NEVER TOO FAR

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Transcript of NEVER TOO FAR

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Correctoras: Zafiro

BlancaDepp

Lalu ♥

Carolyn ♥

Nat_Hollbrook

Chachii

Violet~

Vericity

Verito

CrisCras

JessiRedondo

val_mar

Clau ^.^

noelia051282

Chio

Innogen D.

Melky2012

itxi

Juli

Melii

Staff Moderadora:

Anna Banana

Traductoras: Nico Robin

CrisCras

Chachii

Kass :)

Anelynn

Liz Holland

Monikgv

Demoiselle

Larosky_3

Danny_McFly

Juli

♥…Luisa…♥

Mitzi.C

Dunadae

Annabelle

Buty Maddox

Majo_Smile ♥

loveandheartts

Joha quinto

Eddesmile

Akires

Noely

Keren03

dana.kirei7

Jessy.

betza18

noenatale

LilikaBaez

Nina_Ariella

Perpi27

Akires

Jessy.

Anna Banana

Mel Cipriano

tamijimflower

RecopilaciĂłn & Lectura Final: Mery St. Clair & Annabelle

Diseño: Hanna Marl

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Sinopsis

l guardaba un secreto que destrozĂł su mundo.

Todo lo que ella sabĂ­a ya no era cierto.

Blaire no podĂ­a dejar de amarlo, pero sabĂ­a que nunca podrĂ­a

perdonarlo. Ahora estaba de vuelta en casa y aprendiendo a vivir de nuevo.

Continuando con su vida… Hasta que algo sucede y pone a girar su mundo una

vez más.

¿Qué haces cuando la única persona en la que nunca puedes volver a confiar

es en la que tienes que confiar tan desesperadamente?

Mientes, te escondes, lo evitas y rezas para que tus pecados nunca te

encuentren.

Too Far, #2

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Hace 13 años… Traducido por Anna Banana

Corregido por Zafiro

Rush

ubo un golpe en la puerta y luego sólo el pequeño arrastrar de

pies. Mi pecho dolĂ­a. Mi madre me habĂ­a llamado de camino a

casa para decirme lo que habĂ­a hecho y que ahora saldrĂ­a a tomar

algunos cĂłcteles con amigos. Yo serĂ­a quien tendrĂ­a que

tranquilizar a Nan. Mi madre no podía manejar el estrés que eso implicaba. O eso

es lo que me dijo cuándo llamó.

—¿Rush? —La voz de Nan llamó con un hipo. Había estado llorando.

—Estoy aquí, Nan —dije mientras me levantaba de donde yo había estado

sentaoa en la esquina. Era mi escondite. En esta casa necesitabas un escondite. Si

no tenĂ­as uno, cosas malas sucedĂ­an.

Mechones de los rizos rojos de Nan se pegaban a su cara mojada. Su labio

inferior temblĂł mientras me miraba con esos ojos tristes. Casi nunca los veĂ­a

felices. Mi madre sĂłlo le daba atenciĂłn cuando necesitaba vestirla y presumirla. El

resto del tiempo era ignorada. Excepto por mĂ­. Hice mi mejor esfuerzo para hacerla

sentir querida.

—No lo vi. Él no estaba allí —susurró mientras un pequeño sollozo escapó.

No tuve que preguntar quién era “él.” Lo sabía. Mam{ se había cansado de oír a

Nan preguntar por su padre. AsĂ­ que decidiĂł llevarla a verlo. DesearĂ­a que me lo

hubiera dicho. DesearĂ­a poder haber ido. La mirada afligida en el rostro de Nan

provocó que mis manos se cerraran en puños. Si alguna vez veía a ese hombre iba

a darle un puñetazo en la nariz. Quería verlo sangrar.

—Ven aquí —le dije, extendiendo la mano y tirando de mi hermana

pequeña hacia mis brazos. Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me

apretĂł con fuerza. En momentos como este era difĂ­cil respirar. Odiaba la vida que

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le habĂ­an dado. Por lo menos, yo sabĂ­a que mi padre me querĂ­a. Pasaba tiempo

conmigo.

—Tiene otras hijas. Dos. Y son… hermosas. Sus cabellos son como el cabello

de un ángel. Y tienen una mamá que las deja jugar afuera en la tierra. Usaban

zapatos tenis. Y estaban sucios. —Nan tenía envidia de unos zapatos sucios.

Nuestra madre no le permitĂ­a ser menos que perfecta todo el tiempo. Ni siquiera

tenĂ­a un par de zapatos tenis.

—No pueden ser más hermosas que tú —le aseguré, porque lo creía

firmemente.

Nan sollozĂł y luego se apartĂł de mĂ­. LevantĂł su rostro y me observĂł con sus

enormes ojos verdes. —Lo son. Las vi. Pude ver fotografías en la pared de ellas y

un hombre. Las quiere… Él no me quiere.

No podĂ­a mentirle. TenĂ­a razĂłn. No la querĂ­a.

—Él es un estúpido idiota. Me tienes a mí, Nan. Siempre me tendrás.

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1 Traducido por Anna Banana

Corregido por BlancaDepp

Blaire

iempo presente…

Veinticuatro kilĂłmetros fuera de la cuidad era lo suficientemente

lejos. Nadie venĂ­a tan lejos de Sumit para visitar una farmacia. A

menos que tuvieran diecinueve años y necesitaba algo que no querían que el

pueblo se enterara que compraste. Todo lo que comprara en la farmacia local se

esparciría por toda la pequeña ciudad de Sumit, Alabama, en menos de una hora.

Especialmente si eras soltera y comprabas condones… o una prueba de embarazo.

Puse las pruebas de embarazo en el mostrador y no hice contacto visual con

el empleado. No pude. El miedo y la culpa en mis ojos era algo que no querĂ­a

compartir con un completo extraño. Esto era algo que ni siquiera le conté a Cain.

Desde que obligué a Rush que saliera de mi vida hace tres semanas, poco a poco

volvía a mi rutina de pasar todo el tiempo con Cain. Fue fácil. No me presionaba

para hablar, pero cuando lo hacĂ­a siempre escuchaba.

—Dieciséis dólares y quince centavos —dijo la mujer del otro lado del

mostrador. Podía oír la preocupación detrás de su voz. No era de extrañar. Esta era

la compra de la vergüenza que todas las adolescentes temían. Le entregué un

billete de veinte dólares sin levantar los ojos de la pequeña bolsa que había puesto

delante de mí. Ésta sostenía la única respuesta que necesitaba y aterrorizaba.

Ignorar el hecho de que mi perĂ­odo tenĂ­a dos semanas de retraso y fingir que esto

no ocurría era más fácil. Pero tenía que saberlo.

—Tres dólares con ochenta y cinco centavos es tu cambio —dijo mientras

extendí la mano y tomé el dinero que me extendía.

—Gracias —murmuré y tomé la bolsa.

—Espero que todo salga bien —dijo la mujer en tono suave. Levanté la vista

y me encontré con un par de simpáticos ojos marrones. Era una extraña que nunca

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volvería a ver, pero en ese momento me ayudó que alguien más lo supiera. No me

sentĂ­a sola.

—Yo también —le contesté antes de dar la vuelta y caminar hacia la puerta.

De regreso al sol caliente de verano.

Di dos pasos hacia el estacionamiento cuando mis ojos se posaron en el lado

del conductor de la camioneta. Cain estaba recargado sobre ella con sus brazos

cruzados sobre el pecho. La gorra de beisbol gris que llevaba tenĂ­a una A de la

Universidad de Alabama que ocultaba sus ojos.

Me detuve y lo miré fijamente. No había manera de mentir sobre esto. Él

sabĂ­a que no habĂ­a venido hasta aquĂ­ para comprar condones. SĂłlo habĂ­a una

razón m{s. Incluso sin poder ver la expresión de sus ojos sabía… que él lo sabía.

Tragué el nudo en mi garganta con el que había estado luchando desde que

entré en mi camioneta está mañana y me dirigí fuera de la cuidad. Ahora ya no era

sólo la extraña detrás del mostrador y yo las que lo sabíamos. Mi mejor amigo

también lo sabía.

Me obligué a mí misma a poner un pie delate del otro. Él haría preguntas y

yo tendría que responder. Después de las últimas semanas se merecía una

explicaciĂłn. Se merecĂ­a la verdad. ÂżPero cĂłmo explicaba esto?

Me detuve a unos metros delante de Ă©l. Me alegrĂł que la gorra ocultara su

rostro. Sería mucho más fácil de explicar si no podía ver los pensamientos

destellando en sus ojos.

Nos quedamos en silencio. Quería que hablara primero, pero después de lo

que parecieron varios minutos sin decir nada, supe que Ă©l querĂ­a que yo dijera algo

primero.

—¿Cómo supiste dónde estaba? —pregunté finalmente.

—Estás quedándote en la casa de mi abuela. En el momento que te

marchaste actuando extrañamente, ella me llamó. Me preocupé por ti —respondió.

Las lágrimas picaron mis ojos. No iba a llorar sobre esto. Ya había llorado

todo lo que tenĂ­a que llorar. Apretando la bolsa que guardaba la prueba de

embarazo, enderecé mis hombros. —Me has seguido —le dije. No era una

pregunta.

—Por supuesto que sí —respondió, luego sacudió la cabeza y volvió su

mirada lejos de mí para concentrarse en otro cosa—. ¿Ibas a decírmelo, Blaire?

¿Iba a decírselo? No lo sabía. No había pensado en eso todavía. —No estoy

segura que haya nada que decir aún por el momento —le contesté con sinceridad.

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Cain negó con la cabeza y dejó escapar una risita baja sin humor. —¿No

estás segura, eh? ¿Has venido hasta aquí porque no estás segura?

Estaba enojado. ¿O estaba herido? No tenía por qué estarlo. —Hasta que no

tome está prueba no estoy segura. Tengo un retraso. Eso es todo. No hay ninguna

razĂłn por la que deberĂ­a decirte esto. No es de tu incumbencia.

Lentamente, Cain volviĂł su cabeza para nivelar su mirada en mĂ­. LevantĂł la

mano e inclinó su gorra hacia atrás. La sombra desapareció de sus ojos. Había

incredulidad y dolor en ellos. No querĂ­a ver eso. Era casi peor que ver el juicio en

sus ojos. En cierto modo, el juicio era mejor.

—¿En serio? ¿Eso es lo que sientes? ¿Después de todo por lo que hemos

pasado asĂ­ es como te sientes honestamente?

Lo que habíamos pasado estaba en el pasado. Él era mi pasado. Había

atravesado por muchas cosas sin él. Mientras él disfrutaba de sus años de instituto

yo luchaba por que mi vida no se desmoronara. ¿Qué era exactamente lo que creía

que había sufrido? La ira hirvió lentamente en mi sangre y levanté mis ojos para

mirarlo.

—Sí, Cain. Así es como me siento. No estoy segura de qué es exactamente lo

que hemos pasado. Éramos mejores amigos, después fuimos novios, luego mi

mamá enfermó y tú querías que tu polla fuera consentida, así que me engañaste.

Me hice cargo de mi madre enferma sola. Sin nadie con quien apoyarme. Luego

ella murió y me mudé. Mi corazón y mundo fueron destrozados y volví a casa. Has

estado aquĂ­ para mĂ­. No te lo pedĂ­, pero lo has hecho. Y te lo agradezco, sin

embargo eso no hace que todas las cosas desaparezcan. No compensa el hecho de

que me abandonaste cuando más te necesitaba. Así que discúlpame si cuando mi

mundo está a punto de desmoronarse de debajo de mis pies y tú no eres la primera

persona a la que corro. AĂşn no te lo has ganado.

Respiraba con dificultad y las lágrimas que no había querido derramar

corrían por mi rostro. Maldita sea, no quería llorar. Cerré la distancia que nos

separaba y usé toda mi fuerza para alejarlo fuera de mi camino para así poder

agarrar la manija de la puerta y abrirla. Necesitaba salir de aquĂ­. Alejarme de Ă©l.

—Muévete —grité mientras me esforzaba por abrir la puerta con su peso

aĂşn contra ella.

Esperé que discutiera conmigo. Esperé cualquier cosa excepto que hiciera lo

que le pedí. Me subí en el asiento del conductor y arrojé la bolsa de plástico en el

asiento a mi lado antes de echar andar la camioneta y salir del estacionamiento.

AĂşn podĂ­a ver a Cain de pie allĂ­. No se habĂ­a movido mucho. SĂłlo lo suficiente

para que pudiera entrar a la camioneta. No me estaba mirando. Observaba el suelo

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como si tuviera todas las respuestas. No podĂ­a preocuparme por Ă©l ahora. TenĂ­a

que salir de aquĂ­.

Tal vez no deberĂ­a haberle dicho esas cosas. Tal vez debĂ­ haberlas dejado en

mi interior donde habían estado enterradas todos estos años. Pero ya era

demasiado tarde. Me confrontĂł en el momento equivocado. No me sentirĂ­a mal

por esto.

Tampoco podĂ­a volver a la casa de su abuela. Ella sospechaba. Era probable

que Ă©l la llamara para decirle. Si no le decĂ­a la verdad, entonces se enterarĂ­a por

otra persona. No tenĂ­a ninguna otra opciĂłn. Iba a tener que tomar una prueba de

embarazo en el baño de una estación de servicios. ¿Podría esto ponerse peor?

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2 Traducido por Nico Robin

Corregido por BlancaDepp

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as olas rompiendo contra la orilla me calmaban. HabĂ­a estado sentado

y mirando el agua en el patio desde que era niño. Siempre me ayudaba

a encontrar una mejor perspectiva de las cosas. Eso no estaba

funcionándome ahora.

La casa estaba vacía. Mi madre y… y el hombre a quien quería pudrir en el

infierno por toda la maldita eternidad se habían ido tan pronto como llegué de

Alabama hace tres semanas. Yo había estado enojado, roto, salvaje. Después de

amenazar la vida del hombre que se casĂł con mi madre, les exigĂ­ que se fueran. No

querĂ­a ver a ninguno de ellos. TenĂ­a que llamar a mi madre y hablar con ella, pero

no querĂ­a hacerlo por el momento.

Era más fácil decir que perdonaría a mi mamá que hacerlo. Nan, mi

hermana, vino varias veces y me pidiĂł que hablara con ella. Esto fue culpa de Nan,

pero tampoco podĂ­a con ella acerca de esto. Ella me recordaba lo que perdĂ­. Lo que

yo apenas tuve. Lo que yo nunca esperé encontrar.

Un fuerte estruendo proveniente de dentro de la casa rompiĂł en mis

pensamientos. Me giré y noté que alguien estaba en la puerta cuando el timbre

sonó seguida de otro golpe. ¿Quién diablos era? Nadie había venido a excepción

de Nan y Grant desde que Blaire se fue.

Puse la cerveza en la mesa junto a mí y me levanté. Quienquiera que fuese

necesitaba una buena razón para venir aquí sin invitación. Caminé por la casa que

seguĂ­a limpia desde la Ăşltima visita de Henrietta, la sirvienta. Sin vida social era

fácil mantener las cosas ordenadas. Me gustaba mucho más esto. Los golpes

comenzaron de nuevo cuando llegué a la puerta y la abrí de golpe listo para decirle

a quien quiera que estuviera ahĂ­ que se fuera a la mierda cuando las palabras me

fallaron. No era alguien a quien yo hubiera esperado ver otra vez. SĂłlo conocĂ­ al

hombre una vez y al instante lo odie. Ahora estaba aquĂ­, querĂ­a agarrarlo por los

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hombros y sacudirlo hasta que me dijera como estaba ella. Si ella estaba bien.

¿Dónde vivía? Dios, esperaba que no viviera con él. ¿Y si él…? no, no, no, eso no

habĂ­a ocurrido. Ella no lo harĂ­a. No mi Blaire.

Mis manos se apretaron en puños con fuerza a los costados.

—Necesito saber una cosa —dijo Cain, el ex de Blaire, cuándo me le quedé

viendo confundido—. ¿Tu… —se detuvo y tragó saliva—, te… la jod…? —se quitó

la gorra y se pasĂł una mano por el pelo. Me di cuenta de los cĂ­rculos oscuros bajo

los ojos y la expresiĂłn cansada, muy cansada en su cara.

Mi corazón se detuvo. Lo tomé del brazo y lo sacudí. —¿Dónde está Blaire?

¿Está bien?

—Ella est{ bien… quiero decir, ella est{ bien. Suéltame antes de que me

rompas el brazo. —espetó Cain, apartando su brazo lejos de mí—. Blaire está viva

y bien en Sumit. No es por eso que estoy aquĂ­.

Entonces, ¿por qué él estaba aquí? Teníamos una sola conexión: Blaire.

—Cuando se fue de Sumit, ella era inocente. Muy inocente. Yo había sido su

Ăşnico novio. SĂ© lo inocente que era. Hemos sido mejores amigos desde que Ă©ramos

niños. La Blaire que regreso no es la misma que se fue. Ella no habla de ello. No

quiere hablar de ello. Solo necesito saber si tú y ella… si ustedes… Solo voy a decir

esto, ÂżTe la follaste?

Mi visiĂłn se tornĂł borrosa mientras me movĂ­a sin ningĂşn pensamiento que

no fuera asesinarlo. HabĂ­a cruzado una lĂ­nea. No le permitirĂ­a hablar de Blaire asĂ­.

No le permitirĂ­a hacer ese tipo de preguntas o dudar de su inocencia. Blaire era

inocente, maldita sea. No tenĂ­a derecho.

—¡Santa mierda! ¡Rush, hermano, bájalo! —la voz de Grant me estaba

llamando. Lo oĂ­a, pero estaba demasiado lejos, como dentro de un tĂşnel. Yo me

concentraba en el chico delante de mí conectando con mi puño y la sangre

corriendo de su nariz. Estaba sangrando. Yo necesitaba hacerlo sangrar. Yo

necesitaba hacer a alguien sangrar.

Dos brazos se enrollaron a mi alrededor por detrás y me apartaron cuando

Cain tropezó hacia atrás, levantando las manos hacia su nariz con una mirada de

pánico en sus ojos. Bueno, uno de sus ojos. El otro ya estaba cerrado por la

hinchazĂłn.

—¿Qué demonios le dijiste? —preguntó la persona detrás de mí. Era Grant

quien me tenĂ­a en una tenaza.

—Ni se te ocurra decirlo —rugí cuando Cain abrió la boca para responder.

No podía oírle hablar así de ella. Lo que había hecho era más que sucio y

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equivocado. Él actuaba como si yo la hubiera ensuciado. Blaire era inocente. Tan

increĂ­blemente inocente. Lo que habĂ­a hecho no lo cambiaba.

Los brazos de Grant me apretaron tirándome contra su pecho. —Te tienes

que ir ya. Solo puedo retenerlo por poco tiempo. Tiene seis kilos más que yo y esto

no es tan fácil como parece. Tienes que salir de aquí, amigo. No vuelvas. Tienes

una jodida suerte de que yo haya aparecido.

Cain asintiĂł con la cabeza, y luego se tambaleĂł hacia su camioneta. La ira se

había consumido en mis venas, pero todavía se sentía. Quería herirlo más. Para

eliminar cualquier pensamiento en su cabeza de que Blaire no era tan perfecta

como lo habĂ­a sido cuando saliĂł de Alabama. No sabĂ­a todo por lo que habĂ­a

pasado. Toda la mierda que mi familia le habĂ­a hecho pasar. ÂżCĂłmo iba a cuidar de

ella? Ella me necesitaba

—Si te libero, ¿Vas a perseguir su camioneta o estamos bien? —preguntó

Grant mientras aflojaba su agarre sobre mĂ­.

—Estoy bien. —Le aseguré, me encogí de hombros liberándome de sus

brazos y me acerqué a la barandilla para agarrarme y tomar varias respiraciones

profundas. El dolor volviĂł con toda su fuerza. Me las habĂ­a arreglado para

enterrarlo hasta que solo latĂ­a un poco, pero al ver al cobarde me lo recordĂł todo.

Esa noche. De lo que nunca me recuperarĂ­a. La que me marcarĂ­a para siempre.

—¿Puedo preguntar por qué demonios me ibas a golpear a mí también? —

preguntĂł Grant poniendo alguna distancia entre nosotros.

Él era mi hermano en todos los aspectos y propósitos. Nuestros padres se

habían casado cuando éramos niños. Lo suficiente como para formar ese vínculo.

A pesar de que mi mamá tuvo más maridos, desde entonces, Grant era mi familia.

Me conocĂ­a lo suficiente para saber que se trataba sobre Blaire.

—El ex novio de Blaire—contesté sin mirarlo.

Grant se aclaró la garganta. —Así que, uh, ¿vino a presumir? ¿O solamente

consiguiĂł una nariz sangrante por que la toco?

Las dos cosas. Ninguna. Negué con la cabeza. —No, él vino a hacer

preguntas sobre mĂ­ y Blaire. Cosas que no le incumbĂ­an. PreguntĂł la cosa

equivocada.

—Ah, ya veo. Eso tiene sentido. Bueno, pago por ello. El tipo probablemente

tiene una fractura en la nariz junto con ese ojo cerrado.

Por fin levanté la cabeza y miré a Grant. —Gracias por separarme de él.

PerdĂ­ el control.

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Grant asintió con la cabeza y abrió la puerta. —Vámonos. Veamos un juego

y bebamos cerveza.

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Traducido por CrisCras

Corregido por Lalu♥

Blaire

a tumba de mi madre era el Ăşnico lugar al que podĂ­a pensar ir. No

tenĂ­a casa. No podĂ­a regresar a donde Granny Q. Ella era la abuela de

Cain.

Probablemente, él estuviera allí, esperándome. O quizás no estuviera.

Quizás le había empujado demasiados lejos. Me senté a los pies de la tumba de mi

madre. Tiré de mis rodillas bajo mi barbilla y rodeé mis piernas con mis brazos.

HabĂ­a vuelto a Sumit porque era el Ăşnico lugar que conocĂ­a para regresar.

Ahora necesitaba marcharme. No podĂ­a quedarme aquĂ­. Otra vez, mi vida

estaba a punto de tomar un giro repentino. Uno para el que yo no estaba

preparada. Cuando había sido una niña, mi madre nos llevo un domingo a la

escuela de la iglesia Baptista local. Recuerdo un pasaje de la Biblia que nos leyeron

acerca de que Dios no pone en nuestro camino más de lo que podemos soportar.

Comenzaba a preguntarme si eso era sĂłlo para aquellas personas que iban a la

iglesia cada domingo y rezaban antes de irse a la cama por las noches. Porque Ă©l no

se estaba conteniendo a la hora de lanzarme golpes.

Sentir lástima por mí misma no me ayudaría. No podía hacer esto. Tenía

que resolverlo también. Mi estancia con Granny Q y dejar que Cain me ayudara a

lidiar con el día a día había sido temporal. Supe cuando me mudé a la habitación

de invitados que no podĂ­a quedarme mucho tiempo. HabĂ­a demasiada historia

entre Cain y yo. Historia que no tenĂ­a la intenciĂłn de repetir.

El momento de marcharse estaba aquĂ­, pero todavĂ­a no tenĂ­a ni idea de a

dónde iba a ir y qué iba a hacer igual que había estado tres semanas atrás.

—Me gustaría que estuvieras aquí, mamá. No sé qué hacer y no tengo nadie

a quien preguntarle —susurré mientras estaba allí sentada en el silencioso

cementerio. QuerĂ­a creer que ella podĂ­a oĂ­rme. No me gustaba la idea de ella

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estando bajo tierra, pero después de que mi hermana gemela, Valerie, hubiera

muerto me habĂ­a sentado aquĂ­ en este lugar con mi madre y nos gustaba hablar

con Valerie. Mamá había dicho que su espíritu estaba pendiente de nosotras y que

podĂ­a oĂ­rnos. AsĂ­ que querĂ­a creer eso ahora.

—Soy solo yo. Te echo de menos. No quiero estar sola… pero lo estoy. Y

tengo miedo. —El único sonido era el susurro de las hojas en los árboles—. Una

vez me dijiste que si escuchaba realmente fuerte sabrĂ­a la respuesta en mi corazĂłn.

Estoy escuchando, mamá, pero estoy tan confundida. ¿Tal vez podrías ayudarme

señalándome en la dirección correcta de alguna manera?

Descansé la barbilla sobre mis rodillas y cerré los ojos, negándome a llorar.

—¿Recuerdas cuando dijiste que tenía que contarle a Cain cómo me sentía

exactamente? Que no me sentirĂ­a mejor hasta que lo dejara salir todo. Bueno, justo

hice eso hoy. Incluso si él me perdona, nunca será lo mismo. No puedo seguir

confiando en Ă©l para las cosas, de cualquier modo. Es el momento de que resuelva

las cosas por mi cuenta. Es solo que no sé cómo.

Solo preguntárselo me hizo sentir mejor. Saber que no obtendría una

respuesta parecĂ­a no importar.

La puerta de un coche se cerró de golpe rompiendo la paz y dejé caer mis

brazos de mis piernas y me giré hacia atrás para mirar hacia el aparcamiento, vi un

coche demasiado caro para esta pequeña ciudad. Girando mis ojos para ver quién

se habĂ­a bajado del coche, abrĂ­ la boca y me puse de pie de un salto. Era Bethy.

Estaba aquí. En Sumit. En el cementerio… conduciendo un coche que parecía muy,

muy caro.

Su largo cabello marrĂłn estaba recogido sobre su hombro en una coleta. Una

sonrisa tiraba de sus labios cuando mis ojos se encontraron con los suyos. No me

podía mover. Tenía miedo de que me estuviera imaginando cosas. ¿Qué estaba

Bethy haciendo aquĂ­?

—No tienes un teléfono móvil, ¿cómo diablos se supone que voy a llamarte

y a decirte que voy a patearte el culo si no tengo un número al que llamar, eh? —

Sus palabras no tenĂ­a sentido, pero solo oĂ­r su voz me hizo recorrer a la carrera la

distancia entre nosotras.

Bethy se rió y abrió sus brazos cuando me arrojé en ellos. —No puedo creer

que estés aquí —dije después de abrazarla.

—Sí, bueno, yo tampoco. Fue un largo viaje. Pero tú lo vales y ya que dejaste

el teléfono móvil en Rosemary, no tenía ninguna manera de hablar contigo.

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Quería contárselo todo, pero no podía. Todavía no. Necesitaba tiempo. Ella

ya sabía sobre mi padre. Sabía sobre Nan. Pero el resto… yo sabía que ella no lo

conocĂ­a.

—Estoy contenta de que estés aquí, ¿pero cómo me has encontrado?

Bethy sonrió e inclinó la cabeza hacia un lado. —Conduje por la ciudad

buscando tu camioneta. No fue tan difĂ­cil. Este lugar tiene como una luz roja. Si

hubiera parpadeado dos veces lo habrĂ­a pasado por alto.

—Ese coche probablemente llama un poco la atención en la ciudad —dije

mirando más allá de ella.

—Es de Jace. Esa cosa se conduce como un sueño.

AĂşn estaba con Jace. Bueno. Pero me dolĂ­a el pecho. Jace me recordaba a

Rosemary. Y Rosemary me recordaba a Rush.

—Me gustaría preguntarte cómo estás, pero chica, tienes la figura de un

palo. ÂżHas comido algo desde que te marchaste de Rosemary?

Mis ropas colgaban flojas sobre mĂ­. Comer habĂ­a sido difĂ­cil con el gran

nudo que se mantenía apretado en mi pecho en todo momento. —Han sido unas

semanas difĂ­ciles, pero creo que estoy cada vez mejor. Superando las cosas.

Lidiando con ello.

Bethy desvió la mirada hacia la tumba detrás de mí. Hacia ambas. Pude ver

la tristeza en sus ojos mientras leía sus lápidas. —Nadie puede quitarte tus

recuerdos. Tienes eso —dijo apretando mi mano entre las suyas.

—Lo sé. No les creo. Mi padre es un mentiroso. No les creo a ninguno de

ellos. Ella, mi madre, no habrĂ­a hecho lo que ellos dicen. Si alguien tiene la culpa,

ese es mi padre. Él causó este dolor. No mi madre. Nunca mi madre.

Bethy asintiĂł y sostuvo mi mano en las suyas. Solo tener a alguien

escuchándome y saber que me creía, que creía en la inocencia de mi madre, ayudó.

—¿Tú hermana se parecía mucho a ti?

El Ăşltimo recuerdo que tenĂ­a de Valerie era de su sonrisa. Esa brillante

sonrisa que era mucho más bonita que la mía. Sus dientes eran perfectos sin ayuda

de aparatos de ortodoncia. Sus ojos eran más brillantes que los míos. Pero todo el

mundo decía que éramos idénticas. Ellos no veían la diferencia. Siempre me

pregunté por qué. Yo podía verla tan claramente.

—Éramos idénticas —respondí. Bethy no entendería la verdad.

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—No puedo imaginarme dos Blaire Wynns. Ustedes debieron de haber roto

un montón de corazones en esta pequeña ciudad. —Estaba tratando de aligerar el

ambiente después de preguntar por mi difunta hermana. Yo apreciaba eso.

—Solo Valerie. Yo estuve con Cain desde que era joven. No rompí ningún

corazĂłn.

Los ojos de Bethy se ampliaron un poco, luego apartĂł la mirada antes de

aclararse la garganta. Esperé hasta que se volvió hacia mí. —A pesar de que verte

es impresionante y que podrĂ­amos sacudir totalmente esta ciudad, vine aquĂ­ con

un propĂłsito.

Supuse que así era, solo no podía imaginarme qué propósito sería

exactamente.

—De acuerdo —dije esperado más explicación.

—¿Podemos hablar de esto en alguna cafetería? —Frunció el ceño y miró de

nuevo hacia la calle—. O tal vez en el Dairy K, ya que es el único lugar que he visto

mientras conducía a través de la ciudad.

Ella no parecĂ­a cĂłmoda manteniendo una conversaciĂłn entre tumbas como

yo. Eso era normal. Yo no lo era. —Sí, está bien —dije y me acerqué para recoger

mi bolso.

—Ahí está tu respuesta —susurró una voz suave, tan bajo que casi pensé que

lo había imaginado. Me giré para mirar hacia atrás, a Bethy, quien sonreía con las

manos metidas en los bolsillos delanteros.

—¿Dijiste algo? —pregunté confundida.

—Uh, ¿te refieres a después de que sugiriera ir al Dairy K? —preguntó.

Asentí con la cabeza. —Sí. ¿Susurraste algo?

Ella arrugĂł la nariz, luego mirĂł a su alrededor con nerviosismo y sacudiĂł la

cabeza.

—No… eh… ¿por qué no salimos de aquí? —dijo estirando la mano para

coger mi brazo y tirando de mí detrás de ella hacia el coche de Jace.

VolvĂ­ la vista hacia la tumba de mi madre y una paz se asentĂł sobre mĂ­. ÂżEso

había sido…? No. Seguramente, no. Sacudiendo la cabeza, me di la vuelta y me

subĂ­ en el lado del copiloto antes de que Bethy me lanzara dentro.

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4 Traducido por Chachii

Corregido por Carolyn ♥

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ra el cumpleaños de mamá. Nan ya me había llamado dos veces

pidiéndome que le llamase. No podía hacerlo. Ella estaba en una

playa de las Bahamas con Ă©l. Esto no la afecto en lo absoluto. Una vez

más, se había fugado para disfrutar de su vida, mientras dejaba a sus

hijos para que resolvieran las cosas.

—Nan llamó otra vez. ¿Quieres que le conteste y le diga que te deje en paz?

—Grant caminó dentro de la sala, tendiéndome mi celular en su mano mientras

sonaba.

Ambos peleábamos como hermanos reales. —No, dámelo a mí —respondí

mientras me tiraba el teléfono—. Nan —dije en forma de saludo.

—¿Vas a llamar a mamá o no? Me ha llamado dos veces hasta ahora,

preguntándome si hablé contigo y si recuerdas su cumpleaños. Se preocupa por ti.

No dejes que esa chica arruine todo, Rush. Me apuntĂł con una pistola, por el amor

de Dios. Una pistola, Rush. Está loca. Ella…

—Detente. No digas nada más. No la conoces. No quieres conocerla. Así que

detente. No voy a llamar a mamá. La próxima vez que lo haga, dile que no quiero

escuchar su voz. Me importa una mierda su viaje o qué quiere por su cumpleaños.

—Auch —murmuró Grant mientras se sentaba en el sofá frente a mí y

apoyaba las piernas sobre la mesa.

—No puedo creer que hayas dicho eso. No te entiendo. Ella no puede ser

tan buena en…

—No, Nannette. La conversación terminó. Llámame si tú me necesitas. —

Presioné finalizar, lancé mi celular en el asiento junto a mí, y recosté mi cabeza

contra el almohadĂłn.

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—Salgamos. Bebe un poco. Bailemos con algunas chicas. Olvida esta mierda.

Todo —dijo Grant. Sugirió esto varias veces en las pasadas tres semanas. O al

menos desde que dejé de romper cosas y él se sintió lo suficientemente seguro para

hablar.

—No —contesté sin mirarlo. No había razón para actuar como si estuviera

bien. Hasta que supiera que Blaire estaba bien, yo nunca estarĂ­a a estar bien. Ella

no me puede perdonar. Infiernos, nunca me mirará de nuevo, pero necesitaba

saber que seguĂ­a adelante. Necesitaba saber algo. Lo que sea.

—He sido realmente bueno no entrometiéndome. He dejado que

enloquezcas, le gruñas a todo lo que se mueve y te pongas de mal humor. Creo que

es tiempo de que me digas algo. ¿Qué ocurrió cuando fuiste a Alabama? Algo tuvo

que haber pasado. No volviste igual.

QuerĂ­a a Grant como un hermano, pero no habĂ­a forma que le dijera acerca

de la noche en la habitaciĂłn del hotel con Blaire. Ella estaba herida y yo

desesperado. —No quiero hablar acerca de eso. Pero necesito salir. Dejar de mirar

esas paredes y recordarla… sí, necesito salir. —Me paré y Grant salió de su lugar

en el sofá. El alivio en sus ojos era obvio.

—¿De qué tienes ganas? ¿Cervezas? ¿Chicas? ¿O ambas?

—Música alta —contesté. Realmente no necesitaba ninguna cerveza y las

chicas… simplemente no estaba listo para eso.

—Tendremos que ir al centro de la ciudad. ¿Tal vez a Destin?

Le lancé mis llaves del auto. —Seguro, guíame.

El timbre sonó deteniéndonos a ambos. La última vez que había tenido un

invitado inesperado no terminĂł bien. Es muy probable que sean unos policĂ­as que

vienen a arrestarme por golpear el rostro de Cain. Por extraño que parezca, no me

importĂł. Estaba indiferente.

—Yo abro —dijo Grant, mirándome con el ceño fruncido en preocupación.

Estaba pensando lo mismo.

Volví a sentarme en el sofá y apoyé los pies sobre la mesa de café. Mi mamá

odiaba cuando lo hacĂ­a. La habĂ­a comprado durante uno de sus viajes

internacionales de compras y la trajo hasta aquĂ­. SentĂ­ una repentina punzada de

culpa por no llamarla, pero lo ignoré. Toda mi vida hice feliz a esa mujer y me hice

cargo de Nan. Se acabĂł.

—Jace, ¿qué sucede? Estábamos a punto de salir. ¿Quieres venir con

nosotros? —dijo Grant retrocediendo y dejando que Jace entrara a la casa. No me

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levanté. Quería que se fuera. Ver a Jace me recordaba a Bethy, quien me recordaba

a Blaire. Jace necesitaba irse.

—Uh, no, yo uh… necesitaba hablar contigo sobre algo —dijo Jace,

arrastrando los pies y metiendo las manos en sus bolsillos. ParecĂ­a listo para salir

corriendo por la puerta.

—Está bien —contesté.

—Puede que hoy no sea el mejor día para hablar con él, hombre —dijo

Grant, parándose frente a él y centrándose en mí—. Íbamos a salir. Vamos. Jace

puede desnudar su alma después.

Ahora tenía curiosidad. —No soy una bala perdida, Grant. Siéntate. Déjalo

hablar.

Grant dejó escapar un suspiro y sacudió la cabeza. —Bien. Lo que quieras

decir, solo dilo.

Jace lo mirĂł nerviosamente y luego volviĂł hacia mĂ­. CaminĂł y se sentĂł en la

silla más alejada. Observé mientras se metía el pelo detrás de la oreja y me

pregunté qué tenía para decir que fuese gran cosa.

—Bethy y yo vamos algo serios —comenzó. Ya sabía eso. No me importaba.

Sentí el dolor abriendo mi pecho y apreté los puños. Tenía que concentrarme en

forzar el aire hacia mis pulmones. Bethy habĂ­a sido amiga de Blaire. Ella sabrĂ­a

cómo estaba—. Y eh… bueno, el alquiler de Bethy aumentó y de todos modos era

una mierda ese lugar. No me sentía seguro con ella quedándose ahí. Así que, hablé

con Woods y dijo que su papá tenía dos habitaciones disponibles si quería alquilar

eso. Yo eh, las conseguí para ella, pagué el depósito y todo eso. Pero cuando la

llevé a ver se enojó. Bastante. No quiso que pagara su renta. Dijo que la hacía sentir

barata. —Suspiró y la mirada de disculpa en sus ojos seguía sin tener sentido. No

me importaba su pelea con Bethy.

—Es dos veces m{s cuanto mucho… o, al menos, Bethy cree que son dos

veces que su Ăşltimo lugar. Y en realidad son cuatro. Le hice jurar a Wood que sea

discreto. Estoy pagando la otra parte sin que ella lo sepa. De todas formas. Ella,

uh…. ella… fue hoy hacia Alabama. Le encanta el condominio. Quiere vivir en la

propiedad del club sobre la playa. Pero la Ăşnica persona que alguna vez

consideraría tenerla como compañera es… Blaire.

Me puse de pie. No podĂ­a estar sentado.

—Guau, hombre… siéntate —saltó Grant y me hizo señas con la mano.

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—No estoy alterado… sólo necesito aire —dije, mirando por las ventanas de

cristal hacia las olas rompiendo contra la orilla. Bethy fue a buscar a Blaire. Mi

corazĂłn latĂ­a. ÂżVendrĂ­a?

—Sé que ustedes tuvieron un mal final. Le pedí que no, pero ella se cabreo y

no quise molestarla. Dijo que extrañaba a Blaire y que ella necesitaba a alguien.

Ella, eh, también habló con Woods acerca de devolverle su trabajo a Blaire para

conseguir que regrese.

Blaire. Regresando…

No volvería. Me odia. Odia a Nan. Odia a mi mamá. Odia a su padre. No

volvería aquí… pero Dios, quería que lo hiciera. Me volteé y miré a Jace.

—No regresará —dije. El dolor en mi voz era innegable. No me preocupé

por esconderlo. Ya no más.

Jace se encogiĂł.

—Ella ha tenido bastante tiempo para lidiar con las cosas. ¿Y si vuelve?

¿Qué harás? —me preguntó Grant.

¿Qué haría?

SuplicarĂ­a.

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5 Traducido por kass :)

Corregido por Lalu♥

Blaire

ethy saliĂł del coche de Jace en el aparcamiento de Dairy K. Vi el

pequeño Volkswagen azul de Callie y decidí no salir del coche. Sólo

había visto dos veces a Callie desde que regresé y ella había estado a

punto de arañar mis ojos. Ella había puesto los ojos en Caín desde la secundaria.

Entonces, yo regresé a casa y fastidié cualquier tipo de relación que ellos

finalmente habĂ­an logrado tener. Yo no habĂ­a querido eso. Ella podĂ­a quedarse con

CaĂ­n.

Bethy comenzó a salir del coche y yo la agarré del brazo. —Hablemos en el

coche —le dije, deteniéndola.

—Pero quiero un helado con Oreos —se quejó.

—No puedo hablar en ese sitio. Conozco a mucha gente —le expliqué.

Bethy suspiró y se recostó en su asiento. —Está bien. Mi culo no necesita

nada de helado y galletas, de todos modos.

SonreĂ­ y me relaje, agradecida por los oscuros cristales tintados. Sabiendo

que no estaba en exhibiciĂłn cuando la gente se detenĂ­a y se quedaba mirando el

coche de Jace. Nadie de por aquĂ­ conducĂ­a estos coches.

—No voy a andar con rodeos, Blaire. Te echo de menos. Nunca he tenido

una amiga cercana antes. Nunca. Entonces, llegaste y luego te fuiste. Odio que te

hayas ido. El trabajo es una mierda sin ti. No tengo a nadie para hablar de mi vida

sexual con Jace y lo dulce que es Ă©l, que es algo que no tendrĂ­a si no te hubiera

escuchado. Te extraño.

Sentí las lágrimas picando mis ojos. Sentirse extrañada se sentía bien. La

extrañaba demasiado. Me perdí un montón de cosas. —Yo también te extraño —le

respondĂ­, con la esperanza de que no me dieran ganas de llorar.

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Bethy asintió con la cabeza y una sonrisa se asomó en sus labios. —Eso está

bien. Porque necesito que regreses a vivir conmigo. Jace me dio un apartamento

frente al mar en la propiedad del club. Yo, sin embargo, me niego a dejar que Ă©l lo

pague. Así que necesito una compañera de piso. Por favor, vuelve. Te necesito. Y

Woods dijo que tendrĂ­a tu trabajo de inmediato.

¿Volver a Rosemary? Donde Rush estaba... y Nan... y mi papá. No podía

regresar. Yo no podía verlos. Estarían en el club. ¿Mi papá llevaría a Nan a jugar al

golf? ÂżPodrĂ­a soportar ver eso? No, yo no podrĂ­a. SerĂ­a demasiado.

—No puedo —Estaba conmovida. Ojalá pudiera. No sabía a iría ahora que

sabĂ­a que estaba embarazada, pero no podĂ­a ir a Rosemary y tampoco podĂ­a

quedarme aquĂ­.

—Por favor, Blaire. Él te echa de menos, también. Él nunca sale de su casa.

Jace dijo que Ă©l da lastima.

La herida de rabia en mi pecho cobrĂł vida. Sabiendo de Rush sufrĂ­a

también. Me lo imaginaba teniendo fiestas en su casa y siguiendo adelante. Yo no

quería que él siguiera triste. Sólo necesitaba que nosotros siguiéramos adelante.

Pero quizás yo nunca lo haría. Yo siempre tendría un recuerdo de Rush.

—No puedo verlos. A ninguno de ellos. Sería demasiado duro —me detuve.

No podĂ­a decirle a Bethy sobre mi embarazo. Apenas habĂ­a tenido tiempo de

asimilarlo. Yo no estaba dispuesta a contárselo a nadie. Nunca podría decírselo a

alguien que no fuera CaĂ­n. Me irĂ­a de aquĂ­ muy pronto. Cuando me vaya no

conoceré a nadie. Comenzaría de nuevo.

—Tu... uh, papá y Georgianna no están allí. Se fueron. Nan está pero es más

tranquila ahora. Creo que está preocupada por Rush. Sería difícil al principio, pero

después de que te quites el vendaje seguirás adelante. Sobre todo. Además, los ojos

de Woods se iluminaron cuando le mencioné tu regreso, podrías distraerte con él.

Él está más que interesado.

Yo no querĂ­a a Woods. Y a nadie para distraerme. Bethy no lo sabĂ­a todo.

No podĂ­a decirle eso. Hoy no.

—Por mucho que me quieras... yo no puedo. Lo siento.

Yo lo sentĂ­a. Mudarme con Bethy y trabajar en el club serĂ­a la respuesta a

mis problemas, casi.

Bethy dejó escapar un suspiro de frustración, puso su cabeza hacia atrás en

el asiento y cerró los ojos. —Está bien. Lo entiendo. No me gusta, pero lo entiendo.

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Estiré mi mano y apreté su mano con fuerza. Yo deseaba que las cosas

fueran diferentes. Si Rush fuera solo un tipo con el que habĂ­a roto, lo serĂ­an. Pero Ă©l

no lo era. Él nunca lo sería. Era más. Mucho más de lo que podía entender.

Bethy me apretó la mano. —Voy a dejar pasar esto por hoy. Pero no voy a

buscar otra compañera de habitación de inmediato. Te doy una semana para

pensar en esto. Entonces, tendré que buscar a alguien que me ayude a pagar las

cuentas. ÂżPodrĂ­as considerarlo?

AsentĂ­ con la cabeza, porque sabĂ­a que era lo que ella necesitaba, aunque yo

sabĂ­a que su espera era inĂştil.

—Bien. Voy a ir a casa y orar, si Dios se acuerda de quién demonios soy.

Ella me guiñó un ojo y luego se inclinó sobre el asiento para abrazarme. —

Come un poco de comida por mí, ¿de acuerdo? Te estás volviendo demasiado flaca

—dijo.

—Está bien —le contesté, preguntándome si eso sería posible.

Bethy se echó hacia atrás. —Bueno, si no vas a empacar y regresar a

Rosemary conmigo, por lo menos salgamos. Tengo que pasar la noche aquĂ­ antes

de regresarme. Podemos ir a buscar un poco de diversiĂłn en algĂşn lugar y luego

quedarnos en un hotel.

Asentí con la cabeza. —Sí. Eso suena bien. Pero nada de clubs de música

country. —Yo no podía entrar en otro de esos. Por lo menos, no tan pronto.

Bethy frunció el ceño. —Está bien... pero ¿hay algo más en este Estado?

Ella tenía razón. —Sí... podemos conducir a Birmingham. Es la ciudad más

cercana.

—Perfecto. Vamos a pasar un buen rato.

Cuando nos detuvimos en el camino de entrada de la abuela Q, ella estaba

sentada en el pĂłrtico desgranando guisantes. Yo no querĂ­a enfrentarme a ella, pero

Ă©sta me habĂ­a dado un techo sobre mi cabeza durante tres semanas sin

condiciones. Se merecĂ­a una explicaciĂłn si la querĂ­a. No estaba segura de sĂ­ CaĂ­n le

habĂ­a dicho algo. Su camioneta no se encontraba aquĂ­ y yo estaba inmensamente

agradecida.

—¿Quieres que me quede en el coche? —me preguntó Bethy. Sería más fácil

si lo hacĂ­a, pero la abuela Q la verĂ­a y me llamarĂ­a grosera por no dejar que mi

amiga entrara.

—Puedes venir conmigo —le dije y abrí la puerta del coche.

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Bethy caminĂł alrededor de la parte delantera del auto y se puso a mi lado.

La abuela Q todavĂ­a no habĂ­a levantado la vista de sus guisantes, pero yo sabĂ­a que

nos habĂ­a escuchado. Ella estaba pensando en lo que iba a decir. CaĂ­n debiĂł de

habérselo contado. Joder.

Miré de reojo mientras ella seguía desgranando los guisantes en silencio. Su

cabello corto negro balanceándose era todo lo que podía ver de ella. No hay

contacto visual. Sería mucho más fácil ir dentro y tomar ventaja de que ella no me

habĂ­a hablado. Pero esta era su casa. Si ella no me querĂ­a aquĂ­, yo necesitaba hacer

las maletas y marcharme.

—Hola, abuela Q —le dije y me detuve, esperando a que levantara la cabeza

para mirarme.

Silencio. Ella estaba molesta conmigo. Decepcionada o enojada, yo no estaba

seguro de cuál de las dos. Odiaba a Caín en este momento por decírselo.

¿Él no podía mantener la boca cerrada?

—Ésta es mi amiga Bethy. Ella vino a verme hoy —continué.

La abuela Q finalmente levantĂł la cabeza y le dio una sonrisa a Bethy y

luego volvió sus ojos a mí. —Ofrécele un buen vaso de té helado y dale una de las

empanadas fritas que están enfriándose sobre la mesa. Luego, ven aquí y habla

conmigo un minuto, ¿De acuerdo? —Eso no fue una petición. Fue una demanda

sutil. AsentĂ­ con la cabeza y dirigĂ­ a Bethy al interior.

—¿Has enfadado a la anciana? —susurró Bethy cuando estábamos a salvo

en el interior.

Me encogí de hombros. Yo no estaba segura. —No lo sé todavía —le

contesté.

Fui al armario y cogí un vaso grande y le serví a Bethy un vaso de té helado.

Yo ni siquiera le pregunte si tenía sed. Sólo intenté obedecer lo que la abuela Q me

habĂ­a dicho.

—Aquí tienes. Bébete esto y comete una empanada frita. Volveré en unos

minutos —le dije y me apresuré a salir. Tenía que terminar con esto.

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6 Traducido por Anelynn

Corregido por Nat_Hollbrook

Blaire

os tablones de madera crujieron debajo de mis pies mientras

retrocedí un paso en el pórtico de la casa de Granny Q. Dejé que la

puerta de tela metálica se cerrara detrás de mí con un ruidoso golpe

antes de recordar que era vieja y sus resortes hace mucho tiempo

estaban oxidados. Había pasado muchos días de mi niñez en este pórtico

bombardeando guisantes con Cain y Granny Q. No querĂ­a que ella se molestara

conmigo. Mi estĂłmago se retorciĂł.

—Siéntate, niña, y deja de lucir como si estuvieras a punto de llorar. Dios

sabe que te amo como si fueras mía. Pensé que lo serías algún día. —Sacudió su

cabeza—. Estúpido chico, no pudo ponerse las pilas. Esperaba que se hubiera dado

cuenta antes de que fuera demasiado tarde. Pero no lo hizo, Âżlo hizo? Te fuiste y

encontraste a alguien más.

Esto no había sido lo que yo esperaba. Tomé el asiento enfrente de ella y

comencé a bombardear guisantes, así no tendría que mirarla. —Cain y yo

terminamos hace tres años. Nada de lo que está pasando ahora le afecta. Él es mi

amigo, eso es todo.

Granny Q pronunció un “umm” y se movió en el columpio del pórtico

donde estaba sentada. —No creo eso. Ustedes eran inseparables de niños. Incluso

de niño no podía quitarte los ojos de encima. Era gracioso de ver cuánto te adoraba

y Ă©l ni siquiera se daba cuenta. Pero los chicos llegan a la adolescencia y se olvidan

momentáneamente de sus intereses. Odié que lo hiciera. Odié que te perdiera,

niña. Porque no habrá otra Blaire para Cain. Tú eras para él.

Ella no habĂ­a mencionado mis pruebas de embarazo. ÂżSiquiera sabĂ­a que las

habĂ­a comprado? No querĂ­a recapitular mi pasado con Cain. Seguro tenĂ­amos

historia, pero habĂ­a mucha tristeza y arrepentimiento que yo no querĂ­a tocar. Vivi

en una mentira que mi padre construyĂł en ese entonces. Recordarlo dolĂ­a.

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—¿Cain se ha pasado por aquí hoy? —pregunté.

—Sí. Vino esta mañana a buscarte. Le dije que no habías regresado a casa

desde que te marchaste en la mañana. Él lucía preocupado, se fue sin decirme nada

más. Aunque había estado llorando. No creo haberlo visto llorando alguna vez.

Por lo menos, no desde que era un niño.

