Marina Tsvietáieva y literatura de exilio

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INTRODUCCIÓN El criterio de selección del corpus elegido

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INTRODUCCIÓN

El criterio de selección del corpus elegido

The language I have learnt these forty years,My native English, now must I forgo;

And now my tongue’s use is to me no moreThan an unstringed viol or a harp;

Or like a cunning instrument cas’d upOr, being open, put into his hands

That knows no touch to tune the harnmony.Within my mouth you have engaol’d my tongue,

Doubly portcullis’d with my teeth and lips;And dull, unfeeling, barren ignorance

Is made my gaoler to attend on me.I am too old to fawn upon a nurse,

To far in years to be a pupil now.What is thy sentence, then, but speechless

death,Which robs my tongue from breathing native

breath?

Shakespeare, King Richard Second

El escritor y su lengua

El personaje en la obra de Shakespeare King Richard

Second pronuncia estas palabras después de que el rey ha

decretado su destierro y así expresa su temor más grande:

el silencio al que lo condena. La nostalgia por la patria

generada en el exilio asume formas particulares en cada

poeta y artista que hace de la experiencia devastadora del

exilio un tópico en su obra. Así, lo que es para el artista

plástico la nostalgia por los colores, los paisajes y los

rostros de su patria es para el poeta la nostalgia por su

lengua. Edward Said en su ensayo “The mind of Winter”

publicado en Harper’s Magazine escribe: “At bottom, exile

is a jealous state. With very little to possess, you hold

on to what you have with aggressive defensiveness” (Said,

1984, 51). Marina Tsvietáieva, poeta rusa exiliada desde

1922, siempre se aferró a la poesía en los momentos más

duros de su vida dentro y fuera de Rusia. En Praga, Berlín

y París, nunca dejó de escribir en ruso. De hecho, al igual

que muchos otros artistas que dejaron su patria, su exilio

coincide con un período particularmente prolífico de su

escritura. Said sostiene que los poetas objetivan y dotan

de dignidad una situación diseñada para negar precisamente

esa condición (Said, 1984, 50). La creación en el exilio,

si bien representa una forma de resistencia y de

superación, no consigue salvar la incomunicación que separa

al exiliado de su origen.

Escribir no basta para soslayar el silencio porque en

el exilio no hay respuesta. El escritor exiliado pierde una

dimensión fundamental de su obra: sus lectores. Tsvietáieva

escribe en 1928 a su amiga Anna Teskova: “En Rusia soy una

poeta sin libros, aquí, poeta sin lectores” (Tsvietáeiva,

2008, 183). En 1934, el duodécimo año de su exilio,

escribe:

No me hago ni de la lengua natal ilusiones, de su láctea llamada.¡Me es indiferente en cual no soy comprendida si soy encontrada!

(por el lector que devora un tonelde periódicos, ordeñador de tonteras)¡Del siglo veinte – ély yo de un siglo antes que cualquiera!

(Tsvietáieva, 1997, 146)

Tsvietáieva experimenta un aislamiento absoluto y reconoce

que su poesía no tiene eco. Su ‘lengua natal’ se ha

convertido en una desilusión y ésta no es más un vínculo

con los lectores. La incomunicación entre poeta y lector no

parece tener un origen lingüístico sino temporal. Marina

Tsvietáieva rechazó la época en la que vivió y

frecuentemente en los estudios sobre la poeta aparece la

siguiente cita que describe el siglo XX: “Un siglo

dispuesto a dar diez Pushkin por un coche” (Kúdrova, 1999,

18). Si bien ésta es la justificación que da Tsvietáieva,

lo que está detrás de este fragmento es la nostalgia por

Rusia y, por lo tanto, por su lengua. Afirma estar libre de

huellas de su tierra pero hacia el final del poema no puede

sostener el tono irreverente y concluye:

Toda casa me es ajena, todo templo desierto,me da lo mismo todo y todo me es – igual.Pero si en el camino – un arbusto advierto,y si sobre todo es – de serbal…

(Tsvietáieva, 1997, 147)

Así la poeta cierra su poema en el que expresa con fuerza

la condición de su exilio que la ha despojado de una casa,

de rostros familiares, su lengua, sus lectores, las huella

de su patria. Tanto el cierre como el primer verso del

poema están en tensión con el intento de mostrarse

indiferente ante su suerte y entonces la marca de su patria

se hace patente. En el poema aparecen los siguientes

adjetivos para describir al yo poético femenino: aislada,

ignorante, desalojada, estupefacta. Ante el estado del yo

poético los lugares, los objetos y las personas que la

rodean y que pueden marcar su identidad se caracterizan de

la siguiente manera: igual, indiferente, arrancado, ajena,

desierto. Los últimos dos versos se introducen con la

conjunción adversativa pero que anula el estado anterior y

revela el verdadero dolor que produce la nostalgia por la

patria. La adversativa termina con la imagen del serbal,

árbol especialmente representativo de Rusia.

