bethy se echó hacia atrás. —Bueno, si no vas a empacar y regresar a
Rosemary conmigo, por lo menos salgamos. Tengo que pasar la noche aquĂ antes
de regresarme. Podemos ir a buscar un poco de diversiĂłn en algĂşn lugar y luego
quedarnos en un hotel.
AsentĂ con la cabeza. —SĂ. Eso suena bien. Pero nada de clubs de mĂşsica
country. —Yo no podĂa entrar en otro de esos. Por lo menos, no tan pronto.
Bethy frunció el ceño. —Está bien... pero ¿hay algo más en este Estado?
Ella tenĂa razĂłn. —SĂ... podemos conducir a Birmingham. Es la ciudad más
cercana.
—Perfecto. Vamos a pasar un buen rato.
Cuando nos detuvimos en el camino de entrada de la abuela Q, ella estaba
sentada en el pĂłrtico desgranando guisantes. Yo no querĂa enfrentarme a ella, pero
Ă©sta me habĂa dado un techo sobre mi cabeza durante tres semanas sin
condiciones. Se merecĂa una explicaciĂłn si la querĂa. No estaba segura de sĂ CaĂn le
habĂa dicho algo. Su camioneta no se encontraba aquĂ y yo estaba inmensamente
agradecida.
—¿Quieres que me quede en el coche? —me preguntĂł Bethy. SerĂa más fácil
si lo hacĂa, pero la abuela Q la verĂa y me llamarĂa grosera por no dejar que mi
amiga entrara.
—Puedes venir conmigo —le dije y abrà la puerta del coche.
Pá
gin
a2
6
Bethy caminĂł alrededor de la parte delantera del auto y se puso a mi lado.
La abuela Q todavĂa no habĂa levantado la vista de sus guisantes, pero yo sabĂa que
nos habĂa escuchado. Ella estaba pensando en lo que iba a decir. CaĂn debiĂł de
habérselo contado. Joder.
MirĂ© de reojo mientras ella seguĂa desgranando los guisantes en silencio. Su
cabello corto negro balanceándose era todo lo que podĂa ver de ella. No hay
contacto visual. SerĂa mucho más fácil ir dentro y tomar ventaja de que ella no me
habĂa hablado. Pero esta era su casa. Si ella no me querĂa aquĂ, yo necesitaba hacer
las maletas y marcharme.
—Hola, abuela Q —le dije y me detuve, esperando a que levantara la cabeza
para mirarme.
Silencio. Ella estaba molesta conmigo. Decepcionada o enojada, yo no estaba
seguro de cuál de las dos. Odiaba a CaĂn en este momento por decĂrselo.
¿Él no podĂa mantener la boca cerrada?
—Ésta es mi amiga Bethy. Ella vino a verme hoy —continué.
La abuela Q finalmente levantĂł la cabeza y le dio una sonrisa a Bethy y
luego volviĂł sus ojos a mĂ. —OfrĂ©cele un buen vaso de tĂ© helado y dale una de las
empanadas fritas que están enfriándose sobre la mesa. Luego, ven aquà y habla
conmigo un minuto, ¿De acuerdo? —Eso no fue una petición. Fue una demanda
sutil. AsentĂ con la cabeza y dirigĂ a Bethy al interior.
—¿Has enfadado a la anciana? —susurró Bethy cuando estábamos a salvo
en el interior.
Me encogĂ de hombros. Yo no estaba segura. —No lo sĂ© todavĂa —le
contesté.
Fui al armario y cogà un vaso grande y le servà a Bethy un vaso de té helado.
Yo ni siquiera le pregunte si tenĂa sed. SĂłlo intentĂ© obedecer lo que la abuela Q me
habĂa dicho.
—Aquà tienes. Bébete esto y comete una empanada frita. Volveré en unos
minutos —le dije y me apresurĂ© a salir. TenĂa que terminar con esto.
Pá
gin
a2
7
6 Traducido por Anelynn
Corregido por Nat_Hollbrook
Blaire
os tablones de madera crujieron debajo de mis pies mientras
retrocedà un paso en el pórtico de la casa de Granny Q. Dejé que la
puerta de tela metálica se cerrara detrás de mà con un ruidoso golpe
antes de recordar que era vieja y sus resortes hace mucho tiempo
estaban oxidados. HabĂa pasado muchos dĂas de mi niñez en este pĂłrtico
bombardeando guisantes con Cain y Granny Q. No querĂa que ella se molestara
conmigo. Mi estĂłmago se retorciĂł.
—Siéntate, niña, y deja de lucir como si estuvieras a punto de llorar. Dios
sabe que te amo como si fueras mĂa. PensĂ© que lo serĂas algĂşn dĂa. —SacudiĂł su
cabeza—. Estúpido chico, no pudo ponerse las pilas. Esperaba que se hubiera dado
cuenta antes de que fuera demasiado tarde. Pero no lo hizo, Âżlo hizo? Te fuiste y
encontraste a alguien más.
Esto no habĂa sido lo que yo esperaba. TomĂ© el asiento enfrente de ella y
comencĂ© a bombardear guisantes, asĂ no tendrĂa que mirarla. —Cain y yo
terminamos hace tres años. Nada de lo que está pasando ahora le afecta. Él es mi
amigo, eso es todo.
Granny Q pronunció un “umm” y se movió en el columpio del pórtico
donde estaba sentada. —No creo eso. Ustedes eran inseparables de niños. Incluso
de niño no podĂa quitarte los ojos de encima. Era gracioso de ver cuánto te adoraba
y Ă©l ni siquiera se daba cuenta. Pero los chicos llegan a la adolescencia y se olvidan
momentáneamente de sus intereses. Odié que lo hiciera. Odié que te perdiera,
niña. Porque no habrá otra Blaire para Cain. Tú eras para él.
Ella no habĂa mencionado mis pruebas de embarazo. ÂżSiquiera sabĂa que las
habĂa comprado? No querĂa recapitular mi pasado con Cain. Seguro tenĂamos
historia, pero habĂa mucha tristeza y arrepentimiento que yo no querĂa tocar. Vivi
en una mentira que mi padre construyĂł en ese entonces. Recordarlo dolĂa.
L
Pá
gin
a2
8
—¿Cain se ha pasado por aquà hoy? —pregunté.
—SĂ. Vino esta mañana a buscarte. Le dije que no habĂas regresado a casa
desde que te marchaste en la mañana. Él lucĂa preocupado, se fue sin decirme nada
más. Aunque habĂa estado llorando. No creo haberlo visto llorando alguna vez.
Por lo menos, no desde que era un niño.
ÂżHabĂa estado llorando? CerrĂ© mis ojos y dejĂ© caer los guisantes en el balde
grande que Granny Q estaba usando. No se suponĂa que Cain se molestara. No se
suponĂa que llorara. Me habĂa dejador ir hace mucho tiempo. ÂżPor quĂ© esto era tan
difĂcil para Ă©l? —¿Hace cuando fue de eso? —preguntĂ©, pensando sobre las horas
que habĂan pasado desde que le habĂa desnudado mi alma en el estacionamiento
de la farmacia.
—Ah, hace como nueve horas, creo. Era temprano. Él era un desastre, niña.
Al menos ve a buscarlo y habla con Ă©l. No importa cĂłmo te sientas sobre Ă©l ahora,
necesita escuchar de ti que las cosas están bien.
AsentĂ. —¿Puedo usar tu telĂ©fono? —preguntĂ©, poniĂ©ndome de pie.
—Claro que puedes. Come una de esas tartas fritas mientras estas ahĂ. Hice
suficientes para un ejército después de que saliera corriendo esta mañana. Son de
tu sabor favorito —dijo.
—Cereza —repliquĂ© y ella me dio una sonrisa. PodĂa ver tantas cosas en los
ojos de ella. ConocĂa a Cain. Nada de Ă©l me sorprendĂa. Lo entendĂa. TenĂamos un
pasado. Amaba a su familia y ellos obviamente también me amaban. Eso era
seguro.
Bethy estaba parada en el otro lado de la puerta sorbiendo de su vaso de té
helado y tendiĂ©ndome el telĂ©fono. Ella habĂa está escuchando. No me sorprendĂa.
—Llama al chico. Termina con eso —dijo.
Tomé el teléfono y entré a la sala de estar para darme algo de privacidad
antes de marcar el nĂşmero de Cain. Lo sabĂa de memoria. Él tenĂa el mismo
nĂşmero desde que obtuvo su primer celular cuando tenĂa diecisĂ©is.
—Hola —Vino su respuesta. PodĂa escuchar la vacilaciĂłn en su voz. Algo
andaba mal. Sonaba como si hablara a través de su nariz.
—¿Cain? ¿Está bien? —pregunté repentinamente preocupada por él.
Hubo una pausa entonces un largo suspiro. —Blaire. SĂ… estoy bien.
—¿Dónde estás?
Aclaró su garganta. —Estoy, uh... Estoy en Rosemary Beach.
Pá
gin
a2
9
¿Estaba en Rosemary? Me hundà en el sofá detrás de mà y agarré el teléfono
más fuerte. ¿Le estaba diciendo a Rush? Mi corazón se golpeó contra mi pecho y
cerré mis ojos apretadamente antes de preguntar—: ¿Por qué estás en Rosemary?
Por favor, dime que tu no… —No podĂa decirlo. No con Bethy en la otra habitaciĂłn
y era más que probable que me estaba escuchando.
—Necesitaba ver su rostro. Necesitaba ver si él te ama. Necesito saber…
porque, solo necesito saber. —Eso no tenĂa ningĂşn sentido.
—¿Qué le dijiste? ¿Cómo lo encontraste? ¿Lo encontraste? —Tal vez no lo
habĂa encontrado. Tal vez podĂa detenerlo.
Hubo una risita dura al final de la otra lĂnea. —SĂ, lo encontrĂ©, vale. No fue
realmente difĂcil. Este lugar es pequeño y todos saben donde vive el hijo de la
estrella del rock.
Oh Dios, oh Dios, oh Dios… —¿Qué le dijiste? —pregunté lentamente como
si el horror me invadiera.
—No le dije. No te harĂa eso. Dame algo de crĂ©dito. Te engañé porque yo era
un idiota adolescente caliente, pero maldita sea, Blair, ¿cuándo vas a perdonarme?
¿Pagaré por ese error el resto de mi vida? ¡Lo siento! DIOS, estoy tan jodidamente
arrepentido. VolverĂa atrás y lo cambiarĂa todo si pudiera. —Se detuvo e hizo un
gruñido que sonó como si estuviera herido.
—¿Cain, que está mal contigo? ÂżEstás bien? —preguntĂ©. No querĂa admitir
lo que habĂa dicho. SabĂa que estaba arrepentido. Yo tambiĂ©n. Pero no, nunca iba a
dejar pasar eso. Perdonar era una cosa. Olvidar era otra.
—Estoy bien. Solo estoy un poco golpeado. Digamos que al tipo no le alegro
verme, de acuerdo.
El tipo. ÂżRush? ÂżLo habĂa herido Rush? Eso no sonaba como Rush en
absoluto. —¿Qué tipo?
Cain suspiró. —Rush.
Mi mandĂbula cayĂł abierta mientras miraba fijamente al frente. ÂżRush habĂa
herido a Cain? —No lo entiendo.
—Está bien. Conseguà una habitación para la noche y estoy durmiendo para
olvidar eso. Estaré en casa mañana. Tenemos cosas que hablar.
—Cain. ¿Por qué te hirió Rush?
Otra pausa y luego un suspiro cansado. —Porque le pregunté algunas cosas
que él pensó que no son de mi incumbencia. Estaré en casa mañana.
Pá
gin
a3
0
Le preguntó. ¿Qué tipo de preguntas?
—Blaire, no tienes que decirle. Yo cuidaré de ti. Sólo… necesitamos hablar.
ÂżEl cuidará de mĂ? ÂżDe quĂ© estaba hablando? No iba a dejarlo cuidar de mĂ.
—¿Dónde estás exactamente? —pregunté.
—En algún hotel justo a las afueras de Rosemary. Ellos piensan que todo
aquà es de mejor calidad. Todo aquà cuesta cinco veces mucho más.
—Bien. Quédate en cama y te veré mañana —repliqué, entonces colgué.
Bethy dio un paso en la habitaciĂłn. LevantĂł una de sus oscuras cejas
mientras me miraba, esperando. Ella habĂa estado escuchando. SabĂa que lo harĂa.
—Necesito un aventĂłn a Rosemary —Le dije levantándome. No podĂa dejar
a Cain tumbado y herido en la habitaciĂłn de un hotel, no podĂa arriesgarme a que
regresara y tratara de hablar con Rush otra vez. Si Bethy pudiera llevarme ahĂ, yo
podrĂa checarlo y despuĂ©s llevarlo a casa.
Bethy asintiĂł y una pequeña sonrisa tirĂł en sus labios. PodĂa decir que
intentaba ocultar lo feliz que estaba de escuchar eso. No me quedarĂa allĂ. Ella no
debĂa hacerse ilusiones. —Esto es solo por Cain. No estoy… no puedo quedarme
allá.
No aparentó creerme. —Seguro. Lo sé.
No estaba de humor para convencerla. Le entregué el teléfono y regresé a mi
habitaciĂłn temporal para empacar algunas cosas.
Pá
gin
a3
1
7 Traducido por Liz Holland
Corregido por Zafiro
Rush
rant por fin se habĂa dado por vencido conmigo y se fue a bailar con
una de las chicas que habĂa estado coqueteando con nosotros desde
que entramos al club. Él habĂa venido aquĂ por un poco de diversiĂłn
y yo necesitaba la distracciĂłn, pero ahora que estaba aquĂ, sĂłlo querĂa irme.
Tomando un trago de mi cerveza, traté de no hacer contacto visual con nadie.
Mantuve la cabeza baja y el ceño fruncido. No fue difĂcil hacerlo.
Las palabras de Jace siguieron repitiĂ©ndose en mi cabeza. TenĂa miedo…
No, estaba aterrorizado de permitirme creer que ella volverĂa. HabĂa visto su cara
aquella noche en la habitaciĂłn del motel. Estaba vacĂa. La emociĂłn en sus ojos
habĂa desaparecido. HabĂa acabado, conmigo, con su padre, con todo. El amor era
cruel. Tan malditamente cruel.
El taburete junto a mĂ chirriĂł contra el suelo mientras era movido hacia
atrás. No lo mirĂ©. No querĂa que nadie me hablara.
—Por favor, dime que esa fea mueca en tu bonita cara no es por una chica.
PodrĂas romper mi corazĂłn. —La suave voz femenina me era familiar.
Incliné la cabeza hacia un lado lo suficiente como para ver su cara. Aunque
ahora era mayor, la reconocĂ de inmediato. Hay algunas cosas que un hombre no
olvida en la vida y la chica con quien perdiĂł la virginidad es una de ellas. Meg
Carter. HabĂa sido tres años mayor que yo y estaba visitando a su abuela el verano
que cumplĂ catorce años. No habĂa sido una relaciĂłn amorosa. Más bien una
lecciĂłn de vida.
—Meg —contesté, aliviado de que no era otra mujer desconocida que estaba
aquĂ para arrojarse sobre mĂ.
—Y recuerdas mi nombre. Estoy impresionada —dijo ella y luego miró al
camarero y le sonrió—. Jack con Coca-cola, por favor.
G
Pá
gin
a3
2
—Un chico no olvida a su primera.
Se moviĂł en su taburete, cruzando las piernas e inclinando la cabeza para
mirarme haciendo que su largo cabello oscuro cayera sobre un hombro. TodavĂa lo
llevaba largo. En aquel entonces me habĂa fascinado.
—La mayorĂa de los chicos no, pero tĂş has llevado una vida diferente a la de
la mayorĂa de los chicos. La fama ha tenido que cambiarte a lo largo de los años.
—Mi padre es famoso, no yo —espetĂ©, odiaba cuando las mujeres querĂan
hablar de algo sobre lo que no sabĂan nada. Meg y yo habĂamos follado un par de
veces, pero no sabĂa mucho acerca de mĂ en aquel entonces.
—Umm, lo que sea. Entonces, ¿por qué estás tan triste?
No estaba triste. Yo era un desastre. Pero ella no era alguien con la que
pretendĂa desahogarme.
—Estoy bien —contesté y miré a la pista de baile con la esperanza de captar
la atenciĂłn de Grant. Estaba listo para irme.
—Te ves como si tuvieras el corazón roto y no supieras qué hacer con él—
dijo ella alcanzando su Jack con Cola.
—No voy a hablar contigo de mi vida personal, Meg. —Dejé que el borde de
advertencia en mi voz es escuchara alto y claro.
—Para ahĂ, guapo. No intento molestarte. Solo tenemos una pequeña charla.
Mi vida personal no era una pequeña charla. —Entonces, pregúntame sobre
el jodido clima —dije con un gruñido.
No respondiĂł y me alegrĂ©. Tal vez se irĂa. Me dejarĂa en paz.
—Estoy en la ciudad cuidando a mi abuela. Está enferma y yo necesitaba
hacer algo con mi vida. Acabo de pasar por un divorcio problemático. Necesitaba
un cambio de escenario de Chicago. Estaré aquà por lo menos durante seis meses.
¿Crees que serás intratable todo el tiempo que yo esté aquà o vas a volverte más
agradable en un futuro prĂłximo?
QuerĂa verme. No. No estaba preparado para eso. EmpecĂ© a responder
cuando mi teléfono me alertó de un mensaje de texto. Aliviado de tener una
interrupción para poder pensar cómo iba a responderle, lo saqué de mi bolsillo.
No reconocà el número. Pero el “Hola, soy Bethy” me llamó la atención y
dejé de respirar cuando abrà el mensaje para leer todo el asunto.
Pá
gin
a3
3
Hola, soy Bethy. Si no eres un estúpido cabrón, entonces te despertarás y
seguirás el plan.
¿Qué demonios significaba eso? ¿Qué me estaba perdiendo? ¿Blaire estaba
en Rosemary? ¿Eso es lo que significaba? Me puse de pie y dejé suficiente dinero
en la barra para pagar mi cerveza y la bebida de Meg.
—Me tengo que ir. Fue agradable verte. CuĂdate —le dije como un
pensamiento tardĂo mientras acechaba a travĂ©s de la multitud hasta que encontrĂ© a
Grant casi follando con alguna pelirroja en la pista de baile.
Sus ojos se encontraron con los mĂos y asentĂ hacia la puerta.
—Ahora —dije, y me volvĂ para dirigirme hacia la puerta. Lo dejarĂa aquĂ si
no me habĂa alcanzado para cuando llegase a mi Range Rover. Ella podrĂa estar
aquĂ. Iba a averiguarlo. Preguntarle a Bethy que querĂa decir con ese jodido
mensaje era inĂştil.
Pá
gin
a3
4
8 Traducido por Monikgv
Corregido por Chachii
Blaire
stiré la mano y le di un codazo a Bethy en la pierna para despertarla.
HabĂa estado dormida por las Ăşltimas dos horas. Estábamos fuera de
Rosemary Beach y necesitaba que ella manejara, asĂ yo podrĂa buscar
la camioneta de Cain en todos los moteles baratos.
—¿Ya llegamos? —murmuró soñolienta y se sentó en su asiento.
—Ya casi. Necesito que manejes. Voy a buscar la camioneta de Cain.
Bethy dejĂł escapar un suspiro de cansancio. Yo sabĂa que ella estaba
haciendo esto sĂłlo con la esperanza de traerme a Rosemary y mantenerme allĂ. No
le importaba encontrar a Cain. Pero yo necesitaba un aventĂłn. Iba a viajar con Cain
a casa. Y nosotros Ăbamos a hablar. Él no tenĂa por quĂ© haber venido a buscar a
Rush. SĂłlo esperaba que no le hubiera dicho sobre lo que me a encontrĂł
comprando.
No era que quisiera ocultárselo a Rush. Era sólo que aún no he asimilado
nada. Necesitaba procesarlo. Averiguar lo que quiero hacer. Luego contactarĂa a
Rush. Cain yendo detrás de Ă©l como un loco no era lo que yo querĂa. AĂşn no podĂa
creer que lo habĂa hecho.
—Detente allĂ. Necesito entrar y tomar un cafĂ© con leche primero —instruyĂł
Bethy. Hice lo que me pidió y estacioné el auto frente a Starbucks.
—¿Quieres algo? —preguntĂł Bethy mientras abrĂa la puerta. No estaba
segura de si la cafeĂna era buena para el… para el bebĂ©. NeguĂ© con la cabeza y
esperé hasta que ella saliera del auto antes de dejar escapar el sollozo en mi pecho
que no habĂa estado esperando. No habĂa pensado sobre lo que significaban esas
dos rayas de color rosa. Un bebé. El bebé de Rush. Oh, Dios.
Salà del auto y caminé alrededor de la parte delantera para sentarme en el
lado del pasajero. Para el momento en que estaba dentro y con el cinturĂłn de
E
Pá
gin
a3
5
seguridad, Bethy se dirigĂa hacia el auto. Ya se veĂa un poco más despierta. AlejĂ©
los pensamientos sobre mi bebĂ© y me concentrĂ© en la bĂşsqueda de Cain. PodrĂa
pensar en mi futuro, en el futuro de mi bebé, después.
—De acuerdo. Tengo cafeĂna. Estoy lista para buscar a este tipo.
No la corregĂ. SabĂa que ella sabĂa su nombre. Yo lo habĂa usado varias
veces. Sólo estaba negándose a reconocerlo. Esta era su forma de rebelión. Cain
representaba a Sumit, y ella no me querĂa en Sumit. En lugar de irritarme, me
gustaba. Me querĂa con ella y eso se sentĂa bien.
—Él dejó Rosemary por los precios de las habitaciones de hotel. Asà que,
está en algún lugar accesible. ¿Puedes llevarme a algunos de esos? —pregunté.
AsintiĂł pero no me mirĂł. Estaba enviando un mensaje de texto. Genial.
Necesitaba que se concentrara y ella muy posiblemente estaba diciéndole a Jace
que ya casi llegamos. No querĂa que Jace supiera algo.
***
Manejamos por treinta minutos, yo revisaba los estacionamientos de los
moteles baratos en la ciudad. Esto estaba volviendo frustrante. Él tenĂa que estar
aquà en algún lado. —¿Puedo usar tu teléfono? Voy a llamarlo de nuevo y hacerle
saber que lo estoy buscando. Me dirá dónde está cuando sepa que he conducido
hasta aquĂ.
Bethy me dio su teléfono y rápidamente marqué el número de Cain. Sonó
dos veces.
—¿Hola?
—Cain. Soy yo. ¿Dónde estás? Estoy en las afueras de Rosemary y no puedo
encontrar tu camioneta.
Hubo un silencio, luego—: Maldita sea.
—No te enojes. Necesitaba ver cómo estabas. Vine aquà para llevarte a casa.
—SabĂa que estarĂa frustrado de que hubiese venido tan cerca de Rosemary
nuevamente.
—Te dije que estarĂa en casa una vez que durmiera, Blaire. ÂżPor quĂ© no
podĂas quedarte donde estabas? —La irritaciĂłn en su voz me enojĂł. PensarĂas que
Ă©l no estaba feliz de que hubiera venido a ver cĂłmo estaba.
Pá
gin
a3
6
—¿Dónde estás, Cain? —pregunté de nuevo. Luego lo escuché. Una voz
femenina de fondo. El telĂ©fono fue tapado. No hacĂa falta ser un genio para darse
cuenta que Cain estaba con una chica y trataba de esconderlo. Esto me molestĂł. No
porque pensaba que Cain y yo tenĂamos una oportunidad, si no porque Ă©l me
habĂa dejado pensar que estaba herido y solo en una ciudad extraña. Idiota.
—Escucha. No tengo tiempo para más de tus estúpidos juegos, Cain. Ya he
pasado de ellos. La prĂłxima vez, intenta no fingir como si me necesitaras cuando
es obvio que no.
—Blaire, no. Escúchame. No es lo que piensas. No pude dormir después de
que llamaste asĂ que volvĂ a la camioneta y regresĂ© a casa. QuerĂa verte.
Un grito de enojo por parte de la chica vino del otro lado del teléfono.
Estaba cabreando a quien sea que estaba con Ă©l. El chico era un idiota.
—Haz que tu compañĂa se sienta mejor. No necesito una explicaciĂłn. No
necesito nada de ti. Nunca lo necesité.
—¡BLAIRE! ¡NO! Te amo, nena. Te amo mucho. Por favor, escúchame —
suplicó, y la chica con él se puso más histérica—. ¡Cállate, Callie! —rugió y supe
entonces que estaba de vuelta en Sumit. Estaba con Callie.
—¿Fuiste con Callie? ¿Volviste a casa, dejándome preocupada, y fuiste a ver
a Callie? Eres ridĂculo, Cain. ÂżEn serio? Esto no me lastima. Ya no puedes hacerme
daño. Pero detente y piensa sobre los sentimientos de otros, para variar. Sigues
arrastrando a Callie con tu comportamiento y eso está mal. Deja de pensar con tu
pene y madura.
Terminé la llamada y le di a Bethy su teléfono. Sus ojos estaban muy
abiertos mientras me miraba. —Él volvió a Sumit —le dije en forma de explicación.
—SĂ… escuchĂ© esa parte —dijo Bethy lentamente. Ella esperaba que
agregara más. MerecĂa más. Me habĂa traĂdo hasta aquĂ. TambiĂ©n era la Ăşnica
amiga verdadera que tenĂa. Cain no era un amigo. No uno verdadero. Un amigo
verdadero no seguirĂa haciendo cosas estĂşpidas como las que Ă©l hacĂa.
—¿Puedo dormir en tu casa esta noche? No creo que vaya a volver allĂ. Iba a
irme pronto de todos modos. Averiguaré a dónde voy a ir mañana y luego, cuando
lleguĂ© allĂ, harĂ© que Granny Q me envĂe el resto de mis cosas. No es que tenga
mucho, de todos modos. Mi camioneta está en el cementerio. Nunca harĂa el viaje
de nuevo.
Bethy asintió y arrancó el auto, luego salió hacia la carretera. —Puedes
quedarte conmigo todo el tiempo que necesites. O más —respondió.
Pá
gin
a3
7
—Gracias —dije antes de apoyar mi cabeza hacia atrás en el asiento y tomar
una respiración profunda. ¿Qué iba a hacer ahora?
***
El olor del tocino se hizo más espeso cuando más lo inhalaba. Era como si el
tocino estuviera apoderándose de mis sentidos. Mi garganta se estrechó. Mi
estómago gruñó por el delicioso olor de éste. La grasa chisporroteaba en algún
lugar a la distancia. Antes de que pudiera abrir los ojos completamente, mis pies
estaban en el suelo y corrĂa hacia el baño.
Por suerte, el apartamento de Beth no era tan grande y no tenĂa mucho que
correr.
—¿Blaire? —llamĂł la voz de Beth desde la cocina, pero no podĂa detenerme.
Cayendo sobre mis rodillas en frente del inodoro, agarré el asiento de
porcelana con ambas manos y comencé a vomitar todo en mi estómago hasta que
nada más que nauseas sacudĂan mi cuerpo. Cada vez que pensaba que habĂa
terminado, olĂa la grasa del tocino mezclada con mi vĂłmito y comenzaba de nuevo.
Estaba tan débil que mi cuerpo temblaba cuando trataba de vomitar y nada
más salĂa. Un paño frĂo estaba en mi cara y Bethy se encontraba de pie junto a mĂ
para tirar de la cadena y luego recostándome contra la pared.
Sostuve el paño sobre mi nariz para bloquear el olor. Bethy lo notó y cerró la
puerta del baño. Después de encender el ventilador, colocó sus manos en las
caderas y me mirĂł. La incredulidad en su cara me confundĂa. Me enfermĂ©. ÂżQuĂ©
tenĂa de extraño eso?
—¿Tocino? ¿El olor del tocino te hace vomitar? —Negó con la cabeza, aún
mirándome como si no pudiera creerlo—. No me lo ibas a decir, ¿cierto? Ibas a
poner tu loco culo en algĂşn maldito autobĂşs y largarte. TĂş sola. No te lo puedo
creer, Blaire. ¿Qué pasó con la chica lista que me enseñó a no dejar que un hombre
me usara, eh? ÂżA dĂłnde diablos se fue? Porque tu plan apesta. Mucho. No puedes
huir. Tienes amigos aquĂ. Vas a necesitar amigos… y yo esperarĂa que tuvieras la
intención de decirle a Rush sobre esto también. Te conozco lo suficientemente bien
como para saber que ese es su bebé.
ÂżCĂłmo lo sabĂa? SĂłlo vomitĂ©. Muchas personas se contagian de virus. —Es
un virus —murmuré.
Pá
gin
a3
8
—No me mientas. Era el tocino, Blaire. Estabas durmiendo tan
pacĂficamente en el sofá y al minuto que comencĂ© a cocinar el tocino comenzaste a
hacer sonidos extraños y a dar vueltas en el sofá. Luego saliste disparada como una
bala para vomitar hasta las tripas. No es ciencia espacial, nena. Quita esa mirada
de sorpresa de la cara.
No le podĂa mentir. Ella era mi amiga. Posiblemente la Ăşnica ahora. TirĂ© de
mis rodillas hasta mi barbilla y envolvĂ mis brazos alrededor de mis piernas. Esta
era mi manera de mantenerme en una pieza. Cuando sentĂa que el mundo estaba
quebrándose a mĂ alrededor y no podĂa controlarlo, siempre me mantenĂa unida de
esta manera.
—Por eso Cain vino aquĂ. Me encontrĂł comprando pruebas de embarazo
ayer. SĂ© que es por eso que vino aquĂ. Para preguntarle a Rush… para preguntar
sobre la relaciĂłn entre Rush y yo. Es algo de lo que me niego a hablar con Cain. En
lo absoluto. Luego tuve un retraso. Dos semanas de retraso. PensĂ© que comprarĂa
un par de pruebas y saldrĂan negativas y todo estarĂa bien. —Detuve la explicaciĂłn
y apoyé la mejilla contra mis rodillas.
—Las pruebas… ¿fueron positivas? —preguntó Bethy.
Asentà pero no la miré.
—¿Ibas a decirle a Rush? ¿O en serio ibas a escapar?
ÂżQuĂ© harĂa Rush? Su hermana me odiaba. Su madre me odiaba. Odiaban a
mi madre. Y yo odiaba a mi padre. Para que Rush sea parte de la vida de este bebé
Ă©l tendrá que dejarlas. Yo no podĂa pedirle que deje a su mamá y su hermana.
Incluso si ellas son malvadas. Las amaba. Y no dejarĂa a Nan. Ya habĂa aprendido
que cuando se trataba de mĂ o de Nan, Ă©l elegirĂa a Nan. Lo habĂa hecho al final.
Cuando yo habĂa descubierto todo. Él guardĂł su secreto. Él la habĂa escogido a ella.
—No se lo puedo decir —dije en voz baja.
—¿Por quĂ© no? Él querrĂa saberlo y su culo necesita ser un hombre y estar
allĂ para ti. Esa mierda de escapar es estĂşpida.
Ella no lo sabĂa todo. SĂłlo sabĂa un poco. HabĂa sido la historia de Nan la
que se contó, y la de nadie más a los ojos de Rush. Pero yo no estaba de acuerdo.
TambiĂ©n era mi historia. Nan aĂşn tenĂa a sus padres y su hermano. Yo no tenĂa a
nadie. Mi madre estaba muerta. Mi hermana estaba muerta. Y mi padre podrĂa
tambiĂ©n estar muerto. AsĂ que esta historia era tanto mĂa como de ella. Tal vez
hasta más.
Levanté mi cabeza y miré a Bethy. Ella era mi única amiga en el mundo y si
yo iba contar esta historia, entonces era ella a quiĂ©n querĂa contársela.
Pá
gin
a3
9
9 Traducido por Demoiselle
Corregido por Violet~
Rush
abĂan pasado tres semanas, cuatro dĂas y doce horas desde que la
habĂa visto. Desde que ella rompiĂł mi corazĂłn. Si yo hubiera
estado bebiendo, me gustarĂa echarle la culpa al alcohol. TenĂa que
ser una ilusiĂłn, una desesperada ilusiĂłn. Pero no habĂa estado
bebiendo. Ni una gota. No habĂa ninguna duda sobre Blaire. Era ella. Ella estaba
realmente aquĂ. Blaire estaba de vuelta en Rosemary. Ella estaba en mi casa.
HabĂa pasado cinco horas anoche conduciendo por todo el maldito lugar
buscando a Bethy, esperando que ella me llevara a Blaire. Pero no habĂa
encontrado a ninguna de ellas. Llegar a casa y admitir la derrota habĂa sido
doloroso. Me convencĂ a mi mismo que Bethy aĂşn seguĂa en Sumit con Blaire. Que
tal vez el texto de Bethy habĂa sido un mensaje borracho y nada más.
Me empapé los ojos de ella. Ella estaba más delgada y no me gustaba eso.
ÂżNo estaba comiendo? ÂżHabĂa enfermado?
—Hola, Rush —dijo ella, rompiendo el silencio. El sonido de su voz casi me
envĂa de rodillas. Dios, habĂa extrañado su voz.
—Blaire —Pude decir, aterrorizado de espantarla lejos solo con hablar.
Se estirĂł y envolviĂł un mechĂłn de su cabello alrededor de su dedo y tira de
él. Ella estaba nerviosa. No quiero hacer que se ponga nerviosa. Pero, ¿qué puedo
hacer yo para hacer esto más fácil?
—¿Podemos hablar? —preguntó en voz suave.
—SĂ. —Doy un paso atrás para dejarla entrar—. Entra
Hizo una pausa y mirĂł más allá de mĂ, hacia mi casa. El miedo y el dolor
destellando en sus ojos, haciĂ©ndome maldecirme en silencio. Ella habĂa sido herida
H
Pá
gin
a4
0
aquĂ. Su mundo fue destruido en mi casa. Maldita sea. No querĂa que se sintiera asĂ
de mi casa. No cuando habĂa buenos recuerdos aquĂ tambiĂ©n.
—¿Estás solo? —preguntĂł. Sus ojos volviendo hacia mĂ.
Ella no querĂa ver a mi mamá o a su papá. Lo entendĂa ahora. No era la casa.
—Los obliguĂ© a irse el dĂa en que te fuiste —Le contestĂ©, mirándola con
atenciĂłn.
Sus ojos se abrieron de par en par. ÂżPor quĂ© esto la sorprendĂa? ÂżNo lo
entendĂa? Ella era lo primero. Yo le habĂa dicho tanto en esa habitaciĂłn de hotel.
—Oh, no lo sabĂa… —Su voz se fue apagando. Ambos sabĂamos que ella no
lo sabĂa porque me habĂa sacado de su vida.
—Soy solo yo. A excepción de las visitas ocasionales de Grant, siempre solo
yo. —Ella necesitaba saber que no me habĂa mudado. No me estaba mudando.
Blaire entró a la casa y apreté los puños cuando su dulce y familiar esencia
la siguió. Tantas noches me senté aquà y soñé con ver su camino de vuelta a mi
vida. Mi mundo.
—¿Puedo conseguirte algo para tomar? —pregunté, pensando que lo que
realmente querĂa hacer era rogarle que hablara conmigo. Que se quede conmigo.
Que me perdone.
Blaire negĂł con la cabeza y se volviĂł para mirarme.
—No, estoy bien. Yo… Yo solo… Estaba en la ciudad y bueno… —Arrugó la
nariz y luché contra la urgencia de alcanzarla y tocar su rostro—. ¿Golpeaste a
Cain?
Cain. Mierda. Ella sabĂa sobre Cain. ÂżEstaba aquĂ para hablar de Cain?
—Él preguntĂł cosas que no deberĂa tener. Dijo cosas que no deberĂa —le
contesté con dientes apretados.
Blaire suspirĂł.
—Puedo imaginarlo —murmuró y sacudió la cabeza—. Siento que viniera
aquĂ. Él no piensa las cosas. ActĂşa solo por impulso.
No lo defendĂa. Se disculpaba por Ă©l. Ese no era su trabajo. El estĂşpido hijo
de puta no era su responsabilidad o su culpa.
—No te disculpes por Ă©l, Blaire. Eso me hace querer cazar su culo —gruñĂ,
incapaz de controlar mi reacciĂłn.
Pá
gin
a4
1
—Es mi culpa que Ă©l estuviera aquĂ, Rush. Eso es porque pido disculpas. Lo
molesté y él supuso que era todo por ti, asà que el vino corriendo aquà antes de
hablar las cosas conmigo.
¿Hablar las cosas con ella? ¿Qué carajos tenia Cain que hablar con ella?
—Él tiene que retroceder. Si ha…
—Rush. Cálmate. Somos viejos amigos. Nada más. Le dije algunas cosas que
necesitaba decir desde hace mucho tiempo. No le gustĂł. Fui cruel pero necesitaba
decirlo. Estaba cansada de proteger sus sentimientos. Me presionĂł demasiado. Eso
es todo.
TomĂ© una respiraciĂłn profunda pero el martilleo de mi cabeza se habĂa
vuelto más fuerte.
—¿Viniste para verlo? —Necesitaba saber si esa era la razón por la cual ella
estaba aquĂ. Si esto no tenĂa nada que ver conmigo, mi corazĂłn necesitaba tratar
con eso.
Blaire caminĂł hacia las escaleras en vez de ir hacia la sala de estar. Me di
cuenta. EntendĂ. Ella podrĂa haber estado en mi casa, pero no podĂa entrar ahĂ y
hacerle frente a las cosas. No todavĂa. Tal vez nunca.
—Pudo haber sido mi excusa para entrar al auto con Bethy —Hizo una
pausa y dejĂł escapar un suspiro—, pero Ă©l se habĂa ido cuando yo lleguĂ© aquĂ. Me
quedé por otras razones. Yo… Yo necesito hablar contigo.
Vino a hablar conmigo. ¿Fue el tiempo suficiente? Utilicé hasta la última
gota de fuerza de voluntad que poseĂa para no levantarme y tirarla sobre mis
brazos. No me importaba lo que ella tenĂa que decir. El hecho de que ella querĂa
verme era suficiente.
—Me alegro de que hayas venido —dije simplemente.
El pequeño ceño estaba de vuelta y Blaire no miraba directamente hacia mĂ.
—Las cosas siguen siendo las mismas. No he sido capaz de dejarlo ir. Nunca
seré capaz de confiar en ti. Incluso… incluso si lo quiero. No puedo.
ÂżQuĂ© demonios significaba eso? El golpeteo en mis oĂdos se hizo más fuerte.
—Me voy de Sumit. No puedo quedarme. Tengo que hacerlo por mi cuenta.
¿Qué? —¿Te estás mudando con Bethy? —pregunté, preguntándome si yo
todavĂa estaba durmiendo y esto era un sueño.
—No. No iba a hacerlo. Pero esta mañana hablé con Bethy y pensé que si tal
vez te veĂa y hablaba contigo y enfrentaba… esto, yo serĂa capaz de quedarme con
Pá
gin
a4
2
ella durante un tiempo. No serĂa permanente; Me irĂ© en un par de meses. Solo
hasta que tenga tiempo para decidir a donde voy a ir.
TodavĂa pensaba irse. Necesitaba cambiar eso. TenĂa un par de meses si se
quedaba aquĂ. Por primera vez, desde que me dijo que dejara la habitaciĂłn de
hotel, tenĂa esperanza.
—Creo que eso es inteligente. No hay razón por la cual tomar una decisión
precipitada cuando se tiene una opciĂłn aquĂ. —Ella podĂa quedarse en mi casa de
forma gratuita. En mi cama. Conmigo. Pero no podĂa ofrecer eso. Ella nunca estarĂa
de acuerdo.
Pá
gin
a4
3
10 Traducido por Larosky_3
Corregido por Vericity
Blaire
staré trabajando en el club. Nos… uh… veremos en ocasiones.
ConseguirĂa trabajo en otro lado, pero necesito la plata que el club
paga. —Explicaba esto tanto a mà como a Rush. No estaba segura de
quĂ© iba a decir cuando lo viera. SĂłlo sabĂa que tenĂa que enfrentarlo. Al principio,
Bethy me rogó que le contara sobre el embarazo. Aunque, después de que
escuchara exactamente lo que habĂa pasado con mi padre y Nan y su madre ese
dĂa, ya no estaba en el equipo Rush como antes. AcordĂł que no era necesario
decirlo de inmediato. Conseguir el valor suficiente para volver a esta casa luego de la forma que
me habĂa ido hace tres semanas y media fue duro. La esperanza de que mi corazĂłn
no reaccionara cuando viera a Rush fue inĂştil. Mi pecho estaba tan apretado que
era una maravilla que pudiera respirar. Menos hablar. Estaba embarazada con su
bebé… nuestro bebé. Pero las mentiras. El engaño. Quien era. Todo eso me
mantuvo de decir las palabras que se merecĂa. No podĂa. Estaba mal. Estaba siendo
egoĂsta. Lo sabĂa. Eso no cambiaba nada. PodĂa ser que el bebĂ© nunca lo conociera.
No podĂa dejar que la forma en que me sentĂa sobre Ă©l nublara mis decisiones para
mi futuro… el futuro de nuestro bebĂ©. Mi padre, su madre y hermana nunca serĂan
parte de la vida de mi bebĂ©. No lo permitirĂa. No podĂa.
—Por supuesto. SĂ, trabajar en el club es buena plata. —Se detuvo y pasĂł
una mano por su cabello—. Blaire, nada ha cambiado. No para mĂ. No necesitas mi
permiso. Esto es exactamente lo que quiero. Tenerte aquĂ de vuelta. Ver tu rostro.
Dios, nena, no puedo hacer esto. No puedo fingir que no estoy jodidamente
emocionado de que estés en mi casa.
No podĂa mirarlo. No ahora. No esperaba que dijera nada de eso. Esperaba
más una charla artificial y nerviosa. Era lo que querĂa. Mi corazĂłn no podĂa
soportar nada más. —Tengo que irme, Rush. No puedo quedarme más, sĂłlo querĂa
E
Pá
gin
a4
4
estar segura de que estabas bien con que estuviera en la ciudad. Mantendré mi
distancia.
Rush se movió tan rápido que no lo noté hasta que estuvo parado entre la
puerta y yo. —Lo siento. Intenté estar tranquilo. Intentaba ser cuidadoso y me
quebré. Lo haré mejor. Ve a lo de Bethy. Olvida lo que dije. Seré bueno. Lo
prometo. Sólo… no te vayas. Por favor.
ÂżQuĂ© le contestaba a eso? Se las habĂa arreglado para que quisiera
confortarlo. Disculparme. Él era letal a mis emociones y buen sentido. Distancia.
Necesitábamos distancia. Asentà y lo rodeé. —Yo… uh… probablemente te veré
por ahĂ. —Me las arreglĂ© para graznar antes de abrir la puerta y salir de la casa.
No mirĂ© hacia atrás pero sabĂa que me estaba mirando ir. Era la Ăşnica razĂłn
por la cual no empecé a correr. Espacio… necesit{bamos espacio. Y yo necesitaba
llorar.
***
Era como si nunca me hubiera ido. Ya habĂa decidido ir directo al comedor y
buscar a Jimmy. Supuse que sabrĂa donde encontrar a Woods. Pero Woods me
estaba esperando en la puerta cuando abrĂ la entrada trasera del club.
—Y ella vuelve. Sinceramente, no pensĂ© que lo harĂas. —Woods arrastrĂł las
palabras mientras la puerta se cerraba tras de mĂ.
—Por poco tiempo, quizás —respondĂ.
Woods me guiñó y luego asintió hacia el pasillo que guiaba a su oficina. —
Vayamos a hablar.
—Está bien —dije mientras lo seguĂa.
—Bethy ya me llamĂł do veces hoy. Queriendo saber si ya te habĂa visto.
Asegurándose de que tuvieras tu trabajo de vuelta —dijo Woods mientras abrĂa la
puerta de su oficina y la sostenĂa para que pudiera pasar—, lo que no esperaba es
la llamada que recibĂ hace diez minutos. Me ha sorprendido. Por la forma en que te
fuiste hace tres semanas y dejaste a Rush en la miseria, no esperaba que llamara a
tu favor. No es que lo necesitara, fĂjate. Ya habĂa aceptado devolverte tu trabajo.
Me detuve y lo mirĂ©. ÂżLo habĂa escuchado bien? —¿Rush? —preguntĂ©, casi
asustada de que hubiera alucinado el comentario.
Pá
gin
a4
5
Woods cerrĂł la puerta y caminĂł hasta pararse delante de su escritorio. Se
inclinĂł contra la madera brillante que se veĂa costosa y cruzĂł los brazos sobre su
pecho. La sonrisa que tenĂa cuando lleguĂ© se habĂa ido. Se veĂa preocupado.
—SĂ, Rush. SĂ© que la verdad saliĂł a la luz. Jace me contĂł una parte. Lo que
sabe, al menos. Pero yo ya sabĂa quiĂ©n eras. O quien Rush y Nan creĂan que eras.
Te advertĂ que la elegirĂa a ella. Ya la habĂa elegido cuando te di la advertencia. ÂżDe
verdad quieres volver a todo esto? ÂżEs Alabama tan malo?
No. Alabama no era tan malo. Aunque ser una madre soltera de diecinueve
años sin familia lo era. Aunque no era algo que iba a compartir con Woods.
—Volver aquà no es exactamente f{cil. Ver… verlos, tampoco ser{ f{cil. Pero
necesito descubrir que voy a hacer. No hay nada para mĂ en Alabama. No me
puedo quedar y pretender que lo hay. Es tiempo de que encuentre una nueva vida.
Y Bethy es mi Ăşnica amiga. Mis opciones son limitadas.
Las cejas de Woods se dispararon hacia arriba.
—Auch. ¿Yo qué soy? Pensé que éramos amigos.
Sonriendo, caminé y me paré detrás de la silla en frente suyo.
—Lo somos pero bueno… no amigos cercanos.
—No porque no lo intentara —Una pequeña risa salió y Woods sonrió—. Es
bueno escuchar eso. Lo extrañé.
Quizás volver no serĂa tan difĂcil.
—Puedes tener tu trabajo de vuelta. Es tuyo. Tuve pesimas chicas de carritos
y Jimmy todavĂa está malhumorado. No se lleva bien con los otros meseros. Él
también te extraña.
—Gracias —contesté—, lo aprecio. Aunque quiero ser honesta contigo. En
cuatro meses, planeo irme. No puedo quedar aquà para siempre. Tengo…
—Tienes una vida a la que volver. SĂ, te escuchĂ©. Rosemary no es donde
pretendes echar raĂces. Lo tengo. Por cualquier lapso de tiempo, tienes el trabajo.
Pá
gin
a4
6
11 Traducido por Danny_McFly
Corregido por Verito
Rush
lamé una vez antes de abrir la puerta del condominio de Nan y
caminar dentro. Su coche estaba estacionado afuera. Yo sabĂa que ella
se encontraba aquĂ. SĂłlo querĂa asegurarme de que sabĂa que yo
estaba aquĂ. CometĂ el error de no tocar una vez y pillĂ© a mi hermana a horcajadas
en el regazo de un tipo.
Quise llenar de cloro mis ojos y mi cerebro después de esa experiencia.
—Nan, soy yo. Tenemos que hablar —dije en voz alta y luego cerré la puerta
detrás de mĂ.
