Modelos de urbanización y segregación espacial
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71REPYG NO 2. AÑO 1. VOL. 1. ABRIL-SEPTIEMBRE DE 2014. ISSN 2007-8757
Modelos de urbanización
y segregación espacial
Urbanization models and space segregation
Edson Javier Aguilera [email protected]
Síntesis curricularDoctorando en Ciencias Sociales por la
Universidad de Guadalajara. Maestro en Estudios Filosóficos y Licenciado en
Filosofía por la Universidad de Guadala-jara. Profesor de la Maestría en Derecho
y la Maestría en Administración de la Universidad Enrique Díaz de León.
Autor de diversos libros y columnista.
ResumenEl lugar de la ciudad donde se habita implica una estructura de oportunida-
des que puede movilizar o bloquear los recursos que una familia posee. La
inscripción en un espacio no determina, pero si delimita la trayectoria de las
familias y los sujetos que lo habitan, a su vez los sujetos tejen la historia del
lugar y sus propias historias en estrecha relación con la distribución del es-
pacio urbano-privado y con las características de estos espacios. De ahí que
el estudio de los modelos de urbanización y sus características es muy rele-
vante para las ciencias sociales y para las políticas públicas de urbanización.
Abstract The place of the city where it is inhabited it implies a structure of opportuni-
ties that can mobilize or to block the resources that a family possesses. The
inscription in a space doesn’t determine, but if it defines the trajectory of the
families and the fellows that inhabit it, at the same time the fellows they knit
the history of the place and its own histories in narrow relationship with the
distribution of the urban-private space and with the characteristics of these
spaces. With the result that the study of the urbanization models and their
characteristics are very outstanding for the social sciences and for the public
politicians of urbanization.
Palabras clave / KeywordsSegregación espacial, modelos de urbanización, estructura de oportunida-
des, recursos.
Space segregation, urbanization models, structure of opportunities, re-
sources.
72 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial
IntroducciónLos modelos de urbanización y segregación espacial se
ofrecen como un campo de estudio muy rico, donde se
han entablado diálogos interdisciplinarios en que han
participado urbanistas, geógrafos, sociólogos, arquitec-
tos, historiadores, antropólogos y otros. La coordenada
territorial encuadra, dice Durand (2012), los límites de
la investigación, da orden al trabajo de campo y cons-
truye un universo de enunciación para el contenido teó-
rico. En el tema de segregación espacial, aparte de téc-
nica de encuadre, lo territorial está en el corazón mismo
del planteamiento, porque como indica Castel: “(…) es
en el espacio, y en particular, en el espacio urbano, don-
de se reorganizan las líneas de escisión, las oposiciones
y los conflictos que estructuran la vida social, y donde se
cristalizan las principales desigualdades” (2010: p. 42).
Por su parte, Harvey (2007) considera al territorio una
de las variables para analizar la desigualdad y llama es-
pacio a la ubicación geográfica de las desigualdades, de
la acumulación o la escases del capital. En este sentido
arroja luz a la perspectiva marxista; se domina lo social
y lo económico por medio del dominio del espacio:
El capitalismo produce por lo tanto, un espacio geográ-
fico (de relaciones espaciales, de organización territo-
rial y de sistemas de lugares vinculados en una división
global ´del trabajo´ y de las funciones) adecuado a sus
propias dinámicas de acumulación en un momento
particular de su historia, sólo para tener que destruir y
reconstruir este paisaje geográfico y adaptarlo a la acu-
mulación en una fecha posterior (p. 77).
En este sentido, con el dominio del espacio y la produc-
ción de su organización, se habla no sólo de una des-
igualdad, sino de segregación espacial. Hay jerarquías
en la posesión del espacio, en su uso y usufructo. Y para
Harvey, esto es una expresión más de la diferencia de
clase; el espacio y su dominio es fundamental para en-
tender la desigualdad, por eso la propiedad inmobiliaria
en su relación al capital, y la acumulación por despo-
jo son temas que Harvey ha trabajado en otros textos1.
“Cada vez más el capital está incluido en el espacio como
capital inmobiliario, capital fijado a la tierra, creando
´una segunda naturaleza´ y una estructura de recursos
geográficamente organizada (…)” (2007: p. 78).