La lengua rusa y el estilo rojo

La relación entre escritor y su lengua en el caso de

los emigrados rusos tiene una particularidad, las reformas

lingüísticas como resultado de la Revolución. Marina

Tsvietáieva, en su correspondencia con el joven crítico

literario Alexander Bajraj expresa su preocupación por la

edición y publicación de sus libros:

Le quiero pedir algo (no es serio). No escriba sinsignos duros, es algo que no tiene final, laspalabras no son convincentes y el que las lee sesiente inseguro. Escriba o sin nada (por las normasnuevas) o deje a la palabra existir gráficamente. Selo aseguro, no es “del Ejército Blanco” – pues estoyde acuerdo en escribir con estilo rojo -, sólo queno sea “tierramonte”, que no sea “liberal”. ¡Escribao como Derzhavin (con el signo duro), o comoMaiakovski! En ese signo duro ausente, con la eantigua - ¡hay un compromiso tan evidente! […]Pero Petrópolis - ¿por la nueva ortografía? ¿Y enRusia? Tengo miedo por la corrección del texto -¡sufro por los erratas! (Tsvietáieva, 2008, 100-102)

El “estilo rojo” al que se refiere la poeta hace referencia

a las reformas en la lengua rusa incentivadas por el

proyecto político bolchevique. Petrópolis es una editorial

fundada en 1918 en Petrogrado que abrió una sucursal en

Berlín en 1922. Marina Tsvietáieva publicó varias obras que

había escrito en Rusia y posteriormente en el exilio en esa

editorial. Vladislava Reznik de la Universidad de

Strathclyde en su artículo “Language Policy and Reform in

the Soviet 1920s: Practical Polemics against Idealist

Linguistics” cita a Grigoriev para definir una política de

lenguaje (language policy) como la teoría y práctica de una

influencia consciente sobre el desarrollo del lenguaje, o

una orientación, orientada por metas y sustentada

científicamente, de la función existente del lenguaje y la

creación y perfeccionamiento de nuevos recursos

lingüísticos de comunicación (Reznik, 2001, 2). Si bien las

reformas tuvieron un impacto mucho mayor sobre las lenguas

de las nacionalidades minoritarias de la Unión Soviética,

el ruso también sufrió cambios especialmente en su

representación gráfica.

Los dos conceptos claves en los que Reznik considera

que se basaron las reformas lingüísticas después de la

Revolución son: la codificación que implica la formulación

explícita de un código lingüístico por medio de gramáticas

descriptivas, diccionarios, reglas ortográficas, reglas de

pronunciación, etc., y la graficación entendida como el

proceso por medio del cual se dota de un sistema de

escritura a un lenguaje que no lo poseía o que poseía una

que ya no se considera útil o apropiado. El ruso,

particularmente, sufrió cambios en estos dos aspectos,

tanto en su sistema lingüístico propiamente dicho como en

su sistema de escritura. La cita de Tsvietáieva hace

referencia a este segundo aspecto.

La inquietud que expresa a su amigo y crítico

literario muestra la conciencia de la poeta sobre la

conservación o el cambio de la lengua como un actuar

deliberado y significativo. Por un lado pide a su amigo

escribir de manera consistente y lo expresa en términos de

compromiso. Intenta, por otro lado, eludir el conflicto

político que supone una y otra escritura pero al hacer

referencia a un estilo rojo, aún cuando dice estar de

acuerdo con él, y al referirse a una u otra manera de

escribir como un compromiso, el elemento político y el

conflicto están presentes. Por otro lado es claro que ella,

si bien dice estar de acuerdo con el estilo rojo, opta por

ignorarlo al preferir mantener el signo duro y la e

antigua. Su gesto, que por ser poeta y considerar que la

palabra es la transferencia de la voz (Tsvietáieva, 2008,

70) puede ser puramente estético necesariamente es también

político y supone una resistencia. En 1940, de regreso en

Moscú, y bajo la mira de la policía estalinista a partir

del arresto de su hija y su esposo por traición,

Tsvietáieva continúa resistiendo por medio de la escritura:

“Como la carta está escrita con la vieja ortografía, no se

la enseñe a gente extraña. Pues una carta así yo nunca la

escribiría con la ortografía nueva” (Tsvietáieva, 2008,

243)

En Tsvietáieva la crítica política, social e histórica

no es independiente de la preocupación poética. Cuando

critica el siglo XX le reprocha la valoración de lo

superfluo sobre la valoración de un poeta como Pushkin.

Escribe en una de sus cartas: “Si yo estuviera en Rusia,

todo sería diferente, pero Rusia (el sonido) no existe,

existen las letras: URSS, y yo no puedo ir aun sitio sordo,

sin vocales, a una sibilante densidad” (Tsvietáieva, 2008,

183). Detrás de la razón “lingüística” o estética está

encubierta una realidad política y social que es la

verdadera razón por la cual Rusia no existe.

Poesía arraigada

La añoranza en mi no es el conocimiento de la ausencia, sino una presencia reforzada.