EntrĂ© en la sala y el sonido de más de una voz apagada y pasos que venĂan
desde el dormitorio principal casi me hizo dar la vuelta y marcharme. Pero no iba a
hacerlo. Esto era más importante. Su invitado de pijamada tenĂa que irse a casa
ahora de todos modos. Eran más de las once.
La puerta de su habitaciĂłn se abriĂł y se cerrĂł. Interesante. El que sea que
estaba aquĂ, se alojaba aquĂ. TendrĂamos que salir al balcĂłn para hablar. Yo no
hablarĂa de Blaire delante de nadie. Probablemente conocĂa al hombre en ese
cuarto. SerĂa la Ăşnica razĂłn por la que lo mantendrĂa oculto allĂ.
—¿Has oĂdo hablar de llamar antes de venir? —replicĂł Nan mientras
entraba en la sala de estar vestida con una bata de seda corta.
Se parecĂa más y más a nuestra madre mientras más mayor se hacĂa.
—Es casi el almuerzo, Nan. No puedes mantener al hombre en la cama todo
el dĂa —le contestĂ© y abrĂ las puertas que daban a la terraza con vistas al golfo—.
Necesito hablar contigo y no quiero que tu compañero de dormitorio pueda oĂrnos.
Nan rodĂł sus ojos y saliĂł.
L
Pá
gin
a4
7
—Me parece extraño que he estado tratando de que hables conmigo durante
semanas y ahora que tĂş quieres hablar vienes irrumpiendo como si yo no tuviera
vida. Por lo menos yo te llamo primero. —Comenzaba a sonar como nuestra
madre.
—Soy propietario de este condominio, Nan. Puedo venir en cualquier
maldito momento si quiero. —Le recordĂ©. Ella se estarĂa yendo de aquĂ a mediados
de agosto para regresar a su casa de hermandad y su aĂşn indecisa carrera. La
universidad era una funciĂłn social para ella. Ella sabĂa que yo iba a pagar sus
cuentas y matrĂcula. Yo siempre me habĂa preocupado de todo para ella.
—Que sarcástico. ÂżDe quĂ© se trata esto? No he tenido mi cafĂ© todavĂa. —No
tenĂa miedo de mĂ.
Yo no querĂa que ella lo tuviera, pero ya era hora de que madurara. No iba a
dejar que obligara a Blaire a huir. En un mes, Nan se habrá ido. Normalmente yo
tambiĂ©n me irĂa. Este año no. Me estarĂa quedando en mi residencia en Rosemary.
Mi madre tendrá que elegir otro lugar. Ella tendrĂa esta casa libre para el resto del
año.
—Blaire ha vuelto —le dije sin rodeos.
HabĂa tenido tiempo de ver las cosas desde otro ángulo. Yo no sentĂa que
Nan fuera la vĂctima en esto, ya no. Ella era una niña, pero tambiĂ©n lo era Blaire.
Nan se tensĂł mientras sus ojos brillaban con el odio que pertenecĂa a los ojos
de su padre en lugar de Blaire.
—No digas nada. PermĂteme hablar primero o voy a acompañar a tu amigo
de pijamada fuera de mi apartamento. Tengo el poder aquĂ, Nan. Nuestra madre
no tiene nada. Las apoyo a las dos. Nunca te he pedido nada. Nunca. Pero ahora te
voy a pedir... no, te voy a ordenar que me escuches y que sigas mis condiciones.
La ira de Nan se habĂa desvanecido y ahora la niña mimada estaba allĂ,
mirándome. A ella no le gusta que le digan quĂ© hacer. No podĂa culpar a mi madre
por su conducta, no del todo. Lo hice tambiĂ©n. La sobrecompensaciĂłn habĂa
arruinado a Nan.
—La odio —La ira hervĂa.
—Te dije que me escuches. No asumas que eres inocente, Nan. Porque esta
vez has jodido algo que me importa. Esto me afecta, asĂ que escucha y cierra la
boca.
Sus ojos pasaron de la ira al shock. Estaba seguro de que nunca habĂa
hablado con ella de esa manera. Estaba un poco sorprendido de mĂ. OĂr el odio en
su voz dirigida a Blaire me puso alerta.
Pá
gin
a4
8
—Blaire se está quedando con Bethy. Woods le ha regresado el trabajo a
Blaire. Ella no tiene nada en Alabama. No tiene a nadie. El padre que ustedes dos
comparten es un inĂştil. Para ella bien podrĂa estar muerto. Ha vuelto para saber
donde encaja y qué hacer después. Ella estaba haciendo eso antes, pero cuando la
verdad saliĂł, su mundo se derrumbĂł y tuvo que correr. Es un puto milagro que
está de vuelta aquĂ. Yo la quiero de vuelta aquĂ, Nan. Puede que no quieras oĂr
esto, pero la amo. Nada me va a detener para asegurarme de que este a salvo.
Quiero que se sienta segura y nadie y me refiero a nadie, ni siquiera mi hermana, le
hará sentirse indeseada. Tú te vas pronto. Puedes mantener tu odio fuera de lugar
si quieres, pero un dĂa, espero que madurez lo suficiente como para darte cuenta
de que sĂłlo hay una persona que odiar aquĂ.
Nan se sentĂł en una de las sillas que colocĂł aquĂ para pasar el tiempo y leer
libros. Yo también la amaba ella. La protegà de toda mi vida.
Decirle esto y amenazarla era duro, pero no podĂa permitir que dañara a
Blaire por más tiempo. TenĂa que parar esto. Blaire nunca me darĂa otra
oportunidad, siempre y cuando Nan estuviera atormentando su vida.
—Asà que la estás eligiendo antes que a mà —susurró Nan.
—Esto no es un concurso, Nan. Deja de actuar como si lo fuera. Tienes a su
padre. Ella lo perdió. Tú ganaste. Ahora supéralo.
Nan alzó los ojos y las lágrimas se aferraban a sus pestañas.
—Ha hecho que me odies.
Maldito puto drama. Nan vivĂa una telenovela en su cabeza.
—Nan, escúchame. Te quiero. Eres mi hermana pequeña. Nadie puede
cambiar eso. Pero yo estoy enamorado de Blaire. Puede ser un problema
importante en tus planes de conquistar y destruir, pero bebé, es hora de dejar que
tus problemas sigan. Hace tres años que regresó. Necesito que lo superes.
—¿Qué pasa con la familia en primer lugar? —Espetó.
—No vayas allĂ. TĂş y yo sabemos que yo te he puesto primero toda mi vida.
TĂş me necesitabas y yo estaba allĂ. Pero ahora somos adultos, Nan.
Se secĂł las lágrimas que se habĂan filtrado de sus ojos y volviĂł a levantarse.
Nunca pude saber si sus lágrimas eran reales o falsas. Ella podĂa encenderlas y
apagarlas a voluntad.
—Está bien. Quizás vuelva a la escuela antes de lo previsto. Tú no me
quieres aquĂ, de todos modos. Las has escogido a ella.
Pá
gin
a4
9
—Yo siempre te quiero cerca, Nan. Pero esta vez quiero que juegues limpio.
Piensa en alguien más para variar. Tú tienes un corazón. Yo lo he visto. Ahora es el
momento de usarlo.
Nan se puso rĂgida.
—Si terminaste aquĂ, ÂżpodrĂas irte de tu apartamento?
AsentĂ con la cabeza.
—SĂ, he terminado —le contestĂ© y me dirigĂ hacia el interior.
Sin otra palabra que oyera por la puerta principal. El tiempo ahora dirĂa si
yo tenĂa que seguir adelante con mis amenazas para enseñarle a mi hermana una
lecciĂłn. Realmente esperaba que no.
Pá
gin
a5
0
12 Traducido por Juli
Corregido por Chachii
Blaire
ecesitaba mis cosas y tenĂa que vender mi camioneta. Nunca harĂa
esto de nuevo. CaĂn la habĂa revisado por mĂ la semana pasada
despuĂ©s de que se descompuso y dijo que temporalmente podrĂa
arreglarla. El costo para arreglar todo lo que andaba mal costarĂa más de lo que yo
podĂa permitirme gastar. Llamar y pedirle a Granny Q o CaĂn que enviaran mis
cosas y vendieran mi camioneta parecĂa mal. Se merecĂan una explicaciĂłn... o al
menos la merecĂa Granny Q. Me habĂa dado un techo, una cama y me dio de comer
durante tres semanas. Iba a tener que volver a Sumit a recoger mis cosas y
despedirme. Woods me habĂa dado unos dĂas para instalarme antes de empezar a
trabajar.
Bethy se habĂa tomado unos dĂas para llevarme y que solicitará la asistencia
mĂ©dica gratuita. Era momento de que viera a un mĂ©dico, pero requerirĂa el seguro
medico primero. Hoy la habĂa oĂdo por casualidad decirle a Jace que esperaba con
impaciencia su cita esta noche. Yo habĂa estado monopolizando todo su tiempo
llevándome a todas partes. Comenzaba a sentirme como una carga. Odié aquel
sentimiento. PodrĂa tomar un autobĂşs. SerĂa econĂłmico y no serĂa una carga sobre
Bethy. Abrà su ordenador portátil para googlear el horario del autobús.
Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos. Dejé mi búsqueda de
una estaciĂłn de autobuses y fui a abrir la misma. Rush allĂ de pie, con las manos
metidas en la parte delantera de sus jeans y una de sus camisetas apretadas no era
lo que habĂa estado esperando. AlzĂł la mano y se quitĂł las gafas de sol de aviador.
Deseaba que las hubiera mantenido. El color plateado de sus ojos en la luz del sol
era aún más impresionante de lo que recordaba.
—Hola, vi a Bethy en el club. Dijo que estabas aquà —explicĂł Rush. LucĂa
nervioso. Nunca habĂa visto a Rush nervioso.
N
Pá
gin
a5
1
—SĂ... um, Woods me dio un par de dĂas para recoger mis cosas de Sumit
antes de empezar a trabajar.
—¿Tienes que ir a buscar tus cosas?
AsentĂ. —SĂ. Las dejĂ© allĂ. SĂłlo traje una bolsa de viaje conmigo. No habĂa
pensado en quedarme.
Rush frunció el ceño. —Entonces, ¿cómo vas a regresar? No veo tu
camioneta.
—Justo estaba googleando las estaciones de autobuses y ver dónde está la
más cercana.
El ceño de Rush se hizo más profundo. —Es a cuarenta minutos. Durante
todo el camino en Fort Walton Beach.
Eso no fue tan malo como me temĂa.
—Un autobús no es seguro, Blaire. No me gusta la idea de que tomes un
autobús. Deja que te lleve. Por favor. Llegaremos más rápido y es gratis. Puedes
ahorrar tu dinero.
ÂżViajar con Ă©l? ÂżTodo el camino a Sumit y de regreso? ÂżEra una buena idea?
—No sĂ©... —Me detuve porque honestamente no lo sabĂa. Mi corazĂłn no
estaba preparado para Rush.
—Ni siquiera tenemos que hablar... o podemos si lo deseas. Te dejaré elegir
la mĂşsica y no voy a quejarme.
Si volviera con Rush, entonces CaĂn no discutirĂa conmigo. O, de nuevo, tal
vez lo harĂa. PodrĂa decirle a Rush sobre el embarazo. ÂżPero lo harĂa? Nunca le
confirmĂ© a CaĂn que estaba embarazada.
—Sé que no puedes perdonar las mentiras y el daño. No te estoy pidiendo
eso. TĂş sabes que lo siento y si pudiera volver atrás y cambiar las cosas, lo harĂa.
Por favor, Blaire, sĂłlo como un amigo que quiere ayudarte y mantenerte a salvo de
los hombres locos que podrĂan lastimarte en un autobĂşs, dĂ©jame llevarte.
Pensé en lo poco probable que era que fuera lastimada en el autobús. Y
luego pensĂ© en el hecho de que ya no sĂłlo tenĂa que mantenerme a salvo a mĂ
misma. TenĂa otra vida dentro de mĂ para proteger.
—Está bien. SĂ. Me gustarĂa un viaje.
***
Pá
gin
a5
2
Jace estaba tumbado en el gran sillĂłn de peluche azul que se encontraba en
la sala de Bethy con sus pies apoyados sobre la otomana y Bethy se acurrucĂł en su
regazo. Yo estaba en el sofá sintiĂ©ndome como un experimento cientĂfico, ya que
ambos me miraron con confusiĂłn.
—¿Asà que estás de acuerdo con que Rush te lleve a Sumit mañana para
recoger tus cosas? Me refiero a que no te sientes extraña o... —Bethy se detuvo.
SerĂa extraño. TambiĂ©n afectarĂa sĂłlo estar cerca de Ă©l, pero necesitaba un
aventĂłn. Bethy necesitaba trabajar, no tomarse otro dĂa libre para ayudarme esta
semana. —Él se ofreciĂł. Necesitaba un aventĂłn y le dije que sĂ.
—¿Y fue asà de fácil? ¿Por qué no me lo creo? —se preguntó Bethy.
—Porque ella está dejando de lado las partes donde él rogó y suplicó —dijo
Jace con una sonrisa.
TirĂ© de la manta hacia arriba sobre mis hombros. TenĂa frĂo. TenĂa mucho
frĂo Ăşltimamente, lo que era extraño porque era verano en Florida. —No rogĂł —le
contesté, sintiendo la urgencia de defender a Rush. Incluso si realmente hubiera
rogado, no era asunto de Jace.
—SĂ, claro. Si tĂş lo dices. —Jace tomĂł un sorbo del tĂ© dulce que Bethy le
habĂa preparado.
—No es asunto nuestro. Déjala en paz, Jace. Tenemos que decidir qué hacer
con el contrato de alquiler de este lugar que termina en una semana.
Yo no estarĂa aquĂ mucho tiempo. Le habĂa dicho eso. Mudarme a un
apartamento más caro no era una buena idea. Mi mitad del alquiler no estarĂa
cubierto despuĂ©s de que me marche y ella se quedarĂa con la deuda.
Jace besĂł la mano de Bethy y le sonriĂł. —Te dije que me encargarĂa de las
cosas. Si sólo me lo permitieras. —Le guiñó un ojo a ella y volvà la cabeza. No
querĂa verlos. Rush y yo nunca habĂamos sido asĂ. Nuestra relaciĂłn habĂa sido
corta. Intensa y breve. Me preguntĂ© cĂłmo se habrĂa sentido tener la libertad para
acurrucarme en sus brazos en cualquier momento que quisiera. Para saber que
estaba a salvo y que me amaba. Nunca habĂa tenido esa oportunidad.
—Y yo te dije que no voy a dejar que pagues mi alquiler. Lo siento. Nuevo
plan. Oh, Blaire, ¿por qué no vamos a buscar apartamentos mañana?
Un golpe en la puerta interrumpiĂł antes de que pudiera estar de acuerdo.
Luego Grant abriĂł la puerta y caminĂł dentro.
Pá
gin
a5
3
—No puedes entrar en el apartamento de mi chica sin permiso. PodrĂa haber
estado desnuda —espetó Jace a Grant.
Grant rodó los ojos y luego esbozó una sonrisa en mi dirección. —Vi tu auto
aquĂ, idiota. Cálmate. He venido a ver si puedo convencer a Blaire de dar un paseo
conmigo.
—¿Estás tratando de conseguir que te patee el culo? —preguntó Jace
Grant sonriĂł y negĂł con la cabeza antes de mirar de nuevo hacia mĂ. —
Vamos, Blaire, demos una vuelta y pongámonos al dĂa.
ÂżGrant habĂa estado involucrado en la mentira? Seguramente se habĂa
enterado. No podĂa decirle que no. Incluso si lo hubiera sabido, Ă©l tambiĂ©n fue la
primera persona amable que conocĂ aquĂ. HabĂa llenado mi tanque de gasolina. Se
preocupó por mà durmiendo bajo las escaleras. Asentà y me levanté. —Estos dos
necesitan un tiempo a solas, de todos modos —le contesté, mirando hacia atrás a
Bethy. Ella me estudiaba muy de cerca. Le di una sonrisa tranquilizadora y pareciĂł
relajarse.
—No nos dejes por nuestra cuenta. Tenemos que decidir dónde vamos a
vivir en una semana —dijo Bethy mientras yo caminaba hacia la puerta.
—Ustedes pueden hablar de eso más tarde, Beth Ann. Blaire se fue hace casi
un mes. Tienes que compartirla —replicó Grant, abriendo la puerta para que yo
caminara afuera.
—Rush va a enloquecer —gritó Jace justo antes de que Grant cerrara la
puerta amortiguando lo que fuera que Bethy habĂa comenzado a decir.
Bajamos las escaleras en silencio. Una vez que estuvimos en la acera miré a
Grant. —¿Sólo me echabas de menos o hay algo que quieras decirme? —le
pregunté.
Grant sonrió. —Te extrañé. He tenido que aguantar el mal humor de Rush.
Asà que créeme, te extrañé un infierno.
Me di cuenta por su tono que habĂa querido hacer una broma. Pero pensar
en el malestar de Rush no me hizo sonreĂr. Simplemente me recordĂł todo. —Lo
siento —murmuré. No estaba segura de qué más decir.
—Sólo me alegro de que hayas vuelto.
EsperĂ©. SabĂa que habĂa algo más que querĂa decir. PodĂa sentirlo. Se tomaba
su tiempo y pensé que trataba de decidir exactamente cómo decir lo que fuera que
querĂa decirme.
Pá
gin
a5
4
—Lo siento por lo que pasó. Cómo sucedió. Y Nan. Puede actuar como la
peor perra del mundo, pero ha tenido una infancia jodida. Eso la traumo o algo asĂ.
Si hubieras vivido con Georgianna como tu madre lo entenderĂas. Rush era un
niño, asà que no resultó tan malo. Pero Nan, maldita sea, su mundo estaba jodido.
No es una excusa, sĂłlo una explicaciĂłn.
No respondĂ. No tenĂa nada que decir a eso. No sentĂa simpatĂa alguna por
Nan. Es evidente que los hombres de su vida lo hacĂan. DebĂa ser agradable.
—A pesar de todo eso, lo que hizo estuvo mal. Cómo te lo ocultó fue
realmente una mierda. Lamento no haberte dicho nada, pero sinceramente, ni
siquiera era consciente de que tĂş y Rush tenĂan algo hasta esa noche en el club
cuando se volviĂł loco. SabĂa que se sentĂa atraĂdo por ti, pero tambiĂ©n lo estaban la
mayorĂa de los hombres en esta ciudad. PensĂ© que era el Ăşnico tipo que no harĂa un
movimiento contigo debido a su lealtad a Nan... y bueno, lo que representabas
para ellos dos. —Grant se detuvo y me volvà para mirar sobre sus hombros.
—Nunca lo habĂa visto asĂ. Nunca. Es como si estuviera vacĂo. No puedo
llegar a Ă©l. No sonrĂe. Ya ni siquiera finge que disfruta de la vida. Es diferente
desde que te fuiste. A pesar de que no fue honesto y parece que sĂłlo trataba de
proteger a Nan... ustedes dos no tuvieron tiempo suficiente. Nan ha sido su
responsabilidad desde que era un niño. Eso era todo lo que sabĂa. Luego, entraste
en su mundo y al parecer lo sacudiste de la noche a la mañana. Si hubiera tenido
más tiempo, te lo habrĂa dicho. SĂ© que Ă©l lo hubiera hecho. Pero no lo hizo. No era
justo para Ă©l. Se estaba enamorando de esta chica de la que siempre pensĂł que
habĂa sido la razĂłn de que su hermana estuviera sin un padre. Su sistema de
creencias cambiĂł, pero tambiĂ©n era difĂcil para Ă©l adaptarse.
SĂłlo lo mirĂ© fijamente. No porque no estuviera de acuerdo. Yo ya habĂa
comprendido todo esto en mi cabeza. ComprendĂ lo que decĂa. El problema era...
que no cambiaba las cosas. Incluso si me lo hubiera estado por decir, no cambiaba
quiĂ©n era Ă©l o quien era Nan. Lo que representan para mĂ. Los Ăşltimos tres años de
mi madre en esta tierra fueron un infierno mientras ellos vivĂan en sus casas de
lujo y saltaban de un evento social a otro. Su creencia en las mentiras que me
habĂan dicho era la Ăşnica cosa que no creĂ poder superar.
—Maldita sea. Probablemente estoy metiendo la pata aĂşn más. SĂłlo querĂa
hablar contigo y asegurarme de que sabĂas que Rush... te necesita. Lo lamenta. Y
creo que nunca te va a superar. Si trata de hablar de ello mañana, por lo menos
escĂşchalo.
—Lo he perdonado, Grant. Pero no puedo olvidar. Lo que sea que éramos o
podrĂamos haber sido se ha terminado. Nunca volverá a ser de nuevo. No puedo
Pá
gin
a5
5
permitirlo. Mi corazĂłn no me lo permite. Pero siempre voy a escucharlo. Me
preocupo por Ă©l.
Grant dejó escapar un suspiro de cansancio. —Supongo que eso es mejor
que nada.
Eso era todo lo que yo tenĂa para ofrecer.
Pá
gin
a5
6
13 Traducido por ♥...Luisa...♥
Corregido por CrisCras
laire saliĂł caminando del apartamento de Bethy sosteniendo dos tazas
de cafĂ© antes de que yo pudiera salir del coche. AbrĂ la puerta y salĂ
del Range Rover. Llevaba el pelo suelto y colgando por su espalda. Me
encantaba ese estilo. Sus pantalones cortos apenas cubrĂan sus piernas y serĂa
difĂcil concentrarme cuando estuviera sentada en mi coche. Se subirĂan hasta sus
muslos. Alejé mis ojos de sus piernas y me encontré con su mirada fija. Estaba
forzando una sonrisa.
—Te he traĂdo un poco de cafĂ© ya que saliste de la cama tan temprano por
mĂ. SĂ© que despertar temprano no es lo tuyo. —Su voz era suave e insegura
mientras hablaba. Iba a ser mi misiĂłn cambiar eso en este viaje por carretera.
QuerĂa que se sintiera cĂłmoda conmigo de nuevo.
—Gracias —le contesté con una sonrisa que esperaba aliviara sus nervios
mientras abrĂa la puerta del lado del pasajero para ella. HabĂa sido incapaz de
dormir desde las tres de la mañana. Me sentĂa ansioso. Estaba bastante seguro de
que habĂa pasado por dos ollas de cafĂ© desde entonces. No le confesarĂa eso, sin
embargo. Ella me trajo café. Una verdadera sonrisa tiró de mis labios mientras
cerraba la puerta y me dirigĂa de nuevo a mi lado.
SostenĂa su taza cerca de su boca mientras tomaba pequeños sorbos cuando
la miré. —Si quieres música, prometo que es toda tuya —le recordé. Ella no se
moviĂł, pero una sonrisa levantĂł las comisuras de sus labios.
—Gracias. ConfĂa en mĂ, lo recuerdo. Estoy bien en este momento. Puedes
escuchar algo si quieres. Tengo que despertar primero.
No me importa la radio. SĂłlo querĂa hablar con ella. Lo que hemos hablado
no ha sido importante. Hablar con ella era todo lo que importaba.
B
Pá
gin
a5
7
—Entonces, ¿cuál es el plan? ¿Sabe Cain que vamos a buscar tus cosas? —
pregunté.
Se removió en su asiento y me obligué a mantener los ojos en la carretera y
no en sus piernas. —No. QuerĂa explicarle a Ă©l y a su abuela, Granny Q, acerca de
esto. TambiĂ©n tengo que convencerlo de vender mi camioneta por mĂ y envĂame el
dinero. No regresará aquà de nuevo. Está en mal estado.
Su camioneta era vieja. La idea de que no estuviera dando vueltas en ella era
un alivio. Sin embargo, no me agradaba la idea de ella sin un vehĂculo. CĂłmo
demonios se suponĂa que debĂa arreglar eso, no lo sabĂa. Nunca me aceptarĂa un
coche. Tal vez su camiĂłn podĂa arreglarse y hacerse seguro.
—Puedo tomarlo y llevarlo a revisar mientras tú empacas. Puede que solo
necesite que le hagan un par de cosas.
Ella suspiró. —Gracias, pero no te molestes. Cain ya lo llevó a revisar. Lo
arreglĂł para que yo pudiera llegar a la ciudad, pero dijo que era un arreglo
temporal. Necesita más trabajo de lo que yo puedo pagar.
Aferré el volante con fuerza. La idea de que Cain hubiese estado cuidando
de ella me volvĂa loco. Odiaba que Ă©l hubiese sido quien se encargara de su
camión. Que fuese su familia quienes la ayudaron cuando más lo necesitaba. La
mĂa le habĂa jodido la vida. No estaba allĂ para ayudarla cuando llamara
necesitando ayuda.
—¿Asà que Cain y tú...? —¿Qué demonios estaba preguntando? ¿Eran qué?
Mierda. No querĂa escuchar esto.
—Somos amigos, Rush. Lo hemos sido toda nuestra vida. Mis sentimientos
hacia Ă©l no han cambiado.
Bajé mis manos del volante y pasé una de mis palmas sudorosas por mis
vaqueros. Maldita sea, ella me volvĂa loco. Si iba a hacerla sentir cĂłmoda conmigo
de nuevo necesitaba calmarme. EmpezarĂa conmigo no golpeando a Cain cuando
lo viera.
Antes de que pudiera decir nada más, Blaire se inclinó hacia delante y
encendiĂł la radio. EncontrĂł una estaciĂłn de radio country y luego se echĂł hacia
atrás en su asiento y cerrĂł los ojos. HabĂa presionado demasiado. Fue su manera
educada de pedirme que me callara. PodĂa darme por aludido.
Treinta minutos de silencio pasaron antes de que mi teléfono sonara. El
nombre de Nan apareciĂł en la pantalla. El maldito iPhone estaba programado para
el coche. Normalmente, esto era Ăştil y hacia que tuviera las manos libres. Pero
tener a Blaire viendo el nombre de Nan no era bueno. No querĂa un recordatorio.
Pá
gin
a5
8
Mi plan era hacer que este dĂa estuviera libre de recuerdos. Hice clic en ignorar y la
radio empezĂł a sonar de nuevo.
No mirĂ© a Blaire, pero sentĂ sus ojos sobre mĂ. Fue muy difĂcil no
encontrarme con su mirada.
—PodrĂas haber hablado con ella. Es tu hermana —dijo Blaire tan
suavemente que casi se perdiĂł con la mĂşsica.
—Lo es. Pero representa cosas en las que no quiero pensar hoy.
Blaire no dejĂł de mirarme. TomĂł toda mi fuerza para seguir casual. Detener
el coche y girarme para enfrentarla y decirle lo importante que era y lo mucho que
la amaba no era lo que necesitaba en estos momentos.
—Estoy mejor, Rush. He tenido tiempo para asimilarlo todo. Veré a Nan en
el club. Estoy preparada para eso. Me estás ayudando hoy. PodrĂas estar haciendo
otra cosa en vez de decidir tomarte el dĂa para ayudarme. No quiero impedirte
recibir las llamadas telefĂłnicas de personas que te importan. No me voy a romper.
Mierda. Esto era todo en cuanto a dejarlo casual y fácil. Me acerqué a la
orilla de la carretera y detuve el Rover en el arcĂ©n. Mantuve mis manos para mĂ
mismo, pero le di toda mi atenciĂłn a Blaire. —DecidĂ tomarme el dĂa de hoy
porque no hay nada que prefiera hacer que estar cerca de ti. Estoy conduciendo
porque soy un hombre desesperado que hará lo que sea que tenga que hace para
pasar tiempo contigo —Perdà el control y extendà la mano para pasar mi pulgar
sobre su mejilla y luego por su sedoso pelo, que me habĂa fascinado desde que
habĂa puesto los ojos en ella—. HarĂ© cualquier cosa. Cualquier cosa, Blaire, sĂłlo
para estar cerca de ti. No puedo pensar en nada más. No puedo concentrarme en
nada. AsĂ que no creas que me estás incomodando. Si me necesitas, estoy ahĂ. —Me
detuve. Sonaba patĂ©tico incluso para mis propios oĂdos. Dejando caer mi mano de
su rostro puse el Rover en marcha y volvĂ a la carretera.
Blaire no dijo nada. No la culpo. Soné como un loco. Probablemente ahora
estaba asustada de mĂ. Infiernos, yo lo estarĂa.
Pá
gin
a5
9
14 Traducido por Mitzi.C
Corregido por Jessi Redondo
Blaire
i corazĂłn latĂa tan fuerte que estaba segura de que Ă©l podĂa
escucharlo. Esto habĂa sido una mala idea. Estar cerca de Ă©l era
tan confuso. Era fácil olvidar quien era él. Que me tocara, incluso
si era solo mi cara, me hacĂa sentir ganas de llorar. QuerĂa más que eso. Lo
extrañaba. Todo sobre Ă©l y estarĂa mintiendo si dijera que la idea de estar tan cerca
de Ă©l todo el dĂa no me mantuvo despierta la mayor parte de la noche.
Rush encendiĂł la radio cuando yo no dije nada. DeberĂa decir algo despuĂ©s
de eso, pero ¿qué? ¿Cómo respondo a eso que está causándonos más dolor? Decirle
que lo extraño y lo quiero no harĂa las cosas más fáciles. Solo serĂa más duro.
Esta vez, cuando el teléfono sonó, la pantalla del ordenador en su coche
destelló el nombre “Grant.” Rush presionó algún botón y luego recogió su celular.
—Hola —dijo en el teléfono. Por casualidad, miré hacia él ya que su
atenciĂłn no estaba en mĂ. Las duras lĂneas de expresiĂłn en su cara me
entristecieron. No las querĂa ahĂ.
—SĂ. Estamos en camino —respondiĂł al telĂ©fono—. No creo que esa sea una
buena idea. Te llamarĂ© cuando vuelva —ApretĂł su mandĂbula y sabĂa que lo que
sea que Grant le decĂa estaba molestándolo—. Dije que no —gruñó y terminĂł la
llamada antes de lanzarlo en su portavasos.
—¿Estas bien? —pregunté antes de poder pensar en ello.
LadeĂł su cabeza para mirarme. Fue como si estuviera sorprendido de que
yo estuviera hablándole —Uh, sĂ. Estoy bien —respondiĂł en un tono más calmado,
luego regreso los ojos a la carretera.
EsperĂ© unos minutos, luego decidĂ decir algo sobre lo que me habĂa dicho. Si
no empezaba a hablar de esto con Ă©l, siempre tendrĂamos este tonto silencio entre
nosotros. Incluso si lo dejara en cuatro meses y nunca lo viera de nuevo… No,
M
Pá
gin
a6
0
tendrĂa que verlo de nuevo. TendrĂa que hacerlo, Âżno te parece? ÂżPodrĂa nunca
contarle sobre este bebĂ©? EmpujĂ© eso al fondo de mi mente. No habĂa ido al doctor
aun. CruzarĂa ese puente cuando llegara a Ă©l. Incluso si habĂa vomitado otra vez
esta mañana cuando abrà el compactador de basura y me llegó un olorcillo del
pescado frito que Jace arrojĂł la noche anterior. No era normalmente tan sensible. El
tĂ© de jengibre caliente que habĂa estado bebiendo cuando Rush me recogiĂł ayudĂł a
aliviar mi estĂłmago. PodrĂa fingir que la prueba de embarazo estaba mal o afrontar
la verdad.
—Sobre lo que dijiste, yo, uh, realmente no sabĂa cĂłmo responder a eso.
Quiero decir, sé lo que siento y deseo que las cosas fueran diferentes, pero no lo
son. Yo quiero que nosotros… quiero que nosotros encontremos una forma de ser
amigos… quiz{. No lo sé. Eso suena tonto. Después de todo —Me detuve porque
mi intento de hablar con Ă©l sonaba confuso. ÂżCĂłmo podrĂamos ser amigos? AsĂ fue
como todo comenzĂł y aquĂ estoy yo, enamorada y embarazada de un hombre con
el que no podĂa construir un futuro.
—Seré lo que sea que tú me permitas ser, Blaire. Solo no me dejes fuera de
nuevo. Por favor.
AsentĂ. Está bien. Le darĂa tiempo a esta cosa de amigos. Luego… luego le
dirĂa sobre Ă©l bebĂ©. Él huirĂa como si le persiguiera el diablo o querrĂa ser parte de
la vida de nuestro bebé. De cualquier forma, yo necesitaba tiempo para
prepararme. Porque no dejarĂa a mi hijo tener algo que ver con esta familia, nunca.
Eso estaba fuera de cuestión. Odiaba a los mentirosos… pero estaba a punto de
volverme una por un tiempo. Esta vez, era yo la que tenĂa un secreto que ocultar.
—De acuerdo —respondà pero no dije más. Mis ojos estaban volviéndose
pesados y la falta de sueño de la noche anterior y el hecho de que no puedo beber
cafeĂna para despertarme estaban apoderándose a mĂ. CerrĂ© mis ojos.
—Tranquila, dulce Blaire. Tienes sueño y un calambre en el cuello si te
duermes asĂ. RecuestarĂ© sobre mà —Un profundo susurro le hizo cosquillas a mi
oĂdo y me estremecĂ. GirĂ© hacia Ă©l pero estaba tan adormecida que no pude
despertar completamente. Algo suave rozĂł mis labios y luego caĂ de nuevo en mis
sueños.
—Necesitas despertar, dormilona. Estoy aquĂ, pero no tengo idea de dĂłnde
ir —La voz de Rush acompañada de su mano apretando suavemente mi brazo me
despertĂł. Me frotĂ© los ojos y los abrĂ. Estaba acostada. MirĂ© a Rush y Ă©l sonrió—.
No podĂa dejarte lastimar tu cuello. Además, estabas durmiendo tan profundo que
quise que estuvieras cómoda —Se desabrochó y se inclinó para jugar con un botón
Pá
gin
a6
1
en el lado de mi asiento. Poco a poco se echó para atrás y pude ver el semáforo en
Sumit, Alabama delante de mĂ.
—Lo siento. Dormà todo el camino. Tuvo que ser un viaje aburrido.
—Tengo el control de la radio, asà que no fue un fracaso —respondió Rush
con una sonrisa y luego miró de regreso al semáforo—. ¿A dónde voy desde aqu�
—Derecho hasta que veas el gran cartel de madera que está pintado de rojo
que dice: Productos frescos y leña para la venta y luego gira a la izquierda. Será la
tercera casa a la derecha, pero es sobre un kilĂłmetro y medio por ese camino. La
carretera se volverá grava después de aproximadamente un cuarto de milla —
Rush siguiĂł mis indicaciones y no dijimos mucho. Estaba aĂşn despertando y mi
estĂłmago se sentĂa mareado. No habĂa comido aun y sabĂa que ese era el problema.
TenĂa las galletas en mi bolso que Bethy me habĂa dado, pero comerlas frente de
Rush era una mala idea. Las galletas eran un regalo importante.
En el momento en el que nos detuvimos en la entrada de la abuela, yo ya
comenzaba a sudar frĂo. EstarĂa enferma si no comĂa algo. AbrĂ la puerta para salir
antes de que Rush pudiera ver mi rostro. Estaba probablemente verde o pálida por
lo menos.
—¿Quieres que vaya contigo o es mejor si me quedo aqu� —preguntó.
—Oh, um… quiz{ deberĂas quedarte aquà —respondĂ. El camiĂłn de Cain
estaba aquĂ, asĂ que eso significaba que probablemente habrĂa tensiĂłn. No querĂa
que Rush y Cain se metieran en más peleas. Tampoco confiaba en Cain para
mantener su boca cerrada sobre la prueba de embarazo. Cerré la puerta del coche y
me dirigĂ a la casa.
Cain abriĂł la mosquitera y saliĂł antes de que incluso llegara al Ăşltimo
escalón. Su rostro era una mezcla de preocupación e ira. —¿Por qué está él aqu�
Te trajo a casa, ahora puede irse —gruñó Cain, mirando más allá de mà hacia Rush.
SĂ, fue una buena idea de Rush mantenerse en el coche. Mi estĂłmago se enrollo y
luché contra las náuseas.
—Porque él me dará un aventón de regreso. Cálmate, Cain. No tienes que
pelear con él. Tú eres mi amigo. Él es mi amigo. Vamos adentro. Necesito recoger
mis cosas.
Cain dio un paso atrás y me dejó pasar, luego me siguió dentro dejando que
el mosquitero se cerrara detrás de él.
—¿Qué quieres decir con que vas a regresar con él? ¿La prueba resulto
positiva? ÂżCorriste de regreso a Ă©l incluso aunque te rompiĂł el corazĂłn tan fuerte
Pá
gin
a6
2
que llegaste aquà hace tres semanas hecha un lio? Yo cuidaré de ti, Blaire. Sabes
eso.
Levanté mis manos para detenerlo. —Esto no se trata de mi embarazo, Cain.
Él es un amigo que me dio un aventón. Si, fuimos m{s antes… cosas pasaron, pero
ahora no lo somos. No corrĂ hacia Ă©l. ConseguĂ mi trabajo de vuelta en Rosemary y
viviré con Bethy por un tiempo. Luego iré a algún lugar más y empezare de nuevo.
Yo no me puedo quedar aquĂ.
—¿Por qué no puedes quedarte aqu� Demonios, Blaire. Me casaré contigo
hoy. Sin hacer preguntas. Te amo. Más que a mi vida. Tienes que saberlo. Metà la
pata cuando éramos más jóvenes y esa cosa con Callie, ella no significa nada. Es
solo una chica con la que paso el rato. TĂş eres todo lo que yo quiero. He estado
diciéndote eso por años. Por favor, escúchame —suplicó.
—Cain, detĂ©n esto. Eres mi amigo. Lo que nosotros tenĂamos muriĂł hace
mucho tiempo. Te pillĂ© en el momento en el que le hacĂas cosas que no deberĂas a
otra chica. Esa noche todo cambio. Te quiero, pero no estoy enamorada de ti y
nunca lo estaré de nuevo. Necesito hacer las maletas y seguir con mi vida.
Cain golpeó su mano contra la pared. —¡No digas eso! No ha terminado. No
puedes simplemente irte sola. No es seguro —Hizo una pausa—. ¿Estas
embarazada? —preguntó.
No respondĂ. En su lugar, regresĂ© a la habitaciĂłn en la que habĂa estado
viviendo mientras estaba aquà y comencé a empacar mi maleta —Lo estás—dijo,
siguiéndome a la habitación.
No respondĂ. Estaba concentrada en mis cosas. —¿Él lo sabe? ÂżEl hijo de la
estrella de rock se hará responsable? Está mintiendo, B. El bebé nacerá y huirá. No
será capaz de manejarlo. Un bebé no encaja en su vida. Sabes eso. Infiernos, todo el
mundo lo sabe. Él bien podrĂa ser una estrella de rock. Vi su casa en la playa. No
parece ser alguien que estará ahĂ cuando las cosas se pongan difĂciles. No les
gustan los niños. Puede que yo lo haya jodido, pero no voy a huir. Siempre estaré
aquĂ.
Me di la vuelta. —Él no lo sabe, vale. Ni siquiera estoy segura de si se lo
diré. No quiero a alguien que me cuide. Yo puedo hacer esto. No estoy indefensa.
EmpezĂł a abrir la boca para discutir cuando la abuela entrĂł a la habitaciĂłn.
No me habĂa dado cuenta de que ella estaba aquĂ.
—Deja de rogarle, Cain. Has hecho tu cama, hijo, ve a acostarte en ella. Ella
siguió su camino. Su corazón ha seguido adelante. Terminó mostrándonos a todos
que puede ir a la escuela y cuidar a su mamá enferma y de sà misma—Miró de
Pá
gin
a6
3
Cain a mà y una sonrisa triste tocó sus labios—. Me rompe el corazón que tengas
otro obstáculo cuando eres tan joven, sin embargo esta habitación es tuya si lo
necesitas. Pero si decides irte, entonces te deseo lo mejor. Solo quiero que estés
segura —Caminó más y me atrajo en un abrazo—. Te quiero como si fueras mi
propia hora. Siempre lo he hecho—susurró en mi cabello.
Lágrimas picaron mis ojos. —Yo también te amo.
Se apartó e inhaló. —Mantente en contacto —dijo y comenzó a salir, luego
miró de vuelta a m×. Cada hombre merece saber que tiene un bebé. Incluso si no
será parte de su vida, él necesita saberlo. Mantén eso en mente.
Salió de la habitación dejándonos a Cain y a mà solos de nuevo. Puse lo
último de mis cosas en mi maleta y cerré la cremallera. Agarrando la manija. La
recogĂ. Mis nauseas se habĂan vuelto peores. CubrĂ mi boca con una mano.
—Mierda, B. no puedes hacer eso. Dámelo. No se supone que carges cosas
pesadas. Ves, no puedes hacer esto. ¿Quién va a asegurarse de cuidarte?
El mejor amigo que he tenido en toda mi vida estaba de vuelta y el chico
loco que pensĂł que estaba enamorado y listo para sacrificar su vida se habĂa ido.
—Tengo a Bethy. Ella sabe y yo soy cuidadosa. No estaba pensando. Todo
esto es nuevo para mĂ. Y creo que me voy a enfermar.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó con una mirada de pánico en su cara.
—Galletas ayudarĂan.
DejĂł la maleta en el piso y saliĂł corriendo de la habitaciĂłn para conseguirme
galletas. RegresĂł en menos de un minuto con una caja de galletas saladas y un
vaso.
—La abuela te escuchĂł. Ya tenĂa la caja fuera y un vaso de refresco servido.
Dijo que calmarĂa tu estĂłmago.
—Gracias —respondà y me senté en la cama para comer la galleta y beber el
refresco. Ninguno de los dos hablo. Mis nauseas empezaron a ceder y aprendĂ de
la experiencia de no comer demasiado. Si comĂa de más lo vomitarĂa pronto.
Poniéndome de pie, le entregué la caja y el vaso a Cain.
—Solo dĂ©jalo allĂ. Lo buscare despuĂ©s —RecogiĂł mi malet—. Dame esa caja
también. No puedes cargarla —dijo recogiendo la caja de cosas que ni siquiera
habĂa desempacado. LevantĂ© la Ăşltima pequeña bolsa en mi brazo y me dirigĂ a la
puerta sin otra palabra. Lo seguĂ rezando para que no hiciera algo estĂşpido cuando
viera a Rush.
Pá
gin
a6
4
Llegamos al mosquitero que da al pĂłrtico y se detuvo. Poniendo la maleta
en el piso, se dio la vuelta para mirarme.
—No tienes que ir con él. Te dije que puedo arreglar esto. Tú me tienes, B.
Siempre me has tenido.
Cain lo decĂa en serio. Lo podĂa ver en su cara. Pero yo no. Si necesitaba un
amigo, Cain estarĂa ahĂ, pero Ă©l no era salvador de nadie. Yo no necesitaba uno, de
todas formas. Me tenĂa a mĂ misma. LevantĂ© mi bolsa más arriba de mi hombro y
pensĂ© cuidadosamente como explicarle esto una vez más. HabĂa tratado todo. No
entenderĂa la verdad. Sacara relucir como me fallĂł cuando mi mamá estaba
enferma y yo estaba tan sola solo le lastimarĂa.
—Necesito hacer esto.
CaĂn dejĂł escapar un gruñido de frustraciĂłn y se pasĂł una mano por su
cabello. —No confĂas en mĂ para cuidarte. Eso me duele —DejĂł escapar una risa
derrotada—. Pero entonces, ÂżPor quĂ© deberĂas? Te fallĂ© antes. Con tu mam{… yo
era un chiquillo, B. ¿Cuántas veces tengo que decirte que las cosas son diferentes
ahora? Sé lo que quiero. Yo… Dios, B, yo te quiero. Siempre has sido tú.
Un nudo se formĂł en mi garganta. No porque lo amaba, si no porque me
preocupaba por Ă©l. Cain fue una gran parte de mi vida. Estuvo conmigo desde que
podĂa recordar. CerrĂ© la distancia entre nosotros y alcancĂ© su mano. —Por favor,
entiende. Esto es algo que tengo que hacer. Tengo que afrontar esto. DĂ©jame ir.
Cain dejó escapar un suspiro cansado. —Siempre estoy dejándote ir, B. me
has pedido eso antes. Sigo intentándolo, pero eso poco a poco está destruyéndome.
Un dĂa me agradecerá por dejarte.
—Lo siento, Cain. Pero necesito irme. Está esperándome.
Cain recogiĂł la maleta y abriĂł el mosquitero con su hombro. Rush se
apresuró a salir del Rover tan pronto como nos vio. —No le digas nada, Cain —
susurré.
Cain asintiĂł y lo seguĂ por las escaleras. Rush nos encontrĂł en la parte
inferior y me miró. —¿Son todas tus cosas? —preguntó.
—Si —respondĂ.
Cain no hizo movimiento de darle la maleta y la caja. Un musculo en la
mandĂbula de Rush saltĂł y supe que intentaba ser bueno.
—Dale la maleta, CaĂn —dije, dándole un codazo en la espalda.
Pá
gin
a6
5
Cain suspirĂł y le entregĂł la caja y la maleta a Rush, quien los tomĂł y se
dirigiĂł hacia el auto.
—Necesitas decirle—murmuró Cain cuando él se dio vuelta para mirarme.
—Lo haré, con el tiempo. Tengo que pensar en ello.
CaĂn mirĂł más allá de mĂ hacia mi camiĂłn. —¿Dejas tu camiĂłn?
—TenĂa la esperanza de que puedas sacarlo del taller y ponerle un cartel de
venta. Tal vez consiga mil por Ă©l. Luego puedes quedarte con la mitad y enviarme
la otra mitad.
CaĂn frunciĂł el ceño. —VenderĂ© la camioneta, B, pero no tomarĂ© nada de
dinero. Enviaré todo.
No discutà con él. Necesitaba ser capaz de hacer esto y continuar. —Está
bien, está bien. Pero, ÂżpodrĂas darle a la abuela algo de ello, por lo menos? Por
dejarme quedar aquĂ y todo eso.
Las cejas de CaĂn se dispararon. —¿Quieres que mi abuela monte su culo a
Rosemary para broncear su piel?
Sonriendo, cerré la distancia entre nosotros y aferrándome a sus hombros
me puse de puntillas y le di un beso en la mejilla. —Gracias por todo —le susurré.
—Puedes volver si me necesitas. Siempre —Su voz se quebró y supe que
tenĂa que irme. Di un paso atrás y asentĂ con la cabeza antes de caminar hacia el
Rover.
Rush tenĂa la puerta abierta del lado del pasajero cuando lleguĂ© allĂ y la
cerrĂł detrás de mĂ. Vi como mirĂł a CaĂn antes de ir a su lado. Realmente lo estaba
haciendo. Dejando de lado lo seguro y dando el primer paso para encontrar mi
lugar en el mundo.
Pá
gin
a6
6
15
Traducido por Dunadae
Corregido por Carolyn ♥
Rush
arecĂa que ella estaba a punto de llorar y me daba miedo preguntarle
si estaba bien. Mi miedo a que cambiara de idea y se quedara en
Sumit me mantuvo callado hasta que estuvimos seguros fuera de los
lĂmites de la ciudad. Ver sus manos fuertemente enlazadas en su regazo me
molestĂł. Deseaba que dijera algo.
—¿Estás bien? —le pregunté, incapaz de detenerme. Mi necesidad de
protegerla me superĂł.
