Modelos de urbanización y segregación espacial

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71 REPYG NO 2. AÑO 1. VOL. 1. ABRIL-SEPTIEMBRE DE 2014. ISSN 2007-8757 Modelos de urbanización y segregación espacial Urbanization models and space segregation Edson Javier Aguilera Zertuche [email protected] Síntesis curricular Doctorando en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara. Maestro en Estudios Filosóficos y Licenciado en Filosofía por la Universidad de Guadala- jara. Profesor de la Maestría en Derecho y la Maestría en Administración de la Universidad Enrique Díaz de León. Autor de diversos libros y columnista. Resumen El lugar de la ciudad donde se habita implica una estructura de oportunida- des que puede movilizar o bloquear los recursos que una familia posee. La inscripción en un espacio no determina, pero si delimita la trayectoria de las familias y los sujetos que lo habitan, a su vez los sujetos tejen la historia del lugar y sus propias historias en estrecha relación con la distribución del es- pacio urbano-privado y con las características de estos espacios. De ahí que el estudio de los modelos de urbanización y sus características es muy rele- vante para las ciencias sociales y para las políticas públicas de urbanización. Abstract e place of the city where it is inhabited it implies a structure of opportuni- ties that can mobilize or to block the resources that a family possesses. e inscription in a space doesn’t determine, but if it defines the trajectory of the families and the fellows that inhabit it, at the same time the fellows they knit the history of the place and its own histories in narrow relationship with the distribution of the urban-private space and with the characteristics of these spaces. With the result that the study of the urbanization models and their characteristics are very outstanding for the social sciences and for the public politicians of urbanization. Palabras clave / Keywords Segregación espacial, modelos de urbanización, estructura de oportunida- des, recursos. Space segregation, urbanization models, structure of opportunities, re- sources.

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71REPYG NO 2. AÑO 1. VOL. 1. ABRIL-SEPTIEMBRE DE 2014. ISSN 2007-8757

Modelos de urbanización

y segregación espacial

Urbanization models and space segregation

Edson Javier Aguilera [email protected]

Síntesis curricularDoctorando en Ciencias Sociales por la

Universidad de Guadalajara. Maestro en Estudios Filosóficos y Licenciado en

Filosofía por la Universidad de Guadala-jara. Profesor de la Maestría en Derecho

y la Maestría en Administración de la Universidad Enrique Díaz de León.

Autor de diversos libros y columnista.

ResumenEl lugar de la ciudad donde se habita implica una estructura de oportunida-

des que puede movilizar o bloquear los recursos que una familia posee. La

inscripción en un espacio no determina, pero si delimita la trayectoria de las

familias y los sujetos que lo habitan, a su vez los sujetos tejen la historia del

lugar y sus propias historias en estrecha relación con la distribución del es-

pacio urbano-privado y con las características de estos espacios. De ahí que

el estudio de los modelos de urbanización y sus características es muy rele-

vante para las ciencias sociales y para las políticas públicas de urbanización.

Abstract The place of the city where it is inhabited it implies a structure of opportuni-

ties that can mobilize or to block the resources that a family possesses. The

inscription in a space doesn’t determine, but if it defines the trajectory of the

families and the fellows that inhabit it, at the same time the fellows they knit

the history of the place and its own histories in narrow relationship with the

distribution of the urban-private space and with the characteristics of these

spaces. With the result that the study of the urbanization models and their

characteristics are very outstanding for the social sciences and for the public

politicians of urbanization.

Palabras clave / KeywordsSegregación espacial, modelos de urbanización, estructura de oportunida-

des, recursos.

Space segregation, urbanization models, structure of opportunities, re-

sources.

72 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial

IntroducciónLos modelos de urbanización y segregación espacial se

ofrecen como un campo de estudio muy rico, donde se

han entablado diálogos interdisciplinarios en que han

participado urbanistas, geógrafos, sociólogos, arquitec-

tos, historiadores, antropólogos y otros. La coordenada

territorial encuadra, dice Durand (2012), los límites de

la investigación, da orden al trabajo de campo y cons-

truye un universo de enunciación para el contenido teó-

rico. En el tema de segregación espacial, aparte de téc-

nica de encuadre, lo territorial está en el corazón mismo

del planteamiento, porque como indica Castel: “(…) es

en el espacio, y en particular, en el espacio urbano, don-

de se reorganizan las líneas de escisión, las oposiciones

y los conflictos que estructuran la vida social, y donde se

cristalizan las principales desigualdades” (2010: p. 42).