Así se puede hablar en términos de que el espacio tam-
bién es capital, por eso la extensión creciente del capi-
talismo (no sólo en el tiempo, sino en el espacio), mal
llamada globalización, es en realidad un ´desarrollo
geográfico desigual´, tal es la propuesta de Harvey. “El
examen del mundo en una escala particular revela in-
mediatamente toda una serie de efectos y procesos que
producen diferencias geográficas en los modos y niveles
de vida, en el uso de los recursos, en las relaciones con
el medio ambiente y en las formas culturales y políticas”
1 Urbanismo y desigualdad social (1992), El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión (2004).
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(2007: p. 98). Harvey no puede pensar, con estos pre-
cedentes que la división de los espacios sigue un orden
natural de desarrollo y que las diferencias en los niveles
de calidad de vida se puedan explicar por la diferencia
en la calidad de sus individuos.
Por eso hablar de espacio o de territorio (que territorio
es una forma más concreta del espacio), implica hablar
de modelos de urbanización y a su vez de segregación
espacial. En el mismo sentido, hablar de barrio es tam-
bién hablar de segregación espacial. Esto es así, por las
características históricas de este tipo de asentamientos y
por la sola definición del vocablo ”barrio”, que se entien-
de en franca oposición al de “colonia” que hace referen-
cia a un grupo de viviendas semejantes o construidas
con una idea urbanística de conjunto. Mientras que el
barrio tiene la connotación de arrabal, desorganización,
tugurización y en última instancia, por qué no decirlo, a
la calidad inferior de sus habitantes; etiqueta que Castel
(2010) conceptualiza como descredito social y étnico.
Esta distinción, no siempre es clara pues en los térmi-
nos administrativos de las ciudades se habla de “colo-
nia” incluyendo también a los “barrios”, o en ocasiones
la palabra “barrio” designa a aquellas poblaciones antes
independientes que fue integrando el crecimiento de la
mancha urbana. En Guadalajara nos refiere a las pri-
meras colonias indígenas como Analco, el Batán, Me-
tzicaltzingo, o Mezquitán y luego, a asentamientos de
carácter popular o clasemediero, como el Santuario o
Santa Tere, también la denominación “barrio bravo” es
reveladora, Talpita, la 5 de Febrero, Santa Cecilia, o en
D.F. Lagunilla, Tepito, Buenos Aires. Mientras que un
significado actual de colonia, está más cercano a la idea
de residencial.
Para Castel el barrio popular, que se constituyó alrede-
dor de la figura del trabajador y de su sociabilidad toda
gobernada por el trabajo, dejó su lugar a un espacio
desatendido. Hay entonces una redistribución espacial
de las poblaciones que se conforma y que representa
Barrio Colonia
(Del lat. colonĭa, de colōnus, labrador).1. f. Conjunto de personas procedentes de un terri-
torio que van a otro para establecerse en él.2. f. Grupo de viviendas semejantes o construi-
das con una idea urbanística de conjunto.3. f. Residencia veraniega para vacaciones infanti-
les, generalmente en el campo o en la playa. Ha man-dado a sus hijos a una colonia de verano.
(Del ár. hisp. *bárri ‘exterior’, y este del ár. clás. barrī ‘salvaje’).1. m. Cada una de las partes en que se di-
viden los pueblos grandes. 2. m. arrabal (afueras de una población).
3. m. Grupo de casas o aldea dependiente de otra po-blación, aunque estén apartadas de ella.
4. ~ chino. m. En algunas poblaciones, barrio en que se concentran los locales destinados a la pros-
titución y otras actividades de malvivir.
Tabla 1. Definición Barrio y Colonia
Fuente: Elaborada según la Real Academia de la Lengua Española (RAE, 2001).
74 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial
categorías sociales diferenciadas, de un modo obligado
o escogido, según los recursos de que disponen. Esta
recomposición del territorio, según Castel, recompone
también los problemas que tienen que enfrentar:
(…) no sólo con respecto al hábitat, sino además
con respecto a los bienes, los servicios y las protec-
ciones; así mismo gobierna su capacidad de vivir
más o menos seguros, las posibilidades de éxito en
su carrera profesional o la calidad de la escolaridad
y el porvenir de sus hijos, etcétera.