¿Había estado llorando? Cerré mis ojos y dejé caer los guisantes en el balde

grande que Granny Q estaba usando. No se suponĂ­a que Cain se molestara. No se

suponía que llorara. Me había dejador ir hace mucho tiempo. ¿Por qué esto era tan

difícil para él? —¿Hace cuando fue de eso? —pregunté, pensando sobre las horas

que habĂ­an pasado desde que le habĂ­a desnudado mi alma en el estacionamiento

de la farmacia.

—Ah, hace como nueve horas, creo. Era temprano. Él era un desastre, niña.

Al menos ve a buscarlo y habla con Ă©l. No importa cĂłmo te sientas sobre Ă©l ahora,

necesita escuchar de ti que las cosas están bien.

Asentí. —¿Puedo usar tu teléfono? —pregunté, poniéndome de pie.

—Claro que puedes. Come una de esas tartas fritas mientras estas ahí. Hice

suficientes para un ejército después de que saliera corriendo esta mañana. Son de

tu sabor favorito —dijo.

—Cereza —repliqué y ella me dio una sonrisa. Podía ver tantas cosas en los

ojos de ella. ConocĂ­a a Cain. Nada de Ă©l me sorprendĂ­a. Lo entendĂ­a. TenĂ­amos un

pasado. Amaba a su familia y ellos obviamente también me amaban. Eso era

seguro.

Bethy estaba parada en el otro lado de la puerta sorbiendo de su vaso de té

helado y tendiéndome el teléfono. Ella había está escuchando. No me sorprendía.

—Llama al chico. Termina con eso —dijo.

Tomé el teléfono y entré a la sala de estar para darme algo de privacidad

antes de marcar el número de Cain. Lo sabía de memoria. Él tenía el mismo

número desde que obtuvo su primer celular cuando tenía dieciséis.

—Hola —Vino su respuesta. Podía escuchar la vacilación en su voz. Algo

andaba mal. Sonaba como si hablara a través de su nariz.

—¿Cain? ¿Está bien? —pregunté repentinamente preocupada por él.

Hubo una pausa entonces un largo suspiro. —Blaire. Sí… estoy bien.

—¿Dónde estás?

Aclaró su garganta. —Estoy, uh... Estoy en Rosemary Beach.

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¿Estaba en Rosemary? Me hundí en el sofá detrás de mí y agarré el teléfono

más fuerte. ¿Le estaba diciendo a Rush? Mi corazón se golpeó contra mi pecho y

cerré mis ojos apretadamente antes de preguntar—: ¿Por qué estás en Rosemary?

Por favor, dime que tu no… —No podía decirlo. No con Bethy en la otra habitación

y era más que probable que me estaba escuchando.

—Necesitaba ver su rostro. Necesitaba ver si él te ama. Necesito saber…

porque, solo necesito saber. —Eso no tenía ningún sentido.

—¿Qué le dijiste? ¿Cómo lo encontraste? ¿Lo encontraste? —Tal vez no lo

habĂ­a encontrado. Tal vez podĂ­a detenerlo.

Hubo una risita dura al final de la otra línea. —Sí, lo encontré, vale. No fue

realmente difícil. Este lugar es pequeño y todos saben donde vive el hijo de la

estrella del rock.

Oh Dios, oh Dios, oh Dios… —¿Qué le dijiste? —pregunté lentamente como

si el horror me invadiera.

—No le dije. No te haría eso. Dame algo de crédito. Te engañé porque yo era

un idiota adolescente caliente, pero maldita sea, Blair, ¿cuándo vas a perdonarme?

¿Pagaré por ese error el resto de mi vida? ¡Lo siento! DIOS, estoy tan jodidamente

arrepentido. Volvería atrás y lo cambiaría todo si pudiera. —Se detuvo e hizo un

gruñido que sonó como si estuviera herido.

—¿Cain, que está mal contigo? ¿Estás bien? —pregunté. No quería admitir

lo que había dicho. Sabía que estaba arrepentido. Yo también. Pero no, nunca iba a

dejar pasar eso. Perdonar era una cosa. Olvidar era otra.

—Estoy bien. Solo estoy un poco golpeado. Digamos que al tipo no le alegro

verme, de acuerdo.

El tipo. ÂżRush? ÂżLo habĂ­a herido Rush? Eso no sonaba como Rush en

absoluto. —¿Qué tipo?

Cain suspiró. —Rush.

Mi mandĂ­bula cayĂł abierta mientras miraba fijamente al frente. ÂżRush habĂ­a

herido a Cain? —No lo entiendo.

—Está bien. Conseguí una habitación para la noche y estoy durmiendo para

olvidar eso. Estaré en casa mañana. Tenemos cosas que hablar.

—Cain. ¿Por qué te hirió Rush?

Otra pausa y luego un suspiro cansado. —Porque le pregunté algunas cosas

que él pensó que no son de mi incumbencia. Estaré en casa mañana.

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Le preguntó. ¿Qué tipo de preguntas?

—Blaire, no tienes que decirle. Yo cuidaré de ti. Sólo… necesitamos hablar.

¿El cuidará de mí? ¿De qué estaba hablando? No iba a dejarlo cuidar de mí.

—¿Dónde estás exactamente? —pregunté.

—En algún hotel justo a las afueras de Rosemary. Ellos piensan que todo

aquí es de mejor calidad. Todo aquí cuesta cinco veces mucho más.

—Bien. Quédate en cama y te veré mañana —repliqué, entonces colgué.

Bethy dio un paso en la habitaciĂłn. LevantĂł una de sus oscuras cejas

mientras me miraba, esperando. Ella habĂ­a estado escuchando. SabĂ­a que lo harĂ­a.

—Necesito un aventón a Rosemary —Le dije levantándome. No podía dejar

a Cain tumbado y herido en la habitaciĂłn de un hotel, no podĂ­a arriesgarme a que

regresara y tratara de hablar con Rush otra vez. Si Bethy pudiera llevarme ahĂ­, yo

podría checarlo y después llevarlo a casa.

Bethy asintió y una pequeña sonrisa tiró en sus labios. Podía decir que

intentaba ocultar lo feliz que estaba de escuchar eso. No me quedarĂ­a allĂ­. Ella no

debía hacerse ilusiones. —Esto es solo por Cain. No estoy… no puedo quedarme

allá.

No aparentó creerme. —Seguro. Lo sé.

No estaba de humor para convencerla. Le entregué el teléfono y regresé a mi

habitaciĂłn temporal para empacar algunas cosas.

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7 Traducido por Liz Holland

Corregido por Zafiro

Rush

rant por fin se habĂ­a dado por vencido conmigo y se fue a bailar con

una de las chicas que habĂ­a estado coqueteando con nosotros desde

que entramos al club. Él había venido aquí por un poco de diversión

y yo necesitaba la distracciĂłn, pero ahora que estaba aquĂ­, sĂłlo querĂ­a irme.

Tomando un trago de mi cerveza, traté de no hacer contacto visual con nadie.

Mantuve la cabeza baja y el ceño fruncido. No fue difícil hacerlo.

Las palabras de Jace siguieron repitiéndose en mi cabeza. Tenía miedo…

No, estaba aterrorizado de permitirme creer que ella volverĂ­a. HabĂ­a visto su cara

aquella noche en la habitaciĂłn del motel. Estaba vacĂ­a. La emociĂłn en sus ojos

habĂ­a desaparecido. HabĂ­a acabado, conmigo, con su padre, con todo. El amor era

cruel. Tan malditamente cruel.

El taburete junto a mĂ­ chirriĂł contra el suelo mientras era movido hacia

atrás. No lo miré. No quería que nadie me hablara.

—Por favor, dime que esa fea mueca en tu bonita cara no es por una chica.

Podrías romper mi corazón. —La suave voz femenina me era familiar.

Incliné la cabeza hacia un lado lo suficiente como para ver su cara. Aunque

ahora era mayor, la reconocĂ­ de inmediato. Hay algunas cosas que un hombre no

olvida en la vida y la chica con quien perdiĂł la virginidad es una de ellas. Meg

Carter. Había sido tres años mayor que yo y estaba visitando a su abuela el verano

que cumplí catorce años. No había sido una relación amorosa. Más bien una

lecciĂłn de vida.

—Meg —contesté, aliviado de que no era otra mujer desconocida que estaba

aquĂ­ para arrojarse sobre mĂ­.

—Y recuerdas mi nombre. Estoy impresionada —dijo ella y luego miró al

camarero y le sonrió—. Jack con Coca-cola, por favor.

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—Un chico no olvida a su primera.

Se moviĂł en su taburete, cruzando las piernas e inclinando la cabeza para

mirarme haciendo que su largo cabello oscuro cayera sobre un hombro. TodavĂ­a lo

llevaba largo. En aquel entonces me habĂ­a fascinado.

—La mayoría de los chicos no, pero tú has llevado una vida diferente a la de

la mayoría de los chicos. La fama ha tenido que cambiarte a lo largo de los años.

—Mi padre es famoso, no yo —espeté, odiaba cuando las mujeres querían

hablar de algo sobre lo que no sabĂ­an nada. Meg y yo habĂ­amos follado un par de

veces, pero no sabĂ­a mucho acerca de mĂ­ en aquel entonces.

—Umm, lo que sea. Entonces, ¿por qué estás tan triste?

No estaba triste. Yo era un desastre. Pero ella no era alguien con la que

pretendĂ­a desahogarme.

—Estoy bien —contesté y miré a la pista de baile con la esperanza de captar

la atenciĂłn de Grant. Estaba listo para irme.

—Te ves como si tuvieras el corazón roto y no supieras qué hacer con él—

dijo ella alcanzando su Jack con Cola.

—No voy a hablar contigo de mi vida personal, Meg. —Dejé que el borde de

advertencia en mi voz es escuchara alto y claro.

—Para ahí, guapo. No intento molestarte. Solo tenemos una pequeña charla.

Mi vida personal no era una pequeña charla. —Entonces, pregúntame sobre

el jodido clima —dije con un gruñido.

No respondió y me alegré. Tal vez se iría. Me dejaría en paz.

—Estoy en la ciudad cuidando a mi abuela. Está enferma y yo necesitaba

hacer algo con mi vida. Acabo de pasar por un divorcio problemático. Necesitaba

un cambio de escenario de Chicago. Estaré aquí por lo menos durante seis meses.

¿Crees que serás intratable todo el tiempo que yo esté aquí o vas a volverte más

agradable en un futuro prĂłximo?

Quería verme. No. No estaba preparado para eso. Empecé a responder

cuando mi teléfono me alertó de un mensaje de texto. Aliviado de tener una

interrupción para poder pensar cómo iba a responderle, lo saqué de mi bolsillo.

No reconocí el número. Pero el “Hola, soy Bethy” me llamó la atención y

dejé de respirar cuando abrí el mensaje para leer todo el asunto.

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Hola, soy Bethy. Si no eres un estúpido cabrón, entonces te despertarás y

seguirás el plan.

¿Qué demonios significaba eso? ¿Qué me estaba perdiendo? ¿Blaire estaba

en Rosemary? ¿Eso es lo que significaba? Me puse de pie y dejé suficiente dinero

en la barra para pagar mi cerveza y la bebida de Meg.

—Me tengo que ir. Fue agradable verte. Cuídate —le dije como un

pensamiento tardío mientras acechaba a través de la multitud hasta que encontré a

Grant casi follando con alguna pelirroja en la pista de baile.

Sus ojos se encontraron con los mĂ­os y asentĂ­ hacia la puerta.

—Ahora —dije, y me volví para dirigirme hacia la puerta. Lo dejaría aquí si

no me habĂ­a alcanzado para cuando llegase a mi Range Rover. Ella podrĂ­a estar

aquĂ­. Iba a averiguarlo. Preguntarle a Bethy que querĂ­a decir con ese jodido

mensaje era inĂştil.

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8 Traducido por Monikgv

Corregido por Chachii

Blaire

stiré la mano y le di un codazo a Bethy en la pierna para despertarla.

Había estado dormida por las últimas dos horas. Estábamos fuera de

Rosemary Beach y necesitaba que ella manejara, asĂ­ yo podrĂ­a buscar

la camioneta de Cain en todos los moteles baratos.

—¿Ya llegamos? —murmuró soñolienta y se sentó en su asiento.

—Ya casi. Necesito que manejes. Voy a buscar la camioneta de Cain.

Bethy dejĂł escapar un suspiro de cansancio. Yo sabĂ­a que ella estaba

haciendo esto sĂłlo con la esperanza de traerme a Rosemary y mantenerme allĂ­. No

le importaba encontrar a Cain. Pero yo necesitaba un aventĂłn. Iba a viajar con Cain

a casa. Y nosotros íbamos a hablar. Él no tenía por qué haber venido a buscar a

Rush. SĂłlo esperaba que no le hubiera dicho sobre lo que me a encontrĂł

comprando.

No era que quisiera ocultárselo a Rush. Era sólo que aún no he asimilado

nada. Necesitaba procesarlo. Averiguar lo que quiero hacer. Luego contactarĂ­a a

Rush. Cain yendo detrás de él como un loco no era lo que yo quería. Aún no podía

creer que lo habĂ­a hecho.

—Detente allí. Necesito entrar y tomar un café con leche primero —instruyó

Bethy. Hice lo que me pidió y estacioné el auto frente a Starbucks.

—¿Quieres algo? —preguntó Bethy mientras abría la puerta. No estaba

segura de si la cafeína era buena para el… para el bebé. Negué con la cabeza y

esperé hasta que ella saliera del auto antes de dejar escapar el sollozo en mi pecho

que no habĂ­a estado esperando. No habĂ­a pensado sobre lo que significaban esas

dos rayas de color rosa. Un bebé. El bebé de Rush. Oh, Dios.

Salí del auto y caminé alrededor de la parte delantera para sentarme en el

lado del pasajero. Para el momento en que estaba dentro y con el cinturĂłn de

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seguridad, Bethy se dirigía hacia el auto. Ya se veía un poco más despierta. Alejé

los pensamientos sobre mi bebé y me concentré en la búsqueda de Cain. Podría

pensar en mi futuro, en el futuro de mi bebé, después.

—De acuerdo. Tengo cafeína. Estoy lista para buscar a este tipo.

No la corregĂ­. SabĂ­a que ella sabĂ­a su nombre. Yo lo habĂ­a usado varias

veces. Sólo estaba negándose a reconocerlo. Esta era su forma de rebelión. Cain

representaba a Sumit, y ella no me querĂ­a en Sumit. En lugar de irritarme, me

gustaba. Me querĂ­a con ella y eso se sentĂ­a bien.

—Él dejó Rosemary por los precios de las habitaciones de hotel. Así que,

está en algún lugar accesible. ¿Puedes llevarme a algunos de esos? —pregunté.

AsintiĂł pero no me mirĂł. Estaba enviando un mensaje de texto. Genial.

Necesitaba que se concentrara y ella muy posiblemente estaba diciéndole a Jace

que ya casi llegamos. No querĂ­a que Jace supiera algo.

***

Manejamos por treinta minutos, yo revisaba los estacionamientos de los

moteles baratos en la ciudad. Esto estaba volviendo frustrante. Él tenía que estar

aquí en algún lado. —¿Puedo usar tu teléfono? Voy a llamarlo de nuevo y hacerle

saber que lo estoy buscando. Me dirá dónde está cuando sepa que he conducido

hasta aquĂ­.

Bethy me dio su teléfono y rápidamente marqué el número de Cain. Sonó

dos veces.

—¿Hola?

—Cain. Soy yo. ¿Dónde estás? Estoy en las afueras de Rosemary y no puedo

encontrar tu camioneta.

Hubo un silencio, luego—: Maldita sea.

—No te enojes. Necesitaba ver cómo estabas. Vine aquí para llevarte a casa.

—Sabía que estaría frustrado de que hubiese venido tan cerca de Rosemary

nuevamente.

—Te dije que estaría en casa una vez que durmiera, Blaire. ¿Por qué no

podías quedarte donde estabas? —La irritación en su voz me enojó. Pensarías que

Ă©l no estaba feliz de que hubiera venido a ver cĂłmo estaba.

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—¿Dónde estás, Cain? —pregunté de nuevo. Luego lo escuché. Una voz

femenina de fondo. El teléfono fue tapado. No hacía falta ser un genio para darse

cuenta que Cain estaba con una chica y trataba de esconderlo. Esto me molestĂł. No

porque pensaba que Cain y yo tenĂ­amos una oportunidad, si no porque Ă©l me

había dejado pensar que estaba herido y solo en una ciudad extraña. Idiota.

—Escucha. No tengo tiempo para más de tus estúpidos juegos, Cain. Ya he

pasado de ellos. La prĂłxima vez, intenta no fingir como si me necesitaras cuando

es obvio que no.

—Blaire, no. Escúchame. No es lo que piensas. No pude dormir después de

que llamaste así que volví a la camioneta y regresé a casa. Quería verte.

Un grito de enojo por parte de la chica vino del otro lado del teléfono.

Estaba cabreando a quien sea que estaba con Ă©l. El chico era un idiota.

—Haz que tu compañía se sienta mejor. No necesito una explicación. No

necesito nada de ti. Nunca lo necesité.

—¡BLAIRE! ¡NO! Te amo, nena. Te amo mucho. Por favor, escúchame —

suplicó, y la chica con él se puso más histérica—. ¡Cállate, Callie! —rugió y supe

entonces que estaba de vuelta en Sumit. Estaba con Callie.

—¿Fuiste con Callie? ¿Volviste a casa, dejándome preocupada, y fuiste a ver

a Callie? Eres ridĂ­culo, Cain. ÂżEn serio? Esto no me lastima. Ya no puedes hacerme

daño. Pero detente y piensa sobre los sentimientos de otros, para variar. Sigues

arrastrando a Callie con tu comportamiento y eso está mal. Deja de pensar con tu

pene y madura.

Terminé la llamada y le di a Bethy su teléfono. Sus ojos estaban muy

abiertos mientras me miraba. —Él volvió a Sumit —le dije en forma de explicación.

—Sí… escuché esa parte —dijo Bethy lentamente. Ella esperaba que

agregara más. Merecía más. Me había traído hasta aquí. También era la única

amiga verdadera que tenĂ­a. Cain no era un amigo. No uno verdadero. Un amigo

verdadero no seguirĂ­a haciendo cosas estĂşpidas como las que Ă©l hacĂ­a.

—¿Puedo dormir en tu casa esta noche? No creo que vaya a volver allí. Iba a

irme pronto de todos modos. Averiguaré a dónde voy a ir mañana y luego, cuando

llegué allí, haré que Granny Q me envíe el resto de mis cosas. No es que tenga

mucho, de todos modos. Mi camioneta está en el cementerio. Nunca haría el viaje

de nuevo.

Bethy asintió y arrancó el auto, luego salió hacia la carretera. —Puedes

quedarte conmigo todo el tiempo que necesites. O más —respondió.

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—Gracias —dije antes de apoyar mi cabeza hacia atrás en el asiento y tomar

una respiración profunda. ¿Qué iba a hacer ahora?

***

El olor del tocino se hizo más espeso cuando más lo inhalaba. Era como si el

tocino estuviera apoderándose de mis sentidos. Mi garganta se estrechó. Mi

estómago gruñó por el delicioso olor de éste. La grasa chisporroteaba en algún

lugar a la distancia. Antes de que pudiera abrir los ojos completamente, mis pies

estaban en el suelo y corría hacia el baño.

Por suerte, el apartamento de Beth no era tan grande y no tenĂ­a mucho que

correr.

—¿Blaire? —llamó la voz de Beth desde la cocina, pero no podía detenerme.

Cayendo sobre mis rodillas en frente del inodoro, agarré el asiento de

porcelana con ambas manos y comencé a vomitar todo en mi estómago hasta que

nada más que nauseas sacudían mi cuerpo. Cada vez que pensaba que había

terminado, olĂ­a la grasa del tocino mezclada con mi vĂłmito y comenzaba de nuevo.

Estaba tan débil que mi cuerpo temblaba cuando trataba de vomitar y nada

más salía. Un paño frío estaba en mi cara y Bethy se encontraba de pie junto a mí

para tirar de la cadena y luego recostándome contra la pared.

Sostuve el paño sobre mi nariz para bloquear el olor. Bethy lo notó y cerró la

puerta del baño. Después de encender el ventilador, colocó sus manos en las

caderas y me miró. La incredulidad en su cara me confundía. Me enfermé. ¿Qué

tenía de extraño eso?

—¿Tocino? ¿El olor del tocino te hace vomitar? —Negó con la cabeza, aún

mirándome como si no pudiera creerlo—. No me lo ibas a decir, ¿cierto? Ibas a

poner tu loco culo en algĂşn maldito autobĂşs y largarte. TĂş sola. No te lo puedo

creer, Blaire. ¿Qué pasó con la chica lista que me enseñó a no dejar que un hombre

me usara, eh? ÂżA dĂłnde diablos se fue? Porque tu plan apesta. Mucho. No puedes

huir. Tienes amigos aquí. Vas a necesitar amigos… y yo esperaría que tuvieras la

intención de decirle a Rush sobre esto también. Te conozco lo suficientemente bien

como para saber que ese es su bebé.

¿Cómo lo sabía? Sólo vomité. Muchas personas se contagian de virus. —Es

un virus —murmuré.

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—No me mientas. Era el tocino, Blaire. Estabas durmiendo tan

pacíficamente en el sofá y al minuto que comencé a cocinar el tocino comenzaste a

hacer sonidos extraños y a dar vueltas en el sofá. Luego saliste disparada como una

bala para vomitar hasta las tripas. No es ciencia espacial, nena. Quita esa mirada

de sorpresa de la cara.

No le podía mentir. Ella era mi amiga. Posiblemente la única ahora. Tiré de

mis rodillas hasta mi barbilla y envolvĂ­ mis brazos alrededor de mis piernas. Esta

era mi manera de mantenerme en una pieza. Cuando sentĂ­a que el mundo estaba

quebrándose a mí alrededor y no podía controlarlo, siempre me mantenía unida de

esta manera.

—Por eso Cain vino aquí. Me encontró comprando pruebas de embarazo

ayer. Sé que es por eso que vino aquí. Para preguntarle a Rush… para preguntar

sobre la relaciĂłn entre Rush y yo. Es algo de lo que me niego a hablar con Cain. En

lo absoluto. Luego tuve un retraso. Dos semanas de retraso. Pensé que compraría

un par de pruebas y saldrían negativas y todo estaría bien. —Detuve la explicación

y apoyé la mejilla contra mis rodillas.

—Las pruebas… ¿fueron positivas? —preguntó Bethy.

Asentí pero no la miré.

—¿Ibas a decirle a Rush? ¿O en serio ibas a escapar?

¿Qué haría Rush? Su hermana me odiaba. Su madre me odiaba. Odiaban a

mi madre. Y yo odiaba a mi padre. Para que Rush sea parte de la vida de este bebé

él tendrá que dejarlas. Yo no podía pedirle que deje a su mamá y su hermana.

Incluso si ellas son malvadas. Las amaba. Y no dejarĂ­a a Nan. Ya habĂ­a aprendido

que cuando se trataba de mĂ­ o de Nan, Ă©l elegirĂ­a a Nan. Lo habĂ­a hecho al final.

Cuando yo había descubierto todo. Él guardó su secreto. Él la había escogido a ella.

—No se lo puedo decir —dije en voz baja.

—¿Por qué no? Él querría saberlo y su culo necesita ser un hombre y estar

allĂ­ para ti. Esa mierda de escapar es estĂşpida.

Ella no lo sabĂ­a todo. SĂłlo sabĂ­a un poco. HabĂ­a sido la historia de Nan la

que se contó, y la de nadie más a los ojos de Rush. Pero yo no estaba de acuerdo.

También era mi historia. Nan aún tenía a sus padres y su hermano. Yo no tenía a

nadie. Mi madre estaba muerta. Mi hermana estaba muerta. Y mi padre podrĂ­a

también estar muerto. Así que esta historia era tanto mía como de ella. Tal vez

hasta más.

Levanté mi cabeza y miré a Bethy. Ella era mi única amiga en el mundo y si

yo iba contar esta historia, entonces era ella a quién quería contársela.

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9 Traducido por Demoiselle

Corregido por Violet~

Rush

abĂ­an pasado tres semanas, cuatro dĂ­as y doce horas desde que la

habĂ­a visto. Desde que ella rompiĂł mi corazĂłn. Si yo hubiera

estado bebiendo, me gustarĂ­a echarle la culpa al alcohol. TenĂ­a que

ser una ilusiĂłn, una desesperada ilusiĂłn. Pero no habĂ­a estado

bebiendo. Ni una gota. No habĂ­a ninguna duda sobre Blaire. Era ella. Ella estaba

realmente aquĂ­. Blaire estaba de vuelta en Rosemary. Ella estaba en mi casa.

HabĂ­a pasado cinco horas anoche conduciendo por todo el maldito lugar

buscando a Bethy, esperando que ella me llevara a Blaire. Pero no habĂ­a

encontrado a ninguna de ellas. Llegar a casa y admitir la derrota habĂ­a sido

doloroso. Me convencĂ­ a mi mismo que Bethy aĂşn seguĂ­a en Sumit con Blaire. Que

tal vez el texto de Bethy había sido un mensaje borracho y nada más.

Me empapé los ojos de ella. Ella estaba más delgada y no me gustaba eso.

ÂżNo estaba comiendo? ÂżHabĂ­a enfermado?

—Hola, Rush —dijo ella, rompiendo el silencio. El sonido de su voz casi me

envía de rodillas. Dios, había extrañado su voz.

—Blaire —Pude decir, aterrorizado de espantarla lejos solo con hablar.

Se estirĂł y envolviĂł un mechĂłn de su cabello alrededor de su dedo y tira de

él. Ella estaba nerviosa. No quiero hacer que se ponga nerviosa. Pero, ¿qué puedo

hacer yo para hacer esto más fácil?

—¿Podemos hablar? —preguntó en voz suave.

—Sí. —Doy un paso atrás para dejarla entrar—. Entra

Hizo una pausa y miró más allá de mí, hacia mi casa. El miedo y el dolor

destellando en sus ojos, haciéndome maldecirme en silencio. Ella había sido herida

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aquĂ­. Su mundo fue destruido en mi casa. Maldita sea. No querĂ­a que se sintiera asĂ­

de mi casa. No cuando había buenos recuerdos aquí también.

—¿Estás solo? —preguntó. Sus ojos volviendo hacia mí.

Ella no quería ver a mi mamá o a su papá. Lo entendía ahora. No era la casa.

—Los obligué a irse el día en que te fuiste —Le contesté, mirándola con

atenciĂłn.

Sus ojos se abrieron de par en par. ¿Por qué esto la sorprendía? ¿No lo

entendĂ­a? Ella era lo primero. Yo le habĂ­a dicho tanto en esa habitaciĂłn de hotel.

—Oh, no lo sabía… —Su voz se fue apagando. Ambos sabíamos que ella no

lo sabĂ­a porque me habĂ­a sacado de su vida.

—Soy solo yo. A excepción de las visitas ocasionales de Grant, siempre solo

yo. —Ella necesitaba saber que no me había mudado. No me estaba mudando.

Blaire entró a la casa y apreté los puños cuando su dulce y familiar esencia

la siguió. Tantas noches me senté aquí y soñé con ver su camino de vuelta a mi

vida. Mi mundo.

—¿Puedo conseguirte algo para tomar? —pregunté, pensando que lo que

realmente querĂ­a hacer era rogarle que hablara conmigo. Que se quede conmigo.

Que me perdone.

Blaire negĂł con la cabeza y se volviĂł para mirarme.

—No, estoy bien. Yo… Yo solo… Estaba en la ciudad y bueno… —Arrugó la

nariz y luché contra la urgencia de alcanzarla y tocar su rostro—. ¿Golpeaste a

Cain?

Cain. Mierda. Ella sabĂ­a sobre Cain. ÂżEstaba aquĂ­ para hablar de Cain?

—Él preguntó cosas que no debería tener. Dijo cosas que no debería —le

contesté con dientes apretados.

Blaire suspirĂł.

—Puedo imaginarlo —murmuró y sacudió la cabeza—. Siento que viniera

aquí. Él no piensa las cosas. Actúa solo por impulso.

No lo defendĂ­a. Se disculpaba por Ă©l. Ese no era su trabajo. El estĂşpido hijo

de puta no era su responsabilidad o su culpa.

—No te disculpes por él, Blaire. Eso me hace querer cazar su culo —gruñí,

incapaz de controlar mi reacciĂłn.

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—Es mi culpa que él estuviera aquí, Rush. Eso es porque pido disculpas. Lo

molesté y él supuso que era todo por ti, así que el vino corriendo aquí antes de

hablar las cosas conmigo.

¿Hablar las cosas con ella? ¿Qué carajos tenia Cain que hablar con ella?

—Él tiene que retroceder. Si ha…

—Rush. Cálmate. Somos viejos amigos. Nada más. Le dije algunas cosas que

necesitaba decir desde hace mucho tiempo. No le gustĂł. Fui cruel pero necesitaba

decirlo. Estaba cansada de proteger sus sentimientos. Me presionĂł demasiado. Eso

es todo.

Tomé una respiración profunda pero el martilleo de mi cabeza se había

vuelto más fuerte.

—¿Viniste para verlo? —Necesitaba saber si esa era la razón por la cual ella

estaba aquĂ­. Si esto no tenĂ­a nada que ver conmigo, mi corazĂłn necesitaba tratar

con eso.

Blaire caminĂł hacia las escaleras en vez de ir hacia la sala de estar. Me di

cuenta. EntendĂ­. Ella podrĂ­a haber estado en mi casa, pero no podĂ­a entrar ahĂ­ y

hacerle frente a las cosas. No todavĂ­a. Tal vez nunca.

—Pudo haber sido mi excusa para entrar al auto con Bethy —Hizo una

pausa y dejó escapar un suspiro—, pero él se había ido cuando yo llegué aquí. Me

quedé por otras razones. Yo… Yo necesito hablar contigo.

Vino a hablar conmigo. ¿Fue el tiempo suficiente? Utilicé hasta la última

gota de fuerza de voluntad que poseĂ­a para no levantarme y tirarla sobre mis

brazos. No me importaba lo que ella tenĂ­a que decir. El hecho de que ella querĂ­a

verme era suficiente.

—Me alegro de que hayas venido —dije simplemente.

El pequeño ceño estaba de vuelta y Blaire no miraba directamente hacia mí.

—Las cosas siguen siendo las mismas. No he sido capaz de dejarlo ir. Nunca

seré capaz de confiar en ti. Incluso… incluso si lo quiero. No puedo.

¿Qué demonios significaba eso? El golpeteo en mis oídos se hizo más fuerte.

—Me voy de Sumit. No puedo quedarme. Tengo que hacerlo por mi cuenta.

¿Qué? —¿Te estás mudando con Bethy? —pregunté, preguntándome si yo

todavía estaba durmiendo y esto era un sueño.

—No. No iba a hacerlo. Pero esta mañana hablé con Bethy y pensé que si tal

vez te veía y hablaba contigo y enfrentaba… esto, yo sería capaz de quedarme con

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ella durante un tiempo. No sería permanente; Me iré en un par de meses. Solo

hasta que tenga tiempo para decidir a donde voy a ir.

TodavĂ­a pensaba irse. Necesitaba cambiar eso. TenĂ­a un par de meses si se

quedaba aquĂ­. Por primera vez, desde que me dijo que dejara la habitaciĂłn de

hotel, tenĂ­a esperanza.

—Creo que eso es inteligente. No hay razón por la cual tomar una decisión

precipitada cuando se tiene una opción aquí. —Ella podía quedarse en mi casa de

forma gratuita. En mi cama. Conmigo. Pero no podĂ­a ofrecer eso. Ella nunca estarĂ­a

de acuerdo.

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10 Traducido por Larosky_3

Corregido por Vericity

Blaire

staré trabajando en el club. Nos… uh… veremos en ocasiones.

ConseguirĂ­a trabajo en otro lado, pero necesito la plata que el club

paga. —Explicaba esto tanto a mí como a Rush. No estaba segura de

qué iba a decir cuando lo viera. Sólo sabía que tenía que enfrentarlo. Al principio,

Bethy me rogó que le contara sobre el embarazo. Aunque, después de que

escuchara exactamente lo que habĂ­a pasado con mi padre y Nan y su madre ese

dĂ­a, ya no estaba en el equipo Rush como antes. AcordĂł que no era necesario

decirlo de inmediato. Conseguir el valor suficiente para volver a esta casa luego de la forma que

me habĂ­a ido hace tres semanas y media fue duro. La esperanza de que mi corazĂłn

no reaccionara cuando viera a Rush fue inĂştil. Mi pecho estaba tan apretado que

era una maravilla que pudiera respirar. Menos hablar. Estaba embarazada con su

bebé… nuestro bebé. Pero las mentiras. El engaño. Quien era. Todo eso me

mantuvo de decir las palabras que se merecĂ­a. No podĂ­a. Estaba mal. Estaba siendo

egoísta. Lo sabía. Eso no cambiaba nada. Podía ser que el bebé nunca lo conociera.

No podĂ­a dejar que la forma en que me sentĂ­a sobre Ă©l nublara mis decisiones para

mi futuro… el futuro de nuestro bebé. Mi padre, su madre y hermana nunca serían

parte de la vida de mi bebé. No lo permitiría. No podía.

—Por supuesto. Sí, trabajar en el club es buena plata. —Se detuvo y pasó

una mano por su cabello—. Blaire, nada ha cambiado. No para mí. No necesitas mi

permiso. Esto es exactamente lo que quiero. Tenerte aquĂ­ de vuelta. Ver tu rostro.

Dios, nena, no puedo hacer esto. No puedo fingir que no estoy jodidamente

emocionado de que estés en mi casa.

No podĂ­a mirarlo. No ahora. No esperaba que dijera nada de eso. Esperaba

más una charla artificial y nerviosa. Era lo que quería. Mi corazón no podía

soportar nada más. —Tengo que irme, Rush. No puedo quedarme más, sólo quería

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estar segura de que estabas bien con que estuviera en la ciudad. Mantendré mi

distancia.

Rush se movió tan rápido que no lo noté hasta que estuvo parado entre la

puerta y yo. —Lo siento. Intenté estar tranquilo. Intentaba ser cuidadoso y me

quebré. Lo haré mejor. Ve a lo de Bethy. Olvida lo que dije. Seré bueno. Lo

prometo. Sólo… no te vayas. Por favor.

¿Qué le contestaba a eso? Se las había arreglado para que quisiera

confortarlo. Disculparme. Él era letal a mis emociones y buen sentido. Distancia.

Necesitábamos distancia. Asentí y lo rodeé. —Yo… uh… probablemente te veré

por ahí. —Me las arreglé para graznar antes de abrir la puerta y salir de la casa.

No miré hacia atrás pero sabía que me estaba mirando ir. Era la única razón

por la cual no empecé a correr. Espacio… necesit{bamos espacio. Y yo necesitaba

llorar.

***

Era como si nunca me hubiera ido. Ya habĂ­a decidido ir directo al comedor y

buscar a Jimmy. Supuse que sabrĂ­a donde encontrar a Woods. Pero Woods me

estaba esperando en la puerta cuando abrĂ­ la entrada trasera del club.

—Y ella vuelve. Sinceramente, no pensé que lo harías. —Woods arrastró las

palabras mientras la puerta se cerraba tras de mĂ­.

—Por poco tiempo, quizás —respondí.

Woods me guiñó y luego asintió hacia el pasillo que guiaba a su oficina. —

Vayamos a hablar.

—Está bien —dije mientras lo seguía.

—Bethy ya me llamó do veces hoy. Queriendo saber si ya te había visto.

Asegurándose de que tuvieras tu trabajo de vuelta —dijo Woods mientras abría la

puerta de su oficina y la sostenía para que pudiera pasar—, lo que no esperaba es

la llamada que recibĂ­ hace diez minutos. Me ha sorprendido. Por la forma en que te

fuiste hace tres semanas y dejaste a Rush en la miseria, no esperaba que llamara a

tu favor. No es que lo necesitara, fĂ­jate. Ya habĂ­a aceptado devolverte tu trabajo.

Me detuve y lo miré. ¿Lo había escuchado bien? —¿Rush? —pregunté, casi

asustada de que hubiera alucinado el comentario.

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Woods cerrĂł la puerta y caminĂł hasta pararse delante de su escritorio. Se

inclinĂł contra la madera brillante que se veĂ­a costosa y cruzĂł los brazos sobre su

pecho. La sonrisa que tenía cuando llegué se había ido. Se veía preocupado.

—Sí, Rush. Sé que la verdad salió a la luz. Jace me contó una parte. Lo que

sabe, al menos. Pero yo ya sabía quién eras. O quien Rush y Nan creían que eras.

Te advertĂ­ que la elegirĂ­a a ella. Ya la habĂ­a elegido cuando te di la advertencia. ÂżDe

verdad quieres volver a todo esto? ÂżEs Alabama tan malo?

No. Alabama no era tan malo. Aunque ser una madre soltera de diecinueve

años sin familia lo era. Aunque no era algo que iba a compartir con Woods.

—Volver aquí no es exactamente f{cil. Ver… verlos, tampoco ser{ f{cil. Pero

necesito descubrir que voy a hacer. No hay nada para mĂ­ en Alabama. No me

puedo quedar y pretender que lo hay. Es tiempo de que encuentre una nueva vida.

Y Bethy es mi Ăşnica amiga. Mis opciones son limitadas.

Las cejas de Woods se dispararon hacia arriba.

—Auch. ¿Yo qué soy? Pensé que éramos amigos.

Sonriendo, caminé y me paré detrás de la silla en frente suyo.

—Lo somos pero bueno… no amigos cercanos.

—No porque no lo intentara —Una pequeña risa salió y Woods sonrió—. Es

bueno escuchar eso. Lo extrañé.

Quizás volver no sería tan difícil.

—Puedes tener tu trabajo de vuelta. Es tuyo. Tuve pesimas chicas de carritos

y Jimmy todavía está malhumorado. No se lleva bien con los otros meseros. Él

también te extraña.

—Gracias —contesté—, lo aprecio. Aunque quiero ser honesta contigo. En

cuatro meses, planeo irme. No puedo quedar aquí para siempre. Tengo…

—Tienes una vida a la que volver. Sí, te escuché. Rosemary no es donde

pretendes echar raĂ­ces. Lo tengo. Por cualquier lapso de tiempo, tienes el trabajo.

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11 Traducido por Danny_McFly

Corregido por Verito

Rush

lamé una vez antes de abrir la puerta del condominio de Nan y

caminar dentro. Su coche estaba estacionado afuera. Yo sabĂ­a que ella

se encontraba aquĂ­. SĂłlo querĂ­a asegurarme de que sabĂ­a que yo

estaba aquí. Cometí el error de no tocar una vez y pillé a mi hermana a horcajadas

en el regazo de un tipo.

Quise llenar de cloro mis ojos y mi cerebro después de esa experiencia.

—Nan, soy yo. Tenemos que hablar —dije en voz alta y luego cerré la puerta

detrás de mí.

Entré en la sala y el sonido de más de una voz apagada y pasos que venían

desde el dormitorio principal casi me hizo dar la vuelta y marcharme. Pero no iba a

hacerlo. Esto era más importante. Su invitado de pijamada tenía que irse a casa

ahora de todos modos. Eran más de las once.

La puerta de su habitaciĂłn se abriĂł y se cerrĂł. Interesante. El que sea que

estaba aquĂ­, se alojaba aquĂ­. TendrĂ­amos que salir al balcĂłn para hablar. Yo no

hablarĂ­a de Blaire delante de nadie. Probablemente conocĂ­a al hombre en ese

cuarto. SerĂ­a la Ăşnica razĂłn por la que lo mantendrĂ­a oculto allĂ­.

—¿Has oído hablar de llamar antes de venir? —replicó Nan mientras

entraba en la sala de estar vestida con una bata de seda corta.

Se parecía más y más a nuestra madre mientras más mayor se hacía.

—Es casi el almuerzo, Nan. No puedes mantener al hombre en la cama todo

el día —le contesté y abrí las puertas que daban a la terraza con vistas al golfo—.

Necesito hablar contigo y no quiero que tu compañero de dormitorio pueda oírnos.

Nan rodĂł sus ojos y saliĂł.

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—Me parece extraño que he estado tratando de que hables conmigo durante

semanas y ahora que tĂş quieres hablar vienes irrumpiendo como si yo no tuviera

vida. Por lo menos yo te llamo primero. —Comenzaba a sonar como nuestra

madre.

—Soy propietario de este condominio, Nan. Puedo venir en cualquier

maldito momento si quiero. —Le recordé. Ella se estaría yendo de aquí a mediados

de agosto para regresar a su casa de hermandad y su aĂşn indecisa carrera. La

universidad era una funciĂłn social para ella. Ella sabĂ­a que yo iba a pagar sus

cuentas y matrĂ­cula. Yo siempre me habĂ­a preocupado de todo para ella.

—Que sarcástico. ¿De qué se trata esto? No he tenido mi café todavía. —No

tenĂ­a miedo de mĂ­.

Yo no querĂ­a que ella lo tuviera, pero ya era hora de que madurara. No iba a

dejar que obligara a Blaire a huir. En un mes, Nan se habrá ido. Normalmente yo

también me iría. Este año no. Me estaría quedando en mi residencia en Rosemary.

Mi madre tendrá que elegir otro lugar. Ella tendría esta casa libre para el resto del

año.

—Blaire ha vuelto —le dije sin rodeos.

Había tenido tiempo de ver las cosas desde otro ángulo. Yo no sentía que

Nan fuera la víctima en esto, ya no. Ella era una niña, pero también lo era Blaire.

Nan se tensĂł mientras sus ojos brillaban con el odio que pertenecĂ­a a los ojos

de su padre en lugar de Blaire.

—No digas nada. Permíteme hablar primero o voy a acompañar a tu amigo

de pijamada fuera de mi apartamento. Tengo el poder aquĂ­, Nan. Nuestra madre

no tiene nada. Las apoyo a las dos. Nunca te he pedido nada. Nunca. Pero ahora te

voy a pedir... no, te voy a ordenar que me escuches y que sigas mis condiciones.

La ira de Nan se había desvanecido y ahora la niña mimada estaba allí,

mirándome. A ella no le gusta que le digan qué hacer. No podía culpar a mi madre

por su conducta, no del todo. Lo hice también. La sobrecompensación había

arruinado a Nan.

—La odio —La ira hervía.

—Te dije que me escuches. No asumas que eres inocente, Nan. Porque esta

vez has jodido algo que me importa. Esto me afecta, asĂ­ que escucha y cierra la

boca.

Sus ojos pasaron de la ira al shock. Estaba seguro de que nunca habĂ­a

hablado con ella de esa manera. Estaba un poco sorprendido de mĂ­. OĂ­r el odio en

su voz dirigida a Blaire me puso alerta.

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—Blaire se está quedando con Bethy. Woods le ha regresado el trabajo a

Blaire. Ella no tiene nada en Alabama. No tiene a nadie. El padre que ustedes dos

comparten es un inĂştil. Para ella bien podrĂ­a estar muerto. Ha vuelto para saber

donde encaja y qué hacer después. Ella estaba haciendo eso antes, pero cuando la

verdad saliĂł, su mundo se derrumbĂł y tuvo que correr. Es un puto milagro que

está de vuelta aquí. Yo la quiero de vuelta aquí, Nan. Puede que no quieras oír

esto, pero la amo. Nada me va a detener para asegurarme de que este a salvo.

Quiero que se sienta segura y nadie y me refiero a nadie, ni siquiera mi hermana, le

hará sentirse indeseada. Tú te vas pronto. Puedes mantener tu odio fuera de lugar

si quieres, pero un dĂ­a, espero que madurez lo suficiente como para darte cuenta

de que sĂłlo hay una persona que odiar aquĂ­.

Nan se sentĂł en una de las sillas que colocĂł aquĂ­ para pasar el tiempo y leer

libros. Yo también la amaba ella. La protegí de toda mi vida.

Decirle esto y amenazarla era duro, pero no podía permitir que dañara a

Blaire por más tiempo. Tenía que parar esto. Blaire nunca me daría otra

oportunidad, siempre y cuando Nan estuviera atormentando su vida.

—Así que la estás eligiendo antes que a mí —susurró Nan.

—Esto no es un concurso, Nan. Deja de actuar como si lo fuera. Tienes a su

padre. Ella lo perdió. Tú ganaste. Ahora supéralo.

Nan alzó los ojos y las lágrimas se aferraban a sus pestañas.

—Ha hecho que me odies.

Maldito puto drama. Nan vivĂ­a una telenovela en su cabeza.

—Nan, escúchame. Te quiero. Eres mi hermana pequeña. Nadie puede

cambiar eso. Pero yo estoy enamorado de Blaire. Puede ser un problema

importante en tus planes de conquistar y destruir, pero bebé, es hora de dejar que

tus problemas sigan. Hace tres años que regresó. Necesito que lo superes.

—¿Qué pasa con la familia en primer lugar? —Espetó.

—No vayas allí. Tú y yo sabemos que yo te he puesto primero toda mi vida.

TĂş me necesitabas y yo estaba allĂ­. Pero ahora somos adultos, Nan.

Se secó las lágrimas que se habían filtrado de sus ojos y volvió a levantarse.

Nunca pude saber si sus lágrimas eran reales o falsas. Ella podía encenderlas y

apagarlas a voluntad.

—Está bien. Quizás vuelva a la escuela antes de lo previsto. Tú no me

quieres aquĂ­, de todos modos. Las has escogido a ella.

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—Yo siempre te quiero cerca, Nan. Pero esta vez quiero que juegues limpio.

Piensa en alguien más para variar. Tú tienes un corazón. Yo lo he visto. Ahora es el

momento de usarlo.

Nan se puso rĂ­gida.

—Si terminaste aquí, ¿podrías irte de tu apartamento?

AsentĂ­ con la cabeza.

—Sí, he terminado —le contesté y me dirigí hacia el interior.

Sin otra palabra que oyera por la puerta principal. El tiempo ahora dirĂ­a si

yo tenía que seguir adelante con mis amenazas para enseñarle a mi hermana una

lecciĂłn. Realmente esperaba que no.

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12 Traducido por Juli

Corregido por Chachii

Blaire

ecesitaba mis cosas y tenĂ­a que vender mi camioneta. Nunca harĂ­a

esto de nuevo. CaĂ­n la habĂ­a revisado por mĂ­ la semana pasada

después de que se descompuso y dijo que temporalmente podría

arreglarla. El costo para arreglar todo lo que andaba mal costaría más de lo que yo

podĂ­a permitirme gastar. Llamar y pedirle a Granny Q o CaĂ­n que enviaran mis

cosas y vendieran mi camioneta parecĂ­a mal. Se merecĂ­an una explicaciĂłn... o al

menos la merecĂ­a Granny Q. Me habĂ­a dado un techo, una cama y me dio de comer

durante tres semanas. Iba a tener que volver a Sumit a recoger mis cosas y

despedirme. Woods me habĂ­a dado unos dĂ­as para instalarme antes de empezar a

trabajar.

Bethy se había tomado unos días para llevarme y que solicitará la asistencia

médica gratuita. Era momento de que viera a un médico, pero requeriría el seguro

medico primero. Hoy la habĂ­a oĂ­do por casualidad decirle a Jace que esperaba con

impaciencia su cita esta noche. Yo habĂ­a estado monopolizando todo su tiempo

llevándome a todas partes. Comenzaba a sentirme como una carga. Odié aquel

sentimiento. PodrĂ­a tomar un autobĂşs. SerĂ­a econĂłmico y no serĂ­a una carga sobre

Bethy. Abrí su ordenador portátil para googlear el horario del autobús.

Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos. Dejé mi búsqueda de

una estaciĂłn de autobuses y fui a abrir la misma. Rush allĂ­ de pie, con las manos

metidas en la parte delantera de sus jeans y una de sus camisetas apretadas no era

lo que habĂ­a estado esperando. AlzĂł la mano y se quitĂł las gafas de sol de aviador.

Deseaba que las hubiera mantenido. El color plateado de sus ojos en la luz del sol

era aún más impresionante de lo que recordaba.

—Hola, vi a Bethy en el club. Dijo que estabas aquí —explicó Rush. Lucía

nervioso. Nunca habĂ­a visto a Rush nervioso.

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—Sí... um, Woods me dio un par de días para recoger mis cosas de Sumit

antes de empezar a trabajar.

—¿Tienes que ir a buscar tus cosas?

Asentí. —Sí. Las dejé allí. Sólo traje una bolsa de viaje conmigo. No había

pensado en quedarme.

Rush frunció el ceño. —Entonces, ¿cómo vas a regresar? No veo tu

camioneta.

—Justo estaba googleando las estaciones de autobuses y ver dónde está la

más cercana.

El ceño de Rush se hizo más profundo. —Es a cuarenta minutos. Durante

todo el camino en Fort Walton Beach.

Eso no fue tan malo como me temĂ­a.

—Un autobús no es seguro, Blaire. No me gusta la idea de que tomes un

autobús. Deja que te lleve. Por favor. Llegaremos más rápido y es gratis. Puedes

ahorrar tu dinero.

ÂżViajar con Ă©l? ÂżTodo el camino a Sumit y de regreso? ÂżEra una buena idea?

—No sé... —Me detuve porque honestamente no lo sabía. Mi corazón no

estaba preparado para Rush.

—Ni siquiera tenemos que hablar... o podemos si lo deseas. Te dejaré elegir

la mĂşsica y no voy a quejarme.

Si volviera con Rush, entonces CaĂ­n no discutirĂ­a conmigo. O, de nuevo, tal

vez lo harĂ­a. PodrĂ­a decirle a Rush sobre el embarazo. ÂżPero lo harĂ­a? Nunca le

confirmé a Caín que estaba embarazada.

—Sé que no puedes perdonar las mentiras y el daño. No te estoy pidiendo

eso. Tú sabes que lo siento y si pudiera volver atrás y cambiar las cosas, lo haría.

Por favor, Blaire, sĂłlo como un amigo que quiere ayudarte y mantenerte a salvo de

los hombres locos que podrían lastimarte en un autobús, déjame llevarte.

Pensé en lo poco probable que era que fuera lastimada en el autobús. Y

luego pensé en el hecho de que ya no sólo tenía que mantenerme a salvo a mí

misma. TenĂ­a otra vida dentro de mĂ­ para proteger.

—Está bien. Sí. Me gustaría un viaje.

***

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Jace estaba tumbado en el gran sillĂłn de peluche azul que se encontraba en

la sala de Bethy con sus pies apoyados sobre la otomana y Bethy se acurrucĂł en su

regazo. Yo estaba en el sofá sintiéndome como un experimento científico, ya que

ambos me miraron con confusiĂłn.

—¿Así que estás de acuerdo con que Rush te lleve a Sumit mañana para

recoger tus cosas? Me refiero a que no te sientes extraña o... —Bethy se detuvo.

Sería extraño. También afectaría sólo estar cerca de él, pero necesitaba un

aventĂłn. Bethy necesitaba trabajar, no tomarse otro dĂ­a libre para ayudarme esta

semana. —Él se ofreció. Necesitaba un aventón y le dije que sí.

