Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio

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Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio

Jesús Gascón Pérez

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Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio

Jesús Gascón Pérez

Sereno. ¿Quién son estos de Lanuça, e qué ar-mas tienen, e qué renta tenía este señor?

Alcayde. De su renta ni vasallos yo no tengo no-tiçia. Sí que su ofiçio era el principal de Aragón, e que era vno de los más estimados caualleros de aquel reyno. E parésçeme queste ofiçio de Justiçia de Aragón anda en este linaje; e de sesenta años a esta parte hasta el presente, yo he visto este ofiçio en el padre e en el hijo e en el terçero Johan de Lanuça que he dicho1.

No es preciso insistir mucho en que, a juicio de sus coetáneos, los Lanuza fue-ron uno de los linajes más preeminentes en la sociedad aragonesa durante los siglos XV y XVI. Así lo atestigua, entre otros testimonios que podrían aducirse, la presen-cia de varios miembros de esta familia entre los protagonistas que desfilan por las páginas de las Batallas y quinquagenas que compuso, al parecer desde mediados de la década de 1530, el cronista madrileño Gonzalo Fernández de Oviedo. Como se ha explicado recientemente, dicha obra es «un voluminoso y rico tratado de ge-nealogía y heráldica que no conservamos en su totalidad»2. Su autor, siendo joven,

1 G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y quinquagenas, ed. de Juan Pérez de Tude-la y Bueso, Madrid, Real Academia de la Historia, 2000, t. II, batalla I, quinquagena II, diálogo XXVII, p. 96.

2 A. MACEIRAS LAFUENTE, «Medicina y botánica en las empresas de reyes y caba-lleros recogidas por Gonzalo Fernández de Oviedo en Batallas y Quinquagenas», Janus. Estudios sobre el Siglo de Oro, 2 (2013), p. 16. Sobre la vida de este cro-

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sirvió brevemente como paje al segundo duque de Villahermosa, luego formó parte de la casa del príncipe Juan y, tras la muerte del heredero de los Reyes Católicos en 1497, desempeñó distintos oficios en España, Italia y las Indias, sin perder nunca su vinculación con el entorno cortesano. Esto le permitió reunir abundante infor-mación sobre la nobleza de la época, que trató de presentar en forma de diálogos siguiendo un canon literario abundantemente utilizado en el Renacimiento. Como apuntó en su día Alberto del Río Nogueras: «De proporciones desorbitadas y de há-lito más que sostenido, al igual que la mayor parte de su obra, el proyecto inicial de escribir 800 diálogos, a razón de cincuenta por quincuagena, cuatro quincuagenas por batalla y cuatro batallas en total, quedó desgraciada y, casi me atrevo a decir, necesariamente inconcluso»3. Pese a que Fernández de Oviedo no pudo culminar su empresa y el manuscrito que se conserva carece de textos preliminares que ayuden a conocer con certeza las intenciones que le animaron a componer su obra, parece evidente que, mediante los parlamentos entre el Alcayde y el Sereno,

(…) pretendía ofrecer un conjunto de noticias nobiliarias que iban desde la ge-nealogía de los individuos hasta los avatares de la casa a que pertenecían, sin olvidar los datos particulares del sujeto, con especial atención a la descendencia y enlaces. A estas informaciones históricas y genealógicas se añaden para completar el diálogo el cálculo de la renta solariega y el apartado dedicado a la heráldica que sistemáticamen-te acostumbra cerrar la unidad conversacional4.

Teniendo en cuenta las características de dicho proyecto, resulta especial-mente reseñable que el cronista dedicase uno de sus diálogos a «Mosén Juan de Lanuza», a quien identifica como «El illustre señor visorrey de Secilia, Johan de Lanuça el viejo, Justiçia de Aragón»5. En dicho diálogo, Oviedo, hablando por boca

nista, así como sobre su relación con el mundo cortesano de fines del siglo XV y comienzos del XVI, puede verse Gonzalo Fernández de Oviedo, Libro de la Cámara

Real del príncipe Don Juan, oficios de su casa y servicio ordinario, ed. de Santiago Fabregat Barrios, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2006, recurso electrónico consultado en línea el 13/2/2014, en http://parnaseo.uv.es/Editorial/CamaraReal/INDEX.htm. Allí se ofrece abundante bibliografía sobre el autor y su contexto histórico y literario. Por otro lado, la edición fundamental del texto que aquí nos ocupa sigue siendo G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y quinquagenas, ed. de Juan Pérez de Tudela y Bueso, Madrid, Real Academia de la Historia, 1983-2002, 4 vols.

3 Alberto del RÍO NOGUERAS, «Diálogo e historia en las Batallas y Quinquagenas de Gonzalo Fernández de Oviedo», Criticón, 52 (1991), p. 92.

4 Ibidem, p. 93.

5 Gonzalo FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y quinquagenas…, op. cit., t. II, bata-lla I, quinquagena II, diálogo XXVII, pp. 95-99.

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del Alcayde, hace un encendido elogio de mosén Juan y de su linaje, de cuyo tono

resulta ilustrativo el pasaje que encabeza el presente trabajo. En él se pone de mani-

fiesto que la importancia de los Lanuza, más allá de los señoríos y rentas de los que

disfrutaban —y cuya cuantía el autor confiesa desconocer—, residía en su condición

de oficiales del rey. La gravedad del oficio de justicia mayor, considerado en el texto

como «el prinçipal de Aragón», y el hecho de que en él se hubieran sucedido miem-

bros de la misma familia por espacio de seis décadas, le permiten presentar a su

biografiado como «vno de los más estimados caualleros de aquel reyno», juicio que

se ve reafirmado por el retrato que del personaje ofrece, sustentado, según explica,

en su trato personal con él y en relatos «de muchos testigos fidedignos». Así, apo-

yándose en dichas informaciones, escribe que

(…) fue vno de los rectos jueces de nuestros tiempos en el mundo, e más libre

de pasión e mas zeloso de la justicia e temeroso de Dios, e entrañable seruidor de su

rey; e tuuo aquella ysla e reyno de Seçilia en mucha paz e justiçia, e era muy amado

e temido, e de los malos e viçiosos aborresçido, porque los castigaua como convenía,

e a los pobres ayudaua e fauorescía, e los ricos e poderosos no se desordenauan ni

atreuían como lo hicieron algunos en tiempo de otros visorreyes que le suçedieron

en el mismo ofiçio. El, con ser tan recto, fue muy afábil e graçioso, gran limosnero,

e secretamente hacía mucho bien a pobres e personas neçesitadas. Fue de hermoso

aspecto e auctoridad, e sería en aquel tiempo (que era el año el de 1501), de edad

de sesenta e çinco años, pero de buen subjetto; e fue muy açepto al Rey Cathólico6.

Evidentemente, al ponderar las virtudes y la agraciada fisonomía de Lanuza,

el autor trata de resaltar su gravedad y su nobleza. No obstante, a propósito de

su «hermoso aspecto e auctoridad», a continuación realiza un comentario de tono

bien distinto, referido a su trato con mujeres y a los celos que ello despertaba en su

esposa.7 De este modo, aun reconociendo la religiosidad de mosén Juan, que fue

6 Ibidem, p. 96.

7 Sobre la identidad de esta mujer, llama la atención el error que comete Fernández

de Oviedo al identificarla bajo el nombre de Catalina, lo que lo lleva a asegurar que

madre e hija se llamaron igual y que el marido escogió un «candelero» como divisa

para completar sus armas siguiendo el uso caballeresco «que es quel nombre de la in-

vención comience en la primera letra del nombre de su señora, a quien se enderesça»

(ibidem, pp. 95 y 97, respectivamente). Pese a lo escrito por el cronista, lo cierto

es que en distintos documentos puede comprobarse que la esposa de mosén Juan

se llamó doña Beatriz Pimentel. Véanse, por ejemplo, el testamento que el justicia y

virrey dictó en Nápoles en 1506, en el que deja como heredera universal a su esposa,

y la concordia que al año siguiente firmó en Valencia doña Beatriz, ya viuda, con su

nuera doña Juana de Rocabertí, a propósito de la herencia de su esposo. Ambos

documentos se conservan en el Archivo de la Corona de Aragón [en adelante, ACA]

y son citados por R. CONDE Y DELGADO DE MOLINA, «Pergaminos aragoneses

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caballero católico «e muy gran christiano», el Alcayde le achaca que «no aborresçió de todo punto las mujeres». Y, como consecuencia, advierte, «avnque yo le vi de la edad que tengo dicho, no por eso la señora visorreyna, su muger, tenía perdidos los çelos dél». A esto, el Sereno apostilla que tales sentimientos nacen del amor que las esposas sienten por sus maridos y que se incrementan a medida que aquellas enve-jecen. Como respuesta, su interlocutor le aclara que, pese a rondar la cincuentena, la virreina era «graçiosa e fresca matrona». Y, en cuanto a si tenía motivos para la sospecha, «si el señor visorrey le daua causa o no de ser çelosa, yo no lo sé, pero él era tan cauto e sabio, que si pecase, no daría ocasión que se supiese, antes todos le loauan e tenían por honestísimo en esa parte». En cualquier caso, concluye, nada de esto le impidió hacer suyo un lema muy propio de la época, que refleja «un co-nosçimiento verdadero del despreçio desta vida humana, para exortación y deseo de procurar la que ha de ser perpetua»8.

Para completar la presentación del personaje, Gonzalo Fernández de Oviedo recoge algunas noticias genealógicas del justicia y virrey. Inicialmente menciona a sus dos hijos y los matrimonios concertados para ellos, información que además le permite relacionar este diálogo con los dedicados a otros dos nobles aragoneses: don Blasco de Alagón y el vizconde de Évol9. Y más adelante recuerda el modo en que los antepasados de los Lanuza abandonaron al conde de Urgel en 1413, dejan-do así de apoyar el levantamiento de este contra Fernando I, el monarca elegido en el Compromiso de Caspe10. Esta decisión, como ya sugirió, entre otros, Jerónimo Zurita, les permitió recuperar la gracia regia y convertirse desde entonces en fieles

del fondo “Sástago” del Archivo de la Corona de Aragón. I. Pergaminos procedentes de las ligarzas del condado de Sástago», Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, 51-52 (1985), pp. 295-349. Del mismo modo, también el cronista Zurita se refiere a ella como «doña Beatriz Pimentel». Véase J. ZURITA, Anales de la Corona de

Aragón, ed. de Ángel Canellas López, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1976-1990, 2.ª ed. [ed. orig., 1562-1577], t. 8, l. XX, cap. XXVI, p. 351.