Semejante desplazamiento invita a reconocer una im-
portancia decisiva al lugar que se ocupa en el seno del
territorio y a intentar una lectura de los desafíos que
tienen que enfrentar los actores sociales a partir de su
inscripción territorial” (2010: p. 43).
En este sentido, el espacio, y más concretamente el terri-
torio es importante, no sólo como ese descredito social
y étnico que categoriza Castel y que tiene un significado
simbólico, sino como una situación real y pragmática,
concretizada en universos de posibilidades para las fa-
milias. Así en lo que sigue abordaremos lo fundamental
sobre modelos de urbanización y segregación espacial, y
también desde el contexto de la ciudad de Guadalajara.
Distinción Colonia- BarrioUna de las ideas centrales de este texto es que el tipo
de barrio llamado autorreferente o autocontenido, es
uno de los espacios donde la acción de los habitantes ha
puesto resistencia –queriéndolo o no-, a la tendencia de
la ciudad capitalista: la creciente monofuncionalidad.
La ciudad capitalista produce y reproduce la desintegra-
ción de la vida social inscrita en el barrio, el remplazo
de la economía interna por un distanciamiento espacial
y social de las fuentes de trabajo, la idea de monofuncio-
nalidad (Arias- Vázquez, 1998; Moreno- Ibarra, 1996),
hace referencia a que la única función que va quedando
en las colonias es la de pernoctar, que usted puede vivir
su vida entera sin relacionarse con los vecinos, que el
espacio público consiste únicamente en caminos para
los automóviles.
En cambio el barrio se caracteriza por su plurifunciona-
lidad, por su carácter autorreferente que significa que el
consumo y otras muchas actividades sociales, económi-
cas y religiosas se llevan al interior del espacio. También
se puede notar un tejido social fuerte, donde existe la
autogestión y el comercio interno no sólo de productos,
sino de servicios profesionales, así como la deglución de
otras colonias en su dinámica cotidiana.
El Barrio de San Marcos2 al igual que muchas otras colo-
nias “(…) cambiaron rápidamente su diseño monofun-
cional original y se convirtieron en áreas multifuncio-
nales, por la proliferación de pequeños talleres, fábricas
y establecimientos comerciales” (Arias- Vázquez, 1998:
2 Nos referimos a un Barrio ubicado al nororiente de Guadalajara en la Zona Oblatos donde hacemos investigación de campo.
75REPYG NO 2. AÑO 1. VOL. 1. ABRIL-SEPTIEMBRE DE 2014. ISSN 2007-8757
p. 209). Por ejemplo, San Marcos, al igual que San Ono-
fre, Santa Tere y otras, ha absorbido la vida comercial
de otras colonias cercanas, se ha vuelto un centro donde
se puede encontrar de todo, aunque sea más joven que
esos otros barrios.
Considerando las 39 manzanas de San Marcos se pue-
den contar farmacias, veterinarias, gimnasios, salones
de baile, tortillerías, pollerías, carnicerías, panaderías,
consultorios médicos y dentales, dulcerías, neverías,
cenadurías, verdulerías, desechables, cajas populares,
abarrotes, ferreterías, peluquerías, oculistas, estéticas,
talleres mecánicos, negocios de telefonía, nutriólogo,
tintorerías, una gasolinera, tiendas de ropa, zapaterías,
vinaterías, sastre, unidades deportivas, mercados, he-
rrerías, carpinterías, primarias, guarderías y preescola-
res, restaurant de mariscos, funeraria, cuatro rutas de
camiones, un tianguis el domingo y otro el miércoles,
papelerías, internet, viveros, centro deportivo, iglesia,
psicólogos, homeópatas, pastelería, cafetería, un CE-
CATI, rellenos de agua de garrafón, etc. En este sentido
se puede corroborar lo observado por Arias y Vázquez
(1998: p. 215):
(…) la consolidación comercial de ciertas colonias
populares. Esto parece depender de dos factores: de
su capacidad para ampliar su oferta de servicios,
incluso profesionales (médicos, dentistas, homeópa-
tas, casas de cambio) y, muy ligado a lo anterior su
habilidad para extender su área de influencia, para
incorporar otras colonias a su ámbito comercial y
de servicios.