Tsvietáieva en Crónica de una enfermedad (carta a A. Bajraj, 14 de agosto, 1923)

La poeta y la mujer apenas se distinguen, y así lo

atestiguan varios de los poetas y emigrados que mantuvieron

correspondencia con ella o la conocieron en el exilio. De

todas maneras, en lo que respecta a su origen, las dos se

diferencian. Ute Stock, catedrática de Newnham College,

cita una de sus cartas en la que Tsvietáieva se reconoce

enteramente rusa por el lado de su padre y, por el lado de

su madre, afirma no serlo enteramente (Stock, 2001, 764).

El origen de la poeta, en contraste, es sin duda ruso y así

lo establece en su ensayo poético Mi Pushkin. Tsvietáieva

explora, a través de sus recuerdos, probablemente

ficcionalizados, las raíces de su poesía. Stock cita a la

poeta: “I remember everything emotionally, and I remember

hardly anything reliable” (Stock, 2001, 766) Pushkin, el

poeta más representativo de Rusia, es la fuente espiritual

de Tsvietáieva. En el ensayo la autora establece un origen

espacial concreto de su poesía: la estatua de Pushkin.

Tsvietáieva dialoga con la composición épica de

Pushkin El jinete de bronce. A través de la descripción

detallada de la estatua del poeta y la transformación de

ese monumento en un verdadero símbolo, resume su

acercamiento a la poesía. Su primera apropiación de la

estatua en el relato es a través de la transformación

lingüística:

La estatua de Pushkin no era una estatua de Pushkin(caso genitivo), sino simplemente la-estatua-de-Pushkin, en una sola palabra, con dos conceptos deigual modo incomprensibles e imposibles de existirpor separado: estatua y Pushkin. (Tsvietáieva, 2009,10)

A continuación la poeta enumera distintas “lecciones” que

aprendió visitando la-estatua de-Pushkin: la medida de

espacio, el encuentro con el blanco y el negro, el número,

la proporción, el material. Todos estos aspectos concretos

la remiten a otro espacio. Así la versta entre las Puertas

de Nikita y la estatua remiten a poemas de Pushkin, el

blanco y el negro a la reflexión de su propia preferencia

por el negro en el pensamiento y en la vida, el número a la

conciencia de su propio talle frente a la grandiosidad de

Pushkin, el material a la diferencia entre hierro o

porcelana y vida, la proporción a su lugar entre un gigante

y una figurita:

La primer lección de número, la primera lección deescala, la primera lección de material, la primeralección de jerarquía, la primera lección depensamiento y, lo más importante, la primeraconfirmación palpable de mi experiencia posterior:de mil figuritas, incluso puestas unas sobre otras,jamás se hará un Pushkin. (Tsvietáieva, 2009, 14-15)

El origen espacial concreto es importante porque, si bien

varios aspectos de su biografía nos permiten hablar de

exilio como una realidad distinta a la del emigrado, lo que

justifica este análisis es la manera particular en la que

esa experiencia se plasma en la poesía. Para ello, es

importante establecer que Marina Tsvietáieva tenía una

clara conciencia de que las raíces de su poesía estaban en

Rusia, no sólo por la lengua sino por el espíritu que la

engendró.

Hacia el final del ensayo la poeta se dirige

directamente a sus lectores. En un fragmento anterior

Tsvietáieva ha citado unos versos populares y los ha

atribuido a Pushkin, entonces advierte a los lectores que

los versos no le pertenecen al poeta pero es incapaz de

distinguir su origen porque forman parte de ella y en su

interior “es lo mismo”:

¡Lector! Yo sé que “Ay ojos, ojos azules” – no esPushkin, sino una canción, y tal vez una romanza,pero entonces no lo sabía, y ahora dentro de mí, endonde está todo todavía todo – tampoco lo sé […] –es lo mismo. Todo esto se llama Rusia y mi infancia,y si me abren el pecho encontrarán en mí además delos demonios que vuelan como las nubes y las nubesque vuelan como los demonios, ese par de ojosazules. Forman parte de mí. (Tsvietáieva, 2009, 63)

En este fragmento se introduce otro aspecto fundamental de

la poesía de Tsvietáieva: el folclore. Este aspecto

establece nuevamente el profundo vínculo entre la poeta y

el lenguaje vivo del que se vio irremediablemente

incomunicada en el exilio.

Destacamos el hecho de que Mi Pushkin fue publicado en

1937 y la autora permanecía todavía en el exilio.

Probablemente la representación de lo que constituyó su

‘primer amor’ está exacerbada por su creciente sentimiento

de soledad y aislamiento. En 1937 Tsvietáieva vivía en

París y de las tres ciudades en las que vivió en el exilio

fue en la que más desdichada se encontró. Su odio por

Francia aparece en la descripción del primer encuentro con

el poeta: el cuadro que representa la muerte de Pushkin por

manos del francés D’Anthes: “Lo primero que supe de Pushkin

fue – que lo habían matado. Después supe que Pushkin era

poeta y D’Anthes – francés” (Tsvietáieva, 2009, 5). De la

misma manera en que la autora establece paralelos entre su

encuentro con la-estatua-de-Pushkin y su poesía, el relato

sobre el primer contacto de Músienka con el poeta a través

de su muerte alude a la importancia que este elemento cobra

en su poesía y, posteriormente, de manera trágica, en su

vida. Su exilio, hacia el final del ensayo, resulta el

único sustento de su amor por Rusia: “Todas las cosas en mi

vida las he amado y querido por el adiós y no por el

encuentro, por la separación y no la fusión, y no para toda

la vida – sino para toda la muerte” (Tsvietáieva, 2009,

91).