—¿Y fue así de fácil? ¿Por qué no me lo creo? —se preguntó Bethy.

—Porque ella está dejando de lado las partes donde él rogó y suplicó —dijo

Jace con una sonrisa.

Tiré de la manta hacia arriba sobre mis hombros. Tenía frío. Tenía mucho

frío últimamente, lo que era extraño porque era verano en Florida. —No rogó —le

contesté, sintiendo la urgencia de defender a Rush. Incluso si realmente hubiera

rogado, no era asunto de Jace.

—Sí, claro. Si tú lo dices. —Jace tomó un sorbo del té dulce que Bethy le

habĂ­a preparado.

—No es asunto nuestro. Déjala en paz, Jace. Tenemos que decidir qué hacer

con el contrato de alquiler de este lugar que termina en una semana.

Yo no estarĂ­a aquĂ­ mucho tiempo. Le habĂ­a dicho eso. Mudarme a un

apartamento más caro no era una buena idea. Mi mitad del alquiler no estaría

cubierto después de que me marche y ella se quedaría con la deuda.

Jace besó la mano de Bethy y le sonrió. —Te dije que me encargaría de las

cosas. Si sólo me lo permitieras. —Le guiñó un ojo a ella y volví la cabeza. No

querĂ­a verlos. Rush y yo nunca habĂ­amos sido asĂ­. Nuestra relaciĂłn habĂ­a sido

corta. Intensa y breve. Me pregunté cómo se habría sentido tener la libertad para

acurrucarme en sus brazos en cualquier momento que quisiera. Para saber que

estaba a salvo y que me amaba. Nunca habĂ­a tenido esa oportunidad.

—Y yo te dije que no voy a dejar que pagues mi alquiler. Lo siento. Nuevo

plan. Oh, Blaire, ¿por qué no vamos a buscar apartamentos mañana?

Un golpe en la puerta interrumpiĂł antes de que pudiera estar de acuerdo.

Luego Grant abriĂł la puerta y caminĂł dentro.

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—No puedes entrar en el apartamento de mi chica sin permiso. Podría haber

estado desnuda —espetó Jace a Grant.

Grant rodó los ojos y luego esbozó una sonrisa en mi dirección. —Vi tu auto

aquí, idiota. Cálmate. He venido a ver si puedo convencer a Blaire de dar un paseo

conmigo.

—¿Estás tratando de conseguir que te patee el culo? —preguntó Jace

Grant sonrió y negó con la cabeza antes de mirar de nuevo hacia mí. —

Vamos, Blaire, demos una vuelta y pongámonos al día.

ÂżGrant habĂ­a estado involucrado en la mentira? Seguramente se habĂ­a

enterado. No podía decirle que no. Incluso si lo hubiera sabido, él también fue la

primera persona amable que conocĂ­ aquĂ­. HabĂ­a llenado mi tanque de gasolina. Se

preocupó por mí durmiendo bajo las escaleras. Asentí y me levanté. —Estos dos

necesitan un tiempo a solas, de todos modos —le contesté, mirando hacia atrás a

Bethy. Ella me estudiaba muy de cerca. Le di una sonrisa tranquilizadora y pareciĂł

relajarse.

—No nos dejes por nuestra cuenta. Tenemos que decidir dónde vamos a

vivir en una semana —dijo Bethy mientras yo caminaba hacia la puerta.

—Ustedes pueden hablar de eso más tarde, Beth Ann. Blaire se fue hace casi

un mes. Tienes que compartirla —replicó Grant, abriendo la puerta para que yo

caminara afuera.

—Rush va a enloquecer —gritó Jace justo antes de que Grant cerrara la

puerta amortiguando lo que fuera que Bethy habĂ­a comenzado a decir.

Bajamos las escaleras en silencio. Una vez que estuvimos en la acera miré a

Grant. —¿Sólo me echabas de menos o hay algo que quieras decirme? —le

pregunté.

Grant sonrió. —Te extrañé. He tenido que aguantar el mal humor de Rush.

Así que créeme, te extrañé un infierno.

Me di cuenta por su tono que habĂ­a querido hacer una broma. Pero pensar

en el malestar de Rush no me hizo sonreír. Simplemente me recordó todo. —Lo

siento —murmuré. No estaba segura de qué más decir.

—Sólo me alegro de que hayas vuelto.

Esperé. Sabía que había algo más que quería decir. Podía sentirlo. Se tomaba

su tiempo y pensé que trataba de decidir exactamente cómo decir lo que fuera que

querĂ­a decirme.

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—Lo siento por lo que pasó. Cómo sucedió. Y Nan. Puede actuar como la

peor perra del mundo, pero ha tenido una infancia jodida. Eso la traumo o algo asĂ­.

Si hubieras vivido con Georgianna como tu madre lo entenderĂ­as. Rush era un

niño, así que no resultó tan malo. Pero Nan, maldita sea, su mundo estaba jodido.

No es una excusa, sĂłlo una explicaciĂłn.

No respondĂ­. No tenĂ­a nada que decir a eso. No sentĂ­a simpatĂ­a alguna por

Nan. Es evidente que los hombres de su vida lo hacĂ­an. DebĂ­a ser agradable.

—A pesar de todo eso, lo que hizo estuvo mal. Cómo te lo ocultó fue

realmente una mierda. Lamento no haberte dicho nada, pero sinceramente, ni

siquiera era consciente de que tĂş y Rush tenĂ­an algo hasta esa noche en el club

cuando se volvió loco. Sabía que se sentía atraído por ti, pero también lo estaban la

mayoría de los hombres en esta ciudad. Pensé que era el único tipo que no haría un

movimiento contigo debido a su lealtad a Nan... y bueno, lo que representabas

para ellos dos. —Grant se detuvo y me volví para mirar sobre sus hombros.

—Nunca lo había visto así. Nunca. Es como si estuviera vacío. No puedo

llegar a Ă©l. No sonrĂ­e. Ya ni siquiera finge que disfruta de la vida. Es diferente

desde que te fuiste. A pesar de que no fue honesto y parece que sĂłlo trataba de

proteger a Nan... ustedes dos no tuvieron tiempo suficiente. Nan ha sido su

responsabilidad desde que era un niño. Eso era todo lo que sabía. Luego, entraste

en su mundo y al parecer lo sacudiste de la noche a la mañana. Si hubiera tenido

más tiempo, te lo habría dicho. Sé que él lo hubiera hecho. Pero no lo hizo. No era

justo para Ă©l. Se estaba enamorando de esta chica de la que siempre pensĂł que

habĂ­a sido la razĂłn de que su hermana estuviera sin un padre. Su sistema de

creencias cambió, pero también era difícil para él adaptarse.

Sólo lo miré fijamente. No porque no estuviera de acuerdo. Yo ya había

comprendido todo esto en mi cabeza. ComprendĂ­ lo que decĂ­a. El problema era...

que no cambiaba las cosas. Incluso si me lo hubiera estado por decir, no cambiaba

quién era él o quien era Nan. Lo que representan para mí. Los últimos tres años de

mi madre en esta tierra fueron un infierno mientras ellos vivĂ­an en sus casas de

lujo y saltaban de un evento social a otro. Su creencia en las mentiras que me

habĂ­an dicho era la Ăşnica cosa que no creĂ­ poder superar.

—Maldita sea. Probablemente estoy metiendo la pata aún más. Sólo quería

hablar contigo y asegurarme de que sabĂ­as que Rush... te necesita. Lo lamenta. Y

creo que nunca te va a superar. Si trata de hablar de ello mañana, por lo menos

escĂşchalo.

—Lo he perdonado, Grant. Pero no puedo olvidar. Lo que sea que éramos o

podríamos haber sido se ha terminado. Nunca volverá a ser de nuevo. No puedo

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permitirlo. Mi corazĂłn no me lo permite. Pero siempre voy a escucharlo. Me

preocupo por Ă©l.

Grant dejó escapar un suspiro de cansancio. —Supongo que eso es mejor

que nada.

Eso era todo lo que yo tenĂ­a para ofrecer.

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13 Traducido por ♥...Luisa...♥

Corregido por CrisCras

laire saliĂł caminando del apartamento de Bethy sosteniendo dos tazas

de café antes de que yo pudiera salir del coche. Abrí la puerta y salí

del Range Rover. Llevaba el pelo suelto y colgando por su espalda. Me

encantaba ese estilo. Sus pantalones cortos apenas cubrĂ­an sus piernas y serĂ­a

difĂ­cil concentrarme cuando estuviera sentada en mi coche. Se subirĂ­an hasta sus

muslos. Alejé mis ojos de sus piernas y me encontré con su mirada fija. Estaba

forzando una sonrisa.

—Te he traído un poco de café ya que saliste de la cama tan temprano por

mí. Sé que despertar temprano no es lo tuyo. —Su voz era suave e insegura

mientras hablaba. Iba a ser mi misiĂłn cambiar eso en este viaje por carretera.

QuerĂ­a que se sintiera cĂłmoda conmigo de nuevo.

—Gracias —le contesté con una sonrisa que esperaba aliviara sus nervios

mientras abrĂ­a la puerta del lado del pasajero para ella. HabĂ­a sido incapaz de

dormir desde las tres de la mañana. Me sentía ansioso. Estaba bastante seguro de

que había pasado por dos ollas de café desde entonces. No le confesaría eso, sin

embargo. Ella me trajo café. Una verdadera sonrisa tiró de mis labios mientras

cerraba la puerta y me dirigĂ­a de nuevo a mi lado.

Sostenía su taza cerca de su boca mientras tomaba pequeños sorbos cuando

la miré. —Si quieres música, prometo que es toda tuya —le recordé. Ella no se

moviĂł, pero una sonrisa levantĂł las comisuras de sus labios.

—Gracias. Confía en mí, lo recuerdo. Estoy bien en este momento. Puedes

escuchar algo si quieres. Tengo que despertar primero.

No me importa la radio. SĂłlo querĂ­a hablar con ella. Lo que hemos hablado

no ha sido importante. Hablar con ella era todo lo que importaba.

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—Entonces, ¿cuál es el plan? ¿Sabe Cain que vamos a buscar tus cosas? —

pregunté.

Se removió en su asiento y me obligué a mantener los ojos en la carretera y

no en sus piernas. —No. Quería explicarle a él y a su abuela, Granny Q, acerca de

esto. También tengo que convencerlo de vender mi camioneta por mí y envíame el

dinero. No regresará aquí de nuevo. Está en mal estado.

Su camioneta era vieja. La idea de que no estuviera dando vueltas en ella era

un alivio. Sin embargo, no me agradaba la idea de ella sin un vehĂ­culo. CĂłmo

demonios se suponĂ­a que debĂ­a arreglar eso, no lo sabĂ­a. Nunca me aceptarĂ­a un

coche. Tal vez su camiĂłn podĂ­a arreglarse y hacerse seguro.

—Puedo tomarlo y llevarlo a revisar mientras tú empacas. Puede que solo

necesite que le hagan un par de cosas.

Ella suspiró. —Gracias, pero no te molestes. Cain ya lo llevó a revisar. Lo

arreglĂł para que yo pudiera llegar a la ciudad, pero dijo que era un arreglo

temporal. Necesita más trabajo de lo que yo puedo pagar.

Aferré el volante con fuerza. La idea de que Cain hubiese estado cuidando

de ella me volvĂ­a loco. Odiaba que Ă©l hubiese sido quien se encargara de su

camión. Que fuese su familia quienes la ayudaron cuando más lo necesitaba. La

mĂ­a le habĂ­a jodido la vida. No estaba allĂ­ para ayudarla cuando llamara

necesitando ayuda.

—¿Así que Cain y tú...? —¿Qué demonios estaba preguntando? ¿Eran qué?

Mierda. No querĂ­a escuchar esto.

—Somos amigos, Rush. Lo hemos sido toda nuestra vida. Mis sentimientos

hacia Ă©l no han cambiado.

Bajé mis manos del volante y pasé una de mis palmas sudorosas por mis

vaqueros. Maldita sea, ella me volvĂ­a loco. Si iba a hacerla sentir cĂłmoda conmigo

de nuevo necesitaba calmarme. EmpezarĂ­a conmigo no golpeando a Cain cuando

lo viera.

Antes de que pudiera decir nada más, Blaire se inclinó hacia delante y

encendiĂł la radio. EncontrĂł una estaciĂłn de radio country y luego se echĂł hacia

atrás en su asiento y cerró los ojos. Había presionado demasiado. Fue su manera

educada de pedirme que me callara. PodĂ­a darme por aludido.

Treinta minutos de silencio pasaron antes de que mi teléfono sonara. El

nombre de Nan apareciĂł en la pantalla. El maldito iPhone estaba programado para

el coche. Normalmente, esto era Ăştil y hacia que tuviera las manos libres. Pero

tener a Blaire viendo el nombre de Nan no era bueno. No querĂ­a un recordatorio.

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Mi plan era hacer que este dĂ­a estuviera libre de recuerdos. Hice clic en ignorar y la

radio empezĂł a sonar de nuevo.

No miré a Blaire, pero sentí sus ojos sobre mí. Fue muy difícil no

encontrarme con su mirada.

—Podrías haber hablado con ella. Es tu hermana —dijo Blaire tan

suavemente que casi se perdiĂł con la mĂşsica.

—Lo es. Pero representa cosas en las que no quiero pensar hoy.

Blaire no dejĂł de mirarme. TomĂł toda mi fuerza para seguir casual. Detener

el coche y girarme para enfrentarla y decirle lo importante que era y lo mucho que

la amaba no era lo que necesitaba en estos momentos.

—Estoy mejor, Rush. He tenido tiempo para asimilarlo todo. Veré a Nan en

el club. Estoy preparada para eso. Me estás ayudando hoy. Podrías estar haciendo

otra cosa en vez de decidir tomarte el dĂ­a para ayudarme. No quiero impedirte

recibir las llamadas telefĂłnicas de personas que te importan. No me voy a romper.

Mierda. Esto era todo en cuanto a dejarlo casual y fácil. Me acerqué a la

orilla de la carretera y detuve el Rover en el arcén. Mantuve mis manos para mí

mismo, pero le di toda mi atención a Blaire. —Decidí tomarme el día de hoy

porque no hay nada que prefiera hacer que estar cerca de ti. Estoy conduciendo

porque soy un hombre desesperado que hará lo que sea que tenga que hace para

pasar tiempo contigo —Perdí el control y extendí la mano para pasar mi pulgar

sobre su mejilla y luego por su sedoso pelo, que me habĂ­a fascinado desde que

había puesto los ojos en ella—. Haré cualquier cosa. Cualquier cosa, Blaire, sólo

para estar cerca de ti. No puedo pensar en nada más. No puedo concentrarme en

nada. Así que no creas que me estás incomodando. Si me necesitas, estoy ahí. —Me

detuve. Sonaba patético incluso para mis propios oídos. Dejando caer mi mano de

su rostro puse el Rover en marcha y volvĂ­ a la carretera.

Blaire no dijo nada. No la culpo. Soné como un loco. Probablemente ahora

estaba asustada de mĂ­. Infiernos, yo lo estarĂ­a.

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14 Traducido por Mitzi.C

Corregido por Jessi Redondo

Blaire

i corazĂłn latĂ­a tan fuerte que estaba segura de que Ă©l podĂ­a

escucharlo. Esto habĂ­a sido una mala idea. Estar cerca de Ă©l era

tan confuso. Era fácil olvidar quien era él. Que me tocara, incluso

si era solo mi cara, me hacía sentir ganas de llorar. Quería más que eso. Lo

extrañaba. Todo sobre él y estaría mintiendo si dijera que la idea de estar tan cerca

de Ă©l todo el dĂ­a no me mantuvo despierta la mayor parte de la noche.

Rush encendió la radio cuando yo no dije nada. Debería decir algo después

de eso, pero ¿qué? ¿Cómo respondo a eso que está causándonos más dolor? Decirle

que lo extraño y lo quiero no haría las cosas más fáciles. Solo sería más duro.

Esta vez, cuando el teléfono sonó, la pantalla del ordenador en su coche

destelló el nombre “Grant.” Rush presionó algún botón y luego recogió su celular.

—Hola —dijo en el teléfono. Por casualidad, miré hacia él ya que su

atenciĂłn no estaba en mĂ­. Las duras lĂ­neas de expresiĂłn en su cara me

entristecieron. No las querĂ­a ahĂ­.

—Sí. Estamos en camino —respondió al teléfono—. No creo que esa sea una

buena idea. Te llamaré cuando vuelva —Apretó su mandíbula y sabía que lo que

sea que Grant le decía estaba molestándolo—. Dije que no —gruñó y terminó la

llamada antes de lanzarlo en su portavasos.

—¿Estas bien? —pregunté antes de poder pensar en ello.

LadeĂł su cabeza para mirarme. Fue como si estuviera sorprendido de que

yo estuviera hablándole —Uh, sí. Estoy bien —respondió en un tono más calmado,

luego regreso los ojos a la carretera.

Esperé unos minutos, luego decidí decir algo sobre lo que me había dicho. Si

no empezaba a hablar de esto con Ă©l, siempre tendrĂ­amos este tonto silencio entre

nosotros. Incluso si lo dejara en cuatro meses y nunca lo viera de nuevo… No,

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tendrĂ­a que verlo de nuevo. TendrĂ­a que hacerlo, Âżno te parece? ÂżPodrĂ­a nunca

contarle sobre este bebé? Empujé eso al fondo de mi mente. No había ido al doctor

aun. CruzarĂ­a ese puente cuando llegara a Ă©l. Incluso si habĂ­a vomitado otra vez

esta mañana cuando abrí el compactador de basura y me llegó un olorcillo del

pescado frito que Jace arrojĂł la noche anterior. No era normalmente tan sensible. El

té de jengibre caliente que había estado bebiendo cuando Rush me recogió ayudó a

aliviar mi estĂłmago. PodrĂ­a fingir que la prueba de embarazo estaba mal o afrontar

la verdad.

—Sobre lo que dijiste, yo, uh, realmente no sabía cómo responder a eso.

Quiero decir, sé lo que siento y deseo que las cosas fueran diferentes, pero no lo

son. Yo quiero que nosotros… quiero que nosotros encontremos una forma de ser

amigos… quiz{. No lo sé. Eso suena tonto. Después de todo —Me detuve porque

mi intento de hablar con Ă©l sonaba confuso. ÂżCĂłmo podrĂ­amos ser amigos? AsĂ­ fue

como todo comenzĂł y aquĂ­ estoy yo, enamorada y embarazada de un hombre con

el que no podĂ­a construir un futuro.

—Seré lo que sea que tú me permitas ser, Blaire. Solo no me dejes fuera de

nuevo. Por favor.

Asentí. Está bien. Le daría tiempo a esta cosa de amigos. Luego… luego le

diría sobre él bebé. Él huiría como si le persiguiera el diablo o querría ser parte de

la vida de nuestro bebé. De cualquier forma, yo necesitaba tiempo para

prepararme. Porque no dejarĂ­a a mi hijo tener algo que ver con esta familia, nunca.

Eso estaba fuera de cuestión. Odiaba a los mentirosos… pero estaba a punto de

volverme una por un tiempo. Esta vez, era yo la que tenĂ­a un secreto que ocultar.

—De acuerdo —respondí pero no dije más. Mis ojos estaban volviéndose

pesados y la falta de sueño de la noche anterior y el hecho de que no puedo beber

cafeína para despertarme estaban apoderándose a mí. Cerré mis ojos.

—Tranquila, dulce Blaire. Tienes sueño y un calambre en el cuello si te

duermes así. Recuestaré sobre mí —Un profundo susurro le hizo cosquillas a mi

oído y me estremecí. Giré hacia él pero estaba tan adormecida que no pude

despertar completamente. Algo suave rozĂł mis labios y luego caĂ­ de nuevo en mis

sueños.

—Necesitas despertar, dormilona. Estoy aquí, pero no tengo idea de dónde

ir —La voz de Rush acompañada de su mano apretando suavemente mi brazo me

despertó. Me froté los ojos y los abrí. Estaba acostada. Miré a Rush y él sonrió—.

No podía dejarte lastimar tu cuello. Además, estabas durmiendo tan profundo que

quise que estuvieras cómoda —Se desabrochó y se inclinó para jugar con un botón

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en el lado de mi asiento. Poco a poco se echó para atrás y pude ver el semáforo en

Sumit, Alabama delante de mĂ­.

—Lo siento. Dormí todo el camino. Tuvo que ser un viaje aburrido.

—Tengo el control de la radio, así que no fue un fracaso —respondió Rush

con una sonrisa y luego miró de regreso al semáforo—. ¿A dónde voy desde aquí?

—Derecho hasta que veas el gran cartel de madera que está pintado de rojo

que dice: Productos frescos y leña para la venta y luego gira a la izquierda. Será la

tercera casa a la derecha, pero es sobre un kilĂłmetro y medio por ese camino. La

carretera se volverá grava después de aproximadamente un cuarto de milla —

Rush siguiĂł mis indicaciones y no dijimos mucho. Estaba aĂşn despertando y mi

estĂłmago se sentĂ­a mareado. No habĂ­a comido aun y sabĂ­a que ese era el problema.

TenĂ­a las galletas en mi bolso que Bethy me habĂ­a dado, pero comerlas frente de

Rush era una mala idea. Las galletas eran un regalo importante.

En el momento en el que nos detuvimos en la entrada de la abuela, yo ya

comenzaba a sudar frĂ­o. EstarĂ­a enferma si no comĂ­a algo. AbrĂ­ la puerta para salir

antes de que Rush pudiera ver mi rostro. Estaba probablemente verde o pálida por

lo menos.

—¿Quieres que vaya contigo o es mejor si me quedo aquí? —preguntó.

—Oh, um… quiz{ deberías quedarte aquí —respondí. El camión de Cain

estaba aquĂ­, asĂ­ que eso significaba que probablemente habrĂ­a tensiĂłn. No querĂ­a

que Rush y Cain se metieran en más peleas. Tampoco confiaba en Cain para

mantener su boca cerrada sobre la prueba de embarazo. Cerré la puerta del coche y

me dirigĂ­ a la casa.

Cain abriĂł la mosquitera y saliĂł antes de que incluso llegara al Ăşltimo

escalón. Su rostro era una mezcla de preocupación e ira. —¿Por qué está él aquí?

Te trajo a casa, ahora puede irse —gruñó Cain, mirando más allá de mí hacia Rush.

SĂ­, fue una buena idea de Rush mantenerse en el coche. Mi estĂłmago se enrollo y

luché contra las náuseas.

—Porque él me dará un aventón de regreso. Cálmate, Cain. No tienes que

pelear con él. Tú eres mi amigo. Él es mi amigo. Vamos adentro. Necesito recoger

mis cosas.

Cain dio un paso atrás y me dejó pasar, luego me siguió dentro dejando que

el mosquitero se cerrara detrás de él.

—¿Qué quieres decir con que vas a regresar con él? ¿La prueba resulto

positiva? ÂżCorriste de regreso a Ă©l incluso aunque te rompiĂł el corazĂłn tan fuerte

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que llegaste aquí hace tres semanas hecha un lio? Yo cuidaré de ti, Blaire. Sabes

eso.

Levanté mis manos para detenerlo. —Esto no se trata de mi embarazo, Cain.

Él es un amigo que me dio un aventón. Si, fuimos m{s antes… cosas pasaron, pero

ahora no lo somos. No corrĂ­ hacia Ă©l. ConseguĂ­ mi trabajo de vuelta en Rosemary y

viviré con Bethy por un tiempo. Luego iré a algún lugar más y empezare de nuevo.

Yo no me puedo quedar aquĂ­.

—¿Por qué no puedes quedarte aquí? Demonios, Blaire. Me casaré contigo

hoy. Sin hacer preguntas. Te amo. Más que a mi vida. Tienes que saberlo. Metí la

pata cuando éramos más jóvenes y esa cosa con Callie, ella no significa nada. Es

solo una chica con la que paso el rato. TĂş eres todo lo que yo quiero. He estado

diciéndote eso por años. Por favor, escúchame —suplicó.

—Cain, detén esto. Eres mi amigo. Lo que nosotros teníamos murió hace

mucho tiempo. Te pillé en el momento en el que le hacías cosas que no deberías a

otra chica. Esa noche todo cambio. Te quiero, pero no estoy enamorada de ti y

nunca lo estaré de nuevo. Necesito hacer las maletas y seguir con mi vida.

Cain golpeó su mano contra la pared. —¡No digas eso! No ha terminado. No

puedes simplemente irte sola. No es seguro —Hizo una pausa—. ¿Estas

embarazada? —preguntó.

No respondí. En su lugar, regresé a la habitación en la que había estado

viviendo mientras estaba aquí y comencé a empacar mi maleta —Lo estás—dijo,

siguiéndome a la habitación.

No respondí. Estaba concentrada en mis cosas. —¿Él lo sabe? ¿El hijo de la

estrella de rock se hará responsable? Está mintiendo, B. El bebé nacerá y huirá. No

será capaz de manejarlo. Un bebé no encaja en su vida. Sabes eso. Infiernos, todo el

mundo lo sabe. Él bien podría ser una estrella de rock. Vi su casa en la playa. No

parece ser alguien que estará ahí cuando las cosas se pongan difíciles. No les

gustan los niños. Puede que yo lo haya jodido, pero no voy a huir. Siempre estaré

aquĂ­.

Me di la vuelta. —Él no lo sabe, vale. Ni siquiera estoy segura de si se lo

diré. No quiero a alguien que me cuide. Yo puedo hacer esto. No estoy indefensa.

EmpezĂł a abrir la boca para discutir cuando la abuela entrĂł a la habitaciĂłn.

No me habĂ­a dado cuenta de que ella estaba aquĂ­.

—Deja de rogarle, Cain. Has hecho tu cama, hijo, ve a acostarte en ella. Ella

siguió su camino. Su corazón ha seguido adelante. Terminó mostrándonos a todos

que puede ir a la escuela y cuidar a su mamá enferma y de sí misma—Miró de

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Cain a mí y una sonrisa triste tocó sus labios—. Me rompe el corazón que tengas

otro obstáculo cuando eres tan joven, sin embargo esta habitación es tuya si lo

necesitas. Pero si decides irte, entonces te deseo lo mejor. Solo quiero que estés

segura —Caminó más y me atrajo en un abrazo—. Te quiero como si fueras mi

propia hora. Siempre lo he hecho—susurró en mi cabello.

Lágrimas picaron mis ojos. —Yo también te amo.

Se apartó e inhaló. —Mantente en contacto —dijo y comenzó a salir, luego

miró de vuelta a mí—. Cada hombre merece saber que tiene un bebé. Incluso si no

será parte de su vida, él necesita saberlo. Mantén eso en mente.

Salió de la habitación dejándonos a Cain y a mí solos de nuevo. Puse lo

último de mis cosas en mi maleta y cerré la cremallera. Agarrando la manija. La

recogĂ­. Mis nauseas se habĂ­an vuelto peores. CubrĂ­ mi boca con una mano.

—Mierda, B. no puedes hacer eso. Dámelo. No se supone que carges cosas

pesadas. Ves, no puedes hacer esto. ¿Quién va a asegurarse de cuidarte?

El mejor amigo que he tenido en toda mi vida estaba de vuelta y el chico

loco que pensĂł que estaba enamorado y listo para sacrificar su vida se habĂ­a ido.

—Tengo a Bethy. Ella sabe y yo soy cuidadosa. No estaba pensando. Todo

esto es nuevo para mĂ­. Y creo que me voy a enfermar.

—¿Qué puedo hacer? —preguntó con una mirada de pánico en su cara.

—Galletas ayudarían.

DejĂł la maleta en el piso y saliĂł corriendo de la habitaciĂłn para conseguirme

galletas. RegresĂł en menos de un minuto con una caja de galletas saladas y un

vaso.

—La abuela te escuchó. Ya tenía la caja fuera y un vaso de refresco servido.

Dijo que calmarĂ­a tu estĂłmago.

—Gracias —respondí y me senté en la cama para comer la galleta y beber el

refresco. Ninguno de los dos hablo. Mis nauseas empezaron a ceder y aprendĂ­ de

la experiencia de no comer demasiado. Si comía de más lo vomitaría pronto.

Poniéndome de pie, le entregué la caja y el vaso a Cain.

—Solo déjalo allí. Lo buscare después —Recogió mi malet—. Dame esa caja

también. No puedes cargarla —dijo recogiendo la caja de cosas que ni siquiera

había desempacado. Levanté la última pequeña bolsa en mi brazo y me dirigí a la

puerta sin otra palabra. Lo seguĂ­ rezando para que no hiciera algo estĂşpido cuando

viera a Rush.

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Llegamos al mosquitero que da al pĂłrtico y se detuvo. Poniendo la maleta

en el piso, se dio la vuelta para mirarme.

—No tienes que ir con él. Te dije que puedo arreglar esto. Tú me tienes, B.

Siempre me has tenido.

Cain lo decĂ­a en serio. Lo podĂ­a ver en su cara. Pero yo no. Si necesitaba un

amigo, Cain estarĂ­a ahĂ­, pero Ă©l no era salvador de nadie. Yo no necesitaba uno, de

todas formas. Me tenía a mí misma. Levanté mi bolsa más arriba de mi hombro y

pensé cuidadosamente como explicarle esto una vez más. Había tratado todo. No

entendería la verdad. Sacara relucir como me falló cuando mi mamá estaba

enferma y yo estaba tan sola solo le lastimarĂ­a.

—Necesito hacer esto.

Caín dejó escapar un gruñido de frustración y se pasó una mano por su

cabello. —No confías en mí para cuidarte. Eso me duele —Dejó escapar una risa

derrotada—. Pero entonces, ¿Por qué deberías? Te fallé antes. Con tu mam{… yo

era un chiquillo, B. ¿Cuántas veces tengo que decirte que las cosas son diferentes

ahora? Sé lo que quiero. Yo… Dios, B, yo te quiero. Siempre has sido tú.

Un nudo se formĂł en mi garganta. No porque lo amaba, si no porque me

preocupaba por Ă©l. Cain fue una gran parte de mi vida. Estuvo conmigo desde que

podía recordar. Cerré la distancia entre nosotros y alcancé su mano. —Por favor,

entiende. Esto es algo que tengo que hacer. Tengo que afrontar esto. DĂ©jame ir.

Cain dejó escapar un suspiro cansado. —Siempre estoy dejándote ir, B. me

has pedido eso antes. Sigo intentándolo, pero eso poco a poco está destruyéndome.

Un día me agradecerá por dejarte.

—Lo siento, Cain. Pero necesito irme. Está esperándome.

Cain recogiĂł la maleta y abriĂł el mosquitero con su hombro. Rush se

apresuró a salir del Rover tan pronto como nos vio. —No le digas nada, Cain —

susurré.

Cain asintiĂł y lo seguĂ­ por las escaleras. Rush nos encontrĂł en la parte

inferior y me miró. —¿Son todas tus cosas? —preguntó.

—Si —respondí.

Cain no hizo movimiento de darle la maleta y la caja. Un musculo en la

mandĂ­bula de Rush saltĂł y supe que intentaba ser bueno.

—Dale la maleta, Caín —dije, dándole un codazo en la espalda.

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Cain suspirĂł y le entregĂł la caja y la maleta a Rush, quien los tomĂł y se

dirigiĂł hacia el auto.

—Necesitas decirle—murmuró Cain cuando él se dio vuelta para mirarme.

—Lo haré, con el tiempo. Tengo que pensar en ello.

Caín miró más allá de mí hacia mi camión. —¿Dejas tu camión?

—Tenía la esperanza de que puedas sacarlo del taller y ponerle un cartel de

venta. Tal vez consiga mil por Ă©l. Luego puedes quedarte con la mitad y enviarme

la otra mitad.

Caín frunció el ceño. —Venderé la camioneta, B, pero no tomaré nada de

dinero. Enviaré todo.

No discutí con él. Necesitaba ser capaz de hacer esto y continuar. —Está

bien, está bien. Pero, ¿podrías darle a la abuela algo de ello, por lo menos? Por

dejarme quedar aquĂ­ y todo eso.

Las cejas de Caín se dispararon. —¿Quieres que mi abuela monte su culo a

Rosemary para broncear su piel?

Sonriendo, cerré la distancia entre nosotros y aferrándome a sus hombros

me puse de puntillas y le di un beso en la mejilla. —Gracias por todo —le susurré.

—Puedes volver si me necesitas. Siempre —Su voz se quebró y supe que

tenía que irme. Di un paso atrás y asentí con la cabeza antes de caminar hacia el

Rover.

Rush tenía la puerta abierta del lado del pasajero cuando llegué allí y la

cerró detrás de mí. Vi como miró a Caín antes de ir a su lado. Realmente lo estaba

haciendo. Dejando de lado lo seguro y dando el primer paso para encontrar mi

lugar en el mundo.

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Traducido por Dunadae

Corregido por Carolyn ♥

Rush

arecĂ­a que ella estaba a punto de llorar y me daba miedo preguntarle

si estaba bien. Mi miedo a que cambiara de idea y se quedara en

Sumit me mantuvo callado hasta que estuvimos seguros fuera de los

lĂ­mites de la ciudad. Ver sus manos fuertemente enlazadas en su regazo me

molestĂł. Deseaba que dijera algo.

—¿Estás bien? —le pregunté, incapaz de detenerme. Mi necesidad de

protegerla me superĂł.

Asintió. —Sí. Es sólo un poco aterrador, supongo. Esta vez, sé que no voy a

volver. También sé que no tengo a un padre esperando para ayudarme. Marcharse

fue más difícil esta vez.

—Me tienes a mí —respondí.

Inclinó su cabeza a un lado y me miró. —Gracias, necesitaba escuchar eso

ahora mismo.

Diablos, lo grabarĂ­a para que ella pudiera escucharlo una y otra vez si eso

ayudaba. —Nunca pienses que estás sola.

Me dio una débil sonrisa y volvió su atención de nuevo a la carretera. —

Sabes que yo podrĂ­a conducir si quieres dormir esta vez.

La idea de ser libre para mirarla todo lo que quisiera era tentadora. Pero

esperarĂ­a que yo durmiera y no desperdiciarĂ­a nada del tiempo que tuviera a su

lado durmiendo. —Estoy bien. Aunque gracias.

Pasé por un establecimiento para autos y conseguí algo para comer mientras

yo conducĂ­a de vuelta. Ella habĂ­a estado durmiendo y no quise molestarla, pero

debĂ­a tener hambre.

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—Tengo hambre. ¿Qué te apetece? —pregunté, volviendo a la interestatal

que nos llevarĂ­a de vuelta a Florida.

—Um… yo… no sé. Sopa quiz{s.

¿Sopa? Esa era una petición extraña. Pero diablos, si quería sopa le

conseguirĂ­a sopa.

—Sopa será. Mantendré mis ojos abiertos para encontrar un restaurante que

crea que tiene sopa.

—Si estás hambriento, por favor, sólo para en donde quieras. Puedo

encontrar algo para comer en cualquier lugar. —Sonó nerviosa de nuevo.

—Blaire, te voy a conseguir sopa —repetí, observándola. Me aseguré de

sonreĂ­r para que supiera que querĂ­a conseguirle su sopa.

—Gracias —dijo y se estudió las manos que estaban en su regazo otra vez.

No hablamos por un rato, pero se sentĂ­a bien el solo tenerla en el coche

conmigo. No querĂ­a que sintiera que tenĂ­a que hablar.

Señalé el primer establecimiento con menú. —Parece que allí hay buenas

opciones. Escoge un lugar —le dije.

Se encogió de hombros. —No importa. Si quieres seguir en carretera puedo

comer algo en el coche.

Quería alargar este día tanto como pudiera. —Vamos a conseguirte sopa.

Una risita me sobresaltó y la miré para verla realmente sonriendo. Hacerla

hacer eso más seguido era mi nueva meta.

***

Blaire estaba dormida de nuevo cuando entramos en el garaje del

apartamento de Bethy tarde esa noche. Cuidadosamente, mantuve nuestra

conversación sencilla. Después de un rato, se instaló un cómodo silencio y luego se

quedĂł dormida.

Aparqué el Rover y me recosté, mirándola. Le había lanzado miradas para

verla durmiendo un millĂłn de veces de camino a casa. SĂłlo por unos minutos

querĂ­a la libertad de observarla dormir. Los cĂ­rculos oscuros bajo sus ojos me

preocupaban. ÂżNo dormĂ­a lo suficiente? Bethy podrĂ­a saberlo. PodĂ­a hablar de eso

con ella. Preguntarle a Blaire algo como eso ahora mismo probablemente no serĂ­a

muy inteligente.

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Un suave golpe en la ventana llevĂł mi atenciĂłn de Blaire a Jace, quien estaba

de pie fuera del coche con una mirada divertida en la cara. AbrĂ­ la puerta y salĂ­

antes que la despertara. Yo querĂ­a despertarla y no querĂ­a audiencia cuando lo

hiciera.

—¿Planeas despertarla o estás considerando el secuestro? —preguntó Jace.

—Cállate, idiota.

Rió entre dientes. —Bethy está esperando a que lleguen y poder escuchar

todo sobre el viaje. Te ayudaré con sus cosas si la despiertas y la llevas dentro.

—Está cansada. Bethy puede esperar hasta mañana. —No quería que

despertara para estar con la entrometida de Bethy. Obviamente, ella necesitaba

más horas de sueño y más comida. Apenas tocó su sopa antes. Intenté alimentarla

de nuevo pero dijo que no tenĂ­a hambre. Eso tenĂ­a que cambiar. Era como esos

jodidos sándwiches de mantequilla de maní otra vez.

—Entonces, dile eso a Bethy —respondió Jace mientras yo ponía la caja en

sus manos y sacaba la maleta de la parte trasera.

—Yo llevo la maleta, tú lleva la caja dentro y la despertaré.

—¿Momento privado? —Jace sonrió y empujé la caja en sus manos un poco

demasiado fuerte. Lo hice tropezar y cacarear de la risa.

Lo ignoré y caminé hacia el asiento del pasajero. Despertarla y permitirle

que se fuera no era exactamente lo que quería hacer. Me inquietaba. ¿Qué pasaba si

esto era todo? ¿Qué si Blaire nunca me dejaba acercarme a ella así de nuevo? No.

No podĂ­a dejar que eso pasara. Lo harĂ­a despacio, pero me asegurarĂ­a de que este

no fuera nuestro final. Aunque con haberla tenido todo el dĂ­a iba a ser realmente

difĂ­cil volver a la normalidad.

Le quité el cinturón. Apenas se movió. Un mechón de pelo había caído en su

cara, así que cedí a la tentación de tocarlo. Lo coloqué detrás de su oreja. Ella era

tan jodidamente hermosa. Yo nunca podrĂ­a superar lo nuestro. No era posible.

TenĂ­a que encontrar la manera de que volviera conmigo. Ayudarla a sanar.

AbriĂł los ojos y nuestras miradas se quedaron fijas.

—Estamos aquí —susurré, sin querer sobresaltarla.

Se sentó y me sonrió tímidamente. —Lo siento, me quedé dormida de

nuevo.

—Necesitabas un descanso. No me importó. —Quería quedarme allí y

mantenerla en mi coche, pero no podía hacer eso. Me aparté para que pudiera salir.

Tenía justo en la punta de la lengua el preguntarle si podría verla mañana. Pero no

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lo hice. No estaba lista para eso. Tenía que darle espacio—. Te veré por ahí —dije,

y su sonrisa vacilĂł.

—Bien, uh, sí, nos vemos. Y gracias de nuevo por ayudarme hoy. Te pagaré

la gasolina.

Como el infierno. —No, no lo harás. No quiero tu dinero. Me hizo feliz

ayudarte.

EmpezĂł a decir algo pero cerrĂł bruscamente la boca. Con un gesto tenso se

dio la vuelta y fue hacia el apartamento.

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16 Traducido por Annabelle

Corregido por val_mar

Blaire

l primer dĂ­a de vuelta al trabajo Woods me asignĂł el comedor. En los

turnos de desayunos y almuerzos. No era bueno. Me encontraba

afuera de la cocina, preparándome mentalmente para no pensar en el

olor. Me había despertado un poco mareada y me obligué a comer un par de

galletas saladas y algo de té de jengibre, pero eso era todo lo que podía manejar.

En el momento en que entrara a la cocina, el olor me golpearía. El tocino…

oh ,Dios, el tocino…

—¿Sabes, dulzura? Tienes que entrar para poder trabajar —dijo Jimmy

detrás de mí. Me giré, sobresaltada por mi batalla interna, para verlo sonriéndome

con una mueca divertida—. Los cocineros no son tan malos. Te acostumbrarás al

griterío en un dos por tres. Además, la última vez los tenías enamorados a todos,

babeando detrás de tus pies.

Forcé una sonrisa. —Tienes razón. Puedo hacer esto. Es solo que, no estoy

preparada para que la gente me haga preguntas, supongo. —No era exactamente la

verdad, pero tampoco era mentira.

Jimmy abriĂł la puerta y el olor me pegĂł de golpe. Huevos, tocino,

salchichas, grasa. Oh, no. Mi cuerpo comenzĂł a sudar frĂ­o y mi estĂłmago se

revolvió. —Yo, uh, necesito usar el baño primero —expliqué y me dirigí hacia el

baño de empleados tan rápido como pude sin salir corriendo. Eso solo se vería aún

más sospechoso.

Cerré la puerta detrás de mí y puse el cerrojo para luego caer de rodillas

sobre el frío azulejo. Agarré el inodoro mientras devolvía todo lo que había comido

anoche y esta mañana.

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Varias arcadas después, me levanté sintiéndome débil. Mojé una toalla de

papel para limpiarme. Mi camisa blanca se encontraba toda pegada a mi cuerpo

luego del ataque de sudor que se habĂ­a apoderado de mĂ­. Necesitaba cambiarme.

Me enjuague la boca con el enjuague bucal que estaba sobre el mesĂłn y

enderecé mi blusa lo mejor que pude. Quizá nadie lo notase. Podía hacer esto.

Simplemente sostendría el aliento mientras estuviese en la cocina. Eso funcionará.

Tomaré aire profundamente cada vez que tuviera que entrar. Tenía que resolver

esto.

Cuando abrĂ­ la puerta, mi mirada se encontrĂł con la de Woods. Se

encontraba apoyado contra la pared frente al baño, con los brazos cruzados sobre

su pecho, observándome. Iba tarde.

—Lo lamento. Sé que voy tarde. Sólo necesitaba un momento antes de

comenzar. Prometo que no volverá a suceder. Me quedaré hasta tarde para

compensarlo.

—A mi oficina. Ahora —interrumpió y se giró para dirigirse por el pasillo.

Mi corazón se aceleró, y lo seguí rápidamente. No quería que Woods

estuviera enojado conmigo. Este trabajo habĂ­a sido mi soluciĂłn para los prĂłximos

meses. En verdad no querĂ­a irme ahora que me habĂ­a convencido a mi misma de

quedarme aquĂ­ y descifrar lo que iba a hacer. AĂşn no.

Woods me abrió la puerta y entré.

—En verdad lo siento mucho. Por favor, no me despidas todavía. Yo sólo…

—No voy a despedirte. —Woods me interrumpió.

Oh…

—¿Has ido a ver a un doctor? Asumo que es de Rush. ¿Lo sabe? Porque si es

así y estás aquí trabajando para mí en esta condición, personalmente iré a romperle

el jodido cuello.

Lo sabía. Oh no, oh no, oh no. Sacudí la cabeza frenéticamente. Tenía que

detener esto. Woods no podía saberlo. Nadie más que Bethy debía saberlo. —No sé

de qué estás hablando.

Woods alzó una ceja. —¿En serio? —La incredulidad en su voz era

desconcertante. No iba a creerse la mentira. Pero yo tenía un bebé que proteger.

—No lo sabe. —La verdad salió de mi boca antes de poder detenerla—. Y

aĂşn no quiero que lo sepa. Necesito encontrar alguna manera de hacer esto por mi

cuenta. Ambos sabemos que Rush no quiere esto. Su familia lo odiarĂ­a. No puedo

permitir que mi bebé sea odiado por nadie. Por favor, compréndeme —supliqué.

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Woods murmuró una maldición y pasó sus manos a través de su cabello. —

Merece saberlo, Blaire.

Sí, así era. Pero cuando este bebé fue concebido, no sabía cuán manchados

estaban nuestros mundos. Lo imposible que serĂ­a para nosotros tener una relaciĂłn.

—Ellos me odian. Odian a mi mamá. No puedo. Sólo, por favor, dame tiempo para

demostrar que puedo hacerlo sin ninguna ayuda. Eventualmente se lo contaré,

pero necesito estar estable y preparada para irme luego de hacerlo. Esta vez, lo que

yo o él queramos no es prioridad. Voy a hacer lo que es mejor para este bebé.

El ceño de Woods se pronunció. Nos quedamos en silencio por algunos

minutos.

—No me parece, pero tampoco me corresponde decírselo. Ve a cambiarte y

anda a ver a Darla. Hoy puedes hacer las rondas en el auto. Hazme saber cuando el

olor de la cocina no sea tanto problema.

QuerĂ­a lanzar mis brazos a su alrededor y abrazarlo. No me iba a obligar a

contárselo a nadie y me daba la oportunidad de salir del turno en la cocina. Solía

amar el tocino, pero ahora… Simplemente no podía lidiar con él. —Gracias. En la

cena no es tan malo. Sólo es en las mañanas y a veces a los mediodías.

—Copiado. Sólo te pondré en el comedor para los turnos de las tardes. Esta

semana sólo trabajaras en las rondas. Pero no pases demasiado calor. Mantén algo

de hielo y eso para refrescarte. ÂżPuedo decirle a Darla?

—No —respondí incluso antes de que pudiera terminar la pregunta—. No

puede saberlo. Nadie puede enterarse. Por favor.

Woods suspiró y luego asintió. —De acuerdo. Mantendré tu secreto. Pero si

necesitas cualquier cosa, es mejor que me lo digas… si no quieres que Rush se

entere.

—Está bien. Gracias.

Woods me dio una sonrisa tensa. —Te veré más tarde, entonces.

Y me permitiĂł irme.

***

El horario para el resto de la semana me tuvo trabajando en el carro de las

bebidas. Dentro de más o menos una semana habría un torneo, y tendría que

trabajar todo el día. No podía estar más feliz al respecto. El dinero sería genial. Y

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aunque el calor era intenso al estar en el campo de golf todo el dĂ­a, era mucho

mejor que estar en el aire acondicionado con olor a tocino o cualquier otra carne

grasienta para luego salir corriendo a vomitar.

Progresivamente, el club había adoptado más demanda desde que me fui.

SegĂşn Darla, los miembros que sĂłlo venĂ­an durante las vacaciones de verano,

ahora todos eran residentes. Bethy y yo tenĂ­amos que conducir dos autos para

poder mantener a todos hidratados. Woods casi nunca estaba en el campo, asĂ­ que

no tenĂ­a que inquietarme por su mirada preocupada. Estaba ocupado trabajando.

Jace le había dicho a Bethy que Woods intentaba demostrarle a su papá que estaba

listo para un ascenso.

Luego de abastecer el carro por tercera vez hoy, me dirigĂ­ de nuevo al

primer hoyo para mi siguiente ronda. ReconocĂ­ de inmediato la parte trasera de la

cabeza de Grant. Se encontraba jugando con… Nan. Sabía que este día llegaría,

pero no me encontraba preparada para ello. Bien podrĂ­a saltarme este hoyo, y

hacer que Bethy los atendiera en su prĂłxima ronda, pero eso sĂłlo retrasarĂ­a lo

inevitable.

Estacioné el carro y Grant se giró en mi dirección. Lucía como si estuviese en

medio de una muy seria conversación con Nan. El ceño frustrado sobre su frente

no era para nada reconfortante. SonriĂł, pero pude notar que era forzado.

—Estamos bien, Blaire. Puedes ir directo al siguiente hoyo —dijo Grant. La

cabeza de Nan saltĂł de pronto al oĂ­r mi nombre, y la mueca de odio en su rostro

me hizo poner el auto en reversa. Tal vez mis primeros instintos habĂ­an estado en

lo correcto. No debĂ­ haberme detenido.

—Espera. Quiero algo. —Al escuchar la voz de Rush, mi corazón dio un

pequeño saltito que sólo él era capaz de provocar. Giré mi rostro hacia el sonido de

su voz para verlo trotar hacia mĂ­ con un par de pantaloncillos azul claro y un polo

blanco. Nunca dejaba de sorprenderme que siempre luciera tan ridĂ­culamente bien

en un conjunto tan estirado. Los chicos en Alabama jamás se vestirían de esta

manera, sin importar la ocasión. Jugaban golf en sus vaqueros, gorras de béisbol y

cualquier camisa con suerte o de franela que hayan sacado de la secadora ese dĂ­a.

Pero Rush los lucĂ­a como algo tan sexy que te aguaba la boca.

—Necesito una bebida —dijo con una sonrisa al llegar a mi auto. Se detuvo

justo frente a mĂ­. No lo habĂ­a visto en un par de dĂ­as. No desde nuestro viaje.

—¿Lo usual? —pregunté al salir del carro, sólo para estar aún más cerca de

Ă©l. No se apartĂł, y nuestros pechos casi se tocaban. SubĂ­ la mirada hacia Ă©l.

—Sí. Eso sería genial —respondió, pero no se movió. También mantuvo su

mirada pegada a la mía. Uno de nosotros tendrá que moverse y acabar con este

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concurso de miradas. SabĂ­a que debĂ­a ser yo. No podĂ­a permitir que creyera que

las cosas habĂ­an cambiado.

Pasé a su lado y caminé hasta la parte trasera del carro para buscarle una

Corona. Me incliné para sacar una del hielo y lo sentí moverse detrás de mí.

Demonios. No me lo estaba poniendo sencillo.

Enderezándome, no miré hacia atrás ni me giré. Estaba demasiado cerca. —

¿Qué estás haciendo? —pregunté en voz baja. No quería que ni Grant ni Nan nos

escucharan.

—Te extraño. —Fue su respuesta.

Cerrando con fuerza los ojos, tomé aire profundamente e intenté calmar el

frenesí al que estaba enviando a mi corazón. También lo extrañaba. Pero eso no

hacĂ­a que la verdad cambiara.

Decirle que lo extrañaba no era astuto. No necesitaba que comenzara a creer

que las cosas podĂ­an volver a ser como antes.

—Toma tu bebida y vámonos —soltó Nan detrás de él. Fue suficiente para

hacer que me moviera. No me encontraba de humor para aguantarme los ataques

verbales de Nan. Hoy no.

—Apártate, Nan —gruñó Rush, y le tendí la Corona para luego caminar

rápidamente hasta el lado del conductor—. Blaire, espera —dijo Rush,

siguiéndome una vez más.

—No hagas esto —supliqué—. No puedo lidiar con ella.

Contrajo su rostro en una mueca y luego asintió antes de apartarse. Aparté

mi mirada de él y puse el auto en reversa. Sin mirar atrás, me dirigí al siguiente

hoyo.