8 G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y quinquagenas…, op. cit., pp. 97-98. Sobre el contenido del lema hablaré en las páginas siguientes.

9 Ibidem, pp. 95-96. Los hijos fueron don Juan, que contrajo matrimonio con doña Juana de Rocabertí, y doña Catalina, que se desposó en dos ocasiones: la primera, con don Artal de Alagón, hijo del citado don Blasco, a quien se dedica el diálogo XXVIII (ibidem, pp. 101-104); y la segunda, con don Pedro de Castro, emparentado con los vizcondes de Évol, de quienes se habla en el diálogo XXXI (ibidem, pp. 105-108).

10 Ibidem, pp. 96-97. El pasaje incluye una nota marginal con una referencia a la Histo-

ria del rey don Johan 2.º, cap. 190, obra que el autor debió de consultar manuscrita y que fue editada con posterioridad: F. PÉREZ DE GUZMÁN, Crónica del señor rey

Don Juan, segundo de este nombre en Castilla y en Leon, ed. corr., enm. y adic.

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servidores de los sucesores del primer Trastámara, que a su vez les recompensaron con el oficio de justicia de Aragón, que patrimonializaron entre 1439 y 1591 con el beneplácito de la Corona11. A propósito de la especial vinculación que con esta mantuvieron, resulta interesante el párrafo donde el cronista describe su escudo de armas. No en vano comienza subrayando que: «En fin, este linaje es de los muy nobles de Aragón, y avn según sus armas, tienen debdo con la Casa Real. Porque son vn escudo partido en pal, e en la mitad e parte derecha traen las armas reales derechas: que son quatro bastones de goles en campo de oro»12. Y luego el autor se refiere a la mitad izquierda del escudo en los siguientes términos:

Y en la otra mitad del escudo siniestra, ques partida en quatro quartos, en el

quarto derecho superior y en el siniestro inferior, sendos leones de goles rampantes

en campo de oro; e en los otros dos quartos, en cada vno dellos vna ala blanca vel

cándida o argéntea en campo azul. Sobrel escudo, ya dicho, vn yelmo baúl de torneo,

por Lorenzo Galíndez de Carvajal, Valencia, Imprenta de Benito Monfort, 1779, cap. IX, p. 126.

11 En efecto, la vinculación de los Lanuza al bando que, tras la muerte de Martín I, sus-tentó los derechos del conde de Urgel al trono aragonés, así como su integración al servicio de Fernando I, fueron asuntos tratados con cierto detenimiento por Jerónimo Zurita en varios pasajes de sus Anales. Así lo hice notar en J. GASCÓN PÉREZ, «Los Lanuza: mitos y realidad histórica», en E. SORIA MESA y R. MOLINA RECIO (eds.), Las élites en la época moderna: la monarquía española. Vol. 2. Familia y redes so-

ciales, Córdoba, Universidad de Córdoba, 2009, pp. 189-192. Sobre la composición de los bandos enfrentados durante el interregno que precedió al Compromiso de Caspe, y sobre la intervención de los Lanuza en ellos, resultan interesantes los análisis de J. Á. SESMA MUÑOZ y C. LALIENA CORBERA, «Las elites políticas de Aragón durante el Interregno y el Compromiso de Caspe», en Á. SESMA MUÑOZ (dir.), La

Corona de Aragón en el centro de su historia. 1410-1412. El Interregno y el

Compromiso de Caspe. Zaragoza y Alcañiz, 24, 25 y 26 de noviembre de 2010, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2011, pp. 165-190, M. LAFUENTE GÓMEZ y J. ABELLA SAMITIER, «La baja nobleza aragonesa después del Compromiso de Caspe: movilidad social y estrategias políticas (1412-1436)», en I. FALCÓN (coord.), El Com-

promiso de Caspe (1412), cambios dinásticos y constitucionalismo en la Corona

de Aragón, Zaragoza, Obra Social de Ibercaja, 2013, pp. 432-442, y S. MARTÍNEZ GARCÍA, «De García López de Sesé a Berenguer de Bardají. El antes y el después de un señorío tras el Compromiso de Caspe», ibidem, pp. 494-502. Acerca de los castigos y perdones que recayeron sobre los Lanuza como consecuencia de su apoyo al conde de Urgel, ofrece noticias interesantes J. SALLERAS CLARIÓ, La baronía

de Fraga: su progresiva vinculación a Aragón (1387-1458), Tesis Doctoral, Barce-lona, Universitat de Barcelona, 2006, pp. 407-408, recurso electrónico consultado en línea el 13/2/2014, en http://hdl.handle.net/2445/35559.

12 G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y quinquagenas…, op. cit., p. 97.

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de çinco lumbres, con el rollo e dependençias de oro e de goles; e por timbre e deuisa vn candelero con vna candela de çera ençendida, con vna letra que dize:

Es la vida de manera / Que tura menos que çera13.

Como se dijo en otra ocasión, una imagen heráldica similar puede hallarse, con términos aún más elogiosos, en el prefacio que el jurista Jaime Soler elaboró para su Suma de los fueros y observancias del noble & inclito reyno de Ara-

gon, publicada en Zaragoza en 152514. Soler, que dedicó la obra al justicia Juan de Lanuza, tercero de este nombre y sobrino del personaje homónimo ensalzado por Fernández de Oviedo15, recordó los importantes cargos ocupados por sus an-tepasados en Aragón, Valencia y Sicilia, encareció la coincidencia, en el momento de redactar su compendio, de dos miembros de la familia en los puestos de justicia y virrey de Aragón16 y exaltó las insignias que figuraban en su escudo, indudable reflejo de las virtudes que poseían los miembros de la casa. En opinión del jurista, «baculos croceos & rubeos» —ganados en combate por los antepasados del justi-cia—, «alas» —símbolo militar que, además, recuerda al águila, reina de las aves— y «leonem» —reflejo de la generosidad de la familia y, por otra parte, alusión directa al soberano de todos los animales— eran insignias nobilísimas por su significación y por su número, pues, según apuntó Virgilio en su octava égloga, «a la divinidad le agrada el número impar»17.

13 Ibidem, p. 97. A propósito de su divisa y su lema, véase lo apuntado en la n. 7.

14 J. SOLER, «Prefacio», en Suma de los fueros y observancias del noble & inclito

reyno de Aragon, Zaragoza, [Jorge Coci], 1525, s.f., recurso electrónico consultado en línea el 13/2/2014, en http://www.derechoaragones.es/i18n/consulta/busque-da_referencia.cmd?campo=idautor_civ&idValor=9319. Al elogioso contenido de este prefacio me referí en Jesús Gascón Pérez, «Los Lanuza…», op. cit., p. 185.

15 Se trata del mismo personaje al que Fernández de Oviedo identificó como «el terçero Johan de Lanuça que he dicho» en el pasaje citado al principio del trabajo. Véase G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y quinquagenas…, op. cit., p. 96.

16 Según el autor, «duo de Lanuza domo sicut duo luminaria magna in Aragonia creati estis» (Jaime Soler, «Prefacio»…, op. cit., s.f.). Acerca del linaje del virrey de Aragón don Juan de Lanuza y su relación con las otras ramas de esta familia, puede verse J. GASCÓN PÉREZ, «Los Lanuza…», op. cit., pp. 194-196.

17 J. SOLER, «Prefacio»…, op. cit., s.f. La expresión del poeta latino puede verse en Virgilio, «Bucólica octava», en Bucólicas y Geórgicas, introd. gral. de José Luis Vidal y trad. y n. de Tomás de la Ascensión Recio García, Madrid, Gredos, 2000, p. 41. Los editores de la obra anotan que la referencia a la divinidad alude a la triple Hécate (Diana en la tierra, Luna en el cielo y Proserpina en los infiernos), «que se goza en el número impar». Igualmente, añaden que, para los pitagóricos, «el tres es número perfecto por tener principio, medio y fin» (ibidem, n. 11).

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Por último, otro testimonio relacionado con las armas de los Lanuza puede verse en un manuscrito de mediados del siglo XVII donde el cronista aragonés José

Pellicer de Ossau copió una genealogía de esta familia que, según indica, fue ela-

borada por Jerónimo de Blancas siete décadas antes18. En ella, entre otros datos

de interés, es posible leer la siguiente noticia sobre la manera en que don Martín

López de Lanuza, hermano mayor de mosén Juan, obtuvo el privilegio de portar

las armas reales:

Hijo primero de Ferrer [de Lanuza], fue valerosissimo: i año 1473 el rey don

Juan 2.º, segun se dice en el privilegio, porque le sirvio muy bien en la guerra de

Cataluña, i en especial un dia que delante del mismo rey mato a un alferez i le tomo

la bandera, le dio por privilegio pueda llevar las armas de Aragon con las suyas. Esto

es que las proprias armas deste linage eran un escudo quartelado de dos alas blancas

en campo açul i dos grifos colorados en campo de oro. Y por este privilegio, este i sus

descendientes han de llevar el escudo partido de alto abajo: en el principal quartel, a

lo largo, las barras de Aragon; i en el otro medio, a quarteles, dos alas i dos grifos. Y

los descendientes de los otros dos hermanos solo pudieron llevar las alas i los grifos,

como oy dia se ve en los escudos de los dos virreyes que estan en la capilla de Nuestra

Señora i en los sellos de las provisiones de quando fueron justicias19.

18 «Genealogía de la casa de Lanuza, por Jerónimo Blancas», en Real Academia de la

Historia [en adelante, RAH], Salazar y Castro, ms. 9/148, f. 62-67, recurso electrónico

consultado en línea el 13/2/2014, en http://bibliotecadigital.rah.es/dgbrah/es/

consulta/resultados_busqueda.cmd?id=960157&materia_numcontrol=&autor_numc

ontrol=&posicion=1&presentacion=mosaico&forma=ficha. El manuscrito, que está

catalogado como autógrafo de Pellicer de Ossau, lleva una nota marginal en el f. 66v

que permite fechar el texto en 1655. Líneas antes, su autor advierte que Blancas

escribió en 1584 las anotaciones que le sirven de apoyo (ibidem, f. 65v).