A parte de esta posibilidad de subsistencia económica al
interior del barrio, se puede notar una red de relaciones
que son más duraderas al no ser exclusivamente cliente-
lares (Lomnitz, 1998: p. 12):
(…) estas redes representan parte de un sistema
económico, informal, paralelo a la economía de
mercado, que se caracteriza por el aprovechamien-
to de los recursos sociales y que opera en base al
intercambio recíproco entre iguales. Aunque utili-
za relaciones sociales tradicionales (la familia, el
compadrazgo, la amistad), este sistema no es me-
ramente un resabio de modalidades económicas
primitivas y caducas, sino que constituye una res-
puesta evolutiva, plenamente vital y vigente, a las
condiciones extremas de la vida marginada.
Esta integración que hace la caracterización de barrio
a una colonia inicialmente pensada como meramente
residencial, hace que las relaciones sean más estrechas,
que por decirlo de algún modo exista un microcosmos:
Así, sin prisa, pero sin pausa, la colonia periférica, logra
reunir funciones de servicio, comerciales, productivas
que hacían que los vecinos – ya de por sí muchas ve-
ces parientes o paisanos- mantuvieran o establecieran
relaciones múltiples que tenían como base un lugar de
76 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial
residencia: allí, se hacían compañeros de trabajo, se
convertían en patrones o trabajadores, colegas de traba-
jo a domicilio, miembros de las asociaciones religiosas;
con el tiempo los hijos e hijas se volvían condiscípulos
en las primarias y secundarías de las cercanías (Arias-
Vázquez, 1998: p. 210).
Estos dos factores muestran algo interesante, por un
lado que atendiendo la distinción de Lomnitz entre su-
pervivencia como las relaciones aprovechables en tér-
minos de favores, trueques y servicios; y subsistencia
como el trabajo o el servicio por dinero, podemos notar
que el barrio de San Marcos posibilita las dos formas y
muestra la tendencia que a pesar de la heterogeneidad
de un contexto urbano, en ciertos espacios haya ocupa-
ciones, expectativas y niveles de vida similares. En este
sentido al igual que en el caso de las colonias margi-
nadas, en el barrio multifuncional: “Las características
anotadas conducen a la idea de definir el grupo social
estudiado a través de su posición estructural en la eco-
nomía urbana” (Lomnitz, 1998: p. 16).
A la par, no sólo existen la colonia monofuncional y el
barrio, sino que existen diversos tipos de zonas residen-
ciales. Hay desde los barrios periféricos constituidos a
base de la invasión de terrenos y la autoconstrucción,
los conjuntos habitacionales verticales caracterizados
por muchos habitantes en espacios reducidos, las zonas
residenciales con viviendas grandes, amplia servidum-
bre, bastedad de servicios y muchas áreas verdes, las
unidades habitacionales “amuralladas” y los condomi-
nios lujosos con apartamentos estilo penthouse. En el
medio ubicamos colonias populares, tanto a la colonia
monofuncional como al barrio.
En ocasiones las delimitaciones de estos tipos de mode-
los no son claras, es común que en una misma colonia
popular haya por ejemplo, construcciones verticales y
zonas de autoconstrucción, o que una misma ciudad –
tal como Guadalajara- transite varios modelos en dis-
tintos espacios y temporalidades; en resumen la urbani-
zación es un proceso dinámico.
Sostenemos que el barrio es uno de los espacios más
interesantes de estudiar, y quizá en el estudio de los ba-
rrios podamos aprender el modo óptimo de organizar
el espacio urbano, fuera de la tendencia moderna a em-
bellecer la ciudad a pesar de los costes de poca funcio-
nalidad, o la tendencia marcadamente segregacional de
los cotos residenciales. Un barrio autorreferente como
San Marcos ofrece una gama amplia de temáticas para
el investigador social. La microhistoria del lugar con
sus procesos de urbanización, la segregación espacial,
los orígenes de las familias, las redes sociales y de pa-
rentesco, la emigración y retorno en busca de mejora
económica, la heterogeneidad de clases, el uso del espa-
cio público, la economía formal e informal del barrio y
la economía doméstica con su respectiva posibilidad de
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trabajo domiciliar, los tipos de vivienda, unidades do-
mésticas y familias, los tipos de propiedad y de herencia
de la vivienda, así como las expectativas de movilidad
social ascendente o descendente.
