Molinos de Galdakao: Gutarribai

111
GUTARRIBAIKO ERROTEA 239 GALDAKAOKO UDALA G utarribaiko errotea

Transcript of Molinos de Galdakao: Gutarribai

GUTARRIBAIKOERROTEA

239

GALDAKAOKO UDALA

Guta r r i b a i ko

errotea

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

2

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

EN LAS POSTRIMERÍAS DEL SIGLO XV, EL BACHILLER MARTÍN SÁENZ DE ISASI, SEÑOR DE LA CASAS DE SU APELLIDO Y DE GUMUZIO,

MANDÓ CONSTRUIR UNA NUEVA FERRERÍA EN EL LUGAR DE GUTARRIBAI. CONTRATÓ A JUAN DE ELORZA PARA QUE LE ABRIERA LOS CALCES DEL NUEVO EDIFICIO. EL PRECIO ACORDADO FUE DE 19.000 MARAVEDÍES, DE LOS CUALES LE ABONÓ 14.000, JUNTO CON UNA CUBA DE SIDRA, UN MONTAZGO EN BEKEA Y UN AJUSTE PARA EL RESTO DEL DINERO, SEGÚN SE HIZO CONSTAR EN UN “LIBRO ENCORADO DE CUERO BLANCO”.

El padre del mentado bachiller, Lope García de Isasi, había donado previamente en aquel lugar de Gutarribai, a su hijo y a María Ibáñez de Olabarrieta, para ella y sus menores, cierta parte de una pieza de tierra llamada Ugaldea. ¿Fue esta pieza de Ugaldea el solar de la nueva ferrería que construyó el donatario? ¿Existían ya los molinos con anterioridad o se levantaron a la par que la mencionada ferrería? No tenemos demasiadas evidencias sobre estos extremos, pero parece que los molinos eran antiguos y que en torno a ellos se erigió la nueva ferrería, que, por cierto, debió de tener una vida muy efímera, muy al contrario del edificio de molinos que subsistió cuatro centurias más.

En 1514, cuando Martín Sáenz hace en su testamento relación de los bienes que le correspondían, entre otras muchas casas, torres, ferrerías, molinos y no menor número de seles, nos da noticia concisa de lo que poseía en Gutarribai:

“La casa e molinos e herrería nueba de Gutarribay con su presa, saltos e sobresaltos de aguas e con sus tierras e heredamientos”.

GUTARRIBAIKOERROTEA

3

GALDAKAOKO UDALA

Muy temeroso de Dios, mandó Martín Sáenz en su testamento sumas importantes a todas las instituciones religiosas de Galdakao, así como para la iglesia de los Santos Juanes de Bilbao y para reparo y abertura de caminos, que se sumaban a las importantes dotes de sus hijos y a los muchos dineros gastados en obras y en pleitos.

Dejó a su mujer la facultad de elegir a quien debiera sucederle en el gozamiento de los vínculos y mayorazgos, y esta parece que se inclinó por su hijo mayor Gaspar de Aldape Isasi, que era al igual que su padre, bachiller, apartando a sus otros hijos Salazar, Francisco, Lope García, Baltasar y Lope y a sus hijas, como era preceptivo en tal institución.

Diez años después, en 1524, una vez fallecido el bachiller, afloró una primera disputa en torno al molino de Gutarribai que daría comienzo a un larga y convulsa historia sin paz ni tregua. Ya antes de morir había sembrado el propio Martín Sáenz la semilla de la deuda que arrastró sempiternamente el molino, que estaba vinculado al igual que el resto de bienes raíces, y que resultó a la postre la mecha de muchos de los pleitos que agobiaron la vida en torno a él.

Por aquellos años, tomó Gaspar por esposa en primeras nupcias a Juana de Zamudio. Murió esta de “pestilencia”, no sin antes haber mantenido diferencias judiciales con su esposo. En segundas casó con Elbira Sáez de Ibayeta, en la que tuvo una única hija, Juana Sáez de Isasi, que quedó por heredera universal de los bienes del matrimonio. Pero no sólo le dio una hija doña Elbira sino gran alivio para sus deudas, muchas de las cuales se saldaron de los dineros dotales de ella.

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

4

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

Llevó una vida el bachiller un tanto azarosa y muy pegada al violento estilo de vida banderizo que, avanzado el siglo XVI, ya parecía fenecer. Tuvo infinitas contiendas y “pleitos de pasión y de bengança” con los de la casa de Usunsolo, que le hicieron visitar la Chancillería de Valladolid con asiduidad. En esos pleitos sobre la ferrería de Gutarribai y sobre el monte de Aretxederraga declaró haber tenido que gastar él y sus padres más de 1.000 ducados. En un encuentro entre sus hombres y los escuderos de dicha casa de Usunsolo, dio muerte a Juan de Aréchaga, causa por la cual fue condenado a muerte por el juez pesquisidor Durango y seguidamente perdonado por real gracia de su majestad, de la que dejó hasta dos o tres ducados a deber al licenciado Martín Ruiz de Salbatierra, del que se acordó en la hora de su testamento. También su mujer, doña Elbira Sáez, estuvo inculpada en otra muerte, la de San Juan de Aldape, por haber recibido en su casa a los “delinquentes parientes”.

Aun con todo, quiso el bachiller Isasi perdonar a sus eternos rivales “porque sus ánimas no estén en pena”, y compensarles económicamente los gastos y daños que les había podido causar. Podemos suponer que por encima del arrepentimiento, pesaron más los intereses que las rivalidades; los tratos de compraventa de bienes raíces y los lazos de sangre entre los dos solares enfrentados fueron estrechos. La hija y heredera del bachiller Gaspar, Joana Saénz, casó con Sancho García de Aldape Isasi, que debió de comprar injustamente la casa y solar de Usunsolo, según denuncia que Sancho Ortiz de Usúnsolo llevó hasta Valladolid en 1564. Una vez se hizo con el solar rival, que sumaba a los de Isasi, Aldape y Torrezabal, alternó don Gaspar los apellidos Aldape e Usúnsolo, junto al de Isasi.

GUTARRIBAIKOERROTEA

5

GALDAKAOKO UDALA

Para estrechar más aun los vínculos consanguíneos su hijo Gaspar casó con María Usúnsolo, y él mismo, una vez enviudado y entrado en años, casó a su vez con la hermana menor de esta su nuera, María Ochoa de Usúnsolo, de la que tuvo larga descendencia; seis hijas y dos hijos.

Desconocemos cuando murió Gaspar de Isasi, el bachiller, pues no hallamos mención de fecha en su largo y detallado testamento que dejó ante el escribano Diego de Olávarri, a quien nombró, junto a su mujer y hermanos, por cabezalero, aunque calculamos que fue allá por el año 1575. Después de tan litigiosa vida, debía de tener don Gaspar bastante más miedo a Dios del que tuvo su propio padre, además de una desmesurada inclinación por la pompa. Las misas por su ánima, hasta 40 el día de su enterramiento, las llevó hasta los monasterios extramuros de Bilbao: Santo Domingo, San Francisco y San Agustín, en los que mandó sendos “trentenarios abiertos”. En la iglesia de Galdakao mandó misa de réquiem diaria de 20 maravedís los lunes y otra de pascua los viernes de a 25 maravedís, todas estas durante veinte años a cargo de su hermano clérigo Lope García. Y para ello

“y para en esto porque la dicha manda e misas y sacrificios mexor se cumplan ipotecó a los dichos clérigos de que mexor se puedan pagar asta la dicha cantidad, los molinos de Gutarribay”.

A parte de esta hipoteca de los molinos, nos da el testamento otras informaciones que nos ayudan a ir dibujando una idea sobre aquellos lejanos inicios de Gutarribai. Mandó el propio don Gaspar

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

6

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

que se hiciera un puente de madera en aquel punto. Se lo encargó a Pascoal de Elorza, quien cobró una parte a cuenta de los bienes de su mujer doña Elbira y el resto quedó a cuenta. Cuenta que no olvidó el carpintero y reclamaba sin éxito a su contratante, en razón de

“que él y su suegro Juan de Goycoechea defunto se bieron algunos días en azer la puente de madera que hize en Gutarribay y por ello les soy en cargo asta 12 o 13 reales”.

No fue este el único Elorza con el que tuvo tratos el bachiller. Pedro de Elorza fue uno de los que le acompañó y le “dio favor” en la reyerta en que mataron a Juan de Aréchaga. Juan de Elorza, por otra parte, fue su molinero, el primero del que tenemos noticias, en las moliendas de Gutarribai.

A pesar de que el bachiller llevaba buena cuenta de todos sus gastos y cuentas, que apuntaba celosamente en un libro y guardaba en un cofre, no parecían estar muy claros los dares y tomares que tenía con el dicho molinero. Ante la incertidumbre, y en beneficio de la duda y de su hacienda, dejó la resolución de la deuda a discreción de la palabra de los deudores en la iglesia juradera de Santa María:

“Juan de Elorça dicho Miguel a tenido en renta los molinos de Gutarribay en siete, ocho años en bezes a pagar por renta de cada año las dos partes de toda la “çebera” que moliere en el dicho molino y más un puerco çebado e çiertas gallinas la qual renta le pareçe que no a pagado ni conplido el dicho Juan de Elorça

GUTARRIBAIKOERROTEA

7

GALDAKAOKO UDALA

como a tenido en confiança y se reclama el dicho Juan de Elorça que tiene en mí cierto recibo. Por ende declaro e mando que el dicho Juan de Elorça y su muger juren en la iglesia de Galdácano e sobre juramento que agan declaren si la dicha renta e puercos e gallinas de cada año an acudido al dicho bachiller o su boz realmente sin fraude ni engaño de todo el tiempo que an bivido e tenido cargo de los dichos molinos e si declararen aber conplido mando que de mis bienes le sean pagados al dicho Juan de Elorça todo lo que mostrare que le debo así por obligaçión como por conoçimientos e otra manera de verdad y lo que declarare sobre el dicho juramento que no a conplido toda la renta o parte realmente según Dios e sus conçiençias heran obligados lo tal mando que se les “descalfee” y desquente del dicho recibo y lo resto se les pague de los dichos mis bienes pero si declararen aber acudido e pagado a mí o a mi boz la renta enteramente con los dichos puercos e gallinas mando que toda la dicha deuda sea pagado de los dichos mis bienes”.

Sabido es que se estilaba el pago de las rentas de caseríos y molinos por final de año y que acompañaban a estas alguna obligación en género. Lo que no deja de chocar es que en los molinos, en que estaba prohibido expresamente por Fuero, y perseguido en las visitas a cargo de los fieles y del teniente del corregidor, la tenencia de cerdos y gallinas, fueran estos precisamente, como ya vimos también en un embargo de bienes al molinero de Aperribai, los objetos de este trueque.

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

8

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

Dice el dicho popular que a río revuelto ganancia de pescadores, además de que del árbol caído todo el mundo hace leña. Eso debió pensar también el bachiller Isasi sobre el sufrido puente que los Franciscanos intentaban entre la Plaza Mayor de Bilbao y su convento al otro lado de la ría en tierras de Abando. La piedra la tenía que proveer don Gaspar de sus canteras, pero las necesidades de su molino le tiraron más, aun cuando ya la tenía cobrada de antemano. Es por ello que confesó en el testamento:

“Tomé de la cantera de Abusu asta 20 piedras labradas mayores y menores poco más o menos los quales heran sacadas para la puente nueba de la villa de Vilbao por los frayles de San Francisco y las llebé al escudal grande de los molinos de Gutarribay y me aprobeché de algunas de ellas y las otras están por poner junto al dicho escudal”.

Arrepentido, o temeroso, acompañó a la confesión el mandato para que dos peritos averiguasen el precio de la piedras usadas y de las sin usar e hicieran pago de su valor a los franciscanos de Abando.

En aquel último cuarto del siglo XVI, a los Aldape Isasi se les quedó pequeño el entorno rural de Galdakao y quisieron dar el salto al Bilbao del comercio y los negocios. En primera instancia tomaron en “alquil” unas casas pertenecientes a Francisco López de Albierto en “Belaosteguicalle”. Sin haber finiquitado del todo una deuda por sus rentas, resolvieron construir su propia casa en el Portal de Zamudio. Utilizó el bachiller hasta 30 piezas de madera labradas procedentes de su casa de Isasi de Galdakao. Al tiempo se realizaron

GUTARRIBAIKOERROTEA

9

GALDAKAOKO UDALA

obras también en los molinos de Gutarribai, obras unas y otras, que por cuestión de legítimas, parece que se compensaron:

“Mando y es mi boluntad que la mexoría echa en los molinos de Gutarribay asta dicha casa y la mexoría echa por los dichos maderos en la dicha villa de Vilbao se reconpense uno con lo otro”.

Tuvo Gaspar siete hijos de su primer matrimonio: Lope García, Juan García, Martín, María Íñiguis, Taresa García, Mari López y Pascoala. Había instituido don Gaspar a su única hija habida de su segundo matrimonio, Juana Sáez, como heredera universal, pero quiso mejorar en sus bienes, especialmente en “la casa y torre de Echabarría de Isasi y los molinos de Gutarribay y presa y hedifiçios de herrería del dicho lugar”, a alguno de sus hijos que no le saliera de mal recado, y si no fuera posible a alguna de sus hijas que acudiera a la casa con una buena dote. Era palpable que no confiaba demasiado en su prole, pues no tuvo empacho en declarar en sus últimas voluntades que

“mis hijos andan ausentes que nunca los puede domar, ni traerlos a dotrina ni a obediencia para que supiesen ler y escribir e asimismo darles algunas letras para que se ayudasen e faboresçiesen (…) porque se dan a biçios e no a ninguna dotrina”.

El hijo mayor, le había desobedecido, al haberse casado sin licencia suya, y lo separó sin miramientos. En consecuencia, mejoró en primera instancia, al segundo de sus hijos, Juan García, con la

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

10

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

condición de que no pudiera enajenar los bienes mejorados. Sin embargo, tampoco era mucha la fe que tenía sobre este hijo y en previsión y

“por si caso de bentura saliere el dicho Juan García ombre de mal recado y quisiere bender o si para la dicha casa enbicioso por delitos o mal recados que por vía de ello tenía aya cometido o cometiere, reboco la dicha mexora asi en posesión como en propiedad como en direto o útil e lo mismo de manera que por delito suyo que cometa o cometiere no tenga que ver el fisco de sus magestades con los dichos bínculos que con él ago traspaso en el dicho Martinchu mi hijo”.

Se reservaba la misma opción de revocación también en el caso de que tampoco este su tercer hijo fuera merecedor de la hacienda paterna y así sucesivamente. Finalmente, parece que no fue ninguno de los hijos ni hijas del primer matrimonio, sino Joana Sáenz, la única hija que tuvo de su segundo matrimonio, la que se hizo con la herencia paterna.

Ya había contemplado don Gaspar esa posibilidad, para la cual había previsto y mandado a su mujer que casara a su hija Juana Sáez “con algún ombre próspero e baleroso para que ella pague todas las deudas e legítimas e mandas e animalías” y corriera a cargo de esta el pago de 500 ducados de compensación a sus hermanastros. Contrajo esta matrimonio, como hemos adelantado arriba, con otro de su linaje, Sancho García de Aldape e Isasi o Usúnsolo Isasi. No acertamos, sin embargo, a identificar con certeza a este “pariente”, ni

GUTARRIBAIKOERROTEA

11

GALDAKAOKO UDALA

tampoco podemos afirmar si este es el mismo Sancho García que era a la sazón diputado del Señorío.

Transcurrieron en silencio y con mucha discreción los años en que Sancho García y Joana Sáenz estuvieron al frente de los mayorazgos de sus apellidos, y por ende, del molino de Gutarribai. Debió de ser un corto período, pues enseguida vemos al frente del linaje a otro Gaspar de Aldape e Isasi, hijo de los arriba mentados. Se unió este en matrimonio, como ya habíamos avanzado, con María de Usúnsolo, que se convertiría pronto también en cuñada de su padre y, rizado el rizo, su tía. Se firmaron los esponsales el día 10 de abril de 1582, por fidelidad de otro conocido y no lejano personaje, el escribano Prudencio de Isasi y ofició la ceremonia religiosa otro no menos conocido, Sancho Abad de Aréchaga teniente de cura que “dio incontinente las manos y desposó e casó” a los susodichos. Quedaron en aquel acto, por añadidura, vinculados y de mayorazgo todos los bienes de las diferentes casa y solares.

El esposo aportó al matrimonio las casas y solares de Isasi -a la que pertenecían los molinos de Gutarribai-, Usunsolo y Torrezabal sitos en Galdakao y el de Aldape sito en Lemoa. Ella, de boca de sus padres, y sobre todo, de su tío Martín Abad de Usúnsolo, recibió la promesa de grandes sumas de ducados.

El año 1587, por testimonio del escribano bilbaíno Martín Mallona Zavala, impusieron un censo de 750 ducados contra dichos molinos. No fue esta, evidentemente, la única deuda que contrajo el matrimonio. Recién estrenada la nueva centuria, firmaron sendas escrituras de obligación con la María Ibáñez de Jugo Ezquerra,

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

12

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

viuda del importante comerciante y potentado bilbaíno Aparicio de Hormaeche. La primera, ante el escribano Juan de Arandia, de 400 ducados “de horo de moneda castellana”, a pagar la mitad para el día de Navidad y la otra mitad para el día de Pascua en “fierro platina” labrado en su ferrería de Gumuzio. La segunda, ante Juan de Barandica, a 31 de agosto de ese mismo año de 1601.

María de Usúnsolo enviudó pronto. Perdió dos hijos varones y le quedaron a su cargo, aparte de abundantes y abultadas deudas, tres hijas más otras cinco de su hermana Mari Ochoa, sobrinas y cuñadas suyas al tiempo, a las que tuvo que alimentar y dotar. Los dineros prometidos no acababan de llegar, lo que llevó a la desdichada viuda a endeudarse hasta extremos insostenibles y, además, a enfrentarse a sangre con su hijo y heredero Martín. Todo ello le debió de proporcionar una vida dura y difícil. Los molinos de Gutarribai y sus molineros sufrieron especialmente aquella zozobra, pero contra viento y marea, salieron los molinos adelante, a diferencia del resto de molinos y ferrerías de sus mayorazgos que sucumbieron sin remedio.

Al año siguiente, doña María de Usúnsolo ya había enviudado y habían comenzado sus dificultades para hacer frente a las deudas contraídas. También habían recién fallecido su suegro y su suegra -que era, como ya hemos dicho su hermana pequeña Mari Ochoa-, habiéndoles dejado cinco hijas menores. En estas difíciles circunstancias dio aquel mismo año los molinos en renta a Sancho Abendaño Celedón a cambio de hacerse este último cargo de los corridos de los mencionados créditos y una renta anual adicional

GUTARRIBAIKOERROTEA

13

GALDAKAOKO UDALA

de 50 ducados. Así comenzó una larga y tortuosa relación entre arrendadora y arrendatario de dichos molinos.

A todas luces eran más que insuficientes las rentas del molino, y el resto de edificaciones, -casas, torres, ferrerías y molinos-, lejos de darle beneficios se venían abajo poco a poco. Solamente los montazgos de los seles le reportaban ayuda para su sustento. Así las cosas, sin mucha dilación, se apresura a pedir a crédito otros 400 ducados, a devolver para “carnestolendas” del año 1604. 200 de esos ducados ya los había recibido un año atrás del comerciante bilbaíno Pedro Hurtado Tabison, socio de la señora María Ibáñez de Jugo. Fueron testigos de la firma, en la morada del escribano Juan Ochoa de Rotaeta en Atxuri, los paisanos Martín Eizaga Basozabal y Pedro de Ugarte Lecue, señor este último de la ferrería y molino de su apellido.

También en los primeros días de enero de ese mismo año, se volvió a endeudar un poco más doña María ante los mismos actuantes anteriores. Se obliga nuevamente ante Juan Ochoa de Rotaeta a devolver otra vez a María Ibáñez de Jugo otra cantidad de ducados. No tardó en pedir otros 400 más, en enero de 1605, recibido nuevamente de manos de Pedro Hurtado Tabison, además de otros 350, con los que se obligó ante el escribano Antonio de Landaberde, para diciembre del año siguiente. Todos estos dineros son sólo a los que se obligó con la viuda de Aparicio de Hormaeche, pero no fueron los únicos.