El exilio interno

En el caso de Marina Tsvietáieva es posible referirse

a dos exilios, uno que la obligó a dejar Rusia por

diecisiete años y otro que la aisló de los círculos de

emigrados en las distintas ciudades en las que vivió

durante el exilio. En esos círculos Tsvietáieva experimentó

lo que puede ser considerado un segundo exilio o un exilio

interno. En su ensayo “Exilio y literatura” Raúl E. Romero

define el exilio interno como proscripción social y

sicológica de un individuo aunque no exista una separación

física de éste con su tierra natal (Romero, 2006).

Tsvietáieva experimentó tanto la separación física como la

alienación dentro de los grupos de emigrados que abundaban

en las principales ciudades europeas. Mark Slonim, amigo de

la poeta escribe: “En el París de la emigración resultó

claramente fuera de lugar. En el mejor de los casos, se la

toleraba en los periódicos y revistas, donde podía publicar

algo y sus colaboraciones a menudo se producían en unas

condiciones que a ella le parecían ofensivas” (Kudrova,

1999, 20). Tsvietáieva, mucho antes de su exilio, intuyó la

dificultad que su poesía entrañaba por su novedad, la poeta

siempre reconoció la fuerza incomprendida de sus versos. En

1913 escribe:

A mis versos escritos tan temprano,Que no sabía yo que era poeta,Brotados como chorros de una fuenteComo chispas de un proyectil,

Llegados como diablos diminutosAl templo del incienso y del sueño,A mis versos de muerte y juventud-¡Intactos! ¡No-leídos! ¡Solos!

Dispersos entre el polvo de las tiendas,Donde nadie los ve ni los verá.Como a vinos excelsos a mis versos,

También les llegará su hora.(Tsvietáiva, 1999, 179)

En el Prólogo a Un espíritu prisionero Irma Kúdrova se

refiere a la situación de Tsvietáieva en el exilio: “Marina

era del todo incapaz de establecer los contactos

necesarios, incapaz de pedir, de adular. Y su carácter

ajeno a la componenda trajo sus frutos. Los más famosos

escritores de la emigración le dieron la espalda” (Kudrova,

1999, 17).

En su correspondencia con el crítico Bajraj la poeta

escribe sobre su difícil relación con los críticos y los

otros escritores durante su estadía en Berlín. La tendencia

de Tsvietáieva a enfrentarse a los círculos de emigrados

ahondaba su soledad no sólo socialmente sino que limitaba

aún más su selección de lectores, ya de por sí restringida

en el exilio. Escribe:

Aquí predomina el cálculo. La simultaneidad comoley, la tragedia oculta tras una broma, insultospresentados como “revelaciones”. Simplemente melimité a apartarme, como siempre me aparto cuandooigo: “Acepto en sus versos esto y aquello y otrascosas no”. Es una división de lo vivo, es unaviolencia, un insulto, no puedo soportar cuandoseleccionan dentro de mí, por eso me aparto, mesumerjo en mis mundos, mejor dicho creo mi propiomundo, imaginario, ¡dónde yo soy la dueña!”.(Tsvietáieva, 2008, 111)

En su biografía crítica de Marina Tsvietáieva Simon

Karlinsky, profesor emérito de UC Berkeley, describe la

dificultad que la poeta encontraba para publicar algunas de

sus obras. Por ejemplo, Campo de cisnes no se publico en vida

porque era considerado excesivamente innovador para las

casa de publicación de los emigrados conservadores y fue

rechazado por los emigrados que tendían a la izquierda por

la simpatía por Nicolás II y el Ejército blanco presente en

el libro. Karlinsky muestra como la crítica recibió su obra

dentro y fuera de Rusia. En el extranjero su obra era

reseñada como una figura admirada y renombrada en el ámbito

de la poesía. En Rusia, sin embargo, la opinión que

dominaba era la expresada por León Trotsky en su libro

Literatura y Revolución. La apreciación que hace Trotsky de la

poesía de poetas mujeres es, para el crítico Karlinsky,

sexista. Trotsky agrupa nombres de poetas mujeres, entre

ellas Tsvietáieva, y se limita a tratarlas como un grupo

uniforme que sólo puede escribir sobre Dios y el amor. El

ostracismo que experimenta la poeta se ve reforzado cuando

aún poetas por los que había sentido admiración y con

quienes mantenía relaciones cordiales se volcaron a la

opinión de Trotsky. Karlinsky relata una anécdota en el que

Maiakovski denigra la poesía de Tsvietáieva. En sus cartas

a Pasternak la poeta expresa su decepción y sus

sentimientos con respecto a la ofensa por parte de

Maiakovsky.