AsintiĂł. —SĂ. Es sĂłlo un poco aterrador, supongo. Esta vez, sĂ© que no voy a
volver. También sé que no tengo a un padre esperando para ayudarme. Marcharse
fue más difĂcil esta vez.
—Me tienes a mà —respondĂ.
Inclinó su cabeza a un lado y me miró. —Gracias, necesitaba escuchar eso
ahora mismo.
Diablos, lo grabarĂa para que ella pudiera escucharlo una y otra vez si eso
ayudaba. —Nunca pienses que estás sola.
Me dio una débil sonrisa y volvió su atención de nuevo a la carretera. —
Sabes que yo podrĂa conducir si quieres dormir esta vez.
La idea de ser libre para mirarla todo lo que quisiera era tentadora. Pero
esperarĂa que yo durmiera y no desperdiciarĂa nada del tiempo que tuviera a su
lado durmiendo. —Estoy bien. Aunque gracias.
Pasé por un establecimiento para autos y conseguà algo para comer mientras
yo conducĂa de vuelta. Ella habĂa estado durmiendo y no quise molestarla, pero
debĂa tener hambre.
P
Pá
gin
a6
7
—Tengo hambre. ¿Qué te apetece? —pregunté, volviendo a la interestatal
que nos llevarĂa de vuelta a Florida.
—Um… yo… no sé. Sopa quiz{s.
ÂżSopa? Esa era una peticiĂłn extraña. Pero diablos, si querĂa sopa le
conseguirĂa sopa.
—Sopa será. Mantendré mis ojos abiertos para encontrar un restaurante que
crea que tiene sopa.
—Si estás hambriento, por favor, sólo para en donde quieras. Puedo
encontrar algo para comer en cualquier lugar. —Sonó nerviosa de nuevo.
—Blaire, te voy a conseguir sopa —repetĂ, observándola. Me asegurĂ© de
sonreĂr para que supiera que querĂa conseguirle su sopa.
—Gracias —dijo y se estudió las manos que estaban en su regazo otra vez.
No hablamos por un rato, pero se sentĂa bien el solo tenerla en el coche
conmigo. No querĂa que sintiera que tenĂa que hablar.
Señalé el primer establecimiento con menú. —Parece que allà hay buenas
opciones. Escoge un lugar —le dije.
Se encogió de hombros. —No importa. Si quieres seguir en carretera puedo
comer algo en el coche.
QuerĂa alargar este dĂa tanto como pudiera. —Vamos a conseguirte sopa.
Una risita me sobresaltó y la miré para verla realmente sonriendo. Hacerla
hacer eso más seguido era mi nueva meta.
***
Blaire estaba dormida de nuevo cuando entramos en el garaje del
apartamento de Bethy tarde esa noche. Cuidadosamente, mantuve nuestra
conversación sencilla. Después de un rato, se instaló un cómodo silencio y luego se
quedĂł dormida.
AparquĂ© el Rover y me recostĂ©, mirándola. Le habĂa lanzado miradas para
verla durmiendo un millĂłn de veces de camino a casa. SĂłlo por unos minutos
querĂa la libertad de observarla dormir. Los cĂrculos oscuros bajo sus ojos me
preocupaban. ÂżNo dormĂa lo suficiente? Bethy podrĂa saberlo. PodĂa hablar de eso
con ella. Preguntarle a Blaire algo como eso ahora mismo probablemente no serĂa
muy inteligente.
Pá
gin
a6
8
Un suave golpe en la ventana llevĂł mi atenciĂłn de Blaire a Jace, quien estaba
de pie fuera del coche con una mirada divertida en la cara. AbrĂ la puerta y salĂ
antes que la despertara. Yo querĂa despertarla y no querĂa audiencia cuando lo
hiciera.
—¿Planeas despertarla o estás considerando el secuestro? —preguntó Jace.
—Cállate, idiota.
Rió entre dientes. —Bethy está esperando a que lleguen y poder escuchar
todo sobre el viaje. Te ayudaré con sus cosas si la despiertas y la llevas dentro.
—Está cansada. Bethy puede esperar hasta mañana. —No querĂa que
despertara para estar con la entrometida de Bethy. Obviamente, ella necesitaba
más horas de sueño y más comida. Apenas tocó su sopa antes. Intenté alimentarla
de nuevo pero dijo que no tenĂa hambre. Eso tenĂa que cambiar. Era como esos
jodidos sándwiches de mantequilla de manà otra vez.
—Entonces, dile eso a Bethy —respondiĂł Jace mientras yo ponĂa la caja en
sus manos y sacaba la maleta de la parte trasera.
—Yo llevo la maleta, tú lleva la caja dentro y la despertaré.
—¿Momento privado? —Jace sonrió y empujé la caja en sus manos un poco
demasiado fuerte. Lo hice tropezar y cacarear de la risa.
Lo ignoré y caminé hacia el asiento del pasajero. Despertarla y permitirle
que se fuera no era exactamente lo que querĂa hacer. Me inquietaba. ÂżQuĂ© pasaba si
esto era todo? ¿Qué si Blaire nunca me dejaba acercarme a ella asà de nuevo? No.
No podĂa dejar que eso pasara. Lo harĂa despacio, pero me asegurarĂa de que este
no fuera nuestro final. Aunque con haberla tenido todo el dĂa iba a ser realmente
difĂcil volver a la normalidad.
Le quitĂ© el cinturĂłn. Apenas se moviĂł. Un mechĂłn de pelo habĂa caĂdo en su
cara, asà que cedà a la tentación de tocarlo. Lo coloqué detrás de su oreja. Ella era
tan jodidamente hermosa. Yo nunca podrĂa superar lo nuestro. No era posible.
TenĂa que encontrar la manera de que volviera conmigo. Ayudarla a sanar.
AbriĂł los ojos y nuestras miradas se quedaron fijas.
—Estamos aquà —susurré, sin querer sobresaltarla.
Se sentĂł y me sonriĂł tĂmidamente. —Lo siento, me quedĂ© dormida de
nuevo.
—Necesitabas un descanso. No me importĂł. —QuerĂa quedarme allĂ y
mantenerla en mi coche, pero no podĂa hacer eso. Me apartĂ© para que pudiera salir.
TenĂa justo en la punta de la lengua el preguntarle si podrĂa verla mañana. Pero no
Pá
gin
a6
9
lo hice. No estaba lista para eso. TenĂa que darle espacio—. Te verĂ© por ahà —dije,
y su sonrisa vacilĂł.
—Bien, uh, sĂ, nos vemos. Y gracias de nuevo por ayudarme hoy. Te pagarĂ©
la gasolina.
Como el infierno. —No, no lo harás. No quiero tu dinero. Me hizo feliz
ayudarte.
EmpezĂł a decir algo pero cerrĂł bruscamente la boca. Con un gesto tenso se
dio la vuelta y fue hacia el apartamento.
Pá
gin
a7
0
16 Traducido por Annabelle
Corregido por val_mar
Blaire
l primer dĂa de vuelta al trabajo Woods me asignĂł el comedor. En los
turnos de desayunos y almuerzos. No era bueno. Me encontraba
afuera de la cocina, preparándome mentalmente para no pensar en el
olor. Me habĂa despertado un poco mareada y me obliguĂ© a comer un par de
galletas saladas y algo de tĂ© de jengibre, pero eso era todo lo que podĂa manejar.
En el momento en que entrara a la cocina, el olor me golpearĂa. El tocino…
oh ,Dios, el tocino…
—¿Sabes, dulzura? Tienes que entrar para poder trabajar —dijo Jimmy
detrás de mĂ. Me girĂ©, sobresaltada por mi batalla interna, para verlo sonriĂ©ndome
con una mueca divertida—. Los cocineros no son tan malos. Te acostumbrarás al
griterĂo en un dos por tres. Además, la Ăşltima vez los tenĂas enamorados a todos,
babeando detrás de tus pies.
Forcé una sonrisa. —Tienes razón. Puedo hacer esto. Es solo que, no estoy
preparada para que la gente me haga preguntas, supongo. —No era exactamente la
verdad, pero tampoco era mentira.
Jimmy abriĂł la puerta y el olor me pegĂł de golpe. Huevos, tocino,
salchichas, grasa. Oh, no. Mi cuerpo comenzĂł a sudar frĂo y mi estĂłmago se
revolvió. —Yo, uh, necesito usar el baño primero —expliqué y me dirigà hacia el
baño de empleados tan rápido como pude sin salir corriendo. Eso solo se verĂa aĂşn
más sospechoso.
Cerré la puerta detrás de mà y puse el cerrojo para luego caer de rodillas
sobre el frĂo azulejo. AgarrĂ© el inodoro mientras devolvĂa todo lo que habĂa comido
anoche y esta mañana.
E
Pá
gin
a7
1
Varias arcadas después, me levanté sintiéndome débil. Mojé una toalla de
papel para limpiarme. Mi camisa blanca se encontraba toda pegada a mi cuerpo
luego del ataque de sudor que se habĂa apoderado de mĂ. Necesitaba cambiarme.
Me enjuague la boca con el enjuague bucal que estaba sobre el mesĂłn y
enderecĂ© mi blusa lo mejor que pude. Quizá nadie lo notase. PodĂa hacer esto.
Simplemente sostendrĂa el aliento mientras estuviese en la cocina. Eso funcionará.
TomarĂ© aire profundamente cada vez que tuviera que entrar. TenĂa que resolver
esto.
Cuando abrĂ la puerta, mi mirada se encontrĂł con la de Woods. Se
encontraba apoyado contra la pared frente al baño, con los brazos cruzados sobre
su pecho, observándome. Iba tarde.
—Lo lamento. Sé que voy tarde. Sólo necesitaba un momento antes de
comenzar. Prometo que no volverá a suceder. Me quedaré hasta tarde para
compensarlo.
—A mi oficina. Ahora —interrumpió y se giró para dirigirse por el pasillo.
Mi corazĂłn se acelerĂł, y lo seguĂ rápidamente. No querĂa que Woods
estuviera enojado conmigo. Este trabajo habĂa sido mi soluciĂłn para los prĂłximos
meses. En verdad no querĂa irme ahora que me habĂa convencido a mi misma de
quedarme aquĂ y descifrar lo que iba a hacer. AĂşn no.
Woods me abrió la puerta y entré.
—En verdad lo siento mucho. Por favor, no me despidas todavĂa. Yo sĂłlo…
—No voy a despedirte. —Woods me interrumpió.
Oh…
—¿Has ido a ver a un doctor? Asumo que es de Rush. ¿Lo sabe? Porque si es
asà y estás aquà trabajando para mà en esta condición, personalmente iré a romperle
el jodido cuello.
Lo sabĂa. Oh no, oh no, oh no. SacudĂ la cabeza frenĂ©ticamente. TenĂa que
detener esto. Woods no podĂa saberlo. Nadie más que Bethy debĂa saberlo. —No sĂ©
de qué estás hablando.
Woods alzó una ceja. —¿En serio? —La incredulidad en su voz era
desconcertante. No iba a creerse la mentira. Pero yo tenĂa un bebĂ© que proteger.
—No lo sabe. —La verdad salió de mi boca antes de poder detenerla—. Y
aĂşn no quiero que lo sepa. Necesito encontrar alguna manera de hacer esto por mi
cuenta. Ambos sabemos que Rush no quiere esto. Su familia lo odiarĂa. No puedo
permitir que mi bebé sea odiado por nadie. Por favor, compréndeme —supliqué.
Pá
gin
a7
2
Woods murmuró una maldición y pasó sus manos a través de su cabello. —
Merece saberlo, Blaire.
SĂ, asĂ era. Pero cuando este bebĂ© fue concebido, no sabĂa cuán manchados
estaban nuestros mundos. Lo imposible que serĂa para nosotros tener una relaciĂłn.
—Ellos me odian. Odian a mi mamá. No puedo. Sólo, por favor, dame tiempo para
demostrar que puedo hacerlo sin ninguna ayuda. Eventualmente se lo contaré,
pero necesito estar estable y preparada para irme luego de hacerlo. Esta vez, lo que
yo o él queramos no es prioridad. Voy a hacer lo que es mejor para este bebé.
El ceño de Woods se pronunció. Nos quedamos en silencio por algunos
minutos.
—No me parece, pero tampoco me corresponde decĂrselo. Ve a cambiarte y
anda a ver a Darla. Hoy puedes hacer las rondas en el auto. Hazme saber cuando el
olor de la cocina no sea tanto problema.
QuerĂa lanzar mis brazos a su alrededor y abrazarlo. No me iba a obligar a
contárselo a nadie y me daba la oportunidad de salir del turno en la cocina. SolĂa
amar el tocino, pero ahora… Simplemente no podĂa lidiar con Ă©l. —Gracias. En la
cena no es tan malo. SĂłlo es en las mañanas y a veces a los mediodĂas.
—Copiado. Sólo te pondré en el comedor para los turnos de las tardes. Esta
semana sólo trabajaras en las rondas. Pero no pases demasiado calor. Mantén algo
de hielo y eso para refrescarte. ÂżPuedo decirle a Darla?
—No —respondà incluso antes de que pudiera terminar la pregunta—. No
puede saberlo. Nadie puede enterarse. Por favor.
Woods suspiró y luego asintió. —De acuerdo. Mantendré tu secreto. Pero si
necesitas cualquier cosa, es mejor que me lo digas… si no quieres que Rush se
entere.
—Está bien. Gracias.
Woods me dio una sonrisa tensa. —Te veré más tarde, entonces.
Y me permitiĂł irme.
***
El horario para el resto de la semana me tuvo trabajando en el carro de las
bebidas. Dentro de más o menos una semana habrĂa un torneo, y tendrĂa que
trabajar todo el dĂa. No podĂa estar más feliz al respecto. El dinero serĂa genial. Y
Pá
gin
a7
3
aunque el calor era intenso al estar en el campo de golf todo el dĂa, era mucho
mejor que estar en el aire acondicionado con olor a tocino o cualquier otra carne
grasienta para luego salir corriendo a vomitar.
Progresivamente, el club habĂa adoptado más demanda desde que me fui.
SegĂşn Darla, los miembros que sĂłlo venĂan durante las vacaciones de verano,
ahora todos eran residentes. Bethy y yo tenĂamos que conducir dos autos para
poder mantener a todos hidratados. Woods casi nunca estaba en el campo, asĂ que
no tenĂa que inquietarme por su mirada preocupada. Estaba ocupado trabajando.
Jace le habĂa dicho a Bethy que Woods intentaba demostrarle a su papá que estaba
listo para un ascenso.
Luego de abastecer el carro por tercera vez hoy, me dirigĂ de nuevo al
primer hoyo para mi siguiente ronda. ReconocĂ de inmediato la parte trasera de la
cabeza de Grant. Se encontraba jugando con… Nan. SabĂa que este dĂa llegarĂa,
pero no me encontraba preparada para ello. Bien podrĂa saltarme este hoyo, y
hacer que Bethy los atendiera en su prĂłxima ronda, pero eso sĂłlo retrasarĂa lo
inevitable.
EstacionĂ© el carro y Grant se girĂł en mi direcciĂłn. LucĂa como si estuviese en
medio de una muy seria conversación con Nan. El ceño frustrado sobre su frente
no era para nada reconfortante. SonriĂł, pero pude notar que era forzado.
—Estamos bien, Blaire. Puedes ir directo al siguiente hoyo —dijo Grant. La
cabeza de Nan saltĂł de pronto al oĂr mi nombre, y la mueca de odio en su rostro
me hizo poner el auto en reversa. Tal vez mis primeros instintos habĂan estado en
lo correcto. No debĂ haberme detenido.
—Espera. Quiero algo. —Al escuchar la voz de Rush, mi corazón dio un
pequeño saltito que sólo él era capaz de provocar. Giré mi rostro hacia el sonido de
su voz para verlo trotar hacia mĂ con un par de pantaloncillos azul claro y un polo
blanco. Nunca dejaba de sorprenderme que siempre luciera tan ridĂculamente bien
en un conjunto tan estirado. Los chicos en Alabama jamás se vestirĂan de esta
manera, sin importar la ocasión. Jugaban golf en sus vaqueros, gorras de béisbol y
cualquier camisa con suerte o de franela que hayan sacado de la secadora ese dĂa.
Pero Rush los lucĂa como algo tan sexy que te aguaba la boca.
—Necesito una bebida —dijo con una sonrisa al llegar a mi auto. Se detuvo
justo frente a mĂ. No lo habĂa visto en un par de dĂas. No desde nuestro viaje.
—¿Lo usual? —pregunté al salir del carro, sólo para estar aún más cerca de
Ă©l. No se apartĂł, y nuestros pechos casi se tocaban. SubĂ la mirada hacia Ă©l.
—SĂ. Eso serĂa genial —respondiĂł, pero no se moviĂł. TambiĂ©n mantuvo su
mirada pegada a la mĂa. Uno de nosotros tendrá que moverse y acabar con este
Pá
gin
a7
4
concurso de miradas. SabĂa que debĂa ser yo. No podĂa permitir que creyera que
las cosas habĂan cambiado.
Pasé a su lado y caminé hasta la parte trasera del carro para buscarle una
Corona. Me inclinĂ© para sacar una del hielo y lo sentĂ moverse detrás de mĂ.
Demonios. No me lo estaba poniendo sencillo.
Enderezándome, no miré hacia atrás ni me giré. Estaba demasiado cerca. —
ÂżQuĂ© estás haciendo? —preguntĂ© en voz baja. No querĂa que ni Grant ni Nan nos
escucharan.
—Te extraño. —Fue su respuesta.
Cerrando con fuerza los ojos, tomé aire profundamente e intenté calmar el
frenesà al que estaba enviando a mi corazón. También lo extrañaba. Pero eso no
hacĂa que la verdad cambiara.
Decirle que lo extrañaba no era astuto. No necesitaba que comenzara a creer
que las cosas podĂan volver a ser como antes.
—Toma tu bebida y vámonos —soltó Nan detrás de él. Fue suficiente para
hacer que me moviera. No me encontraba de humor para aguantarme los ataques
verbales de Nan. Hoy no.
—Apártate, Nan —gruñó Rush, y le tendà la Corona para luego caminar
rápidamente hasta el lado del conductor—. Blaire, espera —dijo Rush,
siguiéndome una vez más.
—No hagas esto —supliqué—. No puedo lidiar con ella.
Contrajo su rostro en una mueca y luego asintió antes de apartarse. Aparté
mi mirada de él y puse el auto en reversa. Sin mirar atrás, me dirigà al siguiente
hoyo.
Pá
gin
a7
5
17
Traducido por Buty Maddox
Corregido por Clau ^.^
Rush
No recuerdas lo que te pedĂ el otro dĂa, Nan? —gruñà una vez que
Blaire y su carro se perdieron de vista.
—Te veĂas tan patĂ©tico. IntentĂ© ayudarte a no parecer un perdedor
enamorado.
Me di la vuelta y me dirigĂ hacia ella. Ella me estaba presionando. Nunca
sentĂ el consumidor enojo que la mayorĂa de los hermanos tienen de dañar
fĂsicamente a sus hermanas cuando Ă©ramos niños. Pero en este momento lo estaba
experimentando.
Grant se puso delante de mĂ, poniendo una barrera entre nosotros.
—Guau. Necesitas retroceder y calmarte.
Cambié mi mirada de Nan a Grant. ¿Qué demonios estaba haciendo?
Odiaba Nan. —Muévete. Esto es entre mi hermana y yo —le recordé. Nunca la
habĂa reclamado antes. Incluso cuando su padre se habĂa casado con mi madre, se
aseguró de que todos supiéramos que él odiaba Nan. Jamás hubo una conexión
remota de hermanos entre los dos.
—Y tendrás que pasar sobre mà para llegar a tu hermana —respondió Grant
dando un paso hacia mĂ—. Porque ahora mismo no estás pensando en los
sentimientos de nadie sino en los de Blaire. ÂżRecuerdas cĂłmo afecta la presencia de
Blaire a Nan? Ya lo sabes.
¡Qué mierda! ¿Estaba alucinando? ¿Desde cuándo Grant comenzó a
defender Nan? —Sé exactamente cómo afecta Blaire a Nan. Pero esto no es culpa
de Blaire. Nan ha odiado a la persona equivocada durante tanto jodido tiempo que
no lo puede superar. ¿Qué demonios está mal contigo, de todos modos? ¡Ya lo
sabĂas! TĂş fuiste quien defendiĂł a Blaire cuando apareciĂł por primera vez aquĂ.
Âż
Pá
gin
a7
6
Nunca creyeron que esto era culpa de ella. SabĂas de su inocencia desde el
principio.
Grant se moviĂł incĂłmodo y luego volviĂł a mirar a Nan, cuyos ojos se
habĂan abierto tan redondos como platos. —Te has concentrado en ella siempre.
Toda su vida la has protegido. Ella confiĂł en ti. Entonces, tĂş vas y la olvidas y
centras toda tu atención en Blaire y esperas que Nan esté bien. Puede que ella sea
un adulto, pero ha sido tan dependiente en ti toda su vida que no sabe vivir de otra
manera. Si no estuvieras tan concentrado en conseguir que Blaire vuelva verĂas
esto.
Empujé Grant fuera de mi camino y me encontré con la mi hermana. No
necesitaba este sermĂłn de Ă©l, incluso si habĂa algo de verdad en ello. En el fondo,
me complacĂa que estos dos finalmente hubieran encontrado un terreno comĂşn.
Quizás Grant se preocupaba por ella despuĂ©s de todo. HabĂamos vivido en la
misma casa desde hace años. HabĂamos sido descuidados juntos.
—Te amo, Nan. Tú lo sabes. Pero no puedes pedirme que elija. No es justo.
Nan puso ambas manos en las caderas. Era su posición desafiante. —No se
puede amar a dos. Nunca voy a aceptarla. ¡Ella me señaló con una pistola, Rush!
Tú la viste. Está loca. Iba a matarme. ¿Cómo puedes amarla y amarme a m� Eso no
tiene sentido.
—Nunca te habrĂa disparado. TambiĂ©n le apuntĂł a Grant. Se puso encima
de Ă©l. Y sĂ que yo puedo amar a las dos. Te quiero de otra manera.
Nan desviĂł la mirada hacia Grant y le dio una sonrisa triste. Eso era aĂşn
más extraño. —Él no me escucha, Grant. Me doy por vencida. Él escogió su amor
por ella sobre mĂ y mis sentimientos.
—Nan, sólo escúchalo. Vamos. Tiene razón —Le dijo Grant en un tono
suave que nunca le habĂa oĂdo usar con ella. Me sentĂa en la zona desconocida.
Nan pisoteó su pie. —No. La odio. No puedo soportar mirarla. Le está
haciendo daño ahora y la odio más por eso —gritó Nan. Miré a mà alrededor para
ver si alguien la habĂa oĂdo y vi a Woods caminando hacia nosotros. Mierda.
Grant dio media vuelta y siguió mi mirada. —Ah, diablos —murmuró.
Woods se detuvo frente a nosotros y mirĂł a Nan, Grant y luego a mĂ. —Ya
oà lo suficiente para saber lo que trata esta conversación —dijo, manteniendo su
enfoque bloqueado en mĂ—. DĂ©jame hacer esto más claro para mĂ. Todos hemos
sido amigos la mayorĂa de nuestras vidas. Conozco la dinámica de su familia—
DesviĂł la mirada hacia Nan con un gruñido de disgusto y luego de vuelta a mĂ—.
Si alguien tiene un problema con Blaire, entonces también lo tienen conmigo. Ella
Pá
gin
a7
7
trabaja aquĂ. Puede que a ninguno de los tres les gusta, pero a mĂ personalmente
me importa un carajo. Asà que superarlo. Ella no necesita está mierda.
TranquilĂcense. ÂżEstamos entendidos?
Lo estudié. ¿Qué quiso decir y por qué estaba actuando como protector de
Blaire? No me gustó. Mi sangre comenzó a hervir y empuñe mis manos a mis
costados. ¿Él pensaba que podĂa hacer su movimiento ahora? ÂżAprovecharse ahora
que ella era dĂ©bil y ser el hĂ©roe? Diablos, no. Eso no sucederá. Blaire era mĂa.
Woods no esperĂł una respuesta. Se alejĂł en su lugar.
—Parece que tienes competencia —dijo Nan arrastrando las palabras.
Grant se acercó a ella y la puso detrás de él otra vez. —Ya es suficiente, Nan
—susurró y luego me miró.
TerminĂ© con esto. No podĂa hacer frente a los dos en estos momentos. LancĂ©
mi cerveza y fui tras de Woods.
O bien me oyĂł o sintiĂł la ira saliendo en ondas de mĂ, porque se detuvo
justo antes de llegar a la casa club y se dio vuelta para mirarme. Una de sus cejas se
alzó como si la situación le fuera divertida. Eso me molestó más.
—Los dos queremos lo mismo. ¿Por qué no tomas unas cuantas
respiraciones profundas y te calmas? —dijo Woods cuando cruzó los brazos sobre
el pecho.
—Aléjate de ella. ¿Me oyes? Retrocede. Blaire me ama, ella está confundida
y herida. Ella también es muy vulnerable. Con la ayuda de Dios, incluso si tú
piensas aprovecharte de su actual estado, voy a acabar contigo.
Woods, inclinĂł la cabeza hacia un lado y frunciĂł el ceño. No parecĂa
afectado de mi advertencia. Tal vez deberĂa ser más claro. —SĂ© que la amas. Yo
nunca te he visto actuar de esta forma en tu vida. Lo entiendo. Pero Nan la odia. Si
te gusta Blaire, entonces protégela del veneno que gotea en los colmillos de tu
hermana. O yo lo haré.
SentĂ si me hubiera abofeteado en la cara. Antes de que pudiera responder,
él abrió la puerta y entró. Me quedé mirando la puerta cerrada durante varios
minutos antes de continuar. Iba a perder a una de ellos. Amaba a mi hermana, pero
con el tiempo ella me perdonarĂa. Yo podrĂa perder a Blaire para siempre. No iba a
permitir que eso ocurra.
Pá
gin
a7
8
18 Traducido por Majo_Smile ♥
Corregido por Noelia051282
Blaire
ethy se acercĂł y me apretĂł la mano. Estaba de pie a mi lado mientras
me sentaba sobre la mesa del doctor, esperando. HabĂa orinado en
una taza y ahora esperamos a conocer los resultados oficiales. Mi
corazĂłn latĂa. HabĂa una pequeña posibilidad de que no pudiera estar embarazada.
Lo habĂa googleado anoche. Las pruebas de embarazo caseras podrĂan haber
estado equivocadas y podrĂa haberme estado enfermando porque mi cabeza
pensaba que estaba embarazada.
La puerta se abriĂł y una enfermera caminĂł dentro, sonriendo mientras
miraba de Bethy a mĂ.
—Felicitaciones. Es positivo. Estás embarazada.
Bethy apretĂł mi mano con más fuerza. Ya lo sabĂa, pero en el fondo, el sĂłlo
oĂr a la enfermera decirlo lo hacĂa más real. No iba a llorar. Mi bebĂ© no tenĂa por
qué saber que lloré cuando me enteré de que estaba embarazada. Quiero que él o
ella se sintiera amado siempre. Esto no era algo malo. Nunca podrĂa ser una mala
cosa. Yo necesitaba familia. Pronto tendrĂa una nueva. Alguien que me amara
incondicionalmente.
—El médico vendrá a comprobar tu estado dentro de unos minutos.
Tenemos que hacer un análisis de sangre también. ¿Ha experimentado algún
calambre o sangrado?
—No. Sólo nauseas. Los olores me hacen vomitar —le expliqué.
La enfermera asintiĂł y escribiĂł eso en su portapapeles.
—Tal vez no lo desees, pero eso es una buena señal. Estar enferma es bueno.
Bethy resoplĂł.
—No la has visto vaciar todo. No hay nada bueno en ello.
B
Pá
gin
a7
9
La enfermera sonriĂł.
—SĂ, recuerdo aquellos dĂas. No es divertido —CambiĂł su mirada hacia
mĂ—. ÂżEl padre estará involucrado?
ÂżLo estarĂa? ÂżPodrĂa decirle? NeguĂ© con la cabeza.
—No, no creo que lo estará.
Me dio una sonrisa triste mientras asentĂa con la cabeza e hizo otra nota en
su portapapeles, me dijo que veĂa esto muy a menudo.
—¿Utilizabas alguna forma de control de la natalidad al concebir? ¿La
pĂldora tal vez? —preguntĂł la enfermera.
No miré a Bethy. Quizá no la quiero aquà después de todo. Negué con la
cabeza.
La enfermera alzĂł las cejas.
—¿Nada? —preguntó ella.
—No, nada. Me refiero a que utilizamos condón un par ocasiones, pero
hubo un par de veces que no lo hicimos. Lo sacĂł fuera una vez... pero una vez no
lo hizo.
Bethy se tensĂł a mi lado. SabĂa lo que estaba pensando. ÂżCĂłmo pude haber
sido tan estĂşpida?
La enfermera asintiĂł.
—Está bien. El médico vendrá en breve —dijo ella y salió de la habitación.
Bethy tirĂł de mi brazo haciendo que la mirase.
—¿Él no usĂł un condĂłn? ÂżEstá loco? ¡Maldita sea! TendrĂa que haber
pensado en preguntarte si estabas embarazada. Qué idiota. Aquà estoy yo,
sintiendo pena porque no sabe que va a ser papá, y él no usó un maldito condón.
TendrĂa que haber estado en contacto contigo dentro de cuatro semanas para
asegurarse de que no estuvieras embarazada. Qué idiota.
Bethy se paseaba delante de mà ahora. Sólo la miré. ¿Qué digo de esto? Yo
estaba igual de equivocada en esta situaciĂłn. Fui la primera en desnudarse, subirse
encima de Ă©l y follarlo hasta el cansancio. Era un hombre y la Ăşltima cosa en su
mente habĂa sido detenerse para ponerse un condĂłn. No le habĂa dado mucho
tiempo para pensar. Pero compartir los detalles con Bethy de mĂ vida sexual con
Rush no iba a suceder. AsĂ que mantuve la boca cerrada.
—Se merece esto. Él deberĂa preguntarte si hubo consecuencias. No le digas
al idiota. Si cree que puede usar esa cosa y no poner una protecciĂłn sobre Ă©l,
Pá
gin
a8
0
entonces que viva en la ignorancia. Yo estaré aquà para ti. Tú y yo. Podemos con
ello. —Bethy parecĂa dispuesta a conquistar el mundo en este momento. Eso me
hizo sonreĂr. No estarĂa en Rosemary cuando el bebĂ© naciera. Ojalá pudiera estarlo.
QuerĂa que mi bebĂ© tuviera a alguien que lo ame. Bethy serĂa una excelente tĂa. La
idea me entristeciĂł. Mi sonrisa desapareciĂł.
—Lo siento. No era mi intención molestarte —dijo Bethy, dejando caer las
manos de su cintura con una mirada de preocupaciĂłn en su rostro.
—No. No lo hiciste. Sólo deseo... Sólo deseo que no tuviera que irme. Quiero
que mi bebé te conozca.
Bethy se acercĂł y envolviĂł sus brazos alrededor de mis hombros apretando.
—TĂş me dirás dĂłnde vives y voy a visitarlos todo el tiempo. O bien, podrĂas
quedarte a vivir conmigo. Cuando el bebé nazca, Rush está destinado a
desaparecer. No se queda en Rosemary pasado el verano. Tendremos el tiempo
necesarios para que ustedes se acomoden en la vida antes de que Ă©l vuelva. SĂłlo
piensa en ello. No te preocupes por nada en estos momentos.
ÂżRush se marcharĂa? ÂżSe darĂa por vencido conmigo y dejarĂa Rosemary? ÂżO
se quedarĂa? Mi corazĂłn dolĂa de pensar en Ă©l alejándose de mĂ. Por mucho que
supiera que no iba a funcionar, querĂa que Ă©l luchara por mĂ. QuerĂa que
encontrara una manera de que pudiĂ©ramos estar juntos, aunque yo sabĂa que era
imposible.
***
Dos horas más tarde, estábamos de regreso en el apartamento de Bethy y
tenĂa vitaminas prenatales y varios folletos sobre tener un embarazo saludable. Los
escondà en mi maleta. Necesitaba un baño caliente y una siesta.
Bethy golpeó una vez en la puerta del baño y entró. Estaba sosteniendo su
teléfono en una mano y sonriendo como una idiota.
—No vas a creer esto —Hizo una pausa y sacudió la cabeza como si
estuviera todavĂa incrĂ©dul—. Woods acaba de llamar. Dijo que el condominio es
nuestro por el mismo precio que estoy pagando ahora en este apartamento. Dijo
que es una gratificaciĂłn de trabajo, ya que tener dos de sus empleadas sobre el
terreno del club será de utilidad. TambiĂ©n que ambas estarĂamos sin trabajo si
tratamos de rechazar su oferta.
Pá
gin
a8
1
Me hundà en el asiento cerrado del inodoro y miré fijamente hacia ella. Él
hacĂa esto porque estaba embarazada. Era su manera de ayudarme. QuerĂa gritarle
y abrazarlo del cuello todo al mismo tiempo. Las lágrimas picaron mis ojos.
—¿TodavĂa está en el telĂ©fono? —preguntĂ© cuando me di cuenta de que
Bethy seguĂa sosteniĂ©ndolo cerca de su oĂdo.
—No, es Jace. Dijo que esto tiene que ver contigo. Tú no estás como...
saliendo con él o algo, ¿cierto? —preguntó lentamente. Eso debió haber sido la
pregunta de Jace. Ella lo estaba repitiendo, como si no lo creyera incluso mientras
lo decĂa.
—¿Puedes silenciar el teléfono? —pregunté en voz baja.
Sus ojos se agrandaron y asintiĂł. Una vez que lo silenciĂł, me mirĂł como si
no me reconociera. ¿Qué pensaba? ¿Que estaba engañando a Woods mientras
estaba embarazada con el bebé de Rush? No puede ser.
—Bethy, él sabe. Woods lo sabe.
La comprensiĂłn cayĂł sobre ella y su boca se abriĂł.
—¿Cómo? —Preguntó.
—Me puso en el turno de la mañana en el comedor. La cocina... olĂa a tocino.
Bethy hizo un gran "O" con la boca y asintiĂł. Lo entendĂa. LevantĂł la mano y
activo su teléfono.
—No ocurre nada con Woods y Blaire. Es su amigo y quiere ayudarla. Eso
es todo.
Bethy rodĂł sus ojos por algo que dijo Jace, lo llamĂł loco y colgĂł.
—Está bien, asà que él sabe que estás embarazada de Rush ¿y aún asà nos
está dando un condominio baratĂsimo? Esto es lo mejor del mundo. Espera a ver
este lugar. ¡Si nos permite quedarnos después de que el bebé nazca, tu habitación
es lo suficientemente grande para una cuna! Es perfecto.
No podĂa pensar tan lejos. Ahora sĂłlo falta ir a buscar a Woods y hablar con
Ă©l. Si realmente me marchaba en cuatro meses, no querĂa que este acuerdo
desapareciera para Bethy. TenĂa que asegurar eso antes de que ella se emocionara
demasiado.
Pá
gin
a8
2
19 Traducido por loveandheartts.
Corregido por Chio
Rush
ace llamĂł para decirme que las chicas se estaban mudando al
departamento en la propiedad del club hoy. No la habĂa visto desde el
incidente en el campo de golf. No por falta de intentos. Intenté ponerme
en su trayectoria en el club varias veces y nunca funcionó. Incluso pasé ayer y ya se
habĂa ido. Darla habĂa dicho que ella y Bethy estaban fuera del trabajo, asĂ que
asumĂ que se habĂan ido a hacer algo juntas.
Me detuve en el departamento de Bethy y al instante noté el coche de
Woods. ÂżQuĂ© demonios estaba haciendo aquĂ? AbrĂ la puerta de golpe y me dirigĂ
hacia la entrada cuando oà la voz de Blaire. Dándome la vuelta, caminé hacia el
auto de Woods, hasta que lo vi apoyado en la pared del estacionamiento a su lado
y escuchaba a Blaire con una sonrisa en su cara. Una que estaba a punto de
borrarle.
—Si estas seguro, entonces gracias —dijo Blaire en voz baja, como si no
quisiera que nadie más la escuchara.
—De acuerdo —respondió Woods mientras sus ojos se alzaban para
encontrarse con los mĂos. La sonrisa en su rostro desapareciĂł.
Blaire volviĂł la cabeza para mirar sobre su hombro. La sorpresa en su cara
mientras sus ojos encontraban a los mĂos doliĂł. Tal vez no deberĂa estará aquĂ
ahora. No querĂa perder la cordura y asustarla con mis celos, pero estaba bastante
cerca de entrar en una rabia ciega. ¿Por qué estaban hablando solos? ¿Sobre que estaba
Ă©l de acuerdo?
—¿Rush? —dijo Blaire, alejándose de Woods y acercándose a mi—. ¿Qué
estas haciendo aquĂ?
J
Pá
gin
a8
3
Woods se echo a reĂr y sacudiĂł la cabeza, luego abriĂł la puerta del auto. —
Estoy seguro de que vino a ayudar. Me iré antes de que me pulverice con esa fea
mirada.
Se irĂa. Bien.
—¿Viniste a ayudarnos con la mudanza? —preguntó, mirándome con
atenciĂłn.
—Si, a eso vine —le contesté. La tensión me abandonó mientras el BMW de
Woods volvĂa a la vida y se iba.
—¿Cómo te enteraste que nos estábamos mudando?
—Jace me llamĂł —le respondĂ.
MoviĂł los pies con nerviosismo. Odiaba ponerla nerviosa.
—QuerĂa ayudar, Blaire. Lamento lo de Nan el otro dĂa. He hablado con ella.
No sera...
—No te preocupes por eso. No te tienes que disculpar por ella. No estoy en
contra tuyo. Lo entiendo.
No, no lo hacĂa. PodĂa verlo en sus ojos que no lo entendĂa. Me inclinĂ© y
tomé su mano. Sólo necesitaba tocarla de alguna manera. Tembló mientras mis
dedos rozaron su palma. Sus dientes mordieron su labio inferior de la misma
manera en la que yo querĂa morderlo.
—Blaire —dije y me detuve porque no estaba seguro de que más decir. La
verdad era demasiado ahora mismo.
LevantĂł los ojos de nuestras manos y pude ver el deseo en ellos. ÂżEn serio?
ÂżEstaba soñando, inventando esto, o ella... realmente lo querĂa? DeslicĂ© un dedo
por su palma y acaricié la parte inferior de su muñeca. Se estremeció de nuevo.
Mierda. Mis caricias le afectaban. Di un paso cerca de ella y pasé la mano
lentamente por su brazo. Esperaba que me empujara y pusiera distancia entre
nosotros.
Cuando llegué lo suficientemente alto mi pulgar, le rocé el costado de su
pecho y me agarrĂł el brazo libre mientras se estremecĂa.
¿Qué carajo?
—Blaire —susurré, presionando su espalda hasta que estuvo contra la pared
de ladrillo del edificio de apartamentos y mi pecho a centĂmetros de tocar el de
ella.
Pá
gin
a8
4
No me empujĂł y sus parpados se veĂan pesados mientras mirada mi pecho.
Su respiración era pesada. El escote que el pequeño vestido rosa pálido mostraba
estaba allĂ, debajo de mi nariz. Subiendo y cayendo como una invitaciĂłn. Una
imposible. Algo estaba mal aquĂ.
Puse mi otra mano en su cintura y lentamente la deslicé por su cuerpo hasta
que estuvo escondida debajo de su pecho. No estaba usando sostén. Sus pezones
estaban duros y empujando contra la fina tela de su vestido. No podĂa detenerme.
Liberé mi mano y cubrà su pecho derecho, apretándolo suavemente. Blaire gimió y
sus rodillas comenzaron a debilitarse. DejĂł caer la cabeza en la pared y cerrĂł los
ojos. La sostuve y metĂ mi pierna entre las suyas para impedir que se hundiera en
el suelo.
Con la otra mano, cubrà el pecho izquierdo y pasé las yemas de mis dedos
sobre sus pezones firmes.
—Oh, Dios, Rush —gimió, abriendo los ojos y mirándome a través de sus
pestañas caĂdas. ¡Madre mĂa! Estaba en algĂşn tipo de paraĂso torturador. Si este
era otro sueño, me cabrearĂa mucho. Se sentĂa tan real.
—¿Se siente bien, nena? —pregunté, bajando mi cabeza para susurrárselo al
oĂdo.
—Si —susurró, hundiéndose aún más en mi rodilla. Cuando su centro
cálido se presionó contra mi pierna, se quedó sin aliento y se agarró más fuerte de
mis brazos—. Ahhhh —gritó.
Iba a venirme en mis pantalones. Nunca habĂa estado tan caliente en mi
vida. Algo era diferente. Esto no era lo mismo. Estaba casi desesperada. PodĂa
sentir su miedo, pero su necesidad era más fuerte. —Blaire, dime que quieres que
haga. HarĂ© lo que sea que necesites —le prometĂ, besando la suave piel debajo de
su oreja. OlĂa tan malditamente bien. AmasĂ© sus pechos en mis manos otra vez y
ella dejĂł escapar un gemido suplicante. Mi dulce Blaire estaba increĂblemente
caliente. Esto era real. Esto no era un maldito sueño. ¡Santo cielo!
—¡Blaire! —La estridente voz de Bethy fue como un balde de agua helada
lanzada sobre Blaire. Se puso rĂgida y se levantĂł, dejando caer las manos de mĂ y se
alejĂł. No podĂa mirarme.
—Yo... Eh... Lo siento. No sé... —Sacudió la cabeza y se apuró a alejarse de
mĂ. La observe hasta que llegĂł a la puerta y Bethy le regañó con severidad. Blaire
estaba asintiendo con la cabeza. Una vez que estuvieron adentro, golpeé ambas
manos contra el ladrillo y mascullé una cadena de maldiciones mientras intentaba
controlar mi erecciĂłn.
Pá
gin
a8
5
Después de unos minutos, la puerta se abrió de nuevo y me volvà para ver a
Jace caminar afuera. Me miró y soltó un silbido. —Maldita sea hombre, trabajas
rápido.
Ni siquiera respondĂ eso. No sabĂa de lo que estaba hablando.
Blaire habĂa estado hambrienta por mi toque. No me habĂa rechazado. Casi
me habĂa estado rogando en silencio. No tenĂa sentido, pero me deseaba. Dios sabe
que yo la deseo. Siempre la deseo.
—Vamos. Tenemos un sofá que mover. Necesito tu ayuda —dijo Jace,
manteniendo la puerta abierta.
Pá
gin
a8
6
20 Traducido por Joha quinto
Corregido por Vericity
Blaire
Qué pasa conmigo? Volvà a la habitación de Bethy y cerré la puerta.
Necesitaba un minuto para calmarme. HabĂa estado lista para
suplicarle a Rush que me follara allĂ mismo. Era por ese estĂşpido
sueño. De acuerdo, quizás el sueño de anoche no fue estúpido, pero si fue
extremadamente intenso. Recordarlo me hacĂa apretar mis piernas.
ÂżPor quĂ© hacĂa esto ahora? Los sueños sexuales eran algo que podĂa
controlar antes, pero ahora eran potentes y tan reales que básicamente me venĂa en
mi cama. Era una locura. Ni una sola vez en Sumit estuve tan excitada. Pero
tambiĂ©n Rush no habĂa estado en Sumit.
Me dejĂ© caer sobre el colchĂłn de Bethy que ya habĂa desmontado por la
mudanza. TenĂa que calmarme cuando Ă©l estuviera cerca de mĂ. Incluso cuando no
habĂa hecho un movimiento, yo ya estaba jadeando salvajemente esperando que
sus dedos tocaran mi mano. Qué vergüenza. Mirarlo después de esto iba a ser
difĂcil.
La puerta se abrió y Bethy entró con una pequeña sonrisa en su rostro. ¿Por
quĂ© sonreĂa ahora? Ella se habĂa abalanzado sobre mĂ cuando me pillĂł.
—Tus hormonas de embarazada están haciendo efecto —dijo después de
que la puerta estuviera firmemente cerrada detrás de ella.
—¿Qué? —pregunté confundida.
Bethy ladeĂł su cabeza hacia un lado. —¿No has leĂdo alguno de esos folletos
que el doctor te enviĂł? Estoy segura que uno de ellos te habla sobre esto.
Aún estaba confundida. —¿Sobre el hecho de que no puedo controlarme
cerca de Rush?
Âż
Pá
gin
a8
7
Bethy se encogiĂł de hombros. —SĂ. Supongo que Ă©l ha sido el Ăşnico para ti.
Pero te excitas cuando te embarazas, Blaire. SĂ© eso porque mi primo solĂa hacer
bromas sobre su esposa cuando ella estaba embarazada. DecĂa que tenĂa
dificultades siguiéndole el ritmo y todo.
¿Excitar? ¿El embarazo estaba haciéndome excitar? Simplemente genial.
—Probablemente sólo va a ser un problema con Rush. Me imagino que es la
única persona que te atrae y quieres de esa forma. Asà que sólo va a ser más
intenso cerca de Ă©l. Tal vez deberĂas decirle y disfrutar eso. No tengo duda alguna
de que Ă©l ayudarĂa.
No podĂa decirle. AĂşn no. No estaba lista y tampoco lo estaba Ă©l. Nan estarĂa
furiosa y yo no podrĂa manejar a Nan justo ahora. Además, Rush elegirĂa a Nan y
no podrĂa manejar tampoco eso otra vez.
—No. Él no necesita saberlo. No en este momento. Estaré bien.
Bethy se encogió de hombros. —Bien. Esa era mi opinión. No quieres
decirle, entonces no lo hagas. Pero cuando confieses y lo folles hasta dejarlo
descerebrado, ÂżpodrĂas no hacerlo en pĂşblico? —preguntĂł con una sonrisa de
suficiencia, luego abriĂł la puerta y saliĂł de nuevo.
—¡Necesitan envolverlo en una sábana primero! Van a arruinar mi cojĂn —
gritĂł Bethy a los chicos.
No podĂa enfrentarlo. Él no sabĂa sobre esto. ActuarĂa como si nada
sucediera. Además necesitaba ayudar a hacer algo. PodĂa terminar de empacar la
cocina.
***
Rush estaba observándome. Todo el tiempo volvĂa al apartamento para
mover algo más, sus ojos me encontraban. Dejé caer un tazón, derramé una caja de
cereal y tiré una caja de cubiertos debido a esas miradas intensas. ¿Cómo se
suponĂa que iba a concentrarme y no ser una idiota desastrosa con Ă©l mirándome
asĂ?
Cuando entrĂł de nuevo al apartamento, esta vez decidĂ que mejor irĂa a
empacar las cosas del baño. Ellos estarĂan moviendo la mesa de la cocina y despuĂ©s
las sillas y no podĂa lidiar con eso. Probablemente quebrarĂa cada vaso que tenĂa
Bethy.
Pá
gin
a8
8
Me metĂ dentro del baño y repentinamente habĂa un cuerpo detrás de mĂ,
moviéndome más adentro. El calor del pecho de Rush pulsando contra mi espalda
me hizo temblar. Demonios. No iba a ser capaz de manejar esto.