No sabemos si había perdido la cuenta, como la hemos perdido nosotros, pero sí perdió definitivamente la capacidad de

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

14

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

hacer frente a tal monto de deuda. No había perdido la cuenta, sin embargo, la acreedora bilbaína, que no a mucho tardar le reclamaría 1.650 ducados que dijo tenerle prestados, más su décima y costas, que le llevarían al cabo de los años a la posesión de los molinos de Gutarribai.

El conflicto sobre el manejo de las haciendas y si era la madre o el hijo quien debiera pagar las deudas viejas y nuevas de las haciendas no hacía sino enconarse; la disputa sobre la propiedad, usufructos, repartos y otros extremos estaba servida.

Entretanto, el hijo de doña María, Martín de Aldape Isasi, escribano, en vísperas del día de navidad de 1606 en la torre de Legizamon de Etxebarri firmó un memorial para el casamiento con María de Gárate Arbolancha, al tiempo que lo hicieron también Juan y Magdalena, hermanos menores del novio y de la novia, respectivamente. Los padres de unos y otros se obligaron a traer a sus respectivos hijos e hijas para el día de los reyes de 1607, bajo pena de 2.000 ducados si dejaban de hacerlo. Martín trajo al matrimonio los mayorazgos que ostentaba su madre, excepto el de Usunsolo y diversos gozamientos y usufructos que reservó para ella, bajo unas condiciones de hacer frente a ciertas deudas y obligaciones que gravaban los bienes heredados. María, por su parte, trajo el mayorazgo de Legizamon que abarcaba

“la casa y torre de Leguiçamón, con las tres herrerías la una mayor y dos menores y molinos de la dicha casa pertenecientes a su casa de Ibarra con el jaro y demás pertenecidos. La casa e casería de Ugaçano que la

GUTARRIBAIKOERROTEA

15

GALDAKAOKO UDALA

hubo de Martín de Arrate, la casa y casería de Olávarri Goitia y el juro de sus magestades de 40.000 maravedíes de renta sobre los diezmos de la mar de Castilla”.

Parecía que no tendría Martín mayores dificultades en sanear su hacienda, pero la deuda era inmensa. Para empezar, en el mes de noviembre de ese año de su casamiento, fundó un censo junto a su esposa de 1.000 ducados. Hipotecó todos sus bienes, incluidos los de Usunsolo, y entre ellos “los molinos de Garibay y Gutarribay”, aunque luego parece detraerlos de los que dice hipotecar especialmente. Avalaron aquella escritura de censo signada en Zaratamo ante Martín de Uriondo, nada más y nada menos que 16 fiadores. Alguno de ellos habría de arrepentirse años después.

Después de largas diligencias previas, el 4 de mayo de 1609 se presentó en los molinos de “Gurtarribay” el prestamero a tomar declaración al molinero, Sancho de Abendaño, sobre las renta que pagaba, lo que debía y el tiempo que llevaba de arriendo. El molinero una vez dio su juramento, declaró que

“tiene en renta los dichos molinos por 50 ducados al año, que corre de San Miguel del año pasado de 1608 que se lo dio la dicha doña María a quenta de 121 ducados que ella le deve con cargo propio de maechuras troncales y los tiene asta azerse pagado de la dicha cantidad”.

Sabemos, como hemos señalado arriba, que esas condiciones ya las habían pactado en 1602, por lo que debemos de suponer que se

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

16

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

fue prorrogando el arrendamiento en los años sucesivos en la medida que la deuda contraída con el molinero seguía sin saldar.

Escuchado esto, el prestamero tomó la resolución de embargar los bienes en garantía del cobro de la deuda para lo que declaró que

“azia e hiço execución por el dicho principal, dézima y costas en los dichos molinos, presa, calçes, saltos, sitios y en todo lo demás a ello perteneciente en voz y en nombre de todos los demás vienes de los dichos deudores y mando al dicho Sancho de Abendaño no acuda con las rentas de los dichos molinos a persona alguna”.

El embargo empezó a surtir algo de efecto. No habían pasado sino tres meses desde el embargo de las rentas, cuando vemos a la viuda obligándose de nuevo a saldar, en dinero o en hierro, para carnestolendas del próximo año de 1610 a Francisco de Liendo una deuda de 400 reales, “resto de final alcance de otra de mayor cuantía y suma”. Ese mismo año de 1610, es el molinero Sancho Celedón quien detrae 34 ducados de las rentas del molino para hacer frente a los intereses de un censo a favor de Jacobe Agurto, ya difunto, y Margarita Cortún.

María Ibáñez de Jugo y compañía, seguían sin cobrar, pero no permanecían con los brazos cruzados. En 1612 solicitó la acreedora bilbaína, por los 1.650 ducados de principal más los 64.200 maravedís de décima en la que se habían trabado los bienes ejecutados, que se le diera quieta y pacífica posesión de dichos bienes y en especial y entre otros, de

GUTARRIBAIKOERROTEA

17

GALDAKAOKO UDALA

“los molinos de Gurtarribay de la dicha anteyglesia y sus rentas que deviere Sancho de Abendaño molinero a razón de cinquenta ducados por año del dicho día en adelante como se le embargaron y executaron”.

El 13 de enero del año de 1613, se presentó ante Sancho Abendaño Joan Martínez Arcocha, merino de Uribe, para que le entregara las rentas del molino. El molinero alega que no puede abonárselas porque ya se las entregó a María de Usúnsolo, que ya no era, como era notorio, titular de los bienes ejecutados. Se hicieron el segundo y tercer llamamiento, el 13 de febrero y 30 de mayo siguientes, siempre bajo la amenaza de llevarlo a la cárcel y tener que abonar 400 maravedís de sueldo por cada día que tuvieran que andar tras él. En el mencionado tercer encuentro, le exigió Juan de Ontoria, escribano y teniente de prestamero, que le entregara los dineros que quedaron en su poder como depositario de ellos. El acosado molinero no pudo replicar sino que “no podía entregar por quanto las avía llevado doña María de Usúnsolo y sus hijos”. La respuesta del ministro tampoco pudo ser otra que prenderle por su persona y mandarle so pena de 20.000 maravedís que no se ausentara de su compañía, “antes le aconpañe a la cárcel”. Sancho Celedón de Abendaño se dio por su prisionero y se obligó a cumplir el requerimiento.

En esas mismas fechas, empezaron también las ejecuciones contra los bienes de los deudores del censo de 1.000 ducados que el año de su casamiento había tomado Martín de Aldape e Isasi. Empezaron a acosar a Juan de Ubirichaga, uno de los fiadores y dueño de la casa y casería de Beaskoetxea de Oinkina. Los tiros, que

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

18

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

ya eran ráfaga, muy a pesar de los deudores de Gutarribai, no se desviaron en absoluto.

El 2 de junio de 1614, levantó el escribano Juan de Berarte escritura de posesión de los bienes ejecutados a favor de Nicolás de Hormaeche, en nombre de María Ibáñez de Jugo, su madre. Entre los bienes de los que se hacía posesión figuraba, irremediablemente, también nuestro molino. Juan de Ontoria, en nombre y representación de la autoridad, ejecutó el ritual para lo que cogío de la mano al mentado Nicolás de Hormache

“al qual truxo paseando por el dicho molino cerrando las puertas del y parando las piedras del dicho molino y presa, quitando la agua que benía por los calçes del dicho molino y paseando por ella quieta y pacíficamente con todos los demás perteneçidos del dicho molino y recados y aparejos”.

Más tarde, el 18 de agosto de 1615, cedieron los derechos posesorios a los molineros Sancho de Abendaño y María Ereño, con la condición de que estos hicieran efectivo el pago de la deuda que en aquel mismo acto les traspasaban, lo cual sucedería siete años después.

Los molinos no estaban todavía perdidos, la infatigable María de Usúnsolo perseveró en su lucha. Otro Martín, Abad de Usúnsolo, tío de la dicha María, aquel que le había prometido amplia dote, había muerto finalmente en el “Reino del Pirú”, sin haber cumplido sus promesa dotal. Entre los bienes prometidos, había un censo de

GUTARRIBAIKOERROTEA

19

GALDAKAOKO UDALA

1.400 ducados y 100 de renta anual sobre los bienes de Diego de Abendaño y Gamboa y su mujer Luisa Sarmiento de Mendoza, ya difuntos. Apenas dos meses y medio después del acto de posesión arriba detallado, otorgó la recién desposeída escritura de venta, renuncia y traspaso del censo donado por su tío a favor de su hijo Martín, juntamente con otra de trueque y convenio. Parecía que habían hecho las paces y las aguas, especialmente las de los molinos de Gutarribai, volvían a su cauce.

Tampoco Martín tuvo facilidades para disponer de liquidez. El censo que le traspasó su madre resultó “incobrable”, y los intentos por cobrar sus rentas caros e infructuosos, como años después declararía y más adelante veremos. Al poco tiempo, a 20 de noviembre, sería él mismo el demandado por el impago de los corridos de otro censo dado 7 años antes, que sumaban 187.784 maravedís.

Al año siguiente, la nueva propietaria de los molinos, seguía teniendo más interés en los dineros de que era acreedora, que en los molinos y resto de bienes raíces que le habían adjudicado. Esta vez lo intentó de otra manera; el 18 de agosto de 1615, en escritura levantada por el escribano Antonio de Landaverde, hizo un trato con el sufrido molinero de Gutarribai, que seguía siendo Sancho de Abendaño. María Ibáñez le traspasó la deuda de 7.258 reales que tenía con la susodicha deudora, para que se los devolviera a razón de 100 ducados por año, a correr desde el 18 de agosto siguiente, hasta el mismo día del año 1622, en que pagaría el resto o harían cuentas.

Ya habían pasado 14 años desde que en 1601 María de Usúnsolo había otorgado un contrato para el pago de todas las

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

20

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

deudas en un plazo de dos años. Sin embargo, la deuda no hacía sino ascender y ya montaba la importante suma de 2.000 ducados.

Transcurrido un año, volvió el corregidor a mandar ejecución de los bienes de María Usúnsolo, esta vez en razón de los 400 reales que le hubo prestado Francisco de Liendo 7 años atrás, que llevaría cuatro años después a una nueva desposesión de dichos bienes. Andado un mes, con presencia del escribano Joan de Zamacona en el barrio de Oinkina, Pedro de Urquijo, teniente de prestamero, “con bara alta de justicia en sus manos” hizo entrega y ejecución nuevamente de los bienes una y otra vez trabados, entre otros, en los molinos de Gutarribai. Se hicieron los llamamientos para el remate público de lo embargado el domingo 9 de octubre

“al tiempo de la misa mayor conbentual del dicho día después de andada la proçesión y estando parada la cruz. Pero aunque dixe que paresciese si alguno los quería comprar no paresció ninguno”.

Con todos los precedentes habidos, nadie entró a la puja, por lo que se constituyó la propia doña María como depositaria de los bienes embargados. No había quien le pusiera el cascabel a la brava viuda. Todavía al año siguiente, a 7 de abril de 1617, se le requirió la paga o quita de lo adeudado para impedir la confirmación de los autos de ejecución. También en esta ocasión hizo caso omiso del requerimiento.

En una carrera de a quien peor pagador, nadie abonaba nada a nadie. Los molineros Sancho y María no habían hecho frente a

GUTARRIBAIKOERROTEA

21

GALDAKAOKO UDALA

su nueva e importante obligación, seguramente porque tampoco habían conseguido cobrar. Transcurrido dos años y medio de la firma de aquella obligación, a 14 de febrero de 1618, pidió Nicolás de Hormaeche al merino, demostrando una falta de paciencia o de compasión infinitamente menor que la de su madre, que hiciera ejecución de bienes a los nuevos deudores. No encontraron mucho en el molino, tan solamente

“una cama de dos que tenía con todas sus pieças guarnida una vez y en dos arcas que estavan con ropa blanca y en los pesos y pesas y en tres lechones mayores y menores y en todo lo demás axuar y bástagos de casa”.

María de Usúnsolo, tan sólo un mes después, a 23 de marzo de 1618, volvió a dar muestras de su tenacidad. Reconoció que unos años atrás los molineros Sancho Abendaño y su mujer María de Ereño habían tomado a su cargo una deuda suya y tenían pagadas en su razón ciertas cantidades sin haber cobrado todavía nada ni haber hecho ninguna diligencia contra ella y como pago y agradecimiento por la buena obra que le habían hecho, acordó darles en arrendamiento el molino por dos años más, para que así pudieran ir haciendo frente a la deuda que les había endosado María Ibáñez de Jugo. El contrato comenzaría a correr desde el día de Todos los Santos que estaba por venir a razón de 50 ducados por cada un año con la obligación de pagárselos a la mencionada acreedora. Además acordaron que los molineros

“sean obligados a le dar a ella misma desde el dicho día de todos los santos primero benidero asta que

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

22

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

cumpla todo el año en todas las semanas del en todos los días sávados doze libras de arina blanca de buen trigo además de los dichos 50 ducados de renta que dieren a la dicha doña Mari Ibáñez y que el segundo año sean libres con pagar a la susodicha los dichos 50 ducados sin la dicha arina y para todo ebento se les queda su derecho a salvo para usar y hazer sus diligençias con la dicha çesión y más recaudos contra los bienes della y se obligó de tomarles en quenta todo aquello que por ella asta oy dicho día le hubieren entregado a la dicha doña Mari Ibáñez y la que le pagaren de oy en adelante asta que realmente sea pagada de todos su crédito, y de que en caso que subçedan durante los dichos dos años deste dicho arrendamiento y de aquí al día de Todos los Santos algunas maechuras en los dichos molinos las ará de sus bienes sin dilación alguna sopena de pagarles todos los daños que de lo contrario se le siguieren y recreçieren y lo mismo si alguna condenaçión se les hiziere por el peso de la arina por algún juez que benga a bisitar los sacará a paz y a salvo de todo ello a su propia costa”.

Hicieron además “alcance final” de todas las cuentas de los 16 años anteriores hasta el presente año en curso, de los que no había instrumento escrito, sino sólo contrato verbal, en las que resultaron los inquilinos deudores de 100 ducados, los cuales acordaron liquidar para el día de Navidad de 1620. El agradecimiento debió de ser con los dedos cruzados y presionada la otorgante por las circunstancias. No tardó en desahuciarlos y alegar dolo y engaño en el contrato

GUTARRIBAIKOERROTEA

23

GALDAKAOKO UDALA

precedente, que ni los coitados molineros, ni tampoco la otorgante, pudieron firmar por no saber hacerlo.

La maquinaria de la justicia resultaba lenta pero imparable; a resultas de los autos promovidos por Francisco de Liendo por una pequeña deuda se le iba estrechando el cerco también por este otro flanco abierto. A 28 de mayo, el corregidor Francisco de la Puente Agüero, sentenció, proveyó y mandó que “con la fiança de la Ley de Toledo se dé mandamiento de posesión y pago en forma y por este auto y sentençia de remate”. Tardaría otro año y medio largo en hacerse efectiva la sentencia. Se consumó el acto de posesión el 3 de febrero de 1620 “sacando de los molinos a Sancho de Abendaño y María de Hereño su muger y metiéndole dentro y hasiendo otros actos de posesión”. No sirvió de nada que los sufridos molineros alegaran, no sin razón, que

“ellos estavan en posesión de los dichos molinos y otros muchos bienes de deudas anteriores de la dicha doña Ana María como constaría de los autos de su razón que protestavan presentarlos en su tiempo y lugar”.

Pero por encima del señor Liendo, no lo olvidemos, seguía estando la infatigable señora Usúnsolo. Tuvo que pedir el acreedor bilbaíno al corregidor que no le inquietara la dicha señora ni nadie en la posesión que había ganado en los tribunales, para lo que solicitaba nuevo “reentrego” de posesión con imposición de mayores penas y que se hiciera público en Galdakao y en las anteiglesias vecinas. Hasta 1647 no lo consiguiría, aunque tampoco entonces fue definitivo.

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

24

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

Al año siguiente sucedió un hecho significativo; toma definitivamente el control, tanto del molino como del resto de bienes, Martín de Aldape Isasi, el hijo y heredero de María de Usúnsolo, tan tenaz como su madre pero mucho más inmisericorde que ella. El 8 de julio de aquel año 1621, por testimonio de su colega Joan de Zamacona, vendió 100 cargas de carbón en montazgo con cinco robles infructuosos en el sel de Jaurola al vecino de Larrabetzu Juan de Lezama Xara,

“por quanto el dicho Juan de Leçama me a dado una piedra de moler para mis molinos de Gutarribay de cuya entrega, bondad y prescio me doy por contento y bien pagado y entregado a mi voluntad”.

Esta es la primera piedra del molino de Gutarribai de la que se nos da noticia. En el sel de Jaurola donde se vendieron las cargas de carbón radicaba el molino de Artola, lo que quizás no fuera casualidad. También es la primera referencia sobre el valor que alcanzaban las piedras moleras en Galdakao. En aquel tiempo y aquellos montes se solía vender el montazgo para carbón a razón de un real por cada carga, que sumaría 100 reales. En la sentencia de concordia que Mateo de Echávarri dio en febrero del año 1626, tasaba en 2 reales la carga del montazgo de la casa y casería de Urreta y en los montes del valle de Gumuzio, donde radicaba, Jaurola, a real y medio en unas partes y a real y cuartillo en otras. Por otra parte, en un memorial que presentó el señor Martín en 1625 daba cuenta del pago de cuatro piedras de moler para el mismo molino de Gutarribai, por las que imputaba un importe de 40 ducados, que nos da un valor

GUTARRIBAIKOERROTEA

25

GALDAKAOKO UDALA

de 10 ducados o 110 reales por piedra y nos confirma lo anterior. 50 años después, cuando el administrador del molino introdujo dos piedras nuevas, el coste de las piedras casi se había triplicado, pues según declaró había pagado 52 ducados.

Para aquel entonces, entre la madre y el hijo, ya habían expulsado del molino, después de 20 años y en pago de fidelidad para con sus amos, a Sancho de Abendaño y María de Ereño su mujer, y puso en lugar de estos por nuevos inquilinos para los próximos cuatro años, a Pedro de Uribe y María Ibáñez de Isasi.

No obstante del desahucio, el 19 de mayo de 1622, María Ibáñez de Jugo dio a Sancho de Abendaño carta de pago de 4.400 reales que le había pagado en diferentes veces y partidas y este, en razón de ello, obtuvo el 16 de septiembre posesión formal del molino, para lo que en testimonio de Joan de Zamacona, el teniente de prestamero Pedro de Urquijo

“sacó de los molinos a Mari Ibáñes de Isasi molinera muger de Pedro de Uribe y otras personas que dentro abía y metió a dentro en la casa de los dichos molinos a Sancho de Abendaño por sí y como tal cesionario de la dicha doña María Ibañez [de Jugo] y dixo que como de derecho más podía dava y dio la posesión de los dichos molinos y de todo a ellos perteneçiente así piedras como peso y balança y montes y presa y lo demás”.

Posteriormente, en el lugar de Urgoitia, Pedro de Uribe el

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

26

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

molinero, que había estado ausente en el acto de posesión celebrado diez días atrás, reconoció al nuevo propietario y aseguró

“que el no debía cosa alguna al dicho Sancho de Abendaño y que si tenía posesión de los dichos molinos él se los desenbaraçaría cada y quando quisiere ir a ellos o traer otro inquilino con que le pagase 100 reales que abía puesto en maechuras de la presa y otras cosas”.

Este nuevo traspiés soliviantó aun más al heredero de esos bienes, Martín de Aldape Isasi, que promovió autos ejecutivos contra su propia madre sobre cumplimiento de lo estipulado en las capitulaciones matrimoniales y otros dineros de la herencia de su finada hermana Ana. La demandada se había comprometido a pagar todas las deudas que pesaran sobre los bienes y hacienda de su hijo y a dotarle con 200 ducados en ganado.

Lejos de cumplir lo estipulado, la señora Isasi empleaba toda su energía y sus exiguos ingresos en mantener a raya a sus acreedores. A falta de atención y reparos, la mayor parte de su patrimonio estaba en ruinas. Su hijo Martín, heredero de dichos bienes, quiso tomar cartas en el asunto. La manera que consideró mejor para guardar a salvo el patrimonio era apartar a su madre de la administración de su hacienda, pues veía que irremediablemente las casas, torres, ferrerías y molinos

“se ban cayendo y los demás bienes deteriorándose por no los reparar y benefiçiar, de manera que a no se poner remedio, no tendrán los acreedores de que cobrar

GUTARRIBAIKOERROTEA

27

GALDAKAOKO UDALA

en la dicha hazienda sus créditos y cobrarán de la mía (...) pido que se embarguen y sequestren (…) y señalando a la dicha mi madre pa su sustento lo que fuere justo”.