Por su parte, Harvey (2007) considera al territorio una

de las variables para analizar la desigualdad y llama es-

pacio a la ubicación geográfica de las desigualdades, de

la acumulación o la escases del capital. En este sentido

arroja luz a la perspectiva marxista; se domina lo social

y lo económico por medio del dominio del espacio:

El capitalismo produce por lo tanto, un espacio geográ-

fico (de relaciones espaciales, de organización territo-

rial y de sistemas de lugares vinculados en una división

global ´del trabajo´ y de las funciones) adecuado a sus

propias dinámicas de acumulación en un momento

particular de su historia, sólo para tener que destruir y

reconstruir este paisaje geográfico y adaptarlo a la acu-

mulación en una fecha posterior (p. 77).

En este sentido, con el dominio del espacio y la produc-

ción de su organización, se habla no sólo de una des-

igualdad, sino de segregación espacial. Hay jerarquías

en la posesión del espacio, en su uso y usufructo. Y para

Harvey, esto es una expresión más de la diferencia de

clase; el espacio y su dominio es fundamental para en-

tender la desigualdad, por eso la propiedad inmobiliaria

en su relación al capital, y la acumulación por despo-

jo son temas que Harvey ha trabajado en otros textos1.

“Cada vez más el capital está incluido en el espacio como

capital inmobiliario, capital fijado a la tierra, creando

´una segunda naturaleza´ y una estructura de recursos

geográficamente organizada (…)” (2007: p. 78).

Así se puede hablar en términos de que el espacio tam-

bién es capital, por eso la extensión creciente del capi-

talismo (no sólo en el tiempo, sino en el espacio), mal

llamada globalización, es en realidad un ´desarrollo

geográfico desigual´, tal es la propuesta de Harvey. “El

examen del mundo en una escala particular revela in-

mediatamente toda una serie de efectos y procesos que

producen diferencias geográficas en los modos y niveles

de vida, en el uso de los recursos, en las relaciones con

el medio ambiente y en las formas culturales y políticas”

1 Urbanismo y desigualdad social (1992), El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión (2004).

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(2007: p. 98). Harvey no puede pensar, con estos pre-

cedentes que la división de los espacios sigue un orden

natural de desarrollo y que las diferencias en los niveles

de calidad de vida se puedan explicar por la diferencia

en la calidad de sus individuos.

Por eso hablar de espacio o de territorio (que territorio

es una forma más concreta del espacio), implica hablar

de modelos de urbanización y a su vez de segregación

espacial. En el mismo sentido, hablar de barrio es tam-

bién hablar de segregación espacial. Esto es así, por las

características históricas de este tipo de asentamientos y

por la sola definición del vocablo ”barrio”, que se entien-

de en franca oposición al de “colonia” que hace referen-

cia a un grupo de viviendas semejantes o construidas

con una idea urbanística de conjunto. Mientras que el

barrio tiene la connotación de arrabal, desorganización,

tugurización y en última instancia, por qué no decirlo, a

la calidad inferior de sus habitantes; etiqueta que Castel

(2010) conceptualiza como descredito social y étnico.

Esta distinción, no siempre es clara pues en los térmi-

nos administrativos de las ciudades se habla de “colo-

nia” incluyendo también a los “barrios”, o en ocasiones

la palabra “barrio” designa a aquellas poblaciones antes

independientes que fue integrando el crecimiento de la

mancha urbana. En Guadalajara nos refiere a las pri-

meras colonias indígenas como Analco, el Batán, Me-

tzicaltzingo, o Mezquitán y luego, a asentamientos de

carácter popular o clasemediero, como el Santuario o

Santa Tere, también la denominación “barrio bravo” es

reveladora, Talpita, la 5 de Febrero, Santa Cecilia, o en

D.F. Lagunilla, Tepito, Buenos Aires. Mientras que un

significado actual de colonia, está más cercano a la idea

de residencial.