Es importante señalar que el sentimiento de

aislamiento y ostracismo que expresa Tsvietáieva en su

poesía y, particularmente en su correspondencia, es también

una construcción personal de la realidad. La poeta no podía

distinguir con facilidad la realidad de su propia

percepción subjetiva y la insistencia en su condición de

paria es un recurso retórico y una construcción del poeta

romántico. Ana María Moix cita a Nina Berberova que incluye

entre sus memorias algunas observaciones sobre la vida de

Tsvieáieva en el exilio: “La concepción del poeta como un

ser que vive en una isla desierta, en las catacumbas, en su

torre de marfil, de ladrillo o de lo que fuere, es incluso

un iceberg en mitad del océano, cargando con su talento

como el jorobado con su joroba, sugiere una serie de

imágenes indudablemente seductoras pero que encubren una

visión romántica del creador”. (Moix, 1999, 204). De este

modo, al igual que en su ensayo Mi Pushkin, las

experiencias vividas y volcadas en su versos y sus cartas

no responden a la realidad autobiográfica sino a la

experiencia poética de esa existencia. Para Selma Ancira,

una de las estudiosas más importantes de la obra de

Tsvietáieva, “en Marina vence el poeta, no el historiador”.

La mitificación del yo

En “La referencia desdoblada: el sujeto lírico entre

la ficción y la autobiografía” Dominique Combe resuelve

progresivamente el problema planteado desde el Romanticismo

alemán sobre el carácter biografista de la poesía lírica y

la identificación entre sujeto lírico y sujeto empírico. En

el apartado "Sujeto lírico y sujeto retórico” Combe plantea

una relación metonímica entre estos dos. Esto supone que

ambos sujetos se encuentran sin confundirse uno con otro.

(Combe, 1996, 146). En este proceso se eleva lo singular a

lo general. La resolución del problema del biografismo está

dada por el reconocimiento de un desvío por el cual se

cuela la ficción en la poesía.

Josef Brodsky escribe: “La poeta Tsvietáieva era

idéntica con la persona Tsvietáieva; Entre palabra y

acción, arte y vida no había para ella ninguna coma ni

ningún guión; Tsvietáieva puso entre los dos el signo de

igualdad”. Combe retoma lo propuesto por Margarete Susman

sobre la condición mítica del sujeto lírico. Si bien la

poesía de Marina Tsvietáieva siempre se enraizó en la

realidad y es por eso que el análisis de su obra desde el

dato biográfico del exilio es posible, su poesía trasciende

lo meramente anecdótico.

En su poema “Sueño”, la poeta torna sobre sí misma la

condición de perseguido-perseguidor. Si bien la persecución

por parte de la policía francesa y la NKVD, a raíz de las

actividades de su esposo Sergéi Effron, surgiría en la

década del 30, el exilio de 1922 supone ya una relación

conflictiva con el poder. Los exiliados conocían la

situación dentro de la URSS y conocían la suerte de muchos

de sus amigos y compañeros en los círculos literarios e

intelectuales que habían compartido en Moscú. Desde el

exterior, Tsvietáieva había intentado ayudar a su amiga

Sofía Parnok, quien permanecía en Rusia en una situación

desesperada. A ella Tsvietáieva había dedicado su poema

“Amiga” y parece haber sostenido una relación amorosa.

Tsvietáieva escribe: “La Patria a veces es tan peligrosa

como el extranjero, al menos en la misma medida en que lo

es la muerte segura comparada con una posible desgracia”

(Kúdrova, 1999, 22). En el poema “Sueño” la poeta asume el

papel de perseguido y de perseguidor en tanto que el sueño

es descripto como fiscal, policía, juez de instrucción. El

sueño aparece como un vigilante que no permite ocultar los

secretos del alma. Esta última aparece como una región que

es invadida por el sueño como enemigo que descubre todo.

Escribe:

Enterrada, olvidada – y entonces me sentía como por una escalera de mil pies sin baranda.Con la rapacidad de un fiscal y un policíatodos mis secretos puso el sueño en volandas.[…]¡Descubierta! Bajo la cúpula no hay ranuradonde esconderse de los propios indiscretosojos. Como un confesor sobornado procura,¡zarandeó el sueño todos mis secretos!

(Tsvietáieva, 1997, 133)

En el poema sobre la nostalgia por la patria, anteriormente

mencionado, también aparece la figura del perseguidor. En

este caso aparece la policía secreta incapaz, según la

poeta, de encontrar marcas de su tierra en ella. La

realidad del sujeto empírico es su condición de perseguida.

En su poesía el sujeto lírico se desdobla y abarca en sí

misma la doble dimensión de perseguido-perseguidor. La

operación es una forma de resistencia.

En su correspondencia con Pasternak describe la

tiranía de la escritura, particularmente de las cartas, y

de los sueños: “Ambas cosas no se encargan: se sueña o se

esribe no cuando lo deseamos nosotros, sino cuando lo

desean: la carta… ser escrita, el sueño… ser visto”

(Tsvietáieva, 2008, 69). La escritura para Tsvietáieva está

provocada no desde el poeta sino desde una fuerza externa

que no permite silenciar. Esta concepción de la palabra y

del sueño se transforma en una mitificación de la realidad

opresiva del sujeto empírico.

La hora de la palabra

El espacio es una pared, pero el tiempo, una abertura.