El 19 de octubre de 1622, reclamó don Martín 2.500 ducados a su madre, a parte de otras cosas: 500 ducados de aprovechamientos de montes, 1.500 por árboles cortados en ellos, también otros 200 que el dicho don Martín adelantó para la dote de su hermana y 500 más de la herencia de ella estando él ausente por la parte de Castilla, aparte de 300 gastados en intentar cobrar un censo de 1.400 ducados que le había endosado su madre. Pidió y suplicó al corregidor que se le condenara en las dichas cantidades por ser de justicia. Él, a su vez, estaba a punto de volver a dejar sin pagar otro año más las rentas de aquel censo de 1.000 ducados que, junto a su mujer, tomó recién casado y que ya le había reportado no pocos problemas. En unos meses le llegarían sendos mandamientos ejecutivos por el impago de la renta censual de varios años.

La madre se defendió como gata panza arriba del requerimiento y acusaciones de su hijo y, a falta de otras fuentes de ingresos para hacer frente a la ingente deuda que le reclamaba este, contraatacó contra Sancho de Abendaño y su mujer, con los cuales había finiquitado cuentas cinco años atrás. Sancho Abendaño y su mujer habían acudido siempre puntualmente con las rentas, por lo que a doña María no se le ocurrió otra cosa que alegar que en los dares y tomares finiquitados

“hubo dolo y engaño por parte de los susodichos en que por los molinos de Utarribay sólo me hizieron

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

28

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

buenas a razón de 50 ducados por año las rentas de 19 años poco más o menos debiendo ser a razón de 80 en que ba a dezir una gran suma de ducados, los quales me den satisfacer los dichos marido y muger”.

Pedía la señora de los molinos, a 14 de enero de 1623, que los demandados “juren de calumnia y declaren confesando o negando clara y adbiertamente y conforme a la ley y so la pena de ella si era verdad” que sólo habían pagado a razón de 50 ducados por año por lo que valía más de 80, pero que, posteriormente “por conçierto y conbenio pagó más otros 200 ducados a la dicha doña María y ella le dio a este declarante el dicho molino sin renta por un año”. Se trataba a todas luces de una inquisitoria con coacción y trampa: era cierto que habían pagado los 50 ducados por año -que era lo que estaba acordado- pero eso no conllevaba lo segundo, como pretendía capciosamente la pregunta. Para darle todavía más fuerza a su pretensión añadió que “en caso que lo negaren me ofresco a probarlo”.

A Sancho de Abendaño ya le fallaban las fuerzas. Al año siguiente, en 1624, doña María da nuevamente los molinos en renta, esta vez al hijo de Sancho, Pedro Abendaño Sastre. Firmaron la carta el 5 septiembre; contemplaba un plazo de cuatro años que empezarían a correr desde el día de Todos los Santos. Las condiciones no por conocidas dejaban de tener su importancia. En primer lugar María de Usúnsolo se obligaba a no quitar los molinos a los inquilinos, cuestión polémica como enseguida veremos. La condición sobre los reparos se matizaba especialmente, para evitar anteriores disputas, así como lo correspondiente a los impuestos. Así pues, era obligación de

GUTARRIBAIKOERROTEA

29

GALDAKAOKO UDALA

la otorgante

“pagar la maechura troncal y fuese a la aberiguación de maestros oficiales qual hes çibil y troncal y que la bisita y condenaçión que el teniente general hiziere en los dichos molinos por las pesas y balança de ella sean ansí bien a cuenta y cargo de la susodicha sin que se entienda tomar a su cargo otras bisitas ni condenaçiones que hizieren los fieles ni otra persona”.

La renta en esta ocasión se determinó en especie. La renta o maquilla sería de 60 libras de molienda semanales, de las cuales, en los dos primeros años de contrato, dos tercios recibiría en mano la arrendadora y el tercio restante se computaría para pagar en dinero sumado a cierta cantidad, a cuenta de la deuda que todavía tenía doña María sin saldar con el molinero:

“Sea obligado y le aya de dar a la dicha doña María 39 libras de arina blanca de lo mejor que se moliere y se aya de quedar con 21 libras en cada una de dichas semanas para 60 libras que así abía de dar por semana por la maquilla y puñunera. Y más se obliga la doña María de dar los primeros dos años 40 ducados que son 20 ducados al año para lo que le debe la susodicha a Sancho de Abendaño. Y que al fin de cada año arían la cuenta de lo que montaban las dichas 21 libras en cada una de las dichas semanas”.

Para el tercer y cuarto años, últimos del arrendamiento, la

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

30

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

maquilla montaría lo mismo, pero aumentaba en 10 ducados por año la amortización de la deuda:

“ Con condición que en los otros dos años últimos en la misma forma y manera le aya de dar y soltar la dicha doña María las dichas 21 libras en cada una semana y más 60 ducados a saber 30 ducados en cada un año por la dicha cuenta que así le debe al dicho Sancho Celedón”.

Avisaba la señora María, por si acaso, que no tenía “feneçidas cuentas” con el dicho Sancho, se obligaba a “traer contenta” a María Ibáñez de Jugo y añadía una cláusula por la que el arrendatario aseguraba que su padre, anterior molinero,

“durante el dicho tiempo en birtud de papeles y recados bastantes que tenga no usará contra la dicha doña María ni sus bienes dichos recibos ni aciones ni contra persona que en su nonbre estubiere en arrendamiento en aziendas suyas ni en montes ni montazgos aunque tiene executado y tomado posesión sopena de todos los daños que sobre ello se les fueren y recrecieren”.

Sin esperar al día de Todos los Santos que señalaba el contrato de arrendamiento firmado en septiembre, a 12 días del mes de octubre de 1624, a la vez que Sancho de Abendaño consiguió el reintegro de la posesión de los molinos se adelantó a evacuar de Gutarribai a los molineros que habían colocado los Aldape Isasi los cuatro años anteriores. Se celebró el ritual posesorio sacando de dentro a Pedro

GUTARRIBAIKOERROTEA

31

GALDAKAOKO UDALA

de Uribe hijo y metiendo a Sancho de Abendaño, luego

“el merino mandó a Pedro de Uribe y Pedro de Uribe padre e hijo molineros que desenbaraçen la dicha casa quitando de ella el axuar de ella dentro de 24 horas so las penas contenidas en el dicho auto y de 50.000 maravedíes para la cámara de su magestad”.

Este nuevo contratiempo, provocó la ira de Martín y le hizo contraatacar con saña. Suplantó a su madre e hizo caso omiso de todos los contratos y obligaciones a las que se había atado. Alegó don Martín ante el corregidor que la posesión dada a Sancho de Abendaño no tenía ningún valor, para lo que presentó tres argumentos. Primeramente, protestó que no le habían citado en ningún auto, por lo que conforme a Fuero se debían “tildear”. En segundo lugar, negó que hubiera ninguna deuda, sino más bien que el señor Abendaño era deudor de 500 ducados por el gozamiento de los molinos durante 16 años, cantidad que puso de “de demanda reconbencional o mutua petición”. La tercera razón, por su parte, ahondaba en la segunda, a la que añadía que una vez pagada la deuda que hubo debía de “soltarle” los molinos. Pidió de paso que mientras el corregidor proveyera otra cosa se pusiera en depósito la “maquilla o puñón” de los dichos molinos.

A lo primero respondieron los Abendaño que no se le había citado en la diligencias hechas por que no era parte y a la segunda simplemente que no había gozado los molinos durante esos años, sino sólo desde 1622 en que había saldado la deuda con la señora Jugo y en pago había obtenido la posesión de los molinos. Por lo que

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

32

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

respectaba a las rentas de los años anteriores recordó que ya había fenecido cuentas de ello con la señora madre del demandante.

No estaba el escribano Aldape para dar el brazo a torcer; arreció en su empeño de quitarse de en medio a su madre y a los molineros. No tardaría en conseguirlo.

Exigió judicialmente a su madre, en autos incoados ya el 19 de octubre de 1622, que cumpliera lo que muchos años atrás, con motivo de su casamiento un tal día de Reyes de 1607, esta había comprometido como dote. Pidió compensaciones por los “daños y deterioraçiones” causados a los bienes heredados que había gozado la madre impropiamente en todo ese tiempo.

Recién comenzado el año 1625, se formó finalmente declara-ción de testigos por medio de la cual quería don Martín probar que su madre había dispuesto de unos bienes que no le correspondían y los había maltratado, esquilmando los montes y dejando caer los edificios. La madre desconfiaba y empezó por recusar el lugar donde había llamado su hijo a los testigos, porque “el dicho puesto lo tengo por sospechoso”, a pesar de tener que llevar ella a su costa los testigos a Bilbao, a casa del escribano Antonio de Landaverde. De un día para otro, sin embargo, por intervención de “algunas personas çelosas del serviçio de Dios nuestro señor y de su quietud” se allanaron las partes y

“por hevitarse el dicho pleito y otras que les pueden resultar y porque estos son dudosos y de mucha costa y gasto y por conserbar el amor que deven entre madre e hijo por la presente de una misma conformidad

GUTARRIBAIKOERROTEA

33

GALDAKAOKO UDALA

dixeron que comprometían y comprometieron el dicho pleito en manos de Mateo de Echavarri, vezino de la villa de Vilbao, persona de entera satisfaçión”.

Otorgaron esta escritura de “compromiso y sentencia adbitraria” el 7 de febrero de 1625 por testimonio de Antonio de Landaverde, y en ella le dieron poder y facultad al mediador para que en el plazo de 50 días dictaminara un acuerdo al que las partes se obligaban bajo la pena de 500 ducados, la mitad, como se estilaba decir, para la cámara de su majestad.

En ese ínterin, que se alargó un año entero, en vez de esperar pacientemente la resolución amistosa, decidieron madre e hijo quemar las naves. Tan sólo semana y media después de firmar la concordia, en una reconvención solicitó María absolución para ella y condena para su hijo. Reconoció una deuda de 2.250 ducados en los bienes donados, pero alegó que quedó la deuda a cargo de su suegro. Negó el resto de acusaciones y le imputó al hijo más cargos y deudas, por todo lo cual declaraba que “sería justo no me pusiese el dicho mi hijo en pleitos pues no se lo merezco ni a madre y persona de mi hedad es raçón se le causen”.

Volvió a contraatacar el hijo escribano y llegó también la declaración de los testigos de una y otra parte. Por lo que respecta a los edificios que litigaban se centraron en las torres y molinos de Urreta, Gumuzio e Isasi, pero tampoco faltó alguna referencia a los molinos de Gutarribai que ahora nos conciernen.

Martín de Abendaño Celedón, macero de unos 50 años,

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

34

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

hermano de nuestro sufrido molinero y testigo de don Martín, declaró que doña María gozaba, entre otros bienes, los molinos de Gutarribai, sin hacer mención de su estado. Juan de Rementería de Artunduaga, vecino igualmente de Galdakao, de más de 60 años, añadió a la apreciación del testigo anterior, que no sólo la torre de Isasi estaba en peligro de caerse, sino que “también tienen necesidad de reparo los molinos de Gutarribay sino se hazen con la dicha brevedad y ello es público y notorio”.

El pleito no dio para más, concluyeron las diligencias con una petición de don Martín para que su madre declarase abiertamente y con toda solemnidad sobre un par de cuestiones en la iglesia juradera de Santa María. Así aguardaron el dictamen de Mateo de Echávarri que llegó por fin el día 12 de febrero del siguiente año de 1626.

La sentencia nos da detallada cuenta sobre diversos aspectos del molino que merecen la pena observarlos con detalle. Y, aunque la sentencia era de arbitraria y de concordia, abría las puertas para otro pleito, esta vez, nuevamente, con el molinero Abendaño, que paradójica pero inútilmente todavía tenía la posesión de los molinos.

Primeramente nos informa sobre la producción del molino y precio que alcanzaba la harina, además de una interesante nota sobre el pan que producía, el cual no lo tenía en demasiada estima:

“Los molinos de Gutarribay que arrendan tres celemines de arina de trigo cada semana que son treinta y nue[ve] fanegas al año. Regúlanse a 20 reales cada

GUTARRIBAIKOERROTEA

35

GALDAKAOKO UDALA

fanega un año con otro que es quando mucho lo que el trigo puede baler y aun no tanto porque no es tán escogido el pan que se da de renta: 780 reales.”

Valoraba el perito toda la hacienda que gozaba la señora María en 3.308 reales, de los cuales 100 ducados se señalaban para su alimento. Después, disponía lo que correspondía al mantenimiento de los edificios de Gutarribai y Urreta, que trataba en conjunto y que declaraba el dicho Mateo que la señora Usúnsolo “los ha de hazer por sí sola”. Se trataba, en todo caso, de la maechura civil, que es la que correspondía por uso y costumbre a los propios molineros, y no a la troncal, correspondiente a los dueños:

“De los otros 100 ducados a de estar obligada la dicha doña María de Usúnsolo de hazer todas las maechuras cebiles de los dichos molinos de Gutarribay y los reparos nescesarios de la casa de Urreta y los de la casa de la taberna.”

En último término, trataba sobre el arrendamiento de los edificios, sin reparar en el hecho de que, por lo menos por lo que respectaba a los molinos de Gutarribai, había contrato firme en vigor con obligaciones ineludibles. El pleito estaba otra vez servido:

“Y si para los molinos de Gutarribay y la casa de la taberna de Urreta allare el señor don Martín de Aldape quien dé alguna cantidad más de la en que están arrendados que es lo que paresçe por la quenta de suso y quando más o menos arrienden por arrendamiento

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

36

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

hecho por la señora doña María. Si el dicho señor don Martín allare arrendador que quiera dar algo más a de estar obligada la dicha señora su madre de darlo en renta asta con que le den seguridad de que le acudirán con lo que prometen de renta. Y esto con que todo lo que demás de las tres “iminas” de arina de trigo arrendaren los dichos molinos y ocho ducados su casa de la taberna.”

Con el acicate del dictamen mencionado. El señor Aldape Isasi arremetió contra Pedro de Abendaño, hijo y heredero de Sancho, al que acusó de haber gozado los molinos por una renta muy inferior a los más de 300 que declaraba valer, y le reclamaba por ello 500 ducados. De esta manera pretendía el demandante Aldape dar por finiquitada, incluidos “sus intereses a raçón de cinco por ciento”, la vieja deuda endosada a los molineros que, según el contrato que quería revocar, se tenía que detraer en las rentas de los cuatro años venideros de vigencia del arrendamiento. Aun con todo, dijo que se allanaba

“desde luego a que el susodicho me restituya los dichos mis bienes con los dichos frutos y aprovechamientos y que yo le aya de satisfacer todo lo que ha dado y pagado por los dichos mis bienes y deudas de ellos con los dichos intereses.”

Resuelto en su determinación, sin esperar acontecimientos y sin tratar de negociar ni ceder un ápice emprendió el camino de la restitución, sólo pero, como enseguida veremos, bien acompañado. En vísperas de San Juan, procedió a hacer el primer remate a candela,

GUTARRIBAIKOERROTEA

37

GALDAKAOKO UDALA

“Al tiempo de la misa mayor conbentual estando muchos vecinos, ante Martín de Labeaga, escribano, puse un cabo de çera encendido en las puertas principales de la dicha iglesia”.

Paradójicamente, no le inquietaba la flagrante usurpación que cometía contra el derecho que le asistía al molinero Abendaño, sino el que podía incurrir con su propia madre, por ello puntualizaba en ese primer llamamiento que lo hacía “sin perjuicio del derecho que tiene su madre María de Usúnsolo”. El primer y único postor fue, sospechosamente, el propio cuñado de don Martín:

“Joan de Basabe de Oynquina ofreció 70 libras de arina blanca en cada semana, no paresçió otra persona que tanto ni más prometiese.”

Se procedió del mismo modo al domingo siguiente, 29 de junio, pero “no paresçió ningún puxador”. Entonces, Pedro de Abendaño, sobrado de motivos para desconfiar y temer al señor Aldape, hizo todo lo que estaba en su mano por evitar el desahucio que le amenazaba. Primero, “callada esta verdad de parte de don Martín de Aldape Isasi”, pidió amparo en su posesión, después intento también sin éxito, “aunque para ello se le han hecho dibersas presiones y aperçibimientos”, que prestara juramento doña María sobre los extremos del contrato y especialmente sobre la obligación de no quitarle el molino. No consiguió nada más que desesperarse y preparar el terreno para abandonar definitivamente el maltraido molino. Se quejaba lastimosamente de que le querían quitar el molino, para en un nuevo remate dejarlo en manos del mejor postor, y que no podía

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

38

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

hacer nada por evitarlo,

“xxx dar aforamiento para el dicho arrendamiento y trata de açerlo en candela mañana día domingo 5 deste mes de julio (…) pido no se haga remate alguno ni prosigan los llamamientos”.

En este escenario de lucha sin ley ni cuartel, ese día 5 de julio, antes de la misa conventual, Martín de Aldape fue notificado de la contradicción y pedimento de amparo del demandado, al que hizo oídos sordos. Se notificó y leyó igualmente el requerimiento a tres escribanos de la localidad, colegas del propio señor Aldape: Joan Zamacona, Joan Pérez de Usúnsolo y Hordoño de Zugasti. No se amilanó don Martín y, misa mediante, se realizó el tercer y último llamamiento en el que se mejoró la postura anterior:

“Ante mí Joan de Zamacona aparesçió Pedro de Abendaño y le requirieron nuebamente, pero Martín de Aldape pedió a mí pusiese la tercera candela e hiziese relación…e yo el dicho escribano en cumplimiento de lo pedixx referido luego puse en las puertas principales de la dicha iglesia un cabo de çera encendida (…) apesçió Sebastián de Jauregui Menor en días prometió de renta fuera de maechuras cebil y troncal y siendo aquellas a cargo de don Martín para hazer a su costa quando se ofrezcan según costumbre y de pagar los daños según se suelen 80 libras de arina blanca pagados o entregados en cada semana de biernes a biernes”.

GUTARRIBAIKOERROTEA

39

GALDAKAOKO UDALA

Se repitió la notificación de requerimiento de amparo al de unos días. Esta vez, ante la segura sorpresa del señor Abendaño se allanó el usurpador. Ya tenía justificación para en otro posterior ataque justificar una renta mayor sobre la que hacer las cuentas y negociación al alza.

Pedro de Abendaño bregó a defenderse como pudo. Alegó que un acuerdo entre terceros, como era el arbitrado por Mateo de Echávarri,

“no a lugar ni en perjuiçio mío que tengo derecho adquirido y hasta que los quatro años porque tengo arrendado (…) no a lugar el haçerse nuevo arrendamiento y lo hecho entre otros no me puede a mí prejudicar.”

Era consciente, sin embargo, que predicaba en el desierto y que sus razones caerían fácilmente en saco roto. Tal era el poder de los Aldape, que el apocado molinero se lamentaba que

“ni puedo hazer diligençias que sean de efecto contra ellos que como personas que pueden mucho lo inpiden y así quedándoseme mi derecho.”

Es por ello que, ante las peores previsiones, desde el primer momento puso más énfasis en un asunto que era de por sí secundario pero quizás más tangible y práctico: el dinero gastado en reparos. Así planteaba su defensa:

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

40

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

“He continuado el arrendamiento y hecho muchas maechuras en los dichos molinos en cantidad y estimación de 60 ducados (...) y aun después de acabado mi arrendamiento tengo derecho de retención hasta que las dichas maechuras se me paguen.”

No sin mucha dilación y en vista del cariz que tomaban los acontecimientos, decidió tirar la toalla, conformándose con la compensación por las maechuras realizadas:

“En raçón de los daños que he de tener por no me salir el arrendamiento bueno, quiero desistir dél y dejar los dichos molinos para los dos años benideros que faltan con que se me paguen las maechuras que tengo hechas en benefiçio y utilidad de dichos molinos que son los 60 ducados que en otros pedimientos tengo referidos y no puede haber raçón ni causa en que se pueda el no me querer pagar estas maechuras.”

A pesar del desistimiento, quería salvaguardar al tiempo el derecho que tenía su madre ya enviudada sobre el molino a abandonar. Replicó tímidamente y sin mucha convicción que

“protesto que este allanamiento no pare perjuizio al derecho y posesión que como acreedora tiene María de Hereño mi madre por sí y representando a Sancho de Abendaño Çeledón su marido y mi padre, por lo pagado a doña Mari Ibáñes de Jugo sobre que ella hará sus diligençias.”