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Traducido por Buty Maddox

Corregido por Clau ^.^

Rush

No recuerdas lo que te pedí el otro día, Nan? —gruñí una vez que

Blaire y su carro se perdieron de vista.

—Te veías tan patético. Intenté ayudarte a no parecer un perdedor

enamorado.

Me di la vuelta y me dirigĂ­ hacia ella. Ella me estaba presionando. Nunca

sentí el consumidor enojo que la mayoría de los hermanos tienen de dañar

físicamente a sus hermanas cuando éramos niños. Pero en este momento lo estaba

experimentando.

Grant se puso delante de mĂ­, poniendo una barrera entre nosotros.

—Guau. Necesitas retroceder y calmarte.

Cambié mi mirada de Nan a Grant. ¿Qué demonios estaba haciendo?

Odiaba Nan. —Muévete. Esto es entre mi hermana y yo —le recordé. Nunca la

habĂ­a reclamado antes. Incluso cuando su padre se habĂ­a casado con mi madre, se

aseguró de que todos supiéramos que él odiaba Nan. Jamás hubo una conexión

remota de hermanos entre los dos.

—Y tendrás que pasar sobre mí para llegar a tu hermana —respondió Grant

dando un paso hacia mí—. Porque ahora mismo no estás pensando en los

sentimientos de nadie sino en los de Blaire. ÂżRecuerdas cĂłmo afecta la presencia de

Blaire a Nan? Ya lo sabes.

¡Qué mierda! ¿Estaba alucinando? ¿Desde cuándo Grant comenzó a

defender Nan? —Sé exactamente cómo afecta Blaire a Nan. Pero esto no es culpa

de Blaire. Nan ha odiado a la persona equivocada durante tanto jodido tiempo que

no lo puede superar. ¿Qué demonios está mal contigo, de todos modos? ¡Ya lo

sabĂ­as! TĂş fuiste quien defendiĂł a Blaire cuando apareciĂł por primera vez aquĂ­.

Âż

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Nunca creyeron que esto era culpa de ella. SabĂ­as de su inocencia desde el

principio.

Grant se moviĂł incĂłmodo y luego volviĂł a mirar a Nan, cuyos ojos se

habían abierto tan redondos como platos. —Te has concentrado en ella siempre.

Toda su vida la has protegido. Ella confiĂł en ti. Entonces, tĂş vas y la olvidas y

centras toda tu atención en Blaire y esperas que Nan esté bien. Puede que ella sea

un adulto, pero ha sido tan dependiente en ti toda su vida que no sabe vivir de otra

manera. Si no estuvieras tan concentrado en conseguir que Blaire vuelva verĂ­as

esto.

Empujé Grant fuera de mi camino y me encontré con la mi hermana. No

necesitaba este sermĂłn de Ă©l, incluso si habĂ­a algo de verdad en ello. En el fondo,

me complacĂ­a que estos dos finalmente hubieran encontrado un terreno comĂşn.

Quizás Grant se preocupaba por ella después de todo. Habíamos vivido en la

misma casa desde hace años. Habíamos sido descuidados juntos.

—Te amo, Nan. Tú lo sabes. Pero no puedes pedirme que elija. No es justo.

Nan puso ambas manos en las caderas. Era su posición desafiante. —No se

puede amar a dos. Nunca voy a aceptarla. ¡Ella me señaló con una pistola, Rush!

Tú la viste. Está loca. Iba a matarme. ¿Cómo puedes amarla y amarme a mí? Eso no

tiene sentido.

—Nunca te habría disparado. También le apuntó a Grant. Se puso encima

de Ă©l. Y sĂ­ que yo puedo amar a las dos. Te quiero de otra manera.

Nan desviĂł la mirada hacia Grant y le dio una sonrisa triste. Eso era aĂşn

más extraño. —Él no me escucha, Grant. Me doy por vencida. Él escogió su amor

por ella sobre mĂ­ y mis sentimientos.

—Nan, sólo escúchalo. Vamos. Tiene razón —Le dijo Grant en un tono

suave que nunca le habĂ­a oĂ­do usar con ella. Me sentĂ­a en la zona desconocida.

Nan pisoteó su pie. —No. La odio. No puedo soportar mirarla. Le está

haciendo daño ahora y la odio más por eso —gritó Nan. Miré a mí alrededor para

ver si alguien la habĂ­a oĂ­do y vi a Woods caminando hacia nosotros. Mierda.

Grant dio media vuelta y siguió mi mirada. —Ah, diablos —murmuró.

Woods se detuvo frente a nosotros y miró a Nan, Grant y luego a mí. —Ya

oí lo suficiente para saber lo que trata esta conversación —dijo, manteniendo su

enfoque bloqueado en mí—. Déjame hacer esto más claro para mí. Todos hemos

sido amigos la mayoría de nuestras vidas. Conozco la dinámica de su familia—

Desvió la mirada hacia Nan con un gruñido de disgusto y luego de vuelta a mí—.

Si alguien tiene un problema con Blaire, entonces también lo tienen conmigo. Ella

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trabaja aquĂ­. Puede que a ninguno de los tres les gusta, pero a mĂ­ personalmente

me importa un carajo. Así que superarlo. Ella no necesita está mierda.

TranquilĂ­cense. ÂżEstamos entendidos?

Lo estudié. ¿Qué quiso decir y por qué estaba actuando como protector de

Blaire? No me gustó. Mi sangre comenzó a hervir y empuñe mis manos a mis

costados. ¿Él pensaba que podía hacer su movimiento ahora? ¿Aprovecharse ahora

que ella era débil y ser el héroe? Diablos, no. Eso no sucederá. Blaire era mía.

Woods no esperĂł una respuesta. Se alejĂł en su lugar.

—Parece que tienes competencia —dijo Nan arrastrando las palabras.

Grant se acercó a ella y la puso detrás de él otra vez. —Ya es suficiente, Nan

—susurró y luego me miró.

Terminé con esto. No podía hacer frente a los dos en estos momentos. Lancé

mi cerveza y fui tras de Woods.

O bien me oyĂł o sintiĂł la ira saliendo en ondas de mĂ­, porque se detuvo

justo antes de llegar a la casa club y se dio vuelta para mirarme. Una de sus cejas se

alzó como si la situación le fuera divertida. Eso me molestó más.

—Los dos queremos lo mismo. ¿Por qué no tomas unas cuantas

respiraciones profundas y te calmas? —dijo Woods cuando cruzó los brazos sobre

el pecho.

—Aléjate de ella. ¿Me oyes? Retrocede. Blaire me ama, ella está confundida

y herida. Ella también es muy vulnerable. Con la ayuda de Dios, incluso si tú

piensas aprovecharte de su actual estado, voy a acabar contigo.

Woods, inclinó la cabeza hacia un lado y frunció el ceño. No parecía

afectado de mi advertencia. Tal vez debería ser más claro. —Sé que la amas. Yo

nunca te he visto actuar de esta forma en tu vida. Lo entiendo. Pero Nan la odia. Si

te gusta Blaire, entonces protégela del veneno que gotea en los colmillos de tu

hermana. O yo lo haré.

SentĂ­ si me hubiera abofeteado en la cara. Antes de que pudiera responder,

él abrió la puerta y entró. Me quedé mirando la puerta cerrada durante varios

minutos antes de continuar. Iba a perder a una de ellos. Amaba a mi hermana, pero

con el tiempo ella me perdonarĂ­a. Yo podrĂ­a perder a Blaire para siempre. No iba a

permitir que eso ocurra.

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18 Traducido por Majo_Smile ♥

Corregido por Noelia051282

Blaire

ethy se acercĂł y me apretĂł la mano. Estaba de pie a mi lado mientras

me sentaba sobre la mesa del doctor, esperando. HabĂ­a orinado en

una taza y ahora esperamos a conocer los resultados oficiales. Mi

corazón latía. Había una pequeña posibilidad de que no pudiera estar embarazada.

Lo habĂ­a googleado anoche. Las pruebas de embarazo caseras podrĂ­an haber

estado equivocadas y podrĂ­a haberme estado enfermando porque mi cabeza

pensaba que estaba embarazada.

La puerta se abriĂł y una enfermera caminĂł dentro, sonriendo mientras

miraba de Bethy a mĂ­.

—Felicitaciones. Es positivo. Estás embarazada.

Bethy apretó mi mano con más fuerza. Ya lo sabía, pero en el fondo, el sólo

oír a la enfermera decirlo lo hacía más real. No iba a llorar. Mi bebé no tenía por

qué saber que lloré cuando me enteré de que estaba embarazada. Quiero que él o

ella se sintiera amado siempre. Esto no era algo malo. Nunca podrĂ­a ser una mala

cosa. Yo necesitaba familia. Pronto tendrĂ­a una nueva. Alguien que me amara

incondicionalmente.

—El médico vendrá a comprobar tu estado dentro de unos minutos.

Tenemos que hacer un análisis de sangre también. ¿Ha experimentado algún

calambre o sangrado?

—No. Sólo nauseas. Los olores me hacen vomitar —le expliqué.

La enfermera asintiĂł y escribiĂł eso en su portapapeles.

—Tal vez no lo desees, pero eso es una buena señal. Estar enferma es bueno.

Bethy resoplĂł.

—No la has visto vaciar todo. No hay nada bueno en ello.

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La enfermera sonriĂł.

—Sí, recuerdo aquellos días. No es divertido —Cambió su mirada hacia

mí—. ¿El padre estará involucrado?

¿Lo estaría? ¿Podría decirle? Negué con la cabeza.

—No, no creo que lo estará.

Me dio una sonrisa triste mientras asentĂ­a con la cabeza e hizo otra nota en

su portapapeles, me dijo que veĂ­a esto muy a menudo.

—¿Utilizabas alguna forma de control de la natalidad al concebir? ¿La

píldora tal vez? —preguntó la enfermera.

No miré a Bethy. Quizá no la quiero aquí después de todo. Negué con la

cabeza.

La enfermera alzĂł las cejas.

—¿Nada? —preguntó ella.

—No, nada. Me refiero a que utilizamos condón un par ocasiones, pero

hubo un par de veces que no lo hicimos. Lo sacĂł fuera una vez... pero una vez no

lo hizo.

Bethy se tensĂł a mi lado. SabĂ­a lo que estaba pensando. ÂżCĂłmo pude haber

sido tan estĂşpida?

La enfermera asintiĂł.

—Está bien. El médico vendrá en breve —dijo ella y salió de la habitación.

Bethy tirĂł de mi brazo haciendo que la mirase.

—¿Él no usó un condón? ¿Está loco? ¡Maldita sea! Tendría que haber

pensado en preguntarte si estabas embarazada. Qué idiota. Aquí estoy yo,

sintiendo pena porque no sabe que va a ser papá, y él no usó un maldito condón.

TendrĂ­a que haber estado en contacto contigo dentro de cuatro semanas para

asegurarse de que no estuvieras embarazada. Qué idiota.

Bethy se paseaba delante de mí ahora. Sólo la miré. ¿Qué digo de esto? Yo

estaba igual de equivocada en esta situaciĂłn. Fui la primera en desnudarse, subirse

encima de Ă©l y follarlo hasta el cansancio. Era un hombre y la Ăşltima cosa en su

mente habĂ­a sido detenerse para ponerse un condĂłn. No le habĂ­a dado mucho

tiempo para pensar. Pero compartir los detalles con Bethy de mĂ­ vida sexual con

Rush no iba a suceder. AsĂ­ que mantuve la boca cerrada.

—Se merece esto. Él debería preguntarte si hubo consecuencias. No le digas

al idiota. Si cree que puede usar esa cosa y no poner una protecciĂłn sobre Ă©l,

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entonces que viva en la ignorancia. Yo estaré aquí para ti. Tú y yo. Podemos con

ello. —Bethy parecía dispuesta a conquistar el mundo en este momento. Eso me

hizo sonreír. No estaría en Rosemary cuando el bebé naciera. Ojalá pudiera estarlo.

Quería que mi bebé tuviera a alguien que lo ame. Bethy sería una excelente tía. La

idea me entristeciĂł. Mi sonrisa desapareciĂł.

—Lo siento. No era mi intención molestarte —dijo Bethy, dejando caer las

manos de su cintura con una mirada de preocupaciĂłn en su rostro.

—No. No lo hiciste. Sólo deseo... Sólo deseo que no tuviera que irme. Quiero

que mi bebé te conozca.

Bethy se acercĂł y envolviĂł sus brazos alrededor de mis hombros apretando.

—Tú me dirás dónde vives y voy a visitarlos todo el tiempo. O bien, podrías

quedarte a vivir conmigo. Cuando el bebé nazca, Rush está destinado a

desaparecer. No se queda en Rosemary pasado el verano. Tendremos el tiempo

necesarios para que ustedes se acomoden en la vida antes de que Ă©l vuelva. SĂłlo

piensa en ello. No te preocupes por nada en estos momentos.

ÂżRush se marcharĂ­a? ÂżSe darĂ­a por vencido conmigo y dejarĂ­a Rosemary? ÂżO

se quedaría? Mi corazón dolía de pensar en él alejándose de mí. Por mucho que

supiera que no iba a funcionar, querĂ­a que Ă©l luchara por mĂ­. QuerĂ­a que

encontrara una manera de que pudiéramos estar juntos, aunque yo sabía que era

imposible.

***

Dos horas más tarde, estábamos de regreso en el apartamento de Bethy y

tenĂ­a vitaminas prenatales y varios folletos sobre tener un embarazo saludable. Los

escondí en mi maleta. Necesitaba un baño caliente y una siesta.

Bethy golpeó una vez en la puerta del baño y entró. Estaba sosteniendo su

teléfono en una mano y sonriendo como una idiota.

—No vas a creer esto —Hizo una pausa y sacudió la cabeza como si

estuviera todavía incrédul—. Woods acaba de llamar. Dijo que el condominio es

nuestro por el mismo precio que estoy pagando ahora en este apartamento. Dijo

que es una gratificaciĂłn de trabajo, ya que tener dos de sus empleadas sobre el

terreno del club será de utilidad. También que ambas estaríamos sin trabajo si

tratamos de rechazar su oferta.

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Me hundí en el asiento cerrado del inodoro y miré fijamente hacia ella. Él

hacĂ­a esto porque estaba embarazada. Era su manera de ayudarme. QuerĂ­a gritarle

y abrazarlo del cuello todo al mismo tiempo. Las lágrimas picaron mis ojos.

—¿Todavía está en el teléfono? —pregunté cuando me di cuenta de que

Bethy seguía sosteniéndolo cerca de su oído.

—No, es Jace. Dijo que esto tiene que ver contigo. Tú no estás como...

saliendo con él o algo, ¿cierto? —preguntó lentamente. Eso debió haber sido la

pregunta de Jace. Ella lo estaba repitiendo, como si no lo creyera incluso mientras

lo decĂ­a.

—¿Puedes silenciar el teléfono? —pregunté en voz baja.

Sus ojos se agrandaron y asintiĂł. Una vez que lo silenciĂł, me mirĂł como si

no me reconociera. ¿Qué pensaba? ¿Que estaba engañando a Woods mientras

estaba embarazada con el bebé de Rush? No puede ser.

—Bethy, él sabe. Woods lo sabe.

La comprensiĂłn cayĂł sobre ella y su boca se abriĂł.

—¿Cómo? —Preguntó.

—Me puso en el turno de la mañana en el comedor. La cocina... olía a tocino.

Bethy hizo un gran "O" con la boca y asintiĂł. Lo entendĂ­a. LevantĂł la mano y

activo su teléfono.

—No ocurre nada con Woods y Blaire. Es su amigo y quiere ayudarla. Eso

es todo.

Bethy rodĂł sus ojos por algo que dijo Jace, lo llamĂł loco y colgĂł.

—Está bien, así que él sabe que estás embarazada de Rush ¿y aún así nos

está dando un condominio baratísimo? Esto es lo mejor del mundo. Espera a ver

este lugar. ¡Si nos permite quedarnos después de que el bebé nazca, tu habitación

es lo suficientemente grande para una cuna! Es perfecto.

No podĂ­a pensar tan lejos. Ahora sĂłlo falta ir a buscar a Woods y hablar con

Ă©l. Si realmente me marchaba en cuatro meses, no querĂ­a que este acuerdo

desapareciera para Bethy. TenĂ­a que asegurar eso antes de que ella se emocionara

demasiado.

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19 Traducido por loveandheartts.

Corregido por Chio

Rush

ace llamĂł para decirme que las chicas se estaban mudando al

departamento en la propiedad del club hoy. No la habĂ­a visto desde el

incidente en el campo de golf. No por falta de intentos. Intenté ponerme

en su trayectoria en el club varias veces y nunca funcionó. Incluso pasé ayer y ya se

habĂ­a ido. Darla habĂ­a dicho que ella y Bethy estaban fuera del trabajo, asĂ­ que

asumĂ­ que se habĂ­an ido a hacer algo juntas.

Me detuve en el departamento de Bethy y al instante noté el coche de

Woods. ¿Qué demonios estaba haciendo aquí? Abrí la puerta de golpe y me dirigí

hacia la entrada cuando oí la voz de Blaire. Dándome la vuelta, caminé hacia el

auto de Woods, hasta que lo vi apoyado en la pared del estacionamiento a su lado

y escuchaba a Blaire con una sonrisa en su cara. Una que estaba a punto de

borrarle.

—Si estas seguro, entonces gracias —dijo Blaire en voz baja, como si no

quisiera que nadie más la escuchara.

—De acuerdo —respondió Woods mientras sus ojos se alzaban para

encontrarse con los mĂ­os. La sonrisa en su rostro desapareciĂł.

Blaire volviĂł la cabeza para mirar sobre su hombro. La sorpresa en su cara

mientras sus ojos encontraban a los míos dolió. Tal vez no debería estará aquí

ahora. No querĂ­a perder la cordura y asustarla con mis celos, pero estaba bastante

cerca de entrar en una rabia ciega. ¿Por qué estaban hablando solos? ¿Sobre que estaba

Ă©l de acuerdo?

—¿Rush? —dijo Blaire, alejándose de Woods y acercándose a mi—. ¿Qué

estas haciendo aquĂ­?

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Woods se echo a reír y sacudió la cabeza, luego abrió la puerta del auto. —

Estoy seguro de que vino a ayudar. Me iré antes de que me pulverice con esa fea

mirada.

Se irĂ­a. Bien.

—¿Viniste a ayudarnos con la mudanza? —preguntó, mirándome con

atenciĂłn.

—Si, a eso vine —le contesté. La tensión me abandonó mientras el BMW de

Woods volvĂ­a a la vida y se iba.

—¿Cómo te enteraste que nos estábamos mudando?

—Jace me llamó —le respondí.

MoviĂł los pies con nerviosismo. Odiaba ponerla nerviosa.

—Quería ayudar, Blaire. Lamento lo de Nan el otro día. He hablado con ella.

No sera...

—No te preocupes por eso. No te tienes que disculpar por ella. No estoy en

contra tuyo. Lo entiendo.

No, no lo hacía. Podía verlo en sus ojos que no lo entendía. Me incliné y

tomé su mano. Sólo necesitaba tocarla de alguna manera. Tembló mientras mis

dedos rozaron su palma. Sus dientes mordieron su labio inferior de la misma

manera en la que yo querĂ­a morderlo.

—Blaire —dije y me detuve porque no estaba seguro de que más decir. La

verdad era demasiado ahora mismo.

LevantĂł los ojos de nuestras manos y pude ver el deseo en ellos. ÂżEn serio?

¿Estaba soñando, inventando esto, o ella... realmente lo quería? Deslicé un dedo

por su palma y acaricié la parte inferior de su muñeca. Se estremeció de nuevo.

Mierda. Mis caricias le afectaban. Di un paso cerca de ella y pasé la mano

lentamente por su brazo. Esperaba que me empujara y pusiera distancia entre

nosotros.

Cuando llegué lo suficientemente alto mi pulgar, le rocé el costado de su

pecho y me agarrĂł el brazo libre mientras se estremecĂ­a.

¿Qué carajo?

—Blaire —susurré, presionando su espalda hasta que estuvo contra la pared

de ladrillo del edificio de apartamentos y mi pecho a centĂ­metros de tocar el de

ella.

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No me empujĂł y sus parpados se veĂ­an pesados mientras mirada mi pecho.

Su respiración era pesada. El escote que el pequeño vestido rosa pálido mostraba

estaba allĂ­, debajo de mi nariz. Subiendo y cayendo como una invitaciĂłn. Una

imposible. Algo estaba mal aquĂ­.

Puse mi otra mano en su cintura y lentamente la deslicé por su cuerpo hasta

que estuvo escondida debajo de su pecho. No estaba usando sostén. Sus pezones

estaban duros y empujando contra la fina tela de su vestido. No podĂ­a detenerme.

Liberé mi mano y cubrí su pecho derecho, apretándolo suavemente. Blaire gimió y

sus rodillas comenzaron a debilitarse. DejĂł caer la cabeza en la pared y cerrĂł los

ojos. La sostuve y metĂ­ mi pierna entre las suyas para impedir que se hundiera en

el suelo.

Con la otra mano, cubrí el pecho izquierdo y pasé las yemas de mis dedos

sobre sus pezones firmes.

—Oh, Dios, Rush —gimió, abriendo los ojos y mirándome a través de sus

pestañas caídas. ¡Madre mía! Estaba en algún tipo de paraíso torturador. Si este

era otro sueño, me cabrearía mucho. Se sentía tan real.

—¿Se siente bien, nena? —pregunté, bajando mi cabeza para susurrárselo al

oĂ­do.

—Si —susurró, hundiéndose aún más en mi rodilla. Cuando su centro

cálido se presionó contra mi pierna, se quedó sin aliento y se agarró más fuerte de

mis brazos—. Ahhhh —gritó.

Iba a venirme en mis pantalones. Nunca habĂ­a estado tan caliente en mi

vida. Algo era diferente. Esto no era lo mismo. Estaba casi desesperada. PodĂ­a

sentir su miedo, pero su necesidad era más fuerte. —Blaire, dime que quieres que

haga. Haré lo que sea que necesites —le prometí, besando la suave piel debajo de

su oreja. Olía tan malditamente bien. Amasé sus pechos en mis manos otra vez y

ella dejĂł escapar un gemido suplicante. Mi dulce Blaire estaba increĂ­blemente

caliente. Esto era real. Esto no era un maldito sueño. ¡Santo cielo!

—¡Blaire! —La estridente voz de Bethy fue como un balde de agua helada

lanzada sobre Blaire. Se puso rĂ­gida y se levantĂł, dejando caer las manos de mĂ­ y se

alejĂł. No podĂ­a mirarme.

—Yo... Eh... Lo siento. No sé... —Sacudió la cabeza y se apuró a alejarse de

mí. La observe hasta que llegó a la puerta y Bethy le regañó con severidad. Blaire

estaba asintiendo con la cabeza. Una vez que estuvieron adentro, golpeé ambas

manos contra el ladrillo y mascullé una cadena de maldiciones mientras intentaba

controlar mi erecciĂłn.

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Después de unos minutos, la puerta se abrió de nuevo y me volví para ver a

Jace caminar afuera. Me miró y soltó un silbido. —Maldita sea hombre, trabajas

rápido.

Ni siquiera respondĂ­ eso. No sabĂ­a de lo que estaba hablando.

Blaire habĂ­a estado hambrienta por mi toque. No me habĂ­a rechazado. Casi

me habĂ­a estado rogando en silencio. No tenĂ­a sentido, pero me deseaba. Dios sabe

que yo la deseo. Siempre la deseo.

—Vamos. Tenemos un sofá que mover. Necesito tu ayuda —dijo Jace,

manteniendo la puerta abierta.

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20 Traducido por Joha quinto

Corregido por Vericity

Blaire

Qué pasa conmigo? Volví a la habitación de Bethy y cerré la puerta.

Necesitaba un minuto para calmarme. HabĂ­a estado lista para

suplicarle a Rush que me follara allĂ­ mismo. Era por ese estĂşpido

sueño. De acuerdo, quizás el sueño de anoche no fue estúpido, pero si fue

extremadamente intenso. Recordarlo me hacĂ­a apretar mis piernas.

¿Por qué hacía esto ahora? Los sueños sexuales eran algo que podía

controlar antes, pero ahora eran potentes y tan reales que básicamente me venía en

mi cama. Era una locura. Ni una sola vez en Sumit estuve tan excitada. Pero

también Rush no había estado en Sumit.

Me dejé caer sobre el colchón de Bethy que ya había desmontado por la

mudanza. TenĂ­a que calmarme cuando Ă©l estuviera cerca de mĂ­. Incluso cuando no

habĂ­a hecho un movimiento, yo ya estaba jadeando salvajemente esperando que

sus dedos tocaran mi mano. Qué vergüenza. Mirarlo después de esto iba a ser

difĂ­cil.

La puerta se abrió y Bethy entró con una pequeña sonrisa en su rostro. ¿Por

qué sonreía ahora? Ella se había abalanzado sobre mí cuando me pilló.

—Tus hormonas de embarazada están haciendo efecto —dijo después de

que la puerta estuviera firmemente cerrada detrás de ella.

—¿Qué? —pregunté confundida.

Bethy ladeó su cabeza hacia un lado. —¿No has leído alguno de esos folletos

que el doctor te enviĂł? Estoy segura que uno de ellos te habla sobre esto.

Aún estaba confundida. —¿Sobre el hecho de que no puedo controlarme

cerca de Rush?

Âż

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Bethy se encogió de hombros. —Sí. Supongo que él ha sido el único para ti.

Pero te excitas cuando te embarazas, Blaire. SĂ© eso porque mi primo solĂ­a hacer

bromas sobre su esposa cuando ella estaba embarazada. DecĂ­a que tenĂ­a

dificultades siguiéndole el ritmo y todo.

¿Excitar? ¿El embarazo estaba haciéndome excitar? Simplemente genial.

—Probablemente sólo va a ser un problema con Rush. Me imagino que es la

única persona que te atrae y quieres de esa forma. Así que sólo va a ser más

intenso cerca de Ă©l. Tal vez deberĂ­as decirle y disfrutar eso. No tengo duda alguna

de que Ă©l ayudarĂ­a.

No podĂ­a decirle. AĂşn no. No estaba lista y tampoco lo estaba Ă©l. Nan estarĂ­a

furiosa y yo no podría manejar a Nan justo ahora. Además, Rush elegiría a Nan y

no podrĂ­a manejar tampoco eso otra vez.

—No. Él no necesita saberlo. No en este momento. Estaré bien.

Bethy se encogió de hombros. —Bien. Esa era mi opinión. No quieres

decirle, entonces no lo hagas. Pero cuando confieses y lo folles hasta dejarlo

descerebrado, ¿podrías no hacerlo en público? —preguntó con una sonrisa de

suficiencia, luego abriĂł la puerta y saliĂł de nuevo.

—¡Necesitan envolverlo en una sábana primero! Van a arruinar mi cojín —

gritĂł Bethy a los chicos.

No podía enfrentarlo. Él no sabía sobre esto. Actuaría como si nada

sucediera. Además necesitaba ayudar a hacer algo. Podía terminar de empacar la

cocina.

***

Rush estaba observándome. Todo el tiempo volvía al apartamento para

mover algo más, sus ojos me encontraban. Dejé caer un tazón, derramé una caja de

cereal y tiré una caja de cubiertos debido a esas miradas intensas. ¿Cómo se

suponía que iba a concentrarme y no ser una idiota desastrosa con él mirándome

asĂ­?

Cuando entrĂł de nuevo al apartamento, esta vez decidĂ­ que mejor irĂ­a a

empacar las cosas del baño. Ellos estarían moviendo la mesa de la cocina y después

las sillas y no podĂ­a lidiar con eso. Probablemente quebrarĂ­a cada vaso que tenĂ­a

Bethy.

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Me metí dentro del baño y repentinamente había un cuerpo detrás de mí,

moviéndome más adentro. El calor del pecho de Rush pulsando contra mi espalda

me hizo temblar. Demonios. No iba a ser capaz de manejar esto.

La puerta del baño se cerró y el familiar sonido de la cerradura haciendo clic

en su lugar sólo hizo que mi corazón latiera más rápido. Él quería más de lo que

habĂ­a pasado afuera y yo estaba tan excitada por estar cerca de Ă©l que no iba a ser

capaz de pensar con claridad.

Su mano apartĂł el cabello en mi cuello y lo moviĂł sobre mi hombro. Cuando

el calor de sus labios tocĂł mi piel desnuda, gemĂ­. Sus dos manos descansaban

sobre mis caderas y me jaló contra él aún más.

—Me estas volviendo loco, Blaire. Totalmente loco, nena. Jodidamente loco

—susurró en mi oído. Tomó toda mi fuerza de voluntad no dejar caer mi cabeza

hacia atrás sobre su pecho.

—¿Qué fue eso de afuera? Me tenías tan malditamente excitado que no

podĂ­a pensar claramente. Todo lo que podĂ­a ver era a ti.

Sus manos ascendieron a mis costados y luego se movieron sobre mi

estómago. Sus manos cubriéndome, a pesar de que él no tenía idea de lo que estaba

protegiendo, me llenó de lágrimas los ojos. Quería que lo supiera. Pero también

quería que me eligiera… y a nuestro bebé. No creía que él pudiera hacer eso. Él

amaba a su hermana. Estaba aterrorizada de esa clase de rechazo y me rehusaba a

dejar a mi bebé ser rechazado.

Comencé a salir de su abrazo cuando sus manos se movieron hasta ahuecar

mis pechos y su boca comenzĂł a mordisquear la curva de mi cuello. Oh, diablos.

No podĂ­a confiar en Ă©l con mi corazĂłn ,pero realmente querĂ­a confiar en Ă©l con mi

cuerpo. Incluso si era sĂłlo esta vez.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté sin aliento.

—Rezándole a Dios que no me detengas. Soy un hombre hambriento, Blaire.

—Hizo una pausa esperando mi respuesta. Cuando no lo hice, levantó el brazo y

bajĂł los tirantes de mi vestido sin mangas hasta que mis pechos estuvieron

desnudos. Se sentĂ­an hinchados todo el tiempo y los sentĂ­a tan sensibles. Andaba

sin un sujetador cada vez más. Mi sujetador no me quedaba bien ahora y no había

querido gastar dinero en uno nuevo si estos grandes senos no duraban por mucho

tiempo.

—Demonios, nena. Se ven más grandes —dijo mientras sus manos los

cubrĂ­an.

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Humedad inmediatamente se acumulĂł en mis bragas y mis rodillas se

debilitaron. Agarré la pared para apoyarme. Nada se había sentido alguna vez así

de bien. Un sonido necesitado salió de mi boca, no estaba segura de qué era.

De repente estaba siendo levantada y volteada. Luego mi trasero estuvo

sobre el tocador antes de que la boca de Rush cubriera la mĂ­a y sus manos fueran

directo de nuevo a mis pechos. No serĂ­a capaz de detener esto. QuerĂ­a eso como a

mi siguiente respiración. Nunca necesité sexo de ninguna clase antes, pero esto era

algo que no podĂ­a controlar.

El beso de Rush era salvaje y tan descontroladamente hambriento como yo

me sentĂ­a. MordiĂł mi labio inferior y jalĂł mi lengua dentro de su boca y la

succionĂł. Luego tirĂł de mis pezones y perdĂ­ el control. Necesitaba su camisa fuera

ahora. Tratando de agarrarla, tiré hasta que retrocedió un centímetro y la jalé

bruscamente por encima de su cabeza. Después él devoró mi boca otra vez.

Sus manos estaban haciendo cosas deliciosas a mis pechos y no podĂ­a

acércalo lo suficiente.

Un golpe sonĂł en la puerta y Rush me acercĂł contra su pecho hasta que mis

pechos estuvieron presionados contra él. Me estremecí y cerré mis ojos por el

placer. Él giró su cabeza hacia la puerta.

—Vete al demonio —gruñó a quienquiera que estaba ahí afuera.

Un risa ahogada fue todo lo que oĂ­mos antes de que Rush estuviera besando

un rastro hacia abajo de mi cuello y a través de mi clavícula, hasta que su boca

merodeaba sobre mi pezón derecho. El calor de su aliento me hizo temblar y agarré

su cabello y obligué a su cabeza a acercarse más con mi suplica silenciosa. Él se rió

entre dientes, luego tirĂł mi pezĂłn dentro de su boca y comenzĂł a chupar. La

humedad en mis piernas se encendiĂł o al menos se sintiĂł como si lo hubiera hecho.

Si no hubiera estado abrazándome con su cuerpo, yo podría haberme disparado

hasta el techo.

—¡Oh, Dios! —grité, sin importarme si alguien me escuchaba. Sólo

necesitaba esto. Mi reacción volvió a Rush más codicioso. Se movió a mi otro

pezĂłn y comenzĂł a darle el mismo tratamiento mientras su mano se movĂ­a al

interior de mi muslo. La idea de que Ă©l estaba apunto de tocar mi mojada e

hinchada área me asustó y excitó al mismo tiempo. ¿Se enteraría de algo que no

sabía? ¿Podría saber que yo estaba diferente allí abajo también? Entonces, sus

dedos corrieron a lo largo del exterior de mis bragas y simplemente ya no me

importĂł.

—Mierda. Estás empapada —gimió y escondió su cabeza en mi cuello. Su

respiración era fuerte y erótica—. Tan empapada. —Sus dedos se deslizaron dentro

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de la entrepierna de mis bragas hasta mis hinchados pliegues, causando que

fuegos artificiales encendieran mi cuerpo. Me agarré de sus hombros. Mis uñas

enterrándose dentro de su piel, pero no podía evitarlo.

—Un coño tan dulce. Es mi coño, Blair. Siempre será mío. —Sus pícaras

palabras mientras que sus dedos se deslizaban dentro y fuera de mĂ­ me enviaron

cerca del borde otra vez.

—Rush, por favor —imploré, arañándolo.

—¿Por favor, qué? ¿Quieres que bese ese dulce coño? Porque se siente tan

jodidamente caliente y jugoso que necesito una probada. —Estaba quitándome mis

bragas y yo levanté mi trasero para permitírselo. Luego, levantó mi vestido y yo

alcé mis manos para dejar que lo sacara.

—Recuéstate —ordenó, moviéndome al mismo tiempo hasta que mi espalda

tocó la pared. Después tomó mis dos piernas y las dobló hacia arriba hasta que mis

pies estuvieron sobre el tocador y yo estuve completamente abierta a él—.

Demonios, esa es la cosa más caliente que he visto en mi vida —susurró antes de

caer de rodillas y cubrirme con su boca. La primera lamida de su lengua y ya

estaba viniéndome otra vez.

—Oh, Dios, Rush por favor, oh Dios, ahhhhh —grité mientras retenía su

cabeza, incapaz de dejarlo detenerse. Era demasiado bueno. El movimiento de su

lengua sobre mi clítoris era increíble. Necesitaba más. Quería que nunca terminara.

Su dedo se deslizó a través de mi apertura y después la mantuvo abierta mientras

lamĂ­a y me besaba allĂ­.

—Mío. Es mío. No puedes dejarme otra vez. Necesito esto. Hueles tan

jodidamente perfecto. Nunca nada va a ser tan malditamente perfecto para mí —

murmurĂł mientras me probaba. EstarĂ­a de acuerdo con cualquier cosa que Ă©l

quisiera.

—Necesito estar dentro de ti —dijo, levantando sus ojos para mirarme. Sólo

asentĂ­.

—No tengo un condón —Se detuvo y cerró sus ojos severamente—, pero lo

sacaré.

No importaba ahora. Pero no podĂ­a decirle eso. SĂłlo asentĂ­ otra vez.

Rush se levantĂł con sus pantalones abajo al instante. AgarrĂł mis caderas y

me regresĂł al borde del tocador hasta que la cabeza de su erecciĂłn estuvo

tocándome. La pregunta en sus ojos era inconfundible, incluso si no lo decía en voz

alta. Alcancé y guié su erección dentro de mí.

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—Mierda —gimió mientras empujaba el resto del camino hasta que estuve

llena. Completamente llena de Rush. EnvolvĂ­ mis brazos alrededor de su cuello y

lo retuve. Por sĂłlo un segundo, necesitaba retenerlo. Esto ya no se trataba sobre

mis locas hormonas. Ahora que estaba dentro de mĂ­ me sentĂ­a en casa. Completa, y

yo estaba a punto de echarme a llorar.

Antes de que pudiera avergonzarme a mi misma y confundirlo, levanté mi

cabeza y susurré en su oído—: Fóllame.

Era como si hubiera apretado el gatillo de un arma cargada. Rush tomĂł mis

caderas con sus dos manos y dejó salir un gruñido, empujando dentro y fuera de

mí. La subida hacia la espiral que yo sabía que vendría inició de nuevo y me aferré.

Disfrutando su momento de rendiciĂłn y el completo desenfreno en su rostro

mientras nos acercábamos cada vez más al clímax que necesitábamos.

—Te amo, Blaire. Te amo tanto que duele —jadeó, luego bajó su cabeza para

chupar mi pezón. Mi cuerpo explotó y grité su nombre. Rush levantó su cabeza, y

mirándome a los ojos, comenzó a retirarse y sujeté mis piernas alrededor de su

cintura. No quería que se retirara. La comprensión de lo qué quería lo golpeó y dijo

mi nombre en un susurro antes de echar la cabeza hacia atrás mientras bombeaba

su liberaciĂłn en mĂ­.

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21 Traducido por eddesmile

Corregido por Nat_Hollbrook

Rush

laire me empujó hacia atrás y bajó de un salto del mostrador antes de

que yo pudiera aclarar mi cabeza de ese orgasmo.

—Espera, necesito limpiarte —Le dije. En realidad, quería limpiarla.

Me gustĂł. No, maldita sea, me encantĂł. Saber que yo estuve allĂ­ y cuidaba de ella,

eso me agradaba.

—No hace falta que me limpies. Estoy bien —respondió mientras se vestía

de nuevo sin hacer contacto visual conmigo. Mierda. ÂżLa entendĂ­ mal? CreĂ­ que

ella querĂ­a esto. No. Yo sabĂ­a que ella lo querĂ­a. HabĂ­a estado tan malditamente

hambriento de ella.

—Blaire, mírame.

Se detuvo y recogió su ropa interior. Tragué saliva mientras entraba en ellas

y se las deslizĂł de nuevo en su cuerpo. La necesitaba otra vez. No podĂ­a alejarse de

mĂ­ ahora. No serĂ­a capaz de vivir sin ella.

—Blaire, por favor, mírame —Le supliqué.

Poniéndose de pie, tomó una respiración profunda y luego levantó los ojos

hacia los mĂ­os. La tristeza estaba mezclada con otra cosa. ÂżVergĂĽenza? No podĂ­a

ser. Estiré la mano y le cogí la cara con ella.

—¿Qué pasa? ¿Hice algo que no querías que yo hiciera? Porque intenté no

perder el control. Intenté con todas mis fuerzas mantener mis manos lejos de ti.

—No. Tú... tú no has hecho nada malo. —Bajó sus ojos de los míos otra

vez—. Sólo tengo que pensar. Necesito un poco de espacio. Yo no... yo no... no debí

haber hecho eso.

Una puñalada en el pecho habría sido menos dolorosa. Quería tirarla

encima de mĂ­ y volverme todo hombre de las cavernas, alegando que ella era mĂ­a y

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no podĂ­a dejarme. Pero si lo hacĂ­a la perderĂ­a. No podĂ­a pasar por eso otra vez.

Tenía que hacerlo a su manera. Dejé caer mi mano de su rostro y di un paso atrás

para que pudiera salir.

Blaire levantó la cara para mirarme de nuevo. —Lo siento —susurró, luego

abriĂł la puerta y escapĂł. Tuvimos sexo increĂ­blemente caliente y ella lo lamentaba.

Fantástico.

Cuando por fin salí del cuarto de baño, Blaire se había ido. Jace sonrió y

Bethy inventó excusas para irse. No quería estar allí tampoco. Después de que me

aseguré que toda la materia pesada fuera movida y la maleta de Blaire y la caja

fueron guardadas, me fui. No podĂ­a quedarme allĂ­ mientras ellos dos me

observaban. Nos habĂ­an escuchado. Blaire habĂ­a sido ruidosa. No me avergonzaba,

estaba cansado de ellos mirándome y esperando a que dijera algo para explicar la

salida de Blaire.

***

Le di Blaire un par de dĂ­as para venir a mĂ­. No lo hizo. No me sorprendiĂł.

Pero ella pidió su espacio y le di todo el espacio que yo podía manejar. No llamé a

nadie para jugar una partida de golf conmigo. No querĂ­a a nadie alrededor cuando

Blaire apareciera. TenĂ­amos que hablar. Sin distracciones o excusas para que ella se

alejara.

Sonó como un plan firme, pero después de seis agujeros y que ninguna

chica de carrito apareciera, comencé a dudar. Justo cuando estaba a punto de

entrar en el hoyo siguiente, escuché el sonido del carrito. Me detuve y me di la

vuelta. La sangre que comenzó a bombear a través de mis venas por el

pensamiento de ver a Blaire aquí y tenerla sola se congeló cuando noté que era esa

chica rubia que habĂ­a visto entrenar un par de veces con Bethy. Mierda.

Negué con la cabeza y me saludó con la mano. No quería que me atendiera.

Ella sonriĂł y siguiĂł conduciendo hasta la siguiente parada.

—Hace calor¿Seguro que no quieres nada? —preguntó la voz de Meg y miré

hacia atrás para verla caminar hasta nosotros vestida con una falda de tenis y polo

blanco. Era muy buena en el tenis hace diez años.

—Chica de carrito equivocada —Le contesté, y esperé a que continuara su

camino.

—¿Sólo le compras a una?

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—Sí.

Meg se quedó pensativa y luego asintió. —Ya veo. Tienes algo por una chica

de carrito.

«Algo» ni siquiera arañaba la superficie. Puse mi bolsa de golf en mi hombro

y comencé a caminar al siguiente hoyo. No iba a responder a ese comentario.

—Y eres sensible al respecto —bromeó Meg. Eso me molestó.

—O no es asunto tuyo.

Ella dejó escapar un silbido. —Así que es más que una cosa.

Me detuve y nivelé mi mirada con ella. El hecho de que ella fuera mi

primera cogida no querĂ­a decir que tenĂ­amos algĂşn tipo de vĂ­nculo o amistad. Esto

me estaba fastidiando.

—Supéralo —Le advertí.

Meg se puso las manos en sus caderas y su mandíbula se abrió. —Oh mi

Dios... Rush Finlay se ha enamorado. ¡Mierda! Nunca pensé que vería el día.

—No me has visto en diez años, Meg. ¿Cómo diablos sabes algo de mí? —El

gruñido molesto en mi voz ni siquiera la hizo estremecerse.

—Escucha, Finlay. Sólo porque no me has visto en diez años no quiere decir

que no he visto ni oĂ­do hablar de ti. He estado en la ciudad varias veces, pero

siempre habĂ­a una fiesta en tu casa y te acostabas con cada modelo de cuerpo

perfecto que llamara tu atención. No creí necesario competir con ellas. Pero sí, sé

que eres un mujeriego que desechas a todas las mujeres después de conseguir lo

que quieres.

SonĂł superficial. No me gustĂł la imagen que pintĂł de mĂ­. ÂżBlaire me veĂ­a

asĂ­? Ella podrĂ­a no confiar en mĂ­ para escogerla y protegerla, pero debĂ­a creer que

yo volvería a enamorarse y salir con más chicas.

—Ella es increíble. No... Es perfecta. Todo en ella es jodidamente perfecto —

dije en voz alta y luego cambié mi mirada a Meg—. No sólo la quiero, ella es mi

dueña. Completamente. Haría cualquier cosa por ella.

—¿Pero no siente lo mismo? —Se preguntó Meg.

—La lastimé. No es la forma en que estás pensando tampoco. Mi forma de

lastimarla es difícil de explicar. Hay tanto dolor en lo que pasó que yo no sé si

alguna vez podré recuperarla.

—¿Ella es una chica de carrito?

InsistiĂł en el asunto del carrito.

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—Sí, lo es —Me detuve y me pregunté si debía decirle exactamente quién

era Blaire. Decirlo en voz alta a alguien y admitirlo podrĂ­a ayudarme a darle

sentido a esto—. Ella y Nan tienen el mismo padre. —No quise decirlo así.

—Mierda —murmuró Meg—. Por favor, dime que no es parecida a tu

malvada hermana menor.

Nan tenía muy pocos seguidores. Ni siquiera me inmuté ante la acusación

de que era malvada. HabĂ­a hecho honor a su nombre.

—No. Ella no es nada como Nan.

Meg se quedó en silencio un momento y me pregunté si aquí terminaba la

conversación. Entonces, señaló hacia la casa club. —¿Por qué no vamos a comer

algo y me puedes decir todo acerca de esta situación tan extraña, y yo veré si

puedo decirte alguna sabidurĂ­a o algĂşn consejo femenino.

Cualquier consejo era bueno. No habĂ­a mujeres en mi vida a las que podrĂ­a

pedir ayuda.

—Sí, está bien. Suena bien. Me das algún consejo que yo puedo utilizar y

almuerzas conmigo.

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22 Traducido por Akires

Corregido por Innogen D.

Blaire

ste era el segundo dĂ­a que me habĂ­a despertado sin enfermarme.

Incluso le pedĂ­ a Bethy que cocinara tocino para comprobar que me

sentía bien antes de entrar en el turno del almuerzo. Pensé que si

podĂ­a sobrevivir al tocino, entonces yo podrĂ­a hacer esto. Mi estĂłmago se habĂ­a

revuelto y tuve náuseas, pero no había vomité. Estaba mejorando.

Llamé a Woods y le aseguré que estaría bien. Me dijo que no me fuera

porque estaban cortos de personal y que me necesitaban. Jimmy estaba de pie en la

cocina sonriendo cuando entré treinta minutos antes del turno del almuerzo.

—Esa es mi chica. Me alegro de que el virus se haya ido. Parece que has

perdió diez kilos. ¿Cuánto tiempo estuviste enferma? —Woods le había dicho a

Jimmy y a cualquier otro que le preguntĂł, diciendo que tenĂ­a un virus y que me

estaba recuperando. Yo sĂłlo trabajaba dos turnos en el campo y nunca me reunĂ­a

con el personal de la cocina mientras estaba en los carros.

—Probablemente perdí algo de peso. Estoy segura de que voy a recuperarlo

muy pronto —le contesté y lo abracé.

—Será lo mejor o meteré rosquillas por tu garganta hasta que pueda

envolver mis manos alrededor de tu cintura y mis dedos dejen de tocarse entre sĂ­.

Eso sería más pronto de lo que él pensaba.

—Me vendría muy bien una dona ahora.

—Es una cita. Después del trabajo. Tú, yo, y un paquete de doce. La mitad

cubierta de chocolate —dijo y me entregó mi delantal.

—Me parece bien. Puedes venir a ver mi nuevo lugar. Me quedo con Bethy

en un condominio en la propiedad del club.

Las cejas de Jimmy se alzaron.

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—No me lo digas. Bueno, bueno, bueno, no eres pomposa.

Até mi delantal y metí mi bolígrafo y libreta en el bolsillo delantero.

—Me quedo con la primera ronda si tú preparas las ensaladas y el té dulce.

Él hizo un guiño.

—Trato.

Me dirigí al comedor y por suerte los únicos huéspedes eran dos señores

mayores que había visto antes, pero no conocía sus nombres. Anoté sus órdenes y

les serví a ambos una taza de café antes de volver a comprobar las ensaladas.

Jimmy ya tenía dos listas cuando entré a la cocina.

—Aquí tienes, cariño —dijo.

—Gracias, precioso —le respondí llevando las ensaladas al comedor.

Entregué las ensaladas y tomé la orden de bebidas de algunos nuevos huéspedes.

Entonces regresé de nuevo a conseguir el agua con gas y agua de manantial con

limĂłn. Nadie pedĂ­a agua por aquĂ­.

Jimmy se dirigía hacia la puerta de la cocina cuando llegué allí.

—Acabo de ver a dos mujeres que parecen salir de las pistas de tenis. Creo

que vi a Hillary... Âżno es la anfitriona hoy? De todos modos, creo que la vi

hablando con más invitados, así que deben estar esperando a ser atendidas.

Me saludĂł y se dirigiĂł al comedor.

Rápidamente terminé las aguas especiales y puse las dos órdenes de sopa de

cangrejo que los hombres habían solicitado en mi bandeja, luego regresé al

comedor cuando la expresión de pánico de Jimmy me llamó la atención.

—Yo lo hago —dijo él, cogiendo mí bandeja.

—No sabes ni a que mesa va. Puedo llevar una bandeja, Jimmy —le contesté

rodando los ojos. Él ni siquiera sabía que estaba embarazada y ya estaba siendo

tonto.

Entonces, lo vi... a ellos. Jimmy no estaba siendo tonto. Él me protegía. La

cabeza de Rush estaba inclinada hacia adelante mientras hablaba sobre algo que

causĂł esa intensa y seria expresiĂłn en su rostro. La mujer tenĂ­a el pelo largo y

oscuro. Era preciosa. Sus pómulos eran altos y perfectos. Pesadas, largas pestañas

esbozaban sus ojos oscuros. QuerĂ­a vomitar. Mi bandeja traqueteaba y Jimmy la

cogió. Lo dejé. Estaba a punto de caérseme.

Él no era mío. Pero... yo llevaba a su bebé. Él no lo sabía. Pero... me había

hecho el amor, no, me folló en el baño de Bethy tan sólo hace tres días. Eso dolió.

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Tanto. Tragué saliva, pero mi garganta se sentía casi cerrada. Jimmy me decía algo,

pero no lo podía entender. No podía hacer nada más que mirarlos. Se inclinó tan

cerca de ella como si no quisiera que nadie escuchara lo que le decĂ­a.

Sus ojos se movieron de Rush, y se encontraron con los míos. La odié. Era

hermosa y refinada, todo lo que yo no era. Ella era una mujer. Yo era una niña.

Una niña patética. Necesitaba salir de este infierno y dejar de hacer una escena.

Aunque se trataba de una escena en silencio, yo todavĂ­a estaba de pie congelada,

mirándolos. Ella me estudió y le apareció un pequeño ceño arrugado la frente. No

quería que le preguntara a Rush acerca de mí y me señalara. Me di la vuelta y huí

del comedor.

Tan pronto como estuve fuera de vista de los clientes, choqué directamente

al duro pecho de Woods.

—Hola, cariño. ¿A dónde vas corriendo? Creo que esto es demasiado para ti

—preguntó, poniendo el dedo bajo mi barbilla y levantando mi cabeza para poder

ver mi cara.

Negué con la cabeza y se me escapó una lágrima. No iba a llorar por esto,

maldita sea. Me pidió volver con él. Lo rechacé. Lo abandoné después del sexo

increíble. ¿Qué esperaba? Que se sentara esperándome y suspirando por mí. No lo

creo.

—Lo siento, Woods. Sólo dame un minuto y estaré bien. Te lo prometo. Sólo

necesito un momento para componerme.