La puerta del baño se cerró y el familiar sonido de la cerradura haciendo clic
en su lugar sĂłlo hizo que mi corazĂłn latiera más rápido. Él querĂa más de lo que
habĂa pasado afuera y yo estaba tan excitada por estar cerca de Ă©l que no iba a ser
capaz de pensar con claridad.
Su mano apartĂł el cabello en mi cuello y lo moviĂł sobre mi hombro. Cuando
el calor de sus labios tocĂł mi piel desnuda, gemĂ. Sus dos manos descansaban
sobre mis caderas y me jaló contra él aún más.
—Me estas volviendo loco, Blaire. Totalmente loco, nena. Jodidamente loco
—susurrĂł en mi oĂdo. TomĂł toda mi fuerza de voluntad no dejar caer mi cabeza
hacia atrás sobre su pecho.
—¿QuĂ© fue eso de afuera? Me tenĂas tan malditamente excitado que no
podĂa pensar claramente. Todo lo que podĂa ver era a ti.
Sus manos ascendieron a mis costados y luego se movieron sobre mi
estĂłmago. Sus manos cubriĂ©ndome, a pesar de que Ă©l no tenĂa idea de lo que estaba
protegiendo, me llenĂł de lágrimas los ojos. QuerĂa que lo supiera. Pero tambiĂ©n
querĂa que me eligiera… y a nuestro bebĂ©. No creĂa que Ă©l pudiera hacer eso. Él
amaba a su hermana. Estaba aterrorizada de esa clase de rechazo y me rehusaba a
dejar a mi bebé ser rechazado.
Comencé a salir de su abrazo cuando sus manos se movieron hasta ahuecar
mis pechos y su boca comenzĂł a mordisquear la curva de mi cuello. Oh, diablos.
No podĂa confiar en Ă©l con mi corazĂłn ,pero realmente querĂa confiar en Ă©l con mi
cuerpo. Incluso si era sĂłlo esta vez.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté sin aliento.
—Rezándole a Dios que no me detengas. Soy un hombre hambriento, Blaire.
—Hizo una pausa esperando mi respuesta. Cuando no lo hice, levantó el brazo y
bajĂł los tirantes de mi vestido sin mangas hasta que mis pechos estuvieron
desnudos. Se sentĂan hinchados todo el tiempo y los sentĂa tan sensibles. Andaba
sin un sujetador cada vez más. Mi sujetador no me quedaba bien ahora y no habĂa
querido gastar dinero en uno nuevo si estos grandes senos no duraban por mucho
tiempo.
—Demonios, nena. Se ven más grandes —dijo mientras sus manos los
cubrĂan.
Pá
gin
a8
9
Humedad inmediatamente se acumulĂł en mis bragas y mis rodillas se
debilitaron. AgarrĂ© la pared para apoyarme. Nada se habĂa sentido alguna vez asĂ
de bien. Un sonido necesitado salió de mi boca, no estaba segura de qué era.
De repente estaba siendo levantada y volteada. Luego mi trasero estuvo
sobre el tocador antes de que la boca de Rush cubriera la mĂa y sus manos fueran
directo de nuevo a mis pechos. No serĂa capaz de detener esto. QuerĂa eso como a
mi siguiente respiración. Nunca necesité sexo de ninguna clase antes, pero esto era
algo que no podĂa controlar.
El beso de Rush era salvaje y tan descontroladamente hambriento como yo
me sentĂa. MordiĂł mi labio inferior y jalĂł mi lengua dentro de su boca y la
succionĂł. Luego tirĂł de mis pezones y perdĂ el control. Necesitaba su camisa fuera
ahora. Tratando de agarrarla, tirĂ© hasta que retrocediĂł un centĂmetro y la jalĂ©
bruscamente por encima de su cabeza. Después él devoró mi boca otra vez.
Sus manos estaban haciendo cosas deliciosas a mis pechos y no podĂa
acércalo lo suficiente.
Un golpe sonĂł en la puerta y Rush me acercĂł contra su pecho hasta que mis
pechos estuvieron presionados contra él. Me estremecà y cerré mis ojos por el
placer. Él giró su cabeza hacia la puerta.
—Vete al demonio —gruñó a quienquiera que estaba ahà afuera.
Un risa ahogada fue todo lo que oĂmos antes de que Rush estuviera besando
un rastro hacia abajo de mi cuello y a travĂ©s de mi clavĂcula, hasta que su boca
merodeaba sobre mi pezón derecho. El calor de su aliento me hizo temblar y agarré
su cabello y obligué a su cabeza a acercarse más con mi suplica silenciosa. Él se rió
entre dientes, luego tirĂł mi pezĂłn dentro de su boca y comenzĂł a chupar. La
humedad en mis piernas se encendiĂł o al menos se sintiĂł como si lo hubiera hecho.
Si no hubiera estado abrazándome con su cuerpo, yo podrĂa haberme disparado
hasta el techo.
—¡Oh, Dios! —grité, sin importarme si alguien me escuchaba. Sólo
necesitaba esto. Mi reacción volvió a Rush más codicioso. Se movió a mi otro
pezĂłn y comenzĂł a darle el mismo tratamiento mientras su mano se movĂa al
interior de mi muslo. La idea de que Ă©l estaba apunto de tocar mi mojada e
hinchada área me asustĂł y excitĂł al mismo tiempo. ÂżSe enterarĂa de algo que no
sabĂa? ÂżPodrĂa saber que yo estaba diferente allĂ abajo tambiĂ©n? Entonces, sus
dedos corrieron a lo largo del exterior de mis bragas y simplemente ya no me
importĂł.
—Mierda. Estás empapada —gimió y escondió su cabeza en mi cuello. Su
respiración era fuerte y erótica—. Tan empapada. —Sus dedos se deslizaron dentro
Pá
gin
a9
0
de la entrepierna de mis bragas hasta mis hinchados pliegues, causando que
fuegos artificiales encendieran mi cuerpo. Me agarré de sus hombros. Mis uñas
enterrándose dentro de su piel, pero no podĂa evitarlo.
—Un coño tan dulce. Es mi coño, Blair. Siempre será mĂo. —Sus pĂcaras
palabras mientras que sus dedos se deslizaban dentro y fuera de mĂ me enviaron
cerca del borde otra vez.
—Rush, por favor —imploré, arañándolo.
—¿Por favor, qué? ¿Quieres que bese ese dulce coño? Porque se siente tan
jodidamente caliente y jugoso que necesito una probada. —Estaba quitándome mis
bragas y yo levantĂ© mi trasero para permitĂrselo. Luego, levantĂł mi vestido y yo
alcé mis manos para dejar que lo sacara.
—Recuéstate —ordenó, moviéndome al mismo tiempo hasta que mi espalda
tocó la pared. Después tomó mis dos piernas y las dobló hacia arriba hasta que mis
pies estuvieron sobre el tocador y yo estuve completamente abierta a él—.
Demonios, esa es la cosa más caliente que he visto en mi vida —susurró antes de
caer de rodillas y cubrirme con su boca. La primera lamida de su lengua y ya
estaba viniéndome otra vez.
—Oh, Dios, Rush por favor, oh Dios, ahhhhh —gritĂ© mientras retenĂa su
cabeza, incapaz de dejarlo detenerse. Era demasiado bueno. El movimiento de su
lengua sobre mi clĂtoris era increĂble. Necesitaba más. QuerĂa que nunca terminara.
Su dedo se deslizó a través de mi apertura y después la mantuvo abierta mientras
lamĂa y me besaba allĂ.
—MĂo. Es mĂo. No puedes dejarme otra vez. Necesito esto. Hueles tan
jodidamente perfecto. Nunca nada va a ser tan malditamente perfecto para mà —
murmurĂł mientras me probaba. EstarĂa de acuerdo con cualquier cosa que Ă©l
quisiera.
—Necesito estar dentro de ti —dijo, levantando sus ojos para mirarme. Sólo
asentĂ.
—No tengo un condón —Se detuvo y cerró sus ojos severamente—, pero lo
sacaré.
No importaba ahora. Pero no podĂa decirle eso. SĂłlo asentĂ otra vez.
Rush se levantĂł con sus pantalones abajo al instante. AgarrĂł mis caderas y
me regresĂł al borde del tocador hasta que la cabeza de su erecciĂłn estuvo
tocándome. La pregunta en sus ojos era inconfundible, incluso si no lo decĂa en voz
alta. AlcancĂ© y guiĂ© su erecciĂłn dentro de mĂ.
Pá
gin
a9
1
—Mierda —gimió mientras empujaba el resto del camino hasta que estuve
llena. Completamente llena de Rush. EnvolvĂ mis brazos alrededor de su cuello y
lo retuve. Por sĂłlo un segundo, necesitaba retenerlo. Esto ya no se trataba sobre
mis locas hormonas. Ahora que estaba dentro de mĂ me sentĂa en casa. Completa, y
yo estaba a punto de echarme a llorar.
Antes de que pudiera avergonzarme a mi misma y confundirlo, levanté mi
cabeza y susurrĂ© en su oĂdo—: FĂłllame.
Era como si hubiera apretado el gatillo de un arma cargada. Rush tomĂł mis
caderas con sus dos manos y dejó salir un gruñido, empujando dentro y fuera de
mĂ. La subida hacia la espiral que yo sabĂa que vendrĂa iniciĂł de nuevo y me aferrĂ©.
Disfrutando su momento de rendiciĂłn y el completo desenfreno en su rostro
mientras nos acercábamos cada vez más al clĂmax que necesitábamos.
—Te amo, Blaire. Te amo tanto que duele —jadeó, luego bajó su cabeza para
chupar mi pezón. Mi cuerpo explotó y grité su nombre. Rush levantó su cabeza, y
mirándome a los ojos, comenzó a retirarse y sujeté mis piernas alrededor de su
cintura. No querĂa que se retirara. La comprensiĂłn de lo quĂ© querĂa lo golpeĂł y dijo
mi nombre en un susurro antes de echar la cabeza hacia atrás mientras bombeaba
su liberaciĂłn en mĂ.
Pá
gin
a9
2
21 Traducido por eddesmile
Corregido por Nat_Hollbrook
Rush
laire me empujó hacia atrás y bajó de un salto del mostrador antes de
que yo pudiera aclarar mi cabeza de ese orgasmo.
—Espera, necesito limpiarte —Le dije. En realidad, querĂa limpiarla.
Me gustĂł. No, maldita sea, me encantĂł. Saber que yo estuve allĂ y cuidaba de ella,
eso me agradaba.
—No hace falta que me limpies. Estoy bien —respondiĂł mientras se vestĂa
de nuevo sin hacer contacto visual conmigo. Mierda. ÂżLa entendĂ mal? CreĂ que
ella querĂa esto. No. Yo sabĂa que ella lo querĂa. HabĂa estado tan malditamente
hambriento de ella.
—Blaire, mĂrame.
Se detuvo y recogió su ropa interior. Tragué saliva mientras entraba en ellas
y se las deslizĂł de nuevo en su cuerpo. La necesitaba otra vez. No podĂa alejarse de
mĂ ahora. No serĂa capaz de vivir sin ella.
—Blaire, por favor, mĂrame —Le supliquĂ©.
Poniéndose de pie, tomó una respiración profunda y luego levantó los ojos
hacia los mĂos. La tristeza estaba mezclada con otra cosa. ÂżVergĂĽenza? No podĂa
ser. Estiré la mano y le cogà la cara con ella.
—¿QuĂ© pasa? ÂżHice algo que no querĂas que yo hiciera? Porque intentĂ© no
perder el control. Intenté con todas mis fuerzas mantener mis manos lejos de ti.
—No. TĂş... tĂş no has hecho nada malo. —BajĂł sus ojos de los mĂos otra
vez—. SĂłlo tengo que pensar. Necesito un poco de espacio. Yo no... yo no... no debĂ
haber hecho eso.
Una puñalada en el pecho habrĂa sido menos dolorosa. QuerĂa tirarla
encima de mĂ y volverme todo hombre de las cavernas, alegando que ella era mĂa y
B
Pá
gin
a9
3
no podĂa dejarme. Pero si lo hacĂa la perderĂa. No podĂa pasar por eso otra vez.
TenĂa que hacerlo a su manera. DejĂ© caer mi mano de su rostro y di un paso atrás
para que pudiera salir.
Blaire levantó la cara para mirarme de nuevo. —Lo siento —susurró, luego
abriĂł la puerta y escapĂł. Tuvimos sexo increĂblemente caliente y ella lo lamentaba.
Fantástico.
Cuando por fin salĂ del cuarto de baño, Blaire se habĂa ido. Jace sonriĂł y
Bethy inventĂł excusas para irse. No querĂa estar allĂ tampoco. DespuĂ©s de que me
aseguré que toda la materia pesada fuera movida y la maleta de Blaire y la caja
fueron guardadas, me fui. No podĂa quedarme allĂ mientras ellos dos me
observaban. Nos habĂan escuchado. Blaire habĂa sido ruidosa. No me avergonzaba,
estaba cansado de ellos mirándome y esperando a que dijera algo para explicar la
salida de Blaire.
***
Le di Blaire un par de dĂas para venir a mĂ. No lo hizo. No me sorprendiĂł.
Pero ella pidiĂł su espacio y le di todo el espacio que yo podĂa manejar. No llamĂ© a
nadie para jugar una partida de golf conmigo. No querĂa a nadie alrededor cuando
Blaire apareciera. TenĂamos que hablar. Sin distracciones o excusas para que ella se
alejara.
Sonó como un plan firme, pero después de seis agujeros y que ninguna
chica de carrito apareciera, comencé a dudar. Justo cuando estaba a punto de
entrar en el hoyo siguiente, escuché el sonido del carrito. Me detuve y me di la
vuelta. La sangre que comenzó a bombear a través de mis venas por el
pensamiento de ver a Blaire aquà y tenerla sola se congeló cuando noté que era esa
chica rubia que habĂa visto entrenar un par de veces con Bethy. Mierda.
NeguĂ© con la cabeza y me saludĂł con la mano. No querĂa que me atendiera.
Ella sonriĂł y siguiĂł conduciendo hasta la siguiente parada.
—Hace calor¿Seguro que no quieres nada? —preguntó la voz de Meg y miré
hacia atrás para verla caminar hasta nosotros vestida con una falda de tenis y polo
blanco. Era muy buena en el tenis hace diez años.
—Chica de carrito equivocada —Le contesté, y esperé a que continuara su
camino.
—¿Sólo le compras a una?
Pá
gin
a9
4
—SĂ.
Meg se quedó pensativa y luego asintió. —Ya veo. Tienes algo por una chica
de carrito.
«Algo» ni siquiera arañaba la superficie. Puse mi bolsa de golf en mi hombro
y comencé a caminar al siguiente hoyo. No iba a responder a ese comentario.
—Y eres sensible al respecto —bromeó Meg. Eso me molestó.
—O no es asunto tuyo.
Ella dejó escapar un silbido. —Asà que es más que una cosa.
Me detuve y nivelé mi mirada con ella. El hecho de que ella fuera mi
primera cogida no querĂa decir que tenĂamos algĂşn tipo de vĂnculo o amistad. Esto
me estaba fastidiando.
—SupĂ©ralo —Le advertĂ.
Meg se puso las manos en sus caderas y su mandĂbula se abriĂł. —Oh mi
Dios... Rush Finlay se ha enamorado. ¡Mierda! Nunca pensĂ© que verĂa el dĂa.
—No me has visto en diez años, Meg. ¿Cómo diablos sabes algo de m� —El
gruñido molesto en mi voz ni siquiera la hizo estremecerse.
—Escucha, Finlay. Sólo porque no me has visto en diez años no quiere decir
que no he visto ni oĂdo hablar de ti. He estado en la ciudad varias veces, pero
siempre habĂa una fiesta en tu casa y te acostabas con cada modelo de cuerpo
perfecto que llamara tu atenciĂłn. No creĂ necesario competir con ellas. Pero sĂ, sĂ©
que eres un mujeriego que desechas a todas las mujeres después de conseguir lo
que quieres.
SonĂł superficial. No me gustĂł la imagen que pintĂł de mĂ. ÂżBlaire me veĂa
asĂ? Ella podrĂa no confiar en mĂ para escogerla y protegerla, pero debĂa creer que
yo volverĂa a enamorarse y salir con más chicas.
—Ella es increĂble. No... Es perfecta. Todo en ella es jodidamente perfecto —
dije en voz alta y luego cambié mi mirada a Meg—. No sólo la quiero, ella es mi
dueña. Completamente. HarĂa cualquier cosa por ella.
—¿Pero no siente lo mismo? —Se preguntó Meg.
—La lastimé. No es la forma en que estás pensando tampoco. Mi forma de
lastimarla es difĂcil de explicar. Hay tanto dolor en lo que pasĂł que yo no sĂ© si
alguna vez podré recuperarla.
—¿Ella es una chica de carrito?
InsistiĂł en el asunto del carrito.
Pá
gin
a9
5
—SĂ, lo es —Me detuve y me preguntĂ© si debĂa decirle exactamente quiĂ©n
era Blaire. Decirlo en voz alta a alguien y admitirlo podrĂa ayudarme a darle
sentido a esto—. Ella y Nan tienen el mismo padre. —No quise decirlo asĂ.
—Mierda —murmuró Meg—. Por favor, dime que no es parecida a tu
malvada hermana menor.
Nan tenĂa muy pocos seguidores. Ni siquiera me inmutĂ© ante la acusaciĂłn
de que era malvada. HabĂa hecho honor a su nombre.
—No. Ella no es nada como Nan.
Meg se quedó en silencio un momento y me pregunté si aquà terminaba la
conversación. Entonces, señaló hacia la casa club. —¿Por qué no vamos a comer
algo y me puedes decir todo acerca de esta situación tan extraña, y yo veré si
puedo decirte alguna sabidurĂa o algĂşn consejo femenino.
Cualquier consejo era bueno. No habĂa mujeres en mi vida a las que podrĂa
pedir ayuda.
—SĂ, está bien. Suena bien. Me das algĂşn consejo que yo puedo utilizar y
almuerzas conmigo.
Pá
gin
a9
6
22 Traducido por Akires
Corregido por Innogen D.
Blaire
ste era el segundo dĂa que me habĂa despertado sin enfermarme.
Incluso le pedĂ a Bethy que cocinara tocino para comprobar que me
sentĂa bien antes de entrar en el turno del almuerzo. PensĂ© que si
podĂa sobrevivir al tocino, entonces yo podrĂa hacer esto. Mi estĂłmago se habĂa
revuelto y tuve náuseas, pero no habĂa vomitĂ©. Estaba mejorando.
LlamĂ© a Woods y le asegurĂ© que estarĂa bien. Me dijo que no me fuera
porque estaban cortos de personal y que me necesitaban. Jimmy estaba de pie en la
cocina sonriendo cuando entré treinta minutos antes del turno del almuerzo.
—Esa es mi chica. Me alegro de que el virus se haya ido. Parece que has
perdiĂł diez kilos. ÂżCuánto tiempo estuviste enferma? —Woods le habĂa dicho a
Jimmy y a cualquier otro que le preguntĂł, diciendo que tenĂa un virus y que me
estaba recuperando. Yo sĂłlo trabajaba dos turnos en el campo y nunca me reunĂa
con el personal de la cocina mientras estaba en los carros.
—Probablemente perdà algo de peso. Estoy segura de que voy a recuperarlo
muy pronto —le contesté y lo abracé.
—Será lo mejor o meteré rosquillas por tu garganta hasta que pueda
envolver mis manos alrededor de tu cintura y mis dedos dejen de tocarse entre sĂ.
Eso serĂa más pronto de lo que Ă©l pensaba.
—Me vendrĂa muy bien una dona ahora.
—Es una cita. Después del trabajo. Tú, yo, y un paquete de doce. La mitad
cubierta de chocolate —dijo y me entregó mi delantal.
—Me parece bien. Puedes venir a ver mi nuevo lugar. Me quedo con Bethy
en un condominio en la propiedad del club.
Las cejas de Jimmy se alzaron.
E
Pá
gin
a9
7
—No me lo digas. Bueno, bueno, bueno, no eres pomposa.
AtĂ© mi delantal y metĂ mi bolĂgrafo y libreta en el bolsillo delantero.
—Me quedo con la primera ronda si tú preparas las ensaladas y el té dulce.
Él hizo un guiño.
—Trato.
Me dirigà al comedor y por suerte los únicos huéspedes eran dos señores
mayores que habĂa visto antes, pero no conocĂa sus nombres. AnotĂ© sus Ăłrdenes y
les servà a ambos una taza de café antes de volver a comprobar las ensaladas.
Jimmy ya tenĂa dos listas cuando entrĂ© a la cocina.
—Aquà tienes, cariño —dijo.
—Gracias, precioso —le respondà llevando las ensaladas al comedor.
Entregué las ensaladas y tomé la orden de bebidas de algunos nuevos huéspedes.
Entonces regresé de nuevo a conseguir el agua con gas y agua de manantial con
limĂłn. Nadie pedĂa agua por aquĂ.
Jimmy se dirigĂa hacia la puerta de la cocina cuando lleguĂ© allĂ.
—Acabo de ver a dos mujeres que parecen salir de las pistas de tenis. Creo
que vi a Hillary... Âżno es la anfitriona hoy? De todos modos, creo que la vi
hablando con más invitados, asà que deben estar esperando a ser atendidas.
Me saludĂł y se dirigiĂł al comedor.
Rápidamente terminé las aguas especiales y puse las dos órdenes de sopa de
cangrejo que los hombres habĂan solicitado en mi bandeja, luego regresĂ© al
comedor cuando la expresión de pánico de Jimmy me llamó la atención.
—Yo lo hago —dijo él, cogiendo mà bandeja.
—No sabes ni a que mesa va. Puedo llevar una bandeja, Jimmy —le contesté
rodando los ojos. Él ni siquiera sabĂa que estaba embarazada y ya estaba siendo
tonto.
Entonces, lo vi... a ellos. Jimmy no estaba siendo tonto. Él me protegĂa. La
cabeza de Rush estaba inclinada hacia adelante mientras hablaba sobre algo que
causĂł esa intensa y seria expresiĂłn en su rostro. La mujer tenĂa el pelo largo y
oscuro. Era preciosa. Sus pómulos eran altos y perfectos. Pesadas, largas pestañas
esbozaban sus ojos oscuros. QuerĂa vomitar. Mi bandeja traqueteaba y Jimmy la
cogió. Lo dejé. Estaba a punto de caérseme.
Él no era mĂo. Pero... yo llevaba a su bebĂ©. Él no lo sabĂa. Pero... me habĂa
hecho el amor, no, me follĂł en el baño de Bethy tan sĂłlo hace tres dĂas. Eso doliĂł.
Pá
gin
a9
8
Tanto. TraguĂ© saliva, pero mi garganta se sentĂa casi cerrada. Jimmy me decĂa algo,
pero no lo podĂa entender. No podĂa hacer nada más que mirarlos. Se inclinĂł tan
cerca de ella como si no quisiera que nadie escuchara lo que le decĂa.
Sus ojos se movieron de Rush, y se encontraron con los mĂos. La odiĂ©. Era
hermosa y refinada, todo lo que yo no era. Ella era una mujer. Yo era una niña.
Una niña patética. Necesitaba salir de este infierno y dejar de hacer una escena.
Aunque se trataba de una escena en silencio, yo todavĂa estaba de pie congelada,
mirándolos. Ella me estudió y le apareció un pequeño ceño arrugado la frente. No
querĂa que le preguntara a Rush acerca de mĂ y me señalara. Me di la vuelta y huĂ
del comedor.
Tan pronto como estuve fuera de vista de los clientes, choqué directamente
al duro pecho de Woods.
—Hola, cariño. ¿A dónde vas corriendo? Creo que esto es demasiado para ti
—preguntó, poniendo el dedo bajo mi barbilla y levantando mi cabeza para poder
ver mi cara.
Negué con la cabeza y se me escapó una lágrima. No iba a llorar por esto,
maldita sea. Me pidió volver con él. Lo rechacé. Lo abandoné después del sexo
increĂble. ÂżQuĂ© esperaba? Que se sentara esperándome y suspirando por mĂ. No lo
creo.
—Lo siento, Woods. Sólo dame un minuto y estaré bien. Te lo prometo. Sólo
necesito un momento para componerme.
AsintiĂł y pasĂł su mano de arriba hacia abajo por mi brazo de una manera
reconfortante.
—¿Está Rush ahĂ? —preguntĂł casi tĂmidamente.
—Sà —Me ahogaba, obligué a las lágrimas en mis ojos irse. Respiré hondo y
parpadeĂ©. Yo no iba a hacer esto. ControlarĂa mis locas emociones.
—¿Está con alguien? —preguntó.
Me limitĂ© a asentir. No querĂa decirlo.
—¿Quieres ir a mi oficina y relajarte un poco, esperar hasta que se marchen?
SĂ. QuerĂa esconderme de esto, pero no podĂa. TenĂa que aprender a vivir
con ello. Rush estarĂa en Rosemary por un mes más. TenĂa que aprender a lidiar.
—Puedo hacer esto. Fue una sorpresa. Eso es todo.
Woods levantĂł su mirada de la mĂa y una frĂa expresiĂłn apareciĂł en su
rostro.
Pá
gin
a9
9
—Vete. Esto no es lo que ella necesita en este momento —dijo Woods en un
tono muy molesto.
—Aleja tus putas manos de ella —dijo Rush.
Di un paso atrás de los brazos de Woods y bajĂ© la mirada. No querĂa verlo
pero tampoco querĂa que pelearan. Woods parecĂa dispuesto a pelear por mi
honor. No tenĂa ni idea de cĂłmo se veĂa Rush porque no le habĂa dirigido la
mirada.
—Estoy bien Woods. Gracias. Volveré a trabajar —murmuré y comencé a
regresar a la cocina.
—Blaire, no lo hagas. Habla conmigo —declaró Rush.
—Tú ya has hecho lo suficiente. Déjala sola, Rush. Ella no necesita lidiar
contigo. Ahora no —ladró Woods.
—Tú no sabes nada —gruñó Rush, y Woods dio un paso en dirección a
Rush. Woods iba a dejar escapar que estaba embarazada, ya que era muy evidente
que sabĂa algo, o iba a irse a golpes contra Rush. Fue una vez más el momento
adecuado de decĂrselo.
Me di la vuelta y me detuve en frente de Rush. Miré a Woods.
—Está bien. Sólo dame un minuto con él. Estará bien. No hizo nada malo.
Sólo estaba siendo emocional. Eso es todo —le dije.
La mandĂbula de Woods se contrajo de un lado a otro mientras apretaba los
dientes. Mantener su boca cerrada le estaba resultando difĂcil. Finalmente, se alejĂł.
TenĂa que enfrentar a Rush ahora.
—Blaire —dijo suavemente mientras su mano se estirĂł y agarrĂł la mĂa—.
Por favor, mĂrame.
Yo podrĂa hacer esto. TenĂa que hacer esto. Me di la vuelta, dejando que
Rush tomara mi mano entre las suyas. DebĂa apartarla, pero no podĂa. Lo habĂa
visto con una mujer que probablemente mantendrĂa su cama caliente esta noche
mientras yo seguĂa alejándolo. Lo estaba perdiendo. Pero era nuestro bebĂ©.
Alcé los ojos y me encontré con una mirada preocupada. No le gustaba
molestarme. Me gustaba eso de Ă©l.
—Está bien. Yo exageré. Estaba, um, sorprendida es todo. Debà haber sabido
que te continuaste tu camino. Yo sólo…
—Detente —Rush me interrumpió y me acercó a él—. No he continuado
nada. Lo qué crees que viste no lo es. Meg es una vieja amiga. Eso es todo. Ella no
Pá
gin
a1
00
significa nada para mĂ. He venido a buscarte. Necesitaba verte y fui a jugar golf.
Pero no te vi allĂ. Me encontrĂ© con Meg y sugiriĂł que almorzamos. Eso es todo. No
tenĂa idea de que estabas aquĂ trabajando. Nunca lo hubiera hecho. A pesar de que
no hacĂa nada malo. Te amo, Blaire. SĂłlo a ti. No estoy con nadie. Yo nunca lo
estaré.
QuerĂa creerle. Tan egoĂsta y equivocada como lo estaba, yo querĂa creer que
él me amaba lo suficiente como para no necesitar a nadie más. Incluso si lo alejaba
constantemente de mĂ. Yo le estaba mintiendo. Odiaba a los mentirosos. Él me
odiarĂa por no habĂ©rselo dicho antes. Yo no querĂa que me odiara. Pero no podĂa
confiar en Ă©l. ÂżMentir por eso estaba bien? ÂżMentir alguna vez estaba bien? ÂżCĂłmo
podĂa Ă©l confiar en mĂ nuevamente?
—Estoy embarazada —Las palabras salieron antes de que comprendiera lo
que decĂa. Me tapĂ© la boca con horror mientras los ojos de Rush se desviaban.
Entonces, me volvĂ y corrĂ como si el diablo me persiguiera.
Pá
gin
a1
01
23 Traducido por noely
Corregido por Verito
Rush
is pies se encontraban pegados al suelo. No podĂa moverme,
incluso al mirar a Blaire huyendo de mĂ.
ÂżAcaso habĂa sido sĂłlo un sueño? ÂżUna alucinaciĂłn desesperada?
ÂżAsĂ de mal me encontraba?
—Si no vas tras ella, yo lo haré —irrumpió la voz de Woods a través de mis
pensamientos, despejando toda esa neblina de asombro.
—¿Qué? —pregunté, mirándolo. Lo odiaba. Golpearlo en la cara era algo
con lo que de pronto me encontraba fantaseando.
—Dije, que si no va tras ella, lo haré yo. En estos momentos necesita a
alguien. Por mucho que yo no quiera que seas tĂş, porque creo que no la mereces,
necesitas ser tĂş.
—¿SabĂas que estaba embarazada? —Mi sangre comenzĂł a hervir. ÂżLe habĂa
dicho a Woods que estaba embarazada y a mĂ no?
—Yo estuve aquà la primera mañana que vino a trabajar y el olor del tocino
la enviĂł directo baño a vomitar. AsĂ que, sĂ, yo ya lo sabĂa. Quita ese loco brillo
posesivo de tus ojos y ve por ella. —El tono de Woods estaba plagado con
disgusto.
—¿Ha estado enferma? —N sabĂa que se habĂa estado sintiendo mal. Me
dolĂa el pecho. HabĂa estado enferma sola, la dejĂ© sola y habĂa estado sufriendo. De
pronto, el oxĂgeno no llegaba hasta mis pulmones.
—SĂ, pedazo de mierda, ha estado enferma. Eso pasa en su situaciĂłn. Pero
está mejorando. Ahora estoy a punto de cumplir mi promesa e ir tras ella. Haz tu
movimiento —advirtió Woods.
Me eché a correr.
M
Pá
gin
a1
02
No fue hasta que salà del edificio por la parte de atrás y miré hacia arriba de
la colina que la encontrĂ©. AĂşn estaba corriendo. Se dirigĂa hacia los condominios.
Iba de vuelta a su casa. Me fui tras ella.
Estaba embarazada. ÂżDeberĂa estar corriendo asĂ? ÂżY si era malo para el
bebĂ©? TenĂa que ir más despacio.
—Blaire, detente. Espera —le grité cuando estaba lo suficientemente cerca.
Ella aminorĂł la marcha y finalmente se detuvo cuando me reunĂ con ella.
—Lo siento —sollozó con el rostro entre sus manos.
—¿Por qué lo sientes? —pregunté, cerrando la distancia entre nosotros y
tirando de ella contra mĂ. Ya no me preocupaba asustarla. No la dejarĂa ir a
ninguna parte.
—Esto. Todo. Yo estando embarazada —susurrĂł ella, rĂgida en mis brazos.
Ella lo sentĂa. No, no iba a disculparse por eso.
—No tienes nada que lamentar. No vuelvas a pedirme disculpas de nuevo.
ÂżMe escuchas?
Parte de la tensiĂłn de su cuerpo se aliviĂł, apoyando su cuerpo contra mĂ.
—Pero no te lo dije.
No, no lo habĂa hecho, pero lo entendĂa. Apestaba pero entendĂa. —Deseo
que lo hubieses hecho. Nunca te hubiera permitido estar enferma por tu cuenta. Yo
habrĂa cuidado de ti. Debo cuidar de ti, voy a cuidar de ti. Te lo juro.
Blaire negĂł con la cabeza y se apartĂł de mĂ.
—No. No puedo. No podemos hacer esto. Yo no te lo dije por una razón.
Nosotros... tenemos que hablar.
Yo estaba cuidando de ella y ella no me dejaba. Pero si necesitaba hablar de
ello entonces, se lo permitirĂa.
—Está bien. Vamos a tu casa, ya que estamos cerca.
Blaire asintiĂł con la cabeza y volviĂł a caminar hacia el apartamento al cual
habĂa estado huyendo hace un momento. Jace habĂa dicho que Woods les estaba
permitiendo quedarse allĂ por el mismo precio que el viejo apartamento de Bethy.
CreĂa que Woods habĂa estado pensando en usarlo como una deducciĂłn de
impuestos o algo asĂ. Ahora lo entendĂa. Él habĂa estado haciendo eso por Blaire.
HabĂa estado cuidando de ella. Ya no lo harĂa más. Yo cuidaba de lo que era mĂo.
No necesitaba a Woods haciĂ©ndolo. Me gustarĂa ir a hablar con el despuĂ©s, tendrĂa
Pá
gin
a1
03
que pagar el monto real por alquiler de este lugar. Woods ya no cuidarĂa de Blaire.
Ella era mĂa.
Vi como ella se agachaba y sacaba la llave debajo del felpudo. Ese tenĂa que
ser el peor lugar para esconder una llave. Más tarde tambiĂ©n me gustarĂa lidiar con
ello. No iba a poder dormir por la noche sabiendo que ella tenĂa una llave
escondida bajo la alfombra de la puerta delantera, para que cualquiera pudiese
entrar. Blaire abrió la puerta y dio un paso atrás.
—Entra.
Entré y tomé su mano cuando pasé a su lado. Puede que ella quiera decirme
todas las razones por las que no podemos estar juntos, pero yo iba a tocarla
mientras hablaba. Necesitaba saber que estaba bien. Tocarla me calmaba.
Cerró la puerta y me dejó tirar de ella hacia el sofá. Me senté y la arrastré a
mi lado. QuerĂa ponerla en mi regazo, pero la mirada preocupada y nerviosa en su
rostro me detuvo. Necesitaba hablar y yo la iba a dejar.
—Yo deberĂa habĂ©rtelo dicho. Lamento no haberlo hecho. Iba a hacerlo; tal
vez no de la manera en que lo hice hoy, pero iba a decĂrtelo. SĂłlo necesitaba tiempo
para decidir a dĂłnde irĂa y lo que harĂa con mi vida. QuerĂa ahorrar e ir a algĂşn
lugar para comenzar de nuevo. Para el bebé. Pero te lo iba a decir.
ÂżElla me lo iba a decir y luego me iba a dejar? El pánico se apoderĂł de mĂ.
No podĂa hacer eso. —No puedes dejarme —dije tan claramente como pude. TenĂa
que entender eso.
Blaire dejĂł caer su mirada de la mĂa y estudiĂł sus manos. HabĂa entrelazado
mis dedos con los suyos. Era lo Ăşnico que me mantenĂa tranquilo en este momento.
—Rush —dijo en voz baja—. Yo no quiero que mi bebé se sienta siempre
indeseado. Tu familia... —se interrumpiĂł y su rostro se habĂa puesto pálido.
—Mi familia va a aceptar lo que les diga. Si no lo hacen, voy a llevarte a ti y
a mi bebé lejos, y dejaré que ellos mismos paguen sus malditas facturas. Tú vienes
primero, Blaire.
Ella sacudió la cabeza y soltó mi mano ala levantarse. —No. Eso lo dices
ahora, pero no es cierto. No era cierto hace un mes y no es cierto ahora. Siempre los
eliges sobre mĂ. O por lo menos a Nan, y eso está bien. Lo entiendo; pero
simplemente no puedo vivir con ello. No puedo quedarme aquĂ.
No decirle sobre su papá iba perseguirme por el resto de mi vida. Mi
necesidad de proteger a Nan habĂa jodido lo Ăşnico importante para mĂ. Me puse de
pie y caminĂ© hacia ella mientras ella retrocedĂa hacia atrás, hasta quedar contra la
pared. —Nadie. Está. Antes. Que. Tú.
Pá
gin
a1
04
Sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas, y negó con la cabeza.
Odiaba que no pudiera creerme.
—Te amo. Cuando entraste en mi vida, no te conocĂa. Nan era mi primera
prioridad. Pero eso cambiĂł. Ha cambiado todo. Iba a contartelo, pero mi madre
llegĂł a casa antes de tiempo. Estaba tan asustado de perderte que te perdĂ de todos
modos. Nada te va a apartar de mĂ. PasarĂ© el resto de mi vida demostrándote que
te amo. A ti y este bebé —toqué su estómago plano y ella tembló—, vienen
primero.
—Quiero creerte —dijo a través de un sollozo.
—PermĂteme demostrartelo. Abandonándome no me dejas probarte nada.
Tienes que quedarte conmigo, Blaire. Tienes que darme una oportunidad.
Una lágrima se deslizó y rodó por su rostro. —Voy a ponerme grande y
gorda. Los bebés lloran toda la noche y cuestan dinero. No será lo mismo.
Nosotros no seremos lo mismo. Te arrepentirás.
Ella realmente no tenĂa ni idea. No importa cuántas veces se lo diga, no me
creerá. HabĂa perdido a todos los que alguna vez habĂa querido y confiado en su
vida. ÂżPor quĂ© iba a creerme? Los Ăşnicos hombres en su vida la habĂan dejado.
Traicionándola. Ella no esperaba otra cosa.
—Este bebĂ© te trajo de nuevo a mĂ. Es una parte de nosotros. Nunca me
arrepentirĂ©. Y puedes volverte tan grande como una ballena, y aĂşn asĂ, voy a amar
de todos modos.
Una pequeña sonrisa tiró de sus labios. —Espero no volverme tan grande
como una ballena.
Me encogà de hombros. —No importa.
Su sonrisa se disolviĂł rápidamente. —Tu hermana. Va a odiar esto. A mĂ. Al
bebé.
LidiarĂa con Nan luego. Si no podĂa aceptarlo, tomarĂa a Blaire y nos irĂamos
a algĂşn lugar lejos de mi hermana. Blaire se habĂa molestado bastante. Ya no
permititĂa que nadie la lastimara. —ConfĂa en mĂ para protegerte y ponerte en
primer lugar.
Blaire cerrĂł los ojos y asintiĂł. Mi pecho se hinchĂł y yo querĂa gritar al
mundo que esta mujer era mĂa. Pero en lugar de eso la alcĂ©. —¿DĂłnde está tu
habitación? —pregunté.
—La última habitación a la izquierda.
Pá
gin
a1
05
CaminĂ© hacia allĂ. No harĂa el amor con ella hoy, pero querĂa sostenerla
durante un rato.
Abrà la puerta y me congelé. La habitación era de buen tamaño para un
apartamento, pero la manta en el suelo con una almohada individual era sĂłlo un
golpe más contra mĂ. Cuando yo les ayudĂ© a mudarse, habĂa notado que Blaire no
tenĂa cama. Ella habĂa estado durmiendo en el sofá. Pero yo habĂa estado tan
absorto en recuperarla que no habĂa pensado en su necesidad de una cama.
—No tengo cama todavĂa. PodrĂa solo haber dormido en el sofá, pero yo
querĂa dormir en mi propia habitaciĂłn —murmurĂł, tratando de bajar de mis
brazos. No la dejarĂa ir. La abracĂ© con más fuerza contra mĂ. Anoche habĂa
dormido en el duro suelo mientras yo habĂa estado durmiendo en mi gran cama
tamaño king. Mierda.
—Estás temblando, Rush. Bájame —dijo, tirando de mi brazo.
Sin ponerla en el suelo, me di la vuelta y fui de nuevo a la sala de estar y
luego hacia la puerta. Cerrando la puerta detrás de mà con llave y metà la llave en
mi bolsillo. No la dejarĂa de nuevo bajo esa alfombra de mierda.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Blaire.
Mi coche no estaba aquĂ. Entonces la llevĂ© de vuelta por la colina y hacia mi
Rover. —Te voy a llevar a conseguir una cama. Una cama malditamente grande.
Una que cueste una maldita fortuna —gruñĂ.
Estaba furioso porque no habĂa notado un problema tan grande. No era de
extrañar que Woods hubiera estado cuidando de ella. Yo habĂa fracasado. No iba a
fallar de nuevo. Me gustarĂa asegurarme de que lo tenĂa todo.
—No necesito una cama cara. Voy a conseguir una pronto.
—SĂ, muy pronto. Esta noche —le contestĂ© entonces inclinĂ© la cabeza y la
besé la nariz—. Vamos a hacer esto. Tengo que hacer esto. Necesito el dinero
invertido en la mejor cama que pueda comprar. ÂżDe acuerdo?
Una pequeña sonrisa tiró de sus labios. —Está bien.
Pá
gin
a1
06
24 Traducido por Keren03
Corregido por Carolyn ♥
Blaire
o necesitaba más que una cama de tamaño completo. Sin embargo,
Rush se negĂł a comprar cualquier cosa que no fuera una cama
tamaño King, dos mesas de noche y un tocador con un espejo a
juego precioso. CometĂ el error de mirar demasiado tiempo una manta lavanda y
fundas a juego.
Antes de que supiera lo que estaba pasando, Ă©l estaba comprando el juego
de cama completo con sábanas y almohadas nuevas. Discutà durante todo el
tiempo, pero él actuaba como si yo no estuviera hablando. Sólo me guiñó un ojo y
siguiĂł haciendo sus Ăłrdenes y dando instrucciones al vendedor.
Para el momento en que volvimos de cenar, ya que también estuvo decidido
a darme de comer, los muebles ya estaban siendo entregados. Bethy se encontraba
sonriendo junto a la puerta cuando llegamos. Le encantaba todo esto.
—Gracias por permitirme hacer eso hoy. Lo necesitaba. No puedes
entenderlo, pero tenĂa que hacerlo —dijo Rush antes de abrir la puerta del coche.
Lo miré. —¿Necesitabas comprarme un dormitorio completo y ropa de
cama costosos? —le pregunté confundida.
—SĂ, lo necesitaba.
No entendĂa, pero asentĂ. Si tenĂa que hacerlo, entonces iba a apreciarlo.
TodavĂa no podĂa creer que todo era mĂo. Me iba a sentir como una princesa en mi
habitación. —Bueno, gracias por todo. No esperaba nada más que un colchón. No
estaba dispuesta a ser consentida.
Rush se inclinó hacia adelante y me dio un beso al lado de la oreja. —Eso no
es ni siquiera cerca de ser mimada. Pero tengo la intenciĂłn de mostrarte
exactamente lo que es consentirte.
N
Pá
gin
a1
07
Me estremecà y apreté el pomo de la puerta. No iba a permitirle comprarme
nada más. TenĂa que parar esto, pero los besos alrededor de mi oreja hacĂan difĂcil
concentrarse.
—Vamos a ver cómo se ve —dijo mientras se inclinaba hacia atrás.
Espacio. TenĂamos que conseguir un poco de espacio. Estaba lista para saltar
sobre Ă©l en estos momentos. No era algo bueno. Control. Las hormonas del
embarazo querĂan tomar el control.
Rush pasó corriendo frente de la Rover cuando abrà la puerta y comencé a
salir. Estaba frente de mà tomando mis manos y ayudándome a bajar, como si
estuviera indefensa y no pudiera hacer un movimiento para bajar por mi cuenta.
—Puedo salir por mà misma, sabes —le dije.
Él sonriĂł. —SĂ, pero ÂżquĂ© hay de divertido en eso?
Riendo, pasé junto a él y me dirijà a Bethy, que nos miraba como si fuéramos
una de sus series de televisiĂłn favoritas.
—Parece que Pottery Barn1 decidió descargar su último embarque en tu
dormitorio —dijo ella, sonriendo como un niño en una tienda de dulces—. ¿Puedo
dormir contigo en la gran cama esta noche? ¡El colchĂłn es increĂble!
—No. Ella necesita descansar. No hay compañeros de cama —dijo Rush,
caminando detrás de mà y envolviendo un brazo protector alrededor de mi cintura.
Los ojos de Bethy se quedaron en mi cintura y luego de vuelta a Rush. —Lo
sabes —dijo ella, mirando muy contenta.
—SĂ, lo sĂ© —respondiĂł. Y se puso tenso.
Me sentĂ horrible. Una persona más a la que le habĂa dicho de mi embarazo
antes que a Ă©l. TenĂa todo el derecho a estar lastimado. Era una mentirosa. ÂżSe
darĂa cuenta y me dejarĂa?
—Bien —dijo Bethy y dio un paso a un lado para que pudiéramos entrar.
—¿Por qué no vas a asegurarte de que están colocando todo donde tú
quieres? —me dijo Rush cuando entramos.
—Buena idea. —Lo dejé allà para ir a ver los muebles. Si estaba enojado
conmigo tendrĂa tiempo para calmarse.
1 Pottery Barn: es una tienda de muebles y artĂculos para el hogar de Estados Unidos.
Pá
gin
a1
08
Los chicos de entrega estaban haciendo un buen trabajo con la instalaciĂłn,
asĂ que no me molesto. Estaba feliz con el lugar donde se estaban poniendo las
cosas.
Caminando de regreso a la sala oĂ susurrar a Bethy y me detuve.
—Ella está mejor. Ha estado bastante enferma, pero no ha vomitado estas
últimas dos mañanas.
—Me llamas al segundo que parezca que podrĂa enfermarse. —Rush incluso
llegĂł a hacer sonar su susurro como una demanda.
—SĂ, yo te llamo. No fue del todo mi idea “no se lo digas a Rush”. TĂş le
hiciste esto. Tienes que estar ahĂ para ella.
—No voy a ninguna parte —respondió.
—Será mejor que no.
Rush se rió. —Si ella no quiere vivir conmigo entonces por lo menos tengo
que protegerla.
—Maldita sea. No creas que no la ayudaré a desaparecer si te vuelves una
mierda de nuevo. La lastimas y se irá.
—Nunca voy a hacerle daño otra vez.
El pecho me dolĂa. QuerĂa creerle. QuerĂa confiar en Ă©l. Este era nuestro
bebĂ©. HabĂa tantas cosas que eran difĂciles de olvidar, pero necesitaba aprender. Lo
amaba. Estaba segura de que siempre lo harĂa.
EntrĂ© en la habitaciĂłn y sonrĂo. —SĂ, están instalando las cosas justo donde
las quiero.
Rush se acercĂł y me llevĂł a sus brazos. Estaba haciendo mucho eso
Ăşltimamente. No dijo nada. SĂłlo me sostuvo. Bethy saliĂł de la habitaciĂłn y envolvĂ
mis brazos alrededor de Ă©l y nos quedamos asĂ durante mucho tiempo. Era la
primera vez que no me sentĂa sola en un largo tiempo.
* * *
Rush no me habĂa preguntado si podĂa quedarse en la noche. Estaba un
poco sorprendida. No habĂa hecho nada más que darme un beso antes de irse. Eso
no habĂa hecho mucho para refrescar mis sueños. Me despiertĂ© de nuevo justo
antes de un orgasmo, muy frustrante. Eché atrás mis sábanas y me senté sobre la
cama. Hoy tenĂa que cambiar el turno del almuerzo otra vez.