GUTARRIBAIKOERROTEA

41

GALDAKAOKO UDALA

Una vez aceptado por las dos partes el desenlace, llegó por fin el momento final de ajustar las cuentas, que por otra parte suponía retornar al principio de los argumentos y discusiones. Pedro Abendaño reiteró que su padre había liquidado cuentas ya ocho años atrás con María Usúnsolo de las que resultaron un alcance a favor del primero de 100 ducados; en pago de ellos quedó para Sancho de Abendaño el arrendamiento por otros dos años, pero María de Usúnsolo se lo quitó y cobró ella las rentas a los nuevos molineros. Cuando transcurridos esos cuatro años recobró Pedro de Abendaño el arrendamiento, negociaron en el nuevo contrato ciertas rebajas en las rentas y ciertos pagos para finiquitar la deuda arrastrada. Asido a la letra del contrato, justificaba el molinero que “no tiene porque salir perjudicado que alguien pague más, pues el tiene derecho adquirido y se allanará y dejará los molinos si le pagan”. Añadía, por otra parte, el capítulo de las maechuras, que, inocentemente, dejaba a discreción del propio cuñado de don Martín, primer postor en los llamamientos para quitarle el molino:

“Las dichas maechuras que durante el tiempo de los dos años que a durado mi arrendamiento tengo hechas en los dichos molinos y pido se liquide su balor que si el dicho don Martín quisiere me allano a que lo declare la misma persona que los a hecho que es Joan de Basabe maestro carpintero cuñado del mismo don Martín y si no lo quisiere se nonbren dos personas para ello por anbas partes”.

Insistió con el mismo tema que jugó como si fuera la última

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

42

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

llave del acuerdo. Ahora, elevando un poco el cálculo, dijo que tenía “hechas en los molinos dibersas obras y maechuras de más de 70 ducados y se me a de pagar su balor ante todo y en el ínterin tengo derecho de retención”. Sin embargo, tampoco albergaba grandes esperanzas en poder cobrar nada de manos del duro escribano Aldape, por lo que delegaba dicha cobranza en las rentas venideras como le amparaba la ley:

“La dicha liquidaçión pido que si no me quisiere pagar luego de contado el balor de dichas maechuras se me de execuçión para cobrarle en la renta que fueren dando los dichos molinos pues esta retençión la conçede el derecho en semejante caso.”

Tampoco el señor Aldape estaba por dar el brazo a torcer ni por regalar nada. Negó con rotundidad las maechuras que reclamaba Abendaño, sacó a colación la diferencia de renta que estaba perdiendo en relación al nuevo pero frustrado arrendamiento y para rematar lo acusó de malicia y dejación:

“Digo que en todo lo que por ella pretende proçede con maliçia e injustamente y se le debe negar lo que pide (…) lo otro porque ahora en el inbierno no es tiempo de hazer la dicha dexaçión de molinos, sino por San Juan o San Miguel o a lo menos quando se xxx remate y daban 80 libras de arina blanca y él no quiso allanarse a dexarlos sino in[ped]ir dicho remate y arrendamiento y ansí han de correr por su quenta al dicho respeto hasta que benga el berano o sea buen tiempo de arrendar. Lo

GUTARRIBAIKOERROTEA

43

GALDAKAOKO UDALA

otro porque no se le deben maechuras algunas porque no ha hecho las que dize y quando algunas aya echo han sido sin neçesidad y pudiendo pasarse sin hazerlas y por solo cargar la hazienda y por ello nunca quiere presentar memorial de ellas porque yo no las contradiga”.

Añadió el señor Aldape que no había lugar a derecho de retención y pidió que las partes nombraran “contadores de una y otra parte y terçero en discordia”. Desconocemos el detalle del desenlace de esta particular pugna. Sabemos, eso sí, que irremediablemente Pedro de Abendaño abandonó el molino y que Martín de Aldape se llevó el gato al agua y recuperó el tan ansiado molino.

Acabado este litigio tan largo y despiadado, colearon todavía, aunque con mucha menor intensidad, algunas reclamaciones de las varias deudas pendientes. En la entrada de la primera de 1629, se libró de nuevo, como ya se había hecho en 1614, mandamiento ejecutivo por los corridos de los últimos seis años de aquel censo de 1.000 ducados fundado por don Martín y su mujer a favor de la capellanía fundada por Hernando Anunzibay, beneficiado de las iglesias de Laudio y Arrankudiaga. Acallaron nueva pero no definitivamente este requerimiento y retornó la paz a Gutarribai y sus contornos. Transcurridos dos años, a 29 de mayo de 1631, fundaron nueva capellanía, eclesiástica, perpetual y colativa de dos misas en cada semana, y lo hicieron sobre el censo en litigio y otros dos más. Se nombró por primer capellán a Felipe de Villachica, clérigo de menores órdenes, nieto del fundador Hernando de Anunzibay, y próximo aguzador de los herederos de Gutarribai.

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

44

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

Entretanto, María de Usúnsolo todavía guardaba energías para gobernar los molinos. Así, el año de 1632, otorgó nuevo contrato de arrendamiento, por testimonio de Juan de Zamacona, para cuatro años de nuevo a Pedro de Uribe, anteriormente desahuciado y protagonista de la siguiente quimera. No tenemos noticias directas de aquel contrato, pues los papeles de este escribano, como el de la mayoría de los de Galdakao, corrieron fatal suerte. Sabemos, sin embargo, cuales fueron las condiciones que se pactaron, puesto que resultaron las mismas que reflejaría un arrendamiento posterior del que sí se conserva la escritura.

Las aguas bajaban otra vez casi limpias y estaba libre el escenario para nuevas venturas y desventuras de los molinos y de los molineros. No tardaron estas en venir. La siguiente fue una pasional y colérica historia de amor y concupiscencia entre el molinero Pedro de Uribe, recién entrado en el molino, y la doncella de Larrabetzu María Pérez de Eléxaga.

En aras de no tergiversar lo sucedido, dejemos que cuenten este delicado affaire quienes lo vieron, gozaron y sufrieron. Así lo hizo una testigo y así se lo contó al juez:

“Haviendo ydo un día a los molinos de Burtarribi donde bivía el dicho acusado juntamente con la dicha querellante y otras personas que iban con çurrones a moler y aviéndose quedado la noche de dicho día en el dicho molino xxx Pedro de Uribe Arechavaleta y Ma[ría Pérez] durmieron juntamente en una xx xx [ma]ñana y después acá a oydo xxx personas que lo mismo avían

GUTARRIBAIKOERROTEA

45

GALDAKAOKO UDALA

[dormido] en la misma los xxx dichos dexxx querellante está infamada y perdida [su] reputaçión. Xxx no se puede casar ni re[mediar] con otro barón fuera del dicho acusado”.

Otra testigo habló de un tiempo de encuentros nocturnos un poco más prolongado al afirmar que “solían dormir en una cama juntos mas de seis o ocho noches de lo quales segun es público quedó encintada”. Otra testigo más, que también acudía a “Burtarribi” con zurrones a moler donde le había cogido en alguna ocasión la noche, confirmó con detalle lo anterior y dio algún detalle añadido sobre las consecuencias, que no eran otras que su paisana “a parido un hijo puede aver dos o tres meses”. Pero lo que tenía más importancia, de cara a pedir indemnizaciones era, como relataba otra testigo, que

“María Pérez que se queda con mucha nota y perdida su buena reputación xxx no se puede casar ni remediar con otro barón sino es con muy abentaxada dote fuera de lo que ella antes tenía”.

Estos eran los hechos acaecidos allá por el año 1632 y está la detallada demanda que la encintada interpuso en 1633:

“Me querello y acuso criminalmente de la persona que en la relación de abaxo se hallare culpada. Y contando el caso digo que siendo yo donsella, virgen, onesta y recogida, hijadalgo notoria vizcayna, oreginaria de buena vida y fama el dicho acusado debaxo de promesas de casamiento y con alagos me a persuadido de

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

46

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

un año a esta parte para que xxx diera con su voluntad como enxxx me niego a ello debaxo de la dicha promesa me estrupó y conoció carnalmente y me pribó de mi virginidad y de ello quedé encintada y he parido un hijo y agora en gran cargo de su conciencia se quiere escusar sin cumplir la dicha su promesa y palabra dando sus escusas indevidas dexándome así burlada e infamada en todo lo acometido xx delecto digno de punición y cargo xxx me dé y dote 400 ducados que tengo de daño fuera de lo yo tenía para mi remedio. No me podré casar ni xx.”

Las acusaciones de estupro, aunque en aquellos tiempos no fueran de fácil prueba, conllevaban el presidio. De esta manera, con el formalismo debido, el corregidor mandó que Pedro de Uribe Arechabaleta fuera llamado “por so el Árbol de Guernica conforme al Fuero de dicho Señorío y se presente en la cárcel del al treinteno día”.

El inculpado se presentó de su “libre y espontanea boluntad” ante la justicia y preso en la cárcel del Señorío, suplicó que se le recibiera confesión y se le diera ocasión para alegar. El interrogatorio fue tan breve como conciso. Después de confesar que tenía la edad de 30 años y de oficio molinero, se le hicieron dos únicas preguntas: la primera a ver si “de su ayuntamiento y conbersación quedó preñada y parió un hijo” y la segunda “si es verdad que si este confesante no le cumple la dicha promesa y palabra de casamiento no se podría casar la susodicha con 400 ducados como antes lo pudiera con lo que tenía para su remedio”. Negó el querellado ambas cuestiones y suplicó que le

GUTARRIBAIKOERROTEA

47

GALDAKAOKO UDALA

dieran “soltura debaxo de fianças de estar a derecho”.

La dolida María Pérez, ante la actitud esquiva del molinero padre de su criatura, arremetió con dureza contra él:

“que aquella soltura no ha lugar y Vuesa Merced de justicia se la ha de negar (…) porque su delito es grabe y atroz en aber engañado a una donçella noble y de honrada familia (…) de aber cometido nuevo delicto y pecado de perjurio, que se debe considerar para agrabarle sus penas.”

No obstante la negativa de la querellante, le debieron admitir la libertad bajo de las fianzas que prometió. No conseguía el acusado conseguirlas en Bilbao y solicitó le dieran venía para buscarlas en Galdakao. Ya en casa, ante el fiel Martín de Miraflores, le salieron por fiadores, “para sacarle a paz y a salvo”, su madre viuda, María Ibáñez de Isasi, quien hipotecó su casa y casería de Aretxabaleta y el carpintero aguañón Martín de Eguía Barroeta. El escribano también tenía en esto su importancia:

“Juan de Zamacona escribano abono y tomo a mi arriesgo las fianças y abono que de suso está escrito (...) me obligo con mi persona y bienes de pagar todo ello y ansí los otorgo siendo testigos los susodichos en el dicho lugar de Urgoitia.”

Una vez recobrada la libertad, el molinero atacó con fuerza a su amancebada. En primer lugar, negó la mayor, puesto que, según

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

48

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

su criterio, “la querella de las otras partes carece de relaçión berdadera y los testigos de ella son parientes y paniaguados de las otras partes”. Acto seguido, entró al trapo de la compensación que le reclamaban:

“Caso negado que fuera çierto el estrupo que la otra parte me inputa no tiene daño alguno por ser moça pobre y que semejantes estrupadas no se casan con personas de una mesma calidad y así no tiene daño alguno (…) María Pérez ha sido y hera criada de serbiçio y así no pudo tener daño alguno caso negado que yo la ubiera estrupado.”

La parte demandante debió de comprobar el dominio que ostentaban los escribanos del entorno del querellado, por lo que decidió recusar “con juramento y en forma” a seis de ellos, todos los que había a la sazón en la anteiglesia y en el entorno, a los cuales tenía “por odiosos y sospechosos”: Juan Pérez de Usúnsolo, Juan de Zamacona, Martín de Eizaga, Juan de Zubiaur, Juan Pérez de Ordorica y Juan Ochoa de Galarza. En acto reflejo, el demandado recusó, por otra parte, a otra serie de notarios, los de Larrabetzu. Ahí se acaban los datos que tenemos sobre este capítulo singular de Gutarribai. En la visita de molinos que se haría el año de 1635, nos figura como molinera María Pérez, que podría ser la misma doncella de marras, pero que figura en ese evento con el apellido Aldape. ¿Logró casarse con el molinero y al tiempo cambiar de apellido la Mari Pérez de Larrabetzu o el molinero la detestó finalmente y enseguida esposó con esta otra Mari Pérez? ¿O acaso se trata, no de Mari Pérez, sino de Mari Ibáñez, la de Aretxabaleta, madre de Pedro de Uribe que

GUTARRIBAIKOERROTEA

49

GALDAKAOKO UDALA

portaba el apellido Isasi? Sólo sabemos que, indiferente a todo esto, las ruedas del molino siguieron con la molienda bajo el gobierno del mismo Pedro de Uribe hasta el año 1636, en que lo perdió en favor del viejo conocido Pedro de Abendaño.

El año 1634, Pedro de la Canal se presentó en Galdakao y denunció y acusó criminalmente a los fieles que había habido en la anteiglesia los últimos cinco años desde la última visita general de molinos y tabernas de 1630 en que fueron fieles Martín Abendaño Zabala y Sebastián Aperribay, de la que no tenemos, desgraciadamente, ninguna noticia más. Imputó a los fieles y vecinos delitos por haber contravenido el Fuero y Leyes Reales y no haber cumplido debidamente con sus oficios. O no hubo finalmente penas o se han perdido sus apuntes; el caso es que no nos ha quedado constancia de los delitos que el ministro anunciaba que declararía. Presentó al tiempo de la acusación un memorial de doce preguntas para la visita venidera.

El día 3 de mayo de 1635, se personó en “Oynquina Usúnsolo” el doctor Antonio de Elguera teniente general que hizo comparecer ante sí a Martín de Barraondo fiel de la anteiglesia. El enunciado compromisario Barraondo declaró que había en la anteiglesia y en su sufragana de San Juan de Bedia, cinco molinos además de tres panaderas. De los cinco molinos sólo uno radicaba en Galdakao, el molino de Gutarribai, precisamente, y los cuatro restantes en la pedanía, aunque dos de ellos, Garibai y Lekue, estaban más cerca de la matriz Galdakao que de la propia Colación de Bedia a la que pertenecían.

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

50

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

De la docena de preguntas del memorial, únicamente la sexta se refería a los molinos. De esta manera la respondió el fiel inquirido:

“Dixo este vezino que lo que ha entendido de su familia y a oydo dezir de otros en esta anteiglesia que los molineros lleban por derecho de moler de una fanega de trigo seis libras y por el maíz de honze libras una = y aunque no sabe de bista le parece por cierto tienen y crían gallinas y lechones (...) pocos molineros tiene entendido ay en Vizcaya que no lo hagan y esto responde”.

El día 4, se visitó el molino de Gutarribai, donde interrogaron a la mentada molinera María Pérez de Aldape y

“habiéndose cotejado y bisto las pesas el afinador declaró lo siguiente: la de quatro media onza a mayor; la de veynte menor tres onzas; la una tabla mayor con dos onzas. Juró llebar cinco libras por anega de trigo y seis libras por anega de maíz. Y que no hay lechones ni gallinas”.

Un día más tarde, esta vez ante el denunciador Pedro de la Canal, compareció al interrogatorio el escribano Martín de Eyzaga, quien contestó a esta misma sexta pregunta sobre los molinos con un lacónico “no la sabe”. Acto seguido, se presentaron los cargos, también a nuestra molinera, de las dos faltas en que habían incurrido. En primer lugar, se le hizo saber a María Pérez que “algunas pesas tiene

GUTARRIBAIKOERROTEA

51

GALDAKAOKO UDALA

defectuosas: la de cuatro mayor y la una tabla mayor que la otra, la de beynte menor”, cargo por el cual se la multaba con 1.000 maravedís. En segundo lugar, se le comunicó “que en contrabención del Fuero ha llebado por moler el maíz más de lo que el Fuero dispone”, falta que se le moderaba en seis reales. Se hizo constar al margen que no pagó.

Unos días antes de San Juan del año 1636, a 17 de junio, tiempo en que se acostumbraba dar arriendo de molinos, se firmó en las arragoas de las ferrerías de Legizamon un nuevo contrato de arrendamiento del de Gutarribai. Los actantes eran viejos conocidos: la señora Usúnsolo y el señor Abendaño, que parecían haber superado antiguos desencuentros. El contrato uniría a las partes durante cuatro años, a contar desde el mentado día de San Juan. Las condiciones eran las mismas pactadas cuatro años atrás con el molinero saliente Pedro de Uribe, otorgadas ante Juan de Zamacona, a cuya escritura se remitía para lo que hiciere falta. La renta impuesta reflejaba el acuerdo a que habían llegado madre e hijo:

“por renta y puño que llama de 80 libras de arina en cada semana de todas las que cayeren en los dichos 4 años, pagados y entregados todos los días viernes. 60 a la otorgante o su boz y las otras 20 a Martín de Aldape Isasi, hijo y heredero por cuya quenta abía de ser toda la maechura”.

La cláusula de obligaciones era la acostumbrada, pero esta vez tenía especial importancia, pues en ocasiones anteriores entre los mismos protagonistas había resultado algo más que un mero formulismo. Así que la otorgante

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

52

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

“obligó su persona y vienes presentes y futuros en fabor del dicho Pedro de Avendaño que este dicho arrendamiento le será sano y seguro y que no le quitará los dichos molinos y su aprobechamiento para sí ni para otra persona alguna durante los dichos quatro años”.

Ignoramos si el señor Abendaño subarrendó el molino o lo abandonó antes de tiempo. El caso es que en la visita general de 1639, cuando todavía restaba un año de contrato, se personó como molinera ante el afinador nombrado para la ocasión una tal Ana de Ámezola, mujer de Domingo de Madariaga. Las noticias que tenemos de esta visita son, literal y físicamente, fragmentarias, debido al mal estado de conservación del documento en que se testa.

El fiel volvió a constatar que “en esta anteiglesia solo ai el molino de Gutarribay” y además que “no sabe quanto se lleban por moler el trigo y el maíz”. El teniente prestamero Gerónimo de Lerín, en ausencia de Joan Dondiz su secretario, dio comisión al afinador Juan de Orbezu para que junto con el escribano Juan de Zamacona acudiera a los molinos de Gutarribai y examinara las “balansas de la arina e inquiera lo que a la bisita conpete”. En presencia de la molinera dicho señor Orbezu

“quitó la balança dónde se [roto] haviendo cotejado [roto] las pesas desde el quart[o] asta el peso de quarent[a] declaró que todo estava bien y su[fici]entemente = y declaró que los arineros de las [dos] moliendas estavan muy [roto] y descubiertas”.

GUTARRIBAIKOERROTEA

53

GALDAKAOKO UDALA

Por su parte, la molinera aclaró el puño o maquilla que llevaba y no tener animales prohibidos:

“por cada fanega de [trigo de C]astilla llebava de puño [de] çinco libras y por cada fanega de maíz [roto]o y no más conforme al [uso y] costumbre que havía en la tierra y [roto] y negó tener en su casa gallinas [ni] lechones ni otra cosa bedada por el Fuero”.

Por aquellos años pasaron a mejor vida tanto Martín como su madre María. Debió este vacío vislumbrar esperanzas entre los acreedores que veían ahora más cerca la cobranza de sus viejas deudas. Entre estos estaba el bilbaíno Francisco de Liendo, que consideró ésta buena ocasión para hacer efectiva la posesión del molino aprehendida en 1620, en razón de una obligación de 400 reales que se le debían haber sido reintegrados en 1610, para lo que solicitó el reentrego de dicha posesión. El 20 mayo de 1647, Anbrosio Arébalo, “sedeno” de la cárcel y teniente general del corregidor, en aceptación del pedimento

“mandaba y mandó se reyntregue al dicho Francisco de Liendo en la posesión en que está de los bienes contenidos en la petizión y autos que cita de su pedimento sin que para ello seha visto causar despojo a la dicha María de Usúnsolo”.

Apenas dos semanas después, Joana de Aldape Isasi, nieta de la deudora y mujer del capitán Pablo de Alzueta Bertiz, fue notificada sobre los autos promovidos por el señor Liendo y se le instó a que

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

54

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

“asete o repudie su herencia y bienes para que se sustançie este pleyto”.

Ya estaba todo en marcha por lo menos desde principios de ese mismo año, en que, de parte de los deudores de la capellanía fundada por Hernando Anunzibay y por mediación de Santiago de Abendaño clérigo presbítero, se le había mandado que “azete o repudie la herencia de don Martín su padre difunto”. En esta ocasión había alegado doña Joana que no lo había hecho hasta entonces por ser de mayorazgo la mayoría de los bienes y ser ella sucesora de ellos, y que lo aceptaba ahora con beneficio de inventario y “sin perjuicio de sus derechos y sin que sea visto confundir las aciones de heredera y acrehedora”.