Tsvietáieva em Crônica de uma enfermedad, (carta a A. Bajraj, 14 de agosto, 1923)

Fernando de Toro escribe en su libro Intersecciones

II: “La morada es siempre el presente, el instante en el

cual habitamos, es el instante mismo” (de Toro, 2002, 114).

El concepto de morada generalmente remite a la dimensión

espacial, sin embargo, en la cita de de Toro, la morada es

temporal. En el exilio la posibilidad de habitar un espacio

se deshace. La ruptura del poeta con su tierra y la

conciencia ineludible de ser ‘otro’ en una tierra ajena

provoca una crisis entre el yo y el mundo concreto y real.

Es posible exiliar a alguien de su tierra pero es imposible

exiliarlos del tiempo. Combe señala como consecuencia

principal de la mitificación del yo empírico “la abolición

de las fronteras entre el pasado y el presente – la

presentificación de lo antiguo como identificación del

presente en tiempos inmemoriales” (Combe, 1996, 147).

Cuando se trata de un sujeto empírico que parte de la

experiencia del exilio la presentificación entra en

relación no sólo con un tiempo pasado sino con un tiempo

prospectivo. En la dimensión temporal se prefiere siempre

el presente: en el pasado está el lugar de origen y su

evocación produce dolor y añoranza, en el futuro está la

lejana posibilidad de regreso que produce angustia. Para

Edward Said: “The pathos of exile resides in the loss of

contact with the solidity and satisfactions of earth”

(Said, 1984, 52). Ante la pérdida de la solidez de la

tierra, Marina Tsvietáieva se aferra a la dimensión

temporal y hace de ella un eterno presente. Casi toda su

poesía utiliza el tiempo verbal presente y la construcción

perifrástica del ruso que inmoviliza el tiempo.

En el poema escrito en junio de 1922, pocos meses

después de llegar a Berlín para encontrarse con su esposo,

Tsvietáieva escribe sobre su nueva condición:

Hay una hora para las palabras.Desde audibles lejaníasjusticias altaspercute la vida.

Del hombro al que abre pasola frente – es posible.Es posible – desde el rayodurante el día invisible.

En la cuerda muda polvo- brazada en la sábana.Tributo al miedo propio y a la propia nada.

De ardientes autojusticiases la hora – y de silentes ruegos.Hora de la fraternidad sin tierra.Hora de la orfandad del universo.

(Tsvietáieva, 1997, 109)

En este poema lo que domina es el tiempo. “En la cuerda

muda polvo” pero para Tsvietáieva ese tiempo tiene que dar

lugar a una hora para las palabras que coincide con la de

“la fraternidad sin tierra” y “la orfandad del universo”.

Para la poeta el quiebre a partir de su exilio es temporal,

no es casual que titule uno de sus poemarios Después de Rusia.

Las referencias que aparecen en estos versos al

silencio hablan de un estado de profunda angustia para

Tsvietáieva porque la poeta sólo se sentía a gusto cuando

escribía. El silencio aparece como un “tributo al miedo” y

a medida que se hace más patente el estado de desasosiego

se prepara la palabra. Aparecen en el poema la hora para

“silentes ruegos” y esta coincide con la hora del destierro

y la orfandad.

En el poema “Hora del alma” aparece claramente la

necesidad de transformar el tiempo en un continuo presente.

La dimensión temporal que viene a ocupar todas las otras

dimensiones no deja espacio para lo concreto:

En la hora profunda de la noche y el almaque no está comprendida en los cuadrantes […]

(Tsvietáieva, 1997, 127)

Los cuadrantes, que representan lo espacial y lo concreto,

están excluidos de la hora íntima. La eliminación del

espacio va de la mano de la eliminación de los recuerdos:

“¡sin recuerdos y hasta la orilla!”. Aquello que

constantemente se busca dejar de lado, pero se consigue

sólo parcialmente porque en la mención del olvido está

implícita la presencia de un algo que no se quiere

recordar, está la tierra de origen y la tierra ajena, dos

espacios inhabitables. El poema está dividido en tres

fragmentos, el primero termina:

… No tiene nombre

Mi desprendimiento… Todos los mantosquitándome, -¡me crezco en la privación!Como sobre una cesta de junco antañola hija de Egipto se inclinó.

(Tsvietáieva, 1997, 127)

El desprendimiento remite a la pérdida de contacto con la

solidez al que alude Said en la cita comentada

anteriormente. La poeta habla de privación, que en relación

con la referencia bíblica que cierra el fragmento, nos

remite a la orfandad y esta, a su vez, a la pérdida de la

patria. El tema de la orfandad es complejo en Tsvietáieva

porque es un símbolo ambivalente que remite a dos aspectos

biográficos: por un lado el exilio y por otro la relación

conflictiva con su madre. En este poema el vínculo que se

establece con Moisés, considerando el significado que el

exilio tiene para el pueblo judío, y la isotopía del

desprendimiento, es posible establecer el sentido de la

orfandad en relación con su propio exilio.

