López Alonso, Carmen. 1990. "La Asistencia Social En La España Del Antiguo Regimen."

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32 La asistencia social en el antiguo régimen

grano para el consumo de los pueblos en caso de necesidad; no será hasta époc~s posteriores a la medieval cuando empiecen a actuar también como prestamistas a bajo interés.

Otro núcleo de ayuda proviene de las Cofradías, cuyo aumento en los siglos XIII-XV señala R. de Armas y que pasan de ejercer ac­tividades puramente piadosas (velar enfermos y muertos, enterrar­los, mantener luminarias o celebrar misas de sufragio) a otras más directamente de previsión. La más importante de todas en la asis­tencia en la enfermedad, bien mediante una ayuda en dinero (en una determinada cantidad unas veces y, las más, indeterminada), o bien con la prestación de trabajo por los cofrades (los ciegos de Va­lencia entregan la mitad de la recaudación de sus limosnas durante ocho días al cofrade enfermo); se presta también asistencia médico­farmaceútica y hospitalaria -en el caso de que la cofradía cuente con establecimiento propio-. Pero también se concede ayuda en caso de accidentes, así como en los de invalidez y vejez (todos los cuales impiden al cófrade ganar su sustento). Señala también Ru­meu cómo se prestará ayuda en caso de falta de trabajo, si bien los datos son relativamente anecdóticos como para establecer conclu­siones generales al respecto. Las viudas y los huérfanos de los co­frades suelen recibir ayuda tras la muerte de éste, así como las don­cellas, a las cuales muchas cofradías dotan para que puedan con­traer matrimonio lO •

A.2. Asistencia económico-moral

Dos tipos fundamentales de sujetos la recibirán: las doncellas pobres, a fin de que puedan constituir una dote para casarse o en­trar en religión, y los huérfanos o los niños abandonados (expósi­tos).

Las dotes de doncellas pobres tienen un fundamento no sólo económico sino también moral: hablan los textos de darlas a fin de evitar que la pobreza no les lleve a ser "malas mujeres". No sólo las cofradías y los particulares sino personas pertenecientes al mismo medio familiar o los señores para sus sirvientas son quienes prestan este tipo de ayuda.

Los huérfanos y expósitos también han de ser protegidos econó­mica y moralmente: el reyes su defensor por antonomasia. como ya se vio, si bien no existe en la época medieval una institucionalización

10 RUMEU DE ARMAS, A. 1942, 117-136 Y530.

La acción pública no estatal 33

de su recogida. Generalmente, los niños son abandonados a las puertas de las iglesias o de los hospitales. De ahí suelen ser envia­dos con gentes que se encargan de su crianza. Una vez concluída ésta, y satisfechos los gastos por el hospital o, en su caso, por el Arca de Misericordia parroquial, generalmente el niño vuelve a ser entregado a una familia que suele encargarse de su mantenimiento a cambio de su trabajo -si bien existen casos de adopciones-o No hay institución especializada sino intermediarios que, eventual­mente, se encargan de los huérfanos o expósitos que les han sido entregados de forma anónima, por lo general.

La única institución conocida, y esto ya a fines de la época me­dieval, es la del Padre de Huérfanos (o el Procurador de los Mise­rables valencianos, con funciones similares). Es un cargo municipal que, entre sus misiones, tiene la de velar por la moralidad de las jó­venes a las que debe colocar con amo con quien trabajen hasta su matrimonio, si ocurre. Debe también asistir a los huérfanos que es­tán bajo su custodia y procurar colocarlos en casas en las que pue­dan aprender un oficio. Completa la actividad asistencial con una labor de vigilancia sobre los vagos y desocupados a los que debe re­primir así como procurarles un empleo. En este cargo puede verse claramente cómo la defensa de la virtud y la asistencia al necesitado se acompaña con una represión de lo que se entiende como vicio y la obligación de trabajar como el único camino para no caer en ello.

A.3. La asistencia jurídica

La función tradicional de defensa del pobre, atribuída al rey y los prelados, va dejando su característica sacralizada, secularizán­dose. Desde el renacimiento de las ciudades, los Fueros de muchas de ellas recogerán, en el XI y XII, la existencia de los "boceros", encargados de la defensa de los débiles y pobres, por lo que cobran un salario mínimo, a no ser que el defendido sea tan indigente que no pueda dar nada, caso en que "debe mandar el juez que lo haga por amor de Dios", como dice en Fuero de Soria l1

. Los abogados de los pobres cumplen una función similar a lo largo de toda la épo­ca medieval y posteriormente. Las Siete Partidas justifican su insti­tución argumentando como sigue:

"Biuda e hérfanos e otras personas cuytadas, han de seguir a las veces en jui­cio sus pleytos. E porque aquellos con quien han de contender son poderosos, acaesce que non pueden fallar abogado que se atreva a razonar por ellos. Onde dezimos que los judgadores deuen dar abogado a quaquier de las personas

" Fuero de Soria. ep. XVII.