Se efectuó ante el corregidor el traslado de inventario de bienes, para lo que pidió esta que fueran citados los acreedores. De esta manera, a 7 de febrero, reunidos en la torre de Usunsolo, Pablo de Alzueta requirió formalmente a su suegra viuda María de Gárate que hiciera el dicho inventario a lo que ella accedió y procedió acto seguido a efectuarlo. Entre los innumerables bienes relacionados no faltaron “las dos ruedas de moler de Gutarribay con su heredad y robredal que están pegantes a dichos molinos”. Entre las deudas, por otra parte, figuraba una con los que serían con el paso del tiempo nuevos herederos de los mayorazgos que se inventariaban. Ángela de Aldape, mujer de Diego de Irusta, y hermana de la heredera doña Joana, era acreedora de cierta cantidad de dote prometida, todavía sin cobrar pero menguada por haber estado alimentando su madre donataria a tres de sus nietos, hijos de la referida Ángela.

La aceptación de la herencia no se tradujo en liquidación de

GUTARRIBAIKOERROTEA

55

GALDAKAOKO UDALA

ninguna de las deudas pendientes y acosadoras. Se tomó su tiempo, hasta que pasado un año, a 8 de julio de 1648, sorpresivamente la señora Aldape Isasi

“dijo que no tenía bienes de su abuela difunta y ansí desde luego repudiaba su erencia y tornó a dezir que negaba y negó goçar bien alguno de la dicha su abuela”.

Todavía al año siguiente, en verano de 1649, en otra maniobra dilatoria, Pablo de Alzueta y su mujer Joana de Aldape pidieron traslado del contrato matrimonial de sus padres y suegros, que se había hecho ante el escribano ya finado Juan de Aldape. Con estas idas y venidas transcurrieron los siguiente años, hasta que cinco años después se enconó todo tan suficientemente que después de otro puñado de años con diligencias de todo tipo acabó por resolverse.

A finales del año 1654, el capitán Alzueta solicitó un “tanto signado” del inventario de bienes que se hizo a la muerte de Martín Aldape por testimonio de Juan de Zamacona. Había fallecido también el susodicho escribano ese mismo año, por lo que fue su viuda María Pérez de Gumuzio quien en su morada de Urgoitia exhibió los registros de su finado esposo.

Amparados en los instrumentos trasladados, “con juramento y en forma para solamente lo faborable y no más”, solicitó y obtuvo el Capitán ante el corregidor y en presencia del escribano Juan Martínez de Xarabeitia autos posesorios de las tres casas y solares de Aldape, Isasi y Usunsolo, haciendo constar expresamente que eran

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

56

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

de vínculo y mayorazgo, heredados por su mujer, como hija mayor, sin hermanos varones, de Martín de Aldape. Ahora creía tener el señor Alzueta nuevos argumentos para dar la espalda a los acreedores, especialmente contra los Villachica de Laudio que en defensa de los dineros de su capellanía arreciaban su ataque en esos momentos. Alegó que su mujer sí era heredera de su padre Martín, pero que lo era con beneficio de inventario por solamente lo favorable y además que los bienes que se pretendían ejecutar eran de mayorazgo y por tanto protegidos y libres de embargo. Alegaba igualmente que otros acreedores, San Juan de Oynquina y Antonio Abad del Castillo, trataban pleito por los mismos bienes, por lo que tenía pedida y estaba mandada “acumulación” de autos.

Solicitaban los Villachica 450 ducados por los réditos caídos de los últimos nueve años de un censo de 1.000 ducados, más otros 263 ducados de décima, costas y salarios. Mandó libramiento de esas cantidades Fernando de Salazar y Velasco, corregidor y alcalde del crimen en la Chancillería de Valladolid.

Era el mes de enero de 1655, cuando se personó el prestamero en el pueblo e hizo ejecución de embargo, “en boz y en nombre de todos los demás sus bienes”, en los montes de Gumuziobaso, que debían de ser más rentables que las casa y molinos. Se hicieron los llamamientos al remate de los bienes trabados, el primero el último día del mes de enero y los dos domingos siguientes el segundo y tercero de los llamamientos. Se cedió el remate en el acreedor Felipe de Villachica.

En mayo, se procedió en Zubiaur del valle de Laudio, a la

GUTARRIBAIKOERROTEA

57

GALDAKAOKO UDALA

abertura de testamento del dicho Felipe Villachica, que estaba en “papel cerrado y coçido con filo de çerro”. Certificaba en el testamento que no había recibido más de 600 ducados desde la fundación de la capellanía en 1631 en un censo de 50 ducados de renta anual que gravaba los mayorazgos de los Aldape Isasi.

Otro acreedor, Agustín de Montiano, pidió igualmente ejecución de bienes por un censo de 1604 y logro causar embargo en los bienes de los herederos de los fiadores. Agobiado por tantos frentes, el capitán Alzueta hizo una relación de créditos pendientes, los cuales sumaban 28.032 reales, y dio en 1656 escritura de fianza y carta de pago. El corregidor mandó entonces “que ambos [autos] se acumulen y que todos anden debaxo de una cuerda”. Todavía 5 años después coleaba el pleito, con una fianza que de da en 1661.

Los siguientes años corrieron en relativa calma. En 1665 pleiteaba otro Martín Aldape con el señor de la casa de Artunduaga de Basauri sobre la presa de los molinos de Aperribai. Al hilo de las probanzas se hizo declaración de testigos; uno de ellos, Domingo de Lecue, habló de los molinos de Gutarribai y su presa que declaró descansaba quieta y en paz al otro lado del río en término de la casa de Eitzaga perteneciente a Martín de Eizaga. A la mencionada presa le respetaban los pleitos, no así el ímpetu de la aguas que la castigaban. Al de dos años, a primero de septiembre de 1667, el señor Alzueta, que seguía al frente de los molinos, mandó “hacer y acabar la presa y molinos de Gutarribay y otros reparos que en ellos necesitasen”. Se obligó a realizar la obra al maestro carpintero San Juan de Zamacona y con la condición de cobrar los trabajos con las rentas del molino

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

58

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

por los dos años siguientes. Puso el señor Zamacona por molinero en “Butarribay” a Antonio de Arguiñao, pero falleció por el mes de mayo de 1669 sin haber podido cumplir su arrendamiento ni cobrado su haber. Para el descuento del coste de la presa el molinero Antonio de Arguiñao debía acudir con la “menda” en cada semana. La muerte debió de ser repentina, sin darle tiempo a ajustar cuentas con el molinero. Lo hizo, en nombre y recuerdo de su padre, su hijo Antonio el día de Todos los Santos de ese mismo año. Resultó alcanzado el señor Arguiñao en 589 reales y medio para todas las cuentas tocantes al dicho arrendamiento. Firmaron entonces carta de pago con el compromiso de hacer efectivo el pago en el momento que se le requiriera. Tampoco este molinero sabía firmar, por lo que lo hicieron en su nombre. Transcurridos siete meses, a pesar de la obligación firmada, no acudió al pago el deudor, lo que empujó al señor Zamacona a acudir al corregidor. Mandó este entonces, a 23 de agosto de 1670, que se librara mandamiento ejecutivo en los bienes del señor Arguiñao.

Una vez solventado el pago de la obra de la nueva presa, a 11 de septiembre de 1670, Pablo de Alzueta y Bertiz, a la sazón alcalde y juez ordinario de la villa de Bilbao y otorgante de la escritura de obligación, declaró que el señor Zamacona “cumplió con la dicha escritura”, y contento con ello, “dio por rota, anotada y cancelada para no usar della y se la entregó roto su signo a Antonio de Zamacona su hijo quien acabó de cumplir la dicha escritura y se obligó de no repetir cosa alguna por razón della”.

Dejando pasar el invierno y también la primavera venidera, a

GUTARRIBAIKOERROTEA

59

GALDAKAOKO UDALA

22 de agosto, otorgó nuevo arrendamiento de los molinos por

“renta en cada una semana de los dichos dos años por los días de viernes de cada una de las dichas semanas 80 libras de arina, y caso de que no quisiera la renta en arina me aya de pagar en dinero su balor que a de ser al precio que corriere en los dichos molinos de la dicha anteiglesia al tiempo de las entregas una fanega de trigo menos un real del dicho precio, de manera que si en la dicha anteiglesia de Galdácano baliere cada fanega 40 reales me aya de dar en esta dicha villa [de Vilvao] 39, los quales a de pagar por el balor de la dicha arina en cada semana”.

Se obligó el señor Alzueta a no quitar al inquilino los molinos en los próximos dos años para dárselo a otra persona, y el nuevo molinero, Juan de Recalde, se obligó, por su parte, a acudir con las rentas y a habitar en él. No recogió el escribano Miguel de Sertucha ninguna condición ni cláusula más en la escritura de contrato, por lo que las maechuras y demás extremos se interpretarían según uso y costumbre.

Una vez cumplido el precedente contrato, habiendo dejado escapar el buen tiempo del verano, a 11 de octubre de 1673, dieron Pablo de Alzueta y su mujer Joana de Aldape, de pluma del notario Domingo de Basabilbaso Arana, nuevo escritura de arrendamiento. En esta ocasión sería para los siguientes cuatro años, a contar desde el día 6 de ese mismo mes, y los nuevos molineros Martín de Urizar y Águeda de Mendieta

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

60

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

“por renta en cada semana, es a saver una fanega de arina de trigo bueno, de dar y reçivir de peso de 84 libras, dada y entregada a nos o a nuestro poder u horden hubiere en la dicha espeçie de arina o en dinero y a nuestra eleçión al preçio que baliere en cada semana en los dichos molinos y en los demás de la dicha anteiglesia la qual dicha entrega o paga se han de hazer presisamente los días biernes de cada semana que el primero y la primera paga o entrega será a los treze de este dicho presente mes y dende en adelante subçesivamente”

La omisión de lo referente a las maechuras del molino en el anterior contrato no debió de dejar contentos a los dueños. Eso explicaría que no se prorrogara el contrato al último inquilino y que en esta nueva ocasión sí concretaran, y bastante, las maechuras, además de unas cláusulas detalladas e interesantes sobre las nuevas piedras que necesitaba el molino.

“Con declarazión que las maechuras troncales que se ofreçieren en el dircurso de este arrendamiento an de ser por nuestra quenta y el tiempo en que por razón de ellas dexaren de moler los dichos molinos no deberán pagar los dichos Martín de Uriçar y su muger por cuya quenta an de ser las maechuras çiviles como tanbién qualesquiera derechos de bisitas y les hemos de entregar tres piedras molares dentro de quatro días contados de la fecha de esta escritura para que las pongan en los

GUTARRIBAIKOERROTEA

61

GALDAKAOKO UDALA

dichos molinos y el tiempo que para acomodar las dichas piedras hubieren menester que será una semana y no más no les ha de correr la dicha renta que biene a ser una fanega de arina, de la que por el dicho respecto hazemos “suelta” pero no de más tienpo y emos de poner las dichas tres piedras enfrente del dicho molino, y el labrarlas y ponerlas en sus lugares ha de ser por quenta de los dichos Martín de Uriçar y su muger”.

Por si no fueran suficientes las aclaraciones añadían los otorgantes como colofón que los molineros habrían de entregar los molinos “corrientes y molientes, así como se les entregaren”. Estos, en respuesta y a la vez que aceptaban tal condición, daban cuenta de otro interesantísimo detalle sobre nuestra molienda:

“Nos damos por entregados de los dichos molinos de Gutarribay que al presente están corrientes y molientes, con dos ruedas, para entregarlas a su devido tiempo de la misma forma con las erramientas y cuerda de lebantar las piedras que tanvién las hemos recivido”.

El año 1674, Pedro de Alzueta y su mujer se habían trasladado a Pamplona. Da entonces poder a Joan de Eyzaga, cura y beneficiado de Galdakao y vicario de Arratia, para cobrar las rentas del molino de Gutarribai y del resto de propiedades de Galdakao y alrededores.

En plena canícula de 1676, vemos al beneficiado Eyzaga ejerciendo la administración que le había delegado el capitán Alzueta. Metió dos ruedas nuevas en el molino y procedió con toda solemnidad

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

62

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

arrendarlo. Reunidos en el cimiterio el día 25 de julio, ante el fiel Juan Baustista Eyzaga, el mentado administrador de una parte y Prudencio de Goicoechea vecino de Arrigorriaga como principal, y Felipe y Joan de Basabe Goicoechea, padre e hijo como fiadores, por otra, firmaron un contrato de arrendamiento por tiempo y espacio de dos años que comenzarían a correr desde el día de Todos los Santos de ese mismo año. Aparte de datos conocidos por reiterados, nos aporta este nuevo contrato informaciones llamativas sobre la renta que sería

“en cada semana una fanega de arina de 84 libras a eleçión de le dicho capitán don Pablo de Alçueta y de la dicha doña Joana de Aldape su muger que al presente residen y son veçinos de la ziudad de Pamplona. Si quiere en dicha arina o su balor en dinero lo que cada fanega baliere en los dichos molinos y no se vendiendo en ellos, arina sea de entender lo que baliere en los molinos de Garibay que son perteneçientes a los dichos marido y muger. (…) Y si en los dichos molinos o en otros de dicha anteiglesia de Galdácano no hubiere azoque o no se vendiere arina; en tal caso ha de pagar lo que baliere cada fanega en el mercado de Arrigorriaga añadiendo de más a más el porte que se suele dar por traída de cada fanega de el dicho mercado a los dichos molinos de Gutarribay y a de pagar la dicha fanega de arina en los días sábados de cada semana durante los dichos dos años”.

GUTARRIBAIKOERROTEA

63

GALDAKAOKO UDALA

Por lo que respecta a las visitas y a las maechuras corrobora la escritura el uso y la costumbre en torno a esto, y aunque la redacción sobre lo último se torna confusa debemos de entender que los dueños

“an de ser libres de toda maechura zebil que las troncales correrán a quenta de el dicho liçenciado don Juan de Heyzaga en nombre de los dichos dueños”.

Cerraba el contrato la obligación del nuevo inquilino de “no dexar ni desanparar los dichos molinos durante los dichos dos años pena de pagar de baçio la dicha renta (...) que a ello sean complidos y apremiados por todo rigor de justicia”, y la obligación de los dueños de no quitarle el molino.

Se cumplieron los dos años del contrato sin haber cumplido el inquilino con la obligación de acudir puntualmente con las rentas. El señor Eyzaga acudió al corregidor porque el señor Prudencio no le había “dado entera satisfazión de la renta correspondiente al primer año que se cumplió el día de Todos los Santos pasado de 1677”. El administrador, con una interpretación un tanto curiosa, añadió que el molinero no acudía al pago “mayormente que por su descuido y neglixencia”. Seguidamente dio somera pero importante cuenta de cierto arreglo y avería del molino que era la causa última para tener que demandar al molinero y a sus fiadores:

“Ha llegado a mi noticia se a malparado y roto una piedra molar de dos que yo hiçe entrar en dicho molino el año próximo pasado que me tubieron de costo

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

64

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

52 ducados a cuya causa en virtud de la escriptura referida y sus condiçiones se debe librar mandamiento de execución contra el dicho Prudencio de Basave y sus fiadores insolidados”.

El señor Eyzaga hizo una interpretación tortuosa de la obligación de maechuras y haciendo valer de nuevo la acusación de negligencia exigió la reposición de la malograda piedra molera,

“que para que no se ocasionen mayores deterioridades en dicho molino deven ser conpelidos los dichos Prudencio de Basave y consortes a que metan en él una piedra tal y tan buena como la que perdieron por su culpa y descuido que así vien es de justicia que pido”.

Pablo de Irisarri Echevarría, lugarteniente del corregidor, mandó al prestamero el día 1 de julio que hiciera ejecución de todos los bienes muebles del negligente señor Prudencio. En unos días fue notificado el molinero de la demanda, quien seguro de su presteza y confiado del criterio de los de su gremio,

“dijo que lo oya y que esta parte traxese la persona que quisiese que sea quien entienda del oficio de molinero y que si declaraba haberse perdido la piedra por descuido de este declarante estaba çierto y presto de pagarla o traherla otra tal como hera justo”.

A 18 de julio, se materializó la ejecución. Diego de Beyca,

GUTARRIBAIKOERROTEA

65

GALDAKAOKO UDALA

teniente de merino de la merindad de Uribe, hizo embargo de gran cantidad de ganado, a saber: dos cabalgaduras machos de trajinar, una yugada de bueyes, nueve cabezas de vacas, incluidos un novillo castrado y tres crías, y ocho lechones, además de los maíces que tenía sembrados don Prudencio. El señor Beyca debió de considerar que lo embargado se quedaba corto, por lo que “protestó de mexorar las dichas execuciones todas las veçes que fuere neçesario”. Unos días después se constituyeron los deudores, principal y mancomunados, por “depositarios reales y fiadores de saneamiento” de los bienes trabados.

Transcurridas dos lunas, a 22 de septiembre, mandó el corregidor que se hiciera pago de lo adeudado. No surtió efecto el requerimiento y el 18 de octubre llegó trance y remate. Tras las diligencias previas, se habían acumulado otros 33 reales de costas. Ahí debió de acabar todo; sí, al menos, las noticias sobre el último pleito de ese largo y tumultuoso siglo en Gutarribai.

El recién estrenado siglo XVIII, el de las luces, nos ha resultado parco en noticias y oscuro. Pese a intensas y prolongadas pesquisas hechas, poco ha sido lo que hemos podido rescatar de la vida que transcurrió en Gutarribai; no en vano, también los resgistros de los escribanos de este siglo, los de los Eizaga y los Pujana especialmente, sucumbieron al fuego, al agua y a la desidia.

En el primer recuento fiscal de la estrenada centuria, encontramos a nuestro molino camuflado, como queriendo escapar a nuestras pesquisas. Junto a los molinos de Aperribai y Urgoitia, se nombra “un molino con pocas tierras” en el barrio de Gorozibai al que no se le asigna foguera alguna, propio de los herederos de Francisco

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

66

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

Ignacio de Irusta y que tenía a Martín de Echavarría por inquilino. Se añade además en el recuento final que un único molino está “corriente” en la anteiglesia. En Gorozibai, hasta donde nos alcanza, no ha habido nunca molino alguno, y los Irusta fueron los herederos de los mayorazgos de Aldape, Isasi y Usunsulo, por lo que no es difícil concluir que nos encontramos ante un lapsus y que es el de Gutarribai el molino que refiere la fogueración de 1704. No es tan fácil, sin embargo, sacar conclusión segura sobre el otro extremo. El molino de Gutarribai, pese a sus continuos reveses financieros, no dejó casi nunca de moler, aunque apenas hemos podido recabar, como hemos señalado, noticias del último cuarto de siglo pasado ni tampoco del principio de este. La no asignación de fuego alguno, aun cuando había morador en él, nos puede hacer pensar definitivamente, que el molino estaba parado. El de Urgoitia, por otra parte, permaneció parado durante largos períodos de tiempo, y también es de suponer que fuera así en este principio de siglo. El de Aperribai, finalmente, tuvo casi tantas paradas como el de Urgoitia, además de no sobrevivir sino hasta mediados de este mismo siglo. Aun con todo, seguramente sea el de Aperribai ese único molino corriente que refiere la mencionada foguera, pues sabemos, como hemos detallado en su lugar, que tan sólo dos años después, sin que medie noticia de arreglos inmediatos, se dio en arrendamiento.

Así pues, con el molino parado, y siendo administrador de los mayorazgos José Tomás Irusta, vecino de Azkoitia, se produjo el cambió en la titularidad de las moliendas de Gutarribai y resto de bienes de las mencionadas casas y solares. Aunque no hemos podido confirmar el extremo, todo nos hace pensar que el capitán

GUTARRIBAIKOERROTEA

67

GALDAKAOKO UDALA

Alzueta y su mujer Joana de Aldape no dejaron descendencia que les sucediera en los mayorazgos, no por lo menos hijos varones. Parece pues, al hilo de esta deducción y según muestran los hechos, que la sucesora en los mayorazgos fue Ángela de Aldape, hermana y cuñada de los susodichos, y madre del mismo Martín de Irusta Aldape, que habíamos dejado con serios problemas con la justicia dos décadas atrás, siendo a la sazón arrendatario y administrador de los bienes en cuestión.