Para Castel el barrio popular, que se constituyó alrede-

dor de la figura del trabajador y de su sociabilidad toda

gobernada por el trabajo, dejó su lugar a un espacio

desatendido. Hay entonces una redistribución espacial

de las poblaciones que se conforma y que representa

Barrio Colonia

(Del lat. colonĭa, de colōnus, labrador).1. f. Conjunto de personas procedentes de un terri-

torio que van a otro para establecerse en él.2. f. Grupo de viviendas semejantes o construi-

das con una idea urbanística de conjunto.3. f. Residencia veraniega para vacaciones infanti-

les, generalmente en el campo o en la playa. Ha man-dado a sus hijos a una colonia de verano.

(Del ár. hisp. *bárri ‘exterior’, y este del ár. clás. barrī ‘salvaje’).1. m. Cada una de las partes en que se di-

viden los pueblos grandes. 2. m. arrabal (afueras de una población).

3. m. Grupo de casas o aldea dependiente de otra po-blación, aunque estén apartadas de ella.

4. ~ chino.  m. En algunas poblaciones, barrio en que se concentran los locales destinados a la pros-

titución y otras actividades de malvivir.

Tabla 1. Definición Barrio y Colonia

Fuente: Elaborada según la Real Academia de la Lengua Española (RAE, 2001).

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categorías sociales diferenciadas, de un modo obligado

o escogido, según los recursos de que disponen. Esta

recomposición del territorio, según Castel, recompone

también los problemas que tienen que enfrentar:

(…) no sólo con respecto al hábitat, sino además

con respecto a los bienes, los servicios y las protec-

ciones; así mismo gobierna su capacidad de vivir

más o menos seguros, las posibilidades de éxito en

su carrera profesional o la calidad de la escolaridad

y el porvenir de sus hijos, etcétera.

Semejante desplazamiento invita a reconocer una im-

portancia decisiva al lugar que se ocupa en el seno del

territorio y a intentar una lectura de los desafíos que

tienen que enfrentar los actores sociales a partir de su

inscripción territorial” (2010: p. 43).

En este sentido, el espacio, y más concretamente el terri-

torio es importante, no sólo como ese descredito social

y étnico que categoriza Castel y que tiene un significado

simbólico, sino como una situación real y pragmática,

concretizada en universos de posibilidades para las fa-

milias. Así en lo que sigue abordaremos lo fundamental

sobre modelos de urbanización y segregación espacial, y

también desde el contexto de la ciudad de Guadalajara.

Distinción Colonia- BarrioUna de las ideas centrales de este texto es que el tipo

de barrio llamado autorreferente o autocontenido, es

uno de los espacios donde la acción de los habitantes ha

puesto resistencia –queriéndolo o no-, a la tendencia de

la ciudad capitalista: la creciente monofuncionalidad.

La ciudad capitalista produce y reproduce la desintegra-

ción de la vida social inscrita en el barrio, el remplazo

de la economía interna por un distanciamiento espacial

y social de las fuentes de trabajo, la idea de monofuncio-

nalidad (Arias- Vázquez, 1998; Moreno- Ibarra, 1996),

hace referencia a que la única función que va quedando

en las colonias es la de pernoctar, que usted puede vivir

su vida entera sin relacionarse con los vecinos, que el

espacio público consiste únicamente en caminos para

los automóviles.

En cambio el barrio se caracteriza por su plurifunciona-

lidad, por su carácter autorreferente que significa que el

consumo y otras muchas actividades sociales, económi-

cas y religiosas se llevan al interior del espacio. También

se puede notar un tejido social fuerte, donde existe la

autogestión y el comercio interno no sólo de productos,

sino de servicios profesionales, así como la deglución de

otras colonias en su dinámica cotidiana.

El Barrio de San Marcos2 al igual que muchas otras colo-

nias “(…) cambiaron rápidamente su diseño monofun-

cional original y se convirtieron en áreas multifuncio-

nales, por la proliferación de pequeños talleres, fábricas

y establecimientos comerciales” (Arias- Vázquez, 1998:

2 Nos referimos a un Barrio ubicado al nororiente de Guadalajara en la Zona Oblatos donde hacemos investigación de campo.

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p. 209). Por ejemplo, San Marcos, al igual que San Ono-

fre, Santa Tere y otras, ha absorbido la vida comercial

de otras colonias cercanas, se ha vuelto un centro donde

se puede encontrar de todo, aunque sea más joven que

esos otros barrios.