Como quiera, ya sea que interese el condominio, el
multifamiliar o el barrio, damos un lugar principal a la
cuestión espacial, un contexto espacial, es desde nuestra
perspectiva, un contexto social, cultural y económico,
así podemos decir que partimos de la concepción de
una ecología urbana, que en términos de Redfield es,
“(…) la relación entre los patrones espaciales de la es-
tructura urbana con las formas culturales de vida en ese
espacio” (en Arias- Durand, 2008: p. 60).
Urbanización y ciudadesOtro aspecto importante se encuentra en la historia de
las ciudades, el registro de la constitución de sus espa-
cios, la conformación de sus zonas para viviendas. La
tendencia de la ciudad capitalista a una diferenciación
étnica, o de clase. Así se presentan diversos modelos de
urbanización. Si bien no pretendemos ser exhaustivos,
queremos indicar pistas para indagar la relación del es-
pacio urbano con la segregación espacial.
El modelo de retícula ortogonalEl primer modelo de urbanización en la ya colonizada
América, correspondía a dos principios; el primero es
la separación étnica de sus habitantes y el segundo es
la fundación central o retícula ortogonal que tiene su
origen en las ciudades europeas mediterráneas y cuyos
ejemplos mexicanos son principalmente Puebla, Oaxa-
ca y Guadalajara en sus primeros momentos. En esencia
este modelo parte de una cuadrícula central con manza-
nas regulares, las construcciones de carácter institucio-
nal están en el centro y de ahí se orienta el crecimiento
hacia alguna de las coordenadas más idóneas –topográ-
ficamente hablando-. Reyes dice que:
Las ciudades americanas se distinguen por su confor-
mación urbanística y la incorporación de una serie de
elementos urbanos muy característicos como son: la
plaza mayor, las plazas secundarias, las plazoletas, los
templos y conventos, las casas reales, los barrios y otro
tipo de elementos como fuentes y acueductos; el con-
junto de todos estos elementos, unos incorporados para
el funcionamiento de la villa como servicios urbanos,
otros como centro de poder o para facilitar los servicios
administrativos y religiosos, pero todos en conjunto,
darían como resultado la base actual de nuestras ciuda-
des (1998: p. 236).
Este modelo de cuadrícula central, asumía que las po-
blaciones “no deseables” se mantuvieran al margen de
los colonos, en poblados exteriores o barrios, así Chan-
fón (en Reyes: p. 339) indica sobre el urbanismo novo-
hispano que: “Allí nació la retícula en forma de tablero
de ajedrez, la traza como documento físico de registro
78 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial
y control y la división de áreas para españoles y para
indígenas”.
El modelo de eje centralCuriosamente la misma ciudad de Guadalajara, es ejem-
plo de varios modelos de urbanización a lo largo de su
historia, no sólo de la retícula ortogonal y del modelo de
eje central como iremos viendo. El modelo de eje cen-
tral se basa en una división principal que parte de una
calzada amplia atravesando la ciudad en cualquiera de
sus ejes, ya sea recta o circunvalar; de cada lado habita
un grupo étnico o clase socio- económica distinta. Así
lo denotaban las expresiones tapatías “al otro lado del
río” o “al otro lado de la Calzada” para referirse inicial-
mente al barrio indígena de San Sebastián de Analco,
(y después a otros) señalando al río San Juan de Dios,
espacio de la calzada principal, como límite primero
de dos grupos distintos. “En las postrimerías de la Re-
volución “Gente ´no conocida´ pululaba por las calles
desplazando de ellas a quienes antaño las habían hecho
suyas; los pobres ganaron el centro urbano y los rica-
chones acabaron por cederlo e irse a vivir en las colonias
´de Tolsa para arriba´3, en mansiones inspiradas pri-
mordialmente en modelos franceses, aunque también
fueron copia de ingleses y alemanes” (Muriá, 1992: p.