La mentada señora Ángela de Aldape se había esposado con Diego de Irusta, natural de Lekeitio y poseedor de los mayorazgos fundados en 1600 por sus padres Diego de Irusta y Teresa Sáez de Careaga y Munibe. Tuvieron los señores Ángela y Diego a Martín de Irusta Aldape por hijo, quien a su vez contrajo matrimonio en San Sebastián a 26 de junio de 1663 con Teresa de Aguirre. Estos debieron de fenecer sin dejar descendencia, por lo que fue elegido heredero su sobrino Francisco Ignacio, el mismo que figuraba en 1704 como propietario de los molinos. A la muerte de Francisco Ignacio fue su hija, María Josefa Irusta Aguirre, mujer del barón de Aréizaga, la que resultó llamada a la sucesión de los sufridos mayorazgos y, dentro de ellos, del molino de Gutarribai.

Después de tres cuartos de siglo sin tener noticias de visitas de molinos, recordemos que la última testada es la referida de 1639, los fieles de la anteiglesia realizaron una, con presencia del escribano Juan de Zamacona, que debió de ser extraordinaria con la idea de ser ejemplarizante, el mes de julio del año de 1713.

En primer lugar visitaron los molinos de la Colación de

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

68

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

Bedia y los de Galdakao, Urgoitia y Gutarribai, en segundo lugar. No encontraron nada irregular en los pesos y balanzas. En razón de todo ello, mandaron

“de acudir dentro del mismo término de los cinco días con la parte y porción que les corresponde pagar y han acostumbrado todo lo cual se hizo saber a los molineros que abitan en ellos”.

A pesar de no haber encontrado nada punible en la vista a Gutarribai, se les recordó a Pedro de Goyri y María de Sagarduy, marido y mujer, que tenían que acudir al pago de lo que les correspondía, que era para sufragar el salario del teniente del corregidor. Por las posteriores quejas de los pesquisidores, tenemos que entender que, aunque se les solía encargar su pago en los contratos de arrendamiento, no acostumbraban los molineros a tales pagos, pues la negativa a esta especial contribución fue general y unánime. El caso es que en esta ejemplar visita se les requirió formal y sumariamente para que acudieran al pago en el plazo de cinco días. Los de Gutarribai salieron indemnes, pero las actuaciones contra otros molineros y taberneros fueron duras e implacables.

Tan sólo habían transcurrido media docena de años cuando vemos a un nuevo inquilino en el molino, este, “un tal José”, resultó ser un tanto peculiar y extremadamente violento.

Juan de Premúntegui, vecino del pueblo, y “pobre trabaxante”, desde su lecho donde yacía con graves heridas que le habían causado en un ataque que “le izo hacer de buzes”, infringido sin mayor motivo

GUTARRIBAIKOERROTEA

69

GALDAKAOKO UDALA

pero “con mucho inpetío y cólera”, relató en una querella y acusación criminal presentada el 5 de junio de 1719, que

“el día de ayer domingo quatro que se contaron de este presente mes y año como a cosa de las nueve oras poco más o menos al querer pasar en la rivera del molino llamado Gutarribay para efecto de irme a mi casa sin causa ni motibo con poco temor de Dios y de la Real Justicia que Vuesa Merced administra, con un palo crecido que hubo en sus manos y con gran cólera pego un golpe en mi caveza y fue tan recio que me arrojó al suelo y me hirió gravemente de que me hallo en cama mui malo asistido de zirujano y botica y se me sigue mucho daño en que dichos reos han cometido grave y atroz delito digno de exemplar castigo”.

Prosiguieron las diligencias y entre ellas se realizó declaración de testigos. Entre unos y otros reconstruyeron la rocambolesca y espeluznante historia que sucedió en Gutarribai y que nos ayuda a imaginarnos descarnadamente la vida y sociedad de aquellos molineros y aquellas gentes que nos precedieron. El primer testigo en declarar relató sin perder detalle que

“salió de la venta de junto al Santo Cristo (…) bio el testigo como tanbién el dicho Juan de Premóntegui de como el molinero de dicho molino de Gutarribay llamado Joseph detraya a Bentura de Larrea su muxer de mala manera con una espada desnuda diziéndola que a ella y a otras xxx personas los abía de matar con

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

70

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

aquella espada y que iría por esa mundo [¿] a que el dicho Juan de Premóntegui le quiso suabisar y le desía xxx semexantes maldados y que tubiese pasienzia y se retirase a su casa y a este tiempo llegaron al mismo paraxe de junto al molino Pedro de Xáuregui y Gabriel de Xáuregui su hijo con cada palo y el padre le dijo al dicho su hijo que a qué benía allá y le dio sin más motibo un golpe grande en las espaldas y a esto salió el dicho Premóntegui y le dixo al dicho Pedro de Xáuregui que por qué razón le había pegado y dado aquel golpe al dicho su hijo el qual le ubo respondido que no a este que a ti también te daré y a este tiempo se agarraron el dicho Juan de Premóntegui y el dicho Pedro de Xáuregui y estando así agarrados el dicho Joseph, molinero le dio al dicho Juan de Premóntegui un golpe rezio con un palo grande con el qual le derribó en el suelo donde estaba chorreando mucha cantidad de sangre por la cabesa y a las boses llegaron al dicho paraxe de junto al molino y ribera”.

También Santiago Unanue, maestro cirujano que declaró después, detalló todo lo que le correspondía:

“Le allé una erida en la cabeza sobre el ueso parietal y comisura saxital echa con un instrumento magullante (...) se halla con peligro de su bida por la parte tan peligrosa donde se halla la erida”.

Oídas las suplicas del querellante obró la justicia en

GUTARRIBAIKOERROTEA

71

GALDAKAOKO UDALA

consecuencia y como se estilaba en tales casos. El corregidor culpó al molinero semi-anónimo y en su razón mandó

“que el susodicho sea llamado por so el Árbol de Guernica para que al treinteno día se presente en la cárzel pública de esta villa de Bilbao a se salbar de la culpa que si se presentare será oído o en defecto se arán los autos en su rebeldía (…) y asimismo dava y dio su Merced comisión a qualquiera alguacil de esta Audiencia para que embargue todos y qualesquiera vienes que se hallaren pertenecientes al dicho Joseph molinero de Gutarribay y los ponga en fiel depósito”.

Proseguía esta centuria avara en noticias. No se rompe el silencio hasta el 4 de julio de 1746, cuando le llegó el turno a la anteiglesia en la numeración de fogueras que ya había comenzado el año anterior. Entre los edificios arroldados figuran cuatro en manos del mayorazgo de Usunsolo, convertido ya para entonces en “Usansolo”, y otros tres en manos del barón Joseph de Aréizaga. No sabemos si corresponde esta división de propiedad a un reparto de los bienes libres y los vinculados o es un simple descuido de los visitadores o los fieles que les acompañaron. El molino de Gutarribai, que aparece incluida su casa, figura en el recuento con dos fogueras, que correspondían a los inquilinos que la habitaban Domingo de Urquijo y Gabriel de Madariaga. Gutarribai continuaba en el seno del mayorazgo, junto con Urreta y otra casa doble sin nominar.

No se había roto el silencio sino fugazmente; la vida no se retomaría definitivamente hasta dos décadas después en que irrumpe

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

72

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

con fuerza la corriente. El año de 1763 acudieron nuevos molineros a Gutarribai, los cuales rememoraron viejos tiempos de impagos y pleitos.

El día 12 de julio, por testimonio del escribano Juan Bautista de Pujana, Ignacio de Aguirre, administrador a la sazón de los mayorazgos pertenecientes al barón Martín de Aréizaga, dio en renta el molino, que entonces era de tres piedras de moler, y sus heredades por nueve años y renta de 130 ducados a pagar el día de Navidad, con otras condiciones entre las que se incluían ciertas sobre “maechuras civiles y contrarias”.

José de Epalza fue el tomador de aquel contrato, siendo su fiador amancomunado Juan de Ugarte menor, vecino de la colación de Bedia. Muy a su pesar, no le fueron al molinero las cosas todo lo bien que había imaginado y sin haber transcurrido tres años ya tenía pendiente una deuda por la rentas vencidas del segundo año, “sin que aya forma satisfaga y aun aya cumplido con las obras y reparos a que se obligó”.

Al administrador Aguirre se le acumulaba el trabajo, además del moroso de Gutarribai, un viejo conocido de Aperribai, el señor Ituño, tampoco había acudido a las rentas del molino de Garibai, arrendado también por el mismo administrador al tiempo del anterior. De esta manera, a 6 de marzo de 1766, interpuso demanda contra los dos molineros y solicitó

“que a cada uno de los nominados se le obligue a ello por todo rigor de derecho y al dicho Epalza también a la execuzión de las obras,

GUTARRIBAIKOERROTEA

73

GALDAKAOKO UDALA

como también a su fiador contenido, con protexta de abonar justas pagas echas para las respectibas cantidades.”

En esa tesitura, ante las dificultades para hacer frente a las rentas, a las presiones del administrador para que lo hiciera y a las maniobras de su fiador para que le cediese el cargo del molino, optó el molinero de Gutarribai por ajustar y liquidar cuentas con el nominado Juan de Ugarte y desentenderse del contrato que los ataba. Habían tenido principal y fiador alguna diferencia, por la que el último había demandado al primero en razón de 310 reales “por algún atraso de renta”. Le hubo ofrecido el señor Epalza al señor Ugarte, en pago de esta cantidad, “el importe y montamiento de maíces o ganado de zerda”, pero ante la negativa del último, el primero “valiéndose de su hacienda (...) se los pagó real y verdaderamente”.

Según relató después el señor Epalza, fue abandonado del arriendo por el dicho Juan de Ugarte y pasó este como tal fiador a otorgar nueva escritura de arriendo del expresado molino. El subarriendo fue a favor de Domingo de Arteche, vecino de Abando, quien a su vez interpuso por fiador insolidado al maestro cirujano del Santo Hospital de Bilbao, Juan de Anunzarri. Se comprometieron estos últimos, ante Manuel de Eizaga el 17 de junio de 1766, a tomar a cargo el molino por dos años a correr desde el día de Navidad de ese mismo año, en las mismas condiciones y “sin ninguna inobasión” con respecto al contrato subrogado.

Tampoco los nuevos molineros consiguieron salir a bien. Cumplido el primer año y medio de contrato no habían podido abonar renta alguna. ¿Quién iba a pagar esta vez los platos rotos? Al

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

74

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

señor Ugarte, que había asumido alegremente en solitario el papel de subarrendador, no le dolieron prendas para hacer responsable y garante del pago de las rentas de los cinco años restantes al desterrado Epalza. Este último alegó que estaba “libre e indene del zitado arriendo” y solicitó por ello que no le molestaran indebidamente o que en su defecto se le reentregara el molino. Visto lo visto, el dicho don Juan deliberó demandar directamente al nuevo arrendatario y a su fiador, señores Arteche y Anunzarri, respectivamente. Dio poder cumplido al procurador Tomás de Echavarría para que pidiera “execuciones, requerimientos, ventas, trances y remates de vienes tomando posesión y reamparo de ellos” y a 15 de marzo de 1768, el corregidor Juan Domingo de Junco mandó al

“prestamero, merinos, prevostes, alguaciles y demás ministros y egecutores públicos de mi jurisdicción que cada uno en la suia siendo requeridos por Juan Ugarte hagan egecución en todos y cualesquiera bienes muebles, semovientes y a falta en raízes que hallaren pertenezer a Domingo de Arteche (...) y a Juan de Anunzarri (...) por la cantidad de 130 ducados de vellón de capital”.

No tenía el señor Ugarte tiempo que perder, a las nueve de la mañana del día siguiente se presentó en el molino acompañado de otro de su apellido, Domingo de Ugarte, ministro alguacil del Corregimiento, para requerir la presencia del molinero. Únicamente hallaron a la mujer de este, Froilana de Batiz, quien respondió que “mucho antes que amaneciese este día havía a su parecer para la villa de

GUTARRIBAIKOERROTEA

75

GALDAKAOKO UDALA

Bilbao aunque no podía afirmar dónde se le podría hallar”. No estaba el ministro de vara Ugarte por hacer muchas idas y venidas ni perder ni una pizca de su tiempo; sin más dilación

“hizo execuzión, secuestro y embargo en una arca crecida, sin llabe, el que se halla en la cámara de dicho molino; en otra arquita pequeña con su llabe, en una “trocha” o arcón mediano que se halla en dicha cámara; en un arcón sito que se halla abajo, en una arteza; en una arquilla pequeña sin llabe; en una mesita pequeña, una caldera pequeña de cobre con su asa de fierro, un chocolatero mui usado de cobre, dos sartenes, una parrilla de seis libras de unto de puerco, en una madera que se halló en el pórtico la que tiene una banda delgada o soliba, y en una mula pequeña color rojeada con su baste, una mantica mui vieja y con su soga.”

Con la protesta de mejorar la ejecución hizo traba de lo embargado y nombró por depositarios reales, “juntos y de mancomún” a Pedro de Perea y Mateo de Ereño habitantes en la inmediación de la casa. El señor Perea, en cuyo poder se puso en depósito la citada mula, se obligó a mantenerla y tenerla con todo cuidado con “adbertencia de que se le ha de pagar lo justo y para el efecto le a recojido a su casa y poder”.

No debió de parecer al demandante suficiente garantía los pocos bienes embargados al molinero. Al día siguiente, esta vez a las tres de la tarde, se repitió la operación en Bilbao, en la morada del

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

76

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

cirujano Anunzarri, quien

“dijo que en su obedezimiento nombraba por tales libres suios propios: una mula de color castaño de valor de 1.500 reales de vellón, dos caballos, el uno de color rojo y el otro acastañado, ambos de valor de 40 ducados de vellón; dos juntas de bueyes ambas de color rojas y de valor de 1.000 reales, en cuios vienes el referido ministro (…) hizo ejecuxión y enbargo… con protesta de mejorarla siempre que a la parte ejecutante le combenga para lo que dejo en abierto y por depositario dellos nombro al mismo Juan de Anunzarri”.

Lejos de acabar de esta manera los requerimientos y pagos, no había hecho sino empezar una turbulenta, enredada y muy prolongada persecución de los deudores. Ese mismo día 17 de marzo, en el barrio de Zabala donde lo encontraron, se apercibió al señor Arteche “si daba o no por dados los aforamientos dispuestos por Fuero de este Señorío a dichos vienes embargados”. El pobre molinero no tuvo otra que aceptarlos, “con la protexta de gozar de sus términos”.

El día 22 del mes siguiente, se presentó escritura de obligación en mano un tal Manuel de Garaiabieta, natural de Gamiz, quien, como dueño de la mula embargada al señor Arteche, salió y se opuso al pleito, pidiendo que se le desembargara y devolviera “por no haverme satisfecho su importe y haverle ipotecado para su paga como consta de la escritura de su razón”. En efecto, el molinero Arteche, que a la sazón lo era del molino abandotarra de Bozondo se había obligado, poco antes de entrar en Gutarribai, para el “día del glorioso

GUTARRIBAIKOERROTEA

77

GALDAKAOKO UDALA

San Andrés apóstol” del próximo año de 1767, mediante hipoteca de la dicha mula. Tuvo efecto la oposición del tratante de Gamiz, quien en pago de 14 doblones y medio de 60 reales que dijo deberle Arteche, recuperó al día siguiente la mula de manos del depositario Perea.

Menguado el importe de la garantía del principal, se le presentaban mal las cosas al fiador mancomunado, quien tendría que responder en mayor medida de la deuda del molinero. Diez días después, a 4 de junio, se hizo en Bilbao citación de remate de los bienes trabados al señor Anunzarri.

Anunzarri se opuso pero no valió de mucho. El último día del mes de julio, el licenciado Roque José de Borica, lugarteniente del corregidor mandó al prestamero, alguaciles y demás ministros le satisficieran y pagaran los 130 ducados adeudados, más otros 131 reales de costas. Les ordenó de igual manera a los depositarios, y al propio Anunzarri que lo era de los suyos, que pusieran patentes y de manifiesto los bienes embargados.

Un mes después, a 26 de agosto, Manuel de Ascue, ministro alguacil, le requirió al señor Arteche 535 reales que incluían las costas, pues ya le tenía pagados antes otros 1.026 reales en el importe de 10 fanegas de trigo de a 28 reales y en dinero y otras cosas. Respondió el deudor que no tenía “de que hacerle pago sino los vienes embargados”.

Aun cuando la deuda se había saldado en sus dos terceras partes, prosiguieron las diligencias ejecutivas. Se nombró por tasador a Damián de Larrea, quien aceptó y juró cumplir puntualmente

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

78

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

con la obligación de su encargo. Acto seguido, se hizo remate de los bienes. Estos eran 6 libras de manteca de cerdo, una mesita de tabla de castaño, hasta cinco arcas, arquitas y arcones o “troges” y un madero para soliva.

“Sacó Manuel de Ascue a candela y público remate los vienes (…) poniendo para el efecto una velilla de zera encendida, diciéndoles a los circunstantes que en la tercera se daría fin a dicho remate en el mejor postor”.

El tasador debió de disponer un precio de partida interesante e interesado y la puja resultó animada, competida y finalmente beneficiosa para él mismo. Otro Larrea, de nombre Joseph, ofreció en la segunda vela 100 reales, lo que se le admitió e inmediatamente el propio Damián de Larrea ofreció 4 reales más, con que se apagó la segunda velilla. En la tercera ofreció Antonio de Mendieta, otros 4 reales más y dicho Damián subió otros 4, con lo que se apagó dicha tercera velilla y quedó en el dicho en 112 reales. Ofreció el tasador y postor Larrea cumplir con el pago en el plazo de seis días. Aun con todo, quedaron 464 reales pendientes de pago de los que no podía responder el molinero Arteche ni con bienes ni con dinero. Se pidió entonces que “ocurra por ello contra Juan de Anunzarri”.

Tan sólo dos días después, a 29 de Agosto, viendo lo que le venía encima, el propio señor Anunzarri tomó la iniciativa “por redimir mayores gastos y vejaciones judiciales” y se obligó en persona de Manuel de Maguna a pagar, para el 4 de septiembre, a Juan de Ugarte los 464 reales de la deuda pendiente, más 41 de los derechos

GUTARRIBAIKOERROTEA

79

GALDAKAOKO UDALA

del día del remate. Con esto se dieron por finiquitadas las rentas caídas de aquel primer año de contrato de 1764. Enseguida vendrían las siguientes.

Las cosas iban despacio, paso a paso. A día 9 de enero de 1769, Juan de Ugarte nombró nuevamente procurador para reclamar los 130 ducados de renta del segundo año. El corregidor ya conocía el casó y no tardó en mandar nueva ejecución de bienes. Nuevamente se pusieron tras la pista del arruinado molinero y de nuevo encontraron solamente a su mujer:

“En el molino llamado del Pontón, en el que havita Francisco de Amunuzuri y Magdalena de Hormaeche, a 10 de enero. Como a cosa de las quatro horas de la tarde, Joseph de Legarreta, ministro de vara, mediante ser noticioso de que Domingo de Arteche y Frollana de Amunuri havitan en dicho molino en compañía de sus padres y suegros respectibe (…) preguntado a la espresada Froilana de Amunuri por el paradero de dicho Domingo su marido esta respondió que la mañana de este día havía salido sin decir dónde hiba (…) mandó a la muger nombrara bienes libres (...) respondió que únicamente hera dueño a una con su marido de una cama en que dormían por quanto los cortos vienes que tenían fueron anteriormente vendidos en remate público”.

Las diligencias resultaron baldías, no habían tenido el señor Arteche y su mujer tiempo de levantar cabeza:

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

80

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

“Y que aun para el alimento diario della misma y de quatro hijos de tierna hedad que tenían se hallaban refugiados al amparo y socorro de sus padres (…) por lo que se les asía imposible por ahora el satisfacer dicha cantidad y sin embargo de esta respuesta dicho ministro hizo barias diligençias de registro por si hallaba algunos vienes pertenecientes a los susodichos y no halló sino es dicha cama”.

La suerte estaba otra vez echada; el fiador Anunzarri sufriría nueva y directamente la persecución del señor Ugarte. Lo emplazaron en Bilbao, como a cosa de las diez horas del día 17 de enero. Tampoco al sufrido cirujano le habían ido demasiado bien las cosas, aparte de la ejecución anterior, declaró que

“los cortos bienes que tenía anteriormente se hallan embargados por testimonio de Matías de Oca, por los vecinos y fieles de Deusto. Y sin embargo de ello nombraba y nombró los mismos que son: una mula de color castaño de hedad de 4 años y de balor de 25 doblones de a 60 reales. Una mesa con su carpeta de caqueta, un escaparote de pino mediana y la casa y casería llamada de Anunsarri (…) dejándola en havierto para mejorarla siempre que combenga”.