19 Ibidem, f. 66. Zurita se refiere también a este episodio, que fecha el 25 de noviembre

de 1471, y durante el cual volvió a mostrar su valor don Martín de Lanuza, que duran-

te la guerra civil catalana «fue estimado por uno de los mejores caballeros de aquellos

tiempos». Por sus servicios y por su valentía probada, el rey Juan II, «considerando

el valor de su ánimo y la antigüedad de su casa y linaje, le devisó sus armas con las

armas reales de Cataluña para él y sus descendientes». Véase J. ZURITA, Anales…,

op. cit., t. 7, l. XVIII, cap. XXXVII, p. 658. La batalla en que se registró la hazaña de

Lanuza tuvo lugar junto al río Besós, en Santa Coloma de Gramanet, y antecedió al

sitio de Barcelona que concluyó en octubre del año siguiente y puso fin a la guerra.

Sobre las circunstancias en que esta se produjo, puede verse J. VICENS VIVES, Juan

II de Aragón (1398-1479); monarquía y revolución en la España del siglo XV, ed.

de Paul H. Freedman y Josep M. Muñoz i Lloret, Pamplona, Urgoiti, 2003 [ed. orig.,

1953], pp. 253-351.

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A la vista de las descripciones ofrecidas, resultan evidentes varias discrepan-cias entre ellas. Por un lado, la distinta identificación del animal representado en el escudo: leones, en los dos primeros casos, o grifos, en el último. Por otro, el origen del privilegio de portar las barras aragonesas: deudo con la casa real, en opinión de Oviedo, o proezas militares, según los otros dos autores. En tercer lugar, la extensión de dicho privilegio: solo a don Martín y sus descendientes, al decir de Blancas, o a toda la familia, tal como se explica en los otros textos. Finalmente, la identificación de las cuatro barras como una insignia real, en palabras de Oviedo y Soler, o como símbolo del reino de Aragón, en el caso de Blancas. En cualquier caso, por encima de tales diferencias, lo que interesa subrayar aquí es que los tres pasajes coinciden en servirse de la heráldica de los Lanuza a fin de resaltar su sólido y duradero vínculo con la Corona, así como su gran relevancia política y social no solo dentro del reino de Aragón, sino también en la naciente Monarquía Hispánica. Una relevancia que se cimentó sobre su inserción en el ámbito cortesano, sobre el cumplimiento de misiones militares y diplomáticas y, de modo muy especial, sobre su control del Justicia Mayor20. No en vano, como ya se ha dicho, patrimonializaron dicha institución durante casi todo el siglo XV y su control sobre ella continuó hasta fines del XVI con la aprobación de los Reyes Católicos y sus inmediatos sucesores en el trono, que, no obstante, de manera simultánea integraron el Justiciazgo en el entramado administrativo de su nuevo Estado21.

20 Así lo apunté ya en J. GASCÓN PÉREZ, «Los Lanuza…», op. cit., pp. 189-192.

21 La bibliografía sobre el Justicia de Aragón es muy extensa, y por ello solo mencionaré el trabajo clásico de Á. BONET NAVARRO, E. SARASA SÁNCHEZ y G. REDONDO VEINTEMILLAS, El Justicia de Aragón: Historia y Derecho (Breve estudio intro-

ductorio), Zaragoza, Cortes de Aragón, 1985. Sobre la historiografía posterior, son de interés los estudios de J. GASCÓN PÉREZ, «La corte del Justicia de Aragón en los siglos XVI y XVII. Crisis y continuidades», en A. UBIETO ARTETA (dir.), IV Jornadas

Estudios sobre Aragón en el umbral del siglo XXI. Panticosa (Huesca, 21 a 23 de

diciembre de 2001), ed. electrónica, Zaragoza, Instituto de Ciencias de la Educación, 2007, pp. 417-431, y E. JARQUE MARTÍNEZ, «Historiografía sobre el Justicia de Aragón: valoración y directrices para nuevos planteamientos en la época moderna», en Séptimo Encuentro de Estudios sobre el Justicia de Aragón. Zaragoza, 8 de

mayo de 2006, Zaragoza, El Justicia de Aragón, 2007, pp. 97-110. En las últimas décadas se han acercado al asunto que aquí nos ocupa, desde distintas perspectivas, E. JARQUE MARTÍNEZ y J. A. SALAS AUSÉNS, «El “cursus honorum” de los letrados aragoneses en los siglos XVI y XVII», Stvdia Historica. Historia Moderna, 4 (1986), pp. 411-422, L. GONZÁLEZ ANTÓN, «El Justicia de Aragón en el siglo XVI (según los Fueros del Reino)», Anuario de Historia del Derecho Español, LXII (1992), pp. 565-585, Idem, «La vinculación familiar del cargo de Justicia y sus consecuencias institucionales», en Tercer Encuentro de Estudios sobre el Justicia de Aragón. Za-

ragoza, 24 de mayo de 2002, Zaragoza, El Justicia de Aragón, 2003, pp. 9-31, J. GASCÓN PÉREZ, «El Justicia de Aragón en la rebelión de 1591. Una aproximación

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En este punto conviene añadir que la relevancia política tuvo su correlato en la preeminencia social que los Lanuza alcanzaron y que ellos mismos reforzaron me-diante una inteligente estrategia matrimonial que los llevó a emparentar con familias principales de Aragón y Cataluña —y, en menor medida, de León y de Castilla—. Así, Fernández de Oviedo menciona los matrimonios concertados a principios del siglo XVI con dos linajes aragoneses medievales destacados, las casas de Alagón y Castro, y con la familia catalana de los Rocabertí22. Por su parte, Zurita y Blancas aluden al enlace, aproximadamente un siglo antes, entre Violante de Lanuza y Ál-varo de Garabito, camarero de Fernando I y baile general de Aragón23. Blancas se refiere a este casamiento con detalle, aportando algunos datos sobre el novio. Así, gracias a él sabemos de su naturaleza leonesa, de la identidad de su padre y her-mano y de la ubicación de su señorío24. El mismo cronista informa del enlace de la hija de esta pareja, Inés de Garabito, con su tío mosén Ferrer de Lanuza, y ofrece

al papel de los letrados en el levantamiento aragonés contra Felipe II», en Cuarto En-

cuentro de Estudios sobre el Justicia de Aragón. Zaragoza, 16 de mayo de 2003,

Zaragoza, El Justicia de Aragón, 2004, pp. 11-26, E. JARQUE MARTÍNEZ y J. A. SALAS AUSÉNS, «Los lugartenientes del Justicia de Aragón», ibidem, pp. 155-172, y E. JARQUE MARTÍNEZ, «El Justicia de Aragón en los siglos XVI y XVII», en Octavo

Encuentro de Estudios sobre el Justicia de Aragón. Zaragoza, 3 y 4 de junio de

2008, Zaragoza, El Justicia de Aragón, 2009, pp. 29-43. Por último, una reflexión general sobre las instituciones regnícolas y su inserción en la Monarquía Hispánica, en J. GASCÓN PÉREZ, «¿Estado moderno y viejas instituciones? La “república ara-gonesa” en el contexto de la formación de la Monarquía Hispánica», en G. COLÁS LATORRE (coord.), Fueros e instituciones de Aragón, Zaragoza, Mira, 2013, pp. 115-154.

22 Véase la n. 9 del presente trabajo.

23 J. ZURITA, Anales…, op. cit., t. 5, l. XII, cap. XXXV, p. 391, y «Genealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., ff. 64v-65.

24 Así, en una nota marginal del texto, ibidem, f. 64v, es posible leer que «en un árbol que me dio el justicia, Alvaro Garavito, bayle general, i Sancho Garavito, hermanos, fueron hijos de don Juan Sanchez Garavito i de doña Aynes Rodriguez de Gordoy. Alvaro Garavito caso con doña Violante de Lanuça, hija de Martin Lopez de Lanuça i de doña Elvira Lopez de Sesse. Este fue señor de la mitad de Quart. Y el Garavito fue natural de Leon i señor de Villanueva de Arcayos». Y en el cuerpo del texto, aparte de dar noticia del enlace matrimonial, Blancas explica que «siendo castellano, fue proveido en bayle general, i por esto contra el Juan Ximenez Cerdan proveyó aquella firma que, segun se dice, fue el principio del disgusto que tuvo con el rey». Esta última idea es mencionada igualmente por J. ZURITA, Anales…, op. cit., t. 5, l. XIII, cap. III, p. 532, y reiterada en J. XIMÉNEZ DE ARAGÜÉS, Discvrso del oficio de bayle

general de Aragon, Zaragoza, Juan de Lanaja y Quartanet, 1630 [hay reed., 1740], pp. 18-19.

126 Estudios sobre la sociedad aragonesa en la Edad Moderna

más noticias sobre esponsales acordados por los Lanuza, las cuales, sumadas a la información proveniente de otras fuentes, permiten concluir sin dificultad que fue en la primera mitad de dicha centuria cuando se consolidó su envidiable posición social estableciendo vínculos con otros linajes catalanes y, sobre todo, con cuatro de las ocho grandes casas nobles aragonesas: las de los condes de Morata, Fuentes, Sástago y Aranda25. Una situación que se vio mejorada si cabe a lo largo de la Edad Moderna gracias al ingreso de varios miembros de la casa en las órdenes militares de Alcántara, Santiago y Calatrava26.

Por último, no será ocioso recordar que el encumbramiento político y social de la familia corrió parejas con un notable aumento de sus posesiones y rentas, cir-cunstancia sobre la cual, como hemos visto, en las Batallas y quinquagenas no se da información, ya que su autor reconoce que «De su renta ni vasallos yo no tengo noticia».27 Lamentablemente, lo cierto es que en la actualidad seguimos careciendo de un estudio que permita evaluar la importancia del patrimonio de los Lanuza. Una vez más, se debe recordar que son muchas las dificultades que entraña la investi-gación sobre esta familia, derivadas de varios factores: la falta de documentos, su intrincada genealogía, las imprecisiones y errores de cronistas coetáneos y genea-logistas de época posterior, la homonimia de sus miembros, la mitificación operada sobre algunos de ellos y sobre el conjunto del linaje y, por último, la carencia de estudios prosopográficos en la historiografía aragonesa28. Pese a todo, en las líneas que siguen, y con la cautela que merece el asunto, se va a tratar de ofrecer una aproximación a él, en la confianza de que al menos sirva para promover nuevas investigaciones al respecto.