La hora para la muerte

En Mi Pushkin, ensayo autobiográfico escrito en 1937,

Tsvietáieva describe su primer encuentro con la muerte y

con Pushkin como dos experiencias simultáneas. La vida del

poeta termina con un disparo en el estómago y a partir de

ese dato la poeta identifica estómago-poeta(s)-muerte: “de

ese estómago de poeta que con tanta frecuencia no está

satisfecho y en el que hirieron de muerte a Pushkin, me he

preocupado tanto como de mi alma. Diré aún más – en la

palabra estómago hay para mí algo de sagrado” (Tsvietáieva,

2009, 6). Un año antes, en 1936, la poeta escribe la serie

de siete poemas titulada “Poemas del huérfano”. En los

primeros dos poemas una vieja encuentra a un huérfano y se

compadece de él. En toda su poesía la figura del niño está

asociada a la figura del poeta: “los humanos son de segunda

mano, pero los pueblos, algunos, en su primera infancia,

los niños y los poetas sin poemas ¡son de primera mano!”

(Tsvietáieva, 2008, 83). Los siguientes poemas de la serie

describen distintos espacios en los que la vieja quiere

“enterrar” al niño para su protección. Los lugares que

aparecen son: la caverna, fosa, abismo, tugurio, témpano,

isla. Todos los lugares nombrados carecen de luz, de

límites temporales, de compañía humana. En todos los poemas

aparece el vientre como el lugar de entierro y como el

“último retortijón”:

¡Para que en la puerta – nadie llame,en la ventana – nadie grite.para que en lo sucesivo nada pase,para que nunca termine!

¡Pero la caverna – es pocoy el tugurio – poco!lo prendería – si pudiereen la caverna del vientre.

si pudiere – lo prendiere.

(Tsvietáieva, 1997, 152)

La poeta, que siempre ha encontrado el consuelo en la

elevación, reúne en esta serie todas las imágenes que

remiten a la tierra, no hay elevación posible.

El tiempo es fundamental en la poeta en tanto que es

un camino que acerca a la muerte. El tema de la muerte ha

sido estudiado en varias ocasiones a la luz del dato

biográfico del suicidio. Está presente a lo largo de toda

su obra, sin embargo, progresivamente se convierte en el

centro de su obra. En varios de los poemas escritos entre

1922 y 1925 la muerte aparece relativamente lejana, la

poeta debe esperar, la hora de su muerte no ha llegado aún:

A la cita fijadaLlego tarde. La primavera añadoAdemás – llegaré canosa.- ¡Tú la has fijado tan alto!

(Tsvietáieva, 1997, 125)

El poema, titulado “La cita”, se refiere a un tú en dos

ocasiones. En el fragmento citado la segunda persona

representa a quien fijó la cita para su muerte o a la

muerte misma. En la última estrofa la poeta le declara su

amor: “Yo a ti te amé en lo alto: ¡en el cielo me enterré a

mí misma!”. Si bien está obligada a “habitar la tierra

largo”, la poeta aclara que adelantó su encuentro

enterrándose a sí misma en lo alto. En su poesía la altura

y la elevación se identifican con el mundo poético y

representan el desapego de lo cotidiano a través de la

creación. En una de sus cartas escribe: “No hablo de la

vida cotidiana, de pequeñas bajezas e hipocresías, antes lo

odiaba, ahora simplemente no lo veo, no quiero ver”

(Tsvietáieva, 2008, 146). De este modo aparecen en el poema

dos muertes: una que se refiere a lo real y concreto

implicados en el adjetivo “canosa” que introduce la

dimensión corporal, y la segunda muerte a quien Tsvietáieva

no ha tenido que esperar porque es ella quien la ha buscado

en su poesía.

Tsvietáieva escribe en el mismo año, un mes antes:

¡Con celos la vida es viva!

¡Alabado sea el dañoal corazón! ¿Renuncia la yerbaa su derecho – de hoz?

Secreta sed de la hierba…Cada retoño: <<rompe>>…¡Hasta la última entretela,Es pronto para mí entonces!

En tanto tus propios dedosno cosan toda la tela - ¡amar! –¡Es pronto aún para el hielodel país del más allá!(Tsvietáieva, 1997, 126)

La vida, el dolor y la muerte son inseparables. La poeta se

identifica con la yerba en su “secreta sed” pero nuevamente

reconoce que no ha llegado su tiempo y, mientras tanto, el

imperativo es amar. En una de sus cartas a Konstantin

Rodzevich, amigo de su esposo con quien estableció una

relación amorosa en 1923, Tsvietáieva escribe sobre su

relación con la vida:

Usted ha obrado un milagro conmigo, por primera vezhe sentido la unidad entre el cielo y la tierra. […]Querido amigo, Usted me ha devuelto a la vida en laque tantas veces yo intentaba y, de todas formas, nosabía, ni una sola hora, vivir. Era un país extraño

[…] mi redicha incapacidad de vivir me causasufrimiento. Engañaba mi fuerza en otros mundos;fuerte allí, débil… aquí. (Tsvietáieva, 2008, 146)

La vida es para Tsvietáieva un país extraño. En el

fragmento las dificultades y el sufrimiento no son alabadas

mientras que en poema y en muchas otras cartas Tsvietáieva

las identifica con la fecundidad de la creación. Si embargo

aparece la unión de la doble dimensión terrenal y

celestial, casi siempre irreconciliables para la poeta. En

el poema aparece el amor como la opción que resta en la

espera por el “país del más allá”. En el amor se

reconcilian el país que ella prefiere habitar y el país

extraño que es para ella la vida.