3 Transcribo a la letra la nota a pie de Muriá sobre ´Tolsa para arriba´, calle que como saben hoy es la Avenida Enrique Díaz de León: “Expresión tapatía para referir a quienes vivían en las colonias elegantes, al poniente de la calle Tolsa. Por cierto que esta calle recibe su nombre porque llegaba a las huertas de un señor Tolsa, por cierto eso es palabra llana, y no del escultor valenciano Manuel Tolsá”.
83). Este desplazamiento de la división central de la hoy
Calzada Independencia a Tolsa, ejemplifica otros fenó-
menos de la urbanización latinoamericana, como el cre-
cimiento demográfico acelerado, la creciente pobreza y
la constante intención de alejamiento de las clases altas.
El modelo de urbanización periféricaMuy asociado al modelo de retícula ortogonal está el
modelo de urbanización periférica, modelo que es re-
sultado de la proletarización del campesinado, o de la
conversión de tierras ejidales y comunales en poblacio-
nes urbanas, ya sea de manera legal o por medio de la
invasión (Durand, 1983). También este modelo es re-
sultado de la pobreza, el aumento de la población y de
la inmigración de familias provenientes del campo o de
ciudades cercanas más pequeñas. Se percibe a la urba-
nización periférica como un desbordamiento del creci-
miento urbano (Arias- Vázquez, 1998).
La notal principal de este modelo es el crecimiento
un tanto o totalmente desordenado que, o bien es ab-
sorbido por el centro metropolitano (incluso hasta de
municipios independientes como es el caso de la Zona
Metropolitana de Guadalajara); o bien, se debe a la ur-
banización acelerada de la periferia que choca con el
centro de las ciudades, por supuesto, no se excluye la
combinación de ambas posibilidades. La ocupación y el
aumento del precio de los predios centrales, hace im-
posible que al margen de la clase alta, cualquiera otra
79REPYG NO 2. AÑO 1. VOL. 1. ABRIL-SEPTIEMBRE DE 2014. ISSN 2007-8757
pueda adquirir una propiedad en la zona central, así que
buscan posibilidades en la periferia. En el caso de Gua-
dalajara (Arias- Vázquez, 1998: p. 213):
(…) la ciudad vivió la irrupción de dos fenómenos
tan poderosos que lograron, por primera vez, mo-
dificar la segmentación residencial tradicional ba-
sada en el eje oriente- poniente: por una parte, el
surgimiento y auge del fraccionamiento ilegal, mo-
dalidad que abrió la oferta de tierra urbanizable a
nuevos grupos sociales –ejidatarios, comuneros- y
hacia espacios que escapaban a los controles con-
vencionales de la urbanización tapatía.
Este modelo donde se combinan la urbanización de lo
rural, el desbordamiento de la urbe, la invasión de tie-
rras y la especulación de las inmobiliarias, es muy co-
mún en toda América latina, así podemos hablar de:
Los ranchos, favelas, tugurios, poblaciones, pueblos jó-
venes, barriadas, asentamientos espontáneos o irregula-
res, como se les ha denominado, según los lugares don-
de se producen, son la nueva expresión latinoamericana
de los antiguos slums de Norteamérica, y se refieren, o
son el resultado de la pobreza, sus condicionantes y se-
cuelas. Sus características y condiciones son parecidas
en los diferentes países, aunque sus circunstancias con-
cretas y procesos de aparición y desarrollo sean diferen-
tes (Reyes, 1998: p. 221).
Así se puede hablar también de villorios en Argentina, o
villas miseria en Brasil, este modelo como quiera que se
le llame es uno de los más complejos de analizar debido
a la combinación de factores que lo producen, Portes
(1984) afirma que en esencia es un modelo de territo-
rialización producto del capitalismo.