Anunzarri, inocentemente, pretendió que fuera el propio Arteche quien respondiera esta vez como principal deudor, pues suponía que le habían requerido a él como fiador, “sin haver echo escursión ni división de los vienes del dicho Domingo de Arteche

GUTARRIBAIKOERROTEA

81

GALDAKAOKO UDALA

principal”. Alegó igualmente otros defectos de forma, pero no estaba el demandante Ugarte dispuesto a transigir en nada.

Acudieron por tres veces al molino del Pontón de Begoña. El día 7 de abril la visita resultó infructuosa. En un segundo intento, el día 27, se presentaron por sorpresa a la seis de la mañana; tampoco encontraron al escurridizo molinero, pues según dijo la mujer, había salido el domingo y no volvería hasta el siguiente. No desistieron en su empeño, el día 2 de mayo volvieron a probar suerte. El desgraciado molinero logró por un momento, a finales de ese mes, parar la causa, mientras se mandaba que “el nominado Juan de Ugarte actor haga más diligencias en busca de bienes de Domingo Arteche principal o justifique por informe u otra forma no tener más que los que se le embargaron”. En otra visita, a 16 de junio, corroboraron, para desesperación del fiador Anunzarri, la evidencia:

“Unicamente alló la cama en que dormían y la ropa que traen diariamente a cuestas que se reduzía a una balenciana, chamarreta, saya y una chambra todas mui biexas y de ningún balor”.

A pesar de los pesares, el corregidor Juan Domingo de Junco confirmó la vía ejecutiva y mandó continuar e ir adelante en ella hasta hacer trance y remate de los bienes embargados. Corría el día 21 de junio cuando se hizo tasación de costas, que resultaron ser otros 198 reales a sumar a la deuda anterior. Esta vez toparon al señor Anunzarri en el barrio de la Sendeja de Bilbao. Ya sabía como se las gastaba el demandante Ugarte y se allanó sin contemplaciones. Únicamente alegó que

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

82

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

“mediante hallarse fuera de su casa no se halla con dinero prompto y menos de los vienes que se expresan (...) y que iba a practicar algunas dilijencias por si halla a cierto amigo para quitarle dichas cantidades y con tal que se le aguarde hasta las dos horas de esta tarde y de lo contrario quien consiente en que se le rematen dichos vienes”.

El monto de ladeuda crecía de día en día: a los 130 ducados de renta iniciales y los 198 reales de costas, ya se habían acumulado otros 52 reales de salarios de dos días que llevaba ocupados el escribano, más 15 reales para el alguacil por el salario de un día, más 4 reales para el notario por los derechos de la última diligencia, hasta un montante total de 1.699 reales. A 30 de Junio, Anunzarri se obligó, junto con el comerciante bilbaíno Andrés de Echezárraga, a pagar lo que se le exigía en el plazo de una semana. Transcurrida esa semana, otorgó ante el escribano Juan Esteban de Zornoza escritura de venta y carta de pago de 1.700 reales a favor del dicho señor Echezárraga por una mula de edad de cuatro o cinco años que le había vendido “a uso de feria con sus tachas buenas y malas”, con la única condición de que la tuviera en su poder el vendedor, “sin que le haya de llebar cosa alguna por razón de sus alimentos”.

Antes de resolverse este affaire, el molino seguiá maldito. Ese mismo año, apareció ahogado en uno de sus “chimbos” un hombre de 60 años que fue enterrado a expensas de la república. No sería el último, pues los molinos, incluidos los de Galdakao, eran escenarios habituales de suicidios y muertes violentas.

GUTARRIBAIKOERROTEA

83

GALDAKAOKO UDALA

Al año siguiente, a 16 de agosto de 1770, en la casa Larrauri Bekoa de Loju, hicieron un convenio entre los propios señores Arteche y Anunzarri. El primero adeudaba al segundo la no despreciable cifra de 3.154 reales. Casi dos décadas después todavía se arrastraba esta vieja deuda, haciendo bueno el dicho popular de “zor zarra, zor txarra”. Mientras se dirimían todas estas disputas y pleitos origen de tantos males, el molino no se paró.

En el año 1780, el molino de Gutarribai, -el cual vemos entonces por primera vez nombrado bajo el paradójicamente nada galdacanés onomástico “Gurtubai”-, estaba a cargo del arrendador Francisco de Iraragorri. Tuvo tratos este nuevo molinero con el maestro herrero Sebastián de Gallaga, inquilino en la casa de Iturrondo, para que este

“le hubiese de conponer los fierros que llaman “tortas”, “gorriones”, y “pica piedras” aserándolas y agusándo[las] siempre y quando tubiesen necesidad de ello para el molino de Guturribay”.

Esta colaboración entre molineros y herreros nos era inédita hasta ahora, tanto en el objeto del trato -componer, acerar y aguzar ciertas herramientas- como en la manera de ajustarse entre las partes. Este segundo aspecto, que no hemos presentado todavía, nos resulta tan interesante a nosotros como polémico les resultó a ellos. Al comienzo del verano del año 1782, litigaron por las cuentas de trabajos y géneros de los dos años anteriores.

Surgió una primera diferencia sobre el tipo de obligación o

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

84

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

contrato que los unía: el herrero alegaba que se habían ajustado y convenido las partes en hacer los mencionados trabajos y en cobrar un precio fijo por ellos, mientras que el molinero lo negaba en rotundo:

“No a tenido ni tiene ajuste ni conbención alguna en quanto a conponer ni agusar los fierros llamados tortas, gorriones, ni otro género de remienta y que si alguna vez a traído alguna o algunas a la fragua del que declara se las a conpuesto por su dinero”.

La segunda cuestión que los separaba era el pago que debía de hacerle en razón del dicho trabajo. El herrero aseguraba que en razón del convenio hecho habían pactado por pago anual fanega y media de maíz

“y en caso de que compuciese otra cualesquiera erramienta de labranza le hubiese de pagar dicho importe con independencia de la citada fanega y media lo que hera corriente y se acostumbra pagar en iguales casos”.

No sabemos si existió realmente el convenio y ajuste que alegaba una parte y negaba la otra, o en qué términos fue este; pero sí existió, a posteriori, cierto trato para solventar definitivamente las diferencias. Dirimida la primera cuestión, la polémica final era la cantidad de maíz que se debían y el precio en que se apreciaba dicho género.

GUTARRIBAIKOERROTEA

85

GALDAKAOKO UDALA

Durante el año 1780 y siguiente, el herrero había llevado desde el molino a su casa por medio de sus criados o domésticos 51 y media fanegas de harina de maíz,

“bajo de la expresa calidad y circunstancia de que les havían de bolber en grano y en el mismo peso que recivieron según que a acostumbrado y acostumbra con las demás personas que llegan a su molino a pedirle bajo de higual circunstancia”.

El año 1781, le habían repuesto, según lo pactado a entendimiento del molinero, 14 y media fanegas de maíz, “quedándole a deber de resto 37, con exposición de que estas le bolberían con la brebedad posible”. El herrero, sin embargo, interpretaba que ese resto era

“en quenta de lo que tenía que haver por dinero prestado y conpostura de remientas y no bajo de la sircunstancia de bolbérsela a dicho Francisco de Iraragorri en grano y con el peso con que las recivió”.

Avaló esta interpretación la mujer del herrero, María de Guereta, quien dijo que “le restituieron 14 y media porque quedaría la cuenta que tenían entrada por salida con corta diferencia”.

Llegados a este punto, el día 7 de septiembre, “se rejuntarían a quentas” en la casa concejil de la Cruz. El señor Gallaga nombró a Manuel Eizaga y el señor Iraragorri a Sebastián Ibarreche y se obligaron a “estar y pasar por lo que estos dijesen y resolviesen qualquiera manera

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

86

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

que sea”. Se celebró el juicio compromisario y la determinación dada en él, “sin pasión ni aficción”, el 24 de octubre, resultó ser favorable a Francisco de Iraragorri el molinero en 202 reales y 15 maravedís, “en lo que entran todas las pretensiones de ambos incluiendo composizión de herramientas y demás dares y tomares que an tenido hasta aquí”.

El herrero Gallaga, no obstante de haberse comprometido a aceptar la determinación que resultara, no quedó conforme y no se allanó al cumplimiento de lo sentenciado. Protestaba y alegaba agravio el señor Gallaga “por havérsele cargado 20 y medio reales por fanega de maíz, siendo así que en aquel tiempo fue el precio corriente de 15 a 16 reales”.

El molinero, a su vez, se sintió agraviado por el incumplimiento y demandó al contrario, pidiendo que fuera “compelido y apremiado Sebastián de Gallaga por venta y remate de sus vienes a la paga y satisfacción de los 202 reales”.

Todo el tiempo y energía empleadas en estos pleitos no pudieron sino traducirse en el descuido y abandono de las instalaciones molineras de Gutarribai. En el año 1788, había acudido su propietario, el barón Babil de Aréizaga, “solicitando se le concediese espera de un año o dos para pagar diferentes cantidades”. El 16 de mayo de ese mismo año se formó junta de acreedores a los bienes del barón y se nombró director y administrador de los bienes concursados a Pedro Martín de Larrumbide, abogado de los Reales Consejos y vecino de Elgoibar.

En calidad de su cargó, a 13 marzo de 1789 y por testimonio

GUTARRIBAIKOERROTEA

87

GALDAKAOKO UDALA

del escribano arratiano Simón Bernardo de Zamácola, dio el señor Larrumbide en arriendo la ferrería tiradera de Usansolo a la viuda Teresa Castilloveitia y sus hijos María Paula y José Ignacio. Se excluía del arrendamiento la toberera o martinete, pero, por el contrario, los arrendatarios tomaban a su cuidado el molino de “Gutarrubay”, según la undécima cláusula de dicho contrato que rezaba así:

“En atención a pertenecer también a los vínculos de dicho señor don Babil y por consiguiente a la administración del señor Larrumbide el molino nombrado Gutarrubay radicado en esta anteiglesia, el qual por hallarse mui necesitado de obras y reparos le desamparó el último inquilino y tomaron dichos arrendatarios a su cuidado el atender el indicado edificio y percibir sus utilidades corriendo por consiguiente en su manejo desde primero de diciembre último espirado, lo qual ha mobido a dicho señor director a tomar los debidos informes de dichas obras habiendo resultado por ellos que se necesitan emplear de pronto en dichos reparos, 2.200 reales en combención de todas las partes relacionantes, que dichos arrendatarios haian de costear de su propio bolsillo y sin calidad de reintegro, mediante la inteligencia con que proceden de que les será cierto este arriendo, las citadas obras más precisas e indispensables de dicho molino y que los mismos arrendatarios las haian de manejar y cuidar de él, percibiendo quantas utilidades diere por espacio de nueve años que se entenderán principiados a correr en

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

88

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

24 de diciembre próximo pasado y concluirán en igual día del año de 1797, pagando y satisfaciendo a dicho señor Larrumbide 200 ducados de vellón de renta anual al fin de cada uno de ellos”.

Al día siguiente firmarían ante Juan Bautista de Pujana otra escritura en razón de la cual los arrendatarios se constituían en recaudadores de las rentas de todos los bienes del señor Aréizaga. Apenas cumplido un año, sin embargo, por una parte había fallecido la señora Castilloveitia, habiendo dejado por heredero a su hijo Juan Ramón y por otra, el otro hijo, el arrendatario José Ignacio, declaró que no había podido antes y tampoco iba a poder después ocuparse de su parte de arriendo, por lo que hacía cesión de él a su hermana María Josefa.

Los hermanos Castilloveitia pusieron en marcha el molino y lo subarrendaron una y otra vez. Sabemos, gracias a un pequeño debe de 30 reales que apuntó celosamente don Lorenzo de Uriarte, señor de la casa de Arandia, en su testamento, que por el año 1793 era molinero en Gutarribai Tomás de Abrisquieta, natural de Arrigorriaga y hermano de la molinera de Arantzelai. Dos años después, en la estadística provincial de Propios y Arbitrios, figura el molino con tres piedras más sus heredades y una renta anual de 2.200 reales de vellón -la misma renta del contrato de 1789-, a cargo, ese año de 1795, de Andrés de Eguizábal Ealo y Andrés de Eguizábal Ojanguren, padre e hijo, respectivamente.

Seguía la administración en manos del señor Larrumbide, pero los pagos se hacían en manos del administrador local Gerónimo

GUTARRIBAIKOERROTEA

89

GALDAKAOKO UDALA

de Campos, vecino y fiel de la anteiglesia. Junto con nuestro molino, con dos ruedas se mantenía activo el vecino de Urgoitia y el recién fabricado de Arantzelai, también con dos ruedas. La fogueración del año siguiente no hace sino confirmarnos la existencia en aquellos postreros años de la centuria de los mismos tres molinos en manos de los mismos tres propietarios. También por esas fechas, el día de navidad de 1797, finalizaba el contrato que unía a los hermanos Castilloveitia a las ferrerías de Usansolo y molino de Gutarribai que solían subarrendar. No tenemos noticias de si se llevó a término, ni tampoco, en caso de que así hubiera sido, si tuvo continuación.

Entretanto y lejos de la vida del molino, renacía el pleito por la deuda que el viejo molinero Arteche, ya difunto, le había dejado a su fiador el cirujano Anunzarri. El señor Arteche, que se había declarado insolvente y se había presentado como un pobre miserable, era dueño de una casería que le habían dejado en herencia sus padres en Gamiz y que había ocultado. En el testamento que dejó el año 1785 por testimonio de José María de Esnarrizaga, le hizo donación a su mujer de la dicha casería nombrada “Zearreta la de Atrás”. Unos años después, cuando corría el 1792, deliberó la viuda doña Froilana ceder la casería a su hijo Pedro. Su valor no excedía, según declaró, los 500 sueldos de oro. Suficiente y sobrados, en todo caso, para que esta vez no pudiera eludir el pago de la vieja deuda de su padre. No obstante, todavía tendría que tener el señor Anunzarri una última dosis de paciencia y aguardar otra media docena de años.

En 1797, ya se habían cumplido 27 años desde que el molinero Arteche y su fiador Anunzarri habían firmado un convenio

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

90

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

para que el primero restituyera al segundo los 3.154 reales que tenía pagados en su nombre. Ahora, consciente de que el heredero del molinero, su hijo Pedro, no podría alegar insolvencia, reclamó dos partidas de reales, 505 por una y 1.699 por otra, las cuales sumaban 2.204, más otras cantidades que entonces se le habían “trasmanado”.

Habían transcurrido muchos años y ya sólo vivía uno de los testigos de aquel convenio: Domingo de Begoña. Quiso aprovechar ese vacío el abogado del demandado, para lo que quería hacer valer que el documento objeto de prueba era

“un papel debilísimo que no tiene mérito alguno legal y aunque le tubiese que lo niego se contradice en su contesto (…) el papel presentado no merece nombre de documento (…) funda sus ideas en caprichos y por lo mismo aun suena remendado”.

No surtío efecto la maniobra, el juez mandó hacer retención de los 2.204 reales extensibles a la cantidad de 3.154, en caso de que vendiera la casería propiedad del deudor Arteche, como según parecía intentaba pero negaba este. Transcurrieron meses en estos dires y diretes, pero el señor Anunzarri logró recobrar al final de ese año 1798, después de larguísimos años, aquel dinero que había adelantado como fiador del arrendatario del molino de Gutarribai.

Antes de acabar la convulsa centuria, 30 años después de otro caso similar en el mismo lugar, apareció un cadáver en aguas de Gutarribai. Resultó ser un joven llamado Domingo Antonio de Bernaola, que “se halló ahogado en el río de Gutarribai, no lejos del

GUTARRIBAIKOERROTEA

91

GALDAKAOKO UDALA

molino del mismo nombre”.

Vino un nuevo siglo y con él nuevas guerras y tumultos. No le pillaría ajeno la nueva situación al nuevo propietario de Gutarribai, Juan Carlos de Aréizaga y Aldunzin, sucesor en los mayorazgos por muerte de su hermano, ya que era coronel de los Reales Ejércitos. En mayo de 1807, pidió el barón del Sacro Imperio Romano posesión de los bienes recién obtenidos, entre ellos la del sufrido molino que había sucumbido no a la siempre amenazante agua del Ibaizabal, sino al fuego, seguramente fuego artillero de las tropas francesas que invadían la península, sino el anterior de la Zamacolada que no fue ajena a los molineros de la localidad.

En la toma de posesión, realizada bajo la presencia del escribano Francisco Tomás de Vergara Zamacona, tan solo encontraron el recuerdo de lo que había sido el edificio harinero, lo que no fue óbice para proceder con todo el ceremonial de tales actos posesorios:

“Luego de practicada la próxima diligencia prezedente me transferí yo el escribano [y] don Gerónimo de Campos al sitio del molino de Gutarribay que hace poco se incendió y quemó [y la] torre germada e inhabitable que existe en la campa de Zabala de esta anteiglesia de Galdácano, y a las heredades de pan coger y montes pertenezientes a ambos, de todos los quales bienes raíces le di al dicho don Gerónimo en representación de su constituyente la real, actual, corporal velquasi posesión, quien anduvo por dicho sitio de torre y pertenecidos esparciendo tierra, arrancando hiervas y haciendo otros

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

92

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

actos de verdadera posesión, la que tomó y aprehendió quieta y pacíficamente sin contradicción alguna”.

Géronimo Campos actuaba en nombre del administrador general Martín José de Oleta, que había sustituido al señor Larrumbide.

Otra fuente, más concreta pero menos contemporánea y por tanto menos fiable, sin embargo, nos data el incendio el día 7 de diciembre de 1807 y su reedificación el año inmediato,

“no así la maquinaria, en cuyo estado de ruina permaneció hasta el año de 1827, habiendo desaparecido en este intervalo la presa, con motivo de las avenidas ocurridas en el discurso de tantos años: que como la citada anteiglesia carecía de molino y la necesidad de proveer de molienda exigía imperiosamente la reparación de la presa y antepara, la madre del citado señor marqués, viuda a la sazón del excelentísimo señor don Juan Carlos de Aréizaga y curadora de su primogénito hijo del mismo señor marqués, las rehabilitó construyendo la actual presa de maderamen en el punto en que la anterior existía y poniendo la correspondiente maquinaria”.

En efecto, al año siguiente de dicha reconstrucción, en 1828, en una interesante relación de los propietarios que participaban en “la sociedad de seguros mutuos de incendios” que se constituyó por testimonio del notario Manuel Madina en la anteiglesia, aparece

GUTARRIBAIKOERROTEA

93

GALDAKAOKO UDALA

entre los asegurados y por ende reconstruido “la casa molino de Gutarribay”. Seguía en manos de los Aréizaga, de la viuda María Ana de Magallón, más exactamente, aunque ya por poco tiempo. También tenía nuevo administrador: Bernabé Díaz de Mendíbil, que compaginaba esta labor con la de ferrón de Usansolo y, a la postre, gran propietario. El o los molineros, por su parte, eran en la recién los Eguizábal, los mismos que ya lo ocupaban 35 años atrás y lo seguirían haciendo hasta su desaparición.

Efectivamente, dos años después, a 16 enero de 1830, en el contrato matrimonial dado ante Tomás Francisco de Bergara, entre Bartolomé de Eguizabal, hijo y hermano de los anteriores molineros, y Marina de Arámburu, la madre de esta le dotó “para el consabido matrimonio e hijos que Dios nuestro señor les diere”, con 225 ducados, a entregar 50 de ellos “ahora de pronto” y los restantes 175 al tiempo en que se casara alguno de sus otros hijos, y compensaba a su consuegra

“con circunstancia expresa de que 100 ducados de toda la dicha dote ha de entregar para sí a la prenotada Josefa de Ojanguren si los futuros esposos permanecieren en el arriendo de la casa molino de Guturribai (...), y no en ningún otro caso, pues en el de que no estubieren los futuros contraientes en dicho arriendo percibirán estos los citados 100 ducados mandados a la citada Josefa de Ojanguren”.

El novio recibió, pues, de manos de su madre el arriendo del molino a cambio de la enunciada compensación y además

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

94

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

“un buey, un carro nuevo con todos sus aparejos, dos arados, una cadena de carro, un par de laias, una goadaña, tres asadas, dos achas, la una de ellas de cortijo, una sarda, un rastrillo, un pantalón, una chaqueta, un chaleco, una balenciana y un par de polainas de paño negro de Segobia, una faja, un sombrero, 16 botones de plata, otro pantalón, chaqueta y polainas de pardemonte, otro chaleco y una faja, otro pantalón, una chaqueta y un par de polainas de paño de Chinchón, otros dos pares de pantalones de paño de Chinchón y dos chamarras, un par de sapatos y dos pares de medias, cuatro camisas sin estrenar y dos usadas, todos los cuales bienes regulados por inteligentes ascienden a 2.854 reales”.