AsintiĂł y pasĂł su mano de arriba hacia abajo por mi brazo de una manera

reconfortante.

—¿Está Rush ahí? —preguntó casi tímidamente.

—Sí —Me ahogaba, obligué a las lágrimas en mis ojos irse. Respiré hondo y

parpadeé. Yo no iba a hacer esto. Controlaría mis locas emociones.

—¿Está con alguien? —preguntó.

Me limité a asentir. No quería decirlo.

—¿Quieres ir a mi oficina y relajarte un poco, esperar hasta que se marchen?

SĂ­. QuerĂ­a esconderme de esto, pero no podĂ­a. TenĂ­a que aprender a vivir

con ello. Rush estaría en Rosemary por un mes más. Tenía que aprender a lidiar.

—Puedo hacer esto. Fue una sorpresa. Eso es todo.

Woods levantĂł su mirada de la mĂ­a y una frĂ­a expresiĂłn apareciĂł en su

rostro.

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—Vete. Esto no es lo que ella necesita en este momento —dijo Woods en un

tono muy molesto.

—Aleja tus putas manos de ella —dijo Rush.

Di un paso atrás de los brazos de Woods y bajé la mirada. No quería verlo

pero tampoco querĂ­a que pelearan. Woods parecĂ­a dispuesto a pelear por mi

honor. No tenĂ­a ni idea de cĂłmo se veĂ­a Rush porque no le habĂ­a dirigido la

mirada.

—Estoy bien Woods. Gracias. Volveré a trabajar —murmuré y comencé a

regresar a la cocina.

—Blaire, no lo hagas. Habla conmigo —declaró Rush.

—Tú ya has hecho lo suficiente. Déjala sola, Rush. Ella no necesita lidiar

contigo. Ahora no —ladró Woods.

—Tú no sabes nada —gruñó Rush, y Woods dio un paso en dirección a

Rush. Woods iba a dejar escapar que estaba embarazada, ya que era muy evidente

que sabía algo, o iba a irse a golpes contra Rush. Fue una vez más el momento

adecuado de decĂ­rselo.

Me di la vuelta y me detuve en frente de Rush. Miré a Woods.

—Está bien. Sólo dame un minuto con él. Estará bien. No hizo nada malo.

Sólo estaba siendo emocional. Eso es todo —le dije.

La mandĂ­bula de Woods se contrajo de un lado a otro mientras apretaba los

dientes. Mantener su boca cerrada le estaba resultando difĂ­cil. Finalmente, se alejĂł.

TenĂ­a que enfrentar a Rush ahora.

—Blaire —dijo suavemente mientras su mano se estiró y agarró la mía—.

Por favor, mĂ­rame.

Yo podrĂ­a hacer esto. TenĂ­a que hacer esto. Me di la vuelta, dejando que

Rush tomara mi mano entre las suyas. DebĂ­a apartarla, pero no podĂ­a. Lo habĂ­a

visto con una mujer que probablemente mantendrĂ­a su cama caliente esta noche

mientras yo seguía alejándolo. Lo estaba perdiendo. Pero era nuestro bebé.

Alcé los ojos y me encontré con una mirada preocupada. No le gustaba

molestarme. Me gustaba eso de Ă©l.

—Está bien. Yo exageré. Estaba, um, sorprendida es todo. Debí haber sabido

que te continuaste tu camino. Yo sólo…

—Detente —Rush me interrumpió y me acercó a él—. No he continuado

nada. Lo qué crees que viste no lo es. Meg es una vieja amiga. Eso es todo. Ella no

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significa nada para mĂ­. He venido a buscarte. Necesitaba verte y fui a jugar golf.

Pero no te vi allí. Me encontré con Meg y sugirió que almorzamos. Eso es todo. No

tenĂ­a idea de que estabas aquĂ­ trabajando. Nunca lo hubiera hecho. A pesar de que

no hacĂ­a nada malo. Te amo, Blaire. SĂłlo a ti. No estoy con nadie. Yo nunca lo

estaré.

QuerĂ­a creerle. Tan egoĂ­sta y equivocada como lo estaba, yo querĂ­a creer que

él me amaba lo suficiente como para no necesitar a nadie más. Incluso si lo alejaba

constantemente de mí. Yo le estaba mintiendo. Odiaba a los mentirosos. Él me

odiaría por no habérselo dicho antes. Yo no quería que me odiara. Pero no podía

confiar en Ă©l. ÂżMentir por eso estaba bien? ÂżMentir alguna vez estaba bien? ÂżCĂłmo

podĂ­a Ă©l confiar en mĂ­ nuevamente?

—Estoy embarazada —Las palabras salieron antes de que comprendiera lo

que decía. Me tapé la boca con horror mientras los ojos de Rush se desviaban.

Entonces, me volvĂ­ y corrĂ­ como si el diablo me persiguiera.

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23 Traducido por noely

Corregido por Verito

Rush

is pies se encontraban pegados al suelo. No podĂ­a moverme,

incluso al mirar a Blaire huyendo de mĂ­.

¿Acaso había sido sólo un sueño? ¿Una alucinación desesperada?

ÂżAsĂ­ de mal me encontraba?

—Si no vas tras ella, yo lo haré —irrumpió la voz de Woods a través de mis

pensamientos, despejando toda esa neblina de asombro.

—¿Qué? —pregunté, mirándolo. Lo odiaba. Golpearlo en la cara era algo

con lo que de pronto me encontraba fantaseando.

—Dije, que si no va tras ella, lo haré yo. En estos momentos necesita a

alguien. Por mucho que yo no quiera que seas tĂş, porque creo que no la mereces,

necesitas ser tĂş.

—¿Sabías que estaba embarazada? —Mi sangre comenzó a hervir. ¿Le había

dicho a Woods que estaba embarazada y a mĂ­ no?

—Yo estuve aquí la primera mañana que vino a trabajar y el olor del tocino

la envió directo baño a vomitar. Así que, sí, yo ya lo sabía. Quita ese loco brillo

posesivo de tus ojos y ve por ella. —El tono de Woods estaba plagado con

disgusto.

—¿Ha estado enferma? —N sabía que se había estado sintiendo mal. Me

dolía el pecho. Había estado enferma sola, la dejé sola y había estado sufriendo. De

pronto, el oxĂ­geno no llegaba hasta mis pulmones.

—Sí, pedazo de mierda, ha estado enferma. Eso pasa en su situación. Pero

está mejorando. Ahora estoy a punto de cumplir mi promesa e ir tras ella. Haz tu

movimiento —advirtió Woods.

Me eché a correr.

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No fue hasta que salí del edificio por la parte de atrás y miré hacia arriba de

la colina que la encontré. Aún estaba corriendo. Se dirigía hacia los condominios.

Iba de vuelta a su casa. Me fui tras ella.

Estaba embarazada. ÂżDeberĂ­a estar corriendo asĂ­? ÂżY si era malo para el

bebé? Tenía que ir más despacio.

—Blaire, detente. Espera —le grité cuando estaba lo suficientemente cerca.

Ella aminorĂł la marcha y finalmente se detuvo cuando me reunĂ­ con ella.

—Lo siento —sollozó con el rostro entre sus manos.

—¿Por qué lo sientes? —pregunté, cerrando la distancia entre nosotros y

tirando de ella contra mĂ­. Ya no me preocupaba asustarla. No la dejarĂ­a ir a

ninguna parte.

—Esto. Todo. Yo estando embarazada —susurró ella, rígida en mis brazos.

Ella lo sentĂ­a. No, no iba a disculparse por eso.

—No tienes nada que lamentar. No vuelvas a pedirme disculpas de nuevo.

ÂżMe escuchas?

Parte de la tensiĂłn de su cuerpo se aliviĂł, apoyando su cuerpo contra mĂ­.

—Pero no te lo dije.

No, no lo había hecho, pero lo entendía. Apestaba pero entendía. —Deseo

que lo hubieses hecho. Nunca te hubiera permitido estar enferma por tu cuenta. Yo

habrĂ­a cuidado de ti. Debo cuidar de ti, voy a cuidar de ti. Te lo juro.

Blaire negĂł con la cabeza y se apartĂł de mĂ­.

—No. No puedo. No podemos hacer esto. Yo no te lo dije por una razón.

Nosotros... tenemos que hablar.

Yo estaba cuidando de ella y ella no me dejaba. Pero si necesitaba hablar de

ello entonces, se lo permitirĂ­a.

—Está bien. Vamos a tu casa, ya que estamos cerca.

Blaire asintiĂł con la cabeza y volviĂł a caminar hacia el apartamento al cual

habĂ­a estado huyendo hace un momento. Jace habĂ­a dicho que Woods les estaba

permitiendo quedarse allĂ­ por el mismo precio que el viejo apartamento de Bethy.

CreĂ­a que Woods habĂ­a estado pensando en usarlo como una deducciĂłn de

impuestos o algo así. Ahora lo entendía. Él había estado haciendo eso por Blaire.

Había estado cuidando de ella. Ya no lo haría más. Yo cuidaba de lo que era mío.

No necesitaba a Woods haciéndolo. Me gustaría ir a hablar con el después, tendría

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que pagar el monto real por alquiler de este lugar. Woods ya no cuidarĂ­a de Blaire.

Ella era mĂ­a.

Vi como ella se agachaba y sacaba la llave debajo del felpudo. Ese tenĂ­a que

ser el peor lugar para esconder una llave. Más tarde también me gustaría lidiar con

ello. No iba a poder dormir por la noche sabiendo que ella tenĂ­a una llave

escondida bajo la alfombra de la puerta delantera, para que cualquiera pudiese

entrar. Blaire abrió la puerta y dio un paso atrás.

—Entra.

Entré y tomé su mano cuando pasé a su lado. Puede que ella quiera decirme

todas las razones por las que no podemos estar juntos, pero yo iba a tocarla

mientras hablaba. Necesitaba saber que estaba bien. Tocarla me calmaba.

Cerró la puerta y me dejó tirar de ella hacia el sofá. Me senté y la arrastré a

mi lado. QuerĂ­a ponerla en mi regazo, pero la mirada preocupada y nerviosa en su

rostro me detuvo. Necesitaba hablar y yo la iba a dejar.

—Yo debería habértelo dicho. Lamento no haberlo hecho. Iba a hacerlo; tal

vez no de la manera en que lo hice hoy, pero iba a decĂ­rtelo. SĂłlo necesitaba tiempo

para decidir a dĂłnde irĂ­a y lo que harĂ­a con mi vida. QuerĂ­a ahorrar e ir a algĂşn

lugar para comenzar de nuevo. Para el bebé. Pero te lo iba a decir.

¿Ella me lo iba a decir y luego me iba a dejar? El pánico se apoderó de mí.

No podía hacer eso. —No puedes dejarme —dije tan claramente como pude. Tenía

que entender eso.

Blaire dejĂł caer su mirada de la mĂ­a y estudiĂł sus manos. HabĂ­a entrelazado

mis dedos con los suyos. Era lo Ăşnico que me mantenĂ­a tranquilo en este momento.

—Rush —dijo en voz baja—. Yo no quiero que mi bebé se sienta siempre

indeseado. Tu familia... —se interrumpió y su rostro se había puesto pálido.

—Mi familia va a aceptar lo que les diga. Si no lo hacen, voy a llevarte a ti y

a mi bebé lejos, y dejaré que ellos mismos paguen sus malditas facturas. Tú vienes

primero, Blaire.

Ella sacudió la cabeza y soltó mi mano ala levantarse. —No. Eso lo dices

ahora, pero no es cierto. No era cierto hace un mes y no es cierto ahora. Siempre los

eliges sobre mí. O por lo menos a Nan, y eso está bien. Lo entiendo; pero

simplemente no puedo vivir con ello. No puedo quedarme aquĂ­.

No decirle sobre su papá iba perseguirme por el resto de mi vida. Mi

necesidad de proteger a Nan habĂ­a jodido lo Ăşnico importante para mĂ­. Me puse de

pie y caminé hacia ella mientras ella retrocedía hacia atrás, hasta quedar contra la

pared. —Nadie. Está. Antes. Que. Tú.

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04

Sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas, y negó con la cabeza.

Odiaba que no pudiera creerme.

—Te amo. Cuando entraste en mi vida, no te conocía. Nan era mi primera

prioridad. Pero eso cambiĂł. Ha cambiado todo. Iba a contartelo, pero mi madre

llegĂł a casa antes de tiempo. Estaba tan asustado de perderte que te perdĂ­ de todos

modos. Nada te va a apartar de mí. Pasaré el resto de mi vida demostrándote que

te amo. A ti y este bebé —toqué su estómago plano y ella tembló—, vienen

primero.

—Quiero creerte —dijo a través de un sollozo.

—Permíteme demostrartelo. Abandonándome no me dejas probarte nada.

Tienes que quedarte conmigo, Blaire. Tienes que darme una oportunidad.

Una lágrima se deslizó y rodó por su rostro. —Voy a ponerme grande y

gorda. Los bebés lloran toda la noche y cuestan dinero. No será lo mismo.

Nosotros no seremos lo mismo. Te arrepentirás.

Ella realmente no tenía ni idea. No importa cuántas veces se lo diga, no me

creerá. Había perdido a todos los que alguna vez había querido y confiado en su

vida. ¿Por qué iba a creerme? Los únicos hombres en su vida la habían dejado.

Traicionándola. Ella no esperaba otra cosa.

—Este bebé te trajo de nuevo a mí. Es una parte de nosotros. Nunca me

arrepentiré. Y puedes volverte tan grande como una ballena, y aún así, voy a amar

de todos modos.

Una pequeña sonrisa tiró de sus labios. —Espero no volverme tan grande

como una ballena.

Me encogí de hombros. —No importa.

Su sonrisa se disolvió rápidamente. —Tu hermana. Va a odiar esto. A mí. Al

bebé.

LidiarĂ­a con Nan luego. Si no podĂ­a aceptarlo, tomarĂ­a a Blaire y nos irĂ­amos

a algĂşn lugar lejos de mi hermana. Blaire se habĂ­a molestado bastante. Ya no

permititía que nadie la lastimara. —Confía en mí para protegerte y ponerte en

primer lugar.

Blaire cerrĂł los ojos y asintiĂł. Mi pecho se hinchĂł y yo querĂ­a gritar al

mundo que esta mujer era mía. Pero en lugar de eso la alcé. —¿Dónde está tu

habitación? —pregunté.

—La última habitación a la izquierda.

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05

Caminé hacia allí. No haría el amor con ella hoy, pero quería sostenerla

durante un rato.

Abrí la puerta y me congelé. La habitación era de buen tamaño para un

apartamento, pero la manta en el suelo con una almohada individual era sĂłlo un

golpe más contra mí. Cuando yo les ayudé a mudarse, había notado que Blaire no

tenía cama. Ella había estado durmiendo en el sofá. Pero yo había estado tan

absorto en recuperarla que no habĂ­a pensado en su necesidad de una cama.

—No tengo cama todavía. Podría solo haber dormido en el sofá, pero yo

quería dormir en mi propia habitación —murmuró, tratando de bajar de mis

brazos. No la dejaría ir. La abracé con más fuerza contra mí. Anoche había

dormido en el duro suelo mientras yo habĂ­a estado durmiendo en mi gran cama

tamaño king. Mierda.

—Estás temblando, Rush. Bájame —dijo, tirando de mi brazo.

Sin ponerla en el suelo, me di la vuelta y fui de nuevo a la sala de estar y

luego hacia la puerta. Cerrando la puerta detrás de mí con llave y metí la llave en

mi bolsillo. No la dejarĂ­a de nuevo bajo esa alfombra de mierda.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Blaire.

Mi coche no estaba aquí. Entonces la llevé de vuelta por la colina y hacia mi

Rover. —Te voy a llevar a conseguir una cama. Una cama malditamente grande.

Una que cueste una maldita fortuna —gruñí.

Estaba furioso porque no habĂ­a notado un problema tan grande. No era de

extrañar que Woods hubiera estado cuidando de ella. Yo había fracasado. No iba a

fallar de nuevo. Me gustarĂ­a asegurarme de que lo tenĂ­a todo.

—No necesito una cama cara. Voy a conseguir una pronto.

—Sí, muy pronto. Esta noche —le contesté entonces incliné la cabeza y la

besé la nariz—. Vamos a hacer esto. Tengo que hacer esto. Necesito el dinero

invertido en la mejor cama que pueda comprar. ÂżDe acuerdo?

Una pequeña sonrisa tiró de sus labios. —Está bien.

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24 Traducido por Keren03

Corregido por Carolyn ♥

Blaire

o necesitaba más que una cama de tamaño completo. Sin embargo,

Rush se negĂł a comprar cualquier cosa que no fuera una cama

tamaño King, dos mesas de noche y un tocador con un espejo a

juego precioso. CometĂ­ el error de mirar demasiado tiempo una manta lavanda y

fundas a juego.

Antes de que supiera lo que estaba pasando, Ă©l estaba comprando el juego

de cama completo con sábanas y almohadas nuevas. Discutí durante todo el

tiempo, pero él actuaba como si yo no estuviera hablando. Sólo me guiñó un ojo y

siguiĂł haciendo sus Ăłrdenes y dando instrucciones al vendedor.

Para el momento en que volvimos de cenar, ya que también estuvo decidido

a darme de comer, los muebles ya estaban siendo entregados. Bethy se encontraba

sonriendo junto a la puerta cuando llegamos. Le encantaba todo esto.

—Gracias por permitirme hacer eso hoy. Lo necesitaba. No puedes

entenderlo, pero tenía que hacerlo —dijo Rush antes de abrir la puerta del coche.

Lo miré. —¿Necesitabas comprarme un dormitorio completo y ropa de

cama costosos? —le pregunté confundida.

—Sí, lo necesitaba.

No entendĂ­a, pero asentĂ­. Si tenĂ­a que hacerlo, entonces iba a apreciarlo.

TodavĂ­a no podĂ­a creer que todo era mĂ­o. Me iba a sentir como una princesa en mi

habitación. —Bueno, gracias por todo. No esperaba nada más que un colchón. No

estaba dispuesta a ser consentida.

Rush se inclinó hacia adelante y me dio un beso al lado de la oreja. —Eso no

es ni siquiera cerca de ser mimada. Pero tengo la intenciĂłn de mostrarte

exactamente lo que es consentirte.

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Me estremecí y apreté el pomo de la puerta. No iba a permitirle comprarme

nada más. Tenía que parar esto, pero los besos alrededor de mi oreja hacían difícil

concentrarse.

—Vamos a ver cómo se ve —dijo mientras se inclinaba hacia atrás.

Espacio. TenĂ­amos que conseguir un poco de espacio. Estaba lista para saltar

sobre Ă©l en estos momentos. No era algo bueno. Control. Las hormonas del

embarazo querĂ­an tomar el control.

Rush pasó corriendo frente de la Rover cuando abrí la puerta y comencé a

salir. Estaba frente de mí tomando mis manos y ayudándome a bajar, como si

estuviera indefensa y no pudiera hacer un movimiento para bajar por mi cuenta.

—Puedo salir por mí misma, sabes —le dije.

Él sonrió. —Sí, pero ¿qué hay de divertido en eso?

Riendo, pasé junto a él y me dirijí a Bethy, que nos miraba como si fuéramos

una de sus series de televisiĂłn favoritas.

—Parece que Pottery Barn1 decidió descargar su último embarque en tu

dormitorio —dijo ella, sonriendo como un niño en una tienda de dulces—. ¿Puedo

dormir contigo en la gran cama esta noche? ¡El colchón es increíble!

—No. Ella necesita descansar. No hay compañeros de cama —dijo Rush,

caminando detrás de mí y envolviendo un brazo protector alrededor de mi cintura.

Los ojos de Bethy se quedaron en mi cintura y luego de vuelta a Rush. —Lo

sabes —dijo ella, mirando muy contenta.

—Sí, lo sé —respondió. Y se puso tenso.

Me sentí horrible. Una persona más a la que le había dicho de mi embarazo

antes que a Ă©l. TenĂ­a todo el derecho a estar lastimado. Era una mentirosa. ÂżSe

darĂ­a cuenta y me dejarĂ­a?

—Bien —dijo Bethy y dio un paso a un lado para que pudiéramos entrar.

—¿Por qué no vas a asegurarte de que están colocando todo donde tú

quieres? —me dijo Rush cuando entramos.

—Buena idea. —Lo dejé allí para ir a ver los muebles. Si estaba enojado

conmigo tendrĂ­a tiempo para calmarse.

1 Pottery Barn: es una tienda de muebles y artĂ­culos para el hogar de Estados Unidos.

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08

Los chicos de entrega estaban haciendo un buen trabajo con la instalaciĂłn,

asĂ­ que no me molesto. Estaba feliz con el lugar donde se estaban poniendo las

cosas.

Caminando de regreso a la sala oĂ­ susurrar a Bethy y me detuve.

—Ella está mejor. Ha estado bastante enferma, pero no ha vomitado estas

últimas dos mañanas.

—Me llamas al segundo que parezca que podría enfermarse. —Rush incluso

llegĂł a hacer sonar su susurro como una demanda.

—Sí, yo te llamo. No fue del todo mi idea “no se lo digas a Rush”. Tú le

hiciste esto. Tienes que estar ahĂ­ para ella.

—No voy a ninguna parte —respondió.

—Será mejor que no.

Rush se rió. —Si ella no quiere vivir conmigo entonces por lo menos tengo

que protegerla.

—Maldita sea. No creas que no la ayudaré a desaparecer si te vuelves una

mierda de nuevo. La lastimas y se irá.

—Nunca voy a hacerle daño otra vez.

El pecho me dolĂ­a. QuerĂ­a creerle. QuerĂ­a confiar en Ă©l. Este era nuestro

bebé. Había tantas cosas que eran difíciles de olvidar, pero necesitaba aprender. Lo

amaba. Estaba segura de que siempre lo harĂ­a.

Entré en la habitación y sonrío. —Sí, están instalando las cosas justo donde

las quiero.

Rush se acercĂł y me llevĂł a sus brazos. Estaba haciendo mucho eso

Ăşltimamente. No dijo nada. SĂłlo me sostuvo. Bethy saliĂł de la habitaciĂłn y envolvĂ­

mis brazos alrededor de Ă©l y nos quedamos asĂ­ durante mucho tiempo. Era la

primera vez que no me sentĂ­a sola en un largo tiempo.

* * *

Rush no me habĂ­a preguntado si podĂ­a quedarse en la noche. Estaba un

poco sorprendida. No había hecho nada más que darme un beso antes de irse. Eso

no había hecho mucho para refrescar mis sueños. Me despierté de nuevo justo

antes de un orgasmo, muy frustrante. Eché atrás mis sábanas y me senté sobre la

cama. Hoy tenĂ­a que cambiar el turno del almuerzo otra vez.

Anoche había llamado a Woods y me disculpé por dejarlo guindando, pero

entendiĂł y me preguntĂł si las cosas estaban bien. Rush habĂ­a estado allĂ­

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escuchando todo lo que dije, por lo que había tenido prisa por colgar el teléfono.

Hoy me gustarĂ­a encontrar a Woods a solas y hablar con Ă©l. Estaba siendo muy

comprensivo.

Me puso en el comedor el resto de la semana. El Ăşnico dĂ­a que me tenĂ­a en el

campo era el sábado por el torneo. Se espera que todo el mundo trabajara fuera.

Cuando por fin me dirigĂ­ a la cocina, una caja de donas me dio la

bienvenida. Una pequeña nota estaba incluida en la parte superior. Sonriendo, la

recojĂ­ y leĂ­.

Te perdiste anoche. No podía comer esto solo. Espero que las cosas estén mejor. Con

cariño, Jimmy.

¡Mierda! Me había olvidado de la cita de donas. Otra persona con la que

tenĂ­a que disculparme. Pero primero, querĂ­a un poco de leche y donas.

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25 Traducido por dana.kirei7

Corregido por Melky2012

Rush

e senté en una de las sillas de piel al otro lado del escritorio de

Woods. Él estaba estudiándome y eso me molestaba. Yo había

sido quien lo llamĂł y arreglĂł este encuentro. ÂżPorque estaba tan

malditamente divertido?

—Voy a pagarte la cantidad completa por el alquiler del condominio. Yo sé

cuál es la tarifa y te hice un cheque por todo un año de alquiler. Aunque, Blaire

probablemente no va a estar viviendo allĂ­ mucho tiempo. Al lograr que confĂ­e en

mi, voy a hacer que se mude conmigo —Deslicé un cheque por su escritorio.

Woods miró abajo hacia él y luego de vuelta a mí. —Asumo que esto es

porque tú no quieres que me esté haciendo cargo de lo que es tuyo.

—Eso es correcto.

Woods asintió y recogió el cheque. —Bien. Yo no debería tener que hacerme

cargo de Blaire o tú bebé. Pero lo haría. Tú podrías no creerme, pero estoy feliz de

que estés enterado del embarazo. Solo no jodas las cosas. Tú tendrás que

asegurarte de que Nan mantenga sus garras dentro.

No necesitaba a Woods diciéndome lo que hice y lo que no necesitaba hacer.

Nada de esto era asunto suyo. Sin embargo, aĂşn no habĂ­a terminado con Ă©l, asĂ­ que

hacerlo enojar era mala idea.

—No quiero que trabaje turnos dobles o afuera en el calor. Se niega a dejar

de trabajar pero sus horas necesitan ser acortadas.

Woods se cruzó de brazos sobre su pecho y se inclinó hacia atrás en su

asiento. —¿Ella sabe sobre esto? Porque lo último que supe, necesitaba todas las

horas que pudiera conseguir.

—Lo último que supiste era que yo no sabía que ella estaba cargando mi

bebé. Nada puede sucederle, Woods. No puedo permitir que nada más le pase.

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Él asintió y dejó salir un profundo suspiro. —Bien. Estoy de acuerdo. No me

gusta que me digan que hacer pero estoy de acuerdo.

—Una cosa más —dije antes de levantarme—. Jimmy es gay, ¿Cierto?

Woods soltó una carcajada y entonces asintió. —Si, lo es, pero guárdate eso

para ti mismo. A las mujeres les gusta venir solo para mirarlo. Recibe buenas

propinas solo por eso.

Bien. Yo creí que él lo era pero su fijación a Blaire me molestaba. —Entonces

supongo que Ă©l puede revolotear sobre mi chica.

Woods esbozó una sonrisa maliciosa. —No creo que pudieras detenerlo aún

si lo intentaras.

Mi teléfono sonó mientras caminaba hacia mi Range Rover. Esto me recordó

que Blaire no tenía teléfono. Así que no sería ella llamándome. Iba a visitarla ahora.

Hablaríamos del asunto entonces. Sacando mi teléfono, vi el nombre de mi madre

en la pantalla. La habĂ­a ignorado durante cuatro semanas. Yo tenĂ­a a Blaire de

vuelta pero aún no me encontraba listo para hablar con mamá. Presione el botón

de Ignorar y guarde mi teléfono de vuelta en mi bolsillo.

Una vez que estuve en lo de Blaire revisé debajo del tapete y estuve feliz de

ver que no habĂ­a una llave escondida. HabĂ­a hablado con ella y Bethy la noche

anterior sobre lo inseguro que era eso. Golpeé la puerta y escuche los pasos en el

otro lado. El auto de Bethy habĂ­a estado en el club cuando me fui, asĂ­ que sabĂ­a que

Blaire estaba sola. Solo pensar en tener algo de tiempo a solas con ella me hizo

sonreĂ­r.

La puerta se abrió y una “recién arrastrada de la cama” Blaire se asomó en el

otro lado sosteniendo una dona. El rubor en sus mejillas era adorable. La pequeña

diminuta camiseta sin mangas cubriendo esas grandes y hermosas tetas suyas y los

pequeños shorts bóxer tomaban lo adorable y la convertían en ardiente.

Entré y cerré la puerta detrás de mí. —Maldición, nena —murmuré mientras

la regresaba al sofá—. Por favor, no vuelvas a abrir la puerta luciendo de esta

manera.

Ella bajó la mirada y una sonrisa tiro de sus labios. —Continúan

volviéndose más grandes. Yo creo que es por el embarazo —dijo a modo de

explicación—. Olvide que se veían así…

Envolví un mechón de su cabello alrededor de mi dedo. —No es solo la

diminuta camiseta sin mangas pero esto del cabello “recién salido de la cama” es

sexy y… —deslicé mi mano hacia abajo sobre su trasero apenas cubierto—. Esto

necesita ser más cubierto también.

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—Las personas normalmente no se detienen en esas cosas por las mañanas

—Blaire se escuchó sin aliento. Me gustaba saber que la afectaba.

—Bien —repliqué—. ¿Cómo fue dormir en tu cama? —le pregunté dando

una mordida al lĂłbulo de su oreja.

—Uh… yo uh… dormí bien —dijo, nerviosa. Tire de vuelta y la miré. ¿Por

qué se escuchaba nerviosa?

—¿Solo bien? —pregunté, mirando como sus mejillas se volvían rojo

brillante.

Blaire cambio su pie y bajo su mirada al suelo. —Los sueños de embarazada

pueden ser um…

—¿Sueños de embarazada? ¿A qué te refieres? —ahora tenía curiosidad. El

hecho de que su rostro entero era de un rojo brillante y ella se veĂ­a lista para

arrastrarse debajo de la mesa y esconderse de mí, solo me hizo querer saber más.

Comenzó a moverse y tomé sus caderas para mantenerla mantuve atrapada

entre mí y el sofá. —Oh, no, no lo harás. No puedes decirme cosas como esa y no

explicarte.

Blaire dejó salir una corta risa insegura y sacudió su cabeza. —Puedes

mantenerme aquĂ­ todo el dĂ­a pero no voy a decirte.

Deslicé mis manos debajo de su camiseta y comencé a hacerle cosquillas.

Intente realmente fuerte no concentrarme en los senos perfectamente abultados

justo a mi alcance. No querĂ­a que Blaire pensara que sĂłlo me importaba por el

sexo. Antes había basado nuestra relación en sexo. Quería probarle que era más

que eso. Incluso si estaba tomando duchas frías y masturbándome pensando en lo

dulce ella habĂ­a sabido el otro dĂ­a.

Blaire se reía y retorcía mientras le hacía cosquillas —¡Para! —chilló y

empujĂł contra mĂ­. Cuando intentĂł de revolverse lejos de mĂ­, mi mano se deslizo

arriba y masajeó su seno izquierdo, haciéndola congelarse. Un pequeño sonido

vino de su garganta, que se escuchó realmente cercano a un gemido. Froté la yema

de mi pulgar sobre su pezĂłn y ella se presionĂł contra mĂ­. A la mierda la cosa de

nada de sexo. ÂżCĂłmo se suponĂ­a que ignorara esto?

—Por favor, Rush. Yo te necesito, para —rogó.

¿Ella me necesitaba? Espera… eran sus sueños… —Blaire, nena, ¿Tus sueños

son sobre sexo?

Ella gimoteó y asintió mientras yo pinchaba su pezón entre mis dedos. —Sí,

y estoy cansada de despertarme cachonda —murmuró.

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Mierda. Tome la dona de sus manos y la recosté en la mesa, luego chupé el

glaseado de sus dedos. Su respiración se detuvo. La tomé y la levanté. Ella

envolvió sus piernas alrededor de mi cintura y yo devoré su boca mientras nos

encaminaba de vuelta a su dormitorio. En esta ocasiĂłn habĂ­a una gran cama para

mí para que la pusiera y la mantuviera en ella todo el día, haciéndole el amor si eso

era lo que ella necesitaba.

La recosté en la cama y tire sus pequeños shorts y bragas fuera antes de

arrastrarme encima de ella. —Quítate esa camiseta —dije mientras tiraba de ella

hacia arriba y sobre su cabeza. Me detuve y la miré. Solo la semana pasada creí que

nunca la volvería a ver así otra vez. Sostenerla era algo con lo que soñaba al

dormir. Ahora ella estaba allí y yo quería apreciar cada pequeña porción de su

cuerpo.

—Rush, por favor. Te necesito dentro de mí —Se retorció y declaró. Por

mucho que querĂ­a adorar su cuerpo parecĂ­a como que no iba a conseguirlo. No iba

a ser capaz de rechazar a una Blaire necesitada.

—¿Puedo probarte primero? —le pregunté, besando su boca otra vez y

entonces corriendo besos por todo su cuerpo.

—Sí, lo que sea. Solo necesito que me toques —suspiró cuando mi mano

encontró sus pliegues húmedos y deslice un dedo al interior—. ¡Oh Dios! ¡Sí!

Ahhhh —gritó mientras comenzaba a tocarla.

Blaire loca por el sexo iba a ser divertida. Era como si hubiera ganado la

jodida lotería. Empuje sus muslos más separados y baje mi boca para besar el

pequeño clítoris escondido allí. Ella se disparó y comenzó a rogar otra vez.

Pegando mi lengua afuera, la corrĂ­ por encima de su dulce e hinchado sexo. Sus

dos manos tomaron mi cabello y me sostuvieron. No pude evitar sonreĂ­r.

—Por favor, Rush, por favor. Tú lo haces sentir tan bien. Por favor —sus

sexys, pequeñas suplicas estaban a punto de hacerme explotar. La quería tan o más

como ella me quería a mí pero yo también estaba disfrutando esto. Me concentré

en hacerla venirse con mi boca mientras ella comenzaba a retorcerse y gemir en la

cama. Cuando finalmente gritó mi nombre y se comenzaba a venir, salté y me quité

la ropa en un tiempo récord.

Ya no necesitábamos más un condón. Me recosté sobre ella y con una simple

estocada ya estaba dentro. Blaire sujetó mis hombros y yo tiré de su cabeza hacia

abajo. Si así era como todas las mujeres embarazadas eran, ¿Por qué carajos los

hombres no las mantenĂ­an embarazadas? Esto era ardiente. Tan ardiente que no

me importarĂ­a hacerlo mucho tiempo.

—Cógeme, Rush. Realmente duro —Blaire jadeó.

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—Nena, sigue diciendo cosas así y me voy a correr antes de que tú quieras

que lo haga.

Ella sonrió maliciosamente hacia mí. —Te tendré duro otra vez. Lo prometo.

Ahora, hazlo duro. En mis sueños, tú me cubrías y me cogías hasta que me

encontraba gritando y arañando en la cama, rogándote para que nunca pararas.

Justo antes de que me viniera, me desperté.

No solo había estado teniendo sueños sexuales sobre mí, sino sueños sucios

sobre mí. Me tiré fuera de ella y la volteé sobre su estómago, luego alce sus caderas

al aire —¿Quieres coger, dulce Blair? Yo hare a mi chica sentirse mejor —Susurré

mientras corrĂ­a mis manos gentilmente sobre su trasero desnudo. Ella comenzĂł a

retorcerse y nalgueé su coño, haciéndola boquear con sorpresa—. Si lo quieres

duro nena, entonces te lo voy a dar duro —le prometí.

Tomando su cadera, arremetĂ­ dentro de ella y casi disparo mi carga.

Estaba tan jodidamente apretada. Los desesperados lloriqueos de placer

viniendo de Blaire no estaban ayudando. Recordando que necesitaba hacer que

Blaire se viniera de nuevo era difícil cuando mis bolas estaban volviéndose

apretadas y mi miembro palpitaba.

—Más fuerte —Blaire gimió y lo perdí. Comencé a golpear dentro de ella

con la misma salvaje necesidad desenfrenada que la consumía. Cuando su ceñido

calor comenzó a apretarme y mi nombre vino rasgando fuera de su boca, cerré los

ojos y me deje llevar.

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26 Traducido por Jessy

Corregido por Itxi

Blaire

ush se encontraba de espaldas, tirándome hacia él cuando me vine

en un orgasmo que estaba bastante segura, me habĂ­a hecho

desmayar. Me acurruqué en sus brazos y suspiré de alivio. Había

hecho muy felices a mis necesitadas partes. Más que felices. Estaba dolorida por

todas partes y me encantaba.

—Creo que puede que me hayas roto. —Ahogó una risa contra mi sien y

colocĂł allĂ­ un beso.

—Espero que no, porque cuando tenga energía para moverme, me gustaría

hacerlo de nuevo —le contesté tan dulcemente como pude.

—¿Porque de pronto me estoy sintiendo utilizado? —preguntó.

Pellizqué la piel que cubría sus abdominales. —Lo siento si te sientes

utilizado, pero con un cuerpo como el tuyo, ¿qué esperas?

Rush riĂł y me puso de espaldas antes de cubrirme con su cuerpo. Sus ojos

plateados brillaron al mirarme.—¿Eso crees?

Solo asentí. Temía que diría algo más si hablaba. Como el hecho de que

estaba enamorada de Ă©l.

—Eres tan hermosa —susurró mientras bajaba la cabeza para besar mi

rostro, como si fuera algo para adorar.

No era hermosa. Él lo era, pero no señalé ese dato. Si quería pensar que lo

era, entonces lo dejaría. Sus manos corrieron bajo mi cuerpo haciéndolo zumbar de

placer. —¿Despiertas así cada mañana? —preguntó con un brillo en sus ojos.

Podría mentir, pero había tenido suficiente de eso. —Sí. A veces en medio

de la noche también.

Rush levanto una ceja. —¿En medio de la noche?

AsentĂ­.

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Extendió la mano y peinó los mechones fuera de mi rostro. —¿Cómo se

supone que te ayude en medio de la noche si no estás conmigo? —su voz sonaba

realmente preocupada.

—No me quieres despertándote cada noche por sexo —le dije.

—Nena, si te despiertas caliente quiero estar listo y disponible —su voz bajó

y deslizo una mano hacia abajo para ahuecarla entre mis piernas—. Esto es mío, y

yo cuido de lo que me pertenece.

—Rush —advertí.

—¿Si?

—Voy a montarte aquí mismo y exprimir tus sesos si no dejas de decir cosas

como esa.

Rush sonriĂł.

—Eso no es una gran amenaza, dulce Blair.

VolvĂ­ la cabeza para sonreĂ­r y el reloj en mi mesita de noche me llamo la

atención. ¡Oh mierda! Empuje a Rush. —Tengo que estar en el trabajo en diez

minutos —le grité a modo de explicación.

Rush se apartó de mí y salté fuera de la cama, sólo para darme cuenta que

me encontraba bastante desnuda, y que Rush estaba tendido en la cama con una

sonrisa, viéndome entrar en pánico.

—Por favor, no me importa. La vista es estupenda desde aquí —dijo con

una sexysonrisa.

Negué con la cabeza y agarré un par de bragas limpias y un sujetador, luego

corrí al baño.

* * *

—Parece que alguien tuvo suerte o ¿esa sonrisa de felicidad es por todas

esas donas que te llevé? —Jimmy arrastré las palabras mientras entraba a la cocina

con un minuto de retraso.

Mi cara se sentía como si estuviera en llamas —Me encantan las donas.

Gracias, y lo siento, lo olvide anoche. Fue un uh… día loco —contesté, eligiendo un

delantal, asustada de hacer contacto visual con Ă©l.

—Nena, si acabara de salir de la cama de Rush Finlay estaría sonriendo

como loco también. De hecho, estoy terriblemente celoso. Sé que mis donas no

pusieron ese brillo de satisfacciĂłn en tus ojos.

Comencé a reír y cogí un lápiz y una libreta. —Es bastante asombroso.

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—Oh, por favor, dame detalles. Pondré atención a cada palabra —rogó

Jimmy saliendo hacia el comedor junto a mĂ­.

—Ve a coquetear con mujeres y deja de fantasear con mi… mi…—¿Qué era

Rush? No era mi novio. Era el padre de mi bebé y eso apenas sonaba justo.

—Es tu hombre. Dilo porque es verdad. El chico adora tu altar.

No respondĂ­. No estaba segura de que contestar. Ya habĂ­a mesas llenas y

tenĂ­a trabajo que hacer. Woods, Jace y Thad, el rubio con cabello rizado de cuyo

nombre me habĂ­a enterado hace poco, estaban sentados en una de mis mesas. Fui a

tomar las órdenes de bebidas del señor Lovelady y de su acompañante de hoy.

Siempre tenĂ­a chicas con Ă©l que parecĂ­a que podĂ­an ser sus nietas, pero nunca lo

eran. Según Jimmy, el señor Lovelady era más rico que Dios. A pesar de ello, era

viejo. Lo que era sencillamente asqueroso.

Después de tomar sus órdenes de bebidas me dirigí a la mesa de Woods.

Los tres chicos me sonrieron cuando me acerqué, y Thad me guiñó un ojo. Era el

chico guapo a quien le gustaba coquetear, y todos lo sabĂ­an. Por lo que ignorarlo

fue fácil. —Buenos días, muchachos. ¿Qué puedo traerles para beber? —pregunté

mientras colocaba sus vasos de agua en frente a ellos.

—Luces alegre esta mañana. Es bueno verte sonreír otra vez —dijo Thad

mientras tomaba su vaso de agua y bebĂ­a un sorbo.

El sonrojo volvió a mis mejillas. Podía sentirlo. Eché un vistazo hacia

Woods, quien me observaba con una mirada cĂłmplice. Era lo suficientemente listo

para entenderlo. —Quiero un café —fue la única respuesta de Woods. Estaba muy

agradecida de que no estuviera de humor para tomarme el pelo.

—Bethy no me dejó tocar las donas que Jimmy trajo esta mañana. No me di

cuenta que las donas te ponían de tan buen humor —la sonrisa de satisfacción en el

rostro de Jace dijo que sabía exactamente qué había sucedido. ¿Acaso, ahora todo

el club iba a saber sobre mi vida sexual? ÂżEra asĂ­ de interesante?

—Sucede que me encantan las donas —respondí, estudiando mi libreta en

vez de mirar a cualquiera de ellos.

—Apuesto que lo haces —Jace se rió entre dientes—. Tráeme una Honey

Brown, por favor.

—Siento como que me estoy perdiendo de algo aquí y odio sentirme

excluido —dijo Thad apoyándose en la mesa e inspeccionándome más de cerca.

—Aléjate y pide tu maldita bebida —le espetó Woods.

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Thad rodó los ojos y se echó hacia atrás en su asiento. —Todos están tan

sensibles. Quiero una botella de agua mineral.

Lo anoté y luego miré hacia Woods. —¿Les gustaría que les traiga frutas

frescas a la mesa?

Asintió. —Por favor.

Contenta de haber terminado con esos tres, me dirigĂ­ a la cocina luego de

haber sido detenida por la Sra. Higgenbotham, la cual querĂ­a una Mimosa para ella

y su hija, quien parecía tener unos dieciocho años.

Jimmy estaba cargando su bandeja cuando entré a la cocina. Me miró por

encima de su hombro. —Sé que estoy siendo entrometido pero tengo que

preguntar, ¿quién es la chica que Rush dejo aquí ayer al salir corriendo?

Meg. No sabía nada más sobre ella. Solo Meg, una vieja amiga. De hecho

había olvidado que Rush la había dejado aquí. —Es una vieja amiga suya. No sé

mucho más.

—Woods la conoce bien también. Fue y habló con ella después de que

ustedes salieran corriendo. Supuse que no era nueva si ambos la conocĂ­an.

Me recordé a mí misma que era parte de su pasado. No tenía razón para

sentir celos de ninguna manera. Eran viejos amigos. Solo porque era una de ellos

no significaba que tuviera que sentirme inferior.

Puse las frutas de Woods en mi bandeja y cogĂ­ las bebidas que todos habĂ­an

pedido antes de volver a entrar al comedor.

Me concentré en la entrega de bebidas a mis mesas antes de hacer un

barrido mientras caminaba hacia la mesa de Woods. Vi a Woods entrecerrar sus

ojos desde mi dirección hacia una mesa a mi izquierda. Estaba en el área de Jimmy.

Miré hacia atrás para ver si eso era una pista para que ayudara a alguien, cuando

mis ojos se encontraron con los de Rush. Me detuve. Estaba aquĂ­. Una sonrisa

comenzĂł a formarse en mis labios cuando mis ojos se movieron para ver a Nan

sentada a su lado, con una mueca de enfado en su rostro. Giré mi atención de

nuevo hacia Woods y decidĂ­ pretender que no estaban aquĂ­.

—Aquí está su fruta —podía oír el tono nervioso en mi voz y rogué que los

chicos no se dieran cuenta—. Y aquí están sus bebidas. ¿Todos listos para ordenar

ahora? —pregunté, forzando una sonrisa. Los tres se me quedaron mirando,

haciendo todo aún más incómodo. Era algo que iba a tener que aprender a superar.

Nan era su hermana. EstarĂ­a en mi vida si Rush lo estaba. Aprender a vivir con

alguien odiándome era una parte de la vida que necesitaría saber aceptar.

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—Es su hermana. Haces esta cosa con él y tienes que lidiar con ella también

—me dijo Jace como si no lo supiera. No me gustaba sentir como si cada emoción

que tenĂ­a estuviera a la vista. Siempre habĂ­a sido una persona reservada. Esto era

demasiado.

Lo ignoré, sacando mi libreta y mirando deliberadamente a Woods. Aclaró

su garganta y ordenó. Los otros también lo hicieron sin más palabras de sabiduría.

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27 Traducido por Betza18

Corregido por Itxi

Rush

e llamé para preguntarte si podrías desayunar conmigo. ¿Por lo

menos podrĂ­as darme treinta minutos de tu atenciĂłn? Hace semanas

que no nos hemos visto. Te echo de menos—. Me afectó el dolor en la

voz de Nan. TenĂ­a razĂłn. La estaba ignorando. Incluso no estaba seguro de lo me

habĂ­a dicho desde que Blaire entrĂł en el comedor. Estaba tan concentrado en que

no cargara nada pesado y que nadie la estuviera molestando… o coqueteando con

ella, que no me quedaba mucho tiempo en el almuerzo con mi hermana.

—Sí, lo siento —le dije, viendo la puerta por donde había visto a Blaire

entrar.

—Otra vez cuéntame del torneo de navegación que estabas haciendo con el

chico nuevo… me dijiste que su nombre era Charles.

Nan sonrió cuando le mencioné el nombre del chico y luego asintió. Me

recordó a la pequeña niña que se entusiasmaba hablando de algo que le interesaba.

No como un adulto enojado cuando crecía. —Sí. Es el nieto de los Kellars. Es de

Cape Cod y es un experto en navegaciĂłn. NavegĂł hasta aquĂ­ durnate el verano.

Como sea, entró a un torneo y quiere llevarme con él. Sólo será por unos días.

Escuché mientras hablaba de Charles y su velero, pero era muy difícil no

mirar alrededor y buscar a Blaire. Necesitaba encontrar un balance entre estas dos

mujeres en mi vida. Primero estaba Blaire, pero amaba a mi hermana y me

necesitaba. Incluso si en el desayuno la escuchaba hablar acerca de su Ăşltima

conquista. No tenía con quien hablar. Dejó de hablar y frunció su ceño por algo

que pasaba detrás de mi hombro.

—Necesita concentrarse en su trabajo y dejar de mirarte. Dios, no sé por qué

Woods no la despide.

Miré hacia atrás para ver a Woods, Jace y Thad sonriendo y bromeando con

Blaire, que se encontraba sonrojada.

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—No está mirando ahora. Está demasiado ocupada coqueteando con los

chicos. Sólo le importa el dinero. Realmente es patético. Me gustaría que vieras lo

ridículo que es su intento. Quiero decir, los estoy viendo y…

—Nan, cállate —gruñí. No quería escuchar todas las tonterías que Nan decía

respecto a Blaire, tampoco querĂ­a ver a los chicos coquetear con ella, y que la

hicieran sonrojar era más de lo que podía manejar. Iba a asegurarme de cada uno

de esos hijos de puta comprendieran que era mĂ­a.

—¿Vas a dejarme por ella? Está coqueteando con ellos, Rush. No puedo

creer que simplemente te levantarás durante el desayuno para ir con el público que

tiene esa puta barata. —El ataque de celos que había tenido inmediatamente me

habĂ­a distraĂ­do y me habĂ­a olvidado de mi hermana. Una neblina roja se apoderĂł

de mí, y me giré hacia ella.

—¿Qué demonios acabas de decir? —le pregunté susurrando y

levantándome sobre ella. Abrió la boca para hablar, pero sabía que si decía algo

malo de Blaire iba a perder el control.

—No lo hagas. Si es que quieres salir de aquí con un poco de dignidad. Si

alguna vez vuelves a decir algo malo acerca de Blaire ya no voy a volver a verte.

Maldita sea, Âżlo entiendes?

Los ojos de Nan se abrieron. Nunca le habĂ­a hablado de esa manera. Pero

esta vez habĂ­a llegado demasiado lejos. Se levantĂł de un salto y tirĂł su servilleta a

la mesa.

—No puedo creerlo. Soy tu hermana. Ella sólo… ella sólo…

—Es la mujer de la que estoy enamorado. Necesitas recordarlo —dije

terminando su oraciĂłn.

Los ojos de Nan destellaron odio mientras se daba la vuelta y salĂ­a del club.

No me importaba. Necesitaba que se fuera antes de que dijera alguna otra

estupidez. No quería hacerle daño. La amaba, pero odiaba cada una de las palabras

que salĂ­an de su boca. Una mano me tocĂł el brazo y me sacudiĂł, antes de que lo

hiciera, sabĂ­a que era Blaire. Sus ojos azules estaban llenos de preocupaciĂłn. Esto

era a lo que tenĂ­a miedo. El odio de Nan hacia ella. No podĂ­a culparla, pero no

podĂ­a vivir sin Blaire. Pero en este momento necesitaba estar solo.

—Lo siento —le dije susurrando, luego aparté mi mano para sacar el dinero

y ponerlo en la mesa antes de salir a perseguir a Nan fuera del comedor.

Pasé las siguientes tres horas en el gimnasio. Mi cuerpo estaba físicamente

listo para golpear a quien sea para el momento en que llegué allí. Pero ahora mi ira

se habĂ­a desvanecido. En este momento sĂłlo querĂ­a ver a Blaire. Su turno ya habĂ­a

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terminado y querĂ­a abrazarla. Se merecĂ­a una disculpa. Nunca debĂ­ haber

permitido que Nan escogiese el club para desayunar. Me habĂ­a pedido que me

encontrara con ella en el club, asĂ­ que fui. Incluso me habĂ­a asegurado que

estarĂ­amos en la secciĂłn de Jimmy. No habĂ­a querido incomodar a Blaire. Pero de

todos modos habĂ­a fracasado. Esta es la Ăşltima vez que le permitĂ­a a Nan acercarse

a ella. No lo hará y Blaire no se lo merece.

Toqué la puerta y esperé. Nadie vino. Metí la mano en mi bolsillo y saqué

mi teléfono sólo para recordar que Blaire no tenía celular. Maldita sea. Iba a coger

el teléfono de mi casa e iba a obligarla a tomarlo de nuevo. ¿Y si estaba herida? ¿Y

si se habĂ­a ido de aquĂ­ y no pensaba regresar?

—Salió con Jimmy —dijo Bethy detrás de mí. Me di la vuelta para ver a

Bethy caminando desde el campo de golf—. Me la encontré después de que

terminĂł su turno y me dijo que ella y Jimmy tenĂ­an una cita caliente.