Anoche habĂa llamado a Woods y me disculpĂ© por dejarlo guindando, pero
entendiĂł y me preguntĂł si las cosas estaban bien. Rush habĂa estado allĂ
Pá
gin
a1
09
escuchando todo lo que dije, por lo que habĂa tenido prisa por colgar el telĂ©fono.
Hoy me gustarĂa encontrar a Woods a solas y hablar con Ă©l. Estaba siendo muy
comprensivo.
Me puso en el comedor el resto de la semana. El Ăşnico dĂa que me tenĂa en el
campo era el sábado por el torneo. Se espera que todo el mundo trabajara fuera.
Cuando por fin me dirigĂ a la cocina, una caja de donas me dio la
bienvenida. Una pequeña nota estaba incluida en la parte superior. Sonriendo, la
recojĂ y leĂ.
Te perdiste anoche. No podĂa comer esto solo. Espero que las cosas estĂ©n mejor. Con
cariño, Jimmy.
¡Mierda! Me habĂa olvidado de la cita de donas. Otra persona con la que
tenĂa que disculparme. Pero primero, querĂa un poco de leche y donas.
Pá
gin
a1
10
25 Traducido por dana.kirei7
Corregido por Melky2012
Rush
e senté en una de las sillas de piel al otro lado del escritorio de
Woods. Él estaba estudiándome y eso me molestaba. Yo habĂa
sido quien lo llamĂł y arreglĂł este encuentro. ÂżPorque estaba tan
malditamente divertido?
—Voy a pagarte la cantidad completa por el alquiler del condominio. Yo sé
cuál es la tarifa y te hice un cheque por todo un año de alquiler. Aunque, Blaire
probablemente no va a estar viviendo allĂ mucho tiempo. Al lograr que confĂe en
mi, voy a hacer que se mude conmigo —Deslicé un cheque por su escritorio.
Woods mirĂł abajo hacia Ă©l y luego de vuelta a mĂ. —Asumo que esto es
porque tú no quieres que me esté haciendo cargo de lo que es tuyo.
—Eso es correcto.
Woods asintiĂł y recogiĂł el cheque. —Bien. Yo no deberĂa tener que hacerme
cargo de Blaire o tĂş bebĂ©. Pero lo harĂa. TĂş podrĂas no creerme, pero estoy feliz de
que estés enterado del embarazo. Solo no jodas las cosas. Tú tendrás que
asegurarte de que Nan mantenga sus garras dentro.
No necesitaba a Woods diciéndome lo que hice y lo que no necesitaba hacer.
Nada de esto era asunto suyo. Sin embargo, aĂşn no habĂa terminado con Ă©l, asĂ que
hacerlo enojar era mala idea.
—No quiero que trabaje turnos dobles o afuera en el calor. Se niega a dejar
de trabajar pero sus horas necesitan ser acortadas.
Woods se cruzó de brazos sobre su pecho y se inclinó hacia atrás en su
asiento. —¿Ella sabe sobre esto? Porque lo último que supe, necesitaba todas las
horas que pudiera conseguir.
—Lo Ăşltimo que supiste era que yo no sabĂa que ella estaba cargando mi
bebé. Nada puede sucederle, Woods. No puedo permitir que nada más le pase.
M
Pá
gin
a1
11
Él asintió y dejó salir un profundo suspiro. —Bien. Estoy de acuerdo. No me
gusta que me digan que hacer pero estoy de acuerdo.
—Una cosa más —dije antes de levantarme—. Jimmy es gay, ¿Cierto?
Woods soltó una carcajada y entonces asintió. —Si, lo es, pero guárdate eso
para ti mismo. A las mujeres les gusta venir solo para mirarlo. Recibe buenas
propinas solo por eso.
Bien. Yo creà que él lo era pero su fijación a Blaire me molestaba. —Entonces
supongo que Ă©l puede revolotear sobre mi chica.
Woods esbozó una sonrisa maliciosa. —No creo que pudieras detenerlo aún
si lo intentaras.
Mi teléfono sonó mientras caminaba hacia mi Range Rover. Esto me recordó
que Blaire no tenĂa telĂ©fono. AsĂ que no serĂa ella llamándome. Iba a visitarla ahora.
HablarĂamos del asunto entonces. Sacando mi telĂ©fono, vi el nombre de mi madre
en la pantalla. La habĂa ignorado durante cuatro semanas. Yo tenĂa a Blaire de
vuelta pero aún no me encontraba listo para hablar con mamá. Presione el botón
de Ignorar y guarde mi teléfono de vuelta en mi bolsillo.
Una vez que estuve en lo de Blaire revisé debajo del tapete y estuve feliz de
ver que no habĂa una llave escondida. HabĂa hablado con ella y Bethy la noche
anterior sobre lo inseguro que era eso. Golpeé la puerta y escuche los pasos en el
otro lado. El auto de Bethy habĂa estado en el club cuando me fui, asĂ que sabĂa que
Blaire estaba sola. Solo pensar en tener algo de tiempo a solas con ella me hizo
sonreĂr.
La puerta se abrió y una “recién arrastrada de la cama” Blaire se asomó en el
otro lado sosteniendo una dona. El rubor en sus mejillas era adorable. La pequeña
diminuta camiseta sin mangas cubriendo esas grandes y hermosas tetas suyas y los
pequeños shorts bĂłxer tomaban lo adorable y la convertĂan en ardiente.
EntrĂ© y cerrĂ© la puerta detrás de mĂ. —MaldiciĂłn, nena —murmurĂ© mientras
la regresaba al sofá—. Por favor, no vuelvas a abrir la puerta luciendo de esta
manera.
Ella bajó la mirada y una sonrisa tiro de sus labios. —Continúan
volviéndose más grandes. Yo creo que es por el embarazo —dijo a modo de
explicaciĂłn—. Olvide que se veĂan asĂ…
Envolvà un mechón de su cabello alrededor de mi dedo. —No es solo la
diminuta camiseta sin mangas pero esto del cabello “recién salido de la cama” es
sexy y… —deslicé mi mano hacia abajo sobre su trasero apenas cubierto—. Esto
necesita ser más cubierto también.
Pá
gin
a1
12
—Las personas normalmente no se detienen en esas cosas por las mañanas
—Blaire se escuchó sin aliento. Me gustaba saber que la afectaba.
—Bien —repliqué—. ¿Cómo fue dormir en tu cama? —le pregunté dando
una mordida al lĂłbulo de su oreja.
—Uh… yo uh… dormà bien —dijo, nerviosa. Tire de vuelta y la miré. ¿Por
qué se escuchaba nerviosa?
—¿Solo bien? —preguntĂ©, mirando como sus mejillas se volvĂan rojo
brillante.
Blaire cambio su pie y bajo su mirada al suelo. —Los sueños de embarazada
pueden ser um…
—¿Sueños de embarazada? ÂżA quĂ© te refieres? —ahora tenĂa curiosidad. El
hecho de que su rostro entero era de un rojo brillante y ella se veĂa lista para
arrastrarse debajo de la mesa y esconderse de mĂ, solo me hizo querer saber más.
Comenzó a moverse y tomé sus caderas para mantenerla mantuve atrapada
entre mà y el sofá. —Oh, no, no lo harás. No puedes decirme cosas como esa y no
explicarte.
Blaire dejó salir una corta risa insegura y sacudió su cabeza. —Puedes
mantenerme aquĂ todo el dĂa pero no voy a decirte.
Deslicé mis manos debajo de su camiseta y comencé a hacerle cosquillas.
Intente realmente fuerte no concentrarme en los senos perfectamente abultados
justo a mi alcance. No querĂa que Blaire pensara que sĂłlo me importaba por el
sexo. Antes habĂa basado nuestra relaciĂłn en sexo. QuerĂa probarle que era más
que eso. Incluso si estaba tomando duchas frĂas y masturbándome pensando en lo
dulce ella habĂa sabido el otro dĂa.
Blaire se reĂa y retorcĂa mientras le hacĂa cosquillas —¡Para! —chillĂł y
empujĂł contra mĂ. Cuando intentĂł de revolverse lejos de mĂ, mi mano se deslizo
arriba y masajeó su seno izquierdo, haciéndola congelarse. Un pequeño sonido
vino de su garganta, que se escuchó realmente cercano a un gemido. Froté la yema
de mi pulgar sobre su pezĂłn y ella se presionĂł contra mĂ. A la mierda la cosa de
nada de sexo. ÂżCĂłmo se suponĂa que ignorara esto?
—Por favor, Rush. Yo te necesito, para —rogó.
¿Ella me necesitaba? Espera… eran sus sueños… —Blaire, nena, ¿Tus sueños
son sobre sexo?
Ella gimoteĂł y asintiĂł mientras yo pinchaba su pezĂłn entre mis dedos. —SĂ,
y estoy cansada de despertarme cachonda —murmuró.
Pá
gin
a1
13
Mierda. Tome la dona de sus manos y la recosté en la mesa, luego chupé el
glaseado de sus dedos. Su respiración se detuvo. La tomé y la levanté. Ella
envolvió sus piernas alrededor de mi cintura y yo devoré su boca mientras nos
encaminaba de vuelta a su dormitorio. En esta ocasiĂłn habĂa una gran cama para
mĂ para que la pusiera y la mantuviera en ella todo el dĂa, haciĂ©ndole el amor si eso
era lo que ella necesitaba.
La recosté en la cama y tire sus pequeños shorts y bragas fuera antes de
arrastrarme encima de ella. —QuĂtate esa camiseta —dije mientras tiraba de ella
hacia arriba y sobre su cabeza. Me detuve y la miré. Solo la semana pasada creà que
nunca la volverĂa a ver asĂ otra vez. Sostenerla era algo con lo que soñaba al
dormir. Ahora ella estaba allĂ y yo querĂa apreciar cada pequeña porciĂłn de su
cuerpo.
—Rush, por favor. Te necesito dentro de mà —Se retorció y declaró. Por
mucho que querĂa adorar su cuerpo parecĂa como que no iba a conseguirlo. No iba
a ser capaz de rechazar a una Blaire necesitada.
—¿Puedo probarte primero? —le pregunté, besando su boca otra vez y
entonces corriendo besos por todo su cuerpo.
—SĂ, lo que sea. Solo necesito que me toques —suspirĂł cuando mi mano
encontrĂł sus pliegues hĂşmedos y deslice un dedo al interior—. ¡Oh Dios! ¡SĂ!
Ahhhh —gritó mientras comenzaba a tocarla.
Blaire loca por el sexo iba a ser divertida. Era como si hubiera ganado la
jodida loterĂa. Empuje sus muslos más separados y baje mi boca para besar el
pequeño clĂtoris escondido allĂ. Ella se disparĂł y comenzĂł a rogar otra vez.
Pegando mi lengua afuera, la corrĂ por encima de su dulce e hinchado sexo. Sus
dos manos tomaron mi cabello y me sostuvieron. No pude evitar sonreĂr.
—Por favor, Rush, por favor. Tú lo haces sentir tan bien. Por favor —sus
sexys, pequeñas suplicas estaban a punto de hacerme explotar. La querĂa tan o más
como ella me querĂa a mĂ pero yo tambiĂ©n estaba disfrutando esto. Me concentrĂ©
en hacerla venirse con mi boca mientras ella comenzaba a retorcerse y gemir en la
cama. Cuando finalmente gritó mi nombre y se comenzaba a venir, salté y me quité
la ropa en un tiempo récord.
Ya no necesitábamos más un condón. Me recosté sobre ella y con una simple
estocada ya estaba dentro. Blaire sujetó mis hombros y yo tiré de su cabeza hacia
abajo. Si asà era como todas las mujeres embarazadas eran, ¿Por qué carajos los
hombres no las mantenĂan embarazadas? Esto era ardiente. Tan ardiente que no
me importarĂa hacerlo mucho tiempo.
—Cógeme, Rush. Realmente duro —Blaire jadeó.
Pá
gin
a1
14
—Nena, sigue diciendo cosas asà y me voy a correr antes de que tú quieras
que lo haga.
Ella sonriĂł maliciosamente hacia mĂ. —Te tendrĂ© duro otra vez. Lo prometo.
Ahora, hazlo duro. En mis sueños, tĂş me cubrĂas y me cogĂas hasta que me
encontraba gritando y arañando en la cama, rogándote para que nunca pararas.
Justo antes de que me viniera, me desperté.
No solo habĂa estado teniendo sueños sexuales sobre mĂ, sino sueños sucios
sobre mĂ. Me tirĂ© fuera de ella y la volteĂ© sobre su estĂłmago, luego alce sus caderas
al aire —¿Quieres coger, dulce Blair? Yo hare a mi chica sentirse mejor —Susurré
mientras corrĂa mis manos gentilmente sobre su trasero desnudo. Ella comenzĂł a
retorcerse y nalgueé su coño, haciéndola boquear con sorpresa—. Si lo quieres
duro nena, entonces te lo voy a dar duro —le prometĂ.
Tomando su cadera, arremetĂ dentro de ella y casi disparo mi carga.
Estaba tan jodidamente apretada. Los desesperados lloriqueos de placer
viniendo de Blaire no estaban ayudando. Recordando que necesitaba hacer que
Blaire se viniera de nuevo era difĂcil cuando mis bolas estaban volviĂ©ndose
apretadas y mi miembro palpitaba.
—Más fuerte —Blaire gimiĂł y lo perdĂ. ComencĂ© a golpear dentro de ella
con la misma salvaje necesidad desenfrenada que la consumĂa. Cuando su ceñido
calor comenzó a apretarme y mi nombre vino rasgando fuera de su boca, cerré los
ojos y me deje llevar.
Pá
gin
a1
15
26 Traducido por Jessy
Corregido por Itxi
Blaire
ush se encontraba de espaldas, tirándome hacia él cuando me vine
en un orgasmo que estaba bastante segura, me habĂa hecho
desmayar. Me acurruquĂ© en sus brazos y suspirĂ© de alivio. HabĂa
hecho muy felices a mis necesitadas partes. Más que felices. Estaba dolorida por
todas partes y me encantaba.
—Creo que puede que me hayas roto. —Ahogó una risa contra mi sien y
colocĂł allĂ un beso.
—Espero que no, porque cuando tenga energĂa para moverme, me gustarĂa
hacerlo de nuevo —le contesté tan dulcemente como pude.
—¿Porque de pronto me estoy sintiendo utilizado? —preguntó.
PellizquĂ© la piel que cubrĂa sus abdominales. —Lo siento si te sientes
utilizado, pero con un cuerpo como el tuyo, ¿qué esperas?
Rush riĂł y me puso de espaldas antes de cubrirme con su cuerpo. Sus ojos
plateados brillaron al mirarme.—¿Eso crees?
Solo asentĂ. TemĂa que dirĂa algo más si hablaba. Como el hecho de que
estaba enamorada de Ă©l.
—Eres tan hermosa —susurró mientras bajaba la cabeza para besar mi
rostro, como si fuera algo para adorar.
No era hermosa. Él lo era, pero no señalĂ© ese dato. Si querĂa pensar que lo
era, entonces lo dejarĂa. Sus manos corrieron bajo mi cuerpo haciĂ©ndolo zumbar de
placer. —¿Despiertas asà cada mañana? —preguntó con un brillo en sus ojos.
PodrĂa mentir, pero habĂa tenido suficiente de eso. —SĂ. A veces en medio
de la noche también.
Rush levanto una ceja. —¿En medio de la noche?
AsentĂ.
R
Pá
gin
a1
16
Extendió la mano y peinó los mechones fuera de mi rostro. —¿Cómo se
supone que te ayude en medio de la noche si no estás conmigo? —su voz sonaba
realmente preocupada.
—No me quieres despertándote cada noche por sexo —le dije.
—Nena, si te despiertas caliente quiero estar listo y disponible —su voz bajó
y deslizo una mano hacia abajo para ahuecarla entre mis piernas—. Esto es mĂo, y
yo cuido de lo que me pertenece.
—Rush —advertĂ.
—¿Si?
—Voy a montarte aquà mismo y exprimir tus sesos si no dejas de decir cosas
como esa.
Rush sonriĂł.
—Eso no es una gran amenaza, dulce Blair.
VolvĂ la cabeza para sonreĂr y el reloj en mi mesita de noche me llamo la
atención. ¡Oh mierda! Empuje a Rush. —Tengo que estar en el trabajo en diez
minutos —le grité a modo de explicación.
Rush se apartó de mà y salté fuera de la cama, sólo para darme cuenta que
me encontraba bastante desnuda, y que Rush estaba tendido en la cama con una
sonrisa, viéndome entrar en pánico.
—Por favor, no me importa. La vista es estupenda desde aquà —dijo con
una sexysonrisa.
Negué con la cabeza y agarré un par de bragas limpias y un sujetador, luego
corrà al baño.
* * *
—Parece que alguien tuvo suerte o ¿esa sonrisa de felicidad es por todas
esas donas que te llevé? —Jimmy arrastré las palabras mientras entraba a la cocina
con un minuto de retraso.
Mi cara se sentĂa como si estuviera en llamas —Me encantan las donas.
Gracias, y lo siento, lo olvide anoche. Fue un uh… dĂa loco —contestĂ©, eligiendo un
delantal, asustada de hacer contacto visual con Ă©l.
—Nena, si acabara de salir de la cama de Rush Finlay estarĂa sonriendo
como loco también. De hecho, estoy terriblemente celoso. Sé que mis donas no
pusieron ese brillo de satisfacciĂłn en tus ojos.
ComencĂ© a reĂr y cogĂ un lápiz y una libreta. —Es bastante asombroso.
Pá
gin
a1
17
—Oh, por favor, dame detalles. Pondré atención a cada palabra —rogó
Jimmy saliendo hacia el comedor junto a mĂ.
—Ve a coquetear con mujeres y deja de fantasear con mi… mi…—¿Qué era
Rush? No era mi novio. Era el padre de mi bebé y eso apenas sonaba justo.
—Es tu hombre. Dilo porque es verdad. El chico adora tu altar.
No respondĂ. No estaba segura de que contestar. Ya habĂa mesas llenas y
tenĂa trabajo que hacer. Woods, Jace y Thad, el rubio con cabello rizado de cuyo
nombre me habĂa enterado hace poco, estaban sentados en una de mis mesas. Fui a
tomar las órdenes de bebidas del señor Lovelady y de su acompañante de hoy.
Siempre tenĂa chicas con Ă©l que parecĂa que podĂan ser sus nietas, pero nunca lo
eran. Según Jimmy, el señor Lovelady era más rico que Dios. A pesar de ello, era
viejo. Lo que era sencillamente asqueroso.
Después de tomar sus órdenes de bebidas me dirigà a la mesa de Woods.
Los tres chicos me sonrieron cuando me acerqué, y Thad me guiñó un ojo. Era el
chico guapo a quien le gustaba coquetear, y todos lo sabĂan. Por lo que ignorarlo
fue fácil. —Buenos dĂas, muchachos. ÂżQuĂ© puedo traerles para beber? —preguntĂ©
mientras colocaba sus vasos de agua en frente a ellos.
—Luces alegre esta mañana. Es bueno verte sonreĂr otra vez —dijo Thad
mientras tomaba su vaso de agua y bebĂa un sorbo.
El sonrojo volviĂł a mis mejillas. PodĂa sentirlo. EchĂ© un vistazo hacia
Woods, quien me observaba con una mirada cĂłmplice. Era lo suficientemente listo
para entenderlo. —Quiero un café —fue la única respuesta de Woods. Estaba muy
agradecida de que no estuviera de humor para tomarme el pelo.
—Bethy no me dejó tocar las donas que Jimmy trajo esta mañana. No me di
cuenta que las donas te ponĂan de tan buen humor —la sonrisa de satisfacciĂłn en el
rostro de Jace dijo que sabĂa exactamente quĂ© habĂa sucedido. ÂżAcaso, ahora todo
el club iba a saber sobre mi vida sexual? ÂżEra asĂ de interesante?
—Sucede que me encantan las donas —respondĂ, estudiando mi libreta en
vez de mirar a cualquiera de ellos.
—Apuesto que lo haces —Jace se rió entre dientes—. Tráeme una Honey
Brown, por favor.
—Siento como que me estoy perdiendo de algo aquà y odio sentirme
excluido —dijo Thad apoyándose en la mesa e inspeccionándome más de cerca.
—Aléjate y pide tu maldita bebida —le espetó Woods.
Pá
gin
a1
18
Thad rodó los ojos y se echó hacia atrás en su asiento. —Todos están tan
sensibles. Quiero una botella de agua mineral.
Lo anotĂ© y luego mirĂ© hacia Woods. —¿Les gustarĂa que les traiga frutas
frescas a la mesa?
Asintió. —Por favor.
Contenta de haber terminado con esos tres, me dirigĂ a la cocina luego de
haber sido detenida por la Sra. Higgenbotham, la cual querĂa una Mimosa para ella
y su hija, quien parecĂa tener unos dieciocho años.
Jimmy estaba cargando su bandeja cuando entré a la cocina. Me miró por
encima de su hombro. —Sé que estoy siendo entrometido pero tengo que
preguntar, ¿quién es la chica que Rush dejo aquà ayer al salir corriendo?
Meg. No sabĂa nada más sobre ella. Solo Meg, una vieja amiga. De hecho
habĂa olvidado que Rush la habĂa dejado aquĂ. —Es una vieja amiga suya. No sĂ©
mucho más.
—Woods la conoce bien también. Fue y habló con ella después de que
ustedes salieran corriendo. Supuse que no era nueva si ambos la conocĂan.
Me recordĂ© a mĂ misma que era parte de su pasado. No tenĂa razĂłn para
sentir celos de ninguna manera. Eran viejos amigos. Solo porque era una de ellos
no significaba que tuviera que sentirme inferior.
Puse las frutas de Woods en mi bandeja y cogĂ las bebidas que todos habĂan
pedido antes de volver a entrar al comedor.
Me concentré en la entrega de bebidas a mis mesas antes de hacer un
barrido mientras caminaba hacia la mesa de Woods. Vi a Woods entrecerrar sus
ojos desde mi dirección hacia una mesa a mi izquierda. Estaba en el área de Jimmy.
Miré hacia atrás para ver si eso era una pista para que ayudara a alguien, cuando
mis ojos se encontraron con los de Rush. Me detuve. Estaba aquĂ. Una sonrisa
comenzĂł a formarse en mis labios cuando mis ojos se movieron para ver a Nan
sentada a su lado, con una mueca de enfado en su rostro. Giré mi atención de
nuevo hacia Woods y decidĂ pretender que no estaban aquĂ.
—AquĂ está su fruta —podĂa oĂr el tono nervioso en mi voz y roguĂ© que los
chicos no se dieran cuenta—. Y aquà están sus bebidas. ¿Todos listos para ordenar
ahora? —pregunté, forzando una sonrisa. Los tres se me quedaron mirando,
haciendo todo aún más incómodo. Era algo que iba a tener que aprender a superar.
Nan era su hermana. EstarĂa en mi vida si Rush lo estaba. Aprender a vivir con
alguien odiándome era una parte de la vida que necesitarĂa saber aceptar.
Pá
gin
a1
19
—Es su hermana. Haces esta cosa con él y tienes que lidiar con ella también
—me dijo Jace como si no lo supiera. No me gustaba sentir como si cada emoción
que tenĂa estuviera a la vista. Siempre habĂa sido una persona reservada. Esto era
demasiado.
Lo ignoré, sacando mi libreta y mirando deliberadamente a Woods. Aclaró
su garganta y ordenĂł. Los otros tambiĂ©n lo hicieron sin más palabras de sabidurĂa.
Pá
gin
a1
20
27 Traducido por Betza18
Corregido por Itxi
Rush
e llamĂ© para preguntarte si podrĂas desayunar conmigo. ÂżPor lo
menos podrĂas darme treinta minutos de tu atenciĂłn? Hace semanas
que no nos hemos visto. Te echo de menos—. Me afectó el dolor en la
voz de Nan. TenĂa razĂłn. La estaba ignorando. Incluso no estaba seguro de lo me
habĂa dicho desde que Blaire entrĂł en el comedor. Estaba tan concentrado en que
no cargara nada pesado y que nadie la estuviera molestando… o coqueteando con
ella, que no me quedaba mucho tiempo en el almuerzo con mi hermana.
—SĂ, lo siento —le dije, viendo la puerta por donde habĂa visto a Blaire
entrar.
—Otra vez cuéntame del torneo de navegación que estabas haciendo con el
chico nuevo… me dijiste que su nombre era Charles.
Nan sonrió cuando le mencioné el nombre del chico y luego asintió. Me
recordó a la pequeña niña que se entusiasmaba hablando de algo que le interesaba.
No como un adulto enojado cuando crecĂa. —SĂ. Es el nieto de los Kellars. Es de
Cape Cod y es un experto en navegaciĂłn. NavegĂł hasta aquĂ durnate el verano.
Como sea, entrĂł a un torneo y quiere llevarme con Ă©l. SĂłlo será por unos dĂas.
EscuchĂ© mientras hablaba de Charles y su velero, pero era muy difĂcil no
mirar alrededor y buscar a Blaire. Necesitaba encontrar un balance entre estas dos
mujeres en mi vida. Primero estaba Blaire, pero amaba a mi hermana y me
necesitaba. Incluso si en el desayuno la escuchaba hablar acerca de su Ăşltima
conquista. No tenĂa con quien hablar. DejĂł de hablar y frunciĂł su ceño por algo
que pasaba detrás de mi hombro.
—Necesita concentrarse en su trabajo y dejar de mirarte. Dios, no sé por qué
Woods no la despide.
Miré hacia atrás para ver a Woods, Jace y Thad sonriendo y bromeando con
Blaire, que se encontraba sonrojada.
T
Pá
gin
a1
21
—No está mirando ahora. Está demasiado ocupada coqueteando con los
chicos. SĂłlo le importa el dinero. Realmente es patĂ©tico. Me gustarĂa que vieras lo
ridĂculo que es su intento. Quiero decir, los estoy viendo y…
—Nan, cállate —gruñĂ. No querĂa escuchar todas las tonterĂas que Nan decĂa
respecto a Blaire, tampoco querĂa ver a los chicos coquetear con ella, y que la
hicieran sonrojar era más de lo que podĂa manejar. Iba a asegurarme de cada uno
de esos hijos de puta comprendieran que era mĂa.
—¿Vas a dejarme por ella? Está coqueteando con ellos, Rush. No puedo
creer que simplemente te levantarás durante el desayuno para ir con el público que
tiene esa puta barata. —El ataque de celos que habĂa tenido inmediatamente me
habĂa distraĂdo y me habĂa olvidado de mi hermana. Una neblina roja se apoderĂł
de mĂ, y me girĂ© hacia ella.
—¿Qué demonios acabas de decir? —le pregunté susurrando y
levantándome sobre ella. AbriĂł la boca para hablar, pero sabĂa que si decĂa algo
malo de Blaire iba a perder el control.
—No lo hagas. Si es que quieres salir de aquà con un poco de dignidad. Si
alguna vez vuelves a decir algo malo acerca de Blaire ya no voy a volver a verte.
Maldita sea, Âżlo entiendes?
Los ojos de Nan se abrieron. Nunca le habĂa hablado de esa manera. Pero
esta vez habĂa llegado demasiado lejos. Se levantĂł de un salto y tirĂł su servilleta a
la mesa.
—No puedo creerlo. Soy tu hermana. Ella sólo… ella sólo…
—Es la mujer de la que estoy enamorado. Necesitas recordarlo —dije
terminando su oraciĂłn.
Los ojos de Nan destellaron odio mientras se daba la vuelta y salĂa del club.
No me importaba. Necesitaba que se fuera antes de que dijera alguna otra
estupidez. No querĂa hacerle daño. La amaba, pero odiaba cada una de las palabras
que salĂan de su boca. Una mano me tocĂł el brazo y me sacudiĂł, antes de que lo
hiciera, sabĂa que era Blaire. Sus ojos azules estaban llenos de preocupaciĂłn. Esto
era a lo que tenĂa miedo. El odio de Nan hacia ella. No podĂa culparla, pero no
podĂa vivir sin Blaire. Pero en este momento necesitaba estar solo.
—Lo siento —le dije susurrando, luego aparté mi mano para sacar el dinero
y ponerlo en la mesa antes de salir a perseguir a Nan fuera del comedor.
PasĂ© las siguientes tres horas en el gimnasio. Mi cuerpo estaba fĂsicamente
listo para golpear a quien sea para el momento en que lleguĂ© allĂ. Pero ahora mi ira
se habĂa desvanecido. En este momento sĂłlo querĂa ver a Blaire. Su turno ya habĂa
Pá
gin
a1
22
terminado y querĂa abrazarla. Se merecĂa una disculpa. Nunca debĂ haber
permitido que Nan escogiese el club para desayunar. Me habĂa pedido que me
encontrara con ella en el club, asĂ que fui. Incluso me habĂa asegurado que
estarĂamos en la secciĂłn de Jimmy. No habĂa querido incomodar a Blaire. Pero de
todos modos habĂa fracasado. Esta es la Ăşltima vez que le permitĂa a Nan acercarse
a ella. No lo hará y Blaire no se lo merece.
Toqué la puerta y esperé. Nadie vino. Metà la mano en mi bolsillo y saqué
mi telĂ©fono sĂłlo para recordar que Blaire no tenĂa celular. Maldita sea. Iba a coger
el teléfono de mi casa e iba a obligarla a tomarlo de nuevo. ¿Y si estaba herida? ¿Y
si se habĂa ido de aquĂ y no pensaba regresar?
—SaliĂł con Jimmy —dijo Bethy detrás de mĂ. Me di la vuelta para ver a
Bethy caminando desde el campo de golf—. Me la encontré después de que
terminĂł su turno y me dijo que ella y Jimmy tenĂan una cita caliente.
—¿Por quĂ© no me lo dijo? —Porque no sabĂa en dĂłnde encontrarme, eso si
es que me hubiera querido decir. HabĂa huido de ella—. ÂżA quĂ© hora llegará? —le
pregunté cuando Bethy se puso delante de mà y abrió la puerta.
—No lo sé. Estaba enojada. ¿Sabes algo de eso? —preguntó Bethy con voz
agria, mientras empujaba la puerta.
No le preguntĂ© si podĂa entrar, sĂłlo seguĂ adentro. —Nan y yo fuimos a
desayunar hoy al club. Y no nos fue muy bien.
Bethy arrugó la nariz con disgusto. —¿Eso crees? ¿Para qué? No puedo
imaginar a la perra de tu hermana haciendo algo para disgustar a Blaire —Bethy
arrojó su bolso y murmuró una maldición—. No necesita que la estresen, lo sabes
muy bien. Está embarazada y está decidida a permanecer de pie la mayorĂa del
tiempo y a llevar bandejas todo el dĂa. TĂş estás añadiendo más drama familiar, y
no necesita eso. La prĂłxima vez que quieras tener una reuniĂłn familiar con la
malvada bruja, asegĂşrate de que sea en otro sitio.
TenĂa razĂłn. No deberĂa haber dejado que Blaire viera a Nan. Nunca debĂ
haber creĂdo en la amabilidad de Nan. O por lo menos en que se hubiera querido
comportar. Esto fue mi culpa y necesitaba encontrar a Blaire.
—¿En dónde está? —le pregunté
Bethy se dejó caer en el sofá. —Consiguiendo un descanso de esta vida de
mierda en la que ha vivido Ăşltimamente —si Bethy querĂa hacerme daño, estaba
haciendo un excelente trabajo. Estaba dispuesto a rogarle cuando la puerta se
abriĂł.
Pá
gin
a1
23
—Siento llegar tarde. Fuimos a… —se detuvo cuando sus ojos se
encontraron con los mĂos—. Hola.
—Hola —le dije acercándome para quedar enfrente de ella, pero con miedo
a tocarla—. De verdad lo siento. Por favor vamos a tu cuarto y déjame explicártelo
—hizo el primer movimiento y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.
—Está bien, no estoy molesta —me iba a consolar. Otra vez. Esto es lo que
siempre hace: preocuparse por lo demás.
—No, no lo está —le respondà y tomé su mano para llevarla a su cuarto.
Lejos de Bethy que en estos momentos no era mi mayor fan.
—Ve y deja que se arrastre. Lo necesita. Mierda. Necesito que lo haga —dijo
Bethy desde el sofá, tomando el control remoto de la televisión.
Pá
gin
a1
24
28 Traducido por noenatale
Corregido por CrisCras
Blaire
ush continuó empujándome dentro de mi habitación hasta que la
puerta estaba cerrada detrás de nosotros y él estuvo sentado sobre
mi cama conmigo en su regazo. HabĂa estado molesta antes, pero
ahora estaba bien. Él habĂa estado en una horrible situaciĂłn y Nan se habĂa
alterado. Estaba segura de que Woods se encontraba abstante contento con que no
hubiera habido una gran escena conmigo involucrada.
—Rush, te prometo que todo está bien. Estoy bien —le aseguré, ahuecando
su rostro en mis manos. Lidiar con Nan y su odio era parte del trato. Lo sabĂa e iba
a tener que vivir con eso si querĂa a Rush en mi vida.
NegĂł con la cabeza. —Nada sobre hoy estuvo bien. Nunca deberĂa haber
accedido a almorzar con ella allĂ. SabĂa que no. Nunca deberĂa haber confiado en
que ella se comportarĂa como una persona normal. Lo lamento mucho, bebĂ©. Te
juro que eso nunca volverá a suceder.
CubrĂ su boca con la mĂa y lo empujĂ© hacia atrás en mi cama. —Te lo dije,
está bien. Deja de disculparte —susurré contra sus labios.
Las manos de Rush deslizaron hasta mi camisa y encontraron mi sujetador,
que ahora era dos tallas demasiado pequeño. Los tirantes cortaban mi piel después
de haberlo usado todo el dĂa. Lo desabrochĂł, despuĂ©s pasĂł sus manos sobre la piel
marcada por la presiĂłn del sujetador mal ajustado.
—Necesitas un nuevo sujetador —dijo, rozando sus dedos ida y vuelta
sobre mi espalda, haciéndome temblar de placer.
—Mmmm, si prometes hacer eso todas las noches, estaré bien —le aseguré
inclinándome para besarlo otra vez.
Se retiró. —¿Por qué no me dijiste? —preguntó con una voz dolorida.
R
Pá
gin
a1
25
¿Decirle qué? Puse mis manos a cada lado de su cabeza y me levanté hasta
que me cernĂa sobre Ă©l. —¿QuĂ© es lo que supone que tenĂa que decirte? —preguntĂ©,
confundida.
Rush deslizĂł sus manos alrededor de mis costados hasta que se deslizaron
bajo mis pechos y olvidĂ© que estábamos teniendo una conversaciĂłn. Eso se sentĂa
tan bien. Gimiendo, empuje mi pecho en sus manos, lista para rogar.
—Tu piel se cortó por ese jodido sujetador, Blaire. ¿Por qué te lo pusiste? Te
hubiera conseguido uno nuevo. Voy a conseguirte uno antes de que vayas a algĂşn
otro lado.
TodavĂa estaba hablando sobre mi sujetador. —Rush, necesito que me
toques ahora. No te preocupes por mi sostén. Sólo, por favor…. —Incliné mi
cabeza y le di pequeños piquitos en su hombro y besé un camino hacia su pecho.
—Tan bien como se siente eso, no puedes distraerme. Quiero saber por qué
no me dijiste que tu maldito sujetador estaba lastimándote. No quiero que te
lastimes.
Levanté la cabeza y lo estudié. Estaba frunciendo el ceño. Esto realmente lo
molestaba. Nunca nadie se preocupĂł por mĂ de esta manera. No estaba
acostumbrada a ello. Mi corazón se hinchó, me incline y me quité la camisa y el
sujetador. —Rush, necesito un nuevo sostén. Este ha quedado demasiado pequeño.
ÂżPodrĂas llevarme a conseguir uno? ÂżPor favor? —bromeĂ© mientras sus manos
subieron y cubrieron mis hinchados senos, haciendo que mis bragas se hicieran
crema, aún más.
—Tetas tan jodidamente perfectas como estas necesitan ser cuidadas. No
puedo soportar la idea de ellas estando doloridas —Me sonrió—, a menos, por
supuesto, que sea yo el que cause el dolor. —Pinchó ambos pezones duro y grité.
—Estas tetas son mĂas, Blaire. Yo cuido lo que es mĂo —susurrĂł antes de
meterse un pezĂłn dentro de su boca.
Solo asentĂ y me mecĂ contra Ă©l. Su erecciĂłn estaba presionando contra mi
hinchado clĂtoris y si me frotaba solo un poco más me iba a venir. Realmente
necesitaba venirme.
—Despacio chica. Déjame quitarte esos shorts primero —dijo repartiendo
besos hacia mi estĂłmago, donde se demorĂł y lo besĂł dulcemente. Sus ojos se
levantaron para mirarme, mientras desabrochaba lentamente mis shorts y
comenzaba a empujarlos para bajarlos por mi cuerpo–. Parece que alguien necesita
algo de atención. Estás toda hinchada y húmeda. Goteando. Joder eso es caliente —
murmurĂł mientras separaba mis piernas y miraba hambrientamente entre ellas.
Pá
gin
a1
26
Se puso entre mis piernas hasta que su boca estaba tan cerca de mi clĂtoris
que podĂa sentir su cálido aliento sobre Ă©l. —Esta noche me voy a quedar aquĂ. No
puedo dormir de noche sabiendo que quizás despiertas asà y me necesites. La idea
me vuelve loco. —Su voz se convirtió en un sonido ronco que siempre me excitaba.
Observé como sacaba su lengua y brillaba la barra de plata antes de que pasara su
lengua a través de mis pliegues, deslizándola luego en mi interior.
Agarré su cabeza y comencé a suplicarle por más, mientras me daba no uno,
sino dos orgasmos antes de que levantara su cabeza y me sonriera maliciosamente.
—Eso es jodidamente adictivo. Nadie deberĂa saber tan dulce, Blaire. Ni siquiera
tĂş.
Se puso de pie y se quitĂł la camiseta y los pantalones. Estaba de vuelta
sobre mĂ antes de que pudiera admirar la vista durante mucho tiempo.
—Quiero que me montes —dijo, besándome otra vez mientras su erección se
deslizaba entre mis piernas.
Lo empujé de vuelta y rodó fácilmente, de forma que pudiera subirme
encima.
Mirarle mientras tomaba mi cuerpo lentamente, me encendĂa más que las
palabras traviesas que siempre me susurraba al oĂdo para hacerme venir.
PodrĂa amar a este hombre y ser feliz con Ă©l el resto de mi vida. SĂłlo
esperaba tener la oportunidad.
El resto de los dĂas fueron como un cuento de hadas. Fui a trabajar, Rush
aparecĂa y me distraĂa con su fantástica presencia; terminábamos en algĂşn lugar en
el que no deberĂamos estar, teniendo sexo salvaje, antes de volver a mi
apartamento o a su casa, y hacer el amor en una cama. La segunda vez siempre era
dulce. La primera vez siempre era intensa y necesitada por parte de ambos. Estaba
bastante segura de que Woods nos habĂa oĂdo el dĂa que habĂamos terminado en el
armario de alquiler desgarrándonos la ropa.
TodavĂa estaba tratando de decidir si esto era por las hormonas del
embarazo o si siempre iba a querer a Rush asĂ. Un toque suyo y estaba
desesperada. Hoy, sin embargo, harĂamos una pausa. Yo iba a trabajar todo el dĂa
en el torneo anual de golf. HabĂa tenido que pelear con ambos, Woods y Rush,
para que me dejaran trabajar hoy. Ninguno de ellos habĂa creĂdo que fuera seguro,
pero por supuesto gané.
Nuestro uniforme de chicas del carrito fue pedido especialmente para hoy.
VestirĂamos todo de blanco, como los golfistas. Nuestros shorts fueron
remplazados con faldas que hacĂan juego con nuestros polos. Excepto, por
Pá
gin
a1
27
supuesto, por Jimmy. Él irĂa en shorts. Era el Ăşnico hombre en los carritos de
bebidas hoy. Aparentemente tambiĂ©n habĂa sido pedido especialmente.
—Hay quince equipos. Blaire, tú tomas los primeros tres equipos. Luego
Bethy, tĂş tienes los tres siguientes. Carmen, tu tomas los tres siguientes. Natalie, tĂş
tomas los tres próximos y Jimmy, tú tomas los tres últimos. Están todas las
mujeres, quienes te han pedido especĂficamente. Este será todo un dĂa de evento,
mantengan a los golfistas felices y no agoten las bebidas. Vuelvan aquĂ a
reabastecerse antes que se queden sin algo. Sus carros han sido pre-stockeados con
las bebidas de elección de los golfistas que seguirán hoy. Cada uno tiene un
walkie-talkie en su carro para contactarme en caso de emergencia. ÂżAlguien tiene
alguna pregunta? —Darla estaba de pie en el pórtico de las oficinas con las manos
en las caderas, mirándonos desde arriba.
—Bien. Ahora tomen sus lugares. Blaire, estarás ocupada de buenas a
primeras. El resto de ustedes tiene que esperar y chequear sus equipos mientras
ellos están a la espera de dar el primer golpe. Si quieren una bebida denles una. Si
quieren comida, consigan un mesero. ÂżLo tienen?
Todos asentimos. Darla nos despidiĂł y volviĂł a las oficinas.
—Odio los torneos. Solo espero que no tenga que lidiar con Nathan Ford. Es
tan malditamente molesto. —Bethy gruñó mientras Ăbamos a tomar nuestros carros
y a asegurarnos de que tenĂamos todo antes de encabezarnos hacia el primer hoyo.
—Quizás conseguirás a Jace —dije, esperando animarla.
Bethy frunciĂł el ceño. —Nop. Ni una oportunidad. La tĂa Darla hizo el
recorrido. Ella no me habrĂa dado a Jace.
Ah. Bien, en ese caso yo tampoco tendrĂa a Rush. Probablemente una buena
cosa. Necesitaba enfocarme en el trabajo. No en como de bien lucĂa Rush en shorts
y polo.
Estacioné el carro en el primer hoyo y fui a encontrar a mi primer grupo.
Eran rostros familiares y eran un grupo más viejo. SerĂan lo suficientemente fáciles
y eran excelentes dando propinas. Después de llevarles a todos botellas de agua,
fui hasta mi siguiente grupo. Sorprendentemente estaba Jace, Tad y Woods. No
habĂa esperado tenerlos en mi grupo. —Hola chicos, Âżno soy una suertuda? —me
burlé.
—Estaba seguro de que tendrĂamos a Bethy. Demonios, mi dĂa solo se está
poniendo mejor —respondió Tad.
—Callate –gruñó Jace y le dio un codazo en el costado.
Pá
gin
a1
28
—No soy tan estúpido como para dejar que Bethy tenga a Jace. Ella
ignorarĂa a todos los demás —explicĂł Woods.
Le dà a los tres una botella de agua. —Estoy feliz de serviros, incluso si no
soy Bethy —dije, sonriéndole a Jace.
—Si no puedo tener a Bethy, tú eres definitivamente mi sub campeón —dijo
Jace con una sonrisa torcida. No pude evitarlo, me gustaba el chico. Se habĂa
probado a si mismo de sobra con sus sentimiento por Bethy.
—Bien. Ahora, todos ustedes háganme sentir orgullosa —animé mientras
me dirigĂa a mi siguiente grupo. Este era mi primer grupo femenino. Las reconocĂ,
pero no estaba segura de quiĂ©nes eran exactamente. CreĂa que la elegante rubia
alta era la esposa del alcalde.
Una vez que tuvieron sus aguas cristalinas con rodajas de lima, me dirigĂ de
nuevo al frente. Era casi la hora de empezar. Miré hacia atrás y busqué a Rush,
pero no lo vi. No estaba segura de en quĂ© equipo se encontraba, pero sabĂa que
estaba jugando. AsumĂ que Grant estarĂa con Ă©l, pero tampoco lo vi.
Pá
gin
a1
29
29 Traducido por LilikaBaez
Corregido por Melky2012
Rush
ba a matar a Grant mientras dormĂa. O tal vez aquĂ en pĂşblico con
testigos. Golpeé mis palos contra el piso y el caddie2 rápidamente los
agarrĂł, lo cual era bueno. Ya comenzaba a prepararme para lanzar algo.
—¿Meg? ÂżEn serio, Grant? ÂżLe preguntaste a Meg? —gruñĂ, mirando más
allá de Grant para ver a Meg registrarse y señalar el camino.
—Necesitábamos tres. Cabreaste a Nan, asà que nos quedamos cortos. Todo
el mundo ya estaba ocupado. Meg querĂa jugar. ÂżCuál es el problema? —Grant
entregĂł su bolsa al caddie y me lanzĂł una mirada molesta.
Blaire era el gran problema. No le habĂa dicho que Meg estarĂa en mi
equipo, porque no lo sabĂa. Es decir, si nos ve puede pensar que estaba tratando de
ocultárselo. Necesitaba encontrarla.
—¿Puedo ofrecerles agua? —preguntó una chica pelirroja cuyo nombre no
podĂa recordar. Supuse que Woods se asegurĂł de no ponerme a Blaire. Eso habrĂa
ayudado. PodrĂa haberle explicado la situaciĂłn y ella podrĂa haber sido capaz de
ver que era completamente inocente.
—SĂ, por favor, Carmen —contestĂł Grant. Le dedicĂł una sonrisa fugaz y ella
le bateĂł las pestañas. Probablemente se habĂa acostado con ella. Si no, lo harĂa esta
noche—. Dale una botella al gruñón también. Tiene que hidratarse a sà mismo —
bromeĂł Grant.
—¿Listos para patear traseros? —preguntó Meg, caminando hacia nosotros.
No, estaba dispuesto a encontrar a Blaire y explicarle esto. Miré por encima
de la chica. —¿Dónde es la alineación de Blaire? —pregunté.
Ella hizo una mueca enfurruñada. —¿No soy lo suficientemente buena?
2 Ayudante de golfista.
I
Pá
gin
a1
30
—SĂ, caramelo, eres perfecta. Él sĂłlo tiene ojos para Blaire. No es nada
personal —explicó Grant, guiñándole un ojo. Ella le sonrió de nuevo.
—Ella tiene el primer grupo. Creo que el señor Kerrington está en ese grupo.
El joven Kerrington. La Sra. Darla dijo algo sobre que el señor Kerrington habĂa
solicitado a Blaire —respondió la chica con una sonrisa de satisfacción.
Woods era un idiota. No lo dudaba.
—Buenos dĂas, Meg. Lo siento, pero tenemos a un malhumorado Rush en
nuestras manos —dijo Grant en forma de saludo a Meg, quien habĂa olvidado se
habĂa unido a nosotros.
—Puedo verlo. Voy a tomar un riesgo aquà y asumir que Blaire es la chica
que persiguiĂł dejándome sola, sin una explicaciĂłn el otro dĂa.
—Si persiguiĂł a una chica, entonces sĂ, era Blaire —contestĂł Grant.
No les hice caso y comencĂ© a caminar hacia la parte delantera de la lĂnea,
cuando vi al primer grupo. El carrito de Blaire también se alejaba al mismo tiempo.
Mierda.