25 La noticia de dichos enlaces es recogida, por ejemplo, en «Genealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., ff. 65v, 66v y 67. Esbocé la estrategia matrimonial de los Lanuza en J. GASCÓN PÉREZ, «Los Lanuza…», op. cit., pp. 192-193. De todos modos, el asunto espera todavía un estudio en profundidad.

26 Por citar solo dos ejemplos, me referiré aquí a don Juan de Lanuza el Viejo, cuarto justicia de este nombre, cuyas pruebas de acceso a la orden de Santiago se realizaron en Zaragoza entre el 3 y el 7 de diciembre de 1549, y al hijo menor de este, don Pedro de Lanuza, a quien Felipe II concedió su hábito de Santiago el 23 de noviembre de 1590 y de cuyos ascendientes se informó el 12 de febrero de 1591. La documen-tación conservada sobre ambos casos puede consultarse en sendos recursos electró-nicos consultados en línea el 13/2/2014, en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/Control_servlet?accion=4&txt_accion_origen=2&txt_id_desc_ud=1717671 y http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet?accion=41&txt_id_ imagen=3&txt_rotar=0&txt_contraste=0&txt_zoom=10&appOrigen=&cabecera=N.

27 G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y quinquagenas…, op. cit., p. 96.

28 A todas ellas me referí en J. GASCÓN PÉREZ, «Los Lanuza…», op. cit., pp. 183-186.

Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio 127

En principio se debe recordar el origen pirenaico del linaje, que parece bien evidente a la vista de su apellido, pues remite al lugar de Lanuza, en el valle de Tena, hoy deshabitado y sumergido bajo las aguas del pantano del mismo nombre. Sin embargo, como advirtió ya en el siglo XVIII su coterráneo el monje jerónimo fray León Benito Martón,

Por el Renombre, y Apellido de Lanuza, no falta, escribe el P. Fusser, quien congeture aver sido su primitivo Solar en el Lugar de Lanuza, poco distante de Sa-llent, pues alli subsisten las ruìnas del que llaman el Casalon de los Lanuzas, lo mismo que [el] Palacio de essa Familia. Pero los Historiadores Zurita, y Blancas, con otros Antiquarios, deducen de Sallent su descendencia; porque alli los hallan herede-ros desde tiempo inmemorial, y sin memoria de su principio29.

En efecto, al recordar la advertencia hecha por el dominico Jerónimo Fuser en 1648, Martón llama la atención acerca de la coincidencia entre los cronistas de los siglos XVI y XVII en ubicar en Sallent de Gállego el solar de los Lanuza, idea que queda bien ilustrada en el siguiente pasaje contenido en el manuscrito que Pellicer de Ossau copió de Blancas:

El solar deste linage es en Sallent, en las montañas de Jaca, junto a donde nace el rio Gallego, que es en las cumbres de los Pireneos; i de alli tomo nombre el lugar, porque en latin los tales ojos de rios i fuentes se llaman salientes. Y corrompido el vocablo se llama Sallent30.

En cualquier caso, a la hora de documentar fehacientemente la existencia de miembros de esta familia, así como el patrimonio de que disfrutaban, Zurita y Blan-

29 León BENITO MARTÓN, Sallent cabeza de el valle de Tena, sus antigüedades, y

varones insignes que ha tenido en Armas, y Letras, Pamplona, Francisco Picarte, 1750, p. 96.

30 «Genealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., f. 62. Opiniones parecidas pueden verse en J. ZURITA, Anales…, t. 6, l. XIV, cap. XXXIX, p. 146, V. BLASCO DE LANUZA, Historias ecclesiasticas, y seculares de Aragon en que se continuan los

Annales de Çurita, y tiempos de Carlos V, ed. facs. con introd. de Guillermo Re-dondo Veintemillas, Encarna Jarque Martínez y José Antonio Salas Auséns, Zaragoza, Cortes de Aragón, 1998 [ed. orig., 1619], t. I, pp. 251-253, J. FUSER, Vida del

Venerable y Apostolico Varon, el Illmo. y Rmo. S. Don Fray Geronimo Batista de

Lanuza, Zaragoza, P. Lanaja, 1648, s.f., y L. BENITO MARTÓN, Sallent cabeza…,

op. cit., p. 96. No obstante, quizá convenga puntualizar que la coincidencia no es tanta a la hora de aclarar la etimología del topónimo, pues, en opinión del canónigo Blasco de Lanuza, «El nombre de Sallent se tomò del verbo latino, Salio salis, por el notable salto, que dá el rio Gualempeda, precipitandose por vnos grandes peñascos muy cerca del lugar» (V. BLASCO DE LANUZA, Historias ecclesiasticas…, op. cit., p. 247).

128 Estudios sobre la sociedad aragonesa en la Edad Moderna

cas carecen de fuentes contrastadas anteriores a la década de 1320, y lo mismo cabe

decir de la investigación actual, como se echa de ver en los repertorios de infanzonías elaborados por Isabel Falcón Pérez en los últimos años31. Los padres Fuser y Martón aportan noticia de un don Beltrán de Lanuza que aparece como testigo de la venta de unas haciendas en un documento de 1133 conservado en el archivo de la iglesia zaragozana de Santa María del Pilar, testimonio que no es citado por ningún otro au-tor32. Las obras clásicas de García Ciprés y los hermanos García Carraffa contienen errores notables33 y, en particular, resulta muy poco fiable la genealogía elaborada en 1867 por el abogado y político republicano José Fernando González, natural de Jaca, que atribuye a los Lanuza el señorío sobre el lugar homónimo a partir del siglo XI e identifica como primer antepasado a un «Beltrán de Leonuza» que habría fallecido en 1080 combatiendo contra el vizconde Céntulo de Bearn. En apoyo de su tesis, el polígrafo jacetano aduce la existencia de una lápida conmemorativa «que habia en una torre de las casas de Sallent, que eran el solar de esta familia», y ofrece la siguiente explicación etimológica del apellido, que no merece mayor comentario:

LANUZA. Llamáronse en su origen Leonuza y por corrupcion Lanuza, y to-

maron su nombre, ya del señorío que tenian del lugar de Lanuza, que está muy cerca-

no de la villa de Sallent, cabeza del Valdetena, ya de las armas que usaban, que eran

leon de gules en campo de oro, cuyo escudo se modificó despues como mas adelante

diremos34.

31 Principalmente, en M. I. FALCÓN PÉREZ, Prosopografía de los infanzones de Ara-

gón (1200-1410), Zaragoza, Departamento de Historia Medieval, Ciencias y Técni-cas Historiográficas y Estudios Árabes e Islámicos, 2003, e Idem, Los infanzones de

Aragón en la Edad Media, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2008. Pese a todo, sigue resultando habitual afirmar que el apellido se documenta ya en el siglo XI, siguiendo lo escrito por A.C.L. [Ángel Canellas López], «Lanuza, linaje de los», en Gran Enciclopedia Aragonesa, Zaragoza, Unión Aragonesa del Libro, 1981, t. VIII, p. 2005, col. c.

32 Respectivamente, en J. FUSER, Vida del Venerable…, op. cit., s.f., y L. BENITO MARTÓN, Sallent cabeza…, op. cit., pp. 96-97.

33 Como he hecho notar en varias ocasiones, hay abundantes y llamativos errores en los trabajos de G. GARCÍA CIPRÉS, «Los Lanuza», Linajes de Aragón, VII, 2 (1916), pp. 31-39, y A. GARCÍA CARRAFFA y A. GARCÍA CARRAFFA, «Lanuza», en Dic-

cionario heráldico y genealógico de apellidos españoles y americanos, Madrid, s.e., 1932, t. XLVI, pp. 135-145. Más detalles al respecto, en J. GASCÓN PÉREZ, La rebelión aragonesa de 1591, tesis doctoral, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, vol. II, pp. 1154 y 1308-1309, e Idem, «Los Lanuza…», op. cit., pp. 185-186.

34 J. F. GONZÁLEZ, Cronica de la Provincia de Zaragoza, ed. facs., Valladolid, Maxtor, 2003 [ed. orig., 1867], pp. 85-86.

Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio 129

Dejando a un lado la explicación etimológica incluida en el pasaje, lo cierto es que González no cita las fuentes de donde toma la información que ofrece35, y esta, por añadidura, está expuesta de modo confuso, contiene errores de bulto en la

identificación de varios personajes e, incluso, se interrumpe de modo abrupto para dar paso a una breve relación de los últimos momentos del justicia Lanuza en 1591. Nada de ello invita a otorgarle crédito en aquellos puntos que no se mencionan en otras fuentes y, por tanto, sigue siendo preferible seguir apoyándose en los cronistas de la Edad Moderna y en las investigaciones rigurosas hechas en nuestra época, a expensas de nuevos hallazgos que arrojen luz sobre el particular.

Siguiendo este criterio, está plenamente confirmado por diversas fuentes que en la década de 1320 Ferrer de Lanuza era señor de las poblaciones pirenaicas de Escuer, Arguisal e Isún de Basa36, de modo que, según Jerónimo de Blancas, «este seria el antiguo patrimonio que tuvieron en la montaña»37. El mismo cronista cuenta que, por entonces, los vecinos de los lugares citados «le molestavan la jurisdicion», por lo que pidió «letras executoriales» a Jaime II para confirmar su señorío y su condición de infanzón. Con tal motivo, como explica la medievalista Isabel Falcón Pérez,

Presenta el documento de salva, dado en Zaragoza el 7 de marzo de 1262, con su sello pendiente de cera, que había hecho, ante el Justicia de Aragón Martín Pérez, un tío paterno suyo llamado Pedro Calvo; este presentó como testigos a los señores Romeo de Biota y Pedro López de Riglos, caballeros, que juraron con las for-malidades de rigor que dicho Pedro Calbo era consanguíneo suyo por línea de varón, que era infanzón y que el casal de donde venía su infanzonía estaba en Escarrilla. Este Pedro Calbo era hermano de Osset de Lanuza, padre del demandante Ferrer, como demostró con testigos. Por lo que sé el Justicia escribió al rey con el examen positivo de la infanzonía de este Ferrer de Lanuza, origen de una estirpe de caballeros38.