—¿Por qué no me lo dijo? —Porque no sabía en dónde encontrarme, eso si

es que me hubiera querido decir. Había huido de ella—. ¿A qué hora llegará? —le

pregunté cuando Bethy se puso delante de mí y abrió la puerta.

—No lo sé. Estaba enojada. ¿Sabes algo de eso? —preguntó Bethy con voz

agria, mientras empujaba la puerta.

No le pregunté si podía entrar, sólo seguí adentro. —Nan y yo fuimos a

desayunar hoy al club. Y no nos fue muy bien.

Bethy arrugó la nariz con disgusto. —¿Eso crees? ¿Para qué? No puedo

imaginar a la perra de tu hermana haciendo algo para disgustar a Blaire —Bethy

arrojó su bolso y murmuró una maldición—. No necesita que la estresen, lo sabes

muy bien. Está embarazada y está decidida a permanecer de pie la mayoría del

tiempo y a llevar bandejas todo el día. Tú estás añadiendo más drama familiar, y

no necesita eso. La prĂłxima vez que quieras tener una reuniĂłn familiar con la

malvada bruja, asegĂşrate de que sea en otro sitio.

TenĂ­a razĂłn. No deberĂ­a haber dejado que Blaire viera a Nan. Nunca debĂ­

haber creĂ­do en la amabilidad de Nan. O por lo menos en que se hubiera querido

comportar. Esto fue mi culpa y necesitaba encontrar a Blaire.

—¿En dónde está? —le pregunté

Bethy se dejó caer en el sofá. —Consiguiendo un descanso de esta vida de

mierda en la que ha vivido últimamente —si Bethy quería hacerme daño, estaba

haciendo un excelente trabajo. Estaba dispuesto a rogarle cuando la puerta se

abriĂł.

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—Siento llegar tarde. Fuimos a… —se detuvo cuando sus ojos se

encontraron con los míos—. Hola.

—Hola —le dije acercándome para quedar enfrente de ella, pero con miedo

a tocarla—. De verdad lo siento. Por favor vamos a tu cuarto y déjame explicártelo

—hizo el primer movimiento y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.

—Está bien, no estoy molesta —me iba a consolar. Otra vez. Esto es lo que

siempre hace: preocuparse por lo demás.

—No, no lo está —le respondí y tomé su mano para llevarla a su cuarto.

Lejos de Bethy que en estos momentos no era mi mayor fan.

—Ve y deja que se arrastre. Lo necesita. Mierda. Necesito que lo haga —dijo

Bethy desde el sofá, tomando el control remoto de la televisión.

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28 Traducido por noenatale

Corregido por CrisCras

Blaire

ush continuó empujándome dentro de mi habitación hasta que la

puerta estaba cerrada detrás de nosotros y él estuvo sentado sobre

mi cama conmigo en su regazo. HabĂ­a estado molesta antes, pero

ahora estaba bien. Él había estado en una horrible situación y Nan se había

alterado. Estaba segura de que Woods se encontraba abstante contento con que no

hubiera habido una gran escena conmigo involucrada.

—Rush, te prometo que todo está bien. Estoy bien —le aseguré, ahuecando

su rostro en mis manos. Lidiar con Nan y su odio era parte del trato. Lo sabĂ­a e iba

a tener que vivir con eso si querĂ­a a Rush en mi vida.

Negó con la cabeza. —Nada sobre hoy estuvo bien. Nunca debería haber

accedido a almorzar con ella allĂ­. SabĂ­a que no. Nunca deberĂ­a haber confiado en

que ella se comportaría como una persona normal. Lo lamento mucho, bebé. Te

juro que eso nunca volverá a suceder.

Cubrí su boca con la mía y lo empujé hacia atrás en mi cama. —Te lo dije,

está bien. Deja de disculparte —susurré contra sus labios.

Las manos de Rush deslizaron hasta mi camisa y encontraron mi sujetador,

que ahora era dos tallas demasiado pequeño. Los tirantes cortaban mi piel después

de haberlo usado todo el día. Lo desabrochó, después pasó sus manos sobre la piel

marcada por la presiĂłn del sujetador mal ajustado.

—Necesitas un nuevo sujetador —dijo, rozando sus dedos ida y vuelta

sobre mi espalda, haciéndome temblar de placer.

—Mmmm, si prometes hacer eso todas las noches, estaré bien —le aseguré

inclinándome para besarlo otra vez.

Se retiró. —¿Por qué no me dijiste? —preguntó con una voz dolorida.

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¿Decirle qué? Puse mis manos a cada lado de su cabeza y me levanté hasta

que me cernía sobre él. —¿Qué es lo que supone que tenía que decirte? —pregunté,

confundida.

Rush deslizĂł sus manos alrededor de mis costados hasta que se deslizaron

bajo mis pechos y olvidé que estábamos teniendo una conversación. Eso se sentía

tan bien. Gimiendo, empuje mi pecho en sus manos, lista para rogar.

—Tu piel se cortó por ese jodido sujetador, Blaire. ¿Por qué te lo pusiste? Te

hubiera conseguido uno nuevo. Voy a conseguirte uno antes de que vayas a algĂşn

otro lado.

Todavía estaba hablando sobre mi sujetador. —Rush, necesito que me

toques ahora. No te preocupes por mi sostén. Sólo, por favor…. —Incliné mi

cabeza y le di pequeños piquitos en su hombro y besé un camino hacia su pecho.

—Tan bien como se siente eso, no puedes distraerme. Quiero saber por qué

no me dijiste que tu maldito sujetador estaba lastimándote. No quiero que te

lastimes.

Levanté la cabeza y lo estudié. Estaba frunciendo el ceño. Esto realmente lo

molestaba. Nunca nadie se preocupĂł por mĂ­ de esta manera. No estaba

acostumbrada a ello. Mi corazón se hinchó, me incline y me quité la camisa y el

sujetador. —Rush, necesito un nuevo sostén. Este ha quedado demasiado pequeño.

¿Podrías llevarme a conseguir uno? ¿Por favor? —bromeé mientras sus manos

subieron y cubrieron mis hinchados senos, haciendo que mis bragas se hicieran

crema, aún más.

—Tetas tan jodidamente perfectas como estas necesitan ser cuidadas. No

puedo soportar la idea de ellas estando doloridas —Me sonrió—, a menos, por

supuesto, que sea yo el que cause el dolor. —Pinchó ambos pezones duro y grité.

—Estas tetas son mías, Blaire. Yo cuido lo que es mío —susurró antes de

meterse un pezĂłn dentro de su boca.

Solo asentĂ­ y me mecĂ­ contra Ă©l. Su erecciĂłn estaba presionando contra mi

hinchado clítoris y si me frotaba solo un poco más me iba a venir. Realmente

necesitaba venirme.

—Despacio chica. Déjame quitarte esos shorts primero —dijo repartiendo

besos hacia mi estĂłmago, donde se demorĂł y lo besĂł dulcemente. Sus ojos se

levantaron para mirarme, mientras desabrochaba lentamente mis shorts y

comenzaba a empujarlos para bajarlos por mi cuerpo–. Parece que alguien necesita

algo de atención. Estás toda hinchada y húmeda. Goteando. Joder eso es caliente —

murmurĂł mientras separaba mis piernas y miraba hambrientamente entre ellas.

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Se puso entre mis piernas hasta que su boca estaba tan cerca de mi clĂ­toris

que podía sentir su cálido aliento sobre él. —Esta noche me voy a quedar aquí. No

puedo dormir de noche sabiendo que quizás despiertas así y me necesites. La idea

me vuelve loco. —Su voz se convirtió en un sonido ronco que siempre me excitaba.

Observé como sacaba su lengua y brillaba la barra de plata antes de que pasara su

lengua a través de mis pliegues, deslizándola luego en mi interior.

Agarré su cabeza y comencé a suplicarle por más, mientras me daba no uno,

sino dos orgasmos antes de que levantara su cabeza y me sonriera maliciosamente.

—Eso es jodidamente adictivo. Nadie debería saber tan dulce, Blaire. Ni siquiera

tĂş.

Se puso de pie y se quitĂł la camiseta y los pantalones. Estaba de vuelta

sobre mĂ­ antes de que pudiera admirar la vista durante mucho tiempo.

—Quiero que me montes —dijo, besándome otra vez mientras su erección se

deslizaba entre mis piernas.

Lo empujé de vuelta y rodó fácilmente, de forma que pudiera subirme

encima.

Mirarle mientras tomaba mi cuerpo lentamente, me encendía más que las

palabras traviesas que siempre me susurraba al oĂ­do para hacerme venir.

PodrĂ­a amar a este hombre y ser feliz con Ă©l el resto de mi vida. SĂłlo

esperaba tener la oportunidad.

El resto de los dĂ­as fueron como un cuento de hadas. Fui a trabajar, Rush

aparecía y me distraía con su fantástica presencia; terminábamos en algún lugar en

el que no deberĂ­amos estar, teniendo sexo salvaje, antes de volver a mi

apartamento o a su casa, y hacer el amor en una cama. La segunda vez siempre era

dulce. La primera vez siempre era intensa y necesitada por parte de ambos. Estaba

bastante segura de que Woods nos habĂ­a oĂ­do el dĂ­a que habĂ­amos terminado en el

armario de alquiler desgarrándonos la ropa.

TodavĂ­a estaba tratando de decidir si esto era por las hormonas del

embarazo o si siempre iba a querer a Rush asĂ­. Un toque suyo y estaba

desesperada. Hoy, sin embargo, harĂ­amos una pausa. Yo iba a trabajar todo el dĂ­a

en el torneo anual de golf. HabĂ­a tenido que pelear con ambos, Woods y Rush,

para que me dejaran trabajar hoy. Ninguno de ellos habĂ­a creĂ­do que fuera seguro,

pero por supuesto gané.

Nuestro uniforme de chicas del carrito fue pedido especialmente para hoy.

VestirĂ­amos todo de blanco, como los golfistas. Nuestros shorts fueron

remplazados con faldas que hacĂ­an juego con nuestros polos. Excepto, por

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supuesto, por Jimmy. Él iría en shorts. Era el único hombre en los carritos de

bebidas hoy. Aparentemente también había sido pedido especialmente.

—Hay quince equipos. Blaire, tú tomas los primeros tres equipos. Luego

Bethy, tĂş tienes los tres siguientes. Carmen, tu tomas los tres siguientes. Natalie, tĂş

tomas los tres próximos y Jimmy, tú tomas los tres últimos. Están todas las

mujeres, quienes te han pedido específicamente. Este será todo un día de evento,

mantengan a los golfistas felices y no agoten las bebidas. Vuelvan aquĂ­ a

reabastecerse antes que se queden sin algo. Sus carros han sido pre-stockeados con

las bebidas de elección de los golfistas que seguirán hoy. Cada uno tiene un

walkie-talkie en su carro para contactarme en caso de emergencia. ÂżAlguien tiene

alguna pregunta? —Darla estaba de pie en el pórtico de las oficinas con las manos

en las caderas, mirándonos desde arriba.

—Bien. Ahora tomen sus lugares. Blaire, estarás ocupada de buenas a

primeras. El resto de ustedes tiene que esperar y chequear sus equipos mientras

ellos están a la espera de dar el primer golpe. Si quieren una bebida denles una. Si

quieren comida, consigan un mesero. ÂżLo tienen?

Todos asentimos. Darla nos despidiĂł y volviĂł a las oficinas.

—Odio los torneos. Solo espero que no tenga que lidiar con Nathan Ford. Es

tan malditamente molesto. —Bethy gruñó mientras íbamos a tomar nuestros carros

y a asegurarnos de que tenĂ­amos todo antes de encabezarnos hacia el primer hoyo.

—Quizás conseguirás a Jace —dije, esperando animarla.

Bethy frunció el ceño. —Nop. Ni una oportunidad. La tía Darla hizo el

recorrido. Ella no me habrĂ­a dado a Jace.

Ah. Bien, en ese caso yo tampoco tendrĂ­a a Rush. Probablemente una buena

cosa. Necesitaba enfocarme en el trabajo. No en como de bien lucĂ­a Rush en shorts

y polo.

Estacioné el carro en el primer hoyo y fui a encontrar a mi primer grupo.

Eran rostros familiares y eran un grupo más viejo. Serían lo suficientemente fáciles

y eran excelentes dando propinas. Después de llevarles a todos botellas de agua,

fui hasta mi siguiente grupo. Sorprendentemente estaba Jace, Tad y Woods. No

había esperado tenerlos en mi grupo. —Hola chicos, ¿no soy una suertuda? —me

burlé.

—Estaba seguro de que tendríamos a Bethy. Demonios, mi día solo se está

poniendo mejor —respondió Tad.

—Callate –gruñó Jace y le dio un codazo en el costado.

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—No soy tan estúpido como para dejar que Bethy tenga a Jace. Ella

ignoraría a todos los demás —explicó Woods.

Le dí a los tres una botella de agua. —Estoy feliz de serviros, incluso si no

soy Bethy —dije, sonriéndole a Jace.

—Si no puedo tener a Bethy, tú eres definitivamente mi sub campeón —dijo

Jace con una sonrisa torcida. No pude evitarlo, me gustaba el chico. Se habĂ­a

probado a si mismo de sobra con sus sentimiento por Bethy.

—Bien. Ahora, todos ustedes háganme sentir orgullosa —animé mientras

me dirigĂ­a a mi siguiente grupo. Este era mi primer grupo femenino. Las reconocĂ­,

pero no estaba segura de quiénes eran exactamente. Creía que la elegante rubia

alta era la esposa del alcalde.

Una vez que tuvieron sus aguas cristalinas con rodajas de lima, me dirigĂ­ de

nuevo al frente. Era casi la hora de empezar. Miré hacia atrás y busqué a Rush,

pero no lo vi. No estaba segura de en qué equipo se encontraba, pero sabía que

estaba jugando. AsumĂ­ que Grant estarĂ­a con Ă©l, pero tampoco lo vi.

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29 Traducido por LilikaBaez

Corregido por Melky2012

Rush

ba a matar a Grant mientras dormĂ­a. O tal vez aquĂ­ en pĂşblico con

testigos. Golpeé mis palos contra el piso y el caddie2 rápidamente los

agarrĂł, lo cual era bueno. Ya comenzaba a prepararme para lanzar algo.

—¿Meg? ¿En serio, Grant? ¿Le preguntaste a Meg? —gruñí, mirando más

allá de Grant para ver a Meg registrarse y señalar el camino.

—Necesitábamos tres. Cabreaste a Nan, así que nos quedamos cortos. Todo

el mundo ya estaba ocupado. Meg quería jugar. ¿Cuál es el problema? —Grant

entregĂł su bolsa al caddie y me lanzĂł una mirada molesta.

Blaire era el gran problema. No le habĂ­a dicho que Meg estarĂ­a en mi

equipo, porque no lo sabĂ­a. Es decir, si nos ve puede pensar que estaba tratando de

ocultárselo. Necesitaba encontrarla.

—¿Puedo ofrecerles agua? —preguntó una chica pelirroja cuyo nombre no

podĂ­a recordar. Supuse que Woods se asegurĂł de no ponerme a Blaire. Eso habrĂ­a

ayudado. PodrĂ­a haberle explicado la situaciĂłn y ella podrĂ­a haber sido capaz de

ver que era completamente inocente.

—Sí, por favor, Carmen —contestó Grant. Le dedicó una sonrisa fugaz y ella

le bateó las pestañas. Probablemente se había acostado con ella. Si no, lo haría esta

noche—. Dale una botella al gruñón también. Tiene que hidratarse a sí mismo —

bromeĂł Grant.

—¿Listos para patear traseros? —preguntó Meg, caminando hacia nosotros.

No, estaba dispuesto a encontrar a Blaire y explicarle esto. Miré por encima

de la chica. —¿Dónde es la alineación de Blaire? —pregunté.

Ella hizo una mueca enfurruñada. —¿No soy lo suficientemente buena?

2 Ayudante de golfista.

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—Sí, caramelo, eres perfecta. Él sólo tiene ojos para Blaire. No es nada

personal —explicó Grant, guiñándole un ojo. Ella le sonrió de nuevo.

—Ella tiene el primer grupo. Creo que el señor Kerrington está en ese grupo.

El joven Kerrington. La Sra. Darla dijo algo sobre que el señor Kerrington había

solicitado a Blaire —respondió la chica con una sonrisa de satisfacción.

Woods era un idiota. No lo dudaba.

—Buenos días, Meg. Lo siento, pero tenemos a un malhumorado Rush en

nuestras manos —dijo Grant en forma de saludo a Meg, quien había olvidado se

habĂ­a unido a nosotros.

—Puedo verlo. Voy a tomar un riesgo aquí y asumir que Blaire es la chica

que persiguió dejándome sola, sin una explicación el otro día.

—Si persiguió a una chica, entonces sí, era Blaire —contestó Grant.

No les hice caso y comencé a caminar hacia la parte delantera de la línea,

cuando vi al primer grupo. El carrito de Blaire también se alejaba al mismo tiempo.

Mierda.

—¿Quieres calmarte? Blaire no es la que se pone celosa. Ese eres tú —Se

quejĂł Grant, luego tomĂł un trago de agua.

—Está bien, ¿es problema que esté jugando con ustedes dos? ¿De eso se

trata? —preguntó Meg, mirándome directamente.

—No quiero molestar a Blaire —respondí y miré hacia atrás en la dirección

que habĂ­a conducido.

—Oh. Bueno, es sólo golf, no una cita —dijo Meg.

Tenía razón. Estaba haciendo el ridículo. No estábamos en la secundaria y

podĂ­a jugar al golf con una mujer. Blaire ahora sabĂ­a que Meg era una vieja amiga

y estábamos con Grant. No era como si estuviéramos sólo nosotros dos. Esto

estarĂ­a bien.

—Estoy al borde. Lo siento. Tienes razón. No es la gran cosa —estuve de

acuerdo decidĂ­ relajarme y disfrutar del dĂ­a. Al menos Blaire ya estaba adelantada.

EstarĂ­a terminando y entrando pronto. Esa fue probablemente la razĂłn por la que

Woods la había solicitado. Así no estaría fuera en el sol tanto como las demás.

En el momento en que habĂ­a hecho el sexto hoyo me habĂ­a relajado y estaba

disfrutando. A excepciĂłn de la ocasional preocupaciĂłn por Blaire estando en el

calor, me sentĂ­a bien. SabĂ­a que Woods la estaba cuidando y tan molesto como era,

también era un alivio.

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—Vamos Grant, hasta el momento Rush es el mejor de los tres, y yo soy la

mejor de los dos. Éste es amigo tuyo. Puedes hacerlo —Meg se burló de él mientras

se establecĂ­a para poner un par.

Grant le lanzĂł una mirada de advertencia. Embocar no era el punto fuerte

de Grant y no le habĂ­a tomado mucho tiempo a Meg darse cuenta de eso. Si Ă©l

lograba meterla, serĂ­a un milagro.

—Creo que necesita un poco de ayuda, Meg. Tal vez podrías ir a darle una

lección —sugerí. La mirada de enojo en el rostro de Grant nos dio risa. Maldición,

era demasiado fácil—. Es posible que desees retroceder, Meg. Parece a punto de

estallar. Si su palo sale volando no quieres estar en la lĂ­nea de fuego.

Meg retrocedió y se detuvo a mi lado. —¿Realmente lanza palos?

—preguntó ella con una sonrisa esperanzada.

—No te emociones demasiado. Si está lo suficiente enojado como para tirar

palos entonces está jodidamente loco.

—No estoy asustada. Tienes los brazos más grandes —dijo Meg lanzando

otra sonrisa hacia Grant. Ella lo estaba aguijoneando.

—¡Él no tiene brazos más grandes! —ladró Grant, poniendo recta su postura

con una mirada defensiva en el rostro.

Meg se acercó y me apretó el brazo. —Um, sí, son bastante impresionantes.

Muéstrame lo que tienes —molestó a Grant un poco más.

Grant tirĂł su camisa y se acercĂł para pararse frente a Meg flexionando sus

músculos. —Siente eso, nena. Él no tiene nada contra mí. No es más que un chico

guapo.

Rodando mis ojos me puse a caminar de regreso al carrito de golf. Grant se

extendió y agarró mi brazo. —No. Este es un concurso que malditamente voy a

ganar. Flexiona tus brazos raquíticos. Vamos a ver quién es más caliente.

No tenía ganas de ganar este concurso. —Ganaste. Soy bueno con eso. Él

tiene los brazos más grandes, Meg —dije, sacudiendo los brazos de su agarre.

—No, así no. No estabas flexionando cuando sentí los tuyos y estoy segura

que eran más grandes —respondió ella con una sonrisa maliciosa. Estaba seguro

de que esto era una mala idea. No creĂ­a que estuviera coqueteando, pero no estaba

seguro.

—¡Eso es mentira! Flexiona el brazo, Rush. Estoy probando esto. Tengo las

mejores armas.

—Sí, así es. Está bien —contesté.

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—Flexiónalos ahora, lo digo en serio —exigió Grant. Ahora me encontraba

en un concurso de mear. Uno, que con mucho gusto estaba dispuesto a dejarle

ganar. Estaba listo para pasar al siguiente hoyo.

—Bien —estuve de acuerdo—. Si esto te hace pasar la pelota para que

podamos pasar al siguiente hoyo, voy a flexionar mi brazo.

Grant sonriĂł y extendiĂł el brazo otra vez para que ella los sintiera. Ella

estaba esperándome. Flexioné y la dejé que sintiera. Esto era ridículo.

—Lo siento Grant, él gana esto —dijo Meg apretando mis brazos un poco

demasiado tiempo. Dejé caer mi brazo y me dirigí al carrito.

—Mete la bola, Grant —grité.

—¡No ganaste! Ella te escogió porque se siente leal a ti ya que fue tu primer

polvo —respondió.

SacudĂ­ la cabeza hacia alrededor para ver si alguien lo habĂ­a oĂ­do. Por

suerte, parecĂ­a que nadie lo habĂ­a hecho.

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30 Traducido por Nina_ Ariella

Corregido por val_mar

Blaire

e senté mientras subían a su carrito y conducían al siguiente hoyo.

Se suponía que debía conseguir más bebidas. Mi deseo de ver a

Rush se había llevado lo mejor de mí y había tomado un pequeño

tour hasta encontrarlo. Ahora, deseaba no haberlo hecho. Por primera vez esta

semana me sentĂ­a enferma del estĂłmago otra vez. No me habĂ­a dicho que Meg

habĂ­a sido su primera. Solo habĂ­a dicho que eran viejos amigos.

Saber qué clase de viejos amigos eran no ayudaba. Era muy consciente de

que Rush tenĂ­a una cadena de chicas con las que habĂ­a dormido. Era algo que sabĂ­a

cuando habĂ­a ido a su cama la primera vez. Pero verlo con ella. La que habĂ­a sido

su primera, me resultaba doloroso.

Ella habĂ­a estado coqueteando con Ă©l, y Ă©l lo habĂ­a hecho de vuelta.

Intentando impresionarla con sus mĂşsculos. Eran lo suficientemente

impresionantes sin que los flexionara y los mostrara. ¿Por qué había hecho eso?

ÂżQuerĂ­a que ella se sintiera atraĂ­da hacia Ă©l? ÂżTenĂ­a curiosidad de cĂłmo era ella en

la cama ahora?

Mi estómago se revolvió y obligué a mi carrito a andar y me alejé de los

árboles tras los que me había estado escondiendo. No había pretendido

esconderme. HabĂ­a tomado un atajo para ver si Rush estaba en este hoyo. Pero

cuando lo había visto sonriéndole a Meg y luego dejarla tocarlo había parado. No

pude seguir.

Ella era parte de su mundo. Ella cabĂ­a en su mundo. En lugar de conducir

un carrito de bebidas estaba jugando golf con él. Él no me podría haber invitado.

Para comenzar no tenĂ­a ni idea de cĂłmo jugar y luego, por supuesto, yo trabajaba

aquí. No podía jugar. ¿Qué estaba haciendo él conmigo? Su hermana me odiaba.

No podĂ­a ser parte de su vida. No realmente. Siempre estarĂ­a mirando desde el

exterior. Odiaba como se sentĂ­a esto.

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Estar con Ă©l era asombroso. En la privacidad de su casa o en mi condominio

era fácil pretender que podíamos ser algo más. Pero, ¿qué pasa cuando se me note?

¿Cuándo esté muy embarazada y esté conmigo? La gente lo sabrá. ¿Cómo lo

manejará? ¿Puedo esperar que lo haga?

Llené el carrito y dejé que mi mente jugara con todos los escenarios que

podrĂ­an sucedernos. Ninguno de ellos terminaba felizmente. No pertenecĂ­a a la

Ă©lite. Era solo yo. La semana anterior me habĂ­a permitido jugar con la idea de

quedarme. Criar este bebé con Rush. Aunque verlo con Meg había dolido, había

sido el despertar que necesitaba. Nadie vivĂ­a en un cuento de hadas. Especialmente

yo.

Para el momento en que volvĂ­, mi grupo habĂ­a llegado hasta el Ăşltimo

tramo. Sonreí y serví las bebidas e incluso bromeé con los golfistas. Nadie iba a

saber que estaba molesta. Este era mi trabajo. Iba a ser buena en ello.

No le diría nada a Rush esta noche. No tenía sentido. Él no estaba pensando

con claridad. Solo pondrĂ­a algo de distancia entre nosotros. No podĂ­a permitirme

creer que él era mi “felices para siempre”. Era m{s lista que eso.

* * *

No habĂ­a sido capaz de llegar al final del dĂ­a sin enfermarme. El calor me

habĂ­a afectado, pero maldita sea si Woods se enteraba. No necesitaba que pensara

que no podĂ­a hacer mi trabajo. Bethy sostuvo mi cabello mientras vomitaba en el

sanitario detrás de las oficinas. De verdad la amaba.

—Te excediste —regañó mientras levantaba la cabeza de mi última arcada.

No quería admitirlo pero probablemente tenía razón. Tomé la toalla

húmeda que me estaba tendiendo y limpié mi cara antes de sentarme en el suelo y

recostarme contra la pared.

—Lo sé. Pero no le digas a nadie —le pedí.

Bethy se sentó junto a mí. —¿Por qué?

—Porque necesito este trabajo. El dinero es bueno. Si voy a marcharme una

vez que comience a notarse entonces necesito todo el dinero que pueda ahorrar.

No será fácil conseguir trabajo mientras estoy embarazada.

Bethy volvió su cabeza y me miró. —¿Todavía estás planeando irte? ¿Qué

hay de Rush?

No quería que Bethy se enojara con él. Recién comenzaba a ser amable con

él de nuevo. —Lo vi hoy. Estaba divirtiéndose. Encaja. Está donde pertenece. Yo

estoy donde pertenezco. No encajo en su mundo.

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—¿No tiene derecho a opinar en esto? Si tú dices la palabra, él te hará

mudarte a su casa y se encargará de todo. No estarías trabajando en este club y

estarĂ­as a su lado en todas partes. Tienes que saber eso.

No me gustaba la idea de ser una vividora más. Su madre y hermana hacían

eso. No quería serlo también. No me importaba su dinero. Solo me importaba él. —

No soy su responsabilidad.

—Discúlpame si difiero. Cuando te embarazó te convertiste en su máxima

responsabilidad —dijo Bethy con un bufido.

ConocĂ­a la verdad sobre la noche que habĂ­amos tenido sexo sin condĂłn. Yo

habĂ­a ido hacia Ă©l. Lo habĂ­a atacado. No habĂ­a sido su culpa. Todas las otras veces

Ă©l fue cuidadoso. No se lo habĂ­a permitidi esa noche. Fue mi error, no el suyo.

—Confía en mí cuando te digo que todo esto es mi culpa. No estuviste la

noche que me embaracé. Yo sí.

—No todo puede ser tu culpa. No puedes quedar embarazada sola.

No iba a discutir con ella. —Solo no le digas a nadie que estuve enferma. No

quiero que se preocupen.

—Bien. Aunque no estoy feliz por ello. Haces esto de nuevo y lo diré —

advirtiĂł.

Apoyé mi cabeza sobre su hombro. —Trato —acordé.

Bethy golpeó mi cabeza. —Eres una chica loca.

SĂłlo me reĂ­, ya tenĂ­a razĂłn.

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31 Traducido por perpi27

Corregido por Chio

Rush

an pronto como el torneo habĂ­a terminado, me fui a casa para

ducharme y arreglarme. Ni siquiera perdĂ­ el tiempo colgando el

trofeo de segundo lugar. Abandoné a Grant y Meg, quienes querían

celebrar. No me importa un carajo. Sólo participé en el torneo porque había

quedado con Nan y Grant a principios del verano. Lo hacíamos todos los años. Era

por una buena causa.

Cuando me habĂ­a detenido por las oficinas donde los carros estaban

estacionados, Darla me dijo que Blaire se habĂ­a ido con Bethy hacĂ­a una hora.

Llamé a Bethy, pero no obtuve respuesta. Pensé que el tiempo en que duraba

duchándome y cambiando ya estarían de vuelta de donde sea que fueron.

El coche de Bethy se encontraba en el estacionamiento cuando llegué a su

apartamento. Blaire estaba en casa. Gracias a Dios. La habĂ­a echado de menos

como loco todo el día. Llamé tres veces y esperé con impaciencia a que abriera.

Bethy me dio una sonrisa tensa. No era a quien querĂ­a ver.

—Hey —dije, dando un paso.

—Ya está dormida. Fue un día largo —dijo Bethy, todavía de pie

sosteniendo la puerta abierta, como si quisiera que me fuera en ese momento.

—¿Está bien? —Le pregunté, mirando por el pasillo hasta la puerta cerrada

de su habitaciĂłn.

—Sólo cansada. Déjala dormir —respondió Bethy.

No me iba a ir. Podía cerrar la maldita puerta. —No voy a despertarla, pero

tampoco voy a irme. Así que puedes cerrar la puerta —le dije antes de dirigirme a

la habitaciĂłn de Blaire.

Eran sĂłlo las seis de la tarde. No deberĂ­a estar dormida tan temprano a

menos que estuviera enferma. La idea de su agitado dĂ­a hizo que mi corazĂłn se

T

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acelerara. DeberĂ­a haber insistido en que no trabajara hoy. Esto no era seguro para

ella o el bebé.

Abrí la puerta lentamente y entré. Entonces cerré con llave detrás de mí.

Blaire estaba acurrucada en el centro de la enorme cama. ParecĂ­a perdida allĂ­. TenĂ­a

tendido su cabello largo y rubio sobre las almohadas, y una de sus largas piernas

desnudas se había salido de las sabanas. Me quité la camisa y luego la arrojé por

encima de la cómoda antes de desabrochar mis vaqueros y quitármelos. Cuando

estuve en mis boxers retiré la sabana y me subí detrás de ella. La abracé contra mí

y vino con mucho gusto. Un suspiro suave y un poco de saludo entre dientes era el

sonido más adorable que jamás había escuchado. Sonriendo, enterré mi cara en su

cabello y cerré los ojos.

Este era el único lugar en el que alguna vez quería estar. Deslicé mi mano y

la puse sobre su estĂłmago plano. La idea de lo que tenĂ­a en la mano en ese

momento era abismante.

Un rastro suave por mi brazo y después a través de mi pecho trajo una

sonrisa a mi cara cuando abrĂ­ los ojos. Blaire se dio la vuelta frente a mĂ­ ahora.

TenĂ­a los ojos abiertos mientras miraba mi pecho y pasĂł el dedo sobre cada uno de

mis pectorales, luego hacia arriba y al otro lado de mi hombro. LevantĂł los ojos y

una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—Hola —le susurré.

—Hola.

Ya estaba oscuro afuera, pero no tenía ni idea de lo tarde que era. —Te

extrañé hoy.

Su sonrisa se desvaneció y desvió su mirada de mí. Esa era una extraña

reacción. —Yo también —respondió, sin mirarme.

Extendí la mano y tomé su barbilla para que pudiera volver la mirada hacia

mí. —¿Qué está mal?

Forzó una sonrisa. —Nada.

Mentía. Algo estaba definitivamente mal. —Blaire, dime la verdad. Te ves

molesta. Algo anda mal.

Comenzó a alejarse de mí, pero la abracé.

—Dime, por favor —Supliqué.

La tensiĂłn en su cuerpo se aliviĂł un poco cuando le dije por favor. TenĂ­a que

recordar que ella era débil cuanto a esa palabra se refería.

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38

—Te vi hoy. Te estabas divirtiendo... —Se fue apagando.

¿Era ése el problema? Oh... espera. Vio a Meg. —Esto se trata de Meg. Lo

siento, no sabía hasta que llegué allí que Grant le había pedido que remplazara a

Nan. Mi hermana se echó atrás en último momento y Grant le pidió a Meg que

tomara su lugar. Te hubiera dicho antes, si lo hubiera sabido.

La tensión en su cuerpo estaba de vuelta. Mierda. Pensé que lo explicaba.

ÂżEstaba molesta por eso?

—Fue tu primera —La voz de Blaire era tan suave que casi la perdí.

Alguien le había dicho. Joder. ¿Quién sabía, aparte de Grant? No era como si

compartiera mi historia sexual con la gente. ¿Quién podría haberle dicho? Tomé su

cara entre mis manos. —Y tú eres la última.

Sus ojos se suavizaron. Me estaba volviendo bueno en esta cosa de hablar

dulcemente. Antes, no me habĂ­a preocupado mucho por decir lo correcto a las

mujeres. Era fácil con Blaire. Sólo estaba siendo honesto.

—Yo... —Se detuvo y se retorció en mis brazos—. Tengo que ir al baño —

dijo. Estaba seguro de que no era lo que iba a decir al principio, pero la dejé

levantarse.

Llevaba una camiseta amarilla y un par de bragas de color rosa que sabĂ­a

que las chicas se referĂ­an como bĂłxer. A pesar de que ningĂşn hombre que

conociera usara algo así. Sus caderas parecían más grandes y la idea de acostarla

sobre la cama y enterrarme en esas caderas me puso duro como una roca. TenĂ­a

que concentrarme. Estaba molesta por algo y no me estaba diciendo lo que era.

TenĂ­a que arreglar esto. No querĂ­a molestarla.

Mi teléfono sonó y estiré la mano para agarrarlo de la mesita de noche. Era

Nan. No era con quien quería hablar en este momento. Pulsé ignorar. Después de

desviar la llamada, miré la hora. Eran sólo las nueve con diez minutos.

Blaire salió del baño y sonrió tímidamente. —Estoy un poco hambrienta.

—Entonces, vamos a alimentarte —le dije levantándome y agarrando mis

jeans.

—Tengo que ir a la tienda. Iba a ir antes, pero tenía sueño, así que pensé en

tomar una siesta primero.

—Te voy a llevar a cenar y luego iremos de compras por la mañana. No hay

tiendas abiertas a esta hora por aquĂ­.

Blaire parecía confundida. —No hay ningún restaurante en la ciudad abierto

tampoco.

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—El club está abierto hasta las once. Sabes eso. —Tiré de la camisa por

encima de mi cabeza y luego me acerqué a ella. Me estaba estudiando como si no

entendiera.

—¿Qué? —Le pregunté agarrando su cintura y tirando de su cuerpo casi

desnudo contra mĂ­.

—La gente te verá conmigo en el club. Personas además de tus amigos —

dijo lentamente, como si lo dejara asentarse.

—¿Y? —Le pregunté.

Inclinó la cabeza hacia atrás para poder mirarme. —Y trabajo allí. Saben que

trabajo allĂ­.

Todavía no entendía lo que estaba diciendo. —No te entiendo.

Blaire dejó escapar un suspiro exasperado. —¿No te importa que los demás

miembros del club te vean cenando con un empleado?

Me quedé helado. ¿Qué? —Blaire —dije lentamente, asegurándome de que

la había oído bien—. ¿Acabas de preguntarme si me importa si alguien me ve

comer contigo? Por favor, dime que no he entendido bien.

Se encogiĂł de hombros.

Dejé caer mis manos de su cintura y me acerqué a la puerta. Tenía que ser

una broma. ¿Cuándo alguna vez le había hecho creer que me avergonzaba de ella?

La miré de nuevo. Cruzó los brazos sobre su pecho mientras me miraba.

—¿Cuándo alguna vez te he hecho creer que no quería ser visto contigo?

Porque si fue asĂ­ entonces te juro que voy a ir a arreglarlo.

Se encogió de hombros otra vez. —No lo sé. Realmente, nunca hemos ido a

una cita. Quiero decir, fuimos al bar de country ese dĂ­a, pero en realidad no era

una cita. Tus eventos sociales normalmente no me incluyen a mĂ­.

Mi pecho se contrajo. TenĂ­a razĂłn. Nunca la habĂ­a llevado a ninguna parte

que no fuera para comprar muebles y un paseo a Sumit y de regreso. Joder. Era un

idiota. —Tienes razón. Apesto. Nunca te he llevado a ningún lugar especial —dije

en voz baja y luego sacudĂ­ la cabeza. En realidad nunca habĂ­a tenido una relaciĂłn

antes. Me cogĂ­a a las chicas y luego las enviaba a casa.

—¿Así que todo este tiempo pensaste que me avergonzaba de ti? —

pregunté, sabiendo que no quería oír la respuesta. Iba a doler como un hijo de

puta.

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—No exactamente avergonzado. Sólo... sólo pensaba que no encajaba en tu

mundo. Eso lo sé. Sólo porque estoy embarazada de nuestro bebé no significa que

tengas que reclamarme de cualquier modo. Estás siendo de apoyo.

—Blaire. Por favor. Detente ahora. No puedo escuchar nada más —Cerré la

distancia que había puesto entre nosotros—. Tú eres mi mundo. Quiero que todos

lo sepan. No sé cómo ir a citas, así que nunca llegué a pensar en llevarte a una.

Pero puedo prometer ahora mismo, voy a estar llevándote a tantas malditas citas

que no va a haber una persona en esta ciudad que no sepa que adoro la tierra que

pisas —prometí extendiendo mi mano y tomando la suya—. Perdóname por ser un

idiota.

Blaire parpadeó para contener las lágrimas y asintió. Me pregunté cuántas

veces iba a meter la pata antes de acertar en esto.

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32 Traducido por Nico Robin.

Corregido por Chio

Blaire

l teléfono que Rush había comprado para mi estaba en la barra de la

cocina cuando salĂ­ de mi habitaciĂłn. Esta era la tercera vez en la

semana que lo dejaba por ahĂ­ para que yo lo encontrara. Esta vez

también había una nota.

La recogĂ­.

Piensa en el bebé. Es necesario para las emergencias.

Eso fue un golpe bajo. Sonriendo cogí el teléfono y lo puse en mi bolsillo. No

iba a darse por vencido hasta que lo aceptara.

Hoy fue mi segundo chequeo médico. Le dije eso a Rush en nuestra tercera

cita el lunes en la noche. HabĂ­a estado muy decidido a llevarme a citas toda la

semana. Anoche le habĂ­a rogado quedarnos en casa y ver una pelĂ­cula. HabĂ­a

hecho su punto. Todos en el pueblo nos habĂ­an visto juntos. Estaba segura de que

todos estaban hartos de vernos juntos a estas alturas. La idea me hizo sonreĂ­r aĂşn

más.

Saqué el teléfono de mi bolsillo. Me había olvidado de recordarle a Rush de

la consulta de hoy. Ahora tenía un teléfono para llamarlo. Su nombre era el

primero en mi lista de contactos FAVORITOS. No me sorprendĂ­a.

El teléfono sonó tres veces antes de que contestara.

—Oye, te llamo de vuelta —la voz de Rush sonaba molesta.

—Bien, pero… —empecé a decir cuando el amortiguo el teléfono para

hablar con otra persona. ¿Qué estaba pasando?

—¿Estas bien? —espetó.

—Si, estoy bien pero…

—Entonces, te llamo después —me interrumpió antes de que pudiera

terminar, y cortĂł la llamada.

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Me senté allí y me quedé mirando el teléfono. ¿Qué había sucedido? Tal vez

deberĂ­a haber preguntado si estaba bien. Cuando no volviĂł a llamar en los

prĂłximos diez minutos, decidĂ­ que mejor si vestĂ­a para mi cita. Seguramente

volverĂ­a a llamar antes de que fuera hora de irse.

Una hora más tarde y todavía no había llamado. Debatí entre llamarlo o no.

Tal vez había olvidado de que llamé. Siempre podía pedir prestado el coche de

Betty e ir a mi cita. El lunes, cuando le dije, parecĂ­a emocionado por ir. No podĂ­a

dejarlo.

Apreté su número de nuevo. Sonó cuatro veces esta vez.

—¿Qué? —la voz de Nan me sorprendió, ¿estaba con Nan?

—Uh, um… —No estaba segura de que decirle. No podía contarle lo de mi

cita —¿Esta Rush por ahí? —le pregunté nerviosamente.

Nan dejó escapar una risita dura. —Increíble. Te dijo que llamaría de nuevo

¿por qué no le das un poco de espacio para respirar? Rush no te necesita. Esta

visitando a su familia. Mi mamá y mi papá están aquí. Nos estamos preparando

para ir a un almuerzo familiar. Cuando esté listo para hablar contigo, lo hará. —

Entonces, me colgĂł.

Me dejé caer sobre la cama. Esta teniendo un almuerzo familiar con su

madre, su hermana y mi papá. ¿Por eso me colgó? No quería que supiera que estaba

con ellos. Su comida familiar venía antes que el bebé y yo. Esto era lo que esperaba,

pero luego habĂ­a sido tan dulce y protector. ÂżEstaba siendo necesitada? No era una

persona necesitada, si no que me habĂ­a convertido en una. ÂżNo? De pie, puse el

teléfono en la cama. No lo quería más. La voz odiosa de Nan se estaba burlando de

mĂ­ cuando dijo que estaba comiendo con su padre. CogĂ­ mi bolso. Tuve tiempo de

ir a las oficinas y pedir prestado el coche de Bethy.

Al momento que llegué a las oficinas, estaba sudando. Demasiado para

parecer linda en mi cita. No me importĂł. Era el menor de mis problemas. SubĂ­ las

escaleras y Darla me encontrĂł cuando salĂ­a por la puerta.

—No trabajas hoy —dijo en cuanto me vio.

—Lo sé. Tengo que pedir prestado el coche de Bethy. Tengo una cita medica

en Destin que… uh… olvidé —Odiaba mentir, pero decirle la verdad era más de lo

que podĂ­a manejar.

Darla me observĂł un momento y luego metiĂł la mano en el bolsillo de sus

pantalones y sacó sus llaves. —Llévate mi coche. Voy a estar aquí todo el día. No lo

necesito.

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QuerĂ­a abrazarla, pero no lo hice. No esta segura de que acostumbrara tener

ese tipo de reacción por una cita médica. —Muchas gracias. Le llenaré el tanque —

le aseguré.

AsintiĂł con la cabeza y me corriĂł. CorrĂ­ por las escaleras, me metĂ­ en su

Cadillac y me dirigĂ­ hacia Destin.

El viaje de ida no fue tan malo, y sĂłlo tuve que esperar quince minutos antes

de que me llamaran a la sala de exámenes. La enfermera era toda sonrisas mientras

sacaba una maquina con una pantalla pequeña.

—Solo tienes diez semanas, para oír el latido del bebé vamos a tener que

hacer un ultrasonido. Debemos de escuchar el latido del bebé y ver un pequeño

destello aquí también.

Iba a ver a mi bebé y oír el latido de su corazón. Esto era real. Las pocas

veces que me imaginé este momento no lo hice estando sola. Había pensado que

alguien estaría conmigo. ¿Y si no encuentran su latido? ¿Qué pasa si algo va mal? No

querĂ­a pasar por esto sola.

El médico entró con una sonrisa reconfortante. —Pareces aterrorizada. Este

es un momento feliz. Todos tus signos vitales están bien. No hay necesidad de

estar tan nerviosa —me aseguró—. Ahora recuéstate —hice lo que me dijo y la

enfermera puso mis piernas en los estribos.

—No estás lo suficiente avanzada para hacer esto externamente y ser capaz

de ver u oír al bebé. Tenemos que hacer un ultrasonido vaginal que significa que

tenemos que ir por esa vía. No duele. Sentirás un poco de presión por la varita, eso

es todo —explicó la enfermera.

No los veía. La idea de él metiéndome una varita solo me puso peor. Me

concentré en la pantalla.

—Muy bien, aquí vamos. Sencillo, estate quieta —me instruyó el doctor.

Miré a la pantalla en blanco y negro, esperando pacientemente a algo que pareciera

un bebé.

Un pequeño golpeteo llenó la sala y se sentía como si mi corazón hubiera

dejado de latir.

—¿Eso es…? —le pregunté, repentinamente incapaz de decir nada más.

—Sí. Latiendo justo ahí. Lindo y fuerte —dijo el doctor.

Me quedé mirando la pantalla y la enfermera señaló lo que parecía un

pequeño guisante. —Aquí está él o ella. Tamaño perfecto para diez semanas.

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44

No podía tragar el nudo en mi garganta. Las lágrimas rodaron por mi cara,

pero no me importaba. Me quedé paralizada mirando el pequeño milagro en la

pantalla, mientras sus latidos llenaban la sala.

—El bebé y tú lo están haciendo excelente —dijo el doctor mientras

lentamente sacaba el instrumento de mi interior y la enfermera me bajaba la bata y

me dio la mano para levantarme el ánimo.

—Un poco de flujo sanguíneo es perfectamente normal después de este

procedimiento, así que no te alarmes —dijo el doctor, poniéndose de pie y

acercándose al lavabo para lavarse las manos.

—Sigue tomando estas vitaminas prenatales y ven a verme otra vez en

cuatro semanas.

AsentĂ­ con la cabeza. SeguĂ­a impresionada.

—Aquí tienes —dijo la enfermera y me entregó unas pequeñas fotos de mi

ultrasonido.

—¿Son mías? —le pregunté mirando las fotos de mi bebé.

—Por supuesto que si —respondió con un tono divertido.

—Gracias —le dije mientras miraba cada una de ellas y miraba al pequeño

chicharito que sabĂ­a estaba vivo dentro de mĂ­.

—De nada —me dio una palmadita en la rodilla—. Puedes vestirte ahora.

Todo se ve muy bien.

Asentí con la cabeza y me enjugué una lágrima que se había escapado y

ahora corrĂ­a por mi mejilla.

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33 Traducido por dana.kirei7

Corregido por Chio

Rush

Dónde está, Bethy? —Demandé, saliendo de la habitación de Blaire

sosteniendo su teléfono celular. Lo había dejado aquí.

Bethy me gruñó y azotó la puerta de uno de los gabinetes de la cocina.

—El hecho de que tu penoso trasero no sepa dónde está solo me hace odiarte más.

¿Qué demonios estaba mal con ella? Había tenido un día del infierno.

Diciéndole a mi madre que tendría que conseguirse otra casa y diciéndole que iba a

pedirle a Blaire que se casara conmigo los habĂ­a mandado a todos a una rabia

salvaje. Bueno, no a todos. El padre de Blaire se habĂ­a visto bien con ello. Nan y mi

madre se habían vuelto locas. Habíamos pasado varias horas gritándonos los unos

a los otros y habĂ­a hecho amenazas que planeaba mantener. Se suponĂ­a que Nan

iba a irse de vuelta a la escuela el lunes. No iba a estar hasta vacaciones de

invierno3 y estaba seguro de que ella terminarĂ­a en Vail con amigos entonces. Eso

era lo que hacía cada año. Normalmente yo también, pero no este año.

—He tenido que lidiar con mi madre y hermana por las pasadas cuatro

horas. Correr a Georgianna de la casa e informarles a ella y Nan que planeo pedirle

a Blaire que se case conmigo no es exactamente una batalla sencilla. ¡Así que

perdĂłname si necesito un poco de ayuda recordando donde esta Blaire!

Bethy golpeĂł la botella de agua en la barra y su gruido molesto se convirtiĂł

más en un ceño de disgusto. Creí que una vez que escuchara que iba a proponerme

a Blaire iba a estar feliz. Aparentemente no.

—Espero que no le hayas comprado un anillo —fue su única respuesta.

Estaba cansado de sus juegos —Dime donde esta —bramé.

Bethy puso ambas manos en la barra y se inclinó hacia delante dándome un

ceño furioso, no sabía de lo que era capaz la chica —Vete. Al. Carajo.

3 En el original: Winter Break.

Âż

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Joder. ¿Qué había hecho?

La puerta se abriĂł y Blaire entrĂł caminando sonriendo hasta que sus ojos se

encontraron con los mĂ­os. Entonces su sonrisa se desvaneciĂł. Estaba molesta

conmigo también. No era bueno.

—Blaire —dije mientras caminaba hacia ella y comenzó a hacerse hacia

atrás.

—No —replicó, sosteniendo en alto ambas manos para detenerme de

acercarme más. Estaba sosteniendo algo. Se veía como fotografías. ¿De qué demonios

tenĂ­a ella fotografĂ­as? ÂżAlgo de mi pasado? ÂżEstaba molesta por una chica con la que habĂ­a

hecho algo una vez?

—¿Eso es lo que creo que es? —Bethy preguntó empujándome para pasarme

y corriendo hacia Blaire.

Blaire asintió y le entregó las fotografías. Bethy se cubrió la boca —Oh Dios

mĂ­o. ÂżEscuchaste el latido del corazĂłn?

Ante las palabras latido del corazĂłn mi pecho cayĂł como si acabara de ser

rasgado de par en par. La comprensiĂłn llegĂł mi. Hoy era jueves. Era la cita de

Blaire con el doctor. Me había llamado para recordármelo y le colgué.

—Blaire, mierda, nena, lo siento tanto. Yo estaba lidiando con mi…

—Tu familia. Lo sé. Nan me lo dijo cuando llamé de vuelta. No quiero

escuchar tus excusas. Solo quiero que te vayas —su voz era plana. No había

emociĂłn en ella.

Regresó su atención de vuelta a las fotografías y señaló algo—: Justo allí.

¿Puedes creer que eso está dentro de mí?

Bethy volvió su ceño de odio de mi a la fotografía y una suave sonrisa tocó

su rostro. —Es asombroso.

Estaban paradas ahí mirando las fotografías de mi bebé. Blaire había

escuchado su latido hoy. Sola. Sin mĂ­.

—¿Puedo ver? —pregunté, asustado de que me dijera que no o peor, me

ignorara.

En su lugar, tomó las fotografías de Bethy y me las pasó. —Es la cosita

pequeñita que se ve como un chícharo. Ese es… nuestro bebé —terminó. Se había

visto renuente a llamarlo nuestro bebé. No podía culparla.

—¿Su corazón esta bien? Quiero decir, ¿late apropiadamente y todo? —

pregunté, mirando fijamente la fotografía en mi mano.

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—Si. Dijeron que todo esta perfecto —replicó—. Si quieres puedes quedarte

con esa. Tengo tres. Pero ahora me gustarĂ­a que te fueras.

No me iba a ir. Bethy haciendo guardia no me iba a detener tampoco. Iba a

decirlo todo delante de Bethy si tenĂ­a que hacerlo, pero me negaba a dejar este

condominio.