Aparte de la herramienta y ropa listadas les mandó a los recién esposados ocho fanegas de maíz para su sustento. La madre de la novia, por su parte, añadió para su hijo [político] Bartolomé, por vía de arreo

“una cama nueva con siete piesas de su adorno también nuevas, 4 mudanzas de cama sin estrenar y una usada, seis bestidos de hilo y lana del uso de su persona, un paño de manos, tres servilletas, un mantel de mesa, una baca con su cría, seis fanegas de maís, una pieza de tocino, una caldera de cobre nueva, media docena de platos de Talabera y seis ordinarios, una chocolatera, dos sartenes, un escaparate, una artesa, una arca usada, un armario o balda, una mesa y la herramienta manual

GUTARRIBAIKOERROTEA

95

GALDAKAOKO UDALA

de labranza”.

Los siguientes debieron ser años de calma y de bonanza. Doce años después, según observamos en la Estadística Territorial de ese ejercicio, seguía al frente del molino el señor Eguizabal, quien rentaba 24 fanegas. El día 24 de enero de 1846, ante el notario Juan Bautista Uriarte, se volvió a levantar una nueva escritura de arriendo del molino, que resultó ser una prórrogra de la anterior de 1830, “a fin de que consten las bases de esta conformidad.” Este nuevo contrato, que tenía vigor desde el día de Todos los Santos del año anterior, era simple y paradigma de otros tiempos. Abarcaba otros tres años de arriendo y mantenía la antigua renta de 2.200 reales anuales. Los hermanos Juan Domingo y Andrés Ojanguren se constituían por fiadores y el propio Eguizábal, además de gobernar la molienda, habría de cuidar y manejar las tierras “según se acostumbraba entre inquilinos de esta clase, sin que dé lugar a deterioros y menoscabos”. La cuestión de las antiguas maechuras también aparecía modernizada:

“Que toda obra indispensable que haya que egecutar para la conserbación del molino, será del cargo del propietario, a quien dará parte Eguizábal para su egecución, y en ningún caso podrá emprender obra alguna sin dar parte, y que consienta el propietario o su representación, pena de que no se le abonará en cuenta”.

La cuarta cláusula, también novedosa en este tipo de contratos, redundaba en la negativa a reclamación de mejoras enunciada de pasada en el capítulo precedente tercero. Este sería, con todo, el

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

96

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

último contrato tradicional del molino de Gutarribai; el siguiente, once años después, en plena revolución industrial, abriría las puertas a la definitiva reconversión del molino.

El día 4 de marzo de 1857, el emprendedor empresario navarro Romualdo García Navarlaz tomó el molino en arriendo. Era un contrato un tanto especial que preveía un largo período de vigencia pero a su vez contemplaba una opción de compra que no tardó en ejecutarse. Otro síntoma de nuevos tiempos y nuevas realidades fue la renta de 6.000 reales “en dinero metálico sonante”, frente a los viejos 2.200 y cambio de mano en la responsabilidad de los reparos:

“Romualdo García se constituye a costear las obras del edificio del molino harinero, reposición de la presa y antepara que proyecta construir a sus espensas en el ya referido molino de Gutarribay o sus tierras, el que conservará en arriendo durante el término de 22 años, que empezarán a correr y contarse desde el primero del presente mes”.

Los reales de renta serían duros en caso de compra, estipulada así en 6.000 duros o “sean 120.000 reales, de una vez”. Por el contrario, si pasara ese tiempo sin ejecutar la compra, dejaría el molino corriente y moliente y quedaría libre de esta opción el propietario, que era a la sazón Manuel María de Aréizaga, vecino de Zarauz. Cita el mismo contrato al “actual molinero” quien maneja las tierras y pudiera ser todavía, hasta ese momento, el mismo señor Eguizábal.

No estaba el señor García para perder el tiempo y enseguida

GUTARRIBAIKOERROTEA

97

GALDAKAOKO UDALA

solicitó causar la compra, haciendo uso de la facultad estipulada en el contrato. A 17 de abril, apenas un mes después del contrato previo, Clemente de Zalvide, en nombre del administrador Bernabé Díaz de Mendívil, solicitó al juez de Primera Instancia de Bilbao proveyera el debido permiso para hacer los llamamientos pertinentes para proceder a la venta del molino y sus tierras.

Sin perder tiempo se hicieron los llamamientos forales en el pórtico de la anteiglesia de Galdakao los tres domingos consecutivos siguientes: días 19 y 26 de abril y 3 de mayo. En el primer llamamiento fueron testigos Francisco de Zamalloa, Francisco de Barandica y José Antonio Urizar; Juan Antonio Aránburu, Pedro Arana y el antiguo fiador Andrés Ojanguren lo fueron en el segundo y Martín Abásolo, José Nicolás Gorrachategui y José Manuel Ugalde en el tercero. Se realizaron las diligencias ante el notario de la localidad Juan Bautista Uriarte, “sin que haya mediado reclamación de ningún profinco por el derecho de tanteo”. La compraventa ya estaba casi resuelta, tan sólo faltaba el peritaje del arquitecto Simón Ochandategui.

Entretanto, el primero de mayo el señor Manuel María de Aréizaga, que se encontraba accidentalmente en Madrid, dio poder expreso a su administrador para la venta. El día 11 el notario bilbaíno Isidoro Ingunza, que sería el designado para toda la tramitación de la constitución de la nueva sociedad, dio traslado del poder. Ese mismo día el arquitecto presentó su informe y todo quedó pendiente para la firma de la compraventa que se consumó una semana después. Ese informe hecho es la primera y casi única descripción que tenemos del molino del que hemos escrito hasta aquí casi sin conocerlo.

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

98

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

“El espresado molino situado en la orilla derecha del río principal que pasa por la anteiglesia de Galdácano, consta de un edificio que incluye; el aparato de molienda, habitación del molinero y cuadra. Tiene 1.379 pies superficiales y una tejavana contigua a dicho molino, en la parte del Norte con 544 pies superficiales. El aparato destinado a la molienda se compone de tres ruedas horizontales que dan movimiento a otras tres piedras destinadas a moler maíz. El desnivel entre la parte inferior de las ruedas motoras y la superior de la presa es de 6 pies y 8 décimas de pie”.

Limitaba el molino por el Norte y Este con tierras de pan sembrar del propio molino, por el Sur con el río principal y por el Oeste con el camino que daba entrada al edificio. Las tierras se componían de dos trozos. El primero estaba contiguo a la casa de medida de 3.095 estados destinado a pan sembrar excepto las riberas que estaban destinadas a pastos. El segundo de los trozos era el llamado Ibarreta y se situaba río abajo del molino, estaba destinado a pan sembrar y medía 1.438 estados, incluidas las riberas destinadas a pastos.

El informe del arquitecto era bastante escueto y no hacía mención a la presa, pero sabemos, por un breve apunte que el propietario había dado 10 días atrás para la venta del molino, que se trataba de un “molino antiguo con su presa de maderamen”. Más adelante el comprador la reconstruiría de piedra.

El acto de compraventa se realizó en Bilbao a 18 de mayo

GUTARRIBAIKOERROTEA

99

GALDAKAOKO UDALA

de 1857 ante el expresado notario Isidoro Ingunza. El precio fue el estipulado de 120.000 reales de vellón que según declararon

“es su justo precio y verdadero valor, atendidas sus circunstancias y el objeto para que las destina el comprador, que no valen más, ni ha hallado quien tanto le diera y si más valen o pueden valer, hace del esceso en poca o mucha suma (...) en favor del comprador, sus herederos y sucesores, gracia y donación perfecta e irrevocable con todas las seguridades legales, renunciando las leyes que tratan de las cosas que se venden, compran o permutan por más o menos de la mitad del justo precio y los cuatro años que señalan para pedir su rescisión o el suplemento a su justo valor”.

Al señor Romualdo García no le faltaban socios para la nueva empresa. Ya en 1854 se había asociado con el vitoriano Joaquín Fernández Gamboa, bajo la razón “Gamboa y García”. En Valladolid, donde fundará otra importante harinera llamada “La Santa Espina”. Contactó después con los hermanos Semprún. Los hermanos vallisoletanos confesaron en documento de 28 de mayo de 1858 que

“en el año próximo pasado estaban de acuerdo con don Romualdo García vecino de Bilbao y don Joaquín García Gamboa que lo es de Vitoria para comprar una casa molino y varias tierras de pan sembrar denominado Gutarribay (...) con el objeto de reedificar una fábrica de harinas y constituirse los tres en sociedad mercantil

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

100

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

siendo el principal obgeto de esta la elaboración y venta de aquel polvo”.

Declararon igualmente que la compra que había formalizado el señor García la había realizado según el reparto siguiente:

“25 % el don Romualdo. La tercera parte el don Joaquín y la restante los señores comparecientes, habiendo suplido en la misma proporción los gastos para la reedificación de la fábrica”.

El resto de la inversión también la efectuaron bajo las mismas premisas y

“en igual proporción los costos que ha demandado la Fábrica de harinas construida en dicho molino con la maquinaria y demás anejo para utilizarla en sociedad”.

Ahora se trataba de que el señor Romualdo formalizara la cesión de las partes que correspondían a sus socios y todos tuvieran la debida representación legítima. Los hermanos Semprún dieron poder al señor Fernández Gamboa -que vivía a medio camino- para ese tramite, y para que se constituyeran las tres partes en sociedad en comandita.

El día 5 de junio se realizaron en Bilbao la cesión y la constitución de la sociedad bajo la razón “Gamboa y García” y con el objeto de “(re)construir una fábrica para elaborar harinas y ocuparse de

GUTARRIBAIKOERROTEA

101

GALDAKAOKO UDALA

otros ramos análogos”.

Recogía la escritura de constitución hasta 17 cláusulas, de las que trasladamos aquí las cuatro primeras y principales:

1.- La razón social de la compañía será “Gamboa y García” y estos dos señores tendrán a asu cargo la administración de aquella y usarán indistintamente la firma, si bien correrá todo en su mayor parte a cargo del socio señor García, tanto por su inteligencia especial en el ramo, cuanto porque lo han convenido así, siendo la causa de no poner por su parte capital, para empezar a alimentar la fábrica.

2.- La duración de la compañía será de 10 años concluirá el 31 de mayo de 1868.

3.- El capital social, en el que se incluye el coste del edificio, importa 1.800.000 reales vellón, distribuído del modo siguiente: Don Romualdo García, por su 25 % importe de la fábrica: 250.000 reales vellón. Don Joaquín Fernández, por su 33 % id. id.: 330.000; los señores Semprún hermanos, por su 42% id. id.: 420.000 reales. Coste de la fábrica: 1.000.000 reales.

El señor Gamboa, por su 33 % para los 800.000 reales que dedica la sociedad para la elaboración de harinas: 264.000 reales vellón. Los señores Semprún

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

102

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

hermanos, por su 42 % para la misma cantidad: 336.000 reales. Que suple Gamboa a García, 41 y tercio %, sobre 200.000 reales vellón: 82.666 reales. Que suplen Semprún hermanos, por su 58 y dos tercios %, sobre 200.000 reales vellón: 117.333 reales.

4.- Los beneficios que obtenga la sociedad se distribuirán del modo siguiente: 42 % para los señores Semprún hermanos; 33 % para don Joaquín Fernández Gamboa y 25 % para don Romualdo García. Y en la misma forma sufrirán las pérdidas si desgraciadamente las hubiese.

La nueva fábrica se puso en marcha ese mismo año y ese mismo año también se cobró el primer accidente mortal. Se trató del vecino de Abadiño Martín de Mendibezua, casado con Bibiana de Aguirrebeitia. El suceso fue terrible y ezpeluznante la descripción hecha por el cirujano Julián de Laburu que reconoció el cadáver hallado tendido bajo la maquinaria.

Supuestamente tuvo “el descuido que ha tenido de haberse dejado coger la cabeza por la rueda corona de la máquina estando colocando en ella la correa”. Era de edad de como de 32 a 34 años, y llevaba la ropa que suponemos estilaban los trabajadores en aquellos tiempos en tales fábricas:

“vestido con pantalón de paño color castaño obscuro, ceñidor azul pequeño, camisa de lienzo blanco del país y borcegís bastante usados con la cabeza

GUTARRIBAIKOERROTEA

103

GALDAKAOKO UDALA

ensangrentada. Se le hallaron 22 reales y 8 maravedís, un napoleón, un realito y 19 cuartos en calderilla”.

Prestaron declaración como testigos enlas diligencias que siguieron al luctuoso hecho, además del mencionado cirujano, Juan Domingo de Jáuregui, Víctor de Inchausti, Feliciano Sáiz Calderón y el alcalde de la localidad, Martín de Barandica.

Al año siguiente, a 19 de marzo de 1859, aunque la venta estaba más que consumada sin haber hecho constar ninguna reserva, carga ni condición especial, el señor Aréizaga concedió permiso de paso para la fábrica a cambio de un canón anual de 20 pesetas.

Aunque no tenemos muchos detalles al respecto, sabemos que la fábrica de harinas prosiguió en su labor. El señor Delmás en su inmemorable “Guía descriptiva del Señorío de Vizcaya en 1864” hizo constar que la fábrica contaba “con 10 pares de muelas”.

El señor Romualdo García fue un procer en muchas actividades y a su precursora fábrica galdacanesa le cupo -y cabe- el honor de ser la finca número uno inscrita en el folio uno del misteriosamente extraviado libro primero de “Ayuntamientos Varios” del entonces incipiente Registro de la Propiedad de Bilbao, no creado como tal hasta el año 1863. Pero incluso antes de dicha inscripción, ya figuraba la fábrica en los libros 12 y 13 de la extinta Contaduría de Hipotecas.

Aun privado de su viejo socio vitoriano don Joaquín Fernández Gamboa, que debió de fallecer allá por el año 1876,

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

104

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

Romualdo García, con 55 años a sus espaldas, no tomaba tregua ni respiro. Ese mismo año, por ejemplo, lo vemos tomando parte muy activa, ahora bajo la nueva denominación mercantil de “Romualdo García y Compañía”, en la creación de la importante fundición de hierro guipuzcoana de“San Pedro de Elgoibar”.

Con motivo de la desaparición uno de socios, sus herederos hicieron cesión de su parte en la harinera de Gutarribai convertida ya definitivamente para entonces en “Guturribay” a favor de Romualdo García. Hicieron lo propio con la suya los hermanos Semprún, por una cantidad sin concretar que declararon tener recibida. Dio fe de todo ello el notario bilbaíno Serapio de Urquijo, y a 23 de noviembre de 1877, inscribieron tal circunstancia en citado Registro de la Propiedad de Bilbao, que resultó ser la inscripción segunda de la finca número 192 de Galdakao. La tasa por tal operación fue de 8 pesetas.

Nos da esta inscripción la primera descripción que tenemos de la fábrica que había sido levantada en el solar del antiguo molino demolido ex proceso y que estaba pronta a cumplir 20 años de vida:

“Fábrica de harinas y otros edificios recientemente construidos dentro del área que antes ocupaba la casa molino a que se refiere la inscripción número primero y dentro de la del trozo contiguo a las mismas de cabida de 156.300 pies, equivalentes a 1 hectárea, 21 áreas y 34 centiáreas y 74 céntimos”.

La fábrica medía 5.292 pies cuadrados, equivalentes a 403

GUTARRIBAIKOERROTEA

105

GALDAKAOKO UDALA

metros y se le había asignado el número 278. Con el número contiguo existía un almacen de 298 metros que estaba comunicado a la fábrica por un puente de madera. Los números 280 y 281 correspondías a sendos almacenes y cuadras de 332 y 454 metros respectivamente. Completaba la finca el anteriormente mencionado terreno Ibarreta, de medida de 5.470 metros, que estaba destinado a pan sembrar y situado río abajo del molino. Se segregaría para su venta tres años después. Ascendía, así pués, la medida de la fábrica y sus pertenecidos a 18.008 metros.

A 30 de abril de 1884, de nuevo con el notario bilbaino Serapio de Urquijo como fedatario, Romualdo García vendió la fábrica de harinas a la “Sociedad Anónima de la Pólvora Dinamita Privilegio de A. Nóbel”. Dispusieron un precio de 113.125 pesetas, de las que se hicieron efectivas en mismo acto de compraventa 62.000 y las restantes 50.625 quedaron pendientes para hacerlas efectivas una ves transcurridos seis meses. La finca estaba libre de cargas, excepto aquel canón de 20 pesetas por el derecho de paso a la fábrica establecido cinco años atrás, y una obligación especial que había adquirido don Romualdo según la cual se se habría de establecer

“un apartadero frente a la fábrica de harinas según la importancia de arrastres que proporcione la industria a que se destine la espresada fábrica,siendo de cuenta de los dueños de ella el sueldo de un guarda-agujas que necesariamente ha de haber según estaba resuelto”.

En compensación de las mencionadas cartas don Romualdo

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

106

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

cedió a la sociedad de la Dinamita otra finca, el caserío Pinukoa con sus pertenecidos. Los nuevos propietarios dieron entonces otro uso a la fábrica y la rebautizaron con la denominación de la “Cantábrica de Abonos Minerales”.

Al año siguiente sucedió una crecida importante, pero esta vez, a diferencia de ocasiones anteriores, la moderna edificación aguantó bien la avenida.

La nueva fábrica ayudó mucho en el crecimiento y progreso del pueblo. La sociedad creo un barrio para los obreros de la fábrica y todo el entorno tomóuna importancia desconocida hasta entonces. La necesidad de desplazarse de un lado al otro del río aumentó en consecuencia. No había, aparte del puente de hierro de la fábrica, ningún otro entre el de Torrezabal y el llamado Puentelatorre o Torrezubia, donde se ubicaban sendas instalaciones industriales. Para hacer uso del puente de la fábrica de Guturribai los vecinos debían atravesar las intalaciones fabriles con el riesgo y molestia que ello conllevaba.

El año 1894, la Sociedad de Dinamita se comprometió a construir un paso de madera que daría la vuelta al edificio conocido por el molino e iría sostenido por medio de consolas contra dicho edificio.

1904: BJE: La Cantábrica.

1908: GUA01246

GUTARRIBAIKOERROTEA

107

GALDAKAOKO UDALA

1908-33

Proyecto reformado N.º1. para la ampliación del puente sobre el Ibaizabal. Documento n.º 1. Memoria. Ingeniero de Caminos Canales y Puertos. D. Ignacio de Rotaeche. Ejemplar n.º 2.

18/Dic/1908.- En la presa de la fábrica de Guturribai, el agua subió a 4,60m. sobre la presa. Otra crecida 1885.

1910: Caserío Guturribi, 1,21 áreas.

Hermanos Aréizaga

1915ean, artean, uruna fabrika moduan ikusten dogu, baina 1923rako, erroteak edo errotearen ordezko eraikin barri batek turbina bi eukozan, 116 eta 73 HPkoak… “se utilizan como fuerza motriz en la preparación de algodón pólvora y alternativamente para producción de electricidad”.

1923: GUA8722

Caserío Guturrubi: Aréizaga baroia

Caserío Guturribay: Ponciano Oleaga Garrastazu

1923: GUA11.076

2 turbina, 116 eta 73 HPkoak.

Se utilizan como fuerza motriz en la preparación de algodón

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

108

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

pólvora y alternativamente para producción de electricidad.

Dinamita

1924: GUA00484: Electricidad.

1928: Agrupación: finca 1053 29/241, 23 abril 1928

1928: Adjudicación

Plan horren barruan, 1929 hikamika sortu eudezan lorategiak parau eudezan eta Dinamita enpresak kexa agertu … “por las mismas razones protestamos de la desaparición del molino de Torrezabal y de otra invasión en la fábrica de Guturribay”.

1954: Amillaramendua UEE: Basoa

Caserío Guturribay: Rosa Egizábal Bengoa

Guturribay Erdikoa: Miguel Oleaga Arteta

R03965/02: Planoa

1956: R03911/05 Planotxoa. La Cantábrica bertan.

GUTARRIBAIKOERROTEA

109

GALDAKAOKO UDALA

GALDAKAOPAISAJEA ETA HISTORIA

110

BELAUTEPIEN DOKUMENTAZIO ZENTROA

GUTARRIBAIKOERROTEA

111

GALDAKAOKO UDALA