35 La única referencia del autor a la procedencia de los datos que recoge remite a un trabajo «que tiene escrito y no publicado nuestro amigo el señor marqués de Santa Coloma», compuesto en los años precedentes y reproducido gracias a la amistad y be-nevolencia de dicho erudito, a quien identifica como «ilustrado aragonés y celosísimo de las glorias de aquel heróico pueblo» (ibidem, p. 70, n. 1).

36 Hacen mención de ello J. ZURITA, Anales…, op. cit., t. 8, l. XX, cap. XXVI, pp. 350-351, y t. 4, l. IX, cap. XIII, p. 341, y «Genealogía de la casa de Lanuza…», op.

cit., f. 62-62v. Además, la noticia tiene respaldo documental, como puede verse en M. I. FALCÓN PÉREZ, Prosopografía…, op. cit., p. 163, e idem, Los infanzo-

nes…, op. cit., pp. 34 y 119-122.

37 «Genealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., f. 62v.

38 María Isabel FALCÓN PÉREZ, Los infanzones…, op. cit., pp. 33-34.

130 Estudios sobre la sociedad aragonesa en la Edad Moderna

Así pues, conforme a lo expuesto en el pasaje precedente, es posible remon-tar con seguridad hasta 1262 la existencia del linaje y su condición infanzona, ligada a su solar en la localidad de Escarrilla, distante apenas unos kilómetros de Sallent y Lanuza. Don Pedro Calvo, tío paterno de Ferrer de Lanuza, fue quien recibió tal privilegio de Jaime I, haciéndolo extensivo a su familia, y así lo vio reconocido su sobrino, que en 1322 era habitante de Zaragoza y miembro de la casa del rey Jaime II39. Por su parte, Zurita y Blancas aseguran que en 1323 Lanuza tomó parte en la campaña para conquistar Cerdeña que el mismo rey encomendó a su hijo, el infante Alfonso. De este modo, habría sido uno de «los valientes del rey Jaime de Aragón» cantados por Ramón Muntaner en su sermón previo a la expedición40.

La promoción de Ferrer de Lanuza gracias al servicio militar a los reyes fue acompañada, además, por la consolidación de su dominio sobre sus señoríos pirenaicos, mediante compromiso alcanzado con la familia Castellezuelo, que en 1330 le cedió los derechos que poseía sobre dichas localidades41, y por la amplia-ción de sus todavía exiguos dominios. Estos se incrementaron con los señoríos de Aso de Sobremonte, también en el valle de Tena, del que Lanuza tomó posesión

39 Así se indica en los documentos relativos a la reclamación de Ferrer de Lanuza, que la profesora Falcón Pérez cita ibidem, pp. 119-122.

40 R. MUNTANER, Crónica, ed. de Joan Fuster y J. F. Vidal Jové, Madrid, Alianza Editorial, 1970, p. 559. Su narración de la expedición puede verse ibidem, pp. 557-581. Conviene advertir en este punto que la participación de Ferrer de Lanuza en la «primera conquista de Cerdeña» es mencionada en J. ZURITA, Anales…, op.

cit., t. 3, l. VI, cap. XLIII, p. 159, y t. 4, l. IX, cap. XIII, p. 241, en V. BLASCO DE LANUZA, Historias ecclesiasticas…, op. cit., p. 252, en «Genealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., f. 62, en J. FUSER, Vida del Venerable…, op. cit., s.f., y en L. BENITO MARTÓN, Sallent cabeza…, op. cit., p. 97. Sin embargo, la exhaustiva investigación sobre las campañas de Jaime II y Alfonso IV en Cerdeña realizada por Mario Lafuente Gómez, y, en particular, el contenido de las tablas 5 a 7 por él elabo-radas, no ofrecen confirmación fehaciente de la intervención de este caballero en la expedición de 1323. Esta circunstancia, en cualquier caso, no descarta que Lanuza tomase parte en ella, pues, como apunta este medievalista, «es posible que repre-sentantes de otros linajes se integraran en la armada, dentro de las compañías que no hemos podido documentar con detalle». Véase M. LAFUENTE GÓMEZ, Guerra en ultramar. La intervención aragonesa en el dominio de Cerdeña (1354-1355), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2010, p. 113. Las tablas citadas aparecen ibidem, pp. 190-205.

41 El compromiso entre los hermanos Castellezuelo y Ferrer de Lanuza fue firmado el 25 de julio de 1330, y el pergamino donde se contiene es mencionado por R. CONDE Y DELGADO DE MOLINA, «Pergaminos aragoneses…», op. cit., p. 299. El mismo autor cita también el instrumento notarial de la venta del lugar de Escuer a García de Castellezuelo, padre de los compromisarios, el 8 de abril de 1296 (ibidem, p. 299).

Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio 131

en 132542, y de Alfocea, localidad cercana a Zaragoza, que compró en 132743. E igualmente es posible asegurar su participación, como comisario bajo las órdenes del baile general de Aragón, en la recaudación del subsidio entregado por el reino a Alfonso IV para acometer sus campañas militares contra los musulmanes en 1333. En cumplimiento de este encargo, Ferrer de Lanuza pasó por una cuarentena de localidades del norte y el este de Aragón, primero, para concretar la cuantía de su aportación y, más tarde, para recoger esta en nombre del rey. De las dificultades que entrañó su misión puede dar idea el hecho de que hubiese de adelantar al monarca 10 000 sueldos de su fortuna personal a cuenta del importe pendiente de reunir44. Como contrapartida, según recuerda el medievalista Manuel Sánchez Martínez, desde la corte se dispensó un trato especial al grupo de oficiales al que pertenecía Lanuza, de modo que

en las cartas de reconocimento de las respectivas deudas, el rey se comprome-tía a no desposeerles de sus cargos de recaudadores hasta que no hubiesen percibido en su integridad la deuda asignada sobre su colecta. No es difícil imaginar la aspereza con que estos recaudadores-prestamistas, vinculados de esa forma a su circunscrip-ción fiscal y reteniendo su función más como una concesión graciosa del rey que como un oficio público, debían ejercer la compellatio y la extorsión sobre los sujetos al impuesto45.

En definitiva, la importancia de la suma adelantada, así como el resto de noti-cias aportadas en las líneas precedentes, permiten inferir que al comenzar el segun-

42 El documento que da fe de que tomó posesión de este lugar está fechado el 24 de ju-nio de 1325, y fue mencionado en su día por R. CONDE Y DELGADO DE MOLINA, ibidem, p. 299.

43 La posesión de Alfocea es mencionada por J. ZURITA, Anales…, op. cit., t. 4, l. IX, cap. XIII, pp. 340-341, y también por L. BENITO MARTÓN, Sallent cabeza…,

op. cit., p. 97. Por su parte, Blancas cita las escrituras relativas a la compra de este señorío, cuyo importe habría ascendido a 23 000 sueldos, y las localiza en el archivo de la iglesia zaragozana de San Juan de los Panetes, «en el almario de Alfocea» («Ge-nealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., f. 62v).

44 Datos sobre la misión cumplida por Ferrer de Lanuza pueden hallarse en M. SÁN-CHEZ MARTÍNEZ, Pagar al rey en la Corona de Aragón durante el siglo XIV.

Estudios sobre fiscalidad y finanzas reales y urbanas, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2003, esp. pp. 88-92. La noticia sobre el adelanto proporcionado al rey, ibidem, p. 92.

45 Ibidem, p. 108. En este punto vale la pena traer a colación otro pasaje del mismo autor, en cuya opinión «Merecería la pena trazar la biografía de muchos de estos personajes, tan directamente vinculados a las operaciones fiscales y financieras de la monarquía. Algunos de ellos desarrollaron una pasmosa actividad» (ibidem, p. 108, n. 115).

132 Estudios sobre la sociedad aragonesa en la Edad Moderna

do tercio del siglo XIV Ferrer de Lanuza gozaba de una economía bastante sólida, bien asentada en un patrimonio que, partiendo de un modesto origen, poco a poco se había ido engrandeciendo al amparo de sus reiterados servicios a los monarcas. Dicha situación no hizo sino mejorar en las décadas siguientes, y así sabemos que en 1383 el rey Pedro IV otorgó a otro miembro de su familia, igualmente llamado Ferrer de Lanuza46, varias propiedades en lugares que pertenecían a los Luna47. Años más tarde, en 1431, Alfonso V vendió los lugares de Bardallur, Turbena y la mitad de Plasencia de Jalón a un tercer Ferrer de Lanuza48, al cual, dada la proximi-dad de las fechas, entiendo que cabe identificar con mosén Ferrer de Lanuza, que ejerció como baile general entre 1436 y 1439 y luego fue justicia de Aragón desde 1439 hasta 147849. De hecho, parece abonar esta hipótesis la afirmación hecha por Blancas al considerar la importancia del «estado» de mosén Ferrer, del que dice que «fue mayor que el de sus passados»50. Una grandeza que también fue elogiada en el siglo XVIII por el erudito Félix Latassa, que comenzó el capítulo a él dedicado con la siguiente descripción de su genealogía y su patrimonio:

46 En cuanto a la identificación de este hombre, resulta improbable que se trate del mismo Ferrer de Lanuza que protagonizó los hechos de armas del primer tercio de la centu-ria. Podría tratarse de su hijo de igual nombre, o bien de su nieto homónimo. De este último, que junto a su hermano Martín formó parte del círculo de valedores del conde de Urgel y fue el padre del primer justicia de Aragón de la familia, aseguró Latassa que aún vivía en 1425. Véase F. LATASSA Y ORTÍN, Bibliotheca antigua de los escrito-

res aragoneses, ed. de Genaro Lamarca Langa, Zaragoza, Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, Ibercaja, 2004 [ed. orig., 1796], p. 377.