—Mi madre y tu padre se aparecieron sin avisar hoy. Nan se va a la

universidad el lunes. Mamá pensó que me iría también así que regresó para

mudarse por el resto del año. Le informé que no me iría y que necesitaba encontrar

otra casa. También les dije que iba a quedarme hasta que decidieras que nos

mudáramos a cualquier otro lugar. Que tenía la intención de pedirte que te casaras

conmigo —hice una pausa y miré su rostro pálido. No era la reacción que estaba

esperando—. Eso no salió muy bien. Hubo muchos gritos. Horas de gritos y

amenazas. Cuando me llamaste acababa de anunciarles a los tres que me iba a

casar contigo. Todo el infierno se habĂ­a desatado. Iba a llamarte de vuelta una vez

que tuviera a mi madre y Abe de vuelta en sus carros y encaminados de vuelta al

pueblo. No quería que tuvieras que encararlos también. Pero mi madre no se va sin

una pelea. Nan empacĂł todo y se fue a la universidad esta tarde. Se niega a

hablarme nunca más —me detuve y tomé aliento—. No puedo decirte cuanto lo

lamento. El hecho de que olvidé la cita de hoy es imperdonable. Tengo que

disculparme contigo. DesearĂ­a que pudiera dejar de joderlo todo.

—¿No ibas a tener un almuerzo con tu familia? —preguntó.

—¿Mi familia? ¿Qué? ¡No!

La rígida postura se relajó. —Oh —dijo con un suspiro.

—¿Por qué creías que almorzaría con ellos? No te dejaría colgada para ir a

pasar tiempo con ellos.

—Nan —replicó con una triste sonrisa.

—¿Nan? ¿Cuándo demonios hablaste con Nan? —había estado hablando

con Nan toda la mañana.

—Cuando te llamé de nuevo. Nan respondió y dijo que no tenías tiempo

para mĂ­ porque ibas a comer con tu familia.

Mi mentirosa hermanita mejor se alegraba de que su trasero estuviera

encaminado de vuelta a la costa este porque si no irĂ­a a anillar su cuello si pudiera

poner mis manos en ella.

—¿Te fuiste a esa cita pensando que los había mandado a volar a ti y a

nuestro bebé por ellos? ¡Joder! —Empujé a un lado a Bethy y tiré de Blair hacia mis

brazos—. Eres mi familia, Blaire. Tú y éste bebé. ¿Me comprendes? Me perdí de

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algo hoy de lo cual nunca me perdonaré a mí mismo. Quería estar allí y escuchar el

latido de su corazĂłn. QuerĂ­a sostener tu mano cuando lo vieras por primera vez.

Blaire inclinó su cabeza atrás y sonrió hacia mi —Sabes que puede ser una

niña.

—Seh, lo sé.

—Entonces deja de llamar a nuestro bebé un Él —replicó.

Seguiría llamando al bebé un él. Sonriendo, besé su frente. —Podemos ir a

tu habitaciĂłn y me cuentas de la cita. Quiero saberlo todo.

Asintió y miro hacia Bethy. —¿Vas a seguir frunciéndole el ceño o vas a

perdonarlo?

Bethy se encogió de hombros. —No estoy segura aún.

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34 Traducido por ♥...Luisa...♥

Corregido por Chio

Blaire

a escuela habĂ­a comenzado. Los turistas y los visitantes del verano se

habían ido a casa. El club tenía mucho menos tráfico y debido a esto

las propinas también decayeron. Lo más importante era que Rush no

habĂ­a mencionado lo del matrimonio de nuevo desde la noche en el apartamento,

cuando me habĂ­a contado que era lo que habĂ­a dicho a su madre, su hermana y mi

padre. Ni siquiera los mencionĂł de nuevo. A veces me preguntaba si habĂ­a

cambiado de opiniĂłn o si me lo habĂ­a imaginado.

Si no fuera por Bethy preguntándome cada semana si Rush había sacado el

tema a colisiĂłn, volverĂ­a a pensar que habĂ­a sido un invento de mi imaginaciĂłn.

Cada vez que le decía que no lo había hecho, se ponía más y más agitada. Por no

hablar de que mi corazón dolía un poco más. Tenía miedo de que lo hubiese

pensado y decidido que era un error. Antes de que lo hubiese mencionado esa

noche ni siquiera me había dejado creer que querría casarse conmigo. Pensé que

criaría al bebé desde dos casas diferentes. Si mis pensamientos volaban hacia el

futuro, los bloqueaba. No era algo que querĂ­a esperar.

Mis horas se estaban reduciendo debido a la cada vez más lenta temporada,

y me preguntaba si necesitarĂ­a conseguir un segundo trabajo. No habĂ­a mucho

para elegir por aquí. Y también era muy probable que Rush no se lo tomara bien.

Cuando entré en mi habitación había dos cosas que me llamaron la atención.

Había pétalos de rosa sobre la cama y en el centro de ellas había un sobre con mi

nombre escrito claramente en la parte delantera. Lo cogĂ­ y lo abrĂ­. El papel se sentĂ­a

caro y tenĂ­a un Finlay en relieve sobre la parte superior.

Encuéntrame en la playa.

Con amor

Rush

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Su letra anormalmente perfecta me hizo sonreír. Fui a mi armario y saqué

un vestido blanco que tenĂ­a dos rayas negras a lo largo del dobladillo. Si habĂ­a

planeado algo romántico en la playa no iba a usar mi ropa de trabajo.

Después de cepillar mi pelo y retocar mi maquillaje me dirigí hacia las

puertas francesas que daban al abismo y me dirigĂ­ a la playa. Rush estaba vestido

con unos pantalones cortos color caqui y una camisa de botones. Me alegrĂł

haberme cambiado. Estaba de espaldas a mĂ­ y tenĂ­a las manos en los bolsillos

mientras miraba el mar. QuerĂ­a detenerme y admirarlo mientras observaba el

agua, pero también estaba ansiosa por verlo. Se había ido cuando me desperté esta

mañana.

Bajé por el camino hacia la arena. Estaba extrañamente desierta excepto por

nosotros dos. A pesar de que las multitudes se redujeron, aún estábamos a treinta

y un grados, y era soleado fuera. Al mirar hacia abajo me di cuenta de algo en la

arena. Alguien habĂ­a escrito en ella. HabĂ­a un palo acostado a un lado.

Me detuve y leí en voz alta —Blaire Wynn, ¿quieres casarte conmigo? —

Mientras las palabras me calaban, Rush caminó a través de ellas, y se arrodilló

sobre una rodilla delante de mĂ­.

Una pequeña caja apareció en su mano y la abrió lentamente, mostrando un

anillo de diamante que capturaba los rayos del sol. ParecĂ­a que cobraba vida, ya

que brillaba. Estaba sucediendo. ÂżQuerĂ­a esto? SĂ­. ÂżConfiaba en Ă©l?... SĂ­.

ÂżEstaba Ă©l preparado? No estaba segura. No querĂ­a que esto fuera algo que

hacía porque se sentía presionado. Sería fácil llegar abajo y poner el anillo en mi

dedo. Pero Âżera lo que Rush realmente querĂ­a?

—No tienes que hacer esto —me obligué a decir con la mirada fija en él. No

habĂ­a hablado con su hermana o su madre en las Ăşltimas semanas. Por mucho que

me disgustaran... no las odiaba y no querĂ­a ser lo que se interpusiera entre Ă©l y su

familia.

Rush negó con la cabeza. —No, no tengo que hacer nada. Pero quiero pasar

el resto de mi vida contigo. Nadie más que tú.

Sus palabras eran las adecuadas. TodavĂ­a sentĂ­a como que algo andaba mal.

No podĂ­a realmente querer esto. Era joven, rico y hermoso. No tenĂ­a nada que

ofrecerle. Lo ataría. Cambiaría su mundo. —No puedo hacer esto. No puedo

arruinar tu futuro. Puedes ir a hacer cualquier cosa. Te prometĂ­ que dejarĂ­a que

formaras parte de la vida de nuestro bebé. Eso no va a cambiar cuando sientas que

estás listo para irte. Siempre te dejaré.

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—No digas una palabra más. Lo juro Blaire, estoy a segundos de tirar tu

culo en ese océano. —Se levantó y su mirada firme sostuvo la mía—. Ningún

hombre ha amado a una mujer tanto como yo te amo. Nada vendrá antes que tú.

No sé qué más tengo que hacer para demostrarte que no te fallaré de nuevo. No

voy a hacerte daño. No tienes que estar sola nunca más. Te necesito.

Tal vez esto no estaba bien y tal vez estaba cometiendo un error, pero sus

palabras tiraron de los rincones de mi corazĂłn que de alguna manera no habĂ­a

logrado tocar hasta ese momento. Tomé la caja de su mano y levanté el anillo libre.

—Es hermoso —le dije. Debido a que lo era. No era demasiado llamativo o

exagerado. Era perfectamente simple.

—Nada menos que eso sería digno de tu dedo —respondió y tomó el anillo

de mi mano. Luego volviĂł a arrodillarse y sus ojos se encontraron con los mĂ­os.

—Por favor, Blaire Wynn, ¿quieres ser mi esposa?

QuerĂ­a esto. A Ă©l.

—Sí —le dije y puso el anillo en mi dedo.

—Gracias a Dios —susurró cuando se puso de pie de nuevo y capturó mi

boca en un beso hambriento. Esto era real y tal vez no serĂ­a para siempre, pero era

mĂ­o por ahora. Me gustarĂ­a encontrar una manera de dejarlo ir si querĂ­a. Pero lo

amaba. Eso nunca iba a cambiar.

—Múdate conmigo —rogó.

—No puedo. Tengo que pagar mi mitad del arrendamiento —le recordé.

—He pagado el contrato de arrendamiento en su totalidad durante un año.

Cada centavo que has dado, Woods lo ha metido en una cuenta de ahorros con tu

nombre en Ă©l. Lo mismo para Bethy. Ahora, por favor, vive conmigo.

Quise enojarme, pero ahora mismo no podía. Apreté otro beso en sus labios

y asentĂ­.

—Y por favor, deja de trabajar —agregó.

—No —le contesté. No haría eso.

—Eres mi prometida ahora. Vas a ser mi esposa. ¿Por qué quieres trabajar

en un club de campo? ¿No quieres hacer algo más? ¿Qué pasa con la universidad?

ÂżQuieres hacerlo? ÂżExiste algĂşn tĂ­tulo que quieras? No estoy tratando de quitarte

tus opciones, quiero darte más.

Pá

gin

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52

Iba a ser su esposa. Esas palabras se hundieron en mĂ­ mientras lo miraba a

los ojos. No tenĂ­a que renunciar a la universidad como habĂ­a hecho con la

secundaria. PodrĂ­a obtener un tĂ­tulo y tener una profesiĂłn.

—Quiero eso. Es sólo que... déjame acostumbrarme. Es mucho, demasiado

rápido —le dije, envolviendo mis brazos a su alrededor.

Pá

gin

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35 Traducido por Akires

Corregido por Verito

Rush

laire se encontraba decidida a elaborar un aviso de dos semanas con

Woods. No iba a discutir con ella. Ya habĂ­a accedido a todo lo que le

pedí. Y no estaba dispuesto a empujar mi suerte. Me senté a la mesa

con mi ordenador portátil y una taza de café esperando a que ella terminara su

turno.

Woods habĂ­a dejado de hablar conmigo durante unos minutos, pero aparte

de eso habĂ­a sido una tarde tranquila. Casi todo el mundo se habĂ­a ido de la

ciudad. Jace estaba dando vueltas por Bethy pero no estaba seguro de que lo fuera

hacer por mucho tiempo más. Había visto la mirada inquieta de sus ojos, el otro

dĂ­a cuando habĂ­amos jugado una ronda de golf. No estaba acostumbrado a estar

en esta ciudad más de un verano.

—¿Este asiento está ocupado? —Miré hacia arriba para ver a Meg ocupar el

asiento frente a mí. No la había visto mucho desde el torneo de golf. Miré hacia

atrás para ver a Blaire recargar el agua de alguien, pero sus ojos estaban sobre mí.

—Sí, lo está —contesté sin mirar a Meg.

—Sé que estás comprometido con la rubia. Todo el mundo lo sabe. No estoy

aquí para joderte —respondió ella.

Blaire me sonriĂł y luego se volviĂł para caminar de regreso a la cocina.

Mierda. ¿Qué significaba esa sonrisa?

—Tiene un gran maldito diamante en su mano. No tiene nada de qué

preocuparse y ella lo sabe. Cálmate, amigo. Estás volviéndote loco por nada.

Enfoqué mi atención en Meg. —Ella sabe que tú fuiste mi primera. Le

molesta.

Meg se rió entre dientes. —Puedo asegurar que los recuerdos que tengo de

nuestra experiencia y de la realidad que ella está viviendo son completamente

diferentes. Tuve el virgen cachondo. Ella tiene el profesional experimentado.

B

Pá

gin

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54

Miré hacia atrás para ver si Blaire estaba de vuelta aquí. No quería que

escuchara esto. —Sólo tienes que sentarte en otro lugar. Está bastante emocional en

estos momentos. No quiero molestarla.

Nadie sabĂ­a que estaba embarazada todavĂ­a. HabĂ­a estado dejando que

Blaire decidiera cuándo decirle a la gente.

—Ella no está hecha de porcelana. No se romperá. ¿Sabe que la tratas como

a una maldita muñeca?

—Sí, lo sé. Estamos trabajando en eso —dijo Blaire mientras se acercaba a

nuestra mesa y me sirvió más café en mi taza—. No creo que hayamos sido

oficialmente presentadas. Soy Blaire Wynn.

Meg dio un rápido vistazo asustado hacia mí y luego se volvió a Blaire. —

Meg Carter.

—Es un placer conocerte al fin, Meg. ¿Puedo ofrecerle algo de beber?

Esto no era lo que yo habĂ­a estado esperando. No es que no me gustara,

porque lo hacía. Significaba que estaba haciendo que se sintiera más segura

conmigo.

—¿Si pido una coca-cola light él va a tomar un oscilación en mí? —se

preguntĂł Meg.

Blaire se rió y negó con la cabeza. —No. Va a ser un buen chico. Te lo

prometo. —Entonces ella me miró—. ¿Tienes hambre?

—Estoy bien —le aseguré.

Ella asintiĂł con la cabeza y se dirigiĂł a la cocina.

—Yo podría estar un poco enamorada de ella. Es ardiente. Pero entonces, si

alguien te va a atar a ti tendrĂ­a que ser un paquete completo.

Sonriendo tomé un sorbo de mi café. Luego volvió a mirar a la puerta

esperando a Blaire que caminara de regreso. No podĂ­a esperar a llegar a casa para

tener su pequeño y sexy culo.

* * *

Blaire se mantuvo inclinada sobre el asiento presionando besos en mi cuello

y mordisqueando mi oĂ­do. Fue realmente muy duro para mĂ­ mantener la

concentraciĂłn al conducir de vuelta a casa.

—Estoy a punto de parar y coger a mi caliente novia si no se detiene —le

advertĂ­ pellizcando su labio inferior cuando me besĂł muy cerca de la boca.

Pá

gin

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55

—Eso suena más como una promesa que una amenaza —bromeó ella,

deslizando su mano entre mis piernas y ahuecando mi erecciĂłn.

—Mierda nena, me estás volviendo loco —gruñí, apretándolo en su mano.

—¿Si lo chupo te puedes concentrar lo suficiente para conducir? —preguntó

ella mientras empezaba a desabotonar mis pantalones vaqueros.

—Lo más que probable es que nos estrellemos contra una palmera, pero me

importa una mierda en estos momento —le contesté mientras su mano se deslizó

por la parte delantera de mi ropa interior.

Por suerte, no tendríamos que averiguarlo. Entré en la calzada y frenéel

coche en el aparcamiento justo cuando Blaire llegĂł a mi pantalĂłn desabrochado. Mi

teléfono se disparó por tercera vez. Lo tenía en vibrador y en privado para que no

nos molestase por el parpadeo en la pantalla. Mi madre me había llamado más

temprano, mientras yo habĂ­a estado esperando por Blaire, y no estaba de humor

para contestar. Una vez que se detuvo empezĂł de nuevo. Maldita sea.

Iba a tener que apagarlo o lidiar con ella. Blaire tenĂ­a mi polla en sus manos,

asĂ­ que estaba pensando que apagarlo funcionarĂ­a mejor. Al mirar hacia abajo me

di cuenta de un número de la ciudad a través de mi pantalla, parpadea. El código

de área era familiar, pero no podía ubicarlo.

—¿Quién es? —Preguntó Blaire.

—No estoy seguro, pero están determinados.

Blaire dejó de tocarme. —Responde. Me portaré bien durante unos minutos.

Apreté respuesta. Tenía que deshacerme de ellos y tener a mi chica dentro.

Pero antes de que pudiera saludar a mi madre, empezĂł a hablar y mi mundo fue

arrancado debajo de mis pies.

Pá

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36 Traducido por Jessy.

Corregido por Nat_Hollbrook

Blaire

a cara de Rush se puso pálida. Cogí su mano, pero no reaccionó. Se

quedĂł allĂ­ sentado escuchando hablar a la persona en la otra lĂ­nea.

Cuanto más hablaban más blanco se volvía. Mi corazón estaba

acelerado. Algo terrible habĂ­a pasado. Me quede esperando a que Ă©l dijera algo.

Cualquier cosa. Pero no lo hizo.

—Estoy en camino —dijo con una voz plana antes de dejar caer su teléfono

en su regazo y moviendo su mano de mi agarre para sujetar el volante.

—¿Hay algún problema? —pregunté más asustada ahora de lo que había

estado mientras él estuvo al teléfono.

—Entra a la casa, Blaire. Me tengo que ir. Nan ha tenido un accidente. Algún

maldito velero —Cerró sus ojos fuertemente y masculló una maldición—. Solo

necesito que salgas del auto y vayas adentro. Te llamare cuando pueda pero tengo

que irme, ahora.

—¿Esta herida? ¿No puedo ir contigo?

—¡NO! —rugió, sin dejar de mirar hacia el frente—. No puedes venir

conmigo. ¿Por qué siquiera preguntarías eso? Mi hermana está en la UCI y no

responde. Tengo que ir a verla y necesito que salgas del auto.

Estaba herido y asustado. EntendĂ­a eso. Pero querĂ­a estar ahĂ­ para Ă©l. Lo

amaba y no lo quería sufriendo solo. —Rush, por favor déjame ir contigo…

—¡SAL DEL AUTO! —gritó tan fuerte que mis oídos escocieron. Busqué a

tientas por el pomo de la puerta y agarré mi bolso.

AcelerĂł el motor y siguiĂł mirando hacia el frente mientras sus nudillos se

volvĂ­an tan blancos como su rostro, resultado de agarrar el volante tan fuerte.

Quería decir más pero él estaba tan alterado, que estaba asustada de lo que haría.

No querĂ­a oĂ­rme hablar ni tampoco querĂ­a mirarme.

L

Pá

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57

No querĂ­a llorar en frente de Ă©l. Eso no era lo que necesitaba en este

momento. Salí del auto tan rápido como pude. Antes de poder cerrar la puerta por

completo, tirĂł el auto en reversa y dio la vuelta fuera del camino de entrada. Me

quedé allí, viendo cómo se alejaba. No podía ayudarlo. No era necesaria.

Las lágrimas ahora corrían libremente por mi cara. Estaba sufriendo. Mi

corazón se rompió por él. Una vez que llegará ahí y la viera, me llamaría. Tenía

que creer eso. QuerĂ­a llamarlo y obligarlo a hablarme pero mis oĂ­dos aĂşn

zumbaban y mi corazĂłn seguĂ­a herido por sus palabras.

Finalmente giré a mirar atrás en la casa. Era grande, extensa y oscura. Nada

era acogedor en ella sin Rush. No querĂ­a estar aquĂ­ sola, pero tampoco tenĂ­a un

auto para manejar donde Bethy. No deberĂ­a haberme mudado. HabĂ­a sido

demasiado pronto. Todo con Rush se movía demasiado rápido. Ahora, todo estaba

a punto de ser probado. No estaba segura sĂ­ estaba lista para esa prueba. AĂşn no.

Llamar a Bethy y decirle que necesitaba un aventĂłn al trabajo y que Rush se

habĂ­a ido no era algo para lo que estaba preparada esta noche. Ella encontrarĂ­a

algo malo con esto y me harĂ­a sentir incluso peor. EntendĂ­a el miedo de Rush y el

modo en que reaccionĂł y se fue, pero Bethy no lo harĂ­a. Al menos no creĂ­a que lo

hiciera. Rush habĂ­a ganado algunos puntos a su favor cuando puso el anillo en mi

dedo en frente de ella y querĂ­a mantenerlo de ese modo.

AbrĂ­ mi bolso para sacar las llaves cuando me di cuenta que no las habĂ­a

traĂ­do. Rush me habĂ­a llevado al trabajo. No habĂ­a creĂ­do necesitarlas. Mirando

hacia atrás a la oscura casa, estaba casi aliviada de que no tendría que estar allí sola

esta noche. El club estaba tan solo a cinco kilĂłmetros de aquĂ­. PodĂ­a caminar.

Entonces el departamento de Bethy estaba a solo un corto paseo desde el club. La

brisa de la tarde había calmado los ánimos y no estaba tan mal. Puse la cartera

sobre mi hombro y comencé a bajar por el sendero de ladrillo pavimentado hacia la

calle.

TomĂł cerca una hora y cincuenta minutos llegar donde Bethy. Su auto no se

encontraba en el estacionamiento. HabĂ­a una gran posibilidad de que estuviera

quedándose con Jace esta noche. Supongo que debería haber pensado en eso. Me

detuve y miré a la puerta del departamento. No tenía la energía para caminar de

vuelta. Mi terquedad de no llamar por un aventón estaba mordiéndome el trasero.

Me agaché y levanté el tapete. Ahí en la alfombra estaba la llave de

repuesto. Debió haberla puesto de nuevo después que me mude. Solamente había

dejado de esconderla allĂ­ porque yo se lo habĂ­a pedido. Esta noche vino

extremadamente Ăştil. De todos modos, dudaba que ella fuera a llegar hasta

mañana. No tenía que contarle sobre todo esto esta noche.

Pá

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Llevé la llave adentro conmigo y luego me dirigí de nuevo hacia mi baño a

tomar una ducha. Rush insistiĂł que ella mantuviera la cama que Ă©l habĂ­a

comprado en el segundo dormitorio en vez de quitarla cuando me mude. Otra cosa

que podĂ­a agradecer por esta noche.

* * *

Me las arreglé para llegar al trabajo sin que Bethy supiera que había

necesitado pasar la noche en su departamento. No era que pensara que le

importarĂ­a, pero no estaba preparada para responder sus preguntas o escuchar sus

opiniones.

Después de ponerme un uniforme limpio del cuarto de suministros me

dirigĂ­ hacia la cocina. Justo antes de llegar a la puerta, Woods saliĂł y apunto su

mirada hacia mĂ­.

—Estaba esperándote —dijo y movió su cabeza hacia el pasillo que conducía

a su oficina—. Necesitamos hablar.

Lo más probable es que supiera sobre Nan. Estaba segura de que todos en

su cĂ­rculo ya sabĂ­an. ÂżIba a preguntarme sobre ella? Realmente esperaba que no lo

hiciera. Admitiendo eso sabĂ­a que nada me harĂ­a sonar como si no me preocupara.

¿Rush pensaba que no me preocupaba? ¿Era mi responsabilidad llamarlo? Él era el

herido. Su reacciĂłn la noche anterior me habĂ­a asustado, pero si me necesitaba

tendrĂ­a que olvidarme de eso.

—¿Has dormido? —preguntó Woods mirando atrás hacia mí.

AsentĂ­. En verdad no habĂ­a dormido muy bien pero habĂ­a logrado dormir

un poco. La caminata de cinco kilĂłmetros habĂ­a ayudado a agotarme a tal punto

que no pude mantener mis ojos abiertos una vez que me acosté.

Wood abrió su puerta y la sostuvo para que yo pudiera entrar. Ingresé y

caminé hasta ubicarme al lado de las sillas frente a su escritorio. Él se paró frente a

Ă©ste y se sentĂł en el borde mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.

Un ceño arrugó su frente mientras me estudiaba. Estaba empezando a

preguntarme si esto era acerca de otra cosa. HabĂ­a pensado que era sobre Nan,

pero quizás no lo era. ¿Había hecho algo mal?

—Recibí una llamada de Grant esta mañana. Está en el hospital y está

preocupado por ti. Dijo que Rush apareciĂł en medio de la noche y estaba furioso.

Viendo como por primera vez en su vida Nan y Rush no están en buenos términos

y ahora ella está en ese estado, Rush no se lo está tomando bien. Grant estaba

preocupado en cuanto al modo en que te dejo y se preguntaba si estabas bien.

Pá

gin

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59

Mi corazĂłn doliĂł. Odiaba saber que Rush sentĂ­a tanto dolor y no habĂ­a nada

que pudiera hacer. No me llamaba y eso solo me hacĂ­a creer que no querĂ­a hablar

conmigo. Yo era el motivo de su distanciamiento con Nan. Era el motivo por el

cual Ă©l no habĂ­a hablado con ella en semanas. Yo era el motivo por el cual Ă©l pasaba

por esto. Lágrimas picaron mis ojos. Por mucho que no quisiera admitirlo, yo era el

motivo de que esto fuera aún más duro para Rush. Si no hubiera causado su pelea

entonces Ă©l no estarĂ­a viviendo con la culpa en la que sabĂ­a estaba nadando en

estos momentos.

Esto era porque Rush y yo nunca funcionarĂ­amos. Pretender que los cuentos

de hadas eran reales habĂ­a sido increĂ­ble. Pero no habĂ­a sido real. HabĂ­amos estado

aguardando hasta el momento que el hecho de que no encajábamos en este mundo

nos desmoronará. Necesitaba a su familia en estos momentos. Yo no era su familia.

Ni siquiera era aceptada por su familia. ÂżCĂłmo encajaba yo en todo esto?

—No… no sé qué hacer —Me ahogué, odiando que Woods fuera a verme

llorar. No querĂ­a que me viera llorar. No querĂ­a que nadie me viera.

—Él te ama —dijo Wood suavemente. No estaba segura siquiera si él creía

esas palabras. No ahora. Tal vez Rush habĂ­a pensado que me amaba pero ÂżCĂłmo

podría seguir amándome? Lo había provocado a volverse en contra de Nan y

ahora Ă©l podrĂ­a perderla.

—¿En verdad es así? —Era una pregunta que yo necesitaba responder, no

Woods.

—Sí, nunca lo había visto de la manera que es contigo con alguien más.

Ahora mismo… No obstante, los próximos días o semanas, el tiempo que esto

dure, es probable que no lo parezca. Pero lo hace. No estoy diciéndote esto por

Rush. Él es un imbécil y no le debo nada. Estoy diciéndote esto por ti. Es la verdad

y necesitas oĂ­rla en este momento.

Sacudí la cabeza. No necesitaba escucharlo. Pensar claramente y decidir qué

era lo mejor para mí y mi bebé era lo que necesitaba hacer. ¿Podía traer un bebé a

una familia que podría nunca aceptarlo? ¿Si yo nunca encajé entonces como lo

haría mi bebé?

—No puedo decirte que creer. Pero si necesitas cualquier cosa, estoy aquí.

SĂ© que Rush tiene un garaje lleno de autos pero si no puedes manejar uno entonces

puedo llevarte al médico o a la tienda. Solo llámame si me necesitas.

Mi prĂłxima cita con el medico era en 5 dĂ­as. ÂżCĂłmo iba a lograr entrar a la

casa? Y Ă©l nunca me habĂ­a mostrado donde estaban las llaves de su auto o dado

permiso para manejarlos.

Pá

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60

—Me quede fuera de la casa. Él pensó que tenía mi llave cuando se fue —Le

dije.

—¿Dónde te quedaste anoche? —Me preguntó bajando sus manos de su

pecho y poniéndose de pie. Parecía enfadado. No tenía intención de hacerlo enojar.

Solamente estaba exponiendo que tenĂ­a un problema. Todas mis ropas estaban en

la casa de Rush.

—Donde Bethy.

—¿Cómo llegaste ahí?

—Caminé.

—¡Mierda! Blaire, eso son al menos cinco kilómetros. Estaba oscuro anoche

cuando Rush te dejo. Tienes un teléfono ahora, úsalo —Estaba gritando.

—Quería caminar. Necesitaba caminar. No me grites —Levanté la voz y le

di una mirada enojada.

La tensión en los hombros de Woods se fue y suspiró. —Lo siento. No

deberĂ­a haberte hablado de ese modo. Es que estas tan jodidamente determinada a

ser independiente. Déjame explicarme. Llámame si alguna vez necesitas un

aventĂłn. Me gusta pensar que somos amigos. Ayudo a mis amigos.

Necesitaba amigos. —También me gusta pensar que somos amigos —

contesté.

Él asintió —Bien, pero como tu jefe no te voy a dejar trabajar hoy. Te quiero

en la casa de Rush dentro de una hora. Te llevaré allí.

Antes de que pudiera preguntarle cómo, ya tenía su teléfono en su oreja.

—La tengo en mi oficina. No puede entrar a la casa —Hizo una pausa.

—No, mierda. Camino hasta el departamento de Bethy anoche. Voy a

llevarla allĂ­ si puedes conseguir que la empleada de la limpieza vaya a abrir el

lugar —Hizo una pausa otra vez.

—No hay problema. Feliz de ayudar. Mantenme informado. Estoy

pensando en todos —Colgó y me miró—. Grant mandará a la empleada a abrir la

casa. Ve a buscar algo para comer de la cocina y luego podemos dirigirnos hacia

allá. Dijo que le daría cerca de veinte minutos.

No tenía hambre pero asentí. —Está bien—Emprendí camino hacia la

puerta, entonces paré y me giré para volver a mirarlo—. Gracias.

Woods hizo un guiño. —Es un placer.

Pá

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37 Traducido por Majo_Smile ♥

Corregido por Violet~

Rush

o había sido capaz de cerrar los ojos. Me senté en el sillón de cuero

junto a la cama del hospital y miré fijamente a mi hermana menor.

Ella aĂşn no habĂ­a abierto los ojos. Los monitores parpadearon y

emitieron un pitido diciéndome que estaba viva. Su forma sigue sobre la cama con

una gasa envuelta alrededor de la cabeza y las agujas en sus brazos lo hacĂ­an sentir

como si se hubiera ido. Las Ăşltimas palabras que le habĂ­a dicho habĂ­an sido duras.

ParecĂ­an crueles ahora. SĂłlo habĂ­a querido que madurara. Ahora eso nunca podrĂ­a

suceder.

La rabia que había sentido cuando llegué había sido arrancada de mí

cuando puse los ojos en ella. Sólo viéndola tan rota y desválida me estaba

matando. Yo no podĂ­a comer ni dormir. SĂłlo necesitaba que abriera los ojos. TenĂ­a

que decirle que la amaba y que lo sentĂ­a. Le prometĂ­ que siempre me tendrĂ­a. No

importara lo que pasara. Luego habĂ­a tirado esto en ella. Porque no podĂ­a aceptar a

Blaire.

Mi estĂłmago se anudĂł pensando en cĂłmo habĂ­a dejado a Blaire. Sus ojos

habían estado abiertos y aterrorizados. Me había alejado dejándola mal también,

pero estaba asustado. No podĂ­a llamarla todavĂ­a. No mientras Nan estuviese asĂ­.

Ya había puesto a Blaire antes que a Nan y mira dónde terminé. Esta vez Nan tenía

que venir primero. Si ella sabĂ­a que estaba aquĂ­ sentado esperando, abrirĂ­a sus ojos.

SabĂ­a que lo harĂ­a.

La puerta se abriĂł y Grant dio un paso dentro. Sus ojos se abrieron al

instante por Nan. El dolor que brillĂł en ellos no me sorprendiĂł. A pesar de que

actuaba como si no le cayera bien, sabĂ­a que Ă©l se preocupaba por Nan. Ella habĂ­a

sido la pequeña mocosa necesitada que era imposible de no amar cuando

estábamos creciendo. Esos tipos de vínculos son imposibles de romper.

—Acabo de hablar con Woods. Blaire está bien. No pudo entrar a la casa

anoche, pero se quedó dónde Bethy. Llamé a Henrietta y abrió la casa para ella. —

N

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hablĂł en voz baja como si fuera a despertar a Nan o la molestara al hablar de

Blaire.

Yo la habĂ­a dejado sola de pie en la calzada a altas horas de la noche.

Gracias a Dios que tenía un teléfono. La idea de ella siendo abandonada en la

oscuridad era más de lo que podía manejar en estos momentos.

—¿Está enojada? —Lo que realmente quería preguntar era si estaba molesta

conmigo. ¿Cómo podía no estar molesta conmigo? La había abandonado después

de gritarle para que se fuera de mi coche. Cuando mamá me había dicho sobre

Nan, algo en mĂ­ habĂ­a cambiado y lo habĂ­a perdido.

—Él me dijo que iba a cuidar de ella... —Grant se fue apagando. Yo sabía lo

que estaba pensando. Dejar que Woods cuidara de Blaire era peligroso. Él era rico,

exitoso y su familia no la odiaba. ÂżY si ella se daba cuenta que yo era un

desperdicio de su tiempo?

—Está embarazada —le dije. Tenía que contárselo a alguien.

—Oh infiernos —murmuró, y se dejó caer en la dura silla de plástico que

estaba recostadaen un rincón de la habitación—. ¿Cuándo te enteraste?

—Me contó poco después de que volviera.

Grant cubriĂł su boca y sacudiĂł la cabeza. No habĂ­a sido algo que habĂ­a

esperado oír. Pero entonces no sabía que estábamos comprometidos tampoco. Él

habĂ­a dejado Rosemary ya cuando me habĂ­a comprometido. No le habĂ­a dicho.

—¿Es por eso que te comprometiste? —En realidad no era una pregunta. Era

más bien un comunicado.

—¿Cómo sabes eso?

Movió los ojos a Nan. —Nan me dijo.

Nan habĂ­a necesitado ventilarse, estaba seguro. El hecho de que ella hubiese

elegido a Grant para desahogarse era interesante. Normalmente, los dos

apuntaban hacia la garganta del otro. Rara vez pasaban tiempo de calidad juntos.

—Ella no estaba feliz por eso —le dije.

—No, no lo estaba —Concordó.

Miré por encima hacia ella y deseaba que Dios pudiera cambiarme de lugar

con ella en ese momento. Odiaba que me necesitara, y esto era algo que no podĂ­a

arreglar para ella. HabĂ­a estado arreglando sus problemas durante toda su vida. Y

ahora, cuando más me necesitaba todo, lo que podía hacer era sentarme aquí y

mirarla fijamente con impotencia.

Pá

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—Ella piensa que has perdido la cabeza. Si supiera sobre el bebé pensaría

que le preguntaste a Blaire sólo por el bebé.

—No le pregunté por el bebé. Le pregunté porque no puedo vivir sin ella.

SĂłlo necesito que Nan entienda eso. Me he pasado la vida haciendo a Nan feliz.

Tratando de hacer lo imposible por arreglar sus problemas. Yo era su madre y su

padre. Y ahora que he encontrado lo que me hace feliz, ella no lo puede aceptar. —

Sentí que mi garganta se cerraba y sacudí mi cabeza. No iba a llorar—. Yo sólo

querĂ­a que aceptara que Blaire me hace feliz.

Grant dejĂł escapar un profundo suspiro.

—Creo que con el tiempo lo hará. Nan quiere que seas feliz también. Ella

cree que sabe lo que es mejor para ti. Al igual que tĂş crees que sabes lo que es

mejor para ella. —El tono de su voz cuando dijo la última parte estaba apagado. Él

había querido decir algo más profundo de lo que estaba diciendo. O yo estaba

exhausto y necesitaba tomar una siesta.

—Eso espero —le contesté, y luego recosté mi cabeza contra la silla y cerré

mis ojos—. Necesito una siesta. No puedo seguir con esto. Mi cabeza está confusa.

La silla en la que había estado sentado raspo a través del piso mientras se

levantaba. Yo escuché mientras caminaba a través de la habitación de vuelta hacia

la puerta.

—Está pendiente a Blaire por mí. Por favor —pedí, abriendo mis ojos para

asegurarme de que seguĂ­a allĂ­ y me escuchara.

—Lo haré —me aseguró, después salió por la puerta.

* * *

Dos días más tarde y todavía no había señales de mejora. Nan no estaba

despertando. Me habĂ­a levantado para tomar una ducha y cambiarme, porque mi

madre insistiĂł. No podĂ­a lidiar con ella y preocuparme por Nan. SĂłlo hice lo que

me pidiĂł para que se callara.

Hoy Grant se habĂ­a sentado aquĂ­ conmigo la mayor parte del dĂ­a. No

habíamos hablado mucho, pero después de haber tenido a alguien más aquí,

ayudĂł. Mi madre dijo que no podĂ­a manejarlo y se quedaba en el hotel la mayorĂ­a

del tiempo. De vez en cuando Abe intervendrĂ­a para ver cĂłmo estaba, pero no me

esperaba nada más de él. Tampoco se preocupaba por la hija que había criado. Al

hombre le faltaba un Ăłrgano vital, un corazĂłn.

—Hablé con Blaire hoy —dijo Grant, rompiendo el silencio. Sólo escuchar su

nombre me hizo doler. La echaba de menos. La querĂ­a aquĂ­, pero sĂłlo podrĂ­a

Pá

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alterar a todo el mundo. Necesitaba a Nan mejor. Cuando se despertara no tenĂ­a

por qué saber que Blaire estuvoaquí. Sólo la trastornaría.

—¿Cómo sonaba? —¿Ella me odia?

—Bien. Supongo. Tal vez triste. Está preocupada por ti y Nan. Pregunta por

Nan antes de preguntar por ti. Ella también... también preguntó si su padre estaba

bien hoy. No sé por qué le importa, pero lo hizo.

Porque Blaire se preocupaba más de lo que debería por todo el mundo. Yo

incluido. Era demasiado buena para mí y yo sólo iba a seguir haciéndole daño. Mi

familia no la aceptarĂ­a. El padre que la abandonĂł a ella y a su madre se habĂ­a

casado con mi mamá. Yo había comenzado con esa pelota girando en toda la

maldita foto. Todo lo que siempre haría es hacerle daño a largo plazo.

—Tiene cita con el médico hoy. Woods me dijo que él la llevará. No sabe

qué sé del bebé.

Otra cita del médico que me iba a perder. ¿Cuánto tiempo más ella

aguantaría esto? Yo le había dicho que ella y nuestro bebé eran lo primero, pero

esta era la segunda vez que mi familia vino antes de su cita con el médico. ¿Y por

qué demonios estaba Woods llevándola?

—¿Por qué Woods, la lleva? Tengo tres vehículos en el garaje.

Grant me dio un ceño molesto.

—Sí, así es. Pero nunca le diste permiso para conducir uno y nunca le dijiste

dĂłnde podĂ­a encontrar las llaves, asĂ­ que ella no puede tocarlos. Woods ha sido su

chĂłfer durante toda la maldita semana.

Joder.

—Sé que estás sufriendo a causa de Nan. Ella es como tu hija. Tú eres el

Ăşnico padre verdadero que ha tenido. Pero si no te ajustas fuera de esto y te pones

en contacto con Blaire no estoy seguro de que ella y su bebé van a estar cerca

cuando decidas ir a casa. Seguro que no quiero que mi sobrina o sobrino tenga el

apellido Kerrington —espetó y salió de la habitación.

Pá

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38 Traducido por Chachii

Corregido por Violet~

Blaire

e senté en la sala de espera y me esforcé en no mirar a las otras

mujeres embarazadas que también estaban esperando. Había tres

de nosotras. La mujer delante de mĂ­ se acurrucĂł contra el brazo

de su marido. Él le susurraba cosas en el oído, haciéndola sonreír. Su mano nunca

dejĂł su estĂłmago. No habĂ­a una actitud posesiva. SĂłlo protectora. Era como si Ă©l

estuviese protegiendo a su esposa e hijo con ese simple gesto.

La otra mujer estaba mucho más lejos de cualquiera de nosotras, y su bebé

se estaba moviendo. Su marido tenĂ­a ambas manos en su estĂłmago y la miraba con

asombro. HabĂ­a una dulce mirada de adoraciĂłn en su rostro. Ellos estaban

compartiendo un momento y el sĂłlo mirar en esa direcciĂłn me hacĂ­a sentir como si

me estuviera entrometiendo.

Entonces, ahĂ­ estaba yo. Con Woods. Le habĂ­a dicho que no necesitaba que

viniera conmigo pero Ă©l habĂ­a dicho que le gustarĂ­a hacerlo. No entrarĂ­a a la sala

de examen porque en lo absoluto lo dejaría verme casi desnuda en una pequeña y

delgada bata de algodĂłn, por lo que iba a sentarse en la sala de espera.

Se las había arreglado para conseguir una taza de café complementario y

desde que sólo le había dado un sorbo, asumí que sabía horrible. Extrañaba el café.

Probablemente sería delicioso para mí. Necesitaba comprar algo de café

descafeinado.

—Blaire Wynn —llamó la enfermera desde la puerta que conducía a las

salas de examen.

Me levanté y le sonreí a Woods. —No debería tardar mucho.

Él se encogió. —No tengo prisa.

—Tu esposo puede venir contigo —dijo la enfermera alegremente. Mi cara

estuvo instantáneamente caliente. Supe, sin mirar mis mejillas, que estaba

ruborizada.

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—Es sólo un amigo —le corregí rápidamente.

Esta vez fue ella quién se sonrojó. Obviamente no había leído mi registro

para ver que estaba soltera.

—Lo lamento. Uh, bueno él puede venir también si quiere oír el latido del

corazĂłn.

SacudĂ­ la cabeza. Eso era demasiado personal. Woods era un amigo pero yo

no estaba lista para compartir algo tan importante como los latidos del corazĂłn de

mi bebé con él. Rush ni siquiera lo había hecho aún.

—No, así está bien.

No me volteé hacia Woods porque estaba avergonzada de nosotros dos. Él

sólo me estaba ayudando. Ser etiquetado como el papá del bebé no había sido con

lo que habĂ­a contado.

* * *

El examen no se hizo esperar. Esta vez habĂ­a sido capaz de oĂ­r los latidos del

bebé sin tener una varita atorada en mi interior. Fue tan fuerte y dulce como antes.

El embarazo estaba progresando bien y estaba limpia para ir con una cita dentro de

cuatro semanas a partir de ahora.

Caminando de regreso a la sala de espera, encontré a Woods leyendo la

revista Parenting. Él levantó la mirada y me sonrió tímidamente.

—El material de lectura aquí es limitado —explicó.

Ahogué la risa.

Se parĂł y caminamos juntos hasta la puerta.

Una vez que estuvimos en el auto Ă©l mirĂł en mi direcciĂłn.

—¿Tienes hambre?

En realidad sí tenía, pero entre más tiempo pasaba con Woods más

incĂłmoda me sentĂ­a. No pude evitar la sensaciĂłn de que a Rush no le gustarĂ­a esto.

Nunca le ha gustado que este mucho alrededor de Woods. A pesar de que

necesitaba el aventĂłn, estaba comenzando a preocuparme de que esto haya sido

una mala idea. SerĂ­a mejor si Woods solamente me deja de regreso en la casa de

Rush.

—Estoy más cansada que otra cosa. ¿No podrías simplemente dejarme en

donde Rush? —pregunté.

—Por supuesto —contestó con una sonrisa. Woods era muy fácil de

manejar. Me gustaba eso. No estaba de humor para lo difĂ­cil.

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—¿Todavía no has hablado con Rush? —preguntó él.

Esa no era una pregunta que quisiera responder. Demasiado para no

ponerse difícil. Yo sólo sacudí la cabeza. Él no necesitaba una explicación y si lo

hacĂ­a, pues muy mal porque yo no tenĂ­a una. Me habĂ­a rendido y hace dos noches

llamé a Rush para ir directamente al buzón de voz. Le dejé un mensaje pero no me

habĂ­a devuelto la llamada. Estaba comenzando a preguntarme si Ă©l tenĂ­a la

esperanza de que yo me fuera cuando él regresara. ¿Cuánto tiempo se supone que

estarĂ­a en su casa?

—No está lidiando bien con esto, imagino. Te llamará pronto —dijo Woods.

PodĂ­a darme cuenta por el tono de su voz que ni siquiera creĂ­a lo que estaba

diciendo. Sólo era para hacerme sentir mejor. Cerré mis ojos y pretendí dormir, así

él no diría nada más. No quería hablar de eso. No quería hablar de nada.

Woods encendiĂł la radio y conducimos en silencio por el resto del camino

hacia Rosemary. Cuando el coche se detuvo, abrĂ­ mis ojos para ver la casa de Rush

frente a mĂ­. Estaba de regreso.

—Gracias —dije, mirando en dirección a Woods. Su expresión era seria.

PodĂ­a decir que estaba pensando en algo que no querĂ­a compartir conmigo. No

necesitaba preguntar para saber qué era. Piensa que yo debería irme también. Rush no

iba a llamarme y habĂ­a una posibilidad de que no fuese a volver. No podĂ­a

simplemente vivir en su casa.

—Llámame si necesitas algo —dijo Woods reuniéndose con mi mirada.

Asentí pero ya estaba decidida a no llamarlo más. Incluso si a Rush no le

importaba lo que hiciera, no se sentĂ­a correcto. AbrĂ­ la puerta del auto y di un paso

hacia afuera. Con un saludo final, me dirigĂ­ hacia la puerta del frente y de vuelta a

la casa vacĂ­a.

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39 Traducido por Monikgv

Corregido por Juli

Rush

iete dĂ­as y Nan aĂşn no habĂ­a abierto sus ojos. Mi madre pasaba cada

vez menos. Grant comenzaba a ser el Ăşnico visitante que se quedaba y

se mostraba regularmente. Abe pasaba una vez al dĂ­a por sĂłlo unos

minutos a la vez. Éramos Nan y yo contra el mundo una vez más.

—Necesitas llamarla —dijo Grant, rompiendo el silencio. Sabía de quién

hablaba. Blaire estaba constantemente en mi mente. Me sentĂ­a culpable mientras

me sentaba allĂ­ mirando a mi hermana y todo en lo que podĂ­a pensar era Blaire.

—No puedo —respondí, incapaz de mirarlo. Él vería que me había dado por

vencido si lo hacĂ­a.

—Esto no es justo para ella. Woods dijo que no está yendo allá y que no ha

lo llamado en tres días. Él sigue chequeando las cosas a través de Bethy pero

incluso Bethy no está segura de que Blaire se va a quedar por más tiempo. Tú

necesitas llamarla.

Dejarme serĂ­a la mejor cosa que ella harĂ­a. ÂżCĂłmo podrĂ­a yo ser lo que

merece si estaba dividido entre mi hermana y ella todo el tiempo? No podĂ­a

mantener a Nan a salvo. ÂżCĂłmo podĂ­a confiar en mĂ­ para mantenerla a ella y al

bebé a salvo?

—Merece algo mejor —manejé decir en voz alta. En vez de sólo decirlo en

mi cabeza.

—Sí, probablemente es así. Pero te quiere a ti.

Dios, eso dolía. Yo también la quería. Quería a nuestro bebé. Quería esa vida

que me dejé pretender que podía tener. ¿Cómo podría darle eso si mi hermana

nunca despertaba? EstarĂ­a lleno de culpa y dolor. No serĂ­a el hombre que merece.

Esto eventualmente me comerĂ­a hasta que no valga nada para nadie.

—No puedo —fue todo lo que manejé decir.

S

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Grant maldijo y se levantĂł, lanzando su chaqueta en el piso antes de salir de

la habitación y cerrar la puerta de golpe. Él no entendía. Nadie lo hacía. Sólo me

quedé mirando la pared frente a mí. Comenzaba a entumecerme. Estaba perdiendo

todo lo que me habĂ­a dejado amar una vez.

La puerta se abrió y miré esperando ver a Grant. En vez de él era Abe. No

estaba de humor para verlo. Él había abandonado a las dos personas que más

amaba en el mundo en algĂşn momento de sus vidas.

—¿Por qué carajo vienes aquí? A ti no te importa una mierda —gruñí.

Abe no respondiĂł. CaminĂł hacia la silla que Grant habĂ­a dejado vacĂ­a y se

sentĂł. Nunca se sentaba ni se quedaba por un largo tiempo. El hecho de que iba a

hacerlo ahora no me pareciĂł bien. Necesitaba estar solo.

—Me importa. Tu madre no sabe que estoy aquí. No aprobaría lo que estoy

a punto de decirte. Pero creo que mereces saberlo.

No habĂ­a nada que ese hombre tuviera que decir que quisiera escuchar pero

me quedé en silencio y esperé. Mientras más rápido dijera lo que quería, más

pronto se irĂ­a.

—Nanette no es mi hija. Tu madre siempre ha sabido eso. Ella quería que

Nan fuera mĂ­a pero los dos sabĂ­amos cuando quedĂł embarazada que eso era

imposible. HabĂ­amos terminado por casi ocho meses cuando me llamĂł. Acababa

de darse cuenta que estaba embarazada y estaba asustada. AĂşn estaba enamorada

de tu papá, que fue por lo que terminamos para empezar. Yo no podía superar a la

leyenda que era Dean Finlay. QuerĂ­a ser suficiente para alguien. Nunca lo serĂ­a

para Georgianna. Pero la amaba y ella estaba preocupada sobre cĂłmo iba a

manejar otro hijo. Yo era joven y estĂşpido asĂ­ que volvĂ­ con ella y hablamos sobre

matrimonio. Le dije que tendría que pensar sobre ello. —Se detuvo y me miró. Aún

no me recuperaba del hecho de que él no era el papá de Nan.

—Una vez que llegué, Georgie estaba dejándote con Dean cuando fuera que

podía y aún salía con amigas como si no estuviera embarazada. No me diría quién

era el papá. Yo acababa de llegar mi límite cuando Rebecca vino de visita. —Sus

ojos se suavizaron y los cerrĂł brevemente. Nunca habĂ­a visto al hombre mostrar

tanta emociĂłn.

—Era hermosa. Largo cabello rubio que parecía como si fuera tejido por los

ángeles. Los ojos verdes más grandes que había visto y tan malditamente dulce.

Ella te amaba. No le gustaba que tu madre te llevara con Dean. Le preocupaba que

no estuvieras a salvo con un montĂłn de estrellas de rock. Se quedaba contigo

cuando tu madre salĂ­a. Te hacĂ­a estos panqueques con orejas de Mickey Mouse que

te encantaban. Fui atraĂ­do por ella y no podĂ­a alejarme. Tu madre nos usĂł a los dos

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por un tiempo. Rebecca no se irĂ­a porque se preocupaba por ti. Y yo no me irĂ­a

porque me había enamorado de Becca. —Esta no era la historia que mi madre me

había contado. Esta no era la historia que me habían hecho creer todos estos años

pero ahora que he conocido a Blaire… que la conocía… esto tenía mucho m{s

maldito sentido.