Considerando las 39 manzanas de San Marcos se pue-

den contar farmacias, veterinarias, gimnasios, salones

de baile, tortillerías, pollerías, carnicerías, panaderías,

consultorios médicos y dentales, dulcerías, neverías,

cenadurías, verdulerías, desechables, cajas populares,

abarrotes, ferreterías, peluquerías, oculistas, estéticas,

talleres mecánicos, negocios de telefonía, nutriólogo,

tintorerías, una gasolinera, tiendas de ropa, zapaterías,

vinaterías, sastre, unidades deportivas, mercados, he-

rrerías, carpinterías, primarias, guarderías y preescola-

res, restaurant de mariscos, funeraria, cuatro rutas de

camiones, un tianguis el domingo y otro el miércoles,

papelerías, internet, viveros, centro deportivo, iglesia,

psicólogos, homeópatas, pastelería, cafetería, un CE-

CATI, rellenos de agua de garrafón, etc. En este sentido

se puede corroborar lo observado por Arias y Vázquez

(1998: p. 215):

(…) la consolidación comercial de ciertas colonias

populares. Esto parece depender de dos factores: de

su capacidad para ampliar su oferta de servicios,

incluso profesionales (médicos, dentistas, homeópa-

tas, casas de cambio) y, muy ligado a lo anterior su

habilidad para extender su área de influencia, para

incorporar otras colonias a su ámbito comercial y

de servicios.

A parte de esta posibilidad de subsistencia económica al

interior del barrio, se puede notar una red de relaciones

que son más duraderas al no ser exclusivamente cliente-

lares (Lomnitz, 1998: p. 12):

(…) estas redes representan parte de un sistema

económico, informal, paralelo a la economía de

mercado, que se caracteriza por el aprovechamien-

to de los recursos sociales y que opera en base al

intercambio recíproco entre iguales. Aunque utili-

za relaciones sociales tradicionales (la familia, el

compadrazgo, la amistad), este sistema no es me-

ramente un resabio de modalidades económicas

primitivas y caducas, sino que constituye una res-

puesta evolutiva, plenamente vital y vigente, a las

condiciones extremas de la vida marginada.

Esta integración que hace la caracterización de barrio

a una colonia inicialmente pensada como meramente

residencial, hace que las relaciones sean más estrechas,

que por decirlo de algún modo exista un microcosmos:

Así, sin prisa, pero sin pausa, la colonia periférica, logra

reunir funciones de servicio, comerciales, productivas

que hacían que los vecinos – ya de por sí muchas ve-

ces parientes o paisanos- mantuvieran o establecieran

relaciones múltiples que tenían como base un lugar de

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residencia: allí, se hacían compañeros de trabajo, se

convertían en patrones o trabajadores, colegas de traba-

jo a domicilio, miembros de las asociaciones religiosas;

con el tiempo los hijos e hijas se volvían condiscípulos

en las primarias y secundarías de las cercanías (Arias-

Vázquez, 1998: p. 210).

Estos dos factores muestran algo interesante, por un

lado que atendiendo la distinción de Lomnitz entre su-

pervivencia como las relaciones aprovechables en tér-

minos de favores, trueques y servicios; y subsistencia

como el trabajo o el servicio por dinero, podemos notar

que el barrio de San Marcos posibilita las dos formas y

muestra la tendencia que a pesar de la heterogeneidad

de un contexto urbano, en ciertos espacios haya ocupa-

ciones, expectativas y niveles de vida similares. En este

sentido al igual que en el caso de las colonias margi-

nadas, en el barrio multifuncional: “Las características

anotadas conducen a la idea de definir el grupo social

estudiado a través de su posición estructural en la eco-

nomía urbana” (Lomnitz, 1998: p. 16).

A la par, no sólo existen la colonia monofuncional y el

barrio, sino que existen diversos tipos de zonas residen-

ciales. Hay desde los barrios periféricos constituidos a

base de la invasión de terrenos y la autoconstrucción,

los conjuntos habitacionales verticales caracterizados

por muchos habitantes en espacios reducidos, las zonas

residenciales con viviendas grandes, amplia servidum-

bre, bastedad de servicios y muchas áreas verdes, las

unidades habitacionales “amuralladas” y los condomi-

nios lujosos con apartamentos estilo penthouse. En el

medio ubicamos colonias populares, tanto a la colonia

monofuncional como al barrio.