—¿Quieres calmarte? Blaire no es la que se pone celosa. Ese eres tú —Se
quejĂł Grant, luego tomĂł un trago de agua.
—Está bien, ¿es problema que esté jugando con ustedes dos? ¿De eso se
trata? —preguntó Meg, mirándome directamente.
—No quiero molestar a Blaire —respondà y miré hacia atrás en la dirección
que habĂa conducido.
—Oh. Bueno, es sólo golf, no una cita —dijo Meg.
TenĂa razĂłn. Estaba haciendo el ridĂculo. No estábamos en la secundaria y
podĂa jugar al golf con una mujer. Blaire ahora sabĂa que Meg era una vieja amiga
y estábamos con Grant. No era como si estuviéramos sólo nosotros dos. Esto
estarĂa bien.
—Estoy al borde. Lo siento. Tienes razón. No es la gran cosa —estuve de
acuerdo decidĂ relajarme y disfrutar del dĂa. Al menos Blaire ya estaba adelantada.
EstarĂa terminando y entrando pronto. Esa fue probablemente la razĂłn por la que
Woods la habĂa solicitado. AsĂ no estarĂa fuera en el sol tanto como las demás.
En el momento en que habĂa hecho el sexto hoyo me habĂa relajado y estaba
disfrutando. A excepciĂłn de la ocasional preocupaciĂłn por Blaire estando en el
calor, me sentĂa bien. SabĂa que Woods la estaba cuidando y tan molesto como era,
también era un alivio.
Pá
gin
a1
31
—Vamos Grant, hasta el momento Rush es el mejor de los tres, y yo soy la
mejor de los dos. Éste es amigo tuyo. Puedes hacerlo —Meg se burló de él mientras
se establecĂa para poner un par.
Grant le lanzĂł una mirada de advertencia. Embocar no era el punto fuerte
de Grant y no le habĂa tomado mucho tiempo a Meg darse cuenta de eso. Si Ă©l
lograba meterla, serĂa un milagro.
—Creo que necesita un poco de ayuda, Meg. Tal vez podrĂas ir a darle una
lecciĂłn —sugerĂ. La mirada de enojo en el rostro de Grant nos dio risa. MaldiciĂłn,
era demasiado fácil—. Es posible que desees retroceder, Meg. Parece a punto de
estallar. Si su palo sale volando no quieres estar en la lĂnea de fuego.
Meg retrocedió y se detuvo a mi lado. —¿Realmente lanza palos?
—preguntó ella con una sonrisa esperanzada.
—No te emociones demasiado. Si está lo suficiente enojado como para tirar
palos entonces está jodidamente loco.
—No estoy asustada. Tienes los brazos más grandes —dijo Meg lanzando
otra sonrisa hacia Grant. Ella lo estaba aguijoneando.
—¡Él no tiene brazos más grandes! —ladró Grant, poniendo recta su postura
con una mirada defensiva en el rostro.
Meg se acercĂł y me apretĂł el brazo. —Um, sĂ, son bastante impresionantes.
Muéstrame lo que tienes —molestó a Grant un poco más.
Grant tirĂł su camisa y se acercĂł para pararse frente a Meg flexionando sus
mĂşsculos. —Siente eso, nena. Él no tiene nada contra mĂ. No es más que un chico
guapo.
Rodando mis ojos me puse a caminar de regreso al carrito de golf. Grant se
extendió y agarró mi brazo. —No. Este es un concurso que malditamente voy a
ganar. Flexiona tus brazos raquĂticos. Vamos a ver quiĂ©n es más caliente.
No tenĂa ganas de ganar este concurso. —Ganaste. Soy bueno con eso. Él
tiene los brazos más grandes, Meg —dije, sacudiendo los brazos de su agarre.
—No, asà no. No estabas flexionando cuando sentà los tuyos y estoy segura
que eran más grandes —respondió ella con una sonrisa maliciosa. Estaba seguro
de que esto era una mala idea. No creĂa que estuviera coqueteando, pero no estaba
seguro.
—¡Eso es mentira! Flexiona el brazo, Rush. Estoy probando esto. Tengo las
mejores armas.
—SĂ, asĂ es. Está bien —contestĂ©.
Pá
gin
a1
32
—Flexiónalos ahora, lo digo en serio —exigió Grant. Ahora me encontraba
en un concurso de mear. Uno, que con mucho gusto estaba dispuesto a dejarle
ganar. Estaba listo para pasar al siguiente hoyo.
—Bien —estuve de acuerdo—. Si esto te hace pasar la pelota para que
podamos pasar al siguiente hoyo, voy a flexionar mi brazo.
Grant sonriĂł y extendiĂł el brazo otra vez para que ella los sintiera. Ella
estaba esperándome. FlexionĂ© y la dejĂ© que sintiera. Esto era ridĂculo.
—Lo siento Grant, él gana esto —dijo Meg apretando mis brazos un poco
demasiado tiempo. Dejé caer mi brazo y me dirigà al carrito.
—Mete la bola, Grant —grité.
—¡No ganaste! Ella te escogió porque se siente leal a ti ya que fue tu primer
polvo —respondió.
SacudĂ la cabeza hacia alrededor para ver si alguien lo habĂa oĂdo. Por
suerte, parecĂa que nadie lo habĂa hecho.
Pá
gin
a1
33
30 Traducido por Nina_ Ariella
Corregido por val_mar
Blaire
e sentĂ© mientras subĂan a su carrito y conducĂan al siguiente hoyo.
Se suponĂa que debĂa conseguir más bebidas. Mi deseo de ver a
Rush se habĂa llevado lo mejor de mĂ y habĂa tomado un pequeño
tour hasta encontrarlo. Ahora, deseaba no haberlo hecho. Por primera vez esta
semana me sentĂa enferma del estĂłmago otra vez. No me habĂa dicho que Meg
habĂa sido su primera. Solo habĂa dicho que eran viejos amigos.
Saber qué clase de viejos amigos eran no ayudaba. Era muy consciente de
que Rush tenĂa una cadena de chicas con las que habĂa dormido. Era algo que sabĂa
cuando habĂa ido a su cama la primera vez. Pero verlo con ella. La que habĂa sido
su primera, me resultaba doloroso.
Ella habĂa estado coqueteando con Ă©l, y Ă©l lo habĂa hecho de vuelta.
Intentando impresionarla con sus mĂşsculos. Eran lo suficientemente
impresionantes sin que los flexionara y los mostrara. ÂżPor quĂ© habĂa hecho eso?
ÂżQuerĂa que ella se sintiera atraĂda hacia Ă©l? ÂżTenĂa curiosidad de cĂłmo era ella en
la cama ahora?
Mi estómago se revolvió y obligué a mi carrito a andar y me alejé de los
árboles tras los que me habĂa estado escondiendo. No habĂa pretendido
esconderme. HabĂa tomado un atajo para ver si Rush estaba en este hoyo. Pero
cuando lo habĂa visto sonriĂ©ndole a Meg y luego dejarla tocarlo habĂa parado. No
pude seguir.
Ella era parte de su mundo. Ella cabĂa en su mundo. En lugar de conducir
un carrito de bebidas estaba jugando golf con Ă©l. Él no me podrĂa haber invitado.
Para comenzar no tenĂa ni idea de cĂłmo jugar y luego, por supuesto, yo trabajaba
aquĂ. No podĂa jugar. ÂżQuĂ© estaba haciendo Ă©l conmigo? Su hermana me odiaba.
No podĂa ser parte de su vida. No realmente. Siempre estarĂa mirando desde el
exterior. Odiaba como se sentĂa esto.
M
Pá
gin
a1
34
Estar con Ă©l era asombroso. En la privacidad de su casa o en mi condominio
era fácil pretender que podĂamos ser algo más. Pero, ÂżquĂ© pasa cuando se me note?
¿Cuándo esté muy embarazada y esté conmigo? La gente lo sabrá. ¿Cómo lo
manejará? ¿Puedo esperar que lo haga?
Llené el carrito y dejé que mi mente jugara con todos los escenarios que
podrĂan sucedernos. Ninguno de ellos terminaba felizmente. No pertenecĂa a la
Ă©lite. Era solo yo. La semana anterior me habĂa permitido jugar con la idea de
quedarme. Criar este bebĂ© con Rush. Aunque verlo con Meg habĂa dolido, habĂa
sido el despertar que necesitaba. Nadie vivĂa en un cuento de hadas. Especialmente
yo.
Para el momento en que volvĂ, mi grupo habĂa llegado hasta el Ăşltimo
tramo. Sonreà y servà las bebidas e incluso bromeé con los golfistas. Nadie iba a
saber que estaba molesta. Este era mi trabajo. Iba a ser buena en ello.
No le dirĂa nada a Rush esta noche. No tenĂa sentido. Él no estaba pensando
con claridad. Solo pondrĂa algo de distancia entre nosotros. No podĂa permitirme
creer que él era mi “felices para siempre”. Era m{s lista que eso.
* * *
No habĂa sido capaz de llegar al final del dĂa sin enfermarme. El calor me
habĂa afectado, pero maldita sea si Woods se enteraba. No necesitaba que pensara
que no podĂa hacer mi trabajo. Bethy sostuvo mi cabello mientras vomitaba en el
sanitario detrás de las oficinas. De verdad la amaba.
—Te excediste —regañó mientras levantaba la cabeza de mi última arcada.
No querĂa admitirlo pero probablemente tenĂa razĂłn. TomĂ© la toalla
húmeda que me estaba tendiendo y limpié mi cara antes de sentarme en el suelo y
recostarme contra la pared.
—Lo sĂ©. Pero no le digas a nadie —le pedĂ.
Bethy se sentĂł junto a mĂ. —¿Por quĂ©?
—Porque necesito este trabajo. El dinero es bueno. Si voy a marcharme una
vez que comience a notarse entonces necesito todo el dinero que pueda ahorrar.
No será fácil conseguir trabajo mientras estoy embarazada.
Bethy volviĂł su cabeza y me mirĂł. —¿TodavĂa estás planeando irte? ÂżQuĂ©
hay de Rush?
No querĂa que Bethy se enojara con Ă©l. ReciĂ©n comenzaba a ser amable con
él de nuevo. —Lo vi hoy. Estaba divirtiéndose. Encaja. Está donde pertenece. Yo
estoy donde pertenezco. No encajo en su mundo.
Pá
gin
a1
35
—¿No tiene derecho a opinar en esto? Si tú dices la palabra, él te hará
mudarte a su casa y se encargará de todo. No estarĂas trabajando en este club y
estarĂas a su lado en todas partes. Tienes que saber eso.
No me gustaba la idea de ser una vividora más. Su madre y hermana hacĂan
eso. No querĂa serlo tambiĂ©n. No me importaba su dinero. Solo me importaba Ă©l. —
No soy su responsabilidad.
—Discúlpame si difiero. Cuando te embarazó te convertiste en su máxima
responsabilidad —dijo Bethy con un bufido.
ConocĂa la verdad sobre la noche que habĂamos tenido sexo sin condĂłn. Yo
habĂa ido hacia Ă©l. Lo habĂa atacado. No habĂa sido su culpa. Todas las otras veces
Ă©l fue cuidadoso. No se lo habĂa permitidi esa noche. Fue mi error, no el suyo.
—ConfĂa en mĂ cuando te digo que todo esto es mi culpa. No estuviste la
noche que me embaracĂ©. Yo sĂ.
—No todo puede ser tu culpa. No puedes quedar embarazada sola.
No iba a discutir con ella. —Solo no le digas a nadie que estuve enferma. No
quiero que se preocupen.
—Bien. Aunque no estoy feliz por ello. Haces esto de nuevo y lo diré —
advirtiĂł.
Apoyé mi cabeza sobre su hombro. —Trato —acordé.
Bethy golpeó mi cabeza. —Eres una chica loca.
SĂłlo me reĂ, ya tenĂa razĂłn.
Pá
gin
a1
36
31 Traducido por perpi27
Corregido por Chio
Rush
an pronto como el torneo habĂa terminado, me fui a casa para
ducharme y arreglarme. Ni siquiera perdĂ el tiempo colgando el
trofeo de segundo lugar. AbandonĂ© a Grant y Meg, quienes querĂan
celebrar. No me importa un carajo. SĂłlo participĂ© en el torneo porque habĂa
quedado con Nan y Grant a principios del verano. Lo hacĂamos todos los años. Era
por una buena causa.
Cuando me habĂa detenido por las oficinas donde los carros estaban
estacionados, Darla me dijo que Blaire se habĂa ido con Bethy hacĂa una hora.
Llamé a Bethy, pero no obtuve respuesta. Pensé que el tiempo en que duraba
duchándome y cambiando ya estarĂan de vuelta de donde sea que fueron.
El coche de Bethy se encontraba en el estacionamiento cuando llegué a su
apartamento. Blaire estaba en casa. Gracias a Dios. La habĂa echado de menos
como loco todo el dĂa. LlamĂ© tres veces y esperĂ© con impaciencia a que abriera.
Bethy me dio una sonrisa tensa. No era a quien querĂa ver.
—Hey —dije, dando un paso.
—Ya está dormida. Fue un dĂa largo —dijo Bethy, todavĂa de pie
sosteniendo la puerta abierta, como si quisiera que me fuera en ese momento.
—¿Está bien? —Le pregunté, mirando por el pasillo hasta la puerta cerrada
de su habitaciĂłn.
—Sólo cansada. Déjala dormir —respondió Bethy.
No me iba a ir. PodĂa cerrar la maldita puerta. —No voy a despertarla, pero
tampoco voy a irme. Asà que puedes cerrar la puerta —le dije antes de dirigirme a
la habitaciĂłn de Blaire.
Eran sĂłlo las seis de la tarde. No deberĂa estar dormida tan temprano a
menos que estuviera enferma. La idea de su agitado dĂa hizo que mi corazĂłn se
T
Pá
gin
a1
37
acelerara. DeberĂa haber insistido en que no trabajara hoy. Esto no era seguro para
ella o el bebé.
AbrĂ la puerta lentamente y entrĂ©. Entonces cerrĂ© con llave detrás de mĂ.
Blaire estaba acurrucada en el centro de la enorme cama. ParecĂa perdida allĂ. TenĂa
tendido su cabello largo y rubio sobre las almohadas, y una de sus largas piernas
desnudas se habĂa salido de las sabanas. Me quitĂ© la camisa y luego la arrojĂ© por
encima de la cómoda antes de desabrochar mis vaqueros y quitármelos. Cuando
estuve en mis boxers retirĂ© la sabana y me subĂ detrás de ella. La abracĂ© contra mĂ
y vino con mucho gusto. Un suspiro suave y un poco de saludo entre dientes era el
sonido más adorable que jamás habĂa escuchado. Sonriendo, enterrĂ© mi cara en su
cabello y cerré los ojos.
Este era el Ăşnico lugar en el que alguna vez querĂa estar. DeslicĂ© mi mano y
la puse sobre su estĂłmago plano. La idea de lo que tenĂa en la mano en ese
momento era abismante.
Un rastro suave por mi brazo y después a través de mi pecho trajo una
sonrisa a mi cara cuando abrĂ los ojos. Blaire se dio la vuelta frente a mĂ ahora.
TenĂa los ojos abiertos mientras miraba mi pecho y pasĂł el dedo sobre cada uno de
mis pectorales, luego hacia arriba y al otro lado de mi hombro. LevantĂł los ojos y
una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
—Hola —le susurré.
—Hola.
Ya estaba oscuro afuera, pero no tenĂa ni idea de lo tarde que era. —Te
extrañé hoy.
Su sonrisa se desvaneciĂł y desviĂł su mirada de mĂ. Esa era una extraña
reacción. —Yo también —respondió, sin mirarme.
Extendà la mano y tomé su barbilla para que pudiera volver la mirada hacia
mĂ. —¿QuĂ© está mal?
Forzó una sonrisa. —Nada.
MentĂa. Algo estaba definitivamente mal. —Blaire, dime la verdad. Te ves
molesta. Algo anda mal.
ComenzĂł a alejarse de mĂ, pero la abracĂ©.
—Dime, por favor —Supliqué.
La tensiĂłn en su cuerpo se aliviĂł un poco cuando le dije por favor. TenĂa que
recordar que ella era dĂ©bil cuanto a esa palabra se referĂa.
Pá
gin
a1
38
—Te vi hoy. Te estabas divirtiendo... —Se fue apagando.
¿Era ése el problema? Oh... espera. Vio a Meg. —Esto se trata de Meg. Lo
siento, no sabĂa hasta que lleguĂ© allĂ que Grant le habĂa pedido que remplazara a
Nan. Mi hermana se echó atrás en último momento y Grant le pidió a Meg que
tomara su lugar. Te hubiera dicho antes, si lo hubiera sabido.
La tensión en su cuerpo estaba de vuelta. Mierda. Pensé que lo explicaba.
ÂżEstaba molesta por eso?
—Fue tu primera —La voz de Blaire era tan suave que casi la perdĂ.
Alguien le habĂa dicho. Joder. ÂżQuiĂ©n sabĂa, aparte de Grant? No era como si
compartiera mi historia sexual con la gente. ÂżQuiĂ©n podrĂa haberle dicho? TomĂ© su
cara entre mis manos. —Y tú eres la última.
Sus ojos se suavizaron. Me estaba volviendo bueno en esta cosa de hablar
dulcemente. Antes, no me habĂa preocupado mucho por decir lo correcto a las
mujeres. Era fácil con Blaire. Sólo estaba siendo honesto.
—Yo... —Se detuvo y se retorció en mis brazos—. Tengo que ir al baño —
dijo. Estaba seguro de que no era lo que iba a decir al principio, pero la dejé
levantarse.
Llevaba una camiseta amarilla y un par de bragas de color rosa que sabĂa
que las chicas se referĂan como bĂłxer. A pesar de que ningĂşn hombre que
conociera usara algo asĂ. Sus caderas parecĂan más grandes y la idea de acostarla
sobre la cama y enterrarme en esas caderas me puso duro como una roca. TenĂa
que concentrarme. Estaba molesta por algo y no me estaba diciendo lo que era.
TenĂa que arreglar esto. No querĂa molestarla.
Mi teléfono sonó y estiré la mano para agarrarlo de la mesita de noche. Era
Nan. No era con quien querĂa hablar en este momento. PulsĂ© ignorar. DespuĂ©s de
desviar la llamada, miré la hora. Eran sólo las nueve con diez minutos.
Blaire saliĂł del baño y sonriĂł tĂmidamente. —Estoy un poco hambrienta.
—Entonces, vamos a alimentarte —le dije levantándome y agarrando mis
jeans.
—Tengo que ir a la tienda. Iba a ir antes, pero tenĂa sueño, asĂ que pensĂ© en
tomar una siesta primero.
—Te voy a llevar a cenar y luego iremos de compras por la mañana. No hay
tiendas abiertas a esta hora por aquĂ.
Blaire parecĂa confundida. —No hay ningĂşn restaurante en la ciudad abierto
tampoco.
Pá
gin
a1
39
—El club está abierto hasta las once. Sabes eso. —Tiré de la camisa por
encima de mi cabeza y luego me acerqué a ella. Me estaba estudiando como si no
entendiera.
—¿Qué? —Le pregunté agarrando su cintura y tirando de su cuerpo casi
desnudo contra mĂ.
—La gente te verá conmigo en el club. Personas además de tus amigos —
dijo lentamente, como si lo dejara asentarse.
—¿Y? —Le pregunté.
InclinĂł la cabeza hacia atrás para poder mirarme. —Y trabajo allĂ. Saben que
trabajo allĂ.
TodavĂa no entendĂa lo que estaba diciendo. —No te entiendo.
Blaire dejó escapar un suspiro exasperado. —¿No te importa que los demás
miembros del club te vean cenando con un empleado?
Me quedé helado. ¿Qué? —Blaire —dije lentamente, asegurándome de que
la habĂa oĂdo bien—. ÂżAcabas de preguntarme si me importa si alguien me ve
comer contigo? Por favor, dime que no he entendido bien.
Se encogiĂł de hombros.
DejĂ© caer mis manos de su cintura y me acerquĂ© a la puerta. TenĂa que ser
una broma. ÂżCuándo alguna vez le habĂa hecho creer que me avergonzaba de ella?
La miré de nuevo. Cruzó los brazos sobre su pecho mientras me miraba.
—¿Cuándo alguna vez te he hecho creer que no querĂa ser visto contigo?
Porque si fue asĂ entonces te juro que voy a ir a arreglarlo.
Se encogió de hombros otra vez. —No lo sé. Realmente, nunca hemos ido a
una cita. Quiero decir, fuimos al bar de country ese dĂa, pero en realidad no era
una cita. Tus eventos sociales normalmente no me incluyen a mĂ.
Mi pecho se contrajo. TenĂa razĂłn. Nunca la habĂa llevado a ninguna parte
que no fuera para comprar muebles y un paseo a Sumit y de regreso. Joder. Era un
idiota. —Tienes razón. Apesto. Nunca te he llevado a ningún lugar especial —dije
en voz baja y luego sacudĂ la cabeza. En realidad nunca habĂa tenido una relaciĂłn
antes. Me cogĂa a las chicas y luego las enviaba a casa.
—¿Asà que todo este tiempo pensaste que me avergonzaba de ti? —
preguntĂ©, sabiendo que no querĂa oĂr la respuesta. Iba a doler como un hijo de
puta.
Pá
gin
a1
40
—No exactamente avergonzado. Sólo... sólo pensaba que no encajaba en tu
mundo. Eso lo sé. Sólo porque estoy embarazada de nuestro bebé no significa que
tengas que reclamarme de cualquier modo. Estás siendo de apoyo.
—Blaire. Por favor. Detente ahora. No puedo escuchar nada más —Cerré la
distancia que habĂa puesto entre nosotros—. TĂş eres mi mundo. Quiero que todos
lo sepan. No sé cómo ir a citas, asà que nunca llegué a pensar en llevarte a una.
Pero puedo prometer ahora mismo, voy a estar llevándote a tantas malditas citas
que no va a haber una persona en esta ciudad que no sepa que adoro la tierra que
pisas —prometà extendiendo mi mano y tomando la suya—. Perdóname por ser un
idiota.
Blaire parpadeó para contener las lágrimas y asintió. Me pregunté cuántas
veces iba a meter la pata antes de acertar en esto.
Pá
gin
a1
41
32 Traducido por Nico Robin.
Corregido por Chio
Blaire
l telĂ©fono que Rush habĂa comprado para mi estaba en la barra de la
cocina cuando salĂ de mi habitaciĂłn. Esta era la tercera vez en la
semana que lo dejaba por ahĂ para que yo lo encontrara. Esta vez
tambiĂ©n habĂa una nota.
La recogĂ.
Piensa en el bebé. Es necesario para las emergencias.
Eso fue un golpe bajo. Sonriendo cogà el teléfono y lo puse en mi bolsillo. No
iba a darse por vencido hasta que lo aceptara.
Hoy fue mi segundo chequeo médico. Le dije eso a Rush en nuestra tercera
cita el lunes en la noche. HabĂa estado muy decidido a llevarme a citas toda la
semana. Anoche le habĂa rogado quedarnos en casa y ver una pelĂcula. HabĂa
hecho su punto. Todos en el pueblo nos habĂan visto juntos. Estaba segura de que
todos estaban hartos de vernos juntos a estas alturas. La idea me hizo sonreĂr aĂşn
más.
SaquĂ© el telĂ©fono de mi bolsillo. Me habĂa olvidado de recordarle a Rush de
la consulta de hoy. Ahora tenĂa un telĂ©fono para llamarlo. Su nombre era el
primero en mi lista de contactos FAVORITOS. No me sorprendĂa.
El teléfono sonó tres veces antes de que contestara.
—Oye, te llamo de vuelta —la voz de Rush sonaba molesta.
—Bien, pero… —empecé a decir cuando el amortiguo el teléfono para
hablar con otra persona. ¿Qué estaba pasando?
—¿Estas bien? —espetó.
—Si, estoy bien pero…
—Entonces, te llamo después —me interrumpió antes de que pudiera
terminar, y cortĂł la llamada.
E
Pá
gin
a1
42
Me sentĂ© allĂ y me quedĂ© mirando el telĂ©fono. ÂżQuĂ© habĂa sucedido? Tal vez
deberĂa haber preguntado si estaba bien. Cuando no volviĂł a llamar en los
prĂłximos diez minutos, decidĂ que mejor si vestĂa para mi cita. Seguramente
volverĂa a llamar antes de que fuera hora de irse.
Una hora más tarde y todavĂa no habĂa llamado. DebatĂ entre llamarlo o no.
Tal vez habĂa olvidado de que llamĂ©. Siempre podĂa pedir prestado el coche de
Betty e ir a mi cita. El lunes, cuando le dije, parecĂa emocionado por ir. No podĂa
dejarlo.
Apreté su número de nuevo. Sonó cuatro veces esta vez.
—¿Qué? —la voz de Nan me sorprendió, ¿estaba con Nan?
—Uh, um… —No estaba segura de que decirle. No podĂa contarle lo de mi
cita —¿Esta Rush por ah� —le pregunté nerviosamente.
Nan dejĂł escapar una risita dura. —IncreĂble. Te dijo que llamarĂa de nuevo
¿por qué no le das un poco de espacio para respirar? Rush no te necesita. Esta
visitando a su familia. Mi mamá y mi papá están aquĂ. Nos estamos preparando
para ir a un almuerzo familiar. Cuando esté listo para hablar contigo, lo hará. —
Entonces, me colgĂł.
Me dejé caer sobre la cama. Esta teniendo un almuerzo familiar con su
madre, su hermana y mi papá. ÂżPor eso me colgĂł? No querĂa que supiera que estaba
con ellos. Su comida familiar venĂa antes que el bebĂ© y yo. Esto era lo que esperaba,
pero luego habĂa sido tan dulce y protector. ÂżEstaba siendo necesitada? No era una
persona necesitada, si no que me habĂa convertido en una. ÂżNo? De pie, puse el
telĂ©fono en la cama. No lo querĂa más. La voz odiosa de Nan se estaba burlando de
mĂ cuando dijo que estaba comiendo con su padre. CogĂ mi bolso. Tuve tiempo de
ir a las oficinas y pedir prestado el coche de Bethy.
Al momento que llegué a las oficinas, estaba sudando. Demasiado para
parecer linda en mi cita. No me importĂł. Era el menor de mis problemas. SubĂ las
escaleras y Darla me encontrĂł cuando salĂa por la puerta.
—No trabajas hoy —dijo en cuanto me vio.
—Lo sé. Tengo que pedir prestado el coche de Bethy. Tengo una cita medica
en Destin que… uh… olvidé —Odiaba mentir, pero decirle la verdad era más de lo
que podĂa manejar.
Darla me observĂł un momento y luego metiĂł la mano en el bolsillo de sus
pantalones y sacĂł sus llaves. —LlĂ©vate mi coche. Voy a estar aquĂ todo el dĂa. No lo
necesito.
Pá
gin
a1
43
QuerĂa abrazarla, pero no lo hice. No esta segura de que acostumbrara tener
ese tipo de reacción por una cita médica. —Muchas gracias. Le llenaré el tanque —
le aseguré.
AsintiĂł con la cabeza y me corriĂł. CorrĂ por las escaleras, me metĂ en su
Cadillac y me dirigĂ hacia Destin.
El viaje de ida no fue tan malo, y sĂłlo tuve que esperar quince minutos antes
de que me llamaran a la sala de exámenes. La enfermera era toda sonrisas mientras
sacaba una maquina con una pantalla pequeña.
—Solo tienes diez semanas, para oĂr el latido del bebĂ© vamos a tener que
hacer un ultrasonido. Debemos de escuchar el latido del bebé y ver un pequeño
destello aquà también.
Iba a ver a mi bebĂ© y oĂr el latido de su corazĂłn. Esto era real. Las pocas
veces que me imaginĂ© este momento no lo hice estando sola. HabĂa pensado que
alguien estarĂa conmigo. ÂżY si no encuentran su latido? ÂżQuĂ© pasa si algo va mal? No
querĂa pasar por esto sola.
El médico entró con una sonrisa reconfortante. —Pareces aterrorizada. Este
es un momento feliz. Todos tus signos vitales están bien. No hay necesidad de
estar tan nerviosa —me aseguró—. Ahora recuéstate —hice lo que me dijo y la
enfermera puso mis piernas en los estribos.
—No estás lo suficiente avanzada para hacer esto externamente y ser capaz
de ver u oĂr al bebĂ©. Tenemos que hacer un ultrasonido vaginal que significa que
tenemos que ir por esa vĂa. No duele. Sentirás un poco de presiĂłn por la varita, eso
es todo —explicó la enfermera.
No los veĂa. La idea de Ă©l metiĂ©ndome una varita solo me puso peor. Me
concentré en la pantalla.
—Muy bien, aquà vamos. Sencillo, estate quieta —me instruyó el doctor.
Miré a la pantalla en blanco y negro, esperando pacientemente a algo que pareciera
un bebé.
Un pequeño golpeteo llenĂł la sala y se sentĂa como si mi corazĂłn hubiera
dejado de latir.
—¿Eso es…? —le pregunté, repentinamente incapaz de decir nada más.
—SĂ. Latiendo justo ahĂ. Lindo y fuerte —dijo el doctor.
Me quedĂ© mirando la pantalla y la enfermera señalĂł lo que parecĂa un
pequeño guisante. —Aquà está él o ella. Tamaño perfecto para diez semanas.
Pá
gin
a1
44
No podĂa tragar el nudo en mi garganta. Las lágrimas rodaron por mi cara,
pero no me importaba. Me quedé paralizada mirando el pequeño milagro en la
pantalla, mientras sus latidos llenaban la sala.
—El bebé y tú lo están haciendo excelente —dijo el doctor mientras
lentamente sacaba el instrumento de mi interior y la enfermera me bajaba la bata y
me dio la mano para levantarme el ánimo.
—Un poco de flujo sanguĂneo es perfectamente normal despuĂ©s de este
procedimiento, asà que no te alarmes —dijo el doctor, poniéndose de pie y
acercándose al lavabo para lavarse las manos.
—Sigue tomando estas vitaminas prenatales y ven a verme otra vez en
cuatro semanas.
AsentĂ con la cabeza. SeguĂa impresionada.
—Aquà tienes —dijo la enfermera y me entregó unas pequeñas fotos de mi
ultrasonido.
—¿Son mĂas? —le preguntĂ© mirando las fotos de mi bebĂ©.
—Por supuesto que si —respondió con un tono divertido.
—Gracias —le dije mientras miraba cada una de ellas y miraba al pequeño
chicharito que sabĂa estaba vivo dentro de mĂ.
—De nada —me dio una palmadita en la rodilla—. Puedes vestirte ahora.
Todo se ve muy bien.
AsentĂ con la cabeza y me enjuguĂ© una lágrima que se habĂa escapado y
ahora corrĂa por mi mejilla.
Pá
gin
a1
45
33 Traducido por dana.kirei7
Corregido por Chio
Rush
Dónde está, Bethy? —Demandé, saliendo de la habitación de Blaire
sosteniendo su telĂ©fono celular. Lo habĂa dejado aquĂ.
Bethy me gruñó y azotó la puerta de uno de los gabinetes de la cocina.
—El hecho de que tu penoso trasero no sepa dónde está solo me hace odiarte más.
ÂżQuĂ© demonios estaba mal con ella? HabĂa tenido un dĂa del infierno.
DiciĂ©ndole a mi madre que tendrĂa que conseguirse otra casa y diciĂ©ndole que iba a
pedirle a Blaire que se casara conmigo los habĂa mandado a todos a una rabia
salvaje. Bueno, no a todos. El padre de Blaire se habĂa visto bien con ello. Nan y mi
madre se habĂan vuelto locas. HabĂamos pasado varias horas gritándonos los unos
a los otros y habĂa hecho amenazas que planeaba mantener. Se suponĂa que Nan
iba a irse de vuelta a la escuela el lunes. No iba a estar hasta vacaciones de
invierno3 y estaba seguro de que ella terminarĂa en Vail con amigos entonces. Eso
era lo que hacĂa cada año. Normalmente yo tambiĂ©n, pero no este año.
—He tenido que lidiar con mi madre y hermana por las pasadas cuatro
horas. Correr a Georgianna de la casa e informarles a ella y Nan que planeo pedirle
a Blaire que se case conmigo no es exactamente una batalla sencilla. ¡Asà que
perdĂłname si necesito un poco de ayuda recordando donde esta Blaire!
Bethy golpeĂł la botella de agua en la barra y su gruido molesto se convirtiĂł
más en un ceño de disgusto. Creà que una vez que escuchara que iba a proponerme
a Blaire iba a estar feliz. Aparentemente no.
—Espero que no le hayas comprado un anillo —fue su única respuesta.
Estaba cansado de sus juegos —Dime donde esta —bramé.
Bethy puso ambas manos en la barra y se inclinó hacia delante dándome un
ceño furioso, no sabĂa de lo que era capaz la chica —Vete. Al. Carajo.
3 En el original: Winter Break.
Âż
Pá
gin
a1
46
Joder. ÂżQuĂ© habĂa hecho?
La puerta se abriĂł y Blaire entrĂł caminando sonriendo hasta que sus ojos se
encontraron con los mĂos. Entonces su sonrisa se desvaneciĂł. Estaba molesta
conmigo también. No era bueno.
—Blaire —dije mientras caminaba hacia ella y comenzó a hacerse hacia
atrás.
—No —replicó, sosteniendo en alto ambas manos para detenerme de
acercarme más. Estaba sosteniendo algo. Se veĂa como fotografĂas. ÂżDe quĂ© demonios
tenĂa ella fotografĂas? ÂżAlgo de mi pasado? ÂżEstaba molesta por una chica con la que habĂa
hecho algo una vez?
—¿Eso es lo que creo que es? —Bethy preguntó empujándome para pasarme
y corriendo hacia Blaire.
Blaire asintiĂł y le entregĂł las fotografĂas. Bethy se cubriĂł la boca —Oh Dios
mĂo. ÂżEscuchaste el latido del corazĂłn?
Ante las palabras latido del corazĂłn mi pecho cayĂł como si acabara de ser
rasgado de par en par. La comprensiĂłn llegĂł mi. Hoy era jueves. Era la cita de
Blaire con el doctor. Me habĂa llamado para recordármelo y le colguĂ©.
—Blaire, mierda, nena, lo siento tanto. Yo estaba lidiando con mi…
—Tu familia. Lo sé. Nan me lo dijo cuando llamé de vuelta. No quiero
escuchar tus excusas. Solo quiero que te vayas —su voz era plana. No habĂa
emociĂłn en ella.
RegresĂł su atenciĂłn de vuelta a las fotografĂas y señalĂł algo—: Justo allĂ.
¿Puedes creer que eso está dentro de m�
Bethy volviĂł su ceño de odio de mi a la fotografĂa y una suave sonrisa tocĂł
su rostro. —Es asombroso.
Estaban paradas ahĂ mirando las fotografĂas de mi bebĂ©. Blaire habĂa
escuchado su latido hoy. Sola. Sin mĂ.
—¿Puedo ver? —pregunté, asustado de que me dijera que no o peor, me
ignorara.
En su lugar, tomĂł las fotografĂas de Bethy y me las pasĂł. —Es la cosita
pequeñita que se ve como un chĂcharo. Ese es… nuestro bebĂ© —terminĂł. Se habĂa
visto renuente a llamarlo nuestro bebĂ©. No podĂa culparla.
—¿Su corazón esta bien? Quiero decir, ¿late apropiadamente y todo? —
preguntĂ©, mirando fijamente la fotografĂa en mi mano.
Pá
gin
a1
47
—Si. Dijeron que todo esta perfecto —replicó—. Si quieres puedes quedarte
con esa. Tengo tres. Pero ahora me gustarĂa que te fueras.
No me iba a ir. Bethy haciendo guardia no me iba a detener tampoco. Iba a
decirlo todo delante de Bethy si tenĂa que hacerlo, pero me negaba a dejar este
condominio.
—Mi madre y tu padre se aparecieron sin avisar hoy. Nan se va a la
universidad el lunes. Mamá pensĂł que me irĂa tambiĂ©n asĂ que regresĂł para
mudarse por el resto del año. Le informĂ© que no me irĂa y que necesitaba encontrar
otra casa. También les dije que iba a quedarme hasta que decidieras que nos
mudáramos a cualquier otro lugar. Que tenĂa la intenciĂłn de pedirte que te casaras
conmigo —hice una pausa y miré su rostro pálido. No era la reacción que estaba
esperando—. Eso no salió muy bien. Hubo muchos gritos. Horas de gritos y
amenazas. Cuando me llamaste acababa de anunciarles a los tres que me iba a
casar contigo. Todo el infierno se habĂa desatado. Iba a llamarte de vuelta una vez
que tuviera a mi madre y Abe de vuelta en sus carros y encaminados de vuelta al
pueblo. No querĂa que tuvieras que encararlos tambiĂ©n. Pero mi madre no se va sin
una pelea. Nan empacĂł todo y se fue a la universidad esta tarde. Se niega a
hablarme nunca más —me detuve y tomé aliento—. No puedo decirte cuanto lo
lamento. El hecho de que olvidé la cita de hoy es imperdonable. Tengo que
disculparme contigo. DesearĂa que pudiera dejar de joderlo todo.
—¿No ibas a tener un almuerzo con tu familia? —preguntó.
—¿Mi familia? ¿Qué? ¡No!
La rĂgida postura se relajĂł. —Oh —dijo con un suspiro.
—¿Por quĂ© creĂas que almorzarĂa con ellos? No te dejarĂa colgada para ir a
pasar tiempo con ellos.
—Nan —replicó con una triste sonrisa.
—¿Nan? ÂżCuándo demonios hablaste con Nan? —habĂa estado hablando
con Nan toda la mañana.
—Cuando te llamĂ© de nuevo. Nan respondiĂł y dijo que no tenĂas tiempo
para mĂ porque ibas a comer con tu familia.
Mi mentirosa hermanita mejor se alegraba de que su trasero estuviera
encaminado de vuelta a la costa este porque si no irĂa a anillar su cuello si pudiera
poner mis manos en ella.
—¿Te fuiste a esa cita pensando que los habĂa mandado a volar a ti y a
nuestro bebé por ellos? ¡Joder! —Empujé a un lado a Bethy y tiré de Blair hacia mis
brazos—. Eres mi familia, Blaire. Tú y éste bebé. ¿Me comprendes? Me perdà de
Pá
gin
a1
48
algo hoy de lo cual nunca me perdonarĂ© a mĂ mismo. QuerĂa estar allĂ y escuchar el
latido de su corazĂłn. QuerĂa sostener tu mano cuando lo vieras por primera vez.
Blaire inclinó su cabeza atrás y sonrió hacia mi —Sabes que puede ser una
niña.
—Seh, lo sé.
—Entonces deja de llamar a nuestro bebé un Él —replicó.
SeguirĂa llamando al bebĂ© un Ă©l. Sonriendo, besĂ© su frente. —Podemos ir a
tu habitaciĂłn y me cuentas de la cita. Quiero saberlo todo.
Asintió y miro hacia Bethy. —¿Vas a seguir frunciéndole el ceño o vas a
perdonarlo?
Bethy se encogió de hombros. —No estoy segura aún.
Pá
gin
a1
49
34 Traducido por ♥...Luisa...♥
Corregido por Chio
Blaire
a escuela habĂa comenzado. Los turistas y los visitantes del verano se
habĂan ido a casa. El club tenĂa mucho menos tráfico y debido a esto
las propinas también decayeron. Lo más importante era que Rush no
habĂa mencionado lo del matrimonio de nuevo desde la noche en el apartamento,
cuando me habĂa contado que era lo que habĂa dicho a su madre, su hermana y mi
padre. Ni siquiera los mencionĂł de nuevo. A veces me preguntaba si habĂa
cambiado de opiniĂłn o si me lo habĂa imaginado.
Si no fuera por Bethy preguntándome cada semana si Rush habĂa sacado el
tema a colisiĂłn, volverĂa a pensar que habĂa sido un invento de mi imaginaciĂłn.
Cada vez que le decĂa que no lo habĂa hecho, se ponĂa más y más agitada. Por no
hablar de que mi corazĂłn dolĂa un poco más. TenĂa miedo de que lo hubiese
pensado y decidido que era un error. Antes de que lo hubiese mencionado esa
noche ni siquiera me habĂa dejado creer que querrĂa casarse conmigo. PensĂ© que
criarĂa al bebĂ© desde dos casas diferentes. Si mis pensamientos volaban hacia el
futuro, los bloqueaba. No era algo que querĂa esperar.
Mis horas se estaban reduciendo debido a la cada vez más lenta temporada,
y me preguntaba si necesitarĂa conseguir un segundo trabajo. No habĂa mucho
para elegir por aquĂ. Y tambiĂ©n era muy probable que Rush no se lo tomara bien.
Cuando entrĂ© en mi habitaciĂłn habĂa dos cosas que me llamaron la atenciĂłn.
HabĂa pĂ©talos de rosa sobre la cama y en el centro de ellas habĂa un sobre con mi
nombre escrito claramente en la parte delantera. Lo cogĂ y lo abrĂ. El papel se sentĂa
caro y tenĂa un Finlay en relieve sobre la parte superior.
Encuéntrame en la playa.
Con amor
Rush
L
Pá
gin
a1
50
Su letra anormalmente perfecta me hizo sonreĂr. Fui a mi armario y saquĂ©
un vestido blanco que tenĂa dos rayas negras a lo largo del dobladillo. Si habĂa
planeado algo romántico en la playa no iba a usar mi ropa de trabajo.
Después de cepillar mi pelo y retocar mi maquillaje me dirigà hacia las
puertas francesas que daban al abismo y me dirigĂ a la playa. Rush estaba vestido
con unos pantalones cortos color caqui y una camisa de botones. Me alegrĂł
haberme cambiado. Estaba de espaldas a mĂ y tenĂa las manos en los bolsillos
mientras miraba el mar. QuerĂa detenerme y admirarlo mientras observaba el
agua, pero tambiĂ©n estaba ansiosa por verlo. Se habĂa ido cuando me despertĂ© esta
mañana.
Bajé por el camino hacia la arena. Estaba extrañamente desierta excepto por
nosotros dos. A pesar de que las multitudes se redujeron, aún estábamos a treinta
y un grados, y era soleado fuera. Al mirar hacia abajo me di cuenta de algo en la
arena. Alguien habĂa escrito en ella. HabĂa un palo acostado a un lado.
Me detuve y leà en voz alta —Blaire Wynn, ¿quieres casarte conmigo? —
Mientras las palabras me calaban, Rush caminó a través de ellas, y se arrodilló
sobre una rodilla delante de mĂ.
Una pequeña caja apareció en su mano y la abrió lentamente, mostrando un
anillo de diamante que capturaba los rayos del sol. ParecĂa que cobraba vida, ya
que brillaba. Estaba sucediendo. ÂżQuerĂa esto? SĂ. ÂżConfiaba en Ă©l?... SĂ.
ÂżEstaba Ă©l preparado? No estaba segura. No querĂa que esto fuera algo que
hacĂa porque se sentĂa presionado. SerĂa fácil llegar abajo y poner el anillo en mi
dedo. Pero Âżera lo que Rush realmente querĂa?
—No tienes que hacer esto —me obligué a decir con la mirada fija en él. No
habĂa hablado con su hermana o su madre en las Ăşltimas semanas. Por mucho que
me disgustaran... no las odiaba y no querĂa ser lo que se interpusiera entre Ă©l y su
familia.
Rush negó con la cabeza. —No, no tengo que hacer nada. Pero quiero pasar
el resto de mi vida contigo. Nadie más que tú.
Sus palabras eran las adecuadas. TodavĂa sentĂa como que algo andaba mal.
No podĂa realmente querer esto. Era joven, rico y hermoso. No tenĂa nada que
ofrecerle. Lo atarĂa. CambiarĂa su mundo. —No puedo hacer esto. No puedo
arruinar tu futuro. Puedes ir a hacer cualquier cosa. Te prometĂ que dejarĂa que
formaras parte de la vida de nuestro bebé. Eso no va a cambiar cuando sientas que
estás listo para irte. Siempre te dejaré.
Pá
gin
a1
51
—No digas una palabra más. Lo juro Blaire, estoy a segundos de tirar tu
culo en ese ocĂ©ano. —Se levantĂł y su mirada firme sostuvo la mĂa—. NingĂşn
hombre ha amado a una mujer tanto como yo te amo. Nada vendrá antes que tú.
No sé qué más tengo que hacer para demostrarte que no te fallaré de nuevo. No
voy a hacerte daño. No tienes que estar sola nunca más. Te necesito.
Tal vez esto no estaba bien y tal vez estaba cometiendo un error, pero sus
palabras tiraron de los rincones de mi corazĂłn que de alguna manera no habĂa
logrado tocar hasta ese momento. Tomé la caja de su mano y levanté el anillo libre.
—Es hermoso —le dije. Debido a que lo era. No era demasiado llamativo o
exagerado. Era perfectamente simple.
—Nada menos que eso serĂa digno de tu dedo —respondiĂł y tomĂł el anillo
de mi mano. Luego volviĂł a arrodillarse y sus ojos se encontraron con los mĂos.
—Por favor, Blaire Wynn, ¿quieres ser mi esposa?
QuerĂa esto. A Ă©l.
—Sà —le dije y puso el anillo en mi dedo.
—Gracias a Dios —susurró cuando se puso de pie de nuevo y capturó mi
boca en un beso hambriento. Esto era real y tal vez no serĂa para siempre, pero era
mĂo por ahora. Me gustarĂa encontrar una manera de dejarlo ir si querĂa. Pero lo
amaba. Eso nunca iba a cambiar.
—Múdate conmigo —rogó.
—No puedo. Tengo que pagar mi mitad del arrendamiento —le recordé.
—He pagado el contrato de arrendamiento en su totalidad durante un año.
Cada centavo que has dado, Woods lo ha metido en una cuenta de ahorros con tu
nombre en Ă©l. Lo mismo para Bethy. Ahora, por favor, vive conmigo.
Quise enojarme, pero ahora mismo no podĂa. ApretĂ© otro beso en sus labios
y asentĂ.
—Y por favor, deja de trabajar —agregó.
—No —le contestĂ©. No harĂa eso.
—Eres mi prometida ahora. Vas a ser mi esposa. ¿Por qué quieres trabajar
en un club de campo? ¿No quieres hacer algo más? ¿Qué pasa con la universidad?
ÂżQuieres hacerlo? ÂżExiste algĂşn tĂtulo que quieras? No estoy tratando de quitarte
tus opciones, quiero darte más.
Pá
gin
a1
52
Iba a ser su esposa. Esas palabras se hundieron en mĂ mientras lo miraba a
los ojos. No tenĂa que renunciar a la universidad como habĂa hecho con la
secundaria. PodrĂa obtener un tĂtulo y tener una profesiĂłn.
—Quiero eso. Es sólo que... déjame acostumbrarme. Es mucho, demasiado
rápido —le dije, envolviendo mis brazos a su alrededor.
Pá
gin
a1
53
35 Traducido por Akires
Corregido por Verito
Rush
laire se encontraba decidida a elaborar un aviso de dos semanas con
Woods. No iba a discutir con ella. Ya habĂa accedido a todo lo que le
pedĂ. Y no estaba dispuesto a empujar mi suerte. Me sentĂ© a la mesa
con mi ordenador portátil y una taza de café esperando a que ella terminara su
turno.