—Tu mamá vino a casa ebria una noche. No estaba muy adelantada en su

embarazo y anunció que Dean también era el papá de este bebé. Yo estaba furioso

de que ella había estado tomando y aún más furioso de que tu padre había hecho

esto de nuevo sin intención de hacerle bien a Georgie. Así que lo llamé y le dije que

quería hablar con él. La charla no salió bien. Dijo que el bebé no era suyo. Si fuera

de él, encantado lo clamaría pero no lo era. Ella había estado acostándose con el

cantante de Slacker Demon por cerca de un mes. El bebé era de Kiro y bueno,

creciste alrededor de Kiro. Lo conoces lo suficientemente bien para saber que no es

de material de padre.

¿Kiro era el papá de Nan? Enterré mi cara en mis manos mientras diferentes

recuerdos venían a mí. Kiro viniendo tarde a gritarle y maldecir a mi mamá por

robar a su hija. Kiro llamando a mam{ puta barata y esperando que “su chica” no

terminara de la misma manera. Había olvidado esas cosas. O sólo las bloqueé.

—A través de eso Becca y yo nos acercamos. Dean te tomó y juró que iba a

hacerse cargo de lo que era suyo. Tu madre maldijo y empujĂł a Becca por las

escaleras llamándola de formas que no voy a repetir y nos dijo a ambos que nos

fuéramos después de que me vio besando a Becca una noche. Nos fuimos después

de eso. Becca llorĂł demasiado porque estaba preocupada por ti. Siempre se

preocupaba por ti.

Cuando Ă©l hablaba sobre Becca todo lo que yo podĂ­a ver era el rostro de

Blaire. Su rostro dulce e inocente y mi pecho sentĂ­a como si estuviera a punto de

explotar.

—Le pedí a Becca que se casara conmigo. Aceptó. Semanas después de

nuestra luna de miel nos dimos cuenta de que estaba embarazada de gemelas. Esas

niñas eran mi mundo. Adoraba el suelo por el que caminaban casi tanto como

adoraba a su madre. Nunca pasĂł un dĂ­a sin que estuviera agradecido por la vida

que me habían dado. —Se detuvo y ahogó un sollozo.

—Entonces un día Val y yo conducíamos de vuelta de las compras.

HabĂ­amos ido a comprarle unos zapatos para voleibol. Sus pies habĂ­an crecido en

el verano pero los de Blaire no. Eran casi idénticas pero comenzaba a parecer como

que Blaire podría ser la más chica de las dos. Estábamos riendo porque yo cantaba

junto con una tonta banda de chicos en la radio. No vi… no vi la luz roja. Fuimos

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golpeados por el lado del auto donde estaba Val por un camiĂłn que iba a ciento

treinta kilómetros por hora. —Se detuvo y pasó una mano sobre su cara para

limpiar las lágrimas y soltar otro sollozo.

—Perdí a mi bebé. No había estado prestando atención. Con ella, perdí a mi

esposa, quien no podía mirarme y a mi otra hija quiera era sólo una cáscara de la

chica que habĂ­a sido. Luego te presentaste con la fotografĂ­a de Nanette y en vez de

quedarme y ser el hombre que mis chicas necesitaban que fuera, huĂ­. Me dije a mĂ­

mismo que necesitaban más de lo que yo podía darles. Nunca seré capaz de

perdonarme a mĂ­ mismo. Nunca serĂ­a capaz de seguir adelante y verme sĂłlo las

lastimaría más. Así que las dejé. Me odiaba en ese momento; me odio ahora. Pero

soy un hombre débil. Debí haberme quedado. Cuando me enteré de que Becca

estaba enferma fui a beber en exceso. La idea de un mundo sin Becca era imposible

para mĂ­ de aceptar. Pero ir a ver a mi vibrante esposa, a quien amaba y siempre

voy a amar, acostada allĂ­ muriendo no era algo que podĂ­a hacer. HabĂ­a enterrado a

mi hija. No podía enterrar a mi esposa. Porque era débil dejé a mi bebé que

enterrara a su mami. Nunca me perdonaré por eso. —Finalmente miró en mi

direcciĂłn.

—Todo lo que ves es un hombre egoísta que sólo piensa en sí mismo. Tienes

razĂłn. No merezco el amor de nadie o el perdĂłn. No lo quiero. Tu madre y Nan me

querĂ­an. Las dos actuaban como si me necesitaran. Yo podĂ­a pretender con ellas. La

verdad es que tu madre está tan perdida y rota como lo estoy yo. Tal vez por

diferentes razones pero los dos estamos vacĂ­os por dentro. Yo iba a aclarar todo

esto y decirle a Nan hace tres meses. No podĂ­a continuar con esta farsa. SĂłlo querĂ­a

ir y sentarme al lado de la tumba de mi esposa y llorar. Pero luego Blaire me llamĂł.

Me necesitaba, pero no tenĂ­a nada que darle. AsĂ­ que le mentĂ­. No sabĂ­a mucho del

hombre en el que te convertirĂ­as pero sabĂ­a una cosa. Amabas apasionadamente.

HarĂ­as lo que fuera por tu hermana. No tenĂ­a dudas en mi mente de que el

momento en que pusieras tus ojos en Blaire, llegarĂ­a hasta ti. El espĂ­ritu gentil y

dulce que había en su madre está en Blaire. Val era como yo. Pero Blaire… es mi

Becca. Es muy parecida a ella. NingĂşn hombre puede estar cerca de ella y no

amarla. Yo quería alguien fuerte y capaz de cuidarla. Así que la envié hacia ti. —Se

limpió el resto de las lágrimas y se puso de pie. Yo estaba sin palabras.

—No te vuelvas como yo. No la decepciones como lo hice yo. Sólo mereces

lo que te haces a ti mismo ser digno de tener. Haz lo que no pude. SĂ© un hombre.

—Abe se dio la vuelta y salió sin otra palabra.

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40 Traducido por Joha quinto

Corregido por Juli

Blaire

o había estado durmiendo por mucho rato cuando mi teléfono

sonĂł. Era media noche y sĂłlo unas pocas personas tenĂ­an mi

número. Mi estómago se anudaba mientras alcanzaba mi teléfono.

Era Rush.

—Hola —dije casi asustada, temiendo lo qué había llamado para decirme.

—Hola, soy yo. —Su voz sonaba como que había estado llorando. Oh

Dios… por favor no dejes que Nan esté muerta.

—¿Ella está bien? —pregunté, esperando que esta vez Dios realmente haya

oĂ­do mi plegaria.

—Está despierta. Está un poquito desorientada pero me reconoció cuando

abrió sus ojos, así que su memoria está bien.

—Oh gracias a Dios. —Me senté sobre la cama y decidí que necesitaba

intentar esa cosa de rezar un poco más a menudo.

—Lo siento, Blaire. De verdad lo siento. —Su voz estaba ronca. Podía oír el

dolor atado en sus palabras y no tenía que preguntar qué quería decir. Había

llegado el momento. Simplemente no podĂ­a decirlo.

—Está bien. Sólo cuida a Nan. En serio me alegro de que esté bien Rush. Tal

vez puede que no me creas eso pero he estado rezando. QuerĂ­a que estuviese bien.

—Necesitaba que me creyera.

AĂşn si no hubo amor perdido entre Nan y yo, ella era importante para Ă©l.

—Gracias —dijo—. Ya voy para la casa. Estaré allí a más tardar mañana por

la noche.

No estaba segura si eso significaba que Ă©l querĂ­a que me fuera para entonces

o si nos despediríamos en persona. Escapar sería mucho más fácil. No tener que

enfrentarlo. Ya dolía suficiente por el teléfono. Ver su rostro iba ser muy difícil,

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pero no podía dejar que me destruyera. Tenía que pensar en nuestro bebé. Esto ya

no era sĂłlo sobre mĂ­.

—Hasta entonces —respondí.

—Te amo. —Oír las palabras me lastimaba más que cualquier otra cosa.

QuerĂ­a creer que lo hacĂ­a, pero no era suficiente. El amor que podrĂ­a sentir por mĂ­

no era suficiente.

—También te amo —respondí y colgué el teléfono antes de hacerme un

ovillo y llorar hasta quedarme dormida.

* * *

El timbre de la puerta sonó justo mientras salía de la ducha. Agarré la ropa

que me había preparado para ponerme y rápidamente me vestí antes de envolver

mi cabello en una toalla y bajar a toda prisa las escaleras.

Cuando abrí la puerta y vi a mi padre parado allí, no estaba segura de qué

pensar. ÂżLo habĂ­a enviado Rush para deshacerse de mĂ­? No. Rush no harĂ­a eso.

Pero ¿por qué estaba aquí?

—Hola, Blaire. Yo, uh, vengo para hablar contigo. —Se veía como si no

hubiese dormido en dĂ­as y su ropa se encontraba toda arrugada. Al ver a la hija

que amaba en el hospital debía haber sido duro para él. Rechacé esa amargura. No

iba a pensar eso. Era el papá de Nan también. Al menos, él estaba allí para ella

ahora aĂşn si habĂ­a jodido la primera parte de su vida.

—¿Sobre qué? —pregunté, sin moverme para dejarlo entrar. No estaba

segura si habĂ­a algo que tenĂ­a que decir que yo quisiera escuchar.

—Es sobre Nan… y tú.

Sacudí mi cabeza. —No me importa. No estoy de humor para escuchar

cualquier cosa que tengas que decir. Tu hija despertĂł. Me alegra que no haya

muerto. —Empecé a cerrar la puerta.

—Nan no es mi hija —dijo las únicas palabras que me habrían detenido de

cerrar la puerta de un portazo en su cara. Dejé que sus palabras penetraran

mientras lentamente abría la puerta de nuevo. ¿Qué quiso decir con que Nan no

era su hija?

Sólo lo miré fijamente. Esto no tenía sentido.

—Necesito decirte la verdad. Rush va a decírselo a Nan cuando esté

preparada. Pero querĂ­a ser quien te lo dijera.

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¿Qué sabía Rush? ¿Había estado mintiéndome? No estaba segura de que

pudiera respirar. —¿Rush? —pregunté, retrocediendo en caso de que no pudiera

respirar profundamente y me desmayara. Necesitaba sentarme.

—Le conté todo a Rush ayer. Había sido informado de la misma mentira

que tĂş, pero ahora sabe la verdad.

La verdad. ¿Cuál era la verdad? ¿Había una verdad o mi existencia entera

era una mentira? Me senté en las escaleras y miré al hombre que pensé que era mi

padre mientras entraba y cerraba la puerta tras Ă©l.

—Siempre he sabido que Nan no era mi hija. Lo que es más importante, tu

madre sabĂ­a que Nan no era mi hija. Tienes razĂłn, tu madre nunca me hubiera

permitido dejar a mi novia embarazada y huir con ella. Por nada del mundo. Casi

no me dejĂł abandonar a mi ex novia ,quien estaba embarazada de otro miembro de

los chicos de Slacker Demon porque le preocupaba lo que pasarĂ­a con Rush. Su

corazĂłn era simplemente tan grande como sabes que era. Nada de lo que sabĂ­as era

una mentira, Blaire. Nada. El mundo que conocĂ­as no era una mentira.

—No entiendo. Sé que mi mamá no estaba involucrada en nada de esto. Eso

nunca fue un interrogante en mi mente. Pero no comprendo. Si no eres el papá de

Nan, ¿por qué nos abandonaste por ellas?

—Conocí a tu mamá al tiempo que trataba de ayudar a mi ex novia a lidiar

con su último problema. Tu mamá también había venido para ayudar a su amiga.

Ambos nos preocupamos por Georginna. Nos habĂ­a necesitado y tratamos de

ayudarla. Pero mientras ella estaba de fiesta y actuando como si no tuviera un niño

pequeño en casa para cuidar y un embarazo que ignoraba, me enamoré de tu

madre. Ella era todo lodo lo que Georgianna no era. La adoraba, y por cualquier

razĂłn, se enamorĂł de mĂ­. Cuando nos marchamos, Dean habĂ­a venido para

llevarse a Rush y Kiro, el vocalista de Slaker Demon y el verdadero padre de Nan,

habĂ­an intervenido para ofrecer su ayuda. Georgianna se enterĂł sobre Becca y yo.

Nos enviĂł a hacer las maletas y con gusto nos fuimos. Tu madre se preocupaba por

Rush y llamĂł a Dean para que viera cĂłmo estaba durante un tiempo.

—¿Mamá conocía a Rush? Imaginar a mi mamá cuidando de Rush como un

pequeño niño atascado con dos padres jodidos hizo que se me llenaran los ojos de

lágrimas. Él había conocido cuan maravillosa era mi madre antes aún si no lo

recordaba.

—Sí. Él le decía Beck Beck. La prefería a ella que a Georgianna y eso

tampoco se acomodĂł bien con Georgie. Cuando Georgianna recuperĂł de nuevo a

Rush, se rehusĂł a dejar que tu madre viera cĂłmo estaba. Tu madre llorĂł durante

semanas preocupándose por el pequeño niño que había llegado a amar. Pero esa

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era tu mamá. Siempre preocupándose demasiado. Su corazón era más grande que

el de cualquiera que jamás haya conocido… hasta ti. Eres como ella, cielo.

Levanté mis manos para detenerlo. No nos uniría esto. No lloraba porque

sabĂ­a que mi madre era inocente de las mentiras que habĂ­a escuchando antes.

Estaba llorando porque ella había querido a Rush antes también, su niñez entera

habĂ­a sido solitaria.

—Casi he terminado. Déjame terminar, luego me iré y nunca me veras de

nuevo. Lo juro.

Él sabía que también me iba. Que esta cosa con Rush y yo había terminado.

El dolor agudo en mi pecho era casi demasiado.

—La muerte de Val fue mi culpa. Pasé esa luz roja. No había estado

prestando atención y perdí una de mis niñas ese día. Pero te perdí a ti y a tu madre

también. Fueron heridas demasiado y fue todo mi culpa. No fui lo suficientemente

hombre para quedarme y soportar verlas a las dos en tanto dolor. Así que huí. Dejé

que te encargaras de Becca cuando debí haber sido yo pero era demasiado débil.

No podía soportar la idea de ver a mi Becca enferma. Me acabaría. Me emborraché

hasta quedar inconsciente. Era la Ăşnica manera de permanecer insensible. Luego

llamaste y dijiste que había muerto. Mi Becca no estaba más en esta tierra. Iba a

decirle a Nan la verdad sobre su padre e iba a marcharme. No estaba seguro de a

donde irĂ­a pero no me importaba si vivĂ­a o morĂ­a.

Entonces llamaste y me necesitaste. No era ni siquiera un hombre. Era

despreciable. Pero no podĂ­a defraudarte. Ya te habĂ­a hecho sufrir tanto sola. Te

envié hacia Rush. No era exactamente el tipo de chico que un hombre quiere

alrededor de su hija pero sabĂ­a que verĂ­a en ti lo que vi en Becca. Un sustento. Una

razón para vivir. Una razón para luchar. Una razón para cambiar. Él era fuerte.

PodĂ­a protegerte y sabĂ­a que si lo presionaba lo harĂ­a.

Todo esto era demasiado. No podĂ­a hacer que tuviera sentido. ÂżMe habĂ­a

enviado hacia Rush? ÂżEl chico que adoraba a su hermana que me odiaba y me

culpaba por todo lo malo en su vida?

—Él me odia —le dije—. Odiaba lo que yo era.

La sonrisa de mi padre era triste. —Sí, odiaba a quien pensaba que eras,

pero luego te conociĂł. Estaba a tu alrededor y eso fue todo lo que se necesitĂł. Eres

excepcional, Blaire. Justo como lo era tu madre. No hay muchas personas en este

mundo tan fuerte como lo eres tĂş. Tan llena de amor y dispuesta a perdonar.

Siempre envidiaste la forma en que Val podĂ­a cautivar una habitaciĂłn. Pensaste

que ella tenía lo mejor de las dos. Pero lo qué Val sabía y lo qué yo sabía era qué

Ă©ramos afortunados porque tenĂ­amos a personas como tĂş y tu madre en nuestras

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vidas. Val te adoraba. Vio que tĂş eras quien tenĂ­a el espĂ­ritu de tu madre. Nosotros

estábamos asombrados con las dos. Aún lo estoy y aunque todo lo que he hecho es

lastimarte desde el día que perdimos a tu hermana, te he amado. Siempre lo haré.

Eres mi pequeña niña. Mereces lo mejor en este mundo y no soy lo mejor. Voy a

irme y jamás voy a molestarte otra vez. Necesito vivir por el resto de esta vida solo.

Recordando lo que alguna vez tuve.

El dolor en sus ojos destrozaba mi alma. TenĂ­a razĂłn. Nos habĂ­a

abandonado a mí y a mamá cuando más lo necesitábamos. Pero tal vez nosotras lo

habíamos abandonado también. No habíamos ido detrás de él. Sólo lo habíamos

dejado irse. El dĂ­a que perdimos a Valerie habĂ­a marcado todas nuestras vidas.

Mamá y Val se habían ido ahora y nosotros nunca podríamos recuperarlas. Pero

estábamos aquí. No quería vivir el resto de mi vida sabiendo que mi padre se

encontraba ahí afuera en algún lugar solo. Mi mamá no querría eso. Nunca quiso

que estuviera solo. Lo amĂł hasta que inhalĂł su Ăşltima respiraciĂłn. Val no querrĂ­a

eso. Había sido una niña de papi.

Me puse de pie y di un paso hacia él. Las lágrimas contenidas en sus ojos

comenzaron a correr lentamente por su rostro. Era una sombra del hombre que

una vez fue pero era mi papá. Un sollozo corrió por mi pecho y me lancé en sus

brazos. Cuando me envolvieron y me sostuvieron firmemente dejé en libertad todo

el dolor. Lloré por la vida que habíamos perdido. Lloré por él porque no era lo

suficientemente fuerte y lloré por mí porque era el momento.

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41 Traducido por Mel Cipriano.

Corregido por Juli

Rush

a casa estaba a oscuras y en silencio cuando abrí la puerta y entré.

ÂżBlaire habrĂ­a apagado todas las luces si estuviera aquĂ­ sola? HabĂ­a

estado tan concentrado en llegar a casa con ella después de hablar

con Nan, que no habĂ­a considerado el hecho de que podrĂ­a haberme dejado. ÂżMe

habĂ­a dejado?

Me volví y subí de a dos escalones a la vez. Una vez que llegué al escalón

más alto, empecé a correr. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. No podía

haber desaparecido. Le dije que la amaba. Le habĂ­a dicho que iba a venir a casa.

TenĂ­a que estar aquĂ­. TenĂ­a que contarle todo. TenĂ­a que decirle que las cosas

serĂ­an diferentes. Decirle que me recordaba a su madre. Que me acordaba de sus

panqueques de Mickey Mouse. TenĂ­a que decirle que iba a ser el hombre que

necesitaba. Iba a ser el mejor padre que el maldito mundo habĂ­a conocido.

Tiré de la puerta que conducía a mi habitación y me precipité por las

escaleras, necesitando verla. Dios, deja que esté allí. Por favor, que esté allí.

La cama estaba vacía. No. ¡NO! Recorrí la habitación en busca de sus cosas.

Algo que me dijera que no me habĂ­a abandonado. No podĂ­a haberse ido. La

perseguirĂ­a. Me pondrĂ­a de rodillas y me arrastrarĂ­a. SerĂ­a su maldita sombra hasta

que cediera y me perdonara.

—¿Rush? —Su voz quebró el silencio y el martilleo en mi cabeza. Me di la

vuelta para verla sentada en el sofá. Su pelo era una maraña y su rostro soñoliento

era perfecto.

—Estás aquí. —Me caí de rodillas ante ella y dejé caer mi cabeza en su

regazo. Estaba allĂ­. No me habĂ­a abandonado.

Sus manos tocaron mi cabeza mientras pasaba las manos por mi cabello. —

Sí, estoy aquí —respondió con voz insegura. La estaba asustando pero sólo

necesitaba un minuto para asegurarme de que no me habĂ­a dejado. Que no habĂ­a

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arruinado esto por completo. No querĂ­a ser como su padre. El hombre perdido y

vacĂ­o que habĂ­a visto ayer no era quien siempre quise ser. Y sabĂ­a que lo serĂ­a sin

Blaire a mi lado—. ¿Estás bien? —preguntó.

AsentĂ­, pero mantuve mi cabeza en su regazo. ContinuĂł tratando de

calmarme, acariciándome suavemente. Cuando estuve seguro de poder hablar sin

romperme completamente, levanté la cabeza para mirarla.

—Te amo. —La forma en que lo dije fue tan feroz que casi sonaba como si

estuviera maldiciendo.

Una sonrisa triste y pequeña tiró de sus labios. —Lo sé y no pasa nada.

Entiendo. No voy a hacerte elegir. SĂłlo quiero que seas feliz. Te mereces ser feliz.

He tenido mucho tiempo para pensar en ello y voy a estar bien. No tienes que

preocuparte por mĂ­. Soy fuerte. Puedo hacer esto por mi cuenta.

No estaba siguiendo lo que decía. ¿Qué hacía por su cuenta? —¿Qué? —

pregunté, repitiendo sus palabras en mi cabeza.

—Hablé con mi papá hoy. Lo sé todo. Es difícil de comprender, pero todo

tiene más sentido ahora.

ÂżAbe habĂ­a venido aquĂ­? Vino y le contĂł todo. Ella sabĂ­a... pero lo que decĂ­a

todavĂ­a no tenĂ­a sentido.

—Bebé, tal vez es porque no he dormido mucho en los últimos ocho días, o

porque estoy tan aliviado de que estés aquí, pero no entiendo lo que estás tratando

de decirme.

Una lágrima brillaba en sus ojos. Me levanté de un salto y tiré de ella en mi

regazo. No quería hacerla llorar. Pensé que esto era una cosa feliz. Ella sabía la

verdad, siempre la había sabido, su mamá era tan pura y sincera como creía. Yo

estaba en casa y listo para ser todo lo que se merecĂ­a en su vida. MorirĂ­a para

hacerla feliz.

—Te amo, y porque te amo te estoy dejando ir. Quiero que hagas de tu vida

lo que quieres. No quiero ser una cadena alrededor de tu pierna.

—¿Qué acabas de decir? —pregunté cuando las palabras “dejarme ir” se

hundieron en mĂ­. Como el infierno que me dejarĂ­a ir.

—Ya me oíste, Rush. No hagas esto más difícil de lo que es —susurró.

La miré con incredulidad. Ella realmente quería decir lo que decía. La había

dejado aquĂ­, pensando todo tipo de cosas mientras me sentaba en el hospital con

Nan. DeberĂ­a haber llamado, pero no lo hice. Por supuesto, estaba confundida.

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—Escúchame, Blaire. Si tratas de ir a ninguna parte, voy a perseguirte. Voy a

ser tu sombra. No voy a dejarte fuera de mi vista, porque no puedo vivir sin ti.

CometĂ­ tantos malditos errores que no quiero ni contarlos, pero voy a empezar a

hacer las cosas bien de aquí en adelante. Te juro que esto no volverá a suceder.

Ahora sé que aquí es donde se supone que debo estar. No más mentiras. Sólo

nosotros.

Sollozó y enterró su cabeza en mi hombro. La tiré con más fuerza contra mí.

—Lo digo en serio. Te necesito. No me puedes dejar.

—Pero no encajo. Tu familia me odia. Puedo hacerte la vida difícil.

Ahí es donde se equivocaba. —No. Tú eres mi familia. Mi madre nunca ha

sido mi familia. Nunca ha tratado de serlo. Mi hermana no podĂ­a venir, pero sĂ­ me

dijo que te preguntara si podĂ­a ser capaz de ser parte de la vida de su sobrina o

sobrino. Así que lo está intentando. Y en cuanto a hacer mi vida más difícil, tú,

Blaire Wynn, haces mi vida completa.

La boca de Blaire cubrió la mía mientras agarraba puñados de mi camisa. Su

lengua se deslizó en mi boca y la saboreó. La había extrañado tanto. Cómo pude

haber pensado por un minuto que podía sobrevivir sin esto... Sin ella, no lo sé.

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42 Traducido por Mel Cipriano

Corregido por Melii

Blaire

ecesito estar dentro de ti —susurró Rush en mi oído mientras

besaba a lo largo de mi mandĂ­bula y deslizaba sus manos debajo de

mi camiseta de tirantes.

—Bien —le contesté, tratando de alcanzar su camisa y tirando de ella por

encima de su cabeza. Él se rió y levantó las manos para que me fuera más fácil,

después me quité la parte de arriba también.

—Maldita sea, han crecido desde que me fui —murmuró, ahuecando cada

uno de mis pechos en sus manos—. ¿Hay... leche en ellos ya? —preguntó.

—No —me reí.

—Estoy tratando muy duro de no ser un hombre sobre esto, pero no puedo

evitarlo. Estoy jodidamente emocionado al respecto —admitió ante mirándome a

través de sus pestañas mientras ponía un pezón en su boca.

—Oh —gemí y agarré su cabeza para mantenerlo allí. De alguna manera, se

habían puesto aún más sensibles. Con cada tirón de su boca, mi clítoris palpitaba.

Era como si hubiera una lĂ­nea directa entre ambos.

—Quitemos esas bragas —dijo Rush con la boca llena mientras tiraba de mis

bragas. Me relajé y las deslicé hacia abajo con su ayuda. Él dejó de chupar un

pezĂłn sĂłlo para ir al otro.

—Mierda —gruñó, deslizando un dedo dentro de mí—. Estás mojada.

Siempre tan hĂşmeda y lista.

Alcancé su hebilla y comencé a desabrochar sus vaqueros. Yo quería que

estuviera desnudo también.

—Todavía no —dijo, moviéndome de su regazo, y recostándome en el

sofá—. Necesito probarte.

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Lo observé mientras empujaba mis piernas y bajaba la cabeza para lamer

justo a través del centro de mis pliegues.

—¡Oh Dios! ¡Rush! —grité, levantando mis caderas para estar más cerca de

su boca. La barra se deslizĂł sobre mi clĂ­toris mientras Ă©l lo tiraba contra mi yema

hinchada, una y otra vez. Me volvĂ­a loca.

—Me encanta cuando te retuerces —dijo con una sonrisa maliciosa. A mí me

encantaba cuando Ă©l me hacĂ­a retorcer.

Su dedo se deslizĂł en mi calor mientras Ă©l continuaba la tortura en mi

clĂ­toris con el piercing de su lengua. Ese hombre sexy y salvaje era mĂ­o. Era difĂ­cil

de entender a veces, pero yo estaba tan contenta de haberme presentado en su

puerta hacĂ­a cuatro meses.

Se puso de pie y empujĂł sus pantalones y calzoncillos boxer hasta salir de

ellos. Me miró a los ojos. Era hermoso. Dejé que mis ojos recorrieran su cuerpo.

Nada podía hacerlo más perfecto. Excepto... —¿Rush?

—¿Sí?

—¿Podrías perforar tus pezones? —le pregunté, sorprendiéndome a mí

misma por el pedido.

Rush rió mientras volvía sobre mí. —Ahora quieres mis pezones perforados,

Âżcierto?

Asentí con la cabeza, deslicé las manos por su pecho y corrí mis pulgares

sobre sus pezones. —Me gustan tus otros piercings.

BesĂł mi cuello y pasĂł la mano por mi pierna hasta que enganchĂł su brazo

por debajo de la rodilla y tiró de ella. —¿Vas a besarlos y hacer que se sientan

mejor? Porque estoy pensando que va a doler como la mierda.

—Te prometo que haré que se sientan muy bien. —Sonreí.

—Todo lo que quieras, bebé. Eso sí, no me pidas que perfore nada al sur de

mi cintura.

Levanté las cejas. Yo no había pensado en eso. Antes de que pudiera decir

nada más, Rush estaba empujando dentro de mí, y todos los otros pensamientos se

alejaron. Me estaba llenando y estirando, y todo fue perfecto en el mundo otra vez.

—¡Mierda! ¿Cómo llegaste a estar tan apretada? —jadeó Rush por encima de

mĂ­, mientras sus brazos temblaban teniendo mi espalda.

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Tiré mi cabeza hacia atrás y levanté las caderas. Era mejor. No había

pensado que eso podría mejorar. —Es más sensible —logré decir con un grito

ahogado.

—¿Te duele? —preguntó, tirando hacia atrás. Me agarró el culo y me

sostuvo.

—¡NO! Es bueno. Es muy bueno. Más duro, Rush. Por favor. Se siente

increĂ­ble.

Rush gimió y se terminó de hundir en mi interior. —No voy a durar mucho

tiempo. Estás muy apretada. Me voy a venir. —Él dejó de moverse, y poco a poco

se echó hacia atrás. Yo estaba tan cerca. No quería que fuera más despacio. La

sensación que cada embestida enviaba a través de mí era increíble. Necesitaba más

de él. Lo empujé hacia atrás con toda la fuerza que tenía. Se sentó, mirándome

mientras yo rápidamente me subía sobre él y me dejaba caer duro y rápido.

—¡Santa MIERDA! —gritó agarrando puñados de mi cabello.

Me movĂ­ hacia arriba y hacia abajo en Ă©l, mientras mi cuerpo se encontraba

cada más cercano al éxtasis.

—Bebé, me voy a venir, ¡ARRRRGGGGHHHH! —gritó Rush. Entonces,

agarrĂł mi cara y me besĂł con una fiereza que me enviĂł al borde con Ă©l. Gritando en

su boca, fui golpeada con la liberaciĂłn mientras Ă©l me abrazaba con fuerza,

saboreando y chupando mi lengua en su boca. Me dejé caer sobre él y me abracé a

su cuerpo. Nos quedamos allĂ­, jadeando en silencio. Mi vagina se mantenĂ­a

contraída como si mi cuerpo estuviera experimentando réplicas. Cada vez que lo

hacĂ­a, Rush gemĂ­a.

Cuando estuve segura de poder hablar de nuevo, incliné mi cabeza hacia

atrás y lo miré. —¿Qué acaba de pasar? —pregunté.

Él se rió y negó con la cabeza. —No lo sé. Sólo sacaste el jodido el infierno

fuera de mí. Te lo juro, ese va directo al libro, bebé. No creía que podría ser mejor y

acabas de demostrarme que estaba equivocado. Santo infierno, eres salvaje.

Enterré mi cara en su pecho y me eché a reír con él. Yo había estado un poco

fuera de control.

—Más vale que esto no sea una cosa de las embarazadas, o tu pequeño culo

caliente va a vivir embarazado durante los próximos treinta años.

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Traducido por Anna Banana

Corregido por Melii

Rush

ostenĂ­a la mano de Blaire entre la mĂ­a y miraba por encima de su

hombro mientras ella hojeaba una revista paternal. Todas las

fotografías de pañales y artículos para bebés eran terroríficas. No se lo

quería admitir, pero la idea de un bebé estaba empezando a asustarme. Los senos

grandes, el sexo en medio de la noche y dulces caderas de Blaire eran grandes

ventajas y era fácil de olvidar exactamente por qué eso estaba sucediendo.

—Blaire Wynn. —La enfermera llamó su nombre y miré el diamante en su

dedo. En dos semanas ese nombre iba a cambiar. Estaba listo para ello. No me

gustaba que la llamaran Wynn. Ella ya era Blaire Finlay para mĂ­.

—Esos somos nosotros —dijo, sonriéndome antes de ponerse de pie. Muy

apenas su barriga se notaba. No estaba seguro cĂłmo era que Ă­bamos a poder ver

algo más grande que un chícharo pero Blaire me aseguraba que en realidad

podríamos ver al bebé. Que ya tenía brazos y piernas, tan loco como eso sonara.

No solté su mano mientras nos guiaban a la sala de examen. La enfermera

me miró varias veces. Más vale que no estuviera a punto de decirme que no iba a

poder entrar porque yo iba a estar presente le guste o no. Ya era hora de que viera

a mi bebé.

—Aquí —dijo la enfermera, dando un paso atrás e indicándonos que

entráramos a la habitación—. Adelante, quítate todo y ponte el vestido. El Doctor

Nelson va a tener que hacer un examen vaginal también el día de hoy. Pero

primero va a hacer el ultrasonido.

Blaire no actuaba como si fuera la gran cosa el hecho de que estaba a punto

de desnudarse. La enfermera me miró de nuevo. —¿Está bien que éste sí esté aquí?

¿Éste? ¿Qué rayos significaba eso?

Blaire sonrió y me miró. —Sí, éste es el padre.

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La enfermera se enderezó y me dio una sonrisa enorme y llena de alivio. —

Eso es maravillo. Odiaba la idea de que alguien tan joven como tĂş que pasara por

esto sola.

Blaire se sonrojó y se dirigió a una pequeña habitación con una cortina por

delante. Una vez que la enfermera se fue me acerqué y entré en lo que parecía ser

un pequeño vestidor.

—¿Qué quiso decir con “éste”? —le pregunté.

Se mordió el labio inferior y cerró los ojos con fuerza. —¿Tengo que

responder a esa pregunta?

—Uh, sí. Especialmente después de ese comentario. —Estaba preparándome

para que no me gustara la respuesta.

—Woods me acompañó a mi última cita. Ellos le dijeron que podía entrar y

yo les dije que no, que Ă©l sĂłlo era un amigo.

Casi me había olvidado de eso. Sabía por qué ella había tomado un aventón

con Ă©l. Yo no estaba con ella. Pero saber que otro hombre habĂ­a estado allĂ­ con ella

cuando me necesitaba era difĂ­cil de digerir. Me di cuenta que su rostro palideciĂł y

me incliné para besar sus labios. —Está bien. Debería haber estado aquí. No lo

estuve.

Ella asintió con la cabeza. —Lo siento.

—No lo estés. Soy yo quien lo siente.

La puerta de la sala de examen se abrió de nuevo y asomé la cabeza fuera

del vestuario.

La enfermera estaba sonriéndome y tirando de una máquina con una

pantalla pequeña en ella. —¿Está ella casi lista? —La sonrisa divertida en el rostro

de la enfermera era graciosa.

—Ya casi —le dije antes de mirar a Blaire quien estaba de un color rojo

brillante. No pude evitar reírme—. Cámbiate, sexy. Voy a estar al otro lado.

Blaire asintió y salí de detrás de la cortina.

Me acerqué a la mesa y miré a la máquina. —¿Así que es de esta forma en

que vemos el bebé? —le pregunté preguntándome cómo lo hacían exactamente.

—Sí. Debido a que Blaire sólo tiene Medicaid tenemos que usar esto. Esto es

todo lo que Medicaid cubre. Tenemos una nueva en 3D que utilizan la mayorĂ­a de

las mamás y realmente deseo que Medicaid cubriera ésta porque se puede ver al

bebé con claridad. Pero no lo hace.

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Hice una pausa y miré de la máquina a la enfermera. ¿Blaire tenía

Medicaid? ¿Qué rayos? Ni siquiera había pensado en el hecho de que ella

necesitaba seguro. Siempre habĂ­a tenido lo mejor que el dinero podĂ­a comprar; eso

no era algo sobre qué pensar.

—Quiero la máquina 3D. Voy a pagar lo que sea que cueste ahora mismo,

pero quiero lo mejor que este hospital pueda proporcionar.

La enfermera observĂł mis aretes y luego mi camiseta la cual habĂ­a visto

mejores días. Era una que mi papá me dio después de una de sus giras hace casi

cinco años. Me gustaba porque me quedaba ajustada y Blaire parecía gustarle las

camisetas apretadas. —Yo…eh…no creo que entiendes cu{nto los ultrasonidos

como ese cuestan. Es muy dulce de tu parte querer darle esa experiencia a Blaire

pero es muy…

—Puedo cubrir todo procedimiento disponible. Te dije que pagaría por él

ahora. Quiero el mejor ultrasonido para Blaire y mi bebé.

La enfermera comenzĂł a abrir la boca cuando Blaire saliĂł de la habitaciĂłn

llevando un vestido de algodón fino. —Por favor, no discutas con él. Va a causar

problemas si lo haces. SĂłlo dame la ecografĂ­a 3D.

La enfermera se encogió de hombros. —Está bien, si eso quieren, pero va a

tener que pagar por adelantado.

Abrí mi billetera y le entregué mi tarjeta de color negro American Express.

Sus ojos se abrieron y asintiĂł con la cabeza antes de salir de la habitaciĂłn.

—Debo decirte que estaba perfectamente bien con un ultrasonido regular

pero eso serĂ­a una mentira. He visto las fotografĂ­as de los ultrasonidos 3D en las

revistas para futuros padres y realmente querĂ­a uno.

Blaire estaba sonriendo como el niño que estaba a punto de ir a Disney

World por primera vez. Diablos, para verla sonreír así compraría la máquina 3D.

—Mi chica y mi bebé van a tener lo mejor. Siempre.

La puerta se abrió otra vez y la enfermera entró mirándome como si

estuviera soñando. Me entregó mi tarjeta. La tomé y la metí de nuevo en mi

billetera.

—¿Eres el hijo de Dean Finlay? —preguntó, por fin.

—Sí. Ahora vamos a ver a mi bebé —respondí.

La mujer asintió entusiasmadamente y se volvió para ver a Blaire. —La

máquina 3D está en una habitación especial. ¿Estás cómoda caminando a través del

pasillo en eso?

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—¿Alguien va a verla? —le pregunté poniéndome enfrente de Blaire,

porque yo no estaba cĂłmodo con eso.

La enfermera abrió la puertita de un gabinete y tiró de una manta. —Toma,

envuélveme esto alrededor de ella.

La envolvĂ­ hasta que estuvo completamente cubierta. Blaire presionĂł sus

labios tratando de no sonreír. Le guiñé un ojo y le di un beso en la nariz.

Caminamos por un largo pasillo donde pasamos a otra pareja y al doctor de Blaire,

quien preguntó por qué estábamos cambiando de habitación. La enfermera

rápidamente le dijo que yo había pagado por el ultrasonido 3D y el doctor parecía

muy complacido mientras nos siguiĂł a la habitaciĂłn.

Blaire se acostĂł en una mesa y comenzaron a prepararla mientras yo me

senté a esperar pacientemente. Una vez que tuvieron su estómago descubierto, la

enfermera puso un poco de gel transparente en Ă©l y luego se volviĂł hacia mĂ­.

—¿Quieren saber el sexo del bebé?

—Pregúntale a la madre —le respondí, molesto porque me preguntó a mí en

lugar de Blaire.

—Me gustaría saberlo —dijo Blaire, mirándome.

—Yo también —dije.

Luego el doctor comenzĂł a mover algo sobre el estĂłmago de Blaire y un

ruido de latidos pequeños llenó la habitación. Era más rápido de lo normal. —¿Es

ese el latido de mi bebé? —pregunté, poniéndome de pie porque estar sentado ya

era imposible. Mi corazĂłn latĂ­a tan fuerte como el de la pantalla.

—Sí, lo es —respondió el médico—. Y allí…allí est{ él —dijo.

Me quedé mirando la pantalla mientras una pequeña vida comenzó a tomar

forma.

—¿Él? —preguntó Blaire.

—Sí, es definitivamente un niño —dijo el doctor.

Extendí mi mano y tomé la de Blaire, incapaz de apartar los ojos de la

pantalla. Ese era nuestro bebé. Iba a tener un hijo. Joder…Estaba a punto de llorar.

Fin

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EEsscceennaa EExxttrraa

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Grant Traducido tamijimflower

Corregido por Mery St. Clair

ra un niño. Un bebé. El bebé de Rush. ¿Cuán jodidamente loco sonaba

eso? Era algo que yo nunca pensé que vería. Rush, siendo papá,

parecía la cosa más absurda del planeta. Claro que estuvo ahí para

Nan toda su vida, sin embargo esto era diferente. Este era realmente su bebé.

Me encontraba de pie al otro lado de la barra, viéndolo mostrar a cualquiera

que se detuviera el tiempo suficiente la foto en su mano. Él y Blaire consiguieron

una de esas cosas donde se ve al bebé en su vientre. Ahora, Rush tenía una

colección de fotos de su hijo y se las presumía a todo el mundo. ¿Quién hubiera

pensado que una maldita mujer podrĂ­a volverlo tan suave? No es que me quejara.

Me gustaba el nuevo Rush. Él tenia algo por que vivir ahora.

Me morĂ­a de ganas de salir a la calle y fumarme un cigarrillo a escondidas.

TenĂ­a los nervios de punta. HabĂ­a llamado a Nan dos veces en los Ăşltimos dos dĂ­as

y aun no me devolvĂ­a ninguna de mis llamadas. Desde que fue dada de alta del

hospital, ella estuvo diferente. Todo era diferente. Yo no estaba de acuerdo con eso

y si ella querĂ­a seguir asĂ­ me verĂ­a en la necesidad de perseguirla.

—Que significa esa expresión en tu cara —Me preguntó Blaire mientras se

detenĂ­a a mi lado. Su voz siempre con ese fuerte acento. No podĂ­as saber si era una

chica dura del sur o una dulce chica que te hacĂ­a pensar en cosas traviesas al

escuchar su voz.

Me obligué a apartar los pensamientos de Nan de mi cabeza. Ya trataría con

ella más tarde. Esta noche, era de mi hermano, su prometida y el bebé que traerían

al mundo en unos pocos meses.

—Lo siento. Necesito un cigarrillo. Supongo que se nota —susurré. Blaire

conocía mi secreto. También sabía que Rush odiaba que yo fumara, así que lo

mantenía en secreto. Un pronunciado ceño tocó su frente, pero no me regaño.

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—Ese bebé tendrá mucha atención. Será algo divertido de ver —le dije

asintiendo con la cabeza hacia el hombre que los dos mirábamos mientras él

volvía a contar la historia de las pataditas del bebé durante el ultrasonido.

—Nunca esperé esto... Ya sabes, este tipo de reacción. Si no estuviera ya

completamente enamorada de él, esto haría que lo amara mucho más —respondió

ella con voz soñadora.

—Oí que habrá una boda en un par de semanas, en lugar de meses. Eso es

emocionante —Otra cosa que me desconcierta. Rush emocionado por ser padre era

una cosa, pero Rush casándose era otra. El hombre estaba loco por esta chica.

—No quiero verme enorme y gorda en mi vestido de novia. Rush puede

cambiar de opinión si me ve contoneándome así hacia el altar —El tono burlón de

su voz enmascaraba un miedo real. Lo podĂ­a saber por la forma en que se quebrĂł

su voz.

Aparté la mirada de mi hermano y la miré. —Espero que estés bromeando.

Porque nada obligaría a Rush a alejarse de ti. Tienes que saberlo. Él te eligió.

Cuando tuvo que elegir, fue a ti a quien escogiĂł. Estoy orgulloso de Ă©l por pensar

en sĂ­ mismo por una vez y hacer lo que querĂ­a. Eres buena para Ă©l, Blaire. Nunca

ha tenido a nadie que cuide de Ă©l de la manera en que tĂş lo haces. Quiero decir, le

quiero y todo, pero esto es diferente.

Lágrimas poblaron sus ojos y sollozo. Mi intensión no fue molestarla. Sólo

fui honesto. El chico la necesitaba como si fuera el aire para respirar. Su vida girĂł

en estar disponible para todos y contener la locura que corrĂ­a por las venas de su

madre. Con Blaire, sencillamente era feliz. Me gustaba verlo feliz.

—No llores, por favor. Piensa en mí y en cuan fuerte me golpeara Rush si se

da cuenta que estoy haciéndote llorar —Le supliqué mientras tomaba su mano y le

daba un pequeño apretón.

Una risa suave escapĂł de sus labios y sollozĂł nuevamente, luego se limpiĂł

la lágrima que se había deslizado. —Son lágrimas de felicidad. Sucede mucho

Ăşltimamente. Son las hormonas del embarazo.

Blaire cambiĂł su atenciĂłn de mĂ­ a Rush. La diversiĂłn en su mirada me hizo

preguntarme cual era la razĂłn. Jimmy, un empleado del club, estaba coqueteando

abiertamente con Rush. Él no lo hacía en serio. Sabía que Rush tenía dueña y era

obvio que Jimmy adoraba a Blaire.

—Tengo que ir a rescatar a Rush. Jimmy tiene una vena maligna. Hace esto

solo para poner a Rush en aprietos. DesearĂ­a que no fumaras, pero si necesitas

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tomar un descanso yo te cubro —dijo con una pequeña sonrisa antes de ir hacia

Rush.

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Woods ush Finlay de verdad estaba haciendo esto. Actuaba como un padre

orgulloso. Me alegré. Él debía estarlo. Luchó por la chica y la

consiguiĂł. Yo nunca tuve ninguna oportunidad. Desde que estuvo

embarazada, no quise nada más. Solo quería que Rush se hiciera cargo. No era

justo para ella hacer frente a todo esto sola.

Blaire era como un pequeño pajarito herido que necesitaba cuidados

especiales. Los hombres se sentĂ­an atraĂ­dos por eso. Diablos, yo me sentĂ­a atraĂ­do

por eso. El gen masculino necesita proteger. Pero la responsabilidad que viene con

ello no es algo que todos queremos, por lo menos yo no. Ni siquiera si incluye una

hermosa rubia.

Prefiero divertirme con una mujer fuerte y salvaje que solo quiera pasarla

bien. En este momento, es todo lo que yo necesito. Con lo estresado que me siento

por la forma en que mi padre me está acosando sobre este trabajo y la necesidad de

probarme ante él, no puedo cuidar a una mujer frágil. Pero necesito una

distracciĂłn. Una sexy distracciĂłn en forma de chica mala con unas piernas muy

largas.

Tomando un sorbo de Bourbon, salí de detrás de la barra del club y fui

hacia Rush y Blaire. Ya era hora de felicitarlos apropiadamente y mirar las fotos de

las que estaban tan orgullosos.

Los ojos verdes de Blaire se encontraron con los mĂ­os al mismo tiempo que

yo me acercaba. Era difĂ­cil no perderse en ellos. Ese fue mi primer error con Blaire.

Quedar atrapado por la forma en que te veĂ­an. La chica tenĂ­a los genes de su

madre, por que su padre no era muy atractivo que digamos.

─Déjame verlo ─dije y el rostro de Blaire se iluminó con una sonrisa y me

acercó la foto que sostenía en su mano. No pasé desapercibida la manera en que

Rush deslizĂł su brazo alrededor de su cintura y la atrajo hacia su lado, ni como

apartĂł su atenciĂłn de la conversaciĂłn que tenĂ­a con Jace para mirarme a mĂ­.

Estaba siendo protector con Blaire o un loco celoso, tal vez ambas cosas,

pero no podĂ­a culparlo.

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─Veamos al bebé ─repetí y tomé la foto que sostenía hacia mí. Era

sorprendentemente clara. Obviamente, Rush pagĂł por uno de esos en 3D de los

que habĂ­a oĂ­do.

─Así que es varón. ¿Crees poder manejar dos Rush Finlay? ─Le pregunté a

Blaire.

Ella rió. ─Sí, creo que podré manejarlo. Solo espero que sea tan lindo como

su papá.

Rush se aclaró la garganta. ─Yo no soy lindo, nena. Deja de llamarme así.

Blaire suspiró y sacudió la cabeza con exasperación. ─Me dijiste que deje de

llamarte hermoso. Nunca dijiste que no podĂ­a decir que eras lindo.

─Ambos están fuera de limites ─respondió.

Blaire movió sus pies y miró a Rush fijamente. ─Entonces, ¿cómo debo

llamarte?

Rush sonrió con arrogancia. ─Extremadamente sexy o jodidamente

atractivo. Cualquiera de los dos sirven ─Blaire se rió y golpeó a Rush en el brazo.

Los envidié. Un poco. No lo suficiente como para quererlo para mí. Era

complicado. TenĂ­an un montĂłn de asuntos que superar aĂşn. La madre de Rush,

Nan, un recién nacido, el papá de Rush, el dolor de Blaire, el papá de Blaire y la

lista seguía… Tenía la esperanza de que tendrían un futuro feliz. Aunque parecía

que tuvieran una montaña de obstáculos en su camino.

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Rush i no hubiera estado tan enamorado por Blaire y la forma en que

ilumina la habitaciĂłn, lo habrĂ­a visto entrar. Pero no lo hice. No fue

hasta que la conversaciĂłn a nuestro alrededor se detuvo y todos los

ojos miraban fijamente hacia la puerta a mi espalda, que comprendĂ­ que algo

sucedía. Bajé la mirada hacia Blaire, quien seguía hablando con Woods, ajena del

cambio en la habitación. La moví hacia atrás como medida de protección antes de

darme la vuelta para ver lo que capto la atenciĂłn de todos.

Los mismos ojos plateados con los que me encontraba todos los dĂ­as frente

al espejo se centraron en mĂ­. HabĂ­a pasado bastante tiempo desde que vi a mi

padre. Normalmente, nos mantenemos en contacto, pero cuando Blaire entrĂł a mi

mundo y lo puso patas arriba, no tuve suficiente tiempo y energĂ­a para perseguir a

mi padre y comunicarme con Ă©l. ParecĂ­a que habĂ­a venido a buscarme esta vez.

─Ese es tu padre ─dijo Blaire suavemente a mi lado. Se había movido de

donde yo la habĂ­a dejado y se aferraba a mi brazo ahora.

─Sí, lo es ─respondí.

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Twisted Perfection La vida afuera de su casa es una nueva

experiencia para Della Sloane. Los oscuros

secretos de su pasado no eran algo que ella

quisiera compartir con nadie. Nunca lo

entenderĂ­an. Nadie nunca se acercarĂ­a lo

suficiente como para averiguarlo. Además,

siempre habĂ­a la posibilidad de que ella se

volvería loca mucho antes de lo que esperaban…

Woods Kerrington nunca habĂ­a sido de los que se

sienten atraídos por las mujeres frágiles. Ellas

parecen ser demasiado trabajo. Él no estaba para

el trabajo, sĂłlo para el placer. Una noche llena de

diversiĂłn traviesa habĂ­a sido exactamente lo que

tenĂ­a en mente cuando puso sus ojos en la

pequeña chica caliente que no sabía cómo

bombear gas y necesitaba un poco de ayuda.

Lo que él no sabía es que ella fuera tan frágil.

La chica despreocupada que decĂ­a lo que pensaba y no le importaba lo que el

mundo pensara de ella era m{s fr{gil de lo que él jam{s podría imaginar…

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Abbi Glines Abbi Glines puede ser encontrada saliendo con

estrellas de rock, paseando en su yate los fines de

semana, haciendo paracaidismo o surfeando en Maui.

Está bien, quizá ella necesita mantener su

imaginaciĂłn sĂłlo enfocada en su escritura. En el

mundo real, Abbi puede ser encontrada acerrando a

niños (que siempre suelen aparecer que no le

pertenecen a ella) a todos sus eventos sociales,

escondida bajo las sábanas con su MacBook con la

esperanza de que su marido no la descubra viendo a

Buffy en Netflix de nuevo, y escabulléndose a Barnes & Noble para pasar horas

perdida en libros.

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Traducido, Corregido y Diseñado por:

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