En los poemas escritos en el período de 1926 a 1939 la

relación entre el tiempo y la muerte cambia. Hasta este

momento la muerte es vista como una cita todavía lejana y

como una realidad deseada pero que exige la paciencia y la

espera. En 1923 Tsvietáieva escribe: “Paciente como se

rompen las piedras, paciente, como a la muerte se aguarda”

(Tsvietáieva, 1997, 116). En 1939 escribe:

Llegó la hora – la hora de dar el pase al creador.

Yo me niego a seguir siendo.

Entre esta turba insociable me niego a seguir viviendo.

[…]

En este mundo de locossolo vale – el renunciar.

(Tsvietáieva, 1997, 158)

A pesar de que en la espera por la muerte, que aparece en

algunos de los poemas escritos en la década de los veinte,

está implicada la impaciencia, en el poema de 1939 ya no se

trata de una cita en el futuro. En 1923 la poeta escribe en

su carta a Barjaj: “No moveré un dedo para aliviarme el

peso, para acortar el tiempo” (Tsvietáieva, 2008, 131). La

poeta se suicida en agosto de 1941, unos meses antes, en

febrero escribe:

Es la hora de dejar el cárabe,es hora de cambiar el léxico,es hora de apagar la lámparaencima de la puerta…

(Tsvietáieva, 1999, 194)

Conclusiones

Mis venas se agotarán, mis huesos se secarán, pero la VOZ, la VOZ -¡el destino me la dejará!

Tsvietáieva, carta a A. Bajraj30 de junio, 1923

Edward Said en su ensayo The Mind of Winter intenta

recordad a los lectores la verdadera esencia del exilio

despojada del elemento poético o de la idealización

romántica. Es necesario, sostiene el autor, mirar más allá

de la obra de escritores que convierte la experiencia de

exilio en fuente de inspiración. Si bien en la recreación

poética de la experiencia de exilio el escritor dignifica

su condición, la realidad fuera de la obra es dolorosa y

sacrificada. Said señala que la comparación entre el poeta

exiliado y la lectura de su obra revela profundas

antinomias.

Marina Tsvietáieva es recordada por muchos de sus

contemporáneos como poeta, la mujer se identifica

plenamente con el artista. Su biografía es la fuente de la

cual surge su poesía pero esta última, a su vez, dejó una

marca en su vida y en las de las personas que la rodearon.

Sus poemas representan sus experiencias, elevándolas a una

condición mítica, y al mismo tiempo, sus experiencias la

ayudan a describir y entender su poesía y, sobretodo, su

condición de poeta. La experiencia del exilio, en

particular, fue materia poetizada y metáfora de la relación

poeta-mundo.

La ruptura con la lengua, única realidad del poeta, es

la primera grieta que el exilio abre entre mujer y poeta.

La pérdida de lectores es la segunda. Ante las progresivas

pérdidas la resistencia está solamente en la voz. En

Tsvietáieva hay una profunda fe en la palabra: “Si Orfeo

mismo no hubiera descendido al Hades, sino allí su voz

enviado, sólo la voz enviado a la oscuridad, y en el umbral

quedado él mismo por superfluo – Euridice sin dudar sobre

ella, tal cuerda, hubiera salida…” (Tsvietáieva, 1997,

148). Pero la voz también se apaga progresivamente, la

experiencia de pobreza y aislamiento en el que vive en el

exilio, no da lugar a la hora de las palabras y del alma.

Es en ese momento en el que se prepara y se apura la hora

para la muerte.

El exilio fue para Tsvietáieva una fuente inacabable

de inspiración poética pero también exacerbó su deseo de

huida que terminó por destruir al artista y a la mujer.

Tsvietáieva describe a Rusia como “un grand peutêtre, casi el

otro mundo” (Tsvietáieva, 2008, 80). Mientras la distancia

la separó de Rusia, Tsvietáieva pudo escribir sobre su

país, su origen poético y el dolor de la separación, pero

el momento en que la poeta regresó y se encontró con un no-

lugar y una no-vida, la poeta no resistió con la voz y la

mujer se encontró en un “callejón sin salida” y así lo

escribe en su nota de suicidio en 1941 (Tsvietáieva, 2008,

244). La operación retórica sobre su propia experiencia que

separa el yo empírico del yo lírico no fue suficiente para

paliar los efectos devastadores de la experiencia de

exilio. En el suicidio se hace patente la antinomia entre

Tsvietáieva-poeta y Tsvietáieva-mujer.

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Universidad Católica Argentina“Santa María de los Buenos Aires”

Facultad de Filosofía y Letras

Seminario de InvestigaciónMonografía Final

La morada del alma - el exilio en la poéticade Marina Tsvietáieva

Alumna: Cristina ArroyoRegistro: 060700250