Woods habĂa dejado de hablar conmigo durante unos minutos, pero aparte
de eso habĂa sido una tarde tranquila. Casi todo el mundo se habĂa ido de la
ciudad. Jace estaba dando vueltas por Bethy pero no estaba seguro de que lo fuera
hacer por mucho tiempo más. HabĂa visto la mirada inquieta de sus ojos, el otro
dĂa cuando habĂamos jugado una ronda de golf. No estaba acostumbrado a estar
en esta ciudad más de un verano.
—¿Este asiento está ocupado? —Miré hacia arriba para ver a Meg ocupar el
asiento frente a mĂ. No la habĂa visto mucho desde el torneo de golf. MirĂ© hacia
atrás para ver a Blaire recargar el agua de alguien, pero sus ojos estaban sobre mĂ.
—SĂ, lo está —contestĂ© sin mirar a Meg.
—Sé que estás comprometido con la rubia. Todo el mundo lo sabe. No estoy
aquà para joderte —respondió ella.
Blaire me sonriĂł y luego se volviĂł para caminar de regreso a la cocina.
Mierda. ¿Qué significaba esa sonrisa?
—Tiene un gran maldito diamante en su mano. No tiene nada de qué
preocuparse y ella lo sabe. Cálmate, amigo. Estás volviéndote loco por nada.
Enfoqué mi atención en Meg. —Ella sabe que tú fuiste mi primera. Le
molesta.
Meg se rió entre dientes. —Puedo asegurar que los recuerdos que tengo de
nuestra experiencia y de la realidad que ella está viviendo son completamente
diferentes. Tuve el virgen cachondo. Ella tiene el profesional experimentado.
B
Pá
gin
a1
54
MirĂ© hacia atrás para ver si Blaire estaba de vuelta aquĂ. No querĂa que
escuchara esto. —Sólo tienes que sentarte en otro lugar. Está bastante emocional en
estos momentos. No quiero molestarla.
Nadie sabĂa que estaba embarazada todavĂa. HabĂa estado dejando que
Blaire decidiera cuándo decirle a la gente.
—Ella no está hecha de porcelana. No se romperá. ¿Sabe que la tratas como
a una maldita muñeca?
—SĂ, lo sĂ©. Estamos trabajando en eso —dijo Blaire mientras se acercaba a
nuestra mesa y me sirvió más café en mi taza—. No creo que hayamos sido
oficialmente presentadas. Soy Blaire Wynn.
Meg dio un rápido vistazo asustado hacia mà y luego se volvió a Blaire. —
Meg Carter.
—Es un placer conocerte al fin, Meg. ¿Puedo ofrecerle algo de beber?
Esto no era lo que yo habĂa estado esperando. No es que no me gustara,
porque lo hacĂa. Significaba que estaba haciendo que se sintiera más segura
conmigo.
—¿Si pido una coca-cola light él va a tomar un oscilación en m� —se
preguntĂł Meg.
Blaire se rió y negó con la cabeza. —No. Va a ser un buen chico. Te lo
prometo. —Entonces ella me miró—. ¿Tienes hambre?
—Estoy bien —le aseguré.
Ella asintiĂł con la cabeza y se dirigiĂł a la cocina.
—Yo podrĂa estar un poco enamorada de ella. Es ardiente. Pero entonces, si
alguien te va a atar a ti tendrĂa que ser un paquete completo.
Sonriendo tomé un sorbo de mi café. Luego volvió a mirar a la puerta
esperando a Blaire que caminara de regreso. No podĂa esperar a llegar a casa para
tener su pequeño y sexy culo.
* * *
Blaire se mantuvo inclinada sobre el asiento presionando besos en mi cuello
y mordisqueando mi oĂdo. Fue realmente muy duro para mĂ mantener la
concentraciĂłn al conducir de vuelta a casa.
—Estoy a punto de parar y coger a mi caliente novia si no se detiene —le
advertĂ pellizcando su labio inferior cuando me besĂł muy cerca de la boca.
Pá
gin
a1
55
—Eso suena más como una promesa que una amenaza —bromeó ella,
deslizando su mano entre mis piernas y ahuecando mi erecciĂłn.
—Mierda nena, me estás volviendo loco —gruñĂ, apretándolo en su mano.
—¿Si lo chupo te puedes concentrar lo suficiente para conducir? —preguntó
ella mientras empezaba a desabotonar mis pantalones vaqueros.
—Lo más que probable es que nos estrellemos contra una palmera, pero me
importa una mierda en estos momento —le contesté mientras su mano se deslizó
por la parte delantera de mi ropa interior.
Por suerte, no tendrĂamos que averiguarlo. EntrĂ© en la calzada y frenĂ©el
coche en el aparcamiento justo cuando Blaire llegĂł a mi pantalĂłn desabrochado. Mi
telĂ©fono se disparĂł por tercera vez. Lo tenĂa en vibrador y en privado para que no
nos molestase por el parpadeo en la pantalla. Mi madre me habĂa llamado más
temprano, mientras yo habĂa estado esperando por Blaire, y no estaba de humor
para contestar. Una vez que se detuvo empezĂł de nuevo. Maldita sea.
Iba a tener que apagarlo o lidiar con ella. Blaire tenĂa mi polla en sus manos,
asĂ que estaba pensando que apagarlo funcionarĂa mejor. Al mirar hacia abajo me
di cuenta de un número de la ciudad a través de mi pantalla, parpadea. El código
de área era familiar, pero no podĂa ubicarlo.
—¿Quién es? —Preguntó Blaire.
—No estoy seguro, pero están determinados.
Blaire dejó de tocarme. —Responde. Me portaré bien durante unos minutos.
ApretĂ© respuesta. TenĂa que deshacerme de ellos y tener a mi chica dentro.
Pero antes de que pudiera saludar a mi madre, empezĂł a hablar y mi mundo fue
arrancado debajo de mis pies.
Pá
gin
a1
56
36 Traducido por Jessy.
Corregido por Nat_Hollbrook
Blaire
a cara de Rush se puso pálida. Cogà su mano, pero no reaccionó. Se
quedĂł allĂ sentado escuchando hablar a la persona en la otra lĂnea.
Cuanto más hablaban más blanco se volvĂa. Mi corazĂłn estaba
acelerado. Algo terrible habĂa pasado. Me quede esperando a que Ă©l dijera algo.
Cualquier cosa. Pero no lo hizo.
—Estoy en camino —dijo con una voz plana antes de dejar caer su teléfono
en su regazo y moviendo su mano de mi agarre para sujetar el volante.
—¿Hay algĂşn problema? —preguntĂ© más asustada ahora de lo que habĂa
estado mientras él estuvo al teléfono.
—Entra a la casa, Blaire. Me tengo que ir. Nan ha tenido un accidente. Algún
maldito velero —Cerró sus ojos fuertemente y masculló una maldición—. Solo
necesito que salgas del auto y vayas adentro. Te llamare cuando pueda pero tengo
que irme, ahora.
—¿Esta herida? ¿No puedo ir contigo?
—¡NO! —rugió, sin dejar de mirar hacia el frente—. No puedes venir
conmigo. ÂżPor quĂ© siquiera preguntarĂas eso? Mi hermana está en la UCI y no
responde. Tengo que ir a verla y necesito que salgas del auto.
Estaba herido y asustado. EntendĂa eso. Pero querĂa estar ahĂ para Ă©l. Lo
amaba y no lo querĂa sufriendo solo. —Rush, por favor dĂ©jame ir contigo…
—¡SAL DEL AUTO! —gritĂł tan fuerte que mis oĂdos escocieron. BusquĂ© a
tientas por el pomo de la puerta y agarré mi bolso.
AcelerĂł el motor y siguiĂł mirando hacia el frente mientras sus nudillos se
volvĂan tan blancos como su rostro, resultado de agarrar el volante tan fuerte.
QuerĂa decir más pero Ă©l estaba tan alterado, que estaba asustada de lo que harĂa.
No querĂa oĂrme hablar ni tampoco querĂa mirarme.
L
Pá
gin
a1
57
No querĂa llorar en frente de Ă©l. Eso no era lo que necesitaba en este
momento. Salà del auto tan rápido como pude. Antes de poder cerrar la puerta por
completo, tirĂł el auto en reversa y dio la vuelta fuera del camino de entrada. Me
quedĂ© allĂ, viendo cĂłmo se alejaba. No podĂa ayudarlo. No era necesaria.
Las lágrimas ahora corrĂan libremente por mi cara. Estaba sufriendo. Mi
corazĂłn se rompiĂł por Ă©l. Una vez que llegará ahĂ y la viera, me llamarĂa. TenĂa
que creer eso. QuerĂa llamarlo y obligarlo a hablarme pero mis oĂdos aĂşn
zumbaban y mi corazĂłn seguĂa herido por sus palabras.
Finalmente giré a mirar atrás en la casa. Era grande, extensa y oscura. Nada
era acogedor en ella sin Rush. No querĂa estar aquĂ sola, pero tampoco tenĂa un
auto para manejar donde Bethy. No deberĂa haberme mudado. HabĂa sido
demasiado pronto. Todo con Rush se movĂa demasiado rápido. Ahora, todo estaba
a punto de ser probado. No estaba segura sĂ estaba lista para esa prueba. AĂşn no.
Llamar a Bethy y decirle que necesitaba un aventĂłn al trabajo y que Rush se
habĂa ido no era algo para lo que estaba preparada esta noche. Ella encontrarĂa
algo malo con esto y me harĂa sentir incluso peor. EntendĂa el miedo de Rush y el
modo en que reaccionĂł y se fue, pero Bethy no lo harĂa. Al menos no creĂa que lo
hiciera. Rush habĂa ganado algunos puntos a su favor cuando puso el anillo en mi
dedo en frente de ella y querĂa mantenerlo de ese modo.
AbrĂ mi bolso para sacar las llaves cuando me di cuenta que no las habĂa
traĂdo. Rush me habĂa llevado al trabajo. No habĂa creĂdo necesitarlas. Mirando
hacia atrás a la oscura casa, estaba casi aliviada de que no tendrĂa que estar allĂ sola
esta noche. El club estaba tan solo a cinco kilĂłmetros de aquĂ. PodĂa caminar.
Entonces el departamento de Bethy estaba a solo un corto paseo desde el club. La
brisa de la tarde habĂa calmado los ánimos y no estaba tan mal. Puse la cartera
sobre mi hombro y comencé a bajar por el sendero de ladrillo pavimentado hacia la
calle.
TomĂł cerca una hora y cincuenta minutos llegar donde Bethy. Su auto no se
encontraba en el estacionamiento. HabĂa una gran posibilidad de que estuviera
quedándose con Jace esta noche. Supongo que deberĂa haber pensado en eso. Me
detuve y mirĂ© a la puerta del departamento. No tenĂa la energĂa para caminar de
vuelta. Mi terquedad de no llamar por un aventón estaba mordiéndome el trasero.
Me agaché y levanté el tapete. Ahà en la alfombra estaba la llave de
repuesto. DebiĂł haberla puesto de nuevo despuĂ©s que me mude. Solamente habĂa
dejado de esconderla allĂ porque yo se lo habĂa pedido. Esta noche vino
extremadamente Ăştil. De todos modos, dudaba que ella fuera a llegar hasta
mañana. No tenĂa que contarle sobre todo esto esta noche.
Pá
gin
a1
58
Llevé la llave adentro conmigo y luego me dirigà de nuevo hacia mi baño a
tomar una ducha. Rush insistiĂł que ella mantuviera la cama que Ă©l habĂa
comprado en el segundo dormitorio en vez de quitarla cuando me mude. Otra cosa
que podĂa agradecer por esta noche.
* * *
Me las arreglĂ© para llegar al trabajo sin que Bethy supiera que habĂa
necesitado pasar la noche en su departamento. No era que pensara que le
importarĂa, pero no estaba preparada para responder sus preguntas o escuchar sus
opiniones.
Después de ponerme un uniforme limpio del cuarto de suministros me
dirigĂ hacia la cocina. Justo antes de llegar a la puerta, Woods saliĂł y apunto su
mirada hacia mĂ.
—Estaba esperándote —dijo y moviĂł su cabeza hacia el pasillo que conducĂa
a su oficina—. Necesitamos hablar.
Lo más probable es que supiera sobre Nan. Estaba segura de que todos en
su cĂrculo ya sabĂan. ÂżIba a preguntarme sobre ella? Realmente esperaba que no lo
hiciera. Admitiendo eso sabĂa que nada me harĂa sonar como si no me preocupara.
¿Rush pensaba que no me preocupaba? ¿Era mi responsabilidad llamarlo? Él era el
herido. Su reacciĂłn la noche anterior me habĂa asustado, pero si me necesitaba
tendrĂa que olvidarme de eso.
—¿Has dormido? —preguntĂł Woods mirando atrás hacia mĂ.
AsentĂ. En verdad no habĂa dormido muy bien pero habĂa logrado dormir
un poco. La caminata de cinco kilĂłmetros habĂa ayudado a agotarme a tal punto
que no pude mantener mis ojos abiertos una vez que me acosté.
Wood abrió su puerta y la sostuvo para que yo pudiera entrar. Ingresé y
caminé hasta ubicarme al lado de las sillas frente a su escritorio. Él se paró frente a
Ă©ste y se sentĂł en el borde mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.
Un ceño arrugó su frente mientras me estudiaba. Estaba empezando a
preguntarme si esto era acerca de otra cosa. HabĂa pensado que era sobre Nan,
pero quizás no lo era. ÂżHabĂa hecho algo mal?
—Recibà una llamada de Grant esta mañana. Está en el hospital y está
preocupado por ti. Dijo que Rush apareciĂł en medio de la noche y estaba furioso.
Viendo como por primera vez en su vida Nan y Rush no están en buenos términos
y ahora ella está en ese estado, Rush no se lo está tomando bien. Grant estaba
preocupado en cuanto al modo en que te dejo y se preguntaba si estabas bien.
Pá
gin
a1
59
Mi corazĂłn doliĂł. Odiaba saber que Rush sentĂa tanto dolor y no habĂa nada
que pudiera hacer. No me llamaba y eso solo me hacĂa creer que no querĂa hablar
conmigo. Yo era el motivo de su distanciamiento con Nan. Era el motivo por el
cual Ă©l no habĂa hablado con ella en semanas. Yo era el motivo por el cual Ă©l pasaba
por esto. Lágrimas picaron mis ojos. Por mucho que no quisiera admitirlo, yo era el
motivo de que esto fuera aún más duro para Rush. Si no hubiera causado su pelea
entonces Ă©l no estarĂa viviendo con la culpa en la que sabĂa estaba nadando en
estos momentos.
Esto era porque Rush y yo nunca funcionarĂamos. Pretender que los cuentos
de hadas eran reales habĂa sido increĂble. Pero no habĂa sido real. HabĂamos estado
aguardando hasta el momento que el hecho de que no encajábamos en este mundo
nos desmoronará. Necesitaba a su familia en estos momentos. Yo no era su familia.
Ni siquiera era aceptada por su familia. ÂżCĂłmo encajaba yo en todo esto?
—No… no sé qué hacer —Me ahogué, odiando que Woods fuera a verme
llorar. No querĂa que me viera llorar. No querĂa que nadie me viera.
—Él te ama —dijo Wood suavemente. No estaba segura siquiera si Ă©l creĂa
esas palabras. No ahora. Tal vez Rush habĂa pensado que me amaba pero ÂżCĂłmo
podrĂa seguir amándome? Lo habĂa provocado a volverse en contra de Nan y
ahora Ă©l podrĂa perderla.
—¿En verdad es as� —Era una pregunta que yo necesitaba responder, no
Woods.
—SĂ, nunca lo habĂa visto de la manera que es contigo con alguien más.
Ahora mismo… No obstante, los prĂłximos dĂas o semanas, el tiempo que esto
dure, es probable que no lo parezca. Pero lo hace. No estoy diciéndote esto por
Rush. Él es un imbécil y no le debo nada. Estoy diciéndote esto por ti. Es la verdad
y necesitas oĂrla en este momento.
Sacudà la cabeza. No necesitaba escucharlo. Pensar claramente y decidir qué
era lo mejor para mĂ y mi bebĂ© era lo que necesitaba hacer. ÂżPodĂa traer un bebĂ© a
una familia que podrĂa nunca aceptarlo? ÂżSi yo nunca encajĂ© entonces como lo
harĂa mi bebĂ©?
—No puedo decirte que creer. Pero si necesitas cualquier cosa, estoy aquĂ.
SĂ© que Rush tiene un garaje lleno de autos pero si no puedes manejar uno entonces
puedo llevarte al médico o a la tienda. Solo llámame si me necesitas.
Mi prĂłxima cita con el medico era en 5 dĂas. ÂżCĂłmo iba a lograr entrar a la
casa? Y Ă©l nunca me habĂa mostrado donde estaban las llaves de su auto o dado
permiso para manejarlos.
Pá
gin
a1
60
—Me quede fuera de la casa. Él pensĂł que tenĂa mi llave cuando se fue —Le
dije.
—¿Dónde te quedaste anoche? —Me preguntó bajando sus manos de su
pecho y poniĂ©ndose de pie. ParecĂa enfadado. No tenĂa intenciĂłn de hacerlo enojar.
Solamente estaba exponiendo que tenĂa un problema. Todas mis ropas estaban en
la casa de Rush.
—Donde Bethy.
—¿Cómo llegaste ah�
—Caminé.
—¡Mierda! Blaire, eso son al menos cinco kilómetros. Estaba oscuro anoche
cuando Rush te dejo. Tienes un teléfono ahora, úsalo —Estaba gritando.
—QuerĂa caminar. Necesitaba caminar. No me grites —LevantĂ© la voz y le
di una mirada enojada.
La tensión en los hombros de Woods se fue y suspiró. —Lo siento. No
deberĂa haberte hablado de ese modo. Es que estas tan jodidamente determinada a
ser independiente. Déjame explicarme. Llámame si alguna vez necesitas un
aventĂłn. Me gusta pensar que somos amigos. Ayudo a mis amigos.
Necesitaba amigos. —También me gusta pensar que somos amigos —
contesté.
Él asintió —Bien, pero como tu jefe no te voy a dejar trabajar hoy. Te quiero
en la casa de Rush dentro de una hora. Te llevarĂ© allĂ.
Antes de que pudiera preguntarle cĂłmo, ya tenĂa su telĂ©fono en su oreja.
—La tengo en mi oficina. No puede entrar a la casa —Hizo una pausa.
—No, mierda. Camino hasta el departamento de Bethy anoche. Voy a
llevarla allĂ si puedes conseguir que la empleada de la limpieza vaya a abrir el
lugar —Hizo una pausa otra vez.
—No hay problema. Feliz de ayudar. Mantenme informado. Estoy
pensando en todos —Colgó y me miró—. Grant mandará a la empleada a abrir la
casa. Ve a buscar algo para comer de la cocina y luego podemos dirigirnos hacia
allá. Dijo que le darĂa cerca de veinte minutos.
No tenĂa hambre pero asentĂ. —Está bien—EmprendĂ camino hacia la
puerta, entonces paré y me giré para volver a mirarlo—. Gracias.
Woods hizo un guiño. —Es un placer.
Pá
gin
a1
61
37 Traducido por Majo_Smile ♥
Corregido por Violet~
Rush
o habĂa sido capaz de cerrar los ojos. Me sentĂ© en el sillĂłn de cuero
junto a la cama del hospital y miré fijamente a mi hermana menor.
Ella aĂşn no habĂa abierto los ojos. Los monitores parpadearon y
emitieron un pitido diciéndome que estaba viva. Su forma sigue sobre la cama con
una gasa envuelta alrededor de la cabeza y las agujas en sus brazos lo hacĂan sentir
como si se hubiera ido. Las Ăşltimas palabras que le habĂa dicho habĂan sido duras.
ParecĂan crueles ahora. SĂłlo habĂa querido que madurara. Ahora eso nunca podrĂa
suceder.
La rabia que habĂa sentido cuando lleguĂ© habĂa sido arrancada de mĂ
cuando puse los ojos en ella. Sólo viéndola tan rota y desválida me estaba
matando. Yo no podĂa comer ni dormir. SĂłlo necesitaba que abriera los ojos. TenĂa
que decirle que la amaba y que lo sentĂa. Le prometĂ que siempre me tendrĂa. No
importara lo que pasara. Luego habĂa tirado esto en ella. Porque no podĂa aceptar a
Blaire.
Mi estĂłmago se anudĂł pensando en cĂłmo habĂa dejado a Blaire. Sus ojos
habĂan estado abiertos y aterrorizados. Me habĂa alejado dejándola mal tambiĂ©n,
pero estaba asustado. No podĂa llamarla todavĂa. No mientras Nan estuviese asĂ.
Ya habĂa puesto a Blaire antes que a Nan y mira dĂłnde terminĂ©. Esta vez Nan tenĂa
que venir primero. Si ella sabĂa que estaba aquĂ sentado esperando, abrirĂa sus ojos.
SabĂa que lo harĂa.
La puerta se abriĂł y Grant dio un paso dentro. Sus ojos se abrieron al
instante por Nan. El dolor que brillĂł en ellos no me sorprendiĂł. A pesar de que
actuaba como si no le cayera bien, sabĂa que Ă©l se preocupaba por Nan. Ella habĂa
sido la pequeña mocosa necesitada que era imposible de no amar cuando
estábamos creciendo. Esos tipos de vĂnculos son imposibles de romper.
—Acabo de hablar con Woods. Blaire está bien. No pudo entrar a la casa
anoche, pero se quedó dónde Bethy. Llamé a Henrietta y abrió la casa para ella. —
N
Pá
gin
a1
62
hablĂł en voz baja como si fuera a despertar a Nan o la molestara al hablar de
Blaire.
Yo la habĂa dejado sola de pie en la calzada a altas horas de la noche.
Gracias a Dios que tenĂa un telĂ©fono. La idea de ella siendo abandonada en la
oscuridad era más de lo que podĂa manejar en estos momentos.
—¿Está enojada? —Lo que realmente querĂa preguntar era si estaba molesta
conmigo. ÂżCĂłmo podĂa no estar molesta conmigo? La habĂa abandonado despuĂ©s
de gritarle para que se fuera de mi coche. Cuando mamá me habĂa dicho sobre
Nan, algo en mĂ habĂa cambiado y lo habĂa perdido.
—Él me dijo que iba a cuidar de ella... —Grant se fue apagando. Yo sabĂa lo
que estaba pensando. Dejar que Woods cuidara de Blaire era peligroso. Él era rico,
exitoso y su familia no la odiaba. ÂżY si ella se daba cuenta que yo era un
desperdicio de su tiempo?
—Está embarazada —le dije. TenĂa que contárselo a alguien.
—Oh infiernos —murmuró, y se dejó caer en la dura silla de plástico que
estaba recostadaen un rincón de la habitación—. ¿Cuándo te enteraste?
—Me contó poco después de que volviera.
Grant cubriĂł su boca y sacudiĂł la cabeza. No habĂa sido algo que habĂa
esperado oĂr. Pero entonces no sabĂa que estábamos comprometidos tampoco. Él
habĂa dejado Rosemary ya cuando me habĂa comprometido. No le habĂa dicho.
—¿Es por eso que te comprometiste? —En realidad no era una pregunta. Era
más bien un comunicado.
—¿Cómo sabes eso?
Movió los ojos a Nan. —Nan me dijo.
Nan habĂa necesitado ventilarse, estaba seguro. El hecho de que ella hubiese
elegido a Grant para desahogarse era interesante. Normalmente, los dos
apuntaban hacia la garganta del otro. Rara vez pasaban tiempo de calidad juntos.
—Ella no estaba feliz por eso —le dije.
—No, no lo estaba —Concordó.
Miré por encima hacia ella y deseaba que Dios pudiera cambiarme de lugar
con ella en ese momento. Odiaba que me necesitara, y esto era algo que no podĂa
arreglar para ella. HabĂa estado arreglando sus problemas durante toda su vida. Y
ahora, cuando más me necesitaba todo, lo que podĂa hacer era sentarme aquĂ y
mirarla fijamente con impotencia.
Pá
gin
a1
63
—Ella piensa que has perdido la cabeza. Si supiera sobre el bebĂ© pensarĂa
que le preguntaste a Blaire sólo por el bebé.
—No le pregunté por el bebé. Le pregunté porque no puedo vivir sin ella.
SĂłlo necesito que Nan entienda eso. Me he pasado la vida haciendo a Nan feliz.
Tratando de hacer lo imposible por arreglar sus problemas. Yo era su madre y su
padre. Y ahora que he encontrado lo que me hace feliz, ella no lo puede aceptar. —
Sentà que mi garganta se cerraba y sacudà mi cabeza. No iba a llorar—. Yo sólo
querĂa que aceptara que Blaire me hace feliz.
Grant dejĂł escapar un profundo suspiro.
—Creo que con el tiempo lo hará. Nan quiere que seas feliz también. Ella
cree que sabe lo que es mejor para ti. Al igual que tĂş crees que sabes lo que es
mejor para ella. —El tono de su voz cuando dijo la última parte estaba apagado. Él
habĂa querido decir algo más profundo de lo que estaba diciendo. O yo estaba
exhausto y necesitaba tomar una siesta.
—Eso espero —le contesté, y luego recosté mi cabeza contra la silla y cerré
mis ojos—. Necesito una siesta. No puedo seguir con esto. Mi cabeza está confusa.
La silla en la que habĂa estado sentado raspo a travĂ©s del piso mientras se
levantaba. Yo escuché mientras caminaba a través de la habitación de vuelta hacia
la puerta.
—Está pendiente a Blaire por mĂ. Por favor —pedĂ, abriendo mis ojos para
asegurarme de que seguĂa allĂ y me escuchara.
—Lo haré —me aseguró, después salió por la puerta.
* * *
Dos dĂas más tarde y todavĂa no habĂa señales de mejora. Nan no estaba
despertando. Me habĂa levantado para tomar una ducha y cambiarme, porque mi
madre insistiĂł. No podĂa lidiar con ella y preocuparme por Nan. SĂłlo hice lo que
me pidiĂł para que se callara.
Hoy Grant se habĂa sentado aquĂ conmigo la mayor parte del dĂa. No
habĂamos hablado mucho, pero despuĂ©s de haber tenido a alguien más aquĂ,
ayudĂł. Mi madre dijo que no podĂa manejarlo y se quedaba en el hotel la mayorĂa
del tiempo. De vez en cuando Abe intervendrĂa para ver cĂłmo estaba, pero no me
esperaba nada más de Ă©l. Tampoco se preocupaba por la hija que habĂa criado. Al
hombre le faltaba un Ăłrgano vital, un corazĂłn.
—Hablé con Blaire hoy —dijo Grant, rompiendo el silencio. Sólo escuchar su
nombre me hizo doler. La echaba de menos. La querĂa aquĂ, pero sĂłlo podrĂa
Pá
gin
a1
64
alterar a todo el mundo. Necesitaba a Nan mejor. Cuando se despertara no tenĂa
por quĂ© saber que Blaire estuvoaquĂ. SĂłlo la trastornarĂa.
—¿Cómo sonaba? —¿Ella me odia?
—Bien. Supongo. Tal vez triste. Está preocupada por ti y Nan. Pregunta por
Nan antes de preguntar por ti. Ella también... también preguntó si su padre estaba
bien hoy. No sé por qué le importa, pero lo hizo.
Porque Blaire se preocupaba más de lo que deberĂa por todo el mundo. Yo
incluido. Era demasiado buena para mà y yo sólo iba a seguir haciéndole daño. Mi
familia no la aceptarĂa. El padre que la abandonĂł a ella y a su madre se habĂa
casado con mi mamá. Yo habĂa comenzado con esa pelota girando en toda la
maldita foto. Todo lo que siempre harĂa es hacerle daño a largo plazo.
—Tiene cita con el médico hoy. Woods me dijo que él la llevará. No sabe
qué sé del bebé.
Otra cita del médico que me iba a perder. ¿Cuánto tiempo más ella
aguantarĂa esto? Yo le habĂa dicho que ella y nuestro bebĂ© eran lo primero, pero
esta era la segunda vez que mi familia vino antes de su cita con el médico. ¿Y por
qué demonios estaba Woods llevándola?
—¿Por quĂ© Woods, la lleva? Tengo tres vehĂculos en el garaje.
Grant me dio un ceño molesto.
—SĂ, asĂ es. Pero nunca le diste permiso para conducir uno y nunca le dijiste
dĂłnde podĂa encontrar las llaves, asĂ que ella no puede tocarlos. Woods ha sido su
chĂłfer durante toda la maldita semana.
Joder.
—Sé que estás sufriendo a causa de Nan. Ella es como tu hija. Tú eres el
Ăşnico padre verdadero que ha tenido. Pero si no te ajustas fuera de esto y te pones
en contacto con Blaire no estoy seguro de que ella y su bebé van a estar cerca
cuando decidas ir a casa. Seguro que no quiero que mi sobrina o sobrino tenga el
apellido Kerrington —espetó y salió de la habitación.
Pá
gin
a1
65
38 Traducido por Chachii
Corregido por Violet~
Blaire
e senté en la sala de espera y me esforcé en no mirar a las otras
mujeres embarazadas que tambiĂ©n estaban esperando. HabĂa tres
de nosotras. La mujer delante de mĂ se acurrucĂł contra el brazo
de su marido. Él le susurraba cosas en el oĂdo, haciĂ©ndola sonreĂr. Su mano nunca
dejĂł su estĂłmago. No habĂa una actitud posesiva. SĂłlo protectora. Era como si Ă©l
estuviese protegiendo a su esposa e hijo con ese simple gesto.
La otra mujer estaba mucho más lejos de cualquiera de nosotras, y su bebé
se estaba moviendo. Su marido tenĂa ambas manos en su estĂłmago y la miraba con
asombro. HabĂa una dulce mirada de adoraciĂłn en su rostro. Ellos estaban
compartiendo un momento y el sĂłlo mirar en esa direcciĂłn me hacĂa sentir como si
me estuviera entrometiendo.
Entonces, ahĂ estaba yo. Con Woods. Le habĂa dicho que no necesitaba que
viniera conmigo pero Ă©l habĂa dicho que le gustarĂa hacerlo. No entrarĂa a la sala
de examen porque en lo absoluto lo dejarĂa verme casi desnuda en una pequeña y
delgada bata de algodĂłn, por lo que iba a sentarse en la sala de espera.
Se las habĂa arreglado para conseguir una taza de cafĂ© complementario y
desde que sĂłlo le habĂa dado un sorbo, asumĂ que sabĂa horrible. Extrañaba el cafĂ©.
Probablemente serĂa delicioso para mĂ. Necesitaba comprar algo de cafĂ©
descafeinado.
—Blaire Wynn —llamĂł la enfermera desde la puerta que conducĂa a las
salas de examen.
Me levantĂ© y le sonreĂ a Woods. —No deberĂa tardar mucho.
Él se encogió. —No tengo prisa.
—Tu esposo puede venir contigo —dijo la enfermera alegremente. Mi cara
estuvo instantáneamente caliente. Supe, sin mirar mis mejillas, que estaba
ruborizada.
M
Pá
gin
a1
66
—Es sólo un amigo —le corregà rápidamente.
Esta vez fue ella quiĂ©n se sonrojĂł. Obviamente no habĂa leĂdo mi registro
para ver que estaba soltera.
—Lo lamento. Uh, bueno Ă©l puede venir tambiĂ©n si quiere oĂr el latido del
corazĂłn.
SacudĂ la cabeza. Eso era demasiado personal. Woods era un amigo pero yo
no estaba lista para compartir algo tan importante como los latidos del corazĂłn de
mi bebĂ© con Ă©l. Rush ni siquiera lo habĂa hecho aĂşn.
—No, asà está bien.
No me volteé hacia Woods porque estaba avergonzada de nosotros dos. Él
sĂłlo me estaba ayudando. Ser etiquetado como el papá del bebĂ© no habĂa sido con
lo que habĂa contado.
* * *
El examen no se hizo esperar. Esta vez habĂa sido capaz de oĂr los latidos del
bebé sin tener una varita atorada en mi interior. Fue tan fuerte y dulce como antes.
El embarazo estaba progresando bien y estaba limpia para ir con una cita dentro de
cuatro semanas a partir de ahora.
Caminando de regreso a la sala de espera, encontré a Woods leyendo la
revista Parenting. Él levantĂł la mirada y me sonriĂł tĂmidamente.
—El material de lectura aquà es limitado —explicó.
Ahogué la risa.
Se parĂł y caminamos juntos hasta la puerta.
Una vez que estuvimos en el auto Ă©l mirĂł en mi direcciĂłn.
—¿Tienes hambre?
En realidad sĂ tenĂa, pero entre más tiempo pasaba con Woods más
incĂłmoda me sentĂa. No pude evitar la sensaciĂłn de que a Rush no le gustarĂa esto.
Nunca le ha gustado que este mucho alrededor de Woods. A pesar de que
necesitaba el aventĂłn, estaba comenzando a preocuparme de que esto haya sido
una mala idea. SerĂa mejor si Woods solamente me deja de regreso en la casa de
Rush.
—Estoy más cansada que otra cosa. ÂżNo podrĂas simplemente dejarme en
donde Rush? —pregunté.
—Por supuesto —contestó con una sonrisa. Woods era muy fácil de
manejar. Me gustaba eso. No estaba de humor para lo difĂcil.
Pá
gin
a1
67
—¿TodavĂa no has hablado con Rush? —preguntĂł Ă©l.
Esa no era una pregunta que quisiera responder. Demasiado para no
ponerse difĂcil. Yo sĂłlo sacudĂ la cabeza. Él no necesitaba una explicaciĂłn y si lo
hacĂa, pues muy mal porque yo no tenĂa una. Me habĂa rendido y hace dos noches
llamé a Rush para ir directamente al buzón de voz. Le dejé un mensaje pero no me
habĂa devuelto la llamada. Estaba comenzando a preguntarme si Ă©l tenĂa la
esperanza de que yo me fuera cuando él regresara. ¿Cuánto tiempo se supone que
estarĂa en su casa?
—No está lidiando bien con esto, imagino. Te llamará pronto —dijo Woods.
PodĂa darme cuenta por el tono de su voz que ni siquiera creĂa lo que estaba
diciendo. SĂłlo era para hacerme sentir mejor. CerrĂ© mis ojos y pretendĂ dormir, asĂ
Ă©l no dirĂa nada más. No querĂa hablar de eso. No querĂa hablar de nada.
Woods encendiĂł la radio y conducimos en silencio por el resto del camino
hacia Rosemary. Cuando el coche se detuvo, abrĂ mis ojos para ver la casa de Rush
frente a mĂ. Estaba de regreso.
—Gracias —dije, mirando en dirección a Woods. Su expresión era seria.
PodĂa decir que estaba pensando en algo que no querĂa compartir conmigo. No
necesitaba preguntar para saber quĂ© era. Piensa que yo deberĂa irme tambiĂ©n. Rush no
iba a llamarme y habĂa una posibilidad de que no fuese a volver. No podĂa
simplemente vivir en su casa.
—Llámame si necesitas algo —dijo Woods reuniéndose con mi mirada.
Asentà pero ya estaba decidida a no llamarlo más. Incluso si a Rush no le
importaba lo que hiciera, no se sentĂa correcto. AbrĂ la puerta del auto y di un paso
hacia afuera. Con un saludo final, me dirigĂ hacia la puerta del frente y de vuelta a
la casa vacĂa.
Pá
gin
a1
68
39 Traducido por Monikgv
Corregido por Juli
Rush
iete dĂas y Nan aĂşn no habĂa abierto sus ojos. Mi madre pasaba cada
vez menos. Grant comenzaba a ser el Ăşnico visitante que se quedaba y
se mostraba regularmente. Abe pasaba una vez al dĂa por sĂłlo unos
minutos a la vez. Éramos Nan y yo contra el mundo una vez más.
—Necesitas llamarla —dijo Grant, rompiendo el silencio. SabĂa de quiĂ©n
hablaba. Blaire estaba constantemente en mi mente. Me sentĂa culpable mientras
me sentaba allĂ mirando a mi hermana y todo en lo que podĂa pensar era Blaire.
—No puedo —respondĂ, incapaz de mirarlo. Él verĂa que me habĂa dado por
vencido si lo hacĂa.
—Esto no es justo para ella. Woods dijo que no está yendo allá y que no ha
lo llamado en tres dĂas. Él sigue chequeando las cosas a travĂ©s de Bethy pero
incluso Bethy no está segura de que Blaire se va a quedar por más tiempo. Tú
necesitas llamarla.
Dejarme serĂa la mejor cosa que ella harĂa. ÂżCĂłmo podrĂa yo ser lo que
merece si estaba dividido entre mi hermana y ella todo el tiempo? No podĂa
mantener a Nan a salvo. ÂżCĂłmo podĂa confiar en mĂ para mantenerla a ella y al
bebé a salvo?
—Merece algo mejor —manejé decir en voz alta. En vez de sólo decirlo en
mi cabeza.
—SĂ, probablemente es asĂ. Pero te quiere a ti.
Dios, eso dolĂa. Yo tambiĂ©n la querĂa. QuerĂa a nuestro bebĂ©. QuerĂa esa vida
que me dejĂ© pretender que podĂa tener. ÂżCĂłmo podrĂa darle eso si mi hermana
nunca despertaba? EstarĂa lleno de culpa y dolor. No serĂa el hombre que merece.
Esto eventualmente me comerĂa hasta que no valga nada para nadie.
—No puedo —fue todo lo que manejé decir.
S
Pá
gin
a1
69
Grant maldijo y se levantĂł, lanzando su chaqueta en el piso antes de salir de
la habitaciĂłn y cerrar la puerta de golpe. Él no entendĂa. Nadie lo hacĂa. SĂłlo me
quedĂ© mirando la pared frente a mĂ. Comenzaba a entumecerme. Estaba perdiendo
todo lo que me habĂa dejado amar una vez.
La puerta se abrió y miré esperando ver a Grant. En vez de él era Abe. No
estaba de humor para verlo. Él habĂa abandonado a las dos personas que más
amaba en el mundo en algĂşn momento de sus vidas.
—¿Por quĂ© carajo vienes aquĂ? A ti no te importa una mierda —gruñĂ.
Abe no respondiĂł. CaminĂł hacia la silla que Grant habĂa dejado vacĂa y se
sentĂł. Nunca se sentaba ni se quedaba por un largo tiempo. El hecho de que iba a
hacerlo ahora no me pareciĂł bien. Necesitaba estar solo.
—Me importa. Tu madre no sabe que estoy aquĂ. No aprobarĂa lo que estoy
a punto de decirte. Pero creo que mereces saberlo.
No habĂa nada que ese hombre tuviera que decir que quisiera escuchar pero
me quedĂ© en silencio y esperĂ©. Mientras más rápido dijera lo que querĂa, más
pronto se irĂa.
—Nanette no es mi hija. Tu madre siempre ha sabido eso. Ella querĂa que
Nan fuera mĂa pero los dos sabĂamos cuando quedĂł embarazada que eso era
imposible. HabĂamos terminado por casi ocho meses cuando me llamĂł. Acababa
de darse cuenta que estaba embarazada y estaba asustada. AĂşn estaba enamorada
de tu papá, que fue por lo que terminamos para empezar. Yo no podĂa superar a la
leyenda que era Dean Finlay. QuerĂa ser suficiente para alguien. Nunca lo serĂa
para Georgianna. Pero la amaba y ella estaba preocupada sobre cĂłmo iba a
manejar otro hijo. Yo era joven y estĂşpido asĂ que volvĂ con ella y hablamos sobre
matrimonio. Le dije que tendrĂa que pensar sobre ello. —Se detuvo y me mirĂł. AĂşn
no me recuperaba del hecho de que él no era el papá de Nan.
—Una vez que llegué, Georgie estaba dejándote con Dean cuando fuera que
podĂa y aĂşn salĂa con amigas como si no estuviera embarazada. No me dirĂa quiĂ©n
era el papá. Yo acababa de llegar mi lĂmite cuando Rebecca vino de visita. —Sus
ojos se suavizaron y los cerrĂł brevemente. Nunca habĂa visto al hombre mostrar
tanta emociĂłn.
—Era hermosa. Largo cabello rubio que parecĂa como si fuera tejido por los
ángeles. Los ojos verdes más grandes que habĂa visto y tan malditamente dulce.
Ella te amaba. No le gustaba que tu madre te llevara con Dean. Le preocupaba que
no estuvieras a salvo con un montĂłn de estrellas de rock. Se quedaba contigo
cuando tu madre salĂa. Te hacĂa estos panqueques con orejas de Mickey Mouse que
te encantaban. Fui atraĂdo por ella y no podĂa alejarme. Tu madre nos usĂł a los dos
Pá
gin
a1
70
por un tiempo. Rebecca no se irĂa porque se preocupaba por ti. Y yo no me irĂa
porque me habĂa enamorado de Becca. —Esta no era la historia que mi madre me
habĂa contado. Esta no era la historia que me habĂan hecho creer todos estos años
pero ahora que he conocido a Blaire… que la conocĂa… esto tenĂa mucho m{s
maldito sentido.
—Tu mamá vino a casa ebria una noche. No estaba muy adelantada en su
embarazo y anunció que Dean también era el papá de este bebé. Yo estaba furioso
de que ella habĂa estado tomando y aĂşn más furioso de que tu padre habĂa hecho
esto de nuevo sin intención de hacerle bien a Georgie. Asà que lo llamé y le dije que
querĂa hablar con Ă©l. La charla no saliĂł bien. Dijo que el bebĂ© no era suyo. Si fuera
de Ă©l, encantado lo clamarĂa pero no lo era. Ella habĂa estado acostándose con el
cantante de Slacker Demon por cerca de un mes. El bebé era de Kiro y bueno,
creciste alrededor de Kiro. Lo conoces lo suficientemente bien para saber que no es
de material de padre.
¿Kiro era el papá de Nan? Enterré mi cara en mis manos mientras diferentes
recuerdos venĂan a mĂ. Kiro viniendo tarde a gritarle y maldecir a mi mamá por
robar a su hija. Kiro llamando a mam{ puta barata y esperando que “su chica” no
terminara de la misma manera. HabĂa olvidado esas cosas. O sĂłlo las bloqueĂ©.
—A través de eso Becca y yo nos acercamos. Dean te tomó y juró que iba a
hacerse cargo de lo que era suyo. Tu madre maldijo y empujĂł a Becca por las
escaleras llamándola de formas que no voy a repetir y nos dijo a ambos que nos
fuéramos después de que me vio besando a Becca una noche. Nos fuimos después
de eso. Becca llorĂł demasiado porque estaba preocupada por ti. Siempre se
preocupaba por ti.
Cuando Ă©l hablaba sobre Becca todo lo que yo podĂa ver era el rostro de
Blaire. Su rostro dulce e inocente y mi pecho sentĂa como si estuviera a punto de
explotar.
—Le pedà a Becca que se casara conmigo. Aceptó. Semanas después de
nuestra luna de miel nos dimos cuenta de que estaba embarazada de gemelas. Esas
niñas eran mi mundo. Adoraba el suelo por el que caminaban casi tanto como
adoraba a su madre. Nunca pasĂł un dĂa sin que estuviera agradecido por la vida
que me habĂan dado. —Se detuvo y ahogĂł un sollozo.
—Entonces un dĂa Val y yo conducĂamos de vuelta de las compras.
HabĂamos ido a comprarle unos zapatos para voleibol. Sus pies habĂan crecido en
el verano pero los de Blaire no. Eran casi idénticas pero comenzaba a parecer como
que Blaire podrĂa ser la más chica de las dos. Estábamos riendo porque yo cantaba
junto con una tonta banda de chicos en la radio. No vi… no vi la luz roja. Fuimos
Pá
gin
a1
71
golpeados por el lado del auto donde estaba Val por un camiĂłn que iba a ciento
treinta kilómetros por hora. —Se detuvo y pasó una mano sobre su cara para
limpiar las lágrimas y soltar otro sollozo.
—PerdĂ a mi bebĂ©. No habĂa estado prestando atenciĂłn. Con ella, perdĂ a mi
esposa, quien no podĂa mirarme y a mi otra hija quiera era sĂłlo una cáscara de la
chica que habĂa sido. Luego te presentaste con la fotografĂa de Nanette y en vez de
quedarme y ser el hombre que mis chicas necesitaban que fuera, huĂ. Me dije a mĂ
mismo que necesitaban más de lo que yo podĂa darles. Nunca serĂ© capaz de
perdonarme a mĂ mismo. Nunca serĂa capaz de seguir adelante y verme sĂłlo las
lastimarĂa más. AsĂ que las dejĂ©. Me odiaba en ese momento; me odio ahora. Pero
soy un hombre débil. Debà haberme quedado. Cuando me enteré de que Becca
estaba enferma fui a beber en exceso. La idea de un mundo sin Becca era imposible
para mĂ de aceptar. Pero ir a ver a mi vibrante esposa, a quien amaba y siempre
voy a amar, acostada allĂ muriendo no era algo que podĂa hacer. HabĂa enterrado a
mi hija. No podĂa enterrar a mi esposa. Porque era dĂ©bil dejĂ© a mi bebĂ© que
enterrara a su mami. Nunca me perdonaré por eso. —Finalmente miró en mi
direcciĂłn.
—Todo lo que ves es un hombre egoĂsta que sĂłlo piensa en sĂ mismo. Tienes
razĂłn. No merezco el amor de nadie o el perdĂłn. No lo quiero. Tu madre y Nan me
querĂan. Las dos actuaban como si me necesitaran. Yo podĂa pretender con ellas. La
verdad es que tu madre está tan perdida y rota como lo estoy yo. Tal vez por
diferentes razones pero los dos estamos vacĂos por dentro. Yo iba a aclarar todo
esto y decirle a Nan hace tres meses. No podĂa continuar con esta farsa. SĂłlo querĂa
ir y sentarme al lado de la tumba de mi esposa y llorar. Pero luego Blaire me llamĂł.
Me necesitaba, pero no tenĂa nada que darle. AsĂ que le mentĂ. No sabĂa mucho del
hombre en el que te convertirĂas pero sabĂa una cosa. Amabas apasionadamente.
HarĂas lo que fuera por tu hermana. No tenĂa dudas en mi mente de que el
momento en que pusieras tus ojos en Blaire, llegarĂa hasta ti. El espĂritu gentil y
dulce que habĂa en su madre está en Blaire. Val era como yo. Pero Blaire… es mi
Becca. Es muy parecida a ella. NingĂşn hombre puede estar cerca de ella y no
amarla. Yo querĂa alguien fuerte y capaz de cuidarla. AsĂ que la enviĂ© hacia ti. —Se
limpió el resto de las lágrimas y se puso de pie. Yo estaba sin palabras.
—No te vuelvas como yo. No la decepciones como lo hice yo. Sólo mereces
lo que te haces a ti mismo ser digno de tener. Haz lo que no pude. SĂ© un hombre.
—Abe se dio la vuelta y salió sin otra palabra.
Pá
gin
a1
72
40 Traducido por Joha quinto
Corregido por Juli
Blaire
o habĂa estado durmiendo por mucho rato cuando mi telĂ©fono
sonĂł. Era media noche y sĂłlo unas pocas personas tenĂan mi
número. Mi estómago se anudaba mientras alcanzaba mi teléfono.