El modelo Chocolate City- Vanilla Su-burbs y las ciudades amuralladas
En la década de los 70, Farley, Schuman, Bianchi, Colo-
santo y Hatchet publicaron un documento que se pre-
guntaba por las razones de la segregación residencial
racial de la ciudad nortemericana de Detroit. Aun cuan-
do el modelo novohispano da cuenta de que la división
étnica no era algo nuevo, llamaba la atención de los au-
tores la separación tan marcada de Detroit, al ofrecer
salarios indistintos a negros y blancos, y al llegar al ex-
tremo de que se podía hablar de dos sociedades en una
misma ciudad, porque una premisa de la urbanización
-no cuestionada antes- era que la fragmentación urba-
na correspondía meramente al nivel económico de las
familias, y en un lugar donde el ingreso era muy similar
para familias de distintos grupos étnicos no tendría por
qué haber una división racial del espacio.
En este caso quiénes habitan la periferia y quiénes ha-
bitan el centro de la ciudad sigue un orden distinto al
modelo de urbanización periférica. “Suburbios vainilla”
representa la concentración periférica de zonas residen-
ciales para blancos, “ciudades chocolate” representa la
80 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial
tendencia de las familias de color a habitar el centro de
las ciudades. Los autores se plantearon tres hipótesis de
este hecho: a) el estatus económico de los blancos; b) la
preferencia de los negros a vivir con los de su tipo y c)
la resistencia de los blancos a la integración residencial.
Para sorpresa de los estudios sobre urbanización has-
ta ese momento, Farley y colaboradores corroboraron
que la segregación no obedece estrictamente a cues-
tiones económicas, o a la resistencia de alguno de los
dos grupos a vivir en áreas mixtas, sino precisamente
lo contrario; hay disposición de vivir en áreas mixtas,
pero cada parte piensa que será discriminada al cambiar
hacia un vecindario donde la otra raza es preponderante
(no mixta). En términos llanos, se basa en el desconoci-
miento del punto de vista del otro grupo.
Aunque en sentido estricto el texto comentado mues-
tra que la segregación puede en ocasiones no respon-
der solamente a dinámicas de estructura económica,
podemos decir que el caso de Detroit muestra que aún
a pesar de la disminución del racismo y de la brecha
económica, las ciudades pueden ser herederas de divi-
siones étnicas y económicas iniciales, reproduciendo el
desconocimiento mutuo de distintos grupos.
Esta misma división del espacio puede responderse
también de un modo más común, tomando como ex-
cepción el descubrimiento de Farley y colaboradores;
cuando la segregación sigue pautas de jerarquía econó-
mica. Podemos citar al respecto los cotos cerrados, que
son una forma distinta de algunos grupos por alejarse
de las “áreas tugurizadas” o en un sentido menos extre-
mo, de buscar un nivel de seguridad que no ofrecen los
modelos residenciales anteriores. “Amurallar” el vecin-
dario y alejarlo de los espacios centrales, cuáles quieran
que sean sus razones es un modo de segregación espa-
cial y: “una de las formas de evolución más impactantes
del fraccionamiento residencial: la creación de conjun-
tos exclusivos –´cotos cerrados´- (…) que ha cundido
como la humedad en las metrópolis” (Arias- Vázquez,
1998: p. 07). Parece ser que los cotos cerrados son la
prueba fehaciente de que la estratificación social, con
sus grados de complejidad, siempre será representada
o expresada en una estratificación espacial. Queda para
adelante la pregunta de si la segregación espacial en las
ciudades fomenta la estratificación social, o si la segre-
gación espacial es el simple resultado natural de esta es-
tratificación social.
Lo que queda claro es que existen bastedad formas de
habitar las ciudades, como las urbanizaciones determi-
nadas por las características topográficas accidentadas,
como el caso de los yacimientos mineros que se vol-
vieron ciudad (Lagos de Moreno, Zacatecas o León),
o como las villas fundadas con fines defensivos como
Cartagena en Colombia, que a su vez es una ciudad por-
tuaria como muchísimas otras.
81REPYG NO 2. AÑO 1. VOL. 1. ABRIL-SEPTIEMBRE DE 2014. ISSN 2007-8757
ConclusionesLa distribución de los espacios urbanos tiene que ver
con maneras diferenciadas de la vida social y económi-
ca; por ejemplo, que no se puede hablar de familias sin
caracterizar el tipo de espacio que habitan. Nos suscri-
bimos a la perspectiva de Kaztman (1999) cuando afir-
ma que “el vecindario también importa”, porque como
esta pequeña revisión ha ejemplificado las familias que
habitaban “de Tolsa para arriba” no podían parecerse
demasiado a las familias que habitaban “al otro lado del
río”, sostenemos que con un rango importante de pun-
tos medios y de heterogeneidad aún hay trazas de esa
diferenciación primaria.