En ocasiones las delimitaciones de estos tipos de mode-

los no son claras, es común que en una misma colonia

popular haya por ejemplo, construcciones verticales y

zonas de autoconstrucción, o que una misma ciudad –

tal como Guadalajara- transite varios modelos en dis-

tintos espacios y temporalidades; en resumen la urbani-

zación es un proceso dinámico.

Sostenemos que el barrio es uno de los espacios más

interesantes de estudiar, y quizá en el estudio de los ba-

rrios podamos aprender el modo óptimo de organizar

el espacio urbano, fuera de la tendencia moderna a em-

bellecer la ciudad a pesar de los costes de poca funcio-

nalidad, o la tendencia marcadamente segregacional de

los cotos residenciales. Un barrio autorreferente como

San Marcos ofrece una gama amplia de temáticas para

el investigador social. La microhistoria del lugar con

sus procesos de urbanización, la segregación espacial,

los orígenes de las familias, las redes sociales y de pa-

rentesco, la emigración y retorno en busca de mejora

económica, la heterogeneidad de clases, el uso del espa-

cio público, la economía formal e informal del barrio y

la economía doméstica con su respectiva posibilidad de

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trabajo domiciliar, los tipos de vivienda, unidades do-

mésticas y familias, los tipos de propiedad y de herencia

de la vivienda, así como las expectativas de movilidad

social ascendente o descendente.

Como quiera, ya sea que interese el condominio, el

multifamiliar o el barrio, damos un lugar principal a la

cuestión espacial, un contexto espacial, es desde nuestra

perspectiva, un contexto social, cultural y económico,

así podemos decir que partimos de la concepción de

una ecología urbana, que en términos de Redfield es,

“(…) la relación entre los patrones espaciales de la es-

tructura urbana con las formas culturales de vida en ese

espacio” (en Arias- Durand, 2008: p. 60).

Urbanización y ciudadesOtro aspecto importante se encuentra en la historia de

las ciudades, el registro de la constitución de sus espa-

cios, la conformación de sus zonas para viviendas. La

tendencia de la ciudad capitalista a una diferenciación

étnica, o de clase. Así se presentan diversos modelos de

urbanización. Si bien no pretendemos ser exhaustivos,

queremos indicar pistas para indagar la relación del es-

pacio urbano con la segregación espacial.

El modelo de retícula ortogonalEl primer modelo de urbanización en la ya colonizada

América, correspondía a dos principios; el primero es

la separación étnica de sus habitantes y el segundo es

la fundación central o retícula ortogonal que tiene su

origen en las ciudades europeas mediterráneas y cuyos

ejemplos mexicanos son principalmente Puebla, Oaxa-

ca y Guadalajara en sus primeros momentos. En esencia

este modelo parte de una cuadrícula central con manza-

nas regulares, las construcciones de carácter institucio-

nal están en el centro y de ahí se orienta el crecimiento

hacia alguna de las coordenadas más idóneas –topográ-

ficamente hablando-. Reyes dice que:

Las ciudades americanas se distinguen por su confor-

mación urbanística y la incorporación de una serie de

elementos urbanos muy característicos como son: la

plaza mayor, las plazas secundarias, las plazoletas, los

templos y conventos, las casas reales, los barrios y otro

tipo de elementos como fuentes y acueductos; el con-

junto de todos estos elementos, unos incorporados para

el funcionamiento de la villa como servicios urbanos,

otros como centro de poder o para facilitar los servicios

administrativos y religiosos, pero todos en conjunto,

darían como resultado la base actual de nuestras ciuda-

des (1998: p. 236).

Este modelo de cuadrícula central, asumía que las po-

blaciones “no deseables” se mantuvieran al margen de

los colonos, en poblados exteriores o barrios, así Chan-

fón (en Reyes: p. 339) indica sobre el urbanismo novo-

hispano que: “Allí nació la retícula en forma de tablero

de ajedrez, la traza como documento físico de registro

78 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial

y control y la división de áreas para españoles y para

indígenas”.