Era Rush.
—Hola —dije casi asustada, temiendo lo quĂ© habĂa llamado para decirme.
—Hola, soy yo. —Su voz sonaba como que habĂa estado llorando. Oh
Dios… por favor no dejes que Nan esté muerta.
—¿Ella está bien? —pregunté, esperando que esta vez Dios realmente haya
oĂdo mi plegaria.
—Está despierta. Está un poquito desorientada pero me reconoció cuando
abrió sus ojos, asà que su memoria está bien.
—Oh gracias a Dios. —Me senté sobre la cama y decidà que necesitaba
intentar esa cosa de rezar un poco más a menudo.
—Lo siento, Blaire. De verdad lo siento. —Su voz estaba ronca. PodĂa oĂr el
dolor atado en sus palabras y no tenĂa que preguntar quĂ© querĂa decir. HabĂa
llegado el momento. Simplemente no podĂa decirlo.
—Está bien. Sólo cuida a Nan. En serio me alegro de que esté bien Rush. Tal
vez puede que no me creas eso pero he estado rezando. QuerĂa que estuviese bien.
—Necesitaba que me creyera.
AĂşn si no hubo amor perdido entre Nan y yo, ella era importante para Ă©l.
—Gracias —dijo—. Ya voy para la casa. Estaré allà a más tardar mañana por
la noche.
No estaba segura si eso significaba que Ă©l querĂa que me fuera para entonces
o si nos despedirĂamos en persona. Escapar serĂa mucho más fácil. No tener que
enfrentarlo. Ya dolĂa suficiente por el telĂ©fono. Ver su rostro iba ser muy difĂcil,
N
Pá
gin
a1
73
pero no podĂa dejar que me destruyera. TenĂa que pensar en nuestro bebĂ©. Esto ya
no era sĂłlo sobre mĂ.
—Hasta entonces —respondĂ.
—Te amo. —OĂr las palabras me lastimaba más que cualquier otra cosa.
QuerĂa creer que lo hacĂa, pero no era suficiente. El amor que podrĂa sentir por mĂ
no era suficiente.
—También te amo —respondà y colgué el teléfono antes de hacerme un
ovillo y llorar hasta quedarme dormida.
* * *
El timbre de la puerta sonĂł justo mientras salĂa de la ducha. AgarrĂ© la ropa
que me habĂa preparado para ponerme y rápidamente me vestĂ antes de envolver
mi cabello en una toalla y bajar a toda prisa las escaleras.
Cuando abrĂ la puerta y vi a mi padre parado allĂ, no estaba segura de quĂ©
pensar. ÂżLo habĂa enviado Rush para deshacerse de mĂ? No. Rush no harĂa eso.
Pero ¿por qué estaba aqu�
—Hola, Blaire. Yo, uh, vengo para hablar contigo. —Se veĂa como si no
hubiese dormido en dĂas y su ropa se encontraba toda arrugada. Al ver a la hija
que amaba en el hospital debĂa haber sido duro para Ă©l. RechacĂ© esa amargura. No
iba a pensar eso. Era el papá de Nan también. Al menos, él estaba allà para ella
ahora aĂşn si habĂa jodido la primera parte de su vida.
—¿Sobre qué? —pregunté, sin moverme para dejarlo entrar. No estaba
segura si habĂa algo que tenĂa que decir que yo quisiera escuchar.
—Es sobre Nan… y tú.
Sacudà mi cabeza. —No me importa. No estoy de humor para escuchar
cualquier cosa que tengas que decir. Tu hija despertĂł. Me alegra que no haya
muerto. —Empecé a cerrar la puerta.
—Nan no es mi hija —dijo las Ăşnicas palabras que me habrĂan detenido de
cerrar la puerta de un portazo en su cara. Dejé que sus palabras penetraran
mientras lentamente abrĂa la puerta de nuevo. ÂżQuĂ© quiso decir con que Nan no
era su hija?
SĂłlo lo mirĂ© fijamente. Esto no tenĂa sentido.
—Necesito decirte la verdad. Rush va a decĂrselo a Nan cuando estĂ©
preparada. Pero querĂa ser quien te lo dijera.
Pá
gin
a1
74
ÂżQuĂ© sabĂa Rush? ÂżHabĂa estado mintiĂ©ndome? No estaba segura de que
pudiera respirar. —¿Rush? —pregunté, retrocediendo en caso de que no pudiera
respirar profundamente y me desmayara. Necesitaba sentarme.
—Le contĂ© todo a Rush ayer. HabĂa sido informado de la misma mentira
que tĂş, pero ahora sabe la verdad.
La verdad. ÂżCuál era la verdad? ÂżHabĂa una verdad o mi existencia entera
era una mentira? Me senté en las escaleras y miré al hombre que pensé que era mi
padre mientras entraba y cerraba la puerta tras Ă©l.
—Siempre he sabido que Nan no era mi hija. Lo que es más importante, tu
madre sabĂa que Nan no era mi hija. Tienes razĂłn, tu madre nunca me hubiera
permitido dejar a mi novia embarazada y huir con ella. Por nada del mundo. Casi
no me dejĂł abandonar a mi ex novia ,quien estaba embarazada de otro miembro de
los chicos de Slacker Demon porque le preocupaba lo que pasarĂa con Rush. Su
corazĂłn era simplemente tan grande como sabes que era. Nada de lo que sabĂas era
una mentira, Blaire. Nada. El mundo que conocĂas no era una mentira.
—No entiendo. Sé que mi mamá no estaba involucrada en nada de esto. Eso
nunca fue un interrogante en mi mente. Pero no comprendo. Si no eres el papá de
Nan, ¿por qué nos abandonaste por ellas?
—Conocà a tu mamá al tiempo que trataba de ayudar a mi ex novia a lidiar
con su Ăşltimo problema. Tu mamá tambiĂ©n habĂa venido para ayudar a su amiga.
Ambos nos preocupamos por Georginna. Nos habĂa necesitado y tratamos de
ayudarla. Pero mientras ella estaba de fiesta y actuando como si no tuviera un niño
pequeño en casa para cuidar y un embarazo que ignoraba, me enamoré de tu
madre. Ella era todo lodo lo que Georgianna no era. La adoraba, y por cualquier
razĂłn, se enamorĂł de mĂ. Cuando nos marchamos, Dean habĂa venido para
llevarse a Rush y Kiro, el vocalista de Slaker Demon y el verdadero padre de Nan,
habĂan intervenido para ofrecer su ayuda. Georgianna se enterĂł sobre Becca y yo.
Nos enviĂł a hacer las maletas y con gusto nos fuimos. Tu madre se preocupaba por
Rush y llamĂł a Dean para que viera cĂłmo estaba durante un tiempo.
—¿Mamá conocĂa a Rush? Imaginar a mi mamá cuidando de Rush como un
pequeño niño atascado con dos padres jodidos hizo que se me llenaran los ojos de
lágrimas. Él habĂa conocido cuan maravillosa era mi madre antes aĂşn si no lo
recordaba.
—SĂ. Él le decĂa Beck Beck. La preferĂa a ella que a Georgianna y eso
tampoco se acomodĂł bien con Georgie. Cuando Georgianna recuperĂł de nuevo a
Rush, se rehusĂł a dejar que tu madre viera cĂłmo estaba. Tu madre llorĂł durante
semanas preocupándose por el pequeño niño que habĂa llegado a amar. Pero esa
Pá
gin
a1
75
era tu mamá. Siempre preocupándose demasiado. Su corazón era más grande que
el de cualquiera que jamás haya conocido… hasta ti. Eres como ella, cielo.
LevantĂ© mis manos para detenerlo. No nos unirĂa esto. No lloraba porque
sabĂa que mi madre era inocente de las mentiras que habĂa escuchando antes.
Estaba llorando porque ella habĂa querido a Rush antes tambiĂ©n, su niñez entera
habĂa sido solitaria.
—Casi he terminado. Déjame terminar, luego me iré y nunca me veras de
nuevo. Lo juro.
Él sabĂa que tambiĂ©n me iba. Que esta cosa con Rush y yo habĂa terminado.
El dolor agudo en mi pecho era casi demasiado.
—La muerte de Val fue mi culpa. PasĂ© esa luz roja. No habĂa estado
prestando atenciĂłn y perdĂ una de mis niñas ese dĂa. Pero te perdĂ a ti y a tu madre
también. Fueron heridas demasiado y fue todo mi culpa. No fui lo suficientemente
hombre para quedarme y soportar verlas a las dos en tanto dolor. AsĂ que huĂ. DejĂ©
que te encargaras de Becca cuando debà haber sido yo pero era demasiado débil.
No podĂa soportar la idea de ver a mi Becca enferma. Me acabarĂa. Me emborrachĂ©
hasta quedar inconsciente. Era la Ăşnica manera de permanecer insensible. Luego
llamaste y dijiste que habĂa muerto. Mi Becca no estaba más en esta tierra. Iba a
decirle a Nan la verdad sobre su padre e iba a marcharme. No estaba seguro de a
donde irĂa pero no me importaba si vivĂa o morĂa.
Entonces llamaste y me necesitaste. No era ni siquiera un hombre. Era
despreciable. Pero no podĂa defraudarte. Ya te habĂa hecho sufrir tanto sola. Te
envié hacia Rush. No era exactamente el tipo de chico que un hombre quiere
alrededor de su hija pero sabĂa que verĂa en ti lo que vi en Becca. Un sustento. Una
razón para vivir. Una razón para luchar. Una razón para cambiar. Él era fuerte.
PodĂa protegerte y sabĂa que si lo presionaba lo harĂa.
Todo esto era demasiado. No podĂa hacer que tuviera sentido. ÂżMe habĂa
enviado hacia Rush? ÂżEl chico que adoraba a su hermana que me odiaba y me
culpaba por todo lo malo en su vida?
—Él me odia —le dije—. Odiaba lo que yo era.
La sonrisa de mi padre era triste. —SĂ, odiaba a quien pensaba que eras,
pero luego te conociĂł. Estaba a tu alrededor y eso fue todo lo que se necesitĂł. Eres
excepcional, Blaire. Justo como lo era tu madre. No hay muchas personas en este
mundo tan fuerte como lo eres tĂş. Tan llena de amor y dispuesta a perdonar.
Siempre envidiaste la forma en que Val podĂa cautivar una habitaciĂłn. Pensaste
que ella tenĂa lo mejor de las dos. Pero lo quĂ© Val sabĂa y lo quĂ© yo sabĂa era quĂ©
Ă©ramos afortunados porque tenĂamos a personas como tĂş y tu madre en nuestras
Pá
gin
a1
76
vidas. Val te adoraba. Vio que tĂş eras quien tenĂa el espĂritu de tu madre. Nosotros
estábamos asombrados con las dos. Aún lo estoy y aunque todo lo que he hecho es
lastimarte desde el dĂa que perdimos a tu hermana, te he amado. Siempre lo harĂ©.
Eres mi pequeña niña. Mereces lo mejor en este mundo y no soy lo mejor. Voy a
irme y jamás voy a molestarte otra vez. Necesito vivir por el resto de esta vida solo.
Recordando lo que alguna vez tuve.
El dolor en sus ojos destrozaba mi alma. TenĂa razĂłn. Nos habĂa
abandonado a mà y a mamá cuando más lo necesitábamos. Pero tal vez nosotras lo
habĂamos abandonado tambiĂ©n. No habĂamos ido detrás de Ă©l. SĂłlo lo habĂamos
dejado irse. El dĂa que perdimos a Valerie habĂa marcado todas nuestras vidas.
Mamá y Val se habĂan ido ahora y nosotros nunca podrĂamos recuperarlas. Pero
estábamos aquĂ. No querĂa vivir el resto de mi vida sabiendo que mi padre se
encontraba ahĂ afuera en algĂşn lugar solo. Mi mamá no querrĂa eso. Nunca quiso
que estuviera solo. Lo amĂł hasta que inhalĂł su Ăşltima respiraciĂłn. Val no querrĂa
eso. HabĂa sido una niña de papi.
Me puse de pie y di un paso hacia él. Las lágrimas contenidas en sus ojos
comenzaron a correr lentamente por su rostro. Era una sombra del hombre que
una vez fue pero era mi papá. Un sollozo corrió por mi pecho y me lancé en sus
brazos. Cuando me envolvieron y me sostuvieron firmemente dejé en libertad todo
el dolor. LlorĂ© por la vida que habĂamos perdido. LlorĂ© por Ă©l porque no era lo
suficientemente fuerte y lloré por mà porque era el momento.
Pá
gin
a1
77
41 Traducido por Mel Cipriano.
Corregido por Juli
Rush
a casa estaba a oscuras y en silencio cuando abrà la puerta y entré.
ÂżBlaire habrĂa apagado todas las luces si estuviera aquĂ sola? HabĂa
estado tan concentrado en llegar a casa con ella después de hablar
con Nan, que no habĂa considerado el hecho de que podrĂa haberme dejado. ÂżMe
habĂa dejado?
Me volvà y subà de a dos escalones a la vez. Una vez que llegué al escalón
más alto, empecĂ© a correr. Mi corazĂłn latĂa con fuerza en mi pecho. No podĂa
haber desaparecido. Le dije que la amaba. Le habĂa dicho que iba a venir a casa.
TenĂa que estar aquĂ. TenĂa que contarle todo. TenĂa que decirle que las cosas
serĂan diferentes. Decirle que me recordaba a su madre. Que me acordaba de sus
panqueques de Mickey Mouse. TenĂa que decirle que iba a ser el hombre que
necesitaba. Iba a ser el mejor padre que el maldito mundo habĂa conocido.
TirĂ© de la puerta que conducĂa a mi habitaciĂłn y me precipitĂ© por las
escaleras, necesitando verla. Dios, deja que estĂ© allĂ. Por favor, que estĂ© allĂ.
La cama estaba vacĂa. No. ¡NO! RecorrĂ la habitaciĂłn en busca de sus cosas.
Algo que me dijera que no me habĂa abandonado. No podĂa haberse ido. La
perseguirĂa. Me pondrĂa de rodillas y me arrastrarĂa. SerĂa su maldita sombra hasta
que cediera y me perdonara.
—¿Rush? —Su voz quebró el silencio y el martilleo en mi cabeza. Me di la
vuelta para verla sentada en el sofá. Su pelo era una maraña y su rostro soñoliento
era perfecto.
—Estás aquĂ. —Me caĂ de rodillas ante ella y dejĂ© caer mi cabeza en su
regazo. Estaba allĂ. No me habĂa abandonado.
Sus manos tocaron mi cabeza mientras pasaba las manos por mi cabello. —
SĂ, estoy aquà —respondiĂł con voz insegura. La estaba asustando pero sĂłlo
necesitaba un minuto para asegurarme de que no me habĂa dejado. Que no habĂa
L
Pá
gin
a1
78
arruinado esto por completo. No querĂa ser como su padre. El hombre perdido y
vacĂo que habĂa visto ayer no era quien siempre quise ser. Y sabĂa que lo serĂa sin
Blaire a mi lado—. ¿Estás bien? —preguntó.
AsentĂ, pero mantuve mi cabeza en su regazo. ContinuĂł tratando de
calmarme, acariciándome suavemente. Cuando estuve seguro de poder hablar sin
romperme completamente, levanté la cabeza para mirarla.
—Te amo. —La forma en que lo dije fue tan feroz que casi sonaba como si
estuviera maldiciendo.
Una sonrisa triste y pequeña tiró de sus labios. —Lo sé y no pasa nada.
Entiendo. No voy a hacerte elegir. SĂłlo quiero que seas feliz. Te mereces ser feliz.
He tenido mucho tiempo para pensar en ello y voy a estar bien. No tienes que
preocuparte por mĂ. Soy fuerte. Puedo hacer esto por mi cuenta.
No estaba siguiendo lo que decĂa. ÂżQuĂ© hacĂa por su cuenta? —¿QuĂ©? —
pregunté, repitiendo sus palabras en mi cabeza.
—HablĂ© con mi papá hoy. Lo sĂ© todo. Es difĂcil de comprender, pero todo
tiene más sentido ahora.
ÂżAbe habĂa venido aquĂ? Vino y le contĂł todo. Ella sabĂa... pero lo que decĂa
todavĂa no tenĂa sentido.
—BebĂ©, tal vez es porque no he dormido mucho en los Ăşltimos ocho dĂas, o
porque estoy tan aliviado de que estĂ©s aquĂ, pero no entiendo lo que estás tratando
de decirme.
Una lágrima brillaba en sus ojos. Me levanté de un salto y tiré de ella en mi
regazo. No querĂa hacerla llorar. PensĂ© que esto era una cosa feliz. Ella sabĂa la
verdad, siempre la habĂa sabido, su mamá era tan pura y sincera como creĂa. Yo
estaba en casa y listo para ser todo lo que se merecĂa en su vida. MorirĂa para
hacerla feliz.
—Te amo, y porque te amo te estoy dejando ir. Quiero que hagas de tu vida
lo que quieres. No quiero ser una cadena alrededor de tu pierna.
—¿Qué acabas de decir? —pregunté cuando las palabras “dejarme ir” se
hundieron en mĂ. Como el infierno que me dejarĂa ir.
—Ya me oĂste, Rush. No hagas esto más difĂcil de lo que es —susurrĂł.
La mirĂ© con incredulidad. Ella realmente querĂa decir lo que decĂa. La habĂa
dejado aquĂ, pensando todo tipo de cosas mientras me sentaba en el hospital con
Nan. DeberĂa haber llamado, pero no lo hice. Por supuesto, estaba confundida.
Pá
gin
a1
79
—Escúchame, Blaire. Si tratas de ir a ninguna parte, voy a perseguirte. Voy a
ser tu sombra. No voy a dejarte fuera de mi vista, porque no puedo vivir sin ti.
CometĂ tantos malditos errores que no quiero ni contarlos, pero voy a empezar a
hacer las cosas bien de aquà en adelante. Te juro que esto no volverá a suceder.
Ahora sé que aquà es donde se supone que debo estar. No más mentiras. Sólo
nosotros.
SollozĂł y enterrĂł su cabeza en mi hombro. La tirĂ© con más fuerza contra mĂ.
—Lo digo en serio. Te necesito. No me puedes dejar.
—Pero no encajo. Tu familia me odia. Puedo hacerte la vida difĂcil.
Ahà es donde se equivocaba. —No. Tú eres mi familia. Mi madre nunca ha
sido mi familia. Nunca ha tratado de serlo. Mi hermana no podĂa venir, pero sĂ me
dijo que te preguntara si podĂa ser capaz de ser parte de la vida de su sobrina o
sobrino. AsĂ que lo está intentando. Y en cuanto a hacer mi vida más difĂcil, tĂş,
Blaire Wynn, haces mi vida completa.
La boca de Blaire cubriĂł la mĂa mientras agarraba puñados de mi camisa. Su
lengua se deslizĂł en mi boca y la saboreĂł. La habĂa extrañado tanto. CĂłmo pude
haber pensado por un minuto que podĂa sobrevivir sin esto... Sin ella, no lo sĂ©.
Pá
gin
a1
80
42 Traducido por Mel Cipriano
Corregido por Melii
Blaire
ecesito estar dentro de ti —susurrĂł Rush en mi oĂdo mientras
besaba a lo largo de mi mandĂbula y deslizaba sus manos debajo de
mi camiseta de tirantes.
—Bien —le contesté, tratando de alcanzar su camisa y tirando de ella por
encima de su cabeza. Él se rió y levantó las manos para que me fuera más fácil,
después me quité la parte de arriba también.
—Maldita sea, han crecido desde que me fui —murmuró, ahuecando cada
uno de mis pechos en sus manos—. ¿Hay... leche en ellos ya? —preguntó.
—No —me reĂ.
—Estoy tratando muy duro de no ser un hombre sobre esto, pero no puedo
evitarlo. Estoy jodidamente emocionado al respecto —admitió ante mirándome a
travĂ©s de sus pestañas mientras ponĂa un pezĂłn en su boca.
—Oh —gemĂ y agarrĂ© su cabeza para mantenerlo allĂ. De alguna manera, se
habĂan puesto aĂşn más sensibles. Con cada tirĂłn de su boca, mi clĂtoris palpitaba.
Era como si hubiera una lĂnea directa entre ambos.
—Quitemos esas bragas —dijo Rush con la boca llena mientras tiraba de mis
bragas. Me relajé y las deslicé hacia abajo con su ayuda. Él dejó de chupar un
pezĂłn sĂłlo para ir al otro.
—Mierda —gruñó, deslizando un dedo dentro de mĂ—. Estás mojada.
Siempre tan hĂşmeda y lista.
AlcancĂ© su hebilla y comencĂ© a desabrochar sus vaqueros. Yo querĂa que
estuviera desnudo también.
—TodavĂa no —dijo, moviĂ©ndome de su regazo, y recostándome en el
sofá—. Necesito probarte.
N
Pá
gin
a1
81
Lo observé mientras empujaba mis piernas y bajaba la cabeza para lamer
justo a través del centro de mis pliegues.
—¡Oh Dios! ¡Rush! —grité, levantando mis caderas para estar más cerca de
su boca. La barra se deslizĂł sobre mi clĂtoris mientras Ă©l lo tiraba contra mi yema
hinchada, una y otra vez. Me volvĂa loca.
—Me encanta cuando te retuerces —dijo con una sonrisa maliciosa. A mà me
encantaba cuando Ă©l me hacĂa retorcer.
Su dedo se deslizĂł en mi calor mientras Ă©l continuaba la tortura en mi
clĂtoris con el piercing de su lengua. Ese hombre sexy y salvaje era mĂo. Era difĂcil
de entender a veces, pero yo estaba tan contenta de haberme presentado en su
puerta hacĂa cuatro meses.
Se puso de pie y empujĂł sus pantalones y calzoncillos boxer hasta salir de
ellos. Me miró a los ojos. Era hermoso. Dejé que mis ojos recorrieran su cuerpo.
Nada podĂa hacerlo más perfecto. Excepto... —¿Rush?
—¿S�
—¿PodrĂas perforar tus pezones? —le preguntĂ©, sorprendiĂ©ndome a mĂ
misma por el pedido.
Rush riĂł mientras volvĂa sobre mĂ. —Ahora quieres mis pezones perforados,
Âżcierto?
Asentà con la cabeza, deslicé las manos por su pecho y corrà mis pulgares
sobre sus pezones. —Me gustan tus otros piercings.
BesĂł mi cuello y pasĂł la mano por mi pierna hasta que enganchĂł su brazo
por debajo de la rodilla y tiró de ella. —¿Vas a besarlos y hacer que se sientan
mejor? Porque estoy pensando que va a doler como la mierda.
—Te prometo que harĂ© que se sientan muy bien. —SonreĂ.
—Todo lo que quieras, bebĂ©. Eso sĂ, no me pidas que perfore nada al sur de
mi cintura.
LevantĂ© las cejas. Yo no habĂa pensado en eso. Antes de que pudiera decir
nada más, Rush estaba empujando dentro de mĂ, y todos los otros pensamientos se
alejaron. Me estaba llenando y estirando, y todo fue perfecto en el mundo otra vez.
—¡Mierda! ¿Cómo llegaste a estar tan apretada? —jadeó Rush por encima de
mĂ, mientras sus brazos temblaban teniendo mi espalda.
Pá
gin
a1
82
TirĂ© mi cabeza hacia atrás y levantĂ© las caderas. Era mejor. No habĂa
pensado que eso podrĂa mejorar. —Es más sensible —logrĂ© decir con un grito
ahogado.
—¿Te duele? —preguntó, tirando hacia atrás. Me agarró el culo y me
sostuvo.
—¡NO! Es bueno. Es muy bueno. Más duro, Rush. Por favor. Se siente
increĂble.
Rush gimió y se terminó de hundir en mi interior. —No voy a durar mucho
tiempo. Estás muy apretada. Me voy a venir. —Él dejó de moverse, y poco a poco
se echĂł hacia atrás. Yo estaba tan cerca. No querĂa que fuera más despacio. La
sensaciĂłn que cada embestida enviaba a travĂ©s de mĂ era increĂble. Necesitaba más
de Ă©l. Lo empujĂ© hacia atrás con toda la fuerza que tenĂa. Se sentĂł, mirándome
mientras yo rápidamente me subĂa sobre Ă©l y me dejaba caer duro y rápido.
—¡Santa MIERDA! —gritó agarrando puñados de mi cabello.
Me movĂ hacia arriba y hacia abajo en Ă©l, mientras mi cuerpo se encontraba
cada más cercano al éxtasis.
—Bebé, me voy a venir, ¡ARRRRGGGGHHHH! —gritó Rush. Entonces,
agarrĂł mi cara y me besĂł con una fiereza que me enviĂł al borde con Ă©l. Gritando en
su boca, fui golpeada con la liberaciĂłn mientras Ă©l me abrazaba con fuerza,
saboreando y chupando mi lengua en su boca. Me dejé caer sobre él y me abracé a
su cuerpo. Nos quedamos allĂ, jadeando en silencio. Mi vagina se mantenĂa
contraĂda como si mi cuerpo estuviera experimentando rĂ©plicas. Cada vez que lo
hacĂa, Rush gemĂa.
Cuando estuve segura de poder hablar de nuevo, incliné mi cabeza hacia
atrás y lo miré. —¿Qué acaba de pasar? —pregunté.
Él se rió y negó con la cabeza. —No lo sé. Sólo sacaste el jodido el infierno
fuera de mĂ. Te lo juro, ese va directo al libro, bebĂ©. No creĂa que podrĂa ser mejor y
acabas de demostrarme que estaba equivocado. Santo infierno, eres salvaje.
EnterrĂ© mi cara en su pecho y me echĂ© a reĂr con Ă©l. Yo habĂa estado un poco
fuera de control.
—Más vale que esto no sea una cosa de las embarazadas, o tu pequeño culo
caliente va a vivir embarazado durante los próximos treinta años.
Pá
gin
a1
83
43
Traducido por Anna Banana
Corregido por Melii
Rush
ostenĂa la mano de Blaire entre la mĂa y miraba por encima de su
hombro mientras ella hojeaba una revista paternal. Todas las
fotografĂas de pañales y artĂculos para bebĂ©s eran terrorĂficas. No se lo
querĂa admitir, pero la idea de un bebĂ© estaba empezando a asustarme. Los senos
grandes, el sexo en medio de la noche y dulces caderas de Blaire eran grandes
ventajas y era fácil de olvidar exactamente por qué eso estaba sucediendo.
—Blaire Wynn. —La enfermera llamó su nombre y miré el diamante en su
dedo. En dos semanas ese nombre iba a cambiar. Estaba listo para ello. No me
gustaba que la llamaran Wynn. Ella ya era Blaire Finlay para mĂ.
—Esos somos nosotros —dijo, sonriéndome antes de ponerse de pie. Muy
apenas su barriga se notaba. No estaba seguro cĂłmo era que Ăbamos a poder ver
algo más grande que un chĂcharo pero Blaire me aseguraba que en realidad
podrĂamos ver al bebĂ©. Que ya tenĂa brazos y piernas, tan loco como eso sonara.
No solté su mano mientras nos guiaban a la sala de examen. La enfermera
me miró varias veces. Más vale que no estuviera a punto de decirme que no iba a
poder entrar porque yo iba a estar presente le guste o no. Ya era hora de que viera
a mi bebé.
—Aquà —dijo la enfermera, dando un paso atrás e indicándonos que
entráramos a la habitaciĂłn—. Adelante, quĂtate todo y ponte el vestido. El Doctor
Nelson va a tener que hacer un examen vaginal tambiĂ©n el dĂa de hoy. Pero
primero va a hacer el ultrasonido.
Blaire no actuaba como si fuera la gran cosa el hecho de que estaba a punto
de desnudarse. La enfermera me miró de nuevo. —¿Está bien que éste sà esté aqu�
¿Éste? ¿Qué rayos significaba eso?
Blaire sonriĂł y me mirĂł. —SĂ, Ă©ste es el padre.
S
Pá
gin
a1
84
La enfermera se enderezó y me dio una sonrisa enorme y llena de alivio. —
Eso es maravillo. Odiaba la idea de que alguien tan joven como tĂş que pasara por
esto sola.
Blaire se sonrojó y se dirigió a una pequeña habitación con una cortina por
delante. Una vez que la enfermera se fue me acerquĂ© y entrĂ© en lo que parecĂa ser
un pequeño vestidor.
—¿Qué quiso decir con “éste”? —le pregunté.
Se mordió el labio inferior y cerró los ojos con fuerza. —¿Tengo que
responder a esa pregunta?
—Uh, sĂ. Especialmente despuĂ©s de ese comentario. —Estaba preparándome
para que no me gustara la respuesta.
—Woods me acompañó a mi Ăşltima cita. Ellos le dijeron que podĂa entrar y
yo les dije que no, que Ă©l sĂłlo era un amigo.
Casi me habĂa olvidado de eso. SabĂa por quĂ© ella habĂa tomado un aventĂłn
con Ă©l. Yo no estaba con ella. Pero saber que otro hombre habĂa estado allĂ con ella
cuando me necesitaba era difĂcil de digerir. Me di cuenta que su rostro palideciĂł y
me inclinĂ© para besar sus labios. —Está bien. DeberĂa haber estado aquĂ. No lo
estuve.
Ella asintió con la cabeza. —Lo siento.
—No lo estés. Soy yo quien lo siente.
La puerta de la sala de examen se abrió de nuevo y asomé la cabeza fuera
del vestuario.
La enfermera estaba sonriéndome y tirando de una máquina con una
pantalla pequeña en ella. —¿Está ella casi lista? —La sonrisa divertida en el rostro
de la enfermera era graciosa.
—Ya casi —le dije antes de mirar a Blaire quien estaba de un color rojo
brillante. No pude evitar reĂrme—. Cámbiate, sexy. Voy a estar al otro lado.
Blaire asintió y salà de detrás de la cortina.
Me acerqué a la mesa y miré a la máquina. —¿Asà que es de esta forma en
que vemos el bebĂ©? —le preguntĂ© preguntándome cĂłmo lo hacĂan exactamente.
—SĂ. Debido a que Blaire sĂłlo tiene Medicaid tenemos que usar esto. Esto es
todo lo que Medicaid cubre. Tenemos una nueva en 3D que utilizan la mayorĂa de
las mamás y realmente deseo que Medicaid cubriera ésta porque se puede ver al
bebé con claridad. Pero no lo hace.
Pá
gin
a1
85
Hice una pausa y mirĂ© de la máquina a la enfermera. ÂżBlaire tenĂa
Medicaid? ÂżQuĂ© rayos? Ni siquiera habĂa pensado en el hecho de que ella
necesitaba seguro. Siempre habĂa tenido lo mejor que el dinero podĂa comprar; eso
no era algo sobre qué pensar.
—Quiero la máquina 3D. Voy a pagar lo que sea que cueste ahora mismo,
pero quiero lo mejor que este hospital pueda proporcionar.
La enfermera observĂł mis aretes y luego mi camiseta la cual habĂa visto
mejores dĂas. Era una que mi papá me dio despuĂ©s de una de sus giras hace casi
cinco años. Me gustaba porque me quedaba ajustada y Blaire parecĂa gustarle las
camisetas apretadas. —Yo…eh…no creo que entiendes cu{nto los ultrasonidos
como ese cuestan. Es muy dulce de tu parte querer darle esa experiencia a Blaire
pero es muy…
—Puedo cubrir todo procedimiento disponible. Te dije que pagarĂa por Ă©l
ahora. Quiero el mejor ultrasonido para Blaire y mi bebé.
La enfermera comenzĂł a abrir la boca cuando Blaire saliĂł de la habitaciĂłn
llevando un vestido de algodón fino. —Por favor, no discutas con él. Va a causar
problemas si lo haces. SĂłlo dame la ecografĂa 3D.
La enfermera se encogió de hombros. —Está bien, si eso quieren, pero va a
tener que pagar por adelantado.
Abrà mi billetera y le entregué mi tarjeta de color negro American Express.
Sus ojos se abrieron y asintiĂł con la cabeza antes de salir de la habitaciĂłn.
—Debo decirte que estaba perfectamente bien con un ultrasonido regular
pero eso serĂa una mentira. He visto las fotografĂas de los ultrasonidos 3D en las
revistas para futuros padres y realmente querĂa uno.
Blaire estaba sonriendo como el niño que estaba a punto de ir a Disney
World por primera vez. Diablos, para verla sonreĂr asĂ comprarĂa la máquina 3D.
—Mi chica y mi bebé van a tener lo mejor. Siempre.
La puerta se abrió otra vez y la enfermera entró mirándome como si
estuviera soñando. Me entregó mi tarjeta. La tomé y la metà de nuevo en mi
billetera.
—¿Eres el hijo de Dean Finlay? —preguntó, por fin.
—SĂ. Ahora vamos a ver a mi bebĂ© —respondĂ.
La mujer asintió entusiasmadamente y se volvió para ver a Blaire. —La
máquina 3D está en una habitación especial. ¿Estás cómoda caminando a través del
pasillo en eso?
Pá
gin
a1
86
—¿Alguien va a verla? —le pregunté poniéndome enfrente de Blaire,
porque yo no estaba cĂłmodo con eso.
La enfermera abrió la puertita de un gabinete y tiró de una manta. —Toma,
envuélveme esto alrededor de ella.
La envolvĂ hasta que estuvo completamente cubierta. Blaire presionĂł sus
labios tratando de no sonreĂr. Le guiñé un ojo y le di un beso en la nariz.
Caminamos por un largo pasillo donde pasamos a otra pareja y al doctor de Blaire,
quien preguntó por qué estábamos cambiando de habitación. La enfermera
rápidamente le dijo que yo habĂa pagado por el ultrasonido 3D y el doctor parecĂa
muy complacido mientras nos siguiĂł a la habitaciĂłn.
Blaire se acostĂł en una mesa y comenzaron a prepararla mientras yo me
senté a esperar pacientemente. Una vez que tuvieron su estómago descubierto, la
enfermera puso un poco de gel transparente en Ă©l y luego se volviĂł hacia mĂ.
—¿Quieren saber el sexo del bebé?
—PregĂşntale a la madre —le respondĂ, molesto porque me preguntĂł a mĂ en
lugar de Blaire.
—Me gustarĂa saberlo —dijo Blaire, mirándome.
—Yo también —dije.
Luego el doctor comenzĂł a mover algo sobre el estĂłmago de Blaire y un
ruido de latidos pequeños llenó la habitación. Era más rápido de lo normal. —¿Es
ese el latido de mi bebé? —pregunté, poniéndome de pie porque estar sentado ya
era imposible. Mi corazĂłn latĂa tan fuerte como el de la pantalla.
—SĂ, lo es —respondiĂł el mĂ©dico—. Y allĂ…allĂ est{ Ă©l —dijo.
Me quedé mirando la pantalla mientras una pequeña vida comenzó a tomar
forma.
—¿Él? —preguntó Blaire.
—SĂ, es definitivamente un niño —dijo el doctor.
Extendà mi mano y tomé la de Blaire, incapaz de apartar los ojos de la
pantalla. Ese era nuestro bebé. Iba a tener un hijo. Joder…Estaba a punto de llorar.
Fin
Pá
gin
a1
88
Grant Traducido tamijimflower
Corregido por Mery St. Clair
ra un niño. Un bebé. El bebé de Rush. ¿Cuán jodidamente loco sonaba
eso? Era algo que yo nunca pensĂ© que verĂa. Rush, siendo papá,
parecĂa la cosa más absurda del planeta. Claro que estuvo ahĂ para
Nan toda su vida, sin embargo esto era diferente. Este era realmente su bebé.
Me encontraba de pie al otro lado de la barra, viéndolo mostrar a cualquiera
que se detuviera el tiempo suficiente la foto en su mano. Él y Blaire consiguieron
una de esas cosas donde se ve al bebĂ© en su vientre. Ahora, Rush tenĂa una
colecciĂłn de fotos de su hijo y se las presumĂa a todo el mundo. ÂżQuiĂ©n hubiera
pensado que una maldita mujer podrĂa volverlo tan suave? No es que me quejara.
Me gustaba el nuevo Rush. Él tenia algo por que vivir ahora.
Me morĂa de ganas de salir a la calle y fumarme un cigarrillo a escondidas.
TenĂa los nervios de punta. HabĂa llamado a Nan dos veces en los Ăşltimos dos dĂas
y aun no me devolvĂa ninguna de mis llamadas. Desde que fue dada de alta del
hospital, ella estuvo diferente. Todo era diferente. Yo no estaba de acuerdo con eso
y si ella querĂa seguir asĂ me verĂa en la necesidad de perseguirla.
—Que significa esa expresión en tu cara —Me preguntó Blaire mientras se
detenĂa a mi lado. Su voz siempre con ese fuerte acento. No podĂas saber si era una
chica dura del sur o una dulce chica que te hacĂa pensar en cosas traviesas al
escuchar su voz.
Me obliguĂ© a apartar los pensamientos de Nan de mi cabeza. Ya tratarĂa con
ella más tarde. Esta noche, era de mi hermano, su prometida y el bebĂ© que traerĂan
al mundo en unos pocos meses.
—Lo siento. Necesito un cigarrillo. Supongo que se nota —susurré. Blaire
conocĂa mi secreto. TambiĂ©n sabĂa que Rush odiaba que yo fumara, asĂ que lo
mantenĂa en secreto. Un pronunciado ceño tocĂł su frente, pero no me regaño.
E
Pá
gin
a1
89
—Ese bebé tendrá mucha atención. Será algo divertido de ver —le dije
asintiendo con la cabeza hacia el hombre que los dos mirábamos mientras él
volvĂa a contar la historia de las pataditas del bebĂ© durante el ultrasonido.
—Nunca esperé esto... Ya sabes, este tipo de reacción. Si no estuviera ya
completamente enamorada de Ă©l, esto harĂa que lo amara mucho más —respondiĂł
ella con voz soñadora.
—Oà que habrá una boda en un par de semanas, en lugar de meses. Eso es
emocionante —Otra cosa que me desconcierta. Rush emocionado por ser padre era
una cosa, pero Rush casándose era otra. El hombre estaba loco por esta chica.
—No quiero verme enorme y gorda en mi vestido de novia. Rush puede
cambiar de opinión si me ve contoneándome asà hacia el altar —El tono burlón de
su voz enmascaraba un miedo real. Lo podĂa saber por la forma en que se quebrĂł
su voz.
Aparté la mirada de mi hermano y la miré. —Espero que estés bromeando.
Porque nada obligarĂa a Rush a alejarse de ti. Tienes que saberlo. Él te eligiĂł.
Cuando tuvo que elegir, fue a ti a quien escogiĂł. Estoy orgulloso de Ă©l por pensar
en sĂ mismo por una vez y hacer lo que querĂa. Eres buena para Ă©l, Blaire. Nunca
ha tenido a nadie que cuide de Ă©l de la manera en que tĂş lo haces. Quiero decir, le
quiero y todo, pero esto es diferente.
Lágrimas poblaron sus ojos y sollozo. Mi intensión no fue molestarla. Sólo
fui honesto. El chico la necesitaba como si fuera el aire para respirar. Su vida girĂł
en estar disponible para todos y contener la locura que corrĂa por las venas de su
madre. Con Blaire, sencillamente era feliz. Me gustaba verlo feliz.
—No llores, por favor. Piensa en mà y en cuan fuerte me golpeara Rush si se
da cuenta que estoy haciéndote llorar —Le supliqué mientras tomaba su mano y le
daba un pequeño apretón.
Una risa suave escapĂł de sus labios y sollozĂł nuevamente, luego se limpiĂł
la lágrima que se habĂa deslizado. —Son lágrimas de felicidad. Sucede mucho
Ăşltimamente. Son las hormonas del embarazo.
Blaire cambiĂł su atenciĂłn de mĂ a Rush. La diversiĂłn en su mirada me hizo
preguntarme cual era la razĂłn. Jimmy, un empleado del club, estaba coqueteando
abiertamente con Rush. Él no lo hacĂa en serio. SabĂa que Rush tenĂa dueña y era
obvio que Jimmy adoraba a Blaire.
—Tengo que ir a rescatar a Rush. Jimmy tiene una vena maligna. Hace esto
solo para poner a Rush en aprietos. DesearĂa que no fumaras, pero si necesitas
Pá
gin
a1
90
tomar un descanso yo te cubro —dijo con una pequeña sonrisa antes de ir hacia
Rush.
Pá
gin
a1
91
Woods ush Finlay de verdad estaba haciendo esto. Actuaba como un padre
orgulloso. Me alegrĂ©. Él debĂa estarlo. LuchĂł por la chica y la
consiguiĂł. Yo nunca tuve ninguna oportunidad. Desde que estuvo
embarazada, no quise nada más. Solo querĂa que Rush se hiciera cargo. No era
justo para ella hacer frente a todo esto sola.
Blaire era como un pequeño pajarito herido que necesitaba cuidados
especiales. Los hombres se sentĂan atraĂdos por eso. Diablos, yo me sentĂa atraĂdo
por eso. El gen masculino necesita proteger. Pero la responsabilidad que viene con
ello no es algo que todos queremos, por lo menos yo no. Ni siquiera si incluye una
hermosa rubia.
Prefiero divertirme con una mujer fuerte y salvaje que solo quiera pasarla
bien. En este momento, es todo lo que yo necesito. Con lo estresado que me siento
por la forma en que mi padre me está acosando sobre este trabajo y la necesidad de
probarme ante él, no puedo cuidar a una mujer frágil. Pero necesito una
distracciĂłn. Una sexy distracciĂłn en forma de chica mala con unas piernas muy
largas.
Tomando un sorbo de Bourbon, salà de detrás de la barra del club y fui
hacia Rush y Blaire. Ya era hora de felicitarlos apropiadamente y mirar las fotos de
las que estaban tan orgullosos.
Los ojos verdes de Blaire se encontraron con los mĂos al mismo tiempo que
yo me acercaba. Era difĂcil no perderse en ellos. Ese fue mi primer error con Blaire.
Quedar atrapado por la forma en que te veĂan. La chica tenĂa los genes de su
madre, por que su padre no era muy atractivo que digamos.
─Déjame verlo ─dije y el rostro de Blaire se iluminó con una sonrisa y me
acercĂł la foto que sostenĂa en su mano. No pasĂ© desapercibida la manera en que
Rush deslizĂł su brazo alrededor de su cintura y la atrajo hacia su lado, ni como
apartĂł su atenciĂłn de la conversaciĂłn que tenĂa con Jace para mirarme a mĂ.
Estaba siendo protector con Blaire o un loco celoso, tal vez ambas cosas,
pero no podĂa culparlo.
R
Pá
gin
a1
92
─Veamos al bebĂ© ─repetĂ y tomĂ© la foto que sostenĂa hacia mĂ. Era
sorprendentemente clara. Obviamente, Rush pagĂł por uno de esos en 3D de los
que habĂa oĂdo.
─Asà que es varón. ¿Crees poder manejar dos Rush Finlay? ─Le pregunté a
Blaire.
Ella riĂł. ─SĂ, creo que podrĂ© manejarlo. Solo espero que sea tan lindo como
su papá.
Rush se aclarĂł la garganta. ─Yo no soy lindo, nena. Deja de llamarme asĂ.
Blaire suspiró y sacudió la cabeza con exasperación. ─Me dijiste que deje de
llamarte hermoso. Nunca dijiste que no podĂa decir que eras lindo.
─Ambos están fuera de limites ─respondió.
Blaire movió sus pies y miró a Rush fijamente. ─Entonces, ¿cómo debo
llamarte?
Rush sonrió con arrogancia. ─Extremadamente sexy o jodidamente
atractivo. Cualquiera de los dos sirven ─Blaire se rió y golpeó a Rush en el brazo.
Los envidiĂ©. Un poco. No lo suficiente como para quererlo para mĂ. Era
complicado. TenĂan un montĂłn de asuntos que superar aĂşn. La madre de Rush,
Nan, un recién nacido, el papá de Rush, el dolor de Blaire, el papá de Blaire y la
lista seguĂa… TenĂa la esperanza de que tendrĂan un futuro feliz. Aunque parecĂa
que tuvieran una montaña de obstáculos en su camino.
Pá
gin
a1
93
Rush i no hubiera estado tan enamorado por Blaire y la forma en que
ilumina la habitaciĂłn, lo habrĂa visto entrar. Pero no lo hice. No fue
hasta que la conversaciĂłn a nuestro alrededor se detuvo y todos los
ojos miraban fijamente hacia la puerta a mi espalda, que comprendĂ que algo
sucedĂa. BajĂ© la mirada hacia Blaire, quien seguĂa hablando con Woods, ajena del
cambio en la habitación. La movà hacia atrás como medida de protección antes de
darme la vuelta para ver lo que capto la atenciĂłn de todos.
Los mismos ojos plateados con los que me encontraba todos los dĂas frente
al espejo se centraron en mĂ. HabĂa pasado bastante tiempo desde que vi a mi
padre. Normalmente, nos mantenemos en contacto, pero cuando Blaire entrĂł a mi
mundo y lo puso patas arriba, no tuve suficiente tiempo y energĂa para perseguir a
mi padre y comunicarme con Ă©l. ParecĂa que habĂa venido a buscarme esta vez.
─Ese es tu padre ─dijo Blaire suavemente a mi lado. Se habĂa movido de
donde yo la habĂa dejado y se aferraba a mi brazo ahora.
─SĂ, lo es ─respondĂ.
S
Pá
gin
a1
94
Twisted Perfection La vida afuera de su casa es una nueva
experiencia para Della Sloane. Los oscuros
secretos de su pasado no eran algo que ella
quisiera compartir con nadie. Nunca lo
entenderĂan. Nadie nunca se acercarĂa lo
suficiente como para averiguarlo. Además,
siempre habĂa la posibilidad de que ella se
volverĂa loca mucho antes de lo que esperaban…
Woods Kerrington nunca habĂa sido de los que se
sienten atraĂdos por las mujeres frágiles. Ellas
parecen ser demasiado trabajo. Él no estaba para
el trabajo, sĂłlo para el placer. Una noche llena de
diversiĂłn traviesa habĂa sido exactamente lo que
tenĂa en mente cuando puso sus ojos en la
pequeña chica caliente que no sabĂa cĂłmo
bombear gas y necesitaba un poco de ayuda.
Lo que Ă©l no sabĂa es que ella fuera tan frágil.
La chica despreocupada que decĂa lo que pensaba y no le importaba lo que el
mundo pensara de ella era m{s fr{gil de lo que Ă©l jam{s podrĂa imaginar…
Pá
gin
a1
95
Abbi Glines Abbi Glines puede ser encontrada saliendo con
estrellas de rock, paseando en su yate los fines de
semana, haciendo paracaidismo o surfeando en Maui.
Está bien, quizá ella necesita mantener su
imaginaciĂłn sĂłlo enfocada en su escritura. En el
mundo real, Abbi puede ser encontrada acerrando a
niños (que siempre suelen aparecer que no le
pertenecen a ella) a todos sus eventos sociales,
escondida bajo las sábanas con su MacBook con la
esperanza de que su marido no la descubra viendo a
Buffy en Netflix de nuevo, y escabulléndose a Barnes & Noble para pasar horas
perdida en libros.
Pá
gin
a1
96
Traducido, Corregido y Diseñado por:
http://www.librosdelcielo.net