47 La noticia de estas concesiones es ofrecida por J. SALLERAS CLARIÓ, La baronía

de Fraga…, op. cit., pp. 410-411, a partir de documentación del ACA. Sobre la importancia y vicisitudes del patrimonio de los Luna, incluida la formación de su con-dado en 1348 y la vinculación de este a la casa real merced al matrimonio de María de Luna con el futuro Martín I en 1372, ofrecen abundante información C. LALIENA CORBERA, «Señoríos en una era de crisis. Los dominios de las casas de Luna e Híjar en la Tierra de Belchite (Zaragoza), 1360-1450», Revista d’Història Medieval, 8 (1997), pp. 175-215, y N. SILLERAS FERNÁNDEZ, María de Luna. Poder, piedad

y patronazgo de una reina bajomedieval, Zaragoza, Institución Fernando el Católi-co, 2012 [orig. ing., 2008].

48 La noticia de esta venta, así como la de su confirmación en 1432, en J. SALLERAS CLARIÓ, La baronía de Fraga…, op. cit., p. 410.

49 El mismo Salleras Clarió menciona el documento que recoge el nombramiento como baile en 1436 (ibidem, p. 411, n. 140). Esto obliga a rectificar la fecha de 1434 indi-cada por F. LATASSA Y ORTÍN, Bibliotheca antigua…, op. cit., p. 377, quien cita como fuente a J. XIMÉNEZ DE ARAGÜÉS, Discvrso del oficio de bayle…, op. cit., p. 230.

50 «Genealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., f. 65.

Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio 133

Nació en Zaragoza à principios del siglo XV ò antes. Fué hijo de otro Mossen Ferrer de Lanuza, que aun vivia por los años de 1425 y estaba casado con Doña Ga-laciana Gil de Castro, Señora de muy ilustre calidad y lo era tambien y muy antigua la de Mossen Ferrer, quien asi mismo fué Señor de Plasencia, de Bardallur, de Escuer, Arguisal, Essun de Bassa, Azailla, la Coscolluela y otros vasallos (hoy son sus descen-dientes Condes de Plasencia y Grandes de España)51.

Igualmente, los cronistas se hacen eco de su decisión de repartir entre sus tres hijos varones los señoríos que había conseguido reunir. Así, legó Bardallur y la mitad de Plasencia a su primogénito, Martín; Azaila y Coscojuela de Fantova, a su segundo hijo, Ferrer; y Escuer, Arguisal e Isún de Basa, al tercero, Juan52. De este modo, «el antiguo patrimonio de los deste linaje», por utilizar la expresión de Zurita, quedó vinculado a la descendencia del menor de los tres hermanos, aquel que, como ya hemos visto, fue justicia de Aragón y virrey de Sicilia y de Nápoles. Y, por los sucesivos enlaces matrimoniales del hijo, la nieta y la bisnieta de este, finalmente los tres lugares acabaron en poder de los condes de Sástago del modo en que describe Blancas:

Don Juan, hijo del virrey de Sicilia i Napoles, caso con doña Juana de Ro-caberti i huvo una sola hija, llamada doña Mariana de Lanuça, en la qual recayeron por herencia los lugares de la montaña. Esta caso con don Pedro de Luna, que fue despues conde de Morata, i tuvieron a doña Maria de Luna i de Lanuça, que caso con don [Artal] de Alagon, conde de Sastago, i por este camino la capilla que llaman del Justicia [en Santa María del Pilar] i los lugares de la montaña recayeron en la casa de Sastago. Y assi acabo la linea de los segundo i tercero hijos deste [mosén] Ferrer, aun-que el cargo [de justicia] se ha continuado en sus descendientes desde el año 1439, en que fue proveido, hasta el de 1584, en que escrivia Blancas, por espacio de 145 años sin salir de los de su linage. Notable cosa53.

En cuanto al resto de señoríos reunidos por el primer justicia de la familia, la falta de descendencia de su segundo hijo hizo que recayeran todos en la línea suce-soria de su primogénito, don Martín de Lanuza el Menor. Como se explicó líneas atrás, este se destacó por su arrojo durante la guerra civil catalana, por lo que en 1473 Juan II le concedió el privilegio de portar, junto a sus armas, las barras arago-nesas. Y no fue esta la única recompensa que recibió de dicho monarca, pues, se-gún indica Zurita, ya en 1469 le había otorgado el castillo y lugar de Montmagastre, «por la rebelión del señor dél», y al año siguiente «le hizo merced del primer oficio

51 F. LATASSA Y ORTÍN, Bibliotheca antigua…, op. cit., p. 377.

52 La distribución es mencionada en J. ZURITA, Anales…, op. cit., t. 8, l. XX, cap. XXVI, pp. 350-351, y en «Genealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., f. 65.

53 Ibidem, f. 65v.

134 Estudios sobre la sociedad aragonesa en la Edad Moderna

que vacase en este reino de dos que eran el de justicia de Aragón y baile general»54. Lamentablemente para él, no parece que llegara a ejercer ninguno de los cargos, si

bien la homonimia con su tío don Martín de Lanuza el Mayor, al que se suele datar como baile de Aragón entre 1439 y 148155, obliga a ser cauto al respecto. Y lo mismo cabe decir sobre los oficios que los Lanuza regentaron en la villa de Fraga, en los que, a tenor de los datos que conocemos, tuvieron participación tío y sobri-no56. En ambos casos, nuevas investigaciones deben ayudar a determinar cuál fue su presencia concreta en las instituciones citadas.

Por otro lado, también conviene recordar aquí que, tras las sucesivas muertes en 1507 de don Juan de Lanuza el Mozo y don Juan de Lanuza el Viejo, Fernando el Católico decidió nombrar justicia de Aragón al primogénito de don Martín el Me-nor, «el terçero Johan de Lanuça» mencionado por Gonzalo Fernández de Oviedo. Para entonces, este había recibido de su padre el privilegio de portar las barras ara-gonesas en su escudo, junto con un patrimonio notable del que, no obstante, habían quedado desgajados los señoríos pirenaicos de la familia. Así podemos observarlo en las capitulaciones matrimoniales que mosén Juan de Lanuza firmó en 1522 con doña Beatriz de Espés57, en las cuales se describen los bienes aportados por ambos

54 J. ZURITA, Anales…, op. cit., t. 7, l. XVIII, cap. XXIII, p. 604.

55 Así lo hace J. XIMÉNEZ DE ARAGÜÉS, Discvrso del oficio de bayle…, op. cit., p. 231. No obstante, la consideración hecha por este autor de que «fue muy gran soldado, y siruio muy bien al Rey don Iuan el II. en las guerras de Cataluña y otras ocasiones» pa-rece encajar mejor con lo dicho sobre las virtudes militares de don Martín de Lanuza el Menor que con las noticias que conocemos de su tío. Igualmente, L. MUR VENTURA, «Importancia del cargo de Bayle general en el antiguo Reino de Aragón», Linajes de

Aragón, VII, 10 (1916), pp. 191-193, menciona como ocupantes sucesivos del cargo a un Martín López de Lanuza y un Martín de Lanuza, respectivamente, hijo y hermano de su antecesor en el cargo, Ferrer de Lanuza. No obstante, las noticias biográficas que de todos ellos ofrece el autor son muy imprecisas y denotan que confunde a varios personajes homónimos además de los que cita como bailes.

56 En este punto conviene advertir que resulta bastante confusa la exposición de datos que hace J. SALLERAS CLARIÓ, La baronía de Fraga…, op. cit., esp. pp. 405-452. De hecho, aunque este autor solo cita como procurador real en Fraga a Ferrer de Lanuza y a su hermano Martín, de la lectura detenida de su trabajo se desprende que tío y sobrino ejercieron los cargos de procurador, justicia, baile, alcaide y capitán de Fraga, sin que de momento sea posible determinar en qué fechas concretas los ocupó cada uno.

57 Capitulaciones matrimoniales entre mosén Juan de Lanuza y doña Beatriz de Espés, firmadas en Bardallur el 15 de septiembre de 1522 y en Alfajarín el 17 de septiembre de 1522, Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Zaragoza [en adelante, AHP], Luis Sora, 1532, s.f. Agradezco al profesor José Ignacio Gómez Zorraquino que me haya facilitado una copia de este documento.

Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio 135

contrayentes: por un lado, la dote de la esposa, consistente en «vinte mil florines de oro en oro del cunyo y peso de Aragon, que hacen suma de moneda jaquesa trezien-tos y vinte mil sueldos»; y, por otro, las posesiones del marido, que son las siguientes: los señoríos de Bardallur, Azaila y Coscojuela, la mitad del lugar de Plasencia, una tercera parte del lugar de Cuarte de Huerva58, la torre de Coglor59, el vizcondado de Roda, ubicado en el Rosellón60, los oficios de la villa de Fraga, «que son justicia perpetuo de la dicha villa, alcayde y bayle de aquella, los quales officios pertenescen al dicho señor mossen Juan de Lanuça por compra»61, una renta de 7300 sueldos jaqueses anuales «de las cavallerias de mesnada» y sus casas en la parroquia de Santa María del Pilar.

58 A este lugar, en las inmediaciones de Zaragoza, se refiere también Jerónimo de Blan-cas, según se vio en la n. 24, diciendo que Martín de Lanuza, suegro del baile Álvaro de Garabito, «fue señor de la mitad de Quart» («Genealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., f. 64v).

59 A propósito de esta torre, conocida en la actualidad como torre de Caulor, reciente-mente se ha apuntado que «se encuentra en el límite del término municipal de Plasen-cia de Jalón con el de Urrea de Jalón. Se asocia con la villa de Coglor que se despobló tras la conversión de los moriscos en 1528». Véase Á. CANTOS CARNICER y H. GIMÉNEZ FERRERUELA, «La torre islámica de Mareca (Épila, Zargoza)», Saldvie.

Estudios de prehistoria y arqueología, 4 (2004), p. 323. La población había perte-necido a la orden de San Juan con anterioridad, y recoge alguna noticia al respecto M. BONET DONATO, La orden del Hospital en la Corona de Aragón. Poder y

gobierno en la Castellanía de Amposta (ss. XII-XV), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994, p. 114, n. 138, y p. 208.