El modelo de eje centralCuriosamente la misma ciudad de Guadalajara, es ejem-

plo de varios modelos de urbanización a lo largo de su

historia, no sólo de la retícula ortogonal y del modelo de

eje central como iremos viendo. El modelo de eje cen-

tral se basa en una división principal que parte de una

calzada amplia atravesando la ciudad en cualquiera de

sus ejes, ya sea recta o circunvalar; de cada lado habita

un grupo étnico o clase socio- económica distinta. Así

lo denotaban las expresiones tapatías “al otro lado del

río” o “al otro lado de la Calzada” para referirse inicial-

mente al barrio indígena de San Sebastián de Analco,

(y después a otros) señalando al río San Juan de Dios,

espacio de la calzada principal, como límite primero

de dos grupos distintos. “En las postrimerías de la Re-

volución “Gente ´no conocida´ pululaba por las calles

desplazando de ellas a quienes antaño las habían hecho

suyas; los pobres ganaron el centro urbano y los rica-

chones acabaron por cederlo e irse a vivir en las colonias

´de Tolsa para arriba´3, en mansiones inspiradas pri-

mordialmente en modelos franceses, aunque también

fueron copia de ingleses y alemanes” (Muriá, 1992: p.

3 Transcribo a la letra la nota a pie de Muriá sobre ´Tolsa para arriba´, calle que como saben hoy es la Avenida Enrique Díaz de León: “Expresión tapatía para referir a quienes vivían en las colonias elegantes, al poniente de la calle Tolsa. Por cierto que esta calle recibe su nombre porque llegaba a las huertas de un señor Tolsa, por cierto eso es palabra llana, y no del escultor valenciano Manuel Tolsá”.

83). Este desplazamiento de la división central de la hoy

Calzada Independencia a Tolsa, ejemplifica otros fenó-

menos de la urbanización latinoamericana, como el cre-

cimiento demográfico acelerado, la creciente pobreza y

la constante intención de alejamiento de las clases altas.

El modelo de urbanización periféricaMuy asociado al modelo de retícula ortogonal está el

modelo de urbanización periférica, modelo que es re-

sultado de la proletarización del campesinado, o de la

conversión de tierras ejidales y comunales en poblacio-

nes urbanas, ya sea de manera legal o por medio de la

invasión (Durand, 1983). También este modelo es re-

sultado de la pobreza, el aumento de la población y de

la inmigración de familias provenientes del campo o de

ciudades cercanas más pequeñas. Se percibe a la urba-

nización periférica como un desbordamiento del creci-

miento urbano (Arias- Vázquez, 1998).

La notal principal de este modelo es el crecimiento

un tanto o totalmente desordenado que, o bien es ab-

sorbido por el centro metropolitano (incluso hasta de

municipios independientes como es el caso de la Zona

Metropolitana de Guadalajara); o bien, se debe a la ur-

banización acelerada de la periferia que choca con el

centro de las ciudades, por supuesto, no se excluye la

combinación de ambas posibilidades. La ocupación y el

aumento del precio de los predios centrales, hace im-

posible que al margen de la clase alta, cualquiera otra

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pueda adquirir una propiedad en la zona central, así que

buscan posibilidades en la periferia. En el caso de Gua-

dalajara (Arias- Vázquez, 1998: p. 213):

(…) la ciudad vivió la irrupción de dos fenómenos

tan poderosos que lograron, por primera vez, mo-

dificar la segmentación residencial tradicional ba-

sada en el eje oriente- poniente: por una parte, el

surgimiento y auge del fraccionamiento ilegal, mo-

dalidad que abrió la oferta de tierra urbanizable a

nuevos grupos sociales –ejidatarios, comuneros- y

hacia espacios que escapaban a los controles con-

vencionales de la urbanización tapatía.

Este modelo donde se combinan la urbanización de lo

rural, el desbordamiento de la urbe, la invasión de tie-

rras y la especulación de las inmobiliarias, es muy co-

mún en toda América latina, así podemos hablar de:

Los ranchos, favelas, tugurios, poblaciones, pueblos jó-

venes, barriadas, asentamientos espontáneos o irregula-

res, como se les ha denominado, según los lugares don-

de se producen, son la nueva expresión latinoamericana

de los antiguos slums de Norteamérica, y se refieren, o

son el resultado de la pobreza, sus condicionantes y se-

cuelas. Sus características y condiciones son parecidas

en los diferentes países, aunque sus circunstancias con-

cretas y procesos de aparición y desarrollo sean diferen-

tes (Reyes, 1998: p. 221).

Así se puede hablar también de villorios en Argentina, o

villas miseria en Brasil, este modelo como quiera que se

le llame es uno de los más complejos de analizar debido

a la combinación de factores que lo producen, Portes

(1984) afirma que en esencia es un modelo de territo-

rialización producto del capitalismo.