Precisamente, Castel (2010), Harvey (2007), Kaztman
(1999), Fessler (1998) entre otros, indican que la frag-
mentación de las ciudades capitalistas tiende a homo-
geneizar a sus habitantes, no sólo entre ellos, sino a un
nivel macro (Gomes- Costa, 1998). Para Kaztman un
barrio define una estructura de oportunidades y un
“portafolio de recursos” que tiende a ser muy similar
entre las familias que comparten el espacio urbano, la
movilidad social dependerá entonces de la capitaliza-
ción de los recursos que posee un familia.
La expresión “portafolio de recursos” se refiere a los
“activos” que no es más que una expresión muy simi-
lar a la concepción de Bourdieu (2008) de capital y que
Kaztman utiliza para agregar una nota; que el activo se
distingue del capital porque considera que el primero es
relativo a lo que el medio valora como deseable y que
en este sentido no tiene un valor per se. La movilidad
social en otras palabras depende de que los activos que
una familia pueda dar a sus miembros sean valorados
por las estructuras de oportunidades que tienen un
anclaje espacial. Por eso hacíamos alusión antes, a que
para Kaztman “el vecindario sí importa”:
Se trata de explorar el impacto que tiene la estructu-
ra social del vecindario sobre los comportamientos de
riesgo de niños y jóvenes, en particular sobre aquellos
que se vinculan a la reproducción de las desigualdades,
de la pobreza y de la exclusión. Como se argumentará
más adelante, las características de los barrios definen
estructuras de oportunidades en el entorno social in-
mediato de los hogares, que inciden en la probabilidad
de que niños y jóvenes acumulen activos. El riesgo está
relacionado con bloqueos a la acumulación de activos
(1998: p. 263).
Hay entonces mecanismos de reproducción interge-
neracional que permiten o bloquean el acceso a las es-
tructuras de oportunidades y Kaztman considera que
estos mecanismos se revelan a través de las historias de
familia y su vínculo con las dinámicas del vecindario;
la transferencia de los activos de una generación a otra
es muy importante y también es relevante cómo estas
transferencias a su vez transforman el barrio. Tanto es
82 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial
así, que una notable percepción de mejora para los ha-
bitantes urbanos es “vivir en un lugar mejor”. Esto im-
plica que una concepción de la movilidad social tiene
que ver con desplazarse de espacio en las divisiones de
las ciudades: “(…) una vez que un barrio adquiere un
status alto, sirve de polo de atracción a aquellos que me-
joran su condiciones económicas y que se trasladan a
esas áreas buscando equilibrar su condición de status”
(Kaztman, 1998: p. 266).
La segregación en el sentido de Kaztman entonces tiene
que ver con la imposibilidad de acumular activos o la
imposibilidad de utilizarlos para la mejora de las con-
diciones de las familias. Por otro lado, desde el punto
de vista de las clases acomodadas, su ubicación en el
espacio residencial tiene que ver con garantizar ciertas
seguridades y beneficios, por ejemplo contar con con-
tactos sociales y políticos que ayuden a obtener buenos
empleos para los hijos, buscar “buenos compañeros” de
clase en una escuela privada, o bien, resolver dificultades
con las empresas proveedoras de servicios. El vecinda-
rio es la plataforma inmediata de las familias y una bue-
na política de urbanización y uso de suelo tendría que
considerar al menos estos dos fundamentos: a) pensar
una ecología urbana que no profundice la segregación
espacial (a favor del negocio de bienes raíces) y b) tomar
de referencia la microhistoria de la lucha urbana y la
autoconstrucción de estructuras de oportunidades que
representan los barrios autorreferentes, barrios que no
han esperado una organización de su espacio venida de
fuera y que en base a su acción han plasmado su forma
de ser en nuestras ciudades capitalistas.
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