60 Conviene apuntar aquí la explicación ofrecida por el medievalista D. DURÁN DUELT, «Diplomacia de cruzada. Las misiones de Manuel II Paleólogo a la Península Ibérica y la recaudación de subsidios», en E. RAMÍREZ VAQUERO y R. SALICRÚ I LLUCH (coords.), Cataluña y Navarra en la Baja Edad Media, Pamplona, Universidad Pú-blica de Navarra, 2010, p. 58, n. 9, quien afirma que «Roda es, en realidad, la de-nominación catalana de Rueda. Los Perellós, vizcondes de Perellós, habían sido los propietarios de la villa de Rueda, que vendieron a los Ximénez de Urrea. El origen del título de vizconde de Roda está relacionado con dicha villa, pero el vizcondado parece que era identificado con el territorio que los Perellós poseían en el Rosellón, centrado en la villa de Millars». Más información sobre los primeros poseedores del título, en R. NARBONA VIZCAÍNO, «Los Rabassa, un linaje patricio de Valencia medieval», Ana-

les de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, 7 (1988-1989), pp. 116-118.

61 Sobre la relación de los Lanuza con la villa de Fraga, en la que, efectivamente, ejer-cieron los oficios mencionados varios miembros del linaje, véase J. SALLERAS CLA-RIÓ, La baronía de Fraga…, op. cit.

136 Estudios sobre la sociedad aragonesa en la Edad Moderna

Diez años más tarde, según el testamento del propio mosén Juan62, casi todos los bienes mencionados seguían en su poder. No obstante, en sus cláusulas se omi-

ten la renta de 7300 sueldos, el señorío sobre Cuarte y el vizcondado de Rueda. Los dos primeros ítems tampoco aparecen en documentos posteriores, lo que induce a pensar que en una fecha por determinar renta y señorío se habrían extinguido. Pero no ocurre lo mismo con el vizcondado, que en 1583 es citado en el testamento de su segundo hijo, don Juan de Lanuza mayor, formando parte incluso de la intitula-ción del testador63. La razón de dicha desaparición temporal quizá estribe en el plei-to que por dicho dominio se entabló en la Real Audiencia de Cataluña a instancias de Diego de Bernuy y que concluyó en 1562 con sentencia favorable a don Juan64. Por otro lado, para entonces ya habían dejado de pertenecer a la familia los oficios de Fraga, cuya titularidad recuperó en 1553 la villa mediante compra autorizada por la Corona65. Y tampoco está de más advertir que veinte años antes los Lanuza ha-bían completado su señorío sobre la localidad de Plasencia merced a la adquisición de la mitad que aún no controlaban, que hasta entonces pertenecía al linaje de los Moncayo. La operación estuvo precedida por una sentencia arbitral dictada por don Francisco de Gurrea, gobernador de Aragón, y don Juan de Urrea, abad del monas-terio gerundense de Santa María de Amer, que fijó en 390 000 sueldos jaqueses el precio que a los vendedores debía abonar doña Beatriz de Espés, viuda de mosén Juan de Lanuza y tutriz de su hijo y heredero Ferrer, entonces menor de edad66. Esta

62 Testamento de mosén Juan de Lanuza, Zaragoza, 10 de noviembre de 1532, RAH, ms. 9/1886, f. 26-33.

63 De hecho, se identifica por este orden como vizconde de Rueda y de Perellós, señor de las villas de Millas, Llo y Estagel («Allo» y «Estajel», según el manuscrito) y de los lugares de Néfiach («Nafiac», en el texto) y Reglella, todos ellos en el condado de Rose-llón y Cerdaña del principado de Cataluña, y señor de las villas y lugares de Bardallur, Plasencia y Azaila, en el reino de Aragón. Testamento de don Juan de Lanuza y de Perellós, Zaragoza, 19 de junio de 1583, RAH, ms. 9/1886, f. 34-43v.

64 Dos breves notas sobre este pleito pueden verse dentro del cuadro genealógico donde aparecen los dos pleiteantes, en RAH, SALAZAR Y CASTRO, ms. 9/309, f. 140v, recurso electrónico consultado el 13/2/2014, en http://bibliotecadigital.rah.es/dg-brah/es/consulta/registro.cmd?id=54177. En la primera se dice que «El noble Diego de Bernuy, heredero de Margarita de Carmaing, litigo el vizcondado contra don Juan de Lanuza». Y en la segunda se apostilla que «Don Juan de Lanuza y Perellos, justicia de Aragon, litigo el vizcondado de Roda contra Diego de Bernuy y le gano por sen-tencia de la Audiencia de Cataluña, año 1562».

65 J. SALLERAS CLARIÓ, La baronía de Fraga…, op. cit., pp. 426 y 549-551.

66 Venta de la mitad del lugar de Plasencia de Jalón por don Juan de Moncayo mayor, doña Isabel Sánchez y el venerable Jerónimo Muñoz, tutores de don Juan de Monca-yo menor, a doña Beatriz de Espés, tutriz del magnífico Ferrer de Lanuza, Zaragoza,

Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio 137

adquisición contribuyó a incrementar de modo notable el patrimonio familiar y años más tarde fue la base sobre la que se creó el condado de Plasencia por merced de Felipe III67, lo cual permitió a su primer poseedor, don Pedro de Lanuza, acceder al selecto grupo de la nobleza titulada e incorporarse al mundo cortesano, circunstan-cia de la que se hizo eco años más tarde el padre Martón en los siguientes términos:

Sobre heredar tantos meritos de sus Ilustres Progenitores, le honrò el Rey Don Phelipe Tercero, con el Titulo de Conde de Plasencia; y fue Cavallero de la Orden de Santiago, Vizconde de Rueda, y de Perellos; Señor de los Lugares de Bardallur, Plasencia, Azailla, y la Coscolluela. Estuvo casado con Doña Luisa de Silba, y Portoca-rrero, Señora de noble Sangre, y de singulares, y exemplares Virtudes; siendo Dama de la reyna Doña Margarita, y su grande Valida. De este Matrimonio tuvo dos hijos, à Don Ferrer de Lanuza, y à Don Miguel de Lanuza, el qual en lo floreciente de su edad año 1630, murió peleando sobre el Sitio del Casal de Monserrate68.

Naturalmente, en este punto es preciso recordar que don Pedro era hijo de don Juan de Lanuza mayor, de cuyo testamento se ha hablado en las líneas prece-dentes, y hermano de don Juan de Lanuza menor, el justicia de Aragón ejecutado en 1591. En este sentido, la conversión del señorío plasentino en condado fue particu-larmente importante, ya que supuso la rehabilitación absoluta del linaje tras la crisis vivida en los años precedentes, durante la cual la Corona, aparte de castigar al titular de la casa, confiscó sus bienes, que solo fueron reintegrados a la familia en 159969. El precitado matrimonio con doña Luisa de Silva y Portocarrero proyectó de nuevo a los Lanuza hacia la corte, siguiendo la estela de las grandes casas nobles arago-nesas, que en el tránsito entre los siglos XVI y XVII protagonizaron un proceso de «cortesanización» todavía mal conocido pero que denota una clara apuesta por inte-grarse en las redes cortesanas, «aun a costa de dejar de ejercer la función dirigente

17 de mayo de 1533, AHP, Jacobo Malo, 1533, s.f. Agradezco al profesor José Ignacio Gómez Zorraquino que me haya facilitado una copia del documento.

67 La concesión del título es mencionada, por ejemplo, por J. FUSER, Vida del Ve-

nerable…, op. cit., s.f. En cualquier caso, el beneficiario del título de conde de Pla-sencia, don Pedro de Lanuza, siguió intitulándose igualmente vizconde de Roda, y así le identificaron sus contemporáneos, según se ve en RAH, Salazar y Castro, ms. 9/296, f. 196, recurso electrónico consultado el 13/2/2014, en http://biblioteca-digital.rah.es/dgbrah/es/consulta/resultados_busqueda.cmd?id=1063684&materia_numcontrol=&autor_numcontrol=&posicion=5&presentacion=mosaico&forma= ficha.

68 L. BENITO MARTÓN, Sallent cabeza…, op. cit., p. 103.

69 Sobre las dificultades que la madre y el hermano del justicia ejecutado hubieron de sortear para recuperar el patrimonio familiar, véase J. GASCÓN PÉREZ, La rebelión

aragonesa…, op. cit., vol. II, pp. 996-997.

138 Estudios sobre la sociedad aragonesa en la Edad Moderna

que venía teniendo en la sociedad aragonesa, similar a la que cumplieron otras aristocracias provinciales en la Europa de la Edad Moderna»70. También en esto cabe decir que la actuación de los Lanuza resultó exitosa, pues una vez más consiguieron restablecer su preeminencia social, que seguían manteniendo incólume a fines del siglo XVII. Así, al menos, creo que cabe interpretar el siguiente pasaje, procedente de una colección de milagros obrados por la Virgen del Pilar que elaboró en 1680 el canónigo José Félix de Amada y Torregrosa. Entre los sesenta episodios mara-villosos relatados, el autor incluye el siguiente, que tiene por protagonista a un hijo del primer conde de Plasencia:

En el mes de Noviembre de 1605. Don Pedro Lanuza, y su muger Doña Luysa de Silva y Portocarrero, tenian vn hijo de tierna edad, tan quebrado, que la misma necesidad les obligò a abrirlo, antes que el conocimiento del peligro le hiziesse horro-roso, y sensible lo violento de la curacion. Executaronlo, con menos felicidad, de la que se prometiò su buen deseo, pues llegò tan al cabo de su vida, que ya no recibia la leche, ni podian abrirle la boca para tomar el pecho, el vn ojo ya quebrado, entume-cido el vientre, y con gran calentura, indicantes todos de tener tan vezina la muerte, como lo dixeron los Medicos, preguntados del riesgo, pues no le dieron, sino dos horas de vida, caduca, y perecedera para ir a gozar de la eterna. Lastimò el coraçon de los Padres, el que para ellos fue fatal anuncio, y por no tener presente la causa de su dolor, resolvieron, que se enterrara luego, mandando disponer todo lo necessario para la funebre, aunque festiva defuncion. La madre con el mas inmediato vinculo de la sangre, instimulada de la piedad del sexo, mas devota de afligida, se acogiò a la clemencia de la Madre de las misericordias, ofreciendo con Fè viva aquella porcion de sus entrañas a Nuestra Señora del PILAR, para que se la restituyesse sana, ofre-ciendola moribunda: que tal es la miseria humana, que con estas vsuras ofrece a Dios, lo que le ofrece. Logròlas tan promptamente la desconsolada señora, que al instante fue conocida la mejora del hijo, en tanto estremo, que al tiempo, que los Medicos le emplaçaron la muerte, lo hallaron admirados fuera de todo peligro. Cumpliò luego la Madre la promessa, trayendo al tierno infante a la Santa Capilla, y con alboroçada devocion, lo entraron, a que adorasse el Santo Pilar, y para el adorno de la Santa Imagen, presentò vn Collar de oro de onze piezas, con cinco Rubies, y algunas Perlas, publicando el Milagro a mayor honra, y gloria de Dios, como lo refiriò en la forma