El modelo Chocolate City- Vanilla Su-burbs y las ciudades amuralladas

En la década de los 70, Farley, Schuman, Bianchi, Colo-

santo y Hatchet publicaron un documento que se pre-

guntaba por las razones de la segregación residencial

racial de la ciudad nortemericana de Detroit. Aun cuan-

do el modelo novohispano da cuenta de que la división

étnica no era algo nuevo, llamaba la atención de los au-

tores la separación tan marcada de Detroit, al ofrecer

salarios indistintos a negros y blancos, y al llegar al ex-

tremo de que se podía hablar de dos sociedades en una

misma ciudad, porque una premisa de la urbanización

-no cuestionada antes- era que la fragmentación urba-

na correspondía meramente al nivel económico de las

familias, y en un lugar donde el ingreso era muy similar

para familias de distintos grupos étnicos no tendría por

qué haber una división racial del espacio.

En este caso quiénes habitan la periferia y quiénes ha-

bitan el centro de la ciudad sigue un orden distinto al

modelo de urbanización periférica. “Suburbios vainilla”

representa la concentración periférica de zonas residen-

ciales para blancos, “ciudades chocolate” representa la

80 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial

tendencia de las familias de color a habitar el centro de

las ciudades. Los autores se plantearon tres hipótesis de

este hecho: a) el estatus económico de los blancos; b) la

preferencia de los negros a vivir con los de su tipo y c)

la resistencia de los blancos a la integración residencial.

Para sorpresa de los estudios sobre urbanización has-

ta ese momento, Farley y colaboradores corroboraron

que la segregación no obedece estrictamente a cues-

tiones económicas, o a la resistencia de alguno de los

dos grupos a vivir en áreas mixtas, sino precisamente

lo contrario; hay disposición de vivir en áreas mixtas,

pero cada parte piensa que será discriminada al cambiar

hacia un vecindario donde la otra raza es preponderante

(no mixta). En términos llanos, se basa en el desconoci-

miento del punto de vista del otro grupo.

Aunque en sentido estricto el texto comentado mues-

tra que la segregación puede en ocasiones no respon-

der solamente a dinámicas de estructura económica,

podemos decir que el caso de Detroit muestra que aún

a pesar de la disminución del racismo y de la brecha

económica, las ciudades pueden ser herederas de divi-

siones étnicas y económicas iniciales, reproduciendo el

desconocimiento mutuo de distintos grupos.

Esta misma división del espacio puede responderse

también de un modo más común, tomando como ex-

cepción el descubrimiento de Farley y colaboradores;

cuando la segregación sigue pautas de jerarquía econó-

mica. Podemos citar al respecto los cotos cerrados, que

son una forma distinta de algunos grupos por alejarse

de las “áreas tugurizadas” o en un sentido menos extre-

mo, de buscar un nivel de seguridad que no ofrecen los

modelos residenciales anteriores. “Amurallar” el vecin-

dario y alejarlo de los espacios centrales, cuáles quieran

que sean sus razones es un modo de segregación espa-

cial y: “una de las formas de evolución más impactantes

del fraccionamiento residencial: la creación de conjun-

tos exclusivos –´cotos cerrados´- (…) que ha cundido

como la humedad en las metrópolis” (Arias- Vázquez,

1998: p. 07). Parece ser que los cotos cerrados son la

prueba fehaciente de que la estratificación social, con

sus grados de complejidad, siempre será representada

o expresada en una estratificación espacial. Queda para

adelante la pregunta de si la segregación espacial en las

ciudades fomenta la estratificación social, o si la segre-

gación espacial es el simple resultado natural de esta es-

tratificación social.

Lo que queda claro es que existen bastedad formas de

habitar las ciudades, como las urbanizaciones determi-

nadas por las características topográficas accidentadas,

como el caso de los yacimientos mineros que se vol-

vieron ciudad (Lagos de Moreno, Zacatecas o León),

o como las villas fundadas con fines defensivos como

Cartagena en Colombia, que a su vez es una ciudad por-

tuaria como muchísimas otras.

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ConclusionesLa distribución de los espacios urbanos tiene que ver

con maneras diferenciadas de la vida social y económi-

ca; por ejemplo, que no se puede hablar de familias sin

caracterizar el tipo de espacio que habitan. Nos suscri-

bimos a la perspectiva de Kaztman (1999) cuando afir-

ma que “el vecindario también importa”, porque como

esta pequeña revisión ha ejemplificado las familias que

habitaban “de Tolsa para arriba” no podían parecerse

demasiado a las familias que habitaban “al otro lado del

río”, sostenemos que con un rango importante de pun-

tos medios y de heterogeneidad aún hay trazas de esa

diferenciación primaria.

Precisamente, Castel (2010), Harvey (2007), Kaztman

(1999), Fessler (1998) entre otros, indican que la frag-

mentación de las ciudades capitalistas tiende a homo-

geneizar a sus habitantes, no sólo entre ellos, sino a un

nivel macro (Gomes- Costa, 1998). Para Kaztman un

barrio define una estructura de oportunidades y un

“portafolio de recursos” que tiende a ser muy similar

entre las familias que comparten el espacio urbano, la

movilidad social dependerá entonces de la capitaliza-

ción de los recursos que posee un familia.

La expresión “portafolio de recursos” se refiere a los

“activos” que no es más que una expresión muy simi-

lar a la concepción de Bourdieu (2008) de capital y que

Kaztman utiliza para agregar una nota; que el activo se

distingue del capital porque considera que el primero es

relativo a lo que el medio valora como deseable y que

en este sentido no tiene un valor per se. La movilidad

social en otras palabras depende de que los activos que

una familia pueda dar a sus miembros sean valorados

por las estructuras de oportunidades que tienen un

anclaje espacial. Por eso hacíamos alusión antes, a que

para Kaztman “el vecindario sí importa”:

Se trata de explorar el impacto que tiene la estructu-

ra social del vecindario sobre los comportamientos de

riesgo de niños y jóvenes, en particular sobre aquellos

que se vinculan a la reproducción de las desigualdades,

de la pobreza y de la exclusión. Como se argumentará

más adelante, las características de los barrios definen

estructuras de oportunidades en el entorno social in-

mediato de los hogares, que inciden en la probabilidad

de que niños y jóvenes acumulen activos. El riesgo está

relacionado con bloqueos a la acumulación de activos

(1998: p. 263).

Hay entonces mecanismos de reproducción interge-

neracional que permiten o bloquean el acceso a las es-

tructuras de oportunidades y Kaztman considera que

estos mecanismos se revelan a través de las historias de

familia y su vínculo con las dinámicas del vecindario;

la transferencia de los activos de una generación a otra

es muy importante y también es relevante cómo estas

transferencias a su vez transforman el barrio. Tanto es

82 Edson Javier Aguilera ZertucheModelos de urbanización y segregación espacial

así, que una notable percepción de mejora para los ha-

bitantes urbanos es “vivir en un lugar mejor”. Esto im-

plica que una concepción de la movilidad social tiene

que ver con desplazarse de espacio en las divisiones de

las ciudades: “(…) una vez que un barrio adquiere un

status alto, sirve de polo de atracción a aquellos que me-

joran su condiciones económicas y que se trasladan a

esas áreas buscando equilibrar su condición de status”

(Kaztman, 1998: p. 266).

La segregación en el sentido de Kaztman entonces tiene

que ver con la imposibilidad de acumular activos o la

imposibilidad de utilizarlos para la mejora de las con-

diciones de las familias. Por otro lado, desde el punto

de vista de las clases acomodadas, su ubicación en el

espacio residencial tiene que ver con garantizar ciertas

seguridades y beneficios, por ejemplo contar con con-

tactos sociales y políticos que ayuden a obtener buenos

empleos para los hijos, buscar “buenos compañeros” de

clase en una escuela privada, o bien, resolver dificultades

con las empresas proveedoras de servicios. El vecinda-

rio es la plataforma inmediata de las familias y una bue-

na política de urbanización y uso de suelo tendría que

considerar al menos estos dos fundamentos: a) pensar

una ecología urbana que no profundice la segregación

espacial (a favor del negocio de bienes raíces) y b) tomar

de referencia la microhistoria de la lucha urbana y la

autoconstrucción de estructuras de oportunidades que

representan los barrios autorreferentes, barrios que no

han esperado una organización de su espacio venida de

fuera y que en base a su acción han plasmado su forma

de ser en nuestras ciudades capitalistas.

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