70 Así lo indiqué en J. GASCÓN PÉREZ, «El reino de Aragón a principios del siglo XVII», en J. MARTÍNEZ MILLÁN y M. ANTONIETTA VISCEGLIA (dirs.), La monarquía

de Felipe III. Los Reinos. Volumen IV, Madrid, Fundación MAPFRE, 2008, p. 195. Como queda dicho, el asunto es todavía mal conocido. Por mi parte, he realizado una aproximación al caso de los duques de Villahermosa en idem, «Hijos de reyes, rebeldes y cortesanos. La difícil integración de la casa de Aragón al servicio de la Mo-narquía Hispánica», en Congreso Internacional «Cambios y resistencias sociales en

la Edad Moderna». Valencia, 23 a 25 de octubre de 2013 (en prensa).

Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio 139

dicha, en la Sacristia de la misma Santa Capilla, a los Canonigos Garçia, Perez, y Maza, en presencia de otras personas71.

Dejando a un lado cuestiones de fe, el testimonio tiene importancia para el caso que nos ocupa, ya que ubica a los Lanuza en un lugar prominente de la escala social, por su condición de beneficiarios de una intervención graciosa de la Virgen. Pero también se debe considerar que los episodios narrados tienen como protago-nistas a personajes de extracción humilde o de escasa fama, a excepción de la reina Blanca de Navarra, esposa de Juan II de Aragón, y tres descendientes de este mo-narca: el rey Fernando el Católico, el conde de Ribagorza don Alonso de Aragón y el rey Felipe IV72. Junto a ellos aparece la figura de don Pedro de Lanuza, cuya fami-lia, como hemos visto, fue muy favorecida por el mismo soberano. Evidentemente, no es posible asegurar que la elección de los milagros presentados ante el lector tuviera como objetivo subsidiario exaltar la vinculación de los Lanuza con la realeza. Ahora bien, lo que parece fuera de duda es que su inclusión entre las personas de calidad favorecidas por la actuación mariana denota la alta consideración en que el canónigo Amada tenía a este linaje a fines del siglo XVII.

No parece aventurado pensar que dicha consideración era compartida por

muchos coetáneos. Al fin y al cabo, los Lanuza, como miembros de la nobleza

titulada, ocupaban una elevada posición en la sociedad española. La información

expuesta en las páginas precedentes permite establecer que el acceso a tan ventajo-

sa situación fue lento y dificultoso. Su condición inicial de caballeros de mesnada y

su modesto patrimonio original obligaron a basar la estrategia de promoción social

en el servicio a los reyes. De ahí la continuada presencia de hombres de la familia

en campañas militares y misiones diplomáticas, sobre todo desde el siglo XIV. Sus

éxitos iniciales estuvieron a punto de malograrse en el tránsito a la siguiente centuria

por causa de su apoyo al conde de Urgel, aunque la recuperación de la gracia real

puso en sus manos la Corte del Justicia de Aragón, que sin duda fue el instrumento

que les permitió convertirse en una de las principales familias del reino. La rebelión

de 1591 supuso que perdieran el favor de la Corona y, con él, su patrimonio y el

control de la precitada institución, pero ocho años más tarde lograron recuperar sus

bienes y, simultáneamente, encontraron acceso a nuevas vías de promoción social

71 J. F. DE AMADA, Conpendio de los milagros de Nvestra Señora del Pilar de

Zaragoza, Zaragoza, Herederos de Agustín Verges, 1680 [hay reed., 1796], milagro

XXXXI, pp. 273-275. Según explica el autor, la relación del milagro «Consta de vna

Carta original del Canonigo Francisco Gayan de Maza, escrita al Canonigo Bartolome

Lorente. Su fecha en Zaragoça a 23. de Noviembre de 1605. que para en mi poder»

(ibidem, p. 273).

72 Los milagros protagonizados por los personajes citados aparecen, respectivamente,

ibidem, pp. 205-207, 214-219, 223-224 y 290-297.

140 Estudios sobre la sociedad aragonesa en la Edad Moderna

al integrarse de nuevo en la corte. Una vez más, desde tan privilegiado enclave lograron ponerse al servicio de la Monarquía, que recompensó sus servicios con un título nobiliario. De este modo, lejos de desafiar el orden establecido, sus estrategias de conservación y promoción del linaje hicieron de los Lanuza unos buenos cola-boradores en el mantenimiento de la estructura social y política que dio sustento a la Monarquía Hispánica73. Algo que no debería extrañar a los investigadores, pues, como se ha recordado recientemente,

la carrera de los honores (señoríos, hidalguías, hábitos, oficios, etc.) estuvo permanentemente abierta durante el Antiguo Régimen, lo que propició una impor-tante movilidad social y que se creasen una serie de «poderes intermedios» muy ambi-ciosos —capaces de restar notoriedad y algunos puestos sociales relevantes a la alta nobleza— que ayudaron a la consolidación y mantenimiento del Estado absolutista74.

73 Idea que, como ya destaqué en J. GASCÓN PÉREZ, «Los Lanuza…», op. cit., p. 196, dista bastante de la imagen ofrecida por los cronistas coetáneos y por los escritos de los autores liberales del siglo XIX, que presentan a los Lanuza, y, en particular, a don Juan menor, como impenitentes defensores de la foralidad aragonesa frente a las pretensiones absolutistas de la Corona.

74 J. I. GÓMEZ ZORRAQUINO, «Algunas fórmulas para medrar en el Aragón de los siglos XVI y XVII. El ejemplo de la familia Olcina», en G. COLÁS LATORRE (coord.), Estudios sobre el Aragón foral, Zaragoza, Mira, 2009, p. 158.

Los Lanuza en la sociedad aragonesa: servicio al rey, linaje y patrimonio

141

Árbol genealógico de la casa de Lanuza

Fuente: © V. TABUENCA CORTÉS, a partir de datos extraídos de G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y quinquagenas…, op. cit., J. ZURITA, Anales…,

op. cit., J. FUSER, Vida del Venerable…, op. cit., «Genealogía de la casa de Lanuza…», op. cit., L. BENITO MARTÓN, Sallent cabeza…, op. cit., F. LA-TASSA Y ORTÍN, Bibliotheca antigua…, op. cit., M. I. FALCÓN PÉREZ, Los infanzones…, op. cit., AHP, Luis Sora, 1532, s.f., AHP, Jacobo Malo, 1533, s.f., y RAH, ms. 9/1886, ff. 26-33 y 34-43v.

Osset de Lanuza

Ferrer de Lanuza (fl. h. 1320-1337)

Lope (fl. h. 1340)OO Urraca Fernández de Tarba

Galacián de Tarba (olim Martín López de Lanuza)OO Elvira López de Sesé

ViolanteOO Álvaro de Garabito, baile general de Aragón

Inés de GarabitoOO Ferrer de Lanuza, justicia de Aragón

Ferrer López de LanuzaOO Galaciana Gil de Castro

Ferrer (m. 1479)baile general de Aragón (1436-1439)justicia de Aragón (1439-1478)OO Inés de Garabito

Martín el MenorOO Grayda de Torrellas y PerellósOO Beatriz de Bardaxí

Juan el Bueno (m. 1532)justicia de Aragón (1507-1532)OO Beatriz de Espés

Juan mayor(h. 1530-1591)justicia de Aragón (1554-1591)OO Catalina Ximénez de Urrea

Pedro(h. 1566-h. 1615)I conde de PlasenciaOO María Sanz de LatrásOO Luisa de Silva y Portocarrero

Ramón Martín Francisco Grayda

Francisco María Ana Isabel

Francisco Ferrer(1613-1643)

II conde de Plasencia

Miguel(m. 1630)

Margarita Blasco

Lorenzo Fernández de Heredia

justicia de Aragón (1533-1547)

Marina(o María)

(o Mariana)

Artal(h. 1536-1596)

III conde de Sástago

Pedro Martínez de Luna(h. 1492-1570)

I conde de Morata

Ferrer (h. 1520-1554)justicia de Aragón (1547-1554)

Juan menor(h. 1564-1591)

justicia de Aragón (1591)

FerrerOO María de Luna

Juan el Viejo (h. 1435-1507)justicia de Aragón (1478-1498)OO Beatriz Pimentel

DianiraOO Pedro Martínez de Luna señor de Illueca

Jaime Martínez de Luna (m. 1519)OO Catalina Ximénez de Urrea

Juan el Mozo o el Ciego (m. 1507)justicia de Aragón (1498-1507)OO Juana de Rocabertí

CatalinaOO Artal de AlagónOO Pedro de Castro

María (m. 1541)OO Artal de Alagón (m. 1541) II conde de Sástago

MartinaOO Francisco Fernández de Heredia gobernador de Aragón

GraydaOO Hugo de Urriés (m. 1544) señor de Ayerbe

Claudio (fl. 1518-1537)OO Ana de Mombui

Jerónimo (m. 1550)abad de San Juan

de la Peña

Martín el Mayor (m. 1481)baile general de Aragón (1439-1481)OO Teresa Ximénez de Gurrea y Cerdán

Ferrer (fl. h. 1357)

Martín López de Lanuza (fl. h. 1357)señor de Alfocea

Pedro Calvo (fl